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ndice
Introduccin:2
1. Inmovilidad o resistencia a la dictadura?..... 4
2. Traidores o compaeros de viaje? Tensiones y conflictos dentro de la clase obrera. 17
3. Los olvidados: trayectorias y experiencias del exilio obrero-sindical. 24
4. El problema de las fuentes y el enfoque historiogrfico... . 27
Comentarios Finales a modo de conclusin. .... 30
Bibliografa. .34
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Los trabajadores y la dictadura militar (1976-1983)
Un estado de la cuestin
EL TEMA de la experiencia del movimiento obrero, de la clase obrera, o de los
trabajadores durante la ltima dictadura militar argentina, ha sido estudiado, interpretado y
explicado de maneras diversasa veces contradictoriasen las casi tres dcadas transcurridas
desde el fin del autodenominado Proceso de Reorganizacin Nacional (PRN). Ms all de lo
apasionante1del tema, la cuestin de la clase trabajadora frente a la ltima dictadura resulta
relevante, no por consideraciones ideolgicas a priori, sino por dos cuestiones fundamentales.
Por un lado, por lo que representan los trabajadores en tanto sujetos econmicos, es decir
en tanto clase social, en un contexto de ofensiva contra las conquistas obreras, para imponer
un nuevo modelo de acumulacin y de relaciones sociales. Y por otro lado, por lo que
significa la clase trabajadora en tanto los sujetos individuales que la componen, seres
concretos, personas de carne y hueso, contra quienes se focaliz como nunca antes, la
represin militar-patronal, luego (o a la par) de la derrota de las organizaciones armadas a
mediados de los setenta. En efecto, esta ofensiva y represin contra la clase obrera, sindudas la ms despiadada y cruel de la historia, comenzada por la triple A en 1974 es
llevada al lugar mismo de la unidad de produccin, en muchos casos con la colaboracin y
apoyo logstico de las empresas2 as como a los sindicatos y organizaciones de la clase
obrera, por no nombrar su entorno familiar y social extra-laboral.
A modo de contribucin a la rica y diversa produccin bibliogrfica acadmica que
abord la cuestin de los trabajadores frente a la ltima dictadura militar, el presente trabajo
resear y analizar los principales problemas y debates que se plantean en dicha produccin
1 Sobre el vnculo entre historia y pasin dicen M. Franco y F. Levn: Ese involucramiento de laafectividad es inherente a la historiografa en cuanto la dimensin poltica es indisociable de la produccinde conocimiento sobre el pasado, y ms an, del pasado cercano en tanto pasado-presente. La cuestinreside en cmo el historiador se sita frente a ella para construir una distancia necesaria con su objeto, quees la condicin de posibilidad de una historiografa crtica. Franco, Marina y Levn, Florencia.(compiladoras) Historia Reciente. Perspectivas y desafos para un campo en construccin. EditorialPaids. Buenos Aires, 2007. Pg. 47.2En el trabajo de Victoria Basualdo, Complicidad patronal-militar en la ltima dictadura argentina: Loscasos de Acindar, Astarsa, Dlmine Siderca, Ford, Ledesma y Mercedes Benz. (Revista Engranajesde laFederacin de Trabajadores de la Industria y Afines - FETIA). Nmero 5 (edicin especial), marzo 2006);los casos de colaboracin empresarial-militar estn comprobados fehacientemente. Puede consultarse
online en el sitio web de la RIEHR:http://www.riehr.com.ar/archivos/Investigacion/Basualdo%20Complicidad%20patronal-militar%20en%20la%20ultima%20dictadura.pdf
http://www.riehr.com.ar/archivos/Investigacion/Basualdo%20Complicidad%20patronal-militar%20en%20la%20ultima%20dictadura.pdfhttp://www.riehr.com.ar/archivos/Investigacion/Basualdo%20Complicidad%20patronal-militar%20en%20la%20ultima%20dictadura.pdfhttp://www.riehr.com.ar/archivos/Investigacion/Basualdo%20Complicidad%20patronal-militar%20en%20la%20ultima%20dictadura.pdfhttp://www.riehr.com.ar/archivos/Investigacion/Basualdo%20Complicidad%20patronal-militar%20en%20la%20ultima%20dictadura.pdfhttp://www.riehr.com.ar/archivos/Investigacion/Basualdo%20Complicidad%20patronal-militar%20en%20la%20ultima%20dictadura.pdf -
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historiogrfica. El eje central que articula el texto refiere a las actitudes y experiencias no
slo de la clase o el movimiento obrero y sus organizaciones sindicales, sino tambin la de
los trabajadores en tanto sujetos que hacen su propia historia en su prctica cotidiana, en el
contexto represivo de la ltima dictadura militar. Se trata de hurgar en las diversas tramas
narrativas de cada trabajo referido al tema en cuestin, aquellas notas esenciales para
construir una aproximacin polifactica y tan compleja como la misma trama del perodo
histrico que se aborda.
Por qu trabajadores y no slo clase obrera? En primer lugar, porque nos permite
matizar y categorizar de manera ms sutil uno de los problemas o una de las cuestiones
nodales del pasado reciente. Como dijimos al comienzo, el objetivo que representaron los
trabajadores no el nico, pero uno de los principalesen el diseo represivo de la ltima
dictadura hace de stos uno de los actores ms influyentes e importantes del perodo. En
segundo lugar, porque stos ocupan un lugar fundamental en la estructura de toda sociedad
y particularmente en Argentina una estructuracin y participacin poltica insoslayable
sobre todo a partir del Peronismofundante de las relaciones sociales e interpersonales. Y
en tercer lugar, porque hablar de trabajadores nos permite distinguir hacia el interior de la
clase, categoras tanto o ms conflictivas que en la relacin base de explotacin. (Nos
referimos a la relacin entre la dirigencia sindical ortodoxa peronista y el activismo clasista
de los 70).Por otro lado, plantear la cuestin en trminos de experienciamerece tambin algunas
aclaraciones. En este sentido lo que intentamos poner de relieve es la dimensin no
puramente subjetiva, pero s en todo caso vivencial, de segmentos diferenciados dentro de la
homogeneidad relativa de la clase obrera argentina en aos de la ltima dictadura. La
intencin de obtener una dimensin vivencialdel perodo puede enriquecer los debates que se
han planteado en torno al rol, actitud, comportamiento, o cmo se lo quiera llamar, de los
trabajadores en el da a da en su lugar de trabajo, como as tambin en otros mbitos de
socializacin. Puesto que las identidades del individuo se revelan mltiples y fragmentaras a
lo largo de los procesos y las experiencias de su vida, no puede atribuirse una identidad fija a
los sujetos derivando de all los comportamientos y actitudes correspondientes.
En este sentido, la trama del texto girar en torno a los siguientes ejes: 1) actitudes
frente a la represin y ante la ofensiva de las empresas para reestructurar las relaciones de
produccin, y aumentar la tasa de explotacin contra las conquistas obreras; 2) tensiones y
conflictos hacia el interior de la clase obrera, es decir, la dirigencia sindical ortodoxa, el
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activismo poltico-sindical clasista, y las bases obreras; 3) experiencias y trayectorias del exilio
obrero-sindical; 4) fuentes utilizadas y enfoque historiogrfico.
Por ltimo pero no lo ltimo (y ste orden no se corresponde necesariamente con
una supuesta jerarqua conceptual puesto que tal jerarqua no toma en cuenta la relacin de
horizontalidad que tales aclaraciones tienen entre s), vale aclarar que dicho enfoque busca
rescatar al hombre comn, sin negar la importancia de las estructuras sociales o de las
personalidades destacadas, pero entendiendo tambin a la historia como herramienta de
expresin de lo vital en el hombre, de su necesidad de realizarse y de conocer, de sus deseos,
sus sueos, sus pasiones, de su afn de trascender, de su ansia de autenticidad y libertad.
1. Inmovilidad o resistencia a la dictadura?
Uno de los problemas centrales sino el principal, que atraviesa prcticamente
todas las investigaciones sobre el tema en cuestin, es el anlisis de la accin (entendiendo
tambin la inmovilidad como una forma de accin) desarrollada por la clase obrera y/o los
trabajadores durante los aos 197683. No slo por la accin sindical en s misma, es decir
en tanto mero hecho histrico, sino porque la interpretacin histrica de dicha accin es
determinante al momento de esbozar una explicacin, no slo de las transformaciones yestrategias de la clase obrera durante el perodo, sino tambin acerca del xito o fracaso de
los objetivos proclamados por el autodenominado PRN en su asalto al Estado, as como de
la evolucin y transformacin estructural de la clase obrera tras el proceso iniciado mediante
el genocidio. Objetivos que estn relacionados con una reestructuracin tan profunda como
traumtica de las relaciones sociales de dominacin y produccin, por una parte; y por
imponer un modelo de acumulacin hegemonizado poltica y econmicamente por los
grandes grupos econmicos transnacionales y nacionales, representados en la figura del
tristemente clebre sperministro? de Economa Jos Alfredo Martnez de Hoz3. Dicha
reestructuracin y reorganizacin del capitalismo argentino supone el intento por imponer
un desempate en trminos gramscianos de predominio econmico y hegemona poltica
3El carcter de Jos Martnez de Hoz como representante de la burguesa monoplica ha sido reseadoentre otros, en Rogelio Garca Lupo. Mercenarios y monopolios en la Argentina de Ongana a Lanusse,1966-1971. Buenos Aires. Achaval Solo, 1971. Sobre la figura de Martnez de Hoz y su poltica econmicaconsultar: Galasso, Norberto De la banca Baring al FMI. Ed. Colihue Buenos Aires, 2003. Zaiat, Alfredo(dir.). Historia de la Economa Argentina del Siglo XX. Fascculo 38, 'La familia Mart nez de Hoz -Trfico de esclavos, terratenientes y ministro de dictaduras'. Buenos Aires: La Pgina, 2008. Schwarzer,
Jorge. "La poltica econmica de Martnez de Hoz", Bs. As., Sudamericana, 1986. Canitrot, Adolfo, Ladisciplina como objetivo de la poltica econmica. Un ensayo sobre el programa econmico del gobiernoargentino desde 1976, enDesarrollo Econmico, Nro. 76, Vol. 19, 1980.
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en favor de dichos grupos econmicos concentrados, frente a la situacin de empate
hegemnico4 con la que autores como Juan C. Portantiero caracteriza y explica la situacin
poltica argentina en dicho perodo histrico. Es en este contexto donde hay que enmarcar la
ofensiva contra las conquistas obreras as como la poltica laboral represiva que elabor la
ltima dictadura militar. Poltica que no slo se manifest en la abyeccin de sus crmenes,
sino tambin en su poltica econmica5, y en la letra impresa de leyes como la 22.105, de
Asociaciones Profesionales, en la que se buscaba golpear y debilitar al movimiento sindical,
tanto a la dirigencia ortodoxa para debilitarla en tanto factor de poder, como al
sindicalismo combativo, coartando la democracia sindical y estabilidad gremial de delegados
y comisiones internas, entre otras medidas represivas6. Cuales son especficamente las
modalidades econmicas de la ofensiva anti obrera? Por un lado pueden mencionarse las
reformas econmicas estructurales, que afectaron de manera directa al conjunto de los
trabajadores. En este sentido el plan econmico de la dictadura tena como objetivo
fundamental la transformacin de la economa hacia una economa de eficiencia y
competencia como indispensable condicin de posibilidad para poner fin al ambiente
favorable al populismo y a la subversin.7 De esta manera, se impuso un ajuste ortodoxo,
que consisti, entre otras medidas, en aplicar un ancla salarial que congel los salarios
durante tres meces entre marzo y junio de 1976- para hacerlos descender brutalmente
alrededor de un 40%, debido a la hiperinflacin desatada desde fines de 1975. Por otro lado,a la par de stas medidas de carcter estructural, el nuevo rgimen militar dej de aplicar
leyes que protegan al trabajador, reform otras, y emiti toda una serie de decretos para
reglamentar las relaciones obrero-patronales.8 En una gran cantidad de gremios la jornada
de trabajo se extendi, se introdujeron reformas negativas en normas de salubridad,
seguridad e higiene, se recortaron servicios sociales, se elimin la estabilidad laboral, se
4 Juan Carlos Portantiero analiza el comportamiento de los principales actores sociales durante las dos
dcadas previas al golpe de estado como motivadas por la lgica de un empate entre fuerzas,alternativamente capaces de vetar los proyectos de las otras, pero sin recursos suficientes para imponer demanera perdurable los propios. J. C. Portantiero Economa y poltica en la crisis argentina (1958-1973).En Revista Mexicana de Sociologa, vol. 2, 1977. Reproducido en Waldo Ansaldi y Jos L. Moreno:
Estado y sociedad en el pensamiento nacional. Cntaro Editores. Buenos Aires, 1996. Pp. 103-142.5 "Estos hechos, -denunciaba Rodolfo Walsh en su Carta abierta a la Junta Militar- que sacuden laconciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han trado al puebloargentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes [la Junta Militar] incurren. Enla poltica econmica de ese gobierno debe buscarse no slo la explicacin de sus crmenes sino unaatrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada" (Carta abierta a la
Junta Militar, Rodolfo Walsh, C.I. 2845022, Buenos Aires, 24 de marzo de 1977)6 Pozzi, Pablo. La oposicin obrera a la dictadura (1976-1982).Buenos Aires. 1ra. Ed. Imago Mundi,Buenos Aires, 2008.Pg. 127.7 Marcos Novaro, Vicente Palermo. La dictadura militar (1976 -1983. Del golpe de Estado a larestauracin democrtica. Paids. Buenos Aires, 2003. Pg. 61.8Pozzi, P. Op. Cit. Pg. 41.
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modificaron regmenes de licencias e indemnizaciones, se estableci una nueva ley de
prescindibilidad que autoriz a despedir a cualquier trabajador sin fundamentar las causas ya
sea por cuestiones de seguridad o de servicio, se modific la ley de contrato de trabajo, entre
otras9. En definitiva, la accin del estado, junto con la debilidad gremial, se combin para
producir un aumento en la tasa de explotacin, en el contexto de una situacin econmica
extremadamente difcil para los trabajadores.
En trazos gruesos pueden plantearseaunque cada una con maticesdos maneras de
interpretar la accin desarrollada por la clase obrera y los trabajadores durante la ltima
dictadura militar. O mejor dicho, la bibliografa acadmica referida al tema puede ser ubicada
dentro de dos grandes lneas interpretativas cuyos orgenes pueden establecerse en las
postrimeras de la ltima dictadura y que cobr impulso a comienzos de la democracia 10, con
trabajos que enriquecieron y profundizaron el debate. En este sentido, los autores de
referencia obligada para analizar tal controversia son Francisco Delich, y Pablo Pozzi. No
obstante, como veremos ms adelante, varios autores han contribuido de diferentes maneras
y diversos enfoques a enriquecer y profundizar dicho debate en torno a la actitud o la accin
(o falta de ella) de la clase obrera frente a la dictadura.
Por un lado, un autor como Francisco Delich, quin escribe su primer artculo
sobre el tema en el ao 1982ve la etapa de la ltima dictadura como los aos de menor
movilizacin y organizacin de la clase obrera desde el perodo abierto por el peronismo allpor 1943. sta es la imagen que presenta en su trabajo Despus del diluvio, la clase
obrera11. En este artculo Delich comienza delineando una breve pero consistente
historizacin de tendencias y caractersticas estructurales de las distintas etapas que atraves
la clase obrera durante su desarrollo a travs de los procesos de industrializacin y los
diferentes modelos de acumulacin que se sucedieron durante el siglo xx en Argentina, as
9Ver Pozzi, P. Op Cit. Captulo 2. Pgs. 41-56.
10En 1983 Gonzalo Chvez publica Las luchas sindicales contra el Proceso Bs. As. Ed. La Causa, 1983.Hugo del Campo publica ese mismo ao Sindicalismo y Peronismo Buenos Aires. CLACSO, 1983. JuanCarlos Torre publica tambin en el 83 Los sindicatos en el gobierno 1973 -1976. Bs. As. CEAL, 1983.Del mismo ao 83 es la compilacin de Peter Waldman y Ernesto Garzn Valds, en la que est el artculode Delich Desmovilizacin social, reestructuracin obrera, y cambio sindical, y el artculo de LenBieber El movimiento obrero argentino a partir de 1976. Observaciones al trabajo de Francisco Delich.En el ao 1984 lvaro Abs publica Las organizaciones sindicales y el poder militar (1976-1983) BuenosAires. CEAL, 1984. En este mismo ao Santiago Cenen Gonzlez publica Diez aos de sindicalismoargentino, de Pern al Proceso Bs. As. Ediciones El Corregidor, 1984. Osvaldo Callelo y Daniel PraceroDe Vandor a Ubaldini Bs. As. CEAL 1984. Tambin en el 84 Guillermo Almeyra public La claseobrera argentina en la Argentina actual; en Alberto J. Pla et al, La dcada trgica, 1973-1983 Mxico.Editorial Tierra del Fuego, 1984. En el ao 1985 Arturo Fernndez publica Las prcticas sociales delsindicalismo (1976-1982) Bs. As. CEAL 1985. El libro de Pozzi, La oposicin ob rera a la dictadura
(1976-1982)que abreva y discute con buena parte de este legado historiogrficoes del ao 1988.11Delich, Francisco.Despus del diluvio, la clase obrera. En, Alain Rouqui, ed.Argentina, hoy. Mxico.Siglo XXI, 1982, pp. 129-155.
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como la relacin de los sindicatos con el estado y el papel poltico que desempearon. Una
lectura rpida podra suponer que estos prrafos que Delich construye con solidez, son de
carcter meramente introductorio, a fines de presentar sintticamente una caracterizacin de
la clase obrera en su desarrollo histrico. Sin embargo, el recorrido que propone tiene una
intencin que el propio autor hace explcita: All y asgrosso modoempez la historia que
ahora concluye12. La poca de la dictadura es interpretada por Delich como la de menor
movilizacin y actividad del movimiento obrero, combinado con una mutacin en las
prcticas y estrategias de la clase, en consonancia con la reestructuracin de la sociedad y el
nuevo patrn de acumulacin capitalista hegemonizado por la gran burguesa financiera que
el autodenominado PRN llev a cabo con lesa humanidad.
Una de las hiptesis que plantea Delich en este trabajo13es que el proyecto poltico
de la ltima dictadura, constituy un marco que oprime y condiciona la conducta obrero
sindical, que debi simultneamente adaptarse a las nuevas condiciones mientras ajustaba
cuentas con su propio pasado.14 Y este ajustar cuentas con el pasadosignificapasar revista a las
diferentes estrategias de la dirigencia sindical en las sucesivas etapas que atraves desde su
consolidacin a mediados del siglo veinte. En este sentido, la dictadura vena a poner fin a
esa etapa por medio de dos estrategias combinadas: la represin legal e ilegal, y las
transformaciones econmicas y del aparato productivo, en la que se contaba una
reestructuracin y recomposicin de la clase obrera a partir del aumento del cuentapropismoy de la proliferacin del sector de servicios, as como un descabezamiento del activismo
clasista y combativo que en el ao 1975 haba demostrado su permeabilidad en amplios
sectores de la clase obrera industrial15.
Sin embargo, Delich destaca que entre 1976 y 1980 se suceden nopocos conflictos
fabriles, pero todos ellos son particulares, en su motivacin y en su resolucin. Esta
caracterizacin se fundamenta en la ruptura de la solidaridad obrera que segn Delich se
produce durante la dictadura, as como en el debilitamiento de las organizaciones sindicales.
Una imagen y un enfoque similar al de Delich, aunque con algunos matices
diferentes, presenta lvaro Abs16en su trabajo Las organizaciones sindicales y el poder
militar (1976-1983), en el que si bien llega a conclusiones diferentes de las planteadas por
12Delich, F. Op. Cit. Pg. 130.13Y que sostendr, aunque en una versin un tanto ms matizada, en su artculo Desmovilizacin social,reestructuracin obrera, y cambio sindical En, Peter Waldman y Ernesto Garzn Valds.El poder militaren la Argentina 1976-1981. Buenos Aires, Galerna, 1983.14Delich, F. Op. Cit.Pg. 136.15Un caso concreto de esta situacin puede hallarse en el trabajo de Hctor Lobbe La guerrilla fabril.
Clase obrera e izquierda en la Coordinadora de Zona Norte del Gran Buenos Aires Ediciones ryr.Buenos. Aires, 2009.16Abs, lvaro. Las organizaciones sindicales y el poder militar (1976-1983) Buenos Aires. CEAL, 1984.
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Delich, parte de premisas similares. En efecto, Abs hace hincapi en la dinmica del
repliegue-reflujo-reorganizacin del movimiento sindical en el contexto de la ltima
dictadura. Partiendo de la misma caracterizacin de la situacin del movimiento obrero al
momento golpe militar que propone F. Delich, Abs va a afirmar que en medio de este
alud de golpes, durante los primeros meses de la dictadura, el movimiento obrero se recluy
en s mismo. Profundamente desmoralizado por la derrota poltica sufrida al desplomarse el
gobierno peronista, los restos del sindicalismo argentino eran impotentes para generar
respuestas17 Sin embargo, su trabajo va a ofrecer una mirada de conjunto del Proceso
distinta a la que ofrece Delich, complejizando el accionar y la organizacin del movimiento
obrero tratndolo no como un bloque homogneo sino haciendo una distincin
fundamental hacia el interior del mismo. Esto le permite demostrar que esa conducta no
fue la de todo el movimiento obrero ni siquiera lo fue de la parte sustancial del mismo 18.
En este sentido Abs va a ubicar en el ao 1977 como un ao en el que la conflictividad
laboral aument de manera considerable en distintos rubros de la actividad pblica y
privada. La explicacin a este pico de conflictividad laboral Abs la encuentra en la lucha
contra la llamada flexibilizacin laboral, en la que las empresas buscaban quebrar el poder
del sindicalismo, congelando su actividad e imponiendo una legislacin que barra con
muchas de las conquistas obreras y buscaba precarizar las condiciones laborales de los
trabajadores. Y es en este contexto en el que va a cobrar relieve la divisin sindicalmencionada anteriormente, entre un ala dialoguista y negociadora con la dictadura, y otra ala
contestataria que ofreca algn tipo de oposicin y resistencia frente a la poltica econmica y
represiva del rgimen militar. Sin embargo, para Abs, fue el ala dura la que hegemoniz la
accin del movimiento obrero como totalidad, al resistirse a las pautas que el rgimen quera
imponer, convirtindose en protagonista de la accin y en antagonista al diseo econmico-
social de la dictadura.
Tambin Julio Godio19ofrece una imagen semejante a las anteriores. En el captulo
dedicado a la etapa de la ltima dictadura de su trabajo sobre la historia del movimiento
obrero argentino cuyo ttulo es elocuente20 lo expresa as: El movimiento obrero,
confundido y desmoralizado por la traumtica experiencia durante el gobierno de Isabel, se
repleg sin poder resistir la represin y las medidas jurdico-laborales reaccionarias. Los
17Abs, A. Op. Cit.Pg. 7.18Abs, A. Op. Cit. Pg. 99.19 Godio, Julio. El movimiento obrero argentino - 1955 - 1990: venturas y desventuras de la columna
vertebral desde la resistencia hasta el menemismo. Vol. 4. Legasa. Buenos Aires, 1991.20 Travesa en el desierto: sufrimiento de los trabajadores y resistencia sindical durante el Proceso(19761983).
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sindicatos no intervenidos slo tenan como opcin recluirse y mantenerse en silencio 21
Tomando como referencia para su anlisis la actividad de los sindicatos y sus dirigentes, hace
hincapi en la incapacidad en la que se encuentran stos, debido a las intervenciones y
represin tanto de algunos dirigentes, como de los activistas.
Sin embargo, tanto Abs como Godio establecen una clara periodizacin, -siguiendo
el esquema de repliegue-reflujo-reorganizacin del movimiento sindical-, en la que destacan
los diferentes niveles de accin desarrollados por el movimiento obrero. El momento del
golpe de estado representa en el ao 76 el de menor accin del movimiento obrero, debido a
la represin feroz de la que estaba siendo objeto. Este perodo se extiende hasta fines del 77
y comienzos del 78, perodo en el que comienza una cierta reorganizacin para la resistencia
y/o el dilogo, lo que no significa de ningn modo el fin de la represin una de cuyas
expresiones ser La Comisin de los 2522, que para el autor constituye el primer
agrupamiento sindical de oposicin a la dictadura23. Es en este sentido que el ao 1977
representa una bisagra. Godio, destaca que entre octubre y noviembre de 1977 se
produjeron una serie de huelgas, acotadas y por empresas, en YPF, Subterrneos,
ENCOTEL, Agua y Energa, Aerolneas Argentinas, Ferrocarriles, y transporte colectivo.
El rgimen militar tolera ciertas huelgas por empresa, en tanto no implicaban grandes
conmociones sindicales y canalizaban la protesta obrera. Pero al mismo tiempo el rgimen es
brutal cuando algunas huelgas, localizadas en empresas estratgicas, podan tener impactopoltico.24
As como el ao 77 marca una bisagra en la reorganizacin sindical con el grupo de
los 25; con la huelga de abril del 79, en una coyuntura que vena gestndose desde fines del
78 segn plantea Abs, comienza el despliegue de la accin sindical por las reivindicaciones
sociolaborales y sindicales, y la lucha por la democracia. Para Godio, si bien la huelga de
abril del 79 fue parcial, bast para conmover a la dictadura y abrir un espacio poltico en el
cual desarrollar la actividad sindical. Es a la luz de estos acontecimientos que la dictadura
sanciona la ley 22.105 de Asociaciones Profesionales que mencionamos al comienzo de este
apartado, apuntando a debilitar al movimiento sindical, y sentar las bases para un
sindicalismo amarillo controlado por el gobierno militar. Y aqu se van a manifestar dos
21Godio, J. Op. Cit. Pg. 31022La direccin de los 25 tena entonces una curiosa composicin poltica interna:Verticalistas: RobertoGarca, Jos Castillo (navales) y Roberto Dign (tabaco) Ortodoxos: Carlos Cabrera (mineros), RicardoPrez, Abdala Baruch (UOM) y Rubn di Caprio (SMATA) Independientes: Ramn Baldassini, JuanHorvatu, Demetrio Lorenzo (alimentacin) y Alberto Serrano Participacionistas: Enrico Mic (vestido) ySal Ubaldini (cerveceros)Antiverticalistas o grupo de los ocho: Fernando Donaires (papeleros). Godio,
op. cit.pg. 328.23Godio, J. Op cit. Pg 326.24Godio, J. Op cit. Pg 327.
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tendencias entre la dirigencia sindical, una colaboracionista y que busca brindar apoyos
polticos a la dictadura, y otra lnea que si bien busca en el gobierno a un interlocutor, no le
brinda apoyo poltico y mantiene una postura de confrontacin con el gobierno de facto. En
este punto tambin hay acuerdo entre la mayora de la bibliografa aqu analizada acerca del
incremento de las luchas y cierta recuperacin del movimiento sindical.
Esta interpretacin de la accin de la clase obrera en trminos de anquilosamiento e
inmovilidad fue criticada y discutida por diferentes autores desde el mismo momento en que
fue formulada a comienzos de los aos ochenta. En esta lnea, uno de los primeros artculos
que sali al cruce de lo propuesto por Delich, es el trabajo de Len Bieber 25en el que critica
la interpretacin sobre la accin del movimiento obrero en trminos de inmovilidad o
anquilosamiento. Para Bieber hay dos hechos que son irrefutables: por un lado la resistencia
activa de los asalariados tal como lo demuestra la importante cantidad de conflictos
gremiales que se suceden durante la ltima dictadura; y por otro lado el hecho de que a pesar
de la intervencin de la CGT, el gobierno militar no haya podido desmantelar al movimiento
sindical ni someterlo enteramente a sus designios.
En este sentido el autor destaca un aspecto fundamental que Delich omite en su
anlisis para explicar el inmovilismo del movimiento obrero argentino: el de la ideologa
peronista, en trminos de hegemona sindical dentro del sindicalismo. Qu consecuencias
tiene esa omisin? Fundamentalmente una: no observar la falta momentnea de orientacinpoltica del movimiento laboral a consecuencia de la disposicin ideolgica que en l
predominaba, esto es las discrepancias de la ideologa peronista con las polticas
implementadas con el retorno de Pern, y que se profundizaran luego de su muerte en
1974. Para Bieber, la identificacin del movimiento sindical con el peronismo tiene una
explicacin obvia: el modelo de acumulacin implementado durante los aos 1946-1951, que
llev a una ampliacin considerable del mercado interno mediante un proceso de
industrializacin, permiti a la mayora de los trabajadores sindicalizados obtener mejoras
econmicas y privilegios polticos hasta entonces desconocidos por ellos. Una serie de
experiencias negativas, pero sobre todo el deterioro del standard de vida de la gran masa de
los asalariados en los 18 aos posteriores a la cada de Pern en 1955, explican la
sobrevivencia de la lealtad del movimiento laboral hacia el Justicialismo. [] Sin embargo,
justamente a partir del retorno de Pern a la Argentina, y en forma ms acentuada an
despus de su muerte en julio de 1974, el movimiento laboral peronista se convirti en
25Len Bieber El movimiento obrero argentino a partir de 1976. Observaciones al trabajo de FranciscoDelich. En, Peter Waldman y Ernesto Garzn Valds. El poder militar en la Argentina 1976-1981.Buenos Aires, Galerna, 1983.
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vctima de la poltica de aquel gobierno al cual haba llevado al poder con abrumadora
mayora26. La discrepancia entre la conviccin ideolgica del movimiento laboral peronista,
primero con la poltica de J. D. Pern, y luego con la de Isabel Martnez de Pern llev al
verdadero y nico inmovilismodel movimiento sindical, pero tal como lo plantea el autor
se tratara de un inmovilismo ms poltico que estrictamente obrero-sindical, que fue crucial
para un movimiento sindical en el que la relacin con la poltica, sobre todo con el PJ en el
poder, era un factor clave de su poder. Por eso para Bieber, aquella situacin fue producto
de la falta momentnea de orientacin poltica y prdida de poder del movimiento sindical.
Finalmente el autor destaca que esa situacin ha tendido a revertirse en tanto la poltica
econmica del gobierno militar contribuy a un resurgimiento de la doctrina peronista con
su prdica a favor de la alianza entre empresarios nacionales y obreros (ambos blancos de
ataque de las polticas econmicas). Esta tendencia adquiere clara fisonoma a partir de 1979
en el programa de lucha de la CUTA, de raigambre peronista, en la cual estn representados
tanto la CNT, de carcter colaboracionista, como la comisin de los 25 de carcter opositor
y anti dictatorial; y que busca la formacin de un gran frente con todos los sectores sociales y
reivindica las necesidades ms inmediatas del movimiento obrero.
Un anlisis contemporneo al fin de la dictadura es el que realiza Ricardo Falcn27en
el que, desde una posicin que discute la inmovilidad obrera pero a la que asigna unos
lmites precisos, intenta dar cuenta de la heterogeneidad de conflictos sectoriales sucedidos,as como tambin el significado y las caractersticas de los mismos. La lnea del artculo de R.
Falcn queda explicitada en el ttulo que lleva el mismo: La resistencia obrera a la dictadura
militar. El objetivo central que se propone Ricardo Falcn es analizar las resistencias que se
generan en los lugares de trabajo fbricas, bancos, oficinas, talleres- a las polticas y a las
prcticas represivas de la dictadura militar y las empresas.28 De este anlisis surgen una serie
de elementos sobre los que el autor trabaja, stos son: la cuantificacin y cualificacin de los
hechos de resistencia obrera, la ponderacin de los grados y modos de vinculacin y de
centralizacin de los mismos, el papel de las instituciones sindicales tanto tradicionales,
como de los nuevos fenmenos que aparecen en el mbito sindical, y la determinacin de las
causas y modalidades ms relevantes de los conflictos analizados. La principal hiptesis que
Falcn intenta demostrar es que de conjunto, puede afirmarse que las luchas sindicales
durante el Proceso lograron imponer lmites precisos a la poltica gubernamental ya las
26Bieber, L. Op. Cit. Pg. 120.27Falcn, Ricardo. La resistencia obrera a la dictadura militar (Una reescritura de un texto
contemporneo a los acontecimientos). En, Hugo Quiroga y Csar Tcach (comps.)A veinte aos del golpe.Con memoria democrtica. Rosario, Homo Sapiens, 1996.28Falcn, R. Op. Cit. Pg. 124.
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iniciativas de las empresas, pero no impidieron retrocesos de importancia en el orden
global.29 En este sentido el autor concluye que durante la ltima dictadura se desarrollo un
movimiento de huelgas y otros tipos de luchas en los lugares de trabajo, de carcter
molecular, y que tuvo su pico hacia 1981; que el carcter molecular de dicho movimiento fue
debido a la ausencia de iniciativas de centralizacin de las luchas a nivel nacional; que aunque
se careciera de dicha centralizacin hubo momentos de coincidencia en el tiempo de
numerosos conflictos en varios puntos del pas; que aparecieron mecanismos y metodologas
de lucha inditos que revelan una gran creatividad y capacidad de adaptacin a las
condiciones represivas existentes; que la mayora de los conflictos tuvieron un carcter
defensivo, siendo la demanda salarial la principal fuente de conflictos, pero que tambin los
hubo por demandas de mejores condiciones de trabajo, por la defensa de la organizacin
gremial fabril, entre otras.
Finalmente el autor destaca que la huella de la ltima dictadura qued marcada en
dos niveles: por un lado implic, en combinacin con una poltica ms general, que supona
el abandono de una estrategia industrialista que haba caracterizado a la Argentina desde los
aos treinta, una serie de modificaciones estructurales en la composicin de la clase obrera
argentina, [] y por otro lado, dio lugar a un cercenamiento coyuntural profundo de la
actividad sindical. Sin embargo, con la vuelta a la democracia, la situacin se retrotrajo
jurdicamente en el plano sindical. Pero, la huella en el nivel estructural fue ms profunda yduradera.30
Otro anlisis contemporneo a la poca de la dictadura, aunque publicado tiempo
despus, es el trabajo de Guillermo Almeyra31, La clase obrera en Argentina, en el que
destaca el rol que desempea la burocracia sindical, en su lucha por lograr su legitimidad
ante el rgimen y recuperar espacios de poder, como aglutinador de la resistencia y la unidad
del movimiento obrero. Otro aporte del trabajo de Almeyra es el anlisis de la accin de los
trabajadores y del papel fundamental que implica la conciencia de clase en clave thompsoniana,
es decir, traducida en experiencia. En este sentido el autor afirma que: El golpe militar
logr su objetivo: rebajar los salarios reales a casi la mitad, romper la organizacin central,
eliminar las direcciones que podan encabezar la resistencia. sta sin embargo, se enraiz en
las fbricas, se hundi en las profundidades de la clase obrera [...] Centenares de paros
parciales y an fabriles han sido centralizados y coordinados sin cabeza visible desde abajo,
pues la unidad y la conciencia de la unificacin sindical forman parte de la educacin de los
29Falcn, R. Op. Cit. Pg. 136.30Falcn, R. Op. Cit. Pg. 138.31Almeyra Guillermo. La clase obrera en la Argentina. En Pl, A.La dcada trgica. Ocho ensayos
sobre la crisis argentina en 1973-1983. Buenos Aires. Tierra del Fuego, 1984
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trabajadores argentinos desde hace casi cuarenta aos y, en los obreros y trabajadores
actuales, son todava parte fundamental de su bagaje cultural y poltico32.
Desde un enfoque socio-histrico Arturo Fernndez33, en su trabajo de largo
aliento sobre las prcticas socio-polticas del sindicalismo argentino, realiza un importante
anlisis (ms sociolgico que histrico) del desarrollo y prcticas del movimiento obrero en
el perodo 19551985, que tiene varios puntos de contacto con el trabajo de Abs en lo
referente a la etapa de la dictadura militar de 1976-83. Su intencin es hacer un anlisis de la
estructura organizativa del movimiento obrero, de la relacin entre sus dirigentes y sus bases,
y explicar los distintos alcances y lmites de los vnculos entre el gremialismo y el estado,
poniendo nfasis en la persistente proscripcin del peronismo. Las principales luchas socio-
polticas que Arturo Fernndez resalta durante la ltima dictadura en consonancia con el
planteo de lvaro Abs del repliegue inicial a la resistencia posterior- son por un lado la
gran cantidad de conflictos sectoriales sucedidos durante 1977 (demostrativos del repudio
anti-dictatorial pese a la dursima represin militar como menciona lvaro Abs); luego se
refiere a la huelga general de abril de 1979que sera el fin del repliegue en los trminos de
Abs- convocada por la Comisin de los 25 en la que se suceden mltiples conflictos
sectoriales; en tercer lugar menciona la reconstitucin de la CGT en 1980 y luego de ello las
primeras movilizaciones pacficas antidictatoriales que concluyen a fines de marzo de 1982
con gran acto en Buenos Aires.Para el perodo que nos interesa particularmente, el de la ltima dictadura, es
interesante rescatar el anlisis de Arturo Fernndez sobre las formas que adquiere la lucha
obrera. pocas de repliegue como la de la ltima dictadura, sostiene Fernndez, tendieron a
diferenciar las formas de lucha utilizadas por las diversas tendencias sindicales, y a
distanciarlas entre s34. Sucintamente estas tendencias pueden dividirse en cuatro vertientes:
el sector participacionista, que considera que la tarea de los gremios es defender los intereses
profesionales y tratar de negociar a travs de una integracin al esquema poltico de turno; el
sector negociador, que si bien tiene como objetivo principal el desarrollo propio y su
fortalecimiento, alternarn la lucha frontal con la negociacin; el sector confrontacionista,
una lnea dura, combativa, que lo fue sobre todo antes del ltimo golpe militar y fue luego
depurada duramente por el rgimen genocida y que luego de ello adquiri rasgos ms
moderados; y finalmente el sector clasista, que expresa adems de la voluntad de lucha del
peronismo obrero radicalizado, otras orientaciones del marxismo y la perspectiva
32Almeyra G. Op. Cit. Pg. 29.33Fernndez, Arturo Las prcticas socio-polticas del sindicalismo (1955-1985) Bs. As. CEAL 1985.34Fernndez, A. Op. Cit.Pg. 160.
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revolucionaria. Cada una de estas tendencias tendr, en base a esta caracterizacin, su rol y
su forma organizativa frente al rgimen militar. En trminos generales, para Arturo
Fernndez, la dirigencia sindical de mayor nivel no supo y no pudo contrarrestar la accin
represiva del estado y fue derrotada, pero las bases sindicales y los dirigentes intermedios
reaccionaron, y en diferentes formas y medidas, generaron contraofensivas gremiales que
trataron de revertir35 el proceso autoritario y renovaron la propia estructura sindical.
Sin dudas una de las obras ms slidas e importantes en lo que se refiere al tema de
los trabajadores y la ltima dictadura militar es el libro de Pablo Pozzi La oposicin obrera
a la dictadura 1976-1982.36 Este trabajo retoma el debate acerca de la inmovilidad o no de la
clase obrera, nutrindose de la produccin historiogrfica realizada hasta el momento de su
elaboracin, (1988) pero aportando nuevos elementos y enriqueciendo el debate a travs de
un anlisis minucioso del perodo en cuestin.
Uno de los argumentos principales que nos interesa destacar del trabajo de Pozzi en
relacin a la inmovilidad o no del movimiento obrero, es el que plantea que resulta poco
probable que el movimiento obrero altamente movilizado y combativo, que viene
cuestionando al sistema y a su representacin sindical, caiga repentinamente en el
inmovilismo. Si bien la represin sobre las organizaciones, dirigentes y activistas sindicales se
vena desarrollando con anterioridad al golpe, y a partir de ste se profundiza y cobra una
magnitud muy superior, no se sigue de ello que los trabajadores no adoptaran prcticas mssolapadas de hacer poltica, as como tambin formas de resistencia u oposicin expresadas
en una multiplicidad de acciones. En este sentido Pozzi afirma que la ofensiva sobre las
conquistas obreras no logr romper la solidaridad entre los trabajadores [] Es difcil
estimar correctamente por qu no se quiebra la solidaridad obrera, pero hay varias razones
que nos parecen importantes. La principal contina Pozzi- es la conciencia de clase, que
definimos como hace E.P. Thompson, en trminos de experiencia. [] Esto se expres en
una clara defensa de los sindicatos y de la CGT frente a distintos regmenes, como
organismo de y para los trabajadores.37 Esta solidaridad obrera se encontr reforzada
adems por condiciones materiales concretas, entre las que se destaca la incapacidad del
rgimen por generar un amplio sector obrero amarillo, es decir privilegiado y
despolitizado, que pudiera dar base al proyecto poltico de la dictadura. Para Pozzi, est
claro que el rgimen fue exitoso en crear un potencial ejrcito de reserva. Pero ste, en vez
de presionar sobre el obrero industrial encontr salida transitoria, entre 1976 y 1979, en
35Fernndez, A. Op. Cit. Pg. 77.36Pozzi, P. Op. Cit.37Pozzi, P. Op. Cit. Pg. 53.
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otros sectores, particularmente el cuentapropismo [] De esta manera es notable que si
bien las condiciones materiales parecieron llevar indefectiblemente hacia un fraccionamiento
del movimiento obrero, esto no fue as. [] Las particularidades de la coyuntura, la fortaleza
sindical, y la conciencia de la clase traducida en experiencia, tradicin, solidaridad y
combatividad se combinaron para generar resultados distintos a los que esperaba el rgimen.
De hecho se constituyeron en la base material objetiva de la resistencia del movimiento
obrero a la dictadura.38
Otro de los aspectos por los que el trabajo de Pozzi resulta ms que interesante y
estimulante, es el tratamiento que el autor otorga al tema de la resistencia obrera en el
captulo 3 de su libro, en el que ilustra los diferentes episodios y prcticas de resistencia
obrera que se sucedieron durante la dictadura militar. Episodios que el autor enmarca en
unos lmites ideolgicos determinados: Siguiendo el anlisis presentado por Daniel James 39
vemos que la resistencia pocas veces se generaliz tanto como para constituirse en una
crtica implcita a las relaciones de produccin capitalista. [] Por otra parte es evidente que
a pesar de estos lmites, la resistencia de los obreros representaba, en efecto, un desafo
implcito a ciertos aspectos fundamentales de la organizacin de la produccin capitalista;
particularmente en lo que se refiere a la necesidad de readecuar el aparato econmico a la
concentracin y la competencia internacional a travs de un aumento de la tasa de
explotacin.40
En el captulo mencionado, Pozzi establece una periodizacin de losconflictos y ofrece el anlisis exhaustivo de los principales casos de luchas obreras, a travs
de la investigacin de diferentes conflictos gremiales ocurridos durante la ltima dictadura
militar. En este sentido el trabajo de Pozzi recoge mucho de lo producido por lvaro Abs
para quin el sindicalismo fue el autntico antagonista del rgimen- por un lado; y Arturo
Fernndez, -sobre todo en cuanto a la periodizacin y a la mencin de los principales
conflictos producidos en gremios estratgicos- por lo que no nos detendremos a explicitarlo
nuevamente.
Uno de los principales aportes de ste gran trabajo es que el anlisis del movimiento
obrero y de la accin sindical excede los estrechos mrgenes de las huelgas y los sindicatos,
para dar cuenta y explicar, -desde un enfoque que toma en cuenta la experiencia de los
trabajadores en los lugares de trabajo-, la oposicin que tuvieron que enfrentar tanto el
gobierno militar como las patronales a la hora de implementar las polticas econmicas y
laborales dictaminadas por el proyecto econmico-social de la dictadura. De esta manera
38Pozzi, P. Op. Cit. Pg. 56.39Daniel James. Racionalizacin y respuesta de la clase obrera: contexto y lmites de la actividad gremialen La Argentina, enDesarrollo Econmico, N 83, octubre-diciembre 1981, pp. 320-349.40Pozzi. P. Op. Cit. Pg. 57.
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pueden observarse una multiplicidad de acciones y estrategias, muchas de ellas subterrneas
o clandestinas, a nivel de la fbrica o empresa, que no slo contradicen la hiptesis de Delich
sobre la inmovilidad de la clase obrera, sino que dicha accin y oposicin obrera son algunos
de los factores principales que Pozzi pondera a la hora de explicar las causas del fracaso
del gobierno militar para realizar plenamente su proyecto de pas. En palabras del autor
postulamos que el fracaso del rgimen dictatorial para lograr sus objetivos con relacin a
los trabajadores es la base material, o sea presagia, el fracaso del PRN globalmente. La
resistencia de la clase obrera, frente al tremendo poder que desat la ofensiva de la gran
burguesa financiera a travs del partido militar, se convirti en el escollo fundamental frente
al cual relativos xitos en otros campos se revelan secundarios.41
En la misma lnea de interpretacin y argumentacin de Pablo Pozzi se encuentra el
trabajo de Alejandro Schneider y Rafael Bitrn42, quienes realizaron un estudio de caso en la
zona norte del Gran Buenos Aires y llegan a conclusiones similares a las de Pablo Pozzi. Por
su parte, Daniel Dicsimo43, en otro estudio de caso en la regin sudeste de la provincia de
Buenos Aires, se inscribe en la lnea argumentativa de Ricardo Falcn, y refuerza con su
investigacin la caracterizacin del carcter molecular de la resistencia obrera, as como la
diferenciacin de las actitudes de los trabajadores en diferentes establecimientos fabriles
frente a las exigencias empresariales por aumentar la tasa de explotacin y flexibilizar las
condiciones laborales. Estos dos ltimos trabajos mencionados sern retomados en elsiguiente apartado, dedicado a analizar la relacin entre los dirigentes sindicales y los
trabajadores tanto activistas como de base.
Para finalizar cabe mencionar un aspecto que ha sido ponderado y ubicado dentro de
los factores de importancia, en tanto instancia de oposicin y/o resistencia a la dictadura: el
factor internacional. En efecto, tanto lvaro Abs, como Francisco Delich, destacan la
importancia que el espacio internacional adquiere a partir del golpe de Estado. Dicho mbito
internacional sobre todo la OIT44- ser una caja de resonancia de la poltica llevada a cabo
por la dictadura contra la clase obrera y sus organizaciones. Delich destaca que desde 1976
la composicin de la delegacin tripartita (Estado-empleadores-obreros) a Ginebra fue
objeto de discusiones y negociaciones, tanto en el plano del Estado como en el de las
41Pozzi, P. Op. Cit. Pg 29.42Rafael Bitrn y Alejandro Schneider. Dinmica social y clase trabajadora durante la dictadura militar de1976-1983. Estudio de la zona norte del Gran Buenos Aires en particular de las fbricas Del Carlo y FordMotors. En AA.VV. Nuevas tendencias en el sindicalismo: Argentina-Brasil. Bs. As. Biblos 1992.43 Dicsimo Daniel, Dirigentes sindicales, racionalizacin y conflictos durante la ltima dictaduramilitar, Buenos Aires. Revista Entrepasados No. 29, 2006, pp. 87-10544 La Organizacin Internacional del Trabajo (OIT) es la agencia tripartita de la ONU y convoca agobiernos, empleadores y trabajadores de sus estados miembros con el fin de emprender acciones conjuntasdestinadas a promover el trabajo decente en el mundo.
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relaciones corporativas. Las lneas de fuerza en relacin con el gobierno militar se
canalizaron en esta discusin, sencillamente porque era una de las escasas ocasiones en que
esta discusin era permitida y legitimada desde el poder. Los avatares de las sucesivas
(anuales) participaciones en la asamblea de la OIT marcan bien la evolucin interna de los
sindicatos dentro de una relativa estabilidad ideolgica e institucional. Luego de la
intervencin a los sindicatos, las centrales sindicales internacionales se hicieron presentes
presionando sobre el gobierno a favor de los detenidos gremiales y de la normalizacin
sindical. En este sentido lvaro Abs plantea que al margen de este papel de instancia
sustituta [la OIT] para dirigir las relaciones entre gobierno y sindicatos, los viajes anuales a la
OIT tenan otra significacin de primer orden45. Cul era sta? La importancia que la
dictadura militar le daba a su imagen en el exterior, sobre todo en organismos del
denominado bloque occidental y cristiano al que la dictadura se jactaba de pertenecer. Ya
que la dictadura, en su discurso esquizofrnico (sic Abs), se autocalificaba como defensora
de los valores occidentales, las crticas provenientes de Occidente generaban malestar en la
cpula militar. Por ello la concurrencia a la asamblea anual de Ginebra, a la que asista una
delegacin tripartita de sindicalistas, empresarios, y representantes del gobierno, era un
hecho importante y reciba del gobierno una cuidadosa preparacin. Todo este denso
desplazamiento de expectativas hacia la OIT hizo que cada ao de la dictadura, hacia el mes
de mayo, se ejecutara un autntico ballet de maniobras polticas y diplomticas que tenancomo epicentro la concurrencia a Ginebra. En algunas ocasiones el movimiento obrero
utiliz la no concurrencia en la delegacin oficial como medio de presin contra el
gobierno.46 En este sentido, Delich concluye que si el movimiento sindical no pudo
expresar su oposicin a la ltima dictadura en el plano nacional, s pudo comprobarse la
capacidad de movilizacin del movimiento obrero internacional, y s pudo contar con la
solidaridad sindical en los foros internacionales. El mbito internacional cobra relevancia
estratgica porque el mbito nacional estaba confinado a lmites ms que estrechos.
2. Traidores o compaeros de viaje? Tensiones y conflictos dentro de la clase
obrera.
En este apartado nos ocuparemos de analizar cmo fue abordada e interpretada la
relacin entre la dirigencia ortodoxa y verticalista -denominados burcratas en la jerga
gremial-, y el activismo poltico-sindical, clasista o no, es decir las comisiones internas y los
45Abs, A. Op. Cit. Pg. 30.46Abs, A. Op. Cit. Pg. 31.
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delegados combativos. Relacin contradictoria y no carente de conflictos y tensiones, como
trataremos de demostrar. Para entender estas tensiones al interior de la clase obrera nos
parece necesario construir una definicin y caracterizacin tanto de la cpula sindical
ortodoxa, es decir verticalista y burcrata; como del desarrollo de las comisiones internas y
el activismo combativo, clasista o no, para luego analizar la relacin entre ambos sectores, as
como tambin la relacin de ambos con el resto de los trabajadores de base.
Una de las caractersticas fundamentales de la cpula sindical es que es una de las
instituciones con mayor poder en la sociedad civil, un poder que se basa en su capacidad de
convocatoria y movilizacin y en sus recursos econmicos. A su vez los dirigentes sindicales
tienen una tendencia a la burocratizacin. Por un lado suelen ser figuras de prestigio frente a
sus compaeros de trabajo y por ello son reelectos permanentemente, y adems adquieren
competencia tcnicoburocrtica que les facilita el manejo del aparato sindical47 Si bien es
cierto que los dirigentes sindicales de la ortodoxia vertical peronista, denominados en la jerga
poltica-sindical como burcratas, se mantienen en el poder del sindicato combinando el
fraude, las presiones, la violencia, etc, tambin lo es que hay un sector del gremio que los
avala, es decir que activa o pasivamente acepta en los hechos, por accin u omisin, las
prcticas de tales dirigentes. A medida que se prolonga su permanencia al frente del
sindicato el dirigente va alejndose de la base sindical con lo que surge una tendencia a auto
perpetuarse en el cargo en defensa del propio statuse inclusive se da un alejamiento de subase para adquirir una relativa autonoma y jugar un rol de intermediario entre obrero y
patronal48 Ahora bien, es necesario para una mejor comprensin del comportamiento de
los dirigentes sindicales establecer una distincin dentro de esta definicin global de la
cpula sindical, que hace a las diferentes tomas de posiciones y tcticas frente al rgimen.
Esto se ve claramente, siguiendo a Pablo Pozzi, en la composicin de los dos grandes
agrupamientos sindicales que nuclean a los gremios en 1977: la Comisin de los 25, y la
CGyT (Comisin de Gestin y Trabajo , un desprendimiento por derecha de la pr imera49y
que luego mutar en la CNT). Ambos agrupamientos expresan diferencias en el seno de la
cpula sindical en lo relativo a la tctica frente a la dictadura, como frente a los trabajadores
que componen sus bases. En resumidas cuentas puede plantearse que la CGyT encarna un
sindicalismo apoltico, de gestin administrativa y meramente sindical y adopta una
47Dicsimo, D. Op. Cit.Pg. 8948Pozzi, P. Op. Cit, Pg 89.49 En este sentido Pozzi afirma que un resultado concreto de las huelgas de noviembre de 1977 fue la
agudizacin de las contradicciones en el seno de la cpula sindical en cuanto a la tctica a seguir frente alProceso. Todos eran conscientes de que los conflictos no se haban dado dentro del marco de lasestructuras orgnicas Pozzi, P. Op. Cit. Pg. 96
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posicin de colaboracin con el rgimen buscando reacomodarse en la nueva situacin;
mientras que el otro sector mantiene la tesis del sindicalismo poltico, entendiendo que el
poder sindical y sobre todo su representatividad en las bases, est vinculado al peronismo,
por lo que adopta una posicin opositora frente al rgimen, sin llegar a ser combativo o
confrontacionista, y busca restablecer sus alianzas con los polticos justicialistas, con
militares nacionalistas y con la Iglesia. Estas diferencias pueden percibirse con claridad en las
declaraciones que ambos nucleamientos emiten con motivo de celebrarse el 1 de Mayo
de 197850. Esta divisin al interior de la cpula sindical, si bien no permanecer esttica y los
nucleamientos se irn reagrupando y modificando sus miembros, ser una constante dentro
del movimiento sindical a lo largo de la dictadura. Las diferencias se irn acentuando, pero
nunca dejarn de actuar, siguiendo el planteo de lvaro Abs, como un cuerpo doble, (y la
conformacin de la CUTA51 en septiembre de 1979 lo demuestra) en la que uno de los
cuerpos golpea y el otro gana los espacios que la confrontacin deja vacos. Es en este
sindicalismo de dos frentes en el que hay que situar a las comisiones internas, al activismo,
a los delegados provisorios, as como a las bases de trabajadores que presionaban a sus
dirigentes al tiempo que resistan las embestidas de las empresas y el Estado.
El poder que la clase obrera haba construido hacia mediados de la dcada del 70
puede visualizarse por ejemplo en su participacin en la distribucin del ingreso del orden de
un 48%, adems de los altos niveles de control sobre la produccin y una serie de beneficiosconquistados a lo largo de dcadas de lucha poltico-sindical. Esta situacin se explica no
slo por las caractersticas del modelo de sustitucin de importaciones y de industrializacin
y el papel que cumplan en la produccin y el consumo de bienes, sino tambin en los
mecanismos de representacin y organizacin de los que dispona y en su vinculacin
(parcial, contradictoria, conflictiva, pero fundamental) con un arco de organizaciones
polticas que, en estrecha relacin con un proceso de radicalizacin a nivel latinoamericano y
tercermundista (con algunas resonancias en el primer mundo) haban desplazado los
programas reformistas para encolumnarse en proyectos revolucionarios.52De esta manera,
Victoria Basualdo, en su trabajo sobre el desarrollo histrico de las comisiones internas y los
delegados, afirma que el desarrollo y la vitalidad de los delegados y las comisiones internas
(en cuyo seno se diriman las pugnas sobre la identidad de las clases y su relacin con el
50Ver Pozzi, P. Op. Cit. Pp. 97-98.51Conduccin nica de los Trabajadores Argentinos, una a Los 25 con la CNT. Unidad que se romperauna vez ms en 1980 en torno a los diferentes criterios sobre la delegacin sindical a ser enviada a la OIT.
Los 25 decidieron no integrar la comisin oficial, mientas que la CNT s lo hizo.52Basualdo, Victoria. Los delegados y las comisiones internas en la historia argentina: una mirada delargo plazo, Buenos Aires: Fundacin Friedrich Ebert/FETIA-CTA, 2009.
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capital) [] es un factor esencial para explicar las races de este poder del trabajo frente al
capital, que se traduca, no slo en el plano econmico, en las luchas en el mbito de la
produccin, sino tambin en trminos de las grandes confrontaciones polticas y sociales. 53
El comportamiento de las bases gremiales determin la existencia de relaciones
conflictivas con los dirigentes sindicales, y esta conflictividad se expres tendencialmente en
las diferentes lneas polticas que cada organizacin desarroll. Cules fueron los factores
decisivos que determinaron la creciente conflictividad entre los dirigentes de la CGT y las
bases obreras? En primer lugar, y siguiendo el anlisis de Arturo Fernndez, el
comportamiento de esas bases sindicales coincidi cada vez menos con las posturas de la
dirigencia, sea por diferencias polticas e ideolgicas, o por las mismas divisiones y
defecciones de la dirigencia sindical. Como se plante anteriormente, gran parte de la
dirigencia sindical negociadora o participacionista se vio desbordada y marginada por la
irrupcin de formas insurreccionales de protesta obrera [el clasismo] cuyo objetivo implcito
o explcito no compartan. Ello condujo a una profunda divisin horizontal y vertical del
movimiento obrero.54 En segundo lugar, otro factor que coadyuv a sta situacin fue la
ausencia de juego limpio hacia el interior de las organizaciones sindicales, en las que gran
parte de la conduccin sindical respet poco las reglas del pluralismo poltico-ideolgico as
como la voluntad de la mayora de sus afiliados.
En este sentido nos parece relevante traer a colacin el anlisis socio-histrico delas prcticas socio-polticas del sindicalismo propuesto por Arturo Fernndez, retomado
luego por Pablo Pozzi, para dar cuenta de estas tensiones al interior del movimiento obrero.
Tensiones que estn relacionadas con concepciones y prcticas poltico-sindicales diferentes,
muchas veces enfrentadas dentro de una misma organizacin sindical, diferencias que en
muchas oportunidades suelen tornarse antagnicas cuando ese trabajador comn
cuestiona el verticalismo y la actitud de la cpula sindical en tal o cual coyuntura histrica o,
como mencionamos antes, cuando entra en disputa entre diferentes tendencias o
sectores (en trminos de Arturo Fernndez) el control hegemnico del sindicato, la
federacin o la propia confederacin general. Por ejemplo, entre 1969 y 1976 la cpula
sindical estuvo jaqueada por el masivo movimiento que se desarroll en el pas, teniendo en
cuenta que por un lado la Juventud Peronista le disputaba la representacin poltica de las
masas peronistas, y el clasismo le cuestionaba la hegemona sindical y le disputaba la
conduccin del movimiento obrero. Es en esta perspectiva en el que hay que situar la actitud
de la cpula sindical que mir el golpe de estado con buenos ojos, condicionada por su
53Basualdo, V.Los delegados Op. Cit.54Fernndez, A. Op. Cit,pg. 144.
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dependencia del estado, por su aproximacin a las fuerzas armadas como aliados estratgicos
para tratar de reconstruir el bloque de 1946-1955, y consciente de que ha integrado su suerte
a la del capitalismo55 Si bien no disponemos de suficientes datos como para realizar una
aseveracin en torno a la colaboracin de dirigentes sindicales con la dictadura 56 a fin de
sacarse de encima a la oposicin clasista que vena dispu tndole el control de los
sindicatos, podemos permitirnos introducir esta duda, y proponer un nuevo terreno a la
investigacin a fin de comenzar a responder a este tipo de dudas, y en todo caso establecer
causas, responsabilidades, y argumentaciones slidas que confirmen o no dicha situacin.
Ahora bien, segn qu lneas poltico ideolgicas se agrupan en distintos momentos
las dirigencias sindicales? Como mencionamos anteriormente, sucintamente estas tendencias
pueden dividirse en cuatro vertientes: el sector participacionista, que considera que la tarea
de los gremios es defender los intereses profesionales y tratar de negociar a travs de una
integracin al esquema poltico de turno; el sector negociador, que si bien tiene como
objetivo principal el desarrollo propio y su fortalecimiento, alternarn la lucha frontal con la
negociacin; el sector confrontacionista, una lnea dura, combativa, que lo fue sobre todo
antes del ltimo golpe militar y fue luego depurada duramente por el rgimen genocida y que
luego de ello adquiri rasgos ms moderados; y finalmente el sector clasista, que expresa
adems de la voluntad de lucha del peronismo obrero radicalizado, otras orientaciones del
marxismo y la perspectiva revolucionaria. Cada una de estas tendencias tendr, en base a estacaracterizacin, su rol y su forma organizativa frente al rgimen militar.
Ya hemos mencionado el carcter molecular y heterogneo, siguiendo a R. Falcn,
de la resistencia a la embestida de las empresas y el estado en tiempos de la dictadura. Dicho
autor introduce la cuestin de reconocer quienes son los principales protagonistas en dichas
modalidades de resistencia, y esto lo lleva a distinguir entre luchas orgnicas e
inorgnicas. Las primeras son las que han sido generadas por algntipo de organizacin
gremial reconocida, mientras que las segundas las que no fueron organizadas por dichas
organizaciones debido a la inexistencia o porque stas se desentendan de los conflictos.
Como se menciono anteriormente, una gran cantidad de luchas y actos de resistencia y/u
oposicin a la dictadura fueron organizados desde abajo, es decir fueron luchas
inorgnicas.
55Pozzi, P. Op. Cit. Pg. 9156lvaro Abs incluye en el apndice documental de su libro, un documento de Ral Alfonsn del ao
1983 en el que el futuro presidente radical, en plena campaa para las elecciones presidenciales,denunciaba que se estaba tramando un pacto corporativo entre la cpula militar y la sindical, en torno a losucedido durante el Proceso. Op. Cit. Pp. 146-150.
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Un mecanismo intermedio entre lo orgnico y lo inorgnico puede hallarse en lo
que R. Falcn caracteriza como delegados provisorios o representantes. Esta es una
prctica casi desconocida en la Argentina en pocas de normalidad sindical, pero despus de
marzo de 1976 se fue generalizando y conformando un fenmeno de nuevo tipo en el
sindicalismo argentino. Se trata de delegados elegidos al margen de los procedimientos
legales, que a veces actuaban de hecho, pero que en otros casos terminaban siendo
reconocidos por las empresas.57 El surgimiento de este tipo de representantes obedece a
varias razones, en primer lugar la propia motivacin de los trabajadores de dotarse de
instrumentos de negociacin con la empresa; sin embargo, y en segundo lugar, fue tambin
una necesidad tanto de las empresas como del propio rgimen militar de encontrar los que
se denominaba interlocutor vlido, para visualizar las cabezas visibles en los conflictos
laborales. Como afirma Ricardo Falcn, es evidente que numerosos sectores
gubernamentales y empresariales comienzan a constatar que la represin no ha bastado para
impedir la eclosin de luchas en las cuales no aparecan cabezas visibles58.Tambin Pablo
Pozzi destaca la importancia del tipo de lucha que tuvieron que desarrollar los trabajadores
de base, ms all de la relacin que mantuvieran con los respectivos sindicatos. Para este
autor, lo ms valioso de estas luchas del movimiento obrero fueron las lecciones dejadas.
Era posible enfrentar a la dictadura mientras no se brindaran blancos que facilitaran la
represin. La unidad, la solidaridad y firmeza de los trabajadores era la clave de la resistencia.Esto solo poda ser garantizado por la organizacin clandestina de base. [] En este
sentido, distintos testimonios certifican que se recurre principalmente a la experiencia de la
resistencia peronista (1955-1957), y que junto con sta hay un grado importante de
innovacin. As, en base a la experiencia y al ejemplo, se concretan a travs de 1976 una serie
de formas de lucha que se ajustan a una correlacin de fuerzas desfavorable y a la represin
salvaje: trabajo a tristeza, trabajo a reglamento, quite de colaboracin, y principalmente el
sabotaje.59
Por su parte Rafael Bitrn y Alejandro Schneider60tambin abordaron la cuestin de
la direccin de los conflictos obreros como una de las problemticas a analizar. Dichos
autores afirman que cuando todava existan comisiones internas representativas, eran en
general stas las que se ponan a la cabeza de los conflictos. Como sealan muchos
testimonios, los obreros seguan a estos delegados y no a los dirigentes del sindicato. Lo
ms comn sin embargo, era que ante la inexistencia y/o desaparicin de los miembros de
57Falcn, R. Op. Cit. Pg. 130.58Falcn, R. Op. Cit. Pg. 131.59Pozzi, P. Op. Cit. Pg. 68.60Bitrn, R y Schneider A. Op. Cit. Pp. 92-98
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estas comisiones, fuera durante la misma dinmica del conflicto que se fueran conformando
de hecho los nuevos delegados interinos61 En los casos de la zona norte de Gran Buenos
Aires que analizan los autores, de conflictos en la Fbrica del Carlo (Metalrgica Beccar) y
Ford Motors, en Gral. Pacheco, pueden observarse esta resistencia obrera que se mantiene y
desarrolla a pesar de la desaparicin y la desarticulacin de sus comisiones internas y
activistas sindicales.
En el estudio de caso realizado por Daniel Dicsimo, puede observarse el papel de
los dirigentes sindicales intermedios de las seccionales de dos grandes sindicatos industriales,
la UOM (Unin Obrera Metalrgica) de Tandil y AOMA (Asociacin Obrera Minera
Argentina) en su rama del cemento, de Barker, ambas ciudades ubicadas al sudoeste de la
provincia de Buenos Aires. La eleccin de ambos sindicatos se debe a que stos se insertan
en un sector de la economa donde se registr entre 1976 y 1982 la mayora de los conflictos
laborales. Lo interesante en este caso es ver las diferencias tanto en el comportamiento de
los dirigentes seccionales como de los trabajadores frente a fenmenos semejantes de
racionalizacin del trabajo. Los lderes sindicales de AOMA Barker optan por auto limitarse
a una funcin administrativa despus del golpe del Estado, lo que no impidi que fueran
atacados y jaqueados por Loma Negra a travs del despido de sus miembros ms
combativos y an de los moderados. Por su parte los obreros tendieron a permanecer
pasivos ante los avances flexibilizadores de la empresa. En cambio, el dirigente sindical de laseccional Tandil de la UOM, fue convocado por la fundidora ms importante de la ciudad
como el delegado de los obreros ya en 1978 y actuaba, segn las circunstancias, como
mediador, moderador, y asesor de los trabajadores y sus delegados; mientras que el colectivo
obrero de aquella resisti activamente, aunque en circunstancias desfavorables, los intentos
empresariales de eliminar los regmenes especiales por insalubridad y de prolongar la jornada
laboral.62En este sentido, es preciso analizar el comportamiento de la cpula sindical ms
all de explicarlo como una traicin al movimiento obrero, cuestin que es aceptable pero
no suficiente para explicar sus actitudes, o como si fuese una mera correa de transmisin de
la ofensiva patronal-dictatorial. Siguiendo el anlisis de Pablo Pozzi, cuando las bases
obreras presionan y plantean su rechazo al Proceso y a su proyecto econmico, la dirigencia
sindical se ve obligada (en parte por una cuestin de auto preservacin) no ya a desmovilizar
a las masas, sino a controlar esa movilizacin para convertirse en la principal expresin de
oposicin al rgimen, ms all de su dialoguismo y/o participacionismo. De esta manera
afirma Pozzi, siguiendo el planteo de Guillermo Almeyrala burocracia sindical se convierte
61Bitrn, R. y Schneider A. Op. Cit. Pg. 92.62Dicsimo, D. Op. Cit. Pg. 87.
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lentamente en un factor de resistencia y unidad como forma de defender sus privilegios,
garantizar su supervivencia y al mismo tiempo mantener el control sobre la base gremial.63
3. Los olvidados: trayectorias y experiencias del exilio obrero-sindical.
Tal como plantea Victoria Basualdo64, el tema del exilio ha sido un aspecto poco
estudiado, a pesar de haber sido el destino de una gran cantidad de trabajadores que, a la
fuerza o no, debieron marchar al exilio para preservar sus vidas y las de sus familiares y
allegados. En este sentido, en su trabajo sobre el exilio obrero y sindical, la autora identifica
sus principales caractersticas a travs del anlisis de trayectorias y experiencias personales de
trabajadores y sindicalistas, lo que le permite establecer algunos matices, actitudes y
experiencias heterogneas de dichos sujetos en el exilio. Por ltimo, seala posibles lneas de
trabajo con miras a profundizar en los estudios sobre el exilio en tanto estrategia de
supervivencia y de lucha de los trabajadores frente a la represin.65
La expulsin del pas, el destierro, fue durante la ltima dictadura militar una de las
tantas prcticas represivas utilizadas por la cpula militar. Y a la vez, el exilio fue tambin
una herramienta de lucha y de preservacin, una estrategia de supervivencia, que muchos
trabajadores y sindicalistas se vieron obligados, muchas veces contra su voluntad, a adoptarpara evitar la tortura, la desaparicin o la muerte. Pero, siguiendo a Victoria Basualdo, el
exilio no constituy una opcin viable para la mayora de ellos por un conjunto de razones
relacionadas con la infraestructura necesaria para la partida y la residencia en el extranjero,
tanto en trminos de financiamiento como de recursos y contactos que hicieran posible el
traslado y la supervivencia fuera de las fronteras nacionales. Adems de este hecho, la
autora destaca que haba un rechazo generalizado a abandonar el pas por parte de muchos
trabajadores y activistas sindicales. Tanto el testimonio de Raimundo Ongaro, como el de
Nstor Correa, y el de Casildo Herreras con todas la diferencias que hay entre estos
dirigentes sindicales-, que la autora cita66, dejan entrever que con anterioridad a que se vieran
obligados a irse del pas secuestros, asesinatos de familiares, y otros etc. de por medio- la
idea de irse del pas no era tenida en cuenta, ni se la contemplaba como una necesidad. En
63Pozzi, P. Op. Cit. Pg. 91.64 Basualdo, Victoria. Una aproximacin al exilio obrero y sindical. En Pablo Yankelevich, SilvinaJensen, (comps.) Exilios: destinos y experiencias bajo la dictadura militar. Buenos Aires. Libros del
Zorzal, 2007. Pp. 187-208.65Basualdo, V. Una aprox. Op Cit. Pg. 188.66Basualdo, V. Una aprox Op. Cit. Pg. 191.
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otros casos el exilio fue el destino de muchos dirigentes y activistas sindicales que estaban
presos y que eran liberados de prisin.
En este sentido, la autora hace una caracterizacin de las distintas trayectorias de los
dirigentes y activistas sindicales desterrados, comenzando con un primer grupo, reducido y
minoritario, que fue el de aquellos sindicalistas de la ortodoxia verticalista o burcratas.
Un hecho que marca a las claras la amplitud de la embestida de la dictadura contra el
movimiento obrero, ya que eran dirigentes que no solo rechazaban toda ideologa clasista o
revolucionaria, sino que haban enfrentado y combatido, muchas veces con armas, a dichas
corrientes sindicales clasistas dentro de los sindicatos. En este sentido, un caso
paradigmtico es el de Casildo Herreras. Basualdo sostiene que al producirse el golpe de
Estado se encontraba en Uruguay, de manera que en lugar de regresar al pas, procedi a
pedir asilo en la embajada de Mxico en Montevideo. Desde Mxico se traslado a Madrid,
donde radic durante los aos de su exilio. La Confederacin Internacional de
Organizaciones Sindicales Libres (CISOL) lo sostuvo econmicamente.67 Sin embargo este
hecho gener una controversia sobre las razones del viaje de Herreras a Uruguay, ya que
hubo medios de prensa que afirmaron que se fue un da antes del golpe de Estado, es decir
que se haba borrado. De hecho, jams se involucr de manera directa en la denuncia de
los crmenes cometidos por la dictadura militar.
Un segundo grupo, ms numeroso, est integrado por los dirigentes y activistas delas corrientes ms combativas y clasistas, y se caracteriz por la intensa e incansable
militancia desarrollada por los trabajadores en el exilio. Dentro de este grupo se destaca la
figura de Raimundo Ongaro, que se haba resistido a abandonar el pas, hasta que su hijo
Alfredo Mximo fue asesinado por la triple A en 1975, y recibido amenazas otros miembros
de la familia. Ongaro vivi en Lima hasta 1976, luego en Pars hasta 1977, y en Madrid hasta
1984, ao en el que volvi a la Argentina. Como destaca Victoria Basualdo, desarrollo una
intensa tarea de denuncia y concientizacin sobre el caso argentino, y particularmente sobre
la situacin de los trabajadores y sindicalistas bajo la dictadura. Por otra parte llev adelante
una serie de intentos de organizacin de los exiliados, colaborando en la conformacin de
dos agrupamientos: Centro Sindical por los Derechos de los Trabajadores en Latinoamrica,
(CS) y el Grupo de Trabajadores y Sindicalistas Argentinos en el Exilio, (TYSAE)68Otro
caso que cita la autora es el de Alicia Fondevila, dirigente y trabajadora del gremio grfico y
el Margarita Gonzlez, trabajadora del mismo gremio, de estrecha relacin con Ongaro, al
punto de haber salido al exilio con la esposa de ste junto a un grupo de obreros grficos.
67Basualdo, V. Una aprox Op. Cit. Pg. 190.68Basualdo, V. Una aprox Op. Cit. Pg. 191.
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La experiencia de este grupo de trabajadores permite apreciar las dificultades que debieron
enfrentar esos exiliados, que para su salida no contaron con ningn apoyo de instituciones
sindicales u organizaciones polticas.69
Una situacin distinta vivieron aquellos militantes de las organizaciones poltico-
militares que se exiliaron en el marco de campaas de denuncia sindical u otras actividades
relacionadas con la militancia en la organizacin. La trayectoria que describe la autora para
ejemplificar este grupo es el de Gonzalo Chvez, ex trabajador telefnico y militante de
Montoneros, que dirigi la rama sindical en el exterior. Una caracterstica particular de su
exilio, es que estuvo dirigido y sostenido por la organizacin Montoneros, que defina los
destinos y actividades que deba realizar.
Luego del examen de las distintas trayectorias y experiencias de exilio de los
dirigentes, militantes sindicales y trabajadores, la autora plantea algunas conclusiones
preliminares. La primera de ellas, de ndole terica y metodolgica, apunta a la dificultad
emprica que presenta la clasificacin de los exiliados en trminos de estrato socio-
econmico o de clase,70 ya que hay una repetida superposicin de identidades presente en
muchos de los casos que analiza, y dichas superposiciones y cruces resultan de mucha
importancia para poner de manifiesto matices y contradicciones. En segundo lugar, la autora
plantea la cuestin de la heterogeneidad de las caractersticas, actividades y formas de exilio,
y en este sentido identifica algunas tipologas que le permiten exponer un mosaico detrayectorias distintas. Y en tercer lugar se destaca la relacin entre exilio y militancia, en lo
que refiere a su importancia como prctica poltica para denunciar las atrocidades de la
dictadura, realizar campaas por la libertad de los trabajadores y sindicalistas presos, as
como muchas otras formas de solidaridad.
Para finalizar, la autora afirma que sera importante determinar en investigaciones
futuras la existencia de un exilio de trabajadores sin militancia destacada a los fines de
comparar sus trayectorias con la de aquellos a los que hemos dedicado nuestra atencin. No
hay que olvidar que este exilio involucr a una minora de trabajadores y sindicalistas, por lo
tanto resulta necesario explorar otras estrategias con las que los obreros enfrentaron la
represin dictatorial [] En este sentido, quedara pendiente abordar el tema de la
migracin interna como otra forma de destierro.71
69Basualdo, V. Una aprox Op. Cit. Pg. 197.70Basualdo, V. Una aprox Op. Cit. Pg. 202.71Basualdo, V. Una aprox Op. Cit. Pgs. 205-206.
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4. El problema de las fuentes y el enfoque historiogrfico.
Todo trabajo historiogrfico implicade manera ms o menos explcitaun enfoque
y un recorte espacio-temporal, determinados por varios factores. Entre los principales
podemos mencionar el marco terico que utiliza el autor, las motivaciones poltico
acadmicas que lo mueven, los intereses propios y corporativos que defiende, etc. En este
sentido, el tema de las fuentes est relacionado, adems de con la fecha de elaboracin de
cada trabajo, y con el material disponible y utilizado en cada caso, con el enfoque
historiogrfico y el esquema conceptual que el autor elige para su tratamiento. Sin embargo
la interpretacin ypodramos agregarla eleccin y seleccin de dichas fuentes, no est tan
determinado por el momento de produccin del texto como por el marco terico con el que
cada autor aborda el tema. As, el anlisis de las fuentes utilizadas debe tener en cuenta la
disponibilidad y acceso a las mismas con que cada autor cuenta, junto al enfoque que se
adopta. Esto ltimo depende a su vez de cuestiones temporales y de recursos, es decir de la
posibilidad de acceso a tales o cuales archivos, publicaciones, testimonios orales, etc. As, en
los diferentes trabajos que hemos relevado podemos hallar una variedad apreciable de
fuentes utilizadas, as como tambin enfoques y marcos tericos diferentes y a veces
contradictorios.
La cuestin de los trabajadores o el movimiento obrero durante la dictadura militarde 1976-83 se ubica dentro del campo de investigaciones de la denominada Historia Reciente72.
Esta disciplina o prctica historiogrfica presenta algunas particularidades, tanto en lo que se
refiere a su metodologa, as como a su objeto de estudio, que es preciso destacar, para luego
abordar los textos aqu reseados, dentro de un marco referencial con el que relacionarlos y
contrastar. En este sentido, cada trabajo debe ser analizado desde una ptica que contemple
la fuerte implicancia que ese pasado reciente de los trabajadores tiene en el presente de los
mismos, como se observa en el libro de Pablo Pozzi; as como la gran expectativa social
acerca de ese pasado cercano que se traduce en una demanda de respuestas, e incluso de
intervenciones pblicas por parte de los especialistas.73 Por otro lado, al estar stos trabajos
en el marco de experiencias traumticas de pasados recientes, la tarea del investigador
72Una referencia obligada para abordar esta cuestin es el libro Historia Reciente.Perspectivas y desafospara un campo en construccin. Franco, Marina y Levn, Florencia. (compiladoras) Editorial Paids.Buenos Aires, 2007. Este libro rene las reflexiones y los debates de los investigadores ms destacados
que trabajan en este campo de difcil definicin. Incluye planteos tericos, pero tambin puntos de vistapersonales, combinados con ejemplos de casos concretos tomados de la historia local, regional y mundial.73Franco, M. y Levn, F. Op. Cit. Pg. 40.
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establece una relacin compleja y conflictiva con la memoria74 en tanto forma de
representacin de dicho pasado. En este sentido, el historiador debe servirse de la memoria
sin necesariamente rendirse ante ella, debe guardar el respeto por esa singularidad
intransferible de la experiencia vivida, pero no puede, sin embargo, entregarse a ella
completamente.75
En cuanto a las crticas y cuestionamientos hechos a la historia recientemencionremos
fundamentalmente un problema de ndole metodolgico relacionado con las fuentes, a las
que se considera escasas o demasiado abundantes y poco confiables. Como afirman Franco
y Levn Por un lado, es cierto que para perodos recientes las fuentes escritas no suelen ser
accesibles al historiador, o por el contrario, a veces son tan abundantes que su tratamiento
resulta dificultoso. Pero en realidad, en la mayora de los casos, todos los argumentos sobre
la precariedad de las fuentes estn objetando, implcita o explcitamente, un instrumento
esencial de la historia reciente: la utilizacin de fuentes orales y las tcnicas de la historia
oral.76 Por eso es de suma importancia el rigor en la seleccin de fuentes, as como en
realizar mayores esfuerzos de contrastacin y validacin de dichas fuentes. La importancia
de la fuente oral, basadas en memorias individuales (cmo las Cuatro entrevistasque incluye
Pozzi en su libro) es no tanto su adherencia al hecho, sino el acceso que permite a
subjetividades y experiencias que de otro modo seran inaccesibles para el investigador.77
Una particularidad del caso argentino acerca de la cuestin del abordajehistoriogrfico de la ltima dictadura militar, radica en el hecho de que en Argentina no
existi tras 1983 un perodo de silencio sobre las polticas dictatoriales. Por el contrario, la
presencia de ese pasado traumtico en la esfera pblica result un dato casi permanente,
aunque la produccin historiogrfica resulta an incipiente. Junto a otras dificultades como
la limitacin en el acceso a los archivos estatales-, la construccin de una historiografa sobre
la dictadura supone un distanciamiento en relacin por las memorias sin que ello suponga la
adopcin de una postura de neutralidad valorativa78. Para el caso de la relacin entre el
74Para el estudio de la relacin entre historia y memoria ver: Traverso, Enzo. Historia y memoria. Notassobre un debate. En Franco M. y Levn, F. Op. Cit.Pp. 67-96. Del mismo autor El uso pblico de lahistoria. Revista Puentes. Ao 2, nro. 5. Pp. 8-15. Jelin, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. SigloXXI. Madrid, 2002. De la misma autora: Memorias en conflicto. Revista Puentes. Ao 1, nro. 1. Pp. 6-13.Sarlo, Beatriz. Tiempo Pasado. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires, 2005. Yerushalmi, Yosef. Reflexionessobre el olvido. En AAVV. Usos del olvido. Ed. Nueva Visin. Buenos Aires, 1989. Vezzetti, Hugo.