1. VARIABLES QUE INTERVIENEN EN LA PRÁCTICA PSICOLÓGICA1
Lina Marcela Gil C., Psicóloga, profesora U de A
Cuando se habla de la práctica psicológica se tiende a reducir al ámbito clínico
entendido como intervención psicoterapéutica desconociendo otras
posibilidades como el campo educativo, el trabajo con la comunidad, entre otros.
En el presente capítulo se pretende mostrar la intervención del psicólogo desde
diferentes variables, que aparecen necesariamente relacionadas y se integran a
cada uno de los campos que abordaremos en el próximo capítulo.
La primera división se refiere a los objetivos que se buscan con la intervención
psicológica y los efectos que se pueden alcanzar. Estos operan desde niveles
diferentes: el cognoscitivo, que privilegia la producción o apropiación de
conocimientos, y el terapéutico, que busca la transformación del sujeto a partir
del privilegio del aspecto afectivo.
Tanto lo afectivo como lo cognoscitivo interactúan en el sujeto. Lo afectivo se
refiere a los sentimientos, emociones afectos, aquello que da un motivo a
nuestros actos, apoyado en lo que para Freud son las pulsiones, que desde un
punto de vista económico ubica como “un concepto límite entre lo psíquico y lo
somático”; y de manera similar define Piaget como aquello que regula la energía
interna y el intercambio con el exterior. El aspecto cognoscitivo, ampliamente
trabajado por Piaget, comprende una facultad (lo cognitivo o intelectual) que le
permite al sujeto relacionarse con el medio a través de procesos como la
1 Capítulo de la monografía de grado “El método analítico y la práctica psicológica” Departamento de
Psicología, Universidad de Antioquia, 1996
percepción, el aprendizaje, el razonamiento, etc., y también los asuntos o temas -
conocimientos- que son su objeto.
En términos piagetianos, lo afectivo es lo energético y lo cognoscitivo es lo
estructural, teniendo en cuenta que ambos se relacionan con aspectos actuales e
históricos. Al respecto nos dice:
La vida afectiva y la vida cognoscitiva, aunque distintas, son inseparables (...) Un acto de inteligencia supone, pues, una regulación energética interna (interés, esfuerzo, facilidad, etc.) y una externa (valor de las soluciones buscadas y de los objetos a los que se dirige la búsqueda)2.
Para Freud, lo afectivo y lo cognoscitivo se estructuran a partir de los dos
procesos del aparato psíquico: lo afectivo depende fundamentalmente de las
leyes del proceso primario, las imágenes, las representacionescosa; lo
cognoscitivo, del proceso secundario, que integra las representaciones palabra y
las representaciones cosa. Por tanto, entendemos que no puede pensarse lo
cognoscitivo sin el componente afectivo, ya que ambos constituyen una
dialéctica manifiesta en todo acto psíquico. Sobre esto advierte Lacan a su
auditorio:
(...) les ruego a cada uno de ustedes que, en el interior de su propia investigación de la verdad, renuncien radicalmente (...)a utilizar una oposición como la de afectivo e intelectual.Es evidente que al utilizar esta oposición sólo se desemboca en una serie de callejones sin salida, por lo que no deja de ser tentador adherir a esta consigna durante cierto tiempo. Esta oposición es de las más contrarias a la experiencia analítica, y de las que más oscurecen su comprensión 3
Hacemos entonces una distinción metodológica con referencia a los objetivos o
propósitos del trabajo psicológico, mas no una separación entre dos aspectos que
siempre están unidos. Sin embargo, puede hacerse un privilegio o énfasis sobre
uno de ellos para cumplir mejor los propósitos.
Además de los objetivos cognoscitivos o terapéuticos, hacemos una segunda
división referida a la práctica individual y a la práctica grupal. En nuestro medio
es habitual encontrar un privilegio por la intervención individual, al ser
considerada el único ámbito propicio para alcanzar una transformación subjetiva.
En parte se debe a la marcada influencia de algunas escuelas psicoanalíticas y al
2 PIAGET, Jean. Psicología de la Inteligencia. Buenos Aires: Psique, p.16
3 LACAN, Jacques. Le Seminaire. Livre I: Les ecrits techniques de Freud. París:Seuil, p.302
desconocimiento de las verdaderas posibilidades del trabajo grupal, lo cual se
torna contradictorio con la experiencia que enfrentamos en nuestras prácticas
académicas y en el trabajo institucional en general, en donde las condiciones
sociales y económicas, y los límites de tiempo, hacen que la demanda se oriente a
una mayor cobertura que permita unificar ciertas problemáticas y promueva
espacios alternos de reflexión.
Sin desconocer en ningún momento las obvias ventajas de la intervención
individual, consideramos que el grupo es un espacio propicio para abordar y
analizar un discurso, e incluso muchas veces es el único al que puede -y desea-
acceder un amplio sector de la población. Además, el grupo ofrece condiciones
más apropiadas para trabajar ciertos aspectos, y se constituye en un espacio que
aporta considerablemente a la formación de cualquier psicólogo.
El trabajo individual y el grupal no se ubican en un nivel jerárquico, puesto que
parten de situaciones y características diferentes que, de acuerdo al manejo,
podrán generar efectos fructíferos. En ambos participan aspectos afectivos y
cognoscitivos, siendo determinante cual se privilegie, una vez se aclaren los
objetivos.4
Procedamos ahora a ampliar la primera división referida a los objetivos para
entender cómo se combinan los aspectos afectivos y cognoscitivos y en qué
momento se privilegia uno u otro de acuerdo al contexto.
1.1 OBJETIVOS DE LA PRÁCTICA
1.1.1 OBJETIVOS COGNOSCITIVOS
Por objetivos cognoscitivos entendemos la producción de conocimientos, la
obtención y análisis de información, la discusión de un tema, y todos aquellos
procesos orientados a la formación en cualquier área del conocimiento.
Para el cumplimiento de estos objetivos, el método analítico juega un papel
fundamental en tanto es una forma crítica de abordar un discurso mediante un
comentario implacable de significantes. Los espacios en que se privilegia lo
4 RAMÍREZ, Carlos A. Trabajo analítico con grupos. Seminario 95-2
cognoscitivo son principalmente la investigación, la asesoría, la enseñanza, la
conferencia y los talleres, entre otros. Veamos cuáles son sus modalidades.
1.1.1.1 Objetivos de Intensión
En términos generales, se pretende avanzar en el análisis de un discurso
específico con el fin de contribuir al conocimiento científico y, de ser posible, al
crecimiento de la ciencia.
La Investigación es la actividad más representativa en cuanto a objetivos de
intensión, puesto que es un proceso de construcción y reconstrucción de
conocimientos con miras a ampliar la producción científica mediante la
contrastación entre la teoría y la práctica.
En las ciencias sociales podemos ubicar, como propósito general, el estudio de la
interacción del sujeto con la realidad social, enfocada desde diversos ángulos de
acuerdo al objeto de estudio de cada ciencia. Se destacan como modelos la
investigación cuantitativa y la cualitativa: mientras la primera privilegia el uso
de categorías numéricas y realiza el análisis relacionándolas de forma
estadística,5 la segunda emprende construcciones conceptuales como crítica de
textos o análisis históricos sin recurrir a dichas categorías. Aunque muchos
tienden a privilegiar lo cuantitativo, no existe una jerarquía entre ambos órdenes:
ni la estadística es la finalidad de toda investigación, ni la expresión numérica es
índice de su calidad.6
Se puede elegir uno u otro modelo de investigación e incluso pueden
complementarse; lo esencial es reconocer que la realidad social puede ser
abordada científicamente y de forma objetiva, es decir, a partir de un consenso
que permita definir los términos, aclarar los conceptos, delimitar las variables y
los aspectos susceptibles de análisis.
Acerca de la realidad social se han construido múltiples discursos con base en
investigaciones, las cuales parten de la interacción entre los fenómenos de una
realidad concreta y una realidad discursiva (conceptos y teorías) que busca
establecer relaciones, describir los fenómenos y alcanzar un nivel explicativo,
5 Cfr. AIGNEREN, Miguel. Diseños cuantitativos. Dpto de Sociología, U. de A., Medellín, 1993.
6 MANHEIM, Henry. Investigación Sociológica. Filosofía y métodos. p.275.
teniendo en cuenta el modelo actual de la ciencia, que parte de conjeturas
provisionales y aproximaciones al conocimiento susceptibles de contrastación.
Para el caso de la psicología son múltiples las investigaciones que se han
realizado y las teorías que se han construido acerca de su objeto, con el fin de
formalizar un discurso sobre este sector de la realidad.
En el primer capítulo hemos incursionado con mayor detalle en el procedimiento
científico, su paradigma actual y los diversos métodos que se emplean. Es
importante destacar que en el proceso investigativo se pueden utilizar los tres
métodos que hemos mencionado: el experimental, el clínico y el analítico, que
incluso se combinan para producir mejores resultados. Aunque no todas las
investigaciones entran a formar parte de la ciencia, se constituyen en aportes
significativos que amplían la panorámica del proyecto científico.
En nuestro medio la práctica investigativa se ha visto reducida a trabajos
aislados, lo cual pone en cuestión el verdadero espíritu científico de los
profesionales de las ciencias sociales y en particular de la psicología.
Destacamos este hecho en tanto la formación rigurosa en el método analítico
conduce a un mayor cuestionamiento del abordaje del objeto que nos ocupa, y la
investigación constituye un área bastante propicia de aplicación.
1.1.1.2 Objetivos de Extensión
Hacen referencia a la trasmisión, discusión y divulgación de asuntos relacionados
con la psicología y su práctica. Son actividades que parten en primera medida
del criterio de comunicabilidad, entre ellas actividades básicamente expositivas
(conferencias, ponencias, foros, videos, etc.), escritos de diversa índole
(científicos, literarios, etc.), y espacios que privilegian la discusión (charlas,
talleres, etc.). Con ello se busca hacer extensivo el conocimiento mediante
espacios que favorezcan la crítica y la reflexión.
A manera de ilustración, veamos algunos ejemplos donde se aplica el método
analítico desde la perspectiva cognoscitiva y extensiva del conocimiento: la
conferencia, el taller y el cartel.
Respecto a la primera, sabemos que cualquier psicólogo en un momento dado se
enfrenta a la experiencia de conducir una exposición, foro, ponencia, disertación
o conferencia, actividades expositivas cuyo objetivo es hacer comunicable un
determinado tema y someterlo a consideración de un público diverso. Dicha
actividad es de gran importancia para ampliar conocimientos y compartir
experiencias, y de ser conducida de forma analítica, permite además la discusión,
el análisis y el cuestionamiento.
La mayoría de las veces las conferencias privilegian el nivel de información y la
repetición de contenidos sin ninguna posibilidad de análisis y, en consecuencia,
con poco o ningún efecto para el receptor. Se convierte así en una experiencia
limitada cuando el conferenciante asume que tiene el saber y habla más desde la
erudición que desde el análisis crítico.
Desde una mirada analítica, la conferencia es una actividad de construcción y
contrastación de conocimientos que permite implementar técnicas destinadas al
diálogo y la participación. Es fundamental partir de objetivos claros, manejar de
forma precisa y coherente la información, tener en cuenta las condiciones de
tiempo y espacio, saber de antemano a quien va dirigida la conferencia y, en lo
posible, el número aproximado de participantes, ya que son variables que van a
determinar en gran medida la eficacia de la exposición.
No podemos desconocer las fuerzas que hay en juego a la hora de abordar un
grupo, un auditorio, una reunión. Cada persona maneja sus propias expectativas,
creencias, prejuicios, y en muchos casos acuden buscando una respuesta concreta
a sus dudas y dificultades. De ahí la importancia de captar la actitud general del
auditorio en el transcurso de la conferencia y escuchar atento las intervenciones,
aspectos que actúan dentro de la relación transferencial y que deben ser tenidos
en cuenta aunque no se hagan explícitos, es decir, que aunque no se comunican,
se analizan y se manejan de forma tal que permitan avanzar en el diálogo.
De esta manera tenemos en cuenta aspectos afectivos, aunque los efectos
cognoscitivos son los que predominan en un proceso de construcción de
conocimientos. Sabemos por nuestra propia experiencia que de nada sirve repetir
contenidos si no se abre la posibilidad de dialectizar los discursos.
Muchas veces en nuestra práctica se nos pide que dictemos una conferencia o una
‘charla’ sobre determinado tema, por ejemplo sobre sexualidad a un grupo de
adolescentes. Al respecto tenemos varias alternativas: una, quizás la más
frecuente, es informar acerca del proceso, describir los fenómenos que se
presentan y hacer algunas consideraciones acerca de lo que se denomina ‘normal’
y sus posibles variables. En este nivel meramente informativo los efectos son
bastante limitados, más aún cuando se emplean consejos y sugerencias directas
que parten de juicios de valor del psicólogo, y lo único que hacen es obturar la
posibilidad de cuestionamiento. Como hemos visto, aún en una conferencia
opera el fenómeno de transferencia y, en la mayoría de los casos, la palabra del
conferenciante opera como criterio de autoridad en tanto es ubicado en la
posición de saber.
Desde una posición analítica, el psicólogo no encarna un lugar omnipotente de
saber y, antes que un extenso conocimiento teórico, cuenta con un método para
trasmitir algunos conocimientos y plantear una información general, que en lo
posible someterá a una posterior discusión. Aunque en ningún momento se
devalúa la importancia del conocimiento teórico o de la información precisa y
oportuna, se privilegia la manera en que es trasmitida.
Retomando el caso de los adolescentes, sabemos que muchas de las dificultades
provienen del desconocimiento o de la falta de alternativas. Sin partir de un
consejo o de una verdad absoluta, en un contexto cognoscitivo se puede brindar
una información general y, a su vez, cuestionar la información previa de los
jóvenes, sus creencias y valores, generando una experiencia significativa aunque
el análisis muchas veces se de posteriormente.
En este sentido, los efectos no son cuantificables y dependerán de las
características de los participantes, de la capacidad de escucha y, principalmente,
de la posición que asume el psicólogo, orientada en todo momento por una
actitud de docta ignorancia. La conferencia se lleva a cabo generalmente ante
grupos numerosos o públicos masivos, sin embargo, como cualquier otra
actividad, es útil de acuerdo con las condiciones del contexto.
Existe otro tipo de dispositivo que puede resultar más eficaz si se pretende
trasmitir el método a un número reducido de participantes; es el caso del taller,
que abre un lugar de trabajo en grupo mediante la aplicación del método analítico
a un discurso cualquiera. Es básicamente un espacio dialógico que permite
expresar y confrontar dudas e inquietudes con el fin de avanzar en el análisis
discursivo. Puede aplicarse en un momento dado al interior de una clase, en una
consultoría grupal, o en diversos espacios de formación.
Respecto a la forma de trabajo, hay múltiples opciones de acuerdo al caso; se
puede combinar la discusión con exposiciones o elementos teóricos, o favorecer
la discusión de acuerdo con lo que el grupo proponga. Lo fundamental es
sostener una postura analítica fundamentada en la escucha para que opere el
privilegio de la verbalización; bien sabemos que la palabra toma sentido dentro
de este contexto si hablamos para alguien, si encontramos un eco que genere la
re-articulación del propio discurso. Así, antes que experiencias vivenciales o
fenómenos de cohesión, se busca el análisis y la crítica implacable del discurso.7
El taller se caracteriza por la presencia de un coordinador, pero cuando éste se
hace innecesario se llega al dispositivo del cartel, entendido como un espacio
óptimo de aplicación del método psicoanalítico en grupo. La característica
fundamental, introducida en la enseñanza de Lacan, es la figura del “más uno”8
encargado de mantener la discusión y el análisis. El estado óptimo es aquel en
que cada uno pueda ser el ‘más uno’ del grupo, esto es, que todos escuchen y
asuman una posición analítica.
El Más Uno sería entonces el portador momentáneo de un saber sin sujeto (...) Es por ello que el Más Uno es una función y no un funcionario, lo que permite contrarrestar el efecto de masa en el cartel, además del sorteo, la producción individual, la permutación y la exposición pública de las crisis y resultados (...), cediendo así la obscenidad imaginaria para que predomine la transferencia simbólica hasta constituirse en una auténtica transferencia de trabajo.9
Como podemos ver, tanto el cartel como el taller y la conferencia, privilegian el
aspecto cognoscitivo, y se convierten en espacios propicios para aplicar el
método analítico y lograr los objetivos propuestos de acuerdo con las
condiciones. Pasemos ahora a los objetivos terapéuticos, y por consiguiente, a
algunos espacios que privilegian el análisis de lo afectivo.
7 Más adelante (Numeral 2.2.2) definimos, desde una perspectiva estructural, qué es un grupo y especificamos las características de la aplicación del método analítico en el contexto grupal, perspectiva que es fundamental a la hora de realizar un taller, bien sea que privilegie el análisis de lo afectivo o lo cognoscitivo.
8 Cfr. LACAN, Jacques. Seminario del 11 de marzo de 1980
9 RAMÍREZ, Carlos Arturo. El Efecto de masa. En: Correo de los Carteles, Medellín, No 23, mayo de
1990, p.7
1.1.2 OBJETIVOS TERAPÉUTICOS (AFECTIVOS)
Los objetivos terapéuticos privilegian los aspectos afectivos en el análisis del
discurso. Ya hemos enunciado que el afecto se estructura en un momento mítico
de acceso a lo simbólico, proceso que inaugura una cadena significante que
permite articular las representaciones-cosa y las representaciones-palabra,
conformándose un sistema que engloba tanto la lógica primaria como la lógica
secundaria. También hemos anotado que, por ende, es difícil pensar un límite
entre lo afectivo y lo cognoscitivo.
Ahora bien, lo fundamental para intervenir es saber qué aspecto se privilegia en
un momento dado, de acuerdo con los objetivos y a las condiciones del contexto.
Aun si la demanda de ayuda es de orden cognoscitivo y se buscan
transformaciones en dicho campo (por ejemplo dificultades del aprendizaje), el
abordaje puede ser desde lo afectivo, si se considera que allí reside la causa
principal del problema.
Cuando hablamos de efectos terapéuticos -o más precisamente
psicoterapéuticos-, nos referimos a la modificación de la vida afectiva del sujeto,
de forma restringida o no restringida. El principal efecto que define lo
psicoterapeútico es la moderación del sufrimiento, lo cual se puede alcanzar en
diversos contextos y no exclusivamente dentro de la psicoterapia. Hablamos de
moderar y no de aminorar o suprimir, pues remite a un cambio de posición frente
a aquello que produce malestar; en última instancia es un modo o manera
diferente de ver el mundo, reconociendo el sufrimiento como un factor inherente
a la naturaleza humana. Esto hace que replanteemos el concepto de cura que
muchos asocian con supresión de síntomas (curación) e incluso con un estado de
completa homeostasis.
Podríamos decir que en todo sujeto hay un sufrimiento adicional que aparece en
la queja, confirmando que el sujeto sufre porque sufre. A través de la
verbalización y el análisis discursivo se abre la posibilidad de interrogar el deseo
y cuestionar hasta dónde se está dispuesto a asumir las consecuencias de éste. En
la medida en que el sujeto reconozca lo que realmente desea, el sufrimiento
adicional desaparecerá y la reiterada queja se transformará en un proceso de
responsabilización. Encontramos entonces una relación directa entre el análisis y
la moderación del sufrimiento, ya que mediante el análisis discursivo se genera
una transformación subjetiva, en donde el sujeto sufre, pero conforme al propio
deseo.(Véase 3.1.3)
Los efectos terapéuticos serán analíticos si conducen a un cambio en el modo de
sufrir y permiten a cada sujeto buscar alternativas y construir una posición
diferente, sin negar el dolor y el sufrimiento propios de la existencia humana.
Dichos efectos determinan lo que denominamos psicoterapéutico y pueden
aparecer aunque éste no sea el propósito por ejemplo en una consultoría grupal.
A continuación recorremos dos actividades que privilegian lo afectivo y se
constituyen en espacios más propicios para alcanzar objetivos terapéuticos: la
consultoría y la psicoterapia.
1.1.2.1 Consultoría
La consultoría analítica es un lugar de privilegio de la palabra y la simbolización
que aborda el discurso de forma restringida o focalizada de acuerdo con los
aspectos que sea necesario trabajar, con el fin de encontrar un nivel de resolución
de los conflictos, sin llegar a una transformación de la estructura global del
sujeto. Dicha relación entre terapeuta y consultante ofrece alternativas a quien
padece y acepta la posibilidad de ayuda, bien sea a nivel individual o grupal.
En la consultoría, como en toda intervención, participan cinco condiciones
básicas: el deseo y la formación del psicólogo, el deseo del paciente, las
circunstancias del trabajo y el encuadre o dispositivo.
El deseo determina la elección del psicólogo en su práctica respecto a las
actividades o campos en los cuales desea trabajar y continuar un proceso de
formación. Aunque las condiciones estén dadas para realizar un determinado
trabajo, el psicólogo puede decidir no hacerlo de acuerdo con sus gustos y
preferencias y, en general, de acuerdo con su deseo podrá elegir una u otra
opción.
En este sentido, el deseo es correlativo a la formación, pues si el psicólogo elige
determinado campo, será necesario seguir un proceso que le permita llevar a cabo
la intervención. Dicho proceso de formación implica un trabajo sobre el propio
discurso, el cual determina en gran medida hasta donde puede llevarse el análisis
discursivo del consultante y, en general, del sujeto sobre el cual se interviene. En
el proceso de formación se contrasta la experiencia con la teoría personal, en
donde intervienen el nivel de incorporación de los conceptos teóricos y, en
términos generales, la propia cosmovisión. Desde la perspectiva analítica se
pretende que dicha teoría personal esté al máximo libre de prejuicios, para
alcanzar así un nivel de escucha que actúe desde lo analizado y no desde los
‘juicios no enjuiciados’, los cuales impiden trasmitir un método que permita a
cada sujeto construir desde su deseo, y no desde el adoctrinamiento de alguien
que tome sus verdades como ley general.
Es por eso que el deseo del sujeto es una variable esencial en cualquier tipo de
intervención. Por nuestra experiencia sabemos que no todas las personas que
acuden al psicólogo tienen una demanda de psicoterapia, ni buscan una
transformación global de sus vidas. Muchas personas necesitan resolver un
aspecto concreto, aclarar un conflicto para tomar una decisión o informarse sobre
un asunto en particular, lo cual puede conducirse desde una asesoría o una
consultoría.
Desde esta perspectiva no existe un antagonismo entre lo superficial y lo
profundo, tampoco una devaluación de aquello que no conduzca el análisis del
discurso hasta sus últimas consecuencias. Es frecuente encontrar que la sola
escucha desde una posición diferente puede generar efectos, o que una simple
pregunta puede abrir una alternativa de cambio en alguien.
Esto hace que muchos estudiantes realicen frecuentemente un trabajo de
consultoría en sus prácticas universitarias, puesto que se encuentran en un
proceso de formación que no siempre les permite conducir una psicoterapia;
además, las condiciones propias que ofrece la institución con relación a variables
económicas, de tiempo y espacio, ponen límites al desempeño del practicante, y
en general al psicólogo que realiza una labor institucional.
Los anteriores elementos se ubican como circunstancias del trabajo: tiempo,
dinero, espacio, número de sesiones, sexo y edad del consultante, entre otros
elementos que van apareciendo y podrán favorecer o restringir el trabajo según
sea el caso. Una función básica del analítico es estar atento a la incidencia que
tienen los cambios y las circunstancias en la aplicación del método,.
Ninguna de estas variables se pueden pensar aisladamente, pues se
interrelacionan y confluyen para determinar el encuadre o dispositivo. El
encuadre es la convención que se establece para poder realizar el trabajo una vez
se analicen límites y posibilidades; es un punto de partida que guía el proceso y
es susceptible de modificación si el análisis de las condiciones así lo determina.
La conjunción de las cinco variables anteriores determina los alcances de la
aplicación del método, teniendo en cuenta que el propósito general del método
analítico es llevar el análisis discursivo hasta las últimas consecuencias, y su
propósito específico es llevarlo hasta donde las condiciones lo permitan.
1.1.2.2 La psicoterapia
Es un campo fundamental dentro de la práctica del psicólogo, a tal punto, que
algunos desconocen otras opciones. En este espacio es donde más se trabaja lo
afectivo, pues se interviene sobre la estructura discursiva del sujeto sin
restricciones en su análisis con el fin de moderar el sufrimiento.
En términos generales, psicoterapia significa tratamiento del alma, que desde
esta perspectiva hemos definido como cultura encarnada: interrelación de lo
cultural y lo biológico. La intervención que se realiza sobre el alma en la
psicoterapia, implica cuestionar la teoría personal o cosmovisión del sujeto para
permitir que encuentre alternativas diferentes ante el sufrimiento que lo lleva a
consulta y, mediante una experiencia de análisis discursivo que se va extendiendo
poco a poco, construya una transformación subjetiva conforme a su deseo.
Sobre el tema de la psicoterapia volveremos en el próximo capítulo (3.1), donde
se estudia como un campo dentro de la práctica que bien merece ser ampliado,
teniendo en cuenta algunas técnicas y especificidades desde la perspectiva del
método psicoanalítico. En este punto nos interesa, al igual que la consultoría,
como un espacio que privilegia lo afectivo y genera efectos psicoterapéuticos
mediante la aplicación del método psicoanalítico a un discurso subjetivo.
1.2 PRÁCTICA INDIVIDUAL Y PRÁCTICA GRUPAL
En nuestro medio encontramos distintas posiciones respecto al privilegio de una
u otra forma de realizar la práctica. Algunos consideran que la intervención
individual es más apropiada pues se ocupa de un solo discurso, se facilita la
escucha y se restringen elementos imaginarios, además, para ciertos sujetos que
se expresan con mayor facilidad en un contexto individual que dentro de un
grupo, es lo más indicado. Otros, por el contrario, encuentran ventajas en la
intervención grupal como la mayor cobertura, la reducción del costo y la
posibilidad de trabajar aspectos que no aparecen en un trabajo individual; además
puede facilitar la expresión verbal en ciertas personas. Sea cual sea la
preferencia, la mayoría de los psicólogos conducen ambas formas de trabajo, que
pueden ser eficaces dependiendo del contexto, de los objetivos y del manejo que
se haga.
Como lo vimos en el primer capítulo, debemos tener en cuenta que la psicología
como proyecto científico, construye un discurso acerca de los sujetos y su
proceso de incorporación a la cultura, reuniendo una serie de teorías que desde
una perspectiva general intentan dar una explicación a dicho sector de la
realidad. La psicología en sus aplicaciones, además de abordar lo general, se
ocupa también de lo específico en cuanto particular o singular, puesto que su
práctica se basa en el discurso de un sujeto, que puede ser individual o grupal.
En toda intervención, por tanto, el psicólogo tiene en cuenta aspectos generales,
particulares y singulares, dando prioridad a uno u otro de acuerdo al contexto.
Veamos este punto en la intervención individual.
1.2.1 INTERVENCIÓN INDIVIDUAL
Cuando conducimos un trabajo de consultoría, por ejemplo con un adolescente,
es necesario tener en cuenta: lo general, es decir, los diferentes fenómenos que
se presentan en la adolescencia como una etapa propia del desarrollo; lo
particular, que puede ser en un momento dado la familia, el ambiente de su
barrio, el grupo de amigos y otras variables socio-culturales; y por supuesto lo
singular, es decir, cómo vive ese adolescente los cambios que se presentan y las
consecuencias que traen en su forma de ver el mundo.
Además de tener en cuenta estos aspectos, es importante destacar que la
intervención sobre un sujeto individual se enmarca en una relación de dos, donde
cada uno toma posiciones diferentes y asimétricas entre sí. El psicólogo es
colocado en la posición de sujeto supuesto saber, y aunque él no se ubique ni
intervenga desde allí, no podemos desconocer los elementos estructurales que
participan en toda relación intersubjetiva y que se inscriben dentro del fenómeno
de transferencia. En términos generales, ésta se refiere a la puesta en acto de la
relación con el Gran Otro, entendiendo al Gran Otro como un lugar simbólico.
En el momento en que se supone a alguien allí, se está en transferencia con ese
sujeto, el cual se convierte en ese Otro para quien se emite el discurso, siendo un
lugar desde el cual se pueden asumir varias posiciones.
En la intervención individual también es posible sostener una posición analítica,
dentro o fuera de un contexto terapéutico, en actividades como la asesoría, la
entrevista, la consultoría, la psicoterapia, entre otras. Ilustrémoslo.
1.2.1.1 Ejemplo Ilustrativo: la asesoría individual
Mientras el objetivo de la consultoría es terapéutico, el de la asesoría es
primordialmente cognoscitivo. Consiste en la solicitud de información,
esclarecimiento, discusión, y en general cualquier actividad de carácter
intelectual. Se emplea en las prácticas académicas, al interior de un curso, dentro
de una institución, con un colega o miembro del staff; inclusive puede haber en
un momento dado una demanda cognoscitiva de un consultante en un trabajo
psicoterapéutico.
El hecho de abordar lo cognoscitivo no excluye lo afectivo: hemos insistido en
que se presenta una dialéctica entre ambos aspectos y será el privilegio de uno u
otro lo que guíe la intervención. En la mayoría de los casos, al privilegiar el
aspecto cognoscitivo, queda fuera de lugar indagar sobre ciertos asuntos de la
vida del sujeto y sólo se hará si las condiciones y los objetivos así lo requieren.
Veamos un ejemplo referido a un momento de asesoría dentro de una consultoría
individual. Una paciente adolescente ha estado analizando ciertas dificultades
propias de su edad; en un momento determinado manifiesta gran temor de estar
embarazada pues ha tenido contacto físico con su novio a través de besos y
caricias; la ansiedad que le produce tal posibilidad hace que sólo se concentre en
este aspecto y construya una serie de fantasías que incrementan su angustia. En
este momento el terapeuta podría hacer una intervención muy precisa acerca de
lo que realmente conduce a un embarazo, y generaría una moderación de la
angustia de la paciente. En la medida en que se aclare este aspecto en particular,
se podrá continuar el proceso terapéutico y se abrirán otras vías que permitan
analizar el por qué de las fantasías y la posición subjetiva que allí aparece.
El contenido que se ha brindado a la paciente es de índole cognoscitivo, pero de
acuerdo al contexto y a los objetivos que hay en juego, es pertinente brindar la
asesoría sin obturar el proceso y, por el contrario, facilitándolo.
Vemos entonces que cada nivel (individual-grupal, afectivo-cognoscitivo) es
diferente, y dependiendo de las características se adopta una u otra técnica, cuyo
propósito será mantener el método analítico de acuerdo al contexto y a la
oportunidad.
1.2.2 LA INTERVENCIÓN GRUPAL
…