\"pastores jocosos: escenas de la natividad desde una perspectiva popular y carnavalesca en el...
TRANSCRIPT
MEDITACIONES EN TORNO
A LA DEVOCIÓN POPULAR
José Antonio Peinado Guzmán
María del Amor Rodríguez Miranda
(Coords.)
Edita:
Asociación “Hurtado Izquierdo”
Córdoba, 2016
Copyright de los textos: los autores
Copyright de las fotografías: los autores
Edita: Asociación “Hurtado Izquierdo”
Diseño y Maquetación: Asociación “Hurtado Izquierdo”
Colabora: Departamento de Historia Moderna y América, Universidad
de Granada
Foto de la portada: Procesión de San Roque, ante la ermita de San
Sebastián, Pinos del Valle (Granada)
Autor de la fotografía: Isaac Palomino Ruiz
Diseño de la portada: María del Amor Rodríguez Miranda
José Antonio Peinado Guzmán y María del Amor Rodríguez Miranda
(Coords.)
Meditaciones en torno a la devoción popular
Edita: Asociación “Hurtado Izquierdo”
ISBN: 978-84-608-8515-3
Depósito Legal: CO 1076-2016
ÍNDICE
PRÓLOGO.................................................................................................................................. 8
PRIMERAS DEVOCIONES EN LA GRANADA CONQUISTADA POR LOS REYES
CATÓLICOS: LA TRADICIÓN CRISTIANO-VIEJA, Miguel Luis López-Guadalupe
Muñoz, Universidad de Granada ............................................................................................. 9
EL DESCUBRIMIENTO DE LA ESPAÑA SAGRADA: IMÁGENES, MERCADO Y
NUEVA RELIGIOSIDAD, José Manuel Rodríguez Domingo, Universidad de Granada
..................................................................................................................................................... 31
RELIGIOSIDAD POPULAR Y SINCRETISMO: LOS AFROPERUANOS Y LA
FESTIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN, Fuensanta Baena Reina,
Universidad de Granada .......................................................................................................... 48
FIESTA Y DEVOCIÓN POPULAR EN LA GRANADA DEL SETECIENTOS. LA
CANONIZACIÓN DE SAN JUAN DE DIOS, Cristina Barrientos Martín, Universidad
de Granada ................................................................................................................................ 70
UNA IMAGEN POR GRATITUD: EXVOTOS DE NIÑOS EN LA ESPAÑA DEL
SIGLO XVIII, Gemma Cobo Delgado, Universidad Autónoma de Madrid ................... 89
LAS PRÁCTICAS RELIGIOSAS EN LA MEDICINA POPULAR DEL SIGLO XVIII,
Laura Díaz Mejías, Universidad de Alicante ..................................................................... 114
CULTOS POPULARES Y HERMANDADES EN TORNO AL MONASTERIO DE
LAS MADRES CARMELITAS DE LA ANTIGUA OBSERVANCIA DE GRANADA,
Venancio Galán Cortés, Universidad de Granada ............................................................. 129
A PROPÓSITO DE LAS DEVOCIONES POPULARES EN TORNO AL
PATRIMONIO ARTÍSTICO. EL CASO DE LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA
DEL CASTILLO DE LEBRIJA (SEVILLA), María del Castillo García Romero,
Universidad de Sevilla ........................................................................................................... 151
UNA MIRADA SOBRE LA SEMANA SANTA EN ESPAÑA A TRAVÉS DE LOS
VIAJEROS EXTRANJEROS DE LA EDAD MODERNA, Verónica Gijón Jiménez,
Universidad de Castilla La Mancha ..................................................................................... 173
LA DEVOCIÓN DE LOS LAICOS EN LA ALCALÁ DE GUADAÍRA DEL SIGLO
XVII: COFRADÍAS, FIESTAS, PRÁCTICAS Y CONDUCTAS, David Granado
Hermosín, Universidad Pablo de Olavide ........................................................................... 194
PASTORES JOCOSOS: ESCENAS DE LA NATIVIDAD DESDE UNA
PERSPECTIVA POPULAR Y CARNAVALESCA EN EL ARTE ESPAÑOL DEL
SIGLO XVII, Gonzalo Hervás Crespo, Universidad Complutense de Madrid ............ 215
EL CONTROL DE LA RELIGIOSIDAD POPULAR A TRAVÉS DE LOS TRATADOS
PICTÓRICOS EN EL SIGLO DE ORO. LOS CASOS DE LAS IMÁGENES DE SAN
CRISTÓBAL Y LA VERÓNICA, Alejandro Jaquero Esparcia, Universidad de Castilla-La
Mancha..................................................................................................................................... 237
MISTICISMO Y MARAVILLOSISMO A TRAVÉS DEL IMAGINARIO DE JOSÉ
MONTESINOS Y SU COMPENDIO HISTÓRICO ORIOLANO, Moisés Lillo Vicente,
Universidad de Alicante ........................................................................................................ 256
LA FIESTA EN EL REAL COLEGIO DE CORPUS CHRISTI. LA HERENCIA DE
UNA TRADICIÓN EN LA VALENCIA CONTEMPORÁNEA, David Martínez
Bonanad, Universidad de Valencia ...................................................................................... 278
DEVOCIONES POPULARES EN LA NOBLEZA ANTEQUERANA: LA SERIE DE
LA VIDA DE LA VIRGEN DE JUAN CORREA Y EL “MUDO ARELLANO”, Luis
Melero Mascareñas, Universidad de Málaga ...................................................................... 301
“DIOS A SU IMAGEN Y SEMEJANZA”: ARTE, SIMBOLISMO Y VIDA EN LA
IMAGINERÍA PROCESIONAL, Carlos Enrique Navarro Rico, Universidad de
Valencia ................................................................................................................................... 315
FOTOGRAFÍA Y “RELIGIOSIDAD POPULAR” EN EL COTIDIANO FEMENINO
DEL SIGLO XIX MADRILEÑO, Stephany Onfray, Universidad Autónoma de Madrid
................................................................................................................................................... 336
ICONOS DE DEVOCIÓN: LA IMPORTANCIA DE LA OBRA DE SÁNCHEZ MESA
EN LA SEMANA SANTA DE VÉLEZ-MÁLAGA, José Alberto Ortiz Carmona,
Universidad de Málaga .......................................................................................................... 357
LA DEVOCIÓN AL SANTO ROSARIO EN GRANADA Y SU PROVINCIA.
HISTORIA, ARTE Y TRADICIÓN, José Antonio Palma Fernández, Universidad de
Granada ................................................................................................................................... 377
RELIGIOSIDAD POPULAR EN EL VALLE DE LECRÍN, Manuel Romero Castillo,
Universidad de Granada ........................................................................................................ 397
CAMBIOS RELIGIOSOS Y SOCIALES EN LA DIÓCESIS DE ORIHUELA BAJO EL
MANDATO DEL OBISPO TORMO, Aarón Ruiz Berná, Universidad de Murcia ..... 420
REINTERPRETACIÓN DE LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN LA PRÁCTICA
CINEMATOGRÁFICA ESPAÑOLA. EL CASO DE PEDRO ALMODÓVAR, Mónica
Salcedo Calvo, Universidad de Salamanca ......................................................................... 435
“CON EL FABOR DE LOS DEVOTOS…” EL CAMARÍN DE LA VIRGEN DE LA
PIEDAD DE VÉLEZ-MÁLAGA, Carlos Serralvo Galán, Universidad de Málaga .... 452
LA PERVIVENCIA DE LA LITERATURA ESPIRITUAL EN LA ESPAÑA DEL
SIGLO XVII, Yasmina Suboh Jarabo, Universidad Autónoma de Madrid ................... 471
ENTRE EL FRANQUISMO Y LA DEMOCRACIA. LA RELIGIOSIDAD POPULAR
MALAGUEÑA A LO LARGO DEL SIGLO XX, José Manuel Torres Ponce,
Universidad de Málaga .......................................................................................................... 490
CULTURA FUNERARIA POPULAR EN ESPAÑA Y SU PRESENCIA
HISTORIOGRÁFICA, Joaquín Zambrano González, Universidad de Granada ......... 514
PRÓLOGO
Uno de los elementos vertebradores de nuestra sociedad, sin lugar a dudas, es
el fenómeno de la religiosidad popular. La misma, un componente poliédrico, a lo
largo de los siglos ha configurado, no sólo el contexto religioso, sino el social,
asistencial, político, costumbrístico… La importancia que en el pasado ha conllevado
esta realidad, aunque en la actualidad se haya soslayado sustancialmente, es tal que
podemos afirmar que todo este universo conforma las costuras de nuestro entorno
más próximo como gen característico. Esta razón ha inspirado la creación de este
volumen, que no deja de ser una mínima gota en un inmenso océano, pero que abre
la puerta a futuras aportaciones. Diferentes textos, procedentes del Levante español,
Andalucía, Madrid o Castilla La Mancha enriquecen este libro al abordar variadas
temáticas que van desde la literatura mística, la fotografía, el cine, las devociones a
los distintos santos, la medicina popular, la religiosidad en los cenobios conventuales,
las costumbres de algunas instituciones, hasta la temática de los exvotos, las subastas
artísticas de piezas sacras, la tratadística de esta cuestión en la pintura o la cultura
funeraria. Aunque es evidente la dispersión de materias, cada una de ellas ofrece un
prisma particular de ese gran cajón que supone la religiosidad popular.
Por tanto, este trabajo no deja de ser una ínfima reflexión colectiva que
pretende dar luz, voz y amplitud a este mundo de la religiosidad y devoción popular,
dejándolo abierto a ulteriores ampliaciones y seguir construyendo ese inmenso
puzzle que nos ayudará a comprender quiénes somos, por qué somos así o cómo son
nuestras costumbres.
José Antonio Peinado Guzmán
Gonzalo Hervás Crespo
215
PASTORES JOCOSOS: ESCENAS DE LA NATIVIDAD DESDE
UNA PERSPECTIVA POPULAR Y CARNAVALESCA EN EL
ARTE ESPAÑOL DEL SIGLO XVII
Gonzalo Hervás Crespo, Universidad Complutense de Madrid
RESUMEN
Con el presente texto, queremos señalar la importancia que presentan algunas pinturas de
adoraciones de pastores en el siglo XVII español en relación con asuntos de índole profana y popular
como es el carnaval. También su dependencia formal con respecto a figuraciones foráneas y a la
comedia teatral.
PALABRAS CLAVE
Adoraciones de pastores, carnaval, comedia, teatro, siglo XVII.
ABSTRACT
With the present text, we want to indicate the importance that some paintings of Adorations
of shepherds had in the Spanish seventeenth century with respect to subjects of profane and popular
type, as was the carnival. We also want to indicate its formal dependency with other foreign pictures,
and the influence of theatrical comedies.
KEYWORDS
Adoration of shepherds, carnival, comedy, theatre, 17th Century
Pastores jocosos: escenas de la natividad desde una perspectiva popular y carnavalesca…
216
“Yo soy la locura, la que sola infundo placer y dulzura y contento al mundo, sirven a mi
nombre todos mucho o poco y no, no hay hombre que piense ser loco”
Folia de Henry du Bailly
“Quizá la tarea del que ama a los hombres consista en lograr que estos se rían de la verdad,
lograr que la verdad ría, porque la única verdad consiste en aprender a liberarnos de la insana pasión
por la verdad”.
Fray Guillermo de Baskerville, El nombre de la rosa, Umberto Eco
Resulta complejo certificar cuál es el resultado exacto de las deliberaciones
llevadas a cabo en el Concilio de Trento (1545-1563) sobre el arte del siglo XVII1. Lo
que no genera excesiva discusión es su importancia sobre el pensamiento posterior
en prácticamente todos los ámbitos de la vida humana. Trento supone un cambio de
paradigma en el mundo católico, y es lógico que el arte necesite adecuarse al mismo.
Las artes son el espejo de una sociedad, y la materia que las mentalidades, deseos y
creencias de la misma se encargan de moldear. En el caso español, los mandatos e
ideas surgidos del mismo tuvieron sustancioso arraigo: “España fue probablemente el
lugar donde mayor influencia ejerció el Concilio de Trento, cuyos decretos vertebraron la vida
no solo religiosa, sino también social y política del país”2.
Para el hecho artístico supuso una reafirmación en la instrumentalización de
las imágenes, y por tanto de su propia concepción. La Contrarreforma necesitaba
afianzar dogmas y extender nuevas ideas. La creación plástica resultaba
extremadamente eficaz a este fin, ya que disponía de la capacidad de propagarlas por
todo el orbe católico, formado en su mayor parte por masas de población analfabetas.
En este momento van a resultar de gran importancia algunos repertorios
iconográficos. A través de tratados de pintura, se aconseja el tratamiento adecuado y
decoroso de las imágenes3. De todos ellos, por su importancia, su repercusión en
1 CAÑEDO ARGUELLES, C. Arte y teoría: la contrarreforma en España, Oviedo, Publicaciones de la
Universidad de Oviedo, 1982, p. 26 y ss. 2 PORTÚS PÉREZ, J. Pintura y pensamiento en la España de Lope de Vega, Guipúzcoa, Nerea, 1999, p.
21. 3 El concepto “decoro”, adquiere en este momento una importancia capital. Aplicado a la pintura, se
trata de la adecuación entre aquello que se representa y la forma en que esto se lleva a cabo, siendo
necesario que se haga de manera fidedigna a una serie de modelos e ideas preexistentes. Se entiende así la importancia del Concilio en las artes; “lo importante en este sentido fue el reforzamiento de la conciencia
de necesidad de dirigir la producción plástica para controlar la ideología de los fieles (…). Surge así la voluntad de
Gonzalo Hervás Crespo
217
España y lo adecuado al tema de este artículo, queremos señalar el Discorso intorno
alle immagini sacre e profane, del cardenal Gabriele Paleotti (1522-1597), publicado en
Bolonia en 1582. Paleotti fue uno de los teólogos reunidos en Trento, y uno de los
más fervientes defensores de la Contrarreforma. Esta línea de pensamiento se
enmarca en lo que se ha dado en llamar “recatolización de Europa”, que
desembocará en la Ecclesia militans et triumphans, y el arte victorioso del pleno
barroco4. El resultado no fue solo la represión del protestantismo, sino que actitudes
festivas y de carácter profano -vinculadas a la religiosidad popular- fueron también
prohibidas. El carnaval por ejemplo, perdió gran parte de la potencia simbólica que
había mantenido desde antaño5. En este contexto, es donde queremos profundizar
en un asunto como es el episodio bíblico de la adoración de los pastores, y alguna de
sus representaciones plásticas durante el siglo XVII.
La adoración de los pastores no había sido motivo de particular interés
descriptivo durante la Alta Edad Media. Curiosamente, la adoración de los reyes
había eclipsado un hecho crucial en el devenir teológico cristiano: la presentación del
hijo de Dios a la humanidad. Durante siglos, esta Epifanía se asoció con los Magos
de oriente -llegando hasta hoy- pero se mantuvo en discreto segundo plano que el
nacimiento de Cristo fue dado a conocer en primer lugar a los humildes pastores que
se encontraban en las inmediaciones de Belén6. Quizá influido por el interés que la
escena de los Magos despertaba, ya que daba lugar a desarrollos fantásticos e
imaginativos. En contraposición, un episodio con unos vulgares pastores no incitaba
demasiada curiosidad; probablemente por lo elemental de su despliegue narrativo7.
Hay que tener en cuenta además, que el episodio de la adoración de los pastores tan
sólo aparece descrito en el Evangelio de San Lucas, y que incluso en textos apócrifos
hacer una cultura masiva que pudiera llegar a todo el mundo (…) y una apuesta por las formas culturales y los
gustos de raíz popular”. Ibidem. p. 21. 4 KÜNG, H. La iglesia católica, Barcelona, Debate, 2013, p. 141 5 A partir de 1560, los intentos de reforma de la cultura popular se hacen más intensos. Hasta entonces,
se habían denunciado ciertos comportamientos abusivos del estamento eclesiástico. Pero ahora la
iglesia católica trataba de erradicar festividades donde sagrado y profano se entrelazaban, y daban
fundamento a bailes, borracheras y cierto descontrol. Todo este cúmulo de actitudes se encuentran dentro de una visión carnavalesca del mundo. Ver BURKE, P. La cultura popular en la Edad Moderna,
Madrid, Alianza, 2010, pp. 312-313. 6 SALVADOR GONZÁLEZ, J.M. “Iconografía de la Adoración de los pastores en la pintura italiana
bajomedieval. Una mirada bucólica a la existencia del pobre”, Eikon/Imago, nº 1, 2012, pp. 1-38. 7 MÂLE, E. El arte religioso del siglo XII al siglo XVIII, México D.F. Fondo de cultura económico, 1952,
p. 67. RÉAU, L. Iconografía del arte cristiano, Barcelona, Ediciones del Serbal, tomo 1, vol. 2, p. 245 y
ss. VALIÑAS LÓPEZ, F. M. La Navidad en las artes plásticas del barroco español, tesis doctoral dirigida
por D. Domingo Sánchez-Mesa Martín, Universidad de Granada, 2005, p. 129.
Pastores jocosos: escenas de la natividad desde una perspectiva popular y carnavalesca…
218
posteriores apenas pasa de unas líneas sin excesivo desarrollo. Conviene mencionar
las adiciones empleadas en el Evangelio árabe de la infancia. En él se describe la alegría
de los pastores, que con sus cantos inundaron el espacio adecuado al nacimiento,
sentando bases de lo que será una imaginería profana y popular; “en aquel momento
llegaron unos pastores, quienes encendieron fuego y se entregaron a regocijados transportes de
alegría. Simultáneamente se dejaron ver ejércitos celestiales que alababan y glorificaban a Dios.
Los pastores se pusieron a imitarlos”8.
En lo que respecta a la representación plástica de este episodio en la España
del siglo XVII, hay que señalar que tras el Crucifijo, será el asunto más demandado,
lo que indica su importancia9. Esto es especialmente visible en la escuela sevillana de
pintura, donde se deja sentir el influjo de una nueva manera de entender el arte desde
muy temprano. Se hace evidente que el rígido e intelectualizado manierismo no es
adecuado para ofrecer el empuje de emotividad que ahora se precisa10. Un nutrido
grupo de pastores y cabreros de aspecto campechano, van a empezar a acompañar a
la Sagrada Familia en el Nacimiento. En algunos casos va a derivar hacia un especial
tratamiento de las figuras pastoriles; particularmente en individuos que sonríen al
espectador, haciéndole partícipe de la escena que se contempla. Están representados
con un especial énfasis en su rusticidad y vitalismo, tanto que en ocasiones podemos
otorgarles una cierta ambigüedad.
Existen dos interpretaciones relevantes de este pasaje que debemos a Orígenes
(185-254). Por un lado en sus Homilías sobre el Evangelio de San Lucas, habla sobre la
8 SALVADOR GONZÁLEZ, J.M. “Iconografía...”, op. cit. p. 3. 9 VALIÑAS LÓPEZ, F.M. La Navidad…, op. cit. p. 125 y ss. Además a partir de Trento, se va a optar
por la representación iconográfica de la adoración de los pastores en cuanto al episodio de la
Natividad. De este modo queda unificado en él lo que habían sido hasta tres momentos cronológicos
diferentes. Se trataba de desterrar episodios que la tradición medieval había imaginado, como el parto
de la Virgen, entendido éste en su más pura literalidad, ver también RÉAU, L., op. cit. p. 329. Hay
que tener en cuenta que elementos de índole orgánica y ginecológica quedaban apartados; y no resulta
algo baladí como veremos más adelante, ya que mucho del simbolismo carnavalesco eliminado,
pertenece a un orden biológico donde lo corporal se convierte en normativo. A su vez existen otras
circunstancias de orden político y social con este episodio en nuestro país. Es un asunto que cobra
importancia, ya que asocia la figura de los pastores con una mentalidad de pureza de sangre. Imágenes
y vocabulario asociados al pastoreo adquieren un sentido racial, al contribuir a la construcción de una
identidad social, política y religiosa que excluye a judíos y conversos. El pastor se transforma en una
figura que se vincula con el “Cristiano viejo”, tema de enorme importancia en España. Ver IRIGOYEN-GARCÍA, J. The Spanish arcadia, sheep herding, pastoral discourse, and ethnicity in early
modern Spain, Toronto, University of Toronto press, 2013, p. 78 10 PÉREZ SÁNCHEZ, A. “El primer naturalismo. Madrid y Sevilla”, en PORTÚS PÉREZ, J. (edit.) El siglo de oro de la pintura española, Madrid, Mondadori, 1991, pp. 43-72. “Los efectos de esta revolución,
que insiste en la recuperación de lo verosímil, de lo inmediato, de las proporciones de las cosas, la visión del paisaje,
y la expresión de los afectos y de los sentimientos, se va a percibir desde los primeros años del nuevo siglo” Ibidem.
p. 45.
Gonzalo Hervás Crespo
219
pobreza de los pastores, vinculada con la del propio Cristo, que decidió presentarse
ante los más humildes en vez de mostrarse de forma majestuosa11. Por otro lado la
asociación con el mito de Jesús como “Buen Pastor”12. Allí se haya prefigurado el
ministerio sacerdotal, ya que estos son los encargados de guiar las almas de los
fieles13. Pero esta vinculación tiene largo alcance, y ya Homero denomina a Driante
como “pastor de huestes” en La Iliada14. También en la literatura veterotestamentaria,
nos encontramos con esta filiación en la figura del rey David como pastor que ha de
guiar a su pueblo15. En esta misma línea, hay que destacar la afinidad entre la figura
del pastor con la música. Ya la hemos mencionado al hacer alusión al Evangelio árabe
de la infancia, pero merece extenderse un poco, ya que es a través de la música donde
encontramos una comunión entre pintura, comedia y carnaval.
La música es fundamental en el asunto pastoril, y será uno de los atributos
iconográficos que aparezca reflejado en muchas pinturas. La relación del rey David
con la música es evidente; es obvio que la soledad de los campos es propicia para el
solaz musical, pero entra en juego otra cuestión. La música resulta adecuada para
favorecer la reproducción del rebaño, como se refleja en numerosas leyendas y
literatura griega16. Asociado al pastoreo y lo carnavalesco, no podemos olvidar a una
divinidad relacionada con los cortejos báquicos, como es Pan. Se trata de un dios
protector de rebaños, y provisto de un componente erótico considerable; y por
supuesto muy vinculado a lo musical17. Dionisio de Halicarnaso (c. 60a.C.-7a.C.)
asoció una fiesta como las lupercalia romanas, con el culto pastoril a Pan. Lupercalia
eran ritos de fertilidad y preservación de los animales, de origen arcaico y que
trataban de conjurar la protección del ganado frente al lobo18. Esta fiesta se ha
relacionado desde antiguo con el carnaval, del mismo modo que otras fiestas rituales,
11 VALIÑAS LÓPEZ, F.M. La Navidad…, op. cit., p. 134. 12 “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas”, en JUAN 10:11. El arte en el Bajo Imperio
desarrolló este tema en la iconografía cristiana, ver SAYAS ABENGOCHEA, J.J. “El bajo imperio,
economía, sociedad y cultura”, en HERVÁS ROLDÁN, J.M. (dir.) Historia de Roma, Salamanca,
Universidad de Salamanca, 1995, pp. 487-504. 13VALIÑAS LÓPEZ, F.M. La Natividad…, op. cit. p. 135. 14 HOMERO, Ilíada, Madrid, Gredos, 1991, p. 111. 15 SALMOS, 78:70. 16 ANDRÉS, R. Diccionario de música, mitología, magia y religión, Barcelona, Acantilado, 2012, p. 1331. 17 Alguna de sus representaciones iconográficas como el concurso ante Apolo o la creación de la siringa
o flauta de Pan, van en esta dirección. ELVIRA BARBA, M.A. Arte y mito, manual de iconografía clásica,
Madrid, Sílex, 2008, pp. 268 y ss. 18 ANDRÉS. R. Diccionario…., op. cit. p. 991.
Pastores jocosos: escenas de la natividad desde una perspectiva popular y carnavalesca…
220
como las Saturnalia o las Dyonisia griegas19. Caro Baroja rechaza estos orígenes como
única fuente, y fundamenta que el carnaval “quiérase o no, es un hijo del cristianismo”20.
Pero también es cierto que algunos de estos ritos son muy antiguos, y que se han
mantenido durante siglos hasta formar sincretismos con los propios ciclos
carnavalescos. El proceso de homogeneización cultural que la iglesia llevó a cabo en
Europa desde la Baja Edad Media, fue notable. En muchos casos eliminando, pero
en otros reconfigurando mitos, rituales, y fiestas bajo una pátina de evangelización
cristiana. A pesar de ello, algunas creencias pervivieron como ha demostrado Carlo
Ginzburg21.
El carnaval, tal y como era entendido en la Baja Edad Media y el
Renacimiento, es el sustrato del que se nutre todo este cúmulo de elementos. Sobre
él tampoco queremos ocuparnos excesivamente, salvo para indicar alguna de las
construcciones mentales que propicia en el colectivo. De este modo podremos ser
más precisos al hablar de obras artísticas concretas, cuando lo utilicemos a modo de
categoría estética. Podemos hablar de carnaval, o más concretamente de ciclos
carnavalescos, en aquellos episodios festivos que se producían desde el comienzo del
año, y que llegaban hasta la Cuaresma22. Está asociado a rituales de paso, y vinculado
con procesos estacionales propios de las labores agrícolas: muerte, regeneración y
fertilidad. Es decir está unido a un tiempo que transcurre por los propios ciclos
naturales. En los días que se desarrolla, una especie de “locura” sacude toda la
estructura social tradicional, y se funciona en un orden caótico, o de “mundo al
revés”. Se trata de una cosmogonía colectiva y popular, enraizada en mitos muy
19 Las Saturnalia eran festividades de suma importancia en el calendario romano, coincidentes con el
solsticio de invierno, y en el que durante una semana aproximadamente se festejaba con bullicio a una
deidad de la agricultura muy antigua como era Saturno. Uno de sus episodios característicos era el de
“liberar” a los esclavos, poniéndolos al frente de la casa; es decir intercambiar roles, lo que significa una alteración del orden social normativo, CARO BAROJA, J. El Carnaval, Madrid, Taurus, 1986, p.
298. Por Dyonisia, entendemos celebraciones griegas de carácter orgiástico en las que el vino se
encuentra muy presente, y que llegan hasta el mundo romano donde son controladas por las autoridades debido a los excesos que llevan aparejados. En ANDRÉS, R. Diccionario…, op. cit., p.
614. 20 Sin la idea de la Cuaresma el carnaval tal y como lo entendemos resulta imposible, CARO BAROJA, J. El Carnaval... op. cit., p. 26 21 GINZBURG, C., El queso y los gusanos, Barcelona, Península, 2009. Ver también del mismo autor
“Brujería y piedad popular. Notas a propósito de un proceso en Módena en 1519” pp. 21-47, y “Freud, el hombre de los lobos y los lobizones”, pp. 273-286, ambos en Mitos, emblemas, indicios, Barcelona,
Gedisa, 2008. 22 CARO BAROJA, J. El carnaval… op. cit., p. 43.
Gonzalo Hervás Crespo
221
antiguos, y que se encuentra presente en las denominadas “fiestas de locos”23.
Además el desenfreno y el exceso gobiernan la vida de la comunidad. La gula y la
lujuria toman el timón, y la vida queda supeditada al concepto que Mijail Bajtin
designó como “lo inferior, material y corporal”, expresado y sistematizado a través de
la obra de François Rabelais (1494-1553)24. Por ello, las imágenes de la comida en
abundancia y de la procreación, dominan este sistema de creencias. Con la digestión
y derivados procesos intestinales, se imprime un subtexto que entronca con el
concepto de muerte y regeneración, y con los ciclos temporales agrarios. Todas estas
ideas llevan aparejadas una suerte de procacidades gástricas y sexuales, cuyo espacio
de representación era la plaza pública. Allí a la vista de todos, esta subversión del
orden normativo quedaba especificada.
Esta enorme estructura, fue perdiendo fuerza a medida que avanzaba el siglo
XVI. Las guerras de religión, las acusaciones de paganismo por parte del ámbito
protestante, y el puritanismo que invadió Europa tras el concilio de Trento,
“desengrasaron” una fiesta compleja de encajar en este momento. Se trata de un
mundo que en algunos países católicos camina hacia un absolutismo monárquico, y
que en términos de religiosidad o instrumentalización política, resultaba difícilmente
compatible. En el punto de mira de los reformistas, se encontraban manifestaciones
diversas de religiosidad popular; en muchos casos aquellas que habían sido
especialmente señaladas por la reforma. El carnaval como gran fiesta del pueblo,
venía a aglutinar muchos de estos problemas. Peter Burke denomina a esta serie de
medidas que en una primera fase van de 1500 a 1650, “reforma de la cultura popular”25.
Podemos verlo de una forma concreta, si comprobamos las actas de la sesión XXV
23 Todas estas celebraciones, venían a hacer una parodia de la seriedad con la que se vivía el tiempo litúrgico habitual, pero sin poner en entredicho el orden moral. Como señala Cox, “Las fiestas de locos
han demostrado que una cultura puede permitirse el lujo de ridiculizar periódicamente sus más sagradas prácticas
religiosas y políticas”, COX, H. Las fiestas de locos, Madrid, Taurus, 1983, p. 18. 24 BAJTIN, M. La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, el contexto de François Rabelais,
Madrid, Alianza, 1990, pp. 332 y ss. 25 BURKE, P. La cultura popular…, op. cit., p. 295. Es complicado especificar una razón por la cual el
carnaval perdió mucha de su potencia simbólica. Es evidente que ya desde el siglo XVIII hasta hoy,
el proceso de tecnificación del mundo y el proceso de secularización occidental, lo que Julio Caro
Baroja denomina “laicismo burocrático”, resultan incompatibles con procesos mentales que suponen fuerzas sobrenaturales, ver CARO BAROJA, J. El carnaval…, op. cit., p. 25. De la misma manera, el
proceso de separación entre las clases populares y las superiores se incrementa a partir del siglo XVII
en varios países del occidente europeo. Lo que antes eran celebraciones carnavalescas callejeras va
dando paso a fiestas palaciegas y cortesanas en el que se festejaba de una forma diferente, ver BURKE, P. “Carnival in the Old World and the New”, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, vol.LI, nº
1, (1996), pp. 7-18. Ver también ELIAS, N. El proceso de civilización: investigaciones sociogenéticas y
psicogenéticas, México D.F. Fondo de cultura económica, 2010, pp. 482 y ss.
Pastores jocosos: escenas de la natividad desde una perspectiva popular y carnavalesca…
222
del Concilio de Trento: “Destiérrese absolutamente toda superstición en la invocación de los
santos, (…) de manera que no se pinten, no vistan las imágenes con adornos provocativos; ni
abusen tampoco los hombres de las fiestas de los santos, ni de la visita de las reliquias, para
darse a la glotonería y embriaguez: como si el lujo y lascivia fuesen el culto con que deben
celebrarse los días de fiestas”26. Ya antes, San Carlos Borromeo (1538-1584) en 1566
había denunciado y censurado ciertos ritos que se llevaban a cabo dentro de los
propios templos, en los que la risa tenía un papel preponderante27. El propio cardenal
Paleotti se opuso a ciertas representaciones teatrales en 1578, porque incitaban a la
juventud a caer en vicios y delincuencia28. En España, los argumentos en contra de
los bailes que son tenidos por indecorosos son múltiples: “Pues que mejor aviso se puede
dar a la honesta doncella, sino que huya estos diabólicos ejercicios, de donde suele proceder estos
desasosiegos, pasiones y tormentos, que son las danzas, y bailes y músicas? Los cuales parece
que llaman, y dan voces a los malos pensamientos”29.
Todo esto no hace sino demostrar un repliegue de la sociedad europea del
siglo XVI, hacia posiciones mucho más cautelosas con respecto a la risa y la diversión
populares. La risa entendida al modo carnavalesco, la propia de locos y bufones, irá
siendo proscrita. El loco o el bufón en el carnaval, es la figura que (des)gobierna el
mundo, y que favorece el desorden. Es el rey de esta fiesta, al invertirse los valores.
Aparece ataviado con un gorro a modo de corona, y un bastón ridículo, parodia del
cetro real30. (Fig. 1).
26 CANTERA MONTENEGRO, J. “El mensaje del arte religioso después del Concilio de Trento”,
en La iconografía en la enseñanza de la historia del arte, Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte, 2001. pp. 120 y 121. 27“Hemos sido informados de una mala costumbre que se observa en toda la provincia de Milán el primer día del
mes de mayo (…) Estos espectáculos van acompañados ordinariamente de clamores del populacho que se divierte
(…) Además luego se ponen a beber, y el desenfreno lleva consigo las borracheras, las palabras sucias, los retozos
impúdicos y deshonestos, las seducciones y los desórdenes carnales”, DELUMEAU, J. El miedo en occidente,
Madrid, Taurus, 2012, p. 499. 28 BURKE, P. La cultura popular…, op. cit., p. 303. 29 SÁNCHEZ, P. Historia social y filosófica, Toledo, viuda de Juan de la Plaza, 1590, p. 329. Este mismo
extracto será utilizado por el jesuita Fray Luis de la Cerda, al que añade “¿Y que cordura puede haber en
la mujer que en estos diabólicos ejercicios sale de la composición y mesura que debe a su honestidad, descubriendo
con estos saltos los pechos, y los pies, y aquellas cosas que la naturaleza o el arte ordenó que anduviesen cubiertas?
¿Qué diré del halconear con los ojos, del revolver de las cervices y andar coleando los cabellos, y dar vueltas a la
redonda, y hacer visajes, como acaece en la zarabanda, polvillo, chacona y otras danzas?” DE LA CERDA, J.
Libro intitulado Vida política de todos los estados de mujeres, Alcalá de Henares, Imp. por Juan Gracián,
1599, p. 468. También son notorias las invectivas del padre Mariana en contra de bailes de
componente lascivo como la zarabanda, al que se suman otros muchos moralistas y escritores, ver QUEROL GAVALDÁ, M. La música en la obra de Cervantes, Alcalá de Henares, Centro de estudios
cervantinos, 2005, p. 165. 30 El gorro típico del bufón, suele llevar unas orejas de burro y una cresta de gallo; el burro por su
estulticia y el gallo pues es uno de los animales tradicionales del bestiario carnavalesco. Pero también
lleva unos cascabeles, propios de la juglaría cuyas actitudes remiten de nuevo a una forma
Gonzalo Hervás Crespo
223
Esta figura tiene extenso recorrido gráfico; locos y bufones llenan páginas de
libros medievales. Su potencia crítica para satirizar la sociedad, incluyendo el
estamento clerical como demuestran las sillerías de coro góticas o la literatura, está
bien documentado31. Pero es a partir de finales del siglo XV, y la primera mitad del
XVI especialmente, cuando su iconografía se difunde de una forma mucho más
amplia. Especialmente a través de la publicación de la Nave de los locos, de Sebastián
Brandt (1457-1521) en Basilea en 1494. Y por supuesto después de la aparición de
uno de los puntales del pensamiento humanista, como es el Elogio de la locura de
Erasmo (1466-1536) en Estrasburgo en 1511. Es ahora cuando van a desarrollarse
una enorme cantidad de grabados y obras sobre el tema32. El loco o bufón quedará
codificado de este modo como una antropomorfización del ideal carnavalesco. No
simboliza la fiesta en sí, pero su espíritu queda reflejado en su iconografía. Pero
¿podemos afirmar que todo este conjunto de imágenes e ideas tiene un sentido
exclusivo? Es decir ¿se trata únicamente de una crítica de los comportamientos
tenidos por indecorosos, y por ello necesariamente evitables? Creemos que no; el
asunto resulta mucho más complejo al entrar en juego diversas manifestaciones
artísticas.
En la literatura, asociado con pastores y gente villana, aparecen desde finales
del siglo XV formas teatrales novedosas. El teatro medieval había funcionado dentro
de espacios sagrados, donde los ciclos litúrgicos fueron poco a poco acompañados
con otra serie de representaciones. En ellas, los elementos cómicos y profanos fueron
ganando peso. Poco se pudo hacer a pesar de algunas voces en contra, e incluso en
el tiempo en el que Trento trató de eliminar cualquier vestigio de humor de los
carnavalesca de ver el mundo. Los cascabeles son símbolo del bullicio, el desorden y la locura, ANDRÉS, R. Diccionario…, op. cit., p. 423. 31 De toda la escultura profana castellana, riquísima en temáticas y significados, hay algunos que
entroncan directamente con el carnaval y lo popular. En general todas estas imágenes sirven de
recordatorio moralizante; hay en ellas alegorías de vicios y pecados, metáforas con animales de todo
tipo, refranes, mitologías ejemplarizantes o simple y llanamente el pueblo en su vida cotidiana.
Muchas de ellas utilizan expresiones vulgares, sacadas directamente de la plaza pública, el espacio recordemos donde el carnaval sucede. MATEO GÓMEZ, I., Temas profanos en la escultura gótica
española. Las sillerías de coro, Madrid, C.S.I.C., 1979, pp. 30 y ss. 32 En pintura, podemos encontrar locos o bufones en la obra del Bosco, pero especialmente en un
autor como Pieter Brueghel “el viejo” (1525-1569) autor de una obra especialmente significativa, como La Batalla entre Carnaval y Cuaresma (Viena, Museo de Historia del Arte, 1559), y que resulta
muy ilustrativa del “mundo al revés”. Además es autor de una extensa obra gráfica, bien provista de
imágenes de bufones. Esta iconografía sin embargo irá perdiendo fuerza paulatinamente, hasta
prácticamente desaparecer de la representación plástica en el siglo siguiente.
Pastores jocosos: escenas de la natividad desde una perspectiva popular y carnavalesca…
224
templos, siguieron llevándose a cabo33. Estas piezas son el origen de las formas
tradicionales que conocemos como teatro breve, y que Eugenio Asensio asocia a lo
carnavalesco: “en la atmósfera del carnaval tiene su origen el alma del entremés originario: el
desfogue exaltado de los instintos, la glorificación del comer y beber -que nos recuerda la de los
pastores de Juan del Encina en la Égloga de Antruejo, la jocosa licencia que se regodea con los
engaños conyugales, con el escarnio del prójimo, y la befa tanto más reída cuanto más
pesada”34. Y en este tipo de obras, surge un personaje que será el bobo o el simple,
procedente del pastor en muchos casos. Como señala Huerta Calvo, “personaje
ambiguo, a caballo entre lo religioso y lo profano, y con una importancia extremada como motor
de la comicidad popular”35. No sólo en obras que parten de lo cómico con el único
objeto de provocar la risa, sino que en los dramas religiosos también aparecerán
encarnaciones de lo popular: “en el tipo del bobo y del “foul” pueden leerse los más
importantes fenómenos cómicos del drama religioso: la comicidad profana y la comicidad
religiosa. En la comicidad profana él es el tipo gracioso y chistoso, el bufón (…) y en su
condición de tal toma a su cargo asimismo (…) la función de intermediario entre el acontecer
religioso y el público, haciendo el papel del ignorante”36. Es evidente que aquí tiene una
función didáctica, de identificación con un público indocto al que se instruye en los
misterios, pero los personajes y la construcción es la misma. Esta dualidad entre sacro
y profano es fundamental, y va a resultar una constante. No sólo en la literatura y en
la música, sino que son un asunto todavía a desentrañar en la pintura, de las que las
adoraciones de pastores forman parte.
Los pastores por tanto, aparecen en este momento como portadores de
comicidad, vinculados a lo grosero, exentos de espiritualidad y preocupados
únicamente por satisfacer apetitos. En algunos casos “zoomorfizando” a los propios
animales con los que convive en el campo, lo que Noël Salomon ha llegado a calificar
de “bestialidad del rústico” en el teatro”37. Además, serán utilizados como vehículo para
la interactuación entre el mundo real del público, y la fantasía que va a representarse.
Es a través de los villanos cómicos donde los autores presentan la obra de una forma
33 SÁEZ RAPOSO, F. “Arte cómico y teatro breve en el Siglo de Oro”, en HUERTA CALVO, J.
(dir), Historia del teatro breve en España, Madrid, Iberoamericana, 2008, p. 33. 34 ASENSIO, E. Itinerario del entremés, Madrid, Gredos, 1971, p. 20. 35 HUERTA CALVO, J. “En los orígenes del teatro breve”, en HUERTA CALVO, J. “Historia…”,
op. cit., p. 121. 36 HESS, R. El drama religioso románico como comedia religiosa y profana, siglos XV y XVI, Madrid, Gredos,
1976, p. 247. 37 SALOMON, N. Lo villano en el teatro del Siglo de Oro, Madrid, Castalia, 1985, p. 25.
Gonzalo Hervás Crespo
225
metateatral, rompiendo el estatuto de ficción. De este modo mandan callar a los
asistentes, y ejercen de maestros de ceremonias. Así ocurre con Torres Naharro
(1485-1530), en el que en sus introitos son precisamente pastores los que comienzan
la narración, en algunos casos de elevado contenido erótico burlesco, como ocurre
en el Introito del diálogo del nacimiento, fechado hacia 150738. Es importante remarcar
la idea de que esta tradición se mantiene hasta el siglo que nos ocupa. Los géneros y
las formas teatrales van a cambiar, pero un espíritu afín será el que Lope de Vega
(1562-1635) en su “comedia nueva” desarrolle para el teatro del siglo XVII. Por tanto
el “gracioso”, el personaje encargado de transportar la comicidad, proviene del
espacio imaginario pero a su vez muy real que es el carnaval. “Todos estos personajes
son reelaboraciones de la figura del loco carnavalesco: el pastor del introito naharresco sale de
la tradición enciniana y de la de Lucas Fernández. Es una manifestación más de la figura del
loco carnavalesco, como lo fueron los bobos de Lope de Rueda y los graciosos de Lope o de
Calderón”39. Lo carnavalesco incluso se filtrará también hacia otros géneros, como es
la novela picaresca. Pícaros y bufones comparten similar universo. No sólo en los
efectos de la risa, sino que algunas imágenes que se perciben a lo largo de varias
obras, beben directamente del espacio simbólico del carnaval, como así ha
demostrado Victoriano Roncero40.
Es necesario por tanto mencionar las teorías de la comedia que se fueron
desarrollando durante el siglo XVI. Allí aparece una máxima que proviene de
antiguo: los personajes cómicos pertenecen al pueblo bajo. Esto se encuentra ya en
la Poética de Aristóteles, y es retomado a través de Cicerón y Quintiliano, con un
concepto que con variables, se mantendrá inalterado; el denominado turpido et
deformitas. Esta idea expresa que: “Lo risible es parte de lo feo. Pues lo risible es un defecto
y una fealdad que no causa dolor ni ruina; así sin ir más lejos, la máscara cómica es algo feo y
contrahecho sin dolor”41. Estas teorías fueron retomadas por autores italianos como
38 VÉLEZ, J. Introito del Diálogo del Nacimiento y la Adición, [Consultado: 29/01/2016] -
http://betawebs.net/corpus-torres-naharro/?q=node/88- 39 VÉLEZ, J. “Del vir facetus al gracioso: Torres Naharro”, en DÍEZ BORQUE, J.M. (Dir.), Hacia el
gracioso, comicidad en el teatro español del siglo XVI, Madrid, Visor, 2014, pp. 87-108. 40 RONCERO LÓPEZ, V. De bufones y pícaros: la risa en la novela picaresca, Madrid, Iberoamericana,
2010. Roncero estudia alguna de las obras más sobresalientes del género (Lazarillo de Tormes, Guzmán
de Alfarache, La pícara Justina, el Buscón o Estebanillo González), y localiza ejemplos concretos de
manifestación carnavalesca y risa prototípica de lo bufonesco; incluso en obras con evidentes
diferencias ideológicas, caso de Quevedo desde una posición señorial. 41 PUEO, J.C. Ridens et ridiculus, Vicenzo Maggi y la teoría humanista de la risa, Zaragoza, Tropelías, 2001,
p. 107.
Pastores jocosos: escenas de la natividad desde una perspectiva popular y carnavalesca…
226
Vincenzo Maggi (1498-1564), Antonio Sebastiano Minturno (1500-1574) o Giovan
Giogio Trissino (1478-1550)42, y desembocan en nuestro país; especialmente en la
obra de El Pinciano (1547-1627). En sus propias palabras, para así dar entrada a la
teoría literaria española: “la risa está fundada en un no sé qué de torpe y feo… Sea, pues, el
fundamento principal que la risa tiene su asiento en la fealdad y torpeza. Todas las que son
disparatadas y necias, como no vengan en daño notable de alguno, son ridículas”43. Así pues
lo ridículo no puede ser algo dañino o permanente, como un defecto físico irreversible
o la muerte. Pero sí algo accidental como un imprevisto, una expectativa que no se
cumple, o una cara deformada por una mueca. Todas estas teorías humanistas citan
autoridades clásicas en las que la risa popular de Rabelais no tiene cabida, por lo que
el carnaval en toda su potencia no está presente44. Pero es importante señalar que el
teatro breve en sus orígenes, está escrito y representado en cortes principescas y
papales45.
Muchas de estas ideas responden a la necesidad de discurrir sobre un género
tenido por negativo, y de fuerte rechazo por parte de las autoridades religiosas. Los
propios actores eran un segmento social hostigado46. Aristóteles asegura que los
cómicos eran denominados de esta forma por deambular fuera de la ciudad, cerca de
42 “No perderemos tiempo en demostrar que la materia cómica ha de ser festiva, y de risa, y los personajes bajos y
semejantes a los otros. Esto es propio de la comedia”. MINTURNO, A.S. Arte poética vol. 1, edición y
traducción a cargo de BOBES NAVES, Mª C. Madrid, Arco libros, 2009, p. 387. “Falta, pues, tratar
sobre la imitación de las acciones y hábitos de los más bajos y peores, la cual se hace con el escarnecerlos y
vituperarlos, y de este modo enseñar a los hombres la virtud, lo que comúnmente se suele hacer con las comedias”,
TRISSINO, G.G. La poética, edición y traducción a cargo de PARAISO, I. Madrid, Arco libros, 2014,
p. 437. 43 SHEPARD, S. El Pinciano y las teorías literarias del Siglo de Oro, Madrid, Gredos, 1970, p. 101. 44 PUEO, J.C. Ridens…, op. cit., p. 82. 45 Las Églogas de antruejo, de Juan del Encina, fueron representadas en el palacio de los duques de
Alba, probablemente en presencia de los mismos. No podemos olvidar uno de sus versos más conocidos, recogido incluso en forma de villancico en el Cancionero de palacio, en el que unos pastores
se lanzan a la celebración gozosa del exceso carnavalesco: “Oy comamos y bevamos, y cantemos y
holguemos, que mañana ayunaremos. Por onra de Sant Antruejo parémonos oy bien anchos, embutamos estos
panchos, recalquemos el pellejo, que costumbre es de concejo que todos oy nos hartemos que mañana ayunaremos”,
VÍAN HERRERO, A. “Una aportación hispánica al teatro carnavelesco medieval y renacentista: las «Églogas de Antruejo» de Juan del Encina” en CHIABÒ, M., DOGLIO, F. (Edit.) Il Carnevale: Dalla
tradizione arcaica alla traduzione colta del Rinascimento. Actas del XIII Convegno del Centro di Studi sul Teatro
Medioevale e Rinascimentale, Viterbo, Union Printing Editrice, 1990, pp. 121-148. En los círculos
aristocráticos dominaba un tipo de humor que quedó codificado en una obra como El cortesano, donde
se explicita cómo han de reír las personas notables, en contraposición a la risotada vulgar y ruidosa,
propia de las clases populares. Sin embargo, la realidad es que nobles y personajes de alta cuna
frecuentaban la carcajada, haciendo evidente la contradicción entre los códigos socioculturales y el
hecho fisiológico imparable que supone la risa. GARCÍA GÓMEZ, A.M. “Actitudes ante la risa en tiempos de Felipe II. De la risa a la sonrisa”, en MARTÍNEZ MILLÁN. J (Dir.) Felipe II (1598-1998),
Europa dividida, la monarquía católica de Felipe II, Madrid, Parteluz, 1998, Tomo 4, pp. 183-202. 46 SÁEZ RAPOSO, F. “Arte cómico…”, op. cit., p. 37.
Gonzalo Hervás Crespo
227
los suburbios (komoi), idea que retoma San Isidoro de Sevilla: “El nombre de cómicos
puede derivar del lugar –ya que iban dando sus representaciones de aldea en aldea, que en griego
se dice kóme”47. Covarrubias señala que la comedia es: “cierta especie de fábula, en la cual
se nos representa como en un espejo, el trato y la vida de la gente ciudadana y popular”, para
seguir con un apunte interesante que entronca con lo que estamos viendo: “Dijose
comedia porque los atenienses antes que tuvieran forma de ciudad, viviendo en barrios y
alquerías inventaron este modo de entretenimiento, juntándose los mozos en algún lugar
aparejado para holgarse y solazarse. Otros les parece traer origen de Cómo, dios de la lascivia,
del comer y del beber en chacota, en cuyas fiestas los mozos componían versos descompuestos”48.
Este “descompuesto”, nos lleva por fin a la pintura, que en sus teorías estéticas
aunque con diferente sesgo, en esencia presentan similitudes más que interesantes.
Es conocida la idea negativa mantenida por Vicente Carducho (1576-1638) en su
tratado artístico, al referir a cuadros donde quedan reflejados interiores de cocina o
bodegones, en los que figuras humanas conviven con comestibles diversos: “abatiendo
el generoso arte a conceptos humildes, como se ven hoy, de tantos cuadros de bodegones, con
bajos y vilísimos pensamientos, y otros de borrachos, otros de fulleros tahúres, y cosas
semejantes, sin más ingenio, ni más asunto, de habérsele antojado al pintor retratar cuatro
pícaros descompuestos”49. Estas ideas están tomadas de la preceptiva artística italiana,
en especial del ya mencionado cardenal Paleotti, que concibe el concepto “pintura
ridícula” en su tratado: “Hay otras pinturas que llamamos “ridiculas”, porque hacen reír
quien las mira; el hecho de que la risa pueda ser generada por variadas causas, en la mayor
parte maliciosas, hace necesario tener mucha consideración/cuidado con estas obras (…). Lo
mismo entendemos de otras pinturas que representan asuntos de gula, embriaguez y
depravación”50. No disponemos de certezas sobre qué obras refiere Paleotti, pero
podemos hacer una aproximación. A lo largo del XVI, escenas jocosas y de
contenido más o menos ridículo se dan con cierta asiduidad en Italia, especialmente
en el norte. En una ciudad como Venecia, Niccolò Frangipane (documentado entre
1563-1597) presenta algunas obras de fuerte contenido jocoso; narraciones
47 ISIDORO DE SEVILLA, Etimologías, Madrid, Biblioteca de autores cristianos, 2004. p. 699. 48 COVARRUBIAS, S. Tesoro de la lengua castellana, Madrid, imp. de Luis Sánchez, 1611, p. 227. 49 CARDUCHO, V., Diálogos de la pintura, su defensa, origen, esencia, definición, modos y diferencias.
Edición a cargo de CALVO SERRALLER, F. Madrid, Turner, 1979, pp. 338-339. 50 PALEOTTI, G., Discorso intorno alle imagini sacre e profane, en Trattati d'arte del cinquecento: fra
manierismo e controriforma:Gilio-Paleotti- Aldovrandi, vol. 2, A cura di Paola Barocchi, Laterza & Figli,
Bari, 1961 (1ª ed. de Paleotti en 1582), cap. XXI, p. 390 y ss.
Pastores jocosos: escenas de la natividad desde una perspectiva popular y carnavalesca…
228
carnavalescas donde sátiros -o el propio Baco- acompañan a conjuntos de personajes
vulgares, que entonan cánticos en un entorno propicio para el desborde carnal51. (Fig.
2).
Se trata de escenas donde el vino, o la sexualidad más o menos insinuada a
través de simbolismos diversos, resultan evidentes. Otra serie de cuadros anónimos -
imágenes burlescas y fundamentalmente cómicas- suelen ubicarse también en el
norte de Italia, y del mismo modo reúnen a personajes a caballo entre lo literario y
lo carnavalesco. Pero muy especialmente creemos que Paleotti refiere a la obra de
tres artistas situados en Bolonia y Cremona. Con ellos se abre la puerta a lo vulgar,
asociado con el comer y el beber. (Fig. 3).
Se trata de Annibale Carracci (1560-1609), Bartolomeo Passerotti (1529-1592)
y Vincenzo Campi (1536-1591), que entre 1570 y 1590 realizan una serie de obras
que muy probablemente fueron conocidas por el cardenal. Hay que destacar que
Paleotti fue arzobispo de Bolonia hasta 159052. Toda esta tradición burlesca -algunas
con intención moralizante otras eminentemente festivas- deriva de obras flamencas,
pero que en el mundo mediterráneo adquieren estatuto de ridículas. Algunas de estas
imágenes, nos recuerdan a bufones representados a través de grabados. De la misma
forma, las obras de las que se quejaba Carducho, bien pudieran ser recreaciones
vernáculas de estos cuadros italianos. Es el caso de algunos cuadros anónimos, como
el Bodegón con pícaro de cocina, del Museo de Artes decorativas de Madrid, o la Escena
de cocina del Museo de Pontevedra53. En ambos casos se trata de personajes de
análoga actitud grosera, y que presentan semejanza con los personajes populares que
aparecen en algunas adoraciones de pastores pintadas por la escuela sevillana. (Fig.
4).
Juan de Roelas (1570-1625), de origen flamenco, va a marcar el inicio de este
personaje en la pintura española: el pastor que se asoma del interior de la obra y entra
51 Algunas de estas obras llevan por título Bacanal; en el caso de la figura 2, su nombre es Sátira del mal
de amor. A pesar de ello podemos ver a Baco y un sátiro en el lado izquierdo. Como ya hemos señalado,
la música resulta de enorme importancia, no sólo por algunos instrumentos si no porque en la propia
obra se está recitando un madrigal. La figura de Baco o Dionisos, simboliza vida y muerte, lo que nos
conduce de nuevo a relacionarlo con los ciclos carnavalescos, ver OTTO, W. Dionisio, mito y culto,
Madrid, Siruela, 2006, pp. 138-139. 52 PORZIO, F, Pitture ridicole: scene di genere e tradizione popolare, Skira, Milan, 2008, p. 82. 53 Bodegón de cocina con un pícaro, Madrid, Museo Nacional de Artes Decorativas, cat. CE26383, 165 x
110cm y El sueño del glotón, Museo de Pontevedra, cat. 004105, 138 x 146cm.
Gonzalo Hervás Crespo
229
en contacto con el espectador de forma cómica. En el retablo de la casa profesa de
Sevilla de 1604 (hoy iglesia de la Anunciación), existe una Adoración de los pastores
con este individuo. Se trata de un pastor jovial y sonriente, que carga con un cordero.
La cuestión ridícula no está aún plenamente desarrollada, aunque son evidentes sus
concomitancias con los personajes que estamos definiendo. Además aparece el
elemento musical, que como ya hemos mencionado, será fundamental para entender
el aspecto festivo y popular que generan estas imágenes. Se trata de instrumentos
rústicos, ruidosos y nada refinados; propios de gente de campo, y que también nos
llevan a vincularlos a lo carnavalesco debido al bullicio y el desorden que promueven.
Mucho más evidente resulta el retablo que el mismo Roelas hizo para la iglesia de la
Merced, en Sanlúcar de Barrameda, a petición del duque de Medina-Sidonia en
161954. Hoy día se encuentra desmontado en el palacio ducal de esta localidad, y
entre sus piezas existe una Adoración de los pastores. En este caso se trata ya de una
imagen que es prácticamente una introducción de lo profano dentro del ámbito de lo
sagrado, una pintura ridícula casi independiente. Benito Navarrete la parangonó con
un grabado de Jan Sadeler: Cosa ridicolosa55. Pero creemos que el paralelismo con las
obras báquicas de Frangipane resulta muy evidente, y eliminando el asunto principal
-cambiando adoración por bacanal- el fondo humano representado, resulta el mismo.
Es posible que Roelas pudiera haberlas conocido, si efectivamente como sugiere
Enrique Valdivieso, pasó por Venecia o el norte de Italia en su aprendizaje56. (Figs.
5, 6 y 7).
No creemos en absoluto que Roelas -que era clérigo- pretendiera introducir
un concepto burlesco en obras canónicamente religiosas. Insistimos en que sagrado
y profano son dos conceptos mucho más solapados en la mentalidad del hombre del
XVII. Somos nosotros y nuestra mentalidad actual, los que tratamos de entenderlos
de forma estructural, divididos en categorías contrapuestas. Pero la España barroca
54 VALDIVIESO GONZÁLEZ, E. “Pinturas de Juan de Roelas para el convento de la Merced de Sanlúcar de Barrameda”, Boletín del seminario de estudios de arte y arqueología, 1978, tomo 44, pp. 459-
462 y del mismo autor “Juan de Roelas y el ducado de Medina Sidonia”, en VALDIVIESO, GONZÁLEZ, E. RIVERO, I. (Comisarios) Juan de Roelas h. 1570-1625, Sevilla, Junta de Andalucía,
2008, p. 54. 55 NAVARRETE PRIETO, B. PÉREZ SÁNCHEZ, A. “De Herrera a Velázquez: el primer naturalismo en Sevilla”, en NAVARRETE PRIETO, B. PÉREZ SÁNCHEZ, A. (Dir.) De Herrera a
Velázquez: el primer naturalismo en Sevilla, Sevilla, Focus Abengoa, Bilbao, Museo de Bellas Artes, 2005,
p. 24. 56 VALDIVIESO GONZÁLEZ, E. “Juan de Roelas y la pintura sevillana de su época”, en
VALDIVIESO, GONZÁLEZ, E. RIVERO, I, Juan de Roelas…, op. cit. pp. 12-29.
Pastores jocosos: escenas de la natividad desde una perspectiva popular y carnavalesca…
230
hizo de la teatralización de lo festivo una forma de representación del mundo, y en
ella se acercaban lo cómico a lo religioso sin que por ello se entrara en contradicción
con dogma alguno. Prueba de ello son los villancicos paralitúrgicos, en los que de
nuevo dentro de un marco religioso, se inscriben elementos de comicidad popular.
Incluso hasta el punto que en los celebrados en algunos conventos madrileños,
causaron tanto revuelo que la Inquisición acabó por actuar57. O las denominadas
“Jácaras a lo divino”. En ellas se sustituyen los personajes rufianescos propios de
estas piezas, así como los entornos en los que se desenvuelven -propicios para bailes
y cierto libertinaje- por figuras sagradas, pero manteniendo similares estructuras58.
Por tanto, el que aparezca un cuadro “ridículo” en el interior de una escena religiosa,
nos muestra lo complejo y enriquecedor que resulta un universo visual donde las
lecturas son variadas, y mucho más heterogéneas de lo que pudiera parecernos.
En colección privada, y atribuido al propio Roelas, tenemos otra Adoración.
(Figs. 8 y 9)59. En ella, un pastor que es prácticamente una máscara cómica, se gira
hacia el exterior haciéndonos partícipe de su alegría. Lo jocoso se hace muy patente
si lo comparamos con las obras de interiores de cocina anteriormente citadas.
Destaca de igual modo el sustrato musical carnavalesco. Especialmente en un
elemento que evidencia un rasgo de estilo de Roelas. Nos referimos al tambor, que
presenta un roto en su piel, un pintoresco detalle naturalista que remarca la humilde
procedencia de estos personajes. Roelas lo utiliza en las dos obras mencionadas, y
vuelve a aparecer aquí60. Otro detalle importante en esta línea, es la gaita o
cornamusa. Se trata de un instrumento propio del medio agrario, pero que también
tiene una larga tradición simbólica asociada a la locura y los apetitos carnales, como
se puede ver en múltiples obras donde aparece en manos de bufones o animales
57 Entendemos por esto, las canciones en lengua romance que se interpretan dentro de la liturgia,
especialmente en fechas señaladas como la Navidad. Contenían pequeñas piezas profanas que
paulatinamente se fueron ampliando debido a su éxito, y que llevaron al Concilio de Trento a tratar
de sacarlas de las iglesias. LLERGO OJALVO, E. “Representación y representabilidad en los villancicos paralitúrgicos de las Descalzas Reales”, eHumanista, vol. 21, 2012, pp. 132-161. 58 DI PINTO, E. La tradición escarramanesca en el teatro del Siglo de Oro, Madrid, Iberoamericana, 2005,
p. 31. Incluso festejos públicos de carácter solemne, contaron con una parte burlesca, es decir una
“mojiganga”, BUEZO, C., PLAZA CARRERO, N. “Tipología de las formas breves”, en HUERTA CALVO, J. Historia…, op. cit., p. 102. 59 Atribuida a Juan de Roelas. c. 1620. Colección Granados, Madrid, 225 x 174. 60 Este detalle estilístico, va a aparecer en algunas obras posteriores, lo que indica la importancia del
modelo compositivo que inicia Roelas.
Gonzalo Hervás Crespo
231
asociados a la lujuria61. Siguiendo esta estela, podemos señalar otras pinturas en las
que los pastores aparecen de esta forma, alterando y potenciando la capacidad
semántica de las obras. Es el caso de la Adoración de Pablo Legot (1598-1671) en la
iglesia de Santa María de la Oliva, en Lebrija de 1634; o la de Juan del Castillo (1590-
1657), para el retablo mayor del convento de Monte Sión en 1634-1636 (hoy en el
Museo de Bellas Artes de Sevilla). En ambos casos tenemos presente el mismo
personaje, que se gira sonriente en diálogo con el espectador. Existe una filiación con
la obra de Roelas, y creemos que no resulta descabellado pensar también en obras
italianas atribuidas a Campi o Annibale Carracci. (Figs. 10, 11 y 12).
En otras obras, aunque no exista de forma explícita el personaje que mira al
espectador, la carga cómica puede estar sugerida, como ocurre en la Adoración de
Juan Ribalta (1596/97-1628), del Museo de Bellas Artes de Bilbao, fechada cerca de
1620. En ella, como advierte Peter Cherry, uno de los pastores aparece arrodillado
adorando al niño. Pero su rostro aparece yuxtapuesto con el del buey, por lo que la
cornamenta del animal parece propia, incidiendo en la naturaleza “bestial” de la
gente del campo, algo que como ya se ha comentado, resulta una de las claves
humorísticas del teatro villano según Salomon62.
Varias de estas figuras vienen acompañadas con un gesto de señalar, recurso
que ya ponderaba Alberti63. Arsenio Moreno Mendoza, con gran intuición menciona
que esta actitud encarna funciones equivalentes tanto en la pintura como en la
literatura, cifrándolo en la figura del “gracioso” de Lope de Vega. Ya hemos visto
que este personaje proviene del teatro anterior, pastoril y bufonesco, con su carga
festiva a sus espaldas. Se trata de un gesto que “introduce” al espectador en la obra,
haciéndole partícipe de lo que allí se narra64. Nos advierte de que algo importante
está ocurriendo. Esta mezcla de fantasía y realidad -también propio del tiempo
carnavalesco ya que “otro tiempo” sucede superponiéndose al tiempo real- es algo
61 Se trata de un instrumento vinculado a la música dionisíaca, debido a su sonido parejo con el aulós.
Se ha identificado con el exceso y los desórdenes carnales, también por su simbolismo fálico. Es una
constante en cuadros moralizantes o de fiestas populares, y suele aparecer en manos de locos ya que también lleva aparejado este sentido. ANDRÉS, R. Diccionario…, op. cit., p. 779. 62 CHERRY, P. “La Adoración de los pastores de Juan Ribalta, una mirada en profundidad”, Boletín del
Museo de Bellas Artes de Bilbao, nº 4, 2009, pp. 67-99. 63 “En una historia me gusta observar a alguien que nos advierte y destaca lo que allí está sucediendo; o señala con
su mano para ver”, ALBERTI, L.B. Tratado de pintura, traducción de PÉREZ INFANTE, C. México
D.F. Universidad Autónoma Metropolitana, 1998, p. 29. 64MORENO MENDOZA, A. “La mirada que advierte: la figura del gracioso en la pintura barroca
sevillana”, Goya, nº303, 2004, pp. 355-364.
Pastores jocosos: escenas de la natividad desde una perspectiva popular y carnavalesca…
232
muy del gusto de la mentalidad barroca. Al igual que en el teatro, resulta lógico que
exista un personaje específico capaz de moverse dentro y fuera de la ficción, como
ocurre con los cuadros de bodegones señalados, y en estas pinturas de adoraciones.
Esto es especialmente claro en algunas obras, en las que sí existe una figura que indica
con su dedo índice. Nos referimos por ejemplo a un cuadro realizado en 1630 y
tradicionalmente atribuido a José de Sarabia (1608-1699). Se encuentra en el Museo
de Bellas Artes de Córdoba, aunque también se adjudica al taller de Francisco de
Zurbarán (1598-1664), al igual que una copia del mismo que se localiza en la iglesia
de Campana, en Córcega. Zurbarán realizó otra Adoración, donde la figura que señala
aparece mucho más desarrollada en su cándida sencillez. Se trata de la obra
depositada en el Museo de Grenoble, de 1638, y que se hizo para el retablo mayor de
la cartuja de Jerez. En estos casos, más que Roelas, existe un precedente compositivo
claro: la Adoración de los pastores de Abraham Bloemaert (1566-1651) del Louvre,
realizada en 1612. Esta obra fue grabada en 1618 por Boetius a Bolswert (1580-1633),
y difundida de manera extensiva en Sevilla y América65. En ella aparece una niña
que señala, pero alejada del tremendismo rústico pastoril de los casos españoles, algo
bastante elocuente en Zurbarán.
Según Moreno Mendoza todas estas figuras presentan una fealdad evidente,
señal de la simpleza que acompaña a este tipo de personajes. En este aspecto, se
trataría de un modelo de representación que ejerce de correa de trasmisión de una de
las premisas de Trento, que se remonta a la máxima horaciana de “enseñar
deleitando”. Esta supuesta estulticia, certificada en el aspecto algo bobalicón, indica
que el mensaje divino se presenta en primer lugar a los más sencillos, que de este
modo expresan su alegría y la pureza de su espíritu66. Creemos no obstante, que es
complejo ofrecer una respuesta unidireccional acerca de estas figuras. Siguiendo a
Javier Portús, el público del XVII era heterogéneo, y muchas de las obras presentan
lo que ha venido a denominar como “discriminación semántica”67. Esto sugiere
públicos diversos, diferentes niveles socioculturales en juego, y varios planos de
profundidad. En algunos casos, incluso por encima de la propia intención del artista,
que maneja fuentes iconográficas, imágenes o grabados, sin tener porque ser
65 NAVARRETE PRIETO, B. La pintura andaluza del siglo XVII y sus fuentes grabadas, Madrid,
Fundación de apoyo a la Historia del Arte Hispánico, 1998, p. 163. 66 MORENO MENDOZA, A. “La mirada…”, op. cit. p. 363. 67 PORTÚS PÉREZ, J. Pintura…, op. cit., p. 42.
Gonzalo Hervás Crespo
233
consciente del potencial expresivo que llevan aparejadas68. En general estas pinturas
se encargaron para ser expuestas en iglesias, lo que favorece la contemplación de un
diverso conjunto de espectadores. Los espectadores más humildes, aquellos entre
otras cosas a quienes el mensaje doctrinal debía estar dirigido, verían una imagen
especular de realidades que podrían conocer de primera mano. Otros en cambio,
probablemente percibirían el sustrato jocoso que acarrean estos personajes, si
recordamos que lo ridículo proviene de lo feo, de un rostro retorcido en mueca.
Resultaría una exégesis algo reduccionista el englobar todas las obras de contenido
cómico bajo un único prisma de crítica moralizante. Especialmente si como ya
hemos visto, varios tratadistas cargan contra ellas, señal de que no existía semejante
lectura en exclusiva. Del mismo modo, las adoraciones de pastores son obras
esencialmente religiosas, y no existe contenido burlesco alguno en su lectura global.
En el ánimo de los pintores no existe -creemos- atisbo de desviación doctrinal o de
sátira, pero la carga semántica almacenada en estos personajes, recoge como hemos
visto una tradición cómica muy antigua. Curiosamente, estas obras van a acabar
amparando a algunas figuras ridículas que fueron desapareciendo de la iconografía
europea a lo largo del XVI. Locos y bufones, perseguidos desde Trento, consiguen
introducirse en otro tipo de obras, pero despojándose de sus atributos característicos.
Es así como a principios del siglo XVII en España, acaban entrometiéndose en
escenas de cocina, pero también en asuntos sagrados como el que nos ocupa. La
propia máscara carnavalesca ha de disfrazarse para sobrevivir. Bajo esta nueva
apariencia, mantiene viva su potencia para devolvernos una mirada burlona desde el
espacio de la ficción. Y aunque en la limitada capacidad que propicia el marco
artístico en el que ahora se encuentran escondidos, consiguen -aunque de forma
devaluada- ofrecer su guiño jocoso hacia el orden social establecido. Locos, bufones,
villanos y pastores han sido la herramienta a través de la cual lo cómico ha
conseguido sobrevivir a restricciones e imposiciones, y ofrecer -como Erasmo
recogió- una de sus máximas universales; “dejadme que os diga que estos insensatos tienen
un don nada despreciable: son los únicos que hablan con franqueza y dicen la verdad”69.
68 En España la enseñanza artística y las fuentes visuales de inspiración, en muchos casos se realiza a
través de libros de estampas y grabados, que circularon entre los talleres de forma masiva.
NAVARRETE PRIETO, B. La pintura andaluza…, op. cit., p. 299 y VIZCAÍNO VILLANUEVA, M.
El pintor en la sociedad madrileña durante el reinado de Felipe IV, Madrid, Fundación universitaria
española, 2005, pp. 138 y ss. 69 ERASMO, Elogio de la locura, Madrid, Alianza, 2011, p. 93.
Pastores jocosos: escenas de la natividad desde una perspectiva popular y carnavalesca…
234
Fig. 1. Loco o bufón riendo.
Anónimo holandés, c. 1500. Museo
Nacional de Suecia, (Estocolmo).
Fig. 2. Sátira del mal de amor.
Niccolò Frangipane, 2ª mitad s.
XVI. Mercado del arte, vendido en
Christie´s en 2015.
Fig. 3. Personajes comiendo. Círculo de
Vincenzo Campi, c. 1590. Museo de Bellas
Artes de Hungría, (Budapest).
Gonzalo Hervás Crespo
235
Figs. 4, 6 y 7. Bacanal (detalle). Atribuido a Niccolò Frangipane, 2ª mitad s. XVI.
Mercado del arte, vendido en Sotheby´s en 2012; Loco o bufón. Werner van den Valckert,
1612. Museo Metropolitan, (Nueva York); Adoración de los pastores (detalle). Juan de
Roelas, 1619. Palacio ducal de Medina-Sidonia, (Sanlúcar de Baarrameda).
Figs. 8 y 9. Adoración de los
pastores. Atribuida a Juan de
Roelas. c. 1620. Colección
Granados, (Madrid); Adoración
de los pastores (detalle).
Atribuida a Juan de Roelas, 1er
cuarto s. XVII. Colección
Granados, (Madrid).
Fig. 4. Bodegón con un pícaro de
cocina. Anónimo español, 1er cuarto
s. XVII. Museo Nacional de Artes
Decorativas (Madrid).
Pastores jocosos: escenas de la natividad desde una perspectiva popular y carnavalesca…
236
Figs. 10, 11 y 12. Adoración de los pastores (detalle). Juan del Castillo, 1634-1636.
Museo de Bellas Artes (Sevilla); Adoración de los pastores (detalle). Pablo Legot,
1634. Iglesia de Santa María de la Oliva de Lebrija (Sevilla); Muchacho con cesto de
aves. Atribuido a Vincenzo Campi, 2ª mitad s. XVI. Mercado del arte, vendido en
Christie´s en 2012.