Download - Semilla agustiniana 14 de noviembre
Capítulo 22. LA MEMORIA DE CRISTO EN LA TENTACIÓN
Cuando algún pensamiento torpe me asalta, recurro a las heridas de Cristo. Cuando la carne me oprime, me levanto con el recuerdo de las heridas de mi Dios. Cuando el diablo me prepara sus lazos, huyo a las entrañas de la misericordia de mi Señor, y me libro de mi enemigo. Si el ardor de la concupiscencia inflama mis sentidos, basta el recuerdo de las llagas del Hijo de Dios para apagar el fuego que me devora. En todas las adversidades mi remedio más eficaz son las llagas de Jesucristo. Sólo en ellas puedo dormir tranquilo y con un reposo que nada puede turbar. Jesucristo murió por nosotros. Y nada hay tan destinado a la muerte que no se salve por la muerte de Cristo.