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Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del
Desasosiego de Pessoa
Ediciones Revista ALEPH (8)
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
2
ISBN: 978-958-44-8379-9
© Carlos-Enrique Ruiz, 2011
Ediciones Revista ALEPH, ISSN 0120-0216
http://www.revistaaleph.com.co
Carrera 17 No.71-87, Manizales, Colombia, Sudamérica
Primera edición: abril de 2011
Número 8 de la serie “Ediciones Revista Aleph”
Diagramación: Andrea Betancourt G.
Carátula: Composición fotográfica (CER)
Impresión: Editorial Andina – Manizales, Col.
Ruiz, Carlos-Enrique, 1943-
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa / Carlos-
Enrique Ruiz. -- Manizales : Ediciones Revista Aleph, 2011.
166 p. ; 20 cm.
1. Pessoa, Fernando, 1888-1935 - Crítica e interpretación
2. Poesía portuguesa 3. Poetas portugueses I. Tít.
869.4 cd 21 ed.
A1283503
CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
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para: Livia
Carlos-Enrique Ruiz
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En mi corazón hay una paz de angustia, y mi sosiego está hecho de
resignación.
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 3)
La caricia del apagamiento, la flor dada de lo inútil, mi nombre nunca
pronunciado, mi desasosiego entre orillas, el privilegio de deberes
cedidos, y, en la última curva del parque ancestral, el otro siglo como un
rosal.
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 481)
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Fernando Pessoa, ¿pirrónico?1
“Más que saber, dudar me agrada"
Dante
Cuarenta y siete años de tránsito por la vida fueron suficientes para que
un hombre se convirtiera, e1 solo, en una literatura. Pessoa mantuvo
afincada la idea de que siendo un hombre de talento su obra habría de
perdurar. La modeló con la vanidad íntima de reconocerse genial.
Angel Crespo, grande especialista y traductor se refiere a él en términos
de "uno de los mayores poetas europeos de nuestro tiempo". Octavio
Paz lo describe como "anglómano, miope, cortés, huidizo, vestido de
oscuro, reticente y familiar, cosmopolita que predica el nacionalismo...
''. Geraldo Dias da Cruz dice de él que "fue plural como el universo". Su
amigo y biógrafo Joâo Gaspar Simões, lo retrata de la siguiente manera:
"En plena madurez el poeta continúa siendo él mismo ser débil que a los
veinte años: piernas delgadas, de pajarillo…, ligeramente encorvado, de
tórax retraído y una cabeza de amplias entradas… ojos rasgados como
almendras, en una cara en la que la fragilidad de los anteojos... crea una
especie de intocable delicadeza... hay en él algo esfíngico, algo que se le
nota, hasta cierto punto, del contraste entre la fragilidad física y el ardor
hermético de su espíritu...''. A su vez, el propio Pessoa se define como
"pagano y decadente" y como "histérico-neurasténico".
En este conjunto de opiniones está la imagen cabal del autor de obra
cosmopolita que se difunde y estudia en culturas disímiles. Sinembargo,
tampoco fue un gran desconocido en su propio momento. Carmen
Michels recuerda que Pessoa publicó en vida 132 textos de prosa y 299
poemas, cantidad suficiente como para estar presente entre sus
coetáneos. Su obra, por supuesto, era más abundante. La Biblioteca
Nacional de Lisboa tiene en su haber 27. 543 escritos originales suyos,
entre poesía y ensayo, y desde su muerte, ocurrida en 1935, hasta
cuarenta años después, se publicaron 71 volúmenes con parte de su obra.
De verdad se trató de una vida corta en duración física, pero de una
1 En: Revista Aleph No. 65 (1988); pp. 24-30
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soledad intensa y laboriosa.
En 1985 los restos mortales de Fernando Pessoa fueron trasladados al
Monasterio de los Jerónimos en Lisboa, donde reposan "en un sarcófago
de mármol rosa", entre dos aventureros ungidos por la misma hazaña:
Luis Vaz de Camões y Vasco de Gama. El segundo, descubridor de
nueva ruta a las Indias por el Cabo de Buena Esperanza, proeza que el
primero inmortalizó en el poema épico Los Luisíadas.
Pessoa creó personajes que como autores autónomos hicieron una obra,
distinguible entre ellos y agrupada bajo la misma paternidad de un
hombre que los vivió a todos y supo afirmarlos aun en realidades
estéticas diferenciables. Alberto Caeiro, el que no cree en nada pero
existe; Ricardo Reis, el neoclásico, y el ingeniero y poeta sensacionista
y futurista Alvaro de Campos, fueron los principales heterónimos, que
con el ortónimo Pessoa construyeron una obra ya inserta en la literatura
universal. Obra de indagaciones permanentes, de paradojas, de no
sumisión a lo establecido, de contradicciones como es natural en una
personalidad de tan intensa vibración interior.
El hombre solitario y marginal que se hizo a la cultura inglesa desde
edad temprana, viviendo y estudiando durante nueve años en Suráfrica,
no abandonó nunca la escritura en inglés, ni las formalidades
cortesanas, ni el traje oscuro, tal como se lo recordará en Brasileira, el
café típico que frecuentaba en la Plaza Chiado de Lisboa, ciudad que le
retuvo por treinta años, sin el menor abandono, desde su retorno en
1905. Su apego a la ciudad y a la cultura portuguesa tenía el mismo
motivo que la seducción en los amantes ("Mi patria es la lengua
portuguesa": F.P.).
Abúlico y distante, Pessoa tuvo como centro de su existencia la
elaboración de una obra literaria, cimentada en amplia y profunda
cultura, en condiciones de precaria subsistencia que se ganaba en la
mayoría de las veces como corresponsal comercial, es decir, redactor de
cartas en inglés y francés para empresas.
Al pensar en Pessoa fácilmente se recuerda a Don Antonio Machado,
por lo que escribió en el Juan de Mairena: "Después de la verdad, nada tan
bello como la ficción./ Los grandes poetas son metafísicos fracasados.
(No todos)/ Los grandes filósofos son poetas que creen en la realidad de
sus poemas". Y el mismo Machado agregó: "El escepticismo de los
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poetas puede servir de estímulo a los filósofos".
Pessoa fue al mismo tiempo poeta y pensador, con acendro metafísico.
En esa conjunción de pensador y poeta, el escepticismo, como en la
observación de Machado, le sirvió de aliento. Su obra es reflexión, en
poesía y prosa, sobre la individualidad del hombre, sobre su carácter
más profundo y su conexión con el entorno tumultuoso y opresivo, pero
observado con tono desapacible. El amplio espectro de su formación
intelectual le da base firme para el trabajo de creación y de análisis. De
ahí que su obra ha quedado inserta en el torrente de la cultura universal,
y por tanto en la tradición, así haya tenido que reinventársela para
enriquecer la literatura de lengua portuguesa. A no dudar, las fuentes
primarias y predilectas en su formación estaban en la cultura griega.
En su obra vuelve una y otra vez sobre ella para apreciarla en lo que
llama "la extraordinaria perfección cívica y moral de la vida griega", y
también para ocuparse de "la extraordinaria plenitud heroica y gloriosa
de Grecia", por todo cuanto tenían los griegos de "extraordinaria
atención a la belleza". Del estudio de esa cultura antigua comprendió
que en los griegos "el ideal íntimo se ajustaba al ideal social", por
cuanto aquel hombre era un hombre verdadero, que después, hasta hoy,
pasó a ser un hombre aficionado. Según Pessoa, después de aquella cultura
que califica reiteradas veces de extraordinaria, el hombre se vino a menos,
como con su destino disipado. Perdió en esencia y trata locamente de
reencontrar ese rumbo u otro equiparable que le vuelva a la condición
verdadera, para poder dejar atrás la mera afición de ser hombre.
De igual modo, Pessoa aprendió de la antigua civilización griega el
problemático concepto de vitalidad de una nación, que le llevó en ocasiones
a plantearse como nacionalista furibundo. Sus conceptos ideológicos
tuvieron asideros frágiles para los tiempos que corrían, pero por fortuna
Pessoa no ha quedado como ideólogo: sobrevive por su dimensión
humanística y creadora. Aquel signo de vitalidad de la nación lo
advirtió en la capacidad de crear "nuevos moldes, nuevas ideas
generales para el movimiento civilizador a que pertenece". Es posible
que Pessoa al emplear la expresión movimiento civilizador esté aludiendo al
campo global de una Cultura, de frontera más allá de las naciones, e
involucrando talvez a muchas de ellas, como en el caso de la llamada
Cultura Occidental. La ciencia en ese aspecto de la identificación de la
vitalidad tiene, en su legitima comprensión, un desempeño secundario,
por cuanto corresponde más la ciencia al fuero de lo material que al
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mundo de las ideas rectoras, o simplemente más generales.
"Yo soy un pagano decadente, del tiempo del otoño de la Belleza, del
adormecimiento (?) de la limpidez antigua, místico intelectual de la raza
triste de los neoplatónicos de Alejandría", escribió Pessoa probablemente
en 1917, año en el que se publica el único número de la revista "Portugal
Futurista", con poemas suyos, en su propio nombre, de ningún corte
futurista y el sí futurista Ultimátum de Alvaro de Campos. Es de pensar que
Pessoa alude a los neoplatónicos de Alejandría, como al último ejercicio
de supervivencia de la filosofía griega y en particular del panteísmo, que
era en él una manifiesta convicción. '
Hay que tener presente que en 1914 escribe y publica la Oda Triunfal
(Alvaro de Campos), un canto lleno de "crispaciones absurdas" y de
arrebatada e irónica apología de fábricas, engranajes, libertinos; de exaltación
de los callejones de pudrición y estrechez, y del estrépito cruel y delicioso de la
civilización de hoy. Y, en fin, de todo lo que Pessoa llama "fauna
maravillosa del fondo del mar de la vida". La Oda Triunfal es una especie
de acto masoquista, de alguien que sabiéndose impotente de acciones
físicamente transformadoras, no le queda más que atormentarse con la
revisión febril de ese entorno de ruidos y malolientes lugares. Oda que
fue escrita como ironía suprema.
Tampoco hay que olvidar que el 26 de abril de 1916 se suicida en París su
gran amigo el poeta Mario de Sá-Carneiro, un hombre de signo trágico,
"todo refinamientos y caprichos, delicadezas y susceptibilidades".
Entonces aquel Ultimátum de 1917 habría de tener una carga intensa,
producto de situaciones contrastadas y así proclama la "abolición del
dogma de la individualidad artística”. “El artista más grande -dice- será el
que menos se defina, el que escriba en más géneros, con más
contradicciones y desemejanzas. Ningún artista deberá tener sólo una
personalidad. Deberá tener varias, organizando cada una por la reunión
concreta de estados de alma semejantes, disipando así la grosera ficción
de que es uno e indivisible". En el mismo Ultimátum la intrepidez recorre
todos los senderos. Proclama que la ciencia sustituya a la filosofía, el
advenimiento de la Humanidad de los Ingenieros y de una Humanidad
matemática y perfecta, y como es natural en ese tono, proclama también
la creación científica de los Superhombres. Antes había estado Nietzsche
(1844-1900) con la exaltación de la voluntad de poder y del superhombre,
influencias obvias en aquel manifiesto pessoano, no comunes en el resto
de la obra.
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Pocas veces Pessoa disfrutaba de exaltaciones optimistas, por el
contrario, su estilo aforístico tenía el tono de una metafísica
apesadumbrada, dolida, sin mayor vitalismo. Más bien pudiera interpretar
aquella posición grandilocuente como reacción de una voluntad
quebrantada, casi asfixiada frente al medio y con respecto a los
acontecimientos más cercanos. Después del dolor intenso y súbito habrá
de venir algún discreto paréntesis de optimismo, así se venga como
protesta feliz que le lleva a proponer la abolición de tres dogmas: la
personalidad, el concepto de individualidad y el objetivismo personal.
Estas son expresiones que van perfilando una interpretación que me
aventuro a hacer de Pessoa como escéptico, nutrido en la cultura griega y
modelado en las circunstancias propias. No era Pessoa un escéptico académico
a la manera de la Academia Platónica (s. III a.C) y de Arceliao y
Carnéades. Más bien lo era a la manera de Pirrón de Elis; es decir, el
escepticismo pirrónico, con mejor expresión en Sexto Empírico, quien influyó
en la colectividad médica de Alejandría en actitud de rechazo a las teorías
dogmáticas. Richard H. Popkin dice que para los pirrónicos "el
escepticismo era una capacidad o actitud mental de oponer la evidencia, en
pro y en contra, acerca de toda cuestión sobre lo que no era evidente, de tal
manera que se pudiese suspender el juicio sobre ella." En el fondo y
principio del escéptico está la duda sobre las apariencias, evidencias y
razones. El escéptico no es incrédulo, por el contrario puede abrigar
creencias dispares; incluso con la capacidad de ponerlas en cuestión en su
momento. No hay credo único que pueda comprometer el pensamiento y la
acción del escéptico. Se trata más bien de una posición intelectual
intransigente solo con todo lo dogmático y lo consagrado como establecido.
El escepticismo de Miguel de Montaigne es delicado y sugerente, el de
Antonio Machado en el Juan de Mairena es de altibajos, a veces con no
disimulada crueldad y el de Pessoa es duro, recalcitrante, que golpea en las
fibras más sensibles. Lo que en Montaigne es examen, en Pessoa es
"magnificencia triste de penumbras". En Machado, "las ideas profesadas
como creencias son también gallos de pelea con espolones afilados". "La
gracia del escéptico -dice en el Mairena- consiste en que los argumentos no
le convencen. Tampoco pretende él (el escéptico) convencer a nadie".
Montaigne declara: "yo no afirmo ni niego"; su obra es una reflexión total
a través de sí mismo, de la personalidad propia, hasta el punto de
convencerse de que "ninguna opinión es fácil que penetre y arraigue" en su
espíritu, y con el oportuno entusiasmo declara haber privado a su espíritu
del derecho de aceptar cosas definitivas. Esta terna de personalidades tiene
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en común el apego a la meditación filosófica, con el no compromiso en el
punto de partida, o la duda sobre lo que se dice es. Los tres conforman un
espectro, con Montaigne y Pessoa en los extremos. El primero, más
cercano al equilibrio racional, y el segundo desaforado en el manejo
intelectual de las pasiones. Todos ellos en el mismo recuadro del
escepticismo. Quizá del escepticismo pirrónico, por la característica de ser
más dubitativo que contradictor del propio conocimiento. No se niega,
simplemente se asume la actitud de pensar que siempre hay otras opciones,
o al menos puede haberlas. En Pessoa la capacidad de duda se confunde
con la falta de sosiego: "No hay sosiego, dice, -y, ¡ay de mí!, ni siquiera
hay deseo de tenerlo...", escribe en marzo de 1930.
La confianza en las evidencias no es enteramente conseguible en los
escépticos. Prima la dubitación. Se duda de manera continua, en el
escepticismo, sobre el carácter satisfactorio en todo lo que pueda
apreciarse como evidente en el campo de las propias creencias. De ahí
también la explicación para el carácter contradictorio del escéptico que
vemos en Pessoa. Aquel que en veces, por ejemplo, se confiesa
simultáneamente lector y no lector: 'Leo y soy liberado…/ Leo como quien
abdica…/ Leo como quien pasa…/ Detesto la lectura…/ No conozco un
placer como el de los libros, y poco leo. Los libros son presentaciones a los
sueños, y no necesita presentaciones quien, con la facilidad de la vida,
entre en conversación con ellos". Esta muestra de contradicción sobre un
tema tan aparentemente sencillo como la lectura y el libro, se resuelve con
una posición particular: "Leo y me abandono, no a la 'lectura, sino a mí
mismo...” Es la confesión, conclusiva, de quien valora más los vaivenes en
su sensibilidad que la forma de la realidad posible. Su realidad es esa, la
continua suscitación que le produce la lectura, más que la lectura en sí.
Pessoa lee y se aleja, no en el texto, como inmerso en él, sino a partir de
él.
Asímismo, Pessoa es un escéptico no por convicción de lo negativo;
también por apego a la naturaleza como una moral. Asumió Pessoa "la
vida como guía", a la manera de Diógenes Laercio. Y no hay duda que en
el poeta lusitano su propia vida, el ejercicio cotidiano de su ser, es el
motivo y razón de su obra -como a su manera en Montaigne-, aun en su
relación conflictiva, pero interiorizada, con todo lo circundante, sin ser
contestatario; más bien la vida, su vida, es la protagonista de su obra
esencial.
Toda posibilidad de prueba tiene en Pessoa, como en los escépticos, dos
caras, para ver con análoga similitud lo uno y lo otro, que puede ser
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contrario. La manera más práctica de ejercer esta actitud se encuentra en
los aforismos o sentencias que construye premeditadamente para resumir
o sintetizar estados de ánimo y de pensamiento, en textos que tienen esa
modalidad como estilo, o que de pronto aparecen intercalados en poemas
o descripciones de otra naturaleza. En ellos rompe la aparente evidencia
del sentido común que, al abandonarlo, lo que consigue finalmente es
agregarle algún nuevo significado. Así, por ejemplo, una tristeza puede
ser buena y dar alegría: “… es alegre como una tristeza buena". Y es
natural que en la obra aparezca la "alegría triste".
En cuanto a la noción del tiempo, la misma identidad o juego de
contrarios tiene lugar: “… el presente es antiquísimo, porque todo cuanto
ha existido ha sido presente...” Y con respecto a las personas, a los otros,
a la posibilidad de querer o de amar, el escepticismo de Pessoa se torna
amargo, cruel: "Nunca amamos a nadie. Amamos, tan solamente, a la idea
que nos hacemos de alguien".
El mundo pessoano está hecho de hipersensibilidad, interiorizada. Los
nexos con el entorno, con lo circundante, los hace precarios, apenas los
indispensables para moverse y vivir sin ser perturbado por causas
distintas a las de su doliente metafísica. Como es natural, un talante de
este tipo conlleva melancolías intensas, desprecio por casi todo, por la
inutilidad del poder y de lo que no provenga del manejo creador de las
sensaciones. Lo que acompaña el alma de Pessoa es un tremendo
desasosiego, que a la vez le mantiene firme en la continuidad de su tarea de
escritor, bajo espíritu bullente, con tal reverencia por la palabra escrita
que ejerce casi siempre de pie, como en actitud de honor y de valor. Su
vida trata de hacerla trascurrir en la penumbra, como una forma natural
del alma humana: "Toda la vida del alma humana es un movimiento en la
penumbra…; todo el mundo es confuso, como unas voces en la noche".
Bajo este grado de desapego y desolación interiores no le queda más que
decir: "Me duele la cabeza y el universo". Pessoa asume todo el dolor del
mundo como una reivindicación creadora propia.
Un intento de comprensión más global de Pessoa pudiera llevamos a
ubicarlo como un crítico implacable de lo burocrático generado en el
ejercicio de la convivencia social, tal vez a la manera de un Kafka, el de
"El Proceso", bajo similares sentimientos de inevitabilidad y de
impotencia, por fuera de cualquier lógica. "La lógica, al parecer
inquebrantable -se lee en el último capítulo de El Proceso- no resiste a un
hombre que quiere vivir". Pero la interiorización de la reflexión como
paradoja, como sentimiento expresado en juego profundo de contrarios,
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tiene en Pessoa más hondo significado, con más efluvios de alma que
arde. Así, pensando en la esterilidad de las burocracias, pudiendo y sin
poderse desprender de sus influjos, escribe: "Las cosas del estado y de la
ciudad no ejercen poder sobre nosotros. Nada nos importa que los
ministros y los áulicos hagan falsa gerencia de las cosas de la nación.
Todo esto sucede allá fuera, como el barro en los días de lluvia. Nada
tenemos que ver con eso que tenga al mismo tiempo que ver con
nosotros". En otra ocasión asevera: "No me someto al Estado ni a los
hombres: resisto inertemente".
Pessoa fue un ser agónico, es decir, en lucha continua consigo mismo, a
la manera de Kierkegaard y Unamuno. Pero a diferencia de ellos, el
misticismo lo tenía sin cuidado, ante todo de un credo en particular. Su
ansia de trascender, de pensar en profundidad, pero sin hacer del
pensamiento una elaboración acabada, lo lleva a desbordar creando a sus
diferentes, a sus otros, a sus heterónimos. Un espíritu que vibra a tan
altas temperaturas tiene que desfogar por partes múltiples. Tal candencia
de ánima encuentra todo tipo de espacios para conceptuar con aparente
armonía en problemas de largo alcance.
Piensa en la Cultura y la expresa como "el desarrollo supremo de la
conciencia que el hombre tiene de sí mismo", no la aprecia como un
complejo de exterioridades. Su acento es firme, con cierto viso
individualista, amparado en el hecho de que la Cultura lo que trata es de
la conciencia de individualidad que se despierta en el hombre.
Conciencia de individualidad, agregada, con reconocimiento de
diversidad y de pluralidad. Conciencia de conocimiento y de sensaciones
trascendidas, También entiende por Cultura el conjunto de "impresiones
recibidas en libros, museos o laboratorios".
Cuando Pessoa trata del Arte, establece que su asunto no es la realidad,
sino la abstracción, no la abstracción pura sino la por él llamada
abstracción creadora o abstracción en movimiento. El problema del
compromiso del arte, o del arte comprometido, lo tiene igualmente
resuelto Pessoa: "El arte no es propaganda política... El arte no tiene
para el artista fin social... El arte tiene, sinembargo, un resultado social,
pero relacionado con la Naturaleza y no con el poeta o el pintor". Es más
contundente al expresar: "Todo artista que da a su arte un fin extra-
artístico es un infame...''. Hay que advertir que al arte al cual se refiere
Pessoa es la literatura. Su posición es en extremo radical. Para él sólo
hay tres artes: la metafísica, la literatura y la música. A la pintura y a la
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escultura sólo las reconoce como "obras de artesanía perfeccionadas". La
poesía está, como consecuencia natural, en el campo del arte. "Esto es la
poesía: cantar sin música", escribe Pessoa por intermedio de Alvaro de
Campos. Pero a la vez establece que "la poesía es asombro, admiración
como la de un ser caído del cielo en plena conciencia de su caída y
atónito ante las cosas. Como la de alguien que conociese el alma de las
cosas y se esforzara por rememorar ese conocimiento recordando que no
era así como las había conocido, no con esas formas y en esas
condiciones; pero no recordando nada más." La poesía es musical para
Pessoa, pero no musicable, en especial la lírica, y también es,
simultáneamente, perplejidad. El poeta está en el mundo como exiliado,
atónito frente a todo lo que le rodea, pero con una especie de
conocimiento anterior que al intentar recordarlo comprende con claridad
su no coincidencia con lo que tiene en el alcance de su mirada. Entonces
el poeta no tiene otro asunto para cantar que el alma de las cosas, o en
otros términos, la intuición, el presentimiento, lo que se presume sean los
objetos y las situaciones.
El poeta que es Pessoa, como los grandes poetas de nuestro tiempo, es un
exiliado, un extraño, para quien la libertad tan sólo es la posibilidad de
aislamiento, posibilidad y nada más, porque el poeta no consigue al fin
aislarse como se propone, o como intentan hacerlo todas las
circunstancias que lo rodean. El poeta de veras, el cantor grande, el que
con la palabra ha conseguido expresar el alma de las cosas, el sentido que
vibra desde lo íntimo de todo, a partir de los más hondos y constantes
temas del hombre, ese POETA ha puesto en la intemporalidad su
nombre, su fibra y su garra.
… Somos extranjeros
Donde quiera que estemos.
… Somos extranjeros
Donde quiera que vivamos…
………
Hagamos de nosotros mismos el retiro
Donde escondernos, tímidos ante el insulto
Del tumulto del mundo.
Ricardo Reis
Para Pessoa, el hombre que es poeta tiene el instinto de la curiosidad intelectual, en
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cambio el otro, el animal que hace versos, sólo "es capaz de interesarse por el
curso normal de la vida que lo afecta". La Cultura nutre y da vuelo al
poeta, al hombre-poeta; lo nutre en concordancia con la misma
aseveración de Pessoa de que "la cultura es un alimento mental, y el
alimento para que nutra tiene que ser asimilado".
En la Oda Marcial Alvaro de Campos, dice:
Innúmero río sin agua -sólo gente y cosas
¡pavorosamente sin agua!
Suenan tambores lejanos en mi oído.
Y no sé si veo el río, si oigo tambores,
¡como si no pudiese oír y ver al mismo tiempo!
Fernando Pessoa corrobora con su obra la invocación salida de su pluma:
" ... quien al morir deja escrito un verso bello, deja más ricos los cielos y
la tierra y más emotivamente misteriosa la razón de que haya estrellas y
gentes".
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M e d i t a c i ó n…
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Requiebra el viento sobre los árboles
antes apretujados y de modulación armoniosa
salen destellos en voces en trinos
en ondulación de élitros
Requiebros del viento en la canción de la noche
en la espesura de la niebla
en lo incandescente de los pensamientos iconoclastas
Vuelve al silencio la canción sin nombre
*
Desde las ruinas de las culturas del pasado
brotan estrellitas pintas luminosas en los espacios
de esta tierra desolada
Son las señales premonitorias de otros destinos
ojalá claros armoniosos de duración poco fatigable
en el galopar del tiempo
Sinembargo el ciclo volverá a sumergir
toda posibilidad
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
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Nada pudo el hombre en el conjuro que apaciguó
al ángel de la discordia
mientras otros hombres recogían la simiente
que eligió el bardo al sumirse en la elocuencia
de las palabras furtivas
Nada se pudo en términos del encuentro
entre el ángel y el bastardo que suplantó al vate
*
Los días se apaciguan unos a otros
y se apasionan las voces en el rodar de acontecimientos
que siempre sorprenden con el asombro
en los rostros cansados un tanto siniestros
de los mortales
en la vecindad del cadalso
Los días corren en el ritmo atemperado
de la propia intemperancia
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
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Ni el bien ni el mal acompañan el vivir de los batracios
pero sí son claves para descifrar la impotencia
de los humanos
desprendidos ya de los árboles
y erguidos sobre pensamientos torpes acerca de la paz y de la guerra de la
vida y de la muerte
La antítesis está entre el día y la noche
entre el alba y el caer del disco anaranjado
tras la montaña despojada de bosque y de niebla
Es la vida en la encrucijada
*
Se miran al espejo con la esperanza
de encontrar a ese otro que no está con uno
bajo la ilusión de reconocer algún rasgo en el rostro
que nos haga genuinos representantes de la ilusión
Un día al fin en el espejo se encogerá la voz
tímida y temida de la conciencia
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
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El simulacro de las voces
las apariencias
El gesto
la rutina
El decaer de los árboles y las banderas
El zumbido de las abejas al contacto de la roca
Y el silencio en simulacro cual retirada
Oídos concentran las disonancias del tambor
*
Se regresa de una aventura al igual que de un naufragio
Los días que siguen presurizan el alma
y en los labios permanece la sequedad resquebrajante
de la canícula
En las manos la esperanza
con el vuelo de gorriones y alondras
Se regresa siempre en la espesura
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
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El deseo de la vida comienza cuando los días
se achicharran
cuando por las calles no se ven sino sombras de árboles y de gentes que un
día fueron
El deseo por la vida alcanza hasta el ritual de las sábanas blancas flotando en
el aire
sin más esperanza que sus ondulaciones
sin la tibieza de las otras
Los deseos se acuchillan de cobardía ante los robots
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
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Las enseñanzas en el rostro dejaron el rastro
sobre otras huellas entonadas en el desencanto
en la incertidumbre del soñar despierto
Huellas de mariposas que titilan en el fluir del viento
Al paso de los años las manos recogen los silencios
y las atribulaciones de los cardos
las ensoñaciones de turbulencias apaciguadas por la memoria
dejada de rastros y comedias
*
Caen la luz y la lluvia como pétalos desprendidos
de labios y de pieles sonrosadas hacia los rostros
Cae la luz en peldaños que le niegan fulgor a la sombra
Cae en lo más simple de la tarde
la luz sin el sonrojo de la piedra
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
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Enhiesto sobre la ola
el árbol alcanza el paroxismo
La lluvia en el desierto
deshiela los pensamientos
en las poblaciones nómadas
En silencio se alcanza el clímax
sobre la soledad de los cuerpos
que yacen extenuados en el desierto
Mariposas refulgen en la sensación de espejos
con el leve repunte de las aguas
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
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La Decadencia es la pérdida total de la inconsciencia; porque la
inconsciencia es el fundamento de la vida. El corazón, si pudiera
pensar, se pararía.
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 1)
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A lo lejos las torres de las viejas catedrales
simulan cirios que no dejan de arder
a pesar de las tinieblas
En la distancia los corazones palpitan
como en el primer momento de la creación
*
La sabiduría de los chamanes
sirve de ejemplo en las circunstancias
tejidas por los sonámbulos de las selvas
más apretujadas
sin dejar escapar ni un grito
ni la súplica
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
25
Los ferrocarriles despliegan la ilusión de estar
en todas partes
por las planicies que han dejado los acontecimientos diferenciadores de la
geología
Cada montaña por pequeña que sea
se precia de ejercitar la plegaria
de los ya difuntos labradores
que no tuvieron punto de partida
Riachuelos se abren entre peñascos
para agotar en la caída la distancia
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
26
Vuelven a la montaña
de donde alguna vez partieron las primeras voces
Se respira aire pestilente sobre la memoria
de los primeros moradores
de las causas perdidas
El refugio de los pensamientos siniestros
no es otro que las manos
Marsupiales y águilas se encuentran
sobre la ilusión del diálogo
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
27
Duermes tan quieta cual larga eres
sin los recuerdos de aventuras fugaces
con los pies fríos y los brazos entrecruzados
y los labios de suaves trazos que apenas violaría
el lápiz sobre el papel de arroz
Duermes y yo aquí te acompaño a escasos tres metros
al amparo de la caperuza verde
con la exigencia de esta libreta bajo la mano
que recorre sus páginas
con el apresuramiento de una caricia
que te arrebata el suspiro del rápido despertar
del volver al estiramiento de las piernas
y al forcejeo de los brazos por alcanzar otra vez
el propio espacio de la rutina
que se abre en la humanidad de tu estirpe
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
28
Mero fluir de palabras al amparo del bullicio
del mundo
Palabras que se van por el aire o apenas en el silencio inexpugnable del
papel
Palabras otras que a veces se acompañan
con las modulaciones de piano violín guitarra....
Su sentido desarrolla la función de futuro
Luego aparece la música
y las palabras quedan rezagadas en olvido
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
29
De la tierra surge el tallo
del tallo la flor
y de la flor
el aire
Del aire nace la distancia
de la distancia el olvido
Del horizonte se desprende el Sol
y la noche sume al mundo en agonía
La tierra renace en cada amanecer
y los ciclos inundan las vidas
que se suceden hasta el fin
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
30
Las luces ciegan la imaginación
en tanto la noche acompaña el silencio de las estrellas
puestas ahí
sin la marcha de los pensamientos que asedian la inclemencia
Las luces reproducen una y otra vez
el paso de los cuerpos que en sus formas deshacen
la súplica de la primera voz
*
El agua al fluir detiene la sensación del tiempo
y recrea la noción de lo fugitivo
sin la consideración de las montañas
que de manera inevitable limitan la visión
de lo extraño por lejano
El agua recoge en la superficie imágenes
de otra manera extraviadas con los visos
de ramificaciones de árboles que solazan
y expanden elucubraciones
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
31
El fuego congrega el ardor de las palabras
y de los brazos que gesticulan placeres
bajo los ribetes tímidos de la propia llama
El calor se irradia en la soledad de los cuerpos
desasidos de sombras
y cansados de alertar el sonsonete de la lluvia
El fuego inspira las manos para acompañar
la brega del existir apegado a las historias
que incendiaron el frescor de la rosa
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
32
En las noches se estimula el sueño y la imaginación
para dar vida a las palabras
a sensaciones e imágenes mudas
En las noches se acuartelan las posibilidades
y se cuajan los amaneceres sin el rostro
que se despliega en un cielo con la marca
de los insomnios
Procederes por reconquistar en cada tarde
*
La palabra muda
el cielo con desencanto
La noche sumida en el sueño o en el delirio
La palabra sin decir del derrotero que acompaña
a los héroes siempre transidos y energúmenos
La palabra que se inspira en lo sensitivo
de quienes comprenden la hermosura y la verdad
La palabra guarda distancia y secreto
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
33
Desde la contienda sube
el oscuro olor de la quimera
con guijarros cual estrellas tramadas en la espuma
de acontecimientos sin término
Los pasos que se dieron tifien las alas de vértigo
y a lo lejos apenas se vio el trazo difuso
de los recuerdos
que enardecieron pasiones y manotees al aire
Quedó en el espacio la imagen fugitiva
de cuerpos en líneas de azar
sin asidero en la contienda
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
34
Un tedio que incluye la anticipación sólo de más tedio todavía;
la pena ya de sentir mañana pena por haber sentido pena hoy –
grandes marañas…
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 14)
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
35
La luz que encandila sobre los rostros
no hace sino señalar el camino frágil de golondrinas
al atardecer
La luz en la tarde rememora la fenecida esperanza
o la pesadumbre
la iluminada idea de lo que perece
sin la permanencia del sueño
La luz dibuja en los rostros
las señales que va dejando
la vida en la vida
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
36
Tres rosas amarillas se acercan
tan frescas y espléndidas
Tres rosas para el pecho la frente
y el alma
Tres rosas que deseara inmortales
en su conjunto de pétalos aromados
Tres rosas para el cielo
para la lumbre
para el recogimiento
Tres rosas nada más
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
37
La estancia de la palabra
el recinto de la mariposa
y el águila que clama
El ruido extraño de lo que huye
la soledad de los desterrados
y el colibrí en amenaza
La penumbra al acecho de las voces
que no se encuentran
El monopolio del sonido en la naturaleza
y el gazapo en el vuelo de la abeja
Por fin los dioses se apiadaron del águila
del colibrí
y del gazapo
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
38
En la meditación sobre un camino largo
y distante de la memoria
llegó de pronto la chispa a nuestros pies
Sobre el alcor y en el valle que lo circunda
Sobre la torre elevada
en silencio y agonía
Sobre el Señor de Montaigne
pertrechado de libros en su momento
y de otros acompañamientos memoriosos
En la meditación estaban los viñedos
y la espumosa sensación de los acontecimientos
que el tiempo vulnera
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
39
En la espina del tallo está el corazón de lo sublime
con nombre indefinible
Está la vida de lo que transcurre y fenece
En la espina ha quedado la sensación del fuego
y del cavilar de los rostros acogidos por la penumbra
*
Las palabras encendieron la protesta de las cosas
suele ocurrir
en un mundo alucinado por las fantasías
que tejen los objetos entre las miradas
y las manos de los pobres mortales
Las palabras sustituyen con facilidad a las cosas
en sus formas y en lo sensual
Tan las sustituyen que el mundo pudiera ser solo de palabras después de las
cosas haber existido
Quedaría el mundo como el gran soporte del frenesí
desatado y sin término
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
40
Tanta belleza
pero tantísima belleza
vuelta polvo
polvo esparcido sin la más mínima
posibilidad de identificación
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
41
Finge el encanto de los ríos que raudos se precipitan
y finge la voz o el talante de quienes huyen
sin saberse perseguidos
Finge la lluvia al golpear en el vidrio de la ventana
por saberse sobria
Finge el árbol al mecerse suave con el viento
y al acoger en su sombra a otros seres que igual fingen cansancio o simple
reposo
por existir
Finge la estirpe sobre las andanzas
de fugitivos ancestrales
buscadores de riquezas
con nostalgia
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
42
A la rosa en su sitio le viene la luz
a la manera de encantamiento natural
en el despunte del día
para el paso de las primeras miradas
A la rosa se le va la vida con la fugacidad
del golpe de vista que le sorprende
al sucederse en el silencio de lo cotidiano
A la rosa le queda corta la mañana
*
Se sorprende la rutina con el desasosiego
de unas manos que de laboriosas titilan
Va el paso con los días tras las huellas de lo mudo y estático
que siempre sepultan las olas turbias de los acontecimientos
Se sorprende al viajero con la mirada quieta
de los pinos y de los sauces
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
43
Las manos sobre el papel trenzan con letras
quizá formas bruscas que buscan acomodo
en el espacio mudo de los sentidos también lelos
y de los pies a la espera de otras huidas
bajo el signo de los tiempos que se esperan cambiantes
pero que no se nota
Las manos entretienen la mirada
que por lo fija desliza lenta
hasta dar con el sentido en el abismo
de los recuerdos
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
44
Mañana también yo –el alma que siente y piensa, el universo que soy
para mí mismo-, mañana, sí, yo también seré el que dejó de pasar
por estas calles, aquel a quien otros evocarán con un “¿qué habrá
sido de él?”. Y todo cuanto hago, todo cuanto siento, todo cuanto
vivo, no será más que un transeúnte de menos en la cotidianidad de
las calles de una ciudad cualquiera.
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 481)
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
45
Los cornos y los oboes se van lento entre la orquesta
que rememora o que describe situaciones
de la naturaleza
sin el más mínimo suspiro del director
La percusión y las cuerdas introducen el llamado
que esparce opciones de vida
sugieren oportunidades de ser sin pensar
Delirios a la saga de sonidos y de cúpulas
erguidas en el medioevo
Otra vez los sonidos multívagos de la orquesta
pasan de largo
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
46
Lento el caminar
porque es apresurada la vida
Nunca supimos de la desidia del verano
ni de la nostalgia del adiós
Las yemas de los dedos sobre las teclas del piano
más parecen formas de despertarle
sueños a la vida
*
Los sonidos al alba son tumultuosas voces
que le arrancan agonías al despertar de sombras
de parecidas imágenes que en el día anterior
deambulaban sin la sonrisa de los escépticos
afanosos reblujadores de ensueños
Los sonidos al alba despuntan la tristeza
de los míseros mortales que miran en el cielo
el adiós del plenilunio
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
47
Oh la flor
Oh las voces de los exiliados que no se escuchan
bajo el templete de acontecimientos sin clausura
Oh la atmósfera traslúcida en el paréntesis
de los vendavales y de las lluvias
Oh el mirar lejano de las cabras y de los sabuesos
sin la esperanza de los que claman por el desierto
*
Si es válido el sonido del rayo para los árboles
y las altas cúspides de cobre o estaño
o de simple lámina de latón
Cruz enhiesta de concreto reforzado...
Si es válido el relámpago entonces la luz incendia
las palabras y las cosas que se desparraman
por el aire
El trueno con suave repliegue acaricia en el coletazo
los oídos más finos y sensibles
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
48
Desperdigada la voz
muerto el aroma
Cansado el rostro
desecha el ánima
La mirada en declive
rota la voz
Perdido el ritmo
cataclismo en el universo
Extendida siempre la mano
expresión de agrado en los rostros
Plácida la vida
ruina absoluta en el entorno
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
49
Entre tajamares crece el espectro de los sauces
y tan cerca y tan lejos se divisa siempre en penumbra
Llueve
llovizna incansablemente en los recuerdos
y más allá de las ventanas
a donde también llegan las pinceladas de ecos
dispersos
en las siluetas de los sauces y de los puentes
y de las montañas dormidas
Los tajamares recrudecen la vida
sobre la base de la extinción del tiempo
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
50
Desde el viento azulado de la tarde
hasta el torbellino hosco que embebe la montaña
todo pasa
La noche es pálida de recuerdos
de hurtadillas
de silencios
Y el entorno suspira con el anhelo
de pisadas cautelosas que apenas si despiertan
la inquietud del viento azulado
en las tardes del mundo
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
51
Cuentan los antiguos relatos cómo era la naturaleza
y cómo los seres de trashumancia fueron cambiando
ese mundo hasta llegar ahora a este panorama
que se anuncia cicatrizado de incógnitas
Cuentan las historias de seres que escaparon
de la evolución al entrever quizá el futuro
De ahí la sospecha de lo que será el mañana
en manos con la incapacidad de asumir
procesos de vida
gracias a la acumulación de catástrofes
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
52
Pensábase en las ruinas que ocultan
viejas civilizaciones
con las huellas de lo ocurrido en los escapes del poder
finalmente sobrepuestos unos tras de otros
bajo las rocas apiladas por el tiempo
El panorama se aclaró después de la polvareda
colosal levantada al paso del ciclón
Quedó al descubierto la desgracia de los poderes
que con su ímpetu de ambición descomunal
no hicieron otra cosa que sepultar más hondo
las propias y anteriores ambiciones terrenales
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
53
La flor en el oasis o en el desierto o en la vecindad
de la nieve que se creía eterna
la flor en su sonrisa de soslayo a la vida
en mirada displicente o retraída
La flor que al consumirse en soledad
apaga la voz del tiempo o su efusión de colores
La flor
aquella flor
encarnada y viviente
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
54
Encrucijada en los senderos de luces
A lo lejos se percibe la entonación
que los dioses le dan al aire
para que acompañe al viajero
Pero en el andar se va perdiendo hasta el eco
para mejor dar vía a los pensamientos de ocasión
los que surgen sin dejar huella
en los senderos que al desparramarse detonan
la encrucijada
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
55
No te has dado cuenta camarada que estás solo
y que a lo lejos brillan
muy lejos
las estrellas solitarias
No te has dado cuenta camarada
que las águilas anidan en las rocas
de las montañas más altas
y que a la distancia espaciosa
ningún sonido
ninguna voz
alcanza
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
56
Tal vez mi destino sea ser eternamente tenedor de libros, y la
poesía o la literatura una mariposa que, posándose en la cabeza,
me vuelva tanto más ridículo cuanto mayor sea su propia belleza.
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 18)
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
57
En los glaciares y en las rocas
siempre el silencio de la altura
Silencio que los siglos han tallado
con la devoción de una espera sin tregua
El viento al remontarse corona la montaña
y emprende siempre de nuevo
el circular de la alegría
En los glaciares y en las rocas
se teje y desteje la historia del mundo
*
Me ilumina la noche sobre el alma
así el esplendor de las rosas
o el cúmulo de sueños a lo lejos
Me ilumina el recuerdo del vuelo de las águilas
la presencia del incendio que consumió el ruido
y a los siniestros devoradores
Me ilumina el lejano sonsonete del río
que expide canto lúgubre
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
58
La callada voz de los usuarios en las marmolerías
seguida de expresiones en monosílabos
y al final el más crudo de los silencios
el que devora la sutileza
y el desencanto de los mortales
quienes a la hora de la verdad suprema
imploran por el favor último
el que no llega
La callada voz más parece ser el sigilo obligado
de los correcaminos
y de los buscadores de felicidad
a la hora última
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
59
Estaba escenificado para la destrucción
en las épocas geológicas que antecedieron
a la desaparición de aquellos descomunales mamíferos
y batracios
Las palabras fueron opacadas por las cortinas de humo
y por las invocaciones que llovían
cual rueditas de fuego
sin la incandescencia de los minerales arrojados
por los volcanes
Siempre a lo lejos el mundo parecía
imprecación y olvido
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
60
La elaboración fue minuciosa
con la curia de los sortilegios
y las palabras seguían sucediéndose hasta ocultar
cualquier intento de emulación por los muelles
interminables y por esas playas de arenas blancas
que ahogan la luz y las pisadas
Del espacio conjugado de lejanía y proximidad
brotó la ilusión tejida de nubes y de olas
pasmadas en la frontera de las arenas blancas
y de las aguas heladas de los mares del norte
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
61
Los pasos quizá los silbidos y la amalgama de ruidos
producidos por la ciudad
ahogaron en lo alto el canto más sutil
de aves diminutas
aposentadas en los brazos quebradizos de árboles
de hojas cuasi-verdes
Los pasos quedaron solitarios al final
de la jornada de estrépito
*
Los días son las sombras que persiguen su origen
y quedan al final con escasa remembranza
La precariedad del tiempo sobrecoge las vidas
y las sumerge en arreboles de olvido
Pasado todo
nada queda
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
62
Las palabras no pueden descifrar el enigma
que anda adherido a la razón de ser
de la Humanidad
Quizá las hormigas o las abejas puedan saberlo
*
Las manos tienen la expresión en los labios
a la inversa
Cada persona se inclina para reconocerse terrenal
y las manos se elevan en plegaria simbólica
por la propia existencia
La existencia que se comparte con el agua y el viento
con otras manos y otros labios
de quienes disfrutan la cercanía de las cosas
y situaciones más elementales o simples
Es la vida
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
63
El aire lleva en aliento de saludo y despedida
la mañana y la tarde
porque en la noche lo continuo del ambiente
se conjuga en el reposo monocorde de los seres
que la naturaleza ampara para el consumo
de los dioses soñados
por los más antiguos sabios conductores de luces y nostalgias
y vaticinadores del último designio
*
Se rompe el fuego en el acantilado
y la deidad asoma su rostro en maraña
De ahí que la roca haya quedado con la señal del enigma
que porta el árbol convertido en piedra
bajo los escombros
de la Madre Natura
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
64
Las palabras se fijan en las cosas
y las cosas conforman el mundo deleznable y triste
aún apoteósico
en lo fugaz de las palabras
En lo fijado reluce el sueño también el delirio
y el improperio
Las cosas que están ahí o divagan por los espacios incontenibles bajo el
siempre desconcierto
de los seres en el mundo
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
65
Tras el hielo de los acontecimientos
se desbordan las palabras
y los diques se tornan en ausencia
Aparecen luego los rastros
y rápido se llega a la memoria de acontecimientos
o situaciones que hicieron del camino un lecho
de frases póstumas
ahora en el pecho de fariseos y ermitaños
también en las voces vacías de los siempre
regidores del poder...
Tras el hilo surge el hielo
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
66
El árbol grande y vetusto quizá haya meditado
en lo que el viento no mueve y guarde en su silencio
de ausencia de palabras lo que bulle en su entorno
de largo alcance
Sonidos crujientes emite al ceder un poco frente
a las presiones del aire que le llega fuerte
a veces
Y en ese crujir testimonia el árbol
acompasado por el suave rumor de hojas
lo que en síntesis se ha vuelto o siempre ha sido
de complejo el mundo
La fatalidad
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
67
Desencajado en los días avanza con el rumbo
de una intuición siniestra
que de pronto explosionará en claveles
en orquídeas acesantes y en gramíneas
de nunca acabar
Desencajado desfila el otoño lejos del trópico
bajo las risotadas de judíos cristianos y musulmanes
con la esperanza de los senderos
que siempre se bifurcan
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
68
La subida de la marea por los salones encumbrados
tejió sonidos de voces antes apagadas
y ahora vueltas vida
clamor hacia gestos desaparecidos
con las sombras de aquellos galanes del poder
que al proyectarlas se esfuman... ellos
y vuelve y juega así la primera y segunda vez
sin el olvido de los repicadores de asombros
con la voz que no pudo expresarse
por el solo atafago en los salones de la risa
La subida de la marea ocupó los espacios
que venían siendo destinados al sueño de los justos
a la fiesta más macabra con la algarabía a tono
y los prestigios del vecindario al rojo vivo
Por fin en algún momento se dio la cordura
en extraña cualidad de la que se hablaba
como asunto fenecido o como símbolo
La marea bajó a la postre sin mayor algarabía
apenas la producida por mozuelas y mozuelos
encallados para siempre en los arrecifes de corales
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
69
Los cielos encienden y apaciguan
por oleadas los espíritus que parecen disonar
sobre los espectros grises que van y vienen por las
calles
aún en aviones supersónicos
Pero el mundo sigue igual de confuso
al primer instante
de la creación
así pareciere que ha pasado el tiempo por el túnel
sin luz en su final
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
70
Se dijo en algún lugar del orbe que lo que existe
sueña
y de allí la confusión
por establecer el gobierno planetario
Apenas si se dicen cosas de pura ambición
para apagar otras sombras
y de este modo otras sombras venidas en sustitución
ocupan calles campos y cielos
antes o por épocas
con estrellas
Se dijo también que algún día la justicia sería estatua
y he ahí que en la plazuela surgió el hielo
entre brocados
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
71
Lo empinado de la cumbre en la floresta
y la sombra que persigue al ángel
han hecho de la memoria un holocausto
que día a día irradia desolación
No deja de saberse que continúa el paso
de los desastres naturales y de los otros
y más desolación recrudece la vida
con llamados angustiosos de solidaridad
en el planeta tierra
Es la presencia de las abrumadoras fuerzas naturales
en la conciencia impotente del ser humano
en el mundo
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
72
¿Dónde está Dios, aunque no exista? Quiero rezar y llorar,
arrepentirme de crímenes que no cometí, gozar por ser perdonado
como una caricia no propiamente maternal.
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 88)
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
73
No han vuelto a aparecer las señales del abismo
en los trazos que dejan las nubes al pasar
ni han vuelto otras aves a surcar los cielos
casi siempre grises para la época
Será que por fin se atisba en el alma un futuro
con resquicios de luz que animen
el trabajo algo placentero de los miembros
de la sociedad
Será que un día y otro crece la esperanza
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
74
Los silencios se van yendo entre pensadurías
que sobrecogen sin notarse en el afuera
ya de por sí suficiente convulsionado
Casi siempre los silencios favorecen la lluvia
y detienen las tormentas
pero no habrán de transformar las rutinas
que suceden entre el sentido de inutilidad
y la apoteosis mítica
Al final de cada tarde los ensueños reposan
para despuntar al otro día en nuevas quimeras
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
75
Sobre la alfombra taciturna de la noche
los sonámbulos aguantan el ruido de los fantasmas
que se precipitan en romería por las calles
pero de pronto la lluvia enardecida emprende
su desquite frente a los espejos que corren
despavoridos
hacia el confín que nunca encontrarán
apenas en los sueños o en aquellos letargos
que alcanzaron a roer los cielos estrellados
en quienes nunca sintieron pasar el tiempo
de los transeúntes
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
76
No hubo reparos sin contestación en la calle de lejanía
Ni hubo ecos sin ser escuchados
Lo que ocurrió fue silencio
Silencio atropellado sobre las rocas de andesita
y basalto
Larvada penumbra en los entrelazados juncos
y resonar de ranas y grillos en los humedales
*
Las voces no se dejaron sentir mientras pasaba
la bullaranga por las calles de la ciudad perdida
sin referencia alguna en mapas menos en agencias
de turismo
Las voces en la ciudad justificaron por fin
su existencia
lejos del ruido que llaman civilización
59
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
77
Los pasos ignorados recordarían el tránsito
de los ejércitos con soldaditos de plomo
Al frente el mayor de todos
tatuado con desencanto de arriba a abajo
Ese ignorar de pasos recrudece cada día el encuentro
de quienes ven en la sangre derramada
la redención cruel de los amarantos
*
Mariposas delinean en el aire la partitura
de las cuerdas y los vientos
como si fuese la fuga misma
de los tiempos perdidos
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
78
Carcajadas repercutieron con intensidad sostenida
y a veces creciente en el más augusto de los recintos
donde alguien sin reconocerse el nombre
disertaba con gran autoridad frente al público lelo
sobre los valores que han hecho marca de civilización
en la historia de las naciones
en las fronteras de siglos y milenios
que comienzan y se suceden siempre
Carcajadas trepidaron en forma incesante
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
79
Qué de inclemente habrá en la noche
que los sueños no comprendan
y que la ventisca delate
Qué habrá de sombras en los días
cuando por las calles avanzan símbolos
nieblas o espectros
Qué será de la vida sin las noches de hilos rotos
sin los días de fantasmas deambulando por las calles
y de larguezas en el alma
Qué de incesante será
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
80
Las noches tienen el color de los recuerdos
que cubre el espectro del arcoíris
en tanto se sucedan en el tono febril de las pesadillas
desde los puntos bajos que ocultan lo desapercibido
hasta las vibraciones más agudas que ensordecen
de culpa/ el alma
Las noches tienen vocación de paliativo o de catarsis
ante la oleada de recuerdos devastadores
El tiempo contribuye al despeje de lo enmarañado
de la memoria sobre el tapiz verdinegro o rojiblanco
de fantasías e ilusiones
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
81
En la mar de los rituales alguien deposita su palabra
en medio de los sonidos que hacen regresar el día
y el horizonte enardece las quimeras
Cuando se está de regreso no hay noches ni días
nada más espectros o sombras de manos
sobre los muros deshabitados
Esta luz que la bombilla precipita
agobia la pluma que inocente desliza
entre dedos y papel
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
82
Del bosque surgen sonidos demenciales
sin saberse la noticia
de los despojos
ni de los vuelos extraños ni de los aromas regados
por la tierra desértica que circunda los pies y la manos
de los habitantes
cuyos rostros ya no tienen la expresión amistosa
de los días con tardes de primavera
Del bosque se escapó un silbo de amante
que sigue la fuga
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
83
Ruedan en ciclos y en saltos rítmicos por las cuestas
que la vida desaloja
Ruedan y patinan las pisadas con el apego a la tierra
que se abandona sin la más mínima esperanza
de regreso
a los costados de la inmensa descomunal roca
donde la vida sin conocerse destino tuvo lugar
de azar y de aventura
*
La lluvia acompaña el avance de las ruinas
en el día de los acontecimientos relacionados
en los trazos de las palmas de las manos
La lluvia se opuso al respiro de los sauces
sin el compromiso de los encendedores de parábolas
de caminatas espaciales
tal como aparece en los vestigios
de las más primitivas civilizaciones
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
84
Toma la pluma de entre un conjunto amplio
de posibilidades
y llega pronto al papel en blanco
el preciso para seguir en la libreta que al parecer
lo acumula sin la comprensión exacta
de lo que se dice en concordancia directa
con las cosas/ con las situaciones
aún con lo evolutivo del paisaje
La pluma se deslizaba sin consideración
ni medida alguna
Apenas si fueron quedando trazos legibles
para decir la simpleza del día
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
85
Las luces que caen en las noches de fugas
de los cuerpos errantes
por entre la atmósfera de la tierra
no aparecen en el cielo que nos acoge
bajo la oscuridad agrandada por nubes
que no dejan asomar las constantes estrellas
de allá arriba
Las luces vuelven a su lugar de parpadeos
y nominaciones
de entregas y soliloquios en esta hora de los sueños
o de las entregas y de las romerías de fantasmas
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
86
Si esta fuera la vez primera de los sueños
de las manos entrelazadas
con la tibieza del deseo tímido
y la del beso sin escuela ni forcejeo
Si esta fuera la condición de la vida
que se extiende de generación en generación
no habría más soledad en el mundo
con vidas sin frontera
*
Extenuada en la mirada de los códigos celestes
y exhausta la risa en las puertas
sin batirse y sin dejar entrever el silencio
de las romerías de curiosos detenidos
en la figura del hielo
Así fue de persistente el olvido de palabras e imágenes
sin otro recuerdo que el compás de espera
al inaugurarse la nueva era de lo desconocido
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
87
Organizar de tal manera nuestra vida que sea para los otros un
misterio, que quien mejor nos conozca sólo nos desconozca más de
cerca que los otros. Yo así esculpí mi vida, casi sin pensar en ello,
pero tanto arte instintivo puse en hacerlo que a mí mismo me volví
una no del todo clara y nítida individualidad mía.
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 115)
69
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
88
En la azotea se sucedieron los inesperados
acontecimientos desatados por el agua
sobre las figuras movedizas y silenciosas
así lo habían sido siempre
Pero instantes después no hubo más que sensaciones
de espacios perdidos y señales de súplicas
no expresadas
En la azotea ocurre con la seguridad
que nada es recuerdo
Destilaron zumos de nostálgica desesperanza
a cada rato
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
89
Un relato es sucesión de formas y expresiones
que cubren la imagen del tiempo
sin la desmesura que trate de contenerlo y derribarlo
para que lo que ocurra no deje huella
que pueda inducir atracciones por el mismo camino
orientado hacia parte alguna
Apenas bajo la curiosidad de entretener el rumbo
ya distraído de la historia
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
90
Dicen los pétalos al desprenderse en su camino
a la tierra
sobre la fugacidad del esplendor y de lo que es
por huidizo desde la esencia de los cuerpos
y sus representaciones
Aquellos pétalos roturaron la atmósfera
con el peregrinar aun de lo que pretendiese permanecer
Nada queda/ Todo se sucede en maneras y modos interminables
*
Galopa la esperanza en la fortuna de la vida
si no hubiese alternativas que derriben
con su sola presencia los caminos y las oportunidades
Vibra la vida al amparo de quimeras y de rostros
sin los trazos de situaciones de frontera
en zonas de penumbra
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
91
Una flor
tan solo una flor
arranca brisas al corazón
Y en el espanto del vino
las palabras extendieron brazos
Las tardes como si fueran días
hicieron más fría y clara la tensión
entre rocas y arenales
sin lazos mensurables
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
92
Delicadas palabras al atardecer
tienen el mismo efecto que los nudos de garganta
al despuntar el día
De un extremo al otro de la jornada
se alimenta la sonrisa en destemple
y se encoge la voz en monosílabos
Los sonidos y la luz parecen siempre iguales
cambia apenas la dirección de la penumbra
*
Descifrar lo indescifrable oscurece el panorama
pero los jardines a veces embellecen manos y rostros
de quienes los miran
La clave estará en la señal del viento sobre las ramas
de la planta de flor lila
Descifrar es desenvolver el hilo de las dudas
y de las quejas
hasta quedar desnudo el carrete como hueso inexpresivo
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
93
Repliegue en las cosas y en las situaciones
que aparece en forma de un echarse atrás
de un fruncido en la piel
vuelto a cobrarse sin recuperación alguna
de cicatriz o de huella que deja el simple sucederse
sin recobro ni requiebro de vida
Las cosas y las situaciones se conjuran
para nunca volver atrás hacia los orígenes/ indescifrables
de las palabras que se dice representarlas
*
Volver el rostro atrás en medio del sonido del flautín
que ocultó a la orquesta
es enfrentar la congoja que lleva sobre sí
el mismo rostro antes detenido en los ojos
de lo que pareciendo verse no se ve
quizá un despiste en la encrucijada
en el simple descanso del pergamino
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
94
Se abren los capullos y el día se pone en gozo
pero un poco más adelante el esplendor pasa
a tonos opacos
y otro poco más adelante el universo se desvanece
En el día se salta con increíble fatalidad
del blanco al negro
del si al no
del ser al no ser
del fulgor a la desolación
En el día la luz también es sombra en las voces
en las miradas/ en los silencios
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
95
En el oscuro mar de lava transcurren en simultaneidad
la muerte y la vida
Danza de fuego con notas que rugen
y aún brotan cantos continuos
que antes de cesar apaciguan y modelan
frente al mundo
la compasión de lo que vive
En la piel negra del fuego que lento corre
está la incógnita
del tiempo que parecemos simular
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
96
Cae incesante la lluvia y en las vidrieras trasluce
la opacidad de los días que pasan sin término
A lo lejos las nieblas avanzan/ contorsionan
danzan y se quedan lelas
sin saber el rumbo
De pronto la conmoción con intempestivas
culebritas de luz que hacen estremecer los ribetes
Llueve en esta tarde gris de pensamientos grises
con voces bajas
indescifrables a lo lejos
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
97
Las palabras no pueden acoger los sentimientos
pero las palabras si pueden ocasionar
sentimientos adversos
a la propia intención de las palabras
Las palabras ruedan se encascaran
son ellas mismas silencio
Tan pronto las lleva el viento
creen tocar el cielo con sus manos de sílabas y voces
Otras veces quedan ahí reducidas al polvo
pegadas a la tierra
entretenidas en el lodo de cuyo seno ascienden
sensaciones putrefactas
sin palabras
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
98
Se abre el día al igual que las cortinas se corren
en la mañana
pero el alma reverbera por los ojos
El Sol espaldas atrás asoma sus rayos
sobre la ciudad
Los volúmenes surgen a destiempo con variedad
de desatinos en la urbe
El día otro abre luces al viento
y las gentes van y vienen igual que ayer
Las aves lo mismo revuelan sobre el jardín
y en el recuerdo alguien busca acomodo
en
y para el mundo
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
99
El aire limpio y las nubes escardadas
sobre un fondo azul ingenuo
El aire lavado por la lluvia durante días y noches
casi interminables
embebe la mirada casi absorta de lo distraída
El aire comienza temprano su revoloteo
tras el ala de los pájaros que todavía trazan con su vuelo trayectorias
armónicas que de poderlas recorrer
uno se haría apéndice de la inmensidad
*
Los soles y las auras que circundan y diluyen
suelen apagarse bajo el desdén de los ensueños
y de los quebrantos a la entrada
de los sepulcros renegridos
Ninguna nueva luz supo sobreponer el estigma dejado
por los violadores de cadáveres
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
100
Tengo un cansancio enorme en el alma de mi corazón. Me entristece aquel que
nunca fui, y no sé qué especie de saudades es el recuerdo que de él tengo. Caí
contra esperanzas y certezas, a la hora de todos los ocasos.
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 194)
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
101
Los pasos hacia la altura se hicieron penosos
tras el suspiro de los náufragos
sin el velo en la cara
apenas si en el alma
La cabeza osó erguirse frente al Sol inclemente
para apagar la sombra de otros fantasmas
que iban a la desmedida caza de alturas
en predios de las huestes dispersas
De aquí nació la huella intocada de los racimos
que en su feracidad hicieron flamear las voces
de los campesinos atiborrados de insurrección
con la restricción de paso a los vociferantes
resplandores de la tarde
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
102
Cada palabra surgida en el magín
suele desplazar a la otra con la cual debiera articularse
para que en sucesión de voces irrumpa en el mundo
sin dejar eco ni huella
nada más el grito que abra conciencias y las deje recias
libres a los ritmos de los tiempos
insospechados sin enlaces conocidos o desérticos
*
Cuantas veces otras voces suplieron el martirio
de la narración interrumpida que dejó en la arena
el trazo del cuarzo orientado hacia otras búsquedas
y hacia otras playas
Cuántas palabras desperdigadas y desaprovechadas
en la extensión desértica del silencio
¿Cuántas...?... ¿Cuántas... ?
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
103
La mole de pizarra y arcilla
tal parece aquella sombra que despereza en las tardes
a las nubes ahora quietas de mera ilusión
y de quebranto
La mole como arrecife o como endemoniado gigantismo
de los sueños
*
De aquí partió el adiós último de los navegantes
que renuentes a dar saltos emprendieron
a gritos la liberación de sus cantos brotados
a borbotones
de almas apretujadas y concentradas en sus pechos
a la manera de represas de millones y millones
de metros cúbicos/ de desencanto
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
104
En las posadas y en los cuarteles
los antiguos guerreros deponen sus armas
para enhebrar con ellas las historias
de las contiendas tras las cuales fueron derrotados
una y otra vez los mismos soldados
desde aquel momento
de la primera insurrección por el pan o por el agua
por el odio estampado en los genes de aguafiestas
*
La sed o avidez de agua o de palabras
de signos consumibles
revienta en sorprendente estela de colores
al paso de los huracanes y de las sibilas
de los trenes humeantes
La sed ensimismada frente al crepúsculo
arde en las piedras y en los talones
de los caminantes
ajenos a las nostalgias transidas de ironía
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
105
La mano siempre tendida para los saludos y los adioses
para los acuerdos en medio de las más terribles batallas
La mano expuesta a los ardores difíciles del encuentro
y del desencuentro
es el reflejo pálido del corazón de los mortales
asediados por hacer y desear
*
La serie de voces venidas de algún lugar distante
apenas perceptible sin ubicación posible
de dirección alguna
encamina otra vez el viejo problema de la insularidad
de quienes buscan en forma incesante
lo que nunca han perdido
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
106
Agujeros por donde se infiltra la luz y la mirada
hacia otros estados de la materia
y hacia otras consideraciones de la conciencia
hecha pedazos en medio de los fragores
en el hipervolumen estelar
con el ruido de sabernos perdidos en el tiempo
y en el espacio
*
Flor-de-lis de la mano de las espériles
y a la sombra de los eucaliptos
con su cara la flor de especie cósmica
ajena a la maledicencia y a la fealdad terrícolas
La luz la acoge con sombras y matices de recuerdo
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
107
Vagabundos sin norte alguno/ es usual
desparraman la insolencia de creerse orientadores
de las olas y de los vientos
hasta de las cadenas de montañas
Unas y otros tan vagabundos como los rociadores
de vino rojo en las mesas y en las cabezas
con la abundancia de los mares y de los cataclismos
*
En el horizonte se percibe lo que ya pasó
y lo que se viene
Lo que se supone y lo que es y lo que no es
En su desciframiento está el reto de aquella tempestad
que le arranca secretos a los cerros Bateros y Tatamá
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
108
Silencioso el hombre navega en su mundo
de escondrijos/ y derrotas
Vaga por la ciudad de la memoria ceñido a las paredes
fachadas muros de la ciudad para no ser visto
Silencioso transcurre a su vez el mundo
sin que alguien se de cuenta oportuna del fatal influjo
*
Cabriolas y escurridizos pareceres acompañan
el sigilo de los monstruos y siguen los pasos
aún las pisadas de quienes sin saberse indefensos huyen
bajo el pesado fardo de las penurias
y las desesperanzas
Fugitiva la luna descubre la quimera
que orienta de nuevo/ al náufrago
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
109
La ambición quebranta el aliento de los mortales
y rompe el crítico equilibrio de las ondas que sostienen
el pensamiento y los sueños
La ambición abre espacio a la exploración
de la conciencia
detenida en las manos casi siempre en defensa
de los desprotegidos del mundo
Cae el telón y el mundo vuelve a las ruinas
del comienzo
de los tiempos
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
110
Espero que de los fríos nubarrones se encienda
la ceniza
y los campos florezcan de estupor
Espero en la esperanza el resurgir de sombras
sobre la fragua
Espero que del silencio brote flor-de-cactus
para apaciguar el veneno de voces que surgen
entre los lodos y las selvas en extinción
Espero que al fin se oiga una voz de apaciguar la niebla
en el alma tranquila de los comensales/ del desierto
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
111
No mires atrás ni las voces ni las huellas
menos los espectros que dejamos ocultos en el aire
No mires a otro lugar que no sea tu propio destino
Si al mirar atrás olvidas lo dicho
entonces no te arrepientas
porque habría más recuerdo sobre los sauces
Resguardas las palabras
cual felpa al aire
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
112
De la noche pende la vida de los relojes
y del día surge el mito
Cada quien tiene su halo
que le cubre de la lluvia de colores
Los bosques se asemejan a los pingüinos
y las ramas de los árboles viajan en retroceso
sin verse ni sentirse su paso en el viento
Los bosques repiten y repican el viejo sonsonete
de lo que se extingue en forma inexorable
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
113
Será hoy doce de diciembre sobre esta parte del mundo
será otra flecha con igual destino
La sola semejanza de los días aburre más abajo
de los tejados de color cenizo
lo que hace abundar la monotonía
de quienes transitan las calles de la ciudad
sin otro palpito
que la próxima esquina
y de ahí en adelante lo mismo actuando en círculo
por demás vicioso
¿Será hoy doce... o doscientos?
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
114
Vivimos casi siempre fuera de nosotros mismos, y la propia vida es
una perpetua dispersión. Sinembargo, es hacia nosotros mismos hacia
lo que tendemos, como hacia un centro en torno al cual dibujamos,
como los planetas, elipses absurdas y distantes.
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 217)
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
115
Las palabras caen y caen los frutos de los árboles
y caen también las vidas en el sobrecogimiento
de la muerte
Las palabras tienen forma de efigie contrapuesta
negada al reflejo del árbol/ y aún a la sombra en el espejo
Las palabras son modelo de errancia
de simple vagabundaje de la memoria
*
Cruzan los dedos en la piel del árbol
y la noche clama por la ausencia de dioses comprensivos
También aparecen las manos llenas de agua y tierra
que azotan la flor en la noche de los gritos a lo lejos
en medio del terror que ocasiona el sentirse solo
el individuo/ en el mundo
Cruzan ahora no los dedos unos pegados a los otros
sino que cruzan sus destinos insolubles
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
116
Tras la fuga de los rayos del sol sobre las nubes
llega el sueño al lomo de alcatraces/ y de víboras
Llega el delirio a las azucenas y a los gladiolos
y a cuanto insecto deambula en el antejardín
convertido ahora en reminiscencia de lo fugaz
de lo que huye sin dejar huella o rastro que rememore
los acontecimientos propios de la noche
*
Sin dar un paso o enhebrar un símbolo transcurre
el silencio con el desgano de los instantes/ o minutos
o siglos/ ajustado al cuerpo de las gacelas
de las andaluzas y de algo parecido a las suaves
e invioladas despedidas
de los que se van antes de tiempo
incluso sin alcanzar a dar la más mínima señal
del pañuelo blanco a lo alto
batiéndose en retirada
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
117
En las peñas que amenazan
con sus formas desde lo alto a la distancia que ciñe
lo serpenteante del rumbo
y de las miradas...
... En las peñas se dice que ocurren visiones
de aparecidos
desde unos rostros tallados por el tiempo
en apariencia sin memoria
De ahí en adelante la historia rodó en ausencia
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
118
Siguió la misma carencia de norte
la que conduce a cualquier parte/ o a sitio inesperado
en el tiempo de no recordar
o a los volúmenes de bosques
retratados bajo la sensación de lo real
sin las contorsiones de lo que huye
bajo las tinieblas aquellas que deletrean carencias de armonía
en el horizonte más lejano
que de presumirlo resulta estar ceñido
a la punta de la nariz
*
No volver atrás sería la norma de supervivencia
la terapia para resistir mayores miradas adelante
Regresar siquiera la mirada será el desafío a conjuros
que acompañan por el mundo los soberanos vivientes resistidores de
temporales y de señales de la cruz
en su contra
Ni modo de volver al punto de partida
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
119
Olas que baten y rememoran en forma incesante diciéndose la
cantilena de los desesperados
sin encuentro de solución alguna
Olas en el vaivén a su vez inclemente
de las tardes que huyen detrás de pasos desvanecidos
de gigantes
o desvencijados
de tanto clamar al infinito
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
120
Desde las montañas por los ríos que transitan
de lo alto o desde las estaciones espaciales
bajo los sueños que siempre tuvo el profeta Elias
alguien acompaña la vida
Es el destino que vuelve a cobrar sentido
en las mañanas que anticipan la agonía de los días
uno tras de otro/ en forma golpeante
implacable
al ritmo sostenido de marchas invisibles
e insensibles
Desde lo alto alguien precipita la voz
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
121
Siempre acontece lo previsto en lo más oculto
e inescrutable de la memoria
o de la química que integra los procesos
de génesis y desenlace
a los que estamos sometidos
sin falta alguna
Siempre ocurre lo de los pasos que se dan
los que hicieron falta para cumplir o no
el cometido de cada instante
Sinembargo queda el aliciente de la voluntad
de la vocación/ o de la perseverancia
para reivindicar la razón
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
122
Los acontecimientos vuelven sombra la rutina
y convierten sueño en realidad
cual golondrinas o aves migratorias que a su paso
dejan señales dubitativas de existencia
Los acontecimientos vuelven sustancia
a los pensamientos y a las sensaciones
también a las faltas de sentido o de simple dirección
preestablecida
Los acontecimientos vuelven y ocurren
*
La luz en las tardes sintetiza cada día el panorama
del propio día y en su singularidad irrepetible
despierta la contemplación de quienes siempre esperan
en la tarde
la señal descubridora que explique
o justifique
sus pasados y que de también la señal a la fortuna
de los siguientes días
La luz en las tardes entona cada vez la despedida
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
123
Bajo las temidas y tímidas señales de la concordia
se yergue la guadaña que desplaza las voces
con las cabezas de los protagonistas apostadores
de la suerte
Todo parece recomenzar al más leve toque del viento
en las ramas de la enmarañada soberbia
que hizo del infeliz al apuesto gobernante
en el país de las simulaciones y de los entretelones
*
Las palabras sin el golpeteo de los acontecimientos
pierden el ritmo en la sucesión esperada que hace y deshace situaciones
parecidas a los bloques de hielo
que a su paso trituran e incorporan nuevas ruinas
a la vida del paisaje
Son los depósitos de morrenas los más elocuentes testigos
de aquellas historias que no recogió la imagen
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
124
Nadie te pertenece
No perteneces a nadie
Apenas la sombra que proyecta tu cuerpo
cuando la luz lo permite
pertenece a ti
Si alguien te recuerda
será el recuerdo el que te pertenece de manera fugaz
En las mañanas y en las tardes y en las noches
de otros días
los recuerdos tuyos se sucedieron con otras posesiones
de paso tardío en la memoria
que no reconoce sombras
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
125
La lucha de los olvidados gladiadores desapareció
pero se viven otras luchas bajo los escenarios
Luchas en campos de batalla
en páginas de diarios
en el perifoneo de la radio y la TV
hasta por los canales de apariencia silenciosa
del Internet
y del e-mail
Otras luchas también tienen lugar en la intimidad
de las personas con menos sangre
pero con más densidad
de sentimientos moribundos
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
126
Si hay algo que esta vida tenga para nosotros, y que, salvo la propia vida,
tengamos que agradecer a los Dioses, es el don de desconocernos: de
desconocernos a nosotros mismos y de desconocernos los unos a los otros.
El alma humana es un abismo oscuro y viscoso, un pozo que nadie usa en
la superficie del mundo.
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 255)
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
127
Los arreboles cayeron sobre los mármoles
ya carcomidos por el tiempo
como si el tiempo no pasara ni pesara
Los arreboles simularon sobre las rocas
la noción añeja del arrepentimiento
en los tiempos de Sócrates
sin dominio alguno de la palabra
con la única premisa de los augurios inmortales
de las calles y plazas de Atenas
Fueron los llamados del espíritu humano
los que no preservaron conducta alguna
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
128
Lo estéril del sosiego y la carrera por alcanzar
el logro mayor de las vidas se erigen sobre ruinas
de cada época
y señalan el advenimiento del verbo
con la idea del inevitable fin de los tiempos
en sucesión de círculos concéntricos que se miran
sin rozarse
pero sí con la seguridad
del sinfín repique de la plegaria de los peregrinos
en el Camino de Santiago
*
Se hizo la noche
y la luna no apareció
Luego vino la otra cara
y el sol se consumió
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
129
El vil o perdido encanto de los sabuesos
recorre la historia
de los pueblos y de las personas con el estrujo
de acontecimientos sin remedio alguno
tras de los cuales se persigue una razón
una causa un sentimiento
envolatado o transgredido
por otras posibilidades
Las pesquisas conducen a lo mismo
es decir
al desamparo de las huellas que se parecen
o que fueron y ya no son
El rastro de los acontecimientos es el refuerzo
de las conjeturas
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
130
Las calles y los caminos se encuentran siempre
en las plazas y éstas se quedan sin aposento
para los fugitivos constructores de estatuas
Empero alguien tiene su sitio al son del agua
que canta interminable desde la fuente central
de hierro rundido
*
Llueve sobre las ciudades y en los campos
mientras en otros lugares ni una gota
Es el abismo presente en contrastes
como el día y la noche
como la luz y la sombra como el sí y el no
Llueve en las cabeceras de los ríos que más abajo caudalosos arrasan
poblados y llevan consigo animales troncos enseres
gentes sin edad ni nombre....
Es la desgracia que asola por doquier
con impronta dura para el recuerdo
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
131
Las aves de paso transitan cientos de kilómetros
y donde logran ser vistas dejan la señal abierta
del adiós
No consiguen ellas agotar el Sol
ni las tinieblas
Rememoran el ciclo presuroso de la vida
rompiendo olas de viento y marejadas de silencio
y lluvia
Migraciones de aves
en los cuatro sentidos cardinales
son el receso intempestivo que marca
el despertar secreto
del aposento en trance de no-ser-más
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
132
Tamboriles y sonidos reiterativos de la electrónica
acompañan la venta de helados
de tarde en tarde por las calles del barrio
pero no encuentran niños a su paso
Se han ido a los refugios de la guerra
sin el gusto satisfecho por esas cremas de colores
de sabor a frutas del trópico
Volverán menos alevosos a la luz del día
y su sed la calmarán con la golosina incierta
de la idea de futuro
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
133
Los días pueden ser pardos o grises
sencillamente luminosos
pero son los días que marcan con silencio
el ritmo igual de los tiempos
sin el retraso o el adelanto de los relojes bíblicos
ecuménicos
Los días son pausas iguales entre jornadas
y son rompimiento
de paredes erguidas en mitad del paso
No son otra cosa que suceder implacable
de hechos
tal y cual sean
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
134
Apuntarle al paso en dirección determinada
es ceñirse el azar al corazón
Los dioses tendrán que llegar hasta la fatiga
para alcanzar la cúspide en la roca más lejana
y desde allí seguir ocultando el destino
de la Humanidad
Valiente salida del paso
sin la entonación de los gorriones
*
Apertrecharse en las ansias de vida resulta ser
esfuerzo fallido
puesto que bien sabe el viento lo que clama la flor
Apertrecharse sobre el propio desamparo
parece ser el carácter de la jugada en el tablero de las pasiones
y de las distancias
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
135
Los días se agotan en el estrecho marco
o en la dimensión restringida de un año
Quedan horas para el cambio de almanaque
sin que ello signifique una ruptura
un cambio radical en la vida
de las personas de los pueblos y de las naciones
Ocurre una anécdota salpicada de situaciones formales patentadas por el
hábito/ siempre gratas
para la recuperación de vida en familia
Los días debieran contarse con la medida arrítmica
de una realidad necesaria
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
136
Los pasos se asemejan a las evasiones/ a las fugas
al necesario desplazamiento que obliga el imperativo
del siempre cambio
Los pasos aproximan lugares vidas... recuerdos
pero también alejan lugares/ vidas
y recuerdos que cercan
*
Las luces de las calles entonan la despedida
y los transeúntes se detienen en grupos corrillos...
cúmulos
vitorean el surgir de un nuevo año en la creencia
que se podrá ir mejor
Ilusiones de la media-noche obnubilan las miradas
y le pierden sentido a los abrazos que no se dan
Corren hacia el cielo negro luces despavoridas
que pronto caen y se apagan al reconocerse
en su esplendor sin ánimo
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
137
Me gusta hablar. O mejor: me gusta palabrear. Las palabras son para mí cuerpos
tangibles, sirenas visibles, sensualidades incorporadas. Tal vez porque la
sensualidad real carece para mí de cualquier interés –ni siquiera mental o de
ensoñación-, se me transmutó el deseo en aquello que en mí crea ritmos verbales, o
los oye de los otros.
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 259)
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
138
Buen día se dicen a la espera/ o buen año
con más laxo optimismo
Pero las voces se acarician con el fervor
de las despedidas y con la proximidad
de los que se van
Voces surgen en el sueño
voces de otros ya idos que se recogen en un ámbito
de luces distantes
de parpadeos en claroscuro y de sombras siniestras
Voces idas en los días que se van sin posible regreso
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
139
Abre el día con la mañana de incendio
Por el cielo cruzan aves pasajeras tan diminutas
sin dejar casi rastro en las miradas
A lo lejos bancos de nubes amenazan
con cubrir la imagen
de los cerros y los trazos de ciudad
El ciclo infaltable vuelve a hacer viva la mirada
en su recuerdo continuo de ave de paso
*
Estuvieron presentes las voces leves
los arrullos de niños desolados
en la imagen sagrada/mítica
de la madre a la hora de siempre
en que las constelaciones
susurran y parecen entonar cánticos de alabanza
y villancicos de cuna sin la plegaria de los labradores
que hacen del tiempo
jornadas extenuantes
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
140
No hubo espacio de tiempo y de aire
para entablar el diálogo
de los inconformes que señalan siempre
con el dedo índice de la mano derecha
lo malo que les parece existe en el mundo
y en las relaciones interpersonales
*
Siquiera no hubo espacio para esa señal
estigmatizadora
de encendida jerga
y de pelambre fingido
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
141
Duerme aquí la palabra de las piedras
de los árboles
de las flores
de las aves
Duerme con el sigilo de lo que sueña por tenebroso
Duermen las luces que se desprenden de lo alto
como inciensos o cardúmenes desconocidos
Duerme la voz de la esperanza y del fuego
con la enhiesta pluma de las batallas
puesta ahí...
incólume
[año 2000]
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
142
Me irrita la felicidad de todos estos hombres que no saben que son infelices… y
viven una vida que sólo puede compararse a la de un hombre con dolor de muelas
que hubiese recibido una fortuna…
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 313)
No sueño con poseerte. ¿Para qué? Eso sería traducir a plebeyo mi sueño. Poseer
un cuerpo es ser banal. Soñar que se posee un cuerpo es probablemente peor, por
muy difícil que parezca; es soñarse banal –horror supremo.
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 345)
La locura llamada afirmar, la enfermedad llamada creer, la infamia llamada ser
feliz –todo eso huele a mundo, sabe a esa triste cosa que es la tierra.
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 365)
¡He vivido tanto sin haber vivido! ¡He pensado tanto sin haber pensado! Pesan
sobre mí mundos de violencias en suspenso, de aventuras vividas sin dar un solo
paso. Me siento colmado de lo que nunca tuve ni tendré, hastiado de dioses que no
han existido todavía. Arrastro conmigo las heridas de todas las batallas que evité.
Siento mi cuerpo muscular molido por el esfuerzo que ni llegué a pensar hacer.
Fernando Pessoa (“Libro del desasosiego”, 373)
Carlos-Enrique Ruiz
Meditación acerca del Desasosiego de Pessoa
143
Las citas están referidas a la siguiente edición:
Fernando Pessoa. Libro del desasosiego. Ed. El Acantilado, número 65 de la
colección; Barcelona 2002. Traducción del portugués: Perfecto E. Cuadrado