el alma publica no1

98

Upload: nic0mac0

Post on 23-Jun-2015

1.141 views

Category:

Documents


7 download

TRANSCRIPT

Revista desdisciplinada de psicología social

04 Presentación

Libros07 Senderos de la memoria

SALVADOR ARCIGA BERNAL

15 A placerDANIELA GUERRERO LEÓN

17 México lindo…LUIS DANIEL MIRANDA ASTUDILLO

19 Sobre la psique y el espíritu:preámbulo y notas sobre un libro perdido de WundtJAHIR NAVALLES GÓMEZ

Textos25 Anestética de la violencia

PABLO FERNÁNDEZ CHRISTLIEB

33 Apología de la mente individualJOSU J. ROMERO SÁNCHEZ

37 Acerca de la incólume realidad,o por qué creer en los relojes del MetroERNESTO FERNANDO SALDÍVAR PÉREZ

39 Naturaleza subterráneaIVÁN GONZÁLEZ MÁRQUEZ

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A200

8

02 03

Con

teni

do

Directora editorialAngélica Bautista López, UAM-I

Consejo editorialSalvador Arciga Bernal, UAM-I

Claudette Dudet Lions, UNAM

Pablo Fernández Christlieb, UNAM

Ma. de la Luz Javiedes Romero, UNAM

Gustavo Martínez Tejeda, UPN

Jahir Navalles Gómez, UAM-I

Rodolfo Suárez Molnar, UAM-C

EL ALMA PÚBLICA | Revista desdisciplinada de psicología social | AÑO 1 | NÚM. 01 | PRIMAVERA 2008

Cuidado de la ediciónBárbara Gaxiola A.

Composición tipográficaarte y diseñoVerónica García Montes de OcaRafael Olvera Albavera

AsistenteIván Acxel Reyes Cerón

Coordinación de la ilustraciónSantiago Ortega Hernández

Ilustración de portadaArlequín

Certificado de reserva al título de derechosde autor: 04-2008-031314543600-102ISSN: En trámite.

43 Tiempo: El futuroLESLIE BORSANI FERNÁNDEZ

45 Develando el orden de la ciencia:exploración a partir de la acción y la práctica científicasISRAEL ROJAS CAMPOS

57 Qué importa lo importanteMARCO ANTONIO VICARIO OCAMPO

59 !Claro! El control remotoNAYELI GUIJOSA PICHARDO

63 ¿Tienes el valor o te vale?LUIS DANIEL MIRANDA ASTUDILLO

65 Meet me in SanbornsGISSEL ALLIER Y DÍAZ DE LEÓN

71 El tiempoOMAR E. GUEVARA RAMÍREZ

73 El asco desde la mirada psico-social:emociones y control socialADRIANA GIL JUÁREZ

Historias89 La extraña coincidencia Howard Becker

MA. DE LA LUZ JAVIEDES ROMERO

ψs

Esta revista no quiere ser especializada, no quiere ser internacional, no quiereser indexada: quiere ser revista, lo cual no es poca cosa, porque, para empezar,las revistas tienen lectores, y eso no es fácil, y aunque hay bastantes publicacionesque se dan el lujo de prescindir de los lectores, ésta sí pretende encontrar algu-nos, y construir otros. Un lector es alguien que a veces no lee, porque, por unaparte, no piensa tragarse cualquier cosa escrita que le pongan enfrente, y, porotra, porque está esperando encontrar algo que le hable de sus propias pregun-tas, de sus propias molestias, de sus dudas y de sus esperanzas. Ahora que yahay internet y otros millones de datos a la mano, una revista no puede ser uninforme ni una herramienta, sino un depósito de textos que escuchan al lector.

Pero una revista es, sobre todo, un proyecto, tanto en el sentido de que setrata de la idea o la intención de un grupo que quiere ser expuesta, como en elsentido de que se hace poco a poco, número a número, pensando a futuro, aun-que en una de ésas los números no lleguen y las revistas se trunquen. Y por serun proyecto, una revista no puede ser neutral, porque la única manera de serneutral en esta vida es no teniendo proyecto ni haciendo revista. Quienes hacenuna revista, y aquí se incluye a los lectores, son gentes que creen que hay unaforma de ver las cosas que no está suficientemente puesta en la realidad y quepor alguna razón es preciso que lo esté.

Y el de la presente revista es un proyecto de psicología social, que parte de la con-vicción de que lo que está en oferta no es todo lo que hay y que, entre lo que falta,hay una psicología social que sabe mezclarse con la cultura, con la historia, con otrasciencias, con el pensamiento de la época y con las aspiraciones de la gente. Enefecto, la psicología social actualmente aprobada, apoyada, prestigiada y ense-ñada es una que está demasiado satisfecha con un mundo que no puede ser sa-tisfactorio, pero, en cambio, se puede desarrollar una psicología social que no se vaya

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A200

8

04 05

Pre

sent

ació

n

con la finta de que las necesidades del mercado profesional sean las únicas nece-sidades humanas. Y ciertamente, cuando la sociedad actual se decida a ser deotra manera, va a requerir una psicología social que también sea de otra manera.

Se escogió el nombre de El alma pública para esta revista porque eso —asícomo puede entenderse con el sentido común— es justo el objeto de estudio y defascinación original de la psicología social; el término no es ni un invento ni unanovedad; de hecho es bastante viejo: proviene de los inicios de la disciplina, desdeel siglo XIX, junto con otros, como espíritu colectivo o mente grupal. Lo usó tam-bién Baudelaire una vez que dijo que el traje negro de los hombres era la expre-sión poética del alma pública de su siglo. El alma pública es aquello íntimo quees de nadie y es de todos, aquel material simbólico con que están hechas las ciu-dades, las sociedades, las épocas y que respiran todos los que nacen y pasan porahí. Este objeto de interés que es la razón de ser de la psicología social, era unobjeto bonito, curioso, vivo, que, sin embargo, al llevarlo a través del siglo XX, en-tre tantas cosas que se fueron adquiriendo para cargarlo mejor, tales como mé-todos, profesores, aplicaciones, departamentos, presupuestos y congresos, se lesperdió en el camino; se cuidó tanto la maleta que se les perdió lo que llevaba. Searregló tanto el transporte que ya no cupo el pasajero, y como que llegaron alsiglo XXI con todos los implementos, pero sin el objeto de estudio.

Y para ver si lo encuentran, los editores decidieron poner junto al título, comoimagen gráfica, la fotografía en donde sale mejor retratada el alma colectiva: laplaza pública. Desde los griegos hasta nuestros días, ahí surge, ahí piensa, ahí seencuentra el alma de la sociedad. Y como nada es neutral, se escogió la plazamás antigua de América, y la más entrañable para sus editores.

LOS EDITORES

ψs

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A200

8

06 07

• Los textos presentados para dictamen deben ser inéditos.• Se pueden presentar traducciones para dictamen.• Los textos tendrán una extensión máxima de 25 cuartillas (de 23 líneas con

65 golpes, a doble espacio), incluyendo gráficos, tablas, anexos, etcétera. Seescribirán en fuente Times New Roman 12 y en procesador de palabras Word,o en formato de texto enriquecido –extensión rtf.

• Es necesario cuidar la correspondencia entre el título y el contenido.• Se requiere incluir ficha de presentación del autor que contenga: nombre,

institución, autopresentación en máximo tres líneas y forma de localización(dirección postal, teléfono, correo electrónico, etcétera).

• Las citas al interior del texto se anotarán según el modelo: (Poirier, 1990: 25-30).• Las notas se escribirán al final del texto y las referencias se indicarán con

superíndice1.• La bibliografía se anotará al final, según el modelo: Poirier, J. (1990). Histoire

des Moeur, 3 vols., París, Francia: La Pléiade.• Para el uso de las abreviaturas, la primera mención debe ser completa y la

abreviatura entre paréntesis:Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT);las siguientes referencias se harán en abreviatura: CONACYT.

• Los gráficos, tablas e imágenes deberán enviarse (con una resolución de 600dpi) en archivo por separado y se indicará, en el texto, el lugar de su inclusión.

• Enviar la propuesta de texto por correo electrónico como archivo adjunto, ala siguiente dirección electrónica: [email protected]

Criterios de publicación

La lectura de ciertos libros nos ofrece los senderospor los que transcurre la memoria de la humani-

dad, convidándonos de las huellas de las relacionessociales con las que construimos la aventura del pen-samiento humano. El presente libro1 durante muchosaños se convirtió en una nostálgica referencia, ya queen la época en la que elaboraba mi tesis de licenciatu-ra fue precisamente un maravilloso e inesperado sen-dero, encontrado en una de mis inmersiones por lospasillos de la Biblioteca Central en la búsqueda deinformación sobre psicología colectiva.

Lo que atrapó mi atención fue el subtitulo “His-toria e interpretación de las ideas acerca de la convi-vencia humana”, que nombra el contenido del primerode los dos volúmenes que constituyen la obra Historiadel pensamiento social, de Harry E. Barnes y HowardBecker. Recuerdo una extraña sensación, al suponerque era un emocionante titulo para la nostálgica psi-cología a la que aspiraba. Así que, guiado por el inte-rés de lo desconocido, un sentimiento extraño que nosacompaña en los viajes que emprendemos con másexpectativas que claridad, recuerdo haber revisado conavidez el segundo volumen, “Corrientes sociológicasen los diversos países”.2

Fue una bendita coincidencia, como dice la canciónde Maná, que en un libro de historia de las ideas seencontraran reconocidas, referidas y descritas la es-cuela francesa, italiana y alemana; la sociología delconocimiento de Durkheim, y la psicología colectiva desus herederos, la psicosociología de Tarde y muchomás; la psicosociología, la muchedumbre y el públicoitaliano, y la primitiva psico-sociología alemana deWundt. Para mis expectativas había localizado y seme ofrecía un verdadero manjar. Si mi interés era laguía que nos conduce por los senderos de una originalperspectiva de lo psíquico, había encontrado caminosen donde discuten con la idea de una psicología basa-da en el método científico o con la interpretación in-dividual de la psique de la sociedad.

Senderos de la memoriaSALVADOR ARCIGA BERNAL

1 Barnes, H. E. y Becker, H. P. (1945). Historia del pensamiento so-cial, México, Fondo de Cultura Económica.

2 En el contexto académico sólo había en el mundo una licencia-tura en psicología social, la de la UAM Iztapalapa, y las bibliotecas ylos libros de historia de la psicología —sufrían y sufren de olvidosocial— ofrecían la memoria de la disciplina, la bibliografía, las refe-

rencias y la información que sustentaba la idea de que la psicologíageneral era la matriz de la que surgían todas las posibles psicologías,de ahí las escasas referencias a libros de psicología social que no tu-vieran esa genealogía. Por otro lado, es necesario reconocer que co-mo matriz de conocimiento, la Facultad de Psicología de la UNAM

mantuvo su compromiso con la gestión del conocimiento y con laformación de recursos humanos en cada una de sus áreas. Es el casode psicología social, en la que en ese periodo irrumpieron con granéxito en las aulas, en la investigación y en la divulgación de la infor-mación tres psicólogos sociales recién formados en las escuelas euro-peas. Y para darle cabida a la psicología de corte europeo, la Facultadde Psicología creó el Laboratorio de Psicología Social, nombre de unproyecto originado por la contemporánea escuela francesa, específi-camente por Serge Moscovici, y que fue coordinado en aquel mo-mento por su discípulo Jorge del Valle. Un proyecto que durante 10años maduró una psicología colectiva propia bajo la coordinación deldoctor Pablo Fernández Christlieb.

ψs

Ahora que, por el placer de recor-dar, vuelvo a revisar el libro, me sor-prende encontrar que es el resultadode un largo trabajo con las ideas, quefue concebido originalmente por Bar-nes en 1927, y que la colaboración deBecker inicia en 1930. Por el tiempode su concepción parece que las ideasque presenta el texto tuvieron el tiem-po necesario para la maduración delproyecto, ya que su primera impre-sión data de 1938. El libro está dedicado a Robert E.Park y William I. Thomas, dos de los prominentes fun-dadores de la sociología norteamericana, y ahora re-ferentes en la ubicación de cierta tradición de la psi-cología social americana.

En la introducción se nos ofrece un amplio hori-zonte desde los albores de la historia de las relacio-nes humanas y hasta la fecha de su publicación. Esun texto construido alrededor de la lógica socialdel pensamiento —otra agradable definición parala psicología colectiva— toda una promesa que ini-cia con la explicación del pensamiento preanalfa-beta, en el que se revisan las creaciones que tienenpor referente “cuando el hombre no había encon-trado aún palabras para expresar sus ideas...” y enla que utilizan al folklore para describir sus mani-festaciones. La lógica de este pensamiento la dedu-cen de los patrones de conducta mores, proverbios,escritos sagrados y discursos acerca de lo que ahorase llamaría ética, política, economía, historia, geo-grafía o biología.

Con la aparición de la escritura, el texto transitapor las múltiples creaciones del pensamiento social,aquel que comprende a las civilizaciones más repre-sentativas; el pensamiento del oriente antiguo, el pen-samiento del cercano oriente, los efectos del mundogreco-romano sobre el pensamiento social, el origende la sociedad y el Estado... en donde se narra la gé-nesis de los imperios, de los dioses, de los libros sa-

grados, de las conquistas, de las tran-siciones, de las épocas. En el tránsi-to temporal, en el segundo volumenarriban a la época de aparición de laciencia como forma de relación so-cial, entonces los autores nos descri-ben la forma en que en cada país seconstruyen las ideas sobre las quese asienta el sentido de nuestra reali-dad contemporánea y que sirven comoreferente a lo que en ocasiones con-

fundimos con el pensamiento de la sociedad, el pen-samiento científico.

Así, desde el principio el libro vuelve a atrapar miatención, y poco a poco se adueña de ella, ya que laestructura del texto revisa la construcción de lasideas sobre la convivencia humana, “todo lo que hahabido de más significativo en el campo del pensa-miento social [...] humano en el tiempo y en el espa-cio”. En el prólogo, los autores refieren uno de loselementos que consideran fundamental en la cons-trucción de dicho pensamiento social, “La fuentemás prolífica [...] es la aparente incapacidad o malavoluntad del hombre para entenderse con sus se-mejantes”. Y ubican a este problema como la cons-tante que acompaña el desarrollo de nuestras socie-dades, “Mucho antes de que los filósofos y hombresde ciencia dedicados a estudios sociales comenzarana sentar cátedra, habían dado soluciones los ancianosde las tribus, sacerdotes, comerciantes nómadas, sa-bios especulativos, etc.”

Es en este sentido que en la narración de la his-toria de las relaciones de convivencia del hombrecon sus semejantes, encontramos rastros de los nu-merosos intentos de producir o profetizar la armoníaque ha de surgir de las vicisitudes que hemos ve-nido constituyendo, y en las que buscamos respues-ta a la posibilidad de que las batallas se conviertanen el mito de la consolidación de la convivencia. “Losautores de esta obra han tratado, en consecuencia,

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A200

8

08 09

Harry Elmer Barnes (1889-1968).

de seleccionar y exponer las doctrinas más impor-tantes respecto a los problemas que contribuyen ala asociación y a la disociación, las estructuras e ins-tituciones sociales más importantes y la naturalezade los procesos que tejen la red de relaciones que de-nominamos sociedad”.

En cada capítulo del libro se encuentra el con-texto de las ideas y la discusión con el autor antiguoo contemporáneo con el cual adquiere sentido, conel cual discute. Y así, desde diferentes énfasis, le danvuelta a la manera como se van construyendo lasideas, a los aspectos de la formulación de las teo-rías, a cómo los contextos envuelven la aparición decada una, y a cómo éstas se ven influidas por la tra-dición, por lo contemporáneo, por la aparición deprocesos y de problemas originales. Estrategia quenos permite entender cómo se constituyeron en laargamasa de las ideas contemporáneas. Temporal-mente, y ya ubicados en el plano de la psicología co-lectiva, uno encuentra en cada uno de los capítulosinformación, relaciones, huellas de lo que constitu-ye la parte psíquica de la sociedad. En cada capítuloencontramos títulos sugestivos, en cada uno, bajoun subtitulo que llama la atención, se permiten unamirada psicosocial del tema en cuestión.

En ese momento, y con aquel interés mejor dirigido,me pregunté si al volver a revisar el texto podría apro-ximar los linajes con que se constituyen las hipótesisde la convivencia social, y entonces encontrar las refe-rencias y los datos que entonces ubiqué en el plano dela psicología colectiva. Así que dejo en palabra de losautores y de su época un bosquejo.

InglaterraEn el estudio de los aspectos físicos de los fenómenossociales, el más importante progreso en los últimostres cuartos de siglo en Inglaterra ha sido la destruc-ción de la psicología intelectualista de que es ejemploel felicific calculus benthamita. No sólo suministró estemote la base filosófico-moral de la meticulosa serie

de invenciones sociales y esquemas de reforma de Ben-tham, sino que constituyó también el fundamento dela mayor parte de la llamada economía psicológica yde la ciencia política.

La destrucción era obligada; se produjo como con-secuencia de los esfuerzos espectaculares de GrahamWallas en su obra La naturaleza humana en la políticade McDougall que pone de relieve la importancia delos impulsos no racionales, de Tansley, Rivers, Hart yotros que han cultivado aquellos tipos de psicologíasocial que acentúan la importancia de factores “sub-conscientes” para la conducta humana, y de los psicó-logos y antropólogos sociales que, desde los tiemposde Bagehot hasta el presente, han subrayado la im-portancia de la costumbre, del hábito y de las conven-ciones en el condicionamiento del pensamiento y dela conducta del hombre.

FranciaEs bastante curioso, sin embargo, que la segunda delas primitivas manifestaciones del biologismo en so-ciología, a saber, el darwinismo social, no ha sido nuncaadoptado por ningún prominente sociólogo francésPero fue, probablemente, con mayor amplitud, el re-sultado de la guerra implacable declarada por Ga-briel Tarde, en 1884, contra todas las formas de socio-logía biológica y, especialmente, de los dos brillantesartículos de Célestine Bouglé, publicados en la RevuePhilosophique en 1900 y 1901, que destruyeron connotable habilidad dialéctica, toda la posición del dar-winismo social.

En primer sentido, lo “social” ha de ser puesto encontraste, principalmente, con lo “psicológico”. Dentrodel ser humano hay dos elementos que pueden serseparados analíticamente, pero no de un modo empí-rico. Uno es nativo, genético, hereditario y comprendecosas tales como los instintos, los reflejos, las capaci-dades, etc. —en suma, el elemento genérico de la“naturaleza humana”. Este es el elemento psicológico.El otro es intrínsecamente cultural, esto es, transmitido

ψs

de individuo a individuo y de generación a generación,no a través del plasma germinal, sino por medio de laimitación, la enseñanza y la imposición deliberada. Eseste elemento el que se piensa que es social; en él secomprenden cosas tales como las religiones, las cien-cias, las filosofías, las artes, las costumbres, las técni-cas y las instituciones.

En un segundo sentido, lo “social” se opone, no a lopsicológico, sino a lo individual. Lo social es lo que esno individual, sino característico del grupo; es unaentidad sui generis, una realidad que aparece, creadapor la asociación de individuos. Así pues, en el primersentido, “social” significa cultura; en el segundo senti-do significa colectivo.

Eugène Valentinovitch de RobertySin duda el individuo biológico, o el individuo aisladode sus semejantes, manifiestan únicamente propie-dades psíquicas elementales [...] Sin embargo, comoresultado de la asociación, que pertenece al ordenparticular de fenómenos estudiados en la ciencia social,los fenómenos psíquicos de todo género muestran unnotable crecimiento y desarrollo; el propio individuobiológico, puesto en este medio, es transformado radi-calmente en sus facultades intelectuales y afectivasse convierte en una átomo social; en rigor no existe elindividuo biológico, sino, únicamente, un elementobiológico en el ser humano que habrá de complemen-tarse con un elemento cultural si hemos de tener unapersona completa.

Alfred EspinasAunque Espinas no repudió nunca esta primitiva pers-pectiva organicista, se fue aproximando a la posiciónsociológica y finalmente se consagró a un cierto nú-mero de brillantes estudios empíricos en los cuales lossupuestos sociológicos aparecen cada vez con mayorclaridad. En su Orígenes de la tecnología adoptó unpunto de vista resueltamente anti-individualista,insistiendo en el papel de la colectividad en la forma-

ción de las técnicas. Las artes son hábitos colectivos aná-logos a los instintos en el reino biológico y la socio-logía es, en parte, el estudio de los hábitos colectivos.La reverencia rendida a una etapa dada de la técnica,considerada como sagrada, necesaria e inmutable, quese encuentra en los pueblos prealfabetos, consiste enel fondo, según imagina Espinas, “en conectar lo quees ordenado y permanente en la voluntad individualcon la voluntad y sabiduría del grupo”.

Jean Izoulet¿Cómo nacen la razón y el lenguaje? En y por la asocia-ción. Por un milagro inexplicable, la sociedad, que estáconstituida por antropoides, en el mismo acto de cons-truirse transforma sus materiales y cambia a los an-tropoides en hombres —como un edificio que se cons-truyera a sí mismo y que, sin embargo, transformasesu material, de roca ordinaria en mármol precioso. Elindividuo, pues, debe a la asociación, al grupo, su ver-dadera mentalidad, su alma, así como su libertadefectiva —anticipándose en esto a Mead y a Cooley.No obstante, el hombre se muestra, frecuentemente,ignorante de su deuda para con la sociedad e ingratorespecto a los beneficios que le ha conferido. Se rebe-la contra las restricciones del grupo, desprecia las cos-tumbres del grupo. Supone que la sociedad es unasimple conveniencia, un mecanismo para la coopera-ción económica, que puede ser repudiada sin pérdidaespiritual alguna. Izoulet no se cansa de denunciar ycastigar dicha opinión que considera característica delas tendencias individuales del pensamiento moderno.

Maurice HalbwachsAl ocuparse de una explicación sociológica de la me-moria, en su obra Los cuadros sociales de la memoria,trata de demostrar que incluso esta aparentementeirreductible propiedad psicológica de la mente indi-vidual puede ser explicada como un producto de lavida del grupo. En este estudio lleva, en verdad, muylejos la tesis sociológica y es una de las contribucio-

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A200

8

10 11

nes más significativas de la crecien-te literatura de lo que se ha llamadola sociología del conocimiento, el es-tablecimiento de la relación de lasformas mismas de conocimientocon factores sociales. La manera comotratamos de localizar y fijar nuestrosrecuerdos confirma aún más la tesisde Halbwachs. “Para localizar un re-cuerdo es necesario relacionarlo conun grupo de otros recuerdos de loscuales se conoce el locus temporal. Son recuerdoscomunes a los grupos, así por ejemplo, localizamosun recuerdo individual, relacionado con la historiade nuestra familia, colocándolo en relación con algúnepisodio importante, nacimiento, matrimonios, muer-tes y otros semejantes que hayan ocurrido en ella. Esen-cial a la memoria, tal como la experimentamos es,además, el uso de palabras y conceptos que adquiri-mos únicamente como miembros de la sociedad”.

Charles BlondelConsidera el acto de la voluntad, no como un fenómenopuramente interno, sino como una tendencia que seesfuerza por exteriorizarse en la acción. Es la sociedadla que suministra los instrumentos, los útiles y las téc-nicas mediante las cuales se hace posible la realizaciónde la tendencia. Pero hace más que esto: suministra elideal que pone en marcha a la acción. Esto es precisa-mente lo que distingue la acción humana de la vidainstintiva de los animales; la presencia de un ideal esnecesaria antes de que pueda existir la volición huma-na. La voluntad individual es un producto social.

Las tesis metodológicas de Blondel se ofrecen ensu más plena expresión en la obra Introducción a laPsicología colectiva. Cree que la psicología se distribu-ye en tres secciones: psicología fisiológica, psicología co-lectiva y psicología individual, y que esta psicologíaindividual depende de la psicología colectiva y es pos-terior. Estima que es una tarea importante y urgente

para la psicología dilucidar los ele-mentos colectivos en el funciona-miento de la psique individual y llevaa cabo análisis preliminares de estaíndole con respecto a la memoria, lapercepción y la vida afectiva.

Gabriel TardeUn elemento psicológico tal como elafirmado “instinto de imitación” no esindividual sino que es común a todos

los miembros de un grupo social o a una pluralidad degrupos sociales. Su sistema se centra en torno a laimportancia sociológica del principio de la imitaciónpsicológica.Taine lo ha llamado la llave que abre todaslas puertas. Sin duda la idea de la imitación como fac-tor de asociación no era nueva; siglo y medio antesque Tarde, Hume había puesto de relieve su acción ensu brillante ensayo sobre el National Caracter en elque defiende la idea de la imitación como el elementoproductor de aquellas uniformidades de cultura. Esbien conocido, igualmente, el acento que ponen sobrela imitación Bagehot y Huxley. Finalmente, casi almismo tiempo en que Tarde elaboraba su doctrina seanticipaban concepciones semejantes por un ciertonúmero de escritores entre los que se cuentan Bordier,Espinas, Baldwin, James y Royce.

Pero sólo Tarde ha construido sobre esta base unsistema sociológico sólido y acabado; afirma quetodos los nuevos rasgos culturales, por ejemplo, laspalabras, las imágenes mitológicas, los actos rituales,etc., dimanan de “individuos” creadores y son imita-dos por la “multitud”. Para que surjan nuevas especiesde conducta social son necesarios, por consiguiente:el proceso creador en el individuo y el proceso imita-tivo en el grupo. El tema básico de la historia es lainvención y la imitación. Para Tarde el carácter dis-tintivo de lo social es el estar basado en el contactocon otros hombres o “nacido de un deseo o de unacreencia que ellos nos han comunicado”; se refiere a

Howard Paul Becker (1899-1960).

ψs

una tradición, a un sistema de valores, una serie decreencias, cristalizados y preservados, posiblemente,en algún medio impersonal, ciencia, religión, dere-cho, literatura, filosofía, arte, es lo que entendemospor cultura.

Estados UnidosEn la primera generación de sociólogos norteamerica-nos, William Graham Sumner fue la más vigorosa eimpresionante personalidad y, probablemente el pro-fesor más inspirador y popular. Folkways Usos sociales,es esencialmente una tentativa de explicación del ori-gen, naturaleza, valor y persistencia de algunos de losmás importantes y característicos hábitos de grupo;el hombre ha construido gradualmente por un pro-ceso de ensayo y error ciertos tipos de conducta degrupo que la experiencia ha encontrado ser condu-centes a un resultado favorable de la lucha por la exis-tencia. Estos hábitos de grupo o folkways actúan, alprincipio, en la subconciencia y adquieren gran poder,a medida que pasa el tiempo, mediante la fuerza de latradición, los hábitos y la sanción religiosa. Cuando losfolkways llegan a la etapa en que se elevan al nivel dela reflexión consciente y son considerados aptos paraasegurar el bienestar y prosperidad permanentes delgrupo, quedan transformados, de este modo en mores.Las mores, en la medida en que las apoya la autoridaddel grupo, son el agente principal mediante el queopera la selección societal. Las mores determinan loque debe ser considerado como modos de conductacorrectos o incorrectos en cada grupo, no siendo, puesla moralidad una cosa absoluta y universal, sino rela-tiva y local.

W.I. ThomasDurante las dos primeras décadas del siglo XX el De-partamento de Chicago contó con sus servicios, et-nólogo, psico-sociólogo y sociólogo de gran distinción,quien continúa siendo en tan gran medida una tradi-ción de Chicago. Publicó su obra, The Child in America

(1927), uno de los más profundos estudios que existende todo el volumen de información que se refiere aldesarrollo y funcionamiento psíquico social del niñonorteamericano.

Ellsworth FarisAntiguo misionero en la región de África, de lenguabantú y autor de trabajos sobresalientes de psicolo-gía, Faris estuvo asociado al Departamento desde 1919e hizo una gran labor poniendo al alcance de los estu-diantes de Chicago los progresos en el campo de lapsico-sociología. Muy influido por el filósofo GeorgeH. Mead procuró provocar una receptividad libre deprejuicios para las ideas fecundas. Su estimulante se-minario para el estudio de las actitudes sociales nosólo realizó los análisis de que es ejemplo la obra deThomas y Znaniecki, The Polish Peasant in Europe andAmerica, sino que valoró críticamente toda la impor-tante labor que se realizaba en psico-sociología.

Robert ParkAsociado al Departamento de Chicago durante mu-chos años, antiguo periodista, ha sido uno de susmás grandes valores. Formado en las universidadesalemanas, y dotado de un tipo de intelecto profunda-mente original y reflexivo, Park representa la combi-nación, poco frecuente de habilidad literaria, amplitudde experiencia, penetración en la personalidad, apre-ciación aguda de la prueba empírica y el don de pensa-miento sistemático. En colaboración con otro miembrodel departamento, E.W. Burgess, publicó en 1921 elmanual que ha tenido mayor influencia en la histo-ria de la sociología norteamericana An Introductionto the Science of Sociology. Este libro ofrecía, entreotras cosas, una síntesis de las teorías sobre metodo-logía, “psicología colectiva” y “ecología humana”, quehabían demostrado ya su validez como guías de lainvestigación.

Entre los demás miembros del Departamento deChicago debe mencionarse a Herbert Blumer, metodó-

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A200

8

12 13

logo y psico-sociólogo de inspiración filosófica, adver-sario del dogmatismo estadístico y partidario mode-rado de un método cuantitativo.

El desarrollo de la sociología en la Universidad deWisconsin ha estado asociado, al principio, a los traba-jos y enseñanzas de una de las personalidades másimpresionantes de la sociología norteamericana desdelos tiempos de Sumner, a saber, Edgard Alsworth Ross;marcha a Nebraska y más tarde a Wisconsin, que seha convertido en terreno abonado para él. Al prin-cipio, la atención de Ross fue solicitada, principal-mente, por las cuestiones psico-sociológicas, campoen el que adaptó las doctrinas de Tarde a una interpre-tación de la sociedad moderna, particularmente a lavida contemporánea norteamericana. No sólo puso aldescubierto las raíces de los fenómenos de la suges-tión, el prestigio, las modas, etc., sino que fue el prime-ro en hacer uno de los más brillantes estudios que hanaparecido hasta ahora de las fuentes del orden social—su obra Social Control (1901).

U. de MichiganCharles Horton Cooley (1864-1929), retraído, casi so-litario, no hizo extensas observaciones del hombreen la masa, sino que obtuvo la mayor parte de suinspiración y penetración sociológica de la observa-ción de sus íntimos y de sí mismo, junto con un es-tudio minucioso de las obras de los grandes sociólo-gos y psicólogos y una asimilación casi única delpensamiento social de las grandes figuras literariascomo Goethe, Montaigne, Shakespeare y Meredith.Se ocupó principalmente de los aspectos psíquicosde la vida social y su trilogía Human Nature and So-cial Order (1902), Social Organization (1909) y SocialProgress (1918) es la exposición general más clara depsico-sociología que se ha producido hasta ahora enlengua inglesa. Sus principales directrices represen-tan una aplicación juiciosa de las teorías de Baldwiny James a la interpretación de los problemas de lasociedad moderna.

La posición general que se puede encontrar en susobras es la de que el yo y la sociedad son simplementedos aspectos de la misma cosa, por cuanto los yos sonproductos sociales y la sociedad es el resultado de susorgánicas y continuas interrelaciones.

La tendencia a la especialización ocupa el primer planoEn los últimos años la sociología norteamericana haabandonado cada vez más el viejo esfuerzo por cons-truir un sistema omnicomprensivo que abarcase todoslos aspectos de la vida social. No sólo hay pocos jóve-nes sintetizadores contemporáneos del tipo de Ward,Small, Giddings, Ross, Bernard o Ellwood, sino que latentativa de establecer un cuadro esquemático generalcon propósitos analíticos cuenta con un exiguo cuerpode partidarios. MacIver, Park y Burgess, Thomas y Zna-niecki y Sorokin tienen muchos admiradores pero po-cos seguidores efectivos.

Se ha hecho consuetudinario ensalzar ante todo latendencia hacia una minuciosa especialización y la“recolección de datos” característica de la sociologíanorteamericana actual, pero hay motivos para dudarde la conveniencia del procedimiento. Ciertamente haymenos especulación sin fundamento de la que habíaen el pasado y de ello podemos congratularnos. Peroespeculación no es lo mismo que análisis riguroso,general y teórico, y de este último hay demasiado poco.La ingenuidad de la mayor parte de los sociólogos nor-teamericanos cuando se enfrentan con problemasepistemológicos y metodológicos básicos es lamenta-ble. Parte de la dificultad surge del enorme incrementodel número de estudiantes graduados en los últimosaños: nadie puede esperar que exista en cada uno delos miembros de todo un enjambre de supuestos so-ciólogos la capacidad para luchar con acontecimientosfundamentales. Con demasiada frecuencia los profe-sores han esquivado su responsabilidad en la elimina-ción de “ineficaces” asignándoles pequeños problemasobjetivos que requieren trabajo pero no pensamiento.Otra razón de nuestra dificultad actual reside, induda-

ψs

blemente, en los espléndidos progresos de las cien-cias naturales; viendo que ciertos métodos son apli-cables a los problemas físicos, químicos y biológicos,hemos llegado precipitadamente a la conclusión deque podían ser transferidos en bloque a los proble-mas sociológicos. Nuestra herencia de Comte entrapor mucho en esa actitud, pero la tendencia generalde pensamiento durante el siglo XIX es, por lo menos,igualmente responsable.

Sin embargo, no es este el lugar para entregarse ala crítica de la sociología norteamericana actual; seríanecesario todo un libro para justificar lo que quisiéra-mos decir. Afirmamos simplemente, una vez más, queha habido una marcada tendencia a la especializacióno, incluso a la compartimentación.

La “psicología social”. Acaso sea la tendencia máscomún en la sociología norteamericana la de con-centrarse en los aspectos psíquicos de la vida social,olvidando cuestiones más amplias de la estructurasocial. A esto se llama, usualmente, “psicologíasocial” —expresión sociológicamente peligrosa yfundamentalmente errónea tal como se emplea porregla general.

En esta breve semblanza podemos ubicar las dis-cusiones, las referencias contemporáneas de los li-bros de psicología social, la definición de la psicolo-gía social, como la tensión entre individuo y sociedaden tanto conflicto cultural. Además invitamos a revi-sar a Wundt, a la escuela italiana, a la revisión quehacen de la escuela rusa. Y me gustaría terminar conuna nostálgica definición colectiva de psicología,con base en la lógica del primer volumen del libro encuestión.

Psicología del folkloreLos hechos folklóricos son hechos sociales, a la parde los lingüísticos, económicos, religiosos, jurídicosy artísticos, que cumplen una función en la colecti-vidad, puesto que el patrimonio popular de los usosy costumbres, de los proverbios y de los cantos, de

las leyendas y de las ceremonias, representan la viday el alma de los grupos, que lo conservan y transmi-ten como herencia sagrada. Representa en el mundode la cultura, la incubación entre los pueblos de losgérmenes fecundos de su alma, de sus temas líricos,sus invenciones narrativas, sus aspiraciones y susrebeliones, de sus mitos y proverbios, de sus expe-riencias de la hierba y el agua y sus multiformes tra-diciones. Si se asume que de sus costumbres y desus lares misteriosos brota la poesía del pasado, yque sus leyendas y cantos nos revelan la voz del almanacional.

De la misma manera, nos indica que hasta épocasmuy cercanas se han considerado las leyendas comoun tesoro para el estudio de la mitología; los cantoscomo una fuente importante para el estudio de la his-toria de las composiciones literarias, y las costumbrescomo elemento revelador para el estudio psico-socio-lógico. El movimiento que acompaña al estudio de lavida popular con este propósito es el Romanticismo.En tiempos en que pesaban sobre ella siglos de dere-chos divinos de las dinastías y de las razones de Estado,el movimiento romántico elabora con los cantos, pro-verbios y leyendas la literatura popular, que represen-ta la expresión del alma nacional.

Al orientar las investigaciones hacia los principiosmítico, histórico y psicológico, van tomando vida yampliando a la vez su campo. Lo que permite consi-derar que todo el complejo de historias antiguas —dehadas y brujas, de genios buenos y malignos, de hé-roes divinos o terrestres, de espíritus celestes e infer-nales, de ogros y dragones— que componen la lla-mada literatura popular no es otra cosa que restos demitologías antiquísimas que fueron comunes —comolo fue el idioma. Lo que nos permite entender queestas ideas provienen de una filosofía de la naturaleza,cósmica o universal, que describe la lógica colecti-va en sus líneas generales; eso que durante muchotiempo fue considerado irracional, constituye la lógicade su pensar.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A200

8

14 15

Tenemos, quienes vivimos,

una vida que es vivida

y otra vida que es pensada,

y la única en que existimos

es la que está dividida

entre la cierta y la errada.

Fernando Pessoa

Atres días de tener que entregar este ensayo, notenía claro sobre qué quería escribir. Comencé

pulsando algunas teclas y surgían palabras extrañas.Decidí entonces hojear apuntes, artículos y uno queotro texto de mi colección y, de pronto, me topé conun artículo que tiene por título ¿Fondear en la objeti-vidad o navegar hacia el placer? No recuerdo por qué oquién me lo sugirió pero después de leerlo, expongo loque me produjo.

La investigación como placer. Esta es la premisafundamental que aborda el texto de Ibáñez1 quiencrea una reflexión sobre el devenir científico. Basán-dose en la duda como precursora del conocimiento yla búsqueda del bien común como un posible factorde la continuidad de la investigación, nos lleva haciaesa verdad que pocos estábamos preparados para co-nocer acerca de la imposibilidad para transformar la

realidad aun cuando se haya construido un nuevo co-nocimiento en el estudio del objeto social.

Aunado a lo anterior, deja sin esperanza a todosaquellos que pretenden crear un conocimiento nuevoy objetivo a partir de una realidad independiente.Mostrando con gran claridad que la objetividad noexiste en tanto que no se puede ser objeto y sujeto almismo tiempo, reconoce pues, que sólo podremosaspirar a conocer el resultado de nuestra interacción yrelación con la realidad siempre junto con ella, jamáscomo entidad separada dado que somos parte de lamisma.

Con esta argumentación, pareciera que el futurode la investigación es devastador, pues si la profundi-zación en el estudio de una disciplina se hace buscan-do el reconocimiento y la aportación de elementos ensu mayoría independientes, el dar cuenta que éstenuevo saber estará limitado inevitablemente por loque somos, hace pensar que ya no existe esa posibili-dad de trascendencia. Sin embargo, Ibáñez muestrauna visión distinta, en la que el conocimiento no im-plica la acotación de la realidad sino su transforma-ción y modificación, pero sobre todo su placer, ése quelo hace comprometerse con la investigación y ése porel que continúa con su profesión.

El placer como primer plano para el beneficio de laciencia y sociedad. Atreviéndonos a pensar y vivir, sa-biendo que el conocimiento se construye y que pode-mos ser parte de esa transformación incesante, reco-

A placerDANIELA GUERRERO LEÓN

1 Ibáñez, T. (2001). “¿Fondear en la objetividad o navegar hacia elplacer?”, en Athenea Digital, 0:31-37.

ψs

nociendo la intersubjetividad. Como lo dice Ibáñez:“esconstruyendo conocimientos mediante nuestra inves-tigación como conseguimos ejercitar más plenamen-te una facultad de pensar que sea capaz de engendrarcambios en nosotros mismos.” Entonces el placer desentirnos vivos no sólo me parece suficiente sino ne-cesario para las generaciones que intentamos cons-truir (algo) a partir de lo que ya está. Naveguemospues a placer... y hacia él.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

16 17

Tomás Ibáñez Gracia (1944).

DE PAUL VIRILIO

“Hoy día, cuando nos encontramos en un espacio, se trata forzosamente de un espacio medido, deun square, literalmente, una plaza cuadrada. La palabra “verde”, en la denominación “espacio verde”,sólo tiene un sentido descriptivo, también podríamos llamar a los espejos de agua “espacios azules”o incluso “espacios negros” a los cementerios. La reducción del valor semántico señala aquí unasituación, la de la naturaleza en el seno de la cultura urbana, el sentido impartido al natural en unconjunto en el que domina lo artificial”. (p. 126)

“Las reglas afincadas en la entrada de la plaza marcan las distancias que debemos guardar conrespecto al natural, el tipo exacto de intercambios que debemos mantener con éste, los límites delcomportamiento que debemos adoptar so pena de represión inmediata por parte de los guardiasarmados. En este espacio cuadrado, el número de posturas permitidas es tan limitado como las delsoldado en maniobras; podemos caminar, sentarnos sobre un banco y hablar, siempre que lo haga-mos en voz baja. El tiempo, en la plaza, se mide con la misma medida que su espacio, a través de laapertura y el cierre regular de sus rejas; es que el hombre, la presencia humana, en ningún momentodebe convertirse en accidente, correr el riesgo de interrumpir el funcionamiento. Por ello, la organi-zación de la plaza contribuye con la rectitud del comportamiento: el paseante siempre está ilumi-nado y es visible, no encuentra ningún refugio contra la investigación y no puede estar solo en nin-guna parte”. (p. 127)

(1976). La inseguridad del territorio, Buenos Aires, Editorial La Marca. 1993.

Tremendo retrato realiza Vicente Verdú1 de la “rea-lidad” actual en su libro El estilo del mundo. La vida

en el capitalismo de ficción. Sin llegar a ser exhaustivo,por supuesto, maneja muchos ejemplos, datos y mati-ces del mundo globalizado, enajenado y desvalorizadoen el que vivimos.

El autor hace, desde España, un análisis globaldel nuevo tiempo. Al iniciar la lectura se habla sobreMcDonald´s en Asia, Starbucks en Europa, Coca-Colaen Medio Oriente, y pienso si no estará hablando dePolanco, o Monterrey, o cualquier comunidad ruralen Guerrero o en Oaxaca. Es casi automático pensaren las situaciones análogas que cotidianamente vi-vimos en México. Absurdo sería imaginar que nos en-contramos aislados en una esfera de cristal, y que estosmales (porque no podría llamarlos de otra maneraaunque quisiera) que aquejan al planeta en su tota-lidad son realmente ajenos a la realidad de nuestropaís. Y luego, no bien había avanzado unas cuantaspáginas, cuando aparece una cita del periódico LaJornada que habla del pan de Bimbo. En ese momentono me cabe ya ninguna duda, nuestra realidad estáplasmada frente a mis ojos, ya no la estoy imaginando,ahora la descubro en las líneas del texto. No puedomás que sentir cierta tristeza ante lo que ya todossabíamos de antemano.

Se habla más adelante de la mezcla de rasgos cul-turales que hacen del capitalismo de ficción adapta-ble a casi cualquier entorno, del ciudadano del mundo,de que un producto se encuentra lo mismo, pero conun toque de esencia local, en casi cualquier parte. Sehabla de las modas, de las melodías de moda, siempreextranjeras o acondicionadas de las modas extranje-ras, de la falta de identidad, de la pérdida de raíces, yentonces me viene a la cabeza un ejemplo muy sim-ple, casi inocente: Terminó el mes de septiembre, elmes nacional, el de las fiestas patrias. Asistí, como casitodos los años, a la ceremonia del grito que se hace enmi delegación, donde esperaba escuchar la música tra-dicional y ver los bailes regionales, pero en lugar deello, me encuentro con un conjunto de música caribe-ña. Por si esto fuera poco, el número estelar del pro-grama consistió en un tenor mexicano, acompañadode una orquesta ficticia, interpretando canciones ita-lianas, inclusive Granada, en pleno 15 de septiembre.En contraste, las últimas modificaciones a los progra-mas de estudio de educación primaria y secundaria dela SEP revelan cada vez menos civismo y menos histo-ria. ¿Será realmente tan inocente esta situación?

Selecciono, del libro de Verdú, una página al azar.En ella se habla de democracia, ficticia claro está, por-que no se trata de la democracia real, sino de unacopia burda, que adquiere su título no con base en losderechos humanos, sino en función del poder del di-nero instituido en los organismos financieros interna-

México lindo…LUIS DANIEL MIRANDA ASTUDILLO

1 Verdú, V. (2003). El estilo del mundo. La vida en el capitalismo deficción, Barcelona, Anagrama.

ψs

cionales, el banco mundial, el fondomonetario internacional, etc. y cuyomejor ejemplo es, por supuesto, Esta-dos Unidos,y surge la pregunta:¿Existetal cosa como un imperio democráti-co? Pero Verdú habla en general delos cientos de regímenes “democráti-cos” del globo, incluido México claroestá. Nuestro México donde los pro-cesos electorales son poco menos queuna tragicomedia de mal gusto, y don-de las políticas federales son siempre desprendidas delas “recomendaciones”que nos hacen dichos organismos.¿Será necesario hablar de la democracia en México?

Verdú habla de las pantallas, del entretenimiento,de que no se tiene ya bien delimitado donde terminala ficción y comienza la realidad, los reality shows, elmaquillaje, las noticias ficticias que se toman comoreales y que son difundidas globalmente, en vivo. Lasmentiras se toman por verdades sin cuestionar nadaporque aparecen en la pantalla de televisión. Habla dela guerra de Irak, las armas de destrucción masiva queseguimos esperando que nos muestren. Los noticieroscon personajes ficticios que parecen reales, o reales queparecen ficticios. Los magnates, empresarios, y perso-najes de televisión hablando de temas de la agendanacional. También me suena familiar, sólo recordemosel montaje mediático de los dos emporios televisivosdurante el reciente debate de la reforma electoral.

Habla de las CID, ciudades privadas en Florida o enNew Jersey, y pienso en Santa Fe. Se habla de las co-pias y reproducciones totales, piratas, y pienso en Tepito.Habla de las marcas y firmas de ropa, aparatos elec-trónicos, perfumes, automóviles, equipos de fútbol,

etc. No hay una sola que no hayavisto en las calles de mi ciudad. Hablade la cultura y el arte que han su-cumbido también ante los “encan-tos” de la sencillez de este nuevomodelo. Ahora cualquier cosa es con-siderada arte, siempre y cuandodemuestre que tiene valor comercialy entonces veo con horror, a nuestrosartistas atragantados de cultura popque han cambiado la creación por la

producción. El dinero es lo que nos mueve cuando elarte debiera ser la expresión última del ser humano, lomás trascendente, el reflejo de la humanidad misma...Parece que no más Ars longa, vita brevis.

Y así podríamos seguir con los cientos de ejem-plos que nos brinda el autor, siempre encontraríamosun reflejo de la realidad mundial en nuestro andarcotidiano. México no está exento por supuesto de las“bondades” del capitalismo de ficción, puesto quesomos parte del mismo sistema. Estamos inmersosen esta realidad que parece, por lo demás, seguir encrecimiento, devorando, o más bien seduciendo todocuanto encuentre a su paso, y al menos en el futuropróximo no muestra indicios de retroceder. Ante talsituación lo único que nos queda es esperar, al tiempoque trabajamos en nuestra conciencia, porque tardeo temprano llegaremos al desgaste total del mode-lo, como sus predecesores, y debemos estar prepara-dos. La realidad, tal como nos la plantea Verdú, esabrumadora, pero aun en este contexto la esperanzano se ha perdido del todo, puesto que el primer pasopara revirar esta situación es reconocerla, y como talya lo hemos dado.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

18 19

Vicente Verdú (1942).

DE HENRI LEFEBVRE

“Las insignificancias de lo cotidiano sólo pueden cobrar sentido transformadas, metamorfoseadasen otro conjunto distinto de la actual cotidianeidad”. (p. 125)

(1968). La vida cotidiana en el mundo moderno, Madrid, Alianza Editorial. 1984.

PresentaciónLa historia de la psicología es demasiado ingrata; in-grata con su pasado, ingrata con sus tradiciones eingrata con sus famosos y tautológicos personajes. Enesa ingratitud transcurre la vida y obra de WilhelmWundt (1832-1920), quien ha de ser ostentado comoun “psicólogo” por excelencia, o como “el padre fun-dador de la psicología moderna”, o como parte deaquella consigna académica que todo buen estu-diante deberá memorizar, esto es, que “Wundt fue elprimer psicólogo en establecer un laboratorio de psi-cología experimental en Leipzig en 1879”, ideologi-zando un momento como el punto de partida de unahistoria de la disciplina por demás tendenciosa, yque adolece de errores por ser una historia incom-pleta, desplegando —ciertamente— un dato inútilya que los orígenes de una disciplina no están cir-cunscritos ni a un tiempo ni a un lugar.

De Wundt mucho se puede decir, aunque mucho deello pueda acogerse como lugares comunes, fluctuandoentre sus noveles intereses académicos hasta vislum-brar su militancia política al final de sus años, entreque su casa y laboratorio —mobiliario, manuscritos einstrumentos incluidos— en la actualidad devienenun museo y una atracción turística ahí mismo, en la ciu-

dad donde fue instalado; empero, se rodeó con unséquito de iniciales seguidores que pasados los añosse volvieron sus más acérrimos críticos o detractores, ya la vez cobijó con sus enseñanzas a algunos de lospersonajes clave dentro de las ciencias humanas ysociales.

En el mejor de los casos, no es Wundt un simplepsicólogo, sino que, como alguien gentilmente le hapersonificado, es “un lógico, un metafísico y, en el mejorsentido del término, un filósofo”.

Alguien constante y prolífico en escritos, y es que,según cuentan, escribió entre 1853 y 1920 más de53,735 páginas, promediando 2.2 páginas por día; quemás allá de las estadísticas y cuentas alegres que sepuedan hacer, lo que sobresale de todo ello es que nosólo escribía sino que además revisaba constantementesus propias obras para una nueva edición. Un trabajode toda la vida que se dividió entre sus intereses porconcebir tres escenarios distintos pero complementa-rios abocados tanto a lo psicológico como a lo psicosocial,a saber, la elaboración de una psicología experimental,una metafísica científica y, finalmente, el bosquejo deuna psicología histórica o social.

Siendo la primera parte la que más aplausos y re-conocimiento le ha causado y por la cual es Wundtsomeramente bien visto en las aulas universitarias, de“pasadita” y sin mucho aspaviento, y donde aquellasreflexiones suyas, tanto las intermedias como las fina-les de su proyecto de vida, han sido opacadas o relega-

Sobre la psique y el espíritu: preámbuloy notas sobre un libro perdido de Wundt1

JAHIR NAVALLES GÓMEZ

1 Wundt, W. (1889). Sistema de filosofía científica. Fundamentosde metafísica basada en las ciencias positivas, Madrid, Editorial DanielJorro. 1913. Traducción de Eloy Luis André.

ψs

das, por la sencilla razón de ser aje-nas a los cánones “científicos” que ensu tiempo le fueron exigidos, y quehasta la fecha continúan siendo refe-rente para mantener en el anonima-to o bajo sospecha esas últimas deli-beraciones de Wundt.

Ímpetus de juventud y desvaríoscausados por la vejez, así es como laobra del psicólogo alemán fue y hasido catalogada por sus más cerca-nos alumnos y colaboradores, por sus actuales de-tractores y lectores, descartando que ésta, en sutotalidad, sea una fuente de aportaciones y de dis-cusiones tanto al interior de la disciplina como en elintento de establecer polémicas con otros camposde conocimiento.

Siendo ésta una lectura que adolece de una ligerezademasiado ramplona, y no porque sea en la obra deWundt donde se proporcionen las últimas respuestasa las preguntas de siempre en la psicología y en la psi-cología social, sino porque es justo subrayar que sonmúltiples las dimensiones —psicológicas y psico-socia-les— que su obra ahonda, y que pasados los años yreflexiones cristalizó en las distintas obras de algunosde sus discípulos más coherentes y prolíficos.

Irremediablemente algunos nombres despuntan,i e., el antropólogo B. Malinowski, hasta el fundadorde la semiología, Ferdinand de Saussure, desde el in-glés J.M. Baldwin —de los primeros autores en escri-bir un libro sobre historia de la psicología—, hasta elfilósofo pionero de la Escuela de Chicago, George Her-bert Mead, acompañándoles en esa odisea tambiénlos sociólogos W.I. Thomas y C.H. Judd, aunque tam-bién existen datos de que fue maestro, aunque fuesepor unos cuantos semestres, del padre de la sociolo-gía francesa, Durkheim, y de los historiadores JohanHuizinga y Marc Bloch, quienes recuperaron lo ne-cesario para sus originales proyectos sobre la vidacolectiva y mental.

De entre sus interlocutores, conquienes formó un frente común ha-cia los paradigmas disciplinares de laépoca, sobresalen el historiador KartLamprecht —quien una combativapolémica generó— y el del mentorde la noción de “antropogeografía”,esto es, el geógrafo Frederich Ratzel.Aunque también dicen que WilliamJames, el último filósofo del siglo XIX,se quedó con ganas de conocer per-

sonalmente a Wundt.Como sea, es Wundt quien a través de sus distintos

bocetos bosqueja uno de los proyectos psicológicos ypsico-sociales más completos dentro del escenario dis-ciplinar, inalcanzable y ambicioso, complementario niveltras nivel, insuficiente a partir de la plétora de objetosde estudio que aborda.

Es en su psicología experimental donde abundanlos más adeptos; es en su Völkerpsychologie donde sele acumulan la mayoría de sus críticos y detractores,por las maneras de definirla, por las premisas teóricasy los orígenes interdisciplinarios, por su alusión abs-tracta y holista, y porque finalmente él mismo simple-mente la define como “un neologismo”. Un trabajoque le llevó más de 20 años consolidar, en el que laexigencia fue la de hacer extensivo a la psicología unmétodo histórico capaz de dar cuenta de los “produc-tos sociales”, estudio de escritura densa y más apega-do a un ejercicio antropológico e histórico interesadopor exponer la evolución —simbólica y material— dela humanidad.

El libro que a continuación se expone, una obraen dos tomos, fue escrito a la mitad de ese proyectoenciclopédico al cual Wundt dedicó tantos años yalientos, fue escrito en 1889, contando con una edi-ción al español en 1913, un año después de que élmismo editara Elementos de Psicología de los pue-blos. Bosquejo de una historia de la evolución psicoló-gica de la humanidad, el único que de esa odisea his-

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

20 21

Wilhelm Wundt (1832-1920).

tórica ha sido traducido al español, y que no es, nicercanamente, una síntesis de su prolífica inquietudpor elaborar un psicología histórica y social; quizás,unos años más y tal vez lo hubiese logrado.

Como sea, los párrafos que a continuación se com-parten, inicialmente fichas de trabajo dispersas, se con-centran a partir de la coincidencia que con alguien mássurgió de revisar ese libro en tiempos y lugares discor-dantes, y que como anécdota personal adicional, osten-taba en su clasificación bibliográfica, el mote de raros.

Así, sin más preámbulo, son tres los apartados quese exhiben, y que de acuerdo a una personal selecciónengloban: 1) lo referente a la psique; 2) la preeminen-cia del lenguaje, y 3) el que discurre sobre su defini-ción sobre la metafísica, eso sí, respetando hasta elcolmo el estilo rebuscado y la traducción original, depárrafos largos e ideas originales, sugiriendo cierta tem-planza al hacer la lectura.

La psique1. pp. 24-25. La doctrina relativa a los fenómenos espi-rituales comprende, por lo tanto, el dominio generalde las ciencias del espíritu, que contienen al mismotiempo el fundamento explicativo de los productosespirituales particulares. La psicología, como doctrinade los fenómenos espirituales en general, constituyeasí el fundamento de todas las ciencias del espíritu.

2. p. 25. A ella se coordenan [sic], además, algunasdisciplinas particulares, cuyo contenido especial estáconstituido ya por el desenvolvimiento de los fenóme-nos de la conciencia en la escala de los seres vivos (psi-cología de los animales), ya por la evolución psíquicadel hombre y la interpretación psicológica de las crea-ciones humanas más principales (psicología del niño,psicología de los pueblos) y en parte, finalmente, porla relación de la vida espiritual con los fenómenos cor-porales (psicofísica).

3. p. 25. Este último asunto conduce, por lo tanto, alestudio del desenvolvimiento del hombre y de la es-pecie humana, hecho con un criterio psicológico-his-

tórico natural, constituyendo así el objeto de la an-tropología y de la etnología que por lo mismo debenconsiderarse en este sentido como disciplinas psicofí-sicas especiales.

4. p. 25. Los productos del espíritu pueden serobjeto de investigación en un doble aspecto: 1. cua-lidades generales y modo de originarse; 2. teniendoen cuenta el dominio de la vida espiritual al cual per-tenecen.

5. p. 33. Consideramos nuestro pensar como el ins-trumento necesario de todo conocimiento. Siempreque se suscitan dudas sobre la verdad de lo pensado,estas dudas, juntamente con las rectificaciones quepueden producir en el contenido del pensamiento, des-cansan nuevamente en nuestro pensar.

6. p. 33. Un concepto como éste, que no sólo cons-tituye la raíz de todo conocimiento, sino que con fre-cuencia se entrama en su desarrollo con los objetos deconocimiento, no podemos esperar, ni mucho menos,abarcarlo de una vez.

7. p. 34. Ante todo debe ser estimado aquí como elresultado de la experiencia inmediata: pensamiento,actividad subjetiva. No es una cosa inmóvil, sino unperpetuo fenómeno y al mismo tiempo la manifesta-ción de sí mismo más íntimamente vivida (EingenstensLeberserlebniss). El saber cómo se establece la separa-ción de sujeto y objeto y cómo aquel sentimiento deactividad propiamente subjetiva alcanza su conteni-do, constituyen dos problemas que, de pronto, no noscorresponde analizar. Sin embargo, aquella separa-ción, en sí misma considerada, constituye un productode tal modo que tal conocimiento de sus condicionessupone ya una investigación inmediata de la activi-dad mental.

8. p. 34. Pero el pensar no es el único hecho que senos ofrece con este carácter de la propia experienciaíntima de sí mismo. Con no menos razón consideramoscomo actividades subjetivas nuestra representación,nuestro sentimiento y nuestra voluntad. Sin embargo,no constituyen una especie de fenómenos coordena-

ψs

dos [sic] al pensar, sino que son partes integrantesde las cuales surge y con las cuales se constituyetodo pensamiento. No se da ningún pensar sin con-tenido representativo, ningún contenido representa-tivo sin exaltación afectiva, ninguna exaltación afec-tiva, sin una orientación voluntaria. Puede ser que(suceder muy bien) que uno u otro de estos factoresocupe un lugar preferente; sin embargo, no puedensepararse nunca. Y no sólo entran a formar parte deaquellos fenómenos de toda actividad de pensar,sino que ésta sin duda alguna, no contiene nada queno se resuelva en ellos.

9. pp. 34-35. Pero en realidad esto, rigurosamenteconsiderado, constituye una expresión impropia, perocuando hablamos de una asociación de elementos po-dría originarse la creencia de que dichos elementosexistieran primeramente como aislados o de que acasocoexistiesen unos con otros, extrínsecamente unidos,siendo intrínsecamente diferentes y refiriéndose a di-ferentes actividades espirituales existentes en noso-tros. El hecho es que aquellos elementos constituyenun todo en sí mismo indivisible y desde luego es nues-tra abstracción la que lleva a cabo este análisis. Peroes razonable creer que para tal análisis deben existirfundamentos; sin embargo, estos principios sólo po-drían justificarse para trasladar nuestra distinción alobjeto mismo, si los mismos elementos pudieran exis-tir, realmente como separados.

10. p. 35. Pero como esto no ocurre, sino que másbien las relaciones recíprocas a que están someti-dos se refieren a su asociación indisoluble, evidente-mente constituyen más bien que diferentes conte-nidos de la experiencia, diferentes propiedades quenos ofrecen un contenido único e idéntico. Puedeser útil para determinados fines separar con carác-ter transitorio estas propiedades en la investiga-ción. sin embargo, este procedimiento influye reac-cionando sobre la interpretación embrollándola, si atales productos de la abstracción se les da el valorde cosas independientes.

El lenguaje11. p. 35. El lenguaje fija generalmente el fenómenopasajero en una expresión duradera. Aun allí en dondees permitido reconocer desde luego los fenómenos ylos estados en su verdadera significación mediante laaplicación de las formas verbales, se pretende, sin em-bargo, constituir poco a poco substantivos [sic] quecambian los fines del pensamiento conceptual en suobjeto durable.

12. pp. 35-36. En vez de procurar no perder de vistaeste origen de nuestros conceptos, somos más propen-sos a trasladar aquella transformación al mismo sucesoobjetivo. Desde el momento en que establecemos concarácter fijo el fenómeno contingente dándole el valorde un concepto inmutable y al mismo concepto le damosel carácter objetivo determinado por el uso corriente dela palabra, parece convertirse el mismo suceso pasaje-ro en una cosa relativamente subsistente.

13. p. 36. El fenómeno, que se ha convertido enobjeto, alcanza por sí mismo con su permanencia tam-bién la substantividad [sic], y aquello que como fenó-meno se percibe fácilmente en su relación, se descom-pone a su vez, como objeto en una serie de objetosindependientes.

14. p. 36. Podemos afirmar, por consiguiente, con ca-rácter general, que no existe un objeto psíquico interno,tomando la palabra objeto en el mismo sentido que elempleado para las cosas exteriores como sujetos rela-tivamente permanentes de propiedades y de estadosque cambian. Representaciones, afección (afectos), actovoluntario, son, generalmente, acciones, sucesos.

15. p. 36. Respecto del origen de esta proyección,hay que tener en cuenta que, entre todos los elemen-tos integrantes de la fenomenalidad [sic] psíquica,ocupan lugar preferente las representaciones. Preci-samente constituye la representación de la actividadsubjetiva de la cual nace el concepto del objeto comocosa que existe de una manera duradera fuera de no-sotros. Por eso es admisible que a aquella misma acti-vidad se le pueda atribuir algo de las propiedades que

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

22 23

referimos a los objetos producidos en ella. Pero pues-to que este fundamento no existe respecto del sentiry del querer, la objetivación se ha limitado las más delas veces a reconocer indudablemente los hechos par-ticulares en formas fenomenales, asociando los subs-tratos trascendentes diferenciados a una facultad dequerer y de sentir en las cuales se proyecta cada vezmás la permanencia propia de los objetos.

La metafísica16. p. 193. […] la filosofía afirmará tanto más su posi-ción independiente, cuanto más se esfuerce en seruna doctrina de la ciencia en el verdadero sentido de lapalabra […], su último fin consiste por lo tanto en al-canzar una concepción del mundo, que responde a lasexigencias del espíritu humano (cursivas agregadas).

17. pp. 198-199. […] la metafísica […] la inutilidadtotal y públicamente reconocida de tal ciencia […]. Perolos metafísicos se empeñaron en considerar todos estosdefectos como otros tantos motivos de preferencia […].Si se afirma la inutilidad de sus esfuerzos, responde[…] diciendo que lo que atestigua la nobleza de genioes la producción de valores no útiles.

18. p. 201. Teniendo en cuenta lo que la Metafísica,en todo tiempo, ha querido ser, se cree encontrar desdeluego la razón de ser en la tendencia a la unidad de lamisma razón humana, que no se contenta solamentecon conocer lo individual y dentro de la esfera limitadaa que primeramente se atiene para ponerlo en rela-ción con otros seres particulares, sino que aspira alograr una comprensión del mundo, en la cual los ele-mentos de nuestros conocimientos aislados o mera-mente conglomerados se unifiquen en un todo (cursi-vas agregadas).

19. p. 202. […] sólo podremos enumerar como meta-físicos aquellos ensayos hechos para lograr una concep-ción unitaria del mundo, los cuales tienen como puntode partida la necesidad científica de conocimiento.

20. p. 202. Metafísica es el ensayo hecho para al-canzar una concepción sintética del mundo, tomando

como punto de partida y fundamento el espíritu cien-tífico general de una época o los elementos más prin-cipales [sic] del mismo.

21. p. 204. Las tres etapas de la evolución metafísica[...] poética, dialéctica y crítica.

Bibliografía

Boring, E.G. (1950). Historia de la psicología experimental, Mé-

xico, Trillas.

Brett, G.S. (1972). Historia de la psicología, Buenos Aires,

Paidós.

Burke, P. (1997). Formas de historia cultural, Madrid, Alianza

Editorial.

Danziger, K. (1990). Constructing the Subject. Historical Origins

of Psychological Research,Cambridge,Cambridge University Press.

Farr, R. (1996). The Roots of Modern Social Psychology. 1872-

1954, Cambridge, Blackwell Publishers.

Heidbreder, E. (1985). Psicologías del Siglo XX, México, Paidós.

Hothersall, D. (1997). Historia de la psicología, México, Mc

Graw Hill.

Jahoda, G. (1992). Encrucijadas entre la cultura y la mente.

Continuidades y cambio en las teorías de la naturaleza humana,

Madrid, Visor.

Leahey, T. (1987). Historia de la psicología, Madrid, Pearson

Prentice Hall.

Mueller, F.L. (1960). Historia de la psicología. Desde la antigüe-

dad hasta nuestros días, México, Fondo de Cultura Económica.

Rodríguez, S. (2005). “Arraigo de la psicología social en

México”, Michoacán, Centro de Estudios de las Tradiciones-El

Colegio de Michoacán. Tesis doctoral.

Sabucedo, J.M.; D’Adamo, O. y García V. (1997). Fundamen-

tos de psicología social, Madrid, Editorial Siglo XXI.

Toubert, P. (1988).“Prefacio a Les Caracteres Originaux de

L’Histoire Rurale Française de Marc Bloch”, en Argumentos, Mé-

xico, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, vol. 1;

núm. 26, pp. 59-90.

Wundt, W. (1912). Elementos de psicología de los pueblos.

Bosquejo de una historia de la evolución psicológica de la huma-

nidad, Madrid, Alta Fulla.

ψs

A veces no estoy tan seguro de quién tiene el

derecho de decir cuándo un hombre está

loco y cuándo no lo está.

A veces pienso que ninguno de nosotros

está del todo loco o del todo cuerdo hasta

que la mayoría de nosotros dice que es así.

Es como si no importara tanto lo que un

tipo dice; sino la forma en que la mayoría de

los demás lo mira cuando lo hace.William Faulkner

Cuando cifras y figuras ya no sean clave de

todas las criaturas, cuando quienes cantan y

besan sepan más que los hombres de honda

ciencia, cuando el mundo regrese al mundo,

entonces, ante una palabra secreta volando

se irá todo el ser alterado.Michael Ende

El lenguaje sólo puede alcanzar su estatuto

pleno en la conversación.Hans George Gadamer

El tango expresa amargura, soledad, ironía y

tristeza, es el único baile introvertido y hasta

introspectivo que existe.Ernesto Sábato

El tiempo es el mejor autor: siempre encuentra

un final perfecto. Charles Chaplin

El único pensamiento vivo es aquel que se

mantiene a la temperatura de su propia

destrucción. Edgar Morin

Elija usted la mentira que le parezca más

digna de ser la verdad. Paul Valery

Empezar. Eres tú la que lo ha dicho, Lectora.

Pero, ¿cómo fijar el momento exacto en que

empieza una historia? Todo ha empezado

siempre ya antes, la primera línea de toda

novela remite a algo que ha sucedido ya

fuera del libro. O bien la verdadera historia

es la que empieza diez o cien páginas más

adelante y todo lo que precede es sólo un

prólogo. Las vidas de los individuos de la

especie humana forman una maraña

continua, en la cual todo intento de aislar

un trozo –por ejemplo el encuentro de dos

personas que resultará decisivo para

ambas—debe tener en cuenta que cada

una de las dos lleva consigo un tejido de

hechos, ambientes, otras personas, y que del

encuentro se derivarán a su vez otras historias

que se separarán de su historia común.Italo Calvino

En el fondo los científicos somos gente con

suerte: podemos jugar a lo que queramos

durante toda la vida. Lee Smolin

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

24 25

Bin Laden podrán hacerle lo que quieran, cuando lo agarren, peroantes se le deben otorgar todos los premios, el premio Quorum a la pu-blicidad, y diosas de plata, lunas de bronce, vacas de titanio a la crea-tividad por el éxito sin precedentes de su campaña publicitaria a nivelmundial, consistente en la presentación de dos torres muy altas, aun-que no muy bonitas, inyectadas de avión; todavía se sigue hablandode los minutos emotivos que nos proporcionó con aquel performance,planeado para que el estallido de la primera torre les avisara a los ca-marógrafos de todo el mundo y les diera tiempo para llegar a trans-mitir el de la segunda en tiempo real; ahora que, Wáshington, por suparte, podría responder que eso de terrorismo los onces de septiem-bre se les ocurrió primero a ellos en Santiago de Chile, en el Palaciode la Moneda, con aviones e incendio y muertos y todo. El talento deBush, completamente hijo de Bush, es menor, aunque las fotografíassonrientes de las torturas, en la cárcel de Abu Ghraib, con soldadosen pose de safari y prisioneros en posición de cebra aniquilada, síconsiguieron altos ratings de alegre indignación llena de morbo, y elcaso aquí es que prisioneros y torturadores estaban dispuestos enuna coreografía diseñada explícitamente para ser fotografiada, comoretratos de turismo por Irak. Bueno, en México, la ciudad fronterizade Ciudad Juárez no canta mal las rancheras, y podrá ser castigadapor Dios al estilo bíblico, pero en todo caso puede mientras tantoreclamar el récord Guinness de mujeres jóvenes levantadas en las es-quinas y asesinadas en el descampado; seguro que hay una categoríapara ese récord, si la hay para todo, y uno se preguntaría si no hayalgo del récord como factor de los crímenes, que es algo que está a labase de los motivos de los asesinos seriales, a ver a cuántos llego an-tes de que me agarren, y así, el mataviejitas, que resultó ser la, pasó aformar parte de la leyenda urbana. El primer caso de un secuestrado,

Anestética dela violencia

PABLO FERNÁNDEZ CHRISTLIEB

A ψs

el nieto de un archimillonario (Paul Getty), al queel secuestrador le cortó la oreja para mayor drama-tismo del acto, sucedió en los años ochenta; ya des-pués hubo un señor especializado en tal cirugía quealcanzó la popularidad que le correspondía. Cier-tamente, las ejecuciones de secuestrados, así comolas de narcotraficantes,no parecen tener como únicofin quitar de enfrente al de enfrente, sino promoverun espectáculo que no sirve tanto de escarmientocomo de estímulo para que la venganza llegue conmayor espectacularidad, que en este caso es mayorcantidad de sangre regada para las fotos, no ya dela sección policíaca, sino de las primeras planas, locual es un logro nada desdeñable: los asesinatosde narcos están evidentemente hechos para su pú-blico, y por eso, para ser sensacionales, cada vezdeben superarse a sí mismos;por ejemplo,esas cincocabezas rodando como bolas de boliche en un cen-tro nocturno de Michoacán,en México,tienen comofin el que se comenten, y una prueba del carácterespectacular de estos actos es que después de laintervención, decidida, pero quién sabe si inteli-

gente, del gobierno, regresan las masacres con ma-yores efectos especiales, ya que el show debe con-tinuar, con nuevos números, como ése que inau-gura el concepto del cadáver como medio de co-municación, es decir, clavándole con un picahielosen el pecho un mensaje donde, es cierto, lo quemás resalta son las faltas de ortografía. Pero tam-bién, la violencia doméstica hace sus pininos enesto de la creatividad publicitaria, con maridos quela ahorcan con el cable del teléfono, que la avien-tan por el balcón para que se vea que el show espúblico, o que la incendian con todo y casa, contodo y coche, con todo y perro, haciendo del acon-tecimiento algo deslumbrante. Parece que todo estoes un asunto de estética: se trata de apantallar eimpresionar a los demás de la misma manera quese hace con un peinado color morado o con la mú-sica a todo volumen por las calles.

LA ESTÉTICA

Como el pelo o la música, se dice que hay objetosestéticos: asimismo, se puede hablar de una esté-EL

ALM

APÚ

BLIC

APR

IMAV

ERA 2

008

26 27

Liliana Ang, Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM.

tica del arte, por supuesto, pero también de unaestética de la pobreza, de una estética del futbol,de los salones donde a la gente le practican estéti-ca unisex, estética reductiva, y así sucesivamente: sino tienen alguna estética, a la gente no le intere-san esas cosas. Entonces, la estética se puede en-tender o definir como la capacidad que tiene unobjeto para atraer a un observador. Hay estéticasfeas, como la estética punk, y estéticas bonitas, perotambién hay cosas que no tienen estética, y sonaquéllas de las cuales uno ni se da cuenta, comocierta persona que a uno le presentaron y que ni funi fa, como si nada, y uno no se acuerda de ella, olos edificios que uno va viendo sin mirar mientrasva de la casa al trabajo, que ahí han estado siem-pre y uno nunca se ha dado cuenta, porque soncosas que no tienen las cualidades necesarias paraatraer la mirada, para llamar la atención. Por elotro lado, se supone convencionalmente que cosas,situaciones, acontecimientos, como, por ejemplo,El Rey Lear de Shakespeare, la Novena de Beetho-ven, la Gioconda de Da Vinci, o un caracol aztecaque está en el Museo de Antropología de la Ciudadde México son obras muy estéticas ya que han con-servado su capacidad de atracción durante muchí-simos años; también los canales de Xochimilco, olos de Venecia o los de Amsterdam; también lapelícula Casablanca, con Humphrey Bogart in-cluido, incluyendo el cigarro que se fumaba contanto talento.

ATRACCIÓN A PRIMERA VISTA

Pero no se necesita ser muy sincero para admitirque entre el caracol de los aztecas en el Museo deAntropología, y los tacos al pastor que venden ahífuera, todo mundo, aunque remuela tantito, en-cuentra más atractivos el color de la salsa y el olorde la grasa. Y es que los objetos tienen dos mane-ras de atraer, una fácil y rápida, y otra difícil y lenta.La primera manera que tienen los objetos de atraer

a su observador es por sus características superfi-ciales que atacan directamente sobre las sensacio-nes primarias o las percepciones más primitivas, odicho de otra manera, por ciertas característicasque tienen que ver con los colores chillones, losolores fuertes, los movimientos drásticos y aspa-vientos por el estilo que se ubican por encima decualidades más discretas como serían los coloresneutros, los olores suaves o los movimientos quie-tos. Si uno quiere atraer a un bebé, por favor, no leenseñe la Mona Lisa, sino salte, haga circo, maro-ma y teatro. En efecto, lo que hacen los objetospara atraer de entrada a su observador es dar unchispazo tan fuerte y tan brusco que aunque unono quiera tiene que prestarles atención: todavíano se ha sabido de nadie que no se emocione conun toque en el enchufe de la lámpara. Aunque unovaya por la calle muy quitado de la pena, un cho-que o algún otro accidente, o un incidente comounos gritos a las espaldas, lo obligan a fijarse eneso sin preguntarle si quiere o no quiere, porquese trata de objetos de alto impacto sobre la aten-ción del observador; uno enseguida voltea y se fijaen ellos, y por lo tanto, según la definición, sonmuy estéticos, aunque, ciertamente, las cosas queson estéticas a primera vista lo son nada más porun segundo. La violencia es una de ellas.

No casualmente, estas estéticas suelen utilizarcolores como el rojo, naranja, amarillo, que son loscolores de la lumbre, la sangre, el hambre, la bilis.No obstante, puede notarse que allí hay tambiénun acto de violencia por parte del objeto, porque lohace fijarse en él aunque uno no quiera, atrae con-tra la voluntad del observador y le interrumpe eltren de su pensamiento, lo quita de lo que estabaatendiendo y lo obliga a fijarse en él. Por lo tanto,como violencia puede entenderse la presencia deun objeto, situación, persona, acontecimiento quehace su aparición abrupta y repentinamente rom-piendo el flujo del pensamiento del observador,

ψs

cosa que sucede hasta cuando le gritan que ya estála comida, y uno pega un brinco y se pone de malhumor, porque el grito fue demasiado atractivo, de-masiado violento. Si uno está muy tranquilo viendoa la Mona Lisa en su museo u oyendo la Novenaen un concierto, la presentación de un incendio ode un temblor serán efectivamente más atractivosy más estéticos que las obras en cuestión. Esta esla manera fácil de atraer; cualquier animal lo puedehacer, como un perro que ladra de improviso, o BinLaden o Bush o un marido macho, que también la-dran de improviso. Las cosas muy coloridas, comolas hamburguesas de Mc Donald’s, muy escanda-losas, como las canciones de Molotov, muy pren-didas, como los teléfonos celulares, son objetos quetienen capacidad de atracción en su superficie: pro-vocan sobresaltos y ganas de comprarlos.

LA ATRACCIÓN QUE NO TIENE PRISA

Sin embargo, de esta manera que tienen los obje-tos de atraer, impactante y violenta, uno se cansapronto, y entonces, pasa a la segunda, es decir,pasa a ver si eso tiene algo más en el fondo que nosea tan cansado, sino que lo pueda atraer por mástiempo y sin agotamiento, pero esta segunda ma-nera es más profunda y difícil, y es la que han detener las cosas estéticas que perduran. Si se pien-sa que la obra de Proust fue rechazada por la pri-mera editorial, y que ahora es una joya de la litera-tura universal, quiere decir que no tiene ningunacapacidad violenta de atracción, sino una muyreposada que no se notaba a primera vista. Peropara que los objetos atraigan por algo más que susuperficie se requiere algo así como mucha esperay bastante aburrimiento, porque es necesario que-darse viendo algo a ver qué le ve, y si sí tiene algo,será algo así como alguna coherencia, solidez, unritmo y una soltura de los rasgos, que una vez des-cubiertos, se vuelven mucho más envolventes y unoya no puede cansarse ni desentenderse fácilmente

del objeto: su capacidad de atracción la tiene es-condida, en el fondo, pero, por lo mismo, la atrac-ción también es profunda. Es cosa de paciencia ycansancio, como le pasó al hijo de un guardia delMuseo del Prado de Madrid, quien se tuvo quepegar unas aburridotas esperando a su papá, y ter-minó porque las piezas lo empezaron a atraer pocoa poco hasta que quedó fascinado; ya luego se con-virtió en historiador del arte. Las catedrales góticas,las pinturas de Rafael, los paisajes, los conventosbarrocos, la música de Pink Floyd, los cuentos deBorges, la física cuántica, son objetos que tienenesta estética interior, tectónica, y sólo después deespera, paciencia y aburrimiento, cosas que se de-berían incluir en la educación, se hace posible seratraído por ellas, porque esos tres estados pesadossignifican que el pensamiento está volviendo a pen-sar lo que ya pensó una y otra vez, con lo cual va ga-nando profundidad y solidez. Mientras que la es-tética violenta se le presenta a uno aunque no quiera,la estética profunda es una que hay que ir a buscar,pero ambas están en los objetos.

LA SEGUNDA MIRADA ESTÁ IMPEDIDA

Pero esta estética profunda de las cosas resultamuy barata, en el sentido de que una persona quelee y lee el mismo libro, o peor, alguien viendo unapuesta de sol, no gasta casi nada, y esto no le con-viene al dinamismo financiero que hoy en díadepende de que los artículos de tocador o de gue-rra circulen frenéticamente, y si uno compra, porejemplo, un sillón, y se pasa de ahí en adelanteencontrándole sus encantos y sus virtudes, ya nova a comprar otro, y así no hay neoliberalismo queaguante. Entonces, lo que hace el mercado econó-mico de la sociedad actual es impedir o bloquearesa segunda forma de atracción estética que con-siste en encontrar las bellezas interiores de lascosas, y mantener a la gente en la primera, la delsobresalto, la violenta, haciendo que si uno se cansa

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

28 29

de algo a la primera, en vez de pasar a la segunda,continúe en la primera vista, lo cual se logra pre-sentándole una cosa todavía más apantallante quela anterior. Nótese cómo la violencia en generaltiene entonces la misma lógica que la lógica del li-bre mercado en su fase neoliberal; de hecho, ladiferencia entre políticos y terroristas, narcotrafi-cantes y empresarios, se vuelve muy incierta: todosutilizan el mismo esquema violento de dejar turu-lato al observador para lograr sus fines y obtenersus intereses.

ASUNTO DE MODAS Y NOTICIAS

Así, espiralmente, las cosas que atraen se tienenque volver cada vez más escandalosas e impresio-nantes, porque si no, nadie hace caso, que es lomismo que el marido que le pega a su mujer, quecada vez le pega más fuerte, porque si no, cree queya no la impresiona y como él mismo ya no seapantalla con sus propios golpes, se vuelve insen-sible a su propia crueldad, y por eso la tiene que iraumentando. Cada novedad que surja en el mer-cado, para atraer a su comprador, tiene que sermás impactante, más nunca vista que las otras.Este sistema de impresionamiento continuo y esca-lado se encuentra en las modas, donde cada tem-porada, cuatro al año, salen con ropa más excedi-da, más curiosa, más rara, que haga ver lo anteriorcomo sin chiste, porque de otro modo pasaría de-sapercibida; por supuesto que las tres cuartas par-tes de la moda consisten en modelos y anuncios,más que en ropa. En fin, en realidad, todo el mer-

cado del consumo se dedica al impactismo comomodo de la atracción. De la misma manera se com-porta la televisión con sus reality shows en dondede lo que se trata es de a ver qué nuevo chisme, quéotra intimidad, qué siguiente tragedia de los anó-nimos o de los famosos se puede explotar: “explo-tar”, palabra precisamente violenta, que si BritneySpears es alcohólica o si Ryan O’Neal le disparó asu hijo. O igual la industria de los llamados par-ques de atracciones, donde la rueda de la fortunay los caballitos resultan paleolíticos porque ahorase especializan en caídas libres, velocidades abrup-tas, frenados drásticos. En fin, también sucede enlos deportes extremos, entre los cuales ya hay unoque se juega a matar, llamado gotcha (“te atrapé”),aunque la sangre sea de catsup, pero que obliga arelacionarlo, punto por punto, con lo que hace lapolicía estadounidense de la frontera mexicana conlos inmigrantes ilegales, a los que se les disparacon balas de plástico: tan diferencia no hay ningu-na que ya hay unos civiles, los de minuteman, quequisieron apuntarse al juego. Se puede advertir, ensuma, cómo la violencia de la estética se convierteen la estética de la violencia.

Por lo tanto, entre los objetos que ejercen atrac-ción violenta, se encuentra la violencia misma. Laviolencia es siempre de mucho impacto y de unagran atracción. La violencia es una forma de la no-vedad. Por eso se entiende que el cine de Hollywood,que se distribuye urbi et orbi, solamente puede sos-tenerse exitosísimamente a condición de que cadavez le ponga a su películas más asesinatos, más co-

La violencia es siempre de mucho impactoy de una gran atracción. La violenciaes una forma de la novedad.

ψs

ches hechos pedazos, menos diálogos, más bom-bas por doquier, y así, de las películas de acción deantes en las que solamente había un muerto al final,se pasa a las que el muerto está desde el principioy ya no es sólo uno ni tampoco muerto de balazonatural, sino que se ve, por ejemplo, a la protago-nista de Kill Bill que amputa y desmembra brazosy piernas y cabezas de ciento cincuenta japonesesque son enemigos por la única razón de que tieneque haber mucha sangre y porque matar nada máscien ya sucedió en el último éxito de taquilla, y hayque superarlo. En efecto, la violencia sigue la lógicadel récord Guinness, donde siempre hay que supe-rar la marca de no importa qué tontería.

Y como en el cine, los noticieros necesitan es-pectadores, y por lo tanto tienen que echar mano detoda la violencia que se encuentre o se invente por-que si no les baja el rating, y así, hoy en día, idén-tico que en el cine, sólo hay noticia donde hay san-gre, prestigios destrozados, reputaciones perdidasy famosos encarcelados. La violencia israelí no esuna política colonizadora, sino un requisito infor-mativo, que necesita palestinos para que funcione;las necesidades de entretenimiento obligan a para-dojas tales como barrios despedazados de Líbanopor los mismos que fueron despedazados en la se-gunda guerra mundial. Catástrofes, tragedias, heca-tombes, masacres, asesinatos, son lo que se cono-ce hoy como información, y los noticieros tienenque dedicarse concienzudamente a la producciónde víctimas para sacar la noticia, sean cónyuges,vecinos, inmigrantes, naciones, niños, razas, reli-giones, no importa, con tal de que se dejen matar.

LA ANESTÉTICA DE LA VIOLENCIA

Terminator, esa película cuyo título indicaba que algose iba a acabar y por las malas,es un ejemplo de cómola violencia del cine logra que luego Schwartzeneggerpase a la realidad a seguir haciendo lo mismo. Cier-tamente, la realidad es de película, pero ahora que

todo el mundo se aburre cuando ponen una bombaen las embajadas y cuando la ETA avisa de ante-mano que desalojen el lugar, hay que ser creativospara que los acontecimientos sean atractivos, por-que, se sabe, toda violencia lo que busca es atraerla atención, sea la del violentado o la de la opiniónpública, como dice Sabina en una canción en dondeel ciudadano cero, después de ejecutar transeún-tes a diestra y siniestra, declara “por fin sabrá Es-paña entera mis dos apellidos”. Dadas las circuns-tancias de producción original, la violencia ejercidasobre Nueva York parece haber sido un productode exportación o, dicho de otra manera, que lostalibanes de Afganistán sacaron sus ideas justa-mente de ver a Rambo, quien por lo demás era unode sus aliados cuando el enemigo era la UniónSoviética. De hecho, y para que se vea de dóndenacen las ideas creativas y publicitarias, hubo ungrupo de rap a punto de sacar un disco antes delpercance, que tenía en su portada un avión cho-cando contra las torres gemelas.

La palabra “estética” proviene de “sensibilidad”,y así, estética es lo que se siente. Pero la necesidadde atracción creciente del marketing lo que hace esinsensibilizar sucesivamente de modo que cadanueva sensibilización requiera un impacto másfuerte. “Anestesiar” viene de lo mismo y quieredecir justamente que no se siente, quitar la sensi-bilidad. Paradójicamente, si se quiere, la estéticamás atractiva e impactante se hace progresivamenteinsensibilizadora de tan fuerte y tan tupido quepega, así que, en vez de hablar de una estética de laviolencia que de bonita no tiene nada, que no sen-sibiliza sino que desensibiliza, resulta más ade-cuado hablar de una anestética de la violencia, queconsiste en el adormecimiento o atrofia de la sen-sibilidad fina merced a tantas impresiones burdas,y al hecho de que cada vez tienen que ser peores. Es,como se ve, la misma secuencia que puede seguirel alcoholismo o la drogadicción. O el consumismo.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

30 31

UNA REALIDAD UN POCO MÁS

SUTIL SERÍA MÁS INTERESANTE

La violencia es la forma profunda de la frivolidad,es el contenido de la superficialidad. Cuando lafrivolidad y la superficialidad se expanden hastaocupar el lugar de toda la realidad, entonces la vio-lencia se convierte en el modo normal de la vida.Hoy por hoy, puede decirse que la gente pide, exigemás bien porque ya es violenta, más violencia comocondición de la atracción: “si no hay descuartiza-dos/as en tu noticiero, yo mejor me duermo”. Poreso la ejecución de Saddam Hussein, filmada alestilo La Bruja de Blair para darle mayor credibili-dad, resultó un buen noticiero, y la prueba es queprodujo más noticias, del tipo de que unos niños,para jugar a Saddam Hussein, se habían ahorcadoen la comodidad de sus hogares, y luego los repor-teros le fueron a preguntar a los psicólogos quequé opinaban, para así hacer otra noticia, y la opi-nión es que la violenta de verdad es la televisión.Así, el consumo, el espectáculo, la información,siempre preocupados por la entera satisfacción desus clientes, pone a su disposición asuntos y ma-sacres cada vez más emocionantes, más teñidos derojo, cuidando que la gente no se aburra con la mer-cancía ofertada, porque al menor bostezo, se le dael siguiente escándalo. Éste también es, de paso, elmétodo para educar niños malcriados, de los quegritan “quiero más” y siempre se les concede. Y estoes lo que igual se anuncia como democracia: el dere-cho a inculcar la violencia como forma de la atracción.

Vivimos en una sociedad donde los objetos so-lamente son capaces de atraer de una manera su-perficial, pero que no parecen tener ya capacidadalguna para atraer por lo que tienen más allá de laapariencia de entrada, por dentro de la envoltura ypor debajo de la superficie, que es donde las cosasya no tienen el colorido, el impacto y la novedad,sino la consistencia, la solidez, la fluidez, que soncualidades mucho más lentas de percibir, más di-

fíciles de notar, pero que una vez que se notan y seperciben ejercen una atracción más fuerte y más du-radera que la de la cáscara de las cosas: esa solidezfluida es lo que se supone que tienen las obras deShakespeare o de Leonardo, o Cien años de soledado las razones por las cuales uno se dedica a unavocación; o ser capaces de estar contentos porquela tarde está bonita o poner uno todo lo que estáde su parte para que una conversación salga bien,pero para llegar a encontrar esta estética subterrá-nea se requiere algo que puede llamarse pensa-miento sutil, que es tan delgado que es capaz defiltrarse a través de la superficie de las cosas, y tanleve que puede ser sacudido por cosas que notraen ninguna violencia, sino acaso, un ritmo sua-vecito, como lo pueden tener, por ejemplo, un buenargumento, una ciudad con historia, una políticaque hila fino, o una democracia cuando verdade-ramente lo es, que son objetos cuyo encanto radi-ca en lo que no se advierte: aquello que atrae por loque no se nota. Y un pensamiento así, sutil y sinalharacas, contento y sin ansias,es, recursivamente,también un objeto que se forma poco a poco porla vía de la espera, del tiempo, de la insistencia, dela decepción, de la atención, del aburrimiento: asífue hecha la Piedad de Miguel Ángel. La atracciónsutil es la que se hastió de la atracción superficialy fácil de los objetos, y sin embargo intentó buscara ver si había algo más adentro de ellos, algo quevuelva a atraer y esta vez sí valga la pena.

El pensamiento sutil es aquél que se da cuentade que hay algo más emocionante que la violencia,que las noticias inquietantes, que los discursos delos políticos enfermos de poder, que las películasde acción norteamericanas, lo cual dejaría de seratractivo y comenzaría a volverse meramente horro-roso, simplemente penoso. Aquí es donde los clási-cos metían su frase de que la verdad es un atribu-to de la belleza o de que la belleza es un atributo dela verdad.

ψs

LA VIOLENCIA ES PARTE DE ESTA

SOCIEDAD QUE TANTO NOS GUSTA

En resumen, hay una relación entre estética, atrac-ción, consumismo, marketing, neoliberación del mer-cado y violencia, que constituye un todo. Por lotanto, resulta entre tonto y deshonesto, y vivimosen una sociedad tonta y deshonesta, quejarse yrasgarse vestiduras por la escalada de violencia ensus modalidades de asalto, atentado, terrorismo yejecución. Pero la escalada de la violencia es lamisma que la escalada del consumismo, y sin em-bargo, nadie se queja del terrorismo de la publici-dad, del asalto del consumo, del atentado de laatracción y de la ejecución de la estética. La violen-cia, como pensamiento y como fascinación está pre-sente en el aire completo de la sociedad del espec-táculo y de la competencia.

Menos tontería y más honestidad haría cuan-do menos no quejarse de la violencia, no salir adesfilar de blanco, si a fin de cuentas esta violen-cia impregnada en las mercancías, en las noticiasy en los hechos es lo que nos gusta tanto. Uno nopuede quejarse de asaltos y al mismo tiempo creerque el desempleo y la pobreza es normal y natural;uno no puede quejarse de secuestros y al mismotiempo defender el derecho a la ostentación quetiene como único fin provocar la envidia corrosiva

de vecinos y clases trabajadoras. La verdad es quetodos ya sabemos que la solución a la violencia almenudeo de las esquinas y las noches consiste enarreglar las repugnantes desigualdades económi-cas de este país y este mundo. Pero romper la esfe-ra total de la violencia como sistema de organiza-ción de la sociedad implica quitarle o negarle a losobjetos su capacidad superficial de atracción, locual, todos ya sabemos, se arregla elevando el nivelcultural de todos por todos lados y a todas horas,que no consiste en aumentar capacidades técnicasy competencias laborales, lo cual puede ser útilpero con eso sólo se tendrá una violencia más téc-nica y competente, sino que consiste, y en eso con-siste la cultura, en producir sensibilidad, es decir,la capacidad para percibir la sustancia profunda einefable de las cosas y de la vida, y por ende, laincomodidad moral ante los embates brutos y bes-tias, torpes y lerdos, vengan éstos en la forma dediscursos o de acciones, políticos o económicos,solemnes o entretenidos, propios o ajenos. La vio-lencia de hoy es perfectamente acorde al tipo depensamiento de la sociedad contemporánea, y siestamos encantados con este tipo de pensamientonovedoso, espectacular, desafiante, neoliberal,oportunista y triunfador, entonces también nos en-canta su violencia.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

32 33

DE RICHARD SENNETT

“Lo que debería surgir en la vida urbana es la ocurrencia de relaciones sociales, y especialmenterelaciones que envolvieran control social, a través de enfrentamientos cara a cara”. (p. 150)

“Lo que hace falta para crear ciudades donde la gente se vea obligada a enfrentarse es unareconstitución del poder público, no una destrucción del mismo”. (p. 152)

“Un gran número de personas que viven densamente amontonadas ofrece por tanto el medio dediversidad e inestabilidad necesario para que estas comunidades de supervivencia funcionen”. (p. 163)

(1970). Vida urbana e identidad personal, Barcelona, Editorial Península. 1975.

ostengo la creencia de que la mente es una emergencia: de los proce-sos neuronales de un ente biológico, de su constitución como hu-mano por su inmersión en la cultura y de su propia historia. Sostengotambién que la cultura (o mente colectiva) es una emergencia de lasmentes individuales y que se construye sobre las bases de la historia.Luego entonces, creo en una construcción recíproca del individuo yla sociedad, que deviene permanentemente a través del tiempo.

Acuerdo con las teorías socio-constructivistas que lo individualsurge primeramente de lo social por medio del lenguaje y los siste-mas simbólicos que le preceden, más concretamente, por medio delsignificado. Acuerdo con la teoría construccionista que el significadono es una característica propia del objeto ni una posesión privadadel sujeto, sino que existe de forma relacional entre ambos.

Es por ello que estoy comprometido con los empeños en psicolo-gía de buscar la comprensión de la acción humana considerando comofundamento la cultura y las relaciones sociales. Sin embargo, cabríacuestionarse: ¿Cuál es la importancia de la mente individual en todoesto? ¿Es realmente el conocimiento individual, un punto muerto parala comprensión, tal como afirma Gergen?

Tal parece que centrarnos en la dimensión social como único fun-damento para la comprensión humana implica una condición de cau-salidad que induce a pensar en una especie de determinismo socialabsoluto, y aunque quizás pocos autores propugnen esta consecuen-cia radical, caemos en el riesgo de aparentarla si no somos nosotrosmismos quienes nos encomendemos a fundamentar cuáles son laspropiedades individuales que necesitamos considerar para lograr dichacomprensión.

¿Acaso admitiríamos borrar el nombre de Cervantes para aceptarque El Quijote es sólo un producto de las relaciones lingüísticas y

Apología de lamente individual

JOSU J. ROMERO SÁNCHEZ

S ψs

culturales de la España de aquel tiempo? ¿Acasono tendríamos que razonar por qué la personali-dad de Cervantes, y no otra, fue quien tuvo la capa-cidad de sensibilizar y la habilidad de materializaraquella forma literaria? ¿Acaso los grandes nom-bres de la historia no son más que la suerte de ocu-par un espacio y tiempo determinados en cuyasrelaciones sociales surgieron sus proezas?

Retomemos la idea de que la mente individuales una construcción mediada por la introyeccióndel significado dado en una relación social, puescomo se argumenta, no hay individuo que puedaexpresarse, ni otro que pueda percibir si no es através de ésta, pues de otro modo el sujeto no exis-tiría. Y esto es porque para que exista un sujeto ne-cesita nombrar la sociedad de la cual él mismoforma parte, de la misma manera que la sociedadnecesita a los sujetos que le den existencia.

Ahora bien, lo que yo argumento es que el indi-viduo no introyecta pasivamente este significado,antes debe tomar una postura interpretativa res-pecto a él. Uno no puede asumir alguna verdad siantes no ha tomado una actitud frente a ella. Lapostura o apertura a la interpretación es una pro-piedad que poseen todos los individuos pero no esla misma para todos.

Pensemos que queremos conocer el significadode una canción (por poner un ejemplo), podemoshacer una interpretación de su letra la cual puedeincluir lo que nos hizo sentir la melodía (puestoque el significado es una propiedad cualitativa quese percibe tanto con pensamientos como con sen-timientos). Sabemos que obtendremos tantas inter-pretaciones como intérpretes haya (incluso puedecambiar si un mismo escucha interpreta en dos oca-siones distintas). Todos pueden interpretar perocada uno de distintas formas. Lo mismo pasa conla cultura que crea la sociedad, con la diferencia deque mientras la canción depende de su autor (o deun impertinente fusil) para cambiar su forma, la cul-

tura lo hace todo el tiempo. ¿Y qué la hace cambiar?Eso es algo de lo que me ocuparé más adelante.

Primero deseo exponer cuáles son las propie-dades que considero fundamentales en la menteindividual y que son las responsables de que cadaser humano interprete y signifique de formas dis-tintas. Para ello me basaré en los conceptos de RolloMay (psicólogo existencialista) sobre la libertad yla intencionalidad.

La libertad, según May (1981) es “la facultadque tienen los humanos para hacer una pausa entreel estímulo y la respuesta”. El significado de lapausa es el rompimiento de la cadena rígida de causay efecto. Si bien es cierto que siempre nos encon-tramos inmersos en factores circunstanciales quede alguna manera nos condicionan a actuar, tam-bién es cierto que jamás ese acto será predicho conel mismo nivel de certeza con el que podría prede-cirse el movimiento después del choque de unasbolas de billar. Y quizás por ello, como dice PabloFernández (2004) “las causas aparecen siempredespués de los efectos”, nunca antes. Al parecerhay algo de impredecible en los fenómenos, sobretodo en los humanos. El punto que quiero resaltaraquí es que, suceda lo que suceda, el individuo siem-pre tiene la posibilidad de elegir; o dicho más dig-namente todavía, la obligación de decidir cómo vaa responder.

En cuanto a la intencionalidad, May quiere decir“la estructura que da significado a la experiencia”[...] una atención imaginativa que subyace a nues-tras intenciones e informa a nuestras acciones”.Es decir, que a un mismo objeto podemos signifi-carlo de diferentes formas, o podemos percibir di-ferentes formas de él. Y luego nuestros actos corres-ponderán con aquella a la que nos inclinemos.

Así pues, mi intención es definir al individuocomo un actor activo, y quizás esto sea producto deuna concepción romántica que heredé de esa cul-tura. Pero del modernismo también heredé las no-

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

34 35

ciones de utilidad, por lo que prefiero llamar adicha intencionalidad como habilidad constructiva.Lo hago así porque de otra manera no habría algomás que defender en la mente individual sino sucapacidad receptora, lo cual nos convertiría en nadamás que entes reactivos. Y pensar en nosotros mis-mos de esa manera no creo que sea muy útil: ¿Quésentido de la responsabilidad puede tener alguienque se piense determinado?

Pienso que los humanos no somos tabulas rasasen cada relación,a las cuales se inscriba,borre y vuel-va a inscribir en la relación siguiente, aunque así lohaga parecer el posmodernismo y también Gergen.

Tampoco podemos dejar de lado el aprendizajey los eventos que nos proveen de característicasmás o menos permanentes y que, por muy posmo-dernos que seamos, estarán presentes en nuestrosactos de recordar, reflexionar, introspeccionar, etc.Siempre encontraremos algo con lo cual identifi-carnos. Lo cual de ninguna manera implica que lahistoria o el aprendizaje sí nos determinen, puesresuelvo que una persona puede deliberadamenteactuar en contra de la recompensa contingente ode los cánones establecidos.

Viendo todo esto desde el enfoque constructi-vista, conciliamos que para aprehender un signifi-cado necesitamos una estructura de preconceptos;dicha estructura se constituye, como mencionéantes, por medio del lenguaje y los sistemas sim-bólicos, como señaló Vygotsky, y por efecto de lamaduración epigenética, como lo dijo Piaget. Sinembargo, como argumentaré, llegado el momentode ejercer nuestra libertad, nuestra estructura seformará de las elecciones que vayamos haciendoen nuestras vidas.

Queda claro que Cervantes jamás hubiera escritoEl Quijote tal como lo conocemos si la cultura de aqueltiempo no dispusiera de un lenguaje tan enriquecido,pero debió ser él mismo quien tuviera la intenciónde ampliar su vocabulario, él eligió en varias ocasio-

nes aprender el significado de una palabra y luegoescribir la palabra,eligió hacerlo miles de veces.Dudomucho que él escuchara todas las palabras que co-noció simplemente paseando por las calles.

Por poner más ejemplos, dudo igualmente quea un genio y una inteligencia tan grande como lade Freud se le hubiera ocurrido resolver el proble-ma de si la corona del rey es de oro puro o de algúnotro material al sumergirse en una tina y ver comose eleva el agua. No lo hubiera resuelto porque noeligió andar pensando en pesos específicos y envolúmenes y por lo tanto no tenía los preconcep-tos con los cuales hacer emerger la heurística. Delmismo modo, dudo que al genio e inteligencia deArquímedes se le hubiera ocurrido pensar que sise pueden quitar y poner síntomas por medio dela hipnosis a un grupo de histéricas, estos no pue-den corresponder a alteraciones neurológicas, yesto es porque no tenía pensamientos sobre com-plejos psíquicos y afecciones neuronales. Es cierto,reitero, sin la cultura no podemos formarnos, perocada individuo decide qué tomar de ella.

Conviene en este segmento hacer alusión a esaparte en la que Ricoeur menciona que: “se recono-ce plenamente el carácter intencional de una accióncuando se encuentra la respuesta a la pregunta ¿qué?

Omar Israel Espinosa Pérez, Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM.

ψs

en términos de una respuesta a la pregunta ¿porqué?”. Y entonces, estoy seguro, comprenderíamosmejor lo que realizaron estos personajes si nos di-jeran por qué decidieron dedicarse a hacerlo.

La libertad y la intencionalidad podemos apre-ciarlas, analizando la historia personal del indivi-duo (su narración) y en ese sentido la propuestade Bruner (1991) es la más atractiva, dado que pro-pone “que los estudios se centren sobre los signi-ficados en función de los cuales se define el Yotanto por parte del individuo como por parte de lacultura en que este participa” y donde tambiénpropone que “el individuo histórico es un Yo desdeel pasado hasta el presente”. Esto concuerda conla mención que hice al principio respecto a que lapropia historia es un elemento fundamental, juntocon la cultura, para la emergencia de la mente. Estoes lo que propongo se considere como dimensiónindividual de la acción humana, pero no sólo comoun continuo en el que después la intención escapeal agente en la acción significativa que luego pasaráa ser propiedad de la dimensión social, como diríaRicoeur, sino desde una postura más existencialista,concibiendo al humano como decía Sartre (1946):“como un proyecto que se vive subjetivamente, o loque es lo mismo,como un ser que se construye desdedentro, con plena responsabilidad de sus actos”.

Concluyo prematuramente que si bien es espu-rio dicotomizar el conocimiento en un objeto cog-noscible y un sujeto cognoscente, también lo essituarlo exclusivamente en la relación sin conside-rar la naturaleza per se del objeto (pues hay una partede la realidad que sigue siendo independiente anosotros) y la postura interpretativa intencionaldel sujeto (pues sin una estructura de preconceptosno es posible aprehender el significado que emergede la relación).

Ahora es momento de explicar a qué me referíacon aquello de que la cultura cambia en todo mo-mento. Como dije al principio, defiendo la premisa

de que la cultura o la sociedad emergen de las men-tes individuales. Y aunque en un principio, y toda-vía, se origina de la relación de por lo menos dosindividuos (uno sólo no puede formarla), es desdela intención y la libertad de los individuos que lasociedad va adquiriendo su forma. Uno se formaadquiriendo el ritmo que ya desde antes constituíaa la sociedad y luego, con sus decisiones, va cam-biando su propio ritmo y por consecuencia el de lacultura que lo contiene a uno. Uno siempre estádecidiendo, uno siempre está construyéndose a símismo. Por lo tanto, uno siempre está cambiandopor acción emergente a su sociedad y construyendosu cultura, que es el pensamiento de la misma.

Finalmente, cuando defiendo una construcciónrecíproca o un emergentismo circular, tengo en mentela idea de que las personas pueden asentar su vidaen esa creencia y obtener beneficios. El pensarnoscomo una unidad individual a la vez que una uni-dad colectiva nos hará una sociedad más concientey comprometida con sus actos, más empática y res-ponsable con el mundo que queremos vivir. Porparadójico que parezca, al defender la individuali-dad ante la colectividad, no pretendo fragmentar ala sociedad, sino unificarla.

BIBLIOGRAFÍA

Bruner, J. (1991). Actos de significado. Más allá de la re-

volución cognoscitiva, Madrid, Alianza.

Gergen, K. (1996). Realidades y relaciones. Aproxima-

ciones a la construcción social, Barcelona, Buenos Aires,

México, Paidós.

Fernández, P. (2004). La sociedad mental, México,

Anthropos.

May, R. (1981). Libertad y destino, Nueva York, Norton.

Ricoeur,P.(2002).Del texto a la acción, México,Fondo

de Cultura Económica.

Sartre, J.P. (1946). El existencialismo es un humanismo,

México, Quinto sol.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

36 37

La muchacha tenía unas manospecaminosamente hermosas.

G.C. Lichtenberg

xiste un punto en donde toda la realidad y las locuras se juntan comosi fuera, acaso, una intersección en donde dos coches están a punto deestamparse para provocar una catástrofe, que para algunos podría sig-nificar el inicio de una modesta hecatombe (la hipérbola cínica) o paraotros el anunciado y popular fin de los tiempos. < Metro Tacubaya, 19:15>

En este punto pasan luces de colores de todo el espectro electro-magnético (8 colores como las lenguas de Dios), que son modesta-mente percibidas por el humano en una voz tricrómica que le mur-mura al oído cantos de desesperación, locura y muerte. La nada y elvacío se hallan en una tranquilidad oceánica porque los gigantes dela Tierra (que son la Luna y el Sol) se hallan dando la mano (si es quetienen manos y si es que se conocen. Imaginen un eclipse o a dospersonas atisbándose mutuamente) y porque los poetas hablan delamor. <Metro Centro Médico, 19:31>

Sin embargo, tales suposiciones no son más que fantasías e ilu-siones de un hombre que saquea tumbas (se dice que los románticossaquean tumbas para robarse los huesos y crear al compañero per-fecto que baile junto a él una danza de fuego, entregado directamentepor las manos de Prometeo) porque camina entre muertos, caminaentre autómatas, anuncios, el beat de John Coltrane que exhala notasde un amor supremo que no ve porque camina con dos piernas queapenas sostienen dos momentos (el de su vida y su muerte). <MetroDivisión del Norte, 19: 45)

Un ángel lo mira, se le aparece como aquella visión de tus senosgolpeando tu pecho enardecido de pasión y sedado de éxtasis.El dolor

Acerca de la incólumerealidad, o por qué creeren los relojes del Metro

ERNESTO FERNANDO SALDÍVAR PÉREZ

E

ψs

existe, ¡sí, existe! pero se disfruta porque se ha con-vertido en placer, en placer carnal, medular y sín-cope de Pursuance cortesía de Elvin Jones. Ese ángelle habla del futuro, de la esperanza, de la vida quesigue y del momento que calla; toma su hombroderecho y le susurra al oído: nama. <Metro Co-pilco, 20:01>

El diablo le besa, se acerca a su corazón (si Je-sús carga una cruz, el diablo cargaba su corazón) yle susurra al oído el pasado, el miedo y la muertemientras toca su hombro izquierdo y le dice lenta-mente: rupa. <Metro Universidad, 20:05)

Se ha pasado de estación, él no iba a Metro Uni-versidad, seguramente pasó Zapata desde hace mu-cho tiempo pero piensa que es afortunado. Agra-dece a Dios (de nuevo) que sus errores le hayandejado ver cuál era el camino a seguir y cuál es la es-tación donde debía de bajar. Preocupado por lahora mira su reloj y se da cuenta de que apenasson las 21:05, se da cuenta también de que las es-taciones tenían la hora incorrecta, que estaban atra-sadas una hora. Lo atribuye a miles de causas perola principal es que está por debajo del suelo, que aunos metros de distancia el cielo da claves paraentender la cierta coherencia que guarda la reali-dad atenida a procesostan sencillos y, desde superspectiva, cíclicos yaque está seguro que ma-ñana verá al Sol (nue-vamente) y que ahoraque salga verá a la Lunaque le sonríe (sí, siem-pre me sonríe y nuncafalta a su cita; quizá ha-ya momentos en las quetrae un vestido negroo que se haya alaciadotanto el cabello de nu-bes que no la verá, pero

estará ahí). Certezas son lo que necesita en estavida y un hombre con un reloj puede estar segurode la hora, pero con dos jamás lo estará. < MetroViveros, 21: 17>

Ahora llega a la estación Zapata, con la horapisándole los talones. Puede dejar a un lado losdivertimentos de que cada vez que viaja en el túnely pasa de estación a estación puede fijarse en lahora y ver que varía de estación en estación, ya seapor unos minutos o por horas, hay veces en quelos relojes son tan descarados que dicen las 00:00horas o que dicen una fecha falsa, pero a él ledivierte sentir que está viajando en el tiempo y quees conciente de ello pero con la tristeza de que sureloj ni es de arena, ni es de sol, para nada pense-mos en que es un reloj atómico con la hora exacta.Total, tiene que escribir un ensayo que se llame “Lacromodinámica cuántica”, cuyos primeros párra-fos digan: La cromodinámica cuántica es una teo-ría que describe cómo los quarks interactúan entreellos a través del intercambio de gluones. El nom-bre cromo surge de una propiedad particular quelos quarks y los gluones tienen, la cual es análogaa la carga eléctrica, y a la que se le da el nombre decarga de color. No significa que tengan color sino

que se utiliza esta no-menclatura como unaforma de distinguir unapropiedad característi-ca de estas partículas alestudiar el tipo de fuer-zas por las que se uneno se rechazan. Los trescolores que se usan pa-ra denominar o distin-guir a los quarks son ro-jo, azul y verde; algunosfísicos cambian este úl-timo por el amarillo.<Me-tro Zapata, 22:22>

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

38 39

José Adrián Monroy López, Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM.

l usuario descubre rápidamente que como sistema de transporte co-lectivo, el Metro del DF es muy insuficiente: no alcanza para la in-mensidad de personas1 que luchan por continuar con sus vidas en laciudad. Año con año han ido desapareciendo los horarios en los queuno puede simplemente abordar, sentarse y llegar a su destino sincontratiempos, sintiendo que el mundo funciona, que la vida avanza.Cada vez se ensanchan más los horarios de marea alta en los que lasoleadas de personas simplemente lo inundan todo, hasta una alturade aproximadamente 1.65 metros; ríos ininterrumpidos recorren lospasillos, caudalosas cascadas se desbordan estrepitosamente por lasescaleras, las corrientes que suben y bajan chocan entre sí, arremoli-nándose y estancándose finalmente en los andenes, donde cada unonadará como salmón contracorriente intentando encontrar algúnmínimo espacio dentro de los trenes, que uno tras otro llegan ya re-pletos. Escasea el aire, los más pequeños pueden ahogarse, los másdébiles no pueden luchar; sólo les queda dejarse llevar por el oleaje,ya sin patalear. Los más fuertes empujarán y se abrirán camino, for-cejeando y aplastando, ya sin miedo. Algunos entrarán a los vagones:no necesariamente los más aptos, ni los que llegaron primero; sim-plemente los que alcanzaron a entrar... Una vez dentro, uno debe atrin-cherarse para el viaje. La sensación de asfixia aumenta, las ventani-llas estarán atascadas o serán inútiles, todo el aire disponible habrásido respirado muchas veces ya, quedando tibio y espeso. Ante el ine-vitable apretujamiento, ciertamente uno debe cuidarse la cartera y elcelular, el bolso o la mochila; y efectivamente, las damas (aunque noexclusivamente ellas) deberán proteger también aquellas zonas cor-

Naturalezasubterránea

IVÁN GONZÁLEZ MÁRQUEZ

E1 Total de pasajeros transportados en 2006: mil 416 millones 995 mil 974

usuarios.

ψs

porales que resulten ofendidas al tacto. Pero esfalso decir que no hay caballerosidad en el Metro,que no hay amabilidad o consideración por elotro: conviven allá abajo los actos moralmente másejemplares con los más reprobables. Con el tiem-po uno descubre que, irónicamente, mientras másgente haya, mientras mayor sea el hacinamiento ymás crítica la situación, más probable es que elMetro empiece a fallar, deteniéndose una y otravez, prolongando más y más el difícil recorrido.Detenido en la oscuridad de los túneles, uno nuncasabe cuánto tardará en volver a avanzar. A todos senos hace tarde, la gente truena la boca, golpea elpiso con los zapatos o levanta la mirada al cielo...después algunos suspiran, exhalan sonoramente:hay que resignarse, no hay nada qué hacer. Aquíno hay cláxones que tocar, ni rutas alternas queprobar, sólo queda esperar. Para viajar diariamenteen estas circunstancias, es necesario haber desa-rrollado alguna estrategia que incremente nues-tra capacidad de resistencia. A veces se puede leerel periódico por encima del hombro del vecino,o simplemente cerrar los ojos y entrar en unomismo o dormitar de pie. Debe evitarse la deses-peración a toda costa. Se va adquiriendo unaimperturbabilidad interior, una calma y una sere-nidad en la mirada que le distinguen a uno delpasajero poco experimentado. Eventualmente seaproximará la estación donde uno quiere descen-der. Para lograrlo, uno debe posicionarse con anti-cipación cerca de las puertas, preguntar quiénesmás van a bajar para poder unir fuerzas con ellos, y

así todos juntos enfrentar el golpe de los quelucharán por abordar. Algunos no conseguiránsalir, pelearán en vano contra la avalancha entran-te y deberán intentarlo de nuevo en la siguienteestación, y al día siguiente, y al día siguiente... Ysin embargo se mueve. Funciona. Es bonito subir-se. Incluso hay veces en que todo marcha bien. Escomo toda la ciudad, es como vivir en el DF, que escomo estar en el Titanic un poco antes de su hun-dimiento irremediable, y ver que todavía es boni-to. Es grandioso.

Además, la muchedumbre excesiva en los túne-les también puede ser aprovechada. Pueden obser-varse organismos bien adaptados a ella, y algunosincluso sobreviven prósperamente en este entor-no. Un buen ejemplo de ello es el vendedor delMetro. El comercio en general —tanto el “formal”como el “informal”— se ve beneficiado con elnúmero masivo de posibles consumidores. Peque-ños locales comerciales pueblan las estaciones delMetro y rodean las salidas de las estaciones en lacalle. Pero el “comercio formal” sólo llega hasta ahí,hasta las estaciones, y sólo se limita a áreas espe-cíficas de ciertas estaciones, desde donde intentapescar algo de los enormes cardúmenes que fren-te a él transitan. En cambio, el vendedor a pie esmucho más versátil, es todo-terreno, puede llegara donde sea en busca de la muchedumbre, sólo élllega a vender dentro de los vagones. Vendiendoen los trenes en marcha, se convierte en el másambulante de los vendedores, y convierte al Metroen un auténtico mercado sobre ruedas. Ahí den-

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

40 41

A todos se nos hace tarde, la gente truenala boca, golpea el piso con los zapatos

o levanta la mirada al cielo...

tro, por unos minutos tiene literalmente un “mer-cado cautivo”: gente sin escapatoria y sin muchoqué hacer, un público expectante. Ahí a bordo haencontrado un nicho ecológico y comercial alta-mente explotable donde ha sabido proliferar echan-do mano de notables cualidades. Ahí recupera laantigua herencia tradicional del merolico, utilizandodiversos recursos histriónicos para capturar hip-

nóticamente la atención del público usuario alanunciarle su producto. Modulan su voz emplean-do una variedad de efectos acústicos llamativos,usando acentos extravagantes, entonaciones rít-micas, curiosas inflexiones vocales y timbres tanestridentes que no parecieran humanos. Así po-nen a la venta toda clase de golosinas, artículospersonales, para el hogar, para la oficina, para el

Liliana Ang, Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM.

ψs

joven estudiante, objetos curiosos, bonitos rega-los para el niño o la niña, productos de novedad,diez pesos le vale, diez pesos le cuesta. Ahí está elchicle blanqueador y sin azúcar o el cepillo de dien-tes con pasta. Ahí está la revista de pasatiempos oel librito para interpretar los sueños. Ahí está lapomada con veneno de víbora o con ketoconazol.Ahí está el llavero-pluma-lamparita con luz de ha-lógeno. Ahí están las chácharas de alta tecnología,importadas desde cualquier rincón del planeta. Ymerece mención especial la industria clandestinade los piratas multimedia, quienes ofrecen al pú-blico una asombrosa variedad de contenidos cul-turales pirateados en diferentes formatos audiovi-suales: todo tipo de música en disco formato MP3o formato normal, extenso surtido en videos mu-

sicales y películas para DVD, VCD o computadora,van caladas, van probadas, van garantizadas. Elvendedor de piratería multimedia ha evolucionadoy desarrollado herramientas originales y tecnoló-gicamente sofisticadas que lo colocan a la van-guardia de los vendedores ambulantes: va cami-nando con su reproductor portátil, pantalla planaen la mano y mochila especialmente adaptada conbocinas superpotentes integradas y una fuente deelectricidad recargable, resultando un merolicocasi biónico, con perfecto camuflaje para confun-dirse con cualquier usuario y pasar desapercibidoal salir de los vagones, pues los vendedores ambu-lantes en el Metro están prohibidos, es comercioilegal, es comercio fuera de norma, es “comercio sub-terráneo”.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

42 43

DE JOSÉ ORTEGA Y GASSET

“Porque, en efecto, la definición más certera de lo que es la urbe y la polis se parece mucho a la quecómicamente se da del cañón: toma usted un agujero, lo rodea de alambre muy apretado, y eso esun cañón. Pues lo mismo, la urbe o polis comienza por ser un hueco: el foro, el ágora; y todo lo demáses pretexto para asegurar ese hueco, para delimitar su dintorno. La polis no es, primordialmente, unconjunto de casas habitables, sino un lugar de ayuntamiento civil, un espacio acotado para funcio-nes públicas. La urbe no está hecha, como la cabaña o el domus, para cobijarse de la intemperiey engendrar, que son menesteres privados y familiares, sino para discutir sobre la cosa pública.”(pp. 194-195)

“He aquí la plaza. No es, como la casa, un ‘interior’ cerrado por arriba, igual que las cuevas queexisten en el campo, sino que es pura y simplemente la negación del campo. La plaza, merced a losmuros que la acotan, es un pedazo de campo que se vuelve de espaladas al resto, que prescinde delresto y se opone a él. Este campo menor y rebelde, que práctica secesión del campo infinito y sereserva a sí mismo frente a él, es campo abolido y, por lo tanto, un espacio sui generis, novísimo, enque el hombre se liberta de toda comunidad con la planta y el animal, deja a éstos fuera y crea unámbito aparte, puramente humano. Es el espacio civil. Por eso Sócrates, el gran urbano, triple extrac-to del jugo que rezuma la polis, dirá: Yo no tengo que ver con los árboles en el campo; yo sólo tengoque ver con los hombres de la ciudad”. (p. 195)

(1929). La rebelión de las masas, Barcelona, Editorial Planeta DeAgostini. 1995.

egún los naguales mexicanos lo único que hay en el universo es ener-gía, y la energía sólo tiene aquí y ahora, un infinito y siempre presenteaquí y ahora. Si alguien pudiera vivir eternamente, el tema del futurole sería intrascendente, en cambio para nosotros que aspiramos avivir no más de cien años, el tiempo resulta ser algo avasallador. Elpasado es el que nos atormenta y del que nos arrepentimos, el futuroes lo que buscamos, imaginamos e inventamos, el presente es lo quenunca nos detenemos a vivir. Hemos dejado de vivir en el tiempopara empezar a vivir para el tiempo.

El futuro es lo que nos hace estudiar no por placer sino para se-guir con algo más, o para conseguir un trabajo después. El futuro eslo que nos obliga a leer apresuradamente un libro para empezar conel siguiente. Es el mismo que nos hace preguntarnos qué tanto le fal-tará a una película cuando ya hemos empezado a verla. El futuro esel que nos incita a contar las horas que podremos dormir antes de acos-tarnos, dependiendo de nuestro horario y las citas del día siguiente.Él nos hace conservar amistades, para no estar solos en el “futuro”. Elfuturo nos hace salir de casa con una botella de agua para cuando ten-gamos sed. El futuro hace que adelantemos materias para que al finalde la carrera no estemos muy ocupados.

Y es que se dice que hay tiempo para todo, pero si se pone atencióna esta expresión podemos darnos cuenta de que el “tiempo” a quehace referencia es el futuro. Se dice para que creas que no morirás, yasí el tiempo sea intrascendente. Otra manera de que el tiempo dejede importarnos es conocer nuestro destino, tomando como premisaque existe algo tal. Si Edipo hubiera sabido toda la tragedia que ten-dría que vivir, tal vez su vida habría sido más tranquila, no por nopasar los sufrimientos predestinados, sino por no tener que preo-cuparse por sus decisiones, cualesquiera que fueran lo llevarían a la

Tiempo:El futuro

LESLIE BORSANI FERNÁNDEZ

Sψs

misma conclusión. Y él lo sabría. ¿Dónde podemosconsultar los hombres modernos un buen oráculo?Pero nosotros, hombres modernos, ya hemos de-cidido que el futuro determina todas nuestras ac-ciones “presentes” y aun así no sabemos qué futurotendremos.

La verdad es que el futuro no puede existir paranosotros, porque cuando avanzamos en el tiempono llegamos al futuro, solamente tenemos más pa-sado y otro presente. En fin (o sin fin), el futuroson los buenos deseos, las uvas del año nuevo, ylos libros de superación personal. Es el calendario,los cumpleaños y los resellos de credenciales. El fu-turo es ahora que entrego esta hoja, el ahora en elque ya no estoy escribiendo y tú estás leyendo.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

44 45

DE LEWIS CARROLL

“Alicia permaneció callada durante algunos minutos, simplemente admirando los campos desde loalto; aunque se daba cuenta de que era un campo muy extraño: Un conjunto de arroyuelos lo cru-zaba hasta sus extremos, y las franjas del terreno estaban divididas en cuadros de setos de arbus-tos pequeños, que corrían perpendicularmente a los arroyos.

—Pareciera que todo está trazado como si fuera un enorme tablero de ajedrez —dijo Alicia, rom-piendo el silencio—; hasta me parecería lógico que hubieran figuras que se desplazaran por... ¡perosi ahí están! —añadió con un grito, sin poder contener su explosiva sorpresa—. ¡Están jugando unaenorme partida de ajedrez!... ¡Una partida a escala mundial!..., bueno, si pudiera considerarse queeste campo es todo el mundo… ¡Oh, cuánto me gustaría participar yo misma en este juego! No meimportaría ser solamente un peón, con tal de participar; aunque, pensándolo mejor, ¡no estaría malser una reina!...” (pp. 124-125)

(1871). Alicia a través del Espejo, México, Editorial Tomo. 2003.

Omar Israel Espinosa Pérez, Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM.

n una conferencia, el profesor emérito de la Universidad Nacional Au-tónoma de México, Ruy Pérez Tamayo, declaró lo siguiente: “En unmundo que depende cada vez más del dominio de la ciencia y de latecnología, el rezago del país en incorporarse al desarrollo de ambossectores condena a la sociedad a decisiones e intereses de los que ge-neran y explotan el conocimiento en el extranjero, así como a las re-ligiones que no toleran la libertad de pensamiento”.1 Esta afirmaciónhace pensar que la relación entre ciencia y sociedad sigue siendo unaque separa las características que hacen a la ciencia del resto de losaspectos humanos generales y la coloca en una posición dominanteen relación con otros ámbitos sociales.

En el ámbito del conocimiento humano, la ciencia ha ocupado unpapel sumamente importante. Se ha considerado como la mejor formade generar conocimiento por varias razones, a saber: la sistematici-dad de sus métodos, los cuales se basan en reglas y normas muy con-cretas; la complejidad de la estructuración de sus teorías; las explica-ciones que han cimentado la consideración, en el pasado y en la ac-tualidad, de algunos hechos como irrefutables o que ya han sidocomprobados a la luz de la experimentación y, en general, a muchosotros aspectos sobre la realidad que han contribuido a que la cienciatenga el carácter que, históricamente, ha llegado a tener y la importan-cia que esto ha significado para las sociedades en las que se desarrolla.

De un modo muy general lo anterior ha sido posible porque laciencia contiene sus propias maneras de intervenir sobre el mundo,así como sus propias formas de entenderlo, de interpretarlo, com-prenderlo y explicarlo. Estos logros y otros (como las formas en que

Develando el orden de laciencia: exploración a partir dela acción y la práctica científicas

ISRAEL ROJAS CAMPOS

E1 La jornada, 10 de junio de 2007, México.

ψs

la ciencia interviene en el mundo natural y social,así como las diversas formas en las que estosmundos se entienden gracias al cuidado que laciencia ha tenido en la elaboración de las formasen las que se explican, es decir, en el cuidado queha tenido la ciencia en decir cómo es la realidad)están involucrados en la delineación de un ciertotipo de orden encontrado en la ciencia. Sin embar-go, atribuir un estado ordenado a la ciencia haceque surja una duda: se da por hecho que la ciencia,como un ámbito ordenador de varios otros de lavida humana, tiene un orden propio, la cuestión es¿en qué radica el orden de la ciencia? El propósitogeneral de este escrito es saber en qué podría con-sistir ese orden por el que la ciencia se caracteriza.

Cualquiera podría preguntarse, ¿qué es el orden?,¿es estabilidad, regularidad, control, equilibrio, dis-posición, acatamiento, seguimiento de reglas?, ¿esobedecer o es imponer? En general, son muchaslas cosas que se piensan cuando se habla sobre or-den. Un aspecto inevitable de este trabajo es quepueden surgir ideas que guíen al entendimientode dicho concepto tomando como escenario a laciencia. Empero, no se pretende establecer una ca-racterística de orden que sea específica de la cien-cia, ni de cómo es que dicho orden instaura lasmaneras en las que se delinean y se definen las ca-racterísticas de la misma. Por lo que las preguntaspertinentes que se pueden formular al respecto delorden pueden ser las siguientes: ¿Es un único tipode orden o es la conjunción de varios ámbitos dis-ciplinarios ordenados? ¿Qué es lo que delimita elorden en la ciencia? ¿Es extensible el orden que laciencia posee a algún otro ámbito, por ejemplo, alos relacionados con cuestiones políticas, religio-sas, a la diversidad de las culturas, a formas de co-nocimiento alternos al de la ciencia o incluso almismo sentido común?

El orden podría entenderse de muchas mane-ras: como estabilidad, control, regularidad, equili-

brio, disposición, acatamiento o seguimiento dereglas y normas, obediencia, imposición, etc. Loque se pretende es dar ideas que guíen hacia elentendimiento del orden en la ciencia. Por ejem-plo, ya han habido preguntas que se han formuladofilósofos e historiadores (de la ciencia) correspon-dientes a entender un cierto tipo de orden en laciencia: Chalmers (1976) se preguntaba ¿Qué esesa cosa llamada ciencia? tratando de develar unamanera en la que la ciencia se comportaba con rela-ción a sus métodos; Kuhn (1962), quien rompió lamanera de ver a la tradición científica con un plan-teamiento diferente de ver a las revoluciones cien-tíficas, también dirigió sus reflexiones hacía pen-sar en el orden de la ciencia dentro de un paradigmaque era el que daba sentido a la labor científica, ala ciencia normal; Feyerabend, en su obra Tratadocontra el método, apostó por una alternativa al mé-todo de la ciencia tomándolo como una forma en laque la ciencia estaba ordenada, con lo cual el autorno estaba de acuerdo pues para él restringía lasposibilidades de la ciencia al empleo de ese méto-do; Popper, con su propuesta del método falsacio-nista, buscaba encontrar una generalidad en eldesarrollo de la ciencia tomando, sólo como rele-vantes, aquellos aspectos que demostraran conte-ner una estabilidad lógica y racional de las teorías,hipótesis, etc. De todas estas posturas se puedeentender que una primera noción de orden estádirigida hacia el método de la ciencia, o a los as-pectos estables que permiten el desarrollo de laciencia y de ahí hacia las reglas en las que se basa.2

Parte del problema es que la ciencia es com-prensible en ciertos niveles y no tanto en otros.No todo lo que se genera en la ciencia es asimila-ble para todos, ni siquiera entre disciplinas; notodas las teorías son entendidas de la misma ma-

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

46 47

2 Feyerabend, P.K. (1975); Popper, K. (1972).

nera en diferentes campos; no todos los avancesson hechos por una preocupación sobre el conoci-miento como algo que se debe aplicar (a nivel téc-nico o teórico); no necesariamente todo el conoci-miento generado tiene que ser lucrativo, lo que nole quita que sea relevante a la sociedad, ¿hastadónde tiene la ciencia una noción de orden que laha caracterizado como proveedora de orden en otrosámbitos (por ejemplo, ideas en el sentido comúnal respecto de muchas cosas sobre la naturaleza, ofrases sobre ciertos productos de uso necesario conla leyenda científicamente comprobado)? ¿Qué tipode orden delimita las reglas de la intervención dela ciencia en la realidad para comprenderla?¿Cómo es posible la interpretación y reinterpreta-

ción de aspectos emergidos de la ciencia, cuandoésta se había encargado ya de ordenar la explica-ción de ciertos fenómenos? ¿Por qué sigue exis-tiendo confusión en el análisis de muchos temasrelativos a la ciencia?

Estas preguntas tienen conexión con la fe deque la ciencia tiene en sí un orden que se crea conel hecho de hacer ciencia. Claro, como la cienciabrinda orden es de esperarse que ella sea autocon-tenedora de un tipo de orden propio, autónomo,que es su guía, que la delimita y la constriñe, poreso se sabe qué sí es ciencia y qué no lo es, dondeella misma es la que dicta la diferencia, donde loshechos son hechos porque la ciencia los ha com-probado, los que no, no son hechos sino que se

Jarúmi Dávila, Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM.

ψs

quedan en el nivel de las creencias, de la imagina-ción, de los pseudo problemas o de lo irracional.Sin embargo, esta fe de trasfondo puede descu-brirse y hacerse explícita si pensamos que el ordende la ciencia se da a partir de otros aspectos. Se daa partir de los personajes, sujetos o agentes, quehacen ciencia (pues la ciencia no se hace a sí misma)y del espacio en el que estos se encuentran: la cien-cia es un ámbito social. El orden de la ciencia esreflejo de las acciones y prácticas de estos sujetosy agentes que hacen la ciencia. Ellos son los queaceptan el orden de la ciencia, lo redefinen, lo uti-lizan y lo desordenan.

Decir que el orden de la ciencia es el reflejo delas acciones y las prácticas de quienes hacen cien-cia es lo que nos da las bases para entender adicho orden. Es decir, el medio del que se haráempleo para entender en qué consiste esta nociónde orden de la ciencia reside en verla desde dosámbitos inmersos en su hacer: se pretende cono-cer los aspectos que caracterizan al orden en laciencia a través de una exploración de sus accionesy sus prácticas. Por lo que en adelante se hablará deacciones científicas y prácticas científicas comoconceptos que llaman al develamiento de la com-prensión del orden en la ciencia. Una inquietudque surge y refleja la relevancia propia del trabajoes la de saber, entonces, cómo es la relación entrelos agentes que se desenvuelven dentro de un mismomedio, es decir, cómo es la interacción en la cienciay cómo es la relación entre diversas prácticas ade-más de las de la ciencia. Algo que no se quiere ha-cer entender aquí es una noción de la realidadparcializada por diversos ámbitos de actividad, nohay nada que establezca los límites entre un ámbitoy otro de la realidad, los marcos no son elementosfijos e inamovibles, siempre es posible que un marcoinfluya sobre otro, lo difícil es establecer hasta quénivel. De esto viene la importancia de entender larelación entre acción y práctica. Es decir, pregun-

tarse por el orden no es decir que el orden existe yque sólo lo empleamos como sujetos sociales in-mersos en una actividad específica de la vida hu-mana, y esa es nuestra base para el desarrollo delconocimiento. Más bien hay que pensar en cómose establece el orden a pesar de que las diferenciasy complicaciones, existentes en un sólo ámbitocomo la ciencia, no dejan que sea un proceso fácil.Como panorama general lo explicaré así: las prác-ticas científicas son llevadas por agentes que rea-lizan acciones enmarcadas dentro de un cierto ám-bito humano, el cual les atribuye el carácter decientíficos por el hecho de estar enmarcadas en elcampo de la ciencia, pero que en su esencia son ac-ciones que no necesariamente hacen a la prácticacientífica, pues ésta más bien depende de la valo-ración que se le haga a la ciencia como poseedorade aspectos que la hacen exclusiva en el ámbitohumano.

Aceptar que hay elementos que conforman laexclusividad de un ámbito humano, o de una espe-cificidad en la práctica científica, implica, en un sen-tido que se puede hacer extensivo a otros terrenos,una especificidad en el ámbito por ejemplo, de loracional3 por un lado; por el otro, es aceptar la ideade una imposición de orden basada en los juicios deun ámbito exclusivo; ambas situaciones carecen

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

48 49

3 Aunque el problema de la racionalidad científica no escentral en este trabajo, es de suma importancia. Se aceptaque no puede haber aspectos que solamente sean raciona-les a través de la ciencia, aceptar esto sería un grave error,sobre todo porque sería dejar de lado que la ciencia estáinfluenciada por múltiples aspectos racionales provenien-tes de otras esferas sociales. El problema de aceptar que laespecificidad en la ciencia dota de los únicos elementosracionales de los que dispone el ser humano tiene comoconsecuencia las omisiones y las malas imágenes que pue-den ser generadas en un ámbito público más amplio, porejemplo, en la comunicación de la ciencia, en la que lo quedebería hacerse es comunicar un carácter racional de la

de fundamentos fuertes para ser las que rijan en elseguimiento de un orden. Si fuera el caso no seríaposible realizar acciones fuera del ámbito de la cien-cia que pudieran ser vistas como pertenecientes aun orden o como racionales (pues la ciencia comoel canon de la racionalidad determinaría los crite-rios específicos de la razón humana), tales comorealizar un buen negocio, comprar una casa pro-curando el patrimonio familiar, reconocer el talentode alguien, aceptar los errores propios y aprenderde ellos, cuidar a la persona amada4, considerar aun candidato como el mejor en la contienda, etc.Ejemplos de este tipo, fuera del ámbito de la ciencia,no necesariamente están fuera del ámbito generalde la racionalidad y no necesariamente tendríanque ser parte de un caos general, pues la ocurren-cia de este tipo de eventos, así como el seguimientode los patrones que los hacen posibles en la vidasocial implica para los sujetos ir por el buen cami-no5, tener orden en sus ideas y en el alcance de susideales, lo que a su vez significa demostrar una ac-

titud racional ante la vida y la conformación delorden social. En todo caso, es pertinente pre-guntarse si existe un aspecto específico de ordenen la ciencia que no cumpla el papel de modelode orden humano. Sería mejor comprender unaidea de orden que dé el carácter racional especí-fico en ese medio (en la ciencia) sin pretenderser el modelo de los demás contextos humanos.Es decir, saber si el orden es el semblante que dacuenta y sentido a los criterios de aceptación, demanipulación y de jerarquización de ciertos as-pectos del mundo por parte de los científicos querealizan acciones científicas. En otras palabras:que sea el orden de la ciencia algo que tenga im-portancia a nivel social y el orden social algo quedé consistencia a la ciencia. Generalmente, ám-bitos separados (pues no se trata de un mismotipo de orden) donde es necesario encontrar unatercera opción de análisis6 que no las separe, quelas tome en cuenta en conjunto y promueva el de-sarrollo de ambos sentidos a nivel intelectual, pro-ductivo, etcétera.

En primer lugar, el sentido de preguntarse porun orden en la ciencia a través de sus acciones ysus prácticas, necesita cuestionarse por cómo seconstituye una acción científica y una práctica cien-tífica. La relación entre ambas puede, si no se tienecuidado, ser trivializada y caer en una naturaliza-ción de la relación entre práctica y acción, dado quela noción tradicional de prácticas se concibe comoun complejo de acciones humanas orientadas aciertas metas.7 Esta acepción del concepto de prác-ticas no toma en cuenta que éstas sólo pueden ser

ciencia que, además de estar enfocado en sus resultados,también tiene que estar enfocado en los procedimientos yen las prácticas científicas (Olivé, L. 2000, cáp. 3). Sinembargo, lo que se pretende remarcar sobre este problema,tomando como ejemplo la comunicación de la ciencia, esque desafortunadamente no todo lo que surge de la cienciaes comunicable de manera adecuada, pues hay muchas omi-siones o malas interpretaciones que se hacen de la ciencia,justamente porque no son comprensibles al estar enmarca-das en un ámbito perteneciente a las acciones científicasexclusivamente, lo que en todo caso generaría el carácterespecífico de la ciencia. La dificultad de comprender lo quegeneran estas acciones es que no es tan fácil entender elaspecto “libre” de influencias culturales y sociales del co-nocimiento científico (o del descubrimiento científico,como lo apunta Olivé), pues la validez de éste, no está enfunción más que de lo que es exclusivo de la ciencia.

4 Para entender mejor la relación entre racionalidad yafectos o emociones, cfr. Elster, J. (1997).

5 Polanyi, M. (1946).

6 Por ejemplo, la idea de “tercera vía”, de AnthonyGiddens (1998), es muy pertinente como tipo de análisis,pues hace alusión a la consideración de dos posicionestanto contrarias como valiosas para el surgimiento de unatercera más completa y co-constitutiva.

7 Olivé, L. (2004).

ψs

apreciadas desde ciertos puntos de vista, es decir,una práctica como hacer pan sólo es apreciablecomo la práctica panadera por el hecho de queexisten panaderos que la llevan a cabo. Esta si-tuación es muy diferente si un ama de casa se daa la labor de hacer pan, pues ¿puede considerar-se a esta ama de casa como una panadera por elhecho de que sabe y aplica cierta parte de su ex-periencia a hacer pan? De igual manera, un pa-nadero no puede ser barrendero por el hecho deremover con una escoba los residuos de harinadel piso, un barrendero no puede ser maestro porenseñar a alguien a barrer, un maestro no puedeser político, un político no puede ser niñera, yasí sucesivamente. Esto es: por un lado, existenprácticas ubicadas en los grupos sociales que losdotan de ciertas características e identidad, y porotro lado, las acciones que se efectúan están ubi-cadas en ciertos contextos que dan la idea de unorden necesariamente preexistente para poderacomodar ciertas acciones pertinentes y favore-cidas por las metas que quieren alcanzar ciertosgrupos. El contexto hace que las acciones seanpertinentes, las prácticas hacen que los grupostengan una función pertinente también, pero lasacciones no delimitan la identidad de los grupos.Por lo tanto, el hecho de que una acción (comobarrer) sea realizada en un ámbito distinto (comoel del panadero) al de su contexto de origen,8

quiere decir que la acción no es del todo consti-tutiva de las prácticas. Esto puede ser pensadode otra manera si se toma en cuenta que existenacciones que no repercuten sobre algunas prác-ticas, más bien depende de la valoración de lasacciones y de los intereses de los grupos, el hechode la apropiación de las acciones como ámbitosordenados de un contexto.

El significado del concepto de acción, en estesentido, se caracteriza por estar ubicado en unámbito subjetivo. Al atribuir al agente toda unaserie de aspectos que son los que le posibilitangenerar acciones, se acepta que él es el único po-seedor de la capacidad de la acción. Sin embar-go, no es la pretensión encerrar a la acción eneste carácter subjetivo, sólo se enfatiza esto conun fin práctico. Más bien se trata de entender elsentido abstracto de acción que ha sido tan pro-blemático en el esbozo de la comprensión de laacción humana: como una ecuación de transfor-mación en diversos ámbitos o sistemas;9 como ele-mentos a ser explicados por la existencia de ra-zones que funcionan como causas de éstas;10

como reflejo de la conciencia humana, al ser re-flejo del componente intencional.11 Este sentidode la acción es en cierta medida necesario, puessi no se supiera (por lo menos esquemáticamente)cómo influye una noción general de acción enlos sujetos, no se podría entender el hecho de lageneración de ciertos tipos de acción a través delas acciones ya hechas por otros individuos. Estoes lo que se puede entender como interacción. Lasformas en que las interacciones pueden ser vis-tas ocupan desde la utilización de los resultadosmismos de una acción, lo que denota un tipo deempleo técnico de la misma, como una forma de

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

50 51

8 Hablar de un contexto en el que se originan ciertostipos de acciones no es hablar de la “génesis” de las accio-nes, sino ver cómo es que esas acciones adquirieron rele-vancia en un ámbito específico de la vida social atribuyén-doles valor a éstas por su pertinencia en la pertenencia a uncampo, lo que genera a su vez la delineación de los ámbitosprácticos y el problema de atribuirles un carácter específico,sin tomar en cuenta que lo que está en duda no son los ele-mentos inmersos en la práctica, sino la valoración que se leda a sus acciones. Un modelo que implica esta valoraciónde las acciones puede verse en Echeverría (2002).

9 Von Wright, H. (1971) y Quintanilla, M. (1989).10 Von Wright, H. (1971).11 Luckmann, T. (1992).

racionalidad técnica12 (es decir, resultados vis-tos como hechos, conocimientos, explicaciones,transformaciones, etc., que sirven de bases esta-bles para la generación de más acciones;13 hastael delineamiento de una situación dada por losdiversos tipos de interacción generadas ahí, ti-pos de interacción ordenados por la situación(i.e. un juego de ajedrez, donde los jugadoresgeneran acciones en función de ciertas reglasespecíficas).

Un aspecto importante es entender cómoestán estructuradas las situaciones para la gene-ración de acciones, pues algo que hay que tomaren cuenta es que no cualquier acción puede sergenerada en cualquier contexto (de manera in-tuitiva se puede aceptar que es imposible beberarena o quemar el agua). Giner (1997) es quienaclara el punto tomando en cuenta la situacióncomo las condiciones de vida por las que pasa unsujeto, pero no sólo él, pues la situación al pare-cer es el esbozo de una configuración realizadasocialmente, las situaciones (como contextos deubicación) delimitan el acervo de acciones perti-nentes para el sujeto, donde el orden es parte delas reglas propias de la situación establecidas so-

cialmente.14 Pero también la situación como si-tuación vital es una característica propia del sujeto,lo que rompe con el constreñimiento local de lageneración de acciones posibles. Es decir, tambiénlos sujetos delimitan sus acciones con respecto ala situación que están vivenciando independiente-mente del ámbito geográfico en el que estén (i.e.enojarse en casa por algo acontecido en el trabajoenmarca al sujeto en una situación o estado emo-cional, sin tomar en cuenta el contexto que oca-sionó tal emoción, lo cual puede llevarlo a actuarde cierta manera).15 Este doble carácter de la situa-ción es lo que normalmente se conoce como lógicadual de la situación, el cual esboza una tensión entrelos aspectos subjetivos y estructurales de la gene-ración de acciones, así como el rompimiento de lascondiciones objetivas de la generación de acciones,con las apreciaciones que los sujetos tienen de ellas.

La situación, en el sentido de condiciones ob-jetivas, físicas o geográficas, puede entenderse comouna noción de orden específica basada en elemen-tos tangibles, generados por la experiencia com-probada y tomados como base para la generaciónde otros tipos de acciones, tales como las científi-cas en la generación de hipótesis, la comprobaciónde teorías, las experimentaciones, etc. Es ordenporque es difícil la negación del carácter objetivoque permite la manipulación y apreciación comoelementos estables de la realidad.

Sin embargo, el otro aspecto de la situación, elde la vivencia propia del sujeto, no queda excluidodesde el punto de vista de la búsqueda del orden (enla ciencia). La diferencia fundamental es que elorden que surge a partir de tomar en cuenta este

12 La relación entre racionalidad y acción es muy recu-rrente en la literatura filosófica, sociológica y psicológica.El apelativo de técnico en la racionalidad hace alusión alempleo de resultados “aceptados” como bases para el es-tablecimiento de una normativa racional, despojando aésta del carácter apriorístico que ha generado riesgos detomar en cuenta acciones como irracionales, por no estarapegadas a los cánones racionalistas impuestos. Así, losresultados ya comprobados y aceptados son los nuevoscánones de la racionalidad, permitiendo que las accionesse generen sobre estas bases y tomando como irracionalesa las acciones que no se basen sobre elementos ya explici-tados (no abstractos como la estructura a priori). Cfr. Quin-tanilla, M. (s/f).

13 Op. cit., p. 4.

14 La situación,como ubicación,puede ser entendida comolos asentamientos físicos de la actividad social, lo cual implicauna noción de situaciones (o como lo llama Giddens [1999]en este sentido “lugares”) geográficamente establecidas.

15 Nicol, E. (1941), pp. 90-91.

ψs

ámbito abstracto de la situación (porque no es tan-gible ni cuantificable o ubicable geográfica o física-mente) requiere de la aceptación de un aspecto dife-rente del hacer, es decir, sólo puede facilitar ciertoorden en la medida en que éste genere tambiénresultados que bien pueden ser tangibles o relevan-tes para cierto contexto como el científico; pero losprocesos por los cuales ocurre esto disienten deaquellos dados por el constreñimiento a una ima-gen prevista de cómo se debe proceder en ese ámbi-to. Así el orden se va dando en la medida en que loshaceres se van generando y modificando constante-mente, es decir, se van dando ciertas nociones deorden a través de las prácticas.

Al estar cimentada una situación por la actividadsocial, se puede dar por hecho que el tipo de ordendado en las prácticas tiene que moverse por esteterreno, por el de la confluencia social de la activi-dad. Pero hay que hacer la diferencia de que esto noes el análisis de la interacción como la generación deacciones por las acciones de otros. Pues este sentidode interacción toma como bases estables lo quehabíamos considerado como racionalidad técnicamencionada más atrás. La práctica, sobre todo lacientífica, radica en un ámbito más complejo. El pre-guntarse por un orden a partir de las prácticas cientí-ficas es preguntarse por si existe una noción diferen-te de orden al generado a través de la acción. Enprincipio, se considera a la práctica científica comocualquier práctica social. Esto hace pensar que unacierta noción de orden social es compartida por laciencia como práctica.

A pesar de la semejanza que se pudiera encon-trar entre el orden de la ciencia y el orden social,que puede darse por hecho,16 en el fondo se gene-ran desdibujamientos con respecto al orden que

ha dado a la ciencia el carácter que tiene. Pues altomar en cuenta a la ciencia como una práctica so-cial más, considerando a las prácticas como ámbi-tos poseedores de un cierto orden, cuando se hablaen la literatura especializada sobre ciencia, en rea-lidad no se hace gala de los aspectos que compartecon otro tipo de prácticas sociales (i.e., la religión,la política, el arte, la vida cotidiana, etc.), sino quesigue manteniendo una primacía en el ámbito socialgeneral, es decir, hay un orden en la representaciónde la ciencia como práctica social que la mantieneestable, que la mantiene como forma de conoci-miento (en su desarrollo y generación) privilegia-da, pues se sigue haciendo hincapié en que tras-ciende el ámbito de lo intuitivo, del sentido común,lo cual no se niega, pues ha generado explicacio-nes más esquemáticas y trascendentes que las quehaya generado cualquier otra esfera de la vida social.Por lo tanto, en el análisis de la ciencia se requie-ren aspectos que vayan más allá de darla porhecho como una práctica social más, pues siguehabiendo reivindicaciones epistémicas que laseparan en mayor o menor medida de la noción depráctica social, a pesar de que se devele que en suesencia es verdad. La cuestión es: si la ciencia esuna práctica social, ¿en que radica lo social de laciencia? ¿Es en su forma de generación de conoci-mientos o en su organización? ¿Es el orden de laciencia como práctica social el mismo tipo deorden de cualquier otro grupo en la vida social?

Para ello hay que entender ciertos factores queapelan por la vindicación de una noción de prácti-ca como un ámbito más complejo del mero esta-blecimiento de cierto orden. Tomando en cuentalos aspectos personales dados en una situaciónhay que pensar en cuáles podrían ser los factores

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

52 53

16 El propósito de este trabajo no es establecer en quéconsiste el “orden social”, por lo que darlo por hecho es unabuena manera de expresar que, en realidad, el interés pri-

mordial es saber cuál es el orden de la ciencia. Si este últi-mo es analógico a una representación de lo que es el ordensocial, no se cuestionará en este trabajo dicha equiparación.

que revelarán el carácter personal del hacer huma-no. Uno de ellos es dado por la presencia de uncomponente tácito en la práctica científica.Michael Polanyi atribuye al juicio personal un fac-tor de rompimiento con las imposiciones de con-diciones objetivas que se le presentan al sujeto. Sibien es necesario aceptar la necesidad de las con-diciones objetivas como bases para que el sujetotenga ciertas experiencias al respecto de su situa-ción, también es importante reconocer que estascondiciones no son suficientes para la conforma-ción de pensamientos y la generación de conoci-mientos del sujeto. Esto puede ejemplificarse enuna relación entre maestro y alumno: en la prácti-ca científica, desde su inicio en la educación y elaprendizaje sobre la misma, es necesario aceptarlos aspectos objetivos que enmarcan una discipli-na (por ejemplo, la química), si un alumno, en sufase de aprendizaje y experimentación, no fueraconstantemente regulado y corregido por el maestro(la figura que refleja el asentamiento de las basesobjetivas) incurriría constantemente en errores queno le permitirían contar con los conocimientos bá-sicos para el seguimiento de su formación.17

En principio se puede aceptar que este tipo deregulaciones están bajo el supuesto orden dado através de la aceptación de ciertas nociones básicasde una disciplina (las teorías que la sustentan, losconceptos básicos, herramientas que la identifican,así como su uso, etc.). Pero también la constancia ydedicación de un alumno son pensables gracias auna elección de él, a una decisión personal genera-da por la seducción que esa parte de la ciencia ejer-ció en él, lo que en la formación profesional delmismo alumno le servirá como motivación paraaprender más y tomar conciencia de su hacer, de supráctica. Posteriormente, cuando el alumno se vuel-

va investigador y haya aprendido y dominado losconocimientos básicos de su disciplina, comenzaráa hacer empleo de ciertas intuiciones que lo guiaránpor el buen camino que él mismo considere para larealización de ciertos hallazgos y descubrimientosen su área. Tanto la elección de su actividad como elseguimiento de sus intuiciones para la generaciónde nuevos hallazgos en la práctica científica signifi-can un rompimiento con los marcos establecidospor las estructuras institucionales o las regulacio-nes metodológicas que la ciencia impone, pues és-tas no son suficientes. Son rompimientos que deve-lan la presencia de un factor tácito en los esquemasde descubrimiento científico, son reinterpretacio-nes de lo dado y lo impuesto, estas redefinicionesde cómo debe verse la naturaleza son muestras de loque dice Polanyi sobre que “sabemos más de lo quepodemos decir que sabemos”.18

Esas cosas que sabemos más de lo que pode-mos decir que sabemos son las que se hacen sinexplicarse, son la columna vertebral de las prácti-cas, pues si en algo se caracterizan éstas es en suconstante redefinición y en la falta de aprehen-sión que contienen. Polanyi mismo acepta que estefactor tácito es importante para la conformaciónde las prácticas científicas. Sin embargo, no es apre-ciable, aun bajo este parámetro, la complejidadsocial de las prácticas y mucho menos apreciar laconstante relación que existen entre diversas prác-ticas, si muchas comparten el carácter en lo subje-tivo de cada uno de sus practicantes, es importantereafirmar que las prácticas son así porque hay gru-pos sociales que las soportan. El carácter que tie-nen los grupos como poseedores de las prácticases también relevante para entender en qué radicaen primera instancia el orden de la ciencia y, enúltima, el orden social.

17 Polanyi, M. op. cit., p. 43. 18 Ibid., p. 11.

ψs

Los grupos generadores de prácticas tienen queestar conformados de cierta manera para poderapreciar la práctica que están llevando a cabo y asípoder hablar de los practicantes de los diferentesámbitos de la ciencia, de cierta religión, de ciertaposición política, de cierto estatus económico, etc.Algo en lo que puede pensarse es la posibilidad deque los grupos o colectivos pueden comportarsecomo sujetos colectivos, para poder hablar de unacierta característica de la práctica que es llevada acabo por ellos. La autonomía de los colectivos esposible, en su pensar, porque los acuerdos a los quellega un colectivo puede disentir de las considera-ciones individuales de cada uno de los miembrosque lo componen, esto en la filosofía es consideradoun dilema discursivo.19 El acuerdo colectivo pasapor una serie de consideraciones también ya esta-blecidas sobre lo que es pertinente para el grupo,así, una teoría, un hecho, una explicación de cómoes la realidad puede ser compartida por la genera-lidad de los miembros, conciente o inconsciente-mente. Esto es posible gracias a que los gruposcontienen, en el establecimiento de sus acuerdos,una forma intencional en cada uno de sus miem-bros consistente con una estructura de nosotros queno es suficiente, pues esta característica intencio-nal no garantiza la conformación de la prácticacolectiva. Además de ello, tiene que haber compro-misos y responsabilidades que los miembros, bajoel marco de la estructura intencional compartida,tienen que acatar, garantizando así que los acuer-dos en conjunto sean el reflejo de decisiones pro-pias, así como de la presencia de una concienciade pertenencia que es la que da consistencia a lapráctica presente en el grupo. Además, es el ejerci-cio libre de las ideas de cada uno de los sujetosante las limitaciones impuestas por el grupo, a

pesar de que estas últimas en cierta medida sonnecesarias (en tanto que son aceptaciones pre-vias), también es en la aceptación de esos compro-misos y responsabilidades que, a su vez, cumplenel papel de identificar el aspecto que da sentido alos grupos como realizadores de ciertas prácticas.

Esta noción colectiva de generación de acuer-dos y aceptación de los mismos es dada por lo quePettit llama colectivización de la razón, en cuyo senose encuentran las bases del establecimiento de unorden aceptado y conformado por los grupos en lamedida que, la conformación de ciertos acuerdos yel empleo de los que ya han sido hechos, denotauna forma de orden ideológico necesario para latoma de decisiones y la caracterización de los gru-pos. Sin embargo, no todos los grupos generanacuerdos por la aceptación total de los miembrosque lo conforman, obviamente hay tensiones yéstas son muy importantes para entender que elorden, y el establecimiento de los aspectos que lodenotan en los grupos que hacen ciencia, que prac-tican ciencia, es una noción de orden que se esta-blece bajo muchos otros requisitos.

En la ciencia, como en cualquier práctica so-cial, al estar conformada dentro de un grupo, exis-ten toda una serie de factores que requieren deaspectos que guíen el alcance de ciertas metas oque doten de sentido a la realización de las prácti-cas. En la práctica científica se puede tomar comogeneralidad que esos aspectos adquieren el papelde verdades. La ciencia se puede entender bajo elinterés del alcance de esas verdades: verdades quepermean en el conocimiento común, en el estable-cimiento de hechos, en la conformación de unpensamiento de la sociedad en la que se hace cien-cia, explicaciones sobre la naturaleza, el compor-tamiento de la sociedad y, en general, todos aque-llos que hacen que la ciencia se gane el dote degeneradora de un tipo de orden. Pero para que estoocurra, las verdades, que son consideradas como

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

54 55

19 Pettit, P. (2004).

tales por la ciencia, no surgen por sí solas de lanaturaleza, no son dadas en placas de piedra porningún ser inefable, sino que son, como en todogrupo, acordadas y aceptadas con la mediación deciertas tensiones. Estas tensiones son las que hacenque el establecimiento de orden por parte de la cien-cia tenga a su vez que requerir de un orden nobasado en los hechos, pues son estos los que estánen disputa; es decir, disputas o luchas que llevan acabo los defensores de una verdad científica. Lu-chas con base en los recursos materiales y sim-bólicos que posee cada miembro que está a favorde la aceptación de esa verdad, preparación de loscuadros, de los sujetos que van a ser educados bajolos preceptos de dicha verdad, comunicación y ex-pansión de la predicación de la verdad, todo eso,correspondiente a la consideración de la cienciacomo un campo.20

Hablar de la ciencia como campo es hablar detodas las tensiones que se llevan a cabo en ella, dela imposición de nociones de orden que la cienciava a tener, de la transformación de esta noción apartir de posiciones disidentes con respecto a ella,del desacuerdo y divergencia que, a su vez, y en lamedida que se vayan ganando batallas por la de-fensa de una noción de verdad (de un orden), ge-nerarán nuevas formas de convergencia y de acuerdo,es decir, de un nuevo orden. Todo ello contenido enla complejidad que significa ver a la ciencia comouna práctica social atravesada por los elementosmás abstractos de la acción, así como maximizadaa lo inaprensible y a lo indefinible del orden quegenera. La diferencia es que mientras que el ordenya generado se evaporó dentro del grupo en el quese creó y se va disolviendo en diferentes ámbitosde la realidad social, se van generando constante-mente nuevas verdades, nuevos hechos y nuevas

explicaciones al respecto de los mismos. Los hechospara un contexto son las fantasías para otro; asícomo las verdades que explican cómo es el univer-so en una situación son obsoletas y desaprobadaspara los que se encuentran inmersos en el hallazgode la contrariedad de esas imposiciones pensadascomo absolutas e inamovibles.

No siempre la disidencia es intencional, hay queaceptarlo, pero cada vez que se genera una o que seencuentra una, por las razones que sean, hay de-trás una noción, en principio, de acción que ayudaal sujeto a entender con qué se está enfrentando ylo va modificando, comprendiendo de tal maneraque es él quien después termina de actuar para em-pezar a pensar y, por ende, a practicar. El sujetoestá bajo el respaldo del grupo social que lo apoyao lo rechaza, donde puede encontrar aliados o ene-migos, pero en el movimiento constante de todosesos elementos se encuentra siempre detrás el ordenque se piensa, es el orden que explica, que resuelvey los conforta bajo su manto, los cuales, a final decuentas son los que terminan rompiéndolo y ge-nerando uno nuevo, cada vez más complejo quizá.Todo acto de negación de lo viejo debe ser solida-rio con un acto de creación y sedimentación de lonuevo. La ruptura del pasado supone el estableci-miento de un nuevo orden. Lo viejo no asimiladose desecha, lo viejo utilizable se transforma y seaglutina con lo nuevo.21 Cada visión, cada percep-ción del orden bien puede ser una pequeña partede todas las alternativas posibles. A pesar de queconstantemente se encuentren cosas que atentencontra el supuesto orden que la ciencia posee, esdecir, las contingencias, las irregularidades, los im-previstos, los errores, los súbitos hallazgos,no puedenegarse la presencia y necesidad del concepto. Nopuede saberse de manera simple en qué consiste,

20 Bordieu, P. (2001), p. 20. 21 Rodríguez, J. (1998), p. 6.

ψs

y justo ése es su carácter; tratar de asirlo sería equi-valente a caer en el viejo racionalismo que dejabade lado cuanta posibilidad de ampliación del co-nocimiento existiese. El orden de la ciencia es unaidea que da frutos, es un incentivo a la confianzaque se ha depositado en la ciencia. Es responsabi-lidad de todos los que generan ciencia, y de todosa quienes ésta significa un espacio de trabajo y re-flexión, seguir alimentando la idea de orden pormedio de su comprensión, pues ésta es la que a finalde cuentas dota de sentido y de valor a la cienciamisma y facilita a su vez que gracias a ésta, la hu-manidad posea el orden que actualmente tiene.

BIBLIOGRAFÍA

Bourdieu, P. (2001). El oficio de científico, Barcelona,

Anagrama. 2003.

Chalmers, A. (1976). ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?,

México, Siglo XXI. 2001.

Echeverría, J. (2002). Ciencia y valores, Barcelona,

Ediciones Destino.

Elster, J. (1997). Egonomics, Barcelona, Gedisa.

Feyerabend, P.K. (1975). Tratado contra el método,

Madrid, Altaya. 1999.

Giddens, A. (1998). La tercera vía. La renovación de

la social democracia, México, Taurus. 2002.

——— (1999). Consecuencias de la modernidad,

Madrid, Alianza. 2004.

Giner, S. (1997). “Intenciones humanas, estructu-

ras sociales: para una lógica situacional”, en Cruz, M.

(coord.) Acción humana, Barcelona, Ariel, pp. 21-126.

Kuhn, T.S. (1962). La estructura de las revoluciones

científicas, México, Fondo de Cultura Económica. 2004.

Luckmann, T. (1992). Teoría de la acción social, Bar-

celona, Paidós. 1996.

Nicol. E. (1941). Psicología de las situaciones vitales,

México, Fondo de Cultura Económica. 1989.

Olivé, L. (2000). El bien, el mal y la razón, México,

Paidós/UNAM. 2004.

——— (2004). “De la estructura normativa de la

ciencia a las prácticas científicas”, en Valero J. (coord),

Sociología de la ciencia, Madrid, Edaf, pp. 57-80.

Pettit, P. (2004). “Groups with minds of their

own”, en Schimtt, F. (ed.), Socializing metaphysics, Nueva

York, Rowman and Littlefield, pp. 167-193.

Polanyi, M. (1946). Ciencia, fe y sociedad, Madrid,

Taurus. 1961.

Popper, K. (1972). Conocimiento objetivo, Madrid,

Tecnos. 1988.

Quintanilla, M. (1989). Tecnología: un enfoque filo-

sófico y otros ensayos de filosofía de la tecnología, México,

Fondo de Cultura Económica. 2005.

———(s/f). La tecnología como paradigma de acción

racional. Inédito.

Rodríguez, J. (1998). “Introducción”, en Descartes,

E. (1637), El discurso del método, México-España, Edi-

visión/Alba. pp. 5-14. 1998.

Von Wright, G.H. (1971). Explicación y comprensión,

Madrid, Alianza. 1979.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

56 57

DE MICHEL FOUCAULT

“Me han reprochado bastante estas obsesiones espaciales y, en efecto, me han obsesionado. Pero através de ellas, creo haber descubierto lo que en el fondo buscaba, las relaciones que pueden exis-tir entre poder y saber. Desde el momento en que se puede analizar el saber en términos de región,de dominio, de implantación, de desplazamiento, de transferencia, se puede comprender el procesomediante el cual el saber funciona como un poder y reconduce sus efectos”. (p. 319)

(1976). Estrategias de poder, Barcelona, Paidós. 1999.

ablar más o menos de lo importante cada vez es más difícil, y lo esmás cuando hoy en día lo importante resulta ser algo tan insignifi-cante. Es decir, si hablo ahora de que alguien no me llamó para can-celar una cita de amor, seguramente la persona que escuche mi dramadiría —no es para tanto— y efectivamente no lo es, en términos dequien no lo vive. Pero el hecho es que a todo el mundo le sucede esasensación de que lo que para uno es importante, para el resto delmundo no lo es; al menos no en la misma magnitud. Supongamos,por ejemplo, que es más importante hablar o establecer una conver-sación acerca de lo que sucede en el país (que debería serlo). Que sila crisis de Pemex, que si los derrames del petróleo, que si murieronpersonas en una plataforma. O más “importante” aún, hablar de loque le sucede al mundo. Que si el calentamiento global, que los tor-nados, que los huracanes y las inundaciones, que el CO2 es el culpa-ble de que ahora por estos días haga muchísimo frío, cosa que de pri-mera lectura me parece algo irónico, y si me atreviera a negarlo, sinduda el del error sería yo, porque ahora el calentamiento global dejóde ser una teoría para convertirse en una moral, una nueva forma deasimilar al mundo sin razonar, una aceptación universal como muchasque tenemos hoy en día y que suelen ser tan insignificantes. Que siBush nos engañó, ¡bueno, no importa! Ya sabíamos que no era unsuperhéroe contra el terrorismo y que fue su guerra a favor de lalibertad de los McDonald’s y la ocupación militar para controlar losyacimientos de petróleo. Bueno, pues el calentamiento global meparece algo similar, sólo que tendremos que esperar muchísimos añosantes de descubrir que todo era una simple campaña política mun-dial, o una moda. Hoy en día millones de dólares a la causa, todos loslideres preocupados por utilizar energías menos contaminantes. ¡Qué bien!Y, mientras tanto, los conejillos de indias son los países africanos;

Qué importalo importante

MARCO ANTONIO VICARIO OCAMPO

H ψs

por ejemplo, en Nairobi existen hospitales de pruebaque funcionan con celdas solares como fuente deenergía (que no alcanza para un refri de medicinas);en un país que no puede darse el lujo de experi-mentar, pues la mayoría de los países africanos estánen fase de sobrevivir. ¿Cuántos hospitales en Eu-ropa o Estados Unidos utilizan fuentes de energíaalternativa? A mí, se me despiertan sospechas pa-ranoicas de que quieren evitar el desarrollo africanodiciéndoles —no gasten su petróleo, su carbón, susrecursos. Pero hay que darle la importancia que me-rece, hay que hacer una cumbre en Nairobi; el calen-tamiento global es el gran tema y un grito de guerra,¿contra quién?,contra quien sea y cualquiera que dudede ello es inmoral o,peor aún,un hereje,un insensible.

¿Lo anterior es importante?, ¿para quién?, hoytal vez sólo para mí. El lector seguramente no sabeque el verdadero coraje es contra aquella chica queme canceló la cita y que en realidad lo único que meimporta es lo que me pasa a mí y a mi alrededor aunos 10 o 15 metros (y sigue disminuyendo la dis-tancia), soy consciente de ello. Aunque mucha genteno. Sólo que para poder charlar con alguien hoyen día se necesita un tema importante, aunque ca-

rezca de sentido; y como dudo que alguien quierahablar del porqué me cancelaron mi cita, siendoyo mi única excepción, al menos me gustaría quela gente se diera cuenta de que ya nada importa, ysi importa para uno, no importa para los demás,¿por qué será esto?, es que ya nadie hace interesanteel diálogo utilizando lo común y lo cotidiano comolo es una cita, por ejemplo. Es mejor hablar de loinsignificante que es el mundo sin sentir pena porello. Poner cara de seriedad, ser como grabadorasde noticias y chismes. Al menos puedo decir quetal vez me cancelaron mi cita por no conversar delo importante, porque me di cuenta de que conver-sar no sólo implica hablar de lo importante parauno, sino callarse a oír lo importante para el otro.Nos daríamos cuenta de la importancia de no razo-nar los afectos de los demás, y de tratar de sentirlos pensamientos que aparecen en forma de dis-curso en el otro, o sentimentalmente, mejor dicho,en forma de charla, ya que para que algo sea impor-tante tiene que tener un carácter literal de sentido,significante y lo más importante, de sentimiento,he ahí el porqué ya nada parece importante. Yanada se siente.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

58 59

Diego Narváez Herrasti, Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM.

ace unos días, viendo el televisor, se me hizo interesante el comentariorealizado por Ángeles Mastretta. Ella decía que muchos problemasdel entorno familiar se debían al dominio del control remoto, yo,incrédula, sólo escuchaba, ya que de primer momento, las declara-ciones vertidas por la escritora sonaban irreales, pero ahora, ya me-ditándolo un poco más, me doy cuenta de que puede ser cierto. Ellacomentaba que el motivo de varios divorcios es el control remoto yllevando el comentario a un plano real, es cierto.

Siendo la noche, el matrimonio se encuentra en su recámara, ambosviendo la televisión, ¿qué pasa si uno de ellos le cambia el canal?¡Claro! El otro se retira de la habitación y es en ese instante en el quecomienzan las discusiones; el control remoto es probable que no seael motivo principal de la discusión, pero fue el “cerillo que encendióla mecha”. Otro ejemplo común es: un domingo por la noche la fami-lia en la sala, todos viendo un programa en la TV, y a alguien se le ocurrecambiarle, ¿qué ocurre? Comienza el toma y daca del control de la tele,si se llega a un acuerdo, qué bien, pero si no, lástima, ese momentoen familia se verá opacado por la intromisión del control remoto.

Hasta aquí todo parece trivial; quizá de todos los días, pero, ¿quéconlleva tener el control remoto en la mano? La respuesta es senci-lla, el control remoto implica poder, como su palabra lo indica con-trol; así es, porque el que tiene en sus manos el control remoto de laTV es quien decide qué programa ver y en qué momento, si sintoni-zarán los comerciales, o si bien en los comerciales le cambiará a otrocanal y cuando vuelva al programa que estaba viendo, se dará cuentade que está mejor el otro canal, entonces quien decide qué ver y quéno ver es el que posee el control remoto. ¡Claro! En algunos casos,posiblemente los menos, la situación sea otra; todos los que en esemomento estén entretenidos observando el televisor llegarán a un

¡Claro!El control remoto

NAYELI GUIJOSA PICHARDO

Hψs

acuerdo sobre el programa que verán. A mis pocosaños de existencia, escasas veces he observado estefenómeno y ¡sí! Es todo un fenómeno, porque nose da muy a menudo.

CONTROL REMOTO Y CULTURA

La tecnología poco a poco ha ido facilitándonosla vida, y no tener que levantarnos para cambiar-le de canal al televisor nos evita el esfuerzo. Es-tudios han revelado que si no existiera el con-

trol remoto, las personas bajaríamos un poco depeso y, haciendo cuentas, multiplicando lasveces que le cambiamos de canal a la TV por elnúmero de calorías que estaríamos quemando,el peso a bajar sería asombroso. Creo que unamedida que las personas con sobrepeso puedentomar es eliminar el uso del control remoto; asíal menos harían un poco de ejercicio. Aunque sien México llevamos esta medida a la práctica,muy probablemente la gente sería —o seríamos

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

60 61

Liliana Ang, Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM.

capaces— de dejarle en un mismo canal todo eldía, con tal de evitar la fatiga.

En programas que hablan sobre relaciones in-terpersonales, he escuchado que uno de los tipscuando uno va de visita a la casa de un amigo,pariente o futuros suegros, es que no se le ocurratomar el control remoto ¿Por qué? Pues porquecon ello está invadiendo el espacio de algún inte-grante, o de toda la familia, dependiendo el caso,es como si el visitante dijera “ahora el que decide

soy yo”, este hecho lo único que provocaría sonasperezas con los anfitriones.

Como el anterior hay muchos casos, y sólo vién-dolo en la cultura mexicana, a lo mejor llevandoeste tema a otros países la situación sea distinta.

¿Por qué creen que en la Facultad los televiso-res tienen bloqueados los canales abiertos y úni-camente se ven un montón de puntos blancos ynegros en la pantalla? ¡Claro! Pues, porque los di-rectivos creen que si dejan las televisiones con los

canales abiertos estarían cediendo un poco de supoder al alumnado. Esto es sólo una suposición,pero no por ser suposición está fuera de la cohe-rencia, ésta quizá sea una de las varias razones yno la única. Esta misma situación se da en lugarescomo hospitales, restaurantes, oficinas, supermer-cados, etc. con sus respectivos pacientes o clientes.

CONTROL REMOTO Y PERSONALIDAD

Comúnmente las personas que tienen el mandode la TV son seres que por el lugar que ocupan tie-nen cierta jerarquía. En la familia lo esperado seríaque los padres lo tuvieran, en el lugar del trabajo,los jefes lo tendrían en su poder; ¿pero qué pasa sino es así? En el entorno familiar si los hijos sonlos que tienen el control remoto, estaríamos obser-vando que este integrante de la familia lleva a cabopoder y autoridad sobre los demás, por lo tantopensaríamos que le gusta que las cosas se hagan asu modo y no está dispuesto a ceder a las decisio-

Estudios han revelado que si no existierael control remoto, las personas

bajaríamos un poco de peso.

ψs

nes de otros, eso por un lado, y si no, es que el hijoestá viendo su programa favorito, y los demás debenaguantarse, porque saben que las consecuenciasde contradecirlo podrían ser graves.

Otro de los casos a resaltar es el mío, por ejem-plo en la mañana del fin de semana lo primero quebusco es el control remoto, y de no encontrarlo míhumor se verá cambiado en un santiamén, a dargritos aterradores por toda la casa; de pronto, mimadre me pregunta —¿Qué es lo que te pasa? —Yle respondo —Pues es que perdí el control —y medice— sí, eso ya lo noté, pero, ¿por qué estás así?, —laexplicación que le doy es: perdí el control de la tele,mas no que yo haya perdido el control. —Mmm. Ahorame doy cuenta de que la observación de mi madrees cierta. Al perder el mando de la tele pierdo el con-trol, sí, el control de mis impulsos, emociones. Esdecir, mi personalidad se ve por momentos trans-

formada, todo por saber dónde se encuentra elmando de la tele.

Como sociedad son muchas las adjudicacionesque le hemos hecho a este aparato, tales como de:propiedad, control, autoridad, mando. Poder, entreotras. Todo esto sin considerar al aparato que con-trola, en este caso al televisor, porque es típico quelas madres chantajeen a sus hijos con el clásico sino haces la tarea, no hay televisión, incluyendo todassus variantes. Y esto inevitablemente va siendoparte de nuestra cultura y va transformando nues-tra personalidad con tal de poseer o evitar las con-secuencias del control remoto.

Ahora que leo este ensayo concluido, no mequeda más que agradecerle a la escritora al prin-cipio mencionada, y al comentario que vertió, yaque de no haberlo dicho este ensayo no hubieraexistido.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

62 63

DE ITALO CALVINO

“Trataba de percibir una sintonía entre el movido espectáculo del mundo, unas veces dramáticootras grotesco, y el ritmo interior picaresco y azaroso que me incitaba a escribir. Rápidamente adver-tí que entre los hechos de la vida que hubieran debido ser mi materia prima y la agilidad nerviosae incisiva que yo quería dar a mi escritura, había una divergencia que cada vez me costaba másesfuerzo superar. Quizá sólo entonces estaba descubriendo la pesadez, la inercia, la opacidad delmundo, características que se adhieren rápidamente a la escritura si no se encuentra la manera deevitarlas.

En ciertos momentos me parecía que el mundo se iba volviendo de piedra: una lenta petrificación,más o menos avanzada según las personas y los lugares, pero de la que no se salvaba ningún aspec-to de la vida. Era como si nadie pudiera esquivar la mirada inexorable de la Medusa”. (p. 20)

(1972). Las ciudades invisibles, Madrid, Unidad Editorial. 1999.

últimos tiempos, una fuerte campaña ha cobrado fuerza en losmedios de comunicación nacionales. Televisa diariamente nos bom-bardea con anuncios que ejemplifican los otrora vigentes valores dela sociedad mexicana y que terminan siempre contundentementecon la frase que da título a este trabajo. TV Azteca se jacta de ser una“señal con valor” y el consejo de la comunicación presenta spots pa-gados que llaman a levantar la voz contra el corrupto, el ladrón, elque discrimina, etcétera.

Todo esto estaría muy bien, si la realidad no fuera mucho másgrande que los comerciales. Desgraciadamente esto no es ni con muchoalgo tangible. ¿Puede usted creerlo? El duopolio televisivo y losempresarios nacionales ahora son portavoces de la moral en el país.Los mismos que se sienten dueños de las telecomunicaciones, los due-ños del dinero, de quienes solamente debemos preguntarnos, ¿cómoes que amasaron sus fortunas?, nos vienen a pisotear los ya de por sícaídos valores que aún tenemos. ¿Es acaso concebible que el hombremás adinerado del mundo coexista en un país junto a millones queviven en la miseria? ¿Y ese valor moral cómo se llama? ¿Acaso seráalguno muy nuevo? Seguramente no, lo cierto es que eso no tienenombre. Y ellos son los que ahora nos van a dar clases de moral.

Pero esto es sólo un síntoma de nuestro tiempo; la iglesia,encubridora de pederastas, la televisión que imagina que la genteson todos deficientes mentales, los políticos corruptos que prego-nan la transparencia, en fin, casi cualquiera se atreve a dar leccio-nes hoy día. Pero, ¿por qué? ¿Cómo es que aceptamos fenómenoscomo estos? La respuesta la tenemos frente a nuestros ojos: la ena-jenación casi total de la que somos víctimas. Pasamos mucho mástiempo del que deberíamos viendo sin mirar esa caja gris copiandoburdamente el american way of life mientras verdaderos pilares morales

¿Tienes el valoro te vale?

LUIS DANIEL MIRANDA ASTUDILLO

Aψs

como el concepto de familia se van resquebrajandopoco a poco.

La televisión nos ha seducido con su máscara desencillez, recreación y sabiduría, ¿pero es acaso suculpa? No, por supuesto. Ella juega su juego, vivepara servir a sus dueños. Y pareciera que no hay con-traveneno capaz de hacerle frente. El pueblo enaje-nado es un pueblo pobre, esclavo, servil. Sin embar-go, el contraveneno está más cerca de lo que parece.La educación, tan venida a menos en los últimossexenios, es la única forma de recuperarnos y rom-per el ciclo. Pero no la educación elitista, plástica,desechable y automatizada, sino una educación hu-manista, cultural, integral, plural, que nos hable devalores con toda la autoridad moral de quien conoce

la historia. Educar para crear conciencia, concienciapara forjar cultura y finalmente alcanzar el conceptomartiano de ser culto es el único modo de ser libre.

Palabras como dignidad, equidad, tolerancia,perdón, etc., se han vuelto el pan nuestro de cadadía, pero, como siempre, hay que ver no sólo quése dice, sino también quién lo dice y por qué lodice. Aún no es tarde, pero el camino es muy largoy más valdría comenzar cuanto antes.

No olvidar nunca que el refrán popular dice cla-ramente que no hay mal que por bien no venga y,como decía Groucho Marx, escritor estadouni-dense por cierto: “Encuentro la televisión muy edu-cativa... cada vez que alguien la enciende me retiroa otra habitación a leer un libro”.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

64 65José Adrián Monroy López, Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM.

DE JANIS JOPLIN

“En el escenario, hago el amor con veinticinco mil personas. Luego, me voy sola a casa”.

n alocada parsimonia, se va reuniendo, con esperanzas y deseos deaventura, el desorganizado colectivo de adultos “petite”. Se escuchaen el ambiente el palpitar de los corazones de los que ya llegaron alpunto de reunión, y aguardan desesperados a los que le dedican mástiempo a la preparación para el ritual de esa noche del fin de semana.

Aunque unos llegan a tiempo, los demás se han tardado, y cuandopor fin está el colectivo, con su euforia, su ilusión y su escaso ordende ideas, la pregunta obligada es: ¿A dónde vamos?

Se dirigen al bar de moda, pero al llegar es demasiado tarde, yano hay lugar. ¿A dónde vamos? Se preguntan de nuevo y se encami-nan al antro más conocido. Sin embargo, es demasiado tarde y denuevo fallan. “Yo conozco al de la entrada... van a ver... Maik, Maik,somos seis, somos seis…” Mike no responde.

La noche va ganando y el tiempo se está terminando, hay ciertahora en que ya no se puede entrar a ninguna parte en fin de semana.La noche y la salida se han vuelto de un tono verde patético, con lascabezas bajas y los corazones desilusionados, culpándose unos a otros,y finalmente tras la dolorosa arrogancia de Mike, se escucha el crujirde las tripas de los seis. No queda de otra que ir a cenar algo, qué mejorque unos blancos molletes para cubrir el vacío de la negra noche.

Las opciones son: La Condesa, no hay estacionamiento; Polanco,incosteable; Coyoacán, cierran temprano y no hay donde estacionarse;Insurgentes... ¿Para qué partirse el cerebro?, si en todas partes hayun Sanborns. Tiene estacionamiento, cajero, cierran un poco más tardeque en otros restaurantes, no hay que conocer a nadie para poder en-trar, baños decentes, artículos diversos para entretenerse y área paraadquirir diferentes vicios fumables nacionales e internacionales.

Con este tono, casi tan dramático como de noticiero de TV Azteca,podemos reconocer que Frank Sanborn le atinó al gusto y necesidades

Meet mein Sanborns

GISSEL ALLIER Y DÍAZ DE LEÓN

E ψs

de los mexicanos, sobre todo al del chilango aris-tócrata de principios del siglo XX. Parece ser queSanborns es al DF como la bandera al Zócalo. Esverdad que se han esparcido las sucursales por todoel país, pero su travesía ha sido lenta comparadacon el DF; que si fuera gangrena ya nos los hubie-sen amputado del país hace 50 años, comparandocon la ciudad de Irapuato y muchas otras ciudadesque apenas tienen el “privilegio” de ser tomadas encuenta, ya bastante avanzado el siglo XXI, y quepor fin les han dado la gracia de abrir un primerSanborns. Si desde 1897, en que se abrió por pri-mera vez como una droguería, los consideraron losuficientemente importantes para establecerse enel centro.

Este no pretende ser un recuento histórico, sinembargo, no se desliga a Sanborns de la historiade México, de situaciones políticas, económicas, so-ciales, y más aún del cotidiano de los habitantes dela ciudad,que hasta el presidente Miguel Alemán pre-guntaba cada día: “¿Qué se dijo ayer en Sanborns?”

Sanborns se inició como una droguería en lacalle de 5 de Mayo, número 7, en el Centro Histórico,luego se trasladó a la Casa de los Azulejos, en elCallejón de la Condesa, un 11 de octubre de 1919,famosa por su decoración, estilo y arquitectura ba-rroca con talavera poblana. La vajilla, antes de por-celana inglesa —con imágenes chinescas como sillegara recién desembarcada de la antigua Nao deChina— se conserva en cada sucursal que abrepor todo el país, pero ahora es de cerámica. Las me-seras clonadas tipo storm trooper, de Oaxaca, que

parecen inspiración para la Guerra de las Galaxias,invitan a pensar que son escogidas bajo un pará-metro específico en medidas, estilo y un examenpsicológico basado en la capacidad para ignorar alcliente de principio a fin.

Sanborns es parte de la cultura de México; fueiniciado por los estadounidenses Walter y FrankSanborn a finales del siglo XIX. No podía habersido de otra manera, no podría haber sido de unmexicano. Pues si nos remontamos al contexto his-tórico de la época porfiriana, cualquier empresariode la crema y nata de la sociedad, dígase JockeyClub, de aquel entonces apostaría primero por unestablecimiento como el Champs Elisées, antes queacceder a un estilo oaxaqueño dentro de un res-taurante.

Los hermanos Walter y Frank Sanborn tuvie-ron una gran visión al agregar a una droguería unafuente de sodas dirigida a las clases altas de la BellaÉpoca porfiriana. Más visión aún tuvo Frank cuandorenovó a tienda de regalos y café de estilo mexicanoen la Casa de los Azulejos de la calle de Madero, apocos años de la entrada de Villa y Zapata a la ca-pital. No es casualidad que tuviese gran acepta-ción y se reunieran desde políticos y banqueroshasta intelectuales y señoras de sociedad del nuevoMéxico del siglo XX. Tampoco extraña que esteconcepto que se volvió muy democrático haya sidobien aceptado en la cultura hasta por estudiantes,ya que por una módica cantidad se puede consu-mir una gran cantidad de café. Por otra parte, es elsitio perfecto para enamorados que pueden adqui-

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

66 67

Es el sitio perfecto para enamoradosque pueden adquirir una caja

de chocolates.

rir una caja de chocolates, o mejor aún, no falta eldespistado que le compra el anillo de compromisoa la novia en Sanborns, en el último momento.

El concepto de tener un pequeño centro co-mercial, cafetería, bar, farmacia, etc., es un conceptoen realidad posmodernista. Sanborns se adelantóa su época. En esta idea de todo se vale, todo es posible,todo puede pasar, la cual es de por sí bastante mexi-cana, y para Andrè Bretón hasta surrealista. Desdeun encuentro político con foto para el recuerdo,hasta un jardín con juegos para los niños. No senecesita pensar más. Si visita otra ciudad, paraqué pensar mucho, vaya a un Sanborns. Tiene unencuentro con la familia, con amigos, con compa-ñeros de oficina... Meet me in Sanborns, era el slo-

gan que adoptaron sus creadores. Conocer otroslugares no parece tener sentido si todo se encuen-tra ahí.

Para los jóvenes de ahora no hará mucha dife-rencia, pero existió una época en que no habíatiendas que abrieran 24 horas, mucho menos endomingo. Las farmacias cerraban a las siete, ochode la noche y abrían hasta las nueve de la mañana.Así que si había una emergencia, aunque salieramás caro, no había más opciones que Sanborns.No había siquiera muchos centros comercialesque juntaran todo tipo de artículos: panadería conmúsica, aparatos y joyería. Y no era común que enel mismo sitio donde había una farmacia se ven-dieran cigarros (algo que después se hizo en muchas

Diego Narváez Herrasti, Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM.

ψs

farmacias y después tuvo que prohibirse). Menoscomún era que en un lugar donde se vendieranlibros y revistas, la gente descaradamente las to-mara y las hojeara completitas frente a la personaque las vende, y luego se fuera sin pagarlas. Porotra parte, en una época en la que los teléfonosescaseaban y no existían celulares, se esperaba queahí sí hubiera y sí sirvieran. Ahorraba tiempo ycorajes de encontrarlos rotos, quemados o llenosde monedas.

Son muchas razones por las que Sanborns seinternalizó en la cultura de México y en el dis-curso cotidiano de la sociedad. Sanborns es unpunto de reunión, aunque se vaya a otra parte des-pués. Si se está a una distancia muy lejana, lo ló-gico es verse en un punto medio, si no se conoceel área, se llega a un Sanborns. Nos podemos veren el Sanborns de Insurgentes y Eje 5, o en el San-borns Plaza Satélite, Perisur, Santa Fe, no impor-ta si no conocemos el lugar. Ir de un Sanborns aotro es llevar la cultura de uno a todas partes. Daseguridad, confianza, pertenencia, familiaridad,amistad, y la persona no se siente un extraño. Sesabe que las enchiladas son tan plásticas en unlado y en otro, el servicio es el mismo, las meseraslo ignoran, el gerente desaparece, el café lo dejatemblando y el o la encargada del baño espera supropina.

Si se queda de ver en Sanborns, es intrínseco ala cita que sea en las revistas. No se dice, “nos vemosen los chocolates” o “en la farmacia”. Si se hablade literatura Sanborns es inequívoco de libros desuperación personal. Mencionar que se tomó uncafé de Sanborns es signo de que esa temblorinano es parkinson. Se sobreentiende que una quin-ceañera va con vestido tipo “pastel de Sanborns”,que es como de merengue, empalagoso y cursi. Notadel estilo kitsch que predomina tanto en la pastele-ría, como en los regalos, peluches, joyería y hastaen el bar, al cual nos referiremos más adelante.

La mencionada tienda-cafetería ha acompaña-do a nuestra ciudad en todo momento histórico,político y económico. Pasó por años oscuros enuna época en que nada crecía y el servicio fue peorque nunca. Siendo tan “nacionalista”, hasta so-brevivió a diversas modas de expropiación de al-gunos presidentes.

A principios de los años ochenta, en medio deuna crisis que paralizó a México y con fugas decapitales históricas, Carlos Slim y su grupo eranlos únicos que realizaban inversiones fuertes en elpaís, adquiriendo varias empresas a muy buenprecio, entre ellas Sanborns. Coincidiendo con unaapertura internacional de las fronteras, para 1985podemos decir que Sanborns se nacionalizó. Esdecir, por fin se volvió una empresa 100% mexica-na gracias al millonario más grande del mundo.Brinda algunas mejorías en el servicio y sobretodo en modernización. Para la década de los no-venta cambiaron los teléfonos antiguos por los másmodernos de tarjeta y se comenzaron a vender lasnuevas tarjetas con microchip. Primera señal denuestra supuesta entrada al primer mundo. Mástarde se volvería territorio Telcel. Pareciera plancon maña de aquella moda de las privatizacionessalinistas favoreciendo al Grupo Carso. Curiosa-mente, entre más mexicano se volvió el sitio, másneoliberalista y globalizado aparenta. El neolibe-ralismo le cayó al país como anillo al dedo. ¿Quiénmejor que los mexicanos para aceptar lo que vengade otra parte? La tecnología invadió la tienda ymuchos aparatos que sólo se podían encontrar antesen tiendas de curiosidades como The Sharper Image,surgieron como artefactos comunes para el mexi-cano promedio, a precios exagerados al principio,pero más tarde poco más accesibles, cayendo en lafantasía de nuestro elevado poder adquisitivo, com-pitiendo con nuestra arraigada costumbre por lafayuca, que nos permite imaginar que no lo com-pramos aquí, sino del otro lado.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

68 69

Por otra parte, fuera de la fantasía económica ycentrándonos en la fantasía cotidiana, podemosubicar a Sanborns en el imaginario colectivo delmexicano, sobre todo en el de la clase media: en suidentidad, pero también en su no identidad. Bienhablaba Octavio Paz sobre la identidad del mexi-cano y su negación al ser. Posiblemente, el mexica-no tiene la capacidad de negarse a sí mismo por sucapacidad de imaginar culturalmente el conceptodel cero, lo que en otras culturas fue más complejode imaginar. Como mencionó Lizcano en el 2003:“el imaginario educa la mirada, una mirada que nomira nunca directamente las cosas: las mira a tra-vés de las configuraciones imaginarias en las queel ojo se alimenta”.1

La suposición por el imaginario griego clásicode un ser pleno, bloquea la emergencia de signifi-caciones imaginarias en Occidente como la del ceroo la de los números negativos que, de haber llega-do a imaginarlos, se le hubieran antojado purono-ser, cifra de la imposibilidad misma. Pero esamisma plenitud que ahí se le supone al ser, será laque alumbre esa impresionante criatura de la ima-ginación occidental que es toda la metafísica.2 Sin

embargo, no sucede así con el mexicano, un serque se muestra en el fondo más apagado que alum-brado. Como al encontrarse a una parejita clan-destina en el bar de Sanborns. Este sitio es el cen-tro de la no-identidad. Te vi en el bar de Sanborns;No, yo no era.

El bar de Sanborns no es como otro bar. Es labajo piel del lugar. Lo que se descubre y se niega.Es extrainstitucional, clandestino y no deseable.Ahí no se va generalmente con plan auténtico. Secae ahí por casualidad, porque no se encontró otroplan, porque fracasó el plan inicial, o porque deplano se busca que no se le encuentre. La penum-bra, el anonimato, hace del ambiente un momentopatético para el que ha llegado a ese sitio. La “secre”con el jefe, el burócrata con su “ligue”. Las prome-sas de lo que no será. El piano tocado por un indi-viduo de estilo kitsch como el resto del lugar, queno pensaba trabajar ahí cuando decidió estudiar mú-sica. Toca melodías que ni parece que le guste tocar.Se venden bebidas que no se sabe qué son, ni quétienen. Atiende una chica plástica que ofrece cock-tails y aperitivos, la única que sale del estereotipode sus compañeras, la que se niega a ser del estilooaxaqueño y desentona con una faldita miniaturatipo escocés. La que parece en realidad más mexi-cana, pues como la población real, en su vestimentareniega de ser realmente mexicana. El bar es el ver-dadero corazón del lugar, el que representa sus másoscuros secretos, sus realidades más recónditas.

¿Es real la realidad en Sanborns? ¿Quién es másreal?: ¿El que está en las mesas del restaurante

1 Lizcano, Emmanuel. “Imaginario colectivo y análisismetafórico”; Transcripción de la conferencia inaugural delPrimer Congreso Internacional de Estudios sobre Imagi-nario y Horizontes Culturales, celebrado en la UniversidadAutónoma del Estado de Morelos, Cuernavaca, México, del6 al 9 de mayo de 2003.

2 Idem.

El bar es el verdadero corazón del lugar,el que representa sus más oscuros secretos,sus realidades más recónditas.

ψs

comiendo enchiladas suizas que no son suizas?,¿el que pasea entre las tiendas haciendo como quecompra y no compra?, ¿el que lee pero en realidadsólo hace tiempo?, ¿o el que declara su amor a la“secre”, asegurando que ya se va a divorciar? Defi-

nitivamente el mexicano ha hecho a Sanborns y San-borns ha hecho al mexicano, aunque entre sus pa-sillos se paseen a menudo los turistas,pensando queeso es lo mexicano. Así es, Sanborns es, lo que no sees, por eso es tan fácil encontrarse en Sanborns.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

70 71

DE CHARLES BAUDELAIRESelección y traducción de Rodolfo Suárez Molnar

Mucha gente atribuye la decadencia de la pintura a la decadencia de las costumbres. Este prejuiciode taller, que ha circulado entre el público, es una mala excusa de los artistas […]

Es cierto que la gran tradición se ha perdido y que la nueva aún no está formada.¿Qué era esa gran tradición que no sea la idealización ordinaria y acostumbrada de la vida anti-

gua; vida robusta y guerrera, estado de defensiva de cada individuo que le daba la costumbre de losmovimientos serios, de las actitudes majestuosas y violentas?

Agréguese a ello la pompa que reflejaba en la vida privada. La vida antigua representaba mucho;estaba hecha sobre todo para el placer de los ojos, y ese paganismo cotidiano sirvió maravillosa-mente a las artes.

Antes de investigar cuál puede ser el costado épico de la vida moderna, y de mostrar con ejemplosque nuestra época no es menos fecunda que las antiguas en motivos sublimes, podemos afirmarque dado que todos los siglos y todos los pueblos han tenido su propia belleza, nosotros tenemos,inevitablemente, la nuestra […]

Todas las bellezas contienen, como todos los fenómenos posibles, algo de eterno y algo de transi-torio –de absoluto y de particular. La belleza absoluta y eterna no existe, o mejor dicho, no es másque una abstracción descremada en la superficie general de bellezas diversas. El elemento particu-lar de cada belleza viene de las pasiones, y como nosotros tenemos nuestras particulares pasiones,tenemos también nuestra belleza.

Excepto Hércules en el monte Oeta, Catón de Utica y Cleopatra, cuyos suicidios no son suicidiosmodernos, ¿qué suicidios encontrarías en los cuadros antiguos? En Jacques, ni siquiera el extraño ymaravilloso suicidio de Rafael de Valentín.

En cuanto a la ropa, la cáscara del hombre moderno —aunque haya pasado el tiempo en que losaprendices vestían de mamamuchis y fumaban en narguiles [pipas de agua]—, los talleres y elmundo todavía están llenos de gente que quisiera poetizar a Anthony con un manto griego…

Y sin embargo, no tiene también su belleza y su hechizo indígena ese traje tan victimado? ¿No esel traje necesario de nuestra época, época sufriente que hasta en sus hombros negros y magroslleva el símbolo de un duelo perpetuo? Nótese que el traje negro y la levita no sólo tienen su belle-za política, que es la expresión de la igualdad universal, sino también su belleza poética, que es laexpresión de un alma pública, un inmenso cortejo de sepultureros, sepultureros políticos, sepultu-reros amorosos, sepultureros burgueses. Todos estamos celebrando un funeral.

Salón de 1846. El heroísmo de la vida moderna.

¿Alguna vez ha pasado que observas el reloj y acaba de cambiarla manecilla, pero tú no la viste cambiar? Durante ese segundo completo

que uno ve de pronto da la impresión de que el tiempo se detuvo (aunque sóloes la manecilla la que está inmóvil) y a veces uno se pregunta qué pasó y

quiere tomar el reloj para ver si es cierto, si uno se quedó fuera del tiempo,pero en ese momento la manecilla del reloj se mueve y uno se da cuenta

de que no, que el tiempo no se detuvo para ti, que uno solamentetuvo la suerte de tener un momento de eternidad para sí mismo.

uando se habla de tiempo en psicología oímos sobre cuánto tiempotarda un sujeto en responder a un estímulo, o sobre tiempo lleno ovacío según un estímulo esté presente durante todo un periodo o queuna señal marque el inicio y el final del intervalo, o que el individuo,respecto al espacio y el tiempo tiene diferentes percepciones de éstosya que podemos escoger nuestro lugar en el espacio pero no en eltiempo, o que cuando se nos presenta un estímulo y éste dura másde dos segundos ya no se habla de percepción del tiempo sino de es-timación del intervalo de tiempo, o que cuando atendemos al “tiem-po en paso” éste parece alargarse o durar más...

Dependiendo a quién se le pregunte, el tiempo tiene diferentesconcepciones, puede ser estable y no cambiar nunca, puede haberdos tiempos, uno lógico y uno relativo a múltiples variables, puedeser un marco de referencia para las cosas que hacemos, puede ser unpretexto para hacer o no hacer, puede doblarse junto con el espacio,puede no existir tiempo sin espacio y viceversa, puede ser agradable,tedioso, pesado, corto, escurridizo. Cada una de estas interpretacio-nes presenta variadas curiosidades y levanta múltiples dudas; apa-rentemente, el tiempo es una dimensión que escapa a la aprehensión.Lo cierto es que ya sea un minuto, un segundo o una hora, efectiva-mente hay ocasiones en que pareciera tener un ritmo diferente, acor-

El tiempoOMAR E. GUEVARA RAMÍREZ

Cψs

tando o alargando la vi-da y sus acontecimientos.

Evidentemente,algu-nos de estos aconteci-mientos tienen mayorrelevancia para muchos,como la primera cita conla persona que nos in-teresa, o nuestra prime-ra ponencia en un audi-torio,o el nacimiento delprimer hijo, o un acci-dente automovilístico, ola ruptura con el amorde su vida; en fin, tantos y tantos momentos queparecen alargarse o ser eternos, y aquellos que du-ran un instante y sin embargo quedarán grabadosen uno. También, en otros momentos, cuando muereun ser muy querido y muy cercano, ya sea que nosfue arrebatado o porque “ya era su tiempo”, esetiempo que transcurría normalmente antes de re-cibir la noticia parece desvanecerse, y en ese mo-mento dentro de uno se va sintiendo un vacío quedeja la impresión de que uno no va ver nuevamentea esa persona, y tanto puede uno ver pasar los días

como sentir que cadasegundo se le cuelga auno y se arrastra hastaque tiene que soltarnospara dejar que el segun-do siguiente se noscuelgue.

A diferencia de esetiempo que se siente pe-sado, se puede ser con-ciente del tiempo queuno pasa feliz, aunqueno podría decirse cuán-to tiempo porque resul-

taría tonto estar contando el tiempo cuando uno se lopasa bien, pero se sabe que es bastante, aunqueprobablemente nunca sea suficiente.

Al final, el tiempo se muestra inasequible y sólopodemos hacer inferencias, estimaciones o metáfo-ras respecto a él,y pensar que una hora probablemen-te no pase igual para el que ha vivido 20 o 50 años opara el que nació hace una hora. De esta forma, unosólo puede esperar que quien lee lo que escribimosno sienta el peso del tiempo y que acabe de leer lo quedecimos en menos tiempo del que esperaba.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

72 73

DE HANNAH ARENDT

“Donde todos son culpables, nadie lo es; las confesiones de una culpa colectiva son la mejor salva-ción contra el descubrimiento de los culpables, y la magnitud del delito es la mejor excusa para nohacer nada”. (p. 87)

“El poder surge allí donde las personas se juntan y actúan concertadamente, pero deriva su legi-timidad de la reunión inicial más que de cualquier acción que pueda seguir a ésta. La legitimidad,cuando se ve desafiada, se basa en una apelación al pasado mientras que la justificación se refierea un fin que se encuentra en el futuro. La violencia puede ser justificable pero nunca será legítima”.(pp. 71-72)

(1969). Sobre la violencia, Madrid, Alianza Editorial. 2005.

Jarúmi Dávila, Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM.

NTRODUCCIÓN

En comparación con otras emociones, el asco no ha sido excesiva-mente tratado, ni ha gastado tantas páginas y tanta atención por partede los especialistas en el tema. Quizás esto se deba precisamente asu carácter asqueroso, contaminante y repugnante. Éste limitaríasus posibilidades como objeto de estudio a científicos pudorosos: loasqueroso contamina todo cuanto toca (olores corporales, aguas ne-gras, vertederos, comida putrefacta, etc.), incluso podría extendersea quienes le estudian (Miller, 1986, citado en Miller, 1997). O qui-zás se deba a su función social: el hecho de que funcione como unpoderoso mecanismo de cohesión social y control, de manera quetodo aquello que atente contra el orden establecido (como la sangre,la violencia, la pederastia, el incesto, las relaciones interraciales, elmal gusto, etc.), nos resulta desagradable, inmundo y nauseabundo.

Pero ya sea porque el asco nos ayude a mantener y preservar lasalud o porque nos ayude a preservar las costumbres y creencias ausanza, invariablemente consigue mantener a salvo a la especie hu-mana. El asco es nuestro límite, nos señala la frontera hasta dondepodemos llegar sin peligro alguno, pero también es nuestra posibi-lidad, la posibilidad de ver de qué están hechos los supuestos políti-cos y los dispositivos de control social con los que echamos a andarnuestra subjetividad. Así que ya sea que estemos delante de olorescorporales, sabores amargos o tactos repugnantes o bien delante devalores deteriorados, comportamientos abominables o relaciones abo-rrecibles que repudiamos, estamos delante de una grieta o intersti-cio de interés para la psicología social. Es así, que lo antisocial mar-cado por el asco se constituye en un rastro a seguir.

Por supuesto no hace falta hacer una lista de cosas que dan ascopara dar cuenta de qué hablamos. Probablemente dicha lista sería de

El asco desde la miradapsico-social: emociones

y control socialADRIANA GIL JUÁREZ

I ψs

mal gusto, pero no por ello se dejaría de hacer, lacuestión es que no hace falta, porque seguro que alleer estas líneas más de uno habrá sucumbido a latentación de imaginarse algo asqueroso.1 Y eso, por-que lo asqueroso no sólo provoca rechazo y aver-sión, sino también fascinación y atracción, el tipode fascinación que llamamos morbo.

En este texto queremos dar cuenta de que ambosextremos son uno mismo: rechazo y fascinación,provocados por lo asqueroso. Si atendemos al ascoy rechazamos todo aquello que lo sea, estamos aten-diendo al orden social establecido; pero si aquelloasqueroso nos atrae y nos fascina, estamos que-brantando dicho orden, aunque en cualquier casonos guiamos por el mismo hilo, sólo cambia el puntodesde donde comenzamos a estirar la cuerda. Enambos casos estos extremos nos muestran las co-ordenadas del control social. Para ello argumenta-remos que las emociones deben ser entendidas enpsicología social como dispositivos de control so-cial, es decir como un proceso ligado al manteni-miento del orden social vigente.

EMOCIONES NO DESEADAS

Un caso que ayuda a ejemplificar las emocionescomo dispositivos de control social es el de las emo-ciones no deseadas. Emociones que se tienen, oque lo tienen a uno, en momentos inoportunos,como la risa en el momento más álgido de la cere-monia más solemne, de la que no sólo nos intere-sa explicar su origen sino también sus efectos. Lasmuestras de emoción inoportuna son altamentesancionadas, no tan sólo por los otros, sino por unomismo, ocupando inmediatamente la vergüenza yla culpa el espacio dejado por la emoción que esta-ba fuera de lugar, lo que evidencia la norma que se

rompe con dicha emoción indeseada y muestra cómolas emociones están íntimamente ligadas a las for-mas de lo social. Las emociones no deseadas noson otra cosa que grietas en el consenso social sobreel sentido de las situaciones vividas. Un mundo enconstante transformación también es un sujetoque cambia emocionalmente, y no siempre estáclaro qué debe sentir y cómo. Paradójicamente, estasemociones que nos sorprenden por su inoportu-nidad y su capacidad para avergonzarnos, refuer-zan un cierto discurso sobre lo incontrolables queson las emociones y generan grandes dosis de an-gustia y un profundo deseo por controlarlas, esdecir por interiorizar el orden social.

Por supuesto, el asco no tiene siempre la formade la emoción inoportuna, incluso a menudo esfrancamente oportuno. Pero sí que se presentacomo tal en algunas situaciones específicas, comola profesional del médico o la amorosa del cuida-dor, que no pueden permitirse sentir asco hacia elobjeto de su profesión o de su amor y que (si lessorprende en el cumplimiento de su deber), puedecuestionar la propia profesionalidad o el propioamor. En efecto, el amor y el profesionalismo pue-den neutralizar el asco, y también pueden ayudara soportarlo la solidaridad y la empatía. Aunquetodo ello no lo hace menos indeseable, a nadie legusta sentir asco, ni se considera una emociónplacentera ni por supuesto deseable. Pero, sí quemuestra cómo el orden social se encuentra imbri-cado en la emoción y cómo la emoción no deseadasaca a la luz este orden.

Todo mundo quiere evitar ensuciarse con lascosas asquerosas, ya sea literal o figuradamente,física o moralmente. Aunque sepamos que haypersonas que tendrán que ensuciarse por el biensocial (como por ejemplo los barrenderos, los mé-dicos, los policías, los carniceros, los abogados, lospescaderos, los psicoanalistas, los prostitutos, los pe-dicuristas, los trabajadores de prisiones, los odon-

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

74 75

1 Como pus, mocos, cerumen de orejas, heces, flatulen-cias, vómitos, eructos, costras, egoísmo, lujuria, ostentación,etcétera.

tólogos, los ginecólogos, los periodistas del corazón,etc.), para evitar el asco sólo hay dos soluciones, obien convertir su objeto en objeto de nuestra pro-fesión o de nuestro amor, o bien evitar el contac-to, siquiera visual u olfativo, con el objeto de larepugnancia, lo cual lo relaciona otra vez con losocial, dado que aquello que nos repugna es aque-llo que queda o se sitúa fuera de nuestro orden,fuera de lo pensable y de lo admisible, pero tam-bién se sitúa en lo social porque nuestros ascosestán situados históricamente.

En efecto, en cada momento situamos aquelloselementos que son impensables e inadmisibles ennuestro quehacer cotidiano, pero que en cuanto setransforma el orden social que los hace necesarios,

desaparecen o se transforman. Recordemos por ejem-plo, cómo el baño era visto como algo antihigiénicoy peligroso para la salud, y como era consideradouna práctica habitual, perfumarse y no asearse paraoler bien (Corbin, Courtine y Vigarello, 2006). Perooler bien no pretendía desodorizar al cuerpo, sinoañadir un olor agradable a la gama de olores de laépoca, que sin hábitos de higiene, refrigeración yalcantarillado, era sin duda intensa. Hoy en día, anadie le parecería contraindicado un baño, al menosno por estas razones, aunque se empiezan a perfi-lar por ejemplo, las razones ecológicas para no re-comendarlo. Tal vez en un futuro será de mal gustoacicalarse tanto como la imagen actual deseada losolicita, por escasez de recursos quizás.

Liliana Ang, Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM.

ψs

ESTADO DE LA CUESTIÓN

El asco es considerado una emoción básica en granparte de las clasificaciones elaboradas por los in-vestigadores del campo emocional (ver Ortony,Clore y Collin, 1988). Aunque dicho sea de paso,no hay acuerdo sobre algo a lo que se llama básico.Esto nos da un dato de su función social.Siguiendoa Ortony et al. (1988) existen varias maneras depensar las emociones como básicas, todas igual-mente problemáticas. Una emoción puede ser en-tendida como básica porque aparezca en una edadtemprana, porque aparezca en momentos en quese vea afectada la posible supervivencia del orga-nismo, porque se crea universal, porque se la ima-gine mezclándose para formar emociones mixtaso combinándose para formar emociones complejas,porque compela de una forma especialmente fuertea la acción, porque sus expresiones corporales seanespectaculares, porque haya sido “observada” en ani-males más básicos que nosotros, o porque tenga de-sencadenantes simples o menos complejos.

En fin, establecer las emociones básicas ha sidoy es algo ciertamente complejo, como lo es el in-tentar dilucidar si esto quiere decir que las haybásicas y no básicas, o sólo más básicas y menosbásicas, y entonces ¿cómo se mide su gradación? Yfinalmente el gran problema, ¿cuáles son las real-mente básicas? Ciertamente, el asco cumple todoslos criterios comentados más arriba con la notableexcepción de haber sido observado en otros ani-males, de momento no hay animales con asco), ypor ello figura como básica en gran parte de las

taxonomías realizadas, pero hay que llamar la aten-ción sobre su supuesto carácter básico, puede queconlleve automáticamente a pensar el asco comouniversal. La supuesta universalidad de las emo-ciones se ha basado fundamentalmente en su ori-gen primitivo, animal, e irracional, ergo, pertene-ciente a otras especies también. Pero el caso del ascopresenta la dificultad de que aun siendo conside-rado dentro de las emociones básicas, no se ha po-dido argumentar su animalidad2 (como no sea lade las personas que la practican).

Es más, la existencia misma del asco, cuestionaen profundidad todo lo que de animal se ha su-puesto que tienen las emociones. Justamente, elasco, del que cualquier persona podría decir que es“natural”, “visceral”, “espontáneo”, “automático”(como deben serlo las emociones), nos muestra através de nuestra incapacidad para encontrarlo enotras especies animales, que las emociones sonantes que nada sociales. A lo sumo, al igual que el

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

76 77

2 Quién afirma que los animales tienen asco, puedeestar traduciendo directamente del “disgust” inglés, en estecaso los animales tienen asco, pero no se trata de la emo-ción sino del desagrado, e incluso la náusea, que suscita unalimento en mal estado o venenoso. Lógicamente, si el asco,en este sentido limitado, es una emoción o no es objeto depolémica, aunque esta discusión tiene repercusiones muyimportantes más allá del asco: según a qué se llegue podríaargumentarse plausiblemente que el concepto de emociónno es aplicable en los animales, lo cual perjudicaría enor-memente los argumentos de la perspectiva evolucionista(ver Griffiths, P., 1997, 2004 y Brown et al., 1999).

Todo mundo quiere evitar ensuciarsecon las cosas asquerosas, ya sea literal

o figuradamente, física o moralmente.

lenguaje, se necesita una base biológica para te-nerlas y expresarlas, pero eso no las hace eminen-temente biológicas, ya que el hardware necesariopara emocionarse, no agota su definición, ni escausa exclusiva de lo que se siente exactamente.Igual que la biología no nos dice ni qué pensamosni qué hablamos en nuestro uso del lenguaje, labiología no nos dice qué sentir, y aún menos, porsupuesto, qué significa lo que sentimos. Se consi-dera que la universalidad de los gestos se demues-tra por el hecho de encontrar los mismos gestosen diferentes grupos humanos, incluso en aque-llos que no tienen contacto con los agentes socia-lizadores típicos como los Media.3 Pero siempre seolvida que lo que uno conoce es la interpretacióndel gesto, interpretación que empieza en la miradaal gesto, y esto adquiere su significación en lo quecompartimos socialmente.

Cuando se encuentran las mismas cosas en di-ferentes partes del mundo, en diferentes grupossociales y que son de vital importancia para la vidahumana, suele pensarse que se trata de universa-les que definen lo que de esencial tenemos comoespecie humana. Si bien esta lógica de pensamientoha estado avalada por la forma de producción cien-tífica positivista durante largo tiempo, la lógica queha permanecido en segundo plano, es que efec-tivamente lo que hay en común entre todos los gru-pos esparcidos por el mundo, es su carácter social,y las prácticas que con ello han construido. Ellohace que se especifiquen y se realicen de maneradiferente en cada entorno en particular y en cadaperíodo concreto. Por ello es que en nuestros días,según Paul Ekman, “...hay muchos niños que lesgusta sentir asco y hay toda una industria quefabrica juguetes asquerosos con olores desagrada-bles para niños. Y también hay adultos a los que

les gusta sentir asco, sentir desprecio, o sentirsesuperior.”4 A lo que se pueden añadir las “chu-ches” con forma de insecto o gusano.

El asco no nos muestra solamente nuestra radicaldiferencia con lo animal, también nos muestra nues-tra radical socialidad con tan sólo mirar la otra carade la misma moneda (se dice que se odia a los queson mejores que uno mismo, o a los iguales, perolos inferiores sólo dan asco). Será seguramente porlo reveladora que resulta esta emoción básica, que sela considera como una de las emociones negativas.

A pesar de la ausencia de asco entre los anima-les, el asco ha sido pensado predominantementede manera que se lo ha relacionado con lo animal.Por un lado como un producto de la evolución, porel otro como el intento de los humanos de olvidarsu pasado animal construyendo poderosas defen-sas, psíquicas y culturales, contra toda posibilidadde contaminación.El argumento evolucionista parte,como es lógico, de Darwin, el cual trató específica-mente el asco entre las emociones surgidas del pro-ceso de selección natural. Efectivamente, las espe-cies que sobreviven son aquellas que son capacesde integrar mecanismos de rechazo de aquellos ali-mentos que saben o huelen mal.

Por supuesto los evolucionistas son conscientesde que la práctica del asco entre los humanos des-borda claramente los límites del desagrado hacia al-gunos alimentos, pero aún así consideran que el ascotiene que haber surgido lógicamente del malestarimprescindible que genera toda sustancia conta-minada o contaminante. A esta postura se le puedecriticar su confusión entre asco y náusea (Miller,1997). El asco no solamente se explicita a través dela nausea entre los humanos, sino que también usael desprecio, la humillación, el disgusto, el desagra-do e incluso el aburrimiento para materializarse.

3 Esto decía Paul Ekman en charla con Eduard Punsethttp://www.eduardpunset.es/charlascon_detalle.php?id=12 4 Op. cit.

ψs

Otra línea de razonamiento, más inspirada porel psicoanálisis, plantea que el asco tiene relacióncon nuestro origen animal (Rozin et al, 2000). Seconstata que gran parte de lo que nos produceasco tiene un origen animal, tanto si es un (sub)producto animal como si se trata de algo que hasido mancillado por un animal y al mismo tiempose incorpora como explicación una teoría de la dis-tinción: nos da asco aquello que nos recuerdanuestra naturaleza animal (Rozin et al., 2000).Así, el asco nos impulsaría a alejarnos de todoaquello que amenaza nuestro estado de civiliza-ción y nos podría retornar a nuestro estado ante-rior de animalidad irracional.

Por supuesto, a esta línea argumental se le puedecriticar su anacronismo, ya que tal explicación notendría sentido sino hasta el momento en que sepostuló nuestro origen animal, algo que no ocu-rrió hasta finales del siglo XIX, y que por lo tanto,pondría en serias dificultades cualquier modeloque pretendiera que el asco es una emoción bási-ca, siguiendo el argumento de la animalidad. Alintentar unir los argumentos evolucionistas consus propios argumentos, Rozin et al. (2000) co-mentan que el asco habría surgido como un meca-nismo de protección del cuerpo que luego se habríaextendido y habría evolucionado hacía un meca-nismo de protección del alma (podríamos decirtambién de nuestra subjetividad humana).

Miller, que se considera a sí mismo historiadorsocial, ofrece una explicación diferente. Para esteautor lo esencial del asco es que éste consiste, engran parte, en darse cuenta de que se tiene (Miller,1997). El asco es una emoción acerca de algo, quese produce en el momento de la relación con éstealgo, y que por lo tanto delimita el terreno de larelación que uno puede tener con este algo pro-ductor de asco. De hecho, en el caso del asco, comodicho sea de paso en el resto de emociones, se ne-cesita de un objeto que lo convoque. Es pues, ana-

lizando los objetos del asco humano como puededescubrirse qué funciones realiza, a qué accionesconduce, y por lo tanto qué sistema social sostiene.

El asco, como cualquier otra emoción, es unfenómeno social, cultural y lingüístico. A lo que sepuede añadir entonces fácilmente el interés por ellenguaje del asco: quién, cómo, cuando y qué sedice sobre el asco. Se puede añadir también elinterés por su carga simbólica, por sus contextosde invocación. Efectivamente el asco es una emo-ción básica, pero no por biológica y universal, sino porque es la emoción que paradigmáticamentenos muestra las fronteras del orden social y algu-nos de los mecanismos de control que practica-mos para mantenerlo.

EL ASCO COMO DISPOSITIVO Y COMO PROCESO

Foucault (1977, p. 128), define el dispositivo como“un conjunto decididamente heterogéneo, quecomprende discursos, instituciones, instalacionesarquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes,medidas administrativas, enunciados científicos,proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas;en resumen: los elementos del dispositivo perte-necen tanto a lo dicho como a lo no dicho. El dis-positivo es la red que puede establecerse entre estoselementos.” Los dispositivos de control social, nose aplican únicamente a las acciones que son posi-bles de emprender, sino también a los cuerpos quees posible tener en un momento dado y a cómoactúa uno a través de ese cuerpo, mediante la dis-tribución y regulación de las emociones. Por su-puesto el asco puede ser comprendido a través deesta idea de dispositivo: porque no solamente exis-ten enunciados y proposiciones científicas, filosó-ficas y morales sobre sus objetos, sino que ademásexisten toda una serie de disposiciones legales queregulan el contacto con ellos (desde la recogida debasura hasta las leyes de extranjería). Curiosamente,el principal discurso cotidiano sobre las emocio-

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

78 79

nes predica su consustancial inaprensibilidad, suimposibilidad de control y de gestión, este es tam-bién el caso del asco. De ahí que debamos empezara sospechar que la relación entre la emoción y elcontrol social debe ser más profunda de lo quepensamos, si lo que parece ser el discurso domi-nante sobre las emociones, nos incita a dejarlas delado, a no tocar demasiado el tema, y a no encon-trar control donde no debe ser visto.

Por supuesto para poder actuar como tales me-canismos de control, las emociones requieren ini-cialmente de un discurso previo sobre la libertadindividual y la posibilidad que se le otorga a la per-sona de elegir y hacerse su propio destino. El dis-curso del control de las emociones refuerza entoncesque se deban emprender acciones de control externosobre las personas que no son capaces de mantenereste control por cuenta propia. Así, los dispositi-vos de fuerza que se utilizan contra niños, mujeres,pobres, delincuentes, viejos, enfermos mentales… sejustifican por la falta de autocontrol emocional deestas personas. Los ya clásicos dispositivos de encie-rro (el hogar para la mujer, la escuela, la cárcel, lasresidencias, los albergues, los manicomios, los cen-tros de acogida, los campos de refugiados…) vie-nen legitimados por el discurso sobre las emocio-nes,al mismo tiempo,que como vio Foucault (1975),sirven para la constitución de cuerpos que contro-len la expresión de sus emociones y que por lo tantocontrolen el asco que pueden suscitar en otras per-sonas con su apariencia, sus expresiones verbalesy sus comportamientos desequilibrados.

Como se puede ver, el listado de personas quedeben ser controlados más allá de la constitución

de su propio cuerpo y de su propia subjetividadpor dispositivos de vigilancia y castigo, se corres-ponde punto por punto con los sujetos que sontambién objeto de asco en alguna de sus dimen-siones: los niños por su falta de control sobre supropia limpieza, las mujeres por sus fluidos mens-truales y su emocionalidad incontrolada, los pobrespor su olor y su falta de buenas maneras, los delin-cuentes por sus constantes transgresiones mora-les, los viejos por su pérdida de autonomía y por ladecrepitud de su cuerpo y mente, los enfermos men-tales por su estupidez, etc.

El asco proclama que el interior (los órganos,los fluidos, los excrementos) es asqueroso y que elexterior (lo otro, lo monstruoso, lo siniestro, loextranjero) también lo es, uno puede ser contami-nado por lo que viene de fuera y por lo que vienede dentro, que una vez salido puede volver a entrarsi no estamos atentos.

La fuerza del asco como experiencia sentidapuede ser muy convincente, está construida comoargumento último de las cosas: déjate guiar por tuestómago, lo que te diga tu olfato es lo que debeshacer, sólo tienes que sentir y dejarte llevar, etc.Parece que si sientes las cosas esa es su verdadúltima. Efectivamente, las emociones están en lomás fisiológico de cada uno de nosotros, pero noporque sean un hecho meramente psíquico ni fi-siológico si no porque son la materialización en elcuerpo del dispositivo de control social que nues-tro modo de vida requiere.

Simultáneamente las emociones deben ser en-tendidas como procesos. Las emociones son delos pocos “objetos de estudio” en psicología social

Nuestra aprehensión del mundoes lo que nos configura como personas.

ψs

que no hemos pensado como procesos. La propiamanera de conceptualizarlas, la manera en comolas explicamos en la disciplina y el cómo las narra-mos y las hacemos encajar en el día a día, las hancosificado, pero son un proceso, que se especificacada vez en las interacciones y negociaciones socia-les y que es lo que conforma nuestra subjetividad.

Crawford, et alli (1992) también las consideranun proceso, por ejemplo: “Los conceptos más im-portantes en relación a la emoción como procesodinámico son la activación y la reflexión, al mismotiempo intuitivas y deliberadas. Una vez una emo-ción ha sido construida, una activación intuitivapuede que sea lo único necesario para elicitar larespuesta emocional, pero argumentamos que enla construcción de esa emoción, la conciencia y la re-flexión deliberada es necesaria” (p. 112). ¿Si no, cómose puede aprender el asco hacia las cucarachas?

La emoción (el asco) es una de estas emergen-cias del sistema social humano. No lo precede sinoque surge gracias a él. La emoción (el asco) es unlenguaje, aunque esto no quiere decir que sirva paraexpresar ninguna verdad escondida, ninguna rea-lidad. Tampoco sirve para comunicar nada, puestoque no es como el lenguaje secreto de las plantasmediante el cual ellas se explican sus cosas. No esla manera en que dos individuos se transmiten in-formación sobre el estado del otro. Igual que tam-poco es eso ni tiene esta función el lenguaje verbal.El lenguaje textual tiene como función principal laconstrucción de realidad, incluida la realidad desus sujetos hablantes,para la emoción pasa lo mismo,

la emoción (el asco) construye determinadas rea-lidades, y además es un punto de apoyo medianteel cual el lenguaje verbal también las puede cons-truir. De hecho el uno no puede pasar sin el otro yel lenguaje emocional tiene su discurso por supues-to: discurso sobre las emociones, sobre qué son ysobre qué hay que sentir con cada emoción (con elasco) i cómo hay que afrontar lo que se siente.

Los sujetos en tanto que sujetos hábiles de lasociedad saben perfectamente qué tipo de reac-ción corporal se corresponde con determinada emo-ción, lo cual no impide que varias emociones usenel mismo tipo de activación pues el substrato bio-lógico no permite cualquier sensación. Lo que nollegaron a decir Schachter y Singer (1962) al plan-tear su teoría bifactorial de las emociones, es quees la emoción, en tanto proceso social, quien utili-za el substrato biológico para definirse a sí misma,como lo utiliza el asco al hacernos sentir náuseasante una conducta que juzgamos inmoral.

Decir que las emociones están construidas so-cialmente no es nada más afirmar que no son deorigen biológico ni dadas de una vez y para siem-pre, lo más importante es decir que son un procesoen constante devenir, que se especifican se deci-den y se negocian en cada situación y que por tantono se sienten, ni antes ni independientemente delas interacciones en las que surgen, que requierensiempre de los otros para poder existir y que comoprocesos psicosociales son susceptibles de trans-formación y cambio.Otras emociones no sólo requie-ren otras palabras para nombrarles y construirlas

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

80 81

La ira, la rabia y los celos se perdonansiempre y cuando sirvan para defender

la propiedad privada.

de otra manera, también requieren otras prácticas,otras acciones sobre el individuo y sus relaciones,otras intervenciones sobre el propio cuerpo.

Es este carácter cambiante y modificable, lo quenos aleja más de su caracterización como subpro-ducto de nuestro cerebro más primitivo. El asco nodeja de ser un buen ejemplo de ello: se trata de unaemoción básica que no se encuentra en otros ani-males y que además de distinguirnos de ellos, nospermite distinguirnos (léase discriminarnos) losunos de los otros. El concepto de ser humano dela modernidad ha considerado que la humanidad laotorga la posesión de un determinado cuerpo, bioló-gico si así se quiere llamar,y que por lo tanto los chim-pancés o las amebas no son seres humanos, igualque en otro momento lo humano no vino dado porel cuerpo sino por el alma, lo cual dejó fuera a mu-jeres e indios, por ejemplo. El asco ha tenido tradi-cionalmente esta utilidad, nos dice quién es huma-no (el que siente asco) y quién, o mejor dicho qué,no merece serlo (el que lo recibe: el asqueroso).

EL ORDEN EMOCIONAL

Parafraseando al Wittgenstein del Tractatus podrí-amos decir que los límites del asco son los límitesde nuestro mundo. De hecho, traspasar nuestromundo, ir más allá de lo humano, implica vencerel asco, como cuando Jesús lavó los pies de susdiscípulos o San Francisco tocaba a los leprosos.Vencer la vida mundana y terrenal, o como decíaOrtega y Gasset (1947) despegar de la existenciaentre otras cosas mediante el asco —de todo restode vicio y debilidad humanas— para conseguir laestética pura, dice mucho sobre lo que es lo que seencuentra en la escala de lo humano, de lo desea-ble, de lo normal, de lo aceptable y de lo que no.

En general todas las emociones, como decía-mos arriba, en tanto que dispositivos de controlsocial, delimitan nuestro mundo. La afectividad,media nuestra relación con el mundo, es la manera

a través de la cual lo conozco, lo aprehendo y meresulta significativo. Las emociones concretan elmodo en el que nuestra realidad nos afecta, nosperturba, nos conmueve, nos aflige, nos impresiona,nos sobresalta, nos inquieta, nos entristece, nos al-tera, nos trastorna, nos inmuta, nos molesta, noscambia, nos excita, nos alegra. En efecto, la emo-ción no es un estado psíquico, sino la forma de su-jetar/nos a/el mundo en tanto sujetos sociales.

Y, sin lugar a dudas nuestra aprehensión delmundo es lo que nos configura como personas, laformación de nuestra subjetividad es coextensiblecon la formación del mundo. “Dime lo que te daasco y te diré quién eres” —dice Amélie Nothomb.5

Nuestras aversiones son lo que realmente nos de-fine. Pero curiosamente, no en el sentido indivi-dualista que asumimos sin problemas desde nues-tro sentido común. En él, el asco es una emociónque a primera vista, pudiera parecer estrictamenteindividual: cada cuál siente asco a unas cosas y nootras y eso forma parte de su genética, de su per-sonalidad y/o de su idiosincrasia. Queda a la ‘cul-tura’ y/o a la ‘educación’ de cada cual, si le gustacomer gusanos, hormigas, perros o bien ostras, ca-racoles, gambas, vísceras, o cerdo. En el entendidode que, quien se ha ‘educado’ bien, sabrá no pro-vocar jamás esta emoción en sus congéneres y po-drá identificar perfectamente y sin problemas, lassituaciones que le provoquen asco (en cualquierade sus formas) y la mayoría de las veces podrá evi-tarlas sin dificultad, o en su defecto actuar en con-secuencia: asqueándose, como corresponde .

Justamente por esta indistinción entre lo per-sonal y lo colectivo, tan bien relatada por los inter-accionistas simbólicos, es que podemos hablar deun orden emocional, que sería equivalente a nues-

5 Amélie Nothomb, Métaphysique des tubes, Albin Michel,París, 2000 (Metafísica de los tubos, Barcelona, Anagrama,2001).

ψs

tra noción común de orden social. Con la salvedadde que el orden emocional nos recuerda que somosnosotros, desde nuestra subjetividad, quiénes con-formamos el orden social. Es decir, que no hayorden social sin orden emocional, ni viceversa, yque toda construcción colectiva de las emocionesconlleva una vivencia subjetiva de éstas.

Ciertamente, ese gran orden social se sostieneen nuestras vidas concretas y particulares que pa-recen tan individuales. De ahí, la posibilidad y ladificultad siempre presentes, de la transformacióncolectiva. Porque el orden emocional no nos es irre-levante, lo sentimos. Dado que la emoción nos con-mueve (nos mueve conjuntamente) es ella quién posi-bilita la puesta en marcha de cualquier movimientode transformación colectiva. Pero también, dados losdiscursos actuales sobre la inmovilidad de las emo-ciones, ancladas supuestamente en la parte más ani-mal de nuestro cerebro, el cambio se nos hace difí-cil, imposible de hecho, dado que lo que somos, loque sentimos, no podemos evitar serlo ni sentirlo.

En cuanto al asco,y sus posibles cualidades trans-formadoras, debe recordarse que para mantener elorden social, puede optarse por dos vías: o bien hayun núcleo de valores positivos, ideales hasta ciertopunto, que ‘motivan’ o ‘premian’ a aquellos que lesbuscan y les practican; o bien, se delimitan las fron-teras de lo permitido, de manera que quede claro,qué se espera de los sujetos como comportamien-tos aceptables (no se levanta nada del suelo, ‘caca’).

Si existiera algo así como la socialización per-fecta, esta consistiría en que desearíamos fervien-temente aquello que coincide con los valores do-minantes de una sociedad determinada y ademásnos lo tomaríamos como un reto personal, enton-ces lo ejecutaríamos con éxito. Pero si la cosa no estan perfecta, hará falta además recordar qué cosasno nos interesan, qué cosas son inaceptables, quécosas son abominables y qué cosas ni siquiera sepueden pensar. Hará falta dar toques de atención

que nos ayuden a visualizar dónde están los linda-res de lo establecido, y que a veces olvidamos porlas distracciones cotidianas.

En tanto que recreamos, mantenemos y cam-biamos el orden social en nuestras vidas particu-lares, no es casual que las emociones adecuadas secorrespondan con los valores –positivos- domi-nantes de la sociedad, por ello son adecuadas:“Por ello es curioso ver cómo la pasión y el enamo-ramiento están bien si como resultado llevan a lamonogamia y a la reproducción en el caso de lasmujeres o a una discreta poligamia en el caso delos hombres. La ira, la rabia y los celos se perdo-nan siempre y cuando sirvan para defender la pro-piedad privada y la tristeza y el dolor sólo sonsublimes cuando los experimentan los pobres omarginados asumiendo así su condición ineludi-ble en este mundo…” (Gil, 1999). Y como contra-partida, el asco nos hace sentir en carne propia loque no es deseable.

Cuando en determinadas situaciones tenemosemociones que no encajan en ellas (como tenerganas de reír en un entierro o en el momento dondela pareja nos dice que nos va a abandonar o cuandoun ser muy querido se confía con nosotros y nosexplica un suceso importante y secreto que le ocu-rrió cuándo era pequeño), también existe la posi-bilidad de sentir asco de uno mismo, de los demás,de la situación, o simplemente desconcertarse anteel fallo del sistema que implica sentir erróneamente.Justo lo que hemos llamado emociones no desea-das y que se justifican por el hecho de que no pode-mos cambiar aquello que no podemos controlar. La emo-ción no deseada es una gran contradicción para elindividuo, lo sumerge habitualmente en una pre-ocupación por lo que haya hecho mal, le preocupaqué tiene que hacer consigo mismo para arreglarse,pero lo que no sabe es que en realidad lo que estáqueriendo hacer es ajustar su orden emocional alorden social establecido. Justamente analizar el

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

82 83

asco, permite visualizar con claridad la normali-dad al uso en un momento dado.

El asco es entonces, a primera vista, “conserva-dor” nos ancla en nuestras categorías, nos ata al“sistema”, nos hace permanecer dentro del ordensocial/emocional establecido. Pero, al mismo tiem-po, y como veremos en el punto siguiente, incor-pora un cierto potencial transformador, nos haceindignarnos, nos hace sentir molestos, incómo-dos, y por lo tanto nos hace levantar la voz, en elmomento en que, lo que nos da asco es la injusti-cia, el abuso, la pobreza… Quién siente asco anteuna demostración de amor homosexual puede veren esta sensación la confirmación de que el amorhomosexual no es “natural”, pero también puedepensar que no está sintiendo correctamente y plan-tearse qué le ocurre… (por ejemplo, cuando la per-sona implicada en tal demostración de amor es unser querido, próximo o admirado).

EL ASCO COMO DATO POLÍTICO

El asco es, por supuesto y como ha quedado claro,una emoción desagradable, negativa, no deseada eincluso inoportuna. Aparentemente, uno no deseasentir asco, aunque a pesar de ello, y como buenaemoción que es, uno no pueda evitar sentirlo.Pero, ¿es esto cierto? El Diccionario de la Real Aca-demia Española, en su XXII edición, define el morbo,en su segunda y tercera acepción, respectivamentecomo “Interés malsano por personas o cosas” y“Atracción hacia acontecimientos desagradables”.El asco también nos fascina, hasta el punto quetenemos una palabra dedicada justamente a esteinterés. Por supuesto ahí están los noticieros tele-

visivos para demostrarlo, aunque se trata de unasco controlado y moderado por los propios me-dios y por códigos de conducta. Y existe tambiénuna fascinación infantil y adolescente hacia el asco.En el caso de los niños, se manifiesta en la vidadiaria ante el interés por las heces, escarabajos,mocos, etc. y también, de manera indirecta en lapublicación de libros infantiles sobre el tema.6 Enel caso de los adolescentes se manifiesta en elinterés que muestran en navegar por internet a labúsqueda de imágenes repugnantes que compar-tir con los amigos, así como en la existencia depáginas web y de grupos de discusión que ofrecenjustamente este servicio. Y, por supuesto, en laexistencia de todo un género cinematográfico delo asqueroso, el gore, y en las muertes escabrosasde los videojuegos. En todos estos casos el asco nodeja de ser un dato político, dado que la fascina-ción por el asco no puede sino provenir de lo quela experiencia del asco ofrece: un viaje a los límitesde nuestro orden social. Justamente, eso explica-ría porque la fascinación infantil y adolescentepor el asco terminan en un momento dado: cuan-do el orden social ha sido suficientemente retado,cuando se ha comprobado su solidez, deja de tenerinterés encontrar sus límites.

Pero, ¿cuáles son esos límites del orden social?Internet nos proporciona una manera fácil de ex-

6 Entre otros se pueden encontrar: ¡Qué asco! Enciclopediade las cosas repugnantes, de Joy Massot, publicada por Paidós;Asquerosología: del baño a la cocina, de Sylvia Branzei, publi-cado por Lamiqué; El llibre de la caca, de Pernilla Stalfelt, pu-blicado por Empúries.

El asco, como cualquier otra emoción,es un fenómeno social, cultural y lingüístico.

ψs

plorarlos. Una búsqueda rápida usando Googlenos ofrece enseguida las imágenes que han sidoetiquetadas o comentadas por quiénes las han col-gado con la palabra “asco”. Solamente entre losprimeros cuarenta resultados, sobre unas cuantasdecenas de miles, ya encontramos una muestraamplia de las posibilidades que nos ofrece el asco.En general no se trata de imágenes tomadas porel propio usuario sino encontradas en la red yreetiquetadas con la palabra “asco” o utilizadas amodo de ilustración en algún comentario sobrealgo que produce asco. Destaca el hecho que elasco moral es mucho más frecuente que el ascofísico, visceral o contaminante, al que Rozin et al.(2000) llaman core disgust, si es que tal distin-ción puede sostenerse, dado que el uno y el otrose entremezclan constantemente y se dan sentidomutuamente,7 como por ejemplo cuando inten-tamos interpretar el asco en términos estéticos opolíticos.

Esbozamos algunas de estas imágenes a conti-nuación a modo de ilustración de los argumentos

presentados hasta ahora y con el fin de provocaralguna reflexión más:

Una de ellas es una composición de tres fotos,de las que se menciona en el pie: “Aunque no loparezcan estas tres fotografías de actualidad tie-nen algo en común: Dan asco”. Se trata de unafoto de una autopsia realizada en directo en uncanal de televisión británico; de una foto deMichael Jackson en la que se pueden apreciar losdaños causados a su cara por los tratamientos yoperaciones a las que se ha sometido; y de unafoto del derrame de petróleo que tuvo lugar en2003 en las costas gallegas. Estas fotos precedenuna breve reflexión sobre cada una de ellas, entono de escándalo e indignación.

Otra foto es de Hugo Chávez y de Lula da Silva,presidentes de Venezuela y de Brasil, respectiva-mente, en la que Hugo Chávez afirma que Aznar,Toledo y Fox le dan “asco y lástima” por su relaciónsumisa con el imperialismo de Estados Unidos.

Otra es una serie de fotos de una señora mayor,desnuda (excepto por un pañuelo negro en la cabeza)

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

84 85

El asco también nos fascina, hasta el puntoque tenemos una palabra dedicada

justamente a este interés.

7 Como lo muestra esta definición del asco del Dic-cionario del Español Usual en México: asco s m 1 Sensación demalestar estomacal, generalmente acompañada de ganasde vomitar, provocada por algo que se ha comido o bebido:sentir asco. 2 Resistencia involuntaria e incontrolable atomar alguna cosa: «El olor a grasa me dio asco y no pudecomer». 3 Sensación de repugnancia física o moral haciaalgo o alguien: «Me dan asco las ratas», «Los ostiones ledan asco», «Tanto servilismo da asco». 4 Ser algo o alguienun asco (Coloq) Ser sumamente desagradable, desprecia-

ble o repugnante: «Son un asco esos periódicos amarillis-tas», «Ese cantante es un asco». 5 Hacerle asco(s) a algo o aalguien (Coloq) Rechazarlo o eludirlo persistentemente: «Lehizo ascos a la comida de la pensión». 6 Estar, andar, que-dar, etc., hecho un asco Estar, andar, etc muy sucio: «Des-pués de la fiesta, la casa está hecha un asco», «Los niñosquedaron hechos un asco en el lodo». 7 Poner del asco(Coloq) Regañar o insultar fuertemente a alguien, sin queéste oponga mucha resistencia: «Puso del asco a todos losburócratas corruptos».

y en poses sexuales,el nombre del archivo es asco.jpg,procede de una página llamada eresfeo.com, y se usaen varios blogs y discusiones, venga o no a cuenta,como un hecho entre gracioso y escabroso.

Otra representa un joven africano lavándosecon orín de vaca. Se trata seguramente de un jovennuer, entre los que el orín de vaca tiene varios usoscotidianos relacionados con la higiene y la salud.Pero la foto no se usa con finalidades antropológi-cas sino todo lo contrario, como ejemplo de la po-breza africana, llamando a la oración para que“cosas como ésta” no ocurran más.

La siguiente es una composición artística en laque un brazo en descomposición y separado delcuerpo prende una luz eléctrica mediante un inte-rruptor mientras su extremo desgarrado producemariposas nocturnas que aletean alrededor de labombilla encendida. Esta foto sirve para ilustrarun comentario despectivo hacia un concierto deEnrique Iglesias y de Pavarotti.

La siguiente también ilustra un comentario“sin palabras” sobre el MSN Messenger, y consisteen un pollo crudo a medio abrir.

La siguiente es una ilustración donde una mujerdispara contra un calendario, acompañada de laleyenda: “¡Qué asco de lunes!”

En otra, una “princesa del Pop” aparece foto-grafiada al salir de un coche, enseñando sus par-tes sin darse cuenta, lo cuál no impide al comen-tarista tildarla de “warra”.

En la siguiente, en un foro de un periódico y enel transcurso de una discusión política, EduardoZaplana, dirigente del Partido Popular, posa juntoa un grupo de hinchas de la selección española defútbol que llevan una bandera franquista.

En otra aparece una cocina sucia con un frega-dero lleno a rebosar de platos aún por limpiar enel contexto de un blog cotidiano.

En otro blog aparece un cuadro pintado querepresenta la vida consumiéndose (como si fueran

velas), acompañado de un largo comentario queempieza con “la vida a veces es un asco”.

La siguiente es una captura de pantalla de laweb de un periódico (“El Mundo”) en qué apare-cen codo con codo una noticia sobre una inunda-ción en Somalia y la boda de un actor famoso.Aparece también en un blog personal y la imagenha sido tratada para destacar que la noticia másleída es la de la boda de Tom Cruise, el comentarioes escueto: “Asco de mundo”.

La siguiente es una ilustración de una páginade una universidad colombiana, imagen para laprevención de la bulimia en que se ve a una chicametiéndose los dedos en la boca para vomitar. Eneste caso el nombre de la página es “peligros.html”y el del archivo de la foto “asco.jpg”.

En un blog sobre publicidad se ve a un bebétomando pecho, sólo que en el lugar donde debe-ría estar el pecho se encuentra una hamburguesade McDonald’s. La frase “Qué asco” inicia y terminael comentario. El título del post es “No apto paraestómagos sensibles”.

La última que hemos seleccionado es de DiegoArmando Maradona visiblemente subido de peso,y el título del post es “Maradona eres un asco…”

A la hora de enfrentarse a estas imágenes, elproblema no es su diversidad, que podría com-plicar su clasificación, sino el hecho que todaspertenecen a diferentes categorías de asco simul-táneamente. Por ejemplo, la imagen del petróleoensuciando las costas gallegas es tanto una ilus-tración del asco hacia lo que ensucia, del asco en-tendido como contaminación, como del asco porla violación, en este caso de la naturaleza, y por su-puesto del asco político hacia los responsables dedicha tragedia. Incluso se puede interpretar comoun asco estético por la pérdida de la belleza na-tural de la costa gallega.

Otro ejemplo, la señora mayor en actitud se-xual, es asco estético en el sentido que incumple

ψs

todos los cánones vigentes, pero también asco ha-cia la decadencia del propio cuerpo, un asco re-lacionado con las cosas que dejan de funcionar yal mismo tiempo por supuesto es asco político:nos informa sobre el desprecio hacia la gente ma-yor que caracteriza nuestra sociedad contempo-ránea. Relacionadas con ésta, encontramos lasimágenes de la obesidad de Maradona, de la carademacrada de Michael Jackson y del vómito de labulímica, todas son asco estético, político y mo-ral, porque lo que no se tolera es la falta de con-trol en el cuidado corporal (tanto por defectocomo por exceso).

Miller (1997) cita el tedium vitae, ese asco hacialas servidumbres de la vida cotidiana, que vemosejemplificado en la cocina sucia , y en las expresio-nes “asco de vida”, “vida asquerosa”, “puta vida”...y por supuesto el calendario agujereado justa-mente en el lunes. Pero esta última ilustración tam-bién nos habla de la servidumbre del trabajo y porlo tanto de la política.

La imagen del joven nuer se usa con un finpolítico, reclamar el fin de la pobreza, pero sinquererlo ilustra sobre todo nuestra repugnanciahacia el orín y las heces, y un sentido agudo del“debe ser” universal de cualquier cosa que nosemocione, tanto positiva como negativamente.La campaña de McDonald’s que tanto asco sus-cita es un caso parecido, el discurso en contra delos fast-food, que es un discurso político, ancladoen ideas tan diversas como el imperialismo y lonatural violado, es una muestra también de la au-

sencia de universalidad del asco y de lo chocanteque es encontrarse tanto con el asco del otro comocon la ausencia de asco hacia lo “universalmente”repugnante.

Suscitan también asco las mezclas impropias,como juntar una noticia dramática con una noti-cia del corazón, o bien ver a una “princesa”, delpop, comportarse supuestamente como una pros-tituta, que es un asco moral que ilustra además elasco sexista, al igual que lo ilustraban las fotos dela señora mayor. Destaca por supuesto la ausen-cia, al menos en los espacios abiertos de la red, delasco racista y del asco homófono, presentes en lavida cotidiana pero desterrados de la vida públicaen los espacios donde impera lo políticamente co-rrecto (como Google).

CONCLUSIONES

La emoción todo lo permea, por eso no se puededescribir racionalmente, mediante tipologías yclasificaciones. Tan sólo se puede constatar supresencia y comentar sus efectos, sabiendo queal hacer tal cosa también la estamos invocandoen el lector. Lo cuál finalmente no deja de ser unargumento, pues la emoción “convence” al ha-cer acto de presencia. Se puede ver esto como unpeligro, la emoción nos alejaría del debate racio-nal, esto es un clásico del pensamiento científico.Pero lo realmente peligroso es menospreciar elpapel de la emoción en lugar de analizarlo. Lasemociones forman parte del lenguaje de la mis-ma manera que las palabras, conocemos las pa-

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

86 87

Finalmente no deja de ser un argumento,pues la emoción “convence”

al hacer acto de presencia.

labras bien, pero se nos escapa aún el sentido amenudo, pues es lo que nos trae la emoción, in-disociable, por cierto de toda acción comunica-tiva humana.

El estudio detallado de la vida social de nues-tras emociones abre una puerta al análisis socio-lógico y psico-social que difícilmente puede con-siderarse irrelevante. Pasar a través de ella puededar miedo, porque las emociones se pegan, por-que uno puede caer fuera del discurso racional,salir de la lógica científica y no saber como vol-ver a entrar. Porque uno no quiere convencer me-diante la invocación a la emoción sino por lorazonable de sus argumentos. Pero por poco queuno haya sentido un poco de asco en algún mo-mento al leer este texto, se habrá dado cuenta deque en realidad el lector mismo es su propia fuentede datos empíricos, el lector deviene entonces elobjeto investigado y puede sacar sus conclusionespor sí mismo.

Poner en discusión la existencia de unas rela-ciones de control que tienen una serie de reperto-rios, de conductas y de emociones asociadas quepermiten reproducirlos, nos proporciona la opor-tunidad para comprender un poco más nuestrarealidad social y quizás abra algún camino a latransformación. Siempre y cuando no creamos quela mera discusión sea la solución y la puerta di-recta a la transformación, si no que se trata másbien de una posibilidad que se nos ofrece parareconstruir el sentido de lo que sentimos. El obje-tivo de este texto ha sido el de mostrar que no hayque dar por supuesto lo que uno siente, que no setrata de un “dato” de los sentidos sino que lo queuno siente, cuando siente asco por ejemplo, formaparte del orden emocional establecido. El asco esun “dato” social, algo que nos informa sobre cómoestamos hechos, quiénes somos, dónde estamos ya quién le vamos.

BIBLIOGRAFÍA

Brown, R., Murphy, D., Stich, S., Dryden, D., Redding,

P., MacNaughton, N., y Griffiths, P. (1999). “Elimina-

ting Emotions?” (revisiones de What Emotions Really

Are: The Problem of Psychological Categories by Paul E.

Griffiths), Metascience, 8 (1): 562.

Corbin, A.; Courtine, J.J.; y Vigarello, G. (2006).

Histoire du corps, París, Éditions du Senil.

Crawford, J.; Kippax, S.; Onyx, J.; Gault, U. y Benton,

P. (1992). Emotion and Gender. Constructing Meaning

from Memory, Londres, Sage.

Foucault, M. (1975). Surveiller et punir, París, Édi-

tions Gallimard.

———(1977). Historia de la sexualidad. 1. La volun-

tad de saber, Madrid, Siglo XXI.

Gil, A. (1999). “Aproximación a una teoría de la

afectividad”. Tesis doctoral. Departament de Psicolo-

gía de la Salut i Psicología Social, Universitat Autòno-

ma de Barcelona, ISBN 84-490-1844-7.

Griffiths, P. (1997). What Emotions Really Are, Chi-

cago, University of Chicago Press.

——— (2004). “Emotions as Natural and Nor-

mative Kinds”, en Philosophy of Science, volume 71, pp.

901-911.

Miller,W.I.(1997).Anatomía del asco, Madrid,Taurus.

1998.

Ortony, A., Clore, G.L. y Collins, A. (1988). La es-

tructura cognitiva de las emociones, Madrid, Siglo XXI,

1996.

Ortega y Gasset, J. (1947). “La deshumanización

del arte e ideas sobre la novela”, en Obras completas,

Madrid, Revista de Occidente, III, pp. 359-362.

Rozin, P., Haidt, J, y McCauley, C.R. (2000). “Dis-

gust”, en Michael Lewis y Jeannette M. Haviland-Jones

(eds.) Handbook of Emotions, segunda edición, Nueva

York: The Guilford Press, pp. 637-653.

Shachter, S. y Singer, J.E. (1962). “Cognitive, social

and physiological determinants of emotional state” en

Psychological Review, 69, pp. 379-99.

ψs

Es buscando lo imposible como el hombre

ha realizado siempre y reconocido lo posible

y aquellos que sabiamente se ha limitado

a lo que parecía posible no han dado jamás

un paso. Mijail Bakunin

Es de toda excelencia la verdad, que si con

ella se alaban cosas mínimas, éstas se

tornan nobles y su verdad es en sí de toda

excelencia que aun cuando se extienda sobre

las humildes y bajas materias, excede sin

comparación a las incertidumbres y mentiras

extendidas sobre magnos altísimos

discursos. Leonardo Da Vinci

La burocracia es un mecanismo gigantesco

operado por enanos. Honore de Balzac

La gente joven está convencida de que posee

la verdad. Desgraciadamente, cuando logran

imponerla ya ni son jóvenes ni es verdad.

Jaume Perich

La memoria del corazón elimina los malos

recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a

ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.

Gabriel García Márquez

La obra de arte no es una representación

de la realidad, es otra realidad. La línea

que las une es invisible, la puerta que las

separa está abierta. Lucille Wong

La relación que queda por estudiar entre

las obras canónicas y las obras populares

mostraría que, para empezar, la creación

y el genio son colectivos.Michel Maffesoli

Lo científico no depende del instrumental

que se emplee, sino del método que se siga,

y lo meritorio no estriba en el método,

por perfecto que éste sea, sino en la idea

creadora. Ignacio Chávez

Si dudo, esta duda no se refiere tanto

a los hechos mismos como a la exagerada

creencia que se tiene en ellos.Theodor Fontane

No, el verdadero buscador, el que

verdaderamente tiene el deseo de encontrar,

no debe abrazar ninguna doctrina.

En cambio, el que ha encontrado puede

aceptar todos los caminos y todos los fines.

Hermann Hesse

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A200

8

88 89

es platico. Recuerden que todo empezó con el libro Historia del pensamiento social,historia e interpretación de las ideas acerca de la convivencia humana, de H.E. Barnes y H.

Becker (México, Fondo de Cultura Económica). Se requería foto de los autores paraacompañar la reseña correspondiente y la pregunta fue ¿Howard Becker es el mismoHoward Becker que conocemos? No se cruzaron apuestas pero casi, los indicios no sa-caban de dudas. Si la edición del FCE hubiera tenido el nombre completo de ambosautores principales y no sólo el de Harry Elmer Barnes me habría ahorrado la incerti-dumbre pero me hubiera privado de conocer varios detalles curiosos que compartoahora con ustedes. Vaya en descargo de la edición en español anotar que también en laedición en inglés Howard Becker aparece así, tal cual.

Primero, y de pasada, el título original en inglés es: SocialThought from Lore to Science(Boston, D.C. Heith, 1938, primera edición). Si recurrimos al diccionario inglés, lore tieneque ver con erudición, conocimiento tradicional, saber, creencias populares. Saquen ustedes

sus conclusiones; a mi me gusta algo así como “...de la sabidu-ría a la ciencia”.

El punto en cuestión. Este Howard Becker no esel Howard Becker a quien me referiré como Howie

de aquí en adelante. Y ocurre que no es la pri-mera vez que se genera algún malentendido oconfusión a pesar de que una inicial, indica-tiva de un nombre diferente, los separa y noevita que se piense en una homonimia.El nom-bre completo del coautor de Social Thought…es Howard Paul Becker quien nació en laciudad de Nueva York en 1899. Parece que

vivió una juventud llena de tribulaciones, se-creto de familia incluido; circunstancias fami-

liares y continuas mudanzas por varios luga-res de Estados Unidos impidieron la conclusión

La extraña coincidenciaHoward Becker

MA. DE LA LUZ JAVIEDES ROMERO

s

formal de sus estudios de pre-grado.Lo notable es que, previa evaluación desus capacidades y demás en un examenespecial, pudo ingresar a la North-western University (para entonces con-taba con 23 años de edad) donde ob-tiene en 1926 su M.A. (Master of arts?).

Y, ¿qué creen? En 1927 ingresa a laUniversidad de Chicago (como es sa-bido, la más renombrada en la época)para proseguir con el doctorado en So-ciología bajo la dirección de Robert E.Park (e de Ezra, 1864-1944), nada me-nos. En 1937 se incorpora a la Uni-versidad de Wisconsin-Madison comoprofesor de sociología.

El propio Howie cuenta algunasde las confusiones en que se ha vistoenvuelto. Antes de seguir, ¿quién esHowie? Pues se trata de Howard SaulBecker, quien nació en Chicago en1928; se forma también en sociologíaen la Universidad de Chicago con Her-bert Blumer (1900-1987) y con EverettC. Hughes (ce de Cherrington, 1897-1983); obtiene el doctorado en 1951.Si bien la mayor parte de su carreraacadémica la desarrolló en la North-western University, también la ejercióen las universidades de Washington yCalifornia. Sus intereses no se circuns-criben a la sociología, incluyen la mú-

sica y el arte. Pudiera decirse que escosmopolita y heterodoxo. Para la psi-cología social, corrijo, para los psicó-logos sociales —algunos, no todos—,el conocimiento de Howie se limita asu libro Los Extraños, Sociología de ladesviación, publicado por la EditorialTiempo Contemporáneo, Argentina, en1971; apenas ocho años después de laedición original en inglés. Hay quienconsidera que es su obra central por-que en ella aparece el proceso de eti-quetación, es decir, se aplica la etiquetade desviado a alguien cuando los otroscalifican su comportamiento de des-viado, que ningún acto en particulares desviado en sí mismo, se va dandoen la interacción. La desviación escomo una calcomanía que se convier-te en piel o como aparece en el diálo-go de una película famosa donde unode los personajes después de decirlesu nombre propio le pregunta al otrocómo se llama y éste responde: “Nome llamo, me llaman”. Bueno, discul-pen ustedes la digresión, sólo pretendocontarles lo que Howie refiere acercadel otro Howard, el que nos interesa eneste momento. En la página Howie’sHome Page, aparece un parrafito “Aquíva algo para los curiosos. Una vez hubootro sociólogo llamado Howard Becker,

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

90 91

Howard Paul Becker (1899-1960).

Mencionaré que mientras para Howiela historia común de equívocos le llegó

a parecer interesante.

bastante famoso en su tiempo (más omenos de los años treinta a los sesen-ta)”. Según esto, la fama duró el restode la vida de Howard Paul Becker. Yparece que así fue pues muere en 1960,cuando era presidente de la AmericanSociological Association.

Howie reproduce una carta (e-mail)que recibió de una persona llamadaMary Becker donde, después de ofre-cer la genealogía de un Howard Beckerque llegó a ser profesor de Sociologíaen la Universidad de Wisconsin, lepregunta si hay alguna relación con lafamilia. Tal relación no existe, le res-ponde Howie, tal como ambos (él y PaulBecker) lo pudieron establecer en unaocasión en que se encontraron. Estacorrespondencia continuó por lo me-nos en un par de correos y abunda endetalles irrepetibles. Sólo mencionaréque mientras para Howie la historiacomún de equívocos le llegó a parecerinteresante (incluso le llegaron a ofre-cer condolencias por la muerte de quiencreían era un familiar) a Paul Beckerno le hacía gracia que le llegara corres-pondencia ajena. A Howie le parecíadivertido que a pesar de usar en sunombre completo la inicial S, de Saul,los errores persistieran y cuenta queen el prefacio de uno de los últimos

libros de Howard P. Becker éste men-ciona que había un joven estudiantellamado Howard S. Becker y que nodebían confundirlos, que él era Paul,el otro Saul y que iba contra la tradi-ción bíblica cambiar de Paul a Saul.

Que no se debe hablar mal de losmuertos es el precepto que sigue HarryElmer Barnes (1889-1968) al escribiruna nota In Memoriam de su colabo-rador en Social Thought from Lore toScience, título que le dio el mismo Ho-ward Paul, así que resulta un alivio yano leer acerca de la maledicencia ymurmuraciones del ambiente acadé-mico universitario (clima social queno resulta ajeno), ni de su mal carác-ter, tampoco del odio que provocabaen sus estudiantes o de la fuerte críti-ca que le dirigió C. Wright Mills (ce deCharles, 1916-1962). Imaginen, serblanco de la combatividad de esteilustre sociólogo, marginal y pensan-te, debe haber sido perturbador, aun-que quién sabe. Lo central es que elautor de La elite en el poder, La imagi-nación sociológica, Escucha yankee, entreotros libros y numerosos artículos, dis-tinguido ya con el calificativo de ex-cepcional desde estudiante, realizó sudoctorado en la Universidad de Wins-consin (1941) y en uno de sus prime-

A Paul Beckerno le hacía gracia que le llegaracorrespondencia ajena.

ψs

ros ensayos confrontaba al ex direc-tor, profesor y teórico más antiguo ydistinguido del departamento desociología.

De retorno al texto de Barnes, InMemoriam (se publica en el AmericanJournal of Sociology, vol. 66, núm. 3),uno se entera que se conocieron a finesde 1929; para entonces Barnes ya con-taba con mucho material para un li-bro acerca de la historia de la teoríasocial y requería un colaborador. Leenvía el proyecto a Howard Paul quiense entusiasma de inmediato y le dedi-ca la energía, capacidad de trabajo ydisciplina que, relata Barnes, siemprefueron características suyas. Otros ha-bían rechazado la tarea por la magni-tud misma de la obra por realizar. Todoindica que Social Thought… fue la únicaobra conjunta, por lo menos que de-mandaba mayor comunicación entrelos dos autores; existe otra, Contem-porary Social Theory (1940), de HowardPaul, donde Barnes y Frances BennettBecker —esposa de Howard Paul, tam-bién socióloga—, aparecen como coe-ditores. Después de esta convergenciala relación entre ellos fue por escrito yse veían ocasionalmente, después elcontacto entre ellos quedó reducido aestudiantes que se referían para ase-sorar su doctorado. La trayectoria decada uno de ellos, Barnes y HowardPaul, fue muy distinta. El primero de-sarrolló su carrera académica en Co-lumbia University principalmente,también fue profesor en la New Schoolfor Social Research; se le considerainiciador de una forma de hacer his-

toria que él mismo llamó “revisionis-mo” caracterizado por la crítica a lahistoria oficial y por el interés enechar abajo los mitos que sostiene lahistoria ortodoxa. Su posición críticacomo historiador, su compromiso consus tesis, sus trabajos sobre la prime-ra y segunda guerra mundiales dondesostenía que la responsabilidad delconflicto no era sólo de Alemania yponía en duda el papel de su propiopaís, dieron lugar a que siguiera sien-do tan influyente y prestigiado comopolémica su posición revisionista y que,según supe, estuviera cada vez más ymás en la marginalidad, con acusacio-nes y señalamientos cada vez más fuer-tes también. Así, “de oídas” les cuen-to esto acerca de Harry Elmer Barnes.

Respecto a Howard Paul les descri-bí la forma tan inusual de su ingreso ala universidad pero no les he mencio-nado que en 1923 es quizá su primerviaje a Alemania, aún estudiante. Re-torna en 1926, y tiene oportunidad dever la depresión y los inicios del na-zismo; al regresar a su país continúasus estudios y es cuando se doctora conuna tesis acerca de Atenas y Esparta.Estudios posdoctorales lo llevan a Gre-cia y Sicilia, Francia y Bélgica, Ale-mania e Inglaterra. Sin embargo, nose crean que su desempeño fue siem-pre académico, en universidades. No.Durante la segunda guerra formó parte(1943 – 1945) de la agencia Office ofStrategic Services, en Inglaterra y Ale-mania. Regresa a Alemania (1947-1949)para asumir el cargo de jefe de educa-ción superior del American Military

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

92 93

Howard Saul Becker (1928).

Government en Hesse y coordinabacuatro universidades. Rechaza la pro-puesta de ocupar el mismo cargo peroahora para toda la zona ocupada porEstados Unidos en Alemania y regre-sa a Winsconsin; un año después viajaa Inglaterra invitado por el BritishMinistry of Education. Es en 1951,nuevamente en Inglaterra como pro-fesor visitante en la Universidad deBirmingham, que él y su esposa pa-san seis meses con una familia depastores escoceses para realizar el es-tudio de campo respectivo y conti-nuar así con su interés acerca delpensamiento social, de lo popular.Mientras estuvo en Hesse también sedio tiempo para llevar a cabo algo si-milar en poblados alemanes. Consi-deraba Howard Paul que la teoría no

podía ser un fin en sí misma y al cabodel tiempo su orientación fue más em-pírica y pragmática, a decir de quienesle conocieron. Más acerca de su obra,participación en operaciones estratégi-cas y sobre su persona toda (hasta ladivisa que hizo propia) puede leerseen las varias notas matizadas de admi-ración que con motivo de su muerteaparecieron tanto en The American Jour-nal of Sociology como en la AmericanSociological Review en el año de 1960.Fue su hijo, el historiador ChristopherBennett Becker, quien leyó la confe-rencia preparada por Howard Paul Be-cker, quizá su último escrito, para lareunión anual de la American Socio-logical Association. Lleva el sugestivotítulo de Normative Reactions to Norm-lesness. ¿No les parece?

DE CARLOS FUENTES

“Poblar los desiertos que rodean los oasis de la satisfacción, dar voces al motín del silencio, llenarlas páginas en blanco de la historia, recordarnos y recordarles a nuestros contemporáneos que novivimos en el mejor de los mundos posibles. El novelista ha extendido los límites de lo real, creandomás realidad con la imaginación, dándonos a entender que no habrá más realidad humana si no lacrea, también, la imaginación humana”. (pp. 172-173)

(1993). Geografía de la novela, México, Fondo de Cultura Económica.

ψs

Salvador Arciga Bernal. Profesor-Investigador Titular de la licenciatura en Psi-cología Social de la UAM Iztapalapa. Licenciado en Psicología por la Facultadde Psicología de la UNAM. Maestro en Psicología Social por la Benemérita Uni-versidad Autónoma de Puebla.

Daniela Guerrero León. Facultad de Psicología, UNAM.

Luis Daniel Miranda Astudillo. Facultad de Psicología, UNAM.

Jahir Navalles Gómez. Profesor en la Licenciatura en Psicología Social de la UAMIztapalapa, Licenciado en Psicología por la Facultad de Psicología de la UNAM.Maestro en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Queré[email protected].

Pablo Fernández Christlieb. Profesor Titular de la Facultad de Psicología, de laUNAM. Licenciado en Psicología por la Facultad de Psicología de la UNAM,magíster en Psicología por la Universidad de Keele (Reino Unido). Doctor enCiencias Sociales por el Colegio de Michoacán.

Josu Romero Sánchez. Facultad de Psicologia, UNAM.

Ernesto Fernando Saldívar Pérez. Facultad de Psicología, UNAM.

Iván González Márquez. Facultad de Psicología, UNAM.

Leslie Borsani Fernández. Facultad de Psicología, UNAM.

Israel Rojas Campos. Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM.

Marco Antonio Vicario Ocampo. Facultad de Psicologia, UNAM.

Nayeli Guijosa Pichardo. Facultad de Psicología, UNAM.

Gissel Allier y Díaz de León. Psicóloga clínica en consultorio privado zona sur.Tutora y profesora de Psicología Social en la Universidad Tecnológica de Mé-xico. Maestra en Psicología Clínica por la facultad de Psicología de la UNAM.

Omar E. Guevara Ramírez. Facultad de Psicología, UNAM.

Adriana Gil Juárez. Profesora en la Universidad Autónoma de Barcelona. Licen-ciada en Psicología por la Facultad de Psicología de la UNAM. Doctora en Psi-cología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Rodolfo Suárez Molnar. Profesor-Investigador del Departamento de Humani-dades de la UAM-C. Licenciado en Psicología por la Facultad de Psicología de laUNAM. Maestro y doctor en Filosofía de la Ciencia por el Instituto de Inves-tigaciones Filosóficas de la UNAM.

Ma. de la Luz Javiedes Romero. Profesora Titular de la Facultad de Psicología, de laUNAM. Licenciada en Psicología por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.Maestra en Psicología Social,por la Facultad de Psicología de la UNAM,Diplomadoen Teoría Social Contemporánea, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM.

ELAL

MAP

ÚBL

ICA

PRIM

AVER

A 200

8

94 95

Col

abor

ador

es

ψs

DIRECTORA EDITORIAL

Angélica Bautista López. Profesora Titular en el Departamento de Sociología dela División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad AutónomaMetropolitana, Iztapalapa. Integrante del Seminario de Psicología ColectivaContemporánea. Cuerpo Académico Identidad y Cultura.

COMITÉ EDITORIAL

Salvador Arciga Bernal. Profesor Titular en el Departamento de Sociología de laDivisión de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad AutónomaMetropolitana, Iztapalapa. Integrante del Seminario de Psicología ColectivaContemporánea. Cuerpo Académico Psicología Política.

Claudette Dudet Lions. Profesora Titular en la Facultad de Psicología de la Uni-versidad Nacional Autónoma de México. Integrante del Seminario de Psico-logía Colectiva Contemporánea.

Pablo Fernández Christlieb. Profesor Titular en la Facultad de Psicología de laUniversidad Nacional Autónoma de México. Coordinador del Seminario dePsicología Colectiva Contemporánea.

Ma. de la Luz Javiedes Romero. Profesora Titular en la Facultad de Psicología dela Universidad Nacional Autónoma de México. Integrante del Seminario de Psi-cología Colectiva Contemporánea.

Gustavo Martínez Tejeda. Profesor Titular en la Licenciatura de Psicología Edu-cativa de la Universidad Pedagógica Nacional. Integrante del Seminario dePsicología Colectiva Contemporánea. Cuerpo Académico Formación de Pro-fesionales de la Educación.

Jahir Navalles Gómez. Profesor en el Departamento de Sociología de la Divisiónde Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Me-tropolitana, Iztapalapa. Integrante del Seminario de Psicología ColectivaContemporánea.

Rodolfo Suárez Molnar. Profesor Titular en el Departamento de Humanidadesde la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autó-noma Metropolitana, Cuajimalpa. Integrante del Seminario de Psicología Co-lectiva Contemporánea. Cuerpo Académico Acción y Formas de Vida.

Inte

gran

tes

ψs