Download - Pacific Alamo La Batalla de La Isla Wake
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Annotation
Das despus del bombardeo de Pearl Harbor, mientras las fuerzas niponas se
extendan por el Pacfico de victoria en victoria, poco ms de 1500 estadounidenses, muchos
de ellos civiles, protagonizaron una heroica resistencia en sus posiciones en el pequeo
atoln de Wake frente al ataque de las abrumadoramente superiores fuerzas japonesas.
Para Estados Unidos, Wake se convirti en el smbolo de la valenta y del espritu de
resistencia, pero para los supervivientes de la batalla, capturados por los nipones, empezaba
un largo perodo de cautiverio, sometidos a todo tipo de penurias.
Basado en una exhaustiva investigacin realizada en los archivos de ambos bandos y
en el testimonio de los protagonistas, el mesurado relato de John Wukovits revela el coraje
exhibido ante una desventaja aplastante y la historia de la contribucin civil durante el horror
de la batalla de Wake.
Valiente y conmovedor, Pacific Alamo ofrece el primer retrato completo de los acontecimientos histricos que arrancaron en aquel sombro mes de diciembre de 1.941.
JOHN WUKOVITS
PACIFIC ALAMO
La batalla de la Isla de Wake
oOo
Ttulo original: Pacific Alamo
John Wukovits, 2003
de la traduccin: Gerardo di Masso
2004: Indita Editores, S.L.
ISBN: 84-96364-50-X
A Matthew Dickerman, mi primer nieto. Ojal que l y los otros miembros de su
generacin no olviden jams los sacrificios que hicieron para ellos los hombres de la isla
Wake y muchos otros que dieron tanto durante la guerra.
PREFACIO
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En mi papel de historiador de la Segunda Guerra Mundial he estado familiarizado
desde hace mucho tiempo con los sucesos que rodearon a la isla de Wake. Los actos de
herosmo protagonizados por esos hombres, tanto militares como civiles, me conmovieron el
alma, del mismo modo en que siempre me han fascinado los relatos de coraje bajo el fuego
enemigo en Guadalcanal, Tarawa, Iwo Jima y otros escenarios de la Guerra del Pacfico.
Mi inters por Wake se intensific en 1989, cuando tuve la oportunidad de conocer en
una reunin a un puado de veteranos que haban combatido en la isla. Sus extraordinarias
historias me conmovieron profundamente y me march de aquella reunin agradecido por
haber tenido la posibilidad de hablar con un grupo de hombres tan admirable y que tanto
significaron para la nacin en los sombros das de la Segunda Guerra Mundial. El nico
hecho que enturbi mi entusiasmo fue que nuestro pas, ahora ocupado en otras cuestiones,
ya no mostraba mucho inters en esos valientes soldados.
Pocas cosas dignas de mencin sucedieron hasta el 2001, cuando mi agente, Jim
Hornfischer, mencion la posibilidad de que escribiese un libro acerca de la batalla librada en
aquella isla en 1941. Mi alegra fue inmensa ante esa posibilidad, porque saba que tendra
entre manos una historia que no slo mereca ser conocida por el pblico sino que podra
conmover a la gente como lo haba hecho haca sesenta aos.
Desde entonces me he embarcado en una notable odisea. La investigacin me ha
llevado a todos los rincones del pas, he conocido a autnticos hroes que se burlaban de ese
calificativo y me he sumergido en una saga que raramente ha tenido parangn en los anales
de la instruccin militar. Y acab mi trabajo sintindome afortunado de haber conocido a
unos hombres que, si bien haban conseguido la autntica nobleza haca tanto tiempo,
exhiban no obstante los rasgos simples de la humildad y la decencia.
Muchas personas me ayudaron a lo largo del camino: mi talentoso agente, Jim
Hornfischer, no slo se encarg de los detalles relativos al contrato de este libro, sino que
tambin me hizo valiosas sugerencias durante el proceso de su escritura. En la New
American Library, mi editor Doug Grad y el editor de produccin Adrin Wood me
ofrecieron su ayuda en cada paso del proceso y demostraron sin lugar a dudas que el
profesionalismo existe en la industria editorial. Jeffrey Ward se encarg de aadir los
magnficos mapas que acompaan el texto.
Barry Zirby supo guiarme con maestra a travs de los labernticos pasillos de los
Archivos Nacionales, Alex Rankin me ofreci su experiencia en la seccin de Colecciones
Especiales de la Boston University Library y el dr. James Ginther me orient hacia el
extraordinario material conservado en el Marine Corps Research Center en Quantico,
Virginia. En Washington, D.C., Fred Allison, Charles Melson y Robert Aquilina hicieron
que mi visita al Marine Historial Center fuese realmente til.
Nunca hubiese podido escribir este libro sin la ayuda de los veteranos de la isla Wake,
quienes se prestaron generosamente para las entrevistas, me ayudaron a localizar a otros
hombres que estuvieron en la isla y pusieron a mi disposicin sus colecciones de fotografas.
Franklin Gross, que publica el boletn Wake Island Wig-Wag, me ofreci gratuitamente su
ayuda de muchas maneras. Ewin Laporte, Kenneth Marvin, Martin Gatewood, John S.
Johnson y James King, entre otros, compartieron conmigo extensos recuerdos orales. Cathy
Sanders, la hija del fallecido veterano de los Marines Jacob Sanders, me envi amablemente
a travs del correo electrnico el relato escrito por su padre de su estancia en Wake y en un
campo de prisioneros.
Otras personas merecen tambin una mencin especial porque me proporcionaron la
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informacin que forma la columna vertebral de este libro. Pas muchas horas entrevistando a
estos hombres, en ocasiones por telfono, pero generalmente en sus hogares. Llegu a
conocerles como si fueran de mi familia y se ganaron mi ms absoluto respeto. El Coronel
Robert M. Hanna, USMC (retirado) y Ralph Holewinski aportaron el material para describir
el extraordinario combate que se libr en torno al puesto de artillera de Hanna y demostraron
que los nobles guerreros pueden ser los humildes y modestos vecinos de al lado. El coronel
Hanna demostr tambin el perdurable amor que une a un hombre, primero a su bella esposa
y luego a su amado Cuerpo de Infantera de Marina. Joe Goicoechea, Murray Kidd y George
Rosendick, tan divertidos cuando habl con ellos como lo eran en su juventud, me fascinaron
con su alegra, su espritu de aventura y su afecto mutuo. La informacin que me dieron me
ayud a comprender cmo era la vida para el personal civil. J. O. Young no slo me habl de
sus experiencias sino que tambin comparti conmigo su relato escrito y el de su to, Forrest
Read. Junto con el coronel Hanna, Young y su esposa, Pearl Ann, demuestran que el amor y
el romanticismo duran mucho ms all de la juventud.
Hay dos influencias en mi carrera como historiador que merecen ser destacadas aqu.
Mi tutor en mi poca de estudiante universitario y ahora profesor emrito de Historia en la
Universidad de Notre Dame, Bernard Norling, siempre me ha ofrecido su ayuda cuando la he
necesitado. Reputado historiador de la Segunda Guerra Mundial, con un importante nmero
de ttulos publicados, el dr. Norling me ha proporcionado sugerencias y consejos desde los
primeros pasos de mi carrera de escritor. Es la imagen de lo que debe ser un profesor y
consejero.
La otra influencia importante es la de un respetado autor de temas relacionados con la
Segunda Guerra Mundial, cuyas biografas de los almirantes Ernest J. King y Raymond A.
Spruance constituyen ejemplos perfectos de un proceso de investigacin exhaustivo y de una
escritura poderosa. Durante ms de una dcada, Tom Buell, quien lamentablemente falleci
en 2002, me ofreci su gua y su amistad y yo jams habra conseguido xito alguno sin su
ayuda. l y su esposa, Marilyn, son dos de las personas ms buenas y generosas que he
conocido en mi vida y echar mucho de menos al querido Tom.
Como siempre en mi vida, los miembros de mi familia tambin me ayudaron a lo
largo del camino. Mi hermano mayor, Tom, antiguo piloto naval, me ofreci su inspiracin y
apoyo. Mis tres encantadoras hijas, Amy, Julie y Karen, consiguieron que todo el proceso
fuese mucho ms sencillo con su alegre estmulo y los halagos que alimentaron mi orgullo.
Mi novia, Terri Faitel, un verdadero talento en el campo de las matemticas, rob tiempo de
su ajetreada agenda como profesora y conferenciante para levantar mi moral y leer las
diferentes versiones del manuscrito. Los valiosos comentarios y sugerencias de Matt Gadja
acerca del manuscrito me ayudaron a mejorar el libro.
Finalmente, otras tres personas que ya no se encuentran entre nosotros fueron una
fuente de inspiracin durante la elaboracin de este libro. Mis padres, Tom y Grace, nunca
dejaron de apoyarme, y el recuerdo de mi hermano pequeo, Fred, quien nos abandon
demasiado pronto, me estimularon para dar lo mejor de m.
Introduccin
MARINE DE LA ISLA DE WAKE EN CUBIERTA!
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El anciano pareca haber superado los ochenta aos, pero frgil y canoso no eran las
primeras palabras que uno empleara para describirle. Su paso segua siendo firme y seguro y
la energa brillaba en sus ojos, exhibiendo ms de un vestigio de la fuerza que haba tenido en
otro tiempo. Estaba en medio de un gran nmero de oficiales de la Marina y del Cuerpo de
Infantera de Marina, relajndose despus de un extenso programa de reuniones. Beban caf
y contaban ancdotas de sus das de servicio.
De pronto, alguien le vio y una voz grave y profunda se oy claramente por encima
del intenso murmullo de los presentes.
Atencin! Marine de la isla de Wake, en cubierta! Todo el mundo dej de hablar dijo el oficial naval que presenci el incidente. Nos pusimos en posicin de firmes, miramos al marine y saludamos. Esos tos son
legendarios en la Marina y los Marines por lo que hicieron, y siempre que est presente
alguno de ellos, le muestras el mximo respeto.
Es natural. Hace sesenta aos, ese anciano fue uno de los miembros de un reducido
grupo de marines que libr una de las batallas ms dramticas de la historia. En los primeros
y sombros das de la Guerra del Pacfico, mientras Estados Unidos slo poda contemplar el
arrollador avance de las fuerzas japonesas desde Oahu hasta el Mar de la China Meridional,
un puado de soldados y civiles norteamericanos estacionados en la isla de Wake redimieron
el honor de su pas e iniciaron el camino de Estados Unidos hacia la victoria final.
Dos aos y medio antes de que los ciudadanos soldados iniciaran en Normanda la
campaa para recuperar Europa, el destacamento avanzado situado en la isla de Wake estaba
completamente solo, como un fuerte de caballera en una especie de versin ocenica de la
frontera del lejano oeste. La mayor parte de la Flota estadounidense del Pacfico, la columna
vertebral del poder de la nacin en el hemisferio, descansaba en los fondos fangosos de Pearl
Harbor junto con casi dos mil jvenes marineros norteamericanos. Los Marines en Guam y
los soldados de infantera britnicos en Malasia libraban intiles acciones de contencin
contra verdaderos enjambres de tropas enemigas. En las Filipinas, los bombarderos
japoneses destruyeron la fuerza area del general Douglas MacArthur antes de que pudiese
despegar y la infantera japonesa empuj a sus tropas en una desastrosa retirada hacia la
pennsula de Bataan. Hong Kong y Singapur estaban a punto de caer ante el avance nipn y la
destruccin de dos buques de guerra britnicos, el HMS Prince of Wales y el HMS Repulse,
a manos de la aviacin japonesa frente a las costas de Malasia, hicieron que el primer
ministro Winston Churchill se quejara amargamente de las numerosas deficiencias que
presentaba el poder aliado en el Pacfico.
A apenas mil kilmetros de distancia menos de dos das de viaje en barco o cuatro horas en avin de la base japonesa ms cercana, Wake era el prximo objetivo en el programa japons. No haba muchas razones para suponer que esa diminuta isla pudiese
ofrecer la ms mnima resistencia a la invasin. Pearl Harbor, la base norteamericana ms
prxima que poda ofrecer ayuda, se encontraba a tres mil doscientos kilmetros al este y en
ese momento no era ms que una ruina humeante.
Wake, un atoln coralino compuesto por tres islas cuyo punto ms elevado se alzaba
apenas cuatro metros por encima del nivel del mar y cuya vegetacin consista en rboles
pequeos y matorrales, cubra un total de cinco kilmetros cuadrados de superficie terrestre.
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No obstante, incluso esta diminuta extensin de tierra, con diecisis kilmetros de playa,
ofreca un territorio demasiado extenso para que lo controlase la pequea guarnicin
instalada en la isla. Si las fuerzas japonesas desembarcaban en gran nmero en una de las
numerosas brechas entre los emplazamientos de las piezas de artillera, los norteamericanos
seran barridos rpidamente.
Cmo combatieron los Perros del Infierno Defensores de la isla de Wake esa
enorme desventaja constituye una de las grandes historias en los anales de la historia militar.
Las hazaas de los Marines y los trabajadores de la construccin civiles estn al nivel de las
que protagonizaron los espartanos en el Paso de las Termopilas, los soldados britnicos que
lucharon contra miles de zules en Rorke's Drift en 1879 y los tjanos en El lamo.
Captulo 1
UN GRUPO CORRIENTE DE NORTEAMERICANOS
Anoche los japoneses atacaron la isla de Wake
El 7 de diciembre de 1941, el presidente Franklin D. Roosevelt estaba sentado en el
estudio de la Casa Blanca. Era un lder envejecido que, sbitamente, pareca ms viejo y ms
cansado. El hombre que haba infundido vida y energa a un pas deprimido durante gran
parte de la dcada de 1930, que llev la esperanza a quienes no tenan prcticamente nada,
ahora luchaba contra su propio estado de conmocin y desesperacin. Haca apenas unos
momentos haba estado disfrutando de un agradable almuerzo en el Despacho Oval con su
ayudante e ntimo amigo, Harry Hopkins, durante el cual haban hablado de temas ligeros y
divertidos.
Pero esa situacin cambi a las 13.40, cuando los comandantes militares de
Roosevelt destacados en la enorme base naval norteamericana de Pearl Harbor, Hawai,
enviaron un mensaje que horroriz al mundo: ATAQUE AREO, PEARL HARBOR, NO
ES UN EJERCICIO. Japn, un pas que haba estado lanzando miradas codiciosas a travs
del Pacfico durante ms de una dcada, haba bombardeado el bastin hawaiano, infligiendo
terribles daos a la flota norteamericana del Pacfico. La Marina que Roosevelt haba amado
desde su juventud, cuando haba navegado por las bahas de Nueva York, y desde la Primera
Guerra Mundial, cuando sirvi como subsecretario de la Marina, yaca en el fondo de Pearl
Harbor.
Hopkins mir a Roosevelt y musit que deba tratarse de un error. No poda creer que
los japoneses pudiesen haber atacado tan rpido y con efectos tan devastadores el arsenal
militar ms importante que Estados Unidos tena en el Pacfico. Pero los informes llegados
de Hawai no mentan.
Los ayudantes del Presidente entraban y salan del estudio con las ltimas noticias.
Con la llegada de cada boletn, la secretaria de Roosevelt, Grace Tully, pensaba que el
Presidente pareca ms nervioso y tenso. Uno a uno, el resto de los objetivos en el Pacfico
haban cado o bien estaba a punto de ser aplastados. Roosevelt, sintindose como un
boxeador que ha sido arrinconado y debe soportar una verdadera lluvia de golpes de su
adversario, escuchaba la lenta enumeracin de los desastres: aviones japoneses
bombardeaban Guam y Midway; los japoneses invadan las Filipinas, Shanghai y Hong
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Kong; los soldados japoneses entraban en masa en el norte de Borneo y las Indias Orientales
Holandesas; los japoneses avanzaban imparables a travs de Malasia y Tailandia. Los
ataques se llevaron a cabo a una escala tan impresionante que, aunque pareciera increble,
abarcaron siete zonas horarias y cubrieron una superficie de casi doce mil kilmetros.
Mientras Grace Tully pasaba a mquina los nuevos informes que le llegaban por
telfono del Jefe de Operaciones Navales, almirante Harold Stark, los ayudantes del
Presidente se apiaban tras ella para leer cada palabra a medida que aparecan transcritas en
el papel. Cada frase contena una nueva evidencia de la debacle, provocando que veteranos
consejeros polticos apretaran las mandbulas de ira y maldijeran por lo bajo. Cuando Tully le
entreg los boletines a Roosevelt, la prdida de cada barco fu como perder a un amigo.
Con la esperanza de poder disponer de una informacin ms fresca de una fuente
directa, sin intermediarios, Roosevelt se puso en contacto con el gobernador Joseph B.
Poindexter en Honolul. El gobernador del Territorio de Hawai estaba describiendo
tranquilamente los daos causados por el primer ataque areo japons cuando, de pronto,
comenz a gritar. Roosevelt se volvi hacia sus ayudantes y les dijo, Dios mo, hay otra
oleada de aviones japoneses sobre Hawai en este preciso momento. An aturdido por la
incursin inicial japonesa sobre Pearl Harbor, desde el otro extremo del mundo Roosevelt
tena que escuchar ahora impotente cmo un segundo ataque provocaba el caos y la
destruccin en la base naval. El y los otros hombres que se congregaban en el Casa Blanca
slo podan preguntarse qu nueva devastacin esperaba en este da terrible.
A las 20.40, los miembros del gabinete entraron en el estudio presidencial para ser
informados acerca de los acontecimientos del da. La mayora de ellos se encontraban fuera
de la ciudad y las telefonistas de la Casa Blanca les haban llamado para que regresaran de
inmediato, de modo que conocan muy pocos detalles de lo que estaba sucediendo. Cuando
lleg la Secretaria de Trabajo, Francs Perkins, advirti que el clido saludo de bienvenida
tpico del Presidente haba sido reemplazado por un hola mecnico y casi indiferente.
Roosevelt comenz la reunin diciendo que se trataba de la sesin ms seria que
haba mantenido el gabinete desde que Abraham Lincoln reuni a sus consejeros en los
primeros y penosos das de la Guerra Civil. Con voz apagada, Roosevelt explic que la nica
informacin fidedigna que tenan era que las prdidas haban sido muy importantes y que la
Marina haba sufrido la peor derrota de su historia.
Su orgullo por la Marina era tan extraordinario, escribi Perkins ms tarde, que el
Presidente tena verdaderas dificultades fsicas para articular las palabras que quedaran
escritas y que reflejaban su conocimiento de que la Marina haba sido cogida desprevenida,
de que las bombas japonesas haban cado sobre barcos que no estaban en condiciones de
combatir y de que tampoco estaban preparados para moverse, tal como estaban fondeados.
Recuerdo que le dijo dos veces al Secretario de Marina W. F. Knox, 'Por el amor de Dios,
averigua por qu esos barcos estaban fondeados en fila'.
Perkins aadi posteriormente, Para m resultaba evidente que Roosevelt estaba
viviendo un momento espantoso al tener que aceptar el hecho de que la Marina pudiera ser
sorprendida de ese modo.
Una hora ms tarde, los lderes del Congreso, incluyendo al lder de la mayora,
Alben W. Barkley, al portavoz de la Casa Blanca, Sam Rayburn, y a los presidentes de
importantes comits, se unieron a los miembros del gabinete. El presidente del Comit de
Asuntos Exteriores del Senado, el congresista por Texas Thomas B. Connally, se puso de pie
airadamente y dio un puetazo sobre el escritorio del presidente. Maldita sea, y no hicimos
nada!, grit el airado Connally.
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De eso se trata, replic un abatido Roosevelt.
Volvindose hacia el Secretario Cox, Connally hizo la pregunta que todos los
norteamericanos, desde el Presidente hasta el ltimo ciudadano, queran que fuese
respondida por alguien, No dijo el mes pasado que podamos merendamos a los japoneses
en dos semanas? No afirm que nuestra Marina estaba tan bien preparada y desplegada que
los japoneses no podan siquiera esperar hacernos algn dao?
Cuando Knox no pudo darle ninguna respuesta, Connally continu su andanada,
preguntando por qu razn todos los barcos en Pearl Harbor estaban amarrados juntos,
muchos de ellos en ordenadas filas. Estoy asombrado por el ataque japons, pero estoy an
ms atnito por lo que le ha sucedido a nuestra Marina. Estaban todos dormidos. Dnde
estaban nuestras patrullas?
A medida que avanzaba el da, los norteamericanos de todos los rincones del pas se
hicieron sa y otras preguntas. La fe en la capacidad de sus fuerzas militares para que les
mantuviesen fuera de todo peligro haba sufrido un duro golpe, tanto que una de las
publicaciones ms respetadas del pas, la revista Time, afirm con vehemencia, La Marina
de Estados Unidos fue sorprendida con los pantalones bajados. En una sola y trgica hora
antes de que la guerra hubiese comenzado realmente Estados Unidos parece haber sufrido ms prdidas navales que en toda la Primera Guerra Mundial. Un periodista escribi
que la gente crea que Estados Unidos no devolvera el golpe a los japoneses porque no poda
hacerlo.
La situacin era an ms grave porque las prdidas sufridas se haban producido a
manos de una nacin a la que la mayora de los estadounidenses consideraban
subdesarrollada e incapaz de hacer frente a la fuerza de Estados Unidos. Si una potencia
supuestamente de segundo orden haba infligido un dao de semejante magnitud a Estados
Unidos, cul poda ser el siguiente desastre? El miedo y la incertidumbre contribuyeron a
crear un frtil caldo de cultivo para toda clase de rumores que hicieron que las personas, ya
nerviosas y alteradas, fuesen ms susceptibles al pnico. Algunas informaciones hablaban de
un grupo de aviones japoneses que haban sobrevolado San Jos, California. En Hawai, los
residentes hacan planes para marcharse al continente porque teman que una inevitable
invasin japonesa no podra ser repelida por las debilitadas fuerzas militares estacionadas en
la isla. Los polticos instaban al Presidente a considerar indefendible la costa oeste del pas y
a trasladar fuerzas militares a posiciones fortificadas en las Montaas Rocosas. El hijo de
Roosevelt, Elliott, le llam incluso desde Texas para explicarle que haba odo decir que los
japoneses planeaban lanzar un ataque desde Mxico contra Texas o California.
El 7 de diciembre, cuando las primeras sombras de la noche caan sobre Washington,
D.C., grupos de ciudadanos se reunieron delante de la valla de la Casa Blanca, como si su
presencia cerca de los lderes de la nacin pudiese, al mismo tiempo, insuflar sabidura y
sensatez a sus decisiones y transmitirles confianza. Una multitud silenciosa contemplaba la
mansin presidencial y luego comenz a cantar Dios bendiga a Amrica.
Una vez que los lderes del Congreso y los miembros del gabinete se hubieron
marchado, Roosevelt se reuni con el famoso periodista Edward R. Murrow, cuyas
transmisiones de radio desde Londres haban conmocionado al mundo. Los dos compartieron
cerveza y bocadillos mientras el Presidente analizaba lo acontecido en las ltimas
veinticuatro horas. Finalmente estall diciendo que los aviones norteamericanos haban sido
destruidos en tierra, por Dios, en tierra!.
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Al da siguiente un Presidente ms decidido, apoyndose en los brazos de su hijo, el
capitn del Cuerpo de Infantera de Marina James Roosevelt, se instal en el estrado de la
Cmara de Representantes para solicitar al Congreso que declarase la guerra al Japn.
Roosevelt estaba acompaado por su mujer, Eleanor, y por la esposa del ex presidente
Woodrow Wilson, quien en otra ocasin tambin haba tenido que presentarse ante el
Congreso para hacer una peticin similar.
Con tono mesurado, el Presidente comenz su alocucin ante la silenciosa multitud.
Ayer, 7 de diciembre de 1941 una fecha que quedar registrada en los anales de la infamia Estados Unidos de Amrica fue atacado de forma sorpresiva y deliberada por fuerzas areas y navales del Imperio Japons.
A continuacin, Roosevelt enumer los lugares que haban sido atacados por los
japoneses junto con Pearl Harbor. Ayer, el gobierno japons tambin lanz un ataque contra
Malasia.
Anoche las fuerzas japonesas atacaron Hong Kong.
Anoche las fuerzas japonesas atacaron Guam.
Anoche las fuerzas japonesas atacaron las islas Filipinas.
Anoche las fuerzas japonesas atacaron la isla de Wake.
Roosevelt aadi que Japn, en consecuencia, ha lanzado una ofensiva por sorpresa
que se extiende por toda el rea del Pacfico. Los hechos acaecidos ayer y hoy hablan por s
mismos. El pueblo de Estados Unidos ya ha formado su opinin y sabr comprender las
implicaciones que ello tiene para la vida y la seguridad de nuestra nacin.
Advirti a Japn que el pueblo norteamericano, aunque aturdido por lo ocurrido,
jams olvidara un hecho tan infame. Con la confianza depositada en nuestras fuerzas
armadas con la firme determinacin de nuestro pueblo alcanzaremos el inevitable triunfo...con la ayuda de Dios.
Al da siguiente, durante una conferencia de prensa con periodistas, Roosevelt
continu sus esfuerzos por mostrarse realista en su evaluacin de la situacin, aunque sin
dejar de alentar a la poblacin. Advirti acerca de los negros tiempos que se avecinaban y le
pidi al pueblo que hiciera un esfuerzo comn.
Ahora nos encontramos en esta guerra. Y todos estamos en ella... hasta el final. Todo
hombre, mujer y nio es un compaero en la empresa ms tremenda de nuestra historia.
Debemos compartir juntos las malas y las buenas noticias, las derrotas y las victorias, la
cambiante suerte de la guerra.
Hasta ahora las noticias han sido todas malas. En Hawai hemos sufrido un serio revs.
Nuestras fuerzas estacionadas en las Filipinas, que incluyen a los bravos soldados de la
Commonwealth, estn recibiendo un fuerte castigo pero se defienden con todos sus medios.
Los informes llegados de Guam y Wake y las islas Midway an son confusos, pero debemos
estar preparados para el anuncio de que estos tres puestos de avanzada han cado en manos
del enemigo.
Entre el abatimiento y los detalles desmoralizadores, un rayo de esperanza surgi de
la fuente ms inesperada. En la solitaria y despoblada Wake, un atoln situado a 12.000
kilmetros al sudoeste de la Casa Blanca, un puado de marines, personal del Ejrcito y la
Marina, acompaados de unos pocos centenares de bravos civiles los primeros ciudadanos soldados de la guerra estaban decididos a montar uno de los ms grandiosos espectculos de la historia, una defensa valiente contra fuerzas muy superiores. De sus
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esfuerzos volvera a nacer la esperanza que haba quedado hecha pedazos en Pearl Harbor; de
las acciones de un grupo corriente de norteamericanos, una nacin deprimida aprendera
cmo mantener la cabeza erguida nuevamente y a creer que su bando acabara por obtener la
victoria.
Yo quera viajar
Llegaron a Wake desde todas partes del pas y desde todos los ambientes sociales,
como si hubiesen sido atrados por un imn gigantesco, cada uno de ellos con sus propias
razones para encontrarse en aquella isla remota cuando comenz la guerra. Algunos viajaron
por dinero, otros por la aventura. Algunos pusieron proa a Wake porque las rdenes les
enviaron all o para huir de los problemas que tenan en casa. Sin embargo, cuando cayeron
las primeras bombas, militares y civiles a la par descartaron cualquier idea previa con
respecto a su futuro y forjaron una eficaz fuerza de combate. En este proceso consiguieron
convertir a Wake en la primera victoria de la nacin, dieron nacimiento a emotivos lemas de
guerra, llevaron a cabo las primeras, y posiblemente las ms nobles, acciones picas de la
Segunda Guerra Mundial y proporcionaron a Hollywood el material para una pelcula
conmovedora.
Como sucede en cualquier drama que nos deja clavados en la butaca, abundan los
personajes singulares que llevan al escenario una amplia variedad de experiencias y
antecedentes personales. La mayora de los marines aterrizaron finalmente en Wake por la
misma razn: obedecan rdenes. Sus diferencias estribaban en por qu se haban unido al
Cuerpo de Infantera de Marina en primer lugar.
Robert H. Hanna nunca hubiese sido seleccionado como el marine que representaba
al Cuerpo en un pster de propaganda, aunque pareca estar predestinado para la vida militar.
Sus antepasados haban servido en la Guerra de Independencia y en ambos bandos de la
Guerra Civil y, durante la Segunda Guerra Mundial, a Hanna se le uniran otros veinticinco
miembros de su extensa familia. Un individuo ms pequeo de lo normal y nacido en la
desolada extensin de lo que hoy es Riverside, Texas, el 29 de abril de 1914, Hanna pasaba la
mayor parte del tiempo solo, prefiriendo la soledad a las vertiginosas actividades de sus
compaeros de colegio. Mientras que el resto de los chicos se dedicaban a practicar deportes
y a meterse en peleas, a l le encantaba deslizarse en la tienda de su familia y coger caramelos
cuando nadie le miraba o repantigarse en un cmodo silln a leer sus libros favoritos: novelas
del oeste e historias de misterio. El muchacho de voz suave raramente confiaba en alguien y
tena muy pocos amigos.
A principios de la dcada de 1930, Hanna se uni a las fuerzas armadas. Seis aos en
el Ejrcito, donde los reclutas vean cmo los oficiales trataban repetidamente a los hombres
con desprecio, desilusionaron al joven Hanna. En una ocasin obtuvo el permiso verbal de su
comandante para un permiso de dos das. Mientras Hanna se encontraba ausente del cuartel,
todos los hombres recibieron la orden de regresar al campamento para unas maniobras por
sorpresa, pero Hanna jams se enter de este hecho. Cuando regres, el comandante del
campamento confin a Hanna en los barracones por no haberse presentado. El comandante
de Hanna, quien haba olvidado informar de la ausencia de Hanna, no apoy la versin del
joven soldado para evitar un castigo.
Hanna aprendi una leccin importante de este incidente. El crea que un lder no slo
debera tratar a sus hombres con respeto, sino tambin unirse a ellos en el trabajo y predicar
con el ejemplo. Sin estos ingredientes, Hanna estaba convencido de que un oficial jams se
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ganara la confianza de sus hombres.
Los seis aos de Hanna en el Ejrcito concluyeron en 1939. Sin renunciar a la
bsqueda de una carrera militar orient su inters hacia los Marines, donde pens que una
inflexible insistencia en la lealtad a la unidad y al Cuerpo ofreca una alternativa mejor.
Como joven teniente, Hanna trat de recordar la leccin de liderazgo que haba observado y
formulado durante sus aos en el Ejrcito: ser justo y honesto, preocuparse por todos los
pequeos detalles y poner a los hombres primero. Por ejemplo, durante la cena de
celebracin de la guarnicin cada 10 de noviembre, la fecha de aniversario del Cuerpo de
Infantera de Marina, Hanna se aseguraba de que sus hombres pasaran antes que l en la cola
para recibir la comida.
Si un hombre se meta en problemas, Hanna dedicaba tiempo a comprobar su historia
e interrogaba a todos los testigos antes de aprobar su juicio. De ese modo, incluso si Hanna
impona un severo castigo para el infractor, el marine saba que su oficial al mando estaba
dispuesto a secundarle. Hanna esperaba que, como resultado de esta actitud, en una situacin
lmite como el combate, sus hombres estuviesen dispuestos a realizar un esfuerzo extra por
l.
Pero Hanna no era solamente un hombre entregado a su trabajo. Aunque raramente
frecuentaba los bares locales o sala de ligue como algunos hombres, tambin sola divertirse.
El 7 de junio de 1937, a cambio del uso del coche de Hanna, un compaero oficial le organiz
una cita a ciegas con Vera Edith Bryant, una morena atractiva y apacible. Los dos parecan
hechos el uno para el otro a ambos les gustaban los pasatiempos tranquilos y evitaban a las personas fanfarronas pero pasaron dos meses antes de que el tmido y reservado oficial la llamase para una segunda cita. Despus de aquello se volvieron casi inseparables, dando
largos paseos a menudo por el campo en el coche de Hanna, hablando y disfrutando de la
naturaleza.
La pareja se cas el da de Navidad de 1938 en Forth Worth, Texas. A diferencia de
muchos hombres, quienes parecen olvidar el elemento romntico de la pareja una vez que
estn casados, Hanna le enviaba a Vera recordatorios de su amor por ella casi todos los das.
Cuando regresaba a su casa desde la base se detena a comprarle una rosa o algn otro
pequeo regalo para que Vera supiera que nunca estaba fuera de sus pensamientos. Por su
parte, Vera siempre le preparaba las comidas que a su esposo ms le gustaban.
En marzo de 1941, despus de haber recibido entrenamiento en Quantico, Virginia, y
San Diego, California, Hanna recibi nuevas rdenes. Junto con otros miembros de una
unidad de reciente formacin llamada Primer Batalln de Defensa de la Infantera de Marina,
Hanna abord un barco de transporte de tropas y se dirigi al Pacfico. Destino final: la isla
Wake.
Durante toda su vida, Ralph Holewinski haba considerado a Gaylord, Michigan,
como su hogar. Abrigada entre los frondosos bosques y los pinares del norte de Michigan,
Gaylord ofreca actividades diversas durante todo el ao: caza y golf en los meses de verano
y esqu y patinaje durante el invierno. Mientras Holewinski disfrutaba de estos pasatiempos,
pasaba la mayor parte del tiempo en la granja de su familia, donde sus padres necesitaban su
ayuda para cosechar el grano que ayud a la familia a soportar los aos de la Depresin.
La formacin de Holewinski en la Saint Mary's Catholic School en Gaylord forj
unos cimientos slidos, tanto educacionales como religiosos. Las monjas dominicas que
impartan las clases en el colegio inculcaron en Holewinski valores bsicos como la lealtad y
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la devocin. El recordaba especialmente a una maestra de matemticas, una monja que
imparta la clase con estilo militar y exiga una atencin absoluta a sus alumnos y quien, en la
dcada de 1930, les advirti que el mundo se encaminaba hacia una guerra general en la
dcada siguiente.
Dos aos despus de haberse graduado en el instituto, Holewinski se alist en el
Cuerpo de Infantera de Marina, atrado por el aliciente de tener un trabajo estable y la
posibilidad de viajar a lugares lejanos. Viaj inmediatamente a San Diego para incorporarse
al campamento de instruccin de reclutas del Cuerpo de Marines y aprender el uso de una
ametralladora del calibre 30 (7'62 mm). Al igual que Hanna, fue asignado al Primer Batalln
de Defensa y enviado a un lugar del que no saba absolutamente nada: la isla de Wake.
El cabo de veinte aos Franklin Gross, el dcimo de doce hijos nacido en Dewitt,
Missouri, sinti el impulso de viajar desde muy temprano y, ya adolescente, acostumbraba a
subir a los trenes de mercancas para viajar por la zona oeste del pas.
En la dcada de 1930, los aos de la Depresin, no me importaba qu clase de tren
de mercancas fuese o adonde se dirigiera, llevaba docenas y docenas de vagabundos. Nadie
tena trabajo. Gross viaj de Dewitt a Kansas City, continu hacia el norte a Minnesota para
la cosecha del trigo y luego viaj a Dakota del Sur para trabajar durante unos meses para el
ferrocarril. Posteriormente lleg haciendo autostop a Wyoming, donde esperaba conseguir
algn tren que se dirigiese a California.
Gross se alist en los Marines en enero de 1939, antes de que el conflicto con los
japoneses acaparase tantos titulares. Como suceda con la mayora de los Marines en la isla
de Wake, una posible guerra en el Pacfico no fue un factor importante en la decisin tomada
por Gross. Dijo que se una a los Marines porque yo quera viajar y conocer otros lugares
del mundo.
Mientras Gross viajaba a travs del pas, otro nativo de Missouri, Ewing E. Laporte,
de dieciocho aos, vagaba por el Medioeste. Debido tambin a los terribles efectos de la
Depresin, sus padres y l viajaban a cualquier parte donde pudieran necesitarse sus
habilidades para la carpintera. Las duras condiciones econmicas imperantes en esa poca
hicieron que Laporte como miles de otros jvenes fuertes y sanos volvieran finalmente los ojos hacia las fuerzas armadas para resolver sus dificultades de trabajo. Se uni al Cuerpo
de Marines porque vio una oportunidad de mejorar su situacin, no porque sintiera la llamada
del deber ante los distantes tambores de guerra.
La falta de trabajo echaba por tierra cualquier ambicin por la vida civil. Me un a
los Marines el 7 de diciembre de 1940, un ao antes del ataque japons a Pearl Harbor.
En aquella poca todos ramos unos camorristas
Los Marines y los trabajadores de la construccin en Wake debieron forjar una slida
amistad, puesto que los hombres compartan un origen comn. Los duros y sufridos
trabajadores de la construccin, hijos de la era de la Depresin igual que Gross y Laporte,
teman a muy pocos desafos, al menos en el campo de la construccin. Muchos de ellos
haban trabajado en los impresionantes proyectos de las presas de Grand Coulee y Boulder
pero, a diferencia de los Marines, haban viajado voluntariamente hasta aquella isla perdida
en el medio del Pacfico buscando una oportunidad de ganar fantsticas sumas de dinero. La
edad de los hombres oscilaba entre los diecisiete y los setenta y dos aos e incluan un
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puado de equipos de padre e hijo. Precursores de los ejrcitos de ciudadanos soldados que
tan hbilmente aumentaran los efectivos de las fuerzas armadas regulares y llevaran a los
militares norteamericanos a la victoria en la Segunda Guerra Mundial, los trabajadores
civiles de la construccin jugaron un papel clave en la historia de Wake.
Mientras los Hanna se embarcaban en su nueva vida juntos, y Holewinski, Gross y
Laporte iniciaban su camino hacia Wake, el tro de amantes de la diversin compuesto por
Joe Goicoechea, Murray Kidd y George Rosendick disfrutaban plenamente de la vida en
Boise, Idaho. Los adolescentes eran amigos desde la escuela de prvulos y a medida que
avanzaban hacia su ltimo ao en el instituto, se volvieron casi inseparables. Todo el mundo
conoca su reputacin: si queras rerte y pasarlo bien slo tenas que juntarte con Joe, Murray
y George. Los tres, a veces con la compaa de la novia de Murray, Lena, reunan todo el
poco dinero que tenan y disfrutaban de las pelculas que ponan en el Ada Theater o beban
batidos de leche en la hamburguesera local despus de haber asistido a los partidos de ftbol
americano que el equipo del instituto disputaba los viernes por la noche. Despus de todo, los
efectos de la Depresin an se sentan, de modo que no podan desperdiciar el dinero, pero
eran jvenes, solteros y estaban dispuestos a aceptar todo aquello que la vida pudiese
ofrecerles...excepto el matrimonio. Diablos, no podamos cuidar de nosotros mismos, y
mucho menos de otra persona, dijo Goicoechea.
Boise, una ciudad pequea, con una poblacin de veinte mil habitantes, podra haber
sido un modelo perfecto para una pintura de Norman Rockwell[1]
. Los vecinos se saludaban
en las calles y por la noche jams cerraban las puertas de sus casas con llave. Los inviernos
invitaban a esquiar y patinar sobre hielo, mientras que los meses de verano resultaban ideales
para la prctica del bisbol y otras actividades al aire libre. Puesto que la ciudad se hallaba al
pie de las Montaas Rocosas, la caza y la pesca eran buenas opciones durante todo el ao.
Todos los veranos, desde que eran unos cros, los tres se acercaban a las orillas del ro Boise
para observar cmo los trabajadores levantaban las tiendas que alojaran la feria anual del
condado. Los artistas de circo, con su aire de independencia, viajes y mstica, fascinaban al
tro.
Boise era un lugar perfecto para que un chico creciera, dijo el revoltoso
Goicoechea. Conocas a todo el mundo. Tenamos bisbol y softbol y los tos se iban a la
montaa a cazar y pescar. Cazbamos de todo, ciervos, osos, alces. Era un lugar magnfico
para vivir.
Como la mayora de los jvenes de Boise en aquellos das, los tres procedan de
familias de inmigrantes. Nacido el 31 de julio de 1921 en el seno de una familia de
inmigrantes vascos, Goicoechea era el mayor de cuatro hermanos. Trabajaba en una tienda de
comestibles para ayudar a su familia, que debido a las dificultades econmicas se mud
cuatro veces antes de que Goicoechea entrase en el instituto. Tenamos que mantenernos un
paso por delante de los cobradores de alquileres. Era la Depresin.
La familia de Kidd viaj a Boise debido a las tareas agrcolas y la explotacin
forestal, las dos industrias principales de la ciudad. Todos los das, el serio Murray Kidd se
levantaba a las 3.30 para iniciar el reparto de peridicos a su extensa lista de 200 clientes,
deslizndolos cuidadosamente por la abertura de la puerta o dejndolos en el porche en lugar
de lanzarlos despreocupadamente a cualquier parte del jardn delantero. Sabiendo que sus
padres no tenan dinero para enviarle a la universidad, Kidd estudiaba contabilidad en el
instituto para poder trabajar en alguna empresa una vez que se graduase. Finalmente se
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convirti en el contable de una papelera de Boise.
De los tres amigos, George Rosendick era el ms atractivo para las chicas. Guapo y
agradable, Rosendick se senta tan cmodo en presencia de mujeres como con Joe y Murray.
Al igual que sus dos amigos, a Rosendick le encantaba la diversin pero tambin era
consciente de la importancia del trabajo duro, un rasgo que le haban inculcado sus padres,
ambos llegados desde Croacia.
A pesar de sus tribulaciones, los tres nunca dejaban de divertirse. Goicoechea jugaba
al bisbol con tanto talento que los Cincinnati Reds enviaron a un ojeador para que observara
su juego. El camorrista Kidd se uni a los equipos de baloncesto y atletismo del instituto de
Boise, aunque slo meda metro cincuenta y dos y pesaba menos de 45 kilos.
En ocasiones, sus formas de divertirse les acarreaban problemas con los policas de
Boise, a la mayora de los cuales conocan por su nombre. Joe, Murray y George se
aficionaron a meter piezas de plomo en las mquinas tragaperras y stas les recompensaban
pagando con monedas autnticas. El engao, muy beneficioso para ellos pero ruinoso para
los comerciantes, tenan sus inconvenientes: el tro slo poda hacerlo unas pocas veces antes
de que dueo lo descubra. Tenamos que tener cuidado de no regresar a algunos de esos
locales. En aquella poca ramos unos autnticos camorristas.
La diversin slo puede mantener a una persona hasta cierto punto antes de que la
responsabilidad y la madurez y una urgente necesidad de dinero se interpongan en su camino. Boise ofreca muy pocas perspectivas de trabajo estimulantes para la juventud
aventurera, pero haba una industria que pareca prometedora. La gigantesca empresa de
construccin Morrison-Knudsen haba desarrollado una gran reputacin construyendo
puentes, carreteras y presas en todo el mundo, incluyendo la presa Hoover y el puente de la
Baha de San Francisco. En mayo de 1941 corri el rumor por toda la ciudad de que la
empresa necesitaba trabajadores para la construccin de instalaciones militares en un oscuro
puesto de avanzada en el Ocano Pacfico. A cambio de lo que en aquella poca era la
increble suma de 125 dlares mensuales ms gastos, los trabajadores accedan a viajar al
Pacfico a costa de la empresa y trabajar all durante nueve meses, momento en el cual recibiran una bonificacin y podran optar entre regresar a casa o aceptar un segundo
perodo laboral de nueve meses.
Morrison-Knudsen era una de un grupo de ocho enormes firmas dedicadas a la
construccin que haban sido contratadas por el gobierno para la instalacin de bases en la
zona del Pacfico. Para reducir costes, la Marina fundi las ocho en una inmensa
organizacin llamada Contratistas de Bases Areas Navales del Pacfico (CPNAB).
Morrison-Knudsen recibi los contratos para concluir las obras iniciadas en la isla de Wake.
La oportunidad pareca hecha a la medida para los tres muchachos, que haca menos
de un ao que haban acabado el instituto. Viajaran a una extica isla en medio del Pacfico,
ahorraran un buen dinero y aprenderan un oficio, y todo ello en apenas nueve meses. Si les
gustaba lo que estaban haciendo, siempre podan quedarse en el Pacfico. Si no era as, eran
libres de regresar a Boise, con dinero en el bolsillo y habiendo aprendido un oficio. Pareca
una situacin inmejorable.
Pronto comenzaron a aparecer los obstculos. Los padres de Joe trataron de disuadirle
con el argumento de que necesitaban que su hijo mayor les ayudase en casa en lugar de irse a
vagabundear a una isla dejada de la mano de Dios. George no super las pruebas fsicas
debido que tena pies planos y uno de los gerentes le dijo a Murray que era demasiado joven.
Pero los muchachos se negaron a rendirse.
En aquella poca slo tena dieciocho aos y tenas que tener al menos diecinueve,
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pero yo realmente quera ir, explic Kidd. Llegu a casa y habl con mi madre y ella se dio
cuenta de que yo iba en serio. Entonces cogi el telfono y habl con alguien que conoca en
Morrison-Knudsen y nos contrataron a todos. Ella conoca a las personas adecuadas.
Apenas salidos del instituto y siendo poco ms que unos cros a los que les gustaba divertirse,
Goicoechea, Kidd y Rosendick firmaron los formularios pertinentes y se prepararon para
viajar a la isla de Wake.
A J. O. Young no haba nada que le gustase ms que pasar el tiempo en compaa de
su novia, Pearl Ann Sparks. Por menos de un dlar, la pareja poda ver una pelcula en el
Majestic o el Adelaide, luego comer hamburguesas o tomar unos batidos en alguno de sus
dos locales favoritos en Main Street, el Blue Bird o el Saxton's. Era una velada perfecta para
una pareja profundamente enamorada.
El de ellos no era el tipo de romance salvaje y apasionado al que se entregaban
algunos adolescentes. Su relacin haba tenido un comienzo bastante inocente, paseos por la
ciudad con una amiga de ambos, otra chica que atraa mucho a Young. Era una chica muy
guapa, explic Young aos ms tarde, y Pearl y yo caminbamos con ella todos los
mediodas. Yo pareca un caso grave de amor adolescente por aquella chica. Pero luego ella
se mud de ciudad y Pearl y yo simplemente continuamos nuestros paseos.
Los pasatiempos tranquilos, como los pequeos viajes a los lagos cercanos,
encantaban a la joven pareja. Con Pearl Ann eran todo pelculas y batidos de leche y
paseos, dijo Young. A veces nos gastaban bromas. El apellido de Pearl era Sparks[2]
y los
chicos en el instituto solan decir, "Pearl Sparks, verdad?"
Pearl Ann afirm que su romance con J. O. no fue amor a primera vista sino que se
desarroll con el tiempo. l la haca rer, la llevaba a conocer lugares y los dos se sentan muy
bien cuando estaban juntos. Era fcil llevarse bien con l y era muy divertido, siempre
contando chistes y haciendo comentarios agudos. Yo era tmida y vergonzosa. Supongo que
J. O. lo compensaba. La pareja, novios desde el instituto, haban hecho planes para casarse
en octubre de 1941.
Young, que entonces contaba diecinueve aos, trabajaba como carpintero en el rea
de Boise, pero jams dejaba pasar una oportunidad de mejorar los proyectos para Pearl y l.
Un da, junto con otro carpintero, se protegieron de una tormenta en un cobertizo y, para
matar el tiempo, comenzaron a hablar acerca del proyecto de Morrison-Knudsen. El to de
Young, Forrest Read, se encontraba en la isla de Wake desde mayo y, a travs de sus cartas,
Young conoca las ventajas y los inconvenientes que representaba estar all. Sin embargo, la
idea de ganar una importante suma de dinero en slo nueve meses era una motivacin muy
fuerte. A ltima hora de la tarde, sin decirle nada a Pearl Ann, J. O. se dirigi a las oficinas de
Morrison-Knudsen y firm un contrato para trabajar en las obras que la empresa estaba
realizando en la isla de Wake. Esa decisin significaba que, cuando regresara a casa,
dispondra de dinero suficiente para comprarse su propia casa, pero tambin implicaba tener
que postergar la boda. A J. O. no le gustaba nada la idea de darle la noticia a Pearl Ann.
Despus del trabajo, Young condujo hasta la cercana Nampa para recoger a su novia,
nervioso ante lo que imaginaba que sera una explosiva reaccin de Pearl Ann ante su
decisin de marcharse a Wake. Pearl Ann subi al coche y, como siempre, se desliz junto a
J. O. para poder apretarse contra l mientras emprendan el viaje de regreso a Boise.
Mientras el coche daba bandazos por la carretera rural, un aprensivo Young consigui
finalmente reunir el coraje suficiente para contarle a su novia lo que haba hecho aquella
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tarde. Como era de esperar, Pearl Ann reaccion con dolor y perplejidad. Las lgrimas
baaban sus mejillas mientras lanzaba una catarata de preguntas. Por qu no lo haba
discutido antes con ella? Acaso ya no la quera como antes? Qu pasaba con los planes de
boda, fijada para menos de dos meses ms tarde?
Young trat en vano de explicarle lo que haba hecho. Sus palabras slo recibieron
una mirada fra, incluso despus de haberle prometido a Pearl Ann que regresara despus de
nueve cortos meses, dos mil dlares ms rico, y se casaran inmediatamente. El anuncio no
fue recibido por Pearl Ann con entusiasmo o palabras de nimo, record Young, sino que
se apart de m, se apoy contra la puerta y permaneci all durante la mayor parte de la
tarde. Pearl Ann, enfadada y decepcionada con el hombre con quien pensaba que iba a
casarse en pocos meses, no quera que Young embarcase en un barco de transporte y se
marchase a una isla diminuta en el medio del Pacfico.
Nunca consigui convencerme realmente de que estaba haciendo lo correcto,
explic Pearl Ann. Creo que pens que J. O. ya haba firmado el contrato y no haba mucho
que yo pudiera hacer al respecto. Estuve enfadada hasta el da que se march, pero iba a
hacerlo y eso era todo. Yo no tena idea de dnde estaba Wake.
Al igual que Ewing Laporte, los Comstock nacidos en Iowa y criados en el corazn de Estados Unidos recorran infructuosamente el Medioeste y el Oeste del pas buscando trabajos de carpintera. Durante un tiempo breve repararon casas recuperadas para una
compaa de seguros, pero nunca encontraban un trabajo bien pagado. A principios de 1941,
la luchadora pareja ley un anuncio aparecido en un peridico de Omaha en el que se
buscaban trabajadores de la construccin para proyectos militares en una isla del Pacfico. La
promesa del anuncio de doscientos dlares por mes ms horas extra tent a los Comstock y
firmaron el habitual contrato por nueve meses, aunque ello significaba que tendran que
abandonar Estados Unidos.
El camino de Hans Whitney tambin le llev a Wake. Nacido en 1911, igual que
Franklin Gross se suba a los trenes cuando era adolescente para conocer el pas. Finalmente
se cas, tuvo un hijo y luego firm el mismo contrato por nueve meses que les haban
ofrecido a los Comstock. Durante mucho tiempo haba soado con controlar un negocio con
el que pudiera mantener sin problemas a su familia y consider que esa relativamente breve
estancia en Wake, con sus atractivas condiciones econmicas, era el medio idneo para hacer
realidad sus esperanzas.
Yo soaba con ser independiente, sin tener que depender de los caprichos de ningn
hombre para conservar un trabajo afirm Whitney. Me vea a m mismo en el futuro como
un joven hombre de negocios que se diriga al trabajo al volante de su propio coche,
disfrutando plenamente de la vida. Wake sera su billete para alcanzar el gran sueo
americano.
De este modo, Goicoechea, Whitney y los otros trabajadores civiles se unieron a
Hanna, Holewinski y el personal militar y se dirigieron hacia Wake, donde se veran
envueltos en una de las batallas ms importantes del ao siguiente. Estos hombres no eran
superhroes. Eran hombres corrientes muchachos, en realidad con sueos corrientes, la clase de sueos que siempre han alimentado la vida y el progreso en Estados Unidos: familia,
esperanzas, hogar, lealtad, patriotismo, diversin, aventura. Este grupo de hombres jvenes
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defenderan esos ideales en Wake cuando el resto de la nacin no poda hacerlo, dejara a un
lado sus propios sueos y familias para que otros tuviesen la oportunidad de tener los suyos.
Un fuerte en el Pacfico
Una de las grandes ironas de la guerra en el Pacfico es que una accin militar tan
significativa se produjese en un trozo de tierra tan insignificante. El primer occidental que
avist sus costas, el espaol Alvaro de Mendaa de Neira en 1567, se alej rpidamente de
all porque Wake, que careca de agua potable y de alguna fuente viable de comida, demostr
ser un lugar demasiado desolado para sus necesidades. Una simple mota en medio del
inmenso Ocano Pacfico, Wake es un atoln en forma de V formado por tres isletas con el
extremo abierto apuntando en direccin noroeste. Cada brazo se extiende unos ocho
kilmetros, pero la presencia de canales en los extremos de los brazos divide al atoln en sus
tres partes. La isla de Wake, la ms grande (Wake hace referencia al atoln en su totalidad;
Isla de Wake a la isleta), forma el vrtice, con la isla de Peale a la derecha y la isla de
Wilkes a la izquierda. La superficie terrestre total del atoln es de cinco kilmetros
cuadrados.
El atoln descansa en medio del Ocano Pacfico a 19o de latitud norte, equidistante
de Tokio (tres mil doscientos kilmetros al noroeste) y el archipilago de Hawai (tres mil
doscientos kilmetros al este). Las islas Filipinas se encuentran a 4.500 kilmetros al oeste de
Wake. La arena blanca y gruesa cubre finamente una base irregular de origen coralino,
haciendo de la marcha por su superficie una tarea difcil, mientras que el aire hmedo ahoga
la isla y convierte el acto de respirar en un trabajo muy duro.
Cualquier hombre que haya estado all le dir que el mar domina completamente
Wake. La colisin continua de las olas contra la barrera de coral que rodea las islas produce
un ruido tan ensordecedor que la gente slo puede orse a corta distancia cuando habla. El
terreno, que da abrigo a poco ms que rboles raquticos y matorrales, se apoya casi a ras del
agua el punto ms alto del atoln apenas si se eleva unos cuatro metros por encima del nivel del mary cuando la zona es azotada por los tifones el ocano cubre completamente la tierra.
Aunque parezca sorprendente, el atoln est lleno de vida animal, aunque no siempre
de la clase ms deseable. Las ratas corretean en cantidades verdaderamente inquietantes,
mientras que millones de diminutos cangrejos cubren de tal modo las playas que, cuando se
mueven, toda la playa parece que cambia de lugar. La bella laguna que se encuentra en el
interior del atoln en forma de V contiene un agua tan cristalina que una persona que la
recorra en un bote de remos podra mirar hacia el fondo y ver una extensa variedad de vida
acutica, desde pulpos hasta anguilas y toda clase de peces exticos y multicolores. La salida
y la puesta del sol, sin parangn en ningn otro lugar de la Tierra, ofreca una fascinante
variedad de tonos suaves. A Wake slo le faltaban las palmeras para que coincidiera con la
imagen de paraso tropical que presentan las novelas.
Despus de la apresurada visita de Neira al atoln, muy pocos navos procedentes de
Europa o Amrica recalaron en ese remoto lugar del ocano. En 1796, el capitn britnico
Samuel Wake dio al atoln y sus isletas sus nombres actuales cuando ech anclas ante sus
costas. Cuarenta y cinco aos ms tarde, el teniente Charles Wilkes, de la Marina de Estados
Unidos, se detuvo en Wake como parte de su misin de explorar y hacer un mapa
cartogrfico de las islas del Pacfico. Despus de una rpida inspeccin, Wilkes declar que
el atoln no era apto para ser habitado, pero antes de partir bautiz a una de las isletas en
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honor de un famoso naturalista que acompaaba la expedicin, Titian Peale, y la otra, en una
muestra de arrogancia, con su propio nombre.
El atoln permaneci sin ser avistado por ninguna otra potencia occidental hasta el 4
de julio de 1898, cuando el comandante en jefe de un importante contingente de tropas
norteamericanas que se diriga rumbo a las Filipinas durante la guerra con Espaa reclam
Wake para Estados Unidos. El marino tambin lleg a la conclusin de que ese punto
abandonado y desierto en la inmensidad del ocano poda tener escasa utilidad ms all de
servir como refugio temporal para los barcos que cubriesen un servicio regular en aguas del
Pacfico.
Durante aos, ste fue el servicio que prest Wake. Pero esa situacin cambi
drsticamente en la dcada de 1930, cuando dos naciones fijaron su atencin en el plcido
atoln. Situado en el lado occidental del Pacfico, Japn intentaba desde haca muchos aos
unirse a las filas de las potencias ms importantes del mundo. En opinin de muchos
japoneses, una posicin de vanguardia garantizaba la supervivencia de la nacin, mientras
que el hecho de aceptar un estatus inferior la relegara para siempre a un segundo plano en la
escena mundial.
A diferencia de Estados Unidos, cuya poblacin disfrutaba de una enorme extensin
de tierra, Japn ocupaba una minscula superficie montaosa rodeada por el mar. Cuanto
ms aumentaba su poblacin, menos espacio disponible haba para sus pobladores. En la
dcada de 1920 la poblacin de Japn ascenda a 80 millones de personas aproximadamente.
La superficie total de Japn es equivalente a la del estado de Montana. Si quera crecer,
Japn, la nacin ms densamente poblada del mundo, deba buscar tierras ms all de sus
fronteras.
Como nacin insular, Japn tena que importar gran parte de su materia prima y
productos alimenticios. Sus habitantes slo podan cultivar un porcentaje determinado de las
necesidades nacionales y, para satisfacer el resto, los mandatarios de la nacin deban buscar
en otra parte. Casi el 70 por ciento del suministro de zinc y estao del pas proceda del
exterior, igual que el 90 por ciento del plomo y todo el algodn, lana, aluminio y caucho.
Cuando los expansionistas estudiaron las zonas prximas, la mayora de los ojos se volvieron
al oeste, hacia China y el continente asitico.
Sin embargo, cuando buscaban materias primas en Asia, los lderes japoneses
colisionaban con los intereses europeos. Japn necesitaba caucho, estao y bauxita de
Birmania y Malasia, pero Gran Bretaa controlaba estas naciones. Las inmensas plantaciones
de caucho de Indochina contenan un material muy valioso, pero Francia dominaba esa zona
del mundo. El producto buscado ms afanosamente, el petrleo, se encontraba en generosas
cantidades en Malasia, pero los holandeses mantenan un frreo control en la regin. En
todos los lugares a los que se diriga Japn en busca de alivio para su situacin, encontraba
que una nacin europea bloqueaba su camino hacia el futuro.
Los militantes japoneses que exigan una expansin inmediata hacia el territorio
continental asitico eran contenidos por las fuerzas ms moderadas y por el hecho de que la
economa japonesa dependa notablemente de Estados Unidos para sus productos. El
derrumbe del mercado de valores en 1929, que anunci la Gran Depresin, alter esa
situacin. Los extremistas militares castigaron a los sectores moderados por haber alineado a
Japn tan estrechamente con Estados Unidos. Reclamaron la instauracin de una nueva
poltica que hiciera hincapi en la conquista y la expansin.
El embajador norteamericano en Tokio, Joseph Grew, advirti a Washington de que
los partidarios de una solucin militar ganaban fuerza cada da y que su intencin era
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expandirse hacia China y otras zonas del Pacfico. Grew comunic a sus superiores que los
militares controlaban el gobierno y que ningn poltico civil poda tomar medida alguna sin
su aprobacin.
Mientras que con diez aos, Joe Goicoechea iniciaba su quinto grado en Boise, Idaho,
y Robert Hanna, que contaba diecisiete aos, hacia lo propio en su ltimo ao de instituto, los
japoneses ponan en marcha el primero de una serie de acontecimientos que culminaran en la
Segunda Guerra Mundial. El 18 de septiembre de 1931, el ejrcito japons invadi China
como represalia por la explosin de una bomba en una lnea de ferrocarril controlada por
ellos. Estados Unidos, cuyo Presidente entonces era Edgar Hoover, conden la invasin, pero
el pas se hallaba tan inmerso en sus propios problemas econmicos que poco poda hacer
para influir en unos hechos que se estaba produciendo en el otro extremo del mundo.
Cuando Franklin D. Roosevelt asumi la presidencia en 1933, los asuntos de poltica
exterior adquirieron un papel ms importante, aunque an subordinado, en el gobierno.
Roosevelt quera fortalecer a las fuerzas armadas e instalar tropas en una ristra de atolones
del Pacfico controlados por Estados Unidos, pero dos problemas se lo impedan: la
Depresin y el aislacionismo. Mientras millones estadounidenses lucharan con el desempleo,
mientras las familias pasaran hambre y los nios no tuviesen un techo para protegerse,
Roosevelt no poda hacer otra cosa que concentrar sus esfuerzos para aliviar el estancamiento
econmico que atenazaba la nacin.
Incluso sin las exigencias impuestas por la Depresin, Roosevelt hubiese tenido
graves dificultades para llevar adelante sus propuestas de aumento del presupuesto militar y
de una poltica ms agresiva hacia Japn en un Congreso controlado por los aislacionistas. El
aislacionismo floreci como consecuencia de los efectos producidos por la Primera Guerra
Mundial, cuando muchos polticos y ciudadanos importantes afirmaron que Estados Unidos
haba enviado al extranjero a gran parte de su juventud para que muriese en los campos de
batalla europeos por algo que ellos crean que eran causas europeas. Una poltica ms
racional, segn las tesis de los aislacionistas, era evitar los asuntos europeos y de la zona del
Pacfico, permitir que ambos ocanos constituyeran barreras naturales contra cualquier
agresin y cuidar los asuntos internos.
Roosevelt tuvo que hacer frente a unos oponentes formidables en el movimiento
aislacionista, entre los que se contaban algunas de las personas ms poderosas e influyentes
de la historia poltica e industrial de Estados Unidos. Henry Ford cedi su nombre a la causa,
como lo hicieron la hija de Theodore Roosevelt, Alice Roosevelt Longworth, la famosa actriz
Lillian Gish y el icono de la aviacin, Charles Lindbergh.
Paralizado polticamente, Roosevelt recurri al subterfugio para establecer una
presencia estadounidense testimonial en las islas del Pacfico. Uno de los movimientos se
produjo el 29 de diciembre de 1934, cuando emiti la Orden Ejecutiva 6935, que designaba a
Wake como un refugio de aves bajo el control de la Marina. Esta accin demostr a los
japoneses que Estados Unidos consideraba a Wake como una parte integral de su territorio,
aunque lo haca sin alarmar a los aislacionistas. En ese momento, Roosevelt no poda dar ms
que ese simple paso, aunque su intencin era fortificar militarmente la isla tan pronto como
las condiciones lo permitiesen.
La primavera siguiente, Roosevelt recibi la asistencia del sector comercial cuando la
compaa de aviacin Pan Am anunci la inclusin de su nueva ruta transpacfica. En un
viaje que duraba menos de una semana, los pasajeros podan volar desde la costa oeste de
Estados Unidos hasta las Filipinas en hidroaviones llamados China Clippers. Estos aparatos
saltaban a travs del ocano a lo largo de una cadena de puestos localizados en islas del
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Pacfico de posesin norteamericana, como Guam y Wake.
Roosevelt aprovech de inmediato la posibilidad de ayudar a Pan Am a desarrollar las
necesarias paradas para repostar combustible y descansar. Orden al entonces Secretario de
Marina, Claude A. Swanson, que emitiera una autorizacin para que la compaa area
pudiese construir instalaciones de asistencia a sus hidroaviones en Wake; luego hizo que su
Director de Planes de Guerra, contraalmirante William S. Pye, trabajase estrechamente con la
compaa en el diseo de unas instalaciones que pudiesen cambiar rpidamente de uso
comercial a uso militar. Roosevelt desvi todos los fondos que pudo para ayudar a Pan Am a
construir una base para hidroaviones y alojamientos.
En lugar de anunciar abiertamente la importancia de Wake como base militar y
construir instalaciones adecuadas, Roosevelt tuvo que proceder a paso de tortuga y
movindose en las sombras, donde sus actos no estuviesen sometidos a ningn tipo de
inspeccin. Esta tctica prevaleci durante gran parte de la dcada, lo que frustr a Roosevelt
y a sus asesores militares, quienes queran colocar hombres y armas en el remoto atoln.
Japn, que consideraba el Pacfico como su reino personal, advirti con creciente
nerviosismo los tenues movimientos de Roosevelt. En 1935 Wake quizs no representase
ninguna amenaza, pero el atoln se encontraba en el camino de las posesiones japonesas en
las islas Marshall y las Carolinas. Cualquier presencia militar norteamericana en Wake poda
obstaculizar las futuras operaciones japonesas en y desde esos dos puntos. Los bombarderos
norteamericanos que operaban desde Wake podan atacar blancos japoneses en sus islas o
bien atacar a las fuerzas japonesas que avanzaran hacia Wake mucho antes de que los barcos
de guerra japoneses llegaran a su destino. La aviacin norteamericana poda apoyar un
ataque naval contra las islas controladas por Japn y tambin podan realizar tareas de
vigilancia en cientos de kilmetros a la redonda. En manos de Japn, Wake no slo protega
las posesiones japonesas hacia el oeste, sino que se converta tambin en una peligrosa zona
de estacionamiento de tropas para lanzar un asalto sobre Hawai. La importancia de Wake
tanto para Estados Unidos como para Japn aument a medida que la tensin creca entre
ambos pases, transformando el minsculo atoln de un solitario puesto de avanzada en el
probable escenario de una batalla.
Las relaciones entre Estados Unidos y Japn empeoraron en diciembre de 1937,
cuando aviones japoneses atacaron a la caonera norteamericana Panay en aguas chinas. En
el ataque perdieron la vida dos marineros norteamericanos y un periodista italiano. La escena
fue filmada por un reportero de una agencia de noticias.
Los polticos y el pueblo de Estados Unidos reaccionaron con indignacin y, por un
momento, los dos pases parecieron encontrarse al borde de una guerra. Franklin Roosevelt,
atenazado por los sentimientos aislacionistas, saba que era muy poco lo que poda hacer para
afirmar el poder de Estados Unidos en China. El gobierno japons, envuelto ya en un
conflicto armado con China, quera evitar a toda costa un conflicto con Estados Unidos, pas
del que reciba valiosos envos de chatarra y petrleo. Con ninguno de ambos bandos
ansiosos por iniciar una guerra, surgi una solucin pacfica. Roosevelt exigi a las
autoridades japonesas una disculpa pblica y el pago de ms de dos millones de dlares en
concepto de daos y perjuicios. Tokio accedi a ambas demandas y Roosevelt acept la
explicacin de que los pilotos japoneses haban identificado errneamente al Panay como un
barco chino. Aunque ambos bandos consiguieron evitar la guerra en esa ocasin, el incidente
contribuy a deteriorar an ms las relaciones entre Japn y Estados Unidos.
No obstante, el incidente ocurrido con el Panay le proporcion a Roosevelt una
justificacin perfecta para incrementar sus esfuerzos militares. Un mes despus del
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hundimiento de la caonera, Roosevelt solicit y obtuvo del Congreso un aumento del 20 por
ciento en los fondos destinados a la Marina y, de ese modo, poder construir un nmero
suficiente de barcos para estacionar flotas tanto en el Atlntico como en el Pacfico. Al
mismo tiempo, solicit que los fabricantes de aviones y municiones norteamericanos dejasen
de comerciar con Japn y redujo asimismo la cantidad de productos importantes enviados por
Estados Unidos a Japn, como chatarra, petrleo y algodn.
En mayo de 1938, Roosevelt orden a la Marina que llevase a cabo un estudio de
posibles bases navales en el Pacfico. El comit designado a tal efecto, bajo la direccin del
contraalmirante Arthur J. Hepburn, determin que las tres bases ms importantes eran las de
Pearl Harbor, Midway y Wake y recomend con urgencia que las instalaciones defensivas en
Wake, tales como una base para aviones de patrullaje, fuesen construidas lo antes posible.
La Marina de Estados Unidos quera que Wake y sus otras posesiones en el Pacfico,
incluyendo la isla de Johnston, el atoln de Palmira, Samoa y Midway, constituyeran el
sistema de alarma avanzada de la nacin en el caso de que los japoneses iniciaran
movimientos agresivos. Los barcos de patrulla enviados desde Wake y otros lugares podran
detectar la presencia de fuerzas navales japonesas a cientos, cuando no a miles, de kilmetros
antes de que pudiesen alcanzar sus objetivos. De esa manera podran controlar los
movimientos de aproximacin a Pearl Harbor y la coste oeste de Estados Unidos. Por lo
tanto, Wake ocup su lugar entre los bastiones fronterizos histricos del oeste de la nacin,
como Fuerte Apache, excepto que su campo de operaciones se extenda sobre el mar y no
sobre tierra.
La intencin era que formasen una barrera contra Japn a la manera de los fuertes
levantados en las praderas del oeste contra las tribus hostiles en los tiempos de nuestras
guerras indias, escribi un hombre que alcanzara la fama en Wake, el mayor James P. S.
Devereux, del Cuerpo de Marines. En octubre de 1939, cuando Roosevelt traslad la base de
operaciones de la flota del Pacfico de San Diego, California, a Pearl Harbor, Hawai, en un
esfuerzo por enviar un claro mensaje a los japoneses de que Estados Unidos se opona a sus
acciones en Asia y que reaccionara con mayor virulencia en el futuro, Wake asumi una
importancia an mayor.
Wake poda servir tambin a otros propsitos. Los estrategas navales estudiaron
diferentes maneras de atraer a las fuerzas navales japonesas hacia una batalla decisiva si se
declaraba la guerra. Para hacerlo necesitaban un seuelo que atrajera a los japoneses. La
respuesta poda ser una Wake fortificada. Podran permitir los japoneses que existiera una
presencia militar estadounidense tan prxima a sus bases en las islas Marshall sin responder?
Totalmente ignorantes de los peligros que les acechaban, Goicoechea, Hanna y el
resto de los hombres de Wake se dirigan directamente hacia una lucha. Y lo que complicaba
an ms la situacin era el hecho de que su destino se encontraba a apenas mil kilmetros de
las bases japonesas, casi una tercera parte de la distancia en la que se encontraba el pequeo
atoln de una posible ayuda militar procedente de Pearl Harbor.
Mamones! Mamones!
Joe Goicoechea, Murray Kidd y George Rosendick saban muy poco y les
preocupaban an menos los distantes ruidos de guerra en el Pacfico. El nico sonido que
escuchaban era el viento que soplaba junto a las ventanillas cuando su autobs Greyhound
atravesaba la campia en direccin a California. Estaban disfrutando demasiado como para
preocuparse por cualquier cosa que sucediera a miles de kilmetros de distancia. Junto con
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otros setenta trabajadores de la construccin, los tres amigos de Boise haban subido a dos
autobuses fletados por Morrison-Knudsen para trasladar a los trabajadores contratados a San
Francisco. Goicoechea, sabiendo que los autobuses pasaran por algunas de las ciudades del
juego de Nevada, llevaba preparados sus artilugios.
Llevaba un saco lleno de esas piezas de plomo que funcionaban en las mquinas
tragaperras, explic Goicoechea. Entonces, cuando veamos que las piezas de plomo
comenzaban a salir por las mquinas, nos largbamos! Durante un tiempo no tuvimos que
gastar un cntimo de nuestro dinero.
Goicoechea y sus amigos tambin se dieron la gran vida en San Francisco, aunque
slo estuvieron all unos pocos das. Los tres hicieron tanto alboroto en uno de los famosos
tranvas de la ciudad que el conductor detuvo la marcha y les oblig a bajarse.
Hasta ese momento, el viaje a Wake se pareca ms a las vacaciones de un grupo de
amigos que a un viaje en autobs hacia un trabajo y esto era slo el principio.
Morrison-Knudsen, posiblemente sintindose culpable por el hecho de enviar a ese grupo de
hombres a un puesto de avanzada tan remoto, reserv camarotes para la mayora de los
trabajadores en transatlnticos de lujo que hacan la ruta a Hawai. Los hombres pudieron
disfrutar de comidas que raramente haban probado antes, durmieron en mullidas camas de
espaciosas suites y se mezclaron con clientes ricos que tambin hacan la travesa hacia las
islas. Cuando llegaron a Honolul, la Royal Hawaiian Band les dio la bienvenida con msica
nativa mientras que un grupo de bellas muchachas, vestidas con faldas hechas de hojas,
colocaban las tradicionales guirnaldas hawaianas alrededor de sus cuellos.
Cinco das de visitas a lugares de inters recibieron a los trabajadores de la
construccin. Esto es vida!, dijo Hans Whitney, de veintin aos y nativo de Minnesota,
ansioso por destinar el dinero ganado en Wake al hogar soado por la familia. Cuando l y
otros se enteraron de que el clima caluroso y lluvioso de Wake pona a prueba la resistencia
de la mayora de los hombres, Whitney hizo odo sordos a los comentarios negativos. Pens
que poda resistir nueve meses all. Luego, montara un pequeo negocio propio y quizs me
hara asquerosamente rico.
Aunque ninguno de los hombres las reconoci como tales, durante el viaje de ms de
tres mil kilmetros desde Hawai hasta Wake aparecieron algunas pistas de que aquello que
consideraban una oportunidad de oro poda ser otra cosa muy distinta. El propio barco, el
navo de la Marina William Ward Burrows, no contaba con ninguna de las atracciones que
haban disfrutado en los transatlnticos de lujo que haban trasladado velozmente a los
hombres a travs del Pacfico hasta Hawai. En lugar de platos exquisitos y descanso, los
hombres coman judas para el desayuno y luego, de acuerdo con la tradicin naval, se hacan
cargo de algunas de las numerosas tareas que les esperaban, como lavar los platos o fregar las
cubiertas. Sin aire acondicionado, los trabajadores transpiraban en hacinados camarotes
situados bajo cubierta.
Hasta entonces los hombres del CPNAB haban considerado la posibilidad de guerra
con Japn como una probabilidad remota, pero el viaje de once das a Wake les record a
todos ellos que cada kilmetro que avanzaban hacia el oeste les colocaba ms lejos del
control de Estados Unidos. Algunos de los hombres participaban en los ejercicios de fuego a
bordo del barco y Goicoechea not que el Burrows segua un rumbo en zigzag como una
medida de precaucin contra ataques con torpedos.
El final del agotador viaje les ofreci alivio y sorpresa. Los hombres estaban
encantados de verse libres de la aburrida rutina a bordo del Burrows, pero cuando echaron el
primer vistazo a Wake la mancha de tierra que representaba sus sueos de fortuna sus
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ojos se abrieron como platos. El aspecto desolador del atoln exhiba muy poco del encanto
que popularmente se asignaba a las islas del Pacfico, con sus playas de arena blanca,
tentadoras palmeras y aves exticas. Wake ofreca playas estrechas franjas de arena coralina pero en lugar de aves exticas la isla resonaba con el movimiento de miles de cangrejos de tierra, pjaros bobo y ratas. En lugar de majestuosas palmeras, arbustos
raquticos que no se alzaban ms de un par de metros del suelo. Un calor sofocante y una
humedad espesa recibieron a los hombres con una viscosidad opresiva.
Sesenta de los trabajadores de la construccin ya con la moral por los suelos por el viaje inesperadamente duro desde Hawai hasta Wake y echando de menos sus casas y sus
familias decidieron permanecer a bordo del Burrows, regresar a Hawai y luego a casa. Todos ellos prefirieron renegar de sus contratos y renunciar a los atractivos salarios antes que
soportar nueve meses en un lugar tan desolado. James Allen, de veintitrs aos y natural de
Missouri, se qued en la isla pero record que en el grupo que lleg a la playa haba muchos
tos que deseaban no haber visto jams ese lugar.
Los primeros pasos en Wake tampoco ofrecieron ningn consuelo. El grupo del Hans
Whitney llegaron para escuchar gritos de desprecio de Mamones! Mamones! Mamones!
por parte los trabajadores que haban llegado antes que ellos, y cada uno de los hombres se
detena brevemente cuando lea un enorme cartel en forma de rueda y que deca, La guerra
es inminente... mantn la rueda en movimiento. A pesar de todos los indicios de que, tal vez,
el paraso les haba esquivado, un nmero suficiente de trabajadores se qued en el atoln de
modo que, hacia noviembre de 1941, 1.145 hombres habitaban Wake, construyendo
barracones y carreteras, pistas de aterrizaje y cobertizos.
En Wake se unieron a los otros hombres dirigidos por Nathaniel Daniel Dan
Teters, de cuarenta aos, quien tena la reputacin de ser uno de los capataces ms
organizados y exigentes de Morrison-Knudsen. Nacido en Ohio en 1900, Teters ingres en el
Ejrcito en la Primera Guerra Mundial y ayud a construir pistas de aterrizaje. Una vez
acabada la guerra, se gradu como ingeniero en el Washington State College en 1922 e inici
una carrera que se prolong hasta 1960. Entre los proyectos en los que particip se
encuentran la construccin de las presas de Boulder y Grand Coulee en la dcada de 1930.
Teters era un hombre acostumbrado a los retos gigantescos en lugares remotos y
Wake reuna ambas condiciones. Con una combinacin de firmeza y sentido comn, Teters
no tard mucho tiempo en conseguir que la fuerza civil en Wake, compuesta por 1.145
hombres, estuviese en plena actividad. Los trabajadores saban que poda ser un to muy duro
su palabra era ley, dijo uno de ellos pero tambin haba momentos en los que Teters tomaba medidas extraordinarias para que sus vidas en Wake fuesen ms soportables. Poda
ser un capataz inflexible, pero se preocupaba por conocer a todos los trabajadores por su
nombre de pila. Exiga responsabilidad, pero se aseguraba de que todos recibiesen
bonificaciones por las horas extra, incluso los cocineros y los ayudantes de comedor. Teters
impresion de tal manera a los marines que uno de los oficiales afirm que Teters era un
hombre duro y recto que era bueno tener de tu lado en una pelea.
Y ellos necesitaban a un hombre duro, ya que la tarea que tenan por delante era
realmente inmensa. El contrato con el gobierno requera que Morrison-Knudsen dragase un
canal para embarcaciones pequeas e hidroaviones y construyese una pista de aterrizaje de
1.500 metros para los aviones de la Marina en la isla de Wake, una base de submarinos en la
isla de Wilkes y una base para hidroaviones en la isla de Peale. Los contratistas deban
construir calles, barracones, tender canalizaciones de agua corriente y una red de
alcantarillado y conectar las tres isletas mediante puentes. Para completar el trabajo, Teters
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estableci un programa agotador para los hombres: diez horas por da, siete das por semana,
con un da libre cada dos semanas.
Lanzamos una moneda al aire y al perdedor le toc Wake
Hasta agosto de 1941, Teters y sus hombres tuvieron Wake slo para ellos. Aquel
mes, sin embargo, lleg el primer contingente de personal de la Marina, el Ejrcito y los
Marines. Goicoechea, Kidd, Rosendick y los otros civiles firmaron con el CPNAB para
completar nuevos proyectos, mientras que el teniente Hanna, el cabo Holewinski y el cabo
Johnson pisaron Wake con la intencin de luchar para defender lo que haba all.
Al igual que el personal civil, cada marine hizo escala primero en Hawai. Mientras
Hanna y su familia disfrutaban de las visitas relativamente aburridas a los lugares tpicos y de
los paseos por las playas, la mayora de los marines se entregaban a actividades ms movidas.
El soldado raso Ewing Laporte comparaba el escenario de Hawai con la imagen tpica que
mostraban las pelculas de Hollywood: bares, mujeres y peleas. Los oficiales o aquellos que
se lo podan permitir visitaban el Royal Hawaiian Hotel o el Moana en busca de bebida y
conversacin, mientras que la mayora de los cabos y soldados rasos dirigan sus pasos a los
tugurios que se surtan de los militares, como el Black Cat en la calle Hotel o el Pantheon en
la calle Nuuanu. Los prostbulos como el Anchor, el Ritz o el New Senator en la calle River
exhiban largas colas de militares esperando para entrar, mientras que los salones de tatuajes,
las galeras de tiro donde los hombres podan disparar a blancos fijos y las tiendas de
recuerdos tenan unos beneficios sin precedentes.
As eran ms o menos las cosas! Era incluso peor, dijo Laporte. Haba kilmetros
y kilmetros de marineros de blanco que bajaban de los barcos de guerra anclados en filas en
el puerto y lo pasbamos de maravilla. Haba muchas peleas entre los tos de la Marina y los
Marines. En los prados de la YMCA[3]
en Honolul no haba ms que marineros y marines
peleando.
El cabo John S. Johnson sola frecuentar un bar propiedad de unos japoneses donde
peda ron y coca-cola a veinte cntimos la copa. Cuando estaba franco de servicio, l y sus
compaeros suban a un viejo Ford T con unas cuantas cajas de cerveza y se dirigan a la
banda de sotavento de la isla para pasar la tarde bebiendo y nadando. La mayora de
nosotros ramos jvenes y solteros y en Hawai lo pasamos en grande, dijo Johnson.
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Aquellos breves das proporcionaron a los Marines sus ltimos momentos de alegra
durante mucho tiempo. Al igual que sus homlogos civiles, la mayora de ellos notaron de
inmediato la diferencia al ver Wake por primera vez. El teniente primero Woodrow M.
Kessler imaginaba que el atoln no podra resistir una comparacin con las bellezas de
Hawaii, pero esperaba al menos un lugar aceptable. Como escribi en sus memorias, su
suposicin estaba completamente equivocada. Era, de alguna manera, como debi haber
sido para una tropa de reemplazo de la caballera que, despus de atravesar las llanuras y el
desierto del sudoeste, llegase finalmente al fuerte aislado en medio de territorio apache.
Mientras an estaban en Hawai, el cabo Gross y otro infante de marina lanzaron una
moneda al aire para determinar su destino final. Los infantes de marina tenan una vacante
en la isla de Palmira y el otro to y yo queramos ocuparla. Ninguno de los dos saba nada
acerca de Wake, pero haba algunos tos que ya haban estado en Palmira y yo pensaba que
sera el mejor lugar. Lanzamos una moneda y al perdedor le toc Wake. Fui yo. El deseo de
Gross de ver ms mundo se haba hecho realidad, pero no de la manera que esperaba.
Cuando Laporte ech un vistazo por primera vez a ese lugar llano y sin ningn
atractivo, murmur, Oh, Dios! Record, no nos impresion como un lugar muy
agradable. Lo peor fue lo que nos dijo el sargento mayor que nos recibi, 'Hemos estado
trabajando siete das a la semana y vosotros tambin lo haris!'
El primer grupo de militares lleg el 18 de agosto de 1941, cuando cinco oficiales y
170 hombres al mando del mayor Lewis A. Hohn y su ayudante, el capitn Wesley M. Platt,
desembarcaron en el atoln. Los infantes de marina comenzaron de inmediato a construir sus
barracones en el Campamento 1; hileras de tiendas en forma de pirmide con suelos de
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madera en el brazo meridional de la isla Wake. Mientras trabajaban, los hombres miraban a
travs de la laguna hacia la zona ocupada por los civiles, el Campamento 2, en el extremo
septentrional de Wake.
Una vez levantadas las tiendas, Hohn y Platt se concentraron en la tarea principal, que
consista en fortificar las defensas de Wake. Vestidos con camisetas y pantalones cortos bajo
el ardiente sol del trpico, los hombres tuvieron que cavar hoyos de proteccin y
emplazamientos para los caones, tender lneas de comunicaciones y llenar sacos terreros
para proteger las posiciones de las ametralladoras y la artillera.
Otros grupos de militares llegaron a Wake en los meses siguientes, incluyendo once
hombres del personal naval encargados de establecer la estacin aerona