easton david - esquema para el analisis politico

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Easton

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Esquema para elanálisis politico

De David Easton en esta biblioteca

Enfoques sobre teoría política

David Easton

Amorrortu editores

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Biblioteca de sociologíaA Framework for Political Analysis, David Easton© Prentice-Hall, Inc., 1965Primera edición en castellano, 1969; primera reimpresión, 1973segunda reimpresión, 1976; tercera reimpresión, 1979; cuan.reimpresión, 1982; quinta reimpresión, 1989; sexta reimpresión1992; séptima reimpresión, 1996; octava reimpresión, 1999Traducción, Aníbal C. LealRevisión técnica, Ricardo Murtagh

Unica edición en castellano autorizada por Prenticel1a14 Inc., Nue<<Jersey, y debidamente protegida en todos los países. Queda hecho e.depósito que previene la ley nQ 11.723. © Todos los derechos de laedición castellana reservados por Amorrortu editores S.A., Paraguas1225, 7Q piso, Buenos Aires.

La reproducción total o parcial de este libro en forma idéntica cmodificada por cualquier medio mecánico o electrónico, incluyendo fotocopia, grabación o cualquier sistema de almacenamiento'recuperación de información, no autorizada por los editores, violiderechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamentfsolicitada.

Industria argentina. Made in Argentina.

ISBN 950-518-025-X

Impreso en los Talleres Gráficos Color Efe, Paso 192, Avellaneda.provincia de Buenos Aires, en abril de 1999.

A mi madre y Sra. J.

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Prefacio

Este libro forma parte de un grupo de cuatro volúmenessobre teoría política de orientación empírica; The PoliticalSystem fue el primero que se publicó. En él sostuve quedebíamos revisar a fondo nuestros conceptos sobre la tareaque compete a la teoría política; en aquel momento, el domi-nio de la teoría histórica y ética había contribuido a eliminarlos pequeños brotes de teoría empírica que aparecieron antesde la segunda guerra mundial. Desde su publicación se havuelto innecesario insistir sobre ello : la teoría empírica haido creciendo paulatinamente y promete hacerlo a un ritmomucho mayor en el futuro.Al arribar al término de The Political System me compro-metí a seguir trabajando en una teoría sustantiva de la vidapolítica, y la presente obra es una realización parcial de misideas básicas de entonces. Pero si en aquella época creíaque la tarea podría completarse con otros dos libros, mástarde se tornó evidente que se necesitaban por lo menos tres.Esta obra, la segunda del mencionado proyecto, retomalas conclusiones de la primera, e intenta exponer lo queenuncia su título : un esquema para el análisis de los sistemaspolíticos. Establece el molde dentro del cual podría vaciarseuna teoría sustantiva de la vida política. La denominaciónmás adecuada sería análisis sistémico, pero es preciso tomaresta frase con gran precaución, pues su significado presentamuchos matices; el que le será atribuido en esta obra se debederivar operacionalmente, es decir infiriéndolo de modo ex-clusivamente del texto, y no de los significados diversos quese le dan en la totalidad de las ciencias que se ocupan desistemas.Nos hemos propuesto desarrollar una serie integrada decategorías de fuerte relevancia empírica que permita inter-pretar la vida política como un sistema de conducta. Comen-

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zaremos por identificar y detallar los supuestos subyacentesen dicha interpretación. A partir de ellos construiremos luegouna estructura de conceptos. Pero debemos prevenir al lectorcontra la tentación de buscar algo más que una indicaciónesquemática en lo que se refiere a su aplicación prácticaAquí nos hemos limitado a 'levantar el andamiaje más es-cueto posible; en una tercera obra que en breve seguiráa ésta, nos proponemos poner en práctica estos conceptos.Esta introducción, sin embargo, demostrará muy pronto que '

nuestra intención es revelar los procesos básicos por losque un sistema político, prescindiendo de su tipo genéricoo específico, puede persistir como sistema de conducta en unmundo de estabilidad o de cambio. Indagaremos lo quehabremos de llamar los procesos vitales de los sistemas polí-ticos como tales, no los exclusivos de un tipo determinadode sistema (democrático, dictatorial, burocrático, tradicional,imperial, etc.) .También se advertirá que nuestra atención se ha de centraren gran parte en los procesos de los sistemas, no en las for-mas estructurales mediante las cuales se satisfacen los reque-rimientos de estos procesos. Nuestra necesidad de entenderlas estructuras es vital, pero creemos que solo pueden ana-lizarse con éxito tras haber establecido cabal e inequívoca-mente las funciones características de los sistemas políticos.Proceder de otro modo equivaldría a poner el carro ante uncaballo inexistente. De ahí la exigencia de una obra teóricafinal, la cuarta, en la que estudiaremos las categorías indis-pensables para entender las variaciones de estructura.En un artículo anterior, "An Approach to the Analysis ofPolitical Systems",* enunciamos en breve esbozo los concep-tos fundamentales de este libro. Dos circunstancias posterio-res a su publicación nos alentaron a continuar con la líneade pensamiento expuesta allí por primera vez. En primerlugar, el artículo fue prontamente reproducido en varias co-lecciones de estudios sobre ciencia política y sociológica, ypara los lectores extranjeros en Americana (1956-7) y en laedición italiana de The Political System. En segundo lugar,me causó satisfacción ver .que, en unos pocos años, los trata-distas consideraron estas ideas lo suficientemente interesan-

• World Politics, 9, 1957, 383-400.

tes como para aplicarlas en forma abundante en sus propiasinvestigaciones empíricas y teóricas. Gracias a esta acogidafavorable que tuvo mi pensamiento en una fase tan tem-prana de su desarrollo, lo que diré en este libro ha perdidoparte de la novedad que de lo contrario tendría. Pero encompensación por ello, dispongo de una gran cantidad deaplicaciones y verificaciones inesperadas de conceptos muysimilares a los que propuse, material que utilizaré comoilustración tanto en este libro como en el próximo.*Desde la publicación del artículo arriba citado y algunosotros en que desarrollé y apliqué partes del mismo esquema,se despertó algún interés por las fuentes de este método. Lasraíces de las ideas están tan delicadamente entrelazadas quea menudo desafían toda clasificación precisa. No es de ex-trañar, pues, que algunos comentarios aparecidos con poste-rioridad hayan producido cierta desorientación.Aunque en sociología y en economía el concepto de "siste-ma" ocupa un lugar prominente, interpretaríamos errónea-mente esas disciplinas si intentáramos identificar sus pers-pectivas teóricas con la que desarrollaremos en esta obra. Es

• Con respecto a "demandas" en particular, véase M. Weiner,The Politics of Scarcity, Chicago, University of Chicago Press, 1962,esp. cap. 9; T. Parsons, "General Theory in Sociology" en R. K.Merton, L. Broom y L. S. Cottrell, (h.), compiladores, SociologyToday, Nueva York, Basic Books, Inc., 1959, págs. 3-38, esp.pág. 19; también T. Parsons, "On the Concept of Political Power"Proceedings of the American Philosophical Society, 107, 1963, 232-62, esp. pág. 234. Sobre el empleo técnico de "demandas" y otrosconceptos, como "insumos", "productos" y "conversión', y algunasformas de modelo de sistemas, véase, entre otros, G. A. Almond,"A Functional Approach to Comparative Politics" G. A. Almondy J. S. Coleman, comp., en The Politics of Developing Areas,Princeton, Princeton University Press, 1960, págs. 3-66, esp. págs.14-17; G. A. Almond y S. Verba, Th.e Civic Culture, Princeton,Princeton University Press, esp. pág. 15; J. C. Wahlke, H. Eulau,etc., The Legislative System, Nueva York, John Wiley & Sons,Inc., 1962, cap. 1; W. C. Mitchell, The American Polity, NuevaYork, The Free Press of Glencoe, Inc., 1962, esp. cap. 12. No sepuede decir que otros estudiosos interpretaran siempre los concep-tos del mismo modo en que aparecieron en el artículo de WorldPolitics de 1957; pero sí en una forma bastante semejante, lo quenos autoriza a suponer una conjunción o convergencia de perspec-tivas teóricas básicas. Si así fuera, nuestra disciplina habría reco-rrido mucho camino desde el estado en que se hallaba en el mo-mento de publicarse The Political System en 1953.

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natural que haya duplicidad y desarrollo. Nadie quiere (r,podría, probablemente, aunque lo quiiiera) ignorar o desde-ñar sus aportes para la comprensión del funcionamiento delos sistemas sociales. Pero el enfoque sistémico que detallanse inspira principalmente en otras fuentes. El modo ma.resumido de describirlas es decir que son las ciencias de siste•mas, a veces caracterizadas más estrictamente como cienciade las comunicaciones. Representan los productos de la re• 'volución teórica más reciente en la conceptualización de, .

sistemas, una revolución que va mucho más allá del desarrollo corriente de este tipo de pensamiento en la sociologíala economía. El simple hecho de que yo hable de insumosy productos, por ejemplo, no se debe interpretar como queadopto el análisis de insumo-producto tan conocido por loeestudiosos de la economía. Pronto advertirá el lector quetoda semejanza es en realidad, en su mayor parte, una mencoincidencia.Pero como previne antes, no fue posible apoyarnos, para elesquema que aquí se detalla, en un modelo elaborado; tam-poco serviría tomar eclécticamente préstamos de diversosenfoques sistémicos. Era preciso crear una nueva estructuracoherente de conceptos que se amoldara al tipo de sistemaque la vida política constituye.Quizá la descripción del medio institucional donde se formóen parte mi pensamiento ayude a esclarecer por qué razonesasocié más íntimamente mi método teórico con las cienciasde sistemas en general que con cualquier otra ciencia enparticular, social o natural, que para el caso es lo mismo.Aunque ya estaba experimentando de lleno con mi propiavariante de análisis sistémico —la que considero más ade-cuada a la materia de la política—, fue mi participación enun grupo interdisciplinario de extraordinaria envergadurareunido en la Universidad de Chicago, el Comité de Cien-cias de la Conducta, lo que me ayudó a apreciar mejor lasvaliosas ideas que ofrece el método general de las cienciasde sistemas, y a acrecentar mi comprensión de él.Dicho comité se creó en 1951, principalmente por iniciativade James G. Miller (presidente en aquel momento del De-partamento de Psicología de la Universidad de Chicago)para dedicarse a un estudio prolongado e intensivo de los

problemas comunes en un enfoque sistémico, consideradodesde el punto de vista de todas las ciencias, físico-naturales,biológicas y sociales.* Gracias a la sabiduría y espíritu pre-‘isor de Ralph W. Tyler (entonces Decano de la Divisiónde Ciencias Sociales y actualmente Director del Centro deEstudios Superiores de Ciencias Sociales) y del Dr. LowellT. Coggeshall (entonces Decano de la División de CienciasBiológicas y actualmente Vicepresidente y Fideicomisario deLa Universidad de Chicago), obtuvimos una serie de localespara nuestras actividades. En ellos nos reunimos todos losmartes durante unos dos años; pasábamos allí el día entero;el almuerzo era preparado en nuestra propia cocina, insta-lada en uno de los locales. Con muchos de los principalesmiembros del Comité continué colaborando un año más,en el Seminario de Teoría del Instituto de Investigacionessobre Salud Mental, de la Universidad de Michigan. Paraintervenir en este Seminario, heredero del anterior Comité,viajaba desde Chicago a Ann Harbor una vez por semana.Tras subsanar algunas dificultades iniciales debidas a la dife-rencia de idiomas, perspectivas y expectativas con respectoal método —conceptos comunes para fenómenos diferentes,conceptos diferentes para fenómenos casi idénticos, impor-tancia variable asignada a la necesidad de cuantificar alprincipio y no sobre la marcha— nos dedicamos a examinarlo que pronto nos pareció a muchos evidente: las perspec-tivas de un análisis sistémico sirven para unir todas lasciencias, naturales y sociales, hacen posible y provechosala comunicación entre ellas y originan problemas comunesque el examen interdisciplinario puede ayudar a resolver.La experiencia en este Comité fortaleció mi convicción de

• Nuestro Comité estaba integrado por los siguientes miembrosprincipales: Donald T. Campbell, psicología; Robert Crane, histo-ria; David Easton, ciencia política; Donald W. Fiske, psicología;Ralph W. Gerard, neurofisiología; Dr. Henrietta Herbolsheimer,medicina interna; James G. Miller, psicología; Jacob Marshack,economía; Richard L. Meier, planificación; John R. Platt, física;Anatol Rapoport, biología matemática; Roger Sper ry, biología;Sherwood Washburn, antropología. En torno a ellos se movía ungrupo algo mayor y variable, compuesto por el alumnado de laUniversidad en su conjunto, junto con distinguidos visitantes queasistieron en calidad de invitados de todos los puntos del país.

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que la labor continua dentro del marco de referencia sis• `

témico moderno es plausible y fructífera.En un plano más personal, deseo expresar mi agradeci-miento a John R. Platt, del Departamento de Física de laUniversidad a que pertenezco, por las numerosas conver-saciones que sostuvimos sobre la investigación de sistemas ,

y también a Donald W. Fiske y John M. Butler, del Depar-tamento de Psicología, por nuestras ocasionales aunqueestimulantes discusiones. El constante intercambio de ideas Icon Leonard Binder, de mi propio Departamento, en nues-tro compartido Seminario sobre Cambio Político, las con•versaciones mantenidas con mis ex colegas Myron Weinerly David E. Apter y los esclarecedores debates, lamentable• !mente poco frecuentes, con Karl W. Deutsch, Heinz Eulau.Bertram M. Gross, George Modelski y David J. Singer, me'fueron también de gran utilidad. Además, Lawrence Senesh. '

de la Purdue University, aclaró el año pasado algunas demis ideas gracias a su convicción de que los conceptos bási-cos de las ciencias sociales pueden ser traducidos en un len-guaje suficientemente simple como para tornarlos acce-sibles a la • enseñanza sistemática en los grados inferiores dela escuela elemental. El ha demostrado que esta tarea esenteramente factible.Debido a que mis ideas fueron adquiriendo forma en cursosy publicaciones a lo largo de varios años, numerosos gradua-dos, algunos de ellos auxiliares míos y todos actualmente conresponsabilidades propias en la docencia, la investigación uotras actividades, contribuyeron a su desarrollo. Lo hicierona su manera, adhiriendo fielmente al código científico de laduda, la objeción, el perfeccionamiento y la reconstrucción.Deseo mencionar especialmente a Ellen Samuels Baar, Re•ginald Bartholomew, Peter Clark, Jack Dennis, Roger D.Masters, John D. McCaffrey, Tadao Okamura y AristideZolberg.Por último, deseo agradecer la asistencia financiera y laoportunidad de poder dedicar tiempo a ciertos aspectos dela investigación que me ofreció el Comité de Investigacionesde Ciencias Sociales, de la División de Ciencias Sociales dela Universidad de Chicago, como también la Ford ResearchProfessorship in Governmental Affairs (Beca de investigación

en asuntos gubernamentales), que me concediera la Funda-ción Ford en 1960-61. Las ventajas que me proporcionó elhecho de ser miembro del Centro de Estudios Superioresde Ciencias Conductalistas de Stanford (California) fueronincalculables.Mi esposa participó, como de costumbre, en el desarrollo delas ideas contenidas en este libro y en la corrección y revisiónde los sucesivos borradores. Razones de índole convencionalme impiden expresar en su verdadera medida el valor desu continua e intensa contribución intelectual durante años.

David Easton

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1. Teoría e investigaciónde la conducta

Este libro trata sobre un nuevo tipo de enfoque teórico parael análisis de la vida política, método que a falta de unnombre más descriptivo podría llamarse análisis sistémico.La elección del análisis sistémico como enfoque principal dela teoría política refleja solo una entre muchas estrategiassignificativas posibles para construir una teoría política ge-neral. 1 Pero se trata de una estrategia que nos permite apro-%echar una revolución conceptual ya muy avanzada, no soloen varias disciplinas conexas sino también en las cienciasnaturales y biológicas.Siempre resulta viable tomar el aparato conceptual de otrasdisciplinas y aplicarlo analógicamente a los datos de un

1 Véanse también los siguientes enfoques: G. A. Almond, "A Func-tional Approach to Comparative Politics" en G. A. Almond y J. S.Coleman, comps., Th.e Politics of Developing Areas, Princeton, Prin-ceton University Press, 1960, págs. 3-66; K. W. Deutsch, The Nervesof Government, Nueva York, Free Press of Glencoe, Inc., 1963;S. N. Eisenstadt, The Political Systems of Empires, Nueva York,Free Press of Glencoe, Inc., 1963; C. J. Friedrich, Man and HisGovernment, Nueva York, McGraw-Hill Book Company, 1963;H. D. Lasswell y A. Kaplan, Power and Society, New Haven, YaleUniversity Press, 1950; H. D. Lasswell, The Decision Process: Se-ven Categories of Functional Analysis, College Park, University ofMaryland, Bureau of Governmental Research, 1956; W. G. Mit-chell, The American Polity, Nueva York, Free Press of Glencoe,Inc., 1962; y varios artículos sobre política de Talcott Parsons,por ejemplo "Voting» and the Equilibrium of the American Po-litical System" en E. Burdick y A. J. Brodbeck, comps., AmericanVoting Behavior, Nueva York, Free Press of Glencoe, Inc., 1959,págs. 80-120; "On the Concept of Political Power", "Proceedingsof the American Philosophical Society, 107, 1963, págs. 232-62;"On the Concept of Influence", Public Opinion Quarterly, 27,1963, págs. 37-92, y "Some Highlights of the General Theory ofAction" en R. Young, comp., Approaches to the Study of Politics,Evanston, Illinois, Northwestern University Press, 1958, págs. 282-304. Se hallará una interesante exposición de los problemas actua-

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campo diferente. Aunque no se llevara más lejos el intenteesto podría ser muy útil como estímulo para la investigaciésteórica de la política. En la historia de la ciencia, la analogy la metáfora sirvieron más de una vez como fuente G`nuevas ideas y de transformaciones fundamentales del persamiento. La ciencia política tomó constantemente en préJtamo modelos de análisis de otros campos. 2

En lo que atañe a la teoría política, estamos en la actualida„dispuestos a ir mucho más allá. Podemos explorar los linea•mientos básicos de una estructura conceptual fundada en laadopción y adaptación específica de análisis sistémicos panla comprensión de la vida política. Como debe ocurrir co:todo esfuerzo genuino para edificar sobre conceptos tomadode otros campos y perspectivas, la investigación teórica e:términos de sistemas adopta en este proceso muchas dimen•siones nuevas, y los conceptos antiguos adquieren nuevo con.;tenido, a menudo imposible de reconocer. Aunque el análisis¡sistémico —adaptado a los fines de la investigación social—permanezca en definitiva dentro del mismo terreno conceptual en que se formó, al final de nuestro examen encontra•remos que ha avanzado en direcciones sustancialmente dis.tintas. Los estudiosos de las ciencias naturales y biológicas' '

ya no se sentirán en su elemento en él, aunque bien puedeser que les suscite recuerdos vagos y nostálgicos de unapatria conceptual que alguna vez conocieron.En este libro intentaré trazar un mapa del nuevo terreno;

les de la teoría política en J. G. March, "Some Observations onPolitical Theory" en L. K. Caldwell, comp., Politics and PublicAffairs, Bloomington, Indiana University, 1962, págs. 121-39.2 Véase M. Landau, "On the Use of Metaphor in Political Analy-sis", Social Research 28, 1961, págs. 331-53, esp. pág. 353, dondeel autor llega a esta conclusión: "La ciencia política recurrió siem•pre a metáforas, avanzó de lo conocido a lo desconocido. Los quecritican el uso de "modelos" deben comprender que también ellosnecesitan usarlos. Por consiguiente, gran parte de la controversiasobre el uso de modelos carece de razón de ser. La opción no esentre modelos y no modelos, sino entre una conciencia crítica desu empleo y una aceptación acrítica. El uso abierto e "higiénico"de modelos podrá o no ayudarnos a formar una teoría políticaempíricamente sólida; pero no evitará correr muchos de los riesgosque asumimos con las metáforas solapadas, implícitas y entume-cidas que se suelen encontrar en los tratados de ciencia política".

que muestre sus fronteras y los contornos de sus formacionesprincipales. Observaré la nueva estructura conceptual a tra-i.es de una lente de poco aumento, por decirlo así, de modoque no nos abrumen los detalles. En la obra que piensopublicar más adelante procuraré emplear para el análisistiatérnico de la vida política una lente más poderosa. Trasesta excursión preliminar, es menos probable que perdamosel rumbo a través de la considerable cantidad de detallesteóricos de que luego dispondremos, y que nos serán nece-sarios.

La revolución en la teoría política

Cuando se publicó la primera edición de mi obra The Poli-

tical Systems,3 resultaba imprescindible justificar la cons-trucción de una teoría general de orientación empírica en laciencia política. Indice del salto gigantesco que se produjoen el desarrollo de la ciencia política como disciplina es queun tema que era entonces apropiado para suscitar intensasdiscusiones ahora ya no se discute. Muchos podrán dudaraún de que esta disciplina sea capaz de producir teoríasgenerales útiles en la fase actual de desarrollo de la cienciapolítica misma y de las ciencias sociales en su totalidad. Perocada vez son menos los individuos de mentalidad arcaica queniegan la utilidad de los esfuerzos que se hacen en este sen-tido, y muy pocos cometerían la extravagancia de emprenderuna investigación empírica sin intentar vincularla, por mo-destamente que fuera, con un contexto teórico más amplio.El rasgo más notable de esta revolución intelectual fue, enrealidad, el ritmo con que esta disciplina cambió de rumbosin perder el control de su aparato intelectual. Ello es testi-monio de la gran reserva de talento, aptitudes y conocimien-tos heredados que la ciencia política, como disciplina, halogrado reunir. En tan breve tiempo se ha producido unarevolución en las perspectivas generales, proliferan nuevosconceptos a un paso cada vez más rápido, y se han presen-

3 D. Easton, The Political System, Nueva York, Alfred A. Knopf,Inc., 1953.

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tado, para su investigación y estudio serio, nuevas estructuraconceptuales, de variable claridad.Todo esto ha ocurrido bajo el signo de un sismo intelectuaque ha sacudido a todas las ciencias sociales, y al qu'durante un tiempo se denominó enfoque conductalist;(behavioral approach) . La nueva teoría, que luchó por vela luz en la ciencia política durante toda una década y qwsolo ahora comienza a tener vida propia, es en gran partíhija de este cataclismo. Su feliz nacimiento promete, a stvez, dar nuevo rumbo e inspiración al método conducta.lista. Siendo producto de este movimiento y estando vincu.lada a él, la teoría política de orientación empírica edenomina a menudo teoría conductalista.Para evaluar el papel que la nueva teoría comenzó a dei»empeñar en la orientación y el progreso de la ciencia política, y comprender hasta qué punto está inextricablemenuamalgamada con el crecimiento de la conducta política com:método distintivo de investigación, interesa estudiar tsignificado de esta gran revolución. ¿Qué se entiende pa 'investigación de la conducta con respecto a la vida política? La respuesta a esta pregunta revelará el papel cen-tral que está cumpliendo la teoría de orientación empina ''en la transformación de la ciencia política, y ubicará e: 'un contexto más amplio uno de los enfoques tendientes adesarrollo de una teoría general: el del análisis sistémicc

La investigación conductalista como movimiento

La conducta política representa a la vez una tendencii jintelectual y un movimiento académico concreto. Comccorriente intelectual se la puede detectar en muchos esto-diosos de la política, al menos en cierto grado; como mol',miento, sus adeptos y partidarios incondicionales son muchamenos. Esto es indudable, y al respecto concordarían prcbablemente con nosotros quienes comparten, de una u otnmanera, este punto de vista. Pero el enfoque es tan nuesc!y sus límites tan mal definidos que difícilmente pueda alcaszarse consenso sobre sus aspectos positivos. En primer lugar

sería muy arduo llegar a un acuerdo con respecto a quiénes,entre los especialistas de la ciencia política, deben identifi-carse como investigadores conductalistas, es decir, con res-pecto a quienes son los miembros auténticos del movimientoo sus adeptos legítimos. En segundo lugar, hallaríamos tam-bién franco desacuerdo sobre aquello que se debe acentuaren una investigación conductalista, o sea sobre su natura-leza como empresa intelectual.Examinemos el primer punto. Los criterios para determinarla pertenencia al movimiento son tan vagos y ambiguos comoborrosos y discutibles sus límites. Al igual de lo que ocurreen la mayor parte de los movimientos sociales, la pertenenciano consiste en integrar una organización formal sino en sen-tir que se participa de una misma orientación, que se poseenideales y supuestos semejantes, que cada cual respeta losintereses del otro, que se busca ayuda y apoyo recíprocos o seacepta un liderazgo común.Sin embargo, ciertos símbolos materiales y pautas de con-ducta distinguen efectivamente el citado movimiento. Susadherentes escribieron para un número limitado de publi-caciones periódicas, 4 e incluso llegó a producirse, en formainesperada, una cierta especialización en la elección de lascasas editoras de libros. Aunque el movimiento no crista-lizó nunca en sentido formal, hay estructuras como losComités de Conducta Política y de Política Comparadadel Consejo de Investigaciones de Ciencia Social, que pro-porcionaron, de alguna manera, un núcleo institucional, almenos en estos dos campos. Por otra parte, hace ya algúntiempo los sentimientos de los adeptos se encendieron lo su-ficiente como para discutir la conveniencia de establecerinstituciones propias, por ejemplo un periódico u organiza-ción especial. 5 A diferencia de lo que ocurrió en psicología,psiquiatría y otras ciencias, en que a partir de una asocia-ción inicial se escindieron otras de puntos de vista diver-gentes, de la Asociación Norteamericana de Ciencia Política

4 Por ejemplo Public Opinion Quarterly, World Politics, AmericanP4havioral Scientist y B.ehavioral Science.S Creo justo aclarar que el American Behavioral Scientist (antesPROD) se fundó en la atmósfera creada por estas discusiones, poriniciativa de Alfred de Grazia y bajo su responsabilidad.

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no surgió ningún grupo que diera expresión institucional a,nuevo enfoque. La Asociación demostró ser lo bastaflexible como para adaptarse con la velocidad necesariacarácter cambiante de este campo de estudios.°Pero estos símbolos materiales proporcionaron un víncdemasiado informal con el enfoque conductalista, y fuedemasiado fragmentarios y de alcance limitado como pservir a satisfacción de foco central del movimiento.consecuencia, éste siguió en un estado muy rudimentaincapaz de originar una verdadera ortodoxia o doctinviolable. Es así como la profesión de la ciencia politse salvó del trauma de los cismas institucionales. ¡ Pero a qinesperado costo! Los "titulares" del movimiento conde:talista no se pueden distinguir con facilidad de los que sorsimples "compañeros de ruta", simpatizantes tolerantes, patidarios ocasionales o críticos ambivalentes. Es posible qtrlos tradicionalistas consideren a un autor como pertenecieal campo antagónico, y al mismo tiempo este último grulo desautorice basándose en razones diametralmente opuesta i

La ambigüedad procede tal vez de la naturaleza del cor.promiso .que se exige de un conductalista. Este no está pr •lvado o incapacitado, por el solo hecho de serlo, de continu_:con investigaciones tradicionales siempre que las considec°necesarias y apropiadas, como ocurre en el estudio de Ltrelaciones entre instituciones. El método conductalista dr!mostró poseer su mayor fuerza en investigaciones relativas aindividuos (especialmente en sus relaciones cara a carao a un tipo de conducta colectivo como la votación. Isestructura y procesos internos de pequeños grupos y orgarLzaciones, y ciertos aspectos de comunidades bien definida:representan el ámbito más amplio para el que se creara'técnicas perfectamente conciliables con las supuestas del cor- 1ductalismo. Esas técnicas son menos confiables y sus resu:tados menos valederos si se aplican a las relaciones ent

6 Esto tiene su historia, que sería interesante investigar para cor fprender cómo una disciplina logra enfrentar con éxito los cambiaen sus objetivos y métodos, adaptación que en modo alguno rpuede dar por descontada. En esa historia desempeñaron un pape :

crucial Evron M. Kirkpatrick, Director Ejecutivo de la Americzl,Political Science Association, y Pendleton Herring, Presidente te:Social Science Research Council.

ínatituciones, como por ejemplo entre sistemas de partidosr legislaturas, o entre sistemas electorales y partidos, o alefecto de diversos tipos de convenios institucionales sobreel reclutamiento de personas destinadas a cargos de dirección

autoridad. 7Pese a las críticas en sentido contrario, son los raros estu-diosos de la conducta política quienes se someten en excesoa los límites de la investigación definidos por sus técnicasrigurosas. En la práctica observamos que la mayor partede los conductalistas están dispuestos a aplicar los mejoresrecursos técnicos disponibles, aunque esto signifique que elcínico método factible sea el tradicional. En realidad, el con-ductalista es un producto mixto de lo tradicional y lo conduc-talista, con tendencia a esto último; pero lo que con fre-cuencia vuelve difícil identificar a los conductalistas autén-ticos es el carácter que adopta esa mezcla en cada casoparticular.

La conducta política como tendencia intelectual

Si mi primera tesis es que la conducta política tiene mu-chas de las cualidades de un movimiento social incipiente,la segunda es que, precisamente por estar tan mal definido,resulta mucho más fácil describirlo con referencia a su con-tenido intelectual que con referencia a sus miembros. Lamayor parte de los estudiosos de la política, aun los que seresisten a ser clasificados como conductalistas, probablemen-te estarían contestes sobre la naturaleza general de las supo-siciones y objetivos conductalistas, pese a las grandes dife-rencias que habría en lo concerniente al énfasis que debecolocarse en cada uno de ellos.

Véase M. Sherif y B. L. Koslin, Theoretical and Research Re-;:rts: The "Institutional" vs. `Behavioral' Controversy in SocialScience with Special Refere,Ece to Political Science, Norman, Ins-titute of Group Relations, University of Oklahoma, 1960. Los auto-res, observando la investigación política desde la perspectiva de lapsicología social, aplaudieron sin reservas la insistencia en el en-foque institucional que hallamos en la ciencia política.

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¿Cuál es la índole de estas suposiciones y objetivos, piedrefundamentales del movimiento? No hay una única caracterización que resulte satisfactoria para todos, pero la siguieralista constituye una enumeración bastante precisa y exhauitiva. 8

1. Regularidades. En la conducta política, se pueden des.cubrir uniformidades expresables en generalizaciones o teorías con valor explicativo y predictivo.2. Verificación. La validez de esas generalizaciones debe severificable, en principio, con referencia a una conducta relevante.3. Técnicas. Los medios para recoger e interpretar datosse pueden dar por supuestos. Son inciertos y hay que exa-minarlos escrupulosamente, perfeccionarlos y validarlos, &manera de contar con instrumentos rigurosos para observarregistrar y analizar la conducta.

8 La mayor parte de sus ítems se pueden extraer de . lo que se dicdel enfoque conductalista en las siguientes fuentes: J. C. Charlaworth, The Limits of Behavioralism in Political Science, Philado-phia, American Academy of Political and Social Science, 1962;Cowling, The Nature and Limits of Political Science, Nueva YorkCambridge University Press, 1962; B. Crick, The American Scien.of Politics, Its Origins and Conditions, Londres, Routledge tKegan Paul Ltd., 1959; R. A. Dahl, "The Behavioral Approach'.,en American Political Science Review, 55, 1961, págs. 763-72; Y.Duverger, Méthodes de la Science Politique, París, Presses Univcsitaires de France, 1959; Easton, The Political System y "Tracitional and Behavioral Research in American Political Scienceen Administrative Science Quarterly, 2, 1957, págs. 110-15; EEulau, The Behavioral Persuasion, Stanford, Calif., Stanford Uc•:versity Press, 1963; C. S. Hyneman, The Study of Politics, Urban-University of Illinois Press, 1963; H. D. Lasswell, The Future ePolitical Science, Nueva York, Atherton Press, 1963; W. G. Runtiman, Social Science and Political Theory, Nueva York, Can-bridge University Press, 1963; D. B. Truman, "The Impact etPolitical Science of the Revolution in the Behavioral Sciences", eResearch Frontiers in Politics and Government, Washington, D. C.The Brookings Institution, 1955, págs. 202-32, y "The Impk-cations of Political Behavioral Research", en Items, 5, 1951, pie37-39; V. Van Dyke, Political Science, A Philosophical Analyc,Stanford, Calif., Stanford University Press, 1960; D. Waldo, Pwtied Science in the United States of America, París, UNESCO1956; A Report of the Behavioral Sciences at the UniversityChicago, University of Chicago, Self-Study Committee, 1954; Ec-tonal, "What is Political Behavior", PROD, 1, 1958, págs. 42-+:;

1. Cuantificación. Para que el registro de datos y la formu-Lación de los hallazgos sean precisos se necesita medir ycuantificar, no como procedimientos válidos por sí mismos,tino solo cuando sean posibles, relevantes y significativosa la luz de otros objetivos.5. Valores. La evaluación ética y la explicación empíricarequieren dos clases diferentes de proposiciones que, en be-neficio de la claridad, deben distinguirse analíticamente. Noobstante, nada impide que un estudioso de la conducta polí-tica enuncie, juntas o por separado, proposiciones de cual-quiera de ambas clases, siempre que no las confunda.6. Sistematización. La investigación debe ser sistemática, esdecir que teoría e investigación se deben considerar partesentrelazadas de un cuerpo coherente y ordenado de cono-cimientos. La investigación no respaldada por la teoría pue-de resultar trivial, y la teoría que no se apoye en datos, vana.7. Ciencia pura. La aplicación del conocimiento es parteintegrante, al igual que la comprensión teórica, de la empresacientífica. Pero la comprensión y explicación de la conductapolítica son lógicamente anteriores a los esfuerzos por aplicarel conocimiento político a los problemas prácticos y urgentesde la sociedad, y les sirven de base.8. Integración. Las ciencias sociales se ocupan de la totalidadde la situación humana; por ello, si la investigación políticaprescinde de los hallazgos de otras disciplinas, corre el peligrode reducir la validez de sus propios resultados y socavar suzeneralidad. El reconocimiento de esta interrelación contri-buirá a que la ciencia política recupere su status de siglosanteriores y vuelva al gran redil de las ciencias sociales.Esta lista incluye probablemente las tesis principales del credoconductalista y es representativa de las mayores divergenciasexistentes entre los modos de investigación conductalistas ytradicionales. En este carácter, nos ofrece una exposición pu-ramente formal del significado del conductalismo, explica-ción que no nos ayuda tanto a comprender a éste cuantoa apreciar la naturaleza de las preguntas que debemosformular. En efecto, aunque consiguiéramos, sin mayor di-ficultad, un acuerdo formal con respecto a esta lista, nohay duda de que inmediatamente subirían a la superficiediferencias importantes, no tanto sobre los elementos corn-

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ponentes del credo conductalista en sí como sobre la pro-minencia relativa de unos u otros.

Al examinar las diversas explicaciones que ofrecen los mis-mos conductalistas observamos que, dentro de los amplioslímites fijados por el credo, el método conductalista ha ter-minado por significar casi tantas cosas como comentaristashay. Cada uno pone su propio acento, y de este modo seconvierte en su propio conductalista. ¿ Emplea este enfoqueexclusivamente el método científico, o es solo una disposi-ción favorable hacia él? 9 ¿Recurre a ciertos tipos de datoshasta ahora ausentes de la investigación política, especial-mente a los hallazgos de ciencias de "núcleo sólido" comola psicología, la sociología y la antropología, 10 o equivaleen gran parte a un retorno al individuo como punto foca!de dicha investigación? 11 ¿Acaso podríamos considerar elconductalismo, con mayor amplitud y flexibilidad aun, comouna botella vacía en la que se pone cualquier vino, seanuevo o añejo, mientras se presuma que tiene aroma deciencia? 12 Sea cual fuere nuestro punto de vista, podemosvolvernos .hacia ciertas autoridades para solicitar una inter-pretación.No existe, empero, una completa anomia interpretativaAunque los distintos énfasis pongan en primer término as-pectos diferentes del paisaje y hasta produzcan la impresió:momentánea de que hay gran distancia geográfica entre lasautoridades en la materia, un examen más detenido revelaque todos miran en la misma dirección: una ciencia de lapolítica formada según los supuestos metodológicos de lasciencias naturales.

Esta conclusión nos deja, como dije antes, con una preguntofundamental sin contestar. Si esto es todo lo que significarealmente la reacción contra la tradición, si los conductalistasse limitan a bregar por la implantación del método cienofico, ¿por qué no nos contentamos con llamar al pan, pa:

9 Dahl, "The Behavioral Approach".10 Truman, "The Impact on Political Science".11 Easton, The Political System.12 "What is Political Behavior", PROD.

v al vino, vino? ¿ Qué es lo que hizo necesario o útil acuñar yhacer circular una nueva moneda conceptual: la conductapolítica? Al fin y al cabo, la ciencia . siendo un idealvenerado en los Estados Unidos. Durante las décadas de1920-30 y 1930-40, la frase "ciencia de la política" fue, enefecto, el modo predilecto de designar las tendencias másnuevas del período que originó la reacción moderna. ¿Esacaso necesario dar otro nombre a la rosa?Si nos contentáramos con aceptar la explicación de la con-ducta política como la aplicación continua del método cien-tífico a la política iniciada en la época que va de 1920 a1940, podríamos descartar inmediatamente este cambio determinología atribuyéndolo a un mero capricho, a las va-riaciones inexplicables que favorecen las modas del lenguaje,o a la necesidad de contar con un símbolo para autoidenti-ficarse en las batallas con la ortodoxia establecida. No hayduda de que tales factores desempeñaron algún papel en ladifusión del rótulo conductalista. No obstante, si nos detu-viéramos aquí y concluyéramos que la nueva denominaciónno significa más que esto, olvidaríamos ciertas implicacionesesenciales, reveladoras de que nuestra disciplina forma partede un cambio más profundo que tiene lugar en todas lasciencias sociales de nuestra época. Para apreciar en todo susignificado la tendencia conductalista debemos ampliar nues-tros horizontes y ver en este desarrollo una reacción contrael hecho de que todas las ciencias sociales avanzan hacia unanueva fase, fase, estaría tentado de decir, de mayor madurezcientífica y que se caracteriza por nuevas aspiraciones teó-ricas. Reacción contra ese hecho y a la vez reflejo de él.

Insuficiencia de una explicación metodológica

Si nos contentamos con aceptar el enfoque conductalista,orno un modo de indicar que sus adeptos se proponen em-plear los métodos más adelantados de la ciencia social, ynada más, nos echamos encima el problema que veremos acontinuación. Varias otras ciencias sociales, como las llama-das ciencias de núcleo sólido, a que ya nos hemos referido,

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se juzgaron a sí mismas durante muchos años, desde antede la segunda guerra mundial, como devotas del métoicientífico. Gran parte de sus esfuerzos se dirigieron a esclrrecer y elaborar las premisas metodológicas de las cienciasociales y a crear técnicas refinadas y rigurosas para la acr mulación, interpretación y análisis de los datos. Lo notablen este caso es que, si bien esas disciplinas ya se concebíasa sí mismas de este modo en el intervalo entre ambas guerrasolo a partir de la década 1950-60 comenzaron a denominarse y ser denominadas ciencias conductalistas.Como en el caso de la ciencia política misma, podría=alegar que un nombre no significa nada, que las oscilacionede nomenclatura entre las ciencias sociales y las conducta-listas son irrelevantes y carecen de consecuencias. Pero esentido común nos dice algo más: que los nombres refleja:y refuerzan (a menudo por anticipado) cambios ya pro-ducidos en los objetos a que se refieren. A mi entenderlos cambios de nombre tienen precisamente este significa&en las ciencias sociales.La inclusión del estudio de la vida política como parte &las ciencias de la conducta sugiere igualmente que, prescin.diendo por el momento de la naturaleza de la transforma.ción producida, debe implicar algo más que la simple im-portación del método científico a la ciencia política. Pa.esta razón no entederemos todas las connotaciones del tér-mino "conducta política" a menos que lo consideremos co-mo parte de la evolución de las disciplinas sociales en s: '

conjunto. Es demasiado fácil, pero engañoso, interpretarlecomo sinónimo de lo meritorio de la investigación o de:método científico; ver en él un arma ideológica que im•prime color y vigor al movimiento de un grupo difuso einformal de académicos en rebelión contra las tradicionessolo en parte es correcto.Además, con ello se disminuye mucho el valor de este nuevomovimiento. Inadvertidamente, esas interpretaciones sim•plistas dan crédito a la misma tesis que sostienen sus críticosmás apasionados, al acusar a los estudiosos de la conductapolítica de escoger los problemas a investigar, no por susignificación teórica o ética, sino basándose en gran medidaen la circunstancia accidental de disponer de técnicas de

investigación adecuadas. Si no se dispone de una técnicaconfiable, considérase que el tema no se puede investigar.A consecuencia de que los medios técnicos de la investiga-ción social atraviesan, según se admite, una fase primitivade su desarrollo, el método conductalista solo puede facilitaren lo que atañe a la política, dícese, conocimientos confia-bles sobre lugares comunes o trivialidades. Los problemasrealmente importantes de la vida política no pueden serabordados con estos medios; de ahí que la insistencia enla prioridad de la competencia técnica logre eliminar ellibre juego del insight y la imaginación.No es éste el momento ni el lugar para pesar los méritosde esa crítica. Pero desde el punto de vista del significadode la conducta política, si concediéramos que ésta es sim-ple vehículo de la verdadera y fidedigna expresión "métodocientífico", daríamos la impresión de que sus críticos noestaban muy desacertados. Representaría en lo fundamentalun cambio de disposición anímica, en favor de la metodo-logía, los métodos y especialmente las técnicas científicas.Nadie podría alegar que no representa estas cosas, y aun-que no representara nada más, sería un aporte bastante sig-nificativo. No obstante, si queremos ser totalmente justos nopodemos deternernos en este punto. Ello nos llevaría a des-deñar o ignorar por completo un aporte igualmente crucialv sustantivo, que contribuye a tender un puente importanteentre la ciencia política y sus disciplinas vecinas, por unlado, y el futuro de la investigación política, por otro.

Perspectiva histórica

El pasado

Para apreciar hasta dónde la aparición de un enfoque con-ductalista va más allá de una reorientación metodológicao meramente técnica, debemos ubicar las tendencias recien-tes de la investigación política en el contexto del movimien-to histórico general de las ciencias sociales. El modo másrápido para lograrlo, sin verse envuelto en la maraña de su

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historia, es seguir la evolución de los nombres con que sedesignó lo que acabamos por llamar ciencias conductalistas .

En dichos nombres hallaremos reflejada la esencia de latransformación histórica que resulta relevante para nuestrafines inmediatos.Históricamente hablando, el saber social era al principiouno e indivisible; la especialización del trabajo aparece bas.tante tarde en el escenario intelectual del mundo occiden-tal. Durante casi dos mil años, desde los comienzos del pe-ríodo griego clásico hasta cierto momento del siglo xvm,los hombres no se consideraban fundamentalmente unos aotros como especialistas, sino como buscadores de sabidu-ría y conocimiento, como filósofos en la acepción original dela palabra. Cierto es que ya en la Edad Media, el derecho.la teología y la medicina figuraban en las universidades co-mo campos de aprendizaje y enseñanza separados y coordi-nados, pero la filosofía seguía abarcando el grueso de laconocimientos humanos sobre el hombre en sociedad.A medida que aumentaba la importancia del conocimientoen la época moderna y que cambiaba el ritmo y direcciónde su desarrollo, este cuerpo general de saber comenzó, sinembargo, a dividirse paulatinamente en segmentos especia-lizados. En el siglo xvm, por ejemplo, ya se puede distin-guir de la filosofía moral la que dio en llamarse filosofíanatural y a medida que se incrementaba el conocimiento e:ambos campos a lo largo de la centuria, sus nombres sufrie-ron otra sutil modificación: bajo el prestigio creciente de laquímica, la física y la biología, pasaron a denominarse cien-cias naturales y morales. Su mayor elaboración durante elsiglo xix, en especial gracias al impulso de Saint-Simony Augusto Comte, y el hecho de centrar su enfoque en lasrelaciones humanas dentro de la sociedad, hicieron que lasciencias morales recibieran finalmente la denominación ac-tual de ciencias sociales. Por supuesto, la indagación éticala filosofía persistieron a través de esta complicadísima evo.lución del conocimiento social. Pero la filosofía perdió s:carácter de depositaria de casi todo el saber existente 1quedó reducida al papel de categoría residual, cuya ampli-tud siguió disminuyendo hasta nuestros días, viéndose obliga-da a redefinir periódicamente las tareas que le son propias

Esta somera reseña de los nombres asociados al conocimien-to de la realidad social en sus diversas fases nos advierteque la aparición de un nombre nuevo no es un hecho sinprecedentes en la historia, en una historia que data de milesde años y que sin duda habrá de continuar. Cada transición,desde la filosofía a la filosofía natural y la filosofía moral,a las ciencias naturales y morales, a las 'iencias sociales, yahora a las ciencias conductalistas, señala una fase de unmovimiento realmente rectilíneo en la índole de nuestracomprensión del hombre en sociedad y en las suposicio-nes subyacentes. Bien podemos sospechar que se han pro-ducido o se están produciendo algunas transformacionesfundamentales.

El presente

Quedas pues, el problema de entender por qué un sectorimportante de las ciencias sociales ha recibido el nombre deciencias conductalistas en este momento particular de suhistoria. Por sus orígenes, sería válido considerar a este con-cepto accidental. En el 79° período de sesiones del Congresode los Estados Unidos, un comité del Senado encaró la ne-cesidad de crear una fundación científica nacional que es-timulara y financiara investigaciones académicas; diversosrepresentantes de las ciencias sociales prodigaron entoncessus esfuerzos para que sus disciplinas fueran incluidas enel ámbito de la legislación propuesta. Ya sea por un autén-tico error o en forma deliberada, hubo senadores que enLis reuniones plenarias del cuerpo insistieron en hablar dela ciencia social como ciencia socialista. Con el fin de evitaruna confusión mayor, dicese, fue acuñada la expresión "cien-cias conductalistas" para designar todos los sistemas vivosde conducta o comportamiento, tanto biológicos como socia-les. Esta denominación se fundaba en la idea de que servi-ría para identificar aquellos aspectos de las ciencias socia-les que se pudieran poner bajo la égida de una fundacióndedicada a apoyar la ciencia rigurosa 13. Aproximadamente13 J. G. Miller, "Toward a General Theory for the BehavioralSciences", en L. D. White, comp., The State of the Social Sciences,Chicago, University of Chicago Press, 1956, págs. 29-65.

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por esa época se organizó la Fundación Ford, y al buscarun nombre apropiado para la sección destinada a fomentarel desarrollo científico del conocimiento social, se optó porDivisión de Ciencias Conductalistas. Estas dos fuerzas acci-dentales combinadas ayudaron a popularizar el nuevo ape-lativo.Sea esta historia auténtica o apócrifa, y por interesante queresulte especular sobre el origen de una idea, huelga decirque no es un hecho decisivo. Muchas ideas nacen, pero po-cas sobreviven y se propagan. Lo que importa es entenderqué particularidades de la situación actual de la investiga-ción han llevado a los hombres de ciencia a adoptar elnombre nuevo en lugar del más antiguo y corriente.Las diversas fundaciones, institutos y programas departa-mentales universitarios que emplean el término de cienciaconductalista 14, lo aplican a cualquier investigación socialinteresada en la comprensión científica del hombre en so-ciedad, prescindiendo de la disciplina bajo la cual se cobije.Oímos hablar del estudio de la conducta religiosa, econ&mica, política, psicológica, etcétera. La aplicación de esteconcepto sobrepasa los límites de las tres disciplinas consi-deradas de núcleo sólido; pero, como ya vimos, su uso seriasuperfluo, por lo menos en cuanto a ayudar a que estasdisciplinas avanzaran más rápida o seguramente en una drección científica; su adhesión al ideal científico es bitconocida y han dado pocas señales de cambiar de rumboPodríamos preguntarnos, por consiguiente, si en el amplxcamino recorrido por la historia del conocimiento social,idea de las ciencias conductalistas no hace prever una tifurcación de caminos, el comienzo de un desarrollo orienta-do en una dirección radicalmente nueva. La respuesta aa no dudarlo, afirmativa.

Integración de las ciencias sociales

En la nueva terminología se refleja el hecho de que a i<investigación contemporánea de lo social se han añadid

14 Este término aparece en los nombres de instituciones como eCenter for Advanced Study in the Behavioral Sciences at Stanfoi

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dos ingredientes que contribuirán a apartarla de todas lasépocas pasadas. En primer lugar, nunca hubo una demandatan grande de atención escrupulosa a la teoría empírica entodos los niveles de generalidad —tanto de alcance mediocomo general— que se pueda reducir, en principio, a pro-posiciones verificables. En segundo lugar, como parte deello, las ciencias sociales se han enfrentado con el problemateórico de localizar unidades de análisis estables que pudie-ran desempeñar en lo social el mismo papel que las par-tículas de materia desempeñan en las ciencias físicas 15.

Este vuelco hacia la teoría empírica estuvo parcialmentevinculado con una esperanza nunca abandonada por com-pleto en la historia de la especialización creciente del sabery que reapareció con fuerza particular en las décadas deltreinta y el cuarenta: que la . comprensión del hombre ensociedad se enriquecería inmensamente si se encontrara elmodo de integrar las ciencias sociales en una unidad básica.Hubo un tiempo en que dicha integración constituyó unaespecie de quimera académica; si bien más tarde perdió suímpetu primitivo, dejó tras suyo un residuo vital.

Modos de integración

Resultó que los estudiosos podían concebir esa integracióndisciplinaria como producida en varios niveles diferentes 15.

California y la Behavioral Sciences Division, actualmente disuelta,de la Fundación Ford; asimismo, en los periódicos Behavioral Scien-ee y American Behavioral Scientist.iS Sobre la analogía con la física véase "The Point of View ofthe Author" en M. Black, comp., The Social Theories of TalcottPersons, A Critical Examination, Englewood Cliffs, N. J., Pren-tee-Hall, Inc., 1961, págs. 311-63.16 Siguiendo esta orientación, véanse algunas sugerencias en L.Wirth, comp., Eleven Twenty-Six, A Decade of Social ScienceResearch, Chicago, University of Chicago Press, 1940; C. Dollard,"A Middleman Looks at Social Science, en American SociologicalReview, 15, 1950, págs. 16-20; B. F. Hoselitz, "The Social Scien-xs in the Last Two Hundred Years", en The Journal of GeneralEducation, 4, 1950, págs. 85-103; E. R. A. Seligman, "What Arethe Social Sciences", en Encyclopaedia of the Social Sciences, NuevaYork, The Macmillan Company, 1929.

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En el nivel de la aplicación, los datos de las distintas cien.cias sociales se podían reunir para solucionar todos los problemas sociales. La unificación debía efectuarse sobre ltmarcha, por así decir. La vivienda, el desempleo, la pazetc., no se debían considerar asuntos exclusivamente socia•lógicos, económicos o políticos; para estudiarlos como corresponde era preciso aplicar conocimientos derivados de u:conjunto de disciplinas. Mediante grupos de especialistasque trabajaran juntos con fines prácticos se podía alcanzaruna especie de integración disciplinaria.Una segunda especie de integración puede surgir de pro.gramas de capacitación en investigaciones, en los cuales laestudiantes no dirijan sus miras a una disciplina sino a laproblemas sociales; cabe esperar que de ese modo aprende-rán a relacionar con ellos los modos de análisis y datos decualquier esfera del saber y de cualquier campo de inves-tigación que les parezcan relevantes. Se supone que el estu-diante hará caso omiso de las barreras que separan lasdiversas disciplinas y se considerará a sí mismo, simplemen-te, un científico social. En un programa de esa índole lareferencia• al nombre formal de una disciplina podría serun verdadero tabú.Relacionada con este método, aunque diferente, habría unatercera especie de integración: se entendía que preparar auna persona en dos o tres disciplinas podría originar unaintegración limitada en la mente individual. Por lo menaalentaría a una fusión de esta clase dentro de los límites dela capacidad de una persona para asimilar y sintetizar porsu cuenta varios campos sociales. En este caso, la prepara-ción debería ser de orientación disciplinaria, pero su resul•tado sería la unión integral de dos o más disciplinas.

Cada uno de estos tres niveles de integración tiene algoen su favor, cada uno dejó su señal en los planes de estudiapara la preparación de científicos sociales, y contribuyó acrear una nueva autoimagen de las ciencias sociales, por lomenos con respecto a sus interconexiones intrínsecas. Sinembargo, ninguna de estas sendas llevó a una unificaciónintegral de las disciplinas; lo que se proponía era, a lo sumo ;

una especie de fertilización cruzada o intercambio de cono-cimientos. Ello abrió el camino a la búsqueda de un medio

para lograr la verdadera síntesis, lo que acabó por ser uncuarto nivel posible de integración.Detrás de este método se oculta la convicción de que exis-ten ciertas unidades fundamentales de análisis referentesa la conducta humana con las que se puede generalizar,

de que estas generalizaciones pueden proporcionar unabase común para construir las ciencias especializadas en elestudio del hombre en sociedad. En lugar de una combina-ción mecánica de las ciencias sociales, esto coloca comobase una ciencia de la conducta. Pese a que algunosautores, de inspiración reduccionista, se pronunciaron a fa-vor de la psicología como ciencia básica ya existente y otrosen favor de la sociología o de la antropología, y hasta de laciencia política, los principales esfuerzos se orientaron haciaLa búsqueda de una base completamente nueva.La expectativa y la esperanza de crear una teoría social bá-sica común impulsa las investigaciones en ciertas direccionesinevitables 17 . Lo más importante para nuestros fines es queha llevado a buscar una base común de análisis que puedanutrirse fácilmente de los temas que estudia cada una deestas disciplinas. En teoría, las unidades deberían ser repe-titivas, ubicuas y uniformes, moleculares más bien que mo-rares. Constituirían de este modo las partículas que formantolo comportamiento social y que se manifiestan por mediole diversas instituciones, estructuras y procesos.

Unidades alternativas de análisis

Para hacer más concreto el significado de lo anterior, ob-servemos cómo ha evolucionado hasta ese punto. En el casode Talcott Parsons, por ejemplo, la noción de acción, to-mada de Weber, parecía facilitar la unidad más fructíferacon la cual construir una macroteoría común útil a todaslas disciplinas sociales. Aunque el marco de referencia de laacción se puede, de este modo, asociar fácilmente al nom-bre de un autor, se han propuesto otras unidades de aná-

17 Algunas de estas orientaciones se indican en R. G. Grinker,comp., Toward a Unified Theory of Human Behavior, Nueva York,Basic Books, 1956.

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lisis, cuyo origen es, empero, múltiple, difuso y convergente.Para algunos autores, muy influidos por la psicología socia;la decisión, u opción entre alternativas, pareció ser la unedad más promisoria. Hasta la economía, única ciencia social que parecía invulnerable al cambio en esta direccióndado que poseía ya una teoría de estrecha trabazón y con-tenido propio, resultó contaminada por esa idea. Para otraprocedentes del campo de la antropología, las diversas clasede funciones proporcionaban un tipo de unidad bastanteamplia y diferente, algo escurridiza, sin duda, pero utiliza-ble en muchas disciplinas. 18

En época reciente aparecieron como focos posibles los sis-temas, comenzando por la célula más pequeña del cuerpohumano como sistema y avanzando hacia sistemas cada vamás incluyentes, por ejemplo el ser humano como organis-mo, la personalidad humana, pequeños grupos, institucionemás amplias, sociedades y conjuntos de sociedades como dsistema internacional. Se parte del supuesto de que la con-ducta en estos sistemas se puede regir por procesos análogasi no homólogos. El análisis general de sistemas es tal vaun esfuerzo, más ambicioso aún que la teoría de la acciónpor colocar varias disciplinas en un marco común, puestoque extiende su red a todas las ciencias, tanto físicas ibiológicas como sociales, considerándolas sistemas de con-ducta. 19

Dejemos de lado por el momento las respuestas particula-.res que se han ofrecido para montar la estructura de unateoría general. En sus más amplios alcances, la adopció:del rótulo "ciencias conductalistas" simboliza, en definitivala esperanza de descubrir algunas variables comunes, que

18 R. K. Merton, Social Theory and Social Structure, Nueva YorkFree Press of Glencoe, Inc., 1949; M. J. Levy, (h.), Structure uSociety, Princeton, Princeton University Press, 1952; K. Dar's ,

"The Myth of Functional Analysis as a Special Method in So-Biology and Anthropology", en American Sociological Review, 21,1959, 7, 757-73.19 A. R. Radcliffe-Brown, A Natural Science of Society, NueraYork, Free Press of Glencoe, Inc., Falcon's Wing Press, 1957.varios artículos en General Systems, anuario de la Society faGeneral Systems Research, esp. los de L. von Bertalanffy y IBoulding en el vol. 1, 1956; y Grinker, Toward a Unified Theoq .

formen el núcleo de una teoría útil para comprender mejorla conducta humana en todos los campos. A esto se haunido la vaga creencia de que la psicología, la sociologíar la antropología son las ciencias básicas de las cuales bienpuede surgir una teoría semejante.Resulta claro que este enfoque subraya el compromiso conlos supuestos y métodos de la ciencia empírica, en especialpara aquellas disciplinas que, como la ciencia política, sehabían mostrado hasta ahora reacias a adoptarlos. Pero vamás allá. Al hacer hincapié en el componente teórico com-pletamente descuidado hasta ahora, enriquece el método.De todo el credo científico que hemos presentado, son susprincipios teóricos los que se magnifican en el período ac-tual y dan a la tarea científica de las disciplinas sociales elparticular carácter implícito en la idea de ciencias conduc-talistas.

Relevancia para la ciencia política

En este punto, podemos decirnos: Todo esto está muy bienen cuanto a la posición histórica actual del conjunto de lasciencias sociales, pero ¿ qué importancia cabe atribuir a es-tas tendencias con respecto al significado del enfoque con-ductalista en la ciencia política? Teniendo presente el am-plio contexto en que desarrollamos nuestro examen, comen-cemos ahora a atar cabos para ver más claramente lasprincipales implicaciones teóricas del conductalismo en laciencia política.Ya señalamos que en la literatura sobre el tema se insisteen interpretar el método conductalista en política como sím-bolo del método científico, como la incorporación de nuevosdatos tomados de las ciencias sociales de núcleo sólido, etc.,v que cada intérprete pone el acento donde le parece másconveniente. Ninguno de estos puntos de vista, empero,considera seriamente la conexión entre el método conduc-talista en la ciencia política y las tendencias actuales haciael desarrollo teórico en el conjunto de las ciencias sociales,tendencias cuya chispa fue encendida por el gran interés

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en la integración de estas disciplinas. El aspecto conducta-lista del nuevo movimiento significa algo más que un méto-do; refleja el comienzo de una búsqueda teórica de unidadesestables para comprender la conducta humana en susaspectos políticos.

La revolución dual en la ciencia política

¿ A qué se debe que las interpretaciones actuales del movi-miento conductalista de la ciencia política no aprecien esteaspecto teórico? El olvido es comprensible: procede de lascircunstancias históricas peculiares por que atraviesa hoy laciencia política misma.Si volvemos nuevamente la mirada a las llamadas cienciasde núcleo sólido, en especial la psicología y la sociologíavemos que las técnicas de la investigación empírica habíaido madurando en ellas, en forma paulatina, mucho antede la segunda guerra mundial. De hecho, estas disciplinashabían tenido tiempo sobrado para adherirse en exceso alas escuetas habilidades técnicas asociadas a un enfoquecientífico. Habían caído en los malos hábitos del empirissrxburdo, en la acumulación de datos por amor a los datamismos, desatendiendo las cuestiones referentes a la impor-tancia y significación general de los hallazgos. Solo a firede la segunda guerra comenzaron a abordar seriamente iidea de que el empirismo burdo no basta y a redescubrealgo en lo que habían insistido unos pocos autores deseetiempo atrás: que la relevancia y la comprensión solo srlograrían mediante el desarrollo de una teoría amplia.La acogida al método científico se produjo, no obstante, nicho antes de que apareciera en el horizonte el término Ceciencia conductalista. El compromiso con la investigacieecientífica y . el apego a ella precedieron, por . ende, al re-ciente despertar de la necesidad de una teoría general sil-nificativa para la conducta humana. El efecto se expe- ,

mentó, en estas disciplinas, en dos etapas: primero virael método científico, y considerablemente más tarde Lapreocupaciones teóricas, como puede identificárselas a tri►vés del conductalismo.

Pero en la ciencia política no tuvo lugar esa secuencia orde-nada de exposición a los diferentes aspectos del métodocientífico. Desde el punto de vista de la experiencia de otrasciencias sociales, ha sufrido dos revoluciones simultáneas:por una parte, llegó al método científico más o menos porla época en que todas las ciencias sociales cambiaban derento pasando de los métodos de investigación como únicapreocupación, a la teoría. En la práctica, salteó una de lasfases experimentadas por las disciplinas de núcleo sólido, obien combinó dos fases en una. La ciencia política está apunto de absorber las suposiciones básicas del método cien-tífico al mismo tiempo que se lanza a la tarea, igualmenteentativa, de dar significado a la conducta en estudio rela-cionándola con algún contexto teórico empírico.Ocurrió lo siguiente: los estudiosos de la ciencia políticahan adoptado los supuestos y medios técnicos asociados auna ciencia de la sociedad, a la vez que se han movidohacia un enfoque conductalista. Esta formulación tiene unpeligro, ya que implica que el conductalismo es algo dife-rente del método científico, cuando solo es método cientí-fico con el acento desplazado a los problemas sustantivosde formación de conceptos y construcción teórica. Pero debi-do a que el énfasis conductalista se ha hecho tan visiblea otras ciencias sociales, se ha adoptado este rótulo paraaplicarlo a las dos clases de cambio que se están producien-do de manera simultánea en la ciencia política. Si provi-atiamente mantenemos separados del enfoque conductalistala imperativos técnicos del método científico, comprende-=nos mejor el verdadero carácter de la revolución dualque tiene lugar hoy en la ciencia política. Sea cual fuere elcriterio lógico utilizado, ambos aspectos, el técnico y elBórico, integran, por supuesto, el método científico.

C4 revolución técnica

Mco hay que decir sobre la acogida al aspecto técnico. Susorígenes se remontan a los comienzos de este siglo (la dé-mela 1920-30) en que se dictaron una serie de conferenciasdedicadas a la nueva ciencia de la política. Pero la invasión

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total se produjo después de la segunda guerra mundial.uso creciente, en la investigación política, de entrevistas •dadosamente preparadas, encuestas, métodos técnicosmedición y la formalización del análisis en símbolos 16 .y matemáticos, atestiguan el avance de las técnicas rinrosas. Estas se fortalecieron con la amplia difusión de csobre los alcances y método de la ciencia política ylos procedimientos mecánicos de registro y análisis de daEn el campo de la investigación política cada vez resmás difícil mantener el paso si no se está familiarizado,lo menos, a través de lecturas, con las técnicas que se a •'can. Caben pocas dudas acerca de la naturaleza y pred ..nio de este aspecto de la revolución dual.

La revolución teórica

Si bien cabe considerar este cambio técnico como partemovimiento conductalista, es evidente que ello soloacertado si al mismo tiempo percibimos la segunda revela,ción qué hoy tiene lugar, y que refleja con mucho rra .fidelidad las presiones que han actuado sobre otras cienciasociales transformándolas en disciplinas conductalistas. laplícita en esta revolución estaba la clara visión de que errrocharíamos nuestros recursos técnicos si no concentr.bamos mucho más nuestros esfuerzos en la teoría empíriaEn la ciencia política no siempre es posible advertir el letraprogreso alcanzado con respecto a la búsqueda de orienociones teóricas útiles bajo la vasta y ambigua protecciónconductalismo. Tal vez se deba esto a la necesidad de cestrarse en la difícil y laboriosa tarea de moldear nuevame.te las herramientas de investigación, aprender nuevos leaguajes de análisis y familiarizarse con los métodos, datos •hallazgos de disciplinas afines. Pero la antigua y tradicio:apreocupación de los especialistas en ciencia política por 'tteoría los volvió particularmente sensibles a las repercusc.nes teóricas de las tendencias conductalistas, e hizo qmrespondieran a ellas sin advertir con claridad esta circustanda. En verdad, cuando nos detenemos a mirar el inveotario de ideas teóricas de orientación empírica, observara!

que es escaso, como era de esperar. Pero teniendo en cuentaque hace muy poco tiempo que el enfoque conductalista pe-netró en la investigación política, descubrir que hay unnúmero respetable de otros enfoques conceptuales para es-tudiar la vida política o algunas de sus partes principales,puede ser una sorpresa agradable. No es que estas estructu-ras conceptuales estén plenamente desarrolladas ni tampococerca de alcanzar una forma ideal; pero son un comienzoy una promesa para el futuro. 20

Como en el caso de la revolución puramente técnica, notodas las innovaciones teóricas fueron del período de pos-perra; también se propusieron y elaboraron algunos mar-cas empíricos de análisis entre las dos guerras. Catlin, porejemplo, tomó a la "voluntad" como unidad básica de aná-lisis 21, y Merriam y otros estudiosos de la Escuela de Chi-cazo se concentraron en el poder, elevando al grupo a unaposición central. Desde la segunda guerra mundial se aña-dieron elementos importantes que contribuyeron a ampliarel margen de elección, a vincular la ciencia política conlas principales corrientes de investigación de otras discipli-nas, y a enriquecer sus insights teóricos. Es indudable queesta búsqueda de unidades adecuadas de análisis —cual-quiera sea el grado de conciencia del problema— preparael terreno del que podrá brotar un consenso mínimo en unfuturo próximo.

Examinando más de cerca los tipos de unidades que hansurgido podemos captar mejor el fermento teorético queyace en el núcleo de la tendencia conductalista. Hasta laúécada de 1940, Lasswell fue casi el único en asumir latuea de vincular la teoría y la investigación empírica. Afines de la segunda guerra mundial se le unió Herbert Si-mon. Aunque en su momento su mérito fue poco recono-cido, mirando las cosas en forma retrospectiva poca dudacabe de que Simon despertó el interés de los tratadistasrolíticos de posguerra por la teoría empírica. El título mis-

.0 Véase un análisis de algunas de ellas en las sutiles y pene-rrantes evaluaciones de Deutsch, The Nerves of Government.

1l C. Catlin, A Study of the Principles of Politics, Nueva York,The Macmillan Company, 1930.

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mo de su obra cimentadora, Administrative Behavior 22,vela la íntima vinculación entre el movimiento condu •

lista y la teoría, en este caso la teoría de la administraraAl mismo tiempo esa obra presentó por primera vez aprofesión la potencia teórica y empírica de su unidad pm.cipal de análisis: la decisión.El empleo de esta variable como unidad central se extefdie, rápidamente a otras esferas de la vida política, paracual ayudó su predominio en otros campos de la inves '•Y

cien-1 social. La toma de decisiones ha pasado a ser elgeneralizado de los nuevos conceptos en la investigaciúpolítica. Se lo adoptó formal y sistemáticamente paravestigar la estructura y los procesos políticos de la conidad, para comprender empíricamente las relaciones Internacionales 23, y, en el nivel formal, para la lógica deopción, expresada en las teorías de los juegos 2 4 Alque ello sucedía, la investigación sobre las votaciones, buel estímulo de la psicología social, descubrió en el conceltdecisional una matriz teórica para sí misma 25 La votaciádejó de interpretarse como un acto muy particular de insistema . democrático y pasó a ser un acto que pone a

22 Herbert Simon, Administrativ.e Behavior, Nueva York, The Mrmillan Company, 1957.23 Especialmente en las obras de Richard Snyder.24 Véanse los trabajos de M. Kaplan, A. L. Burns y R. E. Quady el simposio de World Politics, 14, 1961. Un estudio particulaomente innovador y fructífero sobre la vida interna de los sistemapolíticos fue llevado a cabo por W. H. Riker, The Theory of Poi.tical Coalitions, New Haven, Yale University Press, 1962. Lasguientes lecturas seleccionadas revelan el alcance y profundidad alos enfoques teóricos y políticos del juego: H. Guetzkow y otracomps., Simulation in International Relations, Englewood CiANueva Jersey, Prentice-Hall, Inc., 1963; H. Guetzkow, comp., SImulation in Social Science: Readings, Englewood Cliffs, NuessJersey, Prentice-Hall, Inc., 1962; M. Shubik, comp., Game Theo-and Related Approaches to Social Behavior, Nueva York, JcfaWiley & Sons, Inc., 1964.25 Véase cómo predomina esta orientación en B. R. Berelson, P.1Lazarsfeld y W. N. McPhee, Voting, Chicago, University of a.cago Press, 1954; se hallará un breve comentario sobre eraen el artículo de D. Easton y R. D. Hess, "Youth and the PoliticSystem" en S. M. Lipset y L. Lowenthal, . comps., Culture atSocial Character, Nueva York, Free Press of Glencoe, Inc., 19e,págs. 226-51, esp. pág. 232.

primer plano un tipo especial de decisiones que las perso-nas deben tomar en varios contextos, por ejemplo en elacercado económico, o al participar en diversos comités,v no solo en las elecciones. En este nivel es donde se haceasís notoria la cualidad integrativa del enfoque decisional.Por otra parte, de un modo vago y general, numerosospaliticólogos lo adoptaron en sus investigaciones de proce-sas políticos generales, a los que se presenta como procesosmediante los cuales se toman decisiones políticas o se for-mula la política pública. Es posible, pues, que la orienta-ción decisional haya comenzado a perder su ímpetu inicial,no porque haya probado ser inapropiada para las tareasa que se la destina, sino más bien porque sus puntos de másvalor fueron absorbidos en gran parte por la corriente prin-cipal de la investigación política.Otras unidades de análisis, además de la decisión, se hanpropuesto para el estudio de la conducta política. Porejemplo, el concepto de grupo que ocupó un lugar promi-nente en el período interbélico, fue elevado por Truman atul nuevo nivel de refinamiento, volviéndolo a todas lucesmás utilizable para fines teoréticos 26 . Almond intentó vin-cular las ideas de sistema, cultura, función, estructura yu:xión en un esquema conceptual diseñado específicamente;:ara el análisis comparativo y la investigación 27 . Deutschorganizó una estructura conceptual en torno al mensaje ysus redes como unidad principal para un tipo de análisisconducente a una teoría de las comunicaciones políticas 28 .

Stuchos otros estudiosos asociados al movimiento conducta-iota tomaron como unidad principal, un tanto indefinidapero al menos real, al "individuo que se comporta" (behav-

irtg individual) en relación con otros individuos que se

;ti D. B. Truman, The Governmental Process, Nueva York, AlfredA. Knopf, Inc., 1951. En este aspecto hay que examinar las brevesaksrvaciones de A. de Grazia contenida en "Research on Votersaad Elections" en Research Frontiers in Politics and Government,pdzs. 221-37.;i Almond, The Politics of Developing Areas. Para un énfasis es-tructural mayor, ver D. Apter, "A Comparative Method for theStudy of Politics", American Journal of Sociology, 44, 1958, 221-37.3 K. W. Deutsch, Nationalism and Social Communication, NuevaYork, John Wiley & Sons., Inc., 1953.

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comportan, todos los cuales tienen actitudes, motivacionesconocimientos y valores determinables que de este modconstituyen las "partículas" universales de la vida polítio.A lo largo de mi obra, investigué la utilidad del sistemacomo unidad principal, enfocando la vida política comsistema de conducta que opera en :.l interior de su aabiente social y responde a él, al hacer asignaciones obliga-torias de valores. 29

Aunque esta lista no sea exhaustiva, ilustra la atención cío-ciente que se viene prestando en la investigación polítiaa los conceptos de orientación empírica o conductalistaPrescindiendo por completo de los méritos de cualquieraestas perspectivas conceptuales, no es fácil separar de laenfoque conductalista el hecho de que actualmente se di.pone de una diversidad considerable de unidades alternativapara elegir, y de que en los últimos tiempos se ha acentuadala convicción de que las premisas teóricas de la labor emcrica deben ser articuladas y cuestionadas con espíritu críticaDe ahí también que podamos entender mejor los esfuerzapor redefinir o exponer los límites de la ciencia política coralcampo de fenómenos relativamente independientes y suscientes en sí mismos. Lo que algunos consideraban indagadanes estériles y antieconómicas acerca de las fronteras teóricade nuestra disciplina, representó una mera búsqueda aproz ,

mada de las unidades según las cuales identificar, observar,analizar la vida política; el poder, la adopción de políticas idecisiones, los grupos, las comunicaciones políticas, las fu.ciones y los sistemas son unidades de esta índole. Aunque isistamos en cortar la cabeza al dragón de la redefinición de.tro de una disciplina, éste vuelve a alzarse una y otra vez, enuevas formas y hacia niveles más altos de sofisticación co›ceptual.

La investigación de la conducta es, pues, un nuevo puyarde partida de la investigación social en su conjunto; es emás reciente de una larga serie de enfoques diversos pau-la comprensión de la sociedad. Significa algo más que te-nicas científicas, más que mero rigor. En realidad, si res

29 D. Easton, "An Approach to the Analysis of Political Systeden World Politics, 9, 1957, págs. 383-400.

fuera nada más que esto, significaría rigor mortis, como seapresuraron a señalar acertadamente sus críticos apoyándo-te en los puntos de vista tradicionales, clásicos e institucio-nales. El enfoque conductalista prueba que se aproxima parad conjunto de las ciencias sociales la edad de la teoría, aso-ciada, no obstante, a la adhesión a las suposiciones y mé-todos de la ciencia empírica. A diferencia de las grandesteorías políticas tradicionales, la nueva teoría tiende a seranálitica, no sustantiva, explicativa más que ética, menosparticular y de mayores alcances. El sector de la investiga-ción política que comparte esta adhesión tanto a la nuevapeoría como a los medios técnicos del análisis y la verifica-ción, vincula de ese modo la ciencia política con tendenciasconductalistas más amplias de las ciencias sociales; de ahísu calificativo de conducta política. Este es el sentido eimportancia cabales del enfoque conductalista en la cienciapolítica.

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2. La vida política como sistemade conducta

No hay un modo único de conceptualizar cualquier esfetsimportante de la conducta humana que tenga en cuesta toda su diversidad y complejidad. Cada orientación te&rica plantea una serie de diferentes problemas, proporcionainsights únicos, hace hincapié en aspectos diversos, y, etconsecuencia, posibilita que teorías alternativas y aun coa.petitivas presten simultánea y pareja utilidad, aunque Imenudo para fines totalmente distintos. La orientación cocceptual que propongo —el análisis de sistemas— para.como premisa fundamental, de que la vida política pueáconsiderarse como sistema de conducta. El sistema polítiaserá su principal y más grosera unidad de análisis.

Análisis de sistemas : visión panorámica

¿ Qué clases de compromisos * se pueden contraer inadvr.tidamente al caracterizar la vida política como sistema esconducta y averiguar diligentemente las implicaciones esesta caracterización? Responder a tal pregunta será el objeto de esta sección.Muchas investigaciones supusieron la existencia de un sistt.ma de actividades políticas; en efecto, se podría alegar Tees imposible llevar a cabo una investigación coherente si:hacer una suposición de esta especie. Esto solo podría bastepara justificar que los enfoques de esta índole se caracter.zan como formas del análisis sistémico. Así fue que se aplida veces el rótulo de "análisis sistémico" a numerosos rr.•dos de análisis, como la teoría de los juegos, la investigaciesfuncional o la teoría del equilibrio.' La idea misma de "ss

1 "En las dos últimas décadas hemos asistido al nacimiento de(sistema» como concepto clave de la investigación científica, N-

tima" se ha popularizado tanto en la última década quelas enfoques más desiguales trataron de cobijarse y ser re-frendados por ella. Es uno de los conceptos que más estré-ptto provococaron en este siglo; originado en las cienciasnaturales, reverberó rápidamente no sólo en todas las cien-cias sociales sino también en campos tan remotos como laeducación, el arte y la estética 2. Sin embargo, el hecho deque se haya puesto tan en boga (por no decir que se haconvertido en víctima de una manía académica) contribuyótesis a oscurecer que a aclarar su significado. Propongo, porconsiguiente, que se dé a esta orientación teorética un sen-tido mucho más específico y restringido. Esto permitirá dis-tinguir las adhesiones al método que detallaré en esta obrade muchas otras investigaciones en que descuella o se des-ara por su frecuencia la idea de sistema. 3

Tal como aquí lo concebimos, el análisis sistémico se fundasobre las premisas generales que se indican a continuación.

nsralmente, hace siglos que se estudian sistemas, pero ahora se haurdido algo nuevo... La tendencia a estudiar sistemas como en-edades, no como conglomerado de partes, concuerda con la ten-drncia de la ciencia contemporánea a someter a examen las in-teracciones en lugar de aislar los fenómenos en contextos estrechos.Bajo lag bandera de investigación sistémica (y sus numerososne;Jnimos) presenciamos también la convergencia de muchos es-tudios científicos contemporáneos más especializados. Allí donder reúna un grupo de interesados en la investigación de sistemas,hallaremos probablemente representantes de todas las disciplinascientíficas, especialistas en campos tan diversos como la teoríade la decisión, la teoría del valor, la teoría de los juegos, el juegooperacional y la teoría organizacional. Estos y otros cometidos semntretcjen en un esfuerzo de investigación cooperativo que abarcasn espectro cada vez más amplio de disciplinas científicas y téc-su:as. Participamos en lo que ha de ser, sin duda, la tentativamis cabal realizada hasta ahora para llegar a una síntesis delucocimiento científico." R. L. Ackoff, "Games, Decisions andCkzanizations", en General Systems, 4, 1959, págs. 145-50, pág.1.13'. Véase además A. Kuhn, The Study of Society: A Unifiedlpproach, Homewood, Illinois, Richard D. Irwin, Inc., y The Dor-rv Press, Inc., 1963.

Véase, por ejemplo, L. Meyer, Emotion and Meaning in Music,Chicago, University of Chicago Press, 1956.} Para apreciar con qué amplitud y diversidad se puede incluir.la campo de estudio en la categoría de análisis sistémico, véanseiu artículos de General Systems, anuario de la Society for General4litems Research.

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Solo las dos primeras necesitan compartirse con otrosde análisis que giran en torno al concepto de "sistema" canaeje principal.1. Sistema. Es útil considerar la vida política como sistexade conducta.2. Ambiente. Un sistema se puede distinguir del ambieten que existe y está abierto a influencias procedentes de '3. Respuesta. Las variaciones que se produzcan en Iestructuras y procesos dentro de un sistema se pueden intespretar con provecho como esfuerzos alternativos constrrativos o positivos, por parte de los miembros del sistemapara regular o hacer frente a una tensión que procede taxide fuentes ambientales como internas.4. Retroalimentación (feedback). La capacidad de un irtema para subsistir frente a una tensión es función depresencia y naturaleza de la información y demás influercaque vuelven a sus actores y a los que toman las decisioxLas premisas tercera y cuarta establecen una clara distintaentre esta clase de análisis de sistemas y otros enfoques pisel estudio de la vida política que la interpreten, por lo mexmimplícitamente, como un sistema de conducta. Tal cesyo lo concibo, el análisis sistémico arranca en general de 'Iconcepción de la vida política como un conjunto delimitasde interacciones, enclavado en otros sistemas sociales y rrdeado por ellos, y a cuya influencia está constanteme_trexpuesto. En tal sentido, resulta útil interpretar los fewmenos políticos como constitutivos de un sistema abierto qkdebe abordar los problemas generados por su exposicióc ;'Ilas influencias procedentes de estos sistemas ambienta:aPara que subsista es preciso que consiga retroalimentarsegrado suficiente de sus realizaciones pasadas y que puestomar medidas para regular su conducta futura. Dicha rr ¡gulación exigirá tal vez la adaptación simple a un meacambiante, según las metas fijadas, pero también modifiatmetas antiguas o transformarlas por entero. Quizá no bastla adaptación simple y sea necesario que el sistema cuemtcon la capacidad de transformar su propia estructuraprocesos internos.Visto desde esta perspectiva, el análisis sistémico de la vüpolítica demuestra mucha sensibilidad cuando se intenta d*

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enmarañar con su auxilio los procesos gracias a los cualesun sistema político puede enfrentar las diversas tensionesve sufre. En este aspecto, resulta gratificador. Los logros,tefinitivos de este modo de análisis permitirán al investiga-da entender de manera más cabal cómo logra persistir enuna sociedad una clase de sistema político frente a tensionesque, según lo previsible, deberían haberlo destruido.Los conceptos principales mínimos que es preciso entenderpara analizar la vida política en el marco sistémico son losde sistema, ambiente, retroalimentación y respuesta. Partien-do de esta estructura conceptual inicial, sostendré la posibi-lidad de construir un esquema relativamente más complejo,4 también, cabe esperar, más coherente, desde el punto deanta lógico, para un análisis de la vida política que traigaa la palestra un nuevo orden de problemas.

El aislamiento de un sistema

Qué se entiende por sistema de conducta? ¿Es la vidapolítica un sistema de esta especie? Teniendo presente quecalificar la política como sistema político pasó a ser lugarcatrín en los últimos años, podría parecer trivial, si nosuperfluo, preguntar en fecha tan tardía si es útil o apro-piado aplicar este término a la vida política. Lo cierto es queel concepto, aunque de uso muy frecuente, solo en casosexcepcionales se emplea en un sentido estricto que impliquecompromisos teoréticos específicos. En la mayor parte dexs casos no es más que un término cómodo, popular y apa-

rentemente simple para designar un conjunto de fenómenosque en épocas anteriores habría originado una terminologíadistinta, como, por ejemplo, política, gobierno o estado. Noobstante, encierra importantes implicaciones teóricas. Alanalizarlas prepararé el terreno sobre el cual posteriormenteparecerá razonable, si no indispensable, interpretar la vidapolítica como sistema de conducta adaptativo, autorregula-dor y autotransformador. El propio concepto de "sistema",empleado con rigor, implica ya un análisis sistémico.

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Sistemas empíricos y simbólicos

El concepto de sistema puede ser usado en dos sentidos dife-rentes aunque relacionados entre sí. Puede referirse a la corr,ducta empírica que observamos y caracterizamos como vidapolítica. Tales son nuestros objetos de observación, las cosasque, como estudiosos de la política, deseamos comprender!explicar. Cabe llamar a esta realidad fenoménica el sisteatempírico o de conducta con respecto al cual esperamos fa-mular una teoría explicativa.En segundo lugar, el concepto puede designar, no el mundode la conducta, sino la serie de símbolos mediante los cualesconfiamos en identificar, describir, delimitar y explicar laconducta del sistema empírico. La palabra sistema se apliaen este caso a un conjunto de ideas o teoría; por consiguientepodemos llamarlo sistema simbólico o teorético. En la cienoempírica, por contraste con las ciencias deductivas como amatemática, el valor de todo sistema simbólico reside en s,mayor o menor correspondencia con respecto al sistema deconducta que con él se pretende explicar. En este sentikuna teoría política causal constituiría un sistema simbólicacuyo punto de referencia es el sistema de conducta citellamamos política.Es de suma importancia distinguir estas dos clases de siste-mas. En esta obra trataré del sistema político empírico o &conducta para el cual intentaré hallar un sistema teórica.Mi problema será el siguiente: si deseamos entender córfunciona el sistema político de conducta, ¿qué tipo de com-promisos se nos exigen en el nivel conceptual una vez queatribuimos cualidades sistémicas a las acciones que luesiidentificaremos como constitutivas de la vida política?En consecuencia, deberé usar simultáneamente como objetade referencia tanto a los sistemas de conducta como a lasimbólicos. A veces desearé referirme a las implicaciones, ael nivel teorético, de los supuestos que he de formular; essoes en esencia una tarea lógica, por atemperada que esté caenuestros conocimientos sobre la forma en que las persorrxinteractúan políticamente. Otras veces, consideraré necesariahablar del grado de correspondencia con el mundo empíra(es decir, con el sistema empírico), de los conceptos y '-te

generalizaciones que los empleen. Confío en que el contextopermita deducir con claridad si hago referencia al sistemaempírico o al teórico. El concepto "sistema político" iden-tificará el sistema de conducta, y los conceptos "estructurade análisis", "marco conceptual" o "teoría" se emplearánpara designar el sistema simbólico.

Sistemas empíricos naturales y constructivos

Me he referido a la vida política como si formara un sistemade conducta sobre el que podemos desarrollar un sistemateórico; ahora bien, ¿qué pruebas tenemos de que así sea?¿Acaso el sentido común nos obliga a aceptar este supuestosin mayor indagación? ¿No carecerá quizá la interacciónpolítica de las propiedades que podemos intuitivamente aso-ciar a todo aquello que, con cierto grado de plausibilidad,podríamos denominar sistema? Estas preguntas no son meraretórica: plantean el problema de saber cuándo un conjuntode interacciones forma un sistema.Se las puede contestar de dos modos. Cabe sostener que elhecho de que una serie de interacciones constituya o no unsistema dependerá de la medida en que tales interaccionesmantengan cohesión natural entre sí. Desde este punto devista, los sistemas se dan en la naturaleza; siendo fenómenosnaturales, la tarea del científico social consistirá en descubrirlos que existen realmente si desea observar su funciona-miento.Pero es posible adoptar otra posición y sostener que todoslos sistemas son construcciones mentales. Se podría alegarque es vano tratar de distinguir los llamados sistemas natu-rales de los no naturales o inexistentes. Según esta interpre-tación, cualquier agregado de interacciones que decidamosidentificar forma un sistema: se trata de una mera cuestiónde conveniencia teorética o conceptual. Este punto de vistaparece muy difícil de defender. No obstante, como veremos,ra el único que nos permite evitar los problemas que de otramanera crearía el concepto.

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El problema

La primera posición, la de que los sistemas están ennaturaleza a la espera de que el observador los desculae investigue, es el supuesto más usual y parece concorcon el sentido común. Habría en apariencia pocos motivapara identificar como sistema de conducta algún aspecto lla vida si no creyéramos que "realmente" es un sisters&Sobre la base de esta premisa, la naturaleza nos proporciaaconjuntos de acciones interdependientes tales que cualgtrecambio que se produzca en un lugar afectará probablemeatlo que ocurra en otra parte. Solo se incluirán dentro de usistema las acciones que revelen coherencia y unidad o cae»tituyan un todo. Las modificaciones en cualquiera de sasectores deben tener repercusiones determinadas en oatsectores. Si no hubiera esta conexión entre las partes, sei .

viría de poco identificar la conducta como sistema. Coca '

dice un ardiente paladín de esta concepción, "un sistemanatural es, pues, una porción conceptualmente aislada a '

realidad fenoménica (el sistema separado del resto del un.verso, que resulta entonces el ambiente total del sistenu,constituida por una serie de entidades de tal modo relaarnadas entre sí que forman una unidad naturalmentcohesiva". 4 Debido a que las interacciones que estudiarseparecen tener un destino común, y a que los elementosmueven conjuntamente, podemos decir —y aun estatriaobligados a hacerlo— que forman un sistema. 5

Partiendo de este punto, sería completamente erróneo pa.tular que cualquier serie de elementos reunidos para tal scual fin de la investigación puede configurar un sistema. fsefecto, sostener que no hay sistemas naturales sino que ctr*quier serie de interacciones sociales puede constituirlo, peo-mitiría afirmar que las contiendas políticas entre los Batade Africa, por ejemplo, y los partidos políticos de los EstadaUnidos, forman un único sistema político.Así expuesta, esta posición parece muy ingenua y has

4 Radcliffe-Brown, A Natural Science of Society, pág. 20.5 D. T. Campbell, "Common Fate, Similarity and Other Indof the Status of Aggregates of Persons as Social Entities", BeLs.vioral Science, 3, 1959, págs. 14-25.

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ahhurda. Por más que en principio tengamos amplia libertadpara atribuir a un término cualquier significado que quera-mos, parecería aconsejable buscar relaciones políticas cohe-rentes o interconectadas de algún modo material, antes dellamarlas partes de un mismo sistema. Veríamos entonces,dr. inmediato, que los Bantú forman sistemas políticos com-pletamente separados y diferentes del de los Estados Unidost que, dejando de lado los contactos interñacionales, el mejormodo de estudiarlos sería como unidades del mismo nively no como partes de la misma unidad.Insistir en reservar el concepto de "sistema" para una unidadque incorpore pautas de conducta interrelacionadas por na-turaleza parece tan directo e indiscutible, que resulta extrañoque haga falta mencionarlo, especialmente con tal extensión;hay, no obstante, buenas razones para esta aparente insis-tencia en lo obvio. Lo que parece tan simple e intuitivoMulta considerablemente más complicado en teoría. Si per-sistirnos en suponer que los sistemas son naturales en el sen-ddo mencionado y que los conjuntos de interacciones poli-tizas deben contar entre sus propiedades la cohesión naturalpara que podamos llamarlos sistemas, acabaremos por expo-nernos de continuo a la duda de que las pautas de conductalientificadas más tarde como sistemas políticos constituyannn sistema "genuino". No es conveniente proseguir con late,;ria sin haber eliminado toda duda razonable sobre el statusdel sistema como concepto de análisis.

Limitaciones del concepto de "sistemas naturales"

En realidad, la utilidad de la idea de sistema natural paraEnes teóricos es muy reducida. Tres argumentos fundamen-tales apoyan esta conclusión.En primer lugar, si afirmáramos que nuestras principales

más groseras unidades de análisis son sistemas naturales,ello no nos ayudaría en modo alguno a localizar dichossistemas. Restaría aún tomar un conjunto cualquiera derelaciones políticas e investigar si están conectadas entre sí.Si encontramos que se determinan mutuamente, podemos

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pensar que hemos acertado y que desde el primer momeohicimos la selección de variables correcta. Si, por el cmtrario, las relaciones esperadas no aparecen y los eleme:mseleccionados resultan independientes entre sí, rechazare=el conjunto, juzgando que sus relaciones son productoazar. Concluiremos, pues, que en todo momento debientde formar un no-sistema.El hecho de que decidamos designar el sistema como natao como no natural, no nos ayuda en lo más mínimo a establecer el grado de determinación de las relaciones. SO1mediante una investigación se puede averiguar si la 1por el poder entre los Bantú de Africa covaría de meérelevante con la política partidaria en los Estados UnióaDecir, pues, que al adoptar sistemas como nuestra unidgrosera de análisis político estamos obligados a selecciúnicamente sistemas políticos naturales, tiene poco valoperativo para descubrir y aislar un sistema de este tipospara comprobar su cohesión. Aún debemos constatar sielementos de nuestro sistema tienen interrelaciones suficiectcomo para formar un presunto sistema "natural".En segundo lugar, la búsqueda de sistemas naturales creanademás una dificultad casi insuperable. En el caso de que acomponentes de cualquier serie de conductas estén sóEEmente —y también significativamente— conectados, no Eaproblema. Si el cambio en una de las variables acarrea ainmediato algún cambio en otra, o si un cambio pequeño ealguna de ellas produce modificaciones de magnitud en ocalos vínculos sistémicos resultan transparentes. Así, por ejemplo, no ofrece problema alguno vincular en un único sistemlas expresiones de preferencias electorales y el poder de apartidos republicano o demócrata en los Estados UnidaPero cuando los componentes de un presunto sistema estadébilmente asociados, cuando un cambio considerable en cade ellos no produce efectos perceptibles en el otro, o 'aproduce en ínfima proporción, la respuesta ya no es nofácil. A medida que los lazos entre las variables se atenúas¿en qué punto el conjunto pierde su carácter de sistema tse presenta como una mera colección al azar? Eh a1giparte habría que trazar la línea, pero si es difícil saber dóc&teóricamente, mucho más lo es empíricamente. Lao cuestii

ele si una serie de actividades configura o no "realmente"un sistema abre las puertas a interminables discusiones que,axtw veremos, son por completo innecesarias y espurias, yno hacen más que apartar a los estudiosos de los verdaderosproblemas.En tercer lugar, no toda covariación satisfaría intuitivamentelo criterios de un sistema. En la acción política se puedendescubrir varias clases de relaciones para las que todavía noReiste explicación valedera. Esto deja en pie la siguientecatión: la existencia de lo que solo es aparente interde-pendencia, ¿ transformaría acaso los elementos en un sistemade alguna especie? Según fuera el juicio subjetivo de dosal crvadores distintos, las mismas variables podrían integrardas conjuntos mutuamente excluyentes, sistemas y no-siste-tnas, por lo menos hasta que no se aporten pruebas de queu interdependencia es genuina.Otro interrogante es éste: para tener un sistema natural¡sería necesario demostrar que estas relaciones entre varia-bles realmente existentes son relevantes para comprender elfuncionamiento del sistema? La búsqueda de los llamadossistemas naturales tampoco parece resolver mucho en esteaspecto. Nos dejaría aun con el problema crucial de esta-blecer que una serie de variables están interconectadas yiemostrar que tienen relevancia o significación teórica.

Ventajas del concepto de "sistemas constructivos"

5utemas interesantes versus sistemas triviales

Desde un punto de vista metodológico parecería posible,provechoso y, por lo tanto, sensato, abandonar la idea deque los sistemas políticos están dados en la naturaleza. Pos-tulando que cualquier conjunto de variables seleccionadaspara la descripción y explicación se puede considerar comoun sistema de conducta, se simplifican enormemente losproblemas del análisis sin forzar los datos empíricos en modoalguno. Establecer desde el principio si es un sistema dadoea la naturaleza o simplemente una construcción arbitrariade la mente humana, es, desde el punto de vista operacional,

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una dicotomía fútil e innecesaria. Lo que reclama nuestraatención es decidir si el conjunto de actividades es intere-sante, en el sentido de que es relevante y nos ayuda a com-prender algunos problemas teóricos, o bien si carece devalor y resulta trivial.En caso de que las partes escogidas de la vida política seanrelevantes, muestren algún grado de interdependencia y pa-rezcan tener un destino común, podemos decir que estamosante un sistema interesante y útil para comprender el pro-bable funcionamiento de los sistemas políticos. Si esos aspec-tos tienen poco que ver entre sí y el conocimiento de urnno ayuda a comprender el otro, podemos afirmar, no obs-tante, que constituyen un sistema de conducta político, peraque lo único que cabe afirmar de sus elementos es que soaindependientes: lo que le ocurre a uno no afecta al otraPara la búsqueda de generalizaciones sobre la vida políticaconstituyen un sistema relativamente trivial y poco atractivaNo se trata, pues, de que en un caso tengamos un sistetrapolítico y en el otro no; antes bien, en ambos casos tenemossistemas: uno interesante y otro trivial.No debe • verse en esto una manera evasiva de definir econcepto; tampoco es una mera objeción secundaria. Pael contrario, este modo de clasificar sistemas presenta draventajas notorias para nuestro enfoque. En primer térmirt:elimina toda discusión posible acerca de si el objeto xnuestro análisis es o no "realmente" un sistema. Cualqu1eserie de elementos políticos que deseemos considerar cocasistema, se convierte automáticamente en tal. Quizás en esomomento no se aprecie con claridad la trascendencia anuestra observación, pero ésta se hará notoria cuando reapongamos a identificar los elementos del sistema polít3empírico.Esta posición nos permite, además, modificar nuestros juiciosobre la importancia de los sistemas. Nos autoriza a dasque un sistema totalmente desprovisto de interés por tpoca interrelación existente entre sus partes, adquirió revancia de repente al sugerir nuevos datos otras conexicc.cposibles, para aseverar lo cual no precisamos recurrir aundiscusión superflua sobre la repentina mutación de un rosa*sistema en sistema.

Criterios para seleccionar sistemas constructivos

Corno crítica de esta posición se podría preguntar: ¿Quénos impide afirmar que cualquier cosa del mundo está rela-donada con todas las demás, con lo cual toda la vida socialse combinaría en un único y gran sistema? Si procediéramosasí, nos ahorraríamos al menos la difícil decisión sobre loselementos a incluir en un sistema aparentemente arbitrario.Nada nos impide, por supuesto, proceder de este modo.Podríamos decir que todas las especies de conducta delmundo, dondequiera se encuentren, deben reunirse en unsistema universal, colectivo.Aunque este procedimiento no merece ninguna objeciónlógica, importa más tal vez señalar que tampoco hay razónalguna que aconseje adoptarlo. No existe en apariencia unfundamento teórico ni sustantivo para suponer que graciasa él comprenderíamos mejor cómo se comportan política-mente las personas. Si delimitamos el sistema observado oescogemos una serie particular de elementos políticos de entretodas las combinaciones que podrían formar un sistema, esporque fundándonos en varias razones teóricas (que se exa-minarán en capítulos subsiguientes) creemos que algunasvariables tienen mayor significación que otras para nuestracomprensión de este punto. Nuestra tarea consistirá en esta-blecer criterios de selección, tal como lo indiquen los intere-ses de la investigación, de modo que podamos extraer unacantidad limitada de actividades de la realidad fenoménicatotal de la política. Ellas compondrán nuestra unidad em-púica grosera a analizar, y a esto lo denominaremos sistemapolítico.Para otros fines, o a partir de otra clase de posición teóricaque la que aquí adoptamos, no solo es concebible sino pro-bable que se seleccione otro conjunto de variables super-puesto, en parte, al anterior, que constituirá el sistema en elque se centrará la atención. No hay razón alguna parasuprmer que exista un conjunto preordenado, inalterable devariables, cuyo examen permita responder todas las pregun-ass políticas significativas. También supera nuestra capaci-dad de comprensión actual la esperanza de lograr algunavea aislar y describir de manera completa y definitiva los

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principales elementos de la vida política que contribul*sa sus variaciones temporales y espaciales; ello represenuna "edad de oro" a la que ninguna otra ciencia, por rr1rosos que sean sus métodos o ambiciosos sus fines, seaproximado jamás. No hay razón, pues, para pensar quela ciencia política habrá de ser la única excepción a esregla.La tolerancia aparente con respecto al capricho de cautor que esta posición sugiere, por no decir la indulgeiúexcesiva, es engañosa. Aunque arbitrariamente decidiéramsconsiderar a un ornitorrinco y al as de espadas como nuesmsistema político —y desde el punto de vista lógico nada Itimpide—, conceptualmente resultaría fútil. Nuestra tarea sses elegir caprichosamente las variables, sino seleccionar ap~ 'lla combinación que, sobre la base de la experiencia, insiire investigaciones anteriores, sea la que con mayor probabalidad y de la manera más económica y valiosa nos perrasaber por qué las personas se comportan políticamente cocase comportan. Por desgracia, no se pueden especificar erantemano los criterios electivos que garanticen la mearselección posible. Pero esta clase de "ajuste de cuentas", ala forma de una mayor comprensión, pone freno a las e-ciones y va contra la selección indiscriminada de actividadeaptas para construir los sistemas que se pretende analizoQue existen tales restricciones lo demuestra toda la historyde la física. Puede demostrarse que no es sino la historia 6las sucesivas redefiniciones del sistema que constituye la ud•dad principal de análisis. Agregando, eliminando y revisar,alternativamente los elementos constitutivos del sistema l:,mado átomo, se lo fue ampliando y reconceptualizan&hasta que en nuestros días resulta casi irreconocible cuan&se lo compara con versiones anteriores.Igualmente, aun sin las modificaciones que sugeriremos rriadelante, el sistema político ya ha sido ampliado y modi,cado en las investigaciones norteamericanas sobre la materiadesde hace medio siglo o más. Al principio se lo considerancomo compuesto de estructuras formales o jurídicas ccnactividades concomitantes o incidentales; luego se incluyó esél las actividades informales dentro de la estructura form.los grupos de intereses y las dimensiones motivacionales o cr

personalidad. En estos últimos años, .se sumaron muchosmodos nuevos de concebir formas antiguas de actividadespolíticas y numerosas especies adicionales de conducta, inte-grando lo que la mayoría de los estudiosos de la vida políticaconvendrían en aceptar como parte de un sistema político.Desde el punto de vista lógico, pues, somos libres de incluiren un sistema político cualquier variedad de acciones; desdeel punto de vista sustantivo, a la luz de los objetivos de lainvestigación, estamos limitados por nuestras concepcionesde lo que es significativo y relevante para comprender porqué las personas actúan como actúan en diversas situacionespolíticas. Debido a esta evidente restricción en cuanto a lascasas que se deben incluir o excluir, en la práctica el modode definir un sistema político no es algo arbitrario o ca-prichoso.Tal vez éste sea el único contexto en que tenga sentidohablar de la vida política como sistema natural. En estecaso, todo lo que ello puede significar es lo siguiente: laexperiencia, el insight y el saber acumulado nos dicen que,dada la índole de los interrogantes, el observador probable-mente no pueda darles respuesta sin considerar un conjuntoespecificado de variables. Es probable que éstas pertenezcana un ámbito de fenómenos acerca de cuya relevancia con-cordarían la mayor parte de los estudiosos de la vida polí-tica. Configuran un sistema natural en el sentido de queentre ellas parece haber una coherencia significativa. Sin ellasao parece probable, por razones a priori, que se puedaobtener una explicación adecuada de los fenómenos políti-cos en sus aspectos principales. La interconexión de lasvariables parece clara y evidente, por lo menos mientras laindagación subsiguiente no las separe; solo de esta manerase las puede considerar "dadas" en la naturaleza o por lanaturaleza. Pero esto no es sino otro modo de decir queforman lo que llamé sistema interesante, en oposición asistema trivial.

La universalidad del concepto de sistema

Prosiguiendo la crítica de esta interpretación amplia delsignificado del concepto "sistema", se podría alegar que si

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todas las cosas, aisladas o combinadas, pueden consideres-vun sistema, por definición es imposible que exista un ccajunto de variables que no forme tal sistema. Puesto c ttodas las cosas pertenecen a la clase de los sistemas, no pu *haber una clase de no-sistema. Si no se omite nada ; d :concepto mismo de "sistema" tiene poco significado.No se trata de saber si de este modo es válido utilizar econcepto. Los conceptos no son nunca verdaderos ni falsason solo más o menos útiles. Por consiguiente, nuestra pa,gunta, para ser apropiada, debe referirse a la utilidad ótun concepto tan liberal que comprende como sistemas pce,bles a todo el universo social o cualquiera de sus partes.Acerca de esta cuestión se ha señalado que las ciencias 9rviales no serían las primeras en descubrir el valor centra;que tiene para sus análisis una categoría tan universal. ELconcepto "sistema" corresponde de algún modo a la idade masa en la física. El físico atribuye una masa a todalas cosas físicas; en su conceptualización de las cosas físiatno cabe que no la tengan. Al hacerlo no pretende trateesta formulación como una hipótesis o descripción sujeta sconfirmación fáctica, sino simplemente trabajar con su edjeto de estudio de modo unificadosLo mismo puede afirmarse con respecto a la función disistema corno concepto en la investigación social. Represe=un modo de orientarnos, por lo menos, hacia nuestros datay, como ya insinué y luego expondré con mayor extensiéa,proporciona también una guía crucial para el análisis csnuestra materia. No obstante, si como modo de contempxla vida social, en lugar de facilitar los esfuerzos por coa,prender y explicar la interacción política los entorpeciera,debería al punto dejarse de lado para usar en su luguprocedimientos más fructíferos.

Por la variedad de contextos en que se usa actualmente óidea de "sistema", nos consta que no indica un único momde análisis, ni siquiera en calidad de concepto orientada

6 He tomado este ejemplo de R. C. Buck, "On the Logic of G•neral Behavior Systems Theory" , en H. Feigel y M. Scriven, coma,Minnesota Studies in Philósophy of Science, Minneapolis, Unirsity of Minnesota Press, 1956, I, págs. 223-38, esp. pág. 227. ¡Saembargo, el autor lo usa con fines opuestos a los míos!

s{nificativo. Su adopción impondrá, no obstante, dentro de!nrenes amplios, las clases de análisis posibles en lo quesrsñe a la lógica y coherencia. Por otra parte, si bien nosupone límites estrictos, posibilita y sugiere un ámbito desttncización que de otro modo sería imposible de lograr. Esteas su valor principal, valor que fácilmente se pasa por alto;d concepto abre más puertas interesantes que las que cierra,agito nada desdeñable en la ciencia. De poco serviríaAdoptar un concepto como éste si no pudiéramos hacer cones concurso algo sustancialmente diferente de lo que se puedehacer sin él.armo veremos en seguida, al conceptualizar la vida políticaoreo sistema y al deslindarla con nitidez de su medio am-biente, estaremos en condiciones de introducir un conjuntodie cuestiones cuyo análisis sería de lo contrario muy traba-iaro. Estas cuestiones revelarán, empero, ser sumamente ilus-trativas, si no insoslayables, para intentar comprender cómoraciona la vida política. Este modo de conceptualización

loe permitirá interpretar la vida política como sistema abier-dq y en consecuencia interrogarnos sobre los tipos de inter-ambios que ese sistema mantiene con su ambiente, el modoan que los miembros del sistema responden a este intercam-bio y las determinantes de estos procesos dinámicos.

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3. El status teórico de los sistemas

Tanto si los sistemas sociales son construcciones artificialde la mente como si son reproducciones simbólicas de ánómenos naturalmente cohesivos, no podemos dar portado que los elementos típicos comunes a todos los sistemasean intuitiva o inmediatamente conocidos. No se tríaaquí de las características sustantivas que distinguen satipo de sistema de otro, por ejemplo un sistema polkade un sistema económico. Examinaremos este problema ssu tiempo, pero antes hay una cuestión previa que cocaderar. ¿ Es siquiera posible conceptualizar un sistema sodacualquiera de modo que se pueda distinguir fácilmente fotros sistemas? ¿ Qué elementos básicos componen los sirmas pólíticos, como sucede con los demás sistemas socia'

Las unidades de un sistema

En principio podríamos sentirnos inclinados a contestar qurel elemento básico común a todos los sistemas es la penanindividual. Intuitivamente, ésta parece ser la respuesta aarazonable. Si pudiéramos detenernos aquí e imaginar arrlos sistemas sociales están compuestos de entidades coi 1persona biológica en su conjunto y la totalidad de su cm ,

ducta, pocas serían las dificultades conceptuales que se soycitarían. Un sistema compuesto de seres humanos interxctuantes, palpables, visibles y enteros, no exigiría por risaun gran esfuerzo a la imaginación. No obstante, por extraque parezca, en esta interpretación del sentido comía eesconden insólitas ambigüedades, fácilmente ignoradas o ?sadas por alto.

Las dificultades conceptuales comienzan cuando se nos diceque tal vez sea imposible adoptar al ser humano comounidad principal para analizar sistemas sociales. Insistir enesto parecería violentar seriamente la realidad fenoménica.Sostendré, no obstante, que todos los sistemas sociales secomponen de interacciones entre personas y que esas inter-acciones forman las unidades básicas de dichos sistemas. Unaiatema político no es una constelación de seres humanosescogida para nuestra investigación, sino un conjunto deinteracciones aislado de otros tipos de interacciones en queintervenga el ser humano. Salta a la vista que una interpre-tación de esta índole y sus consecuencias no resultan . evi-dentes para el sentido común ni podemos contar con quee las acepte sin más.Lo dicho en el capítulo anterior elimina por lo menos unobstáculo. Puesto que sabemos que a cualquier conjunto decosas se lo puede llamar sistema, estamos eximidos de lanecesidad de considerar si nuestro conjunto de interacciones6xma un sistema social "genuino". Todos los sistemas tienencorno tales igual validez en nuestra terminología, aunque talvez no todos sean igualmente útiles para entender la vidapolítica.Si bien las dudas sobre el status empírico de un sistema nodeben detenernos, aparece una nueva complicación. Confrecuencia las acciones de un sistema, como el político, poreemplo, no se encuentran en aislamiento relativo: estánincluidas o mezcladas con otras interacciones y apenas sepueden distinguir empíricamente de éstas. No hay dudadr que esto crea todavía más dificultades al pretender abs-traerlas para analizarlas como sistema aparte, aunque inter-re acionado.Estos comentarios ponen sobre el tapete una cuestión prin-cipalísima, con respecto al status teórico de cualquier sis-tema social, especialmente en lo que atañe a su influenciaobre el sistema político. ¿Es útil o empíricamente correctoconcebir a un sistema político como compuesto de personasen interacción mutua? ¿No deberíamos más bien considerarque es un conjunto de interacciones en las que intervieneneres humanos y, no obstante, aisladas temporariamente deotras clases de conducta no política en la que participan esas

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personas? ¿Hay tal vez dos diferentes clases de sistemzunos, los sistemas de miembros, que comprenden a la ptssona concreta y total como entidad básica, y los otros, usistemas analíticos, referidos solamente a las interacciceeabstractas en que participan personas, interacciones que Lesido separadas de la trama total de conducta de que for-man parte?Sugeriré que la utilidad y necesidad de separar, desde Epunto de vista especulativo, un conjunto de interacciecede esta índole, consisten en que podemos luego usarlo cacainstrumento para simplificar la realidad. Es evidente, cpe .

en tanto estudiosos del hombre en sociedad, no podesabarcar toda la conducta de una persona de modo indiásrenciado y total. Nos vemos forzados a crear concepsque nos permitan observar las interacciones especiales cíenos interesan, por ejemplo las políticas, como si se proasjeran por separado. Empíricamente, tales interacciones eproducirán, sin duda, como parte inseparable de otras, f eprobable que estén condicionadas por estas últimas. Peapara analizar un conjunto cualquiera de interacciones eobligatorio apartarlas de la matriz total de conducta en qntienen lugar. A esto nos referiremos cuando digamos que utsistema político es analítico. Todos los sistemas sociales tiben interpretarse como de carácter analítico. Será, pues, scapital importancia investigar las razones en que nos linkmos para creer en la necesidad de esta interpretación, parpreliminar inevitable en la senda que lleva a la construccáitde un aparato conceptual para comprender la vida politii

El carácter analítico de todos los sistemas social,

La plausibilidad de los sistemas de miembros(membership systems)

¿Cómo se justifica la afirmación de que los sistemas soca:edeben ser de carácter analítico? Para apreciar la índolelos compromisos intelectuales * que esta concepción requieitinvestiguemos las implicaciones de la posición alternativa -

li que sostiene que por lo menos algunos sistemas sociales, ostbiistemas, son más bien sistemas concretos de miembrospie sistemas analíticos.El sentido común parece confirmar que existen sistemas demiembros y que son fundamentalmente diferentes, al menos,de aquellos sistemas que se componen de interacciones di-6mdidas en toda la sociedad y abstraídas de los individuospee en ellas intervienen. En calidad de sistema de miembros,un sistema religioso puede comprender todas las personas,COMO tales, que sean miembros de organizaciones religiosas.En calidad de sistema analítico, comprendería presumible-mente todas las interacciones en que intervengan individuoscualesquiera en una sociedad y que puedan calificarse detudl2iosas, prescindiendo de que tengan lugar en un contexto.v anizado o en un medio estrictamente religioso. Es conce-bible que el sistema analítico sea mucho más amplio que elcisterna de miembros, teniendo en cuenta que muchas per-canas pueden tener una conducta religiosa sin pertenecera unidades religiosas.Aun planteándolo de este modo, el problema hace bastanteplausible esta distinción entre sistemas: que los sistemas demiembros no son analíticos porque toman como entidadest personas totales. Pero esto es solo la apariencia. Antes depeder aceptar lo que parece evidente para el sentido común,arcesitamos determinar en forma explícita si cada clase deenema tiene referentes igualmente claros en el mundoienoménico. Si nos viéramos obligados a concluir que nin-guno de los dos tienen, ni pueden tener en principio, refe-rentes de esta índole, el desarrollo de una ciencia empíricamultaría, sin duda, mucho menos útil.

Lr sociedad como suprasistema que todo lo abarca

El mejor modo de comprender el status teórico de unenema político es comenzar con la unidad social más inclu-s•.nte que conocemos: una sociedad. Sea cual fuere el modocomo definamos este término para fines sustantivos, por lomenos incorpora dentro suyo a todos los demás sistemascodales y, en consecuencia, designa el suprasistema más

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abarcador e inclusivo en el que participa un grupo de isonas biológicas. En este sentido, la sociedad constituye atipo único de sistema social. Sería imposible especificar trrtla serie y variedad de interacciones en que intervienen lzpersonas que la componen. Al referirnos a la sociedttconcebimos a toda conducta indiferenciada en lo que oca,cierne al tipo, como lo que podríamos denominar la misperceptiva de observaciones presente a nuestros sentidos. Econcepto de sociedad llama la atención sobre la gran meede interacciones sociales no organizadas conceptualmeraque podríamos percibir si abarcáramos con una mirad',literalmente, la totalidad de una sociedad.No obstante, una vez decididos a digerir nuestra masasensaciones en bruto, comenzaríamos por poner cierto orne.en ellas, diferenciando las que nos interesan y poniéndolarótulos. Si procediéramos así para comprender cómo feasciona la sociedad, estaríamos aislando en rigor diferer ssistemas de conducta. Para decirlo en un sentido formty más general: mi uso del término sociedad comprende a .

este caso la conducta social de un grupo de personas bioüí•gicas, concebidas en su totalidad. Un sistema social identifoun aspecto o parte más restringidos de las interacciones srciales en que intervienen esas personas biológicas. Estas intc4acciones representan los diversos roles que desempeñan itpersonas, de modo tal que las mismas personas biológ tpueden desempeñar roles sociales diferentes.Con el transcurso del tiempo pareció útil para fines cietíficos, identificar tipos diversos de interacciones, cada urade los cuales había revelado su importancia para explicael funcionamiento de las sociedades. Son tan conocidos Çuapenas necesitan mayor elucidación; los hemos clasificad'en conductas de tipo religioso, económico, fraternal, edua.cional, político, cultural y otros por el estilo. Cuando pareenaconsejable, se estudió a cada uno de ellos por separan'como sistema. Teniendo en cuenta que esos sistemas otrepresentan la totalidad de las interacciones que hay en usasociedad, sino solo partes abstraídas de la masa percepti-ade la conducta, son, a mi juicio, de carácter analítico. lainteracciones políticas constituyen uno de sus tipos.

L4 imagen empírica de un sistema analítico

huta este punto, fuera de la terminología, parecería quepea materia hay para las cavilaciones. Pero un obstáculode magnitud impide aceptar sin dilaciones esta perspectivalabre la posición teórica del concepto de sistema. Una cosaes decir que las interacciones políticas constituyen un sistemaanalítico, y otra cosa intentar ver su significado o suscitaruna imagen empírica de un sistema de esta índole. ¿ Es

ible transformar dicha imagen en modelo fenoménico?posible negativo, ¿ cómo habremos de captar el significado

que subyace en la noción de sistema analítico?Si hubiéramos partido de la idea de que un sistema políticou un sistema de personas biológicas, se nos habrían presen-tido pocas dificultades. Es relativamente fácil imaginar queun grupo de empleados administrativos de un organismo,muchos de los cuales están situados en una zona contiguaLlamada oficina, configura un sistema de personas. En prin-cipio, aun en el caso de un organismo mayor con oficinasdispersas en el espacio, mientras existiera la voluntad y elequipo para ello podríamos imaginar que todo el grupo esreunido en un lugar, puesto sobre un vehículo y transpor-to como unidad a un nuevo lugar de trabajo. El grupol:resenta un aspecto físico evidente que hace fácil visuali-zulo como sistema, en forma muy parecida a lo que ocurrecon los sistemas físicos de las ciencias naturales, con los queatamos bien familiarizados. Hay en él una unidad y unacohesión intrínseca notorias determinadas por la presenciafísica de personas, su proximidad, su estructura común yu compartida finalidad.Robustece esta opinión el hecho de que cuando habla-mos de los empleados administrativos de un organismomemos presente, a todas luces, algo más que las simplesacciones que al parecer consideramos. En principio con-cebimos a cada individuo en interacción con los otros y amos ellos en interacción mutua, persistiendo a través dellempo y formando una imagen simple y muy satisfactoriade un sistema físico.Aunque pasemos del grupo organizado a sociedades moder-nas diferenciadas, y aunque ésta no sea una tarea conceptual

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tan simple como la anterior, parece sensato, no obstantepensar inicialmente en personas biológicas que actúen erelación mutua en un sistema cohesivo de conducta. Esociedades diferenciadas aparecen en el sistema político ros.especializados que aparentemente ocupan, si no la totalidadde las interacciones de la persona biológica, por lo' menauna parte lo bastante grande como para que una personasea identificada con el nombre del rol mismo. Así, tenemaestadistas, diputados, administradores, jueces, líderes polítrcos, etcétera. No necesitamos forzar mucho la imaginaciéapara ver que todos ellos, en conjunto, están más o menarelacionados entre sí en un sistema de interacción. Debidaal grado de especialización del rol, hasta parece evidentque un sistema de esta especie constaría de toda la personay se podría interpretar perfectamente como sistema de coe.ducta de miembros. El miembro de un sistema político coa-puesto de estos y otros roles sería la persona biológica.

Ambigüedades con respecto a estructuras socialesfusionadas

La imagen de un sistema comienza a venirse abajo cuandoapartándonos de los roles especializados o grupos organizados, nos fijamos en el vasto complejo de actividades polítiardifundidas en toda la sociedad, por diferenciada que esté aestructura política. Por ejemplo, aun en sociedades modemsumamente estructuradas, muchos miembros se pueden de*dicar a actividades políticas ajenas a todo rol formal al ause designe como político, o que formen parte 'de su condixten roles francamente apolíticos. Discutir orientaciones poi.ticas, formular demandas, convenir en apoyar a un caro•dato y criticar a autoridades oficiales son formas de partir+pación política que no es necesario que ocurran, y que cmfrecuencia no concurren, en el contexto de una organizad►política o en cualquier medio político formal. También ecostumbre que los individuos hagan circular opiniones p.il.ticas y hasta soliciten apoyo en favor de sus puntos .de vimientras participan en acciones asociadas a un ol chalmente apolítico. Los hombres de negocios pueden ablir di

política en la sobremesa o en el curso de sus transaccionescomerciales; los educadores pueden intercambiar opinionespolíticas cuando se ocupan de solucionar cuestiones pura-mente educacionales.En este caso puede parecer más difícil captar dicha imagen.Si concebimos al sistema como un modelo físico en el queon grupo de personas biológicas está en interacción continuatracias a su condición de miembros de una entidad (porejemplo, una organización formal, grande o pequeña), omediante la comunicación a distancia, un sistema políticono siempre resistiría la prueba. Es imposible reunir a todoslos actores políticos y transportarlos a un nuevo sitio —comoacede en el caso de un grupo organizado— sin que almismo tiempo se desplace la localización de toda la red deistemas sociales llamada sociedad. Al trasladar a los actorespolíticos tendríamos que trasladar también a las mismaspersonas biológicas dedicadas a actividades económicas, re-ligiosas, educacionales y a las otras clases de conducta queconstituyen una sociedad. No solo transportaríamos un sis-tema político, sino a la vez todos los demás sistemas. Noiempre es posible separar de modo empírico o físico lasinteracciones que podríamos convenir en llamar políticasy considerar a los actores políticos como un grupo parcial ototalmente independiente de los actores económicos y deotra índole. El resultado es que si calificamos todas estasactividades políticas formales e informales (es decir, todasloo interacciones políticas) como componentes de un sistemapolítico, ese sistema resulta, sin duda, menos real o menostangible que un sistema compuesto aparentemente por unManero especificable de personas biológicas, como en el casode: una organización o de otro grupo formal.Cuando dirigimos la mirada a sistemas no-alfabéticos y amochos sistemas tradicionales, en que las áreas de actividad0o imponen el grado de diferenciación y especificidad deha sociedades modernas, resulta infinitamente más compli-ro identificar en forma empírica un sistema político, o

aun otros tipos de sistemas sociales. El jefe de una tribupuede ser el que adopte las principales decisiones econó-micas; tal lo que ocurre cuando depende de su autoridaddecidir el momento en que el grupo habrá de trasladarse

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en busca de víveres, y el rumbo que ha de seguir. Tamopuede ser el líder ritual, el árbitro principal de las dispaay el eje de las festividades. Toda clase de actividades tpueden centrar en un único individuo. O lo que es •mismo: todos los individuos de la sociedad pueden rearma-la mayoría de las tareas; sus miembros no necesitan idatificar la separación de tareas mediante la especializande roles. A lo sumo, empíricamente, todas las actividad*están ligadas de manera inextricable en un número limita*de roles, como por ejemplo, el de pariente, adepto de ajefe o jefe supremo.Además de los dos casos extremos que hemos ilustrtie(las sociedades modernas estructuralmente diferenciada;los pequeños sistemas tribales tradicionales) se presenmtmuchos grados de diferenciación o fusión de roles. Pero e]ndemuestran que no es necesario deslindar tan nítidammela vida política de otros tipos de conducta en todas Ysociedades. Aun en las sociedades modernas, no todas las sutividades políticas son tan fácilmente aislables como e:: tcaso de los bien definidos roles políticos, cada uno de iscuales tiene su designación propia. Un ciudadano que a ávez que compra un pedazo de pan intercambia opinicascon el vendedor sobre el candidato local a un cargo poli=aporta cierta actividad a dos clases de sistemas: el mas.mico y el político. Por debajo de los niveles altar=diferenciados de la actividad política de la sociedad asderna, queda siempre un sustrato más profundo de condumque integra las actividades generales, indiferenciadas.todo miembro de una sociedad. Alguien hablará de poli=con un conocido al acudir a la iglesia el domingo por '}mañana; en la mesa familiar, se transmitirán sin obstácánactitudes políticas importantes. No obstante, no nos se*mos inclinados a incluir a la iglesia o a la familia, excrsren circunstancias especiales, como organizaciones polkasin más, y por lo tanto, como componentes estructuralesun sistema político.En las sociedades muy politizadas de Occidente y en lanumerosos grupos tribales no alfabetizados, por citar un casztoda la contextura de una sociedad puede estar penetra&de interacciones políticas de esta índole. Ocurren en medut

tete no están diferenciados políticamente de ninguna otraguanera y que, por consiguiente, no se podrían incluir comovn todo entre los elementos constitutivos de un sistema po-ilt:co. No obstante, estas acciones tienen en potencia conse-^u ncias importantes para la vida política de la sociedad;na duda es preciso no omitirlas como parte de un sistemapolítico, al menos para no violar todos los cánones del buentemido. Si a fin de hacer aceptable la idea de sistemadebimos insistir en que sus miembros son un grupo de per-tnaa3 biológicas que interactúan exclusivamente, o en granparte, dentro de un marco político, es evidente que no po-dríamos incluir esas interacciones como parte de un sistemapolítico.

El carácter analítico de todos los sistemas

Un modo de conceptualizar esta dificultad consistiría enDecir que tenemos dos subtipos diferentes de sistemas: unMema de miembros o entidad, por oposición a un sistemaanalítico. El primero constaría de personas biológicas enortanizaciones físicamente separadas; el segundo, de conjun-tos de interacciones dispersas en el espacio, difundidas oIncluidas en otras clases de conductas. La utilidad de esta, :uificación reside en que pone de manifiesto la importan-= notoria de las acciones organizadas en la vida política.No obstante, si pensáramos que con ello hemos distinguido;lua sistemas de status teórico dispar, cometeríamos un gra-ve error conceptual. Tanto los sistemas de miembros comoso sistemas analíticos son sistemas analíticos de subtipossü{aificativamente diferentes, pero del mismo status teórico.Difieren en lo que respecta a la acentuación o énfasis detina orientación política; por lo común los grupos de miem-ároa tendrán un grado más alto de diferenciación y espe-cialización, en el espacio y en el tiempo, de sus interaccio-nes políticas.1!ua ver sus elementos comunes en tanto sistemas, volvamosa examinar más detenidamente los grupos bien definidos deriges políticos que llamamos organizaciones. Debido a ladivisión y especialización del trabajo, tanto en la política

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como en otras esferas sociales, tenemos en las sociedaimodernas numerosas organizaciones e instituciones en Ique la cantidad y notoriedad de las actividades polírason tan grandes que se las suele considerar de naturaesencialmente política. El hecho de que se les dé desiciones políticas destaca que están fuertemente cargadas lr '

consecuencias políticas para la sociedad. Los partidos p► '

líticos, las legislaturas, las diversas clases de grupos de irla ¡

reses o los tribunales son parte innegable de la vida políticaPero es precisamente por esa misma falta de ambigiiedatsobre su relación con la política, que a menudo se pieftde vista, que los miembros de estas estructuras no son idí.st-ticos a la persona biológica total. El propio concepto * ^

"miembro" refleja el hecho de que solo prestamos atenciú '

a ciertos aspectos de la conducta de la persona biol&iy de que la incluimos entre las partes del sistema orarnizacional. Está en nuestras manos prescindir por compresde otros aspectos de esta conducta, o tratarlos solo coascondiciones externas relevantes. Los roles de los miembtsde un sistema político conllevan a menudo conductas 4wtienen consecuencias en otras esferas de la sociedad. Ltpartidos políticos recaudan y gastan dinero, y en este settido contribuyen a la producción de bienes y servicioPromueven también la amistad y por ende la integráisestructural de la sociedad.Lo dicho sobre el partido político se aplica igualmente cotros roles y estructuras políticas. Toda institución politiene efectos múltiples sobre diversos aspectos de la socadad; las campañas electorales, por ejemplo, los tienen, bitsque marginales, sobre la economía. El dinero que una pielsona proporciona a su candidato o partido preferido sse gasta en otros bienes y servicios. La razón de que apli-quemos el calificativo de "políticas" a ciertas organsciones, instituciones o roles, reside simplemente en que 5s'consecuencias principales de la conducta de estas unidaxsse dirigen más bien a la esfera política que a la econórn:areligiosa u otras. Pero aun cuando encontremos un fueracento político en la significación de la conducta ; upodemos deducir automáticamente que todas las actisi a.des tengan solo consecuencias políticas ni que sean polí&z

por naturaleza. Algunas son no políticas, aunque en pro-porciones desdeñables.Gano ya hemos indicado, tal vez no revista gran impor-tancia señalar en la práctica la obvia significación econó-mica de la conducta de los partidos políticos. La asignaciónde fondos a campañas políticas tiene indudablemente es-casa importancia para el estado de la economía, no así, encambio, desde el punto de vista conceptual. Indica que, enla práctica, cuando examinamos tipos de conducta alta-mente específicos y diferenciados, como los de una or-ganización política, extraemos de la masa perceptiva totalde acciones solamente las políticas. El hecho de identificarasí un conjunto de conductas no debe hacernos olvidarque hemos abstraído una parte del todo y que hemospuesto al todo el rótulo correspondiente a aquélla. Dichode otro modo: aun las organizaciones de naturaleza predo-minantemente política, por ejemplo un partido político, sonabstracciones de la conducta total de una persona, ypor consiguiente, subsistemas analíticos. Los llamados sis-temas de miembros no son en realidad sistemas de personasbiológicas, sino de roles especializados. En este sentido tam-bitn ellos son sistemas analíticos. Al referirnos a estos sis-ternas con fines de investigación, abstraemos de la pautatotal de conducta de la persona la parte relacionada conlas acciones que lleva a cabo en sus roles organizacionales.Esto es lo que hacemos, justamente, al considerar formasao organizacionales de la conducta o al entresacar losaspectos políticos de interacciones tomadas en medios or-ganizacionales o institucionales cuyo carácter no es primor-dialmente político. De las interacciones totales en que unapersona interviene abstraemos las que se orientan a lapolítica, prescindiendo de si actúa en el rol de miembrode un grupo de linaje, director de una empresa o elementodestacado del mundo artístico. Por el momento podemosdejar de lado toda pregunta referente a los criterios segúnlos cuales se decide qué es político y qué no lo es. No tar-daremos en volver a este punto. Para nuestros fines inme-diatos, nos supondremos en condiciones de establecer algu-nos criterios de acuerdo. En tal caso debemos reconocerque todas las interacciones que satisfacen los requisitos son,

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y solo pueden ser, derivadas de modo analítico, prescindie;,do de si tienen lugar en un rol específicamente político ecomo aspectos inadvertidos y ocultos de algún rol en api-rienda ajeno a la vida política. Desde el punto de visateórico, constituyen abstracciones de la situación total. Eestudio de la conducta social no abarca en ningún casala masa total indiferenciada de acciones que realiza urrpersona biológica. Por definición, toda acción, tal como lapercibe el estudioso de la ciencia social, debe ser de natu-raleza analítica.

La realidad empírica de las unidades analíticas

Ahora bien, el hecho de que un sistema político no pueódejar de ser analítico ¿significa acaso que debe ser en algísentido menos concreto u observable que la masa perceptivade conducta de la persona biológica? Que sea una abs-tracción de un tipo definido de conducta entre otros mu-chos no lo vuelve menos observable empíricamente que hmasa bruta e indiferenciada de conducta de la que forsrrparte.La característica analítica del sistema político no afecta sacondición empírica; solo se refiere al hecho de que, a losfines del tratamiento teórico, las actividades políticas sepueden diferenciar y abstraer transitoriamente de todas lisdemás. Pero seguimos ocupándonos de la conducta obser-vable. Este enfoque no nos debe hacer olvidar de las otrclases de conducta, aquellas de las que se hace abstraccióya que tendrán consecuencias importantes para los aspec-tos políticos de la conducta total. En efecto, veremos misadelante que constituyen el ambiente social de un siste-ma político. Tendremos que considerar la interacción en-tre los diferentes sistemas analíticos que permiten dar forirra una conducta política. Es posible idear instrumentaanalíticos para ejecutar esto en forma sistemática; cello nos ocuparemos en buena parte de los capítulos si-guientes. Aquí deseo insistir en que, al examinar esa pasteanalítica de la interacción social que calificaremos de po.

litica, estaremos examinando interacciones concretas, ob..servables.Podemos decir, pues, para concluir, que si por sistema demiembros entendemos sistemas de personas biológicas úti-les para la investigación, no hay nada semejante en laciencia social. Todos los sistemas de conducta son analíti-cos. Algunos, más diferenciados, específicos e integradospara fines limitados, podrían llamarse organizaciones, sis-temas de roles o sistemas de miembros en el sentido restrin-gido del término. Otros, difusos e indiferenciados, están in-mersos en tipos analíticos diferentes de interacciones. Peroprescindiendo de la expresión estructural de la conducta,todos los sistemas se deben interpretar como abstraccionesde la realidad, que si bien son empíricamente significati-vas aislan solo una parte del mundo fenoménico.El status teórico de un sistema político consiste en que, comotodos los demás sistemas sociales, es de carácter analítico y,no obstante, empírico. Nuestra exposición de lo que enten-demos por sistema nos exime de la necesidad de discutir silas interacciones políticas, en cuanto conjunto analítico,son o no realmente un sistema de conducta. Esta discu-sión sería superflua. Puesto que por definición todo con-junto de interacciones se puede calificar de sistema, lapregunta a formular será si una clase especial de conductaabstraída, brevemente identificada como política, es, des-de el punto de vista científico, interesante. ¿ Contendráun cuerpo de referentes suficientemente amplio y adecuadocomo para permitirnos contestar algunos de los interro-l'antes principales que ha planteado históricamente la in-vestigación política, o que parecen significativos en laactualidad para comprender la vida política? EA caso nega-tivo, esto no "demostrará" por cierto que no constituyenun sistema. Solo puede sugerir algunas explicaciones plau-sibles: por ejemplo, que no hemos tenido perspicacia sufi-ciente para aislar, a efectos de incluirlas en nuestro siste-ma, y por ende en nuestro ámbito de interés, las variablespolíticas críticas; o que la conceptualización de la vida po-lítica como sistema no es muy útil para comprender losfenómenos que nos interesan.

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4. Identificación del sistema político tubremos de identificarlas? Segundo, ¿qué se quiere deciru hablar de un límite entre sistemas analíticos? Tercero,;qué cosas se excluyen del sistema para ser interpretadas,creo parte de su ambiente? Estas cuestiones reclamaránaurstra atención en este capítulo y el siguiente.

Las premisas adoptadas hasta ahora con respecto a las aracterísticas de los sistemas sociales son de dos clases. Piarepresentar el sistema en el foco de atención se puede selec-cionar cualquier conjunto de variables. La sociedad, qiees el sistema social más incluyente, es la única que abatatodas las interacciones sociales de las personas biológicaimplicadas. Cualquier otro sistema social, inclusive el pe.lítico, se limita a aislar algunos aspectos del comportamies•to total, y en consecuencia, tiene que ser de natural=analítica.De acuerdo con el tipo de análisis que se examina en eselibro, la vida política se interpretará como un sistema cea-ceptualmente distinto de los otros sistemas de una sociedadLas interacciones que quedan fuera de un sistema polisse pueden llamar el ambiente en que existe. Al abordarla cuestión en estos términos daré por sobreentendido Tiaentre un sistema político y su ambiente hay algún líntixComo veremos, esta idea es capital; una vez establecidanos permitirá hablar de los intercambios o transaccioraque tienen lugar entre un sistema y su ambiente. Para corsstruir una teoría detallada, una de las tareas principasería tratar de identificar estos intercambios y explicar cót.0enfrenta un sistema político los obstáculos que ellos oporaa su subsistencia. En términos algo diferentes pero teórica.mente más generales, sería superfluo, si no imposible, pro.seguir nuestro análisis y conceptualizar la vida política comasistema abierto y autorregulador (cual es mi intención), imenos que se pudiere distinguir, tanto analítica como em.píricamente, un sistema político de su ambiente total.Con el objeto de deslindar un sistema político de otrasclases de sistemas habrá que contestar varias preguntasPrimero, ¿qué cosas incluye un sistema político y cómo

Criterios para identificar un sistema político

¿Cómo distinguiremos aquellas interacciones de la sociedadque habremos de calificar de componentes de un sistemapolítico? Este es uno de los pasos críticos para examinarla dinámica de la vida política. Al describir la propiedadgeneral de las interacciones que se deben considerar comoparte de sistemas políticos, estableceremos automáticamen-te qué tipos de conducta se omitirán. Es indispensableque nuestros criterios de inclusión no dejen de lado ele-mentos esenciales. Si no explicamos en forma adecuadacrimmo funciona un sistema político, se habrá echado porterra el incentivo principal para aislarlo. No obstante,para los fines de la investigación, la ciencia política nopuede estudiar todos los fenómenos; es necesario reducire simplificar de algún modo el mundo real. Esto suscitasiempre el temor de que se excluyan inadvertidamente ele-mentos de importancia capital.Esta posibilidad existe siempre, puesto que como hemosvisto, no hay una prueba definitiva en lo que atañe a quéelementos se deben incluir, por naturaleza, como constitu-tivos de un sistema político, aparte de su poder explicativoprevisto. Pero saber esto no nos orienta gran cosa; la utili-dad explicativa es siempre un tipo de test ex post facto. Enla selección inicial de las propiedades de los elementos ca-racterísticos de la vida política, debemos guiamos por loque el estudio de la historia (o experiencia pasada) y laobservación de los sistemas en funcionamiento (o experien-cia actual) nos permiten conocer acerca de la vida política.Todo posible capricho inherente al insight y juicio subje-tivo es restringido en definitiva por el hecho de que laspersonas que partan de premisas diferentes, construirán nor-

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malmente modelos teóricos distintos. En la crítica y dise,sión de estas alternativas tienen lugar procesos selectivay correctivos; es de esperar que éstos conduzcan al mejor>miento de nuestras formulaciones teóricas, y en consecur..cia, de nuestra comprensión del modo en que funcionallos sistemas políticos.

Las interacciones como unidades de un sistema

En los estudios tradicionales de la vida política, la conduceque corresponde aproximadamente a lo que llamaré sirtema político se ha caracterizado de muchos modos, com.binando las necesidades de la época y las predileccionedel investigador u oscilando entre ambas. La vida polítiase ha descrito como el estudio del orden, el poder, el Fb.tado, la política pública, la adopción de decisiones omonopolio del empleo de la fuerza legítima. En The Po-litical System y otros trabajos 1 examiné in extenso varade estos puntos de vista y las razones que existen para rtchazarlos, no como erróneos, naturalmente, sino como rrrnos útiles para nuestro nivel actual de conocimiento (larla alternativa que expondré a continuación.En su contexto más amplio, la vida política, a diferenrade los aspectos económico, religioso, etc. de la vida, se puesdescribir como un conjunto de interacciones sociales dedividuos y grupos. Las interacciones son la unidad bíthde análisis.Por simple que sea esta formulación, resulta antagónica auna tendencia que sigue prevaleciendo en la investigarlapolítica: dirigirse directamente a las estructuras particuia.res, tanto formales como informales, a través de las cualesse manifiestan las interacciones políticas. El estudio de lalegislaturas, poderes ejecutivos, partidos, organizaciones a .ministrativas, tribunales y grupos de interés —para mena.nar solo algunos casos— sigue dominando el enfoque iniacon que los autores de ciencia política abordan sus data

1 D. Easton, "Political Anthropology" en B. J. Siegel, comp., Bin.nial Review of Anthropology, Stanford, Calif., Stanford Univer irPress, 1959, págs. 210-62.

Al ensancharse estas estrechas miras impuestas a la cienciapalítica, gracias al descubrimiento de las naciones en desa-rrollo y sus tan diferentes estructuras, los autores han mira-w con menos favor cada vez esa insistencia en las estruc-turas formales e informales. A pesar de ello seguimosobligando al estudio de estos nuevos sistemas políticos aconformarse al lecho de Procusto de las suposiciones tra-dicionales.Desde el punto de vista del análisis que aquí desarrollamos,la estructura es definidamente secundaria, tanto que solo demanera incidental y con fines de ilustración se requierealgún comentario acerca de ella. No intentaremos, por cier-na, considerarla en forma sistemática. Partiremos de la su-posición de que hay ciertas actividades políticas y procesos(tísicos que son característicos de todos los sistemas políti-cas, aunque las formas estructurales por medio de las cualesr manifiestan puedan variar, y de hecho varíen considera-blemente en cada lugar y época. Desde el punto de vistalógico, es esencial investigar la naturaleza procesual de talesinteracciones políticas, y esto debe hacerse antes de exami-nar dichas estructuras. Esta insistencia en los procesos deinteracción política da al análisis político un carácter di-námico que, como luego veremos, debe estar exento de todoénfasis prematuro e indebido en las formas o pautas de laconducta política.

El test de las interacciones políticas

Por otra parte, lo que distingue las interacciones políticasde todas las otras interacciones sociales es que se orientanpredominantemente hacia la asignación autoritaria de va-lores para una sociedad. Por consiguiente, la investigaciónpolítica tratará de comprender el sistema de interaccionesmediante el cual se hacen e implementan dichas asignacio-nes obligatorias o autoritarias.Dicho brevemente: las asignaciones autoritarias distribuyencosas valoradas entre personas y grupos siguiendo uno omás de tres procedimientos posibles: 2 privando a la persona

2 Sometí a un examen detenido esa interpretación de la cienciapolítica en The Political System.

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de algo valioso que poseía, entorpeciendo la consecución devalores que de lo contrario se habrían alcanzado, o bienpermitiendo el acceso a los valores a ciertas personasnegándolo a otras.Una asignación es autoritaria cuando las personas que o-cia ella se orientan se sienten obligadas por ella. Hay variarazones para que los miembros de un sistema se consideresobligados, cuyo conocimiento nos ayudaría a comprenderlas variaciones de los procesos de diferentes sistemas. Catepensar que resultan distinciones importantes según que laasignaciones se acepten como obligatorias por temor al er .pleo de la fuerza, o bien de una sanción psicológica sever a

como las imprecaciones en los sistemas primitivos o el oprobio social en otros más complejos. El interés personal, btradición, la lealtad, un sentido de la legalidad o de lalegitimidad, son variables adicionales significativas para a-plicar por qué un sujeto se siente obligado a aceptar de,tsiones con carácter de •autoritarias. Pero prescindiendo Ct:las razones particulares, el hecho de considerar las asigna.ciones como obligatorias distingue a las asignaciones pos.ticas de otras clases de asignaciones, según la conceptual.zación que expondré más adelante.

Sistemas parapolíticos

Los sistemas políticos de grupos

Si la investigación política se limitara a estudiar cómoestablecen las asignaciones obligatorias, prescindiendo de sacontenido, tendería redes de trama tan amplia que cogeren ellas numerosas conductas no consideradas por lo cemún estrictamente políticas. En todos los tipos de grupa.desde la familia y el linaje, pasando por las hermandliesy las organizaciones religiosas, educacionales y económicas.se dan asignaciones de índole autoritaria. Bien se pod:úpreguntar si, en mi conceptualización, también éstos tia:::que representar sistemas políticos o si, por lo menos, incor-poran sistemas políticos como un aspecto de su conducetotal.

Nada se opone a que adoptemos una interpretación tanliberal de la política que permita descubrir sistemas polí-ticos en todos los otros grupos sociales, además de la socie-dad misma. En verdad que de este modo violaríamos el usonormal del término: la investigación política no se ocupade ordinario de los procesos internos de los grupos por símismos, ni es éste tema de su incumbencia particular. Soloen la medida en que pueden estar relacionados con proce.los políticos más amplios de la sociedad, tales procesos in-ternos de los grupos organizados —"el gobierno privado'—atrajeron en otro tiempo la atención de los estudiosos. Em-pero, el hecho de que esto no sea habitual en las investiga-dones tradicionales no basta por sí solo para disuadirnos.En realidad, podríamos sostener, con fundados motivos, lainclusión de aspectos de las interacciones sociales internasde todos los subgrupos sociales como ejemplos de sistemaspolíticos por derecho propio. Ya lo dijo Charles Merriam:"Evidentemente hay gobierno en todas partes: lo hay enel cielo y en el infierno; hay gobierno y ley entre las per-lonas fuera de la ley, y en la cárcel" 3 .

Al igual que la sociedad más amplia de la que formanparte, los grupos establecen efectivamente asignaciones quesus miembros aceptan como obligatorias. En las familias, lasbtlesias, las hermandades y otros subgrupos hallamos cons-tituciones, competencia por el control entre las élites domi-nantes y ambiciosas, y grupos de presión o facciones. Paraobligar a que se cumplan sus asignaciones, estos subgrupospueden aplicar sanciones poderosas, por ejemplo la exco-munión, el ostracismo, la expulsión o la coerción ejercidapor medio de la violencia, como en el caso de las organi-zaciones delictivas. Acogiéndose a las normas dominantes,la mayoría de sus miembros puede considerar legítimo invo-car estas sanciones. Es evidente que en el sistema políticomis amplio dentro del cual, o junto al cual, se encuentranlos subgrupos, hay estructuras y procesos paralelos.Aunque, como dije antes, para algunos fines pueda ser pro-vechoso ampliar el concepto "sistema político" de modo deincluir estos aspectos de grupos y organizaciones, a nosotrosI C. Merriam, Public and Private Government, New Haven, YaleCnivcrsity Press, 1944.

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nos bastará con considerarlos análogos más que isomórficaten relación al sistema político de una sociedad. Por esesrazón, es posible que el examen de las estructuras y proassos relacionados con la asignación autoritaria de valoraen organizaciones y otros grupos, resulte muy útil paraminar las estructuras y procesos del sistema político socetario más amplio. Sostener lo contrario significaría contridecir un número creciente de pruebas que revelan serrrkjamas importantes. El estudio de organizaciones y pequeecagrupos en función de sus relaciones de poder 4, procesos óedecisión y flujos de comunicación, ha facilitado insights rconceptos para analizar el sistema político mayor.Pero semejanzas no son identidades: existen significativadiferencias teóricas y empíricas. Para diferenciar con ciar;.dad el sistema político societario de otros sistemas menainclusivos, llamaré sistemas parapolíticos a los sistemas pe.líticos internos de grupos y subgrupos, y reservaré el cona.to de "sistema político" para la vida política de la unidaámás inclusiva que analizamos o sea la sociedad.

Diferencias entre los sistemas políticos y los parapolíticos

Aunque los procesos y estructuras de los sistemas pampa-ticos son muy similares al sistema político societario, difierapor lo menos en dos aspectos fundamentales. En prieslugar, los sistemas parapolíticos son a lo sumo aspectos Ccsubsistemas de una sociedad: son subsistemas de subsismmas. Los miembros de un sistema parapolítico no aceptan..ni se espera que acepten, las responsabilidades derivadadel hecho de que un agregado de personas conviva en unasociedad, comparta diversas situaciones vitales y se seaobligado, por consiguiente, a tratar de resolver conjunta.mente sus diferencias. Estas responsabilidades trascienden .el alcance de cualquier grupo organizado. Los sistemas pa-rapolíticos se ocupan solo de problemas relativos a lasasenaciones autoritarias dentro del grupo.

4 D. Cartwright y A. Zander, comps., Group Dynamics, Relevaand Theory, Nueva York, Harper & Row Publishers, 1953; S.M. Lipset, M. A. Trow y J. S. Coleman, Union Democracy, 1\ua1York, Free Press of Glencoe, Inc., 1956.

No hay duda de que puede tener lugar una diferenciaciónde funciones, de modo tal que algunos grupos adquieran ro-les mayores en la resolución de tales conflictos. Un linajereal se puede apropiar de todo derecho a ocupar cargospúblicos en un sistema político tribal; un partido políticopuede dominar los procesos políticos de una sociedad mo-derna. En estos casos, la naturaleza del sistema intragrupalo parapolítico ayudará a determinar el modo externo decomportamiento del grupo en el sistema político societario.No obstante, los sistemas políticos internos mediante los cua-les se asignan valores dentro de los grupos mismos —el clano el partido, para seguir con el mismo ejemplo— se ocupande una serie más limitada de problemas que los que surgenen el sistema político de la sociedad en que esos grupospueden gozar de tanto poderío. La existencia misma de ungrupo organizado prueba hasta cierto punto sus preocupa-ciones y responsabilidades, en comparación con la sociedadmás amplia de la que forma parte.No se trata de que la sociedad incluya más personas. An-tes bien, ocurre que como partes de un sistema políticosocietario, estos grupos intervienen en los procesos por loscuales quedan a su alcance todos, y no solo algunos, losproblemas que plantea la convivencia. Por consiguiente, elsistema político societario tiene un margen mucho más am-plio de responsabilidades que los sistemas parapolíticos de{aa subgrupos.Ello no significa que el sistema político societario establez-ca asignaciones autoritarias con respecto a todos los as-pectos de la convivencia ni a todas las diferencias que sur-;,in. El hecho fundamental con que se enfrentan todas lasxxiedades es la escasez de algunas cosas valoradas, que pro-duce inevitablemente disputas sobre su asignación. SegúnLa sociedad, y dentro de una sociedad cualquiera, según la .¿poca, muchos de los conflictos referentes a la demanda devalores escasos se dirimirán como resultado de la interac-ción autónoma entre individuos y grupos 5 . Con respectoa estas cuestiones, es posible que la sociedad no intervenga

S D.Easton, A Theoretical Approach to Authority, Stanford, Calif.,Department of Economics, Stanford University, 1955, Informe N°t1 para la Office of Naval Research.

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de un modo formal o especial, o tal vez no se prevé quehaga. En la mayor parte de los casos, la sociedad fatilsun esquema mínimo de orden (a pesar de que en ciertasistemas primitivos no hay un equivalente de la paz drey o el orden del jefe) ; pero fuera de ello no intentazanjar todas las discrepancias entre los individuos o grupaque la constituyen.Ahora bien: cuando las diferencias no se resuelven de ne~nera independiente y se perciben como atentatorias conalas ideas dominantes de orden y justicia, toda sociedad pre.porciona procesos por los que algunas estructuras espera.les ayudan a regular las diferencias o imponer un arreg'aA estos roles diferenciados los identificamos con concepaacomo dirigentes, gobierno, autoridades, jefes y ancianos siclan.Esto no quiere decir que la sociedad en su totalidad debegozar de estos arreglos según un conjunto de criterios acerade lo que es bueno y lo que es justo. El orden o regulacidapuede favorecer, y de hecho favorece, a un grupo come 4nente más que a otro. Tampoco es necesario que los arre.glos contribuyan empíricamente al orden; bien pueden agryvar la situación provocando violencia y caos, que tal se:conduzcan en definitiva a la destrucción de la sociedadno a su integración. Las consecuencias para la sociedafconstituyen siempre una cuestión empírica que no es poseble prejuzgar, aunque sí predecir si se dispone de informoclon suficiente. No obstante, con independencia de ellas, §tdiferencia principal entre un sistema político y un sistemaparapolítico reside en la serie de asuntos de que se ocupauno y otro. En realidad, éste es uno de los significa&implícitos en la afirmación de que los sistemas políticos so-cietarios son más incluyentes que todos y cada uno de lasistemas parapolíticos, ya sea que se los tome por separadao en conjuntó.

Otra distinción importante consiste en que los poderes deque dispone el sistema político societario para regular ladiferencias suelen ser más amplios, correspondiendo así asu mayor amplitud de responsabilidades. Tanto en los sis-temas parapolíticos como en los políticos puede haber role

.fiferenciados mediante los cuales se ejerzan las principalesrsponsabilidades en lo que respecta al manejo de los asun-tts políticos de los grupos. En ambos casos cabe denominarautoridades a los individuos que desempeñan estos roles,i bien en las sociedades modernas existen para los roles delos sistemas parapolíticos nombres mejores, como comitéejecutivo, consejo de gobierno o junta directiva. Pero a di-ferencia de sus contrapartes en los sistemas parapolíticos,las autoridades de los sistemas políticos se distinguen porsu capacidad especial para movilizar los recursos y energíasde los miembros del sistema y aplicarlos a objetivos amplioso especificados. Lo pueden hacer en nombre de la sociedady con la autoridad obtenida por la aceptación de su posi-ción en aquélla. Ningún cuerpo gobernante de un sistemaparapolítico tiene esta capacidad de hablar en nombre de

sociedad, el sistema social más incluyente, a menos quecoincida con las autoridades del sistema político societario.Debido a sus responsabilidades, dirigidas hacia la sociedaden su conjunto, las autoridades suelen disponer de instru-mentos especiales para reforzar sus capacidades y apoyar lasexpectativas de que contribuirán a solucionar diferencias.Por consiguiente, la mayor parte de los miembros de lasociedad, aun aquellos que tal vez se opongan a sus deci-siones o no sean afectados por ellas, las considerarán obli-catorias, excepto en los períodos de cambio rápido o decrisis. Las normas especiales de legitimidad, tradición o cos-tumbre han evolucionado universalmente con el carácterde sanciones informales a disposición de aquellos sobre quie-nes pesan dichas responsabilidades. En muchos casos tienencomo complemento sanciones formales por vía de instru-mentos para aplicar la fuerza y la violencia e imponer asíta conformidad con las asignaciones. Tal vez los instru-mentos más comprehensivos y poderosos que producen es-tas consecuencias, han sido los desarrollados en forma con-junta con el crecimiento de esa especie de sistema políticosocietario que convinimos en llamar Estado. En él, el usolegítimo de la fuerza está exclusivamente en manos de quie-nes actúan en nombre de toda la sociedad .6

i Se hallarán pruebas de que los sistemas políticos pueden per-&uar aunque no haya un monopolio legítimo de compulsión ma-

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Cierto es que grupos como la familia o las organizacionesformales pueden contar con la obediencia de sus miembrose imponer sanciones severas a la desobediencia. Pero lalegitimidad de los arreglos que imponen es solo reconociday aceptada por sus propios miembros, y no, de ordinaria,por la mayoría de los miembros de la sociedad misma (tam-poco es forzoso que ello suceda) . Si las demandas de obe-diencia de esos grupos y organizaciones se hacen extensivas,más allá de sus miembros, a toda una sociedad con respectoa los principales problemas de convivencia, entrarán enconflicto con la estructura de gobierno existente, o biendeberán identificarse con esa estructura.Sería perfectamente posible emprender un análisis compa-rativo de los sistemas político y parapolítico, o bien con-siderar a ambos como los referentes primarios de un análisisconceptual. A no dudarlo, se aprendería mucho así de lasestructuras y procesos mediante los cuales se establecen eimplementan asignaciones obligatorias para grupos de per-sonas. Un procedimiento de esta índole nos podría lleva:fácilmente, sin embargo, a pasar por alto las dos difereciar que .acabo de comentar.Como veremos con más detenimiento en un capítulo pos-terior, el objetivo primordial del análisis político es com-prender de qué manera los sistemas políticos logran suEsistir. Si lo deseáramos, podríamos basarnos para ello tan:en la experiencia de los sistemas políticos como parapoll-ticos, pero las diferencias ya indicadas entre ambos, juntocon los ambientes diversos en que existen, se oponen a safusión.En vez de hacerlo así, excluiré de mi marco de referencialos sistemas políticos internos de grupos y organizaciones,no los juzgaré coordinados con el sistema político crisamplio de una sociedad. Por el contrario, en la estructuraconceptual que pretendo desarrollar incluiré únicamersssistemas políticos societarios. Estos tienen en común, ú

terial en I. Schapera, Government and Politics in Tribal SocietlsLondres, C. A. Watts & Co., Ltd., 1956, pág. 217. Indica el atareque en las tribus de los bosquimanos y bergdama, el jefe camsde estos poderes; la defensa propia es el único modo de hacacumplir las normas.

menos, iguales responsabilidades (definidas como lo hicié-ramos antes) y capacidades especializadas semejantes paramovilizar y comprometer a los miembros de una sociedad.Ello no significa que este análisis carezca de importanciapara los sistemas parapolíticos; en realidad, hay buenaspruebas de que, con las debidas modificaciones, arroja luzsobre algunos de los problemas internos e intercambios delímites de los subsistemas de un sistema político.?La decisión de limitar el análisis a los sistemas políticostiene otra ventaja: que sin sacrificar criterios de selecciónteóricos, se ajusta a una larga tradición de investigaciónpolítica. Esto ha dictado que la materia de la investigaciónpolítica, en su nivel y contexto más amplios, abarque elsistema político más incluyente de una sociedad.Si bien ajustarse a la tradición no representa una virtuden sí, dicha tradición no nació tampoco por azar. Refleja elreconocimiento continuo de que ninguna sociedad puedesobrevivir si no provee procesos por los cuales se puedanestablecer asignaciones autoritarias, siempre y cuando sur-jan diferencias con respecto a las cosas valoradas. Contra-riamente a lo que podría inferirse a partir de los análisisantropológicos de las llamadas sociedades sin gobierno oacéfalas, hay pruebas suficientes de que aun entre las ban-das más exiguas de bosquimanos, integradas por un peque-elo grupo de parentesco extenso de no más de 50 personas,existe lo que podríamos llamar "gobierno" 8. Por lo menosalgún cabecilla puede tener un rol especial. En esas socie-dades, la ausencia de estructuras diferenciadas para des-empeñar las tareas inherentes al establecimiento y ejecuciónde asignaciones obligatorias, no indica la falta de sistemaspolíticos.

Desde la perspectiva por mí adoptada, pues, se hacen asig-naciones políticas en toda clase de sistemas empíricos so-ciales que no son la sociedad misma: familias, grupos deparentesco extenso, empresas comerciales, sindicatos obreros,' J. C. Wahlke y otros, The Legislative System, Nueva York, JohnWiley & Sons, Inc., 1962, esp. cap. I.I Véanse las referencias que aparecen en Easton, "Political Anthro-aalogy", y Schapera, Government and Politics in Tribal Societies,pá g. 217 y otras partes de la obra.

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partidos políticos o iglesias. Cada uno de estos subsistessociales comprende un conjunto de actividades que se p.den denominar su sistema político. La estructura concep^.0a desarrollar en este caso resulta significativa para compaa.der el funcionamiento de estos sistemas parapolíticos. Seismuy instructivo asimilar indiscriminadamente en mi tern ínología los sistemas políticos y parapolíticos en una tcfitclase de objetos; pero por las razones expuestas, reservasmos el concepto de "sistema político" a los roles e intenta.ciones relevantes para las asignaciones autoritarias de usasociedad en su conjunto.

La unidad estructural básica de análisisdel sistema político

El sistema político es, repitámoslo, el sistema de conductamás inclusivo de una sociedad para la asignación lartoritaria de valores. Como vimos, esta conducta se refierasolo a 'un aspecto de las interacciones totales en queintervienen las personas biológicas de una sociedad. é Camallamaremos, pues, a estas personas que participan enteracciones políticas de una u otra clase? Tal vez sería ízireservar el concepto de "persona" para designar toda lamasa aperceptiva de interacciones en que interviene la ui►dad biológica. Lo que necesitamos es un recurso analít:orque nos permita seleccionar el aspecto de la persona queinterviene en política.Volvamos a formular esto mismo en la terminología formilde la investigación social contemporánea. Buscamos un tér-mino genérico útil para designar el rol político a difererádel económico, religioso u otros roles generales de una px-sona. Tenemos numerosos conceptos para designar railpolíticos específicos, pero ninguno para identificar el mipolítico como tal. Con respecto a algunos sistemas políticapodemos hablar de los súbditos o ciudadanos e incluir alen nuestro estudio a todas las personas que actúan en saroles políticos.' Para sistemas tribales podemos hablar del pa,.riente o secuaz de un jefe particular. Estos términos (kit

san conceptos de alcance muy general, pero cada uno ded;os —ciudadano, súbdito, pariente, secuaz— es específicomn respecto al rol difuso que desempeñan las personas ensaciedades cuyos sistemas políticos son típicamente distin-ta. Súbdito se aplica de ordinario a las personas que vivenea un sistema de tipo autoritario, ciudadano a las de unatado moderno de orientación territorial, allegado a lasdie sociedades tribales, etcétera.Buscando un concepto genérico para identificar el rol dela persona que forma parte de un sistema político en cual-quier clase de sociedad y sistema, me pareció útil adoptarun término bien simple: el de "miembro". Me referiré, pues,a los miembros de sistemas políticos diversos, entendiendopor ello el rol más general de una persona en una sociedaddada con respecto a la vida política. Es decir que conside-raremos a una persona desde el punto de vista de su par-tcipación en la vida política, sea cual fuere el modo queata participación adopte, y aunque se limite a ser receptorpasivo de los resultados del comportamiento activo de otraspersonas, hacia las que aquélla se orienta. La utilidad deltérmino consiste en que deja en suspenso la naturaleza es-pecífica del rol. El miembro de un sistema político puede serciudadano o súbdito, allegado o extraño, gobernante o go-hernado. Puede actuar individualmente, como parte de unarregado (ya sea una élite política o público) o bien comomiembro de un grupo como la asociación, la legislatura o elpartido.Hay que tener en cuenta que el concepto de "miembro demi sistema político" no se refiere a toda la persona bioló-;ica ni a todas sus interacciones: es una categoría analítica.Selecciona o abstrae solo aquellos aspectos de su conductaaiís o menos directamente relacionados con las asigna-(.ones autoritarias de valores en la sociedad. En con-rcuencias, el concepto de miembros (memberships) de unsistema político identificará en forma colectiva a las perso-ras de una sociedad en el desempeño de sus roles políticos.Será un modo rápido de evitar el circunloquio de "todas laspersonas biológicas con respecto a los aspectos políticos detus interacciones sociales".

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Un sistema político se identificará, pues, como una serieninteracciones abstraídas de la totalidad de la concitar*social mediante la cual se asignan autoritariamente valeren una sociedad. Las personas que intervengan en esas.teracciones, es decir las que actúen en roles políticos, semarán genéricamente miembros del sistema. Si la conce?tualización de la vida política como sistema nos obliga sidentificar los elementos principales y generales del sistemanos impone igualmente exponer lo que queda fuera de d.Como se apreciará en el capítulo siguiente, ello suscita acuestión de si tiene sentido hablar de cosas externas a aasistema analítico.

5. El ambiente de unsistema político

Si se identifica un sistema político como se hizo en el ca-pitulo anterior, es de prever que el reverso de la medallarevele lo que no está incluido en el sistema. Pero pararetener la idea de que existen cosas fuera de un sistema,debemos conservar latente la idea complementaria de quebay límites de cierta especie que deslindan un sistema po-lítico de todo cuanto no pertenezca a él. En tal caso, espreciso indicar la naturaleza del límite que nos dice si algozurre en el ambiente, o sea fuera de la esfera política. Lomenos que puede pedirse a un límite de esta índole es queno sea conceptualmente ambiguo. Debe poseer referentesempíricos suficientes, de modo de contar con indicios po-dtivos para saber cuándo una persona actúa como miembrode un sistema político, y cuándo sus acciones son exterioresa esta esfera.Por otra parte, una vez introducida la idea de límite entresistemas, ha de tener sentido afirmar que si algo ocurre ena arena no política, tal vez influya en el sistema político,produciéndose, un intercambio a través de los límites deambos sistemas. Si no fuera por esta posibilidad, de pocoserviría buscar claridad conceptual con respecto al am-biente de un sistema político.

Ambigüedades del concepto de "límites sistémicos"

Parece prudente imponer a la terminología vinculada consistemas requisitos conceptuales como éstos. Pero cuando

fijamos nuestra mirada en los sistemas fenoménicos trope-sunos con ciertas dificultades y ambigüedades notorias. Vea-mos como ejemplo un obstáculo relativamente simple: ¿Hay

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que excluir de los sistemas políticos a las familias, cocaunidades estructurales? Si consideráramos exclusivamen2sociedades primitivas, no alfabetizadas, tal vez no estarirmos muy dispuestos a proceder así; en ellas, las interaccio-nes dentro de las familias nucleares y grupos de parentesoextenso, y también entre aquéllas y éstos, están muy caz.gadas de contenido político; lo mismo se podía decir antade las clases aristocráticas de muchas sociedades europeasLa mayor parte de las familias de las sociedades modenuesiguen desempeñando, por lo menos en dos formas, asapapel en la política: mediante su aporte en cuanto a acttudes, conocimientos y valores políticos para la socialir-ción de los miembros que se acercan a la madurez, y demanera difusa, por el moldeamiento continuo de las act.tudes y opiniones políticas de sus miembros adultos. Petoel grueso de las actividades de una familia se relacionocon cuestiones que no cabe calificar de políticas. No obrtante, la clara participación de la familia en el área %j ade la socialización política y de la formación de actitudes¿ sugiere acaso que debe incluírsela normalmente como es.tructura, • en el sistema político? Hacerlo así sería ir contrael sentido común.En un orden de cosas parecido podríamos mencionar !alpolíticas de inversiones y otras actividades de las podermecasas financieras de una sociedad industrializada. A veisresultaron críticas para el destino político de un partidode un gobierno, como ocurrió con la presunta influeck:adel Banco de Inglaterra durante la crisis financiera delbierno de Ramsay MacDonald, en la década de 1930'.¿ Ubicaremos al Banco de Inglaterra y sus acciones este•cíficas en esa época dentro de los límites del sistema pro%tico inglés? Es probable que nos negáramos a ello basánd:.nos en que el Banco era primordialmente una instituc¿neconómica y, por consiguiente, formaba parte de la ea.nomía, en ese momento, en que estaba bajo el dominio pe,vado. ¿Significa esto que, para ser consecuentes, debec..laconsiderar que una estructura como ésa forma parte de óasistemas, o por lo menos oscila entre el político y el ea-nómico?

1 R. Basset, Nineteen Thirty-One: Political Crisis, Londres, 3Lxmillan & Co., Ltd., 1958, cap. 4, esp. pág. 62.

En el peor de los casos, esta imagen parece invitar a unareificación excesiva o a una inaceptable formulación de ana-:ozías; en el mejor, nos coloca ante el problema de decidircómo describiremos los límites de un sistema político demodo de saber qué podemos incluir y excluir con provecho.O lo que es lo mismo, suscita la cuestión, más grave aún, desi podemos seguir hablando de modo inteligible de los lí-mites de un sistema de interacciones, y de movimientos ointercambios a través de esos límites.

La significación de los límites sistémicos

En caso de que los interrogantes que plantean los límites—si son mito o realidad, si simplifican o complican las co-sas— tuvieran pocas consecuencias para nuestro análisissubsiguiente, de poco serviría continuar este examen. Sinembargo, la idea de intercambio entre un sistema políticoy su ambiente desempeña un papel crítico en el métodoteórico que desarrollamos. El concepto de "límites" será unnstrumento analítico indispensable, y ello por dos razones.

Sistemas cerrados y sistemas abiertos

En primer lugar, una concepción explícita de los límites nosayudará inmensamente a simplificar, interpretar y com-prender cómo los cambios del ambiente se comunican a'ni sistema político, y cómo el sistema intenta hacer frentei estas influencias. Es evidente que muchos de los cambiosde un sistema tal pueden originarse en factores intrínsecos.iu propia forma de organización es a veces fuente de difi-nitades importantes, como por ejemplo Jas atribuidas a las*paración de poderes en el sistema político norteamericano.?tro otras tensiones significativas pueden provenir del he--±o de que el sistema esté abierto a influencias; de su am-5iente. Esta observación parece inevitable; una perogrulladaempírica no siempre establece, empero, los cimientos de unaaílisis teórico. A menudo es necesario y conveniente violar

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lo conocido, por lo menos transitoriamente, a fin de catruir un modelo simplificado, aunque su semejanza coc ',realidad sea solo remota. Es posible concebir un modo itanálisis que se atenga a ciertos modelos de sistemas físicoe interprete la vida política como sistema cerrado, ais1a0de las influencias de su ambiente. Tal interpretación noexigiría explicar lo que ocurre dentro del sistema excvamente en función de sus actividades internas.Esta concepción no es tan traída por los cabellos ceopodría parecer. En el pasado, numerosas investigaciones Ila vida política dejaban la impresión de que no se liabantomado suficientemente en cuenta los parámetros de la ccn•ducta política. Hasta hace poco, la personalidad, la culpay la estructura social, tres de los principales sistemas pi,-ramétricos, se empleaban solo en forma esporádica conavariables explicativas centrales. Pero ningún estudioso pt.día desconocer los efectos notorios de algunos aspectos mpolíticos de la vida social.No obstante, si para comenzar el análisis adoptamos el so-puesto de que un sistema político es enteramente cerraür,nos veríamos obligados a concluir que ese sistema se debamover hacia lo que podemos llamar entropía social mi>ma. Nos veríamos en apuros, empero, para describir asexactitud qué implica la noción de un sistema político 4rse "agota", más o menos como la empleada en las cierrafísico-naturales, de las que se han tomado las ideas asistema cerrado y entropía.Por poco sentido que tenga el término para un sistema prlítico, nos obliga a conceptualizar la índole de las relaciaaaentre un sistema y su ambiente, y este punto es vital. bdecir, hace consciente lo que fue un supuesto latente, rmodo que reconozcamos que en realidad concebíamos Yvida política como sistema abierto. Debido a que esta z i.ción permanecía latente, sus implicaciones no fueron hesentendidas ni se explotó de manera clara o cabal su sigaficado teórico.Una vez elevada la idea de sistema abierto al nivelconciencia teórica, debemos aclarar qué significa que>sistema es algo distinto de su ambiente. Decir que un sise-ma está abierto a influencias externas solo tiene sentida t

;rodemos distinguir lo interno de lo externo, y nunca lomgraremos a satisfacción si no examinamos las propiedades:e un presunto límite entre ambos. Más adelante, la lógicara que se apoya la idea de sistema abierto obligará tambiéna desarrollar conceptos que permitan analizar los inter-wrnbios entre un sistema y su ambiente. Veremos entoncesiue las ideas de insumo y producto tienen un valor inapre-dable a este fin. Una vez más, la noción de intercambioso flujos de efectos tendría poco sentido si no pudiéramosconcebir límites a través de los cuales se produjeran dichastransacciones.

Identificación de variables dependientes

En segundo lugar, la adopción del concepto de límites serámmbién un paso estratégico hacia la simplificación de larealidad, condición indispensable para cualquier investiga-ción científica. Nos proporcionará un criterio para deter-minar qué elementos políticamente importantes deben serinvestigados en profundidad como variables dependientesprincipales, y cuáles se pueden aceptar como dados en labrma de variables externas. Cada una de estas clases deelementos, los internos y los externos, será de crucial inte-ola para comprender los problemas que se refieren a sis-tinas políticos, pero a su vez poseerá un status teóricooferente en el modelo conceptual que ahora construimos.

Las propiedades generales de losEmites sistémicos

¡Cómo distinguir un sistema político de su ambiente? z Tieneentido empírico y teórico decir que un sistema políticodtne un límite que lo separa de su ambiente? En casoafirmativo, z cómo definir la línea demarcatoria?Lu dificultades con que tropezamos para contestar estaspreguntas se pueden aclarar, en parte al menos, analizandoheevemente otras clases de conducta o sistemas empíricos,

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para los cuales la existencia de límites ofrezca muchasnos dudas. Al descubrir el significado verdadero del concepasde límites en estos sistemas, apreciaremos mejor la utilidt+ide atribuir límites en apariencia semejantes a sistemas cxinteracción social, como son, por ejemplo, los sistemas pdticos. También se verá que con este procedimiento no aaapartamos de la realidad.

Los límites de los sistemas físicos y biológicos

Se ha comprobado que todas las clases de sistemas saligualmente útiles para la investigación en las ciencias naorales, por lo menos en el sentido de que ninguno funciouen un vacío en el mundo fenoménico. Todos están inca-porados a alguna clase de ambiente, aunque para firheurísticos deba excluirse provisoriamente la influencia deambiente, como ocurre con el estudio de la gravedad aausencia de rozamiento. Pero si bien todos los sistemaestán en algún medio, pueden mantener su identidad colnitidez suficiente, de modo que es relativamente fácil ¿stinguirlos.Desde esta perspectiva, un guijarro es uno de los sistemafísicos más simples. Su densidad lo separa del aire que ürodea, y sus partes tienen un destino común mientras cceoserve su carácter de guijarro. Así, cabe distinguirlo de otraguijarros contiguos y del suelo sobre el que descansa. Elímite entre el guijarro y otras cosas es claro e inequívc .Nuestro sistema solar, integrado por el Sol y sus satéli:.tsrepresenta igualmente (como lo dice su misma designacie:un sistema físico de interés. En forma tanto imaginaracomo literal, gracias a la tecnología, podríamos trazar a sualrededor una línea que señalara su límite físico. Incl stcabe considerar la interacción entre sus partes, como si fueraen ese momento independiente del campo gravitatorio de supropia galaxia o segmentos aun mayores del universo. Sbemos, no obstante, que su destino está ineluctablemezzatvinculado al ambiente más amplio que yace más allá de sulimites espaciales.Una caída de agua puede concebirse asimismo como sists.

de conducta, aunque en este caso existe una complicación:cada gota de líquido, tras una breve detención, abandonael sistema para no retornar jamás. Este rápido fluir delzzua a través del sistema no nos lleva a confundir la casca-da con el precipicio al que cae, con el río que trae el aguay se la vuelve a llevar, ni con los vientos que contribuyena su turbulencia. En realidad, aunque en el sistema se pro-duzcan perturbaciones capaces de modificar el movimientodel agua, los límites cambiarán, habitualmente, solo en lasmárgenes: tienden a ser estables durante breves intervalos.Una manzana es un sistema orgánico aislado de su am-biente por la cáscara. Concedamos que si nuestra intenciónes comprender los procesos que se dan en la manzana mismaa medida que madura y se pudre, debemos tomar en cuentafactores externos a la cáscara. El suelo en que crece el man-zano, la naturaleza misma del árbol, y la humedad, tempe-ratura y circulación de aire del lugar en que se conservael fruto una vez separado de aquél, son elementos de im-portancia decisiva para la vida de la manzana como sistema.`o obstante, desde el punto de vista del horticultor, cons-tituyen variables externas a dicho sistema. El límite estáperfectamente definido por la cáscara.El cuerpo humano es otro sistema biológico cuyos límitesconsisten, no en una línea imaginaria, sino en una epidermisque parece aislarlo inequívocamente de su ambiente. En elcurso de nuestra maduración aprendemos muy pronto a noconfundir las cosas que encierra nuestra piel con las ex-ternas.

En cada uno de estos sistemas físicos o biológicos, los límitesparecen sencillos de percibir. Ellos configuran las fronterasespaciales o materiales del conjunto de variables que nosinteresa. A veces contienen efectivamente estas variables amodo de un sobre, como sucede con la epidermis de la man-una o del cuerpo humano; otras veces es preciso forzarun poco la imaginación para concebir alguna clase de cu-bierta o corteza exterior, como ocurre con el guijarro, lacascada o el sistema solar. En el recipiente delimitado pordicha corteza quedarían decididamente aisladas las varia-bles relevantes de sus ambientes respectivos.

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Pero un sistema de interacciones sociales (por ejemplo u:sistema político) suele estar tan esparcido a través de todauna sociedad, que resulta muy difícil acomodar a esas accicnes, tomadas en conjunto, la misma imagen que aplicamasin inconvenientes a sistemas biológicos y físicos. No es nece-sario que un sistema de interacción social abarque todaslas acciones de la persona o grupo; por lo común ello rosucede. Naturalmente, si pensamos en una organizaciónpolítica específica, por ejemplo una legislatura, un partidapolítico, un grupo de intereses o un tribunal, atribuir u:límite físico a cada una de estas organizaciones no desbordanuestra capacidad de imaginación. Por lo menos podemaimaginar que tomamos a todos los miembros identificadacon estas organizaciones y los colocamos dentro de un ed:.ficio (suponiendo que lográramos construir uno suficiente-mente grande) .Nos consta, empero, que las interacciones políticas no teproducen exclusivamente dentro de dichas estructuras deobjetivos bien definidos. Gran parte de ellas se dan enotros contextos, ajenos por completo a una organizaciónpolítica (como vimos en nuestros ejemplos de la familia ade una organización económica del tipo de un banco). E.posible, además, que las personas actúen en roles políticos coaintermitencias, mientras lo hacen a la vez en un plano económico o religioso, de modo que dan la impresión de e<tsentrando y saliendo continuamente de un sistema político.A menudo hablamos de temas políticos en el trabajo, enreuniones sociales, etcétera. Si consideramos todas las clasesde conducta política difundidas en la sociedad, la idea ¿eencerrar las interacciones políticas en alguna especie de so-bre o dentro de líneas demarcatorias espaciales parece exigepor cierto un considerable esfuerzo del lenguaje o de laimaginación.

Carácter general de los límites

Circunscribir los límites de sistemas físicos y biológicos es,como vemos, bastante simple, en apariencia. No parecesdepender de una decisión del investigador sino que estío

dados en la naturaleza, como si los sistemas fueran en verdadpuramente naturales. Pero la simplicidad de esta concep-tualización es muy engañosa. Lo cierto es que, desde elpunto de vista fenoménico, estos límites no están allí afueraesperando que se los identifique. También a ellos se aplicanuestra conclusión general sobre el carácter de los sistemas:que son producto de una selección analítica. Lo mismo cabedecir de los límites de los sistemas políticos.Si hemos elegido como límites la densidad de un guijarro,la línea celestial imaginaria que rodea nuesto sistema solar,¡ forma de la cascada, la cáscara de la manzana y la pieldel cuerpo humano, es porque nos interesa muy particu-larmente comprender lo que ocurre con un conjunto devariables definidas por ellos. Aunque nos hemos acostumbra-do a aceptarlos como tales, estos límites proceden de deci-siones del observador que indican la índole y limitacionesde sus intereses teóricos —o, para el profano, de sus intere-ses prácticos—. De haberlo deseado, habríamos podido hacercaso omiso de ellos y trazar otros completamente distintos.Habríamos podido considerar a cada uno de estos sistemascomo subsistema de un suprasistema más amplio; éstos cons-tarían, respectivamente, de todas las formaciones de rocasque constituyen, por ejemplo, el estrato precámbrico, la ga-laxia de la Vía Láctea, un sistema fluvial, un huerto o¡como quiere Patrick Geddes) el organismo biológico hu-mano como parte del sistema ecológico. En realidad, conrespecto a la piel humana, cuando los citólogos avanzanen dirección contraria y la reducen a sus células compo-nentes, en un punto dado del análisis encuentran dificul-tades para distinguir las células epidérmicas del aire quelas rodea. La piel, como límite aparentemente natural,desaparece.En muchos casos, por consiguiente, podemos trazar unalínea física que represente el límite de un sistema; pero éstaes una propiedad empírica accidental, aunque útil, solo dealgunos sistemas. Desde el punto de vista conceptual, unlimite es algo totalmente diferente de su posible representa-ción física. Una línea demarcatoria constituye más bien unsímbolo o corporización espacial de los criterios de inclusióne exclusión con respecto a un sistema. Es un modo sumario

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de referirse fenoménicamente a lo incluido o excluido teun sistema. Si para sistemas en los que el espacio es u_adimensión importante, podemos señalar una línea o un red.piente, sabemos de inmediato que lo que está dentro forceparte de ese sistema y lo que está afuera pertenece tal sua otros.Tratándose de sistemas en que la localización espacial caesté bien definida, o que no estén altamente diferenciarlacon respecto a otros sistemas, y en los que pueda haber umconfusión considerable de conductas correspondientes a latintos sistemas, necesitamos describir o identificar los limitade otro modo. Puesto que no cabe separar cada sistema delos demás en el espacio y de manera total, los límites vepueden identificar por medio de criterios que permitan de.terminar si cada interacción pertenece o no a un sistemadado. Para el sistema político, como ya indicamos, actúa amodo de prueba la relación más o menos directa de las inter-relaciones con las adjudicaciones autoritarias de valores eauna sociedad.En consecuencia, lo que incluyamos en nuestro sistema, laque coloquemos dentro de sus límites, dependerá de lo quedeseemos examinar en detalle; para fines científicos se tu.pone, además, que estas variables deben exhibir interrel-ción y coherencia considerables. Dejaremos fuera, como pi:.te de su ambiente, aquellos factores que podamos aceparcomo dados; ellos representan las variables independien=o parámetros del sistema. Al identificarlos nos eximimos dedetallar cómo surgen y qué los induce a tomar los valonasque toman.En comparación con las variables internas o dependientalas externas bien pueden tener consecuencias importarpara el funcionamiento del sistema; el hecho de que bsconsideremos parámetros no se debe interpretar como indiade su irrelevancia o importancia secundaria para compre-,der aquél. Su exclusión a los fines del análisis nada nos d:msobre su aporte a la subsistencia o transformación del u-tema; solo indica que lo que deseamos entender es la int r•relación de los elementos o variables incluidos en éste:uvariables estrictamente políticas. Dejamos a los especialistaen estas áreas la explicación de las variaciones de los pan-

metros. Necesitamos conocer tales variaciones, pero por loxmún las aceptamos como "dadas" y tratamos de averiguaret repercusión sobre las variables internas dependientes, otariables políticas.Nuestra posición metodológica no difiere fundamentalmentemi este punto de la que adoptan los estudiosos de los sis-temas físicos o biológicos ya mencionados. Las fuerzas gra-vitatorias del universo componen parte del ambiente signi-ficativo relevante del sistema solar; si se producen grandescambios en estas fuerzas puede destruirse el sistema. Sinembargo, para el análisis del funcionamiento del sistemadar basta con dar por supuestos estos cambios, hacer casoomiso de sus causas y limitar nuestro interés a la conductadel sistema.Del mismo modo, la provisión insuficiente de alimentopuede provocar la destrucción del organismo humano comoestema biológico. No obstante, para enfrentar la cantidadexcepcional de problemas que se les plantean en su espe-calidad, los biólogos no necesitan convertirse en estudiososprofesionales de la agricultura ni del sistema de distribucióne intercambio de una sociedad.De esta descripción general de lo que implica la delineación3e límites, no se desprende forzosamente que una vez esta-blecidos queden fijados para siempre. Por una interpreta-d& errónea o tal vez falta de insight, o bien si queremosmejorar nuestra comprensión del sistema político, debemosincluir en él un elemento asignado antes al ambiente; perorsto no nos plantea una crisis. Simplemente, volvemos a de-finir el sistema para satisfacer nuestras necesidades analíti-.s. Cada vez que ampliamos nuestro sistema, restringimos

s1 mismo tiempo el ambiente. Si esto parece introducir undemento de ambigüedad en nuestra conceptualización, meamito a lo que entendemos por sistema: un recurso paraliudarnos a entender un área definida y redefinible de con-huta humana, no una camisa de fuerza que encierre enFirma permanente el análisis dentro de un molde o modelo?reconcebido.

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Carácter engañoso de los límites geográficos

Podría pensarse que exagero mis objeciones contra la de~:-neación espacial de un sistema político. Al fin de cuenta;tenemos mapas de sociedades, y los límites que aparecen eellos representan restricciones reales a la conducta de larpersonas de la sociedad. ¿Acaso no son ellos los límitefísicos de un sistema político? Con frecuencia se los denocri.na límites geopolíticos.Podría resultar plausible usar los límites geográficos codocoincidentes con los analíticos; pero en realidad, no serellos a los que me refiero. Los límites geopolíticos tiene:obvias e importantes consecuencias para un sistema político,y en este sentido representan una variable de consideraciáe.Contribuyen a definir las demandas jurisdiccionales de onconjunto de autoridades y la aceptación de esas demandespero representan los límites políticamente definidos pantoda la sociedad, ya no solamente los del sistema politizade esa sociedad. Los límites geopolíticos no nos ayudan adiferenciar las interacciones políticas, dentro de la sociedad,de las económicas, religiosas, educacionales, etcétera. Nosdicen cuándo una persona pasa de las demandas jurisdic.cionales de una serie de autoridades a las de otra, pero canos permiten comprender cuándo esta persona pasa de laámbito económico a un ámbito político. Circunscriben todalos sistemas interconectados de la sociedad, no un sistemasocial específico.

Este examen debe llevarnos a la conclusión de que, en sustatus teórico, los límites de sistemas no siempre deben serde naturaleza espacial. Desde el punto de vista analítico.se pueden interpretar como los criterios de inclusión en —aexclusión de— los sistemas en que se centra el interés. Elhecho de que, empíricamente hablando, un sistema de inter-acción política no pueda, sin mezclarse con otros sistemasociales, ser encerrado dentro de una línea trazada en unmapa ni colocado simbólicamente dentro de un sobre q.elo separe de manera inequívoca de otros sistemas de inter-acción social, no reduce la utilidad del concepto de "límite'como instrumento analítico. Solo nos obliga a reconocer quo

os límites físicos no son el único modo empírico de separarsistemas.

Indicadores empíricos de los límites desistemas políticos

Al pasar de un sistema a otro no atravesamos ninguna líneaconcreta; no obstante, la experiencia da sentido real a laexistencia de un límite entre el sistema político y los demássistemas de una sociedad. La mayoría de las sociedades nosofrecen indicios que permiten averiguar cuándo nos tras-ladamos de sistema, aunque la falta de señales notorias noprueba en forma concluyente que no haya tenido lugarun intercambio de esa índole.Los indicios más significativos aparecen en sociedades dealto grado de diferenciación estructural, como en los siste-mas sociales modernizados. Suele haber en ellas una demar-cación nítida de muchos roles políticos con respecto a otrosroles. Los miembros de una sociedad tendrán expectativasdiferentes acerca del modo de conducta de las personas enlbs roles políticos, en comparación, por ejemplo, con losreligiosos , o familiares. Cuando pasamos de un ámbito estric-tunente religioso o familiar a otro político, se prevé quenuestras reglas de conducta cambiarán en alguna medidaconocida. Dicho de otro modo: en una sociedad estructu-ralmente muy diferenciada, las pautas regularizadas de ex-pectativas acerca de cómo actuar en diferentes situacionesconstituyen una prueba empírica de la existencia de límitesentre sistemas. Esto es tan claro que en la conversación co-rriente solemos decir que alguien (un líder religioso, o unhombre de ciencia, pongamos por caso) "se sale" de su rolsi se pone a actuar como profeta político o como políticoprofesional.En muchas sociedades, sin embargo, las clases de conductaanalíticamente distinguibles pueden estar fusionadas en elplano empírico. Por ejemplo, en varias sociedades tradicio-nales, no alfabetizadas, es posible que unas pocas estructurasdesempeñen las tareas fundamentales. La estructura del pa-

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rentesco permite realizar todas las actividades necesariaspara que la sociedad persista, por ejemplo la producciónde bienes y servicios, la transmisión de normas culturales, lainculcación de motivaciones y la formulación de asignacionesobligatorias. En tales circunstancias, el sistema político,es-taría inserto por completo en esta estructura principal y suscomponentes. Tal vez un jefe actúe no solo como: jefepolítico sino como director de ceremonial, autor principalde las decisiones económicas y jefe último de la unidad deparentesco en sus aspectos familiares. Y en la práctica puedeque lleve a cabo todas estas acciones diferentes en formasimultánea. Es decir que una persona puede actuar en cual-quier rol analíticamente diferenciado sin cambiar su am-biente o su rol empírico.En estas condiciones, los indicadores empíricos de los límitesentre el sistema político y otros sistemas sociales sería.considerablemente más confusos que en las sociedades mo-dernas. No obstante, ni siquiera en este caso está la sociedaddesprovista de toda señal empírica correspondiente a lasclases de conducta analíticamente distinguibles. Una reunió-de los ancianos del clan, un consejo de guerra o la intro-ducción de un cetro en un ritual, indican a los participantesel cambio de medio o de actividad. En este sentido, talesindicios pueban que se ha atravesado el límite hacia cisistema político.Se ha sugerido que el grado de diferenciación de los sis-temas políticos con respecto a otros sistemas sociales (y eaconsecuencia, añadiríamos nosotros, la claridad del límientre ellos) se pone de manifiesto por las siguientes prop•:e-dades: 1) el grado en que los roles y actividades polltic^ese distingan de otros roles y actividades o, por el contrark .el grado en que estén insertos todos en estructuras limitadascomo la familia o los grupos de parentesco; 2) el grada:en que los que desempeñan roles políticos formen un grua::aparte en la sociedad y tengan sentido de solidaridad interay de cohesión; 3) el grado en que los roles políticos adoptesla forma de jerarquía, discernible de otras jerarquías fu:-dadas en la riqueza, el prestigio y demás criterios no poli.-cos; 4) el grado en que los procesos de reclutamiento y lacriterios de selección de quienes desempeñen roles policc

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difieren de los correspondientes a otros roles. 2 Basándonosen estos indicadores, podríamos agrupar a las sociedades enun continuo, según la nitidez de definición y delineaciónempírica de los límites intersistémicos.

El ambiente de los sistemas políticos

Los sistemas intrasocietales

Una manera de generalizar en lo que atañe a los aspectosque caen fuera de los límites de un sistema político, es afir-mar que constan de todos los demás subsistemas de la so-ciedad: constituyen el ambiente del sistema político, queabarca tanto el ambiente social como el físico. Salvo que elcontexto indique lo contrario, este concepto se usará en losucesivo en ambos sentidos. Pero este ambiente universal,con su diversidad de sistemas diferenciables, tiene dos aspec-tos principales; es decir que los numerosos sistemas externosa un sistema político están compuestos por dos tipos funda-mentalmente diferentes: el intrasocietal y el extrasocietal. ElCuadro 1 muestra esta dicotomía e indica diversas clasesde sistemas incluidas en cada uno de estos dos tipos prin-cipales.Consideremos el esquema de clasificación. Podemos designarcon el término "ambiente" a la parte del ambiente socialT físico que está fuera de los límites de un sistema político,pero dentro de la misma sociedad. Es la parte intrasocietaldel ambiente. Al examinar la repercusión de los cambiosambientales en un sistema político, nos estaremos refiriendoa los cambios que tienen lugar en estos sistemas socia-les. Una depresión en la economía, un cambio de valoresy aspiraciones en la cultura o una modificación de la estruc-tura de clases pueden tener consecuencias para un sistemapolítico. Estos cambios se producen en áreas exteriores a loque normalmente se concibe como sistema político, peroen la misma sociedad que contiene a este último. Esta partedel ambiente total reclamará una dosis considerable de

Véase Eisenstadt, The Political Systems of Empires.

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atención de nuestra parte. Cuando vamos más allá, hacialos sistemas extrasocietales, nos ocupamos en realidad de loque suele denominarse sistema político internacional.Esta parte intrasocietal del ambiente de un sistema políticose puede clasificar de varios modos, pero será útil simplifi-carla y ordenarla dividiéndola en varios sistemas internos,de importancia para la subsistencia y cambio del sistemapolítico; los sistemas ecológico, biológico, de la personalidady sociales son algunos de los más importantes.Este esquema no tiene nada de predeterminado ni de sacro-santo. Sería fácil bosquejar formulaciones alternativas. Te-niendo en cuenta que el modo de análisis que pretendemosinvestigar no descansa mayormente en la categorización es-pecífica del ambiente del sistema político, no es preciso quenos detengamos mucho en él. Por el contrario, lo impor-tante es reconocer el hecho de la existencia del ambientey los problemas teóricos que plantea. Sin ello no podríamosaclarar analíticamente de qué manera pueden los sistemaspolíticos persistir y cambiar, o sea enfrentar las tensionesa que están expuestos de continuo.

Examinaremos a continuación, de modo sucinto, los prin-cipales sistemas ambientales intrasocietales. El sistema eco-lógico abarca el ambiente físico y las condiciones orgánicasno humanas de la existencia humana. En la parte física delsistema ecológico se pueden incluir características geográ-ficas o espaciales como, por ejemplo, la índole de los recursosfísicos, la topografía, la extensión del territorio, el clima yotras propiedades semejantes, que influyen en las condicio-nes de toda existencia, inclusive la política. Los aspectosorgánicos no humanos de los sistemas ambientales se refie-ren a la naturaleza, ubicación y accesibilidad de la provi-sión de alimentos y otros elementos de la flora y fauna queutilicen los miembros de un sistema político. Es sabidoque las variaciones en la provisión de alimentos afectan,tanto en las sociedades nómadas como en las sedentarias(y suponiendo que la tecnología permanezca constante), laestructura y los procesos del sistema político. 3

3 E. R. Leach, Political Systems of Highland Burma, Cambridge,Harvard University Press, 1954, en que la estructura política parece

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El sistema biológico del ambiente lleva a primer plano elhecho de que, al procurar entender los procesos políticos.es fácil pasar por alto las propiedades hereditarias capacesde decidir en cierta medida las motivaciones humanas, tantaen contextos políticos como en otros contextos sociales. Serefiere al aspecto de las interacciones políticas determinadoo influido por la constitución biológica de los hombres. Eala medida en que las características genéticas limitan la con-ducta de los individuos, ello puede traer consecuenciaspara la vida política. Se dice que la capacidad de compor-tarse pacífica o racionalmente, de cooperar en vez de pro-vocar conflictos, está relacionada con la herencia genética.Los freudianos ortodoxos han insistido en que ningún ordensocial, inclusive el político, puede ignorar sin peligro losimpulsos agresivos inherentes a los seres humanos.' No dis-cutiremos aquí la validez de este aserto; solo queremos so-ñalar que no es posible hacer caso omiso de los rasgos bio-lógicos políticamente significativos como parte del ambientetotal en que opera un sistema político. El hecho de que laciencia política proceda de ese modo no reduce, por supuesto.la importancia teórica y empírica de dichos rasgos.Los sistemas de la personalidad y los sistemas sociales hazsido objeto de cuidadoso análisis en la literatura tradicionalEstos últimos se pueden clasificar en varios tipos: sistemasculturales, estructuras sociales, sistemas económicos y demo-gráficos. Una vez más, carece de importancia definitiva lasubdivisión precisa que se adopte.Hace tiempo que las variaciones en las personalidades rmotivaciones adquiridas de los miembros de un sistema polí-tico atrajeron la atención de los estudiosos de la política. Laciencia de la etología, hacia la que se encaminaba John

desplazarse al ritmo del pasaje de la agricultura de los llanos ala de altura; Schapera, Government and Politics in Tribal Societie:,esp. caps. I y VI, y pág. 219.4 Véase S. Freud, Group Psychology and the Analysis of the Ego,Nueva York, Liveright Publishing Corp., 1951, y Civilization andIts Discontents, Nueva York, Doubleday & Company, Inc., 1958;E. F. M. Durbin y J. Bowlby, Personal Aggresiven.ess and War,Nueva York, Columbia University Press, 1939; y de estos últimaen colaboración con otros autores, War and Democracy, Londres,Routkdge & Kegan Paul, Ltd., 1938.

Stuart Mill, y los estudios recientes en torno al tema delarácter nacional y de tipos variables de conducta políticasupuestamente asociados a diversos tipos de personalidades,reflejan el firme reconocimiento del papel que desempeñaeste parámetro esencial. 5

Se sabe que las fluctuaciones en la cultura social que plasma!as personalidades y en la economía, los cambios en la es-tructura general de la sociedad o en algunos de sus aspectosespecíficos (por ejemplo, el número y tamaño de los grupose de las clases sociales) y las modificaciones del volumen,tasa de crecimiento, composición y distribución de la po-blación son cruciales para lo que ocurra en el sistema políticorelevante. Los investigadores dedicaron una buena dosis dess s esfuerzos a averiguar, por lo menos de manera informal,las relaciones entre el sistema político y estos sistemas am-bientales o paramétricos. Aunque no considero que el inten-so de extraer sistemáticamente las verdaderas relaciones quehay entre cualquiera de ellos y el sistema político sea tareapropia de una introducción al análisis de sistemas, tratarépor todos los medios de desarrollar un conjunto satisfactoriode categorías que permita lograrlo.

S Véase N. J. Smelser y W. T. Smelser, comps. P.ersonality andfacial Systems, Nueva York, John Wiley & Sons, Inc., 1963; J.S. Mill, A System of Logic, libro VI, esp. cap. V, que lleva elisnificativo título de "De la ecología, la ciencia de la formaciónde! carácter"; L. W. Pye, Politics, Personality and Nation Buil-!ing, New Haven, Yale University Press, 1962; Lipset y Lowen-thai, Culture and Social Character; R. E. Lane, Political Life,Nueva York, Free Press of Glencoe, Inc., 1959, esp. Parte III yras numerosas referencias que se encuentran en particular en págs.1 0 y sigs.; A. Inkeles y D. J. Levinson, "National Character: TheStudy of Modal Personality and Sociocultural Systems", en G.Lindzey, comp., Handbook of Social Psychology, Cambridge, Mas

-achusetts, Addison-Wesley, 1954, II, págs. 977-1020, con extensa51liografía; D. Tomasic, Personality and Culture in Eastern Eu-vean Politics, Nueva York, George W. Stewart Publisher, Inc.,1948; F. L. K. Hsu, comp., Psychological Anthropology: Appro-¿ches to Culture and Personality, Homewood, Illinois, The Dor-af Press, Inc., 1961, esp. el ensayo de A. Inkeles, "NationalCharacter and Modern Political Systems", págs. 172-207.

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Sistemas extrasocietales

Los sistemas que acabamos que mencionar forman panade la misma sociedad de la que el sistema político essistema. En tal sentido, son externos a este último. Cualquierinfluencia que ejerzan sobre el sistema político, debe prr,ceder del hecho de que las acciones franquean los límitesque los separan. Esta es la primera acepción del aserto deque un sistema es externo al sistema político o está contra,do en su ambiente.Pero hay también otra acepción. Un sistema puede estarfuera de la sociedad de la que el sistema político es sub&tema y tener, no obstante, consecuencias importantes passla subsistencia o cambio de éste. Ejemplos de ello son Liesociedades y sistemas políticos diferentes de la sociedad 1sistema político en consideración. Desde el punto de vistade los Estados Unidos, Francia es una sociedad e induuun sistema político cuyas acciones pueden tener consecuen-cias que, franqueando los límites del sistema político norte-americano, contribuyan a conformar sus destinos.Si consideramos, además, que la sociedad internacional auna unidad externa a cualquier sistema político dado, pode-mos ampliar notablemente esta imagen del ambiente exter-no. Cabe concebirla como parte esencial del ambiente extrasocietal. En realidad, es un modo sumario de designartotalidad de este ambiente, que comprende cada una Cxlas sociedades como subsistemas de la sociedad internadanal. Desde esta perspectiva, encontramos entre los comp>nentes de la sociedad internacional un sistema ecológica,un sistema político internacional y los sistemas socialsinternacionales representados por una cultura internaciorsti,una economía internacional, un sistema demográfico inter-nacional, etc., de modo exactamente análogo a lo que oauscon las sociedades nacionales. La sociedad internacional eaconjunto o cualquiera de sus subsistemas podrían constituirparámetros en el ambiente extrasocietal de un sistema pslítico dado, y deberían ser tomados en cuenta como posiblesfuentes de influencia de lo que sucede en dicho sistema.Entre los subsistemas internacionales tendríamos asimismovarias colecciones de subsistemas políticos como la OTAN ,

SEATO, las Naciones Unidas o el bloque soviético, cadauno de los cuales podría influir de manera separada sobre unsistema político determinado.Nuestra tarea consistirá en hallar la estructura conceptualque permita averiguar sistemática y económicamente losintercambios de los parámetros extrasocietales e intrasocie-tales con un sistema político dado. El Diagrama 1 ofreceuna versión, muy simplificada, de las relaciones que acaba-mos de mencionar. Se trata de un modo distinto de inter-pretar la clasificación del Cuadro 1, que proporciona unarepresentación espacial simple de los intercambios entrean sistema y los diversos componentes de su ambiente. Másadelante modificaremos el diagrama para mostrar, primero,las relaciones dinámicas de un sistema político con su am-biente, y segundo, el flujo de las influencias del ambientea través del sistema.

Contestando las preguntas con que iniciamos este análisis,timos que la vida política se puede describir como un con-

; junto o sistema de interacciones definidas por el hecho deque están relacionadas en forma más o menos directa conlas asignaciones autoritarias de valores en una sociedad.Aunque en otras organizaciones se producen asignacionessemejantes, estimo útil ocuparnos solo de los sistemas poll-eros societales, y no de los sistemas parapolíticos. No obs-ante, gran parte de nuestra estructura conceptual se puedeaplicar igualmente, con las modificaciones necesarias, a lossistemas parapolíticos de organizaciones.Lo que ocurra en un sistema político, su estabilidad o cam-bio, dependerá del funcionamiento de las variables internas,bis elementos que más nos interesa comprender y explicar.Dicho funcionamiento, así como las exigencias que se lesimpongan y la respuesta a dichas exigencias, serán tambiénproducto de lo que suceda en el ambiente total del sistemapolítico. Un sistema político es un sistema abierto, en elsentido de que está expuesto, en diversos grados, a lo quezurre en su ambiente. Los conceptos de "límir" y "am-ente" ayudan a ordenar nuestro análisis teniendo presen-

t s estos desiderata. En breve se nos planteará la necesidadde hallar otra serie de conceptos, adecuados para simplificar

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y sistematizar el estudio de las relaciones entre un sistemasu ambiente.Antes de emprender esta tarea, precisamos contar con alenos elementos más. He especificado ya la naturaleza de !m.

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Diagrama I. Intercambios entre el sistema político y el ambiente wat

sistema como tal, identificado las características del sistemaque denomino político y llamado la atención sobre el ámbinsen el cual debe existir este sistema, que con tanta asiduicidse omite. Tras haber dado estos primeros y pequeños passestamos habilitados para abrir ampliamente las puertas aptipo de análisis teórico que es posible realizar. A meadaque avancemos, podremos investigar otras propiedades irnificativas del sistema político como sistema de conduela

6. Persistencia en un mundo deestabilidad y cambio

Como se indicó en el capítulo anterior, un enfoque teóricoistémico puede compartir con otros tipos de análisis elconcepto de que su objeto de estudio es un sistema insertoea un ambiente y expuesto a lo que ocurra en él. Dicho deotro modo: es un sistema abierto. En este capítulo y end siguiente descubriremos que la teoría sistémica expuestaIn este libro se distingue por presentar a la vida políticatambién como un sistema reactivo o responsivo. Constituyem conjunto de conductas mediante las cuales se puede adop-tar una acción positiva para enfrentar a las influencias queaperan sobre él.

la persistencia del sistema

La característica peculiar de los sistemas políticos, compar-tida con otros sistemas sociales y aun con algunos mecánicos'biológicos, es que no están necesariamente indefensos fren-te a las perturbaciones que los pueden afectar. Sus procesosestructuras no reciben impunemente los caprichosos em-

bates del azar. Debido a los rasgos particulares del sistemapolítico, sus miembros gozan de la oportunidad —que noiempre aprovechan, no obstante— de responder a las ten-dones de modo de asegurar la persistencia de algún tipodt sistema, a fin de tomar y ejecutar decisiones obligatorias.Lee fenómeno —que los sistemas políticos, gracias a susacopias respuestas, pueden persistir incluso en un mundofe rápido cambio— plantea a la indagación teórica un pro-!rema central. Así corno la ciencia natural trata de entendera procesos fundamentales en que se basa la vida orgánica,

tarea de una ciencia conductalista de la política consiste,

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a mi juicio, en formular interrogantes que revelen cem:están protegidos los procesos vitales o funciones definitor.1de los sistemas políticos. Independientemente de la épocao lugar, ¿ qué es lo que permite a un sistema conservar alg'medio de asignar valores autoritariamente, es decir, per-petuarse? ¿ Cómo enfrenta las tensiones que amenazan destruirlo, de modo que aun estando minado hasta un punacrítico por hechos tan fuera de lo común como una guerracivil, una revolución o una derrota militar, logra resurgir usistema de una u otra índole?No se trata solamente de que un tipo determinado de ss.tema político pueda enfrentar sus dificultades y sobrevivir,o bien que siendo incapaz de ello sucumba y se transfort een un sistema de otro tipo. Nuestro interrogante es rr.ísamplio: ¿A qué se debe que, frente a golpes continuaprocedentes del interior o del exterior, sean factibles siqui•ra una organización mínima, la cooperación, la utilizaciéade recursos y energías y la obediencia a la autoridad? Sciestas condiciones sería imposible formular o hacer cumpLrdecisiones obligatorias, ni podría perdurar vida política a-guna, cualquiera fuese la estructura o forma particuadoptada por el sistema.A los fines de lo que podríamos llamar una teoría de tiraasignativo (la teoría implícita en la investigación polítiatradicional), a diferencia de una teoría centrada en ;,aenfrentamientos y la persistencia de los sistemas, nos sea-riamos inclinados a formular otras preguntas: ¿Cómo furcionan los sistemas políticos? ¿Cómo asignan realmente lavalores? ¿ Qué fuerzas determinan la índole y resultados delos diversos procesos y estructuras mediante los cuales seestablecen y hacen cumplir las asignaciones autoritarias?Para el análisis sistémico, sin embargo, tienen primacía lá.gica ciertos problemas básicos, referidos a las condiciones esque pueden persistir estos procesos y estructuras asignativaiEllos constituyen los procesos vitales de todos y cada tia:de los sistemas.En el nivel teórico, por ejemplo, es como si apartáramos denuestro interés por los sistemas de la personalidad, la inda-gación de tipos específicos de la personalidad y de la conduc-ta de los individuos caracterizados por ellos. Nuestra misa

tría indagar en los procesos generales, comunes a todas lasestructuras de personalidad, mediante los cuales se manejen'as amenazas impuestas a la integridad del sistema. Delmismo modo, el análisis sistémico nos obliga a dirigir nues-ra atención a los procesos vitales mismos de los sistemaspolíticos, más que a las estructuras o procesos particularesque hacen viable un tipo determinado de régimen. Inicial-mente, y como punto de partida, ello aleja nuestro interésde la comparación de diferentes tipos de sistemas políticos.Por el contrario, el análisis sistémico nos orienta hacia losprocesos comunes a todos los sistemas políticos que les per-miten enfrentar, con éxito vario, las tensiones que amenazandestruir la capacidad de una sociedad para sostener unsistema político, de cualquier especie que fuera.Es preciso plantear cuestiones como éstas a fin de llegaral núcleo a partir del cual habrá de desarrollarse una estruc-tura conceptual para el análisis de los sistemas políticos; elintento de resolverlas en su totalidad superaría los límitesde esta obra, pero es esencial convencerse de su importan-cia. Si queremos entender en definitiva cómo persiste unsistema, debemos empezar por abordar varios problemas,que ayudarán a esclarecer el significado de la persistencia,á tensión y las respuestas a la tensión.Esto nos lleva a los siguientes interrogantes: ¿ Cuáles sons fuentes de la tensión? ¿ Qué se entiende por "subsisten-

da"? ¿ Qué quiere decir que la tensión amenaza dichapersistencia? ¿Qué conceptos necesitamos para estudiar elmodo como la tensión repercute en los sistemas políticos?Cuando hayamos contestado estas preguntas, habremos lle-vado a su fin nuestra indagación de los fundamentos con-ceptuales indispensables en que se apoya un análisis sisté-mico de la vida política.

Fuentes generales de tensión

No siempre las fuentes de tensión revisten los rasgos espec-aculares de una guerra, revolución u otros traumas sociales;ea realidad, suelen ser mucho más prosaicas. Es muy pro-

s

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bable que procedan de las presiones constantes, cotidianas.de la vida política. Parecen capaces de poner en serio pelagro, sin el aditamento de crisis especiales, la capacidad decualquier sistema político para sobrevivir o la capacidadde los miembros de una sociedad para lograr los arreglatendientes a formular y hacer cumplir las decisiones autori-tarias. Teniendo esto presente, resulta poco menos que mi-lagroso que se cumplan, de algún modo, las funciones políti-cas básicas, a pesar de las grandes tensiones internas a quocualquier sistema está expuesto de ordinario y de los cambiaexternos, con frecuencia abrumadores, que deben asimilar.

Fuentes internas

z Cuáles son las fuentes de esta tensión? Más adelante, er.este mismo capítulo, volveremos a tratar el significado dela tensión. Por el momento, podemos aceptar como válidacualquier apreciación intuitiva. Según se la define normal-mente, la tensión puede proceder de dos partes, una interray otra externa; en este caso, tensión externa será la (parprocede del ambiente intra y extrasocietal.Si atendemos, en primer término, a las posibles fuentes ir-ternas recurrentes de tensión, desorganización o destruccicc,veremos que, debido a las mismas cuestiones sustantivaque los sistemas políticos deben tratar, las relaciones entrelos miembros de un sistema tienden a convertirse en el focade las formas más agudas de antagonismo social. La escasoes quizás el fenómeno más importante de todas las sociedy-des, no siempre en un sentido absoluto pero sí en relacioicon las expectativas de los miembros. Toda sociedad poseemedios diversos para regular o resolver las diferencias ¿ecriterio acerca de la distribución y uso de los valores escasa.Pero cuando los miembros no puedan zanjar estas diferenciaprivadamente, es decir en forma autónoma, o cuando apersecución de un objetivo requiera la movilización de los re-cursos y energías de todos ellos, se torna inevitable acudira alguna especie de asignación política.En ninguna sociedad, por pequeña y simple que fuera..perdió importancia el control sobre las instrumentalidaPxs

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políticas, aunque solo signifique tener la opinión más pode-rosa en el cónclave de ancianos de una banda de bosqui-manos. Rara vez el control sobre estos medios se dejó librado11 azar; por lo común fue asunto de gran preocupación,generador de graves rivalidades. Desde las sociedades tradi-cionales más pequeñas y simples hasta las más modernas ycomplicadas, hubo siempre al menos algunos individuosdispuestos a correr los riesgos más serios —y aun ansiosospor hacerlo— con el objeto de tener voz en la fijación delos arreglos políticos básicos o de los objetivos y fines par-ticulares dentro de una estructura ya existente.No obstante, son asombrosamente pocas las sociedades quesucumbieron ante las tiranteces que provocan las pasionesasí desencadenadas, por incapacidad de proveer estructurasv procesos aptos para la asignación autoritaria de valores.Cabía esperar que con mucha frecuencia los sistemas polí-Wcos expuestos a una tensión tan constante entre sus miem-bros resultaran destruidos. La capacidad de ciertos tipos desistemas políticos para perdurar nos provocaría admiraciónsi no estuviéramos tan acostumbrados a considerarlo como elcurso normal de los hechos.

Fuentes externas

Tratándose de aquellos sistemas que se sustrajeron a lasdevastaciones del conflicto interno, o que se vieron libres deI. más notable aún resulta el hecho de que no se hayanfundido en las simas profundas y peligrosas del ambientevital del sistema (en especial en épocas recientes) . La indus-trialización, y todo lo que ella implica, ha llegado a sera fuente de cambio más poderosa en los últimos tiempos.fistemas políticos de sociedades que antes habían cambiado;entamente —en algunos casos, tan lentamente que eran?ocas las diferencias perceptibles en el transcurso de mu-ias generaciones— se vieron de pronto expuestos a fuerzas

pe aceleraron enormemente el ritmo de cambio. La natu-aleza y alcance de los problemas que hoy se plantean aestos sistemas políticos se alteraron de modo radical. Losistemas políticos en proceso de organización se enfrentan

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con la quiebra del orden fundamental, o con la tarea delograr la unidad frente a lealtades internas en conflicto. lallamada revolución de las expectativas crecientes, la nece-sidad de un país de autodefenderse con recursos económicalimitados, la movilidad horizontal y vertical recién desco.bierta dentro de estructuras sociales juzgadas hasta entonenrelativamente impermeables, el tribalismo resistente al can>bio y otros grupos pluralistas, opciones difíciles en la esferade las relaciones internacionales, todo se combina para soymeter a graves tensiones externas a los miembros de Inuevos sistemas políticos.Esto es, en gran parte, producto del industrialismo y de sarepercusión sobre los sistemas tradicionales rurales, agrariay no alfabetizados. Pero en los lugares donde el industrialismo ya ha arraigado, la segunda revolución industrial demediados del siglo xx ha originado sus propios problemas,en relación con el ritmo del cambio económico y la calcidad de las sociedades de encontrar estructuras y medidapolíticas capaces de hacerle frente.Históricamente, en casi todos los casos en que se dieresgrandes .cambios económicos y sociales, el sistema politiza.sufrió también transformación, originando a menudo enti+dades nuevas casi irreconocibles. Pero como sucede con lafuentes internas de tensión, solo en casos excepcionales estofuentes externas incapacitaron a la sociedad para estableceralguna forma de sistema político, situación que habría pro.vocado su derrumbe total. La estructura de la vida políticapuede cambiar; sus objetivos pueden revisarse de contirany sufrir variaciones esenciales; las personas encargadas detomar las decisiones sustantivas pueden ser nuevas e iresrpertas y dar lugar a una ruptura con el pasado. Es tan ranaque una sociedad sea incapaz de establecer procedimieraay estructuras regularizados para la asignación autoritaria ótvalores, que damos por descontado que, aun frente a aterevoluciones más violentas, surgirá en definitiva alguna ¿asde sistema político.El conflicto originado en un sistema político por influerz *ambientales suele versar sobre problemas como la clase 6t

sistema, el personal que debe ocupar cargos de autori¿o la orientación política que éste debería seguir. Son ci}

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iones bastante vitales, pero rara vez está en juego la super-vivencia del sistema. Puede haber un Congo librado a símismo para salir del paso sin la preparación adecuada paraconstruir un orden político global; un Walter Bagehot puedever en el tumulto político posterior al deceso de la SegundaRepública en Francia, la amenaza de un franco caos, debido31 colapso inevitable de toda la organización política.' Perosolo en rarísimos casos en la historia esas situaciones handestruido y puesto término a una sociedad, por falta de unsistema mediante el cual tomar decisiones obligatorias.

El significado de la persistencia

Frente a la tensión provocada por perturbaciones y cambiosamo los mencionados, y basándonos en meras conjeturas,podríamos haber llegado a pronosticar que los sistemas po-3ticos solo pueden tener un lapso de vida muy breve. Yin embargo es evidente que muchos persistieron, aunquesn número sea tal vez menor que los que sucumbieron ofueron absorbidos por otros. Esto plantea el problema desltriguar cómo algunos consiguieron persistir mientrasrttos desaparecían. Para contestar esta pregunta debemosconsiderar los procesos vitales fundamentales de los sistemaspolíticos. Pero previamente corresponde aclarar qué enten-dernos por "persistencia".

!a desaparición o no-persistencia de los sistemas

;Qué intentamos transmitir al afirmar que un sistema ha'asistido? Quizá resulte útil examinar primero qué significaY antítesis, o sea, ¿cuándo podemos decir que un sistemairjó de persistir en realidad?ti decir que un sistema ha fracasado pueden entenderse doszas: que cambió pero sigue existiendo de alguna forma,L Barrington, Works and Life of Walter Bag.ehot, Londres,

Lntgmans, Green & Co., Inc., 1913, vol. I, las siete "Cartas sobrej 4 golpe de Estado francés".

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o que desapareció por completo. Como indica el pri: rsentido de la expresión, de un sistema puede afirmarse qxsubsiste aunque cambie. A primera vista, esto parecería bas-tante paradójico; no obstante dejemos de lado por eamomento esta enigmática afirmación. Ella nos ayuda, al me-nos, a entender qué significa persistencia si interpretamos, cael segundo sentido, que su antítesis indica que el sistemadesapareció por completo. Para la correspondiente sociedgya no se podrían establecer asignaciones autoritarias exvalores.Este resultado no es imposible ni insólito. Tal es lo ocurri4tcuando los miembros de una sociedad fueron destruidos toa!,mente por una catástrofe natural, por ejemplo un incen&o una epidemia, o cuando la sociedad dejó de reproducirsebiológicamente, como aconteció tal vez con los indios ceMesa Verde. También es posible que suceda en el casiextremo en que, por cualquier razón, se desencadenaguerra de todos contra todos (en el sentido de Hobbes )la cooperación se hace imposible, aun para los fines mínimade establecer el orden y la ley. Al obtener su independencianominal en 1960, el Congo belga se aproximó a este límitecomo ninguna otra sociedad lo hiciera en el siglo xx. Use-rante cierto período pareció dudoso que se lograra doceal país de autoridades capaces de hablar y actuar pertoda la sociedad o conseguir la adhesión de la mayoría ósus miembros. El Congo estuvo a punto de desintegrarse eanumerosos sistemas políticos menores, coextensos con lagrupos tribales o algunos de los anteriores distritos admi-nistrativos belgas.También desaparecieron los sistemas políticos cuando, iconsecuencia de una guerra civil, revolución o derrota mi-litar, se derrumbó la unidad política existente para ser re-emplazada en forma temporaria por centros independier aobservantes de la ley, o bien por bandas ilegales. Ilustra eseestado de cosas la situación de Alemania posterior a la se-gunda guerra mundial, la de Francia durante el período ótla Revolución Francesa, la de Rusia durante el momea atculminante de la Revolución Rusa y los pronósticos reta.tivos a la probable situación de la mayoría de los sistemas

:cüticos tras los primeros días de una guerra atómica 2. La:istoria nos brinda otros casos de sistemas políticos desa-;arecidos, algunos definitivamente, otros para recuperar surtegridad a manos de conquistadores luego de ser absorbi-los por sistemas políticos extraños. Ejemplos de esta índoleson los sistemas políticos de los indios norteamericanos, deEscocia o de las sociedades bálticas.Por consiguiente, parece que la no-persistencia sugiere, másque un simple cambio, la destrucción y evaporación com-pletas de un sistema político.

Sistemas absolutamente estables

Veamos ahora el polo opuesto de la desaparición franca, einterpretemos la subsistencia, tal vez, como que un sistemacontinúa sin modificación alguna, en un estado de estabi-lidad completa. Solo encontraríamos un sistema de este tipoallí donde un sistema político permaneció intacto durantean período determinado. Tal cosa podría suceder en doscircunstancias. En primer lugar, aparecería un sistema comoel mencionado si el ambiente mismo no diera muestras decambio, lo cual es bien posible a corto plazo, pero no a;ergo plazo. Empíricamente, no podemos señalar ningúnsistema cuyo ambiente haya permanecido inalterado. Aunos sistemas tradicionales y tribales relativamente estáticosde otrora, sufren en la actualidad una alteración profundapor desplazamientos en algunos parámetros, como la cultu-ra y la economía.En segundo lugar, un sistema permanecería intacto si pu-diera protegerse a sí mismo de todo trastorno de su ambien-te y también de las presiones sobre sus estructuras y procesosgenerados dentro de él. O bien las pautas de conducta quelo constituyen tendrían que ser inmodificables, o bien, loque es igual, los miembros del sistema deberían estar encondiciones de evitar los efectos del cambio.Es verdad que hasta cierto punto todo sistema es capaz de

2 Véase Human. Organization, 16, 1957, número especial dedicadoil problema de la "Adaptación humana frente a la catástrofe",con extensa bibliografía.

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aislarse, por lo menos en parte, de las perturbaciones exta-societales e intrasocietales del ambiente; no obstante, ni.-guno lo logró en forma permanente ni completa. Duraralapsos limitados, esto se intentó con éxito vario y con respect:;a determinados parámetros. Suiza evitó verse envuelta eaconflictos militares y alianzas políticas internacionales d.).rante siglos, con pocas excepciones (los períodos de la Re'.volución Francesa y de la Sociedad de las Naciones). ElJapón soslayó el contacto con Occidente, y en consecueccia, los efectos de la revolución industrial, a lo largo de docenturias.Los sistemas lograron ponerse a cubierto de cambios pro-cedentes no solo de fuerzas extrasocietales sino también dealgunos parámetros intrasocietales. En los últimos veinxaños, la gran amplitud de fluctuaciones en el ciclo comercialcon las repercusiones políticas consiguientes, se redujo gra-cias a algunas medidas de éxito pasajero, por lo menos ca.las sociedades occidentales industrializadas.Sin embargo, es evidente que si un sistema político puedelevantar eficaces murallas a su alrededor, esa proteccidasolo rige para períodos breves o con respecto a aspectosrestringidos de los trastornos externos. Ningún sistema sesustrae a todas las devastaciones originadas por los cam-bios internos o externos. Difícilmente cabría interpretar úpersistencia de un sistema como una inmutabilidad abeteluta. No hay duda de que a la larga aparecen diferencioimportantes en lo que se podría calificar de sistemas peasticos permanentes.

Persistencia con cambio y a través del cambio

Este enfoque introduce un elemento paradójico. Persiste:.•cia no es lo mismo que estado perfectamente estático: :ues incompatible con el cambio. En la mayor parte de acasos, incluso en los que tienen lugar en plazos no m'slargos, un sistema debe poder cambiar o adaptarse a c.r-cunstancias fluctuantes para persistir. No cabe contar colque soslaye todas las perturbaciones.Ni siquiera un sistema tan estable como el de los Fsta.;r:i

Unidos ha permanecido inalterable durante muchos años,¿un sin tomar en cuenta las enmiendas formales a la Cons-titución. El sistema federal sufrió transformaciones radicalesen la década de 1930, durante la presidencia de Roosevelt,debido a los cambios introducidos en los usos y a decisio-nes de la Corte Suprema. Es obvio, empero, que durantevarios años subsistió en el país un sistema político. Análo-Lamente, aunque el orden imperial alemán sucumbió aa República de Weimar, que a su vez fue suplantada porel régimen nazi y éste por un nuevo orden después de largunda guerra mundial, es innegable que persistió algunaforma de sistema político. El cambio es a todas luces com-patible con la continuidad. Parece posible y necesario decirque un sistema dura si, al mismo tiempo, sufre alteracionessustanciales y significativas.Veamos otro ejemplo: el sistema político británico no per-maneció estancado durante siglos, sino que sobrellevó di-versas y radicales modificaciones. Pero a pesar de todo,conservó su identidad básica a través del tiempo. La comu-aidad política inglesa primitiva (núcleo permanente a lolargo de los siglos) amplió su extensión geográfica con laincorporación de Escocia e Irlanda del Norte, hasta abar-car la totalidad de un imperio actualmente menguado.Tampoco se mantuvieron constantes e intactas las carac-eristicas de su régimen de gobierno. Fluctuó desde un con-unto de sistemas políticos diversos en la época de losguerreros anglosajones rivales, hasta el comienzo de la cen-tralización con los Tudor. Más tarde, aparecieron una dic-tadura semipopular (Cromwell) , un orden político monár-quico constitucional parcialmente representativo (siglos

y xix) y una democracia popular en expansión (finesdel siglo xix y el siglo xx) . En este proceso se fue confi-purando el sistema de gobierno de gabinete con partidosresponsables y una prerrogativa real poco menos que encompleta decadencia.Es evidente que sufrió transformaciones fundamentales laforma primitiva del sistema político británico (como quie-ra que la denominemos) con respecto a la cual el sistemapolítico actual puede presentar una conexión material ehistórica. Ciertamente exageraríamos si sostuviéramos que

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el actual sistema representa una continuación de la miarlánea de sistemas políticos celtas originales o de los atmenos numerosos sistemas políticos anglosajones. No oto-tante, es perfectamente sensato y útil interpretar la rpolítica inglesa como la persistencia de un modo de estsblecer asignaciones autoritarias de valores.La continuidad se pone de manifiesto en dos sentidos. Eaprimer lugar, los miembros actuales del sistema político bel-tánico creen en su identidad histórica con los sistemas palíticos anteriores, creencia muy firme que puede impulsarleincluso a la acción. Este elemento ideológico tradiciouücontribuye a mantener un sentimiento de identificación m-tua, componente a su vez del insumo del apoyo a un sistemapolítico.En el segundo sentido, hay una continuidad material tnuina con respecto a una comunidad política cuyos miem-bros han cambiado. En cada momento histórico malseñalar las transformaciones o alteraciones, en el sistemaentonces existente, que permitieron continuar con la pa=de relaciones mediante las cuales fue posible tomar y hacecumplir decisiones obligatorias. En este nivel general, perasintió en fa sociedad británica alguna especie de sistema pslítico, aunque esa sociedad misma cambiara de carácter textensión. A lo largo de las edades se mantuvieron de alrsnmodo los procesos vitales de un sistema político; siernprthubo una serie de instituciones y usos que permitieron as>plir las funciones políticas básicas.Este ejemplo podría aplicarse a cualquier otro sistema pslítico actual, en la medida en que se haya adaptado de iüguna manera a través del tiempo y se pueda observar talcierta conexión histórica con sistemas políticos preexistenteEn este sentido, es mucho más plausible afirmar que tiasistema puede perdurar aun sufriendo en algunos de susaspectos cambios sustanciales y significativos.

La persistencia y el nivel del análisis

Nuestra tesis es que la persistencia o no-persistencia de alz .sistema político dependerá del plano en que lo examine

Si consideramos sus autoridades, pueden variar con muchafrecuencia; igualmente pueden variar su régimen de go-hierno o la extensión de su comunidad. Si pasamos másallá de esto, al nivel más general de un sistema, es deciraquel en que solo nos interesaría la existencia de mediospara establecer asignaciones autoritarias —lo que podemosllamar procesos vitales fundamentales de un sistema polí-tico-- la persistencia frente al cambio en otros niveles esperfectamente plausibleEa cuanto al modo de análisis que estamos elaborando, elnivel crítico adonde se dirige nuestra investigación no es elle la forma o tipo particular de sistema. No nos interesaaber qué tensiones se ejercen sobre un tipo dado de sistemapolítico (una democracia o un régimen totalitario) o cómogran esos sistemas sobrevivir o transformarse en algo di-

írrente. Esta cuestión, por crítica y urgente que sea conaspecto a la orientación política actual de un sistema o alu necesidades inmediatas, resulta secundaria para analizarestemas.El problema número uno se refiere al modo como estánihaguardadas en una sociedad las funciones fundamenta-:es necesarias para que los sistemas subsistan, y que se ex-presan por medio de tipos específicos de procesos y estruc-turas. Conocidos los diversos tipos de tensiones que podríanaber obstaculizado la persistencia de cualquier sistema po-co, debemos averiguar cómo las manejaron sus miembros

de modo de asegurar alguna clase de proceso autoritariola asignación de valores.

asistencia y cambio

persistencia o supervivencia en virtud del cambio no es,, tan enigmática como podría parecer a primera vista.

edo lo que queremos decir con ello es que para que puedaurar en una sociedad cualquiera un sistema que cum-la función política básica de adopción y ejecución deaciones obligatorias es preciso que los miembros esténarados para enfrentar las perturbaciones que llevan a

tensión cualquiera sea su origen. En caso necesario, hasta

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se pueden ver obligados a modificar el sistema en alzasde sus principales aspectos. La única excepción tiene flDIXcuando los cambios intrasocietales o extrasocietales no pm.ducen efecto en el sistema; tal lo que sucede cuando lamiembros intentan provocar esta situación aislando el si.tema de posibles perturbaciones. De lo contrario, los mies.bros podrían tener que ceder parte de su condición de ta.por ejemplo en una conquista militar en que los térmicade la rendición exigieran la cesión de territorio. Si surgieras.diferencias internas profundas acerca de los objetivos perlos que deben luchar los miembros del sistema, ya sea aforma colectiva o por medio de la estructura de la orp.nización apropiada para ello, quizá sean llevados a refor-mar el régimen de gobierno. Otra solución sería que mod-ficaran, no sus objetivos a largo plazo (que yo incluidadentro del régimen) sino sus políticas de más corto plus:.mediante la aceptación de grupos variables de autoridadespolíticas, como ocurre en las democracias.Esto significa que la supervivencia de algunos de los mediade tratar en una sociedad las diferencias no resueltas deotro modo, exigirá a veces alterar en alguno de sus aspectaimportantes (o en su totalidad, según las circunstanciasun sistema político. Los miembros deben ser capaces de rr.cdificar el ámbito, estructura y procesos, objetivos, o regLde conducta del sistema, y hasta su propia condición ¿emiembros; o bien deben poder manejar su ambiente demodo que se alivie la tensión. Solo cuando de algún mcr:pudieran soslayar totalmente los efectos de un cambio am-biental o cuando ese cambio fuera desdeñable, cabría e.-perar que el sistema persistiera aun sin estar dotado de eiacapacidad de adaptarse por autotransformación o por ma-nipulación del ambiente. Por otra parte, la persistencia depautas de interacción capaces de atender las funcioneslíticas fundamentales, requiere que los miembros que se de-dican a esta actividad puedan adoptar, corregir, reajusta:controlar o modificar el sistema o sus parámetros para ec-frentar los problemas que crea la tensión interna o exterr.aiPodemos contar con que para este fin se dispondrá de me-dios variables, limitados únicamente por las restricciones q..eimponen los recursos, las tradiciones, el ingenio de sus mies

Pros ante situaciones nuevas, y sus aptitudes. La autorre-pilación de un sistema político por parte de los miembros,¡un al punto de la autotransformación de estructura y ob-ytivos, representa una capacidad crítica que todos los sis-rmas sociales deben poseer 3 . Sin ella, el sistema políticoluedaría a la deriva, desamparado frente a las tormentasId cambio.

Persistencia versus automantenintiento

El hecho de que en la idea de persistencia pueda estar in-cluida la de cambio, vuelve indispensable diferenciar esteconcepto del de mantenimiento de sistemas. Mi análisis noestá encaminado a investigar de manera exclusiva o primor-dial este problema. Una cosa es preguntar por las condi-dones mediante las cuales un sistema es capaz de mante-nerse, y otra totalmente diferente tratar de averiguar lascondiciones de la persistencia.El mantenimiento se pondera con la idea de salvar la pautade relaciones existentes, y dirige la atención hacia su con-servación. La persistencia revela la importancia de conside-rar, no cualquier estructura o pauta particular, sino los:rocesos vitales mismos de un sistema. En este sentido, unsistema puede persistir aunque cambie continua y radical-mente todo lo asociado a él. La noción de persistencia vamucho más allá de la de mantenimiento; se orienta a in-4estigar tanto el cambio como la estabilidad, pues ambosse pueden interpretar como soluciones alternativas para en-frentar la tensión.Si lo deseáramos, podríamos aplicar el concepto "manteni-miento" a los procesos vitales mismos; esto no causaría darloteórico alguno, siempre que le atribuyéramos el significadodebido. Pero el imperativo de distinguir claramente entre elmantenimiento de una clase determinada de sistema, o con-;unto de estructura y procesos políticos, y la perpetuación de!ice funciones básicas de la vida política —lo que más ade-ante describiré como las variables esenciales de un sistemapolítico— nos obliga a adoptar otro concepto. El de man-

1 Deutsch, The Nerves of Government, caps. 11-13.

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tenimiento está demasiado cargado con la idea de estabi .-dad, y tal como se lo emplea normalmente es ajeno pcccompleto a la idea de cambio. El análisis sistémico busca.pues, una teoría que explique la capacidad de un sistemapara persistir, no para mantenerse en el sentido en queesto se suele entender. Busca una teoría de la persistencia.no del automantenimiento o equilibrio.El apartamiento del análisis del mantenimiento sistémicocomo tema central, se advierte también en otro aspectoAunque se reconoce que los miembros de sistemas políticospueden enfrentar la tensión y el cambio, esto no significaque todos los sistemas se tengan que comportar adaptadvamente, o que lo logren con el mismo éxito. Para estaclase de análisis no es necesario que haya una tendenciaeufuncional 4 o de satisfacción del mantenimiento. Es posi-ble que algunos sistemas solo sean capaces de enfrentar re-laciones internas relativamente armónicas y relaciones ex-ternas constantes. Tal lo que ocurrió, al parecer, con loindios norteamericanos Fox, que destacaban el papel de laarmonía por oposición a la eficiencia y el éxito 5 ; aunquehubieran .conservado su independencia, habrían tropezadocon dificultades para enfrentar a la cultura europea.Otros estarán mejor dotados quizá para ocuparse del cam-bio. Los sistemas políticos estructuralmente muy diferencia-dos, por ejemplo, poseen órganos especializados de adapta-ción en forma de élites políticas bien definidas, cuyos me-dios de vida están asegurados mediante bienes patrimonia-les o prebendas, o mediante los impuestos, de modo quese pueden dedicar exclusivamente a las tareas políticas.prestando al sistema la atención que necesite. Cuando secuenta con que haya cambio pero éste es, no obstante, eaesencia imprescindible, como en las sociedades moderniza-das, dicha especialización de la atención resulta crucial. Listradiciones ya no sirven de guía para saber cómo enfrentarsituaciones cambiantes. Otras estructuras políticas difere^-ciadas, por ejemplo los partidos políticos, proporcionan a'-gunos instrumentos para la acción eficaz. Permiten que

4 Sobre este término véase Levy, (h.), Structure of Society, pl77.5 W. B. Miller, "Two Concepts of Authority", en American dathropologist, 57, 1955, págs. 271-89.

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Elite movilice recursos humanos y materiales y los destine alos fines que exigen las nuevas circunstancias. Personal ad-ministrativo especializado y otros expedientes semejantesayudan a alcanzar los mismos objetivos . 6

.Medios variables hacia la persistencia

Esto no significa que las transformaciones reales que se pro-ducen sean forzosamente las únicas que permitirían la per-duración de un sistema. Siempre quedarán los grandes"si..." de la historia. Aun cuando el sistema político ale-mán pasó de la República de Weimar a un régimen tota-

1 Etario y de este modo se adaptó a las tensiones resultantesde la derrota en la primera guerra mundial y a la inflaciónsubsiguiente, existía un gran número de alternativas. Sedispone de políticas, estructuras o innovaciones variables,igualmente capaces de lograr la persistencia de alguna pau-ta de asignaciones autoritarias. La senda particular que sedecida seguir es función de algo más que la capacidad delos miembros para enfrentar el cambio. Mi enfoque del aná-lisis de sistemas políticos no nos ayudará a entender porqué los miembros políticamente relevantes de un sistemaadoptan determinadas políticas. Por otra parte, la capaci-dad de adaptarse no impone que un modo específico dehacerlo sea moralmente mejor o peor que cualquier otro,aunque en esas circunstancias alguien demostrara que escondición necesaria y, por consiguiente, inevitable para lapersistencia.Por el contrario, con respecto a cualquier acción que se pue-da adoptar, el análisis sistémico está destinado a escla-recer las consecuencias correspondientes a la supervivenciacontinuada de alguna forma de vida política. En este sen-tido, operamos en el nivel más elemental de análisis. Nues-tra intención es comprender cómo es posible que se cumplala función política básica de una sociedad —su asignación

D. Apter, "Modernization in Ghana and Uganda", manuscrito,in fecha; véase además The Political Kingdom in Uganda, Prin-crton, Nueva Jersey, Princeton University Press, 1961, caps. 14y sigs.

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autoritaria de valores— independientemente del lugar yépoca en que ello suceda.

Tensión sobre un sistema

Captaremos mejor el significado de la persistencia y c;srepercusiones para nuestro análisis si consideramos lo (p.c.está implícito en la idea de tensión, las circunstancias 92ponen a prueba la capacidad de un sistema para subsistir.He sugerido que la acción de tensiones y la incapacidad.para enfrentarlas lleva a un colapso del sistema. Este podzperpetuarse en caso de que sus miembros enfrenten adecua-damente la tensión. Si entendemos las condiciones generarles que origina la tensión, o lo que podríamos calificar úestado tensivo podremos averiguar todas las implicacionesde la persistencia como concepto central del análisis sstémico. 7

La perturbación como causa de tensión

¿Cómo sabemos que un sistema está funcionando bajo ter-sión? Para contestar esta pregunta se necesitan dos obser-vaciones previas. En primer lugar, es posible que haya ha-bido tensión, y en tal caso no sería difícil documentaraPero el estado tensivo que más nos interesa es el de tipapotencial, -el que constituye una amenaza para el sistemapone en peligro su capacidad de sobrevivir, aunque nodestruya forzosamente. Dicho estado ofrece a los miembrosla oportunidad de regular o eliminar las circunstancias qxprovocan la tensión o de poner al sistema a cubierto ¿eellas. Que eI estado potencial se concrete o no en perjuicodel sistema, dependerá de la capacidad de los miembrospara enfrentar tales circunstancias.En segundo lugar, la tensión puede significar un can..u.

7 En este volumen, el estudio de la tensión se limitará a tacondiciones que la definen. No se investigarán las circunstanciarespeciales que la fomentan.

a partir de un estado anterior que era en alguna forma fa-orable a la persistencia. Esto no se debe entender, sin em-

bargo, en el sentido de que todo cambio interno o ambien-tal esté de suyo cargado de tensión. Desde el punto de vistade las probabilidades de supervivencia de un sistema, loscambios pueden ser insignificantes, o llegar a ser muy be-néficos o perjudiciales, pasando por todos los casos inter-medios.Para identificar los hechos o sucesos de un sistema o suambiente que es de esperar que produzcan, o han produci-do, un cambio en su funcionamiento, podemos reservar elconcepto de perturbación. Con él haremos referencia atodas las actividades del ambiente o del interior del sistemaque cabe esperar que desplacen a un sistema de su pautaactual de funcionamiento (o que lo desplazan efectivamen-te), prescindiendo de si tal desplazamiento es o no tensivopara aquél.Las perturbaciones variarán enormemente en número ydiversidad. También variarán sus consecuencias; por consi-guiente, se pueden clasificar como neutrales, benignas o ten-iras según el grado en que afecten las oportunidades desubsistencia de alguna clase de sistema político, o de todosellos. En ciertos casos, habrá una actividad que no afectaen lo más mínimo el funcionamiento de un sistema político,o cuyos efectos son tan leves que se pueden desdeñar. Enotros, la perturbación será de tal índole que aumentará lasperspectivas de que el sistema sobreviva de alguna manera.El descubrimiento de nuevos recursos materiales en el sectoreconómico de la sociedad o el invento de técnicas que me-¡oren sensiblemente el nivel general de vida, pueden con-tribuir de tal modo a la satisfacción que se experimente conttspecto al sistema, que se fortalezca la adhesión a él. Aquínos ocuparemos sobre todo de las perturbaciones que ame-aazan con impedir que un sistema funcione, y que puedencalificarse de tensivas.Amenaza o peligro son las palabras claves. Si se deja queuta perturbación siga su marcha, puede llevar a la destruc-dón total del sistema y hasta impedir que resurja en cual-quier otra forma. Pero si un sistema sobrevive, es necesarioque haya podido frustrar ipso facto esa tendencia. La per-

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turbación, entonces, es más bien una amenaza que un he-cho consumado; impuso una tensión al sistema sin destruir-lo. La mayor parte de los tipos de tensión que analizaremosson de esta clase.

La tensión como variación del margennormal de funcionamiento

En principio hay que reconocer que la identificación precisade un estado tensivo suscita problemas importantes, insolu-bles algunos, teniendo en cuenta nuestro nivel de compren-sión actual y los datos de que disponemos sobre la vidapolítica. Puesto que la misión de una teoría es ensancharlas fronteras del conocimiento y no simplemente codificar laque ya conocemos, este inconveniente por sí solo no nos Lade disuadir.Podemos apreciar la utilidad del concepto de tensión si es-tamos dispuestos a reconocer que posee, al menos, buensentido desde el punto de vista intuitivo. Este punto órpartida es' suficiente, si no necesario siempre, para asignarun significado más técnico a un término. De modo cazopero significativo tendemos a hablar de sistemas políticosujetos a tensión; en estos casos pensamos en situacionesque pueden . llevar a la destrucción y transformación ó•un sistema. Se ha escrito mucho sobre la democracia encrisis, las estructuras políticas propias de la época de lacarreta en la edad de los jets, la incapacidad de los sistemapolíticos tribales para oponerse al impacto de las culturascolonizadoras, los peligros inherentes a las divisiones prop¿aade las sociedades pluralistas en una democracia, o las ame-nazas que se ciernen sobre los sistemas autoritarios y tota-litarios por las desavenencias de sus élites.Al caracterizar los sistemas de este modo, parece que, del-beradamente o no, consideramos que en los tipos específicasde sistema en estudio ha sido desplazada alguna pauta no-mal de funcionamiento. Pero si se nos pide que indique=concretamente el nivel normal de funcionamiento así me.dificado, puede resultarnos difícil señalar una medida quegoce de aceptación general. Por ejemplo, ¿ cuál es el mar-gen normal de funcionamiento de un sistema totalitaria

como la Unión Soviética? ¿Acaso la incorporación de unapauta ordenada y pacífica de sucesión de líderes crearía enel sistema tensión suficiente para impulsarlo más allá desu margen normal, de modo que ya no se lo pudiera consi-derar totalitario? ¿Desapareció el sistema democrático fran-cés bajo la tensión del régimen de De Gaulle, o bien siguefuncionando dentro de lo que podríamos considerar el mar-gen normal de una democracia?La idea de una tensión que impulse a un sistema más alláde su margen normal de funcionamiento, es aplicable almenos a determinados tipos de sistema; sin duda, está im-plícita en gran parte del análisis tradicional al respecto.En teoría, la identificación de un punto de tensión es rela-tivamente fácil para ciertas clases de sistema. En cualquiermomento en que una perturbación lleva a modificar lascaracterísticas esenciales de un sistema —las que mejor de-finen su modo característico de funcionamiento— cabe de-cir que el sistema fue puesto en tensión y sucumbió a ella;empíricamente tal vez resulte más difícil establecer cuándose ha alcanzado ese punto. Aun en este caso, los contrastesprincipales resultan claros; lo único que continúa ambiguoson los umbrales. Si España permitiera elecciones populareslibres y hubiera en el país libertad de expresión y asociaciónsegún el modelo occidental, o si el régimen francés restau-rara el rol menos dominante del presidente, pasando lospartidos a tener uno más destacado, no hay duda de queestos sistemas caerían bajo lo que consideraríamos explíci-tamente, margen normal de variación de un sistema de-mocrático.

Variables esenciales corno indicadores de tensión

Si, por el momento, seguimos utilizando ciertas clases desistemas como punto de partida, es evidente que al descri-birlos funcionando dentro de un margen normal, más alládel cual ppdrían sufrir los efectos de una tensión, está la-tente la idea de que hay ciertas variables esenciales 8 des-

Hemos tomado este concepto de W. R. Ashby, An Introductionte Cybernetics, Nueva York, John Wiley & Sons, Inc., 1956, pág.197, introduciéndole algunos cambios.

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plazadas de este modo más allá de su margen normal. Panlas democracias, se las puede concebir como un grado rn,gamente definido de libertad de expresión y asociación r ótparticipación popular, el poder en manos de una élite ?a`tema totalitario, un grado mínimo de eliminación departicipación popular, el poder en manos de una élite pt.lítica, la coerción del individuo y una libertad de expi>Mty asociación controladas y muy restringidas. Pero nuestracriterios de clasificación de sistemas políticos son suficiente•mente imprecisos para dejar amplio margen a la discusihmsobre las variables esenciales que ayudan a distinguir amtipo de sistema de otro.Prescindiendo de los problemas teóricos de clasificación osaque tropieza cualquier esfuerzo por develar tales variable,.partimos del supuesto de que se pueden identificar dos as-pectos diferentes de un sistema. Uno se refiere a los rastrasque permiten a un sistema funcionar de modo caracterísrc&y que, en consecuencia, lo distinguen fundamentalmente ótotros sistemas. Clasificando los sistemas en democrátioskautoritarios, totalitarios, tradicionales o modernizantes, atrsbuimos .a cada clase de sistema modos característicos ¿irfuncionamiento; la diferencia entre uno y otro puede pee►suntamente especificarse mediante los tipos de relaciones apautas de interacción que juzguemos como propiedades as-trales del sistema. Cabe llamar variables esenciales a esosdiferencias, cualquiera sea su carácter.En la mayoría de los sistemas, éste conserva sus propiedadescaracterísticas (de sistema democrático o totalitario, peeejemplo) siempre que las variables esenciales se manten-gan dentro de un cierto margen, al que he llamado maresnormal. Una vez más, tal vez resulte difícil discernir esarpíricamente cuándo el sistema se acerca al punto crícarmás allá del cual se transforma en un sistema diferer. .Para algunos observadores la Francia de De Gaulle Esobrepasado los límites críticos de una democracia; pero lisopiniones sobre este límite pueden diferir, al menos desdirel punto de vista empírico.En teoría, es obvio que las variables esenciales no han deestar presentes o ausentes en forma total, sino que de ce-dinario lo estarán en mayor o menor grado. Solo cnar.;,r

.racionen dentro de cierto margen normal o crítico, se po-fri decir que el sistema se amolda a los criterios propios desn tipo determinado. Por ejemplo, si se quiere calificar am sistema de democrático, tal vez no baste la existencia debertad de palabra o de una participación popular en es-ala reducida. La cantidad es un factor crítico. Pocos sis-

s eliminan toda libertad, y ciertas formas de partici-ón popular resultan casi imperativas en las modernas

'edades de masas.persistencia de un tipo determinado de sistema políticouiere algo más que la presencia de variables esenciales.necesario que éstas operen por encima de cierto nivel.o de otro modo: existe un margen crítico, y si hay per-aciones que desplacen al sistema más allá de él, cam-

de carácter en su totalidad.o corolario, los sistemas presentan un segundo aspectopuede cambiar sin que se altere el modo característico

funcionamiento de aquéllos. Constará de los rasgos nociales del sistema. Por ejemplo, a la luz de mi clasifi-

'ón habitual, los Estados Unidos seguirían funcionandoo una democracia típica pese a los muchos cambios que

sucedieron en su estructura política en los últimos cincuen-ta años. Es posible que en un tipo de sistema político se in-troduzca gran cantidad de modificaciones sin que esto llevet la transformación del tipo.Tal vez un ejemplo tomado de la biología sirva para aclarar

diferencia entre las variables esenciales y las rlo esencia-^is Si nos fijamos en el organismo humano (y esperamospoder hacerlo sin que se nos acuse de sistemapolítico en la mayoría de sus aspectos a este sistea bioló-gico), vemos que se pueden producir cambios en ciertasariables internas del sistema orgánico sin que se destruyad modo de funcionamiento del cuerpó en su conjunte. Lapérdida de un ojo, una pierna o cualquier otrd órgano quet presente de a pares, reducirá tal vez la flexibilidad conTse el organismo enfrenta eventuales 'perturbaciones, peroso deteriora forzosamente el modo típico de fLtncionami$n-a Cabe resumir esta situación diciendo quéi.la v )ariablésxnciales del sistema orgánico se han mantenido 4, dentroir su margen normal. Si la presión de la sangre "varía risas

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allá de cierto nivel o el contenido de azúcar de la sangredisminuye por debajo de cierto punto, las consecuencias po-drían ser más graves. Estas son dos variables esenciales delsistema orgánico y se deben mantener dentro de límitescríticos para que subsista el sistema en su totalidad.

La tensión y los límites críticos de las variables esenciales

Una vez reconocida esta diferencia entre las variables esen-ciales y secundarias para el modo característico de funcio-namiento de un sistema, contamos con una clave para des-cribir en forma útil la tensión que actúa sobre un sistemaAhora podemos decir que es la situación que se producecuando algunas perturbaciones, tanto internas como exter-nas, amenazan con desplazar las variables esenciales de usistema político más allá de su margen normal y hacia algalímite crítico, impidiendo con ello que el sistema funcionesegún su modo característico.Sobre esta descripción del potencial tensivo de una per-turbación: es preciso agregar dos cosas. Primero, que esposible que carezcamos de medidas o índices empíricos ade.cuados para saber cuándo una perturbación se vuelve tea,.siva y amenaza destruir el sistema. Pero como ya se Laindicado, la misión de la teoría es señalar lo necesario:mientras sea posible en principio lograr empíricamente 6anecesario, la cuestión de averiguar los indicadores empíri-cos de fenómenos teóricamente importantes, a pesar de sugran valor, debe dejarse de lado. No necesitamos preocu-parnos aquí por la carencia actual de dichos indicadores masde lo que lo haríamos en muchos otros puntos de nuestraanálisis.En segundo lugar, teniendo en cuentá que la tensión adoptala forma de un peligro o amenaza potencial actual, tal vesdebamos calificar a una perturbación como tensiva aungnslas variables esenciales no superen sus límites críticos. fihecho de que esa perturbación no impulse hasta ese purosa las variables esenciales, no sería prueba de nuestro error.Ello podría indicar que, en uno u otro punto, los miembrosde un sistema intervinieron de manera constructiva pan

mpedir que la perturbación continuara funcionando ten-ivamente, por lo menos hasta el extremo de destruir elistema. Esto suele ocurrir cuando los sistemas políticos so-reviven: todo sistema persistente está dotado de recursosiomeostáticos que lo ayudan a enfrentar la tensión. Peromda vez que una perturbación entorpezca a una variablesencial en lugar de favorecerla, cabe considerarla tensiva.Insistamos: no toda perturbación ha de causar tensión enan sistema. Algunas pueden fortalecer de hecho el funcio-namiento de sus variables esenciales dentro del margen nor-mal, con lo que contribuyen a que el sistema siga ,funcio-%ando a su modo típico. Volvamos a nuestro anteriorejemplo de la democracia como tipo de sistema. Si aceptamosá hipótesis plausible de que, entre las condiciones para elfuncionamiento de la democracia figuran un nivel alto dealfabetización, la aceptación de la negociación y la tran-acción en la cultura general, niveles mínimos de produc-ividad económica y el surgimiento de una clase mediafuerte, los cambios entre sistemas paramétricos que estimulenatas condiciones pueden muy bien acrecentar la probabi-idad de que las variables esenciales continúen funcionandolento de su margen normal. Por la misma razón, todomovimiento de estos parámetros en dirección contraria ac-iará como perturbación sobre el sistema democrático y lempondrá como consecuencia situaciones tensivas.

Las variables esenciales de un sistemapolítico como tal

Cualquiera sea la situación en lo que respecta a la facilidadk identificar tensión en determinados tipos de sistema, halegado el momento de recordar que nuestra preocupaciónximordial no es la persistencia de esos tipos. Por el co ntra-:yo, se dirige a todos y cada uno de los sistemas, sea cualfuere su tipo. ¿ Cómo establecer cuándo sufre tensión la ca-pacidad de un sistema político para continuar comol tal,independientemente de la capacidad de la ; sociedad paramantener un tipo determinado de sistema político? O sea,i un sistema político en tensión se transforma de democrá-

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tico en totalitario, o de sistema democrático con poder eje-cutivo débil en otro con poder ejecutivo fuerte, la capacidadde la sociedad de mantener algún tipo de sistema políticono ha sufrido menoscabo alguno. Sin embargo, si se ensa tia-ran uno tras otro diversos tipos de sistema político y se :caconsiderara defectuosos, es de suponer que los miembrcede la sociedad se verían incapacitados de apoyar ningúasistema político, cualquiera fuera su índole. Esto provocaríala destrucción de toda vida política en esa sociedad y sir,duda la muerte de la sociedad misma; se extinguirían eaella los procesos vitales de cualquier sistema político.¿ Cuáles son, pues, las variables esenciales, no de un tipodeterminado de sistema, sino de todos y cada uno de ellaPlanteada de este modo, la pregunta se contesta por sí misma.Ya vimos que sistema político es el conjunto de pautas deinteracción por medio de las cuales se asignan valores eauna sociedad, y que las más de las veces los integrantesde una sociedad aceptan en su mayor parte esas asignacionescomo autoritarias. Gracias a la existencia de actividadesque cumplen estas dos funciones básicas, una sociedad puededestinar .los recursos y energías de sus miembros a arregladiferencias que no es posible resolver en forma autónoma.Por definición, pues, cualquiera sea el tipo de sistema q econsideremos, su modo característico de conducta como sis-tema político —en contraste, por ejemplo, con un sistemareligioso o económico— dependerá de la capacidad di!sistema para adjudicar valores en la sociedad y lograr sLaceptación. Estas dos variables o conjuntos de varias: iprincipales —la conducta relacionada con la capacidad ¿etomar decisiones relativas a la sociedad, y la probabilidWde que sean aceptadas con frecuencia por la mayoría de §xmiembros como autoritarias— constituyen las variables eses.,ciales; ello es, por ende, lo que distingue a los sistemaspolíticos de cualquier otra clase de sistemas sociales. Si seproducen ciertos hechos que impiden a los miembros de tasistema tomar decisiones políticas, o si una vez adoptadas.son rechazadas en forma regular por una gran porción ¿tesus miembros, no hay sistema político alguno (democratiza,totalitario o autoritario) que pueda funcionar. Se ve fcr-zado a descomponerse en numerosas unidades menores, co.

mo al parecer ocurrió en el Congo durante la última década,o ser absorbido por otra sociedad, sujeta a un sistema polí-tico diferente.Desde este punto de vista, todas las demás variables se pue-en considerar no esenciales o accidentales. Debemos insistirco que si nos preocupara efectuar un análisis de clasestiariables de sistemas, por ejemplo las democracias, debería-mos volver a definir las variables esenciales para que com-prendieran cualquiera . de las pautas características de rela-dones políticas que hubiéramos asociado a este tipo desistema. Pero si seguimos tomando como nivel de análisisla persistencia de algún sistema político, sin reparar en sutipo —o sea, el estudio de los procesos en que se apoyamirla vida política—, las variables esenciales para que per-ita un tipo específico, como la democracia, resultan acci-dentales con respecto a todos los tipos de sistemas políticos,considerados como especies de sistema social. Así, hemosatablecido que las dos variables esenciales para todos y cadaono de los tipos de sistema político son su "adopción y eje-cución de decisiones relativas a la sociedad" y su "frecuen-da relativa de aceptación como autoritarias u obligatoriaspor parte del grueso de la sociedad".

Margen normal de las variables críticas

El funcionamiento de las variables esenciales no es necesa-lamente una cuestión de todo o nada. Un sistema puede+er más o menos capaz de tomar decisiones, ejecutarlas ylograr imponerlas como obligatorias. La conducta corres-pondiente varía dentro de un margen de eficacia normal;i el sistema no sobrepasa ese margen puede persistir. Así,s autoridades no siempre son capaces de tomar decisiones;

t han observado varios grados de parálisis, como en laRepública de Weimar y en la Segunda y Tercera RepúblicaFrancesa. La cuestión reside siempre en que la capacidadde tomar decisiones no caiga por debajo de algún puntoático, situación que revelaría la pérdida de poder paratomar un mínimo de decisiones, actualmente indeterminableco el sistema dado. Más allá de ese punto el sistema des-

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En mi obra The Political System se desarrolla extensamente esteto.

aparece, puesto que carece del mínimo de eficacia pararesolver las diferencias que surgen entre sus miembros. Elpunto crítico variará según el tipo de sistema, la época y ellugar; en general, cada sistema o tipo de sistema tiene supunto crítico propio.De modo análogo, aun en el caso de que las autoridadespuedan tomar decisiones y traten de hacerlas cumplir, elacatamiento de tales decisiones variará en un continuo. Laprobabilidad de que los miembros acepten todas las deci-siones como obligatorias es habitualmente menor que 1, porlo menos en un lapso histórico significativo. Sin embarz-ádebe ser superior sin duda a 0,5. Un sistema viviría eatumulto y confusión constantes, y estaría tal vez al bordede la desesperación, si hubiera exactamente igual proba-bilidad de que se aceptaran o rechazaran las decisiones dela autoridad y las acciones concomitantes. La razón a.^.n-mética de la falta de aceptación tiene que caer dentro de umargen estrecho muy superior al del azar. Por debajo deese nivel, el sistema se hundiría por carecer sus asignacionesde autoridad suficiente.En consecuencia, mientras las perturbaciones provoquen cael sistema cambios que no afecten su capacidad de manteasestas dos variables esenciales dentro de su margen normal(indeterminado, pero en principio determinable), no seria,consideradas como tensivas. Diremos solamente que prova:ucambios en el estado del sistema. El sistema puede cambia:,pero no en forma tal que resulte afectado su modo carr►terístico de funcionamiento como sistema político. En canso-bio si la perturbación introduce cambios que impulsan a lavariables esenciales más allá de su margen crítico, podemicalificarla de tensiva, como también si se la considera doududel potencial suficiente para lograrlo, es decir, si constad ieuna amenaza o presión en esa dirección.Es fundamental tener presente la distinción que intento es-tablecer entre la persistencia de un tipo de sistema crmutla democracia, y la de todos y cada uno de los sistemas. Esfácil deslizarse del nivel general al del tipo, es decir, de toaxy cada uno de los sistemas a un tipo especial como la decir.cracia, por ejemplo. Cuesta en verdad resistir la tentacieírsde bajar a un nivel inferior al de la generalidad, porque esa

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aus elucubraciones sobre la vida política, la ciencia políticae interesó por lo común en las condiciones para la super-iivencia de sistemas democráticos de diversos subtipos, ypara la eliminación o autodestrucción de sistemas dictatoria-es o no democráticos, de subtipos igualmente variables. AsíBebería ser desde un punto de vista orientado a la acciónpolítica y según muchas otras consideraciones de carácter%tico. No obstante, desde la perspectiva de intentar construirana teoría general, dejamos de lado estas cuestiones queapuntan hacia la ética. No porque carezcan de importancia,de más está decirlo, sino porque, de acuerdo con la estrategiak la investigación, pueden ser mejor y más fidedignamentecontestadas si se cuenta con una teoría general convenientecomo punto de partida.°Sea como fuere, siendo mi objetivo la teoría general, esindispensable recordar que lo que califico de tensivo paraistemas políticos como tales, lo será también para cualquierotro tipo de sistema. Pero la inversa no es igualmente cierta.las perturbaciones tensivas para un tipo determinado desistema, no lo son necesariamente para las variables esencia-s del sistema político como tal. La destrucción de ese tipo

lit sistema puede ser una manera de enfrentar la tensión demodo que persista al menos algún tipo de sistema. Esto noignifica de suyo que se carezca de otros medios para enfren-sir las perturbaciones tensivas. Nadie puede afirmar que elrégimen nazi era la única alternativa que se presentaba

te a la República de Weimar como medio de mantenervariables esenciales de un sistema político alemán dentrosu margen crítico; probablemente había muchos otrosos optativos para ello. Y aunque no los hubiera habido,

hecho de que el análisis sistémico lleve a discutir cómosistemas suelen evitar la tensión, no indica que cualquierliado (aunque sea el único posible) deba ser convenien-medido por mis propios criterios de valor. Tanto el valoro de las transformaciones de un sistema como su reper-'ón en las probabilidades de supervivencia son esenciales;mismo tiempo, se las puede tratar como cuestiones sepa-

y diferentes.

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La regulación de la tensión

Se observa, pues, que en un mundo estable o cambianla persistencia es en parte función de la presencia de per-turbaciones tensivas. Como hemos visto, está en la natura-leza misma de la vida política que no se las pueda evitar.Pero las consecuencias de las perturbaciones sobre el destinodel sistema en sí —si sobrevive, y en qué forma sobrevive—dependerán de la capacidad y agilidad de este último paraenfrentar a esa tensión.Es una propiedad capital de los sistemas sociales, inclusivelos políticos, la reacción frente a las influencias que se ejer-cen sobre ellos; pueden enfrentarlas y ver el modo deregularlas. No es necesario que los miembros se queden sen-tados, por así decirlo, aceptando indolentemente la tensiti;mediante algún procedimiento mecánico para adaptarse slos cambios que se produzcan en el ambiente. Eso era bque, sin advertirlo, se daba por sobrentendido en el análisisdel equilibrio como teoría de la vida política, postura con-ceptual característica de gran parte de las investigacionespolíticas 'de los últimos cincuenta años. 10 Los miembros deun sistema pueden reaccionar constructivamente en unade las diversas direcciones. que permitan regular las pertur-baciones producidas, o en todas ellas, y así tratar de atenuarla tensión real o potencial.Con el tiempo, los sistemas políticos en general, y cada urcde ellos en particular, desarrollaron grandes repertorios detécnicas para enfrentar posibles tensiones. El hecho de 6-poner de tales repertorios es lo que distingue enormemer..ra los sistemas sociales de otras clases de sistemas; ello lesda una flexibilidad que jamás poseyeron ni siquiera los siste-mas biológicos más complejos (y por ende los más versií-tiles) .Aunque reservo para un volumen posterior el estudio de Lisrespuestas reguladoras características de todos los sistemas,conviene señalar aquí los tipos generales de respuestas qu

10 Del "equilibrio" como concepto teórico central me ocupé a-pecialmente en The Political System, y en "Limits of the Egairlibrium Model in Social Research", en Behavioral Science, I, 1954,págs. 96-104.

abe encontrar. Al igual que los sistemas biológicos huma-los, los sistemas políticos se pueden mantener intactos, almenos durante períodos breves, aislándose de todo cambio;11 igual que aquéllos, pueden incluso tratar de controlar los2mbios ambientales e internos de modo que no se vuelvanrnsivos; o si esto ya ha sucedido, soslayar los peligrosexistentes.Lo exclusivo de los sistemas políticos, por oposición a lossistemas biológicos y mecánicos, es la capacidad de trans-brmarse a sí mismos y de transformar sus metas, sus usosr la propia estructura de su organización interna. Paramantener vivos sus procesos vitales, sus variables esenciales,es posible que vuelvan a moldear sus estructuras y procesoshasta tomarlos irreconocibles. Una democracia se puede:nnvertir en una dictadura absoluta y un sistema tradicionalm otro completamente moderno. Ningún sistema biológicohumano pudo hasta ahora emular esta clase de proezaautotransformadora, pese a que con la tecnología modernale computación y con el conocimiento creciente de la estruc-mra genética, la mutación controlada entra perfectamentem el dominio de la probabilidad. Puede abrir las puertas am modesto margen de reorganización interna de la anato-mía y los procesos fisiológicos, que aproxime el sistema bio-igico a los potenciales autorreguladores de un sistema social.in estos comentarios se sobrentiende que hay una capacidade provocar respuestas múltiples en defensa de la variableaencial. Lo que resulta menos visible es que la selecciónle alternativas de los repertorios no está necesariamentejada. Los miembros pueden escoger y variar sus estrategiasentro de los límites que permiten las circunstancias. En unastema, un estallido de violencia tal vez sea la respuestaa una tensión procedente de una profunda crisis económica;

otro, una crisis análoga o más grave aún, llevará solo a%presiones aceptables de descontento, acompañadas por una cremento de medidas políticas correctivas.!io solo hay libertad de escoger entre un margen de estrate-;as optativas, sino que en muchos sistemas (al menos en45 que no están supeditados a usos tradicionales) los miem-a ^ s buscan deliberadamente nuevos métodos para enfren-ar las nuevas o antiguas crisis. En este caso introducirán

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innovaciones en su repertorio de respuesta, ensanchándolo.En último análisis, se dispondrá de tantas respuestas alter-nativas para enfrentar una situación tensiva como sea caparde crear el ingenio humano. Una vez más, a diferencia delo implicado en el modelo de equilibrio, los miembros nonecesitan absorber simplemente una perturbación e intentarrestablecer de manera mecánica algún antiguo punto destabilidad del sistema político, o pasar a otro nuevo. Earealidad, aceptarlo equivaldría a dejar el sistema en manosde algún elemento político invisible. Los miembros tienenopciones, y dentro del margen de estas opciones puedesresultar consecuencias alternativas para la persistencia delsistema. Una de esas opciones, capital para los sistemas so-ciales, consiste en la búsqueda de caminos completamentenuevos para enfrentar incluso tipos antiguos de tensión. Ladaptación, si así se quiere llamar a este proceso, pasa a sertarea creadora y constructiva, inspirada en ciertos objetivosy dotada de una dirección.

Desbordaría los límites de esta obra hurgar, aunque fuerasomeramente, en los modos reales con que los sistemas po;%ticos enfrentaron tensiones, o lo que es lo mismo, en kxprincipales tipos de tensión a que estuvieron expuestosdesde tiempos inmemoriales. La elaboración del aparatoconceptual apropiado a estos fines constituirá la parte me-dular de un próximo volumen.Aunque no ahondemos en estos problemas, es evidente quepara seguir examinando cómo los sistemas manejan la ten-sión, necesitaríamos disponer de conceptos satisfactorios paradescubrir y analizar cómo se les imponen las perturbacionesNo creemos que ésta sea una cuestión de simple sentidocomún, si bien la investigación actual parece sostener in-advertidamente lo contrario. Al analizar este punto en elcapítulo siguiente, veremos la necesidad de crear conceptcsespeciales para ello: los que he de llamar insumos y pro.ductos.

El sistema político bajo tensión

¡Cómo descubrir el modo en que las perturbaciones afectanal funcionamiento de un sistema? La investigación políticatendió a prescindir de esta cuestión o a suponer que noconstituye un problema especial vincular hechos del am-biente con las estructuras y procesos internos de un sistemapolítico. Es importante considerar problemático lo que nor-malmente se da por descontado. En efecto, descubriremosque el mismo método que resultó útil para averiguar larepercusión de las perturbaciones en un sistema político,nos proporcionará también indicadores de tensión esencialesy teóricamente manejables. En este capítulo examinaré elmodo preciso en que ciertos hechos y circunstancias delambiente se transmiten al sistema político como fuentes po-ibles de tensión.

La comunicación de perturbacionesal sistema político

Perturbaciones ambientales debidas al cambio

Comenzaré en forma relativamente simple. Intentamos en-tender cómo se las arregla un sistema político cualquierapara persistir. Suponemos que está sujeto a influencias devarias clases, que derivan del ambiente o de hechos quellenen lugar dentro de un sistema político: es lo que hemosMamado perturbaciones. Una cosa es reconocer de manera;eneral que un sistema puede estar sujeto a esas influencias,y otra muy distinta crear categorías de análisis que permitantratar las complejidades inherentes a su transmisión al sis-tema político.Teniendo en cuenta la magnitud de la tarea, haré a un lado

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por el momento las perturbaciones que ocurren dentro de unsistema, para circunscribirme a las que surgen en el am-biente, especialmente en la parte intrasocietal. Es lícito pro-ceder de este modo porque, en teoría, los problemas quederivan de tratar las perturbaciones internas y externas tie-nen status semejante, y por consiguiente, no requieren instru-mentos analíticos especiales.Empezaré por suponer, a título ilustrativo, que los sistemasambientales están sometidos también a cambios considera-bles. ¿ Cómo vincular estos cambios con sus consecuenciaspara un sistema político?Por ejemplo, ya es cosa común insistir en los problemasprincipales que se les plantean a las sociedades tradicionalespor su lenta exposición a los efectos de las civilizacionesindustrializadas, en los últimos siglos, y el ritmo e intensidadrepentinamente acrecentados de esos contactos en nuestradías. A través de una compleja maraña de influencias, estollevó al nacimiento de nuevas unidades nacionales en nú-mero sin precedentes; a la redistribución de la poblaciónen centros urbanos superpoblados, cargados de tensiones; alcrecimiento' de una élite educada en los ideales de la civili-zación occidental; a la lenta infiltración de esas ideas en losvastos núcleos indígenas, y a la implantación de nuevasescalas de valores asociadas a la desaparición de una eco-nomía de subsistencia y a la difusión de cultivos de ventainmediata en el mercado. Economía monetaria, movilidadde las personas y nuevos ideales y objetivos para los indivi-duos y colectividades: todo esto fomentó la importación radopción de nuevas aptitudes técnicas. Estas, se advirtió,eran críticas, tanto para facilitar elemento humano al com-plejo industrial en desarrollo, que puede ser de evoluciónlenta, como para movilizar a los miembros de la sociedaden pos de ambiciones y posibilidades recién descubiertas.El cambio significó un despertar bastante rápido con res-pecto al poder de la conducta organizada por medio desindicatos obreros, partidos políticos y grupos de base étnicao tribal. Para la consecución de objetivos económicos y poli-ticos es igualmente indispensable adoptar estructuras buro-cráticas racionales.Los cambios societarios mencionados tuvieron efectos deci-sivos sobre el funcionamiento de un sistema político (o cabe

demostrar que pueden tenerlos) . En muchos casos, por loque respecta a las naciones en desarrollo, en especial enAfrica, provocaron en los sistemas políticos . nativos tensionestales que esos sistemas resultaron incapaces de enfrentar lasperturbaciones. Los antiguos sistemas tribales, ya un tantoatrofiados por las diversas políticas coloniales, están simple-mente en proceso de desaparición, aunque a paso lento.Pocas dudas hay de que serán absorbidos por completo, enla mayoría de los casos, por sistemas seculares de base terri-torial y organización burocrática.Si intentáramos vincular estos cambios del ambiente de unsistema —de su economía, cultura y estructura social— conel destino del sistema político en cuestión, deberíamos seguirenumerando los diversos elementos del ambiente que sufrie-ron cambio. Podríamos vincularlos ad hoc con sus aparentesresultados para las estructuras y procesos de los sistemaspolíticos relevantes. Según cuáles fueran nuestros intereses,podríamos escribir volúmenes enteros mostrando cómo elcambio y el desarrollo, tanto en las naciones nuevas comoen las antiguas, provocaron la aparición de partidos, legis-laturas, nuevas pautas de reclutamiento político, nuevas da-tes de motivaciones políticas, formas especiales de grupos deintereses, tipos de participación política diferentes de losque conocemos en Occidente y métodos nuevos de direcciónr control. Pero al final nos encontraríamos; ante la necesidadde poner algún orden en esa confusión de teorías descripti-vas materiales y parciales, o sea de las llamadas teorías degrupos de intereses, partidos, personalidades o cambios polí-ticos estructurales en las regiones en desarrollo que hayanpodido surgir. Necesitaríamos, al menos, un orden derivado,no ya del hecho de que las investigaciones se ocupen de loque todos los observadores concordarían en llamar trans-formaciones importantes de la vida política, atribuibles acircunstancias ambientales cambiantes, sino de algo más.Podríamos tratar de ordenar teóricamente los datos, pos-tulando requisitos funcionales, la posibilidad de reemplazarestructuras y la comparación de estructuras variables paracumplir funciones constantes. Por más valor científico quepueda tener ese enfoque, se ha demostrado de modo termi-nante que por lo que respecta a la teoría resulta, en el mejor

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i

•e los casos, trivial, 1 y en el peor, atrapa al investigador enn juego de números gigantesco e interminable: se lo alientaestablecer su número favorito de funciones invariables y

o hay manera satisfactoria de escoger entre las alternativas.:n la medida en que este enfoque tiene alguna validez, ésta

•eriva del hecho de que esclarece lo que hay en el fondo•e toda investigación científica. Toda indagación postula'ertas clases de funciones, aunque no se emplee, ni sea ne-esario emplear, el término exacto. Por esta razón, la idea-ificación explícita de la función no revela la presencia deinguna teoría especial. Refleja solamente una postura cien-' ica, que sin duda, merece estímulo. Indica además el•unto de partida para construir la teoría. Detenerse aquí

comparar meramente estructuras optativas es obligarnos aesperar en suspenso que llegue la próxima etapa, es decir,algún tipo de teoría.Incluso para comenzar la indagación teórica es necesariomucho más que relacionar las estructuras variables con lasfunciones. El orden que el análisis funcional, por lo menatal como ha sido esbozado vagamente en la ciencia política.intenta poner en la investigación comparativa, deja intactalos problemas básicos de la construcción teórica y hastapodría perjudicarla, si inadvertidamente se le permitieraocupar el lugar de la teorización. No ofrece lo mínimoque cabría pedir: un modo de ordenar datos fundado eaun cuerpo coherente y consistente de conceptos, salvo lallamados términos funcionales que son y deben ser comunesa toda indagación 'científica. Además de estas consideradlanes generales, el llamado enfoque funcional nos haría seguirluchando en pos de una elaboración sistemática de la rela-ción entre los cambios ambientales y las respuestas que seproducen dentro de los sistemas políticos.

La estabilidad como caso especial de cambio

Aunque renunciáramos a la suposición de que el cambisse opera en el ambiente y nos fijáramos en los sistemas cuna

1 K. Davis, "The Myth of Functional Analysis".2 También yo ensayé este "juego de números", por ejemploel articulo "Political Anthropology" ya citado.

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ambientes han permanecido relativamente estables (casoexcepcional en el mundo moderno, pero frecuente en tiem-pos pasados y sin duda posible, aunque sea de manera espo-rádica, en el futuro), seguimos frente al problema de cómotratar en forma económica y sistemática las influencias pro-cedentes del ambiente. Tanto si un sistema está incluidoen un ambiente en constante cambio o en uno estable, loselementos de éste continúan influyendo sobre su funciona-miento. El análisis del efecto del ambiente estable sobreun sistema plantea los mismos problemas teóricos que losambientes de cambio rápido, aunque el ritmo de cambiopuede tener consecuencias adicionales importantes.Si bien el amor de la ciencia social por los problemas delcambio ha sido un acontecimiento reciente y repentino,y corremos ahora el peligro de ser inundados por una mareade teorías del cambio, por lo menos nos hizo abrir los ojosante el hecho de que cualquier teoría general, si posee unmínimo de adecuación, debe poder tratar el cambio tanfácilmente como trata la estabilidad .3 Pero lo cierto es queal elaborar las categorías básicas iniciales del análisis, no serequieren conceptos especiales para estudiar el cambio Enrealidad, el hecho de introducirlas sería un signo de debi-lidad y disgregación de la teoría, no de fuerza e integración.La estabilidad es solo un ejemplo especial de cambio, queno difiere en género de éste. Ninguna situación social poseePautas de interacción absolutamente invariables. Para que laestabilidad tenga un sentido significativo, es preciso querepresente un estado cuyo ritmo de cambio sea suficiente-mente lento para no crear problemas especiales. Pero cam-bio siempre hay. Por consiguiente, el estudio de sistemasestables comprende un caso especial de cambio, aquel enque el ritmo es lento. De modo análogo, el así llamadocambio atrae la atención hacia otro caso especial, en queel ritmo es lo bastante acelerado para crear consecuencias

I Aplico en este caso el concepto de "cambio" en el sentidoamplio que le da la ciencia social. Lo cierto es que la estabilidadm está relacionada con el cambio ni con su antítesis. En cuantoa la diferencia entre situación estática y situación cambiante, véaseasi ya citado artículo "Limits of the Equilibrum Model in Sociallesearch".

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de las que es necesario tomar nota, tanto analítica comoempíricamente.No obstante, cualquier teoría o marco conceptual generaldebe poder ocuparse a la vez de ambos casos especiales .

Para comenzar, el objetivo esencial no será crear una seriede categorías para analizar casos especiales, sino una quesea útil para identificar las variables principales incluidasen el funcionamiento del sistema, prescindiendo por el mo-mento del ritmo de cambio. El hecho de que un sistemacambie en forma imperceptible y de él se diga, por ende,que es estable, o que cambie rápidamente y se lo califiquede inestable o en transición, no altera la naturaleza de lasvariables fundamentales a examinar. Puede incrementarlas ;

pero no suprimirlas. Las categorías que presentaremos estánconcebidas con este carácter genérico.

Perturbaciones ambientales en condiciones de estabilidad

Aun en condiciones de estabilidad, en que la tasa de cambioes lenta, hay interacción entre el ambiente y un sistema. Deahí que aunque se necesitara elaborar una teoría especialdel cambio, ella no eliminaría la semejanza existente entreel cambio y el no cambio con respecto a los continuosintercambios entre un sistema político y su ambiente.Supongamos, a título de ejemplo, que nos interesa averiguarlas consecuencias de la estratificación social en la estructurapolítica. En cierto punto, allí donde se haya producido uncambio en la estructura social, podríamos descubrir que elreordenamiento de las clases sociales modificó la distribu-ción del poder en la sociedad de modo tal que una nuevaélite política suplantó a la anterior. Tanto la revoluciónfrancesa como la rusa tuvieron consecuencias de esta índole.Pero una vez producidos estos efectos sobre el sistema po-lítico, esto no eliminó los efectos de la nueva estructura declase sobre la sociedad, aunque permanecieran absoluta-mente estáticas las relaciones de la nueva clase. Incorporadoy estabilizado, el cambio puede seguir influyendo sobre otrosaspectos de la sociedad. No es como la fulminación de unrayo, que causa su daño y desaparece dejando un simple

efecto residual; antes bien, constituye una presión continuasobre el sistema político.El nuevo status y estructura de clases de la sociedad ejerceráen varias formas esa presión sobre la estructura política.Podría afectar a las personas reclutadas para cargos políti-cos, la diversidad de problemas puestos en discusión y eltipo de decisiones que se adopten y ejecuten. La ausencia decambio no implica que la política escape a la influenciade sus parámetros, sino la estabilización de estas influencias.En otras palabras, los intercambios entre un ambiente y elsistema político en él ubicado continúan, pero sin modifi-caciones importantes.Comprender esto es esencial. Aun en el caso irreal de unambiente absolutamente estático, habrá transacciones. Deotro modo, sería incomprensible que un sistema experimen-tara tensiones sin que se alteraran sus condiciones de exis-tencia. Si las condiciones mismas hubieran sido siempretensivas, un sistema podría ser destruido, no a consecuenciade la aparición de nuevas tensiones, sino de la incapacidad delos miembros para tratar en tal o cual momento las antiguasy estables con el mismo acierto que sus predecesores.

Las variables que sirven de nexo entreel sistema y el ambiente

De este análisis se desprenden claramente dos cosas: pri-mero, que hay una gran diversidad de influencias proce-dentes del ambiente de un sistema político que puedenperturbar la forma en que éste desempeña sus tareas; se-gundo, que estas influencias existen tanto si el ambientees mlativamente estable como si fluctúa a tontas y locas. Elcambio ambiental que tanto —y con tanta razón— llamala atención en la actualidad, no crea problemas teóricosnuevos para construir una estructura general de análisis;agrava simplemente un problema analítico ya existente.¡Cómo sistematizar o entender el modo en que se trans-fieren a un sistema político las perturbaciones o influenciasque proceden del ambiente? ¿Debemos tratar cada cambio

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o perturbación como tipo particular o general, según loscasos, y limitarnos a detallar sus efectos específicos? Si asífuera, los problemas del análisis sistemático serían insupe-rables, debido a la enorme diversidad de influencias. Encambio, si pudiéramos descubrir un modo de generalizarnuestro método, cabría esperar que esa diversidad se redu-jera a un número relativamente pequeño, y en consecuenciafácil de manejar, de indicadores o variables. Esto es lo queme propongo hacer.

Transacciones a través de los límites de un sistema

Teniendo en cuenta que hemos concebido al sistema políticocomo separable de todos los demás sistemas sociales, y amenudo diferenciado asimismo por una estructura políticaindependiente, es útil tratar las perturbaciones o influenciasque proceden de la conducta de los sistemas ambientalescomo intercambios o transacciones que atraviesan los límitesdel sistema político. Ninguno de los amplios sistemas socialesen que dividí el ambiente es por completo independientede los demás; se da entre ellos una interpenetración comple-ja. Es decir, cada uno se asocia a otro de algún modo, aun-que sea en forma muy ligera. Se puede emplear el término"intercambios" para designar la mutualidad de las relaciones.es decir cuando cada uno ejerce influencia recíproca sobreel otro, y "transacciones" cuando deseemos insistir en el mo-vimiento de un efecto en una única dirección, pasandosimplemente, a través del límite de un sistema a otro. 4

4 "Intercambio" (exchange) se emplea a veces para designar unau otra clase de relación benéfica mutua, por ejemplo una trans-acción o vínculo contractual en que cada una de las partes tienela impresión de ganar algo. Entiendo que Talcott Parsons empleade ordinario en este sentido y en algún otro muy afín a él, dicho con-cepto. Véase The Social System, Nueva York, Free Press of Glen-coe, Inc., 1951, esp. págs. 122 y sigs., y el libro que escribiera encolaboración con N. J. Smelser, Economy and Society, Nueva York,Free Press of Glencoe, Inc., 1956, págs. 105-184. En este pasaje,en cambio, me limitaré a asignarle un significado neutral, queindique solo que los hechos de dos o más sistemas tienen efectcsrecíprocos sobre los sistemas en cuestión, y que tales efectos estánmutuamente relacionados. Se podría haber usado perfectamente, pa-

Aunque desde el punto de vista científico sea muy impor-tante señalar este aspecto, la afirmación es tan obvia quetiene poco interés. Lo que puede hacer y hará que la admi-sión de este vínculo sea algo más que una perogrullada, esencontrar el modo de analizar los intercambios complejos,de manera que podamos reducir la enorme diversidad deinteracciones a proporciones teórica y empíricamente ma-nejables.Para lograrlo, propongo reducir las influencias ambientalesprincipales y significativas a unos pocos indicadores, cuyoexamen permitiera apreciar y seguir en todas sus consecue n-cias el impacto potencial de los hechos ambientales sobreel sistema. Teniendo presente este objetivo, denominaré pro-ductos del primer sistema a los efectos transmitidos a travésde sus límites hacia otro sistema, efectos que serán losinsumos del segundo sistema, aquel sobre el cual influyen.Por consiguiente, una transacción entre sistemas se conside-rará como un nexo entre ellos en forma de relación insumo-producto.Si aplicamos ahora esta conceptualización general de lospuntos de enlace entre sistemas a un sistema político y sussistemas ambientales, obtenemos un modelo rudimentario deltipo ilustrado en el Diagrama 2. Esto representa, por su-puesto, simplificación excesiva de la realidad y de mi propioesquema conceptual. Pero la tarea inicial que debe abordarel análisis es eliminar las relaciones accidentales para dejaral descubierto el marco esencial. Estos son los requisitosmínimos para estudiar la vida política como sistema deconducta. En otra obra nos fijaremos como objetivo añadirva:ias clases de relaciones complicadas, tal que el modeloofrezca una mejor aproximación a las relaciones de lossistemas fenoménicos. En esta oportunidad, el análisis seguirásiendo macroscópico. Observaremos los sistemas políticos des-de una distancia considerable, como si fuera a través deun telescopio, no de un microscopio. Así lo exige la natu-raleza del caso, dado el estado actual del análisis teórico en

ra hacer referencia a esta relación, el término "interacción" (in-teraction), pero ya es costumbre restringir la aplicación de esteúltimo a las acciones y reacciones entre roles sociales, y no entresistemas.

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I I I

Irlo) aauaiquzn 13

la investigación política. Aunque contamos con muchos de-talles empíricos, hemos perdido de vista, en general, la exi-gencia de apreciar los contornos del panorama total.

Un modelo de flujo del sistema político

A grandes rasgos, el diagrama del funcionamiento de unsistema político sugiere que lo que sucede en el ambientelo afecta a través de las influencias que se mueven hacia él.Mediante sus estructuras y procesos, el sistema opera enton-ces sobre estos insumos de modo tal que se convierten enproductos, o sea las decisiones autoritarias y su ejecución.Los productos vuelven a los sistemas del ambiente o enmuchos casos al sistema mismo, directamente y sin interme-diarios. En el Diagrama 2 de la pág. 154 las flechas que salende los ambientes reflejan la gran diversidad de transaccionescon el sistema político; sin embargo, las flechas apuntan enuna única dirección, y se presentan de modo tal que seintroducen en el sistema, en forma sumaria, como demandasy apoyo. El intercambio o reciprocidad de relaciones entreel sistema y sus ambientes, antes simbolizado con flechas dedos puntas, se indica ahora con flechas que muestran elflujo de los productos hacia los sistemas ambientales. Estorevela claramente que los insumos del ambiente son enrealidad iguales a los productos del sistema político. Laslíneas de guiones de los sistemas ambientales reflejan la di-námica de las relaciones: hay un flujo continuo de influen-cias o productos desde el sistema político hacia los ambientesy a través de ellos. Al modificar estos ambientes, los produc-tos políticos influyen en la próxima ronda de efectos queretornan del ambiente al sistema político. Así podemos iden-tificar un círculo continuo de retroalimentación. A medidaque avance nuestra exposición explicaremos el significadode otras líneas y denominaciones del diagrama.Aunque el diagrama es detallado, se han omitido muchascosas, como cabe suponer. En primer lugar, se habríanpodido añadir muchos otros sistemas ambientales, precisa-mente para tomar en cuenta los pocos que se mencionaronen un capítulo anterior. En segundo lugar, se han dejado

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ente

Demandas

El

sistema

políticoApoyo

Decisiones y

acciones

de lado las relaciones entre los sistemas ambientales mismos,puesto que habrían complicado el diagrama al punto devolverlo indescifrable. Por último, las estructuras y procesasmediante los cuales un sistema político convierte sus insumo►en productos, están representados apenas por una línea on-dulada; ello sugiere, sin embargo, que los insumos proce-dentes del sistema externo se elaboran y convierten en pro-ductos, que vuelven a uno u otro de los sistemas externosen calidad de insumos.

l+m\I‘el‘te

Diagrama 3. Un modelo simplificado de sistema político.

El Diagrama 3 va aun más allá en la omisión de los abun-dantes y complejos procesos políticos; podría decirse quelos reduce a sus puros huesos. Presenta del modo más escuetoposible las relaciones dinámicas entre dichos procesos.Sirve para realzar una imagen a la que volveremos; revelaque, a fin de cuentas, en su forma más elemental, un sistemapolítico no es más que un medio para convertir en productosciertas clases de insumos. Esto es, al menos, un útil puntode partida para hurgar en las complejidades de la vidapolítica.

a¡Variables del insumo

Demandas y apoyo como indicadores de insumo

`El valor del concepto de insumo consiste en que nos permi-irá captar el efecto de la gran variedad de hechos y cir-cunstancias del ambiente que conciernen a la persistenciade un sistema político. Sin él sería difícil deslindar, en formaoperacional precisa, de qué manera la conducta de losdiversos sectores de la sociedad afecta a lo que ocurre en elsector político. Los insumos servirán de variables sintéticasque concentran y reflejan todo lo que en el ambiente essignificativo para la tensión política. Gracias al uso que seles puede dar, constituyen un instrumento analítico podero-so. Ahora bien: que los empleemos o no como variablessintéticas dependerá del modo como los definamos. Podría-;nos concebirlos, en su sentido más amplio, como que com-prenden cualquier hecho externo al sistema —limitándonospor el momento a los insumos ambientales— que lo altere,modifique o afecte de algún modo. Así interpretados, jamás!agotaríamos la lista de los que repercuten en el sistemapolítico. Tal lo que indica el Diagrama 1, pág. 112. Laslechas de dos puntas que enlazan los sistemas ambientalescon el sistema político se podrían multiplicar por mil y'apenas habríamos tocado superficialmente las numerosasr diversas influencias que fluyen entre estos sistemas.¡Tomemos unos pocos ejemplos. Los efectos de la economíao il crear y mantener clases económicas poderosas, urbaniza-Iáón, segmentación de grupos de intereses, fluctuaciones en"ti ciclo comercial y otros fenómenos análogos, constituyen

insumos (en el sentido amplio) que configuran el caráctertie la estructura política, la distribución del poder en ellav los objetivos que persiguen las controversias políticas. Lacultura general contribuye a moldear las restricciones a queleben ajustarse la discusión y competencia políticas (supo-iiendo que sean permitidas) , imprime color al estilo de lasida política y revela los tipos de problemas que los miem-oros del sistema considerarán importantes. Las pautas mo-ávacionales propias de los tipos de personalidad modaleso de las personalidades de élite dentro de una sociedad,

intervendrán en la disponibilidad de personal para desem-

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peñar papeles políticos, en los incentivos para la partid-pación política, y en los tipos de sujetos que alcancen statusdirectivo y su percepción de la política. Podríamos ampliaresta lista hasta el infinito. Para cada nuevo sector delambiente necesitaríamos una teoría individual que expli-cara el efecto probable de sus insumos. El único elementounificador sería nuestra intención de conocer e interrelacio-nar los insumos (es decir, los efectos específicos y generales}de cada uno de estos parámetros con respecto a un objetocomún: el sistema político.No obstante, se simplificaría enormemente la tarea de ana-lizar el impacto del ambiente si adoptáramos insumos másestrictamente definidos y los usáramos como indicadoressintéticos de los efectos más importantes que atraviesan loslímites entre estos sistemas. Esta conceptualización nos exi-miría de tratar de investigar el efecto que cada tipo deacontecimiento ambiental produce por separado sobre unsistema.Como instrumento analítico para esta finalidad, es come-niente considerar a los parámetros principales centrando susefectos en dos insumos básicos: demandas y apoyo. Pormedio de ellos se pueden encauzar, reflejar y resumir mu-chos cambios del ambiente, lo cual permite emplearlos comoindicadores claves del modo en que los hechos del ambienteafectan el funcionamiento del sistema. En el Diagrama 2.pág. 154 las múltiples transacciones quedaron reducidas ados insumos principales, únicos a los que se concibe en mo-vimiento de flujo hacia el sistema político.Poco importa que consideremos estos insumos internos o ex-ternos al sistema político : están en el límite, y sirven depuente entre este último y los demás sistemas intra y extra-societales. Según las exigencias del análisis podremos ubicar-los dentro o fuera, siempre que permanezcan cerca de lalínea fronteriza.

"Co-insumos" como indicadores intrasistémicos

A veces me he expresado como si todas las influencias operturbaciones que hay que tener en cuenta para entender

cómo un sistema logra persistir, ocurrieran en el ambientedel sistema. Como sabemos por lo ya expuesto, muchas deestas influencias pueden tener lugar dentro del sistema. Ená medida en que lo que ocurra dentro de un sistema decidau destino en tanto sistema de interacciones, será posibleconsiderarlo tal como lo reflejan los insumos de los miembros.No parece razonable hablar de estos hechos como insumos,puesto que suceden dentro del sistema y no fuera de él. Paraser lógicamente coherentes podríamos llamarlos "co-insu-mos". Este neologismo solo significaría que hemos decididotratar en forma unificada los efectos que los hechos y cir-cunstancias, tanto interiores como exteriores a un sistema,pueden tener sobre su subsistencia. Por consiguiente, sidel contexto no se desprende lo contrario, incluiré los "co-insumos" en la misma categoría que los insumos.Esta distinción se torna valiosa, porque el hecho de recono-cer las dos categorías nos advierte la utilidad de indagar enel interior del sistema y en su ambiente para descubrir lasprincipales influencias tensivas. Así como el cuerpo humanopuede dejar de funcionar por una infección proveniente delexterior o por el agotamiento, debido a la vejez, de algúnórgano (como el corazón), un sistema político puede sufrirtensión por las perturbaciones del ambiente o por fallasdirectamente atribuibles a la disposición de las estructuras

lo procesos dentro del sistema mismo. Por ejemplo, los miem-bros del sistema político norteamericano tienen de vez en

}cuando la impresión de que todo el régimen está amenazado1 por las dificultades relativas a la aprobación de las leyes,agravadas por la separación de poderes. Esta cuestión sesuele traer a colación en los debates sobre el sistema de dospartidos que existe en el país, sistema al que se juzga respon-sable del problema. El concepto de "co-insumos" permiteponer de manifiesto que la perturbación ha tenido lugar

a dentro del sistema y que el insumo causante de la tensiónha sido conformado por las circunstancias internas.

Ejemplos de la función sintetizadora de los insumos

Convendrá indicar brevemente aquí qué comprenden lasdemandas y el apoyo y cómo se pueden emplear; no obstante,

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dejaremos para una obra posterior un análisis completo desu rol de variables sintéticas mediante las cuales se transmitela tensión. Veamos un ejemplo: supóngase que estamos inte-resados en estudiar una nación en desarrollo en transicióndesde una forma de organización tribal fundada en cabeci-llas de aldea, ancianos de linaje y un jefe supremo determi-nado por el linaje y con un poder mínimo, hasta unadirección política nacional fundada en una organizaciónsecular de partidos, una legislatura, una burocracia orien-tada por la eficiencia y un grupo de líderes dominantes. FAde presumir que las modificaciones del antiguo sistema tribalse debieron en parte al contacto con los ideales occidentalesde democracia y administración, reforzados por las necesi-dades de una economía y estructura social cambiantes.Siguiendo los procedimientos actuales de la investigaciónpolítica, podríamos especificar qué aspecto del cambio po-lítico resulta importante. Como criterios de relevancia usa-ríamos normalmente los cambios que se produjeran en direc-ción a las instituciones democráticas occidentales o que seapartaran de ellas. Trataríamos de explicar luego el rumbo,ritmo y resultado de estos cambios examinando todos loecambios externos que probaran ser relevantes con respectoa aquéllos.Desde la perspectiva de nuestro análisis, los cambios ambien-tales se consideran perturbaciones del sistema tribal existentedebido a la tensión que le imponen, y que en definitiva llegana su transformación. El sistema puede responder de dcsmodos a la tensión: extinguiéndose y siendo absorbido paotra sociedad, o adaptándose mediante estructuras políticasmodernizadas en forma de partidos, legislaturas, burocraciaracionalizada y dirección generalizada (en vez de una direc-ción de linaje, tribal o de base étnica) .Aquí, las cuestiones críticas no se refieren al modo como lasperturbaciones ambientales modifican la forma particularde las estructuras o procesos internos del sistema. Esos cam-bios pueden tener lugar sin producir efecto discernible a-guo sobre la capacidad de persistencia de algún tipo desistema, o sin que guarden una relación fundamental coaesta capacidad. O sea, el hecho de que la estructura moder-nizada adoptada se inspire en el sistema parlamentarioinglés o en el régimen presidencial norteamericano puede

no tener relevancia para la capacidad de subsistenciaalgún tipo de sistema. Lo importante es que las formas

líticas tradicionales fueron reemplazadas, al menos en apa-.:encia, por tipos burocratizados. Para nosotros, las pregun-

críticas son: ¿En qué medida las perturbaciones impu-ron tensión sobre el sistema preexistente? ¿De qué modoeciso se manifiesta y comunica esta tensión? ¿ Cómo en-nta el sistema a esta tensión, si es que realmente lo hace?n modo útil de contestarlas es investigar qué repercusio-

tienen en los insumos los contactos ideológicos y econó-'cos con Occidente. En una palabra: la exposición alo de vida posible con arreglo a las formas occidentalesorganización social, junto con la aparición de mediosteriales debidos al pasaje de una economía de subsis-

ncia a otra de precios y salarios, provocó un gran aumentoel volumen de las demandas, que los miembros del

tema tratan de satisfacer ahora por medio de la acciónlítica. Esto por sí solo impone a las antiguas formas tri-les de organización una carga tan pesada que posible-ente no puedan soportarla.or otra parte, los cambios en el ambiente contribuyen apliar los tipos de demandas para los que ahora se busca

tisfacción por medio del sistema político. Esas nuevas de-mandas, en su nivel más global, se condensan por lo común

programas de libertad nacional y unidad política entremtpos divergentes, generalmente vinculados con políticasnte alientan una rápida tasa de desarrollo económico. Los

i.ompromisos que se exige a los miembros del sistema para.ntisfacer estos tipos de demanda, son a todas luces dife-Tntes de los requeridos bajo los sistemas tradicionales ante-liores. La novedad de las demandas mismas crea crisis gra-res en las naciones en vías de desarrollo.Los cambios en volumen y diversidad de las demandas cons-tuyen uno de los tipos principales de tensión que, segúnJuede interpretarse, los cambios ambientales imponen sobrel sistema político (y ha sido descuidado en lo fundamental) .De este modo, muchos cambios diferentes como éstos pue-

Ven reunirse y ser observados mediante una sola clase deariable, es decir, por el hecho de influir en el volumen yi'iversidad de las demandas.

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Pero algo más está en juego en estas unidades nacionalesincipientes. Es la necesidad de una nueva dirección capazde consolidar un grupo que ofrezca apoyo suficiente parauna nueva unidad política, un nuevo conjunto de estructu-ras para lograr llevar a cabo las acciones políticas, y nue% asautoridades, con aptitud para la dirección y administración.Estos componentes básicos de un sistema político, podríanser denominados respectivamente la comunidad, el régimende gobierno, y las autoridades políticas. 5 La búsqueda de unveloz desarrollo económico y social, combinado con la esta-bilidad política, impone a esos sistemas la necesidad decrear una dirección capaz de promover apoyo para estoscomponentes y conservarlo. Para ello, tal vez deban negociarcoaliciones entre los grupos dominantes en la sociedad (ét-nicos, de linaje y los nuevos grupos económicos) . Puedenbuscar apoyo entre los jóvenes, entre las tribus política-mente desposeídas o entre los trabajadores urbanos, privadosde la seguridad anterior que le brindaban los vínculos dellinaje. Es posible que recurran al empleo de la coerción.No obstante, por mucho que la nueva dirección se empeñeen renovar el insumo de apoyo en favor de algún sistema.la tensión debida a la pérdida de apoyo del sistema pre-existente se puede achacar a cambios ambientales de lostipos mencionados. En los casos en que el cambio reveleque los sistemas antiguos fracasaron, podemos interpretarla situación en el sentido de que los miembros lograron ase-gurar la persistencia de alguna clase de sistema, transfor-mándose ellos mismos y apoyando un tipo de sistema moder-nizante o de transición. Prescindiendo del modo como elsistema enfrenta a la tensión, la cuestión es que las pertur-baciones ambientales se pueden resumir y unificar por su in-fluencia sobre el nivel del apoyo en favor de un sistema.Utilizando así el apoyo como eslabón entre el ambiente yun sistema, obtenemos un indicio importante para compren-der la tensión que pesa sobre un sistema: la manera enque esta variable sirve de centro de muchas clases de cam-bios ambientales.

5 Véase un breve análisis de estos términos en Easton, "An Ap-proach to the Analysis of Political Systems", y "Political Anthro-pology". Los examinaremos con más detalle en un volumen pos-terior.

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i(ucho más podríamos agregar sobre la forma en que losamnios de las demandas y el apoyo sintetizan y reflejanos cambios que se dan en el ambiente de un sistema político,s transmiten al sistema en calidad de perturbaciones y a surz son objeto de la reacción del sistema, como modo denfrentar posibles tensiones. La confirmación definitiva deve la mayor parte de los aspectos ambientales importantesn refractados a través de estos dos indicadores, exigirá laaboración previa de cada insumo y la respuesta del sistema.fi propósito es solamente ofrecer un esbozo preliminar delpel real que desempeñan estos insumos. La adopción

e esta clase de conceptualización nos permitirá averiguarmo se comunica la tensión a un sistema.ocos sistemas sucumben a la tensión procedente de un

Yunbiente estable, ni siquiera de un ambiente en rápido cam-bio. El hecho de que muchos de ellos puedan enfrentarxrturbaciones capaces de amenazar la existencia misma de'tvalquier sistema, nos induce a indagar los medios que les

rmitieron lograrlo. Cuando lo sepamos, habremos com-',1letado nuestro preámbulo a las clases de compromisos quenadvertidamente podemos asumir una vez que empezamos. analizar en forma coherente todo lo que lleva la idea¡misma de sistema. Tal será el. tema de nuestro próximoapítulo.

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Nuestra atención se concentró hasta ahora en la forma en quese comunica tensión a un sistema. El análisis demostró que siqueremos averiguar qué ocurre en un sistema político, debe-mos considerar por separado dos clases de hechos. Unaecuación representativa de los factores que entran en juegocomprendería no solo índices vinculados a cualquier au-mento amenazador del volumen de demandas o de la dis-minución del apoyo, sino también a las respuestas particu-lares de un sistema. Allí donde un sistema es destruidoporque no logra atenuar apropiadamente la tensión, otropuede avanzar raudamente gracias a sus reservas de expe-riencia anterior, a las que puede echar mano para enfrentarsituaciones tensivas. Así como se necesitan conceptos paraordenar las experiencias que llevaron a la tensión, así tam-bién se requieren, en un enfoque sistémico, categorías deanálisis que nos permitan interpretar los modos variablesde respuesta de que disponen los sistemas políticos.

Tipos de respuestas reguladoras frentea la tensión derivada de la demanda

Fuentes de tensión derivada de la demanda

Un sistema puede estar expuesto de dos modos a tensiónprocedente de las demandas. Por una parte, si sus autori-dades no están en condiciones de satisfacer en cierta pro-porción las demandas de los miembros (por lo menos lasde los políticamente poderosos), o se resisten a hacerlo,esa situación provocará en definitiva un descontento cada

tvez mayor. A su debido tiempo, si las demandas siguen'siendo soslayadas o desechadas, la insatisfacción de los miem-bros que cuentan se puede extender también al régimende gobierno. En ciertas circunstancias, algunos grupos po-drían intentar apartarse de la comunidad iniciando un mo-

ivimiento separatista.' El fracaso del producto —como lla-

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asaríamos al resultado de la renuencia o incapacidad de,satisfacer las demandas— tendería a socavar el apoyo alSistema, tipo característico de tensión. Vemos así que lasdemandas tendrán importantes consecuencias para el insumode apoyo, por lo menos en la medida en que quedeninsatisfechas.Por otra parte, pueden provocar tensión por razones com-pletamente independientes de su repercusión en el apoyo.Ya aludí a ello en el capítulo anterior, al hablar de latensión causada por el excesivo volumen y diversidad delas demandas. Esto implica que la existencia de demasiadasdemandas, o bien su diversidad y contenido (de tal índo-le que el conflicto que estimulan requiera un tiempo exce-sivo para el proceso) pueden ser fuente de tensión. Enambos casos el sistema carece del tiempo suficiente paraprocesar las demandas, que según se supone no puedenaguardar indefinidamente a ser satisfechas. Cabe describir,;pues, esta situación de tensión como sobrecarga de insumode demanda.2 Aunque éste no es el sitio para investigaras ramificaciones de este tipo de tensión, conviene hacer'algunas observaciones que permitan apreciar los compro-?misos inherentes al tipo de enfoque sistémico que estudia-mos en esta obra.

1 La Guerra de Secesión norteamericana es uno de estos casos.La continua disatisfacción con los productos en relación con lasÁlemandas sureñas provocaron en definitiva, no solo un conflictoatnl sino la demanda de un sistema político completamente sepa -

fado.l J. G. Miller, "Information Input Overload and Psychopathology",m American Journal of Psychiatry, 116, 1960, págs. 695-704;"The Individual as an Information Processing System", en W.S. Fields y W. A. Abbott, comps., Information Storage and NeuralControl, Springfield, Illinois, Charles C. Thomas, Publisher, 1963,págs. 301-28, e "Information Input Overload", en M. C. Yovits,`G. T. Jacobi y G. D. Goldstein, comps., Self-Organizing Systems,

1962, Washington, D. C., Spartan, 1962, págs. 61-78.

8. La respuesta del sistema político

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En primer lugar, la tensión debida a la sobrecarga de insu-mo se da como consecuencia de un hecho muy simple:que ningún sistema puede aceptar y transformar en produc-tos un número y diversidad ilimitados de demandas. Pordefinición, las demandas son proposiciones articuladas quese formulan a las autoridades para que lleven a cabo algunaclase de asignación autoritaria. En algunos sistemas, quizálos miembros estén muy poco acostumbrados a presentardemandas de esta índole, salvo tal vez en épocas de grandescrisis. Muchos sistemas tradicionales de población agrariasin movilidad social, apática o impotente, asumieron estecarácter. En otros sistemas quizá no se necesiten mucho,o bien la cultura pueda conspirar contra su formulación,por ejemplo en los sistemas del siglo xix dominados durantebreve tiempo por fuertes sentimientos liberales o de laissez-f aire. Pero en muchos sistemas actuales y en algunos períodosdel pasado —p.ej., durante el período mercantilista euro-peo— el volumen de demandas que se presentan a las auto-ridades es suficiente para crear un verdadero problema alsistema, por la imposibilidad de atenderlas. En realidad sepuede llevar la cuestión más lejos y preguntar si no se veríantodos los sistemas ante un alud insoluble de demandas, deno mediar los diversos elementos reguladores que constan-temente tratan de impedirlo.Antes de fijarnos en algunos de estos medios, veamos cuálhabría de ser la naturaleza de la tensión si hubiera unflujo ilimitado de demandas. Las consecuencias no son dill-ciles de imaginar. En tanto indicaciones expresas de lo quelas autoridades deberían hacer, las demandas son mensajesque para llegar a su destino —las autoridades, en este caso—deben poder fluir a través de canales como la palabra, loamedios masivos de comunicación, la correspondencia, etcé-tera. Cualquiera sea el grado de diferenciación y especiali-zación estructural de un sistema, jamás poseerá tantos ca-nales que su capacidad de transmitir demandas sea infinita-En algún punto, según el tipo de sistema, su estructura icultura, habrá una sobrecarga de insumos de demandas.Para analizar en forma cabal este fenómeno habría queinvestigar en qué circunstancias cabe esperar que se produz-ca una sobrecarga de insumo. Por ahora bastará saber que

.liste tal posibilidad. A fin de dar rasgos distintivos a unfoque sistémico, debemos preguntarnos si se pueden exhi-

iir sistemas que hayan ideado modos genéricos de frustrarantemano posibles tensiones o de atenuar sus consecuen-s en caso de que éstas resulten inminentes.

No son probablemente muchos los sistemas que sucumbieronte la tensión procedente de una sobrecarga de insumo

e demandas. No obstante, en numerosas democracias mo-rnas se ha sostenido que la pesada carga impuesta a lasislaturas es una fuente real de peligro para el funciona-ento de esta clase de sistema. La mayoría de los sistemasdernos se ven obligados a considerar un pavoroso númeroproyectos de ley y decisiones. Por extensión, la mismaenaza pesaría sobre cualquier otro tipo de sistema poli-o que debiera atender un volumen de asuntos mayor queque su organización le permite.alegato sobre los peligros posibles de una sobrecarga de

mandas no se apoya en pruebas concretas. Aunque pu-era demostrarse que ningún sistema estuvo nunca ame-zado de este modo, ello por sí solo no prueba mucho;'n podría argumentarse que si no fuera por las medidasversales de precaución que toman los sistemas, ese pe-ro surgiría. Las defensas que los sistemas crearon contrainsumo excesivo de demandas pueden muy bien ser la

tizón de que pocos o ninguno de ellos hayan sido destrui-s completamente por este tipo de tensión. En tal caso, elmen de estas defensas se tornaría más necesario que

nca.

gulación de la tensión de las demandas

observando al sistema político desde esta perspectiva, ad-rtimos de inmediato que no se puede entender adecuada-

lente las consecuencias de gran cantidad de dispositivosrecursos a menos que se las vincule con la regulación

4 1 exceso de demandas. En realidad, empiezan a funcionarde el momento mismo en que nace la demanda.nos pusiéramos a averiguar el curso seguido por una

manda en un sistema, encontraríamos que al principio,

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antes de ser demanda, se presenta en forma de necesidpreferencia, esperanza, expectativa o deseo social, con respec.to al cual en algún momento pensamos que convendría Laintervención de las autoridades. Solo en ese momento—cuando nuestras necesidades o esperanzas sociales se expre-san como propuestas formuladas a las autoridades para queellas decidan o actúen— podemos llamarlas demandas po-líticas. Es en este punto de conversión de las demandasen propuestas políticas para la acción, que se puede produ-cir la primera clase de regulación importante de su volumeny diversidad.Ilustraré brevemente este punto con algunos de los meca-nismos típicos. Así, por ejemplo, no es probable que todoslos miembros expresen por igual una cierta demanda. Porsu status social general, algunos individuos o grupos sonmás propensos a considerarse suficientemente capaces paraarticular una posición política; las personas que desempeñenestos roles en la estructura social y política controlarán enimportante medida la cantidad de demandas presentadasal sistema. Por esta razón podemos llamarlas reguladoresestructurales del volumen de demandas; son los sujetos queimpiden la entrada a los canales de admisión de un sis-tema. En las sociedades modernas podemos identificarloscomo los grupos de intereses, partidos, líderes de la opinióno medios masivos de comunicación; en las tradicionales.pueden adoptar la forma de conjunto de notables, aristo-cracia o jefes militares. Cualquiera sea la forma que tomenestos reguladores estructurales, es evidente que el volumeno diversidad de las demandas que entren en un sistema vempiecen a moverse hacia el punto del producto (las auto-ridades) dependerá de las características de estos "custo-dios" de las vías de entrada.Además de esta limitación impuesta al insumo indiscrimi-nado de demandas, incluso en esta etapa del avance deuna demanda, muchas restricciones culturales modifican elnúmero de aspiraciones que los miembros pueden siquierapensar en convertir en demandas. En todo sistema existenciertas inhibiciones culturales acerca de las necesidades paralas que un miembro considera adecuado buscar un arreglopolítico. Tal vez las cuestiones estéticas no se juzguen pro-

'ias de la acción política, o tal vez se excluya la religión,!stimando que es asunto de incumbencia privada; en uneríodo de laissez-faire, puede incluso dejarse librada a los

"miembros la solución de diversas necesidades económicas,in intervención política. Sean cuales fueren los criterios que

adopten para excluir las resoluciones políticas, cada sis-ma crea restricciones culturales que contribuyen a limitar

l número de demandas en el comienzo mismo de su evo-ción, cuando empiezan a formarse a partir de lo quen todavía exigencias, aspiraciones o deseos no políticos.s sistemas intentaron mediante muchos otros tipos de

respuesta regular una posible sobrecarga de demandas. Sedría demostrar que todos ellos disponen de procesos paraducir de uno u otro modo el volumen inicial de deman-

das que logran expresarse. Cabe describir estos procesosIComo la reducción del volumen y diversidad de las deman-das mediante la combinación de dos o más en una sola.`Los partidos, grupos de intereses y líderes de la opinión;desempeñan en las sociedades modernas esta función (insti-tuciones semejantes lo hacen en otros sistemas) . Parte deiu actividad consiste en la síntesis y homogenización de las'demandas, de modo que reuniendo varias de ellas se puedeformar un programa viable y simplificado de acción, y al'mismo tiempo ampliar la base de apoyo del grupo o indi-viduo. Independientemente de los motivos que inspiren laInterconexión de varias demandas en un programa sintético'común, la consecuencia es que el sistema debe atender me-''nos demandas.Con todo, para reducir el volumen de las demandas senecesita algo más que esto, sobre todo en los sistemas mo-dernos. La mayoría de los sistemas que sufrieron sobrecargarespondieron por lo común aumentando su capacidad decirculación, a fin de llevar más rápido las demandas alpunto en que se convierten en productos. Los canales paracomunicar demandas desempeñan un papel esencial en laayuda ofrecida a un sistema para enfrentar una posibletensión. Por ejemplo, la misma proliferación de estructuraspolíticas significa que se cuenta hoy con muchos más mediospara atender las demandas. El hecho de que la crecientediferenciación estructural haya ido acompañada de mayor

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especialización, implica también que estos canales puedenpermanecer abiertos durante lapsos más largos, atendiendopor consiguiente un volumen mayor.Es imposible agotar en esta breve exposición una descrip-ción siquiera nominal de los modos típicos de respuesta a lasobrecarga de insumo de demanda. No obstante, me detuvelo suficiente en este punto como para ejemplificar qué seentiende por respuesta a una sobrecarga de esa índole. Deeste modo se obtiene algún indicio sobre la clase de con-ceptos y tendencias implícitas en un enfoque sistémico, amedida que se mueve hacia una fase más complicada delanálisis.

Tipos de respuestas reguladoras frente a latensión derivada del apoyo

Hemos observado que las demandas representan solo unode los índices primarios para ubicar e identificar el modoen que las perturbaciones ambientales e internas pueden in-troducir tensión en un sistema. El segundo índice impor-tante es el apoyo brindado a varios aspectos de un sistema(p. ej. a ciertas autoridades, el régimen de gobierno o elorden constitucional), o bien a la comunidad política mis-ma. Cuando este apoyo corre el peligro de disminuir pordebajo de un nivel mínimo, cualquiera sea la causa de ello,el sistema debe ofrecer mecanismos que lo refuercen, puesde lo contrario sus días están contados. Las respuestas a unadeclinación del apoyo adoptaron por lo común tres formasprincipales, que es conveniente examinar a fin de tener unavisión global de los conceptos que sugieren.

Regulación estructural del apoyo

Una respuesta reguladora del apoyo puede incluir inten-tos por cambiar la estructura y procesos que caracterizana un tipo particular de sistema político. Esta es tal vez laestrategia más radical. Requiere transformar los objetivos

á estructuras como medio de mantener por lo menos algúnema de formulación de asignaciones autoritarias. Ya mos-ré que entre todos los tipos de sistemas, los sociales son losice gozan de la mayor libertad para adaptar su ordennterno a fin de enfrentar tensiones. Un caso de autotrans-`ormación que contribuye a asegurar la persistencia de unsstema de formulación de asignaciones autoritarias es aquelen que, frente al peligro de sufrir una desorganización y unnos tales que las variables esenciales ya no puedan fun-sonar, se adopta un nuevo orden constitucional (estructura,normas y objetivos) fundamentalmente diferente del que.xistía antes. Es el tipo de respuesta que llamaríamos regu-!ación estructural del apoyo.

Apoyo difuso

Todo sistema dispone de medidas menos radicales que laarriba citada. En estos casos, la persistencia no requiere quee abandone el régimen de gobierno existente ni que se lomodifique a fondo. Un sistema puede tratar de inculcar ensus miembros un alto grado de apoyo difuso 3 a fin de que,?ase lo que pase, los miembros continúen vinculados a élaor fuertes lazos de lealtad y afecto. Este tipo de apoyocontinúa independientemente de las ventajas específicas queel miembro juzga que le reporta pertenecer al sistema.El medio para originar este apoyo difuso y generalizadoquede entrañar el aliento de sentimientos de legitimidad ysumisión, la aceptación de la existencia de un bien comúnlue trascienda el bien particular de cualquier individuo

grupo, o la inspiración de profundos sentimientos decomunidad. De este modo, mediante los procesos usualesle socialización política y las diversas medidas especiales

Aunque el concepto de "apoyo" aparece a menudo en la inves-igación política, su uso aquí promete darle mucha más precisiónle la que es corriente, y dotarlo de amplia significación teórica.Su empleo teórico deliberado fue sugerido por Talcott Parsons en!I artículo de Young, "Approaches to the Study of Politics", arribaatado, aunque las categorías propuestas por mí y su significadoipecífico fueron ideados teniendo en cuenta mis propios objetivosteóricos.

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que un sistema puede adoptar si entiende que ese apoyodeclina, se inculcan en los miembros maduros de un sistemasentimientos de legitimidad, el reconocimiento de un bien-estar general y un sentido de comunidad política. 4

Esta referencia a los diversos tipos de respuestas por cuyointermedio un sistema puede abrigar la esperanza de man-tener un alto nivel de apoyo con respecto al cual los miem-bros no exijan ningún quid pro quo, apenas roza la funcióncentral de estos mecanismos: frustrar las tensiones casi antesde que se produzcan.No obstante, para los fines que ahora perseguimos bastarácon aceptar el hecho de que ningún sistema duraría muchosi no formara una reserva de apoyo —frecuentemente lla-mada patriotismo, amor al país, lealtad, etcétera— con Laque pudiese contar, sean cuales fueran las pruebas, tribula-ciones o frustraciones a que en un momento se vieran some-tidos los miembros. 5

Los productos como mecanismo regulador

Una última categoría importante de respuesta a la tensiónderivada del apoyo se puede describir como productos.Mediante ellos, cabe estimular el insumo de apoyo específicocuando el apoyo difuso amenaza con descender hasta unpunto peligrosamente bajo. Este insumo para el sistema seproduce a cambio de los beneficios y ventajas específicosque los miembros experimentan como parte de su condi-ción de tales. El representa o refleja la satisfacción quesiente un miembro cuando advierte que sus demandas fue-ron atendidas.4 Me ocupé de algunos de los problemas teóricos y empíricos dela socialización política (en colaboración con R. D. Hess) en lossiguientes ensayos: "The Child's Changing Image of the Presiden(,en Public Opinion Quarterly, 24, 1960, págs. 632-44; "Youth andthe Political System", en Lipset y Lowenthal, comps., Culture andSocial Character, págs. 226-51, y "The Child's Political World",en Midwest Journal of Political Science, 6, 1962, págs. 229-46.5 Testimonio de ello son los esfuerzos de todo nuevo sistema políticopara fortalecer los vínculos con sus miembros mediante el "adoc-trinamiento", forma de socialización del apoyo en que la ideologíadesempeña un papel importante.

Esto no significa que un sistema pueda satisfacer todas lasdemandas de sus miembros; algunas deben quedar forzo-samente insatisfechas. Hasta cierto punto, cuando las de-mandas presentadas al sistema no son atendidas, es posibleque se estimule el descontento y hasta la hostilidad. Susconsecuencias se modifican siempre, no obstante, por elapoyo difuso predominante que el miembro se haya acos-tumbrado a prestar. Cualesquiera sean los agravios que ésteexprese, sigue siendo en lo fundamental fiel al sistema.Pero cuando un sistema desatiende en forma regular y con-tinua las demandas mínimas que los miembros juzganjustas —y que variarán según el momento histórico y lacultura— el insumo de apoyo específico disminuye. Tendríaque confiar cada vez más en los sentimientos generales debuena voluntad (apoyo difuso) abrigados por los miembros.Si la frustración sistemática de las que se estiman necesida-des justas se extiende durante lapsos prolongados y no escompensada con un aumento de insumo de apoyo difuso,lleva a un grado de agotamiento del apoyo específico quedebilita radicalmente al sistema. Las listas de agravios pre-sentadas repetidas veces a los monarcas europeos en siglosanteriores, fueron consideradas como precursoras de la re-beldía o de la revolución.Por consiguiente, los productos pueden constituir una delas fuerzas centrales para mantener las variables esencialesde un sistema. Un análisis más completo exigiría una inves-tigación extensa de los diversos tipos de productos y susconsecuencias. Un solo hecho bastaría para revelar la rele-vancia de los productos: en estas últimas décadas, la cienciapolítica mostró mayor interés que en cualquier momento delpasado por la manera en que se conforman y ejecutan laspolíticas públicas. Y las políticas públicas se pueden con-cebir, de manera muy general, como uno de los tipos deproductos de un sistema.

Productos

¿Qué son estos productos? Esta pregunta nos permite ob-servar desde otra perspectiva los intercambios entre un sis-

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tema y su ambiente. Podemos verlos como transacciones quese desplazan de aquél a éste.En todo sistema político se producen varias clases de heci/.sque repercuten en el ambiente. Podríamos sentir la tentacihde considerarlos a todos, productos; no obstante, a los fi-nes de nuestro análisis será preferible, como en el caso de losinsumos, dar un sentido más estricto a los productos. Usare-mos el término, no para resumir todos los acontecimientosde un sistema, sino solo para aquellos que ya designamoscomo asignaciones autoritarias de valores o decisiones obli-gatorias, y las acciones que las implementan o se relacionancon ellas.En este sentido, son ejemplos de productos los status de unorden jurídico, resoluciones y acciones administrativas, de-cretos, reglamentos y otras medidas políticas formuladas porlas autoridades públicas, el consenso informal de un consejode clan, y hasta los favores y beneficios que proceden de lasautoridades. Así como los insumos son un modo de organizary comunicar al sistema político los efectos de los cambiosambientales, también lo son los productos, pero invirtiendoel proceso. Representan un método para vincular lo queocurre en un sistema con el ambiente por medio de la con-ducta singular relacionada con la asignación autoritariade valores. Identifican y sintetizan el efecto que las accionesy hechos del tipo especificado tienen sobre el ambiente, y aveces directamente sobre el sistema mismo, como lo mues-tran las flechas correspondientes en el Diagrama 2, pág. 154.

Por medio de qué procesos influyen los productos en elnivel de apoyo específico prestado a un sistema? En sí mis-mos y por sí mismos, los productos no tienen consecuencias.Deben modificar de algún modo las circunstancias existen-tes, o mantenerlas en los casos en que, de no mediar su inter-vención, se hubieran modificado. A veces, sin embargo,será suficiente que se comuniquen a los miembros, de modoque perciban que algo se hace en su beneficio.Esto se puede exponer de otro modo diciendo que para quelos productos repercutan en el apoyo, es preciso que deun modo u otro satisfagan las demandas existentes o pre-vistas de los miembros. Lo lograrán modificando las cir-cunstancias ambientales o internas del sistema, a fin de que

desaparezcan las condiciones que originaron las demandas,o bien adoptando medidas que creen esta impresión en elánimo de los miembros, aunque de hecho solo haya cam-biado la imagen. Si no sucede así, las autoridades puedenobligar a los miembros, a través de los productos, a seguirapoyando un sistema a pesar de que no haga esfuerzo algunopor satisfacer sus demandas.Esta cuestión suscita varios interrogantes. Para determinarlos efectos de los productos sobre el apoyo, deberíamos saberqué demandas deben atenderse a fin de mantener un nivelde apoyo suficiente para persistir, con qué frecuencia debe-ría ocurrir esto, cómo se deberían satisfacer muchas deman-das (incluso de estos miembros importantes), etcétera. Peroprescindiendo de todo ello solo me interesa destacar aquíque la capacidad de un sistema para responder a unatensión (propiedad que lo distingue como sistema de con-ducta) se puede ejercer mediante su creación de productos.Por consiguiente, será esencial averiguar las consecuenciasde estos productos en cuanto afectan al ambiente y al sis-tema mismo y crean las condiciones que nutren sentimientosde apoyo o los aniquilan.

Retroalimentación (feedback)

Suponiendo que las autoridades de un sistema deseen crearproductos que regulen el volumen de las demandas o elevenal máximo el insumo de apoyo, ¿ cómo lo lograrían? ¿ Cómose enteran de que se les exige llevar a cabo alguna acción?¿Cómo llegan a hacerse una idea de lo que significan accio-nes justas? En una palabra: para que los miembros de unsistema, incluyendo a las autoridades, puedan respondera una tensión en forma de regularla de alguna de las ma-neras expuestas, ¿qué es lo que les permite, dentro de unsistema político, esforzarse en tal dirección? Esto nos llevaa la entraña del sistema político concebido como un con-junto autorregulador, autodirectivo, de conductas.En términos generales, la capacidad de un sistema de res-ponder a tensiones emanará de dos de sus procesos cen-

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trales. La información sobre el estado del sistema y suambiente puede ser retransmitida a las autoridades; median-te sus acciones, el sistema puede cambiar o mantener cual-quier condición en que se halle. Es decir que un sistemapolítico está dotado de retroalimentación y de la capacidadde responder a ella. Mediante la combinación de dichaspropiedades —retroalimentación y respuesta—, que hastahace pocos años eran virtualmente desconocidas, un sistemapuede esforzarse por regular la tensión modificando o re-encauzando su propia conducta.6

Contenido de la retroalimentación

¿ Qué tipo de información debe obtener un sistema pararesponder y, en consecuencia, enfrentar la tensión? Es evi-dente, en primer lugar, que sus autoridades, los individuosinvestidos de responsabilidades y atribuciones especiales paraactuar en su nombre, necesitarían conocer las condicionesprevalecientes en el ambiente y en el sistema mismo. Deeste modo podrían actuar en prevención de cualquier hechoque determinara el retiro de apoyo, ya sea difuso o específico.Si las acciones se adoptaran antes de que se produjeranlas circunstancias causantes de tensión, no solo tendrían lasautoridades mejor oportunidad de mantener el insumo deapoyo, sino que a veces sería imperativo tomar esas previ-siones.En segundo lugar, las autoridades deben tratar de infor-régimen y solidarios con la comunidad política o si estánmarse sobre la disposición de los miembros a prestar apoyo

6 En este campo se dispone de una copiosa literatura. Menciona-remos algunas obras particularmente significativas para el análisisde los sistemas sociales: Ashby, An Introduction to Cybernetics yDesign for a Brain, Nueva York, John Wiley & Sons, Inc., 1952;J. W. Forrester, Industrial Dynamics , Nueva York, M. I. T. Pressy John Wiley & Sons., Inc., 1961; Kuhn, The Study of Society;W. Sluckin, Minds and Machines, Londres, Penguin, 1954; G. Vic-kers, The Undirected Society, Toronto, University of TorontoPress, 1959; N. Wiener, Cybernetics, Nueva York, John Wiley& Sons, Inc., y Technology Press, 1948, y The Human Use of Hu-man Beings, edic. rev., Nueva York, Doubleday & Company, Inc.,Anchor book 1954.

y sobre las demandas expresadas, al menos, por los política-mente influyentes. Es importante saber si son adictos alal borde de la rebelión contra ambos, y cuáles son susdemandas específicas.En tercer lugar, deben conocer los efectos que ya surtieranlos productos; pero para ello sería necesario que actuaranen oscuridad perpetua. Es preciso que exista un flujo con-tinuo de información que vuelva a ellas, de modo que seancuales fueren sus objetivos en materia de apoyo o de cum-plimiento de las demandas, tengan conciencia de la medidaen que sus productos anteriores o actuales lograron alcan-zar dichos objetivos.Es importante advertir que con respecto al insumo de apoyo,no podemos dar por descontados los objetivos de las auto-ridades. No es necesario que éstas se muestren siempre de-seosas de alentar el apoyo a un sistema; aunque por locomún se identificarán con el sistema existente, hay casosen que están interesadas en modificarlo radicalmente o endestruirlo por completo. Convenía a las intenciones de Hitlerllegar al poder aprovechando el sistema de la República deWeimar, pero tenía prisa por reducirlo a cenizas y reempla-zarlo por el Tercer Reich. Desde su posición de autoridad,De Gaulle logró acabar con el apoyo residual prestado a laCuarta República y transformarla en un régimen que invir-tió las relaciones entre los poderes legislativo y ejecutivo.En casos como ésos, la información retransmitida a lasautoridades se emplea para socavar el orden antiguo, másque para apoyarlo.Prescindiendo, sin embargo, de los objetivos específicos delas autoridades, lo importante es que para alcanzarlos debehaber un flujo de información, de los tipos descriptos, queles sea retransmitido. Solo fundándose en el conocimientode lo ocurrido o de la situación actual con respecto a lademanda y al opoyo, podrán dar aquéllas una respuestaque reajuste, modifique o corrija decisiones anteriores, in-clusive la abstención de tomar una decisión. No es quedeban obrar así por fuerza, pero la información que poseanles brindará al menos la oportunidad de utilizarla si así lodesean. Sin esta retroalimentación, la conducta sería vaci-lante o azarosa, y no estaría causalmente relacionada conlo ocurrido antes.

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El Diagrama 2, pág. 154 ilustra los procesos de retroali-mentación. Los efectos sobre los productos vuelven al am-biente y se desplazan a través de sus sistemas significativos,como indican las líneas de guiones en los rectángulos delos ambientes. La información sobre estas consecuencias pasaluego otra vez del ambiente al sistema. Debido a que lasautoridades son, por definición, los creadores de productos,la retroalimentación debe volver a ellas si se quiere queresulte eficaz para enfrentar la tensión procedente de unadeclinación del apoyo. La red en su conjunto, desde elpunto inicial del producto hasta el retorno a las autorida-des, se puede llamar ciclo de retroalimentación.

Otros aspectos de los procesos de retroalimentación

En este libro nos ocupamos exclusivamente de develar loscompromisos teóricos o supuestos implícitos en la adopciónde un análisis sistémico; esto hace innecesario investigar lasnumerosas complejidades centradas en los procesos de re-troalimentación. Necesitaríamos conocer, por ejemplo, quéclase de información suele retornar a las autoridades si-guiendo el círculo de retroalimentación, y en qué medidaes exacta, errónea o distorsionada. ¿Hasta qué punto influ-yen en la información retransmitida las anticipaciones y losretrasos, el número y diversidad de canales de retroalimen-tación, su longitud como correas de transmisión? ¿Hastaqué punto depende la exactitud del aparato perceptivo delas autoridades, y del modo en que influyan en él la ideo-logía, el prejuicio, la indiferencia o la falta de aptitudpara obtener e interpretar información? Por otra parte,aunque las autoridades obtengan información exacta, sufalta de voluntad o de recursos para utilizarla, su escasodiscernimiento o aptitud para ello, pueden contribuir a suincapacidad para enfrentar una disminución del apoyo tan-to como la misma ausencia de retroalimentación. Necesi-taríamos, además, averiguar las reglas de decisión que guíanla extracción de informaciones de los bancos colectivos dela memoria en que se almacena la experiencia del pasado.La habilidad para emplear la información acumulada en

la memoria, está íntimamente relacionada con el buen tinode los productos con respecto a la tensión actual.De todos modos, es evidente que la retroalimentación des-empeña un rol prominente en el modo como los miembrosde un sistema enfrentan la tensión. También sirve paracomprender mejor la capacidad manifestada por los siste-mas sociales en comparación con todos los otros tipos desistemas. Para conservar un sistema de adopción y ejecu-ción de decisiones obligatorias, las autoridades pueden res-ponder a un nivel bajo de apoyo mediante diversas accio-nes, solo limitadas por sus recursos intelectuales e inven-tivas. Sin retroalimentación, estas posibilidades se desperdi-ciarían; solo se las podría emplear al azar; en cambio, con-tando con ella, los miembros de un sistema están en condi-ciones de dar a sus esfuerzos una dirección y finalidad. Poresto se ha reconocido que la retroalimentación es un fenó-meno central de la conducta humana, tanto individualcomo colectiva '.

La tensión y el proceso de conversión

La identificación de insumos, productos y retroalimenta-ción, y de las funciones que desempeñan en la vinculaciónde un sistema con su ambiente, así como con las fuentes detensión generadas dentro del sistema, nos permiten rede-finir las interacciones que constituyen un sistema político.Ahora podemos concebir a los insumos como la materiaprima con que se fabrican los productos. De la diversidadde demandas presentadas en un sistema, sus miembros —yen particular, a veces, los que tienen especiales responsabili-dades en el liderazgo— deben seleccionar algunas en ca-lidad de metas y objetivos del sistema y reservar para su

7 Tenemos la suerte de que muchos de los problemas críticos re-lativos a la retroalimentación en los sistemas sociales hayan sidoexpuestos por Karl W. Deutsch en numerosos artículos y en sureciente libro The Nerves of Government, que apareció despuésde haber completado yo en lo esencial, el manuscrito de la pre-sente obra; su publicación me exime de la necesidad de hurgaren el amplio trasfondo cibernético de esta clase de enfoque.

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realización los recursos limitados de la sociedad. Si los re-cursos necesarios son, en gran parte, materiales, se puedenobtener mediante productos que adopten la forma de im-puestos, órdenes, restricciones o expropiaciones. Si son hu-manos, pueden originar la organización y movilización dediversos grupos para conseguir su apoyo en favor del siste-ma en su conjunto y también en favor de las autoridadesencargadas de adoptar objetivos específicos y llevarlos ala práctica.En realidad estoy describiendo un gran proceso de conver-sión. En él se actúa sobre los insumos de demandas y apo-yo de modo que el sistema pueda persistir y crear produc-tos que satisfagan las demandas de algunos, por lo menos,de los miembros, reteniendo el apoyo de la mayoría. El sis-tema constituye un modo de traducir en asignaciones auto-ritarias las demandas y el apoyo.La persistencia de cualquier tipo de sistema político puedesometerse ahora a una nueva definición. Si cualquier ten-sión amenaza con destruir el sistema, su impacto interferiráde algún modo en la capacidad de mantener en funciona-miento dicho .proceso de conservación. En caso de que nose puedan conseguir productos relacionados con decisionesy acciones obligatorias, el sistema se derrumba. Con el aná-lisis sistémico tal como aquí se emplea, no buscamos com-prender el funcionamiento de tipos específicos de sistemas,por ejemplo una democracia. Si así lo hiciéramos, podría-mos decir que esta última fracasó al no poder convertir losinsumos en productos bajo las restricciones impuestas por lanaturaleza del sistema.

Volvamos ahora a la tensión, a fin de proyectar sobre ellauna luz algo distinta. ¿ Qué impide que los sistemas políti-cos mantengan en acción algún tipo de proceso de conver-sión? La respuesta es dolorosamente simple en cierto nivel.La derrota a manos de un conquistador, una serie de crisiseconómicas o nuevas posibilidades procedentes de la expo-sición a la economía, ideales y usos de la cultura occidental,como ocurre en muchas sociedades africanas tradicionales,pueden provocar la destrucción definitiva de los sistemasexistentes.

Pero ya dije que una explicación de este tipo soslaya losproblemas principales. Describe las circunstancias externaso internas de un sistema político que acompañan, como he-mos visto, a los cambios sociales, mas no nos da un indiciosobre la manera de localizar y describir sistemáticamente losprocesos reales a través de los cuales se comunican a unsistema político las presiones inherentes a estos hechos.Gracias a la identificación de los insumos y productoscomo indicadores de combinaciones más complejas de va-riables, ahora nos es posible señalar con exactitud la locali-zación de la tensión que puede impulsar más allá del mar-gen crítico a las variables esenciales. En vez de vernos obli-gados a entrelazar las diversas perturbaciones amenazadoras,podemos ahora ubicar la tensión examinando lo que ocurrecon el insumo de demandas y apoyo. Es presumible que lasfluctuaciones de este último provoquen en ciertas circuns-tancias una tensión mayor que en otras sobre el procesode conversión. Nos interesará saber algo, entonces, acercade los modos habituales en que, por medio de los produc-tos, un sistema logra frustrar dichas circunstancias, o bienenfrentarlas una vez producidas.La persistencia de un sistema, su capacidad de continuarcreando productos autoritarios, dependerá, por consiguien-te, de que se consiga mantener en funcionamiento un pro-ceso de conversión. Esta conclusión nos ofrece una pautade análisis; sugiere que deberíamos examinar las siguientesvariables: primero, la naturaleza de los insumos; segundo,las condiciones variables en que ejercerán una perturbacióntensiva en el sistema; tercero, las circunstancias del am-biente y del sistema que originen ese estado tensivo; cuarto,los modos habituales con que los sistemas intentaron en-frentar la tensión; quinto, el rol de la retroalimentación deinformación y, por último, el papel que desempeñan los pro-ductos en estos procesos de conversión y enfrentamiento.Tales, en realidad, los lineamientos generales de una obrafutura, que pensamos dedicar a la construcción de una teo-ría sustantiva de la vida política en términos sistémicos.

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Las posibilidades de respuesta de lossistemas políticos

Es evidente, pues, que aun cuando una conceptualizaciónsistémica no nos ofreciera nada más, por lo menos nosbrinda un modelo dinámico de sistema político. A medi-da que las demandas y el apoyo se desplazan a través delsistema, éste puede lograr que se haga algo. El resultadofinal de esta actividad adopta la forma de productos, loscuales pueden repercutir sobre lo que se pida al sistemahacer a continuación.Por otra parte, como ya insinué, este flujo no es de tipopasivo. No es análogo a un líquido que, luego de otravesarun conducto, sale convertido en algo diferente porque du-rante el camino le añadieron ingredientes químicos; tam-poco lo es al agua que circula a través de una planta ge-neradora hidroeléctrica y realiza trabajo durante el pro-ceso. Un sistema político es un sistema que se fija objetivos,se autotransforma y se adapta de manera creativa. Constade seres humanos que pueden prever, evaluar y actuar cons-tructivamente para evitar las perturbaciones del ambiente;a la luz de sus objetivos, procurarán modificar cualquierade ellas que según se supone, puede producir tensión. Esposible amoldar las demandas y el apoyo a los fines y de-seos de los miembros en la medida en que lo permitan losconocimientos, recursos e inclinaciones presentes.Los miembros del sistema no son transmisores pasivos decosas introducidas en él, que las asimilan con indolencia ylas envían, en forma de productos, para que influyan enotros sistemas sociales o en el propio sistema político. Estánhabilitados para regular, controlar, dirigir, modificar e in-novar con referencia a todos los aspectos y partes de losprocesos correspondientes. Esto es lo que significa que pue-den enfrentar constructivamente la tensión. Si queremoscomprender cómo una u otra clase de vida política pudomantenerse en la sociedad, debemos volvernos hacia losproblemas teóricos que plantea una conceptualización deesta índole, implícita en la idea de sistema de conducta.

Conclusión

Como sugerí al principio, la investigación conductalista enpolítica es algo más que la aplicación de las técnicas rigu-rosas de la ciencia y una mayor conciencia de los cánonesde la investigación científica. Constituye por primera vezuna adhesión a los amplios y esenciales requisitos del cono-cimiento científico: buscar criterios que, dentro del marcocientífico, permitan al investigador probar la relevancia delos datos empíricos, y al mismo tiempo ofrezcan alguna es-peranza de facilitar la comprensión de los fenómenos quelo preocupan. Esto es misión exclusiva de la teoría, y laciencia conductalista moderna nos ha guiado hacia su cons-trucción con tal lentitud que solo en la última década co-menzó a ser aquélla ligeramente perceptible.Sin lugar a dudas, buena parte del nuevo e intenso entusias-mo que provoca la investigación política gira en torno aldescubrimiento y perfeccionamiento de técnicas novedosasy provechosas para la recolección de datos confiables, sucomparación y análisis. No podría ser de otro modo. Hemosdescubierto el poder de la investigación rigurosa, en el mo-mento en que inventos tecnológicos fascinantes se añaden,a un ritmo abrumador, al repertorio que ya poseen todaslas ciencias de la conducta. Los procedimientos mecánicosde almacenamiento, procesamiento y recuperación de datoshan abierto nuevas perspectivas, tan revolucionarias paralas ciencias sociales como el descubrimiento de la fisión delátomo lo fue para la física o el de los isótopos para las dis-ciplinas biológicas. 8

8 Una rápida reseña de algunos de los esfuerzos principales reali-zados en esta dirección se puede consultar en las Actas del Congresode los Estados Unidos de 1963 (U. S. House of Representatives,Committee on Education and Labor, "Ad Hoc" Subcommittee ona National Research Data Processing and Information RetrievalCenter, Hearings, 889 período de sesiones del Congreso 1 4 sesión).Véase además: The American B.ehavioral Scientist, 6, 1962, númerodedicado a "La nueva tecnología educacional"; P. E. Converse,"A Network of Data Archive for the Behavioral Sciences", enPublic Opinion Quarterly, 28, 1964, págs. 273-86; Report on theMinnowbrook Conference on Information Retrieval in the SocialSciences, Syracuse y Western Reserve Universities, 1961; los tra-bajos presentados ante la International Conference on the Use

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La ciencia política se ha encaminado hacia la investigaciónrigurosa en el momento oportuno para incorporarse a lamarea de la innovación técnica, con todo lo que ésta signi-fica para las disciplinas empíricas en cuanto aprendizaje denuevos lenguajes, aptitudes mecánicas y hasta procesos depensamiento. Aunque en el pasado la ciencia política vioperjudicado su desarrollo por su tardanza en aprovechar lobueno que podía ofrecerle la investigación social, ese mismodefecto se convirtió, hecho bastante curioso, en una posiblevirtud. A diferencia de otras disciplinas sociales más desa-rrolladas, no debe correr con los gastos derivados de reem-plazar aptitudes empíricas tradicionales o anticuadas, niluchar con conceptos respecto a los cuales los investigadorestienen intereses creados. Por el contrario, gracias a queaborda la investigación con un lastre mínimo de adhesióna los antiguos conceptos empíricos y tipo de capacitación,es libre de aprovechar en su totalidad las ventajas que leofrecen las más adelantadas técnicas mecánicas. 9

Al mismo tiempo, en virtud de su misma potencia, las nue-vas aptitudes técnicas lanzaron señales de alarma, como sila empresa científica estuviera dotada de reguladores pro-pios. El conocimiento empírico no basta; en un sentido, sinembargo, amenaza resultar más que suficiente. Debido alritmo precipitado con que actualmente se pueden acumu-lar datos, la ciencia corre el peligro de ser inundada conuna oleada abrumadora y prácticamente irresistible de ellos.Se necesita una fuerza que, actuando en dirección contra-ria, evite que la disciplina sea sepultada por un alud deconocimientos; si esta avalancha se desencadena sin con-trol, solo adquirirá solidez en varias décadas. El hiperfac-tualismo del período anterior a la segunda guerra mundial

of Quantitative Political, Social and Cultural Data in Cross-Na-tional Comparisons en la Universidad de Yale, 1963; InternationalSocial Science Journal, 16, 1964, número especial dedicado a "Losdatos en la investigación comparativa"; varios artículos de TheAmerican Behavioral Scientist, 7, 1964, y varios números de SocialSciences Information, fundada en 1962.9 Esto nos ayuda a comprender —como lo indica la nota ante-rior— por qué los autores de ciencia política fueron de los quemás promovieron la campaña que se lleva a cabo en esta décadaen favor de un programa integrado de conservación, procesamientoy recuperación mecánicos de datos sociales.

parecería pura teoría comparado con la recopilación y al-macenamiento de datos brutos que, gracias a los asombrososinventos vinculados con las computadoras, están ya al al-cance de la mano.Nos hallamos ahora como un niño que da los primeros pa-sos por la senda de las facilidades mecánicas. Nuevos tiposde computadoras cada vez más complejas, de posibilidadescasi inimaginables, se atisban en el horizonte. Su invencióny perfeccionamiento será obra de una nueva generación deespecialistas, los primeros en hablar el lenguaje de las má-quinas desde su primera experiencia con la aritmética yla matemática de la escuela primaria y secundaria. A dife-rencia de sus predecesores, estos estudiosos se sentirán có-modos y seguros en su relación con la computadora y en sudominio de ella. La introducción y empleo creciente de es-tas máquinas para almacenar y procesar información, debeasumir realmente la forma de una empinada curva expo-nencial.Aunque solo fuera por su sentido de autoconservación, lainvestigación política científica se verá obligada a controlary dar significado, de alguna manera, a este flujo de datosen continuo aumento. Por consiguiente, la ciencia conduc-talista de nuestros días ha empezado a dirigir su atención,bien que con lentitud y vacilaciones, a la construcción teó-rica. La teoría general, cabe esperarlo, dará un significadoe importancia más amplios a lo que sería, de no mediar suintervención, un cúmulo de investigaciones cada vez másdispersas, no obstante ser cada vez más confiables. Por pri-mera vez, la teoría orientada empíricamente ha comenzadoa estimular la imaginación de los estudiosos de la política.Y a medida que éstos se sientan más cómodos frente a lascomputadoras aprenderán también a usarlas para formulary solucionar sus propios problemas teóricos.En este libro no fue mi propósito reiterar los persuasivosargumentos que se podrían esgrimir en favor de una teoríageneral de este tipo, ni tampoco construir dicha teoría. Yaintenté lo primero en otra parte 10 ; en cuanto a lo segundo,será el tema de una próxima obra. Aquí me propuse de-

10 En The Political System.

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mostrar las clases de compromisos a que debemos adherirsi no queremos adoptar el concepto simple de "sistema" deun modo puramente simplista.Muchos de los que se interesan prácticamente por estas cues-tiones, juzgarán que la descripción de la vida política cornosistema no es sino una manera conveniente y elegante, envez de otras, de hablar de política en su nivel teórico másincluyente. Pero si el desarrollo de una teoría política ge-neral es motivo de nuestro fervor, adoptar el concepto desistema implica ciertos compromisos intelectuales. Podría-mos seguir utilizándolo en forma vaga, incluyendo en él todocuanto quisiera poner el hablante. En la investigación po-lítica, sin embargo, las ideas analíticas no crecen con talexuberancia que nos esté permitido ser excesivamente pró-digos con ellas. Si queremos explotar a fondo las pocas ideasque cada generación consigue arrancar de la dura y recal-citrante roca de la naturaleza, debemos hacer de ellas el usoteórico más riguroso y, por ende, más poderoso. En el casodel concepto de sistema, esto significa que podría tomárse-lo como núcleo esencial de un marco analítico, elaborandoen torno a él conceptos secundarios apropiados que constitu-yeran una serie completa de categorías interrelacionadas. Elanálisis en términos sistémicos promete facilitar este marcoconceptual, y en ello reside su mayor justificación.

Indice

9 Prefacio

17 1 Teoría e investigación de la conducta46 2 La vida política como sistema de conducta

62 3 El status teórico de los sistemas

76 4 Identificación del sistema político

91 5 El ambiente de un sistema político

113 6 Persistencia en un mundo de estabilidad y cambio

145 7 El sistema político bajo tensión

164 8 La respuesta del sistema político

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