Revista de la Universidad de La Salle Revista de la Universidad de La Salle
Volume 2019 Number 80 Article 14
2019-04-01
¿Cómo leen los estudiantes de Negocios y Relaciones ¿Cómo leen los estudiantes de Negocios y Relaciones
Internacionales el posconflicto en Colombia a la luz de los Internacionales el posconflicto en Colombia a la luz de los
acuerdos de paz en Irlanda del Norte y El Salvador? acuerdos de paz en Irlanda del Norte y El Salvador?
Ana María Castillo Bermúdez Universidad de La Salle, Bogotá, [email protected]
Melany Marcela Fonseca Sierra Universidad de La Salle, Bogotá, [email protected]
Miguel Ángel Martínez Chaparro Universidad de La Salle, Bogotá, [email protected]
María Sofía Ojeda Veira Universidad de La Salle, Bogotá, [email protected]
Robert Ojeda Pérez Universidad de La Salle, Bogotá, [email protected]
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Citación recomendada Citación recomendada Castillo Bermúdez, A. M., M.M. Fonseca Sierra, M.Á. Martínez Chaparro, M.S. Ojeda Veira, y R.Ojeda Pérez (2019). ¿Cómo leen los estudiantes de Negocios y Relaciones Internacionales el posconflicto en Colombia a la luz de los acuerdos de paz en Irlanda del Norte y El Salvador?. Revista de la Universidad de La Salle, (80), 227-250.
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¿Cómo leen los estudiantes de Negocios y Relaciones Internacionales el posconflicto en Colombia a la luz de los acuerdos de paz en Irlanda del Norte y El Salvador?
Ana María Castillo Bermúdez*
Melany Marcela Fonseca Sierra**
Miguel Ángel Martínez Chaparro***
María Sofía Ojeda Veira****
Robert Ojeda Pérez*****
* Estudiante de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Programa de Negocios y Relaciones internacionales de la Universidad de La Salle (Bogotá, D. C.). Correo electrónico: [email protected]
** Estudiante de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Programa de Negocios y Relaciones internacionales de la Universidad de La Salle (Bogotá, D. C.). Correo electrónico: [email protected]
*** Estudiante de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Programa de Negocios y Relacio-nes internacionales de la Universidad de La Salle (Bogotá, D. C.). Correo electrónico: [email protected]
**** Estudiante de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Programa de Negocios y Relaciones internacionales de la Universidad de La Salle (Bogotá, D. C.). Correo electrónico: [email protected]
***** Doctor en Educación y Sociedad de la Universidad de La Salle (Bogotá, D. C.). Profesor de tiem-po completo del programa de Negocios y Relaciones Internacionales de la Facultad de Economía y Ciencias Sociales de esta institución. Correo electrónico: [email protected]
https://doi.org/10.19052/ruls.vol1.iss80.14
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Resumen
En este trabajo se analiza cómo se desarrollaron los conflictos armados y sus procesos de paz en Irlanda del Norte, El Salvador y Colombia para evidenciar las similitudes entre estos e identificar a sus principales actores. También se tiene el objetivo de determinar si es posible que los acuerdos de paz de los primeros dos países influyan en el posconflicto en Colombia y qué se puede aprender de estos, aunque no se hayan dado en las mismas condiciones ni hayan tenido los mismos efectos. Así, se propone una tabla comparativa con variables propias de cada acuer-do, como el aspecto judicial, la reparación a las víctimas, el posacuerdo y el cumplimiento.
Palabras clave: grupos guerrilleros, organizaciones internacionales, acuerdos de paz, conflicto, víctimas, posconflicto.
Introducción
El proceso de paz entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Re-volucionarias de Colombia (FARC) ha dado mucho de qué hablar. Si bien hay personas que tienen puntos a favor de este, otras consideran que se podría mejorar o se oponen de manera rotunda.
El conflicto nacional se puede abordar desde distintas perspectivas y variables; sin embargo, siempre se debe tener en cuenta a los campesinos, quienes vi-vieron la guerra en su punto más álgido y sufrieron las más duras consecuen-cias. También es necesario estudiar a los grupos armados que, en apariencia, luchaban con un propósito social, pero terminaron lucrándose por medio de acciones ilegales.
Este conflicto interno es uno de varios que han tenido procesos de paz en el mundo. En este trabajo se exponen los acuerdos derivados de los conflictos en Irlanda del Norte (1968-1998) y El Salvador (1980-1992), y se analizan sus actores más relevantes (los grupos armados, las comunidades y el gobier-no). Además, se hace un seguimiento de los procesos y, sobre todo, de sus
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etapas de posconflicto —los cuales poseen un mayor desarrollo y antigüedad que en Colombia— para explorar qué podría aprender la nación de estos. En consecuencia, con este artículo se responde ¿cuáles fueron los puntos de cada acuerdo?, ¿se les dio cumplimiento?, ¿cómo cambiaron los países?
Irlanda del Norte
Diversos factores desencadenaron el conflicto en Irlanda del Norte (1968-1998), uno de los más sangrientos del siglo XX. Por la Iglesia de Inglaterra, que era la mano derecha del rey Enrique VIII, se dio una ruptura con Roma, que originó enfrentamientos exacerbados entre los católicos y los protestantes. Al estallar el conflicto bélico anglosajón, Irlanda se alineó con la monarquía espa-ñola —en cabeza del rey Felipe II— durante el reinado de Isabel I.
De acuerdo con el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (2007), “tan solo tres años después de que la gobernación de Irlanda pasase a de-pender directamente del Gobierno británico, una nueva sublevación vendría a quebrar la paz tan precariamente restablecida”. En 1848, llegó la de los jóvenes republicanos, que coincidió con el tercer año de la gran hambruna y provocó oleadas de emigrantes y el abandono de tierras y pequeñas explotaciones ga-naderas. Por otra parte, en el país se comenzaron a instaurar los sentimientos republicanos y nacionalistas.
En aquellos años, dominaron grupos y partidos políticos clandestinos, y surgie-ron organizaciones paramilitares que recurrían al terrorismo. Se dio la denomi-nada Land War (1880-1881), que constituyó un logro en la lucha de Irlanda por la independencia. Según el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (2007), a partir del año 1880 la presión irlandesa en pro de la autonomía fue en aumento y, con esta, el hostigamiento armado a las tropas británicas y a la minoría protestante que, concentrada en el Úlster, se oponía a cualquier rela-jamiento de los lazos con el Reino Unido.
En este sentido, continuó el aumento de las organizaciones nacionalistas, cul-turales, políticas y sindicales, y nació entre estas el Sinn Féin, que luego llegó a
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constituir el Ejército Republicano Irlandés (IRA, por sus siglas en inglés); así, fue el soporte del movimiento que aportó de modo decisivo al nacimiento del Estado Libre. Después de la división de la isla, mantuvo la lucha por la reunificación.
El Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (2007) indica que entre 1912 y 1914 el clima de crispación y enfrentamiento fue en extremo grave. En 1912, el Consejo Unionista del Úlster —de orientación protestante— cons-tituyó la Fuerza Voluntaria del Úlster, un brazo armado, y, en 1913, la Her-mandad Republicana Irlandesa acordó crear el grupo paramilitar Voluntarios Irlandeses Nacionales. Además, en esa época, los sindicatos del transporte de Dublín pusieron en marcha la organización armada de Ciudadanos Irlandeses.
El Gobierno británico, que insistía en su política de apaciguamiento, intentó de nuevo la vía autonómica y anunció, para el año 1914, la promulgación norma-tiva al efecto; pero, como estalló la Primera Guerra Mundial, la iniciativa se vio frustrada. Ante esto, el Gobierno de Londres obligó a participar en el conflicto a un numeroso contingente de la población irlandesa, lo cual agravó la situación.
De esta manera, la violencia se agudizó y afectó a las poblaciones civiles. Luego, con la dirección del Sinn Féin, las organizaciones paramilitares, republicanas y nacionalistas provocaron la revuelta del Lunes de Pascua de 1916, que recibió el apoyo de Alemania. El alzamiento no tuvo éxito y la mayoría de sus repre-sentantes fueron ejecutados; sin embargo, se convirtió en un hecho inolvidable de la lucha del nacionalismo irlandés.
A partir de las organizaciones citadas, se formó el IRA, que emprendió una larga guerra de guerrillas. Las acciones terroristas se llevaron a cabo hasta la firma del acuerdo anglo-irlandés el 6 de diciembre de 1921, que estableció el Estado Libre de Irlanda, no sin que, antes, se tuviera que aceptar la continuación de la soberanía británica en seis de los condados del Úlster, con la denominación de Irlanda del Norte.
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La guerra la protagonizaron el Gobierno británico e IRA, dado que estos acto-res desplazaron, torturaron y destruyeron a familias enteras. Con el Acuerdo del Viernes Santo (1998), las personas pudieron comenzar de nuevo.
El Salvador
Muchos de los conflictos civiles en Latinoamérica se asumen como consecuen-cias de la Guerra Fría (1947-1991), durante la cual la Unión Soviética dispersó sus ideas comunistas por el mundo y Estados Unidos hizo esfuerzos por fre-narla. Esto tuvo una notable influencia en los conflictos, dado que se financiaron luchas en contra de los grupos subversivos de la época (Hone, 2014). Sin embargo, los antecedentes de la guerra civil en El Salvador van más allá de la ideología: una de las principales causas fue la desigualdad, que desembocó en la pobreza. Según Yanes (2011), “el 10 % de la población disfrutaba del 80 % de las riquezas del país”.
La “oligarquía cafetera” (Salvador, mi país, s. f.) fue la culpable de que la propie-dad de grandes extensiones de tierra destinadas al cultivo del café —uno de los principales productos de exportación para la época— se concentrara en unas cuantas personas, quienes les daban los terrenos a los campesinos para que los trabajaran. Se infiere que la concentración del poder llevó al abuso y a la represión de la población obrera.
La ausencia del Gobierno ante esta problemática llevó a la población vulnerable a conformar grupos subversivos como una forma de protesta. Estos hicieron justicia por sus propias manos: asesinaron, secuestraron y extorsionaron a em-presarios y alcaldes a lo largo de la guerra civil (Historia Salvadoreña, 2013).
En marzo de 1980, durante la presidencia de Napoleón Duarte, se declaró un estado de sitio para reprimir la libertad de expresión y las manifestaciones que influenciaran aún más a la población. Además, se dictaron varios decretos, como el 296 y el 544, que establecieron prohibiciones y sanciones contra cual-quier tipo de protesta o actividad sindical, y el 43, el cual declaró un estado de emergencia que trajo como consecuencias la militarización de las instituciones
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públicas y la incorporación de sus funcionarios en las Fuerzas Armadas (Mar-tín-Baró, 1981), con el fin de conformar grupos para eliminar a los subversivos.
Luego, estos grupos se convirtieron en paramilitares, apoyados por el partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que integraba a miembros del Ejérci-to Nacional, para perseguir y aniquilar a los opositores políticos (Venta, 2014). Así surgieron los denominados escuadrones de la muerte, que se dedicaban a atormentar las zonas rurales y paupérrimas, donde el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) tenía más apoyo, y a cometer atrocidades.
Uno de los crímenes más marcados de las fuerzas ultraderechistas del Go-bierno fue el asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero (1980), quien denunciaba en sus homilías la represión y la violencia (Univisión, 2018), y le había pedido a Estados Unidos retirarle el apoyo al régimen militar (Historia Salvadoreña, 2013).
Con la violación y el asesinato de cuatro misioneras estadounidenses a finales de 1980, se suponía que el país iba a interrumpir el apoyo económico hasta que se esclareciera el caso y se encontraran los responsables; pero esto no ocurrió, puesto que para Estados Unidos lo primordial era desaparecer las revoluciones de izquierda que se propagaban por Latinoamérica. La investiga-ción la realizaron personas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y autoridades salvadoreñas; sin embargo, el delito quedó en la impunidad, dado que los culpables no fueron a juicio, protegidos por la Ley de Amnistía (EcuRed, s. f.).
En 1981, tras el asentamiento de las guerrillas revolucionarias en las zonas rurales, los militares llevaron a cabo la Operación Rescate, en la cual un gran número de uniformados se desplegaron para encontrar campamentos insur-gentes y ocurrieron las masacres de El Mozote (Centro por la Justicia y el De-recho Internacional, s. f.). Ambos bandos realizaron masacres, lo cual originó el desplazamiento de muchos campesinos.
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El acuerdo de paz nació de un largo proceso de diálogo entre el Gobierno y el FMLN. Los primeros encuentros se llevaron a cabo en La Palma, Chalatenan-go, en octubre de 1984. Con la firma, en 1992, se buscó la reestructuración de las Fuerzas Armadas, la creación de la Policía Nacional Civil, la modificación del sistema judicial, la defensa de los derechos humanos, la transformación del sis-tema electoral y la adopción de medidas económicas y sociales. El cumplimien-to se dio con la tutela de una misión especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la cual hizo un finiquito tras tres años de gestión (Aler, 2017).
Colombia
La exposición de una parte de la historia colombiana se inicia con uno de los sucesos que marcó el país y partió en dos la realidad de su capital: El Bogotazo, evento que comenzó en la tarde del 9 de abril de 1948, a la 1:15 p. m., con el asesinato del caudillo Jorge Eliécer Gaitán. El crimen de Gaitán —el candidato favorito para ganar las elecciones presidenciales— dio paso a una oleada de violencia que acabó con el 90 % del centro de la ciudad. El tranvía y las edifica-ciones de estilo republicano quedaron destruidos por la furia, inconformidad e indignación de la ciudadanía (Agencia EFE, 2018b).
De acuerdo con Santos Molano (2004), la presidencia de facto del general Gustavo Rojas Pinilla, que había despertado entusiasmo:
[…] derivó hacia una ‘dictablanda’ militar, contra la cual se formó un frente de oposición de liberales y conservadores que se conoció como el Frente Nacional. Al caer Rojas Pinilla en 1957, se convocó a un plebiscito reformatorio de la Cons-titución, por el cual, con una votación mayoritaria cercana a los cuatro millones de votos, se pactaron doce años de gobiernos alternativos y paritarios, que después se prorrogaron a diez y seis. Si bien el Frente Nacional sirvió para aplacar el sectarismo partidario, también aniquiló a los partidos tradicionales.
Por otra parte, durante 1963, Manuel Marulanda Vélez amplió la influencia de las autodefensas regulares a un área comprendida por ocho pueblos del depar-tamento del Huila y ocho del Tolima. En esta región se constituyó la “República
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Independiente de Marquetalia”. El 27 de mayo de 1964 se conformaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), como resultado de la avanzada militar a Marquetalia, El Pato, Río Chiquito, Guayabero y Tierraden-tro, conocidos como repúblicas independientes (Molano Bravo, 2014).
En 1965 surgió el movimiento subversivo Ejército de Liberación Nacional (ELN), de la mano del sacerdote Camilo Torres, del ideal marxista-leninista y del triunfo de la Revolución cubana de 1959. El ELN tuvo varios componentes que lo llevaron a ser una de las guerrillas más numerosas del país: los estudian-tes, curas y organizaciones rurales empezaron a militar en este. El movimiento se concentró en las políticas extractivas; le hizo frente a la explotación petrolera y a la compra de petróleo por la empresa extranjera, en busca de una llamada “independencia nacional”.
En 1970 nació el Movimiento 19 de abril (M-19), “una organización político-mi-litar, patriótica, antioligárquica y antiimperialista, que creía en los cambios sociales del país, por medio de la lucha de los obreros, campesinos y trabajadores en general” (Historia y Biografía, 2018). El grupo subversivo, que quería “liberar la patria” para instaurar el socialismo, lo formaron integrantes de la Alianza Nacio-nal Popular (Anapo) —partido de Rojas Pinilla— y de las FARC, tras denunciar fraude en las elecciones presidenciales que ganó Misael Pastrana Borrero.
El movimiento se dio a conocer en 1974, cuando irrumpió en la Quinta de Bolívar, ubicada en el centro de Bogotá, D. C., y robó la espada del Liber-tador. Se desmovilizó en 1990. De acuerdo con lo publicado en Historia y Biografía (2018):
Abre cita el M-19 sentó una diferencia, al querer integrar las armas con la po-lítica, con grupos como las FARC y el ELN […] no pretendió estar aislado en el campo y distante de la arena política ni de los movimientos políticos de la urbe. Cierra cita
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Más tarde, en 1997, se crearon las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC):
con 3800 hombres bajo su mando, Carlos Castaño e Iván Roberto Duque, alias Ernesto Báez, fundaron las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Este gru-po surge tras el fallido proceso de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá (ACCU), lideradas por el asesinado paramilitar Fidel Castaño. Las AUC se expandirán muy rápidamente por medio del uso agresivo de la fuer-za, tanto contra las guerrillas como contra la población civil. Se convertirán en el grupo paramilitar más importante del país y en algunas ocasiones contarán con la tolerancia, e incluso, con el respaldo y el apoyo de unidades militares o de policía, al igual que de sectores civiles de sus zonas de influencia. Todo esto les permitirá preparar detalladamente y cometer cruentas masacres contra civiles. Masacre de El Salado, víctimas: sesenta asesinados, dos mujeres violadas, 4000 desplazados. (El Tiempo, 2010)
Los enfrentamientos protagonizados por las guerrillas y el Gobierno colom-biano continuaron, pero, en el año 2012, las FARC comenzaron de modo oficial un proceso de negociación en búsqueda de la paz con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos (2010-2018). Estos dos actores llegaron a un acuerdo, el cual se firmó en el 2016 (Alto Comisionado para la Paz, 2016).
Aunque los procesos de paz en Irlanda del Norte, El Salvador y Colombia se presentaron en diferentes épocas, los tres se enfocaron en garantizar la seguridad de los ciudadanos, los derechos humanos y el fin de la guerra, lo cual permitió que avanzaran con éxito. Además, los procesos recibieron el res-paldo de organizaciones no gubernamentales e instituciones, como la ONU, la Misión de Observadores de las Naciones Unidas en El Salvador (Onusal), y de gobiernos externos a los conflictos, que ayudaron a lograr objetivos funda-mentales como el desarme y el respeto entre los civiles y los desmovilizados o, en algunos casos, entre el gobierno y los ciudadanos. Así, estos actores se convirtieron en veedores del cumplimiento de los procesos y aportaron estra-tegias para alcanzar la equidad entre los involucrados.
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Tabla comparativa
Se desarrolló una tabla comparativa entre los tres procesos de paz para com-prender qué factores influyeron en el de Colombia y qué resultados favorables se han dado. Con este recurso, se exponen los interventores, los represen-tantes de las partes y diversos puntos sobre los procesos. Las variables que se exploran son:
• Aspecto judicial: hace referencia a los mecanismos de participación ciuda-dana, como referéndums o plebiscitos, para validar los acuerdos de paz.
• Reparación: aborda las medidas que se tomaron frente a las víctimas de los conflictos.
• Posacuerdo: alude al periodo inmediato después de la firma. • Cumplimento: expone si se llevó a efecto lo establecido en los acuerdos.
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Referentes teóricos
Se tomó como referencia a Tilly, autor de War Making and State Making as Organized Crime (2006), debido a que él expone que el Estado crea y con-trola el crimen organizado para mantenerse. Así, les vende la protección a sus ciudadanos a cambio de que le den dinero a través de impuestos; con estos, financia la guerra y elimina a sus enemigos en el territorio. Muchas veces, el Estado pierde el control de los grupos criminales. Al respecto, Tilly (2006) dice:
como ya he apuntado, el análisis de Lane sobre la protección se equivoca al distin-guir entre los muy diferentes usos de la violencia controlada por el Estado. Bajo la expresión general de violencia organizada, los agentes del Estado incluyen general-mente cuatro actividades diferentes: 1. La guerra: eliminando o neutralizando a los rivales fuera del territorio en el cual tienen preferencia permanente y notoria en el uso de la fuerza. 2. La construcción del Estado: eliminando o neutralizando a sus rivales dentro de ese territorio. 3. Protección: eliminando o neutralizando a los ene-migos de sus clientes. 4. Extracción: adquiriendo los medios para llevar a cabo las actividades anteriores; la guerra, la construcción del Estado y la protección. (p. 17)
También se usó como referencia a Hobsbawm (1959), quien escribió Primitive Rebels: Studies in Archaic Forms of Social Movement in the 19th and 20th Cen-turies. Los rebeldes primitivos tuvieron lugar por una agitación social o mejor un movimiento social que, aunque no lo parezca, tuvieron dos épocas: la primera es la Antigüedad, y la segunda la Edad Media, ya que esta época estuvo pro-tagonizada por rebeliones de los esclavos, herejías, sectas y la rebelión de los campesinos cansados de seguir en la pobreza y la opresión por parte de las autoridades y del capitalismo. Las formas primitivas se cree que fueron el “de-sarrollo de un país”, ya que los trabajadores impulsaron organizaciones, formas políticas, sindicatos e ideologías.
El Estado ha dejado a un lado la defensa del ser humano contra la maldad y los engaños que algunas personas han desarrollado, por eso se crearon for-mas primitivas como el bandolero, mafias, turbas urbanas, sectas religiosas, revolucionarios milenarios, organizaciones de trabajadores; aunque todos
¿Cómo leen los estudiantes de Negocios y Relaciones Internacionales el posconflicto en Colombia a la luz de los acuerdos de paz en Irlanda del Norte y El Salvador?
tienen una idea en común de ser defensores del pueblo algunos al final se han desviado.
¿Los grupos armados se pueden abordar como rebeldes primitivos en un sistema de state making controlado por el gobierno?
Los grupos armados representan uno de los actores más importantes de los conflictos en Irlanda del Norte, El Salvador y Colombia, dado que alzaron su voz en contra del Estado y las élites más poderosas de sus países. Por lo tanto, es relevante explorar su naturaleza en sus inicios para dar cuenta de cómo se transformaron a lo largo del tiempo y qué posiciones asumieron durante el conflicto y el proceso de paz. Para esto, se toma como referencia lo planteado por Hobsbawm (1959), que permite relacionarlos con los movimientos socia-les primitivos.
En Irlanda del Norte, los miembros del IRA luchaban para tener un país unido; por esto, se pueden asociar, en primera instancia, con los bandoleros sociales. El grupo buscaba ayudar al pueblo, garantizar la igualdad e instaurar un gobier-no estable y duradero para que se reflejarán la democracia y la justicia. Al ver que sus ideas no eran escuchadas, el IRA se volvió una mafia: acogió ideologías que tomaron fuerza e infundieron temor; así, llegó a cometer terrorismo, secuestros y extorsiones, con lo cual vulneró los derechos humanos y violó la Constitución.
En la guerra de El Salvador hubo dos agentes: el FMLN y los escuadrones de la muerte. El primer grupo se puede asociar con los bandoleros sociales, puesto que se alzó en contra de los poderosos, la opresión y la pobreza; a favor de los vulnerables. Los miembros de este frente tuvieron el respaldo de la población, que los veía como héroes, no como criminales. Por otro lado, los escuadro-nes de la muerte, grupos paramilitares formados por el Estado para luchar en contra de los bandoleros sociales, se vinculan con los bandoleros de venganza de sangre, porque no querían defender a los pobres, sino eliminar al grupo enemigo que amenazaba a los suyos.
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En el caso de Colombia, las FARC pasaron por cada uno de los movimientos expuestos. Si bien en sus comienzos eran bandoleros sociales, con la apari-ción de las autodefensas pasaron a ser bandoleros de venganza de sangre y perdieron la aprobación del pueblo. Luego, al incorporar actividades ilegales, como el narcotráfico y la extorsión, con fines lucrativos, se convirtieron en una mafia y aprovecharon los vacíos del Estado para crear un sistema paralelo que dominaba a quienes habitaban los territorios bajo su control.
En su libro, Tilly (2006) demuestra que la monopolización de la violencia por medio del Estado crea estabilidad y paz. De acuerdo con Palou (2010):
ese resultado de ‘paz’ solo se da cuando el Estado está consolidado, cuando se ha establecido su soberanía, que no es otra cosa que la supremacía material y política sobre todos los poderes que actúan dentro de su jurisdicción. Pero el trayecto para llegar a la paz incluye, paradójicamente, un intenso ejercicio de la guerra.
Sobre la base de esto, se explica el concepto de state making de Tilly, abordado por Palou (2010): “construir Estado para eliminar, neutralizar o controlar a los rivales dentro de su propio territorio (seguridad interior)”. Palou argumenta que, aunque tiene doscientos años como país soberano, Colombia no es un Estado consolidado y esta es la razón del nacimiento de los grupos del conflicto armado. Para que el state making funcione, se debe adoptar “un repertorio que va desde la cruda violencia (guerra) hasta la blanda diplomacia (cooptación/negociación)” (Palou, 2010). Así, se concluye que con los grupos armados en Irlanda del Norte y El Salvador se aplica la misma lógica: no estaban controla-dos por el Estado y esto llevó a muchos años de guerras civiles sangrientas en búsqueda de una solución para llegar a la paz.
En relación con lo plasmado en la tabla 1, ¿dónde está ubicada Colombia frente a los acuerdos de paz funcionales y no funcionales? Antes de continuar, se aclara que el término funcional se utiliza para hacer referencia a los acuerdos de paz que tuvieron un impacto enorme en la sociedad y se cumplieron. Por otra parte, el concepto no funcional se refiere a los acuerdos que, si bien tienen alta
¿Cómo leen los estudiantes de Negocios y Relaciones Internacionales el posconflicto en Colombia a la luz de los acuerdos de paz en Irlanda del Norte y El Salvador?
importancia en la sociedad, se incumplieron. Según la tabla 1, el de Irlanda del Norte representa el acuerdo de paz funcional.
El acuerdo de Irlanda del Norte es un modelo, porque, después de una guerra cruel, consiguió la paz. En el posacuerdo, se determinó que la asistencia eco-nómica era crucial, dado que el conflicto dejó grandes daños estructurales; así, las agencias internacionales como el Fondo de Paz y Reconciliación de la Unión Europea y reestructuración del sistema judicial se centra en la justicia restau-rativa, forma alterna para tratar el crimen (Monroy, 2017). El cumplimento de entregar el dinero a las víctimas y además un lugar en el Estado para las guerri-llas puede demostrar su cumplimiento con el tratado.
Por otra parte, en el posacuerdo de El Salvador se estableció una reforma agra-ria para reparar a los reinsertados y las tierras, con la ayuda del Banco Mundial, del Banco Centroamericano de Integración Económica, el Programa de las Na-ciones Unidas para el Desarrollo y otras organizaciones internacionales (Gam-boa Tapias, 2010). Pero esto no funcionó, lo cual ocasionó un incumplimiento de los acuerdos por parte de los actores. Como ya se mencionó, el mismo Secretario General de la ONU de ese entonces, Boutros Ghali, en su informe final de verificación del año 1997, destacó incumplimientos de relevancia, no solo en el ámbito de la seguridad pública, sino en el de derechos humanos y administración de justicia, con especial énfasis en el incumplimiento de las re-comendaciones de la Comisión de la Verdad (Rocco, 2007).
Colombia está en la mitad de estos acuerdos: los ciudadanos deben escoger el camino por el cual avanzar. El país puede ser como Irlanda del Norte y llegar a la paz con un acuerdo que favorezca a todos y, lo más importante, que se cumpla, pero, lamentablemente, está siguiendo los pasos de El Salvador. De acuerdo con Joaquín Sánchez, “solo se ha cumplido un 5 % con respecto a la reforma rural integral; un 19 % en lo relativo a la participación política y un 33 % de lo prometido sobre el fin del conflicto, [mientras que] las FARC ‘están cumpliendo el alto el fuego’” (Agencia EFE, 2018a).
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¿Hacia dónde se dirige Colombia con respecto al posconflicto?
¿Qué es el posconflicto? Esta es una pregunta que se plantea con reiterada frecuencia la población colombiana ante el acuerdo de paz entre el Gobierno nacional y los dos grupos guerrilleros insurreccionales involucrados: las FARC y el ELN. Al decir verdad, no hay una respuesta única a esta pregunta, pues todo depende de la percepción de la gente acerca de la naturaleza del problema, la solución esperada y el futuro deseado.
Para unos, el posconflicto es seguir como se está ahora, pero sin convivir con la lucha armada insurreccional, cualquiera sea la suerte de las poblaciones víctimas y desmovilizadas. ¿Por qué Colombia no ha podido culminar un proceso de paz? Las víctimas no se han sentido conformes con varios de los puntos trata-dos, máxime cuando se trata de que haya una reparación justa. En particular, se hace necesario que a las víctimas de desplazamiento forzado y de masacres se les reconozca. No se les ha tenido en cuenta sus derechos vulnerados a lo largo de estos cincuenta años de conflicto armado en el país.
Conclusión
En este trabajo se evidencia la tesis expuesta por Tilly (2006), debido a que este autor dice que el Estado crea y controla el crimen organizado para man-tenerse; así, les vende la protección a sus ciudadanos a cambio de que estos le den dinero a través de impuestos; con estos, financia la guerra y elimina a sus enemigos en el territorio. Muchas veces, el Estado pierde el control de los grupos criminales. Según Tilly (2006), “el análisis de Lane sobre la protección se equivoca al distinguir entre los muy diferentes usos de la violencia controlada por el Estado” (p. 17). Estos usos que se refiere que son utilizados por el Estado son la guerra como mecanismo para eliminar a las guerrillas, por eso utilizan la fuerza y las armas para acabar con ellos. El Estado se crea bajo el supuesto de que ha eliminado a sus enemigos, pero como lo vemos los países estudiados utilizaron la fuerza y nunca llegaron a neutralizarlos. Por último, estos países uti-lizaron el mecanismo de protección recaudando recursos que los ciudadanos daban por medio de impuestos propuestos por el Estado.
¿Cómo leen los estudiantes de Negocios y Relaciones Internacionales el posconflicto en Colombia a la luz de los acuerdos de paz en Irlanda del Norte y El Salvador?
En un análisis, Rogado (2007) explica la relación provechosa entre los feudos y los bandidos: los primeros se benefician con los impuestos del pueblo por la inseguridad que causan los bandidos, que reciben recompensas de los feudos. ¿Qué ocurriría si los bandidos lograran vencer las fuerzas de los feudos que protegen sus tierras? En lugar de explotar los recursos feudales una sola vez mediante el robo —cuyo alcance es limitado y genera costos altos, en función de la destrucción y enemistad con la población rural—, los bandidos podrían optar por subrogarse en el papel del señor feudal y establecerse como pro-tectores de los campesinos, a cambio de una renta semanal o mensual. ¿No dejarían los bandidos entonces de ser simplemente bandidos para convertirse en protectores, adquiriendo con ello una legitimidad basada en la posibilidad de la utilización de los medios de violencia al alcance únicamente de su grupo dentro de esa pequeña comunidad que es un feudo? Si se compara este ejem-plo con las fuerzas insurgentes de los tres países abordados, queda claro que los Estados, al dejar a los grupos ser parte de la sociedad, incumplen su rol de proteger al pueblo. Ante este vacío, nacen movimientos armados para proveer esa “protección”, pero, con esto, se origina otro modelo de state making, pro-tection y extraction.
Por otra parte, con base en Hobsbawm (1959), se concluye que los rebeldes primitivos en las tres naciones se dieron por conflictos sociales en los territorios. En El Salvador, estos estuvieron representados por el FMLN (bandolero social) y los escuadrones de la muerte (bandoleros de venganza de sangre). En Co-lombia, las FARC vivieron una transición de bandoleros sociales y de venganza de sangre a mafia; en Irlanda del Norte, el IRA pasó de bandolero social a mafia.
La comparación se hizo para saber qué necesita Colombia para entrar en una paz duradera. Se tomaron en cuenta los aspectos de los acuerdos para indagar por qué Colombia no ha podido ponerle fin al conflicto interno.
Si bien el acuerdo de paz de El Salvador no tuvo un cumplimiento total, hay aspectos que se pueden tomar de ejemplo, como la inversión en infraestructu-ra. Además, en el ámbito político, se logró la participación exitosa y legítima del grupo desmovilizado, que alcanzó la elección de un presidente. En el aspecto
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judicial, este país nunca utilizó un mecanismo de participación ciudadana: hubo un cese al fuego bilateral con el que las partes respetaron el derecho a la vida (InSight Crime, 2018).
Irlanda del Norte sí utilizó un mecanismo de participación ciudadana (referén-dum), propuesto por el gobierno para que el acuerdo de paz fuera estable. En el aspecto de la reparación, creó un Comisionado de Víctimas, financiado por el Gobierno británico. Con respecto al posconflicto, este recibió el apoyo de organizaciones internacionales para restaurar el sistema judicial y garantizar que las víctimas tuvieran justicia. Sobre el cumplimiento, se refleja que el IRA dejó su actividad en el año 2005 y se acataron todos los puntos del acuerdo de paz.
En Colombia, el proceso de paz es reciente y solo se han cumplido parcialmen-te los acuerdos. En el aspecto judicial, se dio la participación del pueblo en un plebiscito; aunque los ciudadanos no apoyaron el acuerdo, el proceso de paz siguió. Con respecto a la reparación, se creó la JEP, que busca que las víctimas conozcan la verdad y reciban justicia.
Por el bien de todos, en especial de las personas del campo que han vivi-do día a día el conflicto, es necesario que Colombia entre en un periodo de paz. El fin de la guerra beneficia al país, no obstante que solucionar cincuenta años de combates no es nada fácil, menos con factores como la corrupción y el narcotráfico.
Referencias
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¿Cómo leen los estudiantes de Negocios y Relaciones Internacionales el posconflicto en Colombia a la luz de los acuerdos de paz en Irlanda del Norte y El Salvador?
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