«‘egin’consiguió instaurar el ‘periodismo vasco’ que … suene a demasiado, de un -hoy...

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«‘Egin’ consiguió instaurar el ‘periodismo vasco’ que hasta su nacimiento no existía» Jabier SALUTREGI Director de “Egin” ACTUALMENTE EN PRISIÓN (BURGOS. ESPAÑA). CUMPLE CONDENA DE 7 AÑOS Y 6 MESES POR EL PROCESO CONTRA "EGIN Jon URBE • ARGAZKI PRESS

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«‘Egin’ consiguió instaurar el

‘periodismo vasco’ que hasta su nacimiento no existía»

Jabier SALUTREGI • Director de “Egin”

ACTUALMENTE EN PRISIÓN (BURGOS. ESPAÑA). CUMPLE CONDENA DE 7 AÑOS Y 6 MESES POR EL PROCESO CONTRA "EGIN

Jon URBE • ARGAZKI PRESS

Las entrevistas a perso-nas presas se han con-vertido, por desgracia,en un género en este

país. El cuestionario y las res-puestas escritas son su vehí-culo. Un modo detestable pa-ra cualquier periodista,mucho más para uno comoJabier Salutregi, acostumbra-do a repreguntar para extraertodo el jugo. Pero la regla tie-ne la excepción en este tipode entrevistas. El director de“Egin” responde con profun-didad, de forma fundada, a laspreguntas remitidas, hastacomponer un discurso densoy lleno de matices.

El 20 de noviembre del 1989mataron a tiros en Madrid anuestro compañero Josu Mu-guruza. En el periódico del díasiguiente, el editorial de la pá-gina 3, titulado “Matar la espe-ranza”, llevaba la firma tuya.Tantos años después... ¿Han lo-grado matar la esperanza?Fue un auténtico desgarro in-terior el de aquella noche.Aquel día mataron a un amigoíntimo y, probablemente, a ungran líder que a mí me llenabala vida como pocas, muy po-cas, personas lo han hecho. Ysentí con rotundidad, hastaentonces por mí desconocida,lo que era la pérdida y el des-vanecimiento total de los sen-timientos más consistentesque se pueden experimentaren el transcurro de la vida. Lamuerte de Josu me arrancó decuajo la alegría de los ideales yme sumió a otro nivel másprofundo de mi vitalidad.

En mi artículo “Matar la es-peranza”, redactado en calien-te tras el atentado de Alcalá,cada palabra fue mi llanto, ca-da gemir resultó un párrafo.Recuerdo que cuando cayó elpunto final lo hice sencilla-mente porque ya mis ideas seahogaban en las lágrimas. Enaquél momento, mis esperan-zas, como la de muchos más,eran pura ruina.

Sin embargo, no sé cómo,también la rabia que en estosmomentos se entreveraba conel dolor, quedaba reflejada en

el escrito, grito de desahogo.En la biografía de cualquier hi-jo de Euskal Herria existen de-masiadas fechas que cuantifi-can las ocasiones en las quenos han despellejado nuestrasentrañas.

La muerte de Josu Muguru-za me devolvió el recuerdo deJonan Aranguren, Iharra,muerto a balazos en Urdax 17años antes, otra noche terribleen la que se fue al carajo miadolescencia. Los dos me caye-ron encima hasta tallar mi

identidad, pues, ambos erandos proyectos formidables,por poseer los dos una capaci-dad de liderazgo insólita. Eranpuro futuro, potencia de pue-blo imaginado. Su proyecciónagigantaba su muerte. En elcaso de Josu, con mayor clari-dad, hicieron trizas con unmal disparo la posibilidad,aunque suene a demasiado, deun -hoy hace veinte años-cambio de rumbo en aquellosde caminos de pólvora. Sí, ma-taron entonces aquella espe-ranza.

Hoy, desde la prisión, lugarinestimable para apuntalarconvicciones, creo sincera-mente que, como la energía, laesperanza ni desaparece ni sedestruye, cambia, se recrea, re-construye, como con el calorse dilata, con el frío contrae y,como la sombra al cuerpo, conla luz, surge y se adhiere a tupersona de modo inseparable.

Aquel 20 de noviembre, fueun mal trago, amargo y duro.De los que te dejan al bordedel desistimiento, del abando-

ENTREVISTA A JABIER SALUTEGIENTREVISTA A JABIER SALUTREGI

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Cumple condena en prisión por ser el director de un periódico quelograba todos los días en el kiosco la aprobación de sus lectores. JabierSalutregi defiende el legado de “Egin”, su aportación a la sociedad vascay al periodismo, porque, para él, no es simple pasado. De sus respuestas se

deduce que “Egin” y la esperanza, que en algún momento pareciódesvanecerse, son como la energía, que ni desaparece ni se destruye.

Iñaki ALTUNA

no y del desfallecimiento. Fuesituación límite, como fueronotras que pasaron y otras quevinieron, pero también fuemomento de resiliencia y dereinicio, actitud reactiva queeste pueblo tiene incrustadoen su ADN.

No quiero dejar pasar estaocasión para recordar a la nue-vas generaciones que “Egin”,desde que nació, fue diana yobjetivo a destruir. Su irrup-ción en el panorama comuni-cativo vasco no fue un paseopor una glamurosa alfombraroja. Hasta la fecha de su salidaal mercado, los contados in-tentos de ofrecer alternativascomunicativas con mensaje deíndole nacional vasco ya habí-an sido objeto de persecucióny acciones violentas. La revista“Punto y Hora de Euskal He-rria” sufrió un atentado de laultraderecha española y el pro-pio edificio hernaniarra del pe-riódico hubo de ser evacuadoen muchas ocasiones por va-rias amenazas a lo largo de suexistencia.

Jabier Galdeano, fundador ysostenedor de “Egin”, que hizode este proyecto su vida, cayópor los disparos del GAL cuan-do, tras una jornada dedicada arecabar información para elperiódico, se disponía a enviarsus carretes de fotos a la cen-tral de Hernani. Su muerte nosconmocionó y aquel día tam-bién la esperanza pasó por unduro control de calidad. El pe-riodismo en “Egin” era un ejer-cicio un tanto peligroso en lamisma medida en que lo eratrabajar en lo que, sin duda, se

había convertido en una grandiana del Estado. Esto mismohizo que el compromiso y lasconvicciones entraran a for-mar parte del curriculum demuchos periodistas de la plan-tilla.

Mirentxu Purroy, una de lasprimeras directoras de “Egin”,pasó por comisaría tras ser de-tenida en su puesto de trabajo.José Félix Azurmendi batió ré-cords de idas y venidas a lostribunales (llegó a ser conde-nado en un ocasión, aunqueno fue encarcelado). JavierSánchez Erauskin fue conde-nado a prisión y allí dio consus huesos durante una largatemporada acusado de exalta-ción del terrorismo por un ar-tículo de opinión. Patxi XabierFernández, redactor de “Egin”,también sufrió una detenciónpolicial tras publicar un artícu-lo sobre la lucha armada en elque la apología estaba ausente.El entonces senador y abogadoMiguel Castells fue condenadopor otro artículo publicado en“Punto y Hora” en denuncia dela impunidad. El gran José Ber-gamín, que colaboró en las pá-ginas de “Egin”, también hubode pasar de los juzgados poralgún artículo de opinión. YPepe Rei, quien padeció unapersecución constante hastaser encarcelado por dos veces,merece un punto y aparte. Reifue un periodista que mantu-vo su compromiso, que le lle-vó, como ya he mencionado, ala cárcel en dos ocasiones. Sutenacidad y práctica periodís-tica, su profesionalidad, le de-finen como un precursor de

Julian Assange a escala, lógica-mente, local vasca. Los muroscarcelarios no le achantaronnunca y cuando volvió a respi-rar aire libre reinventó su pe-riodismo con fórmulas hastaentonces desconocidas bajolos logotipos que expresabansu proyección psicológica y suconcepto de la comunicación:“Ardi Beltza”, que fue cerradapor el inefable Garzón “El Bue-no”, y “Kale Gorria”, su suceso-ra, con sede central adminis-trativa en Iparralde, donde lamano del juez estrella no po-día llegar.

A Pepe Rei solo le paró unamala curva en la autopista, undía en el que el cansancio labo-ral le mordió los reflejos. Su ac-cidente no fue mortal para él,pero sí para su proyecto. Per-manece su obra, su leyenda ysu mirada celta.

¿Cómo viste el cierre del perió-dico que dirigías? ¿Cuáles sonlos principales recuerdos deaquellos días?Aquello fue una incursión béli-ca, una acción de guerra conarmas y con nocturnidad. Ilegal, prevaricadora, injustifi-cable, que se ciscó en los dere-chos de expresión e informa-ción, derechos de dondedimanan el resto de derechos.Además, aquella acción convir-tió al periodismo español yparte del vasco (con las salve-dades que ya son tan habitua-les como escasas) en una ban-da de pobres esbirros queaceptan la amputación de laopinión si esta es disidente delpoder y de la españolidad.

«Hoy, desde laprisión, lugar

inestimable paraapuntalar

convicciones, creo sinceramente

que, como laenergía, la

esperanza nidesaparece ni sedestruye, cambia,

se recrea,reconstruye»

«“Egin”, desdeque nació, fue

diana y objetivoa destruir»

«Aquello fue unaincursión bélica,una acción de

guerra con armasy con

nocturnidad.Ilegal,

prevaricadora,injustificable, quese ciscó en losderechos deexpresión e

información, delos cuales

dimanan el restode derechos»

Fue, en mi opinión, produc-to de un revoltillo de factorespolíticos lo que acabó en aqueldesastre y que, en definitiva,inauguró la juerga (orgía) re-presora que se ha mantenidohasta la actualidad del año2013. En lugar destacado colo-caría como uno de los elemen-tos importantes, la impotenciaabsoluta de los poderes del Es-tado (lógicamente se incluyenlos gobiernos de Gasteiz y deIruñea) para silenciar con cier-ta apariencia no fascista unperiódico ciertamente inco-modo por ser reflejo político,social y cultural, de todo aque-llo que, precisamente, necesi-taban invisibilizar a todo trance y que, a saber, era la pu-blicación de una fotografíadiaria de la imagen de unaEuskal Herria nacional y de iz-quierda. Una radiografía deuna realidad que daba fiel re-gistro de causas y efectos deun conflicto ontológico queofrecía rigurosa informaciónde una cruda realidad que pre-tendían negar.

Aquel periódico se demos-tró insalvable obstáculo paraalgo tan importante tambiénde cara al Gobierno español ysus terminaciones nerviosas:diariamente “Egin” cuestiona-ba la legitimidad del sistema,de la autoridad, del modelopolítico y social. Y lo cuestio-naba sin «casi» esfuerzo: sim-plemente llegando a todos loskioscos, sin dejar que la verdadde un amplio sector popularse desvaneciera y sin dejar quevampirizaran las causas quemotivaban –motivación y no

justificación– los efectos vio-lentos y crueles (todos) de unalucha política que se estaba di-rimiendo con las armas. Te re-pito, se motivaban las causassin justificarlas nunca.

Durante años, la guerra con-tra el periódico se sustanció enun constante intento de ahogoeconómico empresarial me-diante el nada sutil método dela no concesión de publicidadinstitucional, una práctica quelos gobiernos del PNV impu-sieron con obstinación visigo-da: es decir, sin lograr domi-narnos nunca y que, poroposición, demostraba la do-mesticación de los demás me-dios de comunicación que sírecibían inserciones de publi-cidad.

Fue una época en la queaquel insípido lehendakari decuyo nombre no quiero acor-darme, barritó aquello de quehabía que cerrar “Egin” «porhigiene democrática». Desco-nozco quien le sugirió seme-jante frase, pero constato queel «higienismo político» fueinventado por un tal Hitler ysu cuadrilla nazi. El Gobiernode Gasteiz y el de Iruñea, siem-pre a rebufo, llegado un mo-mento, subieron el tono y enla misma medida que compro-baban que “Egin” no derrotabainsistieron en el sistema nazi.Atutxa abrió la veda de la cri-minalización sistemática conaquellos paralelismos de“Egin” con el amosal y cosasterribles con las que nos acu-saba poco menos que de lobo-tomizaciones en masa. La es-tigmatización de nuestro

periódico en Euskal Herria nocoló, pero la actuación deaquellos botarates de Gasteiz,cuando a punto estaba de re-ventar el Pacto de Lizarra-Ga-razi, cuando peneuvistas ymiembros de la izquierdaabertzale practicaban confra-ternidad y la vida en cuadrilla,aquella criminalización, decía,sirvió de punto de apoyo alnuevo plan de guerra planifi-cado por el Gobierno de Aznar.

El allanamiento nocturno yarmado de “Egin”, comandadopor el prevaricador juez Gar-zón se llamó, sugerentemente,“Operación Persiana”. Se llamóasí, paradójicamente, porquecon aquel cierre, efectivamen-te se abrió la mayor operaciónrepresiva contra la izquierdaabertzale de todos los tiempos.Como definició quien fueraministro del Gobierno dePSOE, Fernando López Aguilar,la «ingeniería jurídica» de I+Dde la política española (muchoantes de que Jorge Díez lomencionara) tomó carta denaturaleza y se «construye-ron» delitos a mansalva paraGestoras pro-Amnistía, herri-ko tabernas, Jarrai, Segi, Haikay para todo aquello que osaralevantar el más leve aromaabertzale. Se implantó el to-que de queda político y, comodiría el politólogo español An-tonio García Trevijano, seinauguró el «terrorismo judi-cial», como lo atestigua el in-menso trasiego por la Auden-cia Nacional de una multitudde ciudadanos acusados delenaltecimientos, chistes políti-cos, artículos, grupos musica-

les y actuaciones diversas, sinque en ningún caso hubiera al-guna escama ilegal de dondeagarrar. La guerra abierta con-tra la izquierda abertzale fuetotal... Creo que fue Nietzschequien afirmó que el dolor nopermite el olvido, lo que ade-más de ser verdad es terrible,pues el dolor se reparte entretodas las trincheras y sobre élse hace imposible construir laarmonía; no obstante, es bue-no tener memoria y recuerdospara que las reconstruccionesno se erijan sobre falsos pila-res.

De aquellos días tengo el fi-chero mental lleno de doloresy recuerdos, sobre todo, claroestá, de momentos malos,muy malos, que, no obstante,sirven cuando el tiempo tepermite tomarlos como ele-mentos de experiencia biográ-fica. Como tales experienciasson transmitibles para que lasgeneraciones venideras las in-cluyan en su imaginario ypuedan lidiar mejor con el fu-turo. Imborrable queda en mialmacén de los recuerdos, so-bre todas, una imagen: 200policías armados hasta losdientes, atrincherados, feroces,enmascarados, amenazantesen un edificio del que hasta sullegada salían ideas, sólo ideasy pensamiento libre. Al pare-cer, esto es munición de máxi-mo calibre. Recuerdos de soli-daridad, de reacción heroica,de ímpetu militante, asenta-dos tras una traumática devas-tación insoportable que nosdesahuciaba de nuestro dere-cho a informar y a nuestros

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lectores de ser informados. Re-cuerdo perfectamente que,primero, se nos acusó de reci-bir dinero de ETA, luego lo con-trario, de enviarlo y, finalmen-te, de haber quebrado laempresa con la maligna ideade no pagar al Estado. Al mis-mo Estado que nos adeudabadinero en cantidad desde losinicios del periódico. Lo quetampoco era cierto, como que-dó demostrado por la terca re-alidad: no había quiebra.

Tampoco olvido que el Su-premo invalidó años despuésde que se permitiera llegar a laruina física del edificio y ma-quinaria de “Egin”, que el cie-rre no procedía y no se ajusta-ba a derecho. Y sobre todorecuerdo un juicio en el que el«caso “Egin”», una década des-pués de ser convertido en unproceso judicial, se diluyó enun macro juicio multiórgani-co, configurado como unaamalgama heterogénea, en elque la defensa de la libertad deexpresión se disolvió hasta de-saparecer en un planteamien-to jurídico general que no nosbenefició, tal y como lo habíanplanificado las brillantes men-tes de la Audiencia Nacional...Siempre me quedará la dudasobre qué hubiera ocurrido siel «caso “Egin”» hubiera tenidoun juicio exclusivo, en un úni-co sumario por encima de pru-ritos sectoriales que no son delcaso. Creo que nuestro sentidode agruparnos con otros pro-cesados de otros organismos,en aras de mostrar una unidady solidaridad igualitarias, be-nefició, por coincidir en su

mismo planteamiento estraté-gico del «todo es ETA», al go-bierno español. Opino que nosfaltó la cintura.

«¿Alguien pensaba que no nosíbamos a atrever?», dijo Aznar,y «todo es ETA» construyó Gar-zón. Lo sufriste directamente.¿Cómo valoras el cierre de“Egin”, la construcción del su-mario 18/98 y todo lo que vinodespués?Desde luego, cerrar un periódi-co en Gran Bretaña, en el Esta-do francés o en cualquier Esta-do de la UE no cabe ni comohipótesis en la mente de nin-guno de los ciudadanos euro-peos. En la de un español pienso que sí, dada la omni-comprensión del bananismopolítico que ya es casi parte desu cultura. La prueba es quecuando Aznar, de visita en Tur-quía, afirmó chulito y bravu-cón aquello de «¿alguien pen-saba que no nos íbamos aatrever?», y definió con clari-dad infantil su talla política,hizo precisamente eso, señalarque estaba por encima de jue-ces y fiscales, algo que pública-mente nadie se había atrevidoa hacer antes que él. Y enton-ces sólo un patético Garzón seatrevió a chistar un poquito aalgo que se parecía a un repro-che.

Aznar cayó en la osadía (lavalentía de los ignorantes) decerrar un periódico con el mis-mo grado de consciencia des-plegado en la declaración deinvasión a Irak y, lo que es pe-or, con la misma deshonesti-dad, ilegalidad y sarta de false-

dades construidas para ejecu-tar una acción de destrucción.Sin embargo, y a pesar de quefueron Aznar y Mayor Orejaquienes quisieron mostrar serlos más entre los más, en lo dela testosterona política, fueronlos cerebrines del PSOE, comoel exjuez y biministro de Inte-rior y Justicia, Juan Alberto Be-lloch, quienes dieron forma aun plan que, a la postre, here-dó el PP con Garzón de albaceaprincipal y que, por mor deesa afición tan española comocutre de definir sus hitos conlemas de epopeya, pasó a lahistoria de la ignominia conun estridente y absoluto «todoes ETA».

A partir de ser objetivado elmapa de aquel «todo», el Go-bierno español fijó los objeti-vos a destruir, y que bajo suscriterios bélicos constituían elesqueleto sobre el que se cor-porizaba políticamente la iz-quierda abertzale. De este mo-do, empresas, fundaciones,organismos, semanarios, pe-riódicos, radios, centros edu-cativos, instituciones lingüís-ticas, cualquier grupo oentidad que generara interac-tividad y relación sociocultu-ral y política pasaron a ser ob-jetivos de guerra. Se trataba dedestruir con fuego graneado yreal las estructuras civiles quesostenían un pensamiento yuna ideología abertzale y deizquierdas. Simple y sencillo,secar el océano para que mue-ran los peces, absorber el airepara matar aves y hurtar latierra para que el hombre nocrezca.

Fue en este contexto cuandocomenzaron a cortar a golpede mandoble policial todo atis-bo que apuntara a servir devertebración material de laideología de la izquierda aber-tzale. Si no recuerdo mal, la de-molición política comenzó conla detención y destrucción deunas empresas mercantiles, enperiodo de pérdidas iniciales,en cuyo planteamiento se con-templaba la posibilidad de darempleo a refugiados políticosvascos. El mazazo a “Egin” fuela siguiente operación con laque, como he comentado, seterminó por abrir del todo «lapersiana» para que las tropasde asalto entraran con sus bo-tas y correajes a arrasar todo eldispositivo civil que para Eus-kal Herria había construidocon gran esfuerzo de gente deizquierda abertzale.

Hubo sí un parón posterior,propiciado por el pacto de Li-zarra-Garazi que pilló a Aznar,Mayor Oreja y, por extensión aGarzón, en un fuera de juegohistórico. En este punto co-menzó otra historia de espe-ranzas redobladas que cubrie-ron, creo yo, un importantetrecho de avance por consti-tuir experiencia acumulada enla memoria colectiva, de unacomunidad que se apuntalacomo nación de cada escalón.La represión cesó un tanto ylos de “Egin” fuimos, poco apoco, puestos en libertad.

Truncadas nuevamente lasesperanzas (ruptura de tre-gua), volvió el movimiento detropas y el rodar de cabezas.Abatieron Gestoras pro-Am-

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«Se trataba dedestruir confuego graneadoy real lasestructuras civilesque sostenían unpensamiento yuna ideologíaabertzale y deizquierdas. Simpley sencillo, secarel océano paraque mueran lospeces, absorberel aire paramatar aves yhurtar la tierrapara que elhombre nocrezca»

nistía, bastión esencial del al-truismo y cooperativismo pa-ra con los presos y refugiadospolíticos vascos, segaron el po-tencial y la proyección futuracon el descalabramiento delmovimiento juvenil dina-mizado por Jarrai-Segi. Dina-mitaron todos los vínculos so-lidarios establecidos con orga-nismos externos de otrospaíses...

Y finalmente, la magna obrarealizada por Aznar, MayorOreja y Garzón, tras colum-piarse en un exceso de indig-nidad suprema, como lo fue elcierre de “Egunkaria” (que esotra historia), el gran botín deguerra tomó cuerpo bajo elnombre de una simple data ju-dicial: Sumario 18/98. Escuetotítulo para tamaña barbaridad,que pasó en herencia a manosdel Gobierno de José Luis Ro-dríguez Zapatero. Él lo disfrutóy manipuló a su antojo enunas nuevas circunstancias deesperanzas reelaboradas y ac-tivadas.

Quienes padecimos los 16meses de juicio oral y que con-figurábamos aquella fotogra-fía modelo «mafia», tan perse-guida obsesivamente portodos los gobiernos españoles,fuimos muy conscientes deque éramos calderilla de cam-bio en otros escenarios másimportantes. Es de constatarque de haberse mantenido latregua de aquellos días, másallá de la fecha de nuestra sen-tencia... ¿alguien duda de quehubiéramos sido absueltos?

Son los contextos coyuntu-rales los que prefiguran la po-

liticidad y los que descubren,como en este caso, la burdapretensión de negar la exis-tencia de presos de carácterpolítico. A nosotros, a todoslos que nos embutían bajo unmismo sumario (18/98), nosenviaron al talego por pura re-acción consecuencial, por pu-ritita venganza política. Poreso colocaron al frente del tri-bunal, dicho sea de paso, a unadesvergonzada cantinera decuartel que se ciscaba en el de-recho internacional si era pre-ciso o se merendaba el CódigoPenal en el caso de que se lohubieran ordenado. La señoraen cuestión ha dado muestrasde ello en otras actuaciones es-pectaculares.

Y qué decir del inefable Bal-tasar Garzón, convertido hoyen el “Cid Campeador” de cau-sas ajenas... En el refraneroeuskaldun también hay suge-rencias sabias: «Kalean uso,etxean otso».

Baltasar Garzón podría pa-sar, como el Duque de Alba deBélgica, a ser el monstruo depesadilla de nuestros futurosinfantes de Euskal Herria; sinembargo, hombre de circo yshow, ha sabido en hábil pi-rueta trabajar en su restaura-ción de imagen y lograr el mis-mo efecto que el alcanzadocon el «Cristo de Borja», haconseguido la admiración in-ternacional a pesar de que sufigura es despiporre de silueta,producto de la premura del re-miendo que, a pesar de todo,le ha permitido colocarse a co-dazos al lado de un chivo ex-piatorio de nivel, Assange, des-

pués de aquellos fuegos artifi-ciales jurídicos con Pinochet,el franquismo y demás artille-ría festiva de traca, desplegadade cara al turista. Todo esto leha abierto un mercado que enel Estado español se le ha ce-rrado, curiosamente por apli-cación estricta de la lógicaopositiva de la práctica judi-cial y que, como resultado pa-ralelo, le sirve para recompo-ner su prestigio perdido... Ytrataré de explicarme.

Garzón Real, «morroi» ma-yor del reino español, mantu-vo durante sus años en la Au-diencia Nacional unasenormes tragaderas ante la vi-sión directa de la vulneraciónde los derechos humanos quese practicaban con la mayoríade los acusados de ejercer laviolencia política. A esto seañadía que la instrucción desus sumarios referentes a es-tos casos eran auténticas cha-puzas jurídicas en las que bri-llaban con luz propia susretorcidas interpretaciones le-gales de las leyes, que eran enmuchas ocasiones prevarica-ciones de libro, pero que eranaceptadas por mor y eficaciade la razón de Estado en laguerra al vasco. Tiempo des-pués, con la ambición crecidahasta la desmesura, llegó undía en el que tras comprobarlas caricias del halago interna-cional por su «valiente» actua-ción estelar con Pinochet yotras causas de parecido lustreque le fueron apareciendo, seenvalentonó y se atrevió conmejores y más ilustres objeti-vos como el franquismo y (con

el clero hemos topado, amigoSancho) con el caso Gürtel, te-mas que le podían colocar enla cima del olimpo jurídico co-mo el tío más importante delderecho del siglo XXI y, cha-chán, (cumplir objetivo másíntimo) obtener el Premio No-bel de la Paz, que algún ilumi-nado ya había propuesto desde alguna esquina de la ig-norancia.

Garzón había cruzado, comolos viejos mayordomos confia-dos que sobrepasan la autori-dad del señor, las líneas fucsiasde la política del PP, sin serconsciente de la capacidad re-activa del Gobierno y del cú-mulo de pus envidioso alma-cenado en su derredor. CayóGürtel y se le cayó encima to-do el franquismo. Roma no pa-ga traidores y quien prevaricócon éxito en el «caso “Egin”» yotros, lo hizo con fracaso con-tra los herederos de Franco: in-habilitación y calladito. Y ahíanda el hombre, con la miradaen Oslo, sudando la camisetacon los parias perseguidos deotras tierras, mientras su togade cruel inquisidor cuelgaplanchada e impoluta en unescondido y recóndito arma-rio. Galopa por la Pampa, iz-quierdiza su vocabulario y seerige ahora en el máximo de-fensor de la libertad de expre-sión y de la inocencia de Arnal-do Otegi y sus compañeros delsumario que él, y sólo él, in-ventó.

Las Madres de Mayo, Assan-ge y otros de sus seguidores nodebieran olvidar que sus úni-cos éxitos, por el momento,

fueron los de enviar a prisión atorturados, cerrar periódicos,radios y revistas y, entre otrascuestiones más, construirtrampas para Arnaldo Otegi ysus compas. Y todo esto en el65º aniversario de la Declara-ción de los Derechos Humanosy a 45 de la proclamación deRené Cassin a favor del dere-cho de información.

En cuanto al sumario 18/98,a su forma y modelo de forma-to judicial, soy de la opinión –ysé que a toro pasado todo esmás fácil– de que hubiéramostenido que desarbolarlo y, almenos, la pieza relativa al «ca-so “Egin”», rescatarla para haberla permitido brillar ensolitario. La estrategia del Go-bierno español – pienso– pasa-ba por incluir un caso delicadocomo el de “Egin”, a casi 10años de su cierre por un Go-bierno del PP, como un ingre-diente más entre los despiecesamasados y que cubrían desdesupuestos delitos por venta debacalao hasta los intentos or-gánicos de orientación ghan-dista en pro de la desobedien-cia civil pacífica. Dicho de otromodo, el Gobierno españolquería con su foto visibilizar el«todo es ETA» mezclando losólido con lo gaseoso y, de pa-so, colar de rondón una espe-cie de vínculo unitario delicti-vo que, por separado, eraimposible. Al menos en lo con-cerniente a “Egin”, la importan-cia conceptual y trascendentalde su cierre (no tanto las de-tenciones de sus dirigentes) nopudo ser visualizada al estarconfundida entre el abundan-

te ramaje de variados despie-ces jurídicos: la libertad de ex-presión, de información y depensamiento quedaron ente-rradas y aprisionadas bajo to-neladas de folios machimbra-dos.

Pero el espejo retrovisor nosirve en la historia salvo comoespeculación estéril. Nada nossalvó del desastre, así que sal-vo algunas excepciones, fui-mos a dar con nuestras vidas aprisión, donde seguimos a díade hoy.

El director de un periódico,junto con otros cargos directi-vos, en prisión con una largacondena. ¿Cómo os encon-tráis?Personalmente no fue tan du-ro el hecho de entrar en pri-sión. Creo que por particularescircunstancias personales, es-tuve previamente durante casi9 años «entrenándome» paraello. Primero porque, ademásde pagar una fianza, que es al-go anecdótico, tienes la obliga-ción de visitar a los juzgadoscada 15 días (durante 9 años)para que no se te olvide enningún momento que pendesde un hilo y, en general, por-que tu vida no sólo ha cambia-do radicalmente a peor, sinoque te das cuenta de que tehas convertido, al menos enmi caso así lo sentí, en un serdescolocado y deslocalizado.Creo que estuve casi 9 años sinsaber bien quién era, como sial jefe galo de la tribu de Aste-rix se le hubiera caído final-mente todo el firmamento en-cima.

«Son los contextoscoyunturales losque prefiguran lapoliticidad y losque descubren,como en estecaso, la burdapretensión de

negar laexistencia de

presos decarácter político»

«Al menos en loconcerniente a

“Egin”, laimportanciaconceptual y

trascendental desu cierre (no tantolas detenciones

de sus dirigentes)no pudo ser

visualizada alestar confundida

entre elabundante ramaje

de variadosdespiecesjurídicos: lalibertad deexpresión,

de información yde pensamiento

quedaronenterradas yaprisionadas

bajo toneladasde folios

machimbrados»

ENTREVISTA A JABIER SALUTEGIENTREVISTA A JABIER SALUTREGI

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Nueve años después, y unavez en prisión, volví a pillarpoco a poco el sentido de mivida y entre los muros, los pa-seos de patio taleguero, el txa-bolo, el rancho infame y elcompañerismo, creo que mehe centrado del todo. En estesentido reconozco que la pri-sión fue un golpe que me es-pabiló con su cruda realidad ysu experiencia cruel.

Las condenas recibidas, queen principio superaron sor-presivamente las peticionesfiscales, quisieron ser ejem-plares y ciertamente lo fue-ron, pero no en el sentido pre-tendido, pues,contrariamente, constituye-ron y constituyen un ejemplode crueldad y de exceso obje-tivo, de abuso y de anormali-dad política que, espero, algúndía pase factura. Estimo queen toda Europa no existe uncaso similar al nuestro. No seha registrado un hecho seme-jante por el que un periódico,que nunca podía haber sidocerrado bajo ningún supuestolegal existente terminaraabandonado hasta su demoli-ción por desidia. No existeningún precedente en la UEque en un país de ella depen-diente acabara con toda la di-rección de un periódico enprisión, acusados de terroris-mo y el propio medio (sus in-muebles, ordenadores, rotati-va...), en un estrambótico másdifícil todavía, en «instrumen-to» de una banda armada. Al-go así como acusar a un telé-fono o, como en mis años de«mili», acusar, arrestar y ce-

rrar una piscina donde un sol-dado se ahogó. La clausuraronpor asesinato y se jodió todoel batallón.

En su parte probatoria, lavista oral fue un festival delesperpento. Un mismo jeroglí-fico, como prueba escrita, des-cifrada por criptólogos de laGuardia Civil, convertidos porarte de magia presidencial en«peritos» de sus propias inves-tigaciones, fue esgrimida unay otra vez como prueba con-tundente contra “Egin” hastaque se demostró («cayeron enla cuenta», según su versión)que la citada prueba pertene-cía al “sumario Egunkaria”.

Fue terrible ver y comprobarque a falta de testimonios,nuestras condenas fueron per-filadas a golpe de «inferencias»policiales por parte de los «pe-ritos» (ni siquiera indicios). Ylas «inferencias», en mi opi-nión y en la de muchos pensa-dores e intelectuales, se pue-den definir como la capacidadpara producir un nuevo cono-cimiento a partir de otro. Elproceso inferencial no es de-mostrativo, puede confirmar,pero NO probar. Las inferen-cias, que no son nunca demos-trativas, deben ser contempla-das no como proposicionesválidas o no válidas, sino, comomucho, plausibles o no plausi-bles, sin llegar a la categoría derigor contundente.

Por este proceso de inferen-cia se llegó a afirmar (inferir)por parte de los «peritos» poli-ciales, que el centro de educa-ción musical infantil Txirula-Mirula era un organismo

perteneciente al entramadodel «entorno» de ETA. Este esel poder de la «inferencia» quese nos aplicó.

Pero tras estas sentenciasexisten auténticos dramas hu-manos que rompen cualquiersensibilidad. No solo las con-denas supusieron una burradaadoptada con un retraso infa-me de casi 10 años, lo que en-marca aún más la absolutadescontextualización en laque se produjo el juicio, sinoque los años de prisión acaba-ron siendo el resultado de unadesmesura que santificó yconsagró la desproporción dela justicia, asunto este –la pro-porcionalidad–, que constitu-ye una de las columnas verte-brales del Derecho.

Consecuencia de ello es laamarga realidad que actual-mente rodea las distintas si-tuaciones humanas de los pri-sioneros “eginzales” y cuyocomún denominador (en otroscasos al margen de “Egin” tam-bién) podría centrarse en laedad, en la mala edad para es-tar intramuros.

Ninguna época, vaya por de-lante, es buena para entrar enla cárcel. En el caso de losmiembros de “Egin”, a todosnos pilló un tanto talluditos,unos más que otros, y las fac-turas personales son eviden-tes, aunque se llevan con dig-nidad. Podría bastar, paracalibrar el asunto, pensar enque el tiempo transcurridodesde que comenzó nuestrocalvario cumple ya los 15 añosy para cuando salga el último...Me niego a calcular.

Algunos ya entraron enton-ces tocados por los achaquespropios de los años, muchossobrepasaban entonces los 60y hoy superan los 70 largos.Problemas cardíacos, diabetes,colesteremias, artrosis, artritis,lumbalgias, hipertensiones,prostatismos y un largo etcé-tera, en el que tampoco faltanproblemas psicológicos de di-versos grados, completan uncuadro bastante duro. Es difícilmantener a raya la melancolíaa unas edades en las que el fí-sico te acosa con dolores y laspáginas de esquelas son lectu-ra habitual. A todo esto, cabeañadir que la situación carce-laria no es precisamente pro-picia para el desarrollo normalde la personalidad de cadauno. Son habituales y consta-tables las somatizaciones y elestrés silencioso e inconscien-te que conlleva la estancia car-celaria. Asimilar la prisión esalgo que choca con lo natural,con la aceptación del subcons-ciente, lo que provoca, a veces,el pago de peajes en forma dedecaimiento físicos, inmuno-deficiencias...

No puedo hablar en nombrede cada uno de mis compañe-ros de “Egin”, pues a pesar deestar al tanto de sus vidas, na-die entre nosotros centramoslas noticias en quejarnos cuan-do nos ponemos en contacto.Nos damos ánimos y hastanos contamos chistes por car-ta (algo horroroso). Algunos,ante el gran vacío temporalque se nos abrió, estudiamoscarreras insólitas y hasta meatrevería a calificar, descabe-

lladas. Todo con tal de hacerañicos el infinito aburrimientovital que provoca estar ence-rrado. En este sentido, sigo opi-nando que la prisión (prisio-nes) siguen siendo lugares quese pueden convertir en univer-sitarios, un tanto devaluadospor un montón de restriccio-nes del sistema. Las lecturas, lagimnasia, los paseos un tantocompulsivos por las condicio-nes de los circuitos limitadosque nos imponen, componenel «campus».

Y también un recuerdo paraaquellos que libraron la cárcela cambio de su vida: ManuAranburu, Jose Ramon Aran-guren.

Periodistas y directivos de me-dios de comunicación presos...¿Qué significa esta situación,por otra parte insólita en otrospaíses de Europa?La Europa actual –lo adelanto–asume ya mucha basura políti-ca. El «caso “Egin”» es una mo-ta de polvo que ha llegado alos tribunales de Estrasburgodespués de que el TribunalConstitucional español entraraa valorarlo, a pesar de las durascondenas carcelarias y el eleva-do número de encarcelados, yesto es quizás lo más llamati-vo, el cierre de un periódicoocurrido hace ya 15 años.

Y dictamine lo que dictami-ne Estrasburgo, si algún año deestos lo hace, la gente europeaquedará sorprendida si se en-tera. Quizás sí les llamaría laatención en el caso de que seemitiera una sentencia «vara-palo» contra la judicatura es-

pañola y entonces se percata-ran de que se trata de un casode libertad de expresión. Enese caso, sinceramente no creoque tampoco se levantaría de-masiado escándalo, al menosno el que se merece.

Las «cosas de España» co-mienzan a servir de anecdota-rio que se ponderan con ciertacompresión hacia un país quetodavía tiene tics despóticosinevitables por ser consustan-ciales a una democracia surgi-da de una época autoritaria.Italia tiene sus berlusconadas,Gran Bretaña diputados tra-vestis, Francia dirigentes queson depredadores sexuales yEspaña tiene «esas cosas repre-sivas» a la turca.

Tengo en cuenta que el euro-centrismo es algo muy pro-fundo y viene de largo su en-raizamiento en la sociedad. Lamayor parte de los ciudadanoseuropeos cree que su civiliza-ción es única, superior y natu-ral por ser metafísicamente laverdadera, así que cualquieranomalía que trastorne lo quehay, lo que está al lado, les des-coloca, les incomoda y no loaceptan. Que existiera un me-dio de comunicación en Euro-pa, que sostuviera enhiestasunas ideas en contra de lasconcepciones modernas de losEstado-nación abarcantes y encontra del capitalismo, y enci-ma constituyera una alternati-va extensible, hacía compren-sible su liquidación. Casoscomo “Egin” se constituyenmedularmente en objetivo dela aplicación de la razón de Es-tado y de aquello de que el fin

justifica los medios. Y esto enEuropa encaja perfectamente...aunque no les gusta y miran,mientras se puede, a otro lado.

Valoro que el tiempo trans-currido, 15 años ya, se configu-ra como una losa pesada de le-vantar sobre un caso que, deredescubrirse, sorprenderíadesagradablemente. Una sen-tencia «revoltosa» devolvería ala actualidad el insólito hechode que en una esquina de Eu-ropa se persigue la libertad deexpresión hasta el encarcela-miento de periodistas, prácti-cas solo homologables fuerade su civilización.

En este punto es de subrayarque Europa sigue mantenien-do su identidad democráticaen la «alteridad» del otro; deeste modo, turcos, árabes y sus«kurdos» son los bárbaros inci-vilizados y antidemocráticosque encarcelan periodistas ycierran periódicos, sin perca-tarse de que cuando se invadeIrak, para mayor gloria de pro-greso civilizatorio, se cepillanperiodistas, periódicos y se im-pone la censura militar paratodo el Occidente. Y que cuan-do con un fenómeno informa-tivo como «Wikileaks» se en-cuentran al «otro» en supropia casa, Europa tiene queremangarse para entregar a Ju-lián Assange, o, como mínimomantenerlo bloqueado y aco-rralado.

Pero puede ocurrir todo locontrario y, precisamente, porel mismo discurso. Europasiempre se muestra presta acolocarse medallas por su mé-rito civil. Al fin y al cabo, evitar

anomalías de este calibre, yme refiero al «caso “Egin”»,ayuda a sostener la imagen desu sociedad ante el resto delmundo.

Sin embargo, como decía, laUE asume ya mucha, demasia-da porquería política... No sé,no me fío de nada, aunquecreo que merece el esfuerzo deproseguir con la pelea del casomás allá que de que se gane ose pierda, pues siempre seráimportante señalar con el de-do acusador hacia aquellosconflictos hirientes que se pre-tenden ocultar y amontonaren el trastero de las iniquida-des europeas.

Es imprescindible que orga-nismos internacionales, fede-raciones, asociaciones europe-as que levantan la voz cuandodiferentes países de la perife-ria eurocéntrica golpean y ata-can la libertad de expresión, sepercaten y noten que en el sa-lón de su propia casa detienen,condenan y cierran medios decomunicación con la mismafacilidad y el mismo discursoempleados por cualquier repú-blica bananera que ellos des-precian y denuncian. Es im-portante que se pronunciensobre el hecho inaudito de queen la Unión Europea se man-tiene en prisión al director deun periódico, a su subdirectoray a todos sus dirigentes em-presariales, hecho único y tananacrónico como desconocidopor el periodismo europeo.Desconocido u olvidado, loque sería peor, por un perio-dismo siempre vigilante yalerta ante las posibles vulne-

raciones contra sus miembrosallende de fronteras, sin darsecuenta de que tienen en su jar-dín varios cadáveres enterra-dos.

La historia de “Egin” es muchomás que su cierre. ¿Qué contri-bución hizo al periodismo vas-co?Las nuevas generaciones de jó-venes vascos se han perdidovivir el «fenómeno “Egin”»,porque este periódico fue fe-nómeno y un nuevo paradig-ma periodístico-comunicativopara Euskal Herria. Con rotun-didad se puede decir, sin faltara la verdad, que el nacimientodel periódico de Hernani trazóun profundo corte entre unantes y un después en la co-municación social y políticade Euskal Herria y también enla española, aunque a algunose le antoje exagerado.

Un primer apunte que indi-caría su categoría fenoménicafue el hecho de que el PNV, ex-tendida y propagada pública-mente la noticia de la salida deun nuevo proyecto comunica-tivo de corte nacional agluti-nado en lo político, se vio lanecesidad de revolver en sugallinero y a golpe de talón yfrenesí militante sacar y estre-nar unos meses antes, aunquefuera con precipitación, su pe-riódico. Creo que fue un errorque costó la creación de un es-pacio comunicativo vasco li-bre de la imposición de órga-nos de pensamientopartidista. La salida del perió-dico del PNV condicionó a fu-turo cualquier periódico neu-

tral del nacionalismo vascodonde se contemplara la plu-ralidad. De todos modos, estepensamiento se me antojautópico hoy día.

Dicho de otro modo, al PNVno le gustaba la idea de nocontrolar un diario que postu-laba su vocación popular, na-cional, «voz de los sin voz» yreflejo y expresión de la socie-dad vasca. Así que ya, antes denacer, “Egin” comenzó a condi-cionar el panorama comunica-tivo vasco, y lo condicionó aúnmás cuando su rotativa vomi-tó sus primeros números y losdemás medios se vieron forza-dos a la «readecuación» y «re-orientación» de todos sus con-tenidos. Hasta entonces,sostenedores y legitimadoresde un posfranquismo cautelo-so, los medios se habían carac-terizado por dormir a sus lec-tores con una informaciónmeliflua y lábil políticamente,con tendencia preminente aplasmar una filosofía nacionalespañola de derechas, menosarisca que la puramente fran-quista, pero todavía con susautomatismos y hábitos atávi-cos.

Definitivamente, el perio-dismo vasco, tras la muerte deFranco, siguió sin ser vasco depuro españolismo hasta quellegó “Egin” y mandó a pararcon la irrupción, por primeravez en un montón de añostristes y de silencio, de su gritonacional y de libertad que,además, reventó con una ex-clusiva que «pisó» al PNV aldar noticia de la vuelta del le-hendakari en el exilio, Leizao-

la, a Euskal Herria. De este mo-do tan simbólico, “Egin”, desdesu primera publicación, enlazóde un plumazo y una fotogra-fía el pasado y el entonces pre-sente nacional. Y a partir de es-te día ningún periódico delpanorama vasco volvió a ser elmismo.

Ningún medio volvió a ocul-tar (camuflar, sí) la realidadvasca y todos, tras millonariasy costosas reconversiones téc-nicas y agiornamientos políti-cos muy sugerentes que, en al-gún caso, retorció las víscerasideológicas de sus editores, co-menzaron a difundir, comomínimo, «sus verdades», ador-nadas con mucho fútbol, paraextender entre pan y pan, en-tre gol y gol, su discurso. Loscontenidos, las opiniones, lastemáticas, los géneros perio-dísticos se afinaron de la no-che a la mañana y los periódi-cos adquirieron, por oposiciónlógica, por pura alteridad, unprotagonismo político inmen-so.

Recuerdo en este sentido losgrandes movimientos de opi-nión, vehiculizados por losmedios de comunicación, entorno a «una costa vasca nonuclear», a la reclamación delderecho de autodetermina-ción –aquella fotografía de Be-negas sosteniendo la pancartareivindicativa de la autodeter-minación–, la fiebre y explo-sión de comunicados de pren-sa de los partidos políticos, lasruedas informativas a todashoras y en todo lugar, actosque nunca se habían prodiga-do tanto hasta entonces.

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• Letras para la libertad •10

«El periodismovasco, tras lamuerte de Franco,siguió sin servasco de puroespañolismo hastaque llegó “Egin” ymandó parar conla irrupción, porprimera vez en unmontón de añostristes y desilencio, de sugrito nacional yde libertad»

«Solo unperiódico como“Egin” puedeperpetuarse trasun varapalo deestascaracterísticas alos seis meses y14 días, saliendocasi de la nada,de un montón decenizashumeantestodavía»

«Yo creo que escierto que “Egin”cohesionaba a unamplio sector de Euskal Herria yayudaba con ello a imaginarnuestra nación»

Fue “Egin” el periódico quepublicó el borrador de laConstitución española en ex-clusiva, para sorpresa del Es-tado, el primero también ensufrir un secuestro gubernati-vo por publicar un inocente«Libro rojo del cole». Y algoesencial: la introducción deleuskara como vehículo comu-nicativo periodístico diario yque trajo una consecuenciatrascendental de envergadurauniversal, que hoy se puedeser poco apreciada. Hoy endía el periodismo euskaldunes deudor del «euskara perio-dístico» que los redactores de“Egin” fueron readecuandosobre la marcha y que, hastaentonces, se había acometidodesde aplicaciones periodísti-cas sin tantos condicionantesy restricciones de tipo infor-mativo inmediato de un dia-rio. Algo tuvo que ver Xalba-dor Garmendia y sus chicosen todo esto que cuento.

Y sobre todo, fue el únicoperiódico que permanente-mente sacó de sus casillas alas elites políticas y económi-cas en el poder y alivió la si-tuación de los perseguidos,de los represaliados, de loscombativos y de los librepen-sadores. Fue periódico corajey campeón de la verdad. Fueproducto innovador, por fuer-za mayor, que inventó las milmaneras de salvar el boicot dela publicidad institucional (yde las grandes marcas multi-nacionales). Publicó miles –cientos de miles– de cuader-nillos de fiestas de pueblos,barrios, de sidrerías, de even-

tos que daban soporte a milesde módulos publicitarios yque se convirtieron en fuen-tes de financiación alternati-vas.

Nuestra estrategia heurís-tica llegó a niveles inimagi-nables, y quiero hacer notaren este punto que todas es-tas iniciativas que hoy en díason utilizada por todos losdemás medios comunicati-vos de prensa escrita, fueronimaginadas y creadas porprimera vez por las gentes ymentes de “Egin”. Y en para-lelo, casi estoy seguro tam-bién de que fue aquel perió-dico el que convirtió laspromociones en instrumen-to eficaz de doble filo políti-co-económico. Dicho de otromodo, de la necesidad se hi-zo virtud. Tras estas activida-des, que hoy se incluyen encualquier plan de viabilidadde las empresas periodísticascomo partidas normalizadas,fueron creadas por “Egin” ytambién, porque no decirlo,por el duro acoso al que fuesometido durante toda su vi-da y que indirectamente agu-dizó su ingenio.

Pero sin duda, y con ellovuelvo al principio, “EGIN” loque consiguió fue instaurar«el periodismo vasco» quehasta su nacimiento no exis-tía. Constituyó así un cambiode paradigma sobre el que losestudiosos del tema les con-vendría hacer un análisiscomparativo de contenidosperiodísticos antes y despuésde “Egin”, para que se dencuenta de lo que digo.

Y fue algo más, mucho más,como pudo comprobarse aldía siguiente de su cierre a me-nos de 24 horas de que Garzónensuciara con las botas de suspolizones las redacciones deHernani, Bilbo, Iruñea y Gas-teiz. Solo un periódico de bue-nos profesionales adheridos aun ideal fuerte y nítido puedesacar adelante un producto co-mo “Euskadi Información” entiempo récord de Guiness. Yañado más, solo un periódicocomo “Egin” puede perpetuar-se tras un varapalo de estas ca-racterísticas a los seis meses y14 días, saliendo casi de la na-da, de un montón de cenizashumeantes todavía.

“Egin” concitaba poderíopopular, por ser una expre-sión viva y generar una altaadicción lectora con su consi-guiente dependencia. Cerrarloexpolió de manera automáti-ca las ganas de resucitarlo alprecio que fuera, como un ac-to que cumpliera un doble ob-jetivo: recuperación de lo ro-bado y castigo político alGobierno español.

Pero también contaba conlo primordial, con un capitalhumano preparado, patrimo-nio principal de “Egin”, que sehabía curtido en el mejor es-cenario de fabricar proyectoscomunicativos, que se habíaformado en una escuela realdonde durante años se apren-dió entre el error y el éxito ahacer un periódico en el queconfiar. Pueblo, rabia, pasta,ganas y experiencia: simbio-sis perfecta para hacer unnuevo proyecto.

«La renovaciónde “Egin” fue una

experienciacolosal y de unos

efectosimportantes comose comprobaría...

en enero de1999, cuando

salió por primeravez a la calle

GARA»

«Una renovacióncomo la llevadaa cabo, a lo que

entoncesllamamos

internamente “elnuevo Egin”,

además de unalocura, constituyó

un revolcónindividual ycolectivo de

todos y cada unode los periodistasde la plantilla»

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• Letras para la libertad •12

Y en el ámbito social y políti-co, ¿cuál es el papel jugado por“Egin”?Como ya he explicado e intro-ducido el tema de alguna ma-nera en otras preguntas, unproyecto comunicativo tienecomo principal objetivo dar le-gitimación a unas ideas y unasideologías, unos principios,unos valores, una cultura,unas relaciones sociales, unasinstituciones, unas reglas dejuego, una forma de ser, unaforma de sentir, de vivir... Unproyecto de este calibre tienecomo fin dar carta de natura-leza a una identidad que tienederecho a ser respetada y a serconfigurada y reconfiguradahasta sentirse nación o lo quedesee.

Un periódico, efectivamen-te, tal y como dijo aquel insípi-do lehendakari, tiene entre susprincipales deberes ser reflejode su pueblo y «dar coheren-cia» a su pensamiento, «cohe-rencia ideológica» y legitimaresta como una acción prácticasocial positiva. Yo creo que escierto que “Egin” cohesionabaun amplio sector de EuskalHerria y ayudaba con ello aimaginar nuestra nación, quede eso se trata. Creo que dába-mos forma y difundíamos losvínculos y los lazos necesariospara que una sociedad se reco-nociera a sí misma y que, co-mo tal, pudiera reivindicar sulugar reconocido, aparatandode sí el miedo injusto de per-der la identidad.

Nuestro periódico convoca-ba diariamente a la poblaciónvasca a ver plasmado en el pa-

pel prensa los contenidos quevertebran una sociedad enigualdad entre los ciudadanosque la componen, que pien-san, actúan y se relacionan pa-ra formar una comunidad quesles preserve como individuosy que también ampare el pro-ducto de su historia, de sus ex-periencias generacionales, queproteja una cultura aprendidaque le proyecta hacia un futu-ro deseado, de una manera de-terminada social, cultural ypolítica.

El papel pretendido por“Egin” era monitorizar la vidaen todos los aspectos esencia-les de Euskal Herria como tal,y vida de todo aquello quecon nuestro pueblo se relacio-nara, le condicionara o influ-yera. Y, cómo no, también pul-sábamos las realidades detodo el mundo posibles y susexperiencias, sobre todoaquellas que constituían lec-ciones de las que colegir mé-todos y fórmulas de supervi-vencia aplicables en nuestroentorno. Siempre volcamosnuestras pretensiones, segúnmi opinión, en denunciar eldesequilibrio en el reparto delas riquezas y en la defensa delos más débiles. Quizás, en es-te sentido, la balanza se nosinclinaba más hacia el mundopolítico y laboral, pero creoque era por cuestión genética.

En el ámbito ecosocial na-die pondrá en duda nuestraambición y vocación ecológi-ca, pues fuimos pioneros enpublicar ad hoc un cuaderni-llo semanal dedicado al me-dio ambiente, “Ingurugiroa”.

Cierto es que también esteproducto quemaba en las ma-nos de las elites del poder po-lítico y económico y, posible-mente –nunca lo sabremoscon exactitud matemática–,más de un «proyecto-mons-truo acabaría en la basura, noya por la acción directa denuestras publicaciones, sinopor la incansable labor de ide-ologización ecológica queapoyábamos y empujábamosdesde “Egin” y que cuajó hastaobjetivarse y penetrar en elsubconsciente colectivo hastaconstituir que lo ecológico di-bujara unos parámetros míni-mos en la sociedad vasca. Laecología en “Egin” fue un fielreflejo de los movimientospopulares y de sus dinámicasque, por decirlo de algún mo-do, se hicieron en paralelocon nosotros.

Y «traíamos de ciclismo»,tal y como exclamó el gran es-crito argentino Julio Cortázar,cuando Felipe González y Al-fonso Guerra pretendieronconvencerle de que “Egin” eraun «panfleto». «Me mintie-ron, felones», concluiría a lavista de los reportajes delTour. Porque aquel periódico,en efecto, tampoco evitó nin-gún esfuerzo por ofrecer unapanorámica total del pálpitonacional de Euskal Herria. Losdeportes tuvieron lugar, muydestacado diría yo, en los con-tenidos diarios. Cuadernillosespeciales como “Goimendi-tan” hicieron escuela y, si seme apura, del ciclismo, un de-porte con arraigo especial co-mo el montañismo, logramos

montar la mayor «porra» ciu-dadana (también de Guiness),reflejo excepcional de interac-tividad entre un periódico ysus lectores.

Este mismo ejemplo de inte-ractividad arroja luz sobre algoque considero importante yque ilustra el rol socio-políticoque “Egin” representaba. El pe-riódico era una experienciaque sus lectores construían, yasí lo entendían y sentían, dia-riamente. La comunión entrequienes le dábamos forma ysus lectores fue, era, de unaprofundidad casi espiritual.Sus aciertos y sus errores, quehubo de todo y en cantidad,eran sentidos, festejados y la-mentados con lluvias tanto decríticas como de parabienes. Yesto no es producto de unacreencia personal, sino de vi-vencias.

Esta simbiosis entre periódi-co y lector tenía su «test»anual en un día señalado, ideade aquel gran hombre que fueXabier Galdeano: el “Egin Egu-na”, una jornada de fiesta y dereafirmación que fortalecía elproyecto “Egin” como un ins-trumento de construcción na-cional de primer orden y queconfirmaba nuestro camino.Una multitud alegre y festivaque se daba cita anualmenteen Altsasu (habitualmente) enuna especie de rito que servíapara medir, casi empíricamen-te, el cuerpo del periódico yver su rostro humano, su edady su voz.

En concreto, sobre tu etapa co-mo director, cabe recordar

que, poco después de asumirel cargo, en 1992, llevaste a ca-bo la mayor renovación nuncarealizada en el diario. La inser-ción del color, un producto no-tablemente más rico en conte-nidos, un diseño moderno yuna forma renovada de enten-der el periodismo (bajo la pre-misa de realizar informacióndiferenciada)... Todo ello colo-có en los kioscos un buen pro-ducto. ¿Después de todos estosaños, qué dirías de aquel“Egin” en concreto?La renovación de “Egin” fueuna experiencia colosal y deunos efectos importantes co-mo se comprobaría... en enerode 1999, cuando salió por pri-mera vez a la calle GARA. Creoque con aquel proceso rein-ventarnos el periódico “Egin”,todos aprendimos a construirpor nuestros propios mediosalgo que se consideraba tan di-fícil como un diario. Estimo, yen ello baso mi afirmación pri-mera, que gracias a aquellacostosísima y dura experien-cia de la renovación de 1992pudo, en parte, ponerse a ro-dar el nuevo proyecto GARAen 1999.

La renovación de un perió-dico siempre debe responder,en mi opinión, a dos cuestio-nes de situación. En primer lu-gar, por su importancia in-cuestionable, responde a uncambio tecnológico que, ennuestro caso se imponía pornecesidad física: la vieja rota-tiva se había quedado peque-ña y sus prestaciones eran li-mitadas. Se precisaba unnueva máquina y con ellos se

ampliaban las posibilidadesde ofrecer más y mejor pro-ducto, incluyendo el color. Es-te simple cambio nos hacíaapretarnos las meninges, puescambiaba muchas cosas técni-cas a las que había que ade-cuarse.

Impuesto uno de los princi-pales motivos, añado la segun-da cuestión que es tan impor-tante como la primera, y queinfluye a la hora de renovar: elcansancio psicológico de losprofesionales que lo fabrican.La mayoría de las piezas y he-rramientas de un periódicoson los seres humanos que loelaboran, piezas que se desgas-tan con suma facilidad, sin po-sibilidades de un recambioinstantáneo, ni siquiera a me-dio plazo. Los periodistas sonpersonas que se mantienen enconstante tensión, todos losdías se examinan ante un pú-blico numeroso y deben man-tener una motivación conti-nua, muy estresante. Pero eldía a día reconcome suave,aunque con constancia de gotamalaya.

Los periodistas, como cual-quier persona, pasado untiempo se acomodan un tanto,burocratizan su práctica ytienden a convertirse en «fun-cionarios» de la informaciónque trabajan con clichés me-dio automatizados que les sir-ve, por poner un punto, parahacer todas las ruedas de pren-sa del mundo aplicando lasmismas estructuras de estilo yforma al margen del conteni-do. Si esto no se corta, algunosllegan al aburrimiento profe-

sional, que es lo peor que lepuede ocurrir a él, al periódicoy al lector.

Una renovación como la lle-vada a cabo, a lo que entoncesllamamos internamente «elnuevo “Egin”», además de unalocura, constituyó un revol-cón individual y colectivo detodos y cada uno de los perio-distas de la plantilla. Se reno-varon motivaciones, la redac-ción se rediseñó a fondo(rediseño principal que afectaa redistribución del personalmuy profunda) se desperta-ron nuevas ilusiones, nos sa-cudimos colectivamente de lagalbana generada por el hábi-to, nos reubicamos en nues-tros puestos y precedimos auna autoorganización colecti-va. Fue tremendo, pues todoeste movimiento interno e in-tenso se llevó a cabo mientrastrabajamos para sacar adelan-te el «viejo diario» sin pararni un sólo día. Y mereció lapena, pues el cambio de acti-tud se reflejó a todo color enel nuevo producto más fresco,actualizado y rompedor. Yañadiría una tercera conse-cuencia: la autopromocióndel producto fue también degran impacto.

La renovación –quiero de-jarlo claro– también incidió enuna nueva forma de hacer pe-riodismo; introdujimos porprimera vez en la historia de“Egin” la publicación de uneditorial diario, lo que consti-tuyó un paso hacia nuestratransparencia ideológica, conlo que conllevaba esto enaquellos tiempos. Las páginas

de opinión se abrieron de paren par, aunque desgraciada-mente fueron muchas vecesboicoteadas como vehículo dedebate y diálogo. De todosmodos, algo ya se logró. Se re-doblaron los esfuerzos de pe-riodismo de investigación, ca-pitaneados por Pepe Rei, loque supuso una variación es-tructural importante con re-sultado de éxito.

“Egin”, recobrando nuevosbríos, ganó adeptos, aumentósus ventas, sus promocioneshicieron historia y empresa-rialmente se dobló limpia-mente la ciaboga-límite deldesastre económico y se em-proó a una navegación mastranquila de la mano de Ma-nu Aranburu, un pequeño ge-nio financiero. Quizás conello se precipitó, un pocomás, la decisión de Aznar-Ma-yor Oreja. De no ser por el cie-rre, aquel proyecto habría te-nido recorrido, y con nuevastecnologías que ya entoncesse apuntaban en el mercado,nuestras posibilidades de me-jora habrían ido en aumento,con renovaciones puntuales yconstantes, c íclicamentesiempre con el objetivo doblede motivar y buscar nuevoscontenidos.

El periódico que cerraron te-nía la vocación, no solo de per-manencia, pues su consolida-ción como proyecto estabalograda, sino de crecer y diver-sificarse, tal y como estaba es-tudiándose con su salida en In-ternet, que ya entoncesponderábamos sus posibilida-des. En cartera quedó la pro-

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moción y creación de un dia-rio hermano que llenara unvacío informativo abertzale enIparralde y que, sobre todo,ocupara un objetivo estratégi-co de futuro. En fin, desde unhoy en el que desconozco ab-solutamente todo lo concer-niente a lo que rodea un pro-yecto informativo en laactualidad, pienso en aquelayer truncado que, entonces,hasta el 14 de julio de 1998, senos presentaba con proble-mas, pero con muchas ilusio-nes... Llevaba seis años en elcargo y confieso que me esta-ba rondando dar un nuevo ypequeño revolcón... Mejor de-jarlo.

De tu etapa como director des-taca también el estilo de titu-lar. De forma incisiva, con in-tención. Titulares cortos ysugerentes. ¿Qué titular deprimera página harías de la si-tuación que vive actualmentenuestro país?Siempre me ha gustado jugarcon los significantes y los sig-nificados, con intencionali-dad y la ambigüedad del len-guaje, con la complicidad delinterlocutor, con su memoria,con su inteligencia, con lassuposiciones, con la inferen-cia, con lo implícito, con lossobreentendidos. Además,quiero pensar que los lecto-res son inteligentes y con su-ficientes experiencias vitalesy culturales como para evo-car y deducir en décimas desegundo la intencionalidad yla conexión de todo un mun-do de ideas y hechos que se

quieren transmitir tanto in-formativa como opinativa-mente con pocas palabras yque, a poder ser, son gráfica-mente de buen tamaño.

Buscaba, siempre que eraposible, el titular chispazo, elchasquido no solo informati-vo, sino el que se utiliza paradespertar la interpretación decada lector con este estilo que,lo reconozco, puede llevarte alo burdo y al error, pero quecreo que daban una personali-dad diferente al resto de dia-rios. Y, desde mi punto de vis-ta, merecía la pena exprimirseel cerebelo hasta dar con laspalabras claves que dieran conun titular que resaltara el tué-tano de la noticia.

Hoy mantengo la opiniónde entonces, pues ya en aque-llos años, el lector de periódi-co, cuando encaraba la prime-ra página se encontraba (y seencuentra) la mayoría de lasocasiones, con noticias e in-formaciones «viejas» que yalas había visionado y oído du-rante el día anterior en radios,televisiones (hoy día unoscuantos canales más), inter-net, etc. Es por esto que creoque los titulares de las noti-cias (de todas las que se publi-can) deben estar trabajadosdesde la óptica de la sugeren-cia opinativa, con el objetivode provocar y renovar el inte-rés informativo de la «vieja»noticia, ofreciéndole, en todolo que sea posible una recrea-ción y nueva versión, clara-mente subjetiva y por ello ho-nesta, de lo sucedido ynoticioso. Los lectores de

prensa escrita, ya entonces, ymás ahora, supongo, quiereny buscan lo que subyace másde lo que yace, quieren sesgo,óptica y cristales de diferentescolores con los que valorar ycomprobar dónde está lamentira y dónde la verdad.

El papel de la prensa tieneun futuro bastante oscuro sise empeña en ofrecer menússupuestamente informativosneutros (que no existen) y se-mejantes al de todo los de-más diarios, y estimo que lostiempos no están para lograrexclusivas a diario. Además, siestas se dan, a los pocos mi-nutos están en todos los or-denadores conectados a lared, con lo que el esfuerzo seevapora sin apenas beneficioy con el riesgo de que sea ma-nipulado.

No obstante, soy de los quecreen que el papel tiene toda-vía un recorrido a medio plazo–limitado, sí– si focaliza sus in-formaciones a lo puramentelocal e incluye doble carga deopinión, firmas de prestigio,análisis, estudios, sondeos po-líticos, sociológicos... No sé,quizás esté mediatizado en midoble circunstancia de tenercierta edad y ser preso. Dichode otro modo, soy de la épocadel papel y estoy lejos de loschismes y aparatos de nuevatecnología.

En cuanto al cuál sería mititular de primera página enla actualidad, pues no es nadafácil. Hay muchos temas quequeman y que un día sí y otrotambién marcan pautas dis-pares, aunque encadenados

«Siempre me hagustado jugarcon lossignificantes y lossignificados, conintencionalidad yla ambigüedaddel lenguaje, conla complicidaddel interlocutor,con su memoria,con suinteligencia, conlas suposiciones, con la inferencia,con lo implícito,con lossobreentendidos»

por el vil metal, el dinero, elparo... Está la situación de unaEuskal Herria en un momentohistórico especial (como casisiempre), están las guerras,Latinoamérica... Son un mon-tón de titulares si lo pensa-mos bien.

En lo que respecta a la si-tuación económica, la crisis ytodo lo que esta acarrea, miidea iría hacia la búsqueda deuna salida real. Algún día ha-bría titulado «Todos somosIslandia» o «Seamos Islan-dia». Estaría bien para recor-dar que existe un país que nodobló el espinazo y supo res-ponder como un pueblo condignidad, valentía y enterezainteligente.

Sobre Euskal Herria, dada lasituación, mi atención se fijaen Estrasburgo y la relativa zo-zobra a la que estamos someti-dos los presos. Lo publicaría eldía anterior a la fecha fijada:«Estrasburgo nos para el pul-so» (habría que dar algunavuelta). Difundido el dicta-men, hay dos posibilidades so-bre las que ahora preferiría noespecular, pero tiraría por opi-nar lo que merece la sentenciacon rotundidad y claridad:«Sopapo a Madrid» o «Europatambién quiere venganza». Al-go así...

En cuanto al paro, ya dejé elestilo en el 93 o 94: La cifra delos parados en gran tipografíaes suficientemente contun-dente. Sobre la corrupción(corrupciones) , reconozcoque el apellido «Bar-Cenas»daría para más de un juego depalabras, al igual que Mato y

otros, pero no es un tema pa-ra tratar con excesivo humorsi tenemos en cuenta que enla otra parte de la balanza dela actualidad nos encontra-mos con desahucios y la mi-seria. Me inclinaría por un la-cónico «Algo huele a podridoen el PP» o algo corto quenunca publicaría, quedándo-me con las ganas: «PP, KK».

Con lo de la monarquía ledaría más de una pensada,aunque en un momento dadoapuntaría una alusión al «Du-que empalmado», o una ex-clamativa «Iñaki, ze urrun da-goen Katar!». Como veis, sontítulos que podrían servir pa-ra iniciar un bombardeo deideas en una reunión de di-rección de la que saldrían tí-tulos mejores. De todos mo-dos, no he querido eludir larespuesta a vuestra sugerentepregunta que, por otro lado,me ha hecho sonreír de año-ranza.

Y si te pidiera un editorial,¿cuáles serían las ideas princi-pales para desarrollar y expli-car ese (esos) titulares?Difícil cuestión la que meplanteas, pues el editorial de-be estar pegado a la actuali-dad y esta, desde un periódi-co, debe ser atrapada casiantes de tiempo. No obstante,y a pesar de estar encerrado ylejos de la rabiosa coyunturainformativa, barrunto variasposibilidades y casi todas es-tarían vinculadas con la situa-ción de crisis económica ycon el derecho a la autodeter-minación.

A pesar de que no es fácil depercatarse cuándo una época,o mejor una era, comienza yotra acaba, pues se entreveranpasados, presentes y futuri-bles, cuándo un ciclo históricova dando paso a otro, pues lahumanidad se mira todos losdías en el espejo y no apreciacambios notables de un día pa-ra otro. Sin embargo, decía, lossignos comienzan a ser evi-dentes y los pensadores intui-tivos apuntan con terquedad aque estamos ante la última fa-se del capitalismo, el financie-ro-especulativo, que está con-virtiendo a esta doctrina, si yaantes no lo era, en un mons-truo feroz y sanguinario, heri-do de muerte y que por ello,en su terrible afán de acumu-lar toda la riqueza mundial, es-tá dispuesto a dar los últimosy más terribles coletazos ydentelladas. Estamos en unasituación de bastante perpleji-dad en la que los que porejemplo tienen un dinerilloahorrado no saben qué hacercon él, dónde guardarlo, dóndeinvertirlo, dónde esconderlo...Da la sensación de que el dine-ro se acaba.

Creo que fueron los indiosdelaware los que hace más de300 años vaticinaron lo quepuede ocurrir no dentro demucho tiempo. Los «hom-bres blancos», dijeron losgrandes jefes, convirtieron lamadera en dinero y las aguastambién. Los hombres blan-cos se comieron los bosques,destruyeron la tierra y se be-bieron los ríos, los hombresblancos, concluyeron, se co-

«Todo los días,como algo

mágico, veíacómo transcurríala vida de EuskalHerria. Todo unprivilegio que

añoroprofundamente

con la fuerza deuna adicción y

que me mantieneen perpetuosíndrome deabstinencia...

Para mí, todavía“Egin” es. No fue»

ENTREVISTA A JABIER SALUTEGIENTREVISTA A JABIER SALUTREGI

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merán el dinero. Y con el fue-go de sus billetes calentaranlos inviernos que les queden,añado yo.

En este final de era, y aquí sedebería incidir en los editoria-les, debe abrirse el gran con-curso universal de ideas queden con un nuevo o nuevossistemas «biosicosociocultura-les», que adopten la técnicaeconómica como herramientadel desarrollo colectivo, coope-rativo y altruista, al servicio delas necesidades humanas. Sedebe ir destruyendo el egoís-mo capitalista, el individualis-mo de la avaricia.

Los editoriales deben avan-zar proyectos educacionalespara implementar un sentidomás equilibrado del consumo,de la producción y de nuevasformas de vida más armóni-cas. Deben orientar para quese inicie cuanto antes untranscurso vital más estable,para un mejor vivir, donde lacapacidad acumulativa de lariqueza no sea el objetivo so-cial y no implique la creaciónde la diferencia, mediante larecuperación sistemática de laigualdad de oportunidades ydel sentido de equidad del re-parto de los bienes.

La política debe recobrar lavitalidad de la representativi-dad social, enflaqueciendo to-do lo posible la delegación,oficializando y practicando elrespeto absoluto a las identi-dades diferenciadas. Pro-pugnar la erradicación del eu-rocentrismo hegemónico, in-vestigar otras cosmogoníasculturales como las que sur-

gen con fuerza en Latinoamé-rica. Deslegitimar el unifor-mismo ideológico, desmontarel sentido trágico de la inevi-tabilidad sistemática del capi-talismo: existen otras alterna-tivas. Cerrar la privatización aperpetuidad, pues son, per-dón por la redundancia «per-petuadoras» del abismo entreclases. Clamar por el impagode deudas llovidas de no sesabe de dónde que arruina alos pueblos. Reivindicar lamorosidad ante los podero-sos: que se coman su dinero.

En cuanto a Euskal Herria yla crisis económica que nosengulle en el tornado envol-vente centrado en Madrid, hayque poner de relieve que elcomponente nacional se hacemás fuerte como tractor delindependentismo. Si bien escierto que desde un sentidoinstrumental se banaliza elorigen histórico de las identi-dades nacionales, éstas exis-ten y apoyan con más fuerzala oportunidad de reclamarcon más intensidad el derechoa la autodeterminación comofactor estratégico que posibili-te a nuestro pueblo la adquisi-ción de plenos poderes, lejosdel centro tornado-aspiradorespañol que terminará, de se-guir con la dependencia, porengullirnos, antes de elegirnuestras propias herramien-tas individuales y colectivas yvencer las dificultades comopueblo que somos.

La marca España, desgracia-damente por culpa de sus go-bernantes, nos arrastra alabismo, y un pueblo tiene la

obligación de salvarse y poderasí salvar a otros, también porobligación. Catalunya no esun ejemplo del que se puedeentresacar miméticas leccio-nes, pero constituye un temaque debe monitorizarse parano perderlo de vista en nin-gún momento. Sobre todo có-mo se va desarrollando el«no-diálogo» entre Barcelonay Madrid, y qué dinámicas iráadoptando el independentis-mo catalán ante la cerrazónabsoluta del nacionalismo es-pañol a permitir cualquier so-plo de cesión soberanista. Es-cocia aparece como otraexperiencia que de aquí a po-co tiempo servirá para sacarimportantes conclusiones. In-cluso de aquí a su referéndumesta nación será motivo deobservación en su día a día,cómo se prepara de cara a suprimer plebiscito indepen-dentista y, también muy inte-resante, cómo es tratado elasunto en Europa.

Creo que en algún momen-to ya lo he mencionado, estoyde cuerdo en que una naciónes una comunidad imaginada,que no imaginaria, lo que su-pone que sus ciudadanos uni-fican sensaciones, criterios,ideas, características, pensa-mientos, lengua, costumbresy voluntad sin mantener unvis a vis total a diario. Es casiun milagro una unidad identi-taria que proviene de una ne-bulosa de los tiempos decuando formábamos un gru-po humano asentado, quiénsabe, en las proximidades deSantimamiñe.

Es por ello de una importan-cia capital el rol de un periódi-co y de su intención editorialque con su labor diaria corpo-rice y dé visualidad cuasi-físi-ca a lo que ya un gran númerode ciudadanos vascos palpandesde su imaginación y que,por lo tanto, existe ya en for-ma tangible.

En este sentido, los editoria-les (la línea editorial) deberíanser escritos y pensados desdeuna atalaya o plataforma sóli-damente nacional vasca sin ca-er, ni por descuido, en la hipó-tesis o supuesto mental deestar todavía en trance de pre-tender ser nación. El periódico,su criterio vital, debe vivir ya«en una Euskal Herria inde-pendiente» no ya imaginada,sino real y vivida. El editorialdebe decir, todos los días, «so-mos nación, vivamos libres,como lo que ya somos». Unanación cristalizada.

Si pudieras entrevistar a losagentes que de forma impor-tante influyen en la situaciónvasca, ¿qué les preguntarías?Casi todas las preguntas quese me ocurren ya han sidoplanteadas a casi todos losagentes susceptibles de serpreguntados. Quizás uno delos que más me gustaría querespondiera sería el PNV. ¿Has-ta cuando una Euskal Herriaen espera de ser plenamentesoberana? ¿Cuál sería el planconcreto? Y múltiples varian-tes de parecido contenido. A laizquierda abertzale le traslada-ría un cierto desasosiego...¿Dónde termina, si termina, la

unilateralidad? Y a los demás,¿qué es eso del suelo ético sitodavía se está sacando de élcadáveres de torturados? ¿Quécoño de suelo ético es el cons-truido sobre la represión, tor-tura y guerras? ¿Desde cuándoes ético el suelo que permiteconstruir una nación abarcan-te en contra de la voluntad deotras nacionalidades? ¿Acasoel tiempo es la vacuna queneutraliza las injusticias deorigen?

El PSOE y demás partidosespañoles no me motivan de-masiado, pues de entrada meconozco, como diría el poetaLeón Felipe, «todos su cuen-tos». El primero, que verbali-zan tartamudeando, trata denegar el derecho a la autode-terminación por una razónmetafísica incuestionable des-de la inteligencia: «Porque nose contempla en la Constitu-ción española». Al parecer, lamencionada es la verdad reve-lada por Dios que, como se sa-be, es español; y a más abun-damiento, familiar directo delos Reyes Católicos, de Fernan-do VII y de José Antonio Pri-mo de Rivera: España quiereseguir siendo un Estado por lafuerza de las armas y sabe quesu artificial configuración sepuede ir a la porra a nada queabra una ventana democráti-ca. Y eso se llama miedo a lalibertad.

El otro cuento, más intelec-tualmente ceporrón, y que al-gunos políticos lo incluyendentro del estilo de la «pica-resca española», (que es comocamuflan su espíritu de tima-

dores profesionales) y contes-tan que si se lleva a cabo unreferéndum de autodetermi-nación –y lo dicen con unasonrisa seráfica– «debería vo-tar toda España». Y se fumanun puro apestoso para cele-brar la gran chorrada con laque se creen los más listos ylos más demócratas del globo.

Cualquier día se celebraráun plebiscito entre las elitesmundiales y España se conver-tirá en un casino-prostíbulo.Al tiempo. Otra cuestión es elpaquete de preguntas que di-rigiría a las instituciones in-ternacionales que decidencuestiones tan importantes

como elegir quiénes son losbuenos y quién los malos delmundo, a quiénes se debeayudar y a quiénes, incluso,atacar. En primer lugar les so-licitaría información sobrequién les ha nombrado, cómo,por qué a ellos, cuáles son susméritos y con qué ideario con-firmable cuentan en sus curri-culums para impartir sus deci-siones. Por qué se mantiene elderecho a veto en la ONU, porqué no hace ni puñetero casoIsrael y no se le sanciona nun-ca, por qué el «eurocentris-mo» invade hegemónicamen-te Naciones Unidas, paracuándo la prohibición y perse-

cución de los paraísos fiscales,cuándo la implantación forzo-sa de todos los derechos hu-manos en aquellos países quelos suscribieron con la alegríapropia de quien es conscientede que nunca iba a cumplir.Quién elige a los responsablesdel FMI, del BCE, de los altoscargos de la UE. Quién los halegitimado. ¿Cómo hemos lle-gado a esto? ¿Qué hacer?

En fin, las preguntas seamontonan día a día sin quehaya respuestas. Ni siquieraincorrectas. Además, piensoque la cuestión ya no está enformular interrogantes sobrelos que, más o menoso cono-cemos sus respuestas, sinoplantear y dar a conocer solu-ciones plausibles, de sentidocomún, que puedan resolverde verdad la vida de los másdesfavorecidos, que cada vezson más. En ese sentido, lagran pregunta es si alguienquiere aceptar el gran com-promiso de dirigir, fomentar,coordinar y asumir la gran re-volución ciudadana que es ne-cesaria.

Que fue “Egin” para tiUna especie de gran aquariumdonde viví toda mi juventudhasta llegar a la madurez. Unobservatorio desde el que to-do los días, como algo mágico,veía cómo transcurría la vidade Euskal Herria. Todo un pri-vilegio que añoro profunda-mente con la fuerza de unaadicción y que me mantieneen perpetuo síndrome de abs-tinencia... Para mí, todavía“Egin” es. No fue.•

Jon URBE • ARGAZKI PRESS