el anciano y la joven (in)sumisa en la musica una relacion de poder-libre

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Texto incluido en el programa para Don Pasquale. LXVI Temporada de la Ópera de Oviedo, noviembre de 2013. Editor: Alfonso Domingo. El anciano y la joven (in)sumisa en la música: una relación de poder Alejandro González Villalibre Yo caseme con un vieyu por jartame de riir puse-y la cama n' un altu y non se podia subir Estos versos del Pericote llanisco, uno de los bailes más tradicionales de Asturias, recogen de manera concisa pero muy clarificadora una tradición musical que supone uno de los lugares comunes más visitados del imaginario en nuestra cultura: la relación entre el hombre mayor y la jovencita, más o menos inocente, reflejada a través de relaciones de poder, sumisiones, rebeldías y lucha de clases. El mundo de la lírica es el que mejor ha sabido reflejar estas realidades. El papel femenino cambia drásticamente según el género en el que nos encontremos. La ópera bufa, mucho más proclive a revertir el statu quo presentando situaciones que, por inimaginables, pueden resultar cómicas, se vale del para entonces incongruente papel de la mujer dominadora como un elemento casi exótico, que se convierte en el perfecto catalizador para poner en escena versos satíricos, situaciones descabelladas o enredos urdidos en pos de un objetivo a priori inalcanzable. La ópera seria por el contrario apela al drama de la mujer oprimida, presentándola como un ser sin voluntad que a menudo actúa por respuesta a actos que no controla, como una consecuencia sin voz ni voto ante la figura masculina, como un trofeo, como lo que realmente se esperaba de ella

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  • Texto incluido en el programa para Don Pasquale. LXVI Temporada de la pera de Oviedo, noviembre de 2013. Editor: Alfonso Domingo.

    El anciano y la joven (in)sumisa en la msica: una relacin de poder Alejandro Gonzlez Villalibre

    Yo caseme con un vieyu por jartame de riir puse-y la cama n' un altu y non se podia subir

    Estos versos del Pericote llanisco, uno de los bailes ms tradicionales de Asturias, recogen de manera concisa pero muy clarificadora una tradicin musical que supone uno de los lugares comunes ms visitados del imaginario en nuestra cultura: la relacin entre el hombre mayor y la jovencita, ms o menos inocente, reflejada a travs de relaciones de poder, sumisiones, rebeldas y lucha de clases.

    El mundo de la lrica es el que mejor ha sabido reflejar estas realidades. El papel femenino cambia drsticamente segn el gnero en el que nos encontremos. La pera bufa, mucho ms proclive a revertir el statu quo presentando situaciones que, por inimaginables, pueden resultar cmicas, se vale del para entonces incongruente papel de la mujer dominadora como un elemento casi extico, que se convierte en el perfecto catalizador para poner en escena versos satricos, situaciones descabelladas o enredos urdidos en pos de un objetivo a priori inalcanzable.

    La pera seria por el contrario apela al drama de la mujer oprimida, presentndola como un ser sin voluntad que a menudo acta por respuesta a actos que no controla, como una consecuencia sin voz ni voto ante la figura masculina, como un trofeo, como lo que realmente se esperaba de ella

  • El caso bufo: la joven rebelde Don Pasquale no es sino uno de tantos ancianos que ejercen su poder sobre un

    ser socialmente ms dbil, en este caso Norina. De la habilidad de la joven depende que se revierta la situacin, utilizando en su favor sus encantos personales, apelando directamente a los instintos ms bsicos del subyugante, y convirtiendo a la figura femenina en un vehculo capaz de torcer voluntades y medrar. Eso s, casi siempre bajo un nada disimulado contexto sexual. Uno tiene el dinero, lo que le sita en un escalafn social del que se vale para conseguir a la muchacha. La otra tiene la belleza y slo en ocasiones la inteligencia que se revelan como la llave maestra que, a modo de Deus ex machina, es capaz de deshacer cualquier entuerto.

    El intelecto femenino ser el protagonista dentro de la pera bufa, ser ella la que maneje los hilos, utilizando al viejo para sus propios fines de una manera velada. El ttulo que se considera como iniciador de la variante cmica de la pera ya incorporaba este hecho: en 1733 Pergolesi presentaba un ligero intermedio para su pera Il prigionier superbo, que bajo el ttulo de La serva padrona iba a convertirse, al igual que la protagonista de esta breve historia, en la autntica vencedora pasando por encima del ttulo al que originalmente deba servir, sobreviviendo al olvido en el que ste cay y convirtindose en un autntico hito dentro de la historia de la msica. La serva padrona establece todas las reglas musicales bsicas que autores como Mozart, Rossini o Donizetti seguirn para sus aportaciones al gnero, pero adems supone un golpe en la mesa de carcter poltico. En ella se trata la rebelin de la clase baja, personificada en la joven Serpina, que acaba dominando al patrn (el viejo Uberto), valindose para ello de todas sus armas fsicas e intelectuales, involucrando en su plan a otros personajes, como el criado Vespone.

    Estamos ante un caso paradigmtico que adelanta el papel de la muchacha en la pera bufa: Susana en Las bodas de Fgaro, Rosina en El barbero de Sevilla, Giulietta en Un giorno di regno, Adina en El elixir de amor, Isabella en La italiana en Argel Todas ellas engaan a viejos, todas ellas se sirven de su atractivo ante ellos para, llegando en muchos casos hasta el amago del matrimonio, conseguir en ltima instancia su verdadero objetivo, el joven amante, el pobre campesino, en definitiva aquel que encarna el verdadero amor, llegando a la leccin moralizante a travs de unos actos que en muchos casos tienen poco de ejemplar pero que, sin embargo, se pasan por alto en favor de un inters aleccionador mayor de los autores para con su pblico.

    Muchas veces se obvia que las mujeres en la pera bufa urden y traman sirvindose de estratagemas poco honrosas, que se exponen como objetos de deseo y que se aprovechan de la falta de facultades de un anciano para aprovecharse de l de una manera muy poco honrosa, que mienten a todo aquel que haga falta con tal de conseguir su objetivo, y que manipulan a su entorno a voluntad. Ya hemos comentado la nada disimulada carga sexual de sus actos: son siempre mujeres bellas que en definitiva seran inalcanzables para el viejo si ste no se valiese de su estatus. Son muy inteligentes, son sibilinas. Y si bien todas estas actuaciones no reflejan comportamientos

  • ticamente aceptables, en la pera bufa el fin justifica los medios, y todo queda justificado a travs de mentiras piadosas y leves manipulaciones, obligadas por las circunstancias.

    Sin embargo lo que el espectador recibe es la imagen de una mujer egosta, a menudo caprichosa, y en ningn momento un ejemplo de virtud. A pesar del final feliz y a pesar de presentar una imagen de mujeres rebeldes las peras no dudan en mostrarlas como un peligro si se sigue su dictado.

    El caso serio: la joven dcil Un segundo enfoque, totalmente opuesto, lo encontramos dentro de la llamada

    pera seria, donde el papel de la joven ante el viejo es mucho ms sumiso. En la mayora de las ocasiones son tratadas como trofeos, monedas de cambio u objetos que las convierten en seres oprimidos, desgraciados, y en la mayora de los casos mansos y obedientes. Resignadas ante su cruel destino en este caso las jvenes no se rebelan, sino que esperan pacientemente que alguien las salve, o asumen su rol como algo natural.

    El mrito de su rescate o salvacin no recae sobre ellas, sino que es un hombre el que las salva de otro hombre, pasando de unas manos a otras sin variar su situacin de total sometimiento, bien sea por amor al hroe o por obediencia al viejo tirano. Hablamos de matrimonios concertados, aunque tambin de sacrificios para evitar males mayores. En El oro del Rin Wotan entrega a su hermana Freia como pago a los gigantes, y sta, pese a su reticencia inicial se convierte en un simple observador de la trama de recuperacin del anillo como pago por su libertad.

    En Ernani la joven Elvira pasa de los brazos de su tutor Ruy Gmez de Silva a los del emperador Carlos V como sacrificio para salvar la vida de su joven amado, hasta acabar con l en un final a priori feliz que sin embargo se torcer al final como cobro de una antigua cuenta pendiente; en ningn caso ella posee la oportunidad de decidir su futuro: su boda con Silva era pactada y como tal, aunque contrariada, la acepta; su posterior enlace con el rey no es ms que un pago a cambio de una vida y, aunque finalmente acabe en brazos de Ernani, no es sino gracias a la magnanimidad de un poder superior que le concede la libertad.

    Este ejemplo de mujer objeto es uno de los ms representativos de la pera, pero no el nico. El teatro lrico est lleno de bodas pactadas, mujeres trofeo y vidas truncadas. Si la joven se somete es porque la sociedad as se lo demanda, porque el viejo posee unos derechos sobre ella favorecido por su dinero y su nivel social. En este caso tambin asistimos a un aleccionamiento que subyace ms all del triunfo del honor del caballero o de la redencin por el amor verdadero: la mujer no tiene capacidad de decisin ni debe tenerla jams; acepta su destino, asume su rol sin rechistar y nicamente en la soledad de su cmara, o como mucho en confidencias con su dama de

  • compaa, lamentar su suerte. Y aunque estos lamentos nunca suponen un preludio para la posterior accin en busca de una solucin (estas mujeres carecen de iniciativa), s nos han legado algunas de las pginas ms bellas de la pera. Cmo si no podramos escuchar a Leonora contndole a Ins su amor por Manrico a travs de la maravillosa Tacea la notte placida?. Aunque en este caso la diferencia no estriba en la edad, sino que se centra nicamente en la superior posicin del Conde de Luna sobre el humilde Trovador, el papel de la mujer no vara.

    El caso espaol

    A travs de sus gneros autctonos, la lrica espaola ha acudido tambin con frecuencia al caso del viejo y la jovencita, y, al igual que ocurre en la pera, el rol vara dependiendo del tono de la historia.

    La tradicin espaola dentro de la comedia, el gusto del pblico por historias ligeras y divertidas, han hecho que se cultive mucho ms la figura de la joven insumisa y manipuladora. La maja fingida es un clsico en la tonadilla espaola, pero adems dentro del gnero chico encontramos la icnica figura del rico boticario Don Hilarin, viejo verde del que se sirve Susana para dar celos a Julin en La Verbena de la Paloma. Dentro de la zarzuela grande podramos detenernos en la figura de Doa Francisquita, quien hace creer a Fernando que se va a casar con el padre de ste, Don Matas, como medio catrtico para tratar de liberar a su amado de su enfermiza obsesin por la Beltrana.

    El drama en la zarzuela nos devuelve a una mujer con mucha menos iniciativa, casi siempre presentada como sacrifico, tal y como ocurre en Los Gavilanes, donde Rosaura acepta ser la esposa del viejo indiano Juan para salvar al pueblo. En Luisa Fernanda su protagonista se debate entre los amores de un acaudalado terrateniente extremeo (Vidal) y de un soldado rebelde (Javier). Pese a todo, la poca tradicin espaola dentro del final dramtico hace que sus autores se sirvan de una estrategia tambin habitual en la pera: las mujeres son a menudo liberadas por sus opresores, concedindoles la gracia de poder volver con su amor verdadero, sin que ellas hayan puesto mucho de su parte porque eso suceda.

    El papel de la mujer dentro de la historia de la pera ha variado considerablemente a lo largo de cuatro siglos. Encontramos heronas, encontramos trofeos. Jvenes sin voluntad y pcaras supervivientes; mujeres que toman las riendas de su vida y otras que prefieren pasar inadvertidas. Ruidosas, apocadas, interesantes, exasperantes. Todas ellas son parte de nuestra msica, todas ellas son parte de nuestra vida. Todas ellas son, en definitiva, imprescindibles.