waiting for you
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Sinopsis
ailey Gray está cansada de su perfecta vida planificada. Todo
sobre su vida ha sido organizado y vivido por las expectativas
puestas por sus padres. Es la mejor estudiante de la clase, tiene
notas perfectas, los amigos perfectos, un novio perfecto, la vida básicamente
perfecta... o así piensan todos. Es entonces cuando se da cuenta que la
trayectoria prevista no siempre es el camino elegido.
En el día de su graduación ella toma una decisión. Una que cambia
todo lo que pensó que sabía acerca de su destinado futuro.
En un capricho, ella huye con el rebelde de la ciudad, Dylan Wade, en
busca de lo desconocido.
* * *
Dylan Wade no está tratando de huir de nada.
Él sabe lo que quiere y ha estado esperando por años.
En una lucha por encontrar lo desconocido, descubren una amistad
que una vez conocieron a lo largo de la carretera y sin ninguna preocupación
en el mundo. Entre las líneas amarillas y blancas del asfalto en el caliente
verano, una chispa les reúne mientras el pasado de Dylan y el futuro de Bailey
intentan separarlos.
¿Podría ser que Dylan y su GTO sean exactamente lo que ella necesita
en su vida perfectamente planificada?
B
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Indice
Sinopsis
1 Perfectamente Planeado
2 Lo Desconocido
3 Ingenua
4 Lista de cosas por hacer antes de morir
5 Partiendo
6 Mostrar y Compartir
7 Fuera de mi cabeza
8 Cuéntame un secreto
9 Tú no sabes nada
10 Bien Despierta
11 Pistas de Tierra
12 Tatuajes y Cajas
13 Groupies
14 Su tormenta
15 Estoy Aquí
16 Los Hermanos Wade
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17 Estupidez
18 Peligroso amor
19 Deseo
20 Mentiras
21 Perdido
22 Verdad
23 Amor Peligroso
24 Arrepentimientos
25 Por mi cuenta
Sobre la Autora
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Perfectamente Planeado Bailey Gray
Traducido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ y Lizzie
Corregido por amiarivega
uando la luz atraviesa el cielo oscuro, la sensación se desliza
más profundamente en los huesos, ya no es un pensamiento,
sino un ardiente deseo de querer más, sentir más, amar más.
Sentada en el borde de la ventana mirando la salida del sol, sabía que los
pensamientos que tenía estaban torciéndose, al igual que los cambios en el
cielo.
Así como el cielo, un pensamiento, un sentimiento, no pasa así por así,
por lo menos no para mí.
No lo ves a la primera. No es más que calidez calcificada, una luz en la
distancia, completamente humilde a la magnificencia de Helios. Como el alba
empieza a sacudir las cenizas de la noche, dejando al descubierto el brillante
rojo escarlata de la mañana que se desbocaba en el cielo, una decisión se toma,
pero no lo sabes. Hay algo refrescante sobre la salida del sol, es igual de
impredecible lo que trae un nuevo día.
Hay un momento, un instante, antes de que se despierte sobre la
oscuridad, derramando luz dorada sobre los collados, penetrando hasta la selva
más profunda, rompiendo las sombras más profundas para iluminarlas.
¿Qué harías por un pedazo de para siempre? ¿Qué harías por amar
más, sentir más y vivir más?
C
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Suspirando, me volví en el alféizar para mirar por encima de mi
habitación salpicada de recuerdos de una infancia que no era mía. Todo esto
era una infancia que había sido escrita para una niña, pero no para mí.
Cuando tienes dieciocho años, sabes que tu futuro se supone que es
impredecible, no planificado, y abierto a lo que sea.
Eso es al menos que seas yo, Bailey Gray.
Me gustaría decir que esta es una historia sobre una chica que tomó el
camino menos predecible y que terminó siendo el más adecuado, pero
probablemente estaría mintiendo. Esa foto mía en la portada, la que está
bañada de mi luz favorita del día es el único campo de margaritas que esta
historia tiene. Debajo de él, en las sombras de la luz, había una oscuridad que
pronto encontraría, que había asesinado esos campos de margaritas. Diablos, si
tuviera que elegir una portada, debería ser oscura con azul hielo ahumado.
—Bailey, es el momento de irse.
Tomando una respiración profunda, metí mi discurso en mi bolso.
Antes de salir de mi habitación, di una última mirada por mi ventana, la
misma ventana en la que pasé toda la mañana preguntándome si esta mañana
iba a ser mi última allí. No estoy segura de por qué, pero ese instinto, el que yo
sentía en lo profundo de mis huesos, me dijo que sería así.
Al dar la vuelta en la esquina bajé las escaleras de madera, en las que
había corrido muchas veces antes de las clases todas las mañanas. No estaba
corriendo ahora, porque el futuro que fue decidido para mí no era uno del que
estaba segura ya.
Ese era el día de mi graduación de secundaria.
Después de pasar los últimos dieciocho años trabajando hacia un
objetivo estaba finalmente aquí. Me había graduado de la escuela secundaria
con honores. Yo era la mejor alumna de nuestra clase del 2011, que se graduó
con notas perfectas, amigos perfectos, novio perfecto y, esencialmente, la vida
perfecta.
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Una vez pasé tres horas arreglando mi cámara en la playa para
fotografiar el atardecer, planeando el momento exacto en que la luz estaría
exactamente de la manera que quería para que al final saliera movida.
Mi vida era algo similar cuando piensas en ello. Perfectamente
planeada y luego la fotografía al final no es remotamente lo que habías
planeado. Tal vez es peor o quizás es mejor.
La perfección es toda teoría, sin embargo. Es como mirar una
fotografía y solo ver lo que la cámara capturó. En el interior, y quizás un poco
en el exterior, no podía soportar mi vida. Eso es un eufemismo. En realidad
odiaba mi vida. Todo estaba planeado para mí desde que nací. Tuve que ir a un
pre-escolar perfecto, la escuela primaria perfecta, la escuela intermedia
perfecta y, finalmente, la misma escuela secundaria a la que mis padres fueron,
Tumwater High School. La mayoría de los días quería gritar lo predecible que
era mi vida realmente.
No se me permitía comprar mi ropa por el amor de Cristo.
Mi madre, Kimberly Gray, fue jefe de la PTA, en el concejo municipal
y jodido bla, bla. Ella me volvía loca pero su madre era aún peor. No podía
soportar estar en la misma habitación con una de ellas durante más de diez
minutos sin querer estrangularla. Conoces la película Madagascar, donde el
pingüino regordete les dice a los otros pingüinos que sonrieran y saludaran.
Ese era mi sonreír y saludar. No hacer preguntas, solo sonreír y
saludar. Esta teoría ha funcionado bien para mí durante años.
Mi padre, Jeff Gray, el alcalde de Tumwater, era tolerable, más que mi
madre, pero de nuevo en una habitación con él durante más de diez minutos
quería pegarme un tiro, estilo ejecución. Tenía una manera de hablar de ti en
lugar de a ti como la mayoría de los políticos. Odiaba eso. Si no quería
escuchar lo que tenía que decir, ¿por qué siquiera pregunta?
Hacía eso con todo el mundo. Él le preguntaría a mi hermano cómo le
fue en el día para al final perderse en sus intereses y luego comenzar a hablar
de su propio día. ¿Quién hace eso?
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Ahora sé que parece que tengo un montón de frustración reprimida,
pero si vivieras en mi casa, lo entenderías.
Mi pequeño hermano, Jeb, era genial, pero podía ver que era un
modelo de la figura de mi padre y nunca se salía de la línea. A los trece años
era de esperar que el chico se metiera en algún tipo de travesuras, pero no,
nada. ¿A veces me preguntaba si yo era incluso su hija y poder tener este gran
resentimiento?
Sin duda, no puede ser normal, ¿no?
Al crecer mis padres seleccionaban a mis amigos, a algunas personas
no se les permitía estar asociadas con otras y, así, fueron prácticamente
empujados por mi garganta. Al igual que mi supuesta mejor amiga, Mercedes
Grant.
¿El nombre lo dice todo?
Cuando pienso en una Mercedes Grant, pienso en una perra que posee
el dinero de papá, ¿no?
Así es exactamente como Mercedes era. No era una buena amiga,
aunque yo la llamaba mi mejor amiga, y en más de una ocasión la he agarrado
mirando a mi novio, Eric.
Mercedes era hermosa, con su cabello marrón oscuro y aspecto
exótico, que era lo que la mayoría considera sexy y podría tener a cualquier
hombre que ella quisiera, incluyendo a mi novio, si lo deseaba.
Eric James era otra cosa obligada por mi padre. El padre de Eric y el
mío eran los mejores amigos y se reunían todos los domingos para jugar al
golf. Esto significaba que Eric fue empujado hacia mí así lo quisiera o no.
Una vez en la escuela secundaria Eric me invitó a salir en nuestro
primer año y para los estándares de secundaria hemos estado saliendo desde
entonces. Era el jugador de fútbol y yo era la porrista de instituto destinad a
estar con él, ¿verdad?
Eric era buen tipo. Se podría decir eso y estaría de acuerdo contigo. Ya
que era el capitán del equipo de fútbol, era el mariscal de campo estelar y
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tenía el aspecto de ir con ello, cabello castaño-rubio, ojos chocolate y una
coqueta sonrisa llena de vida.
—Oh Bailey, tu cabello es un desastre. —Mi madre me miraba, un
poco irritada de que mis cabellos largos estuvieran fuera de lugar. No me perdí
la nota de orgullo en su voz y eso me molestó por razones que no alcanzaba a
comprender. Era mi cabello, pero ella pensaba que era suyo.
Una cosa que amaba sobre mí era mi espeso cabello rojo oscuro. Era
hermoso, naturalmente con reflejos, pero tenía su propia personalidad, lo cual
lo hacía único. Si tuviera que decirlo, era hermosa para los estándares de la
mayoría de la gente, pero no pensaba que estaba por encima de cualquier
manera. Dondequiera que iba, la gente me miraba, lo que me hacía sentir muy
incómoda, pero yo siempre pensaba que me miraban a causa de mi auto o
ropas que parecían fuera de lugar para una ciudad del noroeste tan pequeña y
con una somnolienta lluvia como Tumwater. A una hora al sur de Seattle,
Tumwater no gritaba exactamente dinero, pero había gente que lo tenía.
—Está bien mamá —dije secamente con una sonrisa y tratando de ser
agradable, recordando mi sonrisa y tácticas de saludo—. Por favor deja de
tocarme.
—Luce bien querida. Ella se ve hermosa —reconoció mi padre
mientras entraba a la cocina donde estábamos paradas. Su traje gris oscuro
prensaba a la perfección su forma esbelta y cabello jengibre oscuro a juego con
el mío—. Van a llegar tarde si no nos vamos ahora.
Mi papá insistía en estar veinte minutos antes en todo. Siempre era así.
Imagínense llegar al pre-escolar veinte minutos antes. Era increíblemente
extraño tratar de ser la chica genial que llegaba tarde. Nunca fue así.
—Estoy lista —les digo con otra sonrisa alcanzando mi toga y birrete
en la mesa.
Cuando llegamos fuera de la calzada en el BMW de mi padre, miré a
través de la calle para ver a mi rebelde vecino entrar en su pedazo de
porquería de GTO Pontiac del 68. Supongo que en realidad no era una
porquería el auto, era un bonito auto clásico, pero olía a alcohol y quemaba los
ojos si te le acercabas demasiado.
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Mi padre dijo que era porque usaba gasolina ilegal en él, pero no sabía
a ciencia cierta ni me importa para el caso. Dylan Wade, el rebelde, como me
refería a él, nunca más me habló y ni siquiera miraba en mi dirección. Creo
que he entendido por qué.
Dylan y yo éramos amigos cuando éramos más jóvenes. Él fue mi
primer beso, un beso que absorbe el resplandor de soles, pero cuando empezó
a rebelarse contra su padre cuando su madre murió, fue el fin de nuestra
amistad.
Mi papá se negó a que me relacionara con él por más tiempo cuando
encendió todos los buzones en nuestra calle en la Nochebuena del mismo año
en que su madre murió. En realidad, fue una hermosa vista, pero los vecinos
no estaban muy contentos. Siempre he pensado que sus bromas eran
humorísticas.
Al igual que la vez que tomó un sedal transparente y lo ensartó arriba
a través de la acera. Nadie podía entender por qué seguían tropezando cerca
de su casa. Había convencido a todo el mundo de que echó una especie de
hechizo sobre ellos. Me eché a reír. Fue divertido. Siempre he tenido un
montón de entretenimiento por Dylan. Tuvimos varias clases juntos, pero rara
vez se aparecía a cualquiera de ellas en esos días.
Desde que Dylan cumplió dieciocho años en octubre, parecía haber
estado metiéndose en más problemas después de haber sido acusado de iniciar
un motín en la escuela de baile que se extendió a las calles. También incendió
el gimnasio de la escuela, dos veces, y luego, aunque nadie tenía ninguna
prueba, casi destruyó el ayuntamiento cuando ató un M80 al auto de John
Warner, el Procurador Fiscal del Condado de Thurston.
No hubo heridos pero el rumor en la calle es que Dylan Wade hizo eso
y nadie lo cuestionó. Era algo que Dylan hubiera hecho.
Dylan era bueno en no ser descubierto. Algunos dirán que si ser un
criminal fuera una profesión, Dylan Wade tendría una carrera en ello.
Me rompía el corazón haber perdido el contacto el uno con el otro,
nunca paré de observarlo. A decir verdad, era una “acosadora” cuando se
refería a Dylan Wade.
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¿Cómo podía no serlo? Dylan era Dylan. Fue mi primer amor. Incluso
a los siete años sabía que lo amaba. Fue mi primer beso, el único chico que
importaba allí en el pasado cuando el chicle de sandía y los olores de verano
eran mis únicos pensamientos. Cada pensamiento de mi infancia tenía a Dylan
en él. Cada recuerdo tenía un lazo a él de alguna manera.
Una vez que llegamos en el Colegio de San Martín, donde se estaba
celebrando nuestra graduación, Eric me encontró con su brillante sonrisa que
hizo que la mayoría de las chicas de nuestra escuela se ruborizara. Dejó de
funcionar en mí hace unos años.
—Oye nena, ¿estás lista para tu discurso?
—¿No es así siempre? —le respondí con una sonrisa falsa. Yo era
buena en sonrisas falsas. Mientras hablaba, sentí un subidón en mi instinto y
mis mejillas se ruborizaron de ira, una ira que nunca entendía.
Tal vez tenía que ver con la graduación y más que ver con lo que venía
después de la graduación. No estoy segura.
—Sí… eres perfecta —respondió dándome un abrazo—. ¿Estás lista
para el lago esta noche?
Besé su mejilla, con movimientos automáticos y controlados.
—Claro, ¿cuándo nos vamos?
Algo me pasó cuando besé su mejilla. No sentí nada. No sentía una
chispa o cualquier tipo de conexión con él.
¿No se supone que debería sentir algo?
—Justo después de la ceremonia —respondió Eric mirando por encima
de su hombro a Mercedes caminando hacia nosotros.
El plan para nosotros era ir a Lake Washington, un lugar en el que
festejamos a menudo en el fin de semana con nuestros amigos para celebrar la
graduación. El padre de Eric tenía una casa flotante que mantenía allí.
Después de la graduación, estaba todo listo para asistir a Dartmouth en
el otoño con Mercedes. Eric estaría en la Universidad de Notre Dame unas
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trece horas de distancia y una parte de mí estaba bien con eso. Sinceramente,
no estaba segura de que nuestra relación podría pasar más allá de este verano y
menos aún a gran distancia.
Kasey Henley, el novio de Mercedes, que realmente me encantaba, se
iba a la Universidad de Washington con una beca de fútbol. Kasey era el chico
más simpático de esta escuela y tenía problemas como todo el mundo. Creo
que eso es lo que lo hacía tan real y agradable. Sabías que no era perfecto.
En nuestro segundo año Kasey tuvo una multa cuando se dirigía a casa
de una fiesta y casi perdió su licencia por ella y, a su vez, casi no obtuvo la
beca. La realidad se impuso y Kasey trabajó duro y demostró que podía
cambiar su vida y lo hizo, a pesar de los problemas en los que se metió y ahora
se dirigía a la universidad con una beca completa para jugar al fútbol para
UW.
Todo el mundo tenía planes para la universidad, incluyéndome, pero
en el fondo no quería ir a la universidad. No entiendo la presión para ir a la
universidad. ¿Era porque eso era lo que la sociedad quería? ¿Había algo que
decir para aquel diploma en oposición sobre la experiencia del entrenamiento
laboral? ¿Qué ofrecía el colegio que aquella experiencia no hacía?
Incluso con mis pensamientos de hoy, no pasó mucho tiempo antes de
que me encontrara dando pasos hacia el gimnasio para dar mi discurso. El
único problema era que tiré el único discurso que había preparado. A mí no
me parecía lo suficientemente bueno ya.
Cuando me acerqué al podio, vi a mis abuelos con sus sonrisas
brillantes. Mis padres, mi hermano, Eric, Mercedes, Kasey y el resto de
nuestros amigos superficiales.
En la parte de atrás del gimnasio vi a Dylan Wade, mi amigo perdido
de la infancia. He visto a Dylan casi todos los días desde que teníamos tres
años de edad, pero hoy me fijé en él, realmente lo he observado, fumando un
cigarrillo mientras el humo salía de su boca y nariz después de cada bocanada.
Estábamos dentro del gimnasio de San Martín y estaba fumando un
cigarrillo. Muy Dylan. Su rodilla doblada, con el pie apoyado en la pared, con
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la cabeza inclinada hacia delante con una mano en el bolsillo y la otra
sosteniendo el cigarrillo.
Eso no fue lo que me llamó la atención. Lo que me llamó la atención
hacia él era su comportamiento y el hecho de que no llevaba una toga como el
resto de nosotros.
Dylan siempre ha actuado un poco extraño, un poco solitario, pero
hoy estaba de pie con tanta calma, mirándome fijamente, como si estuviera
tratando de abrir un hoyo a través de mí. No estaba inquieto como
normalmente lo estaba, estaba actuando normal para los estándares de Dylan.
Su cabello castaño todavía tenía sus habituales indomables olas en el frente y
su ropa, sus pantalones de franela generalmente oscuros enrollados hasta los
codos y su camiseta vintage, tenía el mismo aspecto desgastado que siempre,
pero él estaba diferente.
Lo miré de vuelta preguntándome qué estaría pensando. Nosotros no
nos miramos mucho en estos días. Honestamente, no podía evitar mirarlo
preguntándome qué estaba viendo. A través de los años, lo más que le he oído
decir era "Vete a la mierda", y por lo general se dirigía a los profesores, al
llegar a clase, o a otros estudiantes que trataban de hablar con él. A Dylan no
le gustaba que la gente le hablara, nunca lo hacía, incluso cuando éramos
pequeños. No hablaba mucho.
¿Así que, qué lo hacía diferente hoy?
No estaba segura, pero el día me trajo de vuelta de mis pensamientos.
Todos aplaudieron cuando me anunciaron como la mejor estudiante y
quería poner los ojos en blanco en cuan ridículo era todo. ¿Cómo llegué a ser
la mejor estudiante?
Mirando alrededor por respuesta, todo el mundo seguía aplaudiendo a
excepción de Dylan. La cabeza inclinada al suelo, tomó otra calada a su
cigarrillo antes de cambiar su mirada hacia la puerta y luego de vuelta al
escenario.
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—Gracias a todos. —Sonreí y tomé una respiración profunda para
prepararme. Tenía un discurso planeado pero una vez que llegué al pódium,
nada vino a mi mente mientras miraba a Dylan, todavía fumando su cigarro.
Mirándolo a él haciendo lo que quería, cuando lo quería, quería
desesperadamente eso. Quería sentir la libertad que él sentía, libertad
impredecible. Quería estar fuera de control y quería ser rebelde. Quería una
salida del sol, un sol de ópalo que goteaba desde el cielo, con un nuevo día en
el que todo era posible y la puesta de sol era desconocida.
Dylan nunca había sido predecible, incluso a una edad joven, sabía
eso, pero últimamente era aún más impredecible pero también persuasivo,
tenía un ambiente para él de esa manera.
Recuerdo estar en el Baile de Bienvenida a principios de año cuando
esa revuelta estalló toda sobre Dylan consiguiendo una pelea con Jensen
Williams, otro jugador de fútbol. Fue entonces cuando Dylan empezó a
provocar a los otros estudiantes con gritos y empujones. Lo hacía a propósito.
Lo sabía muy bien. Atrayendo a la multitud de estudiantes y amando cada
minuto de ello, lo vi de cerca esa noche. Dylan podría incitar a casi cualquier
persona, él lo sabía, y trabajaba eso a su favor la mayor parte del tiempo.
Mi corazón estaba latiendo rápidamente en mi pecho mientras yo
estaba allí en busca de una respuesta y, entonces, mientras tomaba miradas de
admiración de mis compañeros y padres, me quebré, el momento antes de que
la oscuridad se volviera luz, el momento en que todo era imprevisible.
No podía seguir con esto. No podía ser esta persona que querían que
fuera.
—Todo el mundo espera que yo venga y de un discurso acerca de
cómo llegué a donde estoy por todo mi trabajo duro y eso puede ser cierto. Yo
trabajo duro. Pero no estoy tan segura de que lo hice por mí misma. Lo hice
porque mis padres querían eso de mí. Lo hice porque era lo que se esperaba de
mí y lo que fui empujada a hacer.
Los ojos de mis padres se ampliaron y mi padre se movió incómodo,
mirando alrededor de la habitación. La dura línea de sus labios confirmó mi
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pensamiento de que estaba viendo rojo. A Jeff Gray no le gustaban las
sorpresas.
Aunque no quería mirarlo, miré a Dylan. Algo reservado, sonrió
pasándose la mano sobre la barba de su definida mandíbula pareciendo
divertido, pero escondiéndolo bien.
Después de otra respiración profunda, continué.
—No voy a quedarme aquí y dar una conferencia a todos de que, con
mucho esfuerzo, ustedes pueden lograrlo también. Bueno, pueden si lo desean.
Pueden tenerlo todo. Yo no quiero nada de eso.
Si creía que los ojos de mis padres estaban muy abiertos antes, parecía
que estaban a punto de tener un maldito ataque al corazón ahora. Fue una
gran sensación.
—La verdad es que toda mi vida ha sido planeada para mí. ¿Sabían que
ni siquiera podía comprar mi propia ropa interior? Mi mamá hace eso por mí
—dije con una sonrisa.
Mi papá, quien había salido disparado de su silla con vergüenza, había
llegado al estrado entonces y agarrado mi brazo. Esforzándome para hablar
por el micrófono, tenía que decir una parte más que era importante.
—Parece que no tengo tiempo, pero solo quería decir una última cosa
a todo el mundo... ¡jódanse!
Con una reverencia, sonreí y batí mi cabello sobre mi hombro y me
despedí con un ademán de la multitud.
Miré de regreso a los aturdidos y muy abiertos ojos de la audiencia y
volví a sonreír. Mi madre estaba llorando gruesas lágrimas falsas mientras mi
hermano me miraba con curiosidad, como si hubiera perdido la cabeza. Eric
estaba mirándome junto con Mercedes. Kasey estaba sonriendo como si
estuviera orgulloso y Dylan estaba ahora temblando de risa en el fondo de la
sala, obviamente divertido por mi arrebato.
Mi papá me llevó fuera del estrado solo para tirar de mí hacia adelante
tratando de sacudir las tonterías de mí.
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—¡Qué está mal contigo señorita! —ladró encaminándome detrás del
estrado lejos de los demás. Grandes cortinas drapeadas alrededor de nosotros
bloqueando mí vista de la multitud hacia la derecha.
—¿Qué? —Traté de hacerlo sonar genial dando a mis ojos azules una
chispa sobre la apariencia. Podría haber funcionado, excepto por la idea de
que yo estaba tratando de hacerlo sonar genial después de que casi me estaba
riendo. Una sonrisa amenazaba en cualquier momento y antes que él hablara,
yo estaba sonriendo.
—No me digas “qué” a mí Bailey Ann. Has avergonzado a toda la
familia con ese pequeño truco de los tuyos. ¿Qué te ha pasado?
Tiré mi brazo.
—¡Tal vez esta era yo todo el tiempo! —le respondí, enojada de que
estaba haciendo una gran cosa de esto—. No tienes ni idea de quién soy.
Conoces a la hija que quieres conocer.
—No, esa no es la hija que yo crié. —Por el eco de su voz, podía decir
que esto no tenía nada que ver con el arranque y más que ver con el hecho de
que alguien lo había humillado—. La hija que crié no le faltaría al respeto a su
familia de esta manera.
Ya está. Él lo dijo. Era una vez más acerca de él y no a mí.
—No sabes qué clase de hija has criado. Ni siquiera me conoces.
Conoces a la hija que quieres conocer. Me has planeado como si fuera una
especie de juguete para ti. Bueno, sabes qué, ¡estoy cansada de esto! —Me
atraganté, al borde de las lágrimas ahora—. No voy a ser más tu marioneta.
Nunca quise esto. Nunca quise nada de esto. Yo no quiero esta vida.
Ellos podrían tener a su hija perfecta, pero esa no era yo y yo no lo haría más.
Corrí hacia el estacionamiento. Eric me agarró antes de que pudiera
alcanzarlo, su cara con la misma decepción–conmoción que todos los demás
tenían.
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—¿Qué fue eso? ¡Te das cuenta de la cantidad de problemas en que vas
a estar! —Él también alcanzó mi brazo tratando de redirigirme de nuevo a la
escuela.
—Vamos Eric. Voy a salir de aquí. —Sacudiéndome a distancia, traté
de correr pero me alcanzó.
Mientras trataba de escapar, y trataba de no tropezar en las enormes
escaleras que conducen al estacionamiento, no tenía ni idea de a dónde iba,
pero tenía que salir de allí y pensar.
—Bailey, ¿qué se te ha metido? —gritó Eric—. Esto es una locura.
Detente y habla conmigo nena.
El problema era que no quería hablar y en los diez años que había
conocido Eric, yo nunca lo había oído levantar la voz.
Regresando, me quedé mirándolo, parpadeando varias veces mientras
Mercedes y Kasey se apresuraban a la zona de estacionamiento también. Se
quedaron atrás solo porque Kasey mantuvo a Mercedes en el lugar, sus brazos
alrededor de su pecho mientras luchaba por liberarse.
—¿Sabes qué está mal conmigo Eric? —le pregunté cuando encontré
mi voz—. Estoy cansada de vivir de esta manera. —Suspiré y le miré a los
ojos—. No puedo hacerlo. ¿Crees sinceramente que puedes ir a la universidad
y esto funcionaría entre nosotros? —hablé lentamente tratando de hacerlo
escucharme.
El problema era que no me escuchaban. Ni siquiera sé por qué lo
preguntaron porque no estaban buscando una respuesta de mi parte. Por lo
menos no la que yo tenía para ellos.
—Estoy harta de esto. Así que esta soy yo enloqueciendo supongo.
—Lancé mis brazos en el aire—. No puedo seguir con esto. No puedo ser esa
persona que solo se sienta de regreso… —Yo iba a continuar, pero fui
interrumpida por el ensordecedor rugido del motor de Dylan y los gritos de su
padre mientras el auto retumbaba.
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Entrecerrando los ojos por el sol filtrado a través de la gruesa capa de
algodón, mis ojos los encontraron en la distancia en una acalorada
conversación.
Su padre, Ken Wade, continuó gritándole hasta que Dylan se acercó
amenazadoramente saliendo del auto y se acercó a su padre, que
aparentemente acababa de tocar una fibra sensible.
—¡Jódete! —gritó Dylan—. ¡No sabes nada de mí!
Fue entonces cuando empezaron a hablar pero no podía entender nada
de lo que decían. Fuera lo que fuese, Dylan no estaba de acuerdo con él y
estaba a centímetros de su cara gritando de nuevo.
De repente, Ken sacó su brazo hacia atrás y golpeó a su hijo en la cara.
—¡Desagradecido pedazo de mierda! —gritó de pie junto a él—. Yo te
di todo lo que necesitabas, ¿y así es como me pagas?
Dylan no se movió. Su expresión era ilegible, pero en guardia mientras
miraba a su padre, con su respiración incluso sorprendentemente controlada
No sé qué me poseyó para hacer eso, pero corrí hacia ellos. Si tuviera
que adivinar, el mismo impulso que me tuvo diciéndole a todos los que me
ayudaron a ser exitosa que se jodieran. Claramente no mucho de mi sentido
común estaba presente hoy.
—¡No le pegue! —grité empujando contra el pecho de Ken. Mis
esfuerzos no hicieron nada viendo que él estaba en algo así como 1.82 m.
Por qué sentía la necesidad de participar en esto estaba más allá de mí,
pero lo hice de todos modos. Una vez más, el sentido común se había ido.
—Bailey tienes que mantenerte al margen de esto. Esto es entre mi
hijo y yo, y tú ya te has metido en suficientes problemas por un día —advirtió
Ken agarrando mi brazo. También me tiró lejos.
Yo tenía un montón de tirones sucediéndome. Estaba a punto de decir
algo más cuando Dylan volvió a hablar.
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—No la toques. —Estaba furioso, creando distancia entre su padre y
yo.
Eric me alcanzó llevándome a su pecho, sus brazos protectoramente
alrededor de mi cintura.
Volviéndome, miré a Dylan, sorprendida por su reacción. Esta era la
primera vez que lo oía hablar en no sé cuánto tiempo, años quizá.
Sus ojos, azules helados como el invierno, encontraron los míos y en
ese momento, me olvidé del mundo que me rodeaba.
En su lugar, nos vi jugando como niños. Nos vi haciendo pasteles de
lodo, ensuciándonos, nadando en el Black Lake y mi primer beso en las vías
del tren con él y el sabor de su goma de sandía. Nos vi de la forma en que
debería haber sido cuando nada más importaba, sino un camino de tierra que
conducía a ninguna parte.
Pero no éramos más eso. No podía ser.
¿O podía?
¿Podría ser que había algo más ahí afuera para mí? ¿Podría ser mi
salida del sol por fin impredecible?
—Vamos Bailey. —Eric me apretó en su pecho con un apretón firme
en mis brazos.
En todo lo que podía centrarme era en los ojos de Dylan. Parecía estar
tan perdido como yo.
En ese momento, éramos dos niños buscando un escape. Dos niños
queriendo esa impredecible salida del sol.
Las cejas de Dylan se juntaron mientras parecía considerar algo y
luego inclinó la cabeza sobre el Pontiac en marcha, con una expresión
indescifrable.
¿Quería que entrara?
Luego se hizo un poco más claro para mí cuando lo pronunció:
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—Ven conmigo.
Fue entonces cuando Eric tomó un firme agarre en mí. Sus ojos
buscaron mi cara por algo, una emoción, una respuesta que nunca encontraría.
—Bailey, vamos.
Empujando contra su pecho, traté de encontrar mi voz.
—No, suéltame Eric.
No lo hizo y se mantuvo fuerte.
—No voy a dejarte arruinar todo.
—Creo que ella te pidió que la dejes ir —dijo Dylan, la ira chispeando,
mientras empujaba el pecho de Eric una vez. La mano de Eric se deslizó de mí
con el movimiento—. Si quieres mantener el brazo del millón de dólares, te
sugiero que la dejes ir.
—No te metas en esto Wade —advirtió Eric dando un paso hacia
Dylan—. Esto es entre mi novia y yo.
Cerca de la puerta del conductor ahora, Dylan abrió la puerta, con las
cejas levantadas, y sin pensarlo, salté frenéticamente arrastrándome por el
asiento al del pasajero junto a su guitarra.
—Sí, bueno —Dylan sonrió—, parece que ella quiere dar un paseo.
Con una naturalidad que parecía más burlesca que amenazante, Dylan
entró al auto conmigo.
Eric dio un paso atrás sabiendo que Dylan no dudaría en correr sobre
él.
Una vez que mi respiración volvió a la normalidad me di cuenta de lo
que acababa de hacer.
Estoy loca. Esto es tan loco. Esto es increíble.
Solo me metí en el auto de un extraño. Él no era un extraño. Lo
conocía de casi toda mi vida, pero yo realmente no lo conocía más. Podría
haber matado a alguien y yo no lo habría sabido.
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Tal vez me iba a matar.
Has visto demasiado Mentes Criminales. Me dije a mí misma tratando
de relajarme.
Eso no hizo nada.
Mis ojos se dirigieron a Dylan, que estaba mirando la carretera. Con la
adrenalina corriendo a través de mí, me sentí como si hubiera robado un
banco y no podía dejar de temblar. Era como la vez que bebí diez Red Bulls
para mantenerme de pie en los exámenes parciales. No pude dormir durante
una semana.
¿Cómo estaba tan tranquilo Dylan?
Todavía estábamos en la ciudad, a un kilómetro del Black Lake.
Cuando cruzamos las vías del tren, él me miró, con su labio sangrando, desde
donde su padre le dio un puñetazo. Visiblemente enojado, pasó su mano
izquierda a través de su labio, limpiándose la sangre y luego volvió a mirar a la
carretera antes de limpiar la sangre en sus jeans.
Antes de que supiera, estábamos sentados frente a mi casa. Dylan no
miró hacia mí cuando comenzó a hablar con una voz ronca que me sobresaltó.
—Deberías entrar.
El sonido de él hablando parecía extraño para mí.
—No quiero —discutí.
Tal vez realmente no me quiere con él. Tal vez no quería ir a ninguna
parte conmigo. Realmente no puedo culparlo. Debido a mi familia, yo
prácticamente actué como si pensara que no estuvo vivo los últimos ocho
años.
—No deberías meterte en más problemas. Entra —exigió.
—No.
Dylan suspiró.
22
—¿Qué estás haciendo conmigo? —preguntó cuidadosamente,
sacudiendo su cabeza—. Solo vete.
—No sé lo que estoy haciendo —le dije—. No lo sé, pero sí sé que
quiero irme, a cualquier lugar, contigo.
Se quedó en silencio por un momento. Sus ojos buscaron los míos,
como si pensara que le estaba haciendo una pregunta.
Abrió la boca y luego hizo una pausa, como si estuviera decidiendo lo
que quería decir. Fue entonces cuando cambió su expresión, suavizada,
mientras hablaba en voz baja. Sus manos se apretaron alrededor del volante,
sus maltratados nudillos se pusieron blancos y volvió a mirar a través del
parabrisas.
—Ve dentro…
—¡NO! —lo interrumpí.
Los ojos de Dylan barrieron los míos y me miraron, su rostro adoptó
un filo solemne.
—Entra…
Empecé a decir algo más, pero él me hizo callar con sus dedos.
—Toma lo que necesites, pero que sea rápido, equipaje de estilo
fugitivo. Tus padres estarán aquí pronto.
¿Qué diablos es el estilo fugitivo? ¿Debería preguntar? No, no
preguntes solo ve dentro.
Asentí y llegué a la puerta, su mano alcanzó mi brazo y tiró
ligeramente.
—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —preguntó, vacilante—. Si
te marchas ahora…
—Estoy segura, Dylan —le aseguré y corrí dentro de mi casa antes de
que pudiera decirme que no otra vez.
Ahora, ¿qué debo empacar?
23
Ropa, ropa interior... ¿qué más? Cámara, definitivamente debía agarrar
eso. Me preguntaba qué era el estilo de equipaje fugitivo. Lanzando todo esto
en mi bolso, me volví a mi computadora.
Sabía que no tenía tiempo para buscar en Google o lo habría hecho.
Con la esperanza de que eso significara solo lo necesario, me fui con eso.
—Solo lo necesario —me gritaba a mí misma—, solo lo necesario.
Empaqué todo lo que creía que era esencial y nada más. Hice a agarrar
mi teléfono, pero dejé mi ordenador portátil y iPad en mi escritorio sabiendo
que ninguno de esos artículos sería el estilo fugitivo.
Después de eso, fui a mi alijo de dinero de emergencia que había
escondido en un cerdo de peluche que tenía en mi cama de mi trabajo el
verano pasado. Ese dinero era lo único que mis padres no sabían que tenía.
Con mi equipaje de estilo fugitivo y mis habilidades para correr, estaba
de vuelta en el auto de Dylan en dos minutos.
Vi el auto de mi padre entrando en la urbanización justo cuando lo
hacíamos directo en el Black Lake Boulevard. Volví a mirarlos en el espejo
lateral, los brazos de mi madre agitándose a su alrededor frenéticamente
mientras mi padre gritaba.
Literalmente me podía imaginar la conversación que estaba
ocurriendo en ese auto ahora mismo.
Fue entonces cuando mi mente comenzó a revolverse y me pregunté
si había hecho la decisión correcta. ¿Había jodido todo sin remedio?
¿Pero realmente quería reparar una vida que nunca quise?
Dylan no dijo nada hasta que llegamos al semáforo en Trosper Road.
Cuando el semáforo se puso en verde, el auto delante de nosotros comenzó a
moverse y Dylan me miró mientras fácilmente atravesaba la intersección.
—¿Norte o sur? —preguntó esperando que yo lo mirara.
Qué pregunta más cargada era. El auto detrás de nosotros tocó la
bocina y Dylan sonrió esperando por mi respuesta. Salida del sol, puesta de
24
sol, planificado y no planificado, predecible, espontáneo, todo tenía un
significado. Solo que yo no sabía cuál era ese significado.
—Sur —le contesté.
Dylan sonrió dejando que sus ojos vagaran por delante de mi cara.
Naturalmente, esto me avergonzó y mis mejillas quemaron.
—Sur será Ojos Marrones —dijo haciendo una salida en la interestatal
5.
No estoy segura de qué me emocionaba más justo en este momento. La
idea de ir al sur, con Dylan Wade, o él llamándome Ojos Marrones, mi apodo
de la infancia que me dio cuando tenía tres años.
25
2
Lo Desconocido Bailey Grey
Traducido por Maru Belikov y atenea
Corregido por Lizzie
on las ventanas abajo y el frío aire del suroeste de Washington
soplando a través de mi cabello, Dylan y yo hicimos el
recorrido.
Mientras el sol se ponía alrededor de nosotros, parecía, y no estaba
completamente segura, que ambos buscábamos algo y ninguno sabía lo que
era. En todos los escenarios que había soñado sobre huir de casa, nunca
imaginé que Dylan estaría conmigo. Siempre pensé que me iría sola y quizá
viajaría a Seattle.
No podía más que pensar sobre lo que estaba haciendo con Dylan,
como no lo conocía, pero Dylan tampoco me conocía. Ahora éramos dos
extraños. Pero éramos dos extraños detrás de lo mismo, independencia.
No tenía idea de lo que el mañana traería o los siguientes diez minutos
y por primera vez en mi vida, estaba bien con eso. No quería tener que
responder a nadie. Quería cometer errores. Quería meterme en problemas.
Quería tener dieciocho.
No podía pensar en una sola razón para regresar ahora pero podía
pensar en miles de razones para seguir adelante.
C
26
Dylan estuvo callado la mayor parte. Ocasionalmente cambiaba la lista
de canciones de su iPod pero aparte de eso, decía poco. Su mano derecha
estaba sobre el volante, su izquierda contra la ventana torciendo su cabello en
bucles.
Quería preguntarle por qué decidió venir conmigo después de ocho
años de no hablarnos. Quería preguntarle por qué su papá lo golpeó… pero no
lo hice. Había tanto sobre Dylan que continuaba siendo un misterio.
Sabía suficiente sobre Dylan Wade como para no preguntar.
Una vez cuando estábamos en química, Wesley Kennedy, un tímido
chico nerd le preguntó sobre un tatuaje sobre su brazo y la respuesta de Dylan
fue golpearlo en el hombro y decirle que se metiera en sus propios asuntos.
Conociendo ese lado de Dylan, de ninguna manera le preguntaría algo
hasta que él lo hiciera.
Había sido un tiempo desde que me había fijado en Dylan. Recuerdo
que cuando éramos niños él siempre fue hermoso para los estándares de
chicos. Ambos Dylan y su hermano, Drew, quien se fue de casa a los dieciséis,
eran la fantasía de la mayoría de las chicas en la ciudad, debido a su misterio.
Ahora, a los dieciocho, Dylan parecía que había tomado una
apariencia más masculina. Su mandíbula era definida, las tonalidades ocres
profundas resaltaban los puntos rubios por el sol de verano y el tono rojizo de
la barba de su mandíbula. Su cabello tenía una apariencia descuidada en el
frente, muy parecido a James Dean. Él era alto y delgado, pero musculoso. Sus
antebrazos tenían tatuajes que no podía leer ya que los mantenía usualmente
ocultos la mayor parte del tiempo por una sudadera pero sabía que estaban
ahí.
Su amigo Landon Neel era un artista de tatuajes y más o menos tenía a
Dylan como su lienzo. Mientras yo descaradamente miraba su cuerpo, sus ojos
parpadearon del camino para encontrarse con los míos.
¿Dios, podría haber sido más obvia?
Imaginé que él iba a decir algo listillo pero en lugar de eso, él apartó la
mirada rápidamente.
27
Tratando de romper la incomodidad, decidí preguntarle a dónde
íbamos.
—¿A dónde deberíamos ir?
Él no giró su cabeza pero la inclinó a un lado, sus ojos seguían en el
camino.
—Creo que la pregunta es ¿a dónde quieres ir?
—Esto no es solo sobre mí, Dylan —dije subiendo mis piernas y
envolviendo mis brazos alrededor de ellas—. No soy la única en el auto.
Él estaba callado, contemplándolo, por unos cuantos segundos luego se
movió en el asiento descansando su brazo alrededor de la parte trasera de su
asiento inclinando su cuerpo hacia mí.
—¿Ciudad por ciudad entonces? —Él sonrió con una calidez que
encontré confortante cuando asentí—. Iremos a Medford esta noche y
decidiremos a partir de ahí.
—Bien —estuve de acuerdo.
Luego pensé sobre mi vida de vuelta en casa.
Parte de mí estaba nerviosa. ¿Cómo no podría estarlo? Por dieciocho
años, seguí las reglas y hoy, destruí cualquier confianza que mis padres
tuvieran en mí. Al demonio, con esa hazaña, tendría suerte si todavía tenía mi
beca para Dartmouth.
—Probablemente debería llamar a mis padres cuando nos detengamos.
Dylan no dijo nada y para ser honesta, no estaba esperando que lo
hiciera.
Después de diez minutos, miró hacia mí, entrecerrando los ojos por el
sol filtrándose a través del parabrisas.
—No siempre tienes que seguir las reglas.
—Eso dices tú. —Me reí sintiéndome más segura con mi decisión de
irme—. ¿Cuántas veces has sido arrestado?
28
—Dejé de contar hace unos años. —Se rió, finalmente riéndose.
No me sorprendía en lo más mínimo que Dylan no supiera cuantas
veces había sido arrestado. Para un chico como Dylan, ser arrestado no
significaba nada, porque solo conseguía ser atrapado cuando era perezoso.
Más importante, se sentía bien escuchar reír a Dylan otra vez. Después
de que su madre muriera cuando era más joven, una parte de Dylan también
murió. Lauren, su mamá quien había sido asesinada en un accidente
automovilístico unas semanas antes de navidad por un conductor ebrio
cuando él tenía diez años, era probablemente la mujer más cautivadora y
dulce que había conocido.
No recuerdo mucho sobre ella, era un recuerdo distante que se
desvanecía cada día, pero si recordaba que olía como galletas y siempre quería
tomar un bocado de ella. Dylan siempre había sido cercano a su mamá. Así
que cuando fue alejada de él, tan de repente, fue difícil.
Dado a que mis padres eran idiotas pretenciosos la mayor parte del
tiempo, no podía llegar a comprender lo que Dylan pasó al perderla.
Estaba a punto de anochecer cuando llegamos a Medford, Oregón. El
una vez cielo azul estaba salpicado con un púrpura y rosado a través del
horizonte, el final de otro día. La iluminación era perfecta en la distancia, así
que lancé unas cuantas fotos por la ventana sabiendo que podrían ser borrosas,
pero decidí intentarlo de todos modos.
Justo como un amanecer, un atardecer podía crear colores hermosos.
Mi parte favorita sobre el atardecer era la manera en que lanzaba unos
hermosos rayos dorados de luz sobre todo alrededor. El constante cambio de
luz podría hacerte ver y sentir lo que nunca antes viste.
No me gustaba todo siendo planificado. Me gustaba lo desconocido, lo
inesperado, y el misterio de no conocer donde dormiría esta noche o que
mañana podría estar en cualquier otro lugar.
Mis ojos estaban en todas partes ahora, bebiendo cada detalle como si
pudiera ver adónde iba mi vida, a donde quería ir y a dónde esperaba que
29
fuera, en algún lugar, a cualquier lado y quizá a nada en específico. Tampoco
podía evitar el nerviosismo creciendo en mis huesos.
Con las ventanas aun abajo, un temblor corrió a través de mí. Todavía
tenía puesto mi vestido, por quien sabe qué razón. El delgado material de
poliéster no era exactamente cálido una vez que la temperatura cayó.
Dylan lo notó y se estiró por una sudadera en el asiento trasero.
—Aquí —dijo extendiéndomela—. Puede que apeste pero al menos es
algo.
Mientras se deslizaba sobre mis hombros, el olor de jazmín y limón
con lo que parecía jabón y cigarrillos me envolvieron. Cuando lancé otra
mirada hacia Dylan, mi piel entrando en contacto con la capucha de su
sudadera, un lado de su boca se detuvo en una media sonrisa cuando se dio
cuenta de mi madriguera en la sudadera negra.
Examinándola, note el símbolo Oakley en el frente y las deshilachadas
mangas indicando que usaba esto muy a menudo.
Vimos un hotel Western así que Dylan se detuvo en el
estacionamiento. Estaba un poco vacilante en salir del auto, su GTO negro
brillaba bajo la farola que zumbaba con miles de bichos volando alrededor de
ella. Él no dijo nada mientras se acercaba a la parte trasera del auto donde yo
estaba esperando.
Abriendo el maletero, con una mano, él se estiro dentro por un bolso
negro que asumí tenía su ropa dentro. Tomando el bolso en su mano
izquierda, él colocó la guitarra en el maletero antes de cerrarla.
Sabía que Dylan tocaba y quería preguntarle si todavía lo hacía pero
entonces otra vez, no lo hice. Parecía personal y no estaba segura que
estuviéramos en cosas tan personales aun. Como dije, ninguna palabra había
sido dicha en años hasta hoy.
Caminamos al lado del otro hasta la entrada, grandes puertas de cristal
se abrieron mientras un enjambre de aire viciado se precipitaba a mis sentidos.
30
—¿Cuántas habitaciones les gustarían? —preguntó la mujer detrás del
mostrador, mirando boquiabierta hacia Dylan y luego hacia mí, y luego de
regreso a Dylan mientras entornábamos los ojos a las brillantes paredes detrás
de ella.
Conmigo llevando un vestido y cabello recogido en un desordenado
moño, estoy segura que teníamos escrito fugitivos sobre todo nosotros.
Dylan sonrió, ajustando su bolso sobre su hombro, y miro hacia mí
mientras hablaba.
—Creo…
—Una habitación está bien —le dije a la mujer ignorando a Dylan.
Así que primero, escapo con el rebelde de la ciudad y ahora empiezo a
sugerir que compartamos una habitación de hotel.
Si los planes de Dylan eran asesinarme, parecía que ahora tenía su
oportunidad. Para qué dañar la logística de ello. Si iba a morir de esta forma,
lo iba a hacer bien.
Estirándome por la billetera de mi bolsa, saque algo de efectivo
cuando Dylan colocó su mano sobre la mía. Le di una mirada extraña porque,
mientras me agarraba la mano, se quedó mirando por lo que parecieron unos
cinco minutos cuando la mujer aclaró su garganta.
—¿Cómo estarán pagando?
—Yo pagaré —insistió él deslizando su tarjeta de crédito a través del
mostrador de granito.
No queriendo hacer una escena, no discutí pero obviamente le pagaría.
No había manera de que él pagara todo esto solo.
Tan pronto como nos metimos en el ascensor, le ofrecí cien dólares.
—Aquí.
—¿Para qué es eso? —Él no lo tomo y en lugar de eso, metió sus
manos en los bolsillos.
31
—La habitación. —El ascensor olía como humo rancio y ropa sucia.
Tomó todo lo que tenía para no atragantarme y creo que Dylan sabía eso por
la forma en que las esquinas de su boca se torcieron en una sonrisa—. No
puedo dejarte que pagues todo tu solo.
—Si puedes y lo harás —insistió Dylan observando los números de
cada piso parpadear mientras los pasábamos—. No aceptaré tu dinero.
—Bueno. —Tragué tratando de no oler nada, lo que claramente era la
acción equivocada. Una vez que abrí mi boca, era como si ahora pudiera
saborearlo, mucho peor—. ¿Cómo se supone que voy a pagarte?
Él se rió encogiéndose de hombros y miró a sus pies.
—Acepto favores sexuales.
¿Él dijo qué?
No fue hasta ese momento que nos dimos cuenta que no éramos los
únicos en el ascensor. El humo rancio y la ropa sucia era en realidad una
persona de pie detrás de nosotros quejándose sobre vulgares adolescentes.
Dylan y yo logramos evitar reírnos hasta que salimos del ascensor pero
antes de que incluso las puertas se cerraran, ambos estallamos en risas.
—¿Viste su rostro? —jadeó Dylan entre risas.
Me tomó un minuto ser capaz de responder porque estaba riendo tan
fuerte que mi costado dolía.
—¡Pensé que ella estaba a punto de tener un ataque al corazón!
—me las arreglé para decir después de unas cuantas respiraciones—. Pero
diablos, ¿Ese olor era ella?
Todo lo que Dylan pudo hacer fue asentir entre su risa.
Continuamos con las ocasionales risitas mientras hacíamos nuestro
camino a la habitación solo para encontrar que tenía una sola cama en lugar
de dos. A parte de solo ser una cama, estaba agradecida que no oliera como la
mujer. Las paredes color crema destacaban en lo dorado y la alfombra verde a
cuadros y la cama de color rojo.
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Debimos habernos quedado mirando a esa maldita cama por unos
buenos cinco minutos.
Sé lo que estás pensando. Aquí está una chica que, en papel, tiene una
beca en una universidad de la Ivy League, tenía la vida perfecta, y ahora aquí
estaba ella durmiendo en habitaciones de hotel con extraños y maldiciendo
como un marinero.
El problema es que siempre he dicho groserías, solo que nunca cerca
de nadie. Y tan lejos como va mi cerebro, todo eso es cierto pero hablando
conmigo, nunca lo sabrías. Yo no creía en hablar por encima de otros o tratar
de usar palabras que no eran otras que el profesor de inglés no pudiera
entender.
Dylan fue el primero en hablar sobre la cama.
—Puedo dormir en el sofá. —Él señaló sobre su hombro a la esquina
de la habitación hacia un sofá naranja que lucía como si quizá pudieran
encajar sus piernas pero no el resto de él.
Moví mis manos alrededor.
—No seas tonto —le dije tratando de no dejarle saber cuan nerviosa
estaba—. Podemos compartir.
Otra vez, si iba a asesinarme esta noche, sería fácil para él.
—Si eso es lo que quieres.
Lanzando mi bolso sobre la cama, Dylan hizo lo mismo. Ambos
encendimos nuestros teléfonos y estaba un poco asombrada de ver que tenía
dieciocho mensajes de voz. Nueve eran de mi papa, tres de Mercedes, y siete
de Eric. También tenía trece mensajes, diez de Eric, y tres de Mercedes.
¿Dónde estás? Te iré a buscar. Dime dónde. – Eric.
¿En serio te fuiste de la ciudad con Dylan Wade? ¿Qué estás
pensando? No puedo creer que nos abandones así y por Wade de todas las
personas. Gracias por pensar solo en ti. – Mercedes.
33
¿Has perdido la cabeza? No puedo creer que solo te vayas así. ¿Esto
quiere decir que terminamos? De seguro parece de esa forma y después de
cuatro años. Esto es tan inmaduro. – Eric.
Quizá había perdido la cabeza pero estaba bien con eso. Quizá si
habíamos terminado, y también estaba bien respecto a eso.
Sentado directamente enfrente de mí sobre el sofá naranja, Dylan se
rió desplazándose a través de sus propios mensajes de texto.
—¿De qué te estás riendo? —pregunté, sin apartar mi vista del
teléfono y borrando los mensajes de texto, no intentó responder.
—Todos estos mensajes de Eric. —Su mano voló extendiéndome su
teléfono—. Que cretino.
Mi primer pensamiento fue por qué él tenía el número de Eric. Ellos
no eran amigos. Dylan siempre había pasado el rato con Landon Neel y Danny
Wells, su mejor amigo. A parte de ellos, nunca lo he visto con nadie más
mucho menos con Eric. Como amigos, ellos serían el par menos probable.
¿Cómo pudiste ser tan estúpido sobre esto? – Papá.
Genial hombre. ¡Qué manera de joder con el bombón de la ciudad!
Llámame. Necesito detalles. – Landon.
¡Mejor que no la lastimes! – Eric.
El último no era algo que esperaba ver y tenía que preguntarme sobre
qué tipo de novio era Eric James.
¿Cuánto tiempo has estado durmiendo con ella? No puedo creerlo.
–Eric.
Y luego la confirmación vino. Su celular sonó con otro mensaje de
Eric.
¿Le contaste sobre Mercedes? No le digas. Por favor. Pero sé que lo
favores no significan nada para ti. – Eric.
Le entregué su teléfono pero no dije nada al principio. Confundido por
mi respuesta, él leyó el último mensaje que claramente no tenía que ver.
34
Ojos aprensivos brillaron con pesar, abrió la boca como si fuera a decir
algo, pero se detuvo sabiendo que su respuesta no significaría nada si no era la
verdad
—Voy a hacerte algunas preguntas, Dylan. Y quiero respuestas
sinceras —demandé. Él me dio un asentimiento así que continúe. Se sentía
como si todo estuviese pasando al mismo tiempo. Mis latidos estaban en mis
oídos, mi corazón en la garganta, lista para mentiras que sabía estaban a punto
de ser reveladas—. ¿Eres amigo de Eric James?
—No.
—¿Cómo tienes su número?
—Destrocé las ventanas de su auto el año pasado en una fiesta. —Él
finalmente miro hacia mí y en el fondo un temor que sabía siempre estaba allí
se presentó como el monstruo que podía ser—. Mi papá me hizo pagar por los
daños así que le di mi número para el presupuesto. Créeme, no fue mí
elección.
—¿Por qué le hiciste eso a su auto?
Él tragó bajando sus ojos a la cama.
—Él es un maldito idiota, por eso.
—¿Qué te hizo?
—Solo déjalo estar. —Él trató de levantarse de la cama pero agarré su
brazo y lo hice volver abajo—. Nada de lo cual tengas que preocuparte.
—¿Qué hizo?
Fulminando con la mirada al suelo, él ladeó su cabeza.
—Vi algo que él no quiso que yo viera. Esto me enojó entonces jodí su
auto. Fin de la historia. —Él lo dijo con un encogimiento como si esto no
fuera tan grande.
Era grande. Yo podía ver que él ocultaba algo bajo las sombras de su
mirada fija y profundamente abajo, yo sabía lo que era, y quise que él lo dijera
en voz alta. No era ingenuo pero los signos estaban allí. Eric era demasiado
35
controlado y responsable para un chico de dieciocho años. Yo sabía que él
tenía que tener una falla en algún sitio.
—¿Qué viste? ¿Qué hizo Eric?
Dylan se recostó abajo en la cama y se inclinó adelante para descansar
sus codos en sus rodillas. Las mangas de su camisa de franela permanecían
enrolladas revelando los tatuajes otra vez. Quise preguntar que eran pero no lo
hice.
—Realmente quieres oír esto —golpeando su cabeza, él me miró—, ¿o
solo quieres oírlo porque necesitas una razón de apartarte de Eric? No seré la
razón por lo que lo haces.
No dije nada así que él siguió.
—¿Lo amas? —susurró.
¿Amé a Eric? La respuesta era simple. Después de hoy, era evidente
que no lo hice. No lo amé y no creo que yo alguna vez lo hiciera. Para ser
honesta contigo, Dylan había robado una parte de mi corazón cuando éramos
niños y no había ningún modo que yo pudiera amar a otro chico de la manera
que lo hice con él. Aunque la vida hubiera cambiado completamente yo no
estaba segura de que estaba enamorado de Dylan, no cambiaba el hecho de
que él tenía una parte, solo él.
Eric era solo otra pieza de mi planeada vida. ¿Cómo podría amar algo
que fue forzado? Yo no lo conocía. Yo conocía la versión planeada que fue
presentada ante mí.
—No —dije contemplando el teléfono en mi mano. Mi visión se
enturbió con lágrimas, la alfombra a cuadros del cuarto del hotel me aturdió
cuando los colores verdes y dorados se mezclaron. Justo como las mentiras que
había dicho, los patrones se revelaron—. No lo hago.
Las esquinas de la boca de Dylan se inclinaron.
—Lo atrapé acostándose con Mercedes Grant detrás del estadio de
fútbol. Rompí las ventanas de su auto.
36
Pensé que el sentimiento que cayó sobre mí, pinchando mi piel sería
tristeza pero no lo era. El pinchazo que sentí era una mezcla de emociones que
nunca había sentido antes. Confuso sí pero mucho más cuando pensaba en por
qué Dylan destrozó su auto. Ya no estaba preocupada por Eric en absoluto. Lo
que me preocupaba era por qué un chico al cual no hice caso todos estos años
sintió la necesidad de defenderme.
—¿Por qué? —pregunté tratando de no mirar la extraña alfombra más
tiempo.
Cuando miré a su cara sus ojos dijeron todo, él lo hizo por mí.
Yo no sabía que lloraba hasta que Dylan quitó las lágrimas lejos de mí.
Un silencio se había extendido en todas partes del cuarto aparte del zumbido
del aire acondicionado funcionando mal.
Funcionó durante una ronda y golpeó hasta que se apagó.
Cuando él habló, su voz se sintió forzada admitiendo algo que él no
quería decir.
—Yo estaba enojado. —Él tomó un aliento desigual y fijó su atención
a sus manos—. Durante ocho años he esperado que vieras lo que estaba
delante de ti. Cada uno te lavó el cerebro pensando que Eric James era lo
mejor para ti.
—Dylan, yo…
—No —interrumpió Dylan alcanzando mi teléfono que dejó caer en el
suelo a sus pies—. Olvida que dije algo. Llama a tus padres.
—Tengo una pregunta más. —Dylan me dio una cabezada para
seguir. Preocupación evidente en sus ojos por lo que yo iba a preguntarle—.
¿Qué le dijiste a Eric sobre ello?
—Nada, estoy seguro que el bate en su parabrisas lo dejo claro.
¿Cómo creyó Eric que yo no averiguaría sobre esto? Esto
probablemente habría llevado tiempo Dylan no lo diría en mensajes de texto
pero yo no era estúpida. He sabido durante años que mi vida no era lo que
parecía ser. ¿Hice algo sobre ello? No. Ahora sí y esto es en qué me concentré.
37
Más pensaba en ello, más enojada estaba. En mi mente, yo sabía que
esto pasaba entre Eric y Mercedes. La peor parte era que Eric y yo no
habíamos tenido sexo, sin embargo él tenía un lío con ella, o tal vez ella no era
la primera. El pensamiento se rebelaba a mí.
Enojada, decidí llamar a Eric primero y dar a su culo tramposo una
parte de mi mente.
Para un poco de privacidad, fui al balcón y cerré la puerta detrás de
mí. Dylan me miró caminar fuera y luego se fue al cuarto de baño con una
toalla.
Sonó una vez antes de que él atendiera.
—¿Bailey dónde estás? ¿Estás bien? ¿Te hizo daño?
—Ah, dame un descanso. No actúes tan inocente. —Yo estaba real y
completamente orgullosa de mí. Parecía que yo tenía todas las clases de coraje
hoy—. ¿Cómo está Mercedes?
Cualquier chica, y no me preocupa quien sea, tiene un lado
rencoroso. Estando en la escuela secundaria, averiguas rápidamente que todas
ellas lo tienen. El mío comenzaba a mostrar su fea cara.
—¿De qué estás hablando? —Él francamente pareció alarmado, lo que
incluso me enojó más.
—No me des esa basura, Eric. —Incapaz de estarme quieta, comencé
a pasear por el balcón—. Sé sobre ti y Mercedes. ¿Con quién más has estado?
¿Déjame adivinar, Jessica también?
—Él está mintiendo. —Eric afirmó tropezando con sus palabras—.
Nunca dormí con ella. Él está diciéndote esa mierda así jodes con él.
Me reí amargamente apretando mi teléfono fuertemente. Se sintió
como que yo trataba de estrangular mi teléfono para compensar la incapacidad
de estrangular a Eric.
—Solo demostraste mi punto ahí mismo. Nunca dije sobre qué yo
sabía.
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—No hice nada que ella no pidiera. —La voz de Eric era aguda como
si él indicara algo obvio—. Y por qué no le preguntas a Dylan sobre Mercedes.
Él ha llegado a conocerla bastante bien también.
—¿Guau, entonces es por eso, porque ella te lo pidió? —pregunté
ignorando su comentario sobre Dylan—. Vamos Eric, eres más elegante que
ese Sr. Excitante. —Durante los años de jugar fútbol su vida entera, Eric había
conseguido el apodo de Sr. Excitante por su capacidad en el campo. Yo
siempre había odiado ese apodo y nunca lo había usado.
—Esto no es lo que parece, Bailey. —Eric soltó sus palabras rápido
sabiendo que yo colgaría en cualquier momento—. Solo vuelve y podemos
hablar de esto. No tires cuatro años por un tipo como Dylan Wade.
—Esto no tiene absolutamente nada que ver con Dylan y lo sabes. No
hay nada de lo cual tengamos que hablar más.
Eric gimió.
—¿Entonces qué, vas solo a escaparte con Wade ahora? Esto es tan
infantil. Bailey, no puedes…
—Guarda tu mierda para alguien más.
Presioné el botón de finalizar y sorprendentemente, me sentí mejor.
El saludo de mi papá no era mucho mejor.
—¡Escucha aquí Bailey Ann Gray, trae tu culo a casa ahora mismo!
¿Te das cuenta en la situación en la cual me has puesto ahora? ¿Entiendes el
calor que estoy recibiendo por la incapacidad de controlar a mi propia hija?
Vuelve.
—Sería un poco difícil de hacer, papá. Estoy en México —mentí
mirando el Escalade en el estacionamiento debajo intentando estacionar en un
lugar compacto.
—¿Qué te ha dicho él? —Yo podía oír a mi mamá presionando en el
fondo—. Esto es una locura. Regresa aquí.
39
—Él no me dijo nada —le dije tratando de permanecer firme en que
yo no volvía solo porque papi lo dijo—. Le pedí irme.
—¡Vienes a casa ahora mismo!
—No papá, no voy. Tengo dieciocho años y puedo tomar mis propias
decisiones.
Él hizo una pausa durante un momento y dijo las palabras que nunca
esperé que él dijera:
—Bien, tenlo a tu modo, Bailey. Si no estás en casa mañana por la
mañana, no te molestes en volver. No toleraré este tipo de comportamiento en
mi casa.
—¿Quieres decir que a la primera que te genero un problema me
desheredas? —Me reí—. Esto es impresionante. Salgo con el tipo perfecto en
tu mente porque él es lo que apruebas, bien sabes que, el tipo perfecto ha
estado jodiendo con mi llamada mejor amiga. Escogí la escuela a la que
quisiste que fuera porque la aprobaste, bien adivina qué, no me preocupa más.
No voy.
—Si vas a escaparte con el delincuente de ciudad Dylan Wade,
entonces sí, te desheredaré. —Él clarificó en un tono que reconocí siendo
usado con miembros del ayuntamiento—. No toleraré este tipo de
comportamiento de mi hija.
—Bien, desherédeme alcalde Gray. —Sin otra respuesta, tiré mi
teléfono del balcón al Escalade que todavía no había entrado en el
estacionamiento.
Dylan había terminado con su ducha y ahora se sentaba en la cama,
teléfono en mano, vestido en un par de jeans y sin camisa.
Mi mirada fue a los tatuajes primero de sus brazos y pecho y luego al
resto de su apariencia tonificada. Era evidente que él trabajaba o tenía un muy
buen metabolismo.
—Oye —él dijo, preocupado cuando cerré la puerta corrediza de
cristal detrás de mí.
40
—Mi papá me desheredó —dije esto despreocupadamente al principio
como si no importara, pero para mí, significaba algo. ¿Cómo no podría?
—Imagínate —se quejó Dylan tirando una camisa sobre su cabeza.
No tengo ni idea por qué pero el sonido de la voz de Dylan fue mi
punto de ruptura. Como una rotura de presa, me eché a llorar.
La clásica fugitiva apareció ahí mismo. Tan pronto como la mierda
golpeó, me quebré.
Dylan vaciló y luego se movió para consolarme pero él pareció
incómodo haciéndolo.
—Lo siento. —Fue la única cosa que él me dijo.
Lloré incluso más fuerte.
Toda mi vida yo había hecho cosas para todos los demás y en el
momento en que decidí hacer algo para mí, mi familia me desheredó. La vida
que yo creía que conocía con Eric era una mentira y él había cometido el acto
más irrespetuoso de falsedad que alguien podría hacer.
Mi único pensamiento era ¿cómo confío en alguien ahora? Y esto
rápidamente fluyó en que ahora no tenía nada para volver.
Dylan no dijo nada más y me sostuvo hasta que yo dejara de llorar.
Girando lejos para mirarlo, sus ojos todavía sostenían la preocupación
explorando mi cara mientras cepillaba el cabello que se pegaba a mis mejillas
pegajosas.
—¿Quieres que te lleve de vuelta? —preguntó, con vacilación, sus ojos
buscando en los míos cualquier indicación de lo que quería—. Lo haré si eso es
lo que quieres.
—No tengo nada allí a lo que quiero volver. —Limpié las lágrimas de
mi cara intentando salir de mi llanto—. ¿Llamaste a tu papá?
Él meneó su cabeza, la tristeza volvió.
—No.
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—¿Vas a hacerlo?
Él ladeó su cabeza otra vez.
—No hay ninguna razón.
—¿Te desheredó también?
Protegido por un frente cauteloso, él miró el suelo y no dijo nada.
Frotando su cuello, la frustración aliviada.
—Él me desheredó mucho antes de esto.
Yo tenía un sentimiento de que aquella declaración tenía un sentido
más profundo, pero decidí darle su espacio y no meterme en algo que yo no
entendía y no era capaz de entender. Había un lado de Dylan que yo nunca
podría llegar a conocer, el lado que guardaba sus miedos profundamente
dentro.
Alcancé mi billetera dentro de mi bolso para ver cuánto dinero en
efectivo tenía, sabiendo malditamente bien que mis tarjetas de crédito no
funcionarían ahora. Conté para mí mientras Dylan con cuidado miraba lo que
yo hacía.
—Tengo un poco más de novecientos dólares. ¿A qué distancia crees
que podemos irnos con esto?
Él se rió y meneó su cabeza.
—Tú no financias esta aventura, yo lo haré. —Aunque riéndose, sus
pautas fueron marcadas.
—Rechazo dejarte pagar este viaje entero.
Sus cejas vacilaron y yo podría contar entonces que él decidía si ser
sucio o no. Él no gana.
—Siempre hay favores sexuales, que…
Perforé su hombro por sus suposiciones lascivas y le di el dinero.
—Insisto en pagar mi mitad del viaje.
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Empujando el dinero de vuelta a mí, negó con su cabeza.
—Tengo más que suficiente dinero. Cuando cumplí dieciocho mi
fondo fiduciario entró.
—No tomaré el dinero de tu fondo fiduciario. Eso es tuyo para la
universidad o algo así.
No era un secreto alrededor de la ciudad que Dylan y su hermano
tenían un fuerte fondo fiduciario de cuando su madre murió. Aún rechacé
dejarlo usar aquel dinero en esta aventura.
—No voy a la universidad. —Él sonrió con satisfacción como si la
posibilidad de él yendo a la universidad fuera ridícula—. Parece que estamos
de vuelta a aquellos favores sexuales. —Él sugirió y se inclinó atrás en la cama
y colocó sus manos detrás de su cabeza. Para hacer su punto más claro, él
guiñó e hizo gestos hacía levantando sus caderas ligeramente.
Qué pervertido.
Precisamente entonces yo no estaba más preocupada por ser asesinada.
Profundamente él era demasiado bobo para cometer un delito tan grave como
un asesinato. Al menos esto es lo que yo me decía.
Recostándome al lado de él, él me miró y confesé sobre mi reacción
temperamental.
—Tenemos que usar tu teléfono de aquí en adelante.
—¿Dónde está el tuyo?
—Bajo un Escalade afuera.
—Genial. —Él se apoyó en sus codos. Sus pies pendieron del borde de
la cama—.¿Tienes hambre?
—Realmente sí, muerta de hambre.
Quitándose de la cama, él se puso una camiseta limpia de su bolso en
el suelo y luego pasó su franela por encima de ella. Noté que todas sus camisas
fueron colocadas con esmero en su bolso donde mi bolso se veía como si el
huracán Katrina lo había embalado.
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—Levántate. Te llevo a cenar. —Él me dijo andando alrededor de la
cama y estando de pie cerca de la puerta—. Sugiero que te cambies esa ridícula
túnica. No voy a cenar con la valedictorian.
—Yo creía que parecía caliente en ello. —Sugerí girando alrededor
intentando recordar mis movimientos de ballet cuando yo era más joven.
Buen coqueteo.
Dylan no dijo nada durante un momento entonces miré hacia atrás a
él preguntándome si incluso notó mis movimientos y él sonrió con
satisfacción manteniendo sus ojos bajos.
—Estoy de acuerdo —masculló suavemente y se giró a la puerta.
No esperé a que dejara el cuarto antes de que me quitara mi túnica.
Por lo general yo no habría hecho algo valiente pero lo hice para molestarlo
por los comentarios de favores sexuales. Me desnudé hasta mi sujetador y ropa
interior. Cuando di un vistazo en su dirección, noté que él todavía estaba
parado en la puerta poniéndose sus zapatos.
Claramente, él no lo había notado aún, entonces paré por un segundo
fingiendo revolver mi lío por el que pasó un huracán y luego saqué algunos
pantalones cortos de mezclilla y una camiseta de mi bolso. Cuando giré antes
de que me pusiera mi camisa, noté que él me miraba ahora, pero no dijo nada.
Me reí entre dientes caminando hacia él.
—¿Qué? ¿Puedes sugerir que yo realice favores sexuales contigo pero
no puedo desnudarme delante de ti? —pregunté, guiñándole.
—No, por supuesto desnúdate —dijo él ofreciendo su propio guiño—.
Esto hará aquellos favores sexuales más fáciles.
44
3
Ingenua Bailey Gray
Traducido por Esti y Little Jade
Corregido por Marina012
egún lo prometido, Dylan me llevó a cenar a un pequeño
restaurante mexicano que encontramos por la calle, a una corta
distancia a pie. Yo pedí fajitas de carne y él pidió lo mismo.
Lleno de conmoción, el restaurante proporcionó una buena
distracción al mundo que yo ahora enfrentaba. Cada vez que pasaba el
camarero deseaba que tuviéramos la edad suficiente para ordenar bebidas.
Después de todo, me vendría bien una. Nunca había bebido antes,
pero realmente quería saber la razón de tanto alboroto.
—Realmente me vendría bien un trago —le dije a Dylan, reprimiendo
un suspiro cuando vi otra bandeja de lo que parecían ser margaritas.
—¿Has bebido antes alguna vez?
—No —admití, avergonzada de que había vivido una vida demasiado
protegida—. ¿Tú?
—Esa es una pregunta tonta. —Y si conocieras a Dylan, sabrías que
era una pregunta tonta—. ¿Quieres una cerveza?
—Solo tenemos dieciocho. —Me pareció extraño que tuviera que
recordárselo—. No nos van a vender cerveza.
S
45
—Claro que lo harán. —Él llamó a una camarera. Efectivamente, con
una sonrisa de Dylan ella vino corriendo—. Oye, ¿podemos conseguir dos
Corona1?
—Claro, cariño —le dijo la camarera, demasiado mayor para estar
coqueteando con un muchacho de dieciocho años, con una sonrisa que él le
devolvió con un guiño. Él jugaba su juego—. Se las traeré enseguida. ¿Puedo
ofrecerte algo más?
—No —Dylan sonrió de nuevo, sus ojos usualmente azul invernal
estaban fundidos y entonces supe que él sabía cómo utilizar a las personas
cuando era necesario—, eso es todo.
—No es justo... has jugado con ella.
—¿Jugado? —Me miró como si le hubiese herido, pero esbozó una
sonrisa a pesar de todo.
—¿Cuándo tomaste tu primera cerveza? —le pregunté cambiando de
tema levemente.
—A los once.
—Jesús, comenzaste joven, ¿eh?
Se encogió de hombros, mirando por la ventana.
—¿Drogas?
Dylan miró de la ventana hacia mí y luego de nuevo a la ventana.
—¿Qué pasa con ellas?
—¿Las has probado?
Un asentimiento fue todo lo que tuve, sin detalles, solo un
movimiento de cabeza. Aunque no era como si estuviera esperando detalles.
Conocía lo suficiente a Dylan como para saber que no conseguiría ningún
detalle.
1 Corona: Marca de cerveza.
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—¿Quieres jugar un pequeño juego? —sugerí. La camarera volvió con
las cervezas y las puso en el centro de la mesa junto con una canasta llena de
nachos y un pequeño cuenco de salsa.
—Depende de qué tipo de juego sea. —Dylan alcanzó los nachos y
salsa colocados entre nosotros en la mesa y empezó a comer. Yo hice lo
mismo.
—Veinte preguntas.
—Solo si voy yo primero —aclaró masticando lentamente. Durante un
momento, miré su mandíbula, el apretamiento de los músculos y la chispa en
su mirada.
Me sentía a gusto con él.
—Me parece bien —indiqué con la mano—, puedes comenzar.
Esperó a que yo tomara un trago de mi cerveza, sonriendo cuando
arrugué la cara por lo amargo de ella, pero de todos modos, me la tragué. No
pediría otra nunca.
Cuando pensé en el juego de las veinte preguntas, y sabiendo cómo
había sido mi vida, estaba segura de que podía adivinar algunas de sus
preguntas. También sabía un par de preguntas que quería hacerle.
—¿Qué fue lo que viste en Eric James? Lo digo en serio, Bailey, sí, él
puede lanzar una espiral media, pero joder, y él es Eric James por el amor de
Cristo. —Dylan me miró como si hubiera estado saliendo con el diablo
durante los últimos cuatro años.
Después de los acontecimientos de hoy, tal vez lo había estado.
No estaba segura de cómo responder, así que le dije la verdad.
—Honestamente, salí con él porque era lo que se esperaba de mí.
—Eso es mentira —dijo Dylan con calma pero sus palabras tenían
sentido—. Siempre tenemos elección.
Considerando la oportunidad, no habría elegido a alguien como Eric
James para pasar mi vida. Éramos completamente opuestos en todos los
47
sentidos y cuando lo veía casi todos los días, y veía la vida que viviríamos, el
pensar en elegirlo a él, me daban ganas de gritar. Nos vi viviendo en un
suburbio del infierno con dos hijos y uno en camino, un perro y una valla
blanca donde la esposa tenía sueños pero no los perseguía porque estaba
encerrada en casa jugando a la esposa perfecta. Esa no era yo. Crecí alrededor
de eso y para mí eso era un infierno pintado en mi mente.
Si yo hubiera previsto la vida perfecta para mí, sería imprevisible y
nunca planificada. Quería llegar tarde, fotografiar el mundo, quedarme en
cama todo el día, no cepillar mi cabello, vestir con jeans con agujeros en ellos
y pintar con esmalte negro mis uñas solo porque podía.
Dylan negó con la cabeza y volvió a meter en la salsa otro nacho para
mojarlo.
—No puedo creer que lo follaras —murmuró empujando otro nacho
en su boca—. Pensé que tendrías mejor gusto que eso.
Justo mientras él decía eso, yo había tomado un trago de mi cerveza.
Él estaba ahora usando esa bebida.
—¿Qué acabas de decir? —Me ahogué todavía tosiendo, la cerveza
saliendo de mi nariz que después me hizo toser.
Mirándome enojado, procedió a limpiar la cerveza de su camisa. Fue
entonces cuando pensé para mí misma que su bolso perfectamente embalado
podría haber sido algún tipo de trastorno obsesivo-compulsivo.
Los ojos de Dylan no tenían ningún ápice de diversión cuando habló.
—Obviamente me escuchaste.
—¿Qué te hace pensar que estaba durmiendo con él?
Debo admitir que soné un poco amarga.
—No se puede dormir con un tipo como Eric James y esperar que
guarde silencio acerca de cómo te desfloró, ¿verdad? —contestó, irritado y
negándose a mirarme. En cambio, sus ojos se centraron en la distancia por
encima de mi hombro, donde una pareja de unos treinta años estaban sentados
48
en el bar, riendo y completamente cómodos. La situación era exactamente lo
contrario de lo que estaba pasando con nosotros—. No pensé que fueras una
maldita ingenua.
Fue entonces cuando perdí la razón, justo ahí, en un borrón de
palabras, pero creo que dije algo parecido a esto.
—¡No esperaría que un tipo como Eric James guardara silencio si
hubiese sucedido en realidad! —le grité, probablemente demasiado alto para el
restaurante—. Nunca me lo follé. —Hundiéndome nuevamente en la cabina,
refunfuñé un poco más a mí misma, pero perdiendo fuerza mientras cruzaba
los brazos sobre mí pecho—. Ese hijo de puta.
Ahora lamentaba haber destruido mi teléfono. Quería darle a Eric un
latigazo verbal por esta mierda. Mi vida podría haber sido planeada, pero
siempre había sido el mismo tipo de persona. No me gustaba que la gente
creyera mentiras sobre mí y no supiera la verdad. Tal vez esto venía de mi
educación por ser la hija del Alcalde, pero alguien creyendo una mentira sobre
mí era aplastante.
—¿No tenías idea? —Dylan me miró sorprendido de que yo no supiera
de los rumores que Eric había difundido sobre mí o Mercedes en realidad.
¿Cómo pude haber sido tan ingenua al respecto?
Dylan tenía razón. Era ingenua ya sea que quisiera admitirlo o no.
—¿Cómo puedes realmente creer eso?
Él negó con la cabeza pasándose la mano por el cabello y colocándola
en la parte posterior de su cuello de nuevo, un movimiento que hacía a
menudo, pero parecía aliviar la frustración que sentía.
—No entiendo por qué estás enojada conmigo. Has estado saliendo
con él durante los últimos cuatro años, es increíble que no te hayas acostado
con él ya. La gente hace eso, salen y tienen sexo.
—¿Es por eso que me pediste que viniera contigo? ¿Porque crees que
soy fácil o algo así?
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—¿Qué? —Él se resistió, casi ahogándose con sus palabras—. ¿Fácil?
No creo que seas fácil. —Me di cuenta de que se estaba enojando—. Maldita
sea, ¿de verdad crees que soy tan idiota? Si alguien debería estar preguntando
intenciones aquí, debería ser yo. ¿Por qué viniste conmigo, Bailey? ¿Fue
porque querías o porque querías molestar al Alcalde y a tu precioso jugador de
fútbol?
—No pensé que fueras un idiota hasta ahora. —Me incliné hacia
delante, mis codos descansando sobre la mesa acercándome a él. Él hizo lo
mismo, pareciendo tan enojado como yo—. Y tú eres un idiota si crees que
hice esto debido a quien es mi padre.
La mayor parte del restaurante notó nuestra conversación y no
dejaban de mirarnos. Yo no diría que nos gritábamos, pero estábamos cerca.
—Está bien. —Él tiró su servilleta y terminó su cerveza de un trago
antes de golpearla hacia abajo. El sonido me hizo saltar—. Te voy a llevar de
regreso a tu vida perfecta esta noche. —Su mano se movió hacia fuera
mientras echaba el brazo hacia arriba—. Levántate, vámonos.
Lo miré como si estuviera loco, tal vez lo estaba, y él me miró como si
estuviera hablando muy en serio.
—Maldita sea, ¡no! —Me senté de nuevo frustrada—. Eres un imbécil,
sí, pero eres el primer maldito imbécil que se ha preocupado por lo que yo
quería y lo que tenía que decir. Así que vamos a continuar con esto —hice
señas alrededor de nosotros—, sea lo que sea, y sigamos adelante. No voy a
volver.
Soné como una niña y me sentí aún más como una cuando lo miré.
Me miraba mientras yo trataba de regular mi respiración. Antes de
darme cuenta, se estaba riendo.
—¿Por qué te estás riendo de mí?
Una sonrisa se apoderó de él.
—Tus ojos se iluminan con un fuego que no he visto desde que éramos
niños cuando estás enojada.
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No es que fuera demasiado divertido, pero me eché a reír también.
—Lo siento, perdí los estribos. Tienes razón, la mayoría de las chicas
lo hacen hoy en día.
—Pero me alegra. —Él hizo una pausa, aclarándose la garganta—. Que
no lo hayas hecho, ya sabes, acostarte con él. Quiero decir, mierda, esto es
increíblemente raro así que me callaré ahora. —Con una sonrisa, él dejó de
hablar. Era la primera vez que lo había visto luchar por las palabras.
Hasta que nuestra comida llegó, continuamos con nuestro juego, pero
pasando de las acusaciones y los pensamientos de irnos.
—Siguiente pregunta, esa pregunta contó como dos, así que te quedan
dieciocho, haz que valgan la pena, idiota.
Dylan asintió como diciendo que estaba de acuerdo conmigo.
—Está bien, si pudieras ir a cualquier parte del mundo, ¿a dónde irías?
—preguntó.
—Nebraska.
—Es una broma, ¿verdad?
—No, me gusta Nebraska… maíz, granjas, ¿qué más se puede pedir?
Sacudiendo la cabeza con una sonrisa divertida, tomó otro trago de su
segunda cerveza cuando llegaron nuestras humeantes fajitas.
Continuamos haciendo preguntas al azar a lo largo de la comida
cuando me hice la valiente y pregunté sobre su pasado sexual, del cual yo
moría por saber. La mayoría de las chicas en la escuela, y admito que estaba en
esa lista, habíamos soñado con Dylan Wade y controlar su lado rebelde.
Naturalmente, yo quería saber qué era verdad y qué no lo era.
También quería algunas imágenes para mí. Dylan era sexy. No digo más. No
era la primera chica, buena o no, que soñara con ser inclinada sobre ese GTO
y ser un poco manoseada.
—¿Es cierto que tuviste sexo con Haven Jennings en el escritorio de la
señora Drake en detención?
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Sus ojos me miraron de soslayo, con la nariz arrugada en lo que
parecía ser disgusto.
—No.
Me gustó su respuesta. Haven Jennings, llevaba un vestuario en su
mayoría negro, maquillaje gótico, era espeluznante y tenía tantos piercings en
su cuerpo que podría ser un aspersor. Ella era una de esas chicas que esperabas
que comenzara un culto y luego sacrificara su cuerpo a la energía más alta en
que ella creía.
—¿De qué discutían tu papá y tú antes de irnos?
Tomando una tortilla del recipiente rojo cubierto a mi izquierda,
agarré la mezcla de carne y pimientos e hice un taco. Di un mordisco y esperé
su respuesta.
Dylan lamió la salsa picante de su pulgar mientras se preparaba su
propio taco.
—Paso.
—No se puede pasar en veinte preguntas —le dije—. Creo que es una
especie de regla.
Otra sonrisa tiró de sus labios como si estuviera sosteniendo un
secreto. Me hizo recordar a él cuando era un niño y se burlaba de mí.
—Sí se puede, Ojos Marrones.
—No, no puedes —discutí, sumergiendo mi taco en crema agria y
tratando de no sonreír. Degustando el sabor, me di cuenta que había pasado
mucho tiempo desde que había disfrutado tanto algo. Mi dieta en casa
consistía en pollo, vegetales y arroz integral. Si nunca volvía a comer arroz
integral, sería demasiado pronto. No quería decir que no tuviera mi escondite
donde guardaba el chocolate, porque lo tenía.
—En mi versión sí puedes. —Por su tono cortante, entendí que no
valía la pena discutir—. Juégalo a mi manera, o no juguemos.
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Decidida a no empujar más mi suerte, dejé de presionarlo. Luego de
empaparlo en cerveza, mi suerte esta noche estaba probablemente agotándose.
Nunca quise admitirlo, pero de tanto en tanto tenía actitudes de una
niña malcriada. Como, por ejemplo, ahora. También entendí, en solo unas
horas con Dylan Wade, que esto no funcionaría si quería seguir en este viaje
con él. Dylan no lidiaba con malcriadas.
Cuando ser malcriada no funcionó, probé haciendo pucheros. Eso
tampoco funcionó.
Dylan se rió de mi pobre exhibición y, eventualmente, yo también
terminé riéndome. Él tenía ese tipo de risa. Si la escuchabas, también te reías.
Terminamos nuestra comida, Dylan pagó como había insistido, y
caminamos de vuelta al hotel. Los autos pasaban y la noche parecía estar en su
máxima potencia.
Las parejas estaban tomadas de la mano, mientras que otros caminaban
al lado del otro como si solo fueran amigos, algo parecido a nosotros.
¿Ahora éramos amigos? Tenía tantas preguntas girando en mi mente y
ninguna respuesta. Era uno de esos momentos en donde quería soltar todo lo
que retenía dentro pero no quería alejarlo. Tenía la tendencia de hablar de
más cuando estaba nerviosa y vomitar las palabras era como su hermano
gemelo maligno.
Para el momento en que volvimos al hotel, apenas podía mantener los
ojos abiertos, así que decidimos dormir un rato y decidir a dónde iríamos por
la mañana. Me gustaba la idea de no saber a dónde iríamos mañana o al día
siguiente.
Mientras arreglábamos como íbamos a dormir, dejé de sentirme
cansada.
—Puedo dormir en el piso —ofreció, sintiendo mi nivel de ansiedad
crecer por la situación, mientras me lavaba los dientes junto a él en el pequeño
baño. Cuando nos paramos lado a lado, apenas podíamos movernos para
lavarnos los dientes.
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—Si prometes no asesinarme mientras duermo, no me molestará
dormir a tu lado. —No sabía exactamente por qué, pero realmente no me
importaba. Me sentía a salvo con Dylan. Me sentía como si él jamás fuera a
permitir que algo malo me pasara. Más que nada, me sentía, con las mentiras
que ahora eran una realidad para mí, sola y estando Dylan aquí, me
confortaba.
—No planeo asesinarte. —Dylan se encogió de hombros, y puso su
cepillo de dientes dentro de su respectivo contenedor antes de limpiar el agua
salpicada que estaba en el lavamanos.
Mientras observaba su rutina nocturna, estaba cada vez más
convencida de que tenía algún trastorno obsesivo-compulsivo de la limpieza.
Todo tenía su lugar en el bolso. Casi esperaba que también estuviera
etiquetado. No lo estaba.
Tan pronto como volvimos del restaurante, se despojó de su camiseta
manchada de cerveza y la tiró, confirmando mi teoría de que sufría de TOC.
Quería preguntarle, pero no quería ofenderlo. Mi hermano pequeño era igual
de meticuloso y organizado, y encontraba tierno que tan metodológicos eran
sobre todo, tanto Dylan como Jeb.
Parte de mí extrañaba a Jeb y esperaba que lo estuviera haciendo bien.
Él era un buen chico y odiaba ver como recibía algo de la porquería de mis
decisiones. Mi padre siempre había sido duro con él, y yo pensaba que Jeb era
perfecto porque él sentía que debía serlo, no porque quisiera. ¿Qué chico de
trece años querría hacer todo lo que sus padres le dicen? Ninguno que yo
conociera.
Una vez que nos metimos en la cama, ambos nos pusimos a mirar el
techo, sin mirarnos, como si fuera una película. Rompiendo el silencio, el aire
acondicionado volvió a encenderse, ahogando el sonido que hacia el cartel de
neón que estaba afuera, y que iluminaba la habitación con un tinte verdoso.
Cuando se apagó, Dylan se giró para enfrentarme, apoyándose en su
codo.
—No terminé de hacer mis preguntas.
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Ahogué mi risa porque sabía cómo iba a terminar esto. Alguno de los
dos se ofendería por una pregunta, haría un escándalo y, otra vez, no
terminaríamos este tonto juego.
—De acuerdo, pero debo hacer mi pregunta primero —dije,
sonriendo. Al enfrentarlo, nuestros cuerpos estaban a menos de treinta
centímetros de distancia cuando noté un extraño pulso, bombeando entre
ambos. Sentía una atracción por Dylan, eso lo sabía, pero algo más estaba
presente.
Sin vergüenza, Dylan observó mi cuerpo. Mis mejillas se sonrojaron
agradecidas por la poca luz.
—Las mismas reglas se aplican a mí —agregó, devolviendo su sonrisa
infantil.
—Bien. ¿Quién fue tu última novia?
Parte de mí, la chica de secundaria, se sentía ridícula solo por hacerle
esa pregunta, como si estuviéramos jugando a girar la botella. También odiaba
que tuviera que recurrir a ese tonto juego para llegar a conocer al chico con el
que jamás tendría que haber dejado de hablar, en primer lugar.
Sombras danzaron sobre sus mejillas mientras pestañeaba, sus ojos
permanecieron cerrados.
—Hubo chicas que eran amigas. —Sus ojos se abrieron—. Pero nunca
tuve una relación con ellas.
—¿Nunca? —pregunté, sorprendida, ya que pensaba que había salido
con Sarah Thomas el verano pasado.
Negó con la cabeza, pero no respondió.
—¿Qué hay sobre Sarah? —pregunté, confundida aún. La vi algunas
veces en su casa y en la escuela más que una vez. Además, Mercedes había
mencionado que los había visto besándose en el pasillo.
Dylan levantó la vista de la manta con la que había estado jugando por
los últimos minutos, pero no se enfocó en nada particular.
55
—Ella no era mi novia, solo una amiga.
—¿Te acostaste con ella? —solté antes de poder detenerme.
No era como si no quisiera saber, porque moría por saberlo. Parecía
que las dos cervezas me habían convencido de decir lo que pensaba. A pesar
de que habíamos perdido contacto por mucho tiempo, no me detenía de estar
curiosa sobre su vida. Si el nombre de Dylan era dicho en una conversación,
yo prestaba atención.
Dylan rodó sobre sí mismo, para apoyarse sobre su espalda y mirar el
techo. Llevó sus manos a su cara, las corrió a través de su cabello y las dejó
apoyadas sobre su rostro, donde estuvieron por un momento. Suspiró
duramente. Sus ojos ardían en los míos como el día de la graduación, su voz no
más alta que un suspiro.
—Sí.
Sonreí.
—¿Así que los rumores son ciertos? Sobre Haven, y esa chica Jenna y
tú en los vestidores de los chicos. Oh, y esa historia sobre la hija del policía,
Lindsey. ¿Qué hay sobre esa chica en detención? ¿Cuál era su nombre? Ah, sí,
Lexi.
Dylan gruñó rodando sobre su espalda y tapándose con la manta por
encima de su cabeza.
—Detente.
Cuando no pude dejar de reírme ante su inesperado cambio de humor,
rodó sus ojos dramáticamente.
—Quizá debería dejar algunas cosas en claro, ¿no?
—Sí, yo creo que muchas cosas.
—Sarah, ella era solo una amiga. Su mamá tenía cáncer y estaba
pasando por un momento difícil así que salimos un par de veces. Cuando su
madre entró en recuperación, no la volví a ver. Después Haven… nunca pasó
nada. Aunque una tarde la encontré en mi habitación. —Se estremeció ante el
56
recuerdo—. Así que, Jenna. Nosotros… —Dylan se rió levemente ante el
recuerdo que estaba segura, no quería saber, y continuó—: Ella... eh… trató de
darme sexo oral, pero eso solo terminó conmigo corriendo fuera de su auto.
—¿Cómo es que pasó eso? —pregunté, imaginando que pudo haber
pasado para que él saliera corriendo.
—Ella tenía aparatos —aclaró, haciendo una mueca ante el
recuerdo—. La peor experiencia del mundo.
—Ya veo. ¿Y Lindsey?
—Sí.
—¿Y Lexi?
Él pareció contemplar eso por un minuto y luego sonrió suavemente.
—Solo digamos que yo le hice cosas a ella, pero ella nunca me tocó.
Asentí, absorbiendo todo lo que me había dicho. Parte de mí se
preguntaba qué esperaba él de mí, si pensaba que iba a acostarme con él.
Admito que la idea ya había cruzado mi mente.
—¿Cuántas? —No estaba sorprendida de que Dylan ya se hubiese
acostado con unas cuantas chicas. Él tenía el aspecto que las chicas adoraban.
Ellas querían al chico malo.
Dylan desvió la mirada.
—No lo sé. Cuatro o cinco, supongo.
»Mi turno —dijo, de repente—. ¿Eric y tú hicieron algo más que
besarse?
—No, soy virgen. No hicimos nada más que besarnos. Aparentemente,
no fue lo mismo con Mercedes. —Tomé una respiración honda, temblorosa—.
No puedo culparlo. Ella es hermosa, pero nunca esperé que fuera tras ella.
Dylan rompió en risas, sus ojos entrecerrados, divertido.
—Estás bromeando, ¿cierto? —soltó sarcásticamente.
57
—No, no estoy bromeando. Mercedes es engreída, sí… pero no puedes
negar que es linda y tiene un cuerpo increíble.
—No, ella es una perra. —Colocó su mano en mi mejilla. Su dedo
trazó mi labio inferior, jadeé ante su contacto y sus cejas se juntaron—. Tú
eres hermosa, y Eric es un maldito estúpido.
Mis ojos buscaron los suyos por una respuesta en el hielo que
encontré. Si miraba muy de cerca, me hacían acordar a un glaciar por su
belleza.
—No tienes que decir eso.
Brevemente, su mirada se deslizó de mis ojos a mis labios, y luego de
vuelta, pensé que quizás me iba a besar. Una gran parte de mí esperaba que lo
hiciera.
Él parpadeó lentamente, molesto de que tuviera que explicarse.
—Es cierto, Ojos Marrones.
—Irrelevante. —Mi mirada fue hacia sus labios, queriendo sentirlos
contra los míos—. Apenas nos conocemos después de tanto.
Era la verdad y él lo sabía. Las personas que conocíamos cuando
éramos pequeños habían desaparecido, y lo habían hecho por un largo tiempo.
Ya no era la perfecta niña pequeña de diez años que corría en un vestido de
flores y se quejaba por las políticas de nuestro estado. En algún lugar de todo
eso, me convertí en mí misma pero más envuelta en la afiliación, todavía era
la pequeña niña que pensaba que sería presidente algún día. A pesar de que ya
no quería ser presidente, todavía tenía ese tipo de determinación en mi
interior.
Dylan, él no había cambiado. Así que suponía, que de cierta manera,
aún lo conocía, pero no lo hacía. Envuelta en la afiliación, perdí el contacto
con la realidad y los que me rodeaban.
Su cara estaba llena de compostura, quizá una practicada indiferencia
que yo había visto muy seguido a través de los años. Él mantuvo su mano en
mi mejilla y se acercó a mí. Su expresión facial cambió entre conflictiva y
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emocional, algo que jamás había visto antes, pero también estaba el deseo
ardiendo en su interior, el cual reconocía porque también lo sentía. Se acercó
más y antes de que pudiera reaccionar, sus labios presionaron mi frente.
Quedándose más de lo que esperaba, se alejó y encontró mi mirada.
—Eres hermosa.
¿Recuerdan cuando dije que cuando estaba nerviosa mi charla tenía
una gemela malvada?
Luego de ese beso, ella apareció.
—Tuve el mayor enamoramiento contigo cuando éramos pequeños
—solté y luego me tapé la boca, mis ojos bien abiertos. Dylan había sido mi
primer beso cuando teníamos siete y no creía que lo hubiera superado
totalmente—. También te acechaba en la primaria y la secundaria. Era como si
fuera una paparazzi o algo. También tenía visiones de ti manoseándome en el
capó de tu auto.
¿Qué me había poseído?
Allí fue cuando volví a taparme la boca con la mano para prevenir que
salieran más cosas sin sentido. Era la única manera de detenerme.
Los ojos de Dylan se volvieron serios por un momento y luego giró
sobre su espalda, gruñó y lentamente subió la manta hasta su cabeza.
—Me estás matando.
Riendo, me giré también y me quedé mirando el techo.
Terminamos hablando la gran mayoría de la noche, pero con Dylan
estando ahí había algunos temas que no podíamos tocar. Era difícil tener
conversaciones con él. Podías ver literalmente como se cerraba en una
conversación cuando el tema cambiaba. Era como un interruptor para él.
Eventualmente, en la primera noche por mi cuenta, me dormí al lado
de un chico con el que jamás esperé volver a hablar y, aún menos, dormir
junto a él. Si quería lo desconocido y espontáneo, ya sabía de qué se trataba.
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4
Lista de cosas por hacer
antes de morir Bailey Gray
Traducido por mariaozuna y carmen170796
Corregido por Marina012
e desperté en la mañana mientras el sol se asomaba a la
sala a través de las finas cortinas marrones. Me tomó un
momento recordar dónde estaba y qué estaba haciendo
aquí. Al crecer, nunca se me permitió dormir hasta tarde y cuando vi la hora,
me asusté al pensar que mi madre estaría empujando a través de mi puerta en
cualquier momento con su fachada molestamente alegre.
Solo que yo no estaba en mi habitación. Ni siquiera estaba en mi casa.
Los recuerdos de ayer y anoche vinieron a mi mente. No podía creer
que confesé en un momento de estupidez que yo estaba enamorada de él
cuando éramos niños y en secreto tenía algo por los chicos malos.
Estúpida de mí.
M
60
Me estiré un poco. La cama no era cómoda así que mi espalda estaba
dolorida y rígida.
Me di cuenta de que estaba en el borde de la cama, apenas colgando
por lo que fui a desplazarme más al centro, pero una vez más fui empujada
fuera de la cama mientras Dylan gemía a mi lado.
Traté de alejarme de él y mantener mi lugar en la cama, no funcionó.
Aterricé en el suelo, agitando los brazos, las piernas pataleando mientras
trataba de agarrarme.
Dylan oyó el golpe y se inclinó sobre el borde de la cama.
—¿Por qué estás en el suelo?
—Idiota —le respondí con un toque amargo en mi voz mientras me
levantaba del suelo, frotando mi culo.
Dylan balanceó sus piernas por el lado de la cama y se quedó allí por
un momento, mirando por la ventana. Su cabeza colgaba y se apartó de la
cama alcanzando sus cigarrillos en sus jeans cuidadosamente doblados sobre la
silla junto a la cama y luego salió al balcón, riendo. Yo lo observaba de cerca,
admirando la forma en que sus músculos de la espalda se flexionaban mientras
caminaba y los tatuajes que no sabía que estaban allí en su espalda. No estaba
segura de lo que todos ellos eran, pero eran hermosos. Nada parecía ser
demasiado colorido sino que en su lugar había tonos más oscuros de negro,
gris, rojo y algunos con un azul marino. Debe haberme notado mirándolo
fijamente, porque antes de abrir la puerta, se volvió y sonrió con suficiencia.
Avergonzada, miré a mis pies colgando a un lado de la cama, notando
que necesitaba pintar las uñas de mis pies. Mi madre se habría horrorizado si
los hubiera visto. Cada sábado por la mañana mi madre, Mercedes y su madre
Teresa nos reuníamos para lo que llamaban “Sábado de Spa” en Toscana Spa
Santuario de Olimpia.
Aunque se especializaban en una felicidad Zen, como ellos lo
llamaban, era una tortura para mí y hoy, al ser sábado, estaba aliviada de no
tener que asistir.
61
Después de recuperar un poco la compostura, me dirigí hacia el balcón
donde Dylan estaba apoyado en la barandilla. Humo ondulaba a su alrededor
mientras tomaba una profunda calada a su cigarrillo, su atención cautivada por
la calle de abajo.
Sus músculos y espalda tatuada me distrajeron. Estaba de espaldas a
mí, así que traté de descifrar cuáles eran las formas y la escritura que los
rodeaban. Había uno por su columna vertebral que parecía ser una especie de
escritura en un idioma extranjero.
En el momento en que abrí la puerta corrediza, el calor de la mañana
me golpeó. Fue un cambio agradable de las frescas mañanas de Puget Sound. A
pesar de que no habíamos ido muy lejos, el clima en el sur de Oregon era
notablemente diferente.
Dylan me miró por encima del hombro cuando la puerta deslizante
hizo clic contra el marco de metal. Su sonrisa estaba presente cuando sus ojos
recorrieron mi cuerpo, observando mis pantalones cortos de algodón negro y
la pequeña camiseta sin mangas.
Desde que me estaba examinando, yo hice lo mismo notando que no
llevaba mucho más que un par de pantalones cortos de entrenamiento Nike
azul marino con la banda elástica de los calzoncillos bóxer blancos asomando
por la parte superior.
Sentándome en la silla de plástico junto a la puerta, atraje mis piernas
hasta el pecho.
—¿A dónde hoy?
Dylan levantó una ceja y luego apagó el cigarrillo contra la barandilla,
arrojándolo al abismo.
—Te lo dije —sonrió, pero no era una sonrisa la que tenía—, ciudad
por ciudad.
—Está bien... ¿qué ciudad hoy?
—¿San José? —sugirió, levantando las cejas de nuevo.
—Está bien. —Me puse de pie—. ¿Puedo ducharme primero?
62
Sus ojos brillaban alegremente, pero no había más que la sonrisa que él
estaba llevando adelante.
—¿Puedo unirme? —preguntó, viéndose completamente serio.
—Nop.
—Estoy jugando —murmuró riendo cuando yo sacudí mi culo un
poco hacia él mientras cerraba la puerta.
El coqueteo y las burlas eran aún más evidentes esta mañana después
de nuestras confesiones, pero también eran agradables. Hay algo acerca de
coquetear con alguien con quien te sientes cómoda. Era juguetonamente
refrescante. No estaba segura hacia donde nos iba a llevar esto, pero fue
agradable no saber por una vez. Cuando todo estaba planeado para ti, la
espontaneidad y lo desconocido es algo que vale la pena vivir.
Pensé en Eric un poco y luego sacudí esos pensamientos a un lado.
Después de haber desperdiciado cuatro años con él, no estaba dispuesta a
perder ningún otro momento en él. Aunque solo estuviera pensando. Yo no
podía dejar de pensar en él y Mercedes juntos. La idea era repugnante.
Dylan se quedó en el balcón mientras tomaba mi ducha. Una vez que
terminé, me vestí con un par de pantalones cortos de mezclilla y una camiseta
de los Rolling Stones que mi madre nunca aprobaría que usara, y apiñé mi
cabello mojado en un moño desordenado.
Mírame, vistiendo con mi ropa, coqueteando, demonios, incluso pensé
en pedirle a Dylan un cigarrillo para completar mi transformación. Sonriendo
en el espejo, por fin sentí que había cortado las cuerdas.
Cuando abrí la puerta del baño Dylan estaba esperando en la cama,
todas sus cosas estaban prolijamente al lado de él. Me reí y él me fulminó con
la mirada porque sabía que me había dado cuenta de que era muy metódico.
Una parte de mí quería llegar a más, tirar su ropa en el suelo y ver el pánico
alzarse.
—No tardes mucho, dulzura —dije mientras él me empujaba
pasándome para entrar en el cuarto de baño.
63
Él se aseguró de que su pecho rozara el mío mientras se deslizaba junto
a mí. Sacudiendo mi cabeza, miré a mis pies y, por supuesto, él sonrió.
—Bonita camisa. —Tirando del dobladillo, sus nudillos rozaron mi
estómago. Sentí el contacto a través de todo mi cuerpo. Era como un
cosquilleo corriendo salvajemente y me dio escalofríos.
Dylan disfrutaba empujando los límites y cuando yo empujé de vuelta,
sonrió y esperó a que me debilitara. Era el mismo juego que jugaba con todos
los demás ya sea la policía o los maestros; él tenía su propio conjunto de reglas
inquietas.
Desafortunadamente, para mí, yo estaba jugando con él y si era un
poco débil a sus costumbres rebeldes, estaría parada en la meta llamándolo. La
idea de estar con él estaba allí antes de que pudiera detenerla. Tal vez era
porque estaba aquí conmigo que la tentación estaba allí, pero era también
porque en el fondo, sabía que si alguien conocía a la verdadera yo, o incluso se
tomaba el tiempo para conocerme, habría sido él. Desafortunadamente, como
la jerarquía de la escuela media y la secundaria generalmente dictan, perdimos
el contacto.
A lo largo de la ducha de Dylan, reflexioné sobre lo que era la
situación entre nosotros, y de lo que ya estaba haciendo.
Si no podíamos dejar de burlarnos el uno del otro, ¿cómo iba a
funcionar este viaje iba? Pero ¿era realmente un viaje? ¿Querría volver
eventualmente? ¿Quería él? ¿Podríamos huir para siempre?
Entonces pensé en mí y Dylan juntos, íntimamente. No deberíamos
estar juntos, ¿verdad? Odiaba que mi mente constantemente volviera allí,
imaginándolo. Después de Eric, yo no quería precipitarme en nada, pero tal
vez apresurarme a ello sería lo que necesitaba.
Una buena parte de mi preocupación era lo que esto podría hacer por
Dylan. Incluso con solo estar cerca de Dylan un día, era evidente que tenía
algunos problemas emocionales, y yo, bien yo estaba buscando rebelarme,
¿verdad?
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Si quería rebelarme qué mejor manera de rebelarme que perder el
tiempo con el delincuente de la ciudad.
No hagas eso Bailey.
Yo no quería hacerle daño a Dylan. Sí, él era un chico malo, pero tenía
sentimientos y yo no estaba buscando utilizarlo ni estaba buscando hacerme
daño. Esto podría fácilmente ir en ambos sentidos.
Después de la ducha de una hora de Dylan, salió vestido y listo para
salir, y oliendo a loción de afeitar y colonia. Terminé de empacar mi maleta,
que consistía en mí simplemente tirando todo en un bolso vintage que hice de
una colcha que mi abuela me dio y unos cuantos pares de jeans que mi mamá
nunca me dejó usar.
Me di cuenta entonces que todo lo que tenía en el bolso era unos
cuantos pares de pantalones cortos, camisetas sin mangas, algunas camisetas
que había comprado sin el conocimiento de mis padres, y loción. No traje
ningún maquillaje y me consolé con que al menos logré traer un poco de spray
corporal Love Spell y desodorante.
Haciendo nuestro camino por las escaleras porque me negué a ir en el
ascensor de nuevo, nos marchamos y asalté el estante junto al mostrador que
tenía mapas y folletos sobre diversos destinos turísticos.
Cuando conseguimos entrar en el auto, Dylan notó todos los mapas.
—¿Robaste la cámara de comercio?
—No. —Empujé algunos hacia él—. Simplemente pensé que estaría
bien.
Mirando los mapas, tomó uno de San Diego y luego lo arrojó a un lado
colocando las llaves en el contacto.
—Uh-huh. —No parecía impresionado en absoluto.
Probablemente pensó que yo estaba cuestionando sus habilidades de
navegación.
65
Antes de que volviéramos a la carretera, Dylan se detuvo en la
gasolinera para llenar el tanque y revisar el aceite. Intenté de nuevo pagar la
gasolina, pero él se negó.
Sabiendo que mi padre no tardaría en cancelar mis tarjetas y cuentas,
me tomé el tiempo para conseguir tanto dinero como pudiera de mi cuenta
bancaria. El dependiente me hizo firmar un formulario para el avance de mi
cuenta de ahorro y admito que mi mano temblaba un poco pensando que se
trataba de mi fondo para la universidad lo que estaba retirando. Cualquier
futuro que tenía estaba atado a este dinero y aquí no estaba pensando en ese
futuro por más tiempo.
Terminé retirando todo pensando que si mi padre tenía alguna
conexión, que las tenía, el dinero se habría ido llegado el lunes.
Mientras firmaba ese papel, otra cosa se me ocurrió. Este sentimiento,
la razón por la que me fui, había estado supurando durante un tiempo.
Eventualmente, habría llegado a su punto máximo fuera en la universidad o
diez años después. En el fondo, yo no estaba feliz. No estoy segura de cuando
empezó, no podría fijar el punto en un día, pero fue poco después la fiesta de
bienvenida este último año. También sabía que a lo largo del año, el
sentimiento, la agonía desgarradora, se hizo más fuerte y no podía ignorarlo
tan fácilmente. Después de un tiempo, como en voz alta, era todo lo que oía:
Corre. Vete.
Así que lo hice.
Era una sensación que me atacó y hundió en mi piel hasta que un día
me desperté y me di cuenta que no quería la vida que tenía. Estaba segura de
que yo no era la única que se había sentido así antes.
Después de la gasolinera, comimos el desayuno en un pequeño
restaurante en la calle. La camarera coqueteó con Dylan tan descaradamente
que realmente me molestó.
Yo no tenía experiencia en coquetear, pero entendía que cuando dos
personas estaban sentados uno junto al otro normalmente significaba que eran
amigos y no deberías coquetear con ellos hasta que estuvieras seguro que no
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estaban juntos. Yo nunca le di la impresión de que no estaba con Dylan así que
naturalmente la adolescente en mí estaba molesta.
Sin pensarlo, me fui a sentar más cerca de él con la esperanza de que
esto la desalentara un poco, pero no fue así, solo hizo que Dylan me mirara
como si yo fuera alguna lunática descabellada. Probablemente lo era.
Una vez que entramos en la carretera, empecé a pensar acerca de
dónde esto podría ir con nosotros y a dónde no debía. A juzgar por lo de la
cafetería, yo estaba evidentemente atraída por él. Lo miré
desvergonzadamente esta mañana sin consideración y él lo sabía. Si tuviera
que adivinar, diría que él se sentía atraído por mí también, pero no estaba
segura.
Mirando el lado de la carretera, otro terreno llano, no ofrecía nada
para mis preguntas. Yo tenía mis piernas alzadas hacia mi pecho
contemplando lo que quería fuera de esto.
Sentí a Dylan virar ligeramente el volante. Las bandas rugosas2
hicieron vibrar mi asiento y lo miré fijamente.
Él murmuró algo que no pude oír antes de moverse incómodamente y
mirar a su izquierda por la ventana.
—¿Qué fue eso?
—Nada. —Desviando los ojos, los entrecerró un par de veces, como si
estuviera tratando de ajustar su visión.
Mirando hacia abajo, me di cuenta de por qué se desvió.
Mi camiseta era bastante baja y mientras yo estaba abrazando mis
piernas, había creado exactamente el resultado push up en mis tetas.
Clásico.
* * * 2 Banda Rugosa: Se refiere a una tira de pavimento corrugado (a lo largo del borde de una carretera)
que causa el ruido y vibración cuando se maneja sobre ella.
67
Cada ciudad que pasamos ofreció su propio atractivo para mí. Me
pregunté cuántas personas condujeron este mismo camino solo para detenerse
y hacer una vida para ellos. Yo me podía ver haciendo lo mismo.
Fue increíblemente caliente conducir a través del norte de California
en la tarde. Una brisa constante ayudó, pero la humedad comenzaba a llegar a
mí. Sin pensarlo, tiré de mi camiseta por la cabeza y la arrojé a mi lado. No era
tan estupenda la idea teniendo en cuenta que solo tenía el sujetador puesto,
pero yo estaba sudando y el auto de Dylan no tenía aire acondicionado. Era mi
única opción.
Dylan me miró y luego desvió la mirada de nuevo a la carretera. Había
algo en la forma en que me miró que me hizo sentir borracha aunque yo no
tenía nada que beber.
Sosteniendo el volante con la rodilla, tiró de su camiseta sobre su
cabeza y la arrojó a su lado en el asiento. Descansaba junto a la mía. Todo lo
que podía oler era su rico e intoxicante aroma a limón, lila y roble de nuevo.
Estaba a segundos de gemir cuando tomé su forma cincelada. Lucía como un
modelo masculino, solo cubierto de tatuajes.
Para tener dieciocho años, Dylan tenía un buen cuerpo… y luego
añade los tatuajes cubriendo la parte superior del cuerpo, esta amotinada
puritana estaba intrigada.
Dylan inclinó su cabeza hacia un lado, mirando por encima de mí y
pude sentir su mirada medida y baja voz.
—Mantén esta mierda y estaremos desnudos antes de llegar a
Sacramento.
—Que así sea, entonces. —Le devolví la sonrisa—. Estoy caliente.
—Sí, lo estás —murmuró mirando a su izquierda lejos de mí.
No se dijo nada durante unos cinco kilómetros cuando Dylan gruñó,
mientras pasaba su mano derecha por su rostro, antes de colocarla en el
volante de nuevo.
—Tienes que ponerte la maldita camiseta de nuevo.
68
Yo como que me reí, pero era más excitante que él no pudiera
concentrarse.
—Tú ponte la tuya o consigue aire acondicionado.
Dylan me dio una mirada que decía que no iba a ocurrir a ambas
demandas.
—Oye —dije tratando de aclararme a mí misma—, estás casi desnudo
también, y yo no estoy muy a gusto tampoco. De hecho, es una distracción.
—Solo ponte la camiseta.
—Ponte la tuya.
Ninguno de nosotros se estaba moviendo a ello, así que nos rendimos y
decidimos ignorarnos mutuamente.
Con una mirada ocasional al otro, nos sentamos allí, ambos desafiantes
y persistentes, Dylan sin camisa y yo sin la mía.
Luego de que nos detuvimos en un pequeño restaurante de carretera,
Roger’s Frosty en Cottonwood, California, empezamos a hablar de lo que
queríamos para este viaje.
—Yo quiero que te pongas tu camiseta de nuevo. —Dylan me había
dicho y luego siguió con—: ¿Tú qué quieres hacer?
Yo sabía a qué se refería y no tenía nada que ver con la camisa. Quería
saber el por qué había venido con él y lo que yo quería de este viaje, si era
incluso un viaje. Mi mente todavía no se había decidido por lo que esto era
entre nosotros o a dónde nos dirigíamos.
¿Qué quería? Quería que se quedara sin camisa, eso era seguro.
Más que nada, quería sentirme viva. Quería sentir y apreciar una
pasión por algo que amaba. La mayor parte de mi vida, me sentía una
marioneta con cuerda y quería que esa sensación se fuera. Había hecho lo que
todos los demás querían que hiciera y ahora no sabía cómo actuar. Como una
marioneta a la que le cortaron las cuerdas, no sabía cómo estar por mi cuenta
pero sabía que quería sentirme viva y solo en estos últimos dos días, Dylan
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había hecho eso por mí. Había algo sobre él, tal vez su personalidad; que me
decía que tenía pasión por algo y una magia que no podía identificar. A su vez,
como un brillante diamante, yo estaba cautivada por él.
Si me hubieran preguntado a los tres años que quería ser, habría dicho
jugadora de béisbol. Todavía amaba los deportes, especialmente el béisbol.
Pero ser una jugadora de béisbol de tres años no encajaba con mis padres. Si
me hubieras preguntando a los cinco que quería ser, habría dicho princesa.
Eso tampoco encajaba con mis padres. Mi padre dijo que ser una princesa era
una imagen que no valía la pena perseguir. A los cinco, no tenía ni idea de a
qué se refería, pero decidí que ya no quería ser una princesa.
¿Ves el patrón?
Si me hubieras preguntado a los diez que quería ser, habría dicho
presidente de los Estados Unidos. Como puedes ver, esa fue la vez que mis
padres fueron un factor determinante. Me dejé de preguntar qué quería y
empezaron a decírmelo. ¿O realmente nunca me lo pregunté?
Aun así, nunca los contradije. Podría ser tan culpable como lo eran
ellos.
La verdad era que, había estado tan absorta en mi vida y las cosas que
pensaba que eran importantes, que había perdido contacto con muchas cosas,
incluso conmigo misma. Era como si no me conociera.
La consejera de la escuela, la Sra. Wheeler, una vez me preguntó que
quería para mi vida y le di la respuesta estándar que parecía escrita por mis
padres, universidad y después, por supuesto, una carrera. ¿Pero yo quería eso?
En ese momento pensé que quería eso. También solía creer que podía
meter mi cabeza en la arena. Me culpaba por eso. Y después veía a las personas
yendo a fiestas y siendo adolescentes, y esas ideas de una vida perfectamente
planificada parecían tontas y sacaba mi cabeza de la arena un poco para revisar
la marea.
Las ideas todavía estaban ahí. Sentía que si no actuaba según lo
planeado estaba siendo irrespetuosa. Cuando tu padre es Jeff Gray, ser
irrespetuosa no es algo que esté permitido.
70
Parte del problema era que pronto esos momentos de querer ser buena
se volvieron pocos e infrecuentes hasta que sentía que todo lo que ellos veían
era lo que querían. Nadie me veía como una persona.
Incluso Eric. Él veía una novia que para muchos estándares era buena
para él. Pero algo estaba faltando. Después de un tiempo, pensé que tal vez así
era como se suponía que fuera.
En los cuatro años que estuvimos saliendo, nunca superamos eso. En lo
profundo, no era suficiente para mí y sabía eso. Me gustaba pensar que soy
una persona optimista, pero también diré que me han decepcionado un
montón de veces. Eric me había decepcionado.
Pensé en todo eso por unos cinco minutos antes de finalmente
responderle a Dylan.
―Quiero cometer errores. Quiero meterme en problemas y sentirme
viva. Como bailar en la lluvia y tener dieciocho.
—¿Y qué hacen las personas de dieciocho? —preguntó, sus ojos sobre
un hombre de pie cerca de una mesa de picnic.
—Se meten en problemas. Montones de problemas… como empezar
un disturbio. —Dylan ignoró mi comentario del disturbio.
—Este problema en el que te quieres meter. —Él se movió en su
asiento para mirarme, una mano todavía en el volante y la otra a través de la
parte de atrás del asiento—. ¿Te arrepentirás de ello?
Tenía la sensación de que esa pregunta iba más allá de lo que él
intentaba.
—No, no lo haré —le dije honestamente—. Quiero soltarme y hacer
todo lo que nunca tuve las agallas de hacer en casa. —Tragué preparándome y
dije lo que quería—. Y quiero perder mi virginidad.
Ahí. Lo dije.
Él se removió a lado mío pero sorprendentemente, mantuvo la calma.
Cuando no dijo nada, yo continué temiendo al silencio.
71
—Solo necesito encontrar a alguien con quien hacerlo. —Empecé a
morder mis uñas en un intento de distraerme.
Dylan parpadeó, sus ojos cayendo a sus manos y contestó sin vacilar.
—¿Qué si fuera yo?
—Me gustaría eso.
* * *
Agarré una botella de whisky y apenas algo de ropa, empezamos la
lista de pendientes de verano en el estacionamiento de Roger’s Frosty de todo
lo que queríamos hacer para sentirnos vivos.
—Striptease… pon eso ahí también.
—¿Striptease? —Sonrió, su ceja levantada cuestionando—.
¿Realmente vas a hacer striptease? Oh, cierto, ya empezaste. —Las esquinas de
sus ojos se arrugaron de la diversión mientras me miraba.
—No me juzgues, solo escribe.
—No te estoy juzgando. —Dylan sonrió escribiendo mi lista de cosas
por hacer en el verano en la bolsa de papel marrón de nuestra comida—.
¿Consigo la…?
—Dije escribe. —Le señalé con mi mano que continuara, mis piernas
rebotando en el asiento con la euforia ante la posibilidad de ahora, en este
verano, podía hacer y ser cualquier cosa que quisiera—. Preferiblemente con
un tubo.
—¿De nuevo?
—Para el striptease, un tubo de striptease —aclaré—. Escribe eso.
—Escribiendo.
72
—Quiero fumar un cigarrillo y emborracharme y tal vez robar un
auto.
—Ya estás trabajando en la parte de emborracharte. —Él me señaló el
whisky—. Estoy seguro de que puedo encontrar un tubo en algún lado si
quiere marcar eso de una vez.
La mirada que me dio era casi ridícula. Digo casi porque estaba
demasiado ocupada tratando de no subirme al chico. Era una respuesta
justificable en mi mente, pero aun así estaba tratando de no apresurarme en
esto.
Agarré el whiskey mirando la etiqueta y preguntándome por qué no
ponían una advertencia en la parte exterior de la botella que dijera: Puede
inducir comportamiento sexual.
Dylan tenía maneras de hacer que las personas hicieran las cosas que
él quería y se las arregló para convencer a un vagabundo en la calle de
comprarnos una botella de whisky por cincuenta dólares y un paquete de
cigarrillos.
Ahora estábamos disfrutando ese whisky.
No era una fanática del whisky justo como tampoco lo fui de la
cerveza anoche. Dylan se rio de mi primer trago y me dijo las palabras de
sabiduría de su abuelo:
—Pondrá pelo en tus bolas.
—No quiero pelo en ningún lado —le dije completamente seria, y
observándolo como si estuviera loco por sugerir que necesitaba pelo en mis
bolas. No es que tuviera.
—Entonces desnuda… —Dylan sonrió ocultando su mirada de la mía
al tomar otro trago de whisky—. Huh.
—Ni siquiera voy a responder eso.
—No estaba preguntando. Estaba imaginando.
73
Le quité la botella preguntándome si él era capaz de tener una
conversación sin darle una connotación sexual. Probablemente no.
El whisky quemaba y sabía como mierda, pero disfruté la sensación
que me daba. Esa sensación de hormigueo estaba dándome el coraje de hablar
sobre striptease y mi virginidad.
—Quiero hacerme un tatuaje. —Me detuve antes de mirarlo. Mis
piernas descansaban sobre el tablero mientras él terminaba de escribir—. Y mi
virginidad. No te olvides de escribir eso.
Asintiendo, su sonrisa era evidente junto a su respiración acelerada,
pero él escribió mi virginidad al final de la lista y la tiró sobre el tablero frente
a él. Miré la bolsa para observar lo que escribió y noté que la última decía
“inocencia” en lugar virginidad.
—¿Qué hay de ti? —pregunté mirando hacia él—. ¿No vas a escribir lo
tuyo?
—Voy a hacer cualquier maldita cosa que quiera —me dijo sacando un
cigarrillo y encendiéndolo antes de lanzar su encendedor en el tablero sobre la
bolsa.
Me gustan sus labios alrededor de la punta del cigarrillo, y me encanta
la forma en que entrecierra sus ojos cuando inhala. Cuando sostiene el humo
en sus pulmones y sonríe; quería gritar.
—¿No vas a escribir una lista?
—No, voy a ser espontáneo. Hacer mi lista ciudad por ciudad. Si
quiero orinar al lado de la carretera, pues bien, voy a hacerlo de repente.
—Sus ojos azules brillaron con picardía.
Creo que me desmayé por la forma en que dijo hacerlo de repente y
realmente quería estar cerca cuando ese hacerlo de repente se llevara a cabo.
El consumo de alcohol le hace cosas a la gente, además de sonrojar las
mejillas. Ahora entendía el por qué tomaban. Te da confianza líquida también.
Confianza que normalmente no tienes, o al menos yo normalmente no tengo.
74
De alguna manera, y culpo de esto al whisky, empezamos un juego de
confesiones que empezó conmigo quejándome de mi dedo meñique que no
tenía uña. Era extraño en forma y me parecía lindo, pero molesto por la forma
en que se curvaba y no tenía uña en él. Ambos pies eran de esa manera.
Dylan sonrió.
—Tengo aros en los pezones.
Ya lo sabía, los había visto antes.
—Mis piernas son demasiado largas para mi cuerpo.
—Eres una mujer, eso es imposible. Las piernas largas son
impresionantes. —Tomé otro trago y luego él dijo—: Tengo una marca de
nacimiento en el culo que se parece a una mujer desnuda. Estoy muy
orgulloso de ella en realidad.
—Una vez traté de ponerme un aro en la nariz y terminé
consiguiendo una hemorragia nasal. Fue un desastre.
Dylan rió.
—Mi culo es demasiado grande.
Dylan sonrió satisfecho.
—Tampoco es posible.
—Es posible tener un culo que es demasiado grande.
—Si bien estoy de acuerdo en que es posible, sí, el tuyo es perfecto.
—Se rió dejando caer su cabeza hacia atrás contra el asiento mirando hacia el
techo—. Ah, mi debilidad.
—¿Qué?
—Tu culo. —Aclaró, dejando los ojos fijos en el techo.
Pensé por un momento empujar la botella de whisky hasta él. Dylan
tomó un trago directamente de la botella justo cuando lo hice.
75
—Háblame de estos aros de pezones. —Mis ojos estaban fijos delante
de mí negándose a mirar otro sitio. La oscuridad que nos rodeaba fue
nuevamente reconfortante. No podía ver mis mejillas calentándose de esta
manera—. ¿Cuándo te los pusiste?
—Los tengo desde hace unos años. —Dylan examinó la botella,
pareciendo encontrar el envoltorio interesante tal como yo lo había hecho
antes—. Estaba borracho y dejé que una chica lo hiciera. Duele como el
infierno.
—¿Puedo verlos? —Finalmente le eché un vistazo. Él me miraba, con
los ojos brillantes.
—Envuelve esas largas piernas alrededor de mí y yo te los mostraré
—dijo arrastrando las palabras lentamente, sus párpados pesados y caídos.
¿Estaba borracho? ¿O tal vez no estaba… oh… tal vez estaba
encendido?
No estoy segura de si eso era para burlarse de mí o simplemente para
ser un chico normal en ese momento, pero él se rió entre dientes de nuevo y
se inclinó un poco hacia mí. Su mano derecha se deslizó del volante y
descansó sobre su estómago y luego no tan tranquilamente, levantó su camisa,
metió la mano en la parte delantera de sus pantalones y se ajustó a sí mismo.
Traté de no mirar… pero lo hice. Fue uno de los gestos más sexys que
jamás había visto.
Lo hizo a propósito. Lo sabía. Y para empeorar las cosas, cuando
encendió el auto justo después de eso, cambió la lista de reproducción de su
iPod a All Night Long. No se escuchó nada más hasta que me eché a reír, con
las manos sobre la cara caliente para ocultar mi vergüenza y rubor.
Naturalmente, sonrió, tocando la batería con su mano en el volante.
Sintiendo la música, me acerqué al volumen y lo subí. Dylan me miró pero no
dijo nada, él también, sintiendo la música.
Una corneta periférica que no sabía que tenía, hizo vibrar mi asiento
mientras me acomodaba de nuevo en el cómodo cuero negro.
76
Arrojando la botella de whisky en el asiento trasero, condujimos un
kilómetro y medio por el camino hasta una parada de descanso en la que
decidimos estacionar por ahora, mientras tratábamos de encontrar un hotel
cercano. Hablamos de conseguir una carpa o algo para acampar ya que eso
podría ser más fácil que encontrar un hotel cada noche, pero no teníamos
planes establecidos.
Mientras Dylan miraba a su teléfono por un hotel, escuché la letra y
no pude dejar de pensar en lo que este verano me iba a ofrecer. Entonces, mi
hormonal cuerpo de dieciocho años, pensó en lo que todas esas noches
significarían.
Yo no tenía ninguna experiencia sexual. Nada más que besos y algunos
momentos de frustración. Diablos, ni siquiera había hecho clic en mi propio
ratón, como diría Mercedes.
Ahora, con Dylan probándome, y las hormonas surgiendo a la
superficie, tocar parecía una buena cosa a intentar. Una vez vi un vídeo en
YouTube con Mercedes y otra amiga, Jessica Long, de una porno. Hablamos
brevemente sobre ello, pero de las tres de nosotras, yo era la única que no
había tenido relaciones sexuales. De hecho, de la mayoría de mis amigos, era
la única que seguía siendo virgen.
Mercedes la perdió en su segundo año con Kasey, o al menos eso me
dijo, y Jessica, la había perdido en la fiesta de bienvenida con su novio de los
últimos años, Brian.
Le había preguntado a Eric varias veces por qué no quería tener sexo
conmigo, y él me había dicho que yo era como un tesoro para él, algo que él
quería mantener intacto. A mí me parecía estúpido y algo que Elvis Presley
haría a su esposa Priscilla para mantenerla para sí mismo. Intenté muchas
veces que Eric hiciera más conmigo, pero él siempre le ponía fin desde el
principio. Sentí que se endureció una vez, pero eso fue todo. Resulta que él no
tenía el deseo porque estaba consiguiéndolo en otro lugar. Eso me hizo
preguntarme cuántas veces habían estado juntos y cuánto tiempo me lo habían
ocultado. Me pregunté qué pensaría Kasey de ello y si Jessica lo había sabido
todo el tiempo. Cuanto más mi mente reproducía nuestras conversaciones
todos juntos, más sentido tenía para mí.
77
Mis pensamientos giraron a Dylan de nuevo y la atracción que sentía
por él. Tal vez era el misterio de él o que estábamos solos, juntos, sin nadie que
nos detenga, pero los pensamientos de él siendo mi primera vez eran más que
excitantes.
Mientras soñaba con cosas que no debería, Dylan cambió las listas más
a menudo, nunca dejando un género en particular por mucho tiempo. Parecía
tener una gran variedad de canciones y artistas, y sorprendentemente una
gran cantidad de las mismas canciones que yo tenía en mi iPod. La idea que
compartíamos intereses me hizo sonreír y sentirme más cómoda con la
decisión de irme con él.
Dylan dijo que había encontrado un hotel a cerca de dieciséis
kilómetros de distancia, por lo que esperó unos minutos para recuperar la
sobriedad y luego volvimos a la autopista interestatal.
La música proporcionó un buen relleno también de lo que no era
necesario decir. A veces, la mayoría de las veces, creo que la gente habla
demasiado. Disfruto el silencio y lo apreciaba por lo que era.
Eric y Mercedes siempre hablaban. No podía ir a ninguna parte sin
que ninguno de ellos hablara a mi oreja. Después de un tiempo me volví buena
dejándolos fuera de sintonía pero ahora entendía lo que me había estado
perdiendo: el silencio y no tener que sintonizar a nadie.
En poco tiempo, y sintiendo los efectos de los pocos tragos de whisky
que tomé, me quedé dormida con la cara pegada a la ventana y la sudadera de
Dylan como almohada.
78
5
Partiendo Dylan Wade
Traducido por Lizzie
Corregido por amiarivega
uando me fui de casa, tenía la intención de irme solo. No
estaba huyendo de algo, pero nunca había planeado quedarme
en Olympia.
Sabía que me iría. Todo eso había sido planeado.
Mi vida ahí no tenía nada que ofrecerme aparte de otro viaje a la
cárcel.
¿Por qué me fui?
Bueno, era un largo tiempo el que venía.
No tuve ninguna revelación ni nada. No la esperaba. Después que
Drew, mi hermano mayor, se fue, yo no quería estar allí por más tiempo y no
había nada manteniéndome allí.
Me tomó un tiempo decidir que estaba realmente yéndome mientras
tenía una beca completa en Juilliard por mi música, pero no estaba yendo.
Esa vida no era para mí y me molestaba que la madre de Landon
hubiera aplicado por mí.
El día de la graduación no era exactamente el día que había planeado
irme, pero esa mañana, viendo a mi padre borracho otra vez, decidí que era
C
79
suficiente. Para un hombre que vio morir a su esposa a manos de lo mucho
que esa botella hacía, él era un pedazo de mierda sin ningún tipo de auto-
respeto.
Por mi parte, no paraba de ser sometido a sus constantes cambios de
humor de mierda y abuso. No estoy diciendo que él era abusivo en el sentido
de que me golpeara con regularidad, pero cuando me dio un puñetazo en la
escuela, no era la primera vez que me había puesto la mano encima. Durante
ocho años, lo tomé. Ahora, no lo haría más. Entendí por qué Drew se fue
cuando lo hizo. Solo me habría gustado que me hubiera llevado con él. Pero,
de nuevo ahí estaba Bailey, y algo sobre ella me obligó a quedarme.
Ahora que me había marchado, sería feliz sin hablar con mi padre de
nuevo o hablar de él. Yo no tenía ningún problema de ira emocional por él ni
lo pensaba. ¿Quién pensaba culpar a un niño de diez años de la muerte de su
madre?
Ken Wade lo hizo.
¿Quién culpa a un chico de catorce años, porque su hermano huya?
Ken Wade lo hizo.
No fue mi culpa. Yo no estaba allí. Yo no estaba conduciendo el auto
que cruzó la línea central. Pero yo sabía quién era y eso no sentaba del todo
bien conmigo y, esencialmente, era otra razón por la que me iba
Me partió el corazón cuando mi mamá me fue arrebatada. Ella era
todo para mí en mi mundo. Era más que una madre, era mi amiga. No tenía ni
idea de cómo reaccionar ante ella, pero tampoco me dieron una oportunidad
de hacerlo. Me vi obligado a actuar como si no hubiera pasado. Por esa razón,
hice lo que la mayoría de los niños de diez años hacía. Lo exterioricé. Me
expresé de maneras que me metieron en problemas, que a su vez causaron más
tensión entre Ken y yo.
Tampoco era culpable de que Drew se fuera. Cuando estuvo a punto
de una sobredosis, lo encontré, sí, pero la reacción de nuestro papá fue solo
ignorarlo. Por eso Drew terminó marchándose. Nunca conseguiría ayuda aquí
80
y mi padre era realmente duro con él. No puedo decir que estaba de acuerdo
con la forma de comportarse de Drew, pero no era mi lugar.
Creo que el acuerdo de Ken con nosotros los chicos era que nunca
quiso tener hijos. No digo esto para hacerte sentir lástima por nosotros. Digo
esto porque es un hecho. Drew fue un accidente y yo también, mi mamá tenía
diecisiete años cuando Drew nació, nuestro papá tenía veintinueve años. Esto
de hecho parecía extraño para mí, pero una vez más, no era su culpa si se lo
preguntabas. Era mi culpa porque Drew arruinó su buen tiempo con su
compañera de juegos menor de edad. A través de los años, nos culpó de
muchas cosas, porque era más fácil que culparlo a él
Me gustaría decir que esto nunca tuvo un efecto duradero en ninguno
de los dos, pero probablemente mentiría. Drew volvió a las drogas, me metí en
problemas, problemas malos un par de veces.
Nos guste o no, el papá que nos odiaba, causó un poco de rabia sin
reservas a veces.
Nunca he sido una persona violenta en su mayoría, pero si lo
provocaban, sí, reaccionaba como cualquier otra persona cuando se le presiona
lo suficiente. Cuando se trataba de idiotas, reaccionaba. Mi papá era uno de
esos idiotas. De todas las veces que Ken había puesto una mano en cada uno de
nosotros, nunca nos defendimos. Drew lo hizo una vez, el día que se fue. En
su mayor parte, no queríamos que viera que estábamos afectados por él.
Con todo eso vino mi decisión de irme. Ocurrió el día de graduación.
Mientras miraba a Bailey, una rabiosa gracia de palabras no dichas, ella estuvo
finalmente de pie por sí misma, algo dentro de mí reaccionó demasiado.
Durante meses, tuve una bolsa en mi auto, lista para salir en cualquier
momento, pero para mí mismo, me graduaría primero. Entonces, cuando
escuché su discurso, decidió por mí.
Me estaba yendo ese día. En ese momento, no tenía ni idea de a dónde
nos llevaría ese verano y si me hubieras dicho lo que sé ahora, ese día, no
cambiaría nada. Bueno, tal vez algunos detalles pero no mucho.
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Ken, más que probablemente todavía borracho, se acercó a mi auto
después de la ceremonia. Me sorprendió que incluso viniera a verme. Por lo
general, él estaba ya sea en el bar o en su oficina. Por qué sintió la necesidad
de venir a la graduación de su hijo era un misterio para mí.
—¿Y a dónde crees que vas? —dijo tropezando con mi auto.
Parte de mí, la obstinada de dieciocho años, no quería decirle. La
realidad de eso era que no era su decisión por más tiempo. Yo no tenía más
lazos con él y no lo había hecho desde octubre cuando cumplí dieciocho y
descubrí que me había mentido durante años.
—Me estoy yendo —le dije preparándome para su respuesta y
sabiendo que no se lo tomaría a la ligera.
—¿Por qué? —Parecía herido por la decisión, pero también sabía que
en el fondo no significaba nada para él. Yo era simplemente una deducción de
impuestos en este momento.
Me encogí de hombros aparentemente distraído. Estaba distraído. Solo
quería alejarme de él y salir de esta maldita ciudad para siempre.
—Dime por qué te estás yendo —presionó acercándose—. ¿Es por
Drew?
Mi cuerpo se tensó naturalmente sabiendo su próximo movimiento
cuando dije.
—Porque es el tiempo. No me necesitas aquí. Ahora puedes tener tu
botella, pero no voy a ser tu excusa por más tiempo.
—No te puedo creer. —Su tono adquirió un toque defensivo—. Jodiste
mi vida durante dieciocho años y ahora solo te estás yendo. ¿Al igual que tu
mamá y tu hermano? ¿Vas a ver a Drew?
Sacudiendo la cabeza, traté de ignorarlo. Esta no era una pelea que
quería tener y no era asunto suyo si iba a ver a Drew o no.
—Nunca vas a llegar a nada con esa mierda de música que tocas.
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Ken conocía la única cosa que me sentaría sobre el borde. Él la
utilizaba en mi contra con frecuencia. Cuando tenía doce años, mi tío Eddy
me regaló una guitarra acústica por mi cumpleaños. Cuando me metí en
problemas en la escuela, él me hizo ver mientras la quemaba en el patio
trasero. Él hacía mierdas como esas. Tomaba la única cosa que amaba y la
destruía
Había una cosa que me enorgullecía y esa era mi música. Ken lo sabía.
Cuando quería una reacción de mi parte, usaba eso. Yo no estaba tratando de
hacer una carrera de ella, pero era algo en lo que yo ponía todo de mí. Él sabía
lo que significaba.
—Jódete —le grité perdiendo el control—. ¡No sabes nada de mí!
Había más verdad en esa afirmación de lo que jamás lo entendería,
pero él no me escuchaba. Él nunca lo haría.
Y como yo esperaba, me golpeó.
—¡Desagradecido pedazo de mierda! ¿Te di todo lo que necesitabas y
así es como me pagas?
Para mi padre, irme era una falta de respeto como él sentía, y éste era
un debate constante entre nosotros, que si alguien lo dejaba, estaba siendo
desagradecido. Mi mamá incluida. No le importaba que ella muriera en un
accidente de auto y que no tuviera nada que ver con él. A sus ojos, ella se fue.
Igual con Drew. No importaba que casi sufriera una sobredosis y necesitaba
estar limpio. Para Ken eso no significaba absolutamente nada.
Después de todo esto con mi padre esa tarde, no esperaba estuviera
Bailey.
Desde hace años que quería hablar con ella, consolarla en una manera
que no sabía cómo. Cuando mi madre murió, ella me consoló. Ella me abrazó
cuando lloraba. Pero entonces, a medida que crecía y empezaba a buscar
maneras de rebelarme, nunca escuché de ella otra vez. Cuando cumplí
dieciocho, entendí por qué se apartó de mí, pero en ese momento, me dolió
saber que perdí a la única amiga verdadera que tenía.
83
Todo el tiempo, vi a través de la barrera que Bailey tenía, justo como
sabía que ella vio a través de la mía. A veces solo conoces a una persona. No
importa si nunca hablan. Los conoces. Tienes una conexión silenciosa.
Tuvimos eso a través de persistentes miradas y gestos tácitos, una cepillada en
el hombro en el pasillo o una sonrisa lanzada en su camino.
Casi hablé con ella en el Baile de Bienvenida. Mi único objetivo había
sido molestar a la gente. Esos fueron mis primeros cargos antidisturbios
también, pero tengo una sonrisa de ella esa noche.
La vi esa noche. Caray, yo la miraba todos los días, pero esa noche,
vestida con un traje lila, ella estaba hermosa y quería desesperadamente hablar
con ella, decirle lo que sentía y lo que sabía de su familia que ella no.
Mientras estaba sentado en las sombras, antes de los disturbios, la
miraba en los brazos de un tipo que no sabía nada de ella.
Yo la quería. Joder si la quería. No iba a quedarme aquí, pero Bailey
Gray era y siempre había sido una fantasía para mí. Comenzó alrededor de los
doce años y nunca aflojó. Se sorprenderían de cuántas veces he pensado en
ella, más de lo que quería admitir, y cuando ella no estaba mirando, yo soñaba
con mostrarle de que maneras. La mayoría de ellas estábamos en mi cama,
obviamente, pero me preocupaba por Bailey también.
No solo estaba locamente atraído por ella, ella era como un soplo de
aire fresco para mí y nunca lo supo. La veía en la escuela, no decía nada, pero
al instante sentía un respiro de todo lo que sentía que me aplastaba.
Odiaba la forma en que todos a su alrededor la controlaban. Ella creía
mentiras porque eran la única verdad que conocía. Las verdades que no
conocía eran devastadoras. No podía culparla por ser ingenua. Ella no sabía
nada diferente al igual que yo no lo hacía hasta noviembre.
No estoy seguro de por qué le pedí que viniera, pero algo dentro de mí
la quería conmigo, para hacerle ver las ilusiones a su alrededor. Sabía al darle
la oportunidad, podía demostrarle que yo no era un chico malo y era algo que
necesitaba. Solo esperaba que no pudiera decir lo que no quería decir que la
alejaría.
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De pie frente a mi auto, al ver su cara hacia mí, sabía que si alguna vez
tenía la oportunidad de mostrarle a Bailey que había estado esperando por ella
durante ocho años, tenía que actuar en ese momento.
—Ven conmigo —le susurré sabiendo que mi voz no se oiría por
encima de mi papá. Tal vez debería haber mantenido mi jodida boca cerrada,
pero no lo hice.
Cuando observó mis labios moverse, yo sabía que ella sentía algo.
Todo lo que hice fue sonreír y vi esa mirada en su rostro que vi cuando
teníamos siete y la besé después de que se despellejó la rodilla corriendo de
mí. Todavía recuerdo el primer beso como si fuera ayer.
Yo solo esperaba que ella no corriera más.
Mantuve mi distancia todos esos años. Todo lo que yo le dije habría
pasado desapercibido o ignorado. Si ella estaba conmigo, a solas, tal vez podría
hacerle ver que había más en la vida que vivir para alguien más. Creo que la
razón por la que sentía tanto por Bailey era porque en algún momento de
satisfacción había crecido como ella.
Le sonreí tratando de conquistarla. Mi mamá solía decirme que yo era
encantador y en el fondo me gustaba pensar que lo era. Si tuviera una buena
cualidad dejada por ella, esperaba que fuera eso. Tenía su sonrisa. Mi mamá
era una persona buena y honesta, dos rasgos que esperaba que yo tuviera. Tal
vez no era una buena persona, dado que estaba en muchos problemas, ¿pero
qué realmente define a una persona buena de todos modos?
Tal vez encontraría la respuesta, tal vez no lo haría. A decir verdad, no
me importaba encontrar respuestas. Quería sentirme vivo otra vez y en solo
una hora en ese viaje con Bailey, sentí que sentado a su lado, Bailey tenía más
que ofrecer de lo que pensaba.
Mirándola dormir ahora, su oscuro cabello rojizo extendido a través
del asiento, los labios presionados en una mueca en que quería presionar mis
labios y sus espesas pestañas castañas revoloteando muy ligeramente, no
estaba segura de si la decisión fue correcta, para alguno de nosotros, pero
quería saber. Más que nada, quería que Bailey vea lo que había estado
esperando por ella. A mí. Necesitaba ver que había una persona allí que la
85
trataría como merece ser tratada y no le mentiría. La parte de mierda era que a
pesar de que no estaba mintiendo, no le decía todo lo que sabía. Una parte de
mí no quería.
—Yo me ocuparé de ti —le susurré contra su frente. Ella tarareó y se
acurrucó en mi regazo encontrando un sueño más feliz.
Mi mano cubrió la suya y entonces supe que cuidaría de ella. No
importa qué, me haría cargo de ella. Incluso si fuera simplemente un amigo,
yo sería eso. Mi cuerpo podría tener una objeción, pero no sería sobre eso por
más tiempo. Se trataba de Bailey y hacerla sentir viva.
Había algo poderoso entre nosotros. Algo de lo que ninguno de
nosotros podía alejarse.
Al final, yo quería que ella tuviera el momento de su vida.
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6
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Traducido por val_mar, Jo y Lizzie
Corregido por Lizzie
stábamos en algún lugar a las afuera de Pacheco en el Parque
Estatal en California llegando tarde porque Dylan tomó una
vuelta equivocada e inflexivamente se rehusaba a preguntar
direcciones. No es que realmente no tuviéramos ni idea de a dónde íbamos
pero aun estábamos perdidos. Ahora sentados veíamos los mapas intentando
encontrar nuestro camino de vuelta a la carretera principal y comer el
almuerzo.
Dylan inclinó su cabeza hacia un lado y me miró bebiendo su leche de
chocolate sacudiéndola para tomarla él, lanzando el mapa en el salpicadero.
—¿Alguna vez has golpeado a una vaca?
Vi sus labios cerrados mientras él tomaba un largo trago de la pajita y
sus mejillas se ruborizaban.
—No. ¿Lo has hecho tú? —Empujé otra patata en mi boca
disfrutándola. Nunca tenía permitido comer comida frita y ahora que puedo,
tomo la ventaja de ello.
—Sí, una vez con Landon. —Él tomó otro sorbo, sus ojos a la deriva de
una granja en la distancia—. ¿Quieres hacerlo?
E
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—¿Podríamos ser arrestados?
—Es posible. Altamente improbable aquí pero es posible.
—Hagámoslo.
Unos kilómetros después saliendo a un lado de la carretera, nos
encontramos un pastizal con vacas.
Nuestro plan era ir a hurtadillas donde ellas, pero cuando estornudé la
vaca pateó a Dylan en la espinilla.
—Tú… tenías que… —Él cayó encima agarrándose su pierna con
dolor—. Joder.
—Lo siento mucho. —Me encogí viéndolo ahora con una pantorrilla
sangrando—. Soy alérgica o algo. —Estornudé una vez más y dejé escapar una
risilla nerviosa cuando la vaca pateó de nuevo. Afortunadamente, Dylan se
había movido fuera del camino esta vez.
—Podrías haber mencionado eso antes de que saliéramos aquí… —Su
voz se apagó cuando escuchamos ruidos a nuestra izquierda—. ¿Qué fue eso?
Pudimos escuchar un ruido de masticar y estaba segura de que no eran
las vacas así que ahora estaba sentada al lado de Dylan.
—¿Qué carajos es eso? —pregunté francamente pegada a su lado.
—Necesitamos irnos. —Me dijo alcanzando mi mano—. Con nuestra
suerte es el propietario de este lugar.
—¿Pero qué es? —La curiosidad ganó y corrí en otra dirección.
—¡Bailey! —gritó Dylan pero mantuvo su voz un tanto restringida—.
Vuelve aquí.
—Solo quería ver qué era eso.
Dylan me atrapó rápidamente.
—Vamos. —Su brazo aseguró el mío jalándome en la otra dirección—.
Vamos.
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Tenía habilidades de baile de porrista de todos esos años y me salí de
su abrazo, huyendo de él, todo el momento, riendo.
No estoy segura si era mi risa o qué, pero de alguna manera, atrajimos
lo que fuera que estaba haciendo todo ese ruido mientras jugábamos a
agarrarnos el trasero en un campo lleno de vacas.
Cuando vi qué hacía el ruido, deseé haberlo escuchado.
—Dylan. —Una vez más, estaba pegada a su lado, ambos respirando
entrecortadamente del esfuerzo y teniendo miedo hasta la locura, de un toro
que estaba a no más de seis metros de nosotros.
La cabeza de Dylan lentamente giró hacia mí.
—Asombroso Bailey, solo jodidamente asombroso —dijo
sarcásticamente.
—Perdón. —Mordí mi labio haciendo mi mejor esfuerzo para parecer
una niña asustada para ganar simpatía. No creo que funcionara un poco.
—Ni siquiera intentes eso. —Su severa expresión me dijo que no había
compasión para mí.
—¿Qué hacemos ahora?
—Volver al auto, rápidamente.
—El auto esta como a medio kilómetro de distancia, Dylan. ¿Qué si
somos atacados?
—Sugiero que pares de hablar y comiences a regresar.
Permaneciendo tranquilos y no haciendo contacto visual con el toro,
nos alejamos de él. A un pequeño paso del auto, y pensando que estábamos a
salvo, nos dimos la vuelta y corrimos solo para tener al toro arremetiendo en
el lado del auto, en el lado del conductor, una vez que estábamos dentro.
Quería decir que lo sentía, pero no lo hacía. Decir perdón parecía algo
ridículo que decir sabiendo que este auto era la única posesión por la que
Dylan se preocupaba. Así que ahorrándome una respuesta insignificante, miré
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al frente, sintiendo a Dylan mirándome mientras el toro embestía una vez más
su auto, sacudiéndolo de un lado a otro.
Nos sentamos ahí, él mirándome, yo mirando al frente.
Después de la tercera ocasión, sentí que necesitaba interferir.
—¿En verdad? —Lance mis manos al aire—. ¿Solo vamos a sentarnos
aquí?
Negó con su cabeza lentamente, mirando, sus fosas nasales dilatadas
con ira.
—La siguiente vez, escúchame cuando te digo que es momento de irse.
Con una última mirada a mí, y estoy segura que era otra mirada feroz
pero me rehusé a mirarlo, Dylan puso las llaves en la ignición y finalmente
condujimos lejos. El toro nos siguió por un momento sin embargo perdió el
interés cuando la grava estuvo golpeándolo al pasarle encima los neumáticos
de Dylan.
Nada más fue dicho hasta que pensé que el miedo pudo más que él y
tuve que mirar el peligro. A lo largo de la carretera, una vez más se detuvo y
evaluó la situación. Noté que ahora nos encontrábamos cerca de un letrero
que decía Área Recreativa de la Reserva Estatal del Parque de San Luis a dos
kilómetros.
—¡Oh Dios mío! —gritó—. ¡Jesucristo, mira esta jodida abolladura!
No tenía que verla. Me sentí horrible y no podía ver en su dirección
porque estaba cerca de las lágrimas, sabiendo que había sido la causante de
esto.
—No está tan mal.
No podía creer que dije eso, pero lo hice, aun mirando al frente.
—No está tan mal, ¿eh? —Azotó la puerta mientras entraba. Su mano
alcanzó a rascarse la cima de su cabeza. Estaba más que enojado en ese
punto—. Eres increíble. ¿Sabes cuánto va a costarme?
—Te pagaré por ello.
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—¿Con qué? —resopló Dylan, claramente no le hizo gracia—. ¿El
dinero de papi? No puede pagar la manera de salir de todo y tampoco tú
puedes.
No estaba segura de lo que siquiera significaba pero mi boca tenía algo
para decir antes de que lo procesara completamente.
—Está bien, no seas un imbécil. Dije que lo siento, en verdad.
Movámonos. O en nuestro caso, conduzcamos.
—Sentirlo no sirve de nada. Este es un jodido auto de colección,
Bailey. Junto a una guitarra, esta es la única cosa que verdaderamente es mía y
traje conmigo. Créelo o no la gente compra cosas por su propia cuenta a veces
sin ayuda de sus padres.
Estaba haciendo esto con un propósito y si bien entiendo por qué, era
innecesario y significaba que me estaba molestando con cada palabra.
No dije nada. No recurrí a las discusiones infantiles. Yo, de hecho sé
que era mi culpa y eso estaba mal pero no me importaba admitirlo en ese
momento.
Como la típica chica, comencé a llorar.
Dime unas palabras con significado y las lágrimas fluirían.
—Maldición. —Su mano cayó en el volante con fuerza—. No llores.
No podía decir nada mientras las lágrimas me restringían.
Alargó la mano para frotarme la espalda.
—Lo siento. —Su voz me dijo que lo sentía pero sus ojos decían que
aún estaba enojado.
—Lo sé.
No estoy segura de si él no quería empeorar las cosas o si no sabía que
decir, pero en vez de hablar de nuevo, encendió el auto y regresó a la carretera
sin otra palabra.
91
* * *
Era casi la puesta de sol, mi momento favorito del día, cuando Dylan
finalmente me hablo otra vez después del desastre el auto.
—¿Alguna vez has nadado desnuda? —Sus cejas se movieron al final,
su estado tenso por el incidente del toro cambió. Aprendí justo entonces que
los estados de ánimo de Dyaln cambiaban rápidamente y normalmente sin
mucho aviso—. Necesito limpiar mis piernas y la reserva de San Luis está por
aquí.
Le dije que nunca había nadado desnuda y que me encantaría ir. No
iba a mentir. Su comentario sobre el dinero de papá aun picaba pero entiendo
que estaba molesto y dijo lo que le vino a la mente. A decir verdad, todo lo
que hice era con el dinero de papá así que en realidad, él no mentía.
Habíamos estado en el auto todo el día tratando de llegar a San José
para el atardecer. El accidente del toro nos hizo retroceder un poco. Dylan
tuvo que gastar una hora solo intentando abrir la puerta, ahora ambos
entramos por el lado del pasajero. No estaba cerca de quejarme y no estaba en
posición de hacerlo.
No estaba segura que fuera serio sobre nadar desnudos o si esto solo
era un tema para pasar el rato, pero cuando bajó el largo camino de tierra,
estaba segura que no bromeaba. Comencé a entender, que Dylan no bromeó.
Lo que dijo, era verdad, lo que encontré extremadamente reconfortante. La
mayor parte de mi vida las personas pisaban mi alrededor porque era la hija
mayor. Quería saber la verdad y Dylan hizo eso por mí. Me dijo la manera en
que iba a ser y nunca tuve que adivinar.
—Dijiste que querías ir a nadar desnuda —gritó Dylan desde el agua,
su ropa en una pila hasta el lago—. Saca tu trasero del maldito auto.
Sobre su hombro, el sol estaba cerca de ponerse, solo una pequeña
porción quedó asomada por encima del lago como si fuera a ser tragado por el
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agua en cualquier momento. Viéndolo, le sonreí ya que estaba tratando de
hacerme probar cosas nuevas y tener dieciocho como lo quería y ahí estaba,
peleando por ello.
Mientras que Dylan no tenía un gramo de modestia, me encontraba
sufriendo la etapa de miedo extremo. Nunca había estado desnuda en frente
de alguien desde que tenía como, cinco, estaba empezando a dudar de esta
lista de deseos. Mierda he cambiado allí abajo desde que tenía cinco y el
pánico escénico ha estado conmigo en toda su fuerza.
¿Qué si no lucía como él esperaba? ¿Si las otras chicas con las que
había estado tenían mejores cuerpos? ¿Si sus pechos eran más grandes?
—Joder Bailey —Su irritación era mucho más evidente con cada
palabra—, en algún momento.
—Házmelo. —Engatusé comprando algo de tiempo por si acaso.
Sus cejas se arquearon.
—¿Estas verdaderamente retándome de nuevo?
—¿Dónde está tu ropa? —pregunte mientras finalmente salía del auto,
arrastrando mis pies en los guijarros negros tratando de detenerme. No estoy
segura de por qué pregunte donde estaba su ropa. Mirando en las hierbas
dispersas que se rompieron a través de la tierra y la grava.
—Es nadar desnudo —gruñó y alzó su brazos como si dijera que me
tomaba mucho tiempo decidir esto—. No llevas ropa.
—¿Así que tengo que quitarme toda mi ropa?
—Joder, ¿has estado viviendo debajo de una maldita roca? Solo quítate
la ropa y entra, eso es nadar desnudo. No debería ser complicado.
—¿Has hecho esto antes?
Dylan resopló y pasó sus dedos por su cabello húmedo mientras se
levantaba con el agua llegándole a la cintura.
—Nop, ahora ven aquí.
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Lentamente, y quiero decir lentamente, me desnude detrás de la
puerta de su auto. Primero fue mi camiseta, luego mi sostén seguido de mis
pantalones cortos y después mis bragas.
Ahí. Lo hice. Bueno casi. Ahora tenía que entrar.
—¡Cierra tus ojos! —grité usando la puerta como un escudo. Muy mal,
olvidé que había una ventana.
Él sonrió viendo mis pechos a través del cristal. Podía escuchar el
gemido desde donde estaba parada y lo vi darse la vuelta en el agua,
quejándose todo el tiempo.
—Necesitas sacar tus temores —dijo mayormente para él mismo pero
aun lo escuche—. Estas siendo ridícula sobre esto. No es como que no haya
visto a una chica desnuda antes.
Oh, vaya forma de hacerme sentir mejor.
Moviéndome rápidamente antes de que tuviera la oportunidad de
mirar, el agua estaba hasta mis hombros y encarándolo.
Girando hacia a mí, sus ojos vagaron hacia abajo notando que estaba
en cuclillas tratando de no dejar mis pechos visibles.
—Espero que sepas como nadar —previno.
Lo siguiente que sucedió no era lo que esperaba. Con sus manos en mis
caderas, Dylan sacó mi trasero desnudo del agua y me lanzó sobre su hombro
para pisar aguas más profundas.
—¡Dylan! —grité. Mi trasero estaba en el aire y Dylan tenía ahora la
vista completa de mi desnuda.
Perfecto.
Mi voz se escuchaba en todo el cañón, al igual que la risa de Dylan.
Estaba muy mortificada para decir algo y gritaba asesinato sangriento
hasta que me dejó, sus ojos tensos y por primera vez; estábamos a centímetros
del otro y desnudos, respirando pesadamente.
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Me miró. Miré de vuelta, esperando, viendo, atreviéndose a otro
movimiento.
Mirándome hacia abajo, mis manos descansaron en sus hombros sobre
la tinta así desesperadamente quería explorar y entender el significado detrás
de cada uno.
Su mirada, seria, buscando la mía. Cuando cerré mis ojos, su mano que
estaba en mi cintura se movió para acunar mi cara.
—Ojos Marrones —dijo, tan tranquilamente que casi no lo escuché.
Lo oí tragar y cuando me atrajo más cerca, su corazón estaba palpitando en su
pecho, o quizá era el mío pero creo que era el de ambos.
Escuchar eso fue todo el coraje que necesitaba porque por una vez en
mi vida, iba a arriesgarme primero. Quería ese beso. Ya que le había admitido
que tuve un enamoramiento de él cuando éramos más jóvenes y él rió, quería
besarlo y mostrarle lo que quería decir con eso.
Ahora era esa oportunidad.
Parándome en las puntas de mis pies, envolví mis brazos alrededor de
su cuello enterrando mis manos en su cabello para bajarlo hacia mí. Su boca
encontró mi mandíbula primero, besando a lo largo hasta que encontró mis
labios.
Cuando su boca encontró la mía, tomó mi labio inferior entre sus
labios, suave y vacilante como si estuviera probándome.
Con un movimiento brusco, sus dedos se enterraron en mi cabello,
serpenteando en las mojadas mechas e inhaló profundamente. Nuestros labios
se separaron juntos y deslizó una mano alrededor de mi cintura
presionándome directamente contra su pecho. Sentí su corazón latiendo en
sintonía con el mío, llamándolo. Cuando sentí su lengua por primera vez,
estaba agradecida de que estuviera sosteniéndome porque me derretí, con las
rodillas debilitándose. Tan patético y trillado como eso sonaba, lo sentí.
Dylan cambió su agarre en mí, sus manos encontrando mis caderas de
nuevo.
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Nadie nunca me había besado así, como si quisiera devorarme pero
estuviera conteniéndose, como si estuviera memorizando mi boca y la curva
de mí contra él. Se sentía bien tener a alguien tratándome así. Se sentía bien
sentir como si alguien no pudiera tener suficiente de mí.
Nunca me había sentido así antes, tan viva con sensaciones que
emergieran a través de mí. Lo sentí profundo en mis huesos como una onda
sísmica.
Cuando finalmente nos alejamos, necesitando respirar, inclinó su
frente contra la mía, sin aliento.
Dylan tragó, sus ojos permanecieron en los míos pestañeando
lentamente. Mi lengua bailó detrás de mis labios saboreando el sabor de él en
mí.
—Probablemente deberíamos irnos —sugirió Dylan, todavía
mirándome fijamente. Era como si estuviera esperando que reaccionara o lo
alejara.
—Tú sabes. —Comencé a intentar atrapar mi aliento y no
concentrarme en su erección que podía sentir en el agua y rogarle a Dios que
no fuera una jodida serpiente—. Pudiste ver mis partes de niña… es tu turno.
Él rió justo como pensé, pasando sus manos a través de su nuca y
alejándose de mí.
—Estoy bastante seguro de que acabas de sentir las mías así que creo
que podríamos estar empatados.
—No, no lo estamos. —Me alejé unos centímetros asegurándome de
que estuviera cubierta por el agua de nuevo—. Mis pechos estaban
presionados contra tu pecho. Esa es la misma cosa.
—No —Él sacudió su cabeza todavía sonriendo—. No es lo mismo
para nada.
Sabía que él vio todo cuando estaba sobre su hombro y fui lanzada al
agua. Él no iba a ganar esta batalla.
96
—¿Es esto como ese juego donde tú me muestras lo tuyo —rió él—, y
yo te muestro lo mío?
—Exacto, ahora partamos contigo.
Su sonrisa era ancha mientras me empujaba juguetonamente.
—A veces eres una cabeza hueca.
Mientras avanzábamos nuestro camino a través del agua a la costa, me
atrasé a propósito y él lo sabía, caminando lentamente en frente de mí.
Cuando llegó al agua profunda hasta la cadera y su trasero estaba a
punto de ser revelado, miró sobre su hombro.
—Puede que quieras sostenerte. Tengo un culo jodidamente lindo.
Lancé mi cabeza hacia atrás y reí al posiblemente más lindo culo.
Perfecto, redondo, hasta merecedor de una mordida. Si pensaba que su pecho
y brazos eran esbeltos, su culo se veía como si también hubiera sido tallado
con un cincel. No parecía haber un gramo de grasa en él.
De pronto cohibida, me cubrí mientras me tambaleaba a la orilla
deslizándome en las rocas.
Mi culo no era así de lindo. De hecho, era probablemente más grande
que el suyo y definitivamente tenía algo de grasa en este comparado al de él.
Siempre había tenido un cuerpo de bailarina con una constitución atlética
pero también cargaba solo un poco de grasa que nunca parecía irse. Siempre
me hacía esconderme un poco más cuando estaba alrededor de otros porque
Mecedes, de quién siempre estaba alrededor, tenía el mejor cuerpo en nuestra
escuela con el que la mayoría de los chicos soñaban incluido Eric.
Dylan se giró una vez que llegó al auto. Eché un vistazo entre mis
piernas y sacudí mi cabeza, abatida.
—No es posible —me dije, de pronto asustada por la vida de mi vagina
cuando llegara el momento para lo que Dylan se refería a mi inocencia. Sabía
ahora que lo que sentí en el agua no era una serpiente pero muy bien pudo
haberlo sido.
97
Él rió de nuevo y caminó hacia mí cuando llegué al borde del agua,
mis ojos se quedaron enfocados entre sus piernas a pesar de que ahora estaba
usando sus pantalones cortos. Patético lo sé, pero en serio no podía alejar mis
ojos.
Aleja la mirada.
Una vez de pie en frente de mí, a centímetros, su mano esbozó
ligeramente mi esternón desnudo y se movió para levantar mi cabeza, una
toalla en su mano rozó el lado de mi cuerpo mientras la envolvía alrededor de
mí.
—¿Te gusta lo que ves?
—¿Y a ti? —Cuando miré sus ojos envolviendo la toalla alrededor de
mí, deseé tener la mitad de confianza en mi cuerpo que él tenía en el suyo.
—Siempre me ha gustado lo que veo —aclaró Dylan, sus ojos
sosteniendo los míos—. Ahora responde la pregunta.
—Tengo miedo —admití buscando sus ojos y encontrando que la
sonrisa bromista había vuelto—. De eso. —Mis ojos cayeron apuntando entre
sus piernas.
Él dejó salir una risa ansiosa, su comportamiento abruptamente
tímido.
—¿Por qué?
—Uh, porque eres enorme. Es anormal o algo.
Otra risa, esta vez me acercó al auto donde estaban mis ropas.
—No es anormal. —Parándose recto, guiñó—. Te lo aseguro.
—Así que dices que… esa cosa podría matar a alguien. —Le di mi
propio guiño ajustando la toalla más arriba.
Dylan se giró y se movió alrededor del otro lado del auto dejándome
para vestirme. Encontrando mis ropas, escuché la hierba crujir debajo de los
pies de Dylan y supe que estaba de pie detrás de mí de nuevo.
98
—¿Quieres descubrirlo? —Estaba de pronto dada vuelta y presionada
contra el lado de su auto embestido, rogando que nada de embestidas tomaran
lugar entre nosotros justo ahora. Necesitaba tiempo para ajustarme a toda esta
cosa del tamaño y el concepto de realmente tener sexo.
Los ojos abrasadores de Dylan estaban brillando con el atardecer, su
cabello titilando en la luz amarillenta.
Y entonces antes de que pudiera decir algo, sus manos se deslizaron
por mis lados a mis muslos donde él me levantó y me puso en el guardabarros
delantero. La siguiente cosa que sé, estaba besándome apasionadamente pero
luego suspiró y se alejó sosteniéndome a la distancia de sus brazos.
—No lo haré hasta que estés lista, y no lo estás, todavía. —Se alejó
completamente y tiró su camiseta sobre su cabeza antes de cerrar sus
pantalones cortos—. Vístete antes de que haga algo de lo que me arrepentiré.
Miré sobre mi hombro mientras él reunía mis ropas del capó de su
auto y me las pasaba. Suspirando, me vestí mientras él se mantenía ocupado
con su iPod y luego entré al auto donde él me estaba esperando.
No solo estaba pensando acerca de su pene y su tamaño sino que
también estaba consciente de que Dylan tenía más tatuajes en lugares que
nunca supe como bajo sus abdominales, sus piernas, sus pies, brazos, montones
de ellos y quería meticulosamente inspeccionarlos todos sabiendo que cada
uno tenía un significado privado para él. No era como si estuviera cubierto de
tinta pero sí tenía muchos. Me hizo querer tener uno mucho más. Como algo
que me ataría a él, un recuerdo de este momento juntos. Parte de mí, la parte
de chica se preguntaba si él querría tener tatuajes a juego. Era un pensamiento
loco y me hizo pensar en algún tipo de sacrificio de hermanos de sangre.
Ahí estaban estos dos chicos en mi clase de inglés de primer año que
estaban tan cerca que lo hacían todo juntos y un día cerca del final de nuestro
primer año llegaron a la escuela con tatuajes de calavera a juego en sus cuellos.
Un poco extraño, pero yo envidiaba su amistad.
Cuando nos fuimos, yo tenía la sensación de que Dylan prefería
expresarse a través de su selección de canciones.
99
La canción que llegó una vez llegamos a la carretera dirigiéndonos
hacia el Sur de Bakersfield, era de Boys II Men “Voy a hacerte el amor”.
Si yo no estaba enamorándome de Dylan Wade antes, lo estaba ahora.
Estaba recordando exactamente cómo el chico dentro de él me había robado el
corazón cuando éramos niños.
Cuando llegamos a Bakersfield, la ciudad estaba en pleno apogeo para
un domingo por la noche. Luces iluminaban los edificios y la gente recorría las
calles mientras llegábamos a la autopista.
Terminamos consiguiendo una habitación en el Travelodge alrededor
de la una de la mañana solo para encontrar que solamente tenían una
habitación libre con una cama. Parecía que esto estaba convirtiéndose en un
hábito. Después de ese beso en el agua, no estaba segura de cuánto tiempo
podría contenerme. Una cama tampoco ayudaba, ni Dylan con sus frecuentes
bromas y la necesidad de quitarse la camisa.
Maldito sea.
Tan pronto como entramos en la habitación, mis ojos se sintieron
atraídos tanto por la ventana como por la habitación de la décima planta, con
vistas de la ciudad todavía llena de vida nocturna. Me dieron ganas de caminar
por las calles. Pero, de nuevo apenas podía tener mis ojos abiertos, así que
sabía que no estaba pasando
—¿Quieres tomar una ducha? —preguntó Dylan pateando la puerta
con su pie mientras equilibraba su guitarra al lado de la pared para dejar su
bolsa sobre la cama. Él se negó a dejar su guitarra en el auto después del
incidente con el toro. Pensó de seguro que, incluso en un estacionamiento
asegurado, alguien iba a robarla.
Silenciosamente esperaba que esto significara que podría tocar para mí
esta noche. Yo no lo había visto tocar desde que tenía nueve años y estaba
segura de que era mejor. Incluso a los nueve años, tenía talento. La noticia
alrededor de la escuela era que tenía una beca completa para Juilliard por ese
talento, pero no le había preguntado al respecto todavía. Jessica había oído de
Landon que él consiguió entrar porque la madre de Landon la había solicitado
por él. Cuando Dylan se enteró de que le ofrecieron una beca, no estuvo
100
contento y la rechazó. Pero todos esos podrían haber sido rumores por todo lo
que sabía.
—¿Bailey? —llamó Dylan cuando yo no respondí a su pregunta sobre
la ducha.
—Lo siento, no, solo tomaré una en la mañana. —Me senté en la
cama pateando fuera mis chanclas antes de recostarme de espaldas—. Estoy
muy cansada.
—Voy a tomar una —susurró deslizándose dentro del baño. Lo
escuché abrir la llave de la ducha y eso es lo último que recordaba.
Lo siguiente que recordaba era despertarme bajo las sábanas todavía
vestida mirando a esos jodidos tatuajes en la espalda de Dylan de nuevo. Era
como si se estuvieran burlando de mí.
No me tomó mucho tiempo y yo los estaba examinando mientras
dormía. La luz de la mañana filtrándose dentro de la habitación proporcionaba
la suficiente luz. Su espalda se movió ligeramente con su respiración, así que
robé mi oportunidad.
Parecía haber un dragón que iniciaba en el pecho y luego se movía
por encima de su hombro derecho y la espalda. Era masivamente largo y
ocupaba la mayor parte de sus hombros y espalda superior.
En el hombro izquierdo había más detalles de estrellas y lo que
parecía ser una cruz con un nombre escrito en el centro de la misma y una
cadena envuelta alrededor de ella. Cuando miré más de cerca, era el nombre
de su madre rodeado de gorriones, tres de ellos para ser exactos.
El brazo de Dylan estaba escondido debajo de la almohada así que
conseguí un buen vistazo a los que están en su brazo izquierdo también. Yo no
podía entender mucho solo que había un montón de detalles en cada uno. Me
pregunté cuánto tiempo le llevó conseguir todo esto.
Recuerdo en la escuela cuando me di cuenta de un tatuaje en él. Era
nuestro segundo año en Educación Física cuando llegó en pantalones cortos y
una camiseta, y sus antebrazos tenían tatuajes en ellos. Él no era el único chico
en la escuela teniéndolos. Hoy en día se considera anormal no tenerlos. Yo
101
estaba en ese grupo. El alcance de mi arte corporal fue perforarme las orejas y
eso ni siquiera era considerado arte.
No estoy segura de por qué, pero un tatuaje en particular en la
muñeca derecha era interesante para mí y pensé, estúpida de mí, que si él
estaba durmiendo podría conseguir una mirada más cercana.
Si tuvieras una cámara en mí en ese momento, te habrías reído,
porque ahí estaba yo, a cuatro patas, mirando sobre el hombro de Dylan
mientras dormía tratando de descifrar qué clase de ave estaba en su muñeca y
la escritura que la rodeaba.
Resulta que yo no era tan lista y Dylan no estaba durmiendo.
—Todo lo que tienes que hacer es preguntarme qué es —dijo
asustando a la mierda viva justo fuera de mi mientras rodaba sobre su espalda.
Con ese giro yo estaba básicamente sobre él.
Dylan cerró los ojos, y su brazo derecho se levantó y descansó contra
su frente, la parte interior de su muñeca frente a mí para una visión clara.
Fue entonces cuando me di cuenta que era un colibrí.
Siempre he tenido una fascinación con los colibríes por tanto tiempo
como puedo recordar. Dylan sabía eso también, porque para mí octavo
cumpleaños me dio un colibrí disecado que aún tenía.
Allí, en la muñeca de Dylan, estaba un pequeño colibrí del tamaño de
un penique envuelto en una cadena. A su alrededor había una escritura que
parecía estar en un idioma extranjero.
—¿Por qué está envuelto en cadenas?
—¿Por qué está algo envuelto en cadenas?
—¿Debido a que está confinada?
—Responde a tus preguntas, ¿no es así? —Su voz era tranquila,
incluso, y se podía sentir la tensión rodando a través de él.
—¿Qué dice?
102
Sus ojos permanecieron cerrados mientras hablaba, su voz ronca por
el sueño.
—Se dice que los colibríes tienen poderes sobrenaturales. —Entonces
sus ojos se abrieron, y él parpadeó un par de veces enfocándose en mi mirada
ansiosa, esperando, decidida—. Las palabras alrededor dicen “Ella tiene un
poder que nunca conocerá.
103
7
Fuera de mi cabeza Bailey Grey
Traducido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ, Maru Belikov y esti
Corregido por Lizzie
o tenía idea de que decir cuando me di cuenta de lo que
significaba el tatuaje de Dylan, la magnitud de ello al menos.
¿Su tatuaje tenía algo que ver conmigo?
Dylan no quería preguntas, eso era evidente cuando me desestimó y
se dirigió hacia sus jeans que estaban junto a la cama en busca de sus
cigarrillos.
Lo vi irse cómodamente al balcón vestido en esos shorts Nike del otro
día que colgaban tan bajo en sus caderas. No solo estaba pensando en sus
tatuajes, tampoco podía olvidar aquel beso de anoche en el agua y la
indiferencia que rodeaba esta mañana y ayer por la noche. Para mí fue el
mejor beso que he tenido, para él, era probablemente solo un beso.
En el exterior, Dylan se encorvó sobre la barandilla de madera, con los
codos descansando en contra de la pintura roja pelada. Llevando la mano a la
boca, el humo se elevaba a su alrededor mezclándose con las nubes en el cielo,
con suavidad, a la deriva, las nubes cruzaban el cielo en tropel.
Sabía que Dylan tenía una barrera emocional alrededor de él. No
estaba segura de que sería capaz de romperla pero quería tratar. Esta no era
N
104
una de esas situaciones en la que la chica trata de salvar al chico roto. No era
eso para nada. Todo lo que quería hacer era estar para él ya que no lo había
estado cuando crecimos. Quizás eso era todo lo que él necesitaba.
—¿Quieres desayunar? —preguntó Dylan regresando dentro del
cuarto después de que me duché.
El viento soplaba mientras la puerta se cerraba trayendo consigo el
olor de sus cigarrillos. Se dio cuenta de mi respuesta al olor.
—Lo siento.
—No te preocupes —dije volviéndome a mi bolso cerca de donde
estaba sacando mi loción y luego buscando chicle—. Vamos a comer.
Mientras me aplicaba loción en la cara, Dylan asintió y se dirigió al
piso donde estaba su guitarra y la tomó poniéndola en la cama a mi lado y
luego agarrando su ropa.
Su mirada encontró su guitarra, contemplativa, decidiendo, y luego a
mí, pareciendo curioso como si se preguntara por qué lo estaba observando.
—¿Tocarías para mí?
No respondió enseguida. En vez de eso, su expresión estaba perdida
como si estuviera en un profundo pensamiento. El hielo azul de sus ojos se
endureció, él no quería.
—Algún día.
—¿Cuándo fue la última vez que tocaste?
Una vez más, su expresión parecía perdida.
—La mañana en que nos fuimos.
—¿No quieres tocar cerca de mí?
Deduje encontraba mis jugadas muy interesantes.
—No —respondió Dylan inmediatamente, su voz uniforme y suave,
asegurándome que mis suposiciones eran erróneas—. No tiene nada que ver
con eso.
105
No dijimos mucho más esa mañana mientras nos chequeábamos y
caminábamos al estacionamiento de Coco’s para el desayuno.
Cuando pedí un rollo de canela, Dylan rió.
—De verdad tienes un dulce diente, Ojos Marrones.
Puse los ojos en blanco lamiendo el glaseado de mi labio.
—No tienes ni idea —suspiré por la dulzura del rollo—. Mi madre
nunca me dejaba comer este tipo de cosas. Ella es anti dulces.
—Eso es una lástima. —Dylan tomó un bocado de sus huevos
revueltos y masticó lentamente.
La mesera vino, llenando la taza de café de Dylan, y guiñándole un
ojo. Le sonrió con una sonrisa infantil e hizo lo mismo con ella. Yo odiaba en
parte que le guiñara el ojo a alguien que no sea yo.
—¿Te gusta el café? —le pregunté tratando de no dejar escapar la
pregunta que mi cerebro de chica quería hacer, la cual era: ¿Crees que ella es
hermosa?
—Paso la mayoría de mi tiempo en Seattle. —Lo dijo como si fuese
algo que yo debería saber.
—¿Qué hacías en Seattle?
Dylan se encogió de hombros moviéndose de sus huevos a su pan.
—Música en su mayoría —respondió, con los ojos en el plato—.
Landon tenía algunos amigos allí con los que pasamos el rato. Eddy estaba allí
también, a veces.
Eddy era el tío de Dylan, el hermano mayor de su mamá quien solía
estar en una banda pero se alejó cuando estuvieron de gira.
—¿Allí es donde pasas la mayoría de tus fines de semana?
—Sí.
Así de fácil como la conversación había comenzado, mi mención sobre
su música estaba fuera de los límites.
106
—¿Entonces qué vas a hacer sobre la universidad? —preguntó Dylan
eventualmente—. ¿Planeas ir todavía?
Todavía teníamos que hablar acerca de a dónde estaba yendo todo
esto. El pensamiento de ir a la universidad ya no estaba en mi mente. Lo que
estaba en mi mente era este verano y a donde me llevaba. A este punto, no me
importaba a donde me llevaba.
—No, no planeo ir a la universidad.
Dylan sonrió alrededor de su taza de café, sus ojos curiosos de nuevo y
alzó la mirada para verme.
—Yo tampoco.
—¿Tienes una beca, no?
Asintió.
—Igual que tú.
—Las cosas cambian —lo dije con mi propia sonrisa alrededor de mi
taza de café.
—Sí. —Se inclinó relajándose en el asiento, su peso inclinado de un
solo lado mientras se frotaba el rastrojo de su mandíbula—. La vida tiene su
manera de cambiar.
—¿Entonces cuál es nuestro plan?
La mesera vino de nuevo, deteniéndose brevemente para rellenar
nuestro café y llevar huevos revueltos a la siguiente mesa. Parecía que el lunes
por la mañana era muy ocupado. Pero aquí estábamos, sin apresuramientos y
decidiendo cosas como nuestro futuro.
—Mi hermano está en Birmingham —dijo Dylan en un tono
conversacional—. Podríamos ir allí y verlo por un par de semanas.
—¿Has hablado con el recientemente?
—Sí, hemos hablado un par de veces. —Podía intuir que Dylan no
estaba exactamente cómodo hablando sobre ello, por la manera en que cambió
107
su peso y en como comenzó a juguetear con el asa de su taza de café confirmó
mi teoría.
—Muy bien, ¿entonces vamos a Birmingham y vemos que pasa desde
allí?
Dylan asintió.
—Suena bien para mí.
Pagamos nuestra comida y caminamos al estacionamiento en silencio.
Cuando volvimos al auto y salimos del estacionamiento, pensé en que esto me
recordaba a una película.
—Esto es como Thelma y Louise.
—Ese es un mal ejemplo. —Dylan me dio un codazo al costado—.
Ellos mueren al final.
—Oh, cierto.
Hubo un cómodo silencio hasta que paramos por gasolina y comida en
Riverside. Dylan se había negado a parar en Los Ángeles a pesar de que le
rogué. Lo justificó diciendo que no era material de California y que
necesitábamos salir del estado tan pronto como pudiéramos. Resulta que el
GTO y sus doce millas por galón no permitirían eso.
—¿Planeaste mudarte a Birmingham para estar más cerca de Drew?
Estaba tratando cualquier ángulo que pudiera para aprender más acerca de por
qué Dylan se había ido de la casa y en un momento me di cuenta de que no
iba a suceder, pero todavía trataba. Quería conocer a Dylan, y no al de diez
años de edad, que apenas conocía. Tanto en nuestra vida había cambiado.
—Nunca planeé quedarme en Birmingham —dijo eso paseándose por
la lista de reproducción en su iPod y equilibrando el volante en las rodillas.
—¿Si pudieras vivir en cualquier sitio, donde lo harías? —preguntó
Dylan poniendo su iPod en el asiento.
—En un remolque.
Dylan me dio esa mirada de reojo en la que él era tan bueno.
108
—Suena genial.
—¿Dónde vivirías tu Sr. Rebelde-Sin-Causa? —Sacándome los zapatos
de nuevo, mis pies desnudos descansaban en el tablero—. ¿Déjame adivinar,
¿Detroit?
Otra mirada de reojo vino pero poniendo los ojos en blanco para
acompañar.
—Seattle.
—¿De verdad? ¿Por qué Seattle?
Dylan se encogió de hombros, el movimiento relajado, deliberado y
sugerente a su actitud en torno al tema.
—Es solo una ciudad, Ojos Marrones.
Luego pasó a explicar que él siempre disfrutaba de su tiempo allí con
su tío y Landon se había trasladado allí también. También explicó que no haría
ninguna decisión este verano sobre su futuro. Para él, se trataba de un tiempo
de no tomar decisiones, tomar lo que caía en sus manos.
Cuando el sol empezó a ponerse, un momento en el que pensé mucho
más, contemplé lo que quería decir Dylan. Los colores manchaban el sur del
desierto de California mezclándose en la oscuridad de la noche. Mi mirada
estaba en Dylan ocasionalmente, pero como he dicho antes, él estaba tranquilo
y era algo que me gustaba mucho.
Estábamos fuera de Phoenix buscando un hotel mientras buscaba en
mi bolso en el suelo por chicle.
—¡Qué asco, deshazte de ese chicle —dijo Dylan cuando
aparentemente podía oler el chicle—. Lo digo en serio, deshazte de él.
—¿Por qué? —debo de haberle dado la mirada de “¿qué carajos?"
porque casi se echó a reír.
Me reí en su rostro y fue entonces cuando hizo una mueca sacudiendo
la cabeza ante una repentina oleada de náuseas y agarró su estómago cuando
mi respiración se movió hacia él.
109
—Una vez me comí uno tan picante que vomité durante doce horas
seguidas. No he tocado esa mierda desde entonces.
—¿Por qué la conexión con la canela? —Señalé a un cartel en el lado
de la autopista de Holiday Inn. Dylan inmediatamente se disparó a través de
tres carriles de tráfico a la salida a la derecha.
—Huele igual. —Me miró de nuevo—. Nunca te besaré de nuevo si no
escupes esa mierda ahora.
Inmediatamente baje la ventana y escupí el chicle.
No dijo nada sino que sonrío, un poco y aunque la luz era tenue, era
notable.
—¿Qué más no te gusta? —pregunté en el momento en que entramos
al estacionamiento del Holiday Inn.
—Limones —respondió apagando su auto y colocando su teléfono,
iPod, y billetera en el tablero—. Los odio y el cartón. No me gusta el cartón.
—¿Por qué?
Se encogió de hombros, de nuevo, otro encogimiento de hombros
mientras abría la puerta para salir. Miró por encima de su hombro.
—¿Y a ti?
—No me gustan las medias —dije alcanzándolo mientras
caminábamos por el oscuro estacionamiento hacia la oficina—. En realidad,
no me gusta nada en mis pies en absoluto.
Dylan miró hacia abajo y notó mis pies mientras sostenía mis sandalias
en la mano.
—Lo he notado.
Cuando terminamos de conseguir la habitación, y después de un largo
día en el auto, el sueño fue fácil. Esta vez nos las arreglamos para conseguir
dos camas, lo que me pareció reconfortante. No es que yo no quisiera dormir
junto a Dylan, porque no era eso, pero yo tenía miedo de lo que "dormir
conmigo” le haría a él.
110
Después de fumarse un cigarrillo, Dylan se dirigió a su cama cerca de
las puertas corredizas de cristal y se durmió antes de que tuviera la
oportunidad de hacerle más preguntas.
Aunque estaba cansada, el sueño se cernía sobre mí al pensar en lo que
estaba haciendo. Dejé todo lo que conocía y ahora aquí estaba acostada en una
habitación de hotel a unos dos mil kilómetros de casa.
Dándome la vuelta, me metí el brazo izquierdo debajo de la almohada
y me quedé mirando a Dylan de nuevo hasta que pude dormir.
La siguiente mañana nos paramos temprano intentando llegar a la
ciudad de Oklahoma esa noche.
—¿Sabes lo que cualquier viaje de carretera necesita? —preguntó
Dylan mientras pasábamos Holbrook, un paisaje que no ofrecía más que bolas
de paja y me reí entregándole su botella de agua que se había deslizado hacia
mí cuando tiró del volante para evitar otro animal muerto.
—¿Una ducha portátil y una tienda de campaña?
—Buenas ideas ambas pero estaba pensando en más entretenimiento.
—¿Qué? —Le di una sonrisa curiosa.
—Una radio CB.3
La idea parecía genial para mí así que nos detuvimos en una tienda de
deportes que Dylan captó en la autopista y compró una tienda de campaña,
sacos de dormir, un congelador, luces de bengala, la radio CB, linternas y
algunos suministros de primeros auxilios.
Después de poner todos los suministros en la cajuela, Dylan conectó la
radio.
Durante más de cien kilómetros, cambiamos de estación en estación
buscando algo entretenido. Fue entonces cuando nos instalamos en el canal
dos.
3 CB: Banda Ciudadana, se abrevia con las siglas CB, que se refieren a las iniciales en inglés de Citizen
Band.
111
Estaban estos locos lunáticos en la estación, Chaz y Reeper.
Dylan estaba completamente entretenido por ellos. Nunca lo había
visto reír tanto. Llegó a decirme que si íbamos a viajar, teníamos que escuchar
mierda como esta.
—Impactante, impactante, uno noventa... —la radio crepitaba antes
de escuchar—: mierda, hombre, estamos hablando de una mujer que pesa
ciento treinta y tres kilos y es sólida como una maldita roca.
—Mierda, esa es una gran perra —repitió Reeper.
—Está cerca de mi hijo, cuida tu boca.
—¿Dónde estás, quiero verla?
— Solo quieres envolver tu escroto en su barbilla de puta.
—¿No es la jodida verdad?
Cada estación era así, pero Reeper y Chaz eran, con mucho, el más
descriptivo.
—Maldita sea, esto me está encendiendo —dije sarcásticamente
abanicándome.
—Mierda... —gruñó Dylan cambiando el peso más hacia la puerta, la
mano derecha sobre el volante—. Que montón de hijos de puta lascivos.
Paseando por las estaciones, la siguiente estación era la misma, pero
Dylan me hizo volver de nuevo a Chaz y Reeper. Creo que estaba empezando
a quedarse enganchado a ellos.
—Ella es la maldita puta de ciudad-B.
—Uno de sus pezones daba al sur —se rió Chaz de una manera muy
extraña—, el otro hacia el norte.
Esto continuó durante probablemente otros cien kilómetros y me
estaba empezando a asombrar por Dylan cuando no cambiaba la estación de
los dos bizarros.
112
A lo largo de la carretera cerca de Amarillo, paramos para comer y
pasó a ser una parada de camiones. Dylan dijo en broma que quería encontrar
a este tipo Chaz y ver qué aspecto tenía. Naturalmente, se paseó por el
estacionamiento una vez en busca de alguien que pensó que podría parecerse a
él. Odiaba tener que informarle que Chaz, su héroe camionero,
probablemente no estaba aquí, pero no quería aplastarle sus sueños.
Después de buscar el estacionamiento una vez, Dylan se rindió y se
sentó al otro lado de una fila de unos quince camioneros.
Estábamos en medio de discutir la película Joy Ride cuando una mujer
de mala vida usando zapatos rojos de tacón alto, medias de malla, una mini
falda de leopardo y lo que parecía ser un sostén dorado, sin camisa. Dylan
miró su apariencia, un poco por su atrevimiento de acercarse a su auto y le
dio una pequeña sonrisa, su peso se movió un poco hacia mí.
—Hola muñeco, ven a meter la palanca de cambios en mi transistor.
Dylan giró la cabeza.
—¿Qué mierda? —articuló con la boca y los ojos aterrorizados dejando
su batido en el tablero.
Mis ojos se pusieron tan amplios como los de él. Nunca había visto
nada como esto antes.
La puta de carretera, como la radio había llamado a este tipo de chicas,
no estaba tomando un no como respuesta.
—Voy a chupar tu polla, cariño —dijo ella, con los ojos
explorándonos, acercándose tratando de colgarse en la ventana, con su mano
de puta frotando el hombro de Dylan.
Dylan me miró, con los ojos entrecerrados, como si no la hubiera oído
correctamente. Entonces se rió una vez, brevemente mirando hacia ella, y
luego a mí.
—¿Es jodidamente en serio?
—Estoy segura de que sí, si estás dispuesto —le dije a través de mis
propias risas.
113
La mujer me miró y me guiñó el ojo haciendo bombas con su chicle.
—Lameré tu coño también.
—¡Sube la maldita ventana, Dylan! —grité frenéticamente tratando de
poner mis manos en el pomo de la ventana de mi lado.
—¿Oh así que de repente es una emergencia ahora? —dijo entre
nerviosas risas.
Por lo menos él subió la ventanilla.
Ella debe haberse sentado fuera de su auto durante unos cinco
minutos antes de que entendiera y siguiera adelante.
Esa chica pasó de un auto a otro, a continuación, camión a camión,
arrastrando su culo de puta de carretera por todo el lugar.
—Bota esa radio —le dije cuando paramos a encontrar un hotel en
Amarillo. Después de la chica en la parada de camiones, no lo dudó y la
desechó.
Después nos enteramos por un grupo de chicos en una gasolinera que
la parada de camiones era una zona conocida por la prostitución.
Honestamente, sin embargo, deben poner esa mierda en mapas para salvar a la
gente del problema. Muchos menos asesinatos y violaciones se llevarían a cabo
si hay un mapa que dijera: "Oye, aléjate de aquí por tu propia seguridad”.
Después nos instalamos en otro hotel por la noche, Dylan quería
conseguir algo de comer, así que lo hicimos y luego decidimos que era el
momento de un poco de entretenimiento, aparte de las radios de banda.
—Hay un bar por allá, vamos —dijo Dylan, haciendo gestos a un bar
al otro lado de la calle del steak house en el que estábamos comiendo.
—¿Estás seguro que podemos entrar?
Dylan se encogió de hombros una vez que estábamos cruzando la
calle.
—Ya veremos.
114
Salió a la calle, dudé y Dylan miró hacia mí y levantó la mano para
que yo la tomara.
Tal vez era algo acerca de estar en el sur, pero cuando entramos,
nunca pidieron identificación, demonios, casi ni nos observaron.
Hasta ahora, nunca había estado en el interior de un bar pero Dylan
parecía cómodo. No me sorprendió, esto era lo suyo.
Los vasos chocaban juntos, conversaciones mezcladas y los cuerpos se
balanceaban al ritmo de la música rock. Me sorprendió lo lleno del lugar
cuando era un martes por la noche.
Cuando llegamos al bar, Dylan nos ordenó dos cervezas y un trago.
Una vez más, ellos nunca preguntaron por una ID y entregaron el licor.
Tomando ese tiempo para mirar alrededor, nadie prestó atención y actuó
como si no perteneciéramos al lugar. Señales de cerveza verde, amarilla, roja y
naranja neón se encontraban esparcidas por la pared. El bar en sí mismo era de
cristal y por debajo estaban fotos enmarcadas de clientes habituales que se
sentaban aquí noche tras noche.
—¿Quieres bailar? —Extendiéndome una cerveza y empujando un
trago en mi dirección. Dylan señaló con su cabeza a la pista de baile cerca de
la tarima notando la manera en que llamaba mi atención.
Había bailado antes en bailes de la escuela pero esto era
completamente diferente. Me recordaba algo que hubieses visto en Dirty
Dancing.4 Esto obviamente no era un baile de escuela.
Su mano encontró la piel entre donde se encontraban mi camiseta y
mis pantalones cortos, su dedo pasó a lo largo de la goma elástica hasta
detenerse cerca del ombligo. El toque me hizo retorcerme y quería bailar
como éstas personas.
Hubiera accedido a lo que fuera si eso significaba que sus manos
estarían sobre mí, y mis caderas, estaba ansiosa por ello. Desde nuestro beso en
el lago, no me había tocado. Parte de mí se preguntaba si se arrepentía pero a
4 Dirty Dancing: O Baile Caliente Es una película de género romántico con números de baile
estrenada en 1987.
115
la otra parte no le importaba. No iba a actuar como una de esas chicas que
constantemente debatían los sentimientos o la falta de ellos en los chicos. Esa
nunca he sido yo y no iba a empezar con esa mierda.
Dylan se tomó un trago, me extendió uno e hice lo mismo. El trago
quemó y antes de que me diera cuenta, la boca de Dylan estaba agregándose a
ello. Quizá estaba sintiendo lo mismo que yo.
El zumbido, la quemadura al tocarlo otra vez era algo en que no podía
parar de pensar. No podía dejar de sobre analizar sus sentimientos sí, pero no
podía detener ese deseo.
Frenéticamente, me retorcí en sus brazos queriendo el contacto,
necesitando ese contacto. No estaba segura si era el alcohol hablando pero
tomó todo lo que podía para no atacarlo completamente y envolver mi cuerpo
alrededor de él.
Su lengua era suave vacilante pero su toque era firme mientras me
guiaba a la pista de baile.
—Baila conmigo —dijo contra mis labios y luego se rió cuando la
canción cambió—. No he escuchado ésta en años.
—Dylan, no puedo bailar así —dije girándome en sus brazos para
enfrentar la pista de baile y referirme a las chicas moviéndose con comodidad
contra los chicos. Ellos se movían tan naturalmente que estaba celosa.
—Eres una porrista —dijo él como si esto debiera venir naturalmente
a mí—. Te vi sacudir el trasero cada viernes por la noche. Sabes cómo
moverte. —Dylan miró hacia la pareja cerca de nosotros, frotándose el uno al
otro—. No te preocupes, puedo bailar así y planeo mostrarte. —Él empujó sus
caderas hacia mi trasero y podía decir que estaba justo igual de excitado como
yo. Él gimió, el sonido apenas audible sobre el ruido sordo de la base pulsando
a través de nuestros cuerpos.
Girándome, sus ojos permanecieron bajos entre nuestros cuerpos. Con
su pierna derecha entre mis piernas y una mano alrededor de mi cintura, su
otra mano sostenía su cerveza contra su lado.
Luego él se movió.
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Y me olvide sobre no ser capaz de bailar así.
Resultó que, podía bailar cuando Dylan era mi pareja. Su aliento sobre
mi cuello era una distracción pero sus movimientos y dedos apretando mis
caderas eran mucho más distractores.
En algún punto, entre los movimientos y el ritmo de la música, lo
conseguí y Dylan lo notó.
Presionando hacia adelante, su boca besó a lo largo de mi mandíbula
hasta que encontró mi cuello y el lugar justo debajo de mi oreja.
—Eres jodidamente sexy ahora mismo —gimió presionando más para
mostrarme cuan sexy pensaba que era—. No puedo evitar más que quererte
ahora mismo, enfrente de todos.
Genial, así que él si se sentía de la misma manera. Quería decir
“tómame”, pero no lo hice.
El ritmo tocando se mezcló con otra canción que reconocí como Ying
Yang Twins pero no sabía el nombre de la canción. No importaba de todas
formas, Dylan no me soltó y bailamos nuestro baile caliente dejándonos llevar.
Mis piernas quemaban tanto que estaban temblando pero no podía recordar la
última vez que me divertí tanto.
Dylan sabía cómo moverse también. Sus toques, sus caderas, todo ello
me tenía jadeante contra él y deseando que me tomara enfrente de todos como
quería.
Tomamos un descanso del baile para conseguir otra cerveza y empujé
mi camino hacia el baño. Me hice amiga de una chica en la fila y que estaba
allí con su novio.
Perdí a Dylan por unos minutos y empecé a preocuparme de que quizá
en realidad lo hubiera perdido.
Dos canciones después, lo encontré con los ojos brillosos y mejillas
rosadas. Él dijo que estaba tomando unos tragos en el bar. Para entonces su
camiseta no estaba y no tenía ninguna queja.
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Sudando, jadeando palabras, toques que permanecían mucho más de lo
necesario y caderas que encontraron un cómodo ritmo, bailamos. Había algo
relajante sobre bailar para mí, especialmente así. Siempre había disfrutado
bailar desde que era pequeña, parte de la razón de porque yo era porrista. No
tenías que intentar, solo moverte, sentir la música, y reaccionar. Cómo si todo
fuera así de simple pero ahora mismo, aquí, eso es exactamente lo que estaba
haciendo.
Los ojos de Dylan a menudo permanecían abajo, viendo mis caderas
moverse contra las de él, la fricción de nuestros pantalones frotándose juntos
se sentía tan bien, y sabía que él también lo sentía.
Nos quedamos así hasta que Dylan se apartó, jadeando.
—Salgamos de aquí.
—¿Por qué?
—Porque si continúas moviéndote así —él gesticulo hacia mis caderas
que todavía estaban moviéndose contra él—. Voy a inclinarte sobre la mesa
más cercana.
—Entonces hazlo —gemí enganchando mi pierna hasta su cadera
envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, deslizándose sobre sus
hombros con el sudor.
—No jodas conmigo —susurró Dylan contra mi piel, su tono de voz
ronco retumbó en su pecho.
—En este punto, Dylan —Mis ojos lentamente cerrándose y luego
encontrando sus labios—, no creo que me oponga.
Trayendo su cerveza que estaba en su mano izquierda a su boca, sonrió
hacia el cuello. Él tomo un trago antes de dejarla colgando a un lado, mientras
yo todavía estaba moviéndome contra él.
—Vámonos entonces.
La pista de baile estaba atestada y cada vez que me movía, chocaba
contra otro sujeto. Así que esta vez cuando me aparté de Dylan, el sujeto
detrás de mí envolvió sus manos alrededor de mis caderas y me atrajo hacia él
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frotándose contra mí. Me reí tratando de evitar problemas pero Dylan pensó
diferente.
—Quita tus manos de ella. —Dylan hervía con calma empujando
contra el sujeto que seguía bailando contra mí.
El sujeto no escuchó.
—Solo estamos bailando hombre, cálmate —gritó sobre la música a
Dylan. Miré sobre mi hombro al sujeto preguntándome si incluso tenía una
oportunidad contra Dylan.
No la tenía.
—¿Necesito repetirlo? —gritó Dylan caminando hacia adelante.
—¿Qué vas a hacer para detenerme? —respondió de regreso el sujeto
con la gorra roja, el agarre en mis caderas apretándose—. Estamos bailando
hombre, relájate. No estoy buscando ir más allá con ella. —Él sonrió—.
Aunque ella es malditamente ardiente.
Sí, como si eso fuera a ayudar.
—Creo que deberías detenerte mientras llevas la delantera amigo
—insté tratando de alejar al sujeto y calmar un poco a Dylan. Ya podía ver la
tormenta produciéndose en sus ojos y el agarre que tenía en mi muñeca era la
advertencia.
El guardia de seguridad se dio cuenta de los empujones e intervino
afortunadamente.
—Tiempo de irse, chicos —dijo él colocando una mano sobre el
hombro de Dylan y el sujeto de la gorra roja.
—La próxima vez no hagas eso —dijo Dylan mientras nos
tambaleábamos a través de la calle y nos dirigíamos de regreso a nuestro hotel.
Las luces de la calle y los autos pasando se balanceaban con cada paso y tuve
que usar a Dylan para caminar.
—No estaba buscando problemas, Dylan —señalé—. Estaba bailando,
contigo. —Él se movió dándome un ligero asentimiento, su cabeza baja
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mientras caminábamos por la puerta, su mano asegurada alrededor de mi
muñeca.
Aunque nunca había sido una bebedora hasta hace unos días, fue
entonces cuando me di cuenta que cuando bebía, me volvía valiente y decía lo
que quería.
—Jesús, no actúes así. No estaba haciendo nada malo.
Su frustración fue evidente cuando pateó la puerta cerrándola con su
pie, lanzó su camiseta mojada sobre el suelo del baño y luego golpeó la puerta.
Confundida, me senté en la cama y me quede mirando las puertas
corredizas de cristal y el balcón. Cada habitación que habíamos tenido
recientemente tenía un balcón. Cada hotel en el que nos habíamos registrado
se sentía igual.
Tratando de contar las barras del enrejado, escuché la puerta del baño
abrirse y los sonidos de Dylan detrás de mí. Luego él se paró en frente de mí al
borde de la cama tamaño King con una horripilante colcha roja que seguía
atrayendo mi mirada borracha.
Con brillantes ojos, estos viajaron arriba por su cintura, hasta su
estómago y luego sus ojos. Unos ojos azul helados me regresaron la mirada,
arrepentidos, compasivos.
—Lo siento —susurro, arrodillándose, pasando su nariz a lo largo de
mí mandíbula. Cerró los ojos, sacudiendo su cabeza con una mueca—. Es
difícil no estar celoso cuando no te he tenido y hay tantos sujetos alineándose
para una oportunidad.
Él parecía arrepentido pero no estaba molesta sobre nada de lo que
había pasado. Definitivamente era el alcohol relajándome. ¿Alguna vez tienes
esos momentos cuando los pensamientos pasan por tu cabeza como recuerdos,
a la deriva, pero no quedándose?
Esa era yo cuando estaba borracha.
—Creo que necesito algo de aire fresco —dije poniéndome de pie,
tambaleándome, balanceándome y luego tropezando.
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Creo que Dylan temía que me cayera por el borde así que me siguió.
A medida que el balanceo y las vueltas empezaron a calmarse, mis
pensamientos estaban más enfocados sobre lo que sentí en el bar. Sonriendo al
recuerdo de su piel contra la mía, miré arriba hacia Dylan para encontrarlo
mirando sobre el borde del balcón a la piscina de abajo.
—¿Quieres chequear el jacuzzi? —preguntó.
Sonaba atractivo pero entonces recordé que no tenía traje de baño.
—Sí, pero no tengo un traje de baño.
Dylan se encogió de hombros tomando una última calada de su
cigarrillo.
—¿Y? —Humo salió a través de su boca y nariz mientras hablaba—.
Usa tu sujetador y bragas, o ve desnuda, no me importa. —Lanzó el resto del
cigarrillo sobre el balcón y se dirigió a la puerta corrediza.
—Sí te importa. —Suspiré siguiéndole hacia la habitación.
—Tienes razón —Él guiñó un ojo—, te quiero desnuda.
Ambos permanecimos en silencio, Dylan bajó sus pantalones cortos
dejándolos caer al suelo. Desde que no tenía una camisa puesta, no tuvo que
molestarse con eso. Me encontró mirándolo fijamente, y sonrió dejando sus
ojos vagar hacia abajo, predecible cuando me estaba provocando.
—¿Vienes?
—¿Está siquiera abierto? —Bostecé mirando a la cama que estaba
llamando mi nombre y de regreso al chico, que deseaba llamara mi nombre
ahora mismo—. Son como las dos de la mañana.
—¿A quién le importa?
Claramente, no a él.
Con un poco de vacilación, me desnudé hasta quedarme con mi
sujetador y bragas negras y me quedé de pie frente a él, mis brazos envueltos
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alrededor de mi estómago, insegura, nerviosa. Mi estómago saltó esperando
por él a que dijera algo, lo que sea, cualquier cosa.
Cambiando su peso de su pie derecho al izquierdo, contemplándome,
arrogante, él parpadeó pasando su mano bajo su mandíbula.
—Sexy —susurró, sus ojos precipitándose abajo hasta mis muslos.
Incluso con mi estado relajado, un ataque de miedo pinchó mi piel
pensando que él encontraría algo que no le gustara.
Él lo sabía.
—Deja de sobre analizarlo. Vamos. —Cuando llegó a la puerta,
alcanzó dentro del baño un par de toallas y lanzó una en mi dirección y otra
sobre su hombro.
A través de dos verjas y dos juegos de escaleras, hicimos nuestro
camino hacia la piscina ovalada y al paisaje de árboles de palma directamente
sacado de la portada de ese CD de Hotel California.
Mientras Dylan estaba completamente cómodo caminando alrededor
en su ropa interior. Yo no estaba tan segura en la mía y seguía ajustando la
toalla.
Él lo notó, por supuesto que lo notó.
—Si no te detienes, voy a quemar esa maldita toalla.
Temiendo que lo hiciera, me detuve.
Alcanzando el borde de la piscina, mis uñas de los pies pintadas de
negro brillaban bajo las luces alrededor de la piscina y el brillo azul del agua
debajo.
Miré y me di cuenta medio segundo tarde que estar parada así de cerca
del borde de la piscina era un error muy estúpido. Olvidé con quien vine aquí
abajo.
Pasándome, él mantuvo su cabeza baja.
—Luce fría.
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Con un rápido empujón por detrás, podía dar fe de cuan fría estaba esa
agua.
Aun así. Estaba malditamente fría.
—¿Qué pasó con las piscinas de agua caliente? —grité flotando en el
agua en busca de calor, jadeando, temblando y enojada.
Dylan mostró una relajada sonrisa en mi dirección.
—¿Apresurada por estar mojada? —Él tomó asiento en una de las
tumbonas a unos cuantos metros de distancia de mí—. ¿Podría ayudar con eso,
sí?
—Eres un bastardo engreído cuando quieres serlo.
Encogiéndose de hombros, él se inclinó hacia atrás sus manos detrás
de su cabeza.
Aunque era fría, el agua se sentía bien sobre mi piel caliente. Después
de un tiempo, y dos cigarrillos después, Dylan estaba en el agua conmigo.
Había otra parte de sentir el coraje líquido que tenía, para las
confesiones. Parecía que decía lo que sentía o de lo que me arrepentía.
—Lamento haber dejado de hablarte.
Dylan asintió sus ojos sobre el agua.
—Mis padres no me dejaban…
—No. —Él cerró sus ojos. Respirando, calmándose, ojos azules
encontraron los míos—. No te atrevas a decir que no tenías elección. Siempre
tienes elección.
—Tienes razón —concordé moviéndome más cerca de él. Cuando
estuve lo suficiente cerca, descansé mis manos sobre su pecho sobre el tatuaje
de dragón—.No te estoy dando ninguna excusa aquí. Los escuché. Lo hice. Ese
es mi problema. Hice lo que ellos querían.
—¿Qué sobre lo que tú quieres?
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Pensé por un momento y me di cuenta que no tenía en lo absoluto
idea de lo que yo quería.
Ahí fue cuando Dylan movió sus manos alrededor de mi cintura bajo
el agua.
—No te hace menos persona tener el momento de tu vida.
—¿Dónde estabas hace cuatro años? —bromeé, más o menos. Parte de
mí estaba seria. Después de descubrir que la relación que tenía con Eric estaba
construida con mentiras, no pude evitar preguntarme si quizá me perdí lo que
estaba justo enfrente de mí. Solo cuatro días de mi tiempo con Dylan y me
tenía sintiendo cosas que nunca antes sentí.
—Siempre he estado aquí, Ojos Marrones. —Su cabeza bajó y me besó
una vez, el sabor de cerveza y cigarrillos permanecían—. Tú simplemente
nunca lo notaste.
Mi respuesta fue en voz baja el sentimiento no.
—No, te noté antes.
—Oh cierto. —Él se rió creando distancia—. Tenías un
enamoramiento por el chico malo. Sabes que algunas personas ven lo que
quieren ver. Ellos nunca lo conocieron pero siempre veían problemas.
Justo cuando estaba a punto de decir algo más, una pareja caminó
dentro de la verja y tomaron residencia del jacuzzi. Sin joderte aquí pero él era
tan peludo que lucía como si llevara un abrigo de piel y ella era tan oscura de
piel que parecía ser cuero y ella era una chica blanca.
Dylan me miro, entretenido.
—¿Qué piensas que estén diciendo? —pregunté sonriendo—. Apuesto
que es algo sucio.
La pareja hablaba en voz baja el uno al otro, manos explorando, bocas
tocando. Por las miradas de su demostración, era evidente que era sucio.
Probablemente ni de cerca tan sucio como Chaz y Reeper eran.
124
—Él probablemente está diciendo: “Oh nena, me encanta pasar mis
dedos por tu cabello”.
Le hice lo mismo a Dylan tomando un agarre de él y tirando de su
cabello.
Él no vaciló para envolver sus manos alrededor de mi trasero
sosteniéndome contra él, sus dedos peligrosamente cerca de mis bienes.
—No jodas conmigo, Ojos Marrones —susurró Dylan contra mi piel,
besando mi cuello. Su tono ronco me volvió salvaje y el roce de su pecho me
hizo gemir. —A penas acabo de calmarme por lo del bar.
—¿Por qué no joder contigo? —Arrastrándolo más cerca, mis piernas
se apretaron alrededor de su cintura—. Yo quiero Dylan.
Quitando sus manos de mi trasero, él tomo mi rostro, sus ojos sobre los
míos, serios, tratando de hacer una profunda conexión con el alma.
—Acabas de salir de una relación. Una larga relación donde el tipo te
usó. No voy a tomar algo así de ti solo porque te deseo.
—¿Entonces tú quieres…? —Me sentía tonta por preguntar pero lo
hice. No quería ser una de esas chicas que constantemente necesitaban que les
aseguraran pero a veces, lo necesitaba.
Caminando hacia adelante, él me empujó contra el borde del
concreto, mi espalda deshecha contra el áspero estuco. Sus caderas
moviéndose contra las mías, la dureza entre mis piernas confirmaba lo que
quería de mí.
—¿Eso responde tu pregunta? —susurró en mi cuello antes de besarme
profundamente.
Sus besos nunca fallaban en tocar cada parte de mí. Siempre era algo
donde sentía que lo anhelaba. Cuando sea que besaba a Eric, se sentía como un
movimiento robótico. Con Dylan, se sentía natural.
Antes de que pudiera calentarme más de lo que estaba, Dylan se
apartó.
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—Vamos, Ojos Marrones, consigamos algo de sueño.
Maldición. Con un suspiro pesado, lo seguí. Entendía su duda, lo
hacía. Pero también lo odiaba. Tenía emociones y sentimientos sacudiéndose
dentro de mí y de ninguna manera ellos serían liberados.
Cuando regresamos a la habitación, Dylan inmediatamente se dirigió
hacia el baño.
Yaciendo sobre la cama, intente dormir pero algo dentro de mí, esa
parte sacudiéndose, estaba inquieta por la noche. Eran casi las tres de la
mañana, la luz viniendo a través de la habitación ablandando desde el azul
marino hasta tonos más claros.
Ahí fue cuando escuché un ruido sordo en el baño y pensé que Dylan
quizá se había desmayado. Preocupada, camine cerca de la puerta del baño y
encontré que estaba entre abierta. Naturalmente, me asomé pero no podía ver
nada con el vapor.
Allí de pie, nerviosa, mis piernas hormigueaban listas para salir
corriendo a la primera indicación de que pudiera haberme notado parada
fuera de la puerta.
Empujé un poco, pero la puerta se resistió. Mirando hacia abajo, me di
cuenta que la toalla que usó en la piscina y su ropa interior estaban en el suelo
acuñadas bajo la puerta. Saqué la cabeza por la puerta y entrecerré los ojos
para ver a través del vapor, como no podía distinguir nada cerré la puerta y me
senté afuera para escuchar.
¿Quién no lo haría?
Con los ruidos, estaba segura de que estaba haciendo algo más que solo
la ducha promedio. Después de todas las provocaciones, sabía que tenía que
ser él mismo tocándose.
Fue entonces cuando me di la vuelta sobre mi vientre y abrí la puerta
un poco más a pesar de la ropa acuñada. Efectivamente, allí estaba él, el brazo
doblado por el codo, el antebrazo apoyado en la pared con la mano derecha
trabajando frente de él. Su pecho se sacudía como si estuviera llorando, sus
126
músculos contrayéndose y flexionándose, pero supe que cuando su cabeza
cayó hacia adelante y gimió se estaba tocando.
¡Jodido vapor, quítate de mi camino! Parpadeé rápido, tratando de
conseguir una mejor vista pero era como mirar a través de una ventana helada
y todo lo que podía ver era su silueta que de verdad hizo que todo fuera
mucho más erótico.
Mírenme. Solamente una semana con este chico y ya usaba palabras
como sexy y erótico.
—Joder. —Se oyó la voz de Dylan en un gruñido. Escudriñando de
nuevo, me di cuenta de sus movimientos acelerados.
Sentí el calor punteando entre mis piernas, sensaciones abrumadoras
extendiéndose como la pólvora, empecé a temblar, y me quemaban las
mejillas. Mi corazón estaba martillando pero no podía moverme de mi
posición militar de arrastre. Escuchaba sus gemidos elevarse por encima del
agua, y de repente estrelló su palma contra la baldosa.
—Maldita sea.
Pensando que él me pudiera notar, en modo de pánico total, me tiré
en la cama. Jadeando, rápidamente vigilando la puerta, puse mis brazos detrás
de la cabeza intentando calmarme.
Mientras esperaba, el calor entre mis piernas estaba allí, llamándome y
haciéndome recordar lo que sentí cuando Dylan me tocó en el bar y en la
piscina antes, y entonces mi cerebro se llenó de imágenes de él en la ducha y
definitivamente mi cansancio se desvaneció.
Como si estuviera en su propia misión, mi mano viajó hacia abajo.
Oí el agua cerrándose y la puerta de cristal abriéndose de golpe.
Cuando él hizo su camino de regreso a la habitación, su expresión era tensa.
Mi mano se levantó de debajo de la manta y era obvio lo que había estado
haciendo, pero ¿adivinen qué?, él seguía estando un poco duro.
Definitivamente se perfilaba bajo la toalla que tenía en la cintura. Podía verlo.
Estaba justo ahí.
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Cuando se acostó en la cama a mi lado, me di cuenta de que se había
puesto la ropa interior cuando la toalla se deslizó a un lado.
Una vez bajo la manta conmigo, nuestras piernas se tocaron su rostro
se relajó e inhaló profundamente antes de abrazarme y aplastar mi cuerpo al
suyo. Dando la bienvenida a esto, enterré mi cara en su pecho y me aferré a él
mientras clavaba mis dedos en su espalda y subía la pierna alrededor de su
cintura.
Me besó en el pecho por encima de mi corazón, su nariz dio un codazo
a los tirantes de mi camiseta y quitó mis manos de su espalda.
La necesidad se construía lentamente sobre nosotros, no podíamos
negarlo por más tiempo. Los dos lo sabíamos. Había que hacer algo, no creo
que él estuviera dispuesto a dejar pasar cualquier cosa. Sus caderas se
movieron y lo sentí allí, entre mis piernas y gemí.
—¿De verdad estabas tocándote? —preguntó su tono áspero y
necesitado contra el mío.
Asentí con la cabeza.
—Lo hacía, pero nunca he hecho eso antes. —Lo besé otra vez y
levanté mis caderas ligeramente buscando la misma fricción que sentí cuando
habíamos estado bailando. Solo que ahora, nos separaba solo la delgada tela de
la ropa interior—. Realmente no sé cómo hacerlo.
Una parte de mí, la parte extremadamente curiosa y hormonal estaba
orando que él captara la indirecta.
Me apreté contra él, agarrando su cara en mis manos y forzando sus
labios a separarse.
—¿Estabas tocándote en la ducha? —le pregunté encontrando su boca
de nuevo.
Asintió con la cabeza, moviendo sus labios a mi cuello.
—Lo intenté, pero te deseo. Te deseo tanto que no puedo... joder... —
Su boca volvió a mis labios, sus dedos clavándose en mis caderas y se empujó
hacia delante.
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Presionando de nuevo tan ferozmente cuando mis caderas se
empujaron hacia arriba, mis piernas se abrieron para acomodar sus caderas y él
pasó sus manos de mis rodillas a mis hombros de forma un poco violenta,
haciéndome retorcer de deseo. Él gruñó y podía sentirlo más duro que antes,
dejamos de besarnos durante un segundo y él me miró. Su boca se movió a mi
oreja, sus dedos se clavaron en mi cadera.
—¿Esto está bien? —susurró aun moviéndose encima de mí. No había
forma de que pudiera formar palabras en ese momento mucho menos
completar una frase como respuesta.
Bruscamente, él se detuvo y se dio la vuelta sin aliento.
—No podemos, Ojos Marrones. Estoy a punto de rasgar tu maldita
ropa y hacer que grites mi maldito nombre —gruñó en un murmullo—... pero
no estás lista.
Yo estaba casi lista para violarlo. Lo estaba. Pero también no sabía
absolutamente nada sobre el sexo o las ramificaciones que causaban una
relación, o lo que teníamos. Dylan era mucho más experimentado en eso, así
que lo dejé ir.
No me malinterpretes, estaba muy confundida.
Dylan volvió su cara lejos de mí, su respiración agitada y difícil.
—¿Por qué?
Él sabía lo que quería decir sin entrar en detalles y se volvió para
mirarme. Tragó saliva tratando de controlar lo que él no podía.
—No quiero arruinar algo que nosotros podríamos tener juntos
solamente porque no puedo conseguir sacar tu cuerpo de mi cabeza —susurró
observando mi reacción—. Quiero decir que significas más para mí que eso,
Ojos Marrones.
—Pero quiero que tú seas... —Una vez más, él sabía exactamente a lo
que estaba haciendo referencia.
—Y voy a serlo. —Él me dio un guiño mientras todavía me
observaba—. Pero no hay necesidad de apresurarse.
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Había algunos argumentos acerca de nosotros que nos detenían pero
yo no iba a empujarlo. Desafortunadamente, para mí, tenía otras ideas aparte
de dormir.
* * *
En algún momento de la mañana antes de que el sol hubiera salido, me
desperté sintiendo la pierna de Dylan entre mis piernas, y una sensación de
hormigueo bastante agradable. Mirando alrededor de la habitación, la única
luz era la grisácea que se filtraba por las cortinas oscuras.
Mis ojos se agrandaron con el temor de ser descubierta, si él se hubiera
despertado o si él supiera que pasaba o si hubiera oído el gemido que salió de
mis labios cuando nuestra posición cambió ligeramente. Su respuesta fue
levantar la pierna superior y la mía poner mis ojos en blanco. Deseaba mucho
la fricción pero él estaba dormido, o parecía estarlo.
Seré honesta, y estoy segura de que ya te has dado cuenta, pero nunca
he tenido un orgasmo. Y si lo tuve, no sabría reconocerlo. Después de las
conversaciones con Mercedes y Jessica, estaba segura de que nunca he tenido
uno, ya que ellas lo describieron como si la tierra se estuviera rompiendo y te
hacía sentir como una sustancia viscosa, nunca recordaba haber sentido algo
así sino hace tiempo cuando tomé calmantes para el dolor cuando era
estudiante y porrista de primer año y me rompí el tobillo en el campo.
Teniendo en cuenta mi falta de experiencia en esto, y las sensaciones
que Dylan hacía agitarse ahí abajo, sobre todo, en las últimas horas, me hacían
desearlo más, y la sola idea de que Dylan me diera uno cuando ni siquiera era
consciente de que en realidad me lo estuviera dando, era mucho más tentador
de lo que debería ser.
Probándolo, traté de girar en sus brazos. Mis ojos se cruzaron con el
reloj y vi que eran las seis y media de la mañana. Su brazo izquierdo estaba
sobre mí, así que lo tomé y luego lo dejé caer unos diez centímetros. Nada.
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Tomando una respiración profunda, me preparé y traté de no
centrarme en el hecho de que su pierna se moviera otra vez. Justo cuando
estaba a punto de pararme y empujarlo lejos, él tenía otras ideas y se aferró a
mí con más fuerza, su muslo cambiando de nuevo. Así, que mientras que yo
estaba tratando de ser noble y no abusar de él mientras dormía, el durmiente
Dylan tenía otras ideas. El durmiente Dylan quería jugar... y mierda... Yo
quería jugar también. Quería aquella ruptura de tierra del que hablaban pero
no quería fracturarme el tobillo otra vez para volver a sentir eso.
—Mierda —susurré en voz baja cuando el durmiente Dylan volvió a
moverse. Tiré mi cabeza hacia atrás debido a la sensación de su piel caliente
contra la mía.
El durmiente Dylan movió su mano a través de mi estómago y viajó
hasta mis costillas, debajo de mi camiseta y hasta mi pecho. No llevaba
sujetador, así que supongo que estaba tocando mi teta.
El durmiente Dylan.
Comprobando de nuevo para asegurarme de que seguía durmiendo,
examiné su rostro cuidadosamente, para asegurarme de que no estaba
despierto. Tenía la cabeza hacia adelante, contra mi hombro, su aliento en mi
cuello, lento y profundo.
Casi tragué mi lengua por el entusiasmo cuando su muslo se movió
otra vez y su cuerpo se giró lo suficiente para que la mitad de su cuerpo
estuviera sobre el mío con sus caderas presionando en mi muslo izquierdo.
Mirándolo detenidamente, sus ojos estaban cerrados. Él estaba
definitivamente dormido, porque a pesar de que su respiración se aceleraba y
sus labios estuvieran ligeramente abiertos, su rostro estaba en calma. Una
parte de mí sabía que debería moverme, pero entonces la otra parte quería
esto tan mal. Por un momento, casi me sentí mal por permitir que esto
sucediera y no hacer nada para corresponder.
Entonces lo sentí, sus caderas embistieron contra mi muslo.
Estaba duro. El durmiente Dylan estaba duro.
Me di cuenta que estaba mojada, realmente mojada.
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Dylan se quejó dormido y fue como un interruptor para mí. No podía
detenerme. Sus movimientos eran perfectos. Sin proponérmelo, permití a mis
caderas que se movieran con Dylan, con el fin de aumentar la presión entre
mis muslos. Esto me valió un gemido desesperado de Dylan y mis ojos se
posaron inmediatamente en él para asegurarme de que aún estaba dormido.
Por favor, que esté dormido... por favor que esté dormido. Sabía que si
él estuviera despierto, no me lo permitiría. Él me empujaría lejos y me diría
alguna línea de mierda de que yo no estaba lista. Maldita sea, yo estaba lista,
¡lo estaba!
Después de un examen minucioso, Dylan seguía durmiendo, para mi
propio alivio. Apreté los ojos con fuerza, luchando por alejarme pero también
luchando por quedarme con el fin de conseguir esa sensación... la que no he
sentido antes... la que te dan ganas de reír y llorar al mismo tiempo. Así como
Cosmo dice.
Si el durmiente Dylan estaba dispuesto a complacer, ¿quién era yo
para negárselo?
Fue entonces cuando su mano empezó a moverse.
Joder. Mis ojos se abrieron mientras inclinaba mi cabeza ligeramente
hacia delante con el fin de ver el progreso de su mano, que estaba en mi pecho
solo hace un momento y ahora se movía hacia mis bragas.
Eso podría cambiarlo todo.
Follarme su pierna era una cosa, manos reales, eso era algo
completamente diferente. Consideré empujar su mano mientras miraba su
rostro decente con los ojos llenos de lujuria. Pero estaba demasiado lejos, ¿no?
Yo estaba tan cerca, y lo único que necesitaba era un último empujón, ese
toque que me iba a llevar por encima del borde. Eso es lo que pensaba, ya que,
en realidad nunca había tenido uno como para saber lo que hacía falta para
llegar allí. Pero sentía algo.
Estaba casi jadeando cuando sus dedos muy lentamente descendieron
por debajo de la cintura de mi ropa interior, solo unos centímetros más.
Mientras tanto, Dylan seguía haciendo movimientos firmes contra mi muslo,
132
el movimiento de sus caderas cada vez más agresivo y desesperado. Sabía cómo
se sentía, o se debería sentir si él estuviera despierto. Ese impulso se aferraba
con tal fuerza que nos estaba conduciendo hacia la dichosa liberación que
apenas podía imaginar de cómo he podido vivir sin él durante tanto tiempo.
La mano de Dylan no se movió más abajo, pero su muslo se movió otra
vez, al igual que el mío y eso fue todo lo que necesité.
—Oh, mierda —chillé con los labios apretados y los ojos cerrados
mientras marea tras marea de éxtasis puro atravesaban mi cuerpo. El
movimiento de mis caderas se hizo irregular mientras cabalgaba las últimas
replicas que me consumían.
¡Me había estado perdiendo de mucho!
—Oh mi… —Lancé un largo suspiro que había estado conteniendo a
través de mi alucinante éxtasis cuando cada parte de mi cuerpo se relajó en un
estado perezoso, flojo. Eso fue... no había palabras para describirlo.
—¿Ojos Marrones? —Una voz entrecortada puso mi cuerpo rígido de
miedo.
Dylan se incorporó sobre un codo y me miró, su cabello desordenado
por el sueño, me miraba inquisitivamente. Él frunció el ceño confuso por mi
apariencia, mis mejillas ardiendo con una intensidad que nunca antes había
sentido.
Sus labios se separaron en un enorme bostezo mientras estiraba sus
brazos sobre su cabeza, su pecho definido levantado por los pulmones llenos
de oxígeno.
—Oye. —Él ofreció una pequeña sonrisa y me miró con cautela.
—Hola —chillé con temor sacándome el cabello que se pegaba a mi
frente por el sudoroso esfuerzo.
Oh por favor, dime que no te desperté... durante... Por favor, dime que
tú no lo sabes. Por favor, por favor, por favor. Supliqué internamente, sonando
muy parecido al de unos momentos antes, cuando no quería que se detuviera.
133
El recuerdo hizo que el rubor en mis mejillas se extendiera
rápidamente a mi cuello y pecho. Mis labios aún estaban calientes.
—¿Estás bien? —preguntó él con un pequeño ceño tirando entre sus
cejas.
Lo miré con recelo, en busca de alguna señal que indicara que él sabía
lo que yo acababa de hacer. El temor de ser descubierta ahogaba mi garganta y
mi sangre corría por mis venas, causando un ruidoso zumbido sordo en mis
oídos.
Se encogió de hombros perezosamente y se frotó distraídamente los
abdominales con una mano. Mis ojos seguían el movimiento mirando su
cuerpo. El mismo cuerpo que usé para mi propio placer hace unos segundos.
Sentí que mi boca se secaba por la culpa. Involuntariamente mis ojos se
movieron más abajo y vi que él todavía estaba excitado. Rápidamente mire
hacia arriba para encontrar otro ceño confuso en su rostro antes de que bajara
los ojos. Dylan se río levantando la manta superior para cubrirlo.
No dijo nada, pero miró hacia el techo y luego miró el reloj. Una parte
de mí estaba empezando a creer que había estado verdaderamente dormido
todo el tiempo y me relajé un poco acomodándome en la cama.
Dylan suspiró dramáticamente frotándose la frente con los dedos.
—¿Tienes hambre?
—Por supuesto. —Pude ver que me observaba con los ojos vidriosos,
mirándome pensativamente. Él frunció el ceño profundamente en la respuesta
y esta vez no pude evitar que se escapara una risita de mi boca. Girándose para
afrontarme, él nunca rompió el contacto visual.
Hubo una estampida de alas de mariposas en mi estómago mientras lo
miraba estupefacta. Ahuecando mi cara, su pulgar se movió lentamente sobre
mi mejilla y la acarició suavemente.
—Tan Hermosa —murmuró pensativamente mientras sus ojos
recorrían mi rostro y se detenían en mi labio inferior, que me estaba
mordiendo sin querer. Él movió su pulgar a la boca y quitó suavemente mi
134
labio entre mis dientes pasando lentamente el pulgar por el labio inferior en
una caricia.
—¿Sabías que haces eso cuando estás nerviosa? —preguntó
suavemente mientras levantaba los ojos a los míos—. ¿Te pongo nerviosa, Ojos
Marrones? —Tragué densamente cuando sus ojos se oscurecieron y
aparentemente multiplicó la intensidad de su mirada. Él me miraba, sin
parpadear, y todo mi cuerpo estaba lleno de un sentimiento de alegría que
nunca antes había sentido con el calor de su mirada. Todo sobre Dylan me
atraía, haciendo que me relajara y que empujara cada vez más a ver qué
pasaba.
—No, no me pones nerviosa —le dije sosteniendo su mirada.
Lo que realmente quería decir era: Si me pones nerviosa. ¡Me acabo de
follar en seco tu pierna!
No dije eso por supuesto. Mi voz se había ido.
Dylan dejó caer su mano de mi cara y se puso boca arriba. Mirando el
techo fijamente, me di cuenta de cómo Dylan no tenía ni idea de la cantidad
de poder que estaba empezando a tener sobre mí. Esto excitaba y frustraba el
infierno fuera de mí. Me fui de casa para averiguar quién era, pero ahora, estar
tan jodidamente envuelta en Dylan era exasperante.
—Ojos Marrones —susurró Dylan.
Me volví a mirarlo con un sobresalto y me encontré con la cabeza
vuelta hacia mí. Balanceando su brazo pesadamente sobre mi torso, contuve
mi aliento con su movimiento inesperado e inmediatamente me puse rígida en
su agarre. Lentamente movió su cabeza en mi hombro y descansó allí,
respirando pesadamente en mi cuello.
—Estaba despierto —susurró tan suavemente al oído que tuve que
pedirle que lo repitiera.
»Dije —dijo arrastrando las palabras, haciendo que un escalofrío
corriera por mi columna mientras sus suaves labios rozaban el pliegue de mi
oreja—, que estaba despierto.
135
Mi corazón estaba martilleando en mi pecho mientras consideraba sus
palabras.
—Esta mañana —susurró con voz ronca en mí oreja, haciendo
hincapié en su confesión, él movió lentamente la mano que había colocado
sobre mí y la colocó suavemente entre la unión de mis piernas. Mis caderas se
movieron automáticamente contra su mano en parte como reconocimiento de
la necesidad que hervía dentro de mí y en parte en estado de shock. Yo
jadeaba audiblemente, la sangre corriendo por mis oídos y llenando el silencio
de la habitación con un leve zumbido.
—Maldita sea. —Aspiré con mortificación absoluta y placer cuando
Dylan decidió mover su mano una vez más, antes de levantarla y colocarla a
mi lado.
—Mmm-hmm. —Asintió con la cabeza y levantó un poco la cabeza
mientras su mano agarraba la parte posterior de mi cuello con firmeza,
volviendo la cara hacia él. Me quedé mirándolo en silencio incapaz de formar
un pensamiento coherente por no hablar de defenderme de mis acciones
cachondas. Se lamió los labios lentamente, con los ojos entornados por la
misma razón que me encontraba jadeando bajo su mirada. Ahí estaba, esa
chispa entre nosotros que no podía ignorar. No importaba cuánto lo intentara,
estaba allí y era inevitable.
—Me lo debes —murmuró antes de que estrellara sus labios en los
míos. Sus labios eran muy duros y sin embargo increíblemente suaves
mientras me asfixiaban con su pasión. Se retiró antes de que tuviera la
oportunidad de devolverle el beso, o empujarlo lejos. Y luego balanceó las
piernas por un lado de la cama y sonrió por encima del hombro—. Vamos a
comer.
Empujé a Dylan llevando la manta sobre mi cabeza y gemí.
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8
Cuéntame un secreto Bailey Gray
Traducido por Little_Jade, Lizzie y rihano
Corregido por Marina012
uego de esa mañana y mi sueño húmedo con Dylan, él pasó la
gran parte del día burlándose de mí mientras llegábamos a la
ciudad de Oklahoma para pasar la noche. Me empezaba a
sentir avergonzada por eso, pero Dylan tenía una manera de hacerme sentir
cómoda, aparte de burlarse, susurrándome todas las cosas sucias que él estaba
pensando con los ojos cerrados. Esa mañana, acurrucada contra él en el
asiento, nunca hubieses sabido que solo unos días atrás, todavía estábamos en
la secundaria, sin hablarnos, viviendo vidas separadas. Ahora, estábamos aquí,
en algún lugar entre Oklahoma y Wichita, diciéndonos cosas que nunca había
soñado.
Dos giros equivocados más tarde y una intensa conversación sobre qué
canción de Chevelle era mejor, acordamos estar en desacuerdo.
Cuando encontramos el hotel, él parecía emocionado. Luego de la
cena, y mi propia burla, Dylan necesitaba algo que yo sabía que necesitaba. Él
dijo que le costó horrores no lanzarme sobre el capó de su auto y volver mi
fantasía realidad.
L
137
—Ojos Marrones, quiero tocarte —murmuró, cubriendo mi cuerpo
con el suyo tan pronto como entramos en la habitación—. Y quiero tener los
ojos abiertos esta vez.
—Por favor —dije arqueándome hacia él, sintiendo lo mucho que él lo
quería, también.
Nos besamos lento y profundo, y después rápido y descuidado como
amaba hacerlo con él. Nos reímos cuando nuestros dientes se chocaron, pero
no había nada de gracioso en la manera en que él reaccionaba a mí. No sentía
como si él se estuviera apurado por llegar a la meta, como si quisiera terminar
con ello. Él me tocaba como si estuviera explorando, absorbiendo cada curva y
punto sensible que tenía. Estaba empezando a entender a qué se refería
cuando me decía que cualquier cosa que hacíamos no era, en su mente, algo de
una sola vez.
Sus dedos trazaron la curva de mi costado hasta que estuvieron en el
borde de mis jeans. Ambos nos detuvimos, por un segundo. A mí ya me estaba
doliendo. Su boca fue a mi oreja; sus dedos trazaron la piel sobre mis jeans,
haciéndome temblar.
—¿Esto está bien? —susurró.
Asentí, tomando su mano, y desabotonamos y bajamos mis jeans
juntos. Su respiración se entrecortó viendo lo que estábamos haciendo.
—Yo creo que deberías quitártelos —dijo, su corazón latiendo
fuertemente contra mi espalda.
Me reí un poco, mirando sobre mi hombro. Él estaba ahí, sonriendo,
seguro de sí mismo, así que tomé su labio inferior entre los míos, solo para
probar, antes de quitarme mis pantalones. Dylan ayudó, rozando una de sus
grandes palmas sobre el costado de mi muslo, hasta que pude quitármelo el
resto del camino de una patada.
—Tan malditamente sexy… —se interrumpió, su voz gruesa.
Él me miró con intensidad, pero su sonrisa era juguetona.
—¿Alguna vez alguien te ha tocado de esta manera?
138
—No —chillé, en respuesta.
—¿Dejarías que alguien más te toque así, aquí?
Sacudiendo mi cabeza, vi como sus ojos se bebían cada centímetro de
mí.
No sabía qué decir, así que lo besé en su lugar. Eric era tan tranquilo
cuando estábamos juntos. Aparte de los besos y el ocasional gemido de placer,
nunca tuve otra señal de que disfrutara nuestros besos o toques inocentes.
Nunca hablamos así. Él era rápido, también. Él tocaba, pero nunca había
probado como lo estaba haciendo Dylan, con su mano en mi muslo
nuevamente, sus dedos haciendo círculos en mi cadera y luego abajo, para
trazar el borde de mi ropa interior. Con Eric, nunca había hecho los ruidos
que salían de mi boca cada vez que Dylan me tocaba.
Y nunca, jamás, había tomado la mano de Eric y lo había guiado hacia
donde necesitaba ser tocada, pero lo estaba haciendo con Dylan porque
necesitaba que me tocara o moriría. Dramático, lo sé, pero era la verdad, o eso
creía en ese momento.
—Fue tan difícil mantener los ojos cerrados anoche —dijo, contra mi
cuello, duro y necesitado.
Miramos juntos como su palma se deslizaba a través de mi estómago,
sus dedos desapareciendo atrás de la lencería negra, hasta que me encontró,
tan lista para él.
—¿Por qué hiciste eso?
—No quería que te sintieras avergonzada y sabía que nunca habías
tenido uno antes.
Solo vi su cara por un segundo, antes de cerrar los ojos, pero lo
recordaría por siempre. Él me estaba mirando como si estuviera sintiendo el
mismo placer por esto que yo, aunque no sabía cómo eso era posible. Me
estaba mirando como si fuera la chica más hermosa, como si fuera algo que él
jamás había visto, y esa era la razón por la cual Dylan Wade tenía tanto poder
sobre mí. No importaba el hecho de que fuera el tipo de chico que podía
139
hacerme olvidar, porque me trataba mejor de lo que yo me trataba a mí
misma.
—Jesús —susurró, casi para sí mismo, mientras sus dedos se deslizaban
más adentro y mis rodillas se abrían para dejar que me tocara aún más. Era tan
bueno en esto y me preguntaba a cuántas chicas les había hecho esto.
Probablemente a más de las que me importaba saber.
Mis muslos empezaron a temblar, tensos por lo nerviosa que estaba
ahora que él estaba despierto y me miraba. Dylan se dio cuenta y dudó.
—¿Estás…?
—No te detengas. —Ni siquiera reconocí mi propia voz. Abrí mis ojos
para ver cómo me miraba con sus labios entre abiertos y esos ojos oscurecidos.
Él no se detuvo. Siguió hablando, murmurando lo hermosa que era y
cuán bien me sentía y si me gustaba. Y todo lo que yo podía hacer era
acordarme de respirar y decir su nombre y cuando estaba muy, muy cerca, le
dije, y su boca se estrelló contra la mía. Él estaba frotando y acariciándome
con sus dedos expertos y después yo estaba jadeando y gritando en su boca. Y
luego, estaba en silencio porque yo estaba cayendo y era demasiado intenso
para pronunciar palabra alguna. Mis dedos se aferraron a su cabello y los de él,
sobre mi cuerpo, acercándome más, aminorando su paso para montar oleada
tras oleada de placer conmigo hasta que no fui más que un tembloroso y
jadeante desastre en sus brazos. Nos quedamos así por un par de minutos
mientras esperaba que mi respiración se normalizara, que mi corazón bajara su
ritmo.
—Mucho mejor haberlo visto de primera mano esta vez —dijo
finalmente, con una voz suave.
En vez de contestarle de inmediato, escalé sobre él, colocándome a
horcajadas, besándolo.
—Gracias. —Las palabras estaban en mis labios, en lo suyos, mientras
las susurraba entre besos y en el medio de ellos.
Presionó su cabeza contra la almohada, mirándome a través de sus
párpados entrecerrados.
140
—Cuando quieras —respondió, tratando de sonar despreocupado,
pero su voz era tensa. Podía asegurar que él estaría bien terminando las cosas
ya, pero no quería. No esperaba más, no me presionaba y estaba agradecida
por eso.
Podía sentir su necesidad cuando se apretaba contra mi muslo. Cada
vez que me movía, sus caderas, involuntariamente, trataban de seguir ese
movimiento.
Yendo rápidamente hacia atrás, me abrí paso por su cuerpo. Los
músculos de su abdomen se contrajeron mientras se apoyaba en sus brazos y
mis manos trazaban las líneas de esos músculos.
—Oye, ¿a dónde vas? —preguntó mirándome.
Me eché hacia atrás así mi trasero se apoyaba en sus muslos. Mis dedos
se movieron a la cintura de sus jeans.
—¿Esto está bien?
Los ojos de Dylan estaban oscuros, pero no respondió. Podía oír la
lluvia afuera de la habitación del hotel cada vez más intensa a medida que
desabrochaba sus jeans. Levantó sus caderas de la cama, ayudándome mientras
tiraba de ellos y sus bóxers hacia abajo fuera de sus piernas. Cayeron al suelo,
al pie de la cama y todo lo que podía oír era el sonido de su respiración y la
mía, y el ruido sordo de mi corazón que seguramente se había expandido en
mi pecho después de que él me había hecho sentir tan bien, haciéndome
desearlo aún más de lo que pensé posible.
Mirándome, inmóvil, sus brazos levantándolo sobre sus codos. Le miré
una vez más antes de tocarlo allí, por primera vez, con mi mano.
Relajado contra la cama, Dylan suspiró cuando mi mano le acarició
una vez. Nada fue dicho, él necesitaba aliviarse y yo solo sabía que no tenía ni
idea de cómo hacerlo.
—¿Esto es lo que hago? —le pregunté, con la cabeza hundida en su
pecho y hombro, viendo su reacción con miedo.
141
Dylan gimió levantando ligeramente sus caderas para encontrarse con
mis caricias.
—Demasiado bueno, joder, necesitaba demasiado esto. —Su mano que
estaba sobre mi hombro me mantenía cerca, la otra se quedó descansando en
la cama a su lado, agarrando las sábanas.
Cuando finalmente miré, vi el movimiento de mi mano sobre él y la
forma en que su cuerpo se estaba flexionando y contrayendo, queriendo y
necesitando. Se sintió bien darle el mismo placer que me dio, correspondiendo
esas increíbles sensaciones que justo había sentido. Más que nada, me sentí
bien de que no me estuviera alejando y que, finalmente, estábamos haciendo
algo que queríamos y no nos detendríamos solo porque él pensaba que
necesitábamos hacerlo.
Los ruidos que hacía reflejaban los que hice no mucho tiempo atrás y
supe que estaba haciendo algo bien. Las comisuras de mis labios se alzaron
hacia arriba con ese conocimiento. No tenía absolutamente ninguna
experiencia en esto, pero se sorprenderían de lo que pueden encontrar en
YouTube.
Sus manos se quedaron agarradas a las sábanas junto a él, pero dijo mi
nombre repetidamente y se sentía como si estuviera tocando todo sobre mí.
Amaba estarlo haciendo sentirse de esta manera.
No pasó mucho tiempo después de que empecé para que su cuerpo se
tensara. No dijo nada, pero sentí su cuerpo volverse rígido, su respiración
jadeante y luego, de repente, sus caderas se sacudieron un par de veces y luego
sentí algo tibio en las manos.
Dylan se rió sacudiendo la cabeza; mis ojos estaban muy abiertos
juzgando su reacción y esperando haberlo hecho bien.
—No tenías que hacer eso. —Su mano que estaba en la cama corrió
por la parte frontal de su rostro antes de descansar en su estómago—. Sin
embargo, estoy feliz de que lo hayas hecho, me estaba volviendo loco.
Dylan entró en la ducha después de eso y me uní a él, lo que era un
poco extraño, pero lo hicimos rápido porque dijo que si no tenía cuidado
142
estaría presionada contra la pared de la ducha con las piernas alrededor de su
cintura.
No discutí.
Después nos quedamos en la cama, envueltos y enredados, y sobre
todo tranquilos, mientras la habitación se volvía más y más oscura, y la lluvia
se instalaba en un golpeteo constante. El silencio era bienvenido.
Poco antes de que decidiéramos dormir, estaba tan sedienta que decidí
husmear en las máquinas expendedoras en el pasillo, pero no pude encontrar
mi camisa, así que tomé la franela de Dylan junto a la cama. Era demasiado
grande, pero me encantaba la forma en que me hacía sentir cuando caía sobre
mis hombros.
—Te ves bien usando eso. —Su mano salió disparada de la manta y me
frotó la pierna por debajo del borde de la franela.
Me reí retorciéndose mientras me hacía cosquillas.
—Me veo como la esposa de un leñador.
Dylan rió, un sonido profundo y adormilado antes de rodar hacia atrás
y tirar de la sábana por encima de su cabeza.
No sé de cuántas maneras diferentes era posible desear y necesitar a
alguien, pero a pesar las muchas que hay, deseaba y necesitaba a Dylan en
todas ellas. En la máquina expendedora, conseguí dos botellas de agua y una
Pepsi junto con una barra de chocolate Hershey’s porque sabía que Dylan
tenía una ligera obsesión con ellas.
Cuando volví a la habitación, Dylan estaba todavía en la cama, la
sábana envuelta sobre su mitad inferior, revelando el pecho. Mis ojos
encontraron sus tatuajes, examinando su belleza.
Cuando me senté en la cama, le extendí una botella de agua y su barra
de chocolate. Él sonrió con una seductora sonrisa torcida y se estiró por
ambas. Dejando la botella en la cama y la barra de chocolate en su regazo, su
mano subió para tocar mi mejilla, pensativo, decidiendo y diciendo la
pregunta que quería saber.
143
—¿Por qué viniste conmigo?
Ah, sí, la pregunta mágica. La pregunta que había querido hacerle
desde que salimos hace cuatro días.
¿Por qué? ¿Por qué me preguntaste, por qué vine, qué estamos
haciendo, qué estás haciendo?
Todas las preguntas que tenía.
—Porque preguntaste —le dije inclinándome en su palma. Dylan
sonrió y tiró de mí hacia adelante para yacer en su pecho. El constante latido
de su corazón me relajó lo suficiente como para decir:
—¿Por qué lo preguntas?
Por un momento, un breve y decisivo momento de decisiones y
remordimientos, él pensó.
—A veces es fácil imaginar que tu vida puede ser diferente. Que puede
ser... —Hizo una pausa, su voz suavizándose con el tipo de pausa en que el
momento cambia, luz a oscuridad, mentira a verdad, una desnuda verdad—.
Quería que vieras que había más en la vida que lo que tenías.
Entre más hablaba Dylan, más escuchaba sus palabras y el significado
subyacente en ellas. Dylan no estaba huyendo de algo cuando se fue. Era yo,
yo era la que estaba huyendo.
* * *
A la mañana siguiente, Dylan había estado hablando por su teléfono
en el balcón cuando me desperté, las sábanas enredadas alrededor de mí
mientras llevaba nada más que mi ropa interior y la franela de Dylan. Me di
cuenta de que solo tenía sus pantalones cortos, sin camisa y su ropa interior
estaba asomándose desde la cintura. Me pareció atractivo ver su ropa interior,
era extraño, pero lo hacía.
144
Lo observé de cerca, preguntándome qué estaría pensando ahí afuera y
si se arrepentía de algo de lo que hicimos anoche. Dudaba que lo hiciera. La
noche anterior había sido mi primera experiencia sexual. Aunque no tuvimos
sexo, era lo más cerca que había estado nunca, aparte de besarme con Eric.
Tantos pensamientos corrieron por mi cabeza, ninguno enfocado,
pensamientos a la deriva y recuerdos de su toque.
Cuando Dylan entró rascándose el desnudo estómago con naturalidad,
se iluminó con una sonrisa radiante que no le había visto en mucho tiempo,
incluso de niño.
—Era mi tío Eddy —dijo sosteniendo su teléfono hacia arriba—.
Estará en Wichita mañana por la noche, no muy lejos de aquí.
—Eso está bien. ¿Nos vamos a encontrar con él?
—Si quieres. —Dylan se sentó en la cama junto a mí frotando mi
pierna por encima de la sábana—. Está haciendo un show allí en algún bar. Él
dijo que nos podía hacer entrar.
Asentí con la cabeza pensando un poco acerca de la noche anterior y
un poco acerca de lo que traería este verano para nosotros. No habíamos
tenido sexo, pero me sentía más cercana a Dylan después de la última noche,
como si hubiéramos compartido algo especial entre nosotros dos.
Se quedó allí por un minuto frotando su estómago antes de sentarse.
—Vamos, necesitamos un poco de ejercicio.
—¿Ejercicio? —Procesé sus palabras en mi cabeza preguntándome qué
tipo de ejercicio tenía en mente.
—Hemos estado en un auto todo el día durante la última semana,
necesitamos ejercicio —dijo sacudiendo mis zapatos hacia mí y poniéndose los
suyos. Cuando se puso de pie, se pasó la mano por su estómago que gritaba
ejercicio—. No pensaste que conseguí este cuerpo por accidente, ¿verdad?
Vestido con un par de pantalones cortos y sin camisa, se dirigió a la
puerta.
—¿Quieres correr justo ahora?
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—Sí, justo ahora.
Decidí usar mis pantalones cortos de mezclilla, de los cuales estaba
positivamente segura me arrepentiría, y mi sujetador deportivo, del que estaba
positivamente segura que Dylan se arrepentiría.
Nunca he sido mucho de correr, simplemente no me atrae. Ahora que
Dylan estaba a mi lado, de pronto correr tenía cierto atractivo.
Hicimos unos cuantos estiramientos en el estacionamiento y luego
caminamos por alrededor de ochocientos metros cuando Dylan me hizo una
señal para correr, así que lo hicimos.
Mientras caíamos en un cómodo trote, mis pulmones me dijeron que
estaban muy molestos con mi nuevo pasatiempo y mis piernas me
amenazaban con ceder el paso a mi trasero y a aquellas donas.
En algún momento, mi respiración pasó de jadear a plena asfixia. Me
alegré de que estuviera con la boca tan seca por la deshidratación o me habría
ahogado con mi propia saliva por la forma en que estaba respirando.
Cuando desaceleramos a un cómodo paseo alrededor de tres
kilómetros más adelante, di gracias a los cielos porque estaba a pocos minutos
del desmayo y estábamos finalmente de vuelta frente al hotel.
—Estoy impresionado —dijo Dylan con los ojos fijos en mí, inclinó la
cabeza hacia atrás. Antes de tomar un trago, echó la botella hacia atrás—.
Tienes resistencia.
La última parte salió seductora, ya que estaba destinada a serlo, a
juzgar por el guiño.
No tenía respuesta. Pero no podía respirar así que, ¿cómo podría haber
respondido?
Sentándose en la hierba, Dylan se dio cuenta de que no estaba
exactamente haciéndolo tan caliente con toda yo jadeando y agarrándome un
costado.
—Vamos —me hizo una seña con la mano para que me sentara en la
hierba junto a él—, estira esas monstruosamente largas piernas.
146
Cuando pude hablar de nuevo, y en medio de estiramientos, le
pregunté:
—¿Corrías un montón en la secundaria?
—Sí —se encogió de hombros pensativo—, a veces es agradable apagar
tu mente.
Eso podía relacionarlo. Es por eso que me gustaba mucho la fotografía.
Dylan, conociéndome, trajo a colación eso.
—Algo así como tú y tu fotografía.
Sonreí porque Dylan se diera cuenta de que había encontrado algo
relajante sobre la fotografía. Dado que nos habíamos ido de casa, tuve que
comprar una nueva tarjeta de memoria con la cantidad de fotos que había
tomado y Dylan no se perdió el hecho de que me gustaba mucho.
Mientras nos sentábamos allí extendidos, mis ojos se desplazaron de
nuevo sobre sus tatuajes.
—¿Por qué te hiciste un tatuaje de un dragón? —le pregunté
centrándome en el dragón sobre su hombro y espalda.
—Landon me dijo que significa poder y sabiduría. —Dylan rodó los
ojos estirando los brazos, el izquierdo cruzado sobre el pecho—. Creo que él
está lleno de mierda, pero también porque a mi mamá le gustaban los
dragones. Pensé que sería un lindo gesto.
—Lo es. —Entonces pregunté—: ¿Por qué pusiste un colibrí en tu
muñeca?
Las cejas de Dylan se juntaron y luego miró a la parte interior de su
muñeca.
—Fue por ti.
—¿Por qué?
Él se encogió de hombros.
—Porque quise.
147
Levándose, tendió su mano hacia mí, y yo la tomé.
—Vamos, vamos a comer y luego nos dirigiremos a Wichita. —Su
brazo colgaba alrededor de mis hombros.
* * *
Hay algo acerca de viajar por carretera que es relajante para mí. El
silencio, lo desconocido, las puestas de sol, las canciones perfectamente
planificadas con los significados ocultos, pero eso no era todo solo por ser un
viaje por carretera.
Eso es lo que un viaje por carretera con Dylan Wade era.
Estábamos en algún lugar a lo largo de la Interestatal 35 cuando una
chica caminando por el lado de la autopista llamó mi atención.
—Ella luce como si necesitara un aventón —dije mirando por la
ventana cuando el tráfico redujo velocidad por lo que parecía ser un accidente
adelante.
—No se recoge a quienes piden aventón —dijo Dylan ajustando su
espejo retrovisor para mirar hacia atrás a ella también—. Esa es una idea tonta.
—Dado que el tráfico había disminuido, utilizó ese tiempo para tomar un
sorbo de su agua que yacía a su lado.
—Tú lo has hecho peor. —Sentí la necesidad de agregar, tomando un
trago de mi agua y abriendo las papas que había conseguido en la gasolinera en
Perry.
Dylan sabía muy bien que me estaba refiriendo al montón de
lagartijas. Miró para desviarse hacia el lado de la carretera.
—Buen punto.
—¡Hola! —gorjeó ella rebotando en el asiento trasero del GTO. Dylan
me miró mientras miraba cabizbajo a un lado, viéndose molesto—. Soy Teri.
148
—Encantada de conocerte —le dije estrechándole su enérgica mano.
Enérgica era ponerlo a la ligera. Ella era una dinamo.
En los treinta minutos que estuvimos en el tráfico avanzando y
parando, aprendí más sobre Teri de lo que quería y sentí más confianza en mí
misma en esos treinta minutos.
La chica tenía tanta maldita energía que era agotador escucharla
hablar.
—Ella está jodidamente dañada —dijo Dylan cuando la chica tenía la
cabeza pegada a la ventana. Afirmaba que eso la hacía sentir como si estuviera
volando.
—¿Cómo lo sabes? —le pregunté tratando de evitar golpear a la chica
en el estómago cuando se inclinó sobre mí para colgarse por la ventana. No
estaba muy cómoda con la cara pegada al salpicadero.
—Ah, ¿tal vez porque sus malditos ojos son negros y ella es rubia?
—Oh.
Dylan rió sarcásticamente.
—Oh, dice ella.
—Oye. —Me empujé hacia atrás contra el asiento con una risa
sarcástica—. Estaba tratando de ser amable.
—Tenemos que abandonar a esta chica —dijo notando mi irritación
con ella.
Ella estaba completa y malditamente, loca pero traté de obviarlo para
valorar la distracción. Mi mirada hacia ella debía haberlo revelado.
—No es tan mala.
—¿No es tan mala? Me preguntó si podía chupar mi pene. —Lanzó su
propia risa sarcástica observando a la chica colgando del lado derecho del
auto—. No puedo creer que estés de acuerdo con eso.
—Me gusta verte retorcerte.
149
—No jodas conmigo, Ojos Marrones. —Los ojos de Dylan se desviaron
de la chica hacia mí, arqueando sus cejas—. O azotaré sus traseros.
—¿Me pregunto cuántas veces vas a conseguir que te ofrezcan chupar
tu pene?
Dylan me miró como si no me escuchara totalmente y luego esto
tuviera sentido.
—¿Te ofreces también?
—Tal vez.
Él soltó un bufido y buscó sus cigarrillos en el tablero.
La drogada finalmente volvió al auto cuando Dylan, por desviarse,
trató de hacerla caer del auto mientras colgaba por la ventana. Cuando eso no
funcionó, aceleró, hasta cerca de noventa, esperando tal vez que ella se
sofocara o algo así.
Finalmente se quedó dormida, o perdió el conocimiento, como dijo
Dylan, contra su guitarra, así que paramos en una gasolinera y apoyamos su
culo contra un teléfono público y nos fuimos.
Nunca miramos hacia atrás.
No estábamos lejos de Wichita, cuando el sol empezó a ponerse detrás,
a la izquierda de nosotros. Contemplé tomar algunas fotos aquí y allá, la
mayoría de Dylan y la forma en que la iluminación de fondo se mezclaba con
su cabello y ojos. Sus ojos siempre parecían más como glaciares cuando los
colores manchados del cielo se fundían con los suyos.
Observándolo ahora, su mirada en el camino, sentí algo más que lo
que había sentido en los últimos días. Algo se agitaba muy dentro de mi
estómago, solo que era diferente de todas las otras veces que veía el amanecer
o el atardecer. Esta vez estaba contenta, relajada, cómoda, sin saber nada. No
importaba que yo estuviera huyendo porque ahora, a pesar del
desconocimiento, me sentía a gusto.
150
* * *
¿Alguna vez has estado enamorado? Es una pregunta que haces
mucho, como un niño a tus amigos, adultos, a cualquiera. Ellos son curiosos.
¿Cómo sabes que estás enamorado? ¿Hay una sensación distintiva que
consigues y asocias automáticamente con amor? ¿Realmente sabemos siquiera
lo que significa amor? Es solo una palabra para definir un sentimiento.
Para mí, el amor era como los colores del sol sangrando y
extendiéndose sobre las mejores partes de ti y él juntos, y poniendo de relieve
lo que tenía que ser. El amor no significa necesariamente algo. Es una palabra,
una frase que le das a alguien que sangra los mismos colores que tú sangras,
que siente esas mismas líneas.
Yo no estaba segura si amaba a Dylan de la forma en que tenía que
hacerlo. Sabía que no quería que esto terminara. Sabía que cada vez que
pensaba en él, algo tiraba de esas líneas y me obligaba a considerar que podría
sangrar los mismos colores que él.
Mis pensamientos de colores sangrantes y líneas que no podía definir,
terminaron cuando llegamos a Wichita y Dylan estaba en el teléfono con
Eddy, tratando de encontrar un bar llamado The Brickyard.
Lo encontramos escondido en una calle lateral y cuando nos
acercamos, Dylan se estiró por mi mano. Fue un bonito gesto, colores
sangrando, relajándose, cayendo, esa era yo.
Sonriendo, tomé su mano y caminé a la par con él rodeando el lateral
del auto, notando que él metía la mano dentro por su guitarra.
—¿Vas a tocar esta noche?
Sus cejas se juntaron, sonriendo, desgarbado, tímido quizás.
—No estoy seguro, tal vez.
El bar estaba más limpio que en el que estuvimos la otra noche, un
largo pasillo de ladrillo nos llevó fuera de un bar abierto a un callejón con un
151
escenario cubierto al aire libre. Frente a este había mesas con sillas de plástico
color crema llenas de cuerpos balanceándose mientras escuchaban a una
banda en vivo. Reconocí a Eddy de inmediato. La única otra vez que lo había
visto fue cuando yo tenía nueve años. Sin embargo, Eddy no era el tipo de
hombre que olvidas. Tenía una impresión duradera.
Vestido con una franela, similar a la de Dylan, llevaba unos jeans
desgastados que en el verdadero estilo rockero colgaban bajo con los bordes
rotos, y botas usadas para hacer juego. Su cabello estaba un poco más largo de
lo que recordaba y su aspecto andrajoso revelaba sus años de vivir la vida en el
carril rápido.
Su voz, un profundo tono ronco estaba entonando perfectamente la
letra de una canción que yo reconocí como un cover de Nine Inch Nails.
Dylan sonrió cuando vio a Eddy, un recuerdo pasó por sus ojos
mientras reía suavemente conduciéndome por el lado del escenario para
sentarse en la parte más tranquila del callejón, mirando a su tío.
Con su guitarra a su lado, nos sentamos en silencio escuchando la
música, la cabeza de Dylan se balanceaba con el ritmo lento, sintiéndolo.
Cuando la canción terminó, Eddy se acercó al costado y Dylan se
acercó al escenario manteniendo su mano alrededor de la mía. Susurró en el
oído de Eddy cuando se abrazaron, palabras que no podía oír sobre el zumbido
en el callejón.
Eddy sonrió en mi dirección, la misma sonrisa que Dylan tenía. Se
veían muy parecidos, eran los mismos ojos y la sonrisa.
Dylan le dio a Eddy un asentimiento de cabeza alcanzando su guitarra
y luego se inclinó hacia mí.
—Quédate con Eddy. —Sus labios rozaron mi mejilla ligeramente, un
fuego se levantó y me estremecí ante el contacto y la emoción de que podría
oírlo tocar de nuevo.
Eddy se acercó a mí y se sentó en la misma mesa en la que Dylan y yo
habíamos estado sentados, hizo lo mismo. Sacando un cigarrillo, Eddy lo
encendió y luego arrojó su encendedor sobre la mesa.
152
—¿Cómo te va, cariño? —Su voz sonaba diferente ahora, el grueso
tono de barítono que tenía su voz estaba empañada por años de fumar.
—Estoy bien. Huí de casa —le dije, como si esto no fuera gran cosa,
relajada en la silla de plástico viendo a Dylan hablar con los otros chicos de la
banda—. Estoy huyendo ahora. De alguna forma fuera de la ley en este
momento.
—Es la única manera de ser, cariño —dijo Eddy con una sonrisa,
también viendo a Dylan. Se recostó en la silla, sus piernas echadas delante de
él encorvadas hacia un lado—. ¿Estás lista para esto?
Hice un gesto hacia Dylan con la punta de mi cabeza cuando Eddy
empujó una cerveza hacia mí. Suspiré tomándola. En verdad, no me gusta la
cerveza, pero yo estaba adquiriendo el gusto por ella, ya que era todo lo que
Dylan bebía.
—¿Te refieres a oírle tocar la guitarra?
—No. —Eddy dio una larga calada a su cigarrillo dejando que el humo
viajara lentamente por su nariz—. Me refiero a cantar.
Mis ojos se abrieron pasando de Eddy a Dylan en el escenario, cerveza
en mano.
—Nunca lo he oído cantar antes, ¿puede?
—Nadie lo ha escuchado cantar aparte de su mamá y yo —dijo Eddy
cambiando su peso para inclinarse hacia la mesa golpeando su cigarrillo contra
el borde.
Yo no podía creer que no me diera cuenta que él cantaba. Por
supuesto que lo haría, dado que tocaba la guitarra. Supongo que siempre pensé
que solo tocaba en vez de cantar.
La idea de oír cantar a Dylan tenía mi estómago anudado,
preguntándome como sonaba su voz. Si era algo como cuando estuvo
encendido podía imaginarme a mí misma arrastrándome en ese escenario y
aferrándome a su pierna.
Eddy sonrió y señaló al escenario, divertido.
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—Quizás desees escuchar.
Mi cabeza giró cuando el amplificador chilló y Dylan golpeó el
micrófono una vez. Un hombre más alto con el cabello más oscuro y jeans
rasgados pulsó su guitarra una vez capturando la atención de la multitud, un
ritmo lento golpeó como si se preparara para el toque.
—Soy Dylan Wade, sobrino de Eddy... pónganmelo fácil. —Se rió
dándole un guiño a la multitud cuando celebraron levantando sus bebidas—.
Uh... esta canción va para Ojos Marrones. —Dylan habló al micrófono cerca
de sus labios, los ojos fijos en la guitarra en su regazo—. Escucho todo lo que
me has dicho. Solo... escúchame ahora.
La conmoción fue mi única respuesta, la conmoción abriendo mis
labios.
Eddy se echó a reír.
—Veo la baba ahí, cariño.
Dylan me miró por un momento sabiendo mi reacción. Su sonrisa,
torcida y poderosa, hizo difícil no derramar mi corazón en el suelo delante de
él.
Mientras Dylan tocaba el primer riff de esa canción de Framing
Hanley, sus ojos se mantuvieron abajo. Cuando levantó la vista, mi aliento
quedó atrapado.
Cuando su voz se elevó por encima de la multitud, las dos manos
agarraban el micrófono, derramando palabras que salían de lo profundo de su
alma, jadeé ante la intensidad, nunca habiendo visto este lado de Dylan antes.
Lo juro por Dios...
¡Mierda! Yo sabía que él podía tocar la guitarra, pero no sabía que
estaba escondiendo esa voz ahí. Cuando la parte de la canción obligaba a que
su voz fuera más alta, me quedé boquiabierta.
Mi parte favorita, si realmente tuviera que elegir, fue cuando la música
paró y lo único que escuché fue el eco de su voz a través del bar.
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Había algo acerca de ver a alguien cantar y ser testigo de él vertiendo
sus emociones en palabras. Esto, tocar música, era fácil ver que esto era una
pasión para él. Siempre supe eso mientras lo veía, cuando éramos más jóvenes,
y él tocaba la guitarra.
Eddy se dio cuenta y me dio otra bebida, esta vez no era una cerveza,
sino alguna bebida de fruta que sabía a fresa.
—¿Sabes por qué suena así?
—¿Cómo qué?
—Ese acento ronco que nadie tiene y tratan tan duro de conseguir
cuando cantan, y la mierda que los sellos discográficos sueñan con firmar.
—¿Por qué?
—Ese pequeño cabrón gritó durante ocho meses seguidos, cuando era
un bebé. —Eddy resopló encendiendo otro cigarrillo—. Yo le echo la culpa a
eso.
Asintiendo, sonreí pensando en un Dylan bebé. Cuando conocí a
Dylan, teníamos tres años, y él acababa de mudarse de Alabama a Washington
cuando su padre comenzó a trabajar allí con una empresa de contabilidad. No
podría decirte mucho acerca de ese momento ya que ambos éramos muy
jóvenes, pero recuerdo algunas cosas. La mayor parte de los cuales incluían a
un adorable chico de ojos helados que capturó mi corazón por llamarme Ojos
marrones y besar mis rodillas huesudas.
Así que me senté allí con Eddy y soñé con Dylan como un niño, así
una bebida se convirtió en dos y luego tres, otras fueron añadidas por si acaso
y antes de darme cuenta, yo estaba bailando en las mesas y gritando como una
groupie mientras Dylan no solo tocaba esa canción, sino otras diez con Eddy y
su banda. Mi favorita era Icky Thump. Tocaron esa canción perfectamente y
yo estaba ahí, enfrente y al centro rockeando.
Cada noche con Dylan no pensaba que podría tener más diversión de
lo que estaba teniendo, y cada noche la tenía.
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En el momento en que hubieron terminado de tocar, ni siquiera podía
ponerme de pie por mi cuenta. Yo había conocido a una chica, Lanny,
bailando junto a mí, que era un buen sistema de apoyo, para mi cuerpo de
todas formas.
Dylan se acercó a mí, su camisa fuera y metida en la parte trasera de
sus pantalones cortos de color caqui.
—Mírate toda con las mejillas color rosa y adorable.
Sonreí, girando, cayendo, sonriendo más de lo que lo había hecho
antes.
—Eso fue... —Moví la mano en el aire, con una copa todavía en ella—:
¡INCREÍBLE! —grité. La risa estalló alrededor de mí, golpeando en mis oídos,
la visión borrosa, pude distinguir débilmente a Dylan, lleno de una sonrisa
cursi—. ¡No tenía idea de que podías cantar así! ¿Siempre has tenido eso en ti?
¡Me refiero a, Jesús, Dylan, tienes talento!
—Estás borracha, Ojos Marrones —dijo él alcanzándome—. Adorable,
pero muy borracha.
No puedo discutir con eso.
Esa es la última cosa que recuerdo, aparte de las olas de recuerdos
como vomitar en el estacionamiento, agarrando las fresas y hacer mi propio
solo de guitarra en el capó del auto de Dylan mientras él trataba de ayudarme
a bajar.
—¿Quieres que me monte ahí contigo? —preguntó pasando sus manos
por mis muslos y jalándome hacia el borde del capó.
Asentí con la cabeza, pero él no cumplió.
—Estás borracha. —Su brazo cedió y colocó su peso sobre mí, todo
este, cada línea dura. Sentí el frío metal contra mi espalda y mis piernas
desnudas, y culo. Me pregunté a dónde habían desaparecido mis pantalones
cortos, pero esa era la última de mis preocupaciones. Dylan estaba encima de
mí, en su capó, al igual que en mi fantasía.
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Luego se alejó de nuevo. Sentado sobre sus rodillas, me dio una
sonrisa.
—Déjame informarte de algo —dijo con una voz baja y tensa—. No
puedo cuando estás borracha. No lo haré. Necesitas recordarlo.
Sintiendo las vueltas, dejé caer una pierna sobre el lado del auto
mirando hacia la noche estrellada. Dylan se puso a mi lado, sus manos
apoyadas en su pecho mirando al mismo cielo.
El estacionamiento estaba vacío ahora, o tal vez simplemente no me di
cuenta de nadie más excepto lo que yo veía, o pensaba que veía, era una noche
clara y las luces brillando por encima de mí, esperanzadas estrellas deseando
decirme que podía tener cualquier cosa que siempre quise.
—Cuéntame un secreto, Dylan, algo que nunca le has dicho a nadie
más —le dije manteniendo mis ojos en las estrellas.
Él no dijo nada, su respiración ligera, el cuerpo relajado.
Suspirando, su aliento hizo cosquillas en mi piel cuando me susurró al
oído.
—Te amo.
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9
Tú no sabes nada Bailey Gray
Traducido por mariaozuna, Belle 007 y Aяia
Corregido por Marina012
uéntame un secreto, Dylan, algo que nunca le has dicho
a nadie más —le dije manteniendo mis ojos en las
estrellas.
Él no dijo nada, su respiración ligera, el cuerpo relajado. Suspirando,
su aliento hizo cosquillas en mi piel cuando me susurró al oído:
—Te amo.
¿Estaba soñando o anoche sucedió eso? Mi cabeza me dijo que no era
un sueño lo de anoche. Mi estómago deseó que estuviera soñando y mi cuerpo
confirmó que definitivamente no estaba soñando.
Dylan gruñó y sacó su movimiento estándar de tirar la manta sobre su
cabeza, sus brazos tirados encima de su cabeza.
—Mi boca sabe a malas decisiones —dije mirando por encima de
Dylan.
Sacándose la manta de la cara, arqueó una ceja, la esquina de su boca
se torció ligeramente en una media sonrisa.
—Te ves como si hubieses tomado algunas malas decisiones anoche.
—C
158
—Genial —gemí, sabiendo que lo había hecho.
Sin embargo, no podía conseguir sacar ese te amo de mi cabeza.
Miré a Dylan de nuevo; había regresado la manta sobre su cabeza, así
que la arranqué.
—¿Recuerdas algo de anoche?
Sacudiendo la manta de mis manos, me miró fijamente, con los ojos
inyectados en sangre cayendo cerrados mientras tiraba de la manta por encima
de su cabeza.
—Te recuerdo vomitando en mí y en todo mi auto.
Está bien, quizás eso era bueno. Una parte de mí, la que estaba sobria,
lamentó beber todas las bebidas de anoche y la otra parte estaba deprimida
porque él no recordara.
Mi dolor de cabeza me dijo que dejara de pensar en todo junto.
Así que lo hice y volví a dormir.
* * *
Fue alrededor de las tres de la tarde cuando el celular de Dylan
comenzó a sonar. El ruido nos despertó a los dos. Dylan rodó, cayó en el suelo,
y luego contestó con voz tensa de cantar anoche.
—Sí, ¿a qué hora? —dijo Dylan, rodando sobre su espalda. Me asomé
por un lado, sonriendo mientras miraba sus tatuajes de estrellas en su
estómago, sabiendo a dónde iban, un área que estaba muriendo por llegar a
conocer de nuevo. Por encima de las estrellas, estaba otro tatuaje debajo de su
ombligo, que comenzaba en su cadera derecha, distribuido por sus caderas
hacia el lado izquierdo, y leía: Dura cabalgada - Dale duro.
Me eché a reír. Hasta el momento, era mi favorito de los que tenía.
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Dylan sabía por mi sonrisa lo que estaba pensando, entrecerró los ojos
y se cubrió con una almohada, pero sonrió, mientras se hizo un ovillo en el
suelo sosteniendo su teléfono a la oreja.
—Voy a estar allí a las ocho.
Sin decir una palabra, él dejó caer el teléfono al suelo.
Cuando no dijo nada durante unos minutos, le tiré una almohada.
—¿A dónde vamos hoy?
Con un resoplido, rodó sobre su espalda presionando la almohada a un
lado.
—A reunirnos con Eddy y The Brickyard de nuevo. Es jueves
sediento, al parecer.
—Oh no —me quejé sacudiendo la cabeza—. No participaré en el
jueves sediento, el miércoles borracho fue suficiente para mí.
Dylan rió, el sonido reconfortante pero molesto, dándome dolor de
cabeza.
—Solo estate agradecida de que no es lunes de misterio o martes
derrumbado. —Su mano pasó por su cabello y la parte delantera de su cara—.
Siempre he odiado ambos.
—Oh sí —bromeé tratando de encontrar algún tipo de parecido
conmigo. Olía horrible, y estoy segura de que me veía aún peor—. ¿Tienes un
montón de experiencia en lunes de misterio?
—Más de lo que sabes... —dijo caminando hacia el baño—. Mis
amigos en casa eran buenos atrayéndome hacia el lado oscuro del alcoholismo
y la insuficiencia hepática.
Después de una ducha y tres tazas de café, me sentía entre los vivos de
nuevo, pero todavía me veía como una mierda.
A medida que nos preparamos para ir, me puse otra camisa de la banda
que había recogido ayer por la noche, de alguna manera, y mis pantalones
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cortos de mezclilla. Era evidente que tenía que lavar la ropa en algún
momento, ya que los que llevaba eran mi último par limpio.
Mirarnos era entretenido, cómo estábamos tan cómodos uno alrededor
del otro y aquí estábamos, vistiéndonos uno alrededor del otro y hablando
como si no estuviéramos semidesnudos. La próxima cosa que sabíamos era que
íbamos a hacer pipí con la puerta abierta.
—¿Siempre has sido capaz de cantar así? —le pregunté mientras se
deslizaba una camiseta negra por encima de sus hombros y abotonaba los
pantalones cortos de color caqui.
Se encogió de hombros, siempre encogiéndose de hombros.
—Supongo.
—¿Era la primera vez que cantabas en público?
—No, lo hice un puñado de veces en Seattle también.
—Oh. —Alcanzando mi bolso en la cama, tiré una botella de agua en
el interior de la nevera y el paquete de chicles que tenía en la mesita de noche
junto con mi billetera—. Eddy dijo que solo él y tu madre te habían oído
cantar antes.
Dylan rió abriendo la puerta, con la cabeza inclinada indicando que
saliera cuando agarró la llave tarjeta de la mesa al lado de la puerta.
—El cerebro de Eddy está jodidamente frito. No creas en nada de lo
que te diga.
—¿Así que no lloraste por ocho meses consecutivos cuando eras un
bebé?
Sus cejas se arquearon mientras revisaba la puerta asegurándose de que
estaba cerrada al estrellar su cadera contra ella.
—Lloré mucho cuando era un bebé. Al menos eso es lo que me dicen.
—Él sonrió, tirando su brazo sobre mi hombro; y su otro brazo sostenía el
mango de su guitarra—. Al parecer, salí llorando y no paré hasta que empecé a
gatear.
161
—Apuesto a que eras adorable a pesar del ruido —dije efusivamente,
hundiéndome en su brazo.
En un gesto dulce, sus labios rozaron mi sien.
—Todavía soy muy adorable.
* * *
Contra mis objeciones, volvimos al bar, pero yo juré no tomar alcohol.
Esa noche, la multitud estaba ruidosa y lista para más de la banda de
Eddy, pero Dylan era en quién la mayoría de ellos mantuvieron su interés.
—¡Que aparezca el chico! —gritaban cada vez que terminaban una
canción.
Me encontré con Lanny de nuevo, ella era dulce, y también conocí a
la novia de Eddy, Cheryl, quien me ayudó a alejarme de bebidas especiales del
jueves sediento. Al parecer, vomité sobre ella también.
—¿Hay alguien sobre quien no vomité anoche?
—En mí, no vomitaste en mí —dijo un chico de pie junto a Lanny,
apoyándose en el escenario, me sonrió y guiñó un ojo.
Dylan sacudió la cabeza divertido, tirando su brazo alrededor de mi
hombro. Me besó en la sien y luego en mi oreja, suavemente, sus ojos se
cerraron brevemente.
Lanny empujó contra el chico, tropezando justo en mí.
—Eso es porque estuviste en la batería toda la noche —le dijo
Lanny—. Los que estábamos a su lado no tuvimos tanta suerte.
Estaba mortificada por haber vomitado en tantas personas.
De pie ahí hablando entre series, Eddy trató de convencer a Dylan
para volver al escenario. Él no dijo que sí, pero tampoco dijo que no. Tenía la
162
sensación de que disfrutaba el entusiasmo; recuerdo haberlo visto en sus ojos
la noche anterior. Le encantaba estar ahí arriba.
Con una mirada tímida, Dylan se encogió de hombros indiferente a las
preguntas de Eddy.
—Entonces, Bailey, ¿tú en la batería? —Reece sonrió dando a sus palos
un frote sugerente moviendo sus caderas en un movimiento de rotación—.
Los bateristas golpean duro y tienen un ritmo enfermo.
Reece era lindo, muy lindo. Me recordaba a un niño, un niño muy
coqueto con una cara suave, polvoriento cabello rubio que perfilaba sus ojos
color chocolate. Era el tipo de hombre que nunca toma nada en serio, aparte
de la música e incluso entonces cuestionaba su atención.
Dylan negó con la cabeza con una profunda risa que sacudió su pecho.
—Bailey, él es Reece Kinney, el mejor baterista en el medio oeste.
—Uh. —Reece golpeó la parte trasera de la cabeza de Dylan con el
palo en la mano—. El mejor del mundo.
—Está bien. —Dylan puso los ojos en blanco pasando a un lado de
Eddy hacia el escenario. Su mano rozó mi culo mientras lo hacía—. El mejor
del mundo. —Dylan sacudió la parte trasera de su cabeza con el dedo
índice—. Manos fuera.
Reece sonrió y dio un paso hacia mí cuando Dylan se acercó al
escenario cerca de los altavoces, pero luego se detuvo y miró a Reece nuevo.
—Ni siquiera lo pienses, Reece —advirtió Dylan—. Ella viene a casa
conmigo.
Haciendo su camino sobre el escenario, silbidos y gritos estallaron en
la multitud, pero Dylan no levantó la vista, su guitarra en la mano. Reece
estaba allí ahora, al igual que Eddy, de pie detrás de Dylan mientras tomaba
asiento en un taburete de madera apoyando la guitarra en sus rodillas, nunca
mirando hacia arriba, puso la plumilla de guitarra en su boca hablando sobre
ella.
163
—Gracias a todos —dijo Dylan en el micrófono, todavía sin levantar la
vista, retirando su plumilla de su boca, les dio una suave sonrisa—. Esta
canción es una de las mías, espero que les guste.
Un tambor lento golpeó y luego Dylan comenzó a tocar su guitarra, los
ojos bajos, cerrados, sintiendo el latido mientras su pie izquierdo golpeaba el
taburete.
Mientras las primeras notas flotaban, se inclinó hacia el micrófono y
comenzó a cantar. Inmediatamente, me sentí atraída, sostenida en el lugar,
escuchando algo que Dylan creó.
Cuando la canción llegó a un crescendo e inclinó su cabeza hacia atrás,
cantando con pasión, dejó escapar un gemido que sentí dentro de mi pecho.
Cuando Dylan cantaba, estaba vivo y en carne viva, en medio de su
propia tormenta.
El lado izquierdo de su cuerpo estaba ensombrecido, el lado derecho
iluminado y real, vulnerable a aquellos que encontraban la necesidad de
juzgarlo. Bajo la luz, sus ojos nunca habían sido tan azules, su voz, nunca tan
pura, sus palabras, nunca tan honestas.
Escóndete del miedo.
Encontrarás muy dentro.
Su cabeza se inclinó ante su guitarra, un rastro de cuerdas rompió el
silencio, el pulgar de su mano derecha contra la guitarra y su voz llegó a través
de la barra hasta los mismos bordes, corazones sangrantes, pensativo silencio
hablaba para los que estaban viendo.
Sabes que no puedes consentir.
Los deseos que no puedes negar.
¿Lo ves?
¿Lo oyes?
¿Puedes sentirlo?
¿Tan dentro de ti, le temes?
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Él estaba derramando palabras con deseo y palabras que decían
verdades, la maldita verdad desnuda para que todo el mundo la viera, sintiera,
juzgara. Sus muros estaban abajo, exigiendo, necesitando respuestas.
Y entonces, la vulnerabilidad se había ido con la misma facilidad como
llegó, la tormenta se movió, destruyendo a su paso.
Sus ojos se encontraron con los míos de nuevo, pero ahora, aquí
mismo, ahora mismo, ellos contaron una historia diferente a la que yo
conocía. Una que dividió mi pecho y mostró mi propia alma para que él viera
la esperanza, la adoración, la felicidad, la confianza, la pertenencia, la
suavidad, el amor, el perdón. Yo sabía su secreto, a su vez, él sentía el mío.
A veces siento que estamos tirando de una cuerda, pero ninguno de los
dos está tirando de la cuerda al mismo tiempo.
A veces pienso que amar a alguien es hacer lo correcto. Amar como no
hay nada más. Sintiendo y creyendo que no hay nada más.
Mirar a Dylan ya era demasiado difícil. Todo estaba ahí, en cada
palabra que pronunciaba. Es la culpa detrás de sus ojos y el color púrpura
debajo de ellos. Explicaba la forma en que no renunciará a mí y la forma en
que no está huyendo de nada. Está en la forma en que sostiene su sonrisa a
raya cuando te está tomando el pelo. Está en sus tatuajes que él clama que no
tienen ningún significado. Está en la forma en que siempre sabe qué decirme,
incluso cuando no dice nada. Está en la forma en que me toca en la noche,
cuando piensa que estoy durmiendo. Está en los secretos que me dice. Está en
la vida que tiró por mí. Está en su futuro incierto. Está en la forma en que su
corazón late por mí.
Lanny estaba de pie junto mí, con los brazos alrededor de mi hombro,
sosteniéndome cerca por la forma en que la multitud pululaba alrededor del
escenario.
—Él está cantando para ti —susurró observando, conociendo.
Asentí con la cabeza cuando la voz de Dylan rompió, con la cabeza
colgada en silencio.
¿Lo ves?
165
¿Lo oyes?
¿Puedes sentirlo?
—¿Estás enamorada de él? —me preguntó Lanny al oído tratando de
mantener la conversación privada—. Él lo está.
Una sonrisa apareció aunque traté de no dejarla formarse. No esperaba
esto. Cuando me metí en el auto, no era un pensamiento sin decisión. La
decisión era querer algo más de mi vida, pero Dylan, lo que estaba sucediendo
ahora, eso no estaba previsto. Para mí esa fue la mejor parte de esto, sin
embargo, lo inesperado, la mañana gris oscuro cuando el sol de repente se
deslizó a través de las grietas en la ventana, rota y desaliñada, dejando al
descubierto los rayos brillantes melosos que no estaban allí antes. Al igual que
la puesta de sol que destacó colinas en las que nunca vi belleza, vi la belleza en
esto.
Verlo, me alivió y me hizo sentir completa, pero también me hizo
difícil respirar, lista para caer sobre mis rodillas, y prometerle mi corazón.
Apoyándome en Lanny, susurré, mis ojos puestos en Dylan cuando
echó su cabeza hacia atrás otra vez cantando a todo pulmón, otro gemido, sus
ojos fuertemente cerrados:
—No sé cuánto tiempo podría estar enamorada de él sin arrastrarme
dentro de él.
Cuando la canción terminó, apenas se podía ver a Dylan y tomó cerca
de cuarenta minutos antes de que fuera capaz de verlo de nuevo. Cuando lo
hice, nos sentamos en una cabina con Reece y Eddy. No estuvimos allí por
mucho tiempo, los chicos estaban arrojando insultos y ruidosos empujones a
Dylan cuando un hombre caminó hacia la cabina con una cerveza en la mano.
—Oye, soy Sam Young. —Dylan le dio un asentimiento, pero no
sacudió su mano. Sam tomó esta oportunidad para aproximársele.
Deslizándose en el puesto junto a Dylan al otro lado de mí, él lo agarró
de la parte trasera del cuello.
—¿Estás listo para el gran momento, chico?
166
—No —dijo Dylan inmediatamente volviendo su cabeza para tomar
un trago de la cerveza en su mano—. No canto para ganarme la vida, es solo
un pasatiempo.
Conociéndolo, Dylan no estaba de humor, Eddy distrajo al chico Sam
y Dylan agradecidamente volvió su atención a mí, donde la quería.
Con su mano izquierda descansando en mi muslo, la empujé más
arriba, en la unión entre mis muslos sabiendo que con la oscura luz del
callejón, nadie lo sabría. De repente sus ojos se lanzaron a los míos y estuve
atrapada en su mirada por un corto segundo, unidos por esa loca electricidad
entre nosotros. Se desplazó a través de mí incluso cuando miré hacia otro lado,
que fue inmediatamente.
Hay algo acerca de ver a alguien cantar, derramar tu corazón en algo
es una cosa enorme. Ahora entiendo completamente a las groupies.
Debía de haber estado escrito por todo mi rostro que yo lo deseaba.
Dylan disparó una sonrisa hacia mí, totalmente consciente de su encanto.
¿Él sintió lo que yo estaba sintiendo en ese momento? Esa mariposa en
lo profundo de mis tripas, esa sed devoradora con necesidad de más.
Había una buena parte de mí que pensaba que él lo sentía. La parte
más silenciosa había salido a la superficie cuando lanzó una sonrisa en mi
dirección y en cada mirada penetrante lanzada en mi camino a través de los
años, y ahora, desde que nos habíamos ido de casa hace una semana. Era la
misma parte que vio la manera que su sonrisa se oscurecía, solo un poco,
cuando me veía con Eric en los pasillos. Era también la misma parte que notó
su reacción cuando el chico del sombrero rojo bailó conmigo.
Él lo sintió. Después de todo, también lo dijo.
Eddy nos abasteció de cerveza y otros tragos y nuevamente, esa mala
decisión que probé en mis labios más temprano volvió, y me entregó a los
deliciosos tragos de fresas.
Ahí fue cuando Lanny, mi compañera de malas decisiones, tomó mi
lista de cosas que hacer en las cuales no había pensado. Dylan y yo le
explicamos a ella y a Reece como llegamos con una lista de cosas que hacer
167
para el verano y ella decidió ayudarme a deshacerme de una de ellas esta
noche.
Baile de tubo.
Lanny no era una buena influencia para mí. Ella era confiada y
prudente, pero yo estaba demasiado cómoda a su alrededor y me encontré
haciendo cosas como el baile de tubo.
Dylan apoyó totalmente eso y miró atentamente mientras hacía el
baile del tubo alrededor de una farola.
Estaba tan nerviosa que mis palmas sudaban y seguía resbalándome
por el metal, y mis risas y sacudidas no ayudaron mucho.
Dylan no dijo nada, encorvado hacia un lado mientras se sentaba en
una silla, una cerveza sostenida frente a él, mirando, contemplando, la lujuria
encubierta que llenaba sus ojos habló por él.
Mantener mis ojos en él era mi única opción.
Cuando la canción terminó, la cabeza de Dylan apuntó hacia un lado,
unos ojos inyectados de sangre se encontraron con los míos. Levantó la mano,
haciendo señas con un dedo para que me acercara a él y me sentara en una
silla en la sombra.
—Eso fue sexy —susurró cuando estaba lo suficientemente cerca—.
Aunque cuando lo escribí esperaba que estuvieras desnuda mientras lo hacías.
¿Qué pasó con la parte de desnudarte?
—Podría estarlo —bromeé tomando un trago de agua, sí agua, por
primera vez en la noche. Entonces alcancé el dobladillo de mi camisa negra.
Manos cálidas atraparon las mías y luego estaba siendo empujada más
cerca.
—No, eso es solo para mí. —Moviendo sus manos más despacio, me
giró por mis caderas.
Tomé ventaja de la oscuridad y el hecho de que todos los demás
estaban ocupados en el bar o en el escenario con Eddy y su banda.
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Me senté a horcajadas sobre Dylan, mi culo en su regazo sobre su
erección y sus manos agarraron mis caderas cuando me moví sobre él.
—Jesús, Ojos Marrones, para. Por favor, para. Estoy tan malditamente
excitado al mirar eso —gimió tratando de mantenerme en mi lugar, sus brazos
y su pecho temblando—. Vas a hacer que me venga.
No podía borrar la sonrisa de mi rostro mientras me volteaba para
enfrentarlo, aún sentada a horcajadas en él, solo que en la otra dirección esta
vez.
—Entonces llévame de vuelta al hotel para que pueda hacerlo.
Cuando no dijo nada, rogué por más.
—Tócame —supliqué cambiando mi peso hacia adelante. Su aliento en
mi piel se mantuvo estable a diferencia del mío.
—No puedo. Ya te lo dije, estoy colgando de un hilo de mierda en este
momento… pero… tengo que decir, Ojos Marrones —sonrió en mi cuello,
pero mantuvo su voz baja—, este lado tuyo es jodidamente sexy.
—¿Qué lado? —Reí—. ¿Él que está bebido y baila en un tubo?
—No. —Sus labios encontraron mi piel calentada marcándome con su
beso—. El lado que sabe lo que quiere y lo que la hace sentir viva. Eso es sexy.
—¿Entonces, te gusta este lado? —Estaba intentando empujarlo al
borde, tratando de obtener más, rogando por su tacto, sus palabras, su amor.
—Eres tú —susurró, empujando sus caderas contra las mías una vez
más—. ¿Qué podría no gustarme sobre eso?
Lanny y Reece se acercaron, tomados de las manos, y mirando la
forma en que estábamos sentados.
—¿Ustedes chicos se van mañana?
Dylan asintió frotando mi espalda para mantenerme sentada en su
regazo.
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—Sí, nos vamos a encontrar con mi tío Kyle en Dodge City el sábado
en la noche.
—Nunca me dijiste eso —dije levantando mi cabeza para mirarlo.
—Él me mandó un mensaje de texto esta noche. —Su cabeza apuntó
hacia el tubo que acababa de conocer—. Te lo iba a decir, pero nos distrajimos.
Encogiéndome de hombros, miré hacia Lanny y Reece mientras se
acercaban más. Lanny extendió la mano, y tocó mi hombro.
—Bueno. —Me desenredé de Dylan mientras ella hablaba, me paré
junto a ella y luego me empujó en un abrazo—. Fue bueno conocerte, Bailey.
Nos despedimos de todos, Dylan y Eddy hablaron por unos momentos
pero Dylan estaba, de hecho, excitado y era evidente que quería volver a la
habitación del hotel.
Sus manos estaban en todas partes sobre mí en nuestro camino de
vuelta, en mis piernas, entre ellas, tocando constantemente, su respiración
pesada, llena de deseo. Yo estaba igual. Durante los tres kilómetros de vuelta
al hotel, mis labios nunca dejaron su piel mientras él susurraba todas las cosas
que quería hacerme.
Era exactamente lo que quería. De todos mis momentos íntimos con
Eric, ninguno fue como esto. Ahora, me sentía como si Dylan me deseara,
realmente me deseara.
Dylan me cargó desde el auto hasta la puerta del hotel; por suerte, sus
manos nunca dejaron mi piel, labios atacando los míos. Para abrir la puerta,
tuvo que mirar para introducir la tarjeta-llave en la puerta, pero aparte de eso,
estábamos de vuelta al momento en que se cerró la puerta. Sin su toque, mi
piel quemaba. Sin sus besos, estaba jadeando, pero con ellos, respiraba con
dificultad.
Dylan parecía estar en la misma página. Cuando aterricé en la cama,
su dureza lo confirmó.
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—No podría ir más lento, si lo quisiera, Ojos Marrones —gimió
presionándome contra el colchón respondiendo mi pregunta no formulada—.
Necesito sentirte contra mi piel, oírte en la peor manera.
Estaba segura de que finalmente íbamos a tener sexo y hubiera
apostado dinero a ello.
Sentado sobre sus rodillas, se sacó su camisa sobre su cabeza. Su
mirada estaba entre mis piernas mirando a mis dedos trabajando en el botón
de mis pantalones cortos hacia adelante, una vez más ganando fricción. Sus
ojos se cerraron ante la sensación, igual que los míos.
Entonces sus pantalones cortos estuvieron fuera, dejándonos a ambos
en nuestra ropa interior y mirando como esta podría ser la noche, el momento
en que la inocencia era tomada. Alcanzándolo dentro de su ropa interior, mi
mano lo encontró.
—Mierda —murmuró su cabeza cayó hacia adelante, los músculos de
sus hombros se flexionaron mientras se cernía sobre mí—. Realmente te
deseo, Ojos Marrones.
—Entonces tómame —susurré, mi voz temblando, él sabía que estaba
nerviosa. ¿Cómo podría no estarlo?
Siseó y miró por encima de mi rostro, sacudiendo su cabeza.
—No podemos…
—¿Por qué? —No podías no notar el enfado en mi voz porque él
estaba rechazándome de nuevo.
—Estamos borrachos —dijo esto como si debiera saberlo. Luego su
cabeza se inclinó hacia adelante—. Pero podemos hacer otras cosas.
—Sosteniéndose a sí mismo, sus manos a cada lado de mi rostro, me dio todo
su peso.
—¿Por qué no, Dylan? ¿No me quieres de esa forma?
No dijo nada. Y eso me frustró. No era solo que me estuviera negando
lo que quería tan desesperadamente, sino que no me diría por qué no podía
hacerlo.
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—Jesús, ya basta, ¿cuál es tu problema? ¿Por qué no? —Tiré mis
manos a los lados, y aterrizaron en la cama con un ruido sordo, esperando por
una respuesta, pero no obtuve nada más que una mirada en blanco—. Estoy
prácticamente rogándote. Y tú has tenido sexo antes, ¿cuál es el gran
problema?
—No soy ese chico. —Suspiró, frustrado y confundido como yo, sus
ojos buscando los míos—. Tú crees que lo conoces, pero no.
Aprendí cuán cierta era esa declaración. A través del humo que
llenaba el hielo azul, supe lo que quería decir. Entendí sobre lo que estaba
cantando.
¿Lo ves?
¿Lo oyes?
¿Puedes sentirlo?
—No lo haré mientras estemos borrachos, y nunca he estado con una
virgen antes. —Suspiró, cambiando su peso para inclinarse a un lado, la mayor
parte de su peso sostenido sobre sus codos. Las puntas de sus dedos hicieron
un lento camino desde mis labios hasta mi clavícula, y bajaron por el valle
entre mis pechos—. ¿Cuál es el apuro? Solo ha sido una semana.
—Lo sé… —dije sintiéndome tonta por apurarme en esto.
Sentí su sonrisa contra mi cuello.
—¿Justo aquí? —preguntó en tono bajo y con falta de aliento, frotando
su longitud más duro contra mi hormigueante y adolorida necesidad—. ¿Justo
así? Te gusta eso, ¿cierto?
Asentí rápidamente, agarrándome mientras él hacía la habitación
girar. Se balanceó más duro y lo podía sentir tan bien y seguía pensando para
mí misma: así que esto es follar en seco. Recordaba a las chicas en la escuela
hablando de esto y cuán disfrutable era. Definitivamente podía ver por qué.
—Te he deseado todo el día —susurró, sus labios cepillando los míos
mientras se movía—. Desperté pensando en ti todo el día, y en la noche
cuando estaba sobre el escenario, y luego en ese maldito tubo… —Su voz se
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apagó al final y cambió a un gruñido. Me recordó al gemido que hizo en el
escenario esta noche, el que envió temblores desde mi cabeza a mis pies.
Mis párpados se cerraron fuertemente y sentí mi estómago cosquillear
cuando Dylan susurró más bajo y forzó más presión justo donde más lo
necesitaba.
—Pensé sobre ti en tus rodillas, Ojos Marrones —me dijo casi en voz
baja—. Pensé en ti sostenida a ese tubo mientras yo te hacía gritar.
Me aferré a sus hombros desesperadamente mientras la humedad
entre mis piernas empezaba a filtrarse a través de mi ropa interior,
cubriéndolo mientras se deslizaba hacia adelante y atrás. Él lo sintió y gruñó
contra mis labios. Me vine en oleadas temblorosas mientras Dylan me ayudaba
a remontarlo.
Pero él no dejó de moverse contra mí, no, él estaba respirando más
pesado que antes persiguiendo la misma explosión de la que yo estaba
disfrutando.
—¿Sabes cuán malditamente enfermo me haces? —gruñó.
Sonreí sabiendo, sintiendo, deslizando mis manos hacia arriba por su
cuello, dentro de su cabello.
—Quizás. —Respiré, tímida y esperando que fuera la verdad—.
Quizás…
—¿Quizás? —Me hizo eco empujándose hacia atrás para mirar mis
ojos, su ceja izquierda se levantó curiosamente.
Arrastré mi mano derecha desde la parte trasera de su cabeza hacia su
pecho, alcanzado entre nosotros.
—Muéstrame —le susurré.
Dylan rió entre dientes, sacudió su cabeza, atrapó mi mano y la puso
sobre mi cabeza para descansar sobre los cojines. Su mano agarró mi cintura
firmemente mientras la otra se quedaba en mi culo.
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—Muéstrame —dije, más que un susurro esta vez, empujándome
contra su agarre para alcanzarlo de nuevo.
Rió, pero su risa era más oscura, matices amenazantes, más una
amenaza que una advertencia.
—No me empujes, Ojos Marrones.
Pero lo hice porque era la única forma que conocía. Con él, de esta
manera, debajo de él. Lo empujé.
Lo empujé y él me detuvo, fácilmente quitando mis manos de él y
abrumándome.
Mi corazón retumbó en mi pecho y pude sentir mi rostro
contorsionado con ira. ¿Por qué se tenía que aguantar conmigo cuando ya lo
había hecho antes? ¿Por qué conmigo?
—Si yo fuera como las otras chicas, lo harías. —Me burlé—. Tú ni
siquiera hubieras tenido una maldita duda para follar…
—Cuida tu boca, Bailey —me replicó Dylan, sensato y demasiado
calmado. Tan peligrosamente cómodo en esta posición que me puso nerviosa.
Había muchas cosas sobre Dylan que me ponían nerviosa, esta estaba en la
cima de la lista. Su confianza.
Pero no era suficiente para desalentar o disuadir mi resentimiento por
esta situación. Le deseaba y me estaba tirando sobre él cada noche solo para
que él me detuviera.
—¡Muéstrame! —demandé otra vez, mi voz tirante—. Muéstrame que
me deseas como yo te deseo…
Fui cortada por Dylan dejando libres mis manos, su cuerpo se presionó
posesivamente contra mí.
—Para. No tienes ni idea.
—Tú no tienes ni idea —grité, empujando sus dos manos, intentando
liberarme de sus brazos.
174
Él sacudió mi cuerpo más firmemente hacia el suyo y me agarró más
fuerte.
Intenté luchar, pero no pude. Mi lucha no era sincera, porque parte de
mí quería esto. Una gran parte de mí anhelaba este tipo de invencibilidad.
Dylan movió sus caderas otra vez; sentí su deseo entre mis piernas, duro,
posesivo, controlador.
—¿Has pensado en ello? —preguntó, su voz caliente bajo mi oído
izquierdo, su tono contenido—. ¿Has imaginado cómo va a ser, Ojos -
marrones? —Sus caderas se movieron más rápido, más fuerte, sus gruñidos y
gemidos me mostraron lo que no estaba viendo—. ¿Cómo se va a sentir?
¿Lo ves?
¿Lo oyes?
¿Puedes sentirlo?
No podía responder porque sí, había pensado en ello, mucho antes de
que nos fuéramos y ahora, no podía parar. Había una convicción en su voz que
nunca antes había sentido, nunca visto, oído o sentido.
Y entonces tuvo sentido, esa canción era sobre esto, nosotros, yo, él.
—¿Has pensado en cómo va a ser cuando esté justo aquí? —preguntó,
trazando un lento círculo con sus caderas. Se movía a su propio ritmo,
sosteniéndome fuertemente, bajando la voz mientras su cuerpo se mecía
contra mí—. ¿Sabes cómo se va a sentir cuando envuelvas tus brazos alrededor
de mí la primera vez que esté dentro de ti, Ojos Marrones?
—Dylan.
No podía aguantarlo. Estaba lista y deseosa de hacer lo que sea que él
pidiera siempre y cuando esta sensación y su toque nunca se fueran.
Pero Dylan no iba a rendirse tan fácilmente y empujó contra mí más
fuerte, más profundo, prácticamente dentro de mí, pero no lo estaba, solo tela
separándonos.
Su voz como en el escenario, vino desde dentro.
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—¿Has pensado en lo bueno que va a ser cuando esté tan jodidamente
dentro de ti y no haya nada separándonos?
—Jesús… —jadeé intentando recuperar el aliento, mis piernas y mi
cuerpo entero empezaron a temblar, a estremecerse y literalmente
apoderándose ante sus palabras y movimientos. Me sentía como cuando
corríamos, como si en cualquier minuto fuera a desmayarme.
—¿Has pensado en lo increíble que se va a sentir la primera vez que te
corras en mi pene?
Sus palabras, su toque, sus besos estaban en todos lados, mostrándome
exactamente que me estaba perdiendo.
—¿Tienes alguna jodida idea de lo mucho que te deseo? —Su cuerpo
se tensó, las cejas apretadas juntas, evidencia de lo mucho que me deseaba por
el movimiento de sus caderas—. ¿Lo sabes? —Dio un gruñido agudo y empujó
hacia delante bruscamente—. ¿Tienes una puta idea?
—Por favor —resoplé, necesitaba y supliqué, todo aliento y sin aire.
—¿Por favor qué? —gruñó Dylan. La fuerza de sus caderas
empujándose contra mí, movió mi cuerpo lentamente hacia arriba en la cama
hasta que mi cabeza estaba pegando la cabecera.
—Muéstramelo —gemí, sintiendo que mi cuerpo empezaba a
temblar—. Muéstrame lo mucho que me deseas.
Los sonidos que él estaba haciendo venían de su pecho y lo sentí
resonando a través de mí. Empujó más fuerte, más rápido, apoyando su frente
contra mi mejilla su cabello cayendo en mis ojos.
—Quiero estar dentro de ti. Te deseo tan jodidamente… —Su
respiración parecía tan superficial como la mía. Él estaba más allá de estar en
control, igual de indefenso, y dependiente como yo—. Quiero arrancarte tu
jodida ropa interior y hacer lo que quiera contigo —gimió otra vez mientras
hundía su rostro en mi cuello y me hizo gritar mientras su cuerpo temblaba
encima del mío, gimiendo, curvándose contra mí mientras sus rodillas abrían
más mis piernas y sus caderas se sacudían hacia delante. Podía sentirle ponerse
más duro, todavía gruñendo en mi oído mientras temblaba, la humedad
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filtrándose hacia mí de él—. Joder… —gimió del mismo modo que antes en el
escenario.
—Dylan… —Suspiré besando su cuello.
—Bésame —susurró él, sus largas pestañas hacia abajo, jadeando—.
Bésame, Ojos Marrones…
Sentí la punta de su lengua y sus labios se abrieron más, y le besé más
profundo.
Manejándome con cuidado mientras mi respiración se ralentizaba y
mis temblores empezaban a calmarse, Dylan dio un largo suspiro y bajó su
cuerpo del mío. Se tumbó sobre su espalda junto a mí y cubrió su mano
derecha con mi izquierda.
—¿Me crees ahora?
Aparte de un asentimiento, no podía formar una palabra.
¿Qué acababa de pasar?
* * *
Después de ducharnos, estábamos tumbados en la cama decidiendo a
qué hora nos dirigiríamos a Dodge City mientras su teléfono no dejaba de
sonar. No era la primera vez que ocurría uno de estos ataques de llamadas,
pero también era demasiado temprano para que estuviera sonando.
Dylan se inclinó sobre el lado de la cama para alcanzarlo. Molesto por
el nombre que parpadeaba, lo agarró y medio susurró, medio gritó:
—¡Déjame en paz de una jodida vez! —Antes de tirarlo a través de la
habitación.
—¿Quién era, Dylan? —pregunté, apoyando mi espalda contra su
pecho.
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—Tu padre —respondió rápidamente, sus brazos rodeándome otra
vez.
—¿Por qué?
Dylan gimió, sentándose recto. Me senté; y me atrajo otra vez contra
él.
—¿Por qué, qué, Bailey?
—¿Por qué te llama él a las cuatro de la mañana? ¿Por qué te llama a
ti?
Él no me respondió.
Me di la vuelta en sus brazos, sobre mis rodillas, frente a él. Dylan no
me miraba y me preguntaba el por qué. Me apoyé en mis pantorrillas. Dylan
tocó mi rodilla desnuda.
—Vamos a cerrar los ojos. Deberíamos dormir un poco más antes de
partir.
—No. —Negué con la cabeza—. ¿Por qué te llama?
La mandíbula de Dylan se apretó, entrecerró los ojos.
—¿No creías que dejaría que su única hija se marchara conmigo tan
fácil, no? —Rió, pero era una risa venenosa y malévola.
—Supongo que no.
Agarró mis caderas con más fuerza y volvió su rostro de vuelta a mi
cuello cuando me relajé contra él.
Lo sentí respirando por la nariz. Oí mi propia respiración, la lluvia
fuera, y su teléfono, amortiguado contra sus pantalones en el suelo, pero oía su
teléfono, y me sacó de mi neblina.
¿Qué quería mi padre? ¿Por qué tenía que venir la realidad? ¿Por qué
no podíamos solo quedarnos en una burbuja de listas de deseos, locos
queriendo aventones y bares? ¿Por qué tenía que pensar sobre mi vida en casa
y qué estaba pasando sin mí?
178
¿Y si algo estaba mal con Jeb? ¿Y si algo le había pasado y yo no estaba
ahí? Honestamente, le echaba de menos. Lo hacía.
—¿Ha dejado algún mensaje? —Mi estómago se retorció ante mis
pensamientos.
Dylan besó mi piel con su lengua y dientes, ignorando el sonido de su
teléfono y mi pregunta hasta que se detuvo. Luego empezó de nuevo, y lo
odié. Hizo a mi corazón sentirse cansado, dolido y molesto, porque detrás de
mis amaneceres manchados y grietas en el interior, estaba revelando una
verdad. Realidad. Dejamos nuestro hogar sin un plan y sin importarnos el
mundo. Pero no podríamos ignorar la realidad de esto. El teléfono sonando era
la prueba de eso.
Empujé los hombros de Dylan.
—Para —le dije—. Tu teléfono está sonando, para. Deberías ver qué
quiere.
Él no se detuvo. Besó un camino ascendente por mi cuello,
nuevamente alrededor de mi mandíbula, todavía ignorando el sonido de una
tercera llamada.
—Dylan, para —dije de nuevo, más fuerte esta vez.
Empujándose abruptamente, Dylan se paró junto a la cama buscando
por su teléfono y cuando lo encontró prácticamente tiró de la batería y arrojó
ambas piezas a través de la habitación.
—Tú para —me advirtió, encontrándose con mis ojos. No estaba
enojado. Él no levantó su voz, pero estaba serio. Agarró mis caderas y me
empujó más cerca del borde de la cama—. Nada de eso importa, Ojos
Marrones. Quédate conmigo… aquí.
Tragué, aferrándome a sus manos, sintiéndolo aferrándose a mí. Mis
pensamientos, sentimientos, el azul frío mezclándose con el gris de la
habitación, sombras y humo, todo se arremolinaba en su toque.
—Está bien. —Asentí—. Está bien.
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Él tragó también y se inclinó, presionando sus labios contra los míos.
Sus besos eran más intensos esta vez, sus mordidas en mi piel más duras. Sus
manos se deslizaron por mis muslos y se apoderaron de ellos, apretando,
alternándose entre fuerte y suave. Su atención se tranquilizó cuando empezó a
excitarse de nuevo.
Traté de no pensar, de sentir, de hacer cualquier cosa más que estar
con Dylan de la manera en que quería, sintiendo la magia entre nosotros,
sintiéndome de la forma que él quería que me sintiera. Quizás no habíamos
tenido sexo, pero había una pasión entre nosotros, una chispa que no iba ser
fácil de ignorar.
—Estoy aquí, Ojos Marrones —dijo Dylan contra mi piel. Habló bajo
y suave, palabras seguras, pero sonó torturado bajo su tono cuidadoso—.
Quédate aquí conmigo.
—Estoy aquí —le dije, tratando de mantenerme con él, incluso si mi
corazón me estaba diciendo que había algo en sus palabras que me debí haber
perdido—. Aquí estoy —dije de nuevo, intentándolo muy duro.
—Entonces, maldita sea, quédate aquí. —Me reprendió en voz baja
sabiendo, silencioso y amenazador, agarrándome más fuerte y poniéndome
más cerca. Descendiendo por mi cuerpo, empujando a un lado las sábanas y su
franela que yo estaba usando para revelar piel desnuda, él acercó mi cadera
derecha bajo sus labios y los cerró sobre mí. Grité ante la aspereza de su beso.
Gimiendo, chupaba y mordía, hundiendo sus dientes. Pude sentir mi sangre
acelerándose desde mi corazón hasta bajo sus labios.
Murmuró y gimió, y respiró cálido sobre su marca, tocando mi cuerpo,
así como lo hizo con la gente la otra noche. Sus manos y labios se suavizaron y
olvidé mi vacilación y dejé que la adrenalina que encendió en mis venas
siguiera su curso. Tirando de sus hombros gentilmente, mi cerebro y mi
corazón dieron vueltas en emociones que nunca había sentido antes, dolor,
entrega, necesidad, demasiados sentimientos distintos.
Solo lo quería a él.
180
—¿Dylan? —susurré tan bajo que apenas pude escucharme. Parpadeé
y mis pestañas se sintieron húmedas. No quería llorar. Pero no podía parar. No
podía.
—Shhhh, no llores. —Su voz era fuerte—. No llores. —Su voz fue
suave al mismo tiempo y se movió sobre mi estómago, besándome mientras
hacía un camino lento—. No llores por esto. No vale la pena.
Asentí, sin llorar, manteniendo su mirada con la mía mientras se
colocaba entre mis piernas y cubría mi cuerpo con el suyo justo como lo
necesitaba y no me había dado cuenta. Me calentó. Él se fundió conmigo. A
través del hielo azul, tormentas oscuras, me tranquilizó solo por estar tan
cerca del ojo de nuestra tormenta.
—Te amo, Ojos Marrones —me dijo susurrando palabras que se
sintieron como gotas de lluvia y árboles húmedos—. ¿Sabes eso?
Asentí, porque a pesar de que se sentía imposible, que después de una
semana juntos él sintiera una emoción de la que verdaderamente nadie sabe el
significado, yo lo sabía. La conozco mejor de lo que conozco cualquier otra
cosa. Lo sé porque es de lo que mis huesos están hechos. Es de lo que estamos
hechos. El roce ocasional en los pasillos de la escuela, las sonrisas secretas, las
miradas robadas, siempre nos habíamos amado desde lados opuestos de
nuestras tormentas. Solo ahora, los dos frentes han colisionado, una fuerza.
—Lo sé —prometí, aferrándome a él muy fuerte. La lógica y la
aprehensión no se registraron entonces, tampoco quería que aparecieran.
Todo lo que quería era ver esto, la calma, los árboles húmedos y las gotas de
lluvia que tenían el poder de levantar un alma y pelear por lo que queríamos.
Lo que es simple y verdadero.
Nos observamos en silencio por un largo momento, perdidos en un
momento del que ninguno de nosotros quería salir. Estamos de acuerdo en
ahogarnos; estamos bien, perdidos en el océano.
—No soy Eric, Bailey. —Sus palabras fueron habladas con suavidad,
sosteniendo mi mirada—. Estoy aquí por ti y solo por ti.
181
Salté ligeramente cuando sus manos tocaron mis rodillas expuestas,
separándolas hasta que su torso estaba situado entre ellas. El calor de su piel
irradió de su cuerpo al mío, y a fuego lento. Las palabras de sus labios me
dejaron en llamas y desnuda.
—Nunca te traicionaría de esa manera. —Sus manos enfatizaron su
declaración, mientras poco a poco se arrastraban por mis muslos, empujando
el suave material de la franela.
Jadeé cuando se estiró por detrás de mis rodillas y tiró de mí más
cerca, hasta que mi inocencia, como él decía, estaba justo allí para él. Sus
manos se movieron de vuelta a mis muslos y empujó mi ropa interior hasta
que se agrupó alrededor de mis caderas y me dejó expuesta ante él.
Sus pulgares trazaron confiados círculos en los huesos de mis caderas,
justo encima de la cinturilla de mis bragas.
—Solo te quiero a ti —declaró enérgicamente, rogándome con sus ojos
que le creyera.
Y luego, su boca estuvo sobre mí, en un lugar en el que nadie nunca
había estado.
Sus ojos se cerraron, gimió, gemí y luego ambos estábamos algo fuera
de control. Su lengua, húmeda y cálida, era suave, cuidadosa, y me mostró que
él solo me quería de una manera como nadie lo había hecho antes.
No me podía concentrar en nada, no con la cabeza de Dylan Wade
entre mis piernas y su boca en mi vagina. No, infiernos no. La concentración
no estaba allí. Te diré lo que estaba allí, respiración pesada, jadeo,
movimiento, retorciéndome, un poco de vergüenza, gruñidos, más jadeos,
tirones de cabello, risas, una pocas risitas, y finalmente, felicidad. Pura jodida
felicidad.
Dylan agarró mis caderas con más fuerza, sus manos trabajando con su
lengua para llevarme al borde, pero lo que lo hizo fue el gemido que dejó salir
por mi reacción, retorciéndome en sus manos, gritando su nombre lo
suficientemente alto como para que todo el hotel lo escuchara y luego inerte
en sus brazos.
182
Tomó solo un segundo; se subió a mi cuerpo, cerniéndose sobre mí, y
luego llegó abajo a alcanzarse a sí mismo. Tal como yo lo había hecho la otra
noche, y la noche anterior, su mano lo llevó al borde justo donde yo estaba,
antes de que lo derramara sobre mi estómago, su rostro se hundió en mi
cuello.
La parte en la que me concentré era en que él había dicho que me
amaba. Y yo no dije nada. ¿Lo amaba? Una buena parte de mí siempre lo había
hecho desde ese primer beso en las vías del tren. Estaba asustada de amar a
alguien tan intenso como Dylan, especialmente cuando yo ni me conocía a mí
misma. Ni siquiera podía decirle el porqué me metí en su auto, mucho menos
que lo amaba.
183
10
Bien Despierta Bailey Gray
Traducido por rihano
Corregido por Lizzie
e di cuenta de esto con mis amigos en la escuela —la
mayoría de las perras en el equipo de porristas que
extendían sus piernas por nada al equipo de fútbol que
arrojaban insultos en su camino— que una vez que tú comienzas a tener sexo
con alguien, por lo general es todo lo que quieres hacer. ¿Qué pasa con las
hormonas que no se pueden negar? ¿Por qué una vez que son activadas es en
todo en lo que piensas?
Esto no solo va para los chicos, ya que, las chicas lo tienen mal.
Cuando Mercedes y Kasey comenzaron a tener sexo, se escapaban de clase solo
para hacerlo en el estacionamiento. Lo mismo pasa con Jessica y Brian. Otra
amiga, Halie, ella y su novio Clayton solían hacerlo bajo las gradas durante
nuestras reuniones de porristas. Sin mentira, era como la droga. Una vez que
ellos probaban el sabor de esto, eso era todo lo que hacían.
Entiendo totalmente ese sentimiento ahora. No era como que
estábamos teniendo sexo, sin embargo, la anticipación de esto y lo que
podríamos intentar después, era emocionante.
M
184
—Esa mierda apesta, ¿qué es? —preguntó Dylan mirando hacia mí con
mis pies en el salpicadero y el viento soplando a través del auto, las dos
ventanas abajo.
—Esmalte de uñas —dije levantando la botella ligeramente, pero
tratando de mantener mi mano estable—. Estoy pintando mis dedos de los
pies de negro porque mi madre odia ese color. —Cuando terminé mi pie
derecho, miré hacia él, tenía una paleta en su boca. Era muy distrayente—.
¿Quieres que haga las tuyas también?
—No. —Él sacó la paleta de cereza de entre sus labios y luego los
saboreó—. Yo no soy mucho de la clase de chico de pintarse las uñas.
—Poniendo la paleta de nuevo en su boca, la trasladó a su mejilla y habló con
esta todavía en su boca. Lo observé cuidadosamente—. ¿Vas a empezar a usar
lápiz labial negro también y perforar esas cosas circulares en tus oídos?
—¿Cosas circulares? ¿Quieres decir pendientes?
Ese comentario me valió una mirada.
—No, me refiero a esos pendientes con los grandes agujeros en ellos,
como Haven usaba.
—Oh, esos. —Me sentí un poco estúpida por no saber de lo que estaba
hablando—. No.
Dylan asintió con la cabeza, sus ojos de regreso en la carretera.
—Así que nunca dormiste con Haven. —Quería golpear mi mano
sobre mi boca ante mi propia pregunta, pero realmente quería saber con quién
se había acostado. Por alguna razón debo haber pensado que era un buen
rompehielos. Estúpida.
Él parpadeó lentamente, y luego se volvió hacia mí, su cabeza
inclinada, los ojos entrecerrados.
—No, yo no tuve sexo con Haven.
—¿Quién?
—¿De verdad quieres saber?
185
Por supuesto que sí. Yo era la típica chica de dieciocho años en este
momento y quería saber de todas con las que él había estado así podría
compararme con ellas.
El problema era que Dylan sabía eso.
—Está bien, tú quieres saber yo te voy a decir —dijo cambiando su
peso para inclinarse más cerca de mí, su brazo sobre el respaldo del asiento
mientras nos dirigíamos a Dodge City—. Sarah, Lindsey, Jessie, y otras dos...
no sé... solo chicas. —Su expresión cambió ligeramente, a una practicada de
resuelta trivialidad.
—¿Así que cinco?
—Sí.
—¿Y ninguna era virgen?
—No —Se rió un poco—, definitivamente ninguna virgen.
Poniendo mi esmalte de uñas aparte, me acerqué más enredando mi
mano en su cabello, raspando ligeramente contra su cuero cabelludo y sentí su
mano derecha encontrar mi muslo izquierdo, serpenteando su camino por
debajo del borde de mis pantalones cortos para acariciar la piel. Era uno de sus
movimientos característicos al que yo estaba empezando a acostumbrarme
cuando estábamos en el auto. Le gustaba tocar piel, mi piel. Me encantaba
cuando me tenía así. La forma en que me agarraba se sentía tan posesiva y
protectora y algo que nunca supe que quería o necesitaba, hasta que llegué a
su GTO.
Aquí es donde esas hormonas entraban. Quería más de toda esa
hormigueante sensación que él era tan bueno en darme.
—¿Alguna vez has estado debajo de alguna de ellas? —Yo estaba
volviéndome más audaz por el momento y me encantó.
Dylan rió ligeramente estremeciéndonos a ambos. Su cabeza se inclinó
para besar un lado de mi cara.
—Sí.
186
—¿Hay algo que no hayas hecho?
Dylan volvió a guardar silencio, su respiración un poco más pesada
que antes.
—Nunca he terminado aquí antes. —Su mano derecha que se había
trasladado a mi muslo, se elevó para tocar mis labios suavemente, su voz
gruesa y fuerte mientras su deseo me atrapaba. Sus dedos se quedaron allí por
un momento, la aspereza callosa arañando contra la suavidad.
Tiré del cuello de su camisa de franela para poder besar el hueco entre
sus clavículas mientras la idea de Dylan en mi boca me abrumó. Nunca había
hecho algo así antes, pero yo estaba segura de que no tendría un problema con
esto.
Dylan gimió en voz baja y su cabeza cayó en el respaldo del asiento de
nuevo.
—Tú realmente sabes cómo conseguir excitarme, ¿no?
Sonreí y me moví más cerca, respirando pesadamente. Hubo algo que
sonó vagamente a decepción, pero él había ido demasiado lejos para hacer un
reclamo apropiado.
Mi suposición era que todas las protestas de Dylan de no podemos
tener sexo estaban vacilando ligeramente.
Mis dedos bajaron por su camisa y se apoderaron de su cinturón.
—¿Qué tal si terminas?
La cabeza de Dylan se disparó hacia arriba, los ojos muy abiertos
mientras se fijaba en mi nueva posición, de rodillas, con las manos tirando de
su cinturón en el asiento delantero de su GTO.
—Bailey. —Él cerró los ojos y apretó los dientes mientras yo poco a
poco iba abriendo su cremallera—. Yo no dije eso para que lo hicieras…
—Dylan —lo corté bruscamente—. Si me dices que no tengo que
hacer lo que muy obviamente estoy a punto de hacer, de verdad voy a parar.
—Está bien, entonces —Él sonrió—, solo ignórame.
187
Así lo hice y terminé desabrochando sus pantalones cortos. No era tan
fácil, oí unos pocos bocinazos a lo largo del camino mientras mi culo estaba en
el aire y era obvio lo que yo estaba haciendo. No creo que a Dylan le
importara nada de eso.
Pronto sus manos estaban empuñando mi cabello y yo me estaba
alabando internamente por los sonidos que él estaba haciendo. Era evidente
que estaba tratando de contenerse. A pesar de que nunca había hecho esto
antes, YouTube era muy informativo, y el auto de Dylan estaba lleno de
gemidos bajos y el canto de mi nombre. Sus caderas comenzaron a levantarse
del asiento para encontrarse con mi boca y yo no pude contener mi propio
gemido. Podía oler ese natural embriagador olor a roble que él tenía, la
sensible y suave piel, era tan agradable para mí como lo era para él. Bueno,
quizás no tanto, pero yo lo disfrutaba. Solo deseaba poder haber visto su cara.
Como nunca había hecho antes, yo estaba tratando de concentrarme
en la técnica y no hacer el ridículo, y él parecía disfrutarlo también. Era
similar a chupar una paleta, si tuviera que compararlo.
Él hizo un montón de ruidos, gruñidos suaves, y gemidos, con la mano
enredada en mi cabello guiándome o alentando. Se sentía como apoyo y yo lo
necesitaba.
No pasó mucho tiempo y las caderas de Dylan se estremecieron y miré
por el rabillo de mi ojo para verlo morder su puño para evitar gritar, pero un
pequeño gruñido se le escapó cuando sentí sus piernas tensarse y un líquido
caliente filtrarse y endurecerse en mi boca.
Resistí la tentación de boquear, no es que me pareciera repulsivo o
algo, pero era diferente de lo que pensé que sería.
—Jesús, yo estaba yendo a ciento diez... —Sentí su pierna levantarse
para soltar el acelerador tratando de acomodarse—. Gracias a Dios no había
policías por aquí.
Me senté sobre mis talones, limpiándome la boca con el dorso de la
mano tan delicadamente como pude. Con sus pantalones cortos aún
desabrochados, la cabeza de Dylan cayó de bruces en el volante, los ojos
cerrados por un momento, y sus brazos colgaban fláccidamente sobre el
188
volante, yendo a la deriva desde el carril de la derecha al de la izquierda y de
regreso a propósito.
Mientras él usaba su rodilla para equilibrar el volante, se acomodó a sí
mismo.
Mirando sus mejillas sonrojadas yo estaba muy orgullosa de mí misma,
de que no hubiera ni una pizca de tensión en ninguna parte de su cuerpo. Me
reí un poco ante la expresión saciada en su rostro y Dylan abrió un ojo para
mirarme.
—¿Algo divertido ahí, Ojos Marrones?
Negué con la cabeza, sonriendo.
—No.
Tomó mi mano y me llevó de vuelta a su lado, colocándose en una
velocidad cómoda en la que no nos detendrían; dejando caer su cabeza hacia
mi hombro una vez que estuve allí.
—Mmm —suspiró—. Gracias.
Estaba a punto de decir algo en respuesta, cuando un camión de
madera que había estado manteniendo el paso con nosotros tocó la bocina. Los
dos miramos a la derecha para ver al tipo colgando su brazo fuera de la
ventanilla. Ya que mi ventana estaba abajo, escuchamos exactamente lo que
estaba diciendo.
—¡Mierda, sí, cariño! ¡Chupa la mía ahora!
A Dylan no le hizo gracia eso. Se inclinó por encima de mí, con una
mano en el volante y la otra haciéndole un gesto al camionero.
—¡Chupa esto, imbécil!
El conductor del camión no estaba exactamente muy emocionado con
Dylan y le gritó:
—¡Detente y yo lo haré hijo de puta!
Dylan y yo nos miramos y desaceleró su velocidad.
189
—Por mucho que quiero patearle el culo a este tipo, yo no tengo la
energía y parece que él podría patear el mío sin dificultad.
Le hice un gesto de asentimiento arrugando la nariz con una risita.
—Probablemente sea una buena idea.
Afortunadamente, el conductor del camión no estaba buscando una
pelea y nos dejó solos.
El viaje desde Wichita a Dodge City ofrecía nada más que tierra plana,
de vez en cuando un animal muerto o dos y los bocinazos ocasionales de los
camioneros. Puede haber tenido algo que ver con mis piernas colgando por la
ventana, pero me gustaba la brisa que ofrecía. Me había quedado con mi
trasero contra la puerta, mi espalda de lleno contra el asiento, mi cabeza en el
regazo de Dylan y mis piernas fuera de la ventana.
Encendiendo la música, los sonidos de Groove Army zumbaban a
través del auto. El viento, el olor a mierda de vaca, y la música era relajante,
pero los suaves toques de Dylan eran la parte calmante. Había empezado por
correr sus dedos sobre mi clavícula, luego el lado de mi cuello, detrás de la
oreja, y luego corrió sus dedos por mi cabello. Todo el rato, yo miraba por la
ventanilla observando los autos y las nubes pasar a través de los dedos de mis
pies.
En algún momento durante la canción, la mano de Dylan descansó en
mi pecho sobre mi corazón, los dedos tocando el ritmo mientras él cantaba.
Mi parte favorita era cuando tarareaba y su voz adquiría ese roce áspero que
tenía, que me recordaba ese gemido que hacía en el escenario.
Quitando su mano de mi pecho, la apoyé en las mías explorando cada
detalle detrás del talento que estas manos sostenían. Sus largos dedos, palmas
musculares con bordes callosos, él sostenía mucho en estas manos, incluyendo
mi corazón ahora.
Me pregunté qué haría con este, ya que nadie más lo había sostenido
antes.
—¿Quieres tomar un desvío? —susurró Dylan trayendo mi mano que
aún estaba escondida en la suya hasta sus labios besando mis nudillos.
190
—Seguro. —Yo lo miré y él me sonrió y guiñó un ojo.
Las nubes habían rodado, el cielo de Kansas estaba salpicado con tonos
azules y grises mientras una ligera niebla de lluvia caía destacando la maleza
crecida que se alineaba en una carretera rural.
La lluvia se levantó pero mantuvimos las ventanas abiertas mientras la
brisa y el olor de la lluvia fresca era exactamente lo que queríamos en ese
camino de tierra roja. Cuando llegamos al lago, el sol apenas podía ser visto a
través de las nubes. Dylan utilizó su franela para proteger la cámara de manera
que yo pudiera conseguir unas buenas fotos. Suspirando, las revisé; Dylan
miraba por encima de mi hombro, su barbilla descansaba contra mí.
Con sus labios en mi oído, me besó una vez antes de alcanzar el
interior del auto para subir el estéreo cuando una canción que sonaba le
gustaba.
Un momento después, con la lluvia aun cayendo, estábamos
recostados en el capó de su auto.
—Drew y yo solíamos yacer en la hierba y ver cuánto tiempo
podíamos mantener nuestros ojos abiertos.
—¿Quién ganaba?
—Nunca lo supimos. —Se rió suavemente—. Siempre nos rendíamos
y disfrutábamos de la sensación de la lluvia en nuestra cara cuando
cerrábamos nuestros ojos. Podíamos imaginar que estábamos en cualquier
lugar, excepto donde estábamos, por un momento.
Justo ahora, podríamos estar en cualquier lugar excepto aquí, pero por
qué yo querría eso.
—Me gusta donde estoy.
Dylan respiró profundo.
—A mí también...
Una brisa fresca pasó, una nube de lluvia recubrió mi cara y sonrió.
Entiendo totalmente por qué él había hecho esto de niño. Yo solía sentarme
191
en mi ventana cuando iba a llover y fotografiaba el agua, mientras surgía por
el desagüe.
A Dylan no le importaba que estuviéramos tumbados en el capó de su
auto o que estuviera lloviendo. Estaba en el momento, algo que me estaba
enseñando a hacer y a disfrutar, de mayor importancia que algún materialismo
sin sentido, algo de lo que mi infancia había carecido en gran medida. Tal vez
había algo en esa forma de pensar. Sonreí ante la idea. La idea que se arrastra
en mí, sabiendo que Dylan está teniendo un efecto en mí más que sexual.
Dylan rodó hacia su lado, mirándome.
—¿Tienes frío?
—No.
Él asintió con la cabeza, pensativo por un momento, gotas de agua
colgando bajo su barbilla. A lo lejos, pero más cerca de lo que me habría
gustado, un trueno crujió iluminando el cielo detrás de nosotros. Dylan miró a
su alrededor y luego guiñó un ojo.
—¿Tienes miedo?
—Un poco —admití—. Estamos en la zona de tornados.
—Bueno. —Él se lamió los labios y sacudió agua de sus ojos. Su mano
se levantó para secar las gotas que se formaron en mi nariz—. Esto significa
que estás haciendo algo mal de la manera correcta.
—Tu lógica es a veces aterradora.
Él me dio un guiño juguetón.
—Mi lógica es lo que te tiene aquí, conmigo, en la lluvia, en el capó de
mi auto. —Lentamente se inclinó hacia adelante, se cernió sobre mí, y siguió
como si fuera a besarme, pero se detuvo justo cuando sus labios estaban en los
míos, apenas tocándose, su aliento sopló en mi cara mientras hablaba—. Baila
conmigo... en la lluvia.
—¿Aquí?
192
—Sí. —Él se echó hacia atrás, los ojos brillando mientras la lluvia
rociaba gotas en sus pestañas mientras hacía un gesto vago—. Aquí.
Sentándome sobre mis codos, deslicé mis pies por encima del capó
para que mis rodillas estuvieran dobladas, mis talones tocando mi trasero.
Dylan se paró en el capó, el metal protestó con un golpe ante su peso.
Extendió la mano levantándome.
—Baila conmigo.
—¿Estás seguro? Esto abollará el capó.
—¿A quién le importa? —Hizo un gesto hacia el lado izquierdo del
auto. Este ya se abolló.
—Yo no quiero empeorar las cosas.
—Cállate —dijo él poniendo mis manos alrededor de su cuello y las
suyas en mis caderas—. No lo haremos. Estamos haciendo recuerdos aquí,
disfruta del momento, de estar aquí. —Puso su mano sobre mi corazón de
nuevo, sus ojos fijos con seguridad en los míos y parpadeó lentamente—.
Quédate conmigo justo aquí, en la lluvia. —Lo hice, yo estaba en el momento
y envuelta en torno a él, mis pies descalzos chillando contra el metal—. Cada
vez que vea este capo, voy a pensar en este momento y en ti. Y yo sabré que
somos las únicas dos personas que van a saber lo que estas abolladuras
significan porque estábamos en un momento.
Sabes esos momentos, ya sea que estés o no en ellos, tú sientes algo
más que lo que tratabas de sentir, lo que querías sentir. Eso era justo ahora.
Era como ver una puesta de sol, una que yo esperaba que fuera una puesta de
sol promedio y sabiendo cuáles serían los colores y la configuración específica
que yo usaría, pero luego, con tanto como un cambio en las nubes, una puesta
de sol que nunca esperabas es revelada. Es un corazón robado en la lluvia,
salpicado de rayos de luz que besan tu piel y bailan en la lluvia con el sonido
de los truenos y gruñidos rodando.
Es estar en el momento y darte a ti mismo así lo pretendas o no.
Es un amor apasionado mantenido en su lugar por el azul hielo.
193
Una buena parte de mí estaba asustada de amar a Dylan. Pero también
había una parte, esa niña dentro de mí que siempre había estado enamorada
de Dylan desde aquel primer beso. La otra parte estaba nerviosa de amar a
alguien como Dylan cuando yo no me conocía a mí misma. Sabía que con
Dylan, fácilmente podía caer enamorada de él.
—A veces me pregunto de dónde demonios viene un chico como tú
—dije con mi cabeza yaciendo suavemente sobre su pecho, su respiración
ligera como la niebla sobre nosotros.
Dylan soltó esa risa suave que encontraba tan tranquilizadora.
—Creo que su nombre era Lauren...
Mi sonrisa jaló un lado de mi cara, una lenta y extraña sonrisa que los
recuerdos moldeaban.
—Y ella olía a galletas de azúcar.
Balanceándose de lado a lado, me giró una vez antes de reclamar mis
caderas.
Nos deslizamos mientras el agua perlaba el capó y aterrizábamos sobre
nuestros traseros después de eso.
Dylan me miró.
—Yo no tomé en cuenta cuan resbaladizo sería.
Tratando de evitar resbalar más, me mantuve estable pero luego perdí
el equilibrio en un ataque de risa cuando vi que el pie de Dylan había roto su
parabrisas cuando nos caímos. En lugar de enojarse, suspiró, moviendo la
cabeza y tendiéndose sobre el capó.
—Ves, qué te había dicho… recuerdos. Voy a mirar ese parabrisas
ahora y decir: “joder, esa fue una idea tonta”.
Yo no pude parar de reírme y me incliné tendiéndome como él había
hecho.
Él me miró, tomando una calada del cigarrillo que acababa de
encender.
194
—Eres tan jodidamente bonita cuando sonríes así. —Su dedo índice
izquierdo golpeó mi nariz—. Hace que estas pecas se iluminen.
El silencio cayó sobre nosotros. Dylan fijó sus ojos sobre los míos
mientras las puntas de sus dedos recorrían a lo largo de mi mejilla hasta que
tomó el lado de mi cara.
—Si alguien te preguntara de qué color es el cielo, ¿qué le dirías?
—Preguntaría a qué hora del día.
—¿Por qué? —Dylan parecía un poco perplejo por mi respuesta como
si lo hubiera atrapado con la guardia baja. Su mano cayó de mi cara mientras
se apoyaba en la ventana, su pierna izquierda doblada por la rodilla
relajándose en el capó abollado y el parabrisas roto.
Miré hacia el cielo, era de un gris claro, pero ensombrecido en parte
por el sol y pronto se hundiría detrás del manto de nubes. La lluvia finalmente
se detuvo y el olor de los árboles húmedos y la tierra nos rodeaba.
—Porque a veces es azul o gris o blanco.
Dylan tomó una lenta calada de su cigarrillo antes de soplar el humo
hacia el cielo.
—Al carajo con eso, esos colores son suaves. Mira más allá de eso.
Imagínate lo que podría ser. Hay dorado, rosa, morado y naranja, hay mucho
más allá de lo que se ve que la mayoría no ve, no quiere ver o no puede
imaginar. —Mantuvo un ojo en mí y asintió con la cabeza a la franja de nubes
que se había separado para revelar la puesta de sol sobre mi hombro—. Pensar
de esa manera no solo succionará la vida directamente de ti, sino que no vas a
ver lo que está justo en frente, en el momento. Estás atrapada viendo lo que
siempre has visto. No seas así. Mantente viva, mantente bien despierta,
mantente algo.
Pasar de la niñez a la edad adulta tiene una manera de desaparecer y
hacerte sentir de esta manera, una manera en la que Dylan creía y que nunca
perdió de vista. En el fondo él era ese niño travieso que una vez fue; tal vez
tenía una cáscara más dura en estos días. Pero mirándolo cantar, oyéndolo
195
decir cosas como esta, me hacían creer que él todavía estaba allí y que la
infancia no había desaparecido, la vida se había interpuesto en el camino.
También me hacía creer que había esperanza, a pesar de que no
teníamos ni idea de lo que nuestro futuro traería ahora, podríamos hacer y ser
lo que soñamos.
El silencio se instaló como la lluvia, las palabras no necesitaban ser
dichas, ojos azules que no permitirían que el niño en mí se perdiera, hacen
palpitar mi cabeza y mi corazón. Sus ojos sostenían los míos, como pesos
pesados en el lugar y los colores más imaginables detrás de él.
—¿Estás contento de que nos escapáramos? —le pregunté con mis
pestañas espolvoreando agua en mis mejillas.
Él miró mis labios y luego mis ojos antes de aclararse la garganta con
suavidad.
—Es nuestro trato. Es lo que teníamos que hacer. Así que sí, lo estoy
—suspiró presionando sus labios en los míos—, ahora, vamos a hacer algo con
esta mierda de la lista de cosas por hacer y bésame bajo la puta lluvia.
¿Nuestro trato?
Yo no estaba segura de lo que quería decir con nuestro trato, pero un
beso bajo la lluvia fue suficiente para borrar cualquier pensamiento que pude
haber tenido.
Los recuerdos destellaban contra mis párpados cerrados, los recuerdos
que creamos cuando éramos niños y ahora me consumían, me hacían sentir
esos colores sangrantes.
196
11
Pistas de Tierra Bailey Gray
Traducido por LizC (SOS), vanehz y Aяia
Corregido por Lizzie
ylan y yo llegamos a Dodge City alrededor de la medianoche
después que nuestro beso bajo la lluvia se convirtió en más
que un beso.
Estábamos tratando de encontrar un hotel, pero como vimos después,
había una carrera en la ciudad y todos los hoteles parecían estar reservados. El
tío de Dylan, Kyle, el hermano menor de su padre, llamó y nos consiguió una
habitación en el Best Western donde un grupo de su equipo se alojaba.
Ahora estábamos tratando de encontrar el Best Western.
—Me muero de hambre —se quejó entre mi cabello, sus labios
rozando mi oreja mientras conducíamos alrededor—. Tengo tanta hambre
ahora que podría comer tu codo. —Se rió un poco, su pecho sacudiéndome
mientras su mano se deslizaba por mi hombro, tirando de mí contra él. Su
mano siguió su recorrido más abajo y corrió por mi brazo—. De hecho
—Dylan se detuvo y tiró de mi brazo cerca de su boca—, dámelo aquí, voy a
mordisquearlo un poco.
Me reí, alejándome de él a carcajadas. Las últimas horas habían sido
nada más que risas, persistentes toques, cosquilleos y ropa húmeda sobre el
D
197
tablero. Los dos estábamos en nuestra ropa interior y la calefacción puesta a
todo volumen intentando secarlas.
—¿Qué quisiste decir cuando dijiste “nuestro trato” antes? —le
pregunté, acurrucándome más cerca de su costado.
Dylan guardó silencio durante un minuto, con una mano apoyada en
el volante, la otra en mi muslo superior.
—No es complicado, Ojos Marrones. —Sus labios se presionaron en
mi sien—. Es solo… nuestro trato.
—¿Tenemos un trato? —Volví la cabeza para mirarlo. Sus ojos
estaban fijos en la carretera.
—Todo el mundo tiene un trato —dijo—. Un acuerdo tácito…
estamos destinados a estar juntos, y lo sabes.
—Allí hay un Taco Bell. —Señalé a través de su pecho al lado
izquierdo de la calle, en un centro comercial—. Vamos hasta allí.
Así como así, la conversación giró.
A Dylan le encantan los tacos, así que fue donde terminamos. Nos
llevamos la comida de vuelta al hotel y comimos allí. No había nada mejor que
ir a través de un Taco Bell con autoservicio en la medianoche en tu sujetador y
ropa interior.
Grita inapropiado.
Cuando llegamos al hotel, los dos nos derrumbamos después de
comer.
La tarde siguiente fue cuando se puso interesante. A diferencia de
Eddy, yo nunca había conocido a nadie del lado Wade de la familia que no sea
Ken, el papá de Dylan. Y después de conocer a Ken, no estaba segura de qué
esperar de Kyle.
Nos reunimos para el desayuno no muy lejos de la pista de carreras en
Dodge City. Trajo consigo a su hermano más joven; el más joven de los
hermanos Wade, Gentry. Él era agradable y cercano en edad a nosotros. Me
198
enteré de que Ken era el mayor, luego Kyle y Gentry. Por lo que Dylan me
dijo, los tres eran muy diferentes. Ken era serio y una especie de idiota. Eso ya
lo sabía de primera mano.
Luego estaba Kyle, el más decidido de los tres hermanos, y muy
involucrado en las carreras. El más joven era Gentry, el bobo de la familia.
Pude ver eso también.
Él coqueteó conmigo esa mañana y Dylan tuvo que enderezar su
rumbo de inmediato.
—No amigo, ella ya está ocupada.
Gentry se divirtió con él como todos los tíos harían. Estaba de buen
humor y se mantuvo grácil.
Después del desayuno, nos dirigimos a la pista para conocer al resto
de su equipo y el piloto de NASCAR del cual Kyle era el jefe de equipo. Al
parecer se trataba de un doble-fin de semana y él había vuelto a la
competición de autos con los que creció corriendo.
Yo nunca había estado en una pista de tierra y no podía ver
exactamente el atractivo. Eso fue hasta que vi mi primera carrera. Entendí
completamente el atractivo. La carrera, la adrenalina, la afición, la cerveza,
todo era parte de la experiencia.
Kyle nos había conseguido pases para entrar y salir de los pits, pero
una vez iniciada la carrera, me sentí atraída y no quería perderme nada. Dylan
estaba de la misma manera.
—Entonces, ¿cómo es este piloto? —Hice un gesto al número nueve
impreso en el auto negro que estaba en la pista calificando.
El tablero de número en el medio de la pista resplandeció con las
palabras “tiempo más rápido” y Kyle sonrió sacudiendo la cabeza con una
sonrisa mientras se recostaba contra el banco detrás de él.
—Nunca pierde eso.
Gentry, quien estaba sentado frente a mí, miró por encima del
hombro hacia mí.
199
—El piloto es un imbécil. Solo recuerda eso y estarás bien. —Él se dio
la vuelta para beber su cerveza como si nada.
Kyle asintió.
—Él es un idiota, pero tiene buenas intenciones. Eso sí, no te ofendas
si él no habla mucho cuando venga aquí.
Yo nunca había conocido a un piloto de carreras antes y no estaba del
todo segura de qué esperar una vez que me dijeron que era un idiota.
Dylan puso su mano en mi muslo, pero se echó a reír y la llevó a mi
cara cuando él me miró y limpió lo que supuse era más suciedad de mi nariz.
—¿Te estás divirtiendo?
Asentí, mis ojos delatándome y Dylan esbozó una sonrisa, sus ojos
derivaron de nuevo a la pista cuando el próximo auto salió. Uno a uno los
autos, se dirigieron a la pista e hicieron lo que dijo Kyle, una vuelta de
calificación. Jameson Riley, el piloto del auto negro número nueve sostuvo el
tiempo más rápido.
—Así que este piloto, Jameson Riley —hice un gesto hacia donde él
estaba de pie en medio de la pista con un grupo de sujetos rodeándolo,
mientras hablaban con el locutor—, ¿es realmente bueno?
Dylan asintió, su brazo rodeó mis hombros.
—Sí, ha ganado el campeonato de NASCAR algo así como ocho veces
y solo tiene treinta y uno.
—¡Guau! —No tenía ni idea de lo que sea que eso quería decir, pero
me pareció impresionante.
A medida que las actividades se prolongaron en la noche, las gradas
de madera en las que nos sentábamos con vistas a la pista de tierra se llenaron
de familias y entusiastas aficionados a las carreras. Una explosión de luces
desde arriba hizo que los autos y guardabarros brillaran con una tenue luz que
me pareció fascinante junto con el sonido. El sonido me recordó al auto de
Dylan, con ese fuerte rugido distintivo de caballos de fuerza.
200
La atención de Dylan estaba en su mayoría en las carreras pero de vez
en cuando mantenía una mano en mí en todo momento, sintiendo,
recordando, haciendo recuerdos, nuestro trato.
Algunos de los otros conductores se quedaron en las gradas antes de
que comenzara lo que ellos llamaban el calor de las carreras, ninguno fue
Jameson, pero unos pocos dijeron que eran pilotos para correr con él.
No sé por qué, pero yo quería conocer a este tipo Jameson del cual
todos, incluso Dylan, hablaban muy bien.
—Probablemente va a venir aquí después de las eliminatorias, tal vez
—nos había dicho Gentry después de que él nos consiguió unas cervezas—.
Pero no te desilusiones si no lo hace.
Kyle bufó, el ruido entre el humor y la molestia.
—Solo sé que la única razón por la que incluso va a hablar con
nosotros se debe a que él está aquí, en una pista de tierra.
Eso me pareció un poco desagradable. ¿Por qué no hablarías con la
gente que vino a apoyarte? Dylan pareció darse cuenta de mis preguntas
moviéndose a través de mi cabeza y se apoyó para topar mi hombro.
—No es un mal tipo. —Se frotó la frente con la mano derecha antes
de ajustar su gorra—. Él es el tipo de persona que se enfoca en una sola cosa
cuando está corriendo.
—¿Así que lo has visto antes? —dije en su hombro protegiéndome los
ojos del sol, a medida que se asomaba por encima de su hombro izquierdo.
Él se dio cuenta de eso y se movió adelante para bloquear la luz, sus
ojos entrecerrados bajo el brillo antes de moverse de modo que su sombra
cubriera su cabeza.
—Sí, una vez en una pista de vuelta a casa. Es de Washington.
—Oh. —La idea de que él era de Washington me animó un poco más
por él.
201
Antes de los acontecimientos principales, otro grupo de gente entró en
los stands. Me fueron presentados como la esposa de Jameson y dos chicos,
Axel y Casten. También tenían una niña pequeña, Arie, pero ella estaba en el
tráiler de publicidad, sea lo que fuera eso.
En cuestión de dos horas, había aprendido todo un nuevo lenguaje que
nunca conocí. El mundo precipitado.
Sway, la esposa de Jameson, se sentó junto a mí cuando Dylan bajó a
los pits con Kyle y Gentry para ver el auto.
—Soy Sway, la esposa de Jameson —dijo, palmeando mi rodilla—.
Esos pequeños rufianes, son Axel y Casten. —Palmeó la cabeza de ellos
mientras los presentaba, pero ninguno se volvió. Sin embargo, se sentaban
tranquilamente comiendo sus salchichas. Sway rió cuando ellos no se
volvieron—. No dejes que la profunda atención te engañe, nunca están así de
tranquilos. Tuve que regañarlos en el tráiler por lanzarme tierra. Solo están
actuando de esta forma por temor a que le diga a su padre, lo cual haré.
—Ese es un nombre genial —dije, sonriendo y ya sintiéndome
cómoda alrededor de ella. Tuve un tiempo difícil yendo a conocer gente de
regreso en casa porque normalmente ellos estaban asustados de mí, ser la hija
mayor y todo. Ahora ninguno conocía ese lado de mí.
—Sí. —Sway lanzó su camiseta sobre sus piernas desnudas cuando el
viento la levantó ligeramente—. Mis padres me llamaron así por la canción de
los Rolling Stone.
Tuvimos una pequeña charla por un momento, le dije sobre dejar la
casa justo después de la graduación. Ella pensó que era divertido y entendí por
qué. Finalmente, alguien que no me daba una mirada de “qué demonios
estabas pensando”.
Sway era de conversación fácil y me encontré a mí misma absorta en
todo lo que tenía que decir. Era como si tuviera alguna clase de
enamoramiento de niña por ella. Era adorable y quería besarla. No realmente,
pero era linda.
202
—¿Cuánto tiempo has estado casada? —pregunté, tomando un trago
de la cerveza que Gentry me alcanzó y tratando de salir de mi enamoramiento
de niña por esta mujer.
Sway miró a Gentry empujando su hombro, su anillo de diamantes
brillaba con el movimiento.
—Tiene dieciocho, amigo, no es genial.
—Lo que sea. —Gentry ondeó su mano con una sonrisa y se sentó
junto a los niños frente a nosotras.
—Hemos estado casados por casi ocho años —dijo—. Nos casamos
cuando tenía nueve meses de embarazo de este. —Se inclinó hacia adelante
palmeando lo alto de la cabeza del mayor de los niños. Él le dio un
asentimiento pero no le prestó atención cuando una secuencia de cinco autos
en sprint vino a la pista para lo que ellos llamaban un toque del trofeo.
Esos tampoco eran su promedio de autos NASCAR. Estaban a mitad
del tamaño de la longitud con grandes neumáticos traseros, ruedas abiertas y
una aleta en la parte superior. Eran adorables.
Entonces empezamos a hablar en lo que Dylan y yo nos
encontrábamos, confundidos, perdidos, arruinados por algo que no
entendíamos.
Me sentí mal por verter mi corazón hacia ella, pero Sway tenía el tipo
de personalidad que hacía que empezara a rezumar coraje hacia ella y olvidar
todo sobre la carrera.
Sway sonrió.
—Tuvimos dieciocho una vez. No creo que Jameson y yo pudiéramos
hacer nada bien a esa edad y era como si tuviéramos que hacer todo mal antes
de hacer lo correcto.
—¿Pero estuvieron juntos eventualmente?
—Bien, sí. —Se movió hacia los dos pequeños niños sentados
tranquilamente en la banca en frente de nosotros vistiendo gorras negras de
carreras y sudaderas que hacían juego con el número de su papá y sus
203
patrocinadores—. Pero rompimos el corazón del otro antes de llegar al punto
donde estamos actualmente juntos.
—¿Hubieras hecho algo diferente?
El mayor de los niños miró hacia arriba y vio a su padre llegando, su
traje de carreras atado alrededor de su cintura con una multitud de fanáticos
siguiéndolo, en su mayoría mujeres. La sonrisa idólatra era innegable cuando
su papá agarró a los dos niños en un abrazo, tirando de ellos sobre sus
hombros.
Sway rió ligeramente.
—No —Miró al niño mayor con una sonrisa—, no habría cambiado
nada.
Jameson no se quedó mucho, no me dijo nada en reconocimiento, besó
a su esposa y entonces se fue en la otra dirección con los otros dos
conductores, su cabeza hacia abajo, su gorra hacia abajo para evitar el contacto
visual con alguien.
La noche progresó y pasé la mayor parte del tiempo hablando con
Sway y su cuñada que con Dylan. A él no le importaba, estaba en el cielo,
rodeado de autos de carreras.
Emma tenía algo. Además que ese cabeza rota que recogimos en la
ciudad de Oklahoma, nunca conocí a alguien con tanta energía como ella y
además tenía dos niños envueltos en ella. Esa mujer era increíble.
Jameson terminó ganando el evento principal, lo cual pareció poner a
su familia de buen humor. Su hermana, Emma, nos invitó a sus pits para
pasear.
Jameson regresó a los stands luego de recibir su trofeo. Miró hacia
arriba a Dylan y a mí, pero no dijo nada, sus ojos escaneando la multitud.
Parecía incómodo rodeado de ellos y parecía enfocado en alejarse.
—Regresa a los pits —dijo Emma sosteniendo a uno de sus hijos por la
capucha de su sudadera para que no pudieran escapar, el otro estaba sostenido
por alguien que parecía ser su papá—. Cocinaremos algunas hamburguesas.
204
Dylan era todo sobre comida y Emma no tomaría un no por respuesta.
Cuando llegamos a sus pits junto a la parte trasera de un gran campo
de polvo, con autos dispersos, un gran autobús azul y negro, tres grandes
transportadores para mover los autos, podías decir que todo esto era un asunto
de familia y todos eran muy cercanos. Me sentí un poco fuera de lugar pero
Emma y Sway eran buenas haciéndome sentir cómoda.
La comida estaba por todos lados también igual que la cerveza. La
favorita de Dylan.
Efectivamente, miré hacia él, parado junto al transportador rojo y
negro junto a Kyle y otro chico que no había conocido, bebiendo una Coors
Light.
Jameson estaba distante, manteniendo su distancia de la mayoría, pero
después de dos cervezas, empezó a abrirse y empezó a bromear con el equipo.
Podrías decir que se alimentaban de él. Estaba lleno de esa actitud bastante
parecida a Dylan, y poniendo el humor a su alrededor. Si estaba quieto, ellos
estaban quietos. Cuando su humor se aligeraba, ellos empezaban.
Además de todo eso, Jameson nunca vagaba lejos de su esposa. Estaban
siempre a centímetros del otro, pretendiéndolo o no.
Sway se mantenía ocupada con los niños pero de cuando en cuando se
detenía a hablar conmigo.
Los niños eran entretenidos de ver. Aún no había visto a las niñas que
ellos decían estaban alrededor de los chicos, quienes estaban parados junto al
fuego luego de comer hamburguesas, todo lanzando ramas y piedras en él.
Alternaban entre lanzar cosas al fuego y pasear por ahí en la pequeña bicicleta
polvorosa que tenían.
Sway suspiró detrás de mí
—Mira… —Señaló a Axel, quien había flameado un malvavisco en un
palo, balanceándolo alrededor—. Excelente control natal.
Ella estaba en lo cierto.
Toda su familia era oportuna. Disfrutaba de todos ellos.
205
Por lo que no estaba tan entusiasmada, era sobre los ojo de Dylan
sobre Sway. Como dije, Sway era linda, de lo más hermosa, pero estaba
cortada con arte. La forma en que reía, sus expresiones faciales, todo ello atraía
a la mayoría de hombres.
Dylan miraba a Sway caminar, sus ojos demorándose cuando se
inclinaba a recoger a su hijo más pequeño cuando empezaba a comer tierra.
—Mono, no —dijo, sacudiendo la tierra de su boca—. Eso es
asqueroso.
El niño rió, una risa contagiosa como la de su madre.
No me enfoqué en ello, sin embargo. No. Cuando vi a Dylan mirarla,
mi mente vagó. ¿Encontraba a Sway atractiva?
Por supuesto que lo hacía. Sway era más que hermosa y tenía la
personalidad que combinaba. Tenía ese rico cabello oscuro que flotaba, esa
increíble figura curvilínea, redondeada en los lugares adecuados. No era
demasiado delgada o demasiado gruesa y tenía el mejor trasero que hubiera
visto. Dylan, como un imbécil hombre, miraba.
Mis ojos se quedaron en Dylan, observando, esperando a ver lo que él
iba a hacer. Amar a alguien hace cosas extrañas en ti. Es complicado, inocente
a veces, te cambia la vida, te pone la piel de gallina, hasta no puedo dormir sin
él a mi lado. Y entonces, aunque las palabras no hayan sido dichas, no se ha
establecido una relación definida, cuando lo ves mirar a otra por cualquier
razón, los comportamientos inducidos por los celos asoman su fea cabeza. Lo
vi con Eric una o dos veces y con Dylan en el club nocturno. Ahora yo lo
estaba experimentando. La prisa, la ansiedad, la inquietud. Todo estaba ahí.
Él finalmente desvió la mirada, como si no tuviera intención de mirar
o no quisiera estar mirando, pero cuando ella se agachó otra vez dejando al
niño en el suelo, los ojos de Dylan se detuvieron en su pecho.
Mi corazón estaba en mi garganta, mi respiración pesada mientras mis
tripas se revolvían. Fue entonces cuando Dylan me miró, tal vez intentando
averiguar por qué le estaba mirando de la forma en que lo estaba haciendo.
206
Si él estaba supuestamente enamorado de mí, ¿por qué estaba mirando
a Sway de esa manera?
Me di cuenta entonces; los celos que estaba sintiendo era algo que
nunca antes había sentido. Era un golpe de realidad, loco, me apretaba la
garganta, hacía que mis ojos ardieran, y tomaba mi alma.
Un sonido me trajo de vuelta; una lata de cerveza tirada a un lado, un
movimiento en la distancia.
Jameson lo notó y se levantó de su sitio en el portón, sus enormes ojos
verdes encallecidos en Dylan. Lentamente, se acercó a Dylan, agarró los
cordones de su sudadera con capucha y con la otra mano tomó un buen
puñado de su camisa para acercarlo más, mirando, el silencio pesado y
amenazador.
—Ni siquiera pienses en ello, niño.
Dylan, joven difícil y un problema él mismo, mantuvo la compostura,
pero se notaba que estaba intimidado. Riendo nerviosamente, levantó su
mano, su voz baja:
—No hombre, no estaba pensando en ello.
—Bien —dijo Jameson dejándolo ir, su mano alisó la camisa de Dylan
mientras sonreía—. Ella está tomada.
Dejando ir a Dylan completamente, se alejó, su rostro marcado con
sombras siniestras pero con un borde relajado. Jameson parecía estar
bromeando, pero la amenaza estaba ahí. Simplemente estaba dando a Dylan su
lado.
Un poco sacudido, tal vez, Dylan dio una calada del cigarrillo que
tenía en su mano y tiró la colilla en un charco poco profundo, negando con la
cabeza con una risa baja.
—Amigo. —Kyle empujó contra el hombro de Dylan—. No hagas eso
otra vez. Ella es como la esposa del director, no preguntes, no toques, no
mires.
207
—Anotado —dijo Dylan, la risa nerviosa volvió antes de tomar un
sorbo de su cerveza.
Spencer, el hermano mayor de Jameson que había estado acosando a
los niños y sus malvaviscos en llamas casi toda la noche le sonrió a Dylan, sus
ojos muy abiertos pero sonriendo riendo silenciosamente.
—Tienes esa imagen de chico malo compactada pero no quieres joder
a Jameson, es muy inestable.
Sway rió acurrucándose al lado de Jameson cuando él puso su brazo
alrededor de ella.
—Ya basta, chicos.
Dylan se movió para estar junto a mí, su brazo alrededor de mi
hombro y por un momento, un breve momento, no lo quise. El amor era loco,
¿no? Te hacía enloquecer, jodidamente loca con pensamientos locos.
Él se volvió para enfrentarme, triste tal vez, atrapado sí.
—No estaba mirando porque estuviera interesado —dijo en su
defensa, medio suplicando, medio tranquilizante y bajo, solo para que yo lo
oyera.
—Está bien —dije no sabiendo qué más decir, riendo sarcásticamente.
La actividad que nos rodeaba no iba bien con el lado celoso así que me
olvidé de ello, eso no detuvo el fuego en mi estómago y el preguntarme por
qué miró en primer lugar. Dylan parecía agitado y molesto, tal vez estaba
enfadado consigo mismo o tal vez estaba enfadado porque alguien le había
llamado la atención sobre eso.
Sway rió en la distancia, Jameson estaba susurrando algo en su oído y
Emma estaba hablando con Dylan sobre Charlie, su hijo, quien acababa de
pegarle con un palo que era más como una rama. Ella se estaba disculpando.
Encontré interesante la forma en que Jameson y Sway se miraban el
uno al otro y se movían como uno. Era el tipo de relación refrescante y sabías
eso sin saberlo, estaban juntos. No tenían que decírtelo, lo sabías.
208
Todo el mundo se relajó a medida que la multitud que nos rodeaba se
hizo más espesa. Estuvimos en un círculo, bebiendo, hablando, y en su
mayoría escuchando a Jameson y a su grupo hacer el tonto.
Los chicos más jóvenes estaban un poco ruidosos después de un
tiempo, aburridos asumí y Jameson tuvo que estar agarrando al mayor, Axel,
por la capucha de su sudadera negra y decirle que parara. Él nunca levantó la
voz, no tenía que hacerlo. Su lengua era afilada y rápida.
Dylan quería mirar los autos así que Kyle le llevó dentro del
transportador y luego se inclinó hacia el lado de uno de los autos de correr
señalando varias partes asumí.
Cuando miré arriba, mi mirada atrapó a Jameson, quien estaba al otro
lado del fuego, y sonrió suavemente estirando la mano para entregarme una
cerveza.
—Tienes veintiuno, ¿no? —bromeó.
No estaba segura de qué decir, aquí este famoso piloto de autos de
carreras estaba ahora hablándome después de casi golpear el culo de mi amigo
por mirar el culo de su esposa. Tenía que haber estado escrito en todo mi
inocente rostro que había estado comparándome con Sway. No podía evitarlo.
Ahí es cuando él me sorprendió y fue mucho más perceptivo de lo que
alguna vez pensé que sería.
—No te quedes corta. Eres hermosa. —Su mirada no estaba en mí sino
en la cerveza en sus manos pero las palabras eran para mí. Sabía eso—. Nunca
dudes eso —dijo antes de golpear mi hombro con el suyo y guiñarme un
ojo—. Él solo tiene ojos para ti.
Fue una breve interacción y luego la multitud que nos rodeaba llamó
su atención pero después de eso, yo era una fan de por vida. Podía verme a mí
misma como una completa groupie de ese hombre, como Sway lo había
llamado. Ahora lo entendía. Él tenía la apariencia, la personalidad, y un
infierno de mirada. Dylan sabía eso de primera mano también.
Dylan hizo su camino de vuelta a mí, una sonrisa, una chispa en sus
ojos y una cerveza en su mano, riendo con Kyle.
209
Jameson miró por encima de su hombro al GTO estacionado junto a su
trasportador.
—Así que, ¿te gustan los autos?
Él estaba haciendo conversación y Dylan lo sabía, aliviado creo.
—Sí. —Asintió prestando especial atención a los chicos en la parte
trasera del trasportador dándose empujones unos a otros con camaradería más
que con ira.
—Tengo unos pocos clásicos en casa también —dijo Jameson
envolviendo un brazo alrededor de Sway cuando salió del transportador.
Acababa de juntar a los niños y puso a todos dentro del autocar que estaba
estacionado a un lado del trasportador cerca de la valla.
—¿De qué tipo? —Dylan llevó su cerveza a sus labios; su otra mano
palmeó sus bolsillos buscando sus cigarros. Cuando los encontró, sacó uno
pero no lo encendió. En su lugar, lo puso detrás de su oreja dando vueltas al
mechero en su mano.
Jameson le observó, curioso por su hábito de fumar y el mechero al
que daba vueltas cuando estaba nervioso.
—Tengo un GTO del 67 como el tuyo y un Shelby GT 500 del 67.
—No jodas —Dylan jadeó, su mano con el mechero levantado para
rascar su barbilla—. Esos son jodidamente raros.
—Sí, lo son —estuvo de acuerdo Jameson—. No colecciono muchos
autos pero tengo esos.
—¿Aparte de los autos de carrera? —Reí sintiendo parte de la
conversación. Sway lo notó y me guiñó un ojo.
—Sí. —Jameson rió con su sonrisa y sus ojos brillantes—. Los autos de
carreras son mi debilidad.
Empezaron a hablar sobre las especificaciones de los autos, tamaños de
los motores y lo que no cuando Jameson notó la abolladura en la puerta y el
capó.
210
—Mientras que puedo entender las abolladuras en el capó. —Jameson
hizo una pausa y nos dio una sonrisa a sabiendas a Dylan y a mí—. ¿Qué coño
le ha pasado a la puerta?
Mis mejillas estaban rojas brillantes. Dylan rió, su mano derecha se
deslizó en el bolsillo trasero de mis jeans, inclinándose hacia mí.
—Oh, ya sabes. Loco viaje de carretera.
Supe entonces que no iba a contarle a nadie de qué era esa abolladura.
No era por vergüenza tampoco. Lo dijo en serio cuando dijo que nosotros
seríamos los únicos con estos recuerdos. Eran nuestros.
Nada más fue dicho durante un tiempo hasta que Kyle volvió con un
chico en su espalda y dos de los chicos que supuestamente estaban durmiendo.
Reconocí a uno como Axel, el mayor de Jameson y Sway. El otro al que
todavía no había visto con polvoriento cabello rubio y brillantes ojos azules.
Ahí es cuando el chico que estaba en la espalda de Kyle saltó y aporreó
a Jameson.
—¿Quién es ese? —pregunté a Dylan.
Jameson gruñó levantándose del suelo.
—Mi jodido hermano.
La risa estalló mientras los chicos terminaban la ronda juguetona de
lucha. El chico Spencer era un viaje. Imagínate un hombre muy grande, ojos
azul bebé, risa retumbante y jugando ruidosamente tirando globos de agua y
luchando con su hermano menor. Era difícil de imaginar pero era entretenido.
Para cuando nos íbamos, Kyle llevó a Dylan a un lado para intentar
darle un poco de dinero. Naturalmente, él se negó. Hasta ahora, en nuestro
viaje Dylan había financiado toda la cosa aparte de unas pocas comidas cuando
él estaba distraído y yo me las arreglaba para deslizar el dinero antes. No tenía
ni idea de cuánto dinero tenía Dylan, y se negaba a hablar sobre cualquier
cosa relacionada con su fondo fiduciario, pero sabía que tenía mucho.
Aun así no estaba cómoda con que él pagara todo pero le dejaba para
ahorrarme una discusión.
211
Kyle golpeó el hombro de Dylan.
—Tu padre no es un mal tipo, Dylan. Es solo Ken. Eso es todo lo que
puedo decir.
La postura de Dylan era no-me-importa-una-mierda. Si eso no lo
delataba, poner los ojos en blanco y sus palabras lo hicieron.
—Ya he terminado con eso.
Kyle parecía entenderlo.
—¿Por qué crees que no lo he visto en seis años?
A través de Kyle aquella noche, aprendí mucho sobre la familia Wade
y que se mantenían en contacto con Drew. Kyle había pagado por que él fuera
a rehabilitación y un sitio para que se quedara hasta que se pudiera sostener
por sí mismo y eventualmente le ayudó a encontrar un trabajo estable. Resultó
que era en un bar, y si conocías a Drew esa no era exactamente la mejor idea,
pero él lo hizo bien y con el tiempo le compró el bar al dueño.
Sabiendo por lo que había pasado Drew, era bueno verle bien.
Dylan abrazó a sus tíos, estrechó la mano con Jameson y le dio a Sway
un breve abrazo cuando ella le forzó, todo el rato manteniendo sus ojos en
Jameson mientras el miraba juguetonamente.
Sway y yo nos abrazamos también y ella me pidió mi número lo cual
pensé que era bastante genial pero desafortunadamente, yo no había
reemplazado mi teléfono todavía y no tenía planes de hacerlo pronto. Me
encantaba su familia, eran gente genial y honestamente, quería que me
adoptaran.
—Eso ha sido divertido —le dije a Dylan cuando volvimos a su auto
alrededor de las tres aquella mañana.
Él me dio un asentimiento pero nada más cuando me abrió la puerta.
Antes de encender el auto, me miró, cuidadosamente eligiendo sus
palabras antes de que su voz bajara.
212
—Tú tienes mi corazón —dijo, estableciendo una extraña y calmada
actitud—. No tienes de que preocuparte conmigo.
Asentí, mis mejillas enrojecieron ligeramente ante su admisión y el
hecho de que no había dicho nada tan remotamente sincero como él me lo
había dicho a mí. Ahora tenía miedo de que si lo hacía no significaría nada.
—¿Por qué miraste?
—Hábito supongo. —Se encogió de hombros encendiendo el motor
del auto. El rugido hizo vibrar el asiento mientras aceleraba el motor varias
veces, pero no puso el auto en marcha.
¿Por qué los hombres hacen eso? No puedo decir que no he visto a
mujeres haciéndolo también, solo lo veo más con los hombres. Celos. Maldito
sea ese monstruo.
Mi voz estaba atrapada, atrapada en mi garganta. Ese doloroso dolor de
celos había vuelto, matándome lentamente.
—¿La encuentras atractiva? —Mierda. Había sonado patética.
Dylan rió, y agarró mi brazo para ponerme más cerca, su brazo se
envolvió a mí alrededor descansando contra el asiento sobre mi hombro. Su
mejilla se presionó contra el lado de mi rostro, cálido, confortante.
—Ella es atractiva, sí, pero no es mi Ojos Marrones —susurró. Sus
labios tocaron mi frente mientras hablaba—, nada nunca se comparará a ti
—gimió contra mi cuello, cuidadosamente mordisqueando mi piel—. Sabía
que estaba jodido desde aquel primer beso a los siete años. —Volviéndome en
mi asiento, su piel anormalmente caliente, su nariz rodando a lo largo de mi
garganta, besos calientes contra mi barbilla—. Estoy jodido. Sin ti, estoy
jodido.
¿Qué significaba eso? No dije nada, mis palabras se quedaron atrapadas
en mi garganta otra vez.
Dylan no esperó a que respondiera, mantuvo un brazo alrededor de mí
pero puso el auto en marcha y se dirigió de vuelta al hotel. Su mano retorció
un trozo de mi cabello entre sus dedos.
213
Pensé mucho en lo que Sway me dijo en el viaje de vuelta al hotel.
—Ama con todo lo que tienes. —Ese fue su consejo de relación. Y si
soy honesta contigo, era el mejor consejo que alguien me había dado sobre
relaciones.
El otro consejo que ofreció:
—No tengas arrepentimientos o dudas —me dijo—. Ama. Ama con
todo tu corazón, cada parte de él. Ama cualquier cosa tanto como puedas.
Sway era madura para su edad y parecía entender mucho acerca del
trato con Dylan sin que yo tuviera que explicar nada.
Cuando pensaba en lo que estaba pasando entre Dylan y yo, me
asustaba un poco pero me hacía sentir más viva que nada.
En casa, cuando alguien me hablaba sobre amar a un chico, dirían:
“eres joven y tienes todo el tiempo del mundo”.
Éramos jóvenes.
Yo solo era una chica, eso decían.
Y él es solo un chico, eso decían. ¿Pero y si no lo somos?
¿Y si éramos dos almas viejas destinadas a encontrarnos? Pieza^s que
faltaba reunidas por el destino. ¿Y si no tenemos todo el tiempo del mundo?
La vida es corta, real y jodidamente corta cuando piensas en ello. La gente
muere a mi edad todo el tiempo, y más jóvenes que yo todo el tiempo. No
tenemos todo el tiempo del mundo.
Cuando tienes dieciocho, nadie es más consciente de tu edad que tú.
Ellos te son rápidos en recordarte que no sabes nada, solo tienes dieciocho.
No puedes beber, solo tienes dieciocho. No puedes alquilar un auto,
solo tienes dieciocho.
Con todos esos no puedes, ¿cómo pueden permitirte votar, emitir tu
elección por el próximo presidente y asuntos políticos? ¿Tienes la edad
suficiente para eso, pero no para beber?
214
¿Tienes la edad para dejar que el mundo sepa tu actitud política, pero
no beber?
Como he dicho, te recuerdan constantemente que hay tanto que no
sabes y no puedes hacer. No sé por qué la edad importaba tanto. Es un
número. Solo un número. Medía años no lo que sabía o cómo me sentía por
alguien.
Debería ser capaz de decidir por mí misma lo que quería hacer y cómo
me sentía.
Un número no debería.
Algunos dicen que nunca encuentras el amor tan joven. Y cuando lo
haces, justo como tu edad, te recuerdan rápidamente que eres joven. Que no
cuentes con que esté para siempre ahí. La misma persona que dijo que no te
apresures te dice que podría no durar.
Algunas personas que creen que dieciocho es joven son las mismas
personas que creen que el amor verdadero no aparece tan joven.
No creen que haya un amor tan fuerte para perdurar a través de la
tragedia.
Creo que Jameson y Sway eran la prueba de ello. Por lo que había
aprendido en una noche con esa familia era que ellos eran la prueba de que
podía pasar cualquier cosa. Sway había pasado por el infierno con su madre y
luego con su padre. Pero ahí estaba, viviendo el momento, amando con todo
lo que tenía.
Creo con todo mi corazón que hay un amor que puede ser lo
suficientemente fuerte para aguantar cualquier cosa que se le ponga delante.
Hay un amor ahí afuera que las palabras, los sentimientos, infiernos, que el
aliento se imprimen en cada cristal. Su ritmo es la única indicación real de que
lo has sentido.
La edad no era nada más que un número. Y lo que yo estaba sintiendo
ahora, con Dylan, era un buen trato. Era nuestro trato. Era un aliento
imprimido en cada cristal y el ritmo lo mantenía vivo.
215
No estaba segura de cómo me sentía acerca de Dylan pero el
sentimiento estaba viniendo a mí, no podía ser ignorado porque por una vez,
era ese ritmo otra vez. Algo nos hizo irnos juntos aquel día y yo creo que fue
el destino.
Era nuestro trato.
216
12
Tatuajes y Cajas Bailey Gray
Traducido por Clary y Belle 007
Corregido por Lizzie
uestra siguiente parada después de Dodge City era Memphis.
Yo quería ver Graceland. Decidimos ir a Tulsa primero y
hacer unas pocas paradas a lo largo del camino.
La temprana parte del viaje fue tranquila, ninguno de nosotros era
muy enérgico en la mañana y Dylan parecía distraído con su teléfono así que
miré a través de las fotos de mi cámara que tomé ayer por la noche y las de la
noche en el Brickyard que no recordaba haber tomado. La mayoría de ellas
eran de Dylan cantando y la banda de Eddy. Habia unas cuantos de Lanny y
yo. Lamentaba mi mala decisión de pareja justo ahora y deseeaba haber
mantenido mi teléfono así podría haberme mantenido en contacto con las
chicas como ella y Sway.
—¿Tu beca era para fotografía? —preguntó Dylan antes que nos
detuviéramos en Tulsa.
Notó una de las fotos de la cámara, una de mí después del baile de
tubo que Lanny había tomado con mi cámara.
—Mierda, me veía ridículamente incómodo.
N
217
—Creo que lo estabas —dije arrastrándome hacía él en el asiento
central para estar más cerca de él—. No me preparé para el baile. Estoy
bastante segura que soy material de chica del espectáculo.
—Tendría que estar de acuerdo —dijo, su mano encontrando el
interior de mi muslo, sus dedos rozando círculos sobre mi piel justo debajo del
flequillo de mis pantalones cortos de mezclilla. Afortunadamente,
encontramos un Target por la mañana y fui capaz de conseguir algo de ropa y
más ropa interior. Dylan dijo que encontraríamos una lavandería a la noche
para limpiar nuestros otras ropas. Una semana huyendo y encontrarías un
camino huyendo de todo.
—Joder…ahora estoy pensando en el baile. —Dylan cambió,
levantando ligeramente sus caderas mientras se inclinaba hacia adelante
contra el volante. Después de un momento, se inclinó hacia atrás y puso su
brazo alrededor de mí—. Distráeme… ¿quieres tomar fotos para vivir?
Medio sonreí, pero me mantuve concentrada.
—He pensado en ello y sí, mi beca era para fotografía. Sabias eso, ¿no?
—Es impresionante y sí, quizá lo escuché en la escuela —dijo dando
vueltas a un mechón de mi cabello entre sus dedos. Solía hacer esto cuando
éramos jóvenes, un hábito, uno que amaba.
—¿Entonces piensas usar la beca? —Podías sentir la tensión creciendo
en Dylan, él no hizo un movimiento o sonido hasta que contesté. Sabía que mi
respuesta podría dictaminar su estado de ánimo.
—No iré —dije haciendo clic en la flecha de la cámara para
desplazarme a través de más imágenes, cada una recordándome el por qué yo
no iba. Este viaje, estas fotos, esto era yo. Una universidad, una vida
planificada, eso no era yo—. Pienso continuar con la fotografía, tal vez
vendiendo algunas fotos o algo para ganarme la vida.
—¿Por qué importa si haces algo para vivir? —Estaba realmente
curioso cuando preguntó eso.
—Bien, eventualmente necesitare hacer mi propio dinero, pensar en
el futuro. —Mi dedo se detuvo sobre la flecha del botón de nuevo y volteé a
218
mirar a Dylan. Él se encontró con mi mirada, pero solo por un momento—.
¿Cuál es nuestro plan de todos modos?
—Estamos yendo a Birmingham, ¿recuerdas? —Su sonrisa era solo de
medio lado, la realidad de que esto podría no podía durar para siempre, como
para mantener una sonrisa completa, o al menos eso es lo que pensaba.
—Al final tendremos que… tú sabes… establecernos o algo.
—Lo sé. —Y eso es todo lo que dijo antes de que él preguntara—: Así
que si tú pudieras, ¿simplemente tomarías fotos?
—Sí, podría gustarme eso pero probablemente solo sea un sueño. Hay
tantos fotógrafos talentosos ahí afuera que es difícil conseguirlo dentro de un
campo como ese.
—Pero conseguiste una beca —señaló, riendo, pero no una sincera
carcajada. Era una que decía: ¿estás loca?—.Esto es algo justo ahí. Si amas algo,
el dinero no debe ser el factor decisivo.
—¿Entonces estás diciendo que si amas algo, deberías hacerlo de
forma gratuita?
—Lo hago.
Él tenía un muy buen punto.
Rozando el lado de su rostro contra mi cabello, su nariz corrió a lo
largo de mi oreja.
—No se trata de hacer dinero Ojos Marrones. Es sobre dar tu corazón.
—¿Qué hay de ti entonces? Tu fondo fiduciario no va a durar para
siempre —repliqué, desplazándome a través de las fotografías una vez más y
riéndome entre dientes de una que tomé la noche anterior cuando Dylan se
había quedado dormido. Se dio cuenta e hizo rodar sus ojos.
—Que se joda mi fondo fiduciario. —Su mirada de furia era evidente,
sin embargo yo no miré—. Para mí, no importa cómo tenga mi dinero a la
larga mientras esté haciendo algo que amé. El dinero no significa nada. Eso no
219
compra tu felicidad por mucho que lo intentes, lo único que hace es complicar
la mierda que no necesita ser complicada en primer lugar.
Esta vez lo miré poniendo la cámara en el asiento junto a mí, el tenía
toda mi atención, y sé que tenía la suya, la mayor parte de todos modos.
—¿Es por eso que no tomaste la oferta de Sam?
—¿Quieres decir con ese sello discográfico que ofreció cuando él no
tiene un negocio haciéndolo?
—Sí, supongo. ¿Por qué?
—Porque —Dylan dejó salir un puff como si yo debería haberlo
sabido—. Ese no soy yo.
—¿Entonces qué harías para hacer dinero?
—Quiero hacer música, la hago. Es una pasión mía. —Hizo una pausa
por un momento cuando pasó un auto en el carril de la izquierda y luego se
movió de regreso hacia atrás en el carril de la derecha en la autopista.
»Probablemente tendré un trabajo en algún lugar cantando en un bar
para tener el suficiente de dinero para tener un lugar para hospedarme y
comer. Necesito sentirme vivo y hacer algo me ame.
—¿Qué hay acerca de ahora... justo ahora?
—Estoy justo donde quiero estar. —Me dio una sonrisa y besó mi
cuello con una risita baja—. Un buen trato.
Estaba con el trato de nuevo.
Intentando cambiar los temas, alcancé su iPod y cambié las listas de
reproducción. Dylan me deja hacer lo que sea cuando se trata de música. Lo
que estaba bien porque en casa, ya sea con Eric o Mercedes, nunca he
controlado la música. El pensamiento de lo que ellos dos me han hecho pensar
sobre lo que estaba pasando en casa y lo que la gente estaba diciendo. Me
imaginaba que Facebook estaba repleto de todo tipo de indeseables y ridículos
rumores y teorías. Apuesto a que estaban diciendo que yo estaba teniendo un
enamoramiento de niña con Dylan o algo así.
220
—¿Tienes Facebook o Twitter? —le pregunté. Mi mirada estaba en su
mayor parte en el iPod pero levanté la vista para ver su reacción.
Dylan me dio un vistazo.
—¿Parezco alguien que tendría esa mierda?
—Punto tomado. —Asentí encontrando otra lista de reproducción en
el iPod. Esta estaba marcada: Mentirosos.
Más adelante en esa tarde, en la parte final de nuestras cinco horas de
viaje, fuimos a través de lo que a mí me gustaba referirme como nuestra fase
de prueba de los noventas. Tengo que explicar cómo comenzó.
Una unión.
Era un poco entretenido que aquí estaba, hace un par de semanas,
viviendo la vida perfecta y ahora aquí estaba, tomando, fumando y huyendo.
Nunca antes había fumado marihuana y bueno, yo quería. Por
supuesto, Dylan tenía algo y no estaba sorprendida por todo esto. Él no estaba
exactamente bien conmigo haciendo esto, dijo que yo era demasiado inocente
para mezclarme con ella, pero tuve que recordarle que era hierba y no
cocaína. Él no encontró ningún humor en esa afirmación, pero lo permitió.
Fumamos y luego, fuimos a Memphis. Era ilegal pero fue la mitad de
la diversión. Aprendí rápidamente que si quería meterme en problemas, Dylan
era el compañero perfecto.
Dylan me mostró que tenía malas habilidades con el rap y yo le mostré
que podría arrojar un poco de Salt N’ Pepa cuando era necesario. Aprendí que
los Beastie Boys, los ídolos del rap de Dylan, eran enfermamente rítmicos y
que Brass Monkey era su canción favorita de ellos, si tuviera que elegir una
sola.
Rapeamos con No Diggity como nadie del negocio y estuvimos cerca
de chocar el auto durante nuestro camino al show del talento cuando él tocó
U Can't Touch This.
221
—No estoy segura de que es más divertido para mí ahora —me reí—.
El hecho de que tienes todas estas canciones en tu iPod o que me sepa todas y
cada una de ellas.
Dylan se rió. Su mirada despreocupada y perdida en el momento.
—Definitivamente que tú las conoces.
Dylan podía cantar cada una de las líneas sin perder el ritmo
incluyendo las nalgadas a mi trasero cuando me moví en el asiento agitándolo
para remarcar un punto. Durante estas dos horas manejando de entonces-tu-
piensas-que-tienes-talento-para-una-auto gira, lo hicimos tranquilamente con
risas y bocadillos. Lo que nos llevó a Taco Bell en Tulsa y luego de cargarlo
todo nos movimos al estacionamiento donde entrabas a Tongue Tied.
Mirándonos, podrías pensar que estábamos bastante drogados cuando
solo éramos dos chicos encontrando su amistad y disfrutándola. Por primera
vez en un tiempo, Dylan estaba relajado y siendo completamente él mismo.
Yo amaba esto y honestamente, caía un poco más profundo de lo que estaba
viendo ese lado de él.
Me perdí en un ataque de risas y Dylan me miró, tomando una calada
de su cigarrillo.
—Eres tan jodidamente bonita cuando sonríes así.
El silencio cayó sobre nosotros. Los ojos de Dylan atraparon los míos y
las puntas de sus dedos corrieron por mi mejilla y luego parpadeó. Le di otra
ronda de risas sintiéndome todavía en las alturas.
Estábamos en el estacionamiento inclinándonos contra su auto, el
calor proveniente de la cubierta quemando la piel de atrás de mis muslos
mientras estaba sentada allí con la música alrededor. Dylan terminó su cuarto
taco y tiro la envoltura vacía en la bolsa junto a mí.
—Enséñame esos movimientos de esa mierda de rally pep —dijo,
sonriendo, cuando llegó la canción Fight Music. Decidiendo que todavía
estaba hambriento fue por su quinto taco. Yo lo observaba desenvolverlo y
tomar el primer bocado.
222
—En primer lugar —salté después de tomar un trago de nuestro
Mountain Dew que estábamos compartiendo—, no era esta canción, era una
mezcla que Landon había hecho, con My name Is, Fight Music, Lose Yourself,
y Shake That. —Le di una mirada a Dylan—. Él estaba pasando por una fase
Slim Shady.
Dylan se ahogó en su risa, su mano sobre su boca.
—¿Conseguiste a Landon para hacer esa mierda?
—No, no lo hice. —Los ojos de Dylan estaban en los míos, curiosos y
literalmente vi el entendimiento en sus ojos—. Mercedes puede ser muy
convincente.
—Tranquila. —Dando un guiño, su expresión cambió como si tratara
de ocultar una emoción, sus manos se movieron a mis caderas después de
encender la canción—. Enséñame esa mierda. —Su cabeza bajó, su boca
contra mi cuello—. Yo soñaba contigo haciéndolo para mi, solo para mí.
Le enseñé mis movimientos después de eso. Su propio show privado.
Supongo que tendría que decir que se los enseñé a él y a unos diez empleados
de Taco Bell que nos veían. No era del todo privado pero a ninguno de
nosotros nos importaba.
Me enseñó algunos también.
Él fue sorpresivamente un rápido estudiante. Yo lo supe. Lo
experimenté. Lo amé.
Mirándonos, medio esperaba que iniciáramos rapeando y bailando
libremente mientras dejábamos salir nuestros kilos de chicos sin casa.
Estábamos fuera de control.
Dylan no era lo que esperaba la mayoría de los días. Mientras él iba de
una serie de emociones, había un muchacho lleno de vida que surgió a partir
de este tiempo a tiempo y reía, amaba y vivía con todo lo que tenía, y era
disparatado.
Era el mismo chico que amaba el rap de los noventa, los autos rápidos,
obsesionado con Taco Bell, los tatuajes, los cigarrillos y tenía un
223
temperamento como un huracán. Usualmente previsible, pero listo para la
fuerza de la naturaleza porque si finalmente empujaba por el borde, cuando
llegaba a tierra, es mejor que esperes a bordo por la jodida ventana.
Mientras nos sentábamos en el estacionamiento, Dylan asintió a una
tienda de tatuajes cruzando la calle en un centro comercial.
—¿Lista de cosas por hacer antes de morir?
Escaneando la fila de edificios, me puse a buscar a que se refería y mis
ojos se instalaron en una cartelera de tatuajes y perforaciones en el cuerpo.
Mis ojos se encendieron con la posibilidad de hacer algo para recordar
nuestro viaje, nuestro recuerdo, y uno solo nosotros conociendo el significado.
Dylan sonrió y asentí.
—Vamos.
Estaba justo arriba de la calle, una antigua fila de edificios de concreto,
con la tienda de tatuajes al final. Con ventanas de vidrio curvadas en una
puerta de vidrio pintada con spray con ventanas que parecían grafitis. Dylan
parecía cómodo. Sus pasos eran seguros al empujar para abrir la puerta. Lo
seguí de cerca, mi corazón en mi garganta por lo que iba a hacer.
—¿Qué están haciendo por aquí chicos? —preguntó una chica no
mucho mayor que yo, sus uñas y labios negros.
—Tatuajes —dijo Dylan nunca haciendo contacto visual con ella y
mirando las paredes de arte y perforaciones en el cuerpo. Yo hice lo mismo
con asombro de que yo, Bailey Gray, una chica que hace solo unas semanas
estaba viviendo la vida que todo el mundo quería —ahora mírame— estaba
seleccionando tatuajes.
La chica fue a través de todas las opciones y dijo que había que pagar
la mitad ahora y el resto cuando hubiéramos terminado. Dylan sacó su
billetera de su bolsillo trasero y entregó su ID y tarjeta de crédito a la chica de
cabellos oscuros detrás del mostrador. Ella sonrió, con los ojos desviándose a
los míos. Vacilante, le entregué mi ID.
224
Examinó ambos cuidadosamente, escribió alguna información en el
ordenador delante de ella y luego se movió por el pasillo.
—¿Qué vas a conseguir, Ojos Marrones? —susurró caminando junto a
mí; sus ojos sobre sus pies con las manos en los bolsillos, su hombro
golpeándome—. ¿A Tinkerbelle?
—No —grité ofendida de que él pudiera pensar que yo conseguiría un
hada tatuada en mí.
Luego, sonreí.
—Estaba pensando en una mariposa —me burlé.
Rió, sus hombros temblando pero nunca me miró.
—Original.
No estaba pensando en mariposas, y cuando él dijo original, me di
cuenta de lo que quiso decir. Una mariposa era algo que él esperaba de mí.
Un hombre muy alto entró y se sentó en el taburete de metal, mirando
mi apariencia. Hice lo mismo preguntándome si iba a padecer de septicemia5
por esto.
—¿Qué será?
Debí de haberlo mirado y su arte salpicó sobre él por lo menos cinco
minutos antes de apuntar a su bíceps derecho. Sonrió y me preguntó donde lo
quería.
La experiencia total fue aterradora hasta la mierda y creo que pasé la
mayor parte de ella con los ojos cerrados y mordiendo mi puño. Es posible que
me hubiera desmayado también. Quemó, picó y estaba segura que estaba
pelando mi piel capa por capa y luego añadiendo ácido en ella.
Cuando terminó, me pegó en el culo, fuerte debo agregar, pasó su
mano por su mandíbula, guiñó y dijo:
5 Septicemia: Es una infección producida por un germen que se extiende por todo el organismo.
Siempre es una enfermedad grave, ya que puede ser mortal si no se trata. Entre sus síntomas se
encuentra fiebre elevada, debilitamiento general, erupción cutánea, aumento de volumen del bazo,
ictericia, dolores articulares u óseos, y señales respiratorias.
225
—Uno de mis mejores trabajo, cariño.
No pude mirar. Quería, pero no pude. Al bajarme de la mesa, seguí sin
mirar, incluso cuando el hombre tatuado con delineador negro me ofreció el
espejo.
Me encontré con Dylan en el pasillo sus ojos atrapados en su celular
en su mano derecha. Cuando oyó las sandalias contra el suelo de concreto
pintado, me miró brevemente y asintió hacia la salida.
Mientras caminábamos nuevamente hacia el mostrador, él sonrió
ajustando su camisa sobre el vendaje que pusieron sobre su estómago.
—¿Qué obtuviste? —le pregunté ajustando mi propia ropa sobre mis
caderas.
—A Tinkerbelle —bromeó Dylan pero parecía tenso, quizá eso dolió.
Sabía que yo estaba un poco tensa. Dolió como el infierno.
Dimos la vuelta en la esquina y nos paramos en el mostrador, ninguno
de nosotros hablaba.
—¿Fue lo que esperaban? —nos preguntó la chica detrás del
mostrador, mirando a Dylan.
Manteniendo su mirada baja, él habló y supe por su tono cuando
ocurrió el cambio en su humor.
—Estuvo bien pero deberías decirle a tu equipo que mantengan sus
malditas manos para ellos mismos.
Él vio al chico golpeando mi culo.
—Stan no quería decir nada con eso, estoy segura de ello —dijo,
deslizando la tarjeta de crédito de Dylan.
—Tuvo suerte de que no le hubiera roto el jodido brazo. —Dylan
sacudió su cabeza pero no miró hacia otro lado, su sonrisa satisfecha, fría, y me
hizo querer golpearlo, casi. Estaba siendo un idiota y lo sabía, pero era
tranquilizador que estuviera cuidando de mí.
226
Ninguno de nosotros dijo nada en el camino al auto hasta que salimos
afuera. Lo miré y él encendió al auto.
—¿Qué obtuviste?
Las esquinas de su boca se torcieron en una tímida mueca que
encontré adorable. Antes de que levantara su camisa, despacio, su sonrisa
satisfecha se convirtió en una mueca.
Allí, a lo largo del lado derecho de sus costillas había un escorpión.
Aunque a él le gustaría negarlo, el tatuaje de Dylan tenía mucho significado.
—¿Qué significa? —Miré más cerca, mi cabeza prácticamente en su
regazo.
—Ellos pueden significar un montón de cosas. —Su mano se movió
par dejar caer su camisa escondiéndolo de mi vista mientras él encendía el
auto —. Misterio, poder, agresión, curación y protección.
El mío parecía estúpido ahora.
Sabía que él quería preguntar pero no lo hizo. Quizás pensó que era
privado, quizás no lo pensó.
Le tomó como diez minutos y finalmente cedió cuando pasamos una
señal.
—¿Qué obtuviste, Ojos Marrones?
Me sentí increíblemente avergonzada de admitirlo y las palabras
escaparon.
—Un sol.
—¿Un sol?
—Sip. —Mis manos se plegaron en mi regazo. Vi los carteles que
pasaban en lugar de su mirada. La pude sentir casi como sentía el ardor de mi
nueva marca.
—¿Puedo verlo?
227
Tomando un profundo respiro, sacudí mi cabeza en negación. No era
que lo encontrara patético o algo, s0lo sentía que comparado con algo que
Dylan hubiera obtenido, era sin sentido.
Dylan comunicaba mucho de sí mismo a través de sus tatuajes. Intenté
hacer lo mismo pero sentí que había fallado cuando vi algo tan fuerte como un
escorpión en él.
A él no le gustó mi negativa y estacionó el auto a un lado de la
carretera, la grava produjo un sonido metálico en los lados del auto. Los autos
tocaron la bocina mientras conducían por su falta de precaución para todos a
nuestro alrededor. Antes de que tuviera el tiempo para reaccionar, estaba
plana sobre mi espalda con él cerniéndose sobre mí.
—Muéstrame —demandó separando mis piernas con sus caderas, una
mano apoyada en el respaldo del asiento, la otra junto a mi cabello.
Mis ojos apuntaron hacia abajo hasta mi costado derecho, los suyos los
siguieron y movió la mano que estaba junto a mi cabeza a la camisa de los
Beastie Boys que le robé esta mañana. Lentamente, sus dedos rozaron mi piel
mientras lo hacía, levantó mi camisa hasta las costillas.
Cerrando mis ojos, imaginé cómo luciría pero no pude verlo.
—¿Lo has visto? —preguntó Dylan pareciendo conocer mi vacilación.
—No. —Mis brazos cayeron sobre mi rostro—. Estaba asustada.
Se quedó en silencio, sus dedos trazaron suavemente sobre el hueso de
mi cadera derecha por debajo de la picazón. Entre mis brazos pude ver el suyo
flexionándose mientras se sostenía por encima de mí.
—Es que encaja contigo a la perfección.
Mi curiosidad ganó a lo mejor de mí. Levantándome por mis codos,
miré. El tatuaje era exactamente lo que quería. Era un sol con bordes fluidos,
tres estrellas grandes y cuatro más pequeñas con los bordes nublados.
—El tipo dijo que significaba pasión ardiente —dije, mis pestañas
cayendo sintiéndome tímida cuando miré a Dylan.
228
El auto se sacudió cuando un camión de carga pasó, la mano de Dylan
salió de la parte trasera del asiento y aterrizó sobre mí. Ahora frente con
frente, me besó dulcemente hablando contra mis labios.
—Puede significar lo que sea que quieras. Algunos artistas te dirán que
quiere decir calor y fuego, pasión, todos los elementos asociados con
dedicación, verdad y luz. —Se empujó apoyándose en sus manos—. Si crees
que significa algo, eso es todo lo que importa.
* * *
Terminamos encontrando un hotel después de eso y luego un lugar
para la cena. Dylan quería comer en Crazy Chow House así que lo hicimos,
comimos demasiado y después fuimos a comprar a una tienda de comestibles
cercana.
Caminamos sin rumbo, tiramos mierda al azar en el auto, maquinillas
de afeitar, cepillos de dientes, gotas para los ojos, condones… sí, condones.
Él sonrió cuando los agarré. Sí, yo hice eso.
—Estás planeando tener suerte, Ojos Marrones. —Su brazo cubrió
casualmente mis hombros mientras empujaba el carro hacia las papas fritas.
Dylan se acercó cuando vio los Cheetos y puso dos bolsas en el carro, desde
que eran dos por cinco.
—Estaba esperando que tú eventualmente tomaras mi virginidad
—dije justo cuando dos adolescentes descendieron por el mismo pasillo.
Sus bocas abiertas no duraron mucho cuando Dylan avanzó hacia
ellos, mirándolos.
—Piérdanse.
Ellos no esperaron alrededor.
229
Volviéndose al carro, agarró algunas palomitas para el microondas y
continuó caminando como si nada hubiera pasado.
—¿Y qué sobre que nos arresten, dónde está eso en tú lista?
—preguntó, cuando me alcanzó.
—Estaba pensando en robar un auto de policía, o algo por el estilo.
—Estaba medio bromeando.
Dylan me dio una segunda mirada, su brazo envuelto alrededor de mis
hombros.
—¿Quieres ir a prisión? Tonta idea, Ojos Marrones.
Durante el resto de nuestro paseo por la tienda de comestibles, pensé
en las formas de ser arrestada, pero ninguna parecía lo suficientemente digna
Dylan hizo una mierda genial cuando lo arrestaron por encender autos
en llamas y generar disturbios.
Mientras pagábamos por la mierda que recolectamos al azar, agarré un
chicle de sandía junto a la caja registradora y esperé a que el empleado mirara
hacia otro lado. Cuando lo hizo, lo metí en mi sujetador.
Hubieras pensado que había robado un auto de policía por la forma en
que estaba sudando luego de eso. Dylan seguía mirándome como si estuviera
preocupado por mi repentino cambio de apariencia, pero no dijo nada hasta
que llegamos afuera.
—¿Cuál es tu problema?
Sonreí cuando llegamos al auto sintiéndome como si acabara de salir
de prisión.
—¡Robé un paquete de chicles!
Él sonrió satisfecho sacudiendo su cabeza mientras abría el maletero y
situaba las tres bolsas de comestibles junto a su guitarra, riendo ligeramente.
—Te estás rebelando.
230
Golpeé su brazo cuando lo arrojó sobre mis hombros y me acompañó
hasta el asiento de pasajero.
—Oye, soy una delincuente ahora. Trátame con respeto.
* * *
Esa noche, de regreso en el hotel, mientras Dylan estaba en el baño
justo antes de que nos fuéramos a acostar, eché un vistazo a la caja de
condones, jugueteando con mis manos en mi regazo. Dándome vuelta para
encarar a la pared, traté de no mirarla.
Mi mente se estaba desplazando a través de todas las posibilidades de
cuando la caja estuviera abierta. De lo que habíamos experimentado ya, no
podía esperar ese momento por venir.
Cuando Dylan salió del baño, se acostó en la cama junto a mí,
extendiendo el brazo sobre la cama para que me acercara. Lo hice.
Acurrucándome a su lado, presioné mi mejilla en su cálida piel.
Nuevamente, mis ojos fueron a la caja al final de la cama sobre la mesa junto a
la televisión que Dylan había encendido. Estaban pasando una película aunque
no presté atención, pero él parecía interesado.
Me sorprendió cuando habló, salté ligeramente en sus brazos, la cima
de mi cabeza golpeando contra su mandíbula.
—Esa caja es inquietante, ¿no?
—Un poco —admití enterrando mi cabeza entre su brazo y pecho.
—Quítatela —dijo, empujando el borde de su camiseta que yo estaba
usando. Debajo de eso no tenía nada más que ropa interior, sin sujetador.
Sentándome, tiré de la camiseta y la dejé caer al piso.
—Mierda. —Soltó suavemente cuando vio mis pechos desnudos—.
Estás haciendo esto tan difícil.
231
Sentándose, movió su peso para descansar sobre su mano derecha, su
izquierda se levantó para sostener mi pecho derecho en su mano.
—Eres hermosa —dijo antes de mover su boca hacia mi pezón. Justo
antes de que sus labios encontraran la sensible piel, me miró—. ¿Esto está
bien?
Asentí con un leve gemido.
Sus labios se cerraron a su alrededor, y luego sentí su lengua
arremolinarse suavemente. Era uno de esos cosquilleos que sientes en cada
nervio de tu cuerpo dejándote saber que estabas viva y sintiendo las mejores
sensaciones posibles. Besó mis pechos, mi pecho, mis labios, mis brazos, todas
las partes como si estuviera haciéndome el amor, emoción pura, fuego y calor,
en cada beso.
En poco tiempo, envolvió sus brazos alrededor de mí y me bajó de
vuelta a la cama, subiendo entre mis piernas. Voluntariamente las abrí más
amplias, sus caderas se movían despacio, su estómago desnudo presionando el
mío mientras su ropa interior cubría sus caderas encontrándose con las mías.
Con una mano en mi rodilla, abrió más mis piernas. Cuando mis piernas
estuvieron lo suficientemente separadas, se sentó sobe sus tobillos corriendo
su mano a ambos lados de mis piernas antes de quitar mi ropa interior y luego
la suya propia.
Tan pronto como se aproximó y lo sentí contra mí, apenas me moví
contra él. Ambos gemimos.
Dylan gruñó, cayendo hacia adelante sosteniéndose antes de deslizarse
adentro, estaba allí, listo, sacudiéndose con moderación.
—Sería tan fácil tenerte en este instante, tan fácil.
—Entonces hazlo. —Agarrándome a sus bíceps, empujé mis caderas
ligeramente. Empujándose contra mí, sobre mí, moviéndose a lo largo de mi
parte más sensible. Se mecía hacia adelante sin deslizarse dentro. Sus
embestidas eran duras y fuertes, sus manos agarrando la sábana junto a mi
cabeza, con fuerza, la frustración marcando sus movimientos.
—Te deseo, Ojos Marrones, lo hago —gimió—. Tenemos tiempo…
232
Me aferré a sus brazos, pecho, espalda, cualquier cosa hasta que el
hormigueo llegó y disfruté lo que me estaba dando, sin ninguna barrera.
Justo cuando me estaba viniendo con gemidos entrecortados y
respiración pesada, Dylan se alejó antes de venirse diciendo algo sobre mi
tatuaje y no querer nada sobre él.
Cuando mi mano se apoderó de él con fuerza, cayendo contra él, jadeó
y gimió. Amé la manera en que se sentía cómodo. Tan completamente y fuera
de control que quería llorar, rogarle por más pero este era él, entregándose al
ritmo que sentía cómodo. Él empujó y tiró de mi cuerpo, trayéndome cerca
mientras lo llevaba al borde, su rostro enterrado en mi cuello, susurrando
palabras muy bajas para que las escuchara. Cuando se vino, gimió ásperamente
en mi piel, sosteniéndome firmemente. Me sentí tan cerca de él de esta forma,
su pulso igual que el mío, cayendo a pedazos juntos, nuestra cercanía se sentía
inseparable.
233
13
Groupies Bailey Gray
Traducido por nanami27
Corregido por Lizzie
ylan y yo nos tomamos nuestro tiempo para llegar a
Birmingham. Creo que él estaba haciendo tiempo, pero
independientemente de ello, pasamos una buena semana en
Memphis haciendo nada más que turismo.
Ahora era el Cuatro de Julio y estábamos en la ciudad viendo el
espectáculo de fuegos artificiales. Cuando el sol en el cielo fue tragado por el
río, la noche nos cubrió y yo zumbaba con entusiasmo al querer ver los fuegos
artificiales con Dylan.
Al darse cuenta de mi emoción, él pensó que era lindo y sonrió cuando
saqué una bolsa de bengalas que tenía la intención de encender un poco más
tarde.
Cuando éramos niños, solíamos ver los fuegos artificiales en la Feria
del Lago juntos cada año. Ahora tenía ganas de volver a vivir esos momentos
con las chispas en sus ojos azules como el hielo y el aire caliente del verano a
nuestro alrededor.
De pie frente a la parte delantera del auto, Dylan me apartó por mis
caderas y me dio la vuelta. Se sentó en el capó del GTO y me colocó
D
234
firmemente entre sus rodillas antes de encender su cigarrillo y soplar el humo
encima de mi hombro.
—¿Has visto los fuegos artificiales aquí antes?
—Es hermoso, solo mira. —Él envolvió sus manos alrededor de mis
caderas.
Me apoyé contra su pecho y dejé caer mi cabeza en su hombro
viéndolo tomar varias caladas.
Se dio cuenta de que lo miraba y me besó en la sien.
—¿Qué?
—No eres en absoluto lo que pensé que serías —dije mirando el
tatuaje en su antebrazo que decía: “Asegúrate de poner tus pies en el lugar
correcto, entonces permanece firme” - Abraham Lincoln.
Dylan dio un golpecito a su cigarrillo lejos de nosotros y cruzó sus
brazos sobre mi pecho, manteniéndonos juntos, sosteniéndome más fuerte.
—Eres exactamente lo que esperaba.
Sostuve sus muñecas mientras estábamos de pie contra su auto,
observando, haciendo recuerdos. Fuertes flashazos encendieron el cielo de la
noche, rojo, púrpura, verde, un arco iris de colores. Tal vez fue la noche, estar
con él, o esta semana pasada con él y solo él, pero me había ido muy lejos,
envuelta alrededor de lo que fuera que estuviera en mi mente, no era el
pasado o el futuro, era el ahora, aquí mismo.
Besando su mano, maniobré fuera de su agarre. Dylan se apartó del
auto, de pie junto a mí. Como si todo lo que ha pasado hasta ahora, esta noche,
con él, se sintiera un poco diferente. Sus mejillas tenían un tinte en ellas por el
sol de la tarde, sus ojos conteniendo una profundidad, una apertura que no
había visto antes. Él me estaba dando todo lo que tenía para dar. Me estaba
dando su alma si la quería.
Nerviosa, mordí el interior de mi mejilla a la espera de ver lo que iba a
hacer. Agarró la bolsa de bengalas en el capó y me dio una.
235
Él sonrió, con una sonrisa que era más brillante que el cielo,
sosteniendo el encendedor en la mano, encendió mi bengala para mí.
Por un momento, nos miramos el uno al otro, chispas alrededor de
nosotros y fue perfecto. Quería decirle en ese momento que lo amaba, pero
cada vez que lo intentaba, no podía pronunciar las palabras. Para mí esas
palabras tenían un significado que no podía solo soltar sin más.
Dylan sonrió de nuevo, suavemente, buscando mis ojos que estaban
tan brillantes como los colores en el cielo.
—Baila alrededor como lo hacías cuando éramos niños y encenderé tu
bengala por ti —dijo, un poco tímido, con los ojos fijos en los míos.
Siguiendo el consejo de Dylan, bailé alrededor del auto con la bengala
en la mano, viviendo mi momento, creando mi recuerdo y observé a Dylan
mientras se movía del capó para apoyarse contra el parabrisas con una sonrisa,
viendo, viviendo en el momento, sonriendo al recuerdo que guardaba para sí
mismo. Chispas rosadas se convertían en doradas como luciérnagas cuando la
luna alcanzaba su punto máximo a través de una espesa capa de nubes.
Cuando el dorado se volvió a azul, pude sentir el calor y dejé caer la
bengala con una risita.
Terminé regresando al capó con Dylan y me recosté contra el
parabrisas agrietado.
Si tuviera que elegir el perfecto Cuatro de Julio, sería justo allí en el
capó de Dylan, haciendo recuerdos.
* * *
El rechinido de una guitarra acústica me despertó a la mañana
siguiente. Dylan estaba tocando una canción que no conocía, tal vez una de los
suyas. Rodando para acurrucarme junto a la almohada que usó, vi como se
inclinaba sobre la guitarra, su bíceps derecho flexionándose con los
236
movimientos. La luz filtrándose a través de la sala bailaba por su cuerpo, su
torso desnudo a la vista, pero la mayor parte de la habitación estaba
ensombrecida.
Desde que lo escuché interpretar su propia canción esa noche en The
Brickyard, no había escuchado alguna más de ellas.
A principios de semana, me encontré con un bloc de notas suyo, por
accidente, con cerca de un centenar de canciones escritas en él. Como no
quería entrometerme, solo tuve un breve vistazo de ellas y lo guardé en su
bolsa perfectamente empacada. Con su organización, estaba segura de que se
daría cuenta que miré, pero nunca dijo nada.
Todavía estábamos en Memphis y decidiendo cuándo dirigirnos a
Birmingham. Dylan estaba ansioso por ver a Drew.
Otra cosa ocurrió esa mañana que no me esperaba.
Comencé mi período.
No tenía tampones.
Dylan debió notar mi mirada de disgusto cuando salí del baño y me
miró con recelo.
—¿Qué te pasa? —Su mirada cautelosa se desplazó a una sonrisa
burlona—. Parece que llevas sobre el hombro de alguien que está dormido.
—No —dije bruscamente, golpeando la puerta del baño con mi rabia
menstrual—. Tengo que encontrar una tienda de comestibles.
Dylan se rió tomando su cartera de la mesa y poniéndola en su bolsillo
trasero.
—No estás en condiciones de ir a cualquier parte. Mírate. —Me señaló
como si yo no supiera que era consciente del hecho de que estaba
acurrucándome en un mar de almohadas y gimiendo mientras sostenía mi
estómago—. ¿Qué necesitas?
—Tampones y Midol. —Levanté la cabeza de la almohada, calibrando
su reacción—. Comencé mi período.
237
Los ojos de Dylan se ampliaron, pero no dijo nada para avergonzarme,
una lenta sonrisa se dibujó en su rostro.
—Oh, bueno, voy a conseguir eso para ti antes de que vaya al bar para
la prueba de sonido.
—¿En serio? ¿Eso no te hizo enloquecer?
—No. —Su frente se arrugó mientras se cernía sobre la cama, ahora
sonriendo—. ¿Por qué lo haría?
—Porque es una cosa de chicas. Algunos chicos se sienten
avergonzados por ello. Eric lo estaba.
—Por favor —suspiró besando mi frente, mi nariz y mis pecas—. Es
una cosa natural. Volveré más tarde, ¿de acuerdo?
Cuando llegó a la puerta, le confesé mi otra petición.
—Uh, ¿Dylan?
—¿Sí? —Se dio la vuelta, la puerta medio abierta, con la mano en el
pomo—. ¿Chocolate también?
—Y yo que iba a tratar de sorprenderte con él.
Quería gritar las palabras te amo detrás de él, pero no lo hice. Era
demasiado bueno para ser verdad. La última cosa que quería hacer hoy era ir a
comprar tampones. Además, no quería subirme a un auto. Quería recostarme
en la cama todo el día, comer chocolate y gemir de vez en cuando, mientras
me quejaba por mi género.
Dylan no se fue por mucho tiempo y volvió con más de lo que
esperaba.
Pizza y chocolate.
Después de entregarme la caja de tampones primero, y luego el
chocolate, se sentó en la mesa junto a la puerta y tomó una porción de pizza
de la caja mirando un volante en su mano.
238
—¿Qué es eso? —Colocando una almohada sobre mi regazo y una
manta por los hombros, tomé una gran bola de helado. Él incluso me
consiguió el tipo adecuado, Rocky Road.
Dylan dio la vuelta al volante y lo colocó frente a él en la mesa antes
de tomar otra porción de pizza y luego me entregó una.
—Hay una noche de micrófono abierto esta noche —dijo mirándome
por aprobación—. ¿Crees que debería hacerlo?
No estaba exactamente en el estado de ánimo para ir a un bar, pero la
idea de escuchar a Dylan cantar de nuevo me conquistó.
Estuve de acuerdo, con la boca llena de pizza y helado, y Dylan hizo
un par de llamadas al bar para inscribirse.
—¿A qué hora vas al bar? —pregunté después de tomar una ducha. Me
hizo sentir mejor asearme. Dylan trató de entrar conmigo, pero le dije que no,
no había manera que estuviera cerca de él, mientras estaba en mi período.
—A las cinco —dijo afinando su guitarra y mirando a través de ese
bloc de notas, mordiéndose la comisura de sus labios, él pasó la página de
nuevo.
Podía sentir que estaba un poco nervioso, no lo admitiría, pero sentí la
necesidad de ayudarlo.
—¿Necesitas una distracción? —pregunté, haciéndome salir del mar
de almohadas y envolturas de dulces alrededor de las dos de la tarde.
Dylan no comprendió el significado de mis palabras hasta que me
moví de la cama y me senté frente a él, de rodillas, con las manos recorriendo
sus muslos.
Resopló, sus ojos se iluminaron mientras lanzaba su bloc de notas a un
lado y movía la guitarra al suelo. Se recostó en la silla después de quitarse la
camiseta, comenzando a trabajar en la hebilla de su cinturón.
—Mierda, sí.
239
Si había alguna manera de relajar a Dylan sería viendo mi boca
alrededor de él. Sus ojos estaban fijos en mis manos mientras se movían sobre
él, y luego mi boca sustituyéndolas.
Dylan era todo respiraciones pesadas, susurrando sucios y suaves
gruñidos, sus caderas encontrándose con los movimientos de mi boca.
—Jesús —gimió en un sonido que casi sonaba como si estuviera
adolorido, una mano en mi cabello, guiándome, y la otra en mi mano que
descansaba sobre su muslo desnudo. Su iPod conectada a su estación de
ensamble llevó a The Black Keys a través de la habitación.
Era como estar en un mitin enérgico y eso me motivó a seguir. O tal
vez era la manera en que Dylan estaba reaccionando y hablándome lo que me
hizo seguir adelante, porque él era todo motivación.
—Mierda, lo haces tan bien… justo así cariño... —gimió y luego dejó
caer la cabeza hacia atrás en la silla y cerró los ojos. Aprendí rápidamente que
cuanto más arremolinaba la lengua y lo traía más profundo en mi boca, más
reaccionaba.
La idea de que yo le estaba dando una mamada a Dylan Wade fue
electrizante. Estaba dándole placer de la manera más íntima, unida a él de una
manera en que nunca había estado con nadie más. Estar sobre mis rodillas me
dio la posibilidad de ver su cara en esta ocasión, su hermosa cara contorneada
que estaba al borde, a pocos minutos de un agradable adormecimiento.
Miró hacia abajo, su mano tocó suavemente mi mejilla, enroscándose
alrededor de la parte de atrás de mi cuello.
—Tan jodidamente hermosa. —Sus ojos velados se centraron en mí,
sus gruesas pestañas parpadearon lentamente—. Ver tu boca en mí es... —Lo
llevé más profundo, su voz se quebró—. Dios mío...
Esas fueron sus últimas palabras.
No estaba segura de qué hacer con lo que había en mi boca en ese
momento y creo que Dylan se dio cuenta de mi vacilación cuando me vio
apretando sus jeans y camiseta. Por supuesto que me lo tragué. ¿Qué iba a
hacer, escupir?
240
He oído de las chicas en la escuela que los chicos no apreciaban eso y
los hacía sentir mal.
—No tiene que tragarlo, lo sabes, ¿cierto? —dijo desplomándose en la
silla, con las manos en mis manos tirándome sobre su regazo.
—Lo sé. —Mis mejillas ardían un poco, se dio cuenta y las rozó con
sus nudillos sobre el lado izquierdo de mi cara.
—Es sexy, sin embargo —gruñó Dylan susurrando en mi oído antes de
chupar mi oreja. La sensación envió una ola de excitación a través de mí. Se
dio cuenta de eso también—. ¿Por cuánto tiempo generalmente estás fuera de
servicio?
Maldito periodo.
—Por lo general tres o cuatro días.
—Bueno. —Dylan giró mi cuerpo de manera estaba a horcajadas sobre
él, mis piernas caían por los lados de la silla—. Tengo algunas serias decisiones
que hacer en unos pocos días.
Maldita sea, no podía esperar y esperaba que esa caja finalmente fuera
abierta.
* * *
Cuando llegamos a Alfreads en Beale en el centro de Memphis, los
nervios de Dylan volvieron y se inquietaba a menudo, todo el camino hasta el
momento en que estuvo listo para subir al escenario. No volví con él, en su
lugar me senté en una mesa cercana y traté de pasar desapercibida ya que solo
tenía dieciocho años y era pura jodida suerte que me hubieran permitido
entrar en otros tantos bares como había hecho. Nadie comprobó mi ID y
estaba empezando a pensar que esto era solo una parte del sur y algo que
hicieron. Dylan tenía otro pensamiento sobre esto y me dijo que era un imán
de pollas.
241
Efectivamente, dos minutos después de sentarme, los chicos
empezaron a acercarse. Sentía asco por estar en mi periodo y no podía
entender por qué alguien me encontraba atractiva durante esa época del mes.
Naturalmente, no habrían sabido que yo estaba en mi período a no ser por el
hecho de que no era exactamente amable con nadie.
Bandas y artistas locales subieron al escenario, cada uno cantando una
variedad de música en diferentes géneros. Sintiendo nervios por Dylan, tras el
escenario, solo, empecé a morderme las uñas cuando se anunció su nombre y
la ruidosa multitud de personas rodeando el escenario comenzó a animar.
Ellos estaban allí para escuchar música en vivo y no les importaba quién
estuviera en el escenario, siempre que pudieran tocar.
La mayoría de ellos también podían. Me quedé impresionada con el
talento en esta ciudad. Creo que eso es lo que puso a Dylan nervioso también.
A pesar de que nunca tuvo la intención de ser una especie de estrella de rock,
en el fondo aún buscaba la aprobación de una industria despiadada.
Todo el camino al bar, Dylan no quiso decir qué canción escogió para
cantar, solo que no era suya. Y hasta que llegamos aquí, y vio unas cinco
bandas, no creo que él hubiera decidido nada hasta que observó a la multitud.
Justo antes de que tocara su turno, salió y se sentó conmigo por un
momento. Pareciendo relajado, se encorvó hacia un lado bebiendo una
cerveza que el dueño le había traído. Dylan le dio las gracias, otra me fue
entregada a mí, que tomé y prácticamente resoplé. Creo que estaba lo
suficientemente nerviosa por los dos.
Sin decir nada Dylan se levantó y se acercó a mí. Extendiendo sus
manos, las tomé y me levantó de mi silla para envolver sus brazos alrededor de
mi cintura.
Miré hacia arriba y me sonrió.
—¿Me deseas suerte?
Besando suavemente sus labios, él tuvo otras ideas y profundizó el
beso. Dejando ir mis manos, tomó mi cara con ambas manos, con las palmas
242
ahora en mis mejillas. Me besó con unos besitos más persistentes a mi labio
inferior, él se apartó y luego me besó en la nariz una vez.
—Disfruta del espectáculo, Ojos Marrones.
Cuando se deslizó detrás del escenario, me acerqué al escenario
queriendo una buena vista.
Cuando la banda anterior salió del escenario, el anuncio llegó para
Dylan.
—Señoras y señores, por favor, den una cálida bienvenida a Dylan
Wade de Seattle.
¿Seattle? Tal vez no quería que nadie supiera de dónde era realmente o
simplemente no le importaba y recitó una ciudad cuando se le preguntó.
Tiendo a pensar que no le importaba.
No mucho después de eso, Dylan subió al escenario, con la mirada
clavada en sus pies mientras él y otros tres chicos arrastraban los pies al
escenario con poca luz.
Dylan nunca levantó la vista hasta que estuvo de pie ante el micrófono
y luego, como si pudiera sentir mi presencia cerca de él, sus ojos se
encontraron con los míos. La esquina de su boca se curvó en una sonrisa
mientras la guitarra eléctrica detrás de él tocaba las primeras notas de una
canción que conocía. A los pocos segundos, Dylan se inclinó y comenzó a
cantar.
Tocó la versión de Lollipop de Framing Hanley.
Mi cara estuvo inmediatamente ardiendo, pero no pude apartar la
mirada. El enjambre de cuerpos cerca del escenario se volvió loco por ello,
como lo hice yo. Toda la canción no pude apartar los ojos de su animado
desempeño y desear que pusiera todo de sí mismo en su actuación. No solo
eso, él se relajó. Y cuando vio que la gente estaba disfrutando, se alimentó de
eso y se metió incluso más en ello.
243
Creo que perdí mi voz esa noche, incluso estiré la mano hacia él
cuando cayó de rodillas en un punto frente a mí. Me sentía como una maldita
groupie.
Lo que realmente me hizo sentir como una groupie era esperar que me
invitara a su habitación y saber que lo estaría.
Una de mis partes favoritas fue cuando él gritó en el micrófono
manteniendo una nota más larga que los demás y las venas de su cuello
sobresalieron. Me recordó lo que hice por él antes y lo que provocó la canción.
No solo podía verme a mí misma ser una chica de carreras, ahora me
veía siendo una groupie. Es una pena cuan fácilmente era influenciada cuando
finalmente me permitía pensar por mí misma.
* * *
No nos quedamos mucho tiempo después de que Dylan cantó, el
tiempo suficiente para que bajara la alta adrenalina que le provocó cantar en el
escenario.
De vuelta al hotel, encontré a mí yo groupie en sus brazos, justo donde
quería estar. Las cortinas estaban abiertas a la noche, las luces de la ciudad
bajo la tenue luz de la habitación, bajo nuestra respiración constante
amortiguada por los sonidos del aparato de aire acondicionado.
Podía sentir su corazón entre mis hombros y su estómago contra mi
espalda. Podía sentir sus brazos alrededor de mi cintura, y me alegré de que
estuviera oscuro a nuestro alrededor. También me alegré de que estuviera de
espaldas a él, porque la forma en que estaba sosteniéndome me hacía sonreír
como una especie de groupie lunática.
Levantando el brazo derecho de debajo de su bíceps, puse mi mano en
la suya que estaba curvada alrededor de la parte superior de mi caja torácica.
Me preguntaba si podía sentir mi corazón, porque estaba latiendo como loco y
preguntándome si sabía lo que sentía por él.
244
Apretó su rostro más cerca, podía sentir su nariz por la parte de atrás
de mi oreja. Él calentó el espacio de mi cuerpo y me rodeó mientras susurraba,
bajo y con brusquedad.
—Gracias por entrar en mi auto ese día.
Podía sentir su aliento en mi cuello, a través de mi cabello y mi cuerpo
entero.
Dylan me hacía esas cosas, me hacía sentir de maneras que nunca
imaginé.
No estaba segura de si podría dormir esa noche con todos los
pensamientos en mi cabeza acerca de lo que estábamos haciendo, cómo me
sentía, cómo se sentía, el futuro, todo ello, pero entonces Dylan hizo el más
bajo, más silencioso zumbido justo al lado de mi oreja. Hizo que mis pestañas
se sintieran como miles de maravillosos aleteos, y cerré los ojos con facilidad,
feliz, guardando ese recuerdo, ese momento conmigo.
—Buenas noches —susurró, su voz cosquilleando en mi oreja.
Yo tarareé en respuesta esta vez, y el sueño me encontró antes de que
lo supiera.
245
14
Su tormenta Dylan Wade
Traducido por nanami27
Corregido por Lizzie
staba ocultándoselo a Ojos Marrones. Ella lo sabía. Lo sabía.
Empujar los límites era mi maldita cosa. Lo era.
Pero no con ella. No con Ojos Marrones. Ella era mejor que
eso y no otra con quien quería una cosa de una sola vez.
No me malinterpreten, yo la quería. Yo quería todo de ella y de todas
las maneras manejables. La jodidamente linda manera en que arrugaba la nariz
cuando no podía arreglar su mente, que era a menudo. La forma en que sus
ojos se iluminaban cuando me veía cantar. La forma en sus labios se echaban
hacia afuera cuando dormía y las pecas sobre su nariz y mejillas, y la forma en
que nunca podía domar sus mechones pelirrojos en una cola de caballo.
Quería todo de ella. Incluso las partes que oscurecían la luz a su
alrededor, pero no podía hacerlo sin sentirme mal del estómago porque fuera
lo que él dijo que era. Resentimiento. Ella no era resentimiento.
La quiero a ella y solo a ella.
Quiero ser una parte de su tormenta.
Quiero sentir mi pulso contra el suyo.
E
246
Quiero que lo amargo en su dulce lengua. La tristeza en el dulce jarabe
de sus ojos. El silencio gritando en su mente. El enigma que es realmente muy
simple. Una felicidad complicada.
No estaba dispuesto a dejarla ir, me estaba enamorando
completamente, para siempre, sólido maldito amor nadando a través de mis
venas. Quiero ser el aliento de su boca y el ritmo en su pecho que late solo por
mí.
Quiero que ella sepa la verdad que la aplastará.
Quiero esconderle esa misma verdad y tenerla conmigo.
Quiero que ella vea la belleza que este mundo tiene para ofrecerle. Ese
era el maldito punto de todo esto.
Quiero su sonrisa y su puesta de sol.
Quiero volver a tener siete y besar su inocencia y su suave piel contra
la mía. Quiero volver a la primera vez que la toqué y recordar esa sensación y
vivir en ese momento. Quiero deshacerme de este dolor en mi pecho y la
jodida y pura tortura de estar tan cerca y no poder tener lo que quiero.
Lo que quiero ya no importa una mierda. Lo que ella quiere importa.
247
15
Estoy Aquí Bailey Gray
Traducido por NayeliR
Corregido por Lizzie
uando sea que cuentas una historia, siempre hay un giro, un
punto girando, un punto cuando la historia cambia. Cuando
llegamos a Birmingham es cuando sucedió. Era la razón por la
que dije que la cubierta debería haber sido oscura y ahumada.
Cuando llegamos a Birmingham, nos reunimos con unos pocos de sus
amigos con los que se mantenía en contacto porque su hermano estaba fuera
del pueblo ese fin de semana. Hicimos planes para reunirnos con él el viernes
en la noche en su bar el cual marcaría el día de un mes desde que nos fuimos
de casa.
En ese mes aprendí mucho acerca de Dylan y la vida que tenía y
quería. Él quería cantar solo si no estaba obligado a hacerlo. Él de hecho odia
los limones y nada de canela. El cartón lo alucina. The Beastie Boys eran su
banda favorita, otra vez, si tenía que elegir.
La parte más importante que aprendí, si Dylan quería algo, lo que sea
que fuera, nada lo detendría. Hasta a mí. No se rendía. Seguía diciendo mierda
como que si no estaba lista y él quería que estuviera segura. Que había
marcado fuera todo lo demás en mi lista de cosas por hacer en verano menos
C
248
mi virginidad, o inocencia como Dylan lo ponía. Rogué, supliqué, ataqué, nada
funcionó.
También aprendí rápidamente los humores de Dylan y que cambiaban
drásticamente de un momento a otro. Cuando otros chicos y yo estábamos
involucrados, era cuando su ira conseguía lo mejor de él.
Lo había visto celoso en el club en la ciudad de Oklahoma y unas
cuantas veces durante nuestro viaje pero nada comparado a esa noche en la
casa de su amigo en Birmingham. Incluso entonces eso no era nada comparado
con la furia que podía revelar cuando presionaba. Pronto vine a encontrar que
el huracán que tenía dentro de él era la tormenta más mortal que podría
alguna vez ver.
Su amigo, Chris Rigby, vivía en una pequeña urbanización fuera del
centro de Birmingham con sus padres, convenientemente fuera de la ciudad,
ese fin de semana.
Tan pronto como entramos a la casa, el olor a marihuana y whisky fue
casi penetrante.
Dylan se quedó cerca de mí, presentándome a las personas que no
había visto en años pero se habían mantenido en contacto. Parecía cómodo y
daba la bienvenida a la distracción que las drogas alrededor de él
proporcionaban.
No estaba segura de por qué, pero la mayor parte de la noche se sintió
rara para mí, un extraño recuerdo de que éramos solo niños que no sabían
nada acerca de las consecuencias y el daño que podíamos hacernos el uno al
otro.
Comenzó conmigo estando demasiado alto, como estaba Dylan, la
música alrededor de nosotros pulsaba y me encontré a mí misma bailando con
un chico llamado Josh quien era amigo de Dylan.
Dylan nos vio y no estaba satisfecho pero no hizo nada para detenerlo.
La única indicación que conseguí de que no lo disfrutaba fue su mirada. Tomó
un trago de su cerveza, sus ojos permanecían fijos en los míos mientras bailaba
con Josh.
249
Cuando Josh y yo nos separamos después de la canción, las cosas se
mantuvieron civilizadas. Sus manos habían estado probablemente donde no
deberían y su boca estuvo peligrosamente cerca de mi cuello unas pocas
veces… no hice nada que no debería haber hecho.
Dylan y yo no habíamos definido nuestra relación y no vi donde
realmente necesitábamos hacerlo. Tampoco Dylan, o eso pensé. Seguía sin
decirle como me siento, aunque estaba segura de que lo sabía, no había dicho
las palabras en voz alta.
Sentir la furiosa mirada de Dylan me tenía sudando balas así que fui
afuera con mi vaso de plástico con cerveza para conseguir algo de aire, una
cálida noche de verano era justo lo que necesitaba para aclarar mi ya brumosa
cabeza. Ahí fue cuando Dylan me siguió.
—¿Estás follando a ese chico después o qué? —dijo pronunciando mal
sus palabras, sus manos enterradas profundamente en sus pantalones cortos
cargo que colgaban bajo en sus caderas, una sonrisa de satisfacción. Cuando
fuera que Dylan tenía algo que decir, fuera bueno o malo, él sonreía.
Mis palabras salieron en un siseo cuando me giré para enfrentarlo, mi
estómago se retorció y giró.
—Jesús, Dylan, solo estaba bailando con él.
Él sonó desesperado porque lo escuchara pero no lo hice, estaba
molesta.
—¿Por qué lo dejaste bailar contigo así?
—Dylan, solo estábamos bailando. —Mi voz era más suave ahora,
cerca de las lágrimas que no quería mostrar. No estaba exactamente cómoda
con Dylan estando molesto conmigo por disfrutar de mí misma. No estaba
atraída por Josh o lo habría dejado intentar algo. Pero bailar no debería estar
fuera de límite ni tampoco hablar. Después de todo, ¿él podía comprobar a
otra chica pero yo no podía bailar con alguien?—. No me viste actuar de esa
forma cuando comprobaste a Sway —añadí maliciosamente.
Eso lo puso fuera.
250
—¡No me des esa mierda! —gritó, su voz haciendo eco por toda la
terraza cubierta donde estábamos. Su peso cambió y dio un paso hacia
adelante—. Tan seguro como la mierda que no lució de esa forma para mí
—espetó, desesperación convertida en ira y escuché algo romperse, una
botella de cerveza contra la pared al lado de la casa, una botella de cerveza que
no sabía que él estaba sosteniendo. Ere evidente que ambos habíamos tenido
demasiado.
—Estás exagerando.
Eso fue la cosa equivocada para decirle.
Para ser justa, presioné, pero lo que él dijo después fue como ácido en
mis venas.
Dylan arrancó sus ojos lejos de mí y giró para alejarse, pero se detuvo
abruptamente. Se dio vuelta para mirarme antes de llegar a la puerta.
—Me follé a Mercedes Grant el verano pasado.
Mantuvo sus ojos en los míos como si estuviera desafiándome a
responder. No iba a hacerlo. No iba a dejarle saber cuánto de mal eso me
lastimaba.
Él sabía que decir para lastimarme justo entonces.
La puerta de la casa golpeó detrás de él y me quedé fuera y me senté
en el césped. Recostada de espaldas, miré a las estrellas sobre mí deseando que
ellas tuvieran una respuesta. Si solo pudiera conectarlas y traer algún tipo de
respuesta no dicha. Lloré. Era el tipo de lágrimas que empapan tu cara,
calientan tus mejillas y cierran tu garganta rogando por algún tipo de
entendimiento.
¿Qué tenía Mercedes que yo no? ¿Por qué todos los chicos la querían?
¿Por qué él dormiría con ella y no conmigo?
Ella era una perra, ¿cómo podían ellos no ver eso?
A la primera señal de interés, los chicos se sentían atraídos por ella y
nunca entendía por qué. Primero Eric y ahora Dylan, en verdad no podía
entender el atractivo que ella tenía.
251
Me dio frío tan rápido que quise y decidí volver adentro a enfrentar a
Dylan. Estaba lista para irme y si no iba a llevarme, estaba caminando.
Estaba sentado en el bar en la cocina con varios chicos que parecían
emocionados de tenerlo alrededor. Ellos palmearon su espalda, hablaron
alrededor de él, nunca notando que no era parte de sus discusiones.
Sin saber que volví adentro, se tensó, lo sintió. Teníamos este tipo de
atracción el uno en el otro ahora.
Bajando la cerveza, violentamente, su cabeza volteó hacia la puerta y
sabía que era mi indicación para seguirlo o estaba cerca de ser dejada aquí. Él
dio un rápido adiós a sus amigos y se movió pasándome en la puerta, su mirada
en sus pies.
Bastante seguro, caminó hacia la puerta, esperó al menos esos dos
segundos, y entonces empujó a través del camino de entrada.
Nada fue dicho cuando entré en el auto y nada fue dicho cuando
condujimos lejos.
Crucé mis manos en mi regazo preparada al reconocer una esquina es
la calle próxima. Pensé por seguro que este era el final de nuestro viaje.
Tendría que llamar a mi papá, rogar por perdón e ir a mi perfectamente
planeada vida.
Aunque no quería eso. Por tanto como esto duele, mi tiempo con él
había sido irreal. Eso es el por qué esto duele tan malamente. Dylan me estaba
mostrando un lado de la vida que nunca conocí. Sí, era doloroso pero
mantenía un fuego que nunca supe que alguien podría sentir.
El camino al hotel fue tranquilo, sin música, nada. Las calles estaban
vacías, las casas oscuras, y los negocios cerrados. En la luz de alto, robé una
mirada de él, su mirada estaba hacia adelante, nunca cediendo. Un tranquilo
sonido rodante desde el GTO es el único ruido alrededor de nosotros pero lo
sabía. Podía sentirla, la tormenta que se avecinaba. Las sombras que estaban
moviéndose sobre mi amanecer y atardecer, los más oscuros tonos que
sofocarían mis matices de miel.
252
Cuando llegamos de regreso al hotel, no me dijo nada. Cuando golpeé
la puerta detrás de él, lo cual llamó su atención. Miré atrás de mí y sonreí
pateando mis zapatos al lado cerca del calentador.
Dylan puso su teléfono, llaves y billetera sobre la mesa de noche y
entonces miró hacia mí otra vez.
—¿Cuál es el problema, Ojos Marrones? —Estaba burlándose de mí
con la curva de sus labios y la sonrisa de satisfacción que tocaba sus ojos.
Estaba siendo vengativo.
—No seas un imbécil, Dylan. —Lancé mi bolsa y golpeé la puerta del
baño antes de entrar. Tratando de evitarlo tanto como pude, me quedé ahí por
cerca de una hora.
Cuando salí, su humor se había suavizado aunque los restos alrededor
de la habitación me informaron que no estaba sin daño. Decidí en esa hora de
mi tiempo a solas que iba a ser la adulta en esto y disculparme.
—Siento haber bailado con Josh. No estaba tratando de molestarte.
—Me moví de la puerta del baño hacia la cama sentándome en ella—. Estaba
teniendo un buen momento.
—Sí, lo sé. —Su irritación habló en su actitud y la forma en que sus
ojos sostuvieron los míos mientras caminaba en el espacio al lado de la cama.
Todavía no se había calmado. Antes que tuviera mucho tiempo para
reaccionar, él dejó de caminar y se cernió sobre mí—. Hiciste eso
perfectamente claro esta noche.
—No lo quería así —suspiré sintiendo como si me estuviera sofocando
con él tan cerca, tan enojado, tan a la defensiva por algo que no entendía.
Rápidamente alejé las lágrimas de culpa merecida que corrían por mi cara.
—Pero lo hiciste —dijo Dylan manteniendo sus ojos en los míos. La
ira estaba llameando, esa parte la entendía—. Lo dijiste.
—Mi Dios, eres tan frustrante.
—Sí bueno. —Finalmente dio un paso atrás creando unos pocos
centímetros de distancia. Sus manos palmearon sus bolsillos buscando sus
253
cigarrillos. Cuando los encontró, sacó uno colocándolo entre sus labios y me
miró de soslayo—. Eres irritante.
—No lo soy. —Lo miré tratando de dejarle saber que esto no estaba
exactamente ayudándonos a pasar esto.
—Síp, eres irritante.
—¿Qué tienes, como cinco años?
—Cállate —dijo tomando su encendedor del bolsillo de sus pantalones
de franela y sacudiéndolo alrededor en su mano izquierda antes de encender
el cigarrillo en una habitación de no fumar.
—Está bien, así que cuatro entonces.
Dylan empujó contra mi hombro y caí contra la cama, él sonreía
mientras caminaba hacia al balcón, pero agregó:
—Más como dos.
Sin embargo no había terminado con nuestro argumento y tenía unas
cuantas cosas que necesitaba decir así que lo seguí. Él suspiró cuando salí.
—¿No has tenido suficiente, princesa?
Hice lo que pensé era necesario por la situación. Pateé su espinilla.
—No seas un jodido idiota acerca de esto.
Se río un poco más oscuro esta vez.
—Bueno entonces, adelante —dijo soplando humo afuera con otra
risa—. Dime que te tocó así puedo poner a ese hijo de puta fuera.
No me estaba riendo.
—Eso no es agradable, Dylan. Tienes algunos serios problemas de ira.
Estábamos bailando. No conviertas esto en algo más.
—Como sea —gruñó pateando sus piernas arriba sobre el pasamanos e
inclinándose en la silla de plástico que estaba afuera.
254
—Bien, Dylan, llévame a casa entonces. Si esta es la forma en que esta
mierda va a ir, ¡llévame a casa! —Era la primera vez desde que nos fuimos que
no quería estar alrededor de él.
—¿Entonces qué? —Dylan golpeó tirando sus piernas del balcón para
sentarse un poco más derecho, su postura tensa—. ¿Tú jodidamente me odias
ahora porque estaba tratando de protegerte de ser violada por un jodido
imbécil?
—No iba a ser violada, Dylan. —Perdiendo un poco de fuerza, me
senté a su lado en la otra silla—. Estás exagerando.
—Tú no sabes eso —murmuró tomando otra calada de su cigarrillo—.
Eres tan jodidamente ingenua para toda esa mierda alrededor de ti. Hay
mucho más acerca de este jodido mundo de lo que no tienes idea. ¿Sabes
cuántas veces Josh ha estado dentro y fuera de la cárcel?
—Deja de tratar de protegerme, Dylan —dije ignorando sus
comentarios de Josh. No significaba nada y no era parte de esta discusión—.
No necesito que lo hagas. No eres mi padre y por favor no actúes así.
—Sí, princesa. —Dio otra desdeñosa mirada en mi camino. Me llamó
princesa solo para poner sal en la herida que sus palabras dejaron—. Puedes
estar malditamente segura que no soy tu jodido padre.
Justo cuando estaba lista para alejarme, él agarró mi mano cuando me
paré, el fuego en él calmándose ligeramente.
—Me rehúso a sentarme atrás y verte resultar herida. No lo haré. Miré
por años y no lo haré más.
Me dejó alejarme y me dio algo de espacio. En los veinte minutos que
se sentó afuera, sumando otros dos cigarrillos, su temperamento se había
calmado como el mío. Cubierta hasta mi barbilla en sábanas y completamente
vestida, me acosté ahí y miré el techo mientras se movía a través de la
habitación y eventualmente en la cama a mi lado.
—¿Por qué, Mercedes? —Las palabras colgaron en el aire, la
aprehensión sofocándome. Sentí lágrimas deslizándose de la esquina de mis
ojos ante la mención del recuerdo. Primero Eric y ahora Dylan. ¿Era la razón
255
detrás de él poniendo un bate de beisbol a través del parabrisas de Eric que
estaba celoso de Eric y no por mí después de todo?
Dylan recogió la botella de agua sobre la mesa de noche cerca de la
cama saltando sus ojos de los míos. No hizo contacto visual y sabía por qué.
Después de tomar un trago, puso la botella abajo, todavía sin contacto visual.
Su expresión se mantuvo igual, sus ojos concentrados en el techo cuando
finalmente se acostó a mi lado.
—Nunca le he dado algún pensamiento a eso. Me desperté a su lado y
entonces me fui sin otra palabra.
—Cuando los viste a Eric y a ella juntos, ¿qué lastimó más? ¿Que ella
estaba con alguien más? —Mis palabras salieron ahogadas mientras las
lágrimas corrían otra vez. Él sabía entonces que estaba llorando. No había que
esconderlo ahora.
—Bailey. —Hizo una mueca. Ni siquiera pudo mirarme—. Ella no
tenía nada que ver con eso. Le dije que estaba molesto porque él estaba
engañándote.
—¿Por qué ella?
Nada fue dicho por cerca de un minuto. Sus palmas presionadas en su
cara, excavando en sus ojos y entonces gruñó dejándolas caer a su lado.
—Ella fue solo una chica, Ojos Marrones. Una que estaba dispuesta en
un tiempo donde no tenía idea de lo que sucedía a mi alrededor.
—¿Estabas drogado?
—Peor, estaba atado en ese momento. Jodidamente más allá de toda
convicción. La única razón por la que sé que sucedió fue despertar desnudo a
su lado y el condón en el piso.
Mi corazón se sentía como si un cuchillo estuviera apuñalando a
través de él y estaba tratando de latir alrededor.
Hasta ahora no tenía idea que Dylan hubiera hecho algo peor que
marihuana. ¿Aunque cómo podía saberlo? Cada vez que hablábamos de eso, la
conversación rápidamente cambiaba a algo más.
256
Eran veces como esta cuando era fácil malinterpretar sus acciones por
inadecuación. Que tal vez no se sentía de la forma en que dijo por mí. Lo sabía
sin embargo. Estaba en su toque y en la forma en que me miraba.
Así que durmió con Mercedes. No tenía ninguna reclamación por él
entonces y no estaba segura de en verdad tener alguna ahora. Lo que me
asustaba era la forma en que se sintió y como escuchar que había estado con
mi mejor amiga, y ella sabía que tenía sentimientos escondidos por Dylan
creciendo, y sin embargo durmió con él. Y Eric. Era como si ella tomaba todo
lo que tenía o quería. Esa es exactamente la forma en que Mercedes era sin
embargo. Sabía eso.
Dylan no iba a dejarme ir a dormir sin sentir mi piel a su lado. No
importaba que hubiéramos tenido una pelea o que estuviera todavía molesta
con él, teníamos algo entre nosotros que no iba a alejarse.
—Saca esto, Ojos Marrones —dijo tirando de su camiseta que yo
estaba usando y los pantalones de chándal, también.
Hice como si no estuviera usando nada excepto su ropa interior.
Claro, yo era fácil para olvidar pero Dylan era fácil para perdonar. Sus
palabras aún dolían, lo hacían, pero estaba dispuesta a olvidarlas por ahora y
estar en el momento. No estaba segura de lo que el mañana traería. ¿Qué si
esta era la última noche juntos? ¿En verdad quería pasarla molesta con él? No.
Dylan se movió, plantando sus manos firmemente a ambos lados de mi
estómago y corrió su nariz contra el lado de la mía. Rozó su nariz y labios bajo
mi cuello, alrededor de la esquina de mis labios abiertos, sobre mi barbilla.
Mi cabeza cayó hacia atrás. Mi espina se curvó. Me escuché a mí
misma gemir y murmurar. Él se levantó sobre sus rodillas y deslizó su nariz
bajo mi cuello. Comenzó ahí, bajo su afecto burlón, y se esparció como un
reguero de pólvora. Cada milímetro de mi piel hormigueaba y quemaba por su
toque, su piel y sus besos. Se estaba disculpando.
El dolor en mi estómago se esparció más caliente, por todo mi cuerpo.
La necesidad quemante que él encendió en mí picando dolorosamente bajo la
superficie de toda mi piel. Lo deseaba. Deseaba que me mostrara su amor en la
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forma más íntima. La manera que tenía con otras excepto conmigo, esto sería
diferente. Estaríamos compartiendo algo que no había tenido con otras. Amor.
Sabía lo suficiente de sus encuentros con esas otras chicas para saber que no
había estado enamorado y había sido solo sexo con ellas.
Dylan susurró y adoró. Yo jadeé y supliqué por más, siempre
necesitando, queriendo, rogando por más pero él no quiso rendirse.
—No esta noche, Ojos Marrones —susurró cuando traté de posicionar
su cuerpo desnudo donde más lo necesitaba—. No puedo hacerlo porque
necesito que sientas lo que siento por ti en el momento que suceda y justo
ahora, no estoy seguro de que lo haces. No después de una pelea.
¿Por qué seguía diciendo eso?
—Te deseo, Dylan, justo ahora.
Su expresión no cambió y me miró como si no hubiera dicho nada.
Cuando traté otra vez, él se movió de entre mis piernas a mi lado.
—Ojos Marrones. —Su voz estaba llena de indecisión—. No así, no
aquí, y ciertamente no después de lo que pasó más temprano.
—Pero… te deseo. —Mi voz se rompió sin que lo quisiera—.
Muéstrame que me deseas también.
Su mirada estaba en la mía, tomando en mis respuestas a sus toques,
mis palabras.
—Y te deseo también… pero no así.
Su rechazo dolió. No iba a mentir. Profundamente, sabía que tenía
razones para esperar. Había algo intocablemente profundo acerca de él y para
verlo, realmente verlo, tenías que entenderlo. En una extraña manera, lo hacía
así que no lo presioné.
258
16
Los Hermanos Wade Bailey Gray
Traducido por nanami27
Corregido por Lizzie
iempre ha habido un misterio en torno a los hermanos Wade.
Drew era mayor que Dylan por tres años. Siempre estuvo en las
drogas desde que podía recordar, pero cuando estuvo a punto de
una sobredosis a los dieciséis años, Ken no tomó a bien eso, asumí. No conocía
toda la historia y Dylan nunca sintió la necesidad de entrar en detalles.
Todas mis teorías eran especulaciones. Nunca supe la verdad y no
estaba segura de que alguna vez lo sacara fuera de lo que aprendí de sus tíos y
las breves interacciones que Dylan y yo tuvimos sobre él.
Ese fin de semana que llegamos a Birmingham, Drew estaba fuera de
la ciudad. Tuvimos que regresar a la ciudad la noche del viernes, tenía miedo
de ir al bar con él después de lo que sucedió el martes por la noche en la casa
de su amigo.
Desde entonces las cosas habían vuelto a la normalidad, pero aún tenía
que tomar las cosas más allá de lo sexual o hablar más sobre lo sucedido.
Dylan parecía nervioso por la tarde y dijo poco hasta que estuvimos en
el estacionamiento. Incluso entonces, no me dijo nada, pero tomó mi mano y
la sostuvo mientras entrabamos al bar en el centro de Birmingham del que su
S
259
hermano ahora era dueño. Un letrero en el exterior decía El empalme. Me reí
al pensar que poseía algún significado oculto. Estoy seguro de que lo hacía.
Drew estaba allí, no fue difícil de encontrar su cuerpo alto y delgado,
encorvado en una cabina repasando lo que parecían ser facturas. Drew se
parecía mucho a Dylan, aparte de los tatuajes. Por lo general eran confundidos
como gemelos cuando eran más jóvenes y todavía podrían pasar por ello.
Cuando la campana sonó mientras entrabamos, los cigarrillos y la
alfombra sucia nos engulló, rodeados de polvorientas paredes doradas. Viejos
barriles eran utilizados como mesas con tableros de vidrio y sillas de madera.
En las cabinas, las mesas de madera tenían un recubrimiento de gel por
encima de ellas con cientos de posavasos debajo del recubrimiento.
Arrastrándome con él, nos acercamos a Drew. Se puso de pie,
sonriendo a su hermano menor.
Dylan sonrió cuando Drew lo abrazó y fue fácil ver que no se
separaron en malos términos y todavía tenían un vínculo fraternal.
—¿Te acuerdas de Ojos Marrones, verdad? —preguntó Dylan tirando
de Drew y señalándome detrás de él.
Los ojos de Drew parecían distantes mientras trataba de recordarme.
Años de uso probablemente empañaron sus recuerdos.
—Sí. —Él dio una sonrisa, una que hacía juego con Dylan y me
recordó a su madre. Drew tenía los ojos de Dylan, inyectados en sangre y
oscuros, pero no tenían el mismo humeante hielo azul en ellos—. ¿Quieren un
trago? —Drew asintió con la cabeza a la barra por encima de su hombro.
Sin esperar a que le dieramos una respuesta, Drew caminó entre la
multitud a la barra en la parte posterior.
Lo seguimos. Dylan se estiró de nuevo, con la mano encontrando la
mía para guiarme con él. Todavía era temprano en la noche. El bar estaba
salpicado de unas diez personas diferentes, todas pareciendo estar perdidas en
su propio mundo.
260
—Así que fugitivos, ¿eh? —Drew me sonrió cuando nos paramos en la
barra, ambos para encontrar un asiento en los taburetes de madera que
rodeaban la desgastada barra de madera—. ¿Adónde se dirigen?
Dylan tomó un trago que Drew empujó en su dirección y luego la
cerveza. Hice lo mismo mirando a Dylan mientras lo hacía.
—Estamos pensando alojarnos aquí por un par de semanas y luego
vamos a ver a dónde nos lleva.
—Son bienvenidos de quedarse en mi casa —sugirió Drew tomando
un trapo de debajo de la barra y limpiando la madera frente a él. El olor a
cloro se elevó por encima de la cerveza en frente de mí—. Tengo una chica
quedándose conmigo, pero tenemos una habitación en la que son bienvenidos
de usar.
Dylan estuvo de acuerdo, tal vez para estar más cerca de su hermano,
pero no era quién para discutir. Realmente no me importaba dónde nos
alojábamos. A una parte de mí le gustaba la idea de estar con su hermano
mientras me sintiera más cerca de Dylan.
Fuimos a cenar con Drew esa noche en vez de quedarnos en el bar. La
mayoría de las veces Dylan y Drew hablaban y me incluían también, pero pasé
una gran parte del tiempo mirándolos a los dos.
Drew era suave cuando Dylan era intrépido.
Dylan no tenía que ser fuerte para hacerse entender, pero a su manera,
carácter intuitivo, rápido para ponerse de pie por sí mismo, hablando en
suspiros y argumentos, lo hacía con un borde que no se puede esperar de un
joven de dieciocho años.
* * *
A la mañana siguiente Dylan me preguntó si quería ir a ver la tumba
de su madre. La ternura que mostró mientras lo pidió fue sincera y casi me
261
rompió el corazón. Parecía perdido, triste, en conflicto, todas las emociones
que un niño sentiría al ir a ver la tumba de su madre muerta.
Al parecer, Dylan no había estado allí desde que tenía doce años y
sentía que era el momento. Por qué él me quería allí era algo aterrador para
mí.
Me vestí con un vestido negro que tome prestado de la chica
quedándose con Drew, Dylan pidió prestado un traje de Drew y dijo que su
mamá se enojaría si fuera allí usando esa mierda que lleva hoy en día. Drew
rió y estuvo de acuerdo. Al parecer, iba allí todos los domingos. Ella murió un
domingo. El domingo era el día de Drew con ella.
Dylan quería ir otro día. Eligió la mañana del sábado.
—Nunca te he visto usar una corbata antes —le dije cuando
caminamos a través de la casa de Drew y el camino de entrada para entrar en
su GTO.
—Sí, bueno. —Le dio a la corbata un tirón jalándola de su cuello para
que cayera suelta un poco más—. Es por ella. No te acostumbres.
—No eres tan rebelde con este aspecto. —Me reí cuando subió por
encima del asiento a su lado. Todavía no se podía abrir la puerta desde el
incidente del toro y parecía que el tiempo pasaría sin que él lo arreglara,
mientras más entendía su teoría acerca de los recuerdos.
—Ya basta —dijo sacudiendo la cabeza con una sonrisa cuando me
atrapó mirándolo—. Me estás distrayendo, y nunca dije ser un rebelde. No
pongas una etiqueta en algo que no conoces.
Cuando llegamos al cementerio a un kilómetro por el camino de la
casa de Drew, dejé que Dylan estuviera solo y de pie cerca de la tumba por sí
mismo. Ya que había pasado tanto tiempo desde que la vio, no podía verme
invadiendo su privacidad.
Dylan seguía afectado por la muerte de su madre. Cuando decía el
nombre de su madre, había un pequeño atisbo de dolor que trataba muy duro
para mantener oculto, pero lo veía. Era la forma en que sus manos temblaron
todo el camino hasta aquí y la mirada lejana en sus ojos cuando bajó del auto y
262
se acercó lentamente, la puesta de sol a su alrededor era hermosa. Pudo haber
sido un error hacerlo, pero tomé una foto de él caminando hacia la tumba.
Después, la acerqué en mi cámara y la miré. La luz del sol había atrapado la
esquina superior derecha y lanzado rayos de luz a Dylan, de pie, vestido todo
de negro con las manos en los bolsillos, la cabeza hacia abajo. En la esquina de
la parte izquierda de la foto estaba la lápida de su madre.
Tomé una fotografía más cuando se arrodilló junto a la lápida y colocó
un lirio cerca de ella, su flor favorita. Él solo compró uno esta mañana, dijo
que ella apreciaba los gestos simples como ese.
No pasó mucho tiempo y me hizo una seña para que me acercara, así
lo hice, guardando silencio hasta que habló. Nos sentamos en la hierba ahora,
mirando la lápida. Alrededor de su nombre estaban tres gorriones, los mismos
gorriones del tatuaje en la clavícula de Dylan.
Dylan debió de darse cuenta que noté esto y sonrió.
—Los gorriones significan amor eterno y compromiso con una
persona, o pueden significar eso. Si está en tu brazo, pueden significar que la
persona valora la libertad por encima de todo lo demás, obligado por ninguna
regla. —Con una sonrisa de lado, hizo un gesto a la lápida—. Para los
marineros, los gorriones significan un regreso seguro a casa. Drew eligió
gorriones por esa razón.
Asintiendo con la cabeza, leí las escrituras colocadas en ella.
Lauren Wade
30 de julio de 1972 — 14 de diciembre del 2003
Ninguna mano tan suave y gentil
Ningún corazón tan tierno y verdadero
No hay dolor más grande para nosotros que perderte
263
Dylan me contó la historia detrás de su lápida mientras nos
sentábamos allí, era algo que él escribió para ella en la escuela cuando se nos
pidió que escribiéramos un poema. No era exactamente el mismo, pero habían
decidido utilizarlo para su lápida porque ella lo amaba mucho.
—La última vez que estuve aquí fue con Drew —dijo tomando un
cigarrillo de su bolsillo y luego riendo en voz baja antes de alejarlo. Se apoyó
en sus manos, las piernas echadas delante de él—. Ella me mataría si me viera
fumando esta mierda.
—¿Culpas a Drew por irse? —le pregunté. No habíamos hablado
mucho de Drew desde que llegamos aquí y tenía curiosidad acerca de sus
pensamientos sobre la situación. Ambos actuaron como si nunca se hubieran
separado, lanzándose insultos el uno a otro y recordando su infancia.
—No. Drew lo tenía mal. —Dylan recogió el césped arrancando
pedazos separados en la mano como una distracción—. Me alegro de que se
fuera. Él lo necesitaba. Drew tomó un montón de mierda de mi padre.
—¿Estás enojado con él por irse?
—No.
—¿No lo estás?
—No. Bailey piensas demasiado. —Sus ojos se encontraron con los
míos y casi jadeé cuando vi que estaban velados. No quería hablar de esto—.
Él tenía sus razones y son solo eso, sus razones. No tengo derecho a odiarlo
por irse. ¿Apestó? Sí, lo hizo, pero esa es mi propia mierda, no la suya. No
puedes dejarte envolver por lo que sucedió en el pasado o lo que otros te
hicieron. Estar enojado con él sería un desperdicio de energía. —Cuando
habló las palabras, se sentía como si estuviera tratando de convencerse a sí
mismo más que a mí.
—¿Pero estabas triste? —Tomé sus manos de su regazo cuando él se
inclinó hacia delante. Tomó las mías y entrelazó nuestros dedos juntos.
—Sí, no lo sé. Tengo remordimientos y cosas que desearía hubieran
resultado diferentes. —Él miró nuestras manos y luego de vuelta a la tumba—.
264
No es algo en lo que voy a pensar con profundidad. Lo que pienso sobre eso es
en el momento, ahora mismo, lo que puedo controlar.
—Sí. —Pensé por alrededor de medio segundo y luego dije lo que
estaba pensando—. A veces se siente mejor cuando admites para ti mismo que
tienes resentimientos.
Contuve resentimientos de un montón de cosas, sobre todo para mis
padres y la forma en que controlaron todo lo que hice.
—Jesús, esta mierda no es complicada y no necesito que me analices
—espetó Dylan, dejando ir mi mano y poniéndose de pie. Su mano encontró
su cabello y tiró de los extremos—. Es una mierda. Mierda que no significa
nada. —Sus ojos se sumergieron en la tristeza, en mi corazón, aunque sus
palabras fueron duras—. Mientras más pronto te des cuenta de que la gente es
jodidamente mentirosa, engañadoras piezas deshonestas de mierda, mejor te
irá.
Sus palabras contenían verdad, lo hacían. Yo no lo sabía en ese
momento, pero él trató de advertirme. Lo hizo.
Y luego dijo:
—Bailey, escuchas lo que quieres escuchar a veces. —Hubo ternura en
su sonrisa, él no estaba tratando de hacerme daño, y el hambre en sus ojos
decía la verdad más allá de las palabras—. A veces los recuerdos son lo que
son... recuerdos. —Dio a la tumba otra mirada antes de alejarse, un cálido
confort en un pecho anudado.
Dylan estaba a punto de llorar y no quería que lo viera hacerlo supuse,
pero luego nos sentamos en el auto durante cerca de una hora, hablando. No
podía irse. Me preguntaba si era por esto por lo que vino a Birmingham. ¿Fue
para ver a su madre y su hermano? ¿Fue por eso que Drew regresó aquí?
Ya que su mamá nació aquí, su familia pidió que fuera enterrada cerca
de su primo y padre. Su abuela, la madre de Lauren, todavía estaba viva y vivía
en Montgomery.
Finalmente nos fuimos y nos dirigimos al bar donde Drew tenía
música en vivo. Afortunadamente, no se nos preguntó acerca de nuestra edad
265
y entramos sin problemas. Después de estar en el cementerio cerca de tres
horas, habría hecho cualquier cosa para que la mente de Dylan saliera de su
madre mientras su ira rodeaba la situación que parecía intensificarse cuando
presionaba.
Nos sentamos en una mesa del fondo que tenía una visión clara del
escenario. Drew cantaba esta noche.
—Drew me enseñó todo lo que sé acerca de la música. Él y Eddy
siempre tocaban mierda cuando era más joven, como apenas la edad suficiente
para sostener una maldita guitarra y mucho menos saber absolutamente nada
al respecto. —Los ojos de Dylan se iluminaron—. Me acuerdo de ellos
haciendo una versión acústica de Midnight Rider... hombre —suspiró al
recordar y vio a Drew tomar el escenario—, esos eran buenos tiempos. Esos
son los recuerdos que deseas recordar.
266
17
Estupidez Bailey Gray
Traducción por Debs (SOS), Clary y Belle 007
Corregido por Laurence15
espués de estar con Drew por una semana, estaba empezando
a sentir como si pudiera mudarme a vivir con él y Dylan y
ser perfectamente feliz. Eran entretenidos y exactamente lo
que necesitaba. Me encantó que no me protegieran o escudaran de sus
insultos. Me molestaban y los molestaba de vuelta.
Megan, la novia de Drew, era muy agradable y disfrutaba de tener otra
chica alrededor. Una que no fuera una puta traicionera. Drew trató de decir
que no era su novia, pero podías verlo en sus ojos. Amaba a esa chica y su
actitud peculiar.
El domingo a la tarde, mientras Drew pasaba tiempo en el cementerio,
Dylan y yo repasamos las fotos que había revelado. Se quedó mirando las fotos
de los amaneceres y atardeceres, manteniendo la de él caminando hacia la
tumba de su madre y pasando las de él, en el escenario, cantando.
—Estás vivo ahí afuera —dije sosteniendo la foto en la que se
encuentra de pie, con el micrófono en sus dos manos y con su cabeza
inclinada hacia atrás, cantando a todo pulmón una canción con un gran
significado para él. Su canción.
D
267
Sus dedos se deslizaron por mi brazo, por encima de mi clavícula hasta
al lado de mi cara.
—Es por ti.
Bajé mi mirada hacia él y sonreí. A continuación, su teléfono comenzó
a sonar. Era mi papá otra vez, así que arrancó la batería y la tiró al suelo, al
igual que lo hizo cada vez que llamó, que era todos los días.
—¿Crees que alguna vez dejará de llamar? —le pregunté,
mordiéndome las uñas. Una parte de mí se sigue preguntando por qué
continúa llamando, pero probablemente tiene que ver más con la escuela que
cualquier otra cosa. Sé que menosprecia el hecho de que renunciara a mi beca.
—No, no se detendrá hasta que te tenga controlada —dijo Dylan,
bajándose de la cama y alcanzando los cigarrillos—. Eso es todo lo que quiere.
Control.
* * *
Cuando Drew volvió de visitar a su madre nos fuimos a cenar juntos.
Dylan se encontró ahí con Josh, la primera vez que se habían visto desde la
fiesta y en la que bailé con él. Probablemente hubiera pasado, pero Josh estaba
coqueteando y Dylan no soportó cuando él puso su brazo a mi alrededor y
tomó algunas papas fritas de mi plato como si fuera una especie de buen
amigo.
Se nos pidió que saliéramos cuando Dylan le dio un golpe.
—Jesús, Dylan, ¿era necesario? —preguntó Drew cuando llegamos al
estacionamiento. Él y Megan, ambos, nos miraban. No tenía ni idea de qué
decir, así que guardé silencio.
—Sí, lo era —gritó por encima del hombro antes de entrar en su
auto—. Súbete, Bailey.
268
En el viaje de regreso a la casa de Drew, Dylan no me dijo
absolutamente nada. Fue frustrante. Estaba un poco aliviada de que Drew y
Megan tomaran otro auto. Quería tiempo a solas con Dylan. Tuve esta idea
loca de que podía hablar con él.
Su estado de ánimo no mejoró y cuando el auto empezó a vibrar,
empeoró.
—Ahora, ¿qué carajo te pasa? —Su mano sobre el volante giró los
medidores, pero nada indicaba el problema.
La lluvia que había comenzado cuando salimos del restaurante
balanceaba el auto con el viento. La vibración en la parte trasera izquierda se
hizo más evidente, y Dylan sabía que algo andaba mal. Nos detuvimos en una
parada de camiones, gracias a Dios antes de que algo se rompiera.
—Quédate en el auto.
Me quedé y miré mientras me decía que hiciera. Sentí que no estaba
de humor para más provocaciones.
Al oírlo revolver en la camioneta, lo vi por el espejo retrovisor tirar un
neumático afuera junto con una herramienta.
La lluvia, constante ahora, no estaba amainando. No lo quería por ahí
solo, así que en contra de mi mejor juicio salí.
Dylan estaba en cuclillas cerca de la llanta con una barra de hierro en
sus manos. Con la lluvia, la herramienta se deslizaba de sus manos y parecía
frustrarlo aún más.
—¿Puedo ayudarte? —Mi voz era tímida, con razón. Al principio, no
estaba segura de que me había escuchado con la lluvia, pero lo hizo.
—Puedes ayudar permaneciendo en el puto auto —gruñó, lanzando la
herramienta a un lado cuando finalmente pudo sacar las tuercas. A
continuación, tomó el neumático pinchado para reemplazarlo por el de
repuesto.
Aún no había superado el que me haya gritado, por lo que respondí
como tal:
269
—No tienes que ser un idiota al respecto.
Dylan se detuvo. Puso el dedo en la llaga, mirándome con sus ojos azul
frío, encendidos por mis palabras.
—¿Yo soy el idiota?
—Yo... tú... joder...
Frustrado, se arrancó la camisa mojada por la cabeza. La cual golpeó
contra el suelo al caer a su lado.
Lo siguiente que supe era que me tenía en sus brazos.
Sus dedos se clavaron en mi piel húmeda, deslizándose contra mí.
Girando en sus brazos, me deslicé contra el guardabarros mojado.
—No me digas eso.
Cerró mi puerta abierta y mi espalda golpeó la puerta, mi cabeza
contra la ventana mientras me empujaba. No fue difícil pero llamó mi
atención qué era lo que quería.
—No me hagas eso. No hagas eso. No me trates como si yo fuera un
idiota por tratar de protegerte de las cosas que pueden hacerte daño —soltó,
sus ojos feroces y solo en mí, el único azul que rodeaba la oscuridad
haciéndome saber que una tormenta se acercaba, su mano debajo de mi
barbilla me obligaba a prestarle atención—. Hay tantas cosas que no sabes.
Y ahí es donde se acabó. Dylan no estaba dispuesto a hablar de ello y
con Dylan, si no hablaba, oólo no lo hacía.
Tenía tantas preguntas que hacerle sobre sus crípticas palabras, pero se
había cerrado.
* * *
270
Drew y Dylan estaban un poco nerviosos al día siguiente, y me pareció
que tenía que ver con la noche anterior y el restaurante, pero no fue así. Sam,
el productor, excesivamente persistente que encontramos en Kansas, había
seguido a Dylan y ahora estaba haciendo preguntas alrededor de la ciudad.
¿Por qué estaba tan empeñado en Dylan? Era extraño, y a Dylan no le gustaba
ni un poco.
Sam había encontrado a Dylan con la ayuda de Drew y presentó la
idea de un show de tres bandas para apoyar a los bares locales. Y si pasabas un
tiempo con Sam, entendías que no tenía nada que ver con el apoyo a los bares
locales. Se trataba de él y de su compañía discográfica.
Las bandas tocaban en cada bar durante dos horas a partir de las tres,
terminando en el bar de Drew, El Empalme.
Mientras Dylan rechacó inicialmente la oferta, y le dijo a Sam que se
jodiera a sí mismo, lo reconsideró después de que Drew dijo que sería una
buena exposición para el bar. Dylan haría cualquier cosa para ayudar a Drew,
incluyendo acceder a asociarse por una noche con gente como Sam Young.
Para prepararse para la noche, Dylan llamó a Eddy, quien lo había
delatado con Sam de ir a Birmingham. Dylan le dijo que ahora se lo debía y
que lo mejor sería que llevara su culo a Birmingham el viernes a la noche.
Eddy trajo consigo a Reece y otro tipo llamado Davey, que nunca
antes había conocido. Pasaron la siguiente semana ensayando durante diez
horas al día en El Empalme, mientras que Megan y yo ayudábamos a Drew
con la publicidad y la colocación de letreros en la ciudad.
La noche del concierto, Dylan estaba en la sala de estar, mientras me
estaba preparando. No estaba muy segura de qué ponerme para el bar, pero
Megan me ayudó y trajo un bonito y sencillo vestido negro que se me aferraba
a cada curva. Dylan no estaba exactamente impresionado con el vestido, más
bien celoso de él. Sus palabras, no las mías.
—¿Estás nervioso? —le pregunté, sacando su mano cuando la deslizó a
mi lado otra vez.
—Un poco —admitió—. Nunca toqué en frente de tanta gente.
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—Lo harás bien. —Me arrodillé junto a él moviendo mis manos en sus
muslos.
—Así dices. —Se rió entre dientes agarrando mis manos cuando
llegaron a la hebilla.
—¿No necesitas una distracción?
—No —dijo, llevando mis manos a su boca, besando mis nudillos—.
Tengo algo planeado para esta noche.
—Oh, sí, el concierto. —Parándome, me sentí tonta de que me
necesitara como a una especie de amuleto de la buena suerte.
Justo cuando me estaba alejando, su cálida mano agarró la mía y me
tiró a su regazo. Sus manos fueron a mi cara obligándome a mirar sus ojos.
—No creo que lo entiendas, Ojos marrones. —Su voz pasó a través de
mí—. Te quiero esta noche, por completo. —Cuando sus palabras salieron, su
mirada estaba en la mía, sugerente y curiosa.
—¿Quieres decir que por fin podemos abrir la caja? —Traté de
esconder mi sonrisa nerviosa, pero no hubo manera de evitarlo.
Dylan rió presionando sus labios en los míos.
—Sí.
—¿Por qué ahora?
No estaba preparado para esa pregunta, pero mantuvo su expresión
relajada.
—Tomo mi propio consejo y vivo el momento. —Me guiñó un ojo—.
Ahora vamos a jugar a ser una estrella de rock por una noche.
Una vez que me dijo que la caja se abriría esta noche, fue todo en lo
que pude concentrarme. Pensé en cómo se sentiría, qué haría, lo que él haría,
las cosas que me diría. Todo eso. Apenas presté atención a nada alrededor mío,
estaba perdida en mi propio mundo.
El bullicio a mi alrededor, sin embargo, no ayudó.
272
Dylan estaba ansioso cuando llegamos al primer bar, especialmente
con Eddy y Reece alrededor. Estaban lanzando mierda unos a otros y Reece ya
tenía un ojo negro, incluso antes de que comenzaran el primer show. Cuando
por fin llegaron al escenario, se transmitieron uno a otro la música que
tocarían, que era sobre todo una mezcla de Rock and Roll y Grunge. Tocaron
covers de Korn, Theory Of A Deadman, Chevelle, y The White Stripes. Luego
en el primer bar, una de Dylan.
Me provocas querida
Porque no sabes
El poder que tengo tan cerca
Deberías temerme querida
El horror espera tan cerca
Me provocas querida
Porque no puedes saber
La vergüenza que tengo cariño
Porque no sabes
Las escenas aparecen en el miedo
Sus ojos se centraron en el suelo cuando iba a cantar una de sus
canciones, nunca mirando hacia arriba, los nervios dominaban a los otros
sentimientos que tuviera. Pero yo sentí y escuché cada palabra como siempre
lo hacía cuando cantaba.
Lo que era difícil eran las chicas que se colgaban por todas partes de
Dylan antes de los shows e incluso durante ellos. Llenaban el escenario, se
aferraban a sus piernas y se ofrecían a sí mismas después de cada sesión.
No me gustaba eso y me sentí mejor al saber que Dylan no quería
dedicarse a su música más de lo que ya lo estaba. No estaba segura de poderlo
manejar viendo esto cada noche. Algunas de esas chicas deberían sentirse
avergonzadas. Se veían desesperadas y fáciles.
Mientras estaba sentada en la multitud, los ojos de Dylan estaban en
los míos. Él sabía que no conocía a nadie, además de Megan y Drew, y ambos
estaban en El Empalme preparando todo para el show final. Megan apareció
273
en la mitad del show y me preguntó si quería irme con ella, pero no podía
mientras Dylan estuviera en el escenario. Había algo en ese chico cuando
sostenía una guitarra. Una fuerza cautivadora le rodeaba, y no podías dejar de
mirarlo mientras sostuviera tu atención.
Si no lo supieras, habrías pensado que Dylan pasó toda su vida sobre
un escenario por lo relajado que parecía a veces, hasta que tocaba una de sus
propias canciones.
Drew y Megan se presentaron de nuevo en el segundo bar, justo
cuando Dylan y los chicos subieron al escenario. Él vio a Drew y le sonrió
ajustando la altura del micrófono. Se colgó la guitarra al hombro, envolvió sus
manos alrededor del micrófono y se encontró con los ojos de Drew, cerca del
escenario.
—Esta es para mi hermano. —Levantó una ceja cuando un grupo de
chicas enérgicas frente a él gritaron, su cálida risa resonó en el bar.
Dylan sacudió su muñeca detrás de él, y Reece comenzó con una
canción que sabía el significado que tenía para Dylan y Drew. Midnight Rider.
Drew rió.
—Mejor que no joda esta canción —dijo con más emoción de lo que
pensaba que un tipo como Drew Wade mostraría. Megan envolvió sus brazos
alrededor de su cintura y se balanceó con la música, mientras Dylan se
inclinaba hacia delante y empezaba a cantar. Había tanta emoción a nuestro
alrededor, los cuerpos balanceándose con las vibraciones de la música en vivo,
que era fácil perderse.
La versión de la canción que tocó era más pesada, más al estilo rock
como Theory Of A Deadman haría, pero era perfecta y encendió a la multitud
en la forma en que tendría que hacerlo.
Sabía una cosa, hacía calor allí. Estar en Alabama a finales de Julio
hacía que el calor de afuera fuera tan intenso como el de los bares. Supuse que
tenían aire acondicionado, pero con tantos cuerpos balanceándose de lado a
lado, el calor aumentó rápidamente. Me sentí aliviada de que llevara un
vestido.
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Durante nuestra estancia en el segundo bar, conocí a Nate, un
camarero en el bar de Drew, que vino a buscar a Drew para hacerle saber que
el departamento de bomberos había sido llamado por llegar al límite de
capacidad.
Drew se fue para hablar con el jefe de bomberos e hizo que Nate se
quedara y mantuviera un ojo en mí. Nate era buena compañía. Era enérgico,
de voz fuerte y lleno de todo tipo de locuras. Tenía una sonrisa, que aunque
pude resistir, me hizo reír con todo lo que dijo.
Con la espesa multitud cerca del escenario, era difícil no estar cerca de
él. No pensé mucho en eso, cuando algunos chicos se pusieron ruidosos en
frente de nosotros y me empujaron contra él, Nate me enderezó de inmediato
para que no me cayera. Sonrió cuando mis ojos se cruzaron con los de él y le
di las gracias, siempre sonriente. Traté de no prestarle demasiada atención ya
que sabía cuál sería la reacción de Dylan.
Megan me encontró de nuevo, lo que me hizo sentir aliviada.
Realmente no quería que Dylan me viera de pie con Nate.
—Oye, chica. —Megan tenía sus brillantes ojos verdes enrojecidos y
cansados. Pobre chica estaba yendo y viniendo entre los tres bares—. Joder,
esto es una pesadilla. Drew está todo desecho por allá.
¿Desecho?
Desecho en mi mente significaba borracho o drogado, por lo menos
ésa es la palabra que Dylan utilizó.
—¿Quieres decir drogado?
Me dio una mirada divertida.
—No, quiero decir estresado. Está nervioso. Drew no se droga más, no
es más lo suyo.
—Oh, está bien. —Ya lo sabía. Dylan me dijo que dejó
completamente las drogas.
275
Ya había añadido mucho más en mi vocabulario en torno a Dylan y
ahora a Drew, pero era extraño cuántos significados diferentes tenían todas
esas palabras.
—¿Deberíamos ir a ayudar? —Miré alrededor de la barra sobre la
multitud de personas para ver a los chicos arrastrándose fuera del escenario,
con unas cuatro o cinco chicas que los seguían. Suspirando, me volví hacia
Megan—. Iré con ustedes.
—Está bien. —Me agarró de la muñeca—. ¿Dónde está Nate?
—Estoy aquí —gritó a través de la espesa masa de cuerpos, todos
empujando hacia la entrada para llegar al último bar.
Los tres caminamos las cuatro cuadras hasta el de bar de Drew, donde
la primera banda ya estaba preparándose para su turno, el baterista se sentó en
el asiento de la batería.
Ayudé a Nate y Megan a preparar todo, tomé el puesto en la puerta y,
finalmente, tomé órdenes de bebidas. No había visto a Dylan desde el último
bar, y cuando lo vi subir al escenario, estaba borracho. Estaba segura de eso.
Dylan y los chicos comenzaron con algunas canciones de Powerman
5000 para llegar a la multitud, como si lo necesitaran, y fue entonces cuando
me di cuenta de que estaba borracho. Su estado de ánimo había estado
animado, pero ahora parecía un poco más nervioso, vulnerable pero relajado si
eso tenía sentido.
Tenía mi parte justa de las bebidas también. Megan estaba convencida
de que las necesitaba, pero creo que solo trataba de calmarnos a las dos.
Dylan llamó mi atención de vez en cuando, cada vez su expresión era
algo que no podía comprender. Su estado de ánimo estaba depresivo.
Mientras estaba sentada en la esquina con Nate, Megan y Drew cerca
de nosotros, la música era oscura, un lento ritmo llenando el bar. Miré hacia
arriba, al escenario que estaba mal alumbrado, Reece tenía su cabeza hacia
abajo, golpeando a un ritmo lento que parecía misterioso y el preludio de algo
mucho más oscuro de lo que había tocado el resto de la noche.
276
Inmediatamente miré al escenario para ver a Dylan. Estaba de pie
cerca del micrófono, no había luz en él, estaba completamente a la sombra. Él
sacudió la base ajustada, su cuerpo ondulante y balanceándose de un pie al
otro.
La música se convirtió en un graznido, y sus ojos encontraron la
audiencia, pero mantuvo su cabeza inclinada hacia delante, casi más
amenazante de esa forma. A través de las sombras, vi el hielo azul que podría
dar escalofríos y hormigueos al mismo tiempo.
Mientras la música se aceleraba, su voz se hizo más fuerte hasta el
punto que él estaba prácticamente gritando.
Mirándolo ahora, nunca lo había visto tocar así antes, tan oscuro, tan
enojado. Tenía una intensidad que parecía ser incluso más oscura que la letra
de la canción. Él se sacudía de un lado a otro en la tercera estrofa, su mano en
el micrófono, otra en el bolsillo.
Pasando a la mesa justo hacia mí, Nate se detuvo y me sonrió cuando
la canción cambio a algo más optimista, y baile respetable. Drew incluso tenía
a Megan fuera de ahí agitando un poco su culo. Bailé con ella y traté de
mantenerme alejada de Nate. Él era coqueto y tenía una linda cara. Yo
necesitaba mantenerme alejada de él. Sabía exactamente la reacción que Dylan
tendría.
Pero la cosa era que, Nate estaba borracho, yo sabía eso. Y sentía que
con la música Dylan estaba gritándome en el escenario, Crazy Bitch. Me
encantó la canción y el hecho de que estaba cantando, bailando alrededor y
sosteniendo un micrófono muy cerca de sus labios pero me hubiera gustado
que fuera mi cuerpo lo que él estaba apretando.
Nate me tocó, llegando a mi brazo. Jalándome cerca, finalmente
comprendí cuáles eran sus intenciones, pero no me podía alejar. Miedo tal vez,
no lo sé. ¿Estupidez?
No pensé que él supiera que yo estaba con Dylan, entonces le dije:
—Estoy con Dylan.
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Él sonrió, siempre sonriendo, y me empujó más cerca, ambos nos
reímos cuando nuestros mentones se golpearon juntos y cerca.
—Él no tiene que saber.
Nate no era mi intención en absoluto. Él estaba caliente, yo estaba
sintiendo la canción, queriendo sus brazos alrededor pero no queriendo a
Nate. Él estaba caliente, pero no por la calentura iba a usarme. Mientras justo
ahora, todo lo que olía era whisky y cerveza, yo quería el olor del pasto del
verano y el sol y el chico que tan bien conocía.
Alcohol y celos pueden hacer cosas inesperadas a tus acciones e
intenciones. Yo sabía eso ahora. Cuando la boca de Nate encontró mi cuello y
luego mi mandíbula y finalmente mis labios, en algún momento durante la
canción, no me moví. Congelados en el tiempo, no podía creer que lo estaba
permitiendo.
Nate no me dejaba reaccionar sabiendo que su oportunidad era ahora.
Mi corazón estaba gritando, diciéndome que yo estaba siendo estúpida, pero
mi cuerpo no reaccionaba. Cuando su lengua encontró la mía, yo reaccioné y
le empujé lejos, pero no lo suficientemente pronto para que el daño no fuera
hecho.
—¡Bailey! —gritó Drew a través de la multitud, pero era demasiado
tarde.
Cuando me di la vuelta y miré atrás hacia Drew, quien llamó mi
nombre, encontré que las conversaciones en torno a nosotros se habían
silenciado, la música se había detenido, había miradas de dardos hacia mí, y
Nate y su agarre aún estaban sobre mí.
Estupidez. La estupidez de los jóvenes podía destruir un montón de
cosas.
Dylan debió haberlo visto.
Indiferente, y debería haberlo sabido, Nate cruzó los brazos sobre su
pecho antes de que él mirara sobre mí. Sus ojos saltaron al escenario. Ellos
pasaron por mí y quedaron fijos por encima de mi hombro. Su postura cambió
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de indiferente a cauteloso. Sus manos bajaron y se pusieron en puños,
preparándose, deslumbrando, y anticipando.
No podía ver a través de todo el alboroto, pero lo oía. Tiraron una silla,
empujaron cuerpos, cristales rotos, el silencio ya no prolongado y gritaron
como si alguien estuviera intentando jalar a otro por detrás. Yo conocía a ese
alguien. Cuando miré al escenario, Dylan no estaba allí, su guitarra rota en el
escenario con Reece y Eddy luchando por perseguirlo después.
—Dylan —advirtió Drew—. ¡Regresa arriba, joder! Esto no se hace en
mi maldito bar.
Nate miró hacia mí. Fue presumido ahora y no el sonriente chico que
pasó la mayor parte de la noche alrededor.
—Tu chico puede habernos visto.
Deshonesto mentiroso.
Cuando la multitud se deshizo, vi a Dylan con Drew, Reece y Eddy
gritando en su oído con sus manos sobre sus hombros, pero Dylan se mantenía
moviéndose lejos. Dylan los esquivó y pasó a Eddy, quien lo agarró,
moviéndolo a un lado cuando sus ojos se cruzaron con los míos, oscuros y
profundos, humo azul que podría incinerarte.
Dylan estaba respirando por la nariz, trabajando duro para conseguir
calmarse. Consiguiendo liberarse de un brazo, se movió hacia delante hasta
que Eddy lo tuvo agarrado de su camisa.
—Si la amas, no hagas esto —dijo Drew bajo y suave, pero lo escuché.
Él sabía que yo había oído. Él siguió rápidamente—. No hacemos esto en mi
bar, hombre.
La multitud alrededor de nosotros le presionaba, gritos escandalosos y
listos para lo que sabían Dylan estaba a punto de hacer. Ellos querían eso.
Nate empujó pasándome, pero yo estaba de pie entre ellos. Reece me
agarró, empujándome hacia él, sus brazos sosteniéndome a un lado
protectoramente.
—Déjame ir, Reece, por favor.
279
—No —dijo Reece sobre mi hombro manteniéndome envuelta en su
abrazo—. Solo quédate atrás Bailey. ¿No piensas que has hecho lo suficiente?
—Cállate.
Conmigo y Reece argumentando, Nate y Dylan estaban ahora parados
cara a cara, respirando pesadamente, hablando humildemente el uno con el
otro.
Al igual que el beso, observé, sin poder moverme, cuando Dylan
alcanzó a Nate.
Al igual que el beso, observé provocando dolor e inconsolable dolor.
Dylan daba casi todos los golpes, él recibió uno, pero lo que Nate no se había
dado cuenta, o cualquier otra persona en el bar era los años de ira detrás de
esos puños. Años de pesar, decepción, esperar, observar, querer, decidir, ira,
dolor, abandono, todo era infligir dolor detrás de él.
La multitud reaccionó a cada golpe, cada corte, cada palabra áspera,
aplaudiendo, y, luego, guardando silencio por otro golpe.
De lo que no se dieron cuenta fue del cambio en Dylan mientras la
pelea se volvía algo más que una pelea de bar, algo imparable, algo mortal si
no se detenía. Pronto se dieron cuenta y guardaron silencio, curiosos en
cuanto a cuando ocurrió el cambio y por qué.
Eddy miró a Reece, intercambiaron una mirada y, luego, Drew
sacudió la cabeza, él también notó una diferencia en Dylan preguntándose si
ahora era un buen momento para intervenir. Pero nadie se movía. Ni siquiera
Drew.
Drew sabía que una vez que Dylan tuviera esto, nada podía traerlo de
vuelta. Parte de mi pensaba que podía pero luego de nuevo, una vez más, no
estaba segura. Yo era la razón detrás de esta pelea.
—Por favor, Reece —le supliqué, retorciéndome en su abrazo ante
él—. ¡Déjame ir!
Sus ojos pasaron de mí a Dylan, considerando cual podría ser la
respuesta.
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Reece luchó, pero cuando Drew le dio el guiño, me dejó ir.
Dando un paso hacia adelante, la multitud se separó un poco, pero no
lo suficiente para estar cerca de ellos.
Nate estaba luchando a su manera debajo de Dylan. Su ojo tenía
hematomas, su nariz y labios estaban sangrando. Nudillos en carne viva y
camiseta rasgada, él luchó duro tratando de ganar ventaja, pero nunca
teniéndola. Dylan tenía todo sobre él, furioso mientras su lucha interior se
había generado.
Dylan podía luchar hasta que él no tuviera nada.
Nate estaba a sus pies, tirando de su camiseta y empujando su camisa a
un lado, su cuerpo encorvado y preparado para lo que Dylan intentaba
terminar.
—Vamos, hijo de puta —incitó Nate.
—¡Levántate! ¡Vamos! ¿Tú no eres mucho más que un jodido imbécil
ahora, no?
Dylan permaneció de pie, usando una mesa para estabilizarse a sí
mismo, su cabello salvaje y sangriento al igual que sus ojos. Él le escupió
sangre a la cara, la parte de atrás de su mano sobre su boca y se abalanzó a
pegarle a Nate.
Ellos chocaron, rompiendo una mesa cercana, un cristal rompiéndose
alrededor de ellos, y cayeron al suelo con Nate debajo de Dylan de nuevo. Los
golpes de Dylan llegaron rápido, cada golpe lo podías sentir profundo en tus
huesos, y el dolor profundo dentro de mi pecho.
Yo sabía que no podría pasar mucho antes de que Dylan le hiciera
daño. Eddy vio eso. Reece vio eso y Drew sabía eso. Había demasiada rabia en
Dylan y no tenía nada que ver con el beso, o Nate.
Drew, finalmente, decidió que era suficiente cuando Nate estaba
escupiendo bocados de sangre a un lado, como lo estaba Dylan. Ninguno de
ellos estaba dispuesto a renunciar.
281
Dylan repartió golpes alrededor, luchando contra Drew y Eddy,
tratando de liberarse. Yo podía ver la sangre corriendo por su rostro, y
mezclándose con lo que parecían ser lágrimas. Tú podías ver eso, la presión de
parar y el tormento en sus ojos solo para continuar la única pelea que él
conocía.
Jody, otro camarero, jaló a Nate lejos también mientras Eddy sujetaba
a Dylan abajo dándole a Nate la oportunidad de levantarse. La pelea había
terminado, pero ninguno, entre los que me incluyo, sabía cómo reaccionar.
Y aunque él estaba atrapado detrás de los brazos de Eddy, Dylan
seguía estando incontrolable y convulsivo, luchando contra ellos para salir de
ahí.
Ahí de pie, con miedo de hacer un movimiento, miré con incredulidad
a lo que vi.
—Eddy —graznó Dylan, su voz gruesa con lágrimas—. Aléjate.
Luchando por mantener a Dylan a distancia, Drew aceleró el paso
cuando notó que Nate seguía en pie, aterrorizado a no menos de un metro de
Dylan, causando estragos. Él caminaba de un lado a otro, hacia adelante y
atrás, a la espera de otra oportunidad. La seguridad, ahora presente, parados
entre ellos para asegurarse de que había terminado.
—Vamos, cabrón —gritó Nate—. ¡Tú quieres una pieza, tómala!
Lo intentó, pensé.
Nate empujó a algunos chicos a un lado, solo para ser detenido por
otro.
La multitud se apartó más y yo fui capaz de acercarme a Dylan. Su
rostro estaba rojo, su boca y manos sangrando, ojos hinchados y un labio
herido. Tenía la parte delantera de su camiseta empapada de sangre, pero sus
ojos, esos ojos decían algo más. Yo le haré daño. Profundamente.
—Déjalo ir —dije, empujando contra Eddy.
—¡Alguien, sáquela de aquí! —gritó Eddy, tratando de empujarme
hacia atrás—. ¡Quiero decir, Bailey, vete!
282
El problema es que ninguna de las personas en el bar podía tocarme
ahora, no después de esto. No a la que parecía ser la jodida chica de Dylan. Él
dejó el mensaje claro ahora. En el camino, Nate estaba escupiendo sangre y sus
ojos abultados, el mensaje estaba claro.
Cuando me acerqué lo suficiente para que Dylan pudiera verme, él
luchó duro para soltarse, pero no podía, y Nate empujaba hacia delante de
nuevo, no estaba dispuesto a renunciar tampoco. Nadie quería que la pelea
terminara.
Dylan encontró mis ojos, heridos y suplicantes.
—Te vi con él, Ojos Marrones. Te vi —dijo, ronco y desesperado—.
Yo malditamente te vi.
Nunca en mi vida tuve palabras que dolieran tanto como ellas lo
hacían. Ni siquiera cuando dijo que había dormido con Mercedes. Le hice esto
a él. Lo puse como me había puesto en las últimas semanas, probándolo. Fue
estúpido, tan increíblemente estúpido. No podía creer que había sido tan
estúpida.
Drew dejó ir a Dylan, y él sacudió a Eddy dejándolo a menos de
treinta centímetros de mí. No se limpió la sangre, pero me miraba, a la espera
de mi respuesta, hueco, con inquietos ojos pidiendo otra vez que le dijera que
no vio lo que vio.
Volvió la cabeza a Nate.
—Quieres besar a alguien, ¿Nate? —preguntó Dylan, dando unos
cuantos pasos en su dirección. Encogió sus hombros, y Dylan hizo un círculo a
su cuello y escupió otro bocado de sangre antes de estar listo para otra pelea,
preparado para más—. Respóndeme, ¿quieres?
Saqué mis manos y empujé el pecho de Dylan, pidiéndole que se
detuviera. Con una mirada de furia, caminó directo hacia Nate pasándome,
queriendo más.
—Si quieres besar a alguien, bésame, hijo de puta. —Dylan sonrió
socarronamente, alcanzando a Nate—. ¡Vamos, bésame!
283
Nate trató de correr pasando a Reece, que estaba de pie entre ellos, sin
miedo y preparado para la pelea. Sus ojos eran salvajes y sus puños listos para
una pelea que estoy segura de que nunca había experimentado antes.
Mientras Dylan me rozaba, agarré lo que quedaba de su camisa y cerré
mis ojos, esperando que pudiera deterlo.
Se detuvo, y yo lo sostuve hasta que mis nudillos se volvieron blancos.
Con su mano encerrando la mía, empujó mis dedos lejos. Retuvo mi
brazo, mirándome.
—Por favor, no hagas esto ahora —le dije, casi como un susurro. No
estaba pensando en mí. Estaba pensando en Drew y su bar y el desorden que
Dylan estaba causando.
Dylan me dio una sarcástica sonrisa, apretando los dedos.
—¿Sí? —preguntó, mirándome fijamente, todavía salvaje—. ¿Qué
esperabas que pasara? ¿Cómo esperabas que yo reaccionara?
Me puse más derecha, casi tocando su pecho con el mío mientras
intentaba que me mirara a los ojos.
—Por favor.
Dylan pasó los ojos de mi nariz a mis labios, labios que fueron besados
por otro, y luego su mirada cayó al suelo.
Él inclinó su cabeza en dirección a Nate.
—¿No lo deseas?
—No —lo digo sin pensarlo—. Tú sabes que no.
Se rió, pero el sonido era apagado. Dylan dejó ir mi muñeca y dio un
paso de distancia.
—Bueno, sí, tú me vuelves loco, Ojos Marrones.
Se volvió, y grité:
—¡Dylan!
284
Se detuvo una vez más, y cuando se dio vuelta, no era el mismo.
Finalmente rozó su labio herido con la parte posterior de su mano, y la llevó a
su sangriento cabello apelmazado. Todos estaban de pie, esperando un
movimiento de Dylan, incluyéndome.
—¿No te parece que debiste haber pensado en mi reacción antes que
rompieras mi jodido corazón? —preguntó—. ¿O lo hiciste? ¿Cuál es tu plan?
—Dylan, por favor, solo déjalo.
Sus labios se curvaron y él gesticuló a la muchedumbre.
—Nah, mira a tu alrededor. Es una maldita fiesta, princesa.
Ahí estaba la maldita palabra de nuevo. Princesa. Yo quería pegarle
cuando decía la palabra, y él lo sabía. Es por eso que la dijo.
Mis ojos se alejaron por un segundo de él para ver a Drew.
Eddy se escondió hasta estar contra la pared, porque sabía lo que
venía. Nate estaba mirándome silenciosamente, y Drew estaba allí, mirando
también. Todos estaban observando, esperando a ver qué haría Dylan.
Cuando me volví hacia Dylan, sus ojos estaban en mí, su sonrisa era
amarga.
—Vamos a salir, por favor —le dije con mi corazón en mi garganta,
manos temblorosas y las mejillas húmedas—. Por favor.
Dylan frotó su cara en sus manos, y cuando cayeron, ya no estaba
sonriendo y con la cabeza me dio un asentimiento.
No podía sentirlo, el calor, su tacto, su amor, se habían ido ahora.
Dylan escupió más sangre en el piso y mirando a Nate.
—Acércate a mi chica otra vez y yo malditamente te mataré.
No podía creer cómo tan fuera de control podía estar si alguien me
tocaba, o en este caso, me besaba.
Nate no tenía una respuesta, y nadie más dijo nada. Sabían, tan bien
como yo que solo se encendería más.
285
Drew trató de alcanzarlo mientras caminaba, pero Dylan mantuvo sus
manos detrás de la cabeza y caminó fuera. Mantuve mis ojos en él, no tenía
interés en mirar a nadie más, hasta que empujara las puertas del bar.
Corrí tras Dylan, a través de la puerta lateral, en el callejón detrás del
bar. Unas pocas personas hablando en un pequeño círculo, rodeado por una
nube de humo, miraron una vez que estuve a la vista. Vi a Dylan caminar
hacia el GTO al final de la calle. Llamé su nombre, pero él no se dio la vuelta.
Ignorando los susurros, corrí hacia él.
Limpié mis ojos con mi antebrazo y grité otra vez:
—¡Dylan!
Junto a su GTO, Dylan finalmente se volteó. Paré de correr,
respirando apresuradamente entre suspiros y sollozos.
Acariciando sus bolsillos para encontrar sus cigarrillos en su bolsillo
trasero, los encontró, encendió uno y empezó a fumar antes de apagar su
encendedor. Golpeó con él el auto de alguien antes de aterrizar en la calle.
Me miró todo el tiempo que estuve caminando hacia él mientras
fumaba un cigarrillo con una mano inestable. Mientras más cerca estaba,
obtenía un mejor vistazo de su rostro. Inflamado y herido, negro y azul, cortes
esparcidos a través de sus enrojecidas mejillas. Sus nudillos estaban en carne
viva, y sus ojos estaban sombríos, sin ningún rastro de Dylan detrás de ellos.
—¿Te ibas a ir sin mí? —pregunté, alcanzándolo.
Dylan arrojó el humo al aire salino antes de tirar el resto del cigarrillo
al callejón. La mitad de su cara estaba iluminada por el poste de luz y la otra
mitad estaba oscurecida por la noche. Me hizo querer reír. Era la perfecta
visión metafórica de su personalidad.
—No lo sé. —Su voz era sombría justo como sus ojos—. Lucías
bastante cómoda con Nate para mí.
Dándome la espalda de nuevo, caminó hacia su auto. Me miró
mientras abría la puerta del lado del pasajero, examinándome a fondo,
burlándose, con una presumida sonrisa y un guiño condescendiente.
286
Cuando Dylan abrió la puerta y entró, pensé por un momento que él
en realidad pensaba dejarme.
Pero no lo hizo. No podría.
Encendió el motor y presionó el acelerador, rompiendo el silencio con
el estruendo del motor. Encendiendo las luces, se movió para que yo pudiera
entrar. Cuando dudé, tiró de la puerta abriéndola.
—Entra al maldito auto, Bailey —dijo, enderezándose—. Ahora.
Asustada de que él hiciera algo estúpido, entré. La emoción, el miedo,
el odio por mí misma y por lo que mis acciones habían hecho, me hicieron
sollozar entre mis manos.
—¿Por qué mierda estás llorando? —preguntó, sin mirarme.
—Lo siento —dije, llenando mis manos con pena—. Nunca quise
lastimarte.
—Ponte el jodido cinturón —gritó, su auto rugiendo a través de unas
luces rojas.
No lo hice. Lloré.
Frustrado, se acercó y tiró del cinturón. Decidiendo no empujarlo más,
lo agarré y me lo puse asustada de haberlo incitado más.
Dirigiéndonos a la casa de Drew, el celular de Dylan empezó a sonar
tan pronto como llegamos a la carretera. Lo ignoró, conduciendo con ambas
manos al volante. Las luces delanteras del GTO llenaron la ruta frente a
nosotros, iluminando los carteles que pasábamos por cada salida. Observé la
punteada línea amarilla entre las vías, contándolas como una manera de no
pensar en nada más que en lo que Dylan pensaba.
Él no habló, y no esperaba que lo hiciera.
Incapaz de mantener mis ojos abiertos por más tiempo, los dejé
cerrarse.
No los abrí de nuevo hasta que Dylan detuvo el auto.
287
Cuando los abrí, su mano estaba en mi rodilla, su gentil toque
tranquilizador.
Abrí mis muslos, esperando que él me tocara más arriba. Pero no lo
hizo. Con ojos cansados, me senté derecha y miré alrededor para darme
cuenta que estábamos de vuelta en la casa de Drew, solo que su Mustang no
estaba en el estacionamiento.
—Despierta —dijo en voz baja, sentado recargado en el asiento,
mirando hacia adelante con sus manos en el volante de nuevo.
Froté mis ojos, dándome cuenta de mi entorno y mirando a Dylan.
Estaba llorando, despacio y tranquilo.
—¿Dylan? —pregunté, alcanzándolo y aferrándome a su camisa de
franela. Nunca antes lo había visto llorar. No estaba segura de que él pudiera
hacerlo.
Se apoderó de mis muñecas sosteniéndolas en sus manos, mirándome
con ojos enrojecidos y mejillas temblorosas.
—Ojos Marrones —susurró, cerrando sus ojos.
Me senté sobre mis rodillas y me moví más cerca pero no dije nada.
Manteniendo su agarre en mí, él volteó su rostro a otro lado.
—No.
Observando su apariencia, sus ojos estaban hinchados, el izquierdo
peor que el derecho, moretones y un pequeño corte sobre su ceja sangrando.
Mordiendo su labio nerviosamente, las lágrimas se mezclaron con la
sangre.
La desesperación me conmovió, y me forcé a ir a su regazo. Besando
un lado de su rostro, él mantuvo su agarre sobre mis muñecas intentando que
no me acercara demasiado. Luego lo besé, con su sangrante labio abierto y
todo, lo besé. Lo besé hasta que gimió y soltó su agarre.
288
Cuando cedió, lo sentí en todas partes. Sus hombros de hundieron y su
respiración se aceleró, moldeando su cuerpo al mío, conectando
completamente como si no hubiera un espacio entre nosotros.
Sus labios se presionaron en un lado de mi cuello, susurrando.
—Lo siento. —Besando un lado de mi garganta y la esquina de mi
boca, puso mi cara en un ángulo para poder besar bajo mi barbilla y mi
garganta otra vez—. Lo siento. —Lloró contra mis labios. Dedos sangrientos y
en carne viva tocaron mi rostro y besó cada peca. No lo sentí como un
arrepentimiento. Lo sentí como si él estuviera diciendo adiós, intentando
dejarme ir—. La estoy jodiendo constantemente.
—Lo siento Dylan, no fue mi intención. —Lloré contra su hombro.
Incapaz de detenerme a mí misma, lloré más fuerte al tiempo que las
lágrimas se formaban y derramaban de nuevo. Desesperada por mantenerlo
cerca, me empujé más cerca de lo que quería estar.
No importaba cuán herido estaba en estos momentos, no podía evitar
que su cuerpo reaccionara con el mío en las maneras que siempre lo hacía.
Tenía razón cuando dijo que no podía soportarlo más y que me deseaba.
Tomando respiraciones irregulares justo debajo de mi oreja, sentí su cuerpo
reaccionar, respondiendo y queriéndome en todas las formas que lo había
hecho más temprano en el día.
Dylan trataba de mantener quietas mis caderas moviéndose contra las
suyas, pero no lo intentaba lo suficiente.
Empujándome hacia adelante hasta que nuestros pechos se tocaron,
sentí cuando cedió por completo.
Cerró sus ojos, cerré los míos también, ligeramente reasegurándome
que esto era lo que quería.
Nuestras bocas se movieron, sucio y duro, y mis manos encontraron su
cabello. Dylan rodeó mis caderas esta vez en lugar de alejarme, la dureza entre
mis piernas empujó mi aliento fuera de control y yo gemía alrededor de su
lengua. Él repitió el movimiento, ésta vez levantando sus caderas al contacto
buscando la fricción.
289
Eventualmente nos separamos, jadeando por aire, pero Dylan, deseoso
de mí, movió su boca bajo mi garganta, sus brazos a mi alrededor
manteniéndome firmemente en su regazo, aferrándome fuertemente hacia
abajo en su erección mientras movía sus caderas para encontrarse con las mías
otra vez.
—No aquí —dijo presionando su rostro en mi piel, su mejilla picando
contra mi piel fría, hielo y fuego, justo como sabía que él era.
Sus manos se deslizaron bajo mi vestido, sin embargo, una indicación
de que no quería parar, sus palmas siguieron deslizándose más lejos hasta que
agarraron mi ropa interior y tiraron con fuerza, hasta que la arrancó de mi
cuerpo.
Dylan no paró de tocarme, él sabía que lo necesitábamos así. Era el
momento. Las burlas, la provocación, los celos, era el momento. No podríamos
soportarlo más tiempo.
—Detente —rogó, su voz tan áspera como su respiración—. No
hagamos esto en mi auto. Vamos adentro.
No me moví o dije una palabra, en su lugar, me seguí moviendo en su
contra hasta que agarró mis caderas firmemente, pero tan suave como siempre
era al tocarme.
—Por favor, Ojos Marrones —rogó impotente—. No de esta manera.
Tirando de mi cabello hacia un lado, usó sus dientes en mi cuello,
apenas rozando pero lo suficiente para hacerme gemir, sus labios cerniéndose
sobre mi oído.
—Por favor, déjame hacer esto bien por una vez en mi puta vida,
déjame hacer algo bien. —Fue en ese instante cuando me di cuenta de que él
estaba llorando de nuevo, en silencio, rogando, amando, pero no importó.
Podía sentirlo contra mí, duro, luchando contra sus jeans, quería esto
pero no en su auto, algo que prometió nunca haría. Dijo que era mejor que
eso. Pero después de esta noche, mis acciones, yo no era mejor que esto.
290
Mis manos se movieron desde sus hombros para agarrar mi vestido y
antes de que él pudiera detenerme, lo saqué de mi cuerpo, necesidad, amor,
deseo de todo lo que él me estaba daño independiente de si me estaba rogando
parar.
Dylan jadeó, su boca caliente contra mi piel. Mantuvo un brazo en
torno a mi espalda, luchó por arrancarse la franela y la camisa debajo por
sobre su cabeza. Mis ojos siguieron las líneas de sus músculos y la tinta que los
tatuaba, viendo cortes del vaso en el bar. Dylan no me dio mucho tiempo
antes que agarrara mis muslos y me alejara.
Solo que él no estaba diciendo no, sus palabras sí, pero su cuerpo no.
Tomó mis caderas y nos dio vuelta, dejándome yacer sobre el asiento, sus
rodillas separaron mis piernas y sus manos trabajaron en la habilla de su
cinturón a toda prisa para luego desabrochar mis jeans. Al mismo tiempo, sus
ojos estuvieron en los míos, oscuros, rogando, deseosos, lujuriosos y con dolor.
—Dime que no, no me dejes hacer esto —rogó nuevamente,
empujando sus jeans bajo sus rodillas, tratando de luchar contra el deseo y la
necesidad de esto.
No escuché. No podía escuchar. Viéndolo luchar por mí, para mí, me
hizo algo y yo no estaba tomando un no por respuesta esta noche. Debía
probarle que necesitábamos esto. Que yo necesitaba esto.
—Solo fóllame, Dylan —rogué a través de las lágrimas, mis manos
solicitando lo que necesitaba entre nosotros. Cuando lo agarré firmemente, él
gimió, su cabeza cayendo hacia adelante y sonó como si él estuviera muerto de
hambre—. Eso es lo que quiero.
Él plantó su mano derecha con firmeza en el asiento, la otra yació
junto a mi cabeza, mientras trataba de colocarse más cerca, los músculos de su
pecho flexionándose y contrayéndose con cada movimiento. Sus piernas se
movieron tratando de ganar espacio que no teníamos en el asiento delantero
de su auto.
Su cabeza cayó hacia adelante, sus brazos temblando, todo su cuerpo
temblaba mientras se inclinaba.
291
Encontrándose con mi mirada, sus ojos estaban arrepentidos, al borde
de la rabia.
—Mierda. —Suspiró sacudiendo su cabeza, sus manos temblando—.
Por favor, detenme.
No lo hice.
Presionando su peso hacia adelante, sus caderas hicieron contacto con
las mías, sin barreras, y sus ojos cayeron entre mis piernas, mirando.
Pensé un montón de cosas en ese momento. Amaneceres, atardeceres,
lluvia, verano, hielo azul, el océano, el mar.
Con la ventana abajo y la lluvia golpeando mi cara Dylan me rogó otra
vez.
—No, Ojos Marrones.
Empujando mis caderas hacia arriba, me deslicé en su contra y eso fue
todo. Cedió.
Pude sentir el cambio, pasión, deseo, el maldito deseo ardiente se hizo
cargo.
En la oscuridad, la lluvia empapó la inocencia, nunca pensé que mi
primera vez sería como esto, en su GTO. Su nombre estaba en la parte
posterior de mi garganta, pidiendo, mientras lo tragaba.
—Ojos Marrones —susurró, su tono como hierro, una puerta de acero
manteniendo una barrera emocional entre nosotros.
Estaba asustada por lo que había hecho, lo que habíamos hecho. Estaba
asustada de este peligroso amor, de lo ardiente y del deseo que no podía dejar
ir, el dolor, todo eso. Me daba miedo.
Manteniendo su peso, sus caderas cambiaron de nuevo, temblando y
luego empujó.
Se había ido. Mi juventud, mi inocencia, mi perfecta vida planeada se
había ido cuando empujó, porque yo empujé, nosotros empujamos, hasta que
no quedó nada más que lo que estaba justo aquí, deseo, temblor y amor.
292
Dolió.
Quemó.
Estaba asustaba.
No podía respirar pero luego cuando sentí esa conexión, pude
finalmente respirar.
No pude controlar el sonido que se me escapó cuando él estuvo
finalmente dentro de mí. Gimió, su espalda arqueada y su cabeza cayó hacia
adelante aún más hasta que su cuerpo vino a descansar sobre el mío. Gimiendo
de nuevo, pude sentir el tono desesperado vibrando en mi alma y el temblor
que comenzó en sus manos sobre mí manteniéndolo estremeciéndose
constantemente a través de sus hombros.
—Mierda —susurró—. Esto está mal. Dime que me detenga.
Pero no lo hice.
Meciéndose contra mí, tenso y doloroso ardor era todo lo que sentía
pero él estaba allí, encima de mí, moderado y cariñoso, dándome lo que quería
a pesar del dolor, a pesar de haberlo empujado a esto.
No quería que él parara, nunca, a pesar del dolor, el ardor, no quería
que se detuviera nunca.
—No pares, Dylan, por favor no lo hagas —jadeé contra su mejilla y
mis ojos se cerraron fuertemente.
Se movió más rápido dejando ir las dudas que tenía. Inclinándose un
poco más cerca, con las mejillas enrojecidas, pude saborear la sangre de sus
labios en los míos mientras me besaba, duro pero despacio, profundo,
hablando por su deseo que no había dejado ir. Cerré mis ojos, aferrándome a él
tan fuerte como pude, mis manos deslizándose de sus hombros por la lluvia
que nos empapó. Mis piernas empezaron a temblar envueltas alrededor de él,
mis pies descansando contra sus jeans envueltos en torno a sus pantorrillas, los
músculos de sus piernas flexionándose con los movimientos de sus caderas.
Cuando cedió a todo su peso, lo sentí temblar, sus movimientos tensos,
rápidos y lentos al mismo tiempo.
293
—Mierda —respiró sujetándome más fuerte, meciéndose más rápido,
más profundo, el dolor expandiéndose como fuego.
Mi cabeza cayó hacia atrás, la lluvia mezclada con mis lágrimas, y la
boca de Dylan capturando mis gritos de dolor y placer. Empujando con mis
hombros, llevé mi cabeza hacia arriba, mis labios encontraron su clavícula,
deslizándose por el sudor y la piel empapada de lluvia.
Césped, calor, verano, lo sentí en todas partes, a mi alrededor.
Nuestros labios se rozaron, probé la sangre otra vez, y Dylan jadeó en
mi boca, sus caderas moviéndose más rápido. Este enojado y cariñoso chico
sostenía mi corazón en sus talentosas manos, tomando mi inocencia,
regalándome a sí mismo tan profundamente que podía saborearlo en todas
partes.
Estábamos sobre nuestras manos, sabía eso, él lo sentía, él lo creía,
pero aun así, aquí estábamos, viviendo momentos, amando peligrosamente.
Hubo un momento en el que olvidé respirar, sucedió cuando él
respiró, tomando el aire de mis pulmones, y lo sentí entre mis piernas,
endureciéndose, gimiendo tan bajo que pensé que estaba herido, quizás lo
estaba pero luego su respiración cambió, jadeando, gritando e inestable.
—Te amo —susurré sobre los latidos de mi corazón golpeando en mis
oídos y la lluvia de afuera—. Siempre. No pares, por favor no pares.
Era la primera vez que decía esas palabras pero fueron pasadas por
alto. No estoy segura de que él incluso me escuchara.
Dylan me sostuvo tan fuerte que lloriqueé, su nariz rozando la mía.
—Nunca —prometió sacudiendo su cabeza ligeramente—. Nunca,
Ojos Marrones.
—Dylan —jadeé en su boca, mis piernas ardiendo, mi cuerpo
ardiendo, tomando y entregando todo lo que tenía.
No me di cuenta que él había detenido sus movimientos hasta que lo
sentí jadear de nuevo, su respiración comenzando a nivelarse, pero no se
estaba moviendo.
294
Dylan juntó nuestras narices y frentes. Besó mi labio superior, el
inferior, su respiración bajó.
Pestañeó, sus ojos buscando los míos, deseando, amando, necesitando.
—Fuiste hecha para amarme —dijo contra mis labios—. Solo a mí.
—Lo sé —susurre otra vez, besando su labio superior, el inferior, justo
como él hizo con los míos—. Te amo. Por favor bésame, por favor, por favor…
Sus labios estuvieron en los míos después de que solté el tercer por
favor. Me besó con su lengua y labios, y pude sentir su corazón latiendo en su
pecho, golpeando duro y rápido contra mí.
Mi cuerpo entero se volvió blando en el de él. Pude sentirme llorando
en su contra.
Me hundí en el asiento y lo dejé ir. Superada y abrumada, pude
sentirme a mí misma llorando y disolviéndome a su alrededor. Pero pude oírlo
y sentirlo, también. El peso de su cuerpo se relajó, pero el peso de su
desesperación fue mucho peor.
Estaba dándome lo que quería, pero no lo estaba sintiendo. Cuando lo
miré, su rostro me lo dijo. Mientras yo tenía su cuerpo, labios, manos, voz, no
tenía su corazón en este momento. Mientras estaba susurrando, la energía era
vacía detrás de sus palabras.
Colocando mi cara en su cuello, envolví mis piernas en torno a él,
desesperada por hacerlo sentir algo.
—Está bien —dijo, adolorido con necesidad, pero nuevamente sus
palabras eran vacías—. Está bien.
Apenas respirando, apenas moviéndome, él me sostuvo fuertemente,
besando mi cuello otra vez.
Me dijo que me amaba, cantando incluso, pero luego volvió
rogándome que le creyera. Y entonces me miró, realmente me miró, su mano
en mi mejilla mientras sus movimientos se volvían más fuertes.
—No lo olvides, solo a ti.
295
18
Peligroso amor Bailey Gray
Traducido por NayeliR
Corregido por Laurence15
odo en lo que podía enfocarme, además de Dylan
suplicándome que me detuviera, era en cuán malamente dolía.
Esas chicas que dicen que tienen orgasmos la primera vez son
mentirosos sacos de mierda, al menos en mi mente lo eran. Quemaba, era
incómodo y dolía.
Nada acerca de eso se sentía bien.
Seamos realistas aquí. Era horrible. Él estaba borracho, acabábamos de
estar peleando y su cuerpo era un desastre.
Recuerdo a Mercedes diciéndome cuan dulce había sido su primera
vez con Kasey y las velas y toda esa mierda. ¿Era mi primera vez así?
Nop. Ni siquiera cerca. Pero Mercedes podía haber estado
mintiéndome también. Después de todo, ella hacía eso un montón.
Aunque honestamente, no lo habría cambiado.
Todavía estábamos en su auto, nuestra ropa había sido recolocada pero
no nos habíamos movido. Habían pasado dos horas y el sol estaba empezando
a levantarse sobre la colina detrás de la casa de Drew. Todas las luces en su
T
296
casa estaban apagadas. Estaba segura que Megan y él estaban dentro en algún
lugar.
Dylan sacó la colilla del cigarrillo fuera de la ventana, su cuerpo
levantado para inclinarse contra la puerta pero me miró, herido, su cara triste.
—¿Querías besarlo?
—No, no quería. Él me besó y eso me impactó. Antes de que pudiera
reaccionar, el daño había sido hecho.
Sus ojos eran profundos, la voz corrió de mis acciones, su daño, mi
daño, el daño que no podíamos detener ahora. Sus manos descansaban sobre el
volante, temblando, sus ojos bordeados con lágrimas, rojos, hinchados.
—No puedo perderte —susurró, sus ojos cerrados, protegiéndolo—.
Constantemente lo jodo.
—No lo harás, estoy aquí.
—¿Lo estás? —Hielo reunido con fuego—. ¿Estás realmente aquí?
¿Entiendes lo que hemos hecho?
—Lo siento, quiero decir. Te deseo.
—¿Lo sientes? —Se río, su humor más oscuro que antes
vengativamente girando—. Muéstramelo entonces.
—¿Cómo? —Mi voz era un susurro, corto de profundidad, sangrando,
una herida abierta lista para la sal, su sal, sus lágrimas, su ira.
Conseguí mi respuesta cuando sus manos se movieron del volante
hacia abajo a su cinturón y desabrochó sus pantalones.
Estaba sufriendo, sabía eso y esta era su manera de mostrarlo, hacerme
sentir su dolor, infligiendo dolor.
Nunca había estado asustada de Dylan, pero lo estaba justo entonces.
Tenía miedo por lo que acabábamos de hacer y ahora estaba forzando mi
cabeza en su regazo.
297
Cuando terminó, estaba llorando y él sabía lo que había hecho. Lo
golpeó casi tan duro como ese beso me había golpeado a mí, viendo de
primera mano las consecuencias que causan sus acciones.
—Lo jodí, ¿cierto? —preguntó, mirando hacia abajo a mí—. ¿Lo jodí
demasiado?
—No. —Toqué su cara. Era una mentira, la única mentira que alguna
vez le dije.
Lo que acababa de hacer, lo que me pidió que hiciera, era su forma de
conseguir vengarse de mí. Él lo había jodido. No debería haberlo tratado así.
Él lo sabía. Entonces otro chico me besó. ¿Yo lo pedí? No.
Lo dejé alcanzarme y tirar de mí a su regazo, su hebilla cavándose en
mi cadera. La dureza entre sus piernas estaba empezando a ablandarse pero no
había ajustado nada. Estaba todavía colgando fuera de sus pantalones solo que
ahora estaba sentada sobre él.
—¿Me odias ahora?
—No. —Sacudí mi cabeza encontrando su mirada—. Nunca podría
odiarte.
—Podrías —dijo dejando caer sus ojos—. Podrías odiarme.
Por debajo, era una advertencia de la que debería haberme dado
cuenta.
—¿Entrarás conmigo? —preguntó bajamente, un susurro.
Asentí pero no dije nada y lo seguí adentro, a través de la oscura casa,
dentro de la habitación al final del pasillo donde nos estábamos quedando.
—Sabes, esto no es exactamente como lo imaginé. —Su mano giró a
través de mi cabello y tiró mi cabeza más cerca de él, besando mi frente
cuando nos acostamos en la cama. La luz de la mañana estaba filtrándose en la
habitación ahora haciendo juego con sus ojos azul hielo.
—¿Lo imaginaste? —susurré en su hombro.
Él se alejó para mirar mi cara.
298
—Lo tenía imaginado por mucho más de lo que debería, cuando no
tenía caso imaginarlo. —Estuvo callado por un momento mientras el peso de
sus palabras se asentaba sobre mí. No pensaba que habría sabido que hacer con
Dylan antes de este punto en mi vida. Incluso si Eric no había sido un factor,
me habría sacado a mí misma de esto completamente, demasiado asustada de
lo que otra gente diría y pensaría. Como fue, sé que no habría manejado la
situación tan bien como podría. O más importantemente, debería. Ambos
estábamos constantemente probándonos el uno al otro en formas que no
estábamos exactamente intentando hacer.
Él tomó una respiración y continuó:
—Quería hacerlo especial. ¿Sabes? Como velas y música y cosas. Algo.
Lo que sea. Solo quería hacer la primera vez que estuviéramos juntos especial
para ti. Más que…
—Dylan, detente. —Moví mi cabeza hacia atrás para asegurarme que
pudiera ver la verdad en mi expresión y palabras—. No fue exactamente la
manera en que lo imaginé tampoco, pero fuimos nosotros.
Lentamente, estaba aprendiendo que un montón de veces, las mejores
cosas en la vida no dependían de ser planeadas. No había emoción explicando
o racionalizando cuando estabas enamorado. Era sintiendo, creyendo,
recordando, y haciendo momentos. Mi vida siempre había sido planeada para
mí, y esos planes eran todo lo que alguna vez conocí, todo lo que utilizaba
para salir adelante. Pero toda esta relación con Dylan había sido inesperada.
Tenía sentido decir que esto seguiría ese camino. Y tal vez eso es lo que lo
hacía tan perfecto, saber que esto era lo que en verdad quería, sin influencia o
expectativas de fuera. Era completamente inestable, un amor peligroso que
podía destruirte pero era Dylan. Esa era la única manera que él conocía de
amar.
—Te amo —dije otra vez, esta vez con propósito, una declaración sin
esperar respuesta.
Dylan sonrío metiéndome en sus brazos.
—Te amo también, Ojos Marrones.
299
Eventualmente caímos dormidos, envueltos alrededor del otro en
nuestro peligroso amor. Cuando desperté, él estaba mirando al techo. Lucía en
conflicto y me pregunté de qué de anoche se arrepentía. Sabía las partes de las
que yo lo hacía.
Había demasiadas cosas que quería decir, preguntar, sentir, pero no
pregunté ninguna de ellas y me quedé envuelta en sus brazos.
Debe haber sentido que estaba despierta.
—Lo siento —dijo con pesar besando mi sien.
Enterrándome en sus brazos, le dejé mostrarme en besos y caricias
cuan apenado estaba, cuan apenada estaba yo y nuestro peligroso amor.
El teléfono de Dylan al lado de la cama estaba sonando, otra vez,
siempre sonando. Lo ignoró pero eventualmente sacó la batería.
—Pareces distraído. —Era una observación y él lo sabía—. ¿Qué está
mal?
No respondió enseguida mientras miraba a la pared. Mirando de
soslayo, mordió en la esquina su labio inferior, contemplando, reteniendo.
—Nada, Ojos Marrones.
Quería detener el tiempo, dejar de pensar, estar aquí con él y hacer
esos locos recuerdos que soñó pero no pude. Algo estaba mal con él y lo sabía.
Era más que nada, estaba en el constantemente sonando teléfono, las miradas
ocultas que ofrecía y la manera en que reaccionaba al nombre que aparecía en
su teléfono cada día.
300
19
Deseo Dylan Wade
Traducido por NayeliR
Corregido por Nanis
oy un estúpido jodido chico con demasiado deseo.
Ella no tenía ni jodida idea de lo mucho que la amaba.
Ni idea. Ella no entendía cuán malamente quería hacerlo bien
por ella, solo ella. Ella era mi jodido pulso, mi deseo, mi latido
del corazón y nerviosismo.
El deseo puede ser la muerte de un hombre.
Mi espalda se curvó sosteniéndola para presionar mi cara en el espacio
entre su cuello y su hombro. Mi agarre era apretado, siempre apretado
temiendo que ella se iría, no había espacio entre nosotros.
Solo nosotros.
Uno en el interior y fuera. Éramos nosotros.
—¿Me amas? —pregunté, levantando su pierna. Caí, entre sus piernas,
justo donde necesitaba estar.
Llegando bajo las sábanas, me posicioné a mí mismo donde necesitaba
estar, dentro de ella, amándola, sintiéndola.
Descansando contra mi pecho ahora, ella habló acerca de nuestro
pasado, que nos dirigió aquí, solo ella no sabía la mitad de eso.
S
301
—¿Recuerdas lo que te dije cuando murió tu mamá? —preguntó ella,
sus fríos dedos del pie encontrando mis piernas, su respiración suave contra mi
cuello.
Recordaba todo lo que ésta chica dijo. Todo.
—Me dijiste que siempre estarías ahí para mí.
Era una mentira, ella lo sabía. No estuvo ahí para mí pero la perdoné.
Le dijeron mentiras. La deshonesta jodida gente odiosa que destruyó nuestra
relación y lo quería ahora.
—Olías como césped y problemas. —Ojos Marrones rió, el sonido era
el mejor en el mundo.
—Yo era problema. —Sonreí besando su nariz—. Soy problema. De
verdad no deberías haber venido conmigo.
Ella no dijo nada más. Entre más la quería más pensaba en la
advertencia que estaba hundiéndose. No quería ser el que le dijera. Ese no era
mi lugar.
Si solo las cosas hubieran ido diferente cuando éramos más jóvenes.
La recuerdo escabulléndose fuera y durmiendo en el piso de mi
habitación por semanas después de que mi mamá murió. Recuerdo sentirme
relajado de que ella estaba ahí, conmigo. Fuera de la esquina de mi ojo, la
miraba toda la noche. Me encantaba ella ahí. Me encantaba ella conmigo.
Amaba que ella quería estar ahí.
Sabiendo que la tenía ahora, vivía por mi momento antes de que se
fuera.
Sentí otra enorme ola de alivio golpearme mientras la besaba
apasionadamente. Envolvió sus piernas alrededor de mi cintura y la levanté
moviéndola para que estuviera a horcajadas sobre mí.
Tenía puesto un sostén de encaje negro, que contrarrestaba su pálida
piel bellamente y mis labios fueron arrastrados a su piel como un magneto.
Ella bajó su cabeza hacia atrás mientras yo enterraba mi cara entre sus pechos,
302
alcanzando alrededor para desabrochar su sostén, dejándolo caer suavemente
fuera de sus hombros.
Me senté en la cama, ella no tenía idea de cuán seductora podía ser
mientras oscilaba fuera de sus jeans, sus caderas meneándose con cada
movimiento exagerado.
Corriendo mis manos arriba de la parte posterior de sus muslos,
viniendo a descansar sobre su trasero, ella me sonrió, dulce chocolate.
No podía jodidamente negarlo ahora. Tenía una propiedad, una
posesividad que siempre he tenido con ella. No importaba dónde estábamos o
lo que estábamos haciendo. No importaba en la escuela si ella estaba con
alguien más, sentía y sabía malditamente bien que ella lo sentía también. Si
alguien decía algo malo de ella, era el primero en pararme y el último en dejar
de luchar por ella.
—¿Es esto lo que quieres? —pregunté mientras ella sonreía
besándome, y entonces enganché su pierna alrededor de mi cadera.
—Sí —canturreó. Estiré la mano abajo y agarré su pierna detrás de su
rodilla por soporte, entonces presioné mis caderas en ella.
Se sentía increíble contra mi cuerpo y cada gemido que hizo causaba
que mi polla se pusiera más y más dura hasta que estaba palpitando con
necesidad por ella. Sus manos se volvieron frenéticas, necesitadas, suplicantes
con un deseo que sentía profundo en mis huesos. Mi respiración, mis
movimientos, todo controlado por ese maldito deseo. El deseo puede ser una
jodida pesadilla. Puede hacerte olvidar consecuencias y mentir a la única
persona que amaste y juraste nunca lastimar como ellos podían.
Deslicé mis manos alrededor de su cintura y las dejé deslizarse más
abajo para descansar en su trasero, una vez más presionando mis caderas en
ella.
Ella lanzó su cabeza hacia atrás contra el cabecero.
—Dios, Dylan, te sientes tan bien.
303
No podía esperar para estar dentro de ella. Ella tenía otros planes sin
embargo.
No pude evitar el gemido que escapó mientras la miraba lamer y
besarme abajo en mi cadera y sobre la cima de mis bóxers que apenas
contenían mi erección, terminando en mi cadera izquierda donde terminó con
un mordisco con sus dientes.
Mirándome con una mirada conocedora en su cara, alargó la mano,
agarrando la base de mi erección, y lentamente movió su boca más cerca. Su
lengua se deslizó fuera y lamió la punta, causándome saltar. Miré mientras sus
labios se separaron y deslizó la punta dentro de su boca, su lengua
deslizándose desde la punta hacia abajo del eje.
Mis manos descansaban en sus hombros, ligeramente sosteniendo su
cabello lejos de su cara así podía verla. Era la jodida cosa más sexy que alguna
vez había visto, viéndola tomarme dentro de su boca. Mi cuerpo estaba
encendido por su toque. Cada vez me tomaba más profundo. Yo gruñía fuerte
sabiendo que podría fácilmente venirme y no quería que esto terminara
todavía.
—Ojos Marrones… joder… tienes que parar… —Estaba acercándome
y mi auto control estaba decreciendo bajo su toque. Quería estar dentro de
ella.
Ella se alejó, mirándome con sus sexys ojos marrones y no podía
detenerme a mí mismo. Tenía que estar dentro de ella. Usando un poco más
de fuerza de lo que podría haberme gustado, presioné su espalda abajo en la
cama y me cerní sobre ella, inclinándome para besarla apasionadamente.
—Te necesito tan jodidamente —dije suavemente mientras me
posicionaba a mí mismo en su entrada. Estaba loco de deseo, sabiendo que
nada estaría entre nosotros. Podía sentir su calor atrayéndome, deseo, el
jodido monstruo que era. Su tersura lo hizo de modo que incluso el más ligero
movimiento de mi parte me causaría deslizarme dentro de ella.
Presioné hacia adelante, saboreando la sensación mientras la llenaba
completamente. Me quedé quieto por un momento para recuperar la
compostura, la sensación de estar piel con piel con ella casi demasiado para
304
mí. Mis ojos cerrados mientras luchaba con el orgasmo que estaba
burbujeando bajo la superficie. No quería derramar mi mierda antes de que
ella consiguiera lo que necesitaba.
—Por favor… Dylan… fóllame… —Bailey se retorció debajo de mí y
casi no podía creer lo que acababa de decir. Era erótico como el infierno
escuchar esas palabras salir de su hermosa, inocente boca.
Envolví una mano alrededor de su cuerpo, dejándola deslizarse a su
trasero, y descansé la otra en la cama por su cabeza. Entendiendo lo que
quería, ella envolvió sus piernas alrededor de mí mientras tiraba de sus caderas
contra mi cuerpo, el nuevo ángulo cambiando la sensación para ambos.
—¿Quieres ser follada, Ojos Marrones? —dije, sintiendo áspero y
crudo.
Ella mordió su labio y gimió mientras asentía, completamente
desenmarañando algún control que me quedaba. Tiré fuera de su cuerpo y
vigorosamente empujé de vuelta dentro de ella, usando mi mano para tirar su
cuerpo hacia el mío. Ella usó sus piernas para mantenerme donde me quería.
Continué golpeando dentro de ella, cada pase causando que su cuerpo
se arquera y apretara, alcanzando la fricción que permitiría su liberación.
Amaba que era mi cuerpo el que causaba esa reacción en ella. Amaba que
podía sentir todo de mí, con nada entre nosotros.
Sentía como que podía jodidamente estallar en cualquier momento,
pero desesperadamente quería darle un orgasmo. Esto necesitaba ser diferente
de la primera vez, esto no era furioso. Esto era amor. Jodida mierda del tipo
cegadora del alma. Me senté y agarré sus piernas desde detrás de mi cuerpo,
extendiéndolas amplias, continuando moviendo dentro y fuera de ella.
Ruborizada, por la manera en que sus músculos se tensaron, lo supe.
—Bailey… estoy tan cerca… joder… tan bueno…
Antes de que pudiera conseguir una oración completa fuera, ella gritó
en éxtasis. No podía detenerme a mí mismo, gruñendo fuertemente,
completamente dominado por las sensaciones.
305
—Oh Dios… Dylan… eso fue… joder… —Ella corrió sus manos a
través de su cabello mientras jadeaba pesadamente, su piel perfectamente
ruborizada.
Besé sus labios con ese mismo jodido deseo que me consumía.
—Eso debería haber sido nuestra primera vez. —Sonreí. Eso fue débil.
Mi teléfono estaba sonando otra vez.
Bailey se deslizó al baño, respondí el teléfono. No hola, ni nada, él solo
se impuso en mí como había hecho por las últimas jodidas siete semanas.
—Trae a mi hija a casa justo ahora Dylan o te arrepentirás de ello.
Me reí. El despiadado borde a mi odio fue escupido a través de mis
palabras.
—Ella es libre para ir cuando quiera pero no la ves arrastrándose de
vuelta a papi, ¿cierto?
—Ella no tiene futuro estando con tu delincuente trasero. Tráela a su
casa ahora o te destruiré.
Jeff quería tenerme fuera de mí y yo era el jodido chico que él quería
que fuera en ese momento. Él sabía qué hacer para encenderme. Había estado
haciéndolo por años.
—Sólo estás molesto porque no quieres que el pueblo sepa que ella
está gritando el nombre de uno de los hermanos Wade cada noche.
Bailey volvió dentro de la habitación, mis pantalones de franela
ligeramente abotonados, su piel asomándose fuera, persiguiéndome. Dejé caer
el teléfono cuando ella volvió quitando la batería.
Quería decirle que todo esto, mi lenguaje, mi odio, mi agresión, mi
tono de voz era por ella.
—¿Me amas? —preguntó, tan dulce, tan inocente, dulce chocolate y
pecas rojas que bailaban a través de mí y mis momentos.
306
—Nunca he amado a nadie así —dije besando el interior de su muslo
cuando ella vino al borde de la cama, mis manos temblando con la amenaza de
perder todo esto, él debería venir aquí y decirle. Cada centímetro de mí estaba
envuelto alrededor de cada centímetro de ella. Había amor aquí. Lo sentíamos.
Irradiaba desde cada centímetro de ella a cada centímetro de mí. ¿Destruiría
eso lo que tenemos?
Sí. Ella solo vería un lado, el lado que era falso y que oculté algo de
ella, protegiéndola de una mentira que rompería su corazón y el mío.
Apenas puse la batería de vuelta para llamar a Drew y él llamó otra
vez.
La ira asoló, lancé algo, un puño en la pared y estrellé un armario
cuando ella alcanzó el teléfono.
—Estás actuando como loco —dijo, pánico en su voz cuando el
teléfono sonó.
—No me has visto loco aún, Ojos Marrones —dije lanzando humo en
el aire y arrancando el teléfono de su mano, un pecho lleno de humo y una
cabeza llena de neblina.
Tomé una última calada de mi cigarrillo y respondí el teléfono antes
de girar alrededor para enfrentar a Bailey, para que ella viera cuán malo esto
en realidad podía ser, cuánto él podía destruir, había destruido.
Cada mentira fue merecida y cada secreto justificado cuando dijo que
estaba en Birmingham. Él estaba aquí. Aquí para destruir lo que quería. Cada
momento robado entre nosotros solo por él y yo lo odiaba por ello.
—Vienes aquí y la destruirás —le dije esperando que me escuchara—.
¿Estás listo para eso?
Él no contestó. Por una vez, colgó.
Bailey me miró, aprehensión, preocupación, y suspiró.
—¿Está aquí?
307
—En algún lugar —dije caminando hacia ella tropezando sobre el
desastre que había creado.
—Vamos a cenar —dijo, ella sabía, quería hacer durar el momento.
Deseo, el jodido monstruo que podía ser. Me rendí. Quería y tomaría a
pesar de las consecuencias y lo que ellos tenían el poder para destruir. Podía
haberlo justificado en el comienzo. Decirle la verdad. Ese no era mi lugar. Ese
saco de mentira de mierda tenía que confesarlo. Ver de primera mano lo que
su mano había hecho.
308
20
Mentiras Bailey Gray
Traducido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ y Lizzie
Corregido por Lizzie
enía los ojos cerrados, a la deriva, sus rasgos relajados de lo
anterior. Se veía que estaba quedándose dormido o ya lo
estaba. Nuestra relación había cambiado en la última semana,
desde esa noche en su auto. Dylan no era tan cuidadoso conmigo o quizás
nunca lo fue. Quizás ahora lo note más, lo sienta más, crea más. Es como
colores otra vez, unos que no habías visto, ahora brillan para que los veas. Su
belleza se encuentra más allá de lo que conocía, tiene más sentido, tiene
fuertes convicciones.
—¿Qué harías si él viene a buscarme? —pregunté—. Sabes que lo
hará.
—Lo mataré —dijo Dylan con una sonrisa oscura.
—No eres un asesino Dylan, buen intento. Y no hagas eso. Estarías en
la cárcel y recuerda lo que Drew te advirtió.
Agarré su trasero y él me dio una palmada en la mano.
—No bromees con eso.
T
309
Dylan giró tomando mis manos llevándolas a sus labios, me abrazó, y
sus labios se cernieron sobre mis nudillos, sus ojos en los míos, serios.
—Él es la razón. Él es la razón de toda esta mierda.
—¿Qué?
Estabamos en la sala de la casa de Drew, cerca del bar en que Dylan
había bebido toda la noche. Eso se estaba convirtiendo en un hábito, uno que
no me gustaba y sentía que se me escapaba de las manos. Se estaba volviendo
un adicto y Drew y yo lo sabíamos. Hablábamos frecuentemente, Drew y yo.
Me ayudó a entender a Dylan en una manera que nunca lo hice.
Él es Dylan Wade. Él es este loco chico, obstinado, incorregiblemente
apasionado, todo corazón y alma, y no podía y no quería vivir sin él ahora.
Me aferré a él con todo lo que había sabiendo que lo que teníamos era un
amor peligroso.
Y aunque Drew no había estado con Dylan por años, el todavía
entendía ese lado que yo no. El lado imprudente.
Drew caminó entre nosotros sabiendo que Dylan había bebido mucho.
—Dylan amigo, dale un descanso.
Dylan, la mayoría de los días, era un hombre de pocas palabras. A
veces, su indiferencia me molestaba. Tenía tanto talento, una pasión que
desbordaba, pero él pensaba que no estaba allí o tal vez, como dijo Drew, no le
importaba. Pero últimamente, era más que unas pocas palabras. Él estaba lleno
de frases crípticas que me dejaban pensando en el cambio que he visto desde
que mi padre llamó.
Dylan era complicado. Era como un Cubo de Rubik. Difícil de
resolver, pero una vez que tenías el patrón, algunos movimientos llegaban
naturales, mientras que otros nunca se resolverían.
* * *
310
Aquí es donde me cambió la vida. Nunca lo vi venir, pero supongo que
con el cambio nunca lo haces. ¿Cómo podías? Si lo veías venir podrías haberlo
detenido.
Dylan y yo nos fuimos en un viernes. Diecisiete de junio para ser
exactos.
El cinco de agosto, mi mundo se hizo pedazos.
Dylan se paró cuando vio a mi papá, igual que yo, al final de la entrada
de Drew, esperando por mí.
—No puedo creer que hayas tenido las jodidas agallas de venir aquí
—gruñó Dylan azotando la puerta delantera. Lo seguí.
Mi papá lucía diferente, la ira se había apoderado de él. Era evidente
que no había dormido en días, los ojos inyectados en sangre y la ropa
arrugada.
—¿Por qué estás aquí? —Mi voz tembló, su porte de padre era
intimidante.
La mano de Dylan temblaba en la mía y luego me di cuenta de que no
era solo él, era yo también. Drew salió de la casa a pararse detrás de nosotros.
—¿Qué está pasando aquí? —Sus ojos siguieron la mirada de Dylan al
ver a mi padre—. Tiene que salir fuera de mi propiedad —dijo Drew, con una
fuerza y rabia que no sabía que tenía.
—Estoy aquí por mi hija —dijo mi papá, su respuesta poco sombría. Él
me miró—. Entra en el auto, Bailey. —Su mano derecha estaba en la parte
superior del Toyota Camry blanco que conducía—. Ya he tenido suficiente de
esta mierda y es hora de volver a casa. Comienzas la universidad pronto.
—No voy a la universidad, papá. —Mi voz todavía era suave y hablaba
más hacia el hombro de Dylan que cualquier cosa.
Dylan lo notó, su actitud más protectora, su agarre un poco más
posesivo.
311
—¿Por qué no le dices realmente por qué la estás obligando a estar
contigo, Dylan? —Mi padre miró de Dylan a mí, con los ojos inyectados en
sangre y cansados. Estaba borracho. Nunca antes había visto a mi padre
borracho.
Mi mirada se dirigió a Dylan cuando se volvió para mirarme. Mi
corazón se detuvo. Él se me quedó mirando, su expresión se volvió de la ira al
dolor como si alguien le hubiera dado un puñetazo. Era esa sensación. La sentí
la mañana en que nos fuimos, en mi habitación, mi amanecer, la sentí de
nuevo.
Dylan parpadeó, regresé al momento, a este momento. Sus cejas
estaban juntas.
—Bayley… yo….
—Dylan solo te estaba usando para devolvérmela —dijo mi papá
interrumpiendo a Dylan caminando hacia mí y alcanzando mi mano. Drew se
acercó más, anticipando lo que él sabía que iba a suceder.
—Yo estaba conduciendo el auto que mató a su madre. Él lo sabía y te
uso para vengarse de mí.
Cualquier cosa podría haber sucedido en ese momento, pero todo lo
que sentía era el mundo estrellándose sobre mí. Ahogamiento. Sofocación. El
corazón arrancado de mi pecho del jodido odio, la mentira, el engaño.
—¿Desde cuándo lo sabías? —Mi voz era distante incluso para mí.
Miré de Dylan, a Drew, y luego de nuevo a Dylan, esperando, demandando
algo.
—Cuando cumplí los dieciocho. —Dylan hizo una pausa, su
respiración lenta y áspera, su cuerpo temblando—. Vi el papeleo con la ayuda
de un abogado y me enteré de quién puso en marcha el fondo fiduciario.
Gestos, respuestas, reacciones, significados ocultos, crípticas
advertencias fueron validadas.
—¿Es por eso que hiciste estallar el auto del fiscal? —Dylan asintió
con la cabeza, la frente arrugada, él estaba dolido y yo al borde de estallar o
312
caer de rodillas. El suspiro de aliento que él tomó aspiró todo el aliento de mí.
El grito distante estaba cerca, Drew y mi padre, pero éramos Dylan y yo, en
estos momentos.
Dylan asintió con la cabeza y el movimiento rompió otra parte de mi
corazón roto.
Sabía que mi padre fue el que... mierda... ¿y él me usó? ¿Cómo pudo?
¿Yo signifiqué algo?
—Él ayudó a tu padre a cubrirlo. —Dylan fulminó con la mirada, su
intensidad pasó de mí a mi padre—. Como miembro del Concejo de la ciudad
en el momento, no podía tener un asesinato en sus manos.
—¡Fue un jodido accidente, Dylan! —gritó mi papa, dando un paso
hacia Dylan, Drew se interpuso entre ellos.
—Vete, Jeff —dijo Drew poniendo su mano en su pecho, estaba de pie
entre dos hombres, dos personas que me utilizaron para su propio beneficio.
¿Era esto una especie de broma de mal gusto?
—Sal de mi maldita propiedad —dijo Drew con un toque de calma
que tenía más advertencia que una simple orientación. Sabía que Dylan se
estaba desvaneciendo rápidamente.
—Bailey —intentó mi padre de nuevo cuando Drew lo empujó hacia
su auto—. No significas nada para él sino resentimiento. Eso es todo. Ven
conmigo. ¡Vuelve a casa y sigue con tu vida!
—¿Seguir con mi vida? —Me quedé sin aliento, las lágrimas rodaron,
la ira crecía en mí, quemando y picando en mi piel—. ¿Qué vida? Acabas de
destruir todo lo que pensaba que tenía.
Mis ojos encontraron a Dylan, lucía como si alguien lo hubiese
abofeteado.
—Estás actuando como una puta. —Ese fue el siguiente intento de mi
padre de convencerme. No uno muy bueno.
313
—No lo hagas, papá —le dije todavía mirando a Dylan. Él no había
dicho nada, no estaba segura si estaba respirando aparte del temblor de su
pecho y manos.
—¿Es eso de lo que va todo esto, cierto? ¿Actuar como una puta?
Dylan puso sus manos en mis hombros y me empujó a un lado, sus
ojos como humo oscuro.
—Me tocas y te demandaré, pedazo de mierda —le gritó mi papá a
Dylan cuando se paró cara a cara con él. Drew se hizo a un lado.
Dylan reaccionó y se volteó. Mi padre sabía exactamente lo que estaba
haciendo al provocar a Dylan así. Llegué a entender que ese era su plan. Sabía
que si él empujaba lo suficiente, si me degradaba ante Dylan, iba a reaccionar.
Y lo hizo.
Dylan tenía razón. El mundo estaba lleno de horrible mierda. ¿Había
alguna persona honesta? Después de hoy, no lo creía.
Una parte de mí estaba realmente molesta, pero la otra parte estaba
satisfecha de finalmente saber la verdad. Drew apartó a mi papá y a Dylan,
ambos furiosos, maldiciendo, diciendo mierdas que no podía entender.
—¡Pagamos por las jodidas mierdas que hacemos en la vida! —gritó
Dylan empujándolo contra el auto, su cabeza cayó hacia atrás contra el cristal
de la ventana—. Algunas personas tienen que jodidamente pagar por ello,
¡alguien tiene que hacerlo! Tal vez no tú, pero alguien lo tiene que hacer.
—¡Dylan, detente! —grité pero entre el torrente de mi sangre y mi
corazón latiendo con fuerza, sonaba como un susurro.
—No voy a renunciar hasta que sangre por su puto arrepentimiento.
—Dylan fácilmente se alejó de mi padre quien había conseguido tomarle la
camisa.
Drew consiguió separarlos con la ayuda de Eddy que salió corriendo
de la casa.
314
Tanto mi padre como Dylan estaban jadeando, tratando de hacerse
con el control que ninguno de ellos tenía, ambos luchando por razones muy
diferentes.
—¿Sabes lo que puedes hacer? —le preguntó Dylan a mi papá,
empujando contra Eddy que lo estaba deteniendo.
—¿Qué Dylan? —Mi padre escupió sangre, pasándose la mano por la
boca—. ¿Qué quieres que haga?
—Vete a la mierda, para comenzar —dijo Dylan escupiendo su propia
sangre, su mirada tenía el poder de poner a arder el mundo alrededor de él—.
En segundo lugar, felicitaciones hijo de puta, acabas de destruir cualquier
relación que podría haber tenido con tu hija.
Lo sentí en ese momento. Mi familia se había roto a pedazos,
destrozada, tal vez sin remedio. Mi corazón, destrozado, jodidamente dividido
por la mitad.
No esperé a ver qué iba a pasar. Dylan tenía razón. Sí, destruyó
cualquier cosa que pudiera haber tenido conmigo. Pero quizás Dylan también.
Quería correr, a cualquier lugar, escapar, perderme, olvidarme, y
ahogarme. La verdad del asunto era que no tenía otro lugar a donde ir.
Como si se tratara de algún tipo de señal, entonces Megan apareció
justo en el camino de entrada y yo corrí a su auto antes de que apagara el
motor.
—Conduce, por favor, ¡solo jodidamente conduce! —Lo hizo sin
discusión y lloré. Lloré más fuerte de lo que nunca antes lo había hecho.
Cuando por fin pude hablar, fuimos a su apartamento, un lugar que no sabía
que tenía. Dijo que vivió aquí antes de conocer a Drew, pero no había
renunciado a su apartamento.
Se las arregló para hacerme entrar y dentro de un dormitorio
disponible que tenía. Le dije que quería estar sola, lo hacía, y ella respetó eso y
me dejó ser.
315
Quería el entumecimiento. Quería un escape. No quería escuchar mi
propio corazón latiendo. No quería sentir las lágrimas que no se detendrían.
Sentía dolor. Sentía el dolor de Dylan. ¿Cómo podía mirarme sabiendo que mi
padre mató a su madre? ¿Cómo pudieron ocultarme esto?
La verdad era, que aunque todo había sido completamente destruido,
yo no habría cambiado nada. Era el viejo dicho, el viaje para llegar allí es
mejor que el destino. Era cierto.
Aquí está lo que la mayoría no considera al ocultar información de
alguien. Tenías la información que podría haberlos ayudado o cambiado sus
vidas de alguna manera. Tenías el poder para ayudarlos y no lo hiciste. No
importa si mentiste o no. Les ocultaste algo. Dylan era la última persona que
esperaba lo hiciera.
Quería escapar, pero no tenía a donde ir. Dylan me encontró. Drew
debió haberlo ayudado.
—Déjame entrar Bailey. —La advertencia no se podía perder. Estaba
enojado, pero tal vez no tan enojado como yo—. Juro por el jodido Dios…
—No —dije yaciendo en el suelo lejos de la puerta, solo en caso que él
la rompiera—. No maldigas en la casa de Megan.
—Voy a poner esta jodida habitación en llamas. —Su segunda
advertencia, una que yo debería haber escuchado—. Sabes que lo haré.
¡Déjame. Entrar!
No lo hice y la puerta se vino abajo.
Me molestó que no pudiera tener un momento para mí. Yo le había
dado tantos momentos de este verano, necesitaba unos pocos para mí misma,
para pensar.
Mi dolor se convirtió en rabia, rayando en ira. Un vaso de vidrio en el
tocador se rompió contra la pared. Mi enojo podría ser destructivo a veces.
Sosteniendo la puerta, para un poco de privacidad, Dylan se volvió
con un estremecimiento y el presumido ajuste de sus labios solamente me
arrojó a más de un giro.
316
—¿Estás jodidamente odiándome ahora?
Dio un paso hacia mí y di dos pasos más atrás. Él me miró y me puso
nerviosa. Afligidamente desesperados, sus ojos me rogaban escuchar.
Dio media vuelta y golpeó la palma de su mano contra la pared.
—No sabes una mierda.
Dylan me miró, sus ojos se perdieron, y me quedé con la míos en él.
Se lamió los labios, estudiándome para ver cómo iba a actuar.
—Sí, tienes razón. No lo hago. Por tu culpa.
Su sonrisa de antes se convirtió en una sonrisa condescendiente.
—No hagas girar todo esto sobre mí. Eso no es justo y lo sabes. —Él
estaba escupiendo ácido a través de esa sonrisa que yo solía amar.
—¡Podrías habérmelo dicho! —grité y todo lo que hice fue
provocarlo.
—¡Maldito sea! —gritó Dylan hasta que su voz dejó de funcionar. El
sonido de su puño entrando en la pared sacudió mis huesos, mis manos fueron
a mis oídos.
Dio un paso adelante, un paso enojado, pero él no iba a hacerme
daño, ya lo sabía.
—No me toques, Dylan —le advertí, pero mi voz tembló y puse mis
manos fuera de su alcance.
Dylan se echó a reír, pero dio un paso atrás y parecía nervioso, pero
yo sabía que no lo estaba.
—¿Qué no te toque? —Puso los ojos, mirando de la pared al vaso en el
suelo y luego a mí—. Está bien —dijo asintiendo con la cabeza como si
estuviera jugando un juego con él y él estuviera jugando alrededor solo para
calmarme. Pero no era un juego y él malditamente lo sabía. Esta mierda era
real. Mi dolor era real, pero también lo era el suyo.
317
—¿Por qué entraste en mi auto ese día? —Parecía sinceramente
curioso de nuevo, pero sus ojos me dijeron lo contrario.
—Tú me preguntaste. —Mi mano se apoderó de mis lágrimas,
tratando de respirar y concentrarme—. ¿Recuerdas?
—No —me interrumpió, con voz más aguda ahora—. Dime la maldita
verdad, no tenías que hacerlo. ¿Por qué? ¿Por qué te metiste en mi auto? ¿Por
qué tirar todo, la vida perfecta, por mí?
Me atraganté con mis lágrimas tratando de aclarar mi garganta y
luego me levanté y lloré en mis manos. Mi pecho y pulmones luchaban por
hacerse con el control. Odiaba que nada tuviera sentido para mí en este
momento, excepto él, sintiéndolo cerca de mí.
—Jesús. —Él presionó su cabeza contra el marco de la puerta,
agarrando con fuerza la parte de atrás de su cuello con ambas manos. Por la
forma en que su pecho subía y bajaba, me di cuenta de que estaba tratando de
controlar su ira. Su respiración comenzó a salir a borbotones con cortos jadeos
tratando de controlarse a sí mismo—. ¡Joder, lo odio. Lo odio!
Se puso las manos en las caderas, aún frente a la pared, su cabeza cayó
hacia adelante, contemplando, lamentándose, dándose cuenta.
—Para que conste, yo nunca quise hacerte daño. —Él me miró con lo
que parecía decepción—. Yo quería... Dios... Ojos Marrones. —Tragó
conteniendo las lágrimas, pero no hizo nada, ellas cayeron—. Traté de decirte.
Lo alcancé, no podía soportarlo más. Toda la ira y las emociones a un
lado, quería su toque.
Él me abrazó con más fuerza, lanzándose hacia mí mientras yo
lloraba, él lloraba, ambos llorábamos. Dejé a un lado las razones y viví en ese
momento, en el que estaba llorando, rogándome que lo escuchara.
—Si quieres saber algo, pregunta —dijo mirándome cuando
finalmente nos sentamos en la cama.
—¿Por qué mentiste?
318
Él entrecerró los ojos y ponderó mi pregunta, y luego sacudió la
cabeza.
—Nunca he mentido. Pero también nunca pensé que era mi lugar
decirte. Piensa en lo que yo habría estado diciendo. Tú papá me quitó a mi
mamá. Me quitó mi infancia. Te quitó la tuya. Piensa en ello.
Sus palabras, la verdad, aplastaron mi alma, rompieron mis huesos y
envenenaron mí sangre.
Era tarde ahora. No me quería mover, todavía quería estar
entumecida y mi cuerpo estaba agotado.
—¿Te quedas aquí conmigo? —preguntó Dylan. Megan dijo que no iba
a volver esta noche y que yo podía estar sola esta noche. Yo sabía que
estábamos solos. Esperaba que lo estuviéramos.
—¿Dónde está mi papá? —Mi cuerpo drenado cayó contra la cama,
mi corazón se quedó con Dylan, en sus manos.
Dylan se sentó en el borde de la cama y forcejeando me quitó los
zapatos dejándolos caer con un ruido sordo en el suelo de madera, el sonido se
hizo eco. Sus rodillas rozaron contra las mías, yo lo vi, sin aliento después de
su anterior despliegue de ira, inquieto.
—No lo sé. Lo perdí y me fui. Drew dijo que lo mantendría alejado.
—Quise decir lo que dije. —Me dio la vuelta y sus manos me
enmarcaron la cara, los ojos inyectados en sangre y suplicando. Él no iba a
mendigar y en el fondo yo sabía lo que él quería—. Lo quise decir, Ojos
Marrones, te amo. Lo hago.
Asintiendo con la cabeza, me enfoqué en sus pestañas y luego más
profundamente en sus ojos queriendo confiar en él, su toque pesado y lento.
—No lo haces. —Una vez que las palabras salieron de mis labios, me
arrepentí de ellas porque no eran ciertas.
Sus labios se curvaron en las esquinas, pero la sonrisa no era una de
diversión. Él hablaba en serio.
319
—Oh, no podrías estar más equivocada si trataras. Quise decir todo lo
que te dije.
Se me escapó una risa amarga, mis brazos cruzados sobre mi pecho.
—Entonces, ¿qué fue eso?
Rompió contacto con mis ojos, con la cabeza vuelta hacia un lado, con
la mandíbula apretada. Él estaba cerrando la puerta.
—Respóndeme.
Su mirada regresó, pero él no dijo nada, al menos nada con palabras.
Mi cara estaba de repente entre sus manos, tan cerca de la suya. Sus dedos
eran eléctricos en mi piel, la sensación calmando pero aun aterradora. Sus
labios apenas tocaban los míos.
—Sabes malditamente bien la respuesta a esa pregunta. —No había
lujuria en su voz, solo ira, pero por debajo de eso, estaba el amor que yo
conocía, las capas descascarillándose.
Él bajó su boca a mi oreja.
—Por favor, escúchame.
Lo escuché.
—Dime que esto está bien —dijo sin aliento contra mi piel.
Sabía lo que estaba preguntando y no se lo podía negar. Hay algo
acerca de la angustia que te provoca querer sentir que lo quebraste por última
vez. Los dos sabíamos que era la última vez.
Podía sentir su lucha interior, no queriendo parar. Me sacó de su
pecho, sus manos sobre mis hombros.
—Por favor no te vayas —dijo con voz entrecortada—. Necesitamos
esto. —Dylan tomó mi cara en su mano presionando sus labios en mi frente.
Mantuvo los labios allí tratando de convencerme de que quería decir todo lo
que había dicho.
320
Empujándose a sí mismo más cerca, me acarició la mejilla con su
pulgar, pero no dijo nada más.
Se quedó sin aliento, sus lágrimas mezclándose con las mías,
buscándose a sí mismo dentro de mí. Agarrando mis hombros con firmeza, su
cuerpo temblaba mientras me acercaba.
—Solo quédate aquí, conmigo, una vez más, quédate aquí.
Mis manos temblaban cuando las llevé a cubrir las suyas sobre mis
mejillas. Su expresión cambió de nuevo, su ira pareció romperse como el
cristal y luego la más mínima presión contra mi boca me hizo entrar
El sonido de metal y cuero desabrochándose me trajo de vuelta y abrí
los ojos para verlo mirándome fijamente, queriendo, necesitando, y
mendigando.
Cuando lo alcancé, me agarró las dos manos y sostuvo juntas mis
muñecas con una mano encima de la cabeza, cerca de la cabecera de la cama.
—Dime que pare, dime que salga y lo haré —dijo entre dientes—.
Dime que no me amas. —Sus caderas empujaron hacia adelante, su mirada
sobre mí, quemándome—. Joder, dilo —gruñó, bajo, primitivo.
Pero no pude.
Alcanzando entre nuestras caderas, empujó su ropa a un lado con su
mano derecha. Mi aliento contenido cuando lo sentí presionándose contra mí,
ahí, estómago con estómago, pecho con pecho.
Se sentía mal, se sentía como si estuviéramos destruyendo el último
pedazo de lo que podríamos haber tenido.
321
21
Perdido Dylan Wade
Traducido por Nanami27
Corregido por Nanis
rató de empujar mis manos cuando fui por su camiseta, pero
no era lo suficientemente fuerte o no estaba empujando lo
suficiente. En lugar de eso puse mi mano entre sus pechos y la
empujé hacia la cama, no fuerte, pero lo suficiente como para hacerle saber
que estaba hablando en serio.
Agarrando sus caderas, me empujé más cerca forzando sus muslos a
abrirse presionándome contra ella. A través de mis jeans, ella podía sentir lo
que yo más quería, a ella.
Los labios de Bailey se abrieron, su cuello arqueado. Fue entonces
cuando su espalda se arqueó enroscando sus dedos en las sábanas, no más
peleas, ahora ella aferrándose a mí, doblando las rodillas para apretarme,
rogando mi cercanía.
Al mover en círculos las caderas, sabía que ella lo había hecho.
La dejé ir por un momento para tirar de mi camiseta mirándola
agitarse contra mí, desesperada por más. Sus ojos me miraron cuando mis
manos se movieron a mi cinturón. El sonido del metal chirriando llevó sus
ojos a los míos.
T
322
Tomó mi cinturón, pero negué con la cabeza.
—Alto. —Colocando mi mano en su pecho una vez más, la empujé de
nuevo. Ella no manejaba esta mierda esta noche, yo sí. Iba a follarla hasta que
me rogara parar, porque sabía que era la última vez.
Bailey pareció entender y puso sus manos sobre su cabeza cuando
apreté mi cuerpo hacia adelante. Mi hebilla presionando en su estómago, ella
se estremeció, así que me aparté para quitar mis pantalones y luego encontré
mi lugar entre sus piernas de nuevo.
Ante el contacto, ella gimió de nuevo, con la cabeza inclinada hacia
atrás, más allá, y me incliné arrastrando mis labios y dientes sobre su garganta.
Quería que tuviera marcas de mí, que se acordara de mí, recuerdos que solo
ella conociera. Sus piernas temblaban, los tacones se clavaron en mis muslos.
Ella sabe lo que estoy haciendo. Tal vez la asusta pero a pesar de ello,
lo sabe.
Agarrando sus muñecas más duro, me empujé dentro de ella al mismo
tiempo que mordía su cuello, ella lo sabía.
Cuando gritó, tapé su boca con la mía silenciando sus gritos.
Ella sabe jodidamente qué es esto. Lo hace.
Arrastrando mi beso, mi lengua, mi cuerpo contra el suyo, no aflojé,
no, me empujé con más fuerza que antes. La posesividad corriendo por mis
venas, no queriendo dejarla ir, esta chica era mía y no quería dejarla ir. Estos
gritos eran míos, la forma en que su cuerpo se curvaba con el mío, eso era mío
también.
No follé con rodeos, no jugué con ella, o conmigo. Con las rodillas
separadas, le di lo que queríamos, necesitábamos, deseábamos y pedíamos.
Clavando mis dedos en sus caderas, gemí jodidamente al contacto de
estar envuelto alrededor de ella, se extendía ante mí, amándome de la manera
en que ella sabía.
323
La forma en que me mira hace a mis malditas rodillas temblar, me
quita el aire de mis pulmones y me da escalofríos, ese tipo de mierda. Toma mi
mundo y lo aplasta a sabiendas de que nunca será el mismo.
Fue entonces cuando empezó a llorar, sintiéndolo también.
—Shhh —le susurré meciendo mis caderas y mirando su cuerpo tomar
todo lo que el mío le está dando mientras siembra mi propio control.
Un corazón entregando alma, dio hasta la última miserable gota de
frustración y la agresión que he estado cargando este verano, que he estado
cargando toda mi maldita vida. La follé tan fuerte como quería luchar por ella,
por nosotros, y no paré hasta que ella gritó por mí mientras me venía, ambos
nos veníamos, mis dos brazos envueltos firmemente alrededor de ella,
rodando por mi liberación.
—No te detengas, por favor, no te detengas —rogó.
Puse sus piernas por encima de mis hombros, moviéndome más
profundo, sintiendo más.
—Nunca —gemí empujando más profundo una vez más, moviendo la
cabeza ligeramente.
—Dímelo —le susurré entre jadeos—. Incluso si es una mentira,
dímelo.
La verdad salió de sus labios.
—Te amo.
324
22
Verdad Bailey
Traducido por nanami27 (SOS)
Corregido por Lizzie
llí estaba yo, otro amanecer, otra decisión. Atada al principio
ahora mismo. Estaba de vuelta en ese amanecer por la
mañana cuando me fui. Un cambio, un pensamiento, un
sentimiento nunca sucede de inmediato. Nunca lo ves venir. Al igual que la
salida del sol se arrastra sobre nosotros, el gredoso calor, una luz en la
distancia. Así mientras los errores de la noche, lamentos y estrellas eran
sacudidos del cielo, tomé la decisión.
¿Qué harías por un pedazo de para siempre? ¿Qué harías para amar
más, sentir más y vivir más?
¿Qué harías para encontrarte a ti mismo? ¿Renunciarías a todo eso
para encontrar solo un pequeño grano de arena, un lado que nunca has
conocido?
Cuando la luz revoloteó dentro, sentí su tacto, suave y cálido,
anhelante, sus dedos rozando.
Sabía que nunca tuvo la intención de mentirme. Él sabía que la verdad
me rompería el corazón. Me acordé de sus palabras, la primera canción que
alguna vez cantó, sus ojos en los míos. Trató de decirme tantas veces.
A
325
Al ocultarte del miedo
Lo encuentras en el interior
Los ojos de Dylan se centraron en la misma ventana, perdido en tal
vez los mismos pensamientos. Los dos sabemos lo que fue anoche y lo que era
esta mañana, quería dejar de mirar y no recordar nada, pero no pude. Quería
dejar de notar todos los pequeños detalles que amaba de él.
Podía sentirlo detrás de mí, calentando mi piel como el sol hacía y el
dolor ardiente en el pecho y el hielo azul que lo derretía.
Él estaba en silencio, su respiración ligera mientras la brisa atravesaba
la ventana abierta. Me volví y lo miré. Estaba de espaldas mirando al techo.
Recordé, brevemente, la mañana que pasamos piel con piel, riendo,
viviendo momentos y recuerdos que solo nosotros conocíamos, las palabras
solo tenían significado para nosotros, pasando por encima de mí o debajo de
mí con maldiciones reverentes y los labios entreabiertos. La forma en que me
miraba en una expresión acalorada, el tacto de mis dedos encontrando sus
músculos duros, rogándole que no se detuviera y sabiendo que sostenía cada
cuerda en mi corazón aunque sea solo por un verano.
Sé lo que he perdido, a él. Y la idea me mata por dentro. Era como ver
la puerta cerrada, descorriendo las cortinas en un día soleado, y la luz se
desvaneciera superada con las tinieblas.
* * *
Dylan se fue esa mañana de vuelta a casa de Drew. Fui con él y por
supuesto, mi padre estaba esperando. Yo necesitaba algunas respuestas, le dije
a Dylan que volvería y fui a desayunar con mi papá. Asustada de que me
secuestrara, hice a Drew llevarme.
326
Nunca llegamos dentro del restaurante. En cambio, hablamos delante
de su auto. A decir verdad, no quería desayunar con él. No quería estar cerca
de él. Sí, era mi padre y nada iba a cambiar eso, pero a veces se puede destruir
una relación más allá de la reparación. Él hizo eso.
—Ni siquiera te conozco en este momento —me dijo y era finalmente
la verdad. Era honesto y real y tal vez la primera declaración honesta que ha
hecho en años, o nunca.
Le ofrecí el parpadeo más pequeño de mis pestañas, oscuras e
inflexibles. Tenía mi propia ira para la situación. La ira que quería infligir y la
ira que quería que él poseyera y sintiera profundamente, más profundo de lo
que nunca sintió imaginable. Quería demostrarle que la mía era el tipo de ira
que se levantaría y se extendería como reguero de pólvora convirtiendo todo
en cenizas y ondulando nubes negras en el cielo de la noche.
—Tú elegiste no conocerme. Nunca lo intentaste, siquiera. Conocías a
la hija que querías conocer, la hija que creaste y la vida que trataste de
controlar. Y ahora no eres más que un mentiroso, tan lejos de la verdad que es
patético.
Su rostro se endureció y la ira se encendió.
—No tienes idea de lo que es.
—Tienes razón —estuve de acuerdo doblando mis manos sobre mi
pecho—. No tengo ni idea, porque me ocultaste la verdad. ¿Por qué lo
encubriste?
Suspiró, una frustrada palmada golpeó contra el capó de su auto.
—Muy bien, Bailey, aquí está la maldita verdad. Yo fui un borracho
durante años. He engañado a tu madre más veces de las que probablemente le
importe saber nunca. Ella se enteró que estaba durmiendo con Teresa y se
enojó conmigo. —Negué con la cabeza, asqueada de que hubiera dormido con
la madre de Mercedes—. Me emborraché y estrellé un auto contra el auto de
una mujer inocente. Y al final, era nuestra vecina. —Él estaba hablando esto
como si no fuera gran cosa, las palabras fluyendo, casi con guión—. Estaba en
el Concejo de la ciudad en ese momento y listo para ser alcalde —él negó con
327
la cabeza—, habría sido el final de mi carrera. Saqué unas pocas conexiones
con el fiscal, me aseguré de que se ocuparan de ello y establecieran a la familia
Wade con una buena seguridad financiera, a todos ellos. Ken se benefició de
ello tanto como lo hicieron sus chicos.
—El dinero jamás compensaría lo que hiciste —dije, llorando otra
vez—. Tú les quitaste a su madre, a su esposa. El dinero no soluciona esa
mierda.
Mis palabras no significaban nada. Resopló, vigilante de la postura de
mis pies guardando distancia de él y Drew sentado en el auto, esperando por
mí. Sabía que no me iría con él y eso le molesto. No estaba bajo su control,
esto estaba fuera de sus manos y eso es con lo que tenía un problema.
—Podría haberle pasado a cualquiera. ¿Crees que Dylan es
impermeable a ello? ¿No crees que su gran culo borracho no pudo haber
matado a alguien?
Era la única verdad que tenía. ¿La diferencia? Dylan no hubiera
cubierto todo. Se habría responsabilizado de su error.
—Te equivocas —le dije retrocediendo un pie. No iba a responder o
defender sus acciones y no iba a ninguna parte con él—. Yo no me voy
contigo.
—Tú no vas a ninguna parte, Bailey —me dijo en un tono grueso, me
alcanzó, sus manos en mis brazos agarrándome con fuerza. Podía sentir la
pulsación mientras sus manos apretaban—. Ya he tenido suficiente de esta
mierda. Vuelves a casa.
—No, yo no. —Probé la sal de mis lágrimas cuando pasó por encima
de mis labios—. No voy a ninguna parte contigo.
Escuché el GTO de Dylan antes de verlo, al igual que mi padre, su ira
se encendió.
—Ese hijo de puta simplemente no renuncia.
No tenía ni idea. Miré a Drew que estaba junto a mí ahora, me alcanzó
sabiendo que corría hacia él.
328
—Quédate ahí Bailey. Dylan no es alguien con quien ponerse en el
camino, sobre todo, no ahora.
Me temblaban las manos al igual que el resto de mi cuerpo, tanto que
apenas podía moverme o respirar sin querer gritar. Me sentía atrapada, como
si el mundo se acabara justo en frente de mí y no hubiera nada que pudiera
hacer al respecto. Mi pulso estaba en mi estómago, acelerando, con ganas de
correr hacia él.
Dylan frenó al lado del auto de mi padre y salió. Con las manos en los
bolsillos, la cabeza centrada en el pavimento. Los recuerdos de la noche
anterior brillaron detrás de mis ojos cuando los cerré.
Con su actitud paternal, mi padre se acercó a él, pero no pude oír sus
palabras con el latido de mi corazón y sé que sus palabras estaban amenazando
y prohibiendo.
Para cualquier otra persona, puede parecer como si mi padre tuviera la
ventaja en esta situación. Era mayor y más fuerte que Dylan, más inteligente,
tal vez, pero no analítico como Dylan. Él es el alcalde. Él es un padre, mi
padre, mi protector. Él era temido y respetado por toda la comunidad. Pero
ese es su mundo.
No era el mundo que Dylan y yo habíamos creado este verano, no era
el mundo que conocemos, no el amor que conocemos. Dylan no tenía que
gritar o usar sus palabras afiladas o palabrotas, o golpear para hacer ver su
punto a menos que quisiera.
Él podía joderte con una sola mirada. Había estado en el extremo
receptor de esa mirada.
Mientras mi padre hablaba, acercándose, Dylan finalmente miró a mi
padre y sonrió.
El gesto envió a mi padre tan sobre el borde que apenas se tambalea.
—Pedazo de mierda. Crees que esto es una jodida broma, ¿verdad?
329
Los ojos de Dylan se encontraron con los míos. Mi padre no lo vio,
estaba de espaldas a mí. Sus ojos se detuvieron en mi camino antes de
lentamente cambiar de nuevo a Jeff, desafiante, pero relajado.
Intercambiaron algunas palabras más, no podía oír nada y me hizo
querer estar más cerca.
Dylan levantó las manos, como rindiéndose. Sacudió la cabeza y miró
hacia abajo, haciendo caso omiso de las duras palabras. Entonces mi padre lo
empujó contra su auto.
—¡Papá! —grité luchando contra Drew que estaba sosteniéndome—.
¡Ya basta, déjalo en paz!
Dylan se tambaleó hacia atrás contra el auto, pero no cayó. Mi papá
empujó de nuevo, esta vez Dylan cayó sobre una rodilla, deteniéndose a sí
mismo con las manos contra el auto.
Mi vista era borrosa por las lágrimas, mis pensamientos se perdían en
la nada más que Dylan mientras mi padre lo empujaba de nuevo. Esta vez
Dylan rió y utilizó su auto, su mano en la manija de la puerta apoyándolo.
Mi papá había acorralado a Dylan en una esquina, pero retrocedió lo
suficiente para que él reaccionara, sosteniendo su mano en el cabello
hablando, pero no gritando.
Fue entonces cuando Dylan me miró.
—Todo está bien, Ojos Marrones, entra en el auto con Drew —dijo,
con las manos temblando.
Mi padre le hizo una pregunta, pero no podía oírlo. Dylan se paseó,
arrojando la respuesta y mirando a su alrededor como si quisiera escapar.
—Necesito hablar con Bailey, Jeff. —Dylan subió la voz, pero
mantuvo una máscara de calma.
—Tú no vas a ninguna parte cerca de mi hija —respondió mi padre,
empujando a Dylan de nuevo cuando trató de moverse más allá de él.
330
Dylan me miró y escupió sangre en la acera antes de encontrarse con
la mirada de mi padre.
—¿Crees que me puedes mantener alejado de ella? —preguntó,
sonriendo condescendientemente—. No has hecho un gran trabajo hasta
ahora, alcalde. Ella ha estado en mi polla durante todo el verano y no pudiste
detener eso, ¿verdad?
Mi padre agarró a Dylan por su camisa y luego le dio un rodillazo en el
estómago. Dylan cayó con fuerza, el airé salió fuera de él, tosiendo y jadeando
por aire.
En cierta forma, Dylan se recuperó rápidamente, riendo mientras
mantenía sus ojos en mí.
Lo perdí. Nadie podía tocar a Dylan así. Nadie. No me importaba que
fuera mi padre, él no iba a lastimar a Dylan.
Eddy levantó las manos y me dejó ir, retrocediendo como si dijera: ve
por ello.
Dylan se levantó lentamente, llegando a su máxima altura y rebotó
varias veces, moviendo sus manos y giró su cabeza de lado a lado.
—No me jodas, Jeff. —Su voz era baja y dominante para el chico que
era, su actitud violenta.
—¿Qué vas a hacer al respecto, niño?
La sonrisa de Dylan estaba torcida, condescendiente y amenazante,
prometedora pero no amenazando Estaba relajado, sorprendentemente.
Pasaron unos momentos en que mi mente se movió a través de más recuerdos
y momentos.
Dylan estaba en pie, gritándole a mi padre. Yo estaba golpeando los
puños contra su espalda, tratando de conseguir que se detuviera, gritando,
llorando, todo.
Como si la paciencia de Dylan hubiera salido corriendo, dio un paso
hacia adelante. Se podía ver a mi papá tenso. Creo que entonces sabía de lo
que Dylan era capaz.
331
—Esa chica siempre será mía. —Me señaló con un aviso en sus ojos
inyectados en sangre—. Puedes llevártela, pero uno puedes tomar mis
recuerdos. Puedes llevarte a mi mamá, a Bailey, a mi vida, ¡pero están mis
recuerdos! —gritó hasta que su voz cedió y luego lloró.
El corazón me latía con el amor irracional, imprudente y peligroso que
sabía de colores sangrantes.
Mi padre estaba cerca de su auto, con una mano en la puerta, la otra
apuntando hacia mí.
—Has jodido tu vida, Bailey. —Él terminó, finalmente terminó de
pelear. Él sabía por la mirada en mis ojos inocentes con quién no me iría y que
no lo perdonaría—. Él va a destruir todo lo que tenías a tu favor.
Se fue.
Algunos podrían decir por qué la pelea si él se dio por vencido, pero
esas eran las personas que nunca peleaban como Dylan Wade.
Él no cedería. No daría marcha atrás en esto. No cuando Jeff Gray le
había quitado ya todo.
332
23
Amor Peligroso Bailey Gray
Traducido por Aяia
Corregido por Lizzie
ylan y yo éramos dos niños que se enamoraron
perdidamente un verano, o tal vez sucedió cuando éramos
más jóvenes pero no lo sabíamos. Nuestras intenciones no
eran vengativas. A pesar de que aceptamos que probablemente lo haríamos,
Dylan y yo nunca quisimos herir a nadie y mucho menos a nosotros mismos.
Pero el amor peligroso, los celos y el rencor cambiaron muchas cosas. Nuestras
circunstancias nos convirtieron en verdaderos mentirosos, y convirtieron
nuestro amor inocente en un amor peligroso.
En algún lugar a lo largo del camino, yo cambié y no podría decirte
dónde o cuándo sucedió eso.
Estábamos de vuelta en la casa de Drew.
Dylan me encontró a mitad de camino en la calzada. Estaba llorando,
lentamente, ligeramente, y apenas perceptible para nadie más que para mí.
Deslizando una mano detrás de mi cuello y una contra mi mejilla, me atrajo
más cerca hasta que nuestras frentes se tocaron. Llevó mi mano a su mejilla,
apoyándose contra mi palma, cerró los ojos y respiró.
D
333
—Ojos Marrones —susurró sin aliento, sus lágrimas caían, las mías
caían, finalmente, ambos caíamos, juntos.
Dylan sonrió con una dulzura que ahora conocía bien.
—Recuerdo la primera vez que te vi, Ojos Marrones. Pienso en esa
mierda todo el tiempo. —Presionó nuestros labios juntos—. Te quería
entonces, sabes eso, ¿no? Solo teníamos tres años pero te quería entonces.
Asentí sabiendo que lo hacía, lágrimas calientes rodaron por mis
mejillas.
—Lo siento —dije, acercándome más. La mano de Dylan cayó de mi
rostro, a mi hombro, y se deslizó hacia abajo por mi brazo.
—Mi corazón siempre estará contigo —lloró, atragantándose con sus
palabras. Él sabía lo que era esto.
Recordé sus palabras.
—Cuéntame un secreto Dylan, algo que nunca le hayas dicho a nadie.
—Te amo.
Apenas se movía, apenas respiraba, esperando a que yo dijera algo.
Miré al suelo intentando procesarlo todo pero no podía pensar.
Él me abrazó y me besó por el lado de mi rostro con los labios
húmedos.
—¿Tienes idea de lo difícil que es no tirarte a mi auto y ahora mismo?
—Él sonrió, me estudió, con una sonrisa que calentaba como la luz de las
velas. Quería que este momento durara para siempre.
Miró abajo antes de encontrarse con mis ojos, su rostro sin expresión
como si estuviera intentando apagar cualquier emoción que tenía, o no quería
tener.
Dylan se aclaró la garganta y me miró. Respirando por la nariz, sus
cejas se juntaron y su barbilla tembló.
—Di algo.
334
No podía.
Éste era el peor dolor que alguna vez había sentido pero también
adormecía, como si estuviera muriendo.
Era difícil creer que no había forma de evitar esto. Sin importar cómo
lo miraba, me preguntaba qué vida me esperaba. Y no me refiero a con alguien
más. Me refería a mí, conmigo. No me conocía a mí misma y esta situación, las
conversaciones con mi padre, mi amanecer y mi atardecer probaban eso.
Dylan no era un rebote o una distracción. No. Él no podría serlo.
Dylan no. Como he dicho, no solo te enamoras de alguien como Dylan Wade.
Sangras por alguien como Dylan Wade.
Teníamos las mejores intenciones y tal vez la forma en que nos
juntamos fue vengativa, rencorosa, una salida, la forma en que amamos no lo
fue. Fue tan puro como un lago cubierto de nieve. Habíamos amado. Creamos
recuerdos.
Nuestro amor era peligroso.
Estaba pidiéndome que fuera con él.
Era “Sur será, Ojos Marrones”.
Era bailar en la lluvia en el capó de su auto.
Era hacer abolladuras que solo nosotros conocíamos.
Era vivir el momento y crear recuerdos y tratos.
Era estar enamorado y que tu corazón fuera arrancado de tu pecho.
Aquí tómalo, ya no lo quiero. Era esa clase de mierda.
Era “Por favor no hagas esto, no aquí”.
Era yo, aquí y ahora, escúchame.
Era esperar, yo esperé, y nosotros esperamos. Nada.
Era recordar cada detalle, todo lo que lo hacía Dylan Wade y no
recordar nada en absoluto.
335
Mi silencio lo decía todo y me di cuenta de que lo enfadó.
—¡Di algo!
—Esto no puede funcionar.
—¿Crees eso? —siseó en mi cara tirando mi barbilla hacia arriba para
que lo mirara a los ojos.
—Ya no sé qué creer, Dylan.
—Por favor no hagas esto —gruñó pasándose las manos por la cara y
dejándome ir—. Te esperaré para siempre pero no me digas que se ha
terminado, por favor.
—Se ha terminado. —Una aguda punzada de dolor irradió a través de
mi cuerpo, mi corazón, mi alma cuando dije eso.
—Sabes que rompe mi jodido corazón que no te hubiera dicho lo que
sabía. —Su rostro se contorneó con una cantidad insoportable de agonía y se
dio la vuelta, pasando sus manos por su cabello—. Mierda —susurró
dolorosamente.
Agarré el cuello de su camisa y lloré en su pecho como nunca antes
había llorado.
La peor parte en absolito fue cuando me dejó ir. Nuestros ojos se
encontraron y se quedaron bloqueados por un momento, recordando, amando,
y nunca olvidando.
Dylan estiró la mano y retorció un mechón de mi cabello entre sus
dedos. Observó como el oscuro rojo anaranjado bailaba en su mano antes de
dejarlo caer.
Lo abracé más fuerte y exhalé el aliento que había estado conteniendo.
Levanté la cabeza y apoyé la barbilla en su pecho, mirando hacia él.
No sonrió.
—Siempre recordaré esto, contigo —dijo intentando sonreír pero no
llegó al dolor en sus ojos.
336
—Yo también… pero tengo que hacer esto Dylan. No puedo darte mi
corazón cuando no me conozco a mí misma.
Dolía verlo pero era más difícil mirar hacia otro lado mientras él
asimilaba lo que estaba diciendo. Me di cuenta de que mis palabras le dolían,
pero parecía de alguna forma determinado cuando respondió.
—¿Me prometes una cosa?
Asentí.
Dylan corrió su mano por mi cabello y mantuvo sus ojos en los míos.
—Mantén nuestros recuerdos como son, nuestros.
Enterré mi cabeza en su pecho saboreando la conexión que sabía se
habría ido cuando nos separásemos. No estaba tratando de ahogar las lágrimas
por más tiempo y Dylan tampoco.
—Nunca me arrepentiré —dijo lentamente, su aliento en mi oreja.
Cerré mis ojos apretándolos, lágrimas calientes se derramaron mientras
tragaba sus palabras. Luego me dejó ir y creó distancia levantando las manos
para ahuecar mi rostro en sus manos—. La mitad de mí siempre estará contigo,
apenas respirando, viendo tu puesta de sol. —Quitando mí mano de alrededor
de su cuello, besó mis nudillos y luego dejó caer mi mano.
Antes de que tuviera oportunidad de decir nada, Dylan se movió con
los ojos hacia abajo ocultos de mí. Con las manos en sus bolsillos, la cara hacia
abajo, se alejó.
Algunas personas nunca piensan en las ramificaciones de una mentira.
Después de un tiempo, una mentira puede convertirse en lo que crees como si
nunca hubiera sido mentira. Estás flotando entre la realidad y la ficción.
El problema es que si te guardas esa mentira para ti mismo, finalmente
te comerá por dentro.
También sabía que todo en una mentira tenía dos caras. Por eso esperé
a que Dylan lo explicara. Mi padre me dijo una vez, aunque nunca creyó sus
propias palabras, que el mundo tenía dos caras.
337
Todo tenía dos caras. El mundo, las relaciones, las mentiras, el amor,
todo de dos caras. Asumiendo que conoces ambas caras, ya sea en una relación
o en una mentira, puedes hacer el ridículo fácilmente.
Yo tenía un deseo dentro de mí, algo oscuro e impredecible. El
problema fue que me olvidé de mí aquel verano.
Había una razón por la que me metí en el auto aquel día. Y había una
razón por la que él me pidió ir.
Pero había una razón por la que yo me fui también.
Cuando miré hacia él, fue más difícil de lo que pensé que sería.
Dylan me preguntó una vez si yo era la misma persona cuando los
demás no estaban mirando como lo era cuando lo estaban. No sabía quién era
cuando estaban mirando.
Cada recuerdo que tenía que era sobre mí, estaba atado a Dylan de
alguna manera. Él me conocía y fue la única forma en que me dejó ir aquella
tarde.
La cosa era, experimentas la vida y te ves obligado a tratar con ella. Te
guste o no, ha sucedido y tratas con ella.
Ese es el trato.
338
24
Arrepentimientos Dylan Wade
Traducido por Clary
Corregido por Angeles Rangel
e tenido arrepentimientos. Jodidos devastadores
arrepentimientos pero tuve la oportunidad de cambiar eso y
no lo hice. Esa es mi mierda. De nadie más.
Pero después de casi intentar matarme para ahogar mi pena, mi
hermano me deja con un secreto. Vete de mi jodido sofá era su secreto. Así
que lo hice.
Cuando Bailey se fue, Megan la llevó al aeropuerto y se fue a casa por
todo lo que sabía. No es de mi incumbencia y probablemente es mejor que no
lo sepa. La perdí. Tan simple como eso. Otro maldito arrepentimiento.
Eddy vivía en Seattle. Yo fui allí cuando Drew me dijo que continuara
con mi vida. Podría haberme quedado en Birmingham, pero extrañaba a mis
amigos en Seattle. Fui allí en su lugar.
Eddy me metió más en la música, una distracción bienvenida. Yo tenía
una regular actuación con él en una cadena de bares locales.
Eddy era lo que yo necesitaba, no se metía con mi actitud y
temperamento de mierda, y me mantenía conectado a tierra con música. La
primera vez en mi vida que lo escuché tocar, yo era joven. Él tocó Hurricane
H
339
en acústico, cerró los ojos y tocó la mierda fuera de la canción. Tenía la
maldita piel de gallina a los ocho años de edad y fui enganchado.
Eddy, el hermano mayor de mamá, nos enseñó a Drew y a mí cómo
tocar la guitarra y cualquier cosa que queríamos saber musicalmente. Él tocó
en una banda cuando era más joven, ellos hicieron esto grande y luego solo se
alejó cuando estaban de gira. No pasó mucho tiempo después de que mi madre
muriera, que tuve que hacer algo con esto, pero no era cosa de Eddy. Él
disfrutaba de la música, no la vida.
Después de que mi madre murió, pasé un verano con Eddy y me
cambió completamente la vida.
Eddy no estaba casado y si alguna vez te encontraras con él,
completamente entenderías por qué. Él era un cretino.
Su mamá era una judía rusa y si le preguntas a papá, ella estaba
completamente loca. Eddy tocaba la guitarra, al igual que yo y siempre tenía a
Bob Dylan tocando. Cuando era un niño, yo pensaba que era bastante genial
llamarme así. Al parecer, mamá me llamó así por él.
Eddy y yo podíamos tocar las canciones de los Beatles y los Stone
durante toda la noche. Ahí es cuando yo supe que quería ser músico, hasta
cierto punto.
Me llevaron de regreso a Seattle para hacerlo de la forma correcta.
Para octubre, tenía un lugar para quedarme y alojarme en una constante
actuación. Pero yo no estaba en ella. No digo que me enderece después de que
ella se fue, Drew no te diría lo contrario, pero tenía distracciones.
Las personas hacen estúpidas mierdas cuando están a su suerte. Pasé
un tiempo en la cárcel, algunas noches y Eddy tuvo que decirme que dejara
esa mierda.
Entonces me estaba convirtiendo en algo como atascado en mi mierda
y mi mierda subía por grandes momentos cuando conocí a Silas en un
concierto que tocamos en Beltown. Sin duda la peor influencia.
340
Las drogas no matan a la gente. Las personas se matan a ellos mismos
por ser adictos a esa mierda. Usarlas mata. Drew era la prueba de eso. Incluso
si no murió, él estuvo malditamente cerca más de una vez.
Yo estaba de esa manera después que ella se fue. Arrepentimientos,
ellos pueden matarte y hacerte hacer estúpidas cosas de mierda. Yo creía eso.
Las drogas no te matan. Te joden.
Ahí fue cuando conocí a Silas, drogas. Silas, un bajista guitarrista, era
un loco hijo de puta Jodidamente loco, pero me gustaba. Era también
impredecible. Nunca sabías cuando él estaba haciendo un show. Nuestras
listas tenían que cambiar todas las noches porque no sabíamos si tendríamos a
nuestro bajista tocando esa noche hasta cinco minutos antes del show. Hice
dos listas cada noche. Una de la marca Silas y una de la marca Wade.
Silas era aparentemente graduado de Berkley y se especializó en
Botánica. Un tipo extraño y fumaba demasiada de su propia mierda.
Es posible que suene como si Silas, fuera un cabrón. Él lo era pero
cuando no estaba en lo alto o peleando, tenía un gran corazón y te decía cosas
como:
—Oye hombre, tú necesitas conseguir a cualquier chica que te
arranque el corazón y tocar esa mierda.
El caso era, que tenía razón. Esta era música de mierda.
Me preguntaba:
—¿Cuál es tu plan?
¿Cuál era mi plan?
Iba a hacerme cargo de mi carrera, la música que quería tocar, donde
yo quería tocar, y no donde se veía que se estaban vendiendo las entradas más
caras.
A veces me despierto en la mañana y me estiró por ella. Ella no está
allí. Se trata de un extraño momento en el que te despiertas por la mañana y
por un breve momento, nada es lo que era. Y entonces te das cuenta de que
341
nada volverá a ser lo mismo y probablemente nunca lo será. Todos saben que
si tú quieres controlar a alguien completamente, toma lo que ellos aman.
Quieres poder sobre ellos, toma lo que ellos aman. Quieres venganza,
toma lo que ellos aman. Quieres cualquier cosa, toma lo que ellos aman.
Quieres hacerles daño, simple, diles una mentira.
Creyendo que esto podría ser, de hecho, verdadero, no hice caso. Dejé
ir la mentira y vi lo que yo quería, un amor como ningún otro.
Nunca quieres cometer un error, pero, esa mierda pasa.
A veces, creo que nunca seré normal de nuevo. Me gustaría esperar
que Bailey fuera la misma, pero no estoy seguro.
Yo solo soy un chico. En el fondo, sigo siendo un niño. Un niño con
un maldito corazón roto quien extraña dedos fríos, pecas y enredados rizos
rojo-anaranjado.
Ese es mi plan.
342
25
Por mi cuenta Bailey Gray
Traducido por Debs (SOS) y Aяia (SOS)
Corregido por Angeles Rangel
odría contarte una historia sobre el amor, pero nunca vas a
entender completamente lo que sentimos ese verano porque
no estabas allí experimentando los momentos y viviendo con
nosotros. Tal vez lo ves ahora. Tal vez no lo haces. Tal vez te perdí en el
medio, me perdí a mí misma un par de veces.
Pero era una historia y no está terminada.
Creía que si había alguien para mí, una alma gemela, encontraría una
manera de volver atrás.
Por mi cuenta ahora, y estoy constantemente rodeada de silencio.
Mucho de eso. Es algo que he echado de menos y algo que he odiado.
A veces pienso que soy más fuerte cuando tengo algo que demostrar.
Es como el fuego que consigue prenderse y digo: “Les voy a mostrar a esos
hijos de puta”.
Me volví determinada a mostrarles a todos, incluida a mí misma, que
yo, Bailey Gray, con el desastre perfectamente planeado, podría estar por mí
cuenta.
P
343
Quería saber que podía hacerlo.
Me había estado preguntando durante dieciocho años, qué sería de mi
vida. Ahora mira esto. Me gustaría decir que fue lo que me imaginaba, pero no
lo fue.
Después de ese día con Dylan, Drew me compró un pasaje de avión a
casa. Volví a Washington, pero no fui a casa. En su lugar, conduje hasta
Seattle con setecientos cincuenta dólares que me habían quedado.
Estaba sentada en una cafetería pequeña lista para buscar un rincón de
nuevo, solo que esta vez para vivir, cuando conocí a Avery Weber, de todas las
personas, una fotógrafa.
Me dio un lugar para quedarme y me ayudó a vender algunas fotos.
Parecía demasiado bueno para ser verdad, pero Avery era lo que necesitaba
para superar ese verano. Nunca fui a Dartmouth, renuncié a esa vida. Nunca
hablé con mis padres, pero sí vi a Jeb. No pude no verlo. No me culpó por
irme, el dulce chico, trató de darme dinero. Nos mantenemos en contacto, de
vez en cuando se acerca hasta aquí con amigos para verme. Mis padres nunca
lo supieron. En lo que a ellos respecta, ya no era su hija. Es una pena, pero lo
hicieron de esa manera.
Pensaba en ese verano todo el tiempo.
Fue un verano de lágrimas, risas, colores que destiñen mentiras,
negando la verdad, era la clase de amor que no conoce límites, fuertes
emociones enredadas.
Ese verano vi colores que nunca había visto antes, los que me dieron la
esperanza, otros que eran lo suficientemente oscuros para darme escalofríos y
asustar con su tormenta, mi alma.
Tengo un teléfono ahora, pero tengo muy pocos contactos en él. Un
número aparece con frecuencia y sé cómo lo consiguió´él. Megan. Nos
mantuvimos en contacto. Era ya diciembre y llamó dos veces, ninguna de las
dos veces respondí. Nunca dejó un mensaje y no esperaba que lo hiciera.
Dylan no era el tipo de persona que deja un mensaje.
344
Sentada en un local de Starbucks en el centro de Seattle, cerca del
muelle, contemplé algunos lugares para tomar algunas fotos este fin de
semana. Con Avery viajamos por la costa un par de veces este mes y tomé
algunas muy buenas puestas de sol, mi especialidad en fotografía, pero ya no
tenían el mismo efecto en mí que antes.
—¿Bailey? ¿Eres tú? —Reconocí la voz, mis ojos se movieron a través
de la fila a Kasey. Alucinada me quedé mirándolo por un momento antes de
que su sonrisa se abriera paso y me trajera de vuelta.
Saliendo de la fila, se acercó a la mesa cerca de la ventana en la que
estaba.
—Es muy bueno verte, Bailey.
—También a ti Kasey. —Me levanté y envolví mis brazos alrededor de
sus hombros. Era la primera vez que abrazaba a otro chico desde dejé a Dylan.
Kasey regresó a la fila para tomar un café y luego vino a sentarse
conmigo. Hablamos de ese verano y por qué me fui. Le hablé de mi padre y lo
que le había hecho a la madre de Dylan. Dijo que asumió que algo por el estilo
había pasado, con la rapidez que el accidente había sido cubierto. Es posible
que solo hayamos tenido diez en ese momento, pero era obvio que algo no
estaba bien con eso.
—Eric estaba bastante mal después de que te fuiste —dijo Kasey con
una sonrisa—. Golpeó una ventana de vidrio y terminó con treinta puntos de
sutura en su mano de tirar.
—¿Me estás jodiendo? —estuve a punto de escupir el café.
—No. —Su sonrisa se amplió. Kasey no pudo contener la risa y se
echó a reír.
—Maldito seas Kasey —dije limpiando las esquinas de mis labios con
la servilleta.
—Lo siento —dijo entre risas—, pero tu cara no tiene precio.
—¿Qué hizo? —Trazando la taza de café con la punta de mis dedos,
traté de ocultar mi curiosidad.
345
—¿Qué crees que hizo?
—¿Honestamente? —Pensé en mi respuesta porque, lo creas o no, yo
había pensado en esto mucho últimamente. Pensé en la reacción de Eric
cuando me fui, pero pensé en Dylan aún más. Algo me decía que sus
reacciones eran totalmente diferentes—. Nada.
—Tienes razón. Él no hizo nada durante una semana. Todavía nos
fuimos a Lake Washington esa noche, se emborrachó y eso fue todo. Luego,
después de un tiempo, cuando se dio cuenta de que no ibas a volver, se
emborrachaba cada noche. —Kasey me dio una expresión que habló más sobre
el pasado de lo que pensaba que sabía. En el fondo, Kasey lo sabía. Era un tipo
inteligente—. Se presentó en mi casa, borracho y se metió en una pelea con
mi hermano.
—¿Sabías acerca…?
Kasey asintió con la cabeza antes de que terminara mi pregunta.
—Más o menos lo ignoré. Nunca pensé que Mer y yo duráramos, pero
la amaba. Lo hacía. Ella rompió mi maldito corazón, pero yo lo sabía. No era
estúpido.
—Lo siento Kasey, lo hago. —Y lo sentía. Sabía exactamente lo que
debe haber sentido.
—Yo también lo siento.
Hablamos probablemente otra media hora sobre fútbol y que él estaba
saliendo con una chica ahora, Payton y estaba disfrutando mucho de tener
una relación bilateral con alguien que no solo pensara en sí mismo.
—Mantente en contacto Bailey, por favor —dijo Kasey antes de irse.
—Lo haré. Buena suerte el sábado.
Él sonrió y me tiró en un abrazo.
—Gracias.
Me encontré con Avery después de eso. Quería ir ver un concierto en
Showbox en la parte baja el centro. Traté de decirle que la música no era lo
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mío, pero sabía que estaba mintiendo. Avery no me estaba creyendo y
finalmente fuimos.
Avery no me dejó que me saliera con la mierda. Era una chica algo así
como, con el cabello de cortas puntas rojas, llevaba leggings con calentadores a
todas partes y yo estaba segura de que no se afeitaba las piernas. Nunca. Pero
la amaba.
Ella me decía cosas como:
—Nena, si no te gusta tu vida cámbiala. No me llores a mí, cuando
eres la única que tiene el poder de cambiarla.
Necesitaba esa mierda. Lo hacía. Me decía la verdad tanto si quería
oírla como si no.
Y luego, cuando me puse triste alrededor del decimonoveno
cumpleaños de él, me preguntó cuál era mi problema.
¿Cuál era mi problema?
¿Mi problema?
Mi problema, como Avery diría, era solo una chica con el corazón
roto.
Ese es mi problema.
Amo a Avery por el simple hecho de que si no quiere verte, te cierra la
puerta en la cara, y lo hizo un par de veces. Ella era mi tipo de amiga.
Lo estaba haciendo bien. Estaba haciendo mi propio dinero,
vendiendo mis fotografías y viviendo una vida que era mía.
No era como si no pensara en Dylan. No podía ver el cielo azul y no
pensar en él. Lo bueno es que Seattle era todo gris o me habría vuelto loca.
Estar con él me abrió los ojos a muchas cosas. No solo mi familia, sino
la vida en general. Me abrió los ojos a un mundo que nunca conocí. Un
mundo en el que podría ser yo misma.
347
Por primera vez en mi vida sabía quién era, pero sabía eso debido a
Dylan, a lo que él me enseñó. Me tomó meses para darme cuenta,
distanciarme de eso para saberlo.
Dylan y yo no éramos nada que nadie jamás podría ver o escuchar, o
saber. Por un largo tiempo fuimos una fracción de un toque en los pasillos, por
tan solo un segundo. Fuimos palabras no dichas para salir de casa. Una cabeza
asintiendo. Nosotros somos los únicos que sabemos lo que la abolladura en su
puerta o el parabrisas roto significan, mientras haces recuerdos.
No éramos lo que podríamos haber sido, debió ser, o en realidad
fuimos.
Tuvimos una puesta de sol de colores vivos que se mezclaron, que no
conocían líneas.
Estábamos esperando
¿Quién era yo?
Bueno, era una belleza pelirroja, con pecas en las mejillas manchadas
por el beso de los rayos de sol. Tenía los ojos de mi padre y la nariz de mi
madre. Compartía mi cumpleaños con mi hermano pequeño. Tenía los ojos
chocolate, Dylan decía que quería nadar en ellos y bañarse en su propio jarabe
de chocolate y me decía, mientras la luna iluminaba la habitación y todo lo
que podía escuchar eran los latidos de nuestros corazones, que el chocolate
hacía mi alma dulce y que mi corazón cantara para él.
Podría menear mi culo casi con cualquier canción y Dylan diría que lo
hago bien.
Disfruto de la cerveza ahora, pero no es mi favorita, y no tengo
veintiún años, así que son pocas y distantes entre sí.
Mi color favorito es el azul hielo.
Tengo tatuajes, mi favorito es la guitarra envuelta en una cadena en la
muñeca. Mi tatuaje del sol en mi cadera significa mucho para mí, ya que me
recuerda a un chico que tiene mi corazón.
348
Puedo hablar dos palabras en español y tres en italiano. Puedo hacer
una tarta de manzana que pondrá en vergüenza a la receta de tu abuela.
Tenía miedo a la oscuridad y no podía ver películas de terror. Tengo
todas las canciones de Kings of Leon que se hayan hecho, incluyendo sus
cuestionables primeros años. Me pongo pantalones cortos de jean, incluso en
el invierno. Colecciono camisas de franela, tengo una botella de whisky que
nunca abriré y una guitarra que nunca voy a tocar.
Pero eso es solo mi problema.
Tal vez nunca tendré mi puesta de sol.
Tal vez no la necesite.
Tal vez perfectamente planeado está bien para algunas personas.
Perfectamente planeado no es mi problema.
Creo que algunas personas entran a tu vida y algunas se van. También
creo que hay un propósito de por qué estaban en tu vida en absoluto. Cada
uno toma un pedazo de ti cuando se va. Algunos dejan pedazos de sí mismos
contigo. A veces es la sabiduría, o tal vez, es una lección.
Dylan dejó una gran parte de sí mismo conmigo.
Cuando cierro los ojos, pienso en Dylan despertándome con un beso
en la mañana apenas iluminada, y la forma en que sus ojos azules lucen apenas
los abre. Pienso en lo que se sentía al besarlo en ese lago y hacer una lista para
antes de partir, ese verano. Pienso en lo que se siente al estar en sus brazos,
tenerlos alrededor de mí y sentir su peso sobre mí. Pienso en la expresión de
su cara cuando le dije que lo dejaba y viendo cómo se alejaba.
Perdí un montón ese verano, pero gané mucho más.
Si lo dejas, Dylan puede ser la sombra y el humo en tus ojos.
Él me dio un pedazo de “para siempre” ese verano. Tuve una probada
de cómo era. Amar, sentir, vivir, la tuve. Tal vez fue corta pero por lo menos
la tuve…
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Dylan se culpó por no habérmelo dicho, pero no fue su culpa. Lo
sabía. Dylan no había hecho nada malo, pero me enseñó a cómo ser yo misma
y a cómo vivir para mí. Tantas veces había tratado de decirme. Ahora entendía
eso.
Incluso con eso, Dylan no era el tipo de chico del que te podías
enamorar y luego simplemente desaparecer si las cosas no funcionaban.
Era el tipo de chico por el que caías duro y como el hormigón, te
quedabas clavada hasta que esa barrera se rompía y podías empezar a moverte
libre, un movimiento a la vez.
Él era intenso y no podías simplemente olvidarlo como si nunca
hubiera estado ahí.
* * *
Ahora, aquí era donde la historia de dos niños fugitivos daba otro giro.
Alguien podría haber pensado que aquel día en Birmingham había sido la
última vez que nos vimos. Como he dicho, amar a alguien como Dylan no
podía ser olvidado fácilmente. Nuestras almas no podían olvidar un amor
como ese. Pudo haber sido breve pero fue suficiente como para durar toda una
vida.
Avery me había convencido para ir al concierto en The Shadowbox en
la parte baja. Ya te he contado eso. Ahí es donde las dos almas se encontraron
otra vez. ¿Tal vez fue el destino? O tal vez fue estar en el lugar correcto en el
momento correcto.
No creo que Dylan supiera que estaba ahí aquella noche y yo nunca
supe que era su grupo el que iba a tocar. No sabía que todavía tocaba. Esperaba
que lo hiciera pero no lo sabía.
Avery y yo estábamos sentadas en una mesa en la parte de atrás,
hablando sobre lo que ella había comido en el almuerzo cuando el grupo tomó
350
el escenario. Aun así, no levanté la vista. Avery también era increíblemente
animada cuando hablaba sobre cualquier cosa, ahora no era diferente.
Entonces él habló.
—Oyes que la gente dice que perdieron a la chica de sus sueños, y yo
lo hice.
Mis ojos se dispararon al escenario cuando oí esa familiar voz que
podía enviar escalofríos por mi columna.
Era él.
En Seattle.
Justo enfrente de mí.
—Y me arrepiento jodidamente todos los días. Por ti Ojos Marrones.
Espero que hayas conseguido tu puesta de sol. —Sus ojos, azul helado se
movieron de la audiencia a la guitarra en su regazo.
Escupí mi bebida, literalmente escupí mi bebida encima de Avery.
Ella suspiró como si un niño acabara de vomitar sobre ella y dijo:
—¿Supongo que tú eres Ojos Marrones?
—No. —Limpié el hielo de mi regazo.
Avery puso los ojos en blanco, las pestañas falsas largas y negras.
—Mentirosa.
Cuando empezó a cantar, me quedé completamente fascinada por él
mientras cantaba, era cautivador. Cuando Dylan tocaba música, tenía el aire
de una persona en profunda y casi estudiosa concentración su voz bajaba pero
aún me hacía cosas.
¿La canción que tocó? Tangled Up in You.
Dylan cantó esa canción con tanta emoción que la gente la sintió en
sus huesos, la pasión era evidente en cada palabra. Sus ojos estaban cerrados,
no estaba jugando. Lo estaba sintiendo.
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—Dios mío —dijo Avery soltando el aliento que aparentemente había
estado conteniendo cuando él cantó la última palabra—. ¿Quién diablos es ese
chico?
No podía hablar, no podía moverme.
Él debía saber que yo estaba aquí. Tal vez él también lo sintió.
Lo supe cuando estuvo detrás de mí. Mi sangre lo sintió, mi corazón lo
supo y mi piel cosquilleó. Era él. Sincera y viva, sonreí.
—¿Cómo estás? —preguntó dándole a Avery una tímida sonrisa
ladeada. Su camisa de franela estaba doblada hasta los codos revelando los
mismos tatuajes que estudié durante el verano. Llevaba jeans rasgados con un
par de Vans gastadas y sonreí porque estábamos usando el mismo tipo de
zapatos. Todo este tiempo y todavía teníamos las mismas peculiaridades.
—Por favor dime que te lo has follado. —Avery negó con la cabeza
mordiéndose el labio y batiendo sus pestañas—. Maldita sea.
—¡Avery! —Le di una mirada y le ofrecí una sonrisa de disculpa a
Dylan. Él sonrió, de lado, juvenil, maldito fuera.
—¿Qué? —Ella se levantó y le dio la mano—. Cualquiera que sonría
así se merece un buen polvo.
Puse los ojos en blanco.
—Dylan conoce a Avery.
Hablaron durante dos segundos y ella se alejó corriendo. Avery sabía
que teníamos algunos asuntos sin resolver.
—Él es asunto tuyo —dijo ella con un guiño.
Mi asunto.
Verlo ahora, estando en la misma habitación con él me hizo darme
cuenta de lo increíblemente estúpida que había sido. Mirando a esos ojos azul
hielo ahora, esa chispa que tenía ardió más brillante que nunca. Cuando
sonrió, se convirtió en un volcán.
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—No eres la chica que solías ser —dijo mirando los tatuajes.
—Y tú no eres el chico que solías ser —dije gesticulando con un
asentimiento hacia el escenario, con un enjambre de chicas alrededor de él.
Hablamos brevemente sobre su grupo. Ahora que miraba de cerca,
Reece estaba con él igual que Eddy. Ambos estaban desviados con mujeres en
sus regazos.
—¿Por qué has venido a Seattle?
—Mi tío —dijo sentándose enfrente de mí donde Avery acababa de
estar.
—Oh.
Él sonrió, torcida y de la misma manera que lo hacía durante el
verano.
—Eras tú. Y si hay una cosa que me hizo seguir adelante —Au sonrisa
se desvaneció ligeramente, un lado más que el otro—, fue esperarte.
—Tengo que decirte algo —murmuré.
—Lo que sea —dijo metiendo un mechón de cabello detrás de mi
oreja.
—Todavía te amo. Nunca dejé de hacerlo. —Me sentí como si no
pudiera respirar después de que las palabras fueran dichas, la verdad y el deseo
encendiéndose en mí.
—Ojos Marrones —suspiró cuando sus dos manos se levantaron para
enmarcar mi rostro. Lentamente abrí los ojos.
Me quedé sin aliento cuando me di cuenta de lo cerca que estaba.
—A veces pienso que lo imaginé todo entre nosotros, como si tal vez
no fuera real pero luego veo una puesta de sol y recuerdo la forma en que se
sentía tu toque y la forma en que tus ojos se mezclaban con la luz. Era real.
Cada momento contigo fue real, Ojos Marrones. Lo digo enserio.
Lo miré.
353
—Seré sincero —continuó—. Me he dicho a mí mismo que te olvidé.
Imaginar que no fue real y que te dejé alejarte, porque lo hice. Estaba
enfadado. Quería seguirte, meterte algún sentido pero tú hiciste que pareciera
muy fácil alejarse, como si nunca hubiera estado ahí para empezar, como si no
hubieras tomado cada trozo de mi alma aquel verano. Pero lo hiciste. —Dejó
escapar una risa oscura.
Yo simplemente asentí mientras él abría su corazón para mí, algo que
Dylan nunca hacía.
—¿Ahora qué? —Él sabía lo que quise decir con esto.
—Ya he terminado de fingir que no significaste nada para mí. Que
todavía no lo haces. Te amé. Te amo ahora, aquí. Esa mierda profunda que
intentas capturar en una canción o en las películas o un libro, ese tipo de
mierda. El tipo de amor que no se puede comparar con palabras. Todavía te
amo. Nunca dejé de hacerlo. El tiempo separados nunca cambió eso para mí.
Me quedé sin aliento sintiendo que la sangre corría a mi corazón con
cada palabra. No pude negar que con estas palabras, ardía algo muy dentro de
mí. Un amor que nunca podría olvidar y no quería hacerlo. Era un amor que
dejaba en vergüenza esas puestas de sol.
—No me des alguna mierda sobre que no estamos hechos para estar
juntos —continuó—. No has aparecido aquí por casualidad. Ha sido el destino.
Una vez me preguntaste que si estuviera en el sitio correcto en el momento
correcto qué haría. Este soy yo, en el sitio correcto en el momento correcto.
Y ahí estaba la parte que no podía negar.
—No lo hagas —susurró mientras ponía su palma en mi mejilla—.
Estoy aquí, te amo, y no dejaré que te vayas esta vez. —Parecía desconfiado
cuando me aclaré la garganta, sus ojos fueron a los míos—. Por favor, Ojos
Marrones.
—Lo siento, Dylan. —Estiré la mano a través de la mesa hacia su
mano, pero la suya se puso encima de la mía tomando tanto la mía como la
suya juntas—. He intentado muy duro hacer lo correcto y sin importar qué
manera elija, ninguna es para mí.
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—No lo sientas —dijo mirándome a los ojos—. Una vez te dije que lo
dejaría todo por ti, lo dije en serio. Aunque te fueras, nunca dejé de amarte.
Soy tan culpable como tú por lo que pasó. En cualquier momento aquel
verano podía haberte dicho lo que sabía… y no lo hice.
No sabía qué decir.
¿Estábamos listos? ¿Podía amarlo en todas las maneras que él
necesitaba?
Intenté enterrarlo, esconder los sentimientos pero no pude.
Esto era creer en un futuro que no tenía ningún parecido a la versión
planeada de tu vida.
¿Cuándo sería mío mí tiempo? ¿Cuándo iba a ser capaz de ser yo
misma?
Ahora. Este era mi tiempo ahora mismo.
Que se joda toda esa mierda que pasó antes. Que se jodan mis padres y
sus mentiras ocultas y secretos de escándalo. Que se jodan sus apariencias y sus
juicios por algo que nunca entenderían. Que se jodan los números. Dieciocho
será siempre solo un número. Diecinueve es solo un número. No significa una
mierda. Que se joda la universidad y la presión por ir. Que se joda el mundo
porque no importa. Amar como si no hubiera un mañana. Amar porque él es
mío. Elegí a Dylan.
Necesitaba aire.
Fui hacia afuera y él me siguió
Detrás del banco de nubes lo suficientemente grueso para oscurecer la
luz de la luna, asoman agujeros por los que atraviesan destellos aislados de luz.
Una variedad de reluciente plateado, gris y azul oscuro, todos
mezclados en el embarcadero encontrándose con el negro de la oscuridad.
Cualquier luz, que alguna vez haya sido luminosa, tenía la forma de hacer
brillar su camino a través de un alma oscura que ahora estaba viva.
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—¿Qué hiciste cuando me fui, cuando te metiste en tu auto y te fuiste?
—pregunté mientras caminábamos por la costa de Seattle.
—Fui a casa de Drew y me quedé en la cama durante probablemente
dos semanas. Finalmente él tuvo suficiente y me hizo empezar a ducharme y
comer. Fue como si él esperara que yo realmente funcionara normal.
Hablamos sobre nada, cualquier cosa, y todo durante seis kilómetros.
Para cuando volvimos, Eddy y Reece lo estaban buscando. Él ignoró sus
estridentes silbidos y gestos inapropiados y me miró.
Sonreí e hice un gesto hacia su familiar GTO estacionado junto a la
acera. La abolladura en la puerta y el capó todavía estaba ahí. Nuestros
recuerdos. No dijimos nada, nos acercamos y nos metimos.
Cuando nos sentamos ahí Dylan me miró con esos ojos azul hielo y
dijo:
—¿En qué dirección deberíamos ir, norte o sur?
Un sentimiento de alegría se apoderó de mí, sabiendo que aquí era a
donde pertenecía.
—¿Sur?
Él sonrió.
—Sur será, Ojos Marrones.
Así que ahí lo tienes, una historia verdadera de mi corazón. Una
historia sobre una chica y un chico que estaban tan perdidos que no podían
ver lo que estaba justo delante de ellos. Esto era nuestro trato.
No puedo decir que me arrepienta de nada de lo que pasó aquel verano
porque no lo hacía para nada.
Era nuestra historia, desarrollada en las carreteras persiguiendo
puestas de sol. No era una historia fácil de contarte. Era una historia de besos,
lujuria, pasión, juventud, errores, mentiras, ocultar cosas, estupidez, juicios,
pero sobre todo, de amor.
356
Algunos dicen que una puesta de sol puede ser demasiado bonita para
las palabras. Estoy de acuerdo con eso. Hay muchas cosas demasiado bonitas
para decirlas con palabras para mí.
Para mí, era la forma que tiene la tierra de guardar lo mejor para el
final.
Fin
357
Créditos Moderadoras:
Lizzie ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
Traductoras:
atenea esti Maru Belikov Aяia Jo nanami27
Belle 007 ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ NayeliR Carmen170796 Little_Jade rihano
Clary LizC val_mar Debs Lizzie vanehz
mariaozuna
Correctoras:
amiarivega Laurence15 Marina012 Angeles Rangel Lizzie Nanis
Recopilación y Revisión:
Lizzie
Diseño
ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
358
A la venta en Otoño del 2013
Dylan Wade quiere enterrar el dolor que rodea su pasado, sus
decisiones y sus reacciones. Él nunca tuvo una vida fácil, pero al menos ahora,
tiene a la chica.
Bailey Gray.
Quiere una vida solo con Bailey, pero sus pasados no lo permitirán. Se
encuentra a si mismo queriendo conocer su alma, vivir dentro de su corazón y
tener un momento donde sean solo ellos y sus recuerdos, sin distracciones.
Pero se encuentran a sí mismos en el camino a ninguna parte, de
nuevo en busca del amor que una vez conocieron. Se ven obligados a cavar
profundo para ver lo que no pudieron ver antes. Los tratos no pueden ser
rotos. Los momentos no pueden ser robados.
Pero tal vez amar con todo tu corazón no es suficiente.
¿Puede Bailey ver que su trato no se puede romper a pesar de la
venganza establecida por su familia?
¿O huirá del único chico que siempre ha tenido su corazón?
359
Shey Stahl
Escritora de romance con suspenso, fanática
de las carreras y los autos deportivos.
Cuando no está escribiendo, la puedes encontrar en su lugar favorito
de carreras de autos.
Sus obras publicadas incluyen:
Racing on the Edge:
1.- Happy Hour
2.- Black Flag
3.- Trading Paint
4.- The Champion
5.- The Legend
Waiting for you:
1.- Waiting for you
Crossing the Line:
1.- Delayed Penalty
Everything Changes