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12 o Domingo Ordinario, ciclo C

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12o Domingo Ordinario, ciclo C

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El texto: Lucas 9, 18-24. 18 Sucedió que estando orando él solo se reunieron con él sus discípulos y les preguntó diciendo: “¿Quién dice la muchedumbre que soy yo?” 19 Respondiéndole dijeron: “Juan el Bautista, otros que Elías, otros que un profeta de los antiguos que se ha levantado,” 20 Les dijo: ¿Y ustedes, quién dicen que soy yo?” Pedro respondiendo dijo: “El Cristo de Dios”. 21 Y advirtiéndoles les ordenó de no decir esto a ninguno, 22 dijo: “El hijo del hombre debe sufrir muchas cosas y ser rechazado por los ancianos y sumos sacerdotes y los escribas y será muerto, pero en el tercer día ser alzado.” 23 Y decía a todos: “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, cargue su cruz cada día y sígame, 24 pues el que quiera salvar su vida la perderá, y el que pierda su vida por mi causa, éste la salvará.”

Busca leyendo... (Lo que dice el texto en si mismo para entenderlo mejor)

La pregunta de Jesús sobre su propia identidad, en el relato de Lucas, se desenvuelve en un ambiente diverso. Mientras que en Mateo y Marcos, Jesús se encuentra con sus discípulos en la zona de Cesarea de Filipo, lugar de confín de Israel, donde la idolatría era común y hasta subvencionada por Herodes; en Lucas encontramos a un Jesús solitario, que ora. Las preguntas dirigidas a los discípulos tienen dos referentes: la multitud y ustedes. Las respuestas de lo que dice la multitud son variadas, pero siempre en el campo profético. Un poco antes, ya Herodes se preguntaba sobre Jesús y daba respuestas similares (Lc 9,7-9). En cambio, la respuesta de Pedro a la segunda pregunta es directa y única: “El Cristo de Dios.” Inmediatamente viene el anuncio de la Pasión, pero también de la resurrección. El verbo “alzarse” usado para designar la resurrección aparece en el v.19 referido a un profeta de antiguo, y en el v. 22 referido al Hijo del hombre. Jesús no es “otro” resucitado, no es continuación de los profetas anteriores, sino una novedad que será alzada tras haber tenido que sufrir y ser rechazado. Casi de improviso aparece un “todos” (mientras que en Mc se habla de un llamar a la muchedumbre, y en Mt se dirige sólo a los discípulos) a quienes hace la invitación de seguirlo tomando la cruz de cada día. Invitación que se refuerza con la paradoja de que para ganar vida hay que perderla. La presencia de la cruz es enigmática, ya que el sentido que le damos a la expresión es siempre post-pascual y le damos connotación de un sufrimiento transitorio, mientras que la cruz consiste en una muerte ignominiosa con un sufrimiento definitivo.

... y encontrarás meditando. (Reflexión personal y profundización sobre la Palabra, lo que a mí me dice ahora)

Y tú, ¿quién dices que soy yo?. Jesús, como revelación del Amor del Padre, se nos revela también él mismo a nosotros, pero no de una manera invasiva, sino como un misterio que es acogido y desvelado poco a poco en la situación propia de nuestra historia y en nuestro momento específico de maduración personal. El mundo, al igual que Herodes, también se pregunta sobre Jesús, y escuchamos tantas voces a favor y en contra de él. Podemos responder a esta pregunta “desde Cesarea”, en confrontación con tantas situaciones que no son de Dios. Esta es la vía negativa o apofática, que al descartar lo que Jesús no es, nos permite acercanos a saber quién es él realmente: no es un profeta más, no es un mero filósofo, no se puede reducir a un revolucionario. Sin embargo estas son siempre parcialidades. La pregunta más decisiva es la que nos hace a nosotros mismos, y a esta nos conviene responder desde la soledad y la oración; pues nuestra fe, nuestro conocimiento del Señor, sólo puede partir de un encuentro personal con él. Mas la fascinación que el Señor ejerce sobre nosotros no ha de ser ingenua, vemos así a Jesús

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que hace callar a los discípulos hasta que no hayan experimentado la corrección de la cruz para entender la verdadera fuerza de la resurrección. El ánimo exaltado puede conducirnos a una imagen triunfalista y desencarnada de Cristo – alejada de las preguntas y dolores de este mundo –, mientras que el seguimiento, al cual él nos invita, se vive en la simplicidad del día a día. La cruz no es una carga pasajera que luego botaremos, sino un sello definitivo sobre nuestra total existencia, en cuerpo y alma. De ahí que sólo el que pierda la vida por él la gana en eterno, el que huye de la cruz, huye del Cristo verdadero y por tanto huye de la verdadera vida, que es la que se entrega para salvación. La pregunta ¿quién dicen/dices que soy yo? Seguirá abierta a lo largo de nuestro crecimiento humano y cristiano, ¿qué responderemos? Nuestra respuesta será más auténtica cuando, como Jesús, implicamos nuestra propia identidad en este diálogo: “¿Quién soy yo para Él?”

Llama orando... (Lo que le digo, desde mi vida, al Dios que me habla en su Evangelio. Le respondo)

Te he conocido, crucificado. Me preguntas “¿quién soy yo para ti?”, y Señor, no tengo más respuestas que el rumor del mundo en el cual fuiste crucificado: tantas ideas, tantos conceptos, y ninguno de ellos me sacia. Sólo la simple confianza de tu mirada me llena de paz. Al descubrirte como el Señor de la historia, y como el Cristo prometido a nuestros padres; al mismo tiempo te me muestras frágil y sufriente, varón de dolores entre mis hermanos. Te he conocido así, crucificado: con los brazos abiertos para amar, con más preguntas que respuestas, en el llamado a seguirte con la cruz a mis espaldas. Cargar la cruz no para soportar las contrariedades de cada día, sino para asemejarme a ti; y sólo así poder no responderte con ideas, sino comprenderte desde mi carne y desde mi corazón. Dame tu luz, tu fuerza, tu pasión. Amén.

y se te abrirá por la contemplación (Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar y tomo decisiones para actuar de acuerdo a

la Palabra de Dios) ¿Qué experimento en mi corazón cuando Jesús me hace esta pregunta? ¿Verdaderamente me hago la pregunta de quién es Jesús para mí? ¿Cuándo, en qué circunstancias: dudas, problemas, oración, discernimiento vocacional, periódicamente...? ¿Quién es Jesús para mí? ¿Qué experiencia de Cruz vivo? ¿Me acerca a configurarme con Jesús o sólo es sufrimiento soportado? ¿Cómo viviré mi seguimiento de Cristo desde esta Palabra?