eclecticism o

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Eclecticismo (del griego eklegein, 'escoger'), es en Filosofía la escuela de pensamiento que se caracteriza por escoger (sin principios determinados) concepciones filosóficas, puntos de vista, ideas y valoraciones entre las otras demás escuelas que se asume pueden llegar a ser compatibles de forma coherente, combinándolas y mezclándolas aunque el resultado pueda ser a menudo contrapuesto sin llegar a formar un todo orgánico. El eclecticismo se desarrolló en Grecia a partir del siglo II a. C. como una forma de sintetizar los grandes hallazgos intelectuales de la filosofía clásica anterior de los presocráticos, Platón y Aristóteles. Por ejemplo, Antíoco de Ascalón compaginó el estoicismo y el escepticismo, y Panecio de Rodas basó su pensamiento en el platonismo y el estoicismo. Los pensadores romanos, que nunca desarrollaron un sistema filosófico propio, se inclinaron por este tipo de pensamiento: Cicerón, por ejemplo, que asimiló teorías del estoicismo, del escepticismo y de los peripatéticos, sin considerar su desunión esencial. Entre los cristianos, Clemente de Alejandría y Orígenes combinaron la metafísica griega y las ideas judeocristianas de las Santas Escrituras. Ya a fines de la Edad Media, el maestro de la Devotio moderna Eckhart formuló un sistema de filosofía cristiana basado en Aristóteles, sus comentaristas árabes medievales, el neoplatonismo y la Cábala o mística hebrea. En España, el Eclecticismo se desarrolló en el seno de la Ilustración del siglo XVIII como única escuela alternativa a la escolástica dominante sin suscitar los recelos de la Inquisición y en ese sentido destacan pensadores como Benito Jerónimo Feijoo o el médico y lógico valenciano Andrés Piquer.. En el siglo XIX rebrotó aún el eclecticismo en Francia a través de la obra del filósofo Victor Cousin, que trató de unir el idealismo de Immanuel Kant, la filosofía del sentido común y las doctrinas inductivas de René Descartes Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Eclecticismo"

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Eclecticismo (del griego eklegein, 'escoger'), es en Filosofía la escuela de pensamiento que se caracteriza por escoger (sin principios determinados) concepciones filosóficas, puntos de vista, ideas y valoraciones entre las otras demás escuelas que se asume pueden llegar a ser compatibles de forma coherente, combinándolas y mezclándolas aunque el resultado pueda ser a menudo contrapuesto sin llegar a formar un todo orgánico. El eclecticismo se desarrolló en Grecia a partir del siglo II a. C. como una forma de sintetizar los grandes hallazgos intelectuales de la filosofía clásica anterior de los presocráticos, Platón y Aristóteles. Por ejemplo, Antíoco de Ascalón compaginó el estoicismo y el escepticismo, y Panecio de Rodas basó su pensamiento en el platonismo y el estoicismo. Los pensadores romanos, que nunca desarrollaron un sistema filosófico propio, se inclinaron por este tipo de pensamiento: Cicerón, por ejemplo, que asimiló teorías del estoicismo, del escepticismo y de los peripatéticos, sin considerar su desunión esencial.

Entre los cristianos, Clemente de Alejandría y Orígenes combinaron la metafísica griega y las ideas judeocristianas de las Santas Escrituras. Ya a fines de la Edad Media, el maestro de la Devotio moderna Eckhart formuló un sistema de filosofía cristiana basado en Aristóteles, sus comentaristas árabes medievales, el neoplatonismo y la Cábala o mística hebrea.

En España, el Eclecticismo se desarrolló en el seno de la Ilustración del siglo XVIII como única escuela alternativa a la escolástica dominante sin suscitar los recelos de la Inquisición y en ese sentido destacan pensadores como Benito Jerónimo Feijoo o el médico y lógico valenciano Andrés Piquer..

En el siglo XIX rebrotó aún el eclecticismo en Francia a través de la obra del filósofo Victor Cousin, que trató de unir el idealismo de Immanuel Kant, la filosofía del sentido común y las doctrinas inductivas de René Descartes

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Eclecticismo"

Eclecticismo es una especie de estilo mixto en las bellas artes, a las cuales los rasgos son tomados de varias fuentes y estilos. Considerablemente, el eclecticismo casi nunca constituyó un estilo específico en el arte: es caracterizado por el hecho que esto no era un estilo particular. En general, el término describe la combinación con un trabajo solo de una variedad de influencias - principalmente de elementos de estilos diferentes históricos en la arquitectura, la pintura, y las artes gráficas y decorativas

El Eclecticismo era un concepto importante en la arquitectura Occidental durante el mediados y a finales del siglo XIX, y esto reapareció en un nuevo aspecto en la parte última del siglo XX.

Fue muy popular en la Belle Epoque

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Eclecticismo_%28Arte%29"

Eclecticismo

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El declive de la arquitectura clasicista se inició en la primera mitad del S.XIX debido a que el Neoclasicismo del S. XVIII, impuesto por la Academia, limitaba la creatividad del arquitecto a las normas clásicas.

La mayor ambición del siglo fue la de crear un estilo. Será el eclecticismo historicista el que rompa el rígido esquema académico permitiendo la creatividad y libertad compositiva.

El mismo término eclécticismo (del griego eklego, escoger), define la actitud de compaginar diferentes estilos históricos. Un revival cargado de connotaciones moralizantes en busca del modelo ideal.

Diferentes motivos impulsaron esta nueva actitud. Por un lado, el interés surgido en torno a la arqueología; por otro, la desconfianza del Romanticismo hacia la razón y con ello hacia el estilo clásico, que asociado a la idea de racionalidad dio paso al interés por las arquitecturas medievales que rompían el canon del clasicismo. Y por último, el proyecto del Imperio Napoleónico de ocupar Europa y extender el estilo clásico como consecuencia, contribuyó a la aparición de sentimientos nacionalistas en todos los países ocupados que incitaron a la búsqueda de estilos autóctonos.

En 1845 los revivals gozaban de una gran difusión. El neogótico y el neorrománico se prefirieron en las construcciones religiosas, el clasicismo en los edificios oficiales y bancarios, el neoegipcio se empleó en arquitectura funeraria y el neoárabe, neoturco o neohindú en arquitecturas pintorescas o fantásticas.

Una peculiaridad de los revivals fue la posibilidad de elegir aquella opción que a gusto del arquitecto mejor se adaptase a sus fines, pudiendo construir a la vez en diversos estilos sin aparentes problemas de coherencia estilística. No hay que olvidar que en la formación y desarrollo de estos estilos medievales está siempre presente la necesidad de crear algo nuevo, un estilo moderno. Para ello también van a aprovechar los hallazgos tecnológicos de la sociedad industrial y de la arquitectura del hierro.

En Francia encontramos interesantes realizaciones y ejemplos del eclecticismo. Un ejemplo de arquitectura religiosa es Notre Dame de Lorette (1823-36) de L. H. Lebas. El aspecto exterior es el de un templo con pórtico tetrástilo de orden corintio, mientras que el interior con cinco naves recuerda a las basílicas paleocristianas.

Las obras que mejor identifican el París de Napoleón III son el Nuevo Louvre de L. T. J. Visconti y H. M. Leufel, que supone la unión del palacio del Louvre con el de Tullerías, y la Ópera, encargada mediante concurso público en 1860 a Charles Garnier.

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Garnier consiguió diseñar un edificio de alto valor plástico, su fachada principal es una superposición de elementos. Desde el pórtico hasta la monumental galería superior con espléndidas columnas de orden gigante, todo está recubierto de una rica decoración escultórica. Muchos elementos empleados recuerdan al S. XVI italiano. La gran escalera principal da al conjunto un aspecto más escenográfico, encontramos un derroche de lujo y espectacularidad con mármoles, lámparas, esculturas doradas, consiguiéndose una atmósfera en la que el espectador debe entrar.

En Alemania, la aportación más auténtica al eclecticismo deminonónico es el Rrundbogenstil, una mezcla de paleocristiano, bizantino y románico que junto con el gótico y el primer renacimiento italiano, se unen a los planteamientos funcionalistas. Predominó sobre todo en el sur de Alemania entre 1830 y 1840 y fue una alternativa para la arquitectura religiosa protestante frente al gótico que estaba más próximo a los sectores católicos. La presencia del Rrundbogenstil queda patente en la Ludwingstrasse, una de las vías principales de Munich.

En España, las primeras libertades políticas que llegaron con la muerte de Fernando VII pusieron los cimientos a lo que sería el desarrollo del eclecticismo a lo largo del último tercio del S. XIX. Las prácticas de la Escuela de Arquitectura elaboran lo más reseñable, destacando dos generaciones de autores, los nacidos en 1850 y en 1875. Encontramos nombres como Velázquez Bosco, Rodríguez Ayuso, Repullés y Vargas, Antonio Martorel y Domènech, Puig i Cadafalch, Alejandro Soler o Aníbal González, etc.

La Exposición Universal de Barcelona (1888) significó la plasmación de un rico conjunto de arquitectura ecléctica, que apartada del mero historicismo, buscaba una apariencia nueva y moderna en el entorno español. La mayor parte de su edificios se han perdido, pero aún se conservan el Arco de Triunfo de Vilaseca y Casanovas que serviría para recibir a los visitantes que acudían al recinto ferial y el Café Restaurante de Doménech (hoy museo de zoología). La obra de Lluis Domènech, en la que conviven materiales tradicionales con el hierro, evoca un castillo medieval con almenas y torreones esquinados. Domènech también creó el

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desaparecido Hotel Internacional. Las viejas fotografías que se conservan son testigos de una estructura aparatosa y compleja.

Aparte de las obras realizadas para la Exposición Universal de Barcelona, los inmuebles que obedecen a principios eclécticos responden a temas arquitectónicos que nacen en el siglo XIX o que manifiestan un auge en estos años: construcciones de carácter institucional como diputaciones, ayuntamientos y ministerios, estaciones, mercados, teatros, casinos, escuelas, bancos, edificios bursátiles, culturales, kioscos de música, etc.

En el entorno madrileño Ricardo Vázquez Bosco realizó el destacado edificio del Ministerio de Fomento (1892), hoy Ministerio de Agricultura, con citas tanto al pasado como a la arquitectura francesa del momento y con la estructuración de patios cubiertos por estructuras de hiero y cristal. En él conviven imágenes muy diversas en un mismo entorno, proporcionando rasgos de espectacularidad tanto en el interior como en el exterior.

En Barcelona, se enfatiza la función del edificio a través de las líneas arquitectónicas. El Palacio de Justicia de Barcelona, realizado entre 1887 y 1898 por Sagnier y Joseph Domènech i Estapà, muestra una planta rectangular y sus esquinas están rematadas por cuatro torres y dos más que flanquean la portada principal.

El Teatro Arriaga de Bilbao (1885), elaborado por Joaquín Rucoba; el Teatro Cervantes en Málaga (1870) de Jerónimo Cuervo; el edificio de Banco de España construido por Eduardo de Adaro; el de la Bolsa de Enrique Repullés y Vargas; la Real Academia Española de Miguel Aguado; la Diputación de Vizcaya en Bilbao de Aladrén (1892) y el ayuntamiento de La Coruña de Pedro Miaño (1901) son algunos ejemplos más de la arquitectura ecléc

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tica en España.

En este período, situado entre 1860 e 1880, aparecen las primeras manifestaciones de eclecticismo en la ciudad en medio de una fuerte expansión y crecimiento urbano.

El neoclasicismo, impuesto desde la Academia, limitaba la creatividad del arquitecto a la interpretación de la normativa clásica controlada por la censura académica.

El eclecticismo busca romper este rígido esquema académico, permitiendo la creatividad y libertad compositiva. Permitirá la reutilización de todos los estilos, por separado o mezclados. Así, existirán diferentes influencias base: clásico, medieval, renacentista, barroco, etc. Se preferirá el neogótico o neorrománico para las construcciones religiosas y el clasicismo para los edificios oficiales o bancarios.

La arquitectura se adaptará a las demandas de una nueva burguesía en alza, que buscará el reflejo de su posición económica mediante la elegancia y suntuosidad del eclecticismo.

En la arquitectura isabelina se muestran los primeros ejemplos de disolución del neoclasicismo y aparición del espíritu ecléctico.

En Vigo, el eclecticismo se impulsa desde una joven burguesía que busca la suntuosidad y riqueza de la ornamentación de las fachadas exteriores para reflejar el prestijio de su posición social. La ornamentación se enriqueze ampliándose los repertorios decorativos que cada vez son más exuberantes y ricos, mientras que el esquema compositivo se mantiene estable con una rigurosa simetría a través de ejes verticales.

En este período econtramos en Vigo los primeros ejemplos de un eclecticismo isabelino de carácter austero y desornamentado, aún ligado a las composiciones académicas que está presente en las obras de Manuel de Uceda y José María Ortiz.

En una segunda etapa, que se inicia aproximadamente a partir de 1872, aparece un eclecticismo consolidado, de mayor riqueza y libertad ornamental, con actuación de Domingo Rodríguez Sesmero y su hijo Alejandro Rodríguez-Sesmero González

Arquitectos y maestros de obra representativos

- José María Ortiz y Sánchez

- Manuel de Uceda

- Alejandro y Domingo Rodríguez Sesmero

- Manuel Fernández Soler

Edificios representativos

- Antiguo Concello de Vigo - José Mª Ortíz y Sánchez (1862)

- Actual Rectorado - Manuel de Uceda (1863)

- Museo de Arte contemporáneo. MARCO - José Mª Ortíz y Sánchez (1880)

GRUPO DE FOTOS

ficios eclecticismo inicial

Página 1 de 4

ARQUITECTURA ECLECTICISTA INICIAL (1860-1880)

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Antiguo Concello - José Mª Ortíz y Sánchez

(1862) (PLAZA CONSTITUCION)

MAS FOTOS >>Fotos de la 1 a la 6 de 19

Antiguo Concello - José Mª Ortíz y Sánchez (1862)

(PLAZA CONSTITUCION)

Antiguo Concello - José Mª Ortíz y Sánchez

(1862) (PLAZA CONSTITUCION)

Antiguo Concello - José Mª Ortíz y Sánchez

(1862) (PLAZA CONSTITUCION)

Casa Bárcena - Manuel de Uceda (1863) (CALLE

REAL)

Casa de José Donesteve Quirós - Alejandro Rodríguez Sesmero

(1876) (CALLE JOAQUIN YAÑEZ)

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Museo Marco - Antigua Cárcel y pazo de Justicia - José Mª Ortíz y

Sánchez (1880) (CALLE PRINCIPE)

<<ANTERIOR    SIGUIENTE>>

o

Eclecticismo inicial (1860-80) o Edificios eclecticismo inicial

o Eclecticismo pleno (1880-1910) ARQUITECTURA ECLECTICISTA PLENA (1880-1910)

En este periodo, entre 1880-1910, la rica burguesía viguesa sigue demandando edificaciones de suntuoso lenguaje ecléctico, que serán conocidas por el nombre de su propietario, llevando incluso muchas de ellas las iniciales del propietario inscritas en los elementos graníticos de coronación de las fachadas, como símbolo de prestigio personal.

El eclecticismo que mostrará Alejandro y Domingo Rodríguez Sesmero, se vuelve cada vez más complejo y elaborado con el trabajo de estos técnicos, aumentando notablemente la variedad de sus componentes ornamentales y la libertad interpretativa.

Con la presencia de Jenaro de la Fuente Domínguez y Michel Pacewicz se consolida en la ciudad de Vigo un eclecticismo internacional de influencia francesa.

La influencia que ejerció París en teste periodo fue notable en la

GRUPO DE FOTOSEdificios eclecticismo pleno

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arquitectura española de este periodo, manifestándose también con claridad esta atracción en la burguesía local. La presencia en Vigo del técnico francés Michel Pacewicz introduce un eclecticismo afrancesado en el ensanche de la ciudad. Este eclecticismo, respondía a las necesidades de las clases acomodadas locales en su deseo de distinción y diferenciación social.

La arquitectura de este período se caracteriza por una gran preocupación por la presentación y tratamiento de las fachadas, en detrimento de una menor preocupación por la distribución interior de las plantas que podían presentar problemas de ventilación e higiene.

Se dará un trato preferente a las fachadas se que sitúan en las calles principales aumentando en las mismas la ornamentación.

Proliferan en esta época las galerías de fundición que alcanzan una gran difusión a partir de la década de 1870, llegando a incorporarse a edificios que se proyectaron sin su presencia.

Cumpliendo la función de mirador y de nuevo elemento compositivo en el diseño de las fachadas. La carpintería de puertas y ventanas se refina en esta época, en la que los artesanos locales hacen el tallado basado en el diseño de la fachada.

En este periodo, finales del siglo XIX y principios del XX, aparecen influencias historicistas con las obras de Jenaro de la Fuente, Michel Pacewicz, Manuel Felipe Quintana y Benito Gómez Román.. La variedad de lenguajes serán fuente de inspiración para el arquitecto que se mueve con libertad en el historicismo y en el eclecticismo clasicista.

Jenaro de la Fuente Domínguez muestra una mayor preocupación por la decoración, presentado un esquema repetitivo y tradicional de composición. Sus fachadas se caracterizan por una ordenación simétrica con falta de movimiento que se compensa con una gran seguridad en el empleo del repertorio ornamental.

Michel Pacewicz, acunado por los grandes arquitectos franceses, demuestra una mayor capacidad compositiva y un menor afán decorativo, presentado sus fachadas mayor dinamismo y ritmo. Sin embargo Pacewicz no mostró evolución hacia el modernismo, al contrario de Jenaro de la Fuente que recoge en su obra elementos de vocabulario modernista.

Arquitectos y maestros de obra representativos

- Jenaro de la Fuente Domínguez

- Michel Pacewicz

- Manuel Felipe Quintana

Edificios representativos

- Casas de Oya - Miguel Pacewicz (1904)

- Edificio El Moderno - Miguel Pacewicz (1897)

- Edificio Bonín - Jenaro de la Fuente Domínguez (1910)

- Casas de Manuel Bárcena Franco - Jacobo Estens Romero (1879)

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Se entiende por eclecticismo el procedimiento consistente de seleccionar determinados principios o ideas de diversas doctrinas filosóficas y mezclarlos o conjuntarlos en una nueva doctrina. La arquitectura ecléctica, toma sus raíces en la arquitectura historicista. Si la arquitectura historicista se dedicaba más a imitar las corrientes de la antigüedad (como la grecorromana) y a incorporarles características de otras culturas, la arquitectura ecléctica se dedica principalmente a la combinación de corrientes arquitectónicas. Así, su característica principal es la de combinar dos o más estilos arquitectónicos en una nueva estructura, que a su vez, resulte algo nuevo , con características de las corrientes que toma, pero con otras nuevas.

ARQUITECTURA DEL SIGLO XIX. (II) 5/6 ARQUITECTURA DEL ÚLTIMO TERCIO DE SIGLO 

ISBN 84-9714-009-5 Inmaculada Rodríguez Cunill

 

4.3 ECLECTICISMOS En cierto sentido, toda arquitectura de carácter historicista es ecléctica, pues siempre aparece un mecanismo de adaptación de algún aspecto de la Historia en la elaboración del arquitecto. 

Durante el siglo XIX, el arquitecto actúa corrigiendo la Historia, adaptando la arquitectura de aquel tiempo al momento en que vive el autor. En general, los proyectos decimonónicos  obedecen a una óptica ecléctica, y es esta óptica la que propicia que una obra de la antigüedad clásica o de la Edad Media no pueda ser confundida con otra elaborada en el XIX, por mucho que haya tomado como referencia elementos clásicos o medievales.

La adaptación que realiza el arquitecto se efectúa de un modo evidente en las restauraciones que se suceden en este periodo, pero también es palpable en la génesis de nuevos proyectos.

No ha de olvidarse que desde el punto de vista en el que todo pensamiento procede en algún aspecto de una idea anterior, toda nueva propuesta es ecléctica, nunca hay algo radicalmente nuevo. Esto sucede especialmente con respecto a la arquitectura, puesto que es una de las Bellas Artes más deudoras de los hallazgos previos. Los problemas de índole mecánica y constructiva han definido el desarrollo de la historia de la arquitectura. Las soluciones estructurales y/o decorativas de un edificio aprovechan siempre hallazgos  presentes en otros espacios o tiempos, y esto constituye en gran parte la riqueza de la arquitectura. Por ello, la Academia, al intentar taponar los trasvases de conductos con otras apreciaciones arquitectónicas, llegó en los primeros años del siglo XIX a estrechar la inventiva en nuevos edificios. 

En realidad, esta dimensión ecléctica de la arquitectura afecta a toda esta categoría de las Bellas Artes y, sin embargo, existe un

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movimiento propiamente llamado ecléctico en el XIX, un segundo eclecticismo que posee propia personalidad como puede ocurrir con el Renacimiento o el Barroco, y que ofrece a nuestra arquitectura los frutos más importantes de la centuria. Este Eclecticismo, con mayúsculas, se alimenta de múltiples fuentes, aprovecha hallazgos tecnológicos de la sociedad industrial, como los provenientes del desarrollo de la arquitectura del hierro, mezcla la inspiración de diferentes estilos históricos y utiliza la combinación de motivos de diferentes procedencias, estrategias compositivas que conducen a las obras más imaginativas y frescas o a los fracasos más estrepitosos del siglo. El abanico de posibilidades creativas se amplía al máximo. Al uso de nuevas tecnologías y viejos temas arquitectónicos se une la integración de otras artes en el marco arquitectónico. Su sensibilidad al color, el desarrollo de la arquitectura interior y decorativa, la integración de esculturas y elementos de artes y oficios, hizo de la arquitectura ecléctica un ejemplo de una nueva brisa liberadora, a pesar de que a menudo se ha acusado al eclecticismo de fomentar sólo la simple apariencia.

José Caveda, que ya a mediados del siglo había destacado con su libro Ensayo Histórico de la Arquitectura,  utilizaría  en sus memorias, ya hacia 1867 el término “ecléctico” relacionado con la arquitectura. Caveda contaba que ésta había evolucionado desde posiciones intolerantes y exclusivas a otras más libres y eclécticas. El carácter de esta nueva arquitectura, según Caveda, era no tener ninguno, era su vaguedad y confusión de estilos, era su forma de mezclarlos en una dimensión heterogénea sorprendente, aunque, sin satisfacer la imaginación ni el buen sentido.  O imitaba lo pasado, o buscaba la originalidad a través de alimentarse de “sus despojos, y ajustarlos mutilados a una combinación en que se consulta primero el capricho que la filosofía, antes lo extraño y exótico que lo agradable ya conocido”.

Las primeras libertades políticas que llegaron con la muerte de Fernando VII pusieron los cimientos a lo que sería el desarrollo del eclecticismo a lo largo del último tercio del siglo XIX. De este  modo, un conjunto de edificios  se señalarían por el hecho de pertenecer a una nueva vía,  una vía que aportaba  construcciones nunca vistas con anterioridad, en la que se podían reconocer detalles anteriores cronológicamente pero jamás combinados en una misma obra. Así ocurriría con obras señeras como la Ópera de París o el Palacio de Justicia de Bruselas.

Además, el advenimiento del estilo ecléctico supuso la aceptación del mismo como el estilo que debía ejercitarse, en espera de que apareciera mesiánicamente otro, que fuera el verdadero estilo del siglo. La incertidumbre y la falta de orientación en este siglo llevaban a pensar aún en un estilo que unificara una sociedad que cada vez se

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fragmentaba más y se volvía más compleja.

En 1882 Rada y Delgado defiende esta idea. En un discurso para la Academia de San Fernando, acepta de un modo pesimista la confusión del eclecticismo arquitectónico, y defiende la idea de que se trata del entorno previo para que, con el transcurso del tiempo, el eclecticismo signifique una transición hacia un estilo propio y original. 

Más allá de que se consiguiera llegar a esa hipótesis de nuevo estilo, el compás de espera que fue el eclecticismo arquitectónico proporcionaba ciertas ventajas que la simple recreación historicista no aportaba. La libertad  de escala del eclecticismo era una gran ventaja que ni el medievalismo ni la tradición clásica posibilitaban. Las relaciones de proporciones de los nuevos temas arquitectónicos adaptados a la ciudad no se podrían haber adaptado a los viejos estilos. De ahí que el eclecticismo  fuera puesto en práctica en las casas de renta de los ensanches urbanos, en arquitectura doméstica e industrial, en edificios públicos institucionales, en hospitales, mercados, estaciones y un sinfín de construcciones que si se hubieran acomodado a proporciones clásicas o medievales hubieran distorsionado cualquier nueva visión de la ciudad o cualquier vieja idea de los estilos antiguos.

El origen de toda esta liberación arquitectónica se remonta a las prácticas diseñadoras de la Escuela de Arquitectura. La primera generación importante sería la de 1850, que desde Madrid o desde Barcelona (con una escuela que comenzó a funcionar en 1875) elaboraría lo más reseñable de este eclecticismo en los últimos veinticinco años del XIX. En muchos casos, serían autores que se habían alimentado de intereses historicistas. Destacan en esta generación nombres como los de Velázquez Bosco, Rodríguez Ayuso, Repullés y Vargas, Gaudí, Antonio Martorell, Mélida, Doménech, etc. Una segunda generación más tardía estaría comprometida con modernismos, nacionalismos y regionalismos, y se compondría de hombres nacidos en torno a 1870 o 1875. Las obras de esta segunda generación penetrarían, siguiendo la línea ecléctica aún, en el siglo XX. Entre ellos se encontrarían Beltrí, Cerdán, Estanga, Martínez de Ubago, Puig y Cadafalch, Moncunill, Rubió, Alejandro Soler, Aníbal González, etc. Muchos de ellos, arquitectos municipales y provinciales,  terminarían identificándose con el carácter de la arquitectura local en la que trabajaban, construyendo edificios que formaban parte de proyectos de ensanches urbanísticos.

La Exposición Universal de Barcelona (1888) significó la plasmación de un rico conjunto de arquitectura ecléctica, apartada del mero historicismo, que buscaba una apariencia nueva y moderna en el entorno español. Aunque la mayor parte de sus edificios se han perdido, se conservan el Arco de Triunfo de Vilaseca y Casanovas (1848-1910) o el Café Restaurante de Doménech (hoy museo de

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Zoología). En esta obra de Lluís Domènech (1850-1923) se observa una convivencia de materiales tradicionales con el hierro, resuelta con nuevas relaciones de formas, colores y luces; evoca en este edificio un castillo medieval, con almenas y torreones esquinados. Domènech también creó el desaparecido Hotel Internacional. Las viejas fotografías que se conservan son testigos de una estructura aparatosa y compleja. A este arquitecto también se debe el edificio en el que se ubica en la actualidad la Fundación Tápies, y que era con anterioridad la sede de la editorial Montaner y Simón (1879). La fachada de esta construcción muestra un manejo del ladrillo, constante en Domènech, que hace que se haya asociado al uso no historicista del mudéjar. Otros aspectos de este edificio han provocado que se haya calificado como premodernista. 

El Arco de Triunfo de Vilaseca servía para recibir a los visitantes que acudían al recinto ferial. La heterogeneidad de elementos decorativos se ajustan bien y se muestran reminiscencias de estilo que provienen del mundo romano. También se construyó para la ocasión una espectacular cascada en el parque de la Ciudadela, obra de Josep Fontseré i Mestres.

Aparte de las obras realizadas con ocasión de la Exposición Universal de Barcelona, las edificaciones que obedecen a principios eclécticos responden a temas arquitectónicos que nacen en el siglo XIX o que manifiestan un auge en estos años: construcciones de carácter institucional como diputaciones, ayuntamientos y ministerios, estaciones, mercados, teatros, casinos, escuelas, edificios de carácter cultural, bancos y otros edificios que alojaban el movimiento bursátil, escenografías teatrales, kioscos de música, etc. 

Edificios de carácter administrativo: Diputaciones, Ayuntamientos y Ministerios.

El eclecticismo se materializó con especial fuerza en edificios institucionales. Este estilo podía proporcionar una imagen renovadora del poder, a la vez que mostrar su pujanza. En el entorno madrileño destacó la figura de Ricardo Velázquez Bosco, un arquitecto que realizó el destacable edificio del Ministerio de Fomento (1892), hoy de Agricultura.  En este edificio, Velázquez Bosco hace gala de una gran erudición, con citas  tanto al pasado como a la arquitectura francesa del momento, con la estructuración de patios cubiertos por estructuras de hierro y cristal. Sus plantas se ligan a través de una escalera principal, cubierta con una bóveda que sirve también de soporte pictórico. El acierto de este edificio es el de la convivencia de imágenes muy diversas en un mismo entorno, lo que proporciona rasgos de espectacularidad en el interior y en el exterior. Pero Velázquez Bosco no se sirve de exageraciones, sino de un equilibrio estilístico y un uso de la escala que unifica todo el edificio. Así ocurre también en otro edificio del mismo autor, la Escuela de Minas de

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Madrid (1893), en la que se consigue uno de los máximos exponentes arquitectónicos entre Villanueva y Gaudí.

En el contexto ecléctico en Barcelona destaca la enfatización de la función del edificio a través de las líneas arquitectónicas. El Palacio de Justicia de la ciudad condal, realizado entre 1887 y 1898 por Sagnier y Josep Domènech i Estapà (1858-1917) muestra una planta rectangular. Sus esquinas están rematadas por cuatro torres, y dos más flanquean la portada principal.  Otros palacios de justicia más discretos son el de Pamplona, realizado por Julián Arteaga (1890) y el de Burgos , realizado por David Ruiz Jareño (1882).

Las Diputaciones son uno de los tipos de edificios que más se construyen en este periodo. Lo más habitual es utilizar un lenguaje retórico, aparatoso y grandioso. En Jaén Jorge Porrúa, alineado con cierto gusto francés, comienza a construir la Diputación en 1875. En San Sebastián, Luis Aladrén y Adolfo Morales de los Ríos se encargarán de la Diputación de Guipúzcoa, entre 1880 y 1885, que muestra una espléndida balconada. El mismo Aladrén se encargaría a partir de 1892 de un proyecto suntuoso y recargado, como es el de la Diputación de Vizcaya en Bilbao. Todos los materiales que aparecen en estas dos diputaciones acentúan el interés artístico por estos edificios. El énfasis en la exposición de las riquezas hará que estos edificios sigan la línea del gusto del arte francés del Segundo Imperio. El carácter palaciego de las diputaciones provinciales se debía a que se quería subrayar la importancia social y económica de su circunscripción. En algunas ocasiones los edificios estaban por encima de las posibilidades económicas de la provincia, pero la rivalidad que se llegó a establecer entre ellas justifica a menudo el lenguaje que utilizaban.

Más severa y comedida es la Diputación de Asturias en Oviedo, realizada entre 1900 y 1910 por Nicolás García Rivero (1853-1913) y, de nuevo, muestra del gusto imperante en edificios franceses contemporáneos.  Las diputaciones de Burgos, Toledo y Pontevedra no se asocian a la rivalidad y a pretensiones constructivas. Muy al contrario, la Diputación de Burgos, obra de Luis Villanueva y Ángel Calleja, es un edificio modesto y comedido. La de Toledo, debida a Agustín Ortiz de Villajos y construida a partir de 1882, conserva su fachada, tras una casi completa remodelación interior. En dicha fachada hay algo del purismo toledano del siglo XVI de Alonso Covarrubias. La Diputación de Pontevedra, obra de Domingo Rodríguez Sesmero y su hijo Alejandro, revela, en contraposición con otros ejemplos contemporáneos, una simplicidad y discreción en sus elementos constructivos poco usuales.

Los ayuntamientos también mostraron en sus edificios un compromiso como símbolo de la localidad y competitividad entre diversas ciudades. En el ayuntamiento de La Coruña, de Pedro Mariño (1901), se

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observan unos ostentosos remates que, aunque construidos más tarde, muestran un efectismo final conducente a entrar en el juego de la competencia entre las ciudades.

La plaza porticada de María Pita hace de entorno a su fachada, como si se tratara de una gran escenografía. El emplazamiento en el centro de la plaza beneficia la contemplación de su compleja fachada, con dos torres laterales y una central, enmarcada a la perfección. Los interiores del edificio continúan el mismo talante que el exterior. Su balcón municipal se entiende casi como un arco triunfal y sobre él, un ático adornado de figuras alegóricas, con el escudo de la ciudad y la torre del reloj proporcionan los elementos necesarios para poner en evidencia los elementos que dan méritos al edificio y, por ende, a la misma localidad.

El programa del ayuntamiento de Cartagena es también interesante. Su eclecticismo al margen de la historia se contradice con las posiciones de su autor, el arquitecto municipal Tomás Rico, y con las manifestaciones de las críticas del momento, que pretenden justificar el estilo utilizado cuando, en realidad se trata de una conjunción más allá de todo renacimiento de lo español. Sus formas vigorosas aportan a este edificio la sensación de recargamiento. Obras en otros ayuntamientos, como los de Málaga, Valencia o Bilbao, se verían reforzadas por manifestaciones en el mismo sentido. El ayuntamiento de Bilbao, obra de Joaquín Rucoba, fue realizado entre 1884 y 1891. El de Valladolid inició su construcción  a partir de 1898 según la traza de Enrique Repullés y Vargas.  Se dispuso en el centro de la plaza Mayor de la ciudad, si bien es verdad que no se consigue una buena armonización entre las torres laterales, gruesas y bajas, con la torre del reloj. 

ARQUITECTURA DEL SIGLO XIX. (II) 6/6 ARQUITECTURA DEL ÚLTIMO TERCIO DE SIGLO 

ISBN 84-9714-009-5 Inmaculada Rodríguez Cunill

 

Teatros y casinos.

Por otra parte, la importancia de la burguesía posibilita la construcción de numerosos edificios que sirvan para su entretenimiento. Los casinos llegan a competir con las arquitecturas de rango monumental. San Sebastián, una localidad escogida como destino de veraneo, tendrá un lujoso casino construido entre 1882 y 1887, que con el tiempo llegaría a ser el Ayuntamiento de la ciudad.  Luis Aladrén y Adolfo Morales de los Ríos, que trabajaron conjuntamente para la Diputación de Guipúzcoa en la misma ciudad, se unen también en este proyecto, configurando un típico edificio ecléctico que se inspira en modelos franceses. El casino se ubicó entre la Parte Vieja y el Ensanche, en un lugar privilegiado desde el que se dominaban los jardines inmediatos a la playa. Esta ubicación

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favoreció que se pudiera realizar un edificio exento. El referente de los ideadores parece ser el casino más famoso del mundo, el de Montecarlo, una obra de Garnier fechada en 1879. La dimensión espectacular del casino de San Sebastián obedece a su misma función, pues sus espacios (torres, terrazas, escalera principal, salón de fiestas...)  son una prolongación de otros espacios sociales que iba demandando la burguesía del XIX. Después de esta colaboración con Luis Aladrén, Adolfo Morales, que había destacado también en otras construcciones en España, continuaría su vida y obra en Brasil. 

Por otra parte, los espacios de la ficción teatral lograron un refinamiento decorativo inédito, debido a que en el último tercio del siglo se formaron unos talleres de decoradores, pintores, estucadores, etc. de magnífica calidad, y todo ello revirtió en una gran elegancia en el interior de los teatros. Los lenguajes que podemos encontrar dentro de estos espacios no están establecidos. El eclecticismo proporcionaba un amplio abanico que se materializaba de muy diferentes modos. El Teatro de la Princesa en Madrid (hoy María Guerrero), de Ortiz de Villajos,  de 1885, aporta una interesante organización de la sala y sus aledaños.  El edificio se encuentra en un camino de búsqueda, en un apartamiento de los modelos clásicos, pero con momentáneos hallazgos parciales. Algo parecido ocurría con el Teatro del Liceo de Barcelona, por Oriol Mestres (1861). 

Pero el teatro ecléctico por excelencia sería elaborado por Joaquín Rucoba en Bilbao. El Teatro Arriaga (1885) respondió a la ambición cosmopolita  e internacional de la sociedad bilbaína de este siglo. Se trataba de una arquitectura viva, en la que sus fachadas, interiores, su construcción y acústica, y sus usos comerciales en la planta baja y la principal, alimentaban las expectativas burguesas. De nuevo, el modelo era la arquitectura francesa, y especialmente Garnier. Otros teatros son también dignos ejemplos del eclecticismo. El Teatro Cervantes de Málaga (1870), obra de Jerónimo Cuervo (1836-1898), el Teatro Rojas de Toledo, debido a  Ramiro Amador de los Ríos,  el Teatro Romea en Murcia, construido según los planos de Justo Millán e inaugurado en 1880, o el Teatro Campoamor en Oviedo, construido  entre 1883 y 1892 por Siro Borrajo y José López Slaberry. 

El gusto ecléctico en la sociedad de la Restauración fue forjándose no sólo a través de estos espacios, sino de arquitecturas efímeras como son las que componen las escenografías teatrales. Estas escenografías se debieron principalmente a pintores que imaginaron arquitecturas fantásticas que nunca serían construidas, sino simuladas. Las soluciones aportadas desde el terreno escenográfico contribuyeron a llevar nuevos colores, luces a la arquitectura y a hacer que el público ya las tuviera asimiladas en su mente, incluso antes de que el eclecticismo estuviera en su época de auge. De este modo, la arquitectura real terminó teniendo efectos de la arquitectura imaginada de los escenarios, al igual que antaño los retablos influyeron en la estética de las fachadas de los

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edificios. El dominio del dibujo, del espacio y de la representación arquitectónica son las armas de unos escenógrafos geniales que trabajan en el último tercio del siglo XIX, como son Soler Rovirosa, Salvador Alarma o Mauricio Vilumara. De algún modo, como se muestra en el Monumento a Alfonso XII del parque del Retiro (1902), la arquitectura ecléctica es una arquitectura de la puesta en escena.

Edificios para acoger el movimiento bancario y bursátil.

La creación de edificios para acoger el movimiento bancario y bursátil se debe sobre todo a la pujanza de Europa como poder económico. Aunque España no se encontraba a la altura de Europa, sí comenzaba a experimentar cierto desarrollo que proporcionó la posibilidad de que se construyeran algunos edificios de finalidades económicas. En la sede del Banco de España, construido por Eduardo de Adaro (1848-1906), se materializa un monumental edificio, solemne pero funcional. El actual Banco de España se debe a una ampliación de 1927, pero en su origen el proyecto de Adaro tuvo en la confluencia del Paseo del Prado y la plaza de Cibeles un primer recinto más reducido. 

Enrique Repullés y Vargas utilizó la referencia clásica para la traza del edificio de la Bolsa, construido a partir de 1884, en la misma época que el Banco de España. El sabor clásico se comprueba sobre todo en el pórtico exástilo que encabeza su frente y en la Sala de Contrataciones del interior del edificio. 

En Barcelona, el Banco Mercantil, conocido popularmente como “El Bolsín”, se debió a Riberi Sabater i Carné (1852-h.1929). Su construcción, que duró de 1881 a 1883, tuvo un complejo planteamiento debido a que el edificio debía ubicarse en unos terrenos bastante irregulares. No podía levantarse una fachada muy solemne, por las limitaciones de su estrechez. Sin embargo, Sabater supo utilizar un lenguaje ecléctico con regusto clásico que hace de este edificio un digno ejemplo de las construcciones eclécticas.

Edificios de carácter cultural.

Museos, Archivos Provinciales, Escuelas y Facultades universitarias se multiplican en este último tercio de siglo. El caso más relevante de arquitectura de carácter cultural responde a la construcción del edificio de la Real Academia Española. Su arquitecto, Miguel Aguado (1842-1896), sin duda influido por la función del mismo y la historia de la academia,  adoptó elementos con marcado talante clásico. También la obra de Ricardo Velázquez Bosco manifiesta resabios clasicistas cuando reviste la fachada del Casón del Buen Retiro en 1887.

Más al norte, el Archivo Provincial de Navarra, proyectado en 1887, también utiliza recurso clásicos, si bien el edificio manifiesta una gran apertura ecléctica y no encerrada en normas.  Su construcción se debe a

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Florencio de Ansoleaga (1846-1916).

Como puede comprobarse, el carácter cultural del edificio puede influir para que el proyecto adopte resabios de la antigüedad. Sin embargo, esta norma no es generalizada cuando hablamos de edificios eclécticos, puesto que las referencias pueden ser tomadas tanto de estilos regionales, como de zonas exóticas y alejadas a nuestra geografía. 

En 1886 se proyectó para Zaragoza, concretamente para la Facultad de Medicina y Ciencias, un edificio vinculado a la tradición renacentista aragonesa. Su autor, Ricardo Magdalena (1849-1910) utilizó el ladrillo para su construcción. Muy diferente es otro ejemplo importante de arquitectura ecléctica, en el que se toma como referencia el antiguo Egipto. Así ocurre con el Museo Balaguer, construido en Vilanova i la Geltrú entre 1882 y 1884, obra debida a Jeroni Granell  i Mundet (1834-1889). El lenguaje neoegipcio utilizado por Granell se despliega a lo largo de una fachada principal en la que pilastras y columnas levantan un armonioso frontón curvo. 

La arquitectura ecléctica religiosa.

La obra de Juan Martorell y Montells (1833-1906) resulta muy sintomática en el último tercio del siglo XIX, pues muestra la transición desde los intereses medievalistas hasta un eclecticismo que es claro precedente de posturas modernistas. En su iglesia de las Salesas en Barcelona proyectada en 1882 y finalizada en 1885, están presentes elementos góticos, pero su tratamiento es muy libre. Las formas medievales se complican y se recrean en un ejercicio brillante. Aunque no llegue a lo que hizo Gaudí, la obra de Martorell supone un paso más en lo alcanzado, por ejemplo, por Casademunt en su obra póstuma, el Sagrado Corazón de Sarrià. El deterioro de la iglesia de las Salesas no ha impedido comprobar que Martorell se presenta como un eslabón intermedio entre la apropiación de la historia de la arquitectura y su recreación con una libertad absoluta. Las escalas y las combinaciones de volúmenes, los contrastes de color, texturas y materiales proporcionan un sentido nuevo de rango ecléctico. Otras iglesias realizadas por Martorell para las órdenes religiosas de los jesuitas o los claretianos no alcanzan el punto conseguido para las Salesas. Sus proyectos para las adoratrices y para el Sagrado Corazón  se basaron de nuevo en la plasmación de reminiscencias medievales, pero en estas ocasiones tomando como referencia los elementos románicos y bizantinos. Martorell también realizó un bellísimo proyecto para la catedral de Barcelona en 1882, un proyecto que muestra elementos hipertrofiados que sólo son comprensibles dentro de la corriente ecléctica. 

Alejándonos de la zona catalana, en el Seminario Pontificio de Comillas, realizado entre 1883 y 1889, Martorell parte del gótico para establecer una llamativa recreación en fachadas y patios. Más tarde, a partir de 1889, Luis Domènech creará la escalera principal y la fachada que da

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acceso al seminario, con superficies de ladrillos y cerámicas. Comillas significó un amplio campo de trabajo para Martorell en el que plasmar un eclecticismo de tendencia goticista que está presente en el Palacio de Sobrellano y en la capilla funeraria de los Marqueses de Comillas.

Otras obras religiosas de talante ecléctico son también reseñables. Ortiz de Villajos construyó una iglesia en la calle Princesa de Madrid, la iglesia del Buen Retiro, inaugurada en 1867 y hoy desaparecida. En ella Ortiz de Villajos  partió de nuevo de los matices goticistas para una recreación ecléctica.

Por último, un proyecto inconcluso de Fernando Arbós (1840-1926) para al edificación de la nueva basílica de Nuestra Señora de Atocha en Madrid mostraba unas pretensiones ambiciosas en una iglesia que se hallaría ligada a un panteón de españoles ilustres. Aunque poco se construyó para este proyecto, se puede destacar un campanario revestido  con policromías blancas y grises como los templos románicos y góticos de Florencia y Siena. 

BIBLIOGRAFÍA :ECLECTICISMOS

AAVV.: Historia de la Arquitectura Española. Tomo V (Arquitectura del siglo XIX, del Modernismo a 1936 y de 1940 a 1980). Ed. Planeta. Barcelona, 1985.

CALVO SERRALLER, Francisco: La imagen romántica de España. Arte y arquitectura del siglo XIX. Ed. Alianza. Col. Alianza Forma nº 130. Madrid, 1995.

CALVO SERRALLER, Francisco et alt.: Ilustración y Romanticismo. Gustavo Gili. Col. Fuentes y Documentos para la historia del arte. Vol. VII. Barcelona, 1982.

HERNANDO, Javier: El pensamiento romántico y el arte en España. Cátedra. Ensayos de arte. Madrid, 1995. 

NAVASCUÉS, Pedro; QUESADA MARTÍN, María Jesús: El siglo XIX. Bajo el signo del romanticismo. Silex. Col. Introducción al arte español. Madrid, 1992.

SUREDA, Joan (dir.): Historia del arte español.   Tomo IX   (La época de las Revoluciones. De Goya a la modernidad). Ed. Planeta. Barcelona, 1996.

SUREDA, Joan (dir.): Del neoclasicismo al impresionismo. Ed. Akal. Col. Arte y estética, nº 46. Madrid, 1999. 

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Edificio Banco de Vigo (Pastor) - Manuel Gómez Román (1923) (CALLE POLICARPO SANZ)

Edificio Banco de Vigo (Pastor) - Manuel Gómez Román (1923) (CALLE POLICARPO SANZ)

Edificio Banco de Vigo (Pastor) - Manuel Gómez Román (1923) (CALLE POLICARPO SANZ)

Teatro García Barbón (Centro Cultural Caixanova) - Antonio

Palacios (1913) (CALLE POLICARPO SANZ)

Teatro García Barbón (Centro Cultural Caixanova) - Antonio

Palacios (1913) (CALLE POLICARPO SANZ)

Edificio para Emilio Méndez (La Peineta) - Jenaro de la Fuente Álvarez

ARQUITECTURA ECLECTICISTA ACADEMICISTA (1910-1930)

En este periodo de 1910 a 1930, Europa avanza hacia una nueva arquitectura: el Movimiento Moderno. En España la situación es distinta y se favorece la presencia de un academicismo clasicista renovado. Al final de este periodo la arquitectura academicista convivirá con las primeras incursiones racionalistas.

Tras la desaparición de Jenaro de la Fuente Domínguez y Michel Pacewicz, los autores de este periodo serán: Manuel Gómez Román, Antonio Palacios, José Franco Montes, Jenaro de la Fuente Álvarez, Jacobo Esténs Romero o Emilio Salgado Urtiaga.

A partir de los años 20 aparece un nuevo eclecticismo más sobrio y académico con un renovado clasicismo y con tendencia a la monumentalidad. Sigue en orden clásico con simetrías verticales y permitiendo mayores alturas.

La ornamentación tradicional del eclecticismo anterior se depura. Desaparece la diferenciación ecléctica de la fachada por plantas y se usan pilastras o

GRUPO DE FOTOSEdificios academicistas

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grandes columnas en los pisos intermedios, cerrando la composición la planta baja y el último piso. Esto permite que se puedan utilizar los bajos como comercios pues en las plantas bajas se facilita la presencia de espaciosos escaparates.

La burguesía de la época encuentra en esta arquitectura academicista con tendencias monumentalistas la respuesta a sus deseos de ostentación de su posición social. Pero ahora, en esta época las entidades comerciales y bancarias también son clientes de esta nueva arquitectura.

Arquitectos representativos

- Antonio Palacios Ramilo

- José Franco Montes

- Jacobo Esténs Romero

- Manuel Gómez Román

- Jenaro de la Fuente Álvarez

Edificios representativos

- Teatro García Barbón - Antonio Palacios (1913)

- Edificio Banco de Vigo (Pastor) - Manuel Gómez Román (1923)

- Casa de Correos y Telégrafos - Manuel Gómez Román (1920)

Arquitectura Ecléctica Siglo XX - Centro Histórico de Managua Hasta fines de la década de los 40´s se desarrolló en Managua una serie de edificaciones a base de concreto armado, siguiendo un estilo ecléctico, con influencias de la arquitectura colonial californiana y del neoclásico francés. Estas edificaciones públicas y residenciales representaron una etapa decisiva de la historia del país, como fue la etapa de reconstrucción de la capital con tecnología diferente a los sistemas de construcción tradicionales que eran adobe y taquezal. La arquitectura ecléctica del Centro de Managua, se considera única en el país, ya que la mayor parte de ella fue diseñada y construida por los primeros arquitectos nicaragüenses graduados en el extranjero.

Actualmente gran parte de estos edificios se encuentran en mal estado de conservación. Entre los edificios de mayor importancia hemos considerado:

Antigua Catedral de Santiago ( 1927-1940)

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Diseñada y construida por la firma de arquitectos belgas "Dambach y Gautier, " es el primer edificio del país en el que se utilizó estructura de acero, la cual fue construida en los Ateliers Metalurgiques de Nivelles en Bélgica. En el terremoto de 1972 sufrió severos daños estructurales, especialmente en la fachada norte y en los 2 últimos tramos de las torres. Quedó en abandono hasta mediados de los años 90 cuando se decidió su restauración, la cual fue suspendida a fines de la misma época debido a problemas de asentamiento del edificio que se consideran irrecobrables. En la actualidad, el bien se encuentra expuesto a los embates de los terremotos, especialmente en aquellas áreas afectadas en 1972.

Antigua Tribuna Presidencial

Fue construida a fines de la década de los 30s con fines protocolarios del Gobierno de la República y del ejército nacional. Formaba parte del antiguo "Campo de Marte", donde se albergaba el alto mando del ejército y el Casino Militar. En la actualidad está bajo la custodia del ejército nacional y forma parte integral del Parque Histórico Nacional " Loma de Tiscapa ".

Antigua Casa Mántica

Diseñada por el Arq. Julio Cardenal, en estilo colonial californiano, sirvió en sus inicios como casa de habitación, la cual tuvo que ser deshabitada a causa del terremoto de diciembre de 1972, manteniendo este estado hasta el año 1990, cuando la Fundación Museo de Arte Contemporáneo "Julio Cortázar" instaló en dicho inmueble el Museo albergando la totalidad del acervo. Debido a las malas condiciones del edificio, las colecciones fueron trasladadas al Palacio Nacional de la Cultura en el año 1998, con el consecuente abandono del inmueble.