educar los otros estado politica educativa y diferencia cultural en colombia

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  • EDUCAR A LOS OTROSEstado, polticas educativas

    y diferencia cultural en Colombia

    Axel RojasElizabeth Castillo Guzmn

    EDITORIALUNIVERSIDAD DEL CAUCA

    Educar_a_los_otros_caratula.P65 25/04/2005, 09:26 a.m.3

  • Editorial Universidad del Cauca 2005.

    Universidad del CaucaGrupo de Educacin Indgena y Multicultural GEIMCon el apoyo y financiacin del ProgramaPROANDES - UNICEF

    Primera edicinAbril de 2005

    Editor General de Publicaciones:Jorge Salazar

    Digramacin:Enrique Ocampo Castro

    Copy LeftEsta publicacin puede ser reproducida total oparcialmente, siempre y cuando se cite fuente y seautilizada con fines acadmicos y no lucrativos. Lasopiniones expresadas son responsabilidad de los autores.

    ISBN: 958-9475-78-7

    Impreso por Impresora FERIVA, Cali.

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  • TABLA DE CONTENIDO

    AGRADECIMIENTOS ............................................................................................. 7

    PRESENTACIN ....................................................................................................... 9

    INTRODUCCIN.................................................................................................... 11Sobre algunas premisas del trabajo....................................................................... 13El problema: entre la homogenizacin y la diferencia ........................................... 14

    CAPTULO 1. ESTADO, GRUPOS TNICOS Y DIFERENCIACULTURAL EN COLOMBIA............................................................................... 19

    Indios y negros durante la colonizacin europea16............................................... 22El problema de la diferencia en la creacin de la nacin ................................... 30Indigenismo y nacin ............................................................................................ 36Las polticas indigenistas en el siglo xx ................................................................. 38Movimientos sociales y multiculturalismo: etnizacin de la multiculturalidad ........ 42Emergencia del indianismo ................................................................................... 43Institucionalizacin de la alteridad negra .............................................................. 49Del indigenismo al multiculturalismo ..................................................................... 53

    CAPITULO 2. EDUCACIN PARA INDGENAS Y NEGROS ENCOLOMBIA: DE LA EVANGELIZACIN A LA ETNOEDUCACIN ....... 59

    La evangelizacin como modelo fundante ............................................................ 60Iglesia docente y misiones: educar a los otros ................................................... 63La rebelin indgena: la lucha por la autonoma educativa .................................... 72Institucionalizacin de la etnoeducacin como poltica oficial .............................. 79Entre la etnoeducacin y la educacin propia ...................................................... 82La visibilizacin de lo afro y su impacto en la etnoeducacin .............................. 85La profesionalizacin de etnoeducadores ............................................................. 90Contexto actual de la etnoeducacin .................................................................... 95

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  • CAPTULO 3. POLTICA EDUCATIVA Y DIFERENCIA CULTURALEN EL SUROCCIDENTE COLOMBIANO ..................................................... 101

    La dimensin cuantitativa ....................................................................................103Poblacin indgena y negra en los cuatro departamentos ....................................105Indicadores educativos ........................................................................................107Situacin poltico-administrativa de los cuatro departamentos .............................109Concepciones sobre etnoeducacin. Tendencias para la regin .......................... 112Comunidad, identidad y resistencia ................................................................. 112Entre el proyecto tnico y la poltica de Estado ............................................. 115Etnoeducacin y (o) Ctedra de Estudios Afrocolombianos ......................... 118Una poltica sin institucionalidad .................................................................... 119De la poltica cultural a la poltica de Estado ................................................124(In)visibilizacin de la presencia negra ................................................................128La (contra)reforma educativa .............................................................................131

    CONCLUSIONES .................................................................................................. 137Multiculturalismo e interculturalidad ....................................................................140

    BIBLIOGRAFA .................................................................................................... 143

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  • AGRADECIMIENTOS

    La publicacin de este libro fue posible gracias al apoyo institucional de la Universi-dad del Cauca y a la financiacin del UNICEF, quienes apoyaron la realizacin delproyecto de investigacin Evaluacin de la poltica pblica de etnoeducacin en elsuroccidente colombiano, realizado por el Grupo de Educacin Indgena y Multicultural GEIM- (Universidad del Cauca). Particularmente decisivo fue el apoyo de Sara Benjumeaquien desde UNICEF, mantuvo siempre su incansable apoyo. La coordinacin del proyectoestuvo a cargo de la doctora Eulalia Castrilln, docente de la Universidad del Cauca; hicie-ron parte del equipo de investigacin el profesor Ernesto Hernndez, la antroploga LuzEstella Catao y la investigadora indgena nasa Susana Piacu, adems de los autores. Atodos ellos debemos sus aportes en el trabajo de campo y en las sesiones de reflexin yanlisis, que dieron forma inicial a muchas de las ideas que alimentan el presente texto. Elapoyo administrativo lo realiz Claudia Garca, cuyo apoyo fue fundamental para hacerposibles las actividades previstas en el proyecto. Como asistentes de investigacin partici-paron Ziomara Garzn y Amlcar Pantoja, estudiantes de ciencia poltica de la Universidaddel Cauca quienes, adems de aportar sus ideas, contribuyeron decididamente a la organi-zacin de la informacin, la revisin bibliogrfica y la digitacin del texto. En estas tareasfue tambin fundamental el apoyo de Carlos Ariel Mueces.

    A Catherine Walsh (Universidad Andina Simn Bolivar, Sede Quito) y Javier Fayad(Universidad del Valle), quienes evaluaron el texto e hicieron valiosos aportes que permi-tieron avanzar hacia una versin ms elaborada del libro. A Eduardo Restrepo quien, consu generosidad y rigor caractersticos, nos dio madera y aliento. A Javier Saenz quien nosllam la atencin sobre algunas de sus inconsistencias y nos dio pistas para resolverlas.

    Por supuesto debemos reconocer de manera especial a los lderes, maestros y funciona-rios de los departamentos de Valle, Cauca, Nario y Huila, quienes compartieron con nosotrosgenerosamente sus conocimientos y nos permitieron conocer sus experiencias, las debatieroncon nosotros y nos dieron nuevas luces para avanzar en el camino de la investigacin. Aunquequisiramos mencionarlos a todos, esperamos nos excusen por las omisiones involuntarias. Enel departamento del Cauca a Idalia Trochez, Jos Fidel Sescue, Marcos Yule, Daniel Garcs,Dr. Carlos Erazo, Custodio Valencia, Graciela Bolaos, Manuel Molina, Deisy Ruth Castillo,Elas Larrahondo, Elmer Jimnez, Gerardo Bazn, Herberto Balanta, Jairo Paz, RigobertoBazn, Sor Ins Larrahondo, Taita Avelino Dagua y Yaneth Muoz.

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  • A las siguientes entidades y organizaciones: ACIESNA, Cabildo de Corinto, Direc-cin de Ncleo de Silvia, Resguardo de Guamba, Consejo Regional Indgena del CaucaCRIC, Resguardo de Pancitar, Cabildo Mayor Yanacona, ASOTAMA, Comit depar-tamental de Etnoeducacin Afrocolombiana, Colegio Agroindustrial Quilcac, Organiza-cin Cimarrn, Asociacin Cultural Casa del Nio, Plan de Vida Aeropata, ColegioEcolgico Barragn y Secretaria de Educacin Departamental.

    En el departamento del Huila a Alirio Andela, Casilda Tombe, Dionisio Cupaque,Floresmiro Achipis, Francisco Cupaque, Gilberto Alonso Embus, Jaime Velasco, JosRafael Paja, Jos Vicente Mote, Justiniano Campo, Leonor Pastas, Maria Palomino,Abaojo Murillo, Camilo Perdomo, Efrn Moreno, Hugo Balanta, Juvenal Mosquera, LuzAlba Mosquera, Maria Baltazara Mosquera, Lismaco Mestizo, Yolanda Lozada y Cami-lo Balanta.

    A las siguientes entidades y organizaciones: CRIHU, Secretaria de Educacin Depar-tamental Huila, Colegio Nuevo Amanecer, Estacin Talaga y ASAFREHU.

    En el departamento de Valle a Jaime Vitons, Jess Antonio Tombe, Santiago Arbole-da, Alfonso Cassiani Herrera, Olga Lucia Angulo, Julia Ester Vivas, Javier Minotta, JuanCarlos Gallego, Jefferson Micolta, Albeiro Gutirrez, Jaime Baman Cuarn, Luis MoscaDas, Eudo Fidel, Hilbert Blanco, Gloria Rodrguez, Frank Ramrez, Jos Vicente Garca,Ricardo Antonio Quitumbo, Luz Marena Ortiz, Mesas Mestizo, Fernando Pito, WilliamLpez, Anbal Bubu Ramos, Juan Carlos Fernndez, Jos Antonio Quitumbo, MarthaElena Collazos, Osias Taquinas, Marco Anbal Mestizo, Lorena Casamachin, EsmeraldaRivera, Felipe Ulcue y Antonio Pito.

    A las siguientes entidades y organizaciones: Centro Docente IDEBIC, ORIVAC,Cabildo Indgena Universidad del Valle, ACIVA, Cabildo Guambiano, Secretaria de Edu-cacin Departamental, Universidad del Pacfico, Junta Municipal de Educacin, Univer-sidad del Valle, Secretara de Gobierno Departamental, Proceso de Comunidades Ne-gras, Experiencia Educativa El Congal, Asociacin Casa del Nio y Consejo MunicipalAfrocolombiano.

    En el departamento de Nario a Jos Elas Ortega, Martn Guemues, Jairo Herrera,Yane Pantoja, Miguel Chvez, Jos Miguel Bisbics, Maria Gines Quinez, SegundoBenavides, Carlos Angulo, Clmaco Herrera, Gilberto Bisbics, Humberto Ziga, HctorBravo Zambrano y Henry Velasco Hurtado

    A las siguientes organizaciones y entidades: Comunidades Negras, Organizacin Vi-sin Mundial, Cabildo indgena Los Pastos Resguardo Yaramal, Organizacin UnidadIndgena del Pueblo AWA UNIPA, Cabildo Indgena Los Ingas, Cabildo IndgenaQuillacinga, Comunidades Negras de Pasto, UNIPA, Secretaria de Educacin Departa-mental Nario e INCORA. Aunque la responsabilidad es nuestra, nos gustara hacerlosresponsables de los aciertos y eximirlos de sus carencias.

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  • PRESENTACIN

    El Grupo de Estudios en Educacin Indgena y Multicultural GEIM de la Univer-sidad del Cauca - en la conmemoracin de sus veinte aos - y el programaProandes-UNICEF entregan el libro Educar a los otros a la comunidad educa-tiva y organizaciones sociales.

    En este libro los profesores Axel Alejandro Rojas y Elizabeth Castillo hacen un re-cuento histrico del origen del concepto de diversidad cultural y del lugar que sta haocupado en el pas, analizan las implicaciones que ha tenido su apropiacin por parte delas polticas educativas, y examinan las tensiones que ha generado entre las institucionesgubernamentales y de la sociedad civil.

    Las organizaciones indgenas desde la dcada del sesenta y el movimientoafrocolombiano desde los ochenta han venido promoviendo la investigacin y produccinde polticas y estrategias que aporten a la solucin de su problemtica en funcin de suespecificidad cultural. Estos esfuerzos organizativos y polticos se potenciaron a partir dela promulgacin de la Constitucin de 1991, as como de un conjunto de instrumentosjurdicos, por medio de los cuales se reconoce a Colombia como pas multitnico ypluricultural.

    En el ao de 1.983 un grupo de profesionales y estudiantes de la Facultad de CienciasNaturales y de la Educacin de la Universidad del Cauca, interesados en apoyar y apor-tar al derecho y calidad de la educacin de los pueblos indgenas se organiz para em-prender este importante proceso. Desde entonces, en el Cauca, la universidad, organiza-ciones sociales y actores gubernamentales se unieron con el propsito de apoyar eldesarrollo de la etnoeducacin en la perspectiva de revindicar los derechos de los dife-rentes grupos tnicos y de la sociedad colombiana en general.

    A partir del ao 1.998, el Programa Proandes UNICEF entr a apoyar, a travs delGrupo GEIM de la Universidad del Cauca, experiencias etnoeducativas en las comunida-des indgenas Nasa, Eperara Siapidaara y Guambiana, del Cauca y Nario. En el ao2.002, al finalizar el quinquenio, UNICEF apoy la realizacin del anlisis situacional de la

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  • etnoeducacin, en tanto poltica pblica, en los departamentos del sur-occidente colom-biano (Valle, Nario, Huila y Cauca).

    Este libro es entonces producto de la reflexin realizada a partir de las experiencias yconocimientos acumulados por un grupo de profesionales y profesores de la Universidad delCauca quienes han centrado su esfuerzo en el fortalecimiento de la etnoeducacin comopoltica pblica y propuesta pedaggica, adecuada a la especificidad cultural y tnica de lascomunidades nacionales. El texto recoge la memoria histrica de la educacin indgena enColombia, as como la experiencia de 20 aos de apoyo a experiencias, impulso a procesos, eintercambio de saberes con instituciones y organizaciones sociales. De otra parte, presentauna aproximacin de las percepciones y posturas de los diferentes actores acadmicos, gu-bernamentales, indgenas y afrocolombianos del orden nacional y departamental.

    Con el propsito de lograr una mayor comprensin de los actuales desarrollos de laspolticas de etnoeducacin, los autores examinan desde una perspectiva histrica las din-micas de la relacin entre estado, grupos tnicos y educacin en el pas. En este sentido, enel primer capitulo plantean el lugar que la diversidad cultural ha ocupado en la construccinde una representacin de nacin por parte de la sociedad colombiana y las tensiones entreesta representacin mayoritaria y las construidas por los grupos indgenas y afrocolombianos.

    El segundo capitulo se ocupa del estudio del proyecto educativo construido histrica-mente para la nacin, y el lugar de la educacin en las reivindicaciones polticas de losgrupos tnicos y sus organizaciones sociales. Se plantea cmo la emergencia del concep-to de etnoeducacin est directamente ligada a los procesos polticos que han relacionadoa los grupos tnicos con el estado en Colombia.

    En la tercera parte se muestran las tendencias de la poltica pblica de etnoeducacinen el suroccidente colombiano. Se analizan las prcticas y representaciones institucionalesy organizativas relacionadas con la implementacin de la poltica y se examina el desarro-llo y configuracin institucional de la etnoeducacin en la regin.

    Nos sentimos complacidos de presentar este libro a todos aquellos que han apoyado eldesarrollo de este proceso: a las Instituciones gubernamentales y no gubernamentales delorden nacional e internacional, a las organizaciones sociales, a las comunidades que secomprometieron con la etnoeducacin propiciando su cualificacin y difusin en otrasregiones del pas.

    Queremos felicitar y agradecer a los profesores Axel Alejandro y Elizabeth y a losdems compaeros del grupo que hicieron posible este texto.

    EULALIA CASTRILLON SIMMONDSCoordinadora Grupo GEIMUniversidad del Cauca

    MANUEL MANRIQUERepresentante de UNICEFpara Colombia y Venezuela

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  • INTRODUCCIN

    El estudio de las polticas de Estado en relacin con los grupos tnicos es uncampo novedoso en Colombia. Ello no quiere decir que con anterioridad el Estadono haya legislado o desarrollado polticas o normas relacionadas con los grupostnicos; de hecho, desde el momento en que los europeos llegaron a Amrica el aparatoadministrativo se ha ocupado de aquellas poblaciones que hoy reconocemos como grupostnicos, particularmente de las poblaciones indgenas y negras. A pesar de ello, lo tnicocomo categora para expresar dimensiones de lo social slo ha sido introducido reciente-mente dentro de los discursos acadmicos e institucionales, en parte como resultado deun proceso poltico agenciado por organizaciones sociales que redefinen as su relacincon el Estado y la sociedad.1 La presencia de los (hoy llamados) grupos tnicos ha sidopermanente, mas no su reconocimiento institucional o representacin en estos trminos.Como veremos, lo tnico hace parte de las formas contemporneas de representacin delo social. Lo que es expresin de un proceso en el cual el Estado, en tanto regulador de unorden social, modifica sus discursos y prcticas en relacin con estas poblaciones, altiempo que ellas construyen sus demandas frente al Estado desde este nuevo lugar derepresentacin. Como parte de este proceso, se transforma el campo de relaciones entreEstado y sociedad civil y se da lugar a nuevas formas de regulacin de dicha relacin; laspolticas pblicas son un reflejo de ello.

    En este libro abordamos el estudio del proceso histrico de definicin y desarrollo delas polticas de educacin, con el propsito de comprender la forma como el Estado llegaa desarrollar polticas especficas para grupos tnicos y el papel que en este procesoocuparon y ocupan los destinatarios de las mismas, y sus organizaciones sociales. Elejercicio se apoyar y servir de marco de interpretacin para comprender el estado

    1 Llamar la atencin sobre este asunto tiene al menos dos propsitos: de un lado, evitar elanacronismo que con frecuencia nos conduce a emplear categoras de anlisis contempo-rneas en el estudio de fenmenos correspondientes a otros momentos histricos; y deotro, hacer visible uno de los procesos de los que nos ocupamos a lo largo del texto,referido a la constitucin histrica de los discursos (dominantes y subalternos) sobre ladiferencia cultural.

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    actual de la poltica de etnoeducacin, con especial referencia al suroccidente colombia-no (departamentos de Valle, Cauca, Nario y Huila).2

    Mostraremos cmo las acciones del Estado en el trmite de la diferencia cultural, almenos en su perodo ms reciente, no son (slo) el resultado aislado de la voluntad de losgobiernos de turno y que en ellas han tenido una fuerte injerencia las demandas de lasorganizaciones sociales de los grupos tnicos, as como intereses de otros actores locales ytransnacionales. Las formas particulares que adquieren las polticas de Estado en relacincon la diversidad tnica y cultural (multiculturalismo), no pueden ser entendidas exclusiva-mente como desarrollos normativos o como resultado de una novedosa mentalidad queacompaa al nuevo proyecto de nacin plasmado en la Constitucin de 1991; son, ms bien,el resultado de una relacin dinmica, que muestra particularidades en diversos momentosy que en la actualidad debe ser entendida en el complejo entramado de relaciones quesuponen fenmenos como la globalizacin y la expansin del capitalismo.

    Consideramos que las polticas de Estado ofrecen una va de entrada interesante en lacomprensin del proceso histrico de construccin y negociacin de las imgenes denacin e identidad nacional y el lugar que en ellas se le asigna a la presencia de lapoblacin indgena y negra. Intentaremos mostrar cmo diversas formas de reconoci-miento presentes en estas polticas parecen orientarse ms por el inters de legitimacindel propio Estado, que por la asuncin de la diversidad tnica y cultural como problemapblico, es decir, como asunto de inters comn a toda la sociedad colombiana. Aunque lareforma constitucional redefine la relacin de los grupos tnicos con el Estado y lesreconoce un amplio conjunto de derechos, llegando incluso a otorgarles el lugar deautoridades dentro de su estructura y por ende de administradores de las polticas pbli-cas, todava no son muy claras las implicaciones de este proceso.3

    2 La referencia particular a esta regin se explica en tanto se retoma la experiencia del proyecto deinvestigacin Evaluacin de la poltica pblica de etnoeducacin en el suroccidente colombia-no, realizado por el Grupo de Educacin Indgena y Multicultural GEIM- (Universidad delCauca) en el suroccidente colombiano. Proyecto financiado por el UNICEF. La coordinacin delmismo estuvo a cargo de la doctora Eulalia Castrilln, docente de la Universidad del Cauca;como parte del equipo participaron tambin el profesor Ernesto Hernndez, la antroploga LuzEstella Catao y la investigadora indgena nasa Susana Piacu; el apoyo administrativo estu-vo a cargo de Claudia Garca. Como asistentes de investigacin participaron Ziomara Garzn yAmlcar Pantoja, estudiantes de ciencia poltica de la Universidad del Cauca.

    3 En este sentido es necesario un anlisis diferencial entre el tratamiento constitucional dado apoblaciones indgenas y negras (Snchez, Roldn y Snchez 1993). Aunque se les reconoceun conjunto de derechos comunes en tanto grupos tnicos, otros se reconocen de maneradiferencial a unas y otras poblaciones; en este sentido y en relacin con nuestro tema detrabajo, es interesante analizar el caso de los derechos al territorio y el reconocimiento deautoridades tradicionales. Si bien es cierto las dinmicas de las poblaciones negras e indge-nas en relacin con estos aspectos han mostrado sustanciales diferencias, el tratamientodesigual a unas y otras no obedece nicamente a esta consideracin, poniendo en evidencia(tambin) las representaciones de lo tnico propias de la accin institucional y de los discur-sos y prcticas acadmicas y polticas. Sobre este tema ver: Wade (1997), Restrepo (1998).

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    Educar a los otros

    Sobre algunas premisas del trabajo

    Una de las primeras preocupaciones al iniciar nuestra investigacin estuvo referida acmo abordad el estudio de las polticas pblicas de educacin para grupos tnicos; que-ramos dar cuenta de la manera como las polticas de Estado adquieren su configuracinactual, en un proceso histrico y en relacin con un asunto especfico. Tomamos la deci-sin de apartarnos del inventario de normas e iniciar nuestro trabajo centrndonos en lacomprensin del proceso histrico de desarrollo de un proyecto educativo nacional y surelacin con la construccin social de las imgenes de lo indgena y lo negro. A pesar deque nuestro inters inicial se ubic en un momento histrico especfico, en el cual surge yse desarrolla poltica, normativa e institucionalmente la etnoeducacin, vimos que paracomprender los actuales desarrollos de la poltica era necesario analizar en perspectivahistrica la dinmica de la relacin entre Estado, grupos tnicos y educacin, as queelegimos este camino. Buscamos triangular en perspectiva histrica los discursos sobrela diferencia (polticas de reconocimiento), las concepciones y prcticas del Estado enmateria de educacin para los otros (la gnesis de las polticas etnoeducativas), y losprocesos agenciados por los propios actores tnicos.

    Insistimos entonces en que los recientes desarrollos en materia de reconocimientoinstitucional de la multiculturalidad no pueden verse como hechos aislados, puesto queson resultado de procesos histricos de larga duracin en los que la definicin de lasfunciones del Estado en relacin con los (hoy) llamados grupos tnicos y la constitucinde una idea de nacin han sido constantes desde el momento de la llegada de los euro-peos a Amrica y, un poco ms recientemente, en el surgimiento de las nacientes repbli-cas poscoloniales. Estos procesos histricos, aunque pueden enunciarse de manera gruesa,han tenido expresiones concretas en contextos y momentos particulares. Aun cuando lallamada emergencia de la multiculturalidad es un fenmeno particular del actual momen-to histrico, lo particular del momento, ms que la multiculturalidad en s misma, es laexpresin concreta del multiculturalismo y las polticas de Estado para tramitar la diferen-cia, el rol que asumen nuevos actores en la redefinicin de la relacin entre Estado ysociedad civil y la forma que adquieren las representaciones sobre la diferencia.

    Las polticas de Estado en relacin con la diferencia cultural evidencian la emergenciade un nuevo discurso institucional en relacin con estos asuntos, que en gran medidaresulta de dinmicas de negociacin y conflicto entre el Estado y la sociedad civil alrede-dor de las formas aceptadas (o aceptables) de nombrar la alteridad. Transformar lascategoras ha sido tambin un juego de poder en el que los actores comprometidos expo-nen y tramitan sus intereses alrededor de los recursos en disputa; no es slo un cambio delugar desde el Estado o el poder dominante, es un desplazamiento simultneo en el que lossectores dominantes y los subalternos participan conjuntamente.

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    El problema: entre la homogenizacin y la diferencia

    El reconocimiento formal de la multiculturalidad parece novedoso en tanto redefine oaltera formas consuetudinarias de representacin. Estas representaciones, al igual quelas precedentes, adquieren forma en un campo de tensiones entre diferentes actores quepugnan por la legitimacin de imaginarios particulares, asociados a sus propios interesesy proyectos. El Estado ha encontrado en el reconocimiento de la diversidad un mecanis-mo para su legitimacin; las organizaciones sociales, particularmente las de corte tnico,buscan vas de acceso a derechos histricamente negados.4 En ambos casos, Estado yorganizaciones sociales expresan formas particulares de entender, entre otros, el signifi-cado del reconocimiento de la diferencia cultural y su expresin en las polticas pblicas.

    El surgimiento de la diversidad cultural como paradigma nacional y el consecuenteproceso de constitucionalizacin de la misma (Ochoa 2003) han sido objeto de mltiplesanlisis, uno de cuyos nfasis ha sido el de dar cuenta de las nuevas formas de relacinentre los grupos tnicos y el Estado nacional y sus implicaciones en la transformacin delas representaciones de la nacionalidad y la diferencia cultural.5 Al abordar el estudio delos procesos de construccin de las polticas de Estado en el contexto actual de globalizaciny en particular aquellos relacionados con la diferencia, se requiere que entendamos laslgicas histricas de relacin entre el Estado y los sectores de poblacin que han consti-tuido la alteridad. En el perodo pre y posconstitucional, por ejemplo, la definicin de laspolticas revel un protagonismo de los movimientos sociales, que lograron que algunoselementos centrales de sus reivindicaciones polticas fueran incluidos en las agendas deEstado. Las polticas, en su negociacin, formalizacin y administracin (incluso), sonresultado de procesos de negociacin entre formas de accin y representacin del Esta-do y los movimientos sociales alrededor de los temas de los que ellas se ocupan (Escobar,lvarez y Dagnino 2001).

    A pesar del gran nmero de debates y propuestas de anlisis relacionados con los signifi-cados que conlleva el reconocimiento multicultural, an est pendiente un anlisis acerca dellugar de la educacin en la construccin de representaciones sobre lo nacional y lo tnico.6 Laeducacin ha sido una de las grandes ausentes en la investigacin y produccin terica sobre

    4 Al respecto es interesante el planteamiento de Grossberg (2004) en relacin con las formasde constitucin de la hegemona.

    5 Sin nimo exhaustivo podemos mencionar aqu los trabajos de Zambrano (2004), Gros(2000), Monsalve (1999), Arocha (1998), Snchez (1998), quienes desde distintas pticasanalizan las implicaciones del reconocimiento constitucional de la multiculturalidad.

    6 El uso de categoras como etnia y grupo tnico no deja de ser problemtico. Para unadiscusin acerca de la construccin social de categoras como raza, etnia y etnicidad, verQuijano (2000) y Wade (2000), entre otros.

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    Educar a los otros

    la multiculturalidad, al menos en nuestro pas.7 Paradjicamente, podemos decir tambin quela educacin ha jugado un papel central en los procesos de construccin de comunidadesimaginadas, ya sean nacionales o tnicas. A lo largo de la historia, la educacin ha sidoentendida como instrumento o estrategia para la construccin de la nacin y la nacionalidad(Herrera, Pinilla y Suaza 2003, Jaramillo Uribe 1990); en este sentido, la educacin ha sido unava privilegiada para garantizar la presencia del Estado en el territorio nacional y como instru-mento de formacin de los ciudadanos en un proyecto de nacionalidad.

    Alrededor de esta cuestin nos preguntamos por un primer asunto: el lugar que ladiferencia cultural (en sus diferentes concepciones y formas de expresarse en el tiempo)ha ocupado en el proyecto de construccin de una representacin de la nacin.8 En estecontexto nos preguntamos tambin por las formas de representacin construidas por laspoblaciones que ocuparon el lugar institucional de la alteridad y las tensiones entre unas yotras. Para avanzar en este sentido, indagamos por la historicidad de las representacio-nes sociales sobre la alteridad. Si bien es cierto la condicin multicultural de la sociedadno es resultado de su reconocimiento institucional o de la existencia de estudios al respec-to, el anlisis de las formas mediante las cuales sta se ha representado (desde los discur-sos expertos y desde las prcticas de resistencia) a lo largo de la historia, contribuye a lacomprensin de las dinmicas de constitucin de las representaciones sociales que, en elcaso de la alteridad, nos remite a un campo de tensiones entre grupos de poblacin socialy simblicamente subordinados y grupos de poblacin en posicin dominante (hegemnicos).

    7 Lo que podra indicar la ausencia de una autonoma intelectual del campo propiamenteeducativo, de cuyo estudio se han ocupado ms otras disciplinas como la historia o lasociologa; o la supuesta primaca de disciplinas como la antropologa en el estudio de ladiversidad (asumida frecuentemente como la otredad). A nuestra manera de entender, po-dra ser ms el reflejo de la ausencia de abordajes inter y transdisciplinarios sobre fenme-nos complejos como los que plantea la educacin en sociedades multiculturales. El trabajode Herrera y Daz (2001, compiladores) podra mostrar una variacin en esta tendencia.

    8 Una distincin entre diferencia cultural y diversidad cultural se hace necesaria, dado eluso social y acadmico de ambas nociones en los que solemos asignarles significadosidnticos. En este sentido, retomando a Bhabha (1998), entendemos que: La diversidadcultural es un objeto epistemolgico -la cultura como objeto del saber/conocimientoemprico- mientras que la diferencia cultural es el proceso de enunciacin de la culturacomo portadora de conocimiento, autoritativa, adecuada para la construccin desistemas de identificacin cultural. Si la diversidad cultural es una categora de tica,esttica o etnologa comparativa, la diferencia cultural es un proceso de significacinpor el que los enunciados de cultura o sobre una cultura diferencian, discriminan oautorizan la produccin de campos de fuerza, referencia, aplicabilidad y capacidad. Ladiversidad cultural es el reconocimiento de contenidos y costumbres culturales ya da-dos; suspendida en el marco temporal del relativismo da lugar a las nociones liberalesdel multiculturalismo, el intercambio cultural o la cultura de la humanidad. La diversi-dad cultural es tambin la representacin de una retrica radical de separacin de lasculturas totalizadas que viven incorruptas por la intertextualidad de su localizacinhistrica, a salvo en la Utopa de una memoria mtica de una identidad colectiva nica.La diversidad cultural puede incluso emerger como un sistema de articulacin e inter-cambio de signos culturales en ciertas versiones tempranas de la antropologaestructuralista (Bhabha 1998:14).

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    En primera instancia apuntamos al anlisis y comprensin acerca de cmo el Estadoy ciertos sectores de la elite intelectual han dado forma a representaciones sociales sobrela otredad, que se expresan de diferentes maneras en los programas de accin institucional,esto es, en las polticas pblicas. Los movimientos sociales y su intelectualidad, al igualque los sectores dominantes, tambin han sido productores de representaciones sobre smismos y sobre la sociedad, que han influido en sus formas de accin colectiva y en susprogramas de demanda frente al Estado.9 Dichas representaciones, y particularmente apartir de la dcada de los setenta, han llegado a hacer parte de los objetos de negociacincon el Estado y sus instituciones. Como se mencion, en dicha negociacin los movimien-tos sociales han logrado que el Estado incluya dentro de sus agendas algunos de loselementos claves de su plataforma poltica.

    Hacia el final de esta primera parte queremos mostrar cmo surge la multiculturalidadcomo categora explicativa de lo social y las implicaciones que conlleva suinstitucionalizacin; fenmeno que ha ganado un espacio significativo en los intereses y laproduccin escrita circulante desde la academia y los acadmicos ocupados del estudiode la sociedad colombiana, hacindose parte constitutiva de los procesos mediante loscuales configuran las representaciones sociales.

    Un segundo asunto del que nos ocupamos es del estudio del proyecto educativo cons-truido histricamente para la nacin (y su nacionalidad), y el lugar de la educacin en lasreivindicaciones polticas de los grupos tnicos y sus organizaciones sociales. En estecaso, se intentar mostrar cmo la gnesis de la institucionalizacin de la educacin paragrupos tnicos est asociada a la misin civilizadora de la evangelizacin, dirigida a laspoblaciones indgenas y negras durante los siglos xvi al xviii. Durante aquel periodo laevangelizacin se orientaba a la ciudadanizacin de aquellos que eran considerados comosalvajes, sin que llegara a emplearse la educacin escolarizada tal como hoy se conoce.As que evangelizar era hacer persona al Otro, sacarlo de su estado natural y culturizarlo,hacerlo miembro de una comunidad poltica y religiosa.

    Durante los procesos independentistas y de creacin del Estado-nacin, los sectoresdominantes no se apartaron mucho de esta concepcin, manteniendo en manos de laIglesia la misin de inclusin en la vida civilizada de aquellos grupos que an vivan comosalvajes. Adicionalmente crearon una imagen territorializada de la otredad, ubicada enla periferia; una periferia concebida como territorio al margen de la nacin y que desdeentonces debera ser objeto de inclusin.

    Slo hacia finales del siglo xx las rebeliones campesinas sirven de marco de referenciapara el surgimiento de nuevos actores que apuntalan su proyecto poltico sobre la reivindica-cin de aquella condicin que hasta entonces los haba ubicado en los mrgenes de la socie-

    9 Acerca de los procesos de etnizacin de las poblaciones indgenas ver Gros (2000); encuanto a las poblaciones negras, ver Restrepo (2001) Pardo (editor, 2001).

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    Educar a los otros

    dad. Inicialmente emerge de la periferia el discurso de la indianidad, que reivindica su propioproyecto poltico y opone a la evangelizacin las propuestas educativas que le permitirn forjarcomunidad en sus propios trminos. Se da entonces un paso del indigenismo al indianismo. Eldestino de estas poblaciones no estar ya ms (al menos no del todo) en manos del Estado olos sectores dirigentes; a partir de entonces, las polticas de Estado dirigidas a los indgenassern objeto de negociacin con los indgenas. Al tenor de estas reformas, la educacin paraellos debera ser acorde con sus proyectos poltico-culturales, sus maestros nombrados segnlos criterios de pertinencia cultural y los currculos dar cabida a los saberes locales. Apareceentonces la educacin indgena, y posteriormente la etnoeducacin.

    En el mismo periodo, las poblaciones negras reivindican su etnicidad y reclaman su dere-cho a educarse con pertinencia. Pero no piensan slo en una educacin para ellos; las organi-zaciones negras le proponen al pas que modifique su proyecto educativo, que transforme suscurrculos y que reconozca su presencia histrica y cultural en la conformacin de la nacin.

    Ambos, indgenas y negros, se reconstituyen y modifican con su accin poltica lasrelaciones con el Estado, contribuyendo a forjar un nuevo discurso de la nacin, ahorareconocida como pluritnica y multicultural. Sin embargo, el Estado y los intereses delcapital tambin se movilizaron; el multiculturalismo representa un nuevo discurso de lanacin de gran legitimidad y rentabilidad poltica, no siempre acompaado de acciones con-cretas, como se ver en el tercer momento. All damos a conocer las tendencias que mues-tra la poltica pblica de etnoeducacin en el suroccidente colombiano; partiendo de lainvestigacin realizada en los departamentos de Valle, Cauca, Nario y Huila, se analizanlas prcticas y representaciones institucionales y organizativas relacionadas con laimplementacin de la poltica.10 El estudio de caso permite comprender las dinmicas derelacin entre Estado y organizaciones sociales en el trmite de los asuntos contenidos enlas normas, al tiempo que ilustra las formas en que unos y otros construyen representacio-nes de s y de los otros (Estado y grupos tnicos), que expresan un tipo particular de relacinentre Estado y sectores de la sociedad civil.

    Mostraremos cmo la educacin ha hecho parte constitutiva de las estrategias polticasde construccin de formas de identificacin (nacionales y tnicas) y cmo, en dicho proce-so, se constituye un campo de tensin entre diversas formas de representar dichas identida-des, que refleja formas de inclusin (integracin, asimilacin) y exclusin de unos sectores(subordinados) de la sociedad, por parte de otros (dominantes). As mismo, dicho anlisispermite mostrar algunas de las formas de resistencia de los sectores histricamente subor-dinados, que construyen formas de autorepresentacin y de representacin de (el resto de)la sociedad. Consideramos que la poltica pblica en etnoeducacin es un campo privilegia-do de anlisis alrededor de estos problemas, que en ltima instancia nos remiten a la pregun-ta por las relaciones complejas entre diferencia(cin) cultural y educacin.

    10 Nos referimos al proyecto GEIM (Universidad del Cauca) - UNICEF, mencionado anteriormente.

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  • CAPTULO 1

    ESTADO, GRUPOS TNICOS Y DIFERENCIACULTURAL EN COLOMBIA

    A pesar de que la multiplicidad de culturas puede ser considerada como elementoconstitutivo de las sociedades en general, la forma en que es nombrada o repre-sentada vara de una sociedad a otra en funcin de mltiples circunstancias.Incluso, es frecuente que, a pesar de que una sociedad est constituida por grupos socialy culturalmente diferentes, la representacin de la misma sea la de una sociedad homo-gnea, al menos durante uno o varios momentos de su historia. Las representaciones dela diferencia adquieren formas particulares en distintos momentos de su historia.

    Como hiptesis de trabajo plantearemos que estas representaciones, en el caso colombia-no, han vivido un proceso de transformacin que va desde la representacin colonialista queasign a las poblaciones aborgenes y afrodescendientes el lugar de brbaros e incivilizados,hasta una representacin multiculturalista, que emerge en el perodo final del siglo xx, en la quepareciera celebrarse la diversidad cultural como rasgo constitutivo de la nacionalidad. En eltrnsito de una a otra forma de representacin estas sociedades minorizadas han ocupado entodo caso un lugar de otredad. Otredad que no es una condicin natural de determinadosgrupos humanos, sino el resultado de una estrategia de marcacin en la que unos sectores dela poblacin logran asignar a otros un lugar de alteridad esencial, que crea las condiciones parasu dominacin; esta estrategia de otrerizacin implica el establecimiento de un sistema dejerarquas, en cuya cima se encuentran los sectores dominantes. En consecuencia los sujetosde la alteridad han sido considerados como objetos de las polticas de Estado, ms que comosujetos de las mismas, en tanto no se les reconoce capacidad de definir su propio destino. Deestos asuntos nos ocuparemos a lo largo del presente captulo. Conviene sin embargo haceralgunas precisiones conceptuales, centrales de nuestro trabajo, antes de avanzar.

    Los aparatos tericos y las formas sociales de representacin acerca de los (ahora)llamados grupos tnicos hacen parte de formas de construccin social de la diferencia, yno son simplemente constataciones discursivas de un hecho natural.11 La diferencia

    11 Un breve e interesante balance sobre los enfoques conceptuales acerca de la etnicidad seencuentra en Restrepo (2004c), en particular 15-33.

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    Estado, grupos tnicos y diferencia cultural en Colombia

    cultural, e incluso la racial, ms que hechos naturales, son formas sociales de ver larealidad, formas de ordenar el mundo, de entenderlo y posicionarse en l; en esa medida,son expresin de procesos histricos mediante los cuales las sociedades configuran re-presentaciones acerca del mundo del que hacen parte y de los Otros (tanto en su interiorcomo hacia afuera).

    Estas representaciones expresan las relaciones de poder imperantes en una sociedad;es decir, reflejan los conflictos, las tensiones y los intereses en su interior.12 Los mecanis-mos de legitimacin de las formas de minorizacin son mltiples y complejos; uno de ellosha sido la naturalizacin de rasgos biolgicos o culturales como rasgos de inferioridad; stees un mecanismo de diferenciacin, de produccin de la diferencia.13 Minorizacin y pro-duccin de la diferencia son fenmenos estrechamente imbricados y podramos aadir queel Estado, en tanto instrumento y expresin de los intereses de un sector dominante de lasociedad, produce y regula en buena medida las formas de produccin social de las repre-sentaciones. En este orden de ideas, la diversidad cultural ha sido entendida y tramitada,bsicamente como un asunto referido a los sectores de la sociedad que han sido histrica-mente minorizados (culturalmente), y no como rasgo caracterstico de la sociedad en suconjunto. Pareciera ser que hoy presumimos sin mayor discusin que la sociedad colombia-na es multicultural; nos preguntamos entonces si es posible (y deseado por los diferentesactores y proyectos que se expresan en esta pugna) repensar esta diversidad cultural,segn las cuales unos sectores de la sociedad aparecen como marcados por la condicinde diferencia, frente a otros desmarcados de rasgos culturales particulares.

    En este sentido, siguiendo a Briones, nos preguntamos si,

    [] la marcacin de la diferencia debe ms bien verse como la caravisible de procesos de construccin de hegemona que, a partir denociones metaculturales que se busca generalizar, procuran constituircomo efecto de verdad que ciertas diferencias y semejanzas existenfuera de toda representacin, instaurando ya desigualdades, yahomogeneizaciones que deberan discurrir indisputadas (Briones1996:12)

    12 El concepto de regmenes de representacin propuesto por Escobar (1996) es especial-mente til para comprender las formas de configuracin de los discursos que dan cuenta delo social y sus tensiones.

    13 Ms que minoras, lo que existe son grupos minorizados, sometidos a relaciones de domi-nacin que tienden a disminuir sus posibilidades de participacin en condiciones de igual-dad, en la construccin de un proyecto de presente y de futuro en la sociedad de la quehacen parte. Acerca de este asunto, son interesantes los planteamientos de Quijano (2000),quien se ocupa del anlisis de los procesos de expansin del capitalismo. En ellos, el autorubica la emergencia de nuevas identidades como parte de un proceso global de instaura-cin de nuevos sistemas de clasificacin-dominacin.

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    Educar a los otros

    Es pertinente entonces referirnos a los conceptos de multiculturalidad y multiculturalismopara precisar el sentido que les asignamos en el libro. Para comenzar, podramos decirque la multiculturalidad es un hecho social que se refiere a la existencia de diferentesculturas en el interior de una sociedad. Sin embargo, una definicin como sta implica elriesgo de presumir la cultura y la diferencia cultural como naturalmente existentes, sinconsiderar los contextos histrico-sociales en los que son producidas. Al plantear unacrtica a este respecto, Restrepo propone entender la multiculturalidad como la emer-gencia de la diferencia y la mismidad puntuada de cultura en regmenes de verdad y deexperiencia en contextos sociales y situaciones concretos, objeto de disputas y disensos(Restrepo 2004a:279).14 Es decir, que ms que en la multiculturalidad en abstractodebemos pensar la multiculturalidad como hecho social e histrico que expresa las for-mas de concebir la cultura y la diferencia cultural en contextos especficos; como tal, lamulticulturalidad es expresin de tensiones entre diferentes sectores de la sociedad queentran en disputa por la construccin de las representaciones de lo social.

    La multiculturalidad es una forma contempornea de representacin de la diferenciay la mismidad, como hemos dicho. El multiculturalismo es la expresin de dichas formasde representacin en las acciones jurdicas y polticas de los Estados. El multiculturalismoes, tambin, un hecho social contemporneo, que se nutre de las expresiones precedentesde las polticas de la diferencia (el indigenismo, por ejemplo) y que en su forma actualimagina la diferencia en una representacin de la nacin como pluriutnica y multicultural.Como veremos ms adelante, los Estados han ocupado un lugar central en la regulacinde las imgenes de mismidad y otredad que se expresan en el plano de las sociedadesnacionales. Dicha funcin de los Estados est asociada a procesos ms amplios de ex-pansin de la modernidad/colonialidad, tal como lo han planteado autores como Quijano(2000) y Mignolo (2002).

    Por otro lado, en la medida que las representaciones sociales son constituidas enescenarios de conflicto, se hace necesario estudiar el papel ocupado por sectores de lasociedad que pugnan frente a las representaciones oficiales promovidas desde el Esta-do y la institucionalidad transnacional. Los movimientos sociales, en particular en lasltimas dcadas del siglo xx, han logrado movilizar su poltica cultural contribuyendo atransformar las formas de la cultura poltica.15 De esta manera, el multiculturalismo

    14 Restrepo se apoya en el concepto de meta-cultura, propuesto por Briones, quien plantea que:[] la cultura no se limita a lo que la gente hace y cmo lo hace, ni a la dimensin poltica dela produccin de prcticas y significados alternativos. Antes bien, es un proceso social designificacin que, en su mismo hacerse, va generando su propia meta-cultura [] su propiorgimen de verdad acerca de lo que es cultura y no lo es (Briones 1998:6-7)

    15 La nociones de poltica cultural y cultura poltica han sido desarrolladas por Escobar, lvarezy Dagnino (2001); segn los autores, la poltica cultural se entiende como el proceso que sedesata cuando entran en conflicto conjuntos de actores sociales que a la vez que encarnandiferentes significados y prcticas culturales, han sido moldeados por ellos (2001:25-26). Lacultura poltica es entendida como la construccin social peculiar de

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    Estado, grupos tnicos y diferencia cultural en Colombia

    como poltica de Estado ha adquirido su configuracin actual en escenarios de conflictoentre el Estado y la sociedad civil, que tienen antecedentes que se remontan a la relacinentre el Estado y las poblaciones indgenas y afrodescendientes en el inicio de la domina-cin colonialista europea.

    Indios y negros durante la colonizacin europea16

    Las formas de representacin de lo social y la emergencia de sistemas de clasificacinanclados en la diferenciacin racial y cultural tienen su origen en la presencia del sistemacolonialista en lo que hoy conocemos como el continente americano (Quijano 2000). LosEstados colonialistas que impusieron su administracin a las sociedades americanas des-de el siglo xv hasta el xix produjeron una extensa legislacin en relacin con los grupos depoblacin indgena y descendiente de africanos esclavizados; dicha legislacin ilustraconcepciones acerca del lugar que ocupaban (o se supona deban ocupar) estos sectoresde la poblacin en relacin con el aparato administrativo y las sociedades de las quehacan parte (si es que esto ltimo se puede afirmar). As mismo, debates tericos yteolgicos planteados acerca de la condicin de humanidad de los indgenas yafrodescendientes esclavizados ilustran mecanismos de constitucin de una nocin y unposicionamiento de Europa como centro de poder; nocin que se afianz sobre un con-junto de ideas acerca de la diferencia, tanto en relacin la de sta con otros centros depoder, como en las relaciones entre los sujetos gobernados por ella.17

    La consolidacin de Europa como centro de poder mundial, est asociada a la consti-tucin de Amrica y a la del capitalismo colonial/moderno y eurocentrado como nuevopatrn de poder mundial (Quijano 2000:201). Consolidacin que se funda sobre dos pro-cesos histricos: la codificacin de las diferencias entre conquistadores y conquistados

    aquello que cuenta cono poltico en toda sociedad [] es el mbito de las prcticas y lasinstituciones, conformadas a partir de la totalidad de la realidad social y que, histricamen-te, llegan a ser consideradas como propiamente polticas (de la misma manera como seconsidera apropiadamente que otros mbitos son econmicos, culturales y sociales)(Escobar, lvarez y Dagnino 2001:26-27).

    16 Dadas nuestras propias limitaciones en trminos de formacin y disponibilidad de tiempo,en este apartado hemos recurrido en su mayora a fuentes tradicionales de la historiografacolombiana. Este hecho se refleja en lo gruesa de la exposicin as como en sus lmitespara dar cuenta de fenmenos particulares, contrastes y discontinuidades del proceso.Esperamos alcanzar, eso s, a dar cuenta de las tendencias de las dinmicas generales en elproceso de expansin de la administracin colonialista durante el periodo y sus implicacionespara la constitucin de unos regmenes particulares de administracin de la diferencia.

    17 La constitucin de Europa como centro de un nuevo patrn de poder a partir de la consti-tucin de Amrica y del capitalismo colonial/moderno ha sido trabajada en extenso porQuijano (2000). Retomaremos algunos elementos planteados por el autor, en particular losque se refieren a la idea de raza como elemento central de este nuevo patrn de poder y laidea de la colonialidad del poder, que permite comprender las formas en que operan losmecanismo de subordinacin.

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    Educar a los otros

    en la idea de raza, y la articulacin de todas las formas histricas de control del trabajo,de sus recursos y de sus productos, en torno del capital y del mercado mundial. El lugarocupado por Europa en relacin con estos dos procesos da pie a una racionalidad espec-fica de este nuevo patrn de poder: el eurocentrismo. La experiencia histrica de lassociedades latinoamericanas ha estado enmarcada en esta experiencia de colonialidad(Quijano 2000).

    Para comprender mejor la forma como han sido producidas estas representacionessobre la diferencia, debemos insistir en que la pluralidad de culturas es y ha sido un rasgocaracterstico de las sociedades latinoamericanas, aun desde antes de la invasin euro-pea. Lo que la llegada de los europeos introdujo en este escenario fue un fenmeno hastaentonces desconocido, al menos en cuanto a la dimensin y cobertura que adquiri en esemomento: el de un Estado central, que a partir de entonces se ocup de administrar aestas sociedades y sus territorios. El Estado colonizador implant una nueva forma dedominacin, que incluy formas de representacin acerca de estas sociedades, desdeentonces subsumidas en un conjunto de categoras genricas que las definiran en rela-cin con la metrpoli. El aparato de dominacin colonial no slo cre una categora queenglobaba al conjunto de poblaciones habitantes del territorio americano, sino que definila forma en que deberan ser administradas y reguladas sus relaciones sociales, tanto ensu interior como en relacin con la metrpoli. Tal como sostiene Quijano (2000), la ideade raza oper desde entonces como mecanismo de codificacin de las diferencias entrelas poblaciones conquistadas y sus conquistadores, esto es, entre poblaciones dominantesy poblaciones dominadas.

    La formacin de relaciones sociales fundadas en dicha idea, produjoen Amrica identidades sociales histricamente nuevas: indios, negrosy mestizos y redefini otras. [] Y en la medida en que las relacionessociales que estaban configurndose eran relaciones de dominacin,tales identidades fueron asociadas a las jerarquas, lugares y rolessociales correspondientes, como constitutivas de ellas y, en consecuen-cia, al patrn de dominacin colonial que se impona. En otros trmi-nos, raza e identidad racial fueron establecidas como instrumentos declasificacin social bsica de la poblacin (Quijano 2000:202).

    La imposicin de este sistema de clasificacin est en la base de un nuevo patrn de poderen el que las poblaciones colonizadas eran consideradas carentes del derecho y la posibili-dad de darse sus propias formas de organizacin; en consecuencia, las formas de controlsocial y de la autoridad estaran regidas siempre por la lgica del sistema que se impona.

    No se reconoca a los nativos un derecho propio y as independiente ala condicin del colonizador, un derecho que hubiera comenzado porpermitirles a ellos, los aborgenes, plantearse segn sus supuestos,conforme a su propia cultura, la forma de aceptacin o incluso de

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    Estado, grupos tnicos y diferencia cultural en Colombia

    rechazo de esta presencia de otros, de los forneos. No se conceba laposibilidad de que el colonizado, estando en su tierra, mantuviese underecho suyo y tuviera que ser entonces el colonizador, recin llegado,el que se atuviese a l. Esto ni se planteaba. Conforme al conceptomismo de civilizacin, conforme a su presuncin, no se ve derechofuera del planteamiento propio (Clavero 1994:5-6).

    La irrupcin del colonialismo europeo marca el origen de una dinmica que aun hoy semanifiesta en las relaciones entre las sociedades indgenas y el resto de la sociedad, y elpapel del Estado en dicha relacin. Estas sociedades han vivido desde entonces los distin-tos intentos de subordinacin por parte de mltiples poderes que tienen una de sus expre-siones ms fuertes en el Estado y la Iglesia, en una dinmica en la que las representacio-nes dominantes son reflejo de la forma como se asumi o tramit el ideario de sociedad yde nacin. Los diferentes momentos de este proceso se caracterizaron por la tensinentre el inters por la desaparicin (eliminacin fsica, jurdica y cultural), la proteccin(bajo formas diversas de control sobre su trabajo y sus almas), la integracin (la desapa-ricin por la va del trnsito hacia la sociedad blanca-mestiza) o el reconocimiento (an enproceso de definicin, debatindose entre el otorgamiento de derechos y las preguntaspor la diversidad y la interculturalidad como proyecto comn y no de los diferentes).Frente a estos embates del poder, las poblaciones indgenas han opuesto diversas formasde resistencia, incluyendo desde aislamiento fsico, la desobediencia y los levantamien-tos armados, hasta la lucha en el campo jurdico.

    Desde el inicio de la dominacin colonialista europea, la otredad de los nativos ameri-canos y la de los africanos estuvo marcada por diferentes estatus (Wade 1997). Losindgenas, a pesar de ser vistos como brbaros, eran considerados como seresincorruptos, esto es, que a pesar de no ser cristianos no haban rechazado la cristiandad.Al contrario, los africanos provenan de sociedades infieles influenciadas por el islamis-mo, sobre las cuales haca ya algn tiempo se haba establecido la prctica de laesclavizacin (Wade 1997:63). Las poblaciones africanas, tradas de manera violenta aestas tierras como esclavizadas, han sido objeto de un tratamiento similar al que fue dadoa los indgenas, aunque sustentado en consideraciones diferentes y diferenciadoras. Des-arraigados de sus territorios de origen, obligados al desmembramiento de su poblacin ysometidos culturalmente, los africanos y sus descendientes fueron tratados bajo un rgi-men de administracin que los ubicaba en el lugar de mercancas (Maya 2001). Ladiversidad de culturas de sus sociedades de origen, sus formas de organizacin, ademsde sus lenguas y tradiciones religiosas, fueron prohibidas e invisibilizadas en la categoragenrica de esclavos. Posteriormente, en el paso del Estado colonizador al republicano,su situacin no vari sustancialmente, y a pesar de que se dio el proceso de abolicin legalde la esclavizacin, su condicin de ciudadanos continu marcada por el radical desam-paro jurdico y la exclusin social. Durante este perodo, de la colonizacin a la emergen-cia de los Estados republicanos, las poblaciones esclavizadas y sus descendientes nollegaron a ocupar un lugar de ciudadana efectiva en la sociedad.

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    En este perodo (y tal vez hoy no sea del todo diferente), las representaciones de loindio y lo negro fueron construidas desde la lgica de los aparatos de colonizacin, asig-nndoles el lugar que desde ella les corresponda en las estructuras sociales y de laadministracin. Dichas representaciones se soportaron en las relaciones de subordina-cin y a la vez las sustentaron. Los imaginarios religiosos y polticos de la poca fueronconfigurando formas de ordenamiento de los lugares de cada uno de los sectores de lapoblacin (Wade 2000:38). La condicin racial o cultural de los individuos era tambinuna condicin social y poltica en el sistema de jerarquas imperante.

    En Amrica, la idea de raza fue un modo de otorgar legitimidad a lasrelaciones de dominacin impuestas por la conquista. La posterior consti-tucin de Europa como nueva id-entidad despus de Amrica y la expan-sin del colonialismo europeo sobre el resto del mundo, llevaron a la ela-boracin de la perspectiva eurocntrica de conocimiento y con ella a laelaboracin terica de la idea de raza como naturalizacin de esas rela-ciones coloniales de dominacin entre europeos y no-europeos. Histri-camente, eso signific una nueva manera de legitimar las ya antiguasideas y prcticas de relaciones de superioridad/inferioridad entre domi-nados y dominantes. Desde entonces ha demostrado ser el ms eficaz yperdurable instrumento de dominacin social universal, [] los pueblosconquistados y dominados fueron situados en una posicin natural deinferioridad y, en consecuencia, tambin sus rasgos fenotpicos, as comosus descubrimientos mentales y culturales. De ese modo, raza se convirtien el primer criterio fundamental para la distribucin de la poblacinmundial en los rangos, lugares y roles en la estructura de poder de lanueva sociedad. En otros trminos, en el modo bsico de clasificacinsocial universal de la poblacin mundial (Quijano 2000:203).

    La administracin colonialista impuso de esta manera un rgimen de produccin y admi-nistracin de la diferencia, que se nutri de las ideas polticas y religiosas de su poca. Setrataba de una misin civilizadora, en la que se teja una estrecha relacin entre polticay religin, la colonizacin deba someterse a un ordenamiento cuyas bases se defi-nan, antes que por un derecho, por una teologa, por la teologa de su propiareligin, la de los colonizadores siempre (Williams 1990, citado por Clavero 1994:6).La legitimidad del proyecto estaba dada por los fines civilizatorios que deca perseguir,pues era una misin adelantada en el nombre de Dios, en beneficio de quienes eransometidos y por dicho sometimiento, liberados. Sin embargo, era tambin (o antes) unproyecto de poder y produccin de riqueza para la metrpoli que se apoy en diversosmecanismos, entre los cuales tuvo un papel determinante la creacin de un sistema jur-dico-administrativo y su imposicin a los pobladores de las tierras colonizadas.

    Detrs de sus aparentes propsitos altruistas se ocultaba un evidente inters econmicoy de sujecin. La aplicacin de la legislacin de Indias, que debera garantizar los derechos de

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    los nativos de Amrica, ocultaba y daba legalidad a formas de explotacin que garantizaban elfuncionamiento del proyecto econmico y de evangelizacin que orientaba las acciones de lacolonizacin (Colmenares 1989). Figuras como la encomienda y el resguardo, por ejemplo,buscaron garantizar la sedentarizacin de los indgenas y la disponibilidad de mano de obrapara las haciendas de los espaoles (Palacios 1989:153). Adicionalmente, estas formas dedominacin definan no solo la condicin del indio en relacin con la administracin colonial,sino que se trasformaban las formas propias de organizacin social y territorial.18

    Tras su ereccin, la Audiencia se aplic al cumplimiento de sus tareasrelacionadas con la poblacin indgena: por una parte, organizarhombres y territorios; por otra, garantizar la aplicacin de las normasde proteccin consagradas por las leyes vigentes [...] (Mayorga 2002).

    Particularmente en ciertas regiones como la andina, donde la administracin coloniallogr una mayor efectividad en la imposicin de encomiendas y resguardos, la presenciade los colonizadores y el sometimiento a su aparato jurdico-administrativo, alter lasformas sociales de organizacin e introdujo nuevas lgicas en la relacin con el espacioocupado por parte de los mismos indios, y entre las diversas poblaciones, que a partir deentonces se regiran de acuerdo con las leyes de la administracin fornea y por losmecanismos de dominacin propicios a sus fines.

    Para una mejor comprensin de estos fenmenos sera necesario profundizar en el anlisis delos alcances que tuvo la expansin del sistema colonialista en diversos periodos y lugares, y enrelacin con poblaciones particulares, as como las formas de resistencia de que fue objeto.Por ahora podramos decir que la dominacin impuesta mediante la aplicacin de las Leyes deIndias no solo redefina las formas propias de administracin, sino que introdujo una lgicaextraa en la regulacin de las relaciones sociales hasta entonces en uso, alterando la condi-cin de autonoma de estas poblaciones por una relacin de subordinacin a un poder exter-no.19 Estos procesos de incorporacin de las poblaciones indgenas fueron objeto de diversas

    18 A pesar de la fuerza del aparato de dominacin impuesto por la administracin colonialista,no fueron pocos los mecanismos de resistencia de las poblaciones indgenas y negras. Encuanto a los primeros, Rappaport (1982, 2000) ha documentado el caso de los indgenaspaeces y sus formas de resignificacin de la institucin del resguardo como estrategia deresistencia; otras poblaciones, que no llegaron a ser sometidas directamente, emplearonestrategias como el aislamiento y ocupacin de espacios apartados de los centros dedominacin. Para las poblaciones negras, los casos ms documentados son los procesosde cimarronismo y automanumisin; al respecto ver Friedemann (1987), Gutirrez (2000),Landers (2002), Navarrete (2003), entre otros.

    19 Los procesos contemporneos de resguardizacin, agenciados por las organizacionesindgenas a partir de la dcada del setenta del siglo xx, suponen la autoimposicin-apropia-cin de formas de administracin territorial como stas, concebidas para la consolidacindel proyecto colonizador de los siglos xvii y xviii; a pesar de haberse mostrado como unmecanismo efectivo de resistencia en casos como el del pueblo nasa de Tierradentro(Rappaport 2000), an no son claras sus implicaciones en contextos distintos al andino,como el de poblaciones de llano y selva, con patrones de organizacin territorial diferentes(Gros 2002). Ms adelante retomaremos este asunto.

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    reformulaciones a lo lago de la historia, como veremos ms adelante, y no todas las poblacio-nes indgenas afectadas de la misma manera. Lo que s creemos poder afirmar es que lacondicin de otredad de los indgenas tiene sus races en estos ejercicios de dominacin, quesentaron las bases para un tipo particular de relacin entre estas poblaciones y la sociedadnacional, una relacin histricamente mediada por el Estado y la legislacin.

    El caso de la poblacin africana y sus descendientes fue distinto, aunque no menosmarcado por la subordinacin en relacin con la administracin colonialista. Las pobla-ciones africanas esclavizadas y tradas a Amrica ocuparon un lugar distinto en las socie-dades que vivieron los procesos de colonizacin. Segn diversos autores, la esclavizacinde los africanos se hizo posible en un momento histrico en el que Europa estaba enproceso de constituirse como entidad, asociada a la expansin del cristianismo y en elmarco de los debates sobre la diferencia humana; una poca en que la teologa vinculabaa menudo lo negro con el demonio y el pecado y era frecuente que los africanos fuerantenidos por inferiores (Jordan 1977 y Pieterse 1992, citados por Wade 2000:14). Con laidea de expansin del cristianismo y de que era necesario tutelar para civilizar, convertira los paganos para ensearles la verdadera religin, la poblacin negra africana pasrpidamente a ocupar el lugar de los infieles (Borja 2003:298). De esta manera era lcitala esclavizacin (tutelaje) y la misin evangelizadora (civilizacin). Adicionalmente, elaniquilamiento de la poblacin indgena y la necesidad de mano de obra para la explota-cin minera llevaron a la prohibicin definitiva del trabajo de los indgenas en las minashacia finales del siglo xvii (Colmenares 1997:187) y con ella se aceleraron las condicionespara el comercio de esclavizados.

    [] la Corona, ante el proceso de extincin del indgena, haba dis-puesto una legislacin ms rigurosa respecto del empleo de los abor-genes en el trabajo minero, y si bien es cierto que tales normas solofueron observadas parcialmente, el grave problema de la mano de obraquedaba resuelto, al menos en parte, con la provisin de esclavos afri-canos. (Palacios 1989:155).

    El tratamiento dado a la poblacin africana en las colonias afect significativamente susformas de organizacin social; la fuerte dispersin a la que se someti a la poblacinimpidi la pervivencia de agrupaciones de origen tnico o familiar comn. A diferencia delos indios, sometidos a la delimitacin de un espacio fsico de habitacin y protegidosfrente a la posible presencia de elementos extraos entre ellos, la poblacin negra man-tuvo un permanente contacto con los esclavizadores con quienes comparti aspectos desu vida cotidiana y de quienes no estuvo aislada generalmente.20 Tampoco fue aislada lapoblacin negra en territorios definidos, ni goz de la propiedad o usufructo de la tierra o

    20 Desde la segunda mitad del siglo xvi las elites de ciudades como Cartagena haban sidocriadas en gran medida por mujeres negras y no eran pocos los casos en que participabande ambos mundos, lo que ilustra en parte la situacin ambigua de la poblacin negra enrelacin con los sectores blanco/mestizos (Pineda 1997:111).

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    de formas de organizacin poltica de uso tradicional en sus lugares de origen; solo en loscasos de cimarronismo y constitucin de palenques pudieron los negros darse sus propiasformas de organizacin.

    A pesar de ser sometidos a esclavizacin y exclusin social, la cercana fsica definiun tipo particular de relacin entre los hombres y mujeres esclavizados y la sociedaddominante: el sujeto esclavizado no era igual, pero tampoco era un Otro distante, como loera el indio. El tratamiento diferencial de las dos poblaciones se refleja en el hecho de quedesde el comienzo del proceso colonizador [...] los nativos ocuparon la posicininstitucional del Otro, esencialmente diferente de sus observadores; mientras quelos descendientes de los negros africanos han tenido una posicin muchos msambigua, pues ha estado tanto dentro como fuera de la sociedad de sus amos yobservadores (Wade 2000:9).

    Los indios fueron objeto de una legislacin que, al menos en el papel, los protega de laaccin abusiva de los colonizadores; a pesar de las difciles condiciones de explotacinque debieron soportar, se defini para ellos una legislacin protectora. En el caso de lapoblacin esclavizada, el estatus jurdico fue muy distinto.

    Mientras en los tres siglos que duraron la conquista y la colonizacinse fue constituyendo una voluminosa y completa legislacin protecto-ra de indgenas, las leyes de Indias referentes al negro apenas si con-tienen una que otra norma humanitaria, y en casi su totalidad estncompuestas de disposiciones penales, caracterizadas por su particu-lar dureza (Jaramillo Uribe 2001:21)

    Dichas normas dejan ver la concepcin que se tena del sujeto esclavizado, incluso enaquellos casos en que fueron definidas por un carcter ms humanitario.

    A fines del siglo XVIII la legislacin sobre esclavos tom cierto girohumanitario y protector. [] Esta nueva legislacin no modific enuna forma notoria la vida de la poblacin negra esclava. La justiciacolonial era ineficiente, y en este caso, como en el caso de la legisla-cin protectora de indios y todava ms, hubo un marcado divorcioentre la realidad social y las normas jurdicas. Los propietarios deesclavos como era de esperarse, se resistieron a ponerla en prctica(Jaramillo Uribe 2001:23-24).

    Al final de cuentas, tanto en un caso como en otro, la legislacin fue uno de los mecanismosde regulacin de las relaciones entre la sociedad dominante y las poblaciones indias y ne-gras. Su propsito fue el de legitimar los mecanismos de explotacin de estas poblaciones ypara lograr su objetivo se recurri a la definicin diferenciadora de unos Otros, ubicados enun lugar genrico de sujetos a quienes se deba civilizar. A pesar de algunas tendencias

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    proteccionistas, especialmente en cabeza de miembros de la Iglesia, la legislacin indianistay aquella referida a las poblaciones negras fueron, siempre producto de las miradas cons-truidas desde el poder, acerca de las necesidades y el porvenir de aquellos a quienes no sereconoca capacidad para hablar en su propio nombre y que deban ser tutelados desde lasinstituciones para alcanzar su condicin humana o de ciudadana.

    Los indgenas y los africanos estaban ubicados, entonces, en diferen-tes posiciones del orden colonial, tanto social como conceptualmente.De manera oficial, se deba proteger a los indgenas tanto como explo-tarlos; los africanos eran esclavos, y aunque tenan derechos consa-grados en la legislacin, era algo poco sistemtico y desigual (a pesarde que los espaoles s elaboraron un cdigo en 1789), y el intersprincipal estaba en el control, no en la proteccin. Dicha diferenciacontinu a lo largo del perodo colonial. Idealmente, los espaoleshubieran querido mantener tres categoras separadas: los espaoles,los indgenas y los africanos; es decir, los dirigentes, los tributarios ylos esclavos. (Wade 2000:37-38)

    En este sentido, Quijano ha planteado cmo durante el perodo colonial se estableci unadivisin racial del trabajo en la que el control de una forma especfica de trabajo podaser al mismo tiempo el control de un grupo especfico de gente dominada (Quijano2000:205). La Encomienda (para los indios) y la esclavizacin (para los afrodescendientes)ilustran la forma como se estableci una tecnologa de dominacin/explotacin (raza/trabajo), que mantuvo su vigencia hasta finales del siglo xx (aunque con nuevas formascomo el terraje).

    Las representaciones de lo negro y lo indgena construidas durante este perodo muestranel lugar que ocuparon estas poblaciones en el discurso de los sectores dominantes, que dediversas maneras se hace presente en los regmenes de representacin en pocas poste-riores. La otredad de indgenas y negros, construida socialmente a lo largo de la historia,ha sido un mecanismo de diferenciacin-minorizacin que soporta y sustenta a la vezsutiles y complejos mecanismos de inclusin-exclusin. Como veremos en el siguientecaptulo, la educacin ha hecho parte de los proyectos mediante los cuales se ha queridoconsolidar los imaginarios de nacin y en ellos el lugar asignado a estas poblaciones.

    Sin embargo, a pesar del sometimiento a un fuerte aparato administrativo e ideolgicode dominacin, indgenas y afrodescendientes expresaron por diversas vas su resistenciaal poder colonialista. En 1781, sectores indgenas participaron de la Revolucin de losComuneros (ocurrida en los Santanderes y Cundinamarca), en alianza con sectores crio-llos y mestizos, llegando a erigir a Ambrosio Pisco como comandante de los indgenas.Por su parte, las poblaciones negras permanentemente crearon palenques y resistieronmediante el cimarronaje y la automanumisin; en 1782 marcharon hacia Santa Fe de

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    Antioquia 5.000 esclavos negros, pidiendo a las autoridades la expedicin de una cdulareal que liberara a los esclavos.21

    Luego del proceso independentista y frente a la necesaria creacin del Estado-nacin moderno que aqul supona, se hizo necesario imaginar de nuevo la sociedadsobre unas bases que permitieran establecer distancia frente a la metrpoli colonizadora,lo que requiri un nuevo rgimen de representacin en el que las poblaciones indias ynegras ocuparon un lugar distinto al del perodo que estaba por acabar. Para dar a cono-cer algunas de las tendencias que afectaron el proceso de constitucin y transformacinde las representaciones sociales sobre poblaciones indgenas y negras, haremos una bre-ve mencin de algunos hechos histricos que sirven de referencia para la comprensin deestas dinmicas en un proceso histrico particular; sin embargo, sera irresponsable cual-quier afn de exhaustividad de nuestra parte en cuanto al ejercicio propiamentehistoriogrfico. Acompaaremos nuestro anlisis con la referencia constante a los exper-tos en estos temas y a su obra.

    El problema de la diferencia en la creacin de la nacin

    El trnsito de una administracin colonialista en manos del imperio espaol a un Estado-nacin moderno no fue fcil ni inmediato.22 La definicin de la forma administrativa delnuevo Estado, sus lmites y los elementos que permitan pensar en una unidad nacional,ocuparon gran parte de los debates de las elites del siglo xix y comienzos del xx. La ideade unidad provena de un imaginario especfico, asociado a los intereses, formas de admi-nistracin, y produccin y circulacin del conocimiento, de aquel sector de la sociedadque ocupaba un lugar dominante en el proceso independentista y la conformacin delnuevo Estado.

    Las bases territoriales para la constitucin de los nuevos Estados nacionales se en-contraron en las formas de divisin administrativa impuestas por la corona espaola, quecorrespondan a la existencia de cierta unidad geogrfica, natural y hasta de presencia desociedades prehispnicas, adems de criterios econmicos y de control militar (JaramilloUribe 2001:262). A pesar de o gracias a- que los nuevos Estados nacionales comenza-ron a constituirse sobre las bases de unos referentes correspondientes a formas creadaspor la administracin colonialista, las lites requeran de unos nuevos imaginarios de so-ciedad que sustentaran su distancia frente al imperio. Era necesaria una identidad parti-cular, propia; era necesario imaginar una nueva comunidad (Anderson 2000).

    21 Ver Pineda (1997:111). Almario (2003:63-86), registra las formas de desesclavizacin de las po-blaciones negras del Pacfico sur durante el perodo final del siglo xviii hasta mediados del xix.

    22 Segn Jaramillo Uribe (2001:265-274), el proceso de formacin del Estado-nacin pas portres etapas, entre los inicios del proceso independentista y la Patria Boba hasta la forma-cin de la Colombia actual.

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    [] tampoco careca el territorio, por lo menos si se piensa en la litedirigente, de una cierta unidad cultural formada por la lengua, reli-gin y un corpus de ideas que las universidades y colegios y semina-rios haban transmitido a sus miembros durante el perodo colonial:jurisprudencia, teologa, retrica y algo de ciencia moderna en laspostrimeras del virreinato (Jaramillo Uribe 2001:265).

    Las lites de la poca debieron afrontar la tensin que significaba la decisin de conformaruna nueva nacin, moderna y republicana, y la necesaria construccin de una identidadsobre bases distintas a aquellas de corte colonialista. Aunque lo particular americano podaser el pasado indgena, ste solo sera retomado posteriormente con el surgimiento delpensamiento indigenista de finales de siglo y comienzos del xx, y por ahora era visto comopoco conveniente para un ideario fundado sobre las premisas de igualdad y el deseo deingresar en la corriente del progreso.

    De todos los smbolos de los que se rodean los Estados nacidos sobre laruinas del imperio espaol, muy pocos evocan a las antiguas civilizacio-nes indgenas, cuyo recuerdo parece haberse desterrado repentinamente.Esas jvenes republicas hacen tabla rasa de la historia para construirnacin sobre la base de principios abstractos inspirados en los EstadosUnidos Jeffersonianos y en la Francia revolucionaria (Favre 1998:31).

    El nacimiento de la repblica de Colombia no se fundamenta en discursos de tipo tnico,incluso cuando en su iconografa aparecen con frecuencia imgenes de lo indio (Pineda1997:112, Wade 1997:65). En sus primeras pocas los nuevos gobiernos mostraron granambigedad en su relacin con las poblaciones indias, en ocasiones incluyndolas en suproyecto nacional y en otras buscando su integracin y desaparicin. Los pocos giros quese dieron en las polticas dirigidas a estas poblaciones buscaban resolver, coyunturalmente,su resistencia al proyecto republicano. La poblacin negra, mientras tanto, permanecaexcluida de las nacientes representaciones de la nacin, no siendo incorporada en suiconografa y manteniendo hasta mediados de siglo su condicin jurdica de esclavizadas.

    Durante el perodo en el cual se da inicio a las luchas independentistas y comienza elproceso de consolidacin del proyecto republicano, las poblaciones de negros esclaviza-dos ocuparon un lugar ambiguo en el proyecto de los sectores dominantes. Almario (2003)estudia este perodo para la regin del Pacfico sur y muestra cmo, durante las luchasindependentistas, los sectores realistas intentaron movilizar sus cuadrillas de esclaviza-dos como parte de su estrategia de resistencia frente a los independentistas y cmo estosltimos buscaron transformar el orden poltico establecido sin modificar el orden social(Almario 2003:99). La instauracin de un nuevo orden poltico no signific la transforma-cin de las relaciones sociales de dominacin de estas poblaciones.

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    El tratamiento jurdico dado a las poblaciones indias y negras en algunas de las primerasleyes expedidas luego del proceso independentista, parece destinado a desaparecerlas dellenguaje oficial de la nacin. En la dcada del veinte del siglo xix, pases como Mxico yPer decretan la abolicin del trmino indio del vocabulario oficial y de las referenciastnicas en los actos pblicos. Es como si hubiera sido necesario borrar toda huella de laotredad, para dar paso al advenimiento de una nueva identidad construida sobre la unidad dela nacin. Aspectos como la propiedad colectiva de la tierra fueron considerados contrariosal desarrollo de la economa y la estabilidad de las instituciones (Ver Wade 1997:64). En1825 Bolvar firma en Cuzco un decreto de reparticin individual de las tierras de usufructocolectivo. En Colombia, la Ley del 11 de octubre de 1821 defini que las comunidadesindgenas no se llamaran ms pueblos de indios sino parroquias de indgenas, permitiel ingreso y residencia de los no indgenas en ellas y previ la disolucin de sus resguardos,que seran entregados a las familias bajo la forma de propiedad privada.23 Aunque la Cons-titucin de 1821 reconoca la ciudadana a los indgenas, los ubicaba en la clase de misera-bles, lo cual les exclua de la posibilidad del voto (Helg 2004:28).24

    Una vez obtenida la independencia y proclamada la repblica, co-mienza entonces la historia contempornea, que va a estar marcadapor lo que bien podra llamarse una ofensiva, antiindgena: las leyesrepublicanas del 11 de octubre de 1821 y el 16 de marzo de 1832decretan para el conjunto del pas la disolucin de los resguardos y latitulacin de las tierras (Gros 1991:208).

    Nombrar o dejar de hacerlo es un acto de poder. Dejar de nombrar a quienes represen-taban la alteridad o cambiar la forma de hacerlo, excluirlos de los discursos oficiales y losdocumentos pblicos, nos habla del poder performativo del lenguaje jurdico al tiempo quenos dice de la manera como el Estado tramita la alteridad en el nuevo proyecto nacional.La unidad no concilia fcilmente con la diferencia; los primeros intentos de construirnacin pasan por el imperativo de negacin de la diferencia. A partir de 1825, loscensos nacionales oficializaron el silencio sobre la raza al no mencionarla entrelos datos registrados (sino de manera parcial y tcita a travs del registro de losesclavos hasta la abolicin en 1851) (Helg 2004:28).

    La ausencia de un tratamiento especfico es un sntoma de la nueva condicin jurdicade estos ciudadanos y de la nueva relacin entre el Estado y la alteridad en la nacin.Este tratamiento, que sufrira diversos cambios durante el perodo, ha sido denunciadocomo el inicio de un ataque constante de los Estados contra indios y descendientes de

    23 Al respecto, Favre plantea que Las comunidades indgenas, consideradas un arcasmocolonial, pierden su personalidad jurdica y su existencia legal [] el indio se convierteas en ciudadano, y deja de existir (Favre 1998:32).

    24 Sobre la inclusin de los indgenas y el inicio del proceso de manumisin de negrosesclavizados en el Congreso de Ccuta de 1821, ver Safford (2002:235).

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    africanos, sus instituciones y formas de organizacin. El perodo de surgimiento de losEstados nacionales supone una forma de inclusin, pero en una nueva categora y unnuevo estatus jurdico: el de ciudadanos.

    La creacin de un marco normativo para la consolidacin del naciente Estado-nacinincluy el debate sobre el tratamiento que ahora debera darse a las poblaciones queconformaron la otredad durante el perodo colonialista. La Constitucin de 1821 y lalegislacin que la sucedi, revelan el afn de las lites por consolidar una repblica decorte liberal en la que debera imperar el principio de igualdad a la que deberan acceder,as fuera gradualmente, todos los ciudadanos. Al tiempo que se prevea la liquidacin delos resguardos, se abola progresivamente la esclavizacin mediante la manumisin departos, aunque se la mantena hasta los 18 aos y se permita el trfico nacional depersonas esclavizadas (Helg 2004:28).25

    No slo los miembros de las lites criollas expusieron sus argumentos en los debatesdel momento. Jaramillo Uribe (2001) cita el memorial suscrito por un hombre esclaviza-do, de Mompox, quien alega la igualdad de los hombres en virtud de su comn origendivino; dice el citado Jos de Castro:

    Yo que soy ignorante me admiro, seores, que haya pensamiento quediscurra puedan hacerse granjeras con un semejante, con un cristia-no y con un hijo de Dios. Porque en tal caso, atendiendo aquel reco-mendado precepto que nos encarg Jesucristo Nuestro Seor de queamemos a los prjimos como a nosotros mismos, era preciso decir queera falta de doctrina o que los siervos y esclavos no eran hijos deDios, como los libres (En Jaramillo Uribe 2001:178-179).

    Como es lgico, son escasos los argumentos registrados de las voces de los propiosafectados, y solo podemos recurrir la mayor de las veces a documentos escritos por losadministradores y/o personas letradas, lo que restringe nuestro conocimiento sobre elproblema a la mirada dominante. La participacin de los sectores subalternos en algunoshechos histricos de la poca estuvo comnmente asociada a los intereses de los secto-res dominantes y no pocas veces fue objeto de reacciones represivas.

    La guerra de 1839-1841, en la que tomaron parte como insurrectos mu-chos indgenas y esclavos, dio lugar a la expedicin por los vencedores,de la Constitucin autoritaria de 1843 y a las leyes de represin de escla-vos. Aunque la Constitucin de 1843, expedida en nombre de Dios Pa-dre, Hijo y Espiritu Santo, en el artculo 2 hiciera declaracin democr-

    25 Los debates sobre la liberacin de esclavizados alimentaron reflexiones de diferente orden,entre ellos argumentos de orden jurdico, filosfico y hasta econmico. Al respecto verJaramillo Uribe 2001, en especial 176-191.

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    tica en el sentido de que la nacin granadina no es ni ser nuncapatrimonio de ninguna familia ni persona, lo cierto es que miles de fami-lias esclavas siguieron siendo patrimonio de personas. La Ley 21, de juliode 1821, haba decretado la libertad de vientres y haba suprimido la tratade esclavos hacia el exterior. Sin embargo, para los libertos hijos de escla-vos que nacieran con posterioridad a dicha ley, sta estableci que debe-ran permanecer sirviendo a los amos de sus madres hasta la edad de losdiez y ocho aos, con el fin de indemnizar a stos los gastos de alimenta-cin y vestido durante el periodo de sujecin. [...] Como complemento fueexpedida la Ley 22 de junio 1843, sobre medidas represivas de los movi-mientos sediciosos de esclavos, que derog la prohibicin de la Ley 22,de junio de 1821 sobre la trata de esclavos (Tirado 1989:158).

    La resistencia que gener la abolicin legal de la esclavizacin entre ciertos sectoressociales de la poca no obedeci slo a sus consecuencias en el plano econmico. Ha-cer igual el esclavo y el indio al amo, as fuera slo ante la ley, era dar un golpe a lasjerarquas en las que se basaba gran parte del poder poltico de la aristocracia criolla(Tirado 1989:161). Para la poblacin negra esclavizada la abolicin encerraba una tristeparadoja: al ser modificada su condicin legal y adquirir formalmente nuevos derechos,se vieron libres, pero efectivamente carentes de los medios para garantizar una vidadigna. De esta manera los hombres y mujeres liberados de la esclavizacin se hicieronciudadanos de la nueva repblica. A partir de 1851, la desigual condicin social y jurdicade las poblaciones negras en el pas se hace notoria, lo que ha llevado a que se denunciecon frecuencia su invisibilizacin (Friedemann 1984).

    La abolicin legal de la esclavizacin y el declive de la economa minera en regiones comoel Pacfico generaron condiciones para un mayor aislamiento de las poblaciones negras que, apesar de haber estado hasta entonces vinculadas a la economa regional, no lo haban hechoen condiciones de autonoma sino sujetas a la administracin esclavista. Este relativo aisla-miento permiti a su vez la emergencia de nuevas formas de organizacin y la consolidacinde procesos de territorializacin de estas poblaciones, al menos en el caso del Pacfico sur,tal como ha sido documentado por Almario (2003:63-86). Dicha territorializacin estuvoasociada a las dinmicas de desesclavizacin (Almario 2003) que, en su mutua influencia,permitieron a los grupos negros de la regin ir consolidando un proceso de etnognesis quepodra estar en la base de las actuales formas de representacin tnica del presente.

    Las reformas de mediados de siglo se enmarcaron en un nuevo intento por construir lanacin sobre la base de una identidad indgena, aunque simultneamente se discriminaba alindgena de carne y hueso. Ms adelante, la Constitucin de 1886 marc un nuevo momen-to en el ordenamiento jurdico colombiano y en cuanto al lugar que las poblaciones negras eindgenas ocuparon en l, que constituye un retorno a la tradicin hispanista y eltiempo de la filosofa tomista, la nacin colombiana es percibida [] blanca, catli-ca y cuya lengua natural es el habla castellana (Pineda 1997:113). En su texto, la

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