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Nuevas Perspectivas del estudio sobre el Trabajo 29 Consideraciones teóricas sobre la centralidad del trabajo Por Felipe Ruiz Bruzzone y Catherine Agüero Espinace Mediante el presente ensayo pretendemos aportar con una breve síntesis sobre algunas reflexiones teóricas que se han realizado desde América Latina, que buscan discutir la perspectiva pesimista de la intelectualidad occidental en relación al trabajo como categoría analítica válida para ser objeto de estudio de la sociología. Basándonos fundamentalmente en una selección de elaboraciones de tres autores latinoamericanos - Enrique De La Garza (México), Ricardo Antunes (Brasil) y Julio Cesar Neffa (Argentina) - buscaremos explicar sintéticamente: el desarrollo que el concepto de trabajo ha tenido en el pensamiento social occidental, las transformaciones que ha sufrido la sociología del trabajo en América Latina, las principales tesis sobre el fin del trabajo, elaboradas desde el pensamiento social occidental, fundamentalmente desde Europa y Norteamérica, así como las principales críticas a éstas, elaboradas por los autores latinoamericanos antes mencionados. Cerraremos esta reflexión considerando algunos ejes de estudio tanto teóricos como empíricos, que valdría la pena considerar para el desarrollo de los estudios laborales en América Latina y Chile. Vale aclarar que la intención de este trabajo no pasa por la completitud académica; sin dudas es incompleto ya que su intención es otra: poder elaborar un texto que sea útil para quienes recién se

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Nuevas Perspectivas del estudio sobre el Trabajo

29

Consideraciones teóricas sobre la centralidad

del trabajo

Por Felipe Ruiz Bruzzone y

Catherine Agüero Espinace

Mediante el presente ensayo pretendemos aportar con una

breve síntesis sobre algunas reflexiones teóricas que se han realizado

desde América Latina, que buscan discutir la perspectiva pesimista de la

intelectualidad occidental en relación al trabajo como categoría analítica

válida para ser objeto de estudio de la sociología.

Basándonos fundamentalmente en una selección de

elaboraciones de tres autores latinoamericanos - Enrique De La Garza

(México), Ricardo Antunes (Brasil) y Julio Cesar Neffa (Argentina) -

buscaremos explicar sintéticamente: el desarrollo que el concepto de

trabajo ha tenido en el pensamiento social occidental, las

transformaciones que ha sufrido la sociología del trabajo en América

Latina, las principales tesis sobre el fin del trabajo, elaboradas desde el

pensamiento social occidental, fundamentalmente desde Europa y

Norteamérica, así como las principales críticas a éstas, elaboradas por

los autores latinoamericanos antes mencionados. Cerraremos esta

reflexión considerando algunos ejes de estudio tanto teóricos como

empíricos, que valdría la pena considerar para el desarrollo de los

estudios laborales en América Latina y Chile.

Vale aclarar que la intención de este trabajo no pasa por la

completitud académica; sin dudas es incompleto ya que su intención es

otra: poder elaborar un texto que sea útil para quienes recién se

Versión extendida de la revista La Maquila N°3 - GEIT

insertan en el debate teórico en torno al trabajo y los estudios laborales

en las ciencias sociales.10

Desarrollo del concepto de trabajo en el pensamiento social

occidental

En términos generales, es posible señalar que el concepto de

trabajo ha variado a lo largo de la historia del pensamiento social del

siglo XX, en estrecha relación con las transformaciones históricas que

circunscriben al fenómeno, condicionadas por la correlación de fuerzas

entre actores y clases sociales, que buscan establecer un sentido

hegemónico del mismo (De La Garza, 2000).

Una primera cuestión teórica que creemos preciso establecer

tiene que ver con el carácter dual del concepto de trabajo, toda vez que

refiere tanto a una actividad que tiene dimensiones objetivas – de

intermediación con la naturaleza, de transformación del ser humano y

de creación de vínculos sociales – como subjetivas – englobando

fenómenos referidos a identidades, sentidos y visiones de mundo

(Antunes, 2000; De La Garza, 2000).

Sin embargo, se hace necesario proponer una revisión histórica.

Para caracterizar el desarrollo del concepto en la teoría social

occidental, autores como Enrique De la Garza proponen distinguir

cuatro grandes períodos de su desarrollo intelectual: el primero refiere

al predominio de la teoría económica clásica, desde la revolución

industrial hasta la segunda mitad del siglo XIX en el lapso de 1750-1850,

período en el cual – sobre todo por el desarrollo de la economía política

– el trabajo fue un concepto central en la teoría social, entendido como

creador de valor. Un segundo período abarca desde finales del siglo XIX

hasta la crisis de 1929, caracterizado por el giro marginalista en la

10 En coherencia con tal intención, el texto que presentamos es una versión ligeramente modificada de una parte importante del cuadernillo de formación número 1 del Grupo de Estudios Interdisciplinarios del Trabajo, titulado Observaciones para el estudio del Trabajo en América Latina (en el marco del neoliberalismo), elaborado por Felipe Ruiz durante Enero del presente año.

Nuevas Perspectivas del estudio sobre el Trabajo

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economía, el énfasis en el intercambio, la consideración del ser humano

como actor racional y el rechazo a la centralidad del trabajo como eje de

la generación de valor. Un tercer período abarca desde la década de

1930 hasta la década de 1960, etapa en la cual debido al declive de la

economía neoclásica y el auge del pensamiento económico de

orientación keynesiana, el trabajo volvió a situarse con importancia en

términos analíticos, así como en el plano ideológico como un actor social

validado y con presencia institucionalizada (De La Garza, 2000).

Finalmente un cuarto periodo, que va desde la década de 1970,

cuando empieza el giro neoliberal a escala global, hasta la actualidad;

aquí se pueden identificar dos grandes corrientes en relación al

problema del trabajo, marcadas por el debilitamiento del concepto

luego del resurgimiento del pensamiento neoclásico. Por un lado, se

afirma que debido a ciertas transformaciones económicas y a la derrota

histórica del sindicalismo, el trabajo ya no constituiría una categoría

central en la explicación de los procesos de cambio social reciente. Por

otro lado, se encuentran tesis que diagnostican una disminución de la

centralidad del trabajo como ámbito de lo social, ya sea porque la

tercerización y el desarrollo tecnológico harían disminuir al trabajo

como actividad humana, o porque debido a la fuerte segmentación,

fragmentación y heterogenización del campo laboral, sería inviable la

emergencia de identidades colectivas desde tal aspecto de la vida en

común (De La Garza, 2000).

Detallando algo más el cuarto período mencionado, es posible

señalar tres elementos que han influido en el declive de la valoración

académica respecto a la importancia del trabajo en la sociedad, tanto en

sus aspectos objetivos como subjetivos: el neoliberalismo como

formación social alternativa al keynesianismo y como ideología

hegemónica, la reestructuración productiva y de los mercados laborales

que provocaron una fuerte heterogeneización, complejización y

fragmentación del trabajo en relación a los períodos previos (Antunes,

2000), así como el declive de las ideologías relacionadas con el

Versión extendida de la revista La Maquila N°3 - GEIT

movimiento obrero – en sus variantes comunista, socialista o

socialdemócrata – debido a una crisis del trabajo en el plano subjetivo y

de representación colectiva, fenómeno en el cual puede englobarse

también la crisis que en algunas partes del mundo afecta a los sindicatos

(Antunes, 2000; De La Garza, 2000a).

Breve contextualización de la sociología del trabajo en América

Latina

En relación al desarrollo de la sociología del trabajo en América

Latina es preciso anotar que – en coherencia con los argumentos recién

planteados - también sus enfoques teóricos y temas de investigación

han variado de manera histórica. Sus orígenes en la región se sitúan en

la década de 1960, y en tal momento se mantuvo subordinada a la

sociología del desarrollo, a las orientaciones teóricas del estructural

funcionalismo y al concepto límite de la modernización (Garretón,

2014). Desde tales perspectivas se buscó estudiar las problemáticas de

la industrialización tardía, con énfasis en temáticas como la

marginalidad laboral urbana, la caracterización de la subjetividad

(conciencia) obrera, la relación entre movimiento obrero y partidos

políticos, la emergencia y problemáticas de la sindicalización y la

perpetuación de vínculos laborales de tipo tradicional producto de la

acción estatal y empresarial. En un primer momento, esta orientación

contribuyó a la caracterización de una serie de procesos históricos

analizados desde la negatividad: describiéndolos como carencia de

vínculos sociales de tipo moderno, propios de las sociedades

desarrolladas, norteamericanas o europeas (Zapata, 1986; Abramo &

Montero, 1995).

Posteriormente, y como ha sido señalado en diversos estudios

(De Sierra, Garretón, Murmis, & Trindade, 2007; Garretón, 2014),

durante la década de 1970 la temática central de las ciencias sociales en

América Latina gira en torno al dualismo dictadura-democracia, siendo

centrales para la sociología en general y la sociología del trabajo en

específico, las reflexiones sobre las posibilidades de superación de los

regímenes dictatoriales y la posibilidad de reconstitución del actor

Nuevas Perspectivas del estudio sobre el Trabajo

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laboral como fuerza social de orientación democrática, en oposición a

las dictaduras (Zapata, 1986; Abramo & Montero, 1995).

Luego, en la década de 1980 y teniendo como telón de fondo los

procesos de globalización neoliberal y de reestructuración productiva,

el foco de estudio se vuelca sobre la unidad de la empresa y los procesos

de trabajo, siendo central el binomio analítico de la

dominación/resistencia, como marco teórico que exploraba la respuesta

de la clase obrera como actor colectivo frente a los procesos de

reconversión productiva y flexibilización laboral; asimismo cobraron

relevancia enfoques como el de la competitividad sistémica y la

segmentación de los mercados laborales, girando la óptica hacia el

estudio del empleo y los fenómenos de exclusión social, informalidad y

precarización (Zapata, 1986; Abramo & Montero, 1995).

De tal forma, se observa una trayectoria de la disciplina en

América Latina en la que se evidencia una importante transformación,

desde perspectivas de investigación que tenían como principal objetivo

determinar la lejanía o cercanía de las sociedades latinoamericanas

respecto a las sociedades industrializadas (en relación a las

características del trabajo, la industria y la relación entre actores

sociales y políticos), hacia la especificidad que toman en la región los

procesos de reorganización de la producción, en los cuales el conflicto

juega un papel central (Abramo & Montero, 1995).

Presentación de las tesis sobre el fin del trabajo

Como ya fue anotado en el primer apartado, desde la década de

1970 en adelante y sobre todo a partir de la década de 1980,

emergieron diferentes posturas intelectuales que buscaron afirmar la

escasa centralidad analítica e histórico-social que tendría el trabajo, en

el marco de las tendencias contemporáneas de transformación

Versión extendida de la revista La Maquila N°3 - GEIT

neoliberal de las economías y las sociedades occidentales.11 Autores

como Enrique De La Garza (2000a; 2001) y Julio Neffa (2001) han

buscado sintetizar tales argumentos en cuatro grandes tesis,

relacionadas lógicamente entre sí, que desde diferentes ópticas buscan

argumentar a favor del fin del trabajo:

La primera plantea un declive de la importancia del trabajo en

un sentido subjetivo-político. Debido a la heterogenización y

fragmentación del mundo del trabajo, a la disminución del peso relativo

del trabajo industrial en detrimento del sector servicios en algunos

países del primer mundo, así como por la expansión de formas de

empleo precario y el incremento del desempleo estructural en algunas

partes del globo, habría un debilitamiento de la constitución de

identidad y subjetividad en torno a la actividad laboral, lo que conlleva a

una imposibilidad de constituir sujetos y actores colectivos desde el

mundo del trabajo12.

La segunda tesis está relacionada con la anterior pero tiene un

sentido más sociológico. El trabajo dejaría de tener un rol central en el

conjunto de las relaciones sociales, toda vez que los ámbitos sociales

ajenos a esta actividad tendrían más importancia relativa, siendo tales

11 Dado que escapa tanto en extensión como en contenido, para este ensayo solo mencionaremos los principales autores y trabajos señalados en la bibliografía revisada. En el sentido mencionado destacan autores como Alain Touraine en La Sociedad Post-industrial (1969), André Gorz en Adiós al Proletariado (1980), Claus Offe en La Sociedad del trabajo. Problemas estructurales y perspectivas de futuro (1984), Jeremy Rifkin en The End of Work. The Decline of the Global Labor Force and the Dawn of the Post-Market Era (1995), Dominique Meda en Le travail. Une valeur en voie de disparition (1995) entre otros. 12 Aquí se encuentra la propuesta de René Sainsaulieu acerca de la identidad en el trabajo, en L'entreprise, une affaire de societé (1990). Con respecto al proceso de aumento del trabajo precario y flexible, consultar a André Gorz en Sortir de la societé salariale (1994) y Miserias del presente, riquezas de lo posible (1997). Además de la tesis de Robert Castel y la metamorfosis de la sociedad salarial, en Les métamorphoses de la question social. Une chronologie du salariat (1995).

Nuevas Perspectivas del estudio sobre el Trabajo

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espacios donde se juega la constitución de identidades sociales, sobre

todo el mundo del consumo. Es una propuesta fuertemente relacionada

con la interpretación post moderna de la fragmentación de la

experiencia colectiva-social, de la cultura y las identidades, cuestión que

explicaría la ausencia tanto de sujetos sociales hegemónicos como de

discursos o proyectos políticos con pretensión de totalidad, y por tanto

la imposibilidad de la emergencia de sujetos históricos desde el mundo

laboral13.

La tercera tesis se apoya en algunas tendencias de la economía

global en la actualidad, remarcando la importancia que hoy tiene el

capital financiero, los mecanismos de acumulación vía especulación y el

impacto de las nuevas tecnologías de la información y las

comunicaciones en el ámbito de la producción. Desde tal diagnóstico se

deduce que el trabajo vivo ya no contribuye como antes al proceso de

producción de valor, por tanto se augura su declive y pérdida de

centralidad en tanto actividad económica y social14.

La cuarta tesis está relacionada con un diagnóstico de índole

netamente política. La crisis del trabajo se relaciona con la derrota del

actor sindical en el marco de la reestructuración productiva y

13 Revisar la perspectiva de Jürgen Habermas acerca de la pérdida de la utopía de la “sociedad del trabajo”, en The New conservatism: cultural criticism and the

historian debate (1989). También revisar las propuesta de reconocimiento de la

existencia de diversas esferas de la “plena actividad”, y la perspectiva del sobre-

trabajo en las siguientes autoras: Hannah Arendt en La condition de l'homme moderne (1988), Dominique Meda en Travail, emploi, activité; des redefinitions

en cours (1998), Dominique Meda & Juliet Schoor en Travail une révolution a

venir (1996) y Juliet Schoor en The overworked american. The unexpected

decline of leisure (1991).

14 Al respecto también es posible consultar el texto de Jeremy Rifkin antes mencionado y el texto de Claus Offe en El pleno empleo ¿Una cuestión mal planteada? (1996).

Versión extendida de la revista La Maquila N°3 - GEIT

globalización neoliberal de la economía. Este fenómeno habría tenido

consecuencias principalmente en el balance de poder entre capital y

trabajo, con consecuencias nefastas para este último, lo que marcaría el

fin del trabajo como eje de disputa y construcción política, y la necesaria

búsqueda de actores y sujetos sociales al margen de las relaciones

laborales15.

Refutación teórica y empírica de las tesis del fin del trabajo, desde

América Latina

La primera tesis planteada presenta, según De La Garza

estructuralista (2000a; 2001) un fuerte determinismo estructuralista,

toda vez que asume una correspondencia estrecha entre una posición

en el mercado laboral y un desarrollo consecuente de la subjetividad de

los individuos. Además, tanto este autor como Antunes plantean que la

heterogeneidad de la clase trabajadora no sería una novedad, sino más

bien una constante a lo largo de toda la historia del movimiento obrero,

por lo que centrar su crisis en tal aspecto no tendría consistencia

histórica ni teórica (Antunes, 2013; De La Garza, 2000a). Se trata

entonces de asumir el desafío científico de explorar la (posible) relación

entre transformaciones del empleo y la (potencial) emergencia y

constitución de identidades y subjetividades.

Respecto a la segunda tesis, se plantea que también asume un

argumento apriorístico, que sería el de la actual desarticulación del

15 Sobre las consecuencias de estos fenómenos, en términos de un cambio de modalidad contractual de los trabajadores, desde un contrato tradicional a uno de actividades flexibles, revisar: J. Boissonnant en Rapport de la Commision: Le travail dans vingt ans (1995), Michel Godet en Le grand mensonge (1995) y François Gaudu en Du statut de l'emploi au statut de l'actif (1995). Dentro de la bibliografía revisada se la propuesta de Alain Supiot con el paso de la protección social a una ciudadanía social, en Critique du droit du travail (1994) y en Au delà de l´emploi, Transformations du travail et devenir du droit du travail en Europe (1998).

Nuevas Perspectivas del estudio sobre el Trabajo

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mundo del trabajo respecto a otras esferas de la vida social, en relación

a un tiempo pretérito (Antunes, 2003). Contra ello, parece posible

asumir una perspectiva analítica no totalitaria, que considere que las

trayectorias sociales están marcadas por una articulación relativa entre

esferas (dentro de las cuales está presente en intensidades diferentes la

esfera laboral), y que por tanto la constitución de subjetividad no es ni

coherente ni necesaria, sino contingente, y producto de relaciones y

mediaciones sociales. De acuerdo a esto, si bien el mundo del trabajo

podría hoy no ser el más relevante para la experiencia social, asumir

que no importa para ella, resulta tan espurio como afirmar a priori la

vigencia de su importancia: se trata más bien de un campo de

investigación abierto en el cual hay que determinar su nivel de

importancia. Incluso, ante las estrategias desplegadas por la empresa

toyotista y aquellas propuesta desde el new management, parece

arriesgado decir que la subjetividad ha dejado de ser relevante en el

ámbito de lo laboral, toda vez que se trata de dispositivos de control que

buscan que el trabajador interiorice los valores de la empresa, tanto en

su vida dentro de la unidad productiva como fuera de ella (De La Garza,

2000; 2001).

La tercera tesis ejercería una operación analítica que caería en la

falacia de la generalización de un argumento particular, desconociendo

que si bien el capital financiero y las tecnologías de la información ha

cobrado creciente importancia, una parte importante de la inversión

sigue siendo productiva, y desde la óptica de la satisfacción de las

necesidades humanas, así como del funcionamiento de la economía,

sigue siendo central la producción e intercambio de bienes y servicios

cuyo substrato material es ineludible (De La Garza, 2000a; 2001;

Antunes, 2013). E incluso ante la aparición de nuevas actividades o

nichos económicos, referidos como el “tercer sector de la economía

Versión extendida de la revista La Maquila N°3 - GEIT

social”, se tiene que para ejecutar este tipo de labor se necesita de

trabajadores y operarios calificados (Neffa, 2001).16

La cuarta tesis plantea una visión finalista de la historia del

movimiento sindical. Si bien se asiste a un escenario donde ciertamente

éste ha perdido influencia, tal cuestión no tendría por qué llevar a

sepultar analíticamente la conflictividad social a nivel del trabajo, toda

vez que su declive tampoco ha sido universal (De La Garza, 2000a;

2001). Incluso pueden señalarse eventos históricos de movilización

social de gran envergadura, articulados principalmente en torno a la

lucha contra la precarización y flexibilidad del trabajo, que refutarían

históricamente esta tesis sobre el fin del trabajo como sustrato de

articulación de sujetos sociales (Antunes, 2000, pág. 93).

Ahora bien, estas consideraciones críticas de tipo analítico

también tienen un correlato empírico, destacado por los autores que

han sido considerados en este ensayo.

Más acá de las tesis sobre el fin del trabajo, el empleo asalariado

seguiría siendo una constante a escala global, aunque se diversifica,

flexibiliza y precariza. Sin duda que tales cambios han transformado la

experiencia laboral, pero dado que su constatación se basa en la

universalización de información parcial y no sistemática, que sólo relata

algunas tendencias globales sin situar el fenómeno a escala

internacional, “(…) sería aventurado afirmar a priori que esta

transformaciones no tienen impactos subjetivos y en las identidades”

(De La Garza, 2000, pág. 20).

16 A este respecto es posible revisar las tesis del Centro de Jóvenes Dirigentes de Francia, quienes reivindican el valor del trabajo, en Construire le travail de demain (1994). Así como la perspectiva de autores marxistas contemporáneos tales como: Jacques, Bidet & Jacques Texier en La crise du travail (1995) y J. M. Vincent en La legende du travail (1996); quiénes valorizan el rol del trabajo como carácter antropológico en el hombre y constitutivo de su subjetividad a través de la producción de valor. Semejante postura tienen los textos y tesis presentadas por Jean Marie Harribey en El fin del trabajo: de la ilusión al objetivo (2001), en Temps de travail et travail du temps (1996) y en Travail, emploi, activité: essai de clarification de quelques concepts (1998).

Nuevas Perspectivas del estudio sobre el Trabajo

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Desde tal óptica, De La Garza y Antunes plantean que los

fenómenos que funcionarían como elemento explicativo de las teorías

sobre el fin del trabajo no serían tan universales como han sido

planteados: considerado de manera global – según datos construidos

por la OIT – la caída del peso relativo del empleo asalariado se ha dado

sólo en algunas regiones (como Europa), mientras que en otras se ha

mantenido igual o ha incrementado, de la misma forma se comporta el

fenómeno del tiempo de trabajo; por otro lado, el auto empleo no ha

crecido de manera explosiva ni universal; en relación al empleo

industrial, es posible afirmar que este ha disminuido en América del

norte y en Europa, pero ha aumentado en Asia y en algunos países de

América Latina; el aumento del trabajo técnico y administrativo

tampoco ha sido homogéneo, aumentando en Asia pero manteniéndose

en Europa y cambiando de modo marginal en América del Norte;

asimismo, el declive del sindicalismo no parece ser una tendencia

universal, toda vez que las tasas de sindicalización aumentan o

disminuyen de manera relativa en diversas partes del globo sin caer de

modo drástico (De La Garza, 2000; 2001; Antunes, 2000). Por otra parte

Neffa (2001) concuerda con estas evidencias, agregando que el

desempleo de los países de OCDE debería explicarse entonces porque la

tasa de crecimiento de la PEA es superior a la del empleo. Además,

existe un crecimiento de las actividades de producción externalizadas y

tercerizadas, de la subcontratación, del trabajo a domicilio, etc., donde

se llevan a cabo buena parte de las actividades materiales y de servicio a

las firmas, que anteriormente eran desarrolladas en el seno de las

empresas industriales.

En síntesis, no habría evidencia empírica que sustente la idea de

que el trabajo asalariado ha dejado de ser importante (Antunes, 2000),

toda vez que se constata la prolongación de múltiples formas de trabajo

precarizado (Antunes, 2013; De La Garza, 2000a). Por otro lado,

tampoco se puede afirmar que el declive del empleo en el sector

Versión extendida de la revista La Maquila N°3 - GEIT

industrial es una tendencia indiscutible a escala mundial, junto con el

aumento del trabajo especializado y de servicios.

Tales consideraciones, tanto analíticas como empíricas,

problematizan el carácter eurocéntrico de las propuestas teóricas y e

hablan de una globalización con tendencias homogéneas, augurando el

fin del trabajo en las sociedades mediante la consideración aislada de

fenómenos particulares que están ocurriendo solamente en Europa o

América del Norte (principalmente Estados Unidos), mientras que casi

dos tercios de la fuerza de trabajo se sitúa en el Tercer mundo

(incluyendo a China), en el cual todas las tendencias apuntadas toman

un despliegue particularizado (Antunes, 2000; De La Garza, 2000a;

2001).

Entonces… ¿fin o más bien transformación del trabajo?

De manera general es posible señalar que las tesis planteadas a

favor del fin o crisis del trabajo en la constitución de la sociedad remiten

al problema teórico de la delimitación del concepto mismo de trabajo

(De la Garza, 2001). Considerando tanto el curso histórico del concepto

que, como vimos en el primer apartado, estaría marcado por un último

período de vigencia analítica en el período 1930-1960, como las

transformaciones históricas recientes, podemos afirmar que lo que ha

primado en términos conceptuales hasta antes de la globalización

capitalista de corte neoliberal, era una concepción bastante estrecha del

término, reduciéndolo – gracias a la influencia de la economía

neoclásica y su énfasis en el empleo – al trabajo asalariado.

Si bien resulta certero diagnosticar que existen nuevas formas

de constitución de la actividad laboral luego de la década de 1970 hasta

la actualidad, ello pareciera indicar más bien una transformación

histórica en relación al concepto de trabajo concebido por el

pensamiento social occidental, a partir del tercer ciclo histórico

mencionado, de auge del Keynesianismo y posterior hegemonía del

pensamiento neoliberal. En tal medida, la extensión de formas precarias

y flexibles de trabajo parece anunciar el fin del concepto de trabajo

Nuevas Perspectivas del estudio sobre el Trabajo

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acuñado en tales realidades históricas, pero que incluso han sido

“normales” en el mundo no desarrollado (De La Garza, 2000a). Se

trataría más bien de la crisis de un marco teórico propio de las

sociedades industriales, que se basaba en los principios de la sociedad

salarial, con una fuerte organización, regulación y protección social

respecto al trabajo, en cuyos marcos no estarían consideradas formas de

trabajo que en el Tercer mundo siempre han existido.

Por otra parte, la tesis sobre la dilución del trabajo como eje

estructurante de sentido busca seguir aplicando un esquema de

investigación en el cual la unidad de análisis se circunscribía a la

fábrica-empresa y al tiempo de trabajo, cuando en la actualidad tal

esquema se transforma gracias a la desconcentración productiva y la

reterritorialización de la fuerza de trabajo. De acuerdo a esto, se plantea

que es imposible que la subjetividad pueda llegar a constituirse en el

ámbito laboral, cuando podría afirmarse que a lo largo de toda la

historia humana el trabajo – en tanto relación social – se ha imbricado

de formas e intensidades variables con otros aspectos de la vida

humana, desconocidos desde tales perspectivas teóricas: lo novedoso

entonces, no parece serlo tanto.

En tal sentido, es preciso considerar que el campo analítico de la

sociología del trabajo no opera en un vacío social, sino que se ve

tensionado por las formas intelectuales dominantes, cuestión histórica

que clausura la posibilidad de conocer otras realidades o considerar la

importancia de fenómenos que se desarrollan en otras latitudes y

contextos.

Como conclusión teórica, vale la pena destacar que “(…) frente a

la historia compleja del concepto de trabajo es mejor reivindicar su

contenido multidimensional, reconociendo también sus determinantes

históricas y sociales. Además que el trabajo no es sólo el industrial, ni el

asalariado, que se mezcla con la etnia y el género y que sigue teniendo

sus vínculos con el no trabajo, que no es sólo el trabajo del obrero sino

Versión extendida de la revista La Maquila N°3 - GEIT

en todos los niveles organizacionales.” (De La Garza, 2000, pág. 22) A

ello debe sumarse que parece dificultoso asumir que podría existir

sociedad humana alguna que prescindiera del trabajo en un sentido

concreto, como actividad creadora de cosas útiles que además impacta

en las relaciones entre las personas: vale la pena entonces reconsiderar

el estatuto ontológico del trabajo, como actividad constitutiva de

cualquier realidad social (Antunes, 2003).

A modo de conclusión: propuestas teóricas y ejes de investigación

Luego de las consideraciones que ya hemos planteado, nos

parece importante cerrar esta argumentación señalando algunas

propuestas teóricas y de investigación planteadas por los autores

considerados.

En primer lugar destacamos la revitalización, propuesta por

Antunes, de la distinción entre trabajo concreto y trabajo abstracto

planteada por Marx, toda vez que las múltiples, heterogéneas y

discontinuas formas combinadas de actividad laboral siguen afirmando

la centralidad – para una sociedad basada en la producción de

mercancías – del trabajo colectivo en tanto fundamento constitutivo de

las sociedades humanas (Antunes, 2000). Se trata además de una noción

que permite afirmar que más allá del término del trabajo en su

dimensión enajenada o abstracta (subsumido a la lógica del capital) en

la constitución de una posible sociedad post capitalista, el trabajo en su

dimensión concreta siempre seguirá existiendo.

En estrecha relación con este planteamiento, Antunes propone

una ampliación del concepto de clase trabajadora (Antunes, 2000;

2013). Propone el concepto de clase-que-vive-del-trabajo como una

noción ampliada de clase trabajadora que busca superar la condición de

trabajador referida de modo exclusivo al proletariado industrial, y que

engloba a todas y todos quienes venden su fuerza de trabajo a cambio

de un salario, considerando no sólo a los trabajadores

manuales/industriales, sino también a los asalariados del sector

servicios, al proletariado rural y al proletariado precarizado, part-time,

Nuevas Perspectivas del estudio sobre el Trabajo

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tercerizado o subcontratado, informal, etc., además de los desempleados

o subempleados producto de las dinámicas de reestructuración

productiva neoliberal (Antunes, 2013, pág. 94).

En tal marco, cobran importancia dos conceptos que permiten

caracterizar las transformaciones recientes del mundo del trabajo en un

doble proceso, concomitante y contradictorio: por un lado, se asiste a

una desproletarización relativa del trabajo industrial en los países del

capitalismo avanzado. Mientras que por otro, a una subproletarización

del trabajo – extensión del trabajo parcial, precario, informal,

flexibilizado – especialmente en aquellas sociedades ubicadas en la

periferia del sistema capitalista mundial (Antunes, 2000).

Por otro lado, y teniendo en cuenta que el capitalismo neoliberal

ha avanzado mercantilizando diversos ámbitos de la sociedad (Harvey,

2007), llegando incluso al ámbito de la reproducción de la vida por

fuera del mundo del trabajo, resulta preciso considerar la propuesta de

De La Garza acerca de ampliar aquello que se entiende como actividad

productiva, considerando fenómenos que hasta ahora se ha considerado

como trabajo reproductivo al margen de la actividad laboral (De la

Garza, 2001). El trabajo doméstico, las nuevas pautas de consumo y la

estrecha relación entre goce y generación de patrones sociales de

producción y mercantilización, constituyen fenómenos a considerar en

esta ampliación del marco analítico, así como la delimitación histórica

cultural sobre lo que es y lo que no es trabajo, en términos de su

localización territorial y extensión temporal (De la Garza, 2001)17.

De tal modo, considerando la extensión del sector terciario, cabe

apuntar la extensión de la inmaterialidad en el trabajo (actividades

donde se sintetizan en un mismo acto las lógicas de producción,

17 Acerca de esta propuesta revisar: Guy Aznar; Alain Caille; Jean Louis Laville; Jacques Robin; Roger Sue en Vers une activité plurielle, un travail, une activité, un revenu pour tous (1995) y el trabajo de Alain Lipietz en Le travail en sablier (1996).

Versión extendida de la revista La Maquila N°3 - GEIT

circulación y consumo), lo que obliga a pensarlo no sólo como una

actividad que debe tener como producto un elemento material. De la

misma forma, es preciso considerar el impacto de la actividad de trabajo

– sea material o inmaterial – en la constitución de subjetividad: las

formas de relación mediata o inmediata en la actividad laboral, con la

respectiva emergencia de una comunidad simbólica, más o menos

fuerte, arraigada o no en cuestiones materiales (De la Garza, 2001).

En términos de perspectivas empíricas de investigación,

resultará preciso enfatizar el estudio - de manera situada y con

perspectiva global - de las nuevas tendencias del trabajo: la

feminización de la fuerza laboral y la fuerte división sexual, geográfica y

racial de los diversos recursos y posiciones de poder involucrados en los

procesos de trabajo; el fenómeno de la desproletarización como

reducción relativa del trabajo fabril, especializado y de largo plazo; la

extensión del subproletariado mediante el trabajo precario tanto en el

sector secundario como terciario de las economías; la tercerización que

han experimentado diversas economías; la transnacionalización del

capital y la reterritorialización de la fuerza de trabajo. Como correlato

de estos focos de investigación también vale la pena considerar los

desafíos que esta heterogenización, complejización y fragmentación de

la fuerza de trabajo impone a la organización colectiva-sindical, así

como aquellos atisbos de estrategias de revitalización sindical efectiva

desplegados en dichos contextos (Antunes, 2013; De la Garza, 2001).

Estamos entonces ante un desafío intelectual que abarca tanto

una dimensión teórica como de investigación empírica, en el que

resultará central reivindicar la importancia de la investigación en torno

al tema; si bien proponemos considerar que el trabajo sigue siendo una

actividad común a toda sociedad humana, su importancia en términos

de constitución de identidad y de sujetos históricos no puede sino ser

objeto de investigación y disputa política. En tal medida la actividad

intelectual en torno al trabajo también debe ser capaz de impugnar

aquellas perspectivas que buscan cancelar la importancia del trabajo,

naturalizando y fetichizando una vez más al orden social capitalista.

Nuevas Perspectivas del estudio sobre el Trabajo

45

Esto pues el neoliberalismo ha creado una nueva “cuestión

social”, donde las promesas de las nuevas tecnologías, el trabajo

especializado y flexible, o el trabajo con sentido, no han sido cumplidas

sino para una estrecha minoría de la población, mientras una amplia

mayoría sufre los efectos de un flexibilidad precarizante, en un contexto

donde además debe sumarse el reflujo del sindicalismo y un Estado

neoliberal que no interviene con una perspectiva de protección social ni

de redistribución de la riqueza. Proponemos entonces considerar que la

globalización neoliberal es un proceso histórico-político, y por tanto

reversible y no necesario, que además se expresa de manera

heterogénea y particularizada (De la Garza, 2001).

En este contexto, no se debe excluir la posibilidad del estudio de

la potencialidad disruptiva del conflicto social originado desde el mundo

del trabajo. Si bien esto “(…) no excluye ni suprime otras formas

importantes de rebeldía y contestación, (…) viviendo en una sociedad

que produce mercancías, valores de cambio, las revueltas del trabajo

tienen un estatuto de centralidad.” (Antunes, 2000, pág. 91).

Se ha planteado también que en aquellos segmentos más

precarizados (y quizá no centrales, económicamente) de la clase-que-

vive-de-su-trabajo, se encontraría una mayor distancia tanto objetiva

como subjetiva respecto al capital, por lo que desde allí podrían

emerger acciones más osadas, pues se trataría de segmentos de la clase

trabajadora que no tendrían nada que perder (Antunes, 2013). Tal

afirmación puede ser relativizada por la historia, toda vez que en un

país exportador como Chile los segmentos de trabajadores precarizados

– tercerizados, subcontratados - de los sectores económicamente más

importantes (cobre, puertos, forestal) sí son estratégicos

materialmente; sin embargo, se destaca que la predisposición a la

conflictividad ha logrado emerger en tales espacios precisamente

debido a tal precarización material, que impacta fuertemente en la

Versión extendida de la revista La Maquila N°3 - GEIT

identidad social, posibilitando una conflictividad de alto impacto para la

historia reciente.18

Es por ello que el estudio de la acción y organización colectiva en

el mundo del trabajo, sus características, límites y desafíos, así como su

articulación con otras formas y espacios de lucha, también configuran

otro eje de análisis relevante para el futuro de la investigación laboral. 19

Esto pues la crisis intelectual en torno al trabajo, no es más que el

síntoma de una época; como lo dice Enrique De La Garza: “La

declinación del trabajo es sobre todo por la marginación de los

trabajadores y sus organizaciones; es una crisis de deslegitimación. Su

pérdida de centralidad no la ha substituido la simple fragmentación

posmoderna sino otra centralidad: la del capital y la del empresario

como sujeto” (De la Garza, 2001, pág. 26).

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18 Para un claro ejemplo de este asunto, remitimos al lector al documental Conflicto de los subcontratistas y Codelco (Correa & Trejo, 2013c); un enlace al material se encuentra en el apartado bibliográfico.

19 “Los trabajadores no solo producen sino que viven en otros espacios, urbanos o rurales. (…) Estos espacios no están de manera natural articulados en la realidad, pero pueden llegar a articularse. Algunos de ellos pueden abordarse desde la acción local, pero otros necesitarán de la conversión de las organizaciones de los trabajadores en fuerzas políticas y (…) hacer uso creativo de los medios de comunicación, nacionales e internacionales, creando y recreando símbolos y discursos en un nuevo lenguaje seductor“ (De la Garza, 2001, pág. 30).

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