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DOMINGO DE PENTECOSTÉS CICLO A 1. LECTURA DEL TEXTO: Jn 20,19-23 (Se pide la luz del Espíritu Santo) Ven, Espíritu Divino manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén. (Cada uno lee en su Sagrada Escritura) Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos,

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Page 1: Domingo de Pentecostã‰s A

DOMINGO DE PENTECOSTÉSCICLO A

1. LECTURA DEL TEXTO: Jn 20,19-23(Se pide la luz del Espíritu Santo)

Ven, Espíritu Divinomanda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre;don, en tus dones espléndido;luz que penetra las almas;fuente del mayor consuelo.Ven, dulce huésped del alma,descanso de nuestro esfuerzo,tregua en el duro trabajo,brisa en las horas de fuego,gozo que enjuga las lágrimasy reconforta en los duelos.Entra hasta el fondo del alma,divina luz y enriquécenos.Mira el vacío del hombre,si tú le faltas por dentro;mira el poder del pecado,cuando no envías tu aliento.Riega la tierra en sequía,sana el corazón enfermo,lava las manchas, infundecalor de vida en el hielo,doma el espíritu indómito,guía al que tuerce el sendero.Reparte tus siete dones,según la fe de tus siervos;por tu bondad y tu gracia,dale al esfuerzo su mérito;salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

(Cada uno lee en su Sagrada Escritura)

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

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Palabra del Señor.

Repasar el texto leído(Se pregunta a los participantes y responden leyendo los versículos en su Biblia)

¿Qué día de la semana se presentó Jesús a los discípulos? v.19a

¿Por qué tenían cerradas las puertas? v. 19b

¿Qué les dijo Jesús? v. 19c

¿Qué les mostró Jesús y por qué se alegraron? v. 20

¿Qué dijo Jesús otra vez? v. 21

¿A quién recibieron los discípulos? v. 22

¿Qué poder les dio Jesús? v. 23

Explicación del texto

En los textos de la Resurrección éste relato ocupa un lugar relevante. El Evangelista reúne aquí dos acontecimientos muy significativos: el envió de los discípulos y el don del Espíritu Santo.

En la primera parte del texto, el autor distingue los siguientes momentos: aparición de Jesús y saludo de paz “les mostró las manos y el costado”; inmediatamente después hay otro saludo de paz y envío de los discípulos; posteriormente tiene lugar la efusión del Espíritu Santo y les concede el poder de perdonar los pecados.

Existe también una tensión entre promesa y cumplimiento; la constatación del cumplimiento de las promesas de Jesús es el elemento de confirmación de la fe. Jesús había dicho “Regresaré con ustedes” (14,18). Y el Evangelista confirma: “se presentó en medio de ellos” (20,19); “Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría” (16,20). El Autor afirma que los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor (20,20); Jesús había dicho que el Padre enviaría al Espíritu Santo (14,26) y también dijo: “Les dejo mi paz, mi paz les doy” (16,27).

El Autor recoge aquí las palabras de Jesús: “La paz esté con Ustedes… y… reciban el Espíritu Santo” (20,21ss). El saludo de paz va acompañado de un gesto muy significativo, les mostró las llagas y el costado, signos de su sacrificio. La referencia al costado traspasado de Jesús, es propia de Juan que de este modo quiere indicar el cumplimiento de las Escrituras (Za 12,10-11).

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El texto nos narra un dato de tiempo: “Al anochecer” y nos describe cómo estaban los discípulos, con las puertas cerradas por miedo a los Judíos. Este dato puede estar motivado primeramente para poner de relieve lo extraordinario de la aparición, quizá también hace referencia a la situación de persecución vivida en la comunidad de Jerusalén que temerosa ante un mundo enemigo, vive en la tentación de refugiarse en su propio círculo.

2. MEDITACIÓN DEL TEXTO(Cada participante puede compartir su reflexión personal)

La fe cristiana es la respuesta del hombre a la Manifestación y el proyecto de Dios, que se ha revelado en la historia y se sigue revelando a cada uno de nosotros, de manera especial en su palabra y en los Sacramentos. Es el resultado de la presencia del Espíritu que Jesús prometió a sus discípulos, y que se cumplió en el día de Pentecostés. Esta fe se concibe solo a la luz de la gracia, porque nadie puede acoger a Jesús si el Espíritu Santo no actúa en él y le abre el entendimiento y el corazón.

Nos dice el Evangelio que Jesús se aparece a los discípulos cuando están reunidos. Los acoge, los mira con amor, les da su paz, les da el Espíritu, les muestra sus llagas, signo de su crucifixión y a través de las dudas de Tomás les hace constatar que Él es de verdad, el Señor resucitado. Una vez que ellos han visto a Jesús se llenan de alegría, se disipa el miedo y la tristeza y les cambia la vida totalmente. Gracias a esa experiencia los discípulos son confirmados en su fe y ésta, que era frágil y vacilante se convierte en un baluarte invencible, la presencia de Jesús los hace irradiar de alegría.

También nosotros nos reunimos en torno a Jesús, tenemos fe pero quizá necesita crecer y fortalecerse más. Necesitamos también experimentar la presencia de Jesús en nuestros miedos, angustias, problemas, sufrimientos. Pero Jesús está también hoy aquí, por medio de su Espíritu Santo, está aquí para darnos su paz, él es nuestra paz, el Señor crucificado y resucitado en medio de los suyos. Esa es la paz que tanta falta nos hace en nosotros mismos, en nuestras familias y en nuestra sociedad.

Hoy celebramos el día de Pentecostés, el don del Espíritu Santo, la fuente inagotable de la vida de Dios en nosotros. El hombre de todos los tiempos y de todos los lugares desea una vida plena y bella, justa y buena, una vida que no sea amenazada por la muerte, sino que pueda madurar y crecer hasta su plenitud. El hombre es como un viajero que, atravesando los desiertos de la vida, tiene sed de un agua viva, efusiva y fresca, capaz de saciar profundamente su deseo profundo de luz, de amor, de belleza y de paz. ¡Todos sentimos este deseo! Y Jesús nos dona esta agua viva: esta es el Espíritu Santo, que procede del Padre y que Jesús reserva en nuestros corazones. "Yo he

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venido para que tengáis vida y vida en abundancia", nos dice Jesús (Jn 10, 10). El "agua viva", el Espíritu Santo, Don del Resucitado que mora en nosotros, nos purifica, nos ilumina, nos renueva, nos transforma porque nos hace partícipes de la vida misma de Dios que es Amor. Por esto, el apóstol Pablo afirma que la vida del cristiano está animada por el Espíritu y de sus frutos, que son "amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí" (Gal 5, 22-23). El Espíritu Santo nos introduce en la vida divina como "hijos en el Hijo Unigénito". Este es el don precioso que el Espíritu Santo lleva a nuestro corazones: la vida misma de Dios, vida de verdaderos hijos, una relación de confidencia, de libertad y de confianza en el amor y en la misericordia de Dios, que tiene como efecto también una mirada nueva hacia los demás, cercanos y lejanos, vistos siempre como hermanos y hermanas en Jesús para respetar y amar. El Espíritu Santo nos enseña a mirar con los ojos de Cristo, a vivir la vida como la ha vivido Cristo, a comprender la vida como la ha comprendido Cristo. Escuchemos al Espíritu Santo y vayamos adelante por este camino del amor, de la misericordia y del perdón (Papa Francisco; Catequesis 08 de Mayo 2013).

3. COMPROMISO PERSONAL Y COMUNITARIO(Cada participante puede proponer compromisos personales y comunitarios)

Agradecer a Jesús por el don del Espíritu Santo que ha regalado a su Iglesia y a cada uno personalmente desde nuestro Bautismo.

Participar en una vigilia de oración pidiendo el Espíritu Santo para que se viva la unidad y el amor en nuestras familias y comunidades.

Ser dóciles a la acción del Espíritu Santo que nos quiere hacer testigos de la fe en el mundo.

Orar cada día invocando la asistencia del Espíritu Santo que nos ayude a tomar las mejores decisiones para nuestra vida y para el bien de los hermanos.

Reconocer que el Espíritu Santo actúa en el interior de cada persona, y se manifiesta en el trabajo por la paz, por la unidad y por el bien de todos.

4. ORACIÓN: (Se puede hacer alguna oración en voz alta donde participen quienes gusten dando gracias a Dios por la Palabra escuchada. Se puede recitar algún Salmo o alguna oración ya formulada).

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SECUENCIA DE PENTECOSTÉSVen, Dios Espíritu Santo, y envíanos desde el cielo tu luz, para iluminarnos.Ven ya, Padre de los pobres, luz que penetra en las almas, dador de todos los dones.Fuente de todo consuelo, amable huésped del alma, paz en las horas de duelo.Eres pausa en el trabajo; brisa, en un clima de fuego; consuelo, en medio del llanto.Ven, luz santificadora, y entra hasta el fondo del alma de todos los que te adoran. Sin tu inspiración divina los hombres nada podemos y el pecado nos domina.Lava nuestras inmundicias, fecunda nuestros desiertos y cura nuestras heridas.Doblega nuestra soberbia, calienta nuestra frialdad, endereza nuestras sendas.Concede a aquellos que ponen en ti su fe y su confianza tus siete sagrados dones.Danos virtudes y méritos, danos una buena muerte y contigo el gozo eterno.