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Morantes F. 1
Objetos que construyen sujetos: una mirada a la cultura material de los
Llanos Orientales de Colombia
„Así la soga sea buena, por algún lado se revienta‟
Refrán llanero
Flor María Morantes Valencia1*
La configuración de las sociedades viene atravesada por diversos factores internos y
externos que simultaneamente estructuran la dimensión cultural de su existencia. Es decir,
la construcción social de una comunidad está determinada, en gran parte, por los valores y
la producción inmaterial que través de la historia definen muchos de los modos de ser y
existir de los individuos que allí habitan. Para efectos de este escrito, se tendrán en cuenta
los efectos de las imágenes y los objetos sobre la vida social de las personas (W.J.T.
Mitchell: 2005), lo cual, además refleja las relaciones históricas que se construyen entre
sujetos y objetos y la forma en que esta relación configura lazos de independencia,
definición cultural e identidad. Por ejemplo, en el caso de la región de los Llanos orientales
de Colombia, durante décadas se ha legitimado una construcción axiológica que
materializa valores en objetos de uso cotidiano. Dentro de los objetos cargados de sentido
ideológico se encuentran el sombrero, la soga, el cuchillo, el chinchorro, entre otros – y en
un sentido no material pero si ideológico e identitario, el caballo -
A la hora de referirse a la forma en que los objetos son posicionados en el campo
del arte, es necesario revisar los múltiples significados adyacentes a conceptos como
cultura. Es decir, cuando un objeto de uso cotidiano es llevado a las esferas
representacionales, comerciales y globalizadoras del arte, hay que examinar bajo qué
connotaciones y a qué campo del conocimiento se adjudica. En este caso, un objeto como el
sombrero, el cual en términos de funcionalidad tiene como objetivo principal cubrir el
rostro del vaquero de los rayos del sol a los que se expone durante sus extensas jornadas en
sabanas abiertas, traslada su significación y valor de uso por una serie de connotaciones de
* Comunicadora social y periodista egresada de la Universidad Central de Bogotá y Magister en antropología
social y cultural de la Universidad de los Andes.
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tipo ideológico e identitario, donde se resaltan valores asociados con la masculinidad,
rasgos estéticos característicos de un sujeto cultural, poder de adquisición y estampa física,
entre otros. En palabras de Deborah Poole, así como las imágenes, los objetos también
tienen un valor de uso, un valor de cambio y un valor sensual (1997).
Entonces, el posicionamiento de los objetos en el escenario del arte no puede
desconocer la existencia de campamentos adicionales en los cuales, un mismo objeto
cambia sustancialmente su significado cuando se desplaza y hace parte de la cultura
material. En ese sentido, hablar de la cultura material de una región como los Llanos
Orientales de Colombia, implica necesariamente pensar en los momentos históricos donde
diferentes objetos adquirieron valores y significados diversos producto de la ubicación de
éstos en campos como el arte. Ahora bien, cuando de cultura material se trata, subyacen una
serie de tensiones en torno a las diferentes miradas académicas e intelectuales desde las
cuales se aborda el concepto en mención. Por ejemplo, para la antropología la cultura
material de los Llanos Orientales puede ser pensada como el registro físico de los objetos
que definen la identidad de una comunidad y que además se encuentran ligados a un
antepasado del cual se heredaron sus usos, apropiaciones, modos de producción, entre
otros.
En contraste, para el universo del arte la cultura material se establece, por un lado a
través de la relación que crean los sujetos y objetos, y por otra parte, a partir de valores
simbólicos que se le adjudican a los objetos (Myers, 2004) De acuerdo con lo anterior,
existen una cantidad de tensiones que circulan entre estas dos esferas de conocimiento y se
podría decir que las diferencias radican en la manera como cada una de estas disciplinas -
arte y antropología – conciben la relación de los objetos con su entorno y con sus propios
significados. Por ejemplo, para un vaquero la soga con la que trabaja diariamente no es más
que una herramienta que le permite sujetar al animal, dominarlo y de esta manera vacunarlo
o curarlo según sea el caso. Sin embargo, el mundo del arte, podría percibir la misma soga
como uno objeto sobre el cual recaen valores estéticos asociados con la identidad del
llanero y su relación intrínseca con la tierra hostil y los animales salvajes.
Para ampliar lo anterior, me sirvo de la música llanera como expresión artística, la
cual describe a la soga como
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I
Mi soga está en la pared
colgada de un clavo negro
y no es adorno ni olvido
solo es un vivo recuerdo,
es el grito del paisano
"¡ tranquilos, que no lo pelo !”,
la carrera tramoleando,
la mata, el toro violento;
solamente la vivencia
que tuve desde pequeño.
III
Mi soga está en la pared
colgada de un clavo negro
tiene veintidós brazadas
y yo la piqué del cuero
del toro sardo puntón
que me mató el sillonero,
y yo mismo la torcí
y la pelé con esmero,
y le dio la suavidad
el templón de un cachalero.
(Autor. Orlando „el Cholo‟ Valderrama)
Arte y antropología. Entre los sujetos y los objetos de la cultura
Las relaciones entre arte y antropología son múltiples, incluso se podría pensar en
una interdependencia entre estos dos estadios del saber, ya que al situar a la antropología en
el escenario de la producción artística y más exactamente en el universo de los objetos con
significados culturales, se puede afirmar que
(...) la antropología tiende a tratar a distintas formas de “arte” en atención a la vida
social que los objetos (incluyendo imágenes materializadas) adquieren en su
circulación social y los significados que le son adscritos históricamente dentro de
ella antes que atender, meramente, a sus términos estéticos y de circulación dentro
del sistema del arte (Andrade, 2007:128)
En línea con lo anterior, se puede reflexionar que antes de que un objeto común y
corriente como un sombrero, una soga o un cuchillo sean transformados en piezas de arte,
deben atravesar por un proceso de traducción conceptual, donde tanto el valor de uso como
el valor simbólico del objeto, se conjugan para transpolarlo a un plano donde el
componente estético es central. Pensar en la expresión material de los objetos, nos convoca
a establecer las múltiples relaciones que éstos crean con su entrono y la manera cómo
significan valores y actitudes dentro del colectivo que los emplea. De igual forma, una
etnografía de los objetos no puede estar separada de una etnografía del territorio y de los
sujetos que allí habitan. Se trata de un a triada donde sujeto, objeto y contexto se definen
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mutuamente de tal suerte que su interdependencia es la clave de su significado y valor
cultural.
Tránsitos culturales entre territorios y objetos
Los objetos también se encuentran cargados de sentido, dado que no son ajenos a
los cambios que experimentan las comunidades a lo largo de la historia. Por ejemplo, en
varios lugares de los Llanos Orientales las dinámicas comerciales emergentes como el
petróleo y la siembra de cultivos de uso industrial como el caucho, la caña de azúcar y la
palma, han generado importantes desplazamientos entre ciertos objetos. Tal es el caso del
sombrero, el cual para muchos fue reemplazado por el casco de seguridad industrial, el cual
también tiene un significado, un valor de uso y un valor simbólico. Por ejemplo, además de
ser empleado para proteger la cabeza de los posibles golpes que se puedan ocasionar
durante una jornada de trabajo, en muchas comunidades, ese mismo casco es sinónimo de
progreso, desarrollo, dinero y poder, entre otros. Sin embargo, ¿cuáles serían las
implicaciones si en una muestra de arte sobre la cultura llanera se expusiera un casco y no
un sombrero?, ¿cuáles son los valores asociados a cada uno de estos objetos?, ¿qué
significado de identidad comunicaría el casco?
La música llanera es una de las expresiones artísticas más consolidadas en
Colombia y Venezuela. La inspiración de sus letras tiene origen en la cotidianidad que
embebe a las distintas actividades, prácticas y herramientas de las que se sirven los
hombres del Llano para desarrollar sus tareas. Por ejemplo, sobre el sombrero se han escrito
versos como estos:
Viejo sombrero, sombrero viejo sombrero,
fiel compañero de mi infancia y juventud,
mi gocho viejo que he cargado desde niño,
solo para ti hay cariño, no puede haber otra actitud. (Bis)
Cuanto aguacero aguantado bajo tus alas,
tormentas y resolanas, avejentan tu semblanza,
eres el techo que ha cobijado la estirpe,
de una raza noble y libre, que en ti ha plasmado
su estampa.
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Viejo sombrero tu naciste campesino,
de la historia eres testigo, de la llanura guardián,
yo me siento más llanero, cuando en mi cabeza estas.
(Autor. Orlando „el Cholo‟ Valderrama)
En ese sentido, los objetos a través de la historia y de momentos históricos
particulares adquieren connotaciones diversas, representando con ello, diferentes formas de
agencia tanto para quienes los utilizan como para observadores externos. Así las cosas, no
tendría sentido separar el arte y la cultura en extremos totalmente opuestos o divergentes.
En síntesis, considero que la clave se orienta más a pensar que a través de la cultura y el
arte, los objetos y las imágenes trascienden a planos que desde la cotidianidad no son
explorados fácilmente. Al respecto, Marcus & Myers señalan que “Our point is that this
discursive separation of art from culture created a part of culture that, like anthropology
itself, and culture as its objects” (1995: 7) Es decir, que la no separación radical de arte y
cultura, suponen para la antropología un camino más amplio de interpretación de los
objetos en diferentes contextos.
De otro lado, así como las imágenes tienen múltiples efectos en la vida social, los
objetos también inciden de diferentes maneras en el ser y hacer de las personas. Existen
objetos rituales o sagrados, objetos de trabajo, objetos de entretenimiento, entre otros. Cada
uno de ellos tiene una función específica dentro de la cotidianidad de una persona. Por
ejemplo, para un llanero la cruz de mayo es señal de protección y se ubica en la entrada del
hato para que el diablo no entre, el zurriago o mandador sirve para arrear el ganado, para
sostenerse, para espantar un perro bravo, y el chinchorro sirve para descansar, para
inspirarse y componer canciones, para pasar una tarde mientras se conversa y se toma un
tinto. En alusión a la obra de Michael Taussig What do drawings want? Culture, theory and
critique (2009), también es posible cuestionarse sobre qué quieren los objetos y en ese
sentido abrir una discusión, tanto sobre la agencia de los mismos, como sobre la función
social de los objetos de cara a definir la cultura material de una comunidad. Así las cosas,
cada uno de los objetos mencionados y sus funciones, configuran relaciones que se
expresan en diferentes acciones dentro de la vida cotidiana de las personas; sin embargo,
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culturalmente estos mismos objetos pueden tener variaciones dependiendo del uso que se
les dé y de la relación que se haya construido con ellos históricamente.
Etnografía de los objetos. Caminos por recorrer y traducciones culturales
La cultura de una sociedad arroja innumerables caminos por los cuales se puede
recorrer un largo viaje etnográfico. Esto lo saben los antropólogos más que ningún otro
profesional, sin embargo, el arte también ha encontrado en la cultura un universo rico en
posibilidades, ya que, por ejemplo a través de los objetos, se han construido nuevas
estéticas en torno a lo que representa un objeto para un observador que desconoce
completamente las características y modos de ser de una cultura. Así las cosas, los objetos
inmortalizados en un museo bajo el rótulo de „Objetos de la cultura Llanera‟ se convierten
en una fuente primaria de información para un extranjero que jamás ha visitado Colombia.
Un objeto puesto en una exposición de arte tiene la inmensa capacidad de producir
tantas traducciones como sean posibles con respecto a la identidad de la cultura que lo creó
y utilizó. La materialidad del objeto se puede traducir de tantas maneras que al final, la
identidad del mismo también se sumerge en unas elasticidades que terminan perdiendo de
vista el origen y la génesis del objeto mismo. Ahora bien, es común encontrar trabajos
donde el esfuerzo por licenciar sentidos idiosincráticos a través de los objetos se hace cada
vez más frecuente y uno de los mayores aliados de esta empresa son los medios masivos de
comunicación. Una nota de prensa del diario colombiano El Tiempo hace varios años
publicó la siguiente información
EL ARTE LLANERO:
El arte de los Llanos Orientales se refleja en la colectiva de escultura que
exhibe la Galería de Arte de la Organización de Estados Iberoamericanos
(OEI). La muestra hace parte del programa Fiesta Colombiana, que
selecciona diversos sitios del territorio nacional para exaltar tanto su
trabajo artístico como sus tradiciones orales, con el ánimo de proyectar la
expresión de sus gentes y el sentimiento estético particular de cada región.
(El Tiempo, 1994)
Un año más tarde, el mismo diario publica una nota de prensa que expresa los mismos valores
culturales del arte llanero a través de un lenguaje similar a la anterior:
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EL ARTE LLANERO SE VISTE DE BOHEMIA
(...) Según los organizadores de la exposición se invitará a personalidades
de nivel local, nacional e internacional especialistas en la materia,
científicos y destacados personajes, debido al importante nivel del arte
orinocense actual y su influencia en el contexto mundial, justificando esta
extensiva proyección para reafirmar la autenticidad regional, así como los
alcances históricos y culturales de las innumerables manifestaciones
artísticas, variedades ambientales y la inmensa diversidad biótica . (El
Tiempo, 1995)
Las notas de prensa expuestas anteriormente dan cuenta de cómo a través de un lenguaje
común y coloquial, se catapultan sentidos idiosincráticos (Andrade, 2015) por medio de
expresiones artísticas que matizan los valores generalizados del Llano; a saber: El trabajo,
la fuerza, la hombría, la riqueza natural, la autenticidad, entre otros.
Las nuevas narrativas que se construyen en torno a las piezas de uso cotidiano de un
territorio, convierten dichas piezas - o en términos más precisos herramientas de trabajo -
en objetos artísticos, los cuales en términos del antropólogo británico Alfred Gell (1998),
tiene una agencia y son capaces de transformar e incidir sobre la cotidianidad de una
persona. Además, Gell, citado y traducido por Martinez Luna, establece que “un agente
puede ser no sólo una persona sino también un objeto, una obra de arte, que es percibido
como parte de una serie de secuencias causales, eventos causados por la voluntad, la
intención y la mente” (1998: 5)
En ese sentido, una herramienta de trabajo como el cuchillo o la soga, pasa a ser un
objeto de arte con una carga simbólica que desnaturaliza su uso y lo posiciona en una esfera
de conocimiento al otorgarle la condición de dispositivo cultural mediático capaz de
transformar la subjetividad de un observador. De la misma manera, es a partir de las
estructuras narrativas (Lombardi, 2003) que se configuran en torno a los objetos, que se
adquieren nuevas significaciones sobre la naturaleza de la existencia de dichos objetos y
sus imbricaciones con el sentido y la función que éstos reciben dependiendo del estadio en
que se encuentren, por ejemplo, desde la antropología o desde el arte.
A través del arte y más exactamente de los objetos transformados en arte, se puede
recrear todo un imaginario en torno a lo que es y no es una comunidad o región particular
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del mundo. En este caso, no se puede desconocer la capacidad que tienen los objetos [y las
imágenes] de ser amados y odiados. (W.J.T Mitchell, 2004) Por ejemplo, una exposición de
arte puede presentar pinturas y esculturas del Llano con animales, plantas vegetales,
jornadas de trabajo, parejas de joropo, arpas, cuatros y maracas, entre otros y así recrear un
discurso en torno a lo que es y caracteriza al Llano. El asunto radica en que la cultura de un
pueblo no está únicamente determinada por los objetos que en ella reposan y aun así,
muchos espectadores forman una imagen que solo recoge lo que ve y desconoce aquello
que el arte no representa; por ejemplo, la erosión que causa en la tierra la siembra de
cultivos como la palma de aceite.
El fotógrafo Venezolano Rodrigo Benavides, quien durante gran parte de su
trayectoria artística se dedicó a retratar los paisajes más exuberantes de la Llanura
Venezolana, dio un giro en su producción fotográfica con motivo de las transformaciones
sociales que la cultura llanera de su patria estaba afrontando producto de la incursión de la
empresa extranjera y de la globalización en general. Dada esta fractura en el tiempo,
recientemente este fotógrafo presentó la exposición “La modernía Llanera” donde refleja el
imaginario del campo impenetrable, para instaurar una nueva realidad en continuo cambio,
que muchas veces es criticada por los propios llaneros. A través de su obra, Benavides
intenta poner en diálogo las implicaciones de la globalización en un mundo donde las
culturas regionales y locales han asumido cada vez más la defensa de su sentido de
pertenencia como un bastión de lucha insurgente ante las agresiones de las aplanadoras
culturales. (UNEARTE, 2015)
Otra mirada posible respecto al objeto de la obra del fotógrafo Rodrigo Benavides,
radica en situar la atención sobre la cualidad de fluidez, cambio y transformación que
suscita el asentamiento de prácticas culturales provenientes de otras latitudes. No se puede
desconocer que nos encontramos avocados a experimentar cambios todo el tiempo producto
de la rapidez con que la industria instala nuevos objetos de consumo, necesidades y
maneras de ser. Es por ello que campos como el arte, también se ajustan a las transiciones
mundiales y dispone nuevos espacios para la configuración, y sobretodo representación de
las nuevas realidades. Al respecto, Marcus y Myers señalan que “in contemporary cultural
life, art has come to occupy a space long associated with anthropology, becoming one of
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the main sites of tracking, representing and performing the effects of difference in
contemporary life” (1995: 1)
En consonancia con lo anterior, el arte –y en este caso la fotografía – como
dispositivo para expresar las inconformidades que resultan de la irrupción de una cultura
sobre otra, Rodrigo Benavides en entrevista con la Universidad Nacional Experimental de
las Artes – UNEARTE- de Venezuela, señaló que
“La música del joropo, que se canta y baila en la región llanera, ejemplifica
ampliamente las observaciones y críticas que los cantantes en sus letras le hacen a
la modernidad (modernía) globalizante. El anhelo generalizado y creciente de
poseer bienes de consumo coloca el equilibrio entre la conciencia y la tecnología”
(Entrevista citada por UNEARTE 2015)
Las palabras de Benavides remiten además a la obra de la antropóloga visual
Gabriela Zamorano quien en su obra „Fisonomía de Traidor: fotografía y la racialización de
los indígenas bolivianos por la expedición Créqui Montfort (1903)‟señala algunos
argumentos que pueden ser pertinentes a la luz de cómo el arte también cuenta la historia
del otro - al igual que la antropología - que en muchas ocasiones es el marginado, el negro,
el indígena, el campesino, el exótico. En su trabajo, Gabriela Zamorano concluye diciendo
que
Mientras que algunas propiedades de la fotografía contribuyeron a diseñar y
desplegar un sentido de objetividad, otras de sus características escaparon a las
intenciones de los autores, dejando pistas, ruido o exceso de información que ahora
permite conocer más sobre las relaciones de poder en que las fotografías fueron
producidas. (Zamorano, 2012:668)
Las observaciones realizadas por Zamorano respecto a cómo la lente de un fotógrafo
define, dispone y decide lo que se muestra del otro -„objeto de estudio‟-, es claramente una
incidencia en la forma en que ese otro y su cultura material e inmaterial serán
comprendidos por los que se conviertan en sus espectadores. En adición, Zamorano
establece que “Las imágenes pintorescas incluidas en este volumen muestran las
características físicas de la gente, adornos y actividades cotidianas con variados estilos de
composiciones y de poses” (2012:659)
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Así las cosas, la riqueza material de la cultura llanera da cuenta de las enormes
aproximaciones que desde áreas como la antropología y el arte pueden ser intervenidas para
comprender, entre otras cosas, las relaciones que se construyen en torno a los valores de
uso y los valores simbólicos que adquieren los objetos. De igual forma, el recorrido
realizado a lo largo de este texto, es una muestra de las dicotomías que se crean en torno a
conceptos como cultura e invita a pensar en los vértices desde los cuales se observa y se
cuestionan piezas de uso cotidiano que han sido recreadas en diferentes técnicas artísticas.
Finalmente, llama mi atención la manera como se generalizan e incluso naturalizan
prácticas culturales que luego son posicionadas en el campo artístico a través de discursos
que pueden llegar a ser totalizantes e incluso sesgados con respecto a lo que es y no es un
territorio. Si bien, arte y antropología convergen en diferentes puntos, una de las aristas
sobre las cuales resulta pertinente volcar la atención, radica en establecer cuál es la relación
que los sujetos crean con los objetos y de esta manera identificar las diferentes
apropiaciones posibles sobre la cultura material de una región.
“De saber cuándo morir ojalá tuviera tiempo de despedirme del Llano
y en la pata de un uvero hacer mi tumba y mi cruz
y con la punta del cuchillo dejar escrito un letrero
que diga gracias Dios mío por haberme permitido
nacer y morir llanero”
(Autor: Walter Silva. Último deseo de Llano)
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Anexos
Con el ánimo de ilustrar aun más la reflexión suscitada a lo largo de este ensayo, me
permito referenciar algunas portadas de un sitio web sobre exposiciones de arte llanero.
En Unicentro exposición de artes plásticas dedicada a la grandeza de los Llanos Orientales.
Fuente: Villaviencio Online. Recuperado de http://villavicencioonline.com/en-unicentro-exposicion-de-artes-
plasticas-dedicada-a-la-grandeza-de-los-llanos-orientales/
Abrieron exposición de pintura Llano llanero en Villavicencio
Fuente: Llanera. com Un solo Llano. Recuperado de
http://llanera.com/?id=18998
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Ya está en marcha el IV Salón de Arte Llanero.
Fuente: Villaviencio Online. Recuperado de http://villavicencioonline.com/ya-esta-en-marcha-el-iv-salon-de-
arte-llanero/
Se inicia en Villavicencio la exposición de arte De Llano a ciudad.
Fuente: Villaviencio Online. Recuperado de http://villavicencioonline.com/se-inicia-en-villavicencio-la-
exposicion-de-arte-de-llano-a-ciudad/
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Referencias
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128
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Lombardi, Mark. Narrative structures. pp. 232–237 (Traducción libre X. Andrade)
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Martinez Luna, Sergio (2012) La antropología, el arte y la vida de las cosas: una
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En El arte llanero se viste de bohemia. Sección archivo. Publicado el 12 de
diciembre de 1995. Recuperado de
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the Andean image world. Princeton University Press. pp. 3 – 24
Taussig, Michael (2009) What do drawings want? Culture, theory and critique. 263 – 274.
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Rodrigo Benavides disertará sobre “La modernía llanera”. Publicado el Miércoles
04 de noviembre de 2015. Recuperado de http://www.unearte.edu.ve/node/1507
Zamorano, Gabriela (2011) Fisonomía de Traidor: fotografía y la racialización de los
indígenas bolivianos por la expedición Créqui Montfort (1903). Separata de anuario
de estudio Bolivianos, archivísticos y bibliográficos Nº 17. pp. 636 – 668