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Page 1: Número extraordinario || La hipótesis "bonapartista" y el surgimiento de sistemas políticos semicompetitivos

Universidad Nacional Autónoma de México

La hipótesis "bonapartista" y el surgimiento de sistemas políticos semicompetitivosAuthor(s): Alain RouquiéSource: Revista Mexicana de Sociología, Vol. 40, Número extraordinario (1978), pp. 161-193Published by: Universidad Nacional Autónoma de MéxicoStable URL: http://www.jstor.org/stable/3539686 .

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La hip6tesis "bonapartista" y el surgimiento de sistemas politicos semicompetitivos ALAIN ROUQUJ1

Los azares de la investigacion empirica nos lievaron a interesarnos en un tipo de regimen politico que parece desafiar a las tipologias clasicas, xa que no se deja englobar en ninguna categoria general. No es necesario dIecir que se trata de los Estados que se encuentran fuera de los dominios privilegiados de la ciencia politica, es decir, ajenos al campo de los sis- temas "representativos pluralistas" y del "socialismo leninista". A las dificultades inherentes al analisis de las formas de gobierno especificas (le las naciones "perifericas" y que se deben parcialmente al "provincia- lismo septentrional" de nuestras ciencias sociales, se suma, en el caso que nos concierne, un obstaculo suplementario. La ambiguiedad es una ca- racteristica constitutiva de los regimenes a los cuales nos referimos.

Designados como "dictaduras populares" o "democracias autoritarias", segun las preferencias ideologicas del observador, estos sistemas murcie- I.-Igo de buena gana se Ilaman a si mismos con el nombre de "democracia dirigida" o "de base" cuando no se refieren a un "socialismo" acompa- fiado de un adjetivo o bien a una "revolucion" temperada por un epiteto tranquilizador. Nos encontramos en el terreno movedizo de las situa- ciones bificas, donde un poder musculoso, al asumir una legitimidad nayoritaria, parece rendir un homenaje virtuoso y formal a la demo- cracia pluralista. El mundo hispanico, rico en experiencias de este ge- nero, ha creado juegos de palabras imposibles de traducir (al frances) alrededor del termino "dictadura" que pueden evocar piuy bien su natu- raleza antitetica: dictabkandas o demnocraduras.*

Las caracteristicas principales de estos regimenes son: un ejecutivo fuerte, mas o menos respetuoso de las libertades publicas; un apoyo general innegable, sin recurrir al monopolio de un partido uinico movili- 7ador; un nivel represivo moderado con respecto a las expresiones poli-

* N. del T. (en espajnol en el original). 11

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ticas minoritarias; y una cierta tolerancia hacia- una pluralidad de aso- ciaciones voluntarias mientras estas no amenacen al nuicleo del sistema. A pesar de ciertos aspectos poliarquicos, la seleccion de dirigentes, gene- ralmente no se lieva a cabo por medio de elecciones competitivas. A pesar de las preocupaciones sociales que proclaman, las reformas promo- vidas no restablecen el sistema de propiedad dominante. Finalmente, una exaltaci6n nacionalista sirve de ideologia unificadora para estos regi- menes que apelan tanto al cambio, como a la independencia nacional.

j C6mo podemos situarlos dentro de los criterios actuales? j Son con- servadores o progresistas, de derecha o de izquierda? La hilp6tesis de vna "disociaci6n de los valores politicos y de los valores sociales de la izquierda ( . . . ) en las sociedades que se encuentran fuera de la civiliza- cion occidental" citada por Raymond Aron, ' podria de alguna mnanera ayudarnos. 'Pero, aunque principalmente se trata de una f6rmula pole- mica dirigida contra el "mito de la izquierda" en Francia, esta distin- cion,mas bien se refiere a los sistemas progresistas movilizadores de los paises excoloniales que a los sistemas que nos conciernen aqui.

Las tipologias multiples propuestas por la cien-cia politica contempo- ranea casi no permiten delimitar el campo de estos regimenes "bastardos". El indicar la posicion de estas dictablandas a lo largo del continuo "de- mocracia totalitarismo" de Friedrich y Brzenzinski 2 o en relacion a la dicotomia "dictadura/totalitarismo" de Hannah Arendt 3 s6lo nos escla- receria esto de una manera muy modesta. Por otra parte, estos modelos, fechados hist6rica e ideologicamente, no tienen una ambicion universal. Pero las tipologias mas aTnplias tambien dejan escapar las formas de Estado que intentamos delimitar. De los tres "tipos elementales de go- bierno" definidos por B. Crick: 4 cl autocratico o tradicional, el republi- cano, que abarca a 'los regimenes constitucionales pluralistas occidenta- les, y el totalitario (que casi u(nicamente se refiere al comunismo), nin- guno corresponde a nuestro caso.

El empleo de categorias empiricas moderadas por Gabriel Almond (sis- temas politicos angloamericanos, de Europa occidental, preindustriales y totalitarios) tenderia a envolver a los regimenes netamente originales en una vasta zona residual indiferenciada, caracterizada por conflictos de cos culturas politicas, la occidental y la "preoccidental". 5 Ahora bien, los regimenes que mencionamos tambier. afectan a algunas naciones que

1 Aron (R.), L'opium des intellectuels, Paris, Gallimard, 1968, (Idees). pp. 35-36. 2 Friedrich (Carl J.), Brzezinski (Zbigniew K.), Totalitarian dictatorship and auto-

cracy, Cambridge, Harvard University Press, 1965, 439 p. 3 Arendt (Hannah), Le systeme totalitaire, Paris, Le Scuil, 1972. 4 Crick (Bernard), "The elementary types of government" en Government and

Opposition, Winter 1968 (3,1), pp. 3-20. 5 Almond (Gabriel), "Comparative political systems" en Ileinz, Eulau et al., Political

behavior, a reader in theory and research, pp. 34-42.

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ya se encuentran nmedianamente industrializadas y que de piano perte- necen a la cultura occidental.

La tipologia compleja de David E. Apter se aplica principalmente a los Estados del mundo "perif6rico" que han estado relativamente desaten- didos por los modelos precedentes. Dos de sus tres categorlas principa- les (sistema de modernizacion y autocracia modernizadora), 6 son ajenas a nuestro campo, el uiltimo subtipo que designa a los "reinos tradiciona- iks capaces de asimilar la innovacion". T Su "sistema de reconciliacio6li" abarca a los Estados cuyos valores y cuyas formas de autoridad se apro- ximan mas a los de los gobiernos representativos. Sin embargo, esta ca- tegoria de "democracia imperfecta" incluye tanto a verdaderas democra- cias pluralistas no parlamentarias y no conformes con el esquema del bipartidismo anglosajon, como a los regimenes que corresponden a nuestro planteamiento. Es cierto que esta categoria muy amplia acoge de la misma manera a Francia, en la epoca de la Quinta Rep blica y a Dahornev, en la epoca de M.M. Apithy y Hubert-Maga.

j Quiere decir esto que el area que examinamos se identifica con la larga marcha de los pueblos hacia el principio y el fin de los regimenes liberales y pluralistas? j Estamos relacionados s6lo con valientes evolvilg polities, con "dictaduras transitorias" pedagogicas que se dirigen hacia la plenitud democratica? j Podria la inmadurez de los regimenes en vias de desarrollo habernos ocultado que esas cris'alidas predemocraticas ya poseian en potencia todos los atributos de la edad representativa?

Sin embargo, persistimos en pensar que lo que distingue a nuestras democraduras de las "democracias" consumadas no se limita al grado de "democratizacion", sino que indica una diferencia de naturaleza. La duracion de algunas de ellas que no conocieron ninguna evolucion signi- ficativa lo testifican. Y lo atestigua au'n mas la transformacion lenta o brutal de otras que se alejaron radicalmente del modelo representativo pluralista clasico. En una palabra, entre estos sistemas teoricamente impuros figuran algunos regixnenes militares relativamente estables que se rehusan a recurrir a procedimientos electorales (aun manipulados) para la elecci6n de su personal politico o como recurso legitimador.

Asi pues, debido a las caracteristicas especificas de estos regimenes que no pueden reducirse a casos anormales o retrasados de un Estado consti- tucional pluralista incompleto, nos proponemos recurrir al termino "se- micompetitivo" para designarlos. Utilizarenios esta expresion en un sentido un poco diferente del que comiu'nmente emplean ciertos autores. De esta manera, J.S. Coleman, por ejemplo, pone a los sistemas "semi- competitivos" frente a los sistemas autoritarios y frente a los sistemas

6 Apter (David E.), The politics of modernization, Chicago, The Chicago University Press, pp. 24-26 y 387.

7 Crick (B.), art. cit., p. 18, critica esta categoria que considera te6ricamente conio una contradiccion en los terminos. Sin embargo, el caso de Irain o de Marruecos parecen confirmar su realidad.

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competitivos que se identifican con la priactica de elecciones libres y con la democracia pluralista.' Encontramos alli la nocion de imperfeocion rechazada anteriormente. Sin mencionar el substrato ideol6gico de dicho concepto gradualista, no estamos seguros que la mejor aproximacion consista en definir las situaciones politicas originales por sus carencias (no democr6aticas, no pluralistas, no competitivas...) con respecto a un niodelo ideal (e idealizado) de nuestros sistemas occidentales. 9 Defini- ciones positivas serian, sin duda alguna, mas operatorias.

Entonces, empleamos la expresion "semicomipetitivo" al referimos a las luchas alrededor del poder que constituyen la realidad politica, "I y que son consubstanciales a los conflictos del orden social, sin otorgarle un sitio privilegiado a los procedimientos electorales como lugar de afron- t,vmiento y de competencia. Asi pues, liamamos sistemas semicompetitivos a aqu8llos de Estados donde los detentores "de un poder que no es compartido" no ejercen el monopolio de la expresion y de la organizacion politica, sino que permiten un libre desarrollo en situaciones determina- das de fuerzas sociales y politicas independientes, mientras estas no pon- pn en duda la esfera de su propio dominio. Si queremos comparar a este sistema con los modelos cl'asicos, observaremos que, por su natura- leza, difiere tanto del sistema "autoritario" (J. Linz, G. A. Almond) comno del representativo pluralista.

Los regimenes semicompetitivos no practican el "totalitarismo limitado al dominio politico" que Ernst Nole asigna como caracteristica distintiva del dominio del autoritarismo. I" No aspiran a la aniquilacion, inclusive la fisica, de toda oposicion politica y de todo sector organizado susceptible de adoptar una actitud hostil hacia el poder vigente y hacia los intereses que defiende. Con respecto a los regimenes representativos a los cuales algunos casos se aproximnan, estos sistemas se caracterizan por la impo- sibilidad de toda "alternacion" institucionalizada. Aun cuando regular- mente existen consultas electorales, estas no sirven, de ninguna manera, para designar a las autoridades politicas efectivas que permanecen apar- tadas de las contiendas electorales. A lo sumo, ratifican las selecciones que se efectuaron en otra parte. Asi pues, los sistemas semicompetitivos

8 Coleman (J.S.), "The political system of the developing areas" en Almond (G) y Coleman (J.S.), The politics of the developing areas, Princeton, Princeton Uni- versity Press, 1960, p. 532.

9 Sobre el etnocentrismo de las definiciones de las sociedades a travets de sus caren- cias, vease las anotaciones pertinentes de Pierre Castres con respecto a las "So. cietes archaique-s, socite's de manque" en Clastres (P.), La societe contre rEtat, Paris, Editions de Minuit, (Collection Critique), 1974, pp. 162-165.

10 Sobre los dos aspectos de la politica, lucha e integracion, vease Duverger (Mau- rice) Introduction a la politique, Paris, Gallimard, 1964, (Idees), pp. 17-23 y si- guientes.

t1 Se distingue del "totalitarismo tendenciosamente absoluto que abarca a todas las esferas de la vida" del fascismo. Vease, Nolte (Ernest), Le fascisme dans son cpoque, Paris, Garllimard, 1970, tomo I, p. 69.

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se acercan mas a los regimenes de "un partido dominante" tal como Jean Charlot los describio teorica y empiricamente, que los sistemas de "parti- dos monopolistas". 12 Aun cuando los regimenes semicompetitivos no se apoyen en ningun partido, sin que por ello sean "sistemas tradicionales" como necesariamente lo serian los "no-party systems" segi6n; S.P. Hun- tington, 13 ya sea que se valgan o no de procedimientos electorales, no llegan a abolir por ello a todos los partidos, y no prohibem necesariamnen- te a las asociaciones sindicales que no son estatales. La competencia ps- litica abierta y controlada permnece, no obstante, encerrada dentro de la periferia del sistema de poder.

Es por esta razon, con el fin de distinguir el area que acabamos de de- limitar de los sistemas caracterizados por mecanismos electorales semi- competivios, que especificaremos que se trata de sistemas semicompeti- tivos de tipo "bonapartista", en referencia al regitnen monarquico del cegundo Imperio.

Si admitimos la existencia de un 'area politica de la semicompetitividad, admitiremos tamnbietn que se trata de una terra incognita, mal delimitada, a la cual casi no se ha consagrado la investigacion comparativa y para la cual nos hacen falta instrumentos conceptuales adaptados. Nos propo- iiemos pues, intentar edificar un modelo hipotetico de este sistema. No se trata de elaborar utn "'tipo ideal" a partir de la eleccion de ejemplos em- piricos, ya que esto supondria que el problema esta resuelto, sino de construir un esquema que, por una parte, permitira seiialar e identificar las diferentes especies, y, por otra parte, proporcionar'a un marco de referencia operatorio para su analisis. Es cierto que seria un intento arriesgado, si una gestion estrictamente circunscrita no limitara su am- bici6'n.

En efecto, podemos concebir varios enfoques. Uno que podemos Ilamar "inmanente" que consiste en comprender lo que es U2n regimen contem- poraneo, tanto al nivel de sus finalidades historicas proclamadas, como dc sus intenciones manifiestas, es decir, de su proyecto. Este enifoque enfatiza el discurso del poder, aun cuando los indicadores economicos reemplazan a una ideologia explicita. Esta gestion no cntica, presenta varios inconvenientes. Puesto que encierra a todo el funcionamiento de una formacion social dada, su alcance metodologico es de poca impor- tancia. Pero este enfoque, sostenido por un evolucionismo socioecono- rico unilineal ("el movimiento hacia" las teorias de la modernizacion) describe sobre todo situaciones nacionales en terminos ampliamente ex- trapoliticos, corriendose asi el riesgo de dejar escapar la especificidad del poder y de su ejercicio.

12 Charlot (Jean), "Du parti dominant', Projet 48, sept.-Oct. 1970, pp. 942-950. 13 Samuel P. Huntington, "Social and institucional dynamics of one-party systems"

en Huntington (S.P.) y Moore (Cement H.), Authoritarian politics in modern society, The dynamics of established one-party systems, Nueva York, Londres, Basic books Inc. publishers, 1970, p. 5.

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El enfoque que ilamaremos "genetico" se dedica a captar, a traves del surgimiento de una situacion, su razon de ser y su funci6n hist6rica. Consiste en investigar el "principio de identidad" de un sistema, y por lo tanto, su naturaleza en sus relaciones con los diferentes actores, es decir, a traves de los comportamientos concretos y reciprocos del poder y de los grupos sociales. El estudio de los "sostenes" en su sentido am- plio, ("en quien puede uno apoyarse y por quien es combatido" decia Andre Siegfried) 14 y de los mecanismos politicos puestos en practica para que se traduzcan en instituciones y en decisiones, son caracteristicos de esta gestion.

Adoptaremos este uiltimo punto de vista m'as limitado, porque nos parece que concuerda con los regimenes cuya ambigiiedad hemos recal- cado. Si es verdad, por ejemplo, que los sistemas supuestamente conoci- dos como Estados "autoritarios conservadores" se definen mejor por el nivel de represion que ejercen hacia las clases populares y hacia sus crganizaciones, que por sus esfuerzos industrializadores o por la tasa de crecimiento de su PNB, con mayor motivo sucede lo mismo en el dominio semicompetitivo.

En fin, la referencia a los principios constitutivos del sistema de go. bierno del Segundo Imperio nos servira de guia y balizara en cierta nianera un trayecto que a primera vista parece heterogeneo e inconexo.

ESQUEIWA DE ANALISIS Y MXTAkEORA HISTORICA

Algunos sectores politicos y numerosos sociologos de las sociedades extraoccidentales aplican el epiteto de "bonapartista" a situaciones don- de los regimenes son dificiles de clasificar y de definir. Nos parece que esta frecuente metafora historica merece servir de guia a nuestro estudio. Por varias razones: primero, porque se utiliza frecuentemente como eu- ienhismo y califica a los fenomenos de dos caras que vacilamos en desig- nar con un termino que nos pueda parecer despectivo, cuando se toma en consideracion sus "aspectos positivos". Luego, porque esta rnet'afora se refiere a una interpretacion que se ha teorizado ampliamente, sobre todo en la obra y la literatura marxista dedicada a sacar a luz las con- diciones sociopoliticas con que aparecen los sistemas designados de esta riianera. Por lo tanto, hemos pensado que seria interesante para nuestro proposito hacer un inventario de las propiedades de este concepto, no solamente para investigar una correspondencia mecanica entre el campo de los sistemas seniicompetitivos y el precedente historico del o de los

14 Siegfried (A), Tableau politique de la France de lOuest sous la IIIQ Republique, Paris, A. Colin, reedicion 1964, p. XXV.

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"bonapartismos", sino para tratar de extraer los elementos que pueden ser organizados en un esquema coherente.

Para esto, comenzaremos por examinar algunos de los empleos re- cientes y actuales del termino, con el fin de aclarar que es lo que abarca segun las diferentes personas que lo utilizan. La introduccion de cual- quier rigor semantico en un sector de lenguaje politico podria parecer imposible. Nos contentaremos con buscar el comu'n denominador de los visos partidistas o polemicos, antes de confrontarlos con los intentos efec- tuados por politologos o soci6logos para darle al termino sus cartas de nobleza "cientificas". Despues nos ocuparemos de los textos teoricos que con mayor frecuencia sirven de fundamento e inspiran sus acepciones diversas o divergentes.

Las objeciones no dejaran de florecer. Nos daremos cuenta de situa- ciones politicas ambigiias a traves de una analogia historica imprecisa? j Se trata de traer "lo desconocido" de las "otras" sociedades a lo "cono- cido" de nuestra propia sociedad? j Que herejia cientifica puede "asimi- lar" un momento historico de la sociedad francesa del siglo xix a las tealidades politicas de naciones perifericas de la segunda mitad del siglo xx?

De hecho, si realmente estamos de acuerdo que "la comnparacion no sig- nifica la razon" es porque, en este caso, no tratamos de ninguna manera de asimilar o de reducir, sino de intentar un esfuerzo metodol6gico para construir, a partir de un escenario historico determinado, y, por lo tanto, apremiante y comunicable, un esquema analitico lo mas riguroso posible, que pueda aplicarse a una gran variedad de casos. No se trata de hacer una generalizaci6n artificial, a partir de caracteristicas exteriores de una experiencia hist6rica singular, el Segundo Imperio, sino de utilizar libre- mente un conjunto de hip6tesis disponibles y coherentes para las faci- lidades de la ponencia.

Es cierto que el hablar de "bonapartismo" es referirse a un fenomeno unico y no renovable. Y no existe el bonapartismo "en general", asi como tampoco existe el fascismo "en general". Tampoco puede haber una repeticion, punto por punto, ni una copia historica identica. Pero nada impide que una referencia historica se emplee en un sentido uni- voco, a pesar de (o a causa de) sus connotaciones ni de hacer que se vuelva un concepto operatorio, a condici6n de evitar definiciones total- mente arbitrarias. En este aspecto, el caso de la palabra "fascismo" re- sulta edificante. Nombre y concepto a la vez, designan al sistema muso- liniano y a un tipo de regimen cuyas definiciones ad libitum parecen irre- ductiblemente contradictorias, este termino, dotado de una fuerte carga emocional, es tambien una de las supremas invectivas politicas en las so- ciedades europeas. 13 Sin embargo, algunos polit6logos no titubearon en

15 Sobre esto ve'ase la introduccion de Plumyene (J), y Lasierra (R.), Les fascismes franCais, 1923-1963, Paris, Le Seuil, 1963, pp. 7-10.

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remodelar la substancia misma del concepto de fascismo, en funcion del concepto general que poseen acerca de la accion historica. Quiza's el caso limite es la definicion amplia de A.F.K. Organski, quien, al emplear la palabra para referirse a "una variedad de politicas de industrializa- cion"'" toma como ejemplos de politica fascista a Espafia, durante la epoca de Franco y la Argentina peronista y senala que "enfocado desde este punto de vista (...) Hitler no era fascista", pues Alemania ya era un pais industrializado en 1933.

Precisamente, nos parece que el interes de tener un marco de referen- cia analogico estriba en su caracter positivo. En terminos generales, sa- bemos a que se refiere. El concepto hist6rico de bonapartismo es, sin duda alguna, mas claro que algunos conceptos abstractos como el de "nmodernizacion", que abarca tanto al cambio social y a la secularizacion de los comportamientos, como siniplemente el crecimiento o la industria- lizacion. Ademas, el "bonapartismo" es un termino desapasionado, cosa que no ocurre con algunos conceptos instrumentales, generalmente em- pleados para describir a algunos regimenes exteriores externos al "area septentrional" y privilegiada de las ciencias politicas. Algunas pala- bras como autoritario, pluralista..., desencadenan acusaciones y profun- das criticas que ilegan a disolver conceptos que se creian practicaniente aprobados. De esta manera, todos los Estados serian autoritarios, puesto que pago mis impuestos, y ninguno lo seria, ya que el Estado coercitivo puro jamas ha existido. Lo mismo ocurre con el pluralismo. Por lo tanto, un anclaje hist6rico, aparentemente constrefiido, puede ser un ries- go menor en un terreno tan inestable. Ademas, al analizar los sentidos y los usos del concepto de bonapartismo, pensamnos evitar los escollos de la polisemia, de la imagen artistica o del argumento de autoridad, ya que envenenarian a todo tipo de refMexion en este campo.

EL BUEN USO DtL "BONAPARTISMO"

De la potencia mortifera de la terminologia...

El termino "bonapartista" forma parte integral del vocabulario espe- cializado de la izquierda. Ya sea o no que se proclame de Marx y de Engels, el epiteto siempre evoca a Napoleon III y al Segundo Inperio. Sin lugar a dudas, Napoleon I no tenia razon de ser "bonapartista". En Francia, la tradicion republicana hace que "Napoleon el pequefio" aparezca como un personaje hist6rico desprestigiado. Ninguna compa-

16 Organski (A.F.K.), The stages of political development, Nueva York, Alfred A. Knopf, 1965, p. 122.

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racio6n entre un gobierno contemporaneo y el Segundo Imperio puede resultar halagadora.

Asi pues, Jacques Duclos, al hacer un paralelismo detallado, aunque prudente, entre el hombre del 2 de diciembre y el del 13 de mayo, denun- cio "algunas semejanzas de procedimientos y algunas similitudes de ac- titudes" '7 entre Napoleon III y De Gaulle, ambos representantes, segun el, del Gran Capital y adeptos del poder personal. Aqui nos encontramos en el grado cero del empleo de este concepto que uinicamente sugiere una similitud.

En su uso metonimico m'as frecuente, al considerar al elemento de se- mejanza como el todo, este termino tiende a desempenar el papel de un equivalente atenuado y cortes de "autoridad". *De esta inanera, un diri- gente no comunista de la izquierda, al analizar recientemente la situacion portuguesa, ponia sobre aviso contra "una nueva forma de bonapartismo de izquierda". 8 A veces, se le caracteriza, en forma polemica, pero con una preocupacion de ser rigurosos, como un poder coercitivo situado un paso mas abajo que el "fascismo". Por ejemplo, cuando el gabinete Chautemps adopto el estatuto de trabajo, Pierre Naville denuncio, en 1937, el "reforzamiento del caraicter bonapartista del gobierno y del Estado". '

Este sentido se encuentra con mayor frecuencia en la nebulosa trotskis- ta. Los "hijos del profeta" efectivamente parecen ser muy aficionados a las alusiones hist6ricas en todas las latitudes posibles. Uno de los diri- gentes de la Cuarta Intemnacinal definio en 1959 al "regimen de De Gaulle" coito un "regimen Tnilitar politico bonapartista, preparatorio al verdadero fascismo'. 20 En esta definicion, la insistencia sobre el aparato represivo no esta totalmente desprovista de interes teorico, sin impor- tar, por otro lado, su adecuacion a la realidad mencionada. Despues de las elecciones de marzo de 1973, aparecio en un peri6dico trotskista el siguiente titulo: "La tercera etapa del bonapartismo se presenta dificil". 21

El organo del Partido obrero mnarxista revolucionario de Peru', bajo la consigna "abajo el bonapartismo" declaro en diciembre de 1972: "El regimen militar peruano es un movimiento nacionalista burgues que ejer- ce el poder con metodos bonapartistas1". 22

17 Duclos (J), Dc Napoleon III a de Gaulle, Paris, Editions sociales, 1964, p. 14. 18 Hercet (Gilbert), "Ne pas se tromper d'adversaire", Le Nouvel Observateur, agos-

to 1975, p. 6. 19 Naville (P.), "Le statut du travail et la crise", IVO Internationale, marzo-abril 1938,

citado en Rioux (Jean-Pierre), Rcvolutionnaires du Front populaire, Paris, Union generale d'edition, 10/18, 1979, p. 242.

20 Michel Pablo en Tiostsky (Le6n D.), Ecrits (1928$40), tomo II, Paris, IV' Inter. nacional, Introduccion, p. 11.

21 Informations ouvrieres, Paris, 25 de mayo de 1973. 22 "Abajo el bonapartismo" en Revoluci6n proletaria, 6rgano del Partido obrero

marxista revolucionario, (Lima), nQ 9, diciembre de 1972.

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Pero la formula no es patrimonio de los discipulos de Trotsky. Un grupo internacional de estudios que se reuni6 recientemente en Praga y que incluia a universitarios de paises del Este y dirigentes de partidos comunistas de varias naciones del Tercer Mundo, utilizo el termino en varias ocasiones para describir a regimenes mnuy diversos. 23 Los parti- cipantes se extendieron particularmente sobre el "bonapartismo agrario de una serie de dictaduras militares de Asia", como, por ejemplo, el re- gimen de Ayub Khan en Paquistan o la "revoluci6n blanca de Iran, cali- ficada de "monarquia bonapartista". Seguin ellos, estos Estados se carac- terizan por una reforma agraria limitada, efectuada bajo condiciones au- tocraticas, que permiten el nacimiento de una burguesia rural y la transformacion capitalista de la economia. Asimismo, afirman que Brasil posee "elementos de bonapartismo", sobre todo "cierta independencia de los circulos de gobierno con respecto a las clases sociales, a pesar de cque tienen opciones de clases muy precisas".

j Se reserva la etiqueta "bonapartista" a los Estados capitalistas? j Sera solamente uno de esos "Estados de excepcion de la burguesia" de los que bablan los marxistas que estiman que la "regla" del capitalismo compe- titivo es la democracia pluralista? No parece ser asi, en la medida en que el cumplido fue devuelto y tanto el epiteto, como la interpretacion subyacente, fueron aplicadas a los sistemas socialistas leninistas, sobre todo en su fase estaliniana.

El "renegado" Kautsky fue el primero que asocio la revolucion bolche- vique al "bonapartismo". Seguin el, la practica leninista de la dictadura del proletariado solo podia perpetuarse gracias 'a los metodos bonapar- tistas, es decir, gracias a "la superioridad de una organizacion centrali- zada sobre la masa desorganizada del pueblo y tambien a la ayuda de una superioridad militar". 24

En su lucha contra Stalin, Trotsky no se contento con repetir la for- mula: le dio una dimensio6n teorica al integrarla dentro de un concepto de conjunto del regimen sovietico. Para el autor de la Revolution trahie el "bonapartismo, regimen de crisis", es la victoria de la "burocratiza- cion sobre las masas" que marca la degeneracion del Estado obrero, es decir el Termidor de la Revolucion de octubre. El antiguo jefe del Ejercito Rojo escribio en 1936, "El bonapartismo fue uno de los instru- rientos del regimen capitalista en sus periodos criticos. El estalinismo e. una variante basada en el Estado obrero desgarrado por el antago- Ti.smo entre la burocracia sovietica organizada y armada, y las masas trabajadoras desarmadas". 25 Ademas, veremos que Trotsky posee una

23 Grupo Internacional de Estudios, "zA quien sirve el ejercito? El papel politico de los militares en los paises en desarrollo" Revista internacional, (Problemas de la Paz y el Socialismo), Praga, abril 1974, pp. 30-40.

24 Kautsky (Karl), La dictature du prolItariat, Paris, Union generale d'edition, 10/18, 1972, p. 216.

25 Trotsky (L.), La revolution trahie, Paris, Editions de Minuit, 1963, p. 184.

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LA HIPOTESIS "BONAPARTISTA" 171

teoria general del bonapartismo, lo que explica el entusiasmo de sus dis- cipulos por esta palabra, que frecuentemente se utiliza como una invectiva "cientifica".

a la hipotesis heuristica

El recurrir al concepto de "bonapartismo" en el analisis politico em- pirico parece relativamente reciente. Sin embargo, en algunas areas cul- turales, lo utilizan con bastante frecuencia polit6logos y sociologos que no todos se consideran de tradicion marxista. Sin importar el marco de referencia utilizado, los estudios interpretativos de algunos regime- nes particularmente enigmaticos, imponen un examen critico de la hip6- tesis bonapartista. No es que sean objeto de la aplicacion sistematica de un modelo bonapartista de contenido definido, sino que ensayistas y -ublicistas han colocado a la analogia historica en el nivel de las ideas recibidas. Es por esta razon que Peter Waldmann,, por ejemplo, al exa- minar las diferentes interpretaciones del fen6meno peronista, analiza de- talladainente los elementos de comparacion entre cr sistema de gobierno de Napoleon, III y el regimen de Peron. 26 Al colocar a la hipotesis bo- napartista en el mismo nivel que las interpretaciones clasicas (populismo, fascismo de izquierda. . .) subraya los limites de esta, mostrando preci- samente que dicha hip6tesis no describe la especialidad de la situacion argentina, caracterizada por la dependencia y el subdesarrollo.

Algunos ejemplo8, que de ninguna manera son exhaustivos, seran su- ficientes para mostrar que cuando el contenido del concepto de bonapar- tismo es explicito, abarca lineas de fuerza mu'ltiples. Segutn el tipo de regimen a quien se le aplique este termino, se le dara importancia a dis- tintas variables.

America Latina surge como el continente "bonapartista" por excelen- cia. Muchos sociologos han relacionado al bonapartismo con el populismo. De esta manera, se confunde el bonapartismo con la forma politica que reviste el proyecto autonomo de las burguesias nacionales que se apoyan en las masas populares urbanas, fenomeno que ha sido generalmente designado con el nombre de "populismo". Segu'n escribe Ruy Mauro Marini, "el bonapartismo aparece desde este punto de vista como el re- curso politico de la burguesia para enfrentarse a sus adversarios". 27

26 Waldmann (Peter), Der Peronismus, 1943-1955, Hanburgo, Hoffmann und Cam- pe (Kritische Wissenchaft), 1974. Vease principalmente el capitulo 7. "Deutungen des Regimes:, pp. 287-295. Sobre la naturaleza bonapartista del peronismo, vease Parera Dennis (Alfredo). 3. El gobierno bonapartista de los estancieros y el im- perialismo ingles", Fichas de investigacion economica y social (Buenos Aires), nQ 7, octubre 1965, pp. 3-21.

27 Mauro Marini (Ruy), Subdesarrollo y Revolucion, Mexico, Siglo XYi, 1970, p. 1,.

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172 REVISTA MEXICANA DE SOCIOLOGIA

Presupone la debilidad de la clase burguesa y su incapacidad de imponer su dominio.

Esta misma caracteristica de la evolucion sociopolitica se encuentra, por ejemplo en una aplicacion empirica del concepto de bonapartismo para describir un mnomento de la historia mexicana contemporanea.. Davida L. Raby, al interpretar el periodo anterior a la presidencia de Cardenas (1936-1940), una fase "prepopulista", distingue "al equilibrio entre las clases" de la alianza de clases, como una caracteristica propia- nmente bonapartista.

Escribe que "hasta los afnos 1933-34, el poder (en Mexico) no per- tenecia a una alianza de clases progresistas, sino que estaba en manos de un regimen surgido de un equilibrio inestable entre las clases populares y los restos de la oligarquia porfirista (es decir -la epoca de Porfirio Diaz). Este "empate" bonapartista explica la politica contradictoria ( . . .) que se debe a la debilidad de la burguesia nacional y a su inca- pacidad (. . . ) de lievar a cabo las tareas de una verdadera revoluci6n nacional y burguesa". 28

"La independencia del poder ejecutivo" comparada con las clases eri lucha, representa para Philippe Schmitter, la piedra angular de la estruc- tura bonapartista. Este concepto, sacado del 18 Brumaire de Marx, le permite explicar la evoluci6n contemporanea de Brasil. Tambien consi- dera que esto explica una de las direcciones adoptadas por el desarro1lo1 politico que origina, principalmente en America Latina, a lo-s regimenes. "corporatistas autoritarios". 29

Para Hamza Alevi, las caracteristicas distintivas de las situaciones postcoloniales, particularmente en Asia son: la autonomia del Estado en. relacion a los intereses sectoriales, el origen de este fenomeno y el papet. especifico que desempena en la armonizaci6n de los intereses divergentes de muchas clases dominantes de las cuales ninguna liega a asumir Ia direccion de la sociedad. 30 Opina que este aspecto del "Estado bona- partista" contribuye a aclarar la dominacion que frecuentemente ejercen las "oligarquias militares burocraticas" sobre las formaciones sociales& zsiiticas.

La transicion de un modo de produccion dominante a algun otro y 1l fragmentacion incompleta de las clases sociales, son las caracteristicas que ce africanista Colin Leys retiene del "bonapartismo". Considera que

28 Raby (David L), "La contribuci6n del cardenismo al desarrollo de Mexico en la epoca actual", Aportes 26, octubre de 1972, p. 38.

29 Schmitter (Ph.), "The portugalization of Brazil" en Stepan (Alfred) et al., Author- itarian Brazil, Origins, policies and future, New Haven, Yale University Press, 1937, pp. 187-188, tambien "Paths to political development in Iatin America" en "Changing Latin America", Proceedings of the Academy of Political Science, Columbia University Press, 30 (4), 1972, p. 42.

80 Alevi (Hamza), "lhe State in post colonial societies, Pakistan and Bangla-Desch", New Left Review, 74, julio-agosto de 1972, pp. 59-81.

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LA HIPOTESIS BONAPARTISTA 173

puede ser fructuoso aplicar este tnodelo, en su version marxista a las si- tuaciones neocoloniales. Escribe que "la interpretacion de Marx con res- pecto a la situacion francesa de 1850, abunda en indicaciones aplicables a las situaciones de los paises africanos del sur del Sahara en la decada de 1960. Mas alla de las diferencias evidentes, los dos tipos de situa- ciones tienen algo fundamental en comu'n: una estructura de clases com- pleja y fluida que corresponde al desarrollo incompleto de las relaciones entre los modos de produccion capitalistas y los no capitalistas". 31

La extension geografica del campo "bonapartista" solo puede igualarse a la multiplicidad de elementos de similitud o de explicacion puestos en relieve. Antes de examinar si se pueden reducir a una unidad l6gica, seria conveniente regresar a sus origenes comunes. Todos se refieren, implicita o explicitamente a las obras historicas de Marx, aun si de vez en cuando una tradici6n marxista posterior Ilega a deformar las lineas directivas de la interpretacion marxista acerca del nacimiento del Segundo Imperio.

LOS FLVMXNTOS D, UN MODZLO BONAPARTISTA

En to que se refiere a Mcwx

Estamos de acuerdo con Peter Waldmann 32 que Marx, en los textos consagrados al Segundo Imnperio no tenia la intencion de elaborar una in- terpretacion general y teorica acerca del bonapartismo. Le 18 Brumaire de Louis Bonaparte, en particular, es un anAlisis en caliente de una si- tuacion hist6rica singular, de un fenomeno hist6rico concreto. Pero, como afirma N. Poulantzas, 33 "el bonapartismo fue pensado en forma paralela y sistemnatica tanto por Marx como por Engels". El analisis no solamente es descriptivo y expresa los acontecimientos, sino que aclara los principios del nacimiento de un sistema politico y los mecanismos sociopoliticos que explican su funcionamiento efectivo. Incluye a los ele- mentos complejos de un modelo que no puede reducirse a un esquema simplista o a f6rmulas tenninantes.

Dejaremos a un lado los aspectos polemicos o anecd6ticos, las obras historicas de Marx son obras de combate. De esta manera, nos importa muy poco que Luis Bonaparte "se instituya como jefe del subproleta-

31 Leys (Colin), Underdevelopment in Kenya, The political economy of neo-colonia- lism, 1964.1971, Londres, Heinemann, 1975, p. 209.

32 Waldmann (Peter), op. cit., p. 287. 33 Poulantzas (N.), Pouvoir politique et classes sociales, Paris, F. Maspero, 1971

(petite collection Maspero), tomo ii, p. 84.

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174 REVISTA MEXICANA DE SOCIOLOCIA

riado". 34 Al mismo tiempo resulta conveniente interpretar algunas relaciones historicas relativas a la configuracion social francesa de esa epoca. El hecho que el segundo Bonaparte haya contado con el apoyo de los "campesinos parcelarios" significa sobre todo, como el mismo Marx io dice, que era el representante de "la clase mas numerosa de la sociedad francesa". Es decir, que el Estado bonapartista gozo de un apoyo ma- yoritario, el de la "niasa del pueblo frances".

SegIn Marx, la esencia del regimen bonapartista, es de "librar com- pletamente a Ia sociedad burguesa de la preocupacion de gobernarse por si misma". ' "La burguesia reconoce que su propio interes le ordena sustraerse a los peligros del self-government (...), que para conservar intacto su poder social, debe destrozar su potencia politica ( ...), que para salvar su bolsa, la burguesia debe necesariamente perder su co- rona" 36

Gracias a su rama militar, el aparato de Estado se convierte, a traves de Luis Napoleon, en rector y salvador de la sociedad; por supuesto que se trata del "despotismo de un individuo", pero todas las clases sociales se arrodillan "igualmente impotentes y mudas, frente a las culatas de los fusiles". 37 El Imperio tiene "al sable como cetro". Al desposeer por la fuerza a la clase dominante de su poder politico, reduciendola bajo este punto de vista, a la misma nulidad que las clases dominadas, el Es- tado bonapartista se coloca por encima de las clases. No solamente se presenta como 'arbitro imparcial del conflicto social, sino que, dotado de mu6ltiples lenguajes, se afirma como el protector, incluso el benefactor de cada una de las clases fundamentales en lucha. En La guerre dvile en France, 38 leemos que "El Imperio pretendia salvar a la clase obrera al acabar con el parlamentarismo, y por lo tanto, con la sumision abierta del gobierno frente a las clases dominantes. Pretendia salvar a las clases dominantes al mantener su supremacia economica sobre la clase obrera".

Una orientaci6n tan ambigua y contradictoria solo fue posible porque "bajo el segundo Bonaparte (...), el Estado parece haberse vuelto com- pletamente independiente. El aparato de Estado se fortalecio a tal grado frente a la sociedad burguesa" 39 que le basto estar encabezado por un

8-i Marx (Karl), Le 18 Brumaire de Louis Bonaparte, Paris, Editions sociales, 1969, p. 76.

85 Marx (K.), Le 18 Brumaire, op. cit., p. 35. Para el analisis de este aspecto de la obra de Marx, vease a Rubel (Maximilien), Karl Marx devant Bonaparte, Paris, La Haya, Mouton, 1960 y Gurvitch (Georges), Etudes sur les classes sociales (L'idee de classe sociale de Marx a nos jours), Paris, Gonthier-Mediations, 1966, pp. 49-69. Tambien Poulantzas (N.), op. cit., pp. 84-88.

36. Marx (Karl), Le 18 Brumaire, op. cit., p. 67. 37 Ibid., p. 123. 38 Marx (Karl), La guerre civile en France, 1871, (La Commune de Paris), Paris,

Editions sociales, 1968, p. 61. 39 Marx (Karl), Le 18 Brumaire, op. cit., p. 126.

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LA HIPOTESIS 'BONAPARTISTA" 175

"caballero de fortuna venido del extranjero", y que Ilevaba un nombre glorioso, para acaparar toda la extension del poder politico.

Una de las caracteristicas del bonapartismo es la autonomia relativa del poder ejecutivo, es decir, del "aparato del poder gubernamental" en relacion a las distintas clases sociales y a los diferentes segmentos de la clase dominante. Tambien es un fenomeno tipicamente frances, observo Marx, al recordar la historia natural de la emancipacion estatal a traves de la monarquia absoluta y el jacobinismo revolucionario, en unas pa- ginas que concuerden con su contemporaneo Tocqueville.

j Por que "debia la burguesia perder su corona" frente a esta "inmensa organizacio6n burocratica y militar" (... ), a "este espantoso cuerpo para- sito" que constituye la estructura del Estado? Algunos exegetas han atribuido esta autonomia aparente o relativa del aparato de Estado, en una situacion bonapartista, al equilibrio de las clases en lucha. Es cierto que una frase de Marx, que se cita frecuentemente, sirve de fundamnento a esta interpretacion. Marx escribe en La guerre civile ent France 40 que el bonapartismo era "la u'nnica forma posible de gobierno en una epoca en que la burguesia ya habia perdido, y la clase obrera todavia no habia adquirido, la capacidad de gobernar a la nacion". Esta afirmacion, ais- lada de su contexto, puede dar la impresion de que el bonapartismo y la autonomnia del aparato estatal que lo expresa y lo suscita, surgen cuando las clases en lucha est'an "muy proximas a equilibrarse". La introduc- ci6n de Engels a La guerre civile, que desarrolla el punto de vista de Marx, desmiente este tipo de interpretaciones. Engels dice, "Si el pro- letariado autn no podia gobernar a Francia, la burguesia ya no podia hacerlo mas. Me refiero al menos a la epoca en que la mayorra de la burguesia era de tendencia monarquista y se dividia en tres partes dinas- ticas. Fue gracias a estas disputas interiores que el aventurero Luis Na- poleon pudo apoderarse de todos los puestos clave. .." 41

Ni Marx, ni Engels pudieron afirmar que en 1851 las fuerzas de la burguesia y las de la clase obrera se equilibraban. El proletariado que se hallaba debilitado, si es que no derrotado desde junio de 1848, estaba sobre la defensiva. Engels y Marx que describieron y analizaron meto- dicamente esta derrota popular y sus consecuencias, estaban en buena posicion para saberlo. 42

De hecho, el Estado bonapartista no representa la proyeccion politica de un equilibrio entre las clases, y, segu'n el pensamiento marxista, este supuesto equilibrio tampoco es la causa de la independencia aparente del Estado. La crisis bonapartista proviene de un debilitamiento de la clase dominante, debido a sus conflictos internos y a sus divisiones.

40 Marx (Karl), La guerre civile en France, op. cit., p. 62. 41 Engels (Friedrich), Introduccion a La guerre civile..., op. cit., p. 16. 42 Marx (Karl), La lutte de classes en France (1848-1850), y "Les journees de juin

1848" de Friedrich Engels, Paris, Editions sociales, 1968.

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Engels expreso: "Una burguesia dividida en dos fracciones monar- quicas dinasticas, pero que exigian, antes que nada, calma y seguridad para sus asuntos financieros; frente a ella, un proletariado vencido, es c;erto, pero todavia amenazador y alrededor del cual se agrupaban mas y mas pequefios burgueses y campesinos (...) esta era Ia situacion que podriamos Ilamar idonea para el golpe de Estado del tercer ladron" .'3

En esta situacion. de crisis (division de la clase dominante) surge el regimen bonapartista de la existencia de un aparato de Estado centrali- zado, relativamente independiente de las fuerzas sociales y capaz de im- ponerse a ellas en nombre de su propio interes, pero en realidad para salvar el statu quo.

"Bonaparte, como representante del poder ejecutivo que se independizo de la sociedad, se siente destinado a asegurar el orden burgues", escribe Marx."4

No obstante, aunque la tesis acerca del equilibrio de las dlases en lucha se aleje del aMlisis marxista, es la que los tnarxistas han mantenido con mayor frecuencia. Tiene la ventaja de que no contradice a un con- cepto instrumental del Estado que frecuentemente prevalece en la socio- logia que dice ser de Marx. Tambien! es indudable que corresponde mas a las necesidades del combate politico: el marxismo es un pensamiento impuro. Asimismo, es verdad que el solo intento de una elaboraci6n teo- rica del problema del Estado hecho por Marx y Engels, adquiere, bajo la pluma de este u'ltimo, esta interpretaci6n del bonapartismo, al compa- rarlo, tanto a Ia monarquia absoluta, como al Estado bismarckiano, "pe- riodo en que las clases en lucha se encuentran tan cerca del equilibrio, que el poder del Estado, como pseudo mediador, conserva durante algiun tiempo una cierta independencia de ambas"."45

La fortuna de los bonapartismos

La referencia al bonapartismo existe en el vocabulario politico de la izquierda Tnarxista de todos los paises. Pero el vinculo teorico practico del materialismo historico no podia dejar de acarrear replanteamientos o ampliaciones del esquema explicativo originaL

Por su parte, Trotsky ilustro en tres ocasiones por lo menos la refe- rencia que universalizo. Al proseguir la generalizacion de Engels, quien comparaba el papel de la monarquia absoluta "que se mostraba imparcial frente a la nobleza y a la burguesia", con el del regimen bonapartista, Trotsky observa en Kerensky y Kornilov "elementos del bonapartismo en la Revolucion rusa". Al referirse mas especificamente a Kerensky,

43 Introduccion a Marx (K), Les lautes de classes en France, op .cit., p. 20. 44 Marx (K), Le 18 Brwnaire, op. cit., p. 135. 45 Engels (Fr.), L'oriine de la fwnile, de la prop.e't6 privne et de rEtat, Pari, Edi-

tions sociales, 1954, p. 157.

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LA HIP6TESIS "BONAPARTISTA" 177

"amo del destino que se eleva por encima de las clases", expresa, muy gra'- ficamente su concepto de bonapartismo": "Si clavamos en forma sime- trica a dos tenedores en un corcho, este, despues de haber oscilado fuer- temente, acaba por tenerse en equilibrio, aun sobre la cabeza de un alfi- ler; este es el modelo mecanico del supremo arbitro bonapartista. El grado de estabilidad de un poder como ese ( ... ) est'a determinado por la esta- bilidad de equilibrio de las clases antagonistas que existen en el interior del pais". 46

Al aplicar, como lo hemos visto, el esquema del bonapartismo al esta- linismo, Trotsky prolonga sus ideas con un tipo de teoria general, fiel a la clasificacion marxista de los modos de .produccion sucesivos. El ce- sarismo, el bonapartismo, el estalinismo son formas historicas analogas, que corresponden respectivamente a la sociedad esclavista, al capitalismo y al socialismo en crisis: estas tres variedades de un mismo fenomeno participan en la historia "cuando la aspera lucha entre dos adversarios parece elevar el poder por encima de la nacion y asegura a los gober- nantes una aparente independencia respecto de las clases, dejandoles en realidad, solo la libertad requerida para defender a los privilegiados".'7 Es asi como el "bonapartismo sovi&ico" segtu' "el profeta desarmado" provendria del "equilibrio entre la burocracia y las masas".

Otra concepcion del regimnen bonapartista" tambien aparece en aigunos escritos de combate, mas circunstanciales, de Le6n Trotsky. Esta concep- cin describe a los regimenes reaccionarios que se establecen durante un periodo de transici6n entre eI sistema parlamentario y la instauracion del fascismo, como regimenes que contienen "las caracteristicas de uno y otro sistema" y que representan un periodo durante el cual "ni el comu- nismo ni el fascismo estan au'n listos para tomar el poder". 4' De esta nianera, Trotsky aplica el epiteto bonapartista a Giolitti pero sobre todo a los gobiernos alernanes y austriacos que precedieron al hitlerismo. El concepto de "equilibrio reciproco" se encuentra au'.n en el centro de esta nueva version del esquema bonapartista. 49

Gramsci utiliza el recurso al "bonapartismo", caso particular de la categoria mas general del "cesarismo" esencialmente para situar al feno6. ineno fascista. Para el teorico del Partido Comunista Italiano, todas las formas de cesarismo "progresivo" o "regresivo" revelan una "situacion en la cual las fuerzas que se enfrentan se equilibran de manera castastr6- fica". Es decir de tal manera que su enfrentamiento las Ilevaria a la

46 Trotsky (Loen), Histoire de la revolution russe, Paris, Le Seuil, 1967, tome ii, pp. 149-150.

47 Trotsky (Le6n), La revolution trahie, op. cit., p. 184. 48 Trotsky (Le6n), "Et maintenant" en Ecrits, op. cit., p. 124. 49 Wase la critica de esta interpretacion por el marxista polon6s Stawar en un

ensayo publicado en 1934, intitulado "Bonapartisme et fascisme" en Stawar (An- dre), Libres essais marxistes, Paris, Le Seuil, 1963, pp. 21.40.

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"destruccion reciproca". 50 Pero esta "fase catastrofica" puede provenir de una debilidad politica momentanea de las; fuerzas sociales dominantes. Es este el caso del Segundo Imperio y del debilitamiento de la burguesia que se encontraba dividida por la cuestion dinastica; o bien, de una debi- l dad organica infranqueable. En el caso. de "la crisis orgarnica", la clase dirigente que. pierde el control de la "sociedad civil" intenta apoyarse en la "sociedad politica" para mantener su dominacion. Es el momento de la coercion. 51

Pero el desaliento de la clase dominante por "organizar el. consenti- nijento" de las clases subordinadas, desaliento que se manifiesta princi- palmente por el divorcio entre los grupos sociales y sus representantes tra- dicionales, refuerza la posicion del "poder burocraitico civil y militar" y en general de ttodos los organismos "relativamente independientes de las fluctuaciones de la opinion pu'blica". El momento de la coercion puede, de alguna manera, despertar a. los "poderes ocultos" del aparato de Estado.

El modelo y el original

Ya que el sistema bonapartista del Segundo Imperio sirve de guia a nuestro analisis, quiza no sea inuitil complementar nuestro metodo para vol- verlo mas operativo, a partir de elementos analiticos establecidos en un xepertorio, haciendo un Ilamado a los autores no marxistas y a la apor- tacion de la ciencia hist6rica antes de estructurar un esbozo del esquema "que modela". Asi como el bien fundado historial de las intuiciones marxistas es poco relevante para nuestro tema, tampoco el recelo exhaus- tivo del sistema politico imperial por parte de los historiadores puede autorizarnos a separar los componentes ignorados por el analisis marxista. Este esta dedicado como ya lo hemos visto, al contexto social que con- diciona el surgimiento del Estado bonapartista. No se interesa por las niodalidades en el ejercicio del poder que permiten concretamente al sis- tema desempeinar su funcion hist6rica, es decir al mismo mecanismo de la "semicotnpetitividad" politica.

Es indudable que el regimen del Segundo Imperio se encuentra bajo nuestra categoria de sistemas semicompetitivos; principalmente por su ambigiiedad. Este "Jano politico", por utilizar la expresion de Rene Remond 52 pasa por fases autoritarias y liberales, trae consigo una ala derecha y una ala izquierda. El autor de I/extinction du pauperisme que

50 Gramsci (Antonio), Note sul Machiavelli, sulla politica e sullo stato moderno, MIi- lan, Einaudi, 1955, pp. 5060.

51 Cf. Portelli (Hugues), Gramsci et le bloc historique, Paris, Presses universitaires de France, 1972 (Le Politique), p. 31.

52 Seguimes su anaLlisis clasico del bonapartismo en La droite en France de la pre. miere Restauration a la Cinquieme Republique, Paris, Aubier, 1963, pp. 105-113.

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LA HIPOTESIS "BONAPARTISTA" 179

se llama a si mismo "socialista" intenta "cerrar la era de las revolucio- nes al satisfacer las necesidades legitimas del pueblo". 5 "Satisfacer los intereses de las clases m'as numerosas, que se incorporen las clases elevadas", 5 esta es en efecto, la cuadratura del circulo buscada por el poder imperial que se muestra asi equidistante de las clases sociales.

El bonapartismo aspira, seguin la formula de Andre Siegfried a "recon- ciliar a la autoridad con la democracia". 5 Es "la sintesis de dos con- ceptos antagonistas", escribe Roberto Michels. 58 Contra los partidos que dividen a la nacion y engendran el desorden social, hace un Ilamado di- recto a la soberania popular. Antiparlamentaria, la democracia directa o plesbiscitaria "habla a las masas" por encima de las organizaciones. El poder bonapartista que reconcilia y agrupa desea ser "nacional" e intenta superar y abolir las divisiones partidistas.

Max Weber, quien consideraba al bonapartismo como el paradigma de la "democracia plebiscitaria", tipo principal de democracia dirigida por jefes, lo unia, por consiguiente, al tipo de dominacion carismatica, pero precisaba que era "una especie de dominacion carismnatica que se esconde tras la forma de una legitimidad que surge de la voluntad de aquellos que se encuentran dominados y que no existen mas que por ella". 7 Cabe preguntarse si la voluntad de "despolitizacion" de los ciudadanos, que se encuentra como punto central de la filosofia politica del Estado bona- partista y que va a la par del deslizamiento hacia la administracion estatal del centro de gravedad del poder, no se asemeja al sistema de autoridad mixta de las formas "burocratico monocraticas" del tipo weberiano de la dominiacion legal racional.

En el Estado bona;partista, en efecto, la fidelidad, el apego al jefe, tipico de la autoridad carismatica, da lugar a un conformismo apolitico. Sin embargo, esta "despolitizacion" se encuentra unida al poder carismatico del jefe, en este caso, al mito napoleonico del otro Bonaparte. Baudelaire se cuestionaba en su diario intirno sobre el "providencialismo" de Napo- le&n III. 58 Despues de las elecciones de febrero de 1852 hizo notar a un amigo con el que se carteaba; "No me vio usted en la votacion (...) El 2 de diciembre me despolitizo fisicamente". 59

53 Proclamacion del 2 de diciembre de 1851. 54 Lutis Napoleon en una carta de 1852 citada por Plessis (Alain) De la Iete impet-

riale au mur des fede're's, 1852-1871 (Notuvelle histoire de la France contemporairse, tomo ix), Paris, Le Seuil, 1973, p. 78.

55 Siegfried (Andre), Tableau politique de la France de rOuest, op. cit., p. 473. 56 MIichels (Roberto), Les partis politiques, Paris, Flammarion, 1971, p. 157. 57 Weber (M.), Economie et Societe, Paris, Plon, 1971, tomo I, pp. 276 y 278. 58 Baudelaire, Oeuvres, Paris, Gallimard, La Pleiade, p. 209. 59 Baudeaire, Lettre a Ancelle, marzo 1852, en Ruff (M.A.), Baudelaire, Paris,

Hatie'r, Connaissance des Lettres, 1957, p. 68.

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Marcel Merle demostro en su Inventaire des apolitismes en France,60 como se buscaba y se organizaba la despolitizacion de los ciudadanos durante el Segundo Imperio. La logica del sistema plebiscitario sigue este curso. A traves del discurso imperial, la incitacion a rechazar los juegos esteriles de la politica, reducida a la accion de los partidos, se vuelve constante. El Imperio es "Ia epoca (...) de la administracion" y "el gobierno (...) suefia ante todo con administrar bien a Francia". 61 Como escribio Marcel Merle, "entonces no es mas que una despolitiza- cion relativa que tolera e incluso fomenta aquellas actividades que le sean favorables al gobierno. Pero se puede hablar de despolitizacion siste- tnatica en la medida en que la pasividad y la apatia de la opinio4n se pre- fieren oficialmente a la expresion espontanea de las opiniones y a la in- tervencion no controlada de los ciudadanos en el funcionamiento de los asuntos, pblicos". 62

La vida politica cede el paso a la administracion. Los polit6logos se borran ante los funcionarios civiles o militares. Este "regimen de oficia- les superiores" segun la expresion de Thibaudet, se apoya ante todo en la estructura administrativa. Los funcionarios con autoridad desempefnan cargos politicos. El rol aunientado de los prefectos asi como el lugar eminente otorgado al Consejo de Estado son testigos de la importancia que se le da a la estructura estatal bajo este sistema de poder.

APARATO D1'I ISTADO, CON1PLICTO SOCIAL Y SISThMAS SJMICOMPZTITIV0S

Un esquema hipotetico

Este extenso inventario nos permite ir m'as alla de la analogia hist6rica con conocimiento de causa y sin temor a objeciones importantes y diri- rnentes ni de estancamiento conceptual. Podemos efectuar, ahora, una se- lkccion de las caracteristicas diacriticas que formar'an un esquema ope- ratorio. Estos elementos deben ser pertinentes y no eclecticos, lo que en principio garantiza el analisis del "modelo historico" y de sus diversas versiones. Se situian bajo un enfoque genetico para facilitar la delimita- cion del area en cuestion. En fin, deben sefialar directivas de investiga- cion, poniendo de relieve los problemas propios del campo semicompe- titivo.

60 Merle (Marcel), "Inventaire des apolitismes en France" en Vedel (Georges) et al., La depolitisation, mythe ou reialite, Paris, A. Colin, 1962, Cahiers de la Fon- dation nationale des sciences politiques, 13), pp. 43-60.

61 Citas de Napoleon III en Merle (Marcel), op. cit., p. 49. 62 Ibid., p. 50.

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LA HPOTESIS "BONAPARTISTA" 181

Mantendremos, entonces, como elementos de un esquema de surgimien- to de los sistemas politicos de tipo bonapartista: la division y el debilita- miento de las clases dominantes, la desmovilizacion no represiva (o debil- mnente represiva) de las clases populares y de los grupos dominantes.

Asi, le liamaremos sistema semicompetitivo de tipo bonapartista -a falta de un; termino m'as adecuado- al regimen que se apoya en una buro- cracia civil y militar, relativamente independiente de los grupos sociales dominantes, que se esfuerce por resolver los conflictos que paralizan a la clase dirigente, mediante la despolitizacion no violenta (o no terrorista) del conjunto de clases sociales. Veamos cuales son las observaciones criticas que se pueden formular con respecto a este esquema y cual pueda l'egar a ser su alcance. Analizaremos sucesivamente cada uno de sus ele- mentos constitutivos.

La independencia del aparato de Estado

Nb tenemos ni la presuncion; ni la imprudeincia de aventurarnos sobre el terreno miinado de la naturaleza de clase del Estado. Por otra parte, la cuestion vertiginosa de las relaciones entre el Estado y las clases domni- nantes no tiene cabida aqui. Sin embargo hablar de independencia o de autonomia del aparato de Estado respecto a las clases sociales en una si- tuacion dada, y para una formacion social determinada, viene a ser lo mismo que postular un concepto del Estado. Es evidente que la aparente independencia social del aparato estatal en los sistemas de tipo bonapar- tistas, descarta el concepto general del Estado como 'arbitro socialhmente neutro, que garantiza el interes comun contra la presion. de las reivin- dicaciones personales. EI Estado no puede ser unicamente el garante de la armonia social v del bien comiun, ni exclusivaniente el instrumento de dominacion de ciertas clases sobre otras. El Estado tambien tiene una historia. Y es, por seguir la f6rmula de Jaures, la expresion de las rela- ciones de fuerza entre las clases o, como lo describe hoy en dia N. Pou- lantzas, "la condensacion de una relacion de fuerza". 63

Quiere esto decir que con respecto a las clases o fracciones de clases dominantes, la autonomia del aparato de Estado, condicion y medio del Estado "bonapartista", aun cuando no sea una sinmple asimilacion de la teoria del Estado airbitro, carece de especificidad? 0, se refiere nias bien, como dice N. Poulantzas, a una caracteristica teorica constitutiva de todo Estado capitalista? 64 De hecho, como lo explica, por otro lado, en terminos de Gramsci, el Estado, dentro del sistema capitalista, no se identifica con la clase o con la fraccion de clase "hegemonica". El Estado reviste una autonomia relativa en relacion a esta fraccion hegemonica

63 Poulantzas, (N.), Les classes sociales dans le capitalisme d'aujourdhui, Paris, Le Seuil, 1974, p. 106.

64 Poulantzas (N.), Pouvoir politique et classes sociales, op. cit., pp. 84-85.

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porque debe garantizar el interes politico de la totalidad del "bloque en el poder" y organizar el consentimiento del conjunto de clases. El Estado solo puede garantizar la cohesion social ai no ser el instrumento del iinico grupo dirigente.

A nuestro parecer, es justamente este margen de juego, que, al otor. garle cierta capacidad de iniciativa- independiente al Estado, lo. coloca, en caso de conflicto, en el seno de las clases dominantes, capaz de eri- girse como "arbitro supremo bonapartista" para asegurar la estabilidad del sistema. La debilidad de la fraccion hegemonica permite que el Es- ta.do, cuya relativa autonomia se encuentra al servicio de la clase domi- nante, 6i5 se "eleve por encima de las clases sociales". La caracteristica general no resta valor al rasgo especifico. La independencia social del aparato de Estado, condicion necesaria pero no suficiente para el surgi- miento de un sistema politico semicompetitivo, proviene de esta autonomia telativa propia del Estado capitalista. No todo Estado es "bonapartista", pero todo fen6ineno bonapartista presupone un aumento del poder inde- pendiente de la burocracia estatal.

La debitdad de las clases dominantes

La division de las clases dominantes puede ser debida ya sea a una fragmentacion socioeconomica real, o bien a una escision puramente poli- tica. Este utltimo caso, segiun Marx, fue el de Francia en 1851. Estos conflictos pueden enfrentar a las antiguas con las nuevas clases dominan- tes, a' la aristocracia de bienes raices con la burguesia industrial, por ejemplo. Pueden provenir de una atomizacion de las "elites". Pero s6lo ponen en peligro la cohesion social cuando alguna fraccion de las clases dominantes pierde la capacidad de imnponer y de hacer que su funcion dirigente y Ia legitimidad de su preponderancia sean aceptadas. Nos en- contramos entonces frente a una situacion "ahegem6nica" en, Ia que el 1.amado que las fracciones dominantes en lucha hacen a las clases subor- dinadas, puede provocar graves convulsiones. Mas aun., en la ausencia de direcci6on social, es decir, "de organizaci6on del consentimiento" de las categorias no dominantes, la estabilidad sociopolitica en un Estado mo- derno se vuelve imposible de lograr. Esta "crisis de hegemonia" para. -utilizar el lenguaje de Gramsci, es la epoca del bonapartismo. La "inter- vencion" del aparato de Estado (a traves de las diversas modalidades) es la de fungir corno atrbitro entre los diversos segmentos de las clases

65 Sobre la "autononija instrumental" de los aparatos de Estado, ver los anidisis de Pierre Bourdieu sobre la institucion escolar, en Bourdieu (P.), y Passeron (J-C.), La reproduction, Elemenrs pour une theorie du systeme d'enseignement, Paris, Edi- tions de Minuit, 1970, pp. 230-232.

?66 Nettl (J-P.), Political mobilization, A sociological analysis of methods and con- cepts, Londres, Faber and Faber, 1967, p. 337.

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superiores. va sea para armonizar sus intereses por la fuerza, o bien, para imponer una tregua, un comprorniso que permita congelar una si- tuaci6n peligrosa de afrontamniento. Tambien puede proceder a la fusion coercitiva de las fracciones en conflicto. El Estado de tipo bonapartista, puede incluso ejercer transitoriamente un rol hegemonico que tienda a constituir una nueva clase dirigente, principalmente a partir de los tr'ans- foLgas de los grupos dominantes en lucha. La "crisis de la hegenionia" o "crisis del Estado en terminos generales' segu'n la expresion de Gramsci, conduce, entonces, a la hegenionia del Estado.

Un aS "desmwliozzaci6on` itndolora

Los sistemas semicompetitivos no son regimenes que movilicen. Ins- titucionalmente, difieren de estos por la ausencia de partido uinico. Los regimenes sin partidos o de pseudomultipartidismo intentan "despolitizar" a las elites y controlar a las masas. Quiz'a podamos utilizar para algu- nos casos la f6rmula de Nettl sobre la "stalactit bureaucratic mobilization" que de hecho es un substituto burocratico de la movilizacion. Estos regi- niienes se oponen a la movilizaciBn politica espontanea, o mas bien la des- alientan. Fomentan un' tipo de participacion conformista orientado hacia y para el Estado que no puede confundirse con la movilizacion, aun con la no intensiva.

Pero los procedimientos de "desmovilizacion" que utilizan no son mas que accesoriamente represivos. Mas bien se ubican en el 'ambito adminis- trativo. Van desde la concesi6n selectiva de ventajas relativamente mar- ginales -aun cuando no sean siempre satisfacciones de substitucion-, identifican el welfare state (estado de bienestar) del regimen, y Ilegan hlasta las consultas plebiscitarias. La nacionalizacion de las organiza- ciones socioprofesionales y el clientelismo masivo son recursos frecuentes de este paternalismo estatal. La integraci6n pseudoparticipante utiliza asimismo la via de la ideologia. La inculcacion oficial del nacionalismo tno sirve para movilizar sino mas bien para acailar los conflictos de clases en nombre del imperativo nacional de solidaridad. En epocas de tensi6on puede ademas adquirir "virtudes" terroristas. Sirve asimismo como 4"vision del mundo" unida a la hegemonia provisional del aparato de Estado.

La despolitizacion de las clases elevadas y bajas, a la vez, desideolo- gizacion y desmovilizacion bajo los auspicios y en nombre de un Estado Providencia, emana del conexto social en el que surgio el Estado semicom- petitivo de tipo bonapartista. Estos mecanismos confirman las dos otras caracteristicas del modelo. Es la interaccion organica de este triple com- ponente la que define el tipo y lo distingue de cualquier otro. No pasa- mios del contexto social al funcionamiento global del sistema; las moda- lidades de relacion de poder con respecto a los grupos sociales constituyen

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una caracteristica "gen&tica". La aproximacion utilizando el "surgi- mniento" no es de ninguna manera una gestion "externa".

Cuestio'n de limites

Los limites entre los diferentes tipos de regimenes a menudo parecen vagos. Podemos, con el fin de evitar cualquier esquematismo y de "ajus- tarnos" a la realidad, inscribir los diversos tipos puros a lo largo de un conxtinuo con gradaciones insensibles. Sin embargo, cada modelo nece- sariamente tiene caracteristicas comunes con otros tipos. S6lo la com- paracion permite definir con mayor precision el dominio de cada uno siempre y cuando confronte esquemas rigurosamente trazados y podria permitirnos someter a prueba el car(acter sistematico de nuestro modelo.

Asi, el campo "semicompetitivo" nos recuerda, por ciertas caracteris- ticas, a los sistemas "autoritario conservadores". Si escogemos como muestra de este tipo de regimen a la Espafia franquista o al Portugal de Salazar, podemos notar que ambos son sistemas de desmovilizacion que utilizan la apatia de los ciudadanos y que su linea divisoria entre la ad- ministracion y la politica se encuentra particularmente poco definida. He- mos notado que en ambos casos la ausencia de partidos politicos efectivos, la burocracia de Estado desempena un papel politico directo. 67 En oca- siones este. tipo de regimenes han surgido en un Inomento de debilidad de las dases dominantes cuando los conflictos hacian peligrar la estruc- tura social. Fue este el caso de Portugal. Con frecuencia nacen por la intervencion del sector armado del aparato de Estado.

De hecho, estas semejanzas, aisladas, puntuales, son menos importantes que las diferencias. En el sistema autoritario de tipo franquista, el poder ejerce un monopolio absoluto sobre la politica. Este tipo de regimen es totalmente no competitivo, aun cuando consiente, como en el Portugal de Salazar a ciertos alardes electorales fugitivos, o como en Espania a simulacros plebiscitarios. Si se puede hablar de ellos como J. Ling habla de un "pluralismo limitado" en la cumbre del poder, debemos reconocer asimismo su carfacter no competitivo en la base, a nivel de la sociedad global, como lo prueba su incapacidad de "liberalizarse".

Ademas, la desmovilizacion de las clases populares fue Ilevada a cabo de acuerdo a otras modalidades, generalmente utilizando la violen- cia. La represion sangrienta del movimniento obrero y campesino conduce a una "anestesia politica" duradera. Mientras que el "bonapartismo" practica una politica de integracion controlada de las clases populares, los regimenes autoritarios conservadores se esfuerzan por excluir. nor

67 Ver entre otras cosas Medhurst (Kenneeth), "The political presence of the Spanish bureaucracy", Government and opposition, 4/2, Verano 1969, pp. 235-249 y Schmitter (P.), Corporatist interest representation and public policy making in Portugal, Londres, Beverly Hills, Sage Publications, 1975, p. 73.

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LA HIPOTESIS BONAPARTISTA 185

marginar a las capas dominadas de la poblacion. El caso de Espania es ilustrativo de este fenomeno. Mientras que en el modelo bonapartista, para utilizar la expresion de Marx, "la clase obrera no habia adquirido aun la capacidad de gobernar a la nacion", en Espanfa el proletariado, ya listo, estaba ocupando el poder. Despues de todo, el franquismo es esen- cialmente la guerra civil que utiliza otros medios; sobre todo medios poli- ciacos y de administracion represiva, lo que lo distingue del fascismo, sistema movilizador con finalidades similares.

Tambien el fascismo, dependiendo de las definiciones y de los autores, presenta algunos puntos en comuin con los regimenes semicompetitivos "bonapartistas". Hagamos a un lado, ya que hemos descartado esta pers- pectiva, las interpretaciones que hacen del fascismo un simple regimen modernizante, a developmental dictatorship y un movimiento de solida- ridad nacional de intervalo entre clases, analogo a los movimientos de liberacion de las naciones excoloniales, seguin un autor partidario de esta tesis. "8 Es verdad, sin embargo, que al igual que el "bonapartismo", segu'n Marx, el fascismo italiano se proponia sacrificar, segiin sus pro- iios teoricos, las libertades politicas en beneficio del capitalismo. 69

Pero, para permanecer apegados a nuestro modelo, varios anialisis del surgimiento de los regimenes fascistas insisten sobre el conflicto inter elite y la divisio6n de las clases superiores. Organski hace hincapie en la lucha entre los hacendados y los industriales. 70 Gino Germani considera que "la solucion fascista es tipicatnente un compromiso que establece una tregua entre un sector rural en decadencia y una burguesia industrial en ascenso. 71 Notemos que estos dos autores que ubican a los regimenes en funcion del proceso de "modernizacion" hacen a un lado a la Alema- mia nazi de su campo de estudio sobre los sistemas fascistas e incluyen a la Espafia franquista y aun a la Argentina peronista en el caso descrito por Organski. Pero mas importante para nuestros propositos es el hecho de que el "compromiso" de "reconciliacion de las elites" en el caso fascista asi definido no se debe a la intervencion que como arbitro haya tenido el aparato de Estado.

Lo que distingue al fascismo, es la existencia de un partido de las masas que conquista el poder. No tuvo siempre consigo a la burocracia de Esta- do que pudo haber llegado a serle hostil. Es a traves del partido, gracias a su dominio, que se logro la desmovilizacion coercitiva de las clases populares y lo que Germani denomina "la movilizacion secundaria de la

68 Gregory (James), The ideology of fascism, The rationale of totalitarianism, Nueva York, The Free Press, 1969, pp. 362-368.

69 Segun un articulo de la revista fascista Gerarchia citada por Bernstein (S.) y Milza (P.), L'Italie fasciste, Paris, Armand Colin, U 2, 1970, p. 121.

70 Organski (A.F.K.), op. cit., pp. 125-185. 71 Germani (Gino), "Political socialization of youth in fascist regimes: Italy and

Spain" en Huntington (Samuel P.) y Moore (C.H.), Authoritarian politics..., op. cit., p. 351.

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clase media" y de la "pequefia burguesia". 72 Porque, adem's de 2tu ca- racter totalitario que lo difiere del ambito semicompetitivo, el fascismo como "revolucion antiproletaria" es, comlo lo indica Nolte, un fen6meno historicamente situado que se crea sobre el fracaso del movimiento so- cialista: "No hay fascismo sin marxismo". La semicompetitividad "bo- napartista" le es por lo tanto inasimilable.

Estas confrontaciones prueban, al menos, que los tres polos de nuestro modelo son, indisociables. Si el esquema esta correctamente delimitado en teoria, entonces au'n queda por analizar su capacidad operatoria.

EL CAMPO DEI BONAPARTISMO Y EL AREA DE LA SEMICOMPETITIVIDAD

La utilidad del metodo que esbozamos no puede reducirse unicamente al descubrimiento de tipos puros de sistemas semicompetitivos. Debe contribuir a localizar, identificar y ordenar estructuras y mecanismos que iio esten incluidos en ninguno de los paradigmas clasicos establecidos en los repertorios del analisis politico. Los tres parametros que hemos man- ttnido para nuestro "modelo de surgimiento" nos proporcionan anguilos comodos de aproximacion.

Los conflictos entre elites no manifiestan un caracter estable de rareza. Su frecuencia es sin duda meas elevada en las formaciones sociales ubi- cadas en la periferia del capitalismo mundial. Pero, como lo hemos visto, en el caso espaniol, particularmente, no conducen siempre a situaciones semicompetitivas o a regimenes bonapartistas. Las naciones perifericas, denominadas "en vias -de desarrollo", que se encuentran por lo tanto en vn proceso de mutacion economica, se distinguen por una heterogeneidad persistente en los modos de produccion. La "simultaneidad del no con- tempor'aneo" las caracteriza tambien en el ambito social y particularmente en el de las categorias dirigentes. La lucha entre lo antiguo y lo nuevo io alcanza jamas la nitidez de un disenfo. Los factores de dominaci6m externa y los conflictos estrictamente politicos debidos a los tipos de relacion con otros estratos sociales borran las divisiones sociales funda- mentales. La superposicion de los antagonismos contribuye a su violen- cia. El crecimiento acelerado de un proletariado no integrado o poco o mal organizado, asi como la movilizacion social del campesinado sirven de telon de fondo a estos afrontamientos.

La Colombia del general Rojas Pinilla (1953-1957) seria un buen ejemplo de arbitraje bonapartista que impone una tregua a sus hermanos enemigos de las clases superiores y que sumerge al pais en la guerra civil. El perfil "bonapartista" de este regimen semicompetitivo se puede identificar con facilidad. El apoyo mayoritario para que se produzca

72 Nolte (Ernst), Le fascisme dans son epoque, op. cit., p. 73.

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utna intervencion arbitrara por parte del ejercito, una dictadura que se dice social y popular pero que no suprime ni los partidos, en lo sucesivo sin funciones, ni las asociaciones socioprofesionales, son varias de las ca- racteristicas de una configuracion politica mnuy cercana al modelo.

Este parentesis bonapartista no condujo a la "fusion coercitiva" de las elites afrontadas, pero por lo menos condujo a su alianza duradera fraguada, por otra parte, en la oposicion contra el arbitro que para enton- ces resultaba inoportuno.

En el caso colombiano, la oposicion politica de las elites dificilmente puede reducirse a conflictos de interes. A menudo sucede de manera diferente. Asi, en Mexico, el fortalecimiento del Estado encarnado por la "dictadura impersonal" del partido dominante, el PRI o Partido de las Instituciones Revolucionarias, impuso una alianza estable entre la &Iigarquia tradicionalmente desarticulada, pero economicamente domi- nante y la clase politica salida de la Revolucion a la que se le otorgo la representacion de las clases populares. 73

La "crisis hegemonica" puede provenir, por el contrario, del agota- nniento del plan nacional, de la fracci6n dominante de las clases superio- res y de la ausencia de un grupo social capaz de asumir un rol dirigente. Ya no se trata del antagonismo de las elites, sino de su apatia, su impotencia, y su incapacidad para idear nuevas formas de control social oue precipiten la soluci6n bonapartista. Tal contexto no es ajeno a la aparicion del peronismo en Argentina a fines de la segunda guerra mundial, aun cuando no baste para agotar la riqueza contradictoria de un fenomeno "semicompetitivo" ejemplar.

Sin embargo, el caracter no hegemonico de una sociedad depende a menudo del fraccionamiento de las clases dominantes y de la debilidad de su sector moderno, es decir, de la burguesia industrial. La situacion de dependencia externa de las naciones denominadas perifericas contri- buye enormemente a este tipo de estructura social. La penetracion eco- nomica extranjera divide a todas las clases en segmentos separados segiun las divisiones por ingresos y por cultura que son un obstaculo a la soli- daridad horizontal de tifpo econ6omico. La debilidad de las burguesias nacionales es una de las caracteristicas distintivas de estas sociedades "sectorizadas".

El debilitamiento y la division de las clases dirigentes bajo el efecto de la dependencia exterior pueden ser provocados mas directamente por la lucha de influencia entre dos nmetr4polis y por las tentativas de substi- tucion de preponderancia. Para quedarnos en America latina, senialemos que el peronismo tambien podria considerarse bajo este aspecto.

En las naciones recientemente descolonizadas, cuyas economias son a trnenudo prolongaciones, incluso apendices, de las economias "centrales",

73 Consultar sobre este punto el estudio de Rangel Contla (Jose Calixto), "La lucha de clases en Mexico", Revista Mexicana de Sociologia, oct.-dic., 1972, pp. 685-711.

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la burguesia local (comercial o industrial) es debil y desequilibrada; debe disputarle el poder a las aristocracias terratenientes y sobre todo contar con la "burguesia" mnetropolitana cuyo capital ejerce los efectos de dominacion esenciales". t En esta situacion necesariamente ahege- nmonica, la autoridad bonapartista de la burocracia de Estado asegura cierta armonizacion de los intereses de la trilogia dominante.

Este esquema corresponderia al caso de Paquistan segun Hamza Alevi. 5 Ahora bien, con las alternaciones entre dictadura y regimen institucio- ual, y con su sistema de basic demnocracy, Paquistan en especial bajo Ayub Khan, se asemeja a un Estado semicompetitivo. Ralf Braibanti quien lo definio como un "Estado administrativo" en donde la burocracia reina y gobierna, escribio a prop'sito del regimen paquistani anterior a 1965: "No es ni una democracia dirigida ni un sistema comunista (...) no es tampoco un sistema de partido dominante o un sistema multipar- t,dista. No es, como se piensa a veces, una dictadura militar (...) es esencialmente un Estado juridico administrativo con participacion popu- Ilr indirecta, a la vez unitario y federal, presidencial y parlaimentario: tuna combinacion que desafia a clasificaciones y analisis..." 7

La relativa autonomia del aparato estatal de tipo bonapartista es un fenomeno ligado al caracter no hegemonico de la sociedad. Contraria- mente a las apariencias, se encuentra con frecuencia en Estados nuevos. El subdesarrollo economico, a menudo va de la mano con el superdes- arrollo de las estructuras estatales. En el caso de las naciones reciente- mente descolonizadas, el Estado es heredero de la burocracia colonial o por su naturaleza, esta se situa por encima de las clases sociales locales ya que fue creada, por el exterior, para dominarlas. La necesidad de una nueva elite moderna, desligada de los lazos de lealtad tradicional, un "es- ttato flotante", segin la expresion de R. Dahrendorf, para consolidar o garantizar la unidad nacional fragil sigue esta misma pauta particular- moente en Africa. En America latina el desarrollo del Estado precedio dte lejos al desarrollo en si. Como la concentracion urbana y el creci- miento de la clase media se habian creado mucho antes de la aparicion Qe la industria moderna, la burocracia de Estado, simbolo de la inde- pendencia formal, prolifero6 a pesar del credo liberal de las elites y se forjo sus propios objetivos. La burocracia militar de los ejercitos pro- fesionalizados se eligio principalmente para regular los equilibrios so- ciales.

74 Amin (Samir), Le developpment inegal, Essai sur les formations sociales -du capi- talisme pcnripheique, Paris, Editions de Minuit, 1973, p. 302. O Op. cit., pp. 61-62.

76 Braibanti (Ralph), "The higher bureaucracy of Pakistan" en Braibanti (R) et al., Asian bureaucratic systems emergent from the British imperial tradition, Dur- ham (N.C.,), Duke University Press, 1966, p. 351.

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Las antiguas colonias inglesas de Asia en las que el famoso "civil serzce era de hecho el gobierno", crearon sistemas politicos de tipo burocriatico en los que el Estado tiende a asegurar el equilibrio y la inte- gracio6n de los diversos sectores dominantes. Como escribe Bernard Henry Levy sobre Pasquistan: "El rol del aparato de Estado superdes- arrollado es en u'ltimo analisis el de asegurar el uso capitalista de los ren- dimientos de produccion feudales". 78 E1 sistema de las basic democracies introducidas por Ayub Khan aparece como un caso de "despotismo burocratico". El vacio dejado por la neutralizacion de los partidos poli- ticos lo Ilenaron las elites administrativas que surgieron del civil service brita'nico.

En America latina, es la burocracia militar la que interviene en el sen- tido bonapartista y crea sistemas semicompetitivos. Sin duda, no todos los golpes de Estado son del mismo estilo. Se podria distinguir entre intervenciones conservadoras, contrarrevolucionarias, equivalentes fun- c onales del fascismo (Chile en 1973 y a un menor grado Bolivia bajo C1 general Banzer y aun Brasil a partir de 1964), e intervenciones de tipo bonapartista. La de los militares peruanos en 1968 es el ejemplo mas reciente de este tipo. El retgimen militar peruano pertenecio al ambito semicompetitivo ya que se trata de un gobierno de facto, nacionalista y reformista, que incrementa las funciones del Estado y se esfuerza por integrar a las clases populares sin acosar a los partidos ni suprimir las libertades sindicales.

No se trata de multiplicar los ejemplos cuya enumeracion resultaria fastidiosa. Sin embargo, no esta prohibido formularse preguntas que puedan preparar el terreno para una futura investigacion. D6nde ubi- car en relaci6n a nuestro metodo, a los "socialismos africanos" tremen- damente burocratizados, que llevan a cabo la amalgama forzosa entre elites tradicionales y modernas? A pesar de su partido uinico que a me- r.udo moviliza muy poco y de su autoritarismo bien templado que tolera un cierto margen de competitividad, no presentan acaso alguna simila- ridad con nuestro modelo? Y, -que decir de la "democracia dirigida" establecida por Sukarno eni Indonesia en 1959? Este regimen, en efecto, i eune componentes totalmente contradictorios: multipartidismo, una asamblea designada en la que figuran "grupos funcionales", adoctrina- m--iento oficial por medio de terminos de tipo nacionalista, etcetera. El peso decisivo del Estado en un pais con una estructura social fragil, no es

77 Guyot (James F.), "Bureaucratic transformation in Burma", en Braibanti (R.), op. cit., p. 428.

78 Levy (Bernard-Henri), Bangla-Desh, Nationalisme dans la revolution?, Paris, Maspero, 1973, Cahiers libres p. 76.

79 Seguin Ziring (Lawrence), The Aynb Khan Era. Politics in Pakistan. 1958-69, Syracuise (N.Y.), Syracuse University Press, 1971, pp. 153.163.

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ajeno a su surgimiento. 80 Dejaremos a otros el encargo de concluir si tiene o no alguna relacion con un sistema semicompetitivo del tipo que aqui tratamos. Sin duda, seria interesante comparar, por otro lado, los procedimientos de unificacion politica del regimen de Sukarno con los medios de desmovilizacion compulsiva puestos en practiva por la dicta- dura burocratica de su sucesor.

Los mecanismos de desmovilizacion no coercitiva que tienden a im- pedir la movilizacion espontaena y autonoma de las "clases peligrosas" integrandolas a un proyecto nacional bajo los auspicios del Estado, adop- tan diversas modalidades. La substitucion de organizaciones obreras "clasistas" y reivindicativas por sindicatos burocraticos de masas con- trolados por el Estado es un medio que encontramos en varios casos semicompetitivos: por ejemplo en Mexico y en la Argentina peronista si nos referimos solo a casos en America latina. Una reforma agraria limitada y "homeopatica" unida a la manipulacion de las asociaciones campesinas puede permitir que se relajen las tensiones en el campo. Franqois Chevalier demostro co6mo en el caso de Mexico, la realizacion parcial de las aspiraciones de los campesinos sin tierra por medio de la distribucion progresiva de tierras comunitarias, desarmon las luchas agrarias. 81

Algunos de los nmedios frecuentemente utilizados son el paternalismo de Estado y la creacion de redes de clientela a traves de organismos de asistencia y prevencion social. De la misma manera la movilizaci6n buro- cr'tica puede volverse un medio eficaz de desmovilizci6n. Algunos 'sucedaneos de participacion" o satisfacciones psicologicas promueven el conformismo popular. La gama de temas ideol6gicos capaces de frenar la accion autonoma de las clases dominantes es limitada. El nacionalismo cs tablece tanto la solidaridad de las clases contra las potencias exteriores como repudia a las "ideologias extranjeras" que puedan servir de arma a los grupos sociales subordinados. Los mitos de "la revolucion" o "del pueblo" marcan limites de la semicompetitividad estrechos, cambiantes y a menudo arbitrarios.

Este tipo de sistemas aparecen en momentos determinados del devenir social de las naciones a las que afectan. No tendria sentido afirnmar que son regimenes de transicion. Estas formas politicas surgen particular- mente durante periodos de disgregacion de las solidaridades tradicionales. Es en las fases de movilizacion horizontal, es decir en lo tocante a la "movilizacion social" en el sentido utilizado por Karl Deutsch, que estos sistemas semicompetitivos florecen. Para utilizar el lenguaje de la "cul-

80 Consultar sobre este tema a Fieth (Herbert), The decline of constitutional demo- cracy in Indonesia, Itaca, Cornell University Press, 1962, p. 107 y Cayrac-Blan- chard (F.), Le Parti communiste indonesien, Paris, Armand Colin, 1973, p. 22.

61 Chevalier (F.), " "Ejido" et stabilite au Mexique", Revue franCaise de science politique, xvi, 4, agosto 1966, pp. 717-752.

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LA HIPOTESIS "BONAPARTISTA" 191

tura civica" de Almond y Verba, 82 este tipo de regimen s6lo aparece cuan- do grandes sectores de la sociedad pasan de la sujecion (subject cultutre) a la participacion (participant). Las naciones en las que domina la cultura "parroquial" (parochial) poseen otros tipos de organizacion politica.

Si distinguimos, como lo hace Alain Touraine, tres fases en el des- arrollo de las sociedades perifericas en funcion de la transformacion de su situacion de dependencia -y ya no en relacion a un modelo de indus- trializacion calcado de la evolucion de las naciones occidentales- : des- arrollo extrovertido, substitucion de las importaciones e internacionaliza- ci6n del mercado interno, 83 entonces este fenomeno corresponderia gene- ralmente a la fase dos. La industrializaci6n no integrada destinada al mer- cado interno sobre la base de una tecnologia ligera y del capital nacional provoca una crisis en el seno de las clases poseedoras. Esta no necesa- riamente adopta la forma de un enfrentamiento entre los terratenientes y la burguesia industrial naciente, pero paraliza el sistema politico en el momento en el que debieran ordenarse nuevas f6rtmulas de control social que no afectaran a la expansion del consumo interno. De alli su caracter no coercitivo y la semicompetitividad del sistema en su conjunto.

Por el contrario, en Ia siguiente etapa, la marginalizacion de los "malos consumidores" que son los "buenos productores", es decir los estratos po- pulares que no consumen bienes duraderos de un nivel tecnologico rela- tivamente elevado pero que los producen al costo mas bajo, van a la par de los sistemas politicos "autoritario conservadores" que modernizan ex- cluyedo e industrializan reprimiendo.

Sobre atgunas directivas de investigaci6on

Nuestro enfoque a dos niveles basado en una definicion global (la semi- competitividad) y en un modelo de surgimiento (el bonapartismo) invita, desde un principio, a utilizar los parametros reservados a la creacion de una tipologia mas amplia en la que se pudiera inscribir una gran variedad de regimenes "excentricos", "barrocos" o simplemente desconcertantes. h'ero clasificar especies no es suficiente. 0, mas bien, es quiza solo un instrumento, un medio anterior al analisis del funcionamiento concreto de un sistema de poder. Los criterios de clasificacion estan destinados a trazar pistas y a localizar perspectivas sobre las cuales orientar la in- vestigacion. Aiun hace falta que los instrumentos usuales de la sociologia politica se utilicen sin dificultades.

82 Almond (G.) y Verba (S.), The Civic Culture, Boston, Brown & Co., 1965. " Ver entre otros: Touraine (A.), "Mouvements sociaux et ideologies dans les

societes dependantes", Revue Tiers-Monde, xv, 57, ene.-mar. 1974, pp. 217, 234.

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La delimitacion de areas competitivas y no competitivas (de las "zo- -as de veto") en las sociedades estudiadas no representa mayores obs- taculos que los de observacion y de informacion. Esto mismo sucede con los mecanismos de semicompetitividad que aun en sus modalidades extra- electorales exigirian un trato micropolitico. El estudio de las elecciones no competitivas dentro de un contexto de plurapartidismo tolerado, debe permitir revelar los procedimientos de manipulacion en la cumbre y de clientelismo a todos los niveles de los que la sociologia electoral cla- sica habitualmente no rinde cuentas. El comportamiento de los escruta- dores a menudo es ma's importante que el de los electores, pero mnas dificil de conocer.

Las tnodalidades de desmovilizacion de las clases dominadas, ya sea de naturaleza administrativa institucional o ideologica, pueden ser ob- jeto de investigaciones empiricas. Alli tambien, el nivel macropolitico relativamente desbrozado por los paises en los que con mayor frecuencia existen sistemas semicompetitivos no parece ser suficiente. Asi, el rol politico de los sindicatos estatales de regimenes "bonapartistas" no se conoce mas que a nivel global. Las monografias y las encuestas limita- das deberian permitir completar, pero sobre todo sistematizar nuestro co- rocimiento sobre estos mecanismos. Investigaciones comparativas sobre los antiguos y nuevos modos de control social pasan por estudios cen- trados pero conservando la dimensi6n hist6orica. El analisis empi rico de las elites puede aclarar fenomenos de fragmenaci4n, de recomposicion Y de fusi6n de los grupos dominantes.

Las investigaciones sobre el rol del aparato de Estado son las que ofrecen mayores dificultades pero presentan las perspectivas mas fruc- tuosas. El enfoque dado por el Estado durante mucho tiempo tributario del derecho constitucional, fue victima de la emancipacion de la ciencia politica. No hace mucho tiempo, J. P. Nettl notaba la relativa ausencia del Estado (the relative statelessness) en las ciencias sociales contempo- raneas. En efecto, los metodos o teorias mas fecundos de la sociologia politica hoy en dia colocan al Estado entre parentesis. La dimension teo- logica de la "teoria de la modernizacion" no otorga ningiin privilegio a los organos del poder. El conductismo se ocupa sobre todo de las deci- siones individuales; el analisis sistematico reduce al Estado a un rol de mrecanismo transformador. La ciencia administrativa que estudia esen- cialmente la elaboracion y la racionalidad de las decisiones no nos es de gran ayuda.

Los mejores estudios consagrados a las estructuras administrativas o al personal estatal de las naciones perifericas estudian a las burocracias "en si" o en su relacion con el desarrollo. La funcion no instrumental de la burocracia civil, su accion autonoma o su rol substituto solo son abordados marginalmente.

Las bucrocracias militares rara vez son consideradas como tales. Mas bien se le otorga un significado especial al sector armado del aparato

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LA HIP6TESIS "BONAPARTIsTA" 193

de Estado. La mayoria de los estudios que tratan sobre las fuerzas arma- das se dedican ya sea a investigar su relacion con el proceso de moder- nizacion, o bien a descifrar la naturaleza de sus intervenciones en la vida politica. Rara vez se ha analizado su capacidad para extraer una orien- tacion propia a partir de intereses corporativos o de una interpretacion profesional de la realidad social.

Conocer el fen6meno burocratico es de capital importancia para com- prender los sistemas semicompetitivos. Ninguna tecnica bien experimen- tada nlos puede dar la seguridad de estrechar de cerca esta realidad dificil de penetrar. Por lo tanto es posible que el esfuerzo que requiera la adap- tacion de mertodos para la comprension de este campo de accion amerite ser intentado. Por lo contrario se puede pensar en que su interes rebasaria el campo de accion semicompetitivo y contribuiria quiza a jus- tificar la exploracion de la hip6tesis bonapartista.

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