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8/19/2019 Dennett Daniel - Condiciones de La Cualidad de La Persona
1/18
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS
olección
CU DERNOS
DE CRÍT ICA
Director DR
LEÓN
OLIVÉ
Secretaria
MT R
CORIN YTURBE
CUADERNOS DE CRÍTICA 45
D NIEL
DENNETT
ondiciones
de la
cualidad de
persona
Traducción de
LOREN MURILLü
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
MÉXICO 989
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Yo soy
una
persona al igual que u
sted
. Hasta aquí no
hay ninguna duda. Soy un ser humano, y pr
ablemente
usted también . Si se siente ofendido por el probable
men te es porque se supone víctima de cierto t ipo de
racismo, pues lo que importa respecto de nosotros no
es que pertenezcamos a la mi
sm
a especie biológica , sino
que ambo
s seamos personas, y de ello no tengo la me
nor duda. La dign
idad
propia no depende de nuestros
orígenes, sea que hayamos nacido de muje r o que simple
mente hayamos nacido. Generalmente ignorarnos esto , y
consideramos la
humanidad
como la
marca
decisiva de la
cualidad
de persona, sin duda debido a que los términos
son localmente coextensivos o casi coextensivos. Hoy
por
hoy, los seres humanos son las únicas personas que reco
hocemos, y reconocemos a casi todos los seres humanos
como personas; pero, por una parte, podernos fácilmente
consid
erar
la existencia de personas biológicamente
muy
diferentes
quizá
habitantes de
otro
s planetas : - y, por
la otra , reconocernos condiciones que niegan la cualidad
de persona a los.seres humanos, o al menos algunos ele
mentos muy importantes de ella . Por ejemplo, a los seres
humanos de
poca
edad, a los ser es hum
an
os con deficien
cias mentales y a los seres humanos declarados dementes
por psiquiatras facultados , se les niega la cual idad de
p
ersona
, o cuando menos , elementos fundame
ntal
es de
ésta
.
Uno
pod
ría esperar que un concepto tan importante,
aplicado y denegado con tal segur idad , t uviera condicio-
5
CONDI
CIONES DE LA,CUALIDAD DE PERSONA
DR
1989, Universi
dad
Naci onal
utónoma
de México
Circuito Mar io de la Cueva
Ciudad de la Invest igación en Humanidades
04510 México, D.F .
Impreso y h eehoe n México
ISSN 0185-2604
79
5-
UE-CEES
1111111 11 1 111 1111111
11
11111 1111 1
9300449320
El ensayo de Dani el Dennet t, Condi t ions of Personhood fue publicado
en The Idenllt:es a Person e ed
itado por
mé
lie Oksenberg
Rorty
, Uni
of C ~ ¡ f o n l l ~
Pres
s, Berkeley-Los Angeles-London , 1976. E
st a
edi torial ced ro a
Critica
los derechos de la versión castellana .
( e l
-
t Iv
• C
o
-
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nes de atribución suficientes y necesarias , y claramente
forrnulables; pero , de ser así , aún no las hemos descu
bierto. En
última
instancia, podría ser que no hubiera
nada
que descubrir. En último caso, podríamos llegar
a darnos cuenta de que el concepto de persona e s in
coherente
y
obsoleto. Skinner es
uno
de los que, e
nt
re
otros, ha sugerido esto; pero la doctrina no prosperó, sin
duda debido, en
parte
, a que sería difícil , incluso im
posible, concebir lo que sucedería: si abandonáramos
el
concepto de persona. Puede argumentarse que la idea de
que -podamos dejar de ver alas otros y a nosotros
mismos
como personas (si esto no significa,simplement e, que nos
aniquilemos y que,
por
ende, dejemos de ver
nada
como
nada) es con tradictoria en sí misma
.
Por lo que , dejando
a un lado lo correc to o erróneo de los fundamentos de
la
afirmación
de Skinner, resulta difícil ver cómo podría
ganarl
e
la part ida
a una noción
tan intuitivament
e invul
nerable. Si, entonces, el concepto de
persona
es, en
cierta
forma, una
parte
imprescindible de nuestro esquema con
ceptual, podría hallarse aún en peores condiciones de lo
que quisiéramos. Podría resul ta r, por ejemplo, que el
concepto de
persona
no sea sino un nebuloso término
honorífico que gusto
samente
aplicamos a ·nosotros mis
mosy a los
demás,
como mejor nos parece, guiados
por
nuestras emociones, nuestra sensibilidad estética, cues
tiones de costumbre y similares s í como los chic son
sólo aquellos que pueden lograr que los consideren chic
otros que a sí mismos se tienen por chic. El ser una per
sona
es, sin
duda
, algo s imilar a esto, y si no
fuera
más
que esto, tendríamos que reconsiderar, de ser posible, la
importancia que hoy
atribuimos
al concepto.
1
Véase mi Mechanismand R
esponsability en
T. Honderich (ed.),
Essays on Frcedom 01 ction(Londres: Routledge Kegan
Paul,
1973).
[Versión castellana:
Mecanicismo responsabilidad
No. 42 de
esta
mis
ma
colección, 1985.
Traducción
de Myriam Rudoy.]
Suponiendo que el ser una persona sí es algo más, el
investigador de condiciones necesarias y suficientes en
contrará aún dificultades en el caso de que haya más
de
un
concepto de persona, y existen motivos para sos
pecharlo. Parece, a grandes rasgos, que se encuentran
aquí entr
etejidas dos nociones, que llamaremos la noción
moral y la noción metaf ís ica. Locke dice que persona
es un término causídico, referente a las acciones y sus méritos, y
se aplica , por tanto , sólo a agent es inteligent es , capaces de tener
leyes, de ser felices y desdichados.
Esta
personalidad se proyecta
a sí misma más allá de la e xistencia presente, hacia lo pasado,
sólo mediante la conciencia - por la cual adquiere compromiso
y responsabilidad Ensayo Libro II, Cap. XXVII).
¿Acaso la noción metafísica grossomodo la noción
de un agente inteligente, consciente y sensible- coin-
cide con la noción mora l grosso modo la noción de
un
agente
que es responsable,
que tiene
tanto
derechos
como obligaciones? ¿O es tan solo que el ser una persona
en el sentido metaf ís ico es una condición necesaria pero
no suficiente para ser una persona en el sentido moral?
¿Acaso el ser una
entidad
a la que se le atribuyen estados
de conciencia o autoconciencia es lo mismo que ser un
fin-en-sí-mismo , o es solamente
una
condición previa? En
la teoría de la justicia de Rawls, ¿debe cont emplarse la
derivación a
partir
de la posición original como una de
mostración
de cómo las personas metafísicas pueden vol-
verse personas morales, o
debe
contemplarse como
una
demostración de
por
qué las personas metafísicas ti enen
que
ser
personas morales i
En
terrenos menos técnicos,
En
Justice
as Reciprocity , revisión de Ju stice as Fairness , im
preso en S. Gorovi tz (ed.) , Utilitarianism (Indianapolis: Bobbs Merrill,
1971) [Versión castellana: Lajusticia como imparcialidad No. 32d e esta
misma
colección, 1984. Traducción de Roberto J. Vernengo], Rawls ad
mite que las per sona s en la posición original pueden incluir naciones,
provincias, firmas comerciales, iglesias , equipos y
otros
. Los principios
7
-
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esta dis
ti
nción se de
sprend
e
claram
en te;
cuando
d eclara
mos dement e a un hombre, dejamos de tr a tarlo como a
un s
er
respo
nsa
ble y le negamos la mayor parte de los de
rechos:
au
n cuando nue
stras
in teracciones con él no pu e
da
n vi
rt
ualm
ente
di
stinguirse
de las
interac
ciones
perso
nal es normales , a menos efecto, su
dem
en
cia
sea
demas
iado
acent uada . Al parecer, tomando la palabra
persona
en un sent
ido par ticular , seguimos t ratándolo
y conside
rán
dolo como
pe r
sona . Al inicio
afirm
é
que
es
indudable
que
us t ed y yo somos personas. No me sería
posible p en sar y much o meno s afirma que to dos
Los Lectores de este ar
tí c
ulo e
st á
n l
egalment
e sanos y son
moralm
ente
res po
nsa
bles . Lo único que, si acaso,
pued
e
babel quedado fue ra de
dudas
es
que aqu
ello a que
se aludía c
orre
ctame
nte
con los
pronombr
es personales
t d d 1 f . 1 1
o y us e e a rase nuera , er a una. pe rsona en e
s
entido
metafísico. De ser esto lo
úni
co que quedar a fu
er
a
de
dud
as , ser:Ía e
ntonces
posible que la no ción
meta
fís
ica
y la noci
ón
m
oral
fuesen diferentes. Sin em
ba
rgo, aun su
poniendo la difere
nc
ia ent
re es t
as nociones, parece hab
er
mo t
ivos suficie
ntes
para creer
que
la cuali
da
d metafísica
de persona es condición necesaria de la c
ua
lidad
mor
al
de
persona.
Lo que deseo ha cer ahora es examinar seis te sis co-
de ju sticia se apl
ica
n a reclamos conflictivos presentados por personas
de
cada
una de estas diversas clases. Hay, qu
izá
, cierta prioridad lógica
en el caso
de
los i
nd
ivi
du
os humanos. (p . 245) . En
A Theory
01
Justice
CambIidge , Mass .: Harv ard University Pr ess , 1971) , reconoce qu e las
pa
r
tes
en l a posición origi
na
l pueden incluir asoc iacio
nes
y de
más
e
nt
i
da
des
que
no sean indi viduos hum anos (por ejemplo, p. 146) , Y la apa rente
interca
mbia bi
lidad
de pa r te s en la posición original y pe rsonas en la
posici ón original , sug iere que Rawls afir
ma
qu e par a cier to concept o
moral d e
persona
la p ersona moral está comp uesta por personas me
tafísicas que puede n o no ser , e
ll a
s mismas, personas morales.
3
Haciendo a u n lado las posibles pe rsonas morales compues t a s de
Rawls .
Para
más da tos sob re las personas compuestas, ver Amélie R
or t
y,
Persons, Policies , and Bodies , en International Philosophical Quar-
ter/y XIII , 1 (marzo, 1973).
8
nacidas,
cada
una de las c
ua
les pret end e identificar una
condición necesaria de la c
ua
li
da
d de p
er
sona, y c
ada
unad
e ellas, en mi opinión, correcta ba jo cierta interpre
ta ción. Lo que aquí se verá es,
prim
ero , cómo (de acuerdo
con mi in terp retación) ést a s son dependientes las unas de
las
ot r
as ; se
gundo
, po r qué son condiciones necesarias de
la cualidad moral de persona; y te rce ro , por qué es ta n
difícil afi rm ar que, en conjunto , constituyen condiciones
suficien
te s
de la
cualidad
m
ora
l de perso
na
.
La primera
tes is , y la
más
obvia , afir
ma
que las personas son se-
res racionales Ésta apa rece, por ejemplo, en las teorías
ét icas de Kan t y Rawls y en las
teo
rías metafís icas
de Arist
ótel
es y Hintikka. La segunda tesis sos t iene que
las
person
as son ser es a los que se les atribuyen estados
de concien cia o a los qu e se les at ribuyen enunciados de
int encionalidad o psicológicos o me
nt
ales. Así, Strawson
identifica el concepto de persona como e l concepto de
un
ti po de e
nt
i
da
d tal, que
tanto
los en
unc
iados que le
atribuy
en
estados de conci
enc
ia, como los enunciados que
le atribuyen caract
erísti
cas corpóreas le son aplicables.
La tercera
tesis sostiene
que
el que un a c
osa sea
consi
de
rada persona , dep
end
e en cierta forma de la actitud que
se adopta hacia el la, de una postura adoptada con res
pecto a ella. Esta tesis sugiere que no es un a vez estable
cido el
he
cho
objetiv
o de que algo es u
na
persona cuando
4 J. Hint ikka , [(
nowledge and Belie]
I t ha ca : C or nell University
Pr
ess, 1962).
5
P.
F.
Strawson ,
Individuals
(Londres : Met huen , 1959), pp . 101-
102: Con frecuen cI.a se ha s7ñ alado que la de f inic ión de St rawso n es,
obviamente, demasiado ampli a y aba rc a a toda s las cr ia t
uras
concie
ntes
y ac ti vas. Ver ,
por
e
jem
p lo, H. Fr
ankfurt
, F re edom of th e Wi ll and th e
Concept of a Person , Journal 01 Philosophy (14 de ene ro de 1971) . Se
puede también
d i s ~ t i r (y yo lo di
scutir
ía) que los
estad
os de concien
ci a
son solo
un subconjunto
ad e
cuado
de es t ados psicológicos o esta dos c a
racterizados intencionalmente , pero me
pa r
ece que es cl a ro que St rawsq
nj ;
.
pre tende a
qu í
lanzar
susred
es lo
sufi
ci
ent
e como para incluir los e q t ¡ ¡ W ~ ~
psicol ógi
co s
en gen eral .
::>
\.
; 0:/
-
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e ~ p e z a m o s a tratarlo tratarla de un modo particular,
smo
que este
modo particular
de
tratarlo
o
tratarla
forma
parte, de
alguna manera
y hasta cierto punto, del hecho
de ser persona. Algunas var iaciones a
esta
tesis
han
sido
expresadas
po r
MacKay, Strawson, Amélie Rorty, Put
narn, Sellars, Flew, Thomas Nagel Dwight Van de Vat e
6
Y
por mi mismo.
La
cuarta
tesis dice que el
objeto
con
respecto al
c ~ a l
se adopta
esta
postura personal debe ser
capaz
de.
reciprocar
de alguna
manera.
Algunas versiones
muy
var iadas de esto
han
sido expresadas o insinuadas
por
Rawls, MacKay, Strawson, Grice y otros.
En
ocasio
nes,
dicha
reciprocidad ha sido expresada de
manera
más
bien def ic iente, con el lema: ser
una persona
es
tratar
a
los ot.ros como
personas,
y
junto
con
esta
expresión, se
ha
afirmado con
frecuencia que
tratar
a algu ien como
persona
es
tratarlo moralmente -quizá
obedeciendo a la
~ g l
de Oro, pero esto combina varios tipos recipro
cidad. Como
dice
N
agel,
una
conducta
extremadamente
hostil hacia
alguien
es compatible con el hecho ele
tratarlo
como
persona
(p. 134), Ycomo observa Van de Vate
una
de las diferencias
entre
algunas formas de homicidio no
D: M. Macl
-
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tipo es
pec
ia l de conciencia que, como afir
ma
n Anscombe
y
Frankf
ur
t en diferente f
orm
a , es condición necesaria
de la cual idad moral de persona.
Con an terioridad hice referencia a las t res primeras
t esis: racionalidad, intencionalidad y po
stura
para defi-
rur no a las personas, sino a una más amplia clase de lo
que
llamo
si
st
r¿mas
in tencion l
es
y dado que
pret
endo
partir de esa noción , es preciso hacer aquí un breve re
sumen
. Un
sistema
int encional es un sist ema cuyo com
po rtamiento puede ser (al menos en ocasiones) explicado
y
predicho recurriendo a
atribu
ciones de
creencias
y
de-
seos (y
ot r
os rasgos caracterizados por la intencionalidad
- los que
aquí l lama
ré in t
encion es
quer iendo referirme
a
e r n z
t
emor
es, in tenciones, percepciones, expec
tativas etc
.) al s is tema. Puede haber
en cada caso
otras
formas de predecir y explicar el comportamiento de un
sistema
intencional-por
ejemplo, formas mecanicistas o
físicas- pero la postura intencional puede ser la más sen
cilla o la
más
efectiva o, en cualquier caso, un postura
cuya adopción resulta exitosa y que basta para el objetivo
que es ser un sistema intencional. Así def inidos es ob
vio que los
sistemas
intencionales no son
todos
personas ,
Atribuimos creencias y deseos a los perros y a los pe
ces y,
por
lo tanto predecimos su
comportamiento
, e in
cluso podemos utilizar
este
procedimiento
para
predecir
el comportamiento de algunas máquinas . Es , por ejem
plo, la estrategia que conviene adoptar , de hecho la única
conveniente, ante una comput adora que juega bien al aje.
drez. uponiendo
que
la
computadora
tiene ciertas creen
cias (o información) y deseos (o fun ciones
pr
eferenciales)
con respecto al juego de aj edrez que se está llevando a
cabo, puedo calcular - bajo circuns tancias favorables-
.reciente y explícitamente en mi
Re
pl y to Arb ib and Gunderson APA
Eastern Division Me etings, 29 de diciembre de 1972. '
9 No discutiré
aqu
í la tes is de Sartre.
12
la
jugada
siguiente más probable de la
c o m p u t
a
condic ión de que yo suponga que la computadora lid ia
con es tos deseos y
cr
eencias en
form
racional La com
putadora, es un sistema intencional en est as circuns tan
cias, no
porqu
e tenga algún ra sgo intrínseco.particular,
como
tampoco porqu
e r
ealm
en te
tenga
creencias y deseos
(cualesquiera que éstos sean) , sino
tan
solo
porqu
e ella
sucumbe ante cierta postura adoptada con respecto a ella,
a saber , la postura int encional, la
postur
a que
proc
ede
atribuyendo a la computadora enunciados intencionales
bajo
las limitantes usuales, la postura que
pro
c
ede
con
siderando a la compu tadora como un razonador racional
práctico.
Es importante observar lo blanda que es esta definición
de sistem intencion l y cuán
grande
puede ser la co
rrespondiente clase de los sistemasintencionales. Si,
por
ejemplo, predigo que una p lanta particular ~ d i g m o s
una h iedra
en
maceta-
va a crecer
dando
la vuel
ta
a
una
esquina, hacia
arriba
y en dirección de la luz, porque
busca la luz , quiere salir de la sombra en que ahora
se
encuentra
, y cree y espera que habrá luz al doblar .
la esquina ,
habré
adoptado una
postura
i n t e n i o n ~ l
respecto a la planta y, ¡oh, sorpresa , dentro de
límites
muy estrechos ésta funciona. Dado que funciona, algunas
plantas son sistemas intencionales de muy
bajo
nivel.
Me di cuenta de la utilidad real de
adoptar
una pos
tura intencional con respecto a las plantas al platicar con
unos
leñadores de los bosques de Maine. Estos hombres
se refieren invariablemente a los árboles no como eso ,
sino como él , y de un joven retoño
~ r á n
Él
desplegar sus ramas , pero no hay que dejarlo;
porqu
e
aSI
tendrá que estirarse para alcanzar la luz o bien A los
pinos no les gusta mojarse los pies como a los cedros .
Se p
uede
engañar a un manzano y hacerle creer que
es primav
era
, prendiendo una pequeña fogat a bajo sus
-
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7/18
i
\
h
i
l
r
\
i
1
r
ramas al final del otoño; florecerá. Esta manera de ha
blar
no
es sólo p in to resca y no es en absoluto super st i
ciosa; es simplemente
una
forma eficaz de dar sentido,
controlar
, predecir y explicar el comportamiento de esas
plantas
de un modo que sutilmente elude nuestra igno
rancia
de los mecanismos de control . Algunos biólogos
más sofisticados pueden preferir hablar de transmisión
de la información desde
la
periferia del árbol hacia otros
puntos del mismo. Esto es menos pintoresco, pero sigue
siendo intencional. La abstención total del uso del len
guaje intencional respecto de los árboles puede volverse
casi tan heroica, engorrosa y carente de sentido como el
tabú
paralelo de los conductistas estrictos al hablar de
ratas
y pichones. Y aunque las expresiones intenciona
les referentes, por ejemplo, a las act iv idades del árbol
tengan un valor heurístico casi imperceptible, me parece
más
inteligente
da r
por sentado que dicho árbol es
un
sis
tema
intencional
muy
degenerado, soso e insignificante,
que
tratar
de t razar una línea por arr iba de la cual las
interpretaciones intencionales sean objetivamente ver
daderas .
Es obvio entonces que ser un s is tema intencional no
es condición suficiente
para
ser persona, pero sin
duda
es condición necesaria. Nada hacia lo cual no
podamos
adoptar satisfactoriamente una postura intencional, con
sus presupuestos de racionalidad,
podrá
considerarse per
sona. ¿Podemos entonces definir a las personas como
una
subclase de los sis temas intencionales? A primera vista
podría
parecer provechoso
suponer
que las personas son
sólo
la
subclase de los sis temas intencionales que r l-
mente
t ienen creencias, deseos y demás, y de los que no
sólo
suponemos
que los tienen por mor de una predicción
expedita. Pero
parece que
todos los intentos
por
defi
ni r aquel lo de lo que se puede decir que realmente tiene
una creencia
de
manera que ni un perro ni
un
árbol ni
,
> :
14
I
\
\
I
j
\
una
computadora pudieran fesultar idóneos) terminan
poniendo condiciones a la creencia genuina, condiciones
que (1) son demasiado estrictas para nuestras intuicio
nes, y (2) a luden a d is tintas condiciones de la cualidad
de persona que se
encuentran
en los ú lt imos lugares de
mi lista.
Por
ejemplo, se
podría
afirmar que las creencias
genuinas son por necesidad verbalmente expresables por
el creyente. o que el creyente debe estar
consciente
de
que
las tiene; pero la gen te parece
tener
muchas creen
cias que no puede expresar en palabras y muchas que
no sabe que tiene y en cualquier caso, espero probar
que la
capacidad de expresión verbal y la
capacidad
de
conciencia encuentran diferentes loei en el conjunto de
condiciones necesarias de la cualidad de persona.
Considero que se puede lograr un mayor avance si reto
rnamos nuestra cuarta tesis, la de reciprocidad,
para
ver
qué
tipo de definición podría recibir en términos de siste
mas
intencionales. La tesis sugiere
que una
persona debe
ser capaz de reciprocar la postura, lo que sugiere que un
sistema intencional que a su vez
adoptara
una
postura
intencional hacia otros objetos
pasaría
la p rueba. De
finamos un
sistema intencional de segundo orden
como
aquel al cual atribuimos no sólocreencias, deseos y demás
intenciones simples, sino creencias, deseos y demás inten
ciones
respecto de
creencias, deseos y demás intenciones.
Un sistema
intencional
será un
sistema
intencional de
segundo orden si,
entre
las atribuciones que le hacemos,
se encuentran las del tipo
S cree que T desea que
p
S
espera que
T
tema que q
y casos reflexivos como
S
cree que desea que p La
importancia de los casos
reflexivos se
hará
evidente, sin
que esto
nos sorprenda,
cuando veamos a quienes interpretan nuestra sexta con-
10
j Bernard
Williams, Deciding to Believe en H. E. Kiefer y M.
K.
Munitz
(eds.), Language Belie] and et physics (Nueva York: New
York Universi ty Press, 1970).
15
-
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8/18
dición como autoconciencia Algunos pensarán que los
casos reflexivos convi
erten
automáticamente a todos los
sistemas intencionales en sistemas de segundo orden e in
cluso en sistemas de orden
n
sobre la base de que creer
que implica creer que se cree que y así sucesivamente;
pero éste
es
un
error
fundamental. La repetición de cre
encias y demás :intenciones no es nunca redundante y
así , aun cuando algunas repeticiones son normales s e
espera
que
lo
se n
nunca son triviales o automáticas.
Ahora
bien , ¿son acaso los seres humanos hasta donde
sabemos
los únicos sistemas intencionales de segundo
orden? Considero
ésta
una pregunta empírica. Por ejem
plo, atribuimos creencias a los perros, los gatos, los leo
nes, los pájaros y
los
delfines y a
partir
de ahí prede
cimos con frecuencia su
comportamiento -cuando todo
sale
bien
, pero es difícil imaginar un caso en el que
la conducta del animal fuese tan sofisticada que nece
sitásemos
atribuirle
intenciones de segundo orden para
poder
predecir o explicar su comportamiento.
Po r
su
puesto que si alguna versión del fisicalismo mecanicista es
verdadera
(corno creo), no necesitaremos nunca atribuir
intención alguna a
nada
pero, suponiendo que por ra
zones heurísticas y pragmáticas tuviésemos que atribuir
intenciones a los animales, ¿sentiríamos acaso el impulso
pragmático de atribuirles intenciones de segundo orden?
Con
frecuencia
los psicólogos
han
recurrido a .un princi
pio
llamado
el
canon
de
la parsimonia
de Lloyd
Margan
,
que puede considerarse como un caso especial de
la
na
vaja
de Occam; el pr incipio es que se debe
atribuir
a un
organismo ta n poca
inteligencia o conciencia o raciona
lidad o pensamiento corno baste para dar cuenta de su
comportamiento.
Este
principio puede interpretarse y
ha sido
interpretado nada
menos que como un conduc-
16
t di 1
}smo
ra icai; pero esto me parece un error , y podemos
mterpretarlo
c?mo principio que requerimos al adop
tar.la
postura m t e n ~ l O n a l con respecto a un objeto, para
a t n b U I : ~ · l e 1 a s creencias, deseos y demás más simples, me
nos sof isticados y de menor orden, que
darán
cuenta de
su
c o ~ p o r t ~ m i e n t o
Así pues, admitiremos,
por
ejemplo,
que
Fido
quiere
su cenay
cree
que su
amo
le
dará
la cena
si gime frente a él, pero no necesitamos atribuirle a Fido
la creencia posterior de que su gemido produce en su amo
la creencia de que él, Fido, quiere su cena. De manera
similar, mi expectativa al depositar una -moneda en la
máquina
dulces no depende de la creencia posterior
de que , insertar la moneda se induce en la máquina
la
creencza de que yo quiero un dulce. Esto es que aun
si el gemido de Fido se parece mucho a
una
verdadera
interacción de segundo orden (en la que Fido trata a su
amo a un sistema intencional), si suponemos que
para
Fido su amo es
tan
solo
una
máquina proveedora
de alimento que se activa mediante el gemido, obten
dremos
una
atribución predictiva igualmente buena más
modesta
pero
que sigue siendo,
por
supuesto,
intencio
nal.
¿Son entonces los perros, los chimpancés y demás ani
males super iores incapaces de elevarse al nivel de los
~ i s t e m a s i n t e n c i o ~ a l e s
de segundo
orden?;
y de ser así,
¿por que? Yo sol ía pensar que la respuesta
era
afirma
tiva,
~ e n s a n d o
que la razón
era
la
falta
de lenguaje en
animales no humanos y que el l engua je
era
necesa
no para
representar
las intenciones de segundo orden.
En otras palabras pensaba que la condición cuatro se
apoyaba
la
condición cinco. Me atraía la hipótesis de
que los animales no pueden,
por
ejemplo, tener creencias
11 Por e jemplo , ,B .. F. Skinner , Behavior ism at F if ty , en T. W.
(ed .),
Behaoiorism
n
Phenomenology
(Chicago: University of
Chicago Press, 1964). .
17
-
8/19/2019 Dennett Daniel - Condiciones de La Cualidad de La Persona
9/18
de segundo
orden
, creencias acerca de creencias, por la
misma
razón por la que no pueden tener creencias sobre
el día viernes o sobre poesía. Algunas creencias sólo pu e
den
adquirirse, y por lo
tanto
representarse ,
por
vía del
lenguaje.P Pero, si b ien es cierto que algunas creencias
no pueden adquirirse sin el lenguaje, es falso que todas
las creencias
de
segundo orden se encuentren
entr
e ellas,
y es falso también que los no humanos no puedan ser
sistemas intencionales de segundo orden. Al pedir a la
gente que
me diera
ejemplos de sistemas .intencionales de
segundo orden
no
humanos, encontré algunos casos muy
plausibles. Considérese por ejemplo éste de Peter Ashley
en
un a
carta :
Una noche estaba yosentado en una sil la en mi casa, en la
única
s il laen la que a mi
perra
se lepermitedormir .
Ellaestaba
echada
frente a mí gimiendo. Sus intentos por convencerme de que le
cediera la silla no estaban logrando gran cosa. Su siguiente paso
es el
más
interesante, más aún , la única
parte
interesante de
esta historia. Se levantó y se dirigió hacia la puerta de entrada ,
donde yo podía seguir viéndola con facilidad. Arañó la puerta,
dándomela impresión de que había desistido en sus intentos
por
obtener
la s il la y que
había
decidido salir. Sin embargo, tan
pronto
l legué a
la
puerta para dejarla salir, se regresó corriendo
a t ravé s del cuarto y se
trepó
en la silla , la silla que me
había
obligado a dejar . .
En este
caso, parece que tenemos que
atribuir
a la pe
rra la intención de que su amo crea que ella quiere salir
un intención no sólo de segundo, sino de tercer orden.
La clave de este ejemplo, aquello que lo hace un ejem
plo de
la
operación
de
un
sistema inten
cional de
orden
sueperior, es que la creencia que la perra pretende cau
sar en su
amo
es falsa.
Para
descubrir
más
ejemplos de
. 12 Se hallarán
suger
encias
ilustrativas
sobre la relac ión del lengu aj e
con
respecto
a la creencia y l a rac ional idad en Ronald de Sousa How
to Give a P ie ce oí Your Mind; or, A Logic of Beli ef and Assen t Review
.
o/ Metap ys cs septiembre
de
19- 1 1
.
18
·
I[
animales
que
se comportan como sistemas intencionales
de segundo
ord
en, nos puede ayudar el
pe
nsar en algunos
casos de engaño, en los que el animal, creyendo trata de
hacer que otro sistema intencional crea no-p.
En
el
ca
so
de un animal que trata de provocar en otro
una
conducta
que las creencias verdaderas acerca del entorno del otro
no provocarían, no podemos hacer
una
división int
ern
a
y
obtener
una
explicación que sólo recurra a intenciones
de primer nivel. Podemos generalizar este punto
ant
es
de
pasar l explicación de
por
qué es así: cuando x trata
de provocar
una
conducta en y conducta que resulta in
apropiada
para
el entorno y las necesidades reales de y
pero
apropiada para
el entorno y las necesidades que y
per i e o cree nos vemos obligados a atribuir intenciones
de segundo orden a x. Una vez establecido de
esta
ma
nera, este aspecto parece familiar, y frecuentemente es
utilizado po r los crí ticos del conductismo: se puede ser
conductista
en la explicación y control de la
conducta de
animales de laboratorio sólo en tanto se pueda confiar
en que no
hay una
grave dislocación
entre
el
entorno real
del experimento y el entorno percibido
por
los animales.
Una táct ica
para
poner en aprietos a los conductistas
en el laboratorio consiste en efectuar experimentos que
engañen a los sujetos; si el engaño tiene éxito su conducta
será predecible a partir de sus creencias falsas respecto
del entorno , no a
partir
del entorno real. Ahora bien,
un sistema intencional de primer orden es conductista;
no
atribuye
intención alguna a nada. Así pues, si desea
mos
tener
evidencia efectiva de
que
un
sistema
dado
S
no es conductista - sino que es
un
sistema int encional
de segundo
orden-,
es to sólo ocurrirá en aquellos casos
en que las teorías conductistas no se adecuen a los
datos,
sólo en aquellos casos en que el conductismo no explicaría
el éxito del sistema S cuando m
anipula
la conducta de
otro
sistema
.
19
-
8/19/2019 Dennett Daniel - Condiciones de La Cualidad de La Persona
10/18
Esto
sugie re que el e jemplo de Ashley no es, después
de todo, ta n convincente;
que
puede ser rechazado su
poniendo que su perra es
una conductista
menor. No es
preciso
que
ella crea que el arañar la puerta llevará a Ash
ley
a creer que ella quiere sal ir;
basta
con que ella crea,
como
buena
conductista,
que ha
condicionado a Ashley
para
que
vaya a
la puerta
cuando ella la araña. Así, ella
aplica el estímulo usual,
obtiene
la respuesta usual,
yeso
es todo. El caso de Ashley se derrumba si ésta es la forma
normal como su perra logra que se le abra la puerta,
como probablemente lo es, pues entonces una hipótesis
más
modesta será
que la
perra
cree que su amo
está
con
dicionado
para
ir a la
puerta
cuando ella la araña. Si
la
perra hubiera hecho algo novedoso para engañar a su
amo (como cor re r hac ia la ventana, mirar hacia afuera
y gruñir sospechosamente), entonces tendríamos que re
conocer que el levanta rse de la s il la no fue s implemente
un a
respuesta
condicionada de Ashley, y no
podría
ser
considerada como t al por su
perra,
pero entonces, tal
virtuosidad en un perro resultaría altamente improbable.
Pero,
¿cuál es la diferencia
entre
el caso improbable y
los muy conocidos casos en los que un pájaro que tiene su
nido al ras del sue lo finge que se le
ha
roto un ala,
para
alej ar al depredador del nido? El efecto logrado es una
novedad , en el sen tido de que el pájaro, con
toda
segu
ridad, no ha condicionado repetidamente a los depreda
dores de los alrededores mediante este estímulo; por ello,
nos vemos obligados a explicar la artimaña como un pe
queño
y
genuino engaño,
mediante
el cual el pájaro
usc
provocar una creenci falsa en el depredador. Llevados
a aceptar esta interpretación de la conducta, nos podría
impresionar enormemente la ingeniosidad del pájaro, de
no
ser
por el hecho de que sabemos que dicho comporta
miento
es
meramente
instintivo . Pero, ¿por qué se mi
nimiza
el truco
alllamatlo meramente
instintivo ? Afir-
.1 , -<
20
mar que
es instintivo es afirmar que
todas
las especies de
pájaros lo hacen; lo hacen aun cuando las c i r c u n s t a ~ c i a s
no son totalmente apropiadas; lo hacen cuando existen
mejores motivos para permanecer en el nido; el patrón de
comportamiento es rígido , un tropismo de menor
r e l ~ ~ a n -
cia, y presumiblemente los controles fueron transmitidos
genéticamente, no aprendidos ni inventados.
Debemos tener cuidado de no llevar muy lejos
esta
ac
titud minimizadora; no es que el pájaro realice el truco
i r ref lexivamente , pues si bien es claro que en ningún
momento cruzó por su
mente
un argumento o esquema
( Veamos si yo agi tó el a la como si estuvie ra rota, la zo
rra
pensará que . .. , un hombre puede hacer algo igual
mente
astuto
y con genuina inteligencia, novedad y ade
cuación sin
por
ello valerse
tampoco
de pensamientos
.
conscientes .
El
pens r los pens mientos como quiera
que esto se carac te rice , no es lo que hace rea lmente in
teligente a
una conducta
inteligente. Anscombe dice en
c ie rto momento: Si supusié ramos que [semejante ex
presión del razonamiento] describe los procesos mentales
reales en general sería bastante absurda. El interés de la
explicación es que describía un orden que esta presente
. l . t . 1 3
siempre
que
las acciones se rea Izan con m
e n c l n e ~
Pero, el orden está presente tanto en el caso del
pajaro
como en el del hombre. Es decir, cuando nos pregunta
mos por qué los pájaros evolucionaron con este tropismo,
lo expl icamos subrayando la uti lidad de poseer un me
dio para eng ñ r a los depredadores, o provocar
éstos creencias erróneas; lo que debe exphcarse es el
on-
gen de las intenc iones de segundo orden del páJaro . v o
sería el último en negar o ignorar la enorme diferencia
que hay ent re una conducta ins tint iva. o t ropista, y la
conducta más
versát il e intel igente de los humanos y de
13
G. E. M. Anscombe, lntention (Oxford: Blackwell, 1957), p. 80.
-
8/19/2019 Dennett Daniel - Condiciones de La Cualidad de La Persona
11/18
otros;
pero
en lo que quiero insistir aquí es en que , si uno
está pr
epar
ado par a ad
optar
sin escrúpulos una
postura
in t
enc ional como herramienta
para pred
ecir y explicar
la conduct a, el pá
ja
ro es entonces un
sistema
intencio
nal de segundo orden , como cualquie r hombre. De ser
este
el caso , debemos
tener mucha
cautela
al
utilizar
el
argum
ento
que me pareció antes tan atractivo, a saber,
que las representaciones de intenciones de segundo
orden
dep enderán en alguna forma del lenguaje.l Pues no es
en absoluto evidente que todas --'-osiquiera
algunas-las
creencias y dem ás intenciones de
un sistema
intencional
ne cesiten represent rse dentro del sistema de alguna
manera particular para que
podamos
obtener un punto
de apoyo
para
pr e
dec
ir su
conducta,
atribuyéndole dichas
in tenciones.P La
situación
que expusimos al referirnos al
deseo del pájaro de provocar en el depredador
una
creen
cia falsa, pare ce no t
ener
cabida en una representación
de est a sofisticada intención;·ni neces idad de ella,
en
los
pensamien
to
s o mente de entidad alguna,
dado
que
ni el pájaro, ni la historia de la evolución, ni la madre na
turaleza, necesitan p
ensar
estos
pensami
entos para que
nu
e
st r
a explicación quede asegurada.
Así pues, la rec iprocidad, s iempre que se entienda por
. és
ta simplemen
t e la
capa
cidad de los sistemas intenciona
les para exhib ir intenciones de orden superior, si bien de
pen
de
de las t res
prim
eras condiciones, es independiente
de la quint a y
la
sexta . La justicia que
esta
noción haga
a la reciprocidad de la que hablan otros escritores,sólo
aparecerá con cl
aridad
cuando
se vea cómo és
ta
se en-
H
í Ronald de Sous a, Self-Deception ,
Inquiry
13 (1970), esp.
p.3 17.
15 Discuto lo anterior con más detal le en Brain Writing and Mind
Reading en K. Gunderson (ed.), Language Mind and I
l
\ { j 1 ~
,....' .
1
V·T : 3
i.
. .
-
8/19/2019 Dennett Daniel - Condiciones de La Cualidad de La Persona
12/18
la co
nd
ición (2)
para
excluir casos como éste: Dejo ti
rada
la porcela
na
china que
mi
hija rompió para que mi
esposa
la
vea . És
te
no es un caso en el que
pr
etendo
signifi car algo haciendo lo que hago, con la intención de
logra r lo que
intento
pues
aun
cuando yo estoy tratando
media
nte
es to de lograr que mi esposa piense algo so
br
e nu
estra hi
ja (u
na
intención de segundo orden de mi
part
e), el éxi
to
no depende de que e lla reconozca mi ir
tención
o
de que en algo reconozca mi intervención o
existencia.
N
o ha habido, para usar el
atinado
término
de Erving Goffman, un encuentro real entre nosotros, un
reconocimi ento mutuo . Debe
haber
un encuentro entre
el
que
se expresa y el oyente
para
que el que se expresa
logre significar algo, pero los encuentros pueden darse en
ausencia de significado no
natural
la
perra
de Ashley),
y las ar timañas que dependen de intenciones de tercer
orden no necesitan involucrar encuentros por ejemplo,
A
puede
tratar
de que
B
crea que
e
desea que
p .
Así,
las int enciones de tercer orden son una condición nece
saria pero no suficiente para que ocurran encuentros que
a su vez son condición necesaria pero no suficiente
para
la
ocurrencia
de casos de significado no natural, esto es,
casos de comunicación verbal.
No es por accidente que los casos de Grice
designifi-
cado no
na
t ural pertenecen a
una
clase en la cual los otros
miembros son sujetos de engaño o manipulación. Consi
deremos el ingenioso contraejemplo de Searle a una de las
formulaciones de Grice: el norteamericano
capturado
en
Italia
tras
las lineas enemigas
durante
la Segunda
Guerra
Mundial que
trata
de
engañar
a sus captores ita lianos
haciéndoles creer que es un oficial a lemán, repit iendo la
única
frase en alemán que conoce: ennsi du das Land
wo die
Zitronen
blühen?
.17
Como
apunta
Grice, estos
17 John Searle, «What is a Speech Act? en Max Black (ed.),
Philo
24
casos
comparten
con los casos de significado no
natural
el hecho de confiar en la rac iona lidad de la v íc tima o de
explotarla.
En
estos casos , el éxito depende de inducir
a la
víctima
a que se lance en
una
cadena de razona
mientos a
la
cual uno contribuye directa o indirectamente
con premisas. En el engaño, las premisas no son creídas
por
quien
las
dice; en la comunicación normal sí lo son.
La comunicac ión, a la
manera
de Grice, aparece como
una
especie de manipulación colaborativa del oyente,
por
parte del que se expresa; y depende, no sólo de la raciona
lidad del oyente, quien debe descubrir las intenciones del
que expresa , sino también de la
confianza
del oyente
en
quien
se expresa . La comunicación como especie de
manipulación no podría funcionar
dada
la racionalidad
que se requiere del oyente, a menos que la confianza del
oyente en el que se expresa esté
bien fundada
o sea razo
nable. Así , la
regla
para la expresión es la sinceridad' si
la expresión no es
naturalmente
confiable no alcanzará
su propósito.l '
La
m ~ n t i r
como forma de engaño, sólo puede funcio
nar grac as a
un
antecedente de verdad,
pero
otras formas
de engano no dependen de la confianza de la víc tima. En
~ s t o s
casos,
el
éxi to depende de que la víctima sea
algo
hsta,
pero
no lo suf ic ientemente lista . Los jugadores de
póker tontos son la
ruina
de los jugadores de póker astu
tos , ya que no logran ver los
bluffs
y ardides que se les
lanzan. Tales engaños sofisticados no necesitan depender
de encuentros directos . Existe un l ibro ace rca de cómo
descubrir antigüedades falsas
que inevitablemente
es
también un libro acerca de cómo
hacer
antigüedades fal
sas) que brinda este astuto consejo a quienes quieren
engañar al comprador experto : una
terminada
su
lophy
in America (Londres: Allen Unwin, 1965), discutido por Grice
en Utterer's Meaning and Intentions , p. 160.
18 ej.
Intentional Systems , pp. 102-103.
-
8/19/2019 Dennett Daniel - Condiciones de La Cualidad de La Persona
13/18
mesa
o cualquier otro
objeto
(habiendo utilizado todos
los medios
usua
les p
ara dar
el efecto de envejecimiento y
uso)
tom
e un moderno taladro eléctr ico y haga agu-
jero que at raviese el obj eto en un lugar ex t rano pero
visible. El
probabl
e comprador pensará: nadie habría he-
cho
un
a perforación ta n desfigurante sin un motivo (de
. d té ti )
nguna
mane
ra po
n a suponerse que es au en
ICO ,
así
qu
e debe de
hab
er servido
para
algún propósito, lo
que significa que esta mesa debió utilizarse en algún ho-
gar dado
que
fue u ti lizada en a lgún hogar , no fue ex-
fabri
cada para
ser vendida en t
enda
de
antigü
edad
es así es que debe de ser auténtica . Aun
cuand o est a conclusión deje lugar a dudas persisten-
tes , el co
mp
rador e
st
ará
tan
ocupado imaginando usos
para
esa perforación, que
pasarán
meses antes de que las
dudas afloren.
Lo impor ta nt e en estos casos de engaño es el hecho
de
que
, al igual
que
en el caso del
pájaro que
fingía, el
éxito
no
depende
de que la víct ima realice consciente-
m nt
e estas cadenas de razonamientos. No
importa
que.
el comprador note apenas
la perforación y tenga el pre-
sentimiento de
que
la pieza es genuina. Posteriormente,
él podria aceptar
el
r azonamiento que se hizo como el
moti
vo que lo llevóa considerar genuina
la
pieza, pero
podría negarlo, y al negar lo
podría
estarse engañando
a sí mismo
aun cuando
los pensamientos
nunca
pasa-
ron
po r su me
nte
. La
cadena
de razonamientos explica
por
qué
la
perforac
ión funciona como lo hace es
que
funciona) , pero, como dice Anscombe, no
necesanamente
1 1
,, ·
d
escribe los procesos menta es rea es , SI suponemos
que
los procesos men tales reales son
proc
esos o acontecimien-
tos conscientes. Por supuesto que lo mismo se aplicaen el
caso de las
co
mu
n
icacio
nes
de Grice¡ no es necesario que
el que se expresa o el oy
ente
consideren conscientemente
las com
ple
jas int
en
ciones que el primero esboza , y lo
que
26
sorp
rende un
poco es que
nunca
nadie h
aya
utilizado este
hecho como
una
objeción a Grice. Las condiciones de
Grice
para
el significado
han
sido frecuentemen
te
criti-
cadas por
no ser suf ic ientes, pero al parecer existe un
argumento aún
no utilizado para demostrar que ni si-
quiera son necesarias. Con
toda
seguridad , antes de que
Grice las señalara
poca
g
ente
concibió conscien
te
mente
esas ingeniosas intenciones, y
aun
así, la gente se
ha
es-
tado
comunicando
durante
años. Antes de Grice, si uno
hubiera
preguntado: ¿Pretendía ust ed que su oyente
reconociera su intención para así provocar esa respuesta
en él?
,
lo más probable es que uno recibiera esta res-
puesta: N unca pret endí algo
tan
to rt uoso . Lo único
que
pre
tendía era
informar que no llegaría a cenar esta
noche (o lo que fuera).
Por
lo que , al parecer, si es-
ta s
complicadas intenciones subyacen en nu
estra
comu-
nicación, deben
haber
sido intenciones inconscientes. En
efecto,
una
manera perfectamente na
tural
de responder
a los artículos de Grice es hacer la observación de que
no estamos conscientes de hacer esas cosas cuando nos
comunicamos. Ahora bien, Anscombe
ha
sostenido con
mucha
fuerza que semejante respuesta es
tabl
ece que la
acción que se describe no era intencional .l? Dado que al
hablar uno no es consciente de estas nt enciones uno no
puede estar hablando con estas in tenciones
¿Por
qué nadie
ha
utilizado este
argum
ento en contra
de la
teoría
de Grice? Porque , propongo, es muy claro
que
Grice se t rae algo en
tr e mano
s, que nos est á dando
condiciones necesarias
para
el significado no
na
tural. Sus
análisis ar rojan luz sobre muchas cuestiones. ¿Nos co-
municamos con las computadoras en Fortran? Fortran
pa rece ser un lenguaje; tiene
una
gramá tica, un vocabu-
lar io, u
na
semá
nt
ica. Las t ransacciones en F
ortra
n e
nt
re
19 G. E. M. Anscombe, Intention p. 11.
27
-
8/19/2019 Dennett Daniel - Condiciones de La Cualidad de La Persona
14/18
el
hombre y l a máq
u
ina
se consideran , en ocasiones ,como
c sos de comunicación entre un hombre
una máquina
pero
ta
les
tran
sacciones son copias pálidas de la comuni-
cación verbal
humana pr
ecisamente po
rqu
e las condicio-
nes
de
Grice
para
el significado no
natural han
sido igno-
radas
. Su aplicación no tiene cabida. El que cumplamos
con nu
estro
o
bje
tivo de
transmitir
un poco de
Fortran
a
la
máquina
no depende de que logremos que la máquina
reconozca nu estras intenciones . Esto no significa que , en
el
futuro, toda
comunicación con las
computadoras
vaya
a t
ener
e
stas
def iciencias (o fuerza, dependiendo de sus
propósitos),
sino ta
n solo que en la a
ctualidad
nos comu-
nicam
os con las computadoras en el sentido fuert e (de
Grice) .20 .
Si
no estamos
por
abandonar
el modelo griceano, y sin
embargo no estamos conscientes de dichas intenciones
en
nue
stra
conversación usual, quizá simplemente tenga-
mos entonces
que
llevar
bajo t ierra
estas intenciones y
llamarlas intenciones inconscientes o preconscientes. Son
intenciones
que
manifiestan
un
orden que
está
presente
cuando gente
se comunica, intenciones de las que nor-
malmenteno
nos
percatamos,
e intenciones que son
una
condición
previa
de la comunicación
verbal.
20
Ho
ward
Friedrnan me ha hecho notar que muchas compiladoras
Fortran actuales , que corrigen las en tradas del operador mediante la
inserción de signos más y paréntesis con el fin de producir expresiones
bien formadas
supuestamente
coinciden con los cri terios de Grice , dado
que , dentro
un a
esfera muy limitada, diagnos tican las intenciones del
que
se expresa y proceden sobre la base del diagnóstico. Pero
primero
tendría qu
e
destacarse
que
las
máquinas actuales
sólo
pueden
diagnos-
ticar lo que podría llamarse las intenciones
sintá
cticas del operador, y
segundo,
que estas
máquinas
no parecen coinc id ir con las definiciones
su bsecuentes y más elaboradas de Gri ce, sin que yo quiera afirmar que
n inguna computadora podría hacerlo.
21 De he cho Grice describe ta n solo un a pequeña porción del ord en
-
8/19/2019 Dennett Daniel - Condiciones de La Cualidad de La Persona
15/18
justicia no se revela en las transacciones e interacciones
de la
creaturas,
en
esa misma
medida no son personas.
y
de nuevo.podernos ver que existe
un
orden presente
en
un a
sociedad
justa
independientemente de cualquier
episodio real de
pensamiento
consciente. La existencia de
prácticas justas
y el reconocimiento implícito en ellas
no
depende
de que alguien,
alguna
ve
z-d
e
manera
cons
ciente o deliberada, haya realizado los cálculos de la po
sición original idealizada, llegando de man
era
consciente
a acuerdos recíprocos y
adoptando
consci
entemente una
postura
con re spect o a los d
emá
s.
Para reconocer a otro como persona, uno debe responderle y
actuar
con respecto a él de cier t a manera; y esta
manera
está
íntimamente relacionada,
prima faci e
con los diversos -deberes.
El reconocimiento, hasta cierto grado, de estos deberes, y el
t ener por lo
tanto
los elementos de moralidad , no es cuestión
de elección o de intuición de cualidades morales , o cuestión de
expresión de sentimientos o actitudes.. . es simplemente el
~ e g u i -
miento de
una
de las formas de conducta en las se mamfiesta
el reconocimiento de los demás como personas.
4
I
1 _
Por supuesto
que la
importanci
a del
intento
de Rawls
por
derivar principios de
justicia
a
partir
de la posición
original es que, aunque el resultado
pueda
ser recono
cido como
norma
moral no se deriva com
norma
moral.
No se presupone la
moralidad
de las
part
es en la posición
original.
Esto
significa que
la
derivación de la
norma
no
nos
da,
en sí misma,
ninguna
respu
esta
a las
preguntas
de cuándo y por qué tenemos el derecho de hacer moral-
mente
responsables a las personas por la desviación de
esta
norma.
AqUÍ, Anscombe viene en nu
estra ayuda
y,
al mismo
tiempo, introduce nuestra
s
exta
condición.
Si
ha de
h érseme
responsable de un acción
una
fracción
de mi
conducta
descrita de
una
manera pa r
ticular), debí
estar
consciente de esa acción descrit a de esa
manera
24
J . Ra.wls,
Justice
as Reciprocity , p. 259.
~ ~ ~ } I
- Q
; > l I
ei
< ;; ::-1
:}pJ
juego del ord
en
superior o al proble
ma
de la nego
ciació
n .
Es a
ná
l
oga
a las derivaciones de la teo ría del
juego, a las pruebas en la lógica cpistémica de Hintik
ka 22
y a la demost ra ción de que la
computa
dora que
ju
ega ajedrez har á
dete
rm
ina
do movimiento , porque es
el mo
vim
iento
más
racional
dad
a la inf
orm
ación que po
see sobre el juego. Todas ellas se basan en la suposición
de que exi
sten
calculad
ora
s idealmente racionales, y
por
ello sus respuestas son intrínsecame
nte
normativas. Por
lo
tant
o, considero las derivaciones a par
ti r
de la posición
original de Rawls como un continuo de las d
edu
cciones
y extr apolaciones que se ha llan en los usos más simples
de la postura intencion
a l
para entender y controlar la
cond
uct
a de e
nt
idades más simples. De la mi
sm
a forma
en que la verdad y la consistencia son normas par a la
creencia
.P
y la sinceridad es la norma para la expresión ,
aSÍ, si Rawls est á en lo co
rre
cto, la justicia, como él la
define, es la norma par a las interacciones int
erp
ersonales.
Pero entonce
s,
as í
como la capacidad que tengamos
para
explicar la e
nt
idad
com
o
raci onal
es p
ar t
e de
nuestra
jus
tificación p
ar a
considera r que
una
en
tidad tien
e creencias
u
otras
intenciones, en esa medida nuestros fundamen
tos para
considerar a la ent idad como per
sona
incluyen
nuestra
ca
pacidad para v
erla
regida
por
los principios de
justicia. U
na
forma de cap
ta
r el
esta
tuto part icular del
concep to de persona como pienso que se emplea aqu í,
sería diciendo que, si bien Rawls no int ent a en absoluto
afi rmar que la justicia es el resu ltado inevitable de la
inte
ra
cción
hum ana
sí sostiene, e
feeto, que es el re
sultado inevi table de la interacción personal. Es decir,
que
el concep to de pe rsona es, en sí mismo, inevitable
men
t e
norm
ativo o i
dea
lizado; en la medida en que la
30
22 Véase Hintikka, [( nowledge and Belie] p. 38.
3
Véase De
nnett
,
n t e n t \ ~ s t e
pp. 102-1 03.
. ..
--
-
8/19/2019 Dennett Daniel - Condiciones de La Cualidad de La Persona
16/18
ticular.
25
¿Por qué? Porque sólo estando consciente de la
acción puedo decir lo que intentaba hacer , y participar
desde
un a
posición privilegiada en el juego de preguntas
y respuestas
para darlos
motivos de mis actos. Si no me
encuentro en una posición privilegiada
para
responder a
las
preguntas
acerca
delosmotivos de mis actos, entonces
no hay
un a
razón esp ecial por la que deba preguntárseme
a mí Y lo
importante
de poder p a r t i c i ~ ~ r en este ~ u e g o
es que sólo a los que son capaces de participar en elJuego
de
dar
explicaciones se les puede o no
hacer
responsables
del curso de sus actos o actitudes, y si somos incapaces de
o ír
razones
en
algún asunto, entonces no se nos
puede
hacer responsables de dicho asunto. Las capacidades .de
comunrcación verbal y de conciencia de nuestros propios
actos son, pues, esenciales para quien esté dispuesto a oír
argumentos y abierto a la persuasión , y semejan te per
suasión semejante ajuste recíproco de intereses logrado
mediante la utilización mutua de la racionalidad, es un
rasgo de
la
modalidad óptima de
la
interacción personal.
Esta capacidad de participación en la persuasión mu
tu a proporciona las bases
para una
nueva condición de
la cualidad de persona, recientemente expuesta por Har
ry Ftankfurt.
26
Frankfurt afirma que las personas son
la subclase de los sistemas intencionales, capaces de lo
que él llama voliciones de segundo orden Ahora .bien, a
primera vista
esto se parece a
la
clase de los SIstemas
intencionales de segundo orden,
pero,
como veremos, no
es así .
25
Se me puede hacer responsable de acontecimientosy e st ados de
cosas de los
que
no fui consc iente y debí ser lo, pero éstos no son actos
intencionales. En estos casos, soy responsable de estos otros asuntos, en
virtud de
ser
responsable de las consecuencias predecibles de los actos
-incluyendo
actos de omis
ión
de .los que sí era consciente.
2e H.
Franklurt,
~ r e e d o m 01
the
Will
and
the Concept oí a Person ,
Frankfurt
no dice si conci be su condi ci ón como m r m ~ n t necesaria
o si l considera
también
condición suficiente de la cualidad moral de
persona. ,
32
Además dequerery escoger, y ser llevados a
h cer
esto o aquello
los hombres
pued
en también querer tener o no tener)
eterrni-
nadas
deseos y motivos. Son capaces de querer ser diferentes,
en sus preferencias y
p r o p ó ~ i t o s
de lo que son . . . Sin embargo,
no hayal parecer otro ammal salvo el hombre que tenga la
capacidad de autoevaluación reflexiva que se manifiesta en la
formación de deseos de segundo orden p. 7).
Frankfurt señala que
hay
casos en los que
podría
decirse
que una persona quiere tener un deseo particular,
aun
cuando
no quisiera
que
ése fuera
un
deseo real
para
él,
que fuera su voluntad . Por ejemplo, uno puede querer
sentir el deseo de la hero ína, tan solo para saber qué se
sintió desear la heroína, sin querer en absoluto que este
deseo se convierta en un deseo real.) En casos más graves ,
queremos tener un deseo que
actualmente
no tenemos, y
queremos que este deseo se convier ta en nuestra volun
tad. Frankfurt llama a estos casos voliciones de segundo
orden y, afirma, el tenerlos es esencial
para
ser una per
sona p. 10). Su argumento en favor de esta afirmación,
que
no
intentaré
justificar aquí, procede de un análisis
de la dist inción entre tener l iber tad de acción y tener
libertad
de volición. Según su análisis, se t iene liber tad
de volición sólo
cuando
se puede tener
la
voluntad que
se desea, cuando se pueden satisfacer las voliciones de
segundo orden. Las personas no siempre gozan de libre
albedrío y,
bajo
ciertas circunstancias,
pueden
ser res
ponsables de acciones cometidas en ausencia de libertad
de volición, pero una persona
debe ser siempre una enti
dad para
la cual la
libertad
de su volición
pueda
resultar
un
problema p. 14) s decir , una entidad capaz de
estructurar voliciones
de segundo
orden
,
puedan
éstas
ser o no satisfechas. Frankfurt introduce el maravilloso
término
w nton para referirse a quienes tienen deseos
de primer orden pero . . . no voliciones de segundo orden .
Para Frankfurt, las voliciones de segundo orden son to-
33
i
-
8/19/2019 Dennett Daniel - Condiciones de La Cualidad de La Persona
17/18
das , por
supuest
o, deseos de segundo orden
reflexivos.
Él afirma que nuestras intuiciones apoyan la opinión de
que to dos los ani
ma
les no humanos , así como los niños
pequeños y algunos deficientes mentales son
wantons
y
yo soy de los que , en
tr e
otros , no puede pensar en posi
bles
contrae
jem
plos. En efecto, algo que parece reforzar
su teor ía es que , como él
afirma
, los seres humanos
l s
únicas personas que reconocemos como ta les- se distin
guen por esto de los animales. Pero ¿qué hay de especia l
en las voliciones de segundo orden? ¿Por qué , de entre las
intenciones de orden superior, son éstas propiedad exclu
siva de las pe rsonas? Porque , creo yo, la autoevaluación
reflexiva de la que h
abla
Frankfurt es, y debe ser , au
toconciencia genuina, la cual sólo se obtiene adoptando
hacia
uno m ismo
la po
stura
anscombiana del que hace
pr
eguntas y
persuade
, y no sólo la de comunicador. Como
apunt
a Frankfurt, los deseos de segundo orden son
una
noción ca
rent
e de. sentido, a menos que se
actúe
sobre
el los , y actuar sob re un deseo de segundo orden debe ser
lógicamente diferente de actuar sobre su componente de
pr
imer
ord
en . Actuar sobre
un
deseo de segundo orden ,
hacer algo para obtener la adquisición de un deseo de
primer orden, es actuar sobre uno mismo de la misma
fo
rma
como se actuaría sobre otra persona: uno se ins-
truye
a sí mismo,
uno
se ofrece persuasiones, argumentos ,
amenazas, sobornos, con la esperanza de inducirse a uno
mismo a adquirir el deseo de primer orden.
27
La pos
tu ra que uno adop
ta
ante sí mismo y el acceso a uno
27
Se me ha hecho not ar que los
perros
sement ales se
masturban
con
frecuencia aparentemente con el fin de aum
ent r
su deseo de copular.
Lo
qu e
resta
importa nc ia a estos casos es que ,
aun
suponiendo que se
pueda decir
que
el pe rro actúa sobre un deseo par a reforzar un deseo,
el efecto se logra en una forma no intencional (
pu r
am
ent
e fisiológica ;
oel pe rro no recurre o no exp lota su p ropia racionalidad
para
alcanzar su
fin. (Como si l a
única
forma en que una persona pud iera actuar sobre
un a volición de segundo ord en fuera t omando una pastilla o poniéndose
de cabeza ,
etc
.) ,
..
,,
4
mismo son, en estos casos , esencialmente iguales a la
pos
tu
ra adoptada
ante otra
persona y el acceso a ella .
Uno debe preguntarse a sí
mismo
cuáles son sus deseos,
motivos y razones reales y, sólo si uno puede responder
a esta pregunta podrá darse cuenta de los propios deseos
y podrá uno
estar
en posición de provocar el cambio en
uno mismo.P
Me parece que sólo
aquí
tenemos el caso
de que el orden presente puede no
estar
ah í a menos
que se presen
te
en episodios de pensamiento consciente,
en un diálogo con uno misrno.P
Finalmente
, ¿por qué no nos es posible afirmar que
estas condiciones necesarias pa ra la cualidad moral de
persona son también suficientes? Simplemente porque el
concepto de persona es, como he tr atado de mos
trar
,in
evitablemente normativo. Los seres humanos u otras en
tidades sólo pueden aspirar a ser aproximaciones al ideal,
y no hay forma de establecer
una
c alificación aproba
tor ia que no sea
arbitraria.
Aun
considerando suficien
tes las
seis condiciones (est ri
ctament
e int erpre
tada
s), no
podrían garantizar que una ent idad real cualquiera fuese
; 8
Mar
gar et Gilbert , en Vices
and
Self-knowledg e , Journal 01Phi.
losophy (5 de agos to de 1971), p. 452, examina las implicaciones del
hech o de que cu ando , y sólo cuando, uno cree tene r
una
c
aracterí
stica
dada , puede uno decidir cambiar en función de ella .
29
Marx, en La ideología alemana dice: El len
guaj
e, como la con
ciencia , sólo surge de la necesidad, la urgencia, de tener relaciones con
otros
hombres.. . El lengu
aje
es t an ant iguo como la conciencia, el len
guaje es una conciencia práctica. Y Nietzsch e, en La gaya ciencia
dice : Pues podríamos, de hecho, pensar, sentir, desear y recolectar ,
pod ríamos igualmente actu ar en todos los sentidos del té rmino , y sin
em
ba
rgo n
ada
de ello requiere-nece
sari
am
ent
e ve nir a la conciencia
(corno uno dice metafóricam ente). . .
¿ uá
l es entonces, generalmente,
el
propósito de la conciencia sies princip alment e superflua? -Ahora bien,
me parece, si quieren oír mi respues
ta
y su supuesto
aca
so extravagant e,
qu e la su tileza
y
la fuerza de la concie ncia son siemp re proporcionales
a la capacidad de comu nicación de un hombre (o de un animal) , siendo
la capa
cida
d de comunicación, a su vez, proporcional a la necesidad de
comunicación. . . En pocas palabras, el desarrollo del habla y el desa
rrollo de la conciencia (no de la razón, s ino de la razó n que se vuelve
autoconsci
ente
, va n de la mano.
35
-
8/19/2019 Dennett Daniel - Condiciones de La Cualidad de La Persona
18/18
un a
persona
pues nunca nada podría satisfacerlas. La
noción moral de
persona
y la noci ón m et af ís ic a de per-
sona no s on c on ce pt os s ep ar ad os y d is ti nt os , sino sólo
dos
puntos
de apoyo diferentes e inestables de un mismo
continuo. Esta relatividad
contamina
la satisfacción de
las c ondiciones de la cualidad de
persona
en t od os los
niveles. No existe condición suficiente objetivamente sa-
tisfactoria que
sostenga
que una
entidad
realmente tiene
c re encias y, a ,medida que descubrimos la irracionalidad
que se manifiesta bajo una interpretación intencional de
una entidad se debilitan nuestros fundamentos paraatri-
huir
creencias,
particularmente
c ua ndo tenem os lo que,
en principio, siempre
podemos
tener) una descripción me-
c anic ista , no intencional de la e ntidad. Exactamente en
la misma forma , nuestra suposición de que una entidad
es
una
persona se tambalea justo en los casos en que
importa: cuando se ha hecho algo mal y c ua ndo sur ge la
pregunta
r espe cto de la r esponsabilidad. P ue s, en estos
casos, las bases para decir que una
persona
es culpable la
evidencia de que o br ó mal, de que estaba consciente de
que
obraba mal y de
que
obró mal por su
propia
y libre
v ol un ta d) s on , en sí mi sm as , bases para dudar de que
estemos de hecho
tratando
con
una
p er so na . Y si se pre-
guntara
qué podría
resolver
nuestras dudas, la respuesta
sería: nada Cuando surgen semejantes problemas, ni si-
quiera podemos decir en n ues tro p ro pio caso si somos
personas.
36
ondic iones de la cualidad de persona No.
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