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2

Sinopsis

ailey Gray está cansada de su perfecta vida planificada. Todo

sobre su vida ha sido organizado y vivido por las expectativas

puestas por sus padres. Es la mejor estudiante de la clase, tiene

notas perfectas, los amigos perfectos, un novio perfecto, la vida básicamente

perfecta... o así piensan todos. Es entonces cuando se da cuenta que la

trayectoria prevista no siempre es el camino elegido.

En el día de su graduación ella toma una decisión. Una que cambia

todo lo que pensó que sabía acerca de su destinado futuro.

En un capricho, ella huye con el rebelde de la ciudad, Dylan Wade, en

busca de lo desconocido.

* * *

Dylan Wade no está tratando de huir de nada.

Él sabe lo que quiere y ha estado esperando por años.

En una lucha por encontrar lo desconocido, descubren una amistad

que una vez conocieron a lo largo de la carretera y sin ninguna preocupación

en el mundo. Entre las líneas amarillas y blancas del asfalto en el caliente

verano, una chispa les reúne mientras el pasado de Dylan y el futuro de Bailey

intentan separarlos.

¿Podría ser que Dylan y su GTO sean exactamente lo que ella necesita

en su vida perfectamente planificada?

B

3

Indice

Sinopsis

1 Perfectamente Planeado

2 Lo Desconocido

3 Ingenua

4 Lista de cosas por hacer antes de morir

5 Partiendo

6 Mostrar y Compartir

7 Fuera de mi cabeza

8 Cuéntame un secreto

9 Tú no sabes nada

10 Bien Despierta

11 Pistas de Tierra

12 Tatuajes y Cajas

13 Groupies

14 Su tormenta

15 Estoy Aquí

16 Los Hermanos Wade

4

17 Estupidez

18 Peligroso amor

19 Deseo

20 Mentiras

21 Perdido

22 Verdad

23 Amor Peligroso

24 Arrepentimientos

25 Por mi cuenta

Sobre la Autora

5

1

Perfectamente Planeado Bailey Gray

Traducido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ y Lizzie

Corregido por amiarivega

uando la luz atraviesa el cielo oscuro, la sensación se desliza

más profundamente en los huesos, ya no es un pensamiento,

sino un ardiente deseo de querer más, sentir más, amar más.

Sentada en el borde de la ventana mirando la salida del sol, sabía que los

pensamientos que tenía estaban torciéndose, al igual que los cambios en el

cielo.

Así como el cielo, un pensamiento, un sentimiento, no pasa así por así,

por lo menos no para mí.

No lo ves a la primera. No es más que calidez calcificada, una luz en la

distancia, completamente humilde a la magnificencia de Helios. Como el alba

empieza a sacudir las cenizas de la noche, dejando al descubierto el brillante

rojo escarlata de la mañana que se desbocaba en el cielo, una decisión se toma,

pero no lo sabes. Hay algo refrescante sobre la salida del sol, es igual de

impredecible lo que trae un nuevo día.

Hay un momento, un instante, antes de que se despierte sobre la

oscuridad, derramando luz dorada sobre los collados, penetrando hasta la selva

más profunda, rompiendo las sombras más profundas para iluminarlas.

¿Qué harías por un pedazo de para siempre? ¿Qué harías por amar

más, sentir más y vivir más?

C

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Suspirando, me volví en el alféizar para mirar por encima de mi

habitación salpicada de recuerdos de una infancia que no era mía. Todo esto

era una infancia que había sido escrita para una niña, pero no para mí.

Cuando tienes dieciocho años, sabes que tu futuro se supone que es

impredecible, no planificado, y abierto a lo que sea.

Eso es al menos que seas yo, Bailey Gray.

Me gustaría decir que esta es una historia sobre una chica que tomó el

camino menos predecible y que terminó siendo el más adecuado, pero

probablemente estaría mintiendo. Esa foto mía en la portada, la que está

bañada de mi luz favorita del día es el único campo de margaritas que esta

historia tiene. Debajo de él, en las sombras de la luz, había una oscuridad que

pronto encontraría, que había asesinado esos campos de margaritas. Diablos, si

tuviera que elegir una portada, debería ser oscura con azul hielo ahumado.

—Bailey, es el momento de irse.

Tomando una respiración profunda, metí mi discurso en mi bolso.

Antes de salir de mi habitación, di una última mirada por mi ventana, la

misma ventana en la que pasé toda la mañana preguntándome si esta mañana

iba a ser mi última allí. No estoy segura de por qué, pero ese instinto, el que yo

sentía en lo profundo de mis huesos, me dijo que sería así.

Al dar la vuelta en la esquina bajé las escaleras de madera, en las que

había corrido muchas veces antes de las clases todas las mañanas. No estaba

corriendo ahora, porque el futuro que fue decidido para mí no era uno del que

estaba segura ya.

Ese era el día de mi graduación de secundaria.

Después de pasar los últimos dieciocho años trabajando hacia un

objetivo estaba finalmente aquí. Me había graduado de la escuela secundaria

con honores. Yo era la mejor alumna de nuestra clase del 2011, que se graduó

con notas perfectas, amigos perfectos, novio perfecto y, esencialmente, la vida

perfecta.

7

Una vez pasé tres horas arreglando mi cámara en la playa para

fotografiar el atardecer, planeando el momento exacto en que la luz estaría

exactamente de la manera que quería para que al final saliera movida.

Mi vida era algo similar cuando piensas en ello. Perfectamente

planeada y luego la fotografía al final no es remotamente lo que habías

planeado. Tal vez es peor o quizás es mejor.

La perfección es toda teoría, sin embargo. Es como mirar una

fotografía y solo ver lo que la cámara capturó. En el interior, y quizás un poco

en el exterior, no podía soportar mi vida. Eso es un eufemismo. En realidad

odiaba mi vida. Todo estaba planeado para mí desde que nací. Tuve que ir a un

pre-escolar perfecto, la escuela primaria perfecta, la escuela intermedia

perfecta y, finalmente, la misma escuela secundaria a la que mis padres fueron,

Tumwater High School. La mayoría de los días quería gritar lo predecible que

era mi vida realmente.

No se me permitía comprar mi ropa por el amor de Cristo.

Mi madre, Kimberly Gray, fue jefe de la PTA, en el concejo municipal

y jodido bla, bla. Ella me volvía loca pero su madre era aún peor. No podía

soportar estar en la misma habitación con una de ellas durante más de diez

minutos sin querer estrangularla. Conoces la película Madagascar, donde el

pingüino regordete les dice a los otros pingüinos que sonrieran y saludaran.

Ese era mi sonreír y saludar. No hacer preguntas, solo sonreír y

saludar. Esta teoría ha funcionado bien para mí durante años.

Mi padre, Jeff Gray, el alcalde de Tumwater, era tolerable, más que mi

madre, pero de nuevo en una habitación con él durante más de diez minutos

quería pegarme un tiro, estilo ejecución. Tenía una manera de hablar de ti en

lugar de a ti como la mayoría de los políticos. Odiaba eso. Si no quería

escuchar lo que tenía que decir, ¿por qué siquiera pregunta?

Hacía eso con todo el mundo. Él le preguntaría a mi hermano cómo le

fue en el día para al final perderse en sus intereses y luego comenzar a hablar

de su propio día. ¿Quién hace eso?

8

Ahora sé que parece que tengo un montón de frustración reprimida,

pero si vivieras en mi casa, lo entenderías.

Mi pequeño hermano, Jeb, era genial, pero podía ver que era un

modelo de la figura de mi padre y nunca se salía de la línea. A los trece años

era de esperar que el chico se metiera en algún tipo de travesuras, pero no,

nada. ¿A veces me preguntaba si yo era incluso su hija y poder tener este gran

resentimiento?

Sin duda, no puede ser normal, ¿no?

Al crecer mis padres seleccionaban a mis amigos, a algunas personas

no se les permitía estar asociadas con otras y, así, fueron prácticamente

empujados por mi garganta. Al igual que mi supuesta mejor amiga, Mercedes

Grant.

¿El nombre lo dice todo?

Cuando pienso en una Mercedes Grant, pienso en una perra que posee

el dinero de papá, ¿no?

Así es exactamente como Mercedes era. No era una buena amiga,

aunque yo la llamaba mi mejor amiga, y en más de una ocasión la he agarrado

mirando a mi novio, Eric.

Mercedes era hermosa, con su cabello marrón oscuro y aspecto

exótico, que era lo que la mayoría considera sexy y podría tener a cualquier

hombre que ella quisiera, incluyendo a mi novio, si lo deseaba.

Eric James era otra cosa obligada por mi padre. El padre de Eric y el

mío eran los mejores amigos y se reunían todos los domingos para jugar al

golf. Esto significaba que Eric fue empujado hacia mí así lo quisiera o no.

Una vez en la escuela secundaria Eric me invitó a salir en nuestro

primer año y para los estándares de secundaria hemos estado saliendo desde

entonces. Era el jugador de fútbol y yo era la porrista de instituto destinad a

estar con él, ¿verdad?

Eric era buen tipo. Se podría decir eso y estaría de acuerdo contigo. Ya

que era el capitán del equipo de fútbol, era el mariscal de campo estelar y

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tenía el aspecto de ir con ello, cabello castaño-rubio, ojos chocolate y una

coqueta sonrisa llena de vida.

—Oh Bailey, tu cabello es un desastre. —Mi madre me miraba, un

poco irritada de que mis cabellos largos estuvieran fuera de lugar. No me perdí

la nota de orgullo en su voz y eso me molestó por razones que no alcanzaba a

comprender. Era mi cabello, pero ella pensaba que era suyo.

Una cosa que amaba sobre mí era mi espeso cabello rojo oscuro. Era

hermoso, naturalmente con reflejos, pero tenía su propia personalidad, lo cual

lo hacía único. Si tuviera que decirlo, era hermosa para los estándares de la

mayoría de la gente, pero no pensaba que estaba por encima de cualquier

manera. Dondequiera que iba, la gente me miraba, lo que me hacía sentir muy

incómoda, pero yo siempre pensaba que me miraban a causa de mi auto o

ropas que parecían fuera de lugar para una ciudad del noroeste tan pequeña y

con una somnolienta lluvia como Tumwater. A una hora al sur de Seattle,

Tumwater no gritaba exactamente dinero, pero había gente que lo tenía.

—Está bien mamá —dije secamente con una sonrisa y tratando de ser

agradable, recordando mi sonrisa y tácticas de saludo—. Por favor deja de

tocarme.

—Luce bien querida. Ella se ve hermosa —reconoció mi padre

mientras entraba a la cocina donde estábamos paradas. Su traje gris oscuro

prensaba a la perfección su forma esbelta y cabello jengibre oscuro a juego con

el mío—. Van a llegar tarde si no nos vamos ahora.

Mi papá insistía en estar veinte minutos antes en todo. Siempre era así.

Imagínense llegar al pre-escolar veinte minutos antes. Era increíblemente

extraño tratar de ser la chica genial que llegaba tarde. Nunca fue así.

—Estoy lista —les digo con otra sonrisa alcanzando mi toga y birrete

en la mesa.

Cuando llegamos fuera de la calzada en el BMW de mi padre, miré a

través de la calle para ver a mi rebelde vecino entrar en su pedazo de

porquería de GTO Pontiac del 68. Supongo que en realidad no era una

porquería el auto, era un bonito auto clásico, pero olía a alcohol y quemaba los

ojos si te le acercabas demasiado.

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Mi padre dijo que era porque usaba gasolina ilegal en él, pero no sabía

a ciencia cierta ni me importa para el caso. Dylan Wade, el rebelde, como me

refería a él, nunca más me habló y ni siquiera miraba en mi dirección. Creo

que he entendido por qué.

Dylan y yo éramos amigos cuando éramos más jóvenes. Él fue mi

primer beso, un beso que absorbe el resplandor de soles, pero cuando empezó

a rebelarse contra su padre cuando su madre murió, fue el fin de nuestra

amistad.

Mi papá se negó a que me relacionara con él por más tiempo cuando

encendió todos los buzones en nuestra calle en la Nochebuena del mismo año

en que su madre murió. En realidad, fue una hermosa vista, pero los vecinos

no estaban muy contentos. Siempre he pensado que sus bromas eran

humorísticas.

Al igual que la vez que tomó un sedal transparente y lo ensartó arriba

a través de la acera. Nadie podía entender por qué seguían tropezando cerca

de su casa. Había convencido a todo el mundo de que echó una especie de

hechizo sobre ellos. Me eché a reír. Fue divertido. Siempre he tenido un

montón de entretenimiento por Dylan. Tuvimos varias clases juntos, pero rara

vez se aparecía a cualquiera de ellas en esos días.

Desde que Dylan cumplió dieciocho años en octubre, parecía haber

estado metiéndose en más problemas después de haber sido acusado de iniciar

un motín en la escuela de baile que se extendió a las calles. También incendió

el gimnasio de la escuela, dos veces, y luego, aunque nadie tenía ninguna

prueba, casi destruyó el ayuntamiento cuando ató un M80 al auto de John

Warner, el Procurador Fiscal del Condado de Thurston.

No hubo heridos pero el rumor en la calle es que Dylan Wade hizo eso

y nadie lo cuestionó. Era algo que Dylan hubiera hecho.

Dylan era bueno en no ser descubierto. Algunos dirán que si ser un

criminal fuera una profesión, Dylan Wade tendría una carrera en ello.

Me rompía el corazón haber perdido el contacto el uno con el otro,

nunca paré de observarlo. A decir verdad, era una “acosadora” cuando se

refería a Dylan Wade.

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¿Cómo podía no serlo? Dylan era Dylan. Fue mi primer amor. Incluso

a los siete años sabía que lo amaba. Fue mi primer beso, el único chico que

importaba allí en el pasado cuando el chicle de sandía y los olores de verano

eran mis únicos pensamientos. Cada pensamiento de mi infancia tenía a Dylan

en él. Cada recuerdo tenía un lazo a él de alguna manera.

Una vez que llegamos en el Colegio de San Martín, donde se estaba

celebrando nuestra graduación, Eric me encontró con su brillante sonrisa que

hizo que la mayoría de las chicas de nuestra escuela se ruborizara. Dejó de

funcionar en mí hace unos años.

—Oye nena, ¿estás lista para tu discurso?

—¿No es así siempre? —le respondí con una sonrisa falsa. Yo era

buena en sonrisas falsas. Mientras hablaba, sentí un subidón en mi instinto y

mis mejillas se ruborizaron de ira, una ira que nunca entendía.

Tal vez tenía que ver con la graduación y más que ver con lo que venía

después de la graduación. No estoy segura.

—Sí… eres perfecta —respondió dándome un abrazo—. ¿Estás lista

para el lago esta noche?

Besé su mejilla, con movimientos automáticos y controlados.

—Claro, ¿cuándo nos vamos?

Algo me pasó cuando besé su mejilla. No sentí nada. No sentía una

chispa o cualquier tipo de conexión con él.

¿No se supone que debería sentir algo?

—Justo después de la ceremonia —respondió Eric mirando por encima

de su hombro a Mercedes caminando hacia nosotros.

El plan para nosotros era ir a Lake Washington, un lugar en el que

festejamos a menudo en el fin de semana con nuestros amigos para celebrar la

graduación. El padre de Eric tenía una casa flotante que mantenía allí.

Después de la graduación, estaba todo listo para asistir a Dartmouth en

el otoño con Mercedes. Eric estaría en la Universidad de Notre Dame unas

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trece horas de distancia y una parte de mí estaba bien con eso. Sinceramente,

no estaba segura de que nuestra relación podría pasar más allá de este verano y

menos aún a gran distancia.

Kasey Henley, el novio de Mercedes, que realmente me encantaba, se

iba a la Universidad de Washington con una beca de fútbol. Kasey era el chico

más simpático de esta escuela y tenía problemas como todo el mundo. Creo

que eso es lo que lo hacía tan real y agradable. Sabías que no era perfecto.

En nuestro segundo año Kasey tuvo una multa cuando se dirigía a casa

de una fiesta y casi perdió su licencia por ella y, a su vez, casi no obtuvo la

beca. La realidad se impuso y Kasey trabajó duro y demostró que podía

cambiar su vida y lo hizo, a pesar de los problemas en los que se metió y ahora

se dirigía a la universidad con una beca completa para jugar al fútbol para

UW.

Todo el mundo tenía planes para la universidad, incluyéndome, pero

en el fondo no quería ir a la universidad. No entiendo la presión para ir a la

universidad. ¿Era porque eso era lo que la sociedad quería? ¿Había algo que

decir para aquel diploma en oposición sobre la experiencia del entrenamiento

laboral? ¿Qué ofrecía el colegio que aquella experiencia no hacía?

Incluso con mis pensamientos de hoy, no pasó mucho tiempo antes de

que me encontrara dando pasos hacia el gimnasio para dar mi discurso. El

único problema era que tiré el único discurso que había preparado. A mí no

me parecía lo suficientemente bueno ya.

Cuando me acerqué al podio, vi a mis abuelos con sus sonrisas

brillantes. Mis padres, mi hermano, Eric, Mercedes, Kasey y el resto de

nuestros amigos superficiales.

En la parte de atrás del gimnasio vi a Dylan Wade, mi amigo perdido

de la infancia. He visto a Dylan casi todos los días desde que teníamos tres

años de edad, pero hoy me fijé en él, realmente lo he observado, fumando un

cigarrillo mientras el humo salía de su boca y nariz después de cada bocanada.

Estábamos dentro del gimnasio de San Martín y estaba fumando un

cigarrillo. Muy Dylan. Su rodilla doblada, con el pie apoyado en la pared, con

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la cabeza inclinada hacia delante con una mano en el bolsillo y la otra

sosteniendo el cigarrillo.

Eso no fue lo que me llamó la atención. Lo que me llamó la atención

hacia él era su comportamiento y el hecho de que no llevaba una toga como el

resto de nosotros.

Dylan siempre ha actuado un poco extraño, un poco solitario, pero

hoy estaba de pie con tanta calma, mirándome fijamente, como si estuviera

tratando de abrir un hoyo a través de mí. No estaba inquieto como

normalmente lo estaba, estaba actuando normal para los estándares de Dylan.

Su cabello castaño todavía tenía sus habituales indomables olas en el frente y

su ropa, sus pantalones de franela generalmente oscuros enrollados hasta los

codos y su camiseta vintage, tenía el mismo aspecto desgastado que siempre,

pero él estaba diferente.

Lo miré de vuelta preguntándome qué estaría pensando. Nosotros no

nos miramos mucho en estos días. Honestamente, no podía evitar mirarlo

preguntándome qué estaba viendo. A través de los años, lo más que le he oído

decir era "Vete a la mierda", y por lo general se dirigía a los profesores, al

llegar a clase, o a otros estudiantes que trataban de hablar con él. A Dylan no

le gustaba que la gente le hablara, nunca lo hacía, incluso cuando éramos

pequeños. No hablaba mucho.

¿Así que, qué lo hacía diferente hoy?

No estaba segura, pero el día me trajo de vuelta de mis pensamientos.

Todos aplaudieron cuando me anunciaron como la mejor estudiante y

quería poner los ojos en blanco en cuan ridículo era todo. ¿Cómo llegué a ser

la mejor estudiante?

Mirando alrededor por respuesta, todo el mundo seguía aplaudiendo a

excepción de Dylan. La cabeza inclinada al suelo, tomó otra calada a su

cigarrillo antes de cambiar su mirada hacia la puerta y luego de vuelta al

escenario.

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—Gracias a todos. —Sonreí y tomé una respiración profunda para

prepararme. Tenía un discurso planeado pero una vez que llegué al pódium,

nada vino a mi mente mientras miraba a Dylan, todavía fumando su cigarro.

Mirándolo a él haciendo lo que quería, cuando lo quería, quería

desesperadamente eso. Quería sentir la libertad que él sentía, libertad

impredecible. Quería estar fuera de control y quería ser rebelde. Quería una

salida del sol, un sol de ópalo que goteaba desde el cielo, con un nuevo día en

el que todo era posible y la puesta de sol era desconocida.

Dylan nunca había sido predecible, incluso a una edad joven, sabía

eso, pero últimamente era aún más impredecible pero también persuasivo,

tenía un ambiente para él de esa manera.

Recuerdo estar en el Baile de Bienvenida a principios de año cuando

esa revuelta estalló toda sobre Dylan consiguiendo una pelea con Jensen

Williams, otro jugador de fútbol. Fue entonces cuando Dylan empezó a

provocar a los otros estudiantes con gritos y empujones. Lo hacía a propósito.

Lo sabía muy bien. Atrayendo a la multitud de estudiantes y amando cada

minuto de ello, lo vi de cerca esa noche. Dylan podría incitar a casi cualquier

persona, él lo sabía, y trabajaba eso a su favor la mayor parte del tiempo.

Mi corazón estaba latiendo rápidamente en mi pecho mientras yo

estaba allí en busca de una respuesta y, entonces, mientras tomaba miradas de

admiración de mis compañeros y padres, me quebré, el momento antes de que

la oscuridad se volviera luz, el momento en que todo era imprevisible.

No podía seguir con esto. No podía ser esta persona que querían que

fuera.

—Todo el mundo espera que yo venga y de un discurso acerca de

cómo llegué a donde estoy por todo mi trabajo duro y eso puede ser cierto. Yo

trabajo duro. Pero no estoy tan segura de que lo hice por mí misma. Lo hice

porque mis padres querían eso de mí. Lo hice porque era lo que se esperaba de

mí y lo que fui empujada a hacer.

Los ojos de mis padres se ampliaron y mi padre se movió incómodo,

mirando alrededor de la habitación. La dura línea de sus labios confirmó mi

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pensamiento de que estaba viendo rojo. A Jeff Gray no le gustaban las

sorpresas.

Aunque no quería mirarlo, miré a Dylan. Algo reservado, sonrió

pasándose la mano sobre la barba de su definida mandíbula pareciendo

divertido, pero escondiéndolo bien.

Después de otra respiración profunda, continué.

—No voy a quedarme aquí y dar una conferencia a todos de que, con

mucho esfuerzo, ustedes pueden lograrlo también. Bueno, pueden si lo desean.

Pueden tenerlo todo. Yo no quiero nada de eso.

Si creía que los ojos de mis padres estaban muy abiertos antes, parecía

que estaban a punto de tener un maldito ataque al corazón ahora. Fue una

gran sensación.

—La verdad es que toda mi vida ha sido planeada para mí. ¿Sabían que

ni siquiera podía comprar mi propia ropa interior? Mi mamá hace eso por mí

—dije con una sonrisa.

Mi papá, quien había salido disparado de su silla con vergüenza, había

llegado al estrado entonces y agarrado mi brazo. Esforzándome para hablar

por el micrófono, tenía que decir una parte más que era importante.

—Parece que no tengo tiempo, pero solo quería decir una última cosa

a todo el mundo... ¡jódanse!

Con una reverencia, sonreí y batí mi cabello sobre mi hombro y me

despedí con un ademán de la multitud.

Miré de regreso a los aturdidos y muy abiertos ojos de la audiencia y

volví a sonreír. Mi madre estaba llorando gruesas lágrimas falsas mientras mi

hermano me miraba con curiosidad, como si hubiera perdido la cabeza. Eric

estaba mirándome junto con Mercedes. Kasey estaba sonriendo como si

estuviera orgulloso y Dylan estaba ahora temblando de risa en el fondo de la

sala, obviamente divertido por mi arrebato.

Mi papá me llevó fuera del estrado solo para tirar de mí hacia adelante

tratando de sacudir las tonterías de mí.

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—¡Qué está mal contigo señorita! —ladró encaminándome detrás del

estrado lejos de los demás. Grandes cortinas drapeadas alrededor de nosotros

bloqueando mí vista de la multitud hacia la derecha.

—¿Qué? —Traté de hacerlo sonar genial dando a mis ojos azules una

chispa sobre la apariencia. Podría haber funcionado, excepto por la idea de

que yo estaba tratando de hacerlo sonar genial después de que casi me estaba

riendo. Una sonrisa amenazaba en cualquier momento y antes que él hablara,

yo estaba sonriendo.

—No me digas “qué” a mí Bailey Ann. Has avergonzado a toda la

familia con ese pequeño truco de los tuyos. ¿Qué te ha pasado?

Tiré mi brazo.

—¡Tal vez esta era yo todo el tiempo! —le respondí, enojada de que

estaba haciendo una gran cosa de esto—. No tienes ni idea de quién soy.

Conoces a la hija que quieres conocer.

—No, esa no es la hija que yo crié. —Por el eco de su voz, podía decir

que esto no tenía nada que ver con el arranque y más que ver con el hecho de

que alguien lo había humillado—. La hija que crié no le faltaría al respeto a su

familia de esta manera.

Ya está. Él lo dijo. Era una vez más acerca de él y no a mí.

—No sabes qué clase de hija has criado. Ni siquiera me conoces.

Conoces a la hija que quieres conocer. Me has planeado como si fuera una

especie de juguete para ti. Bueno, sabes qué, ¡estoy cansada de esto! —Me

atraganté, al borde de las lágrimas ahora—. No voy a ser más tu marioneta.

Nunca quise esto. Nunca quise nada de esto. Yo no quiero esta vida.

Ellos podrían tener a su hija perfecta, pero esa no era yo y yo no lo haría más.

Corrí hacia el estacionamiento. Eric me agarró antes de que pudiera

alcanzarlo, su cara con la misma decepción–conmoción que todos los demás

tenían.

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—¿Qué fue eso? ¡Te das cuenta de la cantidad de problemas en que vas

a estar! —Él también alcanzó mi brazo tratando de redirigirme de nuevo a la

escuela.

—Vamos Eric. Voy a salir de aquí. —Sacudiéndome a distancia, traté

de correr pero me alcanzó.

Mientras trataba de escapar, y trataba de no tropezar en las enormes

escaleras que conducen al estacionamiento, no tenía ni idea de a dónde iba,

pero tenía que salir de allí y pensar.

—Bailey, ¿qué se te ha metido? —gritó Eric—. Esto es una locura.

Detente y habla conmigo nena.

El problema era que no quería hablar y en los diez años que había

conocido Eric, yo nunca lo había oído levantar la voz.

Regresando, me quedé mirándolo, parpadeando varias veces mientras

Mercedes y Kasey se apresuraban a la zona de estacionamiento también. Se

quedaron atrás solo porque Kasey mantuvo a Mercedes en el lugar, sus brazos

alrededor de su pecho mientras luchaba por liberarse.

—¿Sabes qué está mal conmigo Eric? —le pregunté cuando encontré

mi voz—. Estoy cansada de vivir de esta manera. —Suspiré y le miré a los

ojos—. No puedo hacerlo. ¿Crees sinceramente que puedes ir a la universidad

y esto funcionaría entre nosotros? —hablé lentamente tratando de hacerlo

escucharme.

El problema era que no me escuchaban. Ni siquiera sé por qué lo

preguntaron porque no estaban buscando una respuesta de mi parte. Por lo

menos no la que yo tenía para ellos.

—Estoy harta de esto. Así que esta soy yo enloqueciendo supongo.

—Lancé mis brazos en el aire—. No puedo seguir con esto. No puedo ser esa

persona que solo se sienta de regreso… —Yo iba a continuar, pero fui

interrumpida por el ensordecedor rugido del motor de Dylan y los gritos de su

padre mientras el auto retumbaba.

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Entrecerrando los ojos por el sol filtrado a través de la gruesa capa de

algodón, mis ojos los encontraron en la distancia en una acalorada

conversación.

Su padre, Ken Wade, continuó gritándole hasta que Dylan se acercó

amenazadoramente saliendo del auto y se acercó a su padre, que

aparentemente acababa de tocar una fibra sensible.

—¡Jódete! —gritó Dylan—. ¡No sabes nada de mí!

Fue entonces cuando empezaron a hablar pero no podía entender nada

de lo que decían. Fuera lo que fuese, Dylan no estaba de acuerdo con él y

estaba a centímetros de su cara gritando de nuevo.

De repente, Ken sacó su brazo hacia atrás y golpeó a su hijo en la cara.

—¡Desagradecido pedazo de mierda! —gritó de pie junto a él—. Yo te

di todo lo que necesitabas, ¿y así es como me pagas?

Dylan no se movió. Su expresión era ilegible, pero en guardia mientras

miraba a su padre, con su respiración incluso sorprendentemente controlada

No sé qué me poseyó para hacer eso, pero corrí hacia ellos. Si tuviera

que adivinar, el mismo impulso que me tuvo diciéndole a todos los que me

ayudaron a ser exitosa que se jodieran. Claramente no mucho de mi sentido

común estaba presente hoy.

—¡No le pegue! —grité empujando contra el pecho de Ken. Mis

esfuerzos no hicieron nada viendo que él estaba en algo así como 1.82 m.

Por qué sentía la necesidad de participar en esto estaba más allá de mí,

pero lo hice de todos modos. Una vez más, el sentido común se había ido.

—Bailey tienes que mantenerte al margen de esto. Esto es entre mi

hijo y yo, y tú ya te has metido en suficientes problemas por un día —advirtió

Ken agarrando mi brazo. También me tiró lejos.

Yo tenía un montón de tirones sucediéndome. Estaba a punto de decir

algo más cuando Dylan volvió a hablar.

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—No la toques. —Estaba furioso, creando distancia entre su padre y

yo.

Eric me alcanzó llevándome a su pecho, sus brazos protectoramente

alrededor de mi cintura.

Volviéndome, miré a Dylan, sorprendida por su reacción. Esta era la

primera vez que lo oía hablar en no sé cuánto tiempo, años quizá.

Sus ojos, azules helados como el invierno, encontraron los míos y en

ese momento, me olvidé del mundo que me rodeaba.

En su lugar, nos vi jugando como niños. Nos vi haciendo pasteles de

lodo, ensuciándonos, nadando en el Black Lake y mi primer beso en las vías

del tren con él y el sabor de su goma de sandía. Nos vi de la forma en que

debería haber sido cuando nada más importaba, sino un camino de tierra que

conducía a ninguna parte.

Pero no éramos más eso. No podía ser.

¿O podía?

¿Podría ser que había algo más ahí afuera para mí? ¿Podría ser mi

salida del sol por fin impredecible?

—Vamos Bailey. —Eric me apretó en su pecho con un apretón firme

en mis brazos.

En todo lo que podía centrarme era en los ojos de Dylan. Parecía estar

tan perdido como yo.

En ese momento, éramos dos niños buscando un escape. Dos niños

queriendo esa impredecible salida del sol.

Las cejas de Dylan se juntaron mientras parecía considerar algo y

luego inclinó la cabeza sobre el Pontiac en marcha, con una expresión

indescifrable.

¿Quería que entrara?

Luego se hizo un poco más claro para mí cuando lo pronunció:

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—Ven conmigo.

Fue entonces cuando Eric tomó un firme agarre en mí. Sus ojos

buscaron mi cara por algo, una emoción, una respuesta que nunca encontraría.

—Bailey, vamos.

Empujando contra su pecho, traté de encontrar mi voz.

—No, suéltame Eric.

No lo hizo y se mantuvo fuerte.

—No voy a dejarte arruinar todo.

—Creo que ella te pidió que la dejes ir —dijo Dylan, la ira chispeando,

mientras empujaba el pecho de Eric una vez. La mano de Eric se deslizó de mí

con el movimiento—. Si quieres mantener el brazo del millón de dólares, te

sugiero que la dejes ir.

—No te metas en esto Wade —advirtió Eric dando un paso hacia

Dylan—. Esto es entre mi novia y yo.

Cerca de la puerta del conductor ahora, Dylan abrió la puerta, con las

cejas levantadas, y sin pensarlo, salté frenéticamente arrastrándome por el

asiento al del pasajero junto a su guitarra.

—Sí, bueno —Dylan sonrió—, parece que ella quiere dar un paseo.

Con una naturalidad que parecía más burlesca que amenazante, Dylan

entró al auto conmigo.

Eric dio un paso atrás sabiendo que Dylan no dudaría en correr sobre

él.

Una vez que mi respiración volvió a la normalidad me di cuenta de lo

que acababa de hacer.

Estoy loca. Esto es tan loco. Esto es increíble.

Solo me metí en el auto de un extraño. Él no era un extraño. Lo

conocía de casi toda mi vida, pero yo realmente no lo conocía más. Podría

haber matado a alguien y yo no lo habría sabido.

21

Tal vez me iba a matar.

Has visto demasiado Mentes Criminales. Me dije a mí misma tratando

de relajarme.

Eso no hizo nada.

Mis ojos se dirigieron a Dylan, que estaba mirando la carretera. Con la

adrenalina corriendo a través de mí, me sentí como si hubiera robado un

banco y no podía dejar de temblar. Era como la vez que bebí diez Red Bulls

para mantenerme de pie en los exámenes parciales. No pude dormir durante

una semana.

¿Cómo estaba tan tranquilo Dylan?

Todavía estábamos en la ciudad, a un kilómetro del Black Lake.

Cuando cruzamos las vías del tren, él me miró, con su labio sangrando, desde

donde su padre le dio un puñetazo. Visiblemente enojado, pasó su mano

izquierda a través de su labio, limpiándose la sangre y luego volvió a mirar a la

carretera antes de limpiar la sangre en sus jeans.

Antes de que supiera, estábamos sentados frente a mi casa. Dylan no

miró hacia mí cuando comenzó a hablar con una voz ronca que me sobresaltó.

—Deberías entrar.

El sonido de él hablando parecía extraño para mí.

—No quiero —discutí.

Tal vez realmente no me quiere con él. Tal vez no quería ir a ninguna

parte conmigo. Realmente no puedo culparlo. Debido a mi familia, yo

prácticamente actué como si pensara que no estuvo vivo los últimos ocho

años.

—No deberías meterte en más problemas. Entra —exigió.

—No.

Dylan suspiró.

22

—¿Qué estás haciendo conmigo? —preguntó cuidadosamente,

sacudiendo su cabeza—. Solo vete.

—No sé lo que estoy haciendo —le dije—. No lo sé, pero sí sé que

quiero irme, a cualquier lugar, contigo.

Se quedó en silencio por un momento. Sus ojos buscaron los míos,

como si pensara que le estaba haciendo una pregunta.

Abrió la boca y luego hizo una pausa, como si estuviera decidiendo lo

que quería decir. Fue entonces cuando cambió su expresión, suavizada,

mientras hablaba en voz baja. Sus manos se apretaron alrededor del volante,

sus maltratados nudillos se pusieron blancos y volvió a mirar a través del

parabrisas.

—Ve dentro…

—¡NO! —lo interrumpí.

Los ojos de Dylan barrieron los míos y me miraron, su rostro adoptó

un filo solemne.

—Entra…

Empecé a decir algo más, pero él me hizo callar con sus dedos.

—Toma lo que necesites, pero que sea rápido, equipaje de estilo

fugitivo. Tus padres estarán aquí pronto.

¿Qué diablos es el estilo fugitivo? ¿Debería preguntar? No, no

preguntes solo ve dentro.

Asentí y llegué a la puerta, su mano alcanzó mi brazo y tiró

ligeramente.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —preguntó, vacilante—. Si

te marchas ahora…

—Estoy segura, Dylan —le aseguré y corrí dentro de mi casa antes de

que pudiera decirme que no otra vez.

Ahora, ¿qué debo empacar?

23

Ropa, ropa interior... ¿qué más? Cámara, definitivamente debía agarrar

eso. Me preguntaba qué era el estilo de equipaje fugitivo. Lanzando todo esto

en mi bolso, me volví a mi computadora.

Sabía que no tenía tiempo para buscar en Google o lo habría hecho.

Con la esperanza de que eso significara solo lo necesario, me fui con eso.

—Solo lo necesario —me gritaba a mí misma—, solo lo necesario.

Empaqué todo lo que creía que era esencial y nada más. Hice a agarrar

mi teléfono, pero dejé mi ordenador portátil y iPad en mi escritorio sabiendo

que ninguno de esos artículos sería el estilo fugitivo.

Después de eso, fui a mi alijo de dinero de emergencia que había

escondido en un cerdo de peluche que tenía en mi cama de mi trabajo el

verano pasado. Ese dinero era lo único que mis padres no sabían que tenía.

Con mi equipaje de estilo fugitivo y mis habilidades para correr, estaba

de vuelta en el auto de Dylan en dos minutos.

Vi el auto de mi padre entrando en la urbanización justo cuando lo

hacíamos directo en el Black Lake Boulevard. Volví a mirarlos en el espejo

lateral, los brazos de mi madre agitándose a su alrededor frenéticamente

mientras mi padre gritaba.

Literalmente me podía imaginar la conversación que estaba

ocurriendo en ese auto ahora mismo.

Fue entonces cuando mi mente comenzó a revolverse y me pregunté

si había hecho la decisión correcta. ¿Había jodido todo sin remedio?

¿Pero realmente quería reparar una vida que nunca quise?

Dylan no dijo nada hasta que llegamos al semáforo en Trosper Road.

Cuando el semáforo se puso en verde, el auto delante de nosotros comenzó a

moverse y Dylan me miró mientras fácilmente atravesaba la intersección.

—¿Norte o sur? —preguntó esperando que yo lo mirara.

Qué pregunta más cargada era. El auto detrás de nosotros tocó la

bocina y Dylan sonrió esperando por mi respuesta. Salida del sol, puesta de

24

sol, planificado y no planificado, predecible, espontáneo, todo tenía un

significado. Solo que yo no sabía cuál era ese significado.

—Sur —le contesté.

Dylan sonrió dejando que sus ojos vagaran por delante de mi cara.

Naturalmente, esto me avergonzó y mis mejillas quemaron.

—Sur será Ojos Marrones —dijo haciendo una salida en la interestatal

5.

No estoy segura de qué me emocionaba más justo en este momento. La

idea de ir al sur, con Dylan Wade, o él llamándome Ojos Marrones, mi apodo

de la infancia que me dio cuando tenía tres años.

25

2

Lo Desconocido Bailey Grey

Traducido por Maru Belikov y atenea

Corregido por Lizzie

on las ventanas abajo y el frío aire del suroeste de Washington

soplando a través de mi cabello, Dylan y yo hicimos el

recorrido.

Mientras el sol se ponía alrededor de nosotros, parecía, y no estaba

completamente segura, que ambos buscábamos algo y ninguno sabía lo que

era. En todos los escenarios que había soñado sobre huir de casa, nunca

imaginé que Dylan estaría conmigo. Siempre pensé que me iría sola y quizá

viajaría a Seattle.

No podía más que pensar sobre lo que estaba haciendo con Dylan,

como no lo conocía, pero Dylan tampoco me conocía. Ahora éramos dos

extraños. Pero éramos dos extraños detrás de lo mismo, independencia.

No tenía idea de lo que el mañana traería o los siguientes diez minutos

y por primera vez en mi vida, estaba bien con eso. No quería tener que

responder a nadie. Quería cometer errores. Quería meterme en problemas.

Quería tener dieciocho.

No podía pensar en una sola razón para regresar ahora pero podía

pensar en miles de razones para seguir adelante.

C

26

Dylan estuvo callado la mayor parte. Ocasionalmente cambiaba la lista

de canciones de su iPod pero aparte de eso, decía poco. Su mano derecha

estaba sobre el volante, su izquierda contra la ventana torciendo su cabello en

bucles.

Quería preguntarle por qué decidió venir conmigo después de ocho

años de no hablarnos. Quería preguntarle por qué su papá lo golpeó… pero no

lo hice. Había tanto sobre Dylan que continuaba siendo un misterio.

Sabía suficiente sobre Dylan Wade como para no preguntar.

Una vez cuando estábamos en química, Wesley Kennedy, un tímido

chico nerd le preguntó sobre un tatuaje sobre su brazo y la respuesta de Dylan

fue golpearlo en el hombro y decirle que se metiera en sus propios asuntos.

Conociendo ese lado de Dylan, de ninguna manera le preguntaría algo

hasta que él lo hiciera.

Había sido un tiempo desde que me había fijado en Dylan. Recuerdo

que cuando éramos niños él siempre fue hermoso para los estándares de

chicos. Ambos Dylan y su hermano, Drew, quien se fue de casa a los dieciséis,

eran la fantasía de la mayoría de las chicas en la ciudad, debido a su misterio.

Ahora, a los dieciocho, Dylan parecía que había tomado una

apariencia más masculina. Su mandíbula era definida, las tonalidades ocres

profundas resaltaban los puntos rubios por el sol de verano y el tono rojizo de

la barba de su mandíbula. Su cabello tenía una apariencia descuidada en el

frente, muy parecido a James Dean. Él era alto y delgado, pero musculoso. Sus

antebrazos tenían tatuajes que no podía leer ya que los mantenía usualmente

ocultos la mayor parte del tiempo por una sudadera pero sabía que estaban

ahí.

Su amigo Landon Neel era un artista de tatuajes y más o menos tenía a

Dylan como su lienzo. Mientras yo descaradamente miraba su cuerpo, sus ojos

parpadearon del camino para encontrarse con los míos.

¿Dios, podría haber sido más obvia?

Imaginé que él iba a decir algo listillo pero en lugar de eso, él apartó la

mirada rápidamente.

27

Tratando de romper la incomodidad, decidí preguntarle a dónde

íbamos.

—¿A dónde deberíamos ir?

Él no giró su cabeza pero la inclinó a un lado, sus ojos seguían en el

camino.

—Creo que la pregunta es ¿a dónde quieres ir?

—Esto no es solo sobre mí, Dylan —dije subiendo mis piernas y

envolviendo mis brazos alrededor de ellas—. No soy la única en el auto.

Él estaba callado, contemplándolo, por unos cuantos segundos luego se

movió en el asiento descansando su brazo alrededor de la parte trasera de su

asiento inclinando su cuerpo hacia mí.

—¿Ciudad por ciudad entonces? —Él sonrió con una calidez que

encontré confortante cuando asentí—. Iremos a Medford esta noche y

decidiremos a partir de ahí.

—Bien —estuve de acuerdo.

Luego pensé sobre mi vida de vuelta en casa.

Parte de mí estaba nerviosa. ¿Cómo no podría estarlo? Por dieciocho

años, seguí las reglas y hoy, destruí cualquier confianza que mis padres

tuvieran en mí. Al demonio, con esa hazaña, tendría suerte si todavía tenía mi

beca para Dartmouth.

—Probablemente debería llamar a mis padres cuando nos detengamos.

Dylan no dijo nada y para ser honesta, no estaba esperando que lo

hiciera.

Después de diez minutos, miró hacia mí, entrecerrando los ojos por el

sol filtrándose a través del parabrisas.

—No siempre tienes que seguir las reglas.

—Eso dices tú. —Me reí sintiéndome más segura con mi decisión de

irme—. ¿Cuántas veces has sido arrestado?

28

—Dejé de contar hace unos años. —Se rió, finalmente riéndose.

No me sorprendía en lo más mínimo que Dylan no supiera cuantas

veces había sido arrestado. Para un chico como Dylan, ser arrestado no

significaba nada, porque solo conseguía ser atrapado cuando era perezoso.

Más importante, se sentía bien escuchar reír a Dylan otra vez. Después

de que su madre muriera cuando era más joven, una parte de Dylan también

murió. Lauren, su mamá quien había sido asesinada en un accidente

automovilístico unas semanas antes de navidad por un conductor ebrio

cuando él tenía diez años, era probablemente la mujer más cautivadora y

dulce que había conocido.

No recuerdo mucho sobre ella, era un recuerdo distante que se

desvanecía cada día, pero si recordaba que olía como galletas y siempre quería

tomar un bocado de ella. Dylan siempre había sido cercano a su mamá. Así

que cuando fue alejada de él, tan de repente, fue difícil.

Dado a que mis padres eran idiotas pretenciosos la mayor parte del

tiempo, no podía llegar a comprender lo que Dylan pasó al perderla.

Estaba a punto de anochecer cuando llegamos a Medford, Oregón. El

una vez cielo azul estaba salpicado con un púrpura y rosado a través del

horizonte, el final de otro día. La iluminación era perfecta en la distancia, así

que lancé unas cuantas fotos por la ventana sabiendo que podrían ser borrosas,

pero decidí intentarlo de todos modos.

Justo como un amanecer, un atardecer podía crear colores hermosos.

Mi parte favorita sobre el atardecer era la manera en que lanzaba unos

hermosos rayos dorados de luz sobre todo alrededor. El constante cambio de

luz podría hacerte ver y sentir lo que nunca antes viste.

No me gustaba todo siendo planificado. Me gustaba lo desconocido, lo

inesperado, y el misterio de no conocer donde dormiría esta noche o que

mañana podría estar en cualquier otro lugar.

Mis ojos estaban en todas partes ahora, bebiendo cada detalle como si

pudiera ver adónde iba mi vida, a donde quería ir y a dónde esperaba que

29

fuera, en algún lugar, a cualquier lado y quizá a nada en específico. Tampoco

podía evitar el nerviosismo creciendo en mis huesos.

Con las ventanas aun abajo, un temblor corrió a través de mí. Todavía

tenía puesto mi vestido, por quien sabe qué razón. El delgado material de

poliéster no era exactamente cálido una vez que la temperatura cayó.

Dylan lo notó y se estiró por una sudadera en el asiento trasero.

—Aquí —dijo extendiéndomela—. Puede que apeste pero al menos es

algo.

Mientras se deslizaba sobre mis hombros, el olor de jazmín y limón

con lo que parecía jabón y cigarrillos me envolvieron. Cuando lancé otra

mirada hacia Dylan, mi piel entrando en contacto con la capucha de su

sudadera, un lado de su boca se detuvo en una media sonrisa cuando se dio

cuenta de mi madriguera en la sudadera negra.

Examinándola, note el símbolo Oakley en el frente y las deshilachadas

mangas indicando que usaba esto muy a menudo.

Vimos un hotel Western así que Dylan se detuvo en el

estacionamiento. Estaba un poco vacilante en salir del auto, su GTO negro

brillaba bajo la farola que zumbaba con miles de bichos volando alrededor de

ella. Él no dijo nada mientras se acercaba a la parte trasera del auto donde yo

estaba esperando.

Abriendo el maletero, con una mano, él se estiro dentro por un bolso

negro que asumí tenía su ropa dentro. Tomando el bolso en su mano

izquierda, él colocó la guitarra en el maletero antes de cerrarla.

Sabía que Dylan tocaba y quería preguntarle si todavía lo hacía pero

entonces otra vez, no lo hice. Parecía personal y no estaba segura que

estuviéramos en cosas tan personales aun. Como dije, ninguna palabra había

sido dicha en años hasta hoy.

Caminamos al lado del otro hasta la entrada, grandes puertas de cristal

se abrieron mientras un enjambre de aire viciado se precipitaba a mis sentidos.

30

—¿Cuántas habitaciones les gustarían? —preguntó la mujer detrás del

mostrador, mirando boquiabierta hacia Dylan y luego hacia mí, y luego de

regreso a Dylan mientras entornábamos los ojos a las brillantes paredes detrás

de ella.

Conmigo llevando un vestido y cabello recogido en un desordenado

moño, estoy segura que teníamos escrito fugitivos sobre todo nosotros.

Dylan sonrió, ajustando su bolso sobre su hombro, y miro hacia mí

mientras hablaba.

—Creo…

—Una habitación está bien —le dije a la mujer ignorando a Dylan.

Así que primero, escapo con el rebelde de la ciudad y ahora empiezo a

sugerir que compartamos una habitación de hotel.

Si los planes de Dylan eran asesinarme, parecía que ahora tenía su

oportunidad. Para qué dañar la logística de ello. Si iba a morir de esta forma,

lo iba a hacer bien.

Estirándome por la billetera de mi bolsa, saque algo de efectivo

cuando Dylan colocó su mano sobre la mía. Le di una mirada extraña porque,

mientras me agarraba la mano, se quedó mirando por lo que parecieron unos

cinco minutos cuando la mujer aclaró su garganta.

—¿Cómo estarán pagando?

—Yo pagaré —insistió él deslizando su tarjeta de crédito a través del

mostrador de granito.

No queriendo hacer una escena, no discutí pero obviamente le pagaría.

No había manera de que él pagara todo esto solo.

Tan pronto como nos metimos en el ascensor, le ofrecí cien dólares.

—Aquí.

—¿Para qué es eso? —Él no lo tomo y en lugar de eso, metió sus

manos en los bolsillos.

31

—La habitación. —El ascensor olía como humo rancio y ropa sucia.

Tomó todo lo que tenía para no atragantarme y creo que Dylan sabía eso por

la forma en que las esquinas de su boca se torcieron en una sonrisa—. No

puedo dejarte que pagues todo tu solo.

—Si puedes y lo harás —insistió Dylan observando los números de

cada piso parpadear mientras los pasábamos—. No aceptaré tu dinero.

—Bueno. —Tragué tratando de no oler nada, lo que claramente era la

acción equivocada. Una vez que abrí mi boca, era como si ahora pudiera

saborearlo, mucho peor—. ¿Cómo se supone que voy a pagarte?

Él se rió encogiéndose de hombros y miró a sus pies.

—Acepto favores sexuales.

¿Él dijo qué?

No fue hasta ese momento que nos dimos cuenta que no éramos los

únicos en el ascensor. El humo rancio y la ropa sucia era en realidad una

persona de pie detrás de nosotros quejándose sobre vulgares adolescentes.

Dylan y yo logramos evitar reírnos hasta que salimos del ascensor pero

antes de que incluso las puertas se cerraran, ambos estallamos en risas.

—¿Viste su rostro? —jadeó Dylan entre risas.

Me tomó un minuto ser capaz de responder porque estaba riendo tan

fuerte que mi costado dolía.

—¡Pensé que ella estaba a punto de tener un ataque al corazón!

—me las arreglé para decir después de unas cuantas respiraciones—. Pero

diablos, ¿Ese olor era ella?

Todo lo que Dylan pudo hacer fue asentir entre su risa.

Continuamos con las ocasionales risitas mientras hacíamos nuestro

camino a la habitación solo para encontrar que tenía una sola cama en lugar

de dos. A parte de solo ser una cama, estaba agradecida que no oliera como la

mujer. Las paredes color crema destacaban en lo dorado y la alfombra verde a

cuadros y la cama de color rojo.

32

Debimos habernos quedado mirando a esa maldita cama por unos

buenos cinco minutos.

Sé lo que estás pensando. Aquí está una chica que, en papel, tiene una

beca en una universidad de la Ivy League, tenía la vida perfecta, y ahora aquí

estaba ella durmiendo en habitaciones de hotel con extraños y maldiciendo

como un marinero.

El problema es que siempre he dicho groserías, solo que nunca cerca

de nadie. Y tan lejos como va mi cerebro, todo eso es cierto pero hablando

conmigo, nunca lo sabrías. Yo no creía en hablar por encima de otros o tratar

de usar palabras que no eran otras que el profesor de inglés no pudiera

entender.

Dylan fue el primero en hablar sobre la cama.

—Puedo dormir en el sofá. —Él señaló sobre su hombro a la esquina

de la habitación hacia un sofá naranja que lucía como si quizá pudieran

encajar sus piernas pero no el resto de él.

Moví mis manos alrededor.

—No seas tonto —le dije tratando de no dejarle saber cuan nerviosa

estaba—. Podemos compartir.

Otra vez, si iba a asesinarme esta noche, sería fácil para él.

—Si eso es lo que quieres.

Lanzando mi bolso sobre la cama, Dylan hizo lo mismo. Ambos

encendimos nuestros teléfonos y estaba un poco asombrada de ver que tenía

dieciocho mensajes de voz. Nueve eran de mi papa, tres de Mercedes, y siete

de Eric. También tenía trece mensajes, diez de Eric, y tres de Mercedes.

¿Dónde estás? Te iré a buscar. Dime dónde. – Eric.

¿En serio te fuiste de la ciudad con Dylan Wade? ¿Qué estás

pensando? No puedo creer que nos abandones así y por Wade de todas las

personas. Gracias por pensar solo en ti. – Mercedes.

33

¿Has perdido la cabeza? No puedo creer que solo te vayas así. ¿Esto

quiere decir que terminamos? De seguro parece de esa forma y después de

cuatro años. Esto es tan inmaduro. – Eric.

Quizá había perdido la cabeza pero estaba bien con eso. Quizá si

habíamos terminado, y también estaba bien respecto a eso.

Sentado directamente enfrente de mí sobre el sofá naranja, Dylan se

rió desplazándose a través de sus propios mensajes de texto.

—¿De qué te estás riendo? —pregunté, sin apartar mi vista del

teléfono y borrando los mensajes de texto, no intentó responder.

—Todos estos mensajes de Eric. —Su mano voló extendiéndome su

teléfono—. Que cretino.

Mi primer pensamiento fue por qué él tenía el número de Eric. Ellos

no eran amigos. Dylan siempre había pasado el rato con Landon Neel y Danny

Wells, su mejor amigo. A parte de ellos, nunca lo he visto con nadie más

mucho menos con Eric. Como amigos, ellos serían el par menos probable.

¿Cómo pudiste ser tan estúpido sobre esto? – Papá.

Genial hombre. ¡Qué manera de joder con el bombón de la ciudad!

Llámame. Necesito detalles. – Landon.

¡Mejor que no la lastimes! – Eric.

El último no era algo que esperaba ver y tenía que preguntarme sobre

qué tipo de novio era Eric James.

¿Cuánto tiempo has estado durmiendo con ella? No puedo creerlo.

–Eric.

Y luego la confirmación vino. Su celular sonó con otro mensaje de

Eric.

¿Le contaste sobre Mercedes? No le digas. Por favor. Pero sé que lo

favores no significan nada para ti. – Eric.

Le entregué su teléfono pero no dije nada al principio. Confundido por

mi respuesta, él leyó el último mensaje que claramente no tenía que ver.

34

Ojos aprensivos brillaron con pesar, abrió la boca como si fuera a decir

algo, pero se detuvo sabiendo que su respuesta no significaría nada si no era la

verdad

—Voy a hacerte algunas preguntas, Dylan. Y quiero respuestas

sinceras —demandé. Él me dio un asentimiento así que continúe. Se sentía

como si todo estuviese pasando al mismo tiempo. Mis latidos estaban en mis

oídos, mi corazón en la garganta, lista para mentiras que sabía estaban a punto

de ser reveladas—. ¿Eres amigo de Eric James?

—No.

—¿Cómo tienes su número?

—Destrocé las ventanas de su auto el año pasado en una fiesta. —Él

finalmente miro hacia mí y en el fondo un temor que sabía siempre estaba allí

se presentó como el monstruo que podía ser—. Mi papá me hizo pagar por los

daños así que le di mi número para el presupuesto. Créeme, no fue mí

elección.

—¿Por qué le hiciste eso a su auto?

Él tragó bajando sus ojos a la cama.

—Él es un maldito idiota, por eso.

—¿Qué te hizo?

—Solo déjalo estar. —Él trató de levantarse de la cama pero agarré su

brazo y lo hice volver abajo—. Nada de lo cual tengas que preocuparte.

—¿Qué hizo?

Fulminando con la mirada al suelo, él ladeó su cabeza.

—Vi algo que él no quiso que yo viera. Esto me enojó entonces jodí su

auto. Fin de la historia. —Él lo dijo con un encogimiento como si esto no

fuera tan grande.

Era grande. Yo podía ver que él ocultaba algo bajo las sombras de su

mirada fija y profundamente abajo, yo sabía lo que era, y quise que él lo dijera

en voz alta. No era ingenuo pero los signos estaban allí. Eric era demasiado

35

controlado y responsable para un chico de dieciocho años. Yo sabía que él

tenía que tener una falla en algún sitio.

—¿Qué viste? ¿Qué hizo Eric?

Dylan se recostó abajo en la cama y se inclinó adelante para descansar

sus codos en sus rodillas. Las mangas de su camisa de franela permanecían

enrolladas revelando los tatuajes otra vez. Quise preguntar que eran pero no lo

hice.

—Realmente quieres oír esto —golpeando su cabeza, él me miró—, ¿o

solo quieres oírlo porque necesitas una razón de apartarte de Eric? No seré la

razón por lo que lo haces.

No dije nada así que él siguió.

—¿Lo amas? —susurró.

¿Amé a Eric? La respuesta era simple. Después de hoy, era evidente

que no lo hice. No lo amé y no creo que yo alguna vez lo hiciera. Para ser

honesta contigo, Dylan había robado una parte de mi corazón cuando éramos

niños y no había ningún modo que yo pudiera amar a otro chico de la manera

que lo hice con él. Aunque la vida hubiera cambiado completamente yo no

estaba segura de que estaba enamorado de Dylan, no cambiaba el hecho de

que él tenía una parte, solo él.

Eric era solo otra pieza de mi planeada vida. ¿Cómo podría amar algo

que fue forzado? Yo no lo conocía. Yo conocía la versión planeada que fue

presentada ante mí.

—No —dije contemplando el teléfono en mi mano. Mi visión se

enturbió con lágrimas, la alfombra a cuadros del cuarto del hotel me aturdió

cuando los colores verdes y dorados se mezclaron. Justo como las mentiras que

había dicho, los patrones se revelaron—. No lo hago.

Las esquinas de la boca de Dylan se inclinaron.

—Lo atrapé acostándose con Mercedes Grant detrás del estadio de

fútbol. Rompí las ventanas de su auto.

36

Pensé que el sentimiento que cayó sobre mí, pinchando mi piel sería

tristeza pero no lo era. El pinchazo que sentí era una mezcla de emociones que

nunca había sentido antes. Confuso sí pero mucho más cuando pensaba en por

qué Dylan destrozó su auto. Ya no estaba preocupada por Eric en absoluto. Lo

que me preocupaba era por qué un chico al cual no hice caso todos estos años

sintió la necesidad de defenderme.

—¿Por qué? —pregunté tratando de no mirar la extraña alfombra más

tiempo.

Cuando miré a su cara sus ojos dijeron todo, él lo hizo por mí.

Yo no sabía que lloraba hasta que Dylan quitó las lágrimas lejos de mí.

Un silencio se había extendido en todas partes del cuarto aparte del zumbido

del aire acondicionado funcionando mal.

Funcionó durante una ronda y golpeó hasta que se apagó.

Cuando él habló, su voz se sintió forzada admitiendo algo que él no

quería decir.

—Yo estaba enojado. —Él tomó un aliento desigual y fijó su atención

a sus manos—. Durante ocho años he esperado que vieras lo que estaba

delante de ti. Cada uno te lavó el cerebro pensando que Eric James era lo

mejor para ti.

—Dylan, yo…

—No —interrumpió Dylan alcanzando mi teléfono que dejó caer en el

suelo a sus pies—. Olvida que dije algo. Llama a tus padres.

—Tengo una pregunta más. —Dylan me dio una cabezada para

seguir. Preocupación evidente en sus ojos por lo que yo iba a preguntarle—.

¿Qué le dijiste a Eric sobre ello?

—Nada, estoy seguro que el bate en su parabrisas lo dejo claro.

¿Cómo creyó Eric que yo no averiguaría sobre esto? Esto

probablemente habría llevado tiempo Dylan no lo diría en mensajes de texto

pero yo no era estúpida. He sabido durante años que mi vida no era lo que

parecía ser. ¿Hice algo sobre ello? No. Ahora sí y esto es en qué me concentré.

37

Más pensaba en ello, más enojada estaba. En mi mente, yo sabía que

esto pasaba entre Eric y Mercedes. La peor parte era que Eric y yo no

habíamos tenido sexo, sin embargo él tenía un lío con ella, o tal vez ella no era

la primera. El pensamiento se rebelaba a mí.

Enojada, decidí llamar a Eric primero y dar a su culo tramposo una

parte de mi mente.

Para un poco de privacidad, fui al balcón y cerré la puerta detrás de

mí. Dylan me miró caminar fuera y luego se fue al cuarto de baño con una

toalla.

Sonó una vez antes de que él atendiera.

—¿Bailey dónde estás? ¿Estás bien? ¿Te hizo daño?

—Ah, dame un descanso. No actúes tan inocente. —Yo estaba real y

completamente orgullosa de mí. Parecía que yo tenía todas las clases de coraje

hoy—. ¿Cómo está Mercedes?

Cualquier chica, y no me preocupa quien sea, tiene un lado

rencoroso. Estando en la escuela secundaria, averiguas rápidamente que todas

ellas lo tienen. El mío comenzaba a mostrar su fea cara.

—¿De qué estás hablando? —Él francamente pareció alarmado, lo que

incluso me enojó más.

—No me des esa basura, Eric. —Incapaz de estarme quieta, comencé

a pasear por el balcón—. Sé sobre ti y Mercedes. ¿Con quién más has estado?

¿Déjame adivinar, Jessica también?

—Él está mintiendo. —Eric afirmó tropezando con sus palabras—.

Nunca dormí con ella. Él está diciéndote esa mierda así jodes con él.

Me reí amargamente apretando mi teléfono fuertemente. Se sintió

como que yo trataba de estrangular mi teléfono para compensar la incapacidad

de estrangular a Eric.

—Solo demostraste mi punto ahí mismo. Nunca dije sobre qué yo

sabía.

38

—No hice nada que ella no pidiera. —La voz de Eric era aguda como

si él indicara algo obvio—. Y por qué no le preguntas a Dylan sobre Mercedes.

Él ha llegado a conocerla bastante bien también.

—¿Guau, entonces es por eso, porque ella te lo pidió? —pregunté

ignorando su comentario sobre Dylan—. Vamos Eric, eres más elegante que

ese Sr. Excitante. —Durante los años de jugar fútbol su vida entera, Eric había

conseguido el apodo de Sr. Excitante por su capacidad en el campo. Yo

siempre había odiado ese apodo y nunca lo había usado.

—Esto no es lo que parece, Bailey. —Eric soltó sus palabras rápido

sabiendo que yo colgaría en cualquier momento—. Solo vuelve y podemos

hablar de esto. No tires cuatro años por un tipo como Dylan Wade.

—Esto no tiene absolutamente nada que ver con Dylan y lo sabes. No

hay nada de lo cual tengamos que hablar más.

Eric gimió.

—¿Entonces qué, vas solo a escaparte con Wade ahora? Esto es tan

infantil. Bailey, no puedes…

—Guarda tu mierda para alguien más.

Presioné el botón de finalizar y sorprendentemente, me sentí mejor.

El saludo de mi papá no era mucho mejor.

—¡Escucha aquí Bailey Ann Gray, trae tu culo a casa ahora mismo!

¿Te das cuenta en la situación en la cual me has puesto ahora? ¿Entiendes el

calor que estoy recibiendo por la incapacidad de controlar a mi propia hija?

Vuelve.

—Sería un poco difícil de hacer, papá. Estoy en México —mentí

mirando el Escalade en el estacionamiento debajo intentando estacionar en un

lugar compacto.

—¿Qué te ha dicho él? —Yo podía oír a mi mamá presionando en el

fondo—. Esto es una locura. Regresa aquí.

39

—Él no me dijo nada —le dije tratando de permanecer firme en que

yo no volvía solo porque papi lo dijo—. Le pedí irme.

—¡Vienes a casa ahora mismo!

—No papá, no voy. Tengo dieciocho años y puedo tomar mis propias

decisiones.

Él hizo una pausa durante un momento y dijo las palabras que nunca

esperé que él dijera:

—Bien, tenlo a tu modo, Bailey. Si no estás en casa mañana por la

mañana, no te molestes en volver. No toleraré este tipo de comportamiento en

mi casa.

—¿Quieres decir que a la primera que te genero un problema me

desheredas? —Me reí—. Esto es impresionante. Salgo con el tipo perfecto en

tu mente porque él es lo que apruebas, bien sabes que, el tipo perfecto ha

estado jodiendo con mi llamada mejor amiga. Escogí la escuela a la que

quisiste que fuera porque la aprobaste, bien adivina qué, no me preocupa más.

No voy.

—Si vas a escaparte con el delincuente de ciudad Dylan Wade,

entonces sí, te desheredaré. —Él clarificó en un tono que reconocí siendo

usado con miembros del ayuntamiento—. No toleraré este tipo de

comportamiento de mi hija.

—Bien, desherédeme alcalde Gray. —Sin otra respuesta, tiré mi

teléfono del balcón al Escalade que todavía no había entrado en el

estacionamiento.

Dylan había terminado con su ducha y ahora se sentaba en la cama,

teléfono en mano, vestido en un par de jeans y sin camisa.

Mi mirada fue a los tatuajes primero de sus brazos y pecho y luego al

resto de su apariencia tonificada. Era evidente que él trabajaba o tenía un muy

buen metabolismo.

—Oye —él dijo, preocupado cuando cerré la puerta corrediza de

cristal detrás de mí.

40

—Mi papá me desheredó —dije esto despreocupadamente al principio

como si no importara, pero para mí, significaba algo. ¿Cómo no podría?

—Imagínate —se quejó Dylan tirando una camisa sobre su cabeza.

No tengo ni idea por qué pero el sonido de la voz de Dylan fue mi

punto de ruptura. Como una rotura de presa, me eché a llorar.

La clásica fugitiva apareció ahí mismo. Tan pronto como la mierda

golpeó, me quebré.

Dylan vaciló y luego se movió para consolarme pero él pareció

incómodo haciéndolo.

—Lo siento. —Fue la única cosa que él me dijo.

Lloré incluso más fuerte.

Toda mi vida yo había hecho cosas para todos los demás y en el

momento en que decidí hacer algo para mí, mi familia me desheredó. La vida

que yo creía que conocía con Eric era una mentira y él había cometido el acto

más irrespetuoso de falsedad que alguien podría hacer.

Mi único pensamiento era ¿cómo confío en alguien ahora? Y esto

rápidamente fluyó en que ahora no tenía nada para volver.

Dylan no dijo nada más y me sostuvo hasta que yo dejara de llorar.

Girando lejos para mirarlo, sus ojos todavía sostenían la preocupación

explorando mi cara mientras cepillaba el cabello que se pegaba a mis mejillas

pegajosas.

—¿Quieres que te lleve de vuelta? —preguntó, con vacilación, sus ojos

buscando en los míos cualquier indicación de lo que quería—. Lo haré si eso es

lo que quieres.

—No tengo nada allí a lo que quiero volver. —Limpié las lágrimas de

mi cara intentando salir de mi llanto—. ¿Llamaste a tu papá?

Él meneó su cabeza, la tristeza volvió.

—No.

41

—¿Vas a hacerlo?

Él ladeó su cabeza otra vez.

—No hay ninguna razón.

—¿Te desheredó también?

Protegido por un frente cauteloso, él miró el suelo y no dijo nada.

Frotando su cuello, la frustración aliviada.

—Él me desheredó mucho antes de esto.

Yo tenía un sentimiento de que aquella declaración tenía un sentido

más profundo, pero decidí darle su espacio y no meterme en algo que yo no

entendía y no era capaz de entender. Había un lado de Dylan que yo nunca

podría llegar a conocer, el lado que guardaba sus miedos profundamente

dentro.

Alcancé mi billetera dentro de mi bolso para ver cuánto dinero en

efectivo tenía, sabiendo malditamente bien que mis tarjetas de crédito no

funcionarían ahora. Conté para mí mientras Dylan con cuidado miraba lo que

yo hacía.

—Tengo un poco más de novecientos dólares. ¿A qué distancia crees

que podemos irnos con esto?

Él se rió y meneó su cabeza.

—Tú no financias esta aventura, yo lo haré. —Aunque riéndose, sus

pautas fueron marcadas.

—Rechazo dejarte pagar este viaje entero.

Sus cejas vacilaron y yo podría contar entonces que él decidía si ser

sucio o no. Él no gana.

—Siempre hay favores sexuales, que…

Perforé su hombro por sus suposiciones lascivas y le di el dinero.

—Insisto en pagar mi mitad del viaje.

42

Empujando el dinero de vuelta a mí, negó con su cabeza.

—Tengo más que suficiente dinero. Cuando cumplí dieciocho mi

fondo fiduciario entró.

—No tomaré el dinero de tu fondo fiduciario. Eso es tuyo para la

universidad o algo así.

No era un secreto alrededor de la ciudad que Dylan y su hermano

tenían un fuerte fondo fiduciario de cuando su madre murió. Aún rechacé

dejarlo usar aquel dinero en esta aventura.

—No voy a la universidad. —Él sonrió con satisfacción como si la

posibilidad de él yendo a la universidad fuera ridícula—. Parece que estamos

de vuelta a aquellos favores sexuales. —Él sugirió y se inclinó atrás en la cama

y colocó sus manos detrás de su cabeza. Para hacer su punto más claro, él

guiñó e hizo gestos hacía levantando sus caderas ligeramente.

Qué pervertido.

Precisamente entonces yo no estaba más preocupada por ser asesinada.

Profundamente él era demasiado bobo para cometer un delito tan grave como

un asesinato. Al menos esto es lo que yo me decía.

Recostándome al lado de él, él me miró y confesé sobre mi reacción

temperamental.

—Tenemos que usar tu teléfono de aquí en adelante.

—¿Dónde está el tuyo?

—Bajo un Escalade afuera.

—Genial. —Él se apoyó en sus codos. Sus pies pendieron del borde de

la cama—.¿Tienes hambre?

—Realmente sí, muerta de hambre.

Quitándose de la cama, él se puso una camiseta limpia de su bolso en

el suelo y luego pasó su franela por encima de ella. Noté que todas sus camisas

fueron colocadas con esmero en su bolso donde mi bolso se veía como si el

huracán Katrina lo había embalado.

43

—Levántate. Te llevo a cenar. —Él me dijo andando alrededor de la

cama y estando de pie cerca de la puerta—. Sugiero que te cambies esa ridícula

túnica. No voy a cenar con la valedictorian.

—Yo creía que parecía caliente en ello. —Sugerí girando alrededor

intentando recordar mis movimientos de ballet cuando yo era más joven.

Buen coqueteo.

Dylan no dijo nada durante un momento entonces miré hacia atrás a

él preguntándome si incluso notó mis movimientos y él sonrió con

satisfacción manteniendo sus ojos bajos.

—Estoy de acuerdo —masculló suavemente y se giró a la puerta.

No esperé a que dejara el cuarto antes de que me quitara mi túnica.

Por lo general yo no habría hecho algo valiente pero lo hice para molestarlo

por los comentarios de favores sexuales. Me desnudé hasta mi sujetador y ropa

interior. Cuando di un vistazo en su dirección, noté que él todavía estaba

parado en la puerta poniéndose sus zapatos.

Claramente, él no lo había notado aún, entonces paré por un segundo

fingiendo revolver mi lío por el que pasó un huracán y luego saqué algunos

pantalones cortos de mezclilla y una camiseta de mi bolso. Cuando giré antes

de que me pusiera mi camisa, noté que él me miraba ahora, pero no dijo nada.

Me reí entre dientes caminando hacia él.

—¿Qué? ¿Puedes sugerir que yo realice favores sexuales contigo pero

no puedo desnudarme delante de ti? —pregunté, guiñándole.

—No, por supuesto desnúdate —dijo él ofreciendo su propio guiño—.

Esto hará aquellos favores sexuales más fáciles.

44

3

Ingenua Bailey Gray

Traducido por Esti y Little Jade

Corregido por Marina012

egún lo prometido, Dylan me llevó a cenar a un pequeño

restaurante mexicano que encontramos por la calle, a una corta

distancia a pie. Yo pedí fajitas de carne y él pidió lo mismo.

Lleno de conmoción, el restaurante proporcionó una buena

distracción al mundo que yo ahora enfrentaba. Cada vez que pasaba el

camarero deseaba que tuviéramos la edad suficiente para ordenar bebidas.

Después de todo, me vendría bien una. Nunca había bebido antes,

pero realmente quería saber la razón de tanto alboroto.

—Realmente me vendría bien un trago —le dije a Dylan, reprimiendo

un suspiro cuando vi otra bandeja de lo que parecían ser margaritas.

—¿Has bebido antes alguna vez?

—No —admití, avergonzada de que había vivido una vida demasiado

protegida—. ¿Tú?

—Esa es una pregunta tonta. —Y si conocieras a Dylan, sabrías que

era una pregunta tonta—. ¿Quieres una cerveza?

—Solo tenemos dieciocho. —Me pareció extraño que tuviera que

recordárselo—. No nos van a vender cerveza.

S

45

—Claro que lo harán. —Él llamó a una camarera. Efectivamente, con

una sonrisa de Dylan ella vino corriendo—. Oye, ¿podemos conseguir dos

Corona1?

—Claro, cariño —le dijo la camarera, demasiado mayor para estar

coqueteando con un muchacho de dieciocho años, con una sonrisa que él le

devolvió con un guiño. Él jugaba su juego—. Se las traeré enseguida. ¿Puedo

ofrecerte algo más?

—No —Dylan sonrió de nuevo, sus ojos usualmente azul invernal

estaban fundidos y entonces supe que él sabía cómo utilizar a las personas

cuando era necesario—, eso es todo.

—No es justo... has jugado con ella.

—¿Jugado? —Me miró como si le hubiese herido, pero esbozó una

sonrisa a pesar de todo.

—¿Cuándo tomaste tu primera cerveza? —le pregunté cambiando de

tema levemente.

—A los once.

—Jesús, comenzaste joven, ¿eh?

Se encogió de hombros, mirando por la ventana.

—¿Drogas?

Dylan miró de la ventana hacia mí y luego de nuevo a la ventana.

—¿Qué pasa con ellas?

—¿Las has probado?

Un asentimiento fue todo lo que tuve, sin detalles, solo un

movimiento de cabeza. Aunque no era como si estuviera esperando detalles.

Conocía lo suficiente a Dylan como para saber que no conseguiría ningún

detalle.

1 Corona: Marca de cerveza.

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—¿Quieres jugar un pequeño juego? —sugerí. La camarera volvió con

las cervezas y las puso en el centro de la mesa junto con una canasta llena de

nachos y un pequeño cuenco de salsa.

—Depende de qué tipo de juego sea. —Dylan alcanzó los nachos y

salsa colocados entre nosotros en la mesa y empezó a comer. Yo hice lo

mismo.

—Veinte preguntas.

—Solo si voy yo primero —aclaró masticando lentamente. Durante un

momento, miré su mandíbula, el apretamiento de los músculos y la chispa en

su mirada.

Me sentía a gusto con él.

—Me parece bien —indiqué con la mano—, puedes comenzar.

Esperó a que yo tomara un trago de mi cerveza, sonriendo cuando

arrugué la cara por lo amargo de ella, pero de todos modos, me la tragué. No

pediría otra nunca.

Cuando pensé en el juego de las veinte preguntas, y sabiendo cómo

había sido mi vida, estaba segura de que podía adivinar algunas de sus

preguntas. También sabía un par de preguntas que quería hacerle.

—¿Qué fue lo que viste en Eric James? Lo digo en serio, Bailey, sí, él

puede lanzar una espiral media, pero joder, y él es Eric James por el amor de

Cristo. —Dylan me miró como si hubiera estado saliendo con el diablo

durante los últimos cuatro años.

Después de los acontecimientos de hoy, tal vez lo había estado.

No estaba segura de cómo responder, así que le dije la verdad.

—Honestamente, salí con él porque era lo que se esperaba de mí.

—Eso es mentira —dijo Dylan con calma pero sus palabras tenían

sentido—. Siempre tenemos elección.

Considerando la oportunidad, no habría elegido a alguien como Eric

James para pasar mi vida. Éramos completamente opuestos en todos los

47

sentidos y cuando lo veía casi todos los días, y veía la vida que viviríamos, el

pensar en elegirlo a él, me daban ganas de gritar. Nos vi viviendo en un

suburbio del infierno con dos hijos y uno en camino, un perro y una valla

blanca donde la esposa tenía sueños pero no los perseguía porque estaba

encerrada en casa jugando a la esposa perfecta. Esa no era yo. Crecí alrededor

de eso y para mí eso era un infierno pintado en mi mente.

Si yo hubiera previsto la vida perfecta para mí, sería imprevisible y

nunca planificada. Quería llegar tarde, fotografiar el mundo, quedarme en

cama todo el día, no cepillar mi cabello, vestir con jeans con agujeros en ellos

y pintar con esmalte negro mis uñas solo porque podía.

Dylan negó con la cabeza y volvió a meter en la salsa otro nacho para

mojarlo.

—No puedo creer que lo follaras —murmuró empujando otro nacho

en su boca—. Pensé que tendrías mejor gusto que eso.

Justo mientras él decía eso, yo había tomado un trago de mi cerveza.

Él estaba ahora usando esa bebida.

—¿Qué acabas de decir? —Me ahogué todavía tosiendo, la cerveza

saliendo de mi nariz que después me hizo toser.

Mirándome enojado, procedió a limpiar la cerveza de su camisa. Fue

entonces cuando pensé para mí misma que su bolso perfectamente embalado

podría haber sido algún tipo de trastorno obsesivo-compulsivo.

Los ojos de Dylan no tenían ningún ápice de diversión cuando habló.

—Obviamente me escuchaste.

—¿Qué te hace pensar que estaba durmiendo con él?

Debo admitir que soné un poco amarga.

—No se puede dormir con un tipo como Eric James y esperar que

guarde silencio acerca de cómo te desfloró, ¿verdad? —contestó, irritado y

negándose a mirarme. En cambio, sus ojos se centraron en la distancia por

encima de mi hombro, donde una pareja de unos treinta años estaban sentados

48

en el bar, riendo y completamente cómodos. La situación era exactamente lo

contrario de lo que estaba pasando con nosotros—. No pensé que fueras una

maldita ingenua.

Fue entonces cuando perdí la razón, justo ahí, en un borrón de

palabras, pero creo que dije algo parecido a esto.

—¡No esperaría que un tipo como Eric James guardara silencio si

hubiese sucedido en realidad! —le grité, probablemente demasiado alto para el

restaurante—. Nunca me lo follé. —Hundiéndome nuevamente en la cabina,

refunfuñé un poco más a mí misma, pero perdiendo fuerza mientras cruzaba

los brazos sobre mí pecho—. Ese hijo de puta.

Ahora lamentaba haber destruido mi teléfono. Quería darle a Eric un

latigazo verbal por esta mierda. Mi vida podría haber sido planeada, pero

siempre había sido el mismo tipo de persona. No me gustaba que la gente

creyera mentiras sobre mí y no supiera la verdad. Tal vez esto venía de mi

educación por ser la hija del Alcalde, pero alguien creyendo una mentira sobre

mí era aplastante.

—¿No tenías idea? —Dylan me miró sorprendido de que yo no supiera

de los rumores que Eric había difundido sobre mí o Mercedes en realidad.

¿Cómo pude haber sido tan ingenua al respecto?

Dylan tenía razón. Era ingenua ya sea que quisiera admitirlo o no.

—¿Cómo puedes realmente creer eso?

Él negó con la cabeza pasándose la mano por el cabello y colocándola

en la parte posterior de su cuello de nuevo, un movimiento que hacía a

menudo, pero parecía aliviar la frustración que sentía.

—No entiendo por qué estás enojada conmigo. Has estado saliendo

con él durante los últimos cuatro años, es increíble que no te hayas acostado

con él ya. La gente hace eso, salen y tienen sexo.

—¿Es por eso que me pediste que viniera contigo? ¿Porque crees que

soy fácil o algo así?

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—¿Qué? —Él se resistió, casi ahogándose con sus palabras—. ¿Fácil?

No creo que seas fácil. —Me di cuenta de que se estaba enojando—. Maldita

sea, ¿de verdad crees que soy tan idiota? Si alguien debería estar preguntando

intenciones aquí, debería ser yo. ¿Por qué viniste conmigo, Bailey? ¿Fue

porque querías o porque querías molestar al Alcalde y a tu precioso jugador de

fútbol?

—No pensé que fueras un idiota hasta ahora. —Me incliné hacia

delante, mis codos descansando sobre la mesa acercándome a él. Él hizo lo

mismo, pareciendo tan enojado como yo—. Y tú eres un idiota si crees que

hice esto debido a quien es mi padre.

La mayor parte del restaurante notó nuestra conversación y no

dejaban de mirarnos. Yo no diría que nos gritábamos, pero estábamos cerca.

—Está bien. —Él tiró su servilleta y terminó su cerveza de un trago

antes de golpearla hacia abajo. El sonido me hizo saltar—. Te voy a llevar de

regreso a tu vida perfecta esta noche. —Su mano se movió hacia fuera

mientras echaba el brazo hacia arriba—. Levántate, vámonos.

Lo miré como si estuviera loco, tal vez lo estaba, y él me miró como si

estuviera hablando muy en serio.

—Maldita sea, ¡no! —Me senté de nuevo frustrada—. Eres un imbécil,

sí, pero eres el primer maldito imbécil que se ha preocupado por lo que yo

quería y lo que tenía que decir. Así que vamos a continuar con esto —hice

señas alrededor de nosotros—, sea lo que sea, y sigamos adelante. No voy a

volver.

Soné como una niña y me sentí aún más como una cuando lo miré.

Me miraba mientras yo trataba de regular mi respiración. Antes de

darme cuenta, se estaba riendo.

—¿Por qué te estás riendo de mí?

Una sonrisa se apoderó de él.

—Tus ojos se iluminan con un fuego que no he visto desde que éramos

niños cuando estás enojada.

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No es que fuera demasiado divertido, pero me eché a reír también.

—Lo siento, perdí los estribos. Tienes razón, la mayoría de las chicas

lo hacen hoy en día.

—Pero me alegra. —Él hizo una pausa, aclarándose la garganta—. Que

no lo hayas hecho, ya sabes, acostarte con él. Quiero decir, mierda, esto es

increíblemente raro así que me callaré ahora. —Con una sonrisa, él dejó de

hablar. Era la primera vez que lo había visto luchar por las palabras.

Hasta que nuestra comida llegó, continuamos con nuestro juego, pero

pasando de las acusaciones y los pensamientos de irnos.

—Siguiente pregunta, esa pregunta contó como dos, así que te quedan

dieciocho, haz que valgan la pena, idiota.

Dylan asintió como diciendo que estaba de acuerdo conmigo.

—Está bien, si pudieras ir a cualquier parte del mundo, ¿a dónde irías?

—preguntó.

—Nebraska.

—Es una broma, ¿verdad?

—No, me gusta Nebraska… maíz, granjas, ¿qué más se puede pedir?

Sacudiendo la cabeza con una sonrisa divertida, tomó otro trago de su

segunda cerveza cuando llegaron nuestras humeantes fajitas.

Continuamos haciendo preguntas al azar a lo largo de la comida

cuando me hice la valiente y pregunté sobre su pasado sexual, del cual yo

moría por saber. La mayoría de las chicas en la escuela, y admito que estaba en

esa lista, habíamos soñado con Dylan Wade y controlar su lado rebelde.

Naturalmente, yo quería saber qué era verdad y qué no lo era.

También quería algunas imágenes para mí. Dylan era sexy. No digo más. No

era la primera chica, buena o no, que soñara con ser inclinada sobre ese GTO

y ser un poco manoseada.

—¿Es cierto que tuviste sexo con Haven Jennings en el escritorio de la

señora Drake en detención?

51

Sus ojos me miraron de soslayo, con la nariz arrugada en lo que

parecía ser disgusto.

—No.

Me gustó su respuesta. Haven Jennings, llevaba un vestuario en su

mayoría negro, maquillaje gótico, era espeluznante y tenía tantos piercings en

su cuerpo que podría ser un aspersor. Ella era una de esas chicas que esperabas

que comenzara un culto y luego sacrificara su cuerpo a la energía más alta en

que ella creía.

—¿De qué discutían tu papá y tú antes de irnos?

Tomando una tortilla del recipiente rojo cubierto a mi izquierda,

agarré la mezcla de carne y pimientos e hice un taco. Di un mordisco y esperé

su respuesta.

Dylan lamió la salsa picante de su pulgar mientras se preparaba su

propio taco.

—Paso.

—No se puede pasar en veinte preguntas —le dije—. Creo que es una

especie de regla.

Otra sonrisa tiró de sus labios como si estuviera sosteniendo un

secreto. Me hizo recordar a él cuando era un niño y se burlaba de mí.

—Sí se puede, Ojos Marrones.

—No, no puedes —discutí, sumergiendo mi taco en crema agria y

tratando de no sonreír. Degustando el sabor, me di cuenta que había pasado

mucho tiempo desde que había disfrutado tanto algo. Mi dieta en casa

consistía en pollo, vegetales y arroz integral. Si nunca volvía a comer arroz

integral, sería demasiado pronto. No quería decir que no tuviera mi escondite

donde guardaba el chocolate, porque lo tenía.

—En mi versión sí puedes. —Por su tono cortante, entendí que no

valía la pena discutir—. Juégalo a mi manera, o no juguemos.

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Decidida a no empujar más mi suerte, dejé de presionarlo. Luego de

empaparlo en cerveza, mi suerte esta noche estaba probablemente agotándose.

Nunca quise admitirlo, pero de tanto en tanto tenía actitudes de una

niña malcriada. Como, por ejemplo, ahora. También entendí, en solo unas

horas con Dylan Wade, que esto no funcionaría si quería seguir en este viaje

con él. Dylan no lidiaba con malcriadas.

Cuando ser malcriada no funcionó, probé haciendo pucheros. Eso

tampoco funcionó.

Dylan se rió de mi pobre exhibición y, eventualmente, yo también

terminé riéndome. Él tenía ese tipo de risa. Si la escuchabas, también te reías.

Terminamos nuestra comida, Dylan pagó como había insistido, y

caminamos de vuelta al hotel. Los autos pasaban y la noche parecía estar en su

máxima potencia.

Las parejas estaban tomadas de la mano, mientras que otros caminaban

al lado del otro como si solo fueran amigos, algo parecido a nosotros.

¿Ahora éramos amigos? Tenía tantas preguntas girando en mi mente y

ninguna respuesta. Era uno de esos momentos en donde quería soltar todo lo

que retenía dentro pero no quería alejarlo. Tenía la tendencia de hablar de

más cuando estaba nerviosa y vomitar las palabras era como su hermano

gemelo maligno.

Para el momento en que volvimos al hotel, apenas podía mantener los

ojos abiertos, así que decidimos dormir un rato y decidir a dónde iríamos por

la mañana. Me gustaba la idea de no saber a dónde iríamos mañana o al día

siguiente.

Mientras arreglábamos como íbamos a dormir, dejé de sentirme

cansada.

—Puedo dormir en el piso —ofreció, sintiendo mi nivel de ansiedad

crecer por la situación, mientras me lavaba los dientes junto a él en el pequeño

baño. Cuando nos paramos lado a lado, apenas podíamos movernos para

lavarnos los dientes.

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—Si prometes no asesinarme mientras duermo, no me molestará

dormir a tu lado. —No sabía exactamente por qué, pero realmente no me

importaba. Me sentía a salvo con Dylan. Me sentía como si él jamás fuera a

permitir que algo malo me pasara. Más que nada, me sentía, con las mentiras

que ahora eran una realidad para mí, sola y estando Dylan aquí, me

confortaba.

—No planeo asesinarte. —Dylan se encogió de hombros, y puso su

cepillo de dientes dentro de su respectivo contenedor antes de limpiar el agua

salpicada que estaba en el lavamanos.

Mientras observaba su rutina nocturna, estaba cada vez más

convencida de que tenía algún trastorno obsesivo-compulsivo de la limpieza.

Todo tenía su lugar en el bolso. Casi esperaba que también estuviera

etiquetado. No lo estaba.

Tan pronto como volvimos del restaurante, se despojó de su camiseta

manchada de cerveza y la tiró, confirmando mi teoría de que sufría de TOC.

Quería preguntarle, pero no quería ofenderlo. Mi hermano pequeño era igual

de meticuloso y organizado, y encontraba tierno que tan metodológicos eran

sobre todo, tanto Dylan como Jeb.

Parte de mí extrañaba a Jeb y esperaba que lo estuviera haciendo bien.

Él era un buen chico y odiaba ver como recibía algo de la porquería de mis

decisiones. Mi padre siempre había sido duro con él, y yo pensaba que Jeb era

perfecto porque él sentía que debía serlo, no porque quisiera. ¿Qué chico de

trece años querría hacer todo lo que sus padres le dicen? Ninguno que yo

conociera.

Una vez que nos metimos en la cama, ambos nos pusimos a mirar el

techo, sin mirarnos, como si fuera una película. Rompiendo el silencio, el aire

acondicionado volvió a encenderse, ahogando el sonido que hacia el cartel de

neón que estaba afuera, y que iluminaba la habitación con un tinte verdoso.

Cuando se apagó, Dylan se giró para enfrentarme, apoyándose en su

codo.

—No terminé de hacer mis preguntas.

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Ahogué mi risa porque sabía cómo iba a terminar esto. Alguno de los

dos se ofendería por una pregunta, haría un escándalo y, otra vez, no

terminaríamos este tonto juego.

—De acuerdo, pero debo hacer mi pregunta primero —dije,

sonriendo. Al enfrentarlo, nuestros cuerpos estaban a menos de treinta

centímetros de distancia cuando noté un extraño pulso, bombeando entre

ambos. Sentía una atracción por Dylan, eso lo sabía, pero algo más estaba

presente.

Sin vergüenza, Dylan observó mi cuerpo. Mis mejillas se sonrojaron

agradecidas por la poca luz.

—Las mismas reglas se aplican a mí —agregó, devolviendo su sonrisa

infantil.

—Bien. ¿Quién fue tu última novia?

Parte de mí, la chica de secundaria, se sentía ridícula solo por hacerle

esa pregunta, como si estuviéramos jugando a girar la botella. También odiaba

que tuviera que recurrir a ese tonto juego para llegar a conocer al chico con el

que jamás tendría que haber dejado de hablar, en primer lugar.

Sombras danzaron sobre sus mejillas mientras pestañeaba, sus ojos

permanecieron cerrados.

—Hubo chicas que eran amigas. —Sus ojos se abrieron—. Pero nunca

tuve una relación con ellas.

—¿Nunca? —pregunté, sorprendida, ya que pensaba que había salido

con Sarah Thomas el verano pasado.

Negó con la cabeza, pero no respondió.

—¿Qué hay sobre Sarah? —pregunté, confundida aún. La vi algunas

veces en su casa y en la escuela más que una vez. Además, Mercedes había

mencionado que los había visto besándose en el pasillo.

Dylan levantó la vista de la manta con la que había estado jugando por

los últimos minutos, pero no se enfocó en nada particular.

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—Ella no era mi novia, solo una amiga.

—¿Te acostaste con ella? —solté antes de poder detenerme.

No era como si no quisiera saber, porque moría por saberlo. Parecía

que las dos cervezas me habían convencido de decir lo que pensaba. A pesar

de que habíamos perdido contacto por mucho tiempo, no me detenía de estar

curiosa sobre su vida. Si el nombre de Dylan era dicho en una conversación,

yo prestaba atención.

Dylan rodó sobre sí mismo, para apoyarse sobre su espalda y mirar el

techo. Llevó sus manos a su cara, las corrió a través de su cabello y las dejó

apoyadas sobre su rostro, donde estuvieron por un momento. Suspiró

duramente. Sus ojos ardían en los míos como el día de la graduación, su voz no

más alta que un suspiro.

—Sí.

Sonreí.

—¿Así que los rumores son ciertos? Sobre Haven, y esa chica Jenna y

tú en los vestidores de los chicos. Oh, y esa historia sobre la hija del policía,

Lindsey. ¿Qué hay sobre esa chica en detención? ¿Cuál era su nombre? Ah, sí,

Lexi.

Dylan gruñó rodando sobre su espalda y tapándose con la manta por

encima de su cabeza.

—Detente.

Cuando no pude dejar de reírme ante su inesperado cambio de humor,

rodó sus ojos dramáticamente.

—Quizá debería dejar algunas cosas en claro, ¿no?

—Sí, yo creo que muchas cosas.

—Sarah, ella era solo una amiga. Su mamá tenía cáncer y estaba

pasando por un momento difícil así que salimos un par de veces. Cuando su

madre entró en recuperación, no la volví a ver. Después Haven… nunca pasó

nada. Aunque una tarde la encontré en mi habitación. —Se estremeció ante el

56

recuerdo—. Así que, Jenna. Nosotros… —Dylan se rió levemente ante el

recuerdo que estaba segura, no quería saber, y continuó—: Ella... eh… trató de

darme sexo oral, pero eso solo terminó conmigo corriendo fuera de su auto.

—¿Cómo es que pasó eso? —pregunté, imaginando que pudo haber

pasado para que él saliera corriendo.

—Ella tenía aparatos —aclaró, haciendo una mueca ante el

recuerdo—. La peor experiencia del mundo.

—Ya veo. ¿Y Lindsey?

—Sí.

—¿Y Lexi?

Él pareció contemplar eso por un minuto y luego sonrió suavemente.

—Solo digamos que yo le hice cosas a ella, pero ella nunca me tocó.

Asentí, absorbiendo todo lo que me había dicho. Parte de mí se

preguntaba qué esperaba él de mí, si pensaba que iba a acostarme con él.

Admito que la idea ya había cruzado mi mente.

—¿Cuántas? —No estaba sorprendida de que Dylan ya se hubiese

acostado con unas cuantas chicas. Él tenía el aspecto que las chicas adoraban.

Ellas querían al chico malo.

Dylan desvió la mirada.

—No lo sé. Cuatro o cinco, supongo.

»Mi turno —dijo, de repente—. ¿Eric y tú hicieron algo más que

besarse?

—No, soy virgen. No hicimos nada más que besarnos. Aparentemente,

no fue lo mismo con Mercedes. —Tomé una respiración honda, temblorosa—.

No puedo culparlo. Ella es hermosa, pero nunca esperé que fuera tras ella.

Dylan rompió en risas, sus ojos entrecerrados, divertido.

—Estás bromeando, ¿cierto? —soltó sarcásticamente.

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—No, no estoy bromeando. Mercedes es engreída, sí… pero no puedes

negar que es linda y tiene un cuerpo increíble.

—No, ella es una perra. —Colocó su mano en mi mejilla. Su dedo

trazó mi labio inferior, jadeé ante su contacto y sus cejas se juntaron—. Tú

eres hermosa, y Eric es un maldito estúpido.

Mis ojos buscaron los suyos por una respuesta en el hielo que

encontré. Si miraba muy de cerca, me hacían acordar a un glaciar por su

belleza.

—No tienes que decir eso.

Brevemente, su mirada se deslizó de mis ojos a mis labios, y luego de

vuelta, pensé que quizás me iba a besar. Una gran parte de mí esperaba que lo

hiciera.

Él parpadeó lentamente, molesto de que tuviera que explicarse.

—Es cierto, Ojos Marrones.

—Irrelevante. —Mi mirada fue hacia sus labios, queriendo sentirlos

contra los míos—. Apenas nos conocemos después de tanto.

Era la verdad y él lo sabía. Las personas que conocíamos cuando

éramos pequeños habían desaparecido, y lo habían hecho por un largo tiempo.

Ya no era la perfecta niña pequeña de diez años que corría en un vestido de

flores y se quejaba por las políticas de nuestro estado. En algún lugar de todo

eso, me convertí en mí misma pero más envuelta en la afiliación, todavía era

la pequeña niña que pensaba que sería presidente algún día. A pesar de que ya

no quería ser presidente, todavía tenía ese tipo de determinación en mi

interior.

Dylan, él no había cambiado. Así que suponía, que de cierta manera,

aún lo conocía, pero no lo hacía. Envuelta en la afiliación, perdí el contacto

con la realidad y los que me rodeaban.

Su cara estaba llena de compostura, quizá una practicada indiferencia

que yo había visto muy seguido a través de los años. Él mantuvo su mano en

mi mejilla y se acercó a mí. Su expresión facial cambió entre conflictiva y

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emocional, algo que jamás había visto antes, pero también estaba el deseo

ardiendo en su interior, el cual reconocía porque también lo sentía. Se acercó

más y antes de que pudiera reaccionar, sus labios presionaron mi frente.

Quedándose más de lo que esperaba, se alejó y encontró mi mirada.

—Eres hermosa.

¿Recuerdan cuando dije que cuando estaba nerviosa mi charla tenía

una gemela malvada?

Luego de ese beso, ella apareció.

—Tuve el mayor enamoramiento contigo cuando éramos pequeños

—solté y luego me tapé la boca, mis ojos bien abiertos. Dylan había sido mi

primer beso cuando teníamos siete y no creía que lo hubiera superado

totalmente—. También te acechaba en la primaria y la secundaria. Era como si

fuera una paparazzi o algo. También tenía visiones de ti manoseándome en el

capó de tu auto.

¿Qué me había poseído?

Allí fue cuando volví a taparme la boca con la mano para prevenir que

salieran más cosas sin sentido. Era la única manera de detenerme.

Los ojos de Dylan se volvieron serios por un momento y luego giró

sobre su espalda, gruñó y lentamente subió la manta hasta su cabeza.

—Me estás matando.

Riendo, me giré también y me quedé mirando el techo.

Terminamos hablando la gran mayoría de la noche, pero con Dylan

estando ahí había algunos temas que no podíamos tocar. Era difícil tener

conversaciones con él. Podías ver literalmente como se cerraba en una

conversación cuando el tema cambiaba. Era como un interruptor para él.

Eventualmente, en la primera noche por mi cuenta, me dormí al lado

de un chico con el que jamás esperé volver a hablar y, aún menos, dormir

junto a él. Si quería lo desconocido y espontáneo, ya sabía de qué se trataba.

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4

Lista de cosas por hacer

antes de morir Bailey Gray

Traducido por mariaozuna y carmen170796

Corregido por Marina012

e desperté en la mañana mientras el sol se asomaba a la

sala a través de las finas cortinas marrones. Me tomó un

momento recordar dónde estaba y qué estaba haciendo

aquí. Al crecer, nunca se me permitió dormir hasta tarde y cuando vi la hora,

me asusté al pensar que mi madre estaría empujando a través de mi puerta en

cualquier momento con su fachada molestamente alegre.

Solo que yo no estaba en mi habitación. Ni siquiera estaba en mi casa.

Los recuerdos de ayer y anoche vinieron a mi mente. No podía creer

que confesé en un momento de estupidez que yo estaba enamorada de él

cuando éramos niños y en secreto tenía algo por los chicos malos.

Estúpida de mí.

M

60

Me estiré un poco. La cama no era cómoda así que mi espalda estaba

dolorida y rígida.

Me di cuenta de que estaba en el borde de la cama, apenas colgando

por lo que fui a desplazarme más al centro, pero una vez más fui empujada

fuera de la cama mientras Dylan gemía a mi lado.

Traté de alejarme de él y mantener mi lugar en la cama, no funcionó.

Aterricé en el suelo, agitando los brazos, las piernas pataleando mientras

trataba de agarrarme.

Dylan oyó el golpe y se inclinó sobre el borde de la cama.

—¿Por qué estás en el suelo?

—Idiota —le respondí con un toque amargo en mi voz mientras me

levantaba del suelo, frotando mi culo.

Dylan balanceó sus piernas por el lado de la cama y se quedó allí por

un momento, mirando por la ventana. Su cabeza colgaba y se apartó de la

cama alcanzando sus cigarrillos en sus jeans cuidadosamente doblados sobre la

silla junto a la cama y luego salió al balcón, riendo. Yo lo observaba de cerca,

admirando la forma en que sus músculos de la espalda se flexionaban mientras

caminaba y los tatuajes que no sabía que estaban allí en su espalda. No estaba

segura de lo que todos ellos eran, pero eran hermosos. Nada parecía ser

demasiado colorido sino que en su lugar había tonos más oscuros de negro,

gris, rojo y algunos con un azul marino. Debe haberme notado mirándolo

fijamente, porque antes de abrir la puerta, se volvió y sonrió con suficiencia.

Avergonzada, miré a mis pies colgando a un lado de la cama, notando

que necesitaba pintar las uñas de mis pies. Mi madre se habría horrorizado si

los hubiera visto. Cada sábado por la mañana mi madre, Mercedes y su madre

Teresa nos reuníamos para lo que llamaban “Sábado de Spa” en Toscana Spa

Santuario de Olimpia.

Aunque se especializaban en una felicidad Zen, como ellos lo

llamaban, era una tortura para mí y hoy, al ser sábado, estaba aliviada de no

tener que asistir.

61

Después de recuperar un poco la compostura, me dirigí hacia el balcón

donde Dylan estaba apoyado en la barandilla. Humo ondulaba a su alrededor

mientras tomaba una profunda calada a su cigarrillo, su atención cautivada por

la calle de abajo.

Sus músculos y espalda tatuada me distrajeron. Estaba de espaldas a

mí, así que traté de descifrar cuáles eran las formas y la escritura que los

rodeaban. Había uno por su columna vertebral que parecía ser una especie de

escritura en un idioma extranjero.

En el momento en que abrí la puerta corrediza, el calor de la mañana

me golpeó. Fue un cambio agradable de las frescas mañanas de Puget Sound. A

pesar de que no habíamos ido muy lejos, el clima en el sur de Oregon era

notablemente diferente.

Dylan me miró por encima del hombro cuando la puerta deslizante

hizo clic contra el marco de metal. Su sonrisa estaba presente cuando sus ojos

recorrieron mi cuerpo, observando mis pantalones cortos de algodón negro y

la pequeña camiseta sin mangas.

Desde que me estaba examinando, yo hice lo mismo notando que no

llevaba mucho más que un par de pantalones cortos de entrenamiento Nike

azul marino con la banda elástica de los calzoncillos bóxer blancos asomando

por la parte superior.

Sentándome en la silla de plástico junto a la puerta, atraje mis piernas

hasta el pecho.

—¿A dónde hoy?

Dylan levantó una ceja y luego apagó el cigarrillo contra la barandilla,

arrojándolo al abismo.

—Te lo dije —sonrió, pero no era una sonrisa la que tenía—, ciudad

por ciudad.

—Está bien... ¿qué ciudad hoy?

—¿San José? —sugirió, levantando las cejas de nuevo.

—Está bien. —Me puse de pie—. ¿Puedo ducharme primero?

62

Sus ojos brillaban alegremente, pero no había más que la sonrisa que él

estaba llevando adelante.

—¿Puedo unirme? —preguntó, viéndose completamente serio.

—Nop.

—Estoy jugando —murmuró riendo cuando yo sacudí mi culo un

poco hacia él mientras cerraba la puerta.

El coqueteo y las burlas eran aún más evidentes esta mañana después

de nuestras confesiones, pero también eran agradables. Hay algo acerca de

coquetear con alguien con quien te sientes cómoda. Era juguetonamente

refrescante. No estaba segura hacia donde nos iba a llevar esto, pero fue

agradable no saber por una vez. Cuando todo estaba planeado para ti, la

espontaneidad y lo desconocido es algo que vale la pena vivir.

Pensé en Eric un poco y luego sacudí esos pensamientos a un lado.

Después de haber desperdiciado cuatro años con él, no estaba dispuesta a

perder ningún otro momento en él. Aunque solo estuviera pensando. Yo no

podía dejar de pensar en él y Mercedes juntos. La idea era repugnante.

Dylan se quedó en el balcón mientras tomaba mi ducha. Una vez que

terminé, me vestí con un par de pantalones cortos de mezclilla y una camiseta

de los Rolling Stones que mi madre nunca aprobaría que usara, y apiñé mi

cabello mojado en un moño desordenado.

Mírame, vistiendo con mi ropa, coqueteando, demonios, incluso pensé

en pedirle a Dylan un cigarrillo para completar mi transformación. Sonriendo

en el espejo, por fin sentí que había cortado las cuerdas.

Cuando abrí la puerta del baño Dylan estaba esperando en la cama,

todas sus cosas estaban prolijamente al lado de él. Me reí y él me fulminó con

la mirada porque sabía que me había dado cuenta de que era muy metódico.

Una parte de mí quería llegar a más, tirar su ropa en el suelo y ver el pánico

alzarse.

—No tardes mucho, dulzura —dije mientras él me empujaba

pasándome para entrar en el cuarto de baño.

63

Él se aseguró de que su pecho rozara el mío mientras se deslizaba junto

a mí. Sacudiendo mi cabeza, miré a mis pies y, por supuesto, él sonrió.

—Bonita camisa. —Tirando del dobladillo, sus nudillos rozaron mi

estómago. Sentí el contacto a través de todo mi cuerpo. Era como un

cosquilleo corriendo salvajemente y me dio escalofríos.

Dylan disfrutaba empujando los límites y cuando yo empujé de vuelta,

sonrió y esperó a que me debilitara. Era el mismo juego que jugaba con todos

los demás ya sea la policía o los maestros; él tenía su propio conjunto de reglas

inquietas.

Desafortunadamente, para mí, yo estaba jugando con él y si era un

poco débil a sus costumbres rebeldes, estaría parada en la meta llamándolo. La

idea de estar con él estaba allí antes de que pudiera detenerla. Tal vez era

porque estaba aquí conmigo que la tentación estaba allí, pero era también

porque en el fondo, sabía que si alguien conocía a la verdadera yo, o incluso se

tomaba el tiempo para conocerme, habría sido él. Desafortunadamente, como

la jerarquía de la escuela media y la secundaria generalmente dictan, perdimos

el contacto.

A lo largo de la ducha de Dylan, reflexioné sobre lo que era la

situación entre nosotros, y de lo que ya estaba haciendo.

Si no podíamos dejar de burlarnos el uno del otro, ¿cómo iba a

funcionar este viaje iba? Pero ¿era realmente un viaje? ¿Querría volver

eventualmente? ¿Quería él? ¿Podríamos huir para siempre?

Entonces pensé en mí y Dylan juntos, íntimamente. No deberíamos

estar juntos, ¿verdad? Odiaba que mi mente constantemente volviera allí,

imaginándolo. Después de Eric, yo no quería precipitarme en nada, pero tal

vez apresurarme a ello sería lo que necesitaba.

Una buena parte de mi preocupación era lo que esto podría hacer por

Dylan. Incluso con solo estar cerca de Dylan un día, era evidente que tenía

algunos problemas emocionales, y yo, bien yo estaba buscando rebelarme,

¿verdad?

64

Si quería rebelarme qué mejor manera de rebelarme que perder el

tiempo con el delincuente de la ciudad.

No hagas eso Bailey.

Yo no quería hacerle daño a Dylan. Sí, él era un chico malo, pero tenía

sentimientos y yo no estaba buscando utilizarlo ni estaba buscando hacerme

daño. Esto podría fácilmente ir en ambos sentidos.

Después de la ducha de una hora de Dylan, salió vestido y listo para

salir, y oliendo a loción de afeitar y colonia. Terminé de empacar mi maleta,

que consistía en mí simplemente tirando todo en un bolso vintage que hice de

una colcha que mi abuela me dio y unos cuantos pares de jeans que mi mamá

nunca me dejó usar.

Me di cuenta entonces que todo lo que tenía en el bolso era unos

cuantos pares de pantalones cortos, camisetas sin mangas, algunas camisetas

que había comprado sin el conocimiento de mis padres, y loción. No traje

ningún maquillaje y me consolé con que al menos logré traer un poco de spray

corporal Love Spell y desodorante.

Haciendo nuestro camino por las escaleras porque me negué a ir en el

ascensor de nuevo, nos marchamos y asalté el estante junto al mostrador que

tenía mapas y folletos sobre diversos destinos turísticos.

Cuando conseguimos entrar en el auto, Dylan notó todos los mapas.

—¿Robaste la cámara de comercio?

—No. —Empujé algunos hacia él—. Simplemente pensé que estaría

bien.

Mirando los mapas, tomó uno de San Diego y luego lo arrojó a un lado

colocando las llaves en el contacto.

—Uh-huh. —No parecía impresionado en absoluto.

Probablemente pensó que yo estaba cuestionando sus habilidades de

navegación.

65

Antes de que volviéramos a la carretera, Dylan se detuvo en la

gasolinera para llenar el tanque y revisar el aceite. Intenté de nuevo pagar la

gasolina, pero él se negó.

Sabiendo que mi padre no tardaría en cancelar mis tarjetas y cuentas,

me tomé el tiempo para conseguir tanto dinero como pudiera de mi cuenta

bancaria. El dependiente me hizo firmar un formulario para el avance de mi

cuenta de ahorro y admito que mi mano temblaba un poco pensando que se

trataba de mi fondo para la universidad lo que estaba retirando. Cualquier

futuro que tenía estaba atado a este dinero y aquí no estaba pensando en ese

futuro por más tiempo.

Terminé retirando todo pensando que si mi padre tenía alguna

conexión, que las tenía, el dinero se habría ido llegado el lunes.

Mientras firmaba ese papel, otra cosa se me ocurrió. Este sentimiento,

la razón por la que me fui, había estado supurando durante un tiempo.

Eventualmente, habría llegado a su punto máximo fuera en la universidad o

diez años después. En el fondo, yo no estaba feliz. No estoy segura de cuando

empezó, no podría fijar el punto en un día, pero fue poco después la fiesta de

bienvenida este último año. También sabía que a lo largo del año, el

sentimiento, la agonía desgarradora, se hizo más fuerte y no podía ignorarlo

tan fácilmente. Después de un tiempo, como en voz alta, era todo lo que oía:

Corre. Vete.

Así que lo hice.

Era una sensación que me atacó y hundió en mi piel hasta que un día

me desperté y me di cuenta que no quería la vida que tenía. Estaba segura de

que yo no era la única que se había sentido así antes.

Después de la gasolinera, comimos el desayuno en un pequeño

restaurante en la calle. La camarera coqueteó con Dylan tan descaradamente

que realmente me molestó.

Yo no tenía experiencia en coquetear, pero entendía que cuando dos

personas estaban sentados uno junto al otro normalmente significaba que eran

amigos y no deberías coquetear con ellos hasta que estuvieras seguro que no

66

estaban juntos. Yo nunca le di la impresión de que no estaba con Dylan así que

naturalmente la adolescente en mí estaba molesta.

Sin pensarlo, me fui a sentar más cerca de él con la esperanza de que

esto la desalentara un poco, pero no fue así, solo hizo que Dylan me mirara

como si yo fuera alguna lunática descabellada. Probablemente lo era.

Una vez que entramos en la carretera, empecé a pensar acerca de

dónde esto podría ir con nosotros y a dónde no debía. A juzgar por lo de la

cafetería, yo estaba evidentemente atraída por él. Lo miré

desvergonzadamente esta mañana sin consideración y él lo sabía. Si tuviera

que adivinar, diría que él se sentía atraído por mí también, pero no estaba

segura.

Mirando el lado de la carretera, otro terreno llano, no ofrecía nada

para mis preguntas. Yo tenía mis piernas alzadas hacia mi pecho

contemplando lo que quería fuera de esto.

Sentí a Dylan virar ligeramente el volante. Las bandas rugosas2

hicieron vibrar mi asiento y lo miré fijamente.

Él murmuró algo que no pude oír antes de moverse incómodamente y

mirar a su izquierda por la ventana.

—¿Qué fue eso?

—Nada. —Desviando los ojos, los entrecerró un par de veces, como si

estuviera tratando de ajustar su visión.

Mirando hacia abajo, me di cuenta de por qué se desvió.

Mi camiseta era bastante baja y mientras yo estaba abrazando mis

piernas, había creado exactamente el resultado push up en mis tetas.

Clásico.

* * * 2 Banda Rugosa: Se refiere a una tira de pavimento corrugado (a lo largo del borde de una carretera)

que causa el ruido y vibración cuando se maneja sobre ella.

67

Cada ciudad que pasamos ofreció su propio atractivo para mí. Me

pregunté cuántas personas condujeron este mismo camino solo para detenerse

y hacer una vida para ellos. Yo me podía ver haciendo lo mismo.

Fue increíblemente caliente conducir a través del norte de California

en la tarde. Una brisa constante ayudó, pero la humedad comenzaba a llegar a

mí. Sin pensarlo, tiré de mi camiseta por la cabeza y la arrojé a mi lado. No era

tan estupenda la idea teniendo en cuenta que solo tenía el sujetador puesto,

pero yo estaba sudando y el auto de Dylan no tenía aire acondicionado. Era mi

única opción.

Dylan me miró y luego desvió la mirada de nuevo a la carretera. Había

algo en la forma en que me miró que me hizo sentir borracha aunque yo no

tenía nada que beber.

Sosteniendo el volante con la rodilla, tiró de su camiseta sobre su

cabeza y la arrojó a su lado en el asiento. Descansaba junto a la mía. Todo lo

que podía oler era su rico e intoxicante aroma a limón, lila y roble de nuevo.

Estaba a segundos de gemir cuando tomé su forma cincelada. Lucía como un

modelo masculino, solo cubierto de tatuajes.

Para tener dieciocho años, Dylan tenía un buen cuerpo… y luego

añade los tatuajes cubriendo la parte superior del cuerpo, esta amotinada

puritana estaba intrigada.

Dylan inclinó su cabeza hacia un lado, mirando por encima de mí y

pude sentir su mirada medida y baja voz.

—Mantén esta mierda y estaremos desnudos antes de llegar a

Sacramento.

—Que así sea, entonces. —Le devolví la sonrisa—. Estoy caliente.

—Sí, lo estás —murmuró mirando a su izquierda lejos de mí.

No se dijo nada durante unos cinco kilómetros cuando Dylan gruñó,

mientras pasaba su mano derecha por su rostro, antes de colocarla en el

volante de nuevo.

—Tienes que ponerte la maldita camiseta de nuevo.

68

Yo como que me reí, pero era más excitante que él no pudiera

concentrarse.

—Tú ponte la tuya o consigue aire acondicionado.

Dylan me dio una mirada que decía que no iba a ocurrir a ambas

demandas.

—Oye —dije tratando de aclararme a mí misma—, estás casi desnudo

también, y yo no estoy muy a gusto tampoco. De hecho, es una distracción.

—Solo ponte la camiseta.

—Ponte la tuya.

Ninguno de nosotros se estaba moviendo a ello, así que nos rendimos y

decidimos ignorarnos mutuamente.

Con una mirada ocasional al otro, nos sentamos allí, ambos desafiantes

y persistentes, Dylan sin camisa y yo sin la mía.

Luego de que nos detuvimos en un pequeño restaurante de carretera,

Roger’s Frosty en Cottonwood, California, empezamos a hablar de lo que

queríamos para este viaje.

—Yo quiero que te pongas tu camiseta de nuevo. —Dylan me había

dicho y luego siguió con—: ¿Tú qué quieres hacer?

Yo sabía a qué se refería y no tenía nada que ver con la camisa. Quería

saber el por qué había venido con él y lo que yo quería de este viaje, si era

incluso un viaje. Mi mente todavía no se había decidido por lo que esto era

entre nosotros o a dónde nos dirigíamos.

¿Qué quería? Quería que se quedara sin camisa, eso era seguro.

Más que nada, quería sentirme viva. Quería sentir y apreciar una

pasión por algo que amaba. La mayor parte de mi vida, me sentía una

marioneta con cuerda y quería que esa sensación se fuera. Había hecho lo que

todos los demás querían que hiciera y ahora no sabía cómo actuar. Como una

marioneta a la que le cortaron las cuerdas, no sabía cómo estar por mi cuenta

pero sabía que quería sentirme viva y solo en estos últimos dos días, Dylan

69

había hecho eso por mí. Había algo sobre él, tal vez su personalidad; que me

decía que tenía pasión por algo y una magia que no podía identificar. A su vez,

como un brillante diamante, yo estaba cautivada por él.

Si me hubieran preguntado a los tres años que quería ser, habría dicho

jugadora de béisbol. Todavía amaba los deportes, especialmente el béisbol.

Pero ser una jugadora de béisbol de tres años no encajaba con mis padres. Si

me hubieras preguntando a los cinco que quería ser, habría dicho princesa.

Eso tampoco encajaba con mis padres. Mi padre dijo que ser una princesa era

una imagen que no valía la pena perseguir. A los cinco, no tenía ni idea de a

qué se refería, pero decidí que ya no quería ser una princesa.

¿Ves el patrón?

Si me hubieras preguntado a los diez que quería ser, habría dicho

presidente de los Estados Unidos. Como puedes ver, esa fue la vez que mis

padres fueron un factor determinante. Me dejé de preguntar qué quería y

empezaron a decírmelo. ¿O realmente nunca me lo pregunté?

Aun así, nunca los contradije. Podría ser tan culpable como lo eran

ellos.

La verdad era que, había estado tan absorta en mi vida y las cosas que

pensaba que eran importantes, que había perdido contacto con muchas cosas,

incluso conmigo misma. Era como si no me conociera.

La consejera de la escuela, la Sra. Wheeler, una vez me preguntó que

quería para mi vida y le di la respuesta estándar que parecía escrita por mis

padres, universidad y después, por supuesto, una carrera. ¿Pero yo quería eso?

En ese momento pensé que quería eso. También solía creer que podía

meter mi cabeza en la arena. Me culpaba por eso. Y después veía a las personas

yendo a fiestas y siendo adolescentes, y esas ideas de una vida perfectamente

planificada parecían tontas y sacaba mi cabeza de la arena un poco para revisar

la marea.

Las ideas todavía estaban ahí. Sentía que si no actuaba según lo

planeado estaba siendo irrespetuosa. Cuando tu padre es Jeff Gray, ser

irrespetuosa no es algo que esté permitido.

70

Parte del problema era que pronto esos momentos de querer ser buena

se volvieron pocos e infrecuentes hasta que sentía que todo lo que ellos veían

era lo que querían. Nadie me veía como una persona.

Incluso Eric. Él veía una novia que para muchos estándares era buena

para él. Pero algo estaba faltando. Después de un tiempo, pensé que tal vez así

era como se suponía que fuera.

En los cuatro años que estuvimos saliendo, nunca superamos eso. En lo

profundo, no era suficiente para mí y sabía eso. Me gustaba pensar que soy

una persona optimista, pero también diré que me han decepcionado un

montón de veces. Eric me había decepcionado.

Pensé en todo eso por unos cinco minutos antes de finalmente

responderle a Dylan.

―Quiero cometer errores. Quiero meterme en problemas y sentirme

viva. Como bailar en la lluvia y tener dieciocho.

—¿Y qué hacen las personas de dieciocho? —preguntó, sus ojos sobre

un hombre de pie cerca de una mesa de picnic.

—Se meten en problemas. Montones de problemas… como empezar

un disturbio. —Dylan ignoró mi comentario del disturbio.

—Este problema en el que te quieres meter. —Él se movió en su

asiento para mirarme, una mano todavía en el volante y la otra a través de la

parte de atrás del asiento—. ¿Te arrepentirás de ello?

Tenía la sensación de que esa pregunta iba más allá de lo que él

intentaba.

—No, no lo haré —le dije honestamente—. Quiero soltarme y hacer

todo lo que nunca tuve las agallas de hacer en casa. —Tragué preparándome y

dije lo que quería—. Y quiero perder mi virginidad.

Ahí. Lo dije.

Él se removió a lado mío pero sorprendentemente, mantuvo la calma.

Cuando no dijo nada, yo continué temiendo al silencio.

71

—Solo necesito encontrar a alguien con quien hacerlo. —Empecé a

morder mis uñas en un intento de distraerme.

Dylan parpadeó, sus ojos cayendo a sus manos y contestó sin vacilar.

—¿Qué si fuera yo?

—Me gustaría eso.

* * *

Agarré una botella de whisky y apenas algo de ropa, empezamos la

lista de pendientes de verano en el estacionamiento de Roger’s Frosty de todo

lo que queríamos hacer para sentirnos vivos.

—Striptease… pon eso ahí también.

—¿Striptease? —Sonrió, su ceja levantada cuestionando—.

¿Realmente vas a hacer striptease? Oh, cierto, ya empezaste. —Las esquinas de

sus ojos se arrugaron de la diversión mientras me miraba.

—No me juzgues, solo escribe.

—No te estoy juzgando. —Dylan sonrió escribiendo mi lista de cosas

por hacer en el verano en la bolsa de papel marrón de nuestra comida—.

¿Consigo la…?

—Dije escribe. —Le señalé con mi mano que continuara, mis piernas

rebotando en el asiento con la euforia ante la posibilidad de ahora, en este

verano, podía hacer y ser cualquier cosa que quisiera—. Preferiblemente con

un tubo.

—¿De nuevo?

—Para el striptease, un tubo de striptease —aclaré—. Escribe eso.

—Escribiendo.

72

—Quiero fumar un cigarrillo y emborracharme y tal vez robar un

auto.

—Ya estás trabajando en la parte de emborracharte. —Él me señaló el

whisky—. Estoy seguro de que puedo encontrar un tubo en algún lado si

quiere marcar eso de una vez.

La mirada que me dio era casi ridícula. Digo casi porque estaba

demasiado ocupada tratando de no subirme al chico. Era una respuesta

justificable en mi mente, pero aun así estaba tratando de no apresurarme en

esto.

Agarré el whiskey mirando la etiqueta y preguntándome por qué no

ponían una advertencia en la parte exterior de la botella que dijera: Puede

inducir comportamiento sexual.

Dylan tenía maneras de hacer que las personas hicieran las cosas que

él quería y se las arregló para convencer a un vagabundo en la calle de

comprarnos una botella de whisky por cincuenta dólares y un paquete de

cigarrillos.

Ahora estábamos disfrutando ese whisky.

No era una fanática del whisky justo como tampoco lo fui de la

cerveza anoche. Dylan se rio de mi primer trago y me dijo las palabras de

sabiduría de su abuelo:

—Pondrá pelo en tus bolas.

—No quiero pelo en ningún lado —le dije completamente seria, y

observándolo como si estuviera loco por sugerir que necesitaba pelo en mis

bolas. No es que tuviera.

—Entonces desnuda… —Dylan sonrió ocultando su mirada de la mía

al tomar otro trago de whisky—. Huh.

—Ni siquiera voy a responder eso.

—No estaba preguntando. Estaba imaginando.

73

Le quité la botella preguntándome si él era capaz de tener una

conversación sin darle una connotación sexual. Probablemente no.

El whisky quemaba y sabía como mierda, pero disfruté la sensación

que me daba. Esa sensación de hormigueo estaba dándome el coraje de hablar

sobre striptease y mi virginidad.

—Quiero hacerme un tatuaje. —Me detuve antes de mirarlo. Mis

piernas descansaban sobre el tablero mientras él terminaba de escribir—. Y mi

virginidad. No te olvides de escribir eso.

Asintiendo, su sonrisa era evidente junto a su respiración acelerada,

pero él escribió mi virginidad al final de la lista y la tiró sobre el tablero frente

a él. Miré la bolsa para observar lo que escribió y noté que la última decía

“inocencia” en lugar virginidad.

—¿Qué hay de ti? —pregunté mirando hacia él—. ¿No vas a escribir lo

tuyo?

—Voy a hacer cualquier maldita cosa que quiera —me dijo sacando un

cigarrillo y encendiéndolo antes de lanzar su encendedor en el tablero sobre la

bolsa.

Me gustan sus labios alrededor de la punta del cigarrillo, y me encanta

la forma en que entrecierra sus ojos cuando inhala. Cuando sostiene el humo

en sus pulmones y sonríe; quería gritar.

—¿No vas a escribir una lista?

—No, voy a ser espontáneo. Hacer mi lista ciudad por ciudad. Si

quiero orinar al lado de la carretera, pues bien, voy a hacerlo de repente.

—Sus ojos azules brillaron con picardía.

Creo que me desmayé por la forma en que dijo hacerlo de repente y

realmente quería estar cerca cuando ese hacerlo de repente se llevara a cabo.

El consumo de alcohol le hace cosas a la gente, además de sonrojar las

mejillas. Ahora entendía el por qué tomaban. Te da confianza líquida también.

Confianza que normalmente no tienes, o al menos yo normalmente no tengo.

74

De alguna manera, y culpo de esto al whisky, empezamos un juego de

confesiones que empezó conmigo quejándome de mi dedo meñique que no

tenía uña. Era extraño en forma y me parecía lindo, pero molesto por la forma

en que se curvaba y no tenía uña en él. Ambos pies eran de esa manera.

Dylan sonrió.

—Tengo aros en los pezones.

Ya lo sabía, los había visto antes.

—Mis piernas son demasiado largas para mi cuerpo.

—Eres una mujer, eso es imposible. Las piernas largas son

impresionantes. —Tomé otro trago y luego él dijo—: Tengo una marca de

nacimiento en el culo que se parece a una mujer desnuda. Estoy muy

orgulloso de ella en realidad.

—Una vez traté de ponerme un aro en la nariz y terminé

consiguiendo una hemorragia nasal. Fue un desastre.

Dylan rió.

—Mi culo es demasiado grande.

Dylan sonrió satisfecho.

—Tampoco es posible.

—Es posible tener un culo que es demasiado grande.

—Si bien estoy de acuerdo en que es posible, sí, el tuyo es perfecto.

—Se rió dejando caer su cabeza hacia atrás contra el asiento mirando hacia el

techo—. Ah, mi debilidad.

—¿Qué?

—Tu culo. —Aclaró, dejando los ojos fijos en el techo.

Pensé por un momento empujar la botella de whisky hasta él. Dylan

tomó un trago directamente de la botella justo cuando lo hice.

75

—Háblame de estos aros de pezones. —Mis ojos estaban fijos delante

de mí negándose a mirar otro sitio. La oscuridad que nos rodeaba fue

nuevamente reconfortante. No podía ver mis mejillas calentándose de esta

manera—. ¿Cuándo te los pusiste?

—Los tengo desde hace unos años. —Dylan examinó la botella,

pareciendo encontrar el envoltorio interesante tal como yo lo había hecho

antes—. Estaba borracho y dejé que una chica lo hiciera. Duele como el

infierno.

—¿Puedo verlos? —Finalmente le eché un vistazo. Él me miraba, con

los ojos brillantes.

—Envuelve esas largas piernas alrededor de mí y yo te los mostraré

—dijo arrastrando las palabras lentamente, sus párpados pesados y caídos.

¿Estaba borracho? ¿O tal vez no estaba… oh… tal vez estaba

encendido?

No estoy segura de si eso era para burlarse de mí o simplemente para

ser un chico normal en ese momento, pero él se rió entre dientes de nuevo y

se inclinó un poco hacia mí. Su mano derecha se deslizó del volante y

descansó sobre su estómago y luego no tan tranquilamente, levantó su camisa,

metió la mano en la parte delantera de sus pantalones y se ajustó a sí mismo.

Traté de no mirar… pero lo hice. Fue uno de los gestos más sexys que

jamás había visto.

Lo hizo a propósito. Lo sabía. Y para empeorar las cosas, cuando

encendió el auto justo después de eso, cambió la lista de reproducción de su

iPod a All Night Long. No se escuchó nada más hasta que me eché a reír, con

las manos sobre la cara caliente para ocultar mi vergüenza y rubor.

Naturalmente, sonrió, tocando la batería con su mano en el volante.

Sintiendo la música, me acerqué al volumen y lo subí. Dylan me miró pero no

dijo nada, él también, sintiendo la música.

Una corneta periférica que no sabía que tenía, hizo vibrar mi asiento

mientras me acomodaba de nuevo en el cómodo cuero negro.

76

Arrojando la botella de whisky en el asiento trasero, condujimos un

kilómetro y medio por el camino hasta una parada de descanso en la que

decidimos estacionar por ahora, mientras tratábamos de encontrar un hotel

cercano. Hablamos de conseguir una carpa o algo para acampar ya que eso

podría ser más fácil que encontrar un hotel cada noche, pero no teníamos

planes establecidos.

Mientras Dylan miraba a su teléfono por un hotel, escuché la letra y

no pude dejar de pensar en lo que este verano me iba a ofrecer. Entonces, mi

hormonal cuerpo de dieciocho años, pensó en lo que todas esas noches

significarían.

Yo no tenía ninguna experiencia sexual. Nada más que besos y algunos

momentos de frustración. Diablos, ni siquiera había hecho clic en mi propio

ratón, como diría Mercedes.

Ahora, con Dylan probándome, y las hormonas surgiendo a la

superficie, tocar parecía una buena cosa a intentar. Una vez vi un vídeo en

YouTube con Mercedes y otra amiga, Jessica Long, de una porno. Hablamos

brevemente sobre ello, pero de las tres de nosotras, yo era la única que no

había tenido relaciones sexuales. De hecho, de la mayoría de mis amigos, era

la única que seguía siendo virgen.

Mercedes la perdió en su segundo año con Kasey, o al menos eso me

dijo, y Jessica, la había perdido en la fiesta de bienvenida con su novio de los

últimos años, Brian.

Le había preguntado a Eric varias veces por qué no quería tener sexo

conmigo, y él me había dicho que yo era como un tesoro para él, algo que él

quería mantener intacto. A mí me parecía estúpido y algo que Elvis Presley

haría a su esposa Priscilla para mantenerla para sí mismo. Intenté muchas

veces que Eric hiciera más conmigo, pero él siempre le ponía fin desde el

principio. Sentí que se endureció una vez, pero eso fue todo. Resulta que él no

tenía el deseo porque estaba consiguiéndolo en otro lugar. Eso me hizo

preguntarme cuántas veces habían estado juntos y cuánto tiempo me lo habían

ocultado. Me pregunté qué pensaría Kasey de ello y si Jessica lo había sabido

todo el tiempo. Cuanto más mi mente reproducía nuestras conversaciones

todos juntos, más sentido tenía para mí.

77

Mis pensamientos giraron a Dylan de nuevo y la atracción que sentía

por él. Tal vez era el misterio de él o que estábamos solos, juntos, sin nadie que

nos detenga, pero los pensamientos de él siendo mi primera vez eran más que

excitantes.

Mientras soñaba con cosas que no debería, Dylan cambió las listas más

a menudo, nunca dejando un género en particular por mucho tiempo. Parecía

tener una gran variedad de canciones y artistas, y sorprendentemente una

gran cantidad de las mismas canciones que yo tenía en mi iPod. La idea que

compartíamos intereses me hizo sonreír y sentirme más cómoda con la

decisión de irme con él.

Dylan dijo que había encontrado un hotel a cerca de dieciséis

kilómetros de distancia, por lo que esperó unos minutos para recuperar la

sobriedad y luego volvimos a la autopista interestatal.

La música proporcionó un buen relleno también de lo que no era

necesario decir. A veces, la mayoría de las veces, creo que la gente habla

demasiado. Disfruto el silencio y lo apreciaba por lo que era.

Eric y Mercedes siempre hablaban. No podía ir a ninguna parte sin

que ninguno de ellos hablara a mi oreja. Después de un tiempo me volví buena

dejándolos fuera de sintonía pero ahora entendía lo que me había estado

perdiendo: el silencio y no tener que sintonizar a nadie.

En poco tiempo, y sintiendo los efectos de los pocos tragos de whisky

que tomé, me quedé dormida con la cara pegada a la ventana y la sudadera de

Dylan como almohada.

78

5

Partiendo Dylan Wade

Traducido por Lizzie

Corregido por amiarivega

uando me fui de casa, tenía la intención de irme solo. No

estaba huyendo de algo, pero nunca había planeado quedarme

en Olympia.

Sabía que me iría. Todo eso había sido planeado.

Mi vida ahí no tenía nada que ofrecerme aparte de otro viaje a la

cárcel.

¿Por qué me fui?

Bueno, era un largo tiempo el que venía.

No tuve ninguna revelación ni nada. No la esperaba. Después que

Drew, mi hermano mayor, se fue, yo no quería estar allí por más tiempo y no

había nada manteniéndome allí.

Me tomó un tiempo decidir que estaba realmente yéndome mientras

tenía una beca completa en Juilliard por mi música, pero no estaba yendo.

Esa vida no era para mí y me molestaba que la madre de Landon

hubiera aplicado por mí.

El día de la graduación no era exactamente el día que había planeado

irme, pero esa mañana, viendo a mi padre borracho otra vez, decidí que era

C

79

suficiente. Para un hombre que vio morir a su esposa a manos de lo mucho

que esa botella hacía, él era un pedazo de mierda sin ningún tipo de auto-

respeto.

Por mi parte, no paraba de ser sometido a sus constantes cambios de

humor de mierda y abuso. No estoy diciendo que él era abusivo en el sentido

de que me golpeara con regularidad, pero cuando me dio un puñetazo en la

escuela, no era la primera vez que me había puesto la mano encima. Durante

ocho años, lo tomé. Ahora, no lo haría más. Entendí por qué Drew se fue

cuando lo hizo. Solo me habría gustado que me hubiera llevado con él. Pero,

de nuevo ahí estaba Bailey, y algo sobre ella me obligó a quedarme.

Ahora que me había marchado, sería feliz sin hablar con mi padre de

nuevo o hablar de él. Yo no tenía ningún problema de ira emocional por él ni

lo pensaba. ¿Quién pensaba culpar a un niño de diez años de la muerte de su

madre?

Ken Wade lo hizo.

¿Quién culpa a un chico de catorce años, porque su hermano huya?

Ken Wade lo hizo.

No fue mi culpa. Yo no estaba allí. Yo no estaba conduciendo el auto

que cruzó la línea central. Pero yo sabía quién era y eso no sentaba del todo

bien conmigo y, esencialmente, era otra razón por la que me iba

Me partió el corazón cuando mi mamá me fue arrebatada. Ella era

todo para mí en mi mundo. Era más que una madre, era mi amiga. No tenía ni

idea de cómo reaccionar ante ella, pero tampoco me dieron una oportunidad

de hacerlo. Me vi obligado a actuar como si no hubiera pasado. Por esa razón,

hice lo que la mayoría de los niños de diez años hacía. Lo exterioricé. Me

expresé de maneras que me metieron en problemas, que a su vez causaron más

tensión entre Ken y yo.

Tampoco era culpable de que Drew se fuera. Cuando estuvo a punto

de una sobredosis, lo encontré, sí, pero la reacción de nuestro papá fue solo

ignorarlo. Por eso Drew terminó marchándose. Nunca conseguiría ayuda aquí

80

y mi padre era realmente duro con él. No puedo decir que estaba de acuerdo

con la forma de comportarse de Drew, pero no era mi lugar.

Creo que el acuerdo de Ken con nosotros los chicos era que nunca

quiso tener hijos. No digo esto para hacerte sentir lástima por nosotros. Digo

esto porque es un hecho. Drew fue un accidente y yo también, mi mamá tenía

diecisiete años cuando Drew nació, nuestro papá tenía veintinueve años. Esto

de hecho parecía extraño para mí, pero una vez más, no era su culpa si se lo

preguntabas. Era mi culpa porque Drew arruinó su buen tiempo con su

compañera de juegos menor de edad. A través de los años, nos culpó de

muchas cosas, porque era más fácil que culparlo a él

Me gustaría decir que esto nunca tuvo un efecto duradero en ninguno

de los dos, pero probablemente mentiría. Drew volvió a las drogas, me metí en

problemas, problemas malos un par de veces.

Nos guste o no, el papá que nos odiaba, causó un poco de rabia sin

reservas a veces.

Nunca he sido una persona violenta en su mayoría, pero si lo

provocaban, sí, reaccionaba como cualquier otra persona cuando se le presiona

lo suficiente. Cuando se trataba de idiotas, reaccionaba. Mi papá era uno de

esos idiotas. De todas las veces que Ken había puesto una mano en cada uno de

nosotros, nunca nos defendimos. Drew lo hizo una vez, el día que se fue. En

su mayor parte, no queríamos que viera que estábamos afectados por él.

Con todo eso vino mi decisión de irme. Ocurrió el día de graduación.

Mientras miraba a Bailey, una rabiosa gracia de palabras no dichas, ella estuvo

finalmente de pie por sí misma, algo dentro de mí reaccionó demasiado.

Durante meses, tuve una bolsa en mi auto, lista para salir en cualquier

momento, pero para mí mismo, me graduaría primero. Entonces, cuando

escuché su discurso, decidió por mí.

Me estaba yendo ese día. En ese momento, no tenía ni idea de a dónde

nos llevaría ese verano y si me hubieras dicho lo que sé ahora, ese día, no

cambiaría nada. Bueno, tal vez algunos detalles pero no mucho.

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Ken, más que probablemente todavía borracho, se acercó a mi auto

después de la ceremonia. Me sorprendió que incluso viniera a verme. Por lo

general, él estaba ya sea en el bar o en su oficina. Por qué sintió la necesidad

de venir a la graduación de su hijo era un misterio para mí.

—¿Y a dónde crees que vas? —dijo tropezando con mi auto.

Parte de mí, la obstinada de dieciocho años, no quería decirle. La

realidad de eso era que no era su decisión por más tiempo. Yo no tenía más

lazos con él y no lo había hecho desde octubre cuando cumplí dieciocho y

descubrí que me había mentido durante años.

—Me estoy yendo —le dije preparándome para su respuesta y

sabiendo que no se lo tomaría a la ligera.

—¿Por qué? —Parecía herido por la decisión, pero también sabía que

en el fondo no significaba nada para él. Yo era simplemente una deducción de

impuestos en este momento.

Me encogí de hombros aparentemente distraído. Estaba distraído. Solo

quería alejarme de él y salir de esta maldita ciudad para siempre.

—Dime por qué te estás yendo —presionó acercándose—. ¿Es por

Drew?

Mi cuerpo se tensó naturalmente sabiendo su próximo movimiento

cuando dije.

—Porque es el tiempo. No me necesitas aquí. Ahora puedes tener tu

botella, pero no voy a ser tu excusa por más tiempo.

—No te puedo creer. —Su tono adquirió un toque defensivo—. Jodiste

mi vida durante dieciocho años y ahora solo te estás yendo. ¿Al igual que tu

mamá y tu hermano? ¿Vas a ver a Drew?

Sacudiendo la cabeza, traté de ignorarlo. Esta no era una pelea que

quería tener y no era asunto suyo si iba a ver a Drew o no.

—Nunca vas a llegar a nada con esa mierda de música que tocas.

82

Ken conocía la única cosa que me sentaría sobre el borde. Él la

utilizaba en mi contra con frecuencia. Cuando tenía doce años, mi tío Eddy

me regaló una guitarra acústica por mi cumpleaños. Cuando me metí en

problemas en la escuela, él me hizo ver mientras la quemaba en el patio

trasero. Él hacía mierdas como esas. Tomaba la única cosa que amaba y la

destruía

Había una cosa que me enorgullecía y esa era mi música. Ken lo sabía.

Cuando quería una reacción de mi parte, usaba eso. Yo no estaba tratando de

hacer una carrera de ella, pero era algo en lo que yo ponía todo de mí. Él sabía

lo que significaba.

—Jódete —le grité perdiendo el control—. ¡No sabes nada de mí!

Había más verdad en esa afirmación de lo que jamás lo entendería,

pero él no me escuchaba. Él nunca lo haría.

Y como yo esperaba, me golpeó.

—¡Desagradecido pedazo de mierda! ¿Te di todo lo que necesitabas y

así es como me pagas?

Para mi padre, irme era una falta de respeto como él sentía, y éste era

un debate constante entre nosotros, que si alguien lo dejaba, estaba siendo

desagradecido. Mi mamá incluida. No le importaba que ella muriera en un

accidente de auto y que no tuviera nada que ver con él. A sus ojos, ella se fue.

Igual con Drew. No importaba que casi sufriera una sobredosis y necesitaba

estar limpio. Para Ken eso no significaba absolutamente nada.

Después de todo esto con mi padre esa tarde, no esperaba estuviera

Bailey.

Desde hace años que quería hablar con ella, consolarla en una manera

que no sabía cómo. Cuando mi madre murió, ella me consoló. Ella me abrazó

cuando lloraba. Pero entonces, a medida que crecía y empezaba a buscar

maneras de rebelarme, nunca escuché de ella otra vez. Cuando cumplí

dieciocho, entendí por qué se apartó de mí, pero en ese momento, me dolió

saber que perdí a la única amiga verdadera que tenía.

83

Todo el tiempo, vi a través de la barrera que Bailey tenía, justo como

sabía que ella vio a través de la mía. A veces solo conoces a una persona. No

importa si nunca hablan. Los conoces. Tienes una conexión silenciosa.

Tuvimos eso a través de persistentes miradas y gestos tácitos, una cepillada en

el hombro en el pasillo o una sonrisa lanzada en su camino.

Casi hablé con ella en el Baile de Bienvenida. Mi único objetivo había

sido molestar a la gente. Esos fueron mis primeros cargos antidisturbios

también, pero tengo una sonrisa de ella esa noche.

La vi esa noche. Caray, yo la miraba todos los días, pero esa noche,

vestida con un traje lila, ella estaba hermosa y quería desesperadamente hablar

con ella, decirle lo que sentía y lo que sabía de su familia que ella no.

Mientras estaba sentado en las sombras, antes de los disturbios, la

miraba en los brazos de un tipo que no sabía nada de ella.

Yo la quería. Joder si la quería. No iba a quedarme aquí, pero Bailey

Gray era y siempre había sido una fantasía para mí. Comenzó alrededor de los

doce años y nunca aflojó. Se sorprenderían de cuántas veces he pensado en

ella, más de lo que quería admitir, y cuando ella no estaba mirando, yo soñaba

con mostrarle de que maneras. La mayoría de ellas estábamos en mi cama,

obviamente, pero me preocupaba por Bailey también.

No solo estaba locamente atraído por ella, ella era como un soplo de

aire fresco para mí y nunca lo supo. La veía en la escuela, no decía nada, pero

al instante sentía un respiro de todo lo que sentía que me aplastaba.

Odiaba la forma en que todos a su alrededor la controlaban. Ella creía

mentiras porque eran la única verdad que conocía. Las verdades que no

conocía eran devastadoras. No podía culparla por ser ingenua. Ella no sabía

nada diferente al igual que yo no lo hacía hasta noviembre.

No estoy seguro de por qué le pedí que viniera, pero algo dentro de mí

la quería conmigo, para hacerle ver las ilusiones a su alrededor. Sabía al darle

la oportunidad, podía demostrarle que yo no era un chico malo y era algo que

necesitaba. Solo esperaba que no pudiera decir lo que no quería decir que la

alejaría.

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De pie frente a mi auto, al ver su cara hacia mí, sabía que si alguna vez

tenía la oportunidad de mostrarle a Bailey que había estado esperando por ella

durante ocho años, tenía que actuar en ese momento.

—Ven conmigo —le susurré sabiendo que mi voz no se oiría por

encima de mi papá. Tal vez debería haber mantenido mi jodida boca cerrada,

pero no lo hice.

Cuando observó mis labios moverse, yo sabía que ella sentía algo.

Todo lo que hice fue sonreír y vi esa mirada en su rostro que vi cuando

teníamos siete y la besé después de que se despellejó la rodilla corriendo de

mí. Todavía recuerdo el primer beso como si fuera ayer.

Yo solo esperaba que ella no corriera más.

Mantuve mi distancia todos esos años. Todo lo que yo le dije habría

pasado desapercibido o ignorado. Si ella estaba conmigo, a solas, tal vez podría

hacerle ver que había más en la vida que vivir para alguien más. Creo que la

razón por la que sentía tanto por Bailey era porque en algún momento de

satisfacción había crecido como ella.

Le sonreí tratando de conquistarla. Mi mamá solía decirme que yo era

encantador y en el fondo me gustaba pensar que lo era. Si tuviera una buena

cualidad dejada por ella, esperaba que fuera eso. Tenía su sonrisa. Mi mamá

era una persona buena y honesta, dos rasgos que esperaba que yo tuviera. Tal

vez no era una buena persona, dado que estaba en muchos problemas, ¿pero

qué realmente define a una persona buena de todos modos?

Tal vez encontraría la respuesta, tal vez no lo haría. A decir verdad, no

me importaba encontrar respuestas. Quería sentirme vivo otra vez y en solo

una hora en ese viaje con Bailey, sentí que sentado a su lado, Bailey tenía más

que ofrecer de lo que pensaba.

Mirándola dormir ahora, su oscuro cabello rojizo extendido a través

del asiento, los labios presionados en una mueca en que quería presionar mis

labios y sus espesas pestañas castañas revoloteando muy ligeramente, no

estaba segura de si la decisión fue correcta, para alguno de nosotros, pero

quería saber. Más que nada, quería que Bailey vea lo que había estado

esperando por ella. A mí. Necesitaba ver que había una persona allí que la

85

trataría como merece ser tratada y no le mentiría. La parte de mierda era que a

pesar de que no estaba mintiendo, no le decía todo lo que sabía. Una parte de

mí no quería.

—Yo me ocuparé de ti —le susurré contra su frente. Ella tarareó y se

acurrucó en mi regazo encontrando un sueño más feliz.

Mi mano cubrió la suya y entonces supe que cuidaría de ella. No

importa qué, me haría cargo de ella. Incluso si fuera simplemente un amigo,

yo sería eso. Mi cuerpo podría tener una objeción, pero no sería sobre eso por

más tiempo. Se trataba de Bailey y hacerla sentir viva.

Había algo poderoso entre nosotros. Algo de lo que ninguno de

nosotros podía alejarse.

Al final, yo quería que ella tuviera el momento de su vida.

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6

Mostrar y Compartir Bailey Grey

Traducido por val_mar, Jo y Lizzie

Corregido por Lizzie

stábamos en algún lugar a las afuera de Pacheco en el Parque

Estatal en California llegando tarde porque Dylan tomó una

vuelta equivocada e inflexivamente se rehusaba a preguntar

direcciones. No es que realmente no tuviéramos ni idea de a dónde íbamos

pero aun estábamos perdidos. Ahora sentados veíamos los mapas intentando

encontrar nuestro camino de vuelta a la carretera principal y comer el

almuerzo.

Dylan inclinó su cabeza hacia un lado y me miró bebiendo su leche de

chocolate sacudiéndola para tomarla él, lanzando el mapa en el salpicadero.

—¿Alguna vez has golpeado a una vaca?

Vi sus labios cerrados mientras él tomaba un largo trago de la pajita y

sus mejillas se ruborizaban.

—No. ¿Lo has hecho tú? —Empujé otra patata en mi boca

disfrutándola. Nunca tenía permitido comer comida frita y ahora que puedo,

tomo la ventaja de ello.

—Sí, una vez con Landon. —Él tomó otro sorbo, sus ojos a la deriva de

una granja en la distancia—. ¿Quieres hacerlo?

E

87

—¿Podríamos ser arrestados?

—Es posible. Altamente improbable aquí pero es posible.

—Hagámoslo.

Unos kilómetros después saliendo a un lado de la carretera, nos

encontramos un pastizal con vacas.

Nuestro plan era ir a hurtadillas donde ellas, pero cuando estornudé la

vaca pateó a Dylan en la espinilla.

—Tú… tenías que… —Él cayó encima agarrándose su pierna con

dolor—. Joder.

—Lo siento mucho. —Me encogí viéndolo ahora con una pantorrilla

sangrando—. Soy alérgica o algo. —Estornudé una vez más y dejé escapar una

risilla nerviosa cuando la vaca pateó de nuevo. Afortunadamente, Dylan se

había movido fuera del camino esta vez.

—Podrías haber mencionado eso antes de que saliéramos aquí… —Su

voz se apagó cuando escuchamos ruidos a nuestra izquierda—. ¿Qué fue eso?

Pudimos escuchar un ruido de masticar y estaba segura de que no eran

las vacas así que ahora estaba sentada al lado de Dylan.

—¿Qué carajos es eso? —pregunté francamente pegada a su lado.

—Necesitamos irnos. —Me dijo alcanzando mi mano—. Con nuestra

suerte es el propietario de este lugar.

—¿Pero qué es? —La curiosidad ganó y corrí en otra dirección.

—¡Bailey! —gritó Dylan pero mantuvo su voz un tanto restringida—.

Vuelve aquí.

—Solo quería ver qué era eso.

Dylan me atrapó rápidamente.

—Vamos. —Su brazo aseguró el mío jalándome en la otra dirección—.

Vamos.

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Tenía habilidades de baile de porrista de todos esos años y me salí de

su abrazo, huyendo de él, todo el momento, riendo.

No estoy segura si era mi risa o qué, pero de alguna manera, atrajimos

lo que fuera que estaba haciendo todo ese ruido mientras jugábamos a

agarrarnos el trasero en un campo lleno de vacas.

Cuando vi qué hacía el ruido, deseé haberlo escuchado.

—Dylan. —Una vez más, estaba pegada a su lado, ambos respirando

entrecortadamente del esfuerzo y teniendo miedo hasta la locura, de un toro

que estaba a no más de seis metros de nosotros.

La cabeza de Dylan lentamente giró hacia mí.

—Asombroso Bailey, solo jodidamente asombroso —dijo

sarcásticamente.

—Perdón. —Mordí mi labio haciendo mi mejor esfuerzo para parecer

una niña asustada para ganar simpatía. No creo que funcionara un poco.

—Ni siquiera intentes eso. —Su severa expresión me dijo que no había

compasión para mí.

—¿Qué hacemos ahora?

—Volver al auto, rápidamente.

—El auto esta como a medio kilómetro de distancia, Dylan. ¿Qué si

somos atacados?

—Sugiero que pares de hablar y comiences a regresar.

Permaneciendo tranquilos y no haciendo contacto visual con el toro,

nos alejamos de él. A un pequeño paso del auto, y pensando que estábamos a

salvo, nos dimos la vuelta y corrimos solo para tener al toro arremetiendo en

el lado del auto, en el lado del conductor, una vez que estábamos dentro.

Quería decir que lo sentía, pero no lo hacía. Decir perdón parecía algo

ridículo que decir sabiendo que este auto era la única posesión por la que

Dylan se preocupaba. Así que ahorrándome una respuesta insignificante, miré

89

al frente, sintiendo a Dylan mirándome mientras el toro embestía una vez más

su auto, sacudiéndolo de un lado a otro.

Nos sentamos ahí, él mirándome, yo mirando al frente.

Después de la tercera ocasión, sentí que necesitaba interferir.

—¿En verdad? —Lance mis manos al aire—. ¿Solo vamos a sentarnos

aquí?

Negó con su cabeza lentamente, mirando, sus fosas nasales dilatadas

con ira.

—La siguiente vez, escúchame cuando te digo que es momento de irse.

Con una última mirada a mí, y estoy segura que era otra mirada feroz

pero me rehusé a mirarlo, Dylan puso las llaves en la ignición y finalmente

condujimos lejos. El toro nos siguió por un momento sin embargo perdió el

interés cuando la grava estuvo golpeándolo al pasarle encima los neumáticos

de Dylan.

Nada más fue dicho hasta que pensé que el miedo pudo más que él y

tuve que mirar el peligro. A lo largo de la carretera, una vez más se detuvo y

evaluó la situación. Noté que ahora nos encontrábamos cerca de un letrero

que decía Área Recreativa de la Reserva Estatal del Parque de San Luis a dos

kilómetros.

—¡Oh Dios mío! —gritó—. ¡Jesucristo, mira esta jodida abolladura!

No tenía que verla. Me sentí horrible y no podía ver en su dirección

porque estaba cerca de las lágrimas, sabiendo que había sido la causante de

esto.

—No está tan mal.

No podía creer que dije eso, pero lo hice, aun mirando al frente.

—No está tan mal, ¿eh? —Azotó la puerta mientras entraba. Su mano

alcanzó a rascarse la cima de su cabeza. Estaba más que enojado en ese

punto—. Eres increíble. ¿Sabes cuánto va a costarme?

—Te pagaré por ello.

90

—¿Con qué? —resopló Dylan, claramente no le hizo gracia—. ¿El

dinero de papi? No puede pagar la manera de salir de todo y tampoco tú

puedes.

No estaba segura de lo que siquiera significaba pero mi boca tenía algo

para decir antes de que lo procesara completamente.

—Está bien, no seas un imbécil. Dije que lo siento, en verdad.

Movámonos. O en nuestro caso, conduzcamos.

—Sentirlo no sirve de nada. Este es un jodido auto de colección,

Bailey. Junto a una guitarra, esta es la única cosa que verdaderamente es mía y

traje conmigo. Créelo o no la gente compra cosas por su propia cuenta a veces

sin ayuda de sus padres.

Estaba haciendo esto con un propósito y si bien entiendo por qué, era

innecesario y significaba que me estaba molestando con cada palabra.

No dije nada. No recurrí a las discusiones infantiles. Yo, de hecho sé

que era mi culpa y eso estaba mal pero no me importaba admitirlo en ese

momento.

Como la típica chica, comencé a llorar.

Dime unas palabras con significado y las lágrimas fluirían.

—Maldición. —Su mano cayó en el volante con fuerza—. No llores.

No podía decir nada mientras las lágrimas me restringían.

Alargó la mano para frotarme la espalda.

—Lo siento. —Su voz me dijo que lo sentía pero sus ojos decían que

aún estaba enojado.

—Lo sé.

No estoy segura de si él no quería empeorar las cosas o si no sabía que

decir, pero en vez de hablar de nuevo, encendió el auto y regresó a la carretera

sin otra palabra.

91

* * *

Era casi la puesta de sol, mi momento favorito del día, cuando Dylan

finalmente me hablo otra vez después del desastre el auto.

—¿Alguna vez has nadado desnuda? —Sus cejas se movieron al final,

su estado tenso por el incidente del toro cambió. Aprendí justo entonces que

los estados de ánimo de Dyaln cambiaban rápidamente y normalmente sin

mucho aviso—. Necesito limpiar mis piernas y la reserva de San Luis está por

aquí.

Le dije que nunca había nadado desnuda y que me encantaría ir. No

iba a mentir. Su comentario sobre el dinero de papá aun picaba pero entiendo

que estaba molesto y dijo lo que le vino a la mente. A decir verdad, todo lo

que hice era con el dinero de papá así que en realidad, él no mentía.

Habíamos estado en el auto todo el día tratando de llegar a San José

para el atardecer. El accidente del toro nos hizo retroceder un poco. Dylan

tuvo que gastar una hora solo intentando abrir la puerta, ahora ambos

entramos por el lado del pasajero. No estaba cerca de quejarme y no estaba en

posición de hacerlo.

No estaba segura que fuera serio sobre nadar desnudos o si esto solo

era un tema para pasar el rato, pero cuando bajó el largo camino de tierra,

estaba segura que no bromeaba. Comencé a entender, que Dylan no bromeó.

Lo que dijo, era verdad, lo que encontré extremadamente reconfortante. La

mayor parte de mi vida las personas pisaban mi alrededor porque era la hija

mayor. Quería saber la verdad y Dylan hizo eso por mí. Me dijo la manera en

que iba a ser y nunca tuve que adivinar.

—Dijiste que querías ir a nadar desnuda —gritó Dylan desde el agua,

su ropa en una pila hasta el lago—. Saca tu trasero del maldito auto.

Sobre su hombro, el sol estaba cerca de ponerse, solo una pequeña

porción quedó asomada por encima del lago como si fuera a ser tragado por el

92

agua en cualquier momento. Viéndolo, le sonreí ya que estaba tratando de

hacerme probar cosas nuevas y tener dieciocho como lo quería y ahí estaba,

peleando por ello.

Mientras que Dylan no tenía un gramo de modestia, me encontraba

sufriendo la etapa de miedo extremo. Nunca había estado desnuda en frente

de alguien desde que tenía como, cinco, estaba empezando a dudar de esta

lista de deseos. Mierda he cambiado allí abajo desde que tenía cinco y el

pánico escénico ha estado conmigo en toda su fuerza.

¿Qué si no lucía como él esperaba? ¿Si las otras chicas con las que

había estado tenían mejores cuerpos? ¿Si sus pechos eran más grandes?

—Joder Bailey —Su irritación era mucho más evidente con cada

palabra—, en algún momento.

—Házmelo. —Engatusé comprando algo de tiempo por si acaso.

Sus cejas se arquearon.

—¿Estas verdaderamente retándome de nuevo?

—¿Dónde está tu ropa? —pregunte mientras finalmente salía del auto,

arrastrando mis pies en los guijarros negros tratando de detenerme. No estoy

segura de por qué pregunte donde estaba su ropa. Mirando en las hierbas

dispersas que se rompieron a través de la tierra y la grava.

—Es nadar desnudo —gruñó y alzó su brazos como si dijera que me

tomaba mucho tiempo decidir esto—. No llevas ropa.

—¿Así que tengo que quitarme toda mi ropa?

—Joder, ¿has estado viviendo debajo de una maldita roca? Solo quítate

la ropa y entra, eso es nadar desnudo. No debería ser complicado.

—¿Has hecho esto antes?

Dylan resopló y pasó sus dedos por su cabello húmedo mientras se

levantaba con el agua llegándole a la cintura.

—Nop, ahora ven aquí.

93

Lentamente, y quiero decir lentamente, me desnude detrás de la

puerta de su auto. Primero fue mi camiseta, luego mi sostén seguido de mis

pantalones cortos y después mis bragas.

Ahí. Lo hice. Bueno casi. Ahora tenía que entrar.

—¡Cierra tus ojos! —grité usando la puerta como un escudo. Muy mal,

olvidé que había una ventana.

Él sonrió viendo mis pechos a través del cristal. Podía escuchar el

gemido desde donde estaba parada y lo vi darse la vuelta en el agua,

quejándose todo el tiempo.

—Necesitas sacar tus temores —dijo mayormente para él mismo pero

aun lo escuche—. Estas siendo ridícula sobre esto. No es como que no haya

visto a una chica desnuda antes.

Oh, vaya forma de hacerme sentir mejor.

Moviéndome rápidamente antes de que tuviera la oportunidad de

mirar, el agua estaba hasta mis hombros y encarándolo.

Girando hacia a mí, sus ojos vagaron hacia abajo notando que estaba

en cuclillas tratando de no dejar mis pechos visibles.

—Espero que sepas como nadar —previno.

Lo siguiente que sucedió no era lo que esperaba. Con sus manos en mis

caderas, Dylan sacó mi trasero desnudo del agua y me lanzó sobre su hombro

para pisar aguas más profundas.

—¡Dylan! —grité. Mi trasero estaba en el aire y Dylan tenía ahora la

vista completa de mi desnuda.

Perfecto.

Mi voz se escuchaba en todo el cañón, al igual que la risa de Dylan.

Estaba muy mortificada para decir algo y gritaba asesinato sangriento

hasta que me dejó, sus ojos tensos y por primera vez; estábamos a centímetros

del otro y desnudos, respirando pesadamente.

94

Me miró. Miré de vuelta, esperando, viendo, atreviéndose a otro

movimiento.

Mirándome hacia abajo, mis manos descansaron en sus hombros sobre

la tinta así desesperadamente quería explorar y entender el significado detrás

de cada uno.

Su mirada, seria, buscando la mía. Cuando cerré mis ojos, su mano que

estaba en mi cintura se movió para acunar mi cara.

—Ojos Marrones —dijo, tan tranquilamente que casi no lo escuché.

Lo oí tragar y cuando me atrajo más cerca, su corazón estaba palpitando en su

pecho, o quizá era el mío pero creo que era el de ambos.

Escuchar eso fue todo el coraje que necesitaba porque por una vez en

mi vida, iba a arriesgarme primero. Quería ese beso. Ya que le había admitido

que tuve un enamoramiento de él cuando éramos más jóvenes y él rió, quería

besarlo y mostrarle lo que quería decir con eso.

Ahora era esa oportunidad.

Parándome en las puntas de mis pies, envolví mis brazos alrededor de

su cuello enterrando mis manos en su cabello para bajarlo hacia mí. Su boca

encontró mi mandíbula primero, besando a lo largo hasta que encontró mis

labios.

Cuando su boca encontró la mía, tomó mi labio inferior entre sus

labios, suave y vacilante como si estuviera probándome.

Con un movimiento brusco, sus dedos se enterraron en mi cabello,

serpenteando en las mojadas mechas e inhaló profundamente. Nuestros labios

se separaron juntos y deslizó una mano alrededor de mi cintura

presionándome directamente contra su pecho. Sentí su corazón latiendo en

sintonía con el mío, llamándolo. Cuando sentí su lengua por primera vez,

estaba agradecida de que estuviera sosteniéndome porque me derretí, con las

rodillas debilitándose. Tan patético y trillado como eso sonaba, lo sentí.

Dylan cambió su agarre en mí, sus manos encontrando mis caderas de

nuevo.

95

Nadie nunca me había besado así, como si quisiera devorarme pero

estuviera conteniéndose, como si estuviera memorizando mi boca y la curva

de mí contra él. Se sentía bien tener a alguien tratándome así. Se sentía bien

sentir como si alguien no pudiera tener suficiente de mí.

Nunca me había sentido así antes, tan viva con sensaciones que

emergieran a través de mí. Lo sentí profundo en mis huesos como una onda

sísmica.

Cuando finalmente nos alejamos, necesitando respirar, inclinó su

frente contra la mía, sin aliento.

Dylan tragó, sus ojos permanecieron en los míos pestañeando

lentamente. Mi lengua bailó detrás de mis labios saboreando el sabor de él en

mí.

—Probablemente deberíamos irnos —sugirió Dylan, todavía

mirándome fijamente. Era como si estuviera esperando que reaccionara o lo

alejara.

—Tú sabes. —Comencé a intentar atrapar mi aliento y no

concentrarme en su erección que podía sentir en el agua y rogarle a Dios que

no fuera una jodida serpiente—. Pudiste ver mis partes de niña… es tu turno.

Él rió justo como pensé, pasando sus manos a través de su nuca y

alejándose de mí.

—Estoy bastante seguro de que acabas de sentir las mías así que creo

que podríamos estar empatados.

—No, no lo estamos. —Me alejé unos centímetros asegurándome de

que estuviera cubierta por el agua de nuevo—. Mis pechos estaban

presionados contra tu pecho. Esa es la misma cosa.

—No —Él sacudió su cabeza todavía sonriendo—. No es lo mismo

para nada.

Sabía que él vio todo cuando estaba sobre su hombro y fui lanzada al

agua. Él no iba a ganar esta batalla.

96

—¿Es esto como ese juego donde tú me muestras lo tuyo —rió él—, y

yo te muestro lo mío?

—Exacto, ahora partamos contigo.

Su sonrisa era ancha mientras me empujaba juguetonamente.

—A veces eres una cabeza hueca.

Mientras avanzábamos nuestro camino a través del agua a la costa, me

atrasé a propósito y él lo sabía, caminando lentamente en frente de mí.

Cuando llegó al agua profunda hasta la cadera y su trasero estaba a

punto de ser revelado, miró sobre su hombro.

—Puede que quieras sostenerte. Tengo un culo jodidamente lindo.

Lancé mi cabeza hacia atrás y reí al posiblemente más lindo culo.

Perfecto, redondo, hasta merecedor de una mordida. Si pensaba que su pecho

y brazos eran esbeltos, su culo se veía como si también hubiera sido tallado

con un cincel. No parecía haber un gramo de grasa en él.

De pronto cohibida, me cubrí mientras me tambaleaba a la orilla

deslizándome en las rocas.

Mi culo no era así de lindo. De hecho, era probablemente más grande

que el suyo y definitivamente tenía algo de grasa en este comparado al de él.

Siempre había tenido un cuerpo de bailarina con una constitución atlética

pero también cargaba solo un poco de grasa que nunca parecía irse. Siempre

me hacía esconderme un poco más cuando estaba alrededor de otros porque

Mecedes, de quién siempre estaba alrededor, tenía el mejor cuerpo en nuestra

escuela con el que la mayoría de los chicos soñaban incluido Eric.

Dylan se giró una vez que llegó al auto. Eché un vistazo entre mis

piernas y sacudí mi cabeza, abatida.

—No es posible —me dije, de pronto asustada por la vida de mi vagina

cuando llegara el momento para lo que Dylan se refería a mi inocencia. Sabía

ahora que lo que sentí en el agua no era una serpiente pero muy bien pudo

haberlo sido.

97

Él rió de nuevo y caminó hacia mí cuando llegué al borde del agua,

mis ojos se quedaron enfocados entre sus piernas a pesar de que ahora estaba

usando sus pantalones cortos. Patético lo sé, pero en serio no podía alejar mis

ojos.

Aleja la mirada.

Una vez de pie en frente de mí, a centímetros, su mano esbozó

ligeramente mi esternón desnudo y se movió para levantar mi cabeza, una

toalla en su mano rozó el lado de mi cuerpo mientras la envolvía alrededor de

mí.

—¿Te gusta lo que ves?

—¿Y a ti? —Cuando miré sus ojos envolviendo la toalla alrededor de

mí, deseé tener la mitad de confianza en mi cuerpo que él tenía en el suyo.

—Siempre me ha gustado lo que veo —aclaró Dylan, sus ojos

sosteniendo los míos—. Ahora responde la pregunta.

—Tengo miedo —admití buscando sus ojos y encontrando que la

sonrisa bromista había vuelto—. De eso. —Mis ojos cayeron apuntando entre

sus piernas.

Él dejó salir una risa ansiosa, su comportamiento abruptamente

tímido.

—¿Por qué?

—Uh, porque eres enorme. Es anormal o algo.

Otra risa, esta vez me acercó al auto donde estaban mis ropas.

—No es anormal. —Parándose recto, guiñó—. Te lo aseguro.

—Así que dices que… esa cosa podría matar a alguien. —Le di mi

propio guiño ajustando la toalla más arriba.

Dylan se giró y se movió alrededor del otro lado del auto dejándome

para vestirme. Encontrando mis ropas, escuché la hierba crujir debajo de los

pies de Dylan y supe que estaba de pie detrás de mí de nuevo.

98

—¿Quieres descubrirlo? —Estaba de pronto dada vuelta y presionada

contra el lado de su auto embestido, rogando que nada de embestidas tomaran

lugar entre nosotros justo ahora. Necesitaba tiempo para ajustarme a toda esta

cosa del tamaño y el concepto de realmente tener sexo.

Los ojos abrasadores de Dylan estaban brillando con el atardecer, su

cabello titilando en la luz amarillenta.

Y entonces antes de que pudiera decir algo, sus manos se deslizaron

por mis lados a mis muslos donde él me levantó y me puso en el guardabarros

delantero. La siguiente cosa que sé, estaba besándome apasionadamente pero

luego suspiró y se alejó sosteniéndome a la distancia de sus brazos.

—No lo haré hasta que estés lista, y no lo estás, todavía. —Se alejó

completamente y tiró su camiseta sobre su cabeza antes de cerrar sus

pantalones cortos—. Vístete antes de que haga algo de lo que me arrepentiré.

Miré sobre mi hombro mientras él reunía mis ropas del capó de su

auto y me las pasaba. Suspirando, me vestí mientras él se mantenía ocupado

con su iPod y luego entré al auto donde él me estaba esperando.

No solo estaba pensando acerca de su pene y su tamaño sino que

también estaba consciente de que Dylan tenía más tatuajes en lugares que

nunca supe como bajo sus abdominales, sus piernas, sus pies, brazos, montones

de ellos y quería meticulosamente inspeccionarlos todos sabiendo que cada

uno tenía un significado privado para él. No era como si estuviera cubierto de

tinta pero sí tenía muchos. Me hizo querer tener uno mucho más. Como algo

que me ataría a él, un recuerdo de este momento juntos. Parte de mí, la parte

de chica se preguntaba si él querría tener tatuajes a juego. Era un pensamiento

loco y me hizo pensar en algún tipo de sacrificio de hermanos de sangre.

Ahí estaban estos dos chicos en mi clase de inglés de primer año que

estaban tan cerca que lo hacían todo juntos y un día cerca del final de nuestro

primer año llegaron a la escuela con tatuajes de calavera a juego en sus cuellos.

Un poco extraño, pero yo envidiaba su amistad.

Cuando nos fuimos, yo tenía la sensación de que Dylan prefería

expresarse a través de su selección de canciones.

99

La canción que llegó una vez llegamos a la carretera dirigiéndonos

hacia el Sur de Bakersfield, era de Boys II Men “Voy a hacerte el amor”.

Si yo no estaba enamorándome de Dylan Wade antes, lo estaba ahora.

Estaba recordando exactamente cómo el chico dentro de él me había robado el

corazón cuando éramos niños.

Cuando llegamos a Bakersfield, la ciudad estaba en pleno apogeo para

un domingo por la noche. Luces iluminaban los edificios y la gente recorría las

calles mientras llegábamos a la autopista.

Terminamos consiguiendo una habitación en el Travelodge alrededor

de la una de la mañana solo para encontrar que solamente tenían una

habitación libre con una cama. Parecía que esto estaba convirtiéndose en un

hábito. Después de ese beso en el agua, no estaba segura de cuánto tiempo

podría contenerme. Una cama tampoco ayudaba, ni Dylan con sus frecuentes

bromas y la necesidad de quitarse la camisa.

Maldito sea.

Tan pronto como entramos en la habitación, mis ojos se sintieron

atraídos tanto por la ventana como por la habitación de la décima planta, con

vistas de la ciudad todavía llena de vida nocturna. Me dieron ganas de caminar

por las calles. Pero, de nuevo apenas podía tener mis ojos abiertos, así que

sabía que no estaba pasando

—¿Quieres tomar una ducha? —preguntó Dylan pateando la puerta

con su pie mientras equilibraba su guitarra al lado de la pared para dejar su

bolsa sobre la cama. Él se negó a dejar su guitarra en el auto después del

incidente con el toro. Pensó de seguro que, incluso en un estacionamiento

asegurado, alguien iba a robarla.

Silenciosamente esperaba que esto significara que podría tocar para mí

esta noche. Yo no lo había visto tocar desde que tenía nueve años y estaba

segura de que era mejor. Incluso a los nueve años, tenía talento. La noticia

alrededor de la escuela era que tenía una beca completa para Juilliard por ese

talento, pero no le había preguntado al respecto todavía. Jessica había oído de

Landon que él consiguió entrar porque la madre de Landon la había solicitado

por él. Cuando Dylan se enteró de que le ofrecieron una beca, no estuvo

100

contento y la rechazó. Pero todos esos podrían haber sido rumores por todo lo

que sabía.

—¿Bailey? —llamó Dylan cuando yo no respondí a su pregunta sobre

la ducha.

—Lo siento, no, solo tomaré una en la mañana. —Me senté en la

cama pateando fuera mis chanclas antes de recostarme de espaldas—. Estoy

muy cansada.

—Voy a tomar una —susurró deslizándose dentro del baño. Lo

escuché abrir la llave de la ducha y eso es lo último que recordaba.

Lo siguiente que recordaba era despertarme bajo las sábanas todavía

vestida mirando a esos jodidos tatuajes en la espalda de Dylan de nuevo. Era

como si se estuvieran burlando de mí.

No me tomó mucho tiempo y yo los estaba examinando mientras

dormía. La luz de la mañana filtrándose dentro de la habitación proporcionaba

la suficiente luz. Su espalda se movió ligeramente con su respiración, así que

robé mi oportunidad.

Parecía haber un dragón que iniciaba en el pecho y luego se movía

por encima de su hombro derecho y la espalda. Era masivamente largo y

ocupaba la mayor parte de sus hombros y espalda superior.

En el hombro izquierdo había más detalles de estrellas y lo que

parecía ser una cruz con un nombre escrito en el centro de la misma y una

cadena envuelta alrededor de ella. Cuando miré más de cerca, era el nombre

de su madre rodeado de gorriones, tres de ellos para ser exactos.

El brazo de Dylan estaba escondido debajo de la almohada así que

conseguí un buen vistazo a los que están en su brazo izquierdo también. Yo no

podía entender mucho solo que había un montón de detalles en cada uno. Me

pregunté cuánto tiempo le llevó conseguir todo esto.

Recuerdo en la escuela cuando me di cuenta de un tatuaje en él. Era

nuestro segundo año en Educación Física cuando llegó en pantalones cortos y

una camiseta, y sus antebrazos tenían tatuajes en ellos. Él no era el único chico

en la escuela teniéndolos. Hoy en día se considera anormal no tenerlos. Yo

101

estaba en ese grupo. El alcance de mi arte corporal fue perforarme las orejas y

eso ni siquiera era considerado arte.

No estoy segura de por qué, pero un tatuaje en particular en la

muñeca derecha era interesante para mí y pensé, estúpida de mí, que si él

estaba durmiendo podría conseguir una mirada más cercana.

Si tuvieras una cámara en mí en ese momento, te habrías reído,

porque ahí estaba yo, a cuatro patas, mirando sobre el hombro de Dylan

mientras dormía tratando de descifrar qué clase de ave estaba en su muñeca y

la escritura que la rodeaba.

Resulta que yo no era tan lista y Dylan no estaba durmiendo.

—Todo lo que tienes que hacer es preguntarme qué es —dijo

asustando a la mierda viva justo fuera de mi mientras rodaba sobre su espalda.

Con ese giro yo estaba básicamente sobre él.

Dylan cerró los ojos, y su brazo derecho se levantó y descansó contra

su frente, la parte interior de su muñeca frente a mí para una visión clara.

Fue entonces cuando me di cuenta que era un colibrí.

Siempre he tenido una fascinación con los colibríes por tanto tiempo

como puedo recordar. Dylan sabía eso también, porque para mí octavo

cumpleaños me dio un colibrí disecado que aún tenía.

Allí, en la muñeca de Dylan, estaba un pequeño colibrí del tamaño de

un penique envuelto en una cadena. A su alrededor había una escritura que

parecía estar en un idioma extranjero.

—¿Por qué está envuelto en cadenas?

—¿Por qué está algo envuelto en cadenas?

—¿Debido a que está confinada?

—Responde a tus preguntas, ¿no es así? —Su voz era tranquila,

incluso, y se podía sentir la tensión rodando a través de él.

—¿Qué dice?

102

Sus ojos permanecieron cerrados mientras hablaba, su voz ronca por

el sueño.

—Se dice que los colibríes tienen poderes sobrenaturales. —Entonces

sus ojos se abrieron, y él parpadeó un par de veces enfocándose en mi mirada

ansiosa, esperando, decidida—. Las palabras alrededor dicen “Ella tiene un

poder que nunca conocerá.

103

7

Fuera de mi cabeza Bailey Grey

Traducido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ, Maru Belikov y esti

Corregido por Lizzie

o tenía idea de que decir cuando me di cuenta de lo que

significaba el tatuaje de Dylan, la magnitud de ello al menos.

¿Su tatuaje tenía algo que ver conmigo?

Dylan no quería preguntas, eso era evidente cuando me desestimó y

se dirigió hacia sus jeans que estaban junto a la cama en busca de sus

cigarrillos.

Lo vi irse cómodamente al balcón vestido en esos shorts Nike del otro

día que colgaban tan bajo en sus caderas. No solo estaba pensando en sus

tatuajes, tampoco podía olvidar aquel beso de anoche en el agua y la

indiferencia que rodeaba esta mañana y ayer por la noche. Para mí fue el

mejor beso que he tenido, para él, era probablemente solo un beso.

En el exterior, Dylan se encorvó sobre la barandilla de madera, con los

codos descansando en contra de la pintura roja pelada. Llevando la mano a la

boca, el humo se elevaba a su alrededor mezclándose con las nubes en el cielo,

con suavidad, a la deriva, las nubes cruzaban el cielo en tropel.

Sabía que Dylan tenía una barrera emocional alrededor de él. No

estaba segura de que sería capaz de romperla pero quería tratar. Esta no era

N

104

una de esas situaciones en la que la chica trata de salvar al chico roto. No era

eso para nada. Todo lo que quería hacer era estar para él ya que no lo había

estado cuando crecimos. Quizás eso era todo lo que él necesitaba.

—¿Quieres desayunar? —preguntó Dylan regresando dentro del

cuarto después de que me duché.

El viento soplaba mientras la puerta se cerraba trayendo consigo el

olor de sus cigarrillos. Se dio cuenta de mi respuesta al olor.

—Lo siento.

—No te preocupes —dije volviéndome a mi bolso cerca de donde

estaba sacando mi loción y luego buscando chicle—. Vamos a comer.

Mientras me aplicaba loción en la cara, Dylan asintió y se dirigió al

piso donde estaba su guitarra y la tomó poniéndola en la cama a mi lado y

luego agarrando su ropa.

Su mirada encontró su guitarra, contemplativa, decidiendo, y luego a

mí, pareciendo curioso como si se preguntara por qué lo estaba observando.

—¿Tocarías para mí?

No respondió enseguida. En vez de eso, su expresión estaba perdida

como si estuviera en un profundo pensamiento. El hielo azul de sus ojos se

endureció, él no quería.

—Algún día.

—¿Cuándo fue la última vez que tocaste?

Una vez más, su expresión parecía perdida.

—La mañana en que nos fuimos.

—¿No quieres tocar cerca de mí?

Deduje encontraba mis jugadas muy interesantes.

—No —respondió Dylan inmediatamente, su voz uniforme y suave,

asegurándome que mis suposiciones eran erróneas—. No tiene nada que ver

con eso.

105

No dijimos mucho más esa mañana mientras nos chequeábamos y

caminábamos al estacionamiento de Coco’s para el desayuno.

Cuando pedí un rollo de canela, Dylan rió.

—De verdad tienes un dulce diente, Ojos Marrones.

Puse los ojos en blanco lamiendo el glaseado de mi labio.

—No tienes ni idea —suspiré por la dulzura del rollo—. Mi madre

nunca me dejaba comer este tipo de cosas. Ella es anti dulces.

—Eso es una lástima. —Dylan tomó un bocado de sus huevos

revueltos y masticó lentamente.

La mesera vino, llenando la taza de café de Dylan, y guiñándole un

ojo. Le sonrió con una sonrisa infantil e hizo lo mismo con ella. Yo odiaba en

parte que le guiñara el ojo a alguien que no sea yo.

—¿Te gusta el café? —le pregunté tratando de no dejar escapar la

pregunta que mi cerebro de chica quería hacer, la cual era: ¿Crees que ella es

hermosa?

—Paso la mayoría de mi tiempo en Seattle. —Lo dijo como si fuese

algo que yo debería saber.

—¿Qué hacías en Seattle?

Dylan se encogió de hombros moviéndose de sus huevos a su pan.

—Música en su mayoría —respondió, con los ojos en el plato—.

Landon tenía algunos amigos allí con los que pasamos el rato. Eddy estaba allí

también, a veces.

Eddy era el tío de Dylan, el hermano mayor de su mamá quien solía

estar en una banda pero se alejó cuando estuvieron de gira.

—¿Allí es donde pasas la mayoría de tus fines de semana?

—Sí.

Así de fácil como la conversación había comenzado, mi mención sobre

su música estaba fuera de los límites.

106

—¿Entonces qué vas a hacer sobre la universidad? —preguntó Dylan

eventualmente—. ¿Planeas ir todavía?

Todavía teníamos que hablar acerca de a dónde estaba yendo todo

esto. El pensamiento de ir a la universidad ya no estaba en mi mente. Lo que

estaba en mi mente era este verano y a donde me llevaba. A este punto, no me

importaba a donde me llevaba.

—No, no planeo ir a la universidad.

Dylan sonrió alrededor de su taza de café, sus ojos curiosos de nuevo y

alzó la mirada para verme.

—Yo tampoco.

—¿Tienes una beca, no?

Asintió.

—Igual que tú.

—Las cosas cambian —lo dije con mi propia sonrisa alrededor de mi

taza de café.

—Sí. —Se inclinó relajándose en el asiento, su peso inclinado de un

solo lado mientras se frotaba el rastrojo de su mandíbula—. La vida tiene su

manera de cambiar.

—¿Entonces cuál es nuestro plan?

La mesera vino de nuevo, deteniéndose brevemente para rellenar

nuestro café y llevar huevos revueltos a la siguiente mesa. Parecía que el lunes

por la mañana era muy ocupado. Pero aquí estábamos, sin apresuramientos y

decidiendo cosas como nuestro futuro.

—Mi hermano está en Birmingham —dijo Dylan en un tono

conversacional—. Podríamos ir allí y verlo por un par de semanas.

—¿Has hablado con el recientemente?

—Sí, hemos hablado un par de veces. —Podía intuir que Dylan no

estaba exactamente cómodo hablando sobre ello, por la manera en que cambió

107

su peso y en como comenzó a juguetear con el asa de su taza de café confirmó

mi teoría.

—Muy bien, ¿entonces vamos a Birmingham y vemos que pasa desde

allí?

Dylan asintió.

—Suena bien para mí.

Pagamos nuestra comida y caminamos al estacionamiento en silencio.

Cuando volvimos al auto y salimos del estacionamiento, pensé en que esto me

recordaba a una película.

—Esto es como Thelma y Louise.

—Ese es un mal ejemplo. —Dylan me dio un codazo al costado—.

Ellos mueren al final.

—Oh, cierto.

Hubo un cómodo silencio hasta que paramos por gasolina y comida en

Riverside. Dylan se había negado a parar en Los Ángeles a pesar de que le

rogué. Lo justificó diciendo que no era material de California y que

necesitábamos salir del estado tan pronto como pudiéramos. Resulta que el

GTO y sus doce millas por galón no permitirían eso.

—¿Planeaste mudarte a Birmingham para estar más cerca de Drew?

Estaba tratando cualquier ángulo que pudiera para aprender más acerca de por

qué Dylan se había ido de la casa y en un momento me di cuenta de que no

iba a suceder, pero todavía trataba. Quería conocer a Dylan, y no al de diez

años de edad, que apenas conocía. Tanto en nuestra vida había cambiado.

—Nunca planeé quedarme en Birmingham —dijo eso paseándose por

la lista de reproducción en su iPod y equilibrando el volante en las rodillas.

—¿Si pudieras vivir en cualquier sitio, donde lo harías? —preguntó

Dylan poniendo su iPod en el asiento.

—En un remolque.

Dylan me dio esa mirada de reojo en la que él era tan bueno.

108

—Suena genial.

—¿Dónde vivirías tu Sr. Rebelde-Sin-Causa? —Sacándome los zapatos

de nuevo, mis pies desnudos descansaban en el tablero—. ¿Déjame adivinar,

¿Detroit?

Otra mirada de reojo vino pero poniendo los ojos en blanco para

acompañar.

—Seattle.

—¿De verdad? ¿Por qué Seattle?

Dylan se encogió de hombros, el movimiento relajado, deliberado y

sugerente a su actitud en torno al tema.

—Es solo una ciudad, Ojos Marrones.

Luego pasó a explicar que él siempre disfrutaba de su tiempo allí con

su tío y Landon se había trasladado allí también. También explicó que no haría

ninguna decisión este verano sobre su futuro. Para él, se trataba de un tiempo

de no tomar decisiones, tomar lo que caía en sus manos.

Cuando el sol empezó a ponerse, un momento en el que pensé mucho

más, contemplé lo que quería decir Dylan. Los colores manchaban el sur del

desierto de California mezclándose en la oscuridad de la noche. Mi mirada

estaba en Dylan ocasionalmente, pero como he dicho antes, él estaba tranquilo

y era algo que me gustaba mucho.

Estábamos fuera de Phoenix buscando un hotel mientras buscaba en

mi bolso en el suelo por chicle.

—¡Qué asco, deshazte de ese chicle —dijo Dylan cuando

aparentemente podía oler el chicle—. Lo digo en serio, deshazte de él.

—¿Por qué? —debo de haberle dado la mirada de “¿qué carajos?"

porque casi se echó a reír.

Me reí en su rostro y fue entonces cuando hizo una mueca sacudiendo

la cabeza ante una repentina oleada de náuseas y agarró su estómago cuando

mi respiración se movió hacia él.

109

—Una vez me comí uno tan picante que vomité durante doce horas

seguidas. No he tocado esa mierda desde entonces.

—¿Por qué la conexión con la canela? —Señalé a un cartel en el lado

de la autopista de Holiday Inn. Dylan inmediatamente se disparó a través de

tres carriles de tráfico a la salida a la derecha.

—Huele igual. —Me miró de nuevo—. Nunca te besaré de nuevo si no

escupes esa mierda ahora.

Inmediatamente baje la ventana y escupí el chicle.

No dijo nada sino que sonrío, un poco y aunque la luz era tenue, era

notable.

—¿Qué más no te gusta? —pregunté en el momento en que entramos

al estacionamiento del Holiday Inn.

—Limones —respondió apagando su auto y colocando su teléfono,

iPod, y billetera en el tablero—. Los odio y el cartón. No me gusta el cartón.

—¿Por qué?

Se encogió de hombros, de nuevo, otro encogimiento de hombros

mientras abría la puerta para salir. Miró por encima de su hombro.

—¿Y a ti?

—No me gustan las medias —dije alcanzándolo mientras

caminábamos por el oscuro estacionamiento hacia la oficina—. En realidad,

no me gusta nada en mis pies en absoluto.

Dylan miró hacia abajo y notó mis pies mientras sostenía mis sandalias

en la mano.

—Lo he notado.

Cuando terminamos de conseguir la habitación, y después de un largo

día en el auto, el sueño fue fácil. Esta vez nos las arreglamos para conseguir

dos camas, lo que me pareció reconfortante. No es que yo no quisiera dormir

junto a Dylan, porque no era eso, pero yo tenía miedo de lo que "dormir

conmigo” le haría a él.

110

Después de fumarse un cigarrillo, Dylan se dirigió a su cama cerca de

las puertas corredizas de cristal y se durmió antes de que tuviera la

oportunidad de hacerle más preguntas.

Aunque estaba cansada, el sueño se cernía sobre mí al pensar en lo que

estaba haciendo. Dejé todo lo que conocía y ahora aquí estaba acostada en una

habitación de hotel a unos dos mil kilómetros de casa.

Dándome la vuelta, me metí el brazo izquierdo debajo de la almohada

y me quedé mirando a Dylan de nuevo hasta que pude dormir.

La siguiente mañana nos paramos temprano intentando llegar a la

ciudad de Oklahoma esa noche.

—¿Sabes lo que cualquier viaje de carretera necesita? —preguntó

Dylan mientras pasábamos Holbrook, un paisaje que no ofrecía más que bolas

de paja y me reí entregándole su botella de agua que se había deslizado hacia

mí cuando tiró del volante para evitar otro animal muerto.

—¿Una ducha portátil y una tienda de campaña?

—Buenas ideas ambas pero estaba pensando en más entretenimiento.

—¿Qué? —Le di una sonrisa curiosa.

—Una radio CB.3

La idea parecía genial para mí así que nos detuvimos en una tienda de

deportes que Dylan captó en la autopista y compró una tienda de campaña,

sacos de dormir, un congelador, luces de bengala, la radio CB, linternas y

algunos suministros de primeros auxilios.

Después de poner todos los suministros en la cajuela, Dylan conectó la

radio.

Durante más de cien kilómetros, cambiamos de estación en estación

buscando algo entretenido. Fue entonces cuando nos instalamos en el canal

dos.

3 CB: Banda Ciudadana, se abrevia con las siglas CB, que se refieren a las iniciales en inglés de Citizen

Band.

111

Estaban estos locos lunáticos en la estación, Chaz y Reeper.

Dylan estaba completamente entretenido por ellos. Nunca lo había

visto reír tanto. Llegó a decirme que si íbamos a viajar, teníamos que escuchar

mierda como esta.

—Impactante, impactante, uno noventa... —la radio crepitaba antes

de escuchar—: mierda, hombre, estamos hablando de una mujer que pesa

ciento treinta y tres kilos y es sólida como una maldita roca.

—Mierda, esa es una gran perra —repitió Reeper.

—Está cerca de mi hijo, cuida tu boca.

—¿Dónde estás, quiero verla?

— Solo quieres envolver tu escroto en su barbilla de puta.

—¿No es la jodida verdad?

Cada estación era así, pero Reeper y Chaz eran, con mucho, el más

descriptivo.

—Maldita sea, esto me está encendiendo —dije sarcásticamente

abanicándome.

—Mierda... —gruñó Dylan cambiando el peso más hacia la puerta, la

mano derecha sobre el volante—. Que montón de hijos de puta lascivos.

Paseando por las estaciones, la siguiente estación era la misma, pero

Dylan me hizo volver de nuevo a Chaz y Reeper. Creo que estaba empezando

a quedarse enganchado a ellos.

—Ella es la maldita puta de ciudad-B.

—Uno de sus pezones daba al sur —se rió Chaz de una manera muy

extraña—, el otro hacia el norte.

Esto continuó durante probablemente otros cien kilómetros y me

estaba empezando a asombrar por Dylan cuando no cambiaba la estación de

los dos bizarros.

112

A lo largo de la carretera cerca de Amarillo, paramos para comer y

pasó a ser una parada de camiones. Dylan dijo en broma que quería encontrar

a este tipo Chaz y ver qué aspecto tenía. Naturalmente, se paseó por el

estacionamiento una vez en busca de alguien que pensó que podría parecerse a

él. Odiaba tener que informarle que Chaz, su héroe camionero,

probablemente no estaba aquí, pero no quería aplastarle sus sueños.

Después de buscar el estacionamiento una vez, Dylan se rindió y se

sentó al otro lado de una fila de unos quince camioneros.

Estábamos en medio de discutir la película Joy Ride cuando una mujer

de mala vida usando zapatos rojos de tacón alto, medias de malla, una mini

falda de leopardo y lo que parecía ser un sostén dorado, sin camisa. Dylan

miró su apariencia, un poco por su atrevimiento de acercarse a su auto y le

dio una pequeña sonrisa, su peso se movió un poco hacia mí.

—Hola muñeco, ven a meter la palanca de cambios en mi transistor.

Dylan giró la cabeza.

—¿Qué mierda? —articuló con la boca y los ojos aterrorizados dejando

su batido en el tablero.

Mis ojos se pusieron tan amplios como los de él. Nunca había visto

nada como esto antes.

La puta de carretera, como la radio había llamado a este tipo de chicas,

no estaba tomando un no como respuesta.

—Voy a chupar tu polla, cariño —dijo ella, con los ojos

explorándonos, acercándose tratando de colgarse en la ventana, con su mano

de puta frotando el hombro de Dylan.

Dylan me miró, con los ojos entrecerrados, como si no la hubiera oído

correctamente. Entonces se rió una vez, brevemente mirando hacia ella, y

luego a mí.

—¿Es jodidamente en serio?

—Estoy segura de que sí, si estás dispuesto —le dije a través de mis

propias risas.

113

La mujer me miró y me guiñó el ojo haciendo bombas con su chicle.

—Lameré tu coño también.

—¡Sube la maldita ventana, Dylan! —grité frenéticamente tratando de

poner mis manos en el pomo de la ventana de mi lado.

—¿Oh así que de repente es una emergencia ahora? —dijo entre

nerviosas risas.

Por lo menos él subió la ventanilla.

Ella debe haberse sentado fuera de su auto durante unos cinco

minutos antes de que entendiera y siguiera adelante.

Esa chica pasó de un auto a otro, a continuación, camión a camión,

arrastrando su culo de puta de carretera por todo el lugar.

—Bota esa radio —le dije cuando paramos a encontrar un hotel en

Amarillo. Después de la chica en la parada de camiones, no lo dudó y la

desechó.

Después nos enteramos por un grupo de chicos en una gasolinera que

la parada de camiones era una zona conocida por la prostitución.

Honestamente, sin embargo, deben poner esa mierda en mapas para salvar a la

gente del problema. Muchos menos asesinatos y violaciones se llevarían a cabo

si hay un mapa que dijera: "Oye, aléjate de aquí por tu propia seguridad”.

Después nos instalamos en otro hotel por la noche, Dylan quería

conseguir algo de comer, así que lo hicimos y luego decidimos que era el

momento de un poco de entretenimiento, aparte de las radios de banda.

—Hay un bar por allá, vamos —dijo Dylan, haciendo gestos a un bar

al otro lado de la calle del steak house en el que estábamos comiendo.

—¿Estás seguro que podemos entrar?

Dylan se encogió de hombros una vez que estábamos cruzando la

calle.

—Ya veremos.

114

Salió a la calle, dudé y Dylan miró hacia mí y levantó la mano para

que yo la tomara.

Tal vez era algo acerca de estar en el sur, pero cuando entramos,

nunca pidieron identificación, demonios, casi ni nos observaron.

Hasta ahora, nunca había estado en el interior de un bar pero Dylan

parecía cómodo. No me sorprendió, esto era lo suyo.

Los vasos chocaban juntos, conversaciones mezcladas y los cuerpos se

balanceaban al ritmo de la música rock. Me sorprendió lo lleno del lugar

cuando era un martes por la noche.

Cuando llegamos al bar, Dylan nos ordenó dos cervezas y un trago.

Una vez más, ellos nunca preguntaron por una ID y entregaron el licor.

Tomando ese tiempo para mirar alrededor, nadie prestó atención y actuó

como si no perteneciéramos al lugar. Señales de cerveza verde, amarilla, roja y

naranja neón se encontraban esparcidas por la pared. El bar en sí mismo era de

cristal y por debajo estaban fotos enmarcadas de clientes habituales que se

sentaban aquí noche tras noche.

—¿Quieres bailar? —Extendiéndome una cerveza y empujando un

trago en mi dirección. Dylan señaló con su cabeza a la pista de baile cerca de

la tarima notando la manera en que llamaba mi atención.

Había bailado antes en bailes de la escuela pero esto era

completamente diferente. Me recordaba algo que hubieses visto en Dirty

Dancing.4 Esto obviamente no era un baile de escuela.

Su mano encontró la piel entre donde se encontraban mi camiseta y

mis pantalones cortos, su dedo pasó a lo largo de la goma elástica hasta

detenerse cerca del ombligo. El toque me hizo retorcerme y quería bailar

como éstas personas.

Hubiera accedido a lo que fuera si eso significaba que sus manos

estarían sobre mí, y mis caderas, estaba ansiosa por ello. Desde nuestro beso en

el lago, no me había tocado. Parte de mí se preguntaba si se arrepentía pero a

4 Dirty Dancing: O Baile Caliente Es una película de género romántico con números de baile

estrenada en 1987.

115

la otra parte no le importaba. No iba a actuar como una de esas chicas que

constantemente debatían los sentimientos o la falta de ellos en los chicos. Esa

nunca he sido yo y no iba a empezar con esa mierda.

Dylan se tomó un trago, me extendió uno e hice lo mismo. El trago

quemó y antes de que me diera cuenta, la boca de Dylan estaba agregándose a

ello. Quizá estaba sintiendo lo mismo que yo.

El zumbido, la quemadura al tocarlo otra vez era algo en que no podía

parar de pensar. No podía dejar de sobre analizar sus sentimientos sí, pero no

podía detener ese deseo.

Frenéticamente, me retorcí en sus brazos queriendo el contacto,

necesitando ese contacto. No estaba segura si era el alcohol hablando pero

tomó todo lo que podía para no atacarlo completamente y envolver mi cuerpo

alrededor de él.

Su lengua era suave vacilante pero su toque era firme mientras me

guiaba a la pista de baile.

—Baila conmigo —dijo contra mis labios y luego se rió cuando la

canción cambió—. No he escuchado ésta en años.

—Dylan, no puedo bailar así —dije girándome en sus brazos para

enfrentar la pista de baile y referirme a las chicas moviéndose con comodidad

contra los chicos. Ellos se movían tan naturalmente que estaba celosa.

—Eres una porrista —dijo él como si esto debiera venir naturalmente

a mí—. Te vi sacudir el trasero cada viernes por la noche. Sabes cómo

moverte. —Dylan miró hacia la pareja cerca de nosotros, frotándose el uno al

otro—. No te preocupes, puedo bailar así y planeo mostrarte. —Él empujó sus

caderas hacia mi trasero y podía decir que estaba justo igual de excitado como

yo. Él gimió, el sonido apenas audible sobre el ruido sordo de la base pulsando

a través de nuestros cuerpos.

Girándome, sus ojos permanecieron bajos entre nuestros cuerpos. Con

su pierna derecha entre mis piernas y una mano alrededor de mi cintura, su

otra mano sostenía su cerveza contra su lado.

Luego él se movió.

116

Y me olvide sobre no ser capaz de bailar así.

Resultó que, podía bailar cuando Dylan era mi pareja. Su aliento sobre

mi cuello era una distracción pero sus movimientos y dedos apretando mis

caderas eran mucho más distractores.

En algún punto, entre los movimientos y el ritmo de la música, lo

conseguí y Dylan lo notó.

Presionando hacia adelante, su boca besó a lo largo de mi mandíbula

hasta que encontró mi cuello y el lugar justo debajo de mi oreja.

—Eres jodidamente sexy ahora mismo —gimió presionando más para

mostrarme cuan sexy pensaba que era—. No puedo evitar más que quererte

ahora mismo, enfrente de todos.

Genial, así que él si se sentía de la misma manera. Quería decir

“tómame”, pero no lo hice.

El ritmo tocando se mezcló con otra canción que reconocí como Ying

Yang Twins pero no sabía el nombre de la canción. No importaba de todas

formas, Dylan no me soltó y bailamos nuestro baile caliente dejándonos llevar.

Mis piernas quemaban tanto que estaban temblando pero no podía recordar la

última vez que me divertí tanto.

Dylan sabía cómo moverse también. Sus toques, sus caderas, todo ello

me tenía jadeante contra él y deseando que me tomara enfrente de todos como

quería.

Tomamos un descanso del baile para conseguir otra cerveza y empujé

mi camino hacia el baño. Me hice amiga de una chica en la fila y que estaba

allí con su novio.

Perdí a Dylan por unos minutos y empecé a preocuparme de que quizá

en realidad lo hubiera perdido.

Dos canciones después, lo encontré con los ojos brillosos y mejillas

rosadas. Él dijo que estaba tomando unos tragos en el bar. Para entonces su

camiseta no estaba y no tenía ninguna queja.

117

Sudando, jadeando palabras, toques que permanecían mucho más de lo

necesario y caderas que encontraron un cómodo ritmo, bailamos. Había algo

relajante sobre bailar para mí, especialmente así. Siempre había disfrutado

bailar desde que era pequeña, parte de la razón de porque yo era porrista. No

tenías que intentar, solo moverte, sentir la música, y reaccionar. Cómo si todo

fuera así de simple pero ahora mismo, aquí, eso es exactamente lo que estaba

haciendo.

Los ojos de Dylan a menudo permanecían abajo, viendo mis caderas

moverse contra las de él, la fricción de nuestros pantalones frotándose juntos

se sentía tan bien, y sabía que él también lo sentía.

Nos quedamos así hasta que Dylan se apartó, jadeando.

—Salgamos de aquí.

—¿Por qué?

—Porque si continúas moviéndote así —él gesticulo hacia mis caderas

que todavía estaban moviéndose contra él—. Voy a inclinarte sobre la mesa

más cercana.

—Entonces hazlo —gemí enganchando mi pierna hasta su cadera

envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, deslizándose sobre sus

hombros con el sudor.

—No jodas conmigo —susurró Dylan contra mi piel, su tono de voz

ronco retumbó en su pecho.

—En este punto, Dylan —Mis ojos lentamente cerrándose y luego

encontrando sus labios—, no creo que me oponga.

Trayendo su cerveza que estaba en su mano izquierda a su boca, sonrió

hacia el cuello. Él tomo un trago antes de dejarla colgando a un lado, mientras

yo todavía estaba moviéndome contra él.

—Vámonos entonces.

La pista de baile estaba atestada y cada vez que me movía, chocaba

contra otro sujeto. Así que esta vez cuando me aparté de Dylan, el sujeto

detrás de mí envolvió sus manos alrededor de mis caderas y me atrajo hacia él

118

frotándose contra mí. Me reí tratando de evitar problemas pero Dylan pensó

diferente.

—Quita tus manos de ella. —Dylan hervía con calma empujando

contra el sujeto que seguía bailando contra mí.

El sujeto no escuchó.

—Solo estamos bailando hombre, cálmate —gritó sobre la música a

Dylan. Miré sobre mi hombro al sujeto preguntándome si incluso tenía una

oportunidad contra Dylan.

No la tenía.

—¿Necesito repetirlo? —gritó Dylan caminando hacia adelante.

—¿Qué vas a hacer para detenerme? —respondió de regreso el sujeto

con la gorra roja, el agarre en mis caderas apretándose—. Estamos bailando

hombre, relájate. No estoy buscando ir más allá con ella. —Él sonrió—.

Aunque ella es malditamente ardiente.

Sí, como si eso fuera a ayudar.

—Creo que deberías detenerte mientras llevas la delantera amigo

—insté tratando de alejar al sujeto y calmar un poco a Dylan. Ya podía ver la

tormenta produciéndose en sus ojos y el agarre que tenía en mi muñeca era la

advertencia.

El guardia de seguridad se dio cuenta de los empujones e intervino

afortunadamente.

—Tiempo de irse, chicos —dijo él colocando una mano sobre el

hombro de Dylan y el sujeto de la gorra roja.

—La próxima vez no hagas eso —dijo Dylan mientras nos

tambaleábamos a través de la calle y nos dirigíamos de regreso a nuestro hotel.

Las luces de la calle y los autos pasando se balanceaban con cada paso y tuve

que usar a Dylan para caminar.

—No estaba buscando problemas, Dylan —señalé—. Estaba bailando,

contigo. —Él se movió dándome un ligero asentimiento, su cabeza baja

119

mientras caminábamos por la puerta, su mano asegurada alrededor de mi

muñeca.

Aunque nunca había sido una bebedora hasta hace unos días, fue

entonces cuando me di cuenta que cuando bebía, me volvía valiente y decía lo

que quería.

—Jesús, no actúes así. No estaba haciendo nada malo.

Su frustración fue evidente cuando pateó la puerta cerrándola con su

pie, lanzó su camiseta mojada sobre el suelo del baño y luego golpeó la puerta.

Confundida, me senté en la cama y me quede mirando las puertas

corredizas de cristal y el balcón. Cada habitación que habíamos tenido

recientemente tenía un balcón. Cada hotel en el que nos habíamos registrado

se sentía igual.

Tratando de contar las barras del enrejado, escuché la puerta del baño

abrirse y los sonidos de Dylan detrás de mí. Luego él se paró en frente de mí al

borde de la cama tamaño King con una horripilante colcha roja que seguía

atrayendo mi mirada borracha.

Con brillantes ojos, estos viajaron arriba por su cintura, hasta su

estómago y luego sus ojos. Unos ojos azul helados me regresaron la mirada,

arrepentidos, compasivos.

—Lo siento —susurro, arrodillándose, pasando su nariz a lo largo de

mí mandíbula. Cerró los ojos, sacudiendo su cabeza con una mueca—. Es

difícil no estar celoso cuando no te he tenido y hay tantos sujetos alineándose

para una oportunidad.

Él parecía arrepentido pero no estaba molesta sobre nada de lo que

había pasado. Definitivamente era el alcohol relajándome. ¿Alguna vez tienes

esos momentos cuando los pensamientos pasan por tu cabeza como recuerdos,

a la deriva, pero no quedándose?

Esa era yo cuando estaba borracha.

—Creo que necesito algo de aire fresco —dije poniéndome de pie,

tambaleándome, balanceándome y luego tropezando.

120

Creo que Dylan temía que me cayera por el borde así que me siguió.

A medida que el balanceo y las vueltas empezaron a calmarse, mis

pensamientos estaban más enfocados sobre lo que sentí en el bar. Sonriendo al

recuerdo de su piel contra la mía, miré arriba hacia Dylan para encontrarlo

mirando sobre el borde del balcón a la piscina de abajo.

—¿Quieres chequear el jacuzzi? —preguntó.

Sonaba atractivo pero entonces recordé que no tenía traje de baño.

—Sí, pero no tengo un traje de baño.

Dylan se encogió de hombros tomando una última calada de su

cigarrillo.

—¿Y? —Humo salió a través de su boca y nariz mientras hablaba—.

Usa tu sujetador y bragas, o ve desnuda, no me importa. —Lanzó el resto del

cigarrillo sobre el balcón y se dirigió a la puerta corrediza.

—Sí te importa. —Suspiré siguiéndole hacia la habitación.

—Tienes razón —Él guiñó un ojo—, te quiero desnuda.

Ambos permanecimos en silencio, Dylan bajó sus pantalones cortos

dejándolos caer al suelo. Desde que no tenía una camisa puesta, no tuvo que

molestarse con eso. Me encontró mirándolo fijamente, y sonrió dejando sus

ojos vagar hacia abajo, predecible cuando me estaba provocando.

—¿Vienes?

—¿Está siquiera abierto? —Bostecé mirando a la cama que estaba

llamando mi nombre y de regreso al chico, que deseaba llamara mi nombre

ahora mismo—. Son como las dos de la mañana.

—¿A quién le importa?

Claramente, no a él.

Con un poco de vacilación, me desnudé hasta quedarme con mi

sujetador y bragas negras y me quedé de pie frente a él, mis brazos envueltos

121

alrededor de mi estómago, insegura, nerviosa. Mi estómago saltó esperando

por él a que dijera algo, lo que sea, cualquier cosa.

Cambiando su peso de su pie derecho al izquierdo, contemplándome,

arrogante, él parpadeó pasando su mano bajo su mandíbula.

—Sexy —susurró, sus ojos precipitándose abajo hasta mis muslos.

Incluso con mi estado relajado, un ataque de miedo pinchó mi piel

pensando que él encontraría algo que no le gustara.

Él lo sabía.

—Deja de sobre analizarlo. Vamos. —Cuando llegó a la puerta,

alcanzó dentro del baño un par de toallas y lanzó una en mi dirección y otra

sobre su hombro.

A través de dos verjas y dos juegos de escaleras, hicimos nuestro

camino hacia la piscina ovalada y al paisaje de árboles de palma directamente

sacado de la portada de ese CD de Hotel California.

Mientras Dylan estaba completamente cómodo caminando alrededor

en su ropa interior. Yo no estaba tan segura en la mía y seguía ajustando la

toalla.

Él lo notó, por supuesto que lo notó.

—Si no te detienes, voy a quemar esa maldita toalla.

Temiendo que lo hiciera, me detuve.

Alcanzando el borde de la piscina, mis uñas de los pies pintadas de

negro brillaban bajo las luces alrededor de la piscina y el brillo azul del agua

debajo.

Miré y me di cuenta medio segundo tarde que estar parada así de cerca

del borde de la piscina era un error muy estúpido. Olvidé con quien vine aquí

abajo.

Pasándome, él mantuvo su cabeza baja.

—Luce fría.

122

Con un rápido empujón por detrás, podía dar fe de cuan fría estaba esa

agua.

Aun así. Estaba malditamente fría.

—¿Qué pasó con las piscinas de agua caliente? —grité flotando en el

agua en busca de calor, jadeando, temblando y enojada.

Dylan mostró una relajada sonrisa en mi dirección.

—¿Apresurada por estar mojada? —Él tomó asiento en una de las

tumbonas a unos cuantos metros de distancia de mí—. ¿Podría ayudar con eso,

sí?

—Eres un bastardo engreído cuando quieres serlo.

Encogiéndose de hombros, él se inclinó hacia atrás sus manos detrás

de su cabeza.

Aunque era fría, el agua se sentía bien sobre mi piel caliente. Después

de un tiempo, y dos cigarrillos después, Dylan estaba en el agua conmigo.

Había otra parte de sentir el coraje líquido que tenía, para las

confesiones. Parecía que decía lo que sentía o de lo que me arrepentía.

—Lamento haber dejado de hablarte.

Dylan asintió sus ojos sobre el agua.

—Mis padres no me dejaban…

—No. —Él cerró sus ojos. Respirando, calmándose, ojos azules

encontraron los míos—. No te atrevas a decir que no tenías elección. Siempre

tienes elección.

—Tienes razón —concordé moviéndome más cerca de él. Cuando

estuve lo suficiente cerca, descansé mis manos sobre su pecho sobre el tatuaje

de dragón—.No te estoy dando ninguna excusa aquí. Los escuché. Lo hice. Ese

es mi problema. Hice lo que ellos querían.

—¿Qué sobre lo que tú quieres?

123

Pensé por un momento y me di cuenta que no tenía en lo absoluto

idea de lo que yo quería.

Ahí fue cuando Dylan movió sus manos alrededor de mi cintura bajo

el agua.

—No te hace menos persona tener el momento de tu vida.

—¿Dónde estabas hace cuatro años? —bromeé, más o menos. Parte de

mí estaba seria. Después de descubrir que la relación que tenía con Eric estaba

construida con mentiras, no pude evitar preguntarme si quizá me perdí lo que

estaba justo enfrente de mí. Solo cuatro días de mi tiempo con Dylan y me

tenía sintiendo cosas que nunca antes sentí.

—Siempre he estado aquí, Ojos Marrones. —Su cabeza bajó y me besó

una vez, el sabor de cerveza y cigarrillos permanecían—. Tú simplemente

nunca lo notaste.

Mi respuesta fue en voz baja el sentimiento no.

—No, te noté antes.

—Oh cierto. —Él se rió creando distancia—. Tenías un

enamoramiento por el chico malo. Sabes que algunas personas ven lo que

quieren ver. Ellos nunca lo conocieron pero siempre veían problemas.

Justo cuando estaba a punto de decir algo más, una pareja caminó

dentro de la verja y tomaron residencia del jacuzzi. Sin joderte aquí pero él era

tan peludo que lucía como si llevara un abrigo de piel y ella era tan oscura de

piel que parecía ser cuero y ella era una chica blanca.

Dylan me miro, entretenido.

—¿Qué piensas que estén diciendo? —pregunté sonriendo—. Apuesto

que es algo sucio.

La pareja hablaba en voz baja el uno al otro, manos explorando, bocas

tocando. Por las miradas de su demostración, era evidente que era sucio.

Probablemente ni de cerca tan sucio como Chaz y Reeper eran.

124

—Él probablemente está diciendo: “Oh nena, me encanta pasar mis

dedos por tu cabello”.

Le hice lo mismo a Dylan tomando un agarre de él y tirando de su

cabello.

Él no vaciló para envolver sus manos alrededor de mi trasero

sosteniéndome contra él, sus dedos peligrosamente cerca de mis bienes.

—No jodas conmigo, Ojos Marrones —susurró Dylan contra mi piel,

besando mi cuello. Su tono ronco me volvió salvaje y el roce de su pecho me

hizo gemir. —A penas acabo de calmarme por lo del bar.

—¿Por qué no joder contigo? —Arrastrándolo más cerca, mis piernas

se apretaron alrededor de su cintura—. Yo quiero Dylan.

Quitando sus manos de mi trasero, él tomo mi rostro, sus ojos sobre los

míos, serios, tratando de hacer una profunda conexión con el alma.

—Acabas de salir de una relación. Una larga relación donde el tipo te

usó. No voy a tomar algo así de ti solo porque te deseo.

—¿Entonces tú quieres…? —Me sentía tonta por preguntar pero lo

hice. No quería ser una de esas chicas que constantemente necesitaban que les

aseguraran pero a veces, lo necesitaba.

Caminando hacia adelante, él me empujó contra el borde del

concreto, mi espalda deshecha contra el áspero estuco. Sus caderas

moviéndose contra las mías, la dureza entre mis piernas confirmaba lo que

quería de mí.

—¿Eso responde tu pregunta? —susurró en mi cuello antes de besarme

profundamente.

Sus besos nunca fallaban en tocar cada parte de mí. Siempre era algo

donde sentía que lo anhelaba. Cuando sea que besaba a Eric, se sentía como un

movimiento robótico. Con Dylan, se sentía natural.

Antes de que pudiera calentarme más de lo que estaba, Dylan se

apartó.

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—Vamos, Ojos Marrones, consigamos algo de sueño.

Maldición. Con un suspiro pesado, lo seguí. Entendía su duda, lo

hacía. Pero también lo odiaba. Tenía emociones y sentimientos sacudiéndose

dentro de mí y de ninguna manera ellos serían liberados.

Cuando regresamos a la habitación, Dylan inmediatamente se dirigió

hacia el baño.

Yaciendo sobre la cama, intente dormir pero algo dentro de mí, esa

parte sacudiéndose, estaba inquieta por la noche. Eran casi las tres de la

mañana, la luz viniendo a través de la habitación ablandando desde el azul

marino hasta tonos más claros.

Ahí fue cuando escuché un ruido sordo en el baño y pensé que Dylan

quizá se había desmayado. Preocupada, camine cerca de la puerta del baño y

encontré que estaba entre abierta. Naturalmente, me asomé pero no podía ver

nada con el vapor.

Allí de pie, nerviosa, mis piernas hormigueaban listas para salir

corriendo a la primera indicación de que pudiera haberme notado parada

fuera de la puerta.

Empujé un poco, pero la puerta se resistió. Mirando hacia abajo, me di

cuenta que la toalla que usó en la piscina y su ropa interior estaban en el suelo

acuñadas bajo la puerta. Saqué la cabeza por la puerta y entrecerré los ojos

para ver a través del vapor, como no podía distinguir nada cerré la puerta y me

senté afuera para escuchar.

¿Quién no lo haría?

Con los ruidos, estaba segura de que estaba haciendo algo más que solo

la ducha promedio. Después de todas las provocaciones, sabía que tenía que

ser él mismo tocándose.

Fue entonces cuando me di la vuelta sobre mi vientre y abrí la puerta

un poco más a pesar de la ropa acuñada. Efectivamente, allí estaba él, el brazo

doblado por el codo, el antebrazo apoyado en la pared con la mano derecha

trabajando frente de él. Su pecho se sacudía como si estuviera llorando, sus

126

músculos contrayéndose y flexionándose, pero supe que cuando su cabeza

cayó hacia adelante y gimió se estaba tocando.

¡Jodido vapor, quítate de mi camino! Parpadeé rápido, tratando de

conseguir una mejor vista pero era como mirar a través de una ventana helada

y todo lo que podía ver era su silueta que de verdad hizo que todo fuera

mucho más erótico.

Mírenme. Solamente una semana con este chico y ya usaba palabras

como sexy y erótico.

—Joder. —Se oyó la voz de Dylan en un gruñido. Escudriñando de

nuevo, me di cuenta de sus movimientos acelerados.

Sentí el calor punteando entre mis piernas, sensaciones abrumadoras

extendiéndose como la pólvora, empecé a temblar, y me quemaban las

mejillas. Mi corazón estaba martillando pero no podía moverme de mi

posición militar de arrastre. Escuchaba sus gemidos elevarse por encima del

agua, y de repente estrelló su palma contra la baldosa.

—Maldita sea.

Pensando que él me pudiera notar, en modo de pánico total, me tiré

en la cama. Jadeando, rápidamente vigilando la puerta, puse mis brazos detrás

de la cabeza intentando calmarme.

Mientras esperaba, el calor entre mis piernas estaba allí, llamándome y

haciéndome recordar lo que sentí cuando Dylan me tocó en el bar y en la

piscina antes, y entonces mi cerebro se llenó de imágenes de él en la ducha y

definitivamente mi cansancio se desvaneció.

Como si estuviera en su propia misión, mi mano viajó hacia abajo.

Oí el agua cerrándose y la puerta de cristal abriéndose de golpe.

Cuando él hizo su camino de regreso a la habitación, su expresión era tensa.

Mi mano se levantó de debajo de la manta y era obvio lo que había estado

haciendo, pero ¿adivinen qué?, él seguía estando un poco duro.

Definitivamente se perfilaba bajo la toalla que tenía en la cintura. Podía verlo.

Estaba justo ahí.

127

Cuando se acostó en la cama a mi lado, me di cuenta de que se había

puesto la ropa interior cuando la toalla se deslizó a un lado.

Una vez bajo la manta conmigo, nuestras piernas se tocaron su rostro

se relajó e inhaló profundamente antes de abrazarme y aplastar mi cuerpo al

suyo. Dando la bienvenida a esto, enterré mi cara en su pecho y me aferré a él

mientras clavaba mis dedos en su espalda y subía la pierna alrededor de su

cintura.

Me besó en el pecho por encima de mi corazón, su nariz dio un codazo

a los tirantes de mi camiseta y quitó mis manos de su espalda.

La necesidad se construía lentamente sobre nosotros, no podíamos

negarlo por más tiempo. Los dos lo sabíamos. Había que hacer algo, no creo

que él estuviera dispuesto a dejar pasar cualquier cosa. Sus caderas se

movieron y lo sentí allí, entre mis piernas y gemí.

—¿De verdad estabas tocándote? —preguntó su tono áspero y

necesitado contra el mío.

Asentí con la cabeza.

—Lo hacía, pero nunca he hecho eso antes. —Lo besé otra vez y

levanté mis caderas ligeramente buscando la misma fricción que sentí cuando

habíamos estado bailando. Solo que ahora, nos separaba solo la delgada tela de

la ropa interior—. Realmente no sé cómo hacerlo.

Una parte de mí, la parte extremadamente curiosa y hormonal estaba

orando que él captara la indirecta.

Me apreté contra él, agarrando su cara en mis manos y forzando sus

labios a separarse.

—¿Estabas tocándote en la ducha? —le pregunté encontrando su boca

de nuevo.

Asintió con la cabeza, moviendo sus labios a mi cuello.

—Lo intenté, pero te deseo. Te deseo tanto que no puedo... joder... —

Su boca volvió a mis labios, sus dedos clavándose en mis caderas y se empujó

hacia delante.

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Presionando de nuevo tan ferozmente cuando mis caderas se

empujaron hacia arriba, mis piernas se abrieron para acomodar sus caderas y él

pasó sus manos de mis rodillas a mis hombros de forma un poco violenta,

haciéndome retorcer de deseo. Él gruñó y podía sentirlo más duro que antes,

dejamos de besarnos durante un segundo y él me miró. Su boca se movió a mi

oreja, sus dedos se clavaron en mi cadera.

—¿Esto está bien? —susurró aun moviéndose encima de mí. No había

forma de que pudiera formar palabras en ese momento mucho menos

completar una frase como respuesta.

Bruscamente, él se detuvo y se dio la vuelta sin aliento.

—No podemos, Ojos Marrones. Estoy a punto de rasgar tu maldita

ropa y hacer que grites mi maldito nombre —gruñó en un murmullo—... pero

no estás lista.

Yo estaba casi lista para violarlo. Lo estaba. Pero también no sabía

absolutamente nada sobre el sexo o las ramificaciones que causaban una

relación, o lo que teníamos. Dylan era mucho más experimentado en eso, así

que lo dejé ir.

No me malinterpretes, estaba muy confundida.

Dylan volvió su cara lejos de mí, su respiración agitada y difícil.

—¿Por qué?

Él sabía lo que quería decir sin entrar en detalles y se volvió para

mirarme. Tragó saliva tratando de controlar lo que él no podía.

—No quiero arruinar algo que nosotros podríamos tener juntos

solamente porque no puedo conseguir sacar tu cuerpo de mi cabeza —susurró

observando mi reacción—. Quiero decir que significas más para mí que eso,

Ojos Marrones.

—Pero quiero que tú seas... —Una vez más, él sabía exactamente a lo

que estaba haciendo referencia.

—Y voy a serlo. —Él me dio un guiño mientras todavía me

observaba—. Pero no hay necesidad de apresurarse.

129

Había algunos argumentos acerca de nosotros que nos detenían pero

yo no iba a empujarlo. Desafortunadamente, para mí, tenía otras ideas aparte

de dormir.

* * *

En algún momento de la mañana antes de que el sol hubiera salido, me

desperté sintiendo la pierna de Dylan entre mis piernas, y una sensación de

hormigueo bastante agradable. Mirando alrededor de la habitación, la única

luz era la grisácea que se filtraba por las cortinas oscuras.

Mis ojos se agrandaron con el temor de ser descubierta, si él se hubiera

despertado o si él supiera que pasaba o si hubiera oído el gemido que salió de

mis labios cuando nuestra posición cambió ligeramente. Su respuesta fue

levantar la pierna superior y la mía poner mis ojos en blanco. Deseaba mucho

la fricción pero él estaba dormido, o parecía estarlo.

Seré honesta, y estoy segura de que ya te has dado cuenta, pero nunca

he tenido un orgasmo. Y si lo tuve, no sabría reconocerlo. Después de las

conversaciones con Mercedes y Jessica, estaba segura de que nunca he tenido

uno, ya que ellas lo describieron como si la tierra se estuviera rompiendo y te

hacía sentir como una sustancia viscosa, nunca recordaba haber sentido algo

así sino hace tiempo cuando tomé calmantes para el dolor cuando era

estudiante y porrista de primer año y me rompí el tobillo en el campo.

Teniendo en cuenta mi falta de experiencia en esto, y las sensaciones

que Dylan hacía agitarse ahí abajo, sobre todo, en las últimas horas, me hacían

desearlo más, y la sola idea de que Dylan me diera uno cuando ni siquiera era

consciente de que en realidad me lo estuviera dando, era mucho más tentador

de lo que debería ser.

Probándolo, traté de girar en sus brazos. Mis ojos se cruzaron con el

reloj y vi que eran las seis y media de la mañana. Su brazo izquierdo estaba

sobre mí, así que lo tomé y luego lo dejé caer unos diez centímetros. Nada.

130

Tomando una respiración profunda, me preparé y traté de no

centrarme en el hecho de que su pierna se moviera otra vez. Justo cuando

estaba a punto de pararme y empujarlo lejos, él tenía otras ideas y se aferró a

mí con más fuerza, su muslo cambiando de nuevo. Así, que mientras que yo

estaba tratando de ser noble y no abusar de él mientras dormía, el durmiente

Dylan tenía otras ideas. El durmiente Dylan quería jugar... y mierda... Yo

quería jugar también. Quería aquella ruptura de tierra del que hablaban pero

no quería fracturarme el tobillo otra vez para volver a sentir eso.

—Mierda —susurré en voz baja cuando el durmiente Dylan volvió a

moverse. Tiré mi cabeza hacia atrás debido a la sensación de su piel caliente

contra la mía.

El durmiente Dylan movió su mano a través de mi estómago y viajó

hasta mis costillas, debajo de mi camiseta y hasta mi pecho. No llevaba

sujetador, así que supongo que estaba tocando mi teta.

El durmiente Dylan.

Comprobando de nuevo para asegurarme de que seguía durmiendo,

examiné su rostro cuidadosamente, para asegurarme de que no estaba

despierto. Tenía la cabeza hacia adelante, contra mi hombro, su aliento en mi

cuello, lento y profundo.

Casi tragué mi lengua por el entusiasmo cuando su muslo se movió

otra vez y su cuerpo se giró lo suficiente para que la mitad de su cuerpo

estuviera sobre el mío con sus caderas presionando en mi muslo izquierdo.

Mirándolo detenidamente, sus ojos estaban cerrados. Él estaba

definitivamente dormido, porque a pesar de que su respiración se aceleraba y

sus labios estuvieran ligeramente abiertos, su rostro estaba en calma. Una

parte de mí sabía que debería moverme, pero entonces la otra parte quería

esto tan mal. Por un momento, casi me sentí mal por permitir que esto

sucediera y no hacer nada para corresponder.

Entonces lo sentí, sus caderas embistieron contra mi muslo.

Estaba duro. El durmiente Dylan estaba duro.

Me di cuenta que estaba mojada, realmente mojada.

131

Dylan se quejó dormido y fue como un interruptor para mí. No podía

detenerme. Sus movimientos eran perfectos. Sin proponérmelo, permití a mis

caderas que se movieran con Dylan, con el fin de aumentar la presión entre

mis muslos. Esto me valió un gemido desesperado de Dylan y mis ojos se

posaron inmediatamente en él para asegurarme de que aún estaba dormido.

Por favor, que esté dormido... por favor que esté dormido. Sabía que si

él estuviera despierto, no me lo permitiría. Él me empujaría lejos y me diría

alguna línea de mierda de que yo no estaba lista. Maldita sea, yo estaba lista,

¡lo estaba!

Después de un examen minucioso, Dylan seguía durmiendo, para mi

propio alivio. Apreté los ojos con fuerza, luchando por alejarme pero también

luchando por quedarme con el fin de conseguir esa sensación... la que no he

sentido antes... la que te dan ganas de reír y llorar al mismo tiempo. Así como

Cosmo dice.

Si el durmiente Dylan estaba dispuesto a complacer, ¿quién era yo

para negárselo?

Fue entonces cuando su mano empezó a moverse.

Joder. Mis ojos se abrieron mientras inclinaba mi cabeza ligeramente

hacia delante con el fin de ver el progreso de su mano, que estaba en mi pecho

solo hace un momento y ahora se movía hacia mis bragas.

Eso podría cambiarlo todo.

Follarme su pierna era una cosa, manos reales, eso era algo

completamente diferente. Consideré empujar su mano mientras miraba su

rostro decente con los ojos llenos de lujuria. Pero estaba demasiado lejos, ¿no?

Yo estaba tan cerca, y lo único que necesitaba era un último empujón, ese

toque que me iba a llevar por encima del borde. Eso es lo que pensaba, ya que,

en realidad nunca había tenido uno como para saber lo que hacía falta para

llegar allí. Pero sentía algo.

Estaba casi jadeando cuando sus dedos muy lentamente descendieron

por debajo de la cintura de mi ropa interior, solo unos centímetros más.

Mientras tanto, Dylan seguía haciendo movimientos firmes contra mi muslo,

132

el movimiento de sus caderas cada vez más agresivo y desesperado. Sabía cómo

se sentía, o se debería sentir si él estuviera despierto. Ese impulso se aferraba

con tal fuerza que nos estaba conduciendo hacia la dichosa liberación que

apenas podía imaginar de cómo he podido vivir sin él durante tanto tiempo.

La mano de Dylan no se movió más abajo, pero su muslo se movió otra

vez, al igual que el mío y eso fue todo lo que necesité.

—Oh, mierda —chillé con los labios apretados y los ojos cerrados

mientras marea tras marea de éxtasis puro atravesaban mi cuerpo. El

movimiento de mis caderas se hizo irregular mientras cabalgaba las últimas

replicas que me consumían.

¡Me había estado perdiendo de mucho!

—Oh mi… —Lancé un largo suspiro que había estado conteniendo a

través de mi alucinante éxtasis cuando cada parte de mi cuerpo se relajó en un

estado perezoso, flojo. Eso fue... no había palabras para describirlo.

—¿Ojos Marrones? —Una voz entrecortada puso mi cuerpo rígido de

miedo.

Dylan se incorporó sobre un codo y me miró, su cabello desordenado

por el sueño, me miraba inquisitivamente. Él frunció el ceño confuso por mi

apariencia, mis mejillas ardiendo con una intensidad que nunca antes había

sentido.

Sus labios se separaron en un enorme bostezo mientras estiraba sus

brazos sobre su cabeza, su pecho definido levantado por los pulmones llenos

de oxígeno.

—Oye. —Él ofreció una pequeña sonrisa y me miró con cautela.

—Hola —chillé con temor sacándome el cabello que se pegaba a mi

frente por el sudoroso esfuerzo.

Oh por favor, dime que no te desperté... durante... Por favor, dime que

tú no lo sabes. Por favor, por favor, por favor. Supliqué internamente, sonando

muy parecido al de unos momentos antes, cuando no quería que se detuviera.

133

El recuerdo hizo que el rubor en mis mejillas se extendiera

rápidamente a mi cuello y pecho. Mis labios aún estaban calientes.

—¿Estás bien? —preguntó él con un pequeño ceño tirando entre sus

cejas.

Lo miré con recelo, en busca de alguna señal que indicara que él sabía

lo que yo acababa de hacer. El temor de ser descubierta ahogaba mi garganta y

mi sangre corría por mis venas, causando un ruidoso zumbido sordo en mis

oídos.

Se encogió de hombros perezosamente y se frotó distraídamente los

abdominales con una mano. Mis ojos seguían el movimiento mirando su

cuerpo. El mismo cuerpo que usé para mi propio placer hace unos segundos.

Sentí que mi boca se secaba por la culpa. Involuntariamente mis ojos se

movieron más abajo y vi que él todavía estaba excitado. Rápidamente mire

hacia arriba para encontrar otro ceño confuso en su rostro antes de que bajara

los ojos. Dylan se río levantando la manta superior para cubrirlo.

No dijo nada, pero miró hacia el techo y luego miró el reloj. Una parte

de mí estaba empezando a creer que había estado verdaderamente dormido

todo el tiempo y me relajé un poco acomodándome en la cama.

Dylan suspiró dramáticamente frotándose la frente con los dedos.

—¿Tienes hambre?

—Por supuesto. —Pude ver que me observaba con los ojos vidriosos,

mirándome pensativamente. Él frunció el ceño profundamente en la respuesta

y esta vez no pude evitar que se escapara una risita de mi boca. Girándose para

afrontarme, él nunca rompió el contacto visual.

Hubo una estampida de alas de mariposas en mi estómago mientras lo

miraba estupefacta. Ahuecando mi cara, su pulgar se movió lentamente sobre

mi mejilla y la acarició suavemente.

—Tan Hermosa —murmuró pensativamente mientras sus ojos

recorrían mi rostro y se detenían en mi labio inferior, que me estaba

mordiendo sin querer. Él movió su pulgar a la boca y quitó suavemente mi

134

labio entre mis dientes pasando lentamente el pulgar por el labio inferior en

una caricia.

—¿Sabías que haces eso cuando estás nerviosa? —preguntó

suavemente mientras levantaba los ojos a los míos—. ¿Te pongo nerviosa, Ojos

Marrones? —Tragué densamente cuando sus ojos se oscurecieron y

aparentemente multiplicó la intensidad de su mirada. Él me miraba, sin

parpadear, y todo mi cuerpo estaba lleno de un sentimiento de alegría que

nunca antes había sentido con el calor de su mirada. Todo sobre Dylan me

atraía, haciendo que me relajara y que empujara cada vez más a ver qué

pasaba.

—No, no me pones nerviosa —le dije sosteniendo su mirada.

Lo que realmente quería decir era: Si me pones nerviosa. ¡Me acabo de

follar en seco tu pierna!

No dije eso por supuesto. Mi voz se había ido.

Dylan dejó caer su mano de mi cara y se puso boca arriba. Mirando el

techo fijamente, me di cuenta de cómo Dylan no tenía ni idea de la cantidad

de poder que estaba empezando a tener sobre mí. Esto excitaba y frustraba el

infierno fuera de mí. Me fui de casa para averiguar quién era, pero ahora, estar

tan jodidamente envuelta en Dylan era exasperante.

—Ojos Marrones —susurró Dylan.

Me volví a mirarlo con un sobresalto y me encontré con la cabeza

vuelta hacia mí. Balanceando su brazo pesadamente sobre mi torso, contuve

mi aliento con su movimiento inesperado e inmediatamente me puse rígida en

su agarre. Lentamente movió su cabeza en mi hombro y descansó allí,

respirando pesadamente en mi cuello.

—Estaba despierto —susurró tan suavemente al oído que tuve que

pedirle que lo repitiera.

»Dije —dijo arrastrando las palabras, haciendo que un escalofrío

corriera por mi columna mientras sus suaves labios rozaban el pliegue de mi

oreja—, que estaba despierto.

135

Mi corazón estaba martilleando en mi pecho mientras consideraba sus

palabras.

—Esta mañana —susurró con voz ronca en mí oreja, haciendo

hincapié en su confesión, él movió lentamente la mano que había colocado

sobre mí y la colocó suavemente entre la unión de mis piernas. Mis caderas se

movieron automáticamente contra su mano en parte como reconocimiento de

la necesidad que hervía dentro de mí y en parte en estado de shock. Yo

jadeaba audiblemente, la sangre corriendo por mis oídos y llenando el silencio

de la habitación con un leve zumbido.

—Maldita sea. —Aspiré con mortificación absoluta y placer cuando

Dylan decidió mover su mano una vez más, antes de levantarla y colocarla a

mi lado.

—Mmm-hmm. —Asintió con la cabeza y levantó un poco la cabeza

mientras su mano agarraba la parte posterior de mi cuello con firmeza,

volviendo la cara hacia él. Me quedé mirándolo en silencio incapaz de formar

un pensamiento coherente por no hablar de defenderme de mis acciones

cachondas. Se lamió los labios lentamente, con los ojos entornados por la

misma razón que me encontraba jadeando bajo su mirada. Ahí estaba, esa

chispa entre nosotros que no podía ignorar. No importaba cuánto lo intentara,

estaba allí y era inevitable.

—Me lo debes —murmuró antes de que estrellara sus labios en los

míos. Sus labios eran muy duros y sin embargo increíblemente suaves

mientras me asfixiaban con su pasión. Se retiró antes de que tuviera la

oportunidad de devolverle el beso, o empujarlo lejos. Y luego balanceó las

piernas por un lado de la cama y sonrió por encima del hombro—. Vamos a

comer.

Empujé a Dylan llevando la manta sobre mi cabeza y gemí.

136

8

Cuéntame un secreto Bailey Gray

Traducido por Little_Jade, Lizzie y rihano

Corregido por Marina012

uego de esa mañana y mi sueño húmedo con Dylan, él pasó la

gran parte del día burlándose de mí mientras llegábamos a la

ciudad de Oklahoma para pasar la noche. Me empezaba a

sentir avergonzada por eso, pero Dylan tenía una manera de hacerme sentir

cómoda, aparte de burlarse, susurrándome todas las cosas sucias que él estaba

pensando con los ojos cerrados. Esa mañana, acurrucada contra él en el

asiento, nunca hubieses sabido que solo unos días atrás, todavía estábamos en

la secundaria, sin hablarnos, viviendo vidas separadas. Ahora, estábamos aquí,

en algún lugar entre Oklahoma y Wichita, diciéndonos cosas que nunca había

soñado.

Dos giros equivocados más tarde y una intensa conversación sobre qué

canción de Chevelle era mejor, acordamos estar en desacuerdo.

Cuando encontramos el hotel, él parecía emocionado. Luego de la

cena, y mi propia burla, Dylan necesitaba algo que yo sabía que necesitaba. Él

dijo que le costó horrores no lanzarme sobre el capó de su auto y volver mi

fantasía realidad.

L

137

—Ojos Marrones, quiero tocarte —murmuró, cubriendo mi cuerpo

con el suyo tan pronto como entramos en la habitación—. Y quiero tener los

ojos abiertos esta vez.

—Por favor —dije arqueándome hacia él, sintiendo lo mucho que él lo

quería, también.

Nos besamos lento y profundo, y después rápido y descuidado como

amaba hacerlo con él. Nos reímos cuando nuestros dientes se chocaron, pero

no había nada de gracioso en la manera en que él reaccionaba a mí. No sentía

como si él se estuviera apurado por llegar a la meta, como si quisiera terminar

con ello. Él me tocaba como si estuviera explorando, absorbiendo cada curva y

punto sensible que tenía. Estaba empezando a entender a qué se refería

cuando me decía que cualquier cosa que hacíamos no era, en su mente, algo de

una sola vez.

Sus dedos trazaron la curva de mi costado hasta que estuvieron en el

borde de mis jeans. Ambos nos detuvimos, por un segundo. A mí ya me estaba

doliendo. Su boca fue a mi oreja; sus dedos trazaron la piel sobre mis jeans,

haciéndome temblar.

—¿Esto está bien? —susurró.

Asentí, tomando su mano, y desabotonamos y bajamos mis jeans

juntos. Su respiración se entrecortó viendo lo que estábamos haciendo.

—Yo creo que deberías quitártelos —dijo, su corazón latiendo

fuertemente contra mi espalda.

Me reí un poco, mirando sobre mi hombro. Él estaba ahí, sonriendo,

seguro de sí mismo, así que tomé su labio inferior entre los míos, solo para

probar, antes de quitarme mis pantalones. Dylan ayudó, rozando una de sus

grandes palmas sobre el costado de mi muslo, hasta que pude quitármelo el

resto del camino de una patada.

—Tan malditamente sexy… —se interrumpió, su voz gruesa.

Él me miró con intensidad, pero su sonrisa era juguetona.

—¿Alguna vez alguien te ha tocado de esta manera?

138

—No —chillé, en respuesta.

—¿Dejarías que alguien más te toque así, aquí?

Sacudiendo mi cabeza, vi como sus ojos se bebían cada centímetro de

mí.

No sabía qué decir, así que lo besé en su lugar. Eric era tan tranquilo

cuando estábamos juntos. Aparte de los besos y el ocasional gemido de placer,

nunca tuve otra señal de que disfrutara nuestros besos o toques inocentes.

Nunca hablamos así. Él era rápido, también. Él tocaba, pero nunca había

probado como lo estaba haciendo Dylan, con su mano en mi muslo

nuevamente, sus dedos haciendo círculos en mi cadera y luego abajo, para

trazar el borde de mi ropa interior. Con Eric, nunca había hecho los ruidos

que salían de mi boca cada vez que Dylan me tocaba.

Y nunca, jamás, había tomado la mano de Eric y lo había guiado hacia

donde necesitaba ser tocada, pero lo estaba haciendo con Dylan porque

necesitaba que me tocara o moriría. Dramático, lo sé, pero era la verdad, o eso

creía en ese momento.

—Fue tan difícil mantener los ojos cerrados anoche —dijo, contra mi

cuello, duro y necesitado.

Miramos juntos como su palma se deslizaba a través de mi estómago,

sus dedos desapareciendo atrás de la lencería negra, hasta que me encontró,

tan lista para él.

—¿Por qué hiciste eso?

—No quería que te sintieras avergonzada y sabía que nunca habías

tenido uno antes.

Solo vi su cara por un segundo, antes de cerrar los ojos, pero lo

recordaría por siempre. Él me estaba mirando como si estuviera sintiendo el

mismo placer por esto que yo, aunque no sabía cómo eso era posible. Me

estaba mirando como si fuera la chica más hermosa, como si fuera algo que él

jamás había visto, y esa era la razón por la cual Dylan Wade tenía tanto poder

sobre mí. No importaba el hecho de que fuera el tipo de chico que podía

139

hacerme olvidar, porque me trataba mejor de lo que yo me trataba a mí

misma.

—Jesús —susurró, casi para sí mismo, mientras sus dedos se deslizaban

más adentro y mis rodillas se abrían para dejar que me tocara aún más. Era tan

bueno en esto y me preguntaba a cuántas chicas les había hecho esto.

Probablemente a más de las que me importaba saber.

Mis muslos empezaron a temblar, tensos por lo nerviosa que estaba

ahora que él estaba despierto y me miraba. Dylan se dio cuenta y dudó.

—¿Estás…?

—No te detengas. —Ni siquiera reconocí mi propia voz. Abrí mis ojos

para ver cómo me miraba con sus labios entre abiertos y esos ojos oscurecidos.

Él no se detuvo. Siguió hablando, murmurando lo hermosa que era y

cuán bien me sentía y si me gustaba. Y todo lo que yo podía hacer era

acordarme de respirar y decir su nombre y cuando estaba muy, muy cerca, le

dije, y su boca se estrelló contra la mía. Él estaba frotando y acariciándome

con sus dedos expertos y después yo estaba jadeando y gritando en su boca. Y

luego, estaba en silencio porque yo estaba cayendo y era demasiado intenso

para pronunciar palabra alguna. Mis dedos se aferraron a su cabello y los de él,

sobre mi cuerpo, acercándome más, aminorando su paso para montar oleada

tras oleada de placer conmigo hasta que no fui más que un tembloroso y

jadeante desastre en sus brazos. Nos quedamos así por un par de minutos

mientras esperaba que mi respiración se normalizara, que mi corazón bajara su

ritmo.

—Mucho mejor haberlo visto de primera mano esta vez —dijo

finalmente, con una voz suave.

En vez de contestarle de inmediato, escalé sobre él, colocándome a

horcajadas, besándolo.

—Gracias. —Las palabras estaban en mis labios, en lo suyos, mientras

las susurraba entre besos y en el medio de ellos.

Presionó su cabeza contra la almohada, mirándome a través de sus

párpados entrecerrados.

140

—Cuando quieras —respondió, tratando de sonar despreocupado,

pero su voz era tensa. Podía asegurar que él estaría bien terminando las cosas

ya, pero no quería. No esperaba más, no me presionaba y estaba agradecida

por eso.

Podía sentir su necesidad cuando se apretaba contra mi muslo. Cada

vez que me movía, sus caderas, involuntariamente, trataban de seguir ese

movimiento.

Yendo rápidamente hacia atrás, me abrí paso por su cuerpo. Los

músculos de su abdomen se contrajeron mientras se apoyaba en sus brazos y

mis manos trazaban las líneas de esos músculos.

—Oye, ¿a dónde vas? —preguntó mirándome.

Me eché hacia atrás así mi trasero se apoyaba en sus muslos. Mis dedos

se movieron a la cintura de sus jeans.

—¿Esto está bien?

Los ojos de Dylan estaban oscuros, pero no respondió. Podía oír la

lluvia afuera de la habitación del hotel cada vez más intensa a medida que

desabrochaba sus jeans. Levantó sus caderas de la cama, ayudándome mientras

tiraba de ellos y sus bóxers hacia abajo fuera de sus piernas. Cayeron al suelo,

al pie de la cama y todo lo que podía oír era el sonido de su respiración y la

mía, y el ruido sordo de mi corazón que seguramente se había expandido en

mi pecho después de que él me había hecho sentir tan bien, haciéndome

desearlo aún más de lo que pensé posible.

Mirándome, inmóvil, sus brazos levantándolo sobre sus codos. Le miré

una vez más antes de tocarlo allí, por primera vez, con mi mano.

Relajado contra la cama, Dylan suspiró cuando mi mano le acarició

una vez. Nada fue dicho, él necesitaba aliviarse y yo solo sabía que no tenía ni

idea de cómo hacerlo.

—¿Esto es lo que hago? —le pregunté, con la cabeza hundida en su

pecho y hombro, viendo su reacción con miedo.

141

Dylan gimió levantando ligeramente sus caderas para encontrarse con

mis caricias.

—Demasiado bueno, joder, necesitaba demasiado esto. —Su mano que

estaba sobre mi hombro me mantenía cerca, la otra se quedó descansando en

la cama a su lado, agarrando las sábanas.

Cuando finalmente miré, vi el movimiento de mi mano sobre él y la

forma en que su cuerpo se estaba flexionando y contrayendo, queriendo y

necesitando. Se sintió bien darle el mismo placer que me dio, correspondiendo

esas increíbles sensaciones que justo había sentido. Más que nada, me sentí

bien de que no me estuviera alejando y que, finalmente, estábamos haciendo

algo que queríamos y no nos detendríamos solo porque él pensaba que

necesitábamos hacerlo.

Los ruidos que hacía reflejaban los que hice no mucho tiempo atrás y

supe que estaba haciendo algo bien. Las comisuras de mis labios se alzaron

hacia arriba con ese conocimiento. No tenía absolutamente ninguna

experiencia en esto, pero se sorprenderían de lo que pueden encontrar en

YouTube.

Sus manos se quedaron agarradas a las sábanas junto a él, pero dijo mi

nombre repetidamente y se sentía como si estuviera tocando todo sobre mí.

Amaba estarlo haciendo sentirse de esta manera.

No pasó mucho tiempo después de que empecé para que su cuerpo se

tensara. No dijo nada, pero sentí su cuerpo volverse rígido, su respiración

jadeante y luego, de repente, sus caderas se sacudieron un par de veces y luego

sentí algo tibio en las manos.

Dylan se rió sacudiendo la cabeza; mis ojos estaban muy abiertos

juzgando su reacción y esperando haberlo hecho bien.

—No tenías que hacer eso. —Su mano que estaba en la cama corrió

por la parte frontal de su rostro antes de descansar en su estómago—. Sin

embargo, estoy feliz de que lo hayas hecho, me estaba volviendo loco.

Dylan entró en la ducha después de eso y me uní a él, lo que era un

poco extraño, pero lo hicimos rápido porque dijo que si no tenía cuidado

142

estaría presionada contra la pared de la ducha con las piernas alrededor de su

cintura.

No discutí.

Después nos quedamos en la cama, envueltos y enredados, y sobre

todo tranquilos, mientras la habitación se volvía más y más oscura, y la lluvia

se instalaba en un golpeteo constante. El silencio era bienvenido.

Poco antes de que decidiéramos dormir, estaba tan sedienta que decidí

husmear en las máquinas expendedoras en el pasillo, pero no pude encontrar

mi camisa, así que tomé la franela de Dylan junto a la cama. Era demasiado

grande, pero me encantaba la forma en que me hacía sentir cuando caía sobre

mis hombros.

—Te ves bien usando eso. —Su mano salió disparada de la manta y me

frotó la pierna por debajo del borde de la franela.

Me reí retorciéndose mientras me hacía cosquillas.

—Me veo como la esposa de un leñador.

Dylan rió, un sonido profundo y adormilado antes de rodar hacia atrás

y tirar de la sábana por encima de su cabeza.

No sé de cuántas maneras diferentes era posible desear y necesitar a

alguien, pero a pesar las muchas que hay, deseaba y necesitaba a Dylan en

todas ellas. En la máquina expendedora, conseguí dos botellas de agua y una

Pepsi junto con una barra de chocolate Hershey’s porque sabía que Dylan

tenía una ligera obsesión con ellas.

Cuando volví a la habitación, Dylan estaba todavía en la cama, la

sábana envuelta sobre su mitad inferior, revelando el pecho. Mis ojos

encontraron sus tatuajes, examinando su belleza.

Cuando me senté en la cama, le extendí una botella de agua y su barra

de chocolate. Él sonrió con una seductora sonrisa torcida y se estiró por

ambas. Dejando la botella en la cama y la barra de chocolate en su regazo, su

mano subió para tocar mi mejilla, pensativo, decidiendo y diciendo la

pregunta que quería saber.

143

—¿Por qué viniste conmigo?

Ah, sí, la pregunta mágica. La pregunta que había querido hacerle

desde que salimos hace cuatro días.

¿Por qué? ¿Por qué me preguntaste, por qué vine, qué estamos

haciendo, qué estás haciendo?

Todas las preguntas que tenía.

—Porque preguntaste —le dije inclinándome en su palma. Dylan

sonrió y tiró de mí hacia adelante para yacer en su pecho. El constante latido

de su corazón me relajó lo suficiente como para decir:

—¿Por qué lo preguntas?

Por un momento, un breve y decisivo momento de decisiones y

remordimientos, él pensó.

—A veces es fácil imaginar que tu vida puede ser diferente. Que puede

ser... —Hizo una pausa, su voz suavizándose con el tipo de pausa en que el

momento cambia, luz a oscuridad, mentira a verdad, una desnuda verdad—.

Quería que vieras que había más en la vida que lo que tenías.

Entre más hablaba Dylan, más escuchaba sus palabras y el significado

subyacente en ellas. Dylan no estaba huyendo de algo cuando se fue. Era yo,

yo era la que estaba huyendo.

* * *

A la mañana siguiente, Dylan había estado hablando por su teléfono

en el balcón cuando me desperté, las sábanas enredadas alrededor de mí

mientras llevaba nada más que mi ropa interior y la franela de Dylan. Me di

cuenta de que solo tenía sus pantalones cortos, sin camisa y su ropa interior

estaba asomándose desde la cintura. Me pareció atractivo ver su ropa interior,

era extraño, pero lo hacía.

144

Lo observé de cerca, preguntándome qué estaría pensando ahí afuera y

si se arrepentía de algo de lo que hicimos anoche. Dudaba que lo hiciera. La

noche anterior había sido mi primera experiencia sexual. Aunque no tuvimos

sexo, era lo más cerca que había estado nunca, aparte de besarme con Eric.

Tantos pensamientos corrieron por mi cabeza, ninguno enfocado,

pensamientos a la deriva y recuerdos de su toque.

Cuando Dylan entró rascándose el desnudo estómago con naturalidad,

se iluminó con una sonrisa radiante que no le había visto en mucho tiempo,

incluso de niño.

—Era mi tío Eddy —dijo sosteniendo su teléfono hacia arriba—.

Estará en Wichita mañana por la noche, no muy lejos de aquí.

—Eso está bien. ¿Nos vamos a encontrar con él?

—Si quieres. —Dylan se sentó en la cama junto a mí frotando mi

pierna por encima de la sábana—. Está haciendo un show allí en algún bar. Él

dijo que nos podía hacer entrar.

Asentí con la cabeza pensando un poco acerca de la noche anterior y

un poco acerca de lo que traería este verano para nosotros. No habíamos

tenido sexo, pero me sentía más cercana a Dylan después de la última noche,

como si hubiéramos compartido algo especial entre nosotros dos.

Se quedó allí por un minuto frotando su estómago antes de sentarse.

—Vamos, necesitamos un poco de ejercicio.

—¿Ejercicio? —Procesé sus palabras en mi cabeza preguntándome qué

tipo de ejercicio tenía en mente.

—Hemos estado en un auto todo el día durante la última semana,

necesitamos ejercicio —dijo sacudiendo mis zapatos hacia mí y poniéndose los

suyos. Cuando se puso de pie, se pasó la mano por su estómago que gritaba

ejercicio—. No pensaste que conseguí este cuerpo por accidente, ¿verdad?

Vestido con un par de pantalones cortos y sin camisa, se dirigió a la

puerta.

—¿Quieres correr justo ahora?

145

—Sí, justo ahora.

Decidí usar mis pantalones cortos de mezclilla, de los cuales estaba

positivamente segura me arrepentiría, y mi sujetador deportivo, del que estaba

positivamente segura que Dylan se arrepentiría.

Nunca he sido mucho de correr, simplemente no me atrae. Ahora que

Dylan estaba a mi lado, de pronto correr tenía cierto atractivo.

Hicimos unos cuantos estiramientos en el estacionamiento y luego

caminamos por alrededor de ochocientos metros cuando Dylan me hizo una

señal para correr, así que lo hicimos.

Mientras caíamos en un cómodo trote, mis pulmones me dijeron que

estaban muy molestos con mi nuevo pasatiempo y mis piernas me

amenazaban con ceder el paso a mi trasero y a aquellas donas.

En algún momento, mi respiración pasó de jadear a plena asfixia. Me

alegré de que estuviera con la boca tan seca por la deshidratación o me habría

ahogado con mi propia saliva por la forma en que estaba respirando.

Cuando desaceleramos a un cómodo paseo alrededor de tres

kilómetros más adelante, di gracias a los cielos porque estaba a pocos minutos

del desmayo y estábamos finalmente de vuelta frente al hotel.

—Estoy impresionado —dijo Dylan con los ojos fijos en mí, inclinó la

cabeza hacia atrás. Antes de tomar un trago, echó la botella hacia atrás—.

Tienes resistencia.

La última parte salió seductora, ya que estaba destinada a serlo, a

juzgar por el guiño.

No tenía respuesta. Pero no podía respirar así que, ¿cómo podría haber

respondido?

Sentándose en la hierba, Dylan se dio cuenta de que no estaba

exactamente haciéndolo tan caliente con toda yo jadeando y agarrándome un

costado.

—Vamos —me hizo una seña con la mano para que me sentara en la

hierba junto a él—, estira esas monstruosamente largas piernas.

146

Cuando pude hablar de nuevo, y en medio de estiramientos, le

pregunté:

—¿Corrías un montón en la secundaria?

—Sí —se encogió de hombros pensativo—, a veces es agradable apagar

tu mente.

Eso podía relacionarlo. Es por eso que me gustaba mucho la fotografía.

Dylan, conociéndome, trajo a colación eso.

—Algo así como tú y tu fotografía.

Sonreí porque Dylan se diera cuenta de que había encontrado algo

relajante sobre la fotografía. Dado que nos habíamos ido de casa, tuve que

comprar una nueva tarjeta de memoria con la cantidad de fotos que había

tomado y Dylan no se perdió el hecho de que me gustaba mucho.

Mientras nos sentábamos allí extendidos, mis ojos se desplazaron de

nuevo sobre sus tatuajes.

—¿Por qué te hiciste un tatuaje de un dragón? —le pregunté

centrándome en el dragón sobre su hombro y espalda.

—Landon me dijo que significa poder y sabiduría. —Dylan rodó los

ojos estirando los brazos, el izquierdo cruzado sobre el pecho—. Creo que él

está lleno de mierda, pero también porque a mi mamá le gustaban los

dragones. Pensé que sería un lindo gesto.

—Lo es. —Entonces pregunté—: ¿Por qué pusiste un colibrí en tu

muñeca?

Las cejas de Dylan se juntaron y luego miró a la parte interior de su

muñeca.

—Fue por ti.

—¿Por qué?

Él se encogió de hombros.

—Porque quise.

147

Levándose, tendió su mano hacia mí, y yo la tomé.

—Vamos, vamos a comer y luego nos dirigiremos a Wichita. —Su

brazo colgaba alrededor de mis hombros.

* * *

Hay algo acerca de viajar por carretera que es relajante para mí. El

silencio, lo desconocido, las puestas de sol, las canciones perfectamente

planificadas con los significados ocultos, pero eso no era todo solo por ser un

viaje por carretera.

Eso es lo que un viaje por carretera con Dylan Wade era.

Estábamos en algún lugar a lo largo de la Interestatal 35 cuando una

chica caminando por el lado de la autopista llamó mi atención.

—Ella luce como si necesitara un aventón —dije mirando por la

ventana cuando el tráfico redujo velocidad por lo que parecía ser un accidente

adelante.

—No se recoge a quienes piden aventón —dijo Dylan ajustando su

espejo retrovisor para mirar hacia atrás a ella también—. Esa es una idea tonta.

—Dado que el tráfico había disminuido, utilizó ese tiempo para tomar un

sorbo de su agua que yacía a su lado.

—Tú lo has hecho peor. —Sentí la necesidad de agregar, tomando un

trago de mi agua y abriendo las papas que había conseguido en la gasolinera en

Perry.

Dylan sabía muy bien que me estaba refiriendo al montón de

lagartijas. Miró para desviarse hacia el lado de la carretera.

—Buen punto.

—¡Hola! —gorjeó ella rebotando en el asiento trasero del GTO. Dylan

me miró mientras miraba cabizbajo a un lado, viéndose molesto—. Soy Teri.

148

—Encantada de conocerte —le dije estrechándole su enérgica mano.

Enérgica era ponerlo a la ligera. Ella era una dinamo.

En los treinta minutos que estuvimos en el tráfico avanzando y

parando, aprendí más sobre Teri de lo que quería y sentí más confianza en mí

misma en esos treinta minutos.

La chica tenía tanta maldita energía que era agotador escucharla

hablar.

—Ella está jodidamente dañada —dijo Dylan cuando la chica tenía la

cabeza pegada a la ventana. Afirmaba que eso la hacía sentir como si estuviera

volando.

—¿Cómo lo sabes? —le pregunté tratando de evitar golpear a la chica

en el estómago cuando se inclinó sobre mí para colgarse por la ventana. No

estaba muy cómoda con la cara pegada al salpicadero.

—Ah, ¿tal vez porque sus malditos ojos son negros y ella es rubia?

—Oh.

Dylan rió sarcásticamente.

—Oh, dice ella.

—Oye. —Me empujé hacia atrás contra el asiento con una risa

sarcástica—. Estaba tratando de ser amable.

—Tenemos que abandonar a esta chica —dijo notando mi irritación

con ella.

Ella estaba completa y malditamente, loca pero traté de obviarlo para

valorar la distracción. Mi mirada hacia ella debía haberlo revelado.

—No es tan mala.

—¿No es tan mala? Me preguntó si podía chupar mi pene. —Lanzó su

propia risa sarcástica observando a la chica colgando del lado derecho del

auto—. No puedo creer que estés de acuerdo con eso.

—Me gusta verte retorcerte.

149

—No jodas conmigo, Ojos Marrones. —Los ojos de Dylan se desviaron

de la chica hacia mí, arqueando sus cejas—. O azotaré sus traseros.

—¿Me pregunto cuántas veces vas a conseguir que te ofrezcan chupar

tu pene?

Dylan me miró como si no me escuchara totalmente y luego esto

tuviera sentido.

—¿Te ofreces también?

—Tal vez.

Él soltó un bufido y buscó sus cigarrillos en el tablero.

La drogada finalmente volvió al auto cuando Dylan, por desviarse,

trató de hacerla caer del auto mientras colgaba por la ventana. Cuando eso no

funcionó, aceleró, hasta cerca de noventa, esperando tal vez que ella se

sofocara o algo así.

Finalmente se quedó dormida, o perdió el conocimiento, como dijo

Dylan, contra su guitarra, así que paramos en una gasolinera y apoyamos su

culo contra un teléfono público y nos fuimos.

Nunca miramos hacia atrás.

No estábamos lejos de Wichita, cuando el sol empezó a ponerse detrás,

a la izquierda de nosotros. Contemplé tomar algunas fotos aquí y allá, la

mayoría de Dylan y la forma en que la iluminación de fondo se mezclaba con

su cabello y ojos. Sus ojos siempre parecían más como glaciares cuando los

colores manchados del cielo se fundían con los suyos.

Observándolo ahora, su mirada en el camino, sentí algo más que lo

que había sentido en los últimos días. Algo se agitaba muy dentro de mi

estómago, solo que era diferente de todas las otras veces que veía el amanecer

o el atardecer. Esta vez estaba contenta, relajada, cómoda, sin saber nada. No

importaba que yo estuviera huyendo porque ahora, a pesar del

desconocimiento, me sentía a gusto.

150

* * *

¿Alguna vez has estado enamorado? Es una pregunta que haces

mucho, como un niño a tus amigos, adultos, a cualquiera. Ellos son curiosos.

¿Cómo sabes que estás enamorado? ¿Hay una sensación distintiva que

consigues y asocias automáticamente con amor? ¿Realmente sabemos siquiera

lo que significa amor? Es solo una palabra para definir un sentimiento.

Para mí, el amor era como los colores del sol sangrando y

extendiéndose sobre las mejores partes de ti y él juntos, y poniendo de relieve

lo que tenía que ser. El amor no significa necesariamente algo. Es una palabra,

una frase que le das a alguien que sangra los mismos colores que tú sangras,

que siente esas mismas líneas.

Yo no estaba segura si amaba a Dylan de la forma en que tenía que

hacerlo. Sabía que no quería que esto terminara. Sabía que cada vez que

pensaba en él, algo tiraba de esas líneas y me obligaba a considerar que podría

sangrar los mismos colores que él.

Mis pensamientos de colores sangrantes y líneas que no podía definir,

terminaron cuando llegamos a Wichita y Dylan estaba en el teléfono con

Eddy, tratando de encontrar un bar llamado The Brickyard.

Lo encontramos escondido en una calle lateral y cuando nos

acercamos, Dylan se estiró por mi mano. Fue un bonito gesto, colores

sangrando, relajándose, cayendo, esa era yo.

Sonriendo, tomé su mano y caminé a la par con él rodeando el lateral

del auto, notando que él metía la mano dentro por su guitarra.

—¿Vas a tocar esta noche?

Sus cejas se juntaron, sonriendo, desgarbado, tímido quizás.

—No estoy seguro, tal vez.

El bar estaba más limpio que en el que estuvimos la otra noche, un

largo pasillo de ladrillo nos llevó fuera de un bar abierto a un callejón con un

151

escenario cubierto al aire libre. Frente a este había mesas con sillas de plástico

color crema llenas de cuerpos balanceándose mientras escuchaban a una

banda en vivo. Reconocí a Eddy de inmediato. La única otra vez que lo había

visto fue cuando yo tenía nueve años. Sin embargo, Eddy no era el tipo de

hombre que olvidas. Tenía una impresión duradera.

Vestido con una franela, similar a la de Dylan, llevaba unos jeans

desgastados que en el verdadero estilo rockero colgaban bajo con los bordes

rotos, y botas usadas para hacer juego. Su cabello estaba un poco más largo de

lo que recordaba y su aspecto andrajoso revelaba sus años de vivir la vida en el

carril rápido.

Su voz, un profundo tono ronco estaba entonando perfectamente la

letra de una canción que yo reconocí como un cover de Nine Inch Nails.

Dylan sonrió cuando vio a Eddy, un recuerdo pasó por sus ojos

mientras reía suavemente conduciéndome por el lado del escenario para

sentarse en la parte más tranquila del callejón, mirando a su tío.

Con su guitarra a su lado, nos sentamos en silencio escuchando la

música, la cabeza de Dylan se balanceaba con el ritmo lento, sintiéndolo.

Cuando la canción terminó, Eddy se acercó al costado y Dylan se

acercó al escenario manteniendo su mano alrededor de la mía. Susurró en el

oído de Eddy cuando se abrazaron, palabras que no podía oír sobre el zumbido

en el callejón.

Eddy sonrió en mi dirección, la misma sonrisa que Dylan tenía. Se

veían muy parecidos, eran los mismos ojos y la sonrisa.

Dylan le dio a Eddy un asentimiento de cabeza alcanzando su guitarra

y luego se inclinó hacia mí.

—Quédate con Eddy. —Sus labios rozaron mi mejilla ligeramente, un

fuego se levantó y me estremecí ante el contacto y la emoción de que podría

oírlo tocar de nuevo.

Eddy se acercó a mí y se sentó en la misma mesa en la que Dylan y yo

habíamos estado sentados, hizo lo mismo. Sacando un cigarrillo, Eddy lo

encendió y luego arrojó su encendedor sobre la mesa.

152

—¿Cómo te va, cariño? —Su voz sonaba diferente ahora, el grueso

tono de barítono que tenía su voz estaba empañada por años de fumar.

—Estoy bien. Huí de casa —le dije, como si esto no fuera gran cosa,

relajada en la silla de plástico viendo a Dylan hablar con los otros chicos de la

banda—. Estoy huyendo ahora. De alguna forma fuera de la ley en este

momento.

—Es la única manera de ser, cariño —dijo Eddy con una sonrisa,

también viendo a Dylan. Se recostó en la silla, sus piernas echadas delante de

él encorvadas hacia un lado—. ¿Estás lista para esto?

Hice un gesto hacia Dylan con la punta de mi cabeza cuando Eddy

empujó una cerveza hacia mí. Suspiré tomándola. En verdad, no me gusta la

cerveza, pero yo estaba adquiriendo el gusto por ella, ya que era todo lo que

Dylan bebía.

—¿Te refieres a oírle tocar la guitarra?

—No. —Eddy dio una larga calada a su cigarrillo dejando que el humo

viajara lentamente por su nariz—. Me refiero a cantar.

Mis ojos se abrieron pasando de Eddy a Dylan en el escenario, cerveza

en mano.

—Nunca lo he oído cantar antes, ¿puede?

—Nadie lo ha escuchado cantar aparte de su mamá y yo —dijo Eddy

cambiando su peso para inclinarse hacia la mesa golpeando su cigarrillo contra

el borde.

Yo no podía creer que no me diera cuenta que él cantaba. Por

supuesto que lo haría, dado que tocaba la guitarra. Supongo que siempre pensé

que solo tocaba en vez de cantar.

La idea de oír cantar a Dylan tenía mi estómago anudado,

preguntándome como sonaba su voz. Si era algo como cuando estuvo

encendido podía imaginarme a mí misma arrastrándome en ese escenario y

aferrándome a su pierna.

Eddy sonrió y señaló al escenario, divertido.

153

—Quizás desees escuchar.

Mi cabeza giró cuando el amplificador chilló y Dylan golpeó el

micrófono una vez. Un hombre más alto con el cabello más oscuro y jeans

rasgados pulsó su guitarra una vez capturando la atención de la multitud, un

ritmo lento golpeó como si se preparara para el toque.

—Soy Dylan Wade, sobrino de Eddy... pónganmelo fácil. —Se rió

dándole un guiño a la multitud cuando celebraron levantando sus bebidas—.

Uh... esta canción va para Ojos Marrones. —Dylan habló al micrófono cerca

de sus labios, los ojos fijos en la guitarra en su regazo—. Escucho todo lo que

me has dicho. Solo... escúchame ahora.

La conmoción fue mi única respuesta, la conmoción abriendo mis

labios.

Eddy se echó a reír.

—Veo la baba ahí, cariño.

Dylan me miró por un momento sabiendo mi reacción. Su sonrisa,

torcida y poderosa, hizo difícil no derramar mi corazón en el suelo delante de

él.

Mientras Dylan tocaba el primer riff de esa canción de Framing

Hanley, sus ojos se mantuvieron abajo. Cuando levantó la vista, mi aliento

quedó atrapado.

Cuando su voz se elevó por encima de la multitud, las dos manos

agarraban el micrófono, derramando palabras que salían de lo profundo de su

alma, jadeé ante la intensidad, nunca habiendo visto este lado de Dylan antes.

Lo juro por Dios...

¡Mierda! Yo sabía que él podía tocar la guitarra, pero no sabía que

estaba escondiendo esa voz ahí. Cuando la parte de la canción obligaba a que

su voz fuera más alta, me quedé boquiabierta.

Mi parte favorita, si realmente tuviera que elegir, fue cuando la música

paró y lo único que escuché fue el eco de su voz a través del bar.

154

Había algo acerca de ver a alguien cantar y ser testigo de él vertiendo

sus emociones en palabras. Esto, tocar música, era fácil ver que esto era una

pasión para él. Siempre supe eso mientras lo veía, cuando éramos más jóvenes,

y él tocaba la guitarra.

Eddy se dio cuenta y me dio otra bebida, esta vez no era una cerveza,

sino alguna bebida de fruta que sabía a fresa.

—¿Sabes por qué suena así?

—¿Cómo qué?

—Ese acento ronco que nadie tiene y tratan tan duro de conseguir

cuando cantan, y la mierda que los sellos discográficos sueñan con firmar.

—¿Por qué?

—Ese pequeño cabrón gritó durante ocho meses seguidos, cuando era

un bebé. —Eddy resopló encendiendo otro cigarrillo—. Yo le echo la culpa a

eso.

Asintiendo, sonreí pensando en un Dylan bebé. Cuando conocí a

Dylan, teníamos tres años, y él acababa de mudarse de Alabama a Washington

cuando su padre comenzó a trabajar allí con una empresa de contabilidad. No

podría decirte mucho acerca de ese momento ya que ambos éramos muy

jóvenes, pero recuerdo algunas cosas. La mayor parte de los cuales incluían a

un adorable chico de ojos helados que capturó mi corazón por llamarme Ojos

marrones y besar mis rodillas huesudas.

Así que me senté allí con Eddy y soñé con Dylan como un niño, así

una bebida se convirtió en dos y luego tres, otras fueron añadidas por si acaso

y antes de darme cuenta, yo estaba bailando en las mesas y gritando como una

groupie mientras Dylan no solo tocaba esa canción, sino otras diez con Eddy y

su banda. Mi favorita era Icky Thump. Tocaron esa canción perfectamente y

yo estaba ahí, enfrente y al centro rockeando.

Cada noche con Dylan no pensaba que podría tener más diversión de

lo que estaba teniendo, y cada noche la tenía.

155

En el momento en que hubieron terminado de tocar, ni siquiera podía

ponerme de pie por mi cuenta. Yo había conocido a una chica, Lanny,

bailando junto a mí, que era un buen sistema de apoyo, para mi cuerpo de

todas formas.

Dylan se acercó a mí, su camisa fuera y metida en la parte trasera de

sus pantalones cortos de color caqui.

—Mírate toda con las mejillas color rosa y adorable.

Sonreí, girando, cayendo, sonriendo más de lo que lo había hecho

antes.

—Eso fue... —Moví la mano en el aire, con una copa todavía en ella—:

¡INCREÍBLE! —grité. La risa estalló alrededor de mí, golpeando en mis oídos,

la visión borrosa, pude distinguir débilmente a Dylan, lleno de una sonrisa

cursi—. ¡No tenía idea de que podías cantar así! ¿Siempre has tenido eso en ti?

¡Me refiero a, Jesús, Dylan, tienes talento!

—Estás borracha, Ojos Marrones —dijo él alcanzándome—. Adorable,

pero muy borracha.

No puedo discutir con eso.

Esa es la última cosa que recuerdo, aparte de las olas de recuerdos

como vomitar en el estacionamiento, agarrando las fresas y hacer mi propio

solo de guitarra en el capó del auto de Dylan mientras él trataba de ayudarme

a bajar.

—¿Quieres que me monte ahí contigo? —preguntó pasando sus manos

por mis muslos y jalándome hacia el borde del capó.

Asentí con la cabeza, pero él no cumplió.

—Estás borracha. —Su brazo cedió y colocó su peso sobre mí, todo

este, cada línea dura. Sentí el frío metal contra mi espalda y mis piernas

desnudas, y culo. Me pregunté a dónde habían desaparecido mis pantalones

cortos, pero esa era la última de mis preocupaciones. Dylan estaba encima de

mí, en su capó, al igual que en mi fantasía.

156

Luego se alejó de nuevo. Sentado sobre sus rodillas, me dio una

sonrisa.

—Déjame informarte de algo —dijo con una voz baja y tensa—. No

puedo cuando estás borracha. No lo haré. Necesitas recordarlo.

Sintiendo las vueltas, dejé caer una pierna sobre el lado del auto

mirando hacia la noche estrellada. Dylan se puso a mi lado, sus manos

apoyadas en su pecho mirando al mismo cielo.

El estacionamiento estaba vacío ahora, o tal vez simplemente no me di

cuenta de nadie más excepto lo que yo veía, o pensaba que veía, era una noche

clara y las luces brillando por encima de mí, esperanzadas estrellas deseando

decirme que podía tener cualquier cosa que siempre quise.

—Cuéntame un secreto, Dylan, algo que nunca le has dicho a nadie

más —le dije manteniendo mis ojos en las estrellas.

Él no dijo nada, su respiración ligera, el cuerpo relajado.

Suspirando, su aliento hizo cosquillas en mi piel cuando me susurró al

oído.

—Te amo.

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9

Tú no sabes nada Bailey Gray

Traducido por mariaozuna, Belle 007 y Aяia

Corregido por Marina012

uéntame un secreto, Dylan, algo que nunca le has dicho

a nadie más —le dije manteniendo mis ojos en las

estrellas.

Él no dijo nada, su respiración ligera, el cuerpo relajado. Suspirando,

su aliento hizo cosquillas en mi piel cuando me susurró al oído:

—Te amo.

¿Estaba soñando o anoche sucedió eso? Mi cabeza me dijo que no era

un sueño lo de anoche. Mi estómago deseó que estuviera soñando y mi cuerpo

confirmó que definitivamente no estaba soñando.

Dylan gruñó y sacó su movimiento estándar de tirar la manta sobre su

cabeza, sus brazos tirados encima de su cabeza.

—Mi boca sabe a malas decisiones —dije mirando por encima de

Dylan.

Sacándose la manta de la cara, arqueó una ceja, la esquina de su boca

se torció ligeramente en una media sonrisa.

—Te ves como si hubieses tomado algunas malas decisiones anoche.

—C

158

—Genial —gemí, sabiendo que lo había hecho.

Sin embargo, no podía conseguir sacar ese te amo de mi cabeza.

Miré a Dylan de nuevo; había regresado la manta sobre su cabeza, así

que la arranqué.

—¿Recuerdas algo de anoche?

Sacudiendo la manta de mis manos, me miró fijamente, con los ojos

inyectados en sangre cayendo cerrados mientras tiraba de la manta por encima

de su cabeza.

—Te recuerdo vomitando en mí y en todo mi auto.

Está bien, quizás eso era bueno. Una parte de mí, la que estaba sobria,

lamentó beber todas las bebidas de anoche y la otra parte estaba deprimida

porque él no recordara.

Mi dolor de cabeza me dijo que dejara de pensar en todo junto.

Así que lo hice y volví a dormir.

* * *

Fue alrededor de las tres de la tarde cuando el celular de Dylan

comenzó a sonar. El ruido nos despertó a los dos. Dylan rodó, cayó en el suelo,

y luego contestó con voz tensa de cantar anoche.

—Sí, ¿a qué hora? —dijo Dylan, rodando sobre su espalda. Me asomé

por un lado, sonriendo mientras miraba sus tatuajes de estrellas en su

estómago, sabiendo a dónde iban, un área que estaba muriendo por llegar a

conocer de nuevo. Por encima de las estrellas, estaba otro tatuaje debajo de su

ombligo, que comenzaba en su cadera derecha, distribuido por sus caderas

hacia el lado izquierdo, y leía: Dura cabalgada - Dale duro.

Me eché a reír. Hasta el momento, era mi favorito de los que tenía.

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Dylan sabía por mi sonrisa lo que estaba pensando, entrecerró los ojos

y se cubrió con una almohada, pero sonrió, mientras se hizo un ovillo en el

suelo sosteniendo su teléfono a la oreja.

—Voy a estar allí a las ocho.

Sin decir una palabra, él dejó caer el teléfono al suelo.

Cuando no dijo nada durante unos minutos, le tiré una almohada.

—¿A dónde vamos hoy?

Con un resoplido, rodó sobre su espalda presionando la almohada a un

lado.

—A reunirnos con Eddy y The Brickyard de nuevo. Es jueves

sediento, al parecer.

—Oh no —me quejé sacudiendo la cabeza—. No participaré en el

jueves sediento, el miércoles borracho fue suficiente para mí.

Dylan rió, el sonido reconfortante pero molesto, dándome dolor de

cabeza.

—Solo estate agradecida de que no es lunes de misterio o martes

derrumbado. —Su mano pasó por su cabello y la parte delantera de su cara—.

Siempre he odiado ambos.

—Oh sí —bromeé tratando de encontrar algún tipo de parecido

conmigo. Olía horrible, y estoy segura de que me veía aún peor—. ¿Tienes un

montón de experiencia en lunes de misterio?

—Más de lo que sabes... —dijo caminando hacia el baño—. Mis

amigos en casa eran buenos atrayéndome hacia el lado oscuro del alcoholismo

y la insuficiencia hepática.

Después de una ducha y tres tazas de café, me sentía entre los vivos de

nuevo, pero todavía me veía como una mierda.

A medida que nos preparamos para ir, me puse otra camisa de la banda

que había recogido ayer por la noche, de alguna manera, y mis pantalones

160

cortos de mezclilla. Era evidente que tenía que lavar la ropa en algún

momento, ya que los que llevaba eran mi último par limpio.

Mirarnos era entretenido, cómo estábamos tan cómodos uno alrededor

del otro y aquí estábamos, vistiéndonos uno alrededor del otro y hablando

como si no estuviéramos semidesnudos. La próxima cosa que sabíamos era que

íbamos a hacer pipí con la puerta abierta.

—¿Siempre has sido capaz de cantar así? —le pregunté mientras se

deslizaba una camiseta negra por encima de sus hombros y abotonaba los

pantalones cortos de color caqui.

Se encogió de hombros, siempre encogiéndose de hombros.

—Supongo.

—¿Era la primera vez que cantabas en público?

—No, lo hice un puñado de veces en Seattle también.

—Oh. —Alcanzando mi bolso en la cama, tiré una botella de agua en

el interior de la nevera y el paquete de chicles que tenía en la mesita de noche

junto con mi billetera—. Eddy dijo que solo él y tu madre te habían oído

cantar antes.

Dylan rió abriendo la puerta, con la cabeza inclinada indicando que

saliera cuando agarró la llave tarjeta de la mesa al lado de la puerta.

—El cerebro de Eddy está jodidamente frito. No creas en nada de lo

que te diga.

—¿Así que no lloraste por ocho meses consecutivos cuando eras un

bebé?

Sus cejas se arquearon mientras revisaba la puerta asegurándose de que

estaba cerrada al estrellar su cadera contra ella.

—Lloré mucho cuando era un bebé. Al menos eso es lo que me dicen.

—Él sonrió, tirando su brazo sobre mi hombro; y su otro brazo sostenía el

mango de su guitarra—. Al parecer, salí llorando y no paré hasta que empecé a

gatear.

161

—Apuesto a que eras adorable a pesar del ruido —dije efusivamente,

hundiéndome en su brazo.

En un gesto dulce, sus labios rozaron mi sien.

—Todavía soy muy adorable.

* * *

Contra mis objeciones, volvimos al bar, pero yo juré no tomar alcohol.

Esa noche, la multitud estaba ruidosa y lista para más de la banda de

Eddy, pero Dylan era en quién la mayoría de ellos mantuvieron su interés.

—¡Que aparezca el chico! —gritaban cada vez que terminaban una

canción.

Me encontré con Lanny de nuevo, ella era dulce, y también conocí a

la novia de Eddy, Cheryl, quien me ayudó a alejarme de bebidas especiales del

jueves sediento. Al parecer, vomité sobre ella también.

—¿Hay alguien sobre quien no vomité anoche?

—En mí, no vomitaste en mí —dijo un chico de pie junto a Lanny,

apoyándose en el escenario, me sonrió y guiñó un ojo.

Dylan sacudió la cabeza divertido, tirando su brazo alrededor de mi

hombro. Me besó en la sien y luego en mi oreja, suavemente, sus ojos se

cerraron brevemente.

Lanny empujó contra el chico, tropezando justo en mí.

—Eso es porque estuviste en la batería toda la noche —le dijo

Lanny—. Los que estábamos a su lado no tuvimos tanta suerte.

Estaba mortificada por haber vomitado en tantas personas.

De pie ahí hablando entre series, Eddy trató de convencer a Dylan

para volver al escenario. Él no dijo que sí, pero tampoco dijo que no. Tenía la

162

sensación de que disfrutaba el entusiasmo; recuerdo haberlo visto en sus ojos

la noche anterior. Le encantaba estar ahí arriba.

Con una mirada tímida, Dylan se encogió de hombros indiferente a las

preguntas de Eddy.

—Entonces, Bailey, ¿tú en la batería? —Reece sonrió dando a sus palos

un frote sugerente moviendo sus caderas en un movimiento de rotación—.

Los bateristas golpean duro y tienen un ritmo enfermo.

Reece era lindo, muy lindo. Me recordaba a un niño, un niño muy

coqueto con una cara suave, polvoriento cabello rubio que perfilaba sus ojos

color chocolate. Era el tipo de hombre que nunca toma nada en serio, aparte

de la música e incluso entonces cuestionaba su atención.

Dylan negó con la cabeza con una profunda risa que sacudió su pecho.

—Bailey, él es Reece Kinney, el mejor baterista en el medio oeste.

—Uh. —Reece golpeó la parte trasera de la cabeza de Dylan con el

palo en la mano—. El mejor del mundo.

—Está bien. —Dylan puso los ojos en blanco pasando a un lado de

Eddy hacia el escenario. Su mano rozó mi culo mientras lo hacía—. El mejor

del mundo. —Dylan sacudió la parte trasera de su cabeza con el dedo

índice—. Manos fuera.

Reece sonrió y dio un paso hacia mí cuando Dylan se acercó al

escenario cerca de los altavoces, pero luego se detuvo y miró a Reece nuevo.

—Ni siquiera lo pienses, Reece —advirtió Dylan—. Ella viene a casa

conmigo.

Haciendo su camino sobre el escenario, silbidos y gritos estallaron en

la multitud, pero Dylan no levantó la vista, su guitarra en la mano. Reece

estaba allí ahora, al igual que Eddy, de pie detrás de Dylan mientras tomaba

asiento en un taburete de madera apoyando la guitarra en sus rodillas, nunca

mirando hacia arriba, puso la plumilla de guitarra en su boca hablando sobre

ella.

163

—Gracias a todos —dijo Dylan en el micrófono, todavía sin levantar la

vista, retirando su plumilla de su boca, les dio una suave sonrisa—. Esta

canción es una de las mías, espero que les guste.

Un tambor lento golpeó y luego Dylan comenzó a tocar su guitarra, los

ojos bajos, cerrados, sintiendo el latido mientras su pie izquierdo golpeaba el

taburete.

Mientras las primeras notas flotaban, se inclinó hacia el micrófono y

comenzó a cantar. Inmediatamente, me sentí atraída, sostenida en el lugar,

escuchando algo que Dylan creó.

Cuando la canción llegó a un crescendo e inclinó su cabeza hacia atrás,

cantando con pasión, dejó escapar un gemido que sentí dentro de mi pecho.

Cuando Dylan cantaba, estaba vivo y en carne viva, en medio de su

propia tormenta.

El lado izquierdo de su cuerpo estaba ensombrecido, el lado derecho

iluminado y real, vulnerable a aquellos que encontraban la necesidad de

juzgarlo. Bajo la luz, sus ojos nunca habían sido tan azules, su voz, nunca tan

pura, sus palabras, nunca tan honestas.

Escóndete del miedo.

Encontrarás muy dentro.

Su cabeza se inclinó ante su guitarra, un rastro de cuerdas rompió el

silencio, el pulgar de su mano derecha contra la guitarra y su voz llegó a través

de la barra hasta los mismos bordes, corazones sangrantes, pensativo silencio

hablaba para los que estaban viendo.

Sabes que no puedes consentir.

Los deseos que no puedes negar.

¿Lo ves?

¿Lo oyes?

¿Puedes sentirlo?

¿Tan dentro de ti, le temes?

164

Él estaba derramando palabras con deseo y palabras que decían

verdades, la maldita verdad desnuda para que todo el mundo la viera, sintiera,

juzgara. Sus muros estaban abajo, exigiendo, necesitando respuestas.

Y entonces, la vulnerabilidad se había ido con la misma facilidad como

llegó, la tormenta se movió, destruyendo a su paso.

Sus ojos se encontraron con los míos de nuevo, pero ahora, aquí

mismo, ahora mismo, ellos contaron una historia diferente a la que yo

conocía. Una que dividió mi pecho y mostró mi propia alma para que él viera

la esperanza, la adoración, la felicidad, la confianza, la pertenencia, la

suavidad, el amor, el perdón. Yo sabía su secreto, a su vez, él sentía el mío.

A veces siento que estamos tirando de una cuerda, pero ninguno de los

dos está tirando de la cuerda al mismo tiempo.

A veces pienso que amar a alguien es hacer lo correcto. Amar como no

hay nada más. Sintiendo y creyendo que no hay nada más.

Mirar a Dylan ya era demasiado difícil. Todo estaba ahí, en cada

palabra que pronunciaba. Es la culpa detrás de sus ojos y el color púrpura

debajo de ellos. Explicaba la forma en que no renunciará a mí y la forma en

que no está huyendo de nada. Está en la forma en que sostiene su sonrisa a

raya cuando te está tomando el pelo. Está en sus tatuajes que él clama que no

tienen ningún significado. Está en la forma en que siempre sabe qué decirme,

incluso cuando no dice nada. Está en la forma en que me toca en la noche,

cuando piensa que estoy durmiendo. Está en los secretos que me dice. Está en

la vida que tiró por mí. Está en su futuro incierto. Está en la forma en que su

corazón late por mí.

Lanny estaba de pie junto mí, con los brazos alrededor de mi hombro,

sosteniéndome cerca por la forma en que la multitud pululaba alrededor del

escenario.

—Él está cantando para ti —susurró observando, conociendo.

Asentí con la cabeza cuando la voz de Dylan rompió, con la cabeza

colgada en silencio.

¿Lo ves?

165

¿Lo oyes?

¿Puedes sentirlo?

—¿Estás enamorada de él? —me preguntó Lanny al oído tratando de

mantener la conversación privada—. Él lo está.

Una sonrisa apareció aunque traté de no dejarla formarse. No esperaba

esto. Cuando me metí en el auto, no era un pensamiento sin decisión. La

decisión era querer algo más de mi vida, pero Dylan, lo que estaba sucediendo

ahora, eso no estaba previsto. Para mí esa fue la mejor parte de esto, sin

embargo, lo inesperado, la mañana gris oscuro cuando el sol de repente se

deslizó a través de las grietas en la ventana, rota y desaliñada, dejando al

descubierto los rayos brillantes melosos que no estaban allí antes. Al igual que

la puesta de sol que destacó colinas en las que nunca vi belleza, vi la belleza en

esto.

Verlo, me alivió y me hizo sentir completa, pero también me hizo

difícil respirar, lista para caer sobre mis rodillas, y prometerle mi corazón.

Apoyándome en Lanny, susurré, mis ojos puestos en Dylan cuando

echó su cabeza hacia atrás otra vez cantando a todo pulmón, otro gemido, sus

ojos fuertemente cerrados:

—No sé cuánto tiempo podría estar enamorada de él sin arrastrarme

dentro de él.

Cuando la canción terminó, apenas se podía ver a Dylan y tomó cerca

de cuarenta minutos antes de que fuera capaz de verlo de nuevo. Cuando lo

hice, nos sentamos en una cabina con Reece y Eddy. No estuvimos allí por

mucho tiempo, los chicos estaban arrojando insultos y ruidosos empujones a

Dylan cuando un hombre caminó hacia la cabina con una cerveza en la mano.

—Oye, soy Sam Young. —Dylan le dio un asentimiento, pero no

sacudió su mano. Sam tomó esta oportunidad para aproximársele.

Deslizándose en el puesto junto a Dylan al otro lado de mí, él lo agarró

de la parte trasera del cuello.

—¿Estás listo para el gran momento, chico?

166

—No —dijo Dylan inmediatamente volviendo su cabeza para tomar

un trago de la cerveza en su mano—. No canto para ganarme la vida, es solo

un pasatiempo.

Conociéndolo, Dylan no estaba de humor, Eddy distrajo al chico Sam

y Dylan agradecidamente volvió su atención a mí, donde la quería.

Con su mano izquierda descansando en mi muslo, la empujé más

arriba, en la unión entre mis muslos sabiendo que con la oscura luz del

callejón, nadie lo sabría. De repente sus ojos se lanzaron a los míos y estuve

atrapada en su mirada por un corto segundo, unidos por esa loca electricidad

entre nosotros. Se desplazó a través de mí incluso cuando miré hacia otro lado,

que fue inmediatamente.

Hay algo acerca de ver a alguien cantar, derramar tu corazón en algo

es una cosa enorme. Ahora entiendo completamente a las groupies.

Debía de haber estado escrito por todo mi rostro que yo lo deseaba.

Dylan disparó una sonrisa hacia mí, totalmente consciente de su encanto.

¿Él sintió lo que yo estaba sintiendo en ese momento? Esa mariposa en

lo profundo de mis tripas, esa sed devoradora con necesidad de más.

Había una buena parte de mí que pensaba que él lo sentía. La parte

más silenciosa había salido a la superficie cuando lanzó una sonrisa en mi

dirección y en cada mirada penetrante lanzada en mi camino a través de los

años, y ahora, desde que nos habíamos ido de casa hace una semana. Era la

misma parte que vio la manera que su sonrisa se oscurecía, solo un poco,

cuando me veía con Eric en los pasillos. Era también la misma parte que notó

su reacción cuando el chico del sombrero rojo bailó conmigo.

Él lo sintió. Después de todo, también lo dijo.

Eddy nos abasteció de cerveza y otros tragos y nuevamente, esa mala

decisión que probé en mis labios más temprano volvió, y me entregó a los

deliciosos tragos de fresas.

Ahí fue cuando Lanny, mi compañera de malas decisiones, tomó mi

lista de cosas que hacer en las cuales no había pensado. Dylan y yo le

explicamos a ella y a Reece como llegamos con una lista de cosas que hacer

167

para el verano y ella decidió ayudarme a deshacerme de una de ellas esta

noche.

Baile de tubo.

Lanny no era una buena influencia para mí. Ella era confiada y

prudente, pero yo estaba demasiado cómoda a su alrededor y me encontré

haciendo cosas como el baile de tubo.

Dylan apoyó totalmente eso y miró atentamente mientras hacía el

baile del tubo alrededor de una farola.

Estaba tan nerviosa que mis palmas sudaban y seguía resbalándome

por el metal, y mis risas y sacudidas no ayudaron mucho.

Dylan no dijo nada, encorvado hacia un lado mientras se sentaba en

una silla, una cerveza sostenida frente a él, mirando, contemplando, la lujuria

encubierta que llenaba sus ojos habló por él.

Mantener mis ojos en él era mi única opción.

Cuando la canción terminó, la cabeza de Dylan apuntó hacia un lado,

unos ojos inyectados de sangre se encontraron con los míos. Levantó la mano,

haciendo señas con un dedo para que me acercara a él y me sentara en una

silla en la sombra.

—Eso fue sexy —susurró cuando estaba lo suficientemente cerca—.

Aunque cuando lo escribí esperaba que estuvieras desnuda mientras lo hacías.

¿Qué pasó con la parte de desnudarte?

—Podría estarlo —bromeé tomando un trago de agua, sí agua, por

primera vez en la noche. Entonces alcancé el dobladillo de mi camisa negra.

Manos cálidas atraparon las mías y luego estaba siendo empujada más

cerca.

—No, eso es solo para mí. —Moviendo sus manos más despacio, me

giró por mis caderas.

Tomé ventaja de la oscuridad y el hecho de que todos los demás

estaban ocupados en el bar o en el escenario con Eddy y su banda.

168

Me senté a horcajadas sobre Dylan, mi culo en su regazo sobre su

erección y sus manos agarraron mis caderas cuando me moví sobre él.

—Jesús, Ojos Marrones, para. Por favor, para. Estoy tan malditamente

excitado al mirar eso —gimió tratando de mantenerme en mi lugar, sus brazos

y su pecho temblando—. Vas a hacer que me venga.

No podía borrar la sonrisa de mi rostro mientras me volteaba para

enfrentarlo, aún sentada a horcajadas en él, solo que en la otra dirección esta

vez.

—Entonces llévame de vuelta al hotel para que pueda hacerlo.

Cuando no dijo nada, rogué por más.

—Tócame —supliqué cambiando mi peso hacia adelante. Su aliento en

mi piel se mantuvo estable a diferencia del mío.

—No puedo. Ya te lo dije, estoy colgando de un hilo de mierda en este

momento… pero… tengo que decir, Ojos Marrones —sonrió en mi cuello,

pero mantuvo su voz baja—, este lado tuyo es jodidamente sexy.

—¿Qué lado? —Reí—. ¿Él que está bebido y baila en un tubo?

—No. —Sus labios encontraron mi piel calentada marcándome con su

beso—. El lado que sabe lo que quiere y lo que la hace sentir viva. Eso es sexy.

—¿Entonces, te gusta este lado? —Estaba intentando empujarlo al

borde, tratando de obtener más, rogando por su tacto, sus palabras, su amor.

—Eres tú —susurró, empujando sus caderas contra las mías una vez

más—. ¿Qué podría no gustarme sobre eso?

Lanny y Reece se acercaron, tomados de las manos, y mirando la

forma en que estábamos sentados.

—¿Ustedes chicos se van mañana?

Dylan asintió frotando mi espalda para mantenerme sentada en su

regazo.

169

—Sí, nos vamos a encontrar con mi tío Kyle en Dodge City el sábado

en la noche.

—Nunca me dijiste eso —dije levantando mi cabeza para mirarlo.

—Él me mandó un mensaje de texto esta noche. —Su cabeza apuntó

hacia el tubo que acababa de conocer—. Te lo iba a decir, pero nos distrajimos.

Encogiéndome de hombros, miré hacia Lanny y Reece mientras se

acercaban más. Lanny extendió la mano, y tocó mi hombro.

—Bueno. —Me desenredé de Dylan mientras ella hablaba, me paré

junto a ella y luego me empujó en un abrazo—. Fue bueno conocerte, Bailey.

Nos despedimos de todos, Dylan y Eddy hablaron por unos momentos

pero Dylan estaba, de hecho, excitado y era evidente que quería volver a la

habitación del hotel.

Sus manos estaban en todas partes sobre mí en nuestro camino de

vuelta, en mis piernas, entre ellas, tocando constantemente, su respiración

pesada, llena de deseo. Yo estaba igual. Durante los tres kilómetros de vuelta

al hotel, mis labios nunca dejaron su piel mientras él susurraba todas las cosas

que quería hacerme.

Era exactamente lo que quería. De todos mis momentos íntimos con

Eric, ninguno fue como esto. Ahora, me sentía como si Dylan me deseara,

realmente me deseara.

Dylan me cargó desde el auto hasta la puerta del hotel; por suerte, sus

manos nunca dejaron mi piel, labios atacando los míos. Para abrir la puerta,

tuvo que mirar para introducir la tarjeta-llave en la puerta, pero aparte de eso,

estábamos de vuelta al momento en que se cerró la puerta. Sin su toque, mi

piel quemaba. Sin sus besos, estaba jadeando, pero con ellos, respiraba con

dificultad.

Dylan parecía estar en la misma página. Cuando aterricé en la cama,

su dureza lo confirmó.

170

—No podría ir más lento, si lo quisiera, Ojos Marrones —gimió

presionándome contra el colchón respondiendo mi pregunta no formulada—.

Necesito sentirte contra mi piel, oírte en la peor manera.

Estaba segura de que finalmente íbamos a tener sexo y hubiera

apostado dinero a ello.

Sentado sobre sus rodillas, se sacó su camisa sobre su cabeza. Su

mirada estaba entre mis piernas mirando a mis dedos trabajando en el botón

de mis pantalones cortos hacia adelante, una vez más ganando fricción. Sus

ojos se cerraron ante la sensación, igual que los míos.

Entonces sus pantalones cortos estuvieron fuera, dejándonos a ambos

en nuestra ropa interior y mirando como esta podría ser la noche, el momento

en que la inocencia era tomada. Alcanzándolo dentro de su ropa interior, mi

mano lo encontró.

—Mierda —murmuró su cabeza cayó hacia adelante, los músculos de

sus hombros se flexionaron mientras se cernía sobre mí—. Realmente te

deseo, Ojos Marrones.

—Entonces tómame —susurré, mi voz temblando, él sabía que estaba

nerviosa. ¿Cómo podría no estarlo?

Siseó y miró por encima de mi rostro, sacudiendo su cabeza.

—No podemos…

—¿Por qué? —No podías no notar el enfado en mi voz porque él

estaba rechazándome de nuevo.

—Estamos borrachos —dijo esto como si debiera saberlo. Luego su

cabeza se inclinó hacia adelante—. Pero podemos hacer otras cosas.

—Sosteniéndose a sí mismo, sus manos a cada lado de mi rostro, me dio todo

su peso.

—¿Por qué no, Dylan? ¿No me quieres de esa forma?

No dijo nada. Y eso me frustró. No era solo que me estuviera negando

lo que quería tan desesperadamente, sino que no me diría por qué no podía

hacerlo.

171

—Jesús, ya basta, ¿cuál es tu problema? ¿Por qué no? —Tiré mis

manos a los lados, y aterrizaron en la cama con un ruido sordo, esperando por

una respuesta, pero no obtuve nada más que una mirada en blanco—. Estoy

prácticamente rogándote. Y tú has tenido sexo antes, ¿cuál es el gran

problema?

—No soy ese chico. —Suspiró, frustrado y confundido como yo, sus

ojos buscando los míos—. Tú crees que lo conoces, pero no.

Aprendí cuán cierta era esa declaración. A través del humo que

llenaba el hielo azul, supe lo que quería decir. Entendí sobre lo que estaba

cantando.

¿Lo ves?

¿Lo oyes?

¿Puedes sentirlo?

—No lo haré mientras estemos borrachos, y nunca he estado con una

virgen antes. —Suspiró, cambiando su peso para inclinarse a un lado, la mayor

parte de su peso sostenido sobre sus codos. Las puntas de sus dedos hicieron

un lento camino desde mis labios hasta mi clavícula, y bajaron por el valle

entre mis pechos—. ¿Cuál es el apuro? Solo ha sido una semana.

—Lo sé… —dije sintiéndome tonta por apurarme en esto.

Sentí su sonrisa contra mi cuello.

—¿Justo aquí? —preguntó en tono bajo y con falta de aliento, frotando

su longitud más duro contra mi hormigueante y adolorida necesidad—. ¿Justo

así? Te gusta eso, ¿cierto?

Asentí rápidamente, agarrándome mientras él hacía la habitación

girar. Se balanceó más duro y lo podía sentir tan bien y seguía pensando para

mí misma: así que esto es follar en seco. Recordaba a las chicas en la escuela

hablando de esto y cuán disfrutable era. Definitivamente podía ver por qué.

—Te he deseado todo el día —susurró, sus labios cepillando los míos

mientras se movía—. Desperté pensando en ti todo el día, y en la noche

cuando estaba sobre el escenario, y luego en ese maldito tubo… —Su voz se

172

apagó al final y cambió a un gruñido. Me recordó al gemido que hizo en el

escenario esta noche, el que envió temblores desde mi cabeza a mis pies.

Mis párpados se cerraron fuertemente y sentí mi estómago cosquillear

cuando Dylan susurró más bajo y forzó más presión justo donde más lo

necesitaba.

—Pensé sobre ti en tus rodillas, Ojos Marrones —me dijo casi en voz

baja—. Pensé en ti sostenida a ese tubo mientras yo te hacía gritar.

Me aferré a sus hombros desesperadamente mientras la humedad

entre mis piernas empezaba a filtrarse a través de mi ropa interior,

cubriéndolo mientras se deslizaba hacia adelante y atrás. Él lo sintió y gruñó

contra mis labios. Me vine en oleadas temblorosas mientras Dylan me ayudaba

a remontarlo.

Pero él no dejó de moverse contra mí, no, él estaba respirando más

pesado que antes persiguiendo la misma explosión de la que yo estaba

disfrutando.

—¿Sabes cuán malditamente enfermo me haces? —gruñó.

Sonreí sabiendo, sintiendo, deslizando mis manos hacia arriba por su

cuello, dentro de su cabello.

—Quizás. —Respiré, tímida y esperando que fuera la verdad—.

Quizás…

—¿Quizás? —Me hizo eco empujándose hacia atrás para mirar mis

ojos, su ceja izquierda se levantó curiosamente.

Arrastré mi mano derecha desde la parte trasera de su cabeza hacia su

pecho, alcanzado entre nosotros.

—Muéstrame —le susurré.

Dylan rió entre dientes, sacudió su cabeza, atrapó mi mano y la puso

sobre mi cabeza para descansar sobre los cojines. Su mano agarró mi cintura

firmemente mientras la otra se quedaba en mi culo.

173

—Muéstrame —dije, más que un susurro esta vez, empujándome

contra su agarre para alcanzarlo de nuevo.

Rió, pero su risa era más oscura, matices amenazantes, más una

amenaza que una advertencia.

—No me empujes, Ojos Marrones.

Pero lo hice porque era la única forma que conocía. Con él, de esta

manera, debajo de él. Lo empujé.

Lo empujé y él me detuvo, fácilmente quitando mis manos de él y

abrumándome.

Mi corazón retumbó en mi pecho y pude sentir mi rostro

contorsionado con ira. ¿Por qué se tenía que aguantar conmigo cuando ya lo

había hecho antes? ¿Por qué conmigo?

—Si yo fuera como las otras chicas, lo harías. —Me burlé—. Tú ni

siquiera hubieras tenido una maldita duda para follar…

—Cuida tu boca, Bailey —me replicó Dylan, sensato y demasiado

calmado. Tan peligrosamente cómodo en esta posición que me puso nerviosa.

Había muchas cosas sobre Dylan que me ponían nerviosa, esta estaba en la

cima de la lista. Su confianza.

Pero no era suficiente para desalentar o disuadir mi resentimiento por

esta situación. Le deseaba y me estaba tirando sobre él cada noche solo para

que él me detuviera.

—¡Muéstrame! —demandé otra vez, mi voz tirante—. Muéstrame que

me deseas como yo te deseo…

Fui cortada por Dylan dejando libres mis manos, su cuerpo se presionó

posesivamente contra mí.

—Para. No tienes ni idea.

—Tú no tienes ni idea —grité, empujando sus dos manos, intentando

liberarme de sus brazos.

174

Él sacudió mi cuerpo más firmemente hacia el suyo y me agarró más

fuerte.

Intenté luchar, pero no pude. Mi lucha no era sincera, porque parte de

mí quería esto. Una gran parte de mí anhelaba este tipo de invencibilidad.

Dylan movió sus caderas otra vez; sentí su deseo entre mis piernas, duro,

posesivo, controlador.

—¿Has pensado en ello? —preguntó, su voz caliente bajo mi oído

izquierdo, su tono contenido—. ¿Has imaginado cómo va a ser, Ojos -

marrones? —Sus caderas se movieron más rápido, más fuerte, sus gruñidos y

gemidos me mostraron lo que no estaba viendo—. ¿Cómo se va a sentir?

¿Lo ves?

¿Lo oyes?

¿Puedes sentirlo?

No podía responder porque sí, había pensado en ello, mucho antes de

que nos fuéramos y ahora, no podía parar. Había una convicción en su voz que

nunca antes había sentido, nunca visto, oído o sentido.

Y entonces tuvo sentido, esa canción era sobre esto, nosotros, yo, él.

—¿Has pensado en cómo va a ser cuando esté justo aquí? —preguntó,

trazando un lento círculo con sus caderas. Se movía a su propio ritmo,

sosteniéndome fuertemente, bajando la voz mientras su cuerpo se mecía

contra mí—. ¿Sabes cómo se va a sentir cuando envuelvas tus brazos alrededor

de mí la primera vez que esté dentro de ti, Ojos Marrones?

—Dylan.

No podía aguantarlo. Estaba lista y deseosa de hacer lo que sea que él

pidiera siempre y cuando esta sensación y su toque nunca se fueran.

Pero Dylan no iba a rendirse tan fácilmente y empujó contra mí más

fuerte, más profundo, prácticamente dentro de mí, pero no lo estaba, solo tela

separándonos.

Su voz como en el escenario, vino desde dentro.

175

—¿Has pensado en lo bueno que va a ser cuando esté tan jodidamente

dentro de ti y no haya nada separándonos?

—Jesús… —jadeé intentando recuperar el aliento, mis piernas y mi

cuerpo entero empezaron a temblar, a estremecerse y literalmente

apoderándose ante sus palabras y movimientos. Me sentía como cuando

corríamos, como si en cualquier minuto fuera a desmayarme.

—¿Has pensado en lo increíble que se va a sentir la primera vez que te

corras en mi pene?

Sus palabras, su toque, sus besos estaban en todos lados, mostrándome

exactamente que me estaba perdiendo.

—¿Tienes alguna jodida idea de lo mucho que te deseo? —Su cuerpo

se tensó, las cejas apretadas juntas, evidencia de lo mucho que me deseaba por

el movimiento de sus caderas—. ¿Lo sabes? —Dio un gruñido agudo y empujó

hacia delante bruscamente—. ¿Tienes una puta idea?

—Por favor —resoplé, necesitaba y supliqué, todo aliento y sin aire.

—¿Por favor qué? —gruñó Dylan. La fuerza de sus caderas

empujándose contra mí, movió mi cuerpo lentamente hacia arriba en la cama

hasta que mi cabeza estaba pegando la cabecera.

—Muéstramelo —gemí, sintiendo que mi cuerpo empezaba a

temblar—. Muéstrame lo mucho que me deseas.

Los sonidos que él estaba haciendo venían de su pecho y lo sentí

resonando a través de mí. Empujó más fuerte, más rápido, apoyando su frente

contra mi mejilla su cabello cayendo en mis ojos.

—Quiero estar dentro de ti. Te deseo tan jodidamente… —Su

respiración parecía tan superficial como la mía. Él estaba más allá de estar en

control, igual de indefenso, y dependiente como yo—. Quiero arrancarte tu

jodida ropa interior y hacer lo que quiera contigo —gimió otra vez mientras

hundía su rostro en mi cuello y me hizo gritar mientras su cuerpo temblaba

encima del mío, gimiendo, curvándose contra mí mientras sus rodillas abrían

más mis piernas y sus caderas se sacudían hacia delante. Podía sentirle ponerse

más duro, todavía gruñendo en mi oído mientras temblaba, la humedad

176

filtrándose hacia mí de él—. Joder… —gimió del mismo modo que antes en el

escenario.

—Dylan… —Suspiré besando su cuello.

—Bésame —susurró él, sus largas pestañas hacia abajo, jadeando—.

Bésame, Ojos Marrones…

Sentí la punta de su lengua y sus labios se abrieron más, y le besé más

profundo.

Manejándome con cuidado mientras mi respiración se ralentizaba y

mis temblores empezaban a calmarse, Dylan dio un largo suspiro y bajó su

cuerpo del mío. Se tumbó sobre su espalda junto a mí y cubrió su mano

derecha con mi izquierda.

—¿Me crees ahora?

Aparte de un asentimiento, no podía formar una palabra.

¿Qué acababa de pasar?

* * *

Después de ducharnos, estábamos tumbados en la cama decidiendo a

qué hora nos dirigiríamos a Dodge City mientras su teléfono no dejaba de

sonar. No era la primera vez que ocurría uno de estos ataques de llamadas,

pero también era demasiado temprano para que estuviera sonando.

Dylan se inclinó sobre el lado de la cama para alcanzarlo. Molesto por

el nombre que parpadeaba, lo agarró y medio susurró, medio gritó:

—¡Déjame en paz de una jodida vez! —Antes de tirarlo a través de la

habitación.

—¿Quién era, Dylan? —pregunté, apoyando mi espalda contra su

pecho.

177

—Tu padre —respondió rápidamente, sus brazos rodeándome otra

vez.

—¿Por qué?

Dylan gimió, sentándose recto. Me senté; y me atrajo otra vez contra

él.

—¿Por qué, qué, Bailey?

—¿Por qué te llama él a las cuatro de la mañana? ¿Por qué te llama a

ti?

Él no me respondió.

Me di la vuelta en sus brazos, sobre mis rodillas, frente a él. Dylan no

me miraba y me preguntaba el por qué. Me apoyé en mis pantorrillas. Dylan

tocó mi rodilla desnuda.

—Vamos a cerrar los ojos. Deberíamos dormir un poco más antes de

partir.

—No. —Negué con la cabeza—. ¿Por qué te llama?

La mandíbula de Dylan se apretó, entrecerró los ojos.

—¿No creías que dejaría que su única hija se marchara conmigo tan

fácil, no? —Rió, pero era una risa venenosa y malévola.

—Supongo que no.

Agarró mis caderas con más fuerza y volvió su rostro de vuelta a mi

cuello cuando me relajé contra él.

Lo sentí respirando por la nariz. Oí mi propia respiración, la lluvia

fuera, y su teléfono, amortiguado contra sus pantalones en el suelo, pero oía su

teléfono, y me sacó de mi neblina.

¿Qué quería mi padre? ¿Por qué tenía que venir la realidad? ¿Por qué

no podíamos solo quedarnos en una burbuja de listas de deseos, locos

queriendo aventones y bares? ¿Por qué tenía que pensar sobre mi vida en casa

y qué estaba pasando sin mí?

178

¿Y si algo estaba mal con Jeb? ¿Y si algo le había pasado y yo no estaba

ahí? Honestamente, le echaba de menos. Lo hacía.

—¿Ha dejado algún mensaje? —Mi estómago se retorció ante mis

pensamientos.

Dylan besó mi piel con su lengua y dientes, ignorando el sonido de su

teléfono y mi pregunta hasta que se detuvo. Luego empezó de nuevo, y lo

odié. Hizo a mi corazón sentirse cansado, dolido y molesto, porque detrás de

mis amaneceres manchados y grietas en el interior, estaba revelando una

verdad. Realidad. Dejamos nuestro hogar sin un plan y sin importarnos el

mundo. Pero no podríamos ignorar la realidad de esto. El teléfono sonando era

la prueba de eso.

Empujé los hombros de Dylan.

—Para —le dije—. Tu teléfono está sonando, para. Deberías ver qué

quiere.

Él no se detuvo. Besó un camino ascendente por mi cuello,

nuevamente alrededor de mi mandíbula, todavía ignorando el sonido de una

tercera llamada.

—Dylan, para —dije de nuevo, más fuerte esta vez.

Empujándose abruptamente, Dylan se paró junto a la cama buscando

por su teléfono y cuando lo encontró prácticamente tiró de la batería y arrojó

ambas piezas a través de la habitación.

—Tú para —me advirtió, encontrándose con mis ojos. No estaba

enojado. Él no levantó su voz, pero estaba serio. Agarró mis caderas y me

empujó más cerca del borde de la cama—. Nada de eso importa, Ojos

Marrones. Quédate conmigo… aquí.

Tragué, aferrándome a sus manos, sintiéndolo aferrándose a mí. Mis

pensamientos, sentimientos, el azul frío mezclándose con el gris de la

habitación, sombras y humo, todo se arremolinaba en su toque.

—Está bien. —Asentí—. Está bien.

179

Él tragó también y se inclinó, presionando sus labios contra los míos.

Sus besos eran más intensos esta vez, sus mordidas en mi piel más duras. Sus

manos se deslizaron por mis muslos y se apoderaron de ellos, apretando,

alternándose entre fuerte y suave. Su atención se tranquilizó cuando empezó a

excitarse de nuevo.

Traté de no pensar, de sentir, de hacer cualquier cosa más que estar

con Dylan de la manera en que quería, sintiendo la magia entre nosotros,

sintiéndome de la forma que él quería que me sintiera. Quizás no habíamos

tenido sexo, pero había una pasión entre nosotros, una chispa que no iba ser

fácil de ignorar.

—Estoy aquí, Ojos Marrones —dijo Dylan contra mi piel. Habló bajo

y suave, palabras seguras, pero sonó torturado bajo su tono cuidadoso—.

Quédate aquí conmigo.

—Estoy aquí —le dije, tratando de mantenerme con él, incluso si mi

corazón me estaba diciendo que había algo en sus palabras que me debí haber

perdido—. Aquí estoy —dije de nuevo, intentándolo muy duro.

—Entonces, maldita sea, quédate aquí. —Me reprendió en voz baja

sabiendo, silencioso y amenazador, agarrándome más fuerte y poniéndome

más cerca. Descendiendo por mi cuerpo, empujando a un lado las sábanas y su

franela que yo estaba usando para revelar piel desnuda, él acercó mi cadera

derecha bajo sus labios y los cerró sobre mí. Grité ante la aspereza de su beso.

Gimiendo, chupaba y mordía, hundiendo sus dientes. Pude sentir mi sangre

acelerándose desde mi corazón hasta bajo sus labios.

Murmuró y gimió, y respiró cálido sobre su marca, tocando mi cuerpo,

así como lo hizo con la gente la otra noche. Sus manos y labios se suavizaron y

olvidé mi vacilación y dejé que la adrenalina que encendió en mis venas

siguiera su curso. Tirando de sus hombros gentilmente, mi cerebro y mi

corazón dieron vueltas en emociones que nunca había sentido antes, dolor,

entrega, necesidad, demasiados sentimientos distintos.

Solo lo quería a él.

180

—¿Dylan? —susurré tan bajo que apenas pude escucharme. Parpadeé

y mis pestañas se sintieron húmedas. No quería llorar. Pero no podía parar. No

podía.

—Shhhh, no llores. —Su voz era fuerte—. No llores. —Su voz fue

suave al mismo tiempo y se movió sobre mi estómago, besándome mientras

hacía un camino lento—. No llores por esto. No vale la pena.

Asentí, sin llorar, manteniendo su mirada con la mía mientras se

colocaba entre mis piernas y cubría mi cuerpo con el suyo justo como lo

necesitaba y no me había dado cuenta. Me calentó. Él se fundió conmigo. A

través del hielo azul, tormentas oscuras, me tranquilizó solo por estar tan

cerca del ojo de nuestra tormenta.

—Te amo, Ojos Marrones —me dijo susurrando palabras que se

sintieron como gotas de lluvia y árboles húmedos—. ¿Sabes eso?

Asentí, porque a pesar de que se sentía imposible, que después de una

semana juntos él sintiera una emoción de la que verdaderamente nadie sabe el

significado, yo lo sabía. La conozco mejor de lo que conozco cualquier otra

cosa. Lo sé porque es de lo que mis huesos están hechos. Es de lo que estamos

hechos. El roce ocasional en los pasillos de la escuela, las sonrisas secretas, las

miradas robadas, siempre nos habíamos amado desde lados opuestos de

nuestras tormentas. Solo ahora, los dos frentes han colisionado, una fuerza.

—Lo sé —prometí, aferrándome a él muy fuerte. La lógica y la

aprehensión no se registraron entonces, tampoco quería que aparecieran.

Todo lo que quería era ver esto, la calma, los árboles húmedos y las gotas de

lluvia que tenían el poder de levantar un alma y pelear por lo que queríamos.

Lo que es simple y verdadero.

Nos observamos en silencio por un largo momento, perdidos en un

momento del que ninguno de nosotros quería salir. Estamos de acuerdo en

ahogarnos; estamos bien, perdidos en el océano.

—No soy Eric, Bailey. —Sus palabras fueron habladas con suavidad,

sosteniendo mi mirada—. Estoy aquí por ti y solo por ti.

181

Salté ligeramente cuando sus manos tocaron mis rodillas expuestas,

separándolas hasta que su torso estaba situado entre ellas. El calor de su piel

irradió de su cuerpo al mío, y a fuego lento. Las palabras de sus labios me

dejaron en llamas y desnuda.

—Nunca te traicionaría de esa manera. —Sus manos enfatizaron su

declaración, mientras poco a poco se arrastraban por mis muslos, empujando

el suave material de la franela.

Jadeé cuando se estiró por detrás de mis rodillas y tiró de mí más

cerca, hasta que mi inocencia, como él decía, estaba justo allí para él. Sus

manos se movieron de vuelta a mis muslos y empujó mi ropa interior hasta

que se agrupó alrededor de mis caderas y me dejó expuesta ante él.

Sus pulgares trazaron confiados círculos en los huesos de mis caderas,

justo encima de la cinturilla de mis bragas.

—Solo te quiero a ti —declaró enérgicamente, rogándome con sus ojos

que le creyera.

Y luego, su boca estuvo sobre mí, en un lugar en el que nadie nunca

había estado.

Sus ojos se cerraron, gimió, gemí y luego ambos estábamos algo fuera

de control. Su lengua, húmeda y cálida, era suave, cuidadosa, y me mostró que

él solo me quería de una manera como nadie lo había hecho antes.

No me podía concentrar en nada, no con la cabeza de Dylan Wade

entre mis piernas y su boca en mi vagina. No, infiernos no. La concentración

no estaba allí. Te diré lo que estaba allí, respiración pesada, jadeo,

movimiento, retorciéndome, un poco de vergüenza, gruñidos, más jadeos,

tirones de cabello, risas, una pocas risitas, y finalmente, felicidad. Pura jodida

felicidad.

Dylan agarró mis caderas con más fuerza, sus manos trabajando con su

lengua para llevarme al borde, pero lo que lo hizo fue el gemido que dejó salir

por mi reacción, retorciéndome en sus manos, gritando su nombre lo

suficientemente alto como para que todo el hotel lo escuchara y luego inerte

en sus brazos.

182

Tomó solo un segundo; se subió a mi cuerpo, cerniéndose sobre mí, y

luego llegó abajo a alcanzarse a sí mismo. Tal como yo lo había hecho la otra

noche, y la noche anterior, su mano lo llevó al borde justo donde yo estaba,

antes de que lo derramara sobre mi estómago, su rostro se hundió en mi

cuello.

La parte en la que me concentré era en que él había dicho que me

amaba. Y yo no dije nada. ¿Lo amaba? Una buena parte de mí siempre lo había

hecho desde ese primer beso en las vías del tren. Estaba asustada de amar a

alguien tan intenso como Dylan, especialmente cuando yo ni me conocía a mí

misma. Ni siquiera podía decirle el porqué me metí en su auto, mucho menos

que lo amaba.

183

10

Bien Despierta Bailey Gray

Traducido por rihano

Corregido por Lizzie

e di cuenta de esto con mis amigos en la escuela —la

mayoría de las perras en el equipo de porristas que

extendían sus piernas por nada al equipo de fútbol que

arrojaban insultos en su camino— que una vez que tú comienzas a tener sexo

con alguien, por lo general es todo lo que quieres hacer. ¿Qué pasa con las

hormonas que no se pueden negar? ¿Por qué una vez que son activadas es en

todo en lo que piensas?

Esto no solo va para los chicos, ya que, las chicas lo tienen mal.

Cuando Mercedes y Kasey comenzaron a tener sexo, se escapaban de clase solo

para hacerlo en el estacionamiento. Lo mismo pasa con Jessica y Brian. Otra

amiga, Halie, ella y su novio Clayton solían hacerlo bajo las gradas durante

nuestras reuniones de porristas. Sin mentira, era como la droga. Una vez que

ellos probaban el sabor de esto, eso era todo lo que hacían.

Entiendo totalmente ese sentimiento ahora. No era como que

estábamos teniendo sexo, sin embargo, la anticipación de esto y lo que

podríamos intentar después, era emocionante.

M

184

—Esa mierda apesta, ¿qué es? —preguntó Dylan mirando hacia mí con

mis pies en el salpicadero y el viento soplando a través del auto, las dos

ventanas abajo.

—Esmalte de uñas —dije levantando la botella ligeramente, pero

tratando de mantener mi mano estable—. Estoy pintando mis dedos de los

pies de negro porque mi madre odia ese color. —Cuando terminé mi pie

derecho, miré hacia él, tenía una paleta en su boca. Era muy distrayente—.

¿Quieres que haga las tuyas también?

—No. —Él sacó la paleta de cereza de entre sus labios y luego los

saboreó—. Yo no soy mucho de la clase de chico de pintarse las uñas.

—Poniendo la paleta de nuevo en su boca, la trasladó a su mejilla y habló con

esta todavía en su boca. Lo observé cuidadosamente—. ¿Vas a empezar a usar

lápiz labial negro también y perforar esas cosas circulares en tus oídos?

—¿Cosas circulares? ¿Quieres decir pendientes?

Ese comentario me valió una mirada.

—No, me refiero a esos pendientes con los grandes agujeros en ellos,

como Haven usaba.

—Oh, esos. —Me sentí un poco estúpida por no saber de lo que estaba

hablando—. No.

Dylan asintió con la cabeza, sus ojos de regreso en la carretera.

—Así que nunca dormiste con Haven. —Quería golpear mi mano

sobre mi boca ante mi propia pregunta, pero realmente quería saber con quién

se había acostado. Por alguna razón debo haber pensado que era un buen

rompehielos. Estúpida.

Él parpadeó lentamente, y luego se volvió hacia mí, su cabeza

inclinada, los ojos entrecerrados.

—No, yo no tuve sexo con Haven.

—¿Quién?

—¿De verdad quieres saber?

185

Por supuesto que sí. Yo era la típica chica de dieciocho años en este

momento y quería saber de todas con las que él había estado así podría

compararme con ellas.

El problema era que Dylan sabía eso.

—Está bien, tú quieres saber yo te voy a decir —dijo cambiando su

peso para inclinarse más cerca de mí, su brazo sobre el respaldo del asiento

mientras nos dirigíamos a Dodge City—. Sarah, Lindsey, Jessie, y otras dos...

no sé... solo chicas. —Su expresión cambió ligeramente, a una practicada de

resuelta trivialidad.

—¿Así que cinco?

—Sí.

—¿Y ninguna era virgen?

—No —Se rió un poco—, definitivamente ninguna virgen.

Poniendo mi esmalte de uñas aparte, me acerqué más enredando mi

mano en su cabello, raspando ligeramente contra su cuero cabelludo y sentí su

mano derecha encontrar mi muslo izquierdo, serpenteando su camino por

debajo del borde de mis pantalones cortos para acariciar la piel. Era uno de sus

movimientos característicos al que yo estaba empezando a acostumbrarme

cuando estábamos en el auto. Le gustaba tocar piel, mi piel. Me encantaba

cuando me tenía así. La forma en que me agarraba se sentía tan posesiva y

protectora y algo que nunca supe que quería o necesitaba, hasta que llegué a

su GTO.

Aquí es donde esas hormonas entraban. Quería más de toda esa

hormigueante sensación que él era tan bueno en darme.

—¿Alguna vez has estado debajo de alguna de ellas? —Yo estaba

volviéndome más audaz por el momento y me encantó.

Dylan rió ligeramente estremeciéndonos a ambos. Su cabeza se inclinó

para besar un lado de mi cara.

—Sí.

186

—¿Hay algo que no hayas hecho?

Dylan volvió a guardar silencio, su respiración un poco más pesada

que antes.

—Nunca he terminado aquí antes. —Su mano derecha que se había

trasladado a mi muslo, se elevó para tocar mis labios suavemente, su voz

gruesa y fuerte mientras su deseo me atrapaba. Sus dedos se quedaron allí por

un momento, la aspereza callosa arañando contra la suavidad.

Tiré del cuello de su camisa de franela para poder besar el hueco entre

sus clavículas mientras la idea de Dylan en mi boca me abrumó. Nunca había

hecho algo así antes, pero yo estaba segura de que no tendría un problema con

esto.

Dylan gimió en voz baja y su cabeza cayó en el respaldo del asiento de

nuevo.

—Tú realmente sabes cómo conseguir excitarme, ¿no?

Sonreí y me moví más cerca, respirando pesadamente. Hubo algo que

sonó vagamente a decepción, pero él había ido demasiado lejos para hacer un

reclamo apropiado.

Mi suposición era que todas las protestas de Dylan de no podemos

tener sexo estaban vacilando ligeramente.

Mis dedos bajaron por su camisa y se apoderaron de su cinturón.

—¿Qué tal si terminas?

La cabeza de Dylan se disparó hacia arriba, los ojos muy abiertos

mientras se fijaba en mi nueva posición, de rodillas, con las manos tirando de

su cinturón en el asiento delantero de su GTO.

—Bailey. —Él cerró los ojos y apretó los dientes mientras yo poco a

poco iba abriendo su cremallera—. Yo no dije eso para que lo hicieras…

—Dylan —lo corté bruscamente—. Si me dices que no tengo que

hacer lo que muy obviamente estoy a punto de hacer, de verdad voy a parar.

—Está bien, entonces —Él sonrió—, solo ignórame.

187

Así lo hice y terminé desabrochando sus pantalones cortos. No era tan

fácil, oí unos pocos bocinazos a lo largo del camino mientras mi culo estaba en

el aire y era obvio lo que yo estaba haciendo. No creo que a Dylan le

importara nada de eso.

Pronto sus manos estaban empuñando mi cabello y yo me estaba

alabando internamente por los sonidos que él estaba haciendo. Era evidente

que estaba tratando de contenerse. A pesar de que nunca había hecho esto

antes, YouTube era muy informativo, y el auto de Dylan estaba lleno de

gemidos bajos y el canto de mi nombre. Sus caderas comenzaron a levantarse

del asiento para encontrarse con mi boca y yo no pude contener mi propio

gemido. Podía oler ese natural embriagador olor a roble que él tenía, la

sensible y suave piel, era tan agradable para mí como lo era para él. Bueno,

quizás no tanto, pero yo lo disfrutaba. Solo deseaba poder haber visto su cara.

Como nunca había hecho antes, yo estaba tratando de concentrarme

en la técnica y no hacer el ridículo, y él parecía disfrutarlo también. Era

similar a chupar una paleta, si tuviera que compararlo.

Él hizo un montón de ruidos, gruñidos suaves, y gemidos, con la mano

enredada en mi cabello guiándome o alentando. Se sentía como apoyo y yo lo

necesitaba.

No pasó mucho tiempo y las caderas de Dylan se estremecieron y miré

por el rabillo de mi ojo para verlo morder su puño para evitar gritar, pero un

pequeño gruñido se le escapó cuando sentí sus piernas tensarse y un líquido

caliente filtrarse y endurecerse en mi boca.

Resistí la tentación de boquear, no es que me pareciera repulsivo o

algo, pero era diferente de lo que pensé que sería.

—Jesús, yo estaba yendo a ciento diez... —Sentí su pierna levantarse

para soltar el acelerador tratando de acomodarse—. Gracias a Dios no había

policías por aquí.

Me senté sobre mis talones, limpiándome la boca con el dorso de la

mano tan delicadamente como pude. Con sus pantalones cortos aún

desabrochados, la cabeza de Dylan cayó de bruces en el volante, los ojos

cerrados por un momento, y sus brazos colgaban fláccidamente sobre el

188

volante, yendo a la deriva desde el carril de la derecha al de la izquierda y de

regreso a propósito.

Mientras él usaba su rodilla para equilibrar el volante, se acomodó a sí

mismo.

Mirando sus mejillas sonrojadas yo estaba muy orgullosa de mí misma,

de que no hubiera ni una pizca de tensión en ninguna parte de su cuerpo. Me

reí un poco ante la expresión saciada en su rostro y Dylan abrió un ojo para

mirarme.

—¿Algo divertido ahí, Ojos Marrones?

Negué con la cabeza, sonriendo.

—No.

Tomó mi mano y me llevó de vuelta a su lado, colocándose en una

velocidad cómoda en la que no nos detendrían; dejando caer su cabeza hacia

mi hombro una vez que estuve allí.

—Mmm —suspiró—. Gracias.

Estaba a punto de decir algo en respuesta, cuando un camión de

madera que había estado manteniendo el paso con nosotros tocó la bocina. Los

dos miramos a la derecha para ver al tipo colgando su brazo fuera de la

ventanilla. Ya que mi ventana estaba abajo, escuchamos exactamente lo que

estaba diciendo.

—¡Mierda, sí, cariño! ¡Chupa la mía ahora!

A Dylan no le hizo gracia eso. Se inclinó por encima de mí, con una

mano en el volante y la otra haciéndole un gesto al camionero.

—¡Chupa esto, imbécil!

El conductor del camión no estaba exactamente muy emocionado con

Dylan y le gritó:

—¡Detente y yo lo haré hijo de puta!

Dylan y yo nos miramos y desaceleró su velocidad.

189

—Por mucho que quiero patearle el culo a este tipo, yo no tengo la

energía y parece que él podría patear el mío sin dificultad.

Le hice un gesto de asentimiento arrugando la nariz con una risita.

—Probablemente sea una buena idea.

Afortunadamente, el conductor del camión no estaba buscando una

pelea y nos dejó solos.

El viaje desde Wichita a Dodge City ofrecía nada más que tierra plana,

de vez en cuando un animal muerto o dos y los bocinazos ocasionales de los

camioneros. Puede haber tenido algo que ver con mis piernas colgando por la

ventana, pero me gustaba la brisa que ofrecía. Me había quedado con mi

trasero contra la puerta, mi espalda de lleno contra el asiento, mi cabeza en el

regazo de Dylan y mis piernas fuera de la ventana.

Encendiendo la música, los sonidos de Groove Army zumbaban a

través del auto. El viento, el olor a mierda de vaca, y la música era relajante,

pero los suaves toques de Dylan eran la parte calmante. Había empezado por

correr sus dedos sobre mi clavícula, luego el lado de mi cuello, detrás de la

oreja, y luego corrió sus dedos por mi cabello. Todo el rato, yo miraba por la

ventanilla observando los autos y las nubes pasar a través de los dedos de mis

pies.

En algún momento durante la canción, la mano de Dylan descansó en

mi pecho sobre mi corazón, los dedos tocando el ritmo mientras él cantaba.

Mi parte favorita era cuando tarareaba y su voz adquiría ese roce áspero que

tenía, que me recordaba ese gemido que hacía en el escenario.

Quitando su mano de mi pecho, la apoyé en las mías explorando cada

detalle detrás del talento que estas manos sostenían. Sus largos dedos, palmas

musculares con bordes callosos, él sostenía mucho en estas manos, incluyendo

mi corazón ahora.

Me pregunté qué haría con este, ya que nadie más lo había sostenido

antes.

—¿Quieres tomar un desvío? —susurró Dylan trayendo mi mano que

aún estaba escondida en la suya hasta sus labios besando mis nudillos.

190

—Seguro. —Yo lo miré y él me sonrió y guiñó un ojo.

Las nubes habían rodado, el cielo de Kansas estaba salpicado con tonos

azules y grises mientras una ligera niebla de lluvia caía destacando la maleza

crecida que se alineaba en una carretera rural.

La lluvia se levantó pero mantuvimos las ventanas abiertas mientras la

brisa y el olor de la lluvia fresca era exactamente lo que queríamos en ese

camino de tierra roja. Cuando llegamos al lago, el sol apenas podía ser visto a

través de las nubes. Dylan utilizó su franela para proteger la cámara de manera

que yo pudiera conseguir unas buenas fotos. Suspirando, las revisé; Dylan

miraba por encima de mi hombro, su barbilla descansaba contra mí.

Con sus labios en mi oído, me besó una vez antes de alcanzar el

interior del auto para subir el estéreo cuando una canción que sonaba le

gustaba.

Un momento después, con la lluvia aun cayendo, estábamos

recostados en el capó de su auto.

—Drew y yo solíamos yacer en la hierba y ver cuánto tiempo

podíamos mantener nuestros ojos abiertos.

—¿Quién ganaba?

—Nunca lo supimos. —Se rió suavemente—. Siempre nos rendíamos

y disfrutábamos de la sensación de la lluvia en nuestra cara cuando

cerrábamos nuestros ojos. Podíamos imaginar que estábamos en cualquier

lugar, excepto donde estábamos, por un momento.

Justo ahora, podríamos estar en cualquier lugar excepto aquí, pero por

qué yo querría eso.

—Me gusta donde estoy.

Dylan respiró profundo.

—A mí también...

Una brisa fresca pasó, una nube de lluvia recubrió mi cara y sonrió.

Entiendo totalmente por qué él había hecho esto de niño. Yo solía sentarme

191

en mi ventana cuando iba a llover y fotografiaba el agua, mientras surgía por

el desagüe.

A Dylan no le importaba que estuviéramos tumbados en el capó de su

auto o que estuviera lloviendo. Estaba en el momento, algo que me estaba

enseñando a hacer y a disfrutar, de mayor importancia que algún materialismo

sin sentido, algo de lo que mi infancia había carecido en gran medida. Tal vez

había algo en esa forma de pensar. Sonreí ante la idea. La idea que se arrastra

en mí, sabiendo que Dylan está teniendo un efecto en mí más que sexual.

Dylan rodó hacia su lado, mirándome.

—¿Tienes frío?

—No.

Él asintió con la cabeza, pensativo por un momento, gotas de agua

colgando bajo su barbilla. A lo lejos, pero más cerca de lo que me habría

gustado, un trueno crujió iluminando el cielo detrás de nosotros. Dylan miró a

su alrededor y luego guiñó un ojo.

—¿Tienes miedo?

—Un poco —admití—. Estamos en la zona de tornados.

—Bueno. —Él se lamió los labios y sacudió agua de sus ojos. Su mano

se levantó para secar las gotas que se formaron en mi nariz—. Esto significa

que estás haciendo algo mal de la manera correcta.

—Tu lógica es a veces aterradora.

Él me dio un guiño juguetón.

—Mi lógica es lo que te tiene aquí, conmigo, en la lluvia, en el capó de

mi auto. —Lentamente se inclinó hacia adelante, se cernió sobre mí, y siguió

como si fuera a besarme, pero se detuvo justo cuando sus labios estaban en los

míos, apenas tocándose, su aliento sopló en mi cara mientras hablaba—. Baila

conmigo... en la lluvia.

—¿Aquí?

192

—Sí. —Él se echó hacia atrás, los ojos brillando mientras la lluvia

rociaba gotas en sus pestañas mientras hacía un gesto vago—. Aquí.

Sentándome sobre mis codos, deslicé mis pies por encima del capó

para que mis rodillas estuvieran dobladas, mis talones tocando mi trasero.

Dylan se paró en el capó, el metal protestó con un golpe ante su peso.

Extendió la mano levantándome.

—Baila conmigo.

—¿Estás seguro? Esto abollará el capó.

—¿A quién le importa? —Hizo un gesto hacia el lado izquierdo del

auto. Este ya se abolló.

—Yo no quiero empeorar las cosas.

—Cállate —dijo él poniendo mis manos alrededor de su cuello y las

suyas en mis caderas—. No lo haremos. Estamos haciendo recuerdos aquí,

disfruta del momento, de estar aquí. —Puso su mano sobre mi corazón de

nuevo, sus ojos fijos con seguridad en los míos y parpadeó lentamente—.

Quédate conmigo justo aquí, en la lluvia. —Lo hice, yo estaba en el momento

y envuelta en torno a él, mis pies descalzos chillando contra el metal—. Cada

vez que vea este capo, voy a pensar en este momento y en ti. Y yo sabré que

somos las únicas dos personas que van a saber lo que estas abolladuras

significan porque estábamos en un momento.

Sabes esos momentos, ya sea que estés o no en ellos, tú sientes algo

más que lo que tratabas de sentir, lo que querías sentir. Eso era justo ahora.

Era como ver una puesta de sol, una que yo esperaba que fuera una puesta de

sol promedio y sabiendo cuáles serían los colores y la configuración específica

que yo usaría, pero luego, con tanto como un cambio en las nubes, una puesta

de sol que nunca esperabas es revelada. Es un corazón robado en la lluvia,

salpicado de rayos de luz que besan tu piel y bailan en la lluvia con el sonido

de los truenos y gruñidos rodando.

Es estar en el momento y darte a ti mismo así lo pretendas o no.

Es un amor apasionado mantenido en su lugar por el azul hielo.

193

Una buena parte de mí estaba asustada de amar a Dylan. Pero también

había una parte, esa niña dentro de mí que siempre había estado enamorada

de Dylan desde aquel primer beso. La otra parte estaba nerviosa de amar a

alguien como Dylan cuando yo no me conocía a mí misma. Sabía que con

Dylan, fácilmente podía caer enamorada de él.

—A veces me pregunto de dónde demonios viene un chico como tú

—dije con mi cabeza yaciendo suavemente sobre su pecho, su respiración

ligera como la niebla sobre nosotros.

Dylan soltó esa risa suave que encontraba tan tranquilizadora.

—Creo que su nombre era Lauren...

Mi sonrisa jaló un lado de mi cara, una lenta y extraña sonrisa que los

recuerdos moldeaban.

—Y ella olía a galletas de azúcar.

Balanceándose de lado a lado, me giró una vez antes de reclamar mis

caderas.

Nos deslizamos mientras el agua perlaba el capó y aterrizábamos sobre

nuestros traseros después de eso.

Dylan me miró.

—Yo no tomé en cuenta cuan resbaladizo sería.

Tratando de evitar resbalar más, me mantuve estable pero luego perdí

el equilibrio en un ataque de risa cuando vi que el pie de Dylan había roto su

parabrisas cuando nos caímos. En lugar de enojarse, suspiró, moviendo la

cabeza y tendiéndose sobre el capó.

—Ves, qué te había dicho… recuerdos. Voy a mirar ese parabrisas

ahora y decir: “joder, esa fue una idea tonta”.

Yo no pude parar de reírme y me incliné tendiéndome como él había

hecho.

Él me miró, tomando una calada del cigarrillo que acababa de

encender.

194

—Eres tan jodidamente bonita cuando sonríes así. —Su dedo índice

izquierdo golpeó mi nariz—. Hace que estas pecas se iluminen.

El silencio cayó sobre nosotros. Dylan fijó sus ojos sobre los míos

mientras las puntas de sus dedos recorrían a lo largo de mi mejilla hasta que

tomó el lado de mi cara.

—Si alguien te preguntara de qué color es el cielo, ¿qué le dirías?

—Preguntaría a qué hora del día.

—¿Por qué? —Dylan parecía un poco perplejo por mi respuesta como

si lo hubiera atrapado con la guardia baja. Su mano cayó de mi cara mientras

se apoyaba en la ventana, su pierna izquierda doblada por la rodilla

relajándose en el capó abollado y el parabrisas roto.

Miré hacia el cielo, era de un gris claro, pero ensombrecido en parte

por el sol y pronto se hundiría detrás del manto de nubes. La lluvia finalmente

se detuvo y el olor de los árboles húmedos y la tierra nos rodeaba.

—Porque a veces es azul o gris o blanco.

Dylan tomó una lenta calada de su cigarrillo antes de soplar el humo

hacia el cielo.

—Al carajo con eso, esos colores son suaves. Mira más allá de eso.

Imagínate lo que podría ser. Hay dorado, rosa, morado y naranja, hay mucho

más allá de lo que se ve que la mayoría no ve, no quiere ver o no puede

imaginar. —Mantuvo un ojo en mí y asintió con la cabeza a la franja de nubes

que se había separado para revelar la puesta de sol sobre mi hombro—. Pensar

de esa manera no solo succionará la vida directamente de ti, sino que no vas a

ver lo que está justo en frente, en el momento. Estás atrapada viendo lo que

siempre has visto. No seas así. Mantente viva, mantente bien despierta,

mantente algo.

Pasar de la niñez a la edad adulta tiene una manera de desaparecer y

hacerte sentir de esta manera, una manera en la que Dylan creía y que nunca

perdió de vista. En el fondo él era ese niño travieso que una vez fue; tal vez

tenía una cáscara más dura en estos días. Pero mirándolo cantar, oyéndolo

195

decir cosas como esta, me hacían creer que él todavía estaba allí y que la

infancia no había desaparecido, la vida se había interpuesto en el camino.

También me hacía creer que había esperanza, a pesar de que no

teníamos ni idea de lo que nuestro futuro traería ahora, podríamos hacer y ser

lo que soñamos.

El silencio se instaló como la lluvia, las palabras no necesitaban ser

dichas, ojos azules que no permitirían que el niño en mí se perdiera, hacen

palpitar mi cabeza y mi corazón. Sus ojos sostenían los míos, como pesos

pesados en el lugar y los colores más imaginables detrás de él.

—¿Estás contento de que nos escapáramos? —le pregunté con mis

pestañas espolvoreando agua en mis mejillas.

Él miró mis labios y luego mis ojos antes de aclararse la garganta con

suavidad.

—Es nuestro trato. Es lo que teníamos que hacer. Así que sí, lo estoy

—suspiró presionando sus labios en los míos—, ahora, vamos a hacer algo con

esta mierda de la lista de cosas por hacer y bésame bajo la puta lluvia.

¿Nuestro trato?

Yo no estaba segura de lo que quería decir con nuestro trato, pero un

beso bajo la lluvia fue suficiente para borrar cualquier pensamiento que pude

haber tenido.

Los recuerdos destellaban contra mis párpados cerrados, los recuerdos

que creamos cuando éramos niños y ahora me consumían, me hacían sentir

esos colores sangrantes.

196

11

Pistas de Tierra Bailey Gray

Traducido por LizC (SOS), vanehz y Aяia

Corregido por Lizzie

ylan y yo llegamos a Dodge City alrededor de la medianoche

después que nuestro beso bajo la lluvia se convirtió en más

que un beso.

Estábamos tratando de encontrar un hotel, pero como vimos después,

había una carrera en la ciudad y todos los hoteles parecían estar reservados. El

tío de Dylan, Kyle, el hermano menor de su padre, llamó y nos consiguió una

habitación en el Best Western donde un grupo de su equipo se alojaba.

Ahora estábamos tratando de encontrar el Best Western.

—Me muero de hambre —se quejó entre mi cabello, sus labios

rozando mi oreja mientras conducíamos alrededor—. Tengo tanta hambre

ahora que podría comer tu codo. —Se rió un poco, su pecho sacudiéndome

mientras su mano se deslizaba por mi hombro, tirando de mí contra él. Su

mano siguió su recorrido más abajo y corrió por mi brazo—. De hecho

—Dylan se detuvo y tiró de mi brazo cerca de su boca—, dámelo aquí, voy a

mordisquearlo un poco.

Me reí, alejándome de él a carcajadas. Las últimas horas habían sido

nada más que risas, persistentes toques, cosquilleos y ropa húmeda sobre el

D

197

tablero. Los dos estábamos en nuestra ropa interior y la calefacción puesta a

todo volumen intentando secarlas.

—¿Qué quisiste decir cuando dijiste “nuestro trato” antes? —le

pregunté, acurrucándome más cerca de su costado.

Dylan guardó silencio durante un minuto, con una mano apoyada en

el volante, la otra en mi muslo superior.

—No es complicado, Ojos Marrones. —Sus labios se presionaron en

mi sien—. Es solo… nuestro trato.

—¿Tenemos un trato? —Volví la cabeza para mirarlo. Sus ojos

estaban fijos en la carretera.

—Todo el mundo tiene un trato —dijo—. Un acuerdo tácito…

estamos destinados a estar juntos, y lo sabes.

—Allí hay un Taco Bell. —Señalé a través de su pecho al lado

izquierdo de la calle, en un centro comercial—. Vamos hasta allí.

Así como así, la conversación giró.

A Dylan le encantan los tacos, así que fue donde terminamos. Nos

llevamos la comida de vuelta al hotel y comimos allí. No había nada mejor que

ir a través de un Taco Bell con autoservicio en la medianoche en tu sujetador y

ropa interior.

Grita inapropiado.

Cuando llegamos al hotel, los dos nos derrumbamos después de

comer.

La tarde siguiente fue cuando se puso interesante. A diferencia de

Eddy, yo nunca había conocido a nadie del lado Wade de la familia que no sea

Ken, el papá de Dylan. Y después de conocer a Ken, no estaba segura de qué

esperar de Kyle.

Nos reunimos para el desayuno no muy lejos de la pista de carreras en

Dodge City. Trajo consigo a su hermano más joven; el más joven de los

hermanos Wade, Gentry. Él era agradable y cercano en edad a nosotros. Me

198

enteré de que Ken era el mayor, luego Kyle y Gentry. Por lo que Dylan me

dijo, los tres eran muy diferentes. Ken era serio y una especie de idiota. Eso ya

lo sabía de primera mano.

Luego estaba Kyle, el más decidido de los tres hermanos, y muy

involucrado en las carreras. El más joven era Gentry, el bobo de la familia.

Pude ver eso también.

Él coqueteó conmigo esa mañana y Dylan tuvo que enderezar su

rumbo de inmediato.

—No amigo, ella ya está ocupada.

Gentry se divirtió con él como todos los tíos harían. Estaba de buen

humor y se mantuvo grácil.

Después del desayuno, nos dirigimos a la pista para conocer al resto

de su equipo y el piloto de NASCAR del cual Kyle era el jefe de equipo. Al

parecer se trataba de un doble-fin de semana y él había vuelto a la

competición de autos con los que creció corriendo.

Yo nunca había estado en una pista de tierra y no podía ver

exactamente el atractivo. Eso fue hasta que vi mi primera carrera. Entendí

completamente el atractivo. La carrera, la adrenalina, la afición, la cerveza,

todo era parte de la experiencia.

Kyle nos había conseguido pases para entrar y salir de los pits, pero

una vez iniciada la carrera, me sentí atraída y no quería perderme nada. Dylan

estaba de la misma manera.

—Entonces, ¿cómo es este piloto? —Hice un gesto al número nueve

impreso en el auto negro que estaba en la pista calificando.

El tablero de número en el medio de la pista resplandeció con las

palabras “tiempo más rápido” y Kyle sonrió sacudiendo la cabeza con una

sonrisa mientras se recostaba contra el banco detrás de él.

—Nunca pierde eso.

Gentry, quien estaba sentado frente a mí, miró por encima del

hombro hacia mí.

199

—El piloto es un imbécil. Solo recuerda eso y estarás bien. —Él se dio

la vuelta para beber su cerveza como si nada.

Kyle asintió.

—Él es un idiota, pero tiene buenas intenciones. Eso sí, no te ofendas

si él no habla mucho cuando venga aquí.

Yo nunca había conocido a un piloto de carreras antes y no estaba del

todo segura de qué esperar una vez que me dijeron que era un idiota.

Dylan puso su mano en mi muslo, pero se echó a reír y la llevó a mi

cara cuando él me miró y limpió lo que supuse era más suciedad de mi nariz.

—¿Te estás divirtiendo?

Asentí, mis ojos delatándome y Dylan esbozó una sonrisa, sus ojos

derivaron de nuevo a la pista cuando el próximo auto salió. Uno a uno los

autos, se dirigieron a la pista e hicieron lo que dijo Kyle, una vuelta de

calificación. Jameson Riley, el piloto del auto negro número nueve sostuvo el

tiempo más rápido.

—Así que este piloto, Jameson Riley —hice un gesto hacia donde él

estaba de pie en medio de la pista con un grupo de sujetos rodeándolo,

mientras hablaban con el locutor—, ¿es realmente bueno?

Dylan asintió, su brazo rodeó mis hombros.

—Sí, ha ganado el campeonato de NASCAR algo así como ocho veces

y solo tiene treinta y uno.

—¡Guau! —No tenía ni idea de lo que sea que eso quería decir, pero

me pareció impresionante.

A medida que las actividades se prolongaron en la noche, las gradas

de madera en las que nos sentábamos con vistas a la pista de tierra se llenaron

de familias y entusiastas aficionados a las carreras. Una explosión de luces

desde arriba hizo que los autos y guardabarros brillaran con una tenue luz que

me pareció fascinante junto con el sonido. El sonido me recordó al auto de

Dylan, con ese fuerte rugido distintivo de caballos de fuerza.

200

La atención de Dylan estaba en su mayoría en las carreras pero de vez

en cuando mantenía una mano en mí en todo momento, sintiendo,

recordando, haciendo recuerdos, nuestro trato.

Algunos de los otros conductores se quedaron en las gradas antes de

que comenzara lo que ellos llamaban el calor de las carreras, ninguno fue

Jameson, pero unos pocos dijeron que eran pilotos para correr con él.

No sé por qué, pero yo quería conocer a este tipo Jameson del cual

todos, incluso Dylan, hablaban muy bien.

—Probablemente va a venir aquí después de las eliminatorias, tal vez

—nos había dicho Gentry después de que él nos consiguió unas cervezas—.

Pero no te desilusiones si no lo hace.

Kyle bufó, el ruido entre el humor y la molestia.

—Solo sé que la única razón por la que incluso va a hablar con

nosotros se debe a que él está aquí, en una pista de tierra.

Eso me pareció un poco desagradable. ¿Por qué no hablarías con la

gente que vino a apoyarte? Dylan pareció darse cuenta de mis preguntas

moviéndose a través de mi cabeza y se apoyó para topar mi hombro.

—No es un mal tipo. —Se frotó la frente con la mano derecha antes

de ajustar su gorra—. Él es el tipo de persona que se enfoca en una sola cosa

cuando está corriendo.

—¿Así que lo has visto antes? —dije en su hombro protegiéndome los

ojos del sol, a medida que se asomaba por encima de su hombro izquierdo.

Él se dio cuenta de eso y se movió adelante para bloquear la luz, sus

ojos entrecerrados bajo el brillo antes de moverse de modo que su sombra

cubriera su cabeza.

—Sí, una vez en una pista de vuelta a casa. Es de Washington.

—Oh. —La idea de que él era de Washington me animó un poco más

por él.

201

Antes de los acontecimientos principales, otro grupo de gente entró en

los stands. Me fueron presentados como la esposa de Jameson y dos chicos,

Axel y Casten. También tenían una niña pequeña, Arie, pero ella estaba en el

tráiler de publicidad, sea lo que fuera eso.

En cuestión de dos horas, había aprendido todo un nuevo lenguaje que

nunca conocí. El mundo precipitado.

Sway, la esposa de Jameson, se sentó junto a mí cuando Dylan bajó a

los pits con Kyle y Gentry para ver el auto.

—Soy Sway, la esposa de Jameson —dijo, palmeando mi rodilla—.

Esos pequeños rufianes, son Axel y Casten. —Palmeó la cabeza de ellos

mientras los presentaba, pero ninguno se volvió. Sin embargo, se sentaban

tranquilamente comiendo sus salchichas. Sway rió cuando ellos no se

volvieron—. No dejes que la profunda atención te engañe, nunca están así de

tranquilos. Tuve que regañarlos en el tráiler por lanzarme tierra. Solo están

actuando de esta forma por temor a que le diga a su padre, lo cual haré.

—Ese es un nombre genial —dije, sonriendo y ya sintiéndome

cómoda alrededor de ella. Tuve un tiempo difícil yendo a conocer gente de

regreso en casa porque normalmente ellos estaban asustados de mí, ser la hija

mayor y todo. Ahora ninguno conocía ese lado de mí.

—Sí. —Sway lanzó su camiseta sobre sus piernas desnudas cuando el

viento la levantó ligeramente—. Mis padres me llamaron así por la canción de

los Rolling Stone.

Tuvimos una pequeña charla por un momento, le dije sobre dejar la

casa justo después de la graduación. Ella pensó que era divertido y entendí por

qué. Finalmente, alguien que no me daba una mirada de “qué demonios

estabas pensando”.

Sway era de conversación fácil y me encontré a mí misma absorta en

todo lo que tenía que decir. Era como si tuviera alguna clase de

enamoramiento de niña por ella. Era adorable y quería besarla. No realmente,

pero era linda.

202

—¿Cuánto tiempo has estado casada? —pregunté, tomando un trago

de la cerveza que Gentry me alcanzó y tratando de salir de mi enamoramiento

de niña por esta mujer.

Sway miró a Gentry empujando su hombro, su anillo de diamantes

brillaba con el movimiento.

—Tiene dieciocho, amigo, no es genial.

—Lo que sea. —Gentry ondeó su mano con una sonrisa y se sentó

junto a los niños frente a nosotras.

—Hemos estado casados por casi ocho años —dijo—. Nos casamos

cuando tenía nueve meses de embarazo de este. —Se inclinó hacia adelante

palmeando lo alto de la cabeza del mayor de los niños. Él le dio un

asentimiento pero no le prestó atención cuando una secuencia de cinco autos

en sprint vino a la pista para lo que ellos llamaban un toque del trofeo.

Esos tampoco eran su promedio de autos NASCAR. Estaban a mitad

del tamaño de la longitud con grandes neumáticos traseros, ruedas abiertas y

una aleta en la parte superior. Eran adorables.

Entonces empezamos a hablar en lo que Dylan y yo nos

encontrábamos, confundidos, perdidos, arruinados por algo que no

entendíamos.

Me sentí mal por verter mi corazón hacia ella, pero Sway tenía el tipo

de personalidad que hacía que empezara a rezumar coraje hacia ella y olvidar

todo sobre la carrera.

Sway sonrió.

—Tuvimos dieciocho una vez. No creo que Jameson y yo pudiéramos

hacer nada bien a esa edad y era como si tuviéramos que hacer todo mal antes

de hacer lo correcto.

—¿Pero estuvieron juntos eventualmente?

—Bien, sí. —Se movió hacia los dos pequeños niños sentados

tranquilamente en la banca en frente de nosotros vistiendo gorras negras de

carreras y sudaderas que hacían juego con el número de su papá y sus

203

patrocinadores—. Pero rompimos el corazón del otro antes de llegar al punto

donde estamos actualmente juntos.

—¿Hubieras hecho algo diferente?

El mayor de los niños miró hacia arriba y vio a su padre llegando, su

traje de carreras atado alrededor de su cintura con una multitud de fanáticos

siguiéndolo, en su mayoría mujeres. La sonrisa idólatra era innegable cuando

su papá agarró a los dos niños en un abrazo, tirando de ellos sobre sus

hombros.

Sway rió ligeramente.

—No —Miró al niño mayor con una sonrisa—, no habría cambiado

nada.

Jameson no se quedó mucho, no me dijo nada en reconocimiento, besó

a su esposa y entonces se fue en la otra dirección con los otros dos

conductores, su cabeza hacia abajo, su gorra hacia abajo para evitar el contacto

visual con alguien.

La noche progresó y pasé la mayor parte del tiempo hablando con

Sway y su cuñada que con Dylan. A él no le importaba, estaba en el cielo,

rodeado de autos de carreras.

Emma tenía algo. Además que ese cabeza rota que recogimos en la

ciudad de Oklahoma, nunca conocí a alguien con tanta energía como ella y

además tenía dos niños envueltos en ella. Esa mujer era increíble.

Jameson terminó ganando el evento principal, lo cual pareció poner a

su familia de buen humor. Su hermana, Emma, nos invitó a sus pits para

pasear.

Jameson regresó a los stands luego de recibir su trofeo. Miró hacia

arriba a Dylan y a mí, pero no dijo nada, sus ojos escaneando la multitud.

Parecía incómodo rodeado de ellos y parecía enfocado en alejarse.

—Regresa a los pits —dijo Emma sosteniendo a uno de sus hijos por la

capucha de su sudadera para que no pudieran escapar, el otro estaba sostenido

por alguien que parecía ser su papá—. Cocinaremos algunas hamburguesas.

204

Dylan era todo sobre comida y Emma no tomaría un no por respuesta.

Cuando llegamos a sus pits junto a la parte trasera de un gran campo

de polvo, con autos dispersos, un gran autobús azul y negro, tres grandes

transportadores para mover los autos, podías decir que todo esto era un asunto

de familia y todos eran muy cercanos. Me sentí un poco fuera de lugar pero

Emma y Sway eran buenas haciéndome sentir cómoda.

La comida estaba por todos lados también igual que la cerveza. La

favorita de Dylan.

Efectivamente, miré hacia él, parado junto al transportador rojo y

negro junto a Kyle y otro chico que no había conocido, bebiendo una Coors

Light.

Jameson estaba distante, manteniendo su distancia de la mayoría, pero

después de dos cervezas, empezó a abrirse y empezó a bromear con el equipo.

Podrías decir que se alimentaban de él. Estaba lleno de esa actitud bastante

parecida a Dylan, y poniendo el humor a su alrededor. Si estaba quieto, ellos

estaban quietos. Cuando su humor se aligeraba, ellos empezaban.

Además de todo eso, Jameson nunca vagaba lejos de su esposa. Estaban

siempre a centímetros del otro, pretendiéndolo o no.

Sway se mantenía ocupada con los niños pero de cuando en cuando se

detenía a hablar conmigo.

Los niños eran entretenidos de ver. Aún no había visto a las niñas que

ellos decían estaban alrededor de los chicos, quienes estaban parados junto al

fuego luego de comer hamburguesas, todo lanzando ramas y piedras en él.

Alternaban entre lanzar cosas al fuego y pasear por ahí en la pequeña bicicleta

polvorosa que tenían.

Sway suspiró detrás de mí

—Mira… —Señaló a Axel, quien había flameado un malvavisco en un

palo, balanceándolo alrededor—. Excelente control natal.

Ella estaba en lo cierto.

Toda su familia era oportuna. Disfrutaba de todos ellos.

205

Por lo que no estaba tan entusiasmada, era sobre los ojo de Dylan

sobre Sway. Como dije, Sway era linda, de lo más hermosa, pero estaba

cortada con arte. La forma en que reía, sus expresiones faciales, todo ello atraía

a la mayoría de hombres.

Dylan miraba a Sway caminar, sus ojos demorándose cuando se

inclinaba a recoger a su hijo más pequeño cuando empezaba a comer tierra.

—Mono, no —dijo, sacudiendo la tierra de su boca—. Eso es

asqueroso.

El niño rió, una risa contagiosa como la de su madre.

No me enfoqué en ello, sin embargo. No. Cuando vi a Dylan mirarla,

mi mente vagó. ¿Encontraba a Sway atractiva?

Por supuesto que lo hacía. Sway era más que hermosa y tenía la

personalidad que combinaba. Tenía ese rico cabello oscuro que flotaba, esa

increíble figura curvilínea, redondeada en los lugares adecuados. No era

demasiado delgada o demasiado gruesa y tenía el mejor trasero que hubiera

visto. Dylan, como un imbécil hombre, miraba.

Mis ojos se quedaron en Dylan, observando, esperando a ver lo que él

iba a hacer. Amar a alguien hace cosas extrañas en ti. Es complicado, inocente

a veces, te cambia la vida, te pone la piel de gallina, hasta no puedo dormir sin

él a mi lado. Y entonces, aunque las palabras no hayan sido dichas, no se ha

establecido una relación definida, cuando lo ves mirar a otra por cualquier

razón, los comportamientos inducidos por los celos asoman su fea cabeza. Lo

vi con Eric una o dos veces y con Dylan en el club nocturno. Ahora yo lo

estaba experimentando. La prisa, la ansiedad, la inquietud. Todo estaba ahí.

Él finalmente desvió la mirada, como si no tuviera intención de mirar

o no quisiera estar mirando, pero cuando ella se agachó otra vez dejando al

niño en el suelo, los ojos de Dylan se detuvieron en su pecho.

Mi corazón estaba en mi garganta, mi respiración pesada mientras mis

tripas se revolvían. Fue entonces cuando Dylan me miró, tal vez intentando

averiguar por qué le estaba mirando de la forma en que lo estaba haciendo.

206

Si él estaba supuestamente enamorado de mí, ¿por qué estaba mirando

a Sway de esa manera?

Me di cuenta entonces; los celos que estaba sintiendo era algo que

nunca antes había sentido. Era un golpe de realidad, loco, me apretaba la

garganta, hacía que mis ojos ardieran, y tomaba mi alma.

Un sonido me trajo de vuelta; una lata de cerveza tirada a un lado, un

movimiento en la distancia.

Jameson lo notó y se levantó de su sitio en el portón, sus enormes ojos

verdes encallecidos en Dylan. Lentamente, se acercó a Dylan, agarró los

cordones de su sudadera con capucha y con la otra mano tomó un buen

puñado de su camisa para acercarlo más, mirando, el silencio pesado y

amenazador.

—Ni siquiera pienses en ello, niño.

Dylan, joven difícil y un problema él mismo, mantuvo la compostura,

pero se notaba que estaba intimidado. Riendo nerviosamente, levantó su

mano, su voz baja:

—No hombre, no estaba pensando en ello.

—Bien —dijo Jameson dejándolo ir, su mano alisó la camisa de Dylan

mientras sonreía—. Ella está tomada.

Dejando ir a Dylan completamente, se alejó, su rostro marcado con

sombras siniestras pero con un borde relajado. Jameson parecía estar

bromeando, pero la amenaza estaba ahí. Simplemente estaba dando a Dylan su

lado.

Un poco sacudido, tal vez, Dylan dio una calada del cigarrillo que

tenía en su mano y tiró la colilla en un charco poco profundo, negando con la

cabeza con una risa baja.

—Amigo. —Kyle empujó contra el hombro de Dylan—. No hagas eso

otra vez. Ella es como la esposa del director, no preguntes, no toques, no

mires.

207

—Anotado —dijo Dylan, la risa nerviosa volvió antes de tomar un

sorbo de su cerveza.

Spencer, el hermano mayor de Jameson que había estado acosando a

los niños y sus malvaviscos en llamas casi toda la noche le sonrió a Dylan, sus

ojos muy abiertos pero sonriendo riendo silenciosamente.

—Tienes esa imagen de chico malo compactada pero no quieres joder

a Jameson, es muy inestable.

Sway rió acurrucándose al lado de Jameson cuando él puso su brazo

alrededor de ella.

—Ya basta, chicos.

Dylan se movió para estar junto a mí, su brazo alrededor de mi

hombro y por un momento, un breve momento, no lo quise. El amor era loco,

¿no? Te hacía enloquecer, jodidamente loca con pensamientos locos.

Él se volvió para enfrentarme, triste tal vez, atrapado sí.

—No estaba mirando porque estuviera interesado —dijo en su

defensa, medio suplicando, medio tranquilizante y bajo, solo para que yo lo

oyera.

—Está bien —dije no sabiendo qué más decir, riendo sarcásticamente.

La actividad que nos rodeaba no iba bien con el lado celoso así que me

olvidé de ello, eso no detuvo el fuego en mi estómago y el preguntarme por

qué miró en primer lugar. Dylan parecía agitado y molesto, tal vez estaba

enfadado consigo mismo o tal vez estaba enfadado porque alguien le había

llamado la atención sobre eso.

Sway rió en la distancia, Jameson estaba susurrando algo en su oído y

Emma estaba hablando con Dylan sobre Charlie, su hijo, quien acababa de

pegarle con un palo que era más como una rama. Ella se estaba disculpando.

Encontré interesante la forma en que Jameson y Sway se miraban el

uno al otro y se movían como uno. Era el tipo de relación refrescante y sabías

eso sin saberlo, estaban juntos. No tenían que decírtelo, lo sabías.

208

Todo el mundo se relajó a medida que la multitud que nos rodeaba se

hizo más espesa. Estuvimos en un círculo, bebiendo, hablando, y en su

mayoría escuchando a Jameson y a su grupo hacer el tonto.

Los chicos más jóvenes estaban un poco ruidosos después de un

tiempo, aburridos asumí y Jameson tuvo que estar agarrando al mayor, Axel,

por la capucha de su sudadera negra y decirle que parara. Él nunca levantó la

voz, no tenía que hacerlo. Su lengua era afilada y rápida.

Dylan quería mirar los autos así que Kyle le llevó dentro del

transportador y luego se inclinó hacia el lado de uno de los autos de correr

señalando varias partes asumí.

Cuando miré arriba, mi mirada atrapó a Jameson, quien estaba al otro

lado del fuego, y sonrió suavemente estirando la mano para entregarme una

cerveza.

—Tienes veintiuno, ¿no? —bromeó.

No estaba segura de qué decir, aquí este famoso piloto de autos de

carreras estaba ahora hablándome después de casi golpear el culo de mi amigo

por mirar el culo de su esposa. Tenía que haber estado escrito en todo mi

inocente rostro que había estado comparándome con Sway. No podía evitarlo.

Ahí es cuando él me sorprendió y fue mucho más perceptivo de lo que

alguna vez pensé que sería.

—No te quedes corta. Eres hermosa. —Su mirada no estaba en mí sino

en la cerveza en sus manos pero las palabras eran para mí. Sabía eso—. Nunca

dudes eso —dijo antes de golpear mi hombro con el suyo y guiñarme un

ojo—. Él solo tiene ojos para ti.

Fue una breve interacción y luego la multitud que nos rodeaba llamó

su atención pero después de eso, yo era una fan de por vida. Podía verme a mí

misma como una completa groupie de ese hombre, como Sway lo había

llamado. Ahora lo entendía. Él tenía la apariencia, la personalidad, y un

infierno de mirada. Dylan sabía eso de primera mano también.

Dylan hizo su camino de vuelta a mí, una sonrisa, una chispa en sus

ojos y una cerveza en su mano, riendo con Kyle.

209

Jameson miró por encima de su hombro al GTO estacionado junto a su

trasportador.

—Así que, ¿te gustan los autos?

Él estaba haciendo conversación y Dylan lo sabía, aliviado creo.

—Sí. —Asintió prestando especial atención a los chicos en la parte

trasera del trasportador dándose empujones unos a otros con camaradería más

que con ira.

—Tengo unos pocos clásicos en casa también —dijo Jameson

envolviendo un brazo alrededor de Sway cuando salió del transportador.

Acababa de juntar a los niños y puso a todos dentro del autocar que estaba

estacionado a un lado del trasportador cerca de la valla.

—¿De qué tipo? —Dylan llevó su cerveza a sus labios; su otra mano

palmeó sus bolsillos buscando sus cigarros. Cuando los encontró, sacó uno

pero no lo encendió. En su lugar, lo puso detrás de su oreja dando vueltas al

mechero en su mano.

Jameson le observó, curioso por su hábito de fumar y el mechero al

que daba vueltas cuando estaba nervioso.

—Tengo un GTO del 67 como el tuyo y un Shelby GT 500 del 67.

—No jodas —Dylan jadeó, su mano con el mechero levantado para

rascar su barbilla—. Esos son jodidamente raros.

—Sí, lo son —estuvo de acuerdo Jameson—. No colecciono muchos

autos pero tengo esos.

—¿Aparte de los autos de carrera? —Reí sintiendo parte de la

conversación. Sway lo notó y me guiñó un ojo.

—Sí. —Jameson rió con su sonrisa y sus ojos brillantes—. Los autos de

carreras son mi debilidad.

Empezaron a hablar sobre las especificaciones de los autos, tamaños de

los motores y lo que no cuando Jameson notó la abolladura en la puerta y el

capó.

210

—Mientras que puedo entender las abolladuras en el capó. —Jameson

hizo una pausa y nos dio una sonrisa a sabiendas a Dylan y a mí—. ¿Qué coño

le ha pasado a la puerta?

Mis mejillas estaban rojas brillantes. Dylan rió, su mano derecha se

deslizó en el bolsillo trasero de mis jeans, inclinándose hacia mí.

—Oh, ya sabes. Loco viaje de carretera.

Supe entonces que no iba a contarle a nadie de qué era esa abolladura.

No era por vergüenza tampoco. Lo dijo en serio cuando dijo que nosotros

seríamos los únicos con estos recuerdos. Eran nuestros.

Nada más fue dicho durante un tiempo hasta que Kyle volvió con un

chico en su espalda y dos de los chicos que supuestamente estaban durmiendo.

Reconocí a uno como Axel, el mayor de Jameson y Sway. El otro al que

todavía no había visto con polvoriento cabello rubio y brillantes ojos azules.

Ahí es cuando el chico que estaba en la espalda de Kyle saltó y aporreó

a Jameson.

—¿Quién es ese? —pregunté a Dylan.

Jameson gruñó levantándose del suelo.

—Mi jodido hermano.

La risa estalló mientras los chicos terminaban la ronda juguetona de

lucha. El chico Spencer era un viaje. Imagínate un hombre muy grande, ojos

azul bebé, risa retumbante y jugando ruidosamente tirando globos de agua y

luchando con su hermano menor. Era difícil de imaginar pero era entretenido.

Para cuando nos íbamos, Kyle llevó a Dylan a un lado para intentar

darle un poco de dinero. Naturalmente, él se negó. Hasta ahora, en nuestro

viaje Dylan había financiado toda la cosa aparte de unas pocas comidas cuando

él estaba distraído y yo me las arreglaba para deslizar el dinero antes. No tenía

ni idea de cuánto dinero tenía Dylan, y se negaba a hablar sobre cualquier

cosa relacionada con su fondo fiduciario, pero sabía que tenía mucho.

Aun así no estaba cómoda con que él pagara todo pero le dejaba para

ahorrarme una discusión.

211

Kyle golpeó el hombro de Dylan.

—Tu padre no es un mal tipo, Dylan. Es solo Ken. Eso es todo lo que

puedo decir.

La postura de Dylan era no-me-importa-una-mierda. Si eso no lo

delataba, poner los ojos en blanco y sus palabras lo hicieron.

—Ya he terminado con eso.

Kyle parecía entenderlo.

—¿Por qué crees que no lo he visto en seis años?

A través de Kyle aquella noche, aprendí mucho sobre la familia Wade

y que se mantenían en contacto con Drew. Kyle había pagado por que él fuera

a rehabilitación y un sitio para que se quedara hasta que se pudiera sostener

por sí mismo y eventualmente le ayudó a encontrar un trabajo estable. Resultó

que era en un bar, y si conocías a Drew esa no era exactamente la mejor idea,

pero él lo hizo bien y con el tiempo le compró el bar al dueño.

Sabiendo por lo que había pasado Drew, era bueno verle bien.

Dylan abrazó a sus tíos, estrechó la mano con Jameson y le dio a Sway

un breve abrazo cuando ella le forzó, todo el rato manteniendo sus ojos en

Jameson mientras el miraba juguetonamente.

Sway y yo nos abrazamos también y ella me pidió mi número lo cual

pensé que era bastante genial pero desafortunadamente, yo no había

reemplazado mi teléfono todavía y no tenía planes de hacerlo pronto. Me

encantaba su familia, eran gente genial y honestamente, quería que me

adoptaran.

—Eso ha sido divertido —le dije a Dylan cuando volvimos a su auto

alrededor de las tres aquella mañana.

Él me dio un asentimiento pero nada más cuando me abrió la puerta.

Antes de encender el auto, me miró, cuidadosamente eligiendo sus

palabras antes de que su voz bajara.

212

—Tú tienes mi corazón —dijo, estableciendo una extraña y calmada

actitud—. No tienes de que preocuparte conmigo.

Asentí, mis mejillas enrojecieron ligeramente ante su admisión y el

hecho de que no había dicho nada tan remotamente sincero como él me lo

había dicho a mí. Ahora tenía miedo de que si lo hacía no significaría nada.

—¿Por qué miraste?

—Hábito supongo. —Se encogió de hombros encendiendo el motor

del auto. El rugido hizo vibrar el asiento mientras aceleraba el motor varias

veces, pero no puso el auto en marcha.

¿Por qué los hombres hacen eso? No puedo decir que no he visto a

mujeres haciéndolo también, solo lo veo más con los hombres. Celos. Maldito

sea ese monstruo.

Mi voz estaba atrapada, atrapada en mi garganta. Ese doloroso dolor de

celos había vuelto, matándome lentamente.

—¿La encuentras atractiva? —Mierda. Había sonado patética.

Dylan rió, y agarró mi brazo para ponerme más cerca, su brazo se

envolvió a mí alrededor descansando contra el asiento sobre mi hombro. Su

mejilla se presionó contra el lado de mi rostro, cálido, confortante.

—Ella es atractiva, sí, pero no es mi Ojos Marrones —susurró. Sus

labios tocaron mi frente mientras hablaba—, nada nunca se comparará a ti

—gimió contra mi cuello, cuidadosamente mordisqueando mi piel—. Sabía

que estaba jodido desde aquel primer beso a los siete años. —Volviéndome en

mi asiento, su piel anormalmente caliente, su nariz rodando a lo largo de mi

garganta, besos calientes contra mi barbilla—. Estoy jodido. Sin ti, estoy

jodido.

¿Qué significaba eso? No dije nada, mis palabras se quedaron atrapadas

en mi garganta otra vez.

Dylan no esperó a que respondiera, mantuvo un brazo alrededor de mí

pero puso el auto en marcha y se dirigió de vuelta al hotel. Su mano retorció

un trozo de mi cabello entre sus dedos.

213

Pensé mucho en lo que Sway me dijo en el viaje de vuelta al hotel.

—Ama con todo lo que tienes. —Ese fue su consejo de relación. Y si

soy honesta contigo, era el mejor consejo que alguien me había dado sobre

relaciones.

El otro consejo que ofreció:

—No tengas arrepentimientos o dudas —me dijo—. Ama. Ama con

todo tu corazón, cada parte de él. Ama cualquier cosa tanto como puedas.

Sway era madura para su edad y parecía entender mucho acerca del

trato con Dylan sin que yo tuviera que explicar nada.

Cuando pensaba en lo que estaba pasando entre Dylan y yo, me

asustaba un poco pero me hacía sentir más viva que nada.

En casa, cuando alguien me hablaba sobre amar a un chico, dirían:

“eres joven y tienes todo el tiempo del mundo”.

Éramos jóvenes.

Yo solo era una chica, eso decían.

Y él es solo un chico, eso decían. ¿Pero y si no lo somos?

¿Y si éramos dos almas viejas destinadas a encontrarnos? Pieza^s que

faltaba reunidas por el destino. ¿Y si no tenemos todo el tiempo del mundo?

La vida es corta, real y jodidamente corta cuando piensas en ello. La gente

muere a mi edad todo el tiempo, y más jóvenes que yo todo el tiempo. No

tenemos todo el tiempo del mundo.

Cuando tienes dieciocho, nadie es más consciente de tu edad que tú.

Ellos te son rápidos en recordarte que no sabes nada, solo tienes dieciocho.

No puedes beber, solo tienes dieciocho. No puedes alquilar un auto,

solo tienes dieciocho.

Con todos esos no puedes, ¿cómo pueden permitirte votar, emitir tu

elección por el próximo presidente y asuntos políticos? ¿Tienes la edad

suficiente para eso, pero no para beber?

214

¿Tienes la edad para dejar que el mundo sepa tu actitud política, pero

no beber?

Como he dicho, te recuerdan constantemente que hay tanto que no

sabes y no puedes hacer. No sé por qué la edad importaba tanto. Es un

número. Solo un número. Medía años no lo que sabía o cómo me sentía por

alguien.

Debería ser capaz de decidir por mí misma lo que quería hacer y cómo

me sentía.

Un número no debería.

Algunos dicen que nunca encuentras el amor tan joven. Y cuando lo

haces, justo como tu edad, te recuerdan rápidamente que eres joven. Que no

cuentes con que esté para siempre ahí. La misma persona que dijo que no te

apresures te dice que podría no durar.

Algunas personas que creen que dieciocho es joven son las mismas

personas que creen que el amor verdadero no aparece tan joven.

No creen que haya un amor tan fuerte para perdurar a través de la

tragedia.

Creo que Jameson y Sway eran la prueba de ello. Por lo que había

aprendido en una noche con esa familia era que ellos eran la prueba de que

podía pasar cualquier cosa. Sway había pasado por el infierno con su madre y

luego con su padre. Pero ahí estaba, viviendo el momento, amando con todo

lo que tenía.

Creo con todo mi corazón que hay un amor que puede ser lo

suficientemente fuerte para aguantar cualquier cosa que se le ponga delante.

Hay un amor ahí afuera que las palabras, los sentimientos, infiernos, que el

aliento se imprimen en cada cristal. Su ritmo es la única indicación real de que

lo has sentido.

La edad no era nada más que un número. Y lo que yo estaba sintiendo

ahora, con Dylan, era un buen trato. Era nuestro trato. Era un aliento

imprimido en cada cristal y el ritmo lo mantenía vivo.

215

No estaba segura de cómo me sentía acerca de Dylan pero el

sentimiento estaba viniendo a mí, no podía ser ignorado porque por una vez,

era ese ritmo otra vez. Algo nos hizo irnos juntos aquel día y yo creo que fue

el destino.

Era nuestro trato.

216

12

Tatuajes y Cajas Bailey Gray

Traducido por Clary y Belle 007

Corregido por Lizzie

uestra siguiente parada después de Dodge City era Memphis.

Yo quería ver Graceland. Decidimos ir a Tulsa primero y

hacer unas pocas paradas a lo largo del camino.

La temprana parte del viaje fue tranquila, ninguno de nosotros era

muy enérgico en la mañana y Dylan parecía distraído con su teléfono así que

miré a través de las fotos de mi cámara que tomé ayer por la noche y las de la

noche en el Brickyard que no recordaba haber tomado. La mayoría de ellas

eran de Dylan cantando y la banda de Eddy. Habia unas cuantos de Lanny y

yo. Lamentaba mi mala decisión de pareja justo ahora y deseeaba haber

mantenido mi teléfono así podría haberme mantenido en contacto con las

chicas como ella y Sway.

—¿Tu beca era para fotografía? —preguntó Dylan antes que nos

detuviéramos en Tulsa.

Notó una de las fotos de la cámara, una de mí después del baile de

tubo que Lanny había tomado con mi cámara.

—Mierda, me veía ridículamente incómodo.

N

217

—Creo que lo estabas —dije arrastrándome hacía él en el asiento

central para estar más cerca de él—. No me preparé para el baile. Estoy

bastante segura que soy material de chica del espectáculo.

—Tendría que estar de acuerdo —dijo, su mano encontrando el

interior de mi muslo, sus dedos rozando círculos sobre mi piel justo debajo del

flequillo de mis pantalones cortos de mezclilla. Afortunadamente,

encontramos un Target por la mañana y fui capaz de conseguir algo de ropa y

más ropa interior. Dylan dijo que encontraríamos una lavandería a la noche

para limpiar nuestros otras ropas. Una semana huyendo y encontrarías un

camino huyendo de todo.

—Joder…ahora estoy pensando en el baile. —Dylan cambió,

levantando ligeramente sus caderas mientras se inclinaba hacia adelante

contra el volante. Después de un momento, se inclinó hacia atrás y puso su

brazo alrededor de mí—. Distráeme… ¿quieres tomar fotos para vivir?

Medio sonreí, pero me mantuve concentrada.

—He pensado en ello y sí, mi beca era para fotografía. Sabias eso, ¿no?

—Es impresionante y sí, quizá lo escuché en la escuela —dijo dando

vueltas a un mechón de mi cabello entre sus dedos. Solía hacer esto cuando

éramos jóvenes, un hábito, uno que amaba.

—¿Entonces piensas usar la beca? —Podías sentir la tensión creciendo

en Dylan, él no hizo un movimiento o sonido hasta que contesté. Sabía que mi

respuesta podría dictaminar su estado de ánimo.

—No iré —dije haciendo clic en la flecha de la cámara para

desplazarme a través de más imágenes, cada una recordándome el por qué yo

no iba. Este viaje, estas fotos, esto era yo. Una universidad, una vida

planificada, eso no era yo—. Pienso continuar con la fotografía, tal vez

vendiendo algunas fotos o algo para ganarme la vida.

—¿Por qué importa si haces algo para vivir? —Estaba realmente

curioso cuando preguntó eso.

—Bien, eventualmente necesitare hacer mi propio dinero, pensar en

el futuro. —Mi dedo se detuvo sobre la flecha del botón de nuevo y volteé a

218

mirar a Dylan. Él se encontró con mi mirada, pero solo por un momento—.

¿Cuál es nuestro plan de todos modos?

—Estamos yendo a Birmingham, ¿recuerdas? —Su sonrisa era solo de

medio lado, la realidad de que esto podría no podía durar para siempre, como

para mantener una sonrisa completa, o al menos eso es lo que pensaba.

—Al final tendremos que… tú sabes… establecernos o algo.

—Lo sé. —Y eso es todo lo que dijo antes de que él preguntara—: Así

que si tú pudieras, ¿simplemente tomarías fotos?

—Sí, podría gustarme eso pero probablemente solo sea un sueño. Hay

tantos fotógrafos talentosos ahí afuera que es difícil conseguirlo dentro de un

campo como ese.

—Pero conseguiste una beca —señaló, riendo, pero no una sincera

carcajada. Era una que decía: ¿estás loca?—.Esto es algo justo ahí. Si amas algo,

el dinero no debe ser el factor decisivo.

—¿Entonces estás diciendo que si amas algo, deberías hacerlo de

forma gratuita?

—Lo hago.

Él tenía un muy buen punto.

Rozando el lado de su rostro contra mi cabello, su nariz corrió a lo

largo de mi oreja.

—No se trata de hacer dinero Ojos Marrones. Es sobre dar tu corazón.

—¿Qué hay de ti entonces? Tu fondo fiduciario no va a durar para

siempre —repliqué, desplazándome a través de las fotografías una vez más y

riéndome entre dientes de una que tomé la noche anterior cuando Dylan se

había quedado dormido. Se dio cuenta e hizo rodar sus ojos.

—Que se joda mi fondo fiduciario. —Su mirada de furia era evidente,

sin embargo yo no miré—. Para mí, no importa cómo tenga mi dinero a la

larga mientras esté haciendo algo que amé. El dinero no significa nada. Eso no

219

compra tu felicidad por mucho que lo intentes, lo único que hace es complicar

la mierda que no necesita ser complicada en primer lugar.

Esta vez lo miré poniendo la cámara en el asiento junto a mí, el tenía

toda mi atención, y sé que tenía la suya, la mayor parte de todos modos.

—¿Es por eso que no tomaste la oferta de Sam?

—¿Quieres decir con ese sello discográfico que ofreció cuando él no

tiene un negocio haciéndolo?

—Sí, supongo. ¿Por qué?

—Porque —Dylan dejó salir un puff como si yo debería haberlo

sabido—. Ese no soy yo.

—¿Entonces qué harías para hacer dinero?

—Quiero hacer música, la hago. Es una pasión mía. —Hizo una pausa

por un momento cuando pasó un auto en el carril de la izquierda y luego se

movió de regreso hacia atrás en el carril de la derecha en la autopista.

»Probablemente tendré un trabajo en algún lugar cantando en un bar

para tener el suficiente de dinero para tener un lugar para hospedarme y

comer. Necesito sentirme vivo y hacer algo me ame.

—¿Qué hay acerca de ahora... justo ahora?

—Estoy justo donde quiero estar. —Me dio una sonrisa y besó mi

cuello con una risita baja—. Un buen trato.

Estaba con el trato de nuevo.

Intentando cambiar los temas, alcancé su iPod y cambié las listas de

reproducción. Dylan me deja hacer lo que sea cuando se trata de música. Lo

que estaba bien porque en casa, ya sea con Eric o Mercedes, nunca he

controlado la música. El pensamiento de lo que ellos dos me han hecho pensar

sobre lo que estaba pasando en casa y lo que la gente estaba diciendo. Me

imaginaba que Facebook estaba repleto de todo tipo de indeseables y ridículos

rumores y teorías. Apuesto a que estaban diciendo que yo estaba teniendo un

enamoramiento de niña con Dylan o algo así.

220

—¿Tienes Facebook o Twitter? —le pregunté. Mi mirada estaba en su

mayor parte en el iPod pero levanté la vista para ver su reacción.

Dylan me dio un vistazo.

—¿Parezco alguien que tendría esa mierda?

—Punto tomado. —Asentí encontrando otra lista de reproducción en

el iPod. Esta estaba marcada: Mentirosos.

Más adelante en esa tarde, en la parte final de nuestras cinco horas de

viaje, fuimos a través de lo que a mí me gustaba referirme como nuestra fase

de prueba de los noventas. Tengo que explicar cómo comenzó.

Una unión.

Era un poco entretenido que aquí estaba, hace un par de semanas,

viviendo la vida perfecta y ahora aquí estaba, tomando, fumando y huyendo.

Nunca antes había fumado marihuana y bueno, yo quería. Por

supuesto, Dylan tenía algo y no estaba sorprendida por todo esto. Él no estaba

exactamente bien conmigo haciendo esto, dijo que yo era demasiado inocente

para mezclarme con ella, pero tuve que recordarle que era hierba y no

cocaína. Él no encontró ningún humor en esa afirmación, pero lo permitió.

Fumamos y luego, fuimos a Memphis. Era ilegal pero fue la mitad de

la diversión. Aprendí rápidamente que si quería meterme en problemas, Dylan

era el compañero perfecto.

Dylan me mostró que tenía malas habilidades con el rap y yo le mostré

que podría arrojar un poco de Salt N’ Pepa cuando era necesario. Aprendí que

los Beastie Boys, los ídolos del rap de Dylan, eran enfermamente rítmicos y

que Brass Monkey era su canción favorita de ellos, si tuviera que elegir una

sola.

Rapeamos con No Diggity como nadie del negocio y estuvimos cerca

de chocar el auto durante nuestro camino al show del talento cuando él tocó

U Can't Touch This.

221

—No estoy segura de que es más divertido para mí ahora —me reí—.

El hecho de que tienes todas estas canciones en tu iPod o que me sepa todas y

cada una de ellas.

Dylan se rió. Su mirada despreocupada y perdida en el momento.

—Definitivamente que tú las conoces.

Dylan podía cantar cada una de las líneas sin perder el ritmo

incluyendo las nalgadas a mi trasero cuando me moví en el asiento agitándolo

para remarcar un punto. Durante estas dos horas manejando de entonces-tu-

piensas-que-tienes-talento-para-una-auto gira, lo hicimos tranquilamente con

risas y bocadillos. Lo que nos llevó a Taco Bell en Tulsa y luego de cargarlo

todo nos movimos al estacionamiento donde entrabas a Tongue Tied.

Mirándonos, podrías pensar que estábamos bastante drogados cuando

solo éramos dos chicos encontrando su amistad y disfrutándola. Por primera

vez en un tiempo, Dylan estaba relajado y siendo completamente él mismo.

Yo amaba esto y honestamente, caía un poco más profundo de lo que estaba

viendo ese lado de él.

Me perdí en un ataque de risas y Dylan me miró, tomando una calada

de su cigarrillo.

—Eres tan jodidamente bonita cuando sonríes así.

El silencio cayó sobre nosotros. Los ojos de Dylan atraparon los míos y

las puntas de sus dedos corrieron por mi mejilla y luego parpadeó. Le di otra

ronda de risas sintiéndome todavía en las alturas.

Estábamos en el estacionamiento inclinándonos contra su auto, el

calor proveniente de la cubierta quemando la piel de atrás de mis muslos

mientras estaba sentada allí con la música alrededor. Dylan terminó su cuarto

taco y tiro la envoltura vacía en la bolsa junto a mí.

—Enséñame esos movimientos de esa mierda de rally pep —dijo,

sonriendo, cuando llegó la canción Fight Music. Decidiendo que todavía

estaba hambriento fue por su quinto taco. Yo lo observaba desenvolverlo y

tomar el primer bocado.

222

—En primer lugar —salté después de tomar un trago de nuestro

Mountain Dew que estábamos compartiendo—, no era esta canción, era una

mezcla que Landon había hecho, con My name Is, Fight Music, Lose Yourself,

y Shake That. —Le di una mirada a Dylan—. Él estaba pasando por una fase

Slim Shady.

Dylan se ahogó en su risa, su mano sobre su boca.

—¿Conseguiste a Landon para hacer esa mierda?

—No, no lo hice. —Los ojos de Dylan estaban en los míos, curiosos y

literalmente vi el entendimiento en sus ojos—. Mercedes puede ser muy

convincente.

—Tranquila. —Dando un guiño, su expresión cambió como si tratara

de ocultar una emoción, sus manos se movieron a mis caderas después de

encender la canción—. Enséñame esa mierda. —Su cabeza bajó, su boca

contra mi cuello—. Yo soñaba contigo haciéndolo para mi, solo para mí.

Le enseñé mis movimientos después de eso. Su propio show privado.

Supongo que tendría que decir que se los enseñé a él y a unos diez empleados

de Taco Bell que nos veían. No era del todo privado pero a ninguno de

nosotros nos importaba.

Me enseñó algunos también.

Él fue sorpresivamente un rápido estudiante. Yo lo supe. Lo

experimenté. Lo amé.

Mirándonos, medio esperaba que iniciáramos rapeando y bailando

libremente mientras dejábamos salir nuestros kilos de chicos sin casa.

Estábamos fuera de control.

Dylan no era lo que esperaba la mayoría de los días. Mientras él iba de

una serie de emociones, había un muchacho lleno de vida que surgió a partir

de este tiempo a tiempo y reía, amaba y vivía con todo lo que tenía, y era

disparatado.

Era el mismo chico que amaba el rap de los noventa, los autos rápidos,

obsesionado con Taco Bell, los tatuajes, los cigarrillos y tenía un

223

temperamento como un huracán. Usualmente previsible, pero listo para la

fuerza de la naturaleza porque si finalmente empujaba por el borde, cuando

llegaba a tierra, es mejor que esperes a bordo por la jodida ventana.

Mientras nos sentábamos en el estacionamiento, Dylan asintió a una

tienda de tatuajes cruzando la calle en un centro comercial.

—¿Lista de cosas por hacer antes de morir?

Escaneando la fila de edificios, me puse a buscar a que se refería y mis

ojos se instalaron en una cartelera de tatuajes y perforaciones en el cuerpo.

Mis ojos se encendieron con la posibilidad de hacer algo para recordar

nuestro viaje, nuestro recuerdo, y uno solo nosotros conociendo el significado.

Dylan sonrió y asentí.

—Vamos.

Estaba justo arriba de la calle, una antigua fila de edificios de concreto,

con la tienda de tatuajes al final. Con ventanas de vidrio curvadas en una

puerta de vidrio pintada con spray con ventanas que parecían grafitis. Dylan

parecía cómodo. Sus pasos eran seguros al empujar para abrir la puerta. Lo

seguí de cerca, mi corazón en mi garganta por lo que iba a hacer.

—¿Qué están haciendo por aquí chicos? —preguntó una chica no

mucho mayor que yo, sus uñas y labios negros.

—Tatuajes —dijo Dylan nunca haciendo contacto visual con ella y

mirando las paredes de arte y perforaciones en el cuerpo. Yo hice lo mismo

con asombro de que yo, Bailey Gray, una chica que hace solo unas semanas

estaba viviendo la vida que todo el mundo quería —ahora mírame— estaba

seleccionando tatuajes.

La chica fue a través de todas las opciones y dijo que había que pagar

la mitad ahora y el resto cuando hubiéramos terminado. Dylan sacó su

billetera de su bolsillo trasero y entregó su ID y tarjeta de crédito a la chica de

cabellos oscuros detrás del mostrador. Ella sonrió, con los ojos desviándose a

los míos. Vacilante, le entregué mi ID.

224

Examinó ambos cuidadosamente, escribió alguna información en el

ordenador delante de ella y luego se movió por el pasillo.

—¿Qué vas a conseguir, Ojos Marrones? —susurró caminando junto a

mí; sus ojos sobre sus pies con las manos en los bolsillos, su hombro

golpeándome—. ¿A Tinkerbelle?

—No —grité ofendida de que él pudiera pensar que yo conseguiría un

hada tatuada en mí.

Luego, sonreí.

—Estaba pensando en una mariposa —me burlé.

Rió, sus hombros temblando pero nunca me miró.

—Original.

No estaba pensando en mariposas, y cuando él dijo original, me di

cuenta de lo que quiso decir. Una mariposa era algo que él esperaba de mí.

Un hombre muy alto entró y se sentó en el taburete de metal, mirando

mi apariencia. Hice lo mismo preguntándome si iba a padecer de septicemia5

por esto.

—¿Qué será?

Debí de haberlo mirado y su arte salpicó sobre él por lo menos cinco

minutos antes de apuntar a su bíceps derecho. Sonrió y me preguntó donde lo

quería.

La experiencia total fue aterradora hasta la mierda y creo que pasé la

mayor parte de ella con los ojos cerrados y mordiendo mi puño. Es posible que

me hubiera desmayado también. Quemó, picó y estaba segura que estaba

pelando mi piel capa por capa y luego añadiendo ácido en ella.

Cuando terminó, me pegó en el culo, fuerte debo agregar, pasó su

mano por su mandíbula, guiñó y dijo:

5 Septicemia: Es una infección producida por un germen que se extiende por todo el organismo.

Siempre es una enfermedad grave, ya que puede ser mortal si no se trata. Entre sus síntomas se

encuentra fiebre elevada, debilitamiento general, erupción cutánea, aumento de volumen del bazo,

ictericia, dolores articulares u óseos, y señales respiratorias.

225

—Uno de mis mejores trabajo, cariño.

No pude mirar. Quería, pero no pude. Al bajarme de la mesa, seguí sin

mirar, incluso cuando el hombre tatuado con delineador negro me ofreció el

espejo.

Me encontré con Dylan en el pasillo sus ojos atrapados en su celular

en su mano derecha. Cuando oyó las sandalias contra el suelo de concreto

pintado, me miró brevemente y asintió hacia la salida.

Mientras caminábamos nuevamente hacia el mostrador, él sonrió

ajustando su camisa sobre el vendaje que pusieron sobre su estómago.

—¿Qué obtuviste? —le pregunté ajustando mi propia ropa sobre mis

caderas.

—A Tinkerbelle —bromeó Dylan pero parecía tenso, quizá eso dolió.

Sabía que yo estaba un poco tensa. Dolió como el infierno.

Dimos la vuelta en la esquina y nos paramos en el mostrador, ninguno

de nosotros hablaba.

—¿Fue lo que esperaban? —nos preguntó la chica detrás del

mostrador, mirando a Dylan.

Manteniendo su mirada baja, él habló y supe por su tono cuando

ocurrió el cambio en su humor.

—Estuvo bien pero deberías decirle a tu equipo que mantengan sus

malditas manos para ellos mismos.

Él vio al chico golpeando mi culo.

—Stan no quería decir nada con eso, estoy segura de ello —dijo,

deslizando la tarjeta de crédito de Dylan.

—Tuvo suerte de que no le hubiera roto el jodido brazo. —Dylan

sacudió su cabeza pero no miró hacia otro lado, su sonrisa satisfecha, fría, y me

hizo querer golpearlo, casi. Estaba siendo un idiota y lo sabía, pero era

tranquilizador que estuviera cuidando de mí.

226

Ninguno de nosotros dijo nada en el camino al auto hasta que salimos

afuera. Lo miré y él encendió al auto.

—¿Qué obtuviste?

Las esquinas de su boca se torcieron en una tímida mueca que

encontré adorable. Antes de que levantara su camisa, despacio, su sonrisa

satisfecha se convirtió en una mueca.

Allí, a lo largo del lado derecho de sus costillas había un escorpión.

Aunque a él le gustaría negarlo, el tatuaje de Dylan tenía mucho significado.

—¿Qué significa? —Miré más cerca, mi cabeza prácticamente en su

regazo.

—Ellos pueden significar un montón de cosas. —Su mano se movió

par dejar caer su camisa escondiéndolo de mi vista mientras él encendía el

auto —. Misterio, poder, agresión, curación y protección.

El mío parecía estúpido ahora.

Sabía que él quería preguntar pero no lo hizo. Quizás pensó que era

privado, quizás no lo pensó.

Le tomó como diez minutos y finalmente cedió cuando pasamos una

señal.

—¿Qué obtuviste, Ojos Marrones?

Me sentí increíblemente avergonzada de admitirlo y las palabras

escaparon.

—Un sol.

—¿Un sol?

—Sip. —Mis manos se plegaron en mi regazo. Vi los carteles que

pasaban en lugar de su mirada. La pude sentir casi como sentía el ardor de mi

nueva marca.

—¿Puedo verlo?

227

Tomando un profundo respiro, sacudí mi cabeza en negación. No era

que lo encontrara patético o algo, s0lo sentía que comparado con algo que

Dylan hubiera obtenido, era sin sentido.

Dylan comunicaba mucho de sí mismo a través de sus tatuajes. Intenté

hacer lo mismo pero sentí que había fallado cuando vi algo tan fuerte como un

escorpión en él.

A él no le gustó mi negativa y estacionó el auto a un lado de la

carretera, la grava produjo un sonido metálico en los lados del auto. Los autos

tocaron la bocina mientras conducían por su falta de precaución para todos a

nuestro alrededor. Antes de que tuviera el tiempo para reaccionar, estaba

plana sobre mi espalda con él cerniéndose sobre mí.

—Muéstrame —demandó separando mis piernas con sus caderas, una

mano apoyada en el respaldo del asiento, la otra junto a mi cabello.

Mis ojos apuntaron hacia abajo hasta mi costado derecho, los suyos los

siguieron y movió la mano que estaba junto a mi cabeza a la camisa de los

Beastie Boys que le robé esta mañana. Lentamente, sus dedos rozaron mi piel

mientras lo hacía, levantó mi camisa hasta las costillas.

Cerrando mis ojos, imaginé cómo luciría pero no pude verlo.

—¿Lo has visto? —preguntó Dylan pareciendo conocer mi vacilación.

—No. —Mis brazos cayeron sobre mi rostro—. Estaba asustada.

Se quedó en silencio, sus dedos trazaron suavemente sobre el hueso de

mi cadera derecha por debajo de la picazón. Entre mis brazos pude ver el suyo

flexionándose mientras se sostenía por encima de mí.

—Es que encaja contigo a la perfección.

Mi curiosidad ganó a lo mejor de mí. Levantándome por mis codos,

miré. El tatuaje era exactamente lo que quería. Era un sol con bordes fluidos,

tres estrellas grandes y cuatro más pequeñas con los bordes nublados.

—El tipo dijo que significaba pasión ardiente —dije, mis pestañas

cayendo sintiéndome tímida cuando miré a Dylan.

228

El auto se sacudió cuando un camión de carga pasó, la mano de Dylan

salió de la parte trasera del asiento y aterrizó sobre mí. Ahora frente con

frente, me besó dulcemente hablando contra mis labios.

—Puede significar lo que sea que quieras. Algunos artistas te dirán que

quiere decir calor y fuego, pasión, todos los elementos asociados con

dedicación, verdad y luz. —Se empujó apoyándose en sus manos—. Si crees

que significa algo, eso es todo lo que importa.

* * *

Terminamos encontrando un hotel después de eso y luego un lugar

para la cena. Dylan quería comer en Crazy Chow House así que lo hicimos,

comimos demasiado y después fuimos a comprar a una tienda de comestibles

cercana.

Caminamos sin rumbo, tiramos mierda al azar en el auto, maquinillas

de afeitar, cepillos de dientes, gotas para los ojos, condones… sí, condones.

Él sonrió cuando los agarré. Sí, yo hice eso.

—Estás planeando tener suerte, Ojos Marrones. —Su brazo cubrió

casualmente mis hombros mientras empujaba el carro hacia las papas fritas.

Dylan se acercó cuando vio los Cheetos y puso dos bolsas en el carro, desde

que eran dos por cinco.

—Estaba esperando que tú eventualmente tomaras mi virginidad

—dije justo cuando dos adolescentes descendieron por el mismo pasillo.

Sus bocas abiertas no duraron mucho cuando Dylan avanzó hacia

ellos, mirándolos.

—Piérdanse.

Ellos no esperaron alrededor.

229

Volviéndose al carro, agarró algunas palomitas para el microondas y

continuó caminando como si nada hubiera pasado.

—¿Y qué sobre que nos arresten, dónde está eso en tú lista?

—preguntó, cuando me alcanzó.

—Estaba pensando en robar un auto de policía, o algo por el estilo.

—Estaba medio bromeando.

Dylan me dio una segunda mirada, su brazo envuelto alrededor de mis

hombros.

—¿Quieres ir a prisión? Tonta idea, Ojos Marrones.

Durante el resto de nuestro paseo por la tienda de comestibles, pensé

en las formas de ser arrestada, pero ninguna parecía lo suficientemente digna

Dylan hizo una mierda genial cuando lo arrestaron por encender autos

en llamas y generar disturbios.

Mientras pagábamos por la mierda que recolectamos al azar, agarré un

chicle de sandía junto a la caja registradora y esperé a que el empleado mirara

hacia otro lado. Cuando lo hizo, lo metí en mi sujetador.

Hubieras pensado que había robado un auto de policía por la forma en

que estaba sudando luego de eso. Dylan seguía mirándome como si estuviera

preocupado por mi repentino cambio de apariencia, pero no dijo nada hasta

que llegamos afuera.

—¿Cuál es tu problema?

Sonreí cuando llegamos al auto sintiéndome como si acabara de salir

de prisión.

—¡Robé un paquete de chicles!

Él sonrió satisfecho sacudiendo su cabeza mientras abría el maletero y

situaba las tres bolsas de comestibles junto a su guitarra, riendo ligeramente.

—Te estás rebelando.

230

Golpeé su brazo cuando lo arrojó sobre mis hombros y me acompañó

hasta el asiento de pasajero.

—Oye, soy una delincuente ahora. Trátame con respeto.

* * *

Esa noche, de regreso en el hotel, mientras Dylan estaba en el baño

justo antes de que nos fuéramos a acostar, eché un vistazo a la caja de

condones, jugueteando con mis manos en mi regazo. Dándome vuelta para

encarar a la pared, traté de no mirarla.

Mi mente se estaba desplazando a través de todas las posibilidades de

cuando la caja estuviera abierta. De lo que habíamos experimentado ya, no

podía esperar ese momento por venir.

Cuando Dylan salió del baño, se acostó en la cama junto a mí,

extendiendo el brazo sobre la cama para que me acercara. Lo hice.

Acurrucándome a su lado, presioné mi mejilla en su cálida piel.

Nuevamente, mis ojos fueron a la caja al final de la cama sobre la mesa junto a

la televisión que Dylan había encendido. Estaban pasando una película aunque

no presté atención, pero él parecía interesado.

Me sorprendió cuando habló, salté ligeramente en sus brazos, la cima

de mi cabeza golpeando contra su mandíbula.

—Esa caja es inquietante, ¿no?

—Un poco —admití enterrando mi cabeza entre su brazo y pecho.

—Quítatela —dijo, empujando el borde de su camiseta que yo estaba

usando. Debajo de eso no tenía nada más que ropa interior, sin sujetador.

Sentándome, tiré de la camiseta y la dejé caer al piso.

—Mierda. —Soltó suavemente cuando vio mis pechos desnudos—.

Estás haciendo esto tan difícil.

231

Sentándose, movió su peso para descansar sobre su mano derecha, su

izquierda se levantó para sostener mi pecho derecho en su mano.

—Eres hermosa —dijo antes de mover su boca hacia mi pezón. Justo

antes de que sus labios encontraran la sensible piel, me miró—. ¿Esto está

bien?

Asentí con un leve gemido.

Sus labios se cerraron a su alrededor, y luego sentí su lengua

arremolinarse suavemente. Era uno de esos cosquilleos que sientes en cada

nervio de tu cuerpo dejándote saber que estabas viva y sintiendo las mejores

sensaciones posibles. Besó mis pechos, mi pecho, mis labios, mis brazos, todas

las partes como si estuviera haciéndome el amor, emoción pura, fuego y calor,

en cada beso.

En poco tiempo, envolvió sus brazos alrededor de mí y me bajó de

vuelta a la cama, subiendo entre mis piernas. Voluntariamente las abrí más

amplias, sus caderas se movían despacio, su estómago desnudo presionando el

mío mientras su ropa interior cubría sus caderas encontrándose con las mías.

Con una mano en mi rodilla, abrió más mis piernas. Cuando mis piernas

estuvieron lo suficientemente separadas, se sentó sobe sus tobillos corriendo

su mano a ambos lados de mis piernas antes de quitar mi ropa interior y luego

la suya propia.

Tan pronto como se aproximó y lo sentí contra mí, apenas me moví

contra él. Ambos gemimos.

Dylan gruñó, cayendo hacia adelante sosteniéndose antes de deslizarse

adentro, estaba allí, listo, sacudiéndose con moderación.

—Sería tan fácil tenerte en este instante, tan fácil.

—Entonces hazlo. —Agarrándome a sus bíceps, empujé mis caderas

ligeramente. Empujándose contra mí, sobre mí, moviéndose a lo largo de mi

parte más sensible. Se mecía hacia adelante sin deslizarse dentro. Sus

embestidas eran duras y fuertes, sus manos agarrando la sábana junto a mi

cabeza, con fuerza, la frustración marcando sus movimientos.

—Te deseo, Ojos Marrones, lo hago —gimió—. Tenemos tiempo…

232

Me aferré a sus brazos, pecho, espalda, cualquier cosa hasta que el

hormigueo llegó y disfruté lo que me estaba dando, sin ninguna barrera.

Justo cuando me estaba viniendo con gemidos entrecortados y

respiración pesada, Dylan se alejó antes de venirse diciendo algo sobre mi

tatuaje y no querer nada sobre él.

Cuando mi mano se apoderó de él con fuerza, cayendo contra él, jadeó

y gimió. Amé la manera en que se sentía cómodo. Tan completamente y fuera

de control que quería llorar, rogarle por más pero este era él, entregándose al

ritmo que sentía cómodo. Él empujó y tiró de mi cuerpo, trayéndome cerca

mientras lo llevaba al borde, su rostro enterrado en mi cuello, susurrando

palabras muy bajas para que las escuchara. Cuando se vino, gimió ásperamente

en mi piel, sosteniéndome firmemente. Me sentí tan cerca de él de esta forma,

su pulso igual que el mío, cayendo a pedazos juntos, nuestra cercanía se sentía

inseparable.

233

13

Groupies Bailey Gray

Traducido por nanami27

Corregido por Lizzie

ylan y yo nos tomamos nuestro tiempo para llegar a

Birmingham. Creo que él estaba haciendo tiempo, pero

independientemente de ello, pasamos una buena semana en

Memphis haciendo nada más que turismo.

Ahora era el Cuatro de Julio y estábamos en la ciudad viendo el

espectáculo de fuegos artificiales. Cuando el sol en el cielo fue tragado por el

río, la noche nos cubrió y yo zumbaba con entusiasmo al querer ver los fuegos

artificiales con Dylan.

Al darse cuenta de mi emoción, él pensó que era lindo y sonrió cuando

saqué una bolsa de bengalas que tenía la intención de encender un poco más

tarde.

Cuando éramos niños, solíamos ver los fuegos artificiales en la Feria

del Lago juntos cada año. Ahora tenía ganas de volver a vivir esos momentos

con las chispas en sus ojos azules como el hielo y el aire caliente del verano a

nuestro alrededor.

De pie frente a la parte delantera del auto, Dylan me apartó por mis

caderas y me dio la vuelta. Se sentó en el capó del GTO y me colocó

D

234

firmemente entre sus rodillas antes de encender su cigarrillo y soplar el humo

encima de mi hombro.

—¿Has visto los fuegos artificiales aquí antes?

—Es hermoso, solo mira. —Él envolvió sus manos alrededor de mis

caderas.

Me apoyé contra su pecho y dejé caer mi cabeza en su hombro

viéndolo tomar varias caladas.

Se dio cuenta de que lo miraba y me besó en la sien.

—¿Qué?

—No eres en absoluto lo que pensé que serías —dije mirando el

tatuaje en su antebrazo que decía: “Asegúrate de poner tus pies en el lugar

correcto, entonces permanece firme” - Abraham Lincoln.

Dylan dio un golpecito a su cigarrillo lejos de nosotros y cruzó sus

brazos sobre mi pecho, manteniéndonos juntos, sosteniéndome más fuerte.

—Eres exactamente lo que esperaba.

Sostuve sus muñecas mientras estábamos de pie contra su auto,

observando, haciendo recuerdos. Fuertes flashazos encendieron el cielo de la

noche, rojo, púrpura, verde, un arco iris de colores. Tal vez fue la noche, estar

con él, o esta semana pasada con él y solo él, pero me había ido muy lejos,

envuelta alrededor de lo que fuera que estuviera en mi mente, no era el

pasado o el futuro, era el ahora, aquí mismo.

Besando su mano, maniobré fuera de su agarre. Dylan se apartó del

auto, de pie junto a mí. Como si todo lo que ha pasado hasta ahora, esta noche,

con él, se sintiera un poco diferente. Sus mejillas tenían un tinte en ellas por el

sol de la tarde, sus ojos conteniendo una profundidad, una apertura que no

había visto antes. Él me estaba dando todo lo que tenía para dar. Me estaba

dando su alma si la quería.

Nerviosa, mordí el interior de mi mejilla a la espera de ver lo que iba a

hacer. Agarró la bolsa de bengalas en el capó y me dio una.

235

Él sonrió, con una sonrisa que era más brillante que el cielo,

sosteniendo el encendedor en la mano, encendió mi bengala para mí.

Por un momento, nos miramos el uno al otro, chispas alrededor de

nosotros y fue perfecto. Quería decirle en ese momento que lo amaba, pero

cada vez que lo intentaba, no podía pronunciar las palabras. Para mí esas

palabras tenían un significado que no podía solo soltar sin más.

Dylan sonrió de nuevo, suavemente, buscando mis ojos que estaban

tan brillantes como los colores en el cielo.

—Baila alrededor como lo hacías cuando éramos niños y encenderé tu

bengala por ti —dijo, un poco tímido, con los ojos fijos en los míos.

Siguiendo el consejo de Dylan, bailé alrededor del auto con la bengala

en la mano, viviendo mi momento, creando mi recuerdo y observé a Dylan

mientras se movía del capó para apoyarse contra el parabrisas con una sonrisa,

viendo, viviendo en el momento, sonriendo al recuerdo que guardaba para sí

mismo. Chispas rosadas se convertían en doradas como luciérnagas cuando la

luna alcanzaba su punto máximo a través de una espesa capa de nubes.

Cuando el dorado se volvió a azul, pude sentir el calor y dejé caer la

bengala con una risita.

Terminé regresando al capó con Dylan y me recosté contra el

parabrisas agrietado.

Si tuviera que elegir el perfecto Cuatro de Julio, sería justo allí en el

capó de Dylan, haciendo recuerdos.

* * *

El rechinido de una guitarra acústica me despertó a la mañana

siguiente. Dylan estaba tocando una canción que no conocía, tal vez una de los

suyas. Rodando para acurrucarme junto a la almohada que usó, vi como se

inclinaba sobre la guitarra, su bíceps derecho flexionándose con los

236

movimientos. La luz filtrándose a través de la sala bailaba por su cuerpo, su

torso desnudo a la vista, pero la mayor parte de la habitación estaba

ensombrecida.

Desde que lo escuché interpretar su propia canción esa noche en The

Brickyard, no había escuchado alguna más de ellas.

A principios de semana, me encontré con un bloc de notas suyo, por

accidente, con cerca de un centenar de canciones escritas en él. Como no

quería entrometerme, solo tuve un breve vistazo de ellas y lo guardé en su

bolsa perfectamente empacada. Con su organización, estaba segura de que se

daría cuenta que miré, pero nunca dijo nada.

Todavía estábamos en Memphis y decidiendo cuándo dirigirnos a

Birmingham. Dylan estaba ansioso por ver a Drew.

Otra cosa ocurrió esa mañana que no me esperaba.

Comencé mi período.

No tenía tampones.

Dylan debió notar mi mirada de disgusto cuando salí del baño y me

miró con recelo.

—¿Qué te pasa? —Su mirada cautelosa se desplazó a una sonrisa

burlona—. Parece que llevas sobre el hombro de alguien que está dormido.

—No —dije bruscamente, golpeando la puerta del baño con mi rabia

menstrual—. Tengo que encontrar una tienda de comestibles.

Dylan se rió tomando su cartera de la mesa y poniéndola en su bolsillo

trasero.

—No estás en condiciones de ir a cualquier parte. Mírate. —Me señaló

como si yo no supiera que era consciente del hecho de que estaba

acurrucándome en un mar de almohadas y gimiendo mientras sostenía mi

estómago—. ¿Qué necesitas?

—Tampones y Midol. —Levanté la cabeza de la almohada, calibrando

su reacción—. Comencé mi período.

237

Los ojos de Dylan se ampliaron, pero no dijo nada para avergonzarme,

una lenta sonrisa se dibujó en su rostro.

—Oh, bueno, voy a conseguir eso para ti antes de que vaya al bar para

la prueba de sonido.

—¿En serio? ¿Eso no te hizo enloquecer?

—No. —Su frente se arrugó mientras se cernía sobre la cama, ahora

sonriendo—. ¿Por qué lo haría?

—Porque es una cosa de chicas. Algunos chicos se sienten

avergonzados por ello. Eric lo estaba.

—Por favor —suspiró besando mi frente, mi nariz y mis pecas—. Es

una cosa natural. Volveré más tarde, ¿de acuerdo?

Cuando llegó a la puerta, le confesé mi otra petición.

—Uh, ¿Dylan?

—¿Sí? —Se dio la vuelta, la puerta medio abierta, con la mano en el

pomo—. ¿Chocolate también?

—Y yo que iba a tratar de sorprenderte con él.

Quería gritar las palabras te amo detrás de él, pero no lo hice. Era

demasiado bueno para ser verdad. La última cosa que quería hacer hoy era ir a

comprar tampones. Además, no quería subirme a un auto. Quería recostarme

en la cama todo el día, comer chocolate y gemir de vez en cuando, mientras

me quejaba por mi género.

Dylan no se fue por mucho tiempo y volvió con más de lo que

esperaba.

Pizza y chocolate.

Después de entregarme la caja de tampones primero, y luego el

chocolate, se sentó en la mesa junto a la puerta y tomó una porción de pizza

de la caja mirando un volante en su mano.

238

—¿Qué es eso? —Colocando una almohada sobre mi regazo y una

manta por los hombros, tomé una gran bola de helado. Él incluso me

consiguió el tipo adecuado, Rocky Road.

Dylan dio la vuelta al volante y lo colocó frente a él en la mesa antes

de tomar otra porción de pizza y luego me entregó una.

—Hay una noche de micrófono abierto esta noche —dijo mirándome

por aprobación—. ¿Crees que debería hacerlo?

No estaba exactamente en el estado de ánimo para ir a un bar, pero la

idea de escuchar a Dylan cantar de nuevo me conquistó.

Estuve de acuerdo, con la boca llena de pizza y helado, y Dylan hizo

un par de llamadas al bar para inscribirse.

—¿A qué hora vas al bar? —pregunté después de tomar una ducha. Me

hizo sentir mejor asearme. Dylan trató de entrar conmigo, pero le dije que no,

no había manera que estuviera cerca de él, mientras estaba en mi período.

—A las cinco —dijo afinando su guitarra y mirando a través de ese

bloc de notas, mordiéndose la comisura de sus labios, él pasó la página de

nuevo.

Podía sentir que estaba un poco nervioso, no lo admitiría, pero sentí la

necesidad de ayudarlo.

—¿Necesitas una distracción? —pregunté, haciéndome salir del mar

de almohadas y envolturas de dulces alrededor de las dos de la tarde.

Dylan no comprendió el significado de mis palabras hasta que me

moví de la cama y me senté frente a él, de rodillas, con las manos recorriendo

sus muslos.

Resopló, sus ojos se iluminaron mientras lanzaba su bloc de notas a un

lado y movía la guitarra al suelo. Se recostó en la silla después de quitarse la

camiseta, comenzando a trabajar en la hebilla de su cinturón.

—Mierda, sí.

239

Si había alguna manera de relajar a Dylan sería viendo mi boca

alrededor de él. Sus ojos estaban fijos en mis manos mientras se movían sobre

él, y luego mi boca sustituyéndolas.

Dylan era todo respiraciones pesadas, susurrando sucios y suaves

gruñidos, sus caderas encontrándose con los movimientos de mi boca.

—Jesús —gimió en un sonido que casi sonaba como si estuviera

adolorido, una mano en mi cabello, guiándome, y la otra en mi mano que

descansaba sobre su muslo desnudo. Su iPod conectada a su estación de

ensamble llevó a The Black Keys a través de la habitación.

Era como estar en un mitin enérgico y eso me motivó a seguir. O tal

vez era la manera en que Dylan estaba reaccionando y hablándome lo que me

hizo seguir adelante, porque él era todo motivación.

—Mierda, lo haces tan bien… justo así cariño... —gimió y luego dejó

caer la cabeza hacia atrás en la silla y cerró los ojos. Aprendí rápidamente que

cuanto más arremolinaba la lengua y lo traía más profundo en mi boca, más

reaccionaba.

La idea de que yo le estaba dando una mamada a Dylan Wade fue

electrizante. Estaba dándole placer de la manera más íntima, unida a él de una

manera en que nunca había estado con nadie más. Estar sobre mis rodillas me

dio la posibilidad de ver su cara en esta ocasión, su hermosa cara contorneada

que estaba al borde, a pocos minutos de un agradable adormecimiento.

Miró hacia abajo, su mano tocó suavemente mi mejilla, enroscándose

alrededor de la parte de atrás de mi cuello.

—Tan jodidamente hermosa. —Sus ojos velados se centraron en mí,

sus gruesas pestañas parpadearon lentamente—. Ver tu boca en mí es... —Lo

llevé más profundo, su voz se quebró—. Dios mío...

Esas fueron sus últimas palabras.

No estaba segura de qué hacer con lo que había en mi boca en ese

momento y creo que Dylan se dio cuenta de mi vacilación cuando me vio

apretando sus jeans y camiseta. Por supuesto que me lo tragué. ¿Qué iba a

hacer, escupir?

240

He oído de las chicas en la escuela que los chicos no apreciaban eso y

los hacía sentir mal.

—No tiene que tragarlo, lo sabes, ¿cierto? —dijo desplomándose en la

silla, con las manos en mis manos tirándome sobre su regazo.

—Lo sé. —Mis mejillas ardían un poco, se dio cuenta y las rozó con

sus nudillos sobre el lado izquierdo de mi cara.

—Es sexy, sin embargo —gruñó Dylan susurrando en mi oído antes de

chupar mi oreja. La sensación envió una ola de excitación a través de mí. Se

dio cuenta de eso también—. ¿Por cuánto tiempo generalmente estás fuera de

servicio?

Maldito periodo.

—Por lo general tres o cuatro días.

—Bueno. —Dylan giró mi cuerpo de manera estaba a horcajadas sobre

él, mis piernas caían por los lados de la silla—. Tengo algunas serias decisiones

que hacer en unos pocos días.

Maldita sea, no podía esperar y esperaba que esa caja finalmente fuera

abierta.

* * *

Cuando llegamos a Alfreads en Beale en el centro de Memphis, los

nervios de Dylan volvieron y se inquietaba a menudo, todo el camino hasta el

momento en que estuvo listo para subir al escenario. No volví con él, en su

lugar me senté en una mesa cercana y traté de pasar desapercibida ya que solo

tenía dieciocho años y era pura jodida suerte que me hubieran permitido

entrar en otros tantos bares como había hecho. Nadie comprobó mi ID y

estaba empezando a pensar que esto era solo una parte del sur y algo que

hicieron. Dylan tenía otro pensamiento sobre esto y me dijo que era un imán

de pollas.

241

Efectivamente, dos minutos después de sentarme, los chicos

empezaron a acercarse. Sentía asco por estar en mi periodo y no podía

entender por qué alguien me encontraba atractiva durante esa época del mes.

Naturalmente, no habrían sabido que yo estaba en mi período a no ser por el

hecho de que no era exactamente amable con nadie.

Bandas y artistas locales subieron al escenario, cada uno cantando una

variedad de música en diferentes géneros. Sintiendo nervios por Dylan, tras el

escenario, solo, empecé a morderme las uñas cuando se anunció su nombre y

la ruidosa multitud de personas rodeando el escenario comenzó a animar.

Ellos estaban allí para escuchar música en vivo y no les importaba quién

estuviera en el escenario, siempre que pudieran tocar.

La mayoría de ellos también podían. Me quedé impresionada con el

talento en esta ciudad. Creo que eso es lo que puso a Dylan nervioso también.

A pesar de que nunca tuvo la intención de ser una especie de estrella de rock,

en el fondo aún buscaba la aprobación de una industria despiadada.

Todo el camino al bar, Dylan no quiso decir qué canción escogió para

cantar, solo que no era suya. Y hasta que llegamos aquí, y vio unas cinco

bandas, no creo que él hubiera decidido nada hasta que observó a la multitud.

Justo antes de que tocara su turno, salió y se sentó conmigo por un

momento. Pareciendo relajado, se encorvó hacia un lado bebiendo una

cerveza que el dueño le había traído. Dylan le dio las gracias, otra me fue

entregada a mí, que tomé y prácticamente resoplé. Creo que estaba lo

suficientemente nerviosa por los dos.

Sin decir nada Dylan se levantó y se acercó a mí. Extendiendo sus

manos, las tomé y me levantó de mi silla para envolver sus brazos alrededor de

mi cintura.

Miré hacia arriba y me sonrió.

—¿Me deseas suerte?

Besando suavemente sus labios, él tuvo otras ideas y profundizó el

beso. Dejando ir mis manos, tomó mi cara con ambas manos, con las palmas

242

ahora en mis mejillas. Me besó con unos besitos más persistentes a mi labio

inferior, él se apartó y luego me besó en la nariz una vez.

—Disfruta del espectáculo, Ojos Marrones.

Cuando se deslizó detrás del escenario, me acerqué al escenario

queriendo una buena vista.

Cuando la banda anterior salió del escenario, el anuncio llegó para

Dylan.

—Señoras y señores, por favor, den una cálida bienvenida a Dylan

Wade de Seattle.

¿Seattle? Tal vez no quería que nadie supiera de dónde era realmente o

simplemente no le importaba y recitó una ciudad cuando se le preguntó.

Tiendo a pensar que no le importaba.

No mucho después de eso, Dylan subió al escenario, con la mirada

clavada en sus pies mientras él y otros tres chicos arrastraban los pies al

escenario con poca luz.

Dylan nunca levantó la vista hasta que estuvo de pie ante el micrófono

y luego, como si pudiera sentir mi presencia cerca de él, sus ojos se

encontraron con los míos. La esquina de su boca se curvó en una sonrisa

mientras la guitarra eléctrica detrás de él tocaba las primeras notas de una

canción que conocía. A los pocos segundos, Dylan se inclinó y comenzó a

cantar.

Tocó la versión de Lollipop de Framing Hanley.

Mi cara estuvo inmediatamente ardiendo, pero no pude apartar la

mirada. El enjambre de cuerpos cerca del escenario se volvió loco por ello,

como lo hice yo. Toda la canción no pude apartar los ojos de su animado

desempeño y desear que pusiera todo de sí mismo en su actuación. No solo

eso, él se relajó. Y cuando vio que la gente estaba disfrutando, se alimentó de

eso y se metió incluso más en ello.

243

Creo que perdí mi voz esa noche, incluso estiré la mano hacia él

cuando cayó de rodillas en un punto frente a mí. Me sentía como una maldita

groupie.

Lo que realmente me hizo sentir como una groupie era esperar que me

invitara a su habitación y saber que lo estaría.

Una de mis partes favoritas fue cuando él gritó en el micrófono

manteniendo una nota más larga que los demás y las venas de su cuello

sobresalieron. Me recordó lo que hice por él antes y lo que provocó la canción.

No solo podía verme a mí misma ser una chica de carreras, ahora me

veía siendo una groupie. Es una pena cuan fácilmente era influenciada cuando

finalmente me permitía pensar por mí misma.

* * *

No nos quedamos mucho tiempo después de que Dylan cantó, el

tiempo suficiente para que bajara la alta adrenalina que le provocó cantar en el

escenario.

De vuelta al hotel, encontré a mí yo groupie en sus brazos, justo donde

quería estar. Las cortinas estaban abiertas a la noche, las luces de la ciudad

bajo la tenue luz de la habitación, bajo nuestra respiración constante

amortiguada por los sonidos del aparato de aire acondicionado.

Podía sentir su corazón entre mis hombros y su estómago contra mi

espalda. Podía sentir sus brazos alrededor de mi cintura, y me alegré de que

estuviera oscuro a nuestro alrededor. También me alegré de que estuviera de

espaldas a él, porque la forma en que estaba sosteniéndome me hacía sonreír

como una especie de groupie lunática.

Levantando el brazo derecho de debajo de su bíceps, puse mi mano en

la suya que estaba curvada alrededor de la parte superior de mi caja torácica.

Me preguntaba si podía sentir mi corazón, porque estaba latiendo como loco y

preguntándome si sabía lo que sentía por él.

244

Apretó su rostro más cerca, podía sentir su nariz por la parte de atrás

de mi oreja. Él calentó el espacio de mi cuerpo y me rodeó mientras susurraba,

bajo y con brusquedad.

—Gracias por entrar en mi auto ese día.

Podía sentir su aliento en mi cuello, a través de mi cabello y mi cuerpo

entero.

Dylan me hacía esas cosas, me hacía sentir de maneras que nunca

imaginé.

No estaba segura de si podría dormir esa noche con todos los

pensamientos en mi cabeza acerca de lo que estábamos haciendo, cómo me

sentía, cómo se sentía, el futuro, todo ello, pero entonces Dylan hizo el más

bajo, más silencioso zumbido justo al lado de mi oreja. Hizo que mis pestañas

se sintieran como miles de maravillosos aleteos, y cerré los ojos con facilidad,

feliz, guardando ese recuerdo, ese momento conmigo.

—Buenas noches —susurró, su voz cosquilleando en mi oreja.

Yo tarareé en respuesta esta vez, y el sueño me encontró antes de que

lo supiera.

245

14

Su tormenta Dylan Wade

Traducido por nanami27

Corregido por Lizzie

staba ocultándoselo a Ojos Marrones. Ella lo sabía. Lo sabía.

Empujar los límites era mi maldita cosa. Lo era.

Pero no con ella. No con Ojos Marrones. Ella era mejor que

eso y no otra con quien quería una cosa de una sola vez.

No me malinterpreten, yo la quería. Yo quería todo de ella y de todas

las maneras manejables. La jodidamente linda manera en que arrugaba la nariz

cuando no podía arreglar su mente, que era a menudo. La forma en que sus

ojos se iluminaban cuando me veía cantar. La forma en sus labios se echaban

hacia afuera cuando dormía y las pecas sobre su nariz y mejillas, y la forma en

que nunca podía domar sus mechones pelirrojos en una cola de caballo.

Quería todo de ella. Incluso las partes que oscurecían la luz a su

alrededor, pero no podía hacerlo sin sentirme mal del estómago porque fuera

lo que él dijo que era. Resentimiento. Ella no era resentimiento.

La quiero a ella y solo a ella.

Quiero ser una parte de su tormenta.

Quiero sentir mi pulso contra el suyo.

E

246

Quiero que lo amargo en su dulce lengua. La tristeza en el dulce jarabe

de sus ojos. El silencio gritando en su mente. El enigma que es realmente muy

simple. Una felicidad complicada.

No estaba dispuesto a dejarla ir, me estaba enamorando

completamente, para siempre, sólido maldito amor nadando a través de mis

venas. Quiero ser el aliento de su boca y el ritmo en su pecho que late solo por

mí.

Quiero que ella sepa la verdad que la aplastará.

Quiero esconderle esa misma verdad y tenerla conmigo.

Quiero que ella vea la belleza que este mundo tiene para ofrecerle. Ese

era el maldito punto de todo esto.

Quiero su sonrisa y su puesta de sol.

Quiero volver a tener siete y besar su inocencia y su suave piel contra

la mía. Quiero volver a la primera vez que la toqué y recordar esa sensación y

vivir en ese momento. Quiero deshacerme de este dolor en mi pecho y la

jodida y pura tortura de estar tan cerca y no poder tener lo que quiero.

Lo que quiero ya no importa una mierda. Lo que ella quiere importa.

247

15

Estoy Aquí Bailey Gray

Traducido por NayeliR

Corregido por Lizzie

uando sea que cuentas una historia, siempre hay un giro, un

punto girando, un punto cuando la historia cambia. Cuando

llegamos a Birmingham es cuando sucedió. Era la razón por la

que dije que la cubierta debería haber sido oscura y ahumada.

Cuando llegamos a Birmingham, nos reunimos con unos pocos de sus

amigos con los que se mantenía en contacto porque su hermano estaba fuera

del pueblo ese fin de semana. Hicimos planes para reunirnos con él el viernes

en la noche en su bar el cual marcaría el día de un mes desde que nos fuimos

de casa.

En ese mes aprendí mucho acerca de Dylan y la vida que tenía y

quería. Él quería cantar solo si no estaba obligado a hacerlo. Él de hecho odia

los limones y nada de canela. El cartón lo alucina. The Beastie Boys eran su

banda favorita, otra vez, si tenía que elegir.

La parte más importante que aprendí, si Dylan quería algo, lo que sea

que fuera, nada lo detendría. Hasta a mí. No se rendía. Seguía diciendo mierda

como que si no estaba lista y él quería que estuviera segura. Que había

marcado fuera todo lo demás en mi lista de cosas por hacer en verano menos

C

248

mi virginidad, o inocencia como Dylan lo ponía. Rogué, supliqué, ataqué, nada

funcionó.

También aprendí rápidamente los humores de Dylan y que cambiaban

drásticamente de un momento a otro. Cuando otros chicos y yo estábamos

involucrados, era cuando su ira conseguía lo mejor de él.

Lo había visto celoso en el club en la ciudad de Oklahoma y unas

cuantas veces durante nuestro viaje pero nada comparado a esa noche en la

casa de su amigo en Birmingham. Incluso entonces eso no era nada comparado

con la furia que podía revelar cuando presionaba. Pronto vine a encontrar que

el huracán que tenía dentro de él era la tormenta más mortal que podría

alguna vez ver.

Su amigo, Chris Rigby, vivía en una pequeña urbanización fuera del

centro de Birmingham con sus padres, convenientemente fuera de la ciudad,

ese fin de semana.

Tan pronto como entramos a la casa, el olor a marihuana y whisky fue

casi penetrante.

Dylan se quedó cerca de mí, presentándome a las personas que no

había visto en años pero se habían mantenido en contacto. Parecía cómodo y

daba la bienvenida a la distracción que las drogas alrededor de él

proporcionaban.

No estaba segura de por qué, pero la mayor parte de la noche se sintió

rara para mí, un extraño recuerdo de que éramos solo niños que no sabían

nada acerca de las consecuencias y el daño que podíamos hacernos el uno al

otro.

Comenzó conmigo estando demasiado alto, como estaba Dylan, la

música alrededor de nosotros pulsaba y me encontré a mí misma bailando con

un chico llamado Josh quien era amigo de Dylan.

Dylan nos vio y no estaba satisfecho pero no hizo nada para detenerlo.

La única indicación que conseguí de que no lo disfrutaba fue su mirada. Tomó

un trago de su cerveza, sus ojos permanecían fijos en los míos mientras bailaba

con Josh.

249

Cuando Josh y yo nos separamos después de la canción, las cosas se

mantuvieron civilizadas. Sus manos habían estado probablemente donde no

deberían y su boca estuvo peligrosamente cerca de mi cuello unas pocas

veces… no hice nada que no debería haber hecho.

Dylan y yo no habíamos definido nuestra relación y no vi donde

realmente necesitábamos hacerlo. Tampoco Dylan, o eso pensé. Seguía sin

decirle como me siento, aunque estaba segura de que lo sabía, no había dicho

las palabras en voz alta.

Sentir la furiosa mirada de Dylan me tenía sudando balas así que fui

afuera con mi vaso de plástico con cerveza para conseguir algo de aire, una

cálida noche de verano era justo lo que necesitaba para aclarar mi ya brumosa

cabeza. Ahí fue cuando Dylan me siguió.

—¿Estás follando a ese chico después o qué? —dijo pronunciando mal

sus palabras, sus manos enterradas profundamente en sus pantalones cortos

cargo que colgaban bajo en sus caderas, una sonrisa de satisfacción. Cuando

fuera que Dylan tenía algo que decir, fuera bueno o malo, él sonreía.

Mis palabras salieron en un siseo cuando me giré para enfrentarlo, mi

estómago se retorció y giró.

—Jesús, Dylan, solo estaba bailando con él.

Él sonó desesperado porque lo escuchara pero no lo hice, estaba

molesta.

—¿Por qué lo dejaste bailar contigo así?

—Dylan, solo estábamos bailando. —Mi voz era más suave ahora,

cerca de las lágrimas que no quería mostrar. No estaba exactamente cómoda

con Dylan estando molesto conmigo por disfrutar de mí misma. No estaba

atraída por Josh o lo habría dejado intentar algo. Pero bailar no debería estar

fuera de límite ni tampoco hablar. Después de todo, ¿él podía comprobar a

otra chica pero yo no podía bailar con alguien?—. No me viste actuar de esa

forma cuando comprobaste a Sway —añadí maliciosamente.

Eso lo puso fuera.

250

—¡No me des esa mierda! —gritó, su voz haciendo eco por toda la

terraza cubierta donde estábamos. Su peso cambió y dio un paso hacia

adelante—. Tan seguro como la mierda que no lució de esa forma para mí

—espetó, desesperación convertida en ira y escuché algo romperse, una

botella de cerveza contra la pared al lado de la casa, una botella de cerveza que

no sabía que él estaba sosteniendo. Ere evidente que ambos habíamos tenido

demasiado.

—Estás exagerando.

Eso fue la cosa equivocada para decirle.

Para ser justa, presioné, pero lo que él dijo después fue como ácido en

mis venas.

Dylan arrancó sus ojos lejos de mí y giró para alejarse, pero se detuvo

abruptamente. Se dio vuelta para mirarme antes de llegar a la puerta.

—Me follé a Mercedes Grant el verano pasado.

Mantuvo sus ojos en los míos como si estuviera desafiándome a

responder. No iba a hacerlo. No iba a dejarle saber cuánto de mal eso me

lastimaba.

Él sabía que decir para lastimarme justo entonces.

La puerta de la casa golpeó detrás de él y me quedé fuera y me senté

en el césped. Recostada de espaldas, miré a las estrellas sobre mí deseando que

ellas tuvieran una respuesta. Si solo pudiera conectarlas y traer algún tipo de

respuesta no dicha. Lloré. Era el tipo de lágrimas que empapan tu cara,

calientan tus mejillas y cierran tu garganta rogando por algún tipo de

entendimiento.

¿Qué tenía Mercedes que yo no? ¿Por qué todos los chicos la querían?

¿Por qué él dormiría con ella y no conmigo?

Ella era una perra, ¿cómo podían ellos no ver eso?

A la primera señal de interés, los chicos se sentían atraídos por ella y

nunca entendía por qué. Primero Eric y ahora Dylan, en verdad no podía

entender el atractivo que ella tenía.

251

Me dio frío tan rápido que quise y decidí volver adentro a enfrentar a

Dylan. Estaba lista para irme y si no iba a llevarme, estaba caminando.

Estaba sentado en el bar en la cocina con varios chicos que parecían

emocionados de tenerlo alrededor. Ellos palmearon su espalda, hablaron

alrededor de él, nunca notando que no era parte de sus discusiones.

Sin saber que volví adentro, se tensó, lo sintió. Teníamos este tipo de

atracción el uno en el otro ahora.

Bajando la cerveza, violentamente, su cabeza volteó hacia la puerta y

sabía que era mi indicación para seguirlo o estaba cerca de ser dejada aquí. Él

dio un rápido adiós a sus amigos y se movió pasándome en la puerta, su mirada

en sus pies.

Bastante seguro, caminó hacia la puerta, esperó al menos esos dos

segundos, y entonces empujó a través del camino de entrada.

Nada fue dicho cuando entré en el auto y nada fue dicho cuando

condujimos lejos.

Crucé mis manos en mi regazo preparada al reconocer una esquina es

la calle próxima. Pensé por seguro que este era el final de nuestro viaje.

Tendría que llamar a mi papá, rogar por perdón e ir a mi perfectamente

planeada vida.

Aunque no quería eso. Por tanto como esto duele, mi tiempo con él

había sido irreal. Eso es el por qué esto duele tan malamente. Dylan me estaba

mostrando un lado de la vida que nunca conocí. Sí, era doloroso pero

mantenía un fuego que nunca supe que alguien podría sentir.

El camino al hotel fue tranquilo, sin música, nada. Las calles estaban

vacías, las casas oscuras, y los negocios cerrados. En la luz de alto, robé una

mirada de él, su mirada estaba hacia adelante, nunca cediendo. Un tranquilo

sonido rodante desde el GTO es el único ruido alrededor de nosotros pero lo

sabía. Podía sentirla, la tormenta que se avecinaba. Las sombras que estaban

moviéndose sobre mi amanecer y atardecer, los más oscuros tonos que

sofocarían mis matices de miel.

252

Cuando llegamos de regreso al hotel, no me dijo nada. Cuando golpeé

la puerta detrás de él, lo cual llamó su atención. Miré atrás de mí y sonreí

pateando mis zapatos al lado cerca del calentador.

Dylan puso su teléfono, llaves y billetera sobre la mesa de noche y

entonces miró hacia mí otra vez.

—¿Cuál es el problema, Ojos Marrones? —Estaba burlándose de mí

con la curva de sus labios y la sonrisa de satisfacción que tocaba sus ojos.

Estaba siendo vengativo.

—No seas un imbécil, Dylan. —Lancé mi bolsa y golpeé la puerta del

baño antes de entrar. Tratando de evitarlo tanto como pude, me quedé ahí por

cerca de una hora.

Cuando salí, su humor se había suavizado aunque los restos alrededor

de la habitación me informaron que no estaba sin daño. Decidí en esa hora de

mi tiempo a solas que iba a ser la adulta en esto y disculparme.

—Siento haber bailado con Josh. No estaba tratando de molestarte.

—Me moví de la puerta del baño hacia la cama sentándome en ella—. Estaba

teniendo un buen momento.

—Sí, lo sé. —Su irritación habló en su actitud y la forma en que sus

ojos sostuvieron los míos mientras caminaba en el espacio al lado de la cama.

Todavía no se había calmado. Antes que tuviera mucho tiempo para

reaccionar, él dejó de caminar y se cernió sobre mí—. Hiciste eso

perfectamente claro esta noche.

—No lo quería así —suspiré sintiendo como si me estuviera sofocando

con él tan cerca, tan enojado, tan a la defensiva por algo que no entendía.

Rápidamente alejé las lágrimas de culpa merecida que corrían por mi cara.

—Pero lo hiciste —dijo Dylan manteniendo sus ojos en los míos. La

ira estaba llameando, esa parte la entendía—. Lo dijiste.

—Mi Dios, eres tan frustrante.

—Sí bueno. —Finalmente dio un paso atrás creando unos pocos

centímetros de distancia. Sus manos palmearon sus bolsillos buscando sus

253

cigarrillos. Cuando los encontró, sacó uno colocándolo entre sus labios y me

miró de soslayo—. Eres irritante.

—No lo soy. —Lo miré tratando de dejarle saber que esto no estaba

exactamente ayudándonos a pasar esto.

—Síp, eres irritante.

—¿Qué tienes, como cinco años?

—Cállate —dijo tomando su encendedor del bolsillo de sus pantalones

de franela y sacudiéndolo alrededor en su mano izquierda antes de encender

el cigarrillo en una habitación de no fumar.

—Está bien, así que cuatro entonces.

Dylan empujó contra mi hombro y caí contra la cama, él sonreía

mientras caminaba hacia al balcón, pero agregó:

—Más como dos.

Sin embargo no había terminado con nuestro argumento y tenía unas

cuantas cosas que necesitaba decir así que lo seguí. Él suspiró cuando salí.

—¿No has tenido suficiente, princesa?

Hice lo que pensé era necesario por la situación. Pateé su espinilla.

—No seas un jodido idiota acerca de esto.

Se río un poco más oscuro esta vez.

—Bueno entonces, adelante —dijo soplando humo afuera con otra

risa—. Dime que te tocó así puedo poner a ese hijo de puta fuera.

No me estaba riendo.

—Eso no es agradable, Dylan. Tienes algunos serios problemas de ira.

Estábamos bailando. No conviertas esto en algo más.

—Como sea —gruñó pateando sus piernas arriba sobre el pasamanos e

inclinándose en la silla de plástico que estaba afuera.

254

—Bien, Dylan, llévame a casa entonces. Si esta es la forma en que esta

mierda va a ir, ¡llévame a casa! —Era la primera vez desde que nos fuimos que

no quería estar alrededor de él.

—¿Entonces qué? —Dylan golpeó tirando sus piernas del balcón para

sentarse un poco más derecho, su postura tensa—. ¿Tú jodidamente me odias

ahora porque estaba tratando de protegerte de ser violada por un jodido

imbécil?

—No iba a ser violada, Dylan. —Perdiendo un poco de fuerza, me

senté a su lado en la otra silla—. Estás exagerando.

—Tú no sabes eso —murmuró tomando otra calada de su cigarrillo—.

Eres tan jodidamente ingenua para toda esa mierda alrededor de ti. Hay

mucho más acerca de este jodido mundo de lo que no tienes idea. ¿Sabes

cuántas veces Josh ha estado dentro y fuera de la cárcel?

—Deja de tratar de protegerme, Dylan —dije ignorando sus

comentarios de Josh. No significaba nada y no era parte de esta discusión—.

No necesito que lo hagas. No eres mi padre y por favor no actúes así.

—Sí, princesa. —Dio otra desdeñosa mirada en mi camino. Me llamó

princesa solo para poner sal en la herida que sus palabras dejaron—. Puedes

estar malditamente segura que no soy tu jodido padre.

Justo cuando estaba lista para alejarme, él agarró mi mano cuando me

paré, el fuego en él calmándose ligeramente.

—Me rehúso a sentarme atrás y verte resultar herida. No lo haré. Miré

por años y no lo haré más.

Me dejó alejarme y me dio algo de espacio. En los veinte minutos que

se sentó afuera, sumando otros dos cigarrillos, su temperamento se había

calmado como el mío. Cubierta hasta mi barbilla en sábanas y completamente

vestida, me acosté ahí y miré el techo mientras se movía a través de la

habitación y eventualmente en la cama a mi lado.

—¿Por qué, Mercedes? —Las palabras colgaron en el aire, la

aprehensión sofocándome. Sentí lágrimas deslizándose de la esquina de mis

ojos ante la mención del recuerdo. Primero Eric y ahora Dylan. ¿Era la razón

255

detrás de él poniendo un bate de beisbol a través del parabrisas de Eric que

estaba celoso de Eric y no por mí después de todo?

Dylan recogió la botella de agua sobre la mesa de noche cerca de la

cama saltando sus ojos de los míos. No hizo contacto visual y sabía por qué.

Después de tomar un trago, puso la botella abajo, todavía sin contacto visual.

Su expresión se mantuvo igual, sus ojos concentrados en el techo cuando

finalmente se acostó a mi lado.

—Nunca le he dado algún pensamiento a eso. Me desperté a su lado y

entonces me fui sin otra palabra.

—Cuando los viste a Eric y a ella juntos, ¿qué lastimó más? ¿Que ella

estaba con alguien más? —Mis palabras salieron ahogadas mientras las

lágrimas corrían otra vez. Él sabía entonces que estaba llorando. No había que

esconderlo ahora.

—Bailey. —Hizo una mueca. Ni siquiera pudo mirarme—. Ella no

tenía nada que ver con eso. Le dije que estaba molesto porque él estaba

engañándote.

—¿Por qué ella?

Nada fue dicho por cerca de un minuto. Sus palmas presionadas en su

cara, excavando en sus ojos y entonces gruñó dejándolas caer a su lado.

—Ella fue solo una chica, Ojos Marrones. Una que estaba dispuesta en

un tiempo donde no tenía idea de lo que sucedía a mi alrededor.

—¿Estabas drogado?

—Peor, estaba atado en ese momento. Jodidamente más allá de toda

convicción. La única razón por la que sé que sucedió fue despertar desnudo a

su lado y el condón en el piso.

Mi corazón se sentía como si un cuchillo estuviera apuñalando a

través de él y estaba tratando de latir alrededor.

Hasta ahora no tenía idea que Dylan hubiera hecho algo peor que

marihuana. ¿Aunque cómo podía saberlo? Cada vez que hablábamos de eso, la

conversación rápidamente cambiaba a algo más.

256

Eran veces como esta cuando era fácil malinterpretar sus acciones por

inadecuación. Que tal vez no se sentía de la forma en que dijo por mí. Lo sabía

sin embargo. Estaba en su toque y en la forma en que me miraba.

Así que durmió con Mercedes. No tenía ninguna reclamación por él

entonces y no estaba segura de en verdad tener alguna ahora. Lo que me

asustaba era la forma en que se sintió y como escuchar que había estado con

mi mejor amiga, y ella sabía que tenía sentimientos escondidos por Dylan

creciendo, y sin embargo durmió con él. Y Eric. Era como si ella tomaba todo

lo que tenía o quería. Esa es exactamente la forma en que Mercedes era sin

embargo. Sabía eso.

Dylan no iba a dejarme ir a dormir sin sentir mi piel a su lado. No

importaba que hubiéramos tenido una pelea o que estuviera todavía molesta

con él, teníamos algo entre nosotros que no iba a alejarse.

—Saca esto, Ojos Marrones —dijo tirando de su camiseta que yo

estaba usando y los pantalones de chándal, también.

Hice como si no estuviera usando nada excepto su ropa interior.

Claro, yo era fácil para olvidar pero Dylan era fácil para perdonar. Sus

palabras aún dolían, lo hacían, pero estaba dispuesta a olvidarlas por ahora y

estar en el momento. No estaba segura de lo que el mañana traería. ¿Qué si

esta era la última noche juntos? ¿En verdad quería pasarla molesta con él? No.

Dylan se movió, plantando sus manos firmemente a ambos lados de mi

estómago y corrió su nariz contra el lado de la mía. Rozó su nariz y labios bajo

mi cuello, alrededor de la esquina de mis labios abiertos, sobre mi barbilla.

Mi cabeza cayó hacia atrás. Mi espina se curvó. Me escuché a mí

misma gemir y murmurar. Él se levantó sobre sus rodillas y deslizó su nariz

bajo mi cuello. Comenzó ahí, bajo su afecto burlón, y se esparció como un

reguero de pólvora. Cada milímetro de mi piel hormigueaba y quemaba por su

toque, su piel y sus besos. Se estaba disculpando.

El dolor en mi estómago se esparció más caliente, por todo mi cuerpo.

La necesidad quemante que él encendió en mí picando dolorosamente bajo la

superficie de toda mi piel. Lo deseaba. Deseaba que me mostrara su amor en la

257

forma más íntima. La manera que tenía con otras excepto conmigo, esto sería

diferente. Estaríamos compartiendo algo que no había tenido con otras. Amor.

Sabía lo suficiente de sus encuentros con esas otras chicas para saber que no

había estado enamorado y había sido solo sexo con ellas.

Dylan susurró y adoró. Yo jadeé y supliqué por más, siempre

necesitando, queriendo, rogando por más pero él no quiso rendirse.

—No esta noche, Ojos Marrones —susurró cuando traté de posicionar

su cuerpo desnudo donde más lo necesitaba—. No puedo hacerlo porque

necesito que sientas lo que siento por ti en el momento que suceda y justo

ahora, no estoy seguro de que lo haces. No después de una pelea.

¿Por qué seguía diciendo eso?

—Te deseo, Dylan, justo ahora.

Su expresión no cambió y me miró como si no hubiera dicho nada.

Cuando traté otra vez, él se movió de entre mis piernas a mi lado.

—Ojos Marrones. —Su voz estaba llena de indecisión—. No así, no

aquí, y ciertamente no después de lo que pasó más temprano.

—Pero… te deseo. —Mi voz se rompió sin que lo quisiera—.

Muéstrame que me deseas también.

Su mirada estaba en la mía, tomando en mis respuestas a sus toques,

mis palabras.

—Y te deseo también… pero no así.

Su rechazo dolió. No iba a mentir. Profundamente, sabía que tenía

razones para esperar. Había algo intocablemente profundo acerca de él y para

verlo, realmente verlo, tenías que entenderlo. En una extraña manera, lo hacía

así que no lo presioné.

258

16

Los Hermanos Wade Bailey Gray

Traducido por nanami27

Corregido por Lizzie

iempre ha habido un misterio en torno a los hermanos Wade.

Drew era mayor que Dylan por tres años. Siempre estuvo en las

drogas desde que podía recordar, pero cuando estuvo a punto de

una sobredosis a los dieciséis años, Ken no tomó a bien eso, asumí. No conocía

toda la historia y Dylan nunca sintió la necesidad de entrar en detalles.

Todas mis teorías eran especulaciones. Nunca supe la verdad y no

estaba segura de que alguna vez lo sacara fuera de lo que aprendí de sus tíos y

las breves interacciones que Dylan y yo tuvimos sobre él.

Ese fin de semana que llegamos a Birmingham, Drew estaba fuera de

la ciudad. Tuvimos que regresar a la ciudad la noche del viernes, tenía miedo

de ir al bar con él después de lo que sucedió el martes por la noche en la casa

de su amigo.

Desde entonces las cosas habían vuelto a la normalidad, pero aún tenía

que tomar las cosas más allá de lo sexual o hablar más sobre lo sucedido.

Dylan parecía nervioso por la tarde y dijo poco hasta que estuvimos en

el estacionamiento. Incluso entonces, no me dijo nada, pero tomó mi mano y

la sostuvo mientras entrabamos al bar en el centro de Birmingham del que su

S

259

hermano ahora era dueño. Un letrero en el exterior decía El empalme. Me reí

al pensar que poseía algún significado oculto. Estoy seguro de que lo hacía.

Drew estaba allí, no fue difícil de encontrar su cuerpo alto y delgado,

encorvado en una cabina repasando lo que parecían ser facturas. Drew se

parecía mucho a Dylan, aparte de los tatuajes. Por lo general eran confundidos

como gemelos cuando eran más jóvenes y todavía podrían pasar por ello.

Cuando la campana sonó mientras entrabamos, los cigarrillos y la

alfombra sucia nos engulló, rodeados de polvorientas paredes doradas. Viejos

barriles eran utilizados como mesas con tableros de vidrio y sillas de madera.

En las cabinas, las mesas de madera tenían un recubrimiento de gel por

encima de ellas con cientos de posavasos debajo del recubrimiento.

Arrastrándome con él, nos acercamos a Drew. Se puso de pie,

sonriendo a su hermano menor.

Dylan sonrió cuando Drew lo abrazó y fue fácil ver que no se

separaron en malos términos y todavía tenían un vínculo fraternal.

—¿Te acuerdas de Ojos Marrones, verdad? —preguntó Dylan tirando

de Drew y señalándome detrás de él.

Los ojos de Drew parecían distantes mientras trataba de recordarme.

Años de uso probablemente empañaron sus recuerdos.

—Sí. —Él dio una sonrisa, una que hacía juego con Dylan y me

recordó a su madre. Drew tenía los ojos de Dylan, inyectados en sangre y

oscuros, pero no tenían el mismo humeante hielo azul en ellos—. ¿Quieren un

trago? —Drew asintió con la cabeza a la barra por encima de su hombro.

Sin esperar a que le dieramos una respuesta, Drew caminó entre la

multitud a la barra en la parte posterior.

Lo seguimos. Dylan se estiró de nuevo, con la mano encontrando la

mía para guiarme con él. Todavía era temprano en la noche. El bar estaba

salpicado de unas diez personas diferentes, todas pareciendo estar perdidas en

su propio mundo.

260

—Así que fugitivos, ¿eh? —Drew me sonrió cuando nos paramos en la

barra, ambos para encontrar un asiento en los taburetes de madera que

rodeaban la desgastada barra de madera—. ¿Adónde se dirigen?

Dylan tomó un trago que Drew empujó en su dirección y luego la

cerveza. Hice lo mismo mirando a Dylan mientras lo hacía.

—Estamos pensando alojarnos aquí por un par de semanas y luego

vamos a ver a dónde nos lleva.

—Son bienvenidos de quedarse en mi casa —sugirió Drew tomando

un trapo de debajo de la barra y limpiando la madera frente a él. El olor a

cloro se elevó por encima de la cerveza en frente de mí—. Tengo una chica

quedándose conmigo, pero tenemos una habitación en la que son bienvenidos

de usar.

Dylan estuvo de acuerdo, tal vez para estar más cerca de su hermano,

pero no era quién para discutir. Realmente no me importaba dónde nos

alojábamos. A una parte de mí le gustaba la idea de estar con su hermano

mientras me sintiera más cerca de Dylan.

Fuimos a cenar con Drew esa noche en vez de quedarnos en el bar. La

mayoría de las veces Dylan y Drew hablaban y me incluían también, pero pasé

una gran parte del tiempo mirándolos a los dos.

Drew era suave cuando Dylan era intrépido.

Dylan no tenía que ser fuerte para hacerse entender, pero a su manera,

carácter intuitivo, rápido para ponerse de pie por sí mismo, hablando en

suspiros y argumentos, lo hacía con un borde que no se puede esperar de un

joven de dieciocho años.

* * *

A la mañana siguiente Dylan me preguntó si quería ir a ver la tumba

de su madre. La ternura que mostró mientras lo pidió fue sincera y casi me

261

rompió el corazón. Parecía perdido, triste, en conflicto, todas las emociones

que un niño sentiría al ir a ver la tumba de su madre muerta.

Al parecer, Dylan no había estado allí desde que tenía doce años y

sentía que era el momento. Por qué él me quería allí era algo aterrador para

mí.

Me vestí con un vestido negro que tome prestado de la chica

quedándose con Drew, Dylan pidió prestado un traje de Drew y dijo que su

mamá se enojaría si fuera allí usando esa mierda que lleva hoy en día. Drew

rió y estuvo de acuerdo. Al parecer, iba allí todos los domingos. Ella murió un

domingo. El domingo era el día de Drew con ella.

Dylan quería ir otro día. Eligió la mañana del sábado.

—Nunca te he visto usar una corbata antes —le dije cuando

caminamos a través de la casa de Drew y el camino de entrada para entrar en

su GTO.

—Sí, bueno. —Le dio a la corbata un tirón jalándola de su cuello para

que cayera suelta un poco más—. Es por ella. No te acostumbres.

—No eres tan rebelde con este aspecto. —Me reí cuando subió por

encima del asiento a su lado. Todavía no se podía abrir la puerta desde el

incidente del toro y parecía que el tiempo pasaría sin que él lo arreglara,

mientras más entendía su teoría acerca de los recuerdos.

—Ya basta —dijo sacudiendo la cabeza con una sonrisa cuando me

atrapó mirándolo—. Me estás distrayendo, y nunca dije ser un rebelde. No

pongas una etiqueta en algo que no conoces.

Cuando llegamos al cementerio a un kilómetro por el camino de la

casa de Drew, dejé que Dylan estuviera solo y de pie cerca de la tumba por sí

mismo. Ya que había pasado tanto tiempo desde que la vio, no podía verme

invadiendo su privacidad.

Dylan seguía afectado por la muerte de su madre. Cuando decía el

nombre de su madre, había un pequeño atisbo de dolor que trataba muy duro

para mantener oculto, pero lo veía. Era la forma en que sus manos temblaron

todo el camino hasta aquí y la mirada lejana en sus ojos cuando bajó del auto y

262

se acercó lentamente, la puesta de sol a su alrededor era hermosa. Pudo haber

sido un error hacerlo, pero tomé una foto de él caminando hacia la tumba.

Después, la acerqué en mi cámara y la miré. La luz del sol había atrapado la

esquina superior derecha y lanzado rayos de luz a Dylan, de pie, vestido todo

de negro con las manos en los bolsillos, la cabeza hacia abajo. En la esquina de

la parte izquierda de la foto estaba la lápida de su madre.

Tomé una fotografía más cuando se arrodilló junto a la lápida y colocó

un lirio cerca de ella, su flor favorita. Él solo compró uno esta mañana, dijo

que ella apreciaba los gestos simples como ese.

No pasó mucho tiempo y me hizo una seña para que me acercara, así

lo hice, guardando silencio hasta que habló. Nos sentamos en la hierba ahora,

mirando la lápida. Alrededor de su nombre estaban tres gorriones, los mismos

gorriones del tatuaje en la clavícula de Dylan.

Dylan debió de darse cuenta que noté esto y sonrió.

—Los gorriones significan amor eterno y compromiso con una

persona, o pueden significar eso. Si está en tu brazo, pueden significar que la

persona valora la libertad por encima de todo lo demás, obligado por ninguna

regla. —Con una sonrisa de lado, hizo un gesto a la lápida—. Para los

marineros, los gorriones significan un regreso seguro a casa. Drew eligió

gorriones por esa razón.

Asintiendo con la cabeza, leí las escrituras colocadas en ella.

Lauren Wade

30 de julio de 1972 — 14 de diciembre del 2003

Ninguna mano tan suave y gentil

Ningún corazón tan tierno y verdadero

No hay dolor más grande para nosotros que perderte

263

Dylan me contó la historia detrás de su lápida mientras nos

sentábamos allí, era algo que él escribió para ella en la escuela cuando se nos

pidió que escribiéramos un poema. No era exactamente el mismo, pero habían

decidido utilizarlo para su lápida porque ella lo amaba mucho.

—La última vez que estuve aquí fue con Drew —dijo tomando un

cigarrillo de su bolsillo y luego riendo en voz baja antes de alejarlo. Se apoyó

en sus manos, las piernas echadas delante de él—. Ella me mataría si me viera

fumando esta mierda.

—¿Culpas a Drew por irse? —le pregunté. No habíamos hablado

mucho de Drew desde que llegamos aquí y tenía curiosidad acerca de sus

pensamientos sobre la situación. Ambos actuaron como si nunca se hubieran

separado, lanzándose insultos el uno a otro y recordando su infancia.

—No. Drew lo tenía mal. —Dylan recogió el césped arrancando

pedazos separados en la mano como una distracción—. Me alegro de que se

fuera. Él lo necesitaba. Drew tomó un montón de mierda de mi padre.

—¿Estás enojado con él por irse?

—No.

—¿No lo estás?

—No. Bailey piensas demasiado. —Sus ojos se encontraron con los

míos y casi jadeé cuando vi que estaban velados. No quería hablar de esto—.

Él tenía sus razones y son solo eso, sus razones. No tengo derecho a odiarlo

por irse. ¿Apestó? Sí, lo hizo, pero esa es mi propia mierda, no la suya. No

puedes dejarte envolver por lo que sucedió en el pasado o lo que otros te

hicieron. Estar enojado con él sería un desperdicio de energía. —Cuando

habló las palabras, se sentía como si estuviera tratando de convencerse a sí

mismo más que a mí.

—¿Pero estabas triste? —Tomé sus manos de su regazo cuando él se

inclinó hacia delante. Tomó las mías y entrelazó nuestros dedos juntos.

—Sí, no lo sé. Tengo remordimientos y cosas que desearía hubieran

resultado diferentes. —Él miró nuestras manos y luego de vuelta a la tumba—.

264

No es algo en lo que voy a pensar con profundidad. Lo que pienso sobre eso es

en el momento, ahora mismo, lo que puedo controlar.

—Sí. —Pensé por alrededor de medio segundo y luego dije lo que

estaba pensando—. A veces se siente mejor cuando admites para ti mismo que

tienes resentimientos.

Contuve resentimientos de un montón de cosas, sobre todo para mis

padres y la forma en que controlaron todo lo que hice.

—Jesús, esta mierda no es complicada y no necesito que me analices

—espetó Dylan, dejando ir mi mano y poniéndose de pie. Su mano encontró

su cabello y tiró de los extremos—. Es una mierda. Mierda que no significa

nada. —Sus ojos se sumergieron en la tristeza, en mi corazón, aunque sus

palabras fueron duras—. Mientras más pronto te des cuenta de que la gente es

jodidamente mentirosa, engañadoras piezas deshonestas de mierda, mejor te

irá.

Sus palabras contenían verdad, lo hacían. Yo no lo sabía en ese

momento, pero él trató de advertirme. Lo hizo.

Y luego dijo:

—Bailey, escuchas lo que quieres escuchar a veces. —Hubo ternura en

su sonrisa, él no estaba tratando de hacerme daño, y el hambre en sus ojos

decía la verdad más allá de las palabras—. A veces los recuerdos son lo que

son... recuerdos. —Dio a la tumba otra mirada antes de alejarse, un cálido

confort en un pecho anudado.

Dylan estaba a punto de llorar y no quería que lo viera hacerlo supuse,

pero luego nos sentamos en el auto durante cerca de una hora, hablando. No

podía irse. Me preguntaba si era por esto por lo que vino a Birmingham. ¿Fue

para ver a su madre y su hermano? ¿Fue por eso que Drew regresó aquí?

Ya que su mamá nació aquí, su familia pidió que fuera enterrada cerca

de su primo y padre. Su abuela, la madre de Lauren, todavía estaba viva y vivía

en Montgomery.

Finalmente nos fuimos y nos dirigimos al bar donde Drew tenía

música en vivo. Afortunadamente, no se nos preguntó acerca de nuestra edad

265

y entramos sin problemas. Después de estar en el cementerio cerca de tres

horas, habría hecho cualquier cosa para que la mente de Dylan saliera de su

madre mientras su ira rodeaba la situación que parecía intensificarse cuando

presionaba.

Nos sentamos en una mesa del fondo que tenía una visión clara del

escenario. Drew cantaba esta noche.

—Drew me enseñó todo lo que sé acerca de la música. Él y Eddy

siempre tocaban mierda cuando era más joven, como apenas la edad suficiente

para sostener una maldita guitarra y mucho menos saber absolutamente nada

al respecto. —Los ojos de Dylan se iluminaron—. Me acuerdo de ellos

haciendo una versión acústica de Midnight Rider... hombre —suspiró al

recordar y vio a Drew tomar el escenario—, esos eran buenos tiempos. Esos

son los recuerdos que deseas recordar.

266

17

Estupidez Bailey Gray

Traducción por Debs (SOS), Clary y Belle 007

Corregido por Laurence15

espués de estar con Drew por una semana, estaba empezando

a sentir como si pudiera mudarme a vivir con él y Dylan y

ser perfectamente feliz. Eran entretenidos y exactamente lo

que necesitaba. Me encantó que no me protegieran o escudaran de sus

insultos. Me molestaban y los molestaba de vuelta.

Megan, la novia de Drew, era muy agradable y disfrutaba de tener otra

chica alrededor. Una que no fuera una puta traicionera. Drew trató de decir

que no era su novia, pero podías verlo en sus ojos. Amaba a esa chica y su

actitud peculiar.

El domingo a la tarde, mientras Drew pasaba tiempo en el cementerio,

Dylan y yo repasamos las fotos que había revelado. Se quedó mirando las fotos

de los amaneceres y atardeceres, manteniendo la de él caminando hacia la

tumba de su madre y pasando las de él, en el escenario, cantando.

—Estás vivo ahí afuera —dije sosteniendo la foto en la que se

encuentra de pie, con el micrófono en sus dos manos y con su cabeza

inclinada hacia atrás, cantando a todo pulmón una canción con un gran

significado para él. Su canción.

D

267

Sus dedos se deslizaron por mi brazo, por encima de mi clavícula hasta

al lado de mi cara.

—Es por ti.

Bajé mi mirada hacia él y sonreí. A continuación, su teléfono comenzó

a sonar. Era mi papá otra vez, así que arrancó la batería y la tiró al suelo, al

igual que lo hizo cada vez que llamó, que era todos los días.

—¿Crees que alguna vez dejará de llamar? —le pregunté,

mordiéndome las uñas. Una parte de mí se sigue preguntando por qué

continúa llamando, pero probablemente tiene que ver más con la escuela que

cualquier otra cosa. Sé que menosprecia el hecho de que renunciara a mi beca.

—No, no se detendrá hasta que te tenga controlada —dijo Dylan,

bajándose de la cama y alcanzando los cigarrillos—. Eso es todo lo que quiere.

Control.

* * *

Cuando Drew volvió de visitar a su madre nos fuimos a cenar juntos.

Dylan se encontró ahí con Josh, la primera vez que se habían visto desde la

fiesta y en la que bailé con él. Probablemente hubiera pasado, pero Josh estaba

coqueteando y Dylan no soportó cuando él puso su brazo a mi alrededor y

tomó algunas papas fritas de mi plato como si fuera una especie de buen

amigo.

Se nos pidió que saliéramos cuando Dylan le dio un golpe.

—Jesús, Dylan, ¿era necesario? —preguntó Drew cuando llegamos al

estacionamiento. Él y Megan, ambos, nos miraban. No tenía ni idea de qué

decir, así que guardé silencio.

—Sí, lo era —gritó por encima del hombro antes de entrar en su

auto—. Súbete, Bailey.

268

En el viaje de regreso a la casa de Drew, Dylan no me dijo

absolutamente nada. Fue frustrante. Estaba un poco aliviada de que Drew y

Megan tomaran otro auto. Quería tiempo a solas con Dylan. Tuve esta idea

loca de que podía hablar con él.

Su estado de ánimo no mejoró y cuando el auto empezó a vibrar,

empeoró.

—Ahora, ¿qué carajo te pasa? —Su mano sobre el volante giró los

medidores, pero nada indicaba el problema.

La lluvia que había comenzado cuando salimos del restaurante

balanceaba el auto con el viento. La vibración en la parte trasera izquierda se

hizo más evidente, y Dylan sabía que algo andaba mal. Nos detuvimos en una

parada de camiones, gracias a Dios antes de que algo se rompiera.

—Quédate en el auto.

Me quedé y miré mientras me decía que hiciera. Sentí que no estaba

de humor para más provocaciones.

Al oírlo revolver en la camioneta, lo vi por el espejo retrovisor tirar un

neumático afuera junto con una herramienta.

La lluvia, constante ahora, no estaba amainando. No lo quería por ahí

solo, así que en contra de mi mejor juicio salí.

Dylan estaba en cuclillas cerca de la llanta con una barra de hierro en

sus manos. Con la lluvia, la herramienta se deslizaba de sus manos y parecía

frustrarlo aún más.

—¿Puedo ayudarte? —Mi voz era tímida, con razón. Al principio, no

estaba segura de que me había escuchado con la lluvia, pero lo hizo.

—Puedes ayudar permaneciendo en el puto auto —gruñó, lanzando la

herramienta a un lado cuando finalmente pudo sacar las tuercas. A

continuación, tomó el neumático pinchado para reemplazarlo por el de

repuesto.

Aún no había superado el que me haya gritado, por lo que respondí

como tal:

269

—No tienes que ser un idiota al respecto.

Dylan se detuvo. Puso el dedo en la llaga, mirándome con sus ojos azul

frío, encendidos por mis palabras.

—¿Yo soy el idiota?

—Yo... tú... joder...

Frustrado, se arrancó la camisa mojada por la cabeza. La cual golpeó

contra el suelo al caer a su lado.

Lo siguiente que supe era que me tenía en sus brazos.

Sus dedos se clavaron en mi piel húmeda, deslizándose contra mí.

Girando en sus brazos, me deslicé contra el guardabarros mojado.

—No me digas eso.

Cerró mi puerta abierta y mi espalda golpeó la puerta, mi cabeza

contra la ventana mientras me empujaba. No fue difícil pero llamó mi

atención qué era lo que quería.

—No me hagas eso. No hagas eso. No me trates como si yo fuera un

idiota por tratar de protegerte de las cosas que pueden hacerte daño —soltó,

sus ojos feroces y solo en mí, el único azul que rodeaba la oscuridad

haciéndome saber que una tormenta se acercaba, su mano debajo de mi

barbilla me obligaba a prestarle atención—. Hay tantas cosas que no sabes.

Y ahí es donde se acabó. Dylan no estaba dispuesto a hablar de ello y

con Dylan, si no hablaba, oólo no lo hacía.

Tenía tantas preguntas que hacerle sobre sus crípticas palabras, pero se

había cerrado.

* * *

270

Drew y Dylan estaban un poco nerviosos al día siguiente, y me pareció

que tenía que ver con la noche anterior y el restaurante, pero no fue así. Sam,

el productor, excesivamente persistente que encontramos en Kansas, había

seguido a Dylan y ahora estaba haciendo preguntas alrededor de la ciudad.

¿Por qué estaba tan empeñado en Dylan? Era extraño, y a Dylan no le gustaba

ni un poco.

Sam había encontrado a Dylan con la ayuda de Drew y presentó la

idea de un show de tres bandas para apoyar a los bares locales. Y si pasabas un

tiempo con Sam, entendías que no tenía nada que ver con el apoyo a los bares

locales. Se trataba de él y de su compañía discográfica.

Las bandas tocaban en cada bar durante dos horas a partir de las tres,

terminando en el bar de Drew, El Empalme.

Mientras Dylan rechacó inicialmente la oferta, y le dijo a Sam que se

jodiera a sí mismo, lo reconsideró después de que Drew dijo que sería una

buena exposición para el bar. Dylan haría cualquier cosa para ayudar a Drew,

incluyendo acceder a asociarse por una noche con gente como Sam Young.

Para prepararse para la noche, Dylan llamó a Eddy, quien lo había

delatado con Sam de ir a Birmingham. Dylan le dijo que ahora se lo debía y

que lo mejor sería que llevara su culo a Birmingham el viernes a la noche.

Eddy trajo consigo a Reece y otro tipo llamado Davey, que nunca

antes había conocido. Pasaron la siguiente semana ensayando durante diez

horas al día en El Empalme, mientras que Megan y yo ayudábamos a Drew

con la publicidad y la colocación de letreros en la ciudad.

La noche del concierto, Dylan estaba en la sala de estar, mientras me

estaba preparando. No estaba muy segura de qué ponerme para el bar, pero

Megan me ayudó y trajo un bonito y sencillo vestido negro que se me aferraba

a cada curva. Dylan no estaba exactamente impresionado con el vestido, más

bien celoso de él. Sus palabras, no las mías.

—¿Estás nervioso? —le pregunté, sacando su mano cuando la deslizó a

mi lado otra vez.

—Un poco —admitió—. Nunca toqué en frente de tanta gente.

271

—Lo harás bien. —Me arrodillé junto a él moviendo mis manos en sus

muslos.

—Así dices. —Se rió entre dientes agarrando mis manos cuando

llegaron a la hebilla.

—¿No necesitas una distracción?

—No —dijo, llevando mis manos a su boca, besando mis nudillos—.

Tengo algo planeado para esta noche.

—Oh, sí, el concierto. —Parándome, me sentí tonta de que me

necesitara como a una especie de amuleto de la buena suerte.

Justo cuando me estaba alejando, su cálida mano agarró la mía y me

tiró a su regazo. Sus manos fueron a mi cara obligándome a mirar sus ojos.

—No creo que lo entiendas, Ojos marrones. —Su voz pasó a través de

mí—. Te quiero esta noche, por completo. —Cuando sus palabras salieron, su

mirada estaba en la mía, sugerente y curiosa.

—¿Quieres decir que por fin podemos abrir la caja? —Traté de

esconder mi sonrisa nerviosa, pero no hubo manera de evitarlo.

Dylan rió presionando sus labios en los míos.

—Sí.

—¿Por qué ahora?

No estaba preparado para esa pregunta, pero mantuvo su expresión

relajada.

—Tomo mi propio consejo y vivo el momento. —Me guiñó un ojo—.

Ahora vamos a jugar a ser una estrella de rock por una noche.

Una vez que me dijo que la caja se abriría esta noche, fue todo en lo

que pude concentrarme. Pensé en cómo se sentiría, qué haría, lo que él haría,

las cosas que me diría. Todo eso. Apenas presté atención a nada alrededor mío,

estaba perdida en mi propio mundo.

El bullicio a mi alrededor, sin embargo, no ayudó.

272

Dylan estaba ansioso cuando llegamos al primer bar, especialmente

con Eddy y Reece alrededor. Estaban lanzando mierda unos a otros y Reece ya

tenía un ojo negro, incluso antes de que comenzaran el primer show. Cuando

por fin llegaron al escenario, se transmitieron uno a otro la música que

tocarían, que era sobre todo una mezcla de Rock and Roll y Grunge. Tocaron

covers de Korn, Theory Of A Deadman, Chevelle, y The White Stripes. Luego

en el primer bar, una de Dylan.

Me provocas querida

Porque no sabes

El poder que tengo tan cerca

Deberías temerme querida

El horror espera tan cerca

Me provocas querida

Porque no puedes saber

La vergüenza que tengo cariño

Porque no sabes

Las escenas aparecen en el miedo

Sus ojos se centraron en el suelo cuando iba a cantar una de sus

canciones, nunca mirando hacia arriba, los nervios dominaban a los otros

sentimientos que tuviera. Pero yo sentí y escuché cada palabra como siempre

lo hacía cuando cantaba.

Lo que era difícil eran las chicas que se colgaban por todas partes de

Dylan antes de los shows e incluso durante ellos. Llenaban el escenario, se

aferraban a sus piernas y se ofrecían a sí mismas después de cada sesión.

No me gustaba eso y me sentí mejor al saber que Dylan no quería

dedicarse a su música más de lo que ya lo estaba. No estaba segura de poderlo

manejar viendo esto cada noche. Algunas de esas chicas deberían sentirse

avergonzadas. Se veían desesperadas y fáciles.

Mientras estaba sentada en la multitud, los ojos de Dylan estaban en

los míos. Él sabía que no conocía a nadie, además de Megan y Drew, y ambos

estaban en El Empalme preparando todo para el show final. Megan apareció

273

en la mitad del show y me preguntó si quería irme con ella, pero no podía

mientras Dylan estuviera en el escenario. Había algo en ese chico cuando

sostenía una guitarra. Una fuerza cautivadora le rodeaba, y no podías dejar de

mirarlo mientras sostuviera tu atención.

Si no lo supieras, habrías pensado que Dylan pasó toda su vida sobre

un escenario por lo relajado que parecía a veces, hasta que tocaba una de sus

propias canciones.

Drew y Megan se presentaron de nuevo en el segundo bar, justo

cuando Dylan y los chicos subieron al escenario. Él vio a Drew y le sonrió

ajustando la altura del micrófono. Se colgó la guitarra al hombro, envolvió sus

manos alrededor del micrófono y se encontró con los ojos de Drew, cerca del

escenario.

—Esta es para mi hermano. —Levantó una ceja cuando un grupo de

chicas enérgicas frente a él gritaron, su cálida risa resonó en el bar.

Dylan sacudió su muñeca detrás de él, y Reece comenzó con una

canción que sabía el significado que tenía para Dylan y Drew. Midnight Rider.

Drew rió.

—Mejor que no joda esta canción —dijo con más emoción de lo que

pensaba que un tipo como Drew Wade mostraría. Megan envolvió sus brazos

alrededor de su cintura y se balanceó con la música, mientras Dylan se

inclinaba hacia delante y empezaba a cantar. Había tanta emoción a nuestro

alrededor, los cuerpos balanceándose con las vibraciones de la música en vivo,

que era fácil perderse.

La versión de la canción que tocó era más pesada, más al estilo rock

como Theory Of A Deadman haría, pero era perfecta y encendió a la multitud

en la forma en que tendría que hacerlo.

Sabía una cosa, hacía calor allí. Estar en Alabama a finales de Julio

hacía que el calor de afuera fuera tan intenso como el de los bares. Supuse que

tenían aire acondicionado, pero con tantos cuerpos balanceándose de lado a

lado, el calor aumentó rápidamente. Me sentí aliviada de que llevara un

vestido.

274

Durante nuestra estancia en el segundo bar, conocí a Nate, un

camarero en el bar de Drew, que vino a buscar a Drew para hacerle saber que

el departamento de bomberos había sido llamado por llegar al límite de

capacidad.

Drew se fue para hablar con el jefe de bomberos e hizo que Nate se

quedara y mantuviera un ojo en mí. Nate era buena compañía. Era enérgico,

de voz fuerte y lleno de todo tipo de locuras. Tenía una sonrisa, que aunque

pude resistir, me hizo reír con todo lo que dijo.

Con la espesa multitud cerca del escenario, era difícil no estar cerca de

él. No pensé mucho en eso, cuando algunos chicos se pusieron ruidosos en

frente de nosotros y me empujaron contra él, Nate me enderezó de inmediato

para que no me cayera. Sonrió cuando mis ojos se cruzaron con los de él y le

di las gracias, siempre sonriente. Traté de no prestarle demasiada atención ya

que sabía cuál sería la reacción de Dylan.

Megan me encontró de nuevo, lo que me hizo sentir aliviada.

Realmente no quería que Dylan me viera de pie con Nate.

—Oye, chica. —Megan tenía sus brillantes ojos verdes enrojecidos y

cansados. Pobre chica estaba yendo y viniendo entre los tres bares—. Joder,

esto es una pesadilla. Drew está todo desecho por allá.

¿Desecho?

Desecho en mi mente significaba borracho o drogado, por lo menos

ésa es la palabra que Dylan utilizó.

—¿Quieres decir drogado?

Me dio una mirada divertida.

—No, quiero decir estresado. Está nervioso. Drew no se droga más, no

es más lo suyo.

—Oh, está bien. —Ya lo sabía. Dylan me dijo que dejó

completamente las drogas.

275

Ya había añadido mucho más en mi vocabulario en torno a Dylan y

ahora a Drew, pero era extraño cuántos significados diferentes tenían todas

esas palabras.

—¿Deberíamos ir a ayudar? —Miré alrededor de la barra sobre la

multitud de personas para ver a los chicos arrastrándose fuera del escenario,

con unas cuatro o cinco chicas que los seguían. Suspirando, me volví hacia

Megan—. Iré con ustedes.

—Está bien. —Me agarró de la muñeca—. ¿Dónde está Nate?

—Estoy aquí —gritó a través de la espesa masa de cuerpos, todos

empujando hacia la entrada para llegar al último bar.

Los tres caminamos las cuatro cuadras hasta el de bar de Drew, donde

la primera banda ya estaba preparándose para su turno, el baterista se sentó en

el asiento de la batería.

Ayudé a Nate y Megan a preparar todo, tomé el puesto en la puerta y,

finalmente, tomé órdenes de bebidas. No había visto a Dylan desde el último

bar, y cuando lo vi subir al escenario, estaba borracho. Estaba segura de eso.

Dylan y los chicos comenzaron con algunas canciones de Powerman

5000 para llegar a la multitud, como si lo necesitaran, y fue entonces cuando

me di cuenta de que estaba borracho. Su estado de ánimo había estado

animado, pero ahora parecía un poco más nervioso, vulnerable pero relajado si

eso tenía sentido.

Tenía mi parte justa de las bebidas también. Megan estaba convencida

de que las necesitaba, pero creo que solo trataba de calmarnos a las dos.

Dylan llamó mi atención de vez en cuando, cada vez su expresión era

algo que no podía comprender. Su estado de ánimo estaba depresivo.

Mientras estaba sentada en la esquina con Nate, Megan y Drew cerca

de nosotros, la música era oscura, un lento ritmo llenando el bar. Miré hacia

arriba, al escenario que estaba mal alumbrado, Reece tenía su cabeza hacia

abajo, golpeando a un ritmo lento que parecía misterioso y el preludio de algo

mucho más oscuro de lo que había tocado el resto de la noche.

276

Inmediatamente miré al escenario para ver a Dylan. Estaba de pie

cerca del micrófono, no había luz en él, estaba completamente a la sombra. Él

sacudió la base ajustada, su cuerpo ondulante y balanceándose de un pie al

otro.

La música se convirtió en un graznido, y sus ojos encontraron la

audiencia, pero mantuvo su cabeza inclinada hacia delante, casi más

amenazante de esa forma. A través de las sombras, vi el hielo azul que podría

dar escalofríos y hormigueos al mismo tiempo.

Mientras la música se aceleraba, su voz se hizo más fuerte hasta el

punto que él estaba prácticamente gritando.

Mirándolo ahora, nunca lo había visto tocar así antes, tan oscuro, tan

enojado. Tenía una intensidad que parecía ser incluso más oscura que la letra

de la canción. Él se sacudía de un lado a otro en la tercera estrofa, su mano en

el micrófono, otra en el bolsillo.

Pasando a la mesa justo hacia mí, Nate se detuvo y me sonrió cuando

la canción cambio a algo más optimista, y baile respetable. Drew incluso tenía

a Megan fuera de ahí agitando un poco su culo. Bailé con ella y traté de

mantenerme alejada de Nate. Él era coqueto y tenía una linda cara. Yo

necesitaba mantenerme alejada de él. Sabía exactamente la reacción que Dylan

tendría.

Pero la cosa era que, Nate estaba borracho, yo sabía eso. Y sentía que

con la música Dylan estaba gritándome en el escenario, Crazy Bitch. Me

encantó la canción y el hecho de que estaba cantando, bailando alrededor y

sosteniendo un micrófono muy cerca de sus labios pero me hubiera gustado

que fuera mi cuerpo lo que él estaba apretando.

Nate me tocó, llegando a mi brazo. Jalándome cerca, finalmente

comprendí cuáles eran sus intenciones, pero no me podía alejar. Miedo tal vez,

no lo sé. ¿Estupidez?

No pensé que él supiera que yo estaba con Dylan, entonces le dije:

—Estoy con Dylan.

277

Él sonrió, siempre sonriendo, y me empujó más cerca, ambos nos

reímos cuando nuestros mentones se golpearon juntos y cerca.

—Él no tiene que saber.

Nate no era mi intención en absoluto. Él estaba caliente, yo estaba

sintiendo la canción, queriendo sus brazos alrededor pero no queriendo a

Nate. Él estaba caliente, pero no por la calentura iba a usarme. Mientras justo

ahora, todo lo que olía era whisky y cerveza, yo quería el olor del pasto del

verano y el sol y el chico que tan bien conocía.

Alcohol y celos pueden hacer cosas inesperadas a tus acciones e

intenciones. Yo sabía eso ahora. Cuando la boca de Nate encontró mi cuello y

luego mi mandíbula y finalmente mis labios, en algún momento durante la

canción, no me moví. Congelados en el tiempo, no podía creer que lo estaba

permitiendo.

Nate no me dejaba reaccionar sabiendo que su oportunidad era ahora.

Mi corazón estaba gritando, diciéndome que yo estaba siendo estúpida, pero

mi cuerpo no reaccionaba. Cuando su lengua encontró la mía, yo reaccioné y

le empujé lejos, pero no lo suficientemente pronto para que el daño no fuera

hecho.

—¡Bailey! —gritó Drew a través de la multitud, pero era demasiado

tarde.

Cuando me di la vuelta y miré atrás hacia Drew, quien llamó mi

nombre, encontré que las conversaciones en torno a nosotros se habían

silenciado, la música se había detenido, había miradas de dardos hacia mí, y

Nate y su agarre aún estaban sobre mí.

Estupidez. La estupidez de los jóvenes podía destruir un montón de

cosas.

Dylan debió haberlo visto.

Indiferente, y debería haberlo sabido, Nate cruzó los brazos sobre su

pecho antes de que él mirara sobre mí. Sus ojos saltaron al escenario. Ellos

pasaron por mí y quedaron fijos por encima de mi hombro. Su postura cambió

278

de indiferente a cauteloso. Sus manos bajaron y se pusieron en puños,

preparándose, deslumbrando, y anticipando.

No podía ver a través de todo el alboroto, pero lo oía. Tiraron una silla,

empujaron cuerpos, cristales rotos, el silencio ya no prolongado y gritaron

como si alguien estuviera intentando jalar a otro por detrás. Yo conocía a ese

alguien. Cuando miré al escenario, Dylan no estaba allí, su guitarra rota en el

escenario con Reece y Eddy luchando por perseguirlo después.

—Dylan —advirtió Drew—. ¡Regresa arriba, joder! Esto no se hace en

mi maldito bar.

Nate miró hacia mí. Fue presumido ahora y no el sonriente chico que

pasó la mayor parte de la noche alrededor.

—Tu chico puede habernos visto.

Deshonesto mentiroso.

Cuando la multitud se deshizo, vi a Dylan con Drew, Reece y Eddy

gritando en su oído con sus manos sobre sus hombros, pero Dylan se mantenía

moviéndose lejos. Dylan los esquivó y pasó a Eddy, quien lo agarró,

moviéndolo a un lado cuando sus ojos se cruzaron con los míos, oscuros y

profundos, humo azul que podría incinerarte.

Dylan estaba respirando por la nariz, trabajando duro para conseguir

calmarse. Consiguiendo liberarse de un brazo, se movió hacia delante hasta

que Eddy lo tuvo agarrado de su camisa.

—Si la amas, no hagas esto —dijo Drew bajo y suave, pero lo escuché.

Él sabía que yo había oído. Él siguió rápidamente—. No hacemos esto en mi

bar, hombre.

La multitud alrededor de nosotros le presionaba, gritos escandalosos y

listos para lo que sabían Dylan estaba a punto de hacer. Ellos querían eso.

Nate empujó pasándome, pero yo estaba de pie entre ellos. Reece me

agarró, empujándome hacia él, sus brazos sosteniéndome a un lado

protectoramente.

—Déjame ir, Reece, por favor.

279

—No —dijo Reece sobre mi hombro manteniéndome envuelta en su

abrazo—. Solo quédate atrás Bailey. ¿No piensas que has hecho lo suficiente?

—Cállate.

Conmigo y Reece argumentando, Nate y Dylan estaban ahora parados

cara a cara, respirando pesadamente, hablando humildemente el uno con el

otro.

Al igual que el beso, observé, sin poder moverme, cuando Dylan

alcanzó a Nate.

Al igual que el beso, observé provocando dolor e inconsolable dolor.

Dylan daba casi todos los golpes, él recibió uno, pero lo que Nate no se había

dado cuenta, o cualquier otra persona en el bar era los años de ira detrás de

esos puños. Años de pesar, decepción, esperar, observar, querer, decidir, ira,

dolor, abandono, todo era infligir dolor detrás de él.

La multitud reaccionó a cada golpe, cada corte, cada palabra áspera,

aplaudiendo, y, luego, guardando silencio por otro golpe.

De lo que no se dieron cuenta fue del cambio en Dylan mientras la

pelea se volvía algo más que una pelea de bar, algo imparable, algo mortal si

no se detenía. Pronto se dieron cuenta y guardaron silencio, curiosos en

cuanto a cuando ocurrió el cambio y por qué.

Eddy miró a Reece, intercambiaron una mirada y, luego, Drew

sacudió la cabeza, él también notó una diferencia en Dylan preguntándose si

ahora era un buen momento para intervenir. Pero nadie se movía. Ni siquiera

Drew.

Drew sabía que una vez que Dylan tuviera esto, nada podía traerlo de

vuelta. Parte de mi pensaba que podía pero luego de nuevo, una vez más, no

estaba segura. Yo era la razón detrás de esta pelea.

—Por favor, Reece —le supliqué, retorciéndome en su abrazo ante

él—. ¡Déjame ir!

Sus ojos pasaron de mí a Dylan, considerando cual podría ser la

respuesta.

280

Reece luchó, pero cuando Drew le dio el guiño, me dejó ir.

Dando un paso hacia adelante, la multitud se separó un poco, pero no

lo suficiente para estar cerca de ellos.

Nate estaba luchando a su manera debajo de Dylan. Su ojo tenía

hematomas, su nariz y labios estaban sangrando. Nudillos en carne viva y

camiseta rasgada, él luchó duro tratando de ganar ventaja, pero nunca

teniéndola. Dylan tenía todo sobre él, furioso mientras su lucha interior se

había generado.

Dylan podía luchar hasta que él no tuviera nada.

Nate estaba a sus pies, tirando de su camiseta y empujando su camisa a

un lado, su cuerpo encorvado y preparado para lo que Dylan intentaba

terminar.

—Vamos, hijo de puta —incitó Nate.

—¡Levántate! ¡Vamos! ¿Tú no eres mucho más que un jodido imbécil

ahora, no?

Dylan permaneció de pie, usando una mesa para estabilizarse a sí

mismo, su cabello salvaje y sangriento al igual que sus ojos. Él le escupió

sangre a la cara, la parte de atrás de su mano sobre su boca y se abalanzó a

pegarle a Nate.

Ellos chocaron, rompiendo una mesa cercana, un cristal rompiéndose

alrededor de ellos, y cayeron al suelo con Nate debajo de Dylan de nuevo. Los

golpes de Dylan llegaron rápido, cada golpe lo podías sentir profundo en tus

huesos, y el dolor profundo dentro de mi pecho.

Yo sabía que no podría pasar mucho antes de que Dylan le hiciera

daño. Eddy vio eso. Reece vio eso y Drew sabía eso. Había demasiada rabia en

Dylan y no tenía nada que ver con el beso, o Nate.

Drew, finalmente, decidió que era suficiente cuando Nate estaba

escupiendo bocados de sangre a un lado, como lo estaba Dylan. Ninguno de

ellos estaba dispuesto a renunciar.

281

Dylan repartió golpes alrededor, luchando contra Drew y Eddy,

tratando de liberarse. Yo podía ver la sangre corriendo por su rostro, y

mezclándose con lo que parecían ser lágrimas. Tú podías ver eso, la presión de

parar y el tormento en sus ojos solo para continuar la única pelea que él

conocía.

Jody, otro camarero, jaló a Nate lejos también mientras Eddy sujetaba

a Dylan abajo dándole a Nate la oportunidad de levantarse. La pelea había

terminado, pero ninguno, entre los que me incluyo, sabía cómo reaccionar.

Y aunque él estaba atrapado detrás de los brazos de Eddy, Dylan

seguía estando incontrolable y convulsivo, luchando contra ellos para salir de

ahí.

Ahí de pie, con miedo de hacer un movimiento, miré con incredulidad

a lo que vi.

—Eddy —graznó Dylan, su voz gruesa con lágrimas—. Aléjate.

Luchando por mantener a Dylan a distancia, Drew aceleró el paso

cuando notó que Nate seguía en pie, aterrorizado a no menos de un metro de

Dylan, causando estragos. Él caminaba de un lado a otro, hacia adelante y

atrás, a la espera de otra oportunidad. La seguridad, ahora presente, parados

entre ellos para asegurarse de que había terminado.

—Vamos, cabrón —gritó Nate—. ¡Tú quieres una pieza, tómala!

Lo intentó, pensé.

Nate empujó a algunos chicos a un lado, solo para ser detenido por

otro.

La multitud se apartó más y yo fui capaz de acercarme a Dylan. Su

rostro estaba rojo, su boca y manos sangrando, ojos hinchados y un labio

herido. Tenía la parte delantera de su camiseta empapada de sangre, pero sus

ojos, esos ojos decían algo más. Yo le haré daño. Profundamente.

—Déjalo ir —dije, empujando contra Eddy.

—¡Alguien, sáquela de aquí! —gritó Eddy, tratando de empujarme

hacia atrás—. ¡Quiero decir, Bailey, vete!

282

El problema es que ninguna de las personas en el bar podía tocarme

ahora, no después de esto. No a la que parecía ser la jodida chica de Dylan. Él

dejó el mensaje claro ahora. En el camino, Nate estaba escupiendo sangre y sus

ojos abultados, el mensaje estaba claro.

Cuando me acerqué lo suficiente para que Dylan pudiera verme, él

luchó duro para soltarse, pero no podía, y Nate empujaba hacia delante de

nuevo, no estaba dispuesto a renunciar tampoco. Nadie quería que la pelea

terminara.

Dylan encontró mis ojos, heridos y suplicantes.

—Te vi con él, Ojos Marrones. Te vi —dijo, ronco y desesperado—.

Yo malditamente te vi.

Nunca en mi vida tuve palabras que dolieran tanto como ellas lo

hacían. Ni siquiera cuando dijo que había dormido con Mercedes. Le hice esto

a él. Lo puse como me había puesto en las últimas semanas, probándolo. Fue

estúpido, tan increíblemente estúpido. No podía creer que había sido tan

estúpida.

Drew dejó ir a Dylan, y él sacudió a Eddy dejándolo a menos de

treinta centímetros de mí. No se limpió la sangre, pero me miraba, a la espera

de mi respuesta, hueco, con inquietos ojos pidiendo otra vez que le dijera que

no vio lo que vio.

Volvió la cabeza a Nate.

—Quieres besar a alguien, ¿Nate? —preguntó Dylan, dando unos

cuantos pasos en su dirección. Encogió sus hombros, y Dylan hizo un círculo a

su cuello y escupió otro bocado de sangre antes de estar listo para otra pelea,

preparado para más—. Respóndeme, ¿quieres?

Saqué mis manos y empujé el pecho de Dylan, pidiéndole que se

detuviera. Con una mirada de furia, caminó directo hacia Nate pasándome,

queriendo más.

—Si quieres besar a alguien, bésame, hijo de puta. —Dylan sonrió

socarronamente, alcanzando a Nate—. ¡Vamos, bésame!

283

Nate trató de correr pasando a Reece, que estaba de pie entre ellos, sin

miedo y preparado para la pelea. Sus ojos eran salvajes y sus puños listos para

una pelea que estoy segura de que nunca había experimentado antes.

Mientras Dylan me rozaba, agarré lo que quedaba de su camisa y cerré

mis ojos, esperando que pudiera deterlo.

Se detuvo, y yo lo sostuve hasta que mis nudillos se volvieron blancos.

Con su mano encerrando la mía, empujó mis dedos lejos. Retuvo mi

brazo, mirándome.

—Por favor, no hagas esto ahora —le dije, casi como un susurro. No

estaba pensando en mí. Estaba pensando en Drew y su bar y el desorden que

Dylan estaba causando.

Dylan me dio una sarcástica sonrisa, apretando los dedos.

—¿Sí? —preguntó, mirándome fijamente, todavía salvaje—. ¿Qué

esperabas que pasara? ¿Cómo esperabas que yo reaccionara?

Me puse más derecha, casi tocando su pecho con el mío mientras

intentaba que me mirara a los ojos.

—Por favor.

Dylan pasó los ojos de mi nariz a mis labios, labios que fueron besados

por otro, y luego su mirada cayó al suelo.

Él inclinó su cabeza en dirección a Nate.

—¿No lo deseas?

—No —lo digo sin pensarlo—. Tú sabes que no.

Se rió, pero el sonido era apagado. Dylan dejó ir mi muñeca y dio un

paso de distancia.

—Bueno, sí, tú me vuelves loco, Ojos Marrones.

Se volvió, y grité:

—¡Dylan!

284

Se detuvo una vez más, y cuando se dio vuelta, no era el mismo.

Finalmente rozó su labio herido con la parte posterior de su mano, y la llevó a

su sangriento cabello apelmazado. Todos estaban de pie, esperando un

movimiento de Dylan, incluyéndome.

—¿No te parece que debiste haber pensado en mi reacción antes que

rompieras mi jodido corazón? —preguntó—. ¿O lo hiciste? ¿Cuál es tu plan?

—Dylan, por favor, solo déjalo.

Sus labios se curvaron y él gesticuló a la muchedumbre.

—Nah, mira a tu alrededor. Es una maldita fiesta, princesa.

Ahí estaba la maldita palabra de nuevo. Princesa. Yo quería pegarle

cuando decía la palabra, y él lo sabía. Es por eso que la dijo.

Mis ojos se alejaron por un segundo de él para ver a Drew.

Eddy se escondió hasta estar contra la pared, porque sabía lo que

venía. Nate estaba mirándome silenciosamente, y Drew estaba allí, mirando

también. Todos estaban observando, esperando a ver qué haría Dylan.

Cuando me volví hacia Dylan, sus ojos estaban en mí, su sonrisa era

amarga.

—Vamos a salir, por favor —le dije con mi corazón en mi garganta,

manos temblorosas y las mejillas húmedas—. Por favor.

Dylan frotó su cara en sus manos, y cuando cayeron, ya no estaba

sonriendo y con la cabeza me dio un asentimiento.

No podía sentirlo, el calor, su tacto, su amor, se habían ido ahora.

Dylan escupió más sangre en el piso y mirando a Nate.

—Acércate a mi chica otra vez y yo malditamente te mataré.

No podía creer cómo tan fuera de control podía estar si alguien me

tocaba, o en este caso, me besaba.

Nate no tenía una respuesta, y nadie más dijo nada. Sabían, tan bien

como yo que solo se encendería más.

285

Drew trató de alcanzarlo mientras caminaba, pero Dylan mantuvo sus

manos detrás de la cabeza y caminó fuera. Mantuve mis ojos en él, no tenía

interés en mirar a nadie más, hasta que empujara las puertas del bar.

Corrí tras Dylan, a través de la puerta lateral, en el callejón detrás del

bar. Unas pocas personas hablando en un pequeño círculo, rodeado por una

nube de humo, miraron una vez que estuve a la vista. Vi a Dylan caminar

hacia el GTO al final de la calle. Llamé su nombre, pero él no se dio la vuelta.

Ignorando los susurros, corrí hacia él.

Limpié mis ojos con mi antebrazo y grité otra vez:

—¡Dylan!

Junto a su GTO, Dylan finalmente se volteó. Paré de correr,

respirando apresuradamente entre suspiros y sollozos.

Acariciando sus bolsillos para encontrar sus cigarrillos en su bolsillo

trasero, los encontró, encendió uno y empezó a fumar antes de apagar su

encendedor. Golpeó con él el auto de alguien antes de aterrizar en la calle.

Me miró todo el tiempo que estuve caminando hacia él mientras

fumaba un cigarrillo con una mano inestable. Mientras más cerca estaba,

obtenía un mejor vistazo de su rostro. Inflamado y herido, negro y azul, cortes

esparcidos a través de sus enrojecidas mejillas. Sus nudillos estaban en carne

viva, y sus ojos estaban sombríos, sin ningún rastro de Dylan detrás de ellos.

—¿Te ibas a ir sin mí? —pregunté, alcanzándolo.

Dylan arrojó el humo al aire salino antes de tirar el resto del cigarrillo

al callejón. La mitad de su cara estaba iluminada por el poste de luz y la otra

mitad estaba oscurecida por la noche. Me hizo querer reír. Era la perfecta

visión metafórica de su personalidad.

—No lo sé. —Su voz era sombría justo como sus ojos—. Lucías

bastante cómoda con Nate para mí.

Dándome la espalda de nuevo, caminó hacia su auto. Me miró

mientras abría la puerta del lado del pasajero, examinándome a fondo,

burlándose, con una presumida sonrisa y un guiño condescendiente.

286

Cuando Dylan abrió la puerta y entró, pensé por un momento que él

en realidad pensaba dejarme.

Pero no lo hizo. No podría.

Encendió el motor y presionó el acelerador, rompiendo el silencio con

el estruendo del motor. Encendiendo las luces, se movió para que yo pudiera

entrar. Cuando dudé, tiró de la puerta abriéndola.

—Entra al maldito auto, Bailey —dijo, enderezándose—. Ahora.

Asustada de que él hiciera algo estúpido, entré. La emoción, el miedo,

el odio por mí misma y por lo que mis acciones habían hecho, me hicieron

sollozar entre mis manos.

—¿Por qué mierda estás llorando? —preguntó, sin mirarme.

—Lo siento —dije, llenando mis manos con pena—. Nunca quise

lastimarte.

—Ponte el jodido cinturón —gritó, su auto rugiendo a través de unas

luces rojas.

No lo hice. Lloré.

Frustrado, se acercó y tiró del cinturón. Decidiendo no empujarlo más,

lo agarré y me lo puse asustada de haberlo incitado más.

Dirigiéndonos a la casa de Drew, el celular de Dylan empezó a sonar

tan pronto como llegamos a la carretera. Lo ignoró, conduciendo con ambas

manos al volante. Las luces delanteras del GTO llenaron la ruta frente a

nosotros, iluminando los carteles que pasábamos por cada salida. Observé la

punteada línea amarilla entre las vías, contándolas como una manera de no

pensar en nada más que en lo que Dylan pensaba.

Él no habló, y no esperaba que lo hiciera.

Incapaz de mantener mis ojos abiertos por más tiempo, los dejé

cerrarse.

No los abrí de nuevo hasta que Dylan detuvo el auto.

287

Cuando los abrí, su mano estaba en mi rodilla, su gentil toque

tranquilizador.

Abrí mis muslos, esperando que él me tocara más arriba. Pero no lo

hizo. Con ojos cansados, me senté derecha y miré alrededor para darme

cuenta que estábamos de vuelta en la casa de Drew, solo que su Mustang no

estaba en el estacionamiento.

—Despierta —dijo en voz baja, sentado recargado en el asiento,

mirando hacia adelante con sus manos en el volante de nuevo.

Froté mis ojos, dándome cuenta de mi entorno y mirando a Dylan.

Estaba llorando, despacio y tranquilo.

—¿Dylan? —pregunté, alcanzándolo y aferrándome a su camisa de

franela. Nunca antes lo había visto llorar. No estaba segura de que él pudiera

hacerlo.

Se apoderó de mis muñecas sosteniéndolas en sus manos, mirándome

con ojos enrojecidos y mejillas temblorosas.

—Ojos Marrones —susurró, cerrando sus ojos.

Me senté sobre mis rodillas y me moví más cerca pero no dije nada.

Manteniendo su agarre en mí, él volteó su rostro a otro lado.

—No.

Observando su apariencia, sus ojos estaban hinchados, el izquierdo

peor que el derecho, moretones y un pequeño corte sobre su ceja sangrando.

Mordiendo su labio nerviosamente, las lágrimas se mezclaron con la

sangre.

La desesperación me conmovió, y me forcé a ir a su regazo. Besando

un lado de su rostro, él mantuvo su agarre sobre mis muñecas intentando que

no me acercara demasiado. Luego lo besé, con su sangrante labio abierto y

todo, lo besé. Lo besé hasta que gimió y soltó su agarre.

288

Cuando cedió, lo sentí en todas partes. Sus hombros de hundieron y su

respiración se aceleró, moldeando su cuerpo al mío, conectando

completamente como si no hubiera un espacio entre nosotros.

Sus labios se presionaron en un lado de mi cuello, susurrando.

—Lo siento. —Besando un lado de mi garganta y la esquina de mi

boca, puso mi cara en un ángulo para poder besar bajo mi barbilla y mi

garganta otra vez—. Lo siento. —Lloró contra mis labios. Dedos sangrientos y

en carne viva tocaron mi rostro y besó cada peca. No lo sentí como un

arrepentimiento. Lo sentí como si él estuviera diciendo adiós, intentando

dejarme ir—. La estoy jodiendo constantemente.

—Lo siento Dylan, no fue mi intención. —Lloré contra su hombro.

Incapaz de detenerme a mí misma, lloré más fuerte al tiempo que las

lágrimas se formaban y derramaban de nuevo. Desesperada por mantenerlo

cerca, me empujé más cerca de lo que quería estar.

No importaba cuán herido estaba en estos momentos, no podía evitar

que su cuerpo reaccionara con el mío en las maneras que siempre lo hacía.

Tenía razón cuando dijo que no podía soportarlo más y que me deseaba.

Tomando respiraciones irregulares justo debajo de mi oreja, sentí su cuerpo

reaccionar, respondiendo y queriéndome en todas las formas que lo había

hecho más temprano en el día.

Dylan trataba de mantener quietas mis caderas moviéndose contra las

suyas, pero no lo intentaba lo suficiente.

Empujándome hacia adelante hasta que nuestros pechos se tocaron,

sentí cuando cedió por completo.

Cerró sus ojos, cerré los míos también, ligeramente reasegurándome

que esto era lo que quería.

Nuestras bocas se movieron, sucio y duro, y mis manos encontraron su

cabello. Dylan rodeó mis caderas esta vez en lugar de alejarme, la dureza entre

mis piernas empujó mi aliento fuera de control y yo gemía alrededor de su

lengua. Él repitió el movimiento, ésta vez levantando sus caderas al contacto

buscando la fricción.

289

Eventualmente nos separamos, jadeando por aire, pero Dylan, deseoso

de mí, movió su boca bajo mi garganta, sus brazos a mi alrededor

manteniéndome firmemente en su regazo, aferrándome fuertemente hacia

abajo en su erección mientras movía sus caderas para encontrarse con las mías

otra vez.

—No aquí —dijo presionando su rostro en mi piel, su mejilla picando

contra mi piel fría, hielo y fuego, justo como sabía que él era.

Sus manos se deslizaron bajo mi vestido, sin embargo, una indicación

de que no quería parar, sus palmas siguieron deslizándose más lejos hasta que

agarraron mi ropa interior y tiraron con fuerza, hasta que la arrancó de mi

cuerpo.

Dylan no paró de tocarme, él sabía que lo necesitábamos así. Era el

momento. Las burlas, la provocación, los celos, era el momento. No podríamos

soportarlo más tiempo.

—Detente —rogó, su voz tan áspera como su respiración—. No

hagamos esto en mi auto. Vamos adentro.

No me moví o dije una palabra, en su lugar, me seguí moviendo en su

contra hasta que agarró mis caderas firmemente, pero tan suave como siempre

era al tocarme.

—Por favor, Ojos Marrones —rogó impotente—. No de esta manera.

Tirando de mi cabello hacia un lado, usó sus dientes en mi cuello,

apenas rozando pero lo suficiente para hacerme gemir, sus labios cerniéndose

sobre mi oído.

—Por favor, déjame hacer esto bien por una vez en mi puta vida,

déjame hacer algo bien. —Fue en ese instante cuando me di cuenta de que él

estaba llorando de nuevo, en silencio, rogando, amando, pero no importó.

Podía sentirlo contra mí, duro, luchando contra sus jeans, quería esto

pero no en su auto, algo que prometió nunca haría. Dijo que era mejor que

eso. Pero después de esta noche, mis acciones, yo no era mejor que esto.

290

Mis manos se movieron desde sus hombros para agarrar mi vestido y

antes de que él pudiera detenerme, lo saqué de mi cuerpo, necesidad, amor,

deseo de todo lo que él me estaba daño independiente de si me estaba rogando

parar.

Dylan jadeó, su boca caliente contra mi piel. Mantuvo un brazo en

torno a mi espalda, luchó por arrancarse la franela y la camisa debajo por

sobre su cabeza. Mis ojos siguieron las líneas de sus músculos y la tinta que los

tatuaba, viendo cortes del vaso en el bar. Dylan no me dio mucho tiempo

antes que agarrara mis muslos y me alejara.

Solo que él no estaba diciendo no, sus palabras sí, pero su cuerpo no.

Tomó mis caderas y nos dio vuelta, dejándome yacer sobre el asiento, sus

rodillas separaron mis piernas y sus manos trabajaron en la habilla de su

cinturón a toda prisa para luego desabrochar mis jeans. Al mismo tiempo, sus

ojos estuvieron en los míos, oscuros, rogando, deseosos, lujuriosos y con dolor.

—Dime que no, no me dejes hacer esto —rogó nuevamente,

empujando sus jeans bajo sus rodillas, tratando de luchar contra el deseo y la

necesidad de esto.

No escuché. No podía escuchar. Viéndolo luchar por mí, para mí, me

hizo algo y yo no estaba tomando un no por respuesta esta noche. Debía

probarle que necesitábamos esto. Que yo necesitaba esto.

—Solo fóllame, Dylan —rogué a través de las lágrimas, mis manos

solicitando lo que necesitaba entre nosotros. Cuando lo agarré firmemente, él

gimió, su cabeza cayendo hacia adelante y sonó como si él estuviera muerto de

hambre—. Eso es lo que quiero.

Él plantó su mano derecha con firmeza en el asiento, la otra yació

junto a mi cabeza, mientras trataba de colocarse más cerca, los músculos de su

pecho flexionándose y contrayéndose con cada movimiento. Sus piernas se

movieron tratando de ganar espacio que no teníamos en el asiento delantero

de su auto.

Su cabeza cayó hacia adelante, sus brazos temblando, todo su cuerpo

temblaba mientras se inclinaba.

291

Encontrándose con mi mirada, sus ojos estaban arrepentidos, al borde

de la rabia.

—Mierda. —Suspiró sacudiendo su cabeza, sus manos temblando—.

Por favor, detenme.

No lo hice.

Presionando su peso hacia adelante, sus caderas hicieron contacto con

las mías, sin barreras, y sus ojos cayeron entre mis piernas, mirando.

Pensé un montón de cosas en ese momento. Amaneceres, atardeceres,

lluvia, verano, hielo azul, el océano, el mar.

Con la ventana abajo y la lluvia golpeando mi cara Dylan me rogó otra

vez.

—No, Ojos Marrones.

Empujando mis caderas hacia arriba, me deslicé en su contra y eso fue

todo. Cedió.

Pude sentir el cambio, pasión, deseo, el maldito deseo ardiente se hizo

cargo.

En la oscuridad, la lluvia empapó la inocencia, nunca pensé que mi

primera vez sería como esto, en su GTO. Su nombre estaba en la parte

posterior de mi garganta, pidiendo, mientras lo tragaba.

—Ojos Marrones —susurró, su tono como hierro, una puerta de acero

manteniendo una barrera emocional entre nosotros.

Estaba asustada por lo que había hecho, lo que habíamos hecho. Estaba

asustada de este peligroso amor, de lo ardiente y del deseo que no podía dejar

ir, el dolor, todo eso. Me daba miedo.

Manteniendo su peso, sus caderas cambiaron de nuevo, temblando y

luego empujó.

Se había ido. Mi juventud, mi inocencia, mi perfecta vida planeada se

había ido cuando empujó, porque yo empujé, nosotros empujamos, hasta que

no quedó nada más que lo que estaba justo aquí, deseo, temblor y amor.

292

Dolió.

Quemó.

Estaba asustaba.

No podía respirar pero luego cuando sentí esa conexión, pude

finalmente respirar.

No pude controlar el sonido que se me escapó cuando él estuvo

finalmente dentro de mí. Gimió, su espalda arqueada y su cabeza cayó hacia

adelante aún más hasta que su cuerpo vino a descansar sobre el mío. Gimiendo

de nuevo, pude sentir el tono desesperado vibrando en mi alma y el temblor

que comenzó en sus manos sobre mí manteniéndolo estremeciéndose

constantemente a través de sus hombros.

—Mierda —susurró—. Esto está mal. Dime que me detenga.

Pero no lo hice.

Meciéndose contra mí, tenso y doloroso ardor era todo lo que sentía

pero él estaba allí, encima de mí, moderado y cariñoso, dándome lo que quería

a pesar del dolor, a pesar de haberlo empujado a esto.

No quería que él parara, nunca, a pesar del dolor, el ardor, no quería

que se detuviera nunca.

—No pares, Dylan, por favor no lo hagas —jadeé contra su mejilla y

mis ojos se cerraron fuertemente.

Se movió más rápido dejando ir las dudas que tenía. Inclinándose un

poco más cerca, con las mejillas enrojecidas, pude saborear la sangre de sus

labios en los míos mientras me besaba, duro pero despacio, profundo,

hablando por su deseo que no había dejado ir. Cerré mis ojos, aferrándome a él

tan fuerte como pude, mis manos deslizándose de sus hombros por la lluvia

que nos empapó. Mis piernas empezaron a temblar envueltas alrededor de él,

mis pies descansando contra sus jeans envueltos en torno a sus pantorrillas, los

músculos de sus piernas flexionándose con los movimientos de sus caderas.

Cuando cedió a todo su peso, lo sentí temblar, sus movimientos tensos,

rápidos y lentos al mismo tiempo.

293

—Mierda —respiró sujetándome más fuerte, meciéndose más rápido,

más profundo, el dolor expandiéndose como fuego.

Mi cabeza cayó hacia atrás, la lluvia mezclada con mis lágrimas, y la

boca de Dylan capturando mis gritos de dolor y placer. Empujando con mis

hombros, llevé mi cabeza hacia arriba, mis labios encontraron su clavícula,

deslizándose por el sudor y la piel empapada de lluvia.

Césped, calor, verano, lo sentí en todas partes, a mi alrededor.

Nuestros labios se rozaron, probé la sangre otra vez, y Dylan jadeó en

mi boca, sus caderas moviéndose más rápido. Este enojado y cariñoso chico

sostenía mi corazón en sus talentosas manos, tomando mi inocencia,

regalándome a sí mismo tan profundamente que podía saborearlo en todas

partes.

Estábamos sobre nuestras manos, sabía eso, él lo sentía, él lo creía,

pero aun así, aquí estábamos, viviendo momentos, amando peligrosamente.

Hubo un momento en el que olvidé respirar, sucedió cuando él

respiró, tomando el aire de mis pulmones, y lo sentí entre mis piernas,

endureciéndose, gimiendo tan bajo que pensé que estaba herido, quizás lo

estaba pero luego su respiración cambió, jadeando, gritando e inestable.

—Te amo —susurré sobre los latidos de mi corazón golpeando en mis

oídos y la lluvia de afuera—. Siempre. No pares, por favor no pares.

Era la primera vez que decía esas palabras pero fueron pasadas por

alto. No estoy segura de que él incluso me escuchara.

Dylan me sostuvo tan fuerte que lloriqueé, su nariz rozando la mía.

—Nunca —prometió sacudiendo su cabeza ligeramente—. Nunca,

Ojos Marrones.

—Dylan —jadeé en su boca, mis piernas ardiendo, mi cuerpo

ardiendo, tomando y entregando todo lo que tenía.

No me di cuenta que él había detenido sus movimientos hasta que lo

sentí jadear de nuevo, su respiración comenzando a nivelarse, pero no se

estaba moviendo.

294

Dylan juntó nuestras narices y frentes. Besó mi labio superior, el

inferior, su respiración bajó.

Pestañeó, sus ojos buscando los míos, deseando, amando, necesitando.

—Fuiste hecha para amarme —dijo contra mis labios—. Solo a mí.

—Lo sé —susurre otra vez, besando su labio superior, el inferior, justo

como él hizo con los míos—. Te amo. Por favor bésame, por favor, por favor…

Sus labios estuvieron en los míos después de que solté el tercer por

favor. Me besó con su lengua y labios, y pude sentir su corazón latiendo en su

pecho, golpeando duro y rápido contra mí.

Mi cuerpo entero se volvió blando en el de él. Pude sentirme llorando

en su contra.

Me hundí en el asiento y lo dejé ir. Superada y abrumada, pude

sentirme a mí misma llorando y disolviéndome a su alrededor. Pero pude oírlo

y sentirlo, también. El peso de su cuerpo se relajó, pero el peso de su

desesperación fue mucho peor.

Estaba dándome lo que quería, pero no lo estaba sintiendo. Cuando lo

miré, su rostro me lo dijo. Mientras yo tenía su cuerpo, labios, manos, voz, no

tenía su corazón en este momento. Mientras estaba susurrando, la energía era

vacía detrás de sus palabras.

Colocando mi cara en su cuello, envolví mis piernas en torno a él,

desesperada por hacerlo sentir algo.

—Está bien —dijo, adolorido con necesidad, pero nuevamente sus

palabras eran vacías—. Está bien.

Apenas respirando, apenas moviéndome, él me sostuvo fuertemente,

besando mi cuello otra vez.

Me dijo que me amaba, cantando incluso, pero luego volvió

rogándome que le creyera. Y entonces me miró, realmente me miró, su mano

en mi mejilla mientras sus movimientos se volvían más fuertes.

—No lo olvides, solo a ti.

295

18

Peligroso amor Bailey Gray

Traducido por NayeliR

Corregido por Laurence15

odo en lo que podía enfocarme, además de Dylan

suplicándome que me detuviera, era en cuán malamente dolía.

Esas chicas que dicen que tienen orgasmos la primera vez son

mentirosos sacos de mierda, al menos en mi mente lo eran. Quemaba, era

incómodo y dolía.

Nada acerca de eso se sentía bien.

Seamos realistas aquí. Era horrible. Él estaba borracho, acabábamos de

estar peleando y su cuerpo era un desastre.

Recuerdo a Mercedes diciéndome cuan dulce había sido su primera

vez con Kasey y las velas y toda esa mierda. ¿Era mi primera vez así?

Nop. Ni siquiera cerca. Pero Mercedes podía haber estado

mintiéndome también. Después de todo, ella hacía eso un montón.

Aunque honestamente, no lo habría cambiado.

Todavía estábamos en su auto, nuestra ropa había sido recolocada pero

no nos habíamos movido. Habían pasado dos horas y el sol estaba empezando

a levantarse sobre la colina detrás de la casa de Drew. Todas las luces en su

T

296

casa estaban apagadas. Estaba segura que Megan y él estaban dentro en algún

lugar.

Dylan sacó la colilla del cigarrillo fuera de la ventana, su cuerpo

levantado para inclinarse contra la puerta pero me miró, herido, su cara triste.

—¿Querías besarlo?

—No, no quería. Él me besó y eso me impactó. Antes de que pudiera

reaccionar, el daño había sido hecho.

Sus ojos eran profundos, la voz corrió de mis acciones, su daño, mi

daño, el daño que no podíamos detener ahora. Sus manos descansaban sobre el

volante, temblando, sus ojos bordeados con lágrimas, rojos, hinchados.

—No puedo perderte —susurró, sus ojos cerrados, protegiéndolo—.

Constantemente lo jodo.

—No lo harás, estoy aquí.

—¿Lo estás? —Hielo reunido con fuego—. ¿Estás realmente aquí?

¿Entiendes lo que hemos hecho?

—Lo siento, quiero decir. Te deseo.

—¿Lo sientes? —Se río, su humor más oscuro que antes

vengativamente girando—. Muéstramelo entonces.

—¿Cómo? —Mi voz era un susurro, corto de profundidad, sangrando,

una herida abierta lista para la sal, su sal, sus lágrimas, su ira.

Conseguí mi respuesta cuando sus manos se movieron del volante

hacia abajo a su cinturón y desabrochó sus pantalones.

Estaba sufriendo, sabía eso y esta era su manera de mostrarlo, hacerme

sentir su dolor, infligiendo dolor.

Nunca había estado asustada de Dylan, pero lo estaba justo entonces.

Tenía miedo por lo que acabábamos de hacer y ahora estaba forzando mi

cabeza en su regazo.

297

Cuando terminó, estaba llorando y él sabía lo que había hecho. Lo

golpeó casi tan duro como ese beso me había golpeado a mí, viendo de

primera mano las consecuencias que causan sus acciones.

—Lo jodí, ¿cierto? —preguntó, mirando hacia abajo a mí—. ¿Lo jodí

demasiado?

—No. —Toqué su cara. Era una mentira, la única mentira que alguna

vez le dije.

Lo que acababa de hacer, lo que me pidió que hiciera, era su forma de

conseguir vengarse de mí. Él lo había jodido. No debería haberlo tratado así.

Él lo sabía. Entonces otro chico me besó. ¿Yo lo pedí? No.

Lo dejé alcanzarme y tirar de mí a su regazo, su hebilla cavándose en

mi cadera. La dureza entre sus piernas estaba empezando a ablandarse pero no

había ajustado nada. Estaba todavía colgando fuera de sus pantalones solo que

ahora estaba sentada sobre él.

—¿Me odias ahora?

—No. —Sacudí mi cabeza encontrando su mirada—. Nunca podría

odiarte.

—Podrías —dijo dejando caer sus ojos—. Podrías odiarme.

Por debajo, era una advertencia de la que debería haberme dado

cuenta.

—¿Entrarás conmigo? —preguntó bajamente, un susurro.

Asentí pero no dije nada y lo seguí adentro, a través de la oscura casa,

dentro de la habitación al final del pasillo donde nos estábamos quedando.

—Sabes, esto no es exactamente como lo imaginé. —Su mano giró a

través de mi cabello y tiró mi cabeza más cerca de él, besando mi frente

cuando nos acostamos en la cama. La luz de la mañana estaba filtrándose en la

habitación ahora haciendo juego con sus ojos azul hielo.

—¿Lo imaginaste? —susurré en su hombro.

Él se alejó para mirar mi cara.

298

—Lo tenía imaginado por mucho más de lo que debería, cuando no

tenía caso imaginarlo. —Estuvo callado por un momento mientras el peso de

sus palabras se asentaba sobre mí. No pensaba que habría sabido que hacer con

Dylan antes de este punto en mi vida. Incluso si Eric no había sido un factor,

me habría sacado a mí misma de esto completamente, demasiado asustada de

lo que otra gente diría y pensaría. Como fue, sé que no habría manejado la

situación tan bien como podría. O más importantemente, debería. Ambos

estábamos constantemente probándonos el uno al otro en formas que no

estábamos exactamente intentando hacer.

Él tomó una respiración y continuó:

—Quería hacerlo especial. ¿Sabes? Como velas y música y cosas. Algo.

Lo que sea. Solo quería hacer la primera vez que estuviéramos juntos especial

para ti. Más que…

—Dylan, detente. —Moví mi cabeza hacia atrás para asegurarme que

pudiera ver la verdad en mi expresión y palabras—. No fue exactamente la

manera en que lo imaginé tampoco, pero fuimos nosotros.

Lentamente, estaba aprendiendo que un montón de veces, las mejores

cosas en la vida no dependían de ser planeadas. No había emoción explicando

o racionalizando cuando estabas enamorado. Era sintiendo, creyendo,

recordando, y haciendo momentos. Mi vida siempre había sido planeada para

mí, y esos planes eran todo lo que alguna vez conocí, todo lo que utilizaba

para salir adelante. Pero toda esta relación con Dylan había sido inesperada.

Tenía sentido decir que esto seguiría ese camino. Y tal vez eso es lo que lo

hacía tan perfecto, saber que esto era lo que en verdad quería, sin influencia o

expectativas de fuera. Era completamente inestable, un amor peligroso que

podía destruirte pero era Dylan. Esa era la única manera que él conocía de

amar.

—Te amo —dije otra vez, esta vez con propósito, una declaración sin

esperar respuesta.

Dylan sonrío metiéndome en sus brazos.

—Te amo también, Ojos Marrones.

299

Eventualmente caímos dormidos, envueltos alrededor del otro en

nuestro peligroso amor. Cuando desperté, él estaba mirando al techo. Lucía en

conflicto y me pregunté de qué de anoche se arrepentía. Sabía las partes de las

que yo lo hacía.

Había demasiadas cosas que quería decir, preguntar, sentir, pero no

pregunté ninguna de ellas y me quedé envuelta en sus brazos.

Debe haber sentido que estaba despierta.

—Lo siento —dijo con pesar besando mi sien.

Enterrándome en sus brazos, le dejé mostrarme en besos y caricias

cuan apenado estaba, cuan apenada estaba yo y nuestro peligroso amor.

El teléfono de Dylan al lado de la cama estaba sonando, otra vez,

siempre sonando. Lo ignoró pero eventualmente sacó la batería.

—Pareces distraído. —Era una observación y él lo sabía—. ¿Qué está

mal?

No respondió enseguida mientras miraba a la pared. Mirando de

soslayo, mordió en la esquina su labio inferior, contemplando, reteniendo.

—Nada, Ojos Marrones.

Quería detener el tiempo, dejar de pensar, estar aquí con él y hacer

esos locos recuerdos que soñó pero no pude. Algo estaba mal con él y lo sabía.

Era más que nada, estaba en el constantemente sonando teléfono, las miradas

ocultas que ofrecía y la manera en que reaccionaba al nombre que aparecía en

su teléfono cada día.

300

19

Deseo Dylan Wade

Traducido por NayeliR

Corregido por Nanis

oy un estúpido jodido chico con demasiado deseo.

Ella no tenía ni jodida idea de lo mucho que la amaba.

Ni idea. Ella no entendía cuán malamente quería hacerlo bien

por ella, solo ella. Ella era mi jodido pulso, mi deseo, mi latido

del corazón y nerviosismo.

El deseo puede ser la muerte de un hombre.

Mi espalda se curvó sosteniéndola para presionar mi cara en el espacio

entre su cuello y su hombro. Mi agarre era apretado, siempre apretado

temiendo que ella se iría, no había espacio entre nosotros.

Solo nosotros.

Uno en el interior y fuera. Éramos nosotros.

—¿Me amas? —pregunté, levantando su pierna. Caí, entre sus piernas,

justo donde necesitaba estar.

Llegando bajo las sábanas, me posicioné a mí mismo donde necesitaba

estar, dentro de ella, amándola, sintiéndola.

Descansando contra mi pecho ahora, ella habló acerca de nuestro

pasado, que nos dirigió aquí, solo ella no sabía la mitad de eso.

S

301

—¿Recuerdas lo que te dije cuando murió tu mamá? —preguntó ella,

sus fríos dedos del pie encontrando mis piernas, su respiración suave contra mi

cuello.

Recordaba todo lo que ésta chica dijo. Todo.

—Me dijiste que siempre estarías ahí para mí.

Era una mentira, ella lo sabía. No estuvo ahí para mí pero la perdoné.

Le dijeron mentiras. La deshonesta jodida gente odiosa que destruyó nuestra

relación y lo quería ahora.

—Olías como césped y problemas. —Ojos Marrones rió, el sonido era

el mejor en el mundo.

—Yo era problema. —Sonreí besando su nariz—. Soy problema. De

verdad no deberías haber venido conmigo.

Ella no dijo nada más. Entre más la quería más pensaba en la

advertencia que estaba hundiéndose. No quería ser el que le dijera. Ese no era

mi lugar.

Si solo las cosas hubieran ido diferente cuando éramos más jóvenes.

La recuerdo escabulléndose fuera y durmiendo en el piso de mi

habitación por semanas después de que mi mamá murió. Recuerdo sentirme

relajado de que ella estaba ahí, conmigo. Fuera de la esquina de mi ojo, la

miraba toda la noche. Me encantaba ella ahí. Me encantaba ella conmigo.

Amaba que ella quería estar ahí.

Sabiendo que la tenía ahora, vivía por mi momento antes de que se

fuera.

Sentí otra enorme ola de alivio golpearme mientras la besaba

apasionadamente. Envolvió sus piernas alrededor de mi cintura y la levanté

moviéndola para que estuviera a horcajadas sobre mí.

Tenía puesto un sostén de encaje negro, que contrarrestaba su pálida

piel bellamente y mis labios fueron arrastrados a su piel como un magneto.

Ella bajó su cabeza hacia atrás mientras yo enterraba mi cara entre sus pechos,

302

alcanzando alrededor para desabrochar su sostén, dejándolo caer suavemente

fuera de sus hombros.

Me senté en la cama, ella no tenía idea de cuán seductora podía ser

mientras oscilaba fuera de sus jeans, sus caderas meneándose con cada

movimiento exagerado.

Corriendo mis manos arriba de la parte posterior de sus muslos,

viniendo a descansar sobre su trasero, ella me sonrió, dulce chocolate.

No podía jodidamente negarlo ahora. Tenía una propiedad, una

posesividad que siempre he tenido con ella. No importaba dónde estábamos o

lo que estábamos haciendo. No importaba en la escuela si ella estaba con

alguien más, sentía y sabía malditamente bien que ella lo sentía también. Si

alguien decía algo malo de ella, era el primero en pararme y el último en dejar

de luchar por ella.

—¿Es esto lo que quieres? —pregunté mientras ella sonreía

besándome, y entonces enganché su pierna alrededor de mi cadera.

—Sí —canturreó. Estiré la mano abajo y agarré su pierna detrás de su

rodilla por soporte, entonces presioné mis caderas en ella.

Se sentía increíble contra mi cuerpo y cada gemido que hizo causaba

que mi polla se pusiera más y más dura hasta que estaba palpitando con

necesidad por ella. Sus manos se volvieron frenéticas, necesitadas, suplicantes

con un deseo que sentía profundo en mis huesos. Mi respiración, mis

movimientos, todo controlado por ese maldito deseo. El deseo puede ser una

jodida pesadilla. Puede hacerte olvidar consecuencias y mentir a la única

persona que amaste y juraste nunca lastimar como ellos podían.

Deslicé mis manos alrededor de su cintura y las dejé deslizarse más

abajo para descansar en su trasero, una vez más presionando mis caderas en

ella.

Ella lanzó su cabeza hacia atrás contra el cabecero.

—Dios, Dylan, te sientes tan bien.

303

No podía esperar para estar dentro de ella. Ella tenía otros planes sin

embargo.

No pude evitar el gemido que escapó mientras la miraba lamer y

besarme abajo en mi cadera y sobre la cima de mis bóxers que apenas

contenían mi erección, terminando en mi cadera izquierda donde terminó con

un mordisco con sus dientes.

Mirándome con una mirada conocedora en su cara, alargó la mano,

agarrando la base de mi erección, y lentamente movió su boca más cerca. Su

lengua se deslizó fuera y lamió la punta, causándome saltar. Miré mientras sus

labios se separaron y deslizó la punta dentro de su boca, su lengua

deslizándose desde la punta hacia abajo del eje.

Mis manos descansaban en sus hombros, ligeramente sosteniendo su

cabello lejos de su cara así podía verla. Era la jodida cosa más sexy que alguna

vez había visto, viéndola tomarme dentro de su boca. Mi cuerpo estaba

encendido por su toque. Cada vez me tomaba más profundo. Yo gruñía fuerte

sabiendo que podría fácilmente venirme y no quería que esto terminara

todavía.

—Ojos Marrones… joder… tienes que parar… —Estaba acercándome

y mi auto control estaba decreciendo bajo su toque. Quería estar dentro de

ella.

Ella se alejó, mirándome con sus sexys ojos marrones y no podía

detenerme a mí mismo. Tenía que estar dentro de ella. Usando un poco más

de fuerza de lo que podría haberme gustado, presioné su espalda abajo en la

cama y me cerní sobre ella, inclinándome para besarla apasionadamente.

—Te necesito tan jodidamente —dije suavemente mientras me

posicionaba a mí mismo en su entrada. Estaba loco de deseo, sabiendo que

nada estaría entre nosotros. Podía sentir su calor atrayéndome, deseo, el

jodido monstruo que era. Su tersura lo hizo de modo que incluso el más ligero

movimiento de mi parte me causaría deslizarme dentro de ella.

Presioné hacia adelante, saboreando la sensación mientras la llenaba

completamente. Me quedé quieto por un momento para recuperar la

compostura, la sensación de estar piel con piel con ella casi demasiado para

304

mí. Mis ojos cerrados mientras luchaba con el orgasmo que estaba

burbujeando bajo la superficie. No quería derramar mi mierda antes de que

ella consiguiera lo que necesitaba.

—Por favor… Dylan… fóllame… —Bailey se retorció debajo de mí y

casi no podía creer lo que acababa de decir. Era erótico como el infierno

escuchar esas palabras salir de su hermosa, inocente boca.

Envolví una mano alrededor de su cuerpo, dejándola deslizarse a su

trasero, y descansé la otra en la cama por su cabeza. Entendiendo lo que

quería, ella envolvió sus piernas alrededor de mí mientras tiraba de sus caderas

contra mi cuerpo, el nuevo ángulo cambiando la sensación para ambos.

—¿Quieres ser follada, Ojos Marrones? —dije, sintiendo áspero y

crudo.

Ella mordió su labio y gimió mientras asentía, completamente

desenmarañando algún control que me quedaba. Tiré fuera de su cuerpo y

vigorosamente empujé de vuelta dentro de ella, usando mi mano para tirar su

cuerpo hacia el mío. Ella usó sus piernas para mantenerme donde me quería.

Continué golpeando dentro de ella, cada pase causando que su cuerpo

se arquera y apretara, alcanzando la fricción que permitiría su liberación.

Amaba que era mi cuerpo el que causaba esa reacción en ella. Amaba que

podía sentir todo de mí, con nada entre nosotros.

Sentía como que podía jodidamente estallar en cualquier momento,

pero desesperadamente quería darle un orgasmo. Esto necesitaba ser diferente

de la primera vez, esto no era furioso. Esto era amor. Jodida mierda del tipo

cegadora del alma. Me senté y agarré sus piernas desde detrás de mi cuerpo,

extendiéndolas amplias, continuando moviendo dentro y fuera de ella.

Ruborizada, por la manera en que sus músculos se tensaron, lo supe.

—Bailey… estoy tan cerca… joder… tan bueno…

Antes de que pudiera conseguir una oración completa fuera, ella gritó

en éxtasis. No podía detenerme a mí mismo, gruñendo fuertemente,

completamente dominado por las sensaciones.

305

—Oh Dios… Dylan… eso fue… joder… —Ella corrió sus manos a

través de su cabello mientras jadeaba pesadamente, su piel perfectamente

ruborizada.

Besé sus labios con ese mismo jodido deseo que me consumía.

—Eso debería haber sido nuestra primera vez. —Sonreí. Eso fue débil.

Mi teléfono estaba sonando otra vez.

Bailey se deslizó al baño, respondí el teléfono. No hola, ni nada, él solo

se impuso en mí como había hecho por las últimas jodidas siete semanas.

—Trae a mi hija a casa justo ahora Dylan o te arrepentirás de ello.

Me reí. El despiadado borde a mi odio fue escupido a través de mis

palabras.

—Ella es libre para ir cuando quiera pero no la ves arrastrándose de

vuelta a papi, ¿cierto?

—Ella no tiene futuro estando con tu delincuente trasero. Tráela a su

casa ahora o te destruiré.

Jeff quería tenerme fuera de mí y yo era el jodido chico que él quería

que fuera en ese momento. Él sabía qué hacer para encenderme. Había estado

haciéndolo por años.

—Sólo estás molesto porque no quieres que el pueblo sepa que ella

está gritando el nombre de uno de los hermanos Wade cada noche.

Bailey volvió dentro de la habitación, mis pantalones de franela

ligeramente abotonados, su piel asomándose fuera, persiguiéndome. Dejé caer

el teléfono cuando ella volvió quitando la batería.

Quería decirle que todo esto, mi lenguaje, mi odio, mi agresión, mi

tono de voz era por ella.

—¿Me amas? —preguntó, tan dulce, tan inocente, dulce chocolate y

pecas rojas que bailaban a través de mí y mis momentos.

306

—Nunca he amado a nadie así —dije besando el interior de su muslo

cuando ella vino al borde de la cama, mis manos temblando con la amenaza de

perder todo esto, él debería venir aquí y decirle. Cada centímetro de mí estaba

envuelto alrededor de cada centímetro de ella. Había amor aquí. Lo sentíamos.

Irradiaba desde cada centímetro de ella a cada centímetro de mí. ¿Destruiría

eso lo que tenemos?

Sí. Ella solo vería un lado, el lado que era falso y que oculté algo de

ella, protegiéndola de una mentira que rompería su corazón y el mío.

Apenas puse la batería de vuelta para llamar a Drew y él llamó otra

vez.

La ira asoló, lancé algo, un puño en la pared y estrellé un armario

cuando ella alcanzó el teléfono.

—Estás actuando como loco —dijo, pánico en su voz cuando el

teléfono sonó.

—No me has visto loco aún, Ojos Marrones —dije lanzando humo en

el aire y arrancando el teléfono de su mano, un pecho lleno de humo y una

cabeza llena de neblina.

Tomé una última calada de mi cigarrillo y respondí el teléfono antes

de girar alrededor para enfrentar a Bailey, para que ella viera cuán malo esto

en realidad podía ser, cuánto él podía destruir, había destruido.

Cada mentira fue merecida y cada secreto justificado cuando dijo que

estaba en Birmingham. Él estaba aquí. Aquí para destruir lo que quería. Cada

momento robado entre nosotros solo por él y yo lo odiaba por ello.

—Vienes aquí y la destruirás —le dije esperando que me escuchara—.

¿Estás listo para eso?

Él no contestó. Por una vez, colgó.

Bailey me miró, aprehensión, preocupación, y suspiró.

—¿Está aquí?

307

—En algún lugar —dije caminando hacia ella tropezando sobre el

desastre que había creado.

—Vamos a cenar —dijo, ella sabía, quería hacer durar el momento.

Deseo, el jodido monstruo que podía ser. Me rendí. Quería y tomaría a

pesar de las consecuencias y lo que ellos tenían el poder para destruir. Podía

haberlo justificado en el comienzo. Decirle la verdad. Ese no era mi lugar. Ese

saco de mentira de mierda tenía que confesarlo. Ver de primera mano lo que

su mano había hecho.

308

20

Mentiras Bailey Gray

Traducido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ y Lizzie

Corregido por Lizzie

enía los ojos cerrados, a la deriva, sus rasgos relajados de lo

anterior. Se veía que estaba quedándose dormido o ya lo

estaba. Nuestra relación había cambiado en la última semana,

desde esa noche en su auto. Dylan no era tan cuidadoso conmigo o quizás

nunca lo fue. Quizás ahora lo note más, lo sienta más, crea más. Es como

colores otra vez, unos que no habías visto, ahora brillan para que los veas. Su

belleza se encuentra más allá de lo que conocía, tiene más sentido, tiene

fuertes convicciones.

—¿Qué harías si él viene a buscarme? —pregunté—. Sabes que lo

hará.

—Lo mataré —dijo Dylan con una sonrisa oscura.

—No eres un asesino Dylan, buen intento. Y no hagas eso. Estarías en

la cárcel y recuerda lo que Drew te advirtió.

Agarré su trasero y él me dio una palmada en la mano.

—No bromees con eso.

T

309

Dylan giró tomando mis manos llevándolas a sus labios, me abrazó, y

sus labios se cernieron sobre mis nudillos, sus ojos en los míos, serios.

—Él es la razón. Él es la razón de toda esta mierda.

—¿Qué?

Estabamos en la sala de la casa de Drew, cerca del bar en que Dylan

había bebido toda la noche. Eso se estaba convirtiendo en un hábito, uno que

no me gustaba y sentía que se me escapaba de las manos. Se estaba volviendo

un adicto y Drew y yo lo sabíamos. Hablábamos frecuentemente, Drew y yo.

Me ayudó a entender a Dylan en una manera que nunca lo hice.

Él es Dylan Wade. Él es este loco chico, obstinado, incorregiblemente

apasionado, todo corazón y alma, y no podía y no quería vivir sin él ahora.

Me aferré a él con todo lo que había sabiendo que lo que teníamos era un

amor peligroso.

Y aunque Drew no había estado con Dylan por años, el todavía

entendía ese lado que yo no. El lado imprudente.

Drew caminó entre nosotros sabiendo que Dylan había bebido mucho.

—Dylan amigo, dale un descanso.

Dylan, la mayoría de los días, era un hombre de pocas palabras. A

veces, su indiferencia me molestaba. Tenía tanto talento, una pasión que

desbordaba, pero él pensaba que no estaba allí o tal vez, como dijo Drew, no le

importaba. Pero últimamente, era más que unas pocas palabras. Él estaba lleno

de frases crípticas que me dejaban pensando en el cambio que he visto desde

que mi padre llamó.

Dylan era complicado. Era como un Cubo de Rubik. Difícil de

resolver, pero una vez que tenías el patrón, algunos movimientos llegaban

naturales, mientras que otros nunca se resolverían.

* * *

310

Aquí es donde me cambió la vida. Nunca lo vi venir, pero supongo que

con el cambio nunca lo haces. ¿Cómo podías? Si lo veías venir podrías haberlo

detenido.

Dylan y yo nos fuimos en un viernes. Diecisiete de junio para ser

exactos.

El cinco de agosto, mi mundo se hizo pedazos.

Dylan se paró cuando vio a mi papá, igual que yo, al final de la entrada

de Drew, esperando por mí.

—No puedo creer que hayas tenido las jodidas agallas de venir aquí

—gruñó Dylan azotando la puerta delantera. Lo seguí.

Mi papá lucía diferente, la ira se había apoderado de él. Era evidente

que no había dormido en días, los ojos inyectados en sangre y la ropa

arrugada.

—¿Por qué estás aquí? —Mi voz tembló, su porte de padre era

intimidante.

La mano de Dylan temblaba en la mía y luego me di cuenta de que no

era solo él, era yo también. Drew salió de la casa a pararse detrás de nosotros.

—¿Qué está pasando aquí? —Sus ojos siguieron la mirada de Dylan al

ver a mi padre—. Tiene que salir fuera de mi propiedad —dijo Drew, con una

fuerza y rabia que no sabía que tenía.

—Estoy aquí por mi hija —dijo mi papá, su respuesta poco sombría. Él

me miró—. Entra en el auto, Bailey. —Su mano derecha estaba en la parte

superior del Toyota Camry blanco que conducía—. Ya he tenido suficiente de

esta mierda y es hora de volver a casa. Comienzas la universidad pronto.

—No voy a la universidad, papá. —Mi voz todavía era suave y hablaba

más hacia el hombro de Dylan que cualquier cosa.

Dylan lo notó, su actitud más protectora, su agarre un poco más

posesivo.

311

—¿Por qué no le dices realmente por qué la estás obligando a estar

contigo, Dylan? —Mi padre miró de Dylan a mí, con los ojos inyectados en

sangre y cansados. Estaba borracho. Nunca antes había visto a mi padre

borracho.

Mi mirada se dirigió a Dylan cuando se volvió para mirarme. Mi

corazón se detuvo. Él se me quedó mirando, su expresión se volvió de la ira al

dolor como si alguien le hubiera dado un puñetazo. Era esa sensación. La sentí

la mañana en que nos fuimos, en mi habitación, mi amanecer, la sentí de

nuevo.

Dylan parpadeó, regresé al momento, a este momento. Sus cejas

estaban juntas.

—Bayley… yo….

—Dylan solo te estaba usando para devolvérmela —dijo mi papá

interrumpiendo a Dylan caminando hacia mí y alcanzando mi mano. Drew se

acercó más, anticipando lo que él sabía que iba a suceder.

—Yo estaba conduciendo el auto que mató a su madre. Él lo sabía y te

uso para vengarse de mí.

Cualquier cosa podría haber sucedido en ese momento, pero todo lo

que sentía era el mundo estrellándose sobre mí. Ahogamiento. Sofocación. El

corazón arrancado de mi pecho del jodido odio, la mentira, el engaño.

—¿Desde cuándo lo sabías? —Mi voz era distante incluso para mí.

Miré de Dylan, a Drew, y luego de nuevo a Dylan, esperando, demandando

algo.

—Cuando cumplí los dieciocho. —Dylan hizo una pausa, su

respiración lenta y áspera, su cuerpo temblando—. Vi el papeleo con la ayuda

de un abogado y me enteré de quién puso en marcha el fondo fiduciario.

Gestos, respuestas, reacciones, significados ocultos, crípticas

advertencias fueron validadas.

—¿Es por eso que hiciste estallar el auto del fiscal? —Dylan asintió

con la cabeza, la frente arrugada, él estaba dolido y yo al borde de estallar o

312

caer de rodillas. El suspiro de aliento que él tomó aspiró todo el aliento de mí.

El grito distante estaba cerca, Drew y mi padre, pero éramos Dylan y yo, en

estos momentos.

Dylan asintió con la cabeza y el movimiento rompió otra parte de mi

corazón roto.

Sabía que mi padre fue el que... mierda... ¿y él me usó? ¿Cómo pudo?

¿Yo signifiqué algo?

—Él ayudó a tu padre a cubrirlo. —Dylan fulminó con la mirada, su

intensidad pasó de mí a mi padre—. Como miembro del Concejo de la ciudad

en el momento, no podía tener un asesinato en sus manos.

—¡Fue un jodido accidente, Dylan! —gritó mi papa, dando un paso

hacia Dylan, Drew se interpuso entre ellos.

—Vete, Jeff —dijo Drew poniendo su mano en su pecho, estaba de pie

entre dos hombres, dos personas que me utilizaron para su propio beneficio.

¿Era esto una especie de broma de mal gusto?

—Sal de mi maldita propiedad —dijo Drew con un toque de calma

que tenía más advertencia que una simple orientación. Sabía que Dylan se

estaba desvaneciendo rápidamente.

—Bailey —intentó mi padre de nuevo cuando Drew lo empujó hacia

su auto—. No significas nada para él sino resentimiento. Eso es todo. Ven

conmigo. ¡Vuelve a casa y sigue con tu vida!

—¿Seguir con mi vida? —Me quedé sin aliento, las lágrimas rodaron,

la ira crecía en mí, quemando y picando en mi piel—. ¿Qué vida? Acabas de

destruir todo lo que pensaba que tenía.

Mis ojos encontraron a Dylan, lucía como si alguien lo hubiese

abofeteado.

—Estás actuando como una puta. —Ese fue el siguiente intento de mi

padre de convencerme. No uno muy bueno.

313

—No lo hagas, papá —le dije todavía mirando a Dylan. Él no había

dicho nada, no estaba segura si estaba respirando aparte del temblor de su

pecho y manos.

—¿Es eso de lo que va todo esto, cierto? ¿Actuar como una puta?

Dylan puso sus manos en mis hombros y me empujó a un lado, sus

ojos como humo oscuro.

—Me tocas y te demandaré, pedazo de mierda —le gritó mi papá a

Dylan cuando se paró cara a cara con él. Drew se hizo a un lado.

Dylan reaccionó y se volteó. Mi padre sabía exactamente lo que estaba

haciendo al provocar a Dylan así. Llegué a entender que ese era su plan. Sabía

que si él empujaba lo suficiente, si me degradaba ante Dylan, iba a reaccionar.

Y lo hizo.

Dylan tenía razón. El mundo estaba lleno de horrible mierda. ¿Había

alguna persona honesta? Después de hoy, no lo creía.

Una parte de mí estaba realmente molesta, pero la otra parte estaba

satisfecha de finalmente saber la verdad. Drew apartó a mi papá y a Dylan,

ambos furiosos, maldiciendo, diciendo mierdas que no podía entender.

—¡Pagamos por las jodidas mierdas que hacemos en la vida! —gritó

Dylan empujándolo contra el auto, su cabeza cayó hacia atrás contra el cristal

de la ventana—. Algunas personas tienen que jodidamente pagar por ello,

¡alguien tiene que hacerlo! Tal vez no tú, pero alguien lo tiene que hacer.

—¡Dylan, detente! —grité pero entre el torrente de mi sangre y mi

corazón latiendo con fuerza, sonaba como un susurro.

—No voy a renunciar hasta que sangre por su puto arrepentimiento.

—Dylan fácilmente se alejó de mi padre quien había conseguido tomarle la

camisa.

Drew consiguió separarlos con la ayuda de Eddy que salió corriendo

de la casa.

314

Tanto mi padre como Dylan estaban jadeando, tratando de hacerse

con el control que ninguno de ellos tenía, ambos luchando por razones muy

diferentes.

—¿Sabes lo que puedes hacer? —le preguntó Dylan a mi papá,

empujando contra Eddy que lo estaba deteniendo.

—¿Qué Dylan? —Mi padre escupió sangre, pasándose la mano por la

boca—. ¿Qué quieres que haga?

—Vete a la mierda, para comenzar —dijo Dylan escupiendo su propia

sangre, su mirada tenía el poder de poner a arder el mundo alrededor de él—.

En segundo lugar, felicitaciones hijo de puta, acabas de destruir cualquier

relación que podría haber tenido con tu hija.

Lo sentí en ese momento. Mi familia se había roto a pedazos,

destrozada, tal vez sin remedio. Mi corazón, destrozado, jodidamente dividido

por la mitad.

No esperé a ver qué iba a pasar. Dylan tenía razón. Sí, destruyó

cualquier cosa que pudiera haber tenido conmigo. Pero quizás Dylan también.

Quería correr, a cualquier lugar, escapar, perderme, olvidarme, y

ahogarme. La verdad del asunto era que no tenía otro lugar a donde ir.

Como si se tratara de algún tipo de señal, entonces Megan apareció

justo en el camino de entrada y yo corrí a su auto antes de que apagara el

motor.

—Conduce, por favor, ¡solo jodidamente conduce! —Lo hizo sin

discusión y lloré. Lloré más fuerte de lo que nunca antes lo había hecho.

Cuando por fin pude hablar, fuimos a su apartamento, un lugar que no sabía

que tenía. Dijo que vivió aquí antes de conocer a Drew, pero no había

renunciado a su apartamento.

Se las arregló para hacerme entrar y dentro de un dormitorio

disponible que tenía. Le dije que quería estar sola, lo hacía, y ella respetó eso y

me dejó ser.

315

Quería el entumecimiento. Quería un escape. No quería escuchar mi

propio corazón latiendo. No quería sentir las lágrimas que no se detendrían.

Sentía dolor. Sentía el dolor de Dylan. ¿Cómo podía mirarme sabiendo que mi

padre mató a su madre? ¿Cómo pudieron ocultarme esto?

La verdad era, que aunque todo había sido completamente destruido,

yo no habría cambiado nada. Era el viejo dicho, el viaje para llegar allí es

mejor que el destino. Era cierto.

Aquí está lo que la mayoría no considera al ocultar información de

alguien. Tenías la información que podría haberlos ayudado o cambiado sus

vidas de alguna manera. Tenías el poder para ayudarlos y no lo hiciste. No

importa si mentiste o no. Les ocultaste algo. Dylan era la última persona que

esperaba lo hiciera.

Quería escapar, pero no tenía a donde ir. Dylan me encontró. Drew

debió haberlo ayudado.

—Déjame entrar Bailey. —La advertencia no se podía perder. Estaba

enojado, pero tal vez no tan enojado como yo—. Juro por el jodido Dios…

—No —dije yaciendo en el suelo lejos de la puerta, solo en caso que él

la rompiera—. No maldigas en la casa de Megan.

—Voy a poner esta jodida habitación en llamas. —Su segunda

advertencia, una que yo debería haber escuchado—. Sabes que lo haré.

¡Déjame. Entrar!

No lo hice y la puerta se vino abajo.

Me molestó que no pudiera tener un momento para mí. Yo le había

dado tantos momentos de este verano, necesitaba unos pocos para mí misma,

para pensar.

Mi dolor se convirtió en rabia, rayando en ira. Un vaso de vidrio en el

tocador se rompió contra la pared. Mi enojo podría ser destructivo a veces.

Sosteniendo la puerta, para un poco de privacidad, Dylan se volvió

con un estremecimiento y el presumido ajuste de sus labios solamente me

arrojó a más de un giro.

316

—¿Estás jodidamente odiándome ahora?

Dio un paso hacia mí y di dos pasos más atrás. Él me miró y me puso

nerviosa. Afligidamente desesperados, sus ojos me rogaban escuchar.

Dio media vuelta y golpeó la palma de su mano contra la pared.

—No sabes una mierda.

Dylan me miró, sus ojos se perdieron, y me quedé con la míos en él.

Se lamió los labios, estudiándome para ver cómo iba a actuar.

—Sí, tienes razón. No lo hago. Por tu culpa.

Su sonrisa de antes se convirtió en una sonrisa condescendiente.

—No hagas girar todo esto sobre mí. Eso no es justo y lo sabes. —Él

estaba escupiendo ácido a través de esa sonrisa que yo solía amar.

—¡Podrías habérmelo dicho! —grité y todo lo que hice fue

provocarlo.

—¡Maldito sea! —gritó Dylan hasta que su voz dejó de funcionar. El

sonido de su puño entrando en la pared sacudió mis huesos, mis manos fueron

a mis oídos.

Dio un paso adelante, un paso enojado, pero él no iba a hacerme

daño, ya lo sabía.

—No me toques, Dylan —le advertí, pero mi voz tembló y puse mis

manos fuera de su alcance.

Dylan se echó a reír, pero dio un paso atrás y parecía nervioso, pero

yo sabía que no lo estaba.

—¿Qué no te toque? —Puso los ojos, mirando de la pared al vaso en el

suelo y luego a mí—. Está bien —dijo asintiendo con la cabeza como si

estuviera jugando un juego con él y él estuviera jugando alrededor solo para

calmarme. Pero no era un juego y él malditamente lo sabía. Esta mierda era

real. Mi dolor era real, pero también lo era el suyo.

317

—¿Por qué entraste en mi auto ese día? —Parecía sinceramente

curioso de nuevo, pero sus ojos me dijeron lo contrario.

—Tú me preguntaste. —Mi mano se apoderó de mis lágrimas,

tratando de respirar y concentrarme—. ¿Recuerdas?

—No —me interrumpió, con voz más aguda ahora—. Dime la maldita

verdad, no tenías que hacerlo. ¿Por qué? ¿Por qué te metiste en mi auto? ¿Por

qué tirar todo, la vida perfecta, por mí?

Me atraganté con mis lágrimas tratando de aclarar mi garganta y

luego me levanté y lloré en mis manos. Mi pecho y pulmones luchaban por

hacerse con el control. Odiaba que nada tuviera sentido para mí en este

momento, excepto él, sintiéndolo cerca de mí.

—Jesús. —Él presionó su cabeza contra el marco de la puerta,

agarrando con fuerza la parte de atrás de su cuello con ambas manos. Por la

forma en que su pecho subía y bajaba, me di cuenta de que estaba tratando de

controlar su ira. Su respiración comenzó a salir a borbotones con cortos jadeos

tratando de controlarse a sí mismo—. ¡Joder, lo odio. Lo odio!

Se puso las manos en las caderas, aún frente a la pared, su cabeza cayó

hacia adelante, contemplando, lamentándose, dándose cuenta.

—Para que conste, yo nunca quise hacerte daño. —Él me miró con lo

que parecía decepción—. Yo quería... Dios... Ojos Marrones. —Tragó

conteniendo las lágrimas, pero no hizo nada, ellas cayeron—. Traté de decirte.

Lo alcancé, no podía soportarlo más. Toda la ira y las emociones a un

lado, quería su toque.

Él me abrazó con más fuerza, lanzándose hacia mí mientras yo

lloraba, él lloraba, ambos llorábamos. Dejé a un lado las razones y viví en ese

momento, en el que estaba llorando, rogándome que lo escuchara.

—Si quieres saber algo, pregunta —dijo mirándome cuando

finalmente nos sentamos en la cama.

—¿Por qué mentiste?

318

Él entrecerró los ojos y ponderó mi pregunta, y luego sacudió la

cabeza.

—Nunca he mentido. Pero también nunca pensé que era mi lugar

decirte. Piensa en lo que yo habría estado diciendo. Tú papá me quitó a mi

mamá. Me quitó mi infancia. Te quitó la tuya. Piensa en ello.

Sus palabras, la verdad, aplastaron mi alma, rompieron mis huesos y

envenenaron mí sangre.

Era tarde ahora. No me quería mover, todavía quería estar

entumecida y mi cuerpo estaba agotado.

—¿Te quedas aquí conmigo? —preguntó Dylan. Megan dijo que no iba

a volver esta noche y que yo podía estar sola esta noche. Yo sabía que

estábamos solos. Esperaba que lo estuviéramos.

—¿Dónde está mi papá? —Mi cuerpo drenado cayó contra la cama,

mi corazón se quedó con Dylan, en sus manos.

Dylan se sentó en el borde de la cama y forcejeando me quitó los

zapatos dejándolos caer con un ruido sordo en el suelo de madera, el sonido se

hizo eco. Sus rodillas rozaron contra las mías, yo lo vi, sin aliento después de

su anterior despliegue de ira, inquieto.

—No lo sé. Lo perdí y me fui. Drew dijo que lo mantendría alejado.

—Quise decir lo que dije. —Me dio la vuelta y sus manos me

enmarcaron la cara, los ojos inyectados en sangre y suplicando. Él no iba a

mendigar y en el fondo yo sabía lo que él quería—. Lo quise decir, Ojos

Marrones, te amo. Lo hago.

Asintiendo con la cabeza, me enfoqué en sus pestañas y luego más

profundamente en sus ojos queriendo confiar en él, su toque pesado y lento.

—No lo haces. —Una vez que las palabras salieron de mis labios, me

arrepentí de ellas porque no eran ciertas.

Sus labios se curvaron en las esquinas, pero la sonrisa no era una de

diversión. Él hablaba en serio.

319

—Oh, no podrías estar más equivocada si trataras. Quise decir todo lo

que te dije.

Se me escapó una risa amarga, mis brazos cruzados sobre mi pecho.

—Entonces, ¿qué fue eso?

Rompió contacto con mis ojos, con la cabeza vuelta hacia un lado, con

la mandíbula apretada. Él estaba cerrando la puerta.

—Respóndeme.

Su mirada regresó, pero él no dijo nada, al menos nada con palabras.

Mi cara estaba de repente entre sus manos, tan cerca de la suya. Sus dedos

eran eléctricos en mi piel, la sensación calmando pero aun aterradora. Sus

labios apenas tocaban los míos.

—Sabes malditamente bien la respuesta a esa pregunta. —No había

lujuria en su voz, solo ira, pero por debajo de eso, estaba el amor que yo

conocía, las capas descascarillándose.

Él bajó su boca a mi oreja.

—Por favor, escúchame.

Lo escuché.

—Dime que esto está bien —dijo sin aliento contra mi piel.

Sabía lo que estaba preguntando y no se lo podía negar. Hay algo

acerca de la angustia que te provoca querer sentir que lo quebraste por última

vez. Los dos sabíamos que era la última vez.

Podía sentir su lucha interior, no queriendo parar. Me sacó de su

pecho, sus manos sobre mis hombros.

—Por favor no te vayas —dijo con voz entrecortada—. Necesitamos

esto. —Dylan tomó mi cara en su mano presionando sus labios en mi frente.

Mantuvo los labios allí tratando de convencerme de que quería decir todo lo

que había dicho.

320

Empujándose a sí mismo más cerca, me acarició la mejilla con su

pulgar, pero no dijo nada más.

Se quedó sin aliento, sus lágrimas mezclándose con las mías,

buscándose a sí mismo dentro de mí. Agarrando mis hombros con firmeza, su

cuerpo temblaba mientras me acercaba.

—Solo quédate aquí, conmigo, una vez más, quédate aquí.

Mis manos temblaban cuando las llevé a cubrir las suyas sobre mis

mejillas. Su expresión cambió de nuevo, su ira pareció romperse como el

cristal y luego la más mínima presión contra mi boca me hizo entrar

El sonido de metal y cuero desabrochándose me trajo de vuelta y abrí

los ojos para verlo mirándome fijamente, queriendo, necesitando, y

mendigando.

Cuando lo alcancé, me agarró las dos manos y sostuvo juntas mis

muñecas con una mano encima de la cabeza, cerca de la cabecera de la cama.

—Dime que pare, dime que salga y lo haré —dijo entre dientes—.

Dime que no me amas. —Sus caderas empujaron hacia adelante, su mirada

sobre mí, quemándome—. Joder, dilo —gruñó, bajo, primitivo.

Pero no pude.

Alcanzando entre nuestras caderas, empujó su ropa a un lado con su

mano derecha. Mi aliento contenido cuando lo sentí presionándose contra mí,

ahí, estómago con estómago, pecho con pecho.

Se sentía mal, se sentía como si estuviéramos destruyendo el último

pedazo de lo que podríamos haber tenido.

321

21

Perdido Dylan Wade

Traducido por Nanami27

Corregido por Nanis

rató de empujar mis manos cuando fui por su camiseta, pero

no era lo suficientemente fuerte o no estaba empujando lo

suficiente. En lugar de eso puse mi mano entre sus pechos y la

empujé hacia la cama, no fuerte, pero lo suficiente como para hacerle saber

que estaba hablando en serio.

Agarrando sus caderas, me empujé más cerca forzando sus muslos a

abrirse presionándome contra ella. A través de mis jeans, ella podía sentir lo

que yo más quería, a ella.

Los labios de Bailey se abrieron, su cuello arqueado. Fue entonces

cuando su espalda se arqueó enroscando sus dedos en las sábanas, no más

peleas, ahora ella aferrándose a mí, doblando las rodillas para apretarme,

rogando mi cercanía.

Al mover en círculos las caderas, sabía que ella lo había hecho.

La dejé ir por un momento para tirar de mi camiseta mirándola

agitarse contra mí, desesperada por más. Sus ojos me miraron cuando mis

manos se movieron a mi cinturón. El sonido del metal chirriando llevó sus

ojos a los míos.

T

322

Tomó mi cinturón, pero negué con la cabeza.

—Alto. —Colocando mi mano en su pecho una vez más, la empujé de

nuevo. Ella no manejaba esta mierda esta noche, yo sí. Iba a follarla hasta que

me rogara parar, porque sabía que era la última vez.

Bailey pareció entender y puso sus manos sobre su cabeza cuando

apreté mi cuerpo hacia adelante. Mi hebilla presionando en su estómago, ella

se estremeció, así que me aparté para quitar mis pantalones y luego encontré

mi lugar entre sus piernas de nuevo.

Ante el contacto, ella gimió de nuevo, con la cabeza inclinada hacia

atrás, más allá, y me incliné arrastrando mis labios y dientes sobre su garganta.

Quería que tuviera marcas de mí, que se acordara de mí, recuerdos que solo

ella conociera. Sus piernas temblaban, los tacones se clavaron en mis muslos.

Ella sabe lo que estoy haciendo. Tal vez la asusta pero a pesar de ello,

lo sabe.

Agarrando sus muñecas más duro, me empujé dentro de ella al mismo

tiempo que mordía su cuello, ella lo sabía.

Cuando gritó, tapé su boca con la mía silenciando sus gritos.

Ella sabe jodidamente qué es esto. Lo hace.

Arrastrando mi beso, mi lengua, mi cuerpo contra el suyo, no aflojé,

no, me empujé con más fuerza que antes. La posesividad corriendo por mis

venas, no queriendo dejarla ir, esta chica era mía y no quería dejarla ir. Estos

gritos eran míos, la forma en que su cuerpo se curvaba con el mío, eso era mío

también.

No follé con rodeos, no jugué con ella, o conmigo. Con las rodillas

separadas, le di lo que queríamos, necesitábamos, deseábamos y pedíamos.

Clavando mis dedos en sus caderas, gemí jodidamente al contacto de

estar envuelto alrededor de ella, se extendía ante mí, amándome de la manera

en que ella sabía.

323

La forma en que me mira hace a mis malditas rodillas temblar, me

quita el aire de mis pulmones y me da escalofríos, ese tipo de mierda. Toma mi

mundo y lo aplasta a sabiendas de que nunca será el mismo.

Fue entonces cuando empezó a llorar, sintiéndolo también.

—Shhh —le susurré meciendo mis caderas y mirando su cuerpo tomar

todo lo que el mío le está dando mientras siembra mi propio control.

Un corazón entregando alma, dio hasta la última miserable gota de

frustración y la agresión que he estado cargando este verano, que he estado

cargando toda mi maldita vida. La follé tan fuerte como quería luchar por ella,

por nosotros, y no paré hasta que ella gritó por mí mientras me venía, ambos

nos veníamos, mis dos brazos envueltos firmemente alrededor de ella,

rodando por mi liberación.

—No te detengas, por favor, no te detengas —rogó.

Puse sus piernas por encima de mis hombros, moviéndome más

profundo, sintiendo más.

—Nunca —gemí empujando más profundo una vez más, moviendo la

cabeza ligeramente.

—Dímelo —le susurré entre jadeos—. Incluso si es una mentira,

dímelo.

La verdad salió de sus labios.

—Te amo.

324

22

Verdad Bailey

Traducido por nanami27 (SOS)

Corregido por Lizzie

llí estaba yo, otro amanecer, otra decisión. Atada al principio

ahora mismo. Estaba de vuelta en ese amanecer por la

mañana cuando me fui. Un cambio, un pensamiento, un

sentimiento nunca sucede de inmediato. Nunca lo ves venir. Al igual que la

salida del sol se arrastra sobre nosotros, el gredoso calor, una luz en la

distancia. Así mientras los errores de la noche, lamentos y estrellas eran

sacudidos del cielo, tomé la decisión.

¿Qué harías por un pedazo de para siempre? ¿Qué harías para amar

más, sentir más y vivir más?

¿Qué harías para encontrarte a ti mismo? ¿Renunciarías a todo eso

para encontrar solo un pequeño grano de arena, un lado que nunca has

conocido?

Cuando la luz revoloteó dentro, sentí su tacto, suave y cálido,

anhelante, sus dedos rozando.

Sabía que nunca tuvo la intención de mentirme. Él sabía que la verdad

me rompería el corazón. Me acordé de sus palabras, la primera canción que

alguna vez cantó, sus ojos en los míos. Trató de decirme tantas veces.

A

325

Al ocultarte del miedo

Lo encuentras en el interior

Los ojos de Dylan se centraron en la misma ventana, perdido en tal

vez los mismos pensamientos. Los dos sabemos lo que fue anoche y lo que era

esta mañana, quería dejar de mirar y no recordar nada, pero no pude. Quería

dejar de notar todos los pequeños detalles que amaba de él.

Podía sentirlo detrás de mí, calentando mi piel como el sol hacía y el

dolor ardiente en el pecho y el hielo azul que lo derretía.

Él estaba en silencio, su respiración ligera mientras la brisa atravesaba

la ventana abierta. Me volví y lo miré. Estaba de espaldas mirando al techo.

Recordé, brevemente, la mañana que pasamos piel con piel, riendo,

viviendo momentos y recuerdos que solo nosotros conocíamos, las palabras

solo tenían significado para nosotros, pasando por encima de mí o debajo de

mí con maldiciones reverentes y los labios entreabiertos. La forma en que me

miraba en una expresión acalorada, el tacto de mis dedos encontrando sus

músculos duros, rogándole que no se detuviera y sabiendo que sostenía cada

cuerda en mi corazón aunque sea solo por un verano.

Sé lo que he perdido, a él. Y la idea me mata por dentro. Era como ver

la puerta cerrada, descorriendo las cortinas en un día soleado, y la luz se

desvaneciera superada con las tinieblas.

* * *

Dylan se fue esa mañana de vuelta a casa de Drew. Fui con él y por

supuesto, mi padre estaba esperando. Yo necesitaba algunas respuestas, le dije

a Dylan que volvería y fui a desayunar con mi papá. Asustada de que me

secuestrara, hice a Drew llevarme.

326

Nunca llegamos dentro del restaurante. En cambio, hablamos delante

de su auto. A decir verdad, no quería desayunar con él. No quería estar cerca

de él. Sí, era mi padre y nada iba a cambiar eso, pero a veces se puede destruir

una relación más allá de la reparación. Él hizo eso.

—Ni siquiera te conozco en este momento —me dijo y era finalmente

la verdad. Era honesto y real y tal vez la primera declaración honesta que ha

hecho en años, o nunca.

Le ofrecí el parpadeo más pequeño de mis pestañas, oscuras e

inflexibles. Tenía mi propia ira para la situación. La ira que quería infligir y la

ira que quería que él poseyera y sintiera profundamente, más profundo de lo

que nunca sintió imaginable. Quería demostrarle que la mía era el tipo de ira

que se levantaría y se extendería como reguero de pólvora convirtiendo todo

en cenizas y ondulando nubes negras en el cielo de la noche.

—Tú elegiste no conocerme. Nunca lo intentaste, siquiera. Conocías a

la hija que querías conocer, la hija que creaste y la vida que trataste de

controlar. Y ahora no eres más que un mentiroso, tan lejos de la verdad que es

patético.

Su rostro se endureció y la ira se encendió.

—No tienes idea de lo que es.

—Tienes razón —estuve de acuerdo doblando mis manos sobre mi

pecho—. No tengo ni idea, porque me ocultaste la verdad. ¿Por qué lo

encubriste?

Suspiró, una frustrada palmada golpeó contra el capó de su auto.

—Muy bien, Bailey, aquí está la maldita verdad. Yo fui un borracho

durante años. He engañado a tu madre más veces de las que probablemente le

importe saber nunca. Ella se enteró que estaba durmiendo con Teresa y se

enojó conmigo. —Negué con la cabeza, asqueada de que hubiera dormido con

la madre de Mercedes—. Me emborraché y estrellé un auto contra el auto de

una mujer inocente. Y al final, era nuestra vecina. —Él estaba hablando esto

como si no fuera gran cosa, las palabras fluyendo, casi con guión—. Estaba en

el Concejo de la ciudad en ese momento y listo para ser alcalde —él negó con

327

la cabeza—, habría sido el final de mi carrera. Saqué unas pocas conexiones

con el fiscal, me aseguré de que se ocuparan de ello y establecieran a la familia

Wade con una buena seguridad financiera, a todos ellos. Ken se benefició de

ello tanto como lo hicieron sus chicos.

—El dinero jamás compensaría lo que hiciste —dije, llorando otra

vez—. Tú les quitaste a su madre, a su esposa. El dinero no soluciona esa

mierda.

Mis palabras no significaban nada. Resopló, vigilante de la postura de

mis pies guardando distancia de él y Drew sentado en el auto, esperando por

mí. Sabía que no me iría con él y eso le molesto. No estaba bajo su control,

esto estaba fuera de sus manos y eso es con lo que tenía un problema.

—Podría haberle pasado a cualquiera. ¿Crees que Dylan es

impermeable a ello? ¿No crees que su gran culo borracho no pudo haber

matado a alguien?

Era la única verdad que tenía. ¿La diferencia? Dylan no hubiera

cubierto todo. Se habría responsabilizado de su error.

—Te equivocas —le dije retrocediendo un pie. No iba a responder o

defender sus acciones y no iba a ninguna parte con él—. Yo no me voy

contigo.

—Tú no vas a ninguna parte, Bailey —me dijo en un tono grueso, me

alcanzó, sus manos en mis brazos agarrándome con fuerza. Podía sentir la

pulsación mientras sus manos apretaban—. Ya he tenido suficiente de esta

mierda. Vuelves a casa.

—No, yo no. —Probé la sal de mis lágrimas cuando pasó por encima

de mis labios—. No voy a ninguna parte contigo.

Escuché el GTO de Dylan antes de verlo, al igual que mi padre, su ira

se encendió.

—Ese hijo de puta simplemente no renuncia.

No tenía ni idea. Miré a Drew que estaba junto a mí ahora, me alcanzó

sabiendo que corría hacia él.

328

—Quédate ahí Bailey. Dylan no es alguien con quien ponerse en el

camino, sobre todo, no ahora.

Me temblaban las manos al igual que el resto de mi cuerpo, tanto que

apenas podía moverme o respirar sin querer gritar. Me sentía atrapada, como

si el mundo se acabara justo en frente de mí y no hubiera nada que pudiera

hacer al respecto. Mi pulso estaba en mi estómago, acelerando, con ganas de

correr hacia él.

Dylan frenó al lado del auto de mi padre y salió. Con las manos en los

bolsillos, la cabeza centrada en el pavimento. Los recuerdos de la noche

anterior brillaron detrás de mis ojos cuando los cerré.

Con su actitud paternal, mi padre se acercó a él, pero no pude oír sus

palabras con el latido de mi corazón y sé que sus palabras estaban amenazando

y prohibiendo.

Para cualquier otra persona, puede parecer como si mi padre tuviera la

ventaja en esta situación. Era mayor y más fuerte que Dylan, más inteligente,

tal vez, pero no analítico como Dylan. Él es el alcalde. Él es un padre, mi

padre, mi protector. Él era temido y respetado por toda la comunidad. Pero

ese es su mundo.

No era el mundo que Dylan y yo habíamos creado este verano, no era

el mundo que conocemos, no el amor que conocemos. Dylan no tenía que

gritar o usar sus palabras afiladas o palabrotas, o golpear para hacer ver su

punto a menos que quisiera.

Él podía joderte con una sola mirada. Había estado en el extremo

receptor de esa mirada.

Mientras mi padre hablaba, acercándose, Dylan finalmente miró a mi

padre y sonrió.

El gesto envió a mi padre tan sobre el borde que apenas se tambalea.

—Pedazo de mierda. Crees que esto es una jodida broma, ¿verdad?

329

Los ojos de Dylan se encontraron con los míos. Mi padre no lo vio,

estaba de espaldas a mí. Sus ojos se detuvieron en mi camino antes de

lentamente cambiar de nuevo a Jeff, desafiante, pero relajado.

Intercambiaron algunas palabras más, no podía oír nada y me hizo

querer estar más cerca.

Dylan levantó las manos, como rindiéndose. Sacudió la cabeza y miró

hacia abajo, haciendo caso omiso de las duras palabras. Entonces mi padre lo

empujó contra su auto.

—¡Papá! —grité luchando contra Drew que estaba sosteniéndome—.

¡Ya basta, déjalo en paz!

Dylan se tambaleó hacia atrás contra el auto, pero no cayó. Mi papá

empujó de nuevo, esta vez Dylan cayó sobre una rodilla, deteniéndose a sí

mismo con las manos contra el auto.

Mi vista era borrosa por las lágrimas, mis pensamientos se perdían en

la nada más que Dylan mientras mi padre lo empujaba de nuevo. Esta vez

Dylan rió y utilizó su auto, su mano en la manija de la puerta apoyándolo.

Mi papá había acorralado a Dylan en una esquina, pero retrocedió lo

suficiente para que él reaccionara, sosteniendo su mano en el cabello

hablando, pero no gritando.

Fue entonces cuando Dylan me miró.

—Todo está bien, Ojos Marrones, entra en el auto con Drew —dijo,

con las manos temblando.

Mi padre le hizo una pregunta, pero no podía oírlo. Dylan se paseó,

arrojando la respuesta y mirando a su alrededor como si quisiera escapar.

—Necesito hablar con Bailey, Jeff. —Dylan subió la voz, pero

mantuvo una máscara de calma.

—Tú no vas a ninguna parte cerca de mi hija —respondió mi padre,

empujando a Dylan de nuevo cuando trató de moverse más allá de él.

330

Dylan me miró y escupió sangre en la acera antes de encontrarse con

la mirada de mi padre.

—¿Crees que me puedes mantener alejado de ella? —preguntó,

sonriendo condescendientemente—. No has hecho un gran trabajo hasta

ahora, alcalde. Ella ha estado en mi polla durante todo el verano y no pudiste

detener eso, ¿verdad?

Mi padre agarró a Dylan por su camisa y luego le dio un rodillazo en el

estómago. Dylan cayó con fuerza, el airé salió fuera de él, tosiendo y jadeando

por aire.

En cierta forma, Dylan se recuperó rápidamente, riendo mientras

mantenía sus ojos en mí.

Lo perdí. Nadie podía tocar a Dylan así. Nadie. No me importaba que

fuera mi padre, él no iba a lastimar a Dylan.

Eddy levantó las manos y me dejó ir, retrocediendo como si dijera: ve

por ello.

Dylan se levantó lentamente, llegando a su máxima altura y rebotó

varias veces, moviendo sus manos y giró su cabeza de lado a lado.

—No me jodas, Jeff. —Su voz era baja y dominante para el chico que

era, su actitud violenta.

—¿Qué vas a hacer al respecto, niño?

La sonrisa de Dylan estaba torcida, condescendiente y amenazante,

prometedora pero no amenazando Estaba relajado, sorprendentemente.

Pasaron unos momentos en que mi mente se movió a través de más recuerdos

y momentos.

Dylan estaba en pie, gritándole a mi padre. Yo estaba golpeando los

puños contra su espalda, tratando de conseguir que se detuviera, gritando,

llorando, todo.

Como si la paciencia de Dylan hubiera salido corriendo, dio un paso

hacia adelante. Se podía ver a mi papá tenso. Creo que entonces sabía de lo

que Dylan era capaz.

331

—Esa chica siempre será mía. —Me señaló con un aviso en sus ojos

inyectados en sangre—. Puedes llevártela, pero uno puedes tomar mis

recuerdos. Puedes llevarte a mi mamá, a Bailey, a mi vida, ¡pero están mis

recuerdos! —gritó hasta que su voz cedió y luego lloró.

El corazón me latía con el amor irracional, imprudente y peligroso que

sabía de colores sangrantes.

Mi padre estaba cerca de su auto, con una mano en la puerta, la otra

apuntando hacia mí.

—Has jodido tu vida, Bailey. —Él terminó, finalmente terminó de

pelear. Él sabía por la mirada en mis ojos inocentes con quién no me iría y que

no lo perdonaría—. Él va a destruir todo lo que tenías a tu favor.

Se fue.

Algunos podrían decir por qué la pelea si él se dio por vencido, pero

esas eran las personas que nunca peleaban como Dylan Wade.

Él no cedería. No daría marcha atrás en esto. No cuando Jeff Gray le

había quitado ya todo.

332

23

Amor Peligroso Bailey Gray

Traducido por Aяia

Corregido por Lizzie

ylan y yo éramos dos niños que se enamoraron

perdidamente un verano, o tal vez sucedió cuando éramos

más jóvenes pero no lo sabíamos. Nuestras intenciones no

eran vengativas. A pesar de que aceptamos que probablemente lo haríamos,

Dylan y yo nunca quisimos herir a nadie y mucho menos a nosotros mismos.

Pero el amor peligroso, los celos y el rencor cambiaron muchas cosas. Nuestras

circunstancias nos convirtieron en verdaderos mentirosos, y convirtieron

nuestro amor inocente en un amor peligroso.

En algún lugar a lo largo del camino, yo cambié y no podría decirte

dónde o cuándo sucedió eso.

Estábamos de vuelta en la casa de Drew.

Dylan me encontró a mitad de camino en la calzada. Estaba llorando,

lentamente, ligeramente, y apenas perceptible para nadie más que para mí.

Deslizando una mano detrás de mi cuello y una contra mi mejilla, me atrajo

más cerca hasta que nuestras frentes se tocaron. Llevó mi mano a su mejilla,

apoyándose contra mi palma, cerró los ojos y respiró.

D

333

—Ojos Marrones —susurró sin aliento, sus lágrimas caían, las mías

caían, finalmente, ambos caíamos, juntos.

Dylan sonrió con una dulzura que ahora conocía bien.

—Recuerdo la primera vez que te vi, Ojos Marrones. Pienso en esa

mierda todo el tiempo. —Presionó nuestros labios juntos—. Te quería

entonces, sabes eso, ¿no? Solo teníamos tres años pero te quería entonces.

Asentí sabiendo que lo hacía, lágrimas calientes rodaron por mis

mejillas.

—Lo siento —dije, acercándome más. La mano de Dylan cayó de mi

rostro, a mi hombro, y se deslizó hacia abajo por mi brazo.

—Mi corazón siempre estará contigo —lloró, atragantándose con sus

palabras. Él sabía lo que era esto.

Recordé sus palabras.

—Cuéntame un secreto Dylan, algo que nunca le hayas dicho a nadie.

—Te amo.

Apenas se movía, apenas respiraba, esperando a que yo dijera algo.

Miré al suelo intentando procesarlo todo pero no podía pensar.

Él me abrazó y me besó por el lado de mi rostro con los labios

húmedos.

—¿Tienes idea de lo difícil que es no tirarte a mi auto y ahora mismo?

—Él sonrió, me estudió, con una sonrisa que calentaba como la luz de las

velas. Quería que este momento durara para siempre.

Miró abajo antes de encontrarse con mis ojos, su rostro sin expresión

como si estuviera intentando apagar cualquier emoción que tenía, o no quería

tener.

Dylan se aclaró la garganta y me miró. Respirando por la nariz, sus

cejas se juntaron y su barbilla tembló.

—Di algo.

334

No podía.

Éste era el peor dolor que alguna vez había sentido pero también

adormecía, como si estuviera muriendo.

Era difícil creer que no había forma de evitar esto. Sin importar cómo

lo miraba, me preguntaba qué vida me esperaba. Y no me refiero a con alguien

más. Me refería a mí, conmigo. No me conocía a mí misma y esta situación, las

conversaciones con mi padre, mi amanecer y mi atardecer probaban eso.

Dylan no era un rebote o una distracción. No. Él no podría serlo.

Dylan no. Como he dicho, no solo te enamoras de alguien como Dylan Wade.

Sangras por alguien como Dylan Wade.

Teníamos las mejores intenciones y tal vez la forma en que nos

juntamos fue vengativa, rencorosa, una salida, la forma en que amamos no lo

fue. Fue tan puro como un lago cubierto de nieve. Habíamos amado. Creamos

recuerdos.

Nuestro amor era peligroso.

Estaba pidiéndome que fuera con él.

Era “Sur será, Ojos Marrones”.

Era bailar en la lluvia en el capó de su auto.

Era hacer abolladuras que solo nosotros conocíamos.

Era vivir el momento y crear recuerdos y tratos.

Era estar enamorado y que tu corazón fuera arrancado de tu pecho.

Aquí tómalo, ya no lo quiero. Era esa clase de mierda.

Era “Por favor no hagas esto, no aquí”.

Era yo, aquí y ahora, escúchame.

Era esperar, yo esperé, y nosotros esperamos. Nada.

Era recordar cada detalle, todo lo que lo hacía Dylan Wade y no

recordar nada en absoluto.

335

Mi silencio lo decía todo y me di cuenta de que lo enfadó.

—¡Di algo!

—Esto no puede funcionar.

—¿Crees eso? —siseó en mi cara tirando mi barbilla hacia arriba para

que lo mirara a los ojos.

—Ya no sé qué creer, Dylan.

—Por favor no hagas esto —gruñó pasándose las manos por la cara y

dejándome ir—. Te esperaré para siempre pero no me digas que se ha

terminado, por favor.

—Se ha terminado. —Una aguda punzada de dolor irradió a través de

mi cuerpo, mi corazón, mi alma cuando dije eso.

—Sabes que rompe mi jodido corazón que no te hubiera dicho lo que

sabía. —Su rostro se contorneó con una cantidad insoportable de agonía y se

dio la vuelta, pasando sus manos por su cabello—. Mierda —susurró

dolorosamente.

Agarré el cuello de su camisa y lloré en su pecho como nunca antes

había llorado.

La peor parte en absolito fue cuando me dejó ir. Nuestros ojos se

encontraron y se quedaron bloqueados por un momento, recordando, amando,

y nunca olvidando.

Dylan estiró la mano y retorció un mechón de mi cabello entre sus

dedos. Observó como el oscuro rojo anaranjado bailaba en su mano antes de

dejarlo caer.

Lo abracé más fuerte y exhalé el aliento que había estado conteniendo.

Levanté la cabeza y apoyé la barbilla en su pecho, mirando hacia él.

No sonrió.

—Siempre recordaré esto, contigo —dijo intentando sonreír pero no

llegó al dolor en sus ojos.

336

—Yo también… pero tengo que hacer esto Dylan. No puedo darte mi

corazón cuando no me conozco a mí misma.

Dolía verlo pero era más difícil mirar hacia otro lado mientras él

asimilaba lo que estaba diciendo. Me di cuenta de que mis palabras le dolían,

pero parecía de alguna forma determinado cuando respondió.

—¿Me prometes una cosa?

Asentí.

Dylan corrió su mano por mi cabello y mantuvo sus ojos en los míos.

—Mantén nuestros recuerdos como son, nuestros.

Enterré mi cabeza en su pecho saboreando la conexión que sabía se

habría ido cuando nos separásemos. No estaba tratando de ahogar las lágrimas

por más tiempo y Dylan tampoco.

—Nunca me arrepentiré —dijo lentamente, su aliento en mi oreja.

Cerré mis ojos apretándolos, lágrimas calientes se derramaron mientras

tragaba sus palabras. Luego me dejó ir y creó distancia levantando las manos

para ahuecar mi rostro en sus manos—. La mitad de mí siempre estará contigo,

apenas respirando, viendo tu puesta de sol. —Quitando mí mano de alrededor

de su cuello, besó mis nudillos y luego dejó caer mi mano.

Antes de que tuviera oportunidad de decir nada, Dylan se movió con

los ojos hacia abajo ocultos de mí. Con las manos en sus bolsillos, la cara hacia

abajo, se alejó.

Algunas personas nunca piensan en las ramificaciones de una mentira.

Después de un tiempo, una mentira puede convertirse en lo que crees como si

nunca hubiera sido mentira. Estás flotando entre la realidad y la ficción.

El problema es que si te guardas esa mentira para ti mismo, finalmente

te comerá por dentro.

También sabía que todo en una mentira tenía dos caras. Por eso esperé

a que Dylan lo explicara. Mi padre me dijo una vez, aunque nunca creyó sus

propias palabras, que el mundo tenía dos caras.

337

Todo tenía dos caras. El mundo, las relaciones, las mentiras, el amor,

todo de dos caras. Asumiendo que conoces ambas caras, ya sea en una relación

o en una mentira, puedes hacer el ridículo fácilmente.

Yo tenía un deseo dentro de mí, algo oscuro e impredecible. El

problema fue que me olvidé de mí aquel verano.

Había una razón por la que me metí en el auto aquel día. Y había una

razón por la que él me pidió ir.

Pero había una razón por la que yo me fui también.

Cuando miré hacia él, fue más difícil de lo que pensé que sería.

Dylan me preguntó una vez si yo era la misma persona cuando los

demás no estaban mirando como lo era cuando lo estaban. No sabía quién era

cuando estaban mirando.

Cada recuerdo que tenía que era sobre mí, estaba atado a Dylan de

alguna manera. Él me conocía y fue la única forma en que me dejó ir aquella

tarde.

La cosa era, experimentas la vida y te ves obligado a tratar con ella. Te

guste o no, ha sucedido y tratas con ella.

Ese es el trato.

338

24

Arrepentimientos Dylan Wade

Traducido por Clary

Corregido por Angeles Rangel

e tenido arrepentimientos. Jodidos devastadores

arrepentimientos pero tuve la oportunidad de cambiar eso y

no lo hice. Esa es mi mierda. De nadie más.

Pero después de casi intentar matarme para ahogar mi pena, mi

hermano me deja con un secreto. Vete de mi jodido sofá era su secreto. Así

que lo hice.

Cuando Bailey se fue, Megan la llevó al aeropuerto y se fue a casa por

todo lo que sabía. No es de mi incumbencia y probablemente es mejor que no

lo sepa. La perdí. Tan simple como eso. Otro maldito arrepentimiento.

Eddy vivía en Seattle. Yo fui allí cuando Drew me dijo que continuara

con mi vida. Podría haberme quedado en Birmingham, pero extrañaba a mis

amigos en Seattle. Fui allí en su lugar.

Eddy me metió más en la música, una distracción bienvenida. Yo tenía

una regular actuación con él en una cadena de bares locales.

Eddy era lo que yo necesitaba, no se metía con mi actitud y

temperamento de mierda, y me mantenía conectado a tierra con música. La

primera vez en mi vida que lo escuché tocar, yo era joven. Él tocó Hurricane

H

339

en acústico, cerró los ojos y tocó la mierda fuera de la canción. Tenía la

maldita piel de gallina a los ocho años de edad y fui enganchado.

Eddy, el hermano mayor de mamá, nos enseñó a Drew y a mí cómo

tocar la guitarra y cualquier cosa que queríamos saber musicalmente. Él tocó

en una banda cuando era más joven, ellos hicieron esto grande y luego solo se

alejó cuando estaban de gira. No pasó mucho tiempo después de que mi madre

muriera, que tuve que hacer algo con esto, pero no era cosa de Eddy. Él

disfrutaba de la música, no la vida.

Después de que mi madre murió, pasé un verano con Eddy y me

cambió completamente la vida.

Eddy no estaba casado y si alguna vez te encontraras con él,

completamente entenderías por qué. Él era un cretino.

Su mamá era una judía rusa y si le preguntas a papá, ella estaba

completamente loca. Eddy tocaba la guitarra, al igual que yo y siempre tenía a

Bob Dylan tocando. Cuando era un niño, yo pensaba que era bastante genial

llamarme así. Al parecer, mamá me llamó así por él.

Eddy y yo podíamos tocar las canciones de los Beatles y los Stone

durante toda la noche. Ahí es cuando yo supe que quería ser músico, hasta

cierto punto.

Me llevaron de regreso a Seattle para hacerlo de la forma correcta.

Para octubre, tenía un lugar para quedarme y alojarme en una constante

actuación. Pero yo no estaba en ella. No digo que me enderece después de que

ella se fue, Drew no te diría lo contrario, pero tenía distracciones.

Las personas hacen estúpidas mierdas cuando están a su suerte. Pasé

un tiempo en la cárcel, algunas noches y Eddy tuvo que decirme que dejara

esa mierda.

Entonces me estaba convirtiendo en algo como atascado en mi mierda

y mi mierda subía por grandes momentos cuando conocí a Silas en un

concierto que tocamos en Beltown. Sin duda la peor influencia.

340

Las drogas no matan a la gente. Las personas se matan a ellos mismos

por ser adictos a esa mierda. Usarlas mata. Drew era la prueba de eso. Incluso

si no murió, él estuvo malditamente cerca más de una vez.

Yo estaba de esa manera después que ella se fue. Arrepentimientos,

ellos pueden matarte y hacerte hacer estúpidas cosas de mierda. Yo creía eso.

Las drogas no te matan. Te joden.

Ahí fue cuando conocí a Silas, drogas. Silas, un bajista guitarrista, era

un loco hijo de puta Jodidamente loco, pero me gustaba. Era también

impredecible. Nunca sabías cuando él estaba haciendo un show. Nuestras

listas tenían que cambiar todas las noches porque no sabíamos si tendríamos a

nuestro bajista tocando esa noche hasta cinco minutos antes del show. Hice

dos listas cada noche. Una de la marca Silas y una de la marca Wade.

Silas era aparentemente graduado de Berkley y se especializó en

Botánica. Un tipo extraño y fumaba demasiada de su propia mierda.

Es posible que suene como si Silas, fuera un cabrón. Él lo era pero

cuando no estaba en lo alto o peleando, tenía un gran corazón y te decía cosas

como:

—Oye hombre, tú necesitas conseguir a cualquier chica que te

arranque el corazón y tocar esa mierda.

El caso era, que tenía razón. Esta era música de mierda.

Me preguntaba:

—¿Cuál es tu plan?

¿Cuál era mi plan?

Iba a hacerme cargo de mi carrera, la música que quería tocar, donde

yo quería tocar, y no donde se veía que se estaban vendiendo las entradas más

caras.

A veces me despierto en la mañana y me estiró por ella. Ella no está

allí. Se trata de un extraño momento en el que te despiertas por la mañana y

por un breve momento, nada es lo que era. Y entonces te das cuenta de que

341

nada volverá a ser lo mismo y probablemente nunca lo será. Todos saben que

si tú quieres controlar a alguien completamente, toma lo que ellos aman.

Quieres poder sobre ellos, toma lo que ellos aman. Quieres venganza,

toma lo que ellos aman. Quieres cualquier cosa, toma lo que ellos aman.

Quieres hacerles daño, simple, diles una mentira.

Creyendo que esto podría ser, de hecho, verdadero, no hice caso. Dejé

ir la mentira y vi lo que yo quería, un amor como ningún otro.

Nunca quieres cometer un error, pero, esa mierda pasa.

A veces, creo que nunca seré normal de nuevo. Me gustaría esperar

que Bailey fuera la misma, pero no estoy seguro.

Yo solo soy un chico. En el fondo, sigo siendo un niño. Un niño con

un maldito corazón roto quien extraña dedos fríos, pecas y enredados rizos

rojo-anaranjado.

Ese es mi plan.

342

25

Por mi cuenta Bailey Gray

Traducido por Debs (SOS) y Aяia (SOS)

Corregido por Angeles Rangel

odría contarte una historia sobre el amor, pero nunca vas a

entender completamente lo que sentimos ese verano porque

no estabas allí experimentando los momentos y viviendo con

nosotros. Tal vez lo ves ahora. Tal vez no lo haces. Tal vez te perdí en el

medio, me perdí a mí misma un par de veces.

Pero era una historia y no está terminada.

Creía que si había alguien para mí, una alma gemela, encontraría una

manera de volver atrás.

Por mi cuenta ahora, y estoy constantemente rodeada de silencio.

Mucho de eso. Es algo que he echado de menos y algo que he odiado.

A veces pienso que soy más fuerte cuando tengo algo que demostrar.

Es como el fuego que consigue prenderse y digo: “Les voy a mostrar a esos

hijos de puta”.

Me volví determinada a mostrarles a todos, incluida a mí misma, que

yo, Bailey Gray, con el desastre perfectamente planeado, podría estar por mí

cuenta.

P

343

Quería saber que podía hacerlo.

Me había estado preguntando durante dieciocho años, qué sería de mi

vida. Ahora mira esto. Me gustaría decir que fue lo que me imaginaba, pero no

lo fue.

Después de ese día con Dylan, Drew me compró un pasaje de avión a

casa. Volví a Washington, pero no fui a casa. En su lugar, conduje hasta

Seattle con setecientos cincuenta dólares que me habían quedado.

Estaba sentada en una cafetería pequeña lista para buscar un rincón de

nuevo, solo que esta vez para vivir, cuando conocí a Avery Weber, de todas las

personas, una fotógrafa.

Me dio un lugar para quedarme y me ayudó a vender algunas fotos.

Parecía demasiado bueno para ser verdad, pero Avery era lo que necesitaba

para superar ese verano. Nunca fui a Dartmouth, renuncié a esa vida. Nunca

hablé con mis padres, pero sí vi a Jeb. No pude no verlo. No me culpó por

irme, el dulce chico, trató de darme dinero. Nos mantenemos en contacto, de

vez en cuando se acerca hasta aquí con amigos para verme. Mis padres nunca

lo supieron. En lo que a ellos respecta, ya no era su hija. Es una pena, pero lo

hicieron de esa manera.

Pensaba en ese verano todo el tiempo.

Fue un verano de lágrimas, risas, colores que destiñen mentiras,

negando la verdad, era la clase de amor que no conoce límites, fuertes

emociones enredadas.

Ese verano vi colores que nunca había visto antes, los que me dieron la

esperanza, otros que eran lo suficientemente oscuros para darme escalofríos y

asustar con su tormenta, mi alma.

Tengo un teléfono ahora, pero tengo muy pocos contactos en él. Un

número aparece con frecuencia y sé cómo lo consiguió´él. Megan. Nos

mantuvimos en contacto. Era ya diciembre y llamó dos veces, ninguna de las

dos veces respondí. Nunca dejó un mensaje y no esperaba que lo hiciera.

Dylan no era el tipo de persona que deja un mensaje.

344

Sentada en un local de Starbucks en el centro de Seattle, cerca del

muelle, contemplé algunos lugares para tomar algunas fotos este fin de

semana. Con Avery viajamos por la costa un par de veces este mes y tomé

algunas muy buenas puestas de sol, mi especialidad en fotografía, pero ya no

tenían el mismo efecto en mí que antes.

—¿Bailey? ¿Eres tú? —Reconocí la voz, mis ojos se movieron a través

de la fila a Kasey. Alucinada me quedé mirándolo por un momento antes de

que su sonrisa se abriera paso y me trajera de vuelta.

Saliendo de la fila, se acercó a la mesa cerca de la ventana en la que

estaba.

—Es muy bueno verte, Bailey.

—También a ti Kasey. —Me levanté y envolví mis brazos alrededor de

sus hombros. Era la primera vez que abrazaba a otro chico desde dejé a Dylan.

Kasey regresó a la fila para tomar un café y luego vino a sentarse

conmigo. Hablamos de ese verano y por qué me fui. Le hablé de mi padre y lo

que le había hecho a la madre de Dylan. Dijo que asumió que algo por el estilo

había pasado, con la rapidez que el accidente había sido cubierto. Es posible

que solo hayamos tenido diez en ese momento, pero era obvio que algo no

estaba bien con eso.

—Eric estaba bastante mal después de que te fuiste —dijo Kasey con

una sonrisa—. Golpeó una ventana de vidrio y terminó con treinta puntos de

sutura en su mano de tirar.

—¿Me estás jodiendo? —estuve a punto de escupir el café.

—No. —Su sonrisa se amplió. Kasey no pudo contener la risa y se

echó a reír.

—Maldito seas Kasey —dije limpiando las esquinas de mis labios con

la servilleta.

—Lo siento —dijo entre risas—, pero tu cara no tiene precio.

—¿Qué hizo? —Trazando la taza de café con la punta de mis dedos,

traté de ocultar mi curiosidad.

345

—¿Qué crees que hizo?

—¿Honestamente? —Pensé en mi respuesta porque, lo creas o no, yo

había pensado en esto mucho últimamente. Pensé en la reacción de Eric

cuando me fui, pero pensé en Dylan aún más. Algo me decía que sus

reacciones eran totalmente diferentes—. Nada.

—Tienes razón. Él no hizo nada durante una semana. Todavía nos

fuimos a Lake Washington esa noche, se emborrachó y eso fue todo. Luego,

después de un tiempo, cuando se dio cuenta de que no ibas a volver, se

emborrachaba cada noche. —Kasey me dio una expresión que habló más sobre

el pasado de lo que pensaba que sabía. En el fondo, Kasey lo sabía. Era un tipo

inteligente—. Se presentó en mi casa, borracho y se metió en una pelea con

mi hermano.

—¿Sabías acerca…?

Kasey asintió con la cabeza antes de que terminara mi pregunta.

—Más o menos lo ignoré. Nunca pensé que Mer y yo duráramos, pero

la amaba. Lo hacía. Ella rompió mi maldito corazón, pero yo lo sabía. No era

estúpido.

—Lo siento Kasey, lo hago. —Y lo sentía. Sabía exactamente lo que

debe haber sentido.

—Yo también lo siento.

Hablamos probablemente otra media hora sobre fútbol y que él estaba

saliendo con una chica ahora, Payton y estaba disfrutando mucho de tener

una relación bilateral con alguien que no solo pensara en sí mismo.

—Mantente en contacto Bailey, por favor —dijo Kasey antes de irse.

—Lo haré. Buena suerte el sábado.

Él sonrió y me tiró en un abrazo.

—Gracias.

Me encontré con Avery después de eso. Quería ir ver un concierto en

Showbox en la parte baja el centro. Traté de decirle que la música no era lo

346

mío, pero sabía que estaba mintiendo. Avery no me estaba creyendo y

finalmente fuimos.

Avery no me dejó que me saliera con la mierda. Era una chica algo así

como, con el cabello de cortas puntas rojas, llevaba leggings con calentadores a

todas partes y yo estaba segura de que no se afeitaba las piernas. Nunca. Pero

la amaba.

Ella me decía cosas como:

—Nena, si no te gusta tu vida cámbiala. No me llores a mí, cuando

eres la única que tiene el poder de cambiarla.

Necesitaba esa mierda. Lo hacía. Me decía la verdad tanto si quería

oírla como si no.

Y luego, cuando me puse triste alrededor del decimonoveno

cumpleaños de él, me preguntó cuál era mi problema.

¿Cuál era mi problema?

¿Mi problema?

Mi problema, como Avery diría, era solo una chica con el corazón

roto.

Ese es mi problema.

Amo a Avery por el simple hecho de que si no quiere verte, te cierra la

puerta en la cara, y lo hizo un par de veces. Ella era mi tipo de amiga.

Lo estaba haciendo bien. Estaba haciendo mi propio dinero,

vendiendo mis fotografías y viviendo una vida que era mía.

No era como si no pensara en Dylan. No podía ver el cielo azul y no

pensar en él. Lo bueno es que Seattle era todo gris o me habría vuelto loca.

Estar con él me abrió los ojos a muchas cosas. No solo mi familia, sino

la vida en general. Me abrió los ojos a un mundo que nunca conocí. Un

mundo en el que podría ser yo misma.

347

Por primera vez en mi vida sabía quién era, pero sabía eso debido a

Dylan, a lo que él me enseñó. Me tomó meses para darme cuenta,

distanciarme de eso para saberlo.

Dylan y yo no éramos nada que nadie jamás podría ver o escuchar, o

saber. Por un largo tiempo fuimos una fracción de un toque en los pasillos, por

tan solo un segundo. Fuimos palabras no dichas para salir de casa. Una cabeza

asintiendo. Nosotros somos los únicos que sabemos lo que la abolladura en su

puerta o el parabrisas roto significan, mientras haces recuerdos.

No éramos lo que podríamos haber sido, debió ser, o en realidad

fuimos.

Tuvimos una puesta de sol de colores vivos que se mezclaron, que no

conocían líneas.

Estábamos esperando

¿Quién era yo?

Bueno, era una belleza pelirroja, con pecas en las mejillas manchadas

por el beso de los rayos de sol. Tenía los ojos de mi padre y la nariz de mi

madre. Compartía mi cumpleaños con mi hermano pequeño. Tenía los ojos

chocolate, Dylan decía que quería nadar en ellos y bañarse en su propio jarabe

de chocolate y me decía, mientras la luna iluminaba la habitación y todo lo

que podía escuchar eran los latidos de nuestros corazones, que el chocolate

hacía mi alma dulce y que mi corazón cantara para él.

Podría menear mi culo casi con cualquier canción y Dylan diría que lo

hago bien.

Disfruto de la cerveza ahora, pero no es mi favorita, y no tengo

veintiún años, así que son pocas y distantes entre sí.

Mi color favorito es el azul hielo.

Tengo tatuajes, mi favorito es la guitarra envuelta en una cadena en la

muñeca. Mi tatuaje del sol en mi cadera significa mucho para mí, ya que me

recuerda a un chico que tiene mi corazón.

348

Puedo hablar dos palabras en español y tres en italiano. Puedo hacer

una tarta de manzana que pondrá en vergüenza a la receta de tu abuela.

Tenía miedo a la oscuridad y no podía ver películas de terror. Tengo

todas las canciones de Kings of Leon que se hayan hecho, incluyendo sus

cuestionables primeros años. Me pongo pantalones cortos de jean, incluso en

el invierno. Colecciono camisas de franela, tengo una botella de whisky que

nunca abriré y una guitarra que nunca voy a tocar.

Pero eso es solo mi problema.

Tal vez nunca tendré mi puesta de sol.

Tal vez no la necesite.

Tal vez perfectamente planeado está bien para algunas personas.

Perfectamente planeado no es mi problema.

Creo que algunas personas entran a tu vida y algunas se van. También

creo que hay un propósito de por qué estaban en tu vida en absoluto. Cada

uno toma un pedazo de ti cuando se va. Algunos dejan pedazos de sí mismos

contigo. A veces es la sabiduría, o tal vez, es una lección.

Dylan dejó una gran parte de sí mismo conmigo.

Cuando cierro los ojos, pienso en Dylan despertándome con un beso

en la mañana apenas iluminada, y la forma en que sus ojos azules lucen apenas

los abre. Pienso en lo que se sentía al besarlo en ese lago y hacer una lista para

antes de partir, ese verano. Pienso en lo que se siente al estar en sus brazos,

tenerlos alrededor de mí y sentir su peso sobre mí. Pienso en la expresión de

su cara cuando le dije que lo dejaba y viendo cómo se alejaba.

Perdí un montón ese verano, pero gané mucho más.

Si lo dejas, Dylan puede ser la sombra y el humo en tus ojos.

Él me dio un pedazo de “para siempre” ese verano. Tuve una probada

de cómo era. Amar, sentir, vivir, la tuve. Tal vez fue corta pero por lo menos

la tuve…

349

Dylan se culpó por no habérmelo dicho, pero no fue su culpa. Lo

sabía. Dylan no había hecho nada malo, pero me enseñó a cómo ser yo misma

y a cómo vivir para mí. Tantas veces había tratado de decirme. Ahora entendía

eso.

Incluso con eso, Dylan no era el tipo de chico del que te podías

enamorar y luego simplemente desaparecer si las cosas no funcionaban.

Era el tipo de chico por el que caías duro y como el hormigón, te

quedabas clavada hasta que esa barrera se rompía y podías empezar a moverte

libre, un movimiento a la vez.

Él era intenso y no podías simplemente olvidarlo como si nunca

hubiera estado ahí.

* * *

Ahora, aquí era donde la historia de dos niños fugitivos daba otro giro.

Alguien podría haber pensado que aquel día en Birmingham había sido la

última vez que nos vimos. Como he dicho, amar a alguien como Dylan no

podía ser olvidado fácilmente. Nuestras almas no podían olvidar un amor

como ese. Pudo haber sido breve pero fue suficiente como para durar toda una

vida.

Avery me había convencido para ir al concierto en The Shadowbox en

la parte baja. Ya te he contado eso. Ahí es donde las dos almas se encontraron

otra vez. ¿Tal vez fue el destino? O tal vez fue estar en el lugar correcto en el

momento correcto.

No creo que Dylan supiera que estaba ahí aquella noche y yo nunca

supe que era su grupo el que iba a tocar. No sabía que todavía tocaba. Esperaba

que lo hiciera pero no lo sabía.

Avery y yo estábamos sentadas en una mesa en la parte de atrás,

hablando sobre lo que ella había comido en el almuerzo cuando el grupo tomó

350

el escenario. Aun así, no levanté la vista. Avery también era increíblemente

animada cuando hablaba sobre cualquier cosa, ahora no era diferente.

Entonces él habló.

—Oyes que la gente dice que perdieron a la chica de sus sueños, y yo

lo hice.

Mis ojos se dispararon al escenario cuando oí esa familiar voz que

podía enviar escalofríos por mi columna.

Era él.

En Seattle.

Justo enfrente de mí.

—Y me arrepiento jodidamente todos los días. Por ti Ojos Marrones.

Espero que hayas conseguido tu puesta de sol. —Sus ojos, azul helado se

movieron de la audiencia a la guitarra en su regazo.

Escupí mi bebida, literalmente escupí mi bebida encima de Avery.

Ella suspiró como si un niño acabara de vomitar sobre ella y dijo:

—¿Supongo que tú eres Ojos Marrones?

—No. —Limpié el hielo de mi regazo.

Avery puso los ojos en blanco, las pestañas falsas largas y negras.

—Mentirosa.

Cuando empezó a cantar, me quedé completamente fascinada por él

mientras cantaba, era cautivador. Cuando Dylan tocaba música, tenía el aire

de una persona en profunda y casi estudiosa concentración su voz bajaba pero

aún me hacía cosas.

¿La canción que tocó? Tangled Up in You.

Dylan cantó esa canción con tanta emoción que la gente la sintió en

sus huesos, la pasión era evidente en cada palabra. Sus ojos estaban cerrados,

no estaba jugando. Lo estaba sintiendo.

351

—Dios mío —dijo Avery soltando el aliento que aparentemente había

estado conteniendo cuando él cantó la última palabra—. ¿Quién diablos es ese

chico?

No podía hablar, no podía moverme.

Él debía saber que yo estaba aquí. Tal vez él también lo sintió.

Lo supe cuando estuvo detrás de mí. Mi sangre lo sintió, mi corazón lo

supo y mi piel cosquilleó. Era él. Sincera y viva, sonreí.

—¿Cómo estás? —preguntó dándole a Avery una tímida sonrisa

ladeada. Su camisa de franela estaba doblada hasta los codos revelando los

mismos tatuajes que estudié durante el verano. Llevaba jeans rasgados con un

par de Vans gastadas y sonreí porque estábamos usando el mismo tipo de

zapatos. Todo este tiempo y todavía teníamos las mismas peculiaridades.

—Por favor dime que te lo has follado. —Avery negó con la cabeza

mordiéndose el labio y batiendo sus pestañas—. Maldita sea.

—¡Avery! —Le di una mirada y le ofrecí una sonrisa de disculpa a

Dylan. Él sonrió, de lado, juvenil, maldito fuera.

—¿Qué? —Ella se levantó y le dio la mano—. Cualquiera que sonría

así se merece un buen polvo.

Puse los ojos en blanco.

—Dylan conoce a Avery.

Hablaron durante dos segundos y ella se alejó corriendo. Avery sabía

que teníamos algunos asuntos sin resolver.

—Él es asunto tuyo —dijo ella con un guiño.

Mi asunto.

Verlo ahora, estando en la misma habitación con él me hizo darme

cuenta de lo increíblemente estúpida que había sido. Mirando a esos ojos azul

hielo ahora, esa chispa que tenía ardió más brillante que nunca. Cuando

sonrió, se convirtió en un volcán.

352

—No eres la chica que solías ser —dijo mirando los tatuajes.

—Y tú no eres el chico que solías ser —dije gesticulando con un

asentimiento hacia el escenario, con un enjambre de chicas alrededor de él.

Hablamos brevemente sobre su grupo. Ahora que miraba de cerca,

Reece estaba con él igual que Eddy. Ambos estaban desviados con mujeres en

sus regazos.

—¿Por qué has venido a Seattle?

—Mi tío —dijo sentándose enfrente de mí donde Avery acababa de

estar.

—Oh.

Él sonrió, torcida y de la misma manera que lo hacía durante el

verano.

—Eras tú. Y si hay una cosa que me hizo seguir adelante —Au sonrisa

se desvaneció ligeramente, un lado más que el otro—, fue esperarte.

—Tengo que decirte algo —murmuré.

—Lo que sea —dijo metiendo un mechón de cabello detrás de mi

oreja.

—Todavía te amo. Nunca dejé de hacerlo. —Me sentí como si no

pudiera respirar después de que las palabras fueran dichas, la verdad y el deseo

encendiéndose en mí.

—Ojos Marrones —suspiró cuando sus dos manos se levantaron para

enmarcar mi rostro. Lentamente abrí los ojos.

Me quedé sin aliento cuando me di cuenta de lo cerca que estaba.

—A veces pienso que lo imaginé todo entre nosotros, como si tal vez

no fuera real pero luego veo una puesta de sol y recuerdo la forma en que se

sentía tu toque y la forma en que tus ojos se mezclaban con la luz. Era real.

Cada momento contigo fue real, Ojos Marrones. Lo digo enserio.

Lo miré.

353

—Seré sincero —continuó—. Me he dicho a mí mismo que te olvidé.

Imaginar que no fue real y que te dejé alejarte, porque lo hice. Estaba

enfadado. Quería seguirte, meterte algún sentido pero tú hiciste que pareciera

muy fácil alejarse, como si nunca hubiera estado ahí para empezar, como si no

hubieras tomado cada trozo de mi alma aquel verano. Pero lo hiciste. —Dejó

escapar una risa oscura.

Yo simplemente asentí mientras él abría su corazón para mí, algo que

Dylan nunca hacía.

—¿Ahora qué? —Él sabía lo que quise decir con esto.

—Ya he terminado de fingir que no significaste nada para mí. Que

todavía no lo haces. Te amé. Te amo ahora, aquí. Esa mierda profunda que

intentas capturar en una canción o en las películas o un libro, ese tipo de

mierda. El tipo de amor que no se puede comparar con palabras. Todavía te

amo. Nunca dejé de hacerlo. El tiempo separados nunca cambió eso para mí.

Me quedé sin aliento sintiendo que la sangre corría a mi corazón con

cada palabra. No pude negar que con estas palabras, ardía algo muy dentro de

mí. Un amor que nunca podría olvidar y no quería hacerlo. Era un amor que

dejaba en vergüenza esas puestas de sol.

—No me des alguna mierda sobre que no estamos hechos para estar

juntos —continuó—. No has aparecido aquí por casualidad. Ha sido el destino.

Una vez me preguntaste que si estuviera en el sitio correcto en el momento

correcto qué haría. Este soy yo, en el sitio correcto en el momento correcto.

Y ahí estaba la parte que no podía negar.

—No lo hagas —susurró mientras ponía su palma en mi mejilla—.

Estoy aquí, te amo, y no dejaré que te vayas esta vez. —Parecía desconfiado

cuando me aclaré la garganta, sus ojos fueron a los míos—. Por favor, Ojos

Marrones.

—Lo siento, Dylan. —Estiré la mano a través de la mesa hacia su

mano, pero la suya se puso encima de la mía tomando tanto la mía como la

suya juntas—. He intentado muy duro hacer lo correcto y sin importar qué

manera elija, ninguna es para mí.

354

—No lo sientas —dijo mirándome a los ojos—. Una vez te dije que lo

dejaría todo por ti, lo dije en serio. Aunque te fueras, nunca dejé de amarte.

Soy tan culpable como tú por lo que pasó. En cualquier momento aquel

verano podía haberte dicho lo que sabía… y no lo hice.

No sabía qué decir.

¿Estábamos listos? ¿Podía amarlo en todas las maneras que él

necesitaba?

Intenté enterrarlo, esconder los sentimientos pero no pude.

Esto era creer en un futuro que no tenía ningún parecido a la versión

planeada de tu vida.

¿Cuándo sería mío mí tiempo? ¿Cuándo iba a ser capaz de ser yo

misma?

Ahora. Este era mi tiempo ahora mismo.

Que se joda toda esa mierda que pasó antes. Que se jodan mis padres y

sus mentiras ocultas y secretos de escándalo. Que se jodan sus apariencias y sus

juicios por algo que nunca entenderían. Que se jodan los números. Dieciocho

será siempre solo un número. Diecinueve es solo un número. No significa una

mierda. Que se joda la universidad y la presión por ir. Que se joda el mundo

porque no importa. Amar como si no hubiera un mañana. Amar porque él es

mío. Elegí a Dylan.

Necesitaba aire.

Fui hacia afuera y él me siguió

Detrás del banco de nubes lo suficientemente grueso para oscurecer la

luz de la luna, asoman agujeros por los que atraviesan destellos aislados de luz.

Una variedad de reluciente plateado, gris y azul oscuro, todos

mezclados en el embarcadero encontrándose con el negro de la oscuridad.

Cualquier luz, que alguna vez haya sido luminosa, tenía la forma de hacer

brillar su camino a través de un alma oscura que ahora estaba viva.

355

—¿Qué hiciste cuando me fui, cuando te metiste en tu auto y te fuiste?

—pregunté mientras caminábamos por la costa de Seattle.

—Fui a casa de Drew y me quedé en la cama durante probablemente

dos semanas. Finalmente él tuvo suficiente y me hizo empezar a ducharme y

comer. Fue como si él esperara que yo realmente funcionara normal.

Hablamos sobre nada, cualquier cosa, y todo durante seis kilómetros.

Para cuando volvimos, Eddy y Reece lo estaban buscando. Él ignoró sus

estridentes silbidos y gestos inapropiados y me miró.

Sonreí e hice un gesto hacia su familiar GTO estacionado junto a la

acera. La abolladura en la puerta y el capó todavía estaba ahí. Nuestros

recuerdos. No dijimos nada, nos acercamos y nos metimos.

Cuando nos sentamos ahí Dylan me miró con esos ojos azul hielo y

dijo:

—¿En qué dirección deberíamos ir, norte o sur?

Un sentimiento de alegría se apoderó de mí, sabiendo que aquí era a

donde pertenecía.

—¿Sur?

Él sonrió.

—Sur será, Ojos Marrones.

Así que ahí lo tienes, una historia verdadera de mi corazón. Una

historia sobre una chica y un chico que estaban tan perdidos que no podían

ver lo que estaba justo delante de ellos. Esto era nuestro trato.

No puedo decir que me arrepienta de nada de lo que pasó aquel verano

porque no lo hacía para nada.

Era nuestra historia, desarrollada en las carreteras persiguiendo

puestas de sol. No era una historia fácil de contarte. Era una historia de besos,

lujuria, pasión, juventud, errores, mentiras, ocultar cosas, estupidez, juicios,

pero sobre todo, de amor.

356

Algunos dicen que una puesta de sol puede ser demasiado bonita para

las palabras. Estoy de acuerdo con eso. Hay muchas cosas demasiado bonitas

para decirlas con palabras para mí.

Para mí, era la forma que tiene la tierra de guardar lo mejor para el

final.

Fin

357

Créditos Moderadoras:

Lizzie ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ

Traductoras:

atenea esti Maru Belikov Aяia Jo nanami27

Belle 007 ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ NayeliR Carmen170796 Little_Jade rihano

Clary LizC val_mar Debs Lizzie vanehz

mariaozuna

Correctoras:

amiarivega Laurence15 Marina012 Angeles Rangel Lizzie Nanis

Recopilación y Revisión:

Lizzie

Diseño

ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ

358

A la venta en Otoño del 2013

Dylan Wade quiere enterrar el dolor que rodea su pasado, sus

decisiones y sus reacciones. Él nunca tuvo una vida fácil, pero al menos ahora,

tiene a la chica.

Bailey Gray.

Quiere una vida solo con Bailey, pero sus pasados no lo permitirán. Se

encuentra a si mismo queriendo conocer su alma, vivir dentro de su corazón y

tener un momento donde sean solo ellos y sus recuerdos, sin distracciones.

Pero se encuentran a sí mismos en el camino a ninguna parte, de

nuevo en busca del amor que una vez conocieron. Se ven obligados a cavar

profundo para ver lo que no pudieron ver antes. Los tratos no pueden ser

rotos. Los momentos no pueden ser robados.

Pero tal vez amar con todo tu corazón no es suficiente.

¿Puede Bailey ver que su trato no se puede romper a pesar de la

venganza establecida por su familia?

¿O huirá del único chico que siempre ha tenido su corazón?

359

Shey Stahl

Escritora de romance con suspenso, fanática

de las carreras y los autos deportivos.

Cuando no está escribiendo, la puedes encontrar en su lugar favorito

de carreras de autos.

Sus obras publicadas incluyen:

Racing on the Edge:

1.- Happy Hour

2.- Black Flag

3.- Trading Paint

4.- The Champion

5.- The Legend

Waiting for you:

1.- Waiting for you

Crossing the Line:

1.- Delayed Penalty

Everything Changes