la junta para ampliaciÓn de estudios e investigaciones cientÍficas, un siglo despuÉs

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Entrada a la biblioteca del Institut d’Estudis Catalans. Institut d’Estudis Catalans, Barcelona.

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DOS IMPULSOS MODERNIZADORES

La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Cientí-ficas (JAE) y el Institut d’Estudis Catalans (IEC) nacen ambosen 1907 con escasos meses de diferencia. Tal coincidencia no

tiene nada de fortuita y, aunque sus objetivos, funciones y medios erandistintos, mantuvieron casi siempre una amplia sintonía y colaboraronen mayor o menor medida en no pocos proyectos.

Ambas instituciones, no hay que olvidarlo, eran fruto de dos pro-yectos modernizadores que hunden sus raíces en las experiencias yanhelos de los años del Sexenio Democrático (1868-1874) y de los pri-meros años de la Restauración alfonsina: el de la Institución Libre deEnseñanza (ILE), en el caso de la JAE, y el del catalanismo político,en el del IEC.

Por lo que se refiere a la ILE, no vamos a extendernos por ser hartomás conocida y divulgada. Diremos solamente, empleando palabras deFrancisco Giner de los Ríos, que:

LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS

E INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS

Y EL INSTITUT D’ESTUDIS CATALANS (1907-1939)

JOSEP M. CAMARASA

Servei de Suport a la Recerca, Institut d’Estudis Catalans y Societat Catalana d’Història de la Ciència i de la Tècnica

ANTONI ROCA ROSELL

Universitat Politècnica de Catalunya y Societat Catalana d’Història de la Ciència i de la Tècnica

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La Institución Libre de Enseñanza fue fundada en 1876 por varios catedráti-

cos y auxiliares de universidad o instituto, separados de sus clases a conse-

cuencia de su protesta contra los decretos de Instrucción Pública de 1875,

atentatorios de la libertad de la cátedra. En el proyecto de creación dicen sus

fundadores que obedece aquél a la necesidad de sustraer a la esfera de acción

del Estado fines de la vida y órdenes de la actividad que piden una organiza-

ción independiente; que la historia contemporánea muestra la dificultad de

armonizar la libertad que reclaman la investigación científica y la función del

profesor con la tutela que ejerce el Estado, el cual tiende, a veces, a desco-

nocer en su origen el valor absoluto de la ciencia y la fuente pura de donde se

derivan los bienes que está llamada a producir para el individuo y para la

sociedad, y que dar el primer paso en el camino de la independencia en este

orden es el fin que al establecer la Institución se proponen.1

La ILE trataba pues de transformar la sociedad española por medio de laeducación y de la moral de la ciencia, con lo que ésta implica de espíri-tu crítico, rigor y tolerancia. Pero, a pesar de la firme desconfianza deGiner de los Ríos y de los institucionistas en el sistema político de la Res-tauración, expresada en la creación de sus propios centros de enseñanza,su influencia logró que se emprendieran, desde organismos del Estadomismo, importantes reformas en los terrenos jurídico, educativo y social,y que se crearan organismos como el Museo Pedagógico, el Ministerio deInstrucción Pública o la propia Junta para Ampliación de Estudios.

El catalanismo político tiene una historia quizás menos lineal. Arran-ca en buena medida de la constatación del fracaso del proyecto repu-blicano federal en 1874 y en un primer momento son hegemónicos en suseno los grupos más progresistas, con Valentí Almirall como ideólogomás destacado. Su obra fundamental, Lo catalanisme2 (El catalanismo),

1 Francisco Giner de los Ríos, «En el cincuentenario de la ILE», en VV. AA., Cincuentenario de laInstitución Libre de Enseñanza, Madrid, Tipografía Archivos, 1926, págs. 17-20.2 Valentí Almirall, Lo catalanisme. Motius que’l llegitiman, fonaments cientifics i solucions pràcti-ques, Barcelona, Llibreria de Verdaguer, 1886. Existe una edición facsímil de 1978, publicada porAlta Fulla, así como una edición en ortografía catalana normalizada, publicada por Edicions 62 yla Diputación de Barcelona, dentro de su colección «Les millors obres de la literatura catalana», en

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lleva por subtítulo Motius que el legitimen, fonaments científics i solu-cions pràctiques (Razones que lo legitiman, fundamentos científicos ysoluciones prácticas) y en ella describe, entre otras cosas, las conse-cuencias nefastas de la política centralista y las bases de lo que él deno-mina particularismo, cuya concreción en Europa (Suiza) y en EstadosUnidos analiza pormenorizadamente. Un particularismo que, en el casode Cataluña, afirma que debe basarse en las ideas de libertad e igual-dad y en el mutuo respeto entre Cataluña y España.

Dos hitos importantes en la evolución del movimiento catalanistafueron la celebración, en 1880, del Primer Congreso Catalanista y, cin-co años más tarde la presentación, al rey Alfonso XII, del «Memorialde Greuges» («Memorial de Agravios») por parte de una comisión depersonalidades catalanas encabezadas por Joaquim Rubió i Ors,patriarca del renacimiento literario catalán desde la publicación, en1841, del que es considerado el primer libro de este movimiento: Logayté del Llobregat3 (El gaitero del Llobregat). Pero, en los añossiguientes, a raíz de la oposición de Almirall a la Exposición Univer-sal de Barcelona de 1888, decrece su influencia y ascienden las figu-ras más jóvenes de un catalanismo socialmente conservador pero polí-ticamente modernizador, en particular Enric Prat de la Riba y FrancescCambó.

Asociaciones, periódicos y particulares catalanistas conservadoresse agruparon en la Unió Catalanista. Una asamblea de delegados con-vocada en Manresa en marzo de 1892 discutió y aprobó unas «Basespara la Constitución Regional Catalana», generalmente conocidas como«Bases de Manresa», que compendiaban las aspiraciones autonomis-tas de sus autores. Aunque se inspiraban hasta cierto punto en el mode-lo federal que había propugnado Almirall, por lo que se refiere al auto-

1979. La edición castellana, en traducción de Cels Gomis, fue editada en Barcelona, en 1902, porAntonio López.3 Joaquim Rubió i Ors, Lo gayté del Llobregat, Barcelona, Estampa de Joseph Rubió, 1841.

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gobierno de Cataluña, trataban de enlazar con las constituciones cata-lanas anteriores al Decreto de Nueva Planta.

Con el cambio de siglo se organiza la Lliga Regionalista como par-tido político y alcanza sus primeros éxitos electorales en 1901 con lacandidatura llamada de los cuatro presidentes. Esta candidatura, for-mada por personas de reconocido prestigio (Bartomeu Robert, AlbertRusiñol, Lluís Domènech i Montaner y Sebastià Torres i Planas), queno habían participado activamente en el sistema de partidos de la Res-tauración, pero sí en la rica vida asociativa catalana (eran —o habíansido en fecha reciente— presidentes respectivamente de la SociedadBarcelonesa de Amigos del País, del Fomento del Trabajo Nacional,del Ateneu Barcelonès y de la Liga de Defensa Industrial y Comercial),se alzó con la victoria en las elecciones de diputados a Cortes de mayode 1901. Los éxitos se sucederían en las sucesivas elecciones parla-mentarias, locales y provinciales y, en 1907, llevarían a Enric Prat dela Riba, líder de la Lliga Regionalista, a la presidencia de la Diputa-ción de Barcelona, cargo que no abandonaría hasta su muerte en 1917.4

Prat de la Riba realizaría una obra ingente, de la que forma parte, entreotros muchos logros, la creación del Institut d’Estudis Catalans.

Ciertamente los impulsos y objetivos que mueven los regeneracio-nismos del último cuarto del siglo XIX en España y en Cataluña tienenmucho en común, pero también presentan notables diferencias. Paraempezar, en unos y otros late un sentimiento nacionalista, pero la«nación» de referencia para unos y otros no es la misma. De ahí la in -comprensión e incluso la hostilidad ante el catalanismo de algunos sec-tores de la ILE y las recíprocas de algunos sectores del catalanismo.

Tanto la ILE como el catalanismo persiguen la modernización de lasociedad española y catalana, pero los instrumentos elegidos en uno yotro caso son distintos. Así, la ILE acepta implícitamente el marco polí-

4 A partir de 1914, Enric Prat de la Riba lo simultanearía con la presidencia de la Mancomunitat deCatalunya.

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tico de la Restauración y trata de instrumentalizarlo, al tiempo que con-centra sus esfuerzos en la educación, mientras el catalanismo rechazaaquel marco y se centra en transformarlo a su favor para alcanzar unpoder que le permita llevar a término sus reformas por lo menos en elámbito catalán.5 En todo caso, una y otro valoran singularmente la cien-cia, la cultura y la educación como elementos esenciales de sus res-pectivos programas. Otro rasgo común, a pesar de tratarse en amboscasos de movimientos minoritarios, es su considerable influencia en eldiscurso público.

Al margen de la cuestión nacional existen otras diferencias políti-cas notables entre los principales exponentes de la ILE y del catala-nismo conservador de la Lliga Regionalista. La ILE se sitúa a laizquierda del espectro político, mientras la Lliga, aunque intenta serinterclasista, se inclina francamente a la derecha por su programa polí-tico y por la extracción social de sus principales dirigentes. Sin embar-go, aunque el predominio de la Lliga tienda a ocultarlo en los prime-ros años del siglo XX, el catalanismo se extiende en Cataluña a lapráctica totalidad del espectro político; sólo los carlistas y los parti-dos dinásticos, por la derecha, y los anarquistas y los republicanosradicales de Lerroux, por la izquierda, le son ajenos (e incluso los car-listas, en determinadas coyunturas, se incorporan temporalmente alparticularismo catalanista). De ahí que las relaciones sean fluidas entrealgunos sectores del catalanismo de izquierdas (incluso de algunospersonajes más afines al catalanismo burgués de la Lliga, como JoanMaragall) y la ILE.

De esta forma, encontramos entre los miembros fundacionales del IECa personajes como Pere Coromines (1870-1939) y Josep Pijoan (1879-1963),que pueden considerarse discípulos directos de Francisco Giner de los

5 Sobre las relaciones entre nacionalismo catalán y ciencia alrededor del cambio de siglo véaseAntoni Roca Rosell y Vicent Ll. Salavert Fabiani, «Nacionalisme i ciència als Països Catalans durantla Restauració», Afers, vol. 46, 2003, págs. 549-563.

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Ríos. El primero pertenece a la generación de los que Giner denomina -ba sus «hijos» y el segundo a la de los nacidos entre 1880 y 1890, que sonreconocidos generalmente como los «nietos» de Giner. Coromines, quehabía estado involucrado en el llamado Proceso de Montjuïc (proceso con-tra los supuestos responsables de un atentado anarquista contra la pro-cesión del Corpus de Barcelona en la calle de Canvis Nous) y final menteamnistiado a finales de 1897, cursó su doctorado en Madrid a partir deoc tubre de 1898, desde donde participó en la campaña para la revisiónde aquel proceso. Allí se relacionó con Giner y con otros exponentes dela ILE e inició los estudios de Economía, que le dieron pie años más tar-de a convertirse en el gran reformador de las finanzas municipales de Bar-celona. Incluso conoció, en las excursiones organizadas por la Institu-ción, a la que sería su esposa, Celestina Vigneaux Cibils (1878-1964), unamaestra catalana —a la sazón directora de una escuela de párvulos en elbarrio madrileño de Cuatro Caminos, donde en 1903 fundó la primera can-tina escolar de España6—, con quien contrajo matrimonio en 1902.

Pijoan, por su parte, conoció también a Giner durante sus estudiosde doctorado en Madrid (1904-1906) y recibió una huella profunda delmaestro, cosa que reflejó, años más tarde, en su escrito Mi don Fran-cisco Giner7, su homenaje al fundador de la ILE. Buenaventura Delga-do señala que la relación entre Pijoan y Giner debió ser mucho mássuperficial de lo que Pijoan afirmó, pero está claro que Pijoan debe con-siderarse como un hombre de la ILE en Cataluña.8 Como veremos másadelante, Pijoan fue un estrecho colaborador de José Castillejo en elproceso de creación de la Escuela Española de Roma, de cuya direc-ción se hizo cargo ante la ausencia de Menéndez Pidal, designado para

6 Mireia Hernández, Carles Hernández y Joan Sanromà, Celestina Vigneaux i Cibils (1878-1964). Lescantines escolars a Barcelona i la renovació pedagògica a l’escola pública, Barcelona, Ajuntamentde Barcelona/Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2005.7 Josep Pijoan, Mi don Francisco Giner, San José de Costa Rica, Repertorio Americano, 1927.8 A este respecto véase Buenaventura Delgado, La Institución Libre de Enseñanza en Catalunya,Barcelona, Ariel Practicum, 2000. Delgado estudia la influencia de la Institución Libre de Ense-ñanza en Cataluña, tal vez insuficientemente considerada en la literatura.

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el puesto de director pero demasiado ocupado en Madrid para trasla-darse efectivamente a Roma.

Otro personaje incorporado tempranamente al IEC pudo ejercer tam-bién un papel de puente entre la ILE y el catalanismo político de izquier-das: Ramon Turró (1854-1926). Reconocido bacteriólogo en los primerosaños del siglo XX, sería designado miembro de la Sección de Cienciasdel IEC cuando ésta se constituyó en 1911, pero en los primeros años dela Restauración alfonsina había residido un tiempo en Madrid traba-jando en la redacción del diario El Progreso.9 Durante su estancia allí,Turró, aunque no era médico (ni acabó jamás los estudios de Medicina),frecuentó los círculos médicos progresistas de la capital del Reino, enparticular a los higienistas, como Francisco Méndez Álvaro o LluísComenge, que crearon precisamente en aquellos años de la estancia deTurró en Madrid la Sociedad Española de Higiene.

En general, la ILE era vista con simpatía en los medios catalanistas.No sólo Francisco Giner de los Ríos había estudiado en Barcelona y suhermano Hermenegildo era profesor de Filosofía en el instituto de esa ciu-dad. Cacho Viu explica las dos visitas a Barcelona de Giner durante lasvacaciones de Navidad de los años 1897-1898 y 1905-1906, en que tuvoocasión de conversar con Joan Maragall y conocer de primera mano lasaspiraciones de un movimiento tan complejo como el nacionalismo cata-lán, ya entonces visto con harta hostilidad en los ambientes de la capitalde España.10

En todo caso, en los ambientes catalanistas, incluidos buena parte delos de la Lliga Regionalista, por lo menos los más afines a Prat de laRiba, la ILE era vista como una entidad liberal, regeneradora, en la que

9 Turró estuvo en Madrid desde 1881 hasta 1884, cuando Jaume Pi-Sunyer lo rescató para la cienciaofreciéndole un puesto en el laboratorio de la Facultad de Medicina de Barcelona que él mismo aca-baba de crear. Véase Josep Maria Camarasa, Ramon Turró, un modernista al laboratori, Barcelona,Institut d’Estudis Catalans, 1997, págs. 7-8.10 Vicente Cacho Viu, El nacionalismo catalán como factor de modernización, Barcelona, Publica-ciones de la Residencia de Estudiantes/Quaderns Crema, 1998, pág. 181.

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se fundaban muchas de las esperanzas de un futuro reconocimiento dela personalidad diferenciada de Cataluña en un marco de entendimientocon España.11 Uno de los terrenos de coincidencia era precisamente lanecesidad tanto de establecer un sistema de enseñanza que alcanzaraa toda la población, como de impulsar la investigación científica.

FUNDACIONES CASI SIMULTÁNEAS.

CIRCUNSTANCIAS, OBJETIVOS Y MEDIOS MUY DISTINTOS

La fundación de la JAE precede en pocos meses a la del IEC. Sin dudaeran proyectos que ya venían avanzando en paralelo desde hacía tiem-po y la prelación de fechas obedece más que a otra cosa a la concu rrenciade coyunturas favorables a uno u otro en sus respectivos contextos.

La JAE encontró antes su oportunidad gracias al efímero Gobierno (4 dediciembre de 1906 - 25 de enero de 1907) del liberal Antonio Aguilar yCorrea, marqués de la Vega de Armijo (1824-1908), con Amalio Gimeno(1852-1936), catedrático de Patología Médica de la Facultad de Medicinade la Universidad Central, como ministro de Instrucción Pública. En rea-lidad se trataba de un gabinete puente, destinado únicamente a aprobarlos presupuestos generales del Estado para 1907 preparados por los dis-tintos gabinetes liberales que se habían sucedido a lo largo de 1906, enca-bezados en su mayor parte por Segismundo Moret (1833-1913), con el pro-pio Amalio Gimeno o Alejandro San Martín (1847-1908) como ministrosde Instrucción Pública. Cumplida esta misión, el gabinete presidido por

11 Véase, por ejemplo, Enric Prat de la Riba, «L’altra cadena», La Veu de Catalunya, 19 de octubrede 1907, en Enric Prat de la Riba, Obra Completa, vol. III, 1906-1917, Barcelona, Institut d’EstudisCatalans/Proa, 2000, págs. 362-364. En este artículo Prat manifiesta su desacuerdo contra un pro-yecto de ley de asociaciones que podía atentar, a su juicio, contra el asociacionismo catalán, uno delos fundamentos de la sociedad civil catalana y de su capacidad de renovación, tal como FranciscoGiner de los Ríos, según Prat, había señalado.

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el marqués de la Vega de Armijo cayó en cuanto se reabrieron las Cortesy cedió el paso a un Gobierno conservador encabezado por Antonio Mau-ra, que fue uno de los más duraderos del reinado de Alfonso XIII.

Pero antes de que esto sucediera, Segismundo Moret y Amalio Gime-no habían tenido la oportunidad de incluir en los presupuestos las par-tidas necesarias para dar cumplimiento a alguna de las aspiracionesque les habían expuesto tanto Francisco Giner de los Ríos como San-tiago Ramón y Cajal. Entre ellas la de crear una institución públicaque velase, en palabras de este último, por «desperezar la universidadespañola de su secular letargo» tomando, entre otras medidas, «el pen-sionado en los grandes focos científicos de Europa, de lo más lucidode nuestra juventud intelectual, al objeto de formar el vivero del futu-ro magisterio» o «la fundación, en pequeño y por vía de ensayo, de unaespecie de Colegio de Francia, o centro de alta investigación, dondetrabajara holgadamente lo más eminente de nuestro profesorado y lomás aventajado de los pensionados regresados del extranjero»12: esdecir, lo que fue la Junta para Ampliación de Estudios.

El IEC halló su oportunidad en abril de 1907 con la elección de EnricPrat de la Riba como presidente de la Diputación Provincial de Bar-celona. Además, tal coyuntura no tuvo nada de efímera puesto que Pratde la Riba permaneció en dicho cargo hasta su muerte en 1917 y fuesucedido por Josep Puig y Cadafalch, que unía a su condición de líderpolítico las de ser uno de los más destacados arquitectos modernistasy un eminente historiador del arte, miembro por añadidura del IEC des-de su fundación.

La elección de Prat de la Riba la había hecho posible la constitución,en 1906, de la Solidaritat Catalana, plataforma unitaria del catalanismopolítico nacida al calor de la general oposición desatada en Cataluña porel proyecto de ley de jurisdicciones, que pretendía trasladar a la juris-

12 Santiago Ramón y Cajal, Recuerdos de mi vida: Historia de mi labor científica, Madrid, AlianzaEditorial, 1981, pág. 363.

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dicción militar los delitos de ultrajes e injurias «a la nación, a su bande-ra, himno nacional u otro emblema de su representación» y «al Ejércitoo a la Armada»13. El proyecto de ley era percibido —con razón— comoun ataque frontal al catalanismo, dado que representaba el corolario delasalto llevado a cabo en 1905 contra las sedes de dos periódicos catala-nistas (el semanario satírico Cu-cut! y el diario La Veu de Catalunya, órga-no de la Lliga Regionalista) por un grupo de militares de la guarnición deBarcelona, que vestían de uniforme y que más tarde se enfrentaron en laRambla barcelonesa con simpatizantes catalanistas y republicanos.14 Mili-tares de otras guarniciones se solidarizaron con los revoltosos de Barce-lona y el Gobierno liberal de Montero de los Ríos no pudo o no supo hacerfrente a estos actos de indisciplina y dimitió. El que le sucedió, presidi-do por Moret, también se vio desbordado, y presentó y logró hacer apro-bar por las Cortes y el Senado la ley de jurisdicciones que, al cabo, poníaen manos de los militares la mayor parte de los delitos de opinión, menos-cabando en gran medida la incipiente libertad de expresión y haciendode las fuerzas armadas juez y parte en cuantas presuntas ofensas qui sierandenunciar. En Cataluña, la reacción llevó a la constitución de la So lidaritatCatalana y a su extraordinario éxito electoral, que puso las principalesinstituciones catalanas bajo el dominio solidario.

Si la JAE contó como valedores de su creación a Giner y a Ramón yCajal, el IEC contó con Antoni Rubió i Lluch (1856-1937) y Josep Pi joan,primer presidente y primer secretario respectivamente del IEC. Coe-xisten diversas versiones acerca de la prioridad de uno u otro en llevaral ánimo de Prat de la Riba la idea de crear una institución catalana

13 Ricardo Lezcano, La ley de jurisdicciones, 1905-1906. Una batalla perdida por la libertad de expre-sión, Madrid, Akal, 1978.14 Dicho grupo de militares de la guarnición de Barcelona (responsables del asalto llevado a cabola noche del 25 de noviembre de 1905 contra las sedes de los periódicos catalanistas Cu-cut! y LaVeu de Catalunya) se habían sentido ofendidos por un chiste publicado en el semanario Cu-cut!, enel cual un militar preguntaba a un civil por una multitud reunida a la puerta de un frontón dondese celebraba un banquete y, al responderle éste que celebraban el «Banquete de la Victoria», elmilitar apostillaba «Serán paisanos».

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de alta cultura. Según Agustí Calvet (Gaziel) y Pere Coromines la ideahabría partido de Rubió; según Jaume Massó i Torrents, de Pi joan. Lomás probable es que ambos coincidieran prácticamente en el tiempoen proponer a Prat tal creación; Rubió partiendo de su experiencia ita-liana con los Istituti di Storia Patria; Pijoan quizá también partiendode inspiraciones italianas, pero aún más de sus contactos madrileñosy de la experiencia acumulada como secretario del Primer CongresoInternacional de la Lengua Catalana.15

En todo caso Pijoan había comentado favorablemente la creación dela JAE en un artículo publicado en La Veu de Catalunya el primero defebrero de 1907 con el curioso título de «Literatura burocrática»16. Enél Pi joan se refiere a los preámbulos de una serie de decretos sobre ins-trucción pública aparecidos en la Gaceta de Madrid que representa-ban, en su opinión, un avance hacia la renovación de la cultura oficialen España. Menciona, esperanzado, la creación de diversas institucio-nes, la de doscientas escuelas primarias y, finalmente la de «dos gran-des organismos nuevos, con formidables atribuciones para hacer y des-hacer: la Junta para la Ampliación de Estudios e InvestigacionesCientíficas, y la otra Junta nacional para el fomento de la cultura»17.

En los vocales nombrados para ambas Juntas, Pijoan observa que:

Se han dejado de lado antiguos odios de capillita y de política; toda la cul-

tura de allí, toda la cultura castellana está representada; Mella va junto a

Azcárate; tienen representación los arabistas con Ribera y Asín; los histo-

riadores, con Hinojosa; los naturalistas, con Simarro, Cajal y Bolívar; los

sociólogos, con Po sada y Buylla; van Menéndez Pelayo y Menéndez Pidal,

15 Albert Balcells y Enric Pujol, Història de l’Institut d’Estudis Catalans. Volum I. 1907-1942, Bar-celona, Institut d’Estudis Catalans, 2002, págs. 20-21.16 Josep Pijoan, «Literatura burocrática», La Veu de Catalunya, 1 de febrero de 1907. Reproducido enJosep Pijoan, Política i cultura, edición de Jordi Castellanos, Barcelona, Edicions La Magrana/Dipu-tació de Barcelona, 1990, págs. 110-112.17 Ibídem. En el original: «dos grans organismes nous, amb formidables atribucions per a fer i des-fer: la Junta per a l’ampliació dels estudis i investigacions científiques, i l’altra Junta nacional peral foment de la cultura».

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Costa, Melquíades Álvarez... todos juntos y revueltos, una vez han com-

prendido que ha llegado la hora de ponerse al tajo, uniéndose en esta últi-

ma tentativa.18

Tras señalar esta convergencia de sensibilidades políticas distintas eincluso opuestas, Pijoan destaca que la Junta para Ampliación de Estu-dios, mediante la concesión de pensiones de estudio en el extranjero,habrá de formar «el nuevo espíritu de las universidades y construir des-pués con él los nuevos organismos de cultura científica»19.

Lo cierto es que, aun siendo la JAE y el IEC dos instituciones creadascon pocos meses de diferencia a partir de impulsos parejos, con objetivoscoincidentes a largo plazo, y con buena sintonía entre sus respectivos com-ponentes, no tuvieron entre sí el grado de interacción que pudiera espe-rarse. Hubo, eso sí, mutuo reconocimiento y colaboración en algunos pro-yectos, pero una institución y otra tenían por delante a corto plazo, cadauna por su lado, desafíos muy importantes no del todo coincidentes. Porotra parte los respectivos objetivos, funciones y medios, a pesar de coin-cidir en algunos puntos, eran diferentes: la JAE era un organismo del Esta-do, gestor de pensiones y responsable de instituciones de educación y deinvestigación; el IEC era un organismo provincial, dotado de una estruc-tura autónoma en lo académico, pero con una capacidad limitada de ges-tión de sus oficinas o servicios de carácter científico y técnico, y con unadotación económica mucho menor.

Incluso los primeros avatares respectivos fueron divergentes. La JAEtuvo unos inicios complejos, por no decir francamente difíciles, dado

18 Ibídem. En el original: «S’han deixat de banda antics odis de capelleta i de política; tota la cul-tura d’allà, tota la cultura castellana hi està representada; en Mella hi va al costat de l’Azcárate, hitenen representació el arabistes amb en Ribera i l’Asín, els historiaires amb l’Hinojosa, els natura-listes amb en Simarro, en Cajal i en Bolívar, els sociòlegs amb en Posada i en Buylla, hi va en Menén-dez Pelayo i en Menéndez Pidal, en Costa, en Melquíades Álvarez... tots barrejats, comprenent queha arribat l’hora de posar-hi el coll, ajuntant-se en aquesta última temptativa».19 Ibídem. En el original: «l’esperit nou de les universitats i de construir després amb ell nous orga-nismes de cultura científica».

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que el ministro de Instrucción Pública que sucedió a Amalio Gimeno,el conservador Faustino Rodríguez de San Pedro, fue un personaje nadafavorable a la nueva institución, que entorpeció cuanto pudo su nor-mal funcionamiento durante su mandato, mandato que se dilató hastaoctubre de 1909, uno de los más duraderos del reinado de Alfonso XIII.

Por el contrario, los primeros años del IEC fueron de amplio des-pliegue y de actividad febril, que se tradujo casi de inmediato en va riaspublicaciones de gran nivel. Fundado en junio de 1907, organizaba suprimera campaña de exploración por los valles pirenaicos del PallarsSobirà, la Alta Ribagorça y la Val d’Aran tras una visita a los museos dela ciudad de Toulouse.20 Mientras empezaban a acondicionarse sus loca-les en el espacio que la Audiencia de Barcelona acababa de dejar libreen el palacio de la Generalitat (entonces de la Di putación), se hacíanlas primeras adquisiciones para constituir la futura Biblioteca de Cata-lunya, se iniciaban las publicaciones sobre las pinturas y la arquitec-tura románicas catalanas, sobre las monedas catalanas, los dos volú-menes de documentos para la historia de la cultura catalana en la EdadMedia y el primer Anuari correspondiente a 1907.

UN PRIMER PROYECTO COMPARTIDO:

LA ESCUELA ESPAÑOLA DE ROMA

Las primeras interacciones claras se produjeron cuando la JAE, tras elduro paréntesis que sufrió entre 1907 y 1909, empezó a crear sus pri-meros centros de investigación: concretamente con la creación, por RealDecreto de 10 de marzo de 1910, del Centro de Estudios Históricos, y laconsecutiva de la Escuela Española de Arqueología e Historia de Roma.

20 En 1907 el itinerario más practicable para llegar a la Val d’Aran desde Barcelona pasaba por Tou-louse, Luchon y el puerto del Portilhon.

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Los miembros del IEC consideraron que el Centro de Estudios His-tóricos tomaba por modelo el mismo IEC, que entonces (y hasta 1911) sededicaba exclusivamente a los estudios históricos. Así lo hizo notar elpresidente de éste, Antoni Rubió i Lluch, al dar cuenta de la fundacióndel Centro de Estudios Históricos ante el pleno del IEC del 21 de mar-zo de 1910. El propio pleno hizo constar en el acta de aquel día la gene-ral satisfacción por la influencia que en aquella creación había tenidoel ejemplo de la constitución y trabajos del IEC.21 Unas semanas mástarde se acordó remitir al presidente de la JAE una felicitación por lafundación del Centro de Estudios Históricos.22

Pero ya antes de esas fechas el IEC había tomado parte activa enpromover la creación de este centro y la sucesiva de la Escuela Espa-ñola de Roma. Ya el 6 de diciembre de 1909 (antes, pues, de la crea-ción efectiva del Centro de Estudios Históricos) Josep Pijoan expo-nía al pleno del IEC que parecía que el nuevo Ministerio liberal«quizá aceptaría alguna indicación que se le pueda hacer propo-niéndole fundar nuevos centros de estudios superiores en el extran-jero»23. Sugería Pijoan que uno de ellos podría muy bien ser unaescuela histórica en Roma, donde el Estado español disponía de loca-les magníficos e infrautilizados. Tras las explicaciones de Pijoan, elpleno del IEC «le faculta para que junto con el señor [Pere] Coromi-nes vaya estudiando el asunto y redacten el proyecto de la nuevaEscuela Española de Roma y la solicitud que debiera dirigirse al Esta-do proponiendo la nueva fundación»24. Una semana más tarde, el ple-

21 Actes Plens, llibre 7, pág. 25. Arxiu de l’Institut d’Estudis Catalans, Barcelona.22 Actes Plens, llibre 7, pág. 28. Arxiu de l’Institut d’Estudis Catalans, Barcelona.23 En el original: «potser acceptaria alguna indicació que se li fes proposant-li fundar nous centresd’estudis superiors a l’estranger» (Actes Plens, llibre 6, pág. 109. Arxiu de l’Institut d’Estudis Cata-lans, Barcelona).24 En el original: «el faculta perquè junt amb el senyor Coromines vagin estudiant l’assumpte iredactin el projecte de la nova Escola Espanyola de Roma i la sol·licitud que es dirigiria a l’Estatproposant la nova fundació» (Actes Plens, llibre 6, págs. 110-111. Arxiu de l’Institut d’Estudis Cata-lans, Barcelona).

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no del IEC, nuevamente reunido, acordaba dirigir al ministro de Esta-do, Pérez Caballero, una carta redactada por Pijoan y Coromines, conlos siguientes objetivos:

[...] proponiéndole la creación en Roma de una Escuela de España, manifes-

tándole que el Institut ayudaría cuanto pudiera dentro de sus medios e indi-

cándole diversas facilidades que entre el Institut y la Junta de Pensiones

[JAE] podrían aportar si se ponían de acuerdo, no siendo preciso por parte del

Ministerio más que facilitar el segundo piso de la colegiata de Montserrat en

Roma, que hoy no se utiliza para nada.25

En esta carta el IEC hacía votos para que esta iniciativa suya pudierate ner rápida efectividad. Paralelamente a la acción oficial, Castillejo yPijoan mantenían activa correspondencia sobre el tema hasta que el 19de febrero de 1910 —todavía unas semanas antes de la creación oficialdel Centro de Estudios Históricos— Castillejo comunica a Pi joan queel día anterior la JAE había aprobado la creación de la Escuela de Romay le pregunta si querría ir a Roma con Menéndez Pidal para plantearla instalación, así como a quién debe dirigirse la comunicación oficialde la JAE al IEC.26

Dicha comunicación oficial, firmada por Santiago Ramón y Cajalcomo presidente de la JAE y dirigida a Antoni Rubió i Lluch, presi-dente del IEC, está fechada el 11 de marzo y dice así:

Sr. Presidente del Institut d’Estudis Catalans.

Muy señor mío: Proyecta esta Junta la creación de una Escuela española en

Roma para los estudios arqueológicos e históricos.

25 En el original: «proposant-li la creació a Roma d’una Escola d’Espanya, manifestant-li que l’Ins-titut hi ajudaria tant com pogués dintre dels seus medis i assenyalant-li diverses facilitats que entreell i la junta de pensions, podrien aportar posant-se d’acord, no calguent per part del ministeri mésque facilitar el segon pis de la col·legiata de Montserrat de Roma, que avui no s’utilitza per a res»(Actes Plens, llibre 6, págs. 113-114. Arxiu de l’Institut d’Estudis Catalans, Barcelona).26 Serie expedientes personales, carta del 19 de febrero de 1910, Archivo de la JAE, expediente deJosé Pijoan, Residencia de Estudiantes, Madrid.

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Y conociendo los trabajos realizados por ustedes y sus aspiraciones en el

mismo sentido, que han sido para nosotros experiencia y estímulo, la Junta ha

acordado ponerse en comunicación con el Institut para ver si éste la honraría

cooperando a la obra de la Escuela en Roma que debe ser empresa nacional.

El secretario del Institut, señor Pijoan, ha tenido la bondad de manifestarnos

los deseos de los miembros del Institut favorables a aquella cooperación y ello

me hace esperar que, con el concurso de tan valiosos elementos, podremos

pronto poner en marcha el nuevo organismo.

Adjuntos le envío copias de algunas notas y cartas cambiadas con motivo de

nuestras gestiones.

Con este motivo le ofrece el testimonio de su consideración su affmo. seguro

servidor que B. S. M.

Santiago Ramón Cajal27

Entre las copias que menciona Cajal (conservadas en el Archivo del IEC)resulta sumamente interesante la de una carta de Castillejo al ministrode Instrucción Pública (Antonio Barroso) fechada el 1 de febrero de aquelaño. Alguno de sus pasajes hace pensar que no fue ajeno a la relativarapidez con que se decidió la creación de la Escuela Española de Roma,el temor de que el IEC pudiera crear por su cuenta una Escuela Catala-na en Roma si el Ministerio o la JAE no eran sensibles a su iniciativa.

Castillejo planteaba:

La Escuela parece que se fundaría como escuela catalana solamente en el

caso de que el poder central no quisiera él financiarla o patrocinarla. No de

otro modo se fundó el Institut d’Estudis Catalans como consecuencia, en gran

parte, de la negativa del señor San Pedro a fundar un Centro de estudios his-

tóricos españoles que la Junta le propuso [...]. Los miembros del Institut

d’Estudis Catalans con quienes nosotros nos hemos comunicado han procedi-

do en esta ocasión, como en aquella, con el más elevado sentido patriótico:

27 Correspondència Secretaria General. Arx. núm. 1 (1907-1919). Arxiu de l’Institut d’Estudis Cata-lans, Barcelona.

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antes de decidirse ellos a fundar por sí han ofrecido oficiosamente su concur-

so para que la creación fuese del Gobierno central.28

La versión que daba Castillejo de la creación del IEC tenía poco quever con la realidad, pero sin duda le ayudaba a reforzar su argumenta-ción en defensa de la creación del Centro de Estudios Históricos, segúnél negada por el anterior ministro conservador.

Esta insinuación de una iniciativa únicamente por parte del IEC expli-ca que Cajal afirme que la creación de la Escuela de Roma debía ser«empresa nacional». Aunque el IEC nunca se había planteado tal cosa(ni disponía de los medios para hacerlo), Pijoan logró hacer creer a susinterlocutores madrileños (quizá con la excepción de Castillejo, quepudo estar en connivencia con él y aprovechar pro domo sua una partede los argumentos de Pijoan) que el IEC estaba dispuesto a crear dichaescuela por su cuenta. En todo caso el IEC continuó considerando lainiciativa de la creación de la Escuela Española de Roma como cosapropia tanto como de la JAE. Así consta en el acta del pleno del 6 dejunio de 1910 en que, tras dar cuenta de la Real Orden estableciendo laEscuela, para la fundación de la cual tanto trabajó el IEC de consunocon la JAE, se acuerda hacer constar en acta la satisfacción del plenoy que en la crónica que se envíe a la prensa periódica se dé cuenta dela intervención del IEC en tan importante iniciativa.29

En mayo de 1910, poco antes de la aparición del decreto de creaciónde la Escuela, Pijoan se trasladó a Londres con una pensión de la JAEpara empezar a preparar su Historia del Arte. Allí recibió el texto deldecreto, según consta en una carta suya sin fecha (pero sin duda definales de junio) dirigida a Castillejo y que figura en el Archivo de laJAE conservado en la Residencia de Estudiantes. En la misma carta,

28 Correspondència Secretaria General. Arx. núm. 1 (1907-1919). Arxiu de l’Institut d’Estudis Cata-lans, Barcelona.29 Actes Plens, llibre 7, págs. 45-46. Arxiu de l’Institut d’Estudis Catalans, Barcelona.

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Pijoan indica a Castillejo que escriba a Rubió para que inicie los trá-mites para enviar a Roma dos pensionados catalanes, y añade que Prat30

está al corriente de todo y completamente de acuerdo.Pijoan permaneció en Londres hasta principios del año siguiente, cuan-

do se trasladó a Roma para hacerse cargo de la dirección efectiva de laEscuela Española, ya que el director designado, Ramón Menéndez Pidal,permanecía en Madrid. Le acompañaban dos investigadores escogidospor el Centro de Estudios Históricos, Pedro A. Martín Robles y el bene-dictino Luciano Serrano, y dos pensionados catalanes elegidos por elIEC, Ramon d’Alòs-Moner y Francesc Martorell.31 Pocos meses más tar-de les seguiría el joven arquitecto Joan Bordàs i Salelles.

Las insuficiencias presupuestarias dificultaron notablemente el tra-bajo de Pijoan al frente de la Escuela de Roma. Según Josep Maria deSagarra, citado por Pla en el Homenot que dedicó a Pijoan, éste se gas-tó la primera dotación presupuestaria, harto reducida, en unas puertasde roble para la biblioteca.

[...] pero la biblioteca —sigue Sagarra— esperaba el dinero de Madrid para empe-

zar a ser algo real porque de momento solo podía lucir las puertas. No era otra cosa

que un amplio salón, sin libros, ni mesas, ni nada y donde el único instrumento

de estudio era la bicicleta de Josep Pijoan, puesta de cara a la pared. Además de

la gran biblioteca vacía, Pijoan amuebló un saloncito con cuatro muebles de tra-

pero, que era donde recibía las visitas y realizaba todo el trabajo. Entre las otras

piezas de la institución citaré las habitaciones donde dormían Pijoan y Quico

Martorell, que, como es de suponer, tampoco mataban; una especie de jergón para

Dacio, que era el criado; un rincón sin luz, con un pequeño fogón, donde Dacio

hacía como que cocinaba algo, y aun una pieza más, con una mesa y tres sillas,

que llamaban comedor, pero que en realidad servía para practicar la abstinencia.32

30 En la carta dirigida a Castillejo, Pijoan hace referencia a Prat de la Riba, el presidente de laDiputación.31 Pocos años después, Ramon d’Alòs-Moner y Francesc Martorell serían ambos miembros del IEC;y D’Alòs-Moner su secretario general a partir de 1920, sucediendo a Eugeni d’Ors.32 En el original: «Però la biblioteca esperava els diners de Madrid per començar a ésser alguna rea-litat, perquè de moment només podia lluir les portes. No era altra cosa que un ampli saló, sense lli-bres, ni taules, ni res i on l’únic instrument d’estudi era la bicicleta de Josep Pijoan, posada de cara

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Los escasos frutos obtenidos a pesar de sus ingentes esfuerzos, la esca-sa sintonía con Menéndez Pidal33 y la incomprensión ante su proyectode convertir la Escuela en un centro de referencia para la intelectua-lidad de otros países establecida en Roma, a causa de la precariedadpresupuestaria34, acabaron por desanimar a Pijoan que, en 1913, arro-jó la toalla y se trasladó a Canadá para no regresar nunca más a Cata-luña, salvo en visitas esporádicas. Como él mismo explicaría muchosaños después a Josep Pla, Pijoan partió «desesperado, sin un céntimo,determinado a no tener ningún otro trato con España, dejando la Escue-la en manos de los estudiantes y del criado»35.

a la paret. A més de la gran biblioteca buida, Pijoan guarní un salonet amb quatre mobles de dra-paire, que era allà on rebia les visites i on realitzava tota la feina. Entre les altres peces de la Insti-tutció citaré les cambres on dormien Pijoan i Quico Martorell, que, com és de suposar, no mataven;una mena de jaç per al Daci, que era el criat; un racó, sense llum, on el Daci feia veure que cuinavaalguna cosa, i encara una peça més, amb una taula i tres cadires, que en deien menjador, però queen realitat servia per a practicar l’abstinència», Josep Pla, «Josep Pijoan», Homenots (Quarta sèrie).Obres completes, XVII, Barcelona, Selecta, 1958 (Biblioteca Selecta, núm. 274), págs. 26-27.33 Menéndez Pidal se había mostrado reticente con la posibilidad de admitir la lengua catalana enlas publicaciones de la Escuela a pesar de las gestiones en este sentido de Pijoan (véase Actes Plens,llibre 10, págs. 19-20, Arxiu de l’Institut d’Estudis Catalans, Barcelona).34 Tenemos un testimonio de primera mano de la precariedad presupuestaria de la Escuela de Roma,en una carta de Francesc Martorell a su amigo Ferran Valls i Taberner de abril de 1911. En ella dice:«Això de l’Escola per ara va bastant malament. De Madrid ens tenen abandonats completament. Faal menos un mes que estem tots sense un cèntim, vivint a costelles d’en Pijoan [...]. Així i tot no enssurten els comptes y hem d’arribar a l’estrem de rumiar abans de gastar-nos el ral d’una carta! [...]Va sortir una pensió per nosaltres de 40 duros però és publicada a la Gaceta el 23 de març y, per aviatque cobrem, no arrivaran els quartos fins a últim d’abril i primers de maig y encara aleshores, perpoguer tirar, ens haurem de declarar insolvents y no pagar cap deute, perquè amb 40 duros, si comen-sem a pagar, ens quedarem debent y sense un quarto. Jo, per exemple, ja en dech més de 50!» (Estode la Escuela por ahora va bastante mal. Desde Madrid nos tienen abandonados. Hace por lo menosun mes que estamos todos sin un céntimo, viviendo a expensas de Pijoan. [...] ¡Aun así no nos salenlas cuentas y tenemos que llegar al extremo de pensárnoslo antes de gastarnos el real de una carta![...]. Salió una pensión para nosotros de 40 duros pero se publicó en la Gaceta el 23 de marzo y, comomuy pronto, no llegarán los cuartos hasta finales de abril o principios de mayo y aun entonces, parapoder tirar, tendremos que declararnos insolventes y no pagar ni una deuda, porque con cuarentaduros, si empezamos a pagar nos quedaremos endeudados y sin un cuarto. ¡Yo, por ejemplo, ya debomás de 50!). Véase Jaume Sobrequés y otros, Epistolari de Francesc Martorell i Trabal i de Pere BoschGimpera amb Ramon d’Abadal i de Vinyals i amb Ferran Valls i Taberner: 1908-1931, Barcelona, Pro-mocions Publicacions Universitàries, 1991, pág. 86.35 En el original: «Me’n vaig anar desesperat, sense cap cèntim, determinat a no tenir cap tractemés amb Espanya, deixant l’Escola a mans dels estudiants i del criat» (Josep Pla, «Josep Pijoan»,en Homenots (Quarta sèrie). Obres completes, XVII, cit., pág. 284).

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Si en Menéndez Pidal y en la JAE Pijoan encontraba incomprensióny dotaciones presupuestarias exiguas, tampoco eran mejores sus rela-ciones con el IEC en aquellos momentos. En una carta dirigida a Miguelde Unamuno citada por Cacho Viu afirmaba: «por ser castellanista paralos catalanes, tuve que dejar mi vida en Cataluña; y por ser catalanis-ta para los castellanos me fui a las antípodas»36.

Con la remodelación del IEC de 1911, que analizaremos enseguida, yla asunción de las funciones de secretario general por parte de Eugenid’Ors, la influencia y la capacidad de actuación de Pijoan en el mar - co del IEC quedaban muy mermadas, aunque en realidad ya lo estabandes de su marcha a Londres y a Roma, a causa de las circunstancias quelo rodearon, en particular el romance de Pijoan con Teresa Mestres deBaladía, esposa de un conocido industrial barcelonés que, por el amorde Pijoan, abandonó no sólo a su marido sino también a sus tres hijos, loque causó un escándalo enorme en la Barcelona de su tiempo. Inclu-yendo al mismo IEC...

LA REMODELACIÓN DEL IEC EN 1911 Y LA CREACIÓN DE

LAS PRIMERAS FILIALES. PENSIONADOS Y CONFERENCIANTES

En febrero de 1911 el IEC era ampliado con trece nuevos miembros yremodelado en tres secciones (o institutos) de siete miembros cada una:Histórico-Arqueológica, que era prácticamente la continuación del IECinicial; de Ciencias, incluyendo las ciencias sociales y la filosofía, y dela Lengua o Filológica. Los ocho miembros fundadores, excepto PereCoromines, que se incorporó a la nueva Sección de Ciencias, integraronla Sección Histórico-Arqueológica. La Sección de Ciencias quedó com-

36 Vicente Cacho Viu, El nacionalismo catalán como factor de modernización, cit., pág. 221.

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puesta por un ginecólogo (Miquel A. Fargas), dos biólogos (August Pi iSunyer y Ramon Turró), un ingeniero, físico y matemático (Esteve Terra-das), un economista (Pere Coromines), un naturalista (Josep M. Bofill yPichot) y un filósofo (Eugeni d’Ors). La Filológica, la integraron tres dis-tinguidos escritores (Josep Carner, Àngel Guimerà y Joan Maragall), dosclérigos (Antoni M. Alcover y Frederic Clascar), un catedrático de grie-go (Lluís Segalà) y un ingeniero doblado de lingüista (Pompeu Fabra).

Cuatro de los siete miembros de la flamante Sección de Cienciasconocían y admiraban profundamente a Cajal, a quien tres de los cua-tro habían tratado personalmente y de quien alguno había sido inclu-so estrecho colaborador. Miquel Arcàngel Fargas (1858-1916) era cate-drático de Obstetricia y Ginecología en la Facultad de Medicina deBarcelona desde 1893, es decir, un año después de la marcha de Cajala Madrid, pero ya desde diez años antes era el director de los mu seosanatómicos de la facultad.37 Ramon Turró había compartido espaciocon Cajal en el laboratorio de la Facultad de Medicina barcelonesay ambos se habían enfrentado a Ferrán por las irregularidades de éstecomo director del Laboratorio Microbiológico Municipal.38 JosepMaria Bofill i Pichot (1860-1938) había sido uno de los médicos bar-celoneses que pidieron a Cajal clases particulares de técnica micros-cópica; incluso le había ayudado con algunas preparaciones en la ela-boración de su Manual de anatomía patológica general (1890-1892).39

Más joven que los anteriores, August Pi i Sunyer (1879-1965) no había

37 Sobre Miquel A. Fargas, véase Oriol Casassas i Simó, Miquel A. Fargas i Roca i els nous horit-zons, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 1999.38 Antoni Roca Rosell, Historia del Laboratori Municipal de Barcelona. De Ferran a Turró, Barce-lona, Ajuntament de Barcelona, 1988, págs. 59-63. Para más información biográfica y bibliográficasobre Turró véase, además de la obra citada en la nota 9, Josep M. Camarasa, «Ramon Turró i Dar-der (Girona, 1854 - Barcelona, 1926). El naixement de l’escola biològica catalana», en Josep MariaCamarasa i Antoni Roca (dirs.), Ciència i tècnica als Països Catalans: una aproximació biogràficaals darrers 150 anys, Barcelona, Fundació Catalana per a la Recerca, 1995, págs. 681-730.39 Sobre Josep M. Bofill i Pichot véase Josep M. Camarasa, Josep M. Bofill i Pichot. Semblança bio-gràfica, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 2009.

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tenido ocasión de mantener contacto con Cajal en su etapa barcelo-nesa, pero compartía la admiración por él de su maestro Turró.40 Seríaa partir de esta buena sintonía que los contactos entre la JAE y elIEC se mantendrían, a pesar de la difícil andadura de la Escuela deRoma y de la marcha de Pijoan a América. Las ciencias, en particu-lar las ciencias biológicas, iban a tomar el relevo de la historia y laarqueología.

Porque, por otra parte, en 1910 el organigrama de la JAE no sólo sehabía ampliado con el Centro de Estudios Históricos y la Escuela Espa-ñola de Roma, a los que ya nos hemos referido. Se había creado tambiénel Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales (presidido, como lamisma JAE, por Santiago Ramón y Cajal y con Blas Cabrera como secre-tario), el Laboratorio de Investigaciones Físicas, la Residencia de Estu-diantes y el Servicio de Publicaciones. El Instituto Nacional de CienciasFísico-Naturales incorporaba, además del Laboratorio de Investigacio-nes Físicas, algunos centros ya existentes: el Museo de Ciencias Natu-rales, el Museo de Antropología, el Real Jardín Botánico, la EstaciónBiológica de Santander y el Laboratorio de Investigaciones Biológicas(creado en 1901 para ofrecer a Santiago Ramón y Cajal los medios deinvestigación que necesitaba).

Poco después, en 1912, comenzaban a establecerse en los sótanosde la Residencia de Estudiantes los primeros laboratorios, el de Ana-tomía Microscópica y el de Química General. En el marco del Insti-tuto Nacional de Ciencias Físico-Naturales se creaban los de Histo-patología del Sistema Nervioso, bajo la dirección de Nicolás Achúcarro,y de Fisiología Experimental del Sistema Nervioso, bajo la de Gonza-lo Rodríguez Lafora.

40 Sobre August Pi i Sunyer véase Thomas F. Glick, «August Pi i Sunyer (Barcelona, 1879 - Mèxic,1965). La fisiologia experimental», en Josep M. Camarasa y Antoni Roca (dirs.), Ciència i tècnicaals Països Catalans: una aproximació biogràfica als darrers 150 anys, cit., págs. 1055-1085.

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También en 1912, el IEC designaba a August Pi i Sunyer su repre-sentante en el Congreso Internacional de Patología de París. A su regre-so, tras dar cuenta del desarrollo del Congreso, se hace constar en lasactas del IEC que:

Comunica también el señor Pi i Sunyer al Institut que se ha puesto de acuerdo

con la Junta Directiva de la Sociedad de Biología de París para que se consti-

tuya en Barcelona una entidad hermana en comunicación y correspondencia de

trabajo con ella y con la Sociedad de Biología de Madrid41. Entran a formar

parte de la nueva institución algunos miembros del Institut.42

La Sociedad de Biología de Barcelona (la actual Societat Catalana deBiologia) inició sus actividades con una reunión científica en el Labo-ratorio Municipal de Barcelona, que dirigía Ramon Turró, el 12 dediciembre de 1912. La Sociedad contaba con el patrocinio del IEC, queadoptaba como sociedad filial la nueva entidad y corría con los gastosde sus publicaciones. Estaba compuesta por investigadores, manteníapor lo menos una reunión al mes, con presentación de comunicacio-nes, y publicaba anualmente un volumen de Treballs de la Societat deBiologia43. Ocupó la presidencia, hasta 1918, August Pi i Sunyer.

La carrera de August Pi i Sunyer era seguida con interés por Santia-go Ramón y Cajal. No en vano el padre de August, Jaume Pi i Sunyer,

41 La cita a la Sociedad de Biología de Madrid hace referencia sin duda a la Sociedad Española deBiología, creada el año anterior y presidida por Cajal.42 En el original: «Comunica també el Sr. Pi i Sunyer a l’Institut que s’ha posat d’acord amb la jun-ta directiva de la Societat de Biologia de París per a que es constitueixi a Barcelona una entitat ger-mana en comunicació i correspondència de treball amb ella i amb la Societat de Biologia de Madrid.Entren a formar part de la nova institució alguns membres de l’Institut» (Actes Secció Ciències, lli-bre 1, págs. 193-194. Arxiu de l’Institut d’Estudis Catalans, Barcelona).43 El primer volumen, que contenía los trabajos presentados a las sesiones científicas, de diciembrede 1912 hasta diciembre de 1913, apareció a mediados de 1914. La serie se publicó regularmente hasta1923, dejó de hacerlo durante la dictadura de Primo de Rivera y volvió a aparecer, aunque ya irregu-larmente, durante la República. Reanudada en 1963 tras un largo paréntesis con el título de Treballsde la Societat de Biologia, ha seguido apareciendo hasta hoy. Sobre la Societat de Biologia y las otrassociedades filiales del IEC, véase Antoni Roca Rosell, «Las sociedades científicas del IEC: asocia-cionismo e investigación científica», Arbor, vol. CLXIII, núm. 641, mayo de 1999, págs. 61-75.

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había sido uno de sus mejores amigos en los años pasados en la Facul-tad de Medicina de Barcelona. Desde 1907 Cajal cuenta con August Pii Sunyer para asistir, en representación de la JAE, a los congresos inter-nacionales de ciencias fisiológicas. Así, asistió en 1907 al congreso deHeidelberg, en 1910 al de Viena y en 1913 al de Groningen, en el cualostentaba ya igualmente la representación del IEC.

El desarrollo inicial de los centros de investigación de la JAE fuesaludado con interés y admiración por los hombres del IEC. En 1913Ramon Turró participó en Madrid en un congreso de laboratorios muni-cipales como director que era del Laboratorio Municipal de Barcelona,pionero en el campo de la microbiología y base inicial del desarrollo dela tradición de investigación biológica en Cataluña, que en esos añosempezaba a adquirir prestigio. A su vuelta publicó en el diario La Veude Catalunya y en la revista Cataluña una reseña de la reunión, en lacual incluyó comentarios elogiosos respecto al cambio que había adver-tido en el clima científico que se respiraba en Madrid en comparacióncon el que él mismo había vivido treinta años antes. No mencionaba ala JAE por su nombre pero sí que —además de referirse al nuevo labo-ratorio municipal y al edificio, a punto de inaugurarse, del InstitutoNacional de Higiene Alfonso XIII—, añadía: «En el Hipódromo un gru-po de jóvenes, hoy oscuros, trabaja sobre los problemas de la físico- química que en el siglo XX transformará el mundo como la física y lamecánica lo transformaron en el siglo XIX».

Es esta una evidente alusión a los laboratorios del Instituto Nacionalde Ciencias Físico-Naturales instalados en el Palacio de la Industria y delas Artes. La información de Turró fue al parecer una primicia en losambientes catalanes, puesto que fue recogida por distintas publicacionesperiódicas e incluso Jesús M. Bellido reprodujo extensamente el artículode Turró en una conferencia de balance de la investigación biológica enCataluña.

En junio de 1916 la Comisión Ejecutiva de la JAE decidió crear unLaboratorio de Fisiología General en la Residencia de Estudiantes y

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puso a su frente a Juan Negrín. Éste había colaborado desde Leipzig,donde se encontraba pensionado por la JAE, con el grupo de fisiólogoscatalanes encabezado por August Pi i Sunyer, e incluso había publi-cado algunos trabajos en los Treballs de la Societat de Biologia (1914),pero, al estallar la Primera Guerra Mundial, se había visto obligado aregresar a España.

La sintonía entre el grupo de fisiólogos que se fue organizando en tor-no a Negrín (en el laboratorio de la Residencia de Estudiantes y mástarde también en el de la Facultad de Medicina) y el grupo que ya empe-zaba a ser conocido como «escuela biológica catalana», vertebrado entorno a Turró y a Pi i Sunyer, fue grande en todo momento hasta que eltrágico desenlace de la guerra civil en 1939 dispersó ambos grupos. Bue-na prueba de ello sería, por ejemplo, la carta de Jesús M. Bellido a Cas-tillejo, fechada en Zaragoza el 27 de noviembre de 1917, que figura enel expediente de August Pi i Sunyer del Centro de Documentación dela Residencia de Estudiantes. En ella, a pesar de que su objeto es unapetición que afecta a Bellido, dedica gran parte a referir una visita queha hecho al laboratorio de Negrín en la Residencia, en el cual, segúnBellido, el fisiólogo canario ha hecho un trabajo excelente a pesar de laprecariedad de los medios disponibles. Añade Bellido la recomenda-ción de que se conceda a Negrín un local algo mayor y mejor disponi-bilidad de instalaciones tal como —dice— se ha hecho con Cabrera.44

La vinculación del IEC y de la JAE tiene un punto culminante explí-cito con el nombramiento de August Pi i Sunyer como vocal de ésta en1918. Pi i Sunyer había sido elegido diputado por la candidatura repu-blicana federal por el distrito de Figueres y, aprovechando su presen-cia en Madrid, la JAE consideró oportuno su nombramiento. Al añosiguiente ocupó la cátedra de la Institución Cultural Española de Bue-

44 Carta de Jesús M. Bellido a Castillejo, 27 de noviembre de 1917, expediente de Augusto Pi iSuñer, Fondo CMEX, serie documental Colegio de México, Centro de Documentación de la Resi-dencia de Estudiantes, Madrid.

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nos Aires, lo que hizo acompañado de su entonces joven discípulo Lean-dre Cervera, también futuro miembro del IEC.

Las relaciones de los científicos del IEC con la JAE no se agotancon los exponentes de la «escuela biológica catalana». Esteve Terra-das, ya en 1908,45 solicitó y obtuvo (aunque finalmente no hizo uso deella) una pensión de la JAE para «seguir los cursos que en Berlínexplica el afamado profesor de Física Matemática, doctor MaxPlanck». Más tarde, en 1914, cuando se preparaban los Cursos Mono-gràfics d’Alts Estudis i d’Intercanvi —que se proponía organizar elConsell de Pedagogia de la Mancomunitat de Catalunya con la cola-boración de la Sección de Ciencias del IEC—, Terradas propuso laparticipación de Julio Rey Pastor con un curso «sobre representaciónconforme y teoría de uniformación [de funciones]»46. El curso de ReyPastor tuvo lugar al año siguiente, por el tiempo en que se gestaba lacreación del Laboratorio y Seminario Matemático de la JAE, y fuepublicado por el IEC en 1916.47 El propio Rey Pastor se refirió elo-giosamente a estos cursos en el discurso inaugural de la Sección deCiencias Matemáticas del Congreso de la Asociación Española parael Progreso de las Ciencias de 1915:

45 Esteve Terradas solicitó una pensión de la JAE un par de años antes de incorporarse al IEC, perosiendo ya catedrático de Acústica y Óptica en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Barce-lona. A este respecto véanse Antoni Roca Rosell, «Científicos catalanes pensionados por la Junta»,en José Manuel Sánchez Ron (coord.), 1907-1987. La Junta para Ampliación de Estudios e Investi-gaciones Científicas 80 años después, vol. II, Madrid, CSIC, 1988, págs. 349-379; y Antoni Roca Roselly José Manuel Sánchez Ron, Esteban Terradas. Ciencia y sociedad en la España contemporánea, Bar-celona, INTA/El Serbal, 1990, págs. 39 y ss.46 Antoni Roca Rosell, «De la regeneración a la involución: Terradas y Rey Pastor, 35 años de amis-tad científica», en Luis Español (ed.), Estudios sobre Julio Rey Pastor (1888-1962), Logroño, Institu-to de Estudios Riojanos, 1990, págs. 71-104.47 Véase Antoni Roca Rosell y Enric Casassas i Simó, «Introducció. Els primers 100 números delsArxius de les Seccions de Ciències», en Josep Amat y Enric Casassas i Simó (coords.), Trenta-dosaspectes de ciència i tecnologia, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 1995, págs. 9-40 (Arxius deles Seccions de Ciències, núm. 100), pág. 18.

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El progreso de Cataluña —y por tanto de España— en las Ciencias [lo] per-

sigue el Instituto de Estudios Catalanes en la formación de una biblioteca

científica moderna y la organización de cursos intensivos superiores

—equivalentes al Privatissimus alemán— ya comenzados con excelente

éxito, abandonando la vulgarización como labor de escaso rendimiento.48

Estos cursos, por otra parte, fueron una excelente oportunidad para lacolaboración entre el IEC (con la intermediación en este caso del Con-sell de Pedagogia de la Mancomunitat) y la JAE ya que, cuando laMancomunitat invitaba a profesores extranjeros, se procuraba que repi-tieran su curso en Madrid para procurarles mayores ingresos y, gene-ralmente, la entidad patrocinadora de la repetición era la JAE. Éstesería el caso, por ejemplo, de la visita de Einstein a principios de 1923.De hecho, la primera invitación que recibió Einstein en 1920 fue unacarta de Rey Pastor en nombre de la JAE, la Universidad de Madridy el IEC. En ella, el matemático riojano dice que es la institución cata-lana la que ha aprobado una invitación formal, pero que las madrile-ñas lo harán en breve.49

Rey Pastor sería el introductor de Terradas en la JAE, ya que ante-riormente éste no tenía relación con ella y, en todo caso, se había limi-tado a peticiones de pensión para él o para sus discípulos.50 En cambio,a partir de 1918 se inicia una aproximación de Terradas a la JAE, queculminará con su viaje a Argentina en 1927 (viaje previsto inicialmen-te para 1923 pero malogrado entonces por la muerte de una hija) paraocupar la cátedra de la Institución Cultural Española de Buenos Aires,y con su posterior incorporación a las tareas del Laboratorio y Semi-

48 Julio Rey Pastor, «Discurso inaugural» [de la sección 1.ª, Ciencias Matemáticas], 5.º Congreso dela Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, t. I, Valladolid, 1915, págs. 7-25.49 La carta de Rey Pastor aparece en el volumen 10 de los Collected Papers de Einstein. Para unanálisis de la invitación y de la visita de Einstein a España en 1923, véase José Manuel Sánchez Rony Ana Romero de Pablos (eds.), Einstein en España, Madrid, Publicaciones de la Residencia deEstudiantes/Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2005.50 Antoni Roca Rosell, «Científicos catalanes pensionados por la Junta», cit., págs. 366-370.

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nario Matemático a raíz de su traslado a Madrid, al ser nombrado esemismo año de 1927 miembro de la Asamblea Nacional por el Directo-rio Militar de Primo de Rivera y, posteriormente, catedrático de Ecua-ciones Diferenciales de la Universidad Central. En 1930 —junto a JoséMaría Plans y Freyre y José Álvarez Ude— asume la dirección delLaboratorio y Seminario Matemático. Unos años más tarde, Terradasvolvió a Barcelona y promovió la creación de un Centre d’Estudis Mate-màtics, siguiendo el ejemplo del Laboratorio Matemático de la JAE.Inicialmente, estaba previsto que fuera una colaboración entre el IECy la universidad, pero esta última se descolgó, probablemente a causade su inestabilidad estatutaria. El Centre empezó sus cursos en 1933 yfue dirigido por Pere Pi Calleja, que estuvo pensionado por la Junta enAlemania.

A partir de diciembre de 1917 el IEC incorpora como filial la Insti-tució Catalana d’Història Natural.51 Esta sociedad de naturalistas habíasido fundada en 1899 por un grupo de estudiantes catalanistas aficio-nados a la historia natural, y entre sus socios más antiguos figurabaAntonio de Zulueta (1885-1971), que ocupó los cargos de tesorero (1903-1904) y conservador (1904-1905). Zulueta se incorporó en 1911 al MuseoNacional de Ciencias Naturales y fue nombrado director de su reciéncreado Laboratorio de Biología en 1913.

Muchos de los naturalistas de la Institució, en particular los que seinteresaban por la entomología y los que constituyeron el personal ini-cial de la Junta de Ciències Naturals de Barcelona, mantuvieron rela-ciones cordiales y productivas con sus colegas del Museo Nacional deHistoria Natural. En cambio, fueron más difíciles las relaciones de losbotánicos catalanes con sus colegas de Madrid hasta la incorporación,en 1933, de Josep Cuatrecasas al Jardín Botánico de Madrid como direc-tor de la Sección de Flora Tropical.

51 Josep Maria Camarasa, Cent anys de passió per la natura: una història de la Institució Catalanad’Història Natural. 1899-1999, Barcelona, Institució Catalana d’Història Natural, 2000.

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Al margen de sus secciones y de las sociedades filiales, el IEC tam-bién creó servicios técnicos. Destacó entre ellos, desde su fundación en1915, el Servei d’Excavacions, puesto desde su inicio bajo la direcciónde Pere Bosch Gimpera (1891-1974). Éste había completado su forma-ción en Alemania pensionado por la JAE y colaboró desde los iniciosde su carrera con la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Pre-históricas (que le publicó, ya en 1915, una memoria sobre el problemade la cerámica ibérica). Posteriormente, el Servei d’Excavacions y laComisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas tomaronenfoques divergentes, cuando no opuestos, en relación con temas comola cultura ibérica o el poblamiento antiguo de la península Ibérica, y surelación fue más competitiva que cooperativa, sin que ello supusiera unconflicto insuperable, por ejemplo en el caso de la exploración de laspinturas rupestres del barranco de la Valltorta, en Cas tellón.

ACCIÓN INSTITUCIONAL:

ENTRE LA INVESTIGACIÓN Y EL SERVICIO TÉCNICO

El IEC y la JAE tuvieron una actividad institucional muy diferente. Unade las contribuciones más destacadas de la segunda fue, sin duda, lacreación de centros de investigación que han representado un punto deno retorno en la historia de la institucionalización de la ciencia en Espa-ña. En el caso del IEC, esta acción de institucionalización fue muy limi-tada debido, entre otros factores, a la escasez relativa de los recursosdisponibles en el Institut y en las instituciones autónomas catalanas, lasdiputaciones, la Mancomunitat (entre 1914 y 1923)52 y la Generalitat (de

52 Sobre el periodo de la Mancomunitat de Catalunya y de su política cultural y científica véaseAntoni Roca Rosell, «Ciencia y sociedad en la época de la Mancomunitat de Cataluña (1914-1923)»,en José Manuel Sánchez Ron (ed.), Ciencia y sociedad en España, Madrid, El Arquero/CSIC, 1988,págs. 223-252.

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1931 a 1939). En este sentido, sólo podemos mencionar el Institut deFisiologia como verdadera institución de investigación biomédica queposeía, sin embargo, una base de voluntarismo muy importante, comolo indica el hecho de que su director, August Pi i Sunyer, nunca aban-donara su consulta privada como médico. Otra iniciativa del IEC quese consolidó como institución fue su biblioteca, hoy convertida en Biblio-teca Nacional de Catalunya. Quizás habría que mencionar el yacimien-to arqueológico de Empúries, excavado por los hombres del IEC, que laDiputación de Barcelona asumió como sitio monumental y museo.53

La mayor parte de las iniciativas del IEC, que obtuvieron el apoyode las instituciones del Gobierno en Cataluña, deben considerarse máscomo servicios técnico-científicos que como instituciones de investi-gación. El hecho de que las iniciativas científico-técnicas se concre-taran en servicios, y no en general en instituciones de investigación,tiene que ver, por supuesto, con la estrechez de los presupuestos. Perotambién responde a una concepción distinta que, por un lado, estabaligada al utilitarismo, aunque, por otro lado, respondía a una idea deconstrucción de la sociedad civil catalana. Veamos, por ejemplo, la tra-yectoria del Servei Meteorològic de Catalunya.54 El antecedente inme-diato del Servei fue la Estación Aerológica de Barcelona, que nació en1912 a partir de una propuesta del responsable del Instituto Central deMeteorología, José Galbis, a Eduard Fontserè. En aquella época, esteúltimo coordinaba a las personas con estaciones meteorológicas priva-das que estaban agrupadas en la Sociedad Astronómica de Barcelona.Esta organización había permitido el contacto entre estas personas,establecido desde los años finales del siglo XIX en la Red Meteorológi-ca de Cataluña y Baleares impulsada en la Granja Agrícola Experi-

53 A pesar de que Empúries se encuentra en la provincia de Girona, fue la Diputación de Barcelonala que asumió las primeras excavaciones y la que ha mantenido el sitio arqueológico en funciona-miento, hasta su reciente traspaso a la Generalitat.54 Antoni Roca Rosell, Josep Batlló Ortiz y Joan Arús Dumenjó, Biografia del doctor Eduard Font-serè i Riba (1870-1970), Barcelona, Associació Catalana de Meteorologia, 2004.

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mental de Barcelona y apoyada por la Diputación. El director de laGranja y creador de la Red, Hermenegildo Gorría, contrató en 1899 aFontserè, quien se introdujo de esta manera en el mundo de la meteo-rología. La propuesta de Galbis de 1912 (por la que nacería la EstaciónAerológica de Barcelona) respondía a un proyecto mundial promovidopor Vilhelm Bjerknes para estudiar la atmósfera en altura. La EstaciónAerológica de Barcelona obtuvo apoyo financiero del IEC y empezó susobservaciones en 1913. Al mismo tiempo, los meteorólogos de la Socie-dad Astronómica de Barcelona crearon una organización que llegó ahacer predicciones del tiempo. La estructura era demasiado frágil, demodo que Fontserè planteó la oportunidad de crear un servicio mete-orológico dentro de la Mancomunitat de Catalunya. Fue creado en 1919,pero no empezó a funcionar hasta 1921, cuando la Mancomunitat dis-puso de fondos para financiarlo (fondos obtenidos a través de una emi-sión de deuda). El Servei Meteo rològic consistía en una oficina centralprofesionalizada, pero basaba su funcionamiento en los observatoriosmantenidos por aficionados, en una red que sobrepasó las doscientasestaciones. En pocos años, el Servei adquirió una gran proyecciónsocial, sobre todo a partir de 1927, cuando se emitieron por radio suspredicciones diarias. En 1929, Fontserè planteó que la Universidad deBarcelona debía crear un instituto de geofísica que coordinase la acti-vidad práctica e investigadora de las instituciones existentes, incluidoel Servei. Pensaba, sin duda, en algo equivalente al Instituto de Fisio-logía. El instituto de geofísica, sin embargo, no llegó a cuajar. Duran-te la dictadura de Primo de Rivera, el Servei continuó, aunque fue obli-gado a descartar el catalán de sus publicaciones. Dada la suspensióndel IEC, pasó a depender directamente de la Diputación. En el perio-do siguiente, el papel del IEC se limitó a una función de alta inspec-ción, que incluía la renovación del cargo del director y del personal,todos ellos con nombramientos anuales. El director, Fontserè, era miem-bro del IEC y, por lo tanto, tenía «asegurado» su nombramiento, perono así el resto del personal.

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El Servei Meteorològic es un ejemplo destacado de un proyecto basa-do en una realidad social —los aficionados a la meteorología— y unademanda de una sociedad industrializada —la previsión del tiempo—.El Servei promovió la investigación en la medida en que ésta era impres-cindible para la realización de una previsión del tiempo con un mínimode garantías. En este sentido, no se puede hablar puramente de una con-cepción utilitarista, sino de una respuesta a un entrama do de expresio-nes de la sociedad catalana.

UN FINAL NADA FELIZ

Los años de la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) transcurrie-ron de forma harto diferente para la JAE y el IEC. Mientras la JAE, entanto que organismo del Estado mantenía su funcionamiento, más omenos mediatizado por las autoridades del Firectorio Militar, el IECquedaba privado de todos sus medios de subsistencia públicos y se veíareducido a mendigar las ayudas de algunos mecenas privados, que nodejaron de prestarle su apoyo pero que sólo alcanzaban a asegurar laaparición de algunas publicaciones, la mayoría ya a punto para su sali-da antes del golpe de Estado del general Primo de Rivera.

La caída de la dictadura y el proceso que culminaría con la procla-mación de la República trajo mejores oportunidades para ambas insti-tuciones. El IEC recibía del Ayuntamiento de Barcelona a finales de mar-zo de 1931 la cesión de los locales del antiguo Hospital de la Santa Creuy de su Casa de Convalecencia. Las naves góticas del antiguo hospitaldebían acoger la Biblioteca de Catalunya, que el IEC había creado yhecho crecer con mimo en la medida de sus posibilidades. En cuanto ala Casa de Convalecencia, estaba destinada a acoger los servicios cen-trales del IEC y de sus sociedades filiales. El traslado a la nueva sedede unos y otras y la creación de las nuevas filiales de Geografía y de Cien-

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cias Físicas, Químicas y Matemáticas absorbieron buena parte de lasenergías del IEC durante el periodo republicano anterior a la guerra civil.

El estallido de la guerra civil supuso un duro golpe para las expecta-tivas de ambas instituciones. En el caso del IEC y de su entorno, basterecordar que en junio de 1936 Francesc Duran Reynals (1899-1958) habíaabandonado su puesto de trabajo en el Instituto Rockefeller de NuevaYork para poner en marcha en Barcelona lo que debía ser un importan-te centro de investigación biomédica sobre el cáncer (de promoción pri-vada, pero en estrecha conexión con los fisiólogos catalanes del Insti-tut de Fisiologia de August Pi i Sunyer): el Institut Miquel Servet. Trassu amarga frustración regresó a los Estados Unidos en septiembre parano volver a pisar su país más que en una única visita en 1950.55

El repliegue del Gobierno republicano ante la ofensiva franquistasobre Madrid, primero a Valencia y más tarde a Barcelona, propició unúltimo encuentro entre el IEC y la JAE. El IEC, en efecto, acogió ensu sede a la Comisión Delegada de la JAE, que celebró en ella sus últi-mas reuniones, desde noviembre de 1937 a alguna fecha de 1938 quedesco nocemos, aunque la última acta que se ha conservado lleva lafecha del 1 de abril de 1938.56 La Comisión Delegada, por su parte,incorporó desde la primera de estas reuniones cuatro miembros cata-lanes: Pompeu Fabra (1868-1948), Carles Riba (1893-1959), Antoni Triasi Pujol (1891-1970) y Joaquim Xirau (1895-1946). Los dos primeros,miembros de la Sección Filológica del IEC; el tercero, distinguido ciru-jano vinculado al núcleo de médicos investigadores liderado por AugustPi i Sunyer; y el cuarto, filósofo innovador y gran maestro (lo fue, entreotros, de Ferrater Mora). Sin olvidar que otro de los miembros de la

55 Antoni Roca Rosell y Thomas F. Glick, Francesc Duran Reynals (1899-1958). Un investigadorcatalà de projecció internacional, Barcelona, Ajuntament de Barcelona, 1986.56 Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Actas de la Comisión Delega-da, libro IX. El acta queda truncada al final del libro, lo que da a entender que debió de existir undécimo libro hoy perdido. En el archivo del IEC tampoco hemos encontrado referencia a ulterioresreuniones.

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Comisión Delegada, José Puche57, estaba también vinculado al grupode August Pi i Sunyer.58

Hemos podido revisar las últimas actas transcritas en el libro IX de laComisión Delegada de la JAE, conservado en el Centro de Documenta-ción de la Residencia de Estudiantes, y observamos en él el esfuerzocompartido entre todos sus miembros, antiguos y recién incorporados,por mantener un funcionamiento relativamente normal de la instituciónque dirigían, a pesar de las adversidades y amarguras de la guerra. Asom-bra, por ejemplo, que Antonio de Zulueta, que seguía en Madrid al fren-te del Laboratorio de Biología del Museo de Ciencias Naturales, haga undonativo de cinco mil quinientas pesetas «para que sean invertidas enlas investigaciones que se realizan en el Instituto Nacional de CienciasNaturales o que, a propuesta de Cuatrecasas, se apruebe la adquisicióndel herbario y la biblioteca de Carlos Pau o la impresión de la Quinolo-gía de Mutis».59 También se aprueban presupuestos para el primer tri-mestre de 1938 en la reunión del 14 de febrero.

El papel de los nuevos miembros no fue, como pudiera pensarse,meramente de cortesía. De las cinco reuniones de las que nos han lle-gado actas consta la presencia en todas ellas de Riba y Xirau, mien-tras Fabra y Trias faltaron únicamente a una, la del 14 de febrero de1938. Ya en la primera, Trias interviene para preguntar acerca de posi-bles adeudos a un pensionado que ha regresado «a territorio leal», pero

57 Josep Lluís Barona Vilar y María Fernanda Mancebo, José Puche Álvarez, 1896-1979, historia deun compromiso: estudio biográfico y científico de un republicano español, Valencia, Generalitat Valen-ciana/Comissió per al Vè Centenari del Descobriment d’Amèrica, 1989.58 Digamos de paso que la presencia en Barcelona de buena parte de los colaboradores de Negrínen el Laboratorio de la Residencia de Estudiantes (y del propio Negrín, a la sazón presidente delGobierno) propició el trabajo conjunto con los investigadores del Institut de Fisiologia. Con ocasióndel 25 aniversario de la Societat de Biologia, en diciembre de 1937, el propio Negrín presidió losactos conmemorativos.59 Cuatrecasas da detalles de esta impresión y del salvamento de las láminas de Mutis de los bom-bardeos que sufría Madrid en su correspondencia con Carl Faust. Véase Josep M. Camarasa y San-tos Casado, «Ya no volveremos a España. Testimonio del inicio del exilio de Josep Cuatrecasas»,Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, 2.ª época, núm. 58, Madrid, noviembre de 2005, págs. 81-102 (la referencia a las láminas de Mutis figura en las págs. 90 y 99).

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que se había visto obligado a contraer deudas ante la imposibilidad derecibir sus asignaciones en Italia, donde había estado siguiendo estu-dios de Economía.60 Xirau propone, en las reuniones del 22 y del 24 deenero de 1938, la incorporación de investigadores catalanes a los tra-bajos de la JAE y promete facilitar una lista de los posibles candida-tos. En esta última interviene también Trias para mejorar las becas queperciben las residentes del grupo femenino de la Residencia de Estu-diantes, tanto en su sección de Madrid como en la de Valencia. Asi-mismo, Trias es designado para formar parte de la comisión que debeeditar las obras completas de Cajal. Se aprueba igualmente la adqui-sición del herbario y biblioteca de Carlos Pau.

En la reunión del 29 de marzo se felicita a Fabra por el decreto minis-terial que le permite seguir en el ejercicio activo de la enseñanza a pesarde haber cumplido los setenta años. También se designa en ella a JosepCuatrecasas para participar en la excursión fitosociológica internacionalde la SIGMA (Station Internationale de Géobotanique Méditerranéenneet Alpine) por el sur de Francia y Córcega.61 Por otra parte, se da cuen-ta de que Cuatrecasas ha cesado en su cargo de consejero de la Secciónde Estupefacientes del Ministerio de Sanidad y se ha reincorporado a sustrabajos de investigación en el Instituto Botánico de Barcelona y en loslaboratorios del Museo Nacional de Ciencias Naturales establecidos enValencia.

Finalmente, en la reunión de 1 de abril de 1938, cuya acta nos ha lle-gado incompleta, se confirma la adquisición del herbario y bibliotecade Carlos Pau, según las condiciones expuestas por Josep Cuatrecasas,director del Jardín Botánico de Madrid, y se encarga a Carles Riba un

60 Este pensionado, Alexandre Argullós, seguramente el último pensionado catalán de la JAE, seríael fundador, en 1941, junto con Josep M. Calsamiglia, de la editorial Ariel. En 1993 recibió la Creude Sant Jordi de la Generalitat de Catalunya.61 Aunque sabemos, por la correspondencia de Josep Cuatrecasas, que finalmente no asistió a dichaexcursión; véase la carta de Josep Cuatrecasas a Carl Faust, 4 de junio de 1938, Archivo de la Fun-dació Privada Carl Faust, Blanes, correspondencia de Josep Cuatrecasas.

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informe sobre la traducción de Pedro Urbano González de la Calle dela Historia de la literatura romana, de Anthony Leo.

EPÍLOGO

El desenlace de la guerra supuso el fin de la JAE y, en la voluntad delos vencedores, también el del IEC. Sin embargo, mientras la extinciónde la JAE sería un hecho irreversible —al pasar todos sus medios yrecursos a manos del recién creado Consejo Superior de Investigacio-nes Científicas—, el IEC pudo renacer de sus cenizas, aun a costa demantener una vida catacumbaria, a partir de 1942. Su enraizamiento ori-ginal en las instituciones locales barcelonesas (Diputación y Ayunta-miento de Barcelona) y la firme voluntad de los escasos miembros queno habían muerto ni se habían exiliado permitieron el milagro. El entra-mado de la sociedad civil catalana y la habilidad, la audacia y el sacri-ficio de personajes como Ramon Aramon, Eduard Fontserè, Pius Fonti Quer o Josep Puig i Cadafalch lo hicieron posible. En 2007 pudo cele-brar su centenario, no con un recuerdo piadoso por lo que fue y lo queno pudo ser, sino en plena vitalidad y con un apretadísimo programa deactos que se cerró el 23 de enero de 2008.

Para terminar, digamos como resumen que el IEC y la JAE nacieronde corrientes de pensamiento paralelas cuyo respectivo análisis de lasituación de España era harto coincidente y, aunque no lo fueran total-mente las soluciones que propugnaba cada una de ellas, sí coincidíanen la necesidad de impulsar la educación y la investigación científica.Algunas de las instituciones creadas por la JAE, como la Escuela Espa-ñola de Roma o la Residencia de Estudiantes, acogieron a miembrosdel IEC o incluso los tuvieron en puestos dirigentes.

A pesar de las vinculaciones señaladas entre ambas instituciones, nohay que olvidar las diferencias entre los contextos en que se de -

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sarrollaron. En efecto, la JAE era una iniciativa del Estado y, por con-siguiente, disponía de unos recursos que aunque limitados excedían enmucho los que el IEC, fruto de la iniciativa de una diputación provin-cial (aunque obtuviera también recursos posteriormente del Ayunta-miento de Barcelona, de las restantes diputaciones catalanas y de algu-nos mecenas particulares), jamás tuvo a su disposición. Ello es bienperceptible en aspectos como la fundación de centros de investigación,muy significativa en el caso de la JAE mientras que es simbólica en elcaso del IEC. Tampoco hay que olvidar el programa de pensiones quegestionaba la JAE, del cual se beneficiaron numerosos investigadorescatalanes, entre ellos miembros del IEC o discípulos suyos.

La JAE se esforzó en consolidar instituciones de investigación y enpromover la renovación pedagógica, con acciones como la creación delInstituto-Escuela. El IEC, por su parte, tenía una estructura más aca-démica y su acción de promoción de la investigación fue más limitada,principalmente por la escasez de recursos. Un rasgo diferencial del IECsería la creación (o incorporación) de sociedades científicas filiales;algo no compartido por la JAE: aunque la actividad de algunos de susinstitutos y laboratorios fue la base de la fundación de algunas socie-dades científicas españolas, éstas no estuvieron nunca directamentevinculadas a ella.62

62 Aunque la Sociedad Española de Historia Natural (1871) o la Real Sociedad Española de Físicay Química (1903) son anteriores a la JAE, su actividad se vio potenciada respectivamente por elMuseo Nacional de Ciencias Naturales o el Instituto Nacional de Física y Química. La SociedadEspañola de Matemáticas fue fundada en 1911 por personas que acabarían por tener responsabili-dades en el Laboratorio y Seminario Matemático, pero también es anterior a la creación de éste.

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