utilización del cid de menéndez pidal en la ideología militar franquista

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,' al ffiL LNT'ERAf URE / ll Vol.3 , No. 12 Ls$ays t leana Rodrlguez La literatura rlet Caribe: una 'irerspectiva unilaria ?aul G. Teódorescu 'El camino de la ideología socio¡:olltita de floracio Quiroga ( larroll Johnson l,a Numancia and lhe Structure of Ccrvantine Ambiguity (llues and Sources Itlría Eugenia Lacarra t.¡r utilización del Ci<t de MenéndezPidal en la ideologla rnilitár '' March-l\{aY 1980 Ir:¡¡¡(l:¡ista .trr:rrr Villegas ! | ¡o ¡xrético rte conciencla social en la Poesla chilena de r r rrrrir.rrzos de siglo Rcview Article .l:r irrrr' ( ilr< lra \rr r¡rl¡¡ r irto ¡xrr Si< arrl . HISPANIC AND LITERATURES A JOURNAL OF LUSO.BRAZILIAN

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ffiLLNT'ERAf URE

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Vol.3 , No. 12

Ls$ays

t leana RodrlguezLa literatura rlet Caribe: una

'irerspectiva unilaria

?aul G. Teódorescu'El camino de la ideología socio¡:olltita de floracio Quiroga

( larroll Johnsonl,a Numancia and lhe Structure of Ccrvantine Ambiguity

(llues and Sources

Itlría Eugenia Lacarrat.¡r utilización del Ci<t de MenéndezPidal en la ideologla rnilitár

'' March-l\{aY 1980

Ir:¡¡¡(l:¡ista

.trr:rrr Villegas! | ¡o ¡xrético rte conciencla social en la Poesla chilena de

r r rrrrir.rrzos de siglo

Rcview Article

.l:r irrrr' ( ilr< lra\rr r¡rl¡¡ r irto ¡xrr Si< arrl .

HISPANIC ANDLITERATURES

A JOURNAL OF LUSO.BRAZILIAN

a

La utilización del Cidde Menéndez Pidal en la ideología

rnilitar franquista

María Eugenia Laca¡raO ccid.ental College

En 1969 laReuista de IaI-/nive¡sidad de M adrid rindió homenajeal recientemente fallecido Ramón Menénde¿ Pidal' a la vez queconmemoraba su centena¡io' El Capitán de Infantería MiguelAlonso'Báquer contribuyó al homenaje con el artículo "La éticadel Cid y la pedagogla militar contemPoránea". ¡ Considerado porelTenienteCoronel de Infanterla FernandoSalas López como unode los más prometedores.y jóvenes escritores y tratadistas militareseipañoles contemporáneos2, Alonso Báquer nos informa' en su

.arií..,Io d{ittterés que la vida y hechos. del Cid Campeador hartdespertado en el ejército español a partir de la segunda mitad de losañós 3O. En él constata que mientras en todo el siglo XIXsolamente ha encontrado en la bibliografla militar un artículoreferente al Cid, el del Coronel de Artillería Mariátegui "La-Colada y !a Tizona"'r, entre 1940 y 196O la dedicacion militar a losesrudios cidianos se inlensifica ext¡aordinariamente. Atribuye elfenómeno a la influencia de Menéndez Pidal' el "gran pedagogonacional", pese a que en su opinión, "No pensaba MenéndezP idal, ofrecer su obra, en particular, a los hombres de armas de sutiemPo-':4.

En el presentéestudio me propongo analizar críticamente el porqué del relativamente reciente interés militar en este. héroemedieval y los motivos que llevaron al ejército de la España deFranco5 a adoptar las teorlas de Menéndez Pidal y a tomar a su Cidcomo modelo ideal del nuevo eiército franquista. Para elloconsideraré la obra entera de Menéndez Pidal' aun cuandoint€ntaré ceñirme a sus escritos sobre el Cid y entre éstos a su obrafundamental, La España del Cid.6 Los objetivos finales de este

96 Marla Eugenia Lacarra

ahálisis son tres; desvelar el contehido ideológico de los esoltos deMenéndez Pidel, coircreiat algunos de los aspectos de estos esciitosque fueron utiliza<los e incorporados a la ideologla franquista, eindagar ccímo el Estádo puede utilizat la producciórl ittelectüalpaia desárrollar sus propios fines, a veces incluso en un sentidoajeno a los propósitos conscientbs del esc¡itor.

l. Menéndez Pidal y sus teorlals sobre la épical| 892 es una fecha clave para los estudios sobre el Cid en España.

El 27 de junio de ese año, la Real Academia Española anuncia Iaapertura de un concurso, que se cerrará el30 dejunio de | 893, parapremiar el mejor estudio filológico sobre el Poéma de M io Cid(PMC). Corrro es bien sabido, el estudio de Menéndez Pida! sacó elprimcr pucsto.¡ En | 908 aparecerán c¡r ttes vohimenes losresultados de su investigación con el tltulo: Cantat d,e Mío Cid.Texlo, grarnática y uocabulario. Esta obra, junto con La leyéndade los inlantes de Lara (1896) lo dcstacan de inmediato como lafigura preeminehte tánto eh los estudios cidianos como en Iaepopeya caslellana.

En 19O9, a lo largo de una serie de con lerenciás pronunciadas enla Universidad de Johns llopkins de Baltimore, Me¡léndez Pidalexpone las consecuencias teóricas de sus investigaciones sobte laépica castellanae. Considera (lue ia épica es de origen germánico,previo y contemporáneo a las invasioncs e instalación de las tribusgefmánicas ert el imperio rómáno y está motiváda por el deseodesintetesado de informar al pt¡eblo de los principalesacontecimientos históricos en un rriomento ánterior al desarrollo

- diuna historiografla culta, correspondiente a lo que se ha llamado"edad heroica". rs

La teoria de los otígehcs germánicos de la epopeya plantea deinmediato el problema que supone la ause¡rcia de tualquiervestigio de poemas épicos visigodos e incluso c¿stellanosanterio¡es as siglo XII r. Con objeto de resolverlo, Men€ndez Pidallanza su teorla del "estado latente" que Ie permite hipotetizar laexistencia de cahtáres épicos desconocidos. Además, considera quetanto el proceso de creación de la épica, como süs fue¡rtes sonoiales, bien seafi ¿stas antiguás leyendas, testimonios departicipántes eñ los hechos narrados, o información de testigosoculares o de personas coetárieas o casi coetáneas a losacontecimientos descfltos. Esto riltimo le lleva a la hipótesis de lahistoricidad de la épica castellanal2, y a Ia consiguiente vatoracióndel poeina épico'como utra fttente histórica independiente ysupletoria a los docurrientos. Menéndez Pidal propone el conceptode "áutor-legión" para subsanar el problema que la historicidad

li!, . La utilización det Cid gz

plantea cua-ndo ros hechos narrados seapartan considerabremen tede la historia. Según este concepto, la épica .ro." urárlrrr" po.qr"sé da la circunstancia de oue no conozcamos el nombre y apellidodel auror, sino porque .i i.,trí',se.r-l;,;;'ñ;; anónimo.Una vez creado un canrar.,se considera pr;p:;;; pública ycualquiera puede modificarlo, aumentarló, ,".o.tarlo, etc., demanera que pasado el tiempo el cantar resultante pue.le o ,,odivergir furrdamenralmente.áel c-antar i"¡.i"i-ü"'."á rnanera seexplicarlan los episodios ticricios "" "ri J.,.r'm]"r,ldo po._,éPico. tr

No pretendo aqul estudiar los méritos o inconvenientes de lasteorlas pidalianas.ra Sl me propongo, sin embargá, anatizar lasconsecuencias ideológicas.que se pueden .*,ro.; i. ellas conobjero de comprendeisu utiiizaciorlfor;i "je;J; elpañot en ta

:L"_:1o". nos.ocupa. El asignar u.rá epi._'""r"p".l'un antiguoorrgen germánico y a la épica castellana, e" pa.tiiula., un origenvisigórico indepcndiza á esra riltima a. t.ra, -l.p.ndencia

inrlnseca dc la i.oica frgn99sa, cuya influencia se reduce a:t-:i:-!9' i.t" postre-superficial.. q"; ;; ;;;;;.'dJrr'n .r .u.á.t.,netamente.,nacional,'de la ópica casteltana. ñ.

""-r."t" de copiara los franceses si¡ro de una creación propia, coetánea e inclusoanterior a la francesa. E.t. 91 .o_o' .."Lüdo .f .lr,r.r..>, .onargumenros- filológicos, de Menéndez pi<fal de hiporerizar laexistencia de poemas épicaderantarr"¡.:ñ;'J;;.í;.:'"fj." j:I"J:ffi.:3"i;:1:lTlg;Poema de los Infantes de r..ara,, por ejempl":, ü;.;;;r..rlos casicoeráneos a la existencia. históri"ca i. É.

'lJ"""ajes queintervien.en- cornprementarramente y como consecuencia de Iacoetaneidad de hisroria v cantares, lo'r"p"""," tririllic¡¿ad de Iaépica cástellana, unida a su '. mode¡ació",, y

" ""-;r."j¡smo,, sonpresenladas como caracrerístic-as positivas, Jl Ui." elialirerarias,que ta diferencian de Ia épica_lrancesa y q;.;;;1;;;n su vatorfrenre a cualquier araqüe.cre "" páJiui.-i"r".'#iá"¿, ..u .r,rérminos cuanlitativos o cualitr,i".r. p"rrJo¡l."_.""ti, ¡rl.rrerr¿.,Pidal concluye que eslas ca¡aclerísticas de Ia épica casteIana no sedebe.n a un condicionamienr-o h¡"r¿r;.á..y"" l-"r'u'f , i,rla..f, a"aopor las circünsrancias peculiargf

-a; rr

-n-Jü"..i?r,'i"oi." , a" ""función, c.rmo pare..ría ¿e to aictro h"!ra"liii, ""i"1.q.r. or¡.",,que forman parte de los ..caracteres primordiales,, visibles a lolargo de toda la Iiteratura española. rr-

Por otra pa¡te, Menénd9. fr¡a.t inrenra aparrarse de la idearománrica de la creación simultáneameni" .Jf ".ij", j. ta épicapor el "pueblo", e introducerl.or,..pto-d.l,i"i.r-i"i¡á",,,."e""

el cual la producción de la épica ,.r?, ¡"ji"JJ.á .,i"'r orig"r, ydesarrollo concrero, pero colectiva .r, "" i;i;;;;;. i"nal¡2"¿. l.

98 M aría Eugeltia Lacarra

alternaiiva menendezpidaliana, sin embargo, vetnos que no se

diferencia significativamente, en términos ideológicos, delpostulado tomántico,l6 Base fundatnentál de ambos es el asi.¡mir laexistencia de trna "edad heroica" en donde la armonía social es detal lndole que no cxisten intefeses contrários entre los distintoses¿amentos sociales. En efecto, al ¡eferirse a las institucionesmedievales castellanas Menéndez Pidal les atribuye ün carácterdemocrático (de democracia órganica "avant la lettre") basándoseen el hecho de que un nrlmero sustancial de los habitantes tenganuna relativa autonomla en el gobierno local, y un cierto controlsobre sus medios de producción. No atribuye tal situación a lascondiciones históricas que las moiivaron, siho al supuesto carácterinnatamen te equitativo de la sociedad castellana Que hacía que losnobles castellanos, a diferencia de los nobles de otros reinos, o delas clases dominantes de cualquier país, supeditaran sus interesesparticulares al bien de Ia comühidad.17

Otro aspecto ¡elacionado con el anterior es la función queMe¡réndez Pidal supone para la épica: informardesinteresadamente de los acontecimiehtos históricos y contribuira que la población en general y la clase guerrera en particular,aprenda e imire de los grandes hechos de los héroes hacionaies.rs Sia estas dos funciones netamente educativas se añade el com-ponente estético del deleite, tenemos el ideal literatio medieval delenseñar deleitando que haría de la épicá un género didáctico porexcetencia. Pero se daria en la épica castellana la circunstariciaexcepcional de que tanto los protagonistas de la historia -lanobleza-, como los informadores de l¿ misma -autof-legión-,como sus consuriridores -el pueblo que escucha los cantares-,tien('n los mismos intereses.re Al igrial que ocurrla al considera¡ laépica 6astellana como el g€nero caracterlstico de la edad heroica,también al considerar su doble función se implica que la sociedadque produce tales cantares tiéne un sistema político y socialmodelo, ditía que perfecto, en el que no existen discrepancias entrelos estamentos, entre la clase dominante y Ias dominadas?0.Finalrnente, el supuesto del "estado latente" de la tradicióntiteraria le lleva a Menéndez Pidal a afirmar lá existencia decaracteres perdurables tánto en la literatu¡a como en la historiaespañola.

l-os hechos de la Historia n() se repiren, pero el hornbre que realiza laHistoria es s¡empre el mismo, Dc ahf la ete¡na verda<lt ¿Quíd.st qvod luit,ipsurn quod lutururr¡ ¿Jr; l(' que suc€dió no es sin<¡ Io mismo que sucede¡á: lode h()y ya t)recr dió en los siglos. Y el c¡rrrespondiente afán po¡ saber cómo escada puebfo actor de la lfisto¡ia, cómo dada s! permanenla id.ctraidad (elsub¡ayndo €s mio). sc compo¡ta e¡t sus actos, fue sentido po¡ los hombres detod('s l('s tiempr's.rr

La u¿ilización del Cid. 99

La determinación a la que sus propias teorlas desembocan seobserva claramente en el prólogó a la primera edición de Z¿Españú del Cid. La intención deciarada de esta ob¡a es similar a Iade la misma epopeya de que mata: estimular a la sociedadcontemporánea a emular las acciones de los héroes épicos _eI Ciden -este caso particular-. EI género literario empleado es, sinernbargo, distinto. Menéndez pidal se va a valer de un género de lalite¡atura cientlfica, la historia, para mostrar a suJ coetáneoscuáles son sus verdaderos modelós y por tanto sus verdaderosintertes. En 1929, según el propio Nien€n.1". pi¿"i, l" sociedadespañola no comparte los valores del héroe medieval y e¡r esroradica precisamente el descontento y el caos que prevalece.

Y aun la vida del Cid tiene, como no podfa ñenos, u¡ra especiatoportunidad española ahora, época de desalicnto entre nosotros, en que elesceptismo ahoga ros sent¡mientos de s.lidarirrad y ra ins<¡ra¡id-ad arimerrtael esceptismo. ConÚa esta debilidad aclual del esplritu colectivo pudir,ranservi¡ de reacción todos los grandes recuerdos históricos qu. -á. n(), h...r,t¡trtmar ccin ta esencia del pucbJo a quc pe¡tenecemos y que más pucdeDrobuslecer aquellá trabazón de loJ españoles _"t'"1rnu colcctiva_inspiradora de la cohcsión social.:r

..Es evident€ que la ausencia de un análisis de la situaciónhistórisa de España le permite a Menéndez pidal iergiversar lascausas reales de ese caos al que alu<Ie. Recordemos que la ZaEspañd del Cid, sale a la callein ocrubre de 192g. En esre mismomes se produce -el colapso de Wall Street con consecuenciasoesastrosas para la economla mundial. En España este año es elriltimo de la dictadura de primo d_e Rivera, cuya potiiica represivano ha impedido la persistencia de Ios partidbs het pioletariado,anarquistas, anarco-sindicalistas y socialistas, ni ha logradoocultar la violencia de la lucha áe clases qul

". -u.,if."turadramáticamenre pocos años <Iespués: Aunque'Menénáez pidal seexpresó críticamente hacia la dictadura di primo de Rivera en"Car.ra al Dicrador", publicad a en ElSoI, el27 ¿"Á"r"á ¿. I gZg, onotable que I-a España del Cid. aparezca a fines de ese -i"*o uáo,apenas tres meses antes de la caida del general, y que en esta obraproponga como modelo a sus contemporánéoj otro caudillomilitar. Menéndez Pidal nos propone el retorno a una míticasociedad medieval -en la que a diférencia de la actuál exisrlan el"esp¡rltu colectivo", el "alma colectiva" y Ia,.cohesión social,'.

Pero, ¿quién es ¡ealmente-el Cial ¿que,raiores repre".-r, t"r, el y ,,.,sociedad segrin Menéndez pi_dat, pari que su imiüción permita alos españoles superar uno de los rnomenios má" a"arriroro" prra t.economia-mundial y nacional?- Evidentemente, el presente trabajono trata de descubrir la veracidad histórica del iid,.ir,o lo q.r..Menéndez Pidal entendla que era Rodrigo Dfaz, tal como lo

)

100 llt arla Eugenia Lacatra

expone fundamentalmente en srt España del Cid2t-

ll. El Cid de Menéndez Pidal.

La intención declarada de Menéndez Pidal es presentar laverdadera historia del Cid e; su contexto histórico'social. Paraello inicia su labor rebatiendo punto por punto las,conclusiones aque llegaron los críticos anteriores, especialmente Masdeu y Dozyá to. que acusa la cidofobia2a. Frente a ellos, afirma que el Cid nofue ui enemigo de su patria, ni violador de iglesias, ni mercenario,ni perjuro, y su crueldad, cuando la hubo, es justificable "Nopreiendemos justificar ni inculpar. . . - El mi¡mo Ben Alcamacomprende la necesidad del rigor usado por el Cid."25 Aunque ladefensa del Cid es explícita, Menéndez Pidal afirma que no es suintención primaria:

Entro de mala gana en este et amen, lx)¡que tepugno profundamente elpapel de apologista y al rebatir a Dozy y a M asdcu en sus afi¡macioneshechas con urta rnania de sister¡rática inculpación, lendr€ quizá que patccctexculpa<lor sistemático. Pero me resigno a co¡¡er el riesgo' protesrandoempero de que está muy leios de ml el queret ¡enovar cl p¡o'eso de

canonización del Cid incoado por Felipe ll.!6

Las principales caracterlsticas del Cid segúrl Menéndez Pidalson las siguentes:| - "Fidetidad "t botria" . Et Cid es ante todo y sobre todo un vasallofiel a su señor-y a su paful. Su fidelidad le lleva a obedecer y asupeditarse , t, t.y, Alfdilso VI, inctuso ante las ñianifiestásinjusticias de ¿ste, y, lo que es todavía más notable' hasta cuandolegalmente ha dejado de ser su vasallo y no tiene obligación algunaparr con su antiguo señor' De esta manera, el Cid no sólo noinfringe la fidelidad a Alfonso, sino que la practica y la defiendeincluso en momentos en que la ley justifica su abandono. Estaconducta excepcional se debe a su patriotismo' pues "el rey y'latierra', o sea la patria, son para él una misma cosa."27 De ahl que"supedite los móviles personales al amor patrio, sentimiento ¡nuydébil en los tipos heroicos de las epopeyas más antiguas- El .

sentimiento nacional lo manifiesta además el Cid en su famosopropósito de reconquista de toda España, propósito agrandado enél Poema hasta ambicionar que Marruecos pague parias aAlfonso."2s En contra de la realidad histórica, Menéndei Pidalafirma que el Cid motivado por su patriotismo conquista Valenciapara su rey.2e2. "Moderación y uiolencia". La moderación del Cid se manifies¡aen su mesura en todo, incluido el perdonar a sus enemigos.

La utilización del Cid. lol'

Ui".,rlp" su violencia pues sólo la ejercfa én momentos denecesidad. Cuando "sehtia vedado el camino del comedimientoechaba por el atajo de la violencia."¡o3. "Desmaña y altiuez". Estas características le rinden inhábil parale captación cortesana y explican sus dificultades con el rey y conlos nobles.J I

4. "Caulela". Este rasgo Ileva al Cid a sus frecuentes vicaoriasmilitares, pues sorprende con frecuencia al enemigo al tomar lasdecisiones solo, sin consultar a la mesnada y sin comunicar susresoluciones hasta el momenlo de la ejecución.S. "Tradicióny renottación". Aunque es tradicional en lo ritual -cree en agr.ieros-, el Cid combate el tradicionalismo leonés,,atltulo de ideas feudales nuevas":r. ¿Cuáles son estas ideas feudatesnuevas segrln Menéndez Pidal? Parecen ser la a¡nbición deconquista y de unidad nacional que Menéndez pidal atribuye alCid, así como el sentimiento de la supremacfa castellana sobre losdemás reinos y de su destino imperial, que si bien habla sidoprerrogativa del reino de Leó¡r al considerarse heredero de lamonarqula visigoda, pasa con el Cid a hacerse parte de laidentidad del reino de Castilla.¡:6. "Justiciero". El Cid es buen conocedor y practicador delde¡echo. Sorprendentemente, Menéndez Pidat incluye aquí Ias"dos normas claras de conducta", atribuidas al Cid para con losmusulmanes: el respeto al hispano y la elimirración del africano..ra7 . "Inuicto," En esto concuerdan historia y poesla.8. " Energla heroica-" Manifestada en su participación en todo: enel campo de batalla como jefe militar, en la ejecucióngubernamental como señor de Valencia, y en la administración dela justicia.

A todas estas caracterlsticas se únen aquellas de las quesolamente nos informa el PMC, y que sirven para ampliai ycorroborar la imagen del Cid propuesla: generosidad con suimesnadas en el reparto del botln, excelente y amantísimo es¡íoso ypadre de familia y mesurado en todo.r5 Pes€ a estas cualidades, oquizás debido a ellas, el Cid es.vfctima de la ',invidencia" einferioridad de Alfonso VI y de la.enemistad de tos nobtes máspoderosos de su corte. No obsi.ante, logta superar cl¡antosobstáculos se le presentan debido, no sólo a su excetencia personal,sino también a que el sistema politico en el que vive y cón el queestá de acuerdo y defiende es intilnsecamente válido.

lll. El Cid dc la historia y el de la poesíay strs relaciones con el Cidde M enéndez Pidal.

.l

La utilizacióndel CidI

María Eugenia Laca¡ra

De las tres figuras del Cid, la histórica, la literaria, y lapidaliana, sin duda la más difícil de réconstruir es la primera. Esobvio que no interesa aqul hacer un examen exhaustivo delRodrigo histórico, pero si contrastar los datos fundamentdles enrelación con los alegádos por Menéndez Pidal.

Ffemos visto que las características fundamentales que segrlnMenéndez Pidal motivan la actuación polltica del Cid son sufidelidad al rey y su pátriol.ismo. La documentación histórica quenos permite examinar la veracidad de este aserto es hasta ciertopunto ambivalente. Las escrituras notariales en las que RodrigoDlaz actúa como otorgante o confirmante no nos informan de susrelacioires con Alfonso, aunque sitven para verificar la exactitudde otras fuentes, sean históricas o literarias. La fuente básica ent¡eIas prirneras, para dilucidar el problema que nos concierne es lafI istoria Rodetici. Redactada hacia I 147,36 y considerada por loshistoriadores como fidedigna a los hechos, esta crónica es, sinembargo, partidaria del Cid, a cuya defensa sale siempre en casosdiflciles. Narra ciertos aspectos de la vida de Rodrigo Díaz desdesucrianza por Sancho II hasta su entierro en Cardeña. En sunarraéión nos informa de los dos destierros de Rodrigo. La causadel primer destierro nos dice ser su incursión en eI reino deToledo,cr¡yo rey es protegido de Alfonso, y su negativa a devolver al reycristiano el gran botln obtenido en la "razzia". Esta actuación eseconómicamente perjudicial a Alfonso, quien tendrá másdificultad en obtener parias de un reino saqueado y empobrecido,y políticamente peligroso puesto que compromete su alianza conel rey moro a quien había asegurado protección. La HistoriaRoderici intenta de atguna manera explicar Ia actuación deRodrigo, ya que no puede justificarla, Alega que la incursión nofue sino una cabalgada de castigo, defensiva en su iniciación, antela agresión primera de los moros toledados, y que la acusación quese levantó contra él fue encabezada por sus enemigos en la corte,envidiosos de su buena relación con el rey. El autor de la crónica noexplica por qué Rodrigo Dlaz desobedece al rey y se niega aentregarle parte alguna del botfn. Con esta tibia defensa se inicia lanarración de la vida del Cid en el destierro. Corno es natural,siguiendo las leyes castellanas que permitían al desterrado elacogerse a cualquier señor, e incluso pelear contra el primero, elbiógrafo dé Rodrigo Dlaz no critica el hecho de que Rodrigo paseal servicio del rey moro de Zanagoza.l1 lfras seis años de destierro,Rodrigo vuelve a la gracia de Alfonso, quien le perdona,devolviéndole los bienes confiscados, las tenencias y honores, yotorgándole además nuevos privilegios. A principios de 1089,Alfonso cede a su vasallo en heredad_iure hered.itario-, todas las

tierrac qlre pueda ganar en Levante. La armonla dura poco y enlO90 Rodrigo es de nuevo desterrado acusado de traición. El autordefiende a Rodrigo con razones más convincentes que la vezanterior y de nuevo acusa a los enemigos del Cid de cizañar yconvencer al rey de la mala voluntad de su vasallo. Este segundodestierro durará hasta la muerte de Rodrigo acaecida en 1099.

Se puede concluir que al no volver a reconciliarse con Alfonso,sus conquistas no aumentarán las posesiones del reino deCastilla.rs En cuanto al sentimiento patrio de Rodrigo Díaz meparece imposible desligarlo de su actuación. Además esanacrónico el pretender imponer a una figura del siglo XI senti-mientos nacionales cuando todavía no existía el concepto denación tal como lo tenemos en la actualidad y que empezará aesbozarse a partir del siglo XIII.re En cualquier caso, el argumentose elimina si, como antes mencionaba, en opinión de MenéndezPidal: "el rey y la (rierrDD, o sea la patria, son para él ( Rodrigo) unamisma cosa". En definitiva, la Historia Rod.erici no atribuye aRodrigo Dfaz designios de unidad nacional, pero sl intenrapiesentarlo como un vasallo fiel, pese a las aparienciascontrarias.40

El PMC no se diferencia fundamentalmente de la fI istoriaRoderici en cuanto a la percepción de Rodri¡;o como vasallo [iel,EI autor, sin e,mbargo, se permite libeitades cronólo6¡icas queserlan inaceptables en una crónica y que le permiten hacer unamejor defensa de la fidelidad del Cid hacia su rey, mediante lamanipuldción de los hechos. Segrln el autor del poema, el prirnerdestierro del Cid se debe a la injusta acusación de sus enemigos dehaberse quedado con las parias del rey de Sevilla debidas a Alfonso.La falsedad de la acusación Ia "demuestra" al presentar a Rodrigototalmente falto de recursos económicos y obligado en su penurii arecurrir al engaño de las arcas de atena que supuestamentecontendrlan su dinero malganado. Esto permite el autor, de formamagistral, posponer oonológicamente la causa real del destierro.Por ello, en el PMC la incursión al reino de Toledo ta haceRodrigo cuando ya está desterradó y por tanto es perfectamentelegal y justificable. Puesto que en el p<tema sólo se nos habla de undestie-rro, la paz que sigue al perdón real no será rota. Sin embargo,para justificar la posesión hereditaria deValencia por el Cid quáetPMC teitera, €l autor hace preceder la conquista a la supuestareconciliación definitiva, en absoluta discrepancia con la hiitoria.Estas manipulaciones le permiten presentar a Rodrigo con unafidelidad sin grietas. Más importante todavfa, la tergiversación dela historia le permite presentar a Rodrigo como defensor delderecho\blico y con ello de los intereses de la monarqufa, que, en-\

103

;' lo4 ' M arla Eugenia Lacarra

el momehto en que escribe -fines del XII principios del XlIl-,apoyada también por la clase rlrbaná, ve en la nueva concepcióndel derecho una disminución de los poderes de la nobleza. Por otrapatte y en contraposición con lo anterior, el autof del poematambién defiende la posesión por parte de la nobleza del feudohereditario y del señorlo jurisdicional, bases del poder nobiliario.Al aceptar instituciones jutldicas contrarias en sus objetivos y ensu concepto de la.jüsticia y de su administración consiguepresentar una sociedad armónica y justa que sirve los intereses dela colectividad, donde todos, del mayor al más pequeño, obtend¡.ánjusticia si siguen las reglas establecidas.al

Si recapitulamos lo dicho hasta ahora, veremos que el RodrigoDiaz de la H istoria Rodericí, el del PMC, y el de Menéndez Pidá|, .

aunque con caracterlsticas coñunes tiene diferencias explicablespor las tres distintas cronologlas e ideologías de sus respectivosautotes. El de Ia primera parece atenerse más a los hechoshistóricos. No obstante, al ser una alabanza de Rodrigo Díaz, encasos controvertidos favorece al protagonista. A su autor leinteresan más Ias hazañas personales de Rodrigo, o la maldadpersonal de sus enernigos, que la equidad o inequidad de lasinstituciones. En esto se diferencia notablemente del autor delPMC a quien, como hernos visto brevemente, le interesan muyespecialmente las instituciones jurídicas. La disoepancia delenfoque entre ambas obras hace que mientras en la crónicáRodrigo supera los obstáculos exclusivamente por su excelenciapersonal, en el poema su triunfo es posible, no sólo pof susextraordinarias crlalidades, sino también por la Justicia del reycomo juez supremo en la adminisración del derecho prlblico, esdecir, por la equidad de las instituciones de su sociedad.

La figura del Cid trazada por Menéndez Pidal tiene más afinidadcon la del PMC que con la de la Historia Rodetici, aunque haydivergencias notables con ambas incluso cuando crónica y poemacoinciden. El caso que nos concierne es la fidelidad de Rodrigo alrey. Los tres la defienden. Pero mienras crónica y poema señalanque durante el destierro el Cid luchó contra los intereses deAlfonso -la primera en la devasración de la Rioja por el Cid, y elsegundo en la incursión al reino de Toledo-, Menéndez Pidal toniega. En el primer caso pretende que no es al rey a quien atacasino a su enemigo Garcla Ordóñez, quien tiene la posesión de laRioja. Lo que no menciona Menéndez Pidal bs que la Rioja es .

parte de la propiedad real y que Gatcla Ordóñez administratemporalmehte el condado en nombre del rey. En el segundo caso,Menéndez Pidal se basa en Ia lectura de un verso del pMCinterpretado fuera de contexto. El verso en cuestión dice: ..con

La utilización del Cid. 105

Alfonso mio señot no quertia lidiar" (v. 538). Se encuentra en elepisodio que el mismo Menéndez Pidal titula: ..EI Cid ent¡a en el¡eino moro tibutario dé Al[onso".a: El Cid las profiere después dela toma.de Castejón, en el siguiente contexto: tras vencei al reymoro- aliado de, Alfonso y saquearle de sus posesiones, Rodrigo

. estudia las cci_ndiciones del lugar y llega a la conclusión de queiusituación- no le permitirá mantener con éxito un asedio, especial-mente si los atacantes ayudados por el rey Alfonso en defenü desutributario vienen en rnayor número. La reflexión de taleventualidad le lleva a tevantar et campo, no sin antes disculparseanle su mesnada. Es en este momento y en este contexto cuando elCid pronuncia la frase en cuestión. El autordel poema no pretendejüstiticar al Cid, al no considerar que haya actuado ma!. Noobstante, la agresión económica a Alfonso es obvia al poner e4dificl¡ltad el cobro de las parias del rey moro asf empobrécido poiel Cid.ar a.

Sob¡e esta lectura Menédez Pidal vaTmantener tas bases de sudefensa de la fidelidad a ultranza del Cid. La importanciaconcedida a este verso se muestra en el sutrtltulo que da en LaEsqaña áel Cid. a una de las partes correspondientés al capltulosobre el destierro: "El Cid ¡enuncia a su derecho de gr¡era contraAlfonso.aa

lY. "La España del Cid" como lección política¿Pero, que interés puede haber tenido Menéndez Pidal en hacer a

Rodrigo Dlaz más fiel de lo legalmente necesario, de lohistó¡icamhte cierto, y de lo que inclt¡so el poeta del PMCconsidera convehiente? La lección hay que buscarla en el objetivode La España del Cid. Como dice Leo Spirzen "Don Ramón haesctito su España del Cid como lección de energía para la Españade hoy."15 En la España de 1929, coino en la de hoy, la fidelidád atEstado, a.la monarquía entonces y ahora, no se concibe, como en etsistema feudal, como un contrato entre dos partes; como unvlncúlo personal que se puede romper unilateralmente o de mutuoacuerdo y que deja a ambas partes libres para actuar segrln sus

, inteieses, sean o no antagónicos. En la sociedad moderna, donde\ no se es vasallo sino ciudadano, no hay posibilidad de luchar\ contta el propio Estado y en servicio de otro, salvo renunciando a

la ciudadanf a, En el sistema legal moderno las acciones deRodrigo hacia sú soberano, cualquiera que sea su justificacióñ omotivación, se¡lan consideradas como rebelión. Imaginémosnos a

' un alto mando militar actuando por cr¡entá propia en contra de losaparentes intereses del Estado, e incluso recurriendo a represaliasen contra del tey devastando una de sus provincias. A mi juicio,

' ló6 Itr[ aría Eugenia Lacarra

Menéndez Pidal se deja inflüehciát por la Iegalidad acttral y peseasaber muy bien y teitetar que iricluso si el Cid hubiera luchadocontra su antigüo señor no habrfa cohtravenido ley alguhd, niegaque tal haya sido el caso, ajustando de esta formá la histotia a losrnoldes modernos. Lo extraordinario de esta supüesta conducta delCid no se Ie escapa. Al revés, es la base de la "actualidad" rlel Cidcomo modelo para la sociedad española del sigloXX. "Lamayorseñal de modernidad que el héroe español presenta, como héroe deuna época de transición es su fidelidad."a6

A primera vista parece sorprendente que Ménendez Pidalsubrzye con tanto énfasis la fidelidad de Rodrigo Dlaz a su rey,cuando la opinión que le merece Alfonso VI no justificarla taltealtad.4T Pronto veremos, sin embargo, la necesidad ideológica detal conclusión. Para Menéndez Pidal, Alfonso VI, el "Saul leonés"como él lo llama, fue un rey moralmente inferior a su vasallo, cuyaincapacidad de rodearse de personas prudentes a su servicio, su"invidencia", y el dar oidos a malos consejeros, le llevaron a actuarinjusta¡nente contra su rnejor vasallo, impidiendocon elloquesusfuerzas se sumaran en la lucha contra los moros y por elloretrasando la Reconquista. La aparente negligencia de susoberano obliga a Rodrigo a tomar la iniciativa de la Reconquistanacional,

EI desterrado, viendo todo el Suroeste somerido a la acción deAlfonso, miró, al Levante como rl¡rico retugio posible, y concibió elambicioso plan de continuar él por su cuenta la política señalada aCastilla en ef testamento de Fe¡nando l, ¡elariva al reinodeZaragoza,lapolírica del rey Sancho, ahora bastante olvi¡lada po¡ Alfonso.¡¡

Más tarde, nuestro héroe se verá inéluso obligado a usurpar al reysu concepto imperial ante las exigencias de la unidad nacionat:

EI Cid, ante el peligto africanó, ,;enc que ptor¡unciar su famosa frasede querer el rccobrar toda la España p€¡dida por el último rey godo; uninfanzón castellano se atreve a arrebatar al emperador leonés laaspiración neogoticista que era el fundamenlo mismo del imperio.¿e

Naturalmente, para Menéndez Pidal el cóncepto de la unidadnacional existe en Ia Edad Media, pese a la pluralidad de Estados yen su opinión "los cinco reinos reconocen la unidad de destinohistórico. "so

Menéndez Pidal al presentar al Cid suyo como rhodelo delespañol actual, parece postular dos conceptos a ptimera vistácontradictorios. Por una parte, incita a la obediencia al soberano,sea justo o injusto, incluso en situaciones en que la ley permita I<rcontrario -en los años más difíciles de su historia contemporáneaMenéndez Pidal ofrece a sus conciudadanos una lectión deconformidad al Estado y de acatamiento a la autoridad-. Por otra

;r La utilización del Cid to7

patte, justifica la arfogación y ambición del poder supremo de uncaudillo militar, en el caso de <¡ue el gobierno legal no actúe deacuerdo con los "verdaderos" in¿ereses nacionales y ponga enpeligro la unidad nacional. Esta conradición se presenta comoarrpónica. El Cid al ambicionar él mismo la reconquista de todaEspaña lo hace por fidelidad pariótica; por llevar a cabo el destinoimperial a que Castilla estaba abocada.

¿Entendieron los españoles la lección que Menéndez pidal lesproponla? La crltica académica, tanto nacional como exranjer¡,aceptó unánimemente el valor cientlfico de LA España del Ciddándose cuenta de que en esta obra Menéndez Pidal proponía unCid hasta entonces desconocido. Las palabras laudatorias de G.Girot lo manifiestan claramenre: "Le Cid de Dozy,le Condottiereest mort. Celui de Risco n'avait pas beaucoup vécu. ll y amantenant celui de Pidal. CeluiJá vivra et restera."5r C. SánchezAlbornoz, aunque sin sacar las consecuencias politicas, alude alcarácter pariótico de la obra:

Servicio diflcilmen¡e rccompenlable po¡ España el de P idal. porque' no es sólo el cstudio de un siglo de acción decisiva en nuesrra historia el

que su esfueno ha b¡irldado a nuesro pueblo: de un siglo tenebroso eincógnito, de estudio ext¡aordinario, complicado y difícil. Le debemosrambión la vivificación de u¡r hóroe nacional, po¡ muchas razonesslmbolo propicio de Castilla y de España - . . Es el Cid redivivo el quecomo Alenea de la cabeza deJrlpiter, sale hoy arrnadode todas sus armasdel libro comentado . . .

Castilla dinámica y vital, lib¡e y fúerre . . , abra el sepulcro del Cid ysiga sus sendas, las sendas de M lo Cid el de Valencia, .el que en buenpunro hació¡, segrlrr el juglar del siglo Xll, que vuelve a nacer hoy enbuena ho¡a por obra de Pidal.¡:

También Azorln entrevé la importaniia polltica sin sacar lascolrsecuencias pertinefites:

Et tinal det libro, dedicado a sacár las consecuencias psicotógicas ymo¡ales de Ia vida del Cid, es una magnlfica lección de patriorísmo.

. ¡Qué f¡nura y quésobriedadl lY quéactualidad tan viva y esplendenretr.r

Finalmente, R. Peréz de Ayala comenra:La España del Cld es el libro más importante que se ha publicado enEspaña hace mucho tiempo; todo españot ganoio de concienciahispánica debie¡a, a la par de ot¡os de Unamuno, leerlo y releerlo,porque además su lectura es deleilosa y subyuganre.!¡

Y. Franco, el Cid y la Ctuzad,a

Como acabamos de ver, la crltica académica vió en La España.del Cid una contribución al saber histórico y una lección depatriotismo. La iirfluencia de Menéndez Pidal sobre lametodologla histórica es innegable, como ha demostrado ya José

l08 Marfa Eugettia Lacarta

Antonio Maravall.s5 Sin embargo, fi¡eron los oficiales del ejércitoLrü". ."-p..ndieron el alcance polltico de la lección ofreclda

iot tuenenaÉz Pidal y ellos quienes la utilizaron para sus prdpios

fines ideológicos.---i-" -rgSs ü E"udo Mayor' Central publica el primer tomo de

¿i¡bn ¿te España en Á¡rica, ,obta que junto a Geogtaf{a.de-Mirru"ro", habla sido.a"i totatmettt. redactada por la.Comisión

Histórica de las Campañas de Mar¡uecos pa¡á l98l 's6 En liiirodicr¡ón te declarah entre los objetivos de Ia obra el siguiente:"Por su Darte, los norteafricanos de nuestra zona de influencia,r..át¿r"á" las vicisitudes comuhes' comprobarán que elProtectorado español no es uira imposición arbiraria, ni unartificio para dóminarlos."t7 En la obra aparecen referencias a

lvtenéndei Pidal. La utilidad de sus teorlas para la propagandaideológica de la polltica de España en Africa se basa, según elCapitái Miguel Alonso Báquer, en que el concePto. de

brákcbrado, que esta obra desarolta en contraposición al de'colonía, es el mismo que el qtte Menéndez P idal atribuye al Cid enla conquista de Levante.

Los gcógtafos, los eslrategas y los histo¡iadores del Cuetpode Estádo

vtayoia la vista del carácter de las campañas de Ma¡ruecos' buscan e¡los'rnás p¡estisiosos intelectuales del momerilo una explicación de laso..,rliaridadeJ <kl estilo militar español' ya que evidentemente no se

"iusra a lo. modos béficos del Occidente europeo' Con ello se ab¡e una

"'"."t a,op" d€ ilust¡ación militar que ncccsdrit'ncntc .hab¡la d¿

lt¡o¿rtcir un .ncucn¿ro con td int,¿tprc,dción m'n'ndczpi¿aliana dcl'genu;no h¿ro¿ español qve luc cl Cid.tt

En 1936, ya iniciada la Guerra Civil' el ejército de Franco tomacon toda luerza ta lección que Menéndez Pidal habla propuesto ent929: emutar a los verdaderos héroes espáñoles -el Cid etrparticutar-, y a la supuesta sociedad atmónica donde ésle vivió'Ll ZS d" ¡rrtio'd.36, apenas iniciada la guerra, Franco describe el"Levantamiento" con las siguientes palabras:

Estamos ante uná guerrá que reviste, cada dla más, el, carácle¡ deCruzada, de grandiosidad hisrórica y de lucha ltascendental de pueblosy civilizaciones. Una guerra que ha elegido a España, olra vez en láhistoria, como campo de tragedia y dehono¿ para salvarsey traer la pá¿

al mundo enloquec¡do de hoy . . . Por tanto, en vista de lassupremas razones ya expuestas, esto es' €l enemigo enfrcnte, y la.oy,rtrtrr. iristótica de una etapa integradora de todas Ias ante¡¡o¡es anosotros, decidimos, ante Dios y la nacion española, dar cima a esta 'ob¡a unificadofa. Obra unilicadora que nos exige nueslto Fueblo y lamisión por Dios a nosotros confiada.se

En su "Discurso de Unificación" pronunciado en Salamancá el19 de abril de 1937, Franco elabora su idea de que la rebelión del36

La utilización del Cid 109

fue necesaiiá pata no desviar a España de su supuesto destinohistórico. Divide la historia española en tres eiapas. La primeraque él llama " ideal o normativa" corresponde al períoáo de laReconquista que culmina en la España "unificada e imperial". Lasegunda etapa comprende los siglos del XVIII al XX y abarca loque en ellos se hizo para conserva¡ la tradición católica e imperialde la etapa anterior. La tercera y rlltima empieza con Ia dictadurade P¡irno de Rivera, sigue con la fundación de tas J.O.N.S. y deFalange Española y desemboca en el l7 de julio que va a permitir"dar cima a Ia ob¡a unificadora". La España resultante sefundamentará en Ia tra<iición y en la renovación. Ya en estemomento Franco sentará las bases de lo que más tarde sedenominará democracia orgánica: "a Ia explotación liberal de losespañoles, sucederá la racional participación de todos en lamarcha del Estado al ravés (sic) de la función familiar, municipaly sindical.".'o Esta nueva España, en opinión de Franco, elevará elánimo de los españoles haciéndoles orgullosos de serloy permitiráde nuevo la cohesión y la solidaridad nacional-6r En el'.Discursopronunciado al entrar en el Il Año Triunfal", Franco reitera lanecesidad de la guerra, es decir, justifica su rebelión con elargumento de que se lleva a cabo en defensa de la "Patria": ..Habíaque salvar a España", pues la España imperial sucumbla.ó2 SiFranco y sus seguidores presentaban la guerra como t¡na nuevacruzada, es lógico que Franco adoptara el título de "caudillo", yque sus partida¡ios le p¡oclamaran "c¡uzado deOccidente, elegidoPrfncipe de los 4jércitos"t¡, compararan su labor a la de los RiyesCatólicosü y se escribieran poesías comparando sus acciones a lasdel Cid. Interesante a este efecto es el Romance¡o de laReconqukla, de N. Sanz y Ruiz de la Peña, publicadoen l g3].6iSetrata de una pretendida modernización del PMC, a la vez que secompara a Rodrigo DIaz, sus hazañas y sus móviles con los deFranco y el bando nacionalista. En esta versión, el destierro v lagloria del Cid se inician en julio, Se subrayan inequlvocamintetanto Ia simpatla que goza el caudillo militar en Buigos, corno lagran.acogida que le dispensa la lglesia por medio áel abad deCardeña.¡ó Tras la conquista de Valencia prosigue el targo poemacon la comparación directa entre ambas épocas.

"El eyet y el hoy re fundcnen un abrazo perfecto,

ii¡"r"r ¿" Reconquisra. se han encendido de nuevo

i"t .l ¡."" amor de Españatodo! a lá lucha fueron

'l l0 Marla Eugenia Lacarra

Castilla. la bien nacidaconfirma su temple ferreoen la lc¡cera cru¿adaque exalta para su imperioF¡ci€ronla rnuche lDnra

' el Cid y su3 caballe¡o3en cada paso que dabanagregándole le¡r.enoY los cruzados de hoysiguen las huellas de aquellos,alzanclo en cada jornadaa la famá un monumcnlo,qu€ es como Puenre rendidoentre lo actual y lo vielo

En Castilla y por CastillaEspaña vuele al I mperiolMyo Cid vela po¡ elladesde los altos lucerosl . . .6t

La relación del Cid con Burgos y la oportuna coincidencia de laconexión de Franco con esta ciudad fue ya áprovechadá en elprimer gobierno de la dictadura. Burgos actúa en el sigloXX conla [unción que en el siglo XI le fue vedada po¡ Alfohso Vf. Si nopudo proteger y acoger al primer gran caudillo militái español,ahora no se va a privar de tal privilegio en la gran acogida alsegr¡ndo caudillo: Francisco Franco. La erección de ünmonumento al héroe castellano se considerá uh deber patrióticópoco después de terminada la Guerra Civil. En lg43 se levanta¡áfinalrnente el monumento en Burgos a Rodrigo Dlaz, el CidCampeador. Entre los asesores para su realización se encüentraMenéndez Pidal. Y como dice Alonso Báquer:

Bu¡gos, agradecido, p¡opo¡¡e que en el grupo escultórico no faltc laalusión a D. Ramón: un pedesral fo¡mado por cinco'tomos gigantes ymaci¿os, los del Cantat y La España. d.el CidM

Es irónico que la Guerra Civil terminara con la toma deValencia, igual que el éxito del Cid culminó en la conquista de esereino. Desde el momento en que se inician las campañas del freriiede'feruel, los periodistas nacionalistas las parangonan con iascámpañas del Cid en Levante. El 26 de abril de 1938 publicaManuel Aznar en el He¡aldo de Aragón, una crónicá de guerratitulada: "Carretera de Ejulve a Cantavieja. La batalla de Francoprosigue y amplla su vuelo.", con el que obtieneel Primer PiemioNacional Generallsimo "Francisco p¡¿¡66"-. Aznar escribe:"Las mismas tietras que ahora recorren los sbldados del GeneralVa¡ela escucharon el galope de los cabaltos que llevaba el Cid".ceAribuye a ambos ejércitos la misma táctica milita¡ de envolvet al

La ulilización del Cid tllenemigo, y'comenta: "Si los caballeros castellanos, aquellos delCampeador, vieran como se abaten montañas y se llenan vatles coneste Cuerpo de Ejército de Castilla, querrlan ser soldados fusilerosa las ótdenes de nuestros jefes de hoy."uo p.to no son sólo losperiodistas o los poetas quienes comparan las hazañas del Cid conlas de los militares "nacionales". El mismo General AntonioAranda dice haber seguido el itinerario del Cid en su campaña deTeruel al Mediterráneo y haber obtenido un triunfo semejante alde hé¡oe castellano.Tr

Vl EI Cid mod.elo dei mil at español contenporá.neoEn su interés por el Cid, el primer gobierno de Franco elige el

creado por Menéndez Pidal y lo propone como modelo del militarespañol moderno, y de todos los españoles en general. A este efectose funda el primero de lebrero de 1937, en Burgos, la revista MíoCid. Hoja de literatu¡a y A e bajo eI Signo Imperial. Segrln elmanifiesto que aparece en el primer número, la in¡ención de larevista es ser "antes que una tribuna literaria, como un evangeliode la nueva poesla nacional y de la nueva mlstica española."72 Parallevar a cabo este objetivo hay que resucitar al Cid:

Ocho siglos de silencio, de soledad, de suefio, allá en su g¡ave rumba,fu€ron el mág ltfutedeslie¡¡o de Rodrigo Dlar. - . - Nucst¡a primetaaventurelilera¡ia, como las venide¡as, la inicia¡nos por corrsiguienre bajo ta€gidadelCid. El Cid, que es el que abre a España las prrertas <lel lmperio, abrenue3ttos co¡a¿oncs a una exaltación de todás aquellas cualidades y vinudesque conslituyen €l alma de la llisto¡ia nacional. Como preceptiva litera¡ia,como moral, como filosoffa, como disciplina poética y militar, recogemos lagran lección de flispanidad de Pe¡o Abbat en los inmortales versos delpo€ma. Con el mismo orgullo que su abanderádo, nosot¡os lleva¡cmos el

. estandarte del Cid pof loda Espaíla, idenrificados c()n su car¡sa, con suesplritu y con su ejcmp¡o.tt

En el nrlmero extraordinario, correspondiente el año lg4l, se¡epite el manifiesto del año 37 y se incluyen curiosamente tres"artlculos" de Menéndez Pidal.?a Contribuye también el GeneralAranda, entonces'directo¡ de la Escuela Superior de Guerra, conun a¡tlculo titulado: "La personalidad militar del Cid". Estemilitai será el primero en proponer al héroe castellano comomodelo para los mandos superiores modernos. Curiosamenteelogia en él la caracterlstica qüe para Menéndez Pidal era suprincipal defecto: su inhabilidad para la captación cortesana,tr ysubraya sus dos caracterlsticas esenciales que son "las doscualidades básicas que los reglamentos exigen al oficial de EstadoMayor: lealtad al jefe y amor a las tropas."?ó Naturalmente lofundamental en el Cid es que sea un héroe nacional. Por elloconcluye Aranda: "Nada debemos esperar de la copia servil (de los

1.t12 María Eugenia Lacatra

modelos exüátrjeros) y sl de cultivar esmetadámente tlüestropropio jardín."?t

El ejército no tarda en potrer en práctica los consejospedagógicos del General Aranda. Consecuencia de ello será lapuesta al dla del curriculum tanto en materias técnicas comoideológicas. El Capitán Alonzo Báquer, que fue cadete de laAcademia General Milita¡ de Zaragoza desde 1949, nos informa ensu artlculo: "Pedagogía castrense" que entre las materiasrequeridas está La España d.el Cid.18

El tratadista y pedagogo militar Francisco Sintes Obradot,Coronel de Artilleria del Servicio de Estado Mayot yposteriormente director de la Academia de Artillerla deSegovia, ensu libro Espírilu, técnica y formación militar, tras recoirocer laimportancia de La España d.el Cid en la pedagogla militar, aceptatotalmente al Cid pidaliano.Tq Señala la fidelidad y el concepto depatria como las características fundamentales del Cid Que lasjóvenes generaciones de oficiales deben imitar. Propone tambiénlo que Menéndez Pidal llama la cautela del Cid -es decir, el tomatdecisiones sin consultar con la mesnada y ccimunicarlas deimproviso- como conducta modelo para los altos rhandosmilitares.Eo Aunque la admiración hacia el Cid pidaliano entre losmilitares es unánime, el mismo Menéndez Pidal, que taninstrumental ha sido en su impulso, es ocasionalmente criticado,acusado de haber precisamente descuidado los aspectos militaresde su héroe.8 | S in embargo, está " falta" ha sido en parte subsanadaen opinión del militar más dedicado a los estudios cidiános, elCoronel de Infanterla, Don José Ma. Gárate Có¡doba, director delServicio flistórico Militar de Zaragoza, y profesor de la AcademiaGeneral Militar. Gárate observa con alegría la atención queMenéndez Pidal dedica a los aspéctos militares de la vida del Cid enlos últimos años de su vida.82 Aunque en sus primeros escritossubraya que el autor del PMC esc¡ibió impulsado. por unpensamiento visiblemente militar, y deduce por tanto que elmilitar profesional puede aprender t€cnicamente del poema,nr en1967 cambia de opinión en este aspecto, y nos alerta del peligro detomaf los cantares de gesta como manuales militares:

Serfa inútil búsca¡ en los canta¡es idea miliiar concreta, porque no Iahallatlamos. Si alguna ve¿ su autor es un juglar soldado, este será más bienpeón €scudero ignorante de milicia, lan desp¡eocupádo de la maniobracómo entusiasta de luches y victorias, El Cantar no será nunca historiamilitar, menog arln un t¡atado de táctica o de estrategia.nr

También Alonso BáQuer justitica la [alta de interés de MenéndezPidal sobre el aspecto militar del poema: "No se reprocha aMenéndez Pidal lo que no estaba en su mano."tJ

La utilización del Cid ll3A linales de los 60 bay, pues, una tendencia entre los pedagogos

inilitares, coino hemos visto en el caso de Gárate Córdoba, a tomarsus distancias del PMC , intluidos indudablemente por las crf ticasá lá inte¡pretación del poema como una obra básicamentehistórica. Esta actitud coincide paradójicamente con unincremento en la valoración del Cid pidaliano en lo que tiene deideológico. Gárate Córdoba aconseja a sus compañeros de armas atomar el Cid de Menéndez Pidal: "La historia militar sigueignorando al Cid. La obra de Menéndez Pidal es todo un desafloque espera respuesta militar."86 Es el caso también de AlonsoBáquer que en 1969 escribe:

' La ética del Cid recuperada para España, al mismo tiempo que labiografla del heroe, por el litánico esfuerzo del historiador y olrecida comoejemplar, abre, qucrlamcnte, sin alardes, una nueva etapa en la estructu¡adel ¿!l¡os del rnilitat contemporáneo, Men€ndez Pidal es el primer esrud¡osode la España contemporánea qrre hace posible la ab€¡tura hacia el rnundomilitar del esplritu creador<¡uealentaba en lá aventura pedagógica nacionaliniciada en el 98.37

Otro aspecto que los escritores militares subrayan es lareligiosidad del Cid. Ya hemos visto antes como sus campañas seconsideran parte de la cruzada medieval y los paralelos que sacaneritre estas y la Guerra Civil. Menéndez Pidal, dadas sus teorlassobre el carácter, función, modo de creación y difusión de la épica,niega toda influencia eclesiástica en el PMC, y afirma que no es elesplritu de cruzada lo que mueve al autor del poema de manerapreponderante. Pero en esto diferencia al Cid del poema del de lahistoria. El Rodrigo Dlaz histórico sí fue un adalid de Iac¡istiandad.88

Yll. Menéndzz Pidal ideóIogo liberal del franquismo.En laS páginas precedentes he señalado cómo, cuando la

dictadura militar del General P¡imo de Rivera está a punto deacaba¡, Menéndez Pidal aconseja a los españoles a que emulen aun caudillo militar medieval, a quien atribuye la visión de unaEspaña unificada con designios imperiales, bajo la supremacía yel cehtralismo castellanos. El Cid creado por Menéndez Pidal sedestaca por su absoluta fidelidad al rey y la patria. Este segundoaspecto es, en su opinión, el índice de la "modernidad" del héroe yel motivo que le obliga a tomar la iniciativa polltica y militar demanos de su rey, quien por su "infidencia" relega los verdaderos

. interes€s nacionales. Por consiguiente, este Cid de lealtad ypatriotismb incuestionados, no se enfrenta¡á a la autoridadlegltimamente constituida en persecución de intereses personales,sino que al tlacerlo se erige en protector de los intereses de la

'l14 Matía Eugenia Lata¡ra La utilización del Cid ll5

comunidad nacional, e incluso de la monarquia ñisma'T;;;;;t-;G fát. 1"" mititares franquistas resultaba fáciltr.L, ü it"""fe¡encia ."i"" tl caudillo militar medieval y el

.""áilü".t""i, 5l citt"."il"i-o F¡ancisco F¡anco' ni criticable nl;il;;, ;;;aia ellos el ejemplo más in.sigrie de la fidelidad a la'outt¡t v el ariifice de la unidad nacional' Los parangones entre

ñ;'; ;; ;;;;L; ;r'. justificar su rebelión' Reiteraban que el

I""airü ¿1i "¡eto

fx ,có-o el del Xl, no actuaba movido por lá

"]"u".i" perLnal, ni sus objetivos perseguian intereses

;;;:;¡;.d ;t"o que buscaba el progreso v bienestar de todo su

;;;;i;-ü;4".n un comunidad de intereses nacionales' pollticos

íi.liel"-;."-partirlos por todos' El Cid, t".-?Ft?T:"' héroe tan

í-r"á i g"tt,ritumente español, hubiera estado también muy lejos

J"i." iin""".ias del " cómunismo internacional" y de las "hordas

i"i"á-Át.¿"i.as" qúe con tanto ahinco acechaban a la España del

sislo XX."'"+;ñ;¿" he seÍialado cómo Menéndez P idal renünciai-oli.ii"-".tt. a realizar un anátisis de la situación económica'

""ili.t v .".¡.1, con objeto de averiguar las verdaderas causas de

irr -"r-.ui.-t"

éxistentÁ. Concluye-que la causa radica en "lal.LíiJJ áctual del esplritu cotectivo"' Como antldoto a la."r-.t-i" del "alma colecriva" y a la supues-ta solidaridad de ellaresultante, al f¡o habet conflictos de clase' propone'i-"ir.iitt"."i", la vuelta a üna idealizada y dhistórica sociedad

;;át;;;i; cuvos pilares, -ramitia, municipios v gremios-'.o¡stituirán preciiame.tte la democracia olgánica franquista'-- i,uiá."t"t"!"te, los militates han ido más lejos que el propiou"r.etr¿"t f ia"l en expander lo tácito de sus-teorias' Para él' el Cid

""."i"t¡" trn ideal hispánico -n9- genadg a las influencias

'"*uát¡it""t "No busqueáos en el Cid estrecho esplritu local' Es

*e", tii estrecho espfiitu nacional"'8e Ya hemos visto como los

-iti,t..", Aranda ior ejempto, no sigue,n esle. consejo' AlonsoBáquer tiene razón luando aiirma que n<r fue laintenc¡ón exPresa

á. ü""e"áá Pidal "ofrecer su obra,.en particular' a los hombres

á. tt-t" de su tiempo."m Sitr embargo' es indudable que las

;;;;; a" üenéndez Éidal encajaban con la ideolosiá franquistaá.-r. oo¿t" uptovecharlas y tas aprovechó sin necesidad de efectuar

;;ti." & ;""ergadura.;' La manipulación llevada a cabo por el

iiutá"¡"-. .onsfitló en hacer expllcitos y concretos los paralelosia.¿Éi.o. implf citos. Es en aquelios casos en .que

Menéndez Pidal;;-;;;ti" le'los resuttados Lbjetivos, cuando es,usado por lail;í"c¡; franquista' Este aspeito de su obra es el que debe ser

criticaáo en cuanto que intluyó en el franquismo' En efecto' sus

desviaciones o errofes son de tal coherencia ideológica que deben

proceder de.una convicción polltica, conscienre o inconsciente-¿Aprobó Menénilez Pidal el uso que de sus teorías hizo el

ejército?. Indudablerirente conocla desde muy temprano lainfluencia que ejercía, aun cuando que, yo sepa, nunca contribuyódirectamente en las revistás militares. AI parecer se sentia halagadopor el inierés que su obra despertaba en este sector e ¡ncluso llegaun momento en que manifiesta su intención de revisar La Españadel Cid para ponerla al dla en lo que a la táctica militar del Cid serefiere.e2 Es posible, sin embargo, que no se diera cabal cuenta delas implicaciones ideológicas de la gran bibliografla cidiana porparte del ejército, y del uso que éste hacia de sus teorlas.. Los biógrafos de Menéndez Pidal han visto en él exclusivamenteal cientlfico, por encima de la realidad circundante, lrasta el puntode declarar que su vida equivale a su "Curriculum Vitae',,cientf fico Í acad€mico.').¡ Carmen Conde afirma de él: "Según suspropias palabras, careció del sentido histórico de sl mismo."eaTambién Menéndez Pidal se proyectó a sl mismo en esos térrninosal comentar sus diferencias personales con Unamuno; ..Suactividad eminentemente subjetiva es la que trae, respecto de laobjetividad mía, la honda diferencia señalada por Casrro."et Laafirmaci.ón--de ser petsonalmente objetivo, quizás huella de lainfluencia del positivismo en su formación, es inmantenible ysorprendente en un hombre que tomo él era consciente de lanecesidad de ir rnás allá de la simple recolección de datos y quesabía que todo análisis conlleva por necesidad la interpretación deesos datos y por tanto un grado mayor o menor de subjetivismo.e6Confirrnan ista ambigüedad las palabras que pronuncia en 1927en una enhevista con Federico de Onls: "Yo no soy un polltico;nunca he pertenecido a ningrin partido polltico. Pero aunqueocupado en el estudio del pasado de nuisro pueblo, nada mepfeocupa tanto como el presente y su porvenir .confieso que en rigor lo que me preocupa e importa es la realidadde Ia vida nacional y no la política directoria."eT

Desde luego, Menéndez Pidal no fue el rlnico intelectual enfecurrir a la historia del pasado para modelar sobre ella el presente.Ganivet y la Generación del g8 lo hablan intentado a su modo.errPosteriormente, en los años 40 y 50 ta concentración de loshistoriado¡es españoles en la historiogtafía del pasado se debe nosólamenté á razones de tipo práctico -es siempre más segutopollticamente estudiar el pasado que el preserrte, especialmente enlas condiciones que entonces vivla España-, sino también arazones ideológicas. Como dice Juan Antonio Lacomba, el triun-falismo de esos años lleva a los historiadores a estudiar la edadmedia y la España Imperial "porque se intentaba buscar un

[,ll6 M aría Eugenia Lacafra La utilización del Cid tr7

pasado con el que entroncarse'. una tradición-de la-qu.e llámarseirli.J*"".;;"" It{enéndez Pidal fue el modelo .Pollticarriente.?.ói"¿" ¿" esta riueva historiograflatm, y como tal protegido del

ataque contundente' lol-. C'olin S-ith dice con razón: "to attack his view of theCidcould¡rr. L"." itL"tt ." án attack on his view of Castile' and thus couldiiárr. ...-.d do*ntight unpatriotic.''r02 Sin ernbargo' Smith no se

p.ráa de lu" i-flicácione! políticas de tal ataqüe hipotético: "weI[-"",, after all, concerned with such explosive topics as

¿;";;;l.J theorv or the evolution of the species' nor will the

r"Ñ¡. "t the chuich and state collapse because there are manyoor.ilt. opinions about medieval epics""ot Resulta obvio que laid." á.i piuralismo democrático a Ia que Smith parece adherirse

""J"iÁiu" parre de la idcologfa de ta "d-emocracia orgánica"'

J""¿" *t p,ittiótico eqtiivalla a no cuestionar Ia ideologla del

r¿*i-"" frant¡uista. Cán objero de obtener Ia conformidad de

L.?tt-;"n,o il .égi-"tt de Franco utilizó todos los medios a st¡

;1.;;.;.-Ei i.tien"te Coronel Sal{López subrava.la importancial"-ü pi.prgu"¿a ideológica por piÉte deJ Estado.: "lloy.n'nos dico>

io¿" i^ t".¡-u ti.ne un tinle idiolégico y docrinal cuy.a finalidad es

,.nit It batalta por conquistar 'la mente de los hombres"" rol

en.á. é".." Sspaña el organismo encarg'ado de su dif-usión es " laO;t"..ié" General de lnfórmación, del Ministerio de lnforma-áo" v f"t¡"-", a la que compete este trabajo di[usor, que realizaunas veces abiertamente, realiiando 'campañas de propaganda' en

un determinado aspecto, y otras en formas que pasan-inadveriidas'

"rltou..hu.do todás los iecursot de la acción psicológica' que es

u'na tercladera arma de la Defensa Nacional"' roi Lógicamente'naia el rÉeimen de Franco el control de la educación a todos losiri".r.. "L-i""á"mental-

Por ello pecan de ingenuas las paiabras

á" Oa-u.o Alonso, quien al referirse a las teorías de Menéndezpi¿"i

""¡t. U epica exilama con alegria: "Y todo esto ha pasado-ya

" i"" li¡t"" ¿. t&to, y los niños de Bachillerato lo aPrenden"'roó En

"f..,o, " los niños españoles se les enseñó la historia y la literatura'

no como fue, sino como se pretendía que habla sido' Y entre todoslos héroes que se presentaüan el Cid de Menéndez Pidal tuvo unluqar predominante' lo7'"i;,5" ;:';;iit".a. .J-o la comunidad académica nacionalaceDtó las conclusiones de Menéndez Pidal y alabó el servicio quecori su obra, La España del Cid, rendfa a España, sin teflexionar

".ri.-."t. sobte ia ideología de sus teorfas' En 1960, J' A'

Ma¡avail toma en cuenta su obra total hasia la fecha' y dicehemo3 de reconocd que a Menénde¿ Pidal le debemos hoy los español6'enlre otras colar, sencillamente' una nueva Histotia deEspaña ' ' ' (gracia3

al) gran maestro, se pond¡la en claro ante las gentcs una lfnea hisró¡icaespañola dotada de scntido y capaz,

^ su vez, de darlo a los_programas de

[ururo que los españoles, o por lo menos aqucllos españoles necrsitados rleun esqucma intelectualmente válido para organizar su existencia,formularan. r0N

En términos análogos se expresa Diego Catalán en 1979:Las ideas de MenÉndez Pidal permean el amtrienre, habiendo marca<lo

una rtueva época en la aoncepción histórica nacional.Pero esta sútil presencia de Mentnd@ Pidal enire nosotros, a t¡avés de la

profunda transformación, a Él debida, de las maneras en que actualmentepiensa y sienr€ el pasado -y con el pasado, el presenre- la comu¡¡idad <ie

, pueblos que contribuyeron a c¡ear España y su historia no necesita denuestra atención, pues es, de €ualquicr ma¡rera irreversible. roe

De forma similar ha reaccionado la comunidad académicaextranjera. Colin Smith, por ejemplo, aunque está en desacuerdocon algunos de los postulados teóricos de Menéndez Pidal,jrrstifica su obra en los siguientes términos: "wlren history iswritten in broad intefpretative terms there is always an element ofrnyth-making, of persuasion, of propaganda. - His kind ofhistory is, I think, entirely justiliable in terms of the Spain of his

. day, antlíi'ilabsolutely cansistent whether viewed in 1898 rerms orin the very different situation of 1940, or, [or that matter,today.<|969>" 1rrt, y añade "We are Spanish pat¡iors by adoptionarrd could very well carry La España del Cid as our passport."rttHablar de patriotismo indiscriminadamente es, además decuestionable, arriesgado. Más todavla en el caso de España, dondepor décadas ser patriótico equivalía a ser franquista.

No nos debe sorprender que Menéndez Pidal fuera una figuraprominente en la propaganda idcológica franquista t12. Si comoafirma Catlos Blanco Aguinaga, "el 'problema de España' no essino él conflicto entre sus valores tradicionales y los valoreseutopeos sin. tefetehcia hinguna a las necesidades de la rnateria;<,y'' quien ál aceptar la necesidad de importar los valores europeos(libre pensamiento) se deje llevar de la negación de los vatoresespañoles (El Escorial, la ciencia del XVII) será perseguido porantipat¡iotá. " | | r, es lógico que a Menéndez Pidal se Ie utilizarapara jugar el papel de historiador español "objetivo" y"cientffico", que aun siendo liberal e independiente, vela Iahistoria de España, tal como declan que /rze en la realidad: "unaunidad de destino en lo universal"r,4. En una España de la

r posguerra tan necesitada de intelectuales de estaturairiternacional, Menéndez Pidal cumplla el doble papel deintelectual liberal e independiente, que pese a serlo era aceptadopor el gobierno, y el de ideológo "inadvertido" del régimen, queprecisamente por ser inadvertido era mas eficaz.llJ

María Eugenia Lacarra ..

NOTAS

l. R Il M, H omcnai ¿ a M c¡éndcz P idal, l, xvll¡ ( | 960)' | 9-38'

2. Escritores miliaat¿s cont¿mPotáneos (Madri(l Edito¡a N ational' 1967),pp.238-300.

3, "La ética del Cid y la pedago8la tnililar", a¡t' cit., p.36. El arllculo deMariáteguiapareció en la R.1,istc c¡cnt;lico'mililar, 1887 -

4, Alonso Báque¡, "L,a érica del Cid. . .", a¡t. ci¡.' p.27.

5. Utilizo la exprcsión "La España de F¡anco" en el mismo Sentido que R.

Tama¡nes, La República. La eto de Franco' H;s,oti^ ¿¿ España A llaguara, Vll(Madrid: Alia¡rza, 6a. cd., l9?7), p. 332, "Sin da¡ a esa exPresión üi un sentidohagiogtáfico ni peyotativo, sino simplemenle el carácte¡ de una objetivaciónhis¡órico-cronológic¿. "6. En esrc trabajo urilizo primordiálmente la primera edición (Madrid: Plutatco'1929), aunque en algunos casos que se¡1elaré' recu¡¡o a la cuartá (Mad¡id: Espasa_

Calpe, | 94?), que está lotalmcnre tevisada y atladida'

7. Dejo para olra ocasión cl análisis cronológico de la obra toial de Menéndez Pidalvistai¡r las coordenadas socio_pollticas de su tieinpo.

8. Entre los concursantes se encontraba ttnarnuno crlyo trabajo, fecientementettescubie¡to err la Bibliotcca Nacional, ha sido publicadocorrA aLúlol. CrarnáticdJglosario dcl "Poema dcl c;á" (Mádrid: Espasa-Catpe, 1977).

9. Estas confe¡c¡rcias fueron publicadas primero en i¡ancCs' L'éPop¿¿ costillan¿ d

aravers ld l;ll¿raturc cspagñol. (Poris: ¿l calin, I9lo)- U rilizo lá lraduccióh cas-

tellana, ¿¿ cpopcra castelktnd d aravé-r d¿ ta litetatürd ¿tp(¡ñol4 (Buenos Ai¡es:Espasa-calpe, 1945).

fo. J, A. Maraváll, ü enérdez Pidal y la hktoia dcl pcnsamianto (Madtid: Anon,1960), p. 120, explica con gtan claridad Io que por "edad heroica" enticndcMentndez Pidal: "Edad h¿ro;ca er aquella que viven Ios pueblos antes dedcsarrollar una historiografla cr¡ltá en s¿{lengua propia' cuando sienten lanecesidad de cultivar su propia historia sirviéndose Para.ello de cantos pr¡blicoranimados por un se¡rtimiento polliico unánime, movidos iror un intcrós en el que'rodrls parIicipan."

ll. La .pop¿Jd castcllan" . . . , op. cit., pp. I l-4O'

12. Párá una crltica a la hipótesis de la historicidad dc la €pica cislellana ver M. E.L^ca¡ta, El "Po¿rna ü Mio Cid: R¿alidad hislótica c idcologí¿ (Mád¡i¿ Porrua yTuranzas, l98O); tambi€n ñi artlc'r¡lo, "El significado hisródco del Poemd dcFc¡nán Gon¿ál¿2", s,ud¡ Ispdnici, lV ( | 979), 9'4 | '

13. Este conccpto apatece en Pocsla iuglarcsca 1¡uglarcs (Madrid' 1924).

14. Lá bibliogtafla sob¡e esto e3 extensa. ver Ch. B. Faulhaber, "Neo-Tradirionálism, Formulism, Individualism, and Rccent Srudies on rhe SPanishEpii',RPñ,, xxx (1976-77),83-lOl; tambiÉn S. G. A¡m i stea¿"'T he M occdad¿s ¿¿

Rodrigo and Neolndividuallsl Theoty", HR, XLVI (197ar,212-327 .

l5. "Algünor c¿rracteres primordiales de la llteratura española"' brt, X¡í,(l9l-8),

205-232. Las ideas básicas de este a¡rlculo scrán ampliadas posle¡iormcnte,aba¡cando tan¡o a la lircratu¡a como a la historia. Ver infra, noras l7 y 19.

f6, Frenk Alatotre, Las jarchas mozárabes y los comienzos dc la lí¡ica ro¡¡l¡tica(Móxico, 1975), analiza Ias bases ideológicas de las reo¡ias de los orlgenes popularesde la llrica románica y su crltica se pucde aplicar tarnbién a las reorlas de Mi¡¡é¡r<lezPidal sobre la {'pica.

17. En La España del Cid, I a cd-, op. cit., pp. 105-l06, Menéndcz pidal afirma queen Castilla se dio la "evolucil¡n de la nobleza cont¡a el csencial princiiioconse¡vador y jerárquico de esta insrirución." Cataloga la €levación "l rango denoble de los caballc¡os vi¡lanos Fror orden de Garci Fc¡nández de ..¡efárma

. revolucionaria que implica una extensió¡r rlel corrcepro de nobtezz, unadefiocratización de los de a¡¡iba a! aristocratizar a los de abajo." E¡l Los esbañolcscn ta historia! cn la l;teraaurd, d.os ensal'os (Buenos Aires: Espasa-Calpe, I SSI l, pp.23-25, arrrplia¡á a loda la hisloria de España esta supuesta tendenci: de lásespañoles hacia la igualdad, que cn su opinión se basa fun<lamenralmente eri lasobriedad -" la sob¡iedad es altamenre igualita¡ia"-, y en el esloictsmo _-.Do, eseestoiaism(' innar(, no hay pueblo que rnás Intimamente haya recibido la enscñanzacristiana resp€cto a la igtraldad de rodos los humanos ante los ojos de Dios.,,_.Jüstif¡ca la perma¡re¡¡cia dc estas caraderist¡cas ap{ryándosc cn ViÍiato, Trai?no vTeodosio, entre los antiguos y en Tc<lfiloGautier

-quien,.miraba a España cort|oel verdadcrrÉáG?e la igtraldad"j', entre los morlernos. para ilustrar esra verdad,qr¡e se da l¡asta riuestlos dlas, ¡ccurre a su p¡opia experiencia y a la de sus lectorcs.

. Elige jlust¡arla con el siguiente ejcmplo: ,.la ma¡quesa pasa sonricnte sobre elcuerpo andrajoso de los vagábundos d<¡¡midos en cl r¡mbral desr¡ puerta, o (uandova de viaje no tie¡r€ ningún reparo en bebe¡ po¡ el mismo vaso dcl mayoral que laconduce;"

18. La cpop.ya castellarra - . . , op. cit., pp. tf.4O. Naturalmcnte esta Iunciórr¡nlormativa es Fósible po¡que para Metrénde¿ pidal, conro admirativanrenteafirrna J. A. lrTaravall en M cn¿ndez pidal y la hisaorid dcl p.nsdmi¿nto, op. cia., p.l16, lá rradicionalidad es un ,.fenórneno de socialización, de interpretacirin(gmuniaa¡¡a", y co¡no la Epica es una empresa con¡ún a to<los ..no se hace Dor

. inter€s personal, sino soli<lariamenre, nadie tiene cuidado en salvarse de laanon;ñia." (pp. 120-21). Menénd€z Pidal airibuye la rni¡¡n¡ función de iÍformardesinteresadahente a la historiografl¡ cuha, que

'c ificia en el siglo XIII al91lingui¡sc fa "c<l¡d he¡oica". Etr Reliquia-s dc ld po¿sía épi¿.a espdñol¿ (Madrid,l95l), p. LXll, afi¡ma qtre ,,A partir de e3e momcn¡o, La C¡óhica adquicre etcarácter t¡adicional de Ia epopeya, a¡ desaparrce¡ esa última . . Se presentacrrtonces el fenómeno de la enonimia y se desa¡¡olla una inrcnsa actividadrefundido¡a que muest¡a el profundo arraigo y la popular lifusión en la vi<lacolecriva y co€lánca, de las Crórricas españolas dei siglo XIV Et carácrert¡adicional de la Crónica de España Ia convierte en obra de toda la comunidad ypara toda la cohunidad," Es sorprendente que Menéndez pidal ilrrslre esraprerendida comunidad de intereses y arfnonfa social en el siglo XtV, uno de losmomentos má3 c¡íticos y violentos de la l¡isto¡ia casrellana. Ver, por ejemplo, J.

- Vafdeón Baruqu e, Los conllictos sosialcs cn el rcino dc Cast; a cn ios sigloi Xtiy'Xy (¡|,ad¡id, 1975). 'I-an¡bién, R. pasror TognerL Conllictos sociales y

cs,dncamicn,o cconó¡nico e¡t ta España mcd;eval (B?¡rcelon.a, lg73r.

I

i,. La utilización del Cid ll9

-'t120 María Eugenia Lacatra

f9. Mcr¡érr<lez Pidal, ca¡acteres ¡trinor¿¡alcs de la lilet¿luta, ,esl'añola' Lor."o"¡r"ti e¡ la literaluta (Buenos Aitcs: Auslral' 1960)' pp 46-47 ' nos da st¡

lii'li.iá"¿"'p".blo"corriassiguientespalabras:"segúnyaciceróiryAlfonsoelI"'üi" p*.i"t", p"eblo es comunldad de pairicios y plebeyos áso,ciados por ideas'

i;.á¡.¡"¡". e iirercsts conrun¿s." (el subravarlo es mlo)' Esta hipóresis de una

"oai.¿r¿ .¡" h¡cha de clases e! p.c'cisamente uno de los ras¡Jos sobtesalientes de

il;;;;"r Pitfal. Segtln A. dei nio, Estu¿ios sobre literdlura conte'nporáned

¿spa¡ol¿ fl¡aa¡i¿: C;dos, 1972)' p 77 "Lo admirable ert él no cs sólo tl m¿todo v

ií;iq;"r; de noticias "apovadas sicmpte en el dato erudito' sobre uná edad

¿.."o'.t"ai¿" en la cual, si¡r borrarse enteran¡ente la personalidad c¡eado¡a del

r.ii.'o, ."-,rlg"U, éste con el scño¡ y el plebeyo en idealcs colectivos nacionale's y

estéticos.

20. Es interesanre ¡eiterar aqul q¡re Menénde¿ Pidal fundamenta stts t¡o¡las de la

io.lici()rl"tia.d, y "u

concornlta¡I. de anonimia y " autor-legión"' etr el supuestode

una .o.i"¿"d "rmOnica,

sin con[lictos dc clase, donde los i¡¡tereses de la colectividad

,ár ctr-.tt... I.d.tdablerncnte hay qucpensaren la socied¿rd cornu n ista utdpica de

i<.-¡¿.i:<, "f" ciner kommunistische¡¡ Gcsellschafr gift cs kfo¡e Maler' sonde¡n

h-dchstcns Menschen, dic urrter Anderttt aucl¡ mal€rr"' (¡)i¿ d¿utsche tdeotogi¿' cn

I(. Vrtt V f. Engels, VItethe, fII, (Berlin, 1962), p 378) Sirl querctlo' o quizás sin

sab.¡lo, Men¿ndt Pidal llega a las mis¡iras conclusior¡es qr¡e Marr' Es dccir' que

.otorr-r"rr," en una socicdad donde no hay i¡rterescs de clasc' se p-uede dar el caso

áorJ. ..r"t.¡rrl.a miembro <le Ia socicdarl ptrcde ser ar(¡sta y rcfleját los ideales

comunes.MenéndetPidalloexptesaasf;"Naturalmenle,esteatlequesediiigealaiotalida.l ,lel público nrl vive al amparo dc uná clasc socia l- p¡iv ilegiada' sino al

cu idado de rias.", dc ahl qtre "El acercamie¡¡to del eicritor al público llega a tanto

que el autor se confunrle con la co¡nunidad, desaparecc e¡r ella' anónimo"'(eiréaracrcres pri¡¡.ordial¿s. . . , op. cit. pp 48 y 57)' La diferencia est¡¡ba en que

Menéndez Pidal en conlraste con Marx sup(,ne esta utopía en una sociedad donde

en ¡eali<'lad s| existen lr¡s con[|icros rle c|ase, pero prefiere ignorár|os. E51a posición

no es exclusiva de Menéndez Pidal' ni siqrricra se rduce a llsPañá' Prevalcce en

numerosos pensadorcs' tar¡to conservadores como liberales de su generacióh' que

-ii.¡"t "..*t sin quererlo van a abrir el carnino al fascismo y al nacional_

sociaf ismo. Como apunta ACirici en ¿ a esa¿licd de' Jtdnquis'n o (Barcelona' 1977)'

oo. l5-l6: El ntito lundamental con el cÚal el arte tenfa qrre dar ¿ Ia clase media

ll. .e.r..ión de protagonismo histórico, era el mito de la negación de las clases

sociales. Era preciio qtráno s.viesen los hilosque, desdecl gtan capiral' nrovlan las

decisiorres frrndamentales del sistema socio_económico. Era preciso que no se viese

la fxrte¡rcialidad autónoma de la c¡aseobrcra Para obtelr€r csia opetación de borraliu'.,¡.iOtt ¿. las clases en conflicto, era necesario apoyar todo lo que convergiese

hacia el ¡nito de lá Unidad. Este mito fundamental sobre el que se apoya toda lá

concepción cuftural <lesrirra<ta a la creación de lu¡a Wcllanschauung favoiable'tirvo ;arurálmente un aspeclo privilegiado en la sacralización de lo que fue

llamado 'nacional', dan<lo a esia palabta emotiva t¡na identificación con cl

Estado."

21. I-os ?spoñol¿s c¡ la histo¡ia - .' op. cit'' tt' c'

22. La España dcl Cid, la ed.' op. cit., p IlI23. Aunque la bibtiografla de Menéndez Pidal sobre el Cid es ex¡cnsá' no ha

cambiadá su idea básica sobre el Cid eñ los años que sigue¡raLdEspaña dclci'l'Elcambio más notable se da en su artlculo' "Dos poetas en el can'ar de Mío Cid'Rornani¿, Ll.t.]t.I ( l96l ), 145-2ü), y no se tefiere en absoluto a la personalidad del

La utilización del Cid r2lcaslellano sino a ia hipótesis de Ia doble autorla dc la cpopeya.24. La España d¿l Cid, I a ed., op- cir., pp. 32-52.

25- lbid-, p. 40.

26. tbid., p. 35.

27. lbid., p. 634.

28. Ibid., p. 635. Menéndc¿ pidal llega a esta conclusión basado en los slguienresversós dél PMC: "AIa dent¡o cn Mar¡ecos, olas mezquitas son, ? . . . . ? E os medara¡i parias con aiuda del Criádor, ? eue paguen ami o a que yo ouier satxrr.,,((vv-2499,25O3-O4r, donde Alfonso ni siquicra aparece menciona<lo.

29. LdEspañd ¿cl Cü, I a. cd., op. cit., p. 634. Menéndez pidal mismo secontrad¡cecilando al narrar la peticiórr de ayuda que Jirnena, vitrda ya <le Rodrigo, hace a suríar Alfonso dice que éste "resorvió abando¡ra¡ ra fiudad qr¡e ér tanto habra descadoa¡rebatar a su vasallo. Alfonso, libre al fin de la pasión envidiosa que en vid, delCid-Ie alo¡mentaba, comprende que ni sir¡uicra puede.etcnc, aqrrel don que laviuda del héroe le presrnta." (p.620).

30. tbid., p.635. En srr ,,posdara a la España det Cid,', ARAH,CtV, p.45O,Menénde, Pidal contesta a Ia critica de J. A. Van praag de favoreccr al (:id conexceso. P¿t¡anlemost¡ar que no es asf admite que el Cid fuc ambicioso, pcro lojusiifica innrediatamente diciendo que ra ambición es "eseirciar en rodorror.bredeenrpresas." En fa 4a ed. dc La España del Cid, op. cit., p. 592, añade la ambiciórr. v'su justificante, como otro ¡asBo caractcrfstico det Cid.31. Itrid., p.598. Conside¡a Menéndez pidal (lüc éste fue su principal defecro.32. lbid., p, 600. Esta frase es una adició¡r erl esta 4a. ed- parcce poco afortunada,pues, su concepio de la unidad nacional, qur serfa lo nuevo en el Cid, se opor¡e atsistema feudal,

33. Ibid.. la. cd. p- ii.iO.

34.lbid., p.639. Para una opinión corrrraria ver, M. E- L acafia, El,,poema d¿ MioCid" ... , op. cir., pp. t9l-201.

35. Es muy sinlomático qrre Menéndez pidal exclüya de es.r análisis e¡ Cidpresenlado en Moredades dc Rodrigo 9 el Cid del Romancero, que nos mues(ran unCid rebelde y sin mesura.

36. A. Ubicro Arleta, "La ,Iisroria Rodetici y sv fecha de ¡cdacción,,, S¿rr¿ái, Xt( l96l ), 241- 146. Dis€repa de Menéndez pidal que la conside¡a ¡edacrada hacia | | | O-

37. Mcnéndez Pidal, L¿ España dcl Cid, la. ed,, op. cit., pp- 95 y sigs, señata clderecho legal del Cid de aclÚar asf y no obstanre quiere derolau.. qrr" iro"tu.r,

""tosirve Rodiigo a su rey, po¡ lo que áfirrna r¡ue ;.El desterrado castellano con sumesnada cjercla sobre los ¡einos de los Beni Hud un verda<lero.protectorado,,, cnfavo¡ de los inlereses castella¡¡os,

38. lbid., pp. 876-79. Tanro la Hjsaoria Roderici como el único documenroconservado de la cancillerla de Rodrigo en Va¡encia, indican quc el Cid conquistóVal€ncia a tftulo personal, obteniéndola a su müerte su vitrda hasta que sitiada enI I OZ por los almo¡ávides pid€ ayuda a su rlo Alfonso, cediéndole a cambio el reinoque ella no puc,tle mantcner sola. La situación politica del momrnto es tal queAlfonso tampoco Frcdrá conserva¡lo y aunqu€ llega a Valencia a la cabeza del

,: 122 fuI aría Eugenia Lacafta

eiÉrcito castellalro, de(lde relirarse y dejar la ciu<_lad en manos-enemigar' Confirma."i" ""ti".¡¿"

de tos hecht¡¡ el dato frrndamental de que Allonso Vl en ningrlnio-".,o .tto" to94 y I l02, se ritula ¡€y divalencia' io cual segurameñre hubiera

fa".frl a" paa,"""."rle. RecuÉrdese queA lfonso se ritulaba en sus documentos rey de

León, de Castilld, de Toledo v de Naje¡C.

39. Este concepto se inicia por la influencie del de¡echo romano' En castilla su

rlrirr.ir¡rl p.oáoror es Atfonso X' crrya labor jurfdica de centralización ¡lel derecho

L ¡i"it .""..i,t", asl .romo su fracaso anre la oposición de la nobleza' que'

encabezada por su propio hijo, acabará dest¡onándole'

40. En La Españ¿ .dcl Cid' 4a. cd.' op. cit , p' 576, Menénd€:¿ Pidal añade t¡nas f¡asca

.rue cl histotia,tor árabe Ben Alcama alribuy€ al cid y que confi¡marlan sus

i."¡*"¡"" ¿. unidad nacional. Las frases' sin eñbatgo, son de tal lndole que el

¡¡"ilo pi¿"1 tiene que considerarlas Indice de la ambición personal de Rodrigo'

41. M. E. Lacata, El "Pocma d¿ Mio ci¿" .. " oP' cit', pP' 96'102 y 256-67' Es

evidente qu.lrlenéndez Pidal ha accPtado sin cu€stionar la sociedad atmónica que

el autor del PMc Presenta.

42. PMC (Madri<L clásicos Castellanos' l97l)' p l29'

45- Para un a¡¡áfisis tnás detallado de este episodio veáse' M 'E'Lacat¡a' El" Pocma

d¿ Mio Cid'. , . , oP. cit., PP. 19-21'

44. A<tición en la 4a. ed., op' cit.' p. t75.

45. Sol¡¡c dnaigüo pocsí., cspañol¿ (buentx Ai¡e3, 1962), p' l7'

46- La EsPdña d¿l Cid,la. ed., op. cir.' p. 632'

47. VerM. E, Lacatta, El"Po¿ma dcMiocid" ' " 'op'cit',pp' Il8-l5l'M Barceló'

"ljna nota en torno al destier¡o de! Cid", ¿ig¿tz¿J I ( 1968), 127:¡ 40' T Drury ' T hc

I¡rlagc ol A tÍonto VI dnd his Spain in Atabic I I islotians (Dissettation' Ann Arbor'Micñig;n, is?3¡, c"olft.v West' "Xing a¡rd Vassal in llis'ory- anrl Poetty: a

Contrár berween lhe 17 üto.i,a nodcrica and ah.e El " Pocma dc M io Cid", ett M ioCid s¿udies (ed A. D. Deycrmond, Londres: Tamcsis, 1977)' pp 195-208'

48. La Espó'ñd d¿l Cid' la' ed., op. cit., p- 3(X'

49. La España dct Cid, la' ed., op. cit., pp. 685-86' El subrayado es mio'

50. Ibid., 4a' ed., p.643. VcrJ' A. Maravall' El concepto de Españaen laEdad M edia

(Madrid, 1964).

5f . c. Ciror, rcseña ^

Ld EspÚ¡ña del Cid,8¡,' XXXI (1929)' 361'

52- Rese6a a La Españd dcl Cid' en El Sot' 9 de mar¿o, l93O'

53. Reseña a L¿ E spaña del Cid, eí ABc' 26 de ñarzo' l93o'

54. "Envidia e invidencia", El Sol, 28 de agosto, 1930' C' M' Rama' I-a C¡¡'si¡

española del siglo XX, (M€xico, Madrid, Buenos Aires: Fondo de culturáe;nómica, l9?6), p. ¡ 80, comenlá que "Eñ los ambientes univetsila¡ios de lo3 años

de exposición del pensamienlo falangista, ci¡culaban cn,España obras como lá de

Ramón Men€ndez Pid^|, L¿ Espdñt dcl CiiI, qúe populariza Pata el público no..p".irti""¿o l¡ existenciá de li idea de imperio cn la Edad Media cspañola "

55. Menénd¿z Pidal y l4 histc¡ria dcl pcnsamianto, op' cit'

La utilización del Cid 123

56. M. Alonso Báquer, "La ética del Cid y la pedagogla milirar,,, arr. cir., pp.30-3l.57-. Acción d¿ España cn A Ír;ca,l,(Mad¡id: Comisión tl isrórica de las Camparlas deMarruecos' | 935)- pp. | -2. Aunque F. Franco no inre¡vino e¡r ra comisión redacrora,seguramente influyó en su ideología como rratadisra miiitar y especiatista enMárruecos. Sabemos que fue colabo¡ ador de la R¿v¡sta ¿e Trop; Cobni(rtes, y sndilecto¡ a patti¡ de enero de 1925. Esra ¡cviste fue fundarla precrsamcnte parap¡opagar las ideas milirares sobre el "p¡otectorado" y srrs posibies c.¡rexiones conlas invcstigaciones de los estudiosos sobre temas liisprn.r_africanos. (Ver SalasLrJÍJ€z, Esctilores núlitaTes conteDtporárr¿os op. cit., pp, 29_.12).

58. "La ótica dcl Cid. . .", a¡t, cil., p.-33 (El subrayado es mio). EI concepro dep¡otectorado apa¡ece en La Esparlo del Cid, la. ed., op. cii., p. 44g.59. E n V. Jll a¡¡ero S '.¡árez, La guerta españo Ia y c I trrtsa de ddÍ"¿roJ ( Mad¡id: pu ntaEuropa, 1962), p. 165. Ver H. R. So¡¡rhwortlt, Et ma,o d¿ la c¡uzada dc Franco(Ruedo lbé¡ico, 1963).

6O. Palabrcs dcl Caudillo lMa:<lrk): Edito¡a Nacionat, t943), p. t4, E. R. Arango,7'he Spdn¡sh Polilicdl Syst.ta- Franco's Legacj (Boutdei, óo: Westview prcss,| 978), Í)- | ¡ 6, ¡ota que "The organic axioms have ¡oots ileep ir¡ the Spanish sociGpolitical tradition, and it is in laage part fo¡ rhis rcason that they possess at leastth¿o¡eüVllttZitimacy fo¡ many Spaniards with the exceprion of rhásewho are heirsto the more recent liberal and Ma¡xisi tradilions..'61. Patabras del Cautliuo, op. cir., pp. 16 y za-Zg.62. Ibid., pp.2t-22. Franco utiliza la misma justificación que Mrnéndez pidalproponla pa¡a el Cid. Puesto que el gobierno ha desaten¿ido los ve¡dade¡osi¡¡te¡eses de la nación es necesario que un caudillo ¡¡¡ililar tome la iniciariva yd€vuelva a España a su destino histórico imperial. Como el Cid, F¡anc.o es, noobstanae, fiel a la monarqula, por Io que pronto decta¡ará España reino.65.I. Ar¡atás, Franco (Madrid; Editorial Redención. | 9a0), p. 266. Oporrunamente,

^r¡arás ab¡e su libro.ott ,rrrá dedi..ro¡ia a Franco, para lo.¡,re utiiiia un ¡.roema deManuel Machado titulado, ,.F¡ancisco Franco" don<le se te <lenomina, ..Caudillo

de la nueva Reconquista". Et epíteto .,principc <tc los Ej€rcitos,,se pod¡laconsiderar sacrílego, pues se incluye en la liturgia <Ie ia misa para designar i Dios.

91:_I. Br:,-g. Ansart, El evangelio dcl hono¡ ,n;lítd¡ y otros,¿r¿ros (vattadotid,1938), p. 261, ¡irlenra, en plena gr¡erra civil, justifica¡ ia intervención de Franc.o vcompara su comportamienro y situación a la de los Reyes Caaólicos,..Un prfncipede Aragón, Fernando, al que por de¡echo naiural no correspondla eI T¡ono, fuehecho Rey, como consecuencia de un c¡ime¡r ho¡rendo- y- fue lrecha Reina deCastilla, Isabel, tarnbién como consecuencia de otro <lelilo del que, igual que en elcaso de Fernando. de ninBún modo podfa imputárseles la menor pani-cipación. Fuep¡ovidencial que fucrán Monarcas, y que uniéndose hicieran corrro punro esencialy de parridi de sus glorias la rrnión nacional , . , ¿por qué no hemocl. esperar conlótica confiairza que una nueva Esr)aña resurja vigorosa como antáño ocu¡riera?,.65. (Valladolid Libre¡la San¡a¡em). C¡eo que se rrata de la primera publicación<londe se desarrollan exrensamente los paraletos ent¡e las hazañas del Ci<l y lasacciones del ejército de Franco durante h guer¡a.66. lbid., pp. 30-47.

tzi M aría Eugenia Lacd¡ra

67. lbid., pp. 78-90.

68. AIo¡rso Báquer,la €tica del Cid , . ,", art, cit., p. 54.

69. En Salas López, Érritoras militarcs co temForáncos, op. ,.i1., p, 97.

70. lt id., p. 99.

7 |. :'Geografla cidi . Botettn ¿¿ ld Real Sociedad C.cográÍ'ca, :ry(]/(VII (lg4l),635-46. Dcl mismo, 'l¡ persorralidad militar del Cid", Mio Cid, V, se8unda época(1941), S. P. (Quierohcer corrstat aqul mi a8radecifr|iento a Francisco Ma¡cosMarlrr y a su colabdora Asunción Satol¡e por su gentileza en conseguirmecopias de estos arric¡ftde A¡a¡¡da. También aJ. Antonio Cid, quien me envió lacopia dcl número dleto). De la misma opinión es el Coronel, J- M. cáratecórdoba, quien en -a¡tlculo, "tnrroducción a la'tácrica det Cid", Revista dcII;storia M i lilar,XV ffil ), al referirse a la batalla del Cid en el Pina¡ de Teva¡ dice:"Nos rccuc¡da, adent tque acaso por las mismas fe(has que el Cid. llegában enabril a Bu¡¡iana -rr-ientos año3 mas tarde- las fucrzas de Francn, bajandocomo el de Teruel yddA.lfambta, por el Alba¡racln y Jérica," (en Salas Lóp€z,Escriaores militaÍcs aSrtñpotÁrreos op. cir., p- 234,)

72. Aunque no he <Gguitlo ver el prinier número de la ¡evista, en el ¡rúme¡oextraordina¡io de l9llse r¿¡¡1pr¡-"

".te manifiesto, inmcdiatamenrc después de la

tabla de contcnido.(hdo estc núme¡o cstá sin paginar,

73. Ihid.,, s.p.

74. Los ediroi€s pül¡&ron varios l¡ozos tomados de Za España del Cid, y losincluyeron de mantla ünde¡rendiente en la ¡evista. Una vcz Ésta publicada, lemandaron una copi¡li{icada a Mentndez Pidal, informándole de su urili¿ación.Que yo sepa, ¿sie tQo¡Drotcstó. Su copia se ¿ncuenl¡á en esie ¡¡romenro en labibliotcca del Semi¡rir,¡ Merrérrde¿ Pidal.

75. En "La personuH,L . .", arr. cit., parrafo V, dice "(El Cid) fue muy malcortesano, dcfecto t* inuy corricnte cn los g¡ar¡des capitan€s pot serabsolütamente optrü,a su grandcza de alma y si¡rcerirlad." Se considc¡abatambién r¡na caract*tlca de F¡anco y por tanto digna de elogio.

76, En Alonso Báqrñr:t¡-a ética dcl Cid . . .". ari. cit., p.36.

77. "La pe¡sonalidfl- -1", a¡t. cit., parrafo Vll.78. En Reconquisld--';saa dcl espír;,u militar (1965r. E3 oportuno ¡eco¡dár laimpo¡lancia que ienha Acadcmia para el mismoFranco pcrsonalmente. (Ve¡F.J. Ralasch, Fotjadot*,Españd Ftanco, 1939, sin indicación de higar). CuandoP¡imo de Rive¡a resl|-úrla Academia el20 de feb¡ero de Ig27 y hasta su supresióndecrebda por

^zaña ül de junio de 1931, Franco fue su primer y único direcror.

Má3 tá¡de se¡á él quid.t dediciembrede 1942, pronuncic cl discurso de apertura,donde subtayará la i{¡ütáircia que concede a lá educación de los oficiales con lassiguienles palabras: f-!4,cadem ias Milirares son los laborato¡ios donde i¡o sólo seforja Ia doclrina de lffér¿itos, sino que se oea Ia moral de las generaciones-" (EnPalabrds dcl Caud.trllP. cit., p. l8).

79. Madrid, 1951.

80. ¡bid., pp. 162-lC81. AIonso Báquer, "h¿S¡ita del Cid . . -", arr. cit-, p.57,

82. Espí¡i,tt y milicia cn la E-srtaña ,nc¿ieoal (Ma¿tid: publicaciones Espariolas,19671, p- l?2.

83. ;.1f pehsamie¡¡ro milira¡ del Cid", e n R eaisra d¿ H isrotidM ititar,tX (tg(;5),l5_45. c á¡a te có¡doba cu en ta en su ha bei, t;;; I óót ;;; ;;""'ál'iirii iii, r*, ."g,r,, ,,.,.i¡rforma Safas f,ópez , Escrilores tt.ilitarcs contemtrorán¿os, '¡)p. .ir,, p. Z:O, ,"rio" aaellos sobre el Cid.

84. Esplritu J milicia . . , , op. cil., p. 27.

85, "La érica del Cid. . .", a¡t. cir., p. g7.

86. Citado por Alonso Báquer, Ibid.A7. litid.,, p.27-

88. La España del Cid, l¿ cd., op. cir-, pp, 648-51; 4a ed., pp. 5ZS_7g.89. Ibid., la- ed., p.647.

90. "La ética dcl Cid. , .", art. cir., p.22,

ll;j;S: X.:1,:::,-1--t tcratura y.pequefía burguesía e,, Eshaña (Notas rseo-rsjo)(r\4aurro: Lua(fnos para el Diál(}go, 1972), p''. 221-222, analiza la aclilud de laGene¡ación del \anre la Edad M edia y su éx iiá en Ia E xpano t r.r.lr,irr", ae t rr-aque se pucde_ramüión aplicar a Menénd- pi.I"l;;l i;;:.ür'.l.'¡¡.", ,.[Jna

ve¿11í," ]i_T::ott,tld pequcño bu¡sucsa int.nta arribuir Ia d"..J.o1i" ¿" lo" u.,.r..,::-:-llrj:^ "_-:: -q.ue

cs simpleménre una siruación histórica conflictiva yamena,¿a(Iora para 5us rnterescs- El fascismo, aulor de esa pcligrosa identificaciónrechaza la mecánica cap¡aalisaa .-. . , en el fondo muy poco hatagüeña para lapequcña -burguesla, y p¡cfiere el-rerorno a una er3;a idtli;, pr.."pitrti"ta ei¡rarional en Ia elección de sus valores_..

92, Manifiesta esto! dcsaos en una carta lechada el I7 de octubre de I gfr4 y di¡ig¡da aJ. M. Gfuate Córdoba. Alonso Báquer ha inch¡ido la ca¡ra en str t.aUa¡o, ,,I_a ericadel Cid. . .", art. cit., p.37.93. En M ¿néndcz p idal (Madri¿ Unión,E{tirorial, | 969), p. | 1.93} Asi Io h¿6s le q1¡€,. pudiéramos

_ lfamar la biografía_ olicial, Ranon U'riarár"- ii¿"t, Cuad¿tto.;biogtúlicos, | (Mad¡id: Ediciones de la Di¡ección Gencral rt. n-J*¡-Ji., C.,¡,.rro1.",

| 951), que consiste de una foto, una brevísima relación de daios f.i"orrol.., ..r-osu lugar y año de nacimicnto y cl año ." q,rl ".-

¿".L.|ír,-. uiutiog..ft"comen.ada y una lisra de los hono¡es que te íran ,¡a"..".áil'.r_ A. del Rlo.Estudios sobrc lit¿¡a,uÍa aspdñold conacmporánca. c}p, cit., p,55, declara, .,Si noemanase de alguna3 de sus páginas una pasión candenre tra¡L t" áparl.rrcia fr ia ymetódica, podrlamos pensar q.r" .* t."tolo a. .rtru .o"o p.ri'.i,o Jíi.rr,.r-..r¡."-ción, de una persorralidadtxt¡iña ente¡amente al tráfago de la existencia humana.su vida e$ su t¡abajo, la ob¡a. Eie'''pto de concen,r.#; ;t";;;;;;;;. siendo estoasf, poco pueden tlecirnos sob¡e el homb¡e Ios hechos exte¡rroia.l,, frlogrrft". llfa"que una biog¡affa se¡án uñ '.cürriculu¡n vitae" que sirvan <le ".pori""r."u o,ao "i,f"superior que rs el p¡oducro del rrabajo cienrffico o ¿" ¡.

".iii¡ári ""lrutal.,, Deigual opinión es C. S¡¡":.itl¡.. M ¿nindezb;¿"t, t t seg-t ciil,bl"_""?irx t rgzol, g,"álthough rnuch of his work was nationalistic in a *"1 -¡" .¡"'u.",.ense of thete¡m, for it has one-, no hin¡ of nadonal or religious pr"¡,rá;.J"'rr,.r. irr,o tr;"-rvork."94. en M cnéndcz prZaf (Madrid: Union Edirorial, 1969), p. I | ,

La ulilización del Cid t25

r26 La utilización del CidM aría Eugenia Lacarta

95 lbid.. p.44.

96. Ver Rcl;quias d.e la poesla epica Española, op, cir., pp. X||I-XIV. DiegoCaralán, en "El rnodelo de investigación pidalina cara al mzflan^", en iA lca lavoz,pr¿gonero! H omenajc a Don R amón M enéndez Pidal (Madrid, | 979), pp, I I t.l ¡ 2,constata la conciencia que Men¿ndez Pidal aenfa de la ¡¡ecesidad de lainterpretaciórr en toda fo¡mulación teótica, con las siguientes palabras: "Lanegación de una id¿rllogla encubre siempre o confusión mental o negación de láliberiad del prójimo a pensar desde un sistema de principios diferentes,".

97. Manrique de Lata, "Apéndice", en C, Conile, M cnénd.ez Pidat, op, cir., p-228-A. Del Rlo, Es,u¿ios sobt¿ lit¿ratura . . . , op. cir-, p. 6l subraya el.carácrer"apolítico" de Mer¡én<le¿ Pidal, de quicn dice que "por temperamento, Frorvocación, por necesidadcs de dedicación ñás el€vada, permancció, en cuanto lefueprrsible, afejadode la polltica," C. Ramz.,La crisis cspañola d¿¿ rigro XX, op. cir., p.405, considera a Menénde¿ Pidal como pertencciente al grupo de " la tercera Españanetrtralista", intcg¡ada por personas que tienden pasiva o activamenre a eludir elconflicto, adoptando una actitud neutral frente a los dos bandos cn conrienda.

98. Ganiver en su ld¿a¡ium español a(:.)sa la "falta de volunrad colecriva", querecücrda a la "debilidad del cspiritu colcctivo" que merrciona Menéndez Pidal, ytarnbién p¡opoDe volver a una sociedad anacrónica, de formas de vida seño¡ialesp¡ecapitalis.as. Vcr M. Tullon de La¡a, M cdio siglo dc culturd españolal1885-1936)(Madrid: fecn()s, l97O), pp- 67-68. P. l-aln Entralgo, La Gencración dcl novcntagorho tN4arlri¡l, 1945). pp. 40 y sigs. y 398-409.

99. J. A. Lacomba, Ensayos sobrc el sigto XX ¿spdñot(Madrid: Cuadcrnos para elDiáfogo, 1972), p.214. A. Garosci, Glt inr¿rlcttuali ¿ d gu¿tra diSpag¿¿ (Roma:Ei¡laudi, 1959), p.235, señala cla¡amente el anacronismo pidaliano- "Me¡¡€nde¿Pidal cede alla ¡etorica della originalitá impe¡iale della Spagna, proiealando nelf¡rtu¡o t¡na funzione ben appattenente al passato."

lO0. J. A. Maravall, M en¿n.Iez Pidat . . ., op. cit, G. Diáz-Plaja, Esrrucruray s.naidod¿l noucccnaisrTto ¿spañol lrlif^drid: Alianza Editorial, 1975), p- 70, comenta queaquellos que no se adaplabañ a su pat¡ón hisrórico e¡an desechadog c(}mohetelodoxos,

l0l. La derecha i¡reconciliable mantiene una postura de ambigrledad rcsp€cto aMenéndez Pidal. Asl po¡ ejemplo, V. Mar¡ero Suárez, L¿ Gucrrd españoldl ¿l trus,de cctcbros, op. cit., pp. 325-335, aprueba sus teorias sobte la ttadicionalida4 eldestino l¡istórico unitario e imperial, y átaca otras, que se ¡educen casi exclusiva-menae a la idea d€ las dos Españas, presente cn Menéndez Pidal(en su¿os ¿Jpafor"¡¿n la hisaor;a, . . , op. cit., pp. l42 y rigs.), y que Matterove como una negación delca¡ácrer de Cruzada unira¡ia que iuvo para éi lo que llama la "Cue¡ra deLiberación"-

lO2- "Menéndez Pidal", arr- cir., p.28-

105. lbid., p.28. fl0É. Etc¡i,orcs mitila¡¿t co¡l¿mpotáncot, oq.. c¡r., p. 58.

lO5. Ibid., p. 66.

106. "Menéndez Pidal y la cultura española", RUM XVUI (1969), p, 13,

lO7. No aeo que fuera casualidad r¡ue en I96.1 apareciera en lag escal¡natas de la.ered¡al de Sevilla un terrero pi¡l;do a riza, posihlemen,. pi.-itg.rrro a. ".o,alumnos de bachilleraro a que óámaso Alonso árua., .o.r-i" .i'giieirre leyenda: 19lCid ¿¡a maricón- l-a irrdoctrin,.ión, t asta la sacie¿aá, á. 1"" i?."].,o.A"" a"l C¡¿morivó, sin duda, es.a salida de ürconformidad. lris y Criio"

-nt"rr.o,fg,rirrug"

froseen la forografla conrprobatoria.

108. J. A. Ma¡avaf l , en M cn¿ndez Fidat y ta historid d.t pcnsami)nto, op. cit., pp.I50-¡ 5f . G. Diáz-pl zia. Estructura y.s¿nr;do . . , , op. cír., pp. ó-ió, ,",lq,r..pro"::tX':ff":"

t."undez pidar tiene ide.. -,,y o.""üdo" Jri..i.a,ai,", ia.otosi."

l0g. "El modelo de investigación pidalino cara al mar.iarra,,, op. cii,, p. I02.I lO. ':Rarnon Men€nde¿ pidal,', a¡r. cír. pp. 26-27.l l l. ¡bid., p. 26.

I l?. Po¡ ejemplo, e¡¡ lg5l, Lá Dirccción cene¡al de Relaciones Cultr¡rales iniciauna nueva scrie tilulada Cu¿d¿¡nos biogr.tficos, y dedica su piirrr., ,r.r_.ro " Lbiografía de Menéndez pidal.

ll3. Jtú¿ntud dcl 98 (Madriú Siglo XXl, t97O), p. 13.ll4.Palab¡asmuysimilaregalasyaciradasdeMcnóndezpidal:,,loscrncoreinos¡econocer¡ la unidad ded-catino histó¡ico.,,(ver nora 5O).| | 5. Rafael l-apesa, en ,,Menéndez pidal, creador de escuela: El Ccntro deEstudiosFlis¡ó¡ico-s", cn ¡/llcd la voz, prcgonero!"p. .ir., pp,-ZZ-ig, 'menciona

lasdif¡cultades de ripo académico que tuvo Menéniez pidat con el R é;im;n a su vuellae España despues de la Gue¡r:r. .precisamenrc ;.,;-.i;;;ü;'il;rr ibuyó a su" inrr¡cabilidad" fuera de España, at se, "-i",..orno i"J"f"iJi.i . jJil.ug,-"", p.,una parie, y a debilitar Ia influencia de su escuela, f,o, ",r", ."V* métodos deinvestigación hablan supueslo un ava¡rcecienrlfico i¡¡c'ues,¡orr.LiJi]rruo. fr.,o.""pe¡mirieron al gobierno la eficaz utilización de sus reorla. fi".",ii rn"r,ip,rfr.iOn

rJe su petsona para sus propios f¡nes, a la vez que paradóji.á-"rri" ".

pr*."taoo fapluralidad y rclerancia ¡le Ia ¡lemr¡<raria rrrgirrii".

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