CENTRO ASTURIANO DE MADRID
Separata electrónica de la Revista Asturias Nº 86 – Madrid, 4 de mayo de 2012 ISSN (versión digital: 2255-1786)
ENTREGA DE LAS MADREÑAS DE ORO ASTUR-LEONESAS
En la imagen: Don Antonio Trevín Lombán, Don Luis Martínez Fernández, Don Rafael Álvarez de la Puente, Don Francisco Rodríguez García y Don Valentín Martínez-Otero.
DESARROLLO DEL ACTO
En la Casa de León en Madrid, a las 20’00 horas, y en el marco de la
Cátedra Asturias-León, con presidencia conjunta de D. Rafael Álvarez
de la Puente, Presidente de la Casa de León, y de D. Valentín Martínez-
Otero, Presidente Adjunto del Centro Asturiano de Madrid,
acompañados por los flamantes Madreñas de Oro Astur-Leonesas: D.
Luis Martínez Fernández (Madreña Trasmontana) y D. Francisco
Rodríguez García, en representación de D. Cosme Sordo Obeso
(Madreña Cismontana) -ausente por motivos de salud-, se pronunció, un
año más, una conferencia sobre “El sentimiento astur-leonés”, que en
esta nueva edición pronunció D. Antonio Trevín Lombán, Diputado
Nacional del PSOE, Ex Presidente del Principado de Asturias y Ex
Delegado del Gobierno de España en Asturias.
Una vez concluida la extraordinaria conferencia del Sr. Trevín Lombán -
que lamentablemente no puede reproducirse en esta separata porque no
se grabó- tuvo lugar, según la tradición, en el Centro Asturiano de
Madrid la cena de hermanamiento entre las dos Casas Regionales, al
igual que la entrega de las Madreñas de Oro Astur-Leonesas a D.
Cosme Sordo Obeso (Madreña Cismontana), Presidente del Centro
Asturiano de Madrid, representado por D. Francisco Rodríguez García,
Presidente del Consejo Superior de la Casa Regional, y D. Luis Martínez
Fernández (Madreña Cismontana), Capellán de la Casa de León y
Prelado de Su Santidad El Papa. Estos galardones, concedidos por las
dos Casas Regionales, distinguen la trayectoria de dos hombres ilustres,
con estrechos vínculos en Asturias y León, y consagrados a la mejora de
la calidad de vida de las personas.
La cena de homenaje a los galardonados, en esta ocasión servida por
Casa Hortensia, y a la que asistieron cerca de cien personas, fue muy
celebrada por todos. Un verdadero ejemplo de fraternidad entre
asturianos y leoneses. Tras el postre profirieron unas palabras
laudatorias a los flamantes “Madreñas Astur-Leonesas” D. Rafael
Álvarez de la Puente y D. Valentín Martínez-Otero, Presidente y
Presidente Adjunto de la Casa de León y del Centro Asturiano
respectivamente, al igual que D. Cándido Alonso, Presidente del
Consejo Superior de la Casa de León, que recordó con cariño a D.
Cosme. Intervinieron después los homenajeados: D. Francisco
Rodríguez García, quien en su emotiva y brillante intervención enfatizó
la meritoria labor durante décadas de D. Cosme Sordo al frente del
Centro Asturiano de Madrid. De modo paralelo, D. Luis Martínez
Fernández se explayó al describir su entrañable vinculación a Asturias.
Todos se mostraron muy agradecidos y recibieron muchos aplausos.
El acto de entrega de la Madreña continuó al día siguiente, sábado 5 de
mayo. D. Cándido Alonso, D. Francisco Rodríguez, D. Valentín Martínez-
Otero, D. Andrés Menéndez, D. José Luis Casas y Dª Pilar Riesco
acudieron a casa de D. Cosme Sordo, donde fueron agasajados por su
esposa, Dª Mari Carmen Pastor, por su hija y por los nietos. Una tarde
hermosa y familiar en la que D. Cosme, con la bella “Madreñina de Oro”
ya prendida en la chaqueta y vibrante por el latido de su corazón, se
mostró feliz.
PALABRAS DE DON RAFAEL ÁLVAREZ DE LA PUENTE
Presidente de la Casa de León
Cosme nació en Porrúa, concejo de Llanes (Asturias) en 1929.
Licenciado en Ciencias Matemáticas y Diplomado en Estadística por la
Universidad Central. Durante sus muchos años de actividad profesional
ha formado parte de varios Consejos de Administración en empresas del
Grupo ESMOSA. De 1967 a 1982 Presidente de la Agrupación Nacional
de Desguazadores de Buques; en 1978 es elegido directivo de
Confemetal (Patronal Nacional del Metal); etc. En 1975 fue elegido
Presidente de este Centro Asturiano cargo en el que sigue tras
reiteradas reelecciones. Está en posesión de numerosas distinciones y
condecoraciones. Para no hacer interminable esta relación, y Cosme me
perdonará, solo citaré que es: Hijo Predilecto de LLanes; Medalla de
Plata del Principado de Asturias; Medalla de Oro de la Asociación de
Desguazadores de Buques y Carabela de Plata de F.I.C.A.
Debajo de su capa autoritaria, tan necesaria en muchas ocasiones,
subyace una persona entrañable. Sí, he dicho entrañable, trabajadora.
Sólo hay que ver que ha estado al pie del cañón y en primera línea de
actividad creadora, tanto en su faceta profesional, como a los mandos
de nuestro querido Centro Asturiano donde, felizmente sigue
alumbrando con su saber y la experiencia de muchos años, el rumbo de
esta nave más que centenaria. Centro regional decano en España y en
el mundo.
Personaje público con sus leyendas siempre exageradas, unas por
aduladoras, y otras ensombrecidas por los envidiosos. Mi enfoque, lo
que realmente nos interesa, no es el hombre leyenda, sino la persona
que en esta fragua que es la vida se forja a sí mismo, que arranca en
esos difíciles años de la posguerra, que se abre camino trabajando
infatigablemente. Hombre de fidelidades: la primera a su familia (un beso
desde aquí para su esposa, nuestra amiga Mari Carmen);
inmediatamente después a su único jefe y amigo, el leonés (también
Madreña Astur-Leonesa) D. Aniceto Fernández Ordás, con quien trabajó
en puesto de máxima responsabilidad hasta la muerte de este. Siguió
después contando con el reconocimiento, respeto y afecto de los hijos
que continúan al frente de un grupo empresarial muy importante,
ESMOSA, acróstico de “Empresas Santa María de Ordás”, la localidad
leonesa de D. Aniceto. Siguiendo con fidelidades y no sé porque orden,
pero entre las primeras, su dedicación, casi enfermiza, a este Centro
Asturiano que lleva tan adentro como su propia entraña que él, con un
grupo reducido de entusiastas algunos aún entre nosotros (José Luis
Casas, Granda, etc.), empezaran en la calle Arenal y dieron el paso
importante de venir a este edificio que nos acoge, allá por el año 1987.
Grandes esfuerzos y dedicación de tantos años han situado a este
Centro en uno de los pocos que son referencia, en este difícil mundo
regional que hoy atraviesa una situación nada prometedora, con unas
instalaciones envidiables como son la finca de recreo “Quinta Asturias”,
adquirida en 1981, con una superficie superior a los 160.000 metros
cuadrados y este “Edificio Asturias”.
Y qué decir de su relación y el haber sabido involucrar a una
personalidad tan distinguida e importante como D. Sabino Fernández
Campo (Conde de Latores) en la Presidencia del Consejo Superior, hoy
felizmente presidido por otro entrañable amigo de nuestra Casa de León,
D. Francisco Rodríguez (los dos, también, Madreñas Astur-Leonesas).
Los hombres y mujeres de las Casas Regionales le debemos a Cosme
el reconocimiento que se merece, por la generosidad y entrega que ha
dedicado de su escaso tiempo a todos: fue Presidente de la Federación
de Casas Regionales en Madrid, donde le siguió su entrañable amigo
Cándido y fue uno de los fundadores de la Federación Nacional, actual
Confederación Nacional que preside otro buen amigo, José Luis Casas.
Cosme es, ha sido y será, un gran amigo de sus amigos. Yo quiero
recordar aquí su profunda, sincera y gran relación con nuestra Casa de
León que me han transmitido mis antecesores y en estos últimos años
en que yo, como Presidente, he tratado de mantener la comunión que
surgió con quienes dirigían los destinos de este Centro y de la Casa de
León en aquellos momentos (Pedro Argüelles, Juan Pedro Aparicio y
Cándido Alonso fundamentalmente) y que comenzara allá por la década
de los ochenta. En ese período se creó: la Cátedra Asturias-León. Fruto
de la misma surgieron magníficas jornadas de estudio, mesas-debate de
carácter económico donde entre otras cosas ya se hablaba de la
Comunidad Económica Europea, algo insólito en este mundo regional
por aquellas calendas. Posteriormente se creó esta celebración que hoy
nos concita, la Madreña de Oro Astur-Leonesa en su doble versión de
Cismontana y Transmontana, que nuestros dos Centros conceden cada
año, para destacar y ensalzar a personas que por su relación con
nuestras respectivas regiones se merecen esta distinción y cuyo cuadro
de honor está nutrido de grandes personalidades y sobre todo amigos.
La generosidad de Cosme, de este Centro y el gran afecto que se nos
tiene a los leoneses (que es recíproco) les ha llevado a premiar con
algunos de sus galardones más señeros a leoneses distinguidos de
nuestra Casa: D. Fernando Suárez (Manzana de Oro) y D. Benito Viloria
y D. Domingo López – los dos últimos fallecidos recientemente-
(Urogallos especiales).
Así, podríamos seguir enumerando cosas hasta concluir con Cosme,
demostrando que nadie, ni ninguno de los otro Centros regionales,
tienen ésta entrañable relación que se mantiene por muchos años.
También, todo hay que decirlo, gracias a la sintonía y afecto personal
entre las gentes y las juntas directivas de aquí y de allá que seguimos
manteniendo y que haremos todo lo posible para que así continúe.
Cosme, amigo, lamento, y conmigo todos cuantos estamos aquí, que no
nos acompañes físicamente, pero a buen seguro te llegará este calor y
sentimiento de camaradería que se respira hoy aquí hacia los dos
homenajeados y el abrazo que en nombre de todos los socios de la
Casa de León, yo te manifiesto y te envío.
PALABRAS PRONUNCIADAS POR CÁNDIDO ALONSO HIDALGO
Presidente del Consejo Superior de la Casa de León
Gracias por dejarme intervenir a mí en este acto y momento, motivado
por el gran afecto, más diría yo por el gran cariño y complicidad que
Cosme y yo nos profesamos desde hace ya muchos años y que la
mayoría de los presentes bien conocéis.
Sería difícil, por no decir imposible, separar los últimos cuarenta años de
la historia de este Centro Asturiano, de la trayectoria personal y vital de
Cosme. Él ha invertido mucho esfuerzo en conseguir que este Centro,
decano de las sociedades regionales españolas repartidas por el mundo,
mantenga, pese a las dificultades, su carácter, su prestigio y su amplio
abanico de actividades.
Estoy recordando ahora y seguro que al menos dos de los aquí
presentes –Juan Pedro Aparicio y José Luís Casas- también, como se
soldó esta amistad, nunca quebrada, entre nuestros dos Centros allá por
la década de los ochenta del pasado siglo en la calle del Arenal,
legendaria sede social vuestra donde aún sonaran los ecos de aquella
canción mejicana de “Pero sigo siendo el rey…”, en voces de Cosme y
Casas entre otros, y de la que salió este sentimiento compartido astur-
leonés que ha dado pié a esta magnífica fiesta de la amistad, única entre
Centros regionales, como tantas veces hemos comentado Cosme y yo.
Las palabras dichas por Rafael las suscribo íntegramente y yo no debo
ocupar más tiempo. Solo el justo para darle un fraternal abrazo a mí
también amigo Paco Rodríguez para que él a su vez se lo de mi parte a
nuestro amigo, a mi amigo del alma Cosme.
PALABRAS DE DON FRANCISCO RODRIGUEZ GARCÍA,
Presidente del Consejo Superior del Centro Asturiano,
(representando a Don Cosme Sordo Obeso)
Empezaré por decir que me encuentro hoy, aquí, con un papel
desconocido para mí: se trata de algo así como de ser un premiado
apócrifo, que recibe la madreña trasmontana destinada a nuestro
presidente Cosme Sordo. Ante todo, muchas gracias a nuestros amigos
de León por este distintivo tan preciado, en el que se confunden en
hermandad perdurable nuestros pueblos de Asturias y León. Gracias,
otra vez. Pero qué más quisiera yo que ser de verdad Cosme Sordo.
No estás físicamente hoy con nosotros, Cosme. Pero lo estás en todo lo
demás. No hay nadie en esta sala en cuyo recuerdo vivo no estés tú. No
hay nadie que no eche de menos esas palabras tuyas de cada año, que
tanto contribuyen a que lo pasemos bien todos los que apostamos por el
entendimiento y la amistad.
Y, hablando de amistad, no quisiera dejar pasar este acto sin decirle a
Cándido Alonso que valoramos mucho ese desvivirse que le caracteriza
en pro de mantener e incrementar la relación fraterna entre nuestras dos
Casas en Madrid.
Vuelvo a tí Cosme. Estoy seguro de que tu enorme raza te hará
sobreponerte de esos achaques que en estos momentos te impiden
compartir este acto. Como lo estoy también de que en el futuro, y como
siempre, podremos contar contigo para que no les falten a las
ceremonias que se celebren en esta Casa el brillo y el calor que tú
sabes darles de manera incomparable.
Gracias, de nuevo, a todos los presentes. Y a ti, Cosme, un gran abrazo.
PALABRAS DE DON VALENTÍN MARTÍNEZ-OTERO
Presidente Adjunto del Centro Asturiano de Madrid
Buenas noches a todos. En el marco hermoso de este fraternal
encuentro astur-leonés, y tras la excelente conferencia del Excmo. Sr. D.
Antonio Trevín Lombán, ex Presidente del Principado de Asturias,
nuestra querida tierrina, sobre el sentimiento que une a nuestras dos
regiones, hasta el punto de constituir una en nuestro corazón, me
dispongo a leer unas apretadas notas biográficas sobre D. Luis Martínez
Fernández, Capellán de la Casa de León, Prelado de Honor de Su
Santidad el Papa, flamante Madreña de Oro astur-leonesa cismontana,
pero antes quiero reiterar la felicitación a D. Cosme Sordo, nuestro
Presidente, y junto a la felicitación por la merecida Madreña de Oro
astur-leonesa trasmontana, el deseo de recuperación y la gratitud
profunda por toda su labor.
Asimismo, traslado mi enhorabuena a cuantos han organizado esta
nueva edición de la Madreña de Oro Astur-Leonesa. A D. Rafael
Álvarez, Presidente de la Casa de León, a D. Cándido Alonso,
Presidente del Consejo Superior de dicha Casa, siempre atento y
esforzado para que todo esté a punto y a D. Francisco Rodríguez,
Presidente del Consejo Superior del Centro Asturiano, por su
incondicional apoyo.
Vayan también para todos Vds., miembros de las Juntas Directivas,
socios y amigos de nuestras emblemáticas Casas Regionales, la
felicitación y el agradecimiento por esta fiesta astur-leonesa en la capital
de España.
Y, sin más, ofrezco algunas pinceladas bio-bibliográficas de la brillante
trayectoria de D. Luis Martínez Fernández, nacido en San Pedro de
Luna (León), Coronel-Capellán del Ejército en situación de retiro. Que
realizó Estudios Eclesiásticos en el Seminario Metropolitano de Oviedo,
en la Escuela Social de la Universidad de Vetusta. Es Licenciado en
Teología por la Facultad Teológica de Granada y Doctor en Teología por
la Universidad Pontificia “Comillas” de Madrid. Prelado de Honor de Su
Santidad el Papa, Capellán de la Casa de León.
Ingresó por oposición en el Cuerpo Eclesiástico del Ejército, en 1955.
Sus destinos militares desde Teniente a Coronel se desarrollaron
sucesivamente en Tetuán (Marruecos), Ceuta, Granada, y Madrid. Al
mismo tiempo, en el arzobispado castrense ejerció los cargos de
Delegado de Formación Permanente, Secretario General, Vicario
Episcopal de Curia y, finalmente, Vicario General del mismo.
Como docente universitario, ha sido profesor durante muchos años de
Historia de los Dogmas y de Teología en la Facultad Teológica de
Burgos. Profesor de Cursos de Doctorado y de Historia de la Teología
de la Universidad Pontificia ‘Comillas’. Ha impartido un curso a los
capellanes castrenses de Venezuela y numerosas conferencias a los
Obispos castrenses de Latinoamérica reunidos en Bogotá, Santo
Domingo y Santiago de Chile
Cito alguno de los cargos que ha desempeñado:
Coadjutor de San Pedro de Los Arcos de la Ciudad de Oviedo.
Párroco de Villanueva de Teverga, con los anexos de Taja y Urria, de la
misma Diócesis.
Al servicio de la Conferencia Episcopal ejerció los cargos de:
Director de Secretariado de la Comisión Episcopal para la doctrina de la
fe durante 17 años.
Organizó y dirigió 17 Semanas Internacionales de Estudios y Coloquios
sobre Problemas Teológicos actuales, 15 de las cuales se desarrollaron
en la Real Colegiata de San Isidoro de León.
Colaborador en la Redacción Material de la 1ª Parte del Catecismo de la
Iglesia Católica y redactor de su anteproyecto a petición del entonces
Cardenal. Joseph Ratzinger
Asistente Eclesiástico Internacional para todas las Asociaciones de
Militares Católicos Integrados en el AMI (Apostolado Militar
Internacional) al que pertenecen 27 países de 4 continentes.
Tiene publicadas diversas obras teológicas: 4 de investigación teológica,
5 de contenido teológico-catequético, 6 de divulgación teológica y
enseñanza, alguna de ellas vertida al italiano por la editorial del
Vaticano, 4 de promoción y ayuda al trabajo apostólico, publicadas por
editoriales españolas y extranjeras.
Es autor también de algunas otras obras literarias y musicales, entre
ellas:
Del tejo al cactus. Memorias de un tiempo joven.
A la sombra de una guerra. Libro que tuve el honor de presentar junto al
autor en 2006 en la Casa de León. Este libro es en gran medida
autobiográfico. En él se narra el periplo vital del autor en dos etapas bien
diferenciadas. La primera, en la que se recuerda el periodo infantil en
tiempo de asombro y sombra por la guerra. La segunda, en Asturias
como seminarista, hasta su ordenación como sacerdote en 1952. Es
este libro un documento personal, pero también histórico, que rezuma
nostalgia y que, pese a las trágicas circunstancias bélicas vividas, nos
anima a avanzar hacia un horizonte de concordia.
Desde un punto de vista psicológico, ha de reconocerse el valor de este
tipo de obras en las que escritor y protagonista, en este caso Luis de
Luna, seudónimo de D. Luis Martínez Fernández, se funden. Son las
llamadas “escrituras del yo”, entre las que han de incluirse los diarios,
las memorias, las confesiones, las cartas, etc., en las que predomina la
mirada retrospectiva sobre aspectos destacados de la propia vida y en
las que no es raro que la veracidad se combine con la dimensión
estética, como en el citado libro.
También es autor de la obra “Recuerdos desde el olvido. A la luz de mi
atardecer y la memoria paterna”, de 2011.
Ha elaborado por encargo, entre otros, los Himnos, en letra y música, de
los Caballeros del Monasterio de Yuste, de Santa María Magdalena de
Chozas de Canales (Toledo), de la Virgen de Zulema (Alcalá de
Henares), Hijas de la Caridad del Clínico, Grupos de Oración y, cómo
no, el Himno de la Casa de León en Madrid, estrenado en la fiesta del
Botillo en 2011.
Finalizamos este sumario currículum con algunos datos sobre
distinciones:
D. Luis Martínez es:
. Premio se Investigación Teológica ‘Juan March’.
. Prelado de Honor de Su Santidad -como se dijo con anterioridad- y
con fecha 17 de junio de 1989
. Posee Dos Cruces de 1ª Clase al Mérito Militar, en los años 1972 y
1988
. También la Cruz del Mérito Naval de 1ª Clase.
. La Cruz y la Placa Pensionada de la Real y Militar Orden de San
Hermenegildo.
. La Encomienda Pensionada de la Real y Militar Orden de San
Hemegildo (1995)
. Y cuatro Condecoraciones Militares Extranjeras por diversos Trabajos
realizados con capellanes y obispos militares, concedidas en la
Argentina, Colombia, Venezuela y Filipinas.
. Caballero de la Orden del Monasterio de Yuste y Caballero de la
Orden San Fernando.
Desde hoy, además, se le reconoce con esta Madreña de Oro y de
Afecto. Enhorabuena y muchas gracias.
PALABRAS DE MONSEÑOR LUIS MARTINEZ FERNÁNDEZ
Ilustrísimos Señores Presidentes del Centro Asturiano y de la Casa de
León en Madrid,
Excmo. Sr Diputado D. Antonio Trevín Lombán
Muy queridos hermanos, sobrinos y demás amigos que hoy me
acompañáis
Permítanme en primer lugar que exprese mi hondo agradecimiento por
la inmerecida distinción con me habéis honrado, y que es el objeto de
este acto: Recibir la Madreña de Otro otorgada por la Cátedra Asturias-
León en este año 2012.
Con toda veracidad he de decir, también sinceramente, después de
haber repasado en Internet la referencia y la categoría humana y
profesional de cuantos me han precedido en este honor, que me siento
algo así como avergonzado al recibir con mi escaso bagaje personal tal
distinción, tan inmerecido honor, como digo, que, sin embargo
agradezco muy vivamente.
Permítanme, pues, como es mi agradecido deber en este momento, que
recoja ante Uds. con la brevedad que se me pide unas pinceladas de la
doble vertiente -de León y Asturias- en la que se ha desarrollado mi vida.
Nací en San Pedro de Luna, Provincia de León y Diócesis de Oviedo,
cuyas piedras reposan desde hace 60 años junto con las de otras 12
Entidades poblacionales en el fondo del Embalse de Luna. Sexto
hermano de entre los diez hijos de Benedicto, Maestro Nacional allí
docente, y Concepción, ama y señora de la Casa.
En la Escuela de mi padre, como tantos y tantas de aquellos contornos
aprendí ya muy de niño el amor a mi Patria junto con su historia, en la
que el viejo Reino de León había dado bien pronto gloria y esplendor a
la Patria que iba renaciendo como sagrada herencia desde la gesta de
Pelayo en Covadonga.
Como escribe el historiador madrileño Giménez Caballero, “ habiendo
quedado Olor a Madre” por sobre las pisadas del moro invasor, el astur
Pelayo, alentado y ayudado sin duda por la Santina a la que se
encomendara, iniciaba aquella andadura guerrera de los largos siglos
que habían de conducir al renacimiento de España.
Pues bien, cuenta el historiador leonés Lucas de Tuy (1161-1249
recogiendo una larga tradición que nos afecta a los leoneses, cómo la
continuación victoriosa de Covadonga iba a tener lugar en
Camposagrado (León) (Vetusto Santuario a la Señora asimismo
consagrado) donde el Capitán Colinas ideó la táctica militar de 13
grandes Hoyas, distribuidas estratégicamente en la subidas de aquella
Colina –restos aún visibles-, capaces cada una de ocultar una Sección
de 50 lanceros, quienes al paso de los desarboladas huestes del moro,
hicieron carne en los nuevamente derrotados, que no iban a encontrar
ya trincheras más seguras que en el Esla y el Duero repasados
Pero también de allí iban a ser desalojados por otro leonés, esta vez con
categoría regia: Alfonso VI (1047-1109) al que nuestro Madrid y la
imperial Toledo, permanecerán imborrablemente agradecidas.
Y es que, en efecto, sus guerreros llegarán un día de 1083 a las
murallas de Magerit, nuestro Madrid, conquistando la ciudad a los
almohades de Mohamed I (852-886). El rey Alfonso que conocía cómo
antes de ser conquistada la ciudad por el moro, los cristianos de Maherit
habían ocultado cuidadosamente sus objetos sagrados y la venerada
Imagen de su Virgen, dispone que se la busque afanosamente. Es él un
gran devoto de María; pero su instinto guerrero le impele continuar aquí
con sus huestes, acudiendo a poner cerco a Toledo, ante cuyas murallas
pone sitio militar durante 4 años, hasta que se le rinde en 1085. Bajo
juramento no cumplido por los seguidores de Alfonso de respetar la gran
Mezquita musulmana, una vez abandonada la ciudad iba a ser derruida
para ser el asiento de su actual Catedral gótica.
Es éste el momento en el que la devoción mariana del rey leonés le
impele regresar a Magerit a fin de buscar la venerada imagen de la
Virgen. Ordena, pues, solemnes Procesiones y litúrgicas Rogativas
diarias entornando las murallas, que bien pronto obtendrían divina
respuesta cuando recorriendo el exterior de la muralla del Sur-Oeste, se
derrumba ante ellos un amplio paramento que deja ver una hornacina en
la que la sagrada Imagen aparece entre dos Candelabros, tal cual la
habían allí depositado los cristianos madrileños huyendo del moro. Ella
va a ser desde ya, desde entonces, la Virgen de la Almudena, es decir
de la Almudaina amurallada, la Patrona venerada de Madrid, según
puede seguir siendo apreciado tanto en el Paramento de la antigua
muralla, conservada incluso la hornacina al lado de la Cripta de la
Catedral madrileña.
Pero es necesario que pase a completar este sencillo texto de Acción de
gracias con unas pinceladas, también breves, pero asimismo
apasionadas de mis 15 años de vivencias en Asturias:
Llegaba a esta bendita tierra a primeros de Octubre de 1940. Acababa
de cumplir 11 años y debía presentarme en el Seminario asturiano de
Valdedios –nuestra región de Luna, como también otras varias hasta
Benavente pertenecían jurisdiccionalmente al Obispo de Oviedo- para
iniciar los estudios latinos en orden al Sacerdocio, vocación que sentía
ilusionante desde mi primera conciencia como niño.
Era Valdedios un vetusto Monasterio medieval asentado en el fondo de
un umbrío valle en el que un grupo de monjes bajo la Regla de San
Benito, aspiró en su día a realizar con absoluta entrega la sencilla, a la
vez que sublime tarea de su consagración al Señor cumpliendo el
sagrado mandato genesíaco: -ora et labora.
Allí en Valdedios, a pesar de la reciedumbre de aquella vida semimonacal, con
el frío penetrando por los Claustros abiertos a todos los vientos y la lluvia; a
pesar de la dureza de un dificultoso aprendizaje en el que aún regían aquellas
primitivas disciplinas de la dureza física; a pesar de aquellos métodos
didácticos, lo más alejados de lo que hoy se pueda pensar de un adecuado
estilo pedagógico, añadida la excesiva precariedad en la existencia de
alimentos –no olvidemos que se trataba del año 40 y en una Asturias
escasamente dotada de producción agraria sin posibilidad entonces de importar
alimentos desde Castila-; allí, en aquel Valdedios, aparentemente tan poco
propicio a los gratos recuerdos, nacían, sin embargo mis primeros dos amores,
a los que jamás he renunciado en mi ya larga vida: el sentimiento mariano a la
Virgen chiquitina y galana del Auseva y esta Asturianía que distingue a quien,
como yo que aun no habiendo allí nacido, mamó los primeros sentimientos de
su vida al calor de aquella bendita tierra.
Y hasta aquí quiero llegar sin que la emoción de los mejores recuerdos de la
Asturias vivida desde niño hasta la ordenación sacerdotal y las tareas
parroquiales subsiguientes, desdibujen mi estancia emocionada bajo el manto
de la Santina. Dejo, pues, de lado por el momento, tantos otros recuerdos para
mí memorables en Asturias vividos: La Coadjutoría en San Pedro de los Arcos
de Oviedo con sus nueve meses de gestación dificultosa: ferroviarios
represaliados en aquel barrio de La Argañosa o la atención sacramental a los
tuberculosos en los Sanatorios del Naranco; los dos años más entre los
mineros de Teverga, con el maki Aleluaya, ya desde que se entregó, amigo;
Aleluaya escapado en su día del pelotón de fusilamiento, por minero rojo, que
cada tarde se acercaba al poyo del tejo parroquial para fumar un cigarro
conmigo contra su silicosis de 2º grado –“pero conociendo, Sr. Cura, que nunca
me va a poder contar entre los suyos”- o los osos de aquellos montes de
Teverga que debí repasar de día o de noche -4 horas a caballo hasta mi otras
Parroquias de Taja y Urria- sintiendo algunas veces su presencia, la del oso, al
observar cómo se erizaba la crin de Lirio, mi caballo, y ver cómo piafaba
expresando su temor –recuerdos todos tan emocionantes, que mi pluma trató
de expresar en tres volúmenes autobiográficos-, y digo que quiero dejar todo
esto de lado en este momento, por si tan bonitas vivencias, y a mi pesar, me
hayan podido desviar del retrato en mí grabado de la Santina: Aquellas tarde-
noches del seminario de verano rezando el Rosario o meditando en la Cueva a
los pies de la Santina; los ensayos bajo la batuta del Tenor internacional Altube
para preparar enamoradas canciones que desgranar en coro a sus pies; la
Novena precedente a su fiesta en Septiembre escuchando la mejor oratoria
sagrada en su honor….; todo, que al revivirlo nuevamente, como ahora, me
lleva gozosamente a agradecer, pensando en ella, este distinción de la
Madreña de Oro astur-leonesa que siempre recordaré .
Pero sé que aquí deben finalizar mis palabras para cumplir con el requerimiento
y la promesa dada de una discreta brevedad.
Reitero, pues, a quienes han contribuido a otorgarme tan alta distinción Astur-
Leonesa mi acción de gracias ¡GRACIAS!