volverte a ver. aproximación a la historia y resignificación del jardín zoológico de buenos...
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Volverte a ver. Aproximación a la Historia y Resignificación del Jardín Zoológico de Buenos Aires como Espacio Público mediante la Refotografía. Arquitectos Marina Vasta y Javier Nesprías.* Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo” Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo – Universidad de Buenos Aires.
* Para la realización de este trabajo contamos con la colaboración de Marcela Liliana Díaz (Gerente Departamento Educativo y Patrimonio Cultural – Zoo Buenos Aires) y María Cristina Fernández (Jefa de Restauración – Zoo Buenos Aires).
El Jardín Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires se presenta en la actualidad como el único
ejemplar urbano-arquitectónico de su tipo dentro de los límites de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires. Este espacio público con más de 130 años de existencia permanece en su emplazamiento
original, con los mismos límites físicos, y es reconocido y calificado como parte del patrimonio
nacional y municipal debido a la conservación de la mayoría de sus edificios históricos. Pero la
supuesta estabilidad de sus componentes físicos no implica una continuidad en sus usos, ni tampoco
en la valoración que se ha realizado del sentido de su programa desde los discursos culturales. Este
jardín zoológico, creado especialmente para la recreación y el entretenimiento, también ha sido
espacio para estudio y divulgación científica (laboratorio y locus didáctico), un exhibidor de la vida
salvaje y un objeto arquitectónico-cultural a preservar. Es por ello que entendemos que su historia
puede ser narrada a través de los cambios relacionados con las prácticas sociales recreativas y las
diferentes conceptualizaciones del binomio cultura-naturaleza puesto que, a lo largo del tiempo, este
espacio público dio respuesta a diferentes visiones de la relación entre esos dos términos -acordando
que “la naturaleza no puede ser nunca una especie de dato primigenio, originario, anterior al hombre,
sino una naturaleza ya culturalizada, informada por la cultura” (GREIMAS Y COURTES, 1982, p.100)-
en diálogo con las visiones de los campos disciplinares arquitectónico, urbano y científico;
produciendo consecuencias de variada índole y escala.1
El presente trabajo forma parte de uno de los ejercicios emprendidos para el análisis y la
interpretación de una serie de documentos fotográficos pertenecientes al Archivo General de la
Nación (AGN) referidos al Jardín Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires2. Entre los posibles relatos,
hemos optado por tomar como ejes narrativos la construcción de paisaje planteada por este espacio
público, su relación como espacio urbano con la naturaleza y su comparación con otras áreas verdes
o parques de la ciudad.
Por qué la fotografía. Por qué refotografíar.3
“... las ciudades se configuran también como imágenes...” señala Canclini, y en esa configuración
incluye tanto las imágenes mentales como las palpables.4 La utilización de la fotografía como fuente
documental para la construcción de un relato histórico permite acceder a una parte de ese mundo de
representaciones, y supone asimismo reconocer al testimonio visual como integrante de un
patrimonio cultural capaz de reinstalar aspectos inmateriales de nuestro pasado que otro tipo de
documento no puede brindar.
“La fotografía es memoria y con ella se confunde. Fuente inagotable de información y emoción.
Memoria visual del mundo físico y natural, de la vida individual y social.” (KOSSOY, 2001)
Pero la utilización del contenido de la fotografía como “revelador de información y detonador de
emociones”5 no puede encararse de manera ingenua, sino que debe realizarse teniendo en cuenta
ciertas particularidades. En relación al tiempo, a medida que crece la distancia con respecto a la
época de su producción, menores son las posibilidades de que sus informaciones visuales sean
rescatadas, y menos útiles resultarán al conocimiento. En este sentido, el recurso de la refotografía
permite: a) realizar un aporte constructivo a la propia colección utilizada; y b) poner en juego tres
tiempos que ayudaran al armado del relato histórico sobre el objeto: el tiempo original, el tiempo
actual y el tiempo que media entre ambos.
Trabajar con la colección de fotografías sobre el Jardín Zoológico de Buenos Aires del Archivo
General de la Nación, resulta un particular desafío puesto que nos encontramos frente a un grupo
desordenado de documentos, de los cuales en muchos casos no podemos precisar su procedencia (a
quién perteneció con anterioridad a su donación) ni la fecha de producción. Su observación en
conjunto nos permite comprobar empíricamente que el sentido de las fotos es exterior a ellas, porque
no tienen significación en sí mismas, y que el mismo está esencialmente determinado por su relación
efectiva con el objeto (lo que muestra) y con su situación de enunciación (con el que lo mira). Es por
ello que la selección de diferentes series dentro de la colección para el armado de narraciones, y su
refotografía como parte de ese proceso, se presenta como una posible lógica alternativa. El ejercicio
también nos ofrece la oportunidad de realizar un trabajo de campo diferente, de recorridos múltiples
entre la fotografía histórica, lo observado in situ y la nueva toma; tránsitos imprevistos, imposibles de
ser delineados con anterioridad a su realización, y que amplían nuestra manera de mirar.
Recorridos por la colección.
El eje narrativo elegido –el Jardín Zoológico como espacio público y área verde-, nos obligó a pensar
el criterio de selección de la serie. Las imágenes debían mostrar un panorama extenso, tratando de
evitar planos cortos o primeros planos que no lograran dar cuenta de un contexto mayor.
La amplitud de campo puso en juego un elemento que no habíamos observado detenidamente hasta
el momento: la vegetación; y el tiempo se hizo presente a distintas velocidades. La arquitectura se
nos presentó como el punto fijo, casi inmutable, que permitía la localización exacta del espacio a
refotografiar y la reflexión respecto a pares dicotómicos como natural-artificial y/o vivo-inerte.
Pese a la obviedad de nuestra observación, debemos admitir que fue la primera vez que vimos al
zoológico como un jardín:
“El jardín no permanece en la forma en que permanece la obra de arquitectura, aunque se trata de una
acción similar –constructiva, formativa, limitativa-. Es que las piedras quedan aunque no se las cuide y
las plantas desaparecen si no se las riega todos los días; el arquitectura trabaja con materia inerte y el
jardinero con materia viva; el trabajo del arquitecto comienza y termina, el del jardinero continúa
siempre.” (SILVESTRI Y ALIATA, 2001, p.18)
Para obtener un resultado posible de ser narrado como una historia del Jardín Zoológico como
espacio público, convenimos en que debíamos generalizar ciertos términos. Hablaríamos, entonces,
de “la vegetación” o “lo verde”; y esta misma generalización sería trasladada para la mirada a los
animales.
Con cada nueva visita al sitio fuimos estableciendo un dialogo más fluido con la colección completa
de fotografías del AGN. Refotografiando la primera selección volvimos mentalmente sobre el resto de
los documentos, desde la propia vivencia del espacio transitado; incluso proyectamos fotografías
imaginarias pensando en las fotografías históricas que no existían y que hubieran sido una base
fructífera para nuestro trabajo. También revisamos, pese a haberlas descartado en una primera
instancia, las fotografías que tenían un punto focal específico o plano corto donde la ciudad o “el
afuera” no era el objeto protagonista sino que aparecía en los bordes. En busca de los cambios
ocurridos en el perfil construido que rodea al Jardín Zoológico, miramos estas fotos abstrayendo el
plano principal y recreando las imágenes del paisaje urbano en una inversión de términos fondo-
figura.
Previo a la construcción del relato completo, ensayamos diferentes maneras gráficas de mostrar los
resultados obtenidos.6 Optamos por armar los pares colocando la fotografía histórica a la izquierda y
la refotografía a la derecha; ambas imágenes irían en blanco y negro para crear piezas gráficas
uniformes y dar cuenta de los cambios sólo en el contenido y no en el soporte.
Con todas las duplas armadas realizamos una nueva lectura de conjunto. El recorrido de la memoria
y la mirada nos marcó una línea que no siempre unía pares “fotografía-refotografía” completos; en
varios casos solo relacionamos una de las dos imágenes del par con otros pares u otra fotografía
Configuramos, entonces, cuatro series:
Traspasando el Arco: Paisaje interior y estancia exterior Título del documento AGN Fotografía Histórica Refotografía
Paseos Públicos - Jardín Zoológico. Entrada sobre Plaza Italia
X X
Jardín Zoológico: vista de un sector
X X
Lorera - Jardín Zoológico
X X
En los bordes
Título del Documento AGN Fotografía Histórica Refotografía Jardín Zoológico. Grupo de colegialas dibujando uno de las
tantos habitantes del zoológico (Pabellón de las Llamas) X X
Portón de salida a la calle Gutierrez – Zoológico
X X
Pabellón de las Cebras. Zoológico (Recinto de la Jirafa)
X X
Paisajes, tiempos, territorios
Título del Documento AGN Fotografía Histórica Refotografía Antigua vista del Pabellón de los camélidos
(Recinto de los Elefantes) X
Antigua vista del Jardín - Rieles del trencito y leonera (Castillo de los Osos)
X
Jardín Zoológico. Grupo de niñas tomando lecciones de dibujo frente a la jaula de los cabritos (Recinto del Búfalo)
X
Pabellón de los yachs con guardaganado - Jardín Zoológico (Recinto del Hipopótamo Enano)
X
Jardín Zoológico – Vista lagos
X X
Límites. Natural – Artificial
Título del Documento AGN Fotografía Histórica Refotografía Antigua vista del Jardín - Rieles del trencito y leonera
(Castillo de los Osos) X X
Jardín Zoológico. Grupo de niñas tomando lecciones de dibujo frente a la jaula de los cabritos (Recinto del Búfalo)
X X
Antigua vista del Pabellón de los camélidos (Recinto de los Elefantes)
X X
Recorridos, paseos y travesías del jardín.
Traspasando el Arco: Paisaje interior y estancia exterior.
“Se arrodilló y al otro lado del pasadizo vio el jardín más maravillo que podáis imaginar”
-Lewis Carroll, “Alicia en el país de las maravillas”-
La serie está formada por tres pares de imágenes donde se retrata a la Lorera, uno de los pabellones
más conocidos del Jardín Zoológico, en primer plano o desde planos más abiertos.
En la toma fotográfica desde el acceso, habiendo traspasado el “Arco de Tito” que marca el límite
entre el interior y el exterior, la Lorera toma un papel preponderante dentro del paisaje, pero su visión
no es completa; tampoco se encuentra en el centro de la escena, marcando una simetría axial del
conjunto. El verde en distintas gradaciones abarca la mayor parte del cuadro. La aparición de
palmeras y el trueque entre el busto de Domingo F. Sarmiento y la reciente escultura dedicada a
Eduardo Ladislao Holmberg, no alteran la composición ni parecen discordantes.
El espejo de agua completa el cuadro y crea una distancia aún mayor entre un “aquí” todavía
demasiado cercano al exterior y un “allí” donde podremos disfrutar del jardín con otros sentidos más
allá de la vista.
“(…) en este paralelo que implica la pictoricidad del jardín, se va construyendo la poética del jardín
pintoresco (…)” (SILVESTRI Y ALIATA, 2001, p.89)
Jardín pintoresco. La percepción –tanto vivencial como de la observación de la toma fotografía- de
este primer sector del zoológico explica el concepto. Lo pintoresco como opuesto a lo lineal y
resumido en una imagen visual; y el jardín, una experiencia sensible que precisa del recorrido físico
concreto, pero que puede ser sumatoria de miradas paisajísticas pintorescas omitiendo el resto de los
sentidos.
Los pares fotográficos de la Lorera también nos permiten mirar cuestiones ligadas a la escala. Las
cúpulas del edificio se recortan contra el cielo y no es posible determinar la altura concreta de la
construcción, que parece adquirir mayores dimensiones que las reales. Esta ilusión visual se ve
reforzada por el perfil urbano actual que no logra sobrepasar el nivel del tambor de la cúpula mayor;
perfil que sólo aparece en el margen izquierdo de dos de las fotos -mirando el pabellón desde el
interior del jardín y hacia el acceso principal-, y que da la sensación de estar alejado del límite del
Jardín Zoológico.
En los bordes.
La visión simultánea del Pabellón de las Llamas y el Recinto de la Jirafa no puede realizarse in situ
por la ubicación de ambos edificios en el conjunto. Pero esta implantación nos permite mirar las
imágenes deteniéndonos en los bordes de las fotografías para revisar la situación urbana circundante
en dos límites opuestos del Jardín Zoológico. El Recinto de la Jirafa se encuentra sobre el sector
norte, vecino a un área no construida (Parque 3 de Febrero) y un predio de construcciones de baja
altura (Predio Ferial de Palermo, “La Rural”). De las fotografías no se deducen cambios en el
contexto; la mayor variación es el crecimiento de la vegetación que da marco a la edificación
cambiando la percepción de su escala. Para el caso del Pabellón de las Llamas, que se sitúa en el
sector sur, el límite es la calle Republica de la India, con un perfil urbano consolidado a una altura
promedio de 25,00m. Curiosamente, nuestra percepción del sitio durante el paseo, no se visualiza en
las fotografías. La sensación de acercamiento o avance de la ciudad construida sobre el jardín no
aparece retratada; sólo en un pequeño sector del margen superior izquierdo vemos unos edificios a la
distancia, que pasan inadvertidos a la mirada ingenua y rápida del documento.
En el caso de la imagen del acceso lateral al zoológico, no precisamos mirar los bordes de la
fotografía para entender el contexto inmediato del sitio, sino que ella misma lo retrata. Hacia el
exterior, la situación urbana circundante ha cambiado: la manzana frentista se densificó y aumentó la
altura del perfil urbano; ya no vemos tanto cielo pese a que en ambas fotografías no hay follaje. Hacia
el interior, más allá del título de la toma, la imagen no da cuenta que el espacio que está captando
pertenece al Jardín Zoológico. Suponemos que existía, al igual que en la actualidad, una gradación
física -principalmente visual- para pasar de la ciudad al jardín, basada en una idea de recorrido
irregular que implica una travesía: debemos atravesar ciertos límites u obstáculos para poder
entender y/o conocer lo que pasa adentro. De esta manera, los bordes del jardín se ensanchan más
allá de la reja perimetral y forman un fuelle entre lo urbano y el espacio verde.7
“(…) Exhibir animales salvajes en un ambiente artificial y protegido, requiere crear una ilusión en la
mente de los visitantes puesto que los animales están obviamente expuestos, exhibidos (…) Entender a
la exhibición como un fenómeno de ilusión debe ser reconocido y usado por los diseñadores.”
(COLLADO SARIEGO, 1997)
Volviendo nuestra atención al interior del jardín, observamos en las imágenes del Pabellón de las
Llamas y el Recinto de las Jirafas a los animales retratados, la conformación de su hábitat y los
límites que los separan del espectador. En ninguno de los casos se verifica una transformación en la
manera de exhibición; la idea de ilusión no se liga con el hábitat natural del animal expuesto sino con
la domesticación, la regulación y el ordenamiento de la naturaleza. La proyección de un paisaje
pintoresco se repite en cada uno de estos fragmentos, pudiendo asimilarse al Jardín Zoológico con un
Museo de Arte y a cada recinto con un cuadro, donde entran en juego no sólo el animal albergado
sino la arquitectura y la vegetación. Al mirar las fotografías históricas y delimitar el punto desde donde
realizar las refotografías, esta intención proyectual se hace más evidente, puesto que la distancia
entre el límite físico del recinto y el paisaje retratado sigue siendo la misma, admitiendo sólo una
visión con cierta amplitud de campo.
La imaginería que se despliega de manera pausada mientras paseamos por el jardín se pone de
manifiesto en esta serie conformada por dos fotografías históricas y dos refotografías de cuatro
recintos diferentes, y la dupla de imágenes de la vista a los lagos. La no existencia o desaparición de
límites físicos contundentes, como rejas o parapetos, permite una lectura de espacio abierto. El
animal puede estar o no; en la composición paisajística no parece ser protagonista.
“Sus características [la mirada paisajística pintoresca] llevan a un movimiento inclusivo: abierto a otras
culturas, amante de lo exótico, seducido por la novedad constante en su estética de la sorpresa –que
para ser eficaz debe ser siempre renovada-, alimentado en sus motivos por el viaje, educativo, higiénico
o, más tarde, de puro placer. Éste es el movimiento del espectador en el espacio acotado del jardín
(…)” (SILVESTRI Y ALIATA, 2001, p.126)
La escenificación de ambientes geográficos de ilusión, de mundos remotos que se superponen sin
orden, nos permite cambiar de situación en un espacio acotado. El recorrido visual nos invita a viajar
a lugares lejanos y exóticos que creemos reconocer en ciertas construcciones o animales. La mezcla
es importante para un buen resultado: los paisajes contienen alusiones a diferentes espacios y
tiempos sin referirse a ninguno en especial. Entendemos que esta libertad de opción sin aparente
conflicto entre los objetos seleccionados fue realizada desde un lugar distinto al de los países
europeos. No existe aquí un sentimiento de nostalgia por un pasado ya desaparecido, puesto que
todas las referencias son externas a la historia local, incluso para los recintos de animales que
habitan nuestro país.
El muestrario de arquitectura es sugerente y variado. Su pertinencia como albergue animal no forma
parte del planteo proyectual. El papel del edificio se reduce a escenografía; no funciona por su utilidad
sino por su imagen. Su razón de ser proviene de una visión estética o, eventualmente, de una
intención de formar parte de lecciones visuales que el jardín debe dar a sus visitantes.
El agua juega un papel importante en la regulación del recorrido; es a la vez límite físico y marco o
contexto para el encuadre de ciertos paisajes. En la actualidad, también funciona como medio de
transporte; podemos viajar a la isla de los lémures con un pequeño barco que parte de un muelle de
madera y atraviesa el lago Burmeister.
Límites. Natural-Artificial
En esta serie hemos optado por un armado diferente de los pares. La fotografía histórica del Castillo
de los Osos se encuentra a la derecha permitiendo una lectura vertical en relación con la refotografía
del Recinto del Búfalo.
Quizás la única fotografía histórica en que podemos ver un paisaje natural, o casi sin intervención,
sea la del Castillo de los Osos. El tendido de los rieles del antiguo trencito8 se recorta en el verde y
parece finalizar en el edificio que lidera la escena, como un hilo que cose los espacios transformados
por el hombre.
Refotografiar esta imagen nos insumió más tiempo que en los demás casos; debimos recorrer el sitio
varias veces para encontrar el encuadre y la perspectiva correctos. Los cambios en el entorno son
significativos en comparativa con otros sectores. Aparecen diferentes tipos de mobiliario urbano en un
espacio proyectado para el descanso y la sociabilidad. La transformación de la vegetación ha
cambiado la apreciación del sitio; el verde se percibe y se visualiza como contención, como límite que
arma un interior. De un espacio abierto y agreste pasamos a un espacio cerrado y urbanizado.
La refotografía del Recinto del Búfalo muestra la situación inversa. En la actualidad la vegetación es
más profusa a nivel del suelo; el verde recrea una pradera y su extensión parece mayor. La
desaparición de la reja abre el panorama y nos remite a una escena más natural y pintoresca. Y si
bien constatamos la permanencia del antiguo kiosco de música, objeto deliberadamente público y
urbano, la ubicación en la imagen permite su disolución como parte del follaje.
Continuando con el tema de los límites físicos, sumamos a ambas duplas el par del Recinto de los
Elefantes, para revisar cómo se plasman algunas de las transformaciones ocurridas en la visión y
proyección del espacio de transición entre el sitio para el animal y el sitio para el humano.
En el caso de la imagen inicial del Castillo de los Osos, los animales se encuentran dentro del edificio,
forman parte del espacio artificial creado para su estadía; los humanos llegamos a ellos por medio de
un transporte que no nos permite el contacto directo con la naturaleza circundante. En su refotografía,
observamos que los animales permanecen en el interior del edificio, pero el espacio natural ha sido
conquistado por el ser humano; el uso que se le da es equivalente al de diferentes plazas de la
ciudad de Buenos Aires.
En el Recinto del Búfalo, la fotografía histórica nos muestra un espacio exterior que pertenece a los
animales, al cual no pueden acceder los humanos por tener un límite físico concreto (reja). Ambos
actores se encuentran al aire libre, pero esta exterioridad no remite a lo natural, sino que muestra
señales claras de ser el interior de un jardín. La nueva imagen corrobora una continuidad en esta
situación de paisaje interior con estancia exterior, con algunos cambios en la delimitación de los
espacios de encuentro entre humanos y animales.
La misma situación se repite en el Recinto de los Elefantes. Para este caso, el mayor cambio que
experimentamos in situ y visualizamos en el par de imágenes, es la aparición de la Leonera, de la que
solo podemos distinguir la fosa. Otro tipo de límite que nos habla de una cuestión temporal concreta
en una historia mayor de las formas físicas para la exhibición de fauna en los zoológicos.
Pasos finales. La permanencia del zoológico como jardín.
“Flamencos – Marzo 1926 – Pájaros – Prisioneros del Zoológico: A la hora de la siesta, los zancudos
salen a la orilla para echarse su sueñecito. Entonces el lago adquiere un encanto altamente decorativo.”
-Anotaciones en el reverso de una de las fotografías del Archivo General de la Nación-
Los diversos recorridos, construidos y andados, entre las fotografías históricas, lo observado in situ y
las nuevas imágenes, lejos de bifurcarse, confluyeron en algunas conclusiones que esbozamos a
continuación.
Frente a la diversificación de usos y funciones que parece imponerse para la puesta en valor y
creación de los parques públicos (parques costeros, parques deportivos, parques memoriales, oasis
urbanos), en el Jardín Zoológico de Buenos Aires sigue rigiendo una visión estética sobre otras
visiones y esto lo convierte en uno de los pocos espacios verdes de la ciudad donde la permanencia
intencionada del placer por la belleza es una parte indispensable de su programa. Esta belleza se
define por la combinación ordenada y armónica de elementos naturales y artificiales, y resulta en un
conjunto de paisajes pintorescos develados a medida que nos adentramos en sus caminos.
El simple paseo por sus senderos despierta nuestra imaginación mediante el despliegue y la
combinación de ambientes geográficos de ilusión, mundos lejanos, plantas, animales y juegos de
agua, entre otros espectáculos. De la misma forma, nos permite tomar contacto con la naturaleza, lo
salvaje y lo exótico, pero excluyendo el miedo, la inquietud y la incertidumbre que estas experiencias
conllevarían fuera de este espacio controlado.
Su contenido se resguarda con límites materiales y simbólicos, oponiéndose a otras naturalezas
urbanas (Parque 3 de Febrero) y ocultándose a la mirada distraída del transeúnte. Para conocerlo
debemos atravesar esos límites y practicar una mirada activa de su recorrido.
Definido en estos términos la enunciación del sitio como un área verde para la exhibición de animales
dista mucho de la experiencia visual y sensorial planteada por este espacio público. El zoológico de la
Ciudad de Buenos Aires se proyecta como un jardín y continúa siéndolo hasta la actualidad.
Bibliografía
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Abbott’s New York. New York: Princeton Architectural Press, 2004. ---, muestra on line, [http://www.newyorkchanging.com/nychanging/index.html], visitado el 11/04/2011.
Graciela Silvestri y Fernando Aliata, El paisaje como cifra de armonía. Buenos Aires: Ed. Nueva Visión, 2001.
Gustavo Collados Sariego. El rol de los zoológicos contemporáneos. Santiago de Chile: Facultad de Arquitectura Diseño y Paisaje de la Universidad Central de Chile. 1997
Iñaki Ábalos (ed.), Naturaleza y Artificio. El ideal pintoresco en la arquitectura y el paisajismo contemporáneos. Barcelona: Gustavo Gili, SL, 2009.
Néstor García Canclini, Imaginarios Urbanos. Buenos Aires: Eudeba, 1999. Peter Burke, Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico. Barcelona:
Crítica, 2005. Proyecto “Urban Life through two lenses”, McCord Museum of Canadian History,
[http://www.mccord-museum.qc.ca/en/keys/virtualexhibits/twolenses/], visitado el 20/03/2011
1 Hipótesis de partida del Proyecto de Investigación SI HyC-25 con sede en el Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario
J. Buschiazzo” y de la tesis de Maestría en Historia y Crítica de la Arquitectura Diseño y del Urbanismo (MAHCADU) in progress de la Arq.
Marina Vasta, dirigida por la Arq. Rita Molinos (Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo, Universidad de Buenos Aires).
2 A partir de una revisión general del material fotográfico sobre el Jardín Zoológico de Buenos Aires obrante en el Archivo General de La
Nación en formato papel, se seleccionaron 160 documentos que fueron adquiridos en formato digital y se conformó una primera base de
datos.
3 Refotografía: Acto de repetir una fotografía de un mismo sitio, con un espacio de tiempo entre las dos imágenes.
4 GARCÍA CANCLINI, 1999, p.107.
5 KOSSOY, 2001, p.23.
6 Tuvimos en miras los trabajos realizados por diversos fotógrafos especialistas en la técnica, como M. Klett, C.J. Vergara y D. Levere, entre
otros.
7 Distinguimos entre el paseo/recorrido y la travesía porque entendemos que esta última implica incertidumbre y privación de orientaciones.
Se atraviesa este espacio intermedio para pasar del lugar de “la ciudad” al recinto del “jardín”.
8 El trencito o “Tren Liliputiense” recorría toda la extensión del Jardín Zoológico y formaba parte de las atracciones que ofrecía el sitio a
principios del s. XX, más allá de la colección animal. Se inauguró durante la dirección de Clemente Onelli (1904-1924).