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Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………4 pág.
FUNDAMENTACIÓN………………………………………………………5 pág.
MARCO TEORICO………………………………………………………….8 pág.
Capítulo 1: Resiliencia
1.1.Definición conceptual…………………………………………………….8 pág.
1.2.Modelos de resiliencia…………………………………………………..16 pág.
1.2.1. Modelos triádico de Grotbeg…………………………………….16 pág.
1.2.2. Modelo ecológico de Bronfenbrener……………………………..19 pág.
1.2.3. Modelo de la casita de Vanistandael……………………………..20 pág.
1.2.4. Modelo de resiliencia de Richardson……………………………..21 pág.
1.3. Pilares de la resiliencia………………………………………………….23 pág.
1.4. Mandalas de la resiliencia……………………………………………....24 pág.
1.5. Factores de protección, de riesgo y resiliencia………………………....31 pág.
1.6. Personalidad resistente (hardiness)……………………………………..38 pág.
1.7. Resiliencia comunitaria………………………………………………....39 pág.
1.8. Resiliencia, salud mental y psicoanálisis………………………………..41pág.
1.9. Resiliencia y ancianidad………………………………………………...47 pág.
Capítulo 2: Bienestar subjetivo
2.1. Calidad de vida…………………………………………………………49 pág.
2.1.1. Concepciones de calidad de vida…………………………….50 pág.
2.2. Bienestar subjetivo……………………………………………………..52 pág.
2.2.1. Concepto……………………………………………………...52 pág.
2.2.2. Elementos del bienestar subjetivo…………………………....55 pág.
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2.2.3. Determinantes del bienestar subjetivo………………………..57 pág.
2.2.4. Modelos Teóricos del bienestar subjetivo…………………….61 pág.
2.3. Bienestar subjetivo en la tercera edad………………………………….63 pág.
2.4. Bienestar subjetivo y resiliencia………………………………………..64 pág.
Capítulo 3: Envejecimiento satisfactorio y jubilación
3.1. Adulto mayor: envejecimiento satisfactorio……………………………65 pág.
3.2. Jubilación………………………………………………………………..70 pág.
3.3. Jubilación, bienestar subjetivo y teorías psicológicas…………………..75 pág.
3.4. Jubilación y resiliencia………………………………………………….87 pág.
Capítulo 4: Metodología
4.1. Objetivos………………………………………………………………...89 pág.
4.1.1. Objetivo general…………………………………………………..89 pág.
4.1.2. Objetivos específicos……………………………………………...89 pág.
4.2. Variables………………………………………………………………...90 pág.
4.2.1. Definición conceptual…………………………………………….90 pág.
4.2.2. Definición operacional……………………………………………90 pág.
4.3. Tipo de estudio………………………………………………………….90 pág.
4.4. Población y muestra…………………………………………………….90 pág.
4.5. Aspectos éticos………………………………………………………….91 pág.
4.6. Instrumentos que se aplicaron…………………………………………..91 pág.
4.6.1. Escala para le evaluación de la resiliencia en adultos mayores...91 pág.
4.6.2. Philadelphia Geriatric Moral Scale (PGCMS)………………….93 pág.
4.6.3. Cuestionario sobre datos personales en Ancianos………………93 pág.
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Capítulo 5: Análisis de datos
5.1. Introducción…………………………………………………………….95 pág.
5.2. Análisis descriptivo de los datos……………………………………….96 pág.
5.2.1. Variables demográficas…………………………………………96 pág.
5.2.2. Variables psicosociales………………………………………….98 pág.
5.2.3. Salud……………………………………………………………100 pág.
5.2.4. Resiliencia……………………………………………………...101 pág.
5.2.5. Bienestar subjetivo……………………………………………..102 pág.
5.3. Análisis relacional de los datos……………………………………….103 pág.
6. Conclusión………………………………………………………………111 pág.
7. Consideraciones finales………………………………………………...115 pág.
8. Sugerencias……………………………………………………………..124 pág.
9. Anexos
9.1. Escala para la Evaluación de la Resiliencia en Adultos Mayores……125 pág.
9.2. Escala de Satisfacción Vital de Filadelfia de Lawton………………..127 pág.
9.3. Cuestionario sobre datos personales en Ancianos……………………128 pág.
9.4.Consentimiento informado…………………………………………….130 pág.
10. Bibliografía…………………………………………………………….131 pág.
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INTRODUCCIÓN
El presente trabajo tiene la intención de lograr no sólo una comprensión más
profunda de las problemáticas comunes a lo largo del desarrollo teórico y práctico de la
carrera, sino que a la vez, se constituyera en una investigación sobre situaciones
psicosociales reales, que se producen dentro del contexto donde transcurre la vida de
pequeñas, medianas y grandes conglomeraciones humanas.
No hay aspecto del ser humano que despierte tanta diversidad de ideas,
sentimientos y acciones como la proximidad de la etapa de la senectud o más
específicamente, la hoy llamada tercera edad. Se acepta la importancia de este aspecto
para el ser humano, su presencia en la vida diaria, pero su discusión abierta y franca aún
está encadenada a prejuicios de muy larga data.
Sin lugar a dudas, una de las etapas durante la cual la problemática de la edad
cobra una compleja e inquietante circunstancia en la historia personal del ser humano,
es la entrada a la pasividad o el acceso a la jubilación. Ésta con sus connotaciones
sociales y económicas, se acompaña inexorablemente de un desarrollo de la angustia o
sensación de vaciamiento psicosocial. Fantasías e imaginarios, comienzan a instalarse
en la autoestima del adulto mayor.
Asumiendo el papel de investigadora y con la finalidad de aventurarme en la
posibilidad de brindar respuestas válidas, se interroga acerca de la posibilidad de
encontrar elementos que nos permitan definir más claramente la problemática de los
adultos mayores. A partir de estas consideraciones se delimita el tema que me interesa
explorar y que a continuación enuncio:
“La resiliencia y el bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados”
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FUNDAMENTACIÓN
Los adultos mayores se encuentran expuestos a cambios y pérdidas, que pueden
tener un impacto negativo en ellos, o fomentar sus recursos, sus factores de resiliencia,
que les ayuden a sobreponerse a estas situaciones.
Cuando hablo de resiliencia me refiero a la definición adoptada por autores
franceses, que la definen como la capacidad del ser humano para hacerle frente a las
adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente. Es el proceso
dinámico que tiene como resultado la adaptación positiva en contextos de gran
adversidad. (Munist; Lutthar, et. al., citado en Melillo & Ojeda, 2003). No se adhiere a
la postura norteamericana porque ellos consideran a la resiliencia como el retorno
homeostático del sujeto a su condición anterior, sin que se produzca un cambio positivo.
La concepción francesa de resiliencia adoptada en esta investigación, la
podemos equiparar desde la psicología positiva con el concepto de crecimiento
postraumático que no sólo hace referencia a que el individuo enfrentado a una situación
traumática consigue sobrevivir y resistir sin sufrir trastorno alguno, sino que además la
experiencia opera en él un cambio positivo que le lleva a una situación mejor respecto a
aquella en la que se encontraba antes de ocurrir el suceso.
Decido estudiar la resiliencia en la ancianidad porque se centra en la capacidad
de estas personas para sobrellevar o superar las crisis propias de su etapa vital, los
conflictos y tensiones a que se ven expuestos y su capacidad para sortearlos
positivamente. (Henderson & Milstein, 2003). En la tercera edad un posible suceso de
crisis puede ser la dificultad en la adaptación en la jubilación.
El bienestar subjetivo es el grado en que una persona evalúa la calidad de su
vida en su conjunto de forma positiva. (Venhoven, 1994; utiliza el término Satisfacción
con la vida para esta definición; sin embargo, expresa que el término bienestar subjetivo
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es un sinónimo). Por ende me focalizo en su aspecto cognitivo, ya que el aspecto
afectivo se refiere a las emociones que acompañan la valoración cognitiva. Además
ofrece un indicador de la calidad de vida realizada de la persona y las potencialidades
que posee una persona para llevar una vida positiva.
Si bien, los adultos mayores no son metales ni objetos pero tienen un potencial y
mecanismos adquiridos que los llevaron a lo largo de su vida a poder enfrentar las
situaciones difíciles y sobrevivirlas con cierto vigor. Por supuesto que en esas
condiciones se notan las diferencias que se dan en todas y cada una de las personas, esto
es su singularidad.
Estas observaciones dieron lugar a preguntar sobre esas diferencias y/o
singularidades; a indagar sobre la incidencia de las mismas en relación a la resiliencia y
el bienestar subjetivo, es así como surgieron los siguientes interrogantes:
� ¿Existe una relación fuerte entre resiliencia y bienestar subjetivo en adultos
mayores jubilados?
� ¿Cómo influye el tiempo que llevan como jubilados en el bienestar subjetivo de
los adultos mayores jubilados? ¿Y en los niveles de resilencia, cómo influye?
� ¿Es relevante la relación entre edad y bienestar subjetivo en los adultos mayores
jubilados? ¿Cómo es la relación entre edad y resiliencia en dicha población de
estudio?
� ¿La relación entre género y bienestar subjetivo en los adultos mayores jubilados,
presenta diferencias significativas? ¿Entre género y resiliencia, se produce
diferencias significativas?
Estos y muchos otros interrogantes nos han permitido formular el problema-objeto
de nuestra investigación:
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¿Cómo se relacionan los niveles de resiliencia, bienestar subjetivo, género, edad,
tiempo que llevan jubilados, en los adultos mayores jubilados?
La relevancia de la investigación son las siguientes:
• Existen escasos instrumentos en todo el mundo para medir estas características
de personalidad en la ancianidad.
• Realizar un aporte teórico-práctico utilizando la Escala para la Evaluación de la
Resiliencia en Adultos Mayores (ERAM), la cual ha sido construida y probada a
nivel local.
• Si somos capaces de entender cómo y porqué unas personas resisten y se
benefician de experiencias extremadamente adversas
• Si somos capaces de enseñar esta habilidad los beneficios para el sistema
sanitario mundial serían inconmensurables
• Sería interesante incorporar en el campo de la salud mental el aumento de las
fortalezas y la resiliencia e, incluso, el de crecimiento personal.
Los resultados esperados son altos niveles de resiliencia y altos niveles de
bienestar subjetivo, lo cual implicaría una correlación positiva entre ambas variables. Y
diferencias significativas en: género, edad y tiempo que llevan jubilados.
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1. RESILIENCIA
1.1. DEFINICIÓN CONCEPTUAL
La resiliencia o facultad de recuperación es un concepto que no es nuevo en la
historia; corresponde a un término que fue inicialmente utilizado en la física, más
precisamente en la ingeniería y la mecánica para designar la particular cualidad de
algunos materiales para recobrar su forma original después de ser sometidos a una
presión deformadora (Vanistendael, 1998). El Dictionaire de la langue francaise y el
CD-ROM de la Encyclopedia Universalis sólo se refieren a la física de los materiales, al
definir la resiliencia (en kg por cm) como resistencia al choque.
En inglés, el término evoca además la robustez corporal y la resistencia del
carácter. Según Kotliarenko, Cáceres & Fontecilla, (1997) el concepto de robustez hace
referencia a una característica de personalidad que en algunas personas actúa como
reforzadora de la resistencia al estrés. Esta capacidad ha sido definida como una
combinación de factores de personalidad que tienen un carácter adaptativo y
generalmente incluyen el sentido de compromiso, el desafío y la oportunidad. Éstos se
manifiestan en situaciones difíciles. La robustez también influye en la sensación de
control que tienen algunas personas sobre sus propias circunstancias, como así también
la interpretación subjetiva que estos atribuyen a los acontecimientos a los que se ven
expuestos. En consecuencia este concepto puede ser considerado afín a la resiliencia.
De origen latino, resiliencia viene del verbo resilio, que significa saltar hacia
atrás, rebotar, repercutir. (Cristina Ravazzola en Melillo, A. & Suárez Ojeda, E. N.,
2003).
En psicología, la palabra cobra un sentido distinto, pues no se limita a la
resistencia, sino que conlleva un aspecto dinámico que implica que el individuo (…) se
sobrepone y se reconstruye. (Amandine Theis en M. Manciaux, 2003)
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Este concepto se ha trasladado recientemente a las Ciencias Sociales, aunque no
existe aún una definición universalmente aceptada de resiliencia; se la entiende como
“la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida,
superarlas y ser transformado positivamente por ellas” (Munist en Melillo & Suárez
Ojeda, 2003) o como “el proceso dinámico que tiene por resultado la adaptación
positiva en contextos de gran adversidad” (Luthar, et. al., 2000 citado en Melillo &
Suárez Ojeda, 2003).
Según Saavedra y Villalta (2008), tal concepto se construye a partir de la
observación de que no todas las personas sometidas a situaciones de riesgo sufren
enfermedades o padecimientos, incluso observándose personas que logran superarlas y
salir fortalecidas.
Junto con el concepto de resiliencia, a principios de los setenta, surgió una
primera generación de investigadores. Se formulan la pregunta: “Entre los niños que
viven en riesgo social, ¿qué distingue a aquellos niños que se adaptan positivamente de
aquellos niños que no se adaptan a la sociedad?”. Este tipo de investigaciones busca
identificar aquellos factores de riesgo y de resiliencia que influyen en el desarrollo de
niños que se adaptan positivamente a pesar de vivir en condiciones de adversidad. La
gran mayoría de los investigadores de esta generación podrían adscribirse al modelo
tríadico de resiliencia, que consiste en organizar los factores resilientes y de riesgo en
tres grupos diferentes: los atributos individuales, los aspectos de la familia y las
características de los ambientes sociales en que los individuos se hallan inmersos. La
segunda generación de investigadores, que comenzó a publicar a mediados de los
noventa, se pregunta: “¿Cuáles son los procesos asociados a una adaptación positiva,
dado que la persona ha vivido o vive en condiciones de adversidad?”. El foco de
investigación de esta segunda generación retoma el interés de la primera en inferir qué
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factores están presentes en aquellos individuos en alto riesgo social que se adaptan
positivamente a la sociedad, a lo que agregan el estudio de la dinámica entre factores
que están en la base de la adaptación resiliente. Dos investigadores pioneros en la
noción dinámica de resiliencia fueron Michael Rutter (1991), quien propuso el concepto
de mecanismos protectores, y Edith Grotberg (1995), quien formuló el concepto que
está detrás del Proyecto Internacional de Resiliencia (PIR).
La gran mayoría de los investigadores pertenecientes a la segunda generación
podrían adscribirse al modelo ecológico-transaccional de resiliencia, el cual tiene sus
bases en el modelo ecológico de Brinfenbrenner (1981). La perspectiva que guía al
modelo ecológico-transaccional de la resiliencia es que el individuo se halla inmerso en
una ecología determinada por diferentes niveles que interactúan entre sí, ejerciendo una
influencia directa en su desarrollo humano. Los niveles que conforman el marco
ecológico son: el individual, el familiar, el comunitario, el cultural y vinculado a los
valores sociales. (Infante en Melillo, Suárez Ojeda, 2003).
La definición que mejor representa a la segunda generación de investigadores es
la adoptada por Luthar y otros (2000), quienes definen resiliencia como “el proceso
dinámico que tiene por resultado la adaptación positiva en contextos de gran
adversidad”.
A lo largo de la historia del concepto de resiliencia ha habido varias
definiciones. Kotliarenko (1997 citada en Melillo & Suárez Ojeda, 2003) hace un
exhaustivo resumen de los contenidos que diferentes autores dan al concepto de
resiliencia:
� “Habilidad para surgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a
una vida significativa y productiva” (ICCB 1994 citado en Melillo & Suárez
Ojeda, 2003).
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� “Historia de adaptaciones exitosas en el individuo que se ha visto expuesto a
factores de riesgo o eventos de vida estresantes; además implica la expectativa
de continuar con una baja susceptibilidad a futuros estresores” (Luthar &
Zinder, 1991, Master & Gramezy, 1985, Werner & Smith, 1994, citados en
Melillo & Suárez Ojeda, 2003).
� “Enfrentamiento efectivo entre eventos y circunstancias de la vida severamente
estresantes y acumulativos” (Lösel, et. al., 1989 citados en Melillo & Suárez
Ojeda, 2003).
� “Capacidad humana universal para hacer frente a las adversidades de la vida,
superarlas o incluso, ser transformado por ellas” (Melillo & Suárez Ojeda,
2003).
� “La resiliencia es parte del proceso evolutivo y debe ser promovido desde la
niñez” (Grotberg, 1995, citada en Melillo & Suárez Ojeda, 2003).
� “La resiliencia distingue dos componentes, la resiliencia frente a la destrucción
– es decir, la capacidad de proteger la propia integridad bajo presión- y
además de la resiliencia, la capacidad para construir un conductismo vital
positivo pese a circunstancias difíciles” (Vanistendael, 1994, citado en Melillo
& Suárez Ojeda, 2003). Según Vanistendael (1994, citado en Melillo & Suárez
Ojeda, 2003) incluye también “la capacidad de la persona o sistema social de
enfrentar adecuadamente las dificultades, de una forma socialmente aceptable”.
� “La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e
interpsíquicos que posibilitan tener una vida sana, viviendo en un medio
insano”.
� Estos procesos tendrían lugar a lo largo del tiempo, dando afortunadas
combinaciones entre los atributos del sujeto, su ambiente familiar, social y
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cultural. De este modo, la resiliencia no puede ser pensada como un atributo
con que los niños nacen, o que los niños adquieren durante su desarrollo, sino
que se trataría de un proceso interactivo entre ellos y su medio” (Rutter, 1992,
citado en Melillo & Suárez Ojeda, 2003).
� “La resiliencia remite a la combinación de factores que permiten a un niño, a
un ser humano, afrontar y superar los problemas y adversidades de la vida”
(Melillo & Suárez Ojeda, 2003).
� “Concepto genérico que se refiere a una amplia gama de factores de riesgo y a
los resultados de competencia (do well). Puede ser producto de una conjunción
entre los factores ambientales, el temperamento y un tipo de habilidad cognitiva
que tienen los niños cuando son muy pequeños” (Osborn, 1993, citado en
Melillo & Suárez Ojeda, 2003).
� Milgran y Ratti (1993 citados en Melillo & Suárez Ojeda, 2003) definen a los
niños resilientes como “aquellos que se enfrentan bien a la adversidad a pesar
de los estresores ambientales a los que se ven sometidos en los años más
formativos de su vida”.
En síntesis, las diferentes definiciones del concepto de resiliencia enfatizan
características del sujeto resiliente: habilidad, adaptabilidad, baja susceptibilidad,
enfrentamiento efectivo, capacidad, resistencia a la destrucción, conductas vitales
positivas, temperamento especial y habilidades cognitivas, todas desplegadas frente a
las situaciones vitales adversas, estresantes, etc.; que le permiten atravesarlas y
superarlas.
También se destacan dos elementos cruciales: la resiliencia se produce en
función de procesos sociales e intrapsíquicos. No se nace resiliente, ni se adquiere
naturalmente en el desarrollo: depende de ciertas cualidades del proceso interactivo del
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sujeto con los otros seres humanos, responsable de la construcción del sistema psíquico
humano.
La mayoría de estas definiciones incluyen tres componentes esenciales en el
concepto de la resiliencia; éstos son:
1. La noción de adversidad, riesgo, trauma o amenaza al desarrollo. El término
adversidad (también usado como sinónimo de riesgo) puede designar una
constelación de muchos factores de riesgo (tales como vivir en la pobreza), o
una situación de vida específica (como la muerte de un familiar).
La adversidad puede ser definida objetivamente a través de instrumentos de
medición, o subjetivamente, a través de la percepción de cada individuo (Luthar,
Cicchetti y Becker, 2000; Luthar y Cushing, 1999; Kaplan, 1999).
2. La adaptación positiva o superación de la adversidad. La adaptación positiva
permite identificar si ha habido o no un proceso de resiliencia. La adaptación
puede ser considerada positiva cuando el individuo ha alcanzado expectativas
sociales asociadas a una etapa de desarrollo, o cuando no ha habido signos de
desajuste. En ambos casos, si la adaptación positiva ocurre a pesar de la
exposición a la adversidad, se considera una adaptación resiliente.
3. El proceso que contempla la dinámica entre los mecanismos cognitivos,
emocionales, socioculturales que influyen sobre el desarrollo humano. La
noción de proceso permite entender la adaptación resiliente en función de la
interacción dinámica entre múltiples factores de riesgo y factores resilientes, los
cuales pueden ser familiares, bioquímicos, fisiológicos, cognitivos, afectivos,
biográficos, socioeconómicos, sociales y/o culturales. La noción de proceso
descarta definitivamente la concepción de resiliencia como un atributo personal.
(Infante en Melillo & Suárez Ojeda, 2003).
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Luthar y otros (2000) sugieren que la concepción de resiliencia como un atributo
personal procede de la ego-resiliencia, la cual explica la adaptación positiva del
individuo sobre la base de los recursos internos y de un carácter enérgico y flexible, que
le permite relacionarse en una forma positiva con las circunstancias que lo rodean.
Infante (en Melillo, Suárez Ojeda, 2003) considera que las diferencias entre
entender la resiliencia como un proceso o como un atributo de personalidad son dos:
• La ego-resiliencia no se desarrolla sino que es inherente a algunos seres
humanos.
• La ego-resiliencia no requiere de la presencia de la adversidad, que es uno de los
elementos centrales del enfoque de resiliencia.
Según la American Psychological Association [APA] la resiliencia es el proceso
de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión
significativas (…). Significa "rebotar" de una experiencia difícil (…). (Apa Help
Center)
Se tiene que tener en cuenta, que la resiliencia:
- nunca es absoluta, total, lograda para siempre. Es una capacidad que resulta de un
proceso dinámico, evolutivo, en que la importancia de un trauma puede superar los
recursos del sujeto.
- varía según las circunstancias, la naturaleza del trauma, el contexto y la etapa de la
vida y puede expresarse de modos muy diversos según la cultura.
- es un proceso.
- hace referencia a la interacción dinámica entre factores.
- puede ser promovida a lo largo del ciclo de la vida.
- no se trata de un atributo estrictamente personal.
- está vinculada al desarrollo y crecimiento humano.
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- no constituye un estado definitivo.
- tiene que ver con los procesos de reconstrucción.
- tiene como componente básico la dimensión comunitaria.
- reconoce el valor de la imperfección.
- considera a la persona como única.
- está relacionada con ver el vaso medio lleno.
- es una capacidad universal.
Hay que significar que el concepto de resiliencia, ha sido tratado con matices
diferentes por autores franceses y estadounidenses. Algunos autores franceses como
Boris Cyrulnik, relacionan la resiliencia con el concepto de crecimiento postraumático,
al entender la resiliencia simultáneamente como la habilidad natural de los individuos
de afrontar, resistir e incluso aprender y crecer en las situaciones más adversas.
Mientras que el concepto de resiliencia manejado por autores norteamericanos, como
Calhoun y Tedeschi; Park; Paton; Smith; Violanti y Eräen; Stuhlmiller y Dunning; Gist
y Woodall, es más restringido porque hace referencia al proceso de afrontamiento que
ayuda a la persona a mantenerse intacta, diferenciándolo del concepto de crecimiento
postraumático. Desde la corriente norteamericana se sugiere que el término resiliencia
sea reservado para denotar el retorno homeostático del sujeto a su condición anterior,
mientras que se utilicen términos como florecimiento (thriving) o crecimiento
postraumático para hacer referencia a la obtención de beneficios o al cambio positivo,
tras la experiencia traumática (Carver, 1998, O’Leary, 1998). Esto coincide con Vera
Poseck, Carbelo y Vecina (2006) quienes han precisado que “...para la corriente
americana, este concepto, aunque está estrechamente relacionado con otros como
hardiness o resiliencia no es sinónimo de ellos, ya que, al hablar de crecimiento
postraumático no sólo se hace referencia a que el individuo enfrentado a una situación
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traumática consigue sobrevivir y resistir sin sufrir trastorno alguno, sino que además la
experiencia opera en él un cambio positivo que le lleva a una situación mejor respecto a
aquella en la que se encontraba antes de ocurrir el suceso.”
En este estudio se adopta el concepto de resiliencia desde la perspectiva
francesa.
El concepto de resiliencia, que fue definido como la capacidad de personas o
grupos de afrontar las adversidades de la vida con éxito, y salir fortalecidos de ellas,
propone:
[…] un desafío a los paradigmas tradicionales en cuanto a la forma de abordar
los problemas y sufrimientos humanos. Mientras que la mirada tradicional ha enfocado
el trauma, el daño, los problemas, las limitaciones, las carencias y las desviaciones,
elaborando diagnósticos cada vez más complejos, en el afán de encontrar causas y
consecuencias predecibles, así como metodologías de la corrección de la desviación
(con respecto a un eje de normalidad) o del síntoma, la propuesta de la resiliencia
consiste en enfocar y enfatizar los recursos de las personas y los grupos sociales para
salir adelante. (M.C. Ravazzola, veasé pag 113). (Melillo en Melillo, Suárez Ojeda,
2003).
Por ende el enfoque de la resiliencia representa un cambio de paradigma:
hablamos de factores de riesgo y de factores protectores y del pasaje del modelo de
riesgo al modelo del desafío.
1.2. MODELOS DE RESILIENCIA
1.2.1. Modelo triádico de Grotberg
Uno de los aportes trascendentes al concepto de resiliencia ha sido el realizado
por Edith Grotberg quien fue pionera en la noción dinámica de la resiliencia
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considerando que ésta es, como decíamos anteriormente, más un estar que un ser, puesto
que puede variar a través del tiempo o de las circunstancias y es un proceso dinámico.
Define que la resiliencia requiere la interacción de factores resilientes de tres niveles
diferentes:
• Ambiente facilitador (Yo Tengo) (apoyo) factores de soporte externo o social: incluye
acceso a la salud, educación, bienestar, apoyo emocional, reglas y límites familiares,
estabilidad escolar y del hogar, entre otros.
• Fortaleza interna (Yo Soy) (desarrollo de fortaleza intrapsíquica o fuerzas internas
personales); incluye la autonomía, el control de impulsos, la empatía, el sentirse
querido, (es muy relevante el vínculo afectivo con una persona significativa, con la cual
pueda relacionarse de manera cálida y estable).
• Habilidades (Yo puedo) (adquirir habilidades interpersonales o sociales, de resolución
de conflictos) incluye el manejo de situaciones, la solución de problemas, la capacidad
de planeamiento. (Infante en Melillo, Suárez Ojeda, 2003)
Las acciones resilientes contienen declaraciones que Grotberg denomina
verbalizaciones y que se expresan diciendo “yo soy”, “yo tengo”, “yo puedo”, “yo
estoy”. En todas estas verbalizaciones aparecen los distintos factores de resiliencia, y a
su vez, la posesión de estas atribuciones verbales puede considerarse como una fuente
generadora de resiliencia.
YO TENGO (apoyo)
� Personas del entorno en quienes confío y que me quieren incondicionalmente.
� Personas que me pongan límites para que aprenda a evitar peligros o problemas.
� Personas que me muestran por medio de su conducta la manera correcta de
proceder.
� Personas que quieren que aprenda a desenvolverme solo.
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� Personas que me ayudan cuando estoy enfermo o en peligro o cuando necesito
aprender.
YO SOY (fortaleza intrapsíquica)
� Una persona por la que otros sienten aprecio y cariño.
� Feliz cuando hago algo bueno para los demás y les demuestro mi afecto.
� Respetuosa de mí mismo y del prójimo.
YO ESTOY (fortaleza intrapsíquica)
� Dispuesto a responsabilizarme de mis actos.
� Seguro de que todo saldrá bien.
YO PUEDO (adquisición de habilidades interpersonales y de resolución de conflictos)
� Hablar sobre cosas que me asustan o inquietan.
� Buscar la manera de resolver los problemas.
� Controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o que no está bien.
� Buscar el momento apropiado para hablar con alguien o actuar.
� Encontrar alguien que me ayude cuando lo necesito. (Grotberg en Melillo,
Suárez Ojeda, 2003).
Estos factores resilientes pueden promoverse por separado. Sin embargo, cuando
una persona se enfrenta a una situación adversa, se combinan todos los factores
tomándolos de cada categoría, según se necesiten. La mayoría de las personas ya
cuentan con algunos de estos factores, sólo que no poseen los suficientes, o quizá nos
saben cómo utilizarlos contra la adversidad. Otras personas, en cambio, sólo son
resilientes en una determinada circunstancia y no lo son en otras.
Además organiza los factores de resiliencia en un modelo tríadico e incorpora
como elemento esencial la dinámica e interacción entre los factores. Las características
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genéticas están a la base sobre la cual actúan los factores ambientales y sociales. (Puerta
de Klinkert, 2002).
1.2.2. Modelo Ecológico de Bronfenbrener
El postulado básico de Bronfenbrener es que los ambientes naturales son la
principal fuente de influencia de la conducta humana. Este modelo entiende la
Resiliencia como un proceso dinámico donde las influencias del ambiente y del
individuo interactúan en una ecológica relación recíproca, que permite a la persona
adaptarse a pesar de la adversidad.
La perspectiva que guía el modelo ecológico-transaccional de la Resiliencia es
que el individuo se halla inmerso en una ecología determinada por diferentes niveles
que interactúan entre sí, teniendo la influencia directa en su desarrollo humano como
una progresiva acomodación entre un ser humano activo y sus entornos inmediatos
(también cambiantes). Pero este proceso además se ve influenciado por las relaciones
que se establecen entre estos entornos y por contextos de mayor alcance en los que están
incluidos esos entornos. Los niveles que conforman el marco ecológico son:
• Nivel individual
• Nivel de familia
• La comunidad y servicios sociales
• La cultura y valores sociales
Al descifrar estos procesos dinámicos de interacción entre los diferentes niveles
del modelo ecológico se puede entender mejor el proceso inmerso en Resiliencia.
Consecuentemente, el desafío que se plantea es que la identificación de los procesos que
están en la base de la adaptación resiliente permitirá avanzar en la teoría e investigación
en Resiliencia, además de permitir el diseño de estrategias programáticas dirigidas a
promover resiliencia y calidad de vida. (Suárez Ojeda, Munist, Kotliarenco, 2004).
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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1.2.3. Modelo de la Casita de Vanistandael
Para mostrar la complementariedad de los elementos de la resiliencia y la idea de
ésta como un proceso de construcción, Stefan Vanistendael ha desarrollado la imagen
de la «casita» de la resiliencia, una pequeña casa compuesta de varios pisos y con varias
habitaciones. En la "casita" cada habitación refiere un campo de intervención posible
para la construcción o el mantenimiento de la resiliencia. Los cimientos son las
necesidades materiales de base, como la comida, los cuidados de salud. La planta baja
está constituida por los vínculos, las redes de contactos, formales e informales. Se trata
a menudo de un vínculo fuerte y constructivo con al menos una persona, que puede ser
un pariente, un conocido, uno de los abuelos, un vecino, un profesional. Es, en todos
casos, una persona que cree verdaderamente en el potencial real del niño y que lo acepta
fundamentalmente como persona. En el primer piso se encuentra la capacidad de
descubrirle un sentido a la vida. Esto puede estar vinculado, por ejemplo, con una fe
religiosa, con un compromiso político o humanitario. En el segundo piso, se encuentran
varias habitaciones: la autoestima; las aptitudes personales y sociales; y el sentido del
humor. En el desván, una gran habitación es dejada abierta para las nuevas experiencias
a descubrir. Esto es, una capacidad de creer que la vida no se detiene en el sufrimiento o
en el traumatismo y que ella puede aún dar sorpresa. De todo esto, hay que subrayar la
importancia vital de dos elementos: el vínculo y la palabra.
Los contextos, los problemas, las culturas son demasiadas diferentes y variadas,
de ahí que no se puede indicar qué acciones realizar en cada habitación de la "casita". El
suelo de las necesidades materiales variara de un país a otro. La cultura local
representara en cierta manera el material de construcción de la "casita". (Vanestandael,
2002). (Gráfico nº 1).
Resiliencia y Bienestar
Gráfico nº 1:
1.2.4. Modelo de resiliencia de Richardson
Richardson, Neiger, Jonson y Kumpfer (1990), elaboraron el Modelo de la
Resiliencia, en donde se explica como es que una persona de cualquier edad, que sufre
una adversidad (para el caso
en un principio se pone en contacto con ciertos rasgos propios y ambientales, que
amortiguan esa adversidad. Si la persona cuenta con suficiente protección, podrá
adaptarse a la dificultad sin e
permite permanecer en una zona de bienestar o en homeostasis, así como avanzar a un
nivel de mayor resiliencia debido a la fortaleza emocional y los saludables mecanismos
de defensa desarrollados en el proceso de superar la adversidad.
De acuerdo con el Modelo de la Resiliencia, cuando un individuo de cualquier
edad sufre una adversidad, en principio se pone en contacto con ciertos rasgos propios y
ambientales que amortiguan esa adversidad. Si cue
individuo se adapta a la dificultad sin experimentar una ruptura significativa en su vida,
lo que le permite permanecer en una zona de bienestar, o en "homeostasis", o avanzar a
un nivel de mayor resiliencia debido a la
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
Gráfico nº 1: Modelo de la Casita de Vanistandael.
Modelo de resiliencia de Richardson
Richardson, Neiger, Jonson y Kumpfer (1990), elaboraron el Modelo de la
Resiliencia, en donde se explica como es que una persona de cualquier edad, que sufre
una adversidad (para el caso las implicancias de la discapacidad, personales y sociales),
en un principio se pone en contacto con ciertos rasgos propios y ambientales, que
amortiguan esa adversidad. Si la persona cuenta con suficiente protección, podrá
adaptarse a la dificultad sin experimentar una ruptura significativa en su vida, lo que le
permite permanecer en una zona de bienestar o en homeostasis, así como avanzar a un
nivel de mayor resiliencia debido a la fortaleza emocional y los saludables mecanismos
en el proceso de superar la adversidad.
De acuerdo con el Modelo de la Resiliencia, cuando un individuo de cualquier
edad sufre una adversidad, en principio se pone en contacto con ciertos rasgos propios y
ambientales que amortiguan esa adversidad. Si cuenta con suficiente "protección", el
individuo se adapta a la dificultad sin experimentar una ruptura significativa en su vida,
lo que le permite permanecer en una zona de bienestar, o en "homeostasis", o avanzar a
un nivel de mayor resiliencia debido a la fortaleza emocional y los saludables
subjetivo en adultos mayores jubilados.
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Richardson, Neiger, Jonson y Kumpfer (1990), elaboraron el Modelo de la
Resiliencia, en donde se explica como es que una persona de cualquier edad, que sufre
las implicancias de la discapacidad, personales y sociales),
en un principio se pone en contacto con ciertos rasgos propios y ambientales, que
amortiguan esa adversidad. Si la persona cuenta con suficiente protección, podrá
xperimentar una ruptura significativa en su vida, lo que le
permite permanecer en una zona de bienestar o en homeostasis, así como avanzar a un
nivel de mayor resiliencia debido a la fortaleza emocional y los saludables mecanismos
De acuerdo con el Modelo de la Resiliencia, cuando un individuo de cualquier
edad sufre una adversidad, en principio se pone en contacto con ciertos rasgos propios y
nta con suficiente "protección", el
individuo se adapta a la dificultad sin experimentar una ruptura significativa en su vida,
lo que le permite permanecer en una zona de bienestar, o en "homeostasis", o avanzar a
fortaleza emocional y los saludables
Resiliencia y Bienestar
mecanismos de defensa desarrollados en el proceso de superar la adversidad. Sin la
necesaria protección, el individuo atraviesa un proceso de ruptura psicológica y luego,
con el tiempo, se reintegra de esa ruptura. Una
protectores personales y ambientales determinará el tipo de reintegración.
Como muestra la gráfico nº 2, esta reintegración podría tomar las características
de una disfunción, como el abuso de alcohol u otras drogas,
bien presentar rasgos de inadaptación, como la pérdida de la auto estima o de la
capacidad de enfrentar sanamente los problemas. La reintegración también puede dar
por resultado el regreso del individuo a la zona de bienestar o
resiliencia.
El Modelo de la Resiliencia ofrece dos mensajes importantes: que la adversidad
no conduce automáticamente a la disfunción, sino que puede tener diversos resultados
para el individuo que la sufre, y que incluso una reacción
adversidad puede mejorar con el tiempo. Richardson y sus colaboradores (1990)
sugieren que el proceso diagramado en el Modelo de la Resiliencia es aplicable a toda
persona, porque es, de hecho, el proceso de la vida.
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
mecanismos de defensa desarrollados en el proceso de superar la adversidad. Sin la
necesaria protección, el individuo atraviesa un proceso de ruptura psicológica y luego,
con el tiempo, se reintegra de esa ruptura. Una vez más, la disponibilidad de factores
protectores personales y ambientales determinará el tipo de reintegración.
Como muestra la gráfico nº 2, esta reintegración podría tomar las características
de una disfunción, como el abuso de alcohol u otras drogas, o un intento de suicidio, o
bien presentar rasgos de inadaptación, como la pérdida de la auto estima o de la
capacidad de enfrentar sanamente los problemas. La reintegración también puede dar
por resultado el regreso del individuo a la zona de bienestar o el incremento de la
El Modelo de la Resiliencia ofrece dos mensajes importantes: que la adversidad
no conduce automáticamente a la disfunción, sino que puede tener diversos resultados
para el individuo que la sufre, y que incluso una reacción inicial disfuncional a la
adversidad puede mejorar con el tiempo. Richardson y sus colaboradores (1990)
sugieren que el proceso diagramado en el Modelo de la Resiliencia es aplicable a toda
persona, porque es, de hecho, el proceso de la vida.
Gráfico nº
resiliencia de Richardson
subjetivo en adultos mayores jubilados.
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mecanismos de defensa desarrollados en el proceso de superar la adversidad. Sin la
necesaria protección, el individuo atraviesa un proceso de ruptura psicológica y luego,
vez más, la disponibilidad de factores
protectores personales y ambientales determinará el tipo de reintegración.
Como muestra la gráfico nº 2, esta reintegración podría tomar las características
o un intento de suicidio, o
bien presentar rasgos de inadaptación, como la pérdida de la auto estima o de la
capacidad de enfrentar sanamente los problemas. La reintegración también puede dar
el incremento de la
El Modelo de la Resiliencia ofrece dos mensajes importantes: que la adversidad
no conduce automáticamente a la disfunción, sino que puede tener diversos resultados
inicial disfuncional a la
adversidad puede mejorar con el tiempo. Richardson y sus colaboradores (1990)
sugieren que el proceso diagramado en el Modelo de la Resiliencia es aplicable a toda
Gráfico nº 2: Modelo de
resiliencia de Richardson
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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1.3. PILARES DE LA RESILIENCIA
A partir del hecho de que el individuo siempre se puede hacer y ser,
independientemente de la situación adversa en la que nazca y viva, se trató de buscar los
factores que logran proteger a los seres humanos más allá de los efectos negativos de la
adversidad. Estos atributos que aparecen con frecuencia en los niños y adolescentes
considerados resilientes, han sido designados como pilares de la resiliencia, los cuales
se pueden estimular una vez detectados o construirlos si están ausentes. Entre ellos cabe
mencionar:
1. Autoestima consistente: es la base de los demás pilares y es el fruto de múltiples
factores intervinientes, entre los que sobresalen el cuidado afectivo consecuente
del niño o adolescente por un adulto significativo.
2. Introspección: es el mecanismo psíquico del sujeto que consiste en la capacidad
de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta sincera. Depende de la solidez de
la autoestima y del reconocimiento recibido de otro significativo.
3. Independencia: desde el tema que nos ocupa se define como saber fijar los
límites entre uno mismo y el medio con problemas; la capacidad de mantener
distancia emocional y física sin caer en el aislamiento. Depende del principio de
realidad que permite juzgar las variables en juego en una situación determinada
sin que predominen los deseos del sujeto.
4. Capacidad de relacionarse: posibilidad de establecer lazos y afectos con otros,
para balancear la propia necesidad de afecto con actitud de brindarse a los demás.
Una autoestima baja o exageradamente alta produce aislamiento.
5. Iniciativa: capacidad del sujeto de proponerse y cumplir cierto nivel de exigencia
y de ponerse a prueba en tareas progresivamente más exigentes.
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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6. Humor: capacidad de encontrar lo cómico en la propia tragedia. Permite
ahorrarse sentimientos negativos aunque sea transitoriamente y soportar
situaciones adversas.
7. Creatividad: posibilidad de crear orden, belleza y finalidad a partir del caos y el
desorden. Fruto de la capacidad de reflexión, se desarrolla desde la infancia a
partir del juego.
8. Moralidad: en este contexto se la considera como la consecuencia en extender el
deseo personal de bienestar a todos los otros y la capacidad de comprometerse con
valores. Está en las biendas de los límites mutuos. Podemos decir, siguiendo a
Emanuel Levinas, que la relación de uno con otro, se revela en la transcendencia
del “para otro”, y conduce de eso modo a descubrir el “sujeto ético”, a descubrir el
“entre nosotros”.
9. Capacidad de pensamiento crítico: es un pilar de segundo grado fruto de la
combinación de todos los otros y que permite analizar críticamente las causas y
responsabilidades acerca de la adversidad que se sufre para proponer modos de
enfrentarla y transformarla. (Melillo, Soriano, Méndez y Pinto en Melillo, Suárez
Ojeda y Rodríguez, 2006. Melillo, Estamatti y Cuestas en Melillo, Suárez Ojeda,
2003).
1.4. MANDALAS DE LA RESILIENCIA
Steven y Sybill Wollin proponen un modelo de desafío, donde enfatizan que las
fuerzas negativas expresadas en daños no actúan de forma lineal en las personas, sino
que encuentran en los niños, adolescentes, adultos o comunidad un escudo protector
constituido por sus "resiliencias", que transforman esos factores negativos en desafíos
que llegan a convertirse en factores de superación.
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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Este conjunto de fortalezas que son movilizadas en la lucha contra la adversidad,
es lo que ellos consideran como resiliencias, en plural. Éstas resiliencias son: insight o
perspicacia, interacción o relación, iniciativa, creatividad, humor, moralidad e
independencia. (Grafico nº 3).
Gráfico nº 3: Mandalas de la resiliencia
Las siete resiliencias constituyen lo que ellos llaman "Mandala de la
Resiliencia", tomando una expresión empleada por los indios navajos del suroeste de los
Estados Unidos, para designar a la fuerza interna que hace que el individuo enfermo
encuentre su resistencia interna para sobreponerse a la enfermedad.
Un mandala es un símbolo de poder curativo, un dibujo con forma de círculos
concéntricos en cuyo centro reside, según la creencia, toda su energía sanadora. Aparece
simultáneamente en culturas orientales y mesoamericanas, curiosamente con el mismo
significado. En unas y otras fue usado por sacerdotes, curanderos, chamanes y médicos
brujos, quienes lo entregaban a los enfermos del cuerpo o del alma que buscaban en
ellos curación. (Puerta de Klinkert, 2002)
En el centro del mandala de la resiliencia reside el YO de cada persona, en
donde, se encuentra esa fuerza necesaria para superar las adversidades, aprender de
Resiliencia y Bienestar
ellas y salir fortalecido. El círculo más cercano al centro contiene las diferentes formas
que adquieren éstas en la fase de la niñez. El anillo siguiente muestra la etapa de la
adolescencia y finalmente en el último aro se encuentra la adultez. Sobre el círculo
externo se encuentra el nombre genérico de cada una de las resiliencias y bajo ellas el
nombre que adoptan según la etapa del desarrollo. Las resiliencias individuales van
cambiando, evolucionando y complejizándose a lo largo del tiempo siendo más intuitiva
en la infancia y evolucionando hacia formas más estructuradas y conscientes en la edad
adulta. (Wollin & Wollin, 1999). (Gráfico nº 4)
Gráfico nº 4: Mandalas de las resilie
Los esposos Wolin hacen una recopilación a partir de varios autores, que recoge
la gran mayoría de los aportes en siete resiliencias (pilares):
Perspicacia (Insigth)
vista, tanto alrededor como en el propio interior. Es lo que comúnmente llamamos
intuición, malicia indígena o sexto sentido. Suele ser el resultado de una actitud
permanente de observación y auto observación atenta, a partir de la cual el sujeto
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
ellas y salir fortalecido. El círculo más cercano al centro contiene las diferentes formas
que adquieren éstas en la fase de la niñez. El anillo siguiente muestra la etapa de la
cencia y finalmente en el último aro se encuentra la adultez. Sobre el círculo
externo se encuentra el nombre genérico de cada una de las resiliencias y bajo ellas el
nombre que adoptan según la etapa del desarrollo. Las resiliencias individuales van
ando, evolucionando y complejizándose a lo largo del tiempo siendo más intuitiva
en la infancia y evolucionando hacia formas más estructuradas y conscientes en la edad
adulta. (Wollin & Wollin, 1999). (Gráfico nº 4)
Mandalas de las resiliencias en las diferentes etapas evolutivas
Los esposos Wolin hacen una recopilación a partir de varios autores, que recoge
la gran mayoría de los aportes en siete resiliencias (pilares):
Perspicacia (Insigth), que permite ver más allá de lo que es visible
vista, tanto alrededor como en el propio interior. Es lo que comúnmente llamamos
intuición, malicia indígena o sexto sentido. Suele ser el resultado de una actitud
permanente de observación y auto observación atenta, a partir de la cual el sujeto
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ellas y salir fortalecido. El círculo más cercano al centro contiene las diferentes formas
que adquieren éstas en la fase de la niñez. El anillo siguiente muestra la etapa de la
cencia y finalmente en el último aro se encuentra la adultez. Sobre el círculo
externo se encuentra el nombre genérico de cada una de las resiliencias y bajo ellas el
nombre que adoptan según la etapa del desarrollo. Las resiliencias individuales van
ando, evolucionando y complejizándose a lo largo del tiempo siendo más intuitiva
en la infancia y evolucionando hacia formas más estructuradas y conscientes en la edad
ncias en las diferentes etapas evolutivas
Los esposos Wolin hacen una recopilación a partir de varios autores, que recoge
que permite ver más allá de lo que es visible a simple
vista, tanto alrededor como en el propio interior. Es lo que comúnmente llamamos
intuición, malicia indígena o sexto sentido. Suele ser el resultado de una actitud
permanente de observación y auto observación atenta, a partir de la cual el sujeto se
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hace preguntas directas, aún si son difíciles y se da a si mismo respuestas honestas. Se
le considera como manifestación de resiliencia, porque es lo que permite encontrarle
múltiples significados a la tragedia y a los problemas en general, y descubrir lo que se
puede aprender de ellos. Está estrechamente ligada a la autoestima, que ayuda a
enfrentar con naturalidad y serenidad, hallazgos no muy halagadores.
En la niñez se manifiesta a través de una forma básica de intuición, que le
permite al niño percibir que algo a su alrededor no está bien, aunque no sepa claramente
qué es lo que está fuera de lugar o cuál es la causa. En la adolescencia surge como
capacidad para identificar, nombrar y describir problemas de manera articulada y
sistemática. En la edad adulta se agrega la capacidad para relacionar problemas actuales
con situaciones anteriormente vividas y soluciones ya experimentadas, que pueden ser
adaptadas en la solución de las nuevas situaciones, lo cual no es posible sin la
autoestima, que permite el reconocimiento de los éxitos personales logrados en
situaciones de conflicto anteriores. (Puerta de Klinkert, 2006)
Autonomía (Independencia), que es la capacidad para fijar los propios límites
en relación con un medio problemático, para mantener distancia física y emocional con
respecto a los problemas y a las personas, sin llegar a caer en el aislamiento. Se
manifiesta en la claridad mental con respecto a la propia identidad, a las fortalezas y las
debilidades propias.
En los niños comienza con el alejamiento, la posibilidad de tomar distancia en
los problemas familiares, de distanciarse cuando el problema puede sentirse en el
ambiente. Por ejemplo: Un niño con esta clase de resiliencia, es capaz de evitar con
firmeza y al mismo tiempo con respeto, que sus padres en disputa lo utilicen para
herirse mutuamente o para averiguar intimidades el uno del otro. De igual manera, toma
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con naturalidad sus propias decisiones con respecto a aquellas pequeñas cosas que
tienen que ver con su vida y en las cuales no es necesario que intervengan los mayores.
(Puerta de Klinkert, 2006) En los adolescentes, se convierte en desconexión emocional,
esto es la capacidad de desentenderse de los problemas de la familia y tomar una
posición de comando de la propia vida interna. En los adultos toma la forma de
separación, la habilidad para balancear las necesidades propias y las demandas del
medio, tomando decisiones favorables para si mismos sin perjuicio de los demás.
Implica poder tomar el control de uno por encima del propio sufrimiento. (Guzmán y
Zuñiga, 2005).
Interrelación: Capacidad para crear vínculos íntimos, fuertes y equitativos con
otras personas, con quienes se sabe que se puede contar cuando se necesita apoyo
incondicional. Se trata de la capacidad para expresar con naturalidad, con claridad y al
mismo tiempo con respeto, las necesidades, opiniones, expectativas y sobre todo los
propios sentimientos, al mismo tiempo que para escuchar, para ponerse en el lugar del
otro, para aceptarlo tal y como es, sin quererlo cambiar ni tampoco llegar a depender de
él. (Puerta de Klinkert, 2006).
La capacidad del niño de conectarse, relacionarse positivamente con otros se
adquiere a partir de una buena relación con la madre y es la primera fase en el
establecimiento de relaciones íntimas. Las relaciones que establece el niño son la
respuesta activa a sus necesidades, el desafío y la oportunidad de verse a sí mismo como
amable y amado. En la adolescencia, esta capacidad se convierte en reclutamiento,
entendido como la capacidad de establecer una red de apoyo, de amigos, en el trabajo,
en la escuela, es la capacidad de encontrar un soporte emocional fuera de la familia. En
la adultez, madura en el apego: creación de lazos personales mutuamente gratificantes
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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que son caracterizados por un equilibrio entre el dar y el recibir. La capacidad de unirse
a otra persona, ser consciente del dolor y el daño generado en el pasado y elegir
relaciones cuidadosamente, sin que lo vivido llegue a bloquear la intimidad. (Guzmán y
Zuñiga, 2005).
Creatividad: Es la capacidad para crear orden, belleza y objetivos a partir del
caos y del desorden. Constituye un puerto seguro para la imaginación, en donde cada
uno puede refugiarse y reestructurar sus experiencias. Permite idear alternativas y
caminos de salida ante la adversidad. Una persona creativa generalmente está intentando
encontrar alternativas, nuevas ideas, en lugar de quejarse y tratar de refugiarse en la
dificultad, cualquiera que esta sea.
Es también la capacidad para pensar los propios pensamientos generando nuevos
conceptos, percepciones, hipótesis, posibilidades y todo aquello que puede aumentar las
posibilidades de desenvolverse apropiadamente. Tiene sus raíces en la magia del juego.
Cuando el ser humano juega, su cerebro funciona en ondas electromagnéticas más
amplias, lo que le abre el espacio para esa nueva mirada. Cuando un niño juega a
aquello que le causa dolor, temor o ira, tiene la posibilidad de darle un nuevo giro a los
hechos y a sus respuestas dentro de su mente, lo que luego se traduce en nuevas
actitudes y conductas frente a su realidad difícil.
Humor: Es la capacidad para encontrar el lado divertido de una tragedia, para
ver lo absurdo en los problemas y dolores propios, para reírse de sí mismo. Posibilita la
superaión de tensiones acumuladas. Generalmente es la manifestación de que la
adversidad ya ha sido superada. No debe confundirse con la ironía o el humor ofensivo.
La terapia de la risa de Patch Adams se basa en este principio. (Puerta de Klinkert,
2006).
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La creatividad y el humor son resiliencias relacionadas. Ambas comienzan en la
niñez con el juego, usando la imaginación para crear un mundo conforme a sus deseos,
canalizando en esto sus miedos para recuperarse de situaciones estresantes. Provee una
posibilidad de control. En la adolescencia ambas maduran hacia el modelado, es una
evolución del juego que implica utilizar el arte y la comedia para dar forma estética a
los sentimientos y pensamientos. En los adultos, la creatividad y el humor pasan de
formar un solo bloque a separarse en dos direcciones diferentes, cada una con sus
propias características. Ambas son una forma de verse desde afuera, de una manera
diferente y transformar las cosas en beneficiosas para uno y para los demás. (Guzmán y
Zuñiga, 2005).
Iniciativa: Es la fuerza que impulsa a poner en práctica lo que la creatividad
propone, el impulso para lograr experiencia. Tiene que ver con la tendencia a exigirse a
sí mismo y a ponerse a prueba en situaciones cada vez más exigentes. En este sentido,
es la capacidad para la auto - regulación y la responsabilidad personal, necesarias para
lograr autonomía e independencia.
La persona con iniciativa suele actuar más por la convicción de que lo que hace
es bueno y vale la pena, que porque hay alguien vigilando para que no viole las normas.
Por lo general intenta con firmeza buscar los recursos y las oportunidades que necesita
para poner a funcionar las ideas que se le ocurren. No se detiene fácilmente ante los
obstáculos que se le presentan. (Puerta de Klinkert, 2006).
En el niño es la capacidad de explorar a través de ensayo y error, dejando de
lado las frustraciones de los padres y comenzar a seguir su propia curiosidad. En los
adolescentes se suma el propósito, organización y el esfuerzo concentrado, la capacidad
de trabajo. En los adultos es el entusiasmo de seguir adelante haciendo de la propia vida
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un ejemplo para otros, es vivir en forma altruista. También puede expresarse en forma
de liderazgo grupal o comunitario. Implica la capacidad de equilibrar los proyectos de
trabajo con la vida personal. (Guzmán y Zuñiga, 2005).
Moralidad (ética): Abarca dos variables fundamentales: La capacidad de
desearle a otros el mismo bien que se desea para sí mismo y al mismo tiempo de
comprometerse con valores específicos. Es la actividad de una conciencia informada.
Tiene que ver con la capacidad para darle sentido a la propia vida en cada momento y a
pesar de cualquier situación. (Puerta de Klinkert, 2006).
Este elemento es importante desde la infancia, pues incorpora cada uno de los
pilares de la resiliencia nombrados anteriormente. Comienza con el poder enjuiciar y
distinguir lo bueno de lo malo en la familia y de éste modo mantenerse fuera y poder
desarrollar nuevas capacidades de relación y de comando de la propia vida. Una vez se
reconozcan los propios valores y las experiencias dolorosas, es posible aprender de ellas
y comunicarlo a otros. En la adolescencia y la adultez, esta etapa se observa en la
capacidad de servicio, tratar de hacer del mundo un espacio mejor.
El modelo de desafío y los siete pilares de la resiliencia son una alternativa en la
forma de observar y vivir la vida. No consiste en hacerse invulnerable a las distintas
experiencias, u olvidar para siempre el daño de haber crecido en una familia problema.
No se puede cambiar el pasado, se puede cambiar la forma de entenderlo y de esta
manera crecer a partir de la adversidad.
1.5. FACTORES DE PROTECCIÓN, DE RIESGO Y RESILIENCIA
Según Rutter (1985) el concepto de factor protector alude a las influencias que
modifican, mejoran o alteran la respuesta de una persona a algún peligro que
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predispone a un resultado no adaptativo. Sin embargo, esto no significa en absoluto que
ellos tengan que constituir experiencias positivas o benéficas. La diferencia crucial entre
los procesos de vulnerabilidad/protección, por una parte, y las experiencias positivas y
los factores de riesgo, por otra, es que éstos últimos llevan directamente hacia un
desorden (leve o severo) o beneficio, mientras que los primeros operan indirectamente y
tienen efectos sólo en virtud de su interacción con la variable de riesgo. (Kotliarenco,
Cáceres y Fontecilla, 1997).
Los factores protectores son las condiciones o los entornos capaces de favorecer
el desarrollo de individuos o grupos y, en muchos casos, de reducir los efectos de
circunstancias desfavorables. Se puede distinguir entre externos e internos. Los externos
se refieren a condiciones del medio que actúan reduciendo la probabilidad de daños:
familia extendida, apoyo de un adulto significativo, o integración social y laboral. Los
internos se refieren a atributos de la propia persona: estima, seguridad y confianza de sí
mismo, facilidad para comunicarse, empatía. (Munist, Santos, Kotliarenco, Suárez
Ojeda, Infante, y Grotberg, 1998).
Werner (1993, en Kotliarenko, Cáceres & Fontecilla, 1997), considera que los
factores protectores operarían a través de tres mecanismos diferentes:
� Modelo compensatorio: los factores estresantes y los atributos individuales se
combinan aditivamente en la predicción de una consecuencia, y el estrés severo
puede ser contrarrestado por cualidades personales o por fuentes de apoyo.
� Modelo del desafío: el estrés es tratado como un potencial estimulador de
competencia (cuando no es excesivo). Estrés y competencia tendrían una
relación curvilínea.
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� Modelo de inmunidad: hay una relación condicional entre estresores y factores
protectores. Tales factores modulan el impacto del estrés en calidad de
adaptación, pero pueden tener efectos no detectables en ausencia del estresor.
Nan Henderson (2003, en Guzmán y Zuñiga, 2005) hace una enumeración de los
factores protectores tanto internos como ambientales que considera necesarios para la
construcción de resiliencia, éstos son:
Factores protectores internos: son las características individuales que facilitan la
resiliencia.
� Prestar servicios a otros y/o a una causa.
� Emplear estrategias de convivencia, como adopción de buenas decisiones,
asertividad, control de los impulsos y resolución de problemas.
� Sociabilidad; capacidad de hacer amigos; capacidad de entablar relaciones
positivas.
� Sentido del humor.
� Control interno.
� Autonomía, independencia.
� Visión positiva del futuro personal.
� Flexibilidad.
� Capacidad de aprendizaje y conexión con éste.
� Automotivación.
� “Es idóneo” en algo; competencia personal.
� Sentimientos de autoestima y confianza en sí mismo.
Factores protectores ambientales: son las características de las familias, escuelas,
comunidades y grupos de pares que fomentan la resiliencia.
� Promueve vínculos estrechos.
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� Valora y alienta la educación.
� Emplea un estilo de interacción cálido y no crítico.
� Fija y mantiene límites claros, reglas, normas y leyes.
� Fomenta relaciones de apoyo con muchas otras personas afines.
� Alienta la actitud de compartir responsabilidades, prestar servicio a otros y
brinda “la ayuda requerida”.
� Brinda el acceso a recursos para satisfacer necesidades básicas de vivienda,
trabajo, salud, atención y recreación.
� Expresa expectativas de éxito elevadas y realistas.
� Promueve el establecimiento y el logro de metas.
� Fomenta el desarrollo de valores pro sociales (como el altruismo) y estrategias
de convivencia como la cooperación.
� Proporciona liderazgo, adopción de decisiones y otras oportunidades de
participación significativa.
� Aprecia los talentos específicos de cada individuo.
Steven y Sybil Wollin (1999) consideran que estos factores protectores son
características comunes en personas que han tenido éxito contra la adversidad y dividen
estos factores en cuatro:
Personales: amistoso y afectuoso, sentido del humor, tenacidad, tolerancia,
temperamento “fácil”.
Emocionales: auto-confianza, independencia, auto- control, fuerte auto-imagen, control
interno, auto motivado, esperanzado, con sentido de propósito.
Sociales: tender a iniciar actividades positivas, amabilidad, sentido de responsabilidad,
socialmente competente, flexible, adaptable, empático.
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Físicos e intelectuales: competente en al menos una habilidad, capacidad de resolver
problemas/ habilidad para tomar decisiones, capacidad de pensamiento crítico,
saludable y activo físicamente, orientación hacia el éxito y los logros, capaz de trazar
relaciones de causa-efecto.
La presencia de estos factores sirve para proteger a los individuos, haciéndolos
más resistentes. La ausencia de éstos no condena a las personas al fracaso, pero su
presencia puede ayudar a crear una existencia menos estresante y más exitosa (Wollin &
Wollin, 1999).
En cuanto al enfoque de riesgo y al enfoque de resiliencia, si bien son
complementarios pero se refieren a aspectos diferentes. Ambos son consecuencias de la
aplicación del método epidemiológico a los fenómenos sociales. Considerarlos en forma
conjunta proporciona una máxima flexibilidad, genera un enfoque global y fortalece su
aplicación en la promoción de un desarrollo sano.
El enfoque de riesgo se centra en la enfermedad, en el síntoma y en aquellas
características que se asocian con una elevada probabilidad de daño biológico o social.
Ha sido ampliamente utilizado en programas de atención primaria, y el personal de los
mismos está familiarizado con sus conceptos y aplicaciones.
Es preciso distinguir entre conductas y factores de riesgo. Las conductas de
riesgo son aquellas conductas que vayan en contra de la integridad física, mental
emocional o espiritual de la persona y que puede incluso atentar contra su vida. Los
factores de riesgo, en cambio, son todas aquellas condiciones físicas, psicológicas y
sociales que incrementan significativamente las posibilidades de que un individuo
incurra en alguna conducta de riesgo, es decir, que son todas aquellas características,
hechos o situaciones propias de cada persona o de su entorno que aumentan la
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posibilidad de desarrollar desajuste psicosocial, son elementos que aumentan la
probabilidad de daño e identificarlos permite su prevención.
El enfoque de resiliencia se explica a través de lo que se ha llamado el modelo
“del desafío o “de la resiliencia”. Ese modelo muestra que las fuerzas negativas,
expresadas en términos de daños o riesgos, no encuentran a una persona inerme en el
cual se determinarán, inevitablemente, daños permanentes. Describe la existencia de
verdaderos escudos protectores que harán que dichas fuerzas no actúen linealmente,
atenuando así sus efectos negativos y, a veces, transformándolas en factor de superación
de la situación difícil. Por lo tanto, no debe interpretarse que este enfoque está en
oposición del modelo de riesgo, sino que lo complementa y lo enriquece, acrecentando
así su aptitud para analizar la realidad y diseñar intervenciones eficaces. (Munist,
Santos, Kotliarenco, Suárez Ojeda, Infante y Grotberg, 1998).
Es importante tener en cuenta que los individuos no son iguales ante el riesgo:
son vulnerables en distinto grado. Según Sonit, 1982, págs. 486-487 “…. La
vulnerabilidad evoca sensibilidades y debilidades reales y latentes, inmediatas y
diferidas. […] la invulnerabilidad […] puede considerarse una fuerza, una capacidad
de resistencia al estrés, a las presiones y a situaciones potencialmente traumáticas […]
El riesgo evoca la incertidumbre del resultado del enfrentamiento del niño con un
estrés ambiental o interno. […] El dominio evoca la capacidad de vencer (activamente)
un obstáculo fruto de exigencias internas, del estrés ambiental y de conflictos entre
presiones internas y ambientales.” (Amandine Theis en M. Manciaux, 2003).
Knopoff, Santagostino y Zarebski comprobaron que logra resiliencia quien es
capaz de admitir y conectarse con sus puntos de vulnerabilidad. No son los que se
arman como coraza los que la alcanzan; por el contrario, esas corazas finalmente se
quiebran. Son en realidad, los que pueden decir: “a veces me sale mal, lloro mucho,
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sufro mucho”, los que pueden reírse de sí mismos y, en última instancia, los que
alcanzan la sabiduría, que tienen que ver con la aceptación de las limitaciones de los
poderes físicos, intelectuales y emocionales. (en Melillo, Suárez Ojeda y Rodríguez,
2006).
Por lo expresado supra, los individuos resilientes son aquellos que al estar insertos
en una situación de adversidad, es decir, al estar expuestos a un conglomerado de
factores de riesgo, tienen la capacidad de utilizar aquellos factores protectores para
sobreponerse a la adversidad, crecer y desarrollarse adecuadamente; llegando a madurar
como seres adultos competentes, pese a los pronósticos desfavorables.
En consecuencia la resiliencia es producto de un cierto equilibrio entre factores de
riesgo y de protección que se suceden en la vida del sujeto. Cuando el equilibrio es
suficientemente estable para resistir los cambios adversos de las circunstancias que vive
el sujeto, lo definimos como resiliente. El equilibrio estable nunca es un equilibrio
“inmóvil”, sino dinámico. Coincide con Munist, Santos, Kotliarenco, Suárez Ojeda,
Infante, y Grotberg (1998) quienes sostienen que es necesario insistir en la naturaleza
dinámica de la resiliencia, ya que uno puede estar, más que ser resiliente. El riesgo es
inherente a la vida y tanto la sobreprotección como la violencia ejercida sobre el sujeto
pueden destruir a largo plazo la resiliencia. (Melillo, Soriano, Méndez y Pinto en
Melillo, Suárez Ojeda y Rodríguez, 2006).
Rutter (1990) afirma que, tanto la vulnerabilidad como la protección son
procesos interactivos. Señala que, una misma variable puede actuar bajo distintas
circunstancias, tanto en calidad de factor de riesgo como de protector. Es así como, por
ejemplo, para un adulto el hecho de perder el trabajo puede dar lugar a una depresión, y
sin embargo el hecho de estar desempleado por un tiempo prolongado, puede actuar
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como factor de protección en relación a otros acontecimientos vitales amenazantes. (en
Kotliarenco, Cáceres y Fontecilla,1997).
Como el espíritu de la resiliencia lleva a buscar un equilibrio entre riesgo y
protección, Vanistendael y Leconte (2002) plantean que el ser humano debe más bien
edificar una estrategia existencial que integre la aceptación de la imperfección y la
voluntad de mejorar. Esta doble actitud constituye el núcleo mismo de la resiliencia.
1.6. PERSONALIDAD RESISTENTE (HARDINESS)
Un concepto que siempre han estado relacionado con la resiliencia, o que es una
clara derivación de ella, es el de dureza (hardiness), el cual también se le conoce por el
de personalidad resistente.
El concepto de personalidad resistente aparece por primera vez en la literatura
científica en 1972, en relación a la idea de protección frente a los estresores. Son
Kobasa y Maddi los autores que desarrollan el concepto, a través del estudio de aquellas
personas que ante hechos vitales negativos parecían tener unas características de
personalidad que les protegían. La dureza sería un factor mediador que actuaría junto a
otros mediadores de tipo biológico, psicológico o socio ambiental cuando el sujeto se
enfrenta a una circunstancia de alto estrés.
Lemos (2005) entiende que la dureza incluye variables cognitivas identificadas
como sentido de compromiso e implicación en la situación, sentido de control sobre sí
mismo y la situación, mecanismos eficaces de afrontamiento, y por último, sentido de
desafío, que implica sentir las dificultades como oportunidades para el crecimiento
personal. Un constructo muy parecido al de Kobasa fue propuesto por Antonovsky bajo
la denominación de “sentido de coherencia”, que incluye comprensibilidad de las
situaciones, manejabilidad, o capacidad para hacer frente a los problemas, y significado,
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entendiéndolo como la creencia de que merece la pena la vida y tiene sentido implicarse
en ella, en los problemas, las situaciones difíciles y las adversidades.
1.7.RESILIENCIA COMUNITARIA
La resiliencia comunitaria se trata de una concepción latinoamericana
desarrollada teóricamente por E. Néstor Suárez Ojeda, a partir de observar que cada
desastre o calamidad que sufre una comunidad, que produce dolor y pérdida de vidas y
recursos, muchas veces genera un efecto movilizador de las capacidades solidarias que
permiten reparar los daños y seguir adelante. Eso permitió establecer los pilares de la
resiliencia comunitaria: autoestima colectiva, identidad cultural, humor social y
honestidad estatal. Melillo y Suarez Ojeda (2003) los definen de la siguiente manera:
Autoestima colectiva es la actitud y sentimiento de orgullo por el lugar en que se
vive. La satisfacción por la pertenencia implica reconocer que uno es parte de una
sociedad y que comparte los valores que la inspiran. Puede observarse en comunidades
con alta autoestima colectiva una mayor capacidad de recuperación frente a las
adversidades.
Identidad cultural es un proceso interactivo que se logra a lo largo del desarrollo
e implica la incorporación de costumbres, valores, giros idiomáticos, danzas, canciones,
etc, que se transforman en componentes inherentes al grupo. Esto otorga al grupo
humano o social un sentido de mismidad y pertenencia que le permite afrontar y
elaborar las influencias de culturas invasoras.
El humor en general ha merecido mayor estudio y reflexión, espacialmente en lo
que concierne al desarrollo individual. Entendemos por humor social esa capacidad de
algunos grupos o colectividades para “encontrar la comedia en la propia tragedia”. Es la
capacidad de expresar en palabras, gestos o actitudes corporales los elementos cómicos,
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incongruentes o hilarantes de una situación dada, logrando un efecto tranquilizador y
placentero. El humor es una estrategia de ajuste que ayuda a una aceptación madura de
la desgracia común y facilita cierta distancia con el problema, favoreciendo la toma de
decisiones para resolverlo. Al destacar los elementos incongruentes e hilarantes de la
situación, promueve un tipo de pensamiento divergente que implica una mayor
capacidad para encontrar respuestas originales, soluciones innovadoras, aun en medio
de las crisis. Humores asociados a los efectos resilientes:
� Humor intelectual, basado en el juego de las palabras y su significado, posible gracias
a la distancia que existe entre las palabras y las cosas. (Rodíguez, 1997). Según
Borges, este humor es siempre una metáfora, la intuición que establece el nexo entre
dos imposibles.
� Humor basado en la ruptura del narcisismo de la figura humana. El humor de los
resbalones y las caídas, que habitualmente es difícil de relacionar con los atributos de
la resiliencia, salvo cuando el que juega con él es un maestro del calibre de Charles
Chaplin.
� Humor que tiende a desmoronar las convenciones aceptadas cotidianamente. Lo
llamamos humor iconoclasta, capaz de poner en duda los mitos que sostienen un falso
orgullo nacional.
Honestidad colectiva o estatal, implica la existencia de una conciencia grupal
que condena la deshonestidad de los funcionarios y valoriza el honesto ejercicio de la
función pública. Según Suárez Ojeda (en Melillo & Suárez Ojeda, 2003) la honestidad
estatal es un componente de especial trascendencia en América Latina que, no sólo tiene
que ver con el manejo decente de los fondos y recursos públicos, sino también con la
conciencia, respeto y condena a la deshonestidad por parte de todos los ciudadanos y los
propios funcionarios, fomentando así la solidaridad y los valores morales.
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1.8. RESILIENCIA, SALUD MENTAL Y PSICOANÁLISIS
El mundo científico abundó siempre en teorías de la enfermedad, pero
careciendo de una teoría integral de la salud. Esto último fue uno de los principales
obstáculos para la difusión y eficacia de las llamadas acciones de protección y
promoción de la salud. La definición de salud fue por mucho tiempo una definición
negativa: salud era igual a la ausencia de enfermedad, criterio que el progreso de los
conocimientos hizo imposible sostener. (Melillo, Soriano, Méndez y Pinto en Melillo,
Suárez Ojeda, y Rodríguez, 2006).
Finalmente la Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud como
“…un estado de completo bienestar físico, psíquico y social y no solamente la ausencia
de enfermedad o dolencia” (OMS, 2001). Así se produce la inclusión no sólo de lo
psíquico y social como parámetros para analizar al definir salud, sino que introdujo el
concepto de bienestar, que en pareja dialéctica con el malestar reemplazan la dupla
salud-enfermedad.
La salud mental es una parte integral de esta definición. La OMS describe la
salud mental como: “…un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de
sus propias aptitudes, para afrontar las presiones normales de la vida…” (OMS, 2001).
En este sentido positivo, la salud mental es la base para el bienestar y funcionamiento
efectivo de un individuo y una comunidad.
Según Grotberg la resiliencia es parte de la salud mental y la calidad de vida. De
hecho, la resiliencia ha sido reconocida como un aporte a la promoción y el
mantenimiento de la salud mental. El rol de la resiliencia es desarrollar la capacidad
humana de enfrentar, sobreponerse y de ser fortalecido e incluso trasformado por las
experiencias de adversidad. Es un proceso que sin duda excede el simple rebote o la
capacidad de eludir esas experiencias, ya que permite, por el contrario, ser potenciado y
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fortalecido por ellas, lo que necesariamente afecta la salud mental. (en Melillo, Suárez
Ojeda, 2003).
La promoción de la salud es el proceso de estimular a la comunidad para que, a
partir de sus propias fortalezas, controle y mejore, en su ámbito, la salud y el desarrollo
humano. El concepto de promoción implica una anticipación a la patología, una
capacidad de actuar sobre factores de riesgo, antes que se traduzcan en problemas. Pero
también, factores de protección presentes en los sujetos, las familias y/o la comunidad
en su conjunto, para promoverlos y compensar los riesgos presentes. A esto apunta la
introducción del concepto de resiliencia en el trabajo comunitario. (Melillo, Soriano,
Méndez y Pinto en Melillo, Suárez Ojeda, y Rodríguez, 2006).
Por ende promover la salud equivale a promover resiliencia apuntando a lograr
un desarrollo sano, descubriendo las propias fortalezas del sujeto para superar las
adversidades.
Esta política, complementa la estrategia de prevención de la enfermedad por
disminución de los factores de riesgo que afrontan los sujetos (pobreza, déficit
alimentario, malas condiciones de vivienda y sanitarias). El reforzamiento de los
factores protectores evita que sucumban a la enfermedad, como lo han demostrado
investigaciones de epidemiología social.
Melillo, Soriano, Méndez y Pinto, realizan la siguiente comparación de los
conceptos básicos de salud mental y resiliencia, que presentan en común sugestivas
definiciones:
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Estas coincidencias nos llevan a pensar que lo que se entiende como promoción
de la resiliencia en el marco de una comunidad, al producir capacidad de resistir a las
adversidades y agresiones de un medio social sobre el equilibrio psicofísico de los
componentes de una comunidad (niños, adolescentes y adultos), produce salud mental.
Esto no genera una condición definitiva del sujeto sino un proceso variable, un estar del
sujeto que siempre es posible promover con adecuadas aproximaciones.
Desde una perspectiva psicopatológica cabe preguntarse qué ocurre con los
conflictos psicológicos que se perfilan como productores de patologías. La respuesta
pasa por considerar a la promoción de la resiliencia como un proceso de consolidación o
fortalecimiento de la instancia yoica del sujeto, que de ese modo se vuelve más capaz de
mediar los conflictos entre los deseos del sujeto, sus instancias críticas (el superyo y el
ideal del yo) y la realidad. El yo aumenta su capacidad para procesar e instrumentar esos
conflictos: éstos pueden ser más manejables por el yo resiliente. (en Melillo, Suárez
Ojeda, y Rodríguez, 2006).
SALUD MENTAL
Proceso determinado histórica y
culturalmente en cada sociedad. Su
preserva y mejora por un proceso de
construcción social.
RESILIENCIA
Conjunto de procesos sociales e
intrapsíquicos que posibilitan acceder al
bienestar psicofísico a pesar de las
adversidades.
Parte del reconocimiento de la persona en
su integridad biopsícosociocultural y de
las mejores condiciones posibles para su
desarrollo físico, intelectual y afectivo.
Depende de las cualidades positivas del
proceso interactivo del sujeto con los otros
humanos, responsable en cada historia
singular de la construcción del sistema
psíquico humano.
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Boris Cyrulnik (2001) ha realizado aportes sustantivos sobre las formas en que
la adversidad hiere al sujeto, provocando el estrés que generará algún tipo de
enfermedad y padecimiento. En el caso favorable, el sujeto producirá una reacción
resiliente que le permite superar la adversidad. Su concepto de "oxímoron", que describe
la escisión del sujeto herido por el trauma, permite avanzar aún más en la comprensión
del proceso de construcción de la resiliencia, a la que le otorga un estatuto que
incluimos entre los mecanismos de desprendimiento psíquicos. Éstos, descriptos por
Edward Bibring (1943), a diferencia de los mecanismos de defensa, apuntan a la
realización de las posibilidades del sujeto en orden a superar los efectos del
padecimiento. “El oxímoron revela el contraste de aquel que, al recibir un gran golpe, se
adapta dividiéndose. La parte de la persona que ha recibido el golpe sufre y produce
necrosis, mientras que otra parte mejor protegida, aún sana pero más secreta, reúne, con
la energía de la desesperación, todo lo que puede seguir dando un poco de felicidad y
sentido a la vida" (Cyrulnik, 2001).
Por eso, si bien hay autores que han traducido resiliencia como “elasticidad”, en
nuestro actual concepto nada de eso se mantiene; la resiliencia no supone nunca un
retorno ad integrum a un estado anterior a la ocurrencia del trauma o la situación de
adversidad: ya nada es lo mismo.
La escisión del yo no se sutura, permanece en el sujeto compensada por los
recursos yoicos que se enuncian como pilares de la resiliencia. Con algo de todo eso,
más el soporte de otros humanos que otorgan un apoyo indispensable, la posibilidad de
resiliencia se asegura y el sujeto continúa su vida. Podríamos decir que el concepto de
oxímoron es del mismo orden que el concepto de Freud de la escisión del yo en el
proceso defensivo.
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Algunos psicoanalistas afirman que el concepto de resiliencia es o puede ser
contradictorio con un modelo psicoanalítico de la vida psíquica. Claramente no es así
cuando se considera el modelo freudiano de la segunda tópica. En la segunda tópica, la
consideración del yo como instancia que debe "pilotear" las relaciones del sujeto con
sus deseos conscientes e inconscientes, los requerimientos de su conciencia moral
(superyó) y de sus ideales (ideal del yo), y los del mundo externo, es decir la relación
con su entorno, pone en evidencia los beneficios de estimular los pilares de la
resiliencia, clara e íntimamente ligados a las capacidades del yo. En este modelo
psicoanalítico, la fortaleza del yo facilita la tramitación por parte del sujeto de los
requerimientos de las otras instancias: es a la vez resultado y causa del proceso de la
cura psicoanalítica y del desarrollo de las capacidades resilientes. El trauma puede ser el
punto de partida de una estructuración neurótica o psicótica, pero también un punto de
llegada en cuanto a generar una fuerte y útil estructura defensiva.
La resiliencia se teje: no hay que buscarla sólo en la interioridad de la persona ni
en su entorno, sino entre los dos, porque anuda constantemente un proceso íntimo con el
entorno social. Esto elimina la noción de fuerza o debilidad del individuo; por eso en la
literatura sobre resiliencia se dejó de hablar de niños invulnerables. Tiene contactos con
la noción de apuntalamiento de la pulsión. Como dice Freud (1929) "[...] la libido sigue
los caminos de las necesidades narcisistas y se adhiere a los objetos que aseguran su
satisfacción". La madre, que es la primera suministradora de satisfacción de las
necesidades del niño, es el primer objeto de amor y también de protección frente a los
peligros externos; modera la angustia, que es la reacción inicial frente a la adversidad
traumática, en grado o medida aún mínima. Va constituyendo un sustrato de seguridad,
lo que Bowlby y Ainsworth llaman una relación de apego seguro (Marrone, 2001),
derivado de una base emocional equilibrada, posibilitada por un marco familiar y social
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estables. Son los padres o cuidadores sustitutos, como mediadores con el medio social,
los que ayudan a su constitución a través de una acción neutralizadora de los estímulos
amenazantes. Si bien esta condición inicial del sujeto sigue existiendo toda la vida,
siempre será fundamental un otro humano para superar las adversidades mediante el
desarrollo de las fortalezas que constituyen la resiliencia.
En síntesis, el proceso de apuntalamiento de la pulsión lleva al otro humano y
evita el atrapamiento en el mortífero solipsismo narcisista. La autoestima, con la ayuda
y la mirada de los demás, puede ser reorganizada y reelaborada por medio de nuevas
representaciones, acciones, compromisos o relatos. Siendo la autoestima uno de los
pilares de la resiliencia y la base de todos los restantes.
Recurrimos al poco usado concepto de mecanismos de desprendimiento del yo,
introducido por E. Bibring (1943), que “no tienen por finalidad provocar la descarga
(abreacción) ni hacer que la tensión deje de ser peligrosa (mecanismo de defensa). Sin
negar que durante el proceso se producen fenómenos de abreacción en pequeñas dosis”,
se trata de operaciones yoicas que apuntan a dispersar las tensiones dolorosas en otros
complejos de pensamientos y emociones con efectos compensatorios; o bien que, como
en el trabajo de duelo, generen el desprendimiento de la libido del objeto perdido para
transferirla a otros. Un tercer modo es la familiarización con el peligro para poder
superarlo en forma contra fóbica. Para el psicoanálisis serían mecanismos más propios
de la cura que de la enfermedad; desde el punto de vista de la resiliencia constituyen la
posibilidad de una continuidad de la vida en aceptables condiciones de salud mental.
Freud afirmaba que el largo camino del psicoanálisis se debía a lo difícil que
puede ser cambiar las circunstancias del sujeto. Si esto fuera posible, se podría ahorrar
tan prolongado esfuerzo. Pues bien, el desarrollo de la resiliencia requiere justamente un
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cambio en las circunstancias del sujeto si se le permite contar con el auxilio de un otro
humano que genera y/o estimula las fortalezas de su yo, favoreciendo sus defensas y
capacidad de sublimación. Si el mundo externo produjo una implosión traumática en el
sujeto, el auxilio exterior de un otro puede restituir la capacidad de recuperar el curso de
su existencia. La resiliencia representa el lado positivo de la salud mental.
1.9. RESILIENCIA Y ANCIANIDAD
En la vejez surgen ciertos problemas anteriores y otros recientes. Algunos se
relacionan con la renuncia; adaptación a las pérdidas del empleo, los amigos y el
cónyuge; la posición complaciente de tener autoridad y el cuestionamiento de las
antiguas capacidades; la reconciliación con quienes tienen significación en la vida y con
los propios logros y fracasos; la resolución de la aflicción por la muerte de otros y la
aproximación de la propia; mantener el sentido de integridad en términos de lo que uno
ha sido en vez de lo que uno es, y el interés en la herencia y cómo dejar huellas de uno
mismo. (Karl A. Slaikeu., sin fecha, segunda edición en español, traducida de la
segunda edición en inglés).
En este período, también la imagen del cuerpo juega un importante papel. Los
cambios a nivel de piel, de articulaciones y músculos, de los procesos cognitivos, de los
órganos más vitales, el contacto con la idea de tiempo y la de muerte propia, las
disminuciones sensoriales; se agrega a esto las pérdidas de distinto significado y sus
procesos de duelo que muchas veces hacen modificar la estima, creando inseguridades,
temores, y necesidad de apelar a las potenciales fuerzas.
Por lo tanto podemos observar que en el envejecer se produce una suerte de
crisis, crisis que no necesariamente significa algo traumático o doloroso. Si, una crisis
como discontinuidad. Y discontinuidad genera incertidumbre, inestabilidad, mayor
vulnerabilidad que lleva finalmente al cambio.
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La raíz de la palabra crisis es de origen griego Krinein que significa decidir. La
decisión, la renuncia, resistencia o incapacidad para adoptar decisiones es el elemento
característico de una crisis. Las crisis constituyen momentos de cambios. En general
cuando se enfrenta con éxito una situación de crisis se produce una maduración
continua. Por el contrario el individuo que se ve enfrentado a una crisis pero que es
incapaz de tomar una decisión experimenta angustia y tensión creciente. Esa tensión si
no es manejada adecuadamente puede llevar a una exacerbación de conflictos
psicológicos anteriores y latentes hasta ese momento.
Según Erikson (2000) en cada estadio del ciclo vital se producen crisis y
conflictos particulares, como así también, en cada etapa se presentan componentes
sintónicos y distónicos. Las cualidades sintónicas ayudan y sostienen el crecimiento y el
desarrollo, son las que proveen soporte frente a los elementos distónicos. Estos últimos
son cualidades que representan el conflicto, la tensión característica de cada etapa.
Las personas ancianas se encuentran expuestas a cambios y pérdidas que pueden
tener un impacto negativo en ellos, o fomentar sus recursos, sus factores de resiliencia,
que les ayuden a sobreponerse a estas situaciones.
Un posible suceso de crisis en los adultos mayores puede ser la dificultad en la
adaptación a la jubilación. Por ende esta investigación se centra en los adultos mayores
jubilados, suponiendo que tienen altos niveles de resiliencia, lo cual darían cuenta que si
bien tuvieron dificultades para adaptarse al retiro de las fuerzas laborales, pudieron
adaptarse a su nueva condición vital; también que una crisis es la fuente ontogénica de
fuerzas y de adaptación. Teniendo en cuenta que la resiliencia es la resultante de un
proceso dinámico y evolutivo que varía según las circunstancias, la naturaleza del
trauma, el contexto y la etapa de la vida. Puede expresarse de muy diferentes maneras
en diferentes culturas. (Manciaux, Vanistendael, Lecomte y Boris Cyrulnik, 2001).
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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2. BIENESTAR SUBJETIVO
2.1. CALIDAD DE VIDA
La calidad de vida es entendida como una vida digna donde la persona se siente
plenamente realizada, toda vez que sus objetivos y expectativas van cumpliéndose.
Pero, cada sujeto experimenta esa realidad personal de un modo subjetivo, dependiendo
de su situación, de su época y de su cultura. Es decir, la vivencia de la calidad de vida es
contextual y relativa. Sin embargo, se dan unos límites, por debajo de los cuales, es
imposible vivirla. (Cuenca Molina, 2008).
El interés por la calidad de vida (CV) ha existido desde tiempos inmemorables;
sin embargo, la aparición del concepto como tal y la preocupación por su evaluación
sistemática y científica es relativamente reciente. La idea comienza a popularizarse en la
década de los 60 hasta convertirse hoy en un concepto utilizado en ámbitos muy
diversos, como son: la salud, la salud mental, la educación, la economía, la política y el
mundo de los servicios en general.
Acordar una definición universal del concepto de calidad de vida ha sido difícil
pero actualmente se ha logrado el reconocimiento y aceptación general. La
Organización Mundial de la Salud, en el año 1994, propuso una definición de consenso
de calidad de vida, considerándola como “percepción personal de un individuo de su
situación en la vida, dentro del contexto cultural y de valores en que vive, y en relación
con sus objetivos, expectativas, valores e intereses”. Esta visión refleja una amplia
perspectiva de bienestar que abarca la satisfacción de la persona con su estatus social,
ambiental, psicológico, espiritual y de salud, incluyendo la salud mental en términos de
capturar los aspectos positivos como negativos, de la resiliencia, la capacidad de
afrontar adversidades, la satisfacción y la autonomía, entre otros. Informe compendiado
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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de la OMS, Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias en colaboración
(OMS, 1994).
El concepto de Calidad de Vida (CV), es un constructo multidimensional que se
aleja del criterio clásico de salud ya que incluye la evaluación del sujeto según sus
particulares estándares de satisfacción y bienestar. (Urrutia, Grasso y Guzmán, 2009).
Fernandez- Ballesteros (1992), le agrega la caracterización de ser un concepto evaluador
y multidisciplinario.
Desde el campo de la psicología, la calidad de vida es un concepto básicamente
referido al tipo de respuesta individual y social ante el conjunto de situaciones reales de
la vida diaria. Es decir, aunque recoge los componentes del bienestar objetivo, se centra
en la percepción y estimación de ese bienestar, en el análisis de los procesos que
conducen a esa satisfacción y en los elementos integrantes de la misma. (Moreno
Jiménez y Xímenez Gómez, 1996). Coincidentemente, los autores Birren y Diekmann
(1991, citado en Urrutia, Grasso y Guzmán, 2009) definen a la CV como: “la
evaluación de las circunstancias de la vida de un individuo, grupo o población, en la
cual se evalúan las características del ambiente físico y social, los estados internos del
sujeto y su salud; presentándose dos posibles modos de medición: uno basado en la
percepción subjetiva o interna de la CV y otro a través de juicios externos y
valoraciones objetivas de la misma”…
2.1.1. CONCEPCIONES DE LA CALIDAD DE VIDA
El término "calidad de vida” denota dos significados: 1) la presencia de
condiciones consideradas necesarias para una buena vida y 2) la práctica del vivir bien
como tal. La diferencia está en quien emite el juicio sobre: qué es necesario para
considerar la vida como buena. (Venohoven, 1994).
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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En el primer significado el juicio es realizado por expertos en el tema de la
calidad de vida, quienes delimitan que condiciones han de ser consideradas. Según
Venohoven (1994) se refiere a la Calidad de Vida Supuesta porque toma en
consideración las condiciones de vida que los expertos señalan como relevantes para la
determinación de la calidad de vida. En el segundo significado es la misma persona
cuya calidad de vida se está juzgando, quien dice desde su experiencia y las condiciones
que le resulten pertinentes, si su vida es satisfactoria o no; por ende se refiere a la
Calidad de Vida Realizada al tomar como elemento determinante la experiencia de vida
subjetiva de la vida.
Para Lawton (2001), y su modelo ecológico de calidad de vida, se hace necesario
evaluar la existencia de cuatro categorías que determinan el nivel de calidad. La primera
de estas categorías hace referencia a la calidad de vida física, un dominio centrado en lo
biológico donde es importante analizar los estados de salud así como las limitaciones
funcionales y cognitivas. En segundo lugar, nos habla de calidad de vida social, que
incluye indicadores relativamente objetivos de relación con el mundo externo. Es decir,
sería una perspectiva estructural del apoyo social donde lo que interesa son medidas
centradas en el tamaño de la red, la frecuencia de contactos o la participación en
actividades. En tercer lugar se plantea la calidad de vida percibida, que se centraría en
los aspectos más funcionales del apoyo social, representados en la valoración subjetiva
de la calidad de vida social, de las relaciones familiares y de los amigos. Por último
habla de calidad de vida psicológica, centrada en lo que diferentes autores han
denominado bienestar subjetivo, componiéndose tanto de los posibles afectos positivos
y negativos, como de la percepción de satisfacción. (Molina Sena, Meléndez Moral,
Pardo, 2008).
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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Tal y como podemos observar a través de estas definiciones, uno de los
elementos centrales en la evaluación de la calidad de vida es el bienestar que percibe la
persona, aspecto en el que se va a centrar nuestro trabajo.
2.1. BIENESTAR SUBJETIVO
2.1.1. CONCEPTO
Se ha definido el bienestar como un tono de ecuanimidad que se sostiene en el
fondo, detrás de los eventos cotidianos más intensos, que puede sostenerse a pesar de y
durante períodos de infelicidad; un navegar por la vida exitosamente, entendiéndose
éxito como satisfacción en diversas dimensiones de la vida (Sheehy, 1987).
Existen dos grandes líneas de trabajo en el concepto de bienestar:
1-Concepción eudaimonista plantea el bienestar psicológico. Ryan y Deci (2001)
respecto al bienestar psicológico, más asociado al logro de nuestras metas, lo sitúan en
el proceso de consecución de aquellos valores que nos hacen sentir vivos y auténticos,
que nos hacen crecer como personas y no tanto en las actividades placenteras o
displacenteras.
2-Concepción hedonista se centra en el denominado bienestar subjetivo. El bienestar
subjetivo, es entendido como el resultado de un balance global entre el placer y el
displacer y se compone de aspectos como la felicidad o el resultado de los estados
positivos y negativos (componente afectivo emocional) y la satisfacción vital o
valoración de la trayectoria vital (componente cognitivo). (Molina Sena, Meléndez
Moral, Pardo, 2008).
Castro Solano (2010) agrega que la satisfacción vital es el resultado de la
integración cognitiva que las personas realizan toda vez que evalúan cómo les fue (o
cómo les está yendo) en el transcurso de sus vidas. Los estados emocionales son lábiles
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y momentáneos. La satisfacción vital es el resultado de un juicio cognitivo y resulta un
constructo más estable a lo largo del tiempo.
Según Lawton (1983), bienestar es una valoración cognitiva y una evaluación de
la congruencia entre las metas deseadas y las metas obtenidas en la vida. Es decir hace
hincapié en la perspectiva psicológica de la calidad de vida.
El bienestar es un fenómeno subjetivo que se diferencia en gran medida de las
condiciones de vida evaluadas, donde es necesario captar tanto las experiencias más
enriquecedoras, como las negativas, empobrecedoras y adversas al ser humano. Esto se
logra encontrándose con las personas y escuchando de ellas cómo les parece la vida,
incluyendo las percepciones, expectativas, sentimientos y valores; para obtener la
evaluación que cada uno hace de su vida, basada en los propios criterios. (Georgen en
Liberalesso Neri, 2000). Lo cual coincide con Maestro en Izal y Montorio (1999) al
sostener que cada persona construye lo que es para sí el bienestar, imprimiéndole un
sello propio.
Venohoven (en Moreno y Ximenez, 1996) define bienestar subjetivo como el
grado en que una persona evalúa la calidad de vida global de su vida en conjunto de
forma positiva.
El concepto de bienestar subjetivo no procura evaluar la vida que las personas
han tenido en su pasado ni la que se piensa que tendrán en un futuro; se centra en la
situación presente. Esto no quiere decir que el concepto no incluya la valoración que
una persona realice sobre su historia personal o sus proyectos vitales; significa que las
personas modifican su percepción sobre la propia existencia.
Según Venohoven (1994), el concepto de bienestar subjetivo es sinónimo de
satisfacción con la vida, dicho concepto deriva del campo de la calidad de vida
realizada; es la práctica de vivir bien como tal, donde es la misma persona cuya calidad
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de vida se está juzgando, quien dice desde su experiencia subjetiva y las condiciones
que le resulten pertinentes si su vida es satisfactoria o no.
Esto coincide con el Modelo de Buena Vida desarrollado por Lawton (1983).
Este modelo consta de 4 componentes, siendo los 3 primeros de contenido
esencialmente psicológico (García Martin, 2002):
1. Bienestar psicológico: coincidencia entre los objetivos deseados y logrados en la
vida; contar con un buen estado de ánimo y un nivel afectivo óptimo. Se asemeja
a la concepción de Diener (1984, citado en Castro Solano, 2010) sobre el
bienestar subjetivo; el cual lo define como el juicio subjetivo que hacen las
personas acerca de sus vidas. La definición involucra una autoevaluación acerca
del grado en que se alcanzaron los objetivos vitales.
2. Competencia conductual: capacidad del funcionamiento físico y mental y un
buen comportamiento social.
3. Percepción de la calidad de vida: satisfacción de la persona consigo misma y con
su red de relaciones interpersonales (fliar y amigos), agrado por su trabajo, en el
desempeño de las actividades que desarrolla y manifestación de su sentido de
pertenencia al lugar donde vive.
4. Medio ambiente objetivo: múltiples características físicas del entorno donde se
desarrolla la vida de las personas.
Por lo tanto, el concepto de bienestar subjetivo incluye: estado emocional y
afectivo que una persona manifiesta en un determinado momento; la satisfacción que
ese sujeto logra en los distintos aspectos de su vida; y la valoración personal que hace
de su vida.
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2.2.2. ELEMENTOS INTEGRANTES DEL BIENESTAR SUBJETIV O
La revisión de los estudios de bienestar subjetivo muestra que hay un acuerdo en
cuanto a los elementos integrantes de su estructura. La mayor parte de los autores
coinciden en la consideración de estos tres componentes: virtud, satisfacción con la vida
y afectos positivos. Según Diener estos son los tres significados esenciales del concepto
de bienestar subjetivo.
A. Bienestar subjetivo como virtud.
Cuando el bienestar subjetivo se analiza en términos ideales, lo que está en juego es la
posesión de una cualidad deseable. Se podría decir que es una concepción normativa,
porque define lo que es bueno, deseable y aceptable. En este sentido, cuando Aristóteles
y los filósofos clásicos hablan de la eudaemonía, la consideran como un estado deseable
al que sólo se puede aspirar llevando una vida virtuosa o deseable, calificada como tal
desde un particular sistema de valores.
En gerontología, un moderno correlato entre bienestar subjetivo y la posesión de
una calidad de vida deseable, es la vejez exitosa. Uno de los sentidos de éste término es
la buena vejez o vejez feliz, de acuerdo con los valores y las expectativas vigentes en un
contexto socio histórico determinado. En ese caso éxito se iguala con el mantenimiento
de la salud y de la funcionalidad física y mental, con actividad y participación social.
(Rowen y Kahn, 1998 citado en Liberalesso Neri, 2002).
B. Bienestar subjetivo como satisfacción con la vida.
Cuando el foco recae sobre la evaluación que cada uno hace de su vida, según
sus propios criterios, la literatura habla de satisfacción con la vida. Para Venohoven
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(1994), el concepto de satisfacción es probablemente universal, ya sea visto como fruto
de virtud o como un aspecto de la calidad de vida.
Las primeras investigaciones sobre satisfacción con la vida en la edad mediana y
en la vejez fueron conducidas por Bernice Neugarten y sus colaboradores en los años
sesenta. Desde entonces la investigación en esa área avanzó bastante. A partir de los
años ochenta se popularizaron dos diferentes acepciones del concepto. Una se refiere al
objeto de la satisfacción. La satisfacción global con la vida se considera distinta de la
satisfacción relativa a dominios específicos, tales como el trabajo, el matrimonio, la
salud, la vejez y las relaciones sociales. Otra acepción alude a las modalidades de
evaluación. Las evaluaciones cognoscitivas se refieren a patrones de éxito, mientras que
las evaluaciones afectivas se relacionan con diferencias en estados emocionales.
C. Bienestar subjetivo y afectos positivos.
En este caso el énfasis cae sobre experiencias o predisposiciones placenteras.
Aunque no haya dudas sobre la existencia de relaciones recíprocas entre bienestar
subjetivo y afectos positivos, no se puede afirmar que las experiencias de felicidad,
bienestar, satisfacción o calidad de vida excluyen estados emocionales negativos. La
experiencia empírica muestra siempre una mezcla de afectos positivos y negativos, los
cuales dan un colorido especial a la vida emocional y a la vida en relación con otros.
(Diener y Larsen, 1996 citado en Liberalesso Neri, 2002).
En resumen hay tres aspectos centrales en el concepto de bienestar subjetivo:
1. Pertenece al ámbito de la experiencia privada y es relativamente independiente
de salud, comodidad, virtud y riqueza.
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2. Las medidas de bienestar subjetivo incluyen tanto la evaluación global, como
evaluaciones particulares referidas a dominios específicos, tales como la salud
física y mental, las relaciones sociales, la espiritualidad, la sexualidad y otros.
3. El bienestar subjetivo incluye apreciaciones positivas y negativas.
Tabla 1. Componentes del Bienestar Subjetivo. Fuente: Diener, Suh, Lucas y Smith
(1999).
2.2.3. DETERMIANTES DEL BIENESTAR SUBJETIVO
Existen varios modelos sobre las variables que influyen sobre el bienestar
subjetivo. Venohoven, (1994) enumera 4 tipos de factores encadenados en un flujo
causal secuencial: oportunidades vitales, curso de acontecimientos vitales, flujo de
experiencia y proceso interno de evaluación.
1-Las oportunidades vitales en un sentido amplio se refiere a todas las
condiciones que afectan a las probabilidades de buena suerte o adversidad. Si bien el
término es también usado con significados más estrictos; en su mayor parte el concepto
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está restringido a las oportunidades proporcionadas por la sociedad, y no incluye
diferencias en las capacidades individuales.
Por lo tanto las oportunidades vitales son las condiciones de vida y las
capacidades individuales y se clasifican en 3 grandes grupos:
� Recursos socio-culturales, tales como el bienestar económico, la igualdad
social, el respeto por los derechos humanos, la libertad política
(democracia), la vida cultural, el orden moral. Son las condiciones de
vida que posibilita un país o una comunidad específica.
� Recursos sociales personales, incluyen la posición social, propiedades
materiales, lazos familiares y sociales, status social.
� Aptitudes individuales, dentro de las que se cuentan la forma física,
dentro de lo que podemos incorporar la salud física del individuo,
fortaleza psíquica (autoconcepto positivo, tolerancia a las emociones
negativas, actitud ante la vida, flexibilidad, variedad de recursos
internos), la capacidad social y la habilidad intelectual. Las aptitudes
individuales son las llamadas competencias conductuales según Lawton,
es decir son todos los recursos físicos y psicológicos que puede poseer un
ser humano.
Estos elementos citados de las oportunidades vitales que determinan el bienestar
subjetivo, engloba el concepto de resiliencia desarrollado en el marco de la psicología
positiva. Según Casullo (2005) la resiliencia es un conjunto de factores biológicos,
psicológicos y sociales que facilitan la adaptación del ser humano a los acontecimientos
estresantes, permitiéndoles sostener su salud física y mental a la vez que experimentan
un sentido de felicidad y bienestar.
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2-Curso de acontecimientos vitales, se refiere a lo que le ocurre a las personas en
el trascurso de su vida, desde los grandes acontecimientos tales como el matrimonio,
nacimiento de los hijos, jubilación, hasta los hechos cotidianos y los inesperados, tales
como los accidentes, las catástrofes, ganarse la lotería, reencontrarse casualmente con
un viejo amigo.
La posibilidad que ocurran acontecimientos recompensantes o aversivos no es la
misma para todo el mundo porque según Venohoven (1994), los acontecimientos que
ocurren en la vida son en parte asunto de buena o mala suerte como por ejemplo los
accidentes; y en parte depende de las condiciones y capacidades dadas, cuestión que la
podemos observar en que son menores los accidentes de tráfico en las sociedades bien
organizadas entre las personas más atentas. Este nexo causal entre el azar y las
oportunidades vitales se encuentra poco clarificado en función de la escasa atención que
ha recibido por parte de los investigadores, pero se sabe que la relación existe.
Los autores en la temática consideran que el curso de los acontecimientos vitales
es un factor resiliente más.
3-El flujo de experiencias se refiere a la experiencia emocional que
desencadenan ya sea los acontecimientos vitales como la anticipación de éstos que los
humanos realizamos a partir de las evaluaciones sobre nuestras condiciones de vida.
Este juicio sobre la vida se acerca particularmente a la experiencia positiva y
negativa, dicotomía utilizada por Venohoven, Diener y otros autores clásicos dentro de
un marco hedonista de la experiencia humana, el cual ha sido descripto supra.
Muchos acontecimientos adversos provocan reacciones similares en la mayoría
de la gente, en particular los acontecimientos que exceden la adaptabilidad humana.
Sin embargo, dentro de los límites de las facultades humanas, las reacciones tienden a
diferir. Por ejemplo, no todo el mundo se siente igual cuando se jubila. Las reacciones
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varían de acuerdo con anteriores contactos con la adversidad, con el significado
atribuido al acontecimiento y con la resistencia psicológica.
4-Proceso interno de evaluación, refiere al procesamiento interno mediante el
cual una persona evalúa su vida. El proceso puede realizarse de dos formas: a partir de
un cálculo o a partir de una inferencia.
Sobre el modo de evaluación de la vida, Schwarz y Strack (1991, citado en
Venohoven, 1994), consideran que cuando el procesamiento interno es inferencial
implica una tarea global porque la persona parte del estado de ánimo del momento, que
puede ser aprehendido muy intensamente, para, a continuación, considerar cómo es de
representativo ese estado de ánimo de la experiencia afectiva general. Las preguntas
son generales del tipo ¿qué tan satisfecho con su vida se encuentra? Pero cuando el
procesamiento interno es por medio de un cálculo donde contaríamos nuestros
beneficios e infortunios y entonces haríamos un balance; se trata de una tarea específica.
Este proceso implicaría la recuperación de la información específica relevante para dar
respuesta a preguntas del tipo ¿se siente útil?; ¿cree que su vida ha empeorado en el
último año?; ¿si pudiera volver a vivir, cambiaría muchas cosas?; luego se seleccionará
un estándar de comparación para finalmente efectuar con los parámetros elegidos la
evaluación y la integración de los elementos en un informe final.
Los autores mostraron que las evaluaciones de la vida en conjunto se centran en
cómo se siente uno generalmente. Aunque algunas personas puedan realizar el balance
de su vida en esta forma calculatoria, no es ciertamente la perspectiva habitual.
(Venohoven, 1994).
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2.2.4. MODELOS TEORICOS DEL BIENESTAR SUBJETIVO
Teorías universalistas
Este grupo de teorías, también llamadas teorías télicas, proponen que la
satisfacción se alcanza con el logro de ciertos objetivos o cuando se han satisfecho
ciertas necesidades básicas. (Castro Solano, 2010).
Modelos situacionales (Botton up) versus modelos personológicos (Top down)
Los modelos situacionales proponen que la suma de momentos felices en la vida
da como resultado la satisfacción de las personas (Diener, Sandvick y Palvot, 1989,
citado en Castro Solano, 2010). Entonces para la teoría del botton up, una persona que
está expuesta a una mayor cantidad de eventos vitales felices estará más satisfecha con
su vida.
En cambio, los enfoques top down suponen que el bienestar es una disposición
general de la personalidad y dado que la personalidad es estable, el bienestar también lo
es. Según este modelo, las personas felices por naturaleza son aquellas que
disposicionalmente experimentan mayor satisfacción en el trabajo, en la familia, con los
amigos y en su tiempo libre. Los teóricos de la personalidad, Costa y McCrae
demostraron que las personas con alta extraversión y bajo neuroticismo son las más
felices.
Concluyendo y diferenciando, en las teorías situacionales la satisfacción es un
efecto del bienestar percibido en cada una de las áreas vitales de las personas, mientas
que en los enfoques personológicos la satisfacción es esclava de las variables
temperamentales.
Teoría de la adaptación
Esta teoría considera que ante el impacto de eventos altamente estresantes, las
personas simplemente se adaptan y vuelven a su nivel de bienestar previo (set point). Y
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la clave para entender la felicidad es la adaptación. Esto coincide con el concepto de
resiliencia postulado desde la psicología positiva, al definirla como el retorno
homeostático del sujeto a su condición anterior, sin que se produzca un cambio positivo.
Frederick y Loewenstein (1999, citado en Castro Solano, 2010) explican que
esta teoría se basa en un modelo automático de la habituación, en el cual los sistemas
reaccionan a las desviaciones del nivel de adaptación actual. Estos procesos automáticos
de habituación son adaptativos porque permiten que el impacto del evento simplemente
se diluya. Por lo tanto, las fuentes de recursos personales permanecen libres para poder
hacer frente a los nuevos estímulos que requieren atención inmediata. Hay evidencia
empírica de que las condiciones externas no explican el bienestar.
Sin embargo, Diener, Lucas y Scollon (2006, citado en Castro Solano, 2010)
demostraron que las condiciones externas (ganar más dinero, el atractivo físico o las
condiciones de salud) explican alrededor de un 15% en la variación del bienestar.
Además, hay nuevos aportes al modelo de la adaptación que consideran que las
personas no retornan al nivel previo de bienestar después de percibir un evento vital
estresante. Algunas personas cambian más y otras cambian menos después d
experimentar ciertos eventos vitales. El set point no es enteramente estable, sino que es
regulable en función de los eventos vitales de las personas. Esto coincide con el
concepto de crecimiento postraumático desarrollado por la piscología positiva o de
resiliencia desde la perspectiva francesa, lo cual fue explicado supra.
Asimismo el set point varía según el modo como sea evaluado el bienestar, si a
nivel de los componentes de afecto positivo y negativo o como una evaluación de la
satisfacción global con la vida, como se realiza en este estudio.
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Teorías de las discrepancias
Michalos (1996, citado en Castro Solano, 2010) propone que el bienestar se
explica por la comparación que efectúan las personas entre sus estándares personales y
el nivel de condiciones actuales. Por lo tanto las personas con mayor satisfacción son
aquellas en las que existe una relación adecuada entre aspiraciones y logros. Identificó
seis tipos de teorías basadas en hipótesis de comparación, entendida como la distancia
entre dos términos:
� Aquello que las personas tienen y el objetivo que quieren lograr (teoría del
objetivo-logro).
� Aquello que las personas tienen y su ideal a lograr (teoría del ideal-realidad).
� Aquello que se tienen en el momento y lo mejor que se obtuvo del pasado (teoría
de la mejor comparación previa).
� Aquello que uno obtiene y lo que otro grupo social significativo tiene (teoría de
la comparación social).
� Adaptación entre medio y sujeto (teoría de la congruencia).
Por eso dicho autor considera que la autopercepción del bienestar está
multideterminada y no tiene una única causa.
2.3. BIENESTAR SUBJETIVO EN LA TERCERA EDAD
Para la gerontóloga Neugarten el bienestar subjetivo es el grado en el cual un
viejo:
� Siente placer en cualquier actividad que realiza en su vida cotidiana.
� Observa su vida con una mirada crítica y acepta su responsabilidad por lo
que fue en el pasado.
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� Siente que ha tenido éxito en haber alcanzado las metas más importantes
de su vida.
� Posee una auotoimagen positiva y se observa a sí mismo como una
persona de valor pese a sus actuales debilidades.
� Mantiene actitudes optimistas y de buen humor.
Esta definición toma en cuenta las cinco dimensiones de la satisfacción vital o
bienestar subjetivo y las define operacionalmente de la siguiente manera:
Gusto por la vida: entusiasmo y grado de involucración personal en actividades,
en personas, e ideas, independientemente de la implicación con otros, la aprobación
social o el prestigio.
Resolución y fortaleza: extensión por la cual un individuo acepta ser responsable
de su vida; es lo opuesto a la resignación, la aceptación pasiva de lo que le ocurrió en el
pasado.
Congruencias entre aspiraciones y logros: sensación de cumplimiento de las
metas prefijadas, da haber sido exitoso en lo que se consideró relevante para su vida.
Concepto positivo de sí mismo: valoración positiva de sus atributos físicos y
psicosociales.
Buen humor: expresión de felicidad, actitudes optimistas y sentido del humor,
sensación de placer por la vida y comentarios al respecto. (Salvarezza; 1º ed. 2º reimp.,
2005).
2.4. BIENESTAR SUBJETIVO Y RESILIENCIA
Sobre la asociación entre satisfacción vital (bienestar subjetivo) y resiliencia en
la tercera edad, Guzmán y Zuñiga (2005) aportaron evidencia empírica; quedando
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explícito la importancia de incluir ambos conceptos para el estudio de la resiliencia ante
un evento crítico.
Sin embargo, no se han encontrado estudios sobre la resiliencia y el bienestar
subjetivo en adultos mayores jubilados que analicen el impacto emocional de este
evento. En función de lo expresado anteriormente, se plantea el objetivo de conocer
tanto el nivel de resiliencia y como el nivel de bienestar subjetivo en adultos mayores
jubilados del PEUAM de la Ciudad de Villa María, Córdoba; con el fin de aportar
evidencia complementaria al estudio de Guzmán y Zuñiga (2005). También determinar
diferencias significativas, si las hay, en los niveles de resiliencia y bienestar subjetivo
según el género, tiempo de acogimiento a la jubilación y edad de la población en
estudio.
3. ENVEJECIMIENTO SATISFACTORIO Y JUBILACIÓN
3.1. ADULTO MAYOR: ENVEJECIMIENTO SATISFACTORIO
La vejez se ha nominado con diferentes acepciones: "edad dorada", se utiliza el
eufemismo "tercera edad", "adultos en plenitud" y "edad de retiro", entre otros. Nos
avergüenza la ancianidad, y se opta por llamarla con nombres ambiguos. El término
"senador" evoca esta consideración del pasado. La palabra proviene del latín, anciano.
Componen el Senado hombres mayores, exentos de las vacilaciones y los desplantes
propios de la juventud. Las culturas antiguas veneraban a los viejos, pues ellos
guardaban la tradición, poseían sabiduría y cultivaban la prudencia. Consideraban que
esa virtud permitía diagnosticar determinadas circunstancias si una acción acercaba más
a la felicidad. La persona prudente determina con acierto la pertinencia de una elección
concreta, en orden al deseo último de ser felices. Y para adquirir la virtud de la
prudencia hace falta experiencia de vida, circunspección, objetividad, señorío sobre las
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pasiones, valorar las consecuencias de las propias decisiones. Todas estas cualidades se
ganan con la edad. Actualmente en occidente, en cambio, no sucede lo mismo; se
desoyen las palabras del anciano, "por no estar actualizado" o por "no comprender los
cambios de la época", y por ende, la tradición carece de sentido y ya no se respeta como
guardiana de la tradición. Tampoco se aprecia la prudencia, desplazada por el culto al
cambio constante. Tales ideas imperan particularmente en la empresa, pues el sistema
productivo desprecia a los viejos. Esta concepción despectiva de la ancianidad llega con
el espíritu de la modernidad, en donde para algunos ilustrados lo viejo debe estar
constantemente superado, se enseña a mirar el futuro en detrimento del pasado, la
historia carece de utilidad, ya no se considera "maestra de vida", el ayer es obsoleto, se
planea el futuro sin usar la memoria. Innovar es el precepto. La palabra envejecimiento
evoca habitualmente cambios físicos desagradables. La tercera edad carece de la
vitalidad y de la energía de la juventud. Por eso, en los tiempos que trascurren la vejez
se considera de mal gusto y, consecuentemente, muchos se resisten a llegar a viejos.
(Meza-Mejía, Villalobos-Torres, 2008).
Vamos a utilizar aquí indistintamente los términos «tercera edad», «ancianos»,
«envejecimiento » o alguno similar, conscientes de que técnicamente no significan lo
mismo, pero en este trabajo quedan asimilados como conceptos análogos, para dar más
fluidez al texto.
El envejecimiento existe, pero no es una enfermedad. La vejez puede ser una
etapa de la vida tan sana como otras, incluso con algunas funciones tanto o más eficaces
que otras etapas. La inteligencia, la capacidad de aprendizaje, la experiencia, la
personalidad y los sentimientos son funciones que el hombre no pierde con la edad, sino
que se enriquecen cualitativamente siempre y cuando encuentren un ambiente propicio.
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Así, compartimos la idea de Papalia et al, que caracterizan a los ancianos como
un grupo diverso, con fortalezas y debilidades individuales, entendiendo la edad adulta
tardía como un período normal del ciclo vital, con su propia naturaleza especial, sus
tareas de desarrollo propias y sus oportunidades para el crecimiento psicológico. Esta
definición visualiza el envejecimiento como una etapa más del desarrollo, que al igual
que las otras posee su naturaleza especial. Muñoz et al, por su parte, consideran el
envejecimiento como un proceso natural en el continuo del desarrollo evolutivo (nunca
involutivo), gradual, con cambios y transformaciones en el ámbito biológico,
psicológico y social, que aparecen en el transcurso de los años, y que va unido al
desarrollo y al deterioro. Esta idea es apoyada por el planteamiento de Meléndez et al,
que lo definen como un proceso heterogéneo, variable e interindividual, ya que
envejecer no significa lo mismo en las diferentes culturas y se da de forma particular en
cada persona y en cada contexto. (Molina Sena y Meléndez Moral, 2007).
Tres reglas constituyen la definición del envejecimiento (Barja, 1998: 8-9):
� El envejecimiento es universal. Ocurre, en mayor o menor medida, en todas las
personas.
� El envejecimiento es intrínseco. Los fenómenos básicos responsables del
envejecimiento son más de origen endógeno, que de origen ambiental o externo.
� El envejecimiento es progresivo. El proceso de envejecimiento se desarrolla de
modo paulatino a lo largo de la vida de la persona. Meza-Mejía, Villalobos-
Torres, 2008).
El concepto de envejecimiento satisfactorio comienza a utilizarse con los aportes de
Havighurst y Neugarten (1961), a partir de los estudios que realizan en relación con el
ajuste personal durante el proceso de envejecimiento. Este ajuste hace referencia a la
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adaptación de la personalidad a los acontecimientos que debe enfrentar en lo cotidiano,
en un segmento específico del ciclo vital: la vejez. (Cornachione Larrínaga, 2006).
� Estos autores, afirman que el envejecimiento óptimo va unido a un estilo de vida
activo continuado. Las personas mayores deben prolongar todo lo posible sus
actividades acostumbradas y buscar nuevas alternativas para aquellas otras que
deban interrumpir por mandato de la edad.
Baltes y Baltes (1990) proponen una estrategia para reconocer el envejecimiento
satisfactorio y lo hacen a partir del estudio del grado en que las personas pueden
manifestar una optimización selectiva por compensación. Esta estrategia surge desde la
perspectiva de la psicología evolutiva del ciclo vital y apunta al logro de un
envejecimiento con éxito. (Cornachione Larrínaga, 2006).
� Vejez y éxito no son contradictorios. La persona mayor obtiene también la
posibilidad de construir activamente su vida y regularla, según las nuevas
exigencias de la edad. Rige para ello el principio de que las capacidades
descienden, por lo regular, pero según el postulado de ganancias, estabilidad y
pérdidas, la persona mayor dispone de unas reservas y recursos que pueden ser
movilizados. Existen para ello estrategias, ejercicios y aprendizajes muy
valiosos, eso sí, siempre sometidos a las limitaciones de la edad.
� Según estos autores, se puede conseguir un nivel funcional estable, una
autoimagen positiva y un estado satisfactorio, por medio de tres procesos de
adaptación fundamentales: la selección, la optimización y la compensación. Por
selección se entiende el proceso de especialización que se da en diferentes áreas
de funcionamiento de un individuo y que le permite desarrollarse
diferencialmente a lo largo de la vida. Implica restricción, ya que cuando se
envejece se limitan estas áreas de funcionamiento, pero también significa
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adaptación, ya que al reducirse se hace más fácil el manejo de las áreas
seleccionadas. La optimización, por su parte, refleja la idea de que los
individuos se regulan para funcionar en niveles elevados, eficaces y deseables de
ejecución. Es decir, que el individuo se mueve en la dirección de procurar el
mejor funcionamiento posible en un número concreto de áreas de la vida. Por
último, la compensación hace referencia al proceso que se activa cuando las
habilidades de una persona se deterioran como consecuencia de la edad o bien
cuando las demandas del contexto aumentan de modo que no es posible alcanzar
el estándar de ejecución requerido. La compensación, por ejemplo, implica
utilizar elementos conductuales (ayudas externas de memoria), cognitivos
(reglas mnemotécnicas) o tecnológicas (ayudas protésicas). La compensación es
un proceso natural que es empleado habitualmente por todas las personas en el
transcurso de su vida y que, en la vejez, se encuentra especialmente desarrollado
debido a la ventaja que supone la acumulación de experiencias y conocimientos.
El resultado final de la interacción de estos tres procesos es un sistema de vida
satisfactorio, exitoso y activado, aún a pesar de las limitaciones obvias que
impone por sí misma la edad.
Dentro de este marco, podemos comprobar que cada vez más, la investigación
aporta datos que indican que muchas personas de edad avanzada conservan una
excelente calidad de vida y experimentan bienestar y satisfacción. Tal y como indica
Triadó, el estudio del envejecimiento con éxito nos puede evidenciar modos sanos de
envejecer, y nos permite conocer cuáles son los factores que determinan este éxito y que
evitan que la persona evolucione hacia un envejecimiento patológico. (Molina Sena y
Meléndez Moral, 2007).
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3.2. JUBILACIÓN
En la vejez surgen ciertos problemas anteriores y otros recientes. Algunos se
relacionan con la renuncia; adaptación a las pérdidas del empleo, los amigos y el
cónyuge; la posición complaciente de tener autoridad y el cuestionamiento de las
antiguas capacidades; la reconciliación con quienes tienen significación en la vida y con
los propios logros y fracasos; la resolución de la aflicción por la muerte de otros y la
aproximación de la propia; mantener el sentido de integridad en términos de lo que uno
ha sido en vez de lo que uno es, y el interés en la herencia y cómo dejar huellas de uno
mismo. (Karl A. Slaikeu., sin fecha, segunda edición en español, traducida de la
segunda edición en inglés).
En este período, también la imagen del cuerpo juega un importante papel. Los
cambios a nivel de piel, de articulaciones y músculos, de los procesos cognitivos, de los
órganos más vitales, el contacto con la idea de tiempo y la de muerte propia, las
disminuciones sensoriales; se agrega a esto las pérdidas de distinto significado y sus
procesos de duelo que muchas veces hacen modificar la estima, creando inseguridades,
temores, y necesidad de apelar a las potenciales fuerzas.
Por lo tanto podemos observar que en el envejecer se produce una suerte de
crisis, crisis que no necesariamente significa algo traumático o doloroso. Si, una crisis
como discontinuidad. Y discontinuidad genera incertidumbre, inestabilidad, mayor
vulnerabilidad que lleva finalmente al cambio.
La raíz de la palabra crisis es de origen griego Krinein que significa decidir. La
decisión, la renuncia, resistencia o incapacidad para adoptar decisiones es el elemento
característico de una crisis. Las crisis constituyen momentos de cambios. En general
cuando se enfrenta con éxito una situación de crisis se produce una maduración
continua. Por el contrario el individuo que se ve enfrentado a una crisis pero que es
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incapaz de tomar una decisión experimenta angustia y tensión creciente. Esa tensión si
no es manejada adecuadamente puede llevar a una exacerbación de conflictos
psicológicos anteriores y latentes hasta ese momento.
Las personas ancianas se encuentran expuestas a cambios y pérdidas que pueden
tener un impacto negativo en ellos, o fomentar sus recursos, sus factores de resiliencia,
que les ayuden a sobreponerse a estas situaciones. De acuerdo a Erickson (2000), en la
ancianidad las personas se debaten entre el mantenimiento de la integridad de su Yo y la
desesperanza, la imposibilidad de cambiar las cosas. La presencia cercana de la muerte
y la imposibilidad de cambiar la vida vivida, enfrenta a los mayores con la desesperanza
pero ellos pueden mantenerse íntegros a pesar de los elementos distónicos a través de la
sabiduría.
En los adultos mayores un posible suceso de crisis puede ser la dificultad en la
adaptación a la jubilación. Por ende esta investigación se centra en los adultos mayores
jubilados, suponiendo que tienen altos niveles de resiliencia, lo cual darían cuenta que si
bien tuvieron dificultades para adaptarse al retiro de las fuerzas laborales, pudieron
adaptarse a su nueva condición vital; también que una crisis es la fuente ontogénica de
fuerzas y de adaptación.
La jubilación, implica el retiro del mundo laboral por haber cumplido la edad
exigida por la ley o por estar incapacitado y a cambio, la persona percibe una renta o
pensión. La palabra jubilación proviene del latín jubilare que significa gritar de alegría.
Puede definirse de muchas maneras la jubilación, sin embargo en lo que todos
coinciden es que implica un cambio significativo en la vida de aquel que se jubila, como
también que presenta diversas formas en cada persona y en cada situación, y esto genera
actitudes cambiantes.
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La jubilación es un símbolo social de transición a la vejez. Constituye un signo
para el individuo y para la sociedad de que algo importante ha cambiado. A veces, se ha
visto el envejecimiento y la jubilación como dos aspectos convergentes. A las personas
jubiladas se las suele considerar viejas. Sin embargo, la jubilación es solo uno de los
acontecimientos más importantes de la vida de una persona que contribuye al
significado de la vejez en nuestra sociedad. (Moragas, 1989).
Según Moragas (1995) en el ámbito laboral actual, trabajo y ancianidad son
considerados incompatibles ya que implican roles contradictorio. El trabajo supone un
rol activo, productivo, generador de renta, exigencias físicas, psíquicas y sociales, ritmo
intenso, obligación, carga, responsabilidad, etc., mientras que la ancianidad supone un
rol pasivo, no productivo, receptora de pensión o jubilación, escasa aptitud física y
psíquica con exención de obligaciones y responsabilidades. A pesar de que
profesionales, agricultores o cuentapropistas demuestren que se puede trabajar hasta el
final de la vida, la ancianidad se asocia con la idea de ausencia de trabajo. Esta puede
ser una de las razones por las que gran parte de la población considera a los ancianos
como un grupo de referencia negativo y presenta resistencias para considerarlo su grupo
de pertenencia.
Socialmente se ha considerado el rol de jubilado como un rol sin rol, en
términos de Burges. Para Buendía (1997), el jubilarse implica interrumpir el ritmo y la
actividad que se vino desarrollando durante muchos años para pasar a convertirse en
una persona marginada por la inactividad y el aislamiento. Por ello, resulta necesario
que el jubilado encuentre actividades sustitutivas que le resulten relevantes y que sean
útiles para la comunidad. Según Moragas (1995) hay que convertir ese rol sin rol en un
rol con rol que asigne responsabilidades, estatus y prestigio social. Por ejemplo: militar
en partidos políticos, participar en asociaciones vecinales, en colegios profesionales, en
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diferentes grupos que comparten un mismo interés, realizar actividades manuales y/o
intelectuales, tareas de voluntariado, etc.
La jubilación no puede hacerse equivalente a la vejez. Muchas personas se
jubilan a una edad temprana y en una situación personal en la que no pueden
considerarse viejas. Además, muchos nunca se jubilan y otros vuelven a trabajar
después de jubilarse. (Atchley, 1993).
Afrontar la naturaleza propia de la vejez exige hacer frente al tema de la
jubilación y sus implicaciones, en el orden físico, mental y espiritual; prever la parte
económica, a partir del patrimonio familiar constituido; necesariamente, se requiere
ampliar el campo de intereses para una nueva ocupación de actividades, frecuentar a los
amigos y organizar diversas actividades culturales, salir de casa y sentarse a disfrutar
del descanso sin sentir culpa por no continuar en el hacer productivo.
Todos estos aspectos positivos de la jubilación no se consideran, porque se vive
en una sociedad que concibe el término de la vida cuando se deja de contribuir al
producto interno bruto. Sin embargo, cuando se conocen los posibles riesgos de la
jubilación, pueden convertirse en oportunidades de crecimiento, en la medida en la que
se aprende y se enseña cómo transitar asertivamente por esta fase vital.
Como cualquier situación difícil de la vida, la actitud que se adopta ante ella es
crucial. La actitud hacia la jubilación depende, entre otras variables, de factores
personales y económicos. Una persona que sea optimista ante la vida y tenga una buena
situación económica podrá afrontar su retiro laboral con un mayor éxito de adaptación a
su nueva situación socio-familiar; por el contrario, una persona centrada en el trabajo,
con escasas relaciones sociales fuera de aquel y con dificultades económicas, afrontará
la jubilación como un castigo difícil de superar. Tentativamente se puede definir la
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actitud hacia la jubilación como una organización aprendida y duradera de creencias y
cogniciones, dotada de una carga afectiva a favor o en contra de la jubilación y que
predispone a una acción coherente con dichas cogniciones y afectos. Esta predisposición
a responder frente a la situación de jubilación en interacción con otras variables
disposicionales y situacionales guía y dirige el comportamiento. (Rodríguez Feijóo,
1995).
Las cargas subjetiva y objetiva que la jubilación conlleva son muy a menudo
divergentes, si se consideran los múltiples factores que intervienen, como los valores y
el contexto social de la familia. Entonces podemos concluir que la jubilación para la
mayoría de las personas significa un gran cambio: pérdida del rol profesional,
modificación de los ingresos, modificación del ritmo de vida cotidiana, reestructuración
de los contactos familiares y sociales, disponibilidad de una gran cantidad de tiempo
libre, etc., pero sin lugar a dudas la jubilación presenta múltiples formas en cada
persona y en cada situación; es tan singular como cada persona.
La jubilación es un proceso continuo, que pasa por una serie de etapas:
1. La prejubilación, que se caracteriza porque la persona se orienta hacia la idea de
jubilarse. Dado que la jubilación aún no acontece, se forman fantasías sobre cómo podrá
ser la jubilación.
2. La jubilación, que presenta tres tipos de vivencias alternativas: a) la de una luna de
miel, donde se vivencia una situación de "euforia", en la que la jubilación se presenta
como una oportunidad de hacer todo lo que se deseó y no se pudo hacer en los años de
trabajo; b) la fase durante la cual la persona entra en la rutina de la jubilación, que se
caracteriza porque se tienen actividades y grupos estables; c) la fase de "descanso" a
partir del momento de la jubilación, en la cual entran algunas personas. Esta fase se
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caracteriza por una reducción temporal de la actividad, de forma opuesta al incremento
que se produce en la fase de "euforia".
3. Después de la fase de jubilación, algunas personas pasan por una tercera etapa de
"desencanto" y depresión. Esta fase se produce cuando la persona percibe que sus
expectativas sobre la jubilación no se cumplen.
4. Como consecuencia del desencanto o de las vivencias de la fase anterior, algunas
personas pueden pasar por un proceso de reorientación. En este momento, las personas
deprimidas pasan por un proceso de reevaluación y construyen percepciones más
realistas de su experiencia de jubilación.
5. Esta fase se caracteriza porque en ella se desarrolla un estilo de vida rutinario. Se
generan medios para afrontar rutinariamente los cambios que se han producido como
consecuencia de la jubilación. Los estilos estables de jubilado van acompañados de
criterios bien desarrollados para hacer elecciones vitales. Aquellas personas con una
rutina de jubilado satisfactoria son conscientes de sus capacidades y limitaciones,
conocen lo que se espera de ellos y tienen asumido su propio rol.
Para algunas personas, el rol de jubilado es irrelevante debido a que vuelven al trabajo
o, mas probablemente, debido a una enfermedad o a una incapacidad. En el caso de la
enfermedad o la incapacidad, se produce un cambio del rol de jubilado al de enfermo
(Atchley, 1989, Vega y Bueno, 2000)
3.3. JUBILACIÓN, BIENESTAR SUBJETIVO Y TEORÍAS PSIC OLÓGICAS
Inicialmente, las investigaciones se interesaron en comprobar si la jubilación
tenía efectos positivos o negativos sobre el bienestar de las personas. En este sentido
proliferaron muchos trabajos que, partiendo de diseños transversales, compararon los
niveles de satisfacción entre, por una parte, colectivos de trabajadores en activo y, por
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otra, colectivos de personas recién jubiladas. (Aymerich Andreu, Montserrat Planes, y
Gras Pérez, 2010).
Algunos de estos estudios hallaron relaciones estadísticamente significativas
entre la jubilación y una disminución en los niveles de satisfacción vital (Bossé,
Aldwin, Levenson and Ekerdt, 1987; Bossé, Aldwin, Leven-son and Workman-Daniels,
1990; Elwell and Maltbie-Crannell, 1981; Walker, Kimmel, and Price, 1981). Otros, o
bien, no encontraron ninguna asociación negativa entre la jubilación y la satisfacción
vital (Gall et al. 1997) o bien la constataron positiva (Midanik, Soghikian, Ransom and
Te-kawa, 1995). La falta de consistencia de los datos obtenidos puede ser atribuida, en
parte, a las limitaciones metodológicas propias de los diseños transversales basadas en
las comparaciones entre diferentes cohortes de participantes. (Barnes and Parry, 2004).
Una segunda perspectiva que esperaba obtener resultados más consistentes en
cuanto a los efectos que ocasionaba la jubilación sobre la satisfacción vital y el bienestar
de las personas, partió de diseños de carácter longitudinal. En vez de comparar
diferentes colectivos, se siguieron y estudiaron los mismos individuos durante períodos
de tiempo concretos, evaluando su nivel de satisfacción, bienestar, ansiedad o
autoestima en diferentes momentos temporales: un año antes de la jubilación versus
seis, doce o veinticuatro meses después, según los trabajos. Los hallazgos obtenidos por
estas investigaciones no fueron más consistentes que los anteriores. Si bien la tendencia
mayoritaria de los resultados se orientaba hacia una disminución de la ansiedad y un
aumento en los niveles de bienestar después de la jubilación. (Gall, et al. 1997;
Nuttman-Shwartz, 2007; Quick and Moen, 1998; Reitzes, Mutran and Fernández, 1996;
Thériault, 1994). Otros trabajos encontraron un claro declive en el bienestar y la
satisfacción vital durante los primeros seis meses después de la jubilación (Richardson
and Kilty, 1991). A pesar del avance que supusieron estos diseños de tipo longitudinal,
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también recibieron algunas críticas. Según Kim y Moen (2001, 2002), los individuos
pueden tener diferentes tiempos adaptativos ante un cambio vital como es la jubilación,
con lo que sería más que probable que transcurrido un tiempo prefijado y constante para
todos, pongamos por caso medio año después del retiro laboral, sólo una parte de los
individuos hubiera conseguido adaptarse a su nueva condición vital.
Existen distintos postulados teóricos que se refieren a la valoración de las
consecuencias que la jubilación provoca en el bienestar subjetivo de las personas
jubiladas. Entre los más representativos están:
Teoría de la desvinculación
Fue desarrollada al inicio de los años sesenta en el seno de un grupo de
investigadores sociales pertenecientes al Comité de Desarrollo Humano de la
Universidad de Chicago. Entre sus miembros se destacan: Elaine Cumming, William E.
Henry, Robert J. Havighurst y Bernice L. Neugarten. La formulación de la teoría como
tal (Disengagement Theory) correspondió a los dos primeros. (Cumming y Henry,
1961).
Este grupo, al tener en cuenta que la mayor parte de los ancianos continuaban
viviendo en la comunidad durante toda su vida, planteó la necesidad metodológica de
estudiar a las personas mayores en su ambiente natural de forma continuada, dentro de
su entorno cotidiano, y no en los hospitales, asilos o residencias.
Observaron un progresivo abandono con el paso de los años de una gran
proporción de las actividades que anteriormente formaban parte del patrón normal de
actividad diaria desarrollado por las personas evaluadas. Lo que dio lugar a la
formulación de esta teoría, cuyo argumento central es que la desvinculación o
desconexión es un proceso inevitable que acompaña al envejecimiento, en el que gran
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parte de los lazos entre el individuo y la sociedad cambian cualitativamente, se alteran o
llegan a romperse. Esta actitud ayudaría a los adultos mayores a mantenerse en
equilibrio frente al declive o disminución de sus capacidades y de su estado de salud.
El proceso de retirada, desconexión o desvinculación tendrá un carácter
bidireccional, es decir, tanto de la sociedad hacia el individuo como de éste hacia la
primera y resultaría una preparación para la desvinculación última y definitiva: la
muerte.
Esta teoría es a la vez social y psicológica, pues se ocupa tanto de las relaciones
entre el individuo y la sociedad, como de los cambios que acontecen en el interior de la
persona a lo largo de este proceso de retirada. Según Cumming y Henry este
distanciamiento tiene carácter universal, es decir, los mayores de cualquier cultura son
proclives a ciertas formas de distanciamiento social, adoptando modelos de interacción
que conllevan la reducción de contactos sociales. Estos autores afirman que esta mutua
desconexión es beneficiosa tanto para la sociedad, que de esta manera facilita la
incorporación de otras generaciones a la compleja maquinaria social, como para la
persona, que se ve liberada de una serie de compromisos y obligaciones sociales
implícitas adscritas a su anterior rol más activo.
En el plano psicológico, el individuo "desvinculado", siempre y cuando asuma
ese nuevo papel, tiene una sensación de bienestar psicológico. Es decir, conforme
envejece, su acción en el plano social decrecerá voluntariamente en la misma medida,
produciéndose un alejamiento mutuo de la sociedad y de la persona, que será percibido
por el sujeto como "liberador" y que, por tanto, contribuirá a incrementar su satisfacción
personal. Esta teoría afirma que las personas mayores desean precisamente esa
reducción de los contactos y compromisos sociales, por lo que buscan la tranquilidad en
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un cierto aislamiento (Aragó, 1986). De acuerdo con lo anterior, la promoción de la
actividad en este colectivo iría en contradicción con su tendencia natural.
Esta teoría ha recibido muchas críticas, Bromley (1966, citado en Salvarezza,
2002) señala las siguientes: “…la crítica práctica es que creyendo en esta teoría uno se
inclina a adoptar una política de segregación o de indiferencia hacia los viejos o a
desarrollar la actitud nihilista de que la vejez no tiene valor. La crítica teórica es que
esta teoría no es un sistema axiomático en el sentido científico, sino una prototeoría. La
crítica empírica es que la evidencia usada para soportar la teoría es inadecuada o no
cierta”.
Havinghurst y colaboradores (1968, citado en Salvarezza, 2002) intentaron
modificar esta teoría y redefinieron el desapego como un simple proceso más que como
una teoría del envejecimiento óptimo, pasando a constituir una de las formas posible.
Además, Havighurst considera que lo que se produce no es tanto una disminución
cuantitativa en las actividades sociales, sino más bien una reestructuración cualitativa
que denomina proceso de "desvinculación-vinculación selectiva", y que lleva a
continuar, e incluso potenciar, determinados tipos de actividades.
Si bien actualmente esta teoría se considera superada, hay que concederle la
importancia que merece al ser el primer intento en ofrecer una formulación explícita en
el contexto de la Gerontología Social. Junto con su coetánea teoría de la actividad, han
sido las que más atención investigadora han recibido posteriormente.
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Teoría de la actividad
El iniciador de esta concepción explicativa acerca del proceso de envejecimiento
y los cambios sociales que en él acontecen es Tartler (1961), aunque las primeras
referencias a esta teoría como tal corresponden a Neugarten, Havighurst y Tobin (1961).
Es lo opuesto a la teoría de la desvinculación. Postula que cuantas más
actividades se realizan, hay más posibilidades de estar satisfecho con la vida, ya que
continúan manteniendo relaciones y roles en el contexto social.
En este patrón, los individuos que envejecen con éxito actúan como personas de
edad intermedia, manteniendo tantas actividades como sea posible y encontrando
sustitutos para las actividades pérdidas debido a la jubilación o a la muerte del
cónyuge o de amigos. Según esta percepción, los roles de una persona (trabajador,
cónyuge, padre, etc.) son la principal fuente de satisfacción en la vida; cuanto mayor sea
la pérdida de roles a causa de la jubilación, viudez, distancia de los hijos, enfermedad, u
otras, menos satisfecha estará la persona. Por ello se recomienda que los adultos
mayores se mantengan activos a partir de la sustitución de actividades.
Han sido muchos los trabajos que se han dedicado a investigar el papel que
juegan las actividades en el mantenimiento del bienestar subjetivo entre los mayores.
(Lemon, Bengtson y Peterson, 1972; Longino y Kart, 1982; Reitzes, Mutran y Verrill,
1995). Esta teoría, a diferencia de la anterior, predice que la satisfacción de los mayores,
independientemente de su edad, estará positivamente relacionada con el número de
actividades en que participen. En este sentido, su formulación se planteó con la
intención de explicar el envejecimiento exitoso. Lemon, Bengtson y Peterson (1972)
enuncian cuatro postulados básicos:
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1º Cuanto mayor es la pérdida de rol que se produce durante el envejecimiento, mayor
es la probabilidad de que la persona reduzca su actividad.
2º A mayor frecuencia y grado de intimidad de la actividad, mayor apoyo de rol recibe
la persona.
3º El apoyo de rol que se recibe se relaciona directamente con el autoconcepto
experimentado por la persona.
4º El autoconcepto positivo, se relaciona directamente con la satisfacción vital.
Uno de los investigadores de la teoría de la actividad es Fry (1992, citado en
Cornachione Larrínaga, 2006) y sobre el particular sostiene que para las personas viejas
es importante mantenerse activas, ejercitando sobre todo aquellas que les proveen
mayor grado de satisfacción como las de tipo informal, que realizan con amigos o
familiares; mientras que las actividades muy formales y a la vez muy estructuradas
suelen tener efectos nocivos.
El metanálisis llevado a cabo por Okun, Stock, Haring y Witter en 1984 aporta
apoyo a la teoría. Así, en las 107 investigaciones analizadas, de las 506 asociaciones
entre actividad y bienestar subjetivo estudiadas, 424 eran relaciones directas. Además,
esta relación se veía reforzada cuando se controlaba el efecto de covariables tales como
salud, educación, género o ingresos, entre otras. Este efecto era más significativo para
las actividades formales. El tipo de medida tanto de bienestar subjetivo
(satisfacción/felicidad) como de la actividad social (frecuencia/amplitud), así como las
personas con las que se lleva a cabo la actividad (amigos/vecinos) afectaba a la
magnitud de la relación; concretamente las mayores relaciones se encontraban cuando
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se tomaban medidas de felicidad, amplitud de la actividad social desarrollada y
actividades desarrolladas con amigos.
Teoría de la continuidad
Su autor, Atchley (1989, 1971), propuso este modelo en 1989 en un intento de
superar las críticas recibidas por las dos teorías precedentes. Según esta teoría del
desarrollo, el ser humano lleva a cabo una serie de elecciones adaptativas a lo largo de
la etapa adulta y del envejecimiento que suponen una continuación de los patrones de
comportamiento mantenidos de manera más o menos estable a lo largo de su ciclo vital.
Se asume, por tanto, que las habilidades y patrones adaptativos que una persona ha ido
forjando durante su vida, van a persistir en el tiempo, estando presentes también en este
último tramo.
La Teoría de la Continuidad tiene un enfoque constructivista, ya que asume que
las personas, en función de sus experiencias vitales, desarrollan activamente, sus
propios constructos o concepciones tanto acerca de sí mismos como de su estilo de vida
(Atchley, 1993). Esta teoría, en línea con la afirmación de Havighurst (1961), de que
diferentes personas con diferentes valores definirán de manera igualmente distinta lo
que para ellos es una buena vejez, no trata de prescribir lo que sería un patrón estándar
de comportamiento exitoso durante esa etapa, pues éste va a depender de la propia
historia del sujeto. Lo que sí establece es que las personas mayores preferirán, como en
otras etapas de sus vidas, los patrones de comportamiento que supongan una
continuidad a aquellos otros que representen un cambio substancial. Esto no quiere
decir que haya una completa ausencia de cambio, sino que lo que predominará es una
disposición a mostrar tendencias que supongan la continuación de esquemas anteriores.
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Por lo tanto, según esta teoría, durante el proceso de envejecimiento no se puede
afirmar con carácter general que se produce una desvinculación social del sujeto, ni que
un aumento de su actividad o participación llevará aparejado un incremento en su nivel
de bienestar subjetivo en la misma medida. Lo que establece es que el nivel de actividad
que una persona va a manifestar en este proceso estará en función de su trayectoria vital
y del patrón de actividades que haya presentado durante las etapas anteriores. La
continuidad representa, de esta manera, un modo de afrontar los cambios físicos,
mentales y sociales que acompañan al proceso de envejecimiento.
La literatura muestra una serie de estudios donde la Teoría de la Continuidad
encuentra una corroboración empírica. Así, por ejemplo, Ghusn, Hyde, Stevens, y Hyde
(1996) remarcaban en su investigación llevada a cabo con ancianos en residencias, la
importancia de tener en cuenta los valores y roles pasados de estas personas de cara a
diseñar la intervención sobre este colectivo. Del mismo modo, Quick y Moen (1998),
destacan la relevancia de las experiencias previas, así como las diferencias en éstas entre
hombres y mujeres, en la satisfacción reportada durante la jubilación. Robbins, Lee y
Wan (1994), afirman que el ajuste a los cambios que tienen lugar durante el
envejecimiento depende en gran medida de la continuidad de las metas y objetivos
presentes en la vida de todo individuo. Stevens (1993), señala que la continuidad que
experimenta el anciano con relación a su vida en etapas más jóvenes, así como la
adecuación a sus expectativas vitales, se hayan estrechamente relacionados con su
satisfacción vital, a través de la influencia que tienen aquéllas en el sentimiento de
utilidad que percibe el mayor.
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Teoría psicosocial de Eric Erickson: Integridad vs Deseperación
Este autor presenta el desarrollo psicosocial a través de diferentes etapas y cada
una de ellas caracterizada por un conflicto de tendencias opuestas. La resolución
positiva de cada etapa, o sea, de la crisis que la caracteriza, es la clave para afrontar la
etapa siguiente (salida sana- positiva). Cuando la crisis específica de cada etapa no es
resuelta de manera satisfactoria irá requiriendo energía y causará dificultades en la
evolución (salida patológica-negativa).
En el proceso de envejecimiento, toman protagonismo las dos últimas etapas: la
séptima, correspondiente a la Edad Adulta Tardía, produciéndose la dicotomía entre la
generatividad y al estancamiento; y en la octava el conflicto se presenta entre la
integridad y la desesperación. Acá la tarea principal es la integración de las resoluciones
de conflictos en las etapas vitales, la elaboración de la proximidad de la propia muerte y
de la limitación temporal que ésta implica. Como expresa Erickson (2000), “…la
integridad tiene la función de promover el contacto con el mundo, con las cosas y, sobre
todo con la gente. Es una manera de vivir táctil y tangible…”.
El paso a la tercera edad no pone fin a la generatividad de una persona. A
medida que la categoría de las personas mayores aumenta, Erikson predice que éstas
permanecerán implicadas en los asuntos del mundo durante mucho más tiempo (Erikson
y Hall, 1987). Contempla la tercera edad como un período más productivo y creativo
que en el pasado.
En su crisis final, integridad vs. desesperación, "Erikson considera que las
personas de edad avanzada enfrentan una necesidad de aceptar su vida –la manera como
han vivido- con el fin de aceptar su muerte próxima. Luchan por lograr un sentido de
integridad, de coherencia y totalidad de la vida, en vez de dar vía a la desesperación
sobre la incapacidad para volver a vivirla de manera diferente".
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De acuerdo con Erikson "Las personas que han tenido éxito en esta tarea
integradora final construyendo sobre los resultados de las siete crisis previas, ganan un
sentido más amplio del orden y del significado de sus vidas dentro de un ordenamiento
social más grande, pasado, presente y futuro. La ‘virtud’ que se desarrolla durante esta
etapa es la sabiduría, ‘un despreocupado e informado interés por la vida de cara a la
muerte en sí misma’"; incluye aceptar lo vivido, sin arrepentimientos importantes sobre
lo que pudo haber sido diferente, implica aceptar a los padres como las personas que
hicieron lo mejor que podía y por tanto merecen amor, aunque no fueran perfectos,
aceptar la propia muerte como el fin inevitable de la vida.
Igualmente propone Erikson que las personas que no consiguen aceptar esto son
desesperanzadas, porque ya no ven tiempo para reaccionar y enmendar aquello con lo
que no están de acuerdo.
Resumiendo Salvarezza (2002), señala que la integridad:
� se logra como resultado de “la maduración de los siete estadios anteriores que se
producen en aquellas personas que se han ocupado, a lo largo de sus vidas de los
otros y de las cosas, y que se han adaptado tanto a los triunfos como a los
engaños de haber sido quienes han producido objetos, ideas y otros seres”
(Salvarezza, 2002. Pp 156).
� se acompaña de un estilo de interioridad caracterizado por un aumento de la
reminiscencia, definida como “una actividad mental organizada, compleja y que
posee una finalidad instrumental importantísima: la de permitirle al sujeto
reafirmar su autoestima cuando sus capacidades psicofísicas y relacionales
comienzan a perder vitalidad” (Salvarezza, 2002. Pp 155). La reminiscencia es
la forma de recordar las propias experiencias pasadas sin experimentar afectos
negativos.
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� permite que la personificación de la muerte no sea un “fantasma acuciante sino
un mero acontecer” (Salvarezza, 2002. Pp 155).
� afectivamente, se caracteriza por un sentimiento de paz interna y de aceptación
de uno mismo y de la propia vida vivida, pudiendo reconocer lo que se hizo, lo
que se dejo de hacer y lo que aún se puede hacer.
Entonces, la integridad significa la aceptación de un proceso del cual cada sujeto
forma parte y que, proviniendo del pasado, se extiende a un futuro que lo
trascenderá.
De la misma forma, caracteriza a la desesperación como:
� “expresión de que el tiempo es corto, es demasiado corto para el intento de
iniciar otro tipo de vida y para probar diferentes alternativas que lleven a la
integridad” (Salvarezza, 2002. Pp 157).
� el fracaso de la integridad ya sea cuando ésta no puede conseguirse o por alguna
razón se pierde; puede deberse a: perturbaciones más o menos severas a lo largo
del ciclo vital o a alteraciones bruscas de un estado de equilibrio, que adquieren
la connotación de crisis al no ser esperables.
� se acompaña de un estilo de reminiscencia caracterizado por la nostalgia, es
decir al evocar los recuerdos vitales con un mayor o menor grado de dolor y
angustia.
� la muerte es un fantasma acuciante difícil de aceptar bajo el estado de
desesperación
Teoría del Apego
Salvarezza considera que el hombre tiene la tendencia a asociarse con otros, a
formar grupos, a participar en asuntos comunitarios tanto para relacionarse como para
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satisfacer sus necesidades. Al hombre se lo concibe como un ser social: el hombre
aislado ha de ser un problema, nunca un ideal posible. (Salvarezza, 2002)
Por ello sostiene de que las posibilidades de llevar un envejecimiento
satisfactorio está dado por la capacidad de sostener el vínculo con los objetos y las
actividades, buscando sustitutos de manera activa cuando los condicionantes biológicos,
psicológicos y sociales que aparecen impiden o dificultan el sostenimiento del vínculo.
Teoría de la consistencia:
Postula que la relación entre jubilación y bienestar subjetivo se apoya en el nivel
de expectativas que la persona tiene para con su propio estado de persona jubilada.
Estas teorías intentan describir los caminos que deben seguir las personas
mayores para cumplir con las exigencias de su edad y llegar a un alto grado de
satisfacción en su vida. La satisfacción vital (bienestar subjetivo) se convierte así en el
constructo psicológico central. Pero no existe unanimidad entre los autores sobre los
procesos que deben seguirse para lograrla.
3.4. JUBILACIÓN Y RESILIENCIA
La salida del sistema laboral puede experimentarse como un acontecimiento de
derrumbe, de caída vertiginosa, que afecta por la pérdida del poder adquisitivo sino
también por la pérdida del poder cultural que los aleja del circuito productivo en el
sentido más amplio.
Muchas veces el aumento del tiempo libre toma desprevenidos a éstos sujetos.
Es ahí donde interviene la recreación educativa, a través de un atarea que presenta
puntos en común con el favorecimiento de actitudes resilientes. La recreación con los
adultos mayores tiene como objetivo principal la praxis de una educación permanente
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que prioriza en cada actividad la apropiación que el adulto mayor pueda realizar sus
aprendizajes significativos para el uso creativo de su tiempo libre. . se pretende asegurar
las condiciones necesarias para fomentar su desarrollo y la búsqueda de su plenitud, en
tanto que favorezca el encuentro de la persona consigo misma y con sus
potencialidades, a fin de poder modificar a partir de sus condiciones objetivas, las
variables subjetivas referidas a su estilo de vida, de modo de incidir en su calidad de
vida.
Desde una mirada de la psicogerontología, se suele considerar a la resiliencia
como parte del proceso evolutivo. El ser humano se ve sometido inevitablemente, a lo
largo de su devenir, a adversidades frente a las cuales pondrá en juego sus posibilidades
de recuperarse y seguir adelante persiguiendo fines. Y el envejecimiento es una etapa
evolutiva propensa a significar adversidad porque es una puesta a prueba permanente
de la posibilidad de conservar y renovar una vida significativa y productiva.
El paso del tiempo supone sucesivas pérdidas en todos los órdenes e implican un
desafío para el ser humano: aprender a compensar las pérdidas con ganancias, valorando
y reforzando lo que no necesariamente se pierde: la dimensión imaginario-simbólica en
la cual se asienta el acceso a la sabiduría en la vejez, la que permite sostener: “a pesar
de…aún así…”. (Melillo y Suarez Ojeda, 2003)
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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4. METODOLOGÍA
4.1.1. OBJETIVO GENERAL
� Indagar los factores asociados a los niveles de resiliencia y/o bienestar subjetivo,
en adultos mayores de 50 años jubilados
4.1.2. OBJETIVOS ESPECÍFICOS
� Indagar la relación entre resiliencia y bienestar subjetivo en adultos mayores de
50 años jubilados.
� Identificar los niveles de bienestar subjetivo en relación al tiempo que llevan
jubilados, la edad y el género en los adultos mayores de 50 años jubilados.
� Establecer los niveles de resiliencia en relación al tiempo que llevan jubilados, la
edad y el género en los adultos mayores de 50 años jubilados.
4.2. VARIABLES
Las variables que se consideran relevantes en este trabajo son: Resiliencia y
Bienestar Subjetivo, en adultos mayores jubilados. En tanto que género, edad y tiempo
que llevan como jubilados, son variables intervinientes, considerados factores asociados
a las dos primeras.
4.2.1. DEFINICIÓN CONCEPTUAL
Resiliencia: “Capacidad del ser humano para hacerle frente a las adversidades
de la vida, superarlas y ser transformado por ellas. Es el proceso dinámico que tiene
como resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad” (Munist;
Luthar, et. al., 2000 citado en Melillo & Ojeda, 2003).
Bienestar Subjetivo: “Grado en que una persona evalúa la calidad de su vida en
su conjunto de forma positiva” (Venhoven, 1994 utiliza el término Satisfacción con la
vida para esta definición; sin embargo, expresa que el término bienestar subjetivo es un
sinónimo).
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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2012
4.2.2. DEFINICIÓN OPERACIONAL
Resiliencia: Para evaluar los niveles de resiliencia se utilizará la Escala para la
Resiliencia en Adultos Mayores (ERAM). Se adjunta en el Anexo Nº 1.
Bienestar Subjetivo: Para evaluar este atributo se eligió la escala de
Satisfacción de Filadelfia (Lawton, 1972) que se adjunta en el Anexo Nº 2.
4.3. TIPO DE ESTUDIO
El diseño de investigación será no experimental de corte transversal, cuantitativo
de tipo descriptivo por que se pretenderá caracterizar los niveles de resiliencia en
adultos mayores jubilados y relacionarlo con el bienestar subjetivo. E indagar otros
factores asociados como son: género, edad y tiempo que llevan como jubilados.
(Sampieri, Fernández Collado y Baptista, 2003).
Según Montero y León (2005), es un estudio «ex post facto» porque son
aquellos en los que las limitaciones para el contraste de las relaciones causales vienen
dadas por la imposibilidad de manipular la variable independiente. En otros sistemas de
clasificación se usa la etiqueta de “correlacionales”. Aquí se prefiere no utilizarla por
que hace mención a un índice estadístico y porque es imprecisa con respecto a algunos
elementos del plan de investigación (por ejemplo, la distinción entre estudio prospectivo
y retrospectivo de grupo único).
4.4. POBLACIÓN Y MUESTRA
La población de estudio estará compuesta por adultos mayores de 50 años
jubilados.
Se seleccionará mediante muestreo no probabilístico, accidental dirigido a
aproximadamente N= 100 adultos mayores de 50 años pertenecientes al PEUAM de la
Ciudad de Villa María, Córdoba.
La muestra la integrarán aquellas personas que informen tener más de 50 años y
que estén jubiladas, para lo cual se construyó un cuestionario cerrado, que se adjunta en
el anexo nº 3.
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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2012
Criterios de exclusión: quedaron excluídos de la muestra aquellos adultos
mayores que padezcan deterioro cognitivo moderado a grave: demencias seniles,
Alzheimer, cuadros psicóticos agudos o graves, retraso mental moderado o severo.
Dicha información fue brindada por los directivos del PEUAM.
4.5. ASPECTOS ÉTICOS
A los fines de atender los requisitos éticos requeridos para investigaciones en las
ciencias del comportamiento, se solicitará la partición voluntaria de los participantes por
medio de la entrega de una forma de consentimiento informado donde conste por escrito
que en cualquier momento los participantes pueden desistir de participar y retirarse de la
investigación, que se resguardará su identidad y se tomarán los recaudos necesarios para
garantizar la confidencialidad de los datos personales y de su desempeño, a la vez que
se le brindará toda la información que sea posible sobre los procedimientos y propósitos
de ésta investigación antes de su participación en ella, información que podrá ser
ampliada una vez concluida esa participación (Leibovich de Duarte, 2000). Se adjunta
en el anexo nº 4.
4.6. INSTRUMENTOS
4.6.1. Escala para le evaluación de la resiliencia en adultos mayores (ERAM)
La Escala para la evaluación de la resiliencia en adultos mayores es una escala
tipo lickert que fue construida en la Universidad Nacional de Córdoba con el objetivo
principal de contar con un instrumento específico para la medición de los niveles de
resiliencia en adultos mayores (Guzmán y Zúñiga, 2005). El instrumento corresponde a
una medición ordinal, en la cual se presentan ante un sujeto una serie de juicios ante los
cuales se solicita una reacción del mismo en términos del grado de acuerdo que éste
presente a cada uno de ellos.
Consta de un total de 80 items (10 de cada sub-escala) correspondientes a los 8
pilares de la resiliencia que plantea Melillo y Suárez Ojeda (2003). Estos son:
independencia, creatividad, introspección, capacidad de relacionarse, iniciativa, humor,
moralidad y autoestima.
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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2012
El puntaje final correspondiente a cada individuo se obtiene de la suma
algebraica de sus respuestas y lo coloca en un punto que le asigna una posición en el
continuo que representa el atributo que se pretende medir.
Se ha evaluado la consistencia interna de la Escala de Resiliencia en su versión
preliminar a través del alpha de Crombach, arrojando resultados altos de confiabilidad
(0.876). En las sub-escalas se mostró significativamente alta en todas ellas, aunque con
valores más elevados en las de Humor, Autoestima e Iniciativa. Esto aporta evidencias
de validez de dicha escala para evaluar la resiliencia y las cualidades que la posibilitan.
Esta versión preliminar de la escala para la resiliencia se administró
conjuntamente con la Escala de Satisfacción de Filadelfia, para verificar su validez
convergente y la Geriatric Depression Scale (GDS) para estimar su validez divergente.
En cuanto a la correlación entre las escalas y sub-escalas, se observa que todas ellas
presentan una correlación positiva con la Escala de Satisfacción Vital y una correlación
negativa con la G.D.S. Estas correlaciones se muestran más significativas
estadísticamente en las sub-escalas de Autoestima (con la G.D.S. r = -.378 y con
Satisfacción Vital r = .490), Capacidad de Relación (con la G.D.S. r = -.279 y con
Satisfacción Vital r = .421) y Humor (con G.D.S. r = -.234 y con Satisfacción Vital r =
.370) e Iniciativa (con la G.D.S. r = -.214 y con Satisfacción Vital r = .493). Esto indica
que los rasgos medidos por la Escala de Satisfacción Vital y la Escala de Resiliencia son
similares, mientras que con la escala de Depresión Geriátrica estos rasgos serían
opuestos.
Se realizó un análisis factorial con rotación varimax en el que se escogieron 8
factores que explican el 40.5 % de la varianza total. Los factores restantes fueron
descartados ya que su autovalor no superó el 2.4 y hasta el factor 10 solo explica un 5.6
más de la varianza. Si bien se obtuvieron una gran cantidad de ítems, se escogieron los
presentaron una saturación mayor a .40.
En base al análisis factorial realizado, puede decirse que los ítems tienden a
agruparse indicando ciertas características o cualidades de las personas. Estas
características de personalidad serían entonces el buen humor, la alegría y la capacidad
de disfrute, la iniciativa, la auto confianza, el respeto por las normas y valores morales,
la autoexigencia, la valoración de si mismo y sus circunstancias, la habilidad para tomar
sus propias decisiones y la posibilidad de establecer relaciones basadas en la confianza.
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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Estas características se encuentran relacionadas con la resiliencia y son muy
similares a los pilares de la resiliencia planteados por Melillo y Suárez Ojeda (2003).
4.6.2. Philadelphia Geriatric Moral Scale (PGCMS)
La Escala Moral del Centro Geriátrico de Filadelfia es un instrumento
comúnmente utilizado para la medición del nivel de Bienestar Subjetivo en adultos
mayores. El instrumento consta de 16 preguntas de respuesta dicotómica (SÍ-NO), que
indagan elementos afectivos, de evaluación subjetiva del proceso de envejecimiento.
La puntuación se obtiene de la suma de un punto por cada respuesta que
coincide con la esperada y ningún punto si no coincide. Las respuestas esperadas
aumentan el nivel de bienestar, mientras que las respuestas no esperadas lo disminuyen.
El puntaje final es un indicador del estado de bienestar subjetivo del evaluado. A mayor
puntaje, mayor nivel de bienestar. El rango de puntuación es de 0 (puntuación mínima)
a 16 (puntuación máxima). El punto de corte se encuentra en la puntuación 8.
Se ha evaluado la consistencia interna del instrumento a través del alpha de
Crombach (Zamarrón y Fernández Ballesteros, 2000). Los resultados arrojan índices
altos de confiabilidad (α = 0.83).
4.6.3. Cuestionario sobre datos personales en Ancianos.
El cuestionario de construcción propia, incluye por un lado ítems de indagación
de factores demográficos: edad, sexo y nivel de instrucción; y por otro lado ítems que
indagan sobre la jubilación con respuestas cerradas. Para la formulación de las
preguntas se tuvo en cuenta que dieran cuenta del hecho de su jubilación, es decir que
son adultos mayores jubilados.
El cuestionario es autoadministrado.
Las variables consideradas son:
1-Edad.
2-Sexo.
3-Nivel de instrucción: en las siguientes categorías:
o Analfabetos
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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o Primaria Incompleta
o Primaria Completa
o Secundaria Incompleta
o Secundaria Completa
o Terciario o Universitario Incompleto
o Terciario o Universitario Completo.
4-Jubilación:
o Jubilado y no trabaja más.
o Jubilado y sigue trabajando, con o sin remuneración.
o Tiempo que lleva jubilado.
5-Estado de salud –salud subjetiva.
El estudio sobre resiliencia y bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados se
realizó en diferentes etapas: primero se contactó a los directivos del PEUAM de la
Ciudad de Villa María, Córdoba para obtener la autorización. Luego se seleccionó de
manera accidental la muestra y después de obtener su consentimiento informado, se
aplicaron los instrumentos establecidos. Por último se realizó un análisis de datos de la
siguiente manera: para describir se utilizó análisis de frecuencia, para correlacionar el
Coeficiente de correlación de Pearson y para comparar, prueba T de diferencia de
medias para grupos independientes. El análisis se realizó con el paquete estadístico
SPSS.
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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2012
5. ANÁLISIS DE LOS DATOS
5.1. INTRODUCCIÓN
En este apartado se presentan los resultados del procesamiento estadístico de los
datos a través de tablas y gráficos ilustrativos acompañados de párrafos en que se
resume el significado de los mismos.
Se presentará en todos los casos, en primer lugar el análisis descriptivo de los
datos y en segundo lugar un análisis de relación, donde para obtener una mayor
prolijidad y simplicidad en el seguimiento de los resultados, se presentaron ordenados
según los objetivos específicos de la investigación en tres apartados:
� Los niveles de bienestar subjetivo en relación al tiempo que llevan jubilados, la
edad y el género
� Los niveles de resiliencia en relación al tiempo que llevan jubilados, la edad y el
género
� La relación entre resiliencia y bienestar subjetivo
Resiliencia y Bienestar
5.2.
5.2.1. Variables demográficas Género
La muestra está conformada por 100 adultos mayores de 50 años en adelante, de los
cuales la mayoría son mujeres con un 84% y una minoría de hombres con un 16%.
Edad
La población posee una media de 66 años, con un mínimo de 51 años y un máximo de
81 años. Los sujetos fueron agrupados en cuatro intervalos de edades cronológicas; de
acuerdo a ello el 21% tiene entre 50 a 59 años, prácticamente la mitad se encuentra
entre los 60 a 69 años (48%), otro porcentaje significativo (29%) lo conforman personas
de entre 70 a 79 años y en menor medida (2%) personas entre 80 a 89 años.
masculino
16%
29%
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
5.2. Análisis descriptivo de los datos
Variables demográficas
La muestra está conformada por 100 adultos mayores de 50 años en adelante, de los
cuales la mayoría son mujeres con un 84% y una minoría de hombres con un 16%.
a media de 66 años, con un mínimo de 51 años y un máximo de
81 años. Los sujetos fueron agrupados en cuatro intervalos de edades cronológicas; de
acuerdo a ello el 21% tiene entre 50 a 59 años, prácticamente la mitad se encuentra
%), otro porcentaje significativo (29%) lo conforman personas
de entre 70 a 79 años y en menor medida (2%) personas entre 80 a 89 años.
femenino
84%
masculino
16%
GÉNERO
21%
48%
29%
2%
EDAD
50 a 59 años
60 a 69 años
70 a 79 años
80 a 89 años
subjetivo en adultos mayores jubilados.
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2012
La muestra está conformada por 100 adultos mayores de 50 años en adelante, de los
cuales la mayoría son mujeres con un 84% y una minoría de hombres con un 16%.
a media de 66 años, con un mínimo de 51 años y un máximo de
81 años. Los sujetos fueron agrupados en cuatro intervalos de edades cronológicas; de
acuerdo a ello el 21% tiene entre 50 a 59 años, prácticamente la mitad se encuentra
%), otro porcentaje significativo (29%) lo conforman personas
de entre 70 a 79 años y en menor medida (2%) personas entre 80 a 89 años.
50 a 59 años
60 a 69 años
70 a 79 años
80 a 89 años
Resiliencia y Bienestar
Estado civil
La mayoría de los sujetos (59%) se encuentran casados. Un porcentaje significativo
(20%) lo conforman los viudos y en menor proporción (13%) los que están separados
divorciados. La minoría está integrada por solteros (7%) y en pareja conviviente (1%).
Nivel de instrucción
En relación al nivel educativo se observa que la mayoría de la población ha
escolarización obligatoria, diferenciándose entre los que terminaron el secundario (42%)
y quienes tienen títulos terciarios y/o universitarios (40%). Siendo una minoría, los
sujetos con primario completo (16%) y sin estudios (2%).
1%
13%
20%
40%
NIVEL DE INSTRUCCIÓN
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
La mayoría de los sujetos (59%) se encuentran casados. Un porcentaje significativo
n los viudos y en menor proporción (13%) los que están separados
divorciados. La minoría está integrada por solteros (7%) y en pareja conviviente (1%).
En relación al nivel educativo se observa que la mayoría de la población ha
escolarización obligatoria, diferenciándose entre los que terminaron el secundario (42%)
y quienes tienen títulos terciarios y/o universitarios (40%). Siendo una minoría, los
sujetos con primario completo (16%) y sin estudios (2%).
7%
59%
20%
ESTADO CIVIL
soltero
casado
en pareja conviviente
separado-divorciado
viudo
2%
16%
42%
NIVEL DE INSTRUCCIÓN
sin estudios
primario
secundario
terciario y/o
universitario
subjetivo en adultos mayores jubilados.
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2012
La mayoría de los sujetos (59%) se encuentran casados. Un porcentaje significativo
n los viudos y en menor proporción (13%) los que están separados-
divorciados. La minoría está integrada por solteros (7%) y en pareja conviviente (1%).
En relación al nivel educativo se observa que la mayoría de la población ha finalizado la
escolarización obligatoria, diferenciándose entre los que terminaron el secundario (42%)
y quienes tienen títulos terciarios y/o universitarios (40%). Siendo una minoría, los
en pareja conviviente
divorciado
sin estudios
primario
secundario
terciario y/o
universitario
Resiliencia y Bienestar
5.2.2. Variables psicosociales Profesión: actividad que se jubiló
La distribución entre las categorías de profesiones que se jubilaron los sujetos de
la muestra son desparejas, siendo la mitad docentes jubilados (51%) y el 20% jubilados
como amas de casa y/o cuenta propistas. En proporciones menores se observan las
siguientes categorías: personal administrativo, comerciantes y vendedores con un 9%
respectivamente, profesionales técnicos y universitarios (3%), personal de servicios
(2%), actividad agrícola ganadera (1%) y un 5% otras profesiones.
Tiempo que lleva jubilado
La mitad de la población (49%) lleva más de 6 años jubilados, el 24% entre 4 y
6 años y el 23% entre 1 y 3 años. Siendo una minoría (4%) los sujetos que llevan menos
de un año de jubilados (el 3% entre 7 y 12 meses y el 1% entre 0 y 6 meses).
profesionales técnicos y universitarios
personal administrativo
comerciantes y vendedores
personal de servicios
amas de casa y cuenta propistas
actividad agrícola ganadera
entre 0 y 6 meses inclusive
entre 7 y 12 meses inclusive
entre 1 y 3 años inclusive
entre 4 y 6 años inclusive
más de 6 años
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
Variables psicosociales
: actividad que se jubiló
La distribución entre las categorías de profesiones que se jubilaron los sujetos de
la muestra son desparejas, siendo la mitad docentes jubilados (51%) y el 20% jubilados
y/o cuenta propistas. En proporciones menores se observan las
siguientes categorías: personal administrativo, comerciantes y vendedores con un 9%
respectivamente, profesionales técnicos y universitarios (3%), personal de servicios
ganadera (1%) y un 5% otras profesiones.
La mitad de la población (49%) lleva más de 6 años jubilados, el 24% entre 4 y
6 años y el 23% entre 1 y 3 años. Siendo una minoría (4%) los sujetos que llevan menos
os (el 3% entre 7 y 12 meses y el 1% entre 0 y 6 meses).
0%10%
20%30%
40%50%
profesionales técnicos y universitarios
personal administrativo
comerciantes y vendedores
personal de servicios
amas de casa y cuenta propistas …
actividad agrícola ganadera
docente
otras
3%
9%
9%
2%
20%
1%
5%
0%10%
20%30%
40%50%
entre 0 y 6 meses inclusive
entre 7 y 12 meses inclusive
entre 1 y 3 años inclusive
entre 4 y 6 años inclusive
más de 6 años
1%
3%
23%
24%
subjetivo en adultos mayores jubilados.
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2012
La distribución entre las categorías de profesiones que se jubilaron los sujetos de
la muestra son desparejas, siendo la mitad docentes jubilados (51%) y el 20% jubilados
y/o cuenta propistas. En proporciones menores se observan las
siguientes categorías: personal administrativo, comerciantes y vendedores con un 9%
respectivamente, profesionales técnicos y universitarios (3%), personal de servicios
La mitad de la población (49%) lleva más de 6 años jubilados, el 24% entre 4 y
6 años y el 23% entre 1 y 3 años. Siendo una minoría (4%) los sujetos que llevan menos
os (el 3% entre 7 y 12 meses y el 1% entre 0 y 6 meses).
60%
51%
50%
49%
Resiliencia y Bienestar
Estado actual de jubilado
Se observa que el 60% de los adultos mayores se han jubilado y no trabajan más;
destacándose que el 40% si bien se han jubilados siguen trabajando; diferenciando entre
aquellos que no perciben remuneración (27%) y quienes si perciben una remuneración
(13%).
Grupo de convivencia
El 70% de las personas mayores que participaron en la investigación viven en
compañía de familiares u otros y el 30% de estas personas viven
entre quienes viven con su cónyuge (39%), con su cónyuge e hijos (21%), con hijos
(8%) y el 2% con la familia extensa.
13%
27%
GRUPO DE CONVIVENCIA
solo
con hijos
con el cónyuge y sus hijos
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
Se observa que el 60% de los adultos mayores se han jubilado y no trabajan más;
destacándose que el 40% si bien se han jubilados siguen trabajando; diferenciando entre
uellos que no perciben remuneración (27%) y quienes si perciben una remuneración
El 70% de las personas mayores que participaron en la investigación viven en
compañía de familiares u otros y el 30% de estas personas viven solos. Cabe diferenciar
entre quienes viven con su cónyuge (39%), con su cónyuge e hijos (21%), con hijos
(8%) y el 2% con la familia extensa.
60%
ESTADO DE JUBILADO
jubilado y no trabaja
más
jubilado y trabaja con
remuneración
jubilado y trabaja sin
remuneración
30%
39%8%
2% 21%
GRUPO DE CONVIVENCIA
con su conyuge
con hijos con la flia extensa
con el cónyuge y sus hijos
subjetivo en adultos mayores jubilados.
- 99 -
2012
Se observa que el 60% de los adultos mayores se han jubilado y no trabajan más;
destacándose que el 40% si bien se han jubilados siguen trabajando; diferenciando entre
uellos que no perciben remuneración (27%) y quienes si perciben una remuneración
El 70% de las personas mayores que participaron en la investigación viven en
solos. Cabe diferenciar
entre quienes viven con su cónyuge (39%), con su cónyuge e hijos (21%), con hijos
jubilado y no trabaja
jubilado y trabaja con
jubilado y trabaja sin
Resiliencia y Bienestar
5.2.3 Salud Estado de salud autopercibido
El 76% de los sujetos consideran poseer un estado de salud no
14% consideran que su salud es excelente y sólo un 10% la consideran mala
Satisfacción con el estado de salud actual
Se observa que el 72% de los adultos mayores se sienten satisfechos con su
estado de salud actual y el 25% está
autoperciben su salud, inclusive cabe destacar que algunas personas que consideran
mala-regular su salud, están satisfechas porque sólo el 3% no está satisfecho con su
salud.
SALUD AUTOPERCIBIDA
25%
SATISFACCIÓN CON EL ESTADO DE
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
Estado de salud autopercibido
El 76% de los sujetos consideran poseer un estado de salud no
14% consideran que su salud es excelente y sólo un 10% la consideran mala
Satisfacción con el estado de salud actual
Se observa que el 72% de los adultos mayores se sienten satisfechos con su
estado de salud actual y el 25% está más o menos satisfecho. Lo cual es acorde a cómo
autoperciben su salud, inclusive cabe destacar que algunas personas que consideran
regular su salud, están satisfechas porque sólo el 3% no está satisfecho con su
10%
76%
14%
SALUD AUTOPERCIBIDA
mala-regular
normal-buena
excelente
72%
25%
3%
SATISFACCIÓN CON EL ESTADO DE
SALUD ACTUAL
si
más o menos
no
subjetivo en adultos mayores jubilados.
- 100 -
2012
El 76% de los sujetos consideran poseer un estado de salud normal-bueno, un
14% consideran que su salud es excelente y sólo un 10% la consideran mala-regular.
Se observa que el 72% de los adultos mayores se sienten satisfechos con su
más o menos satisfecho. Lo cual es acorde a cómo
autoperciben su salud, inclusive cabe destacar que algunas personas que consideran
regular su salud, están satisfechas porque sólo el 3% no está satisfecho con su
regular
buena
excelente
más o menos
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
- 101 -
2012
5.2.4. Resiliencia
Tal como se puede apreciar en el gráfico Nº 1 Y en la tabla Nº 1 una amplia
mayoría de los adultos mayores evidencian altos niveles de resiliencia. El mínimo de
puntaje obtenido es de 191 y el máximo es de 295, siendo la media 240.
Gráfico Nº 1
Tabla Nº 1. Estadísticos de la Escala de Resiliencia para Adultos Mayores
N 100 Media 240,32 Mediana 238,5 Moda 214ª Desv. típ. 20,62 Asimetría 0,12 Error típ. de asimetría 0,24 Mínimo 191 Máximo 295
ª Existen varias modas. Se mostrará el menor de los valores.
180 200 220 240 260 280 300
RESULTADOS DE LA ESCALA DE RESILIENCIA
0
2
4
6
8
10
12
14
Fre
cu
en
cia
Mean = 240,32Std. Dev. = 20,63N = 100
Histograma
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
- 102 -
2012
5.2. Bienestar Subjetivo
En el gráfico Nº 2 y en la tabla Nº 2, se puede observar que la mayoría de los
sujetos tienen altos niveles de bienestar subjetivo. El mínimo de puntaje obtenido es de
1 y el máximo es de 16, siendo la media 11.
Gráfico Nº 2
Tabla Nº 2. Estadísticos de la Escala de Bienestar Subjetivo
N 100 Media 11,83 Mediana 12,5 Moda 14 Desv. típ. 3,19 Asimetría -1,07 Error típ. de asimetría 0,24 Mínimo 1 Máximo 16
0 5 10 15 20
RESULTADOS DE LA ESCALA DE BIENESTAR
0
5
10
15
20
Fre
cu
en
cia
Mean = 11,83Std. Dev. = 3,191N = 100
Histograma
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
- 103 -
2012
5.3. Análisis relacional de los datos
En función de lo planteado y para una mejor apreciación de los resultados, se
detalla a continuación tres apartados con las respectivas relaciones entre las variables
estudiadas y las variables intervinientes.
1-Resiliencia y su relación con: edad, género, nivel de instrucción, actividad que
se jubiló, tiempo que lleva jubilado, estado civil, grupo de convivencia y satisfacción
con el estado de salud actual, no hay diferencias estadísticamente significativas. Cabe
destacar que tanto los adultos mayores solteros (N=7) como los viudos (N=20)
evidencian altos niveles de resiliencia al superar la media que es de 240. (Gráfico Nº 3)
Se constato una relación significativa positiva entre resiliencia y salud subjetiva,
tal como lo indican los valores siguientes: r = .303 y α = .002. Por ende quienes
perciben su estado de salud actual como excelente (N=14) son quienes reflejan mayores
niveles de resiliencia (M= 255.36). (Gráfico Nº 4 y Tabla Nº 3)
Gráfico Nº 3
soltero casado en pareja conviviente
separado-divorciado
viudo
ESTADOCIVIL
225
230
235
240
245
250
Med
ia d
e E
RA
MF
INA
L
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
- 104 -
2012
Tabla Nº 3
N Media
Desviación
típica
Error
típico
Intervalo de confianza
para la media al 95%
Mínimo Máximo
Límite
inferior
Límite
superior
mala-regular 10 231 25,39 8,029 212,84 249,16 204 278
normal-buena
76 238,78 18,7 2,145 234,5 243,05 191 273
excelente 14 255,36 21,284 5,688 243,07 267,65 214 295
Total 100 240,32 20,63 2,063 236,23 244,41 191 295
Gráfico Nº 4
En concordancia con los resultados expresados supra, no hay diferencias
estadísticamente significativas entre las diferentes subescalas de resiliencia en relación a
edad, género, nivel de instrucción, actividad que se jubiló, tiempo que lleva jubilado,
estado civil, grupo de convivencia y satisfacción con el estado de salud actual. Sí se
evidenció diferencias significativas entre salud subjetiva y las siguientes subescalas de
la resiliencia: iniciativa (r = .258; α = .010), autoconfianza (r = .297 y α = .003),
autoevaluación (r = .309 y α = .002) y confianza (r = .294 y α = .003). Reflejando que
los adultos mayores que tienen: la cualidad personal de tomar la iniciativa, conciencia
del propio poder para afrontar las posibles dificultades, capacidad de valorar su propia
mala-regular normal-buena excelente
ESTADODESALUDACTUALSUBJETIVA
230
235
240
245
250
255
260
Me
dia
de E
RA
MF
INA
L
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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capacidad y la seguridad en ellos mismos o en las propias cualidades, le permiten
definir su estado de salud actual como excelente. (Gráficos Nº 4, 5, 6, 7 y Tabla Nº 4)
Gráfico Nº 4 Gráfico Nº 5
Gráfico Nº 6 Gráfico Nº 7
mala-regular normal-buena excelente
ESTADODESALUDACTUALSUBJETIVA
30
31
32
33
34
35
36
Med
ia d
e in
icia
t
mala-regular normal-buena excelente
ESTADODESALUDACTUALSUBJETIVA
36
37
38
39
40
41
42
Me
dia
de a
uto
co
nf
mala-regular normal-buena excelente
ESTADODESALUDACTUALSUBJETIVA
24
26
28
30
32
Med
ia d
e a
uto
eval
mala-regular normal-buena excelente
ESTADODESALUDACTUALSUBJETIVA
16
16,5
17
17,5
18
18,5
19
Med
ia d
e c
on
fian
z
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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2012
Tabla Nº 4
SUBESCALA S
Hum
or
Iniciati va
Auto confian
za
Consistenci
moral
Auotex
i gencia
Autoeval
ua ción
Autodet
erminaci
ón
Confianz
a
ESTADO
ACTUAL
DE SALUD
SUBJETIV
A
Correlaci
ón de
Pearson ,190 ,258(** ,297(** -,069 ,031 ,309(**) ,107 ,294(**)
Sig.
(Bilateral) ,058 ,010 ,003 ,494 ,762 ,002 ,287 ,003
N 100 100 100 100 100 100 100 100
2-En cuanto al bienestar subjetivo, se observó que no hay relación
estadísticamente significativa con el género, estado civil, actividad de que se jubiló,
tiempo que llevan jubilados, estado actual de jubilados. Es importante resaltar que los
sujetos que presentan niveles altos de bienestar subjetivo son los que están solteros (N =
7) y le siguen aquellos que están casados (N= 59), lo cual se observa en el gráfico N° 8.
Gráfico Nº 8
soltero casado en pareja conviviente
separado-divorciado
viudo
ESTADOCIVIL
11
12
13
14
15
16
Me
dia
de B
SF
INA
L
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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Se comprueba que hay relación estadísticamente significativa entre bienestar
subjetivo y las siguientes variables intervinientes:
Hay una relación significativa negativa (r =-.213 y α = .033) entre bienestar
subjetivo y edad. Esto se puede observar con claridad aplicando el ANOVA con las
diferencias de medias entre las 4 categorías de la edad, siendo las personas entre 70 y 79
años los que tienen menor bienestar subjetivo (29% de la muestra). Siendo una
excepción en la muestra aquellas personas que tienen entre 80 y 89 años (N = 2) al
presentar una media de bienestar subjetivo alto (M =12) como las personas que tienen
entre 50 y 69 años. Esta particularidad no es significativa al ser una proporción muy
reducida de la población. (Gáfico Nº 9 y tabla Nº 5)
Tabla Nº 5
N Media
Desviación
típica
Error
típico
Intervalo de confianza para la
media al 95% Mínimo Máximo
Límite inferior Límite superior
50 a 59 21 12,05 2,889 ,630 10,73 13,36 6 16
60 a 69 48 12,71 2,509 ,362 11,98 13,44 6 16
70 a 79 29 10,21 3,913 ,727 8,72 11,70 1 16
80 a 89 2 12,00 1,414 1,000 -,71 24,71 11 13
Total 100 11,83 3,191 ,319 11,20 12,46 1 16
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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Gráfico Nº 9
En relación al nivel de instrucción se comprueba una relación significativa
positiva (r = .217 y α = 0.30) con el bienestar subjetivo. Indicando que a medida que las
personas tienen un nivel de educación superior, tienen mayores niveles de bienestar
subjetivo. Siendo excepcional pero no representativo de la muestra, que sólo el 2% de
los sujetos que no tienen estudios, evidencian una media de bienestar subjetivo alto
(M=13) como las personas que tienen secundario, terciario y/o universitario completo.
(Gráfico Nº 10 y tabla Nº 6)
Tabla Nº 6
N Media
Desviación
típica
Error
típico
Intervalo de confianza para la
media al 95% Mínimo Máximo
Límite inferior Límite superior
sin estudios 2 13,00 ,000 ,000 13,00 13,00 13 13
primario 16 10,44 3,366 ,841 8,64 12,23 2 14
secundario 42 11,45 3,416 ,527 10,39 12,52 1 16
terciario y/o
universitario 40 12,73 2,717 ,430 11,86 13,59 6 16
Total 100 11,83 3,191 ,319 11,20 12,46 1 16
50 a 59 60 a 69 70 a 79 80 a 89
edad recodificada
10
10,5
11
11,5
12
12,5
13
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ia d
e B
SF
INA
L
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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Gráfico Nº 10
Con respecto a cómo definen los adultos mayores su estado de salud actual, se
comprobó que aquellos que la definen como excelente (14%) son quienes tienen los
niveles más altos de bienestar subjetivo (13.5). En concordancia a lo expresado hay una
relación significativa positiva de r =.424 y α = 0.000. (Gráfico Nº 11 y tabla Nº 7)
Tabla Nº 7
N Media
Desviació
n típica Error típico
Intervalo de confianza para la
media al 95% Mínimo
Máxim
o
Límite inferior Límite superior
mala-regular 10 7,60 4,169 1,318 4,62 10,58 1 12
normal-buena 76 12,08 2,632 ,302 11,48 12,68 5 16
excelente 14 13,50 2,902 ,776 11,82 15,18 7 16
Total 100 11,83 3,191 ,319 11,20 12,46 1 16
sin estudios primario secundario terciario y/o universitario
NIVELEDUCATIVOENGENERAL
10
10,5
11
11,5
12
12,5
13
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de B
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Gráfico Nº 11
Acorde a los resultados anteriores, se refleja una relación significativa positiva
entre la satisfacción con el estado de salud actual de los sujetos y el bienestar subjetivo
(r = .371 y α = .000). Demostrando que cuando se tiene una autopercepción positiva de
la salud, se percibe niveles altos de bienestar subjetivo. (Gráfico Nº 12 y tabla Nº 8)
Tabla Nº 8
N Media
Desviación
típica Error típico
Intervalo de confianza para la
media al 95% Mínimo Máximo
Límite inferior Límite superior
si 72 12,51 2,783 ,328 11,86 13,17 2 16
más o menos 25 10,36 3,451 ,690 8,94 11,78 1 16
no 3 7,67 4,041 2,333 -2,37 17,71 3 10
Total 100 11,83 3,191 ,319 11,20 12,46 1 16
mala-regular normal-buena excelente
ESTADODESALUDACTUALSUBJETIVA
7
8
9
10
11
12
13
14
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Gráfico Nº 12
3-Sobre la asociación entre resiliencia y bienestar subjetivo: no se encontró una relación
estadísticamente significativa (r = .072 y α = .478). (Tabla Nº 9)
Tabla Nº 9
RESULTADOS DE
LA ESCALA DE
RESILIENCIA
RESULTADOS DE
LA ESCALA DE
BIENESTAR
RESULTADOS DE LA ESCALA DE
RESILIENCIA
Correlación de Pearson 1 ,072
Sig. (bilateral) ,478
N 100 100
RESULTADOS DE LA ESCALA DE
BIENESTAR
Correlación de Pearson ,072 1
Sig. (bilateral) ,478
N 100 100
si más o menos no
SATISFACCIONCONESTADODESALUDACTUAL
7
8
9
10
11
12
13
Med
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SF
INA
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Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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CONCLUSIÓN
En el presente trabajo, se propuso indagar sobre la asociación entre los niveles
de resiliencia, bienestar subjetivo, edad, género y tiempo que llevan jubilados en adultos
mayores jubilados del PEUAM de la Universidad Nacional de Villa María.
El interés por responder a la pregunta sobre la relación entre resiliencia y
bienestar subjetivo en la vejez, surge a partir de querer aportar conocimiento científico
sobre un tema y población poco estudiado, especialmente a nivel local. Teniendo el plus
de utilizar una Escala de resiliencia para el adulto mayor (ERAM), construida para esta
población particular y siendo esta investigación, la segunda que lo aplica.
Se adiciona la importancia otorgada en el marco de la psicogeriatría al estudio de
la calidad de vida del adulto mayor, debido al envejecimiento poblacional; al reconocer
que una mayor expectativa de vida no se acompaña necesariamente de mayor bienestar.
Pero se observa una modificación de la concepción involutiva de la vejez en la que el
anciano posee capacidades de desarrollo y de vida plena sin discapacidad.
La decisión de hacer foco solamente en las personas jubiladas se debe a que si
bien hay diferentes investigaciones (diseños transversales y longitudinales) sobre los
efectos que ocasiona la jubilación sobre la satisfacción vital y el bienestar de las
personas, sus resultados son muy disímiles. Lo cual habla de una falta de consistencia
de los datos obtenidos, atribuida a diferentes factores.
Entonces, se llevo a cabo esta investigación con la intención de poder responder
al problema-objeto: ¿Cómo se relacionan los niveles de resiliencia, bienestar
subjetivo, género, edad, tiempo que llevan jubilados, en los adultos mayores jubilado?
A partir de los datos obtenidos y explicitados en el análisis de datos, se puede
concluir que los resultados que se esperaba encontrar eran altos niveles de resiliencia y
altos niveles de bienestar subjetivo, lo cual implicaría una correlación positiva entre
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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ambas variables. Y diferencias significativas en: género, edad y tiempo que llevan
jubilados. Pero, cuando se realizó el trabajo de campo los resultados obtenidos son:
� Altos niveles tanto de resiliencia como de bienestar subjetivo pero sin relación
significativa entre ambas variables. Esto puede deberse a que en este estudio se
utilizó la versión final del ERAM y la versión abreviada de 16 items de la Escala
de Satisfacción de Filadelfia.
En cambio en el antecedente de Guzmán y Zuñiga (2005) se encontró una
relación estadísticamente significativa entre resiliencia y bienestar subjetivo (r =
.338; α = .000).
� No se apreciaron diferencias significativas entre las puntuaciones totales de
resiliencia y las siguientes variables intervinientes: edad, género, nivel de
instrucción, actividad que se jubiló, tiempo que lleva jubilado, estado civil,
grupo de convivencia.
� Tampoco se comprobaron diferencias significativas entre las puntuaciones de
bienestar subjetivo y género, estado civil, actividad de que se jubiló, tiempo que
llevan jubilados, estado actual de jubilados, como variables intervinientes.
� Se destacó que tanto la resiliencia como el bienestar subjetivo tienen relación
directa con la salud subjetiva. Acentuándose la iniciativa, autoconfianza,
confianza y autoevaluación, como subescalas de la resiliencia.
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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Los datos reflejan que se trata de adultos mayores que tienen la capacidad para
mantener un funcionamiento adaptativo de las funciones físicas y psicológicas
en situaciones críticas, nunca es una característica absoluta ni se adquiere de una
vez para siempre. (Manciaux, Vanistendael, Lecomte y Boris Cyrulnik; 2001)
E incluso los resultados concuerdan con los modelos teóricos del bienestar
subjetivo, que sostienen que aquellas personas que alcanzan satisfacción en sus
vidas es porque se trata de adultos mayores que:
� Lograron ciertos objetivos o han satisfecho ciertas necesidades básicas. (Teoría
Universalista)
� Suman los momentos felices en la vida. (Modelos Situacionales, Botton up)
� Después de experiementar ciertos eventos vitales como es la jubilación, algunos
cambian más y otros menos, ya que el set point no es enteramente estable, sino
que es regulable. (Teoría de la adaptación) Esto coincide con el concepto de
crecimiento postraumático desarrollado por la piscología positiva o de
resiliencia desde la perspectiva francesa, lo cual fue explicado supra.
� Poseen una relación adecuada entre aspiraciones y logros. (Teorías de las
discrepancias)
� Sí se demostraron diferencias significativas de los niveles de bienestar subjetivo
de acuerdo a la edad y nivel de educación de los participantes.
Cabe destacar que la edad ha obtenido una leve correlación con el bienestar
subjetivo, reafirmándose la idea de que la satisfacción vital, como medida,
parece ser bastante estable con la edad, concretamente con el grupo de mayores
de 60 años. En este sentido, la reevaluación, el cambio o el reescalamiento de
metas en la vejez puede ser uno de los mecanismos de mantenimiento que la
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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expliquen, en parte, porqué permanece esta medida constante a lo largo de los
años, incluso cuando las condiciones vitales se tornan cada vez más amenazantes
y las pérdidas superan las ganancias. Es importante enfatizar que si bien el
bienestar subjetivo en los diferentes grupos de edades tiende a mantenerse, se
observa una disminución notable en el grupo entre 70 y 79 años.
En relación al nivel de instrucción, se ha observado que los sujetos con mayor
nivel de estudios mantiene también un mayor bienestar subjetivo. En este
sentido, se indica que es posible que la educación pueda ejercer efectos
indirectos en la satisfacción vital a través de su papel mediador tanto en la
consecución de las metas personales como en la adaptación a los cambios vitales
que acontecen.
Además, cada individuo aprende desde su singularidad pero aprende. En el
adulto mayor, la educación va dirigida específicamente a contribuir a una mejor
calidad de vida.
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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2012
CONSIDERACIONES FINALES
En concordancia, a los resultados obtenidos y a los objetivos que tiene el
PEUAM: promover y prevenir la salud a partir de vínculos solidarios y comunitarios;
favorecer el aprendizaje a través del conocimiento y de estrategias pedagógicas
participativas; iniciar la realización de actividades donde se combinan clases teóricas,
trabajos grupales, investigaciones de campo, viajes de estudio, mesas redondas, entre
otras; queda demostrado que es posible a través de la educación y de la auto-educación,
desarrollar una actitud de vida más saludable y respuestas internas fortalecidas frente a
los desafíos de la vida. Por ende los adultos mayores jubilados que concurren a dicha
institución son personas salutogénicas; al tener altos niveles tanto de resiliencia como
de bienestar subjetivo.
En correspondencia, los datos obtenidos indican que se trata de adultos mayores
que:
1. Tienen la fuerza que impulsa a poner en práctica lo que la creatividad propone,
el impulso para lograr experiencia. Tiene que ver con la tendencia a exigirse a sí
mismo y a ponerse a prueba en situaciones cada vez más exigentes. En este sentido,
es la capacidad para la auto - regulación y la responsabilidad personal, necesarias
para lograr autonomía e independencia.
Son personas con iniciativa al actuar más por la convicción de que lo que hacen es
bueno y vale la pena, que porque hay alguien vigilando para que no viole las
normas. Por lo general intentan con firmeza buscar los recursos y las oportunidades
que necesitan para poner a funcionar las ideas que se les ocurren. No se detienen
fácilmente ante los obstáculos que se le presentan. (Puerta de Klinkert, 2006)
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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El factor iniciativa, uno de los pilares de la resiliencia, se puede observan en el
ERAM en las siguientes afirmaciones:
� Me gustan las cosas difíciles, los retos, soy una persona muy emprendedora, me
gustan los desafíos y me considero una persona decidida; las cuales
corresponden a la subescala de la resiliencia: iniciativa.
� Me atraen las cosas nuevas y excitantes, frecuentemente tengo ideas innovadoras
y me gusta intentar cosas nuevas; reflejando creatividad como otra subescala de
la resiliencia.
� Muchas veces tomo decisiones sin consultar con nadie, indicando
independencia; otra subescala de la resiliencia.
2. Tienen la conciencia del propio poder para afrontar las posibles dificultades, la
seguridad en ellos mismos o en las propias cualidades. Esto indica la confianza y la
autoconfianza, uno de los factores del ERAM y que agrupa la autoestima,
instropección, independencia, moralidad y capacidad de relación como subescalas de
la resiliencia.
Las habilidades (uno de los factores resilientes) que incluye el manejo de
situaciones, la solución de problemas, la capacidad de planeamiento; se verbalizan en el
“yo puedo” y se reflejan en las siguientes afirmaciones en el ERAM:
� Creo que aún hay muchas cosas que puedo hacer, siento que tengo muchas
cualidades buenas, me siento orgulloso de mí mismo y siento que hay muchas
personas que me quieren, indican autoestima.
� Pensar en mis errores me ayuda a cambiar y ser mejor y disfruto la soledad
porque me permite pensar; habla de capacidad de instropección.
� No me molesta comer o salir solo, manifiesta independencia.
� Soy muy respetuoso de mi mismo y del prójimo, muestra moralidad.
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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� Tengo pocos amigos pero buenos, revela la capacidad de relación.
Es importante recordar y aclarar que la resiliencia requiere la interacción de
estos factores protectores (habilidades) con otros dos; que son un ambiente
facilitador (verbalización “yo tengo”) y fortaleza intraspíquica (verbalización
“yo soy”). Esta es la noción dinámica de resiliencia.
Por ende, cuando una persona se enfrenta a una situación adversa; se combinan
todos los factores tomándolos de cada categoría, según se necesiten. La mayoría
de las personas ya cuentan con algunos de estos factores, sólo que no poseen los
suficientes, o quizá nos saben cómo utilizarlos contra la adversidad. Por eso los
factores resilientes se pueden promoverse por separado. Otras personas, en
cambio, sólo son resilientes en una determinada circunstancia y no lo son en
otras. (Puerta de Klinkert, 2002).
3. Realizan un proceso de reflexión acerca de la propia acción desarrolada, sobre lo
que son y sobre lo que aspiran ser y que buscan el mejoramiento de la calidad.
Es decir, efectúan una autoevaluación, otro factor del ERAM cuyas subescalas
de resiliencia son: introspección, independencia e iniciativa.
En La Escala de Resiliencia para Adultos Mayores, lo observamos en las
siguientes afirmaciones:
� Cuando tengo que hacer algo analizo todas las posibilidades, cuando tengo que
tomar decisiones lo pienso detalladamente, a la hora de tomar decisiones pienso
mucho lo que voy a hacer y me siento tranquila con las decisiones que tomé en
mi vida porque fueron bien pensadas, se refieren a la capacidad de tener
instropección.
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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� Frecuentemente defiendo mis opiniones, yo determino muchas de las cosas de
mi vida; nos habla de independencia.
� Me gusta planificar mi futuro, indica iniciativa.
De esta manera, se puede afirmar que se trata de una población que posee de los
nueve pilares de la resiliencia, ocho y son: iniciativa, introspección, independencia,
autoestima consistente, capacidad de relacionarse, creatividad, moralidad y capacidad
de pensamiento crítico.
Seis de estos pilares de la resiliencia, son para Steven y Sybill Wollin un
conjunto de fortalezas que son movilizadas en la lucha contra la adversidad y es lo que
ellos consideran como resiliencias, en plural. Se trata del modelo de desafío.
Las siete resiliencias son: insight o perspicacia, interacción o relación, iniciativa,
creatividad, humor, moralidad e independencia que constituyen lo que ellos llaman
"Mandala de la Resiliencia".
El modelo de desafío y los siete pilares de la resiliencia son una alternativa en la
forma de observar y vivir la vida. No consiste en hacerse invulnerable a las distintas
experiencias, u olvidar para siempre el daño de haber crecido en una familia problema.
No se puede cambiar el pasado, se puede cambiar la forma de entenderlo y de esta
manera crecer a partir de la adversidad.
Los adultos mayores del PEUAM realizaron un balance global entre el placer y
el displacer, dando como resultado altos niveles de bienestar subjetivo. Lo que indica
que estas personas evalúan la calidad de vida global de su vida en conjunto de forma
positiva. Venohoven (en Moreno y Ximenez, 1996)
El concepto de bienestar subjetivo no procura evaluar la vida que las personas
han tenido en su pasado ni la que se piensa que tendrán en un futuro; se centra en la
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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situación presente. Significa que las personas modifican su percepción sobre la propia
existencia.
Los niveles altos de bienestar subjetivo que posee esta población tiene relación
directa con la percepción subjetiva del estado de salud (salud subjetiva). Porque tanto
aquellos que definen su estado de salud actual como excelente, como también quienes
perciben en relación a dicho estado un grado de satisfacción alto; presenten niveles altos
de bienestar subjetivo.
Estos datos apoyan lo que se conoce como determinantes del bienestar subjetivo
y Venohoven, (1994) los enumera como cuatro tipos de factores encadenados, son:
� 1-Oportunidades vitales: son las condiciones de vida y las capacidades
individuales; destacándose las aptitudes individuales que incluye la salud física
del individuo como también la fortaleza psíquica, capacidad social y habilidad
intelectual.
Estas aptitudes individuales, que Lawton las denomina como competencias
conductuales, son todos los recursos físicos y psicológicos y un buen
comportamiento social que puede poseer cada uno de los adultos mayores del
PEUAM, permitiéndoles sentir un gran bienestar subjetivo.
A su vez, estos elementos citados de las oportunidades vitales que determinan el
bienestar subjetivo, engloba el concepto de resiliencia desarrollado en el marco
de la psicología positiva. Según Casullo (2005) la resiliencia es un conjunto de
factores biológicos, psicológicos y sociales que facilitan la adaptación del ser
humano a los acontecimientos estresantes, permitiéndoles sostener su salud
física y mental a la vez que experimentan un sentido de felicidad y bienestar.
2-Curso de acontecimientos vitales, en esta población se trata de personas que
se han jubilado.
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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3-El flujo de experiencias, si bien no todo el mundo se siente igual cuando se
jubila porque las reacciones varían de acuerdo con anteriores contactos con la
adversidad, con el significado atribuido al acontecimiento y con la resistencia
psicológica. Se puede afirmar que la experiencia emocional fue positiva ante los
diferentes acontecimientos vitales que pudieron tener estos sujetos.
4-Proceso interno de evaluación en conjunto, reflejando que son personas que
se sienten generalmente bien. Porque son los sujetos quienes dicen desde su
experiencia y las condiciones que les resulten pertinentes, si su vida es
satisfactoria o no. Reflejando su calidad de vida realizada.
Por eso es que Michalos (1996, citado en Castro Solano, 2010) considera que la
autopercepción del bienestar está multideterminada y no tiene una única causa.
Sobre la jubilación, paradójicamente el júbilo, que tiene una doble cara: una, el
merecido premio al trabajo de tantos años y para gozar de ahora en más de tiempo libre
y otra, en la que las personas jubiladas se ven excluidas generalmente de la vida social
organizada; realizándose diferentes investigaciones sobre la temática.
Lo que nos atañe aquí es saber si en esta población particular, varían los niveles
de resiliencia y bienestar subjetivo de acuerdo al tiempo que llevan jubilados. Los datos
indican que no se encuentran diferencias significativas. En cambio otros trabajos
encontraron un claro declive en el bienestar y la satisfacción vital durante los primeros
seis meses después de la jubilación (Richardson and Kilty, 1991). Otros, o bien, no
encontraron ninguna asociación negativa entre la jubilación y la satisfacción vital (Gall
et al. 1997) o bien la constataron positiva (Midanik, Soghikian, Ransom and Te-kawa,
1995). Y hay estudios que hallaron relaciones estadísticamente significativas entre la
jubilación y una disminución en los niveles de satisfacción vital (Bossé, Aldwin,
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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2012
Levenson and Ekerdt, 1987; Bossé, Aldwin, Leven-son and Workman-Daniels, 1990;
Elwell and Maltbie-Crannell, 1981; Walker, Kimmel, and Price, 1981)
Estos resultados apoyan la teoría de la desvinculación, al tomar la jubilación
como un proceso inevitable que acompaña al envejecimiento, en el que gran parte de
los lazos entre el individuo y la sociedad cambian cualitativamente, se alteran o llegan a
romperse. Siendo esta actitud la que cooperaría a los adultos mayores a mantenerse en
equilibrio frente al declive o disminución de sus capacidades y de su estado de salud, ya
que presentan un gran bienestar subjetivo.
En cambio, Havighurst considera que lo que se produce no es tanto una
disminución cuantitativa en las actividades sociales, sino más bien una reestructuración
cualitativa que denomina proceso de "desvinculación-vinculación selectiva", y que lleva
a continuar, e incluso potenciar, determinados tipos de actividades, lo que significarían
factores protectores externos promotores de resiliencia.
Si bien la teoría de la actividad es lo opuesto a la teoría de la desvinculación;
postula que cuantas más actividades se realizan, hay más posibilidades de estar
satisfecho con la vida, ya que continúan manteniendo relaciones y roles en el contexto
social. Neugarten, Havighurst y Tobin (1961).
Por ello se recomienda que los adultos mayores se mantengan activos a partir de
la sustitución de actividades. Han sido muchos los trabajos que se han dedicado a
investigar el papel que juegan las actividades en el mantenimiento del bienestar
subjetivo entre los mayores (Lemon, Bengtson y Peterson, 1972; Longino y Kart, 1982;
Reitzes, Mutran y Verrill, 1995). Esta teoría, a diferencia de la anterior, predice que la
satisfacción de los mayores, independientemente de su edad, estará positivamente
relacionada con el número de actividades en que participen.
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
- 123 -
2012
De acuerdo con Erikson "Las personas que han tenido éxito en esta tarea
integradora final construyendo sobre los resultados de las siete crisis previas, ganan un
sentido más amplio del orden y del significado de sus vidas dentro de un ordenamiento
social más grande, pasado, presente y futuro.” Adaptándose tanto a los triunfos como a
los engaños de haber sido quienes han producido objetos, ideas y otros seres”
(Salvarezza, 2002. Pp 156).
Y concordante a los resultados obtenidos y expresados anteriormente,
Salvarezza a través de la teoría del apego se puede explicar que los adultos mayores
jubilados tengan un envejecimiento satisfactorio. Esto está dado por la capacidad de
sostener el vínculo con los objetos y las actividades, buscando sustitutos de manera
activa como lo hacen por medio de los talleres del PEUAM; cuando los condicionantes
biológicos, psicológicos y sociales que aparecen impiden o dificultan el sostenimiento
del vínculo.
Concluyendo y resumiendo, todos los resultados demuestran que los adultos
mayores jubilados del PEUAM están resilientes y poseen un gran bienestar subjetivo. El
hecho de afirmar que están resilientes es porque:
� La resiliencia nunca es absoluta, lograda para siempre. Es una capacidad que
resulta de un proceso dinámico que varía según las circunstancias, la naturaleza
del trauma, el contexto y la etapa de la vida y puede expresarse de modos muy
diversos según la cultura. Como no se trata de un atributo estrictamente
personal, puede ser promovida a lo largo del ciclo de la vida y tiene que ver con
los procesos de reconstrucción. Por eso las personas pueden estar resilientes en
una determinada circunstancia y no lo son en otras.
� Y las diferentes definiciones del concepto de resiliencia enfatizan características
del sujeto resiliente: habilidad, adaptabilidad, baja susceptibilidad,
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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enfrentamiento efectivo, capacidad, resistencia a la destrucción, conductas
vitales positivas, temperamento especial y habilidades cognitivas, todas
desplegadas frente a las situaciones vitales adversas, estresantes, etc.; que le
permiten atravesarlas y superarlas.
Y la afirmación que gozan de un alto bienestar subjetivo, corresponde a ser
sujetos que sienten placer en cualquier actividad que realizan en su vida cotidiana,
observan su vida con una mirada crítica y aceptan su responsabilidad por lo que fue en
el pasado, sienten que han tenido éxito en haber alcanzado las metas más importantes de
su vida, poseen una autoimagen positiva y se observan a sí mismos como una persona
de valor pese a sus actuales debilidades, manteniendo actitudes optimistas.
Estas características según Neugarten son las cinco dimensiones del bienestar
subjetivo o satisfacción vital y las define operacionalmente como: gusto por la vida,
resolución y fortaleza, congruencias entre aspiraciones y logros, concepto positivo de sí
mismos, buen humor.
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SUGERENCIAS
Los resultados que se obtuvieron en esta investigación, llevan a pensar que:
� Es necesario seguir investigando tanto de la población particular de adultos
mayores, como también la resiliencia y el bienestar subjetivo.
� Por eso, se sugiere que en los futuros estudios se utilicen las mismas versiones
de los instrumentos para poder comparar resultados y complementar la mirada.
� En cuanto al tiempo que llevan jubilados, sería interesante poder indagar todos
los pro y contra que tuvo ese acontecimiento vital y estudiar el efecto que puede
tener en el bienestar subjetivo.
� Sería atractivo poder indagar más de manera retrospectiva (retrospectivamente)
a las personas están resilientes para poder ser capaces de entender cómo y
porqué unas personas resisten y se benefician de experiencias adversas. Además
si somos capaces de enseñar esta habilidad los beneficios para el sistema
sanitario mundial serían inconmensurables.
� Se considera que sería positivo y adecuado incorporar en el campo de la salud
mental el aumento de las fortalezas y la resiliencia e, incluso, el de crecimiento
personal.
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Anexo nº 1 ESCALA DE RESILIENCIA PARA ADULTOS MAYORES (EMG) Consigna: Marque con un círculo las respuestas que describan mejor su manera de pensar, sentir y actuar. Las opciones de respuesta son:
Muy de Acuerdo (MdA) 5 De acuerdo (DeA) 4 Ni de Acuerdo Ni en desacuerdo (NAND) 3 Poco de acuerdo (PdA) 2 Nada de acuerdo (NdA) 1
MdA DeA NAND PdA NdA 1 Mis amigos me consideran una persona divertida. 5 4 3 2 1 2 Por lo general soy muy alegre. 5 4 3 2 1 3 Generalmente contagio a otros mi alegría. 5 4 3 2 1 4 Me es fácil hacer nuevos amigos. 5 4 3 2 1 5 Cuando nos juntamos con familiares o amigos nos
divertimos mucho. 5 4 3 2 1
6 Me gusta divertir a la gente. 5 4 3 2 1 7 Cuando me equivoco me da mucha gracia. 5 4 3 2 1 8 Me gustan las cosas difíciles, los retos. 5 4 3 2 1 9 Me atraen las cosas nuevas y excitantes. 5 4 3 2 1 10 Soy una persona muy emprendedora. 5 4 3 2 1 11 Frecuentemente tengo ideas innovadoras. 5 4 3 2 1 12 Me gustan los desafíos. 5 4 3 2 1 13 Me considero una persona decidida. 5 4 3 2 1 14 Muchas veces tomo decisiones sin consultar con nadie. 5 4 3 2 1 15 Me gusta intentar cosas nuevas. 5 4 3 2 1 16 Me gustan los desafíos. 5 4 3 2 1 17 Creo que aún hay muchas cosas que puedo hacer. 5 4 3 2 1 18 Siento que tengo muchas cualidades buenas. 5 4 3 2 1 19 Pensar en mis errores me ayuda a cambiar y ser mejor. 5 4 3 2 1 20 No me molesta comer o salir solo. 5 4 3 2 1 21 Me siento orgulloso de mi mismo. 5 4 3 2 1 22 Disfruto la soledad por que me permite pensar. 5 4 3 2 1 23 Soy muy respetuoso de mi mismo y del prójimo. 5 4 3 2 1 24 Tengo pocos amigos pero buenos. 5 4 3 2 1 25 Me considero una buena persona. 5 4 3 2 1 26 Siento que hay muchas personas que me quieren. 5 4 3 2 1 27 Pienso que los valores son lo más importante que uno
tiene. 5 4 3 2 1
28 Me gustaría ser mejor persona. 5 4 3 2 1 29 Me agrada saber que hay gente que necesita mi opinión o
mi compañía. 5 4 3 2 1
30 Estoy feliz cuando puedo hacer algo por los demás. 5 4 3 2 1 31 Estoy muy consiente de mis limitaciones y habilidades. 5 4 3 2 1 32 Me gusta hacer las cosas por mi mismo. 5 4 3 2 1
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33 Me molesta que se bromee con cosas trágicas. 5 4 3 2 1 34 Soy una persona consecuente, hago lo que digo. 5 4 3 2 1 35 Cuando tengo problemas me cuesta encontrar la solución. 5 4 3 2 1 36 Me es difícil adaptarme a los cambios. 5 4 3 2 1 37 Muchas veces me he encontrado riendo en situaciones
trágicas. 5 4 3 2 1
38 Me considero una buena persona. 5 4 3 2 1 39 Me gustaría ser diferente. 5 4 3 2 1 40 Usualmente cuando hago algo lo hago bien. 5 4 3 2 1 41 No tengo muchos amigos. 5 4 3 2 1 42 Cuando tengo que hacer algo analizo todas las
posibilidades. 5 4 3 2 1
43 Cuando tengo que tomar decisiones lo pienso detalladamente.
5 4 3 2 1
44 Frecuentemente defiendo mis opiniones. 5 4 3 2 1 45 Me gusta planificar mi futuro. 5 4 3 2 1 46 A la hora de tomar decisiones pienso mucho lo que voy a
hacer. 5 4 3 2 1
47 Yo determino muchas de las cosas de mi vida. 5 4 3 2 1 48 Me siento tranquila con las decisiones que tomé en mi
vida porque fueron bien pensadas. 5 4 3 2 1
49 A veces hago cosas con las que los demás no están de acuerdo.
5 4 3 2 1
50 No me gusta pensar mucho en las cosas de mi vida. 5 4 3 2 1 51 A veces veo las cosas diferente que los demás. 5 4 3 2 1 52 Me gustan las cosas conocidas y de todos los días. 5 4 3 2 1 53 Me gusta que me digan lo que está mal para poder
mejorar. 5 4 3 2 1
54 Me gusta hacer las cosas por mi mismo. 5 4 3 2 1 55 Me molesta cuando se comete una injusticia y
generalmente peleo por ello. 5 4 3 2 1
56 La gente muchas veces no me comprende porque pienso y hago las cosas diferente.
5 4 3 2 1
57 Mis amigos están cuando los necesito. 5 4 3 2 1 58 Pienso que la palabra de la gente aun tiene valor. 5 4 3 2 1 59 Tengo gente con quien hablar de mis problemas. 5 4 3 2 1 60 Soy una persona de confianza. 5 4 3 2 1
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Anexo nº 2 ESCALA DE SATISFACCIÓN VITAL LAWTON Después de leer cada interrogante señale la respuesta que es más aplicable a usted. 1-¿A medida que se va haciendo mayor se ponen las cosas peor para Ud.?
SI NO
2-¿Tiene Ud. Tanta energía como el año pasado? 3-¿Se siente usted sólo? 4-¿Ve bastante a sus amigos y parientes? 5-¿Le molesta ahora más las cosas pequeñas que antes? 6-¿Siente que conforme se va haciendo mayor es menos útil? 7-¿A veces está tan preocupado que no puede dormir? 8-¿A veces siente que la vida no merece ser vivida? 9-¿Ahora es Ud. tan feliz como cuando era más joven? 10-¿Tiene muchas razones por las que estar triste? 11-¿Tiene miedo de muchas cosas? 12-¿Se siente más irascible o se enfada más que antes? 13-¿La mayor parte del tiempo la vida es dura y difícil? 14-¿Está satisfecho con su vida ahora? 15-¿Le cuesta trabajo hacer las cosas? 16-¿Se viene abajo, se altera o disgusta fácilmente?
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Anexo nº 3 Cuestionario sobre datos personales.
Complete los siguientes ítems y marca con una X según corresponda:
Sexo: Femenino Masculino
Edad:
Nivel educativo:
Sin estudio Secundario completo
Primario incompleto Terciario y/o universitario incompleto
Primario completo Terciario y/o universitario completo
Secundario incompleto
Usted es jubilado: SI NO
¿De qué se ha jubilado?............................
Tiempo que lleva jubilado: entre 0-6 meses (inclusive)
entre 7-12 mese (inclusive)
entre 1-3 años (inclusive)
entre 4-6 años (inclusive)
más de 6 años
Es jubilado y no trabaja más
Es jubilado y sigue trabajando con remuneración ( con sueldo)
Es jubilado y sigue trabajando sin remuneración (sin sueldo)
Estado civil:
Soltero Separado-Divorciado
Casado Viudo
En pareja conviviente
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Grupo de convivencia:
Solos Con la familia extensa
Con su cónyuge Con el cónyuge y sus hijos
Con sus hijos
Estado de salud –salud subjetiva:
� ¿Cómo definiría su estado de salud actual? Mala-regular ( )
� Normal-buena ( )
� Excelente ( )
� ¿Está satisfecho con su estado de salud actual? No ( )
Más o menos ( )
Sí ( )
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CONSENTIMIENTO INFORMADO ACEPTACIÓN DE MI PARTICIPACIÓN VOLUNTARIA EN EL PROYECTO DE
INVESTIGACIÓN:
“Resiliencia y bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados”
A cargo de Mara Martinez Tais
Licenciatura en Psicología. Facultad de Psicología, UNC.
Al firmar este consentimiento acepto participar de manera voluntaria en esta
investigación.
Se me informó que:
� En cualquier momento puedo desistir de participar y retirarme de la investigación.
� Se resguardará mi identidad como participante y se tomarán los recaudos necesarios
par garantizar la confidencialidad de mis datos personales y de mi desempeño.
� Se me brindará toda la información que sea posible sobre los procedimientos y
propósitos de esta investigación antes de mi participación en ella. Esa información
podrá ser ampliada una vez concluida mi participación.
————————— Firma ————————— Aclaración ———————————————————————— Lugar y fecha
Resiliencia y Bienestar subjetivo en adultos mayores jubilados.
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