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DELFIN RODRIGUEZ DELFINARIO DELFINARIO El anillo de PAJA «Mi padre era muy justo, salvó a 5.200 judíos en Budapest sólo porque se lo dictaba su deber moral» JUAN CARLOS SANZ-BRIZ QUIJANO ECONOMISTA Y EMPRESARIO, HIJO DEL EMBAJADOR ESPAÑOL EN FUNCIONES EN HUNGRIA ENTRE 1942 Y 1944 Los cipreses de San Atilano Los cipreses de San Atilano Los cipreses de San Atilano Apuntes para relatar la historia del cementerio de Zamora, que se construyó tras una fatídica epidemia de cólera dominical dominical ZAMORA, 4 DE NOVIEMBRE DE 2007

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DELFIN

RODRIGUEZ

DELFINARIODELFINARIOEl anillode PAJA

«Mi padre era muy justo,salvó a 5.200 judíos enBudapest sólo porque se lodictaba su deber moral»

JUAN CARLOS SANZ-BRIZ QUIJANOECONOMISTA Y EMPRESARIO, HIJO DEL

EMBAJADOR ESPAÑOL EN FUNCIONES ENHUNGRIA ENTRE 1942 Y 1944

Loscipresesde SanAtilano

Loscipresesde SanAtilano

Loscipresesde SanAtilano

Apuntes para relatar la historia del

cementerio de Zamora,que se construyó trasuna fatídica epidemia

de cólera

dominicaldominicalZAMORA, 4 DE NOVIEMBRE DE 2007

II / dominical La Opinión - El Correo / Domingo, 4 de noviembre de 2007

El pasado jueves se celebró la con-memoración que la Iglesia dedica a losFieles Difuntos y hay pocas costumbresque hayan arraigado con más fuerza

entre los fieles que la de visitar en ese díalos camposantos. Por diferentes motivos:amor, recuerdo, costumbre, son pocos loszamoranos que por estas fechas no se acer-can hasta el lugar donde están enterradossus seres queridos. Otros los visitan asi-duamente durante todo el año por volun-tad propia, y algunos, fatal destino, no van,los llevan en ese viaje sin regreso que tan-tas veces nos hace pensar en el absurdoincomprensible de la muerte.

Atraído por la curiosidad he paseadopor muchos cementerios observando ape-llidos, monumentos y costumbres de ente-rramiento, llegando a contemplar en algu-no una lápida con mi nombre y apellidosescritos sobre ella.

De mis paseos por el camposanto localde Zamora han ido surgiendo estos apun-tes para escribir su historia que he com-pletado visitando otros depósitos de cadá-veres, ahora intelectuales, como son lasbibliotecas y los archivos. El Provincial yel Diocesano tienen fondos suficientes parallenar con sus datos más páginas de las queyo podría escribir. (De la misma manera,a mi ordenador le faltan letras para agra-decer las atenciones y facilidades recibi-das en ambos de sus directores y compa-ñeros de trabajo)

En el Archivo Provincial pueden bus-carse noticias sobre nuestro camposantoespecialmente en la sección de Munici-pales: Cementerio, Obras y Actas, y en elArchivo Diocesano se hallarán en las deLibros Parroquiales y Secretaría de Cáma-ra. Pero si sus ocupaciones no le permitenacudir a ellos, en la dirección de correoque figura al final de este artículo le faci-litaré cuanta información esté a mi alcan-ce pues su difusión será la mejor forma dedar vida a unos datos que llevan muertosmuchos años.

En mis visitas a uno y otro depósitos, yal baúl sin fondo que es Internet, he reca-dado un novedoso conjunto de noticiasque unidas a las que me han aportado losfuncionarios municipales Águeda Gar-cía, Pablo Pérez y Martín Ranilla (aquienes agradezco la amable profesiona-

lidad con que me atendieron en todas mispreguntas) servirán para dar una primeravisión de la historia de este estableci-miento. Espero que otras personas intere-sadas en nuestra historia local aporten susplumas y conocimientos para completar-la pues resulta paradójico que no se hayaescrito la historia propia de este lugar don-

de vienen a terminar todas las historias.Podremos conseguirlo con esta colabora-ción pues es bueno que cualquier materiasea tratada por diferentes autores para evi-tar desenfoques personales y perfilar mejorlas siluetas que determinan la verdad ycompletan las noticias.

Mi idea es dividirla en partes. En la pri-

meras entregas trataré la situación de losenterramientos en Zamora antes de laconstrucción de nuestro cementerio. Lassiguientes, más amplias, dará datos sobrela construcción, sus circunstancias histó-ricas, económicas y de sanidad local, puescoincidió con una de las epidemias de cóle-ra morbo que ha padecido la ciudad. Porúltimo, trataré de relatar las modificacio-nes que los años le han aportado princi-palmente en su extensión.

En todas procuraré que mi descripciónsea aséptica y se limite a repetir lo quedicen los documentos, sin llevar el ascua,ni mucho menos hincar el diente, a nin-guna jugosa sardina que la situación polí-tica de la segunda mitad del s. XVIII hacetan apetecible por la tirantez de las rela-ciones entre Iglesia y Estado, Monarquíay República, carlistas y liberales.

I.- SITUACION ANTERIOR A 1834La Zamora anterior a 1834 puede decir-

se que era toda ella un auténtico cemente-rio. Se enterraba en los dos hospitales (elde los hombres o de la Encarnación, fun-dación de los Morán-Pereira, sede actualde la Diputación en la Plaza de Viriato; yel de Sotelo, o de las mujeres, en la esqui-na de las calles de S. Torcuato y Riego),en el Hospicio, en los conventos y monas-terios (13 masculinos y 11 femeninos,según Fdez-Duro) y, sobre todo, en las 27parroquias que llegaron ha existir en la ciu-dad. Cada una de ellas recibía cadáveresen su interior y, además, las del EspírituSanto, S. Esteban y S. Frontis los enterra-ba en el cementerio que tenían anejo, y laprimera, también, en su claustro.

El sistema de enterramiento era simple:un cadáver cubierto con un sudario que solíaser la misma ropa de trabajo (generalmen-te no tenían otra) o una sábana (para lospudientes el hábito de S. Francisco o el dela Virgen del Carmen era la mortaja máscomún), un hoyo en el suelo de la iglesia(los próximos al altar eran los más caros) oen el atrio que la rodeaba (generalmente des-tinado a indigentes o forasteros desconoci-dos). Tras introducir el cuerpo muerto en lafosa se cubría con tierra que los pies de losfieles se encargarían de apisonar poco a poco(en muchos casos las iglesias no estabanenlosadas y no se colocaba lápida sobre latumba. Esteras o juncos eran el pavimentomás socorrido). Pasados unos años cuyonúmero dependía de la capacidad del recin-to, se desenterraban los restos que queda-ran, se depositaban en el osario existente enla misma iglesia, generalmente dentro deella, y se colocaba en la fosa otro cadáver.

Si a este tan primitivo y natural sistemaañadimos la escasa ventilación de los tem-plos, el poco aseo de párrocos y feligresesy la falta de higiene de toda la ciudad (ElSubdelegado de Fomento decía en enero de1834:“Plazuelas y calles se hallan desem-pedradas, las basuras interceptan el paso,las aguas ya limpias ya inmundas se arro-jan a aquellas a todas horas por puertas yventanas…”) es fácil comprender cómo lasepidemias campaban a sus anchas arrasan-do periódicamente pueblos y ciudades (Lade cólera morbo se propagó en la década delos treinta, en la de los cincuenta y en la delos ochenta del s. XIX)

La coincidencia temporal de la cons-trucción del cementerio de Zamora con una

de esas epidemias ha dado lugar a pensarque esta enfermedad fue la causa que moti-vó a las autoridades para ordenar la cons-trucción; pero se trata de eso, una mera coin-cidencia. La preocupación es muy anterior.Sin remontarnos a la ley 11, título 13 de laPartida primera de Alfonso X, podemosacudir a la “Real Cédula de S. M. y seño-res del Consejo, en que por punto generalse manda restablecer el uso de cementeriosventilados para sepultar los cadáveres delos fieles” fechada el 3 de abril de 1787 ycompletada por Circular de 28 de junio de1804 dada por Godoy.

En esta R.C. Carlos III se refiere a otraepidemia desatada en la villa de Pasajes,provincia de Guipúzcoa, el año de 1781,como causa que le movió para encargar asu Consejo que “meditase el modo más pro-pio y eficaz de precaver en adelante las tris-tes resultas de esta naturaleza que solíanexperimentarse”. Oído el Consejo mandópor R. Resolución de 12 de marzo de 1787:

I. Que se cumplieran las disposicio-nes canónicas para uso y construcción decementerios según el Ritual Romano y laLey 11, título 13 de la Primera Partida querestringía el enterramiento en las iglesias alas personas por cuya muerte debieran losordinarios eclesiásticos formar proceso devirtudes o milagros.

II.- La construcción de los cemente-rios se llevaría a cabo con acuerdo de regi-dores y prelados, empezando por los luga-res que estuvieran más expuestos a la epi-demia, y los de mayor población.

III.- Se construirían fuera de las pobla-ciones en lugares ventilados siempre queno hubiera sitios espaciosos dentro de ellas,separados de las casas, inmediatos a lasparroquias. Para capilla de los cementeriosse aprovecharían las ermitas que existiesenfuera de los pueblos.

IV.- La construcción se ejecutaría conel menor coste posible bajo el plan o dise-ño que mandarían formar los párrocos deacuerdo con el corregidor.

V.- Se costearán de los caudales delas fábricas de las iglesias, si los hubiere; ylo que faltare se prorrateará entre los partí-cipes en diezmos, “inclusas mis Reales Ter-cias, Excusado y fondo Pío de Pobres”, ayu-dando también los caudales públicos con

mitad o tercera parte del gasto, según suestado, y con los terrenos en los que sehubiera de construir el cementerio.

VI.- Los Fiscales del Consejo seríanlos encargados del cumplimiento y deberí-an informarían periódicamente al rey,tomando como modelo el reglamento delR. Sitio de S. Ildefonso.

Tras estas normas legislativas pue-den citarse otras de los años 1814, 1820,1821, 1822, 1832 y 1834 que por su proli-feración nos convencen de la escasa efica-cia que tuvieron para conseguir que losespañoles abandonaran sus viejas costum-bres inhumatorias y consideraran que elenterramiento en lugar sagrado podía rea-lizarse también fuera de las iglesias. Fuenecesario que el cólera morbo (Bacilus vir-gula de Koch) asomase sus orejas mortuo-rias tras vómitos y diarreas para que lasautoridades consiguieran lo que no habíanlogrado con toneladas de bandos y prego-nes.

Por lo que atañe a las autoridades zamo-ranas, el 26 de abril de 1804 el obispo reci-bió comunicación del R. Consejo de Car-los IV diciéndole que consideraba necesa-rio retomar el tema tratado por su padre paraestablecer cementerios en que indistinta-mente se enterrasen los cadáveres de “todaclase de personas”. Para encargarse delcumplimiento de sus RR. Órdenes, a peti-ción del Sr. conde de Montarco, presidentedel Consejo, comisiona para el obispadode Zamora a D. Sebastián de Torres, quienocuparía el puesto hasta ser sustituido porD. Miguel Alfonso Villagómez el 16 deabril de 1825.

Esta circular perfeccionaba la legislaciónanterior actualizándola y encomendando laslabores de inspección del terreno y levan-tamiento de planos a médicos y arquitec-tos. Ellos se encargarían de buscar sitiosapropiados para “absorber los miasmaspútridos, y facilitar la pronta consunción odesecación de los cadáveres, evitando aunel mas remoto riesgo de filtración o comu-nicación con las aguas potables del vecin-dario”, y colocando tapias lo suficiente-mente altas para que no entraran bestias opersonas capaces de ocasionar alguna pro-fanación. Su extensión sería suficiente paraque admitiera los finados de la localidaddurante tres años y algún terreno sobrante“para ocurrencias extraordinarias” Seríaconveniente construirlos con osarios y habi-taciones para capellán y sepulturero, aun-que sólo marcaba como imprescindibles elcerramiento eficaz y una cruz en medio delterreno. Recomendaba, también, dejar espa-cios separados para enterrar sacerdotes, pár-vulos y sepulturas de distinción donde sepreservasen los derechos de personas ofamilias que los tuvieran adquiridos en lasiglesias o conventos. O para los que aspi-rasen a este honor, “pagando lo que se esti-me justo”.

No volvemos a encontrar noticias sobreese tema hasta diez años más tarde, 1814,año en el que el duque del Infantado, nue-vo presidente del Consejo, confirma en supuesto a Sebastián de Torres. El obispo, alacusar recibo de la noticia, comunica alcomisionado que ya ha elegido arquitectospara la obra y le asegura “contribuiré pormi parte a que se remuevan los obstáculosque se pueden oponer”. Cuando el temasanitario empieza a mostrarse con seriedady, sobre todo, con cercanía, por culpa de laextensión del cólera en varias poblacionesportuguesas y españolas, el conde de Cas-troterreño, gobernador político y militar dela plaza, con fecha 8 de mayo de 1833, nom-bra un magistrado especial para que vigilecon toda severidad el aislamiento de la fron-tera con Portugal “bajo pena de la vida”para los que lo incumplan, y ordena la cons-trucción de cementerios provisionales en lasparroquias, prohibiendo tajantemente el ente-rramiento dentro de las iglesias.

ISAURO PEREZ RATON

dominical / IIIDomingo, 4 de noviembre de 2007 / La Opinión - El Correo

Vista exterior del cementerio

Real Cédula

Luces y sombras de SAN ATILANO

Antes de existir el camposanto se enterraba en más decincuenta lugares distribuidos por toda la ciudad

Su construcción coincidió con una mortíferaepidemia de cólera morbo en Zamora

La historia del cementerio de Zamora está por escribir. En laspróximas semanas el Dominical de La Opinión-El Correo llevará a

cabo una aproximación al pasado y al presente del camposanto deSan Atilano, que encierra en su interior curiosas historias, y de la

que es autor Isauro Pérez Ratón

El sistema deenterramiento erasimple: un cadáver

cubierto con unsudario que solía ser

la misma ropa detrabajo (generalmenteno tenían otra) o unasábana; un hoyo en el

suelo de la iglesia.Tras introducir el

cuerpo en la fosa secubría con tierra quelos pies de los fieles

se encargarían deapisonar poco a poco

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APUNTES SOBRE LA HISTORIA DEL CEMENTERIO DE ZAMORA (I) APUNTES SOBRE LA HISTORIA DEL CEMENTERIO DE ZAMORA (I)

II / dominical La Opinión - El Correo / Domingo, 4 de noviembre de 2007

El pasado jueves se celebró la con-memoración que la Iglesia dedica a losFieles Difuntos y hay pocas costumbresque hayan arraigado con más fuerza

entre los fieles que la de visitar en ese díalos camposantos. Por diferentes motivos:amor, recuerdo, costumbre, son pocos loszamoranos que por estas fechas no se acer-can hasta el lugar donde están enterradossus seres queridos. Otros los visitan asi-duamente durante todo el año por volun-tad propia, y algunos, fatal destino, no van,los llevan en ese viaje sin regreso que tan-tas veces nos hace pensar en el absurdoincomprensible de la muerte.

Atraído por la curiosidad he paseadopor muchos cementerios observando ape-llidos, monumentos y costumbres de ente-rramiento, llegando a contemplar en algu-no una lápida con mi nombre y apellidosescritos sobre ella.

De mis paseos por el camposanto localde Zamora han ido surgiendo estos apun-tes para escribir su historia que he com-pletado visitando otros depósitos de cadá-veres, ahora intelectuales, como son lasbibliotecas y los archivos. El Provincial yel Diocesano tienen fondos suficientes parallenar con sus datos más páginas de las queyo podría escribir. (De la misma manera,a mi ordenador le faltan letras para agra-decer las atenciones y facilidades recibi-das en ambos de sus directores y compa-ñeros de trabajo)

En el Archivo Provincial pueden bus-carse noticias sobre nuestro camposantoespecialmente en la sección de Munici-pales: Cementerio, Obras y Actas, y en elArchivo Diocesano se hallarán en las deLibros Parroquiales y Secretaría de Cáma-ra. Pero si sus ocupaciones no le permitenacudir a ellos, en la dirección de correoque figura al final de este artículo le faci-litaré cuanta información esté a mi alcan-ce pues su difusión será la mejor forma dedar vida a unos datos que llevan muertosmuchos años.

En mis visitas a uno y otro depósitos, yal baúl sin fondo que es Internet, he reca-dado un novedoso conjunto de noticiasque unidas a las que me han aportado losfuncionarios municipales Águeda Gar-cía, Pablo Pérez y Martín Ranilla (aquienes agradezco la amable profesiona-

lidad con que me atendieron en todas mispreguntas) servirán para dar una primeravisión de la historia de este estableci-miento. Espero que otras personas intere-sadas en nuestra historia local aporten susplumas y conocimientos para completar-la pues resulta paradójico que no se hayaescrito la historia propia de este lugar don-

de vienen a terminar todas las historias.Podremos conseguirlo con esta colabora-ción pues es bueno que cualquier materiasea tratada por diferentes autores para evi-tar desenfoques personales y perfilar mejorlas siluetas que determinan la verdad ycompletan las noticias.

Mi idea es dividirla en partes. En la pri-

meras entregas trataré la situación de losenterramientos en Zamora antes de laconstrucción de nuestro cementerio. Lassiguientes, más amplias, dará datos sobrela construcción, sus circunstancias histó-ricas, económicas y de sanidad local, puescoincidió con una de las epidemias de cóle-ra morbo que ha padecido la ciudad. Porúltimo, trataré de relatar las modificacio-nes que los años le han aportado princi-palmente en su extensión.

En todas procuraré que mi descripciónsea aséptica y se limite a repetir lo quedicen los documentos, sin llevar el ascua,ni mucho menos hincar el diente, a nin-guna jugosa sardina que la situación polí-tica de la segunda mitad del s. XVIII hacetan apetecible por la tirantez de las rela-ciones entre Iglesia y Estado, Monarquíay República, carlistas y liberales.

I.- SITUACION ANTERIOR A 1834La Zamora anterior a 1834 puede decir-

se que era toda ella un auténtico cemente-rio. Se enterraba en los dos hospitales (elde los hombres o de la Encarnación, fun-dación de los Morán-Pereira, sede actualde la Diputación en la Plaza de Viriato; yel de Sotelo, o de las mujeres, en la esqui-na de las calles de S. Torcuato y Riego),en el Hospicio, en los conventos y monas-terios (13 masculinos y 11 femeninos,según Fdez-Duro) y, sobre todo, en las 27parroquias que llegaron ha existir en la ciu-dad. Cada una de ellas recibía cadáveresen su interior y, además, las del EspírituSanto, S. Esteban y S. Frontis los enterra-ba en el cementerio que tenían anejo, y laprimera, también, en su claustro.

El sistema de enterramiento era simple:un cadáver cubierto con un sudario que solíaser la misma ropa de trabajo (generalmen-te no tenían otra) o una sábana (para lospudientes el hábito de S. Francisco o el dela Virgen del Carmen era la mortaja máscomún), un hoyo en el suelo de la iglesia(los próximos al altar eran los más caros) oen el atrio que la rodeaba (generalmente des-tinado a indigentes o forasteros desconoci-dos). Tras introducir el cuerpo muerto en lafosa se cubría con tierra que los pies de losfieles se encargarían de apisonar poco a poco(en muchos casos las iglesias no estabanenlosadas y no se colocaba lápida sobre latumba. Esteras o juncos eran el pavimentomás socorrido). Pasados unos años cuyonúmero dependía de la capacidad del recin-to, se desenterraban los restos que queda-ran, se depositaban en el osario existente enla misma iglesia, generalmente dentro deella, y se colocaba en la fosa otro cadáver.

Si a este tan primitivo y natural sistemaañadimos la escasa ventilación de los tem-plos, el poco aseo de párrocos y feligresesy la falta de higiene de toda la ciudad (ElSubdelegado de Fomento decía en enero de1834:“Plazuelas y calles se hallan desem-pedradas, las basuras interceptan el paso,las aguas ya limpias ya inmundas se arro-jan a aquellas a todas horas por puertas yventanas…”) es fácil comprender cómo lasepidemias campaban a sus anchas arrasan-do periódicamente pueblos y ciudades (Lade cólera morbo se propagó en la década delos treinta, en la de los cincuenta y en la delos ochenta del s. XIX)

La coincidencia temporal de la cons-trucción del cementerio de Zamora con una

de esas epidemias ha dado lugar a pensarque esta enfermedad fue la causa que moti-vó a las autoridades para ordenar la cons-trucción; pero se trata de eso, una mera coin-cidencia. La preocupación es muy anterior.Sin remontarnos a la ley 11, título 13 de laPartida primera de Alfonso X, podemosacudir a la “Real Cédula de S. M. y seño-res del Consejo, en que por punto generalse manda restablecer el uso de cementeriosventilados para sepultar los cadáveres delos fieles” fechada el 3 de abril de 1787 ycompletada por Circular de 28 de junio de1804 dada por Godoy.

En esta R.C. Carlos III se refiere a otraepidemia desatada en la villa de Pasajes,provincia de Guipúzcoa, el año de 1781,como causa que le movió para encargar asu Consejo que “meditase el modo más pro-pio y eficaz de precaver en adelante las tris-tes resultas de esta naturaleza que solíanexperimentarse”. Oído el Consejo mandópor R. Resolución de 12 de marzo de 1787:

I. Que se cumplieran las disposicio-nes canónicas para uso y construcción decementerios según el Ritual Romano y laLey 11, título 13 de la Primera Partida querestringía el enterramiento en las iglesias alas personas por cuya muerte debieran losordinarios eclesiásticos formar proceso devirtudes o milagros.

II.- La construcción de los cemente-rios se llevaría a cabo con acuerdo de regi-dores y prelados, empezando por los luga-res que estuvieran más expuestos a la epi-demia, y los de mayor población.

III.- Se construirían fuera de las pobla-ciones en lugares ventilados siempre queno hubiera sitios espaciosos dentro de ellas,separados de las casas, inmediatos a lasparroquias. Para capilla de los cementeriosse aprovecharían las ermitas que existiesenfuera de los pueblos.

IV.- La construcción se ejecutaría conel menor coste posible bajo el plan o dise-ño que mandarían formar los párrocos deacuerdo con el corregidor.

V.- Se costearán de los caudales delas fábricas de las iglesias, si los hubiere; ylo que faltare se prorrateará entre los partí-cipes en diezmos, “inclusas mis Reales Ter-cias, Excusado y fondo Pío de Pobres”, ayu-dando también los caudales públicos con

mitad o tercera parte del gasto, según suestado, y con los terrenos en los que sehubiera de construir el cementerio.

VI.- Los Fiscales del Consejo seríanlos encargados del cumplimiento y deberí-an informarían periódicamente al rey,tomando como modelo el reglamento delR. Sitio de S. Ildefonso.

Tras estas normas legislativas pue-den citarse otras de los años 1814, 1820,1821, 1822, 1832 y 1834 que por su proli-feración nos convencen de la escasa efica-cia que tuvieron para conseguir que losespañoles abandonaran sus viejas costum-bres inhumatorias y consideraran que elenterramiento en lugar sagrado podía rea-lizarse también fuera de las iglesias. Fuenecesario que el cólera morbo (Bacilus vir-gula de Koch) asomase sus orejas mortuo-rias tras vómitos y diarreas para que lasautoridades consiguieran lo que no habíanlogrado con toneladas de bandos y prego-nes.

Por lo que atañe a las autoridades zamo-ranas, el 26 de abril de 1804 el obispo reci-bió comunicación del R. Consejo de Car-los IV diciéndole que consideraba necesa-rio retomar el tema tratado por su padre paraestablecer cementerios en que indistinta-mente se enterrasen los cadáveres de “todaclase de personas”. Para encargarse delcumplimiento de sus RR. Órdenes, a peti-ción del Sr. conde de Montarco, presidentedel Consejo, comisiona para el obispadode Zamora a D. Sebastián de Torres, quienocuparía el puesto hasta ser sustituido porD. Miguel Alfonso Villagómez el 16 deabril de 1825.

Esta circular perfeccionaba la legislaciónanterior actualizándola y encomendando laslabores de inspección del terreno y levan-tamiento de planos a médicos y arquitec-tos. Ellos se encargarían de buscar sitiosapropiados para “absorber los miasmaspútridos, y facilitar la pronta consunción odesecación de los cadáveres, evitando aunel mas remoto riesgo de filtración o comu-nicación con las aguas potables del vecin-dario”, y colocando tapias lo suficiente-mente altas para que no entraran bestias opersonas capaces de ocasionar alguna pro-fanación. Su extensión sería suficiente paraque admitiera los finados de la localidaddurante tres años y algún terreno sobrante“para ocurrencias extraordinarias” Seríaconveniente construirlos con osarios y habi-taciones para capellán y sepulturero, aun-que sólo marcaba como imprescindibles elcerramiento eficaz y una cruz en medio delterreno. Recomendaba, también, dejar espa-cios separados para enterrar sacerdotes, pár-vulos y sepulturas de distinción donde sepreservasen los derechos de personas ofamilias que los tuvieran adquiridos en lasiglesias o conventos. O para los que aspi-rasen a este honor, “pagando lo que se esti-me justo”.

No volvemos a encontrar noticias sobreese tema hasta diez años más tarde, 1814,año en el que el duque del Infantado, nue-vo presidente del Consejo, confirma en supuesto a Sebastián de Torres. El obispo, alacusar recibo de la noticia, comunica alcomisionado que ya ha elegido arquitectospara la obra y le asegura “contribuiré pormi parte a que se remuevan los obstáculosque se pueden oponer”. Cuando el temasanitario empieza a mostrarse con seriedady, sobre todo, con cercanía, por culpa de laextensión del cólera en varias poblacionesportuguesas y españolas, el conde de Cas-troterreño, gobernador político y militar dela plaza, con fecha 8 de mayo de 1833, nom-bra un magistrado especial para que vigilecon toda severidad el aislamiento de la fron-tera con Portugal “bajo pena de la vida”para los que lo incumplan, y ordena la cons-trucción de cementerios provisionales en lasparroquias, prohibiendo tajantemente el ente-rramiento dentro de las iglesias.

ISAURO PEREZ RATON

dominical / IIIDomingo, 4 de noviembre de 2007 / La Opinión - El Correo

Vista exterior del cementerio

Real Cédula

Luces y sombras de SAN ATILANO

Antes de existir el camposanto se enterraba en más decincuenta lugares distribuidos por toda la ciudad

Su construcción coincidió con una mortíferaepidemia de cólera morbo en Zamora

La historia del cementerio de Zamora está por escribir. En laspróximas semanas el Dominical de La Opinión-El Correo llevará a

cabo una aproximación al pasado y al presente del camposanto deSan Atilano, que encierra en su interior curiosas historias, y de la

que es autor Isauro Pérez Ratón

El sistema deenterramiento erasimple: un cadáver

cubierto con unsudario que solía ser

la misma ropa detrabajo (generalmenteno tenían otra) o unasábana; un hoyo en el

suelo de la iglesia.Tras introducir el

cuerpo en la fosa secubría con tierra quelos pies de los fieles

se encargarían deapisonar poco a poco

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APUNTES SOBRE LA HISTORIA DEL CEMENTERIO DE ZAMORA (I) APUNTES SOBRE LA HISTORIA DEL CEMENTERIO DE ZAMORA (I)

En cuanto al Ayuntamiento zamorano,las primeras informaciones que hemosencontrado sobre la construcción delcementerio se refieren a las recibidas enla sesión que celebra el 14 de mayo de1832. En ella conocen una circular de laJunta Superior de Sanidad destinada a pre-venir el cólera morbo que dice están pade-ciendo ya muchos pueblos de Europa. Enla 5ª de sus prevenciones recoge lo orde-nado en la R.C. de 3 de abril de 1787 res-ponsabilizando a las Juntas Municipales“de la omisión o lentitud con que proce-dan sobre este punto tan importante”. Porsu parte el Ayuntamiento acuerda refor-zar su Comisión de Sanidad con los Srs.Juan Fernández y Dionisio Avedillo y“que sin cesar de implorar la divinaMisericordia” se tomen todas las dispo-siciones necesarias y “se construyan, sifuere posible, dos cementerios fuera demuros, el uno en las inmediaciones de laermita arruinada de San Atilano, y el otroen las del Calvario” Para reconocer losterrenos más apropiados donde asentarestos cementerios nombran al diputadoManuel Martín y a los médicos Fran-cisco Esteban, subdelegado de Medici-na y Cirugía, y Tomás Colino, cirujanotitular de la ciudad. Acuerdan, también,comunicar al Obispo las medidas toma-das respecto a la construcción de los doscementerios.

De la construcción del Cementerio Ge-neral de San Atilano hablaremos másadelante. Del anunciado en el Calvario(Tres Cruces) no se vuelven a ver noticiasni en las actas municipales, ni en los pape-les de la Secretaría episcopal, quizás por-que el 20 de mayo de 1833 la ComisiónMunicipal del cementerio reconoce la cor-tina llamada de Benéitez (una de las situa-das junto al convento de las Claras, ubi-cado sobre el solar de la desaparecida igle-sia de San Miguel del Burgo) propiedadde D. José Pérez, quien “no tiene incon-veniente en cederla por una renta paracementerio provisional”. Sólo es nece-sario para poder utilizarla componer lapuerta y algunos portillos de la tapia, ade-más de colocar la obligatoria cruz en elcentro. Para estos gastos ofrece D. Leo-nardo Vallecillo su generosa aportacióneconómica. Mostrada por el Obispo suconformidad, se comienza de inmediatola adaptación para el nuevo destino. (Lasituación de esta cortina creemos poderfijarla en los terrenos que hoy ocupan losnúmeros 34 a 40 de la Calle de las Corti-nas de San Miguel, lugar donde poste-riormente se ubicó la primera plaza detoros fija que tuvo la ciudad)

En tanto llega un cementerio definiti-vo, el Ayuntamiento hace distribución delas parroquias para que entierren a susfinados en los diferentes cementerios quese han habilitado como provisionales. LaCorporación Municipal espera que secumpla “sin excusa ni pretexto” aunqueestá dispuesta a limar las dificultades quese presenten. Tras las modificaciones rea-lizadas por sugerencia del Obispo, Fr.Tomás de la Iglesia y España, quedandistribuidas de la forma que conocemospor la circular de S. Ilustrísima al arci-preste y párrocos de la ciudad con fecha23 de mayo exhortándoles, además, aacompañar el cadáver “para evitar algu-nas desavenencias”:

– Las parroquias de la Catedral, SanIldefonso y San Cipriano harán sus ente-rramientos en el Hospital de los Hombres.

– San Bartolomé, San Juan, San Vicen-te, San Antolín y San Esteban, en el delas Mujeres.

– Santa Lucía, San Julián y San Simón(unidas las tres), San Leonardo, SanAndrés, San Salvador, San Torcuato ySanta Mª de la Horta, en el que se habili-tará en las Cortinas de San Miguel.

– San Lázaro, en “el recinto entre suiglesia y la obra nueva para ésta”(Se esta-ba construyendo la iglesia nueva pero nose había derruido la vieja).

– San Claudio de Olivares y EspírituSanto, en “el camposanto o huerto de estaúltima”.

– San Frontis, en “el de su misma igle-sia”.

– Santo Sepulcro, “en el Huerto de suYglesia”

La circular, siguiendo la vereda de cos-tumbre, recorre las parroquias de la ciu-dad firmando el enterado cada párroco oencargado parroquial. A esta firma aña-den ligeros comentarios por los que pue-de apreciarse su conformidad con los nue-vos lugares de enterramiento aunque espe-

ran instrucciones para empezar a hacerlopara “evitar toda desavenencias y alte-ración con los interesados de los difun-tos”, según escribe Tomás Sever, párro-co de San Andrés. El párroco de San Leo-nardo dice que ya está enterrando en elcementerio de su parroquia, sin aclarar sise trata de uno propio o si es el que le hacorrespondido en la distribución munici-pal.

En la misma fecha se mueve por lasveredas diocesanas la circular que el obis-po envía a los arciprestes de la Tierra delPan, de Fuentesaúco y de Castronuevollevando las mismas órdenes dadas al deZamora para que se cumplan “desde elrecibo de ésta”.

El 6 de junio S. Ilma. pasa nuevacircular al arcipreste de Zamora en laque refiere el oficio que ha recibido delAyuntamiento capitalino comunicándo-le la orden del Capitán General de Cas-tilla la Vieja y Presidente de la JuntaSuprema de Sanidad del distrito, de fe-cha 24 de mayo, urgiéndole el cese delos enterramientos en las iglesias y laconstrucción de cementerios provisio-nales “en el preciso termino de tres dí-as”. Amenaza, de no hacerlo, con dis-poner se haga a costa de los individuosque componen la Junta de Sanidad

quienes pagarán, además, mancomuna-damente una multa de 500 ducados yambas corporaciones serán castigadassin el menor disimulo ni tolerancia. ElAyuntamiento insta al obispo a que ha-ga cumplir lo mandado y que “desdeahora cesen los enterramientos en to-das las Iglesias y cementerios provisio-nales que antes se designaron” y que“ha designado para Cementerio provi-sional el cercado del monasterio deSan Jerónimo en la porción de terrenoque se señale” para el cual manda quedisponga la bendición “en este día”.Firman la comunicación municipaljunto al Vizconde de Garcigrande,Ramón Montero y Dionisio Avedillo.Nuevamente los párrocos añaden juntoa las firmas opiniones diversas, desde“cumpliré a la letra, y sin interpreta-ción alguna lo que manda”, que diceFrancisco Calvo Coria, abad de SantaMaría la Nueva, hasta el “espero se mecomunique de oficio la construcción, yhabilitación en debida forma del ce-menterio, según previnieron las RealesOrdenes, particularmente la del dos dejunio de mil ochocientos treinta ytres”, de Antonio Braga, párroco deSan Lázaro. No tenemos noticias deque hubiera ningún enterramiento eneste cementerio.

IV / dominical La Opinión - El Correo / Domingo, 4 de noviembre de 2007

En tanto llega uncementerio definitivo,el Ayuntamiento hace

distribución de lasparroquias para que

entierren a susfinados en los

diferentescementerios que sehan habilitado como

provisionales. LaCorporación

Municipal espera quese cumpla “sin

excusa ni pretexto”aunque está

dispuesta a limar lasdificultades que se

presenten

Tumba de Jacobo Brahones

Interior de la capilla

❘❚ Viene de la página anterior

APUNTES SOBRE LA HISTORIA DEL CEMENTERIO DE ZAMORA (I)

X / dominical La Opinión - El Correo / Domingo, 11 de noviembre de 2007

En los pueblos de la diócesis los acon-tecimientos seguían un desarrollo para-lelo al de la capital puesto de manifies-to al firmar los párrocos la circular queel obispo envía a los arciprestes de Mora-leja, Toro y Fresno de Sayago en agostode 1833 impulsada por la relación que leha enviado el Intendente con el nombrede los 58 pueblos de la diócesis que aúnno han habilitado un cementerio provi-sional amparándose en la falta de fon-dos. Las anotaciones de los párrocos seprestan a diversas interpretaciones:

Moraleja: Habilitó la ermita de Sta.Ana pese a la oposición del tenedor dela llave. No tiene fondos para hacer elcementerio perpetuo pero el Ayunta-miento está dispuesto a pagarlo cuandoel Intendente le aclare “de que fondos loha de hacer”, dice su párroco ManuelPacheco.

Arcenillas: No tiene fondos, firma yrubrica Agustín Fernández Segurado.

Cazurra: Tampoco tiene fondos y símuchas necesidades, José Mulas.

Gema: Falta de medios. Está hacien-do diligencias para que se prorratee entrelos perceptores de diezmos, dice JustoPérez.

Más claro es le sobrino del cura deJambrina cuando escribe que está dis-puesto a construir el cementerio pero loslabradores están muy atareados y no pue-den acarrear la piedra “por otra comoeste pueblo y los demás tienen esta poruna ley odiosa se halla a la expectativadel proceder de la capital y pueblos dealta mayor consideración”. Nota que fir-ma a 27 de agosto “por enfermedad demi Sr. tío”, José Leyrado.

En Fuentelcarnero no tiene dineropara un cementerio nuevo. Están ente-

rrando en la ermita. Pedro VicenteMarcos

Peleas de Arriba achaca la carenciade fondos en la Tierra del Vino a “ladecadencia que ha padecido este ramo,el mas principal” y porque este asunto“es mirado por el común de las gentescomo contrario a la Religión de lo quees arto difícil desimpresionarlas” Aña-de que la capital no da ejemplo, ni lospueblos importantes que se habían ofre-cido a construir el cementerio provi-sional y el perpetuo confiando que lospagarían las fábricas y los dezmeros.Al retirase a estos la obligación porR.O. de 2 de junio pasado, “no hanvuelto a dar un paso sobre el asunto”según opina el cura Manuel Rubín deCelis Cadozos a 31 de agosto

Cuelgamures culpa del retraso a “laruina que amenaza esta Yglª la sumafalta de lo indispensable a la decenciadel culto y lo que es mas, la falta defondos”, Isidoro del Río, a 1 de sep-tiembre.

Argujillo: Por hallarse arruinada laiglesia fue necesario gastar mas de120.000 rs desde 1816, y aún debengastarse otros 25 a 30 mil. Entierranen la ermita “muy capaz y decente”.Firma Tomás Rodríguez Gago, a 3 deseptiembre.

S. Miguel de la Ribera, la viejaAldea del Palo, tampoco tienen fondosy tendrán menos a partir de ahora porfaltarles los 180 reales en que prome-dia el valor que percibía de los rompi-mientos. Entierran en una ermita fueradel pueblo afirma fr. Francisco Muri-llo en 10 de septiembre.

A Madridanos se le cayó la iglesiael 1 de abril pasado, afirma y rubricaSergio Parajes

Villalazán también expone sus razo-nes: Son escasos los fondos de la fábri-

ca y de propios y “ningunos los recur-sos de este pequeño, pero si muy mise-rable vecindario…” “ni se ha construi-do aquí cementerio, ni esto es a la ver-dad practicable”, dice su párroco,Angel José Díaz Quintana, el 18 de sep-tiembre.

En la Tierra de Toro las opinionestienen tintes parecidos:

Abezames: Los feligreses de suparroquia de S. Miguel se “hallan enextrema necesidad” pero han habilita-do la “ermita ruinosa de Nra. Sra. delMoral”, informa su párroco LázaroGallego Ortiz. Mientras que VicenteBerdión, cura de la del Salvador haceconstar “la falta de propios, y miseriaen que se halla dicho pueblo” Habíaescogido para cementerio un “lugar alrespaldo de la Yglesia del Salvador, quese halla fuera del pueblo, á la parte delNorte” pero el inspector médico deToro, D. José Col, prefiere la ermitaque “esta muy expuesta a arruinarse”

Desde Peleagonzalo, a 29 de agos-to, D. Pantaleón González informa quepor el Ayuntamiento y el infrascritocura se ha reedificado para cementeriouna ermita que se había caído cerca deeste pueblo.

En Villabuena tienen la iglesia amedio levantar. Han empezado a mar-car los cimientos y a acopiar materia-les para el cementerio pero por falta defondos han debido de suspender laobra. Firma con mano temblorosa D.Santiago Lorenzo.

Villafranca se manifiesta con rotun-didad a favor de la medida: “Esta jun-ta de sanidad sin tener fondos ni defábrica ni de propios, tendrá concluidosu cementerio y cumplido con las sobe-ranas disposiciones del doce, al contardel corriente. Con más, esta fábrica tie-ne acreditada en debida forma su mise-

ria”, firma y rubrica D. Juan Francis-co Guerra a 2 de septiembre.

Mientras el obispado trasmite conceleridad las órdenes recibidas de laautoridad política, el Ayuntamiento deZamora se afana por no faltar a su cum-plimiento. Así el 30 de agosto de 1832tienen dispuesto plano y condicionespara levantar el cementerio de S. Ati-lano y el 7 de octubre las referentes alque pretenden construir en tierra inme-diata a la ermita del Carmen. El pri-mero no presentó más dificultades peroel segundo se vio paralizado por lanecesidad de solicitar permiso al Capi-tán General de Castilla la Vieja, dadala proximidad que existe con la mura-lla. No llega el permiso hasta el 4 dediciembre.

El 8 de junio del 33 el Ayuntamien-to espera informes del Capitán Gene-ral sobre lo que considere más conve-niente para “remover los obstáculos queofrece el establecimiento de dichoscementerios provisionales” Entre ellosla comunidad del monasterio de S.Jerónimo que se queja al obispo por ladesignación de su establecimiento paracementerio.

El Intendente, que por R.D. del 2 dejunio anterior se había hecho cargo dela construcción del cementerio de S.Atilano, cree que no son suficientes losfondos de Propios ni los aportados porlas fábricas de las parroquias y pide alAyuntamiento nuevas contribuciones“fáciles, productivas y seguras” Losediles, tras conferenciar largamente,acuerdan solicitarle permiso para car-gar con las nuevas prestaciones las“corredurías de grano, vino y del car-bón y el cucharazgo de la sal” que per-tenecen a este Concejo por concesiónde Felipe III. Y mientras esperan lacontestación dividen la ciudad y sus

arrabales en 11 cuarteles, cada uno a car-go de un miembro de la corporación, paravigilar la higiene además de informarcada tercer día del número de enfermos,su enfermedad y médico que los atiende.

El primero de agosto de 1833 es con-sagrado el cementerio de S. Miguel einmediatamente empiezan a enterrar enél los finados en las siete parroquias quelo tienen asignado. Hemos contabilizadoel entierro de 81 cadáveres (19 hombres,32 mujeres y 30 párvulos) durante el añoy veintidós días que estuvo en funciona-miento. La parroquia de Sta. Lucía fue laque aportó el mayor número de inhuma-ciones con 9 hombres, 12 mujeres y 15infantes, posiblemente por estar inclui-dos en ella los feligreses de las extingui-das parroquias de S. Simón y S. Julián.Pasados 16 años, en noviembre de 1849,parece que los enterrados en S. Miguelestaban olvidados. Los arrendatarios delservicio de limpieza del municipio soli-citaron el terreno en arrendamiento parasembrarlo de forraje con el que alimentara sus mulas. Cuatro años más tarde, octu-bre de 1853, Francisco Muñoz es autori-zado para construir en la cortina una pla-za de toros de madera; aunque alguien tie-ne la necesaria sensatez para exhumarantes los restos de los inhumados en ella.El 28 de noviembre de 1853, por acuer-do del Ayuntamiento aplaudido por elObispo, los restos exhumados son trasla-dados desde la iglesia de S. Salvador, don-de se habían depositado tras la exhuma-ción, hasta el cementerio de S. Atilano.La procesión es digna de una película deBergman: Los restos van guardados enuna “tumba cubierta de negro, entonán-dose por el tránsito los salmos de cos-tumbre”, acompañan todas las autorida-des civiles y eclesiásticas precedidas delos maceros municipales vestidos de luto,y una muchedumbre de fieles y curiosos

rezan en silencio mientrasencordaban todas las cam-panas de la ciudad. Una vezllegados al camposanto secelebrará misa de réquiem,oración fúnebre y, tras elentierro de los restos, se diráun responso por las ánimasen general. El Ayuntamien-to acordó instituir una fun-ción anual conmemorativaque se pagará con las limos-nas depositadas en los cepi-llos de la capilla del cemen-terio, con disgusto del cape-llán que las consideraba pro-pias.

Ya he dicho que ademásdel cementerio de las Corti-nas de S. Miguel se estable-cieron otros provisionales enel Hospital de Hombres, enel que he contabilizado 20enterramientos, en el Hospi-tal de las Mujeres, donde hecontabilizado 95 y otros jun-to a las iglesias de S. Láza-ro, S. Frontis, Espíritu San-to y Santo Sepulcro. En estoshe contado un total de 105enterramientos

El 6 de septiembre el obis-po había notificado al arci-preste y párrocos de la capi-tal: “Me hallo con repetidasórdenes al efecto que loscadáveres sean llevados a loscementerios provisionales,acompañados, a lo menospor un sacerdote, sea o nopárroco, para evitar cualquierturbulencia: todo hasta queesté dispuesto el cementeriocomún, que será muy luego.Espero que V.V. me daránuna prueba de accesión a misinsinuaciones para evitar quenuestros enemigos murmu-ren de nosotros”.

Como se ve, no todosestaban de acuerdo sobre laconveniencia de construir uncementerio fuera de la ciu-dad: el párroco D. ManuelVaquero de Castro dice quesus feligreses residentes jun-to al cementerio de las Cor-tinas creen que esta proxi-midad “perjudica a su saludy que les obligará a abando-nar sus hogares”, y D.Tomás Sever y Guzmánescribe que se da por entera-do y lo cumplirá pese a que“no se trata de mirar por lasalubridad publica, ni decumplir con la mente de S.M. ni del Sr. Capitán Gral.que manda que se entierrefuera de la población …”Aunque la opinión mayori-taria la expresa el arcipresteD. Manuel Pacheco Comán:“Los curas estamos obe-dientes a todas las órdenesdel Gobierno, comunicadaspor el conducto de VuestraSeñoría Ilustrísima”. Esta-blecido ya el cementerio deSn Atilano era necesario unguarda que supiese leer yescribir. Comisionan a Bra-hones para “su admisión yajuste” y la elección recae enGabriel Alvarez, que iniciala nómina de sacrificadosempleados que ha tenido estaimportante dependenciamunicipal hasta llegar alactual, Martín Ranilla, per-sona amable y fiel cumpli-dora de sus obligaciones, a

quien agradecemos las múl-tiples atenciones que nosdispensó.

Por fin, “En este día 23de agosto de 1834. Seempezó a dar sepulturaeclesiástica a los cadáveres,en el cementerio de S. Ati-lano por orden de la Auto-ridad (civil, por supuesto,añadimos nosotros) el quefue bendito en el mismo díapor el licenciado D. PedroSamaniego, dignidad dearcediano de la Sta. Ygª;canónigo y etc. y goberna-dor en sede vacante”, comoescribe D. Juan Arribas,párroco de Sta. Lucía.

No resultó fácil llegar ala bendición, no tanto por laparte material de la obra,cuanto por su aspecto buro-crático. D. Ramón AlvarezHevia, prior y párroco de laiglesia del Santo Sepulcro,dependiente de la orden deS. Juan, y el bailío de Toro,su jefe inmediato, reclama-ron el derecho a bendecir-la por estar dentro de suparroquia y sujeta, por tan-to, a su jurisdicción. Parahacer valer sus derechosdirigieron varios escritos alObispado y al Ayunta-miento que no lograron suobjetivo. El gobernadoreclesiástico, D. PedroCelestino Samaniego, apo-yado por el Ayuntamiento,bendijo el cementerio elmismo día de su inaugura-ción con los entierros. Dela correspondencia mante-nida con motivo de estasdiscrepancias nos parecedeliciosa la carta que remi-te D. José García Sevilla-no, vicario del bailío enToro, a D. Pedro Celestinoen 28 de agosto. Tras inte-resarse minuciosamentepor la salud de la familia, lehabla del azote que vamatando a muchos en Toroy dice: “Lo que más nosadmira que no ataque a lospobres pordioseros, quecomen de todo, que estánllenos de miseria, duermenen los hornos, pajares,soportales, donde les cogela noche, y por el DIA pan-za al sol, y no ha muertoninguno, ni se dice sea con-tagiado de este mal” (“Vedlos pájaros del aire que nosiembran ni aran….”, recor-damos nosotros)

Cuatro fueron las perso-nas que tuvieron el desgra-ciado honor de estrenar elCementerio General de S.Atilano: Manuela Sancho,70 años, mujer de JuanAntonio Martín, fallecidade cólera morbo, no recibiólos sacramentos por “que-darse al punto muerta”. Erafeligresa de S. Cipriano.María Conde, de 61 años,consorte de Fermín Sando-val, parroquiana de Sta.Lucía. Micaela Alfonso,esposa de Ramón Cabello,y Damiana Rosete, con-sorte de Cristóbal Gonzá-lez, ambas pertenecían a laparroquia de Sto. Tomásque habían fallecido “en elHospital Colérico”.

ISAURO PEREZ RATON

dominical / XIDomingo, 11 de noviembre de 2007 / La Opinión - El Correo

Encuadre del cementerio San Atilano de Zamora

POLEMICAUna medida

No todos estaban de acuerdo sobre la convenienciade construir un camposanto fuera de la ciudad

APUNTES SOBRE LA HISTORIA DEL CEMENTERIO DE ZAMORA (II)

Además delcementerio delas Cortinas deSan Miguel seestablecieronotrosprovisionales enel Hospital deHombres, en elque hecontabilizado 20enterramientos,en el Hospital delas Mujeres,donde hecontabilizado 95y otros junto alas iglesias deSan Lázaro, SanFrontis, EspírituSanto y SantoSepulcro. Enestos he contadoun total de 105enterramientos

X / dominical La Opinión - El Correo / Domingo, 11 de noviembre de 2007

En los pueblos de la diócesis los acon-tecimientos seguían un desarrollo para-lelo al de la capital puesto de manifies-to al firmar los párrocos la circular queel obispo envía a los arciprestes de Mora-leja, Toro y Fresno de Sayago en agostode 1833 impulsada por la relación que leha enviado el Intendente con el nombrede los 58 pueblos de la diócesis que aúnno han habilitado un cementerio provi-sional amparándose en la falta de fon-dos. Las anotaciones de los párrocos seprestan a diversas interpretaciones:

Moraleja: Habilitó la ermita de Sta.Ana pese a la oposición del tenedor dela llave. No tiene fondos para hacer elcementerio perpetuo pero el Ayunta-miento está dispuesto a pagarlo cuandoel Intendente le aclare “de que fondos loha de hacer”, dice su párroco ManuelPacheco.

Arcenillas: No tiene fondos, firma yrubrica Agustín Fernández Segurado.

Cazurra: Tampoco tiene fondos y símuchas necesidades, José Mulas.

Gema: Falta de medios. Está hacien-do diligencias para que se prorratee entrelos perceptores de diezmos, dice JustoPérez.

Más claro es le sobrino del cura deJambrina cuando escribe que está dis-puesto a construir el cementerio pero loslabradores están muy atareados y no pue-den acarrear la piedra “por otra comoeste pueblo y los demás tienen esta poruna ley odiosa se halla a la expectativadel proceder de la capital y pueblos dealta mayor consideración”. Nota que fir-ma a 27 de agosto “por enfermedad demi Sr. tío”, José Leyrado.

En Fuentelcarnero no tiene dineropara un cementerio nuevo. Están ente-

rrando en la ermita. Pedro VicenteMarcos

Peleas de Arriba achaca la carenciade fondos en la Tierra del Vino a “ladecadencia que ha padecido este ramo,el mas principal” y porque este asunto“es mirado por el común de las gentescomo contrario a la Religión de lo quees arto difícil desimpresionarlas” Aña-de que la capital no da ejemplo, ni lospueblos importantes que se habían ofre-cido a construir el cementerio provi-sional y el perpetuo confiando que lospagarían las fábricas y los dezmeros.Al retirase a estos la obligación porR.O. de 2 de junio pasado, “no hanvuelto a dar un paso sobre el asunto”según opina el cura Manuel Rubín deCelis Cadozos a 31 de agosto

Cuelgamures culpa del retraso a “laruina que amenaza esta Yglª la sumafalta de lo indispensable a la decenciadel culto y lo que es mas, la falta defondos”, Isidoro del Río, a 1 de sep-tiembre.

Argujillo: Por hallarse arruinada laiglesia fue necesario gastar mas de120.000 rs desde 1816, y aún debengastarse otros 25 a 30 mil. Entierranen la ermita “muy capaz y decente”.Firma Tomás Rodríguez Gago, a 3 deseptiembre.

S. Miguel de la Ribera, la viejaAldea del Palo, tampoco tienen fondosy tendrán menos a partir de ahora porfaltarles los 180 reales en que prome-dia el valor que percibía de los rompi-mientos. Entierran en una ermita fueradel pueblo afirma fr. Francisco Muri-llo en 10 de septiembre.

A Madridanos se le cayó la iglesiael 1 de abril pasado, afirma y rubricaSergio Parajes

Villalazán también expone sus razo-nes: Son escasos los fondos de la fábri-

ca y de propios y “ningunos los recur-sos de este pequeño, pero si muy mise-rable vecindario…” “ni se ha construi-do aquí cementerio, ni esto es a la ver-dad practicable”, dice su párroco,Angel José Díaz Quintana, el 18 de sep-tiembre.

En la Tierra de Toro las opinionestienen tintes parecidos:

Abezames: Los feligreses de suparroquia de S. Miguel se “hallan enextrema necesidad” pero han habilita-do la “ermita ruinosa de Nra. Sra. delMoral”, informa su párroco LázaroGallego Ortiz. Mientras que VicenteBerdión, cura de la del Salvador haceconstar “la falta de propios, y miseriaen que se halla dicho pueblo” Habíaescogido para cementerio un “lugar alrespaldo de la Yglesia del Salvador, quese halla fuera del pueblo, á la parte delNorte” pero el inspector médico deToro, D. José Col, prefiere la ermitaque “esta muy expuesta a arruinarse”

Desde Peleagonzalo, a 29 de agos-to, D. Pantaleón González informa quepor el Ayuntamiento y el infrascritocura se ha reedificado para cementeriouna ermita que se había caído cerca deeste pueblo.

En Villabuena tienen la iglesia amedio levantar. Han empezado a mar-car los cimientos y a acopiar materia-les para el cementerio pero por falta defondos han debido de suspender laobra. Firma con mano temblorosa D.Santiago Lorenzo.

Villafranca se manifiesta con rotun-didad a favor de la medida: “Esta jun-ta de sanidad sin tener fondos ni defábrica ni de propios, tendrá concluidosu cementerio y cumplido con las sobe-ranas disposiciones del doce, al contardel corriente. Con más, esta fábrica tie-ne acreditada en debida forma su mise-

ria”, firma y rubrica D. Juan Francis-co Guerra a 2 de septiembre.

Mientras el obispado trasmite conceleridad las órdenes recibidas de laautoridad política, el Ayuntamiento deZamora se afana por no faltar a su cum-plimiento. Así el 30 de agosto de 1832tienen dispuesto plano y condicionespara levantar el cementerio de S. Ati-lano y el 7 de octubre las referentes alque pretenden construir en tierra inme-diata a la ermita del Carmen. El pri-mero no presentó más dificultades peroel segundo se vio paralizado por lanecesidad de solicitar permiso al Capi-tán General de Castilla la Vieja, dadala proximidad que existe con la mura-lla. No llega el permiso hasta el 4 dediciembre.

El 8 de junio del 33 el Ayuntamien-to espera informes del Capitán Gene-ral sobre lo que considere más conve-niente para “remover los obstáculos queofrece el establecimiento de dichoscementerios provisionales” Entre ellosla comunidad del monasterio de S.Jerónimo que se queja al obispo por ladesignación de su establecimiento paracementerio.

El Intendente, que por R.D. del 2 dejunio anterior se había hecho cargo dela construcción del cementerio de S.Atilano, cree que no son suficientes losfondos de Propios ni los aportados porlas fábricas de las parroquias y pide alAyuntamiento nuevas contribuciones“fáciles, productivas y seguras” Losediles, tras conferenciar largamente,acuerdan solicitarle permiso para car-gar con las nuevas prestaciones las“corredurías de grano, vino y del car-bón y el cucharazgo de la sal” que per-tenecen a este Concejo por concesiónde Felipe III. Y mientras esperan lacontestación dividen la ciudad y sus

arrabales en 11 cuarteles, cada uno a car-go de un miembro de la corporación, paravigilar la higiene además de informarcada tercer día del número de enfermos,su enfermedad y médico que los atiende.

El primero de agosto de 1833 es con-sagrado el cementerio de S. Miguel einmediatamente empiezan a enterrar enél los finados en las siete parroquias quelo tienen asignado. Hemos contabilizadoel entierro de 81 cadáveres (19 hombres,32 mujeres y 30 párvulos) durante el añoy veintidós días que estuvo en funciona-miento. La parroquia de Sta. Lucía fue laque aportó el mayor número de inhuma-ciones con 9 hombres, 12 mujeres y 15infantes, posiblemente por estar inclui-dos en ella los feligreses de las extingui-das parroquias de S. Simón y S. Julián.Pasados 16 años, en noviembre de 1849,parece que los enterrados en S. Miguelestaban olvidados. Los arrendatarios delservicio de limpieza del municipio soli-citaron el terreno en arrendamiento parasembrarlo de forraje con el que alimentara sus mulas. Cuatro años más tarde, octu-bre de 1853, Francisco Muñoz es autori-zado para construir en la cortina una pla-za de toros de madera; aunque alguien tie-ne la necesaria sensatez para exhumarantes los restos de los inhumados en ella.El 28 de noviembre de 1853, por acuer-do del Ayuntamiento aplaudido por elObispo, los restos exhumados son trasla-dados desde la iglesia de S. Salvador, don-de se habían depositado tras la exhuma-ción, hasta el cementerio de S. Atilano.La procesión es digna de una película deBergman: Los restos van guardados enuna “tumba cubierta de negro, entonán-dose por el tránsito los salmos de cos-tumbre”, acompañan todas las autorida-des civiles y eclesiásticas precedidas delos maceros municipales vestidos de luto,y una muchedumbre de fieles y curiosos

rezan en silencio mientrasencordaban todas las cam-panas de la ciudad. Una vezllegados al camposanto secelebrará misa de réquiem,oración fúnebre y, tras elentierro de los restos, se diráun responso por las ánimasen general. El Ayuntamien-to acordó instituir una fun-ción anual conmemorativaque se pagará con las limos-nas depositadas en los cepi-llos de la capilla del cemen-terio, con disgusto del cape-llán que las consideraba pro-pias.

Ya he dicho que ademásdel cementerio de las Corti-nas de S. Miguel se estable-cieron otros provisionales enel Hospital de Hombres, enel que he contabilizado 20enterramientos, en el Hospi-tal de las Mujeres, donde hecontabilizado 95 y otros jun-to a las iglesias de S. Láza-ro, S. Frontis, Espíritu San-to y Santo Sepulcro. En estoshe contado un total de 105enterramientos

El 6 de septiembre el obis-po había notificado al arci-preste y párrocos de la capi-tal: “Me hallo con repetidasórdenes al efecto que loscadáveres sean llevados a loscementerios provisionales,acompañados, a lo menospor un sacerdote, sea o nopárroco, para evitar cualquierturbulencia: todo hasta queesté dispuesto el cementeriocomún, que será muy luego.Espero que V.V. me daránuna prueba de accesión a misinsinuaciones para evitar quenuestros enemigos murmu-ren de nosotros”.

Como se ve, no todosestaban de acuerdo sobre laconveniencia de construir uncementerio fuera de la ciu-dad: el párroco D. ManuelVaquero de Castro dice quesus feligreses residentes jun-to al cementerio de las Cor-tinas creen que esta proxi-midad “perjudica a su saludy que les obligará a abando-nar sus hogares”, y D.Tomás Sever y Guzmánescribe que se da por entera-do y lo cumplirá pese a que“no se trata de mirar por lasalubridad publica, ni decumplir con la mente de S.M. ni del Sr. Capitán Gral.que manda que se entierrefuera de la población …”Aunque la opinión mayori-taria la expresa el arcipresteD. Manuel Pacheco Comán:“Los curas estamos obe-dientes a todas las órdenesdel Gobierno, comunicadaspor el conducto de VuestraSeñoría Ilustrísima”. Esta-blecido ya el cementerio deSn Atilano era necesario unguarda que supiese leer yescribir. Comisionan a Bra-hones para “su admisión yajuste” y la elección recae enGabriel Alvarez, que iniciala nómina de sacrificadosempleados que ha tenido estaimportante dependenciamunicipal hasta llegar alactual, Martín Ranilla, per-sona amable y fiel cumpli-dora de sus obligaciones, a

quien agradecemos las múl-tiples atenciones que nosdispensó.

Por fin, “En este día 23de agosto de 1834. Seempezó a dar sepulturaeclesiástica a los cadáveres,en el cementerio de S. Ati-lano por orden de la Auto-ridad (civil, por supuesto,añadimos nosotros) el quefue bendito en el mismo díapor el licenciado D. PedroSamaniego, dignidad dearcediano de la Sta. Ygª;canónigo y etc. y goberna-dor en sede vacante”, comoescribe D. Juan Arribas,párroco de Sta. Lucía.

No resultó fácil llegar ala bendición, no tanto por laparte material de la obra,cuanto por su aspecto buro-crático. D. Ramón AlvarezHevia, prior y párroco de laiglesia del Santo Sepulcro,dependiente de la orden deS. Juan, y el bailío de Toro,su jefe inmediato, reclama-ron el derecho a bendecir-la por estar dentro de suparroquia y sujeta, por tan-to, a su jurisdicción. Parahacer valer sus derechosdirigieron varios escritos alObispado y al Ayunta-miento que no lograron suobjetivo. El gobernadoreclesiástico, D. PedroCelestino Samaniego, apo-yado por el Ayuntamiento,bendijo el cementerio elmismo día de su inaugura-ción con los entierros. Dela correspondencia mante-nida con motivo de estasdiscrepancias nos parecedeliciosa la carta que remi-te D. José García Sevilla-no, vicario del bailío enToro, a D. Pedro Celestinoen 28 de agosto. Tras inte-resarse minuciosamentepor la salud de la familia, lehabla del azote que vamatando a muchos en Toroy dice: “Lo que más nosadmira que no ataque a lospobres pordioseros, quecomen de todo, que estánllenos de miseria, duermenen los hornos, pajares,soportales, donde les cogela noche, y por el DIA pan-za al sol, y no ha muertoninguno, ni se dice sea con-tagiado de este mal” (“Vedlos pájaros del aire que nosiembran ni aran….”, recor-damos nosotros)

Cuatro fueron las perso-nas que tuvieron el desgra-ciado honor de estrenar elCementerio General de S.Atilano: Manuela Sancho,70 años, mujer de JuanAntonio Martín, fallecidade cólera morbo, no recibiólos sacramentos por “que-darse al punto muerta”. Erafeligresa de S. Cipriano.María Conde, de 61 años,consorte de Fermín Sando-val, parroquiana de Sta.Lucía. Micaela Alfonso,esposa de Ramón Cabello,y Damiana Rosete, con-sorte de Cristóbal Gonzá-lez, ambas pertenecían a laparroquia de Sto. Tomásque habían fallecido “en elHospital Colérico”.

ISAURO PEREZ RATON

dominical / XIDomingo, 11 de noviembre de 2007 / La Opinión - El Correo

Encuadre del cementerio San Atilano de Zamora

POLEMICAUna medida

No todos estaban de acuerdo sobre la convenienciade construir un camposanto fuera de la ciudad

APUNTES SOBRE LA HISTORIA DEL CEMENTERIO DE ZAMORA (II)

Además delcementerio delas Cortinas deSan Miguel seestablecieronotrosprovisionales enel Hospital deHombres, en elque hecontabilizado 20enterramientos,en el Hospital delas Mujeres,donde hecontabilizado 95y otros junto alas iglesias deSan Lázaro, SanFrontis, EspírituSanto y SantoSepulcro. Enestos he contadoun total de 105enterramientos

X / dominical La Opinión - El Correo / Domingo, 25 de noviembre de 2007

En tanto se avanzaba en la construccióndel camposanto, la epidemia de cólera tam-poco se detenía en su camino. Tras nacer enel continente asiático había recorrido triun-fante toda Europa y, según escribe Fdez-Duro, llegó a nuestra provincia en agosto de1834, empezando por Sanzoles, pasandodespués a Villalazán, donde su párroco rea-lizó una labor caritativa muy meritoria,Villalpando, Malva,… hasta alcanzar un totalde 44 lugares en los que causó 2.235 defun-ciones de los 6.249 contagiados, según publi-có la Gaceta de Madrid el 8 de junio de 1835.El mayor número de fallecidos lo aportaronlas poblaciones mayores: Zamora tuvo 765muertos de los 1.158 contagiados; Toro 241de 549; Fuentesaúco, 147 de 367; Castro-verde, 181 de 261. Pero porcentualmente el

más afectado fue La Tuda con 4 muertos de5 contagiados. (Juan Fco Fernández Veci-lla publicó en los números 4 y 5 del Boletínde la Asociación Benito Pellitero estudioscompletísimos sobre esta epidemia)

Para combatir la plaga con mayor efica-cia los diferentes gobiernos de S. M. esta-blecieron juntas de sanidad de ámbito nacio-nal, provincial y local que trataron de con-trolar su difusión mediante medidas pre-ventivas basadas, según los conocimientosde la época, en fomentar la higiene local yaislar, en lo posible, a los enfermos. Dili-gencias que, como diría un taurino, llegabana toro pasado, pues aunque el 6 de marzo elSubdelegado de Fomento opinaba que unode los motivos del desaseo de la ciudad erala falta de conductos de desagüe y alcanta-rillado, no se tomaron medidas para corre-gir este defecto, y sólo el 12 de agosto acuer-da el Consistorio mudar de lugar los verte-

deros, especialmente los situados en la Pla-zuela de la Concepción, Dª Urraca, esquinadel Hospital y cuesta del Piñedo. Mientrastanto perduraba la situación, ordena quevayan a verter al río sus aguas mayores ymenores las personas afectadas por el cam-bio.

A pesar de las numerosas defunciones, elAyuntamiento sigue sin tomar medidas ade-cuadas por lo que el 12 de septiembre elGobernador dirige nueva comunicación alConcejo quejándose del incumplimiento desus órdenes para limpiar las calles y repararlos vertederos que se hallaban cada vez enpeores condiciones. Ordena que “en el diade mañana” se empiece a limpiar las calles,y, en 24 horas, le presenten un proyecto parareparar los vertederos. Esa desidia munici-pal debe achacarse más a la carencia de dine-ro que a la falta de voluntad, pues, a pesar delas situación paupérrima que obligaba al

Secretario a pagarse el papel de su bolsillo,como hemos dicho, el Gobernador manda quese instale el lazareto en el polvorín y nuestrosmunícipes acatan la orden y comisionan a D.José Coria, uno de ellos, para que vigile lamayor economía posible.

En tanto se consiguen nuevos fondos, vantomándose otras medidas menos costosas:

El Subdelegado, por orden real, suspendióla feria de Botijero y las aglomeraciones depersonal hasta nueva orden.

El Consistorio acuerda que un comisiona-do por cada barrio permanezca constantementeen la sala capitular “para que sin demora dencuenta a la sección permanente de Sanidad decuanto ocurra con relación a la salubridad”y que se formen juntas parroquiales com-puestas por el párroco, el alcalde del barrio yotras personas para “estar a la vista de lasenfermedades que se padezcan en aquellas,para que lo notifiquen al caballero capitulardel respectivo cuartel” y éste a la Junta deSanidad.

Esta misma junta dispone que el Ayunta-miento haga traer a la ciudad cuanto palo deenebro y yerbas aromáticas sea posible paraquemarlas en los casos oportunos, y que losbotilleros tengan prevenida la nieve necesariapara los casos de enfermedad, además de laque consumen ordinariamente. Asimismo queel Dr. D. Juan Fco Ibarra pase a practicar“una escrupulosa visita a todos los pueblosde la provincia que se hallen en estado sospe-choso” y que se visiten, también, los edificiospúblicos, conventos y demás para lograr sulimpieza.

Cuando veamos las estadísticas del fatídi-co mes de Septiembre de 1834 (Vecilla hacesobrepasar los 45 fallecidos sólamente en eldía nueve) y consideremos el pánico que abun-daría entre la población, no nos extrañará cual-quier tipo de medidas tomadas por las auto-ridades sanitarias. Algunos de los que conoci-

mos casos como la “neumonía tóxica” provo-cada por el aceite de colza (¿sería cierto?) en1981, sufrimos personalmente situaciones másaberrantes que los sahumerios previstos porlas autoridades zamoranas, siglo y medio antes,para curar el cólera.

Pero volvamos a la ignorancia científica ya la falta de medios propias de aquel momen-to: La Junta Provincial de Sanidad tenía desig-nadas casas de observación (que tengamosdocumentada, la de la marquesa de Villa-godio) y hospitales provisionales (no hemoslocalizado ninguno pero ya hemos escritoque Salustiano Caldevilla firma comoEnfermero Mayor del Hospital Provisional)para caso necesario pero carecía de camas yútiles. Propuso que los proveyese el Ayun-tamiento y éste acordó que se repartiera elabasto de las camas entre los que no sufrí-an la “carga pesada y dilatada de los alo-jamientos” a militares y funcionarios rea-les. Entre los obligados abastecedores decamas estaban los conventos religiosos. Losfranciscanos descalzos que no utilizaban esascomodidades, dicen tener “imposivilidadnotoria” de aportar las tres camas que le soli-citan.

Como hemos visto anteriormente, ademásde las medidas materiales se procuraban tam-bién las espirituales rogando la ayuda divinano sólo en oraciones particulares y parroquia-les sino también en grandes manifestacionesdevotas para favorecer el auxilio de los santospatronos de la ciudad, S. Atilano y S. Ildefon-

so, y de la pequeña Cruz de Carne que goza-ba fama de milagrera y tenía gran número dedevotos.

Es la misma Junta Provincial de Sanidad laque el 30 de julio recomienda al Ayuntamien-to, además de diversas medidas de aseo y lim-pieza para la ciudad, “la necesidad de que sehaga una solemne rogativa a la Sta. reliquiade la Cruz de Carne, y la adoración de éstapara implorar los auxilios divinos para con-seguir que esta capital no sea invadida delcruel azote del cólera morbo” Que se haga conla “brevedad y urgencia que exige”

Tanto Fernández Duro en sus Memorias,tomo IV, pg. 253, como Ursicino Álvarez ensu Historia General, pg. 371, aseguran que laCruz de Carne fue sacada dos veces en proce-sión por las calles de Zamora durante esta epi-demia. Lo que yo he encontrado en las actasde las reuniones municipales es lo que sigue:

El 6/ago/34 el abad de S. Benito comuni-ca que está dispuesto a exponer durante nue-ve días a la adoración pública la Cruz de Car-ne a partir del día siguiente

El 13, Zuazo propone a sus compañeros deConsistorio que se saquen las reliquias de S.Ildefonso y S. Atilano pues “cuando la Divi-na Justicia con actos extraordinarios de rigorse manifiesta ofendida es un deber de todoslos cristianos piadosos recurrir con oracionesy súplicas a desarmar la cólera del cielo pormedio de nuestros abogados y medianeros”pues sabidos son los milagros operados lasveces que se han sacado y pocas ha sido tan

necesario como ahora que se halla España afli-gida “por la funesta epidemia que nacida enlas riveras del Indo, después de recorrer granparte de Asia y haber devastado la Europa,ejerce su influjo mortífero tan cerca de noso-tros” Tras su larga exhortación dice que debensacarse los Cuerpos Santos el último día de unsolemne novenario. El Ayuntamiento acuerdahacerlo con el voto contrario del pragmáticoD. José Pérez Gorjón que opina debe espe-rarse a saber si hay fondos para pagar los gas-tos.

El 23 de agosto nuevamente el Ayunta-miento delibera sobre la conveniencia de sacarla Cruz de Carne y acuerda consultárselo alGobernador Civil

El 4 de septiembre determina el Ayunta-miento establecer por voto perpetuo de ciu-dad dos días del mes de Septiembre “para quelibre a esta población de las calamidadespublicas como las que ahora esta experimen-tando”

El 9 de septiembre Brahones insiste, pesea la prohibición del Secretario de Estado yMinistro del Interior, sobre la conveniencia desacar las santas reliquias de la Cruz de Carney Cuerpos Santos pues “Los estragos del malque nos aflige han llegado al último extremoen esta población pudiendo asegurarse que enninguna los ha hecho mayores con proporciónal vecindario” El Pleno municipal lo comi-siona para que se dirija a los gobernadores civily militar solicitando autorización para sacar-las. El Civil contesta cuatro días más tardediciendo que Brahones que carece de repre-sentatividad para hacer la consulta; y, a pesarde todo, prohíbe la salida de las reliquias.

En estas circunstancias materiales y espiri-tuales el Gobernador Civil envía un oficio alAyuntamiento para decirle que, bendecido elcementerio, se empiece a enterrar en él pro-curando hacerlo a la noche o al amanecer sinacompañamiento de familiares por si el núme-ro de cadáveres fuese excesivo y que los de S.Lázaro y Olivares procuren no cruzar la ciu-dad o lo hagan con la menor travesía posible.

Para encontrar justificación a las medidasreseñadas hasta ahora veamos un resumen,parroquia a parroquia, del número de enterra-mientos que registran en sus libros durante loscinco meses de 1834 en los que evolucionó laenfermedad.

Tras observar la tabla, a primera vista nosllaman la atención dos cosas: La primera esque los fallecidos contabilizados no alcanzanel número de 765 que da el BOE, pese a quenosotros hemos contabilizado todos los ente-rramientos de las parroquias y la Gaceta pare-ce referirse solamente a los que fallecieron porel cólera morbo. La diferencia es muy supe-rior a lo que pudiera suponerse por los natura-les olvidos u ocultaciones, especialmente abun-dantes en las parroquias de Espíritu Santo, S.Isidoro, S. Ildefonso y Sta. Mª La Nueva

La segunda sorpresa nos la proporciona elhecho de que no fueron los párvulos quienessufrieron más bajas durante la epidemia, sinolas mujeres, contra todo pronóstico pues siem-pre han demostrado mayor fortaleza que loshombres tanto en los sufrimientos físicos comoen los psicológicos. Quizás su sacrificada laborde atención a los enfermos las puso en mayorriesgo de contagio

Otros datos curiosos que podemos añadir:La parroquia de Santiago del Burgo que duran-te todo el año 1833 había tenido solamente cua-tro defunciones pasó a tener 20 durante el añosiguiente. Entre ellos, su párroco D. ManuelSevillano que falleció el 1 de octubre, y Dª Mªde Gracia Martínez y Salmerón, esposa delalcalde mayor de Zamora, D. Ildefonso Jº Frí-as, muerta el 22 de septiembre. S. Cipriano quehabía tenido un solo entierro en los meses deJunio y Julio llegó a enterrar 17 fallecidos entreel 5 y el 15 de Septiembre. Cinco de ellos enun solo día. En S. Torcuato murieron seis per-sonas el día nueve.

Quizás fue ese miedo a lo cercano de unamuerte dolorosa lo que motivo la “caída” queen 11 de agosto tuvo el joven de 17 años Aqui-lino García, desde el Puente Mayor al Duero“donde se reventó contra las piedras”.

ISAURO PEREZ RATON

dominical / XIDomingo, 25 de noviembre de 2007 / La Opinión - El Correo

El cólera llegó anuestra provincia

en agosto de1834, empezando

por Sanzoles,pasando después

a Villalazán,donde su párrocorealizó una labor

muy meritoria,hasta alcanzar

6.249contagiados

Según el BOE,Zamora tuvo 765

muertos; Toro,241; Fuentesaúco,147; Castroverde,

181; peroporcentualmenteel más afectado

fue La Tuda, con 4 muertos de 5

contagiados

APUNTES SOBRE LA HISTORIA DEL CEMENTERIO (IV)

H M P H M P H M P H M P H M P

E. Santo 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0

S. Andrés 0 0 0 0 1 0 2 1 0 6 17 3 2 0 0

S. Antolín 0 1 0 1 0 0 1 1 0 4 7 6 1 1 2

Bartolomé 0 0 0 0 1 2 0 2 1 3 9 3 0 0 0

S. Cipriano 0 0 0 0 1 0 2 0 0 4 16 2 0 0 0

S. Claudio 1 0 0 0 0 0 3 2 0 4 3 0 0 0 0

S. Esteban 0 3 0 0 0 1 3 2 3 4 3 5 0 1 0

S. Frontis 1 0 1 0 0 1 2 0 1 12 14 6 2 0 1

S. Isidoro 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 0 1 0 0

S. Juan 1 1 2 1 0 1 3 8 0 3 16 2 0 1 3

S. Lázaro 0 0 0 0 1 2 4 4 1 15 15 9 1 3 2

S. Leonardo 0 1 0 0 0 0 0 0 0 3 10 3 0 0 0

S. Ildefonso 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2 3 0 0 1 0

S. Salvador 0 0 0 0 1 2 0 2 1 9 8 4 0 0 2

S. Torcuato 0 1 0 0 0 0 0 1 0 15 19 4 0 2 0

S. Vicente 0 0 0 0 0 0 0 0 1 15 10 9 0 0 1

S.I Catedral 0 0 0 0 1 0 0 1 0 1 0 0 0 1 0

Sta. Lucía 3 0 0 1 2 0 3 12 2 5 12 7 0 3 2

Mª Nueva 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

Santiago 0 0 0 0 0 1 0 0 0 4 5 2 1 0 1

StºSepulcro 0 0 1 0 1 0 0 2 2 2 5 0 1 1 0

Sto. Tomás 0 0 0 0 1 0 3 4 4 5 4 1 0 1 2

TOTALES 6 7 4 3 11 10 26 42 16 117 178 66 9 1516

Total mes 17 24 84 361 40

NUMERO DE ENTERRAMIENTOS

PARROQUIA JUNIO JULIO AGOSTO SEPTIEMBRE OCTUBRE

Aclaraciones: H = Hombres, M = Mujeres, P = Párvulos

Avanza laconstrucción del

CAMPOSANTO

X / dominical La Opinión - El Correo / Domingo, 25 de noviembre de 2007

En tanto se avanzaba en la construccióndel camposanto, la epidemia de cólera tam-poco se detenía en su camino. Tras nacer enel continente asiático había recorrido triun-fante toda Europa y, según escribe Fdez-Duro, llegó a nuestra provincia en agosto de1834, empezando por Sanzoles, pasandodespués a Villalazán, donde su párroco rea-lizó una labor caritativa muy meritoria,Villalpando, Malva,… hasta alcanzar un totalde 44 lugares en los que causó 2.235 defun-ciones de los 6.249 contagiados, según publi-có la Gaceta de Madrid el 8 de junio de 1835.El mayor número de fallecidos lo aportaronlas poblaciones mayores: Zamora tuvo 765muertos de los 1.158 contagiados; Toro 241de 549; Fuentesaúco, 147 de 367; Castro-verde, 181 de 261. Pero porcentualmente el

más afectado fue La Tuda con 4 muertos de5 contagiados. (Juan Fco Fernández Veci-lla publicó en los números 4 y 5 del Boletínde la Asociación Benito Pellitero estudioscompletísimos sobre esta epidemia)

Para combatir la plaga con mayor efica-cia los diferentes gobiernos de S. M. esta-blecieron juntas de sanidad de ámbito nacio-nal, provincial y local que trataron de con-trolar su difusión mediante medidas pre-ventivas basadas, según los conocimientosde la época, en fomentar la higiene local yaislar, en lo posible, a los enfermos. Dili-gencias que, como diría un taurino, llegabana toro pasado, pues aunque el 6 de marzo elSubdelegado de Fomento opinaba que unode los motivos del desaseo de la ciudad erala falta de conductos de desagüe y alcanta-rillado, no se tomaron medidas para corre-gir este defecto, y sólo el 12 de agosto acuer-da el Consistorio mudar de lugar los verte-

deros, especialmente los situados en la Pla-zuela de la Concepción, Dª Urraca, esquinadel Hospital y cuesta del Piñedo. Mientrastanto perduraba la situación, ordena quevayan a verter al río sus aguas mayores ymenores las personas afectadas por el cam-bio.

A pesar de las numerosas defunciones, elAyuntamiento sigue sin tomar medidas ade-cuadas por lo que el 12 de septiembre elGobernador dirige nueva comunicación alConcejo quejándose del incumplimiento desus órdenes para limpiar las calles y repararlos vertederos que se hallaban cada vez enpeores condiciones. Ordena que “en el diade mañana” se empiece a limpiar las calles,y, en 24 horas, le presenten un proyecto parareparar los vertederos. Esa desidia munici-pal debe achacarse más a la carencia de dine-ro que a la falta de voluntad, pues, a pesar delas situación paupérrima que obligaba al

Secretario a pagarse el papel de su bolsillo,como hemos dicho, el Gobernador manda quese instale el lazareto en el polvorín y nuestrosmunícipes acatan la orden y comisionan a D.José Coria, uno de ellos, para que vigile lamayor economía posible.

En tanto se consiguen nuevos fondos, vantomándose otras medidas menos costosas:

El Subdelegado, por orden real, suspendióla feria de Botijero y las aglomeraciones depersonal hasta nueva orden.

El Consistorio acuerda que un comisiona-do por cada barrio permanezca constantementeen la sala capitular “para que sin demora dencuenta a la sección permanente de Sanidad decuanto ocurra con relación a la salubridad”y que se formen juntas parroquiales com-puestas por el párroco, el alcalde del barrio yotras personas para “estar a la vista de lasenfermedades que se padezcan en aquellas,para que lo notifiquen al caballero capitulardel respectivo cuartel” y éste a la Junta deSanidad.

Esta misma junta dispone que el Ayunta-miento haga traer a la ciudad cuanto palo deenebro y yerbas aromáticas sea posible paraquemarlas en los casos oportunos, y que losbotilleros tengan prevenida la nieve necesariapara los casos de enfermedad, además de laque consumen ordinariamente. Asimismo queel Dr. D. Juan Fco Ibarra pase a practicar“una escrupulosa visita a todos los pueblosde la provincia que se hallen en estado sospe-choso” y que se visiten, también, los edificiospúblicos, conventos y demás para lograr sulimpieza.

Cuando veamos las estadísticas del fatídi-co mes de Septiembre de 1834 (Vecilla hacesobrepasar los 45 fallecidos sólamente en eldía nueve) y consideremos el pánico que abun-daría entre la población, no nos extrañará cual-quier tipo de medidas tomadas por las auto-ridades sanitarias. Algunos de los que conoci-

mos casos como la “neumonía tóxica” provo-cada por el aceite de colza (¿sería cierto?) en1981, sufrimos personalmente situaciones másaberrantes que los sahumerios previstos porlas autoridades zamoranas, siglo y medio antes,para curar el cólera.

Pero volvamos a la ignorancia científica ya la falta de medios propias de aquel momen-to: La Junta Provincial de Sanidad tenía desig-nadas casas de observación (que tengamosdocumentada, la de la marquesa de Villa-godio) y hospitales provisionales (no hemoslocalizado ninguno pero ya hemos escritoque Salustiano Caldevilla firma comoEnfermero Mayor del Hospital Provisional)para caso necesario pero carecía de camas yútiles. Propuso que los proveyese el Ayun-tamiento y éste acordó que se repartiera elabasto de las camas entre los que no sufrí-an la “carga pesada y dilatada de los alo-jamientos” a militares y funcionarios rea-les. Entre los obligados abastecedores decamas estaban los conventos religiosos. Losfranciscanos descalzos que no utilizaban esascomodidades, dicen tener “imposivilidadnotoria” de aportar las tres camas que le soli-citan.

Como hemos visto anteriormente, ademásde las medidas materiales se procuraban tam-bién las espirituales rogando la ayuda divinano sólo en oraciones particulares y parroquia-les sino también en grandes manifestacionesdevotas para favorecer el auxilio de los santospatronos de la ciudad, S. Atilano y S. Ildefon-

so, y de la pequeña Cruz de Carne que goza-ba fama de milagrera y tenía gran número dedevotos.

Es la misma Junta Provincial de Sanidad laque el 30 de julio recomienda al Ayuntamien-to, además de diversas medidas de aseo y lim-pieza para la ciudad, “la necesidad de que sehaga una solemne rogativa a la Sta. reliquiade la Cruz de Carne, y la adoración de éstapara implorar los auxilios divinos para con-seguir que esta capital no sea invadida delcruel azote del cólera morbo” Que se haga conla “brevedad y urgencia que exige”

Tanto Fernández Duro en sus Memorias,tomo IV, pg. 253, como Ursicino Álvarez ensu Historia General, pg. 371, aseguran que laCruz de Carne fue sacada dos veces en proce-sión por las calles de Zamora durante esta epi-demia. Lo que yo he encontrado en las actasde las reuniones municipales es lo que sigue:

El 6/ago/34 el abad de S. Benito comuni-ca que está dispuesto a exponer durante nue-ve días a la adoración pública la Cruz de Car-ne a partir del día siguiente

El 13, Zuazo propone a sus compañeros deConsistorio que se saquen las reliquias de S.Ildefonso y S. Atilano pues “cuando la Divi-na Justicia con actos extraordinarios de rigorse manifiesta ofendida es un deber de todoslos cristianos piadosos recurrir con oracionesy súplicas a desarmar la cólera del cielo pormedio de nuestros abogados y medianeros”pues sabidos son los milagros operados lasveces que se han sacado y pocas ha sido tan

necesario como ahora que se halla España afli-gida “por la funesta epidemia que nacida enlas riveras del Indo, después de recorrer granparte de Asia y haber devastado la Europa,ejerce su influjo mortífero tan cerca de noso-tros” Tras su larga exhortación dice que debensacarse los Cuerpos Santos el último día de unsolemne novenario. El Ayuntamiento acuerdahacerlo con el voto contrario del pragmáticoD. José Pérez Gorjón que opina debe espe-rarse a saber si hay fondos para pagar los gas-tos.

El 23 de agosto nuevamente el Ayunta-miento delibera sobre la conveniencia de sacarla Cruz de Carne y acuerda consultárselo alGobernador Civil

El 4 de septiembre determina el Ayunta-miento establecer por voto perpetuo de ciu-dad dos días del mes de Septiembre “para quelibre a esta población de las calamidadespublicas como las que ahora esta experimen-tando”

El 9 de septiembre Brahones insiste, pesea la prohibición del Secretario de Estado yMinistro del Interior, sobre la conveniencia desacar las santas reliquias de la Cruz de Carney Cuerpos Santos pues “Los estragos del malque nos aflige han llegado al último extremoen esta población pudiendo asegurarse que enninguna los ha hecho mayores con proporciónal vecindario” El Pleno municipal lo comi-siona para que se dirija a los gobernadores civily militar solicitando autorización para sacar-las. El Civil contesta cuatro días más tardediciendo que Brahones que carece de repre-sentatividad para hacer la consulta; y, a pesarde todo, prohíbe la salida de las reliquias.

En estas circunstancias materiales y espiri-tuales el Gobernador Civil envía un oficio alAyuntamiento para decirle que, bendecido elcementerio, se empiece a enterrar en él pro-curando hacerlo a la noche o al amanecer sinacompañamiento de familiares por si el núme-ro de cadáveres fuese excesivo y que los de S.Lázaro y Olivares procuren no cruzar la ciu-dad o lo hagan con la menor travesía posible.

Para encontrar justificación a las medidasreseñadas hasta ahora veamos un resumen,parroquia a parroquia, del número de enterra-mientos que registran en sus libros durante loscinco meses de 1834 en los que evolucionó laenfermedad.

Tras observar la tabla, a primera vista nosllaman la atención dos cosas: La primera esque los fallecidos contabilizados no alcanzanel número de 765 que da el BOE, pese a quenosotros hemos contabilizado todos los ente-rramientos de las parroquias y la Gaceta pare-ce referirse solamente a los que fallecieron porel cólera morbo. La diferencia es muy supe-rior a lo que pudiera suponerse por los natura-les olvidos u ocultaciones, especialmente abun-dantes en las parroquias de Espíritu Santo, S.Isidoro, S. Ildefonso y Sta. Mª La Nueva

La segunda sorpresa nos la proporciona elhecho de que no fueron los párvulos quienessufrieron más bajas durante la epidemia, sinolas mujeres, contra todo pronóstico pues siem-pre han demostrado mayor fortaleza que loshombres tanto en los sufrimientos físicos comoen los psicológicos. Quizás su sacrificada laborde atención a los enfermos las puso en mayorriesgo de contagio

Otros datos curiosos que podemos añadir:La parroquia de Santiago del Burgo que duran-te todo el año 1833 había tenido solamente cua-tro defunciones pasó a tener 20 durante el añosiguiente. Entre ellos, su párroco D. ManuelSevillano que falleció el 1 de octubre, y Dª Mªde Gracia Martínez y Salmerón, esposa delalcalde mayor de Zamora, D. Ildefonso Jº Frí-as, muerta el 22 de septiembre. S. Cipriano quehabía tenido un solo entierro en los meses deJunio y Julio llegó a enterrar 17 fallecidos entreel 5 y el 15 de Septiembre. Cinco de ellos enun solo día. En S. Torcuato murieron seis per-sonas el día nueve.

Quizás fue ese miedo a lo cercano de unamuerte dolorosa lo que motivo la “caída” queen 11 de agosto tuvo el joven de 17 años Aqui-lino García, desde el Puente Mayor al Duero“donde se reventó contra las piedras”.

ISAURO PEREZ RATON

dominical / XIDomingo, 25 de noviembre de 2007 / La Opinión - El Correo

El cólera llegó anuestra provincia

en agosto de1834, empezando

por Sanzoles,pasando después

a Villalazán,donde su párrocorealizó una labor

muy meritoria,hasta alcanzar

6.249contagiados

Según el BOE,Zamora tuvo 765

muertos; Toro,241; Fuentesaúco,147; Castroverde,

181; peroporcentualmenteel más afectado

fue La Tuda, con 4 muertos de 5

contagiados

APUNTES SOBRE LA HISTORIA DEL CEMENTERIO (IV)

H M P H M P H M P H M P H M P

E. Santo 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0

S. Andrés 0 0 0 0 1 0 2 1 0 6 17 3 2 0 0

S. Antolín 0 1 0 1 0 0 1 1 0 4 7 6 1 1 2

Bartolomé 0 0 0 0 1 2 0 2 1 3 9 3 0 0 0

S. Cipriano 0 0 0 0 1 0 2 0 0 4 16 2 0 0 0

S. Claudio 1 0 0 0 0 0 3 2 0 4 3 0 0 0 0

S. Esteban 0 3 0 0 0 1 3 2 3 4 3 5 0 1 0

S. Frontis 1 0 1 0 0 1 2 0 1 12 14 6 2 0 1

S. Isidoro 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 0 1 0 0

S. Juan 1 1 2 1 0 1 3 8 0 3 16 2 0 1 3

S. Lázaro 0 0 0 0 1 2 4 4 1 15 15 9 1 3 2

S. Leonardo 0 1 0 0 0 0 0 0 0 3 10 3 0 0 0

S. Ildefonso 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2 3 0 0 1 0

S. Salvador 0 0 0 0 1 2 0 2 1 9 8 4 0 0 2

S. Torcuato 0 1 0 0 0 0 0 1 0 15 19 4 0 2 0

S. Vicente 0 0 0 0 0 0 0 0 1 15 10 9 0 0 1

S.I Catedral 0 0 0 0 1 0 0 1 0 1 0 0 0 1 0

Sta. Lucía 3 0 0 1 2 0 3 12 2 5 12 7 0 3 2

Mª Nueva 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

Santiago 0 0 0 0 0 1 0 0 0 4 5 2 1 0 1

StºSepulcro 0 0 1 0 1 0 0 2 2 2 5 0 1 1 0

Sto. Tomás 0 0 0 0 1 0 3 4 4 5 4 1 0 1 2

TOTALES 6 7 4 3 11 10 26 42 16 117 178 66 9 1516

Total mes 17 24 84 361 40

NUMERO DE ENTERRAMIENTOS

PARROQUIA JUNIO JULIO AGOSTO SEPTIEMBRE OCTUBRE

Aclaraciones: H = Hombres, M = Mujeres, P = Párvulos

Avanza laconstrucción del

CAMPOSANTO

X / dominical La Opinión - El Correo / Domingo, 2 de diciembre de 2007

Hemos visto los problemas queha tenido que resolver el munici-pio zamorano para conseguir un

moderno cementerio general alejado de laciudad (más entonces, por la carencia deautomóviles) y ventilado, como mandabala R. C. de Carlos III; pero ¿cómo eraaquel cementerio?

La primera respuesta que se me ocurrees “pequeño” El camposanto inauguradoel 23 de agosto de 1834 era un rectánguloque medía 92 metros de Norte a Sur y 67de Este a Oeste. Valladado con tapia demampostería en todo su contorno, excep-to la parte donde apoyaban los edificios,y una puerta para entrada de carros en lapared norte. Su fachada principal era lasituada al Oeste, frente al camino de Mo-rales (Salamanca estaba demasiado lejospara tomarla como referencia). En el cen-tro de ella se hallaba la capilla, cuya puer-ta y espadaña son las que forman ahora laentrada principal, y cuya nave única esta-ba situada sobre lo que hoy es el patio deentrada al camposanto. La pared del Nor-te de la capilla tenía una puerta que co-municaba con la casa del conserje. Estabaésta formada por habitación (suponemosque sería una cocina-comedor-estar), al-coba y sala, a continuación de la viviendahabía otra dependencia que podía ser unalmacén. Sobre la pared sur se apoyaba lallamada habitación del capellán (creemosque sería un despacho) sin alcoba.

En el lado contrario a la entrada, en lapared este de la necrópolis, se construiríaa partir de 1844 una galería de arcos connichos adosada al edificio del depósito decadáveres y cuarto de autopsias. (Para laarcada. dice Fdez-Duro en sus Memo-rias… pg. 368, que se utilizaron las co-lumnas del arroñado monasterio de S. Je-rónimo. No hemos encontrado otra refe-rencia documental sobre ese tema) Cadaarco de la galería medía, aproximada-mente, 4 metros de anchura y el doble defondo, acogiendo seis andanadas de ni-chos (excepto los arcos 1º y 10º que tení-an siete) con cinco unidades en cada unade ellas. En distintas fases llegaron aconstruirse en este columbario hasta 11arcos que cubrían un total de 340 nichos.Dos caminos perpendiculares de 1´50 m.de anchura dividían el terreno situado en-tre la capilla y la galería en cuatro partescasi iguales dos a dos, siendo ligeramentemenores las más próximas a la capilla. Enla intersección de los caminos se formabauna pequeña plaza circular en cuyo cen-tro se encontraría la cruz obligatoria. Da-mos estos datos mirando el plano forma-do por Isidro Selva al realizar la primeraampliación en 1854.

Antes de hablar de ese aumento delcamposanto trataré de la construcción deunos servicios muy necesarios para el ce-menterio. Ya sabemos que prontamentese dotó al servicio funerario municipal deun carro para el transporte de los cadáve-res desde la casa mortuoria hasta S. Atila-no. Este vehículo requería un local paraguardarlo más una caballería que lo arras-trase, y la caballería necesitaba una cua-dra donde vivir, por lo que fue necesarioconstruir cochera y cuadra. Debieron edi-ficarse en la pared oeste, a continuaciónde la casa del conserje. La entrada estaríahacia el exterior del cementerio, cosa im-posible en la actualidad por el talud for-mado para hacer más transitable la calleque conduce a la entrada del cementerio.

El 13 de mayo de 1835 Brahones so-licitó varios pies de árboles de Valorio pa-ra la obra, madera que el Ayuntamiento leconcede. El 2 de junio es el maestro deobras Julián Ballestero el que recibe 30cargas de cal para el mismo fin. De la se-mana que finaliza el 6 de junio tenemosrelación de los 3 oficiales y 7 peones que

cobraron 383 rs y 15 maravedís (a razónde 7 rs/día los primeros y 4 rs/día los se-gundos) por trabajar en la construcciónde cuadra y cochera. Las semanas si-guientes continúa la tarea con compras dediferentes materiales (50 cargas de cal, a2 ? rs cada carga; 15 varas de tabla chi-lla, a 5 rs la vara;3.800 tejas, a Vi-teria Vaquero, a8 rs el ciento, etc.)y una concurren-cia de trabajado-res oscilante entrelos 2 oficiales y 2peones que em-piezan el 13 deabril y los 4 ofi-ciales y 6 peonesque finalizan el21 de junio. Deigual forma lospagos se diversifi-can desde los 7reales abonados aun preso por des-cargar 8 carros depiedra, hasta elimporte descono-cido de un librode caja para queel conserje asientelos nombres detodos los inhuma-dos, o desde los64 rs por 1.600adobes, a los 8cuartos (un real) por 4 cargas de agua“para beber los operarios”

A finales de Agosto tanto estas obrascomo las de la capilla estaban finalizadaspor lo que se podía proceder a la bendi-ción de ésta. Y hablar de bendición sería

repetir los problemas burocráticos, yacitados al relatar la bendición del cemen-terio, entre el párroco del Sto. Sepulcro,como representante de la orden de S.Juan, y el obispado de Zamora, (con sedevacante por fallecimiento, el 21 de mayode 1834, del obispo fray Tomás de la

Iglesia y España)que contaba con elapoyo del Ayunta-miento. Esta vez,aunque peleadas,fueron aceptadaspor los sanjuanis-tas con más resig-nación las imposi-ciones diocesanas,y el 20 de agostode 1835 D. PedroCelestino Sama-niego, toresano él,Gobernador delObispado, VicarioCastrense y de lavicaria de Alba yAliste, procedió ala bendición de lanueva obra utili-zando los orna-mentos religiososllevados, bajo in-ventario, del orato-rio existente en laCasa Consistorial,y el acompaña-miento de música,salmista, acólitos y

vino generoso como complemento de unbuen chocolate con bizcochos, ¡faltaríamás! No faltó el chocolate ni el acompa-ñamiento de todas las campanas zamora-nas incluidas las del reloj y de la queda,según nos cuentan los documentos.

Tampoco faltaron gastos hasta que fueposible realizar la bendición: Por esco-bas, palas, docena y media de huevospara limpiar los cuadros, y una carga deladrillos “para los vasos en donde se co-locan los Stos S. Ildefonso y S. Atilano”se abonaron 15 rs

A los obreros que condujeron los efec-tos de la “capilla de la Convalecencia yotras cosas que se les mandó hacer en ladel cementerio” se le pagaron 6 rs

Los marcos de cerezo con clavos ro-manos para la capilla costaron 26 rs Laspalabras sacras y poner los cristales enellas, 20 rs. Las escarpias para fijar cruci-fijo y cuadros, y una “almofia” para lapila del agua bendita, 11 rs

Víctor Caldevila cobró 540 rs porpintar las cinco puertas, cuatro ventanas,pedestales, pilas, etc.

El 21 de agosto pagaron por una cajacuadrada para las hostias 8 rs, por una ca-ja redonda para lo mismo, 10 rs y porcomponer los bancos de la iglesia y loscajones de la sacristía, 4 rs más.

Otra nota que presenta Brahones ha-ce cuenta de 155 rs de gastos que tuvoantes y después de la bendición de la ca-pilla: Por transporte desde la Convalecen-cia y colocación de muebles y ornamen-tos, por limpieza, para “dar el chocolateal Sr. Samaniego”, para la cena del sar-gento de guardia,… para el monaco de S.Juan, etc.

Waldo Blanco recibió 300 rs por la“música de la capilla que fue a la bendi-ción de la del Cementerio y asistencia decuatro acólitos y el salmista”

La víspera de la inauguración llevaronde la casa de Francisco Puga: 1 botellade licor de 10 rs y 3 botellas de vino ge-neroso pagadas a 7 rs cada una (En losdos casos anota la devolución del casco)

Teresa Manjón cobró por cera y biz-cochos 67 reales y 26 maravedís; perodescuenta 12 rs por 2 libras y 7 onzas quele devolvieron. (No aclara la nota si lassobras fueron de cera o bizcochos. Supo-nemos que serían de cera)

Siguiendo con la historia de nuestrocamposanto pasamos al año 1844. En élmientras Miguel Ferreras, comisionadopor el Ayuntamiento para los temas delcementerio, propone abrir una zanja paraenterrar a los pobres, que costaría 234 rs,el Jefe Político de la provincia presentapropuesta para levantar un arco de nichosen el cementerio pues dice “que en el es-tado en que se encuentra da una idea po-bre de su ilustración y no corresponde ala decencia con que debe estar adornadoaquel ultimo asilo en una capital de pro-vincia” No se vuelve a tener noticias delo propuesto por el comisionado pero síaceleran los tramites de lo insinuado porel Sr. Jefe Político que se halla muy inte-resado en finalizar la obra antes del 25 demarzo próximo (¿Habría elecciones?)No lo finalizan para ese día; pero tresmás tarde el Jefe informa que “habíadispuesto se bendijese el terreno en quese ha hecho esta obra, a las cuatro y me-dia de esta tarde a cuyo acto religiosopide que asista este Ayuntamiento”. Pesea la premura de la cita, allí estuvo elConsistorio acompañado del Cabildo pa-rroquial y corrió, además, con gastos de“cantores, capellanes y cera” como enlas bendiciones anteriores aunque de éstano tengo conocimiento que hubiera disi-dencia con el párroco-prior del Santo Se-pulcro.

Los precios que marcan para los ni-chos fueron fijados teniendo en cuentalo que cobraban en Toro, hasta que se su-piera lo que costaban en Madrid. Acor-

daron que los de la primera y última(baja y alta) línea cuesten 120 rs y losde las tres intermedias, 140. Será decuenta de los parientes del difunto pa-gar en la Depositaría municipal, altiempo que Secretaría expida la pape-leta de inhumación, los gastos de con-ducir y colocar el ataúd y la inscrip-ción en la lápida. El Ayuntamiento ce-rrará el nicho “de ladrillo y yeso lava-do a paño” Dando ejemplo de ecua-nimidad, acuerdan que si el precio quese marque en el futuro fuera mayorque el que se fija ahora, el Ayunta-miento no pedirá la diferencia; pero síla devolverá en caso contrario.

Decide el Consistorio abrir sepultu-ras en el pavimento de la galería quecostarían 60 rs. Tanto nichos comosepulturas serán “concesiones de de-rechos funerarios” por 5 años que-dando después “a beneficio del Ayun-tamiento” Para los que quisieran po-seerlos a perpetuidad (legalmente,“concesión de derecho funerario por99 años”) establecen una capitaliza-ción al 6% que da un precio de 720 y840 rs, respectivamente, para los ni-chos, según su situación, y de 480 paralas sepulturas. Pese a este aspectomercantil de los precios, la caridadmunicipal se puso de manifiesto ennumerosas ocasiones que la economíafamiliar lo hizo necesario rebajando ala mitad los precios que debían pagarlos familiares para enterrar a sus deu-dos, además de enterrar gratuitamentea los considerados como pobres de so-lemnidad.

Parece que la idea del arco con ni-chos, o columbario, tuvo éxito puesese mismo año José Pérez, arquitectomunicipal, presenta proyecto paraconstruir otros seis arcos aunque la li-mitación de recursos municipales obli-gó a dejar la idea en cuatro arcos. Pesea todo (la megalomanía debe de tenernombre griego por su antigüedad), elalcalde de turno, no conforme con loscuatro ni con los seis arcos, proponehacer “cubierta de columnas y techa-do de todo el cuerpo cementerial” Nose aprobó, pese a ser propuesta delmandamás, porque las arcas municipa-les se hallaban tan vacías que el Con-sistorio se vio obligado a rebajar lossalarios a todos sus funcionarios, ex-cepto a los guardas de montes y par-ques por considerar que ya cobrabanmuy poco. Al conserje del cementerio,José Rodríguez, se lo dejaron en 165 rsmensuales, en lugar de los 183 que co-braba. En el presupuesto que preparó elAyuntamiento para el año siguiente esteempleado volvió a ganar los 183 ante-riores, y, entre otros gastos corrientes, seprevé la inversión de 40.000 rs paraobras en el cementerio y 80.000 para ha-cer una plaza de toros. (Muy parecido alos presupuestos actuales de algunosayuntamientos)

En 1846 el Consistorio nombra comocapellán a Fr. Tomás Estévez, natural deS. Frontis “a fin de que recibiendo en éllos cadáveres les dé las honras sepul-crales debidas”. Es el primero de los ab-negados sacerdotes encargados de acom-pañar a los fieles hasta su último descan-so. La lista podríamos cerrarla con D.Laureano Rivera (a quien agradecemossu amistad y la información que amable-mente nos ha facilitado) y con D. EmilioSantiago Lorenzo que lleva más detreinta años realizando esta ingrata labor.En el mismo escrito que le comunican elnombramiento de capellán, se quejan losediles ante el Gobernador Eclesiástico dela “manera indecorosa e irreligioso mo-do” de conducir los cadáveres al cemen-terio “hasta resfría el respeto que en to-das las religiones del mundo han mereci-do siempre los restos mortales del hom-

bre” Citan el caso de un cadáver que sedepositó a la puerta de una taberna“abandonado a merced de los perros, entanto que los conductores se han entradoen ella a beber a su placer”. Apelan a sureligioso celo para que “aunque no re-ciban remuneración alguna por estetrabajo, en el deber de su ministerio estáel no consentir de modo alguno que seentibie el respeto y piedad que se debea los restos mortales del hombre” Lascontestaciones del Abad y Cabildo Pa-rroquial a esta dura reprimenda mues-tran su completa disconformidad sobreel caso recordando que sus obligacionesen este sentido terminan en las parro-quias. La práctica contraria, consentidapor la autoridad eclesiástica durante tre-ce años, les parece abusiva. Su asistenciacomo celadores de los conductores delos cadáveres es poco decorosa y resultagravosa para las fábricas por el deteriorode los ornamentos. Añaden que es obli-gación del Ayuntamiento velar por lasconducciones según lo contenido en elreglamento, y le piden que habilite el ca-rro fúnebre ya construido.

En 1847 el Ayuntamiento aprueba lacesión al Cabildo catedralicio de lostreinta nichos del tercer arco por 15.840rs, que representan las tres cuartas partesde su valor El Alcalde, al presentar la

moción al Consistorio, dice que sehace esta rebaja por la aportaciónque le hizo el Cabildo para hacerlas obras cuando se hallaba sinfondos. No es malo el agradeci-miento pero nos hace dudar de labondad de su causa cuando añadeque el Cabildo abona “mucho masque el triple valor del costo de suedificación” En idéntico sentido seexpresa el secretario municipal,Piernavieja, al decir el 20 de ma-yo, que el beneficio que producenlas obras que proyectan en el cam-posanto es mayor que los gastos.

¿Qué obras eran esas? Pues co-locar cielo raso a la capilla y a lagalería, incluido el 5º arco, cons-truir una bóveda subterránea similara la existente en el 4º arco y corre-gir los defectos que ya se dejabansentir en los pilares extremos de lasarcadas. Tras los pregones dadospor el “voz pública” Antonio Pé-rez, fueron rematadas estas refor-mas en 22.290 rs a Ángel Iglesias,natural de Lezobán, junto a Carba-llino, uno de los innumerables ma-estros de obra gallegos afincados,desde antiguo, en nuestra tierra.

En el año 1849 el Ayuntamientoacuerda construir más nichos porestar ocupados los construidos. Se-gún el proyecto presentado por Jo-sé Pérez serán sesenta subterráneosiguales a los existentes. Irán seis encada bóveda, tres a la derecha y tresa la izquierda. Tendrán escalerillade bajada e irán cubiertos con tres“buenas piedras de grano recio yfino” Importa del proyecto 6.796rs. El 29 de abril, tras su subasta, seremató la obra en Pedro Vicentepor 6.786 rs (Nadie podrá decirque es una baja temeraria)

Solicita este año la jubilación Jo-sé Rodríguez conserje del cemen-terio durante 11 años. Se le admitecon una pensión de 2 rs. Posterior-mente se considera más convenien-te nombrarle un ayudante que reali-ce las tareas más penosas al tiempoque va aprendiendo la profesión.Compartirán el sueldo. Tras exami-nar las listas de aspirantes es elegi-do para la ayudantía Paulino Mar-tín que por razones de salud dejaráel puesto tres meses más tarde.

Dos acontecimientos importantespara la buena marcha del cemente-

rio tienen lugar en el año 1852. Por unlado el Gobernador Civil ordena que loscadáveres sean conducidos en cajas des-de el domicilio mortuorio hasta el depó-sito y desde éste al cementerio. Y porotro, el Obispo, además de conocer laorden del Gobernador, solicita entrevis-tarse con el Alcalde para tratar temas re-lativos al cementerio. En esta entrevistael prelado expone su deseo de que seamplíe la necrópolis construyendo másnichos con menos lujo que los anterioresy que se supriman las zanjas comunesdonde se enterraban los cadáveres de lospobres y fallecidos en los hospitales. In-dica también su intención de no recla-mar las cantidades aportadas por lasiglesias para construir el cementeriosiempre que se dediquen a mejorar eledificio funerario. Al mismo tiempo co-munica al Alcalde que era necesario es-tablecer un capellán que “ejerciera juris-dicciones eclesiásticas y cuidara de reci-bir los cadáveres y procurara fuesen se-pultados con el decoro y respeto que de-be presidir a tales actos” Con todas laspropuestas episcopales muestra su acuer-do el Consistorio y se comprometen a re-alizarlas a medida que lo permitiesenlos fondos.

[email protected]

ISAURO PEREZ RATON

dominical / XIDomingo, 2 de diciembre de 2007 / La Opinión - El Correo

APUNTES SOBRE LA HISTORIA DEL CEMENTERIO (V)

y reformas hasta finalizar el siglo XX

AMPLIACIONESEl cementerio

primitivo era unrectángulo de 67

por 92 metros queha sido ampliado en

seis ocasiones

El obispo seentrevista con el

alcalde paraexponerle su deseode que se amplíe

la necrópolisconstruyendo másnichos con menos

lujo que losanteriores y que sesupriman las zanjascomunes donde se

enterraban loscadáveres de los

pobres y fallecidosen los hospitales

X / dominical La Opinión - El Correo / Domingo, 2 de diciembre de 2007

Hemos visto los problemas queha tenido que resolver el munici-pio zamorano para conseguir un

moderno cementerio general alejado de laciudad (más entonces, por la carencia deautomóviles) y ventilado, como mandabala R. C. de Carlos III; pero ¿cómo eraaquel cementerio?

La primera respuesta que se me ocurrees “pequeño” El camposanto inauguradoel 23 de agosto de 1834 era un rectánguloque medía 92 metros de Norte a Sur y 67de Este a Oeste. Valladado con tapia demampostería en todo su contorno, excep-to la parte donde apoyaban los edificios,y una puerta para entrada de carros en lapared norte. Su fachada principal era lasituada al Oeste, frente al camino de Mo-rales (Salamanca estaba demasiado lejospara tomarla como referencia). En el cen-tro de ella se hallaba la capilla, cuya puer-ta y espadaña son las que forman ahora laentrada principal, y cuya nave única esta-ba situada sobre lo que hoy es el patio deentrada al camposanto. La pared del Nor-te de la capilla tenía una puerta que co-municaba con la casa del conserje. Estabaésta formada por habitación (suponemosque sería una cocina-comedor-estar), al-coba y sala, a continuación de la viviendahabía otra dependencia que podía ser unalmacén. Sobre la pared sur se apoyaba lallamada habitación del capellán (creemosque sería un despacho) sin alcoba.

En el lado contrario a la entrada, en lapared este de la necrópolis, se construiríaa partir de 1844 una galería de arcos connichos adosada al edificio del depósito decadáveres y cuarto de autopsias. (Para laarcada. dice Fdez-Duro en sus Memo-rias… pg. 368, que se utilizaron las co-lumnas del arroñado monasterio de S. Je-rónimo. No hemos encontrado otra refe-rencia documental sobre ese tema) Cadaarco de la galería medía, aproximada-mente, 4 metros de anchura y el doble defondo, acogiendo seis andanadas de ni-chos (excepto los arcos 1º y 10º que tení-an siete) con cinco unidades en cada unade ellas. En distintas fases llegaron aconstruirse en este columbario hasta 11arcos que cubrían un total de 340 nichos.Dos caminos perpendiculares de 1´50 m.de anchura dividían el terreno situado en-tre la capilla y la galería en cuatro partescasi iguales dos a dos, siendo ligeramentemenores las más próximas a la capilla. Enla intersección de los caminos se formabauna pequeña plaza circular en cuyo cen-tro se encontraría la cruz obligatoria. Da-mos estos datos mirando el plano forma-do por Isidro Selva al realizar la primeraampliación en 1854.

Antes de hablar de ese aumento delcamposanto trataré de la construcción deunos servicios muy necesarios para el ce-menterio. Ya sabemos que prontamentese dotó al servicio funerario municipal deun carro para el transporte de los cadáve-res desde la casa mortuoria hasta S. Atila-no. Este vehículo requería un local paraguardarlo más una caballería que lo arras-trase, y la caballería necesitaba una cua-dra donde vivir, por lo que fue necesarioconstruir cochera y cuadra. Debieron edi-ficarse en la pared oeste, a continuaciónde la casa del conserje. La entrada estaríahacia el exterior del cementerio, cosa im-posible en la actualidad por el talud for-mado para hacer más transitable la calleque conduce a la entrada del cementerio.

El 13 de mayo de 1835 Brahones so-licitó varios pies de árboles de Valorio pa-ra la obra, madera que el Ayuntamiento leconcede. El 2 de junio es el maestro deobras Julián Ballestero el que recibe 30cargas de cal para el mismo fin. De la se-mana que finaliza el 6 de junio tenemosrelación de los 3 oficiales y 7 peones que

cobraron 383 rs y 15 maravedís (a razónde 7 rs/día los primeros y 4 rs/día los se-gundos) por trabajar en la construcciónde cuadra y cochera. Las semanas si-guientes continúa la tarea con compras dediferentes materiales (50 cargas de cal, a2 ? rs cada carga; 15 varas de tabla chi-lla, a 5 rs la vara;3.800 tejas, a Vi-teria Vaquero, a8 rs el ciento, etc.)y una concurren-cia de trabajado-res oscilante entrelos 2 oficiales y 2peones que em-piezan el 13 deabril y los 4 ofi-ciales y 6 peonesque finalizan el21 de junio. Deigual forma lospagos se diversifi-can desde los 7reales abonados aun preso por des-cargar 8 carros depiedra, hasta elimporte descono-cido de un librode caja para queel conserje asientelos nombres detodos los inhuma-dos, o desde los64 rs por 1.600adobes, a los 8cuartos (un real) por 4 cargas de agua“para beber los operarios”

A finales de Agosto tanto estas obrascomo las de la capilla estaban finalizadaspor lo que se podía proceder a la bendi-ción de ésta. Y hablar de bendición sería

repetir los problemas burocráticos, yacitados al relatar la bendición del cemen-terio, entre el párroco del Sto. Sepulcro,como representante de la orden de S.Juan, y el obispado de Zamora, (con sedevacante por fallecimiento, el 21 de mayode 1834, del obispo fray Tomás de la

Iglesia y España)que contaba con elapoyo del Ayunta-miento. Esta vez,aunque peleadas,fueron aceptadaspor los sanjuanis-tas con más resig-nación las imposi-ciones diocesanas,y el 20 de agostode 1835 D. PedroCelestino Sama-niego, toresano él,Gobernador delObispado, VicarioCastrense y de lavicaria de Alba yAliste, procedió ala bendición de lanueva obra utili-zando los orna-mentos religiososllevados, bajo in-ventario, del orato-rio existente en laCasa Consistorial,y el acompaña-miento de música,salmista, acólitos y

vino generoso como complemento de unbuen chocolate con bizcochos, ¡faltaríamás! No faltó el chocolate ni el acompa-ñamiento de todas las campanas zamora-nas incluidas las del reloj y de la queda,según nos cuentan los documentos.

Tampoco faltaron gastos hasta que fueposible realizar la bendición: Por esco-bas, palas, docena y media de huevospara limpiar los cuadros, y una carga deladrillos “para los vasos en donde se co-locan los Stos S. Ildefonso y S. Atilano”se abonaron 15 rs

A los obreros que condujeron los efec-tos de la “capilla de la Convalecencia yotras cosas que se les mandó hacer en ladel cementerio” se le pagaron 6 rs

Los marcos de cerezo con clavos ro-manos para la capilla costaron 26 rs Laspalabras sacras y poner los cristales enellas, 20 rs. Las escarpias para fijar cruci-fijo y cuadros, y una “almofia” para lapila del agua bendita, 11 rs

Víctor Caldevila cobró 540 rs porpintar las cinco puertas, cuatro ventanas,pedestales, pilas, etc.

El 21 de agosto pagaron por una cajacuadrada para las hostias 8 rs, por una ca-ja redonda para lo mismo, 10 rs y porcomponer los bancos de la iglesia y loscajones de la sacristía, 4 rs más.

Otra nota que presenta Brahones ha-ce cuenta de 155 rs de gastos que tuvoantes y después de la bendición de la ca-pilla: Por transporte desde la Convalecen-cia y colocación de muebles y ornamen-tos, por limpieza, para “dar el chocolateal Sr. Samaniego”, para la cena del sar-gento de guardia,… para el monaco de S.Juan, etc.

Waldo Blanco recibió 300 rs por la“música de la capilla que fue a la bendi-ción de la del Cementerio y asistencia decuatro acólitos y el salmista”

La víspera de la inauguración llevaronde la casa de Francisco Puga: 1 botellade licor de 10 rs y 3 botellas de vino ge-neroso pagadas a 7 rs cada una (En losdos casos anota la devolución del casco)

Teresa Manjón cobró por cera y biz-cochos 67 reales y 26 maravedís; perodescuenta 12 rs por 2 libras y 7 onzas quele devolvieron. (No aclara la nota si lassobras fueron de cera o bizcochos. Supo-nemos que serían de cera)

Siguiendo con la historia de nuestrocamposanto pasamos al año 1844. En élmientras Miguel Ferreras, comisionadopor el Ayuntamiento para los temas delcementerio, propone abrir una zanja paraenterrar a los pobres, que costaría 234 rs,el Jefe Político de la provincia presentapropuesta para levantar un arco de nichosen el cementerio pues dice “que en el es-tado en que se encuentra da una idea po-bre de su ilustración y no corresponde ala decencia con que debe estar adornadoaquel ultimo asilo en una capital de pro-vincia” No se vuelve a tener noticias delo propuesto por el comisionado pero síaceleran los tramites de lo insinuado porel Sr. Jefe Político que se halla muy inte-resado en finalizar la obra antes del 25 demarzo próximo (¿Habría elecciones?)No lo finalizan para ese día; pero tresmás tarde el Jefe informa que “habíadispuesto se bendijese el terreno en quese ha hecho esta obra, a las cuatro y me-dia de esta tarde a cuyo acto religiosopide que asista este Ayuntamiento”. Pesea la premura de la cita, allí estuvo elConsistorio acompañado del Cabildo pa-rroquial y corrió, además, con gastos de“cantores, capellanes y cera” como enlas bendiciones anteriores aunque de éstano tengo conocimiento que hubiera disi-dencia con el párroco-prior del Santo Se-pulcro.

Los precios que marcan para los ni-chos fueron fijados teniendo en cuentalo que cobraban en Toro, hasta que se su-piera lo que costaban en Madrid. Acor-

daron que los de la primera y última(baja y alta) línea cuesten 120 rs y losde las tres intermedias, 140. Será decuenta de los parientes del difunto pa-gar en la Depositaría municipal, altiempo que Secretaría expida la pape-leta de inhumación, los gastos de con-ducir y colocar el ataúd y la inscrip-ción en la lápida. El Ayuntamiento ce-rrará el nicho “de ladrillo y yeso lava-do a paño” Dando ejemplo de ecua-nimidad, acuerdan que si el precio quese marque en el futuro fuera mayorque el que se fija ahora, el Ayunta-miento no pedirá la diferencia; pero síla devolverá en caso contrario.

Decide el Consistorio abrir sepultu-ras en el pavimento de la galería quecostarían 60 rs. Tanto nichos comosepulturas serán “concesiones de de-rechos funerarios” por 5 años que-dando después “a beneficio del Ayun-tamiento” Para los que quisieran po-seerlos a perpetuidad (legalmente,“concesión de derecho funerario por99 años”) establecen una capitaliza-ción al 6% que da un precio de 720 y840 rs, respectivamente, para los ni-chos, según su situación, y de 480 paralas sepulturas. Pese a este aspectomercantil de los precios, la caridadmunicipal se puso de manifiesto ennumerosas ocasiones que la economíafamiliar lo hizo necesario rebajando ala mitad los precios que debían pagarlos familiares para enterrar a sus deu-dos, además de enterrar gratuitamentea los considerados como pobres de so-lemnidad.

Parece que la idea del arco con ni-chos, o columbario, tuvo éxito puesese mismo año José Pérez, arquitectomunicipal, presenta proyecto paraconstruir otros seis arcos aunque la li-mitación de recursos municipales obli-gó a dejar la idea en cuatro arcos. Pesea todo (la megalomanía debe de tenernombre griego por su antigüedad), elalcalde de turno, no conforme con loscuatro ni con los seis arcos, proponehacer “cubierta de columnas y techa-do de todo el cuerpo cementerial” Nose aprobó, pese a ser propuesta delmandamás, porque las arcas municipa-les se hallaban tan vacías que el Con-sistorio se vio obligado a rebajar lossalarios a todos sus funcionarios, ex-cepto a los guardas de montes y par-ques por considerar que ya cobrabanmuy poco. Al conserje del cementerio,José Rodríguez, se lo dejaron en 165 rsmensuales, en lugar de los 183 que co-braba. En el presupuesto que preparó elAyuntamiento para el año siguiente esteempleado volvió a ganar los 183 ante-riores, y, entre otros gastos corrientes, seprevé la inversión de 40.000 rs paraobras en el cementerio y 80.000 para ha-cer una plaza de toros. (Muy parecido alos presupuestos actuales de algunosayuntamientos)

En 1846 el Consistorio nombra comocapellán a Fr. Tomás Estévez, natural deS. Frontis “a fin de que recibiendo en éllos cadáveres les dé las honras sepul-crales debidas”. Es el primero de los ab-negados sacerdotes encargados de acom-pañar a los fieles hasta su último descan-so. La lista podríamos cerrarla con D.Laureano Rivera (a quien agradecemossu amistad y la información que amable-mente nos ha facilitado) y con D. EmilioSantiago Lorenzo que lleva más detreinta años realizando esta ingrata labor.En el mismo escrito que le comunican elnombramiento de capellán, se quejan losediles ante el Gobernador Eclesiástico dela “manera indecorosa e irreligioso mo-do” de conducir los cadáveres al cemen-terio “hasta resfría el respeto que en to-das las religiones del mundo han mereci-do siempre los restos mortales del hom-

bre” Citan el caso de un cadáver que sedepositó a la puerta de una taberna“abandonado a merced de los perros, entanto que los conductores se han entradoen ella a beber a su placer”. Apelan a sureligioso celo para que “aunque no re-ciban remuneración alguna por estetrabajo, en el deber de su ministerio estáel no consentir de modo alguno que seentibie el respeto y piedad que se debea los restos mortales del hombre” Lascontestaciones del Abad y Cabildo Pa-rroquial a esta dura reprimenda mues-tran su completa disconformidad sobreel caso recordando que sus obligacionesen este sentido terminan en las parro-quias. La práctica contraria, consentidapor la autoridad eclesiástica durante tre-ce años, les parece abusiva. Su asistenciacomo celadores de los conductores delos cadáveres es poco decorosa y resultagravosa para las fábricas por el deteriorode los ornamentos. Añaden que es obli-gación del Ayuntamiento velar por lasconducciones según lo contenido en elreglamento, y le piden que habilite el ca-rro fúnebre ya construido.

En 1847 el Ayuntamiento aprueba lacesión al Cabildo catedralicio de lostreinta nichos del tercer arco por 15.840rs, que representan las tres cuartas partesde su valor El Alcalde, al presentar la

moción al Consistorio, dice que sehace esta rebaja por la aportaciónque le hizo el Cabildo para hacerlas obras cuando se hallaba sinfondos. No es malo el agradeci-miento pero nos hace dudar de labondad de su causa cuando añadeque el Cabildo abona “mucho masque el triple valor del costo de suedificación” En idéntico sentido seexpresa el secretario municipal,Piernavieja, al decir el 20 de ma-yo, que el beneficio que producenlas obras que proyectan en el cam-posanto es mayor que los gastos.

¿Qué obras eran esas? Pues co-locar cielo raso a la capilla y a lagalería, incluido el 5º arco, cons-truir una bóveda subterránea similara la existente en el 4º arco y corre-gir los defectos que ya se dejabansentir en los pilares extremos de lasarcadas. Tras los pregones dadospor el “voz pública” Antonio Pé-rez, fueron rematadas estas refor-mas en 22.290 rs a Ángel Iglesias,natural de Lezobán, junto a Carba-llino, uno de los innumerables ma-estros de obra gallegos afincados,desde antiguo, en nuestra tierra.

En el año 1849 el Ayuntamientoacuerda construir más nichos porestar ocupados los construidos. Se-gún el proyecto presentado por Jo-sé Pérez serán sesenta subterráneosiguales a los existentes. Irán seis encada bóveda, tres a la derecha y tresa la izquierda. Tendrán escalerillade bajada e irán cubiertos con tres“buenas piedras de grano recio yfino” Importa del proyecto 6.796rs. El 29 de abril, tras su subasta, seremató la obra en Pedro Vicentepor 6.786 rs (Nadie podrá decirque es una baja temeraria)

Solicita este año la jubilación Jo-sé Rodríguez conserje del cemen-terio durante 11 años. Se le admitecon una pensión de 2 rs. Posterior-mente se considera más convenien-te nombrarle un ayudante que reali-ce las tareas más penosas al tiempoque va aprendiendo la profesión.Compartirán el sueldo. Tras exami-nar las listas de aspirantes es elegi-do para la ayudantía Paulino Mar-tín que por razones de salud dejaráel puesto tres meses más tarde.

Dos acontecimientos importantespara la buena marcha del cemente-

rio tienen lugar en el año 1852. Por unlado el Gobernador Civil ordena que loscadáveres sean conducidos en cajas des-de el domicilio mortuorio hasta el depó-sito y desde éste al cementerio. Y porotro, el Obispo, además de conocer laorden del Gobernador, solicita entrevis-tarse con el Alcalde para tratar temas re-lativos al cementerio. En esta entrevistael prelado expone su deseo de que seamplíe la necrópolis construyendo másnichos con menos lujo que los anterioresy que se supriman las zanjas comunesdonde se enterraban los cadáveres de lospobres y fallecidos en los hospitales. In-dica también su intención de no recla-mar las cantidades aportadas por lasiglesias para construir el cementeriosiempre que se dediquen a mejorar eledificio funerario. Al mismo tiempo co-munica al Alcalde que era necesario es-tablecer un capellán que “ejerciera juris-dicciones eclesiásticas y cuidara de reci-bir los cadáveres y procurara fuesen se-pultados con el decoro y respeto que de-be presidir a tales actos” Con todas laspropuestas episcopales muestra su acuer-do el Consistorio y se comprometen a re-alizarlas a medida que lo permitiesenlos fondos.

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ISAURO PEREZ RATON

dominical / XIDomingo, 2 de diciembre de 2007 / La Opinión - El Correo

APUNTES SOBRE LA HISTORIA DEL CEMENTERIO (V)

y reformas hasta finalizar el siglo XX

AMPLIACIONESEl cementerio

primitivo era unrectángulo de 67

por 92 metros queha sido ampliado en

seis ocasiones

El obispo seentrevista con el

alcalde paraexponerle su deseode que se amplíe

la necrópolisconstruyendo másnichos con menos

lujo que losanteriores y que sesupriman las zanjascomunes donde se

enterraban loscadáveres de los

pobres y fallecidosen los hospitales