e ce b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan...

112

Upload: others

Post on 13-Jul-2020

6 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 2: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 3: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

Eduardo CEballos

Page 4: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

Ceballos, Eduardo Cuentos y crónicas familiares. - 1a ed. - Salta : Milor, 2012. 112 p. : il. ; 21x14 cm.

ISBN 978-987-20904-9-4

1. Narrativa Argentina. I. Título CDD A863

Cuentos y crónicas familiaresde Eduardo Ceballos

ISBN 978-987-20904-9-4

Diseño e Impresión:Talleres Gráficos de Editorial MILORMendoza 1221 - Tel./Fax: (0387) 4225489E-mail: [email protected] - Rep. Argentina

Hecho el depósito que establece la Ley 11.723Impreso en Argentina / Printed in Argentina

Page 5: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

DeDICatorIa

“Dedico las páginas de este libro a Julito Jovanovich y a toda su bella familia.

A los amigos Fabio Pérez Paz y Matías Qüerio, conductores de “Historias y Leyendas”.

A la esposa del doctor Miguel Ragone, sus hijos, nietos y bisnietos.

Al querido amigo Vicente Fili y su familia.Al profesor Francisco “Paquito” Fernández y familia, por

estar siempre.A mi esposa, a mis hijos y nietos. A toda mi familia.A todos los seres que recuerdo en estas páginas y con quie-

nes crucé por los asombrados caminos de la vida”.

Page 6: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 7: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

Para contactarse con el autor: www.ceballoseduardo.com

E-mail: [email protected]

Page 8: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 9: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

agraDeCImIentos

“A todos los que me enseñaron, gracias.Al gran cantor Luis Gualter Menú, fundador del conjunto

“Los de Salta”, por todo lo expresado en el prólogo.A Julio Oscar León, quien ilustró este libro con su arte y me

ayuda a recrear las nostalgias de la Salta del ayer”.

Page 10: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 11: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

11

Cuentos y crónicas familiares

PrÓLogo

“Apenitas soy Arjonanombre que no se’ hai’ perdery si lo tiran al ríosobre la espuma hai’ volver”...

Esta copla lo pinta de cuerpo entero a Don Eduardo Ceballos, hombre cabal, dispuesto a dar todo lo suyo, y del corazón su mejor estrella.

Escritor, poeta, periodista, autor, hombre de micrófonos, anima-dor de radio, televisión, festivales y eventos culturales, publicó seis libros en tan solo un año ubicándose entre los grandes precursores de la Provincia. Ernesto Aráoz con su libro “El diablito del Cabil-do”; Juan Carlos Dávalos con “Su alma y su paisaje”, donde se des-taca su cuento “El viento blanco”; así como sus hijos Arturo y Jai-me Dávalos; César Perdiguero; Manuel J. Castilla; Joaquín Caste-llanos con “El temulento”; y Antonio Nella Castro, con ”El ratón”, entre otros.

En la tierra de altas colinas que ofrece la Cordillera de los Andes nace Don Eduardo Ceballos, catequista por origen y convicción. Re-cuerdo su figura de estudiante eclesiástico imponiéndose sobre los demás. Ellos pasaban entre aplausos y nosotros, los normalistas, to-cábamos la guitarra en los jardines de la Escuela Normal rodeados de bellas niñas.

Pasaron los años y lo volví a encontrar animando grandes festi-vales y en los grandes bares del centro de la ciudad de Salta. Nues-tro abrazo era cálido, la sonrisa brillante y nos gustaba hablar sobre

Page 12: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

12

Eduardo Ceballos

Huidobro, García Márquez, César Vallejos y Pablo Neruda. Hoy, co-mo árboles añejos, recordamos aquel pasado imaginando un futuro.

Con el libro “Cuentos y Crónicas familiares” que hoy nos pre-senta Don Eduardo Ceballos todo está dicho. Siglo de oro para la poesía y el cancionero, Eduardo, lo afirmo y lo testifico, eres un grande entre los grandes y amigo para tus amigos y siempre dispues-to para abrir los brazos a los viajeros que pasan admirando nuestra tierra como si fuera una imagen sagrada entre las montañas del valle de las bagualas.

Los dejo entre las páginas del libro que con admiración presento, “Apenitas soy Arjona, nombre que no se’ hai’ perder”...

Luis Gualter Menú

Page 13: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

CuEntos

Page 14: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 15: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

15

Cuentos y crónicas familiares

enCUentro DIaBÓLICo

Caminaba por una calle céntrica de Salta, un periodista buscan-do noticias.

De pronto, un personaje muy extravagante le llamó la atención. El periodista se paró, lo miró detenidamente, a ese ser especial

que venía de frente. Lo cruzó y cuando lo tenía a sus espaldas, se da vuelta para observarlo mejor.

Cambió su rumbo. Caminó atrás del personaje, algunas cuadras. No saludaba a nadie. Miraba sin disimulo y pareciera que todo le lla-maba la atención.

Vestía un impecable traje rojo, camisa roja y corbata negra, ha-ciendo juego, con una pequeña plumita roja en el lateral derecho de su negro sombrero.

La extraña figura adelante, el periodista media cuadra atrás, sor-prendido por lo que veía.

Pareciera que venía de la terminal o del Parque San Martín. Caminaba sobre la avenida que recuerda al Libertador, fallecido

en Boulogne Sur Mer, Francia. De pronto, cuando llegó a la calle Alberdi, se paró como mirando

hacia el centro, en medio de la Peatonal. La gente, que pasaba, lo observaba con curiosidad, y él miraba a

los que transitaban a su lado. Avanzó media cuadra y se plantó frente a la vidriera de Sastre-

ría Zelaya.¿Será que le llamó la atención alguna pilcha en especial? El pe-

riodista, aprovechó la ocasión, se le acercó y le dijo:

Page 16: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

16

Eduardo Ceballos

Page 17: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

17

Cuentos y crónicas familiares

- Caballero, ¿me dispensa un minuto?- Usted dirá.- Soy periodista de un Semanario de Salta y deseaba hacerle un

reportaje.- A qué se debe? Yo no soy de estas tierras.- Mejor. Los salteños nos especializamos en mostrar a la gente

que nos visita. Nos gusta, hacerlos quedar bien, para que cuando se vayan, nos recuerden, con cariño y digan: “Qué buenos son los sal-teños”.

- Muy bien, usted dirá…- Mejor busquemos un lugar donde sentarnos, para poder dialo-

gar más tranquilos. Vamos, lo invito a tomar un vinito y unas exqui-sitas empanadas salteñas y mientras compartimos los sabores, le ha-go el reportaje.

Ambos caminaban por la peatonal Alberdi. Cruzando la calle Ur-quiza, del altoparlante de un negocio se escuchaba el fuelle del Ca-ra I´Mula.

El personaje sonríe y dijo que eso le gusta. Cuando pasan la ca-lle Alvarado, la gente miraba con gran sorpresa, a este señor vestido tan llamativamente.

Llegaron a la Plazoleta 4 Siglos, donde había vendedores de pei-nes, manteles, perros finos y de los otros.

Se promocionaban espectáculos, un vendedor de rifas y a pocos metros un hombre mayor hablaba de Dios y los Evangelios, vaya a saber en representación de que credo o de que culto.

El periodista y su entrevistado ingresaron por la recova del Cabil-do. El periodista saludaba a los conocidos.

Llegaron al lugar prometido, donde los esperaba un vino y las empanadas.

Se sentaron. El mozo, como nunca, los atendió rápidamente. Pidieron una do-

cena y una jarra de blanco. El periodista observó atentamente a su entrevistado y lo descubrió casi alemán. Tenía aspecto de europeo.

Hablaba bien el castellano. Era como uno de esos “gringos” que

Page 18: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

18

Eduardo Ceballos

se afincan en estas tierras y se acomodan a las costumbres nuestras con facilidad y con el tiempo, hasta coquean y cantan coplas, como un coya más.

Lo miraba a fondo nuevamente y le dijo que empezaría el repor-taje, mientras comían las empanadas.

Como lo agarró con la boca llena, el entrevistado asentía con la cabeza. Preparó su grabador y comenzó el trabajo.

- Por favor: su nombre?- Lucifer.- Lucifer, dijo? ¿Nombre o Apellido?- Como usted quiera. Otros me llaman Diablo, Mandinga, Zu-

pay.- Entonces, el del infierno?- Efectivamente, el mismoAl periodista entró en pánico. Dejó la empanada que estaba sabo-

reando. Se le fue el apetito y las ganas de reportear. El diablo se dio cuenta, le guiñó un ojo y dijo:

- No tenga miedo. Siga tranquilo. No pasa nada. Me gusta tener amigos. Todos me tienen miedo y no consigo que la gente me tenga confianza. Siga amigo con su trabajo.

El periodista estaba tembloroso. No sabía como seguir ese repor-taje. El diablo le sonría y le da la fuerza necesaria.

- Se puede saber que anda haciendo por Salta?- En primer lugar le cuento que viajo por todo el mundo. Vine por

varios motivos: conocer la famosa Ferinoa, que en cada edición tie-ne más gente y muchos de ellos son amigos míos. Para saborear el buen vino salteño, que en esta tierra es más rico; escuchar la músi-ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine a ver a algunos políticos que me piden los ayude en su campaña. Como yo entiendo de eso bastante, voy a apoyar al hom-bre que mejor condición tenga. Porque en eso de la política soy muy exigente. Si no hay plena coincidencia me borro.

- Tiene muchos conocimientos de Salta?

Page 19: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

19

Cuentos y crónicas familiares

- Demasiado y mucho más de lo que usted piensa. Porque recibo permanentemente visitas, en mi estancia, de salteños, especialmente los de la clase alta. A mí me gusta arreglar con los caciques, porque soy así. Al pobrerío prácticamente lo desprecio. Con la clase diri-gente me aseguro la administración de muchos temas. Negocios son negocios. Con los pobres no puedo hacerlo. A lo sumo cuando me macho en alguna fiesta, suelo darles un susto, pero nada más.

- Cómo es el infierno o su estancia, como usted lo llama?- Un lugar con mucho movimiento y con gente que vive apurada.

La pasamos bastante bien, no es tan grave como lo pinta la compe-tencia. Permanentemente recibimos el aporte de grandes capitales. Son mis socios protectores y pagan todas las boletas que en su dia-rio vivir esquivan con verdadera maestría. Nobleza obliga, a ellos les brindo las mayores comodidades. Me puse a invertir en equipos de refrigeración y de aire acondicionado, para atenuar el calor que impera en mi estancia. Eso se hizo con el aporte de terratenientes, dirigentes políticos, industriales, que son, reitero, mis socios protec-tores.

- Qué opina de las iglesias de Salta?- Esta pregunta no la puedo responder. Hicimos un pacto de no

agresión mutua.- Pasando a otro tema, qué es lo que más le gusta de esta provin-

cia?- Muchas cosas. Por ejemplo que sepan divertirse y que esté vi-

vo el viernes de soltero, si hasta creo que estoy aprendiendo de los salteños. Me gusta ver como los chicos se prenden con el rock y se enchufan tanto con su ritmo. Yo no cobro derecho de autor, pero par-ticipo igual en el negocio.

Me gusta que Salta consuma la moda del mundo y que los chi-cos se confundan con las chicas y que hayan abandonado los libros, que es una estúpida forma de perder el tiempo. Que la televisión deja buenas enseñanzas. Estoy muy contento de ver que en Salta y en ca-si todo el mundo, mi trabajo no es en vano. No quiero ser vanidoso, pero cada día son más mis seguidores.

Page 20: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

20

Eduardo Ceballos

Page 21: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

21

Cuentos y crónicas familiares

- Qué tal el vinito, le gusta?- Es una maravilla. A los vinos de Salta, los tengo en la más alta

estima, porque divierten a la gente y producen el milagro de las fies-tas. El vino es la sal de la alegría, te viste con la ropa de la libertad.

- De la música de Salta, qué nos puede decir?- Que es diabólica, quiero decir que la siento mía. Cuando la es-

cucho me crece la añoranza de mi pago. Pero la verdad es que me gusta más la chacarera de Santiago del Estero y el chamamé del li-toral, porque enloquece a la gente con su ritmo bravío. Sobre gustos hay mucho escrito y nadie se ha puesto de acuerdo. La de Salta es linda, la de Santiago del Estero mejor. Pero como música comercial que defiende mis intereses, yo me quedo con el rock, que es inter-nacional.

- Conoce algún poeta de Salta?- No muchos porque se conoce que editan pocos ejemplares de

sus libros y pareciera que no influyen en la gente, pero algunas no-ticias me llegan.

Recuerdo que una vez, cuando le hacía a una persona la ficha de ingreso, le pregunté por su profesión y me dijo poeta. Estaba des-consolado por su destino, ya que siempre nombraba a Dios en sus trabajos y no entendía porque no lo recibió en su reino. Estaba tan desilusionado que para levantarle el ánimo lo nombré Director de Prensa de mi estancia.

Otro me decía: yo me he vuelto loco, pensando con quien que-daría mi sombra y todo el día caminaba gritando: con quien estará, con quien estará!

Si supiese las cosas que guardo en mi memoria.Uno llegó y me acusaba a mí. El desfachatado estaba convencido

que yo manejaba la Sociedad de Escritores. Yo le decía, que a pesar de mi fama, no me daba el cuero para tanta maldad.

Otro ha llegado incrédulo a pesar del diluvio, no creía más en el amor, ni en los amigos, y me contaba que le habían robado todo, hasta la alegría de vivir. Llegó con su baguala solamente hecho un ratón. Un loco lindo me discutía que Salta era una guitarra. Cosas

Page 22: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

22

Eduardo Ceballos

de poetas. Estas son algunas de las pocas cosas que puedo recordar acerca de la poesía de Salta.

- Dos palabras acerca del carnaval?- Un tema que me apasiona, fiesta que siento como mía. Mucha

gente vive conmigo gracias al carnaval y por supuesto quiero es-tudiarlo más profundamente, para ver si puedo realizar algún otro aporte espectacular, como lo hice en Brasil, donde vale todo, para alegrar la vida de los hombres. Hay que imitarlo, puede ser un gran despegue para Salta.

- Hasta cuándo se queda en Salta?- Vine para volver acompañado con un socio protector que ya

cumplió su contrato y esta noche debe cancelar su cuenta. Se despi-dieron y cada uno por su camino.

Al otro día el periodista lee en el diario: Ha muerto quien supo trabajar por la provincia y por la patria. Falleció de un paro cardía-co, justo a la medianoche. Se destacó en la política, como empresa-rio, y cientos de proyectos sociales que tuvieron su sello. Que Dios lo tenga en su gloria.

Page 23: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

23

Cuentos y crónicas familiares

eL PaIs De Los Poetas

Un escandaloso golpe de luz, fue el inicio del día. Para Pruden-cio, la jornada había comenzado dos horas antes.

Pisaba el paisaje, rumbo al surco, su destino diario de trabajo. El verde profundo de los árboles, el alegre trinar de los pájaros, el murmullo infinito de los arroyos, le otorgaban una paz silenciosa y plena.

Era como un reloj que caminaba, inventándose el tiempo de la siembra. Prudencio asumía de este modo todos los días frente a la vida.

Resulta que un sobrino poderoso, dueño de algunos negocios im-portantes en la ciudad, había arrendado estas dos hectáreas, en las que Prudencio día a día trabajaba. El negocio era a medias, entre el sobrino y el tío. Se pagaban todos los gastos y el resto se dividía en-tre ambos.

Prudencio tenía aspecto europeo. Su piel era prácticamente roja y los ojos azules como el cielo.

Respondía a la unidad étnica de los abuelos italianos, pero dentro suyo trajinaba un coya autóctono, herido de soles y jornales.

El camino que recorría diariamente hasta el trabajo era largo. Ve-nía de uno de los barrios de la ciudad de Salta, hasta la legendaria Atocha, lugar donde estaba el campo. Siempre con su bolsita en la mano se comía la distancia.

Mientras caminaba, soñaba con sus arvejas, sus cebollas y las za-nahorias que allí había sembrado.

Tenía deudas y necesidades, como todo hombre de trabajo. En-

Page 24: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

24

Eduardo Ceballos

tonces se metía en los números y buscaba la forma de cumplir sus compromisos. Rogaba para que no le faltara el agua y para que el mercado recibiera con buenos precios el esfuerzo de su trabajo.

Era la única forma posible de poder pagar sus deudas. En ese si-lencioso diálogo consigo mismo hacia todos los días este camino.

Saludaba a los árboles, sus amigos, y mirando los rastros, sabía si ya había pasado algún vecino. Era mucha la gente que trabajaba en las mismas condiciones, que lo hacía Prudencio.

Por fin el pueblo, pasaba por la calle principal y tan principal, que casi era la única. En los caseríos se veía gente que se preparaba para el trabajo.

Prudencio avanzaba y levantaba un brazo saludando a sus paisa-nos. Pasaba la Iglesia, el cementerio de pájaros (obra del poeta José Solís Pizarro) y ya estaba a pasos del campo arrendado.

La mañana jugaba con la brisa una ronda de soles y el agua de una sencilla acequia se repartía en una fina música que alegraba el sembrado.

Los vecinos de la hectárea lindante, hacían un trasplante de taba-co, cuando Prudencio asomó con su sombra por su lugar de trabajo.

La tarea del día, consistía en sacar la mayor cantidad de male-za posible. Estas tienen la particularidad de ahogar el natural cre-cimiento de sus plantas. Además, tendría que desparramarles a su sembrado, un poco de agua que una modesta acequia le ofrecía.

Esta corría dividiendo el campo en dos mitades de una hectárea cada una. Con su pala fue ordenando el riego y el agua mansa cami-naba por el camino que Prudencio le marcaba.

Ya estaba con su ropa de trabajo, con esa piel curtida de sol y viento. El sol cada vez más alto, como queriendo curiosear todo lo que sucedía en ese día.

La sombra de los árboles, ya decían que se había puesto el me-diodía, cuando un vehículo que traía una impresionante polvareda, detiene su marcha frente al campo y de él bajan cuatro hombres, que se dirigen decididamente hacia donde estaba Prudencio, con toda la columna inclinada hacia la tierra.

Page 25: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

25

Cuentos y crónicas familiares

Se acercan y lo saludan. Uno de ellos explica que es martillero y que tenía un campo lindero para la venta, y como el señor tiene in-terés, queríamos hacerle una pregunta para saber si le convenía la operación.

Y llegaron las preguntas, acerca de si había agua, sobre la ferti-lidad del suelo, o si era buena tierra para el tabaco y muchos otros emprendimientos más.

Luego los hombres se pusieron a hablar de política, de las futu-ras elecciones, de las posibilidades crediticias, de los contactos y las relaciones que cada uno tenía. El martillero, le ofrecía al posi-ble comprador la influencia de un pariente que estaba bien candi-dateado, para lograr importantes beneficios con el futuro gobierno popular.

La operación ya parecía un hecho y los hombres se despidieron de Prudencio y se fueron elaborando los planes de su futura finca.

Prudencio se quedó sólo con su pala y su silencio; en su mente galopaban las ideas del progreso.

Él andaba pensando, como sería su patria con un buen gobierno. Trabajó con bronca y fiereza, como queriendo matar al monstruo que dominaba su pobreza.

Una hora después fue hasta su bolsita y sacó un pan chanchito con un pedazo de mortadela, puesto que había llegado la hora del almuerzo.

Se sentó bajo un tala abuelo y fue creciendo en su pensamiento la idea de un mundo nuevo.

Se imaginaba recogiendo a dos manos los frutos de su esfuerzo. Alguien le tenía que devolver todo lo que él producía en alimento.

Pasó su almuerzo, entre sueños y deseos. Se puso vertical y se di-rigió hasta la acequia para asentar lo comido.

Como cuando era conscripto se tiró cuerpo a tierra y se bebió la acequia, de un solo trago como si fuese un vaso cristalino.

Había matado su perruno hambre y había calmado su sed y aho-ra, como en los grandes días de fiesta, tenía su postre preferido. Un poco de coca, que hoja por hoja sacó de su bolsa.

Page 26: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

26

Eduardo Ceballos

Page 27: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

27

Cuentos y crónicas familiares

Ya estaba de nuevo en el surco dialogando con la semilla y vien-do crecer el fruto, que era su comida.

El agua seguía regando lentamente el campo y Prudencio se puso a desyuyar el sector de las zanahorias.

Había echado en el campo unos productos especiales que se fa-brican para sacar los yuyos, pero la sabiduría ancestral de la tierra podía más.

Invirtió toda la tarde en sacar maleza, para purificar su sembrado. El sol usaba una blanca nube, como pañuelo para despedirse del día.

Los árboles estiraban su sombra, acortando la jornada. Prudencio lavó sus herramientas y las guardó en su secreto lugar de siempre y emprendió el camino del regreso.

Ese largo trajín de la distancia, lo fue devolviendo despacio ha-cia su casa.

Los colores del paisaje se iban apagando lentamente. Cuando en-tró a la ciudad la noche le había ganado la retaguardia.

Las luces de las calles ya estaban encendidas. Algunos niños ju-gaban su ronda provinciana en las veredas y Prudencio con su som-bra y su bolsa, hacía los caminos del regreso.

Ya cerca de su casa, en un viejo boliche, unas guitarras y unas vo-ces se unían para decir una zamba.

Prudencio se sintió tocado y bendecía a los poetas que se acorda-ban de los campos y del que sufre sus tristezas. Y se le encendió el canto y llegó bagualeando unas coplas de sus vivencias.

Su humilde casa lo esperaba, ese íntimo generador de ternura. Besó a su mujer y saludó a sus dos cachorros.

Se contaron mutuamente las vivencias del día. Los chicos le in-formaron que habían sacado una buena nota en la escuela.

La mujer comprendiendo el cansancio de su esposo organizó la cena. Al otro día, todos debían madrugar.

Los chicos para ir a la escuela, la mujer para lavar la ropa de toda su clientela y Prudencio para volver a su siembra…

Además, debía esperar al diarero, único día que lo compraba por-que ese día venía con el libro de lectura para sus hijos.

Page 28: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

28

Eduardo Ceballos

Era una sección especial para los escolares, único elemento de consulta que Prudencio le podía comprar a sus hijitos.

Luego la mesa puesta, a compartir con los suyos una sencilla so-pa. Los huesos, maltratados por la fatiga cotidiana, apetecían la ca-ma.

El descanso era como un paraíso que se ofrecía en forma adelan-tada. Los chicos se fueron a dormir.

El dormitorio de Prudencio daba a la puerta principal, como to-das las casas pobres, que en una pieza lo tenía todo.

Desde su ventana miró hacia el exterior, viendo que la luna se mostraba victoriosa y parecía la reina de las tinieblas.

Y el sueño lo encontró con su tangible humanidad desparrama-da en las sábanas y galopando por su sangre, le presentó fantásticos paisajes.

Era un globo terráqueo como el nuestro. Estaba poblado por paí-ses, paisitos, estados, colonias, repúblicas independientes y de las otras.

En un rincón sin petróleo y en un punto donde se daba la mano la selva y la barbarie, había un país hasta ahora inédito.

Era el país de los poetas! Verde como la esperanza y breve como el beso maternal. Reunidos sus habitantes – todos poetas – resolvie-ron darle por nombre, para que sea significativo y universal, LIB, que traducido a cualquier idioma signifique libertad.

La prensa aún no sabe explicarse quien intervino para la conce-sión de esas tierras, pero se tiene sospecha que vino Dios en perso-na, pero disfrazado magistralmente, para que no lo descubra ningún credo, a interceder ante los poderosos de este arisco e interesado globo!

Lo concreto: el país de los poetas ya está en marcha, cultivando en sus campos la semilla del amor.

Se los ve preocupados por organizar urgentemente su sólido es-tado de gente intelectual. La cosa es muy seria ya que a este estado le corresponde la importantísima misión de ser la usina del mundo; de ser la gran facultad donde los hombres puedan algún día recibirse

Page 29: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

29

Cuentos y crónicas familiares

de humanos, para ser útiles a otros seres. Su presidente, hombre octogenario, de larga barba blanca, fue

elegido por pedidos y ruegos de su pueblo. Esta usina debe provocar la luz para todos los hombres; la luz to-

tal y verdadera para conocer el exacto camino de la vida. Por eso fue elegido Juan Patriarca presidente del destino del país

de los poetas. Juan había hecho la escuela primaria en un pueblo anónimo de su país sin nombre y luego pasó directamente a la uni-versidad del dolor, para recibirse de auténtico poeta.

Este era un país altamente democrático, donde la única autoridad era la moral y las leyes naturales, que rigen en el universo.

Cada casa era un estado, cada barrio era un estado, donde surgía la autoridad natural, que se afianzaba en la sabiduría.

No existía la moneda, había un gran mercado de concentración donde se juntaba todo lo producido, y en donde estaba la cuota que a cada habitante le correspondía. No había ni oferta ni demanda.

Sólo se luchaba por ser más humano y más justo. La educación es un proceso natural, a nadie se obliga a estudiar, sólo se le enseña en forma muy efectiva lo que es importante saber y surge una clara respuesta de querer crecer para ser más útiles a cada uno y a toda la sociedad.

En cuanto a las ocupaciones, cada uno hace lo que siente y la gente se pasea por todos los oficios como quien mata la rutina.

Lo importante es que cada uno sabe que todo lo que haga es para bien de todos. Allá no hay créditos bancarios porque no existen, como tampoco la recomendación, puesto que todos son dueños de todo.

El estado con Juan Patriarca a la cabeza, abre cada semestre un libro de ocupaciones, donde cada uno elige la suya.

Se trabaja poco, porque se entiende que el trabajo en demasía, degrada al hombre. Además, no hay un aparato burocrático que de-mande el permanente esfuerzo de todos. En realidad la población so-la, va colaborando hacia el ordenamiento social.

Por ejemplo, un agricultor lleva sus verduras al mercado, para que se repartan todos y allí mismo él se sirve de lo que le hace falta.

Page 30: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

30

Eduardo Ceballos

Hay un ministro de relaciones exteriores, que es el encargado de mantener los contactos con los otros estados.

A través de ese ministro se da posibilidades para que ingresen ciudadanos de otros países y como único requisito se pide que viva una vida franca consigo mismo y que tenga como ambición princi-pal parecerse cada vez más a un hombre.

No hay ni policía, ni ejército, para evitar los golpes de estado y los estados de sitio y además porque es un país realmente democrá-tico, donde el que gobierna es el pueblo, con Juan Patriarca abuelo que día a día les va enseñando los verdaderos caminos de la vida. Donde el gobierno son todos, no hace falta ni comisarías ni cuarte-les, puesto que la ley vive con ellos.

La medicina en este estado ha evolucionado favorablemente y se ha vuelto al cauce natural. Admirablemente, manejan los conoci-mientos biológicos y saben buscar sus medicinas en la tierra, que les ofrece a raudales, todas sus bondades.

El arte crece al por mayor, como resultado de una vida bien vivi-da y se expresa a través de cada uno de sus habitantes.

No hay fábricas de relojes, por considerarlo innecesario, allí se utiliza el reloj natural del sol.

Dios aquí no fue escriturado y nadie puede sentirse dueño de la verdad; cada uno lo ve y lo descubre a su manera, sin ningún tipo de condicionamiento, y dialoga con él del modo que más lo desee. Tampoco existen jerarquías eclesiásticas. Entró muy poco adelanto tecnológico a este país. Las razones: porque es muy pobre y también porque es la mejor forma, de pasar a ser un paisito dependiente.

Lo poco que se compra en el extranjero, sucede cuando hay una superproducción y se vende al extranjero. Entonces, se traen algu-nos adelantos.

Como la vida es humana y natural, se prescinde de todo lo mecá-nico. Las cosas tienen el valor justo y un niño vale más que una flota de importantes camiones.

Los abuelos, son las autoridades naturales, que colaboran con el gobierno de Juan Patriarca.

Page 31: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

31

Cuentos y crónicas familiares

Hay: pan para todos, derechos plenos, libre ejercicio de la liber-tad, amor, comprensión, bondad, humanidad a raudal.

No hay: comisarías, cuarteles, iglesias, injusticias, negocios, mo-neda, bancos, golpes de estado, estados de sitio, etc.

La ciudad a obscuras, y un canillita desempeñando su diaria tarea en las tinieblas, repartiendo noticias oficiales. Se acerca hasta una puerta y tira un ejemplar por debajo de la misma.

Con el diario entró un pedazo de viento a la pieza, ocasionando un áspero ruido que lo sacó a Prudencio del sueño.

Tomó el diario y vio que la realidad lo invadió. El título princi-pal de la tapa, rezaba: El Poder Ejecutivo resolvió que proseguirá el Estado de Sitio.

Page 32: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 33: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

33

Cuentos y crónicas familiares

eL CarnaVaL Y La VIUDa negra

El carnaval de Salta, exigía la jornada completa, los días que fi-guraban de rojo en el almanaque.

Luego de las distintas actividades laborales de la mañana, la po-blación compartía el almuerzo familiar.

Al finalizar esa comida, la gente se entregaba a la fiesta, comen-zaba con picardía en la sobremesa tirando un poco de soda con el si-fón, que estaba en la mesa, para luego seguir con un vasito de agua.

El espíritu estaba preparado, para entregarse al juego de agua, donde participaban todos los vecinos, grandes y chicos, con un en-tusiasmo, que prácticamente se ha extinguido.

Las bombuchas, los baldes o las ollas, servían como recipiente para transportar el agua que empapara a la prenda elegida.

También se usaban pinturas o barro, para marcar al contrincante del juego. Los hombres mojaban o pintaban a las mujeres; los chicos acompañaban a los grandes, pero jugando entre ellos.

Por las calles de la ciudad, camiones o camionetas, cargados de jóvenes en sus cajas, con grandes tanques de agua, mojando en su trayectoria a diestra y siniestra y la gente desde las veredas, respon-dían a ese juego.

Pueblo feliz, sencillo, espontáneo, poco requería de los servicios de psicólogos o psiquiatras, a consecuencia de esta actividad, que se constituía en un modo de liberarse de muchos traumas.

Otros, que eran muchos miles, salían de la ciudad, por el Puen-te I’ Fierro, hacia los pueblos del Valle de Lerma, para instalarse en esos típicos bailes criollos, como el de Lalo Musa, que estaba un po-

Page 34: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

34

Eduardo Ceballos

co más allá de la rotonda de Limache, recién inaugurada.La gente disfrutaba en las carpas, que se levantaban en Cerrillos,

Rosario de Lerma, Campo Quijano, La Merced, El Carril, Chicoana, San Agustín, “toda Salta de fiesta” como dice la zamba “Carpas sal-teñas”, de Juan José “Payito” Solá.

Se avanzaba por la ruta desde la ciudad, en un desfile incesante. La alegría estaba dibujada en el rostro de la gente, que se movilizaba en camiones, camionetas, tractores, autos, bicicletas, motos.

Todo vehículo era apropiado para llegar a Cerrillos, la capital del carnaval. La gente criolla, bajaba de los cerros, venían de las fincas donde trabajaban, en sus caballos. Llegaban en pareja.

Eran tres los lugares que más convocaban en Cerrillos a los car-navaleros, el Club Atlético Cerrillos, la carpa La Albaqueña y la car-pa El Chañarcito de Marcos Tames; el fuellista era acompañado por el bombo del Opa Batata y la animación de Frangollo. Alrededor de las carpas, se levantaban otras más pequeñas, que funcionaban como fonda, donde se hacía el paréntesis para comer algunas empanadas, un guaschalocro, una sopa de gallina, tamales, humitas, choclos con queso o algún otro alimento.

A esas fondas, llegaba todo tipo de público, pero era el lugar más buscado por la gente criolla, que bajaba con mucha sed de carnaval.

Ataban sus caballos, se ubicaban en una mesa de esa fonda y pe-dían un cajón de cerveza, como se estilaba por aquellos tiempos.

Allí sacaban su caja y se les llenaba la boca de alcohol y de co-plas, para decir su relación con la vida.

Eran como balances, por donde aparecían los nacimientos de hi-jos y de animales; como habían evolucionado las siembras y las ta-reas rurales.

Era un modo de sacar sus angustias y compartir sus alegrías. Un alto lugar donde aparecían los secretos de su existencia.

Un alcohol humano, maestro, que le ponía palabras para los do-lores y las esperanzas. Los contrapuntos de los copleros, eran dulces discusiones existenciales, de hombres torpes como pesados leños y tiernos como brotes nuevos.

Page 35: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

35

Cuentos y crónicas familiares

Esas fondas no cerraban nunca, se abrían para quedarse todo el carnaval. La gente criolla se quedaba hasta el final de la fiesta carna-valera o hasta que se acababan los recursos.

Las carpas grandes, donde se bailaba frenéticamente parecía que eran gobernadas por el diablo, ya que la población que asis-tía se desinhibía, y dejaba sus pudores en la puerta. Adentro valía todo.

Mientras se bailaban ritmos tropicales con fuertes movimientos de caderas, la gente jugaba con agua, con cerveza, con pintura, con harina, con talco, con albahaca, con lo que tuviesen a mano.

La pista de tanto recibir talco, harina y líquidos se constituía en un verdadero barrial. El baile duraba hasta el amanecer, pero la gen-te de la ciudad, cuando empezaba a dibujarse la noche, regresaba pa-ra poder asistir al corso de la capital con la familia.

En la ciudad de Salta de la década del 50, se vivía un clima de alta vecindad. El respeto y el afecto eran características notables de toda la comunidad.

Ciudad joven, que daba pasos importantes en su desarrollo. Era verano y se vivían las fiestas del carnaval.

Unos primos habían concurrido al corso, desarrollado en la plaza 9 de Julio, en un clima de alegría desbordante.

El desfile carnavalero daba vueltas por la plaza con las distintas agrupaciones carnestolendas: comparsas, murgas, carrozas, disfra-ces individuales.

Mágica demostración de alegría, donde la gente jugaba con el agua que salía de unos pomos de plomo, contenían agua perfumada, que parecía una colonia.

De los balcones que circundaban la plaza, caían serpentinas de papel que le ponían un marco feliz, por la gama de colores y movi-mientos.

El papel picado era abundante. Pueblo pobre pero con recursos especiales para invertir en los festejos del carnaval.

Como sería la abundancia de papel picado, que la calle se nivela-ba con los cordones de la vereda de tantos papelitos.

Page 36: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

36

Eduardo Ceballos

Page 37: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

37

Cuentos y crónicas familiares

Se divertía la población sanamente. Las familias enteras partici-paban de la fiesta. Las carrozas, se montaban sobre viejos camiones, que se prestaban para el festejo; o bien en acoplados tirados por trac-tores; también se veían carros o jardineras, ornamentadas con ramas de palmera, para mostrar su trabajo.

Toda la población palpitaba cada momento de esa fiesta, auténti-camente popular. Cuando las agrupaciones pasaban frente a la Cate-dral se silenciaban y en la esquina de la calle Mitre, volvían con su frenético ritmo carnavalero.

El desfile avanzaba por Caseros a Zuviría, de allí a España y luego por Mitre, volvía al punto de partida. Las agrupaciones en-traban por cualquiera de las cuatro esquinas o se iban de la misma forma.

Cada disfrazado llevaba, en su ropa, en lugar bien visible, una tarjeta de identificación exigida por las autoridades, para saber quien era el protagonista que desfilaba. Fiesta con poco alcohol, sin desór-denes, sin muchachada violenta.

Los momentos de violencia estaban reservados, durante la jorna-da, cuando se encontraban dos comparsas, que representaban a dis-tintas barriadas.

Cuando eso sucedía, se paraban las dos formaciones, avanzaban los caciques y deliberaban. Ellos decidían si el encuentro sería “rabio-so o amistoso”, de acuerdo a la vecindad y la historia de cada grupo.

Si la disposición era amistosa, daban la orden de cantar y bailar juntas las dos comparsas y luego de la danza de amistad, cada una continuaba su camino.

Si la decisión era furiosa, cada cacique daba la orden y comenza-ba una feroz batalla campal, donde valían todas las agresiones, con los elementos que contaban.

Raras veces aparecían armas de fuego o armas blancas, pero si una ferocidad que surgía con sus palos.

Era como un teatro de verdad donde cada integrante de las dos comparsas asumía la representatividad de una tribu.

Asomaba en sus carnes, el indio que dormía en su intimidad, en

Page 38: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

38

Eduardo Ceballos

sus ancestros y se mostraba con ampulosos gestos de marcada vio-lencia.

Una verdadera gresca, que terminaba con heridos, contusos, le-sionados de distintos tipos, con la intervención de la autoridad po-licial.

Eran como luchas deportivas, servían para medir fuerzas, pero no almacenaban rencores posteriores.

Un modo de vivir un carnaval, recordaba las luchas americanas. Por ser tan auténtico era un carnaval que impresionaba.

Luego de los corsos, las personas mayores y los niños retornaban al hogar a descansar y a recuperar energías para la próxima jornada, porque el carnaval era muy exigente.

Los más jóvenes se dirigían a algunos de los grandes bailables que ofrecía la ciudad de Salta para estas ocasiones.

La oferta era muy variada, muchas instituciones y clubes abrían sus puertas para recibir a los alegres bailanteros.

La Sociedad Española, El Club Gimnasia y Tiro, el Sindicato Municipal, el Centro Argentino, ATE, por nombrar los más conoci-dos y además, empresas privadas como El Patito, Copacabana, otras bailantas populares, clubes menores y centros vecinales. La fiesta continuaba hasta el amanecer. Un carnaval vivido a pleno.

Yolanda caminaba con su primo, en la madrugada, después de la farra, por la avenida Hipólito Irigoyen y Pedro Pardo, esquina donde murió la Juana Figueroa.

En ese lugar, había una importante hilera de pinos y un impresio-nante olor a sebo a consecuencia de las demostraciones de fe que le brindaban muchas mujeres creyentes.

Caminaban por la vereda de la cárcel, rumbo a Villa Las Rosas, tal vez el último barrio de la ciudad de Salta, donde todavía queda-ban los vestigios de lo que había sido: un basural. Venían de los cor-sos y de los bailes de carnaval, de la fiesta del diablo.

Cuando ingresaban a las polvorientas calles de ese barrio, con to-das sus calles y sus veredas de tierra, sintieron un fuerte taconeo a sus espaldas.

Page 39: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

39

Cuentos y crónicas familiares

Miraron hacia atrás y vieron a una mujer toda vestida de negro, que venía en la misma dirección a una cuadra, más o menos.

Sus pasos se hacían sentir, a pesar de la tierra y la distancia, esos tacos estremecían. Apuraron el paso y la mujer vestida de negro es-taba más cerca.

Corrieron presurosos y la dama de negro, se aproximaba. Deses-perados, emprendieron alocada carrera.

Debe ser la viuda, la que nos persigue, decían los jóvenes. A Yo-landa, se le ocurrió tomar una cruz que colgaba de su pecho y cuando se dio vuelta, comprobó que la mujer de negro desapareció mágica-mente. Llegaron a la casa de la tía Nicasia, quien al verlos tan agita-dos, les preguntó que les había pasado.

Los jóvenes narraron lo sucedido y la tía con la voz calma de los años y de la sabiduría recogida de sus mayores, entró a relatarles, con sus palabras de pueblo, lo que sabía…

“ Dicen las leyendas que representa el ánima de la viuda y al con-fundido viajero que lo enfrenta, lo desvalija.

Esta aparición, puede tomar forma de potrillo, ternero o perro. Imagen de horror, ya que despide fuego por la boca.

Persigue a los mozos que andan en amoríos, montando en las an-cas de sus caballos y los abraza mortalmente.

Se la ve en los puentes y en los caminos, o parada como si espe-rara a alguien. Sonríe a los hombres, no a las mujeres. A los chicos de las casas se los amenaza con la viuda, si no se portan bien o no quieren dormirse. Son creencias populares.

Este fantasma aparece de noche. La leyenda la personifica como una mujer alta, delgada, vestida con un manto negro que anda por las calles solitarias en espera de trasnochadores para asustarlos.

En cuanto los ve, se les acerca, y si van a caballo, se sienta en las ancas y les habla con voz baja, gangosa e incomprensible.

La gente de campo usa para precaverse de ella, como también del diablo, del malo, un cuchillo grande en la cintura, porque lle-gado el caso, basta empuñar el arma y clavarla en el suelo para que desaparezca.

Page 40: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

40

Eduardo Ceballos

Cuando un campesino duerme a campo abierto, clava su cuchillo en la cabecera, para dormir tranquilo.

Esto sucede en cualquier época del año, pero pareciera que se contagia del carnaval, fiesta en la que el diablo impregna con su pre-sencia, “esa satisfacción de hacer sufrir a los humanos”.

Luego del susto, los primos se fueron a descansar, y mientras dormían soñaban con las comparsas y sus diablos, que andaban con sus lanzas bailando una frenética música y en medio de la danza, apareció la viuda negra, cordial y alegre.

Con el desayuno se contaban los sueños y los primos, impregna-dos de carnaval, resolvieron que la aparición de la noche, no era tal, porque seguramente era un disfrazado.

Page 41: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

41

Cuentos y crónicas familiares

VÍBora LeCHera en eL gaLPÓn

Julito Taboada, amigo de Gringo de la infancia en Villa Las Ro-sas, había llegado procedente de su pueblo natal, El Galpón, con su familia.

Su madre hizo pareja con un señor de acento guaraní, de apellido Silva, que tenía la panadería más importante del barrio, ubicada en Hipólito Irigoyen esquina Independencia, hoy avenida Artigas. To-das calles de tierra.

Estaba ubicada en las mismas instalaciones de la estación de servicio de don González, que había sido inaugurada hacía poco tiempo.

Al lado estaba el almacén de don Rubio, en la que vendía todos los artículos necesarios para la supervivencia, además, lámparas pe-tromax y sus camisas, los clavos para las herraduras, los panes de sal para el ganado.

Allí, los gauchos tomaban sus vinos, luego de la tarea que reali-zaban muchos de ellos en el Matadero Municipal, o bien arriando el ganado hasta esas dependencias.

Desde allí los gauchos iban hacia La Pedrera, La Quesera, La Tiendita, El Chamical y tantos otros parajes.

Por esa ruta traían los animales, levantando polvareda. Década del 50, con una ciudad que se expandía armoniosamente hacia los cuatro puntos cardinales.

Julito Taboada colaboraba en la panadería como un personal de todo servicio. Al ser parte de la patronal se ocupaba de la cuadra, donde se elaboraba el pan; del reparto a los negocios en una vieja

Page 42: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

42

Eduardo Ceballos

camionetita y además, se daba tiempo él y su hermano Cachito, de compartir con los changos del barrio, las travesuras y juegos propios de la edad.

Gringo era uno de los amigos, que más lo acompañaba, en sus ratos libres en sus tareas laborales y trabajaba en la cuadra, apren-diendo el oficio milenario de hacer pan, de ir con Julio en el diario reparto, en esa camioneta, que era todo un desafío para los changos, porque gracias a ella, se empezaron a conocer los elementales secre-tos de la mecánica.

Además, Gringo tenía su reparto de pan por la barriada, lo rea-lizaba en esos triciclos de tres ruedas, con una gran caja delantera, donde llevaba el diario alimento. Un modo de ganarse unas mone-das, para sus gastos de niño.

Toda vez que compartían momentos, Julio con gran simpatía ex-plicaba de su pueblo, al que extrañaba, porque había dejado muchos amigos.

Contaba de su río Juramento y de la pesca de dorados. Estaba en la ciudad, pero su mente caminaba por los recuerdos de su pueblo natal.

Luego de una frutal historia ciudadana, se cumplió el sueño de volver al añorado terruño, que lo vio nacer, y por el que cualquier bien nacido siente nostalgia desde la distancia.

Pareciera que hay una química natural que obliga a esa añoran-za.

Volvió a establecerse nuevamente, constituyéndose en el panade-ro del pueblo. Se fue con toda su familia recuperando la memoria y los amigos.

Su trabajo lo fue vinculando con cada uno de sus habitantes. Al-ternaba su actividad con la pesca, su debilidad y el deporte, apoyan-do los emprendimientos juveniles. Granjeaba la amistad de grandes y chicos.

Un día un abuelo octogenario, residente permanente de esa geo-grafía, le contó una historia, que lo emocionó profundamente.

El relato decía que en un ranchito de su pueblo, en las cercanías

Page 43: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

43

Cuentos y crónicas familiares

del río, vivía una familia que trabajaba en la arrocera, y estaba con-formada por los padres y dos hijos juveniles, un varón que se ocupa-ba de las tareas rurales, en el terreno de sus padres y una mujercita, que por pecado de juventud tenía un hijito de soltera, el que pasó a integrar la familia.

Ambos hijos colaboraban con sus padres en las tareas domésti-cas y rurales. El bebé recibía, a pesar de la pobreza, esmeradas aten-ciones.

En una jornada, llegó extenuada, la joven de las tareas rurales, ya que la temperatura reinante era muy alta.

El bebé reclamaba su alimento y ella se puso a darle de mamar. Su madre terminaba de preparar el almuerzo y cuando lo servía, la llamaron para que venga a compartir la mesa familiar y al no recibir respuesta, fueron hasta su habitación, y la encontraron dormida.

Con gran sorpresa, observaron como una víbora, mamaba de su pecho y el bebé a su lado, succionaba la cola de la víbora.

Alarmados, optaron por no interrumpir y cuando el reptil estuvo satisfecho, abandonó la teta y huyó hacia el monte.

Desde la distancia, el padre seguía a esta víbora, que se enrolló al pie de un árbol y se quedó dormida.

El progenitor, para que no se repita la escena, tomó un hacha y le cortó la cabeza, luego le dio otro hachazo en la mitad de su cuerpo de donde saltó toda la leche que había consumido. Por eso, la bauti-zó como la víbora lechera.

Julito tocado por la historia, comentaba con la gente del pueblo lo que le habían contado y descubrió que eran muchas las versiones, que circulaban entre la gente de campo.

Existe la convicción que esta clase de víbora se alimenta de le-che de mujer o de vaca. Los conocedores la describen de color ne-gro y de unos ochenta centímetros de largo. Dicen las tradiciones que cuando la mujer duerme la víbora le succiona el pecho mien-tras le introduce la punta de la cola en la boca del niño para que no se despierte.

Es por eso que en el campo, las madres que amamantan acostum-

Page 44: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

44

Eduardo Ceballos

bran colocar debajo de las camas dientes de ajo para ahuyentar las víboras.

Creencia general y muy popular en el campo, especialmente en la zona de Anta, en el departamento de Metán y en otras regiones montaraces.

Temas de la vida de campo, que se van haciendo carne en la inti-midad de Julito Taboada, quien en su pueblo, aprende todos los días, la fuerza de su cultura pueblerina.

Page 45: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

45

Cuentos y crónicas familiares

DemetrIo gonZÁLeZ Y La mUerte

En los bosques, se escribieron muchas páginas de la cultura hu-mana, porque muestra el acontecer del mundo.

Caminando la intimidad de la naturaleza, se puede percibir el movimiento del cosmos, la relación de los astros con la tierra, el via-je permanente de la química que salta por todos los espacios.

De día o de noche, caminar en la soledad de la selva, es como leer el gran libro de la vida y la muerte.

Los paisajes exteriores, se reflejan en los rincones íntimos inte-riores.

El monte es la manifestación de semillas agigantadas, a fuerza de sol y lluvias. Pareciera que con la materia, asoman ideas que cons-truyen edificios en nuestra fantasía.

De tanto ver para afuera la sinfonía natural, obliga a la reflexión, el acto de mirarse para adentro, para descubrir en las estanterías per-sonales, todo lo que se guarda. Cada paso lo vincula a quien camina, a la meditación.

El silencio, el verde, la vida silvestre manda. Por eso el hombre de tierra adentro es profundo, un filósofo que armoniza con el mun-do circundante.

Un gramático que hace el análisis sintáctico, buscando la concor-dancia entre la semilla y el árbol, entre la víbora y la liebre.

Todo plantea dudas y genera comentarios, discusiones, que se realizan consigo mismo, por los senderos del más absoluto silen-cio.

Un gaucho de Río Piedras, región geográfica virgen, a pesar de

Page 46: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

46

Eduardo Ceballos

Page 47: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

47

Cuentos y crónicas familiares

los hombres, las propiedades y los caminos, mueve en su suelo una flora y una fauna de asombro.

Por esos rincones de la patria caminan con libertad los pumas americanos, las corzuelas, los chanchos del monte, una variada vida salvaje, que anda por esos cerros como si le perteneciera.

La vida natural no admite límites ni reconoce autoridades o pro-piedades.

Un milagro de asombro.Don Demetrio González, gran caminante, hombre rudo y cora-

judo, que acostumbraba a cabalgar desde tempranas horas, por esas soledades, para juntar el ganado, que tenía desparramado en esos es-pacios.

Muchas veces andaba por las noches oscuras, solitarias y silen-ciosas de los montes, de caza, buscando el diario alimento y acos-tumbrado a los rumores atemorizantes.

Siempre con la atención puesta a cualquier movimiento, por ser un gran cazador.

Pero una noche, sintió un frío congelante en su cuerpo. Su sangre parecía detenerse, sus huesos temblaban, sus dientes tiritaban y sus labios sellados, sin poder emitir sonido ni palabra.

El caballo estaba nervioso y comenzó a corcovear. En las ancas se había acomodado un ser, todo vestido de negro con una capucha que le tapaba parte de su rostro.

Parecía incorpóreo, como si no existiese, pero se veían sus ojos color fuego. Llevaba una larga guadaña que brillaba con la luna.

Una voz gruesa, venida desde el fondo de la tierra, le dijo: “De-metrio apura el paso, regresa a tu rancho, porque esta noche me lle-vo a tu hijo Ramón”.

Desesperado don Demetrio, emprendió un fuerte galope por la oscuridad de la noche, gracias a que conocía la zona como la palma de sus manos.

La distancia se hacía enorme y su destino muy alejado. Movido por la desesperación avanzó.

Pensaba que era una locura, un sueño raro, que en su casa estaba

Page 48: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

48

Eduardo Ceballos

todo bien. Agonizante de dolor, intriga y ansiedad, después de una alocada carrera, pudo divisar a los lejos el formato de su rancho.

Con el último esfuerzo llegó y encontró a su hijo Ramón, tal co-mo le habían anunciado, agonizando en su lecho.

Un grave accidente con el caballo, le produjo este daño mortal a su pequeño hijo. Lo abrazó, con angustia y Ramón dio los últimos suspiros en los brazos de su padre.

La familia ciega de dolor, lloró amargamente la muerte del úni-co varón nacido en esa casa. Don Demetrio, no podía explicarse, del aviso recibido.

Los gauchos del pueblo, tiempo después, aseguraban que era la Muerte en persona, la que le dio la oportunidad de despedirse de su hijo.

Tal vez lo haya hecho, por haber compartido los espacios de la selva, donde se reparten los bienes, la vida y la muerte.

Lo cierto es, que este relato se hizo leyenda en Río Piedras, por-que los gauchos decían que don Demetrio dialogó con la Muerte.

Pasado el tiempo, Demetrio enfermó malamente y la muerte le fue cercando los caminos.

Ahora los gauchos de ese pueblo, afirman que a la noche lo ven pasar a Demetrio González, al galope con una figura vestida de ne-gro en sus ancas, con una guadaña que brilla con la luna.

Dicen que trabajan juntos para seguir llevando a los habitantes de la vida. Como homenaje a este auténtico gaucho de Salta, en to-das las fiestas que se festejan en su pueblo, la gente de Río Piedras, hace desfilar a su caballo ensillado, sin que nadie lo monte, como una evocación respetuosa hacia su dueño, el gaucho Demetrio Gon-zález.

Page 49: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

49

Cuentos y crónicas familiares

CHULY saraVIa Y eL gaUCHo De BLanCo

El calor insoportable. Mes de octubre sin lluvias. El Quebrachal vivía su Festival del Garbanzo con la organización de los hermanos Acosta, entre los que se destacaban Juan y Pancho.

La fiesta estaba programada en una escuelita del pueblo, a pocas cuadras del centro histórico.

La delegación artística, llegada desde Salta en horas de la tarde, se preparaba, para actuar a la noche, para ese sencillo poblado de Salta.

Un camión regadero refrescaba las silenciosas calles, mientras los perros tiraban su cansancio bajo la sombra de los árboles.

Chiquilines curiosos, alumnos de la escuela o vecinos, aprove-chaban la pausa del sábado para curiosear el armado del escenario y la instalación del sonido.

Hacendosas mujeres criollas, transportaban los elementos para instalar una improvisada cocina en la noche mágica del pueblo.

Camiones y camionetas descargaban vinos, cervezas, gaseosas para ofrecer a los sedientos espectadores.

El sol se escondía tras de los árboles y el día bostezaba su trajín. Una bandada de pájaros cruzaron por la tarde en busca de su nido.

Era lento el armado de la noche, las primeras sombras bajaron en silencio sobre un caserío distraído.

Cuando la luna asomaba su cara para participar de la fiesta, em-pezaron las pruebas del sonido, que se escuchaba en cada casa de ese lugar, secreto y montaraz.

Se acercaba la hora señalada y la gente se puso en movimiento. La música les marcaba el camino.

Page 50: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

50

Eduardo Ceballos

Venían en bandadas, niños, abuelos, perros, esposos, madres, en una peregrinación de alegría.

Era inminente el comienzo. Los locutores anunciaban que en bre-ves minutos estaban los cantores en el escenario.

La escuelita se fue llenando de entusiasmo. Llegaban las autori-dades, los maestros, el público.

El animador ponía las palabras inaugurales y aparecían las guita-rras. Los cantores populares traían el repertorio que la gente guarda en la memoria.

Canciones, danzas, malambos, con artistas llegados de Salta, co-mo Los Cantores del Alba, Las Voces de Orán y los valores loca-les, como Los Hermanos Acosta y el Chuly Saravia, quien por esos tiempos era diputado provincial y un bagualero formidable.

La emoción se tocaba y aparecía en los rostros de cada uno de los presentes. La noche se fue en medio de las guitarras y una copla amanecida se mezclaba con el canto de los gallos. Después de tanta pasión, todo se vuelve silencio.

El pueblo dormía y los cantores soñaban en camas prestadas, con el aplauso que mueve y motiva la entrega.

Una paz nueva apareció en la mañana y una gallina con sus po-llitos recorrían el patio, mientras la patrona lo barría con pichana. Un fragante mate cocido con bollitos calentitos, fueron las prime-ras caricias.

Luego, a caminar el pueblo y a descubrirle su memoria en cada esquina, donde con nostalgia aparecían las cosas del ayer.

El sol subía como un alto barrilete, pintando el mediodía. En la noche, el diputado había invitado al animador para que juntos al-muercen en su casa, que estaba ubicada sobre la calle principal, don-de comienza o termina el pueblo, según de donde se mira.

Con la puntualidad de un caballerito inglés, el hombre de la pala-bra, llegó a la casa del amigo legislador y bagualero.

Los camiones carboneros, pasaban con el calor a cuestas. Con simpatía provinciana lo recibieron en la confortable vivienda.

El aperitivo de rigor y la revista de todos los rincones, hasta lle-

Page 51: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

51

Cuentos y crónicas familiares

gar a la parrilla, donde el asado tiraba su fragancia.El gaucho Chuly Saravia invitó a la mesa, estaba dispuesta bajo

un viejo algarrobo en el patio. Un coro de coyuyos, soltaba su canto, que anunciaba alegría y la

maduración de la algarroba, pan de infinito milagro en los pueblos de siempre.

Un almuerzo sabroso compartido con afecto y la ensordecedora presencia de coyuyos que insistían en imponer su canto. El vino re-gaba la alegría y llenaba la boca de recuerdos.

Chuly, recordaba que una vez, estando a orillas del río Paraná, en la ciudad de Corrientes, mientras se construía en puente General Belgrano, sería por los años 1972, debía retornar a su pueblo.

Para ello, se instaló en la larga cola de la avenida costanera de la ciudad correntina, esperando turno para poder embarcar con su au-tomóvil a la balsa que lo deposite del otro lado del río.

La situación exigía muchas horas de espera, bajo un calor que calcinaba, mientras los vendedores ambulantes ofrecían a toda voz sus artesanales chipás, sello gastronómico de la cultura guaraní.

Después de la larga espera, logró cruzar el ondulado río Paraná, que baja con sus aguas cantando.

Desembarcó en la provincia del Chaco, a pocos kilómetros de Resistencia, en horas de la siesta.

Desde allí, debía viajar por la ruta 16, hacia su pueblo. Era una vieja ruta sin asfaltar. Se pasaba por pueblos tan extraños, que gene-raban permanente sorpresa.

La temperatura era agobiante. Los humildes ranchos, mostraban su silueta a orillas del camino, arriba de sus techos, tenían sembra-do un pasto tipo inglés, una gramilla, que seguramente serviría para refrescar ese habitáculo.

Se avanzaba hacia el oeste, dejando atrás Avia Terai, cerca de In-fiernillo y otras poblaciones.

La ruta era cada vez más árida, su suelo estaba conformado por un piso de tierra muy fina, un polvo que fácilmente se suspendía y quedaba en el aire, como una neblina de tierra.

Page 52: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

52

Eduardo Ceballos

Cuando la tarde se apagaba vio a la distancia, que se acercaba a un gran gaucho, montado en un blanco caballo avanzaba hacia su misma dirección.

De a poco se fue acercando a ese extraño jinete, todo vestido de blanco sobre un caballo blanco.

Estaban cayendo las primeras sombras de la noche, sobre el si-lencio del paisaje.

Cuando miraba para atrás, a través del retrovisor, una gran polva-reda le tapaba la visión. Logró alcanzarlo, y descubrió que el caballo era más alto que el auto. Se impresionó fuertemente.

Cuando miró por el retrovisor, a pesar de la tierra, lo vio pegado a su luneta. Aumentó la velocidad con desesperación, con el riesgo de producir un accidente. Contemplaba hacia atrás y el gaucho, seguía pegado a su auto. Puso lo mejor de sí en la conducción y el gaucho junto a su vehículo.

Entró rezando a un pueblo, que exhibía una gran cruz y tenía su calle principal iluminada.

En ese momento comprobó que el gaucho desapareció de su vista.

Quedó hecha leyenda la presencia del gaucho blanco, en la me-moria del Chuly Saravia.

Entró a cargar combustible a una estación de servicio, donde vio que el piso estaba tapado de cascarudos, juanitas y otros insectos.

No se podía dar un paso, sin pisar unos cuantos. Eso era impre-sionante, pero al lado de lo que vivió con el gaucho vestido de blan-co, pasó a ser insignificante.

De dónde vendría ese impresionante gaucho todo vestido de blanco, con ese gran caballo, que por sus dimensiones bien podría subir al cielo.

Page 53: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

53

Cuentos y crónicas familiares

DUenDeCItos

Cada persona que pasa es una historia viva. Cada ser lleva en sus neuronas los dibujos de sus creencias, que le fueron aportando sus an-tecedentes culturales. La vida humana siempre estuvo condicionada.

Una importante presión existencial, llega con la sangre. Como será de fuerte esa influencia, que los niños, aún sin escuela, los que no tuvieron maestros o guías en sus aprendizajes, conjugan los ver-bos, con una regularidad racional, que le viene de la sangre.

Por eso ese pequeño infante dice: yo “jugo” con mi pelota o el pajarito “vola”. Esto obedece a que hay una gramática musical en su interior, que luego destruyen las teorías academicistas.

Así, como este ejemplo, la cultura le va transfiriendo al nuevo ser una serie de códigos, que cuando grande lo gobiernan y no tie-nen la explicación racional para explicarlo. Todo esto viene a cuen-to, para comprender lo que narraba una vieja señora, recordando su infancia.

Doña Andrea contaba que cuando niña, hacía los mandados, para su tía Julia, una mujer de campo que la criaba después de la muerte de su madre, en el pueblo de Río Piedras. Una vida apacible en una vecindad que otorgaba toda la garantía y seguridad.

Los chicos caminaban las calles de ese pueblo sin ningún tipo de reparos, por no percibirse peligros.

Un día, a la siesta, con sus diez añitos, bajo un agobiante calor, salía con la bolsita, a realizar las compras para su tía.

El sol calcinaba. La tutora, responsable de su crianza, le pedía que vaya y vuelva rápido y que no se distraiga con nada.

Salía de su casa, con la disposición de cumplir el mandato y ca-minaba dos cuadras de campo.

Page 54: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

54

Eduardo Ceballos

Page 55: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

55

Cuentos y crónicas familiares

Luego, debía cruzar una vía, pasar por una casa abandonada y llegar al pueblo. Pocas cuadras, pero muchos riesgos, para una niña pequeña a pesar de la seguridad del lugar.

Cuando circulaba por la casa abandonada, salieron varios hom-brecitos pequeñitos, que sonrientes la llamaban.

Recordando la recomendación de la tía, la niña corrió hasta el al-macén donde debía hacer las compras encargadas.

Luego de pedir todo lo encomendado por la tía, con el listado que le daba en un papelito, el almacenero anotó en la libreta de la tía y le puso los artículos pedidos en la bolsa.

Al regreso, transitó de nuevo por la casa abandonada. Los pequeños hombrecitos sombrerudos de orejas largas, le ha-

cían seña para que se acerque. La insistencia la hipnotizó y la niña confundida avanzaba hacia

esa casa abandonada y los duendecitos aplaudían. Andrea tropezó, cayó y salió de su estado hipnótico. Al tomar

conciencia de lo que sucedía, emprendió una veloz carrera. Los hombrecitos enojados la perseguían. Corría desesperada-

mente y cuando llegó a las vías, vio que algo brillaba. Era una hermosa cruz, que levantó y cuando se dio vuelta para

ver a los duendecitos que la perseguían, comprobó que habían des-aparecido.

Por eso, nunca más se separó de la cruz. Al llegar a la casa, la tía controló el papelito y la bolsa, comprobando que le faltaban algu-nos artículos.

Andrea, entonces, relató con lujo de detalles lo que le había suce-dido, pensando que tal vez, se le haya caído, lo que faltaba, porque don Juan, el almacenero, le había puesto en la bolsa todo lo pedido.

Salen con la tía, revisando todo el trayecto recorrido por la niña. Nada a la vista, la mercadería no aparecía.

Cuando llegan a la casa abandonada, Andrea asustada, le dice, que hacia allí iba, cuando se tropezó y cayó.

La niña se resistía a avanzar hacia la casa abandonada, pero la tía la tomó de la mano y la llevó.

Page 56: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

56

Eduardo Ceballos

Allí encontraron lo que había perdido. Entonces, la tía, descon-fiada, quiso inspeccionar la casa y encontró un gran silencio, sin nin-gún signo de lo que Andrea narraba.

¿Qué habrá pasado por la cabecita de la niña? Tal vez, estarían jugando en sus neuronas, sus antepasados.

El tiempo pasó, Andrea se hizo adulta y tuvo sus hijos, a quie-nes les narraba el episodio de los duendecitos, que quedaron vivos en su memoria.

Este episodio camina por la sangre de generación en generación, constituyéndose en una realidad concreta, tangible, indiscutible, pa-ra quien lo recibe.

Magias, que van escribiendo los mitos y leyendas alimenta la cultura de la gente, que camina por todas las geografías.

Page 57: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

57

Cuentos y crónicas familiares

Los BUrros enDIaBLaDos

Eugenio, un humilde trabajador, vivía en Barrio Castañares, en la zona norte de la ciudad de Salta.

Un rincón, donde se abraza, la ciudad y el campo. Por un lado, la moderna autopista y por el otro, un contorno de verdes serranías en-vuelven un valle frutal y verde.

Eugenio se dedicaba a trabajar como albañil, oficio que aprendió en la adolescencia, de mano de sus mayores.

Su clientela más importante, la tenía en su barrio, en Ciudad del Milagro y en la localidad de Vaqueros, a poco más de veinte cuadras de su casa.

Iba y volvía caminando de su actividad, para reservar sus mone-das en cosas más importantes para la casa, como el pan diario.

Normalmente, para aprovechar el día hacía horario corrido, em-pezaba muy temprano y retornaba a su casa, a las 18 horas aproxi-madamente, luego de su fatigosa jornada.

Un sábado, rompió la rutina, ya que su ocasional patrón, un gene-roso italiano de nombre Carmelo, lo invitó a que se quede a compartir una comida, luego de pagarle lo que había avanzado en la semana.

Eugenio gustoso aceptó el desafío y se puso a colaborar. Ayudó a prender el fuego, a poner la mesa, a recibir a los amigos del patrón que llegaban.

Las brasas asaban una carne tierna y algunos chorizos tiraban una fragancia, que motivaba la espera.

Aparecieron los aperitivos y las aceitunas. Los hombres honra-ban a la parrilla y armaron la rueda, con contagioso entusiasmo.

Page 58: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

58

Eduardo Ceballos

Hablaban de fútbol, de River descendido a la Primera B, de las elecciones que se venían. Todo acontecía, en un gran quincho que tenía la familia, especial para estas ocasiones, donde estaba la pa-rrilla.

La carne, sabrosas ensaladas, el vino generoso, prolongaba la eu-foria de esa jornada, con todas las formas de una fiesta.

A los postres de esos manjares de la cocina criolla, aparecieron las guitarras, los cantores y se armó un verdadero círculo de arte y diversión..

La amena reunión contagiaba entusiasmo. Coplas, canciones, cuentos, chistes, anécdotas, salían de todas las bocas.

Un clima de alegría plena. El reloj, que siempre avanza, los me-tió en la oscura noche. Se hizo de madrugada, pero no había proble-ma, porque el domingo no se trabajaba.

A las tres de la mañana, Eugenio decidió regresar a su hogar por la ruta acostumbrada. Volvía contento, por lo que le había brindado su empleador circunstancial.

Recordaba cada tema musical de esa bella reunión y la entonaba en su camino de retorno.

Estaba feliz porque, además de la fiesta, el patroncito le había pa-gado con generosidad su trabajo y le brindó un trato con la cordiali-dad de los amigos.

Cuando cruzó el puente del río, empezó a sentir el silencio de la noche y el suave canto de su cauce, sabedor de lunas y de lluvias.

Unas cuadras de tierra, donde estaba el viejo balneario en un ca-minar seguro a su destino.

Al ingresar al barrio Ciudad del Milagro, en una esquina vio tres burros negros, que le llamaron la atención.

Dejó de recordar las canciones, continuó su camino, pero ya no del mismo modo, se sentía perseguido.

Miró para atrás y eran los burros, los que seguían sus pasos. Apu-ró su marcha, ellos también.

Imprimió más velocidad, y los burros a la misma distancia. Pare-cían endiablados con sus ojos rojos, como tirando fuego.

Page 59: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

59

Cuentos y crónicas familiares

Corrió desesperado, doblando en cada esquina, en forma zigza-gueante, para despistarlos.

Miró para atrás y por suerte ya no los veía. Se relajó un poco, pe-ro no del todo. Bajó un poco su velocidad. El susto había pasado. Confiado de haberlos perdido, empezó a distenderse. Pero siempre mirando para atrás.

Cuando llegó a una esquina, los tres burros negros lo estaban es-perando. Lo miraban con sus ojos rojos y de sus hocicos y de sus na-rices salían llamaradas, y emitían un rebuzno de terror.

Sentía que vibraba todo su cuerpo. Se notaba la maldad en esos extraños seres con forma de burro.

Miraban con odio, metían miedo. Su corazón latía fuertemente, sus dientes chirriaban por el horror del momento.

Sólo atinó a correr, lo hacía con frenética desesperación, casi cie-go. Los burros endiablados, lo perseguían en tenaz carrera.

En una esquina encontró una gruta con una virgen, que tenía una gran cruz en su techo. Se persignó y en ese instante los burros desa-parecieron.

Desesperado volvió a su casa, a narrar lo sucedido. Le contó a su familia, la horrible experiencia.

Al otro día, aprovechando que era domingo, como quien pasea, acompañado por su esposa y sus hijos, averiguaron por el dueño de esos extraños burros negros, del que nadie supo darle datos, porque nunca lo habían visto.

El tema, es que lo acontecido con los endiablados burros negros, quedó en el cofre de los misterios.

Aún hoy, en esa zona norte de la ciudad de Salta, en Ciudad del Milagro, se habla de esos burros endiablados, que de vez en cuando aparecen, horrorizando a quien los encuentra.

Page 60: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 61: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

61

Cuentos y crónicas familiares

Los PrImos ComerCIantes

En la Salta de hace más de medio siglo, Albertito, un primo de Gringo, que amaba los fierros, logró armar un auto Ford T, desca-potable.

Un modo de resucitar una vieja y bella mecánica. Esa habilidad le venía de su padre, un hombre ligado a los fierros de toda la vida.

En uno de esos autos cruzó la cordillera de los Andes, el poeta salteño Juan Carlos Dávalos, acompañado por muchos amigos, en una caravana con varios de esos vehículos.

Llevaban un camión con mecánicos, para que los asistieran en el camino, logrando llegar en la década del 20 hasta Antofagasta.

Una travesía, extremadamente difícil, prácticamente sin caminos y con poca experiencia en el manejo de esa tecnología.

Pero lo importante, que lo hicieron y desde el otro lado de la cor-dillera esperaron a estos arriesgados hombres a quienes les brinda-ron múltiples atenciones en el país trasandino.

En la tranquila ciudad de Salta, al principio de la década del 60, Albertito lo busca a Gringo, y lo tienta para que juntos armen al-gún negocio.

Ya estaba el vehículo. La consigna era conseguir productos de consumo masivo, que se puedan vender.

Se dan un plazo de dos días, para que cada uno piense como ga-narse unos pesos.

Cumplido el tiempo, Albertito viene con la noticia que vendería hojas de coca, en tambores de 20 kilos, que retiraba de un depósito, ubicado en la calle Ituzaingó entre Tucumán y el pasaje Aguado.

Page 62: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

62

Eduardo Ceballos

La coca venía con el rótulo de la Aduana, vale decir, que interve-nía el Estado en su ingreso al país.

Gringo por su parte, consiguió golosinas de su amigo Carlos Ce-ballos, del pasaje Aguado entre Alberdi y Florida, que consistían en tabletas de miel, chupetines, dulce de leche y miel en sachet; de otro proveedor, Aldo Merino, café suelto en bolsitas de 100 gramos; de una perfumería mayorista ubicada en el centro, en la calle Alberdi, entre Urquiza y San Martín, un producto revolucionario, un jabón líquido, al que llamaban champú y servía para lavar la cabeza, toda una novedad.

Con esta variedad de mercadería salen de gira comercial. Toma-ron la calle Pellegrini, luego la avenida Chile, cruzaron el “Puente i fierro”. Una verde alameda bordeaba el camino. Desde allí hasta Ce-rrillos, contadas las casas.

El camino curvado, angosto, de poco tránsito. Albertito y Grin-go avanzaban con el Ford T por las rutas de Salta, con sus melenas al viento.

En la recta de Cánepa, pasan y saludan con la mano en alto, a un personaje de Salta, el “Caballo i palo”, que levantaba polvareda en la banquina.

Montaba un largo tronco, al que le ponía una elemental montura, para recorrer el trayecto de Cerrillos a Salta.

Posesionado de lo que hacía, rebenque en mano y pilcha gaucha. Los changos que lo pasaban en bicicleta, contaban que hacía el ruido del galope con su boca, para darle más realismo a su trabajo.

Saludaba al ocasional transeúnte, levantando su brazo, como el paisano de a caballo.

Quedó como una foto del tiempo, su recuerdo. Otros cuentan que solía ir al hipódromo, donde ofrecía sus piruetas a los asistentes con su caballo imaginario.

Los jóvenes comerciantes, decidieron empezar a vender en Ce-rrillos, mientras tanto disfrutaban del viaje.

En la curva del INTA, Gringo recordaba con Albertito, que en ese lugar veían las carreras automovilísticas, que recorrían las rutas

Page 63: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

63

Cuentos y crónicas familiares

argentinas, donde competían entre otros los hermanos Juan y Oscar Gálvez, los hermanos Emiliozzi, Marcos Ciani, Menditegui, Félix Peduzzi, entre los más nombrados.

Venía toda la familia, a comer un asado, para ver pasar la carrera. Había que madrugar.

Era un día de campo a pleno sol. La radio a todo volumen, habla-ba de la competencia.

Un avión acompañaba al puntero y desde allí, se transmitía a la radio. Disfrutaba todo el país.

Antes de llegar a Cerrillos, el primer kiosco. De aspecto depri-mente, de madera deslucida, inclinado, sin compostura, despintado, pero había que visitarlo.

Los atiende un hombre mayor, los vendedores ofrecían, el hom-bre miraba y respondía con silencio.

De pronto preguntó por el precio de la coca. Albertito le respon-dió con pocas ganas, puesto que no lo veía comprador.

Pidió dos tambores de la cotizada hoja y Gringo le vendió un po-co de café y golosinas. Se despidieron y subieron al auto eufóricos. Comenzaron la gira con éxito.

Se detuvieron en la carpa El Chañarcito, con más ánimo de curio-sear que de hacer negocio.

Los atiende Marcos Tames, autor de bellas páginas del cancione-ro como La Cerrillana.

Un bandoneonista importante, al que mucha gente le tenía rece-lo, como el Hugo Alarcón, por lo que le había hecho a don Ramón Burgos, el autor de Recuerdo Salteño.

Se excusó de comprar y sugirió donde ofrecer y lo despidieron. Querían saludarlo y lo hicieron.

Siguieron su camino. Visitaron, después, La Merced, Calvimon-te, San Agustín… Las ventas eran importantes y la carpa que prote-gía la mercadería, iba bajando.

La coca se vendía, como si fuese harina. Cuando llegaron a San Agustín con el Ford T, en la entrada del pueblo, el comisario los re-cibe con los brazos cruzados, en la mitad de la calzada.

Page 64: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

64

Eduardo Ceballos

Les anunció que los estaba esperando. “Tengo denuncias que lle-van contrabando, así que quedan detenidos”, dijo la autoridad.

Albertito explicaba que lo que vendía era totalmente legal. Los tambores de coca tienen el sello aduanero y muestra su factura de compra.

Los llevaron a la comisaría. El comisario tomó su tiempo. Pare-ciera que habló por teléfono con sus superiores, salió un poco más distendido, apaciguando el conflicto.

Les dijo que sigan su camino, pero les advirtió que nunca se me-tan en temas ilegales.

Los primos visitaron los pocos negocios de San Agustín y reto-maron la ruta hacia La Merced.

Al no ver negocios, ofrecían en casas particulares. Apuraron el paso. Eran las cinco de la tarde, había que ganarle a la luz.

La ruta, una gran polvareda. El auto frenaba y un baño de tierra envolvía a los jóvenes.

Estacionaron frente a una humilde casita, que estaba unos treinta metros adentro.

Su acceso, una pequeña puerta de alambre. Tocaron las manos y una jauría de perros de todos tamaños, los inmovilizaron.

Una señora, desde adentro, les preguntaba qué querían. Se hicie-ron entender y los autorizaron a ingresar.

Se quedaron quietos por los perros. No hacen nada, grita la se-ñora. Pero los canes seguían gruñendo. Mandó a un changuito, para que los acompañase hasta adentro.

La señora con la pala en la mano, horneando bollos caseros. El marido merendando con ese pan caliente.

El changuito y una adolescente colaboraban, llevando de una ba-tea de madera el pan, que la señora con su pala depositaba en el hor-no. Gringo, haciendo gala de su simpatía, le ponía adjetivos a la tar-de, para enaltecer la familia, y comentar de la rica fragancia del pan casero.

La familia halagada, con generosidad provinciana, ofreció una taza de mate cocido con bollo, lo que gustosamente fue aceptado.

Page 65: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

65

Cuentos y crónicas familiares

Recién apareció la curiosidad, por saber que andaban haciendo estos jóvenes.

Gringo comentó que eran vendedores y que habían parado por si necesitaban algo.

Compartían en ese gran patio, cuando la changuita, se dirigía al costado más alejado del horno y sobre una enorme piedra, deposita-ba una palangana llena de agua. Gringo le preguntó a la madre:

¿Está por lavarse la cabeza?Si.Que pare un poquito, le voy a regalar algo especial.Bueno hijito, dijo la señora.Gringo con el chico de la casa, van hasta el auto. Tomó un par de

sachet y se los entregó a la señora y ella a su hija. Gringo, explicaba:Es un jabón líquido, se corta la puntita y se pone su contenido so-

bre la cabeza mojada. La mujer cortó y se lo entregó a su hijita. Les sirvieron humean-

tes jarros de mate cocido con bollito caliente. Estaban concentrados en su tarea y en diálogo con los de la casa,

cuando la niña, le dijo a su madre:Mamá, se pega.¿Qué te pasa, hija?Eso que ha traído el señor, se pega.Gringo, saltó como un resorte de su silla. Se acercó a la jovenci-

ta y descubrió con asombro, que se había equivocado, le entregó un sachet de miel.

Avergonzado, no sabía como responder ante tamaño error. Vol-vió al auto y trajo dos champúes y los entregó, pidiendo las discul-pas del caso.

También entregó un café para salvar el honor. A pesar de la ver-güenza, Gringo terminó su mate cocido y comió el bollito con mu-chas ganas. Ahora la niña se lavaba y la espuma cubría su joven ca-bellera. Había pasado la tormenta.

Los primos agradecidos por la merienda, volvieron al auto, tra-

Page 66: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

66

Eduardo Ceballos

jeron otra bolsa de café, una bolsa de chupetines, varios sachet con dulce de leche, otros con miel y un manojo de champú para lavarse la cabeza. Les recomiendan que miren bien, para no cometer el error nuevamente.

Gringo hablaba como si el error fuese de los otros. La familia agradecida.

La pequeña feliz con el champú. Los acompañaron hasta la ruta, agradecieron el gesto y los despidieron como si hubiesen sido ami-gos de siempre.

Retomaron la ruta, rumbo a La Merced y desde allí a El Carril. Toda una travesía.

Por los riesgos de la noche, decidieron quedarse a dormir en ese lugar, para poder trabajar temprano al otro día.

Entraron al pueblo con la última luz de la tarde. Preguntaron por un hotel, albergue o pensión, para asegurarse el descanso.

La gente los mandó a la salida del pueblo, en la ruta que va a Moldes, en el Turco Miguel, que siempre tenía habitaciones.

Efectivamente, este hombre, los ubicó en una pieza con dos ca-mas. Preguntaron si tenían lugar para guardar el auto y el turco dijo que no y que no hacía falta, porque aquí, nadie roba nada.

Se pagaron las dos camas y el turco explicó que las puertas son pesadas, que cuando vuelvan la empujen con fuerza, que las dejaba sin traba.

Los primos tomaron el auto, fueron al pueblo a ver si podían ha-cer alguna transacción y de paso estudiar el terreno. Vendieron en algunos negocios.

Pasaron por un comedor y se quedaron a comer un picante de mondongo.

La sobremesa con el análisis de la jornada. Una vuelta por la ve-cindad en el Ford T descapotable.

En una esquina, pararon y cubrieron prolijamente la mercadería con la lona.

Dando vueltas, una bailanta, donde se veía entrar la gente. Se mi-raron, pero nadie decía nada.

Page 67: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

67

Cuentos y crónicas familiares

Otra vuelta y de nuevo el baile. Albertito propuso que si entraban lo harían por un rato.

Ambos querían, pero no se atrevían a decirlo con todas las letras. Entraron, pidieron una cerveza, miraban, hasta que empezaron a bai-lar como si fuesen de la zona.

En las afueras, quedó el auto con la mercadería. Las cervezas desfilaban y el entusiasmo crecía. Bailaban y se divertían sanamen-te, hasta que decidieron ir a descansar.

Volvieron hasta la pensión. Descubrieron que no habían observa-do bien la casa.

Ocho habitaciones, todas iguales, en una construcción de adobe, con ocho puertas del mismo tamaño y aspecto.

Puertas del tiempo de la colonia, de más de dos metros de alto, de un metro de ancho cada una y eran dobles.

Las tres de la madrugada, no podían preguntar a nadie. ¿Cuál se-rá la puerta? La pregunta del millón.

Caminaban por esa vereda de ladrillo y no se decidían. Arrepenti-dos de ser tan boquiabiertos y no haber tomado los recursos.

Miraban las huellas que había dejado el auto, cuando vinieron a reservar las camas.

Arribaron a una conclusión. Empezaron con un método, empujar las puertas con fuerza, pero no mucha, para ver si alguna se abría. No querían hacer ruido.

El turco dijo que las iba a dejar sin traba. Empujaron con resul-tado vano.

Puertas muy pesadas, como veinte centímetros de espesor. Juga-ron al acertijo.

Albertito una, Gringo otra, corazonadas. Estaban jugados. Pri-mero la que eligió Albertito y nada.

La de Gringo con idéntica suerte. Había que definir. Albertito aseguraba que esa era la puerta, convencido.

Gringo ponía la fuerza y no cedía. Había que reconocer que eran muy pesadas.

Jugados por jugados, decidieron poner todas las energías. La que

Page 68: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

68

Eduardo Ceballos

se abra será la pieza. Albertito asesoraba, Gringo ejecutaba. Había que pararse en la punta de la vereda, tomar carrera y em-

pujar con toda la fuerza. La puerta que ceda será la buscada. Se produjo el ensayo con la

primera puerta. Gringo se paró en la punta de la vereda, de más dos metros de

ancho. Tomó carrera, empujó con los hombros, la puerta se abrió y Gringo con su impulso cayó horizontal dentro de la pieza.

Albertito pensaba que lo habían logrado. Pero no, desesperados gritos de mujeres sorprendieron la noche de El Carril.

Gritos estereofónicos. Dos mujeres de muchos años, con sus combinaciones puestas, lo retaban a Gringo, que miraba sin enten-der.

Delincuente, sinvergüenza!!! Auxilio, por favor.!!!Gritaban las mujeres y apareció el turco con escopeta en mano.

Albertito trataba de calmar a las mujeres y lo único que lograba era aturdirlas más.

Por suerte el turco reconoció a los jóvenes y puso paños fríos y tranquilizó a las pobres mujeres, que recibieron el sorpresivo impac-to de lo inesperado.

Las disculpas del caso y el retorno de la paz. Se fueron a descan-sar luego de las recomendaciones del dueño de casa, quien los acom-pañó hasta la habitación que les correspondía. Podrían haber termi-nado en la policía o con un escopetazo.

A la mañana temprano, se fueron en silencio, con la vergüenza de lo acontecido.

La consigna era vender lo que quedaba y retornar a la ciudad, con nuevas páginas de la historia personal.

Se habían quedado a dormir en El Carril, porque las distancias así lo indicaban.

No se podía correr riesgo de andar de noche por la ruta. Volvie-ron con el éxito de haber vendido todo.

El resultado económico era importante y las ricas vivencias, di-bujaban una sonrisa a los viajeros.

Page 69: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

69

Cuentos y crónicas familiares

Caminos conocidos por Gringo desde muy chico, escenario per-manente de sus actuaciones.

Pasó vendiendo baratijas; como artista, transportando poesía a los pueblos; como funcionario; como turista permanente de los va-lles. Excursiones que fueron dibujando en el espíritu de estos jóve-nes, el apego por los pueblos, por su paisaje y descubrir el canto de los pájaros.

Page 70: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 71: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

71

Cuentos y crónicas familiares

La CamIoneta en aLVareZ

Llegaron de Salta a la casa de Gringo, en el Gran Buenos Aires, los proveedores habituales, en su camión, trayendo la golosina de siempre, cereales confitados, la tutuca o el pochoclo, que se vendía entre los mayoristas.

En su corta estadía en Buenos Aires, los empresarios salteños, compraron una camioneta Dodge 200, usada, con una carrocería ori-ginal, que tenía una cúpula fija, con banquitos en sus laterales.

Tal vez, vehículos que pertenecieron a la policía. Se la dejaron a Gringo, para que la usara según su criterio.

Gringo, movilizaba la mercadería de los primos proveedores y disfrutaba esa movilidad con su familia.

Andando por la ruta Nº 194, en las cercanías de Luján, vio en el zoológico de Rodríguez, un cartel que decía: “Los menores acompa-ñados por mayores tienen entrada libre”.

Fue a su barrio, invitó a los chicos humildes con el permiso de sus padres, para llevarlos de paseo el domingo próximo. Juntó una treintena de niños de 8 a 11 años.

En la cabina viajaba Gringo, Susana y sus hijos. En la cúpula, los niños invitados, a quienes les proveyó de golosinas para el paseo. Partieron al zoológico. Luego de una media hora de viaje llegaron al destino pretendido.

En la boletería sacó dos entradas y encaró, con el vehículo hacia la puerta de acceso.

El portero tomó las entradas, miró la camioneta y dijo: así no po-drá entrar.

Page 72: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

72

Eduardo Ceballos

Preguntó: ¿por qué?. Son muchos los chicos, dijo el portero. Grin-go le pidió, que lea el cartel. El portero adujo, que el anuncio estaba referido a niños con sus padres.

Gringo le respondió, que eso no decía en el anuncio. El empleado nervioso no sabía como manejarse.

Atrás se armó una cola que tocaba insistentes bocinazos. Gringo pidió hablar con algún superior y logró hacerse entender.

Hizo valer lo escrito y los chicos disfrutaban. El zoológico era para visitarlo en vehículo, los animales estaban sin jaulas. Lo reco-rrieron lentamente, observando detenidamente cada ejemplar.

Después los llevó a la ciudad de Luján, a conocer la ciudad, su Basílica, sus museos, su río, un verdadero centro turístico.

Gringo agalludo, lograba, los dejasen entrar gratis a los museos o los hagan pasear en un trencito de la felicidad, que circulaba por la ciudad. Negociaba con los patrones, de cada emprendimiento. Les contaba que los chicos eran humildes. Aportaba para su alegría y pe-día que hagan lo mismo.

Un apostolado a favor de la infancia. Modo de sensibilizar una sociedad.

Bonita jornada. Fuerte mensaje dejaba en la ciudad. Un empresa-rio, conmovido invitó en su local, panchos, hamburguesas y gaseo-sas. Final feliz, el paseo de la inocencia.

Luego, caminaron a orillas del río Luján, como una caravana de vencedores, cantando canciones infantiles que Gringo les enseñaba. Así, abordaron la camioneta, de nuevo a su barrio en Francisco Ál-varez, en la ruta 7, km.44.

El gesto de gratitud, salía por los ojos de esos niños. Vivieron un domingo distinto.

Quedó en los rincones de la memoria. Los padres agradecían, porque los chicos habían pasado una jornada llena de luz con viven-cias inolvidables.

Gringo en su diario balance, se motivaba para seguir siendo au-téntico y afectuoso, especialmente con los niños. Capitalizarán estos momentos, para beneficiar a otros niños en el futuro.

Page 73: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

73

Cuentos y crónicas familiares

Gringo sentía que brindaba lecciones profundas, para formar per-sonas sensibles, que se preparaban para vivir en sociedad. Gringo dormía a la noche y soñaba con los niños y un mundo mejor.

Page 74: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 75: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

75

Cuentos y crónicas familiares

eL negoCIo De Los CHIVos

Gringo solía compartir con su primo Nolo algunos negocios. Via-jaban a los pueblos, llevando harina, grasa, yerba, arroz, aceite, que transportaban en un pequeño camión Ford 350.

Un día decidieron ir a Cachi, pueblo de los Valles Calchaquíes, en el marco de una pletórica primavera.

El negocio fue próspero, ya que vendieron buena parte de la car-ga. Luego tomaron el camino hacia La Poma, para liquidar lo que les quedaba.

En ese pueblo se cumplieron todos los sueños, porque pudieron terminar toda la mercadería remanente.

Satisfechos, almorzaron y en la sobremesa, se les ocurrió un ne-gocio para el regreso.

Decidieron, por las cercanías de las fiestas, ya que estaban en la mitad de noviembre, llevar a la ciudad, chivitos. Negocio sencillo, comprar, cargar y en el destino vender.

Era un modo de ver, de imaginar. Acostumbrados a las tareas co-merciales, pensaron que era como la transacción de cualquier merca-dería. Pero no, resultó un negocio complicado. Se pusieron en tarea.

Parece sencillo en la teoría ciudadana, comerciar con lo que la gente está esperando. Un artículo de primera necesidad, especial-mente para el tiempo de las fiestas.

El primer escollo a superar: conseguir el proveedor. Con el dine-ro no había problema.

Entonces, lo primero, donde conseguir los animalitos. Cuando veían corrales con lo que buscaban, bajaban y preguntaban.

Page 76: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

76

Eduardo Ceballos

La respuesta, era igual: “no, no se venden los chivitos”, son de los chicos..

Nolo y Gringo, no entendían la negativa. No había forma. La tar-de se terminaba y los chivos sin comprar.

Por cuestión de amor propio, se quedaron en La Poma, para re-tornar con la carga. Los últimos intentos sin suerte.

Volvieron al pueblo a buscar un hospedaje. Consiguieron dos ca-mas. Cenaron en el mismo comedor del almuerzo, frente a la plaza y a la escuela.

Le preguntaron al mozo, si no sabía quien podría venderles unos chivitos. Al rato, acercó a la mesa a un hombre criollo, dispuesto pa-ra el negocio.

Arreglaron un precio y quedaron en juntarse, a la mañana tem-prano, en el mismo comedor. Contentos Nolo y Gringo, se van a descansar.

A la mañana bien temprano, pagaron y se retiraron del hospeda-je. Se dirigieron al comedor a desayunar y a esperar al hombrecito que les vendería.

Llegó puntual el paisanito a buscarlos. Abordaron el camión y los condujo hasta su casa.

En el camino se enteraron que se llamaba Serapio. Había pasa-do la noche en el pueblo en la casa de un pariente, para cumplir con este compromiso.

Pocos kilómetros y llegaron a un pequeño vallecito verde, escon-dido de la gente, que se ofrecía generoso para quienes lo habitaban.

La casa estaba cerca del río. Allí vivía Serapio con su madre, su mujer y tres hijos pequeños. Cuatro perros flacos olfatearon a los re-cién llegados. La mañana era clara.

Al lado del rancho había un alambre lleno de chalona, casi a pun-to de ser usada en la cocina.

A un costado de la vivienda, dos corrales, uno de ovejas y cabras; el otro, colmado de chivitos.

Gringo y Nolo no podían ocultar su entusiasmo. Ya estaba el ne-gocio de la vuelta.

Page 77: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

77

Cuentos y crónicas familiares

Serapio preguntó, cuántos llevarían y Nolo dijo que todos, o me-jor dicho, los que entren en el camión. Entonces, expresó:

“carguemos y veamos cuántos entran”No, así no. A cada chivo subido, yo quiero que sea chivo pagado.Bueno –decía Nolo- ¿A cuánto el chivo?A dieciocho pesos como quedamos.Entonces te pago diez y los subimos.No, patroncito, chivo subido, chivo pagado.No había forma de multiplicar ni por dos. Nolo no tenía sencillo.

Tuvieron que volver al pueblo a mendigar por cambio, visitando los negocios.

Retornaron para hacer la operación. Empezaron de nuevo la ne-gociación.

Se debía cumplir con lo que pedía el paisano: chivo subido, chi-vo pagado.

Subió uno, pagó uno. Subió otro, pagó otro. Subió el tercero, pa-gó el tercero. Para el cuarto, no había sencillo. Cuando subieron el cuarto y Nolo pagó con veinte pesos.

Serapio, se resistía a dar el vuelto. Pararon el negocio, porque el dueño de casa no entendía eso de dar vuelto.

Volvieron al pueblo, recorrieron en una hora todos los negocios, pidiendo cambio, para seguir con la compra.

Reiniciaron con el cuarto chivito, que había sido bajado y empe-zó de nuevo la serie.

Contentos porque tenían bastante sencillo. Llegaron a cargar treinta y dos chivitos, cuando se volvieron a quedar sin cambio. Le explicaron a Serapio, que seguía cerrado como al principio.

Se cansaron y acudieron a la mamá y a la señora de Serapio, para que ellos mismos le cambiasen y de ese modo seguir la operación.

Luego de sórdidas explicaciones, lograron, les mudasen el dine-ro. La operación se hizo hasta el chivo cincuenta y cuatro, que com-pletó la caja del camión.

Cuando dejaron La Poma, el sol estaba alto, se acercaba el me-diodía. No quisieron almorzar para cruzar temprano la Cuesta del

Page 78: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

78

Eduardo Ceballos

Obispo. En el viaje hablaban de la desconfianza de Serapio. ¿Qué le pasó para ser así? El hombre de ciudad, con sus picar-

días, arrasó históricamente con los pobres campesinos. Eso de chivo subido, chivo pagado; demostraba que no creían en

las tablas de multiplicación; tal vez en ese mecanismo aritmético, la candidez de su espíritu percibía la trampa.

Serapio a pesar de sus limitaciones, hacía negocios, que le posi-bilitaban seguir sobreviviendo.

Cuando llegaron a Payogasta, dejando atrás el ondulante camino con vertientes, ríos y paisajes esplendentes, el sol era el centro del paisaje. En horario prudente, para encarar la Cuesta del Obispo.

Ingresaron por la recta del Tin-Tin, atravesando el Parque Nacio-nal Los Cardones, donde el paisaje tiene una solemnidad que atrapa, que grafica lo que es la distancia y la soledad.

Se oye el silencio, se mete para adentro, envuelto en una fina ca-pa de asombro.

Arquitectura del tiempo, dibujo de la historia natural, que empe-queñece la estatura humana.

Un desfile de cardones, como soldados anónimos, montando guardia, protegiendo el espacio.

El vehículo devoró la distancia, y la mente, a través de los ojos, observó el paisaje, admiró la historia pisada por esta tierra, tan dis-tante y tan sola. Empezaron a sentir como sube la geografía.

Los nutridos nubarrones, anunciaban que estaban en la Cuesta del Obispo, que guardaba recuerdos de otros tiempos, y a su lado, el valle encantado, tan verde y bello, que las ovejas andaban arrastran-do sus ubres, por la pastura que se ofrecía generosa.

Verde y piedra, multiforme sitio del mundo que deslumbraba. Llovizna permanente, por eso tanta vida, tanto verde. Valle encan-tado con música, con pájaros, que volvían desde el tiempo por otra distancia.

Valle Encantado, donde comienzan o terminan los Valles Calcha-quíes, de rutas enruladas, que mueven los misteriosos momentos del camino.

Page 79: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

79

Cuentos y crónicas familiares

Avanzaban los primos, por la quebrada, donde el río canta la can-ción del agua.

Separa los valles, el calchaquí y el de Lerma. Camino de transi-ción, jadeante hacia el tiempo de la fruta.

Por ese curvado camino, bajaron hacia Los Laureles, para ingre-sar al valle agrícola que mueve el verde con su fragancia. Llegaron a Salta con la carga.

Al otro día repartieron el trabajo y los chivos, para producir los resultados sospechados o pretendidos.

Gerardo le prestó a Gringo una camioneta Rastrojera frontalito, para que vendiera sus animalitos. Nolo por otro lado.

Con el entusiasmo que le caracteriza a Gringo, cerca del medio día, salió con la camioneta y su carga rumbo a su domicilio.

Ya era la hora del almuerzo. Estacionó la camioneta a la sombra de una morera, dentro del terreno de la casa.

Comió con su familia y salió decidido a ocuparse del negocio de los chivos, pero esta vez, acompañado por Susana.

Era sábado y la gente está mejor dispuesta para este tipo de com-pras. La siesta caliente y el tanque de combustible casi vacío.

Fueron a una estación de servicio, que estaba en la avenida Boli-via, ruta 9, frente al Polo Club.

Cuando terminó de cargar el combustible, tenía una rueda delan-tera baja.

Miró hacia los rincones y no encontró la gomería, que solía tener esa estación de servicio.

Le preguntó al encargado, quien le dijo que no se explicaba, por-que no estaba.

Se puso en la tarea de cambiar la rueda. Aflojó los tornillos y pu-so el gato.

Sacó la de auxilio, que estaba en el chasis, debajo de la caja. Los chivos hacían sentir su protesta, el calor abrazaba. Con gran

desazón comprobó que esa goma de emergencia, también estaba desinflada.

No había aire, en esa estación. Pensaba alternativas. En ese tiem-

Page 80: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

80

Eduardo Ceballos

po no había celulares. La comunicación era complicada. Los chivos decían su fastidio, por el calor reinante. Pidió el telé-

fono en la estación, por suerte se lo prestaron. Llamó a parientes y amigos. Pedía una rueda prestada o que ven-

gan a reparar las dos desinfladas. Pasaban los minutos y la solución no llegaba.

Cada vez que pedía el teléfono, el encargado se fastidiaba, a pe-sar del alto sobreprecio que le cobraba.

Gringo les discursaba a los chivos: tengan paciencia, ya saldre-mos de esto.

Los nervios y la ansiedad gobernaban la tarde. Gringo de la ca-mioneta al teléfono, miraba la ruta, los vehículos que pasaban y la solución no aparecía.

Los chivos se hacían escuchar con más fuerza. Descubren que la otra rueda delantera, también estaba baja, como si hubiese sido un atentado, mientras almorzaban.

Fue un solo lugar donde se paró, para comer y dentro de la casa. No era tan difícil saber lo que pasó.

Sumó más nervio a la jornada. Gringo desesperado, con camio-neta prestada, con los cabritos sin vender, sin solución para conti-nuar con su trabajo.

Los chivos protestaban a toda voz y hacían sus necesidades en la camioneta.

Desbordado llama a los parientes con teléfono y vehículo. No po-día salir del paso.

Se le ocurrió Oscar, le dicen Negrito, quien tenía un bello Torino blanco, de dos puertas, 0 Km.

Le contó lo que pasaba. Oscar respondía que no podía hacer na-da. Su auto estaba lavado, perfumado, para una parejita de novios, que le pidieron, los lleve hasta la iglesia y de allí a la fiesta.

Cómo habrá sido el panorama que Gringo le pintó a su primo, que comprendió el momento y accedió a darle una solución.

Entonces Oscar, preguntó: ¿Qué quieres que haga? Dos cosas, dijo Gringo: que alguien llegue con un vehículo, para hacer arreglar

Page 81: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

81

Cuentos y crónicas familiares

las ruedas y otro que venga con otra movilidad a buscar los chivos. Entonces Oscar dijo, de pasadita, que le avisaba al Hugo, otro pri-mo, te vaya a ayudar y que él se hacía cargo de llevar los cabritos.

Oscar remató la comunicación, diciendo: “tratá de tenerlos listos, así no pierdo tiempo”.

Gringo y Susana, encontraron atrás del asiento una larga soga, no muy gruesa.

Gringo se entusiasmó, porque la piola era ideal, con ella bajaban los chivos y lo ponían bajo la sombra de un árbol.

Gringo dio la magistral receta: “se baja de a uno, se lo ata, y así con todos”.

Los dos primeros, perfectamente controlados, con el tercero, em-pezaron a aparecer las dificultades… Pero con el tercero, dijo: “ya se arreglarán…”, Susana y Gringo siguieron bajando y atando chivos. Cuando estaban todos en la misma soga, se percibía un grotesco cua-dro, que superaba todas las escuelas de arte.

Mezcla de anatomía chivesca con piolas retorcidas. Cada chivo apuntaba a su objetivo.

Se movilizaban hacia los cuatro puntos cardinales. Moverlos ha-cia un árbol, era como incitarlos a una danza macabra.

Algunos decían su bronca con toda su furia; otros querían impo-ner su voluntad; miraban como diciendo yo no hice nada.

Con una rara habilidad, se fue arriando esa masa viva, multifor-me, hacia el árbol, que ofrecía su sombra, con las formas de la espe-ranza. En ese lugar, Susana y Gringo, se quedaron cuidando de esos animalitos. La espera era tensa y la temperatura recordaba al infier-no con todos sus diablos.

Por fin apareció el flamante Torino blanco, de dos puertas, impe-cable, recién lavado, perfumado, encerado.

Oscar miraba asombrado a los pasajeros que debía llevar. No te-nía alternativa.

Estaba comprometido. Una masa multiforme, mezcla de patas y cabezas, que desorientaban.

Como comenzar el trabajo era el tema. Como pudieron fueron

Page 82: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

82

Eduardo Ceballos

desatando la piola y liberando de a uno. Los chivos eran ingresados al confortable vehículo.

Un trabajo a seis manos, con eficacia, rapidez y alta concentra-ción para no tener sorpresa. Poco a poco fueron introducidos los ani-malitos al auto.

Oscar, dejó las ventanas semiabiertas, para que no se concentre el olor, pero no tan bajo, como para que puedan escaparse.

Gringo le recomendó a su primo, que viaje con cuidado, porque los chivitos no estaban acostumbrados a la velocidad y le contó que les gusta la música, así que le recomendaba que les ponga el esté-reo.

El humor ayudaba a tolerar el pesado momento. Arrancó el auto, con ese motor que tiene voz de hombre recio.

Susana y Gringo, parados en medio de la calle, mirando el auto que avanzaba por la calle Díaz de Guzmán hacia la calle Zuviría.

De ambos laterales se veían las cabezas de varios chivos. Disfru-taban del viaje, miraban el paisaje y saludaban con su clásico meee! a los que veían en su camino.

Un impecable Torino de dos puertas, blanco, 0 km., perfumado, lavado, encerado, preparado para transportar una parejita de novios; de pronto tuvo el privilegio, de llevar en su interior, un importan-te ramillete de vida silvestre, que guardaba en su anatomía, todo el aroma natural.

Avanzaba el auto y en la lejanía, Gringo y Susana, miraban su an-dar y les crecía una emoción nueva en la sangre.

La piola que sirvió para contener los chivos, estaba inútil en la mano de Gringo, quien la devolvió de donde la sacó, atrás del asien-to de la camioneta.

Se fueron y se transfirió el problema de su presencia. Qué destino les habrá dado el nuevo conductor de chivos.

Cómo habrá acomodado su persona, su tiempo y su auto, para cumplir con los novios.

Pobre Oscar, decía Gringo, anhelaba que pueda solucionar el hospedaje de los chivos.

Page 83: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

83

Cuentos y crónicas familiares

Mientras tanto, Gringo y Susana esperaban la llegada de algún auxilio. La consigna era arreglar las gomas, para seguir por el ca-mino.

Luego de una espera no larga, llegó Hugo, con su auto, quien se puso en la tarea de llevar las dos ruedas y traerlas en condiciones.

Las cambiaron y con la camioneta funcionando, hicieron arreglar la tercera, para tener el auxilio en condiciones. De este modo se sal-vó una dificultad. Capítulo que enseñó.

La vida presenta problemas, que siempre tienen solución. Ese sueño de querer hacer negocio y progresar, unía a los primos. Como conclusión, se aprendió que no es fácil el negocio de los chivos.

Page 84: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 85: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

85

Cuentos y crónicas familiares

VIaJe a menDoZa Con noLo

Gringo invitado por su primo Nolo, realizó un viaje comercial a Mendoza, con las golosinas, que fabrica la familia.

Un invierno con bajas temperaturas, se instaló en el paisaje. Muy temprano partieron desde Salta, en un camión Mercedes Benz 1114, azul, con furgón térmico.

Las serranías blancas por la helada. Devoraban las distancias. Pasaron el río Juramento, Metán y cuan-

do entraban a Rosario de la Frontera, Nolo le dijo a Pancho, su secre-tario, que en la confitería El Molino, que estaba a la entrada de la ciu-dad, compre una petaca de café al cognac para combatir el frío.

Le recomendó que lo haga rápido. Cuando llegaron al lugar, Pan-cho bajó del camión, casi en movimiento, con un billete en la mano, para cumplir con el pedido.

Lo hizo con tanto ímpetu, que chocó contra una puerta de vidrio, del frente del local.

Una explosión y la puerta se derrumbó en pedacitos. Se fue la urgencia.

Susurros de dolor de Pancho, golpeado; gritos del dueño del ne-gocio, reclamando su puerta; la gente se aglomeraba y comentaba.

Nolo le recriminaba a Pancho, el que respondía que no la había visto, estaba muy limpia esa puerta.

El dueño exigía reposición y avisaba a la policía. Llamaron al técnico que sabía del tema, para que presupuestara la reposición.

La policía presionó una solución. A dientes apretados, un salo-mónico arreglo.

Page 86: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

86

Eduardo Ceballos

Nolo entregó algo a cuenta, y documentó un saldo importante, para la vuelta, cuando venda lo que llevaba arriba del camión.

El viaje comenzó con pérdidas. Nolo renegó todo el camino con Pancho.

Gringo, al medio, lleno de silencio. Con clima tenso cruzaron Tu-cumán, Monteros, La Cocha.

Subieron la Cuesta de Totoral, la ciudad de Catamarca y recién a la noche pararon en La Rioja, para cargar combustible y comer al-go.

La primera comida con pocas palabras. El accidente de la puerta, calaba hondo. Retomaron la ruta con un

frío importante. Era una noche escandalosamente fría.Dos horas después, en las cercanías de Chepes, ven un camión y

su gente pidiendo auxilio. Bajaron Nolo, Gringo y Pancho. Al camión se le salió una rueda

delantera. Comprobaron que había perdido la chaveta, que asegura la rueda

al eje y por supuesto los tornillos. Buscaron afanosamente, con linternas, la rueda, a pesar del inten-

so frío, hasta dar con ella. La encontraron como a cien metros, en una bajada, junto a la la-

dera de un cerro. Primero se levantó el camión con un gato hidráulico y Nolo con

un clavito, reemplazó la chaveta. Luego sacó un tornillo de cada rue-da y terminó el trabajo de emergencia.

El camión podía continuar su marcha, con sumo cuidado. El frío partía la cara.

Más de una hora ayudaron al camionero, con una temperatura que no los acobardó.

Le sugirieron al camionero auxiliado, que vaya muy despacio. Lo seguirían por cualquier cosa, hasta el próximo pueblo.

En la despedida, el auxiliado entregó, un frasquito con grapa y uvas. Avanzaron a paso de hombre, por el estado de la ruta de tierra, prácticamente intransitable.

Page 87: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

87

Cuentos y crónicas familiares

Probaron lo convidado. Un manjar que daba calorías y hacía más placentero el camino.

Percibieron las primeras luces de Chepes. Cuando entraron al pueblo, los ocupantes del camión auxiliado,

detuvieron su marcha, emocionados de llegar y en agradecimiento, los invitaron a comer algo, en el único boliche abierto.

No sabían como premiar el gesto humano. Comieron en alta ca-maradería.

En la despedida, les obsequiaron, varios frasquitos de grapa con uva. Retomaron el camino.

Otro ánimo. Cenar dos veces en la noche, auxiliar a un hombre y probar esas ricas uvitas.

Borraba el dolor de la puerta. La calefacción a pleno y la grapa, para soportar el frío intenso.

Ahora cantaban. De tanta uvita con grapa, cerca de la madruga-da, el sueño les exigía una parada.

Nolo con la prudencia, de quien sabe andar las rutas, buscó una banquina espaciosa y estacionó para descansar.

Estaba un poco inclinada. Detuvo el motor y se entregaron al sueño. A los pocos minutos, el frío los despertó. Nolo encendió el motor, puso la calefacción, para dormir más calentito.

Pancho aprovechaba para meterle un trago de grapa. Al rato los tres, profundamente dormidos, cuando Nolo gritaba: “Volcamos…volcamos…” y manoteaba el volante, como queriendo evitar el si-niestro.

Despertaron con susto, al ver el camión inclinado; luego, las ri-sas al comprobar que era una fantasía que venía de la grapa, del frío y del cansancio.

Continuaron en un clima de alta alegría. A los pocos kilómetros estaban en Vallecito, donde se honra la memoria de la Difunta Co-rrea. Fueron con su carga, a Mendoza, la vendieron, y cumplieron con los objetivos.

Al regreso solucionaron lo pendiente en Rosario de la Frontera, por lo de la puerta y sintieron la satisfacción del deber cumplido.

Page 88: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 89: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

89

Cuentos y crónicas familiares

magIa en Un CIrCo

Las promesas se cumplen. El padre de familia desde mucho tiem-po atrás ofreció que cuando llegue un circo a la ciudad de Salta, los llevaría.

Los chicos guardaron en su memoria ese dato y esperaron con sa-bia paciencia el momento.

Una mañana llegan a la escuela una pareja de enanitos, promo-cionando una función con precios especiales, para los chicos con sus padres.

Les entregaron volantes, que los alumnos guardaron en sus mo-chilas. La jornada educativa entró en un clima de ansiedad. Los chi-cos querían volver a sus casas a contar de la oferta.

Por fin tocaron la campana, la formación el saludo a la bandera y con la Marcha de San Lorenzo, entonada a todo pulmón por los alumnos, salieron a la calle cantando: “Febo asoma, tras los rayos...”

En la vereda, las travesuras de siempre, pero esta vez, con más rapidez, para llevar la noticia a la casa.

Era la ocasión, el momento tan esperado. A paso más rápido del habitual, cada chico fue a su casa con una ilusión nueva.

Para ello, había que poner mucha simpatía, para tener más éxito en la negociación con los padres.

En la casa, la olla estaba humeante, como todos los días, con la sencilla sopa.

La madre recibió con la ternura de siempre a ese changuito estu-dioso y le ordenó, se saque el guardapolvo, se lave las manos y vaya a la mesa, que ya servía la comida.

Page 90: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

90

Eduardo Ceballos

Como nunca Juancito, cumplió con todo lo pedido por su mamá y abordó la mesa, junto a toda su familia.

El padre le pidió que antes de sentarse, le compre un vino y una soda. Salió con entusiasmo a cumplir con la orden paternal.

Llegó la sopa de arroz, con puchero y la familia compartió el ali-mento con alegría.

Luego un guiso de lenteja, con todos los sabores de la tierra que guarda ese cereal en su carne. La consigna era comer con pocas pa-labras.

En los postres, cuando aparecieron las mandarinas, Juancito con-tó de la visita de los promotores que fueron a la escuela y sacó del bolsillo de su pantalón el volante que le habían entregado.

El padre miró el papel para enterarse de que se trataba y volvió a prometer, que el domingo lo llevaría, además la promoción era ven-tajosa.

Faltaban tres días y había que portarse bien y no dar motivo para que su padre cambie de idea.

Juancito, parecía un chico modelo. Respetuoso, obediente, aten-diendo todos sus deberes. Estaba buscando su premio. Por fin llegó el domingo, que amaneció más temprano.

La familia completa fue al circo. Mientras el padre, sacaba las entradas, la madre con Juancito, fueron hasta las jaulas que estaban afuera, a ver los animales que se exhibían y el entusiasmo se multi-plicaba.

Entraron a la gigantesca carpa, se instalaron en la platea, donde se encontraron con otras familias del barrio y chicos compañeros de la escuela.

Comenzó la función donde se mostraban los trapecistas, los do-madores de leones, los caballos amaestrados, los elefantes futbolis-tas. Pero, en este circo, una agradable sorpresa.

Salió a la pista una señora joven, sola, acompañada por una sua-ve música lírica.

Cuando estaba parada en el centro de la pista, aparecieron unas veinte palomas.

Page 91: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

91

Cuentos y crónicas familiares

Primero volaron sobre la mujer, vestida como un hada; luego a todo el público bajo la gigantesca carpa; después, nuevamente, alre-dedor de la dama.

Posteriormente, aparecieron en acción unos pajaritos más peque-ños, se sumaron a la danza, al compás de la bella música, junto a las palomas.

Una prenda de seda y varias capas de tul de distintos colores, ves-tía la dama, las que eran levantadas por los pajaritos.

Lo hacían artísticamente, dándoles diferentes formas geométri-cas. El momento más emotivo, cuando tomaron el lacio cabello de la mujer y se los fueron abriendo como un abanico.

Los pajaritos volaban en el mismo lugar sosteniendo con sus pi-cos la tela y los cabellos.

Causaban estupor entre los presentes. Emocionante ver esos pe-queños seres vivos trabajando, con la dama en pos de un espectácu-lo.

La gente se preguntaba como hace una persona para enseñar a un pajarito a realizar determinada tarea, y como se estableció la comu-nicación para producir esa orden de amor.

Todo un misterio que asombraba.Luego de la función la familia retornó feliz a su casa, con el espí-

ritu lleno de asombro, por todo lo visto. Juancito por el premio recibido y los padres con la satisfacción

de saber que habían cumplido con la promesa.

Page 92: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 93: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

93

Cuentos y crónicas familiares

eL sUeÑo De Los nIÑos JarDIneros

Mientras Susana descansaba en una fría noche de invierno, la he-lada se instalaba en el paisaje, para mostrarlo blanco y gélido a la mañana. Como todos los días, empujada por la necesidad de ejercer actividad, se levantó de su tibio lecho, se aseó y cuando desayunaba juntos a los suyos, empezó a narrar lo que le había acontecido.

Tuve un sueño, decía Susana, que se instalaba en un pueblito muy pobre, de pocas casas, donde la miseria era percibida a simple vista. Desde la ciudad había llegado una señorita muy jovencita para estrenar su título de maestra.

Traía la información académica y la ternura que arrastraba de su casa. Con toda su inocencia le puso música al pueblo, con su me-lodiosa guitarra, ofrecía los acordes y los versos del cancionero de siempre.

Gracias a su arte, se fue ganando el cariño de grandes y chicos. Cumplía fielmente su jornada de trabajo, al que lo extendía genero-samente, porque vivía a disposición de la gente.

Tenía tanta riqueza en su alma, que le fue pintando cuadros de optimismo en el sentimiento de los niños.

Con ellos cantaba, jugaba y proyectaban el futuro. Su enseñanza vinculó a esos menores con la vida.

A través de sus diarias lecciones, los niños fueron descubriendo la magia del mundo circundante.

Les contaba que el futuro está dentro de uno mismo, que es como una semilla, y hay que regarla en forma permanente.

Su sonrisa y sus palabras eran altamente motivadoras. La usina

Page 94: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

94

Eduardo Ceballos

Page 95: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

95

Cuentos y crónicas familiares

de su pensamiento, daba luz a sus entendimientos. Un día les explicó que tenía la fórmula de la riqueza. La llave

consistía en mover esa semilla interior, para germinar alegrías en to-do el tramo de la existencia. Lograba su cometido.

La alegría ocupaba cada día más espacio en el pueblo. Un conta-gio natural se repartía entre la gente.

De tanto hablar de la semilla en la clase de agricultura y jardine-ría que la maestra daba en la escuela, la población de esa pequeña aldea, fue cambiando armónicamente de la mano de esos niños, que como eslabones de una gran cadena, fueron transfiriendo una nueva fisonomía a su pueblo.

Los jardines prosperaban y con ello los perfumes, los colores y las gracias.

De tanta semilla, se convirtió en un pueblo verde en corto tiem-po, gracias al trabajo de los niños jardineros, que sacaban de la es-cuela esa lección de vida para volcarla en su pequeña patria, donde viven sus mayores y los afectos.

El mundo vegetal, en el tiempo le fue dando otro aspecto a esa sencilla población, que ahora recibía el gozoso canto de los pája-ros.

Desde los árboles bajaban aromas y sabores, que la naturaleza ofrece a raudales. La felicidad se instalaba en sus calles.

No sólo se consumía lo que se producía, ya empezaban a vender-se a otros pueblos, los frutos obtenidos.

Las casas se pintaban y los niños jardineros eran un canto a la vida.

Pasaron los años y esa joven señorita, que seguía en el pueblo era ya una abuela venerada por toda la gente.

Con su presencia, había podido darle un impulso vital a la región. Desde su humilde intimidad construyó un himno de felicidad.

Pasaron las generaciones y la semilla sigue viva en los proyectos de ese pueblo, que descubrió su alegría gracias a una maestra y a un grupo de niños jardineros.

Page 96: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 97: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

97

Cuentos y crónicas familiares

traVesUras PUeBLerInas

Gringo trabajaba en el Ministerio de Bienestar Social, en la ave-nida Belgrano 1349, junto al doctor Dantón Cermesoni, que vivía en Estación Zuviría, en el pueblo de El Carril.

Se organizaba por esos tiempos el Plan de Salud. El reconocido doctor, descubrió en Gringo condiciones, para que actúe como su se-cretario y lo puso en funciones, junto a un destacado plantel huma-no, que apuntaban a lograr el 100% de cobertura con asistencia a la salud de toda la población.

Para ello, se convocaron a experimentados enfermeros de todos los pueblos y se nombraron agentes sanitarios, para que cumpliesen, con ese plan, que disponía visitar todos los hogares salteños, del campo y la ciudad.

Por ese motivo, se designó un plantel de formadores, que tenían la misión de preparar en distintas disciplinas al personal afectado.

Desde la provincia de Jujuy, se trajo al doctor Cazón, quien tenía una dilatada carrera en el tema y al señor José Carretero, quien era un especialista, en relevamiento topográfico, para que les enseñe a los agentes sanitarios a dibujar planos, que reflejen lo más fiel posi-ble, la realidad habitacional de cada zona.

Se salía con los alumnos a distintas zonas rurales, a aplicar lo aprendido.

Se dibujaban casa por casa en el papel y se incluían los rasgos más notorios del lugar.

Entre esos alumnos, que representaban a su pueblo, estaban Pico Aguirre, de El Carril; Vilte de Campo Quijano; Elsa Moya de Co-

Page 98: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

98

Eduardo Ceballos

ronel Moldes; Irma Noemí Chamale y la señora Gómez de Rosario de Lerma; Leopoldo Barboza, el Pastor de Nubes, de Santa Rosa de Tastil; por nombrar algunos de los que vienen con los recuerdos. Gringo, actuaba como coordinador de todo el valle de Lerma.

Por razones de estrategia laboral, y para mayor funcionalidad, requerían su presencia en algún pueblo del valle. Se hicieron las ges-tiones y le marcaron su destino.

Gringo se radicó en El Carril, con residencia en el hospital, don-de disponía de un pequeño departamento.

Obedecía a una mejor organización del trabajo en los valles, del Plan de Salud. Se incrementaban las relaciones y contactos con la comunidad.

Durante el día, arduo trabajo. A la nochecita, salía a caminar por ese pueblo tranquilo, con gente cordial y amigable.

Colaboraba con algún festival, en las fiestas patronales. Actuaba como maestro de ceremonia.

Los primos que vivían en la ciudad, lo visitaban, especialmente, los fines de semana.

Un viernes a la noche, llegó su primo Ernesto con Juan, Pancho, Pirulo y Hugo.

La consigna, pasarla bien, comiendo una pizza, jugando un parti-do al sapo, una guitarreada o prenderse en algún asado.

Lo importante, estar juntos. Se movilizaban en una Estanciera, que tanto se veían por las rutas de la patria.

Ya con Gringo incorporado al grupo se dirigieron a Chicoana. Er-nesto, el diligente conductor, con increíble rapidez, los llevó a desti-no y a los pocos minutos estacionaron frente a la plaza del pueblo.

Gringo, dejó al grupo en ese paseo público y se cruzó al nego-cio de don Asmed Yened, que tenía un clásico almacén de campaña y una heladería.

Don Asmed era el padre de dos compañeros del seminario, Mar-cos y Miguel. Esa familia apreciaba a Gringo, como si fuese de la casa y de la sangre. Entró Gringo y todos se alegraron. Para no rom-per la tradición le ofrecieron un helado.

Page 99: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

99

Cuentos y crónicas familiares

Era la esquina de la generosidad. Los changos no estaban, sólo las hijas Susana y Estela.

Don Asmed atendía el negocio y las chicas le preguntaban a Grin-go, con quien andaba y que iba a hacer.

Explicó que estaba con unos primos y unos amigos, paseando por el pueblo.

Estela sugirió que le informaran a su padre, que andaba con va-rios artistas, que se los quería presentar, así papá, decía ella, los in-vitaba a casa y organizaba algo.

Don Yened, amaba la poesía y la música. Estela y Gringo le contaron al jefe de la casa, que llegaron unos

artistas y se lo querían presentar. En el acto, pidió que lo lleven y dio la orden de comprar asado,

para reunirse con ellos. Con la fiesta organizada, Gringo volvió hasta los changos. Le

contó a los compañeros de ruta, que ya estaba en camino un asado y les explicó que los iba a presentar a cada uno como artista.

Al dueño de casa le gusta el arte y con la hija del dueño de casa se armó esta estrategia.

Los changos quedaron de acuerdo. Juan, concertista de guitarra; Pirulo, violinista, de la Orquesta Sinfónica de Tucumán; Pancho, percusionista del conjunto folklórico Los sin Nombre; Hugo, tenor lírico; Ernesto, crítico de arte.

Cada uno con su rol, porque así serían presentados, por idea de su amiga Estela Yened. Los muchachos aceptaron el desafío y se prepa-raron para el momento.

Cada integrante buscaba argumentos convincentes de su activi-dad artística endilgada. El premio era muy interesante, una reunión entre amigos.

Se quedaron en la plaza, frente a la iglesia, observando el movi-miento de un pueblo, que produce riquezas, por sus tareas agríco-las.

La gente salía de los negocios con las bolsas llenas para el fin de semana.

Page 100: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

Ambiente de familiaridad, afecto, hermandad. Todos se cono-cían. Gringo tenía varias familias amigas, en ese rincón de la pro-vincia. Los Ayón, los Aguirre, la familia de Aníbal Gonza.

Estela trajo la noticia, que había que cruzar. Don Asmed, los re-cibió con mucho afecto y luego de las presentaciones del caso, les indicó el camino para ingresar a la casa.

Estela hizo conocer a los muchachos a su mamá, a su hermana Susana y a los hermanos recién llegados Miguel y Sergio.

Miguel, a cargo de la parrilla; Sergio, ayudante. El asado se mos-traba generoso y su fragancia lo hacía apetecible. Se buscaba la con-cordancia, que se sirviese a la hora que don Asmed, cerraba el ne-gocio.

Miguelito dialogaba animadamente con los nuevos amigos. Las chicas servían algo fresco y disponían las mesas en las amplias ga-lerías de la antigua casa.

El patrón cerró el negocio y en minutos se sentó junto a los artis-tas que le habían presentado.

La orden de comenzar a servir. Comían la sabrosa carne y las en-saladas que tenían el gusto de la verdura recién cortada.

Brillante armonía. Don Asmed contaba de su lejano oriente y de su Corán. Luego de la cena, fruta de estación como postre y helado.

Le preguntó a Hugo a qué se dedicaba y éste respondió que era tenor lírico.

Surgieron temas referidos al arte y don Asmed, los alentaba a que continuaran por ese camino, porque el arte eleva a las personas. Ha-blaban animadamente sobre la música, la conformación de una or-questa sinfónica.

Don Asmed se maravillaba, lo miraba a Pirulo y lo imaginaba en el escenario con su violín. Lo de Pancho era más parecido a lo que veía en el pueblo. Pero cuando tocaron el tema de la guitarra, Juan, el concertista, se ponía nervioso, sin motivo justificado.

Se metían en el instrumento, en la hechura, en su madera, en los sonidos que cada uno produce. El diálogo subía de tono y se emo-cionaban.

Page 101: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

101

Cuentos y crónicas familiares

En un momento dado, don Asmed, con toda su inocencia, invitó a Juan a que toque algo.

Miguel escuchó y fue a buscar la guitarra y la depositó en ma-nos de Juan.

Turbado la recibió, pero no tenía idea que hacer con ella. Insistie-ron en pedirle que toque algo.

Juan les dijo que en la próxima visita lo haría. Gringo trataba de justificarlo.

Estela, que sabía como se había armado la reunión, le pidió a su hermano Miguel, que cantara algo.

Miguel no se hizo de rogar, cantaba y Gringo decía poemas y la noche se iba alargando.

Muy tarde, don Asmed insistió en pedirle a Juan que tocase algo. Miguel le volvió a pasar la viola. Juan desbordado, no pudo ocultar su falsedad y expresö:

Mire don Asmed, le tengo que decir la verdad para que sepa. No soy concertista de guitarra, ni Hugo tenor lírico, ni Pirulo violinista, ni Ernesto crítico de arte. Tengo vergüenza y pido disculpas.

Don Asmed, sorprendido no entiende nada. Gringo tomó la pa-labra.

Mirá Juan si no querés tocar, no toqués, pero no podés esquivar-le al bulto, haciendo quedar tan mal a los amigos. La verdad que el avergonzado soy yo, de traer gente, que si no está en el teatro no quiere actuar. Pero no importa, don Asmed, pronto le voy a traer ar-tistas que no se hagan de rogar. Agradezco las atenciones y me voy con estos muchachos que no quisieron brindarse con su arte.

Se paró Gringo y sus compañeros también. Don Asmed, quedó frustrado y sin entender. No sabía que era lo cierto.

La familia Yened, despidió a los jóvenes con mucha cordialidad, a pesar de todo.

Fueron hasta la estanciera en silencio. Juan no sabía si era verda-dero el enojo de Gringo.

Estela defendía a Gringo ante su padre y comprendía su enojo. Don Asmed, le restó importancia al incidente.

Page 102: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

102

Eduardo Ceballos

Cuando el vehículo se puso en movimiento, Gringo le recriminó a Juan su comportamiento.

Se defendió Juan, aduciendo estar presionado. Gringo reiteró que era un juego, había que llevarlo hasta el final, pero, bueno, salió mal, porque no te supiste conducir.

Un poco de silencio y al rato las primeras risitas de la aventura, que no salió del todo bien, pero que, les hicieron comer un rico asa-dito.

En El Carril, se metieron al Club Nobleza a jugar un sapo, y espe-rar la madrugada en un clima de alegría, para superar el mal trago.

Page 103: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

103

Cuentos y crónicas familiares

CHaLIta

Hay seres que marcan una época y quedan en la memoria de la gente. Es el caso de un payaso natural, un hombre que había nacido con el genio de hacer reír.

Un gigante de la alegría fue Cristóbal Capó, hijo del carpero Jai-me Capó.

Se hacía llamar este payaso, “El doctor Chalita”. Tenía su parque, denominado “Politeama Park”.

Lo instalaba en distintas barriadas de la ciudad de Salta. Cuando llegaba al sur, de la ciudad, se ubicaba en Buenos Aires y

Tucumán, predio muy solicitado; o en la esquina de San Luis y Cata-marca, frente al estadio del Centro Juventud Antoniana.

Tenía juegos de azar, como la lotería familiar; ruletas; juegos de destreza, como embocar con la argolla, voltear los tarros con pelotas de trapo, pinchar globos con una flecha; atractivos juegos mecáni-cos: la rueda gigante, las sillas voladoras, calesitas.

Pero lo más valorado, el broche de oro, la actuación del “Doctor Chalita”, esperada por la muchedumbre.

La gente de verlo se divertía. Su show popular, hablaba el idio-ma del pueblo.

Por su parque pasaron importantes figuras del cancionero argen-tino. Los Cantores del Alba, Ariel Petrocelli, entre otros.

Los changos del ambiente artístico eran amigos de este excep-cional cómico.

Gringo, siempre lo visitaba en su parque. En una ocasión, promocionó la presencia de Los Cantores del

Page 104: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

104

Eduardo Ceballos

Alba, y en el momento de la actuación, tiró cuatro gallos sobre el escenario.

En otra ocasión presentó a Hugo del Carril, en la persona de un humilde labriego de la localidad de El Carril, que tenía como nom-bre de pila Hugo, quien apareció en el escenario y el cómico le pre-guntó: ¿Nombre?, a lo que el hombrecito dijo: Hugo. ¿De dónde sos?, y el pueblerino contestó: de El Carril. Entonces, el dueño del parque, gritó: Con ustedes Hugo del Carril.

Chalita, un personaje de hacerse notar fácilmente, por su chis-peante forma de ser, por la alegría, salida de su interior.

Primero recorrió con su parque la ciudad de Salta, luego la pro-vincia, después el país, hasta hacer de su pequeño emprendimiento, una industria nacional.

Los amigos viajeros, comentaban que lo encontraban en Olava-rría, Resistencia, en Córdoba.

Recorría el país, llevando el mensaje de su permanente alegría. El fuerte vínculo unió, a Gringo y a Chalita, hasta cuando la muer-te lo encontró en la calle Mitre al 1600, en la casa de los Escalante. Hasta ese momento Gringo acompañó a su amigo, quien a pesar de las dolencias, se fue de este mundo con serena alegría.

Page 105: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

105

Cuentos y crónicas familiares

eDUarDo CeBaLLos

algunos libros de su autoría:“Conozca la historia de salta a través

de sus efemérides” (1994).“Poetas salteños en el Congreso nacio-

nal” (Libro presentado en el Salón de Pasos Perdidos del Congreso Nacional, con poetas homenajeados y la actuación espontánea del Chaqueño Palavecino en el año 1997).

La novela “el Inca-Paz” fue presentada en Buenos Aires en el año 2005, en el emblemático edificio de La Manzana de las Lu-ces, con la presencia de destacados artistas que acompañaron con su canto la presentación del libro. Los artistas que actuaron en aquella ocasión: El Payito Solá, Terucha y la Payita, Melania Pérez, Norma Agüero, Adelina Villanueva, Zamba Quipildor, quien además fue el autor del prólogo. Luego se presentó en la Casa de Salta con el mismo elenco y en Salta, en el Teatro del Huerto.

El monólogo “Por amor a la vida”, presentado en el Teatro Ópera con la interpretación del autor. (2007).

El poemario “Per saecula saeculorum – amen”, en defensa del planeta tierra (2007).

CD de poemas “La Palabra”, con 17 poemas del autor y temas musicales interpretados por Rubén Pérez y Zamba Quipildor.

El CD “Frutos de la memoria”, acompañando al cantor popu-lar Cholonga Navarro, incluyendo sus glosas en todos los temas y recitados con su voz.

“es Primavera”, libro de poemas, con ilustración de Jorge Cor-nejo Albrecht. Libro que fue traducido al italiano en este año 2012.

“Cafayate, rumores de su paisaje”, libro referido al camino a Cafayate y a esa bella región de los Valles Calchaquíes.

“serenata a Cafayate – Una historia musical”, un poco la me-

Page 106: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

moria de ese importante festival, donde se nombran a todos los ar-tistas, que pasaron por el escenario Payo Solá, desde 1974 hasta el año 2010.

“Periodismo de salta – Diarios de las Décadas del 50, 60 y 70”, evocación de lo que aconteció en los medios escritos, radiales y televisivos de Salta, que fuera presentado por el profesor Francisco Fernández, el doctor Ricardo Falú y el destacado periodista Néstor Salvador Quintana.

“tres salteños a Udine, Italia – todo un sueño”, crónica del viaje por el viejo mundo, presentado por el profesor Francisco Fer-nández.

“el gringo de mil caminos”, novela que rescata paisajes de la Salta del ayer. Presentado por el profesor Francisco Fernández y el Rector de la Universidad Nacional de Salta, CPN Víctor Hugo Claros.

Y diversas plaquetas.

Fue merecedor de numerosos reconocimientos, premios y distin-ciones. Entre los más importantes el título de “Nobleza Meritocrá-tica y la Distinción “estrella académica Universal en carácter de Patricio de la Humanidad solidaria” en la 135ª Honra Pública de Valores Sociales, acreditándose su rango en el Registro Mundial de Valores del Género Humano (en los folios Nº 278/279), otorgados ambos por la Organización Mundial de Pueblos y Culturas, la Obra Mundial Pro-Humanidad Solidaria, la Transacademia, y el Instituto Universal de las Naciones.

Sus trabajos literarios son altamente valorados por las más pres-tigiosas Universidades del mundo. En la página web de la Univer-sidad de Tokio: http://spanish.ecc.u-tokyo.ac.jp/aries/amorvida, se publicó su libro “Por amor a la vida”, cuyo texto se grabó en Salta, ciudad donde catedráticos de aquella Universidad, filmaron paisajes provincianos. El doctor en Letras, Hiroto Ueda utiliza ese material para enseñar el idioma español a los jóvenes japoneses y el pensa-miento de su autor.

Page 107: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

107

Cuentos y crónicas familiares

A su vez, en el portal literario que habilitaron conjuntamente las Universidades de Texas, Dakota del Norte y la Universidad Argen-tina J. F. Kennedy: http://actaliteraria.blogspot.com/2009/07/eduar-do-ceballos.html, se pueden conocer las producciones literarias de este poeta salteño.

En 2009, la Universidad de Udine lo convocó para participar en calidad de ponente en el Congreso Internacional “La alimentación como patrimonio cultural de la emigración en las américas”, organizado por la “Università degli studi di Udine (Italia)” en co-laboración con el Centro “oltreoceano - CILm (Centro Interna-zionale Letterature migranti)”. Viajó con el músico Rubén Pérez y su hijo, el bailarín Fabio Pérez.

Continúa luchando por los valores que siempre lo identificaron y que fueron la fuente de inspiración de todas sus obras.

Page 108: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 109: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

109

ÍnDICe

Dedicatoria .............................................................................. 5Agradecimiento ...................................................................... 9Prólogo .................................................................................. 11

CuentosEncuentro diabólico ........................................................ 15El país de los poetas ....................................................... 23El carnaval y la viuda negra ........................................ 33Víbora lechera en El Galpón ....................................... 41Demetrio González y la muerte ........................................ 45Chuly Saravia y el gaucho de blanco .......................... 49Duendecitos ..................................................................... 53Los burros endiablados .................................................. 57Los primos comerciantes ................................................ 61La camioneta en Alvarez ............................................... 71El negocio de los chivos ................................................. 75Viaje a Mendoza con Nolo ............................................. 85Magia en un circo ........................................................... 89El sueño de los niños jardineros ...................................... 93Travesuras pueblerinas ..................................................... 97Chalita ............................................................................ 103

Reseña del autor ................................................................ 105

Page 110: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine
Page 111: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine

Se terminó de imprimiren el mes de mayo de 2012en los Talleres Gráficos de

Editorial mILorMendoza 1221 - Tel./Fax. 0387-4225489

4400 Salta - República Argentina

Este libro adquiéralo en:obel Libros

Corrientes 1230 – Tel.: 011-43823190Capital Federal

Page 112: E CE b a l l o s · 2019-03-26 · ca en alguna salamanca; dialogar con los poetas, que cuentan como anduvieron los carnavales que me benefician tanto. Pero fundamen-talmente vine