sobre algunas bóvedas renacentistas valencianas y su relación con la arquitectura de la diócesis...

22
SOBRE ALGUNAS BÓVEDAS RENACENTISTAS VALENCIANAS Y SU RELACIÓN CON LA ARQUITECTURA DE LA DIÓCESIS DE CARTAGENA. JERÓNIMO QUIJANO EN VALENCIA.

Upload: uv

Post on 01-Feb-2023

7 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Sobre algunaS bóvedaS renacentiStaS valencianaS y Su relación con la arquitectura de la dióceSiS de cartagena. Jerónimo quiJano en valencia.

3

Ca

pít

ulo

3

Mercedes GóMez-Ferrer

5

Ca

pít

ulo

3So

bre

algu

naS

bóve

daS

rena

cent

iSta

S va

lenc

iana

S y

Su r

elac

ión

con

la a

rqui

tect

ura

de l

a di

óceS

iS d

e ca

rtag

ena.

Je

róni

mo

quiJa

no e

n va

lenc

iaM

erce

des G

ómez

-Fer

rersobre alGunas bóvedas

renacentistas valencianas y su relación con la arquitectura de la diócesis de cartaGena. JeróniMo quiJano en valencia

Mercedes Gómez-Ferrer.Universitat de València

ResumenA partir de la noticia inédita de la presencia del maestro de la diócesis de Orihuela Jerónimo Quijano en la ciudad de Valencia en 1536, se plantea la relación de este maestro con la génesis de la cabecera de la iglesia parroquial de San Martín. Se analizan sus características y sus vinculaciones con la arquitectura renacentista de la diócesis de Orihuela. También se consideran las obras que se efectuaban en la iglesia de Ayora, por cuya inspección Quijano recibe un pago en la citada fecha. Ambas obras se insertan en un proceso de cambio con respecto a los modelos más habituales de bóvedas de ladrillo tabicado en esta época en el medio valenciano, e inciden en la estereotomía renacentista.

AbstractBased on a new documentary evidence of the presence of the main architect of the Orihuela diocese in Valencia, Jeronimo Quijano in 1536, we analyse the probable relation between this master and the presbitery of the parish church of Saint Martin in Valencia. We deal with the relation between this renaissance stone vault and the architecture in this area. The works that were being undertaken in the parish church of Ayora (Valencia), for whose inspection, Quijano was paid, are also considered. Both works can be linked to a changing process in architecture, that does not use the widely spread tile vaults but insists on stone renaissance vaults.

6

ve

da

s v

ale

nc

ian

as.

A

rq

uit

ec

tu

rA

s id

eA

le

s, r

eA

le

s y

vir

tu

Al

es

en

ép

oc

A m

ed

iev

Al

y m

od

er

nA

Al comenzar el siglo XVI, la ciudad de Valencia en muchos de sus aspectos arquitectónicos seguía dependiendo de los alardes técnicos de la estereotomía que tantas construcciones grandiosas había posibilitado en el siglo anterior. Hacía muy pocos años que se habían cerrado las bóvedas de la torre –capilla y cárcel- y sala de contratación de la Lonja y la estela de Pere Compte se extendía por varios lugares cercanos con interesantes bóvedas de cantería como las de la catedral de Orihuela, o las más tardías de Ontinyent, por citar algunas1. En todas ellas permanecían activos los principios de la construcción totalmente realizada en piedra, que con el paso de los años, se iría abandonando.

Otras soluciones de ascendencia medieval cobraron especial fortuna en esta época, y se perpetuaron durante muchos años, como fue la utilización de la crucería de piedra con plementos de ladrillo tabicado2. Esta técnica, que se había iniciado en el siglo XIV, se mantuvo con ligeras variantes a lo largo de toda la época moderna. Podemos encontrar desde grandes bóvedas como la del presbiterio de la iglesia del monasterio del Carmen, con bóveda de crucería de trece claves, nervios de piedra y plementería tabicada, a bóvedas mucho más sencillas como las que tuvo la iglesia del monasterio de Santa Catalina de Siena, con crucerías más simples y ladrillos tabicados, ambas en la ciudad de Valencia y construidas a comienzos del siglo. Realmente si hiciéramos un recorrido por las bóvedas del siglo XVI, nos daríamos cuenta de que muchas de ellas recurren a este sistema, que parece convertirse en el más común. Basta con fijarnos en algunas de finales del siglo XVI o ya entrado el siglo XVII, como las de la iglesia del Patriarca, de San Esteban o de San Andrés (actual San Juan de la Cruz) en las que se mantienen crucería y plemento de ladrillo tabicado con ligeras variantes. Se podría decir que

1 Zaragozá y gómez-Ferrer 2007.2 gómez-Ferrer 2012.

esta solución se convierte en un auténtico leitmotiv en la arquitectura valenciana de época moderna, alejándonos de la tendencia que considera la crucería como algo propiamente medieval. Lo cierto es que la crucería siguió con plena vigencia, aunque variando las formas de los arcos que pasaron de apuntados a arcos de medio punto o escarzanos. Además de las iglesias mencionadas, hay otros interesantes espacios como el antiguo refectorio del convento de Santo Domingo (1560-67), con bóvedas bastante rebajadas que repiten este esquema. La irrupción de las formas renacentistas pasará también por el empleo de las técnicas tabicadas prescindiendo ya de los nervios de piedra. Aristadas, vaídas, cañón con lunetos, esquifadas etc… formarán un rico repertorio al que pronto se añadirán las grandes cúpulas inicialmente sin trasdosar y a modo de cimborrio y trasdosadas, con y sin tambor con posterioridad. Pero vayamos por partes.

La irrupción renacentista es, como ya ha quedado señalado en múltiples ocasiones, un fenómeno lento e inicialmente casi epidérmico, como máscara decorativa que se superpone a formas constructivas tradicionales. Muchos de los ejemplos más tempranos se corresponden con estructuras que no transformaban el espacio como portadas, arquitecturas efímeras –monumentos de Semana Santa, arcos de triunfo-, retablos u órganos, donde se aplica este nuevo lenguaje denominado en la documentación “a la romana” o “a la antigua”. En los inicios sólo encontramos algunos tímidos intentos que en pequeños espacios construyen bóvedas enteramente realizadas en ladrillo y yeso, ya sin cantería, y decoradas con las nuevas propuestas de la “fantasía italiana” como la Capilla de Todos los Santos de la cartuja de Portaceli. Pero esta microarquitectura de hacia 1510 con su bóveda de aljibe o claustral de ocho paños y nervios de yeso convergentes en una clave central tuvo un eco muy

7

Ca

pít

ulo

3So

bre

algu

naS

bóve

daS

rena

cent

iSta

S va

lenc

iana

S y

Su r

elac

ión

con

la a

rqui

tect

ura

de l

a di

óceS

iS d

e ca

rtag

ena.

Je

róni

mo

quiJa

no e

n va

lenc

iaM

erce

des G

ómez

-Fer

rerlimitado. Sí que es cierto que sus motivos decorativos,

con trompas aveneradas, medallones con laureas, temas a candelieri o puttis se extenderían en otras tantas capillas, como la desaparecida de la casa de la diputación conocida por la documentación cuyas bóvedas también tenían cruceros y claves, posiblemente de yeso. Otras capillas, que tampoco se han conservado, como la de la casa de la ciudad (1517) o la capilla de la Paz de la iglesia de Santa Catalina (1510) se siguieron construyendo con crucería en piedra, introduciendo ya en los plementos pinturas y otros motivos decorativos “a la romana”3.

Habrá que esperar casi hasta mediados de siglo para que las bóvedas tabicadas que prescindan de nervios pasen de las más tradicionales soluciones de bóvedas aristadas de ladrillo a bóvedas vaídas que nos remiten a ese renacimiento italianizante. Y uno de los edificios donde más claramente se observa esta transición es en el Hospital General de Valencia que sustituyó sus cubiertas de madera tras el incendio de 1545 por una sucesión de bóvedas vaídas sobre columnas en las naves y una interesante cúpula sin trasdosar en el cruce de las mismas. El ladrillo tabicado permitía una construcción rápida, económica y de gran versatilidad, pues tanto las naves como el gran espacio del crucero se podrían cubrir sin necesitar nervios de piedra. La cúpula con sus resaltes de yeso y clave en el centro era una de las primeras que sobre tambor empleaba la media naranja, “mitja taronja” de la que nos habla la documentación, unificando con amplia luz esa zona central. Las aristadas de los porches de acceso a las enfermerías que actualmente no se conservan pero que conocemos por diversas fotografías, simplemente continuaban una tradición que ya había existido en el siglo anterior y que se debió utilizar con más frecuencia de lo que hemos creído4.

3 bérchez 1993.4 gómez-Ferrer 1997.

Sucesiones de bóvedas aristadas separadas por arcos o sin ellos, constituyen otro de los motivos más frecuentemente utilizados en los pasillos claustrales durante el siglo XVI5. Algunos ejemplos han pervivido como el segundo claustro del monasterio del Carmen, que tiene una cronología muy dilatada pero que estaba ya en marcha en 1538. Y otros los conocemos por referencias documentales como la prohibición expresa de utilizar la piedra para uno de los claustros del convento de Jerusalén que aún se tenía que obrar en 1549. Tomando como modelo el claustro de la Trinidad se indicaba que todo estuviera conforme a él, salvo que las nayas, arquillos y bóvedas no fueran de piedra, sino de ladrillo, yeso y mortero. Este mismo sistema tuvo que ser el empleado en edificios civiles cuando éstos disponían de patio columnario, que no fue más que en contadas ocasiones, ya que los palacios valencianos continuaron durante todo el siglo XVI con la tradicional solución de patio abierto y escalera adosada a un lado. Prácticamente pensamos que uno de los pocos ejemplos que utilizaría las bóvedas aristadas sin cantería fue el patio del palacio del Embajador Vich.

A partir de estos ejemplos iniciales, la mayor parte de los abovedamientos emplean las técnicas de ladrillo tabicado en sus distintas variantes como hemos visto, manteniendo las crucerías en muchos casos como en las distintas estancias del Monasterio de San Miguel de los Reyes, tanto en salas del piso bajo, como en los claustros, aunque también hubo un importante conjunto de bóvedas vaídas en las celdas del piso alto, hoy desaparecidas tras la restauración. Pero por lo general, hacia finales de siglo se observa cada vez más presencia de otras fórmulas de abovedamientos tabicados con la diversidad que esta técnica proporcionaba. En el

5 gómez-Ferrer 2008.

8

ve

da

s v

ale

nc

ian

as.

A

rq

uit

ec

tu

rA

s id

eA

le

s, r

eA

le

s y

vir

tu

Al

es

en

ép

oc

A m

ed

iev

Al

y m

od

er

nA

mismo San Miguel de los Reyes, aparecen soluciones esquifadas sobre la caja de la escalera detrás de la iglesia. La documentación la denomina “bóveda de horno por igual artesonada”, una bóveda sin cruceros con los artesones en relieve de estuco. En el colegio del Patriarca, tenemos toda suerte de variantes, las comunes aristadas del claustro, las crucerías con plementos tabicados en la iglesia, y las bóvedas que sin ningún tipo de nervio cubren los zaguanes, sacristías, capilla de reliquias, capilla del Monumento, o cajas de escalera, donde las formas de aljibe, rincón de claustro, esquifadas se adaptan a las distintas estancias liberando grandes superficies que se cubrieron con pinturas al fresco.

En todos estos ejemplos hemos hablado de una proliferación de las técnicas de ladrillo tabicado como las más habituales en el medio valenciano y las que lograron una gran perfección técnica, mientras que el capítulo de la estereotomía quedaba totalmente relegado a la arquitectura de la zona sur y a obras del obispado de Cartagena, en poblaciones como Orihuela o Villena. En Valencia, prácticamente se observa una cesura total con respecto a los abovedamientos en piedra solo interrumpida por contados ejemplos y por algunas tipologías muy particulares como es el caso de las escaleras “de voltes”. Estas demuestran que las técnicas de cantería no se habían olvidado, ya que el alarde y perfeccionamiento de estas piezas no se explica sin un dominio claro de los cortes de las dovelas y de los cálculos de empujes que implican. Por tanto, este apartado de las bóvedas de piedra en el siglo XVI en el medio valenciano, a pesar de ser el menos frecuente, es un episodio sobre el que vamos a reflexionar proporcionando una serie de datos que de alguna manera intentan explicar algunas de sus realizaciones más monumentales.

la estela de las bóvedas en piedra de la dióCesis de Cartagena: la bóveda de san Martín de valenCia

No es el propósito de este texto hacer un análisis exhaustivo del brillante conjunto de bóvedas que se construyen durante los años centrales del siglo XVI en el territorio de la diócesis de Cartagena y que tienen al arquitecto Jerónimo Quijano (h. 1500-1563) como uno de sus grandes protagonistas. Muchos estudios han incidido en el saber constructivo que suponen las bóvedas de piedra elevadas en diferentes iglesias de este ámbito y que ocupan un lugar destacado en la cantería europea. Tanto las distintas variantes de la catedral de Murcia como las de Santiago de Orihuela constituyen ejemplos excepcionales de este episodio. Bóvedas vaídas, bóvedas curvas en decenda de cava, bóvedas en vuelta de capazo, bóvedas ovales, la propia bóveda de Murcia, la capilla cuadrada por arcos cruceros, el ochavo por dovelas, son algunas de las soluciones que se emplean y que se deben a la maestría tanto de Jacobo Florentino como a la de su sucesor Jerónimo Quijano6. Éste en calidad de maestro mayor de la diócesis, a la muerte de Jacobo Florentino en 1526 acaecida en Villena, continúa construyendo estructuras de gran calidad en la propia población de Villena, en Murcia y en Orihuela, donde sobresale a partir de 1545 en sus aportaciones para la iglesia de Santiago. Junto a estos ejemplos, son otras muchas poblaciones pertenecientes a la diócesis de Cartagena en las que despliega su quehacer y a las que nos referiremos en el presente texto, como Lorca, Caravaca, Cehegín, Chinchilla o Albacete7.

Frente a esta proliferación de destacadísimos ejemplos, tanto por su variedad como por la maestría técnica de su ejecución, nos encontramos

6 calvo 2005.7 gutiérrez-cortines 1983.

9

Ca

pít

ulo

3So

bre

algu

naS

bóve

daS

rena

cent

iSta

S va

lenc

iana

S y

Su r

elac

ión

con

la a

rqui

tect

ura

de l

a di

óceS

iS d

e ca

rtag

ena.

Je

róni

mo

quiJa

no e

n va

lenc

iaM

erce

des G

ómez

-Fer

rer

1 | Planta de la iglesia de San Martín de Valencia.

10

ve

da

s v

ale

nc

ian

as.

A

rq

uit

ec

tu

rA

s id

eA

le

s, r

eA

le

s y

vir

tu

Al

es

en

ép

oc

A m

ed

iev

Al

y m

od

er

nA

con casos más bien excepcionales y aislados en el medio valenciano. Y entre ellos, ocupando un lugar absolutamente relevante en el conjunto de las bóvedas renacentistas, subrayamos la enigmática cabecera de la iglesia parroquial de San Martín de la ciudad de Valencia. Para muchos una muestra peculiar en el medio arquitectónico valenciano que despunta por el alarde estereotómico de su bóveda

y que se considera el único ejemplo significativo de la renovada estereotomía renacentista en Valencia. Casi se podría decir que hasta la construcción de la cabecera de la seo de Xàtiva ya a fines del siglo XVI, no encontramos bóvedas relevantes realizadas enteramente en cantería, siendo también el caso de Xàtiva, un conjunto excepcional que de nuevo hay que relacionar con el ambiente del sur del territorio más que con la propia Valencia8.

La iglesia parroquial de San Martín9 iniciada al poco de la conquista cristiana de la ciudad, fue rehecha entre 1372 y 1401, manteniendo la planta de nave única, capillas entre contrafuertes y cabecera poligonal, habitual en el medio valenciano, con la particularidad de su planta irregular trapezoidal fruto de la adaptación al trazado de calles preexistentes (figura  1). A mediados del siglo XVI, se decidió la renovación de su cabecera, objeto que nos ocupa. La iglesia con posterioridad se revistió con un culto lenguaje barroco ya adentrado el siglo XVIII. Es significativo que esta renovación respetara la cabecera renacentista (figura  2), que debió considerarse como única en su género y que no se cubrió con las habituales bóvedas tabicadas y decoraciones barrocas que enmascararon la mayor parte de las iglesias medievales valencianas. El presbiterio que se mantuvo tal cual, tanto en cubrición como en la ordenación de su alzado, consta de una bóveda de tres faldones precedida por un tramo recto, en cuyo centro se abre un óculo ovalado con linterna. Todo ello acasetonado y decorado con figuras en estuco que se alojan entre los casetones (figura  3). La cabecera de San Martín ha sido fruto de una reciente restauración que ha eliminado capas de pintura superpuestas a los artesones permitiendo en algunos puntos apreciar la construcción de piedra de los mismos (figura  4). Se ha vuelto a cubrir por

8 bérchez, gómez-Ferrer 2007.9 gómez-Ferrer 1995.

2 | Bóveda de la iglesia de San Martín.

11

Ca

pít

ulo

3So

bre

algu

naS

bóve

daS

rena

cent

iSta

S va

lenc

iana

S y

Su r

elac

ión

con

la a

rqui

tect

ura

de l

a di

óceS

iS d

e ca

rtag

ena.

Je

róni

mo

quiJa

no e

n va

lenc

iaM

erce

des G

ómez

-Fer

rer

pinturas, pero ha dejado patente que no se trata de artesones de yeso, como en alguna ocasión se ha supuesto. También se han restaurado las tallas que cobijan que se encuentran un tanto desfiguradas.

Este esquema empleado en la cabecera de la iglesia de San Martín se tipificará posteriormente en el

tratado de cantería de Alonso de Vandelvira como “ochavo igual por cruceros”. Aunque el modelo de este ochavo es más bien el empleado en la cabecera de la iglesia de los Jerónimos de Granada, obra de Diego de Siloe, entre 1526 y 1547, ya que el de San Martín se distancia de éste por la particularidad de la apertura cenital que allí no existe. Sin embargo, la

3 | Casetones del intradós de la iglesia de San Martín.

12

ve

da

s v

ale

nc

ian

as.

A

rq

uit

ec

tu

rA

s id

eA

le

s, r

eA

le

s y

vir

tu

Al

es

en

ép

oc

A m

ed

iev

Al

y m

od

er

nA

4 | Casetones en el extradós de la iglesia de San Martín de Valencia durante el proceso de restauración.

13

Ca

pít

ulo

3So

bre

algu

naS

bóve

daS

rena

cent

iSta

S va

lenc

iana

S y

Su r

elac

ión

con

la a

rqui

tect

ura

de l

a di

óceS

iS d

e ca

rtag

ena.

Je

róni

mo

quiJa

no e

n va

lenc

iaM

erce

des G

ómez

-Fer

rerlinterna es un elemento que caracteriza muchas de

las soluciones con las que trabaja Jerónimo Quijano y entre otras, está presente en la sacristía de la iglesia de Santiago de Orihuela que se cubre con un ochavo por igual con dovelas y linterna en el centro. En San Martín, como analizaremos con posterioridad, se trata más bien de un medio ochavo por cruceros, una planta formada por medio hexágono al que antecede un tramo acasetonado perlongado a modo de bóveda de cañón y en la intersección entre ambos es dónde se sitúa la linterna con una ligera forma oval. Ésta, a modo de templete sustentado por columnillas, debió cerrar su huecos por la fragilidad y recuperados ahora en gran medida por colocar entre las columnas piedras traslúcidas.

Se conocía del intento de renovación de esta cabecera ya en 1527, pero fundamentalmente las fechas que se manejaban eran las situadas entre 1548 y 1570 que es cuando finalmente se suceden las obras. La bula apostólica para la licencia de la ampliación fue concedida el 9 de julio de 1548 cuando Paulo III ratifica la concordia de 1545 entre el clero y los parroquianos para comprar una casa y derribarla y así disponer del terreno necesario para la obra. Por tanto, estos datos nos situaban a mediados de siglo, sin que tuviéramos más información acerca del autor. Se conocía la participación del cantero Miguel Porcar en el pavimentado de la capilla mayor a partir de 1569 y las intervenciones de los maestros Joan de Alfafar y Gaspar Gregori en la sacristía de la iglesia a partir de 157110.

Realmente, además de estos datos, no se había progresado mucho en el conocimiento sobre esta estructura en la ciudad de Valencia que sí se había puesto en conexión con obras de la órbita de Jerónimo Quijano en la zona de Orihuela, tanto por su

10 Pingarrón-esaín, F., 2009

técnica como por la voluntad de configuración de un espacio centralizado. Y es sobre este aspecto, sobre el que vamos a tratar de profundizar en el siguiente apartado.

el Maestro JeróniMo QuiJano en valenCia

Como hemos visto uno de los artífices más destacados en la construcción de grandes sistemas de bóvedas en piedra es Jerónimo Quijano. Su formación vinculada a Gutierre Gierrero11, Felipe Bigarny y a Jacobo Florentín se inicia en la escultura en la zona de Jaén y Granada, aunque a partir de 1526, adquiere el cargo de maestro mayor de la diócesis de Cartagena hasta su muerte en 1563, desarrollando una excepcional carrera como arquitecto. A pesar de que no disponemos de una biografía detallada de su figura, sí que podemos rastrear su presencia en esa diócesis a través de los documentos que lo sitúan al frente de diversas obras. En sus inicios en el cargo, sobre todo se le documenta en la continuación de las importantes estructuras que se llevaban a cabo en la catedral de Murcia, especialmente en la elevación de la torre de la catedral y en la resolución de la capilla de Junterones, aunque siguen planteándose dudas al respecto de su intervención concreta. Cuánto es lo realizado por Jacobo Florentín y en qué momento retoma las obras Quijano como sucesor. Incluso su participación en las obras de Santiago de Villena no está del todo aclarada porque no hay fechas exactas para seguir el proceso constructivo preciso de esta iglesia y de otras intervenciones en esta población.

Lo que podemos constatar por el momento es que entre 1526 y 1536 su labor fundamental se desarrolla

11 belda, c., albadalejo, e., 2006

14

ve

da

s v

ale

nc

ian

as.

A

rq

uit

ec

tu

rA

s id

eA

le

s, r

eA

le

s y

vir

tu

Al

es

en

ép

oc

A m

ed

iev

Al

y m

od

er

nA

en la catedral de Murcia y que a partir de 1536 comienza su periplo por tierras de la diócesis para dar trazas de la colegiata de Lorca, inspeccionar la iglesia del Salvador de Caravaca, dar informes de la iglesia de Cehegín, mirar el sitio de la construcción de la cabecera de la iglesia de Chinchilla, todas estas actuaciones fechadas en 1536. Los desplazamientos de Quijano por tierras de la diócesis para inspeccionar, dar trazas y realizar seguimiento de trabajos son asuntos directamente concernientes a su figura y su cargo de maestro mayor. Otros viajes fueron por motivos privados como el que lo vincula a Ontinyent ya que su segunda mujer, Francisca, con la que se casa en 1541, era de esa población y estaba relacionada con algunas de sus personalidades importantes, al ser cuñada de Esteban Pacheco, regidor de la villa.

Pero sabemos también que la consideración de Quijano excedió los límites del obispado y que en varias ocasiones fue llamado para asuntos artísticos de máximo nivel. De abril de 1548 data su desplazamiento para valorar la sillería del coro de la catedral de Toledo, elegido como experto por parte de la catedral, mientras que por Berruguete, autor de la obra, se desplazó Juan de Juni, y como tercero en discordia, Pedro Machuca. En agosto de 1548 se dio orden de llamar a Jaén a Machuca, Vandelvira y al maestro Jerónimo a una reunión de maestros sobre la catedral “para que se dé mejor orden que en ella ha de tener” y se les requirió que estuvieran en Jaén en el día de todos los santos12. De 7 de abril de 1553 y de fecha incierta de 1555 datan dos cartas en las que solicita permiso para ir a la corte “por ciertos negocios tocantes al servicio de su majestad”, que se había considerado que no se produjeron porque no se tenía otra noticia de ellos.13 Pero sin embargo

12 tessari 1992-93.13 gonzález c., et al. 1991: 547, indica que solicita permiso para ir a la corte,

y que no acudió en la primera ocasión, indicando que dos años después reitera la petición y que tampoco acude.

sabemos que Quijano sí que debió desplazarse a la corte. En ese mismo año de 1555 se compromete a ir a San Clemente, -por tanto fuera de nuevo de los límites del obispado- para hacer una visura de las obras de la iglesia de Santiago, cuyas trazas había dado Vandelvira. En la carta escrita en enero de 1555 a los administradores de la fábrica de la iglesia de San Clemente, indica que no se había podido acercar allí precisamente porque “me an detenido los negocios del servicio de su magestad” y prevé que será posible acercarse a la villa en el plazo de un mes. Esto implica que tuvo que estar dedicado a esos servicios en 155414. En el momento de redacción de esta carta se encontraba de vuelta en Murcia, pero estos “negocios” no sabemos cuáles. No siendo excesivamente importantes las obras que se ejecutaban estos años en el Alcázar de Madrid cabe pensar en una posible consulta para el acondicionamiento del cuarto del emperador en el monasterio de Yuste en pleno proceso de gestación entre 1554 y 1555, y que acabaría siguiendo las trazas de Gaspar de Vega. Fue un proceso complicado. El propio príncipe Felipe desde Flandes insta a Luis de Vega para que se persone a dictaminar sobre las obras, siendo la visita finalmente realizada en 1556 por Alonso de Covarrubias. Aunque el nombre de Quijano no se menciona, bien pudiera haber sido este el “negocio tocante a su majestad”, pues ya lo hemos visto dirimir sobre asuntos de arquitectura en presencia de los principales arquitectos del momento.

La movilidad por tanto se presuponía y la cercanía de su ámbito de trabajo con respecto a Valencia quedaba atestiguada por lo amplio del territorio de aquella diócesis antes de la formación de la diócesis de Orihuela. Pero hasta ahora no había existido constancia documental fehaciente de la presencia de Quijano en la ciudad de Valencia. Sí que la hubo

14 torrente Pérez 1975: 377-378, revisión de la transcripción por Sonia Jimé-nez, a quien agradezco que me la haya facilitado.

15

Ca

pít

ulo

3So

bre

algu

naS

bóve

daS

rena

cent

iSta

S va

lenc

iana

S y

Su r

elac

ión

con

la a

rqui

tect

ura

de l

a di

óceS

iS d

e ca

rtag

ena.

Je

róni

mo

quiJa

no e

n va

lenc

iaM

erce

des G

ómez

-Fer

rersin embargo de otros muchos maestros que iban y

venían del área murciana a la valenciana y viceversa con frecuencia. De todos es conocida la llamada a Pere Compte para dar las trazas de la que luego sería catedral de Orihuela en 1506. También se ha constatado que el maestro Francisco Florentín en 1519 había realizado frecuentes viajes a la ciudad del Túria. Otras noticias avalan la presencia de canteros oriolanos en Valencia como Joan Comí en 1528 residente en la ciudad para varios negocios15. La noticia, hasta ahora inédita que presentamos, viene a confirmar la presencia de Jerónimo Quijano en la ciudad de Valencia, precisamente fechada en el año 1536, año en que parece despuntar esa movilidad por todo el territorio de la diócesis.

El 26 de enero de 153616, Jerónimo Quijano en calidad de maestro de obras de iglesias de Murcia, en ese momento residente en Valencia cobraba de parte de Pedro Giner presbítero y mayordomo de la iglesia de Ayora, por manos de Francisco Sardo ocho libras y cuatro sueldos por el salario de la visita a la obra de la iglesia que se edificaba de nuevo en

15 archivo de Protocolos del Patriarca de valencia, aPPv, notario: Fran-cesc vilar, signatura: 16603, 22 de marzo de 1528, “Joannes comi cisor lapidum vicinus civitatis oriole pro negociis in civitate valencie resi-dens tanquem procurator et eo nomine caterine angele miro eius uxor (…)”

16 aPPv, notario: nicolau orti, signatura: 14478, 26 de enero de 1536, “noverint universi ego Jeronimus quixano magister de operibus eccle-sie civitatis Murcie nunch Valencie residens scienter et gratis confiteor et in veritate recognosco vobis venerabile Pedro giner presbitero ville de ayora habitator majordomo de la obra ecclesie noviter constructe in dicta villa absentis vestris michi ego que a vobis dedistis et solvis-tis a vobis habui et recepi per manus de Francisco Sardo de pecuniis vestris solventis ut ipse dixit realiter octo libras quatuor solidos rega-lium valencie michi debitas de meo salario causa visitandi opera dic-te ecclesia que noviter edificantur in dicta vila quam visitam fecit de mandato multum reverendum dominum provisoris ecclesie sedis dicte civitatis carthagenensis ad racionem vigintiseptem solidos quatuor denarios pro uno quoque die facta gracia de aliis diebus et quia hec est rei veritas... testes michel Scriva juris et Joannes Sancho scriptor valencie habitatores”

Ayora. Es decir, Jerónimo Quijano había realizado una tarea comisionado por el provisor de la diócesis de Cartagena a la cual pertenecía Ayora en aquella época, visitando las obras de la iglesia. Y el pago se efectúa en un momento en el que Jerónimo Quijano se encuentra residiendo en la ciudad de Valencia.

No parece que se trate solo de un paso por la ciudad sino de una estancia algo más prolongada que le permite recibir aquí este pago. Es complicado calcular el tiempo que pudo estar en Valencia, porque las fechas exactas de la biografía de Quijano son inciertas. Sabemos que el 31 de julio de 1536 estaba con total seguridad de vuelta en la zona de Murcia, acompañando a los inspectores en su visita a la Vera Cruz de Caravaca. El año anterior de 1535 no podemos precisar dónde se encontraba aunque son los años en los que está trabajando con una cierta continuidad en las obras de la catedral de Murcia, como hemos dicho. Desde luego, allí cobraba su salario anual por el cargo, y de vez en cuando se constatan pagos en días determinados por actividades relacionadas con la catedral.

Esta noticia, por tanto, pone en marcha varios aspectos que hay que tener en cuenta, unos en el terreno de las certezas, otros en el de las hipótesis. Por un lado nos habla con toda seguridad de la renovación de la iglesia de Ayora, iglesia sobre la que también se han planteado muchas incógnitas, sobre todo, tras la restauración y el análisis más directo de las indecisiones del proyecto, cambios en la estructura y la recuperación de las bóvedas originales. Por otro, plantea las hipótesis de las relaciones de Quijano con algunas de las realizaciones en las que se intuía su presencia en la propia ciudad de Valencia.

16

ve

da

s v

ale

nc

ian

as.

A

rq

uit

ec

tu

rA

s id

eA

le

s, r

eA

le

s y

vir

tu

Al

es

en

ép

oc

A m

ed

iev

Al

y m

od

er

nA

la iglesia de ayora

El pago en sí, confirma que la iglesia de Ayora seguía renovándose y cabría considerar si es de este momento cuando corresponde el cambio de proyecto que se observa en la misma. Si recordamos los datos que se disponen hasta ahora nos indican que se estaba remodelando desde el año 1508, obras que se atribuyen a Francisco y Juan de la Portilla quienes cobran en el año 1525 por haber trabajado en la iglesia17. Parece que en principio estuvo concebida para ser más ancha y probablemente se correspondiera con una iglesia de tres naves, ya que este cambio de proyecto se aprecia en las huellas que quedan en la cabecera. De forma ochavada mantiene algunos de sus pilares con un sistema aún deudor del gótico que conecta con la bóveda estrellada que la cubre. Este tramo de la cabecera estaría en la línea del último gótico advertible en los discípulos del círculo de Pere Compte. Esto es especialmente visible en los arranques de los pilares de los extremos, con un sistema de basas con columnillas y maclas en los baquetones. Ya en el propio presbiterio se aprecia un cambio en las pilastras centrales que se simplifican con una sección semicircular estilizada que conecta con los nervios de las bóvedas. Estos primeros elementos que enlazan con ese gótico final propio de la zona valenciana, tienen otra pieza singular en un pilar que pudo ser la base de una pila bautismal, con una peculiar sección octogonal y decoración geométrica romboidal18 que recuerda a la decoración de las pilastras del presbiterio de la catedral de Alghero. No sabemos si mera coincidencia o acaso referencia más directa por la presencia de un Francisco Sardo relacionado con estas obras, mencionado en el pago a Jerónimo Quijano.19 Además en el tramo inmediato,

17 martínez azorín 1940.18 agradezco a arturo Zaragozá la advertencia sobre este elemento.19 desconocemos si este Francisco Sardo era efectivamente oriundo de

cerdeña, y si esta referencia visual tan patente puede tener alguna rela-ción con la base de esta pila.

perteneciente ya a la nave se observa un cambio de trazado especialmente visible en las pilastras que con orden corintio sustentan un entablamento completo de los que surgen los arcos fajones de rampante redondo y las bóvedas de crucería, y el acceso a las capillas entre contrafuertes con arcos de medio punto (figura 5).

La apertura al culto de una parte de la iglesia se hizo en 1577, aunque las obras se interrumpieron hasta que se reanudaron de nuevo en 1595. En 1589 habían sido concertadas con Francesc Figuerola20, quien renunció al año siguiente a hacerlas posiblemente empeñado en otros encargos de mayor importancia, en Montesa y Valencia. Aunque estas intervenciones parecen coincidir más bien con la terminación de la iglesia y la conclusión en 1628 de la fachada-retablo de un severo clasicismo propio del primer cuarto del siglo XVII. Al parecer, Figuerola sí que debió hacerse cargo al menos de la obra de la torre y su chapitel tal como queda reclamaba en su testamento redactado en Almansa en 163221. Pero esta historia nos aleja ya mucho de nuestro propósito.

Si volvemos a 1536, el planteamiento no puede ser concluyente. Una inspección puede estar motivada por el seguimiento por parte de su tracista, obligado a inspeccionar si el cantero que la construye está verdaderamente respondiendo a lo pactado y siguiendo con precisión una traza. Pero también puede estar simplemente relacionado con un expertizaje, en el que en un momento concreto se precisa la presencia de un experto que acude

20 archivo del reino de valencia, notario: luis guerola, signatura: 1170, 3 de marzo de 1590, “in dei nomine potentis nomine amen etc noverint universi ego Franciscus de Figuerola lapicida habitator de la ciutat de valencia e resident en la present vila de montesa attes e considerant que a dos dies del propasat mes de octubre del any propasat mil cinchcents huitanta nou me fonch trançada y rematada la obra de la esglesia parro-chial de la vila de ayora (…)”

21 Piqueras 2006.

17

Ca

pít

ulo

3So

bre

algu

naS

bóve

daS

rena

cent

iSta

S va

lenc

iana

S y

Su r

elac

ión

con

la a

rqui

tect

ura

de l

a di

óceS

iS d

e ca

rtag

ena.

Je

róni

mo

quiJa

no e

n va

lenc

iaM

erce

des G

ómez

-Fer

rer

5 | Interior de la Iglesia de Ayora.

18

ve

da

s v

ale

nc

ian

as.

A

rq

uit

ec

tu

rA

s id

eA

le

s, r

eA

le

s y

vir

tu

Al

es

en

ép

oc

A m

ed

iev

Al

y m

od

er

nA

a visurar la obra. No sabemos bien ante qué nos encontramos. Pero, quizá podamos atribuir a Quijano ese cambio de proyecto, en el que se abandona el gótico final y se comienza a introducir unos pilares más clásicos, aunque no sabemos si los pilares con entablamento de la nave son de hacia 1536 o algo posteriores. No existen en esta fecha tan temprana maestros en la zona con un conocimiento tan claro de los sistemas clásicos de ordenación del muro de la iglesia. Por otro lado, tampoco es frecuente en la zona valenciana el empleo de arcos de medio punto para acceder a las capillas entre contrafuertes, elemento que debió causar una cierta duda porque se advierten imprecisiones. También las bóvedas responden a soluciones que pueden haberse retrasado ligeramente en el tiempo. Era relativamente habitual situar rampantes redondos con bóvedas de 5 claves y ladrillo, mientras que en las cabeceras o en los espacios subsidiarios de capillas o sacristías es donde se concentran las cubriciones centralizadas propias del quehacer de Quijano. Como en este caso, la cabecera debía estar ya bastante avanzada no se debió de realizar ninguna intervención que la modificara sino una adaptación a lo que luego vendría a ser el diseño del resto de la iglesia. En cualquier caso, este dato es un eslabón más en la compleja cadena de acontecimientos que dieron como resultado esta iglesia en la que se observan diversas fases constructivas.

Pero dejando de lado la historia de la iglesia de Ayora que no deja de ser una historia interesante, y más ahora que se han descubierto algunos elementos originales, y volviendo a la presencia de Quijano en la ciudad de Valencia, este documento nos confirma una hipótesis, que hasta ahora solo se había podido intuir, precisamente la que incidía en la vinculación entre la cabecera de San Martín y el quehacer de Quijano.

la renovaCión de la CabeCera de san Martín

La fecha de 1536 pudiera parecer temprana en relación con las obras de la iglesia de San Martín que como hemos dicho no comienza con la puesta de la primera piedra hasta 1547. Pero si tenemos en cuenta el dato anteriormente mencionado de que la obra ya se pretendía realizar en 1527 podemos reconsiderar todo el planteamiento. El 28 de abril de 1527 la junta de parroquianos ya había deliberado que la iglesia tenía necesidad de mejorar la cabecera del altar y de hacer una sacristía. Tenían ya pensada la compra de la casa de Diomedes de Flors que estaba en las espaldas de la iglesia y que debía vender don Jerónimo de Castellví.22 Algunas personas se habían mostrado interesadas en comprarla pero don Jerónimo en deferencia a la iglesia y otorgándole prioridad, había esperado y no la puso a la venta pública hasta que la junta parroquial decidiera si la quería adquirir. A pesar de estas facilidades, no se debieron poner de acuerdo hasta mucho más tarde, 20 años median entre este deseo y la realidad, pues la compra no se hizo efectiva hasta el 8 de diciembre de 1546. En las reuniones de deliberación, “parlaments e colloquis” sobre la compra y la ampliación, observamos la presencia de importantes parroquianos, algunos ligados a profesiones artísticas, como los pintores Nicolás Falcó, Joan Cardona y Joan Godos y los

22 aPPv, notario: Francesc vilar, signatura: 16602, 28 de abril de 1527, “at-tenentes e considerants que la dita esglesia del benaventurat Sant marti te molta necessitat de fer en aquella cap de altar e de fer maior sacrestia per tenir més lloch e comoditat per a tenir conservats y guardats creus, reliquies, capes de brocar e de seda e altres ornaments, los quals per esser la dita sacristia tan chiqua e tots se guasten e perden, considerats que lo noble hereua o hereus del noble don diomedes de Flors volen vendre la casa que solia esser del dit don Flors la qual sta a les spalles de la dita esglesia de la qual venda de la dita casa te carrech lo noble don Hieronim de castellvi, lo qual ha dit en presencia de algunes persones que jatsia que algunes personen tenen de llibre voluntat de comprar la dita casa empero que si los obrers e parrochians de Sent marti la volen comprar per a fer lo dit cap de altar e crexer la dita sacrestia, que ell serà més content de vendre la dita casa per obs dells que no a nengu altre…”

19

Ca

pít

ulo

3So

bre

algu

naS

bóve

daS

rena

cent

iSta

S va

lenc

iana

S y

Su r

elac

ión

con

la a

rqui

tect

ura

de l

a di

óceS

iS d

e ca

rtag

ena.

Je

róni

mo

quiJa

no e

n va

lenc

iaM

erce

des G

ómez

-Fer

rercarpinteros Jerónimo Muñoz o Jaume Llagostera.

Pero también, se encontraban nobles de la talla de Luis Mascó, Francés Penarroja, Luis Proxita o Jerónimo de Vich.

Teniendo en cuenta las vinculaciones de esta cabecera con las obras de Jerónimo Quijano y su actividad ya en estas fechas como reputado maestro mayor de la catedral de la ciudad de Murcia, podemos quizá plantearnos que ya desde temprano pudo haberse consultado con él a propósito de una posible solución para la cabecera de la iglesia. Sabemos que nos movemos en el terreno de las hipótesis, pero no es de extrañar que en 1536 conociendo las dimensiones del espacio se hubiera intentado conseguir un diseño novedoso para esta cabecera, que luego se acabaría de adaptar cuando la seguridad de las medidas del terreno fuera más precisa.

Son muchas las referencias a lo largo de la obra de Quijano en las que lo vemos actuando con un proceder parecido. Cuando traza la iglesia de Chinchilla, el maestro estuvo “cinco días mirando el sitio” y eligiendo el lugar en noviembre de 1536. Pero no fue hasta marzo del año siguiente cuando estuvo otros siete días en la ciudad para iniciar el diseño, que terminó en junio de ese año. Con posterioridad acudió periódicamente a inspeccionar la obra. Lo mismo ocurre con las trazas de la iglesia de Santiago de Orihuela que entregó en un pergamino o con las del conjunto de Santo Domingo también en Orihuela. Permanecía unos tres o cuatro días durante la entrega de trazas y luego sus visitas eran más bien esporádicas para asegurar el seguimiento.

En el caso de la cabecera de San Martín no tenemos ninguna noticia sobre el desarrollo de la obra. La pérdida del archivo parroquial es de todos conocida, y el seguimiento a través de los libros de

protocolos de los notarios que trabajaban para la junta parroquial no ha aportado ninguna referencia sobre el proceso constructivo, por más que hallamos insistido en intentar localizar información. Por tanto, toda referencia es parcial y resulta compleja de analizar. Podemos solo constatar que la participación de Quijano podría haber sido como hemos visto de la entrega de trazas sin más, o un seguimiento más directo de supervisión, que por ahora no hemos podido confirmar documentalmente. Sabemos que las idas y venidas a Valencia fueron continuas, y entre otras señalamos una visita que se hizo desde Orihuela a Valencia para una reunión con 6 maestros en febrero de 1565 que debían aconsejar sobre cómo proseguir los claustros del colegio-convento de Santo Domingo23, obras en la que intervino Quijano, como es de todos conocido. No queremos a partir de una noticia tan parcial forzar los argumentos, pero sí que convendría profundizar algo más sobre las características de la obra.

Hasta no hace mucho se consideraba la renovación de la cabecera de San Martín como un caso aislado, ya que se creía que ninguna iglesia había seguido un proceso similar. Si recordamos, ya hemos indicado, cómo la cabecera de la iglesia del convento del Carmen debió renovarse a comienzos del siglo XVI siguiendo una bóveda de trece claves, con nervios de piedra y plementería tabicada y una red de terceletes, con geometría de rampante redondo que remite al quehacer de Pere Compte. Pero es más, en fechas coetáneas a las que estamos indicando para San Martín, se acordó también la renovación de una cabecera de iglesia parroquial, la del Salvador

23 gutiérrez-cortines, indicaba la reunión para informar sobre los “dan-tres”; revisada la transcripción original en archivo Histórico de orihuela, libro de fábrica del colegio-convento de Santo domingo, libro 57, fol. 8, 10 de febrero de 1565, “dona quaranta nou sous y quatre diners que cos-ta un convit o dinar que donaren en valencia a sis mestres que aiustaren per demanarlos consell sobre certes coses de la obra y principalment sobre els claustres.”

20

ve

da

s v

ale

nc

ian

as.

A

rq

uit

ec

tu

rA

s id

eA

le

s, r

eA

le

s y

vir

tu

Al

es

en

ép

oc

A m

ed

iev

Al

y m

od

er

nA

de Valencia. Esta se planteaba en 1537 en que una reunión de parroquianos acordaba la construcción de una nueva cabecera aprovechando la donación de 140 ducados de los nobles Eiximen Pérez de Calatayud y Roger de Pallars, que servirían para comprar las casas necesarias para aumentar el espacio de cabecera y sacristía. Ellos a cambio recibían parte de los terrenos del cementerio de la iglesia para organizar una plaza delante de sus respectivos palacios. La obra estaba en marcha con total seguridad en 1540 en que se documentan entregas de piedra y materiales, aunque también se dilató en el tiempo24. En 1543 logra nuevo impulso con una limosna del propio emperador a la que se suman donaciones en testamentos y otras subvenciones y caridades. Hacia 1554 debía estar concluida porque ya se estaban concediendo derechos de sepultura en las capillas adyacentes a la cabecera.

Teníamos poca idea de la configuración formal de esta cabecera, porque a pesar de que tampoco se alteró con la reforma barroca del resto de la iglesia acometida durante el siglo XVII, los destrozos causados por una bomba durante el asedio a Valencia por el ejército realista en 1823 obligaron a su total renovación entre 1825 y 1833, encargada al arquitecto Manuel Fornés y Gurrea. Pero, como consecuencia de los recientes trabajos de restauración en las cubiertas se ha podido comprobar que quedaba una pequeña parte de la bóveda de crucería con nervios curvos y plementería tabicada. Una solución que tampoco es frecuente en la arquitectura valenciana, ya que prácticamente no encontramos ningún ejemplo de bóvedas de nervios curvos, salvo algún caso aislado como Vistabella y San Vicente de Castellón25. De nuevo, parece como si en esta renovación de cabeceras en las iglesias valencianas se acudiera a diseños ajenos

24 Zaragozá, iborra 2005.25 Zaragozá, iborra 2005.

al propio medio, con un cierto deseo de superar los modos góticos, pero con una indefinición sobre las soluciones a utilizar. Los nombres que encontramos vinculados a esta obra tampoco son definitivos, ya que solo son los que entregan los materiales como los canteros Pedro de Vilanova, Pedro Real, Pere de Valpuesta, Salvador Bas y el albañil Jacobo Daroca26. También para esta iglesia trabajó Genís Linares en el monumento de Semana Santa del año 1546. Todos ellos maestros claramente documentados en la ciudad de Valencia pero a los que cabe conceder un papel de ejecutores de alguna traza dada.

Entre ellos destacamos las figuras de Pedro Vilanova, Jaume Daroca y Genís Linares, porque todos habían trabajado en el castillo de Benisanó para el gobernador Luis de Cabanilles entre los años 1522 a 152727. Recordamos que en este castillo ha aparecido un grafiti en el que se ve una iglesia dibujada con una planta en la que se observan nervios curvos a la castellana, muy parecidos a los de El Salvador. Podemos por tanto vincular a estos maestros a un conocimiento de trazas procedentes de fuera de nuestro territorio que se llevaron a cabo de forma excepcional en esta cabecera y que tampoco tuvieron una continuación en el resto de reformas.

La misma situación puede plantearse para la construcción de la iglesia de la cabecera de San Martín. En la ciudad en esas fechas había maestros canteros capaces de llevar a cabo una ejecución formal de las características que tuvo la solución de San Martín. Las obras se debieron ejecutar entre 1548 en que se otorga la bula para su construcción y se pone la primera piedra y 1567 a falta del enlosado

26 aPPv, notario: gaspar micó, años, 1537, 1538, 1540, 1541, 1544, 1546, 1551, 1552, 1553.

27 documentación inédita sobre la que preparo un texto, que procede del archivo del Patriarca de valencia.

21

Ca

pít

ulo

3So

bre

algu

naS

bóve

daS

rena

cent

iSta

S va

lenc

iana

S y

Su r

elac

ión

con

la a

rqui

tect

ura

de l

a di

óceS

iS d

e ca

rtag

ena.

Je

róni

mo

quiJa

no e

n va

lenc

iaM

erce

des G

ómez

-Fer

rerque estaría terminado en 1569. En 1565 se ve en

el dibujo de Wijngaerde la cabecera aún en obras (figura  6), pero en 1567 por noticias indirectas sabemos que se está vendiendo a la casa de la diputación, “els quinals y la roda gran”. Posiblemente terminada la obra, se emplearía para la construcción del torreón de la Generalitat que en ese momento estaba en marcha.

En aquel momento había en Valencia maestros capaces de dirigir una obra de semejantes características y canteros formados para realizarla. Por un lado, tenemos la figura de Gaspar Gregori que ya en esos años estaba entregando maquetas –en 1545 estaba presentando la del crucero del Hospital General- y que al poco tiempo dirigiría la importante obra del Torreón de la Generalitat. Ya hemos destacado como es un maestro tracista, capaz de dirigir obras de cantería y que se convertirá en el máximo representante de la arquitectura en la Valencia de la segunda mitad de siglo. Un maestro de su talla lo consideramos capaz de dirigir una obra de semejante envergadura e incluso capaz de proporcionar trazas concretas para los cortes de cantería de estas piezas que en cierta medida se asemejan a la labor de un ensamblador de madera. Entre los canteros con los que trabajó frecuentemente se encuentra Miguel Porcar a quien se vincula con el enlosado de la iglesia de San Martín. La trayectoria de este maestro considerado como un cantero capaz de llevar a cabo las trazas entregadas por otros, cabría matizarla para darle un mayor protagonismo. En 1538 ya está documentado realizando obras de una cierta relevancia, como el baluarte del Grao. En 1540 está relacionado con la Lonja y la Bailía. En la fecha de 1548, momento en que se puede fechar el arranque de la iglesia de San Martín, se le vincula con la portada de la capilla del consulado, conforme a una traza entregada por él. Esta capacidad de tracista se le presupone cuando

es nombrado maestro mayor de la catedral. Y por tanto, cuando se inicia la Obra Nova de la catedral, en 1563 ya ostentaba este cargo. Al año siguiente, recordemos que es antes de la intervención de Gregori, Porcar da una traza para esta obra, al tiempo que consigue uno de los destajos. Gregori que había conseguido hacerse con el encargo del Torreón de la Generalitat, por delante de Porcar, quien también se había presentado, decide contar con él como cantero de confianza para la ejecución formal, igual que también lo haría en la casa de armas. Por tanto, vemos en estos dos maestros un tándem capaz de haber llevado a cabo la práctica de la obra concreta de la cabecera, siguiendo una traza dada o bien adaptándola.

6 | Detalle de la iglesia de San Martín, Dibujo de la ciudad de Valencia, A. Wijngaerde, 1563.

22

ve

da

s v

ale

nc

ian

as.

A

rq

uit

ec

tu

rA

s id

eA

le

s, r

eA

le

s y

vir

tu

Al

es

en

ép

oc

A m

ed

iev

Al

y m

od

er

nA

Podríamos por tanto plantear la posibilidad de que Quijano hubiera entregado una traza general, una idea más bien, para la cabecera de la iglesia en 1536. Y que ésta se concretara y pusiera en marcha a partir de 1548 con maestros de la talla de Gregori en la supervisión y Porcar en la ejecución. En el conjunto de la cabecera, podemos distinguir varios aspectos que lo vinculan con el quehacer de Quijano. Por un lado, la solución de la propia bóveda en la línea de una estereotomía renacentista, que Quijano plantearía en obras posteriores como la sacristía de la iglesia de Santiago de Orihuela, donde a partir de 1545 propone una ochavo igual por dovelas con una linterna en el centro. En San Martín, al ser por cruceros plantea una complejidad algo mayor porque los cruceros son revirados, mirando hacia el centro de la bóveda y además por su magnitud. Con otras variantes, a partir de 1550, se plantea también en la cabecera de la iglesia de Santiago de Orihuela, con bóveda de arcos cruzados también revirados y con linterna abierta en el centro, que luego acabaría cerrándose.

Por otro, destaca la ordenación de la propia cabecera en sus muros y portadas de acceso a la sacristía, donde se emplea un correcto sistema de ordenamiento clásico, inédito hasta ese momento en la ciudad de Valencia, y que ha sido puesto en conexión con la órbita de Quijano. La presencia de un doble sistema de columnas, situadas en los ángulos, con su tercio inferior anillado y transpilastras laterales, sustentando un entablamento tripartito de gran profusión decorativa en ambos pisos; y especialmente las portadas adinteladas en las que se resaltan unas columnas jónicas con referencias directas del tratado de Vitruvio ilustrado por Cesariano, igual que se emplea en obras oriolanas de Quijano, corroboran esta hipótesis. Creemos pues que la noticia que apuntala definitivamente la presencia de Quijano en la ciudad de Valencia

certifica esta posibilidad de asociar de forma más directa el caso de la solución renacentista del conjunto de la cabecera de la iglesia de San Martín con su quehacer, luego concretado por maestros locales, capaces de llevar a la práctica las ideas de un gran maestro como fue Jerónimo Quijano.

23

Ca

pít

ulo

3So

bre

algu

naS

bóve

daS

rena

cent

iSta

S va

lenc

iana

S y

Su r

elac

ión

con

la a

rqui

tect

ura

de l

a di

óceS

iS d

e ca

rtag

ena.

Je

róni

mo

quiJa

no e

n va

lenc

iaM

erce

des G

ómez

-Fer

rerbibliograFía

BELDA, C., ALBADALEJO, E., Arte en la Región de Murcia, Murcia, 2006.

BÉRCHEZ, J., Arquitectura renacentista valenciana, Valencia, 1993.

BÉRCHEZ, J., GÓMEZ-FERRER, M., La Seo de Xativa. Historia, Imágenes y realidades, Valencia, 2007.

CALVO, J., Cantería renacentista en la catedral de Murcia, Murcia, 2005.

GÓMEZ-FERRER, M., “Iglesia parroquial de San Martín Obispo y de San Antonio” Monumentos de la Comunidad Valenciana, Valencia. Arquitectura Religiosa, Valencia, 1995, pp. 90-99.

GÓMEZ-FERRER, M., Arquitectura en la Valencia del Siglo XVI. El Hospital General y sus artífices, Valencia, 1998.

GÓMEZ-FERRER, M., “Monasterios y nuevas fundaciones conventuales en la Valencia del siglo XVI”, Historia de la ciudad V, Valencia, 2008, pp. 77-95.

GÓMEZ-FERRER, M., “Las Bóvedas tabicadas en la arquitectura valenciana”, Construyendo bóvedas tabicadas, Valencia, 2012, pp. 60-80.

GONZÁLEZ, C., et  al. Artistas cántabros de la Edad Moderna. Su aportación al arte hispánico, Universidad de Cantabria, 1991.

GUTIÉRREZ-CORTINES, C., Renacimiento y arquitectura religiosa de la antigua diócesis de Orihuela, Murcia, 1983.

MARTÍNEZ AZORÍN, E., Historia de la ilustre Villa de Ayora y de los pueblos de su valle, Valencia, 1940.

PINGARRÓN-ESAÍN, F., “La iglesia parroquial de San Martín obispo y San Antonio Abad”, La Gloria del Barroco, Valencia, 2009, pp. 319-347.

PIQUERAS, R, “Francisco Figuerola, maestro de cantería entre los siglos XVI y XVII”, Al Basit, Albacete, 2006, pp. 179-200.

TESSARI, C.: “La cattedrale di Jaén: un’architettura ‘al uso Romano’ nella Spagna del Cinquecento”, Annali di Architettura, 1992-1993, pp. 88, 89.

TORRENTE PÉREZ, D., Documentos para la historia de San Clemente, (Cuenca), Madrid, Ayuntamiento de San Clemente, 1975, vol. 1.

ZARAGOZÁ, A., GÓMEZ-FERRER, M., Pere Compte, arquitecto, Valencia, 2007.

ZARAGOZÁ, A., IBORRA, F., “Otros góticos. Bóvedas de crucería con nervios de ladrillo aplantillado y de yeso, nervios curvos, claves de bayoneta, plementerías tabicadas, cubiertas planas y cubiertas inclinadas”, pp. 69-88, Historia de la ciudad IV., Valencia, 2005.