¿qué relación tiene la salud con la espiritualidad, y cómo se entiende esta relación en...

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PERIFERIAS, FRONTERAS Y DIÁLOGOS Actas del XIII Congreso de Antropología de la Federación de Asociaciones de Antropología del Estado Español Tarragona, 2–5 de septiembre de 2014

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PERIFERIAS, FRONTERAS Y DIÁLOGOS

Actas del XIII Congreso de Antropología de la Federación

de Asociaciones de Antropología del Estado Español

Tarragona, 2–5 de septiembre de 2014

Edita: Universitat Rovira i VirgiliISBN: 978-84-697-0505-6

http://wwwa.fundacio.urv.cat/congres-antropologia/

Esta obra está bajo una licencia Attribution-NonCommercial-ShareAlike 3.0 Unportedde Creative Commons. Para ver una copia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/ o envíe una carta a Creative Commons, 171 Second Street, Suite 300,San Francisco, California 94105, USA.

COMITÈ EXECUTIU/COMITÉ EJECUTIVO

Agustí Andreu TomàsYolanda Bodoque Puerta

Dolors Comas d’Argemir CendraJosep Maria Comelles Esteban

Sílvia Ferreres CatalàJoan Josep Pujadas Muñoz

Jordi Roca GironaMontserrat Soronellas Masdeu

SECRETARIA TÈCNICA/SECRETARÍA TÉCNICA

Natalia Alonso ReyRaquel Rabassa Figueras (FURV)Gemma Sánchez Altès (FURV)

COMITÈ ASSESSOR/ COMITÉ ASESOR

Agustí Andreu TomàsYolanda Bodoque Puerta

Lina Casadó MarínDolors Comas d’Argemir Cendra

Josep Maria Comelles EstebanSusan M. Di Giacomo

María Isabel Gracia ArnáizMercedes González Minguillón

Neus Jávega BernadLídia Martinez Flores

Angel Martínez HernáezGaspar Maza Gutiérrez

Jordi Moreras PalenzuelaJoan Josep Pujadas Muñoz

Joan Prat CarósJordi Roca Girona

Oriol Romaní AlfonsoMontserrat Soronellas Masdeu

Jaume Vallverdú Vallverdú

PRESIDÈNCIA DEL CONGRÉS/ PRESIDENCIA DEL CONGRESO

Joan Prat Carós (Catedrático Emérito de la URV)

COMITÈ CIENTÍFIC / COMITÉ CIENTÍFICO

Luis Álvarez Munárriz (AMA)Malena Collado Sánchez (AIBR)

Olatz González Abrisketa (ANKULEGI)Nieves Herrero Pérez (AGANTRO)

Juana Ibáñez Gambero (ICA)Celeste Jiménez de Madariaga (ASANA)

Ana María Rivas Rivas (IMA)Beatriz Santamarina Campos (AVA)Montserrat Soronellas Masdeu (ITA)

Pedro Tomé Martín (AACyL)

¿QUE RELACIÓN TIENE LA SALUD CON LA

ESPIRITUALIDAD, Y CÓMO SE ENTIENDE ESTA

RELACIÓN EN OCCIDENTE?: UNA PERSPECTIVA

DESDE DOS PUNTOS DE VISTA

Santiago LÓPEZ-PAVILLARD

[email protected]

Instituto Madrileño de Antropología (IMA)

1. Quién es Jordi

En 1992 los psiquiatras diagnostican a Jordi1 una depresión endógena. Casado, con dos

hijos, empleado de una multinacional francesa, se ve abocado a recibir tratamiento

farmacológico de por vida. A través de su esposa, que había empezado a trabajar como

masajista y terapeuta, conoce una mujer que imparte cursos de crecimiento personal que le

habla de la ayahuasca, una bebida psicoactiva empleada en la cuenca alta del Amazonas en

prácticas chamánicas, y también empleada como sacramento por una iglesia de origen

brasileño llamada Santo Daime. Logra vencer su miedo a que los efectos psicoactivos de la

bebida le hagan perder el control y tras el primer trabajo con la ayahuasca “se acaban los

tranquilizantes y la pastillas de todo tipo, y se acaban igualmente las depresiones”. Durante

nueve meses continúa asistiendo a las ceremonias de la iglesia donde tiene “experiencias

devastadoras y únicas”. Deja de sentir miedo, depresiones y angustia, y “sin saber cómo”

deja de sentirse como un “enfermo”.

Jordi siente la necesidad vital de conocer de primera mano el mundo que rodea a la

ayahuasca en su lugar de origen y viaja a Perú, primero a la región andina de Cuzco para

dirigirse posteriormente a la región selvática del río Madre de Dios. En este primer viaje

entra en contacto con diversos chamanes andinos y amazónicos que lo someten a pruebas y

acceden a enseñarle a elaborar la ayahuasca, ícaros2, y otros aspectos relacionados con la

conducción de una ceremonia de ayahuasca. Jordi hace un “viaje iniciático” para sanarse y 1 Los nombres personales son ficticios 2 Cantos chamánicos empleados en las ceremonias

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vuelve como un incipiente sanador, transformado, diferente, lleno de energía y sin miedo a

la vida. Este proceso de transformación hace que, poco a poco, personas que le conocen le

pidan que les acompañe como guía para iniciar sus propios procesos terapéuticos en la

selva peruana, o le animan a que dirija ceremonias de ayahuasca en España. Desde 1993

Jordi viaja regularmente a Perú para someterse a “dietas”3 que le permiten conocer el uso

de nuevas plantas, por lo general acompañado de otras personas, y en España celebra

regularmente ceremonias de ayahuasca. En 2010 conoce de la existencia de un tabaquero4

en Iquitos llamado Enrique, y él y su esposa viajan para conocerlo y hacer una dieta con

él. Jordi describe así su experiencia:

“La experiencia con el tabaco ha sido dura, nunca con otro vegetal experimenté nada igual, la primera toma (él la denomina el “matatodo”), fue brutal, cuando llega al estómago te da la impresión de que te va a estallar, son tres minutos de auténtica angustia casi me pone de rodilla en tierra, me sentía morir literalmente. Cuando me iba recuperando estaba totalmente mareado, Enrique nos había dado unos “mapachos” (cigarros de tabaco natural) al rato nos ordenó -”fumen y traguen el humo”, con el mareo de la toma y el mapacho empeoró la cosa, pensé -“si salgo de esta mañana tomo el primer avión a España”

Desde entonces Jordi viaja al menos una vez al año a Iquitos acompañado de personas que

han tomado ayahuasca en sus trabajos en España. Este texto se basa en las notas de campo

tomadas en noviembre de 2013, cuando viajé a Iquitos formando parte de uno de esos

grupos.

2. El programa en Iquitos

La estancia en Perú fue de doce días, el tiempo necesario para realizar la “dieta”, que se

preveía que duraría unos ocho días, más algún día de descanso antes de iniciar la vuelta. En

el aeropuerto de Barajas nos concentramos siete mujeres y seis hombres procedentes de

Cataluña, Castilla La Mancha, Galicia, Andalucía e Islas Baleares. En Iquitos ya se

encontraban tres hombres y una mujer, procedentes de Navarra, Aragón y Francia.

Volamos de Madrid a Iquitos, con una escala de dos horas en Lima, y de regreso volamos

de Iquitos a Madrid, con una escala en Lima de seis horas. Durante el tiempo de espera

3 Periodo de tiempo variable, por lo general una semana, en el que una persona toma a diario una o varias plantas, unido a un régimen alimenticio a base de frutas y verduras, sin ningún tipo de condimento, especialmente sal 4 Chamán especializado en el uso del tabaco

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para embarcar en los aeropuertos de Barajas y Lima tuvimos la oportunidad de

presentarnos quienes no nos conocíamos, y conversar acerca del viaje. En algún momento

hubo ocasión de hacer un repaso de la variedad de nuestras ocupaciones: un profesor de

inglés de un instituto público, un funcionario autonómico, una funcionaria laboral de

universidad, una profesora universitaria, una veterinaria, un médico de atención primaria,

una enfermera, un periodista, una panadera, una abogada, una ama de casa, un ex

conductor de autobuses urbanos, un hostelero y un antropólogo. Personas

mayoritariamente con parejas y trabajos estables, físicamente sanos, de entre treinta y

sesenta años de edad.

El programa era similar al de viajes anteriores: desde un hospedaje próximo a la Plaza de

Armas nos dirigiríamos todos los días a las 20,30h a casa del tabaquero, y no

regresaríamos hasta el día siguiente hacia las 9 de la mañana. El desayuno, un cuenco con

fruta, y la comida, un cuenco con verdura hervida sin condimentar, nos lo prepararían en el

propio hospedaje.

Dejamos el equipaje en las habitaciones y a las cuatro de la tarde nos fuimos a comer. No

habíamos hecho más que empezar cuando apareció Jordi para decirnos que en media hora

debíamos estar todos reunidos en casa del tabaquero para la presentación y la entrevista

personal. Apenas nos dio tiempo a terminar la comida, y repartidos en motocarros nos

dirigimos a la casa de Enrique. Era obvio que no estábamos en Iquitos para hacer turismo.

Varios miembros del grupo habían optado por ocultar a sus familias y a sus compañeros de

trabajo el objetivo o incluso el destino del viaje: unos iban a Perú, pero para hacer turismo,

y las fotos ya se las descargarían de internet; otros se iban de viaje por las Islas Británicas;

otros iban a hacer un retiro de meditación, o algún tipo de “terapia”. Alguno comentaba

que si en sus trabajos supieran a lo que iban les abrían un expediente. En resumidas

cuentas, ¿cómo explicar que haces un viaje de dieciocho mil kilómetros, con un coste

aproximado de unos dos mil doscientos euros, a lo que había que añadir la disposición de

días de vacaciones quienes trabajaban, para pasar ocho días vomitando? Una abogada, que

era la tercera vez que acudía a Iquitos, se limitaba a contestar con una suave sonrisa: “es

que te cambia la vida”.

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3. Primer encuentro con el tabaquero

Con la comida todavía en la boca llegamos a las cinco y media de la tarde a casa de

Enrique, tabaquero y maestro de artes marciales. La fachada era estrecha y se encontraba

completamente alicatada con motivos decorativos que recordaban un restaurante chino. En

una casa vecina sonaba la música a tal volumen que parecía una sala de fiestas. Desde la

puerta de entrada, habitualmente abierta, se accedía a una sala también alicatada y

decorada con flores amarillas de plástico. De un gancho colgaba un saco de arena con el

que aún entrenaba de vez en cuando. Ahora en la sala se habían dispuesto unas quince

sillas de plástico rojo para sentarnos y al fondo dos sillas más, una para Enrique y otra para

Jordi.

Al poco aparece Enrique, un hombre bien parecido, un peruano más bien alto y de fuerte

complexión, de amplia sonrisa y ojos entrecerrados, que a sus 44 años ya es abuelo. Se

sienta y nos dice que si queremos fumar “el remedio” (refiriéndose a los mapachos), que lo

hagamos. Él fuma un gran mapacho al que da grandes caladas, expulsando el humo

simultáneamente por la nariz y la boca. Una vez sentado todo el grupo, Jordi hace la

presentación de Enrique: que es una persona con la que lleva trabajando años y que está

contento con los resultados; que Luisa, su esposa, y él hacen en España un trabajo “de abrir

corazón y conciencia, pero que hay una parte del trabajo que no pueden hacer ellos, y es la

parte de limpieza que hace Enrique, de quitar sombras”. A continuación Enrique se pone

de pié y se dirige a nosotros: “Bienvenidos a Iquitos, y a esta casa, que es su casa”. Suena

su móvil que llevaba en el bolsillo del polo, manipula el teléfono un buen rato en silencio,

y prosigue:

“Ustedes me conocen por Jordi y sabrán que este trabajo no es chamanismo, no es fantasía, sino que es un trabajo real, que funciona. Es un trabajo fuerte, pero que se puede hacer. Pueden estar tranquilos porque lo que les garantizamos el hermano Jordi y yo es que van a estar bien protegidos, y bien guiados”

Tras la presentación Enrique nos “entrevista” uno a uno en un pequeño cuartito que se

encuentra en una de las esquinas de la sala. Aprovechamos entretanto para visitar la

“maloca”5 que Enrique ha construido al fondo de su casa, y que seremos nosotros quienes

5 Nombre que se da en la selva amazónica a grandes construcciones comunales, así como a las construcciones donde se celebran ceremonias chamánicas

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la estrenemos. Atravesamos una cocina y un largo pasillo y en la trasera de su casa se

encuentra una estructura rectangular de gruesos tablones de madera. Por dentro parece más

alta que ancha, con el suelo en ligera pendiente. Cada una de las paredes está pintada con

un color diferente: naranja, blanco, amarillo y verde. Aún huele a pintura fresca lo que

unido al calor y la humedad hacen que el ambiente sea algo sofocante. En lo alto se ven

unas contraventanas interiores cerradas. Junto a la puerta de entrada se encuentra otra

puerta que da acceso a tres duchas y dos retretes.

4. La “entrevista” con Enrique

Cuando me toca el turno, abro la puerta del cuartito con cuidado y asomo la cabeza. En

medio de la penumbra Enrique me indica con un gesto que me siente en un pequeño

taburete que se encuentra frente a él. El espacio es muy pequeño, de apenas dos metros de

largo y un metro de ancho. Enrique parece ocupar todo el ancho de la pared, y nuestras

rodillas casi se rozan. A su derecha hay unas baldas empotradas en la pared con varias

botellas de plástico sin etiquetar con líquidos. Cierro la puerta y la poca luz que entra viene

desde lo alto de las paredes, que no llegan a tocarse con el techo.

- Di tu nombre y apellidos - Santiago López

Enrique empieza a dar grandes chupadas a su “cachimbo” (pipa) y el espacio se llena

rápidamente de humo de tabaco. Se sopla las manos y el cuerpo con humo con soplidos

cortos y rápidos, emitiendo un sonido similar a un fuerte siseo. Con una mano sostiene el

“cachimbo”, baja la cabeza, y el brazo libre lo dobla con el codo hacia arriba, se lo pasa

rápidamente alrededor de la cabeza y a continuación extiende completamente el brazo y los

dedos como si fuera un golpe de kárate (así me lo pareció por la contundencia del gesto),

apuntando hacia el cielo. Realiza varios movimientos similares que me dejan atónito. A

continuación coge sin mirar una de las botellas que tiene a su derecha, me dice que cierre

fuerte los ojos y me sopla un poco de “perfume”6, de un olor agrio que me recuerda al

aliño de las aceitunas negras.

6 Los “perfumes” son líquidos alcohólicos a los que por lo general se añaden plantas, y que son empleados en las prácticas chamánicas

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- Bien, tu cuerpo sí puede hacer la dieta

Me pide mi mano derecha y presiona con su pulgar el anverso de mi mano, en la región

próxima a la base de mi pulgar, como si me estuviera tomando el pulso. Luego pide mi otra

mano, y repite la misma operación.

- Vamos a trabajar tu sistema nervioso..., lo tienes un poco debilitado..., hay como unas fuerzas oscuras que llevan tiempo siguiéndote y no dejan que aflore tu luz

Calla un instante y me pregunta:

- ¿Hay algo que quieras añadir a la intención del trabajo?

Entonces me acordé de la advertencia que nos hizo Jordi mientras nos fumábamos un

cigarrillo aquella misma mañana en el aeropuerto de Lima, y que no había entendido:

“Ojo con lo que le pedís a Enrique. Aquí venimos a hacer un trabajo concreto. Todo lo demás es vuestra responsabilidad. Ojo con pedir pócimas amorosas, o que os haga “amarres” (amorosos). Enrique tiene dos caras, una de curandero y otra de brujo, de “brujo” en el buen sentido de la palabra porque él no va a hacer mal a nadie, pero si la gente le pide ese tipo de cosas, pues... a veces le gusta divertirse con esas cosas”

Le respondo a Enrique que me gustaría hacer precisamente el trabajo que él ha

mencionado, y sonríe como aprobándolo.

- Y ahora el pago

De su izquierda coge una cartera con una cremallera, del tamaño de una cuartilla. Le

extiendo los mil ochocientos soles (quinientos treinta euros aproximadamente) que ya tenía

preparados, pero abre la cartera con mucho cuidado y me indica con un gesto que

introduzca yo mismo el dinero dentro, sin que él compruebe la cantidad, que se mezcla con

el resto de los pagos ya efectuados.

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5. Los trabajos con tabaco

A las nueve de la noche del día siguiente nos encontrábamos dispuestos para empezar el

primer trabajo de la dieta. Las sillas rojas de plástico se habían dispuesto en la maloca en U

y en el frente había dos sillas plegables, una para Enrique y otra para Jordi. Junto a cada

silla se había colocado un barreño, un rollo de papel higiénico, un platito como cenicero y

una botellita de agua. La sala estaba débilmente iluminada con una bombilla y en el techo

un potente ventilador removía el aire.

A los pocos minutos entra Enrique vestido con una camiseta de tirantes, un pantalón de

chándal, y unas chanclas, llevando en una mano una botella de plástico con un líquido

oscuro y en la otra mano una pequeña mochila.

Nos da la bienvenida, se sienta, y empieza a quitarle el papel a unos grandes mapachos,

con cuyo tabaco rellena su “cachimbo”. Entre tanto nos va dando algunas recomendaciones

para la noche, como la de que tratemos de aguantar la “medicina” en el estómago, pero si

se hace muy duro podemos beber un poco de agua. Sentiremos frío y más tarde vendrá el

vómito. “Después de eso uno esta algo mareadito pero bien”. Se reparten dos grandes

mapachos por persona para fumarlos durante la noche. Nos pide que extendamos nuestras

manos para el rezo de apertura de la ceremonia:

“Oh Dios Padre, en el nombre de Jesucristo Dios, te pedimos perdón por todos nuestros pecados. En el nombre de Jesucristo Dios te encomiendo nuestros nombres, nuestros cuerpos, nuestros espíritus, Señor (...) En el nombre de Jesucristo Dios tu Santo Espíritu reprenda y destruya a todos nuestros enemigos, visibles e invisibles (...)”.

Finalizado el rezo, lanza un soplido. A continuación canta un ícaro, enciende el cachimbo,

abre la botella de plástico e introduce dentro un humo denso, cierra la botella y la agita

suavemente para que el humo del tabaco entre en contacto con el líquido. Sin más

preámbulos indica a la primera persona que tiene a su derecha que se acerque, llena medio

cuenco de líquido, lo sopla y se lo alarga a la persona. Así va sirviendo el “matatodo” uno

a uno. Una vez que hemos tomado todos, se apaga la luz y quedamos a oscuras.

Cuando me toca acercarme ya hay varias personas con grandes arcadas. Bebo el líquido sin

respirar, para no sentir su sabor, y aun así me sube un sabor a ajo. Nada más sentarme en

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mi silla empiezo a sentir un gran ardor en el estómago que no hace sino crecer y crecer. Es

como si me estuvieran dando coces en el estómago con una herradura al rojo vivo. Trato de

soportar el dolor haciendo respiraciones cortas y cerrando los puños con fuerza. Tengo que

poner en juego todos mis recursos para aguantar y retener el “matatodo” en el estómago.

Empiezo a sudar abundantemente y empapo toda la ropa. Los brazos me vibran con fuerza.

Por un instante siento que mi mente sale huyendo por la puerta que está frente a mí

dejando atrás mi cuerpo, y aunque su huida dura unos breves instantes, el tiempo necesario

para obligarla a regresar (al menos así lo sentí) esta reacción mía me muestra la dureza de

la prueba. Finalmente el dolor va remitiendo y el cuerpo se me queda como si me hubiera

pasado un tren por encima. Estando algo más relajado, siento nauseas, cojo el barreño y

empiezo a vomitar.

En un momento dado Jordi se va acercando a cada uno de nosotros con una linterna y nos

guía hacia una colchoneta puesta en el suelo, a espaldas de una de las hileras de sillas.

Llegado mi turno, me tumbo boca arriba y Jordi me frota el cuerpo con un manojo de

plantas cuyo olor me recuerda a la albahaca. Me levanto y me dirijo hacia donde está

Enrique y me siento en el suelo, frente a él, con las piernas cruzadas. Me riega la cabeza

con un “perfume”, y me dice que me frote el cabello, la cara, el cuello y el torso. El

perfume quema la piel y hace que desaparezca una cierta dispersión mental y que tome

conciencia del cuerpo. Una vez perfumados todos, Enrique cierra el trabajo con una

oración, tras lo cual da por cerrado el trabajo y se enciende la luz. Han transcurrido cerca

de dos horas y media.

Enrique se despide hasta el día siguiente y poco a poco nos vamos levantando, se recogen

las sillas y se extienden las colchonetas en el suelo para pasar la noche. Jordi duerme en la

sala con nosotros. Las arcadas y los vómitos de unos y otros se suceden durante toda la

noche. Para mi sorpresa hubo personas para las que aquella noche no fue especialmente

dura, y sí lo fue, en cambio, el segundo o el tercer día. Aunque todos bebíamos el mismo

líquido, los efectos no eran los mismos.

Hacia las seis de la mañana me levanto, vacío el barreño en el retrete. Todos vamos

pasando por las duchas, donde se ha preparado un “baño de plantas”, consistente en un

barreño alto, que llegaba casi hasta las rodillas, lleno de agua con plantas y flores. Me meto

dentro del barreño y con un pequeño cubo cojo agua y me lo echa sobre la cabeza y el

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cuerpo varias veces. Tras el baño nos dirigimos a la entrada de la casa y esperamos a pasar

por el cuartito donde se encuentra Enrique. Cuando paso, me pregunta qué tal estoy, y si

vomité. Me pregunta mi nombre y apellidos, que repite tres veces, e inicia un largo rezo,

donde pronuncia a gran velocidad palabras, algunas reconocibles y otras muchas

ininteligibles, y me pregunto si no será un fenómeno de glosolalia. A continuación me

rocía perfume en la cabeza y en las manos, y me dice que huela el perfume de las manos y

que me frote la cabeza, brazos, pecho y espalda. Finalmente me dice que no coma hasta el

mediodía y sólo beba agua porque la medicina que hemos tomado es fuerte. El día

transcurre en el hospedaje, descansando, o manteniendo alguna conversación con otros

participantes mientras nos fumamos un mapacho en el patio.

A la noche siguiente volvemos puntualmente a casa de Enrique. Nos dice que bebamos un

poco de agua antes de tomar el tabaco. Rezamos, Enrique icara y sopla el tabaco, y

empieza a servirlo. De nuevo siento la coz en mi estómago, cierro los puños, empiezo a

sudar, me vibran los brazos y ahora también las piernas. Antes de empezar a sudar me

quito la camiseta y me doblo hacia adelante. Empiezo a vomitar antes, y al final se me hace

más llevadero. En un momento dado Enrique y Jordi van pasando con la botella de tabaco

y uno a uno nos ponen tabaco en la palma de la mano para que lo aspiremos por la nariz, lo

que nos provoca toses y nuevos vómitos. En la “limpia”7, me siento frente a Enrique y me

icara mientras golpea rítmicamente la chacapa8 sobre mi cabeza. Cuando se cierra el

trabajo, Enrique se retira ostensiblemente cansado.

Al día siguiente se corre la voz de que por la noche haremos un trabajo más blando, tal vez

tumbados en las colchonetas, pero al llegar a la sala nos encontramos las sillas dispuestas

como las dos noches anteriores, y con resignación nos disponemos a hacer un nuevo

trabajo. Antes de abrir la ceremonia Enrique comenta que el trabajo de la noche anterior

había sido muy intenso, pero aun así hoy tomaríamos también “medicina”. Luego

sabríamos por Jordi que Enrique había reparado que esa tercera ceremonia se iba a celebrar

en la noche del lunes al martes, y en la región de Iquitos los martes y los viernes son los

días concertados tradicionalmente en el que los brujos se atacan entre sí. Enrique, para no

correr riesgos con el grupo, decidió que todos tomáramos tabaco como protección. Para

Enrique en el mundo espiritual rigen determinadas leyes. Cuando un curandero elimina una

7 Chequear el término 8 Atado de hojas empelado en el curanderismo

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mala energía ésta es devuelta a su lugar de procedencia, “la tercera parte vuelve”. Sanar

puede tener en ocasiones consecuencias inesperadas para el curandero ya que su labor

puede describirse como una lucha entre curandero y brujo, por lo que, según Enrique “en el

mundo espiritual, energéticamente miles y miles de brujos quieren destruirme” a causa de

las curaciones que él ha realizado. Por tanto, para un curandero las medidas de protección

son algo vital para su salud y la de su familia, ya que en el mundo espiritual si no se puede

atacar directamente a un sujeto porque está bien protegido, se ataca a su familia nuclear.

En el cuarto trabajo Enrique hizo unas reflexiones acerca del sentido del trabajo que

estábamos haciendo:

“Este es un trabajo real y hemos venido a trabajar. Este trabajo que hacemos es único en el mundo porque es dirigido. Yo sé perfectamente cuánto puede aguantar su cuerpo, su mente, y no van a morir (...) Todo lo que ustedes han arrojado, han sufrido, han botado mucha cosas negativas, y al botar todo eso Dios está muy feliz con ustedes…”

Ya nos había avisado Enrique que “lo que le gusta al cuerpo no le gusta al espíritu, y lo que

le gusta al espíritu no le gusta al cuerpo”. Jordi, en la misma línea, solía decir que “no hay

sufrimientos gratuitos, todo tiene su recompensa”, y que “los sacrificios no son en vano”.

Finalmente llega el sexto y último trabajo con el tabaco:

“Y como pequeño regalo –nos dice Enrique- les presento acá a la Sirena, esta pipa o cachimbo le llamamos aquí. Tiene doscientos años ahora, es de mis ancestros, tiene mucho poder aquí, y quiero compartir con ustedes todos después de la toma. (...) Los maestros antiguos esto no te daban nunca, altamente prohibido, (...) pero Enrique y el hermano Jordi tenemos el corazón con Dios y lo que hacemos es ayudar, él en su país y yo aquí, y quiero que ustedes lo prueben”.

El séptimo y último trabajo, con ayahuasca, tiene una estructura y duración similar a los

trabajos con tabaco. Si la dieta se cerraba con ayahuasca se debía a que era con esta planta

con la que trabajaba habitualmente el grupo en España. Para Jordi su función consistía en

“redondear” la experiencia con el tabaco. Tras cerrar Enrique el trabajo y antes de

despedirse por aquella noche, comenta:

- ¡No ha muerto ninguno! – y todos reímos, asintiendo.

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6. Corte de dieta

A la mañana siguiente Enrique entra en la maloca con un plato lleno de ají charapita, un

fruto amarillo pequeño y redondo, muy picante.

Estamos sentados en el suelo y Enrique, de pié en el centro, nos explica que uno a uno va a

poner su mano sobre nuestras cabezas y realizar una oración. Es un pacto entre cada uno de

los participantes y Dios: “Los que desean, creen que Dios haga su obra en su ser puede

acompañar la oración”. Así, uno a uno, va repitiendo:

“Oh Dios Padre, en el nombre de Jesucristo te abro las puertas de mi corazón, de mi mente, de mi cuerpo, de mi alma, de mi espíritu. Entra, Espíritu Santo de Dios, en el nombre de Jesucristo, ninguna arma forjada podrá contra mí, porque yo estoy con nuestro Señor Jesucristo Dios. Amén”.

Sigue un soplido. Tras pasar por todos, repetimos con Enrique: “Oh Dios Padre, te recibo

como mi único y sagrado Salvador. Amén” (sopla). A continuación indica que cada

persona coma dos ajís, uno a cada lado de la boca. Tras una semana comiendo fruta y

verdura hervida sin aliñar, el fuerte picante del ají hace toser y que se salten las lágrimas.

“Este ají que comen no es por comer. Ustedes que trabajan cosas importantes, un documento con sello y firma, un documento con sello tiene poder. Este ají es un sello”

Enrique explica que ante el ataque de “cualquier ente diabólico o brujo” podemos mostrar

“un documento espiritual” que acredita el trabajo que hemos hecho, y entonces “el diablo

dice “¡no, no!, ¿entienden? (...), el mundo espiritual funciona así”.

7. El trabajo de Jordi y de Enrique

Enrique y Jordi se tratan de “hermanos”. No es una comprensión intelectual lo que les lleva

a ambos a reconocerse como “iguales”: el peruano es un curandero tabaquero y el español

es un curandero ayahuasquero9; ambos han seguido sus propios procesos de formación

desde puntos de partida muy distintos, pero se reconocen como “hermanos espirituales”

9 Chamán especializado en el uso de la ayahuasca

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porque trabajan en una misma dirección y comparten una misma “energía”. Enrique

considera que Jordi, Luisa y él trabajan juntos:

“Para que ellos lleguen a mí no es de que ¡fum, son mis amigos! No, no. Ellos llegan a mí..., es como un análisis... que nos hacemos ¡Entonces la energía compagina! Entonces es medicina. Porque si hay choques de brujería no llegamos a nada”.

La precaución es importante, porque como señala Enrique, en la región de Iquitos

“hablando del cien por ciento, curandero habremos unos diez por ciento y el noventa por

ciento está metido en la brujería pero se nombra de curandero”.

Jordi, antes de ir con grupos a casa de Enrique fue a conocer de primera mano su dieta de

tabaco y posteriormente, tras mantener numerosas conversaciones, entienden ambos de qué

manera se pueden complementar sus trabajos. La comprensión intelectual de cómo

“compaginar” sus trabajos con los occidentales es posterior al chequeo mutuo que se

hacen. En una ocasión en la que nos encontramos Enrique, Jordi y yo, Jordi comenta:

“Dios me puso para hacer un trabajo y a él le puso para hacer otro trabajo. Ni yo nunca pretenderé ser Enrique, para nada, ¡Dios me libre!, y Enrique nunca querrá hacer lo que hago yo ¿Por qué? Porque Dios puso diversidad de seres humanos para que puedan ayudar a mucha gente, ¿entiendes? ¡Pocos, y te lo digo después de veintidós años de experiencia en este país (Perú), yo no he conocido a nadie más que pueda tener nuestra relación de hermano (como) con Enrique! Todos los que he conocido son “grandes maestros” (pone voz impostada): “Yo soy el único”, “yo soy el mejor”, ¿sabes?, y tú eres una mierda, ¡así de claro! Y como seas occidental más mierda todavía (ríe), si eres gringo, más mierda todavía”.

Enrique ríe y asiente: “¡Es real!”, exclama. Jordi insiste en que Enrique y él hablan de las

mismas cosas, pero cada uno desde su cultura “¿Me has oído hablar alguna vez de

“potestades infernales”? –me pregunta Jordi-. Yo prefiero hablar de “pensamientos” ¿Has

oído hablar a Enrique alguna vez de “pensamientos” o de “consciencia”?”. En ambos casos

la respuesta era negativa.

Jordi y Luisa consideran que su trabajo con las plantas, especialmente con la ayahuasca,

consiste en “abrir corazón y conciencia”, en “elevar la vibración” de las personas que se

hallan ancladas en el vientre, que representa el mundo de los instintos y de las bajas

emociones. A veces Jordi se define a sí mismo como “una persona que abre cajas fuertes”,

mientras señala con el dedo al corazón. Pero hay una parte del trabajo de sanación que

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ellos no hacen, que es el trabajo de “limpieza” que sí hace Enrique. Enrique con el tabaco

“quita sombras, quita velos” ¿En qué consistía ese trabajo de quitar sombras y quitar velos

al que se refería Jordi, por el que habíamos ido a Iquitos? Antes de dar comienzo al tercer y

quinto trabajos, Enrique se sirve de unos dibujos que ha hecho en una pizarra para darnos

una explicación teórica de su trabajo.

La primera serie de cuatro figuras muestra el trabajo que se hace en la medicina tradicional

con plantas. La primera figura (dibujo 1.1) nos representa al nacer. Nacemos envueltos en

una “malla” que rodea todo nuestro cuerpo, una malla que nos envuelve a lo largo de toda

nuestra vida porque nuestros progenitores nos enseñan cómo sobrevivir en la tierra, nos

enseñan a subsistir, a mantenernos con vida, “pero no nos enseñan nada espiritual”. El

segundo dibujo (dibujo 1.2) muestra la aparición de las religiones, que habitualmente se

considera como el medio para aprender qué es lo espiritual. Pero las religiones lo que

hacen es manipular, por eso en el dibujo aparece la cabeza envuelta en una malla. Lo que

hacen las religiones es “mantenernos enganchados al mundo”. La crítica a la religión era

tan explícita como su invocación a Jesucristo en las oraciones. El tercer dibujo (dibujo 1.3)

representa a los que toman la “medicina natural”. Con la toma de plantas se elimina esa

malla que nos envuelve y nos permite tener una vida espiritual con nuevas ideas y

emociones y consciencia. Los que toman plantas se sanan a sí mismos y pueden

convertirse en medios para sanar a los demás, porque empiezan a estar conectados con

Dios. El cuarto dibujo (dibujo 1.4) representa a aquellos elegidos que se convierten en

canales de la divinidad. Todas las curaciones vienen de Dios y Enrique no es más que un

canal de esas energías. Enrique se describe sí mismo como “puro aire”. Él no hace nada,

todo lo hace Dios. Por eso es importante estar cerca de esas personas, y si no es posible se

puede rezar al levantarse y al acostarse para estar conectado con Dios: “Hay muchos

poderes demoníacos y no pueden con nosotros si nos mantenemos ligados con Dios”.

Dos días después Enrique nos presenta una nueva serie de siete dibujos que representa el

proceso de limpieza que se da a lo largo de una dieta de tabaco. El primer dibujo (dibujo

2.1) representa a una persona cuando llega, antes de iniciar la dieta. Espiritualmente está

lleno de “demonios”, con la cabeza echando humo, y el cuerpo está apagado, sin luz, con

todos los chakras cerrados. El segundo dibujo (dibujo 2.2) muestra una persona a la que se

le van quitando demonios y los chakras empiezan a abrirse poco a poco. “Al tercer día

(dibujo 2.3) uno está limpio y se le quedan los ojos como abiertos, expectante, como en el

4607

dibujo”. El cuarto y quinto día (dibujo 2.4 y 2.5) se empieza a percibir un poco de luz en la

persona y en el sexto día (dibujo 2.6) uno puede aparecer con luz alrededor de la cabeza,

como en la representación de los santos, “pero la religión fue tan mezquina que no explicó

cómo alcanzar ese estado y expandirlo a todo el mundo, sino sólo unos pocos”. Con llegar

a este estado es más que suficiente y no se suele pasar de él. El séptimo día (dibujo 2.7)

uno aparece envuelto en luz, con una luz que llega desde el suelo hasta lo alto. En casos

excepcionales hay quienes su energía va desde la tierra hasta el cielo.

Por las mañanas, cuando pasábamos por el cuartito de Enrique, nos describía lo que veía en

nuestro cuerpo. Estaba contento porque todos habíamos “activado nuestra luz”. Un día le

pregunté sorprendido si realmente veía luz en mi cuerpo, y con el dedo fue señalando por

dónde salía. Ahora bien, el trabajo de limpieza permite activar la luz, pero hay que

protegerla. Para Enrique “los seres humanos acuden a otros con dos o tres fines, pero su fin

legal es solo uno”. Para protegerse recomienda preparar agua con tres cucharadas de sal y

vinagre blanco, y frotarse las manos hasta los codos. Al mismo tiempo hay que mantener

un hábito de limpieza para que la luz no se “embarre”. Los malos pensamientos embarran,

y se puede “pecar” no sólo con el pensamiento, sino también con los ojos, el olfato, el

oído, etc. Una buena práctica de limpieza consiste en darse un baño con tres cucharadas de

sal común. El agua del bautismo, recuerda Enrique, lleva sal, como las pilas de agua

bendita que hay a la entrada de las iglesias para santiguarse, pero la religión ha olvidado su

función limpiadora. Para el mantenimiento de la “energía” se puede tener un “estado de

oración, y focalizar la atención en la luz”. Enrique nos dicta lo que llama “oración

dirigida”:

“Oh Dios Padre, en el nombre de Jesucristo Dios te pido perdón por todos mis pecados. En el nombre de Jesucristo Dios te encomiendo mi vida y la de toda mi familia en tu Santo Templo. En el nombre de Jesucristo Dios llénanos de tus bendiciones, y sea tu Santo Espíritu, Señor, quien nos guíe. En el nombre de Jesucristo Dios tu santo espíritu reprenda y destruya a todos nuestros enemigos visibles e invisibles. En el nombre de Jesucristo Dios te damos gracias, Padre. Amén”.

Su eficacia se debe a que está “dirigida” y no como otras oraciones que pueden recitarse

durante toda su vida sin efecto alguno. “Esta oración, repetida con los años, hace nuestro

cuerpo muy fuerte”, afirma. La dieta de tabaco ha activado “el estado de luz en el cuerpo”.

Como seres humanos tenemos “el positivo y el negativo, y como tales seres humanos

4608

nunca nos vamos a alejar mucho del negativo, pero el positivo tiene que estar arriba.

Cuando el negativo está superior tu cosas te van mal”. El objetivo de proteger, limpiar y

mantener la luz activada con la dieta de tabaco es, por tanto, mantener “el positivo arriba, y

ahí van bien las cosas”.

8. Conclusiones

La formación del chamán es un intenso proceso cognitivo en el que profundiza en una

ontología animista según la cual la realidad está constituida por espíritus y energías

dotados de un “estado de «cultura» (...) con todos los atributos que eso implica” (Descola,

2005:199). Para un occidental aprendiz de chamán este proceso es aún más intenso en la

medida en que su concepción naturalista de la realidad, basado en la primacía de las leyes

físico-químicas, debe dejar lugar a una concepción de la realidad esencialmente espiritual y

energética regida por sus propias “leyes”. Para un chamán el concepto de “religión” está

ligado al mundo de las creencias, mientras que la espiritualidad es un mundo ligado al

conocimiento. Formarse como chamán en la Amazonía no es un proceso de “conversión”

por el que uno se adoctrina para “creer” en el mundo de los espíritus, sino un proceso

iniciático de aprendizaje que se pone de manifiesto en los numerosos términos locales para

nombrar a los chamanes, cuya traducción es “el o la que sabe”: “saman” entre los

Tunguses y los Nivk siberianos (Pentikäinen, 2004:209); “tumsa” en el sur de China

(Kun, 1989:242); “chota shinée” entre los mazatecos mesoamericanos (Villanueva,

2010:350); “yachaj” o “yachac” entre los Canelos Kichwas (Hermida Salas, 2010:53) y

“sándatía” entre los Yagua (Chaumeil, 1983:76) en América del Sur; “tietäjä” en finés

(Pentikäinen, 1997:250) en Europa.

La práctica chamánica amazónica se caracteriza por el empleo de plantas, algunas

psicoactivas y otras no, y por ello los chamanes mestizos peruanos suelen denominarse a sí

mismos “vegetalistas”, porque emplean “vegetales” (Luna, 1986). Las plantas empleadas

en el vegetalismo suelen denominarse “plantas maestras” (Luna, 1986; Chaumeil,

1983:133-135), “doctores” (Luna, 1986:16), o “plantas con madre” (Jauregui et al, 2011),

porque se considera que poseen espíritus que enseñan al chamán el arte de interactuar con

los espíritus. La formación del chamán en la cuenca amazónica se realiza mediante dietas

similares a la descrita en este texto, en las que el dietante aprende directamente de la

4609

“planta maestra” a través de su ingestión y no de la enseñanza formal de otro chamán, cuya

labor no es otra que la de protegerle y guiarle durante la dieta (cf. Jauregui et al,

2011:743).

Enrique y Jordi son plenamente conscientes de que una cosa es su trabajo como chamanes

y otra muy distinta la idea preconcebida que tiene la gente de lo que ellos hacen, lo que

popularmente y en el mundo académico recibe el nombre de “chamanismo”. Por tanto

cobra sentido que Enrique en su presentación inicial haga la afirmación de que su trabajo

“no es chamanismo, no es fantasía, sino que es un trabajo real, que funciona”. Si Enrique

es consciente de que el occidental tiene muchas “fantasías” acerca de lo que es y hace un

chamán, Jordi es consciente de que en la amazonia el chamán “occidental” o “gringo” es

considerado una “mierda”, y que no tiene capacidad ni conocimiento para trabajar con las

“plantas maestras”. Por ello, que Enrique y Jordi hayan logrado establecer una

colaboración equilibrada basada en el respeto y reconocimiento mutuos es algo

excepcional, pero no imposible. Un catalán puede llegar a ser curandero ayahuasquero

amazónico, igual que un curandero tabaquero de la selva peruana puede llegar a ser

maestro en artes marciales, es decir, son cosas que no dependen del color de la piel o de la

cultura en la que se ha nacido, sino de desarrollar una capacidad humana mediante el

aprendizaje adecuado. Y aun así no está garantizado llegar a ser curandero: en la práctica

chamánica no es chamán el que quiere, sino el que es capaz de superar el proceso de

formación y además se le concede el don o permiso para sanar, una ley espiritual que muy

pocos occidentales aceptan.

8.1 Las prácticas con energías son prácticas espirituales

El trabajo “real” con energías implica tener una concepción animista de la realidad, en la

que el chamán interactúa con “espíritus”, “energías” o “fuerzas” autónomas. Como señala

Langdon (1996:27), la práctica chamánica parte de “un principio general de energía que

unifica el universo”, en el que el “concepto nativo de poder chamánico (está) ligado a un

sistema de energía global”. Para Enrique el mundo espiritual es energético, y tanto Enrique

como Jordi emplean indistintamente los términos “espíritu”, “fuerza” y “energía”. Para un

chamán su labor consiste en trabajar con “energías”, que equivale a decir que trabaja con

4610

“espíritus”. El uso indistinto que hacen de estos términos está mostrando, en última

instancia, que las prácticas con energías son igualmente prácticas espirituales.

La práctica chamánica es una práctica espiritual que tiene la particularidad de buscar

interactuar directamente con los espíritus con una intencionalidad concreta (por ejemplo

sanar, o dañar a alguien), generalmente a través de un estado expandido de consciencia o

trance que permite percibirlos. Tal vez convenga subrayar que no todas las prácticas

espirituales o energéticas son chamánicas, como puede observarse en el budismo, en la

medicina tradicional china, o en las prácticas de la llamada Nueva Era. El budismo en

general no busca interactuar con los espíritus en busca de prosperidad y salud, sino

mantener una actitud contemplativa (búsqueda de la iluminación) o de no acción

(concepción de “karma”) con el mundo espiritual, salvo aquel budismo que Samuel

denomina de “orientación pragmática” (Samuel, 1993:9-10, 26-27) como el tantrismo, en

el que la noción de “chakra” es central (Gómez, 2004:521). La medicina tradicional china

está basada en la dualidad “yin–yang”, también entendida como oscuridad–luz, y en el

concepto de “Qi” o energía. Su concepción de la salud se basa en el equilibrio o armonía

entre ambos estados (cf. Maciocia, 1989) mediante técnicas que no están mediadas por la

intencionalidad del practicante de medicina tradicional china. Su formación no requiere de

un proceso iniciático, y a diferencia de la formación chamánica en la que el “permiso”

viene en última instancia del mundo espiritual, la medicina tradicional china se presta a

una regulación institucional y un desarrollo curricular (OMS, 2010), algo incompatible con

la naturaleza de la práctica chamánica. Finalmente, las prácticas de la Nueva Era tienen en

común, como señalan Cornejo y Blázquez (2013:17), que trabajan con “energías”, y en

este sentido son prácticas espirituales. La complejidad que presenta la Nueva Era puede

proceder de agrupar prácticas que pertenecen a diversas espiritualidades, cada una con su

propio “ethos” a la hora de relacionarse con el mundo espiritual.

8.2 Tres ejemplos analizados desde la perspectiva “energética”

El análisis desde la perspectiva animista o energética de la realidad de 1) la noción de

“cuerpo”, 2) la naturaleza del acto de vomitar, y 3) el uso instrumental de la oración y de la

invocación de Jesucristo, permite desvelar, en mi opinión, la lógica subyacente de prácticas

4611

chamánicas que desde una perspectiva naturalista aparecen como contradictorias, cuando

no ininteligibles.

1) Del trabajo de Enrique se desprende que existen al menos dos tipos de cuerpo, uno

físico y otro energético o espiritual. Los dibujos de Enrique muestran ambos cuerpos,

cuerpos físicos rodeados de energías, inicialmente “demonios” y luego “luz”. Al comienzo

de la dieta “los cuerpos están apagados, sin luz, con todos los chakras cerrados”, y el

trabajo de Enrique consiste en “activar la luz en los cuerpos”. Cuando hago la “entrevista”

con Enrique lo primero que determina es que mi cuerpo físico puede soportar la dieta, y en

segundo lugar determina a través del pulso que mi “sistema nervioso”, metáfora que

emplea Enrique para referirse a mi “cuerpo energético”, está debilitado porque algo

oscurece mi “luz”.

Las técnicas de trabajo de Enrique sobre los dos cuerpos pueden agruparse, desde un punto

de vista analítico, en dos tipos: las que están dirigidas al cuerpo físico y las que están

dirigidas al cuerpo energético, si bien todo el trabajo de Enrique tiene en última instancia

un objetivo espiritual o energético. Las técnicas corporales incluyen el tabaco bebido,

soplado, fumado e inhalado, el perfume que quema la piel, los golpes de shacapa10 sobre la

cabeza, las guindillas picantes, el baño de plantas, la alimentación sin sal ni otros

condimentos, y la recomendación del uso de agua con sal y vinagre en los brazos. Las

técnicas energéticas dirigidas al cuerpo espiritual serían las oraciones y los ícaros. Que la

oración es una técnica dirigida al cuerpo energético queda patente cuando afirma que el

recitado frecuente de la “oración dirigida” se hace “fuerte en el cuerpo”. No tiene sentido

que este cuerpo sea el físico, sino otro cuya naturaleza tiene la cualidad de ser fortificado

mediante la oración, por lo que parece más adecuado pensar en un cuerpo de tipo

“espiritual”.

De la misma manera que el trabajo de un fisioterapeuta o un quiropráctico sobre el cuerpo

físico no puede calificarse de simbólico, la capacidad de Enrique de percibir los distintos

cuerpos simultáneamente (como cuando me señala con el dedo por dónde aflora la luz en

mi cuerpo, o el testimonio de varios participantes de la capacidad del tabaquero para

señalar el punto exacto donde sentían bloqueos), así como su capacidad de interactuar con

10 Ramillete de hojas que se agitan rítmicamente, generalmente acompañando los ícaros

4612

ellos a través de las técnicas antes enumeradas, hacen que su trabajo sobre el cuerpo

energético tampoco puede ser calificado de simbólico, sino como él mismo afirma, como

“un trabajo real, que funciona”.

2) La idea de multiplicidad de cuerpos da claves para la comprensión del sentido del

vómito en la práctica chamánica. Desde una perspectiva naturalista en la que el cuerpo es

como un mecanismo regido por leyes físico-químicas, la purga con el tabaco podría

interpretarse como un ritual en el que el vómito y la diarrea simbolizan el deseo de

purificarse espiritualmente a través de la limpieza del cuerpo físico, como una suerte de

espiritualidad bulímica de carácter ascético. Sin embargo, cuando Enrique afirma que “lo

que le gusta al espíritu no le gusta al cuerpo” y viceversa, parece emplear una doble

sinécdoque con la que se está refiriendo en realidad a dos cuerpos, siendo la frase completa

“lo que le gusta al (cuerpo del) espíritu no le gusta al cuerpo (físico)”. Como es obvio que

al cuerpo (físico) no le gusta el tabaco y por eso lo vomita, por ese mismo motivo “Dios

está muy feliz con nosotros” porque lo que “bota” el “(cuerpo del) espíritu” son “energías

negativas”. Desde la perspectiva “energética” de la práctica chamánica, el vómito procede

simultáneamente de los distintos cuerpos, y cuando el cuerpo físico está vomitando

materia, el cuerpo energético está vomitando o expulsando “energías”.

3) De la misma manera, desde esta perspectiva “energética” se entiende mejor la aparente

paradoja de ver a Enrique abriendo y cerrando los trabajos con oraciones en las que invoca

a Dios y a Jesucristo al tiempo que hace una crítica explícita a las religiones por

manipuladoras y mezquinas. La tradición cristiana tiene una importante presencia en el

vegetalismo debido a la actividad misionera que se da a partir del siglo XVI (Luna,

1986:89), pero ello no significa que los vegetalistas invoquen a Jesucristo porque “crean” o

tengan “fe” en él. Como señala el antropólogo jesuita Jaime Regan (1983:25, 35, 166), los

chamanes amazónicos “trabajan” con Jesucristo en calidad de “espíritu ayudante”. La

invocación que hace Enrique a Jesucristo tiene un carácter instrumental. Enrique “trabaja”

con la energía de Jesucristo pero no pertenece a ninguna iglesia cristiana. Para Enrique

Jesucristo es una energía o espíritu que canaliza para curar “energías negativas”, y en este

sentido su relación con él no es simbólica, sino una experiencia de interacción. De igual

manera, Jordi, en sus ceremonias de ayahuasca en España, coloca en el centro de la sala un

“altar” donde sitúa una imagen de Jesucristo como un hombre de pelo largo y barba, sin

corona de espinas ni ningún otro atributo que permita identificarlo de manera explícita con

4613

la figura del evangelio, y al que Jordi siempre se refiere como “el primero entre los

iguales”, nunca como “Jesucristo”. Esta representación en el altar tiene por objeto traer la

“energía crística” con la que Jordi se siente identificado, sin asociarla a ninguna religión

concreta, ya que Jordi considera que su trabajo está abierto a todo el mundo, a no creyentes

y a creyentes, sean éstos católicos, budistas, judíos o musulmanes.

El empleo instrumental que hacen Enrique y Jordi de la figura central del cristianismo pone

de relieve que la práctica chamánica no es una práctica religiosa, sino espiritual, de manejo

de energías, una confusión conceptual que Hufford (2005:2) aborda con claridad y

sencillez cuando contrapone espiritualidad en términos ottonianos como “la relación

personal con lo trascendente”, frente a religión en términos durkheimianos como “el

aspecto comunitario e institucional de la espiritualidad”.

8.3 Las prácticas espirituales son ambivalentes

Un elemento clave para la comprensión de la práctica chamánica es su distinción tajante

del mundo espiritual entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad. El chamán

curandero y el chamán brujo son dos caras de una misma moneda, y la una no puede

entenderse sin la otra, de donde deriva la idea extendida de que la práctica chamánica en sí

es moralmente ambivalente (cf. Whitehead y Wright, 2004:10). Pero un chamán

amazónico no es curandero y brujo al mismo tiempo. O se está para servir a la gente, o

para servirse de ella, se está de un lado o del otro, no hay zona de sombras o términos

medios, en el chamán concreto no hay ambivalencias. Cuando Enrique y Jordi se conocen

lo primero que hacen antes de hacerse “amigos” es “analizarse” las “energías”, es decir, la

naturaleza de las fuerzas espirituales con las que cada uno trabaja para saber de qué lado

está el otro. El brujo y el curandero no pueden colaborar ya que las energías tienen que

“compaginar”, porque como afirma Enrique “si hay choques de brujería no llegamos a

nada”. Tras el chequeo mutuo se reconocen como “hermanos”, como curanderos que

tienen una comprensión del mundo espiritual y del trabajo que ellos hacen básicamente

igual.

En la dieta el tema de la brujería está presente en todo momento, aunque no de manera

explícita. Enrique, en su presentación inicial, no nos dice que estaremos “bien atendidos” o

4614

“bien cuidados”, sino “bien protegidos, y bien guiados”. En el rezo de apertura se pide a

Dios que “reprenda y destruya a todos nuestros enemigos, visibles e invisibles”, un rezo

que carece del carácter evangélico que habla de poner la otra mejilla. En la noche del lunes

la ceremonia se modifica porque Enrique repara en que es el día en que se atacan los brujos

en Iquitos, si bien no supimos la razón del cambio hasta los días siguientes, cuando se fue

sabiendo por comentarios posteriores de Jordi. La primera referencia que hace Enrique a

los brujos es al final, en el corte de dieta, cuando nos explica que con los ají estamos

sellando un “documento espiritual” que nos protege del ataque de “cualquier ente diabólico

o brujo”.

Para Enrique y Jordi ignorar la ambivalencia moral de las prácticas espirituales, es decir,

creer que toda práctica espiritual es sanadora per se, la realice quien la realice, forma parte

de la fantasía occidental. La chamanidad amazónica, esto es, la cualidad de ser chamán

vegetalista que comparten Enrique y Jordi, se manifiesta con caracteres propios según los

contextos socioculturales donde se da. Una misma chamanidad, de carácter esencialista, se

manifiesta en dos chamanismos histórica y socioculturalmente condicionados, el

chamanismo amazónico, y el chamanismo occidental, donde curanderismo y brujería

adquieren caracteres propios. Por tanto, curanderismo y brujería tienen caracteres propios

según la sociedad en la que se dan. El curanderismo en el alto amazonas trabaja el vientre,

y en occidente el corazón y la consciencia; la brujería en el alto Amazonas ataca el cuerpo

físico, y en occidente busca poder, dinero y sexo.

8.4 El reencuentro entre salud y espiritualidad

(Bio)medicina y religión responden a sistemas hegemónicos que por largo tiempo han

convivido en occidente, una compitiendo por el dominio del cuerpo y la otra por el

dominio del alma. Para Heelas esta competencia esconde “una querella cultural histórica

de Occidente: vitalismo contra racionalismo” (Cornejo y Blázquez, 2013:22). En mi

opinión, esta tensión entre vitalismo y racionalismo no es una mera “querella cultural” sino

un giro ontológico en la civilización occidental desde una concepción vitalista de la

materia, en la que el universo físico estaría animado por un alma o “anima mundi” que

regiría los fenómenos naturales (Banchetti-Robino, 2011:174), hacia una concepción

fisicalista de la realidad desarrollada en el contexto de la revolución científica a partir del

4615

siglo XVII y que como señala Descola (2005:108 y ss.) da lugar a la concepción moderna

de la naturaleza y al nacimiento de una ontología naturalista que dominará la cosmovisión

occidental , “una cosmología naturalista completamente exótica en comparación con las

elecciones efectuadas por el resto de la humanidad” (Descola, 2005:110), en la que se pasa

de un estatus ontológico espiritual a otro físico (Banchetti-Robino, 2011:185).

Plantear el reencuentro de “salud y espiritualidad” pone sobre la mesa de manera implícita

la necesidad de retrotraernos a aquel choque ontológico que se produce en el siglo XVII y

que hoy sigue vivo pero en un nuevo contexto, en el contexto de una gran sociedad

compleja de ámbito global, que podríamos definir además de como multicultural, como

multiontológica o en la que conviven una pluralidad de ontologías.

Una consecuencia práctica de vivir en una sociedad compleja de múltiples ontologías se

pone de manifiesto en la dificultad que tiene el grupo que viaja a Iquitos para explicar a sus

familiares y amigos qué van a hacer allí. En este punto, se plantea la dificultad de

establecer un puente explicativo entre distintas ontologías, porque el “quid” de la cuestión

es: ¿cómo explicar que realmente se pueden vomitar “energías negativas”, que eso es algo

posible?

Tal vez una causa de la invisibilidad de numerosas prácticas espirituales y energéticas en

nuestra sociedad se deba a la dificultad tanto de los practicantes como de los investigadores

para explicarse a sí mismos y para explicar a otros prácticas originadas dentro de diferentes

ontologías.

4616

9. Dibujos de Enrique

Plano general de la pizarra

Plano general de la primera serie de dibujos

Dibujo 1.1.

4617

Dibujo 1.2.

Dibujo 1.3.

Dibujo 1.4.

4618

Plano general de la segunda serie de dibujos

Dibujo 2.1. Dibujo 2.2. Dibujo 2.3. Dibujo 2.4

Dibujo 2.5. Dibujo 2.6. Dibujo 2.7.

4619

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