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Nuestra Tierra Número 8 Otoño 2007 página 2 Editorial ¿Cuántas veces nos hemos topado con esas pequeñas aves que revolotean velozmente? ¿Que aletean de tal modo que no alcanzamos a distinguir sus alas. E invariablemente, atrapan nuestra atención y, claro, nues- tra admiración? Me refiero a los colibríes, también conocidos como chuparrosas. No sólo es su movimien- to, sino también sus vivos colores. En este número, Karen Krebbs y colegas nos presentan a estas intere- santes criaturas y nos explican la importancia que tienen como excelentes polinizadores. Su largo y del- gado pico sirve para llevar el polen de una flor a otra. Pero además, tienen comportamientos migratorios muy variables, ya que algunas especies migran gran- des distancias de norte a sur y viceversa durante el año. Otras especies solo recorren pequeñas distancias en los cambios de estación, moviéndose más que en latitud, en altitud. Seguramente aprendieron que hacia falta volar grandes distancias para obtener el alimento necesario. Los invito a leer este trabajo, escrito de ma- nera muy sencilla y agradable. Nuevamente, Noemí Bañuelos y Patricia Salido nos platican de la etnobotánica. Palabra extraña que nos puede decir muy poco, pero que tiene una gran impor- tancia como ciencia para comprender la estrecha e in- evitable relación que tiene el ser humano con su entor- no, sea con las plantas, con los animales o con la mis- ma Tierra. Es notable que con todo el progreso que tenemos como seres humano y como sociedad nos hemos ido desligando de la naturaleza; de su impor- tancia para la vida humana. Las grandes ciudades, el desarrollo tecnológico nos alejan del paisaje natural. También es notable, como la misma sociedad, quizá de manera atávica, regresa al empleo de las plantas como remedios a sus malestares. Incluso en sociedades muy desarrolladas, como los países europeos, la gente pre- fiere la medicina natural, homeopática a la alopática. Quizá también tenga mucho qué ver los costos de las medicinas, que se han elevado de manera exagerada. Finalmente, y sin dejar el tema anterior, Yankuic Galván y colegas nos presentan un tema histórico sobre el jardín botánico de Tezcutzinco. Es interesante ver cómo en las culturas precolombinas utilizaban las plantas para muchas cosas. No sólo como alimento, sino también como remedio. Pero además, y eso es lo más interesante del tema, las coleccionaban en un jardín y las estudiaban. Al igual que tantos otros fenó- menos naturales que les afectaban de una u otra ma- nera. Netzahualcóyotl no solo fue un rey conquistador; fue además filósofo, poeta y astrónomo. Viendo las imágenes que acompañan este trabajo, como geólogo no dejo de admirar las obras labradas en una serie de rocas volcánicas, las cuales forman el cerro. Además, las obras civiles desarrolladas para proveer de agua a este lugar. Sin duda, muestra del alto grado de desar- rollo que tenía esta sociedad. No olvidemos que hicie- ron un sistema de diques para separar las aguas salo- bres del lago de Texcoco y las dulces del lago Xochi- milco y evitar inundaciones. Es tiempo de unos pequeños cambios en Nuestra Tierra. A partir del próximo número, la Dra. Peñalba, quien forma parte del comité editorial, tomará mi lugar. Ella será editora en jefe de la revista. Seguiré colaborando con el comité, aunque sea de manera externa. Pensamos, todos los miembros de este comité editorial, que Nuestra Tierra es una publicación que debe continuar. El paisaje editorial en México apenas empieza a poblarse de publicaciones de divulgación científica editadas aquí. Debemos procurar que sigan creciendo, no sólo en calidad sino también en número. Estoy seguro que la Dra. Peñalba sabrá darle un impulso a Nuestra Tierra, necesario para que siga evolucionando. César Jacques Ayala Editor Contenido Editorial ............................................................................. 2 Conservación en movimiento. La migración de chuparrosas en Sonora (K. Krebbs, Th. R. Van Devender y F. Molina-Freaner) .................................. 3 La etnobotánica en Sonora: una ciencia soslayada (N. Bañuelos Flores y P. Salido Araiza) .................... 7 El jardín botánico del Tezcutzinco (Y. M. Galván- Miyoshi, C. E. Muench-Spitzer y H. Beraldi-Campesi) ..................................................... 10 Portada. Chuparrosa bigotuda (Calypte costae) visitando flores de Justicia candicans. Foto de Jim Flynn.

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Nuestra Tierra • Número 8 • Otoño 2007 • página 2

Editorial¿Cuántas veces nos hemos

topado con esas pequeñas avesque revolotean velozmente?¿Que aletean de tal modo queno alcanzamos a distinguir susalas. E invariablemente, atrapannuestra atención y, claro, nues-

tra admiración? Me refiero a los colibríes, tambiénconocidos como chuparrosas. No sólo es su movimien-to, sino también sus vivos colores. En este número,Karen Krebbs y colegas nos presentan a estas intere-santes criaturas y nos explican la importancia quetienen como excelentes polinizadores. Su largo y del-gado pico sirve para llevar el polen de una flor a otra.Pero además, tienen comportamientos migratoriosmuy variables, ya que algunas especies migran gran-des distancias de norte a sur y viceversa durante elaño. Otras especies solo recorren pequeñas distanciasen los cambios de estación, moviéndose más que enlatitud, en altitud. Seguramente aprendieron que haciafalta volar grandes distancias para obtener el alimentonecesario. Los invito a leer este trabajo, escrito de ma-nera muy sencilla y agradable.

Nuevamente, Noemí Bañuelos y Patricia Salido nosplatican de la etnobotánica. Palabra extraña que nospuede decir muy poco, pero que tiene una gran impor-tancia como ciencia para comprender la estrecha e in-evitable relación que tiene el ser humano con su entor-no, sea con las plantas, con los animales o con la mis-ma Tierra. Es notable que con todo el progreso quetenemos como seres humano y como sociedad noshemos ido desligando de la naturaleza; de su impor-tancia para la vida humana. Las grandes ciudades, eldesarrollo tecnológico nos alejan del paisaje natural.También es notable, como la misma sociedad, quizá demanera atávica, regresa al empleo de las plantas comoremedios a sus malestares. Incluso en sociedades muydesarrolladas, como los países europeos, la gente pre-fiere la medicina natural, homeopática a la alopática.Quizá también tenga mucho qué ver los costos de lasmedicinas, que se han elevado de manera exagerada.

Finalmente, y sin dejar el tema anterior, YankuicGalván y colegas nos presentan un tema históricosobre el jardín botánico de Tezcutzinco. Es interesantever cómo en las culturas precolombinas utilizaban lasplantas para muchas cosas. No sólo como alimento,sino también como remedio. Pero además, y eso es lo

más interesante del tema, las coleccionaban en unjardín y las estudiaban. Al igual que tantos otros fenó-menos naturales que les afectaban de una u otra ma-nera. Netzahualcóyotl no solo fue un rey conquistador;fue además filósofo, poeta y astrónomo. Viendo lasimágenes que acompañan este trabajo, como geólogono dejo de admirar las obras labradas en una serie derocas volcánicas, las cuales forman el cerro. Además,las obras civiles desarrolladas para proveer de agua aeste lugar. Sin duda, muestra del alto grado de desar-rollo que tenía esta sociedad. No olvidemos que hicie-ron un sistema de diques para separar las aguas salo-bres del lago de Texcoco y las dulces del lago Xochi-milco y evitar inundaciones.

Es tiempo de unos pequeños cambios en NuestraTierra. A partir del próximo número, la Dra. Peñalba,quien forma parte del comité editorial, tomará milugar. Ella será editora en jefe de la revista. Seguirécolaborando con el comité, aunque sea de maneraexterna. Pensamos, todos los miembros de este comitéeditorial, que Nuestra Tierra es una publicación quedebe continuar. El paisaje editorial en México apenasempieza a poblarse de publicaciones de divulgacióncientífica editadas aquí. Debemos procurar que sigancreciendo, no sólo en calidad sino también en número.Estoy seguro que la Dra. Peñalba sabrá darle unimpulso a Nuestra Tierra, necesario para que sigaevolucionando.

César Jacques AyalaEditor

ContenidoEditorial ............................................................................. 2Conservación en movimiento. La migración de

chuparrosas en Sonora (K. Krebbs, Th. R. VanDevender y F. Molina-Freaner) .................................. 3

La etnobotánica en Sonora: una ciencia soslayada(N. Bañuelos Flores y P. Salido Araiza) .................... 7

El jardín botánico del Tezcutzinco (Y. M. Galván-Miyoshi, C. E. Muench-Spitzer yH. Beraldi-Campesi) ..................................................... 10

Portada. Chuparrosa bigotuda (Calypte costae) visitandoflores de Justicia candicans. Foto de Jim Flynn.

Nuestra Tierra • Número 8 • Otoño 2007 • página 3

DirectorioUNAM

Dr. José Narro RoblesRector

Sergio Alcocer Martínez de CastroSecretario General

Juan José Pérez CastañedaSecretario Administrativo

Dr. René Drucker ColínCoordinador de la Investigación Científica

Dr. Gustavo Tolson JonesDirector del Instituto de Geología

Dr. Héctor Arita WatanabeDirector del Instituto de Ecología

Dr. Thierry CalmusJefe de la Estación Regional del Noroeste

NUESTRA TIERRA

Dr. César Jacques AyalaEditor

Dra. Ma. Cristina PeñalbaDr. Martín Valencia Moreno

Editores Asociados

Dr. Hannes LöserEditor Técnico y Diseño

Nuestra Tierra es una publicación de la EstaciónRegional del Noroeste, institutos de Geología yEcología, que aparece semestralmente en primaveray otoño de cada año.

Estación Regional del NoroesteBlvd. L. D. Colosio s/n y Madrid

Campus UniSon83000 Hermosillo, Sonora, México

Tel. (662) 217-5019, Fax (662) [email protected]

http://www.geologia-son.unam.mx/nt.htm

ISSN 1665-945XImpresión: 500 ejemplaresPrecio: $ 15.00

En caso de utilizar algún contenido de esta publicación, porfavor citar la fuente de origen. El contenido de los trabajosqueda bajo la responsabilidad de los autores.

Ecología

Conservación enmovimiento

La migración de chuparrosas en Sonora

IntroducciónLas chuparrosas capturan nuestra imaginación con

sus deslumbrantes colores como piedras preciosas, susvalientes personalidades y su capacidad de vueloúnica. No puedes ignorar su gusto por la vida o suenergía interminable cuando zumban de flor en florcomo pequeños arco iris con alas. Las chuparrosasviven solamente en el Continente Americano y haycerca de 340 especies desde la punta de América delSur hasta el sur del Canadá. Dieciséis de éstas seencuentran en Sonora en el noroeste de México. En laslatitudes tropicales donde las plantas florecen todo elaño, no tienen necesidad de emigrar, pero en las áreasdonde las estaciones son más marcadas, las regionesde las chuparrosas son más dinámicas debido a queellas buscan flores con néctar abundante.

En el Desierto Sonorense del centro de Sonora, gran-des áreas del matorral del desierto han sido converti-das en pastizales de zacate buffel (Pennisetum ciliare).Está claro que hay una necesidad de estudio y pro-tección de estos polinizadores importantes.

Figura 1. Macho de la chuparrosa tornasol (Cynanthuslatirostris). Foto de Jim Flynn.

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Figura 2. Hembra de la chuparrosa bigotuda o Costa (Calyptecostae) en su nido. Foto de Jim Flynn.

Las flores de colores brillantes y las resplandecienteschuparrosas bailan un alocado tango evolucionariocuando los polinizadores hambrientos siguen estacio-nes de floración consecutivas, a lo largo de rutas enescalas locales a continentales. Para algunas especies,el cambio estacional en territorio puede ser un simplemovimiento en elevación al subir y bajar una sierra. EnSonora, la chuparrosa tornasol (Cynanthus latirostris) sealimenta del ocotillo (Fouquieria splendens) en el desier-to en abril y de salvias (Salvia spp.) en los bosques deencino de una sierra de las ‘islas del cielo’en agosto.Algunas especies como la chuparrosa de copete lila oblanquita (Amazilia violiceps) extienden su territoriodistancias modestas de Sonora a Arizona en los mesesde verano. Otras chuparrosas que se encuentran enEstados Unidos emigran miles de kilómetros dos vecesal año. La cobriza (Selasphorus rufus), la cola ancha(Selasphorus platycercus), la cabeza prieta o barbinegra(Archilochus alexandra) y otras chuparrosas emigrandesde su territorio invernal en Colima y Jalisco aloccidente de México a su territorio de anidación vera-niego en el Pacífico Noroeste, ya sea en el Canadá o enAlaska. Antes de emigrar, las chuparrosas se vuelvenunas maquinitas comedoras voraces y pueden subir

del 25 al 50% del total de su peso en grasa, esto en sólounos cuantos días. Las reservas de grasa abastecen decombustible para el largo viaje, produciendo el doblede energía y agua que los carbohidratos y proteínas.¡Es casi inconcebible que una chuparrosa pueda volarde 800 hasta cerca de 1000 km por 20 o 24 horas sinparar para cargar combustible!

ConservaciónConservar una especie migratoria es como tratar de

pintar un blanco en movimiento. Las chuparrosasviven en áreas geográficas diferentes en varias tempo-radas del año y los hábitats críticos para su supervi-vencia pueden estar amenazados en cualquier lugar alo largo de sus rutas de migración. Muchas de ellasemigran a lo largo de la costa, donde los desarrollosturísticos y habitacionales, granjas camaroneras ycarreteras costeras disminuyen los sitios de descansodisponibles en los hábitats naturales. En las llanurascosteras del sur de Sonora y gran parte de Sinaloa,inmensas áreas de matorral espinoso de piedemonte yselva baja caducifolia han sido desmontadas para laagricultura comercial en gran escala.

Figura 3. Hembra de la chuparrosa bigotuda (Calyptecostae). Foto de Jim Flynn.

En un día esplendoroso de abril del 2000, RubénCoronado, un ranchero de 65 años, alto, con buenacondición física, de cara amable tostada por el sol, yClarisa, su nieta de cuatro años, observaron con granadmiración cómo las chuparrosas recién anilladasposadas en sus manos sacudieron sus alas y volaron.Ruth Russell había terminado de tomar medidas deta-lladas de una docena de aves capturadas en redes de

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niebla y trampas, y estaba compartiendo las maravillasde las chuparrosas con nuestros amigos del Rancho LaPalmita.

Figura 4. Chuparrosa cabeza violeta (Amazilia violiceps).Foto de Jim Flynn.

Esta gozosa introducción de gente sencilla a lasextraordinarias joyas del vuelo sucedió en una de las15 excursiones para observar chuparrosas cobrizas enSonora, realizadas de 1999 al 2003, durante el Progra-ma de Polinizadores Migratorios (PPM) patrocinadopor la Turner Foundation y el National Fish and Wild-life Service de Estados Unidos, y operado por el Museodel Desierto con la ayuda y cooperación de variasinstituciones e individuos (ver www.desertmuseum.org/pollination/).

Cada año, la chuparrosa cobriza viaja de ida y vuel-ta desde el sur de México a Alaska, la migración máslarga de un ave comparada con el tamaño de su cuer-po. Observadores de chuparrosas con bastante expe-riencia como Bill y Lorene Calder, Steve y RuthRussell, Susan Wethington, Lee Rodgers, personal delMuseo del Desierto, colaboradores sonorenses ymuchos otros observaron a estas carismáticas avesmaratónicas en áreas de Hermosillo a Yécora, a lolargo de un transecto de elevación desde matorral delDesierto Sonorense, pasando por matorral espinoso depiedemonte y selva baja caducifolia hasta los bosquesde encino y de pino-encino en la Sierra Madre Occi-dental. Los equipos del PPM visitaron cada áreadurante las migraciones de primavera y de final del

verano, así como en el invierno y principios del vera-no, y observaron gran variedad de chuparrosas paraentender mejor la dinámica de sus comunidadeslocales.

En una mañana de septiembre vimos 12 especiesvisitando un mirto (Stachys coccinea), lo que refleja laextraordinaria diversidad de chuparrosas en la SierraMadre durante la migración de otoño. También regis-tramos la rara presencia de la chuparrosa bigotuda ocosta (Calypte costae) en bosque de pino-encino yvimos anidando a la cola canela (Amazilia beryllina), lacejita blanca (Hylocharis leucotis), la tornasol y la bigo-tuda.

Figura 5. Inflorescencia de ocotillo (Fouquieria splendens),mostrando las flores polinizadas por chuparrosas. Foto deMark Dimmit.

Como resultado del PPM se identificaron tres cor-redores de migración hacia el norte usados por la chu-parrosa cobriza en la primavera: el Corredor de laCosta del Golfo a lo largo del Golfo de California, elCorredor de las Planicies de Sonora en el DesiertoSonorense del centro de Sonora y el Corredor de Pie-demonte en el matorral espinoso de piedemonte en lascolinas bajas de la base de la Sierra Madre más al este.Durante la migración hacia el sur en agosto y septiem-

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bre, la chuparrosa cobriza usa los corredores de laCosta del Pacífico y las Montañas Rocallosas, aunqueun gran número de ellas también pasan por las eleva-ciones bajas de la región del Desierto Sonorense, entreesos corredores de néctar. En total, cerca de 1000observaciones mejoraron en gran medida nuestroconocimiento de las migraciones de chuparrosas enSonora, pero también nos mostraron que la ubicaciónde los corredores y el ritmo de movimientos son vari-ables. Las chuparrosas fueron observadas visitando 98especies de plantas en Sonora, 46 de éstas a lo largodel transecto del este de Sonora. Aunque las plantascon flores rojas fueron las más visitadas, las chupar-rosas también se observaron en muchas con floresamarillas, moradas y blancas como es típico de lostrópicos. Como es de esperarse, con el paso de las mi-grantes, en las comunidades de chuparrosas aumen-taron la cantidad de especies y la competencia por elnéctar de las flores.

Los mecanismos del PPM del museo también inclu-yeron componentes educativos importantes. Un totalde 67 presentaciones sobre polinizadores migratorios yla historia natural del Desierto Sonorense se ofrecierona más de 1500 alumnos en 22 escuelas a lo largo decorredores potencialespara la migración dechuparrosas en Sono-ra. Y las observacionesde los alumnos, maes-tros y personal delmuseo en los bebede-ros para chuparrosasagregaron datos im-portantes sobre sumigración.

El éxito del Progra-ma de PolinizadoresMigratorios fue el re-sultado de la colabora-ción o apoyo de mu-chos individuos y or-ganizaciones a amboslados de la frontera:universidades, organi-zaciones de conserva-ción, tribus indígenas,fundaciones y la ini-

ciativa privada. Varias personas dieron consejosvaliosos o apoyo técnico, entre los que se incluyen lossocios públicos y científicos del Museo del Desierto.

Por medio de la investigación y la educación en laregión del Desierto Sonorense, el Museo del Desierto ysus socios sonorenses continuarán aprendiendo sobrelos polinizadores migratorios para enseñar al públicosobre las chuparrosas y su papel en la polinización yfomentar la conservación a través de la identificación yprotección de extensiones importantes de plantas connéctar alimenticio y de los hábitats donde hacen escalaestas aves migratorias.

Traducido por Ana Lilia Reina Guerrero, Arizona-Sonora Desert Museum, Tucson, Arizona. Original eninglés publicado en Sonorensis, vol. 25, núm.1, inviernode 2005, pp. 16-19.

AutoresKaren Krebbs y Thomas R. Van Devender, Arizona-SonoraDesert Museum, Tucson, Arizona; Francisco Molina-Freaner,Estación Regional del Noroeste, Instituto de Ecología,UNAM; Eduardo Gómez-Limón, Monte Sonorense, A.C.;[email protected].

Figura 6. Flor de cina (Stenocereus alamosensis). Las flores de este cacto son polinizadas porchuparrosas. Foto de Mark Dimmitt.

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Etnobotánica

La etnobotánica enSonora: una ciencia

soslayada“Río mayo, río precioso […] hoy no hay

aquello y mañana menos, mi abuelita ya nocuece quelites, pues ya se acabaron los

chichiquelites, mi abuelita, no tienecanastas, pues de sauces ya no hay nada,ya quemaron los carrizos, mi abuelita no

hace fiestas buenas, pues si ya no hayálamos […] no tengo flor, me falta, yo

carezco de alegría […] a la orilla del ríojugaba ayer, los frutos de los zapotes por

sobre el agua hacía correr […] ya no puedomás, pues es mucho, todo mi bosque ya se

ha muerto”.(Daniel Valenzuela, indígena Mayo)

Introducción

Figura 1. Los portadores del conocimiento.Rostros invisibles en la etnobotánica sonorense.Foto Antolín Vázquez Valenzuela.

Sin lugar a dudas, las palabras de este sonorenseson verdaderamente contundentes para entender laesencia y vinculación de las plantas en la vida de lassociedades indígenas. También reflejan la preocupa-ción latente por la pérdida de sus conocimientos ycultura, la desaparición de sus bosques. Las plantastrascienden con facilidad diversos espacios de la vidacotidiana de estas sociedades. La forma en que los

individuos han utilizado los recursos vegetales esparte integral de la cultura de un pueblo. Las plantasson más que materias primas de las que se obtienenalimentos, medicinas y diversos materiales; detrás desu uso también podemos observar costumbres, hábi-tos, creencias, conductas, valores morales y formas depensar de una sociedad. Existe un entrecruzamientoentre los usos de las plantas y sus significados cultu-rales que es necesario comprender.

Figura 2. Los desmontes, cicatrices más allá de la tierra.Foto Noemí Bañuelos Flores.

A pesar de su importancia, la etnobotánica ha sidoun tema escasamente estudiado por los investigadoressonorenses. Lo grave es que día a día, no sólo desapa-recen de nuestro planeta una gran cantidad de recur-sos naturales sino también están en riesgo las formasde transmisión de estos conocimientos. Estos saberesquizá podrían constituir la base para diseñar estra-tegias de conservación y manejo sustentable de losrecursos naturales. En este contexto, el presente trabajoes una invitación a reflexionar sobre la situación de laetnobotánica en Sonora. Intentamos centrar la discu-sión en torno a cómo se han llevado a cabo los estudiosetnobotánicos en las comunidades indígenas y campe-sinas sonorenses.

La etnobotánica, básicamente, se encarga de estu-diar las relaciones entre las sociedades humanas y lasplantas. Como ciencia interdisciplinaria obliga a llevara cabo trabajos de investigación analíticos e integrales,con un amplio rango de enfoques y aplicaciones. Sibien es cierto que tradicionalmente la etnobotánica hasido un tema mayormente estudiado por la antropo-logía y la botánica, la complejidad de los problemas

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ambientales y sociales que enfrentamos en la actuali-dad ha obligado a los estudiosos a tender nuevospuentes donde hoy convergen una diversidad de dis-ciplinas tales como: química, medicina, farmacología,toxicología, nutrición, agronomía, ecología, sociología,lingüística, economía, salud pública, historia, arqueo-logía, entre otras. Sin embargo, en el caso de Sono-ra, la etnobotánica es un tema en el que nos faltamucho por hacer.

Figura 3. Los saberes tradicionales, esencia del desarrollosustentable. Foto Daniel Bañuelos Flores.

Una revisión de la bibliografía generada en Méxicoy Sonora demuestra que existe una diferencia abismalentre lo que se ha hecho a nivel nacional y en el esta-do, tanto en términos cualitativos como cuantitativos.El estudio de la etnobotánica sonorense, al igual queotros campos del conocimiento, ha sido de poco inte-rés para los investigadores mexicanos quienes se handedicado a estudiar la etnobotánica de los gruposindígenas y campesinos del centro y sur del país. Encontrapartida, han sido académicos estadounidensesquienes han hecho las aportaciones más sobresalientessobre este tema en dicho estado. En este contexto -salvo escasas aunque valiosas excepciones- podemoscaracterizar a la etnobotánica sonorense como unaciencia que se ha practicado de manera limitada,escindida y unidimensional.

Entre el pequeño número de investigaciones etno-botánicas que se han llevado a cabo en Sonora, destacaun trabajo pionero enfocado a la etnobotánica taxonó-mica, de gran trascendencia y que sirviera de base aestudios posteriores, realizado por Howard Gentry en1942 en su clásico Rio Mayo Plants, recientemente enri-quecido por las contribuciones de Paul Martin, David

Yetman y otros (1998) en su obra Gentry’s Rio MayoPlants. The Tropical Deciduous Forest & Environs ofNorthwest Mexico. Este documento hace una gran apor-tación al conocimiento de la diversidad vegetal en laamplia zona del Río Mayo, en el sur de Sonora. Ade-más, en cada una de las descripciones de las especiesde plantas, ofrece información del hábitat, tipo devegetación, morfología, ecología, e información sobresu distribución global y la etnobotánica de los mayo yguarijío.

Figura 4. Actores sociales y entorno: lazos indivisibles.Foto Patricia Salido Araiza

Otro trabajo es el de Felger y Moser (1985), People ofthe Desert and Sea. Ethnobotany of the Seri Indians, quie-nes realizaron una valiosa contribución al conocimien-to sobre la importancia y significado de las plantas enla cultura de las comunidades indígenas Conca’ac(también conocidos como el grupo Seri). Más reciente-mente David Yetman (2002) en The Guarijíos of theSierra Madre: Hidden People of Northwestern Mexico,llevó a cabo un gran trabajo de investigación etnobo-tánica sobre las diversas formas en que los Guarijío serelacionan con los recursos vegetales. En 2002,Thomas R. Van Devender y David Yetman concluyenuna gran obra titulada Mayo Ethnobotany: Land, Historyand Traditional Knowledge in Northwest Mexico.

En los escasos trabajos realizados por investigadoressonorenses es muy frecuente encontrar documentos -libros, artículos y tesis- que se limitan a contener unlistado de las plantas medicinales y sus usos, lo cual noniega lo valioso del trabajo, mas sin embargo, salvo enel título del documento, poco se muestra en torno a lasmujeres y hombres poseedores de ese conocimiento.Tampoco se incluyen aspectos culturales, sociales,

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ambientales y económicos del grupo con el que setrabaja. Y mucho menos se observa un esfuerzo portratar de entender cuál es la lógica de representaciónsimbólica que existe detrás del uso de los recursosvegetales. De modo que desde esta perspectiva lasplantas aparecen como apéndices completamentedesvinculados de los seres humanos. Al parecer, a losinvestigadores sonorenses, sólo les ha interesado elestudio de los recursos vegetales en su carácter dematerias primas. Ha quedado fuera la consideraciónde los actores sociales en su relación con las plantas;con este enfoque, se invisibiliza a quienes finalmenteextraen la información básica y directa.

Figura 5. La etnobotánica sonorense una realidad fragmen-tada. Fotos Patricia Salido y Daniela Castillo Bañuelos.

ConclusionesEl seguir estudiando aisladamente a los recursos

vegetales provoca como resultado una etnobotánicaunidimensional y escindida de los actores sociales. Lanaturaleza interdisciplinaria de la etnobotánica deberíapermitir una amplia variedad de enfoques y aplica

ciones. Sin embargo, en Sonora –con algunas excep-ciones- no ha habido intercambio de teorías y métodosentre disciplinas relacionadas, lo que ha favorecido elpredominio de trabajos descriptivos, que se limitan acompilar listados de plantas útiles. Este sería quizá unprimer paso en la etnobotánica, pero faltaría desar-rollar todos los subsiguientes. Es necesario entenderque para los grupos humanos los conocimientos botá-nicos, médicos, y las características mágico religiosasde los recursos vegetales no están separados. Existe unentrecruzamiento entre los usos materiales de las plan-tas y sus significados culturales cuya comprensión esapremiante. En este sentido, la etnobotánica en Sonorarequiere de la vinculación entre académicos de diver-sas ciencias, tanto naturales como sociales.

Es precisamente llevando a cabo una práctica etno-botánica interdisciplinaria que no sólo registre y des-criba los conocimientos de los grupos sociales sinotambién intente entender la lógica que existe detrás deluso de los recursos vegetales, como lograremos hacercontribuciones más completas sobre este tema. Quizáde esta manera propiciaremos que la etnobotánica so-norense se convierta en una herramienta verdadera-mente útil que permita desarrollar propuestas de ma-nejo de los recursos vegetales acordes a la problemá-tica económica, social y ambiental de nuestra región.Con ello se contribuiría de manera importante alreconocimiento de los derechos de propiedad intelec-tual que tienen las comunidades indígenas y campe-sinas, basado en sus conocimientos y usos de losrecursos vegetales. Mientras esto no suceda, seguire-mos invisibilizando y talando ese colorido mosaico desistemas ecológicos y culturales que posee nuestropaís, y que en primera instancia representan nuestrasraíces y fortalezas como pueblo.

AutorasNoemí Bañuelos Flores yPatricia Salido Araiza,Coordinación de Desarro-llo Regional, CIAD,A.C., Hermosillo,Sonora;[email protected],[email protected]

Figura 6. La diversidad biológica y cultural…raíces y fortalezas de los pueblos.Foto Daniela Castillo Bañuelos.

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Etnobotánica

El jardín botánico delTezcutzinco

Un pequeño ejemplo de la organizacióny la ciencia prehispánica

IntroducciónEste escrito pretende exponer de forma somera el

estado de desarrollo en que se encontraba la botánicaen Mesoamérica antes de la llegada de los españoles y,particularmente en la región del Anáhuac, el reino delAculhuacán - Texcoco, en los tiempos del rey Netza-hualcóyotl (Figura 1). Esta región y momento históricotienen una gran trascendencia histórica y cultural,puesto que fueron éstos los tiempos de la Triple Alian-za, el surgimiento del imperio azteca en su máximoesplendor, y fue particularmente el reino de Texcoco lazona de mayor influencia política y cultural de la épo-ca, lo que caracteriza a la zona como la cuna de la civi-lización azteca, en cuanto al auge de su desarrollocultural, científico y filosófico. En ese tiempo y espacio,la botánica, en la cosmovisión del México antiguo,estaba indisolublemente ligada a otras disciplinas queel pensamiento occidental identifica como áreas inde-pendientes, tales como la medicina, la astronomía, lafilosofía, la religión y la poesía.

Figura 1. Netzahualcóyotl, el rey poeta.

Un ejemplo en donde se ilustra la unidad de la cien-cia, la política y la filosofía de la época es el jardín bo-tánico que el rey Netzahualcóyotl estableciera en el

Cerro del Tezcutzinco, en el actual municipio de Tex-coco (Figura 2), pues fue precisamente en este tipo delugares donde la ciencia prehispánica se desarrollómás activamente, y fue precisamente este jardín botá-nico el primero en establecerse en la región del Aná-huac, y el más cercano a una de las figuras más intere-santes de la época prehispánica: Netzahualcóyotl, elrey poeta, que en realidad era rey, poeta, estadista,guerrero, astrónomo, naturalista, ingeniero civil y unlargo etcétera.

Figura 2. Localizacion geográfica del cerro del Tezcutzinco.

Contexto históricoLa botánica prehispánica del año 1430, ejemplifica-

da en el jardín botánico del Tezcutzinco, se desarrollóen un contexto histórico de grandes cambios sociocul-turales. A finales del siglo XIV, existían tres naciones opotencias predominantes en el altiplano mexicano: losmexicas de Tenochtitlán y Tlatelolco, los acolhuas deTexcoco y los tecpanecas de Azcapotzalco (Figura 3).En dicha región se vivía un ambiente hostil, puestoque entre estas naciones se desarrollaban frecuentesluchas por el dominio de la región; particularmenteTezozomoc, el señor de Azcapotzalco, ambicionaba eltrono del Acolhuacán, y en una guerra sangrienta con-siguió su meta al vencer y matar a Ixtlixóchitl OmeTochitli, padre de Netzahualcóyotl, quien después deun largo destierro regresó a la región de Texcoco paraderrocar a los tecpanecas con ayuda de los señoresmexicas, quienes también sufrían con la hegemoníaestablecida por Tezozomoc.

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Figura 3. Mapa de la cuenca de México a la llegada de losespañoles. Tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen:Lago_de_Texcoco-poscl%C3%A1sico.png .

Vencidos los tecpanecas, Netzahualcóyotl establecióel sistema de gobierno del Anáhuac o lo que actual-mente se conoce como “la triple alianza” (figura 4), enla que los señores mexicas tenían, por así decirlo, unvoto, Texcoco otro, y el reino menor de Tlacopán untercero, de manera que fuesen tres los personajes, enlugar de dos, en los que se depositara la supremaautoridad en caso de haber una diferencia de opiniónde los nuevos gobernantes. Además, Netzahualcóyotlestableció un sistema de tributos que le aseguraron unpapel predominante y la paz del reino.

Organización política, cultural y científicaBajo el sistema político del recién nacido imperio

azteca, se disparó el proceso cultural que ya se veníadesarrollando en el Anáhuac. Los logros de este desar-rollo cultural se reflejan en varios ámbitos. Son amplia-mente conocidos los conceptos surgidos en cuanto aapreciación cronológica, astronomía y matemáticas;por ejemplo, el establecimiento de 3 calendarios: unoastrológico (Tonalpohualli) basado en el movimientolunar, que contaba con 260 días divididos en 13 meses

de 20 días cada uno; otro solar (Xihuitl) basado en elmovimiento de la Tierra alrededor del Sol, que contabacon 365.2 días divididos en 18 meses (Cempohuallis)de 20 días, que eran representados por un glifo quepodía ser una planta, un animal, un objeto o un fenó-meno natural, a este calendario se le agregaban 5 díasfinales (memontemi o días nefastos); y un tercero (Cit-lalpotl o estrella grande) basado en el movimiento deVenus, que contaba con 584 días. Los antiguos mexi-canos lograron una avanzada explotación de produc-tos naturales, extraídos a partir de tratamientos quí-micos complejos; por ejemplo, aislaban cloruro desodio, sacarosa y carbonato de calcio para prepararcolorantes (como la cochinilla grana o el palo de Cam-peche), pegamentos y papel. Desarrollaron tambiéningeniosas técnicas en odontología y cirugía, lo cual nosólo era novedoso entre las naciones del altiplano, sinoque además realzaba la reputación del reino a nivelregional.

Figura 4. Sección media de la página 34 del Códice de Osuna,de 1565, mostrando los símbolos de la Triple Alianza deTexcoco, Tenochtitlan (México) y Tlacopán. Tomado dehttp://en.wikipedia.org/wiki/Image:Codex_Osuna_Triple_Alliance.JPG.

Dado el ambiente lacustre en el que se asentabanestas culturas, la necesidad del aprovechamientointegral del medio llevó a mexicas y acolhuas a crearuna impresionante ingeniería hidráulica, testificadapor obras como el Albarradón, diseñado por Netza-hualcóyotl para evitar inundaciones en México -Tenochtitlán (obra de 16 km de longitud), o como losacueductos que abastecían de agua potable a Tenoch-titlán, que iban desde Chapultepec hasta el recintosagrado de la capital azteca. En el campo de la zoolo-gía, los acolhuas desarrollaron una taxonomía comple-ja y bastante acertada, que se apoyaba en una nomen-clatura específica que reunía no sólo conocimientos

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morfológicos, sino etológicos, ecológicos y de procesosbiológicos, tales como la metamorfosis en insectoscomo los lepidópteros (mariposas).

Botánica indígenaLa botánica indígena desarrollada en el Anáhuac era

de particular trascendencia en la vida diaria y en laidentidad de los antiguos mexicanos como cultura.Habían desarrollado un sistema taxonómico que nosólo se refería, como el actual, a los caracteres morfo-lógicos de la planta, sino que integraba sus relacionesecológicas, su distribución, su empleo (medicinal,ornamental, comestibles, etc.), su papel en el sistemamágico, religioso y filosófico. Además, usaba términospuntuales para clasificar a las especies según suscaracteres morfológicos.

Figura 5. Fuente de agua en una de las laderas del jardín (4).

Se acuñaron pues, términos como: quehuitl (árbol),quaquauhtzin (arbusto), ixihuitl (hierba), para desig-nar la forma biológica de las plantas; nelhuayotl (raíz),quahuitl (tallo), quauhxihuitl (rama), quauhtlapalli(hoja), xochitl (flor), ixuchiqualli (fruto), para designarlas distintas partes de las plantas. También describíanlos distintos órganos de las plantas. Por ejemplo, paradesignar las distintas partes de la raíz se usaban tér-minos como: camotli (raíz tuberosa), xicama (raíz glo-bular tuberosa), ixonacatl (raíz bulbar). Las partes ycaracterísticas del órgano eran referidas como quahuitl(tallo arbóreo y leñoso), cimatl (tallo subterráneo o por-ción subterránea), xihuitl (rama directa o primaria), i -mama - inquahuitl (ramas indirectas o secundarias),xiuhquiotl (tallo herbáceo), xiumaytl (rama herbácea),maytl e izhuatl (hojas jóvenes o individuales), atlatalliiamatlapalli (hojas brillantes y coloridas). El númerode nervaduras se expresaba con un prefijo numérico y

la forma de la hoja, posición y otros detalles, recibíannombres especiales. Las circunstancias ecológicas delentorno de la planta eran expresadas con prefijoscomo: atl (agua), i - nan (madre), atoyatl (río), xocotl(sápido, sabroso), tetl (piedra), texcatl (risco), tepetl(cerro). El uso o aplicación de la planta recibía prefijoscomo: patli (remedio). Algunos procesos fisiológicosintervenían en el nombre de las plantas como:cuetlahui (marchitarse).

El jardín del TezcutzincoEl desarrollo cultural de la época tenía su máxima

expresión en sitios destinados para el estudio integralde la naturaleza, sitios cuya estructuración, función ymanejo refleja la manera en que se desarrollaba laactividad intelectual de nuestros ancestros. Estos sitiosson referidos actualmente de manera general (aunqueel término no los defina apropiadamente) como jardi-nes botánicos, pero no olvidemos que en la época deNetzahualcóyotl, estos espacios no se restringían alestudio de las plantas, sino al entendimiento del cos-mos, a la reflexión filosófica, la meditación y el espar-cimiento.

Figura 6. Piedra labrada como vertedero que lleva agua delcanal principal que rodea el cerro hacia el “baño de la reina”(23).

En el cerro del Tezcutzinco, las estructuras arquitec-tónicas conocidas como “los baños de Netzahual-cóyotl” (figuras 5-6, anteportada), funcionaron comocasa de descanso durante la infancia de Netzahual-cóyotl, y no fue sino hasta que subió al trono del Acol-huacán cuando el ahora jardín botánico fue reorgani-zado, expandido y embellecido. Para ello, Netzahual-cóyotl utilizó sus amplios conocimientos en arquitec-tura e ingeniería hidráulica; las obras realizadas inclu-

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ían un complejo y funcional sistema de riego que con-sistía en un acueducto que tomaba el agua provenientedel deshielo del volcán Iztaccíhuatl y la llevaba al Tez-cutzinco, donde brotaba en fuentes y se distribuía através de un canal que recorría el jardín alrededor delcerro; las fuentes además, proveían de agua a lostemascales y estanques que constituían los baños defunción terapéutica y espiritual. Las obras hidráulicascontinuaban en un canal subterráneo que llevaba aguapotable al palacio real de Texcoco y a otras estructurasimportantes de la zona. El jardín contaba además conun observatorio, donde el rey y otros astrónomosnotables hacían sus observaciones. En el jardín se eri-gieron extraordinarias esculturas con la figura de Net-zahualcóyotl que adornaban el lugar, posteriormentedestruidas por Fray Juan de Zumárraga durante lacolonia por considerarlas heréticas. Ahí también semantenía un zoológico con especies de animales deimportancia cultural, en especial con aves de plumajesvistosos que poseían un carácter ornamental y religio-so. El jardín botánico estaba bajo el cuidado de sacer-dotes que realizaban las actividades de manejo ecoló-gico e informativo, que constituían el papel social deljardín.

En el Tezcutzinco se cultivaban plantas medicinalesautóctonas, y se importaban otras que podían vivir enlas condiciones ambientales del altiplano mexicano.Además, para las plantas provenientes de otros luga-res se guardaban registros e iconografías, con el fin deampliar el conocimiento botánico de los médicos delAnáhuac. Las plantas ornamentales también eran degran importancia en el desarrollo de la labor del jardín,como centro de integración del conocimiento, particu-larmente aquéllas que guardaban una conceptualiza-ción espiritual o filosófica, pues el pensamiento cien-tífico estaba indisolublemente ligado al desarrolloespiritual y el quehacer artístico. Tal es el caso de lasflores, que eran identificadas con la poesía y el cantocomo niveles equivalentes a la expresión del espíritu;la poesía como expresión del espíritu, de la naturalezay de la tierra, y el canto como expresión del espírituhumano, mucho más efímero pero igualmente her-moso.

Existen varios poemas de la época que identificaneste hecho:

Amo el canto del zentzontle,pájaro de cuatrocientas voces,amo el color del jadey el enervante perfume de las flores,pero amo más a mi hermano el hombre.

Fragmento de un poema de Netzahualcóyotl

Vinimos a soñar.Así lo dejó dicho Tochihuitzin,así lo dejó dicho Coyolchiuhqui.De pronto salimos del sueño,sólo vinimos a soñar…no es cierto. No es ciertoque vinimos a soñar sobre la tierra.Como hierba en primavera, es nuestro ser.Nuestro corazón hace nacer, germinan floresde nuestra carne.Algunas abren sus corolas, luego se secan.Así lo dejó dicho Tochihuetzin.

Poema de Tochihuitzin Coyolchiuhqui

De igual modo me iréque las flores que fueron pereciendo¿ nada será de mi nombre algún día ?¿ nada mi fama será en la tierra ?¡ al menos flores, al menos canto !¿ que hará mi corazón ?¿¡ en vano vinimos y pasamos por la tierra !?

Netzahualcóyotl

En un estudio reciente del cerro de Tezcutzinco(Pulido, 1982) se reportan 374 especies vegetales, delas cuales 257 se consideran útiles con base en referen-cias bibliográficas del uso prehispánico. Es importantemencionar que pese a la cercanía de la ciudad deMéxico y a la consecuente fuerza de la transculturi-

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zación ejercida sobre la zona, aún se encuentran, enalgunos poblados cercanos, como san Pablo Ixayoc ySanta Catarina del Monte, reminiscencias de los usosculturales de algunas de estas especies, así como tradi-ciones ligadas a los ritos efectuados en el jardín, talescomo los baños de temascal como terapia médica.

Algunas de las especies de importancia etnobotá-nica que aún se usan en la región son: Arctostaphylospungens (pingüica), Abies religiosa (oyamel), Pinushartwegii (ocote), Symphoricarpus microphyllus (perlilla),Ceanothus coeruleus (huacalillo), Buddleia cordata (tepo-zán), Sonchus oleraceus (lechuguilla), Quercus spp.(encino, laurelillo), Tagetes lucida (pericón), Marrubiumvulgare (marrubio), Chenopodium graveolens (epazote dezorrillo), Loeselia mexicana (espinosilla), Helianthemumglomeratum (Santa Marta), Dichondra argentea (oreja deratón), Castilleja tenuiflora (garañona), Amaranthushibridus (quintonil), Opuntia megacantha (nopal),Tagetes erecta (cempasúchil), Euphorbia pulcherrima (florde nochebuena), Dalia coccinea (dalia) y Datura candida(floripondio), entre otras.

EpílogoEl jardín botánico del Tezcutzinco es un claro ejem-

plo de la importancia que tenían estos lugares en laépoca prehispánica. Los jardines botánicos del alti-plano central mexicano reflejan el entorno sobre el cualgiraba el pensamiento prehispánico. Era ahí desdedonde, probablemente, se tomaban decisiones políticasimportantes, donde se hacían descubrimientos de todotipo, donde se observaban los astros, se predecían laslluvias y se organizaban las épocas de cultivo. Laestructura del jardín, su arquitectura y sus componen-

tes (botánicos, zoológicos, médicos, artísticos, religio-sos, astronómicos, etc.), hablan de una intención porhacer del entendimiento del cosmos una experiencia, yde ahí partir para impulsar el desarrollo tecnológico, laherbolaria, la medicina, la política, etc. Estas activida-des en ocasiones contrastan con la visión actual demuchas disciplinas que claman poseer datos univer-sales y verdades irrefutables. La ciencia prehispánica,aún basada en principios radicalmente distintos, pro-ducía conocimientos prácticos del medio natural queno se limitaban a hechos aislados, sino que favorecía lainterrelación de los conceptos de muchas disciplinas.Eso contribuyó notablemente al desarrollo social ypolítico de la época, y proveyó a la región de riquezapara expandir su dominio. A través de los escritos deNetzahualcóyotl se aprecia que la manera de hacerciencia o entender al cosmos, estaba íntimamente liga-da a una percepción espiritual que relacionaba losconceptos de la vida, a través de todas sus etapas(nacer, crecer, madurar, cambiar), la muerte, e inclusoel amor, y tal vez sean éstos los parámetros que máscontrastan con el entender de hoy.

AutoresYankuic Galvan, Centro de Investigaciones en Ecosistemas,UNAM, Campus Morelia, Michoacan; Carlos Muench, SanCristóbal de Las Casas, Chiapas; Hugo Beraldi, School of LifeSciences, Arizona State University, Tempe, Arizona, EE.UU.

Contraportada. Arriba: “Baño de la reina” (22); Abajo: Elbaño del rey, la “tina” más grande del Tezcutzinco (39).

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