Crónica de una muerte anunciada www.iesteror.com/index.php?option=com_docman&task...6...
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1. Argumento y contexto
Autor y época literaria Gabriel García Márquez nació en Aracataca (Colombia) en 1928. Pertenece al
grupo de narradores que impulsaron la narrativa hispanoamericana en los años 60.
Se trata, sin duda, el más conocido de este grupo. Desde los años cincuenta
compagina su actividad periodística con la escritura de cuentos y novelas cortas. A
su primera novela, La hojarasca, siguieron obras como El Coronel no tiene quien le
escriba o La mala hora. Todas ellas anticipaban el rico universo mítico-literario de
su novela cumbre, Cien años e soledad (1966). Posteriormente continuó publicando
obras geniales: El otoño del patriarca, Crónica de una muerte anunciada, El amor
en los tiempos del cólera… En 1982 se le concedió el Premio Nobel de Literatura. Y
en los últimos años se ha dado en escribir sus memorias: Vivir para contarla.
Los elementos más significativos de la nueva novela hispanoamericana que se da a
partir de los años sesenta (el llamado “Boom” de la novelística hispanoamericana)
se resumen en los siguientes aspectos:
Realismo mágico. Supone una superación de las técnicas y los temas
realistas. Se caracteriza por el empleo de lo mágico, lo onírico y lo
fantástico, la experimentación de nuevas técnicas narrativas y la búsqueda de
elementos extraordinarios en la realidad cotidiana.
Incorporación de una temática mítico-alegórica. Sin olvidar los asuntos
existenciales del realismo mágico, se incorpora aspectos propios de la
tradición cuentística. En ello radica uno de los elementos originales de esta
nueva narrativa que oscila entre lo posible y lo improbable.
La presencia de la muerte. En la mayoría de las novelas hispanoamericanas
de esta etapa la muerte aparece como núcleo, idea central o elemento muy
significativo. Con ella se pone de manifiesto la transitoriedad de lo terrenal y
se resalta el valor de la vida. Obliga a afrontar los problemas de la vida y los
enigmas de su final.
Ruptura de la linealidad temporal. El tiempo cronológico es suplantado por
el tiempo anímico que solo se mide por momentos de angustia o felicidad,
fragmentado en diversos planos narrativos. El tiempo del narrador abarca el
tiempo entre la historia y el acto del relato. El tiempo de la historia es aquel
en que transcurren los hechos y el tiempo de la narración es la forma en que
el narrador da a conocer la acción.
La ilogicidad. “El irracionalismo se convierte en un atributo específico de la
novela y un indispensable indicio de realidad”, escribió Ernesto Sábato. Se
trata de perder la coherencia y la claridad a favor de una mayor verdad sobre
el hombre.
La experimentación con el lenguaje. A través de los ritmos de habla popular,
pero sin caer en lo excesivamente regionalista o localista, se refleja el habla
hispanoamericana de los países a los que pertenecen las obras. Se evita en lo
posible la frase hecha y la palabra manida, el tópico y la sintaxis ordenada y
convencional para sugerir la ambigüedad y la pluralidad de significados. Se
busca asimismo la complicidad del lector, quien descodifica más que lee las
novelas.
Argumento
Estamos ante una novela que es el fiel reflejo de su título. Relata en forma de
crónica periodística el asesinato de Santiago Nasar a manos de los gemelos Vicario para
hacer justicia ante la deshora sufrida por su hermana. Desde el comienzo de la narración
se anuncia que Santiago Nasar va a morir: es el joven hijo de un emigrante árabe y
parece ser el causante de la deshonra de Ángela, quien ha contraído matrimonio el día
anterior y ha sido rechazada por su marido. La fatalidad por el anuncio público de esta
muerte inminente domina todo el relato. El autor parte de un suceso acaecido en la
ciudad de La Guajira, reconstruido por un narrador identificable con el propio García
Márquez. De este modo, se plantea la trama como la narración de una crónica real, pero
con un componente fantástico y mágico, como son los sueños de Santiago Nasar, que
son una premonición de su propia muerte.
Tema central El tema principal es el destino trágico o la fatalidad, relacionado con otros temas
como la honra, la educación y las estructuras sociales (el caciquismo y el poder de la
Iglesia).
Marco histórico, político, social y cultural
La situación de cada uno de los países de Hispanoamérica en el siglo XX es
distinta. Sin embargo, coexisten algunas características comunes que engloban el marco
social, político y cultural de estos pueblos.
Situación política. Los países hispanoamericanos han vivido una acusada
inestabilidad política a lo largo del siglo XX: periodos democráticos,
dictaduras represivas y legislaturas interrumpidas. El ideal de revolución
surgido en Cuba en se extendió y originó una serie de movimientos que
generaron oleadas de violencia. El protagonismo de EEUU en la vida
política de estos países resulta indiscutible, pues el gobierno norteamericano
no ha dudado en intervenir en aquellas zonas donde se ha visto peligrar sus
intereses económicos.
Situación social. La realidad social de la población supone una mezcla de
razas que posee escasas posibilidades de integración debido a la miseria y la
pobreza que afecta al grueso de la población. El mestizaje, la denuncia de la
precaria situación de los indígenas y la preocupación por la realidad
americana constituyen algunos de los principales recurrentes de la literatura
hispanoamericana.
Situación cultural. Se consigue unir la tradición, la modernidad y la
experimentación. Los artistas no olvidan integran en sus obras el elemento
autóctono, pero también aceptan las nuevas corrientes estéticas.
Crónica de una muerta anunciada
1. Concepción de la novela. Tendencia narrativa. Características
Se trata de una novela corta en la que se mezclan elementos de la crónica
periodística y de la novela policíaca e, incluso, con la novela amorosa (en la relación a
través de los años de Ángela Vicario y Bayardo San Román). Los más originales son la
reducción y la anacronía temporales. La novelita abarca tan solo unas horas, pero remite
a la infancia de los protagonistas y a su incipiente vejez. Se caracteriza por:
El realismo mágico (integración de lo fantástico y lo real).
Universalismo y ampliación de los temas que plantea.
Protagonismo del ser humano, inmerso en una compleja problemática existencial.
Renovación de las técnicas narrativas:
a. Subjetivismo. El narrador participa de los acontecimientos como
protagonista, testigo presencial o personaje secundario.
b. Ruptura de la linealidad del tiempo. Asistimos a constantes saltos
hacia atrás (técnica del flashback) y a la evocación anticipada de
hechos futuros.
c. Incorporación del subconsciente a través del monólogo interior.
2. Perspectivas y técnicas narrativas.
a) Estructura
La novela contemporánea no siempre respeta la división tradicional en
planteamiento, nudo y desenlace. Crónica de una muerte anunciada está compuesta por
cinco capítulos, numerados pero sin título, que no siguen un orden cronológico. La
estructura no es lineal, sino que cada uno de los momentos es reconstruido por el
narrador, que va dando cuenta de lo sucedido mucho tiempo atrás, y que no teme
reproducir testimonios, diálogos y sucesos acaecidos a los personajes que fueron los
principales testigos. Incluso explica sucesos que ocurrirán con posterioridad. El narrador
avanza y retrocede a su antojo en su relato. Estos son los acontecimientos acaecidos en
cada uno de los cinco capítulos.
Capítulo 1. A Santiago Nasar, un joven de veintiún años, lo asesinan el día después de
la boda de unos amigos. La novia, Ángela Vicario, no era virgen, por lo que el novio la
devuelve a casa de sus padres. La noticia se propaga rápidamente por todo el pueblo.
Todos saben que Santiago Nasar va a morir, pero nadie le ayuda.
Capítulo 2. El novio, Bayardo San Román, había llegado al pueblo seis meses antes. Era
atractivo y muy rico, y decidió casarse con Ángela Vicario en cuanto la vio. Tras la
boda descubre que la novia no es virgen y la devuelve a su madre. Los gemelos indagan
para ajusticiar al culpable de la deshonra y ella acusa a Santiago Nasar.
Capítulo 3. Los gemelos Vicario anuncian por todo el pueblo que buscan a Santiago
Nasar para matarlo. La noticia corre de boca en boca, pero nadie consigue impedir el
crimen.
Capítulo 4. Santiago es enterrado y tanto la familia de Bayardo como los Vicario se
marchan del pueblo. Ángela se instala en una aldea remota y allí escribe cartas a
Bayardo durante diecisiete años. Finalmente, él vuelve con ella.
Capítulo 5. La gente del pueblo se vio muy afectada por el crimen durante años. El día
del crimen, Santiago Nasar, después de ver al obispo, entra en la casa de su novia, Flora
Miguel. Allí recibe la noticia de que los gemelos lo buscar para matarlo. Aturdido, trata
de volver, pero los gemelos lo atacan y muere ante la puerta de su casa.
b) Narrador
Los hechos se reconstruyen desde varias perspectivas. El narrador de esta
novela, por lo tanto, es múltiple. En principio se trata de un narrador testigo, que
reconstruye el crimen de Santiago Nasar y las circunstancias que lo rodearon a través de
las informaciones que recibe de varios personajes. Sin embargo, en ocasiones, es un
personaje secundario, un amigo de Santiago Nasar, que cuenta los hechos en primera
persona. Asistimos, además, a la omnisciencia cuando conoce el pensamiento de
algunos personajes.
c) Técnica narrativa: tiempo, espacio y personajes
El tiempo. El tratamiento retrospectivo resulta un rasgo
fundamental de la novela renovada de los años sesenta y la técnica más original de esta
novela corta de García Márquez. Cuando la obra empieza, el protagonista ya ha muerto;
acaba en el momento en que muere. El tiempo, por tanto, es cíclico y se atomiza, se
descompone en momentos. Pero no solo se retrocede en el tiempo para explicar lo
acontecido veintitrés años antes, sino que se narra el futuro de los personajes
supervivientes. La novela no dura ni siquiera un día completo: desde el comienzo de la
boda hasta la muerte de Santiago Nasar. No obstante, hay que tener en cuenta los saltos
en el tiempo: relato de recuerdos pasados o de hechos ocurridos veinte años después.
El espacio. Algunos críticos sitúan la novela en el pueblo natal
de García Márquez, situado casi al pie de la Sierra de Santa Marta, sobre la costa del
mar Caribe. También se hacen algunas referencias a un pueblo, como Manaure y
Riohacha. Este pueblo tiene un puerto, una plaza y algunas casas donde se desarrolla la
acción. Sin embargo, la descripción en la novela resulta sucinta y se superpone a otros
espacios similares de otras obras del autor. Se trata de un procedimiento que permite
trascender la simple crónica periodística y convierte el texto en una novela.
Los personajes. Se convierten en víctimas de un destino fatal
que, al estilo de las tragedias clásicas, no pueden dominar las pasiones que los
arrebatan. El ejemplo más patenten es el de los hermanos Vicario que, sin querer, han de
matar para salvar su honor. El pueblo es también personaje-testigo que aporta sus
conocimientos para constituir la crónica.
- Santiago Nasar. En la novela se le presenta como un joven de veintiún años que
abandonó los estudios cuando su padre falleció y tiene que dirigir el “Divino
Rostro”, una hacienda que su padre le dejó en herencia. Se le describe como
soñador, alegre, pacífico, afable, formal y creyente.
- Bayardo San Román. Es ingeniero de trenes, bien vestido, galante con las
mujeres, culto. Tenía dinero y le gustaban mucho las fiestas ruidosas.
- Ángela Vicario. Es la menor en su familia. Recatada respecto a los hombres.
Madura después de lo ocurrido y se vuelve ingeniosa, aunque prefiere ocultar la
verdad sobre lo ocurrido.
- Pedro y Pablo Vicario. Los hermanos de Ángela son los encargados de devolver
la honra perdida a la familia. Ninguno de los dos deseaba pasar por ese trance
porque no eran hombres violentos, de modo que intentaron, sin lograrlo, que
otros realizaran este cometido.
- Un periodista. Es el amigo del fallecido, que había vivido en el pueblo e
intentaba reconstruir los hechos para narrar la crónica de lo sucedido. El
asesinato se convierte en algo personal que había que investigar.
d. Lenguaje y estilo
En primer lugar, se advierte una mezcla del estilo periodístico y real con el estilo
mítico heredado del realismo mágico. La prosa resulta densa y poética e incorpora
elementos metafóricos. Con todo, junto a lo poético, observamos pasajes marcadamente
trágicos y violentos, como los detalles de la autopsia del protagonista. Existe también
una mezcla de registros lingüísticos: los vulgarismos empleados por los hermanos
Vicario, procedentes de una familia humilde, se entrecruzan con el lenguaje culto del
periodista o de las familias aristocráticas. El tratamiento irónico de los hechos también
es otro rasgo de estilo. En definitiva, en la obra domina la sintaxis limpia y clara en los
diálogos entre los personajes y en las descripciones. Se logra, con todo ello, el propósito
del autor: dotar de verosimilitud lo que resulta increíble, trastocando el tiempo para
revelar su verdad y dejando en el aire una duda que destruye a los protagonistas del
drama.
Algunos recursos, como la hipérbole o la abundancia de oraciones consecutivas,
se relacionan con el realismo mágico. Otros, como las metáforas e imágenes, se
explican por la tensión literaria con que el autor somete a sus textos.
TEXTO IV
[Narrador: se alterna el empleo de un narrador testigo con la de narrador
protagonista.]
El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para
esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de
higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño. […]
“Siempre soñaba con árboles”, me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años
después los pormenores de aquel lunes ingrato.
TEXTO V
[Perspectivismo: juego con el punto de vista de los personajes.]
Las muchas personas que encontró desde que salió de su casa a las 6.05 hasta que fue
destazado como un cerdo una hora después, lo recordaban un poco soñoliento pero de
buen humor, y a todos les comentó de un modo causal que era un día hermoso. Nadie
estaba seguro de si se refería al estado del tiempo. Muchos coincidían en el recuerdo de
que era una mañana radiante con una brisa de mar que llegaba a través de los platanales.
[…] Pero la mayoría estaba de acuerdo en que era un tiempo fúnebre, con un cielo
turbio y bajo y un denso olor de aguas dormidas, y que en el instante de la desgracia
estaba cayendo una llovizna menuda como la que había visto Santiago Nasar en el
bosque del sueño.
TEXTO VI
[Perspectivismo: juego con el punto de vista de los personajes.]
Victoria Guzmán, por su parte, fue terminante en la respuesta de que ni ella ni su hija
sabían que a Santiago Nasar lo estaban esperando para matarlo. Pero en el curso de sus
años admitió que ambas lo sabían cuando él entró en la cocina a tomar el café. Se lo
había dicho una mujer que pasó después de las cinco a pedir un poco de leche por
caridad, y les reveló además los motivos y el lugar don de lo estaban esperando. “No lo
previne porque pensé que eran habladas de borracho”, me dijo. No obstante, Divina Flor
me confesó en una visita posterior, cuando ya su padre había muerto, que ésta no le
había dicho nada a Santiago Nasar porque en el fondo de su alma quería que lo mataran.
En cambio ella no lo previno porque entonces no era más que una niña asustada,
incapaz de una decisión propia, y se había asustado mucho más cuando él la agarró por
la muñeca con una mano que sintió helada y pétrea, como una mano de muerto.
TEXTO VII
[Paralelismo / anticipación]
[Victoria Guzmán] Estaba descuartizando tres conejos para el almuerzo, rodeada de
perros acezantes, cuando Santiago Nasar entró en la cocina. […] [Victoria Guzmán] no
pudo eludir una ráfaga de espanto al recordar el horror de Santiago Nasar cuando ella
arrancó de cuajo las entrañas de un conejo y les tiró a los perros el tripajo humeante.
–No seas bárbara – le dijo él -. Imagínate que fuera un ser humano.
Victoria Guzmán necesitó casi 20 años para entender que un hombre acostumbrado a
matar animales inermes expresara de pronto semejante horror. “¡Dios Santo –exclamó
asustada- de modo que todo aquello fue una revelación!”
TEXTO VIII
Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y
por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado
de cagada de pájaros. "Siempre soñaba con árboles", me dijo Plácida Linero, su madre,
evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato. "La semana anterior
había soñado que iba solo en un avión de papel de estañó que volaba sin tropezar por
entre los almendros", me dijo. Tenía una reputación muy bien ganada de intérprete
certera de los sueños ajenos, siempre que se los contaran en ayunas, pero no había
advertido ningún augurio aciago en esos dos sueños de su hijo, ni en los otros sueños
con árboles que él le había contado en las mañanas que precedieron a su muerte.
Tampoco Santiago Nasar reconoció el presagio. Había dormido poco y mal, sin quitarse
la ropa, y despertó con dolor de cabeza y con un sedimento de estribo de cobre en el
paladar, y los interpretó como estragos naturales de la parranda de bodas que se había
prolongado basta después de la media noche. Más aún: las muchas personas que
encontró desde que salió de su casa a las 6.05 basta que fue destazado como un cerdo
una horas después, lo recordaban un poco soñoliento pero de buen humor, ya todos les
comentó de un modo casua1 que era un día muy hermoso. Nadie estaba seguro si se
refería al estado del tiempo. Muchos coincidían en el recuerdo de que era una mañana
radiante con una brisa de mar que llegaba a través de los platanales, como era de pensar
que lo fuera en un buen febrero de aquella época. Pero la mayoría estaba de acuerdo en
que era un tiempo fúnebre, con un ciclo turbio y bajo y un denso olor de aguas
dormidas, y que en el instante de la desgracia estaba cayendo una llovizna menuda
como la que había visto Santiago Nasar en el sueño.
TEXTO IX
Pedro Vicario volvió a retirar el cuchillo con su pulso fiero de matarife, y le asestó un
segundo golpe casi en el mismo lugar. "Lo raro es que el cuchillo volvía a salir limpio,
declaró Pedro Vicario al instructor. "Le había dado por lo menos tres veces y no había
una gota de sangre". Santiago Nasar se retorció con los brazos cruzados sobre el vientre
después de la tercera cuchillada, soltó un quejido de becerro, y trató de darles la espalda.
Pablo Vicario, que estaba a su izquierda con el cuchillo curro, le asestó entonces la
única cuchillada en el lomo, y un chorro de sangre a alta presión le empapó la camisa.
“Olía como él", me dijo. Tres veces herido de muerte, Santiago Nasar les dio otra vez el
frente, y se apoyó de espaldas contra la puerta de su madre, sin la menor resistencia,
como si sólo quisiera ayudar a que acabaran de matado por partes iguales. “No volvió a
gritar", dijo Pedro Vicario al instructor. “Al contrario: me pareció que se estaba riendo."
Entonces ambos siguieron acuchillándolo contra la puerta, con golpes alternos y fáciles,
flotando en el remanso deslumbrante que encontraron del otro lado del miedo. No
oyeron los gritos del pueblo entero espantado de su propio crimen. [...] Tratando de
acabar para siempre, Pedro Vicario le buscó el corazón, pero se lo buscó casi en la axila,
donde lo tienen los cerdos. En realidad Santiago Nasar no caía porque ellos mismos lo
estaban sosteniendo a cuchilladas contra la puerta. Desesperado, Pablo Vicario le dio un
tajo horizontal en el vientre, y los intestinos completos afloraron con una explosión. [...]
[Santiago Nasar] se incorporó de medio lado, y se echó a andar en un estado de
alucinación, sosteniendo con las manos las vísceras colgantes. Caminó más de cien
metros para darle la vuelta completa a la casa y entrar por la puerta de la cocina. Tuvo
todavía bastante lucidez para no ir por la calle, que era el trayecto más largo, sino que
entró por la casa contigua. [...} Mi tía Wenefrida Márquez estaba desescamando un
sábalo en el patio de su casa, al otro lado del río, y lo vio descender las esca1inatas del
muelle antiguo buscando con paso firme el rumbo de su casa.
-¡Santiago, hijo -le gritó-, qué te pasa!
Santiago Nasar la reconoció.
-Que me mataron, niña Wene- dijo.
Tropezó en el último escalón, pero se incorporó de inmediato. “Hasta tuvo el cuidado de
sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas", me dijo mi tía Wene. Después
entró en su casa por la puerta trasera, que estaba abierta desde las seis, y se derrumbó de
bruces en la cocina.
Criterios para la elaboración del comentario crítico de
un texto literario elaborada por la Coordinación para
la PAU
1. Contextualización del fragmento dentro de la obra. Sería recomendable que dicha
contextualización no sea un resumen de la trama y sí se centrara en aspectos reseñables
que vinculen el fragmento a la estructura general de la obra: si es un momento de clímax
narrativo, si desvela la función de un personaje, si está dentro de un desarrollo temático
recurrente en el caso del poema...
2. Caracterización en el caso de los textos narrativos y dramáticos de los personajes
presentes en el fragmento seleccionado o de elementos espaciales y temporales
destacables.
3. Justificación del carácter literario del texto (recursos estilísticos; simbología; valores
connotativos, elementos genéricos); rasgos que manifiesten la influencia de una
determinada tendencia, movimiento o grupo literario.
4. Relación entre las ideas del autor (o personaje) en el texto seleccionado y el tema
solicitado.
5. Exposición y argumentación de la tesis del alumno en relación con el tema propuesto.
6. Conclusión y cierre textual, en que se incluya una valoración personal que resalte la
tesis del alumno frente a la expuesta en el texto inicial o que ponga de relieve su
coincidencia con la posición del autor o del personaje (originalidad, valores éticos…).
Ejemplo de prueba de comentario crítico de un texto literario.
(En el fragmento que sigue se describe cómo Pura Vicario golpea a su hija
después de que Bayardo San Román la devolviera a su casa. Comenta hasta
qué punto la violencia doméstica se corresponde con una circunstancia
común al mundo actual.)
Se había dormido a fondo cuando tocaron a la puerta. «Fueron tres toques muy
despacio -le contó a mi madre, pero tenían esa cosa rara de las malas noticias.» Le contó
que había abierto la puerta sin encender la luz para no despertar a nadie, y vio a Bayardo
San Román en el resplandor del farol público, con la camisa de seda sin abotonar y los
pantalones de fantasía sostenidos con tirantes elásticos. «Tenía ese color verde de los
sueños», le dijo Pura Vicario a mi madre. Ángela Vicario estaba en la sombra, de modo
que sólo la vio cuando Bayardo San Román la agarró por el brazo y la puso en la luz.
Llevaba el traje de raso en piltrafas y estaba envuelta con una toalla hasta la cintura.
Pura Vicario creyó que se habían desbarrancado con el automóvil y estaban muertos en
el fondo del precipicio.
Ave María Purísima -dijo aterrada-. Contesten si todavía son de este mundo. Bayardo
San Román no entró, sino que empujó con suavidad a su esposa hacia el interior de la
casa, sin decir una palabra. Después besó a Pura Vicario en la mejilla y le habló con una
voz de muy hondo desaliento pero con mucha ternura.
–Gracias por todo, madre -le dijo-. Usted es una santa.
Sólo Pura Vicario supo lo que hizo en las dos horas siguientes, y se fue a la muerte
con su secreto. «Lo único que recuerdo es que me sostenía por el pelo con una mano y
me golpeaba con la otra con tanta rabia que pensé que me iba a matar», me contó
Ángela Vicario. Pero hasta eso lo hizo con tanto sigilo, que su marido y sus hijas
mayores, dormidos en los otros cuartos, no se enteraron de nada hasta el amanecer
cuando ya estaba consumado el desastre.
Los gemelos volvieron a la casa un poco antes de las tres, llamados de urgencia por su
madre. Encontraron a Ángela Vicario tumbada bocabajo en un sofá del comedor y con
la cara macerada a golpes, pero había terminado de llorar. «Ya no estaba asustada -me
dijo-. Al contrario: sentía como si por fin me hubiera quitado de encima la conduerma
de la muerte, y lo único que quería era que todo terminara rápido para tirarme a
dormir.»
Pedro Vicario, el más resuelto de los hermanos, la levantó en vilo por la cintura y la
sentó en la mesa del comedor.
-Anda, niña -le dijo temblando de rabia-: dinos quién fue.
Ella se demoró apenas el tiempo necesario para decir el nombre. Lo buscó en las
tinieblas, lo encontró a primera vista entre los tantos y tantos nombres confundibles de
este mundo y del otro, y lo dejó clavado en la pared con su dardo certero, como a una
mariposa sin albedrío cuya sentencia estaba escrita desde siempre. -Santiago Nasar -
dijo.
A partir de la expresión con la que Magdalena Oliver caracteriza a Bayardo
San Román, elabora un comentario crítico en el que valores la
consideración social hacia homosexualidad.
Bayardo San Román, el hombre que devolvió a la esposa, había venido por primera vez
en agosto del año anterior: seis meses antes de la boda. Llegó en el buque semanal con
unas alforjas guarnecidas de plata que hacían juego con las hebillas de la correa y las
argollas de los botines. Andaba por los treinta años, pero muy bien escondidos, pues
tenía una cintura angosta de novillero, los ojos dorados, y la piel cocinada a fuego lento
por el salitre. Llegó con una chaqueta corta y un pantalón muy estrecho, ambos de
becerro natural, y unos guantes de cabritilla del mismo color. Magdalena Oliver había
venido con él en el buque y no pudo quitarle la vista de encima durante el viaje.
«Parecía marica -me dijo-. Y era una lástima, porque estaba como para
embadurnarlo de mantequilla y comérselo vivo.» No fue la única que lo pensó, ni
tampoco la última en darse cuenta de que Bayardo San Román no era un hombre de
conocer a primera vista.
Mi madre me escribió al colegio a fines de agosto y me decía en una nota casual: «Ha
venido un hombre muy raro». En la carta siguiente me decía: «El hombre raro se llama
Bayardo San Román, y todo el inundo dice que es encantador, pero yo no lo he visto».
Nadie supo nunca a qué vino. A alguien que no resistió la tentación de preguntárselo, un
poco antes de la boda, le contestó: «Andaba de pueblo en pueblo buscando con quien
casarme». Podía haber sido verdad, pero lo mismo hubiera contestado cualquier otra
cosa, pues tenía una manera de hablar que más bien le servía para ocultar que para decir.
La noche en que llegó dio a entender en el cine que era ingeniero de trenes, y habló de
la urgencia de construir un ferrocarril hasta el interior para anticiparnos a las veleidades
del río. Al día siguiente tuvo que mandar un telegrama, y él mismo lo transmitió con el
manipulador, y además le enseñó al telegrafista una fórmula suya para seguir usando las
pilas agotadas. Con la misma propiedad había hablado de enfermedades fronterizas con
un médico militar que pasó por aquellos meses haciendo la leva. Le gustaban las fiestas
ruidosas y largas, pero era de buen beber, separador de pleitos y enemigo de juegos de
manos. Un domingo después de misa desafió a los nadadores más diestros, que eran
muchos, y dejó rezagados a los mejores con veinte brazadas de ida y vuelta a través del
río. Mi madre me lo contó en una carta, y al final me hizo un comentario muy suyo:
«Parece que también está nadando en oro». Esto respondía a la leyenda prematura de
que Bayardo San Román no sólo era capaz de hacer todo, y de hacerlo muy bien, sino
que además disponía de recursos interminables.
Mi madre le dio la bendición final en una carta de octubre. «La gente lo quiere mucho
-me decía-, porque es honrado y de buen corazón, y el domingo pasado comulgó de
rodillas y ayudó a la misa en latín.» En ese tiempo no estaba permitido comulgar de pie
y sólo se oficiaba en latín, pero mi madre suele hacer esa clase de precisiones superfluas
cuando quiere llegar al fondo de las cosas. Sin embargo, después de ese veredicto
consagratorio me escribió dos cartas más en las que nada me decía sobre Bayardo San
Román, ni siquiera cuando fue demasiado sabido que quería casarse con Ángela
Vicario. Sólo mucho después de la boda desgraciada me confesó que lo había conocido
cuando ya era muy tarde para corregir la carta de octubre, y que sus ojos de oro le
habían causado un estremecimiento de espanto.
-Se me pareció al diablo -me dijo-, pero tú mismo me habías dicho que esas cosas no se
deben decir por escrito.
http://www.magarciaguerra.com/2012/09/cronica-de-una-muerte-anunciada-de-gabriel-garcia-marquez/
Crónica de una muerte anunciada, de
Gabriel García Márquez Publicado el 26 de septiembre de 2012 - LITERATURA, CRÍTICA-LITERARIA, LECTURA
1. Breve biografía del autor. Gabriel García Márquez nació en Aracataca (Colombia) en 1928. Como periodista ha viajado por medio mundo. Será La hojarasca (1955) su primera novela publicada, y si bien, pasó desapercibida en un primer momento, posteriormente, la crítica ha vuelto a ella para estudiarla como se merece. García Márquez es uno de los escritores que impulsó lo que se conoce como el ‘Boom de la Literatura Hispanoamericana’ en los 60. Cien años de soledad (1967) es su obra más famosa. Crónica de una muerte anunciada (1981) es una de sus novelas más populares y fue llevada al cine con muy buen criterio. Gabo -como se le conoce popularmente en el mundillo literario- obtuvo el Premio Nobel en 1983 y en los años noventa declinó la posibilidad de recibir el Premio Cervantes pues consideraba que había otros escritores menos famosos y más necesitados de reconocimiento. En la actualidad, existen rumores que aseguran que el escritor está gravemente enfermo pero estos han sido siempre desmentidos por fuentes oficiales. Otras obras del autor son: El coronel no tiene quien le escriba (1961), La mala hora (1962), Del amor y otros demonios (1994) o Noticia de un secuestro (1996).
2. Contexto literario de la obra. Tras la explosión inicial del denominado ‘Boom de los 60’, los grandes narradores hispanoamericanos siguen publicando obras de inmensa calidad, tal es el caso de Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Isabel Allende o Augusto Monterroso. La publicación de la obra que ahora comentamos llama de nuevo la atención de la crítica que sigue felicitándose por el inmejorable momento por el que pasa el mundo de las letras en Hispanoamérica. Algunos críticos han dicho que Crónica de una muerte anunciada (1981) es la mejor obra de Gabriel García Márquez. Hay que decir que si bien es una excelente novela, Cien años de soledad (1967) no tiene parangón posible.
3. Comentario de la obra. Esta es la historia de una fatalidad. Como muy bien dice Giuseppe Bellini, la novela ‘está armada con un mecanismo de relojería perfecto’. Conocemos el final desde el mismo comienzo de la novela y, a partir de ahí, vamos desentrañando los motivos que llevan a los personajes a actuar como actúan y las consecuencias que de ello se derivan. Todo está estudiado al milímetro por Gabo, todo
funciona perfectamente, unas piezas enlazan cabalmente con otras en el gran mecanismo que mueve toda la trama de Crónica de una muerte anunciada. Pocas veces, una obra tan breve -se lee en apenas una tarde- ha resultado tan deliciosa, y en esto tenemos que agradecer a García Márquez que no haya incluido más que unas pequeñas gotas de realismo mágico, pues a nuestro entender -y con la excepción de unas cuantas obras (que se pueden contar con los dedos de la mano)- es un recurso que está completamente agotado.
Se nos anuncia desde la primera línea que el desenlace será el peor de los posibles: ‘El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en el que llegaba el obispo’. Como el propio García Márquez ha dicho ‘nunca hubo una muerte más anunciada’. El lector sabe desde el principio que la fatalidad se cierne sobre Santiago Nasar y algunas páginas más adelante ya tiene conocimiento de que lo han matado. Todo parece indicar que el asesinato no se va a producir. La desgracia quiso que ni Santiago Nasar ni sus allegados viesen la nota que alguien deslizó por debajo de la puerta con la advertencia de los terribles planes que tenían los Vicario. El lector, mientras lee, está tenso e incómodo porque sabe del peligro y aun sabiendo el final, cree que Nasar puede salvarse, se nos muestra lo delgada que es la línea que divide la vida y la muerte. Todo el pueblo tenía conocimiento de lo que iba a pasar, pero nadie preguntó a Santiago Nasar ‘si estaba prevenido, porque a todos les parecía imposible que no lo estuviese’, de hecho, Nasar no sabrá que los hermanos Vicario quieren matarlo hasta minutos antes de morir.
El asesinato y sus posteriores consecuencias comienzan a gestarse con la boda de Bayardo San Ramón y Ángela Vicario. En la noche de nupcias, él descubre que su mujer no es virgen y la devuelve a su progenitora. Tras recibir una paliza de su madre, los hermanos le preguntan quién fue el que se acostó con ella. Aquí comienza la desgracia de Santiago Nasar. Lo cierto es que no encontramos pruebas en toda la obra de la culpabilidad de Santiago y se deja entrever que fue el primer nombre que, a la desdichada Ángela le vino a la mente. De hecho, no hay ningún gesto, aserción, o acto que nos atestigüe o sugiera que fuese Nasar quien se acostase con Ángela Vicario.
Decíamos antes que, en la novela, todo parece indicar que no se producirá el temido y horrendo asesinato que deje a Santiago Nasar atravesado por las numerosas cuchilladas y con las vísceras colgando, tanto es así que sus asesinos (los hermanos Vicario) pregonan a los cuatro vientos que van a matarlo para que alguien se lo impida, pues algunas de sus acciones no parecen otra cosa sino subrayar esta idea.
La historia de este crimen es también la historia de un amor prohibido y secreto, del que por cierto, nunca tendremos noticia. Tras el crimen, Ángela Vicario sufre una metamorfosis. Pasa un periodo encerrada en sí misma -a modo de crisálida- para más tarde, una vez pasado el temporal, descubrir el amor. El tempestuoso proceso -como observamos- no es, en modo alguno, sencillo.
El mundo que nos presenta el autor está sumido en el anacronismo y en la rigidez desgastada de los convencionalismos dictados por la iglesia en una sociedad tradicional; mundo que por otra parte nos recuerda, en cierto modo, al que aparecía en las obras lopescas. Así, es un deleite ver cómo trabaja García Márquez el concepto del honor (que tan popular fue en las comedias del siglo XVII) dándole un nuevo giro.
En definitiva, este es un libro para guardar, un libro para adorar.
http://ies.carmenmartingai.moralzarzal.educa.madrid.org/departamentos/lengua/pdf/ejem
plo%20valoracion%20critica.pdf
EJEMPLO DE VALORACIÓN CRÍTICA: Crónica de una muerte anunciada de
Gabriel García Márquez. José Luis Gómez. Dpto. de Lengua (IES Carmen Martín Gaite)
a) Sitúe la obra de la segunda mitad del siglo XX que ha leído en su contexto
histórico y literario:
La obra de García Márquez se inscribe, dentro de la literatura hispanoamericana, en el
llamado boom de los años sesenta, que se caracteriza por una renovación de las técnicas
narrativas. Crónica de una muerte anunciada constituye un ejemplo perfecto de las
innovaciones de la novela del siglo XX y en concreto de las de la literatura del boom: la
compleja estructura de la obra se sostiene en una alteración del orden lineal de la
narración, ya que la historia comienza por el final. En una atrevida prolepsis, se nos
cuenta al inicio la muerte de Santiago Nasar y cada secuencia narrativa nos va
ofreciendo, cíclicamente, los antecedentes del crimen desde muy diversas perspectivas.
La obra, a diferencia de otras novelas del autor como Cien años de soledad, no resulta
tan representativa del llamado realismo mágico, ya que en ella no encontramos una
presencia clara de elementos fantásticos. No obstante, la propia estructura de la obra
hace que el lector tenga la sensación de que Nasar esté marcado por un destino del que
no puede escapar, ya que se acumulan las casualidades que impiden que el protagonista
sea consciente de la suerte que le espera. Existen además una serie de elementos que,
sin ser claramente sobrenaturales, admiten una interpretación no realista: la visión que
tiene Divina Flor de Nasar entrando en la casa y que le hace creer que este ya está salvo,
el sueño de la víctima que parece un presagio de su muerte, el hecho de que en las
primeras cuchilladas no brota ni una gota de sangre… De esta manera, García Márquez
logra un clima desasosegante, en la que la realidad cotidiana se ve envuelta en una
atmósfera de misterio.
b) Explique los aspectos que más le haya llamado la atención al leerla:
Al comenzar su narración por el final, García Márquez se arriesga a que el lector pierda
interés en la trama. Sin embargo, a pesar de que desde el principio sabemos cómo acaba
la historia, el novelista consigue mantener nuestra atención. Asimismo resulta muy
interesante la manera en qué el autor nos cuenta la misma historia desde muy distintos
puntos de vista, lo que nos invita a reflexionar sobre la dificultad de alcanzar la verdad y
de separar los hechos objetivos de las interpretaciones que se dan de los mismos. Por
último, hay que destacar que, al renunciar García Márquez a una presencia tan evidente
de lo fantástico en la novela, se crea un clima de ambigüedad, que permite tanto la
lectura realista de lo sucedido como una interpretación que deje abierta la puerta a lo
fantástico: ¿Por qué muere Nasar? ¿Porque un destino terrible pesa sobre él? ¿O por la
pasividad de los que le rodean, ya que la muerte del protagonista no es solo una muerte
anunciada sino probablemente evitable? De esta manera, la novela puede ser leída
también como una crítica no solo de la sociedad del autor, sino también de la actitud de
tantos seres humanos, cuya indiferencia ante los abusos y los crímenes hace que la
violencia siga estando muy presente en nuestra realidad.
http://kikeferre.blogspot.com.es/2012/12/comentario-critico-1-cronica-de-una.html
http://victoriarodriguezvaz.blogspot.com.es/2012/12/comentario-critico-cronica-de-una.html