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  • 661COLONIZACIÓN ESPAÑOLA EN EL SUR DE CHILERevista Chilena de Historia Natural77: 661-677, 2004

    Efectos ambientales de la colonización española desde el río Maullín alarchipiélago de Chiloé, sur de Chile

    Environmental effects of the spanish colonization from de Maullín river to the Chiloéarchipelago, southern Chile

    FERNANDO TORREJÓN1, MARCO CISTERNAS2 & ALBERTO ARANEDA1

    1Centro de Ciencias Ambientales EULA-Chile, Universidad de Concepción, Casilla 160-C, Concepción, Chile2Facultad de Agronomía, Universidad Católica de Valparaiso, Casilla 4-D, Quillota, Chile.

    Autor para correspondencia: e-mail: [email protected]

    RESUMEN

    Las características biogeográficas de Chiloé limitaron la introducción y propagación de las especies animalesy vegetales exóticas que sustentaban la tradicional actividad agropecuaria hispana colonial. Dicho fenómenocondicionó la ocupación y explotación económica del territorio, contribuyendo a mitigar el tipo y extensiónde las alteraciones ambientales generadas por el proceso colonizador. A través de un análisis históricodocumental, que abarca los siglos XVI, XVII y XVIII, en el presente trabajo se reconocen la situaciónambiental prehispánica del territorio e implicancias ambientales del poblamiento colonial; el proceso deadaptación al entorno ecológico y evolución de las actividades productivas desarrolladas por los colonos. Losprincipales resultados obtenidos indican que no hubo transformaciones ambientales masivas y generalizadas,concluyéndose que los efectos ambientales derivados de la intervención española se evidenciaronprincipalmente a nivel local, pudiéndose constatar que hacia fines del siglo XVIII el paisaje ecológico deChiloé aún conservaba muchas de sus características originales.

    Palabras clave: alteraciones ambientales, ecología del paisaje, introducción de especies, colonizaciónespañola, Chiloé, sur de Chile.

    ABSTRACT

    The biogeographical characteristics of Chiloé limited the introduction and propagation of exotic plants andanimals that supported the subsistence and economy of Spanish colonies. This in turn limited the rate ofoccupation and the scarce economic return of land reduced the extent and severity of environmentaldisturbances produced during the colonisation period. The present investigation analysed historicdocumentation from XVI, XVII and XVIII centuries in order to characterise pre-Hispanic environmentalconditions and the environmental problems created by the colonist settlement. The adaptation of land-usepractices to the region and the evolution of agricultural and forestry bring it by the colonists are described.The principal finding of this research indicates that the environmental impacts generated by the early Spanishsettlement were primarily at a local level, which meant that the ecological landscape of Chiloé during theXVIII century retained several of its pristine characteristics.

    Key words: environmental disturbances, landscape ecology, species introduction, Spanish settlement,Chiloé, southern Chile.

    INTRODUCCIÓN

    Se ha postulado que algunas de las transforma-ciones medioambientales más significativas ge-neradas por el hombre en América, se originarondurante el proceso de colonización europea,siendo sus principales causas la introducción deanimales domésticos y cultivos exóticos

    (Roberts 1998). Sin embargo, dichos cambios,no obstante su común origen, se manifestaron yafectaron de manera distinta a diversos hábitat yecosistemas naturales del continente; variandoen extensión e intensidad de acuerdo al desarro-llo de los eventos históricos, a factores étnicoculturales, al potencial ecológico y las condicio-nantes biogeográficas del territorio (Cabrera

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    1945, Cunill 1970, Prieto & Wuilloud 1986,Chonchol 1994, Roberts 1998, Torrejón 2001).

    Calificado como “llave” de los reinos deChile y Perú, debido a su importancia estratégi-ca, Chiloé fue el territorio más austral de Amé-rica ocupado, de forma permanente, por los es-pañoles (Olguín 1970, Guarda 1978, 1990,Urbina 1983). A partir de 1567, y por espaciode más de 200 años, se desarrolló un ininte-rrumpido proceso de colonización con impli-cancias histórico culturales y ambientales dis-tintas a lo ocurrido en otros espacios del actualterritorio nacional (Contreras et al. 1971, Cunill1971, Urbina 1983).

    En efecto, en el centro norte de Chile y Arau-canía, donde el propicio entorno natural favore-ció la introducción y difusión del modelo agro-pecuario hispano-mediterráneo, el procesocolonizador se vio facilitado; así también, lasconsecuentes alteraciones del paisaje ecológicooriginal fueron más severas y extendidas (Cunill1970, 1971, Torrejón & Cisternas 2002). EnChiloé, por el contrario, las características bio-geográficas y aislamiento del territorio dificulta-ron notoriamente el poblamiento y economíacolonial, obligando a los colonos a desarrollarnuevas estrategias de subsistencia basadas, enparte, en sus tradicionales actividades producti-vas, como así también en la asimilación de anti-guos usos y técnicas de supervivencia indígenaslocales (Contreras et al. 1971, Urbina 1983).

    En tal sentido es posible sostener que las ca-racterísticas climáticas, vegetacionales, la es-tructura y aislamiento del territorio chilote ha-brían condicionado la introducción de laganadería y cultivos exóticos, determinando, asu vez, el tipo y desarrollo de las actividadeseconómico productivas coloniales, proceso quehabría atenuado las alteraciones del paisaje ori-ginal. En consecuencia, en el presente trabajo sebusca reconocer las transformaciones que, comoresultado de la colonización española, habríanafectado al paisaje ecológico de Chiloé entre lossiglos XVI y XVIII, caracterizando además elproceso de acomodación ambiental que permitióla subsistencia de los colonos en aquel territorio.

    MATERIALES Y MÉTODOS

    Definición del área de estudio

    Considerando la evolución del poblamiento co-lonizador español hasta fines del s. XVIII, se

    definió como área de estudio el territorio de Chi-loé continental e insular comprendido entre los41º15’–43º30’ S y 72º15’–74º30’ O. En estavasta extensión territorial, específicamente en elcanal de Chacao y seno de Reloncaví, convergenlas subzonas geográficas centro sur y Patagoniaseptentrional de Chile (Niemeyer 2000). Unaimportante superficie del área de estudio estáconformada por un archipiélago de 71 islas, des-tacando entre ellas la Isla Grande de Chiloé, con8.090 km2 (Niemeyer 2000). En la actualidad, elterritorio en estudio forma parte de la jurisdic-ción político administrativa de la X Región deLos Lagos, Chile (Fig.1).

    Análisis bibliográfico

    Se realizó una recopilación, selección y análisisde fuentes bibliográficas coloniales, privilegián-dose la documentación testimonial de primeramano, resultante de viajes de exploración geo-gráfica y/o conquista (siglos XVI, XVII, XVIII).Complementariamente se utilizaron crónicas delsiglo XVII y textos historiográficos colonialesdel siglo XVIII; además de estudios geográfico-descriptivos del siglo XIX, monografías y traba-jos científicos de los siglos XX y XXI. Compul-sadas y seleccionadas las fuentes históricas,evaluándose su procedencia, tipo de texto y cali-dad descriptiva del relato, se recabó toda aquellainformación documental que, explícita o indirec-tamente, hiciera referencia a la situación am-biental del área de estudio. De forma paralela,mediante diccionarios especializados (Pagés sinfecha, Moliner 1966, Corominas 1976), se preci-só el uso de época de conceptos claves en ladescripción del paisaje colonial. Finalmente, so-bre la base de los antecedentes documentales ob-tenidos se efectuó una progresión histórica, pro-cedimiento metodológico (Bolos 1992) a travésdel cual se fueron evidenciando las transforma-ciones ambientales resultantes del poblamientocolonizador hispano de Chiloé. Para ello se esta-bleció una línea de base o descripción del estadooriginal en que se encontraba el territorio a lallegada de los españoles (segunda mitad del si-glo XVI), época a partir de la cual se inicia unregistro histórico referente a la evolución de lasactividades económico productivas coloniales,finalizándose con una reconstitución del paisajeecológico del área de estudio hacia fines del si-glo XVIII.

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    RESULTADOS Y DISCUSIÓN

    Chiloé prehispánico, las variables naturales yculturales

    La interacción de variables naturales y cultura-les habría caracterizado el paisaje ecológico delChiloé prehispano. Entonces, densos bosquescubrían la mayor parte del territorio definidocomo área de estudio, favorecidos en su desa-rrollo por factores climáticos de temperatura yalta pluviosidad (Villagrán 1991, Villagrán etal. 1997, Niemeyer 2000). Entre las formacio-nes vegetacionales más difundidas se encontra-ba el “bosque laurifolio de Chiloé” y “bosque

    siempreverde con turberas de Chiloé”, de am-plia cobertura tanto en el archipiélago como enel continente, existiendo también en este últimoespacio importantes áreas cubiertas por “bos-que siempreverde andino” y “bosque siempre-verde de Puyuhuapi” (Villagrán 1991, Gajardo1994).

    En un territorio donde predominaban lasmasas boscosas, la abundancia de recursos ma-rinos, particularmente de mariscos, posibilitóuna temprana ocupación aborigen de importan-tes zonas del litoral chilote. Así lo evidenciandiversos yacimientos arqueológicos entre losque se encuentran conchales, corrales o cercospara captura de peces y, en general, sitios de

    Fig. 1: Principales asentamientos coloniales de origen español en Chiloé hacia fines del siglo XVIII.Main Spanish settlement in Chiloé late the XVIII century.

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    poblamiento (Stehberg 1980). Contreras et al.(1971) sugieren que “el hábitat indígena se ce-ñía estrictamente a las fajas costeras de la parteoriental de la Isla Grande y de las demás islas,y en menor medida a la ribera norte del Canalde Chacao”. Se trataba de un poblamiento dis-perso, de reducidos asentamientos familiaresque no llegaban a constituir aldeas o pueblos(Dillehay 1990), estimándose que a la llegadade los españoles la población aborigen variabaentre los 50.000 y 70.000 individuos (Contreraset al. 1971).

    Con probabilidad filiados étnicamente a losmapuches de la Araucanía, los pobladores indí-genas de Chiloé, denominados huilliches, sehabían adaptado a su entorno natural, desarro-llando patrones de asentamiento y una econo-mía de subsistencia mixta, donde se integrabandistintas actividades productivas, que les per-mitían aprovechar adecuadamente las potencia-lidades ecológicas del territorio (Guevara 1925,Oyarzún 1934, Zapater 1973, Dillehay 1990).

    La estrecha relación de los huilliches chilo-tes con el medio ambiente marino habría sidodeterminante en su evolución cultural. Desa-rrollaron un confiable tipo de embarcación de-nominado “dalca” (Finsterbusch 1934), queles permitía buscar y explotar los variados re-cursos marinos del archipiélago. Las activida-des extractivas como la recolección de maris-cos, la pesca y la caza de pinnípedos, e.g.,Otaria byronia, eran esenciales en la econo-mía aborigen de Chiloé (Oyarzún 1934, Ramí-rez 1996). Antecedentes proporcionados porMasuda (1988), permiten conjeturar que algascomo el cochayuyo (Durvilaea antartica), lu-che rojo (Porphyra columbina) y luche verde(Ulva lactuca), fueron también aprovechadascomo un antiguo recurso alimenticio indígenaen Chiloé.

    No obstante la importancia de las faenasextractivas vinculadas al mar, estas se habríancomplementado exitosamente con laboresagrícolas y ganaderas de subsistencia. En efec-to, aunque ciertas variables ecológicas, como

    la espesa cobertura vegetal, los altos índicesde humedad, pluviosidad y bajas temperaturas,debieron haber dificultado las prácticas agrí-colas indígenas, sobre todo aquellas basadasen la “agricultura de tala y roce” (Dillehay1976, 1990, Aldunate 2000), existe evidenciadocumental que confirma la presencia de va-riados cultivos autóctonos en el Chiloé prehis-pánico. Datos proporcionados por la expedi-ción marítima de Ladrillero (1557-1558)–previa al asentamiento de los españoles en elterritorio– permiten establecer que dicha eco-nomía indígena también se sustentaba en fae-nas hortícolas o de agricultura básica, como sededuce de la siguiente referencia: “de estaprovincia de Ancud hai grandisima fama de sufertilidad de mucha comida de maiz crecido égran masorca papas é por otros quinoa é detierra baja sin monte” (Gay 1852, p. 93). Noobstante la elocuencia sobre la prodigalidadagrícola local, el mismo relato permite colegirque aquellos terrenos cultivables “despejadosde monte”1 eran más bien escasos y circuns-critos, ya que al describirse el litoral oeste,desde Carelmapu (Golfo de los Coronados)hasta el extremo sur de la Isla Grande de Chi-loé, se habla de una costa poco accesible, sinpuertos, donde “solo hai playas bravas, la tie-rra de la costa parece fea y montuosa é demediano altor salvo junto á los dichos corona-dos” (Gay 1852, p. 95).

    Junto a los cultivos asociados de maíz (Zeamais), quinoa (Chenopodiun quinoa) y una granvariedad de papas (Solanum tuberosum), Lat-cham (1936) reconoce la presencia de otras dosespecies autóctonas cultivadas por los huilli-ches en Chiloé. Se trataba del madi (Madia sa-tiva), oleaginosa de cuyas semillas se extraíaaceite, y del cereal denominado mango o man-gu (Bromus mango). La agricultura huillicheimplicaba el uso de utensilios de labranza, ela-borados de maderas, e.g., palo excavador, aza-dón, cuchillón o “hualato”, con los que se pre-paraba eficientemente el suelo destinado a loscultivos (Oyarzún 1934, Bullock 1958). Al mis-mo tiempo, para fertilizar sus sembradíos, losindígenas del archipiélago parecen haber utili-zado comúnmente ciertas algas marinas, e.g.,lamilla (Ulva lactuca), costumbre todavía vi-gente en el campo chilote (Oyarzún 1934, Ma-suda 1988).

    Otra actividad relevante en la economía pre-hispánica de Chiloé habría sido la crianza de

    1 De acuerdo a la Real Academia Española (1989), el tér-mino “monte” en su segunda acepción significa “tierra in-culta cubierta de árboles, arbustos o matas”. Acepción que,como lo documentan Pagés (sin fecha) y Corominas(1961), se encontraba plenamente vigente en el castellanode la España del siglo XVI, lugar de procedencia de lamayoría de los conquistadores y colonizadores de Améri-ca, donde también se difundió y conservó aquel uso y elde sus derivados (Corominas 1961, Moliner 1966).

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    llamas (Lama lama) u “ovejas de la tierra”como las llamaban los españoles (Thayer-Ojeda1913, Latcham 1922, Guevara 1925). Duranteel viaje de Ladrillero se describe con cierto de-talle la actividad ganadera aborigen: “tienen áseis é a cuatro é a ocho obejas cada indio é álos casiques á 12 é á 15 é á 20 e sola una obejaatan é todas las otras, obeja van sueltas trasella, no meten en casa mas de la que son lanu-das las demás quedan en el prado con la queatan en un palo que tienen incado cuales tienecada uno señaladas y el que las hurta lo mata elcasique quejandose á el el que la pierde” (Gay1852, p. 93). La relativa abundancia de ganadoindígena permite deducir que la tenencia de di-chos camélidos era importante en la economíadoméstica aborigen, asociándose principalmen-te a la obtención de lana, materia prima con quelos huilliches confeccionaban vestimentas ade-cuadas para protegerse de los rigores climáticosdel territorio (Zapater 1973).

    En síntesis, los aborígenes de Chiloé desa-rrollaron distintas actividades productivas desubsistencia, complementarias entre sí, quemantenían cierta sustentabilidad ecológica. Noobstante lo anterior, Heusser (1994) y Moreno(2000) postulan la existencia de cambios vege-tacionales atribuidos a fuegos generados poractividad paleoindia, desde el Pleistoceno tar-dío. Tales perturbaciones habrían ocurrido ini-cialmente a nivel local, siendo de baja severi-dad (Moreno 2000). Sin embargo, durante elHoloceno, particularmente después de 5.000años AP, Heusser (1994) reconoce un notorioincremento de fuegos extensivos en el archipié-lago de Chiloé. En este contexto, si bien laagricultura de tala y roce pudo haber sido unapráctica agresiva contra el bosque, esta activi-dad parece no haber superado los límites de to-lerancia y resiliencia de los ecosistemas locales(Dillehay 1976, 1990, Aldunate 2000), consti-tuyéndose en una variable más del paisaje eco-lógico del Chiloé prehispánico.

    La percepción y valoración hispana del territo-rio

    Con la entrada de la expedición de Martín Ruizde Gamboa a la Isla Grande de Chiloé, en elverano de 1567, comenzó la ocupación definiti-va de aquel territorio. En una temprana ponde-ración descriptiva se indicaba: “las dichas pro-

    vincias de Chillué é las demás a ella comarca-nas é islas, que hay gran multitud de ellas po-bladas de muchos naturales, tierra útil é abun-dante de bastimentos de ganados y legumbres, édonde se entiende hay mucha riqueza de meta-les de plata, é asimismo oro, por las buenasseñales é apariencia de la tierra, donde se en-tiende se le seguirá a S.M. mucho interese y elpatrimonio real será muy acrecentado” (Medina1899, pp. 231-232).

    Llama la atención que el observador solodestaque las características propicias para lacolonización, sin hacer mención alguna al aisla-miento y duras condiciones climáticas de dichoespacio geográfico, cuestión que podría inter-pretarse como una sobrevaloración apresuradadel entorno. Sin embargo, la directa alusión a lapresencia de metales preciosos, particularmentedel oro, cuando ya se vislumbraba su escasezen gran parte del actual territorio de Chile (Pa-checo 1991, Promis 1991), permite inferir quetan favorable evaluación territorial obedecía,más bien, a una manera de mantener el interésde la Corona en la empresa de colonización,incentivando al mismo tiempo la ocupación deestratégicos territorios periféricos, cuyas condi-ciones de habitabilidad eran más rigurosas.

    Fomentar una economía local sustentadaprincipalmente en la explotación del oro, erauna de las intenciones primarias de los conquis-tadores, quienes para sostener esta actividadminera se aprovecharían de los recursos pro-ductivos y mano de obra indígena (Pacheco1991). Pero la escasez aurífera también se haríaevidente en Chiloé, defraudando a los colonos,los que, para satisfacer sus frustradas expectati-vas económicas, recurrirían entonces a la “ex-portación de naturales”, situación que implicóuna notoria merma de la población aborigen ha-cia 1600 (Contreras et al. 1971).

    En pocas décadas, la optimista visión inicialdel territorio habría de cambiar radicalmente.Comenzando el siglo XVII el cronista Gonzálezde Nájera dejaba en evidencia el aislamiento deChiloé y sus consecuencias. Refiriéndose laciudad de Castro indicaba: “Está apartada de laConcepción setenta leguas. No tiene comunica-ción con nuestros pueblos por tierra firme [...],suelen pasarse dos o tres años que en las ciuda-des de tierra firme no se tiene nueva de aquelpueblo”, argumentando seguidamente que el es-porádico abastecimiento desde el norte hacíapasar muchas penurias a los colonos “por ser su

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    isla tan estéril que no produce mas de solas lasraíces que tengo dicho llaman papas, y habérse-les acabado los ganados, de cuyas lanas se so-lían vestir” (González de Nájera 1971, pp. 82-83)

    El impacto de los asentamientos coloniales

    Los efectos del proceso colonizador no solo re-caerían sobre la población y economía indíge-na, pues, desde su misma llegada, los españolescontribuyeron directamente a la modificacióndel entorno natural de los lugares donde seasentaban. Con la ocupación hispana de Chiloécomenzaron a esbozarse transformaciones loca-les que paulatinamente irían alterando la fiso-nomía del paisaje ecológico. En el transcursode 1567 se establecieron los primeros asenta-mientos españoles permanentes, el fuerte SanAntonio de Chacao y la ciudad de Santiago deCastro, ambos en las costas de la Isla Grande.Más tarde, los enclaves militares de San Miguelde Calbuco y San Antonio de Ribera de Carel-mapu, fundados en 1602 y 1603, respectiva-mente, expandieron la colonización a nuevossectores costeros de Chiloé insular y continen-tal (Guarda 1978, 1990).

    Desde el momento mismo de su fundacióndichos asentamientos habrían comenzado a ge-nerar progresivas alteraciones en los hábitat lo-cales, afectando de manera directa la biomasavegetal aledaña al sitio, pues durante la cons-trucción de fuertes y poblados se usarían pre-ponderantemente maderas del lugar. Específi-camente, aquella actividad debió implicar unaimportante tala selectiva de árboles nativos, yaque, por ejemplo, en la construcción de las em-palizadas de los fuertes de Chiloé se privilegia-ba la madera de luma (Amomyrtus luma) debidoa su dureza (Urbina 1983).

    La tala del bosque original no solo se efec-tuaba mientras se erigían las edificaciones pro-pias de tal o cual asentamiento, en la prácticaesta se realizaba de forma permanente. Por unaparte era necesario reparar periódicamente eldeterioro sufrido por las estructuras de madera,sobre todo de las empalizadas, debido a la hu-medad del clima (Olguín 1970, Guarda 1990).Por otra, el vital y cotidiano uso doméstico deleña exigía un constante abastecimiento de lamisma, lo que incrementaba la presión sobre lavegetación nativa. Conviene destacar aquí una

    interesante apreciación efectuada a fines del si-glo XVIII, que caracteriza a los chilotes comograndes consumidores de leña. “Los pobladoresvenidos de Chiloé [...] mantienen continuamen-te a la usanza de aquel país el fuego en suscasas, y son capaces de consumir cuatro tantosmás de leña que dichos venidos de la capital deChile y provincias inmediatas” (O’Higgins1942, p. 59).

    A lo anterior se añadiría además la actividaddel desmonte, proceso mediante el cual se des-pejaban totalmente parcelas de tierra, por lo ge-neral contiguas a los poblados coloniales, paradestinarlas de forma sostenida a la agricultura.Primero se cortaba totalmente el bosque, deján-dosele en el sitio para que se secara durante elverano, luego era quemado para que sus cenizasfertilizaran el suelo; procediéndose finalmente,en la mayoría de los casos, a la faena del “des-tronque” (Gay 1862, Olguín 1970, Urbina1983). El uso agrícola dado a estos terrenos erasostenido en el tiempo, respetándose eso sí pe-riodos de barbecho o descanso que, en Chiloé,variaban entre los 4 y 6 años, dependiendo dela fertilidad del terreno (Urbina 1983). Cunill(1971) documenta también la costumbre de“cultivar en campos permanentes”, los cualesse rozaban todos los años. En esencia, el proce-dimiento de tala y roce utilizado por los espa-ñoles no difería mucho del empleado ancestral-mente por los indígenas; sin embargo, estosúltimos, no destroncaban el terreno, permitien-do así el rebrote de árboles nativos (renovales).Mas aún, tras algunas temporadas de siembrasy cosechas, el sitio era abandonado (sistema derotaciones), lo que con el pasar de los años per-mitía la recuperación de la cobertura boscosa(Dillehay 1990).

    Estructurados para concentrar una poblaciónrelativamente numerosa, los asentamientos es-pañoles modificaron notoriamente la fisonomíadel paisaje prehispánico de Chiloé, pues hastasu establecimiento, el poblamiento indígena selimitaba a pequeños núcleos familiares, asenta-dos dispersamente en el territorio. Según el tex-to de la expedición de Brouwer, atribuido a Jo-han van Loon (Medina 1923a), en 1643 lalocalidad de Castro presentaba el siguiente as-pecto: “Castro, entonces asolado y destruido,antes con muchos hermosos edificios, tiene unasituación deliciosa, sobre un cerro alto, rodeadode hermosos árboles frutales; hay bonitos terre-nos cultivados, y encontramos aún varias se-

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    menteras de cereales en el campo” (Medina1923b, p.166). Ciertamente aquella descripciónevidenciaba las transformaciones locales quehabía sufrido el paisaje original.

    Introducción y propagación de cultivos y gana-dos exóticos

    Aun cuando en el antes citado documento his-tórico no se especifican los tipos de cerealescultivados en los campos de Castro, la presen-cia de árboles frutales es un claro indicio deuna temprana difusión local de especies exóti-cas. En efecto, a medida que se deterioraba elsistema productivo indígena, como resultado dela expoliación colonial, los españoles habríancomenzado a introducir de manera más siste-mática sus cultivos y animales domésticos parafacilitar la propia subsistencia. Sin embargo,las particulares condiciones climáticas y vege-tacionales del territorio no serían del todo bene-ficiosas para muchos cultivos y ganados de ori-gen hispano-mediterráneo, impidiendo sumasiva propagación.

    Pese a lo adverso del clima, a mediados delsiglo XVII ya se habían introducido varios deaquellos cultivos en Chiloé. “La tierra es natu-ralmente buena y fértil, produce cebada, pata-tas, nabos, arvejas y habas, que se cultivan porlos habitantes en gran cantidad; también trigo,pero muy poco, y lino [...]; pero todos estosvegetales son echados a tierra por los fuertestemporales (a los que este clima está muy so-metido), de manera que no llegan a su total de-sarrollo; si se sembraran aquí simientes holan-desas, es dudoso que llegaran a producir frutoalguno” (Medina 1923b, pp.184-185). Salvo las“patatas” (papas), todos los demás cultivosmencionados eran ajenos a biodiversidad origi-nal de Chiloé.

    La aclimatación de frutales exóticos tambiénfue relativa, pues si bien las condiciones de hu-medad, en la mayoría de los casos, favorecían elcrecimiento de los árboles, los frutos no siemprealcanzaban una buena madurez debido a la faltade irradiación solar y bajas temperaturas (Gay1862, 1865). Aun así, los colonizadores introdu-jeron varias de sus especies frutícolas tradiciona-les, aunque con magros resultados, excepto en loconcerniente al manzano, frutal que se habríaaclimatado mejor a las condiciones ambientalesdel territorio, naturalizándose incluso (Gay

    1862). “La que por razón de humedad i pocossoles no fructifica es la uva, pero suplen estedefecto con varias clases de sidras que sacan dela murta i de otros frutos silvestres; pero princi-palmente de la manzana que abunda sobremane-ra. Se da también el membrillo, la ciruela, laguinda i los duraznos, que no maduran bien”(Rodríguez 1901, p. 359).

    Además de los efectos del clima, se ha suge-rido que la escasez y mala calidad de las frutasproducidas en Chiloé se debió a un inadecuadomanejo de los árboles. “Las frutas que hai son[...] membrillos, tal cual árbol de ciruelas i du-raznos, una rara parra, i nogal i manzanos enabundancia; la fruta de estos últimos es, por locomún, de sustancia ríjida e insipiente, porquedesde que se planta la estaca hasta la ruina delárbol no se toca a él mas que para arrancarle elfruto; supongo que esto mismo sucede con losdemás, i ésta es al parecer la razon de no darselos otros mas delicados con abundancia” (Mo-raleda 1888, p. 209).

    En relación a los animales domésticos intro-ducidos por los colonizadores, hacia mediadosdel siglo XVII se reconoce la crianza de “ove-jas, que tienen en gran cantidad, de las cabras,chanchos y caballos; animales vacunos hay po-cos” (Medina 1923b, p. 174). La presencia dedistintas especies de ungulados permite estimarque, en general, estos se habían adecuado rela-tivamente bien a las condicionantes biogeográ-ficas de Chiloé; sin embargo, las pequeñas einsuficientes praderas naturales existentes enaquel boscoso territorio impidieron que la ga-nadería local alcanzaran los grandes volúmenesde las crianzas de Chile central y la Araucanía(Cunill 1971, Urbina 1983, Torrejón & Cister-nas 2002).

    La pobreza de las pasturas naturales incidíatambién en la condición del nuevo ganado, quesuplía esta falta de forraje alimentándose de ve-getales como la quila (Chusquea quila) y coli-hues (Chusquea coleu). “Los caballos de Chi-loé no son tan robustos y corpulentos como losde Chile, por defecto de los pastos. Del ganadomayor i menor se puede decir lo mismo, i, enórden al número, el menor se lleva la preferen-cia. El espeso bosque que abruma a este sueloes sin duda alguna el oríjen de que el ganado noarribe a aquel grado de robustez i aumento deque es capaz. No conocen las bestias mas ali-mento que un arbusto silvestre que llaman coli-güe” (Ribera 1897, p. 5).

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    En suma, las condiciones ambientales solopermitieron desarrollar una ganadería de auto-consumo, basada principalmente en el ganadomenor, que apenas satisfacía la demanda local.Sin embargo, la cría de cerdos constituyó unaexcepción a la norma, pues estos omnívoros in-troducidos prosperaron exitosamente hasta con-vertirse en un importante recurso para la econo-mía colonial de Chiloé (Cunill 1971, Urbina1983). Calificados como ‘colonizadores prima-rios’ (Roberts 1998), los cerdos domésticos seestablecieron particularmente bien en el nuevoentorno natural, encontrando una nutritivafuente de alimentos en el extenso litoral mari-no, donde devoraban los abundantes moluscosy crustáceos que la bajamar dejaba al descu-bierto, además de peces varados y otras espe-cies periódicamente arrojadas por las olas (Gay1862, Maldonado 1897).

    La introducción de nuevos cultivos y gana-dos no solo fue relevante para la manutenciónde los colonos españoles, sino también para losindígenas que incorporaron algunos de ellos asu economía doméstica. La evidencia históricapermite constatar la temprana asimilación indí-gena de cultivos y animales exóticos, adopta-dos, tal vez, considerando su mejor adaptabili-dad y utilidad económica. Durante 1643,cuando muchos indígenas de Chiloé, aliados delos holandeses, abordaron los buques de estosúltimos, para “librarse de la insoportable tiraníade los españoles [...]; llevaban provisionesabundantes de cebada, arvejas, habas, papas,ovejas, cerdos, etc.” (Medina 1923b, pp. 182-183). Entre todos los vegetales nombrados, laspapas eran el único producto nativo; esto nosignifica que los indígenas hubiesen abandona-do sus otros cultivos tradicionales, e.g., quinoa,maíz y mango. Aunque no se descarta algúngrado de competencia, la incorporación de se-millas exóticas en la agricultura aborigen ha-bría incrementado la variedad de cultivos en elterritorio chilote (Gay 1862, 1865).

    Distinta fue la situación derivada de la in-troducción de animales exóticos, pues si bienesta significó un notorio aumento en la diversi-dad y cantidad del ganado, también ocasionó ladesaparición de la única especie ganadera nati-va. Probablemente, a medida que los indígenasfueron criando más cerdos y principalmente la-nares, que les proveían de alimento y materiaprima similar a la obtenida de las llamas, per-mitiéndoles satisfacer adecuadamente sus nece-

    sidades culturales, dicho ganado indígena fuesustituido hasta su extinción local; situaciónque habría concordado con lo ocurrido en elcentro sur de Chile durante el mismo periodo(Guevara 1925, Torrejón & Cisternas 2002).

    En 1643 aún existían llamas en Chiloé, peroya en aquel tiempo la presencia de lanares in-troducidos era comparativamente mayor; cues-tión que se puede inferir de las cifras propor-cionadas por los holandeses: “regresaron en latarde a bordo sin haber encontrado ningún indí-gena ni español; pero trajeron muchas ovejas,entre las cuales se encontraban cinco grandesovejas-camellos (Kameel-Schapen), con lanafina y cuello de 3 ó 4 pies de largo” (Medina1923b, p. 163). En otras oportunidades hablande haber capturado “más de cien ovejas y cer-dos [...], los del yate trajeron a bordo, de la islamás cercana, como 60 ovejas y 16 gallinas”(Medina 1923b, pp. 166-167). No se puede pre-cisar el momento en que se produjo la total sus-titución de la llama, sin embargo, es lógicopensar que esta desigual coexistencia no perdu-raría por mucho tiempo. La nula referencia atales camélidos en la posterior documentacióncolonial referente a Chiloé, permite conjeturarque, para inicios del siglo XVIII, estos ya ha-bían desaparecido del mencionado territorio.Guevara (1925) señala documentadamente que,a fines del siglo XVIII, la presencia de llamasen el centro sur de Chile se reducía a un escasonúmero de ejemplares, criados por los indíge-nas de Huequén, cercanías de Angol, y SanJosé de la Mariquina, en Valdivia.

    Adaptación de los colonos al medio natural,evolución de sus actividades productivas

    Tras el fracaso de aquel sistema de vida basadoen la expoliación de la economía indígena, y deuna inadecuada percepción ambiental, reflejadaen los magros resultados que venía arrojando laintroducción de la mayoría de sus cultivos yganados, los colonos hispanos se vieron compe-lidos a desarrollar estrategias productivas másviable, tendientes a mejorar sus precarias con-diciones de subsistencia (Contreras et al. 1971).Para lograrlo deberían reinterpretar el paisajede Chiloé, revalorando las potencialidades eco-nómicas del territorio.

    Coetáneamente a los indígenas, quienes su-pieron complementar sus tradicionales siembras

  • 669COLONIZACIÓN ESPAÑOLA EN EL SUR DE CHILE

    incorporando algunos cultivos exóticos, los es-pañoles fueron adoptando, en mayor o menormedida, algunos cultivos aborígenes. Hacia el1700, los principales productos de las semente-ras coloniales eran las papas, el maíz y la cebada(Cunill 1971); situación que no implicaría aban-donar cultivos que ya se habían introducido,dado su arraigo cultural. “El corto cultivo de sustierras, solo les contribuye para lo muy precisodel sustento; y lo que mas les sufraga para estoes la cosecha de papas; pues la de trigo es tancorta que si todos comieran diariamente pan es-toy en que no alcanzaría para el año”2 .

    El esfuerzo e ingenio de los colonos paramantener el cultivo de sus propios cereales encircunstancias ambientales adversas era eviden-te: “Por causa de ser tan continuas las lluvias, yen todos tiempos no les permiten dexar las mie-ses sin segar hasta su perfecta y correspondien-te sazon. Recógenlas sin tiempo, y para secar-las cuelgan los manojos de trigo, y cebada enunas varas al sol, y si éste falta, lo ponen dentrode las casas. Son muchos los que lo guardan enespigas, y de éstas van moliendo [...] lo quenecesitan para las tortillas que hacen cocidas enel rescoldo” (González de Agüeros 1988, pp.94-95).

    Este proceso adaptativo también se vio plas-mado en la asimilación de técnicas agrarias in-dígenas, donde el suelo destinado a siembrasera preparado sin la intervención del arado detracción animal, usándose algunas herramientasde origen nativo, característica que se mantuvodurante todo el período colonial (Gay 1862,1865, Oyarzún 1934, Urbina 1983). La utiliza-ción de algas (e.g., lamilla) en el abono de cam-pos y cultivos era otra práctica indígena difun-dida entre los colonos, sin descartarse querecurrieran además al guano de lobo marino(Maldonado 1897, Oyarzún 1934). Lo anterior,paralelamente al mejor descrito uso hispano dela majada, que consistía en fertilizar una deter-minada parcela mediante el guano de ovejas,haciendo pernoctar allí diariamente al rebañodurante unos tres meses antes de sembrar (Gay

    1865, Urbina 1983). “Para guanear y beneficiarla tierra cuidan mucho el poco ganado ovejunoque tienen, y raras veces matan para si mismores alguna”3 .

    Probablemente lo más importante en esteproceso de acomodación ambiental fue la adop-ción de las antiguas técnicas indígenas de reco-lección y pesca, mismas que contribuyeron amejorar la precaria economía doméstica de loscolonos. “Para pescar hacen cuando el mar estáen total vaciante unos grandes cercos formadoscon estacas y entretexidos con ramas. En marlleno quedan cubiertos con las aguas, y entra enellos sin rezelo el pescado: vuelve luego la va-ciante, y queda lo mas en seco, y así cogen á suarbitrio, y hay ocasiones que sacan de uno deestos cercos, que ellos llaman Corrales, 500 ómas robálos. Los mariscos de concha son masabundantes, y se conocen allí los choros, tacas,piures, locos, picos, navajuelas, ostiones, quil-magues, cangrejos, cholguas, alpancoras: todosapreciables y tanto, como que son la mayor yprincipal parte del alimento para aquellos po-bres chilotes” (González de Agüeros 1988, pp.70-71). No se descarta que algunos colonos es-pañoles conocieran el uso de cercos de pesca,pues una técnica similar también era utilizadaen el litoral ibérico (Maldonado 1897).

    En suma, las distintas actividades producti-vas que fueron desarrollando los colonos espa-ñoles e hispano criollos de Chiloé, irían conso-lidando un sistema económico mixto, donde sehabrían de complementar exitosamente prácti-cas recolectoras, agrícolas y ganaderas. Enesencia, este sistema era muy similar al indíge-na tradicional, salvo por otra práctica económi-ca asociada, consistente en la explotación mer-cantil del bosque nativo.

    La actividad comercial y la explotación made-rera del bosque nativo

    Compulsada la bibliografía es posible colegirque, para mediados del siglo XVIII, existía enChiloé un intercambio comercial externo, máso menos afianzado, basado en el trueque, o per-muta directa de bienes, que permitía a los colo-nos abastecerse anualmente de sal, azúcar,aguardiente, vinos, tabaco, añil, yerba del Para-guay (mate), ají, jabón, papel, paños de Quito yropas de Castilla (Olguín 1970, Cunill 1971,Urbina 1983).

    2 “Manifiesto sobre la situacion, estado y circunstanciasnotables de la Provincia y Archipielago de Chiloe. Fr. Pe-dro González Agueros, Madrid, Agosto 12 de 1788”. Bi-blioteca Americana José Toribio Medina, Fondo Manuscri-tos, Tomo 207, Manuscrito Nº 5173 (Microfilm Ms. M42),fojas 158-183; f. 170.3 “Manifiesto sobre la situacion, estado y circunstan-cias...”. Op. cit., fs. 171.

  • 670 TORREJÓN ET AL.

    Esos insumos y mercancías de importaciónse cambiaban por manufacturas, textiles y pro-ductos cárneos elaborados en el territorio: “Tra-bajan igualmente en labrar baúles y arcas demadera, y Tablas de Lerce que es madera muyalta y gruesa en lo que tienen establecido buenrenglon de Comercio. Crian juntamente ganadode bellón y trabajan en un linaje de mantasgruesas, que llaman Bordillos [...]; y en mediasde lana aunque groseras como la abotonadas, delas cuales remite copiosas cantidades [...], y co-sechan el Lino y le dan el beneficio que pue-den, de manera que texen ruanes aunque algogroseros para su uso, y para comercio, y buenasTablas de Manteles [...]. De los cerdos entablanotro renglon de Comercio porque los jamonesdel pais son los mejores y mas apreciables en elReyno y fuera de el razón porque expenden to-dos cuantos sazonan en las ocasiones de las lle-gadas de los Navios que [...] van al Puerto deChacao cada año” (Amat 1928, pp. 408-410).

    Si bien los derivados de la agroganadería in-troducida se habían constituido en un rubro im-portante del tráfico comercial, la madera nativacontinuaba siendo el principal bien de inter-cambio (Tabla 1). Como lo documenta Contre-ras et al. (1971), su exportación se remontaba a1641, año en que se despachó un total de 6.010tablas de alerce (Fitzroya cupressoides) desdeChiloé.

    A medida que aumentaba la demanda demaderas en el Virreinato del Perú y mercadosde la Capitanía General de Chile (Smith 1949,

    Contreras et al. 1971), los colonos advirtieronla importancia económico mercantil que adqui-rían los bosques del territorio, generándosenuevos polos de intervención. Aquella tradicio-nal actividad extractiva, que les surtía de leña ymadera para uso doméstico, se incrementaríanotoriamente, intensificándose la presión sobrela biomasa vegetal original, especialmente so-bre los bosques de alerce. Los “astilleros” o lu-gares donde se efectuaba la tala y elaboraciónde madera fueron aumentado, estimándose que,ya en 1700, se habían extinguido muchos de losalerzales más accesibles, lo que extendió su ex-plotación a partes más altas del territorio(Cunill 1971). Pero esta especie arbórea no erala única extraída con fines mercantiles, tambiénlo eran las variedades de ciprés Austrocedruschilensis y Pilgerodendron uviferum, el avella-no (Gevuina avellana), tepa (Laurelia philip-piana), radal (Lomatia hirsuta), pelu (Sophoramicrophilla) y la luma (Amomyrtus luma) entreotras (Moraleda 1888). No obstante lo anterior,al compararse el volumen anualmente exporta-do, las tablas y productos elaborados con made-ra de alerce sobrepasaban con creces a las de-más maderas (Tabla 1).

    Un interesante informe de Francisco Hurta-do, gobernador de Chiloé entre 1784 y 1788,demuestra la creciente importancia del alerceen el comercio colonial: “Hablaremos solo delas tablas de alerce: para la comodidad del em-barque, así en las piraguas como en los buquesque despues las transportan a Lima, se han de-

    Tipo de mercancía Cantidadd

    (promedio anual)

    Tablas de alerce 100.000

    Guiones de luma y botavaras de alerce 3.000

    Luma y cuarterones de alerce 700

    Tablas de avellano, radal, cipres y laurel 400

    Remos 100

    Jamones 10.000

    Ponchos 1.000

    Bordillos 1.000

    Bacalao 15 (quintales)

    Fuente: Ribera (1897), p. 28

    TABLA 1

    Volumen anual de mercancías exportadas desde Chiloé (período 1778-1782)Annual export products from Chiloé (period 1778-1782)

  • 671COLONIZACIÓN ESPAÑOLA EN EL SUR DE CHILE

    terminado del tamaño de tres varas de largo,poco mas de un palmo de ancho y una pulgadaescasa de grueso [...]: son cerca de 200 miltablas las que se extraen anualmente, y á estasdebe agregarse la cantidad no indiferente quese emplean en los usos domésticos”4. Sin em-bargo, el mismo documento permite constatarla permanencia de grandes alerzales hacia fi-nes del siglo XVIII; todavía más, evidencia latala selectiva de la especie, lo que inconscien-temente ayudaba a la conservación de unamasa forestal, aunque esto respondiese solo amotivos mercantiles. “Imagínese pues la ma-gestuosa vista de un bosque inmenso todo lle-no de esta clase de árboles: son de la especiede los cedros: crecen muy rectos con estraor-dinaria sanidad y permanencia y son tan ro-bustos y corpulentos que no es estraordinariosacar de uno de ellos 500, ó 600 tablas de lamedida expresada, habiendo llegado algunavez a 800: pero a lo menos es común no derri-bar los árboles que no alcancen a suministrar200 tablas”5 .

    Aparentemente el desarrollo del comercioexportador colonial habría ayudado a impulsarla actividad agropecuaria y, sobre todo, la ex-plotación de recursos forestales. Sin embargo,características como el aislamiento territorial,el tipo de canje (trueque directo) y principal-mente el monopolio ejercido por comerciantesy armadores de Lima, impusieron serias limi-taciones al tráfico mercantil, perjudicando laarticulación de un fluido comercio exteriorque fomentara el progreso económico de Chi-loé (Olguín 1970, Urbina 1983).

    Pero serían dichas limitaciones las que co-laboraron a mitigar las transformaciones am-bientales generadas por la actividad económi-ca colonial, pues al impedir que el volumen deproductos exportados aumentara, habrían con-tribuido a regular el crecimiento agropecuarioy, fundamentalmente, la tala maderera, favore-ciendo la conservación de muchos hábitat na-turales y ecosistemas del territorio. Es asícomo parte de los bosques originales de Chi-loé continental, y en menor medida los de Chi-loé insular, incluidos antiguos alerzales, per-manecieron poco intervenidos o relativamente

    prístinos hasta fines del siglo XIX, al menosen lugares aislados o de difícil accesibilidad(Vidal-Gormaz 1871, 1875, Maldonado 1897,Elizalde 1970, Ramírez 1996).

    Situación ambiental del territorio a fines delsiglo XVIII

    Durante la segunda mitad del siglo XVIII seestablecieron formalmente nuevos asentamien-tos coloniales en la jurisdicción de Chiloé, elfuerte continental San Javier de Maullín(1763), en el estuario del río Maullín, y la ciu-dad costera de San Carlos (1768-1969), enAncud, Isla Grande de Chiloé. Al igual que losucedido con fundaciones anteriores, aquellosnúcleos poblados se constituyeron en nuevosfocos de intervención local. “El pueblo de SanCárlos compuesto de unas 200 casas de made-ra cubiertas de yerba; una porcion agrupadasen una rambla junto al desembarcadero cubier-to de canoas y piraguas varadas, y la mayorparte de las demás esparcidas en 20 lomas áuna y otra parte, todas con sus cercas de esta-cada, varias con pequeños huertos. Estos obje-tos campean en el desmonte que se á hecho ala Isla que manifiestan la multitud de troncospelados de árboles”6 .

    Como se ha señalado, los asentamientospermanentes ejercían un progresivo impacto so-bre el hábitat original, incrementando los espa-cios alterados; sin embargo, las mismas carac-terísticas biogeográficas que condicionaban laexplotación económica de Chiloé, también in-fluyeron en su ocupación, contribuyendo direc-tamente a preservar el paisaje natural de exten-sas áreas. En efecto, el poblamiento colonial deChiloé insular y continental, en su mayor parterural de tipo disperso, se redujo prácticamente azonas costeras, donde se conformó un hábitatpredial que comprendía el mar, la playa y elcampo inmediatamente circundante, que luegode ser despejado era destinado a chacras y pas-toreo del ganado (Urbina 1983). Incluso en po-blados formales se tendía a desperdigar más lasviviendas: “El pueblo de Chacao [...] se compo-ne de unas 40 casas esparcidas que ocupan unagrande estension de terreno, las acompañan ya

    4 “Descripcion y noticia de las dos naciones Patagónica yGuaigüene, Isla de Chiloe”. Biblioteca Americana José To-ribio Medina, Fondo Manuscritos, Tomo 257, ManuscritoNº 7454 (Microfilm Ms. M59), fojas 59-81; f. 78.5 Ibíd.

    6 “Descripcion de la Isla San Carlos de Chiloé”. BibliotecaAmericana José Toribio Medina, Fondo Manuscritos,Tomo 257, Manuscrito Nº 7463 (Microfilm Ms. M59), fo-jas 188-205; f. 190.

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    árboles, ya pequeños huertos en que siembracada uno la precisa cosecha de papas, quinoaque necesita para el año”7.

    En 1789, refiriéndose a la Isla Grande, Mo-raleda decía que las gentes habitaban “disper-sas la campaña, en las casas, en distancia unade otra de media milla, una, dos y algunas mu-cho mas [...], y tan vecinas a la orilla del marque no hai veinte y cinco que se internen me-dia legua. A esta situacion les obliga a losdueños su pereza e indijencia, pues una y otrason tales, que me parece imposible pudiesensubsistir sin el ausilio que incesantemente lesofrecen las playas con la portentosa abundan-cia de mariscos de varias clases que producen,y al mismo tiempo muy difícil que por sí mis-mos puedan avenirse jamás a morar desviadosde ellas en lo interior de la isla” (Moraleda1888, pp. 204-205).

    Si bien el observador reconoce un pobla-miento costero disperso, lo atribuye directa-mente a factores culturales subjetivos y a ca-rencias inmediatas de los colonos (pereza eindigencia), sin percatarse que la elección delhábitat era el resultado de un complejo proce-so de acomodación ambiental, donde se apro-vechaban íntegramente las potencialidades deun entorno relativamente adverso. El mar, ade-más de una abundante fuente de recursos ali-menticios, era la principal vía de comunica-ción y comercio para los habitante de Chiloé.

    Como es lógico, este mismo proceso deacomodación ambiental favoreció la perma-nencia de ancestrales cultivos autóctonos, losque fueron incorporados plenamente en laagricultura colonial, incluso uno de ellos pre-dominó sobre los cultivos introducidos. En1773 el gobernador Beranger indicaba: “la co-secha de papas es numerosa y sería abundantí-sima con la calidad de buenas i excelentes sise aplicaran a aumentar su trabajo i siembra[...]. Es el alimento jeneral de esta provinciaporque es el pan [...]. El trigo i la cebada esmediana su cosecha, no llega a su madurezporque le falta calor del sol para lograrlo per-fectamente [...], se siembra alguna linaza perono con abundancia [...]. Quinoa es por buenaparticular i la mezclan con harina de cebadapara tener chicha. El maiz, aunque se cojepoco, tiene el mismo destino; zapallos porotos

    i alberjas se siembran en corta cantidad; lashabas abundan mas”. Seguidamente el autor secontradice al señalar: “De las semillas propiasdel pais se han dejado casi todas, menos laspapas. El magu solo ha quedado, i tal o cual losiembran para chicha” (Beranger 1893, p.215). La alusión a la siembra del “magu”(mango) es muy interesante, pues Chiloé, talcomo lo documenta Gay (1865), parece habersido el último territorio donde se mantuvo vi-gente su cultivo, desaparecido tempranamentedel centro sur de Chile, sustituido por granosexóticos (Torrejón & Cisternas 2002).

    No obstante la permanencia de muchos cul-tivos autóctonos, la escala de estas siembrasera menor al compararlas con los cultivos in-troducidos, salvo en lo que respecta a la tradi-cional papa, cuya importancia en la dieta deChiloé hizo que su cultivo se arraigara entrelos colonos hispano-criollos, constituyéndose,de acuerdo a las cifras, en la principal produc-ción agrícola colonial (Tabla 2). Esta situaciónhabría contribuido a la persistencia de distin-tas variedades de papas, algunas exclusivas deChiloé; Gay (1865) identificó 45 clases deellas en su paso por el archipiélago.

    Como antes se ha señalado, la introducciónde ungulados domésticos sustituyó al ganadoindígena, constituido exclusivamente por lla-mas, ocasionando su temprana desaparición.Probablemente debido a una relativa escasez yal desconocimiento técnico de la crianza decamélidos, los colonos hispanos no asimilaronla crianza del ganado local, introduciendo suspropias especies, las que se irían adaptando alas condiciones ambientales del territorio.Considerando el número y tipos de ganadosinventariados en el archipiélago de Chiloé en1783, es posible inferir que se había optadopor una ganadería de pequeña escala, sustenta-da principalmente en la crianza de ovejas, ca-bras y cerdos, sin desconocer una significativapresencia de ganado mayor (Tabla 2).

    Tal vez una de las transformaciones másimportante del paisaje ecológico del Chiloécolonial, derivada de la introducción de espe-cies biológicas, fue la naturalización del man-zano y, en menor medida, del ganado bovino.Hacia fines del siglo XVIII se reconocía unagran proliferación ex situ del mencionado fru-tal: “El infinito número de manzanos silvestresque se da en aquel suelo, pone a sus habitantesen estado de hacer una sidra que, aunque im-7 Ibíd., f. 200.

  • 673COLONIZACIÓN ESPAÑOLA EN EL SUR DE CHILE

    perfecta, la conservan seis u ocho meses”(Ribera 1897, p. 5). Propagación que se habríadado indistintamente en Chiloé continental einsular: “El manzano, asi como en el continentees el frutal que mas abunda en esta isla”8. Porotra parte no se descarta que durante las inesta-

    bles postrimerías del periodo colonial se hayanaturalizado cierta cantidad de vacunos, repro-duciéndose y perdurando con algún éxito en losespacios boscosos de Chiloé continental, hastaque fueron exterminados por la caza (Philippi1885, Vidal-Gormaz 1871).

    TABLA 2

    Producción y existencias agropecuarias de Chiloé en 1783The farming production of Chiloé in 1783

    Cosechas Volumen

    Papas 65.000 fanegas

    Trigo 17.557 ”

    Cebada 11.420 ”

    Habas 271 ”

    Quinoa 222 ”

    Cebollas 200 ”

    Ajos 160 ”

    Frijoles 152 ”

    Porotos 33 ”

    Calabazas 500 unidades

    Repollos 4.800 ”

    Lino 109 arrobas

    Frutales Número de árboles

    Manzanos 48.793

    Membrillos 192

    Ganados Número de cabezas

    Ovejas 86.683

    Carneros 2.160

    Cabras 17.307

    Chivos 1.354

    Cerdos 5.054

    Cerdas 3.381

    Vacas 3.780

    Toros 1.024

    Yeguas 3.525

    Caballos 3.467

    Potros 936

    Aves de corral Número de aves

    Gallinas 20.740

    Pavos 1.200

    Gansos 800

    Fuentes: “Descripcion y noticia de las dos naciones...”. Op. cit., f. 81.“Copia de una descripción política de la isla...”. Op. cit, fs. 16-17.Beranger (1893), p. 215

    8 “Copia de una descripcion política de la isla. (Produc-ción, comercio, costumbres). (1783?)”. Archivo Nacional,Fondo Archivo Hidrográfico “Vidal-Gormaz”, Volumen14, Pieza 1, fojas 1-26; f. 17.

  • 674 TORREJÓN ET AL.

    Composición demográfica del territorio

    La variable demográfica también había experi-mentado cambios notorios hacia fines del sigloXVIII (Urbina 1983), desempeñando probable-mente un importante rol en la evolución am-biental de Chiloé. De acuerdo a las cifras, en1789 vivían en aquel territorio “15072 almas deespañoles, entre quienes están injeridos algunosmestizos favorecidos, i en 11617 indios, entrelos cuales se incluyen tambien porcion de mesti-zos; 6121 de los primeros habitan en las islascontiguas a la grande, i el resto, 8951, en ésta ila tierra firme de los partidos de Calbuco y Ca-relmapu; de los segundos viven en dichas islas5766 i los 5851 restantes en la isla grande i par-tidos dichos; de forma que el total de almas de laprovincia asciende a 26689, número que parecebastante limitado” (Moraleda 1888, p. 204).

    De acuerdo a los cálculos entregados porContreras et al. (1971), se puede inferir que loshabitantes indígenas de Chiloé se habían redu-cido ostensiblemente –de entre 50.000 a 70.000individuos estimados al inicio de la ocupaciónhispana, a tan solo 11.617 en 1798–. Por otraparte, la población total registrada en 1789 co-rrespondería tan solo a más o menos la mitadde la población aborigen que habría existido enlos albores de la colonización de ese territorio.En términos cuantitativos, es muy probable queel bajo número de colonos allí asentados hayasido otro factor gravitante en la conservacióndel paisaje natural, compensado y mitigandoen parte los efectos de su irrupción.

    Al considerar que en la Isla Grande de Chi-loé se concentraba prácticamente la mitad de lapoblación total asentada en el territorio, y quesu sustento dependía en gran medida del mar,los indicios históricos permiten estimar que elecosistema marino durante el siglo XVIII aúnparecía mantener su alta diversidad prehispáni-ca: “El mar contiguo abunda de lobos marinos,ballenas, robalos, corbina y sardinas, ademasde la nutria ó gato marino que nos ha parecidoigual á la nutria del Canadá”9. Otro tanto ocu-rría con los ecosistemas terrestres donde se des-cribía la presencia de abundante fauna nativa,compuesta principalmente de aves: “Desde lapunta Kinterkon hasta Chacao, se ven innume-rables bandadas de Becacinas, Chorlitos, Zara-picos, Numenios […]que oscurecen el aire; se

    ven bandadas de los extraordinarios pájaros quellaman Pico tijeras”10.

    No obstante las transformaciones acaecidasen el transcurso de algo más de dos siglos deocupación colonial, gran parte del territorio deChiloé mantenía aún muchas de sus caracterís-ticas ambientales originales. La presencia dedensos bosques nativos seguía predominandoen el paisaje chilote: “y ahora diré de sus terri-torios lo que he visto. Estos en todo el Archi-piélago son montuosos y quebrados ocupandosus fragosos y dilatados montes la mayor partede las Islas, y dejando solamente las orillas delmar (y no en todas partes) y algunas otras lla-nuras en el centro de ellas” (González de Agüe-ros 1988, p. 83). Entonces, para quien observa-ba por primera vez, la percepción del territorio,no distaba mucho de la que habían tenido susdescubridores: “la Isla de Chiloe ya puerta delos españoles en el Mar Pacífico, parece masbien por su frondosidad y arboleda casi impe-netrable”11.

    En consecuencia, de acuerdo a la evidenciahistórica presentada, es posible sostener que lacolonización hispana de Chiloé se vio notoria-mente condicionada por las características bio-geográficas del territorio, que atenuaron susefectos ambientales, contribuyendo a la preser-vación del entorno natural. De hecho, tanto elpoblamiento como el tipo e intensidad de lasactividades económico productivas, desarrolla-das durante la intervención colonial, produjeronsolo transformaciones locales, no afectando re-gionalmente al paisaje ecológico de Chiloé, ex-cepto en lo referido a la desaparición de la lla-ma y a una significativa merma de la poblaciónindígena.

    CONCLUSIONES

    La diversificada economía aborigen prehispáni-ca de Chiloé habría sido ecológicamente sus-tentable. La irrupción española significó untemprano y progresivo deterioro de la sociedadindígena; paralelamente, la fundación de asen-tamientos coloniales fue generando notorias al-teraciones locales en el paisaje natural. Duranteel siglo XVII el intento de instaurar una econo-mía sustentada en cultivos y ganadería de ori-

    9 Descripcion y noticia de las dos naciones...”. Op. cit., f. 81.

    10 Ibíd., fs. 69-70.11 Ibíd., f. 60.

  • 675COLONIZACIÓN ESPAÑOLA EN EL SUR DE CHILE

    gen hispano-mediterráneos se vio condicionadapor el clima, vegetación, estructura y aisla-miento del territorio chilote, que limitaron lapropagación de los ungulados y cultivos exóti-cos. Excepcionalmente, algunas especies intro-ducidas se adaptaron bien a las condiciones am-bientales, siendo adoptadas por los indígenas y/o naturalizándose. Desaparece o se extingue lo-calmente la llama, reemplazada por el ganadomenor. Los colonos hispanos reevalúan las po-tencialidades de su nuevo entorno geográfico,generándose un proceso de acomodación am-biental, donde se adoptaron algunos usos, téc-nicas y cultivos indígenas, situación que, enparte, contribuyó a mitigar los efectos ambien-tales de la colonización. Durante el siglo XVIIIse desarrolla una limitada actividad comercial,sustentada principalmente en la explotaciónmaderera del bosque nativo. En referencia a laactividad agropecuaria, se verifica la coexisten-cia de cultivos autóctonos e introducidos, pre-dominando el cultivo de la papa. Paralelamentese desarrolla la crianza de ganado introducido,preponderando la ganadería menor. Se consta-tan cambios significativos en la configuracióndemográfica del territorio. En síntesis, si biense reconocen importantes transformaciones lo-cales en el paisaje ecológico de Chiloé, las mis-mas se vieron atenuadas por las condicionesbiogeográficas del territorio, pudiéndose esta-blecer que, a fines del siglo XVIII, gran partede Chiloé continental e insular mantenía mu-chas de las características ambientales encon-tradas por los colonizadores, es decir, hábitatrelativamente prístinos o poco intervenidos.

    AGRADECIMIENTOS

    Investigación financiada y desarrollada en el mar-co del Proyecto FONDECYT 1020224. Los auto-res desean agradecer a los doctores P. Oyaneder,R. Urrutia, A. Arrizaga, F. Cruces, L. Torres y P.Goodwin por sus comentarios y sugerencias.

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