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27/11/13 EduBook3D online edubook.vicensvivesdigital.com/index.html#_ap?l=178&t=37108&a=37112&v=20131112 1/2 La pequeña cerillera Lectura Nevaba y hacía un frío espantoso. Era la última noche del año, Nochevieja. En medio de aquel frío y aquella oscuridad, una niña caminaba por la calle descalza. Bien es verdad que al salir de casa llevaba zapatillas, pero ¿de qué le habían servido? Eran unas zapatillas enormes que habían pertenecido a su madre, y le quedaban tan grandes que la niña las había perdido al cruzar la calle corriendo porque dos coches pasaban a toda velocidad. Una zapatilla no la pudo encontrar, y la otra se la llevó un chico que echó a correr mientras decía que la pensaba usar como cuna cuando tuviese hijos. Así pues, la niña caminaba con los piececitos descalzos, que se le estaban amoratando de frío. En su viejo delantal llevaba varios manojos de cerillas, y en la mano sostenía un puñado. En todo el día nadie le había comprado un solo manojo ni le había dado un solo céntimo. Estaba helada y muerta de hambre. Gruesos copos de nieve caían sobre su largo cabello rubio, que se le ensortijaba formando preciosos rizos dorados; pero en ese momento no estaba pensando en su apariencia. Las ventanas estaban todas iluminadas y hasta la calle llegaba un delicioso olor de ganso asado. ¡Claro, como que era Nochevieja!, y eso es lo que en realidad estaba pensando. En un rincón entre dos casas, la niña se acurrucó en el suelo. Se sentó encima de las piernas para entrar en calor, pero aún sintió más frío. Sin embargo, no se atrevía a volver a casa porque estaba segura de que su padre le pegaría por no haber vendido una sola cerilla ni haber conseguido un solo céntimo. La niña tenía las manos frías. ¡Ah, si encendiera una cerilla, algo se calentaría…! Si tan solo se atreviese a sacar una del manojo y rascarla contra la pared para calentarse los dedos… Sacó una. "¡Ris!". ¡Oh, cómo chisporroteaba, cómo calentaba! Era una llama caliente y clara, y al rodearla con su mano le pareció como una velita, pero una velita muy curiosa, porque la niña se imaginó que estaba sentada ante una gran estufa de hierro con resplandecientes adornos y bolas de latón. El fuego ardía vivamente y calentaba que daba gusto. Pero ¿qué era aquello? La niña había estirado también los pies para calentárselos cuando de pronto la llama se apagó y la estufa se desvaneció. Y allí que se quedó ella, sentada, con un cabo de cerilla en la mano. Rascó otra cerilla contra la pared. Se encendió la llama, resplandeció, y la parte del muro donde se proyectaba la luz se hizo transparente como una gasa; y a través de ella la niña vio una sala cuya mesa estaba puesta con un blanquísimo mantel y una vajilla de fina porcelana. Sobre la mesa humeaba un ganso asado, que saltó de la fuente al suelo y se fue contoneando hacia la pobre niña. En ese preciso instante la cerilla se apagó y ya no se pudo ver más que el blanco y frío muro. Encendió otra. Entonces se encontró sentada bajo un precioso árbol de Navidad, más grande aún y más adornado que el que había visto la pasada Navidad a través del cristal de la puerta del rico comerciante. Un millar de velas ardían en las verdes ramas, y estampas coloreadas, como las que adornan los escaparates, la contemplaban. La niña estiró los brazos… y la cerilla se apagó. Pero las velas del árbol ascendieron muy alto en el cielo hasta que se convirtieron en brillantes estrellas. Una de ellas cayó, dibujando en el cielo una larga estela de fuego. A A A Índice (#_tm?l=178&v=20131112)Lengua 5. Lengua castellana y literatura La pequeña cerillera 3 A R i 1 2 3 4 5 6 7 F E Tabla de contenidos Antes de empezar Resúmenes Introducción La pequeña cerillera Prelectura. Lectura comprensiva La expresión de opiniones La formación de adjetivos. Palabras acerca delEl adjetivo La acentuación de diptongos e hiatos Los anuncios publicitarios Actividades finales Evaluación final Actividades Calificaciones Enlaces

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edubook.vicensvivesdigital.com/index.html#_ap?l=178&t=37108&a=37112&v=20131112 1/2

La pequeña cerillera

Lectura

Nevaba y hacía un frío espantoso. Era la última noche del año, Nochevieja. En medio de

aquel frío y aquella oscuridad, una niña caminaba por la calle descalza. Bien es verdad que al

salir de casa llevaba zapatillas, pero ¿de qué le habían servido? Eran unas zapatillas

enormes que habían pertenecido a su madre, y le quedaban tan grandes que la niña las

había perdido al cruzar la calle corriendo porque dos coches pasaban a toda velocidad. Una

zapatilla no la pudo encontrar, y la otra se la llevó un chico que echó a correr mientras decía

que la pensaba usar como cuna cuando tuviese hijos.

Así pues, la niña caminaba con los piececitos descalzos, que se le estaban amoratando de

frío. En su viejo delantal llevaba varios manojos de cerillas, y en la mano sostenía un puñado.

En todo el día nadie le había comprado un solo manojo ni le había dado un solo céntimo.

Estaba helada y muerta de hambre. Gruesos copos de nieve caían sobre su largo cabello

rubio, que se le ensortijaba formando preciosos rizos dorados; pero en ese momento no

estaba pensando en su apariencia. Las ventanas estaban todas iluminadas y hasta la calle

llegaba un delicioso olor de ganso asado. ¡Claro, como que era Nochevieja!, y eso es lo que

en realidad estaba pensando.

En un rincón entre dos casas, la niña se acurrucó en el suelo. Se sentó encima de las

piernas para entrar en calor, pero aún sintió más frío. Sin embargo, no se atrevía a volver a casa porque estaba segura de que su padre le

pegaría por no haber vendido una sola cerilla ni haber conseguido un solo céntimo.

La niña tenía las manos frías. ¡Ah, si encendiera una cerilla, algo se calentaría…! Si tan

solo se atreviese a sacar una del manojo y rascarla contra la pared para calentarse los

dedos… Sacó una. "¡Ris!". ¡Oh, cómo chisporroteaba, cómo calentaba! Era una llama

caliente y clara, y al rodearla con su mano le pareció como una velita, pero una velita muy

curiosa, porque la niña se imaginó que estaba sentada ante una gran estufa de hierro con

resplandecientes adornos y bolas de latón. El fuego ardía vivamente y calentaba que daba

gusto. Pero ¿qué era aquello? La niña había estirado también los pies para calentárselos

cuando de pronto la llama se apagó y la estufa se desvaneció. Y allí que se quedó ella,

sentada, con un cabo de cerilla en la mano.

Rascó otra cerilla contra la pared. Se encendió la llama, resplandeció, y la parte del muro

donde se proyectaba la luz se hizo transparente como una gasa; y a través de ella la niña vio

una sala cuya mesa estaba puesta con un blanquísimo mantel y una vajilla de fina porcelana.

Sobre la mesa humeaba un ganso asado, que saltó de la fuente al suelo y se fue

contoneando hacia la pobre niña. En ese preciso instante la cerilla se apagó y ya no se pudo

ver más que el blanco y frío muro.

Encendió otra. Entonces se encontró sentada bajo un precioso árbol de Navidad, más grande aún y más adornado que el que había

visto la pasada Navidad a través del cristal de la puerta del rico comerciante. Un millar de velas ardían en las verdes ramas, y estampas

coloreadas, como las que adornan los escaparates, la contemplaban. La niña estiró los brazos… y la cerilla se apagó.

Pero las velas del árbol ascendieron muy alto en el cielo hasta que se convirtieron en brillantes estrellas. Una de ellas cayó, dibujando en

el cielo una larga estela de fuego.

A A A Índice (#_tm?l=178&v=20131112)Lengua 5. Lengua castellana y literatura

La pequeña cerillera3

A

R

i

1

2

3

4

5

6

7

F

E

Tabla de contenidos

Antes de empezar

Resúmenes

Introducción

La pequeña cerillera

Prelectura. Lectura comprensiva

La expresión de opiniones

La formación de adjetivos. Palabras acerca del…

El adjetivo

La acentuación de diptongos e hiatos

Los anuncios publicitarios

Actividades finales

Evaluación final

Actividades Calificaciones Enlaces

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27/11/13 EduBook3D online

edubook.vicensvivesdigital.com/index.html#_ap?l=178&t=37108&a=37112&v=20131112 2/2

–Alguien se está muriendo –dijo la niña, porque su difunta abuela, la única persona que había sido buena con ella, le había dicho:

"Cuando una estrella cae, un alma sube al cielo".

Una vez más rascó contra el muro una cerilla que desprendió un enorme resplandor. Y en el

centro apareció su abuela.

–¡Abuelita! –gritó la niña–. ¡Oh, llévame contigo! Sé que desaparecerás cuando se apague

la cerilla.

Y se apresuró a encender todas las cerillas del manojo porque no quería perder a su

abuelita. La abuelita tomó a la niña en sus brazos y se la llevó volando hacia las alturas, por

un camino donde no había frío, ni hambre, ni miedo.

Pero en la fría madrugada encontraron a la niña sentada en la calle, con las mejillas

sonrosadas y una sonrisa en los labios: había muerto congelada la última noche del viejo año.

–Intentaba calentarse –dijo la gente.

H. C. ANDERSEN: "La pequeña cerillera" (adaptación), El ruiseñor y otros cuentos. Barcelona,

Vicens Vives, 2008.

Actividades

Antes de leer

3

Indica. Comprensión lectora

1

Escribe. Comportamiento de los personajes

1

Identifica. Elementos relacionados con Nochevieja

1

Indica. Clase de lectura

1

Escribe. Elementos de la narración

1

Indica. ¿Cuándo ocurre?

1

Indica. Personajes

1

Opina. Niños trabajadores

1

Investiga. Declaración de los Derechos de la Infancia

1

Enlaces

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Notas

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