memoria del diploma de postgrado en arqueologÍa subacuÁtica de la universidad de valencia

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UNIVERSIDAD DE VALENCIA. MAYO – JUNIO 2010 MEMORIA DIPLOMA DE POSTGRADO EN ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA Raúl López Villa

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UNIVERSIDAD DE VALENCIA. MAYO – JUNIO 2010

MEMORIA DIPLOMA DE POSTGRADO EN ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA

Raúl López Villa

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2 MEMORIA DIPLOMA DE POSTGRADO EN ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA

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Índice

INTRODUCCIÓN

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TEMA 1. EL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO SUBACUÁTICO. Introducción, Legislación, Catálogos e Inventarios.

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TEMA 2. GESTIÓN EMPRESARIAL Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA. La arqueología como profesión, la gestión pública y la gestión privada de la arqueología subacuática, la organización de empresas.

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TEMA 3. EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO SUMERGIDO. TIPOLOGÍAS. 20

TEMA 4. LA PROSPECCIÓN Y LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA SUBACUÁTICA. Aprendizaje teórico de los métodos y técnicas que se utilizan en la localización y excavación de yacimientos. Introducción y geomorfología costera. Métodos y técnicas.

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TEMA 5. LA DOCUMENTACIÓN SUBACUÁTICA. Sistemas de documentación gráfica in situ de bienes muebles e inmuebles del patrimonio arqueológico sumergido. Dibujo, fotografía, planimetría.

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TEMA 6. EXTRACCIÓN, LIMPIEZA Y TRANSPORTE DE MATERIALES SUMERGIDOS. Normas básicas aplicables a los materiales arqueológicos sumergidos, cuando se extraen del medio húmedo, se transportan y se efectúan sobre ellos tareas de limpieza preventivas, distinguiendo entre materiales orgánicos e inorgánicos.

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TEMA 7. ARQUITECTURA NAVAL. Conceptos básicos sobre las formas de construcción naval en madera desde la Antigüedad a la Edad Moderna, su evolución en el tiempo y en las diferentes culturas y medios acuáticos. Reconocimiento de los principales elementos de las estructuras navales antiguas. Estudio de los principales tipos de naves de madera desde la Prehistoria a la Edad Moderna. Construcción naval y Naves antiguas y modernas.

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TEMA 8. LA NAVEGACIÓN A VELA EN EL MEDITERRÁNEO. Vientos y corrientes, tipos de fondos y abrigos. La evolución de la propulsión a vela en el Mediterráneo.

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TEMA 9. CULTURA MATERIAL. RECONOCIMIENTO, CLASIFICACIÓN E INVENTARIO. 59

BIBLIOGRAFÍA 60

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INTRODUCCIÓN

En esta memoria vamos a tratar de hacer un resumen crítico de los contenidos expuestos y desarrollados durante la I Edición del Diploma de Postgrado en Arqueología Subacuática de la Universidad de Valencia, celebrado en los meses de mayo y junio de este año 2010.

Este resumen se basará en las comunicaciones de los distintos ponentes participantes en el mismo, tratando de completar las mismas con pequeños apuntes procedentes de la bibliografía recomendada y proporcionada durante el curso. Sobre esta estructura trataremos de incluir una visión personal que refleje el aprovechamiento de estos contenidos.

Con la intención de lograr una ordenación clara y representativa de lo que ha sido el curso, este trabajo se organizará en base al esquema de bloques conceptuales o temas establecido para el mismo, por lo que no seguiremos el orden “cronológico” de las intervenciones.

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TEMA 1. EL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO SUBACUÁTICO. Introducción, Legislación, Catálogos e Inventarios.

Como indica el título del epígrafe, este tema se ha subdividido en tres bloques para tratar de ofrecer una visión general de cuál es el contexto administrativo en el que se desarrolla la labor de la Arqueología subacuática.

El primer bloque supone una introducción general reflejada en las intervenciones de Manuel Martín Bueno, Catedrático de Arqueología, Epigrafía y Numismática de la Universidad de Zaragoza, y de Vanessa Pollán Palomo, responsable del Área de Difusión y Comunicación del Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQVA). Incluiremos en este punto las intervenciones de Rocío Castillo Belinchón, Técnica Arqueóloga del Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQVA), celebradas en la sede de dicho museo y centradas en las actuaciones arqueológicas subacuáticas llevadas a cabo por esta institución desde su creación.

El segundo nos ofreció una perspectiva completa del marco legislativo en el que se encuadra la actividad arqueológica subacuática en España a través de la intervención de Mariano Javier Aznar Gómez, Catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universitat Jaume I de Castellón.

En el tercero, Asunción Fernández Izquierdo, Directora del Centre de Arqueologia Subacuàtica de la Comunitat Valenciana (CASCV), nos habló de la gestión del Patrimonio Cultural Subacuático mediante el uso de catálogos e inventarios a través del ejemplo del sistema de gestión de la Comunitat Valenciana.

“Estado de la cuestión de la Arqueología Subacuática” Manuel Martín Bueno

La intervención del Prof. Martín Bueno trató de hacer un boceto del estado de la cuestión de la Arqueología subacuática en España. En primer lugar, y tras señalar uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la disciplina, la falta de compromiso económico por parte de las administraciones, utilizó el ejemplo de la convocatoria del 1er Diploma en Arqueología Subacuática de la Universidad de Valencia para confirmar una postura que ya ha dejado clara en otras ocasiones y que ha quedado reflejada en diferentes publicaciones : la importancia de que la Universidad asuma un papel protagonista en la formación de profesionales en esta disciplina. Estas figuras profesionales, según el profesor Martín Bueno, deben integrarse en el marco del establecimiento de unas normas internacionales de las que participa España y que deberían condicionar el desarrollo próximo de la actividad en este campo.

En un breve repaso del devenir de la Arqueología subacuática en España se hizo mención a la creación del Centro de Recuperación e Investigaciones Submarinas en 1954; a las reuniones mantenidas por el conservador y después Director del Museo Arqueológico de Barcelona, Eduardo Ripoll Perelló, con arqueólogos y buzos con la intención de optimizar las funciones de ambos colectivos a la hora de llevar a cabo intervenciones sobre restos arqueológicos submarinos; a la reunión entre Martín Almagro Basch, que fuera también director del Museo Arqueológico de Barcelona, y varios mandos militares en Cartagena en 1972 para tratar de regular la normativa y la potestad militar en la recuperación y gestión del Patrimonio Arqueológico Subacuático o a la participación, a partir de mediados de los años ’80, de España en reuniones internacionales al respecto.

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Para finalizar, el profesor Martín Bueno señaló tres puntos que, bajo su punto de vista pueden condicionar el presente y el futuro inmediato de la actividad Arqueológica subacuática en España:

- La participación del Ministerio de Defensa en estas tareas a través del convenio suscrito con el Ministerio de Cultura.

- La posibilidad (o conveniencia) de la existencia de un organismo a nivel nacional que coordine de manera efectiva y unitaria toda la actividad en este sentido.

- La proyección internacional de los profesionales de la Arqueología subacuática españoles dadas las características de la historia y del Patrimonio Cultural Subacuático del país.

En mi opinión, esta intervención fue concebida como una primera toma de contacto con el curso, por lo que no resultó especialmente densa en sus contenidos, limitándose a hacer un breve repaso de la evolución de la práctica y el desarrollo de la disciplina; subrayar la importancia de la implicación de la Administración y de la Universidad, en sus respectivos ámbitos de apoyo institucional y económico y compromiso de formación, para el correcto progreso de la misma; y señalar algunos puntos a tener en cuenta a la hora de valorar el presente y el futuro inmediato de la Arqueología subacuática en España.

“El Museo Nacional de Arqueología Subacuática. ARQVA. El ejemplo de la gestión

estatal” Vanessa Pollán Palomo

Esta intervención trató de presentar y explicar las características y funciones del Museo Nacional de Arqueología Subacuática como ejemplo de gestión a nivel estatal de la actividad arqueológica subacuática.

Comenzó con un breve repaso a la historia y la evolución de la institución, desde sus orígenes hasta la actualidad. Así, vimos como el Museo tiene su origen en el antiguo Patronato de Excavaciones Arqueológicas Submarinas de Cartagena, creado en 1970 y al que se asoció en 1973 el Centro de Arqueología Submarina de Cartagena. Finalmente se creó en 1980, y fue inaugurado en 1982, el Museo Nacional de Arqueología Marítima y Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas. A finales de 2008 el Museo se traslada desde su sede original, junto al Fuerte de Navidad, al nuevo edificio en el muelle de Alfonso XII, rebautizándose como Museo Nacional de Arqueología Subacuática. ARQVA.

Después se hizo una mención al Plan Nacional de Protección del Patrimonio Arqueológico Subacuático, así como a la Convención de la UNESCO para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático. De estas iniciativas, que detallaremos más abajo, se destacó el hecho de que obligan a la creación de proyectos de formación, señalándose al ARQVA como la institución más adecuada para acometer esta labor.

Sin embargo, hay que considerar hasta qué punto la transferencia de competencias en materia de Cultura a las Comunidades Autónomas (que relegan al ARQVA a desempeñar un papel de mero soporte técnico) y la concepción de la institución como un museo más que como un centro de investigación limitan la actuación en el sentido de la formación de profesionales.

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El siguiente punto tratado fueron los fines del ARQVA, que se identificaron con:

- Recuperar, reunir, conservar y poner a disposición de los ciudadanos el Patrimonio Cultural Subacuático (PCS) español.

- Difundir el valor del PCS español. A este respecto se señalaron las actividades llevadas a cabo por el Museo, principalmente convenciones, conferencias, la participación en la campaña SOS y la iniciativa ARQVA CINE.

- Mostrar la historia de la investigación arqueológica subacuática.

- Incorporar nuevos recursos a esta investigación (para lo que se hace necesario el reconocimiento de los Museos Estatales como Organismos Públicos de Investigación).

- Fomentar la formación de nuevos profesionales.

- Colaborar con las Administraciones Autonómicas. En la mayor parte de los casos, y como hemos mencionado, esta labor conjunta se limita a apoyos técnicos concretos por parte del ARQVA y no de proyectos continuados u originados por el Museo.

- Cooperar con otros países e instituciones en el desarrollo de lo establecido en la Convención de la UNESCO para la protección del PCS.

Y por último, se mencionaron las funciones del Museo, que esencialmente son las que debe cumplir cualquier museo que pretenda ser considerado como tal y, por norma, cualquiera de los Museos Estatales, es decir:

- La conservación de los fondos:

� Procurando las condiciones necesarias para la conservación preventiva de los mismos, tanto en almacenes como en salas de exposición y en talleres de restauración.

� Vigilando y controlando el estado físico de los fondos en almacenes o salas de exposición, así como en todo lo relativo a sus movimientos de cualquier índole.

� Programando y realizando los análisis y exámenes necesarios para el conocimiento del estado de conservación de los fondos y desarrollando las necesarias tareas de preservación, limpieza y restauración.

� Informando sobre la conveniencia de préstamos temporales o depósitos de fondos museográficos en función de su estado de conservación y proponer las condiciones físicas para su traslado y mantenimiento fuera del museo.

� Organizando los sistemas de almacenaje de fondos museográficos de forma que todas las colecciones se encuentren ordenadas, accesibles y en las condiciones adecuadas para su conservación y estudio.

� Gestionando los movimientos de los fondos dentro y fuera del museo.

� Colaborando en programas de investigación de instituciones ajenas al museo.

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- La catalogación y documentación de los fondos, mediante:

� La organización y gestión del sistema documental del museo.

� El control y la gestión documental del ingreso y de los movimientos internos y externos de los bienes culturales, así como de su baja de la colección del museo.

� El registro e inventario de los bienes culturales.

� El archivo de todo tipo de documentación técnica, gráfica, audiovisual, cualquiera que sea su soporte.

� La organización y gestión de la biblioteca y archivos documentales del museo.

� El servicio de asesoramiento y consulta a profesionales, investigadores y público en general, sobre el área de su competencia.

- La investigación, para cuyo desarrollo el Museo debe:

� Elaborar los instrumentos de descripción y catalogación para el análisis científico de los fondos que tienen asignados, trabajando en estrecha colaboración con el departamento de documentación.

� Realizar investigaciones en el área de su competencia y emitir los informes científicos que le sean solicitados, incluyendo la recogida y registro de datos referentes al contexto de los objetos, por medio de trabajos de campo y, en su caso, acopio de esos mismos objetos en orden a su preservación y defensa.

� Publicar y difundir los resultados de las investigaciones del museo, y supervisar el contenido científico de cualquier otra publicación del centro.

� Programar y proyectar la exposición permanente en su aspecto científico, así como colaborar en la organización de exposiciones temporales en el ámbito de su especialidad.

� Estudiar las necesidades científicas de incremento de los fondos.

� Colaborar en programas de investigación de instituciones ajenas al museo, en el área de su competencia.

� Prestar servicio de asesoramiento e información a los investigadores en lo referente a los fondos del museo y, en la forma que establezca la Subdirección General de Museos Estatales, en el ámbito de su especialidad.

� Asistir al director en la elaboración de la memoria anual, presentando, en todo caso, un informe sobre las actividades del departamento.

- La difusión, para la que se deben llevar a cabo al menos las siguientes acciones:

� Estudiar científicamente las características, necesidades y motivaciones del público.

� Programar, proyectar y realizar las exposiciones permanentes y temporales, en coordinación con los departamentos implicados en las mismas.

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� Elaborar medios de información con las técnicas adecuadas a su fin.

� Evaluar científicamente la incidencia de las exposiciones en el público.

� Organizar y colaborar en los planes de actividades culturales y en el desarrollo de programas de difusión que permitan un mayor conocimiento de sus colecciones y de lo que representan a la sociedad.

� Gestionar la realización del plan de publicaciones del museo.

� Desarrollar la necesaria investigación sobre técnicas museográficas y colaborar con programas de investigación de instituciones ajenas al museo, en el área de su competencia.

En mi opinión esta intervención, aunque correcta, resultó demasiado objetiva o “institucional”. En ella se presentó al Museo Nacional de Arqueología Subacuática, ARQVA, desde un punto de vista general, aportando la información básica que de él se da en la mayoría de fuentes oficiales y canales de comunicación del Ministerio de Cultura o del propio Museo.

Quizás hubiera sido interesante aprovechar la ocasión para hacer una lectura crítica de cuál es el papel real del Museo respecto a la gestión a nivel estatal de la actividad relacionada con la Arqueología subacuática o cuáles son sus posibilidades reales y sus limitaciones en relación a la formación de profesionales en este campo. Debo decir, sin menospreciar la intervención de la responsable del Área de Comunicación y Difusión del Museo, que hubiera sido de agradecer la intervención prevista de Iván Negueruela, actual Director de la institución y conocedor y parte activa en el cambio de concepto y ubicación física que convirtió al anterior Museo Nacional de Arqueología Marítima y Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas (MNAM-CNIAS) en el actual Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQVA).

“Primeras actuaciones del Patronato de Excavaciones Arqueológicas Submarinas de

la Provincia Marítima de Cartagena y del Museo Nacional de Arqueología Marítima –

Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Subacuáticas” Rocío Castillo

Belinchón

Hemos decidido incluir la intervención (dividida en dos partes) de Rocío Castillo en este punto porque suponen un repaso de la actividad arqueológica relacionada con el ámbito subacuático en entorno de Cartagena desde sus inicios hasta la actualidad, siendo a la vez un ejemplo del desarrollo de esta disciplina en España y un ejemplo de gestión estatal.

Los precedentes de la Arqueología subacuática en España se sitúan en las exploraciones submarinas y las recuperaciones de objetos llevadas a cabo por buzos clásicos a partir de los años ’40, en las que el Arqueólogo no actuaba de una manera directa sobre los restos, sino que coordinaba o proporcionaba una dirección técnica desde la cubierta del barco, sin participar en las inmersiones. Es fácil deducir lo inadecuado de este tipo de intervenciones si se conocen las características del buceo de los buzos clásicos, que caminaban sobre el lecho marino con pesados equipos, lo que provocaba graves daños a los restos arqueológicos existentes. Además, la intervención indirecta del Arqueólogo no permitía un seguimiento real del proceso, limitándose a una valoración de los restos extraídos. En este sentido podemos señalar la localización y primeras intervenciones sobre el pecio de San Ferreol, en la playa de Punta de Algas en San Pedro del Pinatar, entre 1959 y 1963.

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El siguiente hito que debemos señalar es la creación en 1970 del Patronato de Excavaciones Arqueológicas Submarinas de la Provincia Marítima de Cartagena. Este Patronato, al igual que otros creados en otras zonas de España como Cataluña o Andalucía, marcará el modelo de gestión de este tipo de actividad hasta principios de los años ’80, y será el germen de lo que hoy es el Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQVA), igual que los otros mencionados lo serán del CASC o del Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía (CAS). Asociado a este Patronato, se crea en 1973 el Centro de Arqueología Submarina de Cartagena. En estos “años de los patronatos” se siguen realizando excavaciones/recuperaciones de objetos. En concreto, el Centro de Arqueología Submarina de Cartagena continúa las labores sobre el pecio de San Ferreol, documentándose un cargamento de ánforas tipo Lamboglia 2 con abundancia de opercula y marcas (sobre todo sellos) que permitieron proponer una vinculación con el comercio de esclavos de Delos destinada a los trabajos en las minas dde Carthago Nova. También se delimita y prospecta intensivamente el polígono submarino de cabo de Palos, y se descubren otros pecios como el del Capitán o los del Bajo de la Campana. Además, se realiza el primer curso de formación para arqueólogos y restauradores subacuáticos.

Entre 1980 y 1983 el Patronato deja de existir como tal y la institución se convierte en al Museo y Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas, acogiendo en 1982 el VI Congreso Internacional de Arqueología Submarina, celebrado en la propia ciudad de Cartagena.

A partir de 1983, y hasta 2006, se produce otro cambio de modelo, volviendo a una estructura doble en la que se diferencian las labores de investigación y las de difusión, creándose el Museo Nacional de Arqueología Marítima – Centro Nacional de Investigaciones Acuáticas Submarinas (MNAM – CNIAS). En este período la actividad arqueológica y formativa se potencia, destacando los trabajos sobre el pecio del Bajo de la Campana (en el que en 1988 se identifica la existencia de dos pecios de cronologías distintas) o la continuación en las prospecciones con la puesta en marcha del proyecto de la Carta Arqueológica Subacuática de la Región de Murcia.

Uno de los principales proyectos de este período es el proyecto de investigación “Nave Fenicia”, a raíz del descubrimiento en 1988 de los restos de una embarcación de época fenicia en la playa de la Isla de Mazarrón (Murcia). El pecio Mazarrón I se documentó y cubrió para su protección en intervenciones realizadas entre 1988 y 1991, siendo a partir de 1993 cuando se inició su excavación y extracción. El proceso de documentación, realización de moldes, extracción, tratamiento del material para evitar su deterioro y exposición requirió 14 años. En el transcurso de las intervenciones de los restos del Mazarrón I se descubrió el Mazarrón II, una estructura mucho más completa y de mayor entidad que el Mazarrón I, y también de época fenicia. El hallazgo se produjo en 1994, y se mantuvo en suspenso hasta 1999, cuando se iniciaron las actuaciones de excavación y protección.

Otro proyecto importante de la etapa del MNAM – CNIAS fue el llamado “Proyecto Costa” consistente en la prospección macroespacial de la costa entre 1998 y 2001.

En 2003 la institución acomete un nuevo cambio en su modelo. El MNAM – CNIAS pasará a ser el actual Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQVA), lo que provoca que la actividad arqueológica se detenga entre este año y 2007 para la elaboración del proyecto museográfico del nuevo museo. En la era ARQVA, y atendiendo al nuevo estatus de la institución, que ha perdido su condición de Centro de Investigación, los trabajos arqueológicos se centran (o se limitan) a asistencias técnicas de proyectos asumidos por otras instituciones. Continúa su participación en las intervenciones sobre los pecios de Mazarrón (centrándose en el seguimiento y mantenimiento de las condiciones de conservación del pecio Mazarrón II) y

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sobre los del Bajo de la Campana, y continúa con las labores de prospección (a través de distintas técnicas) en el marco del proyecto de la Carta Arqueológica Subacuática de la Región de Murcia.

“La protección jurídica del patrimonio cultural subacuático en España. El asunto

Odyssey como caso test” Mariano J. Aznar Gómez

En esta intervención, Mariano J. Aznar Gómez hizo un análisis del marco legislativo que ampara la actividad relacionada con la protección y la gestión del Patrimonio Cultural Subacuático a nivel internacional. A través del llamado “caso Odyssey” ejemplificó una problemática concreta que sirvió de pie para analizar el marco jurídico internacional para la protección del patrimonio cultural subacuático.

En la última parte de la ponencia se plantearon las principales carencias de la actual legislación española en esta materia, para acabar con una propuesta de lo que se debería esperar de una revisión de la situación que ofreciera una mejora de este panorama.

En lo relativo al caso Odyssey, además que repasar cuál fue el proceso completo de tan mediático caso su exposición sirvió para subrayar varios aspectos que condicionan la complejidad de la protección del Patrimonio Cultural Subacuático:

- La dificultad de controlar las actividades llevadas a cabo en el mar. - Las lagunas en la delimitación de las aguas territoriales y la distribución de

competencias entre distintas autoridades estatales y, en el caso de España, entre las distintas Comunidades Autónomas.

- La complejidad de la aplicación de una legislación y/o unas medidas correctoras en el caso de la actuación sobre el Patrimonio Cultural Subacuático.

- La vulnerabilidad de este Patrimonio Cultural Subacuático.

Sin duda el caso Odyssey ha tenido una importante repercusión en los medios de comunicación que, como consecuencia positiva, ha generado una mayor concienciación y valoración hacia el Patrimonio Cultural Subacuático. Sin embargo, y como señaló el profesor Aznar, seguramente la de las empresas caza tesoros no sea la principal amenaza hacia este Patrimonio. Este tipo de amenazas “no fortuitas”, quizás suponen un peligro menor que el de las “amenazas fortuitas”:

- La pesca. Todas las artes de arrastre son tremendamente dañinas para el fondo marino, incluyendo el Patrimonio Cultural Subacuático. Según el profesor Aznar, en este tipo de situaciones el derecho internacional tiene muchas complicaciones para actuar de una manera tajante y efectiva.

- Las obras costeras. La estimación de la Organización de las Naciones Unidas de que en el año 2050 el 50% de la población mundial vivirá en los 50 km. más próximos a la costa refleja el tremendo impacto que supone esta tendencia en el litoral.

- Las “actividades submarinas”, sobre todo industriales: extracciones, captaciones, etc.

En cuanto a las amenazas “no fortuitas”, es sobre ellas sobre las que tienen que actuar las leyes reguladoras, como las Leyes de Descubrimiento, las Leyes de Salvamento, o las leyes del Protección del Patrimonio Cultural Subacuático que trataremos de apuntar.

Siguiendo el desarrollo de la ponencia del Prof. Aznar, podemos decir que, hasta ahora, el marco jurídico internacional para la protección del PCS venía constituido por dos ámbitos normativos, el del Derecho Internacional del Patrimonio Cultural y el del Derecho Internacional

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del Mar, dos ámbitos que representan dos dialécticas diferentes: la “dialéctica del objeto” y la “dialéctica del lugar” respectivamente.

El Derecho Internacional del Patrimonio Cultural en el ámbito del PCS parte de tres subsectores normativos concretos:

- El Derecho de los Conflictos Armados, en lo que atañe a los barcos hundidos entendidos como tumbas de guerra.

- La protección genérica universal del Patrimonio Cultural en tiempos de paz, véase la Convención de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de 1972.

- La protección regional, como la que puede proporcionar las resoluciones del Consejo de Europa o de la Organización de Estados Americanos.

Así, vemos como en realidad no existe un marco específico para la protección del PCS. Las aportaciones desde estos tres ámbitos generan un panorama caracterizado por:

- La existencia de un marco genérico e incompleto. - Referencias secundarias a la protección del PCS. - La mezcla en muchas ocasiones del “derecho duro” (convenios, leyes, etc., que exigen

y obligan) y del “derecho blando” (recomendaciones, directivas, etc., que “aconsejan”).

- La existencia de unos principios rectores comúnmente aceptados, como son el respeto y valoración del PCS; su publicidad, libre acceso y circulación por los canales oficiales; la solidaridad y cooperación entre estados.

- Igualmente, la existencia de unos principios correctores igualmente aceptados: la soberanía estatal en lo relativo a la protección y gestión del PCS (el ámbito internacional sólo interviene cuando el Estado no puede hacerlo) y la protección in situ como opción prioritaria.

Por su parte, el Derecho Internacional del Mar (derecho público, en contraposición al Derecho Marítimo, privado) es uno de los sectores más antiguos del derecho internacional. La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar es considerada un texto capital del Derecho Internacional y la constitución de los océanos, y sin embargo, de sus 350 artículos, sólo dos hacen referencia al PCS y, como señaló el Prof. Aznar, en términos inapropiados. Su redacción no es exacta ni concluyente, no se determinan los ámbitos de actuación de la normativa internacional y local y se producen desajustes y supeditaciones del Derecho Internacional del Mar al Derecho Marítimo en lo relativo a los derechos de propietarios identificables y a las normas de salvamento.

En esta contraposición entre intereses públicos y privados, el Derecho Marítimo se basa en las Leyes de Salvamento para justificar determinadas actuaciones sobre el PCS. Estas argumentaciones giran en torno a los principios de presunto abandono, situación de peligro y retorno al comercio.

Sin embargo, estas argumentaciones son fácilmente rebatibles. En primer lugar, una propiedad pública como podría ser un barco estatal hundido no se abandona sin que el Estado tome esa decisión expresamente. En cuanto a la situación de peligro para el elemento patrimonial, desde un punto de vista técnico en base a los principios arqueológicos, el mayor peligro para la conservación de un objeto sumergido es, e la mayoría de los casos, su extracción del medio acuático. Y en lo relativo al retorno del objeto a la dinámica comercial, hay que recordar que el Patrimonio Cultural no es objeto de comercio.

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A este contexto hay que añadir algunos principios que, pese a no estar recogidos en textos normativos, son seguidos por la mayoría de los Estados y que podrían crear ley por la práctica. A este respecto podemos señalar que muchos países de distintos contextos geopolíticos (incluido España) declaran en su legislación particular que sus zonas arqueológicas se extienden también a la Plataforma Continental. Por otro lado, en el caso de buques de Estado hundidos, en la práctica real se respeta la propiedad de la bandera del barco salvo abandono expreso.

En conclusión, podemos decir que, hasta ahora, el Derecho Internacional protege mal el PCS, razón por la cual la Comunidad Internacional ha detectado la necesidad de crear un cuerpo normativo específico que rija esta protección, lo que ha llevado a la aprobación en noviembre de 2001 por parte de la UNESCO de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático.

La Convención de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático consta de 35 artículos más un anexo de “Normas relativas a las actividades dirigidas al patrimonio cultural subacuático”. Este anexo recoge, de forma prácticamente íntegra, la Carta Internacional sobre la Protección y la Gestión del Patrimonio Cultural Subacuático (o Carta de Sofía), ratificada por la Asamblea General del ICOMOS en octubre de 1996. Es importante señalar que la UNESCO acepta incluir con valor normativo y prácticamente sin variación, una resolución tomada por profesionales con intereses meramente científicos en el seno de una organización profesional no gubernamental.

La Convención trata de recoger los criterios y normas que han de regular la protección y las intervenciones sobre el PCS y como datos básicos y problemas fundamentales podemos señalar:

- La definición del PCS, identificado como “todos los rastros de la existencia humana que tengan un carácter cultural, histórico o arqueológico, que hayan estado bajo el agua, parcial o totalmente, de forma periódica o continua, por lo menos durante cien años”. Esta definición ha sido criticada por algunos países como demasiado amplia.

- En lo referente a la cuestión de los buques de Estado, en el caso de que un Estado halle en sus aguas territoriales un barco con bandera de otro Estado, la redacción de la Convención no obliga, sino que recomienda, al Estado en cuestión la notificación al Estado de la bandera.

- La prohibición del salvamento, ya que la Convención considera prioritario la conservación in situ y la no comercialización del PCS y detalla que “ninguna actividad relacionada con el PCS (…) estará sujeta a las normas sobre salvamento y hallazgos, a no ser que:

� Esté autorizada por las autoridades competentes, y � Esté en plena conformidad con la presente Convención, y � Asegure que toda operación de recuperación de PCS se realice con la máxima

protección de éste.” - La compatibilidad con otros acuerdos quedando la esta Convención subordinada a la

Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, y sin capacidad de modificar acuerdos bilaterales entre Estados, regionales u otros.

En cuanto al marco normativo relativo a la protección del PCS en España, actualmente está caracterizado por el problema competencial entre el Estado y la Comunidades Autónomas. Las CC. AA. tienen competencias generales en el ámbito de la Cultura y, por tanto, en el de la protección del Patrimonio Cultural; sin embargo estas CC. AA. y sus competencias se adscriben a divisiones esencialmente territoriales, con lo que se genera el problema de determinar qué parte del espacio marino corresponde a cada Comunidad. A través de determinadas

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resoluciones del Tribunal Constitucional podemos inferir que el espacio marino correspondiente a cada Comunidad incluye hasta la línea de bajura de sus costas, con lo que quedaría una zona mayoritaria de las aguas territoriales estatales al margen de competencias específicas. Por otro lado, es difícil pretender que las CC. AA. asuman la gestión integral del PCS hasta el límite de las 200 millas que marca la Plataforma Continental, por lo que sería deseable un sistema de gestión estatal en este ámbito.

Además, la gestión del PCS no aparece reflejada (salvo parcialmente en Cantabria y Baleares) en las leyes autonómicas, aunque sí en algunos reglamentos de excavaciones arqueológicas.

Sin embargo, aunque no de derecho, de hecho, el Estado ha reconocido en varias ocasiones la competencia de las CC. AA. en este campo, por lo que, a día de hoy, éstas son las responsables de la gestión y protección del PCS hasta las 200 millas.

Por tanto, y en resumen, el Estado ha trasladado las competencias en este ámbito a las CC. AA, pero se da el problema no resuelto de decidir qué espacio marino corresponde a cada una de ellas.

Así, el marco legislativo para la protección del PCS en España hasta este momento ha estado constituido por la Ley 16/1985 de Patrimonio Histórico Español y sus adaptaciones autonómicas. Sin embargo, en marzo de 2009 entró en vigor en España la Convención de la UNESCO sobre la Protección del PCS, por lo que se introduce una nueva figura legislativa de rango superior, sólo por debajo de la Constitución, con el consiguiente aumento de desajustes la división entre un marco normativo de carácter internacional/estatal y otro de carácter local/autonómico.

Por lo tanto, en el momento actual se hace necesaria una revisión de la legislación en este ámbito por varios motivos que podemos resumir en:

- La necesidad de revisión y coordinación legislativa (unificar criterios en todo el territorio nacional).

- Los fallos detectados en el asunto Odyssey. - La ratificación de la Convención UNESCO sobre la Protección del PCS. - La necesidad de reformas institucionales y educativas. - La puesta en valor del PCS en un momento de especial sensibilización social.

De todo ello surge la puesta en marcha de un “Plan Nacional de Protección del Patrimonio Cultural Subacuático Español”, iniciativa en la que se enmarca el Libro Verde de la Arqueología Subacuática en España, que pretende un repaso del estado de la cuestión y la propuesta de iniciativas que permitan la efectiva adaptación de España al nuevo panorama internacional en este ámbito. Los objetivos de este Libro Verde se recogen en su decálogo:

1. Documentación e inventariado del PCS (realización de cartas arqueológicas). 2. Creación de un Programa de Gestión Integrado. 3. Compromiso de declaración como Bienes de Interés Cultural a este tipo de

Patrimonio. 4. Protección física y jurídica del mismo. 5. Formación. 6. Suficiencia de medios. 7. Coordinación a través de una Comisión Interdepartamental. 8. Elaboración de un protocolo de actuación en puertos. 9. Acuerdos entre el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Defensa, así como entre el

Ministerio de Cultura y el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación. 10. Divulgación y sensibilización.

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Para finalizar el resumen de lo que fue la intervención del Prof. Aznar Gómez, mencionaremos su alusión al régimen jurídico de la actividad arqueológica subacuática. Actualmente este difiere de una Comunidad Autónoma a otra, aunque podemos extraer algunas notas comunes de las diferentes legislaciones:

- La finalidad y los requisitos básicos de estas actuaciones siempre deben ser el garantizar la investigación científica, proteger y conservar el PCS y difundir el conocimiento.

- Las acciones a llevar a cabo son prospecciones/sondeos, excavaciones, conservación de materiales y protección de yacimientos (cerramiento, vallado, cubrición…).

- Los criterios para la aprobación de solicitudes giran en torno a: � La Dirección del proyecto (para la que se exige una Titulación Superior). � El criterio y experiencia en Arqueología subacuática. � El dominio de las técnicas. � Las medidas de seguridad.

- Para los proyectos de investigación se tienen en cuenta: � El aval de instituciones científicas. � La suficiencia de medios. � El programa o cronograma. � La presentación de informes provisionales. � La elaboración de memorias definitivas. � La publicación de resultados.

- Para las intervenciones preventivas se valoran: � Las razones o motivos para la intervención. � La descripción de la zona y la autorización del propietario. � Un presupuesto detallado. � La capacitación del personal y en medios. � El cronograma y programa. � Los informes pertinentes.

- Para las intervenciones de urgencia: � El informe detallado de la urgencia y la actuación. � El programa. � Los pormenores de la paralización de la actividad que pone en peligro el PCS.

Frente a este modelo, que como hemos dicho varía de unas CC. AA. a otras, en el marco del mencionado proceso de renovación y adaptación de la legislación también se pretende una modificación y unificación del régimen jurídico de las intervenciones arqueológicas subacuáticas, teniendo en cuenta:

- El proyecto. - La Dirección del mismo, para la que se pretende exigir:

� Un Postgrado Oficial en Arqueología subacuática. � La dirección de una intervención equivalente o la participación como auxiliar

en tres de ellas. � La titulación de Buceo Científico.

- El equipo, que deberá contar con: � 2/3 arqueólogos. � Buzos. � Técnicos auxiliares. � Arqueólogos auxiliares. � Estudiantes en prácticas.

- La financiación.

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- La documentación. - La difusión.

“Catálogos e inventarios” Asunción Fernández Izquierdo

La Directora del Centre de Arqueologia Subacuàtica de la Comunitat Valenciana (CASCV), a través de los modelos utilizados por la Generalitat Valenciana, expuso en su intervención la utilidad de los inventarios y catálogos como herramientas para la gestión del PCS , y ejemplificó el proceso que va desde la aparición e identificación del un objeto susceptible de ser considerado parte del PCS hasta su correcta inclusión en la base de datos que configura un inventario de yacimientos.

El CASCV en la actualidad protagoniza, como corresponde a esta institución, los esfuerzos por parte de la Generalitat Valenciana de avanzar hacia un sistema integral de gestión del PCS que posibilite hacer frente con garantías a las amenazas que se ciernen sobre él en la forma de grandes obras costeras y submarinas (además del omnipresente peligro del expolio) y en consonancia con la Ley de Patrimonio Cultural y la Legislación de Impacto Ambiental valencianas, y sus implicaciones para con la protección de este PCS.

La labor de inventariado, la identificación del PCS valenciano (qué es lo que hay y dónde se encuentra exactamente), es básica y prioritaria para alcanzar este propósito. Es por esto que desde el CASCV se está llevando a cabo una revisión del Inventario de Yacimientos Arqueológicos Subacuáticos existente (ya que en muchos casos los datos referidos a su ubicación son erróneos o insuficientes para una exacta localización) en paralelo a una continua labor de identificación de nuevos yacimientos de cara a elaborar una Carta Arqueológica Subacuática de la Comunidad lo más completa y exacta posible, herramienta fundamental para poder edificar un sistema efectivo de gestión del PCS.

En relación a la elaboración de esta Carta Arqueológica, hay varios aspectos a tener en cuenta:

- La necesidad de unificar el sistema de localización de yacimientos. En ocasiones los datos de esta localización son proporcionados en diversos sistemas de coordenadas, lo que dificulta la gestión y tratamiento de estos datos, y a veces incluso se emplean enfilaciones que ni siquiera permiten una localización posterior del yacimiento. Por ello, es necesario que todos los yacimientos estén localizados en coordenadas UTM datum Ed 50, las más empleadas en los diferentes Sistemas de Información Geográfica (SIG).

- La problemática de la adaptación de modelos de protección terrestre al medio marino. Las características del medio y la dificultad de adscribir territorialmente un determinado punto del espacio marino a una unidad administrativa terrestre hace que la Generalitat esté trabajando en la delimitación de zonas de protección arqueológica en el mar. Por otro lado, la adaptación de herramientas como las fichas de inventario del ámbito terrestre al marino hace que se produzcan desajustes en los parámetros a tener en cuenta para la caracterización de los yacimientos. Ítems como el “término municipal” o el “paisaje” no están adaptados a la realidad y las características de los yacimientos subacuáticos. En este sentido, sería necesario la creación de fichas de inventario (y por tanto de un sistema de inventariado) específicas para la Arqueología subacuática en las que se recogieran aspectos necesarios para la correcta caracterización de los yacimientos subacuáticos como son la batimetría, las características geológicas y bentónicas del

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fondo marino, los elementos antrópicos existentes, información relativa a aspectos náuticos, etc.

- El problema que surge de la utilización de equipos y medios técnicos no adaptados a los parámetros exigidos por la Arqueología. En muchas ocasiones, para el estudio y análisis del fondo marino se emplean instrumentos calibrados en base a parámetros geológicos, que no permiten un registro a la escala de detalle que requiere el trabajo arqueológico.

- La importancia de la documentación, a través de cartografías antiguas, imágenes de archivo, bases de datos preexistentes, etc.

La segunda parte de la intervención consistió en un rol play en el que pudimos experimentar cuál es el proceso a seguir desde que se produce la notificación al CASCV de un hallazgo arqueológico por parte de un buceador deportivo (una casuística habitual) hasta su correcta inclusión en el inventario de yacimientos, reflexionando acerca de la importancia de la relación y la comunicación con la persona que ha llevado a cabo el hallazgo (y que puede ser la única capaz de volver al lugar exacto), la preparación adecuada de la salida para la identificación del hallazgo, la correcta valoración y documentación del mismo, la posibilidad de su extracción, los trámites administrativos requeridos y los condicionantes técnicos y logísticos…

En cuanto al inventariado de piezas en una excavación, hemos de decir que no se diferencia en mucho del proceso a seguir en una excavación terrestre, aunque en una excavación subacuática se plantean algunos problemas particulares como los procesos de degradación que sufren las piezas fuera del medio acuático, etc.

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TEMA 2. GESTIÓN EMPRESARIAL Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA. La arqueología como profesión, la gestión pública y la gestión privada de la Arqueología subacuática, la organización de empresas.

Este segundo tema se ha resumido en la intervención de Carlos de Juan Fuertes, arqueólogo subacuático y Máster en Arqueología, quien trató de exponer cuál es el perfil profesional de un arqueólogo subacuático y cuáles son sus salidas profesionales o a través de qué vías puede accederse a la práctica de esta profesión. En la segunda parte de su ponencia, se habló de los requisitos a cumplir y los pasos a seguir a la hora de llevar a cabo una intervención arqueológica subacuática y, a través de ejemplos concretos, se pusieron de manifiesto aspectos como la dificultad de un control exhaustivo de este tipo de actividades y se destacaron otros como la importancia y la necesidad de una buena praxis a la hora de llevar a cabo este tipo de actuaciones.

“Arqueología Subacuática. Gestión y Administración” Carlos de Juan Fuertes

Tanto la aproximación a una definición de lo que entendemos por Arqueología subacuática, como el repaso a la formación requerida a un profesional de este sector, reflejaron la concepción de esta disciplina como una mezcla de destrezas y aptitudes técnicas con conocimientos teóricos y desarrollo de la investigación histórica.

Así, el perfil de un arqueólogo subacuático es el de un Titulado Superior especializado en Arqueología, con una formación complementaria en cursos prácticos de Arqueología subacuática y con un campo de investigación relacionado. Este último aspecto resalta la importancia de lo que es el fin último de la labor arqueológica, la contribución al desarrollo de la investigación histórica, centrándose en aquellos contextos que son específicamente accesibles a través de la Arqueología subacuática, esto es (principalmente), todo lo relativo a estructuras y zonas portuarias (en sentido amplio), barcos y sus cargamentos y rutas comerciales.

En cuanto a las salidas profesionales posibles, éstas se dividieron en dos grandes grupos: por un lado las vinculadas al mundo de la Administración Pública y por otro las vinculadas al sector privado. De entre las primeras se señalaron la vertiente académica, principalmente relacionada con la docencia y la investigación en el ámbito universitario; el trabajo en Centros de Arqueología subacuática dependientes de las áreas de Cultura de las diferentes Comunidades Autónomas; todo lo relacionado con la actividad de los museos y, por último, el trabajo en los Servicios de Arqueología de las diferentes Administraciones locales o regionales.

Del segundo grupo se señaló la docencia en instituciones privadas, la participación en Fundaciones y otro tipo de instituciones sin ánimo de lucro, el trabajo por cuenta propia como autónomo (o freelance) y el trabajo por cuenta ajena. De todas las opciones presentadas, la realidad nos dice que en un elevado porcentaje, las salidas profesionales más probables para un arqueólogo subacuático son estas dos últimas, es decir, el trabajo por cuenta propia o ajena en Arqueología subacuática de urgencia/gestión/preventiva/salvamento.

Otro aspecto importante a tener en cuenta a la hora de plantearse la posibilidad de acometer trabajos de Arqueología subacuática es todo lo referido a los pormenores del trabajo bajo el agua y, en concreto, a las titulaciones de buceo necesarias para el ejercicio de actividades científicas (como la Arqueología subacuática) en España. En este aspecto, se produce una cierta contradicción entre la teoría y la realidad.

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Si atendemos a la normativa, y según explicó Carlos de Juan en su intervención, tradicionalmente en España las normas de seguridad del buceo científico se igualaban a las del buceo profesional. Sin embargo, esta equiparación generaba problemas en la práctica, por lo que la Orden Ministerial de 20 de julio de 2000 modificó las normas de seguridad para el ejercicio de actividades subacuáticas, aprobadas por Orden de 14 de octubre de 1997, igualando las del buceo deportivo y las del buceo científico. La única diferencia entre ambos ámbitos, que no afecta directamente a la titulación necesaria, es la referida a las coberturas de los seguros habituales en el buceo deportivo y en el buceo científico. Esta diferencia se puede corregir contratando pólizas que comprendan la actuación científica/profesional.

Sin embargo, si observamos la realidad, en la mayoría de ocasiones cuando la actividad arqueológica ha de llevarse a cabo en un contexto de una obra iniciada en la que opera maquinaria, es muy difícil que la empresa contratante permita actuar con una titulación de buceo deportivo. De hecho, en muchos casos las propias empresas de Arqueología subacuática exigen como requisito para la contratación estar en posesión de un título de buceo profesional.

En cuanto a los requisitos para la dirección de una actuación arqueológica subacuática, ya hemos visto como, a nivel normativo, estos varían de una Comunidad Autónoma a otra, aunque básicamente es posible, a efectos legales, dirigir una intervención de este tipo estando en posesión de una Titulación Superior y de la correspondiente titulación de buceo. Sin embargo, Carlos de Juan hizo una reflexión importante y necesaria: hay que diferenciar y evaluar lo que es válido a nivel legal y lo que lo es a nivel científico.

Como sabemos, el objeto arqueológico y el hecho histórico que representa es único, y la intervención arqueológica supone (en la mayoría de los casos) la alteración, cuando no el desmantelamiento, del yacimiento. Por otro lado, en el ámbito de la Arqueología preventiva o de gestión/urgencia/salvamento estas actuaciones deben llevarse a cabo con una profesionalidad y un criterio científico que permita la efectividad en una situación en la que la que, en primer lugar, se debe identificar positivamente cuál es el objeto arqueológico al que nos enfrentamos para después determinar si su conservación in situ debe modificar el proyecto de obra que lo amenaza, con las consiguientes pérdidas y perjuicios para el contratante, o si las actuaciones arqueológicas deben realizarse en otro sentido (extracciones, documentación, etc.), con la consiguiente pérdida irreparable del yacimiento.

Estas son decisiones importantes que deben apoyarse en un conocimiento científico riguroso, conocimiento que debe guiar, igualmente, la metodología y el desarrollo de las actuaciones.

Siguiendo este breve repaso a todos aquellos aspectos que entran en juego en la práctica de la Arqueología subacuática como profesión liberal, la siguiente mención de la ponencia fue para los pasos a seguir (desde el punto de vista “administrativo”) para el desarrollo de una actuación arqueológica subacuática.

Como declaró el ponente, todo proyecto en este ámbito nace de una contratación o de una oferta de contratación. El primer paso a dar para optar a la realización de un proyecto es su valoración económica, la elaboración de un presupuesto. Después debe hacerse un estudio desde la óptica arqueológica del proyecto a valorar y establecer las áreas del fondo marino potencialmente afectadas. El siguiente paso sería solicitar la autorización de actuación a la Administración competente en los términos que exija. En este sentido, se hizo otra reflexión a tener en cuenta: el hecho de que, en la mayoría de los casos, los cargos competentes y con capacidad de decisión no tienen la formación que les proporcione una capacidad adecuada de juicio en torno a la problemática de la Arqueología subacuática. Por último, habría que desarrollar pormenorizadamente el proyecto de intervención arqueológica subacuática.

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En la segunda parte de la intervención, Carlos de Juan hizo una interesante presentación de un caso concreto de intervención arqueológica subacuática a través del cual se ejemplificaron aspectos como la importancia y necesidad de una buena praxis, la dificultad que ofrece el medio para un exhaustivo seguimiento, control y verificación de las actuaciones llevadas a cabo, las particularidades de las relaciones empresa-Administración, las deficiencias de los modelos de gestión en este campo o la decisiva importancia de un adecuado conocimiento científico del hecho arqueológico a gestionar.

De entre aquellos aspectos que quizás deberían corregirse en pos de una labor más efectiva de la Arqueología subacuática (en realidad de la Arqueología en general), podemos señalar hechos como la problemática que surge de que sea el promotor de la obra el que contrate y pague la intervención arqueológica, el que en muchas ocasiones el trabajo arqueológico no se convierta en resultados que contribuyan al avance de la investigación histórica, la no definición de la figura profesional del arqueólogo, con la correspondiente falta de un código deontológico o una institución/colectivo que ejerza un control interno del desempeño de la profesión, etc.

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TEMA 3. EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO SUMERGIDO. Tipologías.

Este tema se ha estructurado en el curso en tres ponencias. En ellas, José Pérez Ballester, Profesor Titular del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Valencia (UV); Xavier Nieto Prieto, Director del Centre d'Arqueologia Subaquàtica de Catalunya (CASC) y José Luís Jiménez Salvador, también Profesor Titular del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UV, nos hablaron de los diferentes tipos de yacimiento arqueológico subacuático y sus características, del desarrollo de la práctica y de la concepción de la Arqueología subacuática, y de los puertos romanos, respectivamente.

“El yacimiento arqueológico subacuático. Nociones, tipologías, clases, estudio y

resultados” José Pérez Ballester

El Prof. Ballester repaso en su intervención los principales tipos de yacimientos subacuáticos que podemos encontrar, apuntando sus características básicas, para después centrarse en las peculiaridades de los barcos hundidos, ahondando en cómo debemos afrontar su interpretación desde el punto de vista arqueológico.

El yacimiento subacuático arquetípico es, quizás, el pecio. El hundimiento de estos barcos la mayoría de las veces obedece a circunstancias impredecibles como pueden ser malas condiciones de navegación, fallos en el gobierno, la construcción o la estiba de la nave, acciones bélicas o violentas, etc. Pero otras veces estas circunstancias no son casuales, sino que se lleva a cabo el hundimiento de la nave de forma premeditada, con diversas intenciones. En ocasiones, las naves se hunden para crear una barrera naval (lo que la UNESCO llama “navíos de bloqueo”), ya sea para proteger un asentamiento de algún ataque enemigo, como en el caso de las naves vikingas de Roskilde, o por otros motivos. Otras veces el hundimiento genera una zona de apoyo sobre la que poder levantar construcciones, como en el caso del faro de Ostia (construido sobre la gran nave construida por Calígula para llevar a Roma el obelisco de la actual plaza de San Pedro del Vaticano) o del convento de S. Marco di Boccalama en Venecia (donde se hundieron dos galeras para ganar terreno firme al mar). En otras ocasiones, este hundimiento premeditado corresponde a aspectos culturales, como en el caso de las naves funerarias.

Una vez se ha hundido el barco, comienza un proceso en el que se van configurando la imagen y las características de lo que encontramos la mayoría de las veces a la hora de llevar a cabo una intervención arqueológica subacuática. Estos procesos formativos del pecio fueron identificados por el Prof. Ballester con tres fases:

- La descomposición mecánica (quizás también tendríamos que añadir la descomposición química), especialmente importante hasta los 40 metros de profundidad por la acción de las olas y el mar de fondo.

- El encostramiento, provocado por las reacciones químicas de los materiales del barco y la acción de los organismos marinos. Varía mucho en función del tipo de fondo, la profundidad o los materiales presentes en el barco (la oxidación en el caso de presencia de elementos metálicos acelera este proceso).

- La contaminación y superposición. Sobre este barco hundido pueden seguir cayendo objetos, otros barcos, etc. Un buen ejemplo es el del pecio del Grand Congloué, en el que una nave se hundió depositándose sobre otra anteriormente hundida, lo que provocó errores en su interpretación a la hora de ser excavada.

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En cuanto a la deposición del pecio, esta puede variar en sus formas en función del ambiente en que se produzca.

- A altas profundidades apenas se producen procesos de deposición de sedimentos, aunque las dificultades para la intervención vienen marcadas por la propia profundidad. Ejemplos de este tipo de deposición son los pecios del Sherki Bank, el Cap Bénat 4 o el Plage d’Arles 4.

- En ambientes de playa a escasa profundidad las posibilidades de acceso para su intervención arqueológica son mucho mayores, pero también se encuentra mucho más expuesto a la dinámica de costa y al expolio. Cuando se trata de fondos arenosos la conservación suele ser buena. En el caso de fondos arenosos con praderas de Posidonia, esta conservación es aún mejor ya que la Posidonia, al ser una planta y no un alga, protege los pecios con sus entramados de raíces, aunque también dificulta el acceso al mismo y la intervención sobre él (lo que por otro lado lo protege del expolio). Ejemplos: La Madrague de Giens, el Culip IV o el Bou Ferrer. En fondos rocosos la conservación es peor, normalmente el pecio se dispersa y se deteriora debido a la violencia de la acción de las olas contra las rocas. En ocasiones el ambiente rocoso permite la formación de ensenadas donde el pecio puede permanecer protegido. Además, estas ensenadas suelen facilitar la colonización biológica. Como ejemplos podemos señalar los pecios de Secca di Capistello o de la isla de Escombreras.

- Enterrados en el actual nivel freático. En este caso la intervención arqueológica se ve beneficiada ya que se eliminan las limitaciones del trabajo subacuático, como en los pecios de Les Sorres X, de la Piazza del Municipio de Nápoles, de La Bourse en Marsella o de Yenikapi en Estambul.

- En ambientes fluviales tanto la conservación como la intervención se ve condicionada por la acción de las corrientes.

Como hemos mencionado al hablar de los pecios que aparecen en el actual nivel freático, la eliminación de las limitaciones que impone el trabajo bajo el agua beneficia en gran medida a la labora arqueológica. Es por ello que suele decirse que la opción ideal a la hora de llevar a cabo una intervención arqueológica sobre un yacimiento subacuático sería el convertirlo en un yacimiento terrestre. Esta opción suele ser factible en yacimientos a muy baja profundidad, ya que lo normal es aislarlos con un dique y después vaciar el agua, como se hizo en la excavación de las mencionadas naves de San Marco in Boccalama. Otro ejemplo que detallaremos más abajo es el del drenaje del lago Nemi para intervenir sobre las grandes naves de época de Calígula.

Pero además de los pecios, existen otros tipos de yacimientos arqueológicos subacuáticos. Entre ellos, siguiendo la exposición del Prof. Ballester, destacaremos los fondeaderos y las estructuras urbanas sumergidas.

En cuanto a los fondeaderos, cabe decir que se trata de lugares cercanos a la costa que permiten a las embarcaciones fondear en zonas donde no existen estructuras portuarias y que suelen ofrecer una cierta seguridad. Es por ello que muchas veces aparecen asociadas a zonas resguardadas, muchas veces calas abrigadas como Cales Coves en Menorca o Cala Culip en Girona. Otras veces, en zonas donde no existen este tipo de abrigos, los fondeaderos se sitúan en zonas paralelas a la costa, como en el caso de la zona de Valencia donde existen unas formaciones rocosas en forma de “barras” paralelas a la costa que generan zonas propicias para fondear.

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En lo que se refiere a las estructuras urbanas sumergidas, el Prof. Ballester diferencia entre varios tipos:

- Zonas urbanas que por movimientos tectónicos o sísmicos, o por el aumento del nivel del mar, han quedado sumergidas, como el caso paradigmático de Baia Sommersa.

- Puertos e instalaciones costeras (pesqueras, industriales, etc.). Es el caso del puerto y demás estructuras de Cesarea Maritima, o del puerto antiguo del Grau Vell, en Sagunto, así como el de estructuras vinculadas a la industria piscícola, como parece ser que fueron los conocidos como Baños de la Reina, en Calpe. Teniendo en cuenta la definición de Patrimonio Cultural Subacuático que da la Convención de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, quizás también habría que tener en cuenta estructuras del tipo de azudes y demás sistemas de gestión de las aguas continentales.

- Fondos de puertos, como los del canal de acceso al puerto de San Rossore en Pisa. - Estructuras palafíticas, como el poblado de La Draga en Banyoles.

Una vez señalados los diferentes tipos de yacimiento subacuático y sus características, la última parte de la ponencia del Prof. Ballester volvió a centrarse en el análisis de los pecios y, más en concreto, en el de los cargamentos y su interpretación.

Antes de nada se expusieron una serie de conceptos básicos que debemos tener claros a la hora de reflexionar acerca de la interpretación del cargamento de un barco determinado. Por un lado hay que tener clara la diferencia entre carga principal y carga secundaria. Como carga principal debemos entender aquella que provoca el flete del barco, siendo la secundaria, como su propio nombre indica, una carga accesoria que completa la carga de la nave.

Otro aspecto que debemos dilucidar a la hora de analizar el cargamento de un pecio es su homogeneidad o heterogeneidad. Esto puede darnos información acerca del tipo de comercio y de ruta previsto para el barco, etc.

Además, tenemos que diferenciar entre puertos principales y puertos secundarios. El puerto principal es aquel que cuenta con las estructuras portuarias necesarias para llevar a cabo transacciones comerciales, la recepción y envío de grandes cargas, que permite el atraque de embarcaciones de gran tamaño, que suele contar con buenas vías de comunicación, etc. Los puertos secundarios en cambio son aquellos por los que muchas veces se redistribuye el flujo comercial entre puertos principales, a través de navegaciones de cabotaje, y que suelen estar a una distancia aproximada de una jornada diurna de viaje de un puerto principal.

Por último, se ejemplificaron todas estas cuestiones a través del repaso a varios pecios conocidos y estudiados.

El pecio de Escombreras, barco romano fechado en el s. I a. C., se utilizó como ejemplo de la típica combinación de cargamento principal (unas 500 ánforas, un volumen de carga normal en época republicana y mucho menor de lo que se dará en barcos de época imperial) y cargamento secundario (vajilla de cerámica campaniense), además de los utensilios correspondientes a la tripulación y a la vida a bordo.

Esta combinación de carga principal y secundaria también se da en el pecio de Ulu Burun, fechado en el s. XIV a. C. Por la interpretación de los objetos identificados como de a bordo se le supone un origen cananeo. En cuanto a su carga principal, se considera que ésta estaba formada por lingotes de cobre chipriotas, dado su valor para el comercio y la demanda conocida de cobre por parte de Egipto, siendo la carga secundaria bastante heterogénea.

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El pecio del Sec, fechado en el s. IV a. C. se puso como ejemplo de la reconstrucción de la posible ruta seguida por el barco en base a la interpretación de su carga. Pese a que en este caso esta interpretación resulta problemática, ya que a causa del expolio al que se ha visto sometido el pecio, el análisis de la carga ha tenido que hacerse a través de los fondos del museo y de aportaciones y datos de los expoliadores, la identificación de la procedencia de los distintos objetos a él atribuidos (ánforas vinarias del área micénica, de Rodas y ebusitanas, cerámica de barniz negro, vasos cerámicos de figuras rojas relacionados con el consumo de vino, molinos de Sicilia…) ha permitido interpretarlo como un barco que debió partir de la zona del estrecho con un cargamento principal (quizás salazones) que fue cambiando a medida que fue haciendo escalas en los diferentes lugares citados.

“El yacimiento arqueológico subacuático: evolución conceptual de la Arqueología

Subacuática” Xavier Nieto Prieto

En esta intervención, el Director del CASC hizo un breve y claro resumen en seis fases de la evolución en la consideración y la valoración metodológica de la Arqueología subacuática desde antes de que esta fuera afrontada desde unos presupuestos científicos hasta la actualidad. Podemos decir que este desarrollo ha venido marcado por los cambios en la forma de entender el yacimiento arqueológico subacuático (en especial los pecios) por parte de los arqueólogos y por los avances técnicos a favor del trabajo bajo el agua.

El principal problema que presenta el trabajo subacuático, como demuestran los ejemplos presentados en cuanto al avance en las técnicas de buceo, es el aumento de presión bajo el agua y los efectos que este aumento de presión produce en el organismo humano, lo que limita mucho el tiempo que podemos permanecer bajo el agua.

La primera fase, donde encontramos los antecedentes más antiguos de este tipo de actividad, está caracterizada por la recuperación de objetos del fondo de las aguas.

Xavier Nieto comenzó su ponencia haciendo un repaso de las referencias existentes en las fuentes clásicas al interés del Hombre por el mar y por desarrollar su capacidad de permanecer bajo el agua, así como de trabajos relacionados con la recuperación de objetos sumergidos. Las indicaciones de Plinio en su “Historia Natural” acerca de determinadas técnicas de buceo, la actividad de los urinatores (y más concretamente la mención a las evidencias del rescate poco después de su hundimiento de piezas como la bomba de achique del pecio de la Madrague de Giens) o el ejemplo de la Lex Rhodia, que regula los términos en que debía hacerse el reparto de lo extraído en este tipo de intervenciones, sirvieron para dejar de manifiesto como al menos desde la Roma clásica ya existía una preocupación manifiesta por la recuperación de objetos sumergidos. Obviamente estas actuaciones no tienen nada que ver con los planteamientos de la Arqueología subacuática moderna, que como veremos son muy recientes.

El siguiente paso en este camino se identifica con la invención y utilización de la campana batiscópica. Durante la Edad Media fue ciertamente popular una leyenda de entorno a los ss. V-VI que hablaba de cómo Alejandro Magno había mandado construir una campana de cristal con la cual, aprovechando la burbuja de aire que esta generaría al introducirse en el agua, contemplar y explorar los fondos marinos.

La primera noticia cierta de la utilización de la campana batiscópica en el marco de una campaña de exploración subacuática destinada a la recuperación objetos sumergidos es la que tiene que ver con los intentos del espeleólogo, alpinista e ingeniero italiano Francesco de Marchi de identificar y rescatar las famosas naves del lago Nemi, en el año 1535.

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Una interesante referencia documental al respecto de la utilización de la campana batiscópica es la que nos presentó el Prof. Nieto, relativa a la defensa jurídica a favor del Dr. Antonio de Costa en el proceso judicial abierto en torno a la recuperación de los bienes hundidos con la navíos Pelicano y Anunciata frente al cabo de Creus. En ella se especifica la manera de actuar de los buzos y los problemas que causa el uso de este sistema, la llamada “Campana de Cadaqués”, en 1654.

Hay constancia del uso de este tipo de campanas para la recuperación de objetos sumergidos muchas veces relacionados con hundimientos de barcos, como en el caso del Vasa, que hundido en 1628 ya fue objeto de misiones de recuperación de objetos valiosos en 1664. La principal aportación a este tipo de instrumentos es la que realiza Edmund Halley en 1690, con la incorporación de un rudimentario sistema de abastecimiento de aire al interior de la campana.

El último avance dentro de este periodo en el que prima la recuperación de objetos, sin tenerse en cuenta aún planteamientos propios de la disciplina arqueológica, continúa la línea de mejorar las condiciones de trabajo bajo el agua y aportar mayor libertad de movimientos al buzo a la par que se prolonga su tiempo de fondo. A principios del s. XX aparecen lo que entendemos como “buzos clásicos”, buzos con escafandra que se mueven caminando por el fondo con trajes fuertemente lastrados y muy pesados. En este momento se producen dos descubrimientos de una gran repercusión mediática que hacen que la sociedad civil en general tome conciencia del potencial de los fondos marinos como contenedores de objetos valiosos: el del Antikythera en 1900 y el del Mahdia en 1908.

El pecio de Antikythera, hundido junto a la isla de la que toma el nombre, corresponde a un barco romano del s. I a. C. que transportaba un cargamento fechado en torno al s. IV a. C., en concreto, se ha reconocido como el cargamento correspondiente al botín romano del saqueo de Atenas. Descubierto casualmente por unos pescadores de esponjas, fue objeto de una intervención por parte de las autoridades competentes, aunque estas se limitan a la recuperación de objetos. En este caso el cargamento es ciertamente espectacular, y la opinión pública se hace eco de tan extraordinario hallazgo. Es este ambiente, ocho años después, se descubre, en circunstancias similares, el pecio de Mahdia (frente a las costas de Túnez), de características también semejantes, por lo que se afianza la opinión general de la Arqueología subacuática como recuperadora de tesoros.

Sin embargo, estas intervenciones quedan muy lejos de lo que debemos entender por una actuación arqueológica subacuática. Podemos imaginar con facilidad los daños que debieron suponer al registro arqueológico unas actuaciones encaminadas a la recuperación de objetos, efectuadas con los medios técnicos anteriormente mencionados. Además, el hecho de no valorar adecuadamente(o no conocer) el deterioro de las piezas al extraerlas del medio acuático, hizo que muchas de ellas sufrieran procesos de degradación masivos e irreversibles.

La segunda fase propuesta por Xavier Nieto en este desarrollo es la que identifica con el inicio de la Arqueología Subacuática. En este momento protoarqueológico se señalan como hitos el drenaje del lago Nemi, entre 1928 y 1932, por parte del gobierno de Mussolini para la recuperación de las grandes naves de época de Calígula, convirtiendo la Arqueología subacuática en terrestre (en una opción que en realidad sería la más deseable desde el punto de vista del trabajo arqueológico siempre que nos enfrentamos a un yacimiento subacuático) y la invención, en 1942, por parte de Jacques Cousteau y Emile Gagnan. Este adelanto, que como cualquier adelanto técnico se basa en experiencias anteriores, introdujo la posibilidad de respirar de forma automática, y la presión variable suministra el aire a la presión necesaria para cada profundidad. Esto supone la autonomía del buzo respecto a la superficie y se traduce en una mayor movilidad que posibilita que ya no se camine por el fondo.

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La tercera fase propuesta en esta ponencia es la que Nieto llama la 1ª época de la Arqueología Subacuática, identificada con la actividad de Nino Lamboglia y de Fernand Benoit. Esta etapa está caracterizada por una toma de las riendas por parte del ámbito científico, aunque sigue considerándose el barco hundido como un depósito de materiales arqueológicos. Los hitos señalados para esta etapa son principalmente la actividad de Lamboglia en Albenga a partir de 1950, la de Benoit y Cousteau en el Grand Congloué en 1952, la celebración del I Congreso de Arqueología Submarina en Cannes en 1955, la creación del Centro Sperimentale di Archeologia Sottomarina en Albenga en 1957 y la celebración del II Congreso Internacional de Arqueología Submarina en la misma ciudad de Albenga.

En el marco de este II Congreso Internacional Lamboglia llevó a cabo una reflexión que marca el paso a una siguiente fase en el desarrollo de la Arqueología subacuática y para algunos el verdadero nacimiento de la disciplina. Su actividad en Albenga se había basado en la utilización de una draga para la extracción de objetos de un pecio. Al cabo de varios días de llevar a cabo esta actividad Lamboglia se da cuenta de lo inadecuado de utilizar este tipo de técnicas en trabajos arqueológicos. En comparación con la Arqueología terrestre, piensa que el realizar en unos minutos actuaciones sobre yacimientos que en tierra requieren días o meses no puede estar ofreciendo unos resultados adecuados. Así, en el mencionado Congreso, públicamente reflexiona sobre este aspecto, reconociendo sus errores y proponiendo un cambio de actitud a la hora de enfrentarse a un barco hundido, entendido ya como un yacimiento arqueológico, y la búsqueda de una metodología adecuada.

Así, la metodología terrestre comienza a adaptarse para su utilización en yacimientos subacuáticos.

La 2ª época de la Arqueología Subacuática según el Prof. Nieto está caracterizada por la concepción del barco hundido como documento histórico unitario, dándose el paso fundamental para la consolidación de unos presupuestos científicos en los que el barco y su cargamento forman una unidad indisoluble que ha de estudiarse en conjunto para poder establecer una interpretación correcta del objeto arqueológico desde el punto de vista histórico.

En este periodo se encuadra la primera excavación llevada a cabo por arqueólogos submarinos, realizada en 1960 en cabo Gelidonia. En ella, entre otros, participó George Bass, que será uno de los protagonistas de este período y una figura capital en el desarrollo de la Arqueología subacuática; y aunque la metodología empleada fue deficiente sirvió de campo de pruebas para posteriores actuaciones.

En realidad es en la intervención del propio George Bass en el Yassi Ada I, entre 1961 y 1964, cuando por primera vez un equipo de arqueólogos lleva a cabo una intervención subacuática en un pecio partiendo de la consideración del barco como documento histórico unitario y dando la misma importancia al cargamento que a la arquitectura naval. En ella se sentaron las bases de la metodología de la Arqueología subacuática actual, asimilando los principios metodológicos de la Arqueología terrestre y adaptándolos al medio subacuático. Se llevó a cabo la planimetría del cargamento, la planimetría del casco, se documentó el yacimiento con fotogrametría, se tomaron cotas y se emplearon globos ascensionales para la extracción de piezas y mangas de succión para remover el sedimento.

La 3ª época de la Arqueología subacuática viene definida por la consideración del barco hundido como reflejo de la situación histórica en tierra, que se suma a los avances mencionados para la anterior etapa. El barco parte de un puerto en tierra hacia otro distinto con una finalidad concreta, y por lo tanto representa y es reflejo de su contexto socio-cultural.

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La principal figura de este periodo es André Tchernia quien continúa las bases metodológicas establecidas por Bass de cara a las intervenciones arqueológicas subacuáticas, pero avanza en la realización de investigaciones y excavaciones en tierra para tratar de localizar e identificar los centros de producción del cargamento, establecer las circunstancias que provocaron la existencia del barco descubierto, etc. Una de sus principales excavaciones subacuáticas, que también supone un hito en la evolución de la Arqueología subacuática por las propias características del yacimiento es la de la Madrague de Giens.

Otro hito importante de este momento es la creación en 1967 de la Direction des Recherches Archéologiques Sous-Marines (DRASM), con sede en Marsella y dotada con una embarcación específica para realizar labores arqueológicas.

La última etapa señalada por el Prof. Nieto es la que atribuye al s. XXI, y que identifica con la evolución de los medios tecnológicos. Tres hitos son señalados como principales de este momento (de la actualidad):

- El desarrollo de herramientas para la prospección electrónica: GPS, magnetómetros, penetradores de lodo, sónar de barrido lateral, ROV, sondas multihaz, etc.

- Las posibilidades crecientes de realizar inmersiones de trabajo a altas profundidades. - El aumento en la sensibilización social y el cambio legislativo, cristalizado en la ya

comentada Convención de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático.

“Aproximación al conocimiento de los puertos romanos” José Luís Jiménez Salvador

En su intervención, el Prof. Jiménez abordó el tema de los puertos romanos, comenzando por una aproximación al conocimiento que tenemos acerca de sus características y equipamientos, sobre todo a través de las fuentes clásicas para después repasar los principales puertos romanos conocidos en Hispania (concretamente en la zona de la España peninsular), tanto marítimos como fluviales.

El primer aspecto a tener en cuenta a la hora de hablar de puertos romanos es el que tiene que ver con la terminología. Los textos clásicos romanos (Ulpiano, Servio) recogen la existencia de dos categorías diferenciadas, el portus y el angiportus.

El concepto de portus parece identificarse con un enclave bien protegido donde se lleva a cabo una importante actividad comercial de intercambio de mercancías; en cambio, el angiportus se identifica con una zona menos protegida. Podemos decir que el portus podría equipararse a lo que hoy día conocemos como “puerto”, mientras que el angiportus vendría a ser lo que entendemos como “fondeadero”. Los romanos también utilizaban el término statio para referirse a aquellos lugares donde una nave podía fondear.

En lo que tiene que ver con las referencias en fuentes clásicas al tema de la construcción marítima, sin duda la más completa de todas las que nos han llegado es la que hace Vitruvio en el capítulo 13 del libro V de sus “Diez libros de Arquitectura”, dedicado enteramente a la construcción en el mar. También encontramos alguna referencia a los puertos en los capítulos 4 y 7 del libro I. El resto de referencias que nos han llegado de fuentes clásicas al respecto se limitan a apuntes de geógrafos como Estrabón, Pomponio Mela o Plinio el Viejo, o de historiadores como Herodoto, Polibio, Quinto C. Rufo, Flavio Josefo o Tito Livio. Como señaló el Prof. Jiménez, hay que decir que sabemos por referencias de autores clásicos que existieron libros técnicos dedicados al mar y a las construcciones portuarias, como el libro escrito por Filón de Bizancio a finales del s. III a. C. titulado “Construcción de puertos”. Otros autores

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como Agatarco, Anaxágoras, Demócrito, Piteo, Hermógenes, Teodoro de Focea, Cosuzio, Fuficio, Terencio o Varrón también debieron tratar el tema.

La arquitectura civil romana en general, y el campo de las construcciones marítimas en particular experimentó un importante avance respecto a otras culturas, en este caso debido en gran parte al descubrimiento y la utilización de morteros y hormigones hidráulicos. Además de estos conocimientos técnicos, también se tenían claros aspectos de planeamiento, como la necesidad de la existencia de una comunicación adecuada del puerto con su zona de influencia por vía terrestre, así como de construcciones y servicios auxiliares del tipo de almacenes, pórticos, atarazanas, etc.

En cuanto al conocimiento en época clásica del clima marino, sabemos por la obra de autores como Pomponio Mela o Estrabón que se conocía el fenómeno de las mareas, y suponemos que también el efecto de vientos y corrientes. Para tratar de minimizar la incidencia de la climatología marina se utilizaban zonas abrigadas, con el suficiente calado como para que las variaciones en el nivel del mar producidas por las mareas no hiciera embarrancar a los barcos. Muchas veces se utilizaban las desembocaduras de los grandes ríos para la instalación de puertos principales, ya que ofrecían protección frente a tempestades y suavizaban el efecto de las mareas.

La siguiente parte de la exposición del Prof. Jiménez hizo un repaso de los procedimientos constructivos que podemos obtener de las fuentes clásicas destinados a la construcción de obras portuarias. Encontramos recomendaciones para:

- Abrigar una costa abierta. - La realización de un dique artificial vertiendo una escollera gruesa. - La construcción con vertido de hormigón sumergido, utilizando encofrados de madera

reforzados con cadena y vertiendo hormigón de puzolana en la zona sumergida. - La construcción de un muelle vertical con bloques artificiales de hormigón. - El levantamiento de un doble recinto o ataguía que permita desecar la zona y cimentar

en seco. - La construcción de cajones flotantes rellenos de piedras o de hormigón. - El volteo de bóvedas sobre pilares

En cuanto al conocimiento material de este tipo de estructuras, podemos decir que, en general, existe una gran escasez de restos. A la hora de clasificar este tipo de estructuras podríamos establecer una división en dos grades grupos: las pensadas y construidas para estar en superficie, y las pensadas y construidas para estar sumergidas. Normalmente, lo que encontramos a la hora de llevar a cabo la labor arqueológica son derrumbes.

Entrando ya en el repaso a los puertos de época romana conocidos en la España peninsular, éste comenzó por las costas cantábrica y atlántica.

- El puerto de Gijón. Sin duda Gijón debió contar con un puerto de relevancia en época romana, aunque todavía no está confirmada su ubicación. Se habla de la zona de la Campa Torres como lugar de desembarco de las tropas romanas, aunque también se habla de la posibilidad de la existencia de al menos un fondeadero en torno a la pequeña península que albergó el núcleo original de la ciudad.

- El puerto de Brigantium (La Coruña), relacionado con asentamientos costeros romanos de la costa norte de Galicia.

- El puerto de Santander. El caso de Santander tampoco está del todo claro. Existen referencias clásicas a dos importantes puertos romanos en esta zona: el Portus

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Amanum y el Portus Victorae. Se ha confirmado la localización del Portus Amanum en Castro Urdiales, pero la identificación del Portus Victorae con Santander es problemática, y se limita a datos como que, según aparece en las referencias al Portus

Amanum, aquél se encontraba a 40 km. de éste; o a referencias como la que da Plinio el Viejo en su “Naturalis Historia”, en la que habla de que el Portus Victorae se encuentra a 40.000 pasos de las fuentes del Ebro. En la ensenada de la Magdalena se localizaron restos de un posible muelle o astillero con pilotes de madera, sin embargo, la falta de hallazgos contextualizados de época romana en la ciudad de Santander dificulta su interpretación. Esto puede deberse al propio desarrollo urbano de la ciudad, pero también al hecho de que la zona se organizó en numerosos asentamientos dispersos (explotaciones agropecuarias o vici) que pueden ponerse en relación con la existencia de un comercio de cabotaje en esta época, pero de los que no se conoce con certeza cuál fue el que organizaba este territorio.

- El Portus Amanum, identificado como hemos dicho con Castro Urdiales a través de las referencias de Plinio el Viejo a que sobre éste se estableció Flaviobriga.

- El puerto de Vizcaya, zona en la que se aprecia un flujo comercial de ambiente marítimo.

- El puerto de Oiasso (Irún). Oiasso y Portus Amanum son los dos asentamientos marítimos más antiguos conocidos de la costa cantábrica oriental, y están relacionadas con las dos vías terrestres principales de comunicación de esta zona de la Península en época romana. Es la estructura portuaria mejor conocida del Cantábrico. Situado en la desembocadura del Bidasoa, desde 1992 se han recuperado varias estructuras de madera, destacando un muelle en forma de rampa de calado con una escollera y una zona de almacenes.

En cuanto a la costa mediterránea, el Prof. Jiménez se centró en la zona de la actual Comunidad Valenciana. En esta zona hay muy pocos ejemplos de estructuras portuarias, predominando la presencia de fondeaderos. Sólo en los grandes puertos como los de Emporiae, Saguntum o Carthago Nova debieron erigirse estructuras de este tipo.

- El puerto de Emporiae (La Escala, Girona). El planeamiento urbano de la neapolis hace pensar en la existencia de un puerto artificial en su fachada este. Detalles como un ágora manifiestamente abierta al mar o la desprotección de la ciudad en esa zona hacen pensar en esta posibilidad.

- El puerto del Grau Vell . Se habla mucho de la importancia del puerto del Grau Vell como gran puerto de la Saguntum romana, aunque ya debió serlo de la Arse ibérica. Se ha identificado una zona de derrumbe con un volumen de unas 200 t. de sillares en una primera estimación y material arqueológico asociado de finales del s. III – principios del II a. C. La cronología y las características de los restos nos hacen pensar en una intervención romana en la reconstrucción de Arse tras el paso de Aníbal.

- En Laguna de la Mata (Alicante), se propone la existencia de un muelle de época romana vinculado a actividad comercial, aunque falta el estudio arqueológico.

- El puerto de Lucentum (Alicante). Se ha identificado un muelle de época romana de unos 48 m. de longitud en la Albufereta.

- En Vila Joiosa han aparecido estructuras junto a una playa y en relación con los cauces de los ríos, identificadas como almecenes. Sin embargo, no se han encontrado estructuras portuarias.

- En Dénia se ha identificado un fondeadero. - El Portus Ilicitanus, vinculado a la colonia romana Ilici Augusta, un importante

asentamiento con precedentes prerromanos que necesitaría estructuras portuarias. Se han identificado restos atribuidos a almacenes.

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- En Carthago Nova, como no podía ser de otra manera dada la importancia del asentamiento y la entidad de su puerto desde época prerromana, se han identificado varias estructuras portuarias importantes, ubicándose las principales en la zona de la actual dársena militar, que en época romana sería la entrada a la laguna interior.

Por último, había que referirse a los puertos fluviales, estructuras muy importantes en el panorama de la navegación y comercio en época romana, aprovechando la existencia de grandes cursos de ríos navegables.

- El puerto de Hispalis sería uno de los principales puertos de la Hispania romana. De hecho, su papel debió estar inmerso en las funciones y las estructuras de organización comercial de Roma, ya que sería el puerto del que saldrían las ánforas de Dressel 20 cargadas de aceite de la Bética que acabarán en el monte Testaccio. Es por esta importancia por lo que se han buscado relaciones o semejanzas entre las estructuras portuarias de Hispalis y las de Ostia Antica. Estructura portuaria vinculada al río Betis, Salvador Ordoñez habla en su artículo “El puerto romano de Hispalis” (ORDOÑEZ, S. 2002) de la existencia y la importancia del paleocauce del río Tagarete, afluente del Betis, y propone la localización del puerto en la zona de unión de los dos cauces.

- El puerto de Caesaraugusta. Punto fundamental de una vía de comunicación de primer orden como era el río Ebro, es uno de los elementos importantes de la ciudad y, de hecho, condiciona el planeamiento de la colonia. El foro se desplaza hacia el norte de la ciudad de manera que las gradas del puerto comunican directamente con sus pórticos.

- El caso de Valentia es similar al de Caesaraugusta. Se han identificado restos de un puerto fluvial vinculado al Túria, así como restos de un posible horrea. También se han hallado materiales arqueológicos que hablan de la existencia de una actividad comercial y algunos que apuntan a la existencia de unas posibles termas en el puerto.

- En Sancti-Petri se ha localizado un yacimiento en el que han aparecido restos vinculados a estructuras portuarias fluviales, concretamente, identificadas con la tipología constructiva de los “diques-calle”: una base de ánforas alternando con pilotes de madera sobre la que se pavimenta.

La intervención del Prof. Jiménez concluyó con una breve mención y algunos apuntes bibliográficos referidos a los equipamientos portuarios (concretamente a los faros) y a la iconografía relacionada con los puertos.

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TEMA 4. LA PROSPECCIÓN Y LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA SUBACUÁTICA. Aprendizaje teórico de los métodos y técnicas que se utilizan en la localización y excavación de yacimientos. Introducción y geomorfología costera. Métodos y técnicas.

Este tema trata de establecer unos principios comunes, científica y técnicamente válidos, basados en la probada experiencia de los ponentes, necesarios a la hora de emprender una intervención arqueológica subacuática. Se abre con una introducción sobre las características de la geomorfología costera y su incidencia sobre la labor arqueológica, a cargo de Pilar Carmona González, profesora del Departamento de Geografía de la UV. Continuaremos el desarrollo de este tema con la intervención de Carles de Juan acerca de la prospección arqueológica subacuática y con la de Asunción Fernández en torno a la excavación subacuática, tras lo que incluiremos la segunda parte de la citada intervención de Carles de Juan, en la que se presentaron las experiencias obtenidas de la intervención sobre el pecio Bou-Ferrer como ejemplo de una excavación subacuática planeada, y complementando los ejemplos expuestos por Asunción Fernández.

“Introducción a la geomorfología costera” Pilar Carmona González

La intervención de la Profª. Carmona se centró en la explicación de una serie de conceptos básicos de la geoarqueología del sistema litoral que inciden directamente en la formación y conservación de los yacimientos arqueológicos costeros y subacuáticos y, por tanto, que hemos de conocer a la hora de desempeñar nuestro trabajo de campo.

Lo primero fue establecer qué entendemos por litoral y por costa. Así, la franja litoral sería el área de terreno que se asocia a los procesos litorales, mientras que la línea de costa sería la línea que trazamos en la separación entre el mar y el continente, que normalmente se corresponde con la línea de bajamar. Atendiendo a estas definiciones nos damos cuenta de que ambos son conceptos variables y cambiantes.

Igualmente, tenemos que distinguir al menos dos tipos básicos de costa de características bien diferenciadas y que condicionarán el tipo de yacimientos que podemos encontrar en ellas: las costas bajas, normalmente de dominio fluvial, y las costa escarpadas, que presentan promontorios montañosos. La ocupación en las zonas de costa baja será frecuente y de cualquier cronología, por la abundancia de recursos bióticos, posibilidades estratégicas, etc.

Otro aspecto de importancia capital señalado por la Profª. Carmona que no podemos obviar a la hora de iniciar el estudio arqueológico de una zona costera es el de los “procesos litorales” que la afectan. En la ponencia se señalaron cinco principales:

- Las mareas. Existen diversos rangos: microtidal (de menos de 2 m.), mesotidal (de entre 2 y 4 m.), macrotidal (de entre 4 y 6 m.) y megatidal (de más de 6 m.). En el Mediterráneo, salvo en el Adriático, el rango de mareas es de 15 cm., por lo que es un proceso con poca incidencia desde el punto de vista de la arqueología subacuática.

- Las olas. Las olas ejercen influencias diversas en el litoral. Por un lado, en zonas costeras con bahías y salientes se produce el llamado proceso de refracción por el cual las olas erosionan las zonas de saliente y transportan los sedimentos a las zonas de bahía. Además, intervienen en la deriva de playa. Las olas rompen en una dirección oblicua a la línea de la orilla (ya sea en un sentido en otro, en función de la zona, pero siempre en el mismo) y vuelven en perpendicular. Por ello, las partículas y los materiales

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afectados por esta deriva se verán progresivamente trasladados en la dirección en que rompen las olas.

- Las corrientes litorales. Junto con las olas son el agente que se encarga del arranque, transporte y depósito de materiales, construyendo y destruyendo registros sedimentarios y arqueológicos.

- Los vientos. Intervienen sobre todo en la formación y modificación de dunas. Las dunas pueden moverse y crecer en horizontal y en vertical , por lo que podeos encontrar materiales transportados de una cronología anterior en una cota superior a la de un yacimiento posterior.

- Los sistemas fluviales. Presentan una actividad muy marcada y de gran afección sobre el litoral (gran aporte de sedimentos, etc.), un gran dinamismo y muchos cambios a escala histórica.

Otro aspecto interesante desde el punto de vista del arqueólogo mencionado por la Profª. Carmona es el de la formación, en ocasiones y a causa de los procesos litorales anteriormente apuntados, de acumulaciones de sedimentos o “barras” frente la costa. Estas formaciones son progresivas, por lo que podemos encontrar ocupaciones de distintas cronologías en las distintas barras; es decir, en el caso de encontrar una zona de litoral con formaciones de este tipo, debemos suponer que en caso de encontrar restos de ocupación, los más antiguos deberían encontrarse en las formaciones más antiguas, es decir, en las más próximas a la costa.

También tenemos que tener en cuenta la dinámica litoral a largo plazo. Según se explicó, el nivel actual del mar se alcanzó hace 5000 – 7000 años, por lo que a la hora de estudiar cualquier yacimiento litoral hay que tener en cuenta que en cronologías anteriores el mar podía estar a 50 o 100 metros de distancia.

También debemos conocer cuáles son las características geomorfológicas del litoral que favorecen una navegación fluvial en época antigua. En costas bajas, de en torno a 3 – 5 m. de desnivel respecto al nivel actual del mar, la penetración del agua marina es mayor, lo que facilita la navegación interior y, por tanto, la existencia de estructuras vinculadas a esta navegación fluvial; algo que será menos probable en edificios aluviales con mucha pendiente.

Todos estos procesos afectan a una serie de “elementos de la geomorfología litoral”, que en el caso de las costas bajas aluviales son:

- Playas-barrera, que son playas pero también encierran una laguna interior. - Flechas, barreras que no terminan de cerrar. - Lagunas. - Dunas. - Deltas. - Estuarios. - Promontorios rocosos.

Los llamados “tómbolos” se forman cuando existe una isla delante de la costa y ésta se ve afectada por una deriva en dos direcciones. En estas circunstancias, se produce un aporte en sentidos opuestos que van uniendo la isla con la costa por sus dos extremos, dejando un espacio interior de laguna.

Toda esta variedad de ambientes costeros y de procesos litorales afectan directamente a las características y los procesos de formación de los yacimientos, por lo que es muy importante la identificación geomorfológica de su entorno para poder llevar a cabo una reconstrucción geoambiental y de la dinámica de los mismos.

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“La prospección arqueológica subacuática. Principios y métodos” Carlos de Juan

Fuertes

En esta intervención, el Arqueólogo Subacuático Carles de Juan Fuertes trató de exponer todos los aspectos a tener en cuenta a la hora de plantearse la realización de una prospección arqueológica subacuática. Más que hacer un repaso de las diferentes posibilidades existentes para la realización sistemática de este tipo de intervenciones, abordó la cuestión desde un punto de vista general e integrador en el que se habló de lo que entendemos por prospección arqueológica subacuática, de lo que debemos conocer antes de llevar a cabo una actuación de este tipo y de cómo debe hacerse para que sea válida desde un punto de vista científicamente válido. Trataremos de completar la exposición con contenidos extraídos del artículo presentado por el mismo autor y con el mismo título en “Arqueologia Nàutica Mediterrània” (NIETO, X. y CAU, M. A. 2009).

La prospección arqueológica es la herramienta fundamental, tanto en su vertiente terrestre como subacuática, para la localización de yacimientos. El Lcdo. De Juan señaló tres condicionantes que contribuyen al aumento de posibilidades de descubrimiento de yacimientos subacuáticos:

- La calidad de los equipos arqueológicos trabajando en la zona, con el ejemplo de la cantidad e importancia de los pecios descubiertos e intervenidos en la zona de Marsella, donde se ha desarrollado una gran actividad en el campo de la arqueología subacuática desde los orígenes de la disciplina y donde actualmente se encuentra la sede del actual DRASSM.

- El atractivo de las aguas, ya que a mayor número de buceadores (deportivos o de otro tipo) mayores son las posibilidades de que se conozca la existencia de pecios.

- La antropización del litoral, ya que la realización de obras costeras conlleva, cada vez más, la realización de los correspondientes estudios de impacto ambiental que controlen su posible afección sobre el Patrimonio Cultural Subacuático. Hay que tener en cuenta que por la propia naturaleza de la mayoría de estas obras, el impacto principal se produce en aguas someras.

A la hora de definir el concepto de prospección arqueológica, hemos de tener en cuenta la legislación vigente al respecto. La ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español define la prospección arqueológica en el apartado 2 de su artículo 41 como “las exploraciones superficiales o subacuáticas, sin remoción del terreno, dirigidas al estudio, investigación o examen de datos sobre cualquiera de los elementos a que se refiere el apartado anterior” (véase el apartado 1 del art. 41 de dicha ley sobre las excavaciones arqueológicas). Esta redacción reitera una casuística que se repite en otros muchos aspectos de la normativa y los sistemas de gestión del Patrimonio Arqueológico a nivel nacional y autonómico: la falta de consideración de la actividad de la Arqueología subacuática como una ámbito necesitado de una regulación y unas herramientas de gestión propias y específicas o, en palabras de Carlos de Juan, con esta redacción se “subordinó el patrimonio arqueológico subacuático a los parámetros de actuación de la arqueología terrestre de la década de los ochenta, dejando patente el desconocimiento del medio marino existente” (NIETO, X. y CAU, M. A. 2009). Y es que muchas veces no es posible hacer una prospección arqueológica subacuática efectiva sin esa remoción del fondo, por la propia dinámica del suelo marino.

Otro problema habitual, relacionado con las prospecciones arqueológicas subacuáticas y muchas veces con los Estudios de Impacto Ambiental (EIA) que las posibilitan, es la realización de estudios geológicos que son presentados como prospecciones arqueológicas. Esto es en todo caso inaceptable, ya que los parámetros utilizados en este tipo de estudios no están adaptados a la realidad arqueológica.

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En cuanto a los aspectos que debemos tener en cuenta a la hora de plantear una prospección arqueológica subacuática, siguiendo el discurso del ponente podemos decir que tenemos que conocer el medio donde vamos a movernos, esto es, el fondo marino, y lo que podemos encontrarnos, es decir, los tipos de yacimientos subacuáticos posibles.

A la hora de estudiar el fondo marino puede resultarnos útil disponer de su cartografía geológica para una primera aproximación, pero desde el punto de vista arqueológico nos será mucho más útil (de hecho necesaria para una correcta actuación) disponer de su cartografía bentónica para tener constancia de la distribución del bentos (el conjunto de organismos que viven en este fondo marino) y de las capas geológicas superficiales. Este conocimiento nos permitirá deducir el tipo de suelo que vamos a encontrar y que condicionará la metodología a emplear.

Carles de Juan en su intervención diferenció varios tipos de fondos:

- Fondos arenosos. Ante este tipo de fondos tenemos que entender la dinámica litoral de la zona, empleando los conocimientos apuntados en el resumen de la intervención de la Prof. Carmona: zonas de aportes, zonas de regresión, corrientes, etc. En este tipo de fondos los restos arqueológicos no suelen encontrarse muy profundamente enterrados.

- Fondos de roca. La principal ventaja de este tipo de fondos es que suelen ofrecer una buena visibilidad, ya que hay menos sedimentos en suspensión. Los restos arqueológicos tienen un grado de enterramiento cero, lo que implica que los restos orgánicos no se conserven y que se produzca una gran dispersión de materiales.

- Fondos de grava. Normalmente aparecen en praderas marinas en las que se forman oquedades. A la hora de realizar prospecciones en este tipo de fondos suele ser más efectivo centrar la atención en estas oquedades que en la propia pradera, ya que los restos arqueológicos pueden haber quedado albergados en ellas.

- Fondos de fango. En este tipo de fondos el enteramiento de los restos arqueológicos suele ser todavía menor que en los fondos arenosos, aunque suelen ser fondos “sucios” que generan una mala visibilidad.

- Fondos detríticos. Sus características son similares a las de los fondos de grava. - Fondos de posidonia. La posidonia oceánica es una planta relativamente abundante en

las aguas del Mediterráneo Occidental. Su crecimiento e lento, pero vertical y constante, por lo que el enraizado va creando niveles en altura que ocultan (y a la vez protegen) los restos arqueológicos. En este tipo de fondos no es efectiva una prospección de “visu” y se hace necesaria la remoción del fondo.

Una vez conocidas las características del fondo marino, debemos conocer cuáles son las posibilidades o el tipo de restos arqueológicos que buscamos o que podemos encontrar. Ya hemos hablado en esta memoria de los procesos formativos de los yacimientos arqueológicos subacuáticos, por lo que hablaremos en este caso de cómo podemos encontrarlos.

Para plantear una metodología adecuada hay que saber a lo que nos enfrentamos. Las áreas de prospección deben ser adecuadas a las dimensiones de los restos que podamos encontrar. Normalmente y como referencia (aunque siempre hay excepciones), un yacimiento subacuático puede alcanzar los 300 – 400 m2, incluyendo la dispersión del material. Estas dimensiones, en algunos casos, pueden ser sensiblemente menores en superficie, pero a la hora de valorar la magnitud de un yacimiento tenemos que tener muy en cuenta su magnitud en volumen.

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Aunque también se ha ofrecido ya en esta memoria una clasificación de los tipos de yacimientos subacuáticos que podemos encontrar, recogeremos también la tipología ofrecida por Carles de Juan en su ponencia, que se corresponde con la presentada en la citada obra “Arqueologia Nàutica Mediterrània” (de nuevo, NIETO, X. y CAU, M. A. 2009):

- Tipo I: restos de estructuras originalmente construidas en tierra firme pero que, por variaciones en la línea de costa, actualmente se encuentran sumergidas a muy pocos metros de profundidad.

- Tipo II: restos de estructuras construidas para estar en el medio marino relacionadas con infraestructuras portuarias o explotaciones pesqueras.

- Tipo III: restos de las actividades humanas realizadas en el mar mientras las embarcaciones se encuentran fondeadas o navegando. Es lo que solemos identificar como “fondeaderos” y su principal característica, como señala el propio Carlos de Juan, es la presencia de materiales arqueológicos heterogéneos en cuanto a procedencia, funcionalidad y cronología, que pueden abarcar áreas muy extensas. Ofrecen una casuística amplísima de situaciones originales y de motivos de la presencia de restos. La densidad de materiales no suele ser alta y en ellos es factible encontrar pecios.

- Tipo IV: naufragios afectados y disgregados por los temporales y el mar de leva. Aparecen en fondos de ola activa (entre 0 y -13 m. de profundidad) y presentan una dispersión y fragmentación importante de sus elementos constitutivos, desapareciendo los volúmenes.

- Tipo V: naufragio en buen estado de conservación, generalmente aparecidos a profundidades mayores.

- Tipo VI: yacimientos arqueológicos en los actuales niveles freáticos. Puertos, fondeaderos o pecios que por procesos geomorfológicos actualmente se encuentran en niveles freáticos. Dadas las metodologías de excavación y registro requeridas, así como los campos de investigación afectados, deben ser intervenidos por arqueólogos especializados en Arqueología subacuática.

Una vez conocidos el medio donde pretende llevarse a cabo la prospección y los posibles restos arqueológicos que pueden aparecer, debemos plantearnos cómo vamos a llevar a cabo la intervención. El primer punto a tener en cuenta es la definición de los motivos y objetivos de la intervención. Estas prospecciones, desde un punto de vista general y según el ponente, pueden ser de dos tipos:

- Vinculadas a la gestión del Patrimonio Cultural Subacuático y a la investigación científica. Normalmente se llevarán a cabo prospecciones de amplio espectro que permitan avanzar en el conocimiento de los yacimientos existentes, la elaboración de Cartas Arqueológicas Subacuáticas, y otros instrumentos de control, la focalización de proyectos concretos de investigación, etc. Ante la imposibilidad de llevar a cabo una prospección sistemática de la totalidad de nuestro espacio marino, se hace necesario seleccionar zonas sobre las que centrar los esfuerzos en base, normalmente, a informaciones que sugieran la presencia de restos: antiguos trabajos realizados en esta misma dirección, noticias orales, hallazgos casuales, toponimias, cartografías analizadas desde el punto de vista de la náutica y las condiciones de navegación, noticias históricas, la geomorfología del medio o la dinámica del litoral.

- Vinculadas a Estudios de Impacto Ambiental. Normalmente son prospecciones de detalle que deben asegurar y pormenorizar el nivel de afección de la obra a realizar sobre el PCS.

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El siguiente paso debe ser la elección de la metodología a emplear, siempre teniendo en cuenta los condicionantes, algunos de los cuales hemos desarrollado, y que podríamos resumir en: la batimetría, la visibilidad, el clima marino, el tipo de fondo, la financiación del proyecto y los medios humanos, materiales y técnicos disponibles.

En base a todo esto podemos optar por la utilización de dos tipos de métodos, los directos y los indirectos, cada uno con sus ventajas y sus inconvenientes:

- Métodos directos (aquellos en los que la prospección es llevada a cabo por el arqueólogo subacuático a través de la inspección directa del fondo marino): sus principales ventajas son que permiten detectar cualquier tipo de yacimiento y que son muy fiables si se emplean de forma sistemática. En cuanto a sus desventajas, hay que señalar que son más lentos que los indirectos y que presentan las limitaciones propias del buceo autónomo. Como ejemplos de este tipo de métodos, y en base a lo expuesto por Carles de Juan en la repetida obra “Arqueologia Nàutica Mediterrània” podemos señalar:

� La inspección de un enclave, consistente en la revisión subacuática de una zona bien georreferenciada peo sin un plan de recorridos previo.

� La realización de recorridos programados en inmersión, consistente en batir un área mediante varios arqueólogos subacuáticos que recorren la totalidad de una parcela marina llevando un mismo rumbo, a la manera de las prospecciones terrestres. Es una técnica muy rigurosa a nivel teórico pero que presenta problemas a la hora de ponerla en práctica de manera efectiva.

� La realización de círculos concéntricos desde coordenadas conocidas. Es una técnica útil y efectiva que permite una inspección sistemática y un control exhaustivo de las zonas prospectadas.

� La prospección mediante acuaplano. Consiste en la realización de recorridos programados y sistemáticos con una embarcación ligera que lleva al arqueólogo subacuático remolcado con un planeador. Es una técnica que permite cubrir zonas amplias en un tiempo relativamente corto aunque con un nivel de detalle menor. Es importante que a la hora de emplear esta técnica sea la persona encargada de patronear la embarcación la responsable del correcto trazado de las calles, permitiendo al arqueólogo centrarse en la labr prospectiva.

- Métodos indirectos (aquellos en los que la prospección se realiza mediante

instrumentos que inspeccionan el fondo marino): sus principales ventajas son la posibilidad de cubrir grandes áreas con rapidez y sin límite de profundidad, y su eficacia a la hora de detectar barcos de entidad. Su principal inconveniente es su ineficacia a la hora de detectar yacimientos del tipo fondeaderos o naufragios dispersados y fragmentados, que por otro lado son bastante habituales. La mayoría están basados en la interpretación de la respuesta del fondo a determinados estímulos, principalmente haces sonoros. Ejemplos de este tipo de métodos son:

� El sónar de barrido lateral. Su principio de actuación es el anteriormente mencionado, ofreciendo lecturas en las que la zona central queda fuera del alcance de los haces sonoros (la llamada zona de sombra) y por tanto no ofrece resultados. Detecta muy bien estructuras y pecios de entidad, en buen estado de conservación y con poco enterramiento. Presenta problemas con los tipos de yacimiento III y IV de la tipología anteriormente mencionada así como con determinados tipo de fondo, como las praderas marinas, en las que la lectura se distorsiona.

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� La sonda multihaz. Actúa de manera semejante al sónar de barido lateral, pero al tratarse de un conjunto de sondas que emiten en varias direcciones a una determinada frecuencia, se cubre una mayor zona y se posibilita la corrección de errores mediante la interpolación de los resultados obtenidos.

� El ROV o dispositivo de vídeo de control remoto. Se trata de pequeños robots con dispositivos de transmisión de video incorporados, más o menos sofisticados, que permiten al operador desde la superficie obtener una imagen del fondo marino. Son especialmente útiles a la hora de inspeccionar zonas concretas a altas profundidades y como complemento a otros métodos.

� El magnetómetro. Detecta anomalías magnéticas en el fondo marino, muy útil por tanto a la hora de detectar restos de materiales metálicos como grandes pecios modernos, aunque poco útil para la detección de restos de naves antiguas o yacimientos de los tipos I, II y III donde la presencia de materiales metálicos suele ser minoritaria.

“Apuntes para una metodología y técnicas de excavación en Arqueología

subacuática” Asunción Fernández Izquierdo

En esta ocasión, la intervención de Asunción Hernández trató de abordar los pormenores de una excavación arqueológica subacuática desde el punto de vista de la práctica, abordando cuestiones ignoradas en muchos casos a la hora de hablar de los pasos correctos a seguir en una excavación, pero básicas e indispensables como son la logística, los contactos personales y profesionales necesarios, etc.

Como se ha señalado en numerosas ocasiones a lo largo del curso, no existe una solución única y válida para todos los yacimientos y todas las intervenciones arqueológicas subacuáticas. Cada yacimiento es único, y sus características específicas determinarán la metodología a seguir para su excavación, basándonos (como también hemos señalado en esta memoria) en una adaptación a este medio de las técnicas empleadas en la Arqueología terrestre. Aún así, existen rasgos comunes a todas estas intervenciones, y estos tienen que ver, sobre todo, con la preparación y organización de la excavación.

Hemos de tener siempre presente que el grueso del trabajo de una excavación subacuática se realiza en tierra. Las labores de documentación y búsqueda y consulta de bibliografía, el intercambio de información con otros investigadores, el procesamiento de los datos obtenidos en el trabajo subacuático, el análisis de los materiales arqueológicos recuperados, la desalación y demás tratamientos estos materiales, la preparación de informes y publicaciones, la propia organización de cada uno de los pasos de la excavación, etc., han de llevarse a cabo necesariamente fuera de agua. De hecho, otra premisa que debemos tener en cuenta a la hora de enfrentarnos a este tipo de actuaciones es el optimizar al máximo el tiempo de fondo disponible, uno de los principales condicionantes (si no el principal) de toda intervención subacuática. Es por esto que se requiere una organización exhaustiva, detallada y proactiva de todas y cada una de las fases de la intervención, que trataremos de resumir en base a lo expuesto por la ponente.

En función de las características del yacimiento y antes de comenzar la excavación, deberemos tener preparados y organizados todos los recursos materiales y humanos que se prevean necesarios. Uno de los elementos esenciales que debe establecerse y prepararse a priori es el sistema de planimetría que se va a utilizar. Ya sea un bastidor en el caso enfrentarnos a la excavación de un pecio, o de balizas o fondeos en el caso de yacimientos dispersos como

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fondeaderos, etc., este sistema debe estar planificado y probado en tierra, así como correctamente georreferenciado en coordenadas UTM.

Otro aspecto importante es el conocimiento concreto y específico del medio en el que se encuentra el yacimiento (dinámica litoral, climatología, etc.) para determinar el momento más idóneo para realizar las excavaciones.

En cuanto a la infraestructura necesaria, debemos tener planificada la disponibilidad de puntos de acceso, embarque y desembarque de materiales y personas; de almacenes con los medios necesarios para el tratamiento y custodia de los materiales arqueológicos, así como de almacenes para todo el instrumental de la excavación; de un espacio de trabajo en tierra que permita la labor de investigación y tratamiento de datos (trabajo “de gabinete”) así como la preparación de herramientas e instrumental; de embarcaciones (en su caso), equipos de buceo, compresores, motores, equipos informáticos y todo aquel instrumental y herramienta necesarios para el correcto desarrollo de la intervención; de infraestructuras que proporcionen alojamiento y servicios a los miembros de la excavación y también de asistencia técnica en relación a eventuales problemas de tipo mecánico que puedan surgir en embarcaciones y/o equipos.

Desde el punto de vista administrativo, es necesario disponer de los permisos, planes y protocolos pertinentes en relación a la propia intervención arqueológica y a la seguridad en el trabajo (particularmente en lo relativo al trabajo subacuático: acceso a centros médicos, cámara hiperbárica…).

En lo referente a la organización del trabajo, debemos tener contemplados todos los aspectos comunes a una excavación en tierra firme (zonas de intervención, fases de la excavación, tratamiento, identificación e inventariado de materiales, etc.), pero teniendo en cuenta las características del trabajo subacuático. Las condiciones de profundidad, visibilidad, corrientes, temperatura del agua, tipo de fondo… condicionan la efectividad real el tiempo de trabajo. Es por ello que este trabajo debe organizarse en equipos que actúen por turnos, lo que implica una perfecta organización y comunicación entre todos los miembros de la excavación y un exhaustivo control del desarrollo de la misma por parte de sus responsables.

Una vez determinados y preparados todos los agentes y condicionantes que pueden entrar en juego durante el desarrollo de la intervención (sin olvidar que, seguramente, tendremos que enfrentarnos a numerosos imprevistos que tendremos que solucionar de manera pronta y efectiva) hay que iniciar la intervención propiamente dicha.

Una vez determinada, individualizada, marcada y georreferenciada correctamente la zona de excavación, esta debe comenzar con una limpieza superficial del área de dispersión del yacimiento y la colocación del sistema de planimetría. Una vez documentado el estrato superficial y obtenida su planimetría, y en base al conocimiento previo de las cartas batimétrica y bentónica de la zona, se iniciará el levantamiento de sedimentos.

El seguimiento de la excavación es similar al que se lleva a cabo en tierra, a través del Diario de Excavación y las correspondientes fichas de materiales y unidades estratigráficas (o capas), siendo aún más necesario que en tierra el llevar al día la documentación. Pero además, en las excavaciones arqueológicas subacuáticas hay que llevar un registro detallado de los tiempos de inmersión y todo lo relativo a las medidas de seguridad a adoptar de cara al trabajo bajo el agua, para lo que es necesario que exista la figura del Jefe de Inmersión, responsable de este control.

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Así, vemos como en general la metodología a emplear en una excavación subacuática es similar a la de una excavación fuera del agua, aunque debemos tener en cuenta ciertas peculiaridades que podemos resumir en:

- La presencia de unos sedimentos por lo general muy poco consolidados y en un ambiente que provoca un cambio constante en su disposición.

- Los problemas de visibilidad, muy habituales y provocados por diferentes factores (algunos ya detallados en esta memoria), lo que exige un detallado y riguroso control del avance de la excavación.

- La limitación en los tiempos de fondo, que implica el control riguroso de las inmersiones de cada miembro de la excavación así como la organización del trabajo en equipos rotatorios. Es por esto que la organización de los tiempos de trabajo y la comunicación y cooperación entre todos los componentes del equipo son fundamentales.

- Las características de los materiales arqueológicos. La presencia de materiales orgánicos es más abundante que en tierra, además, los procesos sufridos por estos materiales y las condiciones ambientales en que se han conservado (sean materiales orgánicos o inorgánicos) requieren de precauciones específicas y personal especializado para su manipulación y para evitar su degradación.

Para ilustrar todos estos contenidos, Asunción Fernández expuso el ejemplo concreto de la intervención sobre el pecio Albufereta I, pecio romano fechado a mediados del s. I d. C. y descubierto en las cercanías del puerto de Lucentum (Alicante). El repaso a esta intervención, conservando la óptica práctica y primando los aspectos organizativos sobre los científicos, puso de manifiesto la problemática y los pormenores que conlleva una actuación de este tipo desde el punto de vista de su dirección y coordinación.

El primero de ellos fue el que tiene que ver con las diferentes vías administrativas que intervienen en la gestión del Patrimonio Cultural Subacuático. En este caso concreto, el descubrimiento del pecio se debió a un hallazgo casual por parte de unos pescadores submarinos, que lo notificaron al Ayuntamiento de la localidad. Este hecho supuso que los trámites administrativos de comunicación oficial al CASCV se demoraran un mes y medio, que fue el tiempo que transcurrió desde la notificación a la Administración y el primer reconocimiento del hallazgo por parte de la misma. Este proceso se hubiera agilizado enormemente si se hubiera notificado directamente al CASV, lo que nos hace pensar que los cauces establecidos para la gestión de este tipo de información no están claramente definidos o no son lo suficientemente efectivos.

Desde este primer reconocimiento hasta el inicio de la intervención transcurrió un lapso de tiempo de otros tres meses, debido condicionantes como la masiva ocupación de la Albufereta en fechas veraniegas, empleándose este tiempo en la preparación de la misma (medios humanos y materiales, trámites administrativos, etc.) y comunicándose el hallazgo a la Guardia Civil para posibilitar la vigilancia del hallazgo, y a los clubes de buceo de la zona, para que tuvieran constancia de que la Administración era consciente de la existencia del yacimiento.

Una vez en la excavación, la metodología empleada (según la propia Asunción Fernández) fue el establecimiento de un eje N-S con un cabo desde un punto georreferenciado, atravesando el yacimiento por lo que se adivinaba su parte central. A partir de este eje se desarrolló una cuadrícula de 1 m. x 1 m. utilizando un bastidor metálico subdividido en una cuadrícula mediante gomas elásticas. Al perímetro del bastidor se le añadieron cintas métricas para utilizar como referencia y los vértices de la cuadrícula se numeraron como referencia para el desarrollo de la excavación y para la toma de fotografías. La extracción de las piezas se realizó

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mediante globos de ascensión. En cuanto a la documentación, detallaremos las distintas opciones y posibilidades en el tema 5.

“El pecio Bou Ferrer. Ejemplo de excavación subacuática” Carlos de Juan Fuertes

La segunda parte de la ya tratada ponencia del arqueólogo subacuático Carles de Juan sobre los principios y métodos de la prospección arqueológica subacuática giro en torno a la excavación del pecio Bou Ferrer como ejemplo de excavación arqueológica programada. Hemos decidido recuperar aquí esta parte como complemento de lo apuntado por la Directora del CASCV respecto a la intervención sobre el pecio Albufereta I.

Como en el ejemplo anterior, el Bou Ferrer responde a un hallazgo casual comunicado a la Administración (en este caso al Museo Municipal de La Vila Joiosa, que derivaría la comunicación al CASCV) en abril del año 2000. En el mes de enero del año siguiente se organizó una inspección de la zona por parte de arqueólogos subacuáticos, constatándose la presencia de un gran conjunto anfórico de formas Dressel 7 – 11. En vista del potencial del yacimiento, y después de constatar el expolio que estaba sufriendo, la Consellería de Cultura, Educación y Deporte de la Comunidad Valenciana optó por su protección física. Siguiendo los criterios establecidos de protección, reversibilidad y no afección, se ideó un sistema basado en la cubrición de las ánforas mediante una trama de red de pesca sobre la que se colocó otra de malla metálica. Todo el conjunto se fijó al fondo mediante un perímetro de muertos de hormigón que delimitaba el yacimiento. El último agente protector serían los propios agentes biológicos marinos que rápidamente colonizarían y ocultarían el conjunto. Esta protección ha demostrado ser eficaz dada la dificultad que supone su manipulación y su retirada, sin afectar al yacimiento.

Después de algunas acciones sobre el yacimiento destinadas a conocer el estado del pecio, en 2006 se llevó a cabo la primera campaña de excavación que es, junto con la de 2007, la utilizada por Carlos de Juan en su ponencia como ejemplo de metodología complementario al de Asunción Fernández.

La campaña de 2006, con un equipo de tres arqueólogos (más voluntarios y colaboradores), se dedicó a la realización de un sondeo que permitiera determinar la potencia real del yacimiento. Para ello se cuadriculó una zona de 3 x 3 m. y se inició la excavación de la primera capa del cargamento. Una vez retirado el fango que recubría esta primera capa, y numeradas las piezas correlativamente, se realizó un fotomosaico no métrico de la misma, que se utilizó como croquis de la disposición de las ánforas y como apoyo para la realización de planimetrías. Para la excavación de la segunda capa se decidió reducir la zona de actuación, colocando un bastidor de 2 x 2 m. en la zona ya excavada. La metodología empleada fue la misma, tanto en la excavación como en el registro.

En cuanto a la extracción de las piezas, se realizó envolviendo las ánforas en redes de pesca e izándolas mediante globos de ascensión. Una vez en la superficie se subían a mano a las embarcaciones (lo que resultó poco práctico para una excavación ene extensión), se llevaban a tierra y allí se realizaba un tamizado de su contenido.

En cuanto a la documentación, además de la planimetría se realizó un modelo en 3D, utilizando el fotomosaico no métrico, más una serie de cotas representativas de los objetos que proporcionaba una malla de puntos marcando la posición de cada uno de ellos, más un modelo preformado en 3D de cada uno de los tipos de ánforas presentes en el yacimiento (dos en concreto).

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En 2007 se llevó a cabo otra campaña de excavación. La mayor disponibilidad de medios (en esta ocasión participan ocho arqueólogos subacuáticos experimentados en una campaña de dos meses) permite actuar sobre una zona mayor del yacimiento, por lo que se delimita una zona de 8 x 8 m. En esta zona se incluye el sondeo realizado en la campaña anterior, para seguir trabajando en él e ir adelantando lo que podría aparecer en el resto de la cata a medida que se fueran retirando capas. En este sentido, al retirar dos ánforas de la tercera capa, aparecieron varios lingotes de plomo alineados con el paiol.

En cuanto a la organización de la excavación, Carlos de Juan señaló que el plan de inmersiones era de dos al día, utilizando Nitrox para una mayor seguridad más que alargar los tiempos de fondo. En lo referente a aspectos logísticos, la campaña contaba con una base en tierra equipada con casetas de obra, tres embarcaciones ligeras y dos mangas de succión. La zona de actuación estaba balizada en superficie mediante boyas de señalización con la identificación de la Consellería de Cultura, Educación y Deporte de la Comunidad Valenciana para favorecer el respeto a la zona de trabajo.

Las actuaciones arqueológicas a realizar continuaron la metodología empleada en la campaña anterior, incluyendo la limpieza de la parte superficial, la numeración correlativa de la carga, la documentación in situ mediante fotografía, fotogrametría y video, la extracción de piezas y el tamizado de su contenido. En cuanto a la extracción de piezas, en esta ocasión se utilizaron jaulas equipadas con flotadores e izadas con globos de ascensión, que proporcionaban una mayor capacidad y permitían ser remolcadas a puerto, donde se sacaban del agua utilizando un brazo mecánico (un sistema más efectivo que el utilizado en la campaña anterior). Una vez vaciadas, las ánforas se trataron mediante su inmersión en piscinas (de plástico cubiertas con mantas para evitar pinchazos y tapadas para evitar la aparición de mohos) con agua dulce para su desalinización, controlándose periódicamente el nivel de salinidad del agua.

En lo referente a las conclusiones obtenidas de la excavación, un aspecto metodológico a señalar es la invalidez de la fotogrametría, ya que la escasa visibilidad provocó que fueran necesarias una gran cantidad de fotografías, lo que generó deformaciones inaceptables en su tratamiento informático posterior.

Por otro lado, el estudio de la carga se centró en el análisis del contenido de las ánforas (identificado como salsas de pescado por la identificación de restos de determinadas especies y la impermeabilización existente), el establecimiento de la tipología (identificando las llamadas Bou Ferrer 1 y 2 con las Dressel 9 – 11 y la Bou Ferrer 3 con la proto – Beltrán II B), el tipo de pastas cerámicas, el volumen de carga y las características de la estiba, generando datos acerca de las posibles dimensiones y la adscripción geográfica y temporal del barco.

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TEMA 5. LA DOCUMENTACIÓN SUBACUÁTICA. Sistemas de documentación gráfica in situ de bienes muebles e inmuebles del patrimonio arqueológico sumergido. Dibujo, fotografía, planimetría.

Este tema aborda uno de los aspectos sin duda fundamentales de toda excavación arqueológica que gana aún más importancia, si cabe, en la Arqueología subacuática: la documentación. Las características del trabajo en el medio acuático que venimos mencionando a lo largo de esta memoria (limitación en los tiempos de fondo, rotación de equipos de trabajo, necesidad de desarrollar el grueso del trabajo arqueológico fuera del agua…) hace que sea indispensable una eficaz, continua y exhaustiva documentación del yacimiento.

Trataremos las características técnicas y aplicaciones de los principales métodos de documentación empleados en la Arqueología subacuática (dibujo, planimetría, fotografía, fotogrametría y levantamientos de modelos en 3D) a través de las ponencias de José Antonio Moya Montoya, profesor asociado de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Alicante, de José Luis Casabán y del ya mencionado Carlos de Juan.

“Documentación subacuática: técnicas de imagen” José Antonio Moya

En lo que se refiere a las características técnicas de los equipos para la fotografía en Arqueología subacuática, debemos tener en cuenta varios factores para lograr un resultado óptimo.

En cuanto a los tipos principales de cámaras, encontramos cámaras compactas, réflex y las cada vez más utilizadas cámaras compactas con óptica intercambiable. Sea cual fuere el tipo de cámara utilizada, deberíamos tener la posibilidad de almacenar las imágenes tanto en formato .raw como en formato .jpg. Estos dos formatos son complementarios, ya que los archivos .raw conservan toda la información registrada, aunque son más pesados y necesitan un procesado más complejo, mientras que los archivos .jpg son más versátiles, proporcionan una mayor facilidad de uso y son más ligeros, aunque al ser un tamaño comprimido se pierde información.

Otra característica técnica a tener en cuenta es el sensor de imágenes, del que tendremos que valorar dos parámetros:

- La calidad en megapíxeles, siendo necesaria una calidad de al menos entre 10 y 20 Mp. - El tamaño en mm. del plano focal (el tamaño del sensor), que junto con la distancia

focal, determinará la amplitud del ángulo de visión horizontal de la cámara. Desde un punto de vista práctico, cuanto más grande sea el plano focal más podremos acercarnos al objeto para fotografiarlo, ya que los planos abarcarán más ángulo de visión horizontal. En este sentido es importante la incidencia de la refracción de la luz en la toma de imágenes. El índice de refracción de la luz bajo al agua (normalmente calculado con un valor de 1’333) aumenta la distancia focal, y por tanto disminuye el plano focal. Es decir, hace que tengamos que alejarnos más del objeto para aumentar la amplitud del ángulo de visión horizontal de la cámara.

En cuanto a la especificidad de los equipos sumergibles, podemos encontrar cámaras anfibias (sumergibles sin necesidad de protección, una línea de fabricación que tiende a perderse), fundas flexibles y cámaras resistentes al agua (que generalmente limitan su rendimiento a profundidades de escasos metros) y la opción más habitual y utilizada en Arqueología

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subacuática, la de las cámaras convencionales adaptadas al medio acuático mediante carcasas rígidas. Este tipo de carcasas subacuáticas pueden ser plásticas o metálicas y ofrecen una resistencia a la presión que normalmente va en tramos de 40, 60 y 100 m. de profundidad. En cuanto a sus características técnicas, es muy importante (como para cualquiera de los elementos del equipo de buceo) un correcto mantenimiento, prestando especial atención a las juntas tóricas que son las que proporcionan la estanqueidad a la carcasa. Muchas veces estas carcasas ofrecen la posibilidad de cambiar su parte frontal para adaptarse a distintos tipos de ópticas.

Otro aspecto importante a tener en cuenta a la hora de realizar fotografías en el medio subacuático es el de la iluminación. La columna de agua funciona como un filtro selectivo respecto a la luz natural. En función de la profundidad va eliminando colores del espectro, primero los tonos rojos, después los amarillos, los verdes, y por último los azules. Esta situación se puede corregir de diversas maneras. Todas las cámaras digitales tienen una función llamada de “balance de blancos” que permite equilibrar los valores cromáticos, pero siempre que la imagen tenga información sobre la que trabajar (es decir, que haya recogido los tonos, aunque sea con una intensidad menor a la deseada), lo que sólo se da hasta los 5 m. de profundidad aproximadamente. Otra opción es el uso de filtros, aunque sólo es válida para profundidades de un máximo de unos 7 m. de profundidad.

La opción válida para la correcta realización de la documentación fotográfica en Arqueología subacuática es la de la iluminación artificial. Esta iluminación puede ser de destello (normalmente más ponente pero que no permite visualizar el efecto antes de realizar la fotografía) o continua, con las características inversas. Esta iluminación debe realizarse con un doble foco orientado correctamente para evitar la reflexión de la luz sobre las partículas en suspensión directamente en la cámara. Chrystelle Chary en su publicación “La photographie en archéologie sous-marine: de l’object in situ a la coverture photographique d’un site homogène” (NIETO, X. y CAU, M. A. 2009), aborda con más detalle la forma correcta de realizar este tipo de fotografías subacuáticas.

En lo referente a los accesorios para este tipo de trabajos, éstos son muy variados y de muy distinta naturaleza. José Antonio Moya hizo un repaso de los principales y más útiles desde el punto de vista de la documentación fotográfica en Arqueología subacuática. Entre ellos destacó:

- Los trípodes y el “horizonte artificial”, que permiten realizar fotografías con la cámara perfectamente estabilizada y paralela al suelo.

- El láser de referencia, que permite obtener líneas de referencia en la imagen. - El visor magnificador, que permite una previsualización ampliada de la imagen sin

necesidad de esperar a introducirla en un equipo informático. - La inclusión de metadatos en la fotografía a través de GPS subacuático, lo que nos

parece enormemente interesante ya que se asocia de manera indisoluble y permanente la imagen a unas coordenadas concretas.

- Alarmas y comprobadores destinadas a la salvaguarda del equipo, como sistemas de comprobación de vacío previos a la inmersión o alarmas internas de inundación para las carcasas.

José Antonio Moya, una vez apuntadas las principales características de los equipos empleados en la fotografía subacuática, prosiguió su intervención centrándose en aspectos relacionados con procedimientos y técnicas de trabajo a la hora de realizar correctamente la documentación fotográfica de un hecho arqueológico subacuático.

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La primera de las posibilidades que nos ofrece la fotografía es la de contextualizar el yacimiento. Para ello debemos realizar una fotografía del conjunto del yacimiento y su entorno. Un ángulo de visión de 80 – 110º respecto al mismo nos permitirá una mejor visibilidad minimizando los efectos de la columna de agua.

A la hora de realizar la fotografía en detalle del yacimiento, las funciones “macro” de la cámara nos permitirán captar los detalles de la imagen sin la necesidad de acercarnos en exceso al objeto, lo que nos resultará útil para no obstaculizar la entrada de luz y en los casos en que el acercarnos demasiado suponga un riesgo para su conservación o sea sencillamente poco accesible.

Otros dos aspectos a tener en cuenta a la hora de realizar estos trabajos son la compensación de la iluminación y el asegurar la exposición. Una correcta fotografía debe presentar una correcta compensación entre la luz natural o ambiente y la luz artificial. Para ello es necesario tomar mediciones en las zonas iluminadas por estas dos fuentes y equilibrarlas para que todas las zonas de la imagen aparezcan correctamente iluminadas. Para la documentación científica es necesario utilizar la función de “medición puntual” cada vez más extendida y más completa y exhaustiva que la función de “medición matricial” que es la que suele utilizar. En cuanto a la exposición adecuada, la función de “bracketing” permite tomar varias imágenes con distintos rangos de exposición en cada disparo para después elegir la más adecuada.

Para terminar, el ponente señaló la existencia de varios tipos de software útiles para el post-procesado de la imagen digital, tales como AutoPano Pro, Helicon Focus, Photomodeler o Photoshop; así como la utilidad de la herramienta video para el seguimiento y la supervisión del proceso de trabajo y, sobre todo, para la difusión del mismo a través de medios como la televisión o Internet.

“Documentación subacuática. Dibujo y planimetrías” Carlos de Juan Fuertes

En esta ocasión, el arqueólogo subacuático Carlos de Juan contribuyo a la exposición de las diferentes posibilidades existentes a la hora de acometer la documentación de un yacimiento subacuático, centrándose en la realización de planimetrías y dibujos.

El tema se expuso comenzando por señalar aquellos aspectos a tener en cuenta para ubicar el yacimiento de una manera eficaz, para proceder después a su documentación y terminar con el ejemplo concreto de las acciones de documentación desarrolladas en la intervención sobre el pecio Bou Ferrer, como ejemplo de la unión de la metodología tradicional con las nuevas tecnologías.

En primer lugar se subrayó la importancia de una correcta georreferenciación de los yacimientos. Es muy aconsejable el uso de coordenadas UTM con Datum European 50, ya que este sistema de datos es el empleado de forma genérica por la mayoría de organismos, planos, etc. en el ámbito europeo. Una vez tomados loas datos, estos deben volcarse a programas informáticos que permitan un uso completo y eficaz de los mismos, ya sean Sistemas de Información Geográfica tipo ArcGIS o de diseño asistido por computadora tipo AutoCAD.

Una vez ubicado el yacimiento, es necesario recoger la información que lo relaciona con su entorno físico. Es necesario conocer la topografía subacuática del yacimiento, esto es, la batimetría y las curvas de nivel del fondo marino, así como el bentos y demás características de este entorno. Resulta muy útil el uso de batimetrías asociadas a isopacas o curvados de nivel en los que se representa la potencia del sustrato arenoso.

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Una vez ubicado y georreferenciado el yacimiento, y puesto en relación con su entorno, debemos sistematizar el espacio dentro del propio yacimiento para facilitar en el mayor grado posible el trabajo, la toma de datos y la gestión de los mismos. La experiencia demuestra que lo más útil y práctico es el uso de sistemas basados en conceptos ortogonales y escalas 1:10. Para ello podemos emplear cuadrículas que nos ofrecen a la vez la posibilidad de ser utilizadas como punto 0 a la hora de tomar mediciones y referencias dentro del yacimiento, siempre y cuando estas estén correctamente georreferenciadas, niveladas y conozcamos su cota.

A la hora de realizar el dibujo del yacimiento, el sistema empleado es básicamente el mismo que se emplea en la Arqueología terrestre. Mediante el uso de elementos métricos y plomadas se toman referencias respecto a un punto conocido a partir de las cuales se elabora el dibujo. La adaptación al medio subacuático consiste en el uso de papel de poliéster sujeto a planchas de PVC sobre el que se dibuja utilizando lápices de grafito corrientes. A la hora de dibujar es importante que la posición del arqueólogo sea la correcta, preferiblemente en paralelo al fondo, y sobre todo que se evite levantar el sedimento ni, por supuesto, alterar el yacimiento.

En el caso de la documentación planimétrica para la arquitectura naval hay que tener en cuenta que existen numerosos elementos que aportan una información fundamental para determinar la adscripción cultural y geográfica del barco, su sistema de construcción, etc.

Como ejemplo concreto de documentación de un yacimiento subacuático, Carles de Juan se centró en la última parte de su intervención en el caso del pecio Bou Ferrer. Cuando los yacimientos a documentar se encuentran a grandes profundidades se hace complicado aplicar la metodología tradicional de dibujo y planimetría arqueológicos, ya que los tiempos de inmersión son muy cortos y muchas veces las condiciones de visibilidad, etc. no son las ideales. Es por ello que se hace necesario emplear técnicas distintas, más rápidas en su ejecución, como la planimetría realizada a partir de la fotografía, el fotomosaico o la fotogrametría. El pecio de Bou Ferrer se presenta como un ejemplo de unión entre la metodología tradicional y el uso de nuevas tecnologías.

Para la documentación de este yacimiento se instaló un bastidor rígido y nivelado que serviría como marco referencial a la hora de tomar imágenes. Después de elaboró un fotomosaico de cada una de las capas generadas durante la excavación, además de una toma exhaustiva de cotas y puntos de control y la realización de un croquis en papel. El fotomosaico, que no incorpora referencias métricas, se realizó con una cámara convencional asociada a un profundímetro para asegurar que todas las imágenes estaban tomadas a la misma profundidad, y sirve como croquis sobre el que se superponen, empleando un software de diseño asistido por ordenador (CAD), en concreto AutoCAD, las cotas tomadas. A partir de estos datos se elaboró un modelado en 3D que permite una vista axonométrica de cada una de las capas de la excavación.

Este pecio también se documentó mediante fotogrametría, aunque la mala visibilidad hizo que este trabajo no terminara de ser rentable comparando el tiempo invertido y el resultado obtenido.

Por tanto, podemos decir que a la hora de realizar el dibujo y la planimetría de un yacimiento subacuático deberemos emplear aquellos métodos y técnicas que mejor se adapten a las características del yacimiento, siempre primando la exhaustividad pero siendo lo suficientemente creativos como para buscar soluciones que sean compatibles con los recursos (materiales, humanos, de tiempo…) disponibles.

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“Aplicaciones prácticas de la fotogrametría en Arqueología subacuática” Jose Luís

Casabán

En esta ponencia, Jose Luis Casabán nos habló de las características de la fotogrametría y de sus posibilidades de aplicación a la documentación en Arqueología subacuática desde su experiencia en las intervenciones sobre el pecio Mazarrón 2 y el yacimiento del Bajo de la Campana.

La fotogrametría es una técnica que permite la atribuir características métricas a los objetos a partir de imágenes tomadas de los mismos y, por tanto, resulta especialmente útil a la hora de realizar planimetrías o de elaborar la documentación gráfica de yacimientos arqueológicos.

El proceso para la elaboración de la fotogrametría de un yacimiento se divide en dos grandes fases: la obtención de las imágenes y el procesado de las mismas. Para la obtención de las imágenes se necesita una cámara fotográfica y una escala que nos proporcione las referencias métricas. A la hora de tomar las fotografías debemos tener en cuenta las características de la propagación de la luz en el medio subacuático y los distintos elementos que afectan a la captación de la imagen por parte de la cámara. Además del agua, la luz debe atravesar la carcasa de la cámara, que debe ser en forma de cúpula para permitir su propagación en línea recta, y el espacio aéreo entre la carcasa y la lente. Es recomendable que esta lente sea un gran angular para poder corregir la disminución del campo visual que se produce bajo el agua.

En cuanto al procesado de las imágenes, este se realiza utilizando paquetes de software específico como el Photomodeler Pro, ejemplo propuesto por el ponente. Este programa permite tomar medidas exactas y elaborar planimetrías y modelos en 3D. Todas las aplicaciones informáticas destinadas a la elaboración de planimetrías incluyen plantillas y tutoriales para la calibración de la cámara.

En el caso del pecio Mazarrón 2 se realizó la fotogrametría del casco con la intención de elaborar un modelo en 3D a escala 1:1 del mismo. El proceso seguido para lograrlo comenzó, como es natural, por la calibración de la cámara, acción que se vio dificultada por los reflejos de luz solar que se producían debido a la escasa profundidad a la que se encontraba el pecio.

Una vez calibrado el instrumental comenzó la toma de imágenes. Ésta se realizó por tramos delimitados por las claras del casco. Teniendo en cuenta las condiciones de visibilidad, el nivel de detalle necesario y las propias circunstancias de la toma de imágenes, condicionadas por la estructura de protección del pecio, se fueron tomando fotografías de áreas de 1 m2, tomando mediciones in situ y estableciendo marcas de control para poder contrastar las mediciones reales con las ofrecidas posteriormente por Photomodeler. Así, se fue configurando una suerte de fotomosaico métrico.

La tercera parte del proceso fue el procesado de las imágenes mediante el mencionado programa informático y la obtención de la información métrica a incorporar en las imágenes. Por último, estos datos fueron procesados en una aplicación CAD, orientando el modelo y añadiendo elementos gráficos.

Debemos decir que quizás en el caso concreto del Mazarrón 2 debería haberse hecho más hincapié en estos detalles y elementos gráficos, ya que el modelo resultante no recoge toda la información que ofrece el casco de este pecio, y no permite obtener datos que permitan avanzar en el conocimiento de aspectos tan importantes como su sistema constructivo, etc.

El otro ejemplo ofrecido en esta charla fue el del levantamiento planimétrico del yacimiento del Bajo de la Campana al objeto de lograr un posicionamiento tridimensional de materiales y estructuras arqueológicas.

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Para ello se elaboró, después de la correspondiente calibración del instrumental, una red de puntos de control en las tres dimensiones, creando un perímetro mediante trípodes metálicos en posiciones conocidas. Una vez colocados estos trípodes, se tomaron las medidas entre ellos así como una serie de cotas con un profundímetro. Todos estos datos permitieron establecer esa red de puntos conocidos en los tres ejes de coordenadas X, Y y Z, sobre la que se insertarían los materiales y estructuras del yacimiento.

Una vez obtenidos los datos, se volvieron a volcar en un programa CAD donde se les dio un soporte gráfico que, unido a un modelado en 3D de los materiales arqueológicos y a un modelo digital del terreno (MDT) permitieron obtener una representación en tres dimensiones del yacimiento, sus estructuras y materiales.

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TEMA 6: EXTRACCIÓN, TRANSPORTE Y LIMPIEZA DE MATERIALES SUMERGIDOS. Normas básicas aplicables a los materiales arqueológicos sumergidos cuando se extraen del medio húmedo, se transportan y se efectúan sobre ellos tareas de limpieza preventivas, distinguiendo entre materiales inorgánicos y orgánicos.

“La conservación de la madera arqueológica empapada de agua” Juan Luis Sierra

En esta intervención el técnico en restauración del ARQVA, Juan Luis Sierra, nos habló de las características químicas y estructurales de la madera y de cómo se ve afectado este material por su permanencia bajo el agua durante prolongados períodos de tiempo, así como de las precauciones básicas a tomar a la hora de manipularlo, en el contexto de una intervención arqueológica subacuática de cara a su correcta conservación.

La madera se conserva especialmente bien en ambientes muy secos o muy húmedos porque éstos detienen las acciones orgánicas que la deterioran. Las principales acciones a llevar a cabo a la hora de estabilizar una madera saturada de agua son el aporte de consolidación y la extracción del escaso de agua. Para ello es necesario conocer en profundidad las condiciones y el entorno en que la madera se ha conservado y su estado de conservación, así como las técnicas empleadas en su manipulación y otros materiales diferentes a la madera que puedan formar parte de la misma pieza.

En cuanto a las características físicas de la madera, debemos tener en cuenta que tienen tres direcciones de crecimiento: tangencial, horizontal y longitudinal, y que las tres influyen en las deformaciones que sufre.

En lo referente a las características químico-estructurales, la madera está compuesta por celulosa, hemicelulosa y lignina, dispuestas en una estructura reticular con celdas en cuyo interior están presentes mayoritariamente las celulosas y separaciones donde prima la lignina. La celulosa tiene una estructura cristalina que es la que aporta a la madera sus cualidades de flexibilidad, etc. Por otro lado, la celulosa y la hemicelulosa son sustancias más solubles, por lo que en la madera arqueológica asociada a yacimientos subacuáticos habrá una presencia mayor de lignina y menor de elementos celulósicos. Así, al desaparecer la celulosa, resulta una estructura de lignina rellena de agua

A la hora de hablar de la degradación de la madera arqueológica sumergida, Juan Luis Sierra señaló como principales agentes de deterioro:

- Los agentes físico-químicos, como el niel de pH del agua, la radiación luminosa, la presión, la humedad, la erosión, etc.

- Los agentes bióticos, muy variados, pueden agruparse en dos grandes grupos: � Macroorganismos marinos, como el teredo navalis o la limnoria lignorum. El

teredo navalis es un molusco que va creando galerías en el interior de la madera en forma de concreciones calcáreas, por lo que aunque en apariencia la madera se encuentre en buen estado, internamente puede estar muy deteriorada. La limnoria lignorum, por su parte, es un crustáceo que crea unas redes de canales cerca de la superficie de la madera que aceleran su erosión.

� Microorganismos marinos, como las bacterias de erosión (que atacan la celulosa pero no la lignina), las bacterias de tunelación, de cavitación, los hongos

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A la hora de tratar este tipo de materiales, como hemos señalado, se debe eliminar el escaso de agua y rellenar la estructura con algún consolidante. Históricamente se han venido utilizando distintos tipos de consolidantes como el alumbre, la mezcla de glicerina-acetona-éter, resinas sintéticas como el PEG, sacarosa, etc. Actualmente, uno de los métodos más empleados es la liofilización, o la liofilización combinada con el uso de PEG. La liofilización, a grandes rasgos, consiste en la eliminación del agua de la madera a través de su sublimación, lo que evita los efectos de tensión superficial que causan las contracciones.

También se emplean otros métodos, como la plastinación, consistente en la sustitución del agua por aceites de silicona, lo que permite obtener resultados muy consolidados y visualmente muy logrados, aunque cuenta con el inconveniente de que es un proceso irreversible.

En cuanto a las recomendaciones básicas a la hora de manipular maderas en el contexto de una excavación arqueológica subacuática, Juan Luis Sierra señaló la importancia de mantener el material en un medio igual a aquel en que se ha conservado y del tratamiento del mismo por parte de especialistas.

“La complejidad de la conservación de los materiales arqueológicos de procedencia

subacuática: técnicas específicas” Milagros Buendía Ortuño

En su intervención, la técnico en restauración del ARQVA Milagros Buendía expuso en líneas generales los principales problemas que presentan los materiales arqueológicos procedentes del medio subacuático de cara a su conservación, centrándose en los materiales inorgánicos y ejemplificando sus contenidos con el caso concreto de la conservación de las defensas de elefante procedentes del yacimiento del Bajo de la Campana.

Después de una introducción en la que se trataron aspectos normativos y de definición relativos a las obligaciones y criterios a seguir en cuanto a la conservación del Patrimonio Cultural Subacuático, y que ya hemos tratado en esta memoria al hablar de la protección jurídica del Patrimonio Cultural Subacuática en España, la ponente hizo hincapié en la necesidad de entender las acciones para la conservación desde un punto de vista global que afecte a todo el proceso, así como a la importancia de la presencia de profesionales especializados en el mismo. Es importante que la figura del especialista en conservación y restauración esté presente en todo el proceso, en la planificación de la intervención, durante la misma como apoyo y una vez recuperados los materiales.

En cuanto a los principales problemas de conservación de este tipo de materiales, al igual que se ha apuntado para la madera en la intervención anterior, son muy variados. Milagros Buendía señaló, genéricamente las concrecciones, el biodeterioro, los problemas causados por las sales solubles, la corrosión y la erosión/fragmentación.

En cuanto a las acciones de conservación a emprender con este tipo de materiales (y en general con todos los materiales arqueológicos procedentes del medio acuático o subacuático) se remarcó la importancia de llevar siempre a cabo una estabilización de los mismos. Esta estabilización debe consistir, básicamente, en la eliminación de las sales solubles (desalinización) de una forma controlada que evite problemas osmóticos, pasando de forma gradual de agua salada a agua dulce y finalmente a agua destilada. Una vez estabilizadas las piezas, deben almacenarse adecuadamente y controlarse mediante revisiones periódicas de sus condiciones de conservación.

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El siguiente nivel de intervención en este tipo de materiales sería la restauración. Las tareas de restauración ya no deben aplicarse a todas las piezas por norma como en el caso de la estabilización, sino que ha de realizarse una restauración selectiva y en base al principio de mínima intervención. Las fases a seguir deberían ser:

- La valoración/justificación de la necesidad de la intervención. - La documentación de la pieza y sobre la pieza. En este punto deben incluirse las

analíticas y estudios arqueométricos necesarios para la caracterización de las piezas. - La propia intervención restaurativa. Esta intervención puede llevarse a cabo en

distintos grados en función de las características y las necesidades de cada pieza, y básicamente consistirá en la limpieza de la misma (teniendo en cuenta que esta es una acción irreversible por definición), la adhesión de fragmentos de la propia pieza, la reintegración volumétrica (en principio sólo cuando esta acción aporte una mayor estabilidad estructural a la pieza) y la reintegración cromática (siempre diferenciándola del original y a través de técnicas reversibles).

- La redacción de informes

Y en cuanto a los criterios generales a seguir, se deberá tener en cuenta:

- El desarrollar procesos individualizados y selectivos. - El mantener el principio de mínima intervención. - El posibilitar y remarcar la diferencia entre las partes originales y las reintegradas. - La reversibilidad de las acciones.

Por otro lado, durante todo el proceso de manipulado y gestión de las piezas debe mantenerse un programa de conservación preventiva que debe tenerse especialmente en cuenta a la hora de almacenar, trasladar, embalar/desembalar, documentar, montar en exposiciones o vitrinas estas piezas.

Para terminar con su intervención, Milagros Buendía expuso el ejemplo de la conservación de las defensas de elefante recuperadas del yacimiento subacuático del Bajo de la Campana. Después de un repaso al uso y al comercio del marfil en el Mediterráneo en la Antigüedad expuso brevemente cuáles fueron las acciones llevadas a cabo sobre estas piezas:

- La preparación logística para una correcta manipulación y extracción de las mismas. - La asistencia en el yacimiento (engasados y almacenaje en envases rígidos para su

manipulación). - El traslado al laboratorio. - La documentación de las piezas. - La estabilización. - La eliminación de las sales insolubles y restos de deposición. - La eliminación de las sales solubles. - El secado.

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TEMA 7: ARQUITECTURA NAVAL. Conceptos básicos sobre las formas de construcción naval en madera desde la Antigüedad a la Edad Moderna, su evolución en el tiempo y en las diferentes culturas y medios acuáticos. Reconocimiento de los principales elementos de las estructuras navales antiguas. Estudio de los principales tipos de naves de madera desde la Prehistoria a la Edad Moderna.

“Arquitectura naval prehistórica y protohistórica” Enrique Dies Cusí

Como señaló el propio Enrique Díes, no es viable resumir casi cincuenta mil años de la historia de la navegación a vela en el Mediterráneo en un par de horas. En lugar de intentarlo y fracasar, el ponente optó por hablar de las características generales y principales condicionantes de esta navegación y de los avances más destacables en relación a la construcción de barcos.

En primer lugar se definió el marco geográfico. Desde el punto de vista de la navegación a vela, hay que tener en cuenta que el mar Mediterráneo se encuentra rodeado de grandes masas continentales que generan muchos tipos de vientos y muy dinámicos, lo que provoca que las condiciones de navegación en este sentido sean muy cambiantes; es habitual que la navegación no sea lineal sino afectada por numerosos avatares. En general, existe una tendencia de vientos E-W, más activa en zonas centrales del mar, mientras que si nos acercamos a las costas la tendencia general es de vientos de tierra a mar que reciben distintos nombres en función de la zona de la que hablemos (Eliseos, Melteni, Etesios, Ghibli…).En cuanto a las corrientes, el Mediterráneo es un mar tranquilo. Excepto en las zonas del estrecho de Gibraltar (donde se da una intensa corriente E-W) y del estrecho de los Dardanelos (en este caso NE-SW), las corrientes no son un gran condicionante para la navegación.

El siguiente aspecto que se trató fue el del calado de las embarcaciones y cómo las naves flotantes son mucho más susceptibles a la deriva por corrientes superficiales, mientras que las naves de mayor calado cuentan con la limitación de no poder acercarse a tierra.

En cuanto a los sistemas de propulsión, en los ámbitos cronológicos en torno a los que giró la disertación los principales sin duda son el remo y la vela. El más antiguo es el remo, siendo la vela un importante avance que obligó a generar una nueva cultura en torno al conocimiento de los vientos y su aprovechamiento. La vela más usada en la Antigüedad fue la vela cuadra, un tipo de vela que resulta muy efectiva con vientos de popa, pero muy poco maniobrable y que aprovecha muy mal los vientos de proa.

En lo referente a la orientación, pese a que estudios de visibilidad afirman que se puede navegar prácticamente por todo el Mediterráneo sin perder de vista la tierra firme, la realidad es que los condicionantes naturales como brumas, calimas, etc. hacen que ésta deje de verse con bastante rapidez, por lo que es necesario tener conocimientos de navegación en base a elementos fijos como el sol o las estrellas.

Todos estos conocimientos no estaban globalmente extendidos ni eran de dominio general en la Antigüedad, por lo que era muy importante la narración de las experiencias de los navegantes y la comunicación oral de sus conocimientos.

Si hablamos de las motivaciones que han llevado al ser humano a navegar, claramente, y teniendo en cuenta los riesgos que conlleva esta actividad, las principales han sido la búsqueda

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y el intercambio de recursos. El comercio ha impulsado el desarrollo de la navegación y en base al tipo de actividad que se realiza podemos distinguir varios tipos de navegación: de cercanía (el pescador que sale habitualmente a faenar en una misma zona próxima a la costa), de cabotaje (que mantiene la referencia de la costa y discurre cercana a ella, con los riesgos que ello implica) o de altura (que en general es más rápida y segura y se desarrolla entre dos puntos distantes y alejada de la costa).

Entrando ya en la historia de la navegación, el ponente habló de las primeras evidencias de navegación vinculadas al horizonte Neanderthal de islas como Córcega, atribuyendo a este momento un desarrollo que no iría más allá de balsas de troncos atados. Como hemos mencionado, muy probablemente la primera razón para la navegación debió ser la captación de recursos. Se han documentado vertederos asociados a yacimientos de cronología mesolítica en los que aparecen restos de especies para cuya captura es necesario el uso de embarcaciones, como la sardina. Seguramente esta navegación en busca de recursos (principalmente alimentos) dio pie al establecimiento de contactos sociales y se entendió como una vía efectiva para el intercambio y el comercio. Para ilustrar estos orígenes de la navegación se señalaron varios ejemplos de embarcaciones concretas, como las barcas de Tybrind Vig, de en torno al 4000 a.C., con 10 m. de eslora y 50 m. de manga, ya presentan un resalte que sirve de asidero en la borda y un espejo de popa (no se conserva la pieza de madera móvil pero sí los orificios para encajarla) que permitiría achicar agua, cargar presas pesadas, etc.Por su parte, las canoas monóxilas de Auverner, de la Edad del Bronce, que presentan evidencias del uso de hogares de arcilla, lo que implica navegaciones de uno o varios días. Otro ejemplo es el de la piragua del lago Bracciano (c. 5310 – 5147 a.C.), que presenta unas piezas encajadas en el casco mediante una doble perforación que, según algunas interpretaciones, podría corresponder a una batanga o balancín que permitiría mejorar la estabilidad de la embarcación y, por tanto, favorecería el uso de la vela.

A finales del Neolítico y comienzos de la Edad de Bronce el panorama empezó a cambiar para dar paso a un escenario y una tecnología que estará vigente los siguientes cerca de 1500 años hasta la aparición del uso de la cuaderna: aparece el sistema de construcción a base de la unión de tracas de madera y con él las bases de la construcción naval de la Antigüedad a excepción de la quilla y de la cuaderna. Así, el modelo básico de construcción en todo el Mediterráneo para este momento es el de embarcaciones con tracas unidas mediante cosido o mediante lengüetas y mortajas, y con suelo plano.

El siguiente paso en este desarrollo es la aparición de la quilla. Esta pieza permite mejorar la resistencia del barco a los dos movimientos principales que le afectan, esto es, el cabeceo y el balanceo. Aparece en el contexto del Egipto del Imperio Medio y se extiende rápidamente por todo el Mediterráneo. Con su aparición el sistema constructivo generalizado consiste en partir de la quilla para ir añadiendo tracas. Poco después aparecen otros dos elementos esenciales, la roda y el codaste, prolongaciones de la quilla por la proa y por la popa respectivamente y que permiten mejorar la hidrodinámica de la embarcación, su equilibrio y la resistencia al efecto del oleaje.

En cuanto a los mástiles y velas, la iconografía y algunos restos hacen pensar que la primera opción a la hora de levantar un mástil fue el mástil bípode. Sin embargo, en el Imperio Medio, ya se emplearía el mástil simple, que tiene la ventaja de que permite bracear la vela para aprovechar vientos que superan la aleta de la embarcación, además de ser abatibles. Las primeras velas fueron de verga doble (la inferior fija y la superior móvil), un sistema que prácticamente desaparece a partir del primer milenio de nuestra Era, dando paso a la verga superior simple. El otro tipo de vela fundamental en este contexto, además de la mencionada vela cuadra, será la vela triangular o de cuchillo, que permite aprovechar mucho mejor los vientos más cercanos a proa.

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En cuanto a los tipos concretos de navíos más utilizados en la Antigüedad en el ámbito del Mediterráneo, antes de la aparición de la galera, Enrique Dies se refirió al hippos y al gawlos.

El hippos era una suerte de embarcación multiuso, buque intermedio entre la capacidad de carga del gawlos y la maniobrabilidad de la galera. Contaba con vela y algunos remeros y era muy adecuado para la navegación de cabotaje. Se les calcula una eslora de entre 8 y 16 m. y sus usos están relacionados con la exploración y con el mundo militar antes de la aparición de la galera.

El gawlos era un tipo de embarcación de grandes dimensiones y formas redondeadas que primaba la capacidad de carga sobre la maniobrabilidad. Su sistema de propulsión principal era la vela, ayudándose de los remos en ocasiones excepcionales y sin contar con remeros soldados entre su tripulación como podía ocurrir en los hippoi. Con estas características es fácil suponer que su uso principal era el de buque eminentemente mercante destinado a la navegación de altura por rutas comerciales establecidas y mínimamente seguras, normalmente en conserva.

“Architecture Navale Antique. Définitions, problématiques et méthodes” Giulia

Boetto

La Doctora en Investigación del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), Giulia Boetto, nos habló en su presentación de las características de la Arquitectura Naval Antigua, del punto de vista a adoptar, como historiadores, a la hora de afrontar el estudio de una embarcación antigua y de los principales sistemas constructivos de la Antigüedad, representándolos con ejemplos concretos de embarcaciones conocidas a través del registro arqueológico.

El estudio de la arquitectura naval antigua parte del s. XV, basado fundamentalmente en el análisis de fuentes escritas o iconográficas. En los últimos años, sin embargo, el desarrollo de la Arqueología subacuática ha permitido ampliar este conocimiento a través de restos materiales que han aportado mucha información nueva. Desde el punto de vista del arqueólogo/historiador, una embarcación debe ser entendida desde un punto de vista múltiple. Boetto propuso la definición de nave de Keith Muckelroy (MUCKELROY, K. 1978) en la que se entiende la embarcación como:

- Una máquina. Es una construcción arquitectónica que se mueve, con propiedades de flotabilidad y sistemas de propulsión.

- Un símbolo funcional de un sistema económico y militar. Cada embarcación responde a una función específica y existe una forma apropiada para cada función y para cada espacio de navegación. La función también genera una especialización en los medios de propulsión, como hemos visto al hablar del hippos y el gawlos.

- Una comunidad cerrada, con sus sistema social propio que se refleja en una cultura material propia a través de cuyo estudio se puede reconstruir este sistema social (al igual que en tierra).

Entrando en el tema de los sistemas de construcción naval en la Antigüedad, Giulia Boetto remarcó el hecho de que cada embarcación responde a una necesidad funcional, que será la que a su vez condicionará sus características de forma, tamaño, sistema de propulsión, de gobierno, etc., en base a los recursos disponibles. En cuanto a los principales elementos constituyentes de los barcos del Mediterráneo antiguo, cuyo tratamiento caracterizará a su vez los dos principales sistemas constructivos, se señalaron la quilla, las cuadernas y las tracas que configuran el forro.

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La quilla es la parte principal del barco. Recorre el eje longitudinal del barco y puede ser muy compleja, con sistemas de encastrados, juntas, refuerzos en la proa y en la popa, etc. Uno de los parámetros a valorar cuando queremos hacer una comparación entre barcos de la misma época es la forma de la quilla, pero a la hora de hacer este análisis deberemos tener en cuenta que su forma no es igual en todo su desarrollo, por lo que tendremos que compararlas en el mismo punto.

Las cuadernas están generalmente unidas a la quilla y forman junto con esta el esqueleto de la embarcación, cumpliendo funciones estructurales que aportan una mayor resistencia a la embarcación.

La evolución de la forma de la quilla condicionará la evolución de la primera parte del forro. El forro consiste en el conjunto de tracas de madera que dan forma al casco del buque. Como hemos apuntado ya en alguna ocasión a lo largo de esta memoria, existen en la Antigüedad varias opciones para configurar este casco, las principales son mediante cosido y mediante espigas y mortajas. El cosido, más antiguo, es un sistema que consiste en unir las tracas a tope mediante cordajes que pasan a través de orificios practicados en la tablazón. Las juntas se sellaban con fibras vegetales. El sistema de espigas y mortajas, propio del período grecorromano consiste en una serie de espigas o lengüetas de forma rectangular que encajan en sus correspondientes mortajas, practicadas en el canto de las tracas y aseguradas por clavijas cilíndricas o cónicas de madera. Este sistema ofrece una mayor resistencia y estanqueidad respecto al cosido, aunque supone un trabajo muy elaborado.

En cuanto a los principales sistemas de construcción naval en la Antigüedad en el ámbito del Mediterráneo, estos son, sin duda:

- La construcción a “forro primero” o “sobre forro”. En este sistema se parte de la quilla para ir añadiendo las tracas que forman el forro. Así, es el propio forro el que configura la forma de la embarcación y soporta todo el esfuerzo estructural

- La construcción “a esqueleto” o “sobre cuadernas”. En este sistema el peso estructural recae sobre el “esqueleto” formado por la quilla y las cuadernas fijadas a ella. Aparece en un momento posterior al sistema anterior, ya en época romana, y permite una construcción más rápida y sencilla, ya que la unión de las tracas a las cuadernas puede hacerse de forma efectiva a través de pernos, etc., una opción mucho menos compleja que el sistema de espigas y mortajas.

Hemos de tener en cuenta que estas dos opciones reflejan la definición de los dos tipos constructivos principales de un período muy prolongado de tiempo, por lo que podremos encontrar con facilidad ejemplos en los que se empleen de manera conjunta técnicas propias de uno y de otro sistema. En las construcciones mixtas, podremos determinar si el forro tiene una función estructural o no en función de la colocación de las clavijas que fijan el sistema de espigas y mortajas. Si éstas están colocadas desde el interior querrá decir que las cuadernas han sido colocadas con posterioridad a la configuración del forro y por tanto nos encontramos ante un forro activo desde el punto de vista de la función estructural. En caso contrario, cuando las clavijas aparezcan insertadas desde el exterior, podremos interpretar que se han colocado después de las cuadernas y por tanto se tratará de un forro pasivo.

Igualmente, debemos tener en cuenta que nos estamos refiriendo a un contexto geográfico muy amplio en el que podemos encontrar espacios náuticos muy diferentes que condicionan las características de los navíos. En mar abierto las condiciones de navegación son básicamente las mismas en todas partes y para todas las naves, pero en navegaciones de costa (y aún más en aguas interiores) existen muchos contextos de navegación diferentes que pueden generar

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unidades, modelos/tipos o familias arquitectónicas diferentes vinculadas a tradiciones constructivas igualmente diversas.

La segunda parte de la intervención de Giulia Boetto consistió, como hemos apuntado más arriba, en un breve repaso al desarrollo de la arquitectura naval antigua en el Mediterráneo a través de varios ejemplos concretos de navíos estudiados desde el campo de la Arqueología subacuática.

Los primeros ejemplos comentados fueron los de las naves del Egipto faraónico, concretamente la conocida como Nave Real de Keops, datada hacia el 2600 a.C. La arquitectura naval en el Egipto faraónico debió ser muy diversa, dada la importancia del Nilo como vía de comunicación principal, la importancia de la actividad comercial marítima y las connotaciones simbólicas otorgadas a las embarcaciones. Como notas comunes se pueden señalar la complejidad de las construcciones, compuestas por multitud de piezas diferentes, el uso de tablas de un grosor considerable y las costuras de las tracas en sentido transversal en lugar de longitudinal.

El siguiente ejemplo presentado fue el del pecio de Ulu Burun, que ya hemos mencionado en esta memoria, descubierto en la costa meridional de Turquía, cerca de la ciudad de Kaç, en la provincia de Antalya, y fechado (aunque con reservas) a finales del s. XIV a.C. El fragmento del forro que se ha podido estudiar refleja un tipo constructivo sin cuadernas, pero con un sistema muy bien estructurado de espigas y mortajas que hace pensar que en ese momento era ya un sistema establecido y muy utilizado. De hecho, se cree que pueda ser originario de la zona de Oriente Medio.

Los barcos fenicios hallados en la playa de la Isla en Puerto de Mazarrón, conocidos como Mazarrón I y Mazarrón II, a los que también se ha hecho alusión a lo largo de este trabajo y que han sido datados en el s. VII a.C., fueron el siguiente ejemplo en la evolución de la arquitectura naval mediterránea expuesta por la Doctora Boetto. Estos barcos presentan, como también hemos apuntado, un sistema constructivo que parte de la quilla para construir el forro y después, unidas al forro por una costura, incorporar unas cuadernas muy distanciadas y pequeñas, sin apenas función estructural.

Continuando con este avance, se mencionó la familia arquitectónica de origen griego (probablemente jónico) identificada por Patrice Pomey a través de una serie de pecios fechados en época Arcaica, concretamente entre los siglos VI y V a.C., como las naves de la isla de Giglio, las halladas en Marsella y conocidas como Jules Verne, el pecio de cala Sant Vicenç en Mallorca o los de Bon Port o Pabu Urun.

El ejemplo prototípico de esta familia es el Jules Verne 9, hallado como hemos dicho en Marsella y fechado en el último cuarto del s. VI a.C. Este modelo constructivo se caracteriza por la presencia de una quilla simple y un forro con tablas unidas mediante una ligadura en X a través de una serie de orificios triangulares en las mismas. También presenta cuadernas que están igualmente cosidas al forro y que tienen una forma redondeada que favorece esta costura. Los orificios de las costuras llevan pequeños tacos que impiden que estas se muevan y la estanqueidad se mejora calafateando las uniones entre tabla y tabla.

El pecio Jules Verne 7, es de la misma procedencia y cronología que el Jules Verne 9, aunque en su caso sirve de ejemplo de la adopción de la técnica de ensamblaje mediante espigas y mortajas. Seguramente debido a que era empleado para fines distintos, presenta una combinación del sistema de cosido visto para el Jules Verne 9 con el de espigas y mortajas, combinación que se interpreta como una primera adopción de este sistema. Seguramente el objetivo era mejorar la solidez de la embarcación para aumentar su tonelaje.

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El desarrollo de este modelo tiene su último estadio en el ejemplo del Kyrenia, pecio hallado en esta localidad chipriota y fechado a finales del s. IV a.C. En este caso se alterna la costura con el sistema de espigas y mortajas, y la presencia de cuadernas y semicuadernas.

Pero este no es el único modelo constructivo de la arquitectura naval del Mediterráneo antiguo que la Arqueología ha podido identificar. Como hemos dicho, los diferentes espacios de navegación condicionan y generan modelos de construcción particulares que combinan y adaptan de una u otra forma los sistemas que venimos señalando como básicos: el cosido y la unión mediante espigas y mortajas. Por ejemplo, en el arco norte del Mediterráneo occidental se han identificado varios pecios (aproximadamente una veintena) fechados en torno a los siglos I a.C. y I d.C. que presentan un sistema particular de costura del forro a la cuaderna a través de una ligadura interna en bucle. En la zona del arco norte del Adriático, por su parte, encontramos varios ejemplos de construcción mediante ligaduras en la parte baja del forro (más distanciadas y menos conseguidas que en la tradición griega) y espigas y mortajas en la parte superior.

El siguiente tipo arquitectónico al que se hizo mención fue el romano imperial, definido por un casco de formas muy abiertas y redondeadas, un característico encastramiento de la sobrequilla y el uso de cuadernas en la parte central y semicuadernas que atraviesan la quilla a proa y a popa.

Estos ejemplos, junto con otros mencionados en la ponencia como los tipos Horeia o Caudicaria sirvieron para demostrar cómo en el estudio de la arquitectura naval antigua se ha pasado, gracias a los avances en la investigación derivados de la actividad de la Arqueología subacuática, de una visión monolítica al reconocimiento de la existencia de familias para llegar a la visión actual de que en cada región existen tradiciones constructivas distintas, adaptadas a la realidad de espacios de navegación particulares y que han podido influenciarse y mezclarse unas con otras.

“Arquitectura naval en las épocas medieval y moderna” José Luís Casado Soto

Al igual que en la mayoría de las intervenciones del curso, es difícil (por no decir imposible) pretender llegar a un conocimiento más o menos profundo de la Arquitectura naval española de un período de más de mil años.

La ponencia del Director del Museo Marítimo del Cantábrico tuvo como fin, continuando con el criterio cronológico elegido para estructurar este bloque temático, presentar una panorámica de las características de la construcción naval en épocas medieval y moderna, y lo hizo centrándose en el ámbito atlántico, lo que resultó especialmente interesante para abordar un contexto diferente y complementario al del Mediterráneo en lo que se refiere a su Historia náutica y sus tradiciones constructivas, y que es tan representativo de nuestro país como aquél.

Después de subrayar la importancia de la construcción naval desde el punto de vista del desarrollo tecnológico, Casado hizo un breve repaso a la historia de la investigación y el estudio de la Arquitectura naval de las ápocas a que se refería su charla. Así, señaló cómo es a partir de los siglos XVII y XVIII cuando se inician los verdaderos estudios en este sentido, aunque en este momento se limitan a labores teóricas basadas en la revisión de fuentes escritas e iconográficas a partir de iniciativas surgidas mayoritariamente del estamento militar. Estas fuentes, sobre todo las iconográficas, generaron muchos errores de reconstrucción, ya que en numerosas ocasiones los barcos representados repetían modelos iconográficos que no se ajustaban a la realidad que debían representar o, simplemente, carecían de rigor histórico.

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Otro problema añadido para el conocimiento de la realidad de este tipo de construcciones navales es el desconocimiento del sistema metrológico utilizado para su mesura. En la década de 1980 se descubrieron las fórmulas de arqueo y medición unificadas bajo el reinado de Felipe II con la intención de lograr una correcta gestión fiscal del sistema naval, lo que sumado a las aportaciones de la Arqueología subacuática en relación a precisiones técnicas permite llevar a cabo un estudio y unas interpretaciones mucho más rigurosas y válidas.

Estas embarcaciones se construían en los puertos del litoral norte, puertos que vivieron un fuerte impulso en su actividad con la concesión de fueros en época del reinado del Alfonso VIII, la mejora de las condiciones de navegación y la liberalización de la sal, que permitieron el desarrollo de una economía pesquera. Hay que tener en cuenta que en la Baja Edad Media, las únicas atarazanas cristianas en la Península Ibérica se encontraban en Santander, Sevilla, Barcelona, Valencia y Lisboa.

En cuanto a las principales tipologías navales de este período, hemos de tener en cuenta que la mayoría de las embarcaciones, las más modestas y que más trabajo daban a los astilleros, no nos han llegado. Aún así e la charla se habló de las chalupas y pinazas cantábricas, dedicadas a la pesca y al pequeño comercio, de las galeras atlánticas caracterizadas (al igual que las mediterráneas) por su capacidad de maniobra y su relativa fragilidad o de los haloques y cocas adaptados de zonas de la Europa septentrional, a través de los que se introduce el timón de codaste en el ámbito mediterráneo.

La relación entre las dos grandes tradiciones constructivas navales de lo que hoy es España no fue del todo real hasta después de la Reconquista, cuando los musulmanes perdieron el control del Estrecho de Gibraltar. Esto permitió que los barcos del cantábrico accedieran al Mediterráneo y adquirieran un papel protagonista en el comercio español de este lado del Estrecho, además de introducir los avances tecnológicos alcanzados en la tradición cantábrica, como el mencionado timón de codaste o el castillo de proa.

Otro punto conceptual importante en la disertación de José Luís Casado fue el de el por qué la evolución de las tipologías de cabotaje hacia el navío oceánico. Las necesidades de captación de recursos pesqueros, unidas al hecho del Descubrimiento y el inicio de la navegación oceánica, suponen un evidente cambio en las necesidades a afrontar a la hora de construir los navíos. Como ya hemos mencionado, distintas funciones y distintos contextos de navegación implican distintos tipos constructivos, y poco tienen que ver las navegaciones destinadas al comercio de cabotaje con las grandes navegaciones transatlánticas.

Una vez hecha esta presentación general del contexto en el que se desarrolló la construcción naval atlántica en épocas medieval y moderna, el ponente trató de ofrecer ejemplos concretos que ilustraran todos estos conceptos a través de varios “hallazgos espectaculares” de la Arqueología. Este repaso superó ampliamente los límites cronológicos propuestos para la ponencia (desde la mencionada Barca Solar de Keops hasta el pecio de Urbieta o el pecio Cavalaire, ambos del s. XV, pasando por el yacimiento de Sutton Hoo, los barcos de Roskilde o la coca de Bremen), y en él no se abordaron aspectos específicos relacionados con las características de la construcción naval.

Por último, José Luís Casado hizo una breve mención a la institución que dirige, el Museo Marítimo del Cantábrico, presentando su plan museológico e introduciendo las principales actuaciones arqueológicas subacuáticas emprendidas desde el mismo, entre las que destacaban las relacionadas con el proyecto del Laboratorio de Investigaciones Arqueológicas Subacuáticas desarrollado entre 1978 y 2005.

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TEMA 8: LA NAVEGACIÓN A VELA EN EL MEDITERRÁNEO. Vientos y corrientes, tipos de fondos y abrigos. La evolución de la propulsión a vela en el Mediterráneo.

Este bloque temático aparece representado en el programa por la intervención de Stefano Medas, aunque también tendríamos que tener en cuenta la primera parte de la intervención de Enrique Díes Cusí en la que caracteriza el contexto de navegación del Mediterráneo en épocas prehistórica y protohistórica.

“La navegación a vela en el Mediterráneo Antiguo” Stefano Medas

Stefano Medas, arqueólogo del Istituto Italiano di Archeologia e Etnologia Navale expuso en su intervención los principales condicionantes y hechos culturales y tecnológicos que caracterizaron la navegación a vela en el ámbito geocultural del Mediterráneo en época Antigua.

En primer lugar recordó los tres tipos de navegación, comunes a todas las épocas y ámbitos geográficos:

- La navegación de cabotaje. - La navegación de gran cabotaje, señalada como la más extendida en la Antigüedad (y

también en la Edad Media) por su rentabilidad en la relación entre distancias cubiertas y distribución de cargas. Se trata de una navegación que se lleva a cabo en torno a 10-15 millas de la costa aprovechando las brisas, lo que permite navegar incluso con viento desfavorable haciendo ceñidas.

- La navegación de altura.

En cuanto a los vientos, ya hemos hablado en esta memoria de las características y regímenes principales en el Mediterráneo. Si bien como señala Stefano Medas las fuentes antiguas no dan demasiada información acerca de las características y la frecuencia de los vientos del Mediterráneo central y oriental en época Antigua, su comparación con las observaciones sistemáticas realizadas desde principios del s. XIX llevan a pensar que la situación no ha cambiado sustancialmente. Por otro lado, y como también se ha señalado anteriormente, las corrientes no son un gran condicionante para la navegación en este mar, a excepción de algunas zonas muy concretas (los mencionados estrechos de Gibraltar y de los Dardanelos, a los que se podrían sumar, con una problemática menor, otros como el de Bonifacio o el de Messina).

En cuanto a cómo se llevaba a cabo la navegación, en época antigua (y prácticamente hasta el desarrollo de los avances tecnológicos en este sentido acaecidos a partir del s. XX) era fundamental la pericia del piloto, del gobernante de la nave. Estos “hombres de mar” contaban con el mejor instrumento de navegación de la época, la propia experiencia de los navegantes, un cúmulo de conocimientos acerca del medio marino, del comportamiento de los vientos, las corrientes y de los animales marinos, de la evolución de la meteorología que reflejaba una tradición cultural eminentemente oral que en la actualidad se está perdiendo.

Uno de los principales conocimientos y destrezas de estos marinos era la capacidad de orientación. Ésta se conseguía en base al Sol, a los vientos y a las estrellas. A la hora de valorar o reflexionar sobre el papel de las estrellas en la navegación antigua, debemos tener siempre presente aspectos como el que no todas las culturas tomaban las mismas referencias (por ejemplo los griegos se orientaban en base a la Osa Mayor, pero los fenicios y cartagineses lo

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hacían en base a la Menor, ya que se adaptaba mejor a la navegación oceánica), que ésta siempre se hacía en función de las constelaciones visibles y que las latitudes desde las cuales son visibles estas constelaciones ha variado desde la Antigüedad, o que el Norte astronómico también ha variado (actualmente está cercano a la Estrella Polar, estrella Alfa de la constelación de la Osa Menor, pero en la Antigüedad estaba en una dirección cercana a la de la estrella Alfa de la constelación del Dragón). Otros elementos importantes que entraban en juego a la hora de posibilitar la orientación de los marinos en la Antigüedad fueron lo que Stefano Medas llamó “puntos conspicuos”, es decir faros, linternas, templos, accidentes geográficos, etc. que avisaban de peligros o marcaban la situación de puertos, abrigos o lugares de importancia y utilidad.

En cuanto a las velas y maniobras empleadas en la navegación del Mediterráneo Antiguo, ya hemos apuntado más arriba el uso mayoritario de la vela cuadra, aunque en esta ocasión se hizo algo más de hincapié en señalar los principales tipos de velas utilizadas en la Antigüedad, además de esta vela cuadra, cuáles eran sus características de navegación y que posibilidades de maniobra ofrecían.

Ya hemos hablado de las principales características de la vela cuadra. Añadiremos en base a lo expuesto por Stefano Medas que pese a que tradicionalmente se había pensado que hasta la Edad Media no se habría podido navegar a contraviento, descubrimientos como el del Kyrenia 2 nos permiten saber que ya en época antigua se navegaba a bolina, aunque sin duda para barloventear con una embarcación pertrechada con vela cuadra habría que realizar maniobras complejas que requerirían una cantidad importante de marineros.

La vela tarquiña es mucho menos conocida que la cuadra, ya que está mucho menos representada en la iconografía (quizás una de las razones sea que la vela cuadra representa de una forma sencilla el ideal de arco), y aunque no conocemos en profundidad el nivel de navegación y maniobras que con ella se llevaban a cabo en época antigua, sabemos que se trata de una vela aerodinámica que puede orientarse para cerrar el viento y que permite maniobrar muy bien y barloventear con un tripulación de sólo dos personas.

La vela latina es la otra gran protagonista de la navegación en época Antigua. Se trata de una vela a cuchillo que permite navegar a contraviento con relativa facilidad. Según Stefano Medas, se acepta a nivel general que la vela latina surgió partir de las maniobras con la vela cuadra, aunque no se sabe exactamente cuándo ni dónde.

Como final a la intervención se habló de las fuentes principales para el estudio de la navegación en la Antigüedad, destacando los periplos y los portulanos. Los periplos o derroteros fueron señalados por Medas como documentos teóricos no realizados por marinos sino más bien por geógrafos, por lo que pueden proporcionar una información más valiosa en el ámbito del conocimiento del entorno o el contexto de navegación que de la propia navegación. Los portulanos, en cambio, si son documentos específicamente náuticos, mucho más técnicos y con información precisa acerca de puertos, abrigos, posibilidades de abastecimiento, ubicación de ríos, peligros, etc.

Por último, el ponente se extendió en el comentario del “Stadiasmo o periplo del Mar Grande”, un texto griego del que no se conocen equivalencias y que Medas define más como un portulano que como un periplo, de difícil datación (se propone una fecha en torno a mediados del s. I d.C.) y cuyo origen se atribuye a la zona de Alejandría. Según el ponente debió tratarse de un portulano de todo el Mediterráneo, aunque sólo se han conservado los capítulos que hacen referencia al Mediterráneo Oriental.

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TEMA 9. CULTURA MATERIAL. RECONOCIMIENTO, CLASIFICACIÓN E INVENTARIO. Aproximación a los diferentes repertorios de materiales principalmente cerámicos, que pueden encontrarse en la documentación y excavación de un yacimiento subacuático, preferentemente en los pecios, desde Época Protohistórica a Época Moderna.

En este bloque temático se hizo un repaso de las características de las producciones cerámicas en el ámbito del Mediterráneo (sobre todo el Mediterráneo occidental) desde la protohistoria hasta el s. XIX, desde el punto de vista de la vinculación de estos materiales a los yacimientos arqueológicos subacuáticos. Además, se incluyó una mención específica al papel de la moneda en el mundo del mar.

Como se puede deducir, se trata de un bloque excepcionalmente extenso que podría dar pie a un desarrollo que creemos sobrepasaría los límites de lo que debe ser esta trabajo. Sin embargo, y aunque quizás se hizo demasiado hincapié en aspectos concretos o tipológicos, hemos de decir que tanto la metodología pretendida para su tratamiento, la de un taller basado en el contacto directo con estas producciones y su reconocimiento real; como los materiales aportados por los ponentes (cuadros tipológicos, orientaciones bibliográficas, etc.) fueron especialmente interesantes y seguro muy útiles a la hora de afrontar el estudio o la identificación de este tipo de cultura material.

Teniendo en cuenta estos dos aspectos, a saber, la gran extensión del desarrollo de este tema y el carácter eminentemente práctico de su tratamiento, he renunciado a la idea de hacer un repaso semejante al realizado para el resto de los contenidos del Diploma, valorando la posibilidad de añadir a esta memoria un anexo con las principales producciones y tipologías para cada uno de los períodos estudiados. Finalmente he desestimado esa posibilidad ya que en realidad sería una repetición de los contenidos de los dossieres facilitados en cada uno de los workshops y aumentaría de forma considerable el ya quizás excesivo volumen de esta memoria.

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Bibliografía

BIBLIOGRAFÍA GENERAL

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TEMA 1. EL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO SUBACUÁTICO

Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español.

AA. VV. (2002) “Convención sobre la protección del Patrimonio Cultural Subacuático”, Actas de

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TEMA 3. EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO SUMERGIDO

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TEMA 4. LA PROSPECCIÓN Y LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA SUBACUÁTICA

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TEMA 5. LA DOCUMENTACIÓN SUBACUÁTICA

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TEMA 6: EXTRACCIÓN, TRANSPORTE Y LIMPIEZA DE MATERIALES SUMERGIDOS

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TEMA 8: LA NAVEGACIÓN A VELA EN EL MEDITERRÁNEO

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