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L I T E R A T U R A I N F A N T I L Y J U V E N I L 11 El ajedrez en El Quijote ENTRE LIBROS Joaquín Fernández Amigo y Mª Rosario Pallarés Porcar* l ajedrez ha sido pretexto y tema ge- nerador de una gran cantidad de obras literarias y lo podemos encon- trar en diversos géneros literarios: novelas, poemas, ensayos… Metáfora de la vida cotidia- na, aparece tamizando la literatura de todos los tiempos, desde los escritos de Alfonso X El Sabio hasta novelas más actuales como la de Arturo Pérez Reverte con La Tabla de Flandes la de Katherine Neville con El Ocho o Ajedrez de Rubén Gallego. No podían faltar referencias en la maravi- llosa obra cumbre de la literatura española El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha . La primera aparición del juego-ciencia la podemos encontrar en el capítulo XII titulado: De la extraña aventura que le sucedió al vale- roso Don Quijote con el bravo caballero de los espejos ” con una cita, en boca de Sancho, en re- lación con el juego del tablero. Don Quijote le explica a Sancho, cómo los atavíos de la come- dia son fingidos y aparentes y quienes repre- sentan la comedia hacen un bien, porque nos ponen al frente a un espejo que nos hace ver “al vivo” las acciones de la vida humana. Las palabras exactas de Don Quijote las podemos leer en el texto adjunto donde resaltamos el párrafo que se refiere al ajedrez. Podemos ob- servar cómo se entreteje un triple paralelismo entre la vida, la comedia y el rey de juegos. Al final, tanto el hombre como los actores como las piezas abandonan sus atavíos y sus oficios para dejar atrás el juego; la comedia ha termi- nado…, la partida ha terminado…, la vida ha terminado. Los actores se desalojan de sus papeles, las piezas son guardadas en su caja y los seres hu- manos decimos adiós a la vida para reposar fi- nalmente en la sepultura. Así, mientras dure la comedia, mientras dure la partida y mientras dure la vida, disfrutemos por igual perfeccio- nando el papel, enriqueciendo nuestro juego y, definitivamente apostando por la vida. En contraposición a estos razonamientos, Rubén Gallego en su reciente novela Ajedrez defiende que “la vida no es una partida de aje- E A partir de los capítulos XII y XXXII de El Quijote en los que aparecen dos referencias al juego- ciencia, los autores proponen, a través de su lectura, una serie de actividades que relacionan la obra cumbre de la lengua castellana y el rey de juegos. Se introduce el artículo con un breve co- mentario de cada cita para continuar con la propuesta de actividades y finaliza con una serie de recursos didácticos para trabajar El Quijote, en la celebración de su IV Centenario, así como di- recciones de interés para trabajar el deporte del tablero.

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L I T E R A T U R A I N F A N T I L Y J U V E N I L 11

El ajedrez en El Qui jo t e

ENTRE LIBROS

J o a q u í n F e r n á n d e z A m i g o y M ª R o s a r i o P a l l a r é s P o r c a r *

l ajedrez ha sido pretexto y tema ge-nerador de una gran cantidad deobras literarias y lo podemos encon-

trar en diversos géneros literarios: novelas,poemas, ensayos… Metáfora de la vida cotidia-na, aparece tamizando la literatura de todos lostiempos, desde los escritos de Alfonso X ElSabio hasta novelas más actuales como la deArturo Pérez Reverte con La Tabla de Flandesla de Katherine Neville con El Ocho o Ajedrezde Rubén Gallego.

No podían faltar referencias en la maravi-llosa obra cumbre de la literatura española Elingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.

La primera aparición del juego-ciencia lapodemos encontrar en el capítulo XII titulado:“De la extraña aventura que le sucedió al vale-roso Don Quijote con el bravo caballero de losespejos” con una cita, en boca de Sancho, en re-lación con el juego del tablero. Don Quijote leexplica a Sancho, cómo los atavíos de la come-dia son fingidos y aparentes y quienes repre-sentan la comedia hacen un bien, porque nos

ponen al frente a un espejo que nos hace ver“al vivo” las acciones de la vida humana. Laspalabras exactas de Don Quijote las podemosleer en el texto adjunto donde resaltamos elpárrafo que se refiere al ajedrez. Podemos ob-servar cómo se entreteje un triple paralelismoentre la vida, la comedia y el rey de juegos. Alfinal, tanto el hombre como los actores comolas piezas abandonan sus atavíos y sus oficiospara dejar atrás el juego; la comedia ha termi-nado…, la partida ha terminado…, la vida haterminado.

Los actores se desalojan de sus papeles, laspiezas son guardadas en su caja y los seres hu-manos decimos adiós a la vida para reposar fi-nalmente en la sepultura. Así, mientras dure lacomedia, mientras dure la partida y mientrasdure la vida, disfrutemos por igual perfeccio-nando el papel, enriqueciendo nuestro juego y,definitivamente apostando por la vida.

En contraposición a estos razonamientos,Rubén Gallego en su reciente novela Ajedrezdefiende que “la vida no es una partida de aje-

E

A partir de los capítulos XII y XXXII de El Quijote en los que aparecen dos referencias al juego-ciencia, los autores proponen, a través de su lectura, una serie de actividades que relacionan laobra cumbre de la lengua castellana y el rey de juegos. Se introduce el artículo con un breve co-mentario de cada cita para continuar con la propuesta de actividades y finaliza con una serie derecursos didácticos para trabajar El Quijote, en la celebración de su IV Centenario, así como di-

recciones de interés para trabajar el deporte del tablero.

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drez y nosotros no somos piezas” y espera que“cada uno de sus lectores construya con su cora-zón su propio teatro”.

Cervantes despliega a lo largo de El Qui-jote un ideal renacentista de la sociedad. Em-pieza por reivindicar un socialismo utópico yprimitivo en el discurso sobre los tiempos an-tiguos para criticar la sociedad de su tiempo.Realiza una valoración de la cultura y de laformación como caminos seguros para conse-guir una sociedad mejor, una sociedad cuyoconocimiento estaría basado en la ciencia queaseguraría el progreso. Defiende que los li-bros han de servir para enseñar y deleitar, laLiteratura por tanto ha de tener una actituddidáctica. Manifiesta un gran respeto por laslenguas vernáculas, poniéndolas a todas almismo nivel de importancia en cuanto a valorcomunicativo y de creación literaria lo que re-presenta extraordinariamente vigente en nues-tros días.

En cuanto al teatro no oculta sus preferen-cias por el teatro clásico conservando la unidadde acción, lugar y tiempo.

Su concepción sobre la vida lo resume en alu-sión a Jorge Manrique, que Sancho explica me-diante el juego de ajedrez cuando nos hace verque durante la partida de la vida cada personajejuega su papel pero que una vez acabada la parti-da todas las piezas se mezclan por igual en la caja.

El Quijote pasea, que no cabalga, por unasociedad en transformación de la mano deCervantes, quien lo lleva hacia el ideal de unasociedad Renacentista.

Borges ha escrito dos hermosos poemasAjedrez I y II:

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizadaReina, torre directa y peón ladinoSobre lo negro y blanco del caminoBuscan y libran su batalla armada.

(Borges 1974: 813)

En el ajedrez cada pieza tiene una funciónespecífica y no puede usurpar la de las otras,debe moverse de acuerdo a reglas rígidas quelo hacen funcionar como si fuera un campomilitar fuertemente codificado.

Figura realizada en el CEIP Lluís Piquer de Parets del Vallès para celebrar el IV centenario de El Quijote.

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El ajedrez metaforiza el orden que debía rei-nar en la sociedad colonial, es una metáfora de laguerra institucionalizada, codificada, “guerra jus-ta” por la monarquía española. Un juego de aje-drez mal entablado es la desviación de lo institui-do, la ruptura de los códigos, “la guerra injusta”.

En el capítulo XXXII titulado “Que tratade lo que sucedió en la venta a toda la cuadrillade don Quijote…”, en boca del Cura, Cervan-tes compara el juego del ajedrez con el de lapelota y el de los trucos, como un entreteni-miento; realizando al mismo tiempo una com-paración con los libros de caballerías. Pode-mos apreciar la conversación completa entre elCura y el ventero en el resaltado del texto.

A continuación proponemos una serie de activi-dades relacionando contenidos de la obra cumbrede la literatura española con aspectos ajedrecísticos.

O B J E T I V O S Q U E S E P R E T E N D E NC O N L A S A C T I V I D A D E S

P R O P U E S T A S

Generales

– Fomentar el gusto por la lectura.

– Desarrollar la capacidad de comprensiónlectora.

– Estimular la imaginación y la creatividad.

– Desarrollar la observación.

– Adquirir la capacidad de concentración.

– Fomentar el hábito de guardar silencio.

Específicos

– Conocer en profundidad los capítulosXII y XXXII de El Quijote.

– Introducir al alumno en conceptos bási-cos y vocabulario de ajedrez.

– Relacionar contenidos de El Quijote conespecíficos del juego ciencia.

– Plantear actividades transversales en lasque intervengan contenidos, procedimien-

tos y actitudes de diferentes áreas (lengua,matemáticas, plástica…).

N I V E L D E L O S A L U M N O SA L O S Q U E V A N D I R I G I D A S

L A S A C T I V I D A D E S

En general las actividades planteadas eneste artículo van dirigidas al ciclo superior(5º y 6º de Primaria), aunque puede haberactividades susceptibles de ser realizadas enel ciclo medio o algunas en el ciclo inicial(especialmente las actividades 8, 9 y 10).Siempre quedará a criterio del profesor suaplicación.

Si la escuela en la que se aplican las activi-dades no tiene tradición ajedrecista, se puedeempezar a trabajar un pequeño vocabulario yalgunos conceptos básicos referente al rey dejuegos.

Figura del Quijote.

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L A L E C T U R A O R A L C O L E C T I V AE N E L A U L A

A partir de una copia de los capítulos XII yXXXII de El Quijote (aparecen en dos pasajes eljuego del ajedrez), se realizará la siguiente secuencia:

– Lectura individual silenciosa del capítuloXII.

– Lectura rotativa en voz alta del capítuloXII, explicando las palabras que puedan te-ner alguna dificultad de comprensión yaquellas del castellano antiguo y su equiva-lencia al castellano actual.

– Realización de un pequeño diccionarioespecífico con vocabulario de El Quijote yde ajedrez.

– Realización de las actividades propuestassobre los capítulos leídos.

La función del profesor consistirá en estimu-lar y provocar situaciones de diálogo, creatividady juego, animando a participar a todos los niños.Dado que estamos en el año del IV centenariode El Quijote y que este hecho se ve reflejadofrecuentemente en los medios de comunicación,la motivación se ve favorecida, acentuándose siel colegio tiene una cierta tradición ajedrecística.

Hemos de procurar alternar las dos clases delectura: silenciosa que favorece la mecánica lec-tora, la comprensión y la rapidez; la oral favore-ce la adquisición de la entonación, la expresión yel perfeccionamiento en la pronunciación. Lasdos formas de lectura son complementarias.

P R O P U E S T A S D E A C T I V I D A D E S

1. Lectura detenida del capítulo XII de ELQuijote titulado “De la extraña aventura que lesucedió al valeroso Don Quijote con el bravo ca-ballero de los espejos” y del capítulo XXXII“Que trata de lo que sucedió en la venta a todala cuadrilla de don Quijote…”.

2. Marcar con un rotulador fluorescente lospárrafos que hacen referencia al juego-ciencia ysubrayar la palabra ajedrez.

3. Realiza un fichero de vocabulario de ElQuijote y de ajedrez según el de ficha modelo:

Éste es un ejemplo:

4. Completar el siguiente texto con las pala-bras que se proponen:

Ver la solución en los resaltados de los textos de los capítulos XII y XXXII.

bolsa – juego – mientras – oficio – vida – muchassepultura – Sancho – ajedrez – comparación

nueva – veces – pieza – mezclan.

verdades – libros – ociosos – Quijote – mentirashistoria – juegos – ajedrez – trabajar – caballería – provecho

– ¡Brava ! –dijo –, aunque no tanque yo no la haya oído y diversas , comoaquella del del , que dura eljuego, cada tiene su particular ; y en aca-bándose el juego, todas se , juntan y barajan, ydan con ellas en una , que es como dar con laen la .

– Ya os he dicho, amigo –replicó el Cura–, que esto sehace para entretener nuestros pensamientos; yasí como se consiente en las repúblicas bien concertadasque haya de , de pelota y de trucos, paraentretener a algunos que ni quieren, ni deben, ni pueden, así se consiente imprimir y que haya tales , cre-yendo, como es verdad, que no ha de haber alguno tanignorante, que tenga por verdadera ningunadestos libros. Y si me fuera lícito agora, y el auditorio lorequiriera, yo dijera cosas acerca de lo que han de tenerlos libros de para ser buenos, que quizá fue-ran de , y aun de gusto para algunos; pero yoespero que vendrá tiempo en que lo pueda comunicarcon quien pueda remediallo, y en este entretanto creed,señor ventero, lo que os he dicho, y tomad vuestros li-bros, y allá os avenid con sus o , ybuen provecho os hagan, y quiera Dios que no cojeéisdel pie que cojea vuestro huésped don .

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5. Busca en esta sopa de letras, sobre el table-ro de ajedrez, las palabras relacionadas con ElQuijote y el ajedrez que se proponen: Sancho, ta-blero, dama, molino, rey, alfil, Quijote, caba-llo, torre, juego, peón, reloj, ajedrez y pieza.Verticales y horizontales, pueden estar al revés.

6. Completa el siguiente crucigrama. En-contrarás palabras relacionadas con el ajedrez ycon El Quijote

7. Jaque al Quijote. Se trata de una serie depreguntas después de haber leído atentamentelos capítulos XII y XXXII. Se estructuran enpreguntas por bloques. Algunas propuestaspueden ser las siguientes:

Bloques de 1 pregunta (a elegir):

Bloque de 3 preguntas:

Bloque de 5 preguntas:

Bloque de 10 preguntas

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Se juega por parejas, un jugador recogerá laspiezas blancas y el otro las piezas negras. Si seacierta un bloque de una pregunta se entregaráun peón, si se aciertan todas las preguntas delbloque de 3 preguntas se entregará un caballo oun alfil, si se acierta el bloque de 5 preguntas seentregará una torre y si se acierta el bloque de10 preguntas se entregará la dama. El rey se co-locará al principio de la partida en la casilla co-rrespondiente del tablero. Gana el jugador quecoloque antes todas las piezas en el tablero.

8. Colorea estos dibujos de los personajesde El Quijote (utilizar siluetas de personajes).

9. Convierte la torre del ajedrez en un mo-lino de viento

10. Dibuja D. Quijote y Dulcinea con lascoronas de rey y de dama

P A R A L E L I S M O S L I T E R A R I O S

De manera similar al trabajo aquí expuesto,podemos encontrar la incidencia de la lingüísti-ca en el juego ciencia en estos dos cuartetoscorrespondientes al soneto que José Luis Bor-ges dedicó al ajedrez:

En su grave rincón, los jugadoresRigen las lentas piezas. El tablero

Los demora hasta el alba en su severoÁmbito en que se odian dos colores.Adentro irradian mágicos rigoresLas formas: torre homérica, ligero

Caballo, armada reina, rey postrero,Oblicuo alfil y peones agresores.

Borges, logra, a través de una adjetiva-ción impecable y precisa, describir las for-mas que componen el juego del ajedrez me-diante las posibilidades que ofrece la lenguapoética.

De la misma manera que hizo Cervantesen El Quijote , tampoco el ruso Nobokov seprivó de introducir el ajedrez en la lengua yen la literatura, en su obra Lolita afirma “lospr obl emas de a j edr ez exigen de l compos i torla s mi smas cua l idade s que ex i g e cua lqu i e ro t ra a c t i v idad ar t í s t i ca”. Además de granajedrecista supo penetrar en las profundida-des de la psicología del jugador de ajedrezcon una gran lucidez. En su novela La De-fensa retrata a la perfección la historia de uncampeón de ajedrez, cuyas motivaciones vi-tales son reflejo de su pasión incontrolablepor el juego ciencia; encontrándose atrapa-do en un laberinto en el que no encuentra lasalida y que lo conduce lentamente a la des-trucción, se podría comparar a la personali-dad de Bobby Fischer. Nobokov introduceel ajedrez en su obra a través del juego fre-cuente con el lenguaje, mediante las posibili-dades gramaticales y léxicas de las lenguasen las que escribió.

La relación de la lengua y la literaturacon el ajedrez la podemos plasmar en estasdos similitudes: la lengua, con sus posibili-dades combinatorias, alcanza su máximodespliegue en el campo de la literatura; elajedrez, con la posibilidad de trasladar lasreglas y combinaciones de dicho juego aotras artes. Nobokov lo plasma en la si-guiente reflexión: “Los problemas son la poe-sía del ajedr ez”.

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D I R E C C I O N E S D E I N T E R É SP A R A T R A B A J A R E L Q U I J O T E

– http://centros1.pntic.mec.es/cp.miralvalle/paginas/biblioteca/actividades/don_quixote/ruta_quijote.htm

Actividades generales sobre El Quijote:– http://endrino.cnice.mecd.es/~hotp0074/mercedesjimenez/indicequijote.htm

Para trabajar morfología y sintaxis:– http://www.quijote.tv/cld.htm

Cuadernillo:– http://www.quijote.tv/cpg.htm

D I R E C C I O N E S D E I N T E R É SP A R A T R A B A J A R E L A J E D R E Z

E D U C A T I V O

Ajedrez educativo:– http://www.laplaza.org.ar

Academia Internacional de Ajedrez:– http://www.ajedrezhoy.com

Hechiceros del tablero:– http://www.hechiceros.net

Ajedrez Noticias Diarias:– http://www.ajedreznd.com

Club de Ajedrez Sant Martí:– http://www.geocities.com/cesantmarti/contes.htm

Ajedrez Escolar:– http://www.ajedrezescolar.org

Alejandro Rey:– http://www.alejandrorey.net

Antología 64:– http://www.antologia64.cjb.net

Club de Ajedrez Montmeló. Flanc de Rei:– http://www.geocities.com/flancderei2001/

Asociación Paretana de Ajedrez:–http://www.paretana.com

Tabla de Flandes:–http://www.tabladeflandes.com

Teachess:– http://www.teachess.com

Torre 64:– http://www.torre64.com

Eeucajedrez:– http://xtec.net/~jfernand

Mural de El Quijote.

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Queremos agradecerlas aportaciones de Vanessa Rubio

y Paola Segovia para la mejoradel artículo.

* Joaquín Fernández Amigo es profesor de Educación Especial delCEIP Pompeu Fabra de Parets del Vallès (Barcelona). Licenciado enCiencias de la Educación. Especialista en Pedagogía Terapéutica y enOrientación Educativa por la Universidad Autónoma de Barcelona(UAB) y Especialista universitario en Orientación Educativa y Tutoríapor la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).Mestre de català. Monitor por la Federación Catalana de Ajedrez.([email protected])

Mª Rosario Pallarés Porcar es profesora de Pedagogía Terapéutica ytutora de Aula de Acogida del IES Rovira- Forns de Santa Perpètuade Mogoda (Barcelona). Especialista en Educación Infantil. Postgradode Gestión y Dirección de Centros Docentes Públicos por la UOC.Monitora por la Federación Catalana de Ajedrez.([email protected])

Bibliografía

Para aprendermás ajedrez

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McLEOD, W (1982): Aje -drez para jóvenes . Toray. Bar-celona.

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BURDÍO, MC (1989): Regla-mentos de ajedrez . Ed RicardoAguilera. Madrid

LÓPEZ, A y SEGURA, J(1992): Iniciació als escacs. Fede-ració Catalana d'escacs. Barce-lona.

DÍEZ, P y otros (1994): Elajedrez, un juego didáct ico paraPrimaria. Ed. Escuela Españo-la. Madrid.

CASTRO, P y otros (1999):Ajedrez infantil. Ed Paidotribo.Barcelona.

ANGUIX, J y otros (2000):Ajedrez en el aula 1, 2 y 3. Eva-jedrez. Valencia.

KASPÁROV, G y GARCÍA, L(1998): La pas i ón d e l a j edr ez .Salvat Editores. Barcelona.

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SEGURA, A. (1999): Escacmat. La Magrana. Barcelona.

Para aprendermás sobre El Qui jo t e

CERVANTES, M (2002): Elingenioso hidalgo Don Quijote de laMancha. Espasa Calpe. Madrid.

Para leersobre El Qui jo t e

TRAPIELLO, A. (2004): Almorir Don Qui jo te . EdicionesDestino. Barcelona.

Debido a la amplísima bibliogra-fía que existe sobre el tema,aconsejamos a los lectores la con-sulta de la siguiente dirección:

– http://www.csdl.tamu.edu/cervantes/english/cbib/fernandez_biblio/DQind-b.html

Para conocerexperiencias

FERNÁNDEZ AMIGO, J:(Artículos)

– Ajedrez a tope, en Cuader -nos de Pedagogía, núm 204. Ju-nio 1992.

– Jugar a escacs en l'escola,en Guix. Junio 1992.

– Jaque mate al aburrimien-to, en Comunidad escolar. Sep-tiembre 1992.

– D i s f r u t a r c o n e l a j e -drez, en Escu e l a Españo l a ,núm 3121. Noviembre de1992.

– Partidas de ajedrez vivien-te, en Comunidad escolar. Ene-ro 1993.

– Hacer un ajedrez viviente,en La Escuela en acción. Enero1993.

– Ajedrez y valores, en La Es-cu e l a en a c c i ón . Noviembre1995.

– Ajedrez para niños de 5años, en Escu e l a e n a c c i ón .Febrero 1997.

– Atención y ajedrez, en Es-cuela Española. 12-12-96. Núm3303.

– Juego de niños, en revistaJAQUE , núm 473. AñoXXVII. Junio 1998.

– Enseñar los valores, en re-vista JAQUE, núm 474. AñoXXVII. Julio 1998.

– Ajedrez para enseñar va-lores , en El Ajedrez: unjuego educativo de Cua-dernos técnicos que reco-gen las ponencias de lasjornadas sobre ajedrez or-ganizadas por el PatronatoMunicipal de Deportes dePalencia en marzo de2002.

– El ajedrez, señal de iden-tidad, en Cuad e r n o s d e P e -d a g o g í a , núm 313. Mayo2002.

Para disfrutarleyendo sobre ajedrez

ARRABAL, F (1988): La torre he-rida por el rayo. Alfaguara. Madrid

AVERBACH, Y (1987): Lec-turas de ajedrez. Martínez Ro-ca. Barcelona

BURCKHARD, T (1997):Símbolos. Olañeta Editor. Pal-ma de Mallorca.

BURROUGHS, ER (2001):El ajedrez viviente de Marte.Río Henares Produccionesgráficas, S.L. Madrid.

FERNÁNDEZ, PJ (1998): Pe-ón de rey. Alfaguara. Madrid.

GALLEGO, R (2005): Aje-drez. Alfaguara. Madrid

NEVILLE, K (1998): Elocho. Ediciones B. Barcelona.

PÉREZ, A (1990): La tablade Flandes. Alfaguara. Madrid.

SCALA, E (1999): La semillade Sisa. Jaque XXI.

WATSON, Ian (2003): Magiade Reina, magia de rey. Biblió-polis fantástica. Madrid.

ZWEIG, S (2001): Novela deajedrez. El Acantilado. Barcelona.

Para consultarsobre ajedrez

GATINE, M. (1999): Larous-se del ajedrez. Larousse Edito-rial. Barcelona.

NOTAS

1. En la siguiente página web http://www.elquijote.com/online.php/PHPSESSID/5552f086bd15d21eb499b90cc621a66d se puede consultar gra-tuitamente, integramente, la obra de ElQuijote.

2. Las imágenes corresponden aactividades desarrolladas en el CEIPLluís Piquer de Parets del Vallès paracelebrar el IV Centenario de ELQuijote. Nuestro agradecimiento alprofesorado por su colaboración.

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ANEXOS

Capítulo XII: De la extraña aventura que le sucedió al valeroso don Quijotecon el bravo Caballero de los Espejos

La noche que siguió al día del rencuentro de laMuerte la pasaron don QQuuiijjoottee y su escudero debajode unos altos y sombrosos árboles, habiendo, apersuasión de Sancho, comido don QQuuiijjoottee de lo quevenía en el repuesto del rucio, y entre la cena dijoSancho a su señor:

– Señor, ¡qué tonto hubiera andado yo si hubieraescogido en albricias los despojos de la primeraaventura que vuesa merced acabara, antes que lascrías de las tres yeguas! En efecto en efecto, más valepájaro en mano que buitre volando.

– Todavía –respondió don QQuuiijjoottee –, si tú, Sancho,me dejaras acometer, como yo quería, te hubierancabido en despojos, por lo menos, la corona de oro de laEmperatriz y las pintadas alas de Cupido; que yo selas quitara al redropelo y te las pusiera en las manos.

– Nunca los cetros y coronas de los emperadoresfarsantes –respondió Sancho Panza– fueron de oropuro, sino de oropel o hoja de lata.

– Así es verdad –replicó don QQuuiijjoottee –; porque nofuera acertado que los atavíos de la comedia fueranfinos, sino fingidos y aparentes, como lo es la mesmacomedia, con la cual quiero, Sancho, que estés bien,teniéndola en tu gracia, y por el mismo consiguiente alos que las representan y a los que las componen,porque todos son instrumentos de hacer un gran biena la república, poniéndonos un espejo a cada pasodelante, donde se veen al vivo las acciones de la vidahumana, y ninguna comparación hay que más al vivonos represente lo que somos y lo que habemos de sercomo la comedia y los comediantes. Si no, dime: ¿nohas visto tú representar alguna comedia adonde seintroducen reyes, emperadores y pontífices, caballeros,damas y otros diversos personajes? Uno hace elrufián, otro el embustero, éste el mercader, aquél elsoldado, otro el simple discreto, otro el enamoradosimple; y acabada la comedia y desnudándose de losvestidos della, quedan todos los recitantes iguales.

– Sí he visto –respondió Sancho.

– Pues lo mesmo –dijo don QQuuiijjoottee – acontece en lacomedia y trato deste mundo, donde unos hacen losemperadores, otros los pontífices, y, finalmente, todascuantas figuras se pueden introducir en una comedia;pero en llegando al fin, que es cuando se acaba lavida, a todos les quita la muerte las ropas que losdiferenciaban, y quedan iguales en la sepultura.

-¡¡BBrraavvaa ccoommppaarraacciióónn!! -ddiijjoo SSaanncchhoo-,, aauunnqquueennoo ttaann nnuueevvaa qquuee yyoo nnoo llaa hhaayyaa ooííddoo mmuucchhaassyy ddiivveerrssaass vveecceess,, ccoommoo aaqquueellllaa ddeell jjuueeggoo ddeellaajjeeddrreezz ,, qquuee mmiieennttrraass dduurraa ee ll jjuueeggoo,, ccaaddaappiieezzaa tt iieennee ssuu ppaarrtt ii ccuullaarr ooff ii cc iioo;; yy eennaaccaabbáánnddoossee eell jjuueeggoo,, ttooddaass ssee mmeezzccllaann,, jjuunnttaannyy bbaarraajjaann,, yy ddaann ccoonn eellllaass eenn uunnaa bboollssaa,, qquueeeess ccoommoo ddaarr ccoonn llaa vviiddaa eenn llaa sseeppuullttuurraa..

– Cada día, Sancho –dijo don QQuuiijjoottee –, te vashaciendo menos simple y más discreto.

– Sí, que algo se me ha de pegar de la discreción devuesa merced –respondió Sancho–; que las tierrasque de suyo son estériles y secas, estercolándolas ycultivándolas vienen a dar buenos frutos: quiero decirque la conversación de vuesa merced ha sido elestiércol que sobre la estéril tierra de mi seco ingenioha caído; la cultivación, el tiempo que ha que le sirvoy comunico; y con esto espero de dar frutos de mí quesean de bendición, tales, que no desdigan ni deslicende los senderos de la buena crianza que vuesa mercedha hecho en el agostado entendimiento mío.

Rióse don QQuuiijjoottee de las afectadas razones deSancho, y parecióle ser verdad lo que decía de suemienda, porque de cuando en cuando hablaba demanera, que le admiraba; puesto que todas o las másveces que Sancho quería hablar de oposición y a locortesano, acababa su razón con despeñarse delmonte de su simplicidad al profundo de suignorancia; y en lo que él se mostraba más elegante ymemorioso era en traer refranes, viniesen o noviniesen a pelo de lo que trataba, como se habrá vistoy se habrá notado en el discurso desta historia.

En estas y en otras pláticas se les pasó gran parte dela noche, y a Sancho le vino en voluntad de dejar caerlas compuertas de los ojos, como él decía cuando queríadormir, y desaliñando al rucio, le dio pasto abundosoy libre. No quitó la silla a Rocinante, por ser expresomandamiento de su señor que en el tiempo queanduviesen en campaña, o no durmiesen debajo detechado, no desaliñase a Rocinante: antigua usanzaestablecida y guardada de los andantes caballeros,quitar el freno y colgarle del arzón de la silla; peroquitar la silla al caballo, ¡guarda!; y así lo hizoSancho, y le dio la misma libertad que al rucio, cuyaamistad dél y de Rocinante fue tan única y tantrabada, que hay fama, por tradición de padres ahijos, que el autor desta verdadera historia hizoparticulares capítulos della; mas que, por guardar ladecencia y decoro que a tan heroica historia se debe, nolos puso en ella, puesto que algunas veces se descuidadeste su prosupuesto, y escribe que así como las dosbestias se juntaban, acudían a rascarse el uno al otro,y que, después de cansados y satisfechos, cruzabaRocinante el pescuezo sobre el cuello del rucio (que lesobraba de la otra parte más de media vara), ymirando los dos atentamente al suelo, se solían estarde aquella manera tres días; a lo menos, todo el tiempoque les dejaban, o no les compelía la hambre a buscarsustento. Digo que dicen que dejó el autor escrito quelos había comparado en la amistad a la que tuvieronNiso y Euríalo, y Pílades y Orestes; y si esto es así,se podía echar de ver, para universal admiración, cuánfirme debió ser la amistad destos dos pacíficosanimales, y para confusión de los hombres, que tanmal saben guardarse amistad los unos a los otros. Poresto se dijo:

No hay amigo para amigo:Las cañas se vuelven lanzas;

y el otro que cantó:

De amigo a amigo, la chinche, etc.

Y no le parezca a alguno que anduvo el autor algofuera de camino en haber comparado la amistaddestos animales a la de los hombres; que de las bestiashan recebido muchos advertimientos los hombres yaprendido muchas cosas de importancia, como son: delas cigüeñas, el cristel; de los perros, el vómito y elagradecimiento; de las grullas, la vigilancia; de lashormigas, la providencia; de los elefantes, lahonestidad, y la lealtad, del caballo. Finalmente,Sancho se quedó dormido al pie de un alcornoque, ydon QQuuiijjoottee dormitando al de una robusta encina;pero poco espacio de tiempo había pasado, cuando ledespertó un ruido que sintió a sus espaldas, ylevantándose con sobresalto, se puso a mirar y aescuchar de dónde el ruido procedía, y vio que erandos hombres a caballo, y que el uno, dejándosederribar de la silla, dijo al otro:

– Apéate, amigo, y quita los frenos a los caballos,que, a mi parecer, este sitio abunda de yerba paraellos, y del silencio y soledad que han menester misamorosos pensamientos.

El decir esto y el tenderse en el suelo todo fue a unmesmo tiempo; y al arrojarse, hicieron ruido lasarmas de que venía armado, manifiesta señal pordonde conoció don QQuuiijjoottee que debía de sercaballero andante; y llegándose a Sancho, quedormía, le trabó del brazo, y con no pequeño trabajole volvió en su acuerdo, y con voz baja le dijo:

– Hermano Sancho, aventura tenemos.

– Dios nos la dé buena –respondió Sancho–. Y¿adónde está, señor mío, su merced de esa señoraaventura?

– ¿Adónde, Sancho? –replicó don QQuuiijjoottee –.Vuelve los ojos y mira, y verás allí tendido unandante caballero, que, a lo que a mí se me trasluce,no debe de estar demasiadamente alegre, porque le viarrojar del caballo y tenderse en el suelo con algunasmuestras de despecho, y al caer le crujieron lasarmas.

– Pues ¿en qué halla vuesa merced –dijo Sancho–que ésta sea aventura?

– No quiero yo decir –respondió don QQuuiijjoottee – queésta sea aventura del todo, sino principio della; quepor aquí se comienzan las aventuras. Pero escucha;que, a lo que parece, templando está un laúd ovigüela, y, según escupe y se desembaraza el pecho,debe de prepararse para cantar algo.

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– A buena fe que es así –respondió Sancho–, y quedebe de ser caballero enamorado.

– No hay ninguno de los andantes que no lo sea –dijodon QQuuiijjoottee –. Y escuchémosle, que por el hilosacaremos el ovillo de sus pensamientos, si es que canta;que de la abundancia del corazón habla la lengua.

Replicar quería Sancho a su amo; pero la voz delCaballero del Bosque, que no era muy mala ni muybuena, lo estorbó, y estando los dos atentos, oyeronque lo que cantó fue este soneto:

– Dadme, señora, un término que siga,Conforme a vuestra voluntad cortado;

Que será de la mía así estimado,Que por jamás un punto dél desdiga.

Si gustáis que callando mi fatigaMuera, contadme ya por acabado:

Si queréis que os la cuente en desusadoModo, haré que el mesmo Amor la diga.

A prueba de contrarios estoy hecho,De blanda cera y de diamante duro,Y a las leyes de amor el ama ajusto.

Blando cual es, o fuerte, ofrezco el pecho:Entallad o imprimid lo que os dé gusto,

Que de guardarlo eternamente juro.

Con un ¡ay! arrancado, al parecer, de lo íntimo de sucorazón, dio fin a su canto el Caballero del Bosque,y de allí a un poco, con voz doliente y lastimada, dijo:

– ¡Oh la más hermosa y la más ingrata mujer delorbe! ¿Cómo que será posible, serenísima Casildea deVandalia, que has de consentir que se consuma yacabe en continuas peregrinaciones y en ásperos yduros trabajos este tu cautivo caballero? ¿No bastaya que he hecho que te confiesen por la más hermosadel mundo todos los caballeros de Navarra, todos losleoneses, todos los tartesios, todos los castellanos, yfinalmente, todos los caballeros de la Mancha?

–Eso no –dijo a esta sazón don QQuuiijjoottee –; que yo soyde la Mancha, y nunca tal he confesado, ni podía nidebía confesar una cosa tan perjudicial a la belleza demi señora; y este tal caballero ya vees tú, Sancho, quedesvaría. Pero, escuchemos: quizá se declarará más.

– Si hará –replicó Sancho–; que término lleva dequejarse un mes arreo.

Pero no fue así; porque habiendo entreoído elCaballero del Bosque que hablaban cerca dél, sinpasar adelante en su lamentación, se puso en pie ydijo con voz sonora y comedida:

– ¿Quién va allá? ¿Qué gente? ¿Es por ventura dela del número de los contentos, o la del de losafligidos?

– De los afligidos –respondió don Quijote.

– Pues lléguese a mí –respondió el del Bosque–, yhará cuenta que se llega a la mesma tristeza y a laaflición mesma.

Don QQuuiijjoottee , que se vio responder tan tierna ycomedidamente, se llegó a él, y Sancho ni más nimenos.

El caballero lamentador asió a don QQuuiijjoottee delbrazo diciendo:

– Sentaos aquí, señor caballero; que para entenderque lo sois, y de los que profesan la andantecaballería, bástame el haberos hallado en este lugar,donde la soledad y el sereno os hacen compañía,naturales lechos y propias estancias de los caballerosandantes.

A lo que respondió don QQuuiijjoottee:

– Caballero soy, y de la profesión que decís; yaunque en mi alma tienen su propio asiento lastristezas, las desgracias y las desventuras, no poreso se ha ahuyentado della la compasión que tengode las ajenas desdichas. De lo que contaste pocoha colegí que las vuestras son enamoradas, quierodecir, del amor que tenéis a aquella hermosaingrata que en vuestras lamentaciones nombras-tes.

Ya cuando esto pasaban estaban sentados juntossobre la dura tierra, en buena paz y compañía, comosi al romper del día no se hubieran de romper lascabezas.

– Por ventura, señor caballero –preguntó el delBosque a don QQuuiijjoottee –, ¿sois enamorado?

– Por desventura lo soy –respondió don QQuuiijjoottee–; aunquelos daños que nacen de los bien colocados pensamientosantes se deben tener por gracias que por desdichas.

– Así es la verdad –replicó el del Bosque–, si no nosturbasen la razón y el entendimiento los desdenes, quesiendo muchos, parecen venganzas.

– Nunca fui desdeñado de mi señora –respondió donQQuuiijjoottee.

– No, por cierto –dijo Sancho, que allí juntoestaba–; porque es mi señora como una borregamansa: es más blanda que una manteca.

– ¿Es vuestro escudero éste? –preguntó el del Bosque.

– Sí es –respondió don QQuuiijjoottee.

– Nunca he visto yo escudero –replicó el del Bosque–que se atreva a hablar donde habla su señor: a lo menos,ahí está ese mío, que es tan grande como su padre, y nose probará que haya desplegado el labio donde yo hablo.

– Pues a fe –dijo Sancho– que he hablado yo, ypuedo hablar delante de otro tan... Y aun quédeseaquí, que es peor meneallo.

El escudero del Bosque asió por el brazo a Sancho,diciéndole:

– Vámonos los dos donde podamos hablar escu-derilmente todo cuanto quisiéremos, y dejemos a estosseñores amos nuestros que se den de las astas,contándose las historias de sus amores; que a buenseguro que les ha de coger el día en ellas y no las hande haber acabado.

– Sea en buena hora –dijo Sancho–; y yo le diré avuesa merced quién soy, para que vea si puedo entraren docena con los más hablantes escuderos.

Con esto se apartaron los dos escuderos, entre loscuales pasó un tan gracioso coloquio como fue grave elque pasó entre sus señores.

Capítulo XXXII Que trata de lo que sucedió en la ventaa toda la cuadrilla de don Quijote

Acabóse la buena comida, ensillaron luego y, sin queles sucediese cosa digna de contar, llegaron otro día ala venta espanto y asombro de Sancho Panza; yaunque él quisiera no entrar en ella, no lo pudo huir.La ventera, ventero, su hija y Maritornes, que vieronvenir a don QQuuiijjoottee y a Sancho, les salieron arecebir con muestras de mucha alegría, y él las recibiócon grave continente y aplauso, y díjoles que leaderezasen otro mejor lecho que la vez pasada; a locual le respondió la huéspeda que como la pagasemejor que la otra vez, que ella se la daría depríncipes. Don QQuuiijjoottee dijo que sí haría, y así, le

aderezaron uno razonable en el mismo caramanchónde marras, y él se acostó luego, porque venía muyquebrantado y falto de juicio.

No se hubo bien encerrado cuando la huéspedaarremetió al Barbero, y asiéndole de la barba, dijo:

– Para mi santiguada que no se ha aún deaprovechar más de mi rabo para su barba, y que meha de volver mi cola; que anda lo de mi marido poresos suelos, que es vergüenza; digo, el peine, que solíayo colgar de mi buena cola.

No se la quería dar el Barbero, aunque ella mástiraba, hasta que el licenciado le dijo que se la diese;que ya no era menester más usar de aquella industria,sino que se descubriese y mostrase en su misma forma,y dijese a don QQuuiijjoottee que cuando le despojaron losladrones galeotes se había venido a aquella ventahuyendo; y que si preguntase por el escudero de laPrincesa, le dirían que ella le había enviado adelante adar aviso a los de su reino como ella iba y llevabaconsigo el libertador de todos. Con esto dio de buenagana la cola a la ventera el Barbero, y asimismo levolvieron todos los adherentes que había prestado para

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la libertad de don QQuuiijjoottee. Espantáronse todos los dela venta de la hermosura de Dorotea, y aun del buentalle del zagal Cardenio. Hizo el cura que lesaderezasen de comer de lo que en la venta hubiese, y elhuésped, con esperanza de mejor paga, con diligenciales aderezó una razonable comida; y a todo esto dormíadon QQuuiijjoottee, y fueron de parecer de no despertalle,porque más provecho le haría por entonces el dormirque el comer. Trataron sobre comida, estando delanteel ventero, su mujer, su hija, Maritornes y todos lospasajeros, de la extraña locura de don QQuuiijjoottee y delmodo que le habían hallado. La huéspeda les contó loque con él y con el harriero les había acontecido, ymirando si acaso estaba allí Sancho, como no le viese,contó todo lo de su manteamiento, de que no poco gustorecibieron. Y como el Cura dijese que los libros decaballerías que don QQuuiijjoottee había leído le habíanvuelto el juicio, dijo el ventero:

– No sé yo cómo puede ser eso; que en verdad que, alo que yo entiendo, no hay mejor letrado en el mundo,y que tengo ahí dos o tres dellos, con otros papeles, queverdaderamente me han dado la vida, no sólo a mí,sino a otros muchos; porque cuando es tiempo de lasiega, se recogen aquí las fiestas muchos segadores, ysiempre hay algunos que saben leer, el cual coge unodestos libros en las manos, y rodeámonos dél más detreinta, y estámosle escuchando con tanto gusto, quenos quita mil canas; a lo menos, de mí sé decir quecuando oyo decir aquellos furibundos y terribles golpesque los caballeros pegan, que me toma gana de hacerotro tanto, y que querría estar oyéndolos noches y días.

– Y yo ni más ni menos –dijo la ventera–; porquenunca tengo buen rato en mi casa sino aquel que vosestáis escuchando leer; que estáis tan embobado, queno os acordáis de reñir por entonces.

– Así es la verdad –dijo Maritornes; y a buena feque yo también gusto mucho de oír aquellas cosas,que son muy lindas, y más cuando cuentan que se estála otra señora debajo de unos naranjos abrazada consu caballero, y que les está una dueña haciéndoles laguarda, muerta de envidia y con mucho sobresalto.Digo que todo esto es cosa de mieles.

– Y a vos ¿qué os parece, señora doncella? –dijo elCura, hablando con la hija del ventero.

– No sé, señor, en mi ánima –respondió ella–;también yo lo escucho, y en verdad que, aunque no loentiendo, que recibo gusto en oíllo; pero no gusto yo delos golpes de que mi padre gusta, sino de laslamentaciones que los caballeros hacen cuando estánausentes de sus señoras; que en verdad que algunasveces me hacen llorar de compasión que les tengo.

– Luego ¿bien las remediárades vos, señora doncella–dijo Dorotea–, si por vos lloraran?

– No sé lo que me hiciera –respondió la moza–; sólosé que hay algunas señoras de aquéllas tan crueles,que las llaman sus caballeros tigres, y leones, y otrasmil inmundicias. Y ¡Jesús!, yo no sé qué gente esaquélla tan desalmada y tan sin conciencia, que porno mirar a un hombre honrado, le dejan que semuera, o que se vuelva loco. Yo no sé para qué es

tanto melindre: si lo hacen de honradas, cásense conellos; que ellos no desean otra cosa.

– Calla, niña –dijo la ventera–; que parece que sabesmucho destas cosas, y no está bien a las doncellassaber ni hablar tanto.

– Como me lo pregunta este señor –respondió ella–,no pude dejar de respondelle.

– Ahora bien –dijo el Cura–, traedme, señorhuésped, aquesos libros, que los quiero ver.

– Que me place –respondió él.

Y entrando en su aposento, sacó dél una maletilla vieja,cerrada con una cadenilla, y, abriéndola, halló en ellatres libros grandes y unos papeles de muy buena letra,escritos de mano. El primer libro que abrió vio que eraDon Cirongilio de Tracia; y el otro, de Félixmartede Hircania; y el otro, la historia del Gran CapitánGonzalo Hernández de Córdoba, con la vida de DiegoGarcía de Paredes. Así como el Cura leyó los dos títulosprimeros, volvió el rostro al Barbero y dijo:

– Falta nos hacen aquí ahora el ama de mi amigo ysu sobrina.

– No hacen –respondió el barbero–, que también séyo llevallos al corral, o a la chimenea; que en verdadque hay muy buen fuego en ella.

– Luego ¿quiere vuestra merced quemar más libros?–dijo el ventero.

– No más –dijo el Cura– que estos dos: el de DonCirongilio y el de Félixmarte.

– Pues, por ventura –dijo el ventero–, mis libros sonherejes o flemáticos, que los quiere quemar?

– Cismáticos queréis decir, amigo –dijo elBarbero–; que no flemáticos.

– Así es –replicó el ventero–. Mas si alguno quierequemar, sea ése del Gran Capitán y dese DiegoGarcía; que antes dejaré quemar un hijo que dejarquemar ninguno desotros.

– Hermano mío –dijo el Cura–, estos dos libros sonmentirosos y están llenos de disparates y devaneos, yéste del Gran Capitán es historia verdadera y tiene loshechos de Gonzalo Hernández de Córdoba, el cual,por sus muchas y grandes hazañas, mereció serllamado de todo el mundo Gran Capitán, renombrefamoso y claro, y dél sólo merecido; y este DiegoGarcía de Paredes fue un principal caballero, naturalde la ciudad de Trujillo, en Extremadura,valentísimo soldado, y de tantas fuerzas naturales,que detenía con un dedo una rueda de molino en lamitad de su furia; y, puesto con un montante en laentrada de una puente, detuvo a todo un innumerableejército, que no pasase por ella; y hizo otras tales cosas,que como si él las cuenta, y las escribe él asimismo, conla modestia de caballero y de coronista propio, lasescribiera otro libre y desapasionado, pusieran en suolvido las de los Hétores, Aquiles y Roldanes.

– ¡Tomaos con mi padre! –dijo el dicho ventero–.¡Mirad de qué se espanta; de detener una rueda demolino! Por Dios, ahora había vuestra merced de leerlo que leí yo de Félixmarte de Hircania: que de unrevés solo partió cinco gigantes por la cintura, como sifueran hechos de habas, como los frailecicos que hacenlos niños. Y otra vez arremetió con un grandísimo ypoderosísimo ejército, donde llevó más de un millón yseiscientos mil soldados, todos armados desde el piehasta la cabeza, y los desbarató a todos, como sifueran manadas de ovejas. Pues ¿qué me dirán delbueno de don Cirongilio de Tracia, que fue tanvaliente y animoso como se verá en el libro, dondecuenta que navegando por un río, le salió de la mitaddel agua una serpiente de fuego, y él, así como la vio,se arrojó sobre ella, y se puso a horcajadas encima desus escamosas espaldas, y la apretó con ambas manosla garganta con tanta fuerza, que viendo la serpienteque la iba ahogando, no tuvo otro remedio sinodejarse ir a lo hondo del río, llevándose tras sí alcaballero, que nunca la quiso soltar? Y cuandollegaron allá bajo, se halló en unos palacios y en unosjardines tan lindos que era maravilla; y luego lasierpe se volvió en un viejo anciano, que le dijo tantasde cosas, que no hay más que oír. Calle, señor; que sioyese esto, se volvería loco de placer. ¡Dos higas parael Gran Capitán y para ese Diego García que dice!

Oyendo esto Dorotea, dijo callando a Cardenio:

– Poco le falta a nuestro huésped para hacer lasegunda parte de don QQuuiijjoottee.

– Así me parece a mí –respondió Cardenio–;porque, según da indicio, él tiene por cierto que todolo que estos libros cuentan pasó ni más ni menos quelo escriben, y no le harán creer otra cosa frailesdescalzos.

– Mirad, hermano –tornó a decir el Cura–, que nohubo en el mundo Félixmarte de Hircania, ni donCirongilio de Tracia, ni otros caballeros semejantesque los libros de caballerías cuentan; porque todo escompostura y ficción de ingenios ociosos, que loscompusieron para el efeto que vos decís de entretenerel tiempo, como lo entretienen leyéndolos vuestrossegadores. Porque realmente os juro que nunca talescaballeros fueron en el mundo, ni tales hazañas nidisparates acontecieron en él.

– A otro perro con ese hueso –respondió el ventero–.¡Como si yo no supiese cuántas son cinco, y adóndeme aprieta el zapato! No piense vuestra merceddarme papilla, porque por Dios que no soy nadablanco. ¡Bueno es que quiera darme vuestra merced aentender que todo aquello que estos buenos librosdicen sea disparates y mentiras, estando impreso conlicencia de los señores del Consejo Real, como si ellosfueran gente que habían de dejar imprimir tantamentira junta, y tantas batallas, y tantosencantamentos que quitan el juicio!

–– YYaa ooss hhee ddiicchhoo,, aammiiggoo ––rreepplliiccóó eell CCuurraa––,,qquuee ee ss tt oo ss ee hhaacc ee ppaarraa eenntt rr ee tt eenneerr nnuuee ss tt rroossoo cc ii oo ssooss ppeennssaammii eennttooss ;; yy aass íí ccoommoo ss eeccoonnssiieennttee eenn llaass rreeppúúbblliiccaass bbiieenn ccoonncceerrttaaddaassqquuee hhaayyaa jjuueeggooss ddee aajjeeddrreezz ,, ddee ppeelloottaa yy ddee

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– Eso no –respondió el ventero–; que no seré yo tanloco que me haga caballero andante; que bien veo queahora no se usa lo que se usaba en aquel tiempo,cuando se dice que andaban por el mundo estosfamosos caballeros.

A la mitad desta plática se halló Sancho presente, yquedó muy confuso y pensativo de lo que había oídodecir que ahora no se usaban caballeros andantes, yque todos los libros de caballerías eran necedades ymentiras, y propuso en su corazón de esperar en lo

que paraba aquel viaje de su amo, y que si no salíacon la felicidad que él pensaba, determinaba dedejalle y volverse con su mujer y sus hijos a suacostumbrado trabajo.

Llevábase la maleta y los libros el ventero; mas elcura le dijo:

– Esperad, que quiero ver qué papeles son esos quede tan buena letra están escritos.

Sacólos el huésped y dándoselos a leer, vio hasta obrade ocho pliegos escritos de mano, y al principio teníanun título grande que decía: Novela del curiosoimpertinente. Leyó el cura para sí tres o cuatrorenglones, y dijo:

– Cierto que no me parece mal el titulo desta novela,y que me viene voluntad de leella toda.

A lo que respondió el ventero:

– Pues bien puede leella su reverencia, porque lehago saber que a algunos huéspedes que aquí lahan leído les ha contentado mucho, y me la hanpedido con muchas veras; mas yo no se la hequerido dar, pensando volvérsela a quien aquídejó esta maleta olvidada con estos libros y esospapeles; que bien puede ser que vuelva su dueñopor aquí algún tiempo, y aunque sé que me hande hacer falta los libros, a fe que se los he de

volver; que, aunque ventero, todavía soycristiano.

–Vos tenéis mucha razón, amigo –dijo el Cura–;mas, con todo eso, si la novela me contenta, me lahabéis de dejar trasladar.

– De muy buena gana –respondió el ventero.

Mientras los dos esto decían, había tomado Cardeniola novela y comenzado a leer en ella; y pareciéndole lomismo que al Cura, le rogó que la leyese de modo quetodos la oyesen.

–Sí leyera –dijo el Cura–, si no fuera mejor gastareste tiempo en dormir que en leer.

– Harto reposo será para mí –dijo Dorotea–entretener el tiempo oyendo algún cuento, pues aún notengo el espíritu tan sosegado que me conceda dormircuando fuera razón.

– Pues desa manera –dijo el Cura–, quiero leerla, porcuriosidad siquiera: quizá tendrá alguna de gusto.

Acudió maese Nicolás a rogarle lo mesmo, y Sanchotambién; lo cual visto del cura, y entendiendo que atodos daría gusto y él le recibiría, dijo:

– Pues así es, esténme todos atentos; que la novelacomienza desta manera: