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MQUINA ANTROPOLGICA Y DISCIPLINAMIENTO DEL VIVIENTE HUMANO : LECTURA ENTORNO AL UMBRAL BIOLGICO DE LA MODERNIDAD Y EL PROBLEMA ADENTRO/AFUERA DEL ESPACIO DISCIPLINARIO

Anthropological machine and disciplining of the human living: A lecture around the biological threshold of modernity and the problem inside/outside from the disciplinary spaceAlejandro Donaire PalmaInstituto de Sociologa

Facultad de Humanidades

Universidad de Valparaso

direccin postal: Calle Serrano N 546 Valparaso Regin de Valparaso, Chile.e-mail: [email protected] artculo propone establecer lneas de relacin entre la mquina antropolgica moderna desarrollada por G. Agamben y la emergencia del umbral biolgico de la modernidad propuesto por M. Foucault, problematizando la binarizacin humano/animal en el marco de la biopoltica moderna. A partir de una revisin crtica, se presenta como eje referenciales entre el trabajo de ambos autores la relevancia de la diferencia entre animal de adentro y animal de afuera expuesta en la biologa en Bichat, desde lo cual es posible problematizar el espacio de indeterminabilidad en que se juega la existencia biolgica como problema poltico en el animal humano. Estos elementos nos permiten discutir la pertinencia de situar la mquina antropolgica moderna en relacin a la denominada sociedad disciplinaria.Palabras clave: sujeto-Humano, umbral biolgico de la modernidad, mquina antropolgica moderna, biopoltica, antomo-poltica

AbstractThis paper proposes relation lines between the modern anthropological machine as has been developed by G. Agamben and the emergence of biological threshold of modernity proposed by M. Foucault, problematizing the human / animal binarization part of modern biopolitics. From a critical review is presented as reference axis between the work of both authors the importance of the difference between animal on the inside and animal on the outside exposed in biology at Bichat, from which it is possible to problematize the space of indeterminacy that biological existence is played as a political problem in the human animal. These elements allow us to discuss the relevance of modern anthropological machine position regarding the so-called disciplinary society.Keywords: subject-Human, biological threshold of modernity, modern anthropological machine, biopolitics, anatomopolitics

1. Introduccin

Durante la dcada del 1960, Michel Foucault (1968) abri una polmica en el seno de la academia francesa al plantear en Las palabras y las cosas, si bien no la muerte del Hombre, si la perennidad epistmica del proyecto humanista moderno en relacin al cual ste se encuentra inscrito. La certeza de Foucault se sostiene en que desde el siglo XVI, y estableciendo como punto culmine del proceso los siglos XVIII y XIX, en Occidente se habran llevado a cabo una serie de mutaciones que habran afectado el saber sobre las cosas y el orden de stas en el mundo; una nueva articulacin entre palabras y cosas en cuyos lindes de inteligibilidad el Hombre emergera como un pliegue, una configuracin trazada por la nueva disposicin tomada por el saber. Pero, y si estas disposiciones desaparecieran tal como aparecieron? Si esto ocurriese, y la trama epistmica moderna oscilara, entonces el hombre se borrara, como en los lmites del mar un rostro de arena (Foucault 1968, p.375).

Nosotras y nosotros somos quizs privilegiados en experimentar como la marea, esa que se mantuvo amenazante durante varias dcadas de crisis de los regmenes normativos-disciplinarios, comienza a subir de forma cada vez ms profunda por la costa hacia los ncleos duros que constituyen el proyecto humanista occidental: sacar los adoquines que ocultaban la playa ha dejado desnudo el rostro de un sujeto-Hombre, exponindolo como mera arbitrariedad. La propuesta de ruptura epistmica con la tradicin humanista que propone Foucault implica considerar que la vida humana ya no es algo que pueda pensarse desde lo que es, remitiendo con esto a un presente cuyas condiciones de posibilidad se encuentran inscritas en cierta episteme, sino que hemos de preguntarnos precisamente sobre dicha episteme, no la sino una que ha llegado a constituirse en la matriz de inteligibilidad a partir de la cual algo as como un Hombre se vuelve pensable, estableciendo con esto un rgimen de verdad. Esta ruptura permite exponer la pretensin de un ahora el del humano y el humanismo que intenta presentarse como lo que es, y por tanto ha sido de manera sostenida y continua, desarrollndose en el marco de una historia progresiva lineal. Frente a esto, es posible exponer como evidencia los restos fragmentarios de unos campos de batalla que dan cuenta del carcter discontinuo del proceso de produccin del ahora, no ya como algo acabado que es, sino como lo que an se encuentra abierto al devenir.

Esto lo discutiremos a partir del concepto de mquina antropolgica propuesto por Giorgio Agamben (2006, 2007), que nos entrega un eje articulador en torno al cual comprender la convergencia de los diversos dispositivos biopolticos, tanto las tecnologas disciplinarias anatomopolticas como aquellas involucradas en las estrategias regulatorias de la poblacin. El propsito es situar el alcance de la mquina antropolgica moderna en su relacin con la emergencia de la biologa en el marco de las ciencias humanas y su relacin con las tecnologas disciplinarias. Sobre esto hemos de entender que, si como nos dice Deleuze (1996) la llamada sociedad disciplinaria es nuestro pasado inmediato, y an cuando hoy persistan prcticas que en sus ruinas decadentes se esmeran en operar sobre el viviente humano de la manera que le era caracterstico a este tipo de configuracin social, es preciso identificar los posibles ejes de desplazamiento de aquellos elementos que constituyeron los referentes en los procesos de subjetivacin durante la modernidad industrial y humanista. La forma/sujeto-Hombre, en su caducidad, nos puede legar parte de lo que est en juego en un novsimo escenario, ya no disciplinario, ya no necesariamente moderno.2. El umbral biolgico de la modernidad: animal humano, adentro y afuera

Las disposiciones epistmicas de la modernidad, que sellan la impronta del humanismo, transformaron las concepciones en que se estableci el juego de relaciones entre el Estado y la vida. Aquello que hemos de identificar como Hombre pas de ser lo que era para Aristteles, un animal viviente y adems capaz de existencia poltica, a un animal en cuya poltica est puesta en entredicho su vida de ser viviente (Foucault 1998, p.173). Esto marca la entrada del Hombre como problema a los clculos de poder, en tanto visibilizacin, disciplinamiento y control respecto a los biopoderes que permiten la emergencia del viviente-humano, donde tanto el surgimiento del Estado Moderno hobbesiano como el capitalismo industrial, as como la tecnologas mdicas aplicadas a gran escala y el urbanismo como forma de control poblacional, entre otros, ayudaron a trazar el espacio en que se desarroll la biopoltica moderna.

Una de las definiciones que ha llegado a constituirse en eje referencial de articulacin para las investigaciones que emergen en torno al problema biopoltico de la manera propuesta por Michel Foucault, corresponde a utilizar el concepto de biopoltica para designar lo que hace entrar a la vida y sus mecanismos en el dominio de los clculos explcitos y convierte al poder-saber en un agente de trasformacin de la vida humana (Foucault 1998, p.173). El momento de la entrada de la especie humana en el juego de las estrategias polticas es caracterizada como la emergencia de un umbral de modernidad biolgica. Pero, qu implica este umbral? Para dar respuesta a esto cabe preguntarse respecto a aquello que corresponderan los conceptos de vida y viviente involucrados en la constitucin de este umbral, necesario esto para identificar la emergencia del la biologizacin del humano. Si hemos de problematizar aquello que Whyte (2013) identifica en los argumentos de Agamben respecto a que al establecer un desplazamiento desde la concepcin de Aristteles y Foucault sobre la vida humana, debe sealarse que no puede comprenderse algo as como una vida natural como un sustrato preexistente, sino como el residuo de una separacin. Podramos decir, de manera preliminar, que la propia vida en Occidente se funda sobre el remanente de la binarizacin entre existencia poltica y vida animal, y que la modernidad biolgica seala la produccin de condiciones tcnicas de la intervencin respecto a esta separacin.

El problema es para Agamben (2006) que quien lleve a cabo una investigacin genealgica sobre el concepto vida en occidente se enfrentar al hecho de que sta, como tal, jams ha sido definida. Sin embargo lo que queda as indeterminado, es articulado y dividido, en cada ocasin, a travs de una serie de cesuras y oposiciones que lo revisten de una funcin estratgica decisiva en mbitos tan lejanos como la filosofa, la teologa, la poltica y, solo ms tarde, la medicina y la biologa (p. 31)

El momento clave de esta construccin de la vida es situado, por Agamben, en aquel en que Aristteles, en De anima, llevando a cabo un ejercicio analtico que le es propio reformulando la pregunta respecto al qu es por el a travs de qu cosa, una pertenece a otra- asla entre los varios modos en los que se dice el trmino vivir, aquel ms general y separable. Aristteles separa as la funcin nutritiva para luego rearticularla en una serie de potencias y funciones distintas y relacionadas (nutricin, sensacin y pensamiento): preguntar por qu cierto ser es llamado viviente significara, en estos trminos, buscar el fundamento a travs del cual el vivir pertenece a dicho ser. Agamben (2006) resuelve quelo que ha sido separado y dividido() es precisamente aquello que permite construir en una especie de divide et impera- la unidad de la vida como articulacin jerrquica de una serie de facultades y oposiciones funcionales. (p. 33)

El acontecimiento de la separacin de la vida nutritiva (o vegetativa, segn sea el caso de la fuente) es fundamental para el pensamiento occidental. Agamben reconoce esto en la distincin realizada por Marie Franoise Xavier Bichat (bilogo y fisilogo francs de los siglos XVIII-XIX), quien lleva a cabo la distincin de una vida animal y una vida orgnica o vegetativa: sigue siendo la idea de una funcin nutritiva la que marca el bajo fondo epistmico.

Para Bichat (1827) todo organismo superior supone la convivencia de dos animales: l animal existant au-dedans (el animal que existe adentro), que correspondera a la repeticin de una serie de funciones ciegas o privadas de conciencia (como la excrecin, asimilacin, respiracin, circulacin de sangre, etc.); y l animal vivant au-dehors (el animal que vive afuera), que refiere a aquellas funciones que conectan al animal con los otros cuerpos, y que para Bichat es la nica que merece el nombre de animal. Los dos animales de Bichat, plantea Agamben (2006), se encuentran en el centro de la problematizacin en torno a la gestin de la vida humana. Seala, siguiendo a Foucault, que cuando el Estado Moderno comienza a incluir entre sus tareas el cuidado de la poblacin, esto se lleva a cabo a travs de una progresiva generalizacin y re definicin del concepto de vida vegetativa: el patrimonio biolgico problema respecto al cual habr de discutirse la capacidad o no de aislar sus componentes, fortalecerlos, redistribuirlos.

En Las palabras y las cosas, Foucault (1969) sita al pensamiento de Bichat en la ruptura epistmica que tiene lugar en torno a 1800, momento en el cual se establecen las condiciones de posibilidad de la biologa. Si sta no era pensable hasta aquel momento, es pues la vida como tal no exista, sino seres vivos que aparecen dentro del marco de inteligibilidad de la historia natural. Podemos comprender esta ruptura epistmica en relacin a las transformaciones en las disposiciones del saber que se dan durante los siglos XVII y XVIII, que suponen un desplazamiento desde la concepcin clsica, con la gramtica general, la historia natural y el anlisis de riquezas como ejes paradigmticos para establecer el desarrollo y las transformaciones en el campo del saber, hacia la constitucin de una episteme propiamente moderna. En el marco epistmico clsico, la historia natural supone la disposicin de datos observados respecto a los seres vivientes en un espacio ordenado y metdico, en relacin a lo cual el conocimiento sobre cada individuo es resultado de la informacin organizada en un cuadro que establece un ordenamiento continuo y universal de las diferencias posibles. Los documentos sobre los que trabaja la historia natural lo constituyen espacios claros en que las cosas se yuxtaponen, como herbarios, colecciones zoolgicas, jardines. El lugar de la historia natural es (..)un rectngulo intemporal en el que los seres, despojados de todo comentario, de todo lenguaje circundante, se presentan unos al lado de los otros,() aproximados de acuerdo con sus rasgos comunes y, con ello, virtualmente analizados y portadores de su solo nombre. (Foucault 1969, pp. 131-132)

En la historia natural, planta y animal se ven menos en su unidad orgnica que por el corte visible de sus rganos, a partir de lo cual se recorre un espacio de variables visibles, simultneas, sin relacin interna o de organizacin.

La biologa podemos datarla en relacin a las obras del mdico y botnico alemn Gotfried Reinhold Treviranus y el naturalista francs Jean-Baptiste Lamark, publicadas de manera casi simultnea durante 1802. Foucault habr de situar la biologa a partir de la emergencia de lo que l denomina las ciencias humanas, esto es, el momento en que el Hombre se constituye en la cultura occidental como algo que es preciso pensar y sobre lo que hay que saber. El campo epistemolgico, que como marco de inteligibilidad establecen las ciencias humanas, no ha sido prescrito de antemano. Las ciencias humanas, en relacin a las cuales Foucault habr de centrarse en la lingstica, la biologa y la economa, en tanto ejes disruptivos que permiten una proyeccin epistmica de discontinuidad ante la gramtica general, la historia natural y el anlisis de riquezas, suponen un conjunto de discursos que toma por objeto al hombre en lo que tiene de emprico (Foucault 1969). El Hombre aparece sobre la superficie de proyeccin de la biologa como un ser que tiene funciones, recibiendo estmulos fisiolgicos, pero tambin sociales, intrahumanos, culturales, etc.; respondiendo y adaptndose, evolucionando, sometindose a las exigencias del medio. La biologa opera sobre la existencia emprica del animal hombre, pero no corresponde a un anlisis de lo que este es por naturaleza lo emprico es ya considerado una construccin, y no mera expresin de esta naturaleza ; la biologa, como las otras ciencias humanas, instala un marco de anlisis que se extiende respecto al Hombre como positividad, sea esto, lo que en relacin al hombre se ha establecido como inteligible, posible, junto a aquello que permite a ste mismo saber (o tratar de saber) lo que es la vida.

Siguiendo la caracterizacin de Foucault, la biologa busca definir respecto a ciertos seres la ley interior que permiten la valoracin de determinados caracteres en relacin a las estructuras que los articulan, permitiendo su organizacin. Esto va a radicalizar el binarismo orgnico/inorgnico. Si en la historia natural, lo organizado y lo no organizado definan dos categoras que se entrecruzaban, sin coincidir necesariamente con la oposicin entre lo vivo y lo no vivo; en la biologa: lo orgnico se convierte en lo vivo y lo vivo en lo que produce, al crecer y reproducirse; lo inorgnico es lo no vivo, lo que ni se desarrolla ni se reproduce; est en los lmites de la vida, lo inerte y lo infecundo la muerte (Foucault 1969, p. 228)

Volvamos entonces a Bichat y la relacin entre el animal de adentro y el animal de afuera. Como nos dice Agamben (2000), que la vida pueda sobrevivir a s misma, escindida en una pluralidad de vidas y en consecuencia de muertes sera la tesis central de la fisiologa de Bichat. La escisin entre lo orgnico (el animal de adentro) y lo animal (el animal de afuera) atraviesa la vida entera del individuo humano, quedando cifrada en la oposicin entre la continuidad de las funciones orgnicas (circulacin de la sangre, respiracin, asimilacin, excrecin, etc.) y la intermitencia de las funciones animales (entre las cuales la ms evidente es la de sueo-vigilia), entre la asimetra de la vida orgnica (un solo estmago, un hgado, un corazn) y la simetra de la vida animal (un cerebro simtrico, dos ojos, dos odos, dos brazos, etc.) y, en ltimo trmino, por la no coincidencia de sus inicios y de sus fines.

La vida orgnica da inicio antes de la animal, sobreviviendo, en el envejecimiento y la agona, a la muerte de sta. Bichat (1827), en Investigaciones fisiolgicas sobre la vida y la muerte, plantea que la muerte del hombre como tal se lleva a cabo cuando el corazn cesa de obrar, incidiendo en el extincin de la accin del cerebro por falta de excitacin, interrumpindose las sensaciones, locomocin y voz. Bichat llega a la conclusin que toda la vida animal se estingue pues de repente, y el hombre en el instante en que su corazn muere, cesa de existir para lo que le rodea (p.42) En el humano, la muerte del animal exterior recordemos: la existencia animal propiamente tal podra ser leda como el trmino de la coherencia y organizacin establecida a partir de la forma/sujeto-Hombre; as, es posible leer en el antes citado texto como para Bichat, que sin embargo esta existencia exterior no supone la inmediata muerte de las vida orgnica, sino ms bien, lo que se presenta es una desarticulacin de los procesos vitales que caracterizaban la experiencia del animal.

Es interesante la consideracin de Foucault (1969) respecto a la multiplicacin de la muerte en Bichat, su carcter paulatino y por partes, en una serie de muertes separadas. Sin embargo, como nos advierte Agamben (2000), lo que Bichat no consigue aceptar, presentndose ante sus ojos sin solucin, no es tanto este multiplicarse de la muerte, como el hecho de que la vida orgnica sobreviva a la animal, manifestando la permanencia del animal de adentro una vez que el animal de afuera ha dejado ya de existir. Si la precedencia de la vida orgnica con respecto a la animal se explica como un proceso de desarrollo hacia formas de mayor complejidad, Agamben se cuestiona si es posible dar cuenta, en cambio de la insensata supervivencia del animal interior. Hemos de preguntaremos, acaso lo que sobrevive puede, en cierta medida y en relacin a ciertos marcos de inteligibilidad, considerarse an como humano. O, quizs, este humano sea prueba de la in-humanidad fundante del Hombre.3. Mquina antropolgica moderna: el umbral biolgico de la modernidad como espacio vaco de decisin (bio)poltica

El problema biopoltico que nos plantea el umbral biolgico de la modernidad se puede discutir en dos sentidos correlativos. Por una parte, en tanto paso de un tipo de racionalidad poltica que establece cierto reconocimiento del humano a partir la emergencia de un nueva disposicin epistmica en el orden de las cosas. Sin embargo, esta nueva disposicin entre palabras y cosas implicar el establecimiento de ciertos efectos prcticos en la distribucin de los cuerpos, su gestin y posibilidad de control de su potencia. En este segundo sentido, el umbral biolgico puede comprenderse como un espacio de decisin poltica en que estarn en juego las siguientes cuestiones: cundo una vida es vegetativa y cuando animal?; cundo animal y cuando humana?

El ordenamiento de la vida a travs de estos binarismos pasan por el interior del viviente Hombre como fronteras mviles, permitiendo definir lo humano de lo no humano en relacin a la propia vida humana. He aqu un sustrato abyecto: lo inhumano en el Hombre que permite hacerlo inteligible como tal. El resultado de esta cesura sera el despliegue de una mquina antropolgica, un artificio que produce el reconocimiento de lo humano al verificar en ste la ausencia de una naturaleza propia. Agamben (2006) advierte una polmica respecto al carcter sin rango del hombre, para lo cual recoge la definicin planteada por Linneo en 1735 en su Systema Naturae, en que el hombre es presentado como el animal que tiene que reconocerse humano para serlo (p.57) Esta lectura se encuentra en los cimientos del humanismo renacentista que servir de horizonte para la construccin del Hombre como sujeto moderno, el manifiesto de Pico de la Mirandola titulado De la dignidad del hombre, en el cual precisamente se expone el que hombre carece de dignitas, esto es rango: no puede tener arquetipo ni lugar propio, su creacin ha tenido lugar sin un modelo definido:En cuanto no tiene esencia ni vocacin especfica, Homo es constitutivamente no-humano, puede recibir todas las naturalezas y todos los rostros () El descubrimiento humanstico del hombre es el descubrimiento de su faltarse a s mismo, de su irremediablemente ausencia de dignitas.(Agamben 2006, p. 64)

Agamben (2007) recupera el concepto mquina antropolgica del trabajo realizado por el mitlogo Furio Jesi, relacionndolo con el de mquina mitolgica. Sobre esto nos dice que, as como para el mitlogo no puede haber una sustancia del mito, sino solo una mquina que produce mitologas, produciendo la ilusin de esconder dicho mito entre sus propias paredes insondables, tampoco hay para el antroplogo y nosotros podramos agregar, para cualquiera que problematice las condiciones de posibilidad de algo as como una existencia humana un hombre universal, verdadero y real en s y para s, ms all o ms ac del yo y de los otros (...) (p. 139) Esta mquina antropolgica es un artefacto conceptual que nos permite comprender cierto mecanismo simblico y material que opera en varios discursos cientficos y filosficos, clasificando y distinguiendo humanos y animales a travs de un proceso dual de inclusin y exclusin (Calarco 2008, p. 92) Siguiendo a De la Durantaye (2009), la mquina biopoltica ayuda a definir al humano en su distancia respecto al animal, permitiendo el apoderamiento de la nuda vida.

La mquina antropolgica identifica en el viviente humano -en tanto especie situada en una trama de inteligibilidad que la ordena junto a las otras- un sustrato de no-humanidad que permite aislar en ste los elementos de vida vegetativa y animal, comn al resto. El despliegue de la mquina antropolgica constituye el eje del conflicto, para Agamben decisivo, que ha gobernado la poltica en occidente, y que la volvera co-originariamente biopoltica: el hombre, al suspender su animalidad, abre una zona vaca en la cual la vida es capturada y abandonada en un estado de excepcin. Lo humano que se produce ah corresponde al lugar de una decisin incesantemente actualizada, en que cada cesura y sus articulaciones se encuentran siempre deslocalizadas y desplazadas.

Matthew Calarco (2008) plantea que para marcar la transicin animal/humano, es preciso aislar los aspectos animales del animal humano, excluyndolos de lo que ha sido sealado como propiamente humano. Esto involucra una animalizacin de ciertos modos de la vida humana, como un intento de mantener separados al interior de la propios seres humanos aquello que es especficamente animal de aquello humano. Lo que tensiona la mquina, aquello que est en juego en ella, no es la obtencin de una vida animal o de una vida humana, sino solo una vida separada y excluida de s misma, tan solo una vida desnuda.(Agamben 2006, p. 76)

En este punto podemos situar la emergencia que tiene en el pensamiento agambeniano la recuperacin de las palabras griegas zo y bios. Siguiendo a Agamben (1998, 2001) los griegos no disponan de un trmino nico para expresar aquello que hemos llegado a comprender como vida, sirvindose para esto de dos trminos semntica y morfolgicamente distinto. El primero, zo, expresaba el simple hecho de vivir comn a todos los vivientes (animales, hombres o dioses). Bios, por su parte, significaba la forma o manera de vivir propia de un individuo o de un grupo; el concepto refiere a la superacin de la esfera de la necesidad y de la contingencia (existencia vegetativa u orgnica), implicando as una vida contemplativa, polticamente calificada; involucra as la produccin de sentido, la configuracin de formas de vivir, as como de formas de interpretacin del mundo y de la vida ancladas en dicha produccin de vida y sentido.

La relacin entre zo y bios marca la separacin constituyente de lo humano, visibilizando la manera en que a travs de esta se instala un control por parte de las tecnologas de saber-poder poltico en occidente sobre la potencia de auto-reconocimiento de lo humano e inhumano en el Hombre como vida, aislando las posibilidades de aquella vida como hechos integrados en relacin a ciertos regmenes que inscriben la experiencia particular de cada viviente, en tanto devenir colectivo e individual, en relacin a ciertas tramas en cuyo horizonte se dibuja, de forma ms o menos definida, el humano como figura trascendental, como mediacin de un proceso conflictivo que se est llevando a cabo al interior del viviente humano, pero que an as no es posible actuar sobre/respecto a ste sino a costa de situarse en esta zona de indeterminabilidad, expuesto la muerte o la mera neutralizacin. La zo no sera as el estado natural en relacin al cual la poltica dotara de valor para dar como resultado al bios: esta vida descalificada sera un resultado de la separacin, en una vida que ha sido seala como humanamente viable en trminos del poder poltico para poder, precisamente, disponer de ella en tanto nuda vida.

Consideremos, con Agamben (1998), a Thomas Hobbes cuando funda la soberana del Estado Moderno: la vida, en estado natural, es definida solamente por estar incondicionalmente expuesta a una amenaza de muerte (el derecho ilimitado de todos sobre todo), frente a lo cual, la vida poltica, que se desarrolla bajo la proteccin del Leviatn, no es otra cosa que esa misma vida expuesta a una amenaza que ahora se haya nicamente en manos del soberano. El poder estatal, a travs de la mquina antropolgica, se fundara no sobre una voluntad poltica, sino sobre la nuda vida, que es conservada y protegida slo en la medida en que se somete al derecho de vida y muerte del soberano o de la ley. El que el poder del soberano de establecer el estado de excepcin sea aceptado, an a costa de exponer la propia vida al arbitrio de ste, implica en Agamben el reconocimiento del fundamento humanista de la experiencia vital donde, en las ltimas consecuencias, no puede ya triunfar o fracasar, sino solo aceptar que toda accin sea reconocida como triunfo o fracaso, medido en trminos del humano.

Detengmonos en Hobbes (1980). Homo homini lupus, el hombre es un lobo para el hombre: el fundamento originario del Estado se encuentra en la separacin de la animalidad del Hombre en pos de hacer posible la convivencia social. En estado natural el humano se encuentra en un estado de guerra constante de todos contra todos en el cual la vida propiamente humana sera imposible; esto llevara a la necesidad de establecer la convencin de un Pacto Social que, mediante la renuncia de la libertad en manos de un poder soberano El LEVIATN- que permita garantizar la paz y la estabilidad. Me interesa plantear una pregunta posible de discutir, que dejo abierta. Qu hace de Leviatn: o la materia, forma y poder de una repblica eclesistica y civil, publicada en 1651, una obra antecedente del pensamiento liberal an cuando en ella se hace una defensa del absolutismo? Un elemento a discutir puede ser el hecho de que el poder del soberano no sea fundado en Dios, si no en aquella necesidad de aislar lo no humano en el humano que emerge de una situacin de conflicto permanente: el poder soberano del ejercicio de la violencia coercitiva se funda ante la amenaza de una violencia desatada permanente. La naturaleza misma del hombre, como construccin llevada a cabo por la mquina antropolgica que despliega Hobbes, es lo que amenaza al Hombre y lo hace aceptar el vivir una vida polticamente posible, delimitando el marco de su reconocimiento. Se establece as las condiciones polticas para la articulacin de cierta episteme que entregue un marco de inteligibilidad poltica desde el cual sea posible dicho reconocimiento y no otro.

La posibilidad de separar lo no-humano en el Hombre, aquello que amenaza de manera permanente con un retorno de la barbarie, podra sealarse como el vnculo que ata el surgimiento y desarrollo de la sociedad disciplinaria a la emergencia de ciertos saberes y tcnicas, con el despliegue y fortalecimiento del Estado Moderno. En este punto podramos, siguiendo a Agamben (2006), marcar la diferencia y el paso hacia una mquina antropolgica propiamente moderna, que realiza la cesura aislando lo animal en el Hombre, poniendo como lmite al hombre devenido animal; con una mquina antropolgica antigua, en que la frontera se sita en el animal que parece ser humano, que puede humanizarse como en los casos de nios salvajes. Agamben caracteriza el momento en que la mquina antigua comienza a remecerse cuando en las ciencias del hombre empiezan a establecerse los contornos de sus facies (rostros) los enfants sauvages, que aparecen cada vez con mayor frecuencia en las cercanas de las aldeas europeas: estos son los mensajeros de la inhumanidad del Hombre, los testigos de su frgil identidad y de su ausencia de un rostro propio. Para Agamben, la pasin con que los hombres del Ancien Rgime trataban de reconocerse en ellos y de humanizarlos pone de manifiesto hasta qu punto eran conscientes de la precariedad de lo humano. No obstante, esa humanidad no es posible ya en un mundo cuyo conocimiento implica la permanente desarticulacin y ordenamiento cada vez ms fino de sus partes.

Una lectura agambeniana de Hobbes nos permite entender la construccin del ciudadano en relacin a un sujeto-Hombre escindido entre su existencia animal y su existencia humana, en una relacin exterior/interior respecto a los marcos de inteligibilidad poltica que definen la vida social bajo el amparo del Leviatn. Adentro y afuera parecen corresponder respectivamente a lo controlado como aquello que se puede decir que es, ya que se han establecido y posibilitado ciertas condiciones de su existencia , y lo fuera de control, sobre lo cual no se han llevado a cabo an estrategias de regulacin, o, si es que se han llevado a cabo, lo han sealado como no-posible socialmente, o imposibilitador de la reproduccin de las condiciones de existencia en el marco de la sociedad humana polticamente reconocida, frente a las otras sociedades, an no plenamente humanas, como las tribus de los territorios colonizados o las bandas de asaltantes.

Sin embargo, hemos de notar como aquel humano poltico de adentro est ms cercado animalmente que el de afuera, pues el otro abyecto recorre su interior, y el afuera que palpita ms all del Pacto social funciona como su espejo quebrado, estableciendo los rasgos de un reconocimiento monstruoso respecto a las condiciones de su existencia, expresin de su naturaleza indigna que debe suplir retrospectivamente a partir de una vida poltica. El animal interior, la existencia orgnica de los ciudadanos, es precisamente lo que a travs de un control y disciplinamiento cada vez ms minucioso permitir llegar a materializar algo as como un sujeto ciudadano, en donde el animal se encuentra inscrito como lmite ltimo de cualquier posibilidad de existencia, ms all de lo cual sta no se encuentra asegurada, ya nisiquiera polticamente sino incluso en su animalidad.

4. Docilizacin, regulacin y decibilidad de la relacin adentro/afuera de las paredes de la sociedad disciplinaria

El cerco poltico presente en el Leviatn de Hobbes podramos relacionarlo con el umbral biolgico de la modernidad, pues, an cuando se persiste en el ejercicio de un poder soberano, esboza las fronteras en torno a las cuales habrn de articularse las paredes que regirn el encierro disciplinario, entramndose con las transformaciones epistmicas que darn paso a la modernidad. El poder disciplinario corresponde a la emergencia de una serie de dispositivos epistmico-polticos desarrollados en el transcurso de los siglos XVII y XVIII, y orientados hacia el cuerpo individual como objeto y blanco de poder, un cuerpo que se manipula, al que se da forma, que obedece. Las disciplinas se constituyeron a partir una serie de reglamentos militares, escolares, hospitalarios; un conjunto de procedimientos empricos y reflexivos encargados de controlar y dirigir las operaciones del cuerpo, permitiendo la normalizacin a partir de la cual el individuo no solo es constituido a partir de su reconocimiento tcnico-disciplinario (ya sea como estudiante, como criminal, como soldado), sino que es tambin, de manera paralela, encauzado, corregido, a travs de una disciplinarizacin ininterrumpida ejercida en las diversas instituciones encargadas de posibilitar este tipo de conocimiento basado en el cercamiento. En relacin a esto, Foucault (2005) se refiere al ejercicio de una anatomopoltica del cuerpo humano.

El poder disciplinario opera con la finalidad de producir cuerpos domesticados, cuerpos dciles. La docilizacin se explica como una poltica de coerciones que constituyen una manipulacin calculada de los elementos del cuerpo, subordinado a un mecanismo de poder que opera como disciplinamiento minucioso. Este disciplinamiento, seala Foucault, permite la fabricacin de cuerpos sometidos y ejercitados, aumentando las fuerzas de estos en trminos econmicos de utilidad, y disminuyendo esas mismas fuerzas en trminos de resistencia. Se concreta as la disociacin de las potencias del viviente humano esbozada en relacin a la mquina antropolgica moderna, en trminos de que se supone la disposicin plena de los cuerpos por parte de una serie de dispositivos que los diseccionarn, establecern sistemas referenciales normativos respecto a los cuales se organizarn estrategias de fortalecimiento de aquellas aptitudes o capacidades que se busca desarrollar, frente a lo que puede considerarse como nocivo respecto al orden pretendido.

Foucault ha dado cuenta de como el cuerpo se encuentra inmerso en un campo de relaciones de saber-poder que lo cercan, explorndolo, desarticulndolo y recomponindolo con el fin de volverlo productivo, desplegndose una serie de ejercicios disciplinarios que ste identifica en trminos de una anatoma-poltica. La disciplina, en definitiva, se enfoca en la produccin de sujetos individuales integrados a los circuitos productivos bajo la mirada minuciosa de diversos dispositivos institucionales por el cual el cuerpo-humano transita (aulas, celdas, regimientos, asilos). Una situacin de encierro tras otra, cada una con diversas dinmicas de distribucin de los cuerpos, de fortalecimiento y sometimiento de las potencias; el entramado anatomopoltico compone al sujeto en correspondencia a las relaciones productivas desplegadas en el marco institucional disciplinario, permitiendo que ciertas redes de inteligibilidad emerjan como efecto de los dispositivos de poder, provocando reacciones sobre los cuerpos para registrar sus lmites, los puntos en que entran en colapso, dando cuenta de aquellos cuerpos que son posibles bajo ciertas condiciones materiales de subjetivacin y aquellos que no. Siguiendo una lectura posterior de Judith Butler (2006), esto impone una red de legibilidad que define los parmetros de lo que aparecer y lo que no aparecer en la esfera de lo social. (p.69)

Pero, es todo encerrable? Se encuentra todo bajo la mirada atenta de los dispositivos de registro disciplinario? Lazzarato (2006) plantea que para Foucault, el poder de las sociedadades disciplinarias acta siempre y en principio sobre una multiplicidad (p. 76) Esta multiplicidad excede los marcos del Hombre, amenazando exponer y desviar las tramas normativas que supone la produccin de este sujeto. Sin embargo, no podra constituirse sino frente a esta amenaza, que lo recorre en el vaco determinante que supone la segmentarizacin binaria humano/no-humano que impone la animalizacin de todo cuerpo. Las tcnicas disciplinarias antomo-polticas han de trazar su cercamiento en funcin del umbral bilogo a la vez histrico-temporal (diacrnico) como distributivo-espacial (sincrnico), instalando la emergencia de un momento paradigmtico marcado por Bichat y la biologa: el animal de adentro y el animal de afuera se articulan en funcin de las dinmicas correlativas que establecern las relaciones epistmico-polticas subjetivantes.

Foucault (2005) seala que las disciplinas marcan la inversin del eje poltico de indivualizacin, estableciendo un paso desde las prcticas individualizantes ascendentes propias del Ancien Rgime en que el individuo corresponde a un agenciamiento subjetivante propio de los soberanos, hacia la invidividualizacin de tipo descendente desplegada en torno a las tecnologas disciplinarias. Es estas, a medida que el poder se vuelve ms annimo y ms funcional, aquellos sobre los que se ejerce tienden a estar ms fuertemente individualizados (p. 197) En un sistema disciplinario, lo individualizado es aquello que ms se aleja del centro estable que define la forma/sujeto-Hombre, rondando el umbral biolgico del espacio poltico moderno con ciertas seales de poder excederlo, ya sea nios, locos, mujeres, delicuentes, entre otros y otras. As, para Foucault, las disciplinas transforman a las multitudes confusas, intiles o peligrosas en clases ordenadas (Lazzarato 2006, p. 76)

Foucault, al establecer la caducidad del hombre, este sujeto-Hombre cuya vida ha tendido a situarse en la tensin de una naturaleza humana y un despliegue tcnico-poltico, visibiliza el/los ejercicio/s epistmicos llevados a cabo en Occidente a partir de la modernidad: el Hombre no es algo natural, sino una produccin normativa que supone de manera provisoria estableceremos esto- ciertas tcnicas de inclusin-exclusin. La biopoltica surgira a partir de las condiciones establecidas en el despliegue de las tcnicas disciplinarias, sin embargo operando ya no respecto a un cuerpo individuado, sino un cuerpo mltiple: la poblacin emerge como problema poltico. Esto permite un control sobre el cuerpo-especie, la vida poltica en tanto carcter de existencia colectiva, donde el Hombre es entendido como una serie de procesos biolgicos de conjunto como los ndices de natalidad y mortalidad, la duracin de la vida, etc., cuyo control y disciplinamiento general permite aumentar las fuerzas del Estado-Moderno, en tanto que permite la constitucin aparato de gestin que tiende a la concentracin de potencia, medios de coercin y de subjetivacin, pero tambin de la Industria capitalista, la Familia, la Escuela, la Milicia, etc. Pero, a diferencia para las tcnicas antomo-polticas, para la biopoltica:No se trata en modo alguno, por consiguiente, de tomar al individuo en el nivel del detalle sino, al contrario, de actuar mediante mecanismos globales de tal manera que se obtengan estados globales de equilibrio y regularidad; en sntesis, de tomar en cuenta la vida, los procesos biolgicos del hombre/especie y asegurar en ellos no una disciplina sino una regularizacin. (Foucault 2001, p. 223)

Poder disciplinario y poder regulatorio de la poblacin convergen en la zona de indeterminabilidad humano/no-humano, materializndose en aquello que habremos de comprender como las formas prcticas de la vida moderna. El cuerpo individual de cada ciudadano, cada proletario, mujer y nio, es indisociable de la proyeccin articulada inscrita en los sistemas regulatorios de la poblacin. Por ejemplo, cada iniciativa de reordenamiento espacial de las ciudades industriales, a la vez que incide en la capacidad de redistribucin de las fuerzas colectivas, ya sea funcional al control de la propagacin de enfermedades u otros, van a afectar la constitucin de los cuerpos individuales implicando un correspondiente despliegue articulado de dispositivos antomo-polticos.

La biologizacin de la experiencia poltica supone el trnsito hacia una poltica donde est puesta en juego el despliegue en tanto ser viviente del animal humano. Pero esta experiencia no es la nica ni cualquiera: la biologa, hemos sealado con anterioridad, impone un marco de inteligibilidad que busca establecer cierta ley interior en los cuerpos individuales y colectivos desde el cual valorar las estructuras que lo articulan. El dualismo orgnico/no-orgnico supone un enfoque de los dispositivos de poder en la potencia productiva inscrita en la experiencia, donde solo lo que pueda identificarse como organizado es capaz de ser reconocido como ser viviente. El ahora del sujeto-Hombre en tanto viviente, se proyecta en aquellas experiencias de las que pueda extraerse algn principio de organizacin, an cuando esta vida exceda al Hombre como tal. Inhumano, demasiado inhumano, el cuerpo docilizado del Hombre puede moverse por el circuito de los encierros disciplinarios solo suspendiendo, o bien obviando, la existencia organizada que lo dota de condicin de sujeto viviente, en tanto que la configuracin espacio-temporal de la forma/sujeto-Hombre implica una interrelacin distributiva de los elementos interiores del cuerpo del animal humano, a travs del establecimiento de marcos de inteligibilidad que se despliegan a una escala cada vez menor. En la sociedad disciplianria, la existencia del animal vivant au-dehors humano puede comprenderse como el punto de coherencia contigente que emerge como resultado de las operaciones de docilizacin de los cuerpos individuales afn de ajustarlos a ciertos marcos regulatorios del cuerpo mltiple.

La inhumanidad respecto a las cuales habr de emerger el Hombre, Agamben (1998) lo reconoce en su mxima expresin en el campo de concentracin, en el cual podr ser posible aquello que en las instuciones disciplinarias solo lo era en cierto grado: la disposicin total de la vida humana, en tanto trama recombinatoria articulada en relacin a cuerpos docilizados de los cuales se pretende su pleno conocimiento. Para esto toma como referencia las reflexiones de H. Arendt, a partir de lo cual intenta comprender el momento en que la poltica, una vez que ha devenido plenamente biopoltica, llega a constituirse en el reino de la nuda vida. Es esto lo que permite entender la conformacin de unas prcticas polticas totalitarias como jams se haban conocido.

No es acaso la racializacin de la poltica, sobre cuyos cimientos se habr de edificar la eugenesia nazi, unas de las consecuencias del proceso de produccin histrica del saber biolgico en el marco de la episteme moderna? Tanto alemanes y judos son considerados como cuerpos que han de molarizarse en la interseccin de las operaciones de docilizacin individualizante en relacin cuerpo mltiple de la poblacin. El proyecto Nacional Socialista, llegar a plantear Foucault (2001), no es solo la destruccin de las otras vidas consideradas racialmente inferiores; otro de sus aspectos es exponer a la propia vida considerada como humanamente posible a la muerte. El riesgo de morir es uno de los principios inscritos entre los deberes fundamentales de la obediencia nazi y los objetivos esenciales de la poltica (p. 235); unos y unas, otros y otras, de lado y lado de las murallas de los campos de concentracin, habrn de mantener una relacin subjetivante disciplinaria cuyas lneas de articulacin se encuentran dispuestas en el espacio de indeterminacin que habr de sealar en qu punto cierta vida habr corresponder o acercarse a la forma/sujeto-Hombre, una vida polticamente posible, y cual habr de considerarse como mera vida. Unos y otros, sin embargo, previamente animalizados en tanto especmenes humanos.

En el campo de concentracin, la politizacin de la vida y la biologizacin de la poltica llegan a su punto extremo de no retorno, evidenciando la contigidad entre regmenes totalitarios y democracias en relacin al establecimiento de la figura de una vida puede ser considerada como no-merecedora de ser vivida, esto es, aquella vida que ha dejado de ser considerada polticamente relevante. Kelly Oliver (2009) aporta respecto a la visin oscura de Agamben, que para el ser humano reducido a la biologa, la libertad llega a ser un mero efecto de diversas causas que son reveladas por aquella y la ciencia mdica. Podemos establecer que esta determinacin de la experiencia que antecede la posibilidad de cualificacin de la vida humana, es el ejercicio ltimo que, en la mquina antropolgica moderna, ata el marco epistmico con la decisin poltica. El principio de organizacin que respecto al humano excede su propia humanidad, va a ser el objeto epistmico-poltico en torno al cual se organizarn las estrategias productivas al interior del Campo, proyectndose en el horizonte poltico ms all de las paredes de Auschwitz, Belsen, Dachau, o los centros de detencin de la dictadura chilena de Pinochet, como Villa Grimaldi o Tejas Verdes. El animal existant au-dedans, que entre los cercos del territorio de excepcin habr de estar plenamente identificado y numerado, tiene su correlato con aquellos que miran desde el otro lado del muro esperando no ser los prximos cuyo estatuto de humano vaya a ser negado. Su libertad, biolgica y polticamente establecida, pende de un hilo delgado. La individuacin biolgica inscrita en la docilizacin antomo-poltica y la regularizacin de la poblacin, en su apertura expansiva respecto al horizonte subjetivante definido por la llamada sociedad disciplinaria, encontrar en las paredes del campo de concentracin el establecimiento de una zona gris, la vergenza donde cada ciudadano se encontrar expuesto en la apertura de su animalidad. Esta zona gris, que Agamben (2000) expondr en relacin a la imposibilidad del testimonio que subyace en la experiencia de aquel que ha experimentado el horror de forma privilegiada caracterizado paradigmticamente en la figura del musselman, sealara el lugar donde el lenguaje no podra ser ms incierto, ya sea de las palabras que de ah salgan como de quienes buscan aprender algo de ello (De la Durantaye 2009). Sin embargo, podramos llevar estas conclusiones a un extremo, donde la incertidumbre de lenguaje es seal de una indeterminacin fundante de la produccin subjetiva de aquellos cuerpos despojados del auto-conocimiento, cuya vida solo reside en la reaccin de la existencia orgnica, exponiendo el carcter artificioso de la propia separacin del Hombre respecto al no-Hombre, en relacin a lo cual el humanismo encontrara inscritas las marcas de su teleologa ilustrada. La vida que no merece ser vivida bien podra ser aquella vida que no puede ser dicha, o solo puede ser dicha como negacin de las condiciones epistmicas de decibilidad de aquello que se ha alzado como la vida humanamente posible.6. Conclusin

Es que acaso esta mquina antropolgica moderna an se mantiene en funcionamiento, o bien se encuentra en crisis a partir del momento en que el rgimen normativo-disciplinario de subjetivacin en que se ha desarrollado ha comenzado a mostrar unas grietas cada vez ms profundas en las paredes del encierro que lo sostenan. Ya nos dice Foucault que el Hombre en Occidente se tratara de una invencin reciente, una figura que no tiene ni dos siglos, un simple pliegue en nuestro saber y que desaparecer en cuanto ste encuentre una nueva forma (Foucault 1968, p. 9). El propio campo de concentracin puede leerse como un punto de no-retorno de la biopoltica moderna, constituyendo una seal de los lmites epistmico-polticos en que se encontraba inscrito el sujeto-Hombre.

Hemos de notar que el que hablemos de Hombre a partir de los anlisis llevados a cabo por y desde Foucault, o el propio Agamben, se comprende porque el propio estatuto universal de la categora de hombre para representar el proyecto humanista va a ponerse en entredicho. Los escritos de estos, as como los de nosotras y nosotros, se encuentran imbricados en la crtica a aquel sujeto total que ha sido separado de la experiencia. El sujeto-Hombre no pueda ser obviado, ni disuelto en una totalidad coherente que l mismo produce a travs de la separacin. No obstante, la pregunta que cabe es, si es que como seala Deleuze, la modernidad disciplinaria ha dejado de ser la matriz respecto a la cual hemos de comprender la experiencia poltica del viviente humano, ya sin el centro estable que supona el Hombre, puede pensarse un tipo de gestin de animal humano que no corresponda ya a la figura del Hombre? Si el horizonte de la reflexin de Agamben en torno a la mquina antropolgica moderna es producir las condiciones para su inoperatividad, y entendiendo que las condiciones disciplinarias de su operatividad ya estn dejando de presentarse como las dominantes, se cumple la neutralizacin de esta mquina, an cuando las prcticas gestin sobre el animal humano parece volverse cada vez ms extremas y banales?

El binarismo adentro/afuera, an en la capacidad de disposicin reconmbinatoria espacio-temporal de los cuerpos por parte de las tecnologas disciplinarias, implicaban la aplicacin de una mquina dura que tenda a la constitucin de sujetos-individuales como molarizacin convergente de las prcticas anatomopolticas y regulatorias poblacionales. Se vuelve urgente discutir el paso hacia mquinas antropolgicas suaves, que podran corresponder a los cuerpos-humanos transmutables que caracterizan las formas de vida en en lo que se presenta momentneamente como el umbral biolgico de una modernidad ahora lquida.BibliografaAGAMBEN, G. (1998) Homo sacer: Sovereing power and Bare Life. Trad. Daniel Heller-Roazen. Stanford, California: Stanford University Press. (2000) Lo que queda de Auschwitz: El archivo y el testigo. Homo sacer III Trad. Antonio Gimeno Cuspinera . Valencia: Pre-Textos - (2001) Medios sin fin. Notas sobre la poltica. Trad. Antonio Gimeno Cuspinera,Valencia: Pre-Textos. (2006) Lo abierto: el animal y el hombre. Trad. Flavia Costa y Edgardo Castro. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora (2007) Acerca de la imposibilidad de decir yo: paradigmas epistomlogicos y paradigmas poticos en Furio Jesi, La potencia del pensamiento, pp.137-154. Trad. Flavia Costa y Edgardo Castro. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora

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Cabe considerar que biopoltica no se trata de un neologismo acuado por Foucault. Como seala Roberto Espsito (2006) el problema biopoltico haba comenzado a desarrollarse desde 1905 en la obra del politlogo y gegrafo sueco Johan Rudolph Kjellen para caracterizar una concepcin racista y organicista del Estado como rbitro de la sociedad.

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