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Isabel Velázquez Soriano – Consuelo Gómez López Antonio Espigares Pinilla – Ana Jiménez Garnica

LA RELACIÓN DE LA ENTRADA TRIUNFAL

DE ANA DE AUSTRIA EN MADRID

DE JUAN LÓPEZ DE HOYOS

Estudios, edición crítica y notas

MADRID

2007

Archivo Epigráfico de Hispania

Universidad Complutense

JUAN LÓPEZ DE HOYOS

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ISABEL VELÁZQUEZ SORIANO – CONSUELO GÓMEZ LÓPEZ ANTONIO ESPIGARES PINILLA – ANA JIMÉNEZ GARNICA

La Relación de la entrada triunfal de Ana de Austria en Madrid de Juan López de Hoyos. Estudios, edición crítica y notas Publicación del Archivo Epigráfico de Hispania (AEH) Universidad Complutense Madrid 2007 Este trabajo está adscrito al Proyecto de investigación del Ministerio de Educación y Ciencia, nº Ref. HUM 2005-00017/FILO Publicación electrónica © del texto: los autores © de la edición: Archivo Epigráfico de Hispania I.S:B.N.: en curso. Depósito Legal: en curso.

Real apparato y sumptuoso recebimiento... de Ana de Austria

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Isabel Velázquez Soriano – Consuelo Gómez López Antonio Espigares Pinilla – Ana Jiménez Garnica

LA RELACIÓN DE LA ENTRADA TRIUNFAL

DE ANA DE AUSTRIA EN MADRID

DE JUAN LÓPEZ DE HOYOS

Estudios, edición crítica y notas

MADRID

2007

Archivo Epigráfico de Hispania

Universidad Complutense

JUAN LÓPEZ DE HOYOS

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Real apparato y sumptuoso recebimiento... de Ana de Austria

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PRÓLOGO

El maestro Juan López de Hoyos es uno de esos autores del siglo XVI a cuyo lado han pasado casi siempre de puntillas la fama y el reconocimiento por su obra. Es cierto que tiene dedicada una calle importante en Madrid, pero se le conoce sobre todo por ser el maestro de Cervantes, casi lo único que se ha valorado como su más alto mérito, como hiciera en su día Mesonero Romanos. Sin embargo, era un humanista convencido, diligente maestro del Estudio de la Villa de Madrid, su “catedrático” como él mismo se proclamaba, que empleó tiempo y esfuerzos en la educación en este centro y en sus labores como párroco de san Andrés. A estas tareas unió la de escritor de Corte. Al servicio del Ayuntamiento de Madrid, nos dejó obras de Relaciones, el género erudito tan común de la época, en el que se conmemoraban y describían eventos transcendentales para las ciudades. Gracias a él conservamos testimonios preciosos de cómo fueron las exequias fúnebres de la gran reina Isabel de Valoys, la tercera y más querida esposa de Felipe II y las del malogrado y conflictivo hijo de éste, el príncipe heredero Carlos. Pero el carácter luctuoso de estas dos Relaciones, se vio transformado en episodio festivo al escribir la Relación de la entrada triunfal de la cuarta y última esposa del Rey, su sobrina Ana de Austria, quien le dio la ansiada tranquilidad y el heredero a la Corona. El interés de estas obras, como ocurre en las obras de Relaciones en general, es sobre todo documental, no tanto literario. Sirven de espejo de costumbres de la sociedad de la época, de las ciudades, de cómo se engalanaban para la celebración de eventos, de cómo incluso se transformaban en ocasiones, pues la llegada de tan altas personalidades, como en este caso la reina recién casada, obligaba a veces a realizar obras públicas o arreglos en las calles o lugares por donde transcurrieran las procesiones, porque, en definitiva, esos recorridos triunfales -o luctuosos, incluso- eran auténticas procesiones de lo más granado de la sociedad, como cortejo acompañante. Para estas fiestas y eventos, además de estas posibles obras de reforma, se preparaban otras efímeras, cuya vida sobrepasaba en poco a la celebración de la misma: arcos de triunfo, puertas, pilares, etc.; se pintaban cuadros de batallas, de palacios, de personajes; se ponían carteles enormes con letreros “al modo romano” que imitaban la epigrafía clásica; se escenificaban representaciones mitológicas, se llevaban a cabo naumaquias y otras muchas actuaciones. Casi nada habría quedado de toda esta puesta en escena, pues se trataba como hemos dicho de obras de arquitectura efímera, acompañadas de epigrafía también efímera, incluso de pinturas que, aunque realizadas por pintores de Corte, solían tener un futuro poco prometedor. Obras de ocasión, en suma, para fiestas de ocasión. Pero el hecho de que nos hayan quedado relatadas en los escritos de otros autores o de los propios protagonistas de la organización, como es el caso de López de Hoyos,

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nos permite conocer cómo se desarrollaron, cuáles eran las tendencias, incluso las modas, a la hora de organizar las fiestas y quiénes participaron, cómo desplegaron sus conocimientos, cada uno en su especialidad, para que todo resultase perfecto, extraordinario y sorprendente. Además estos escritos ponían a prueba toda la habilidad y erudición de sus autores. En ellos se recurre de forma sistemática a las fuentes clásicas o a las medievales y humanísticas, paganas o cristianas, para explicar y justificar todos y cada uno de los motivos pintados, esculpidos o reproducidos en las Fiestas. Los autores se mencionan en unos casos detalladamente como autoridades que justifican la elección de los motivos y en otros como fuente de conocimiento teórico. De todas estas características surgen estas obras prolijas, a veces en exceso detallistas, pero interesantísimas por el caudal de información de personajes, obras de arte, textos literarios, ya sean clásicos o contemporáneos, y de los más diversos autores que las convierten en obras caleidoscópicas y multicolores de sumo atractivo, aunque su lectura resulte en ocasiones algo tediosa por su abundancia de datos. Los autores del presente estudio hemos querido recoger este texto, presentando una edición crítica del mismo, inexistente hasta ahora, que fue editado por primera y única vez en 1572, y sólo ha visto parcialmente reproducidos algunos capítulos en dos o tres ocasiones en el siglo XX. Nuestra aproximación al texto ha sido un tanto marginal. Estábamos interesados en la recopilación de textos epigráficos relacionados con obras constructivas, en el seno de un proyecto de investigación, dedicado en primera instancia al mundo romano y tardoantiguo en la Península Ibérica. La idea inicial de realizar la presente edición y estudio de la obra fue producto casual de diversos estudios y de la tarea de estar en muchas ocasiones “excavando papeles” en las bibliotecas, como indica el título de un libro reciente coordinado por Joaquín Gómez-Pantoja, en el cual hay alguna aproximación a poemas presentes en esta obra de López de Hoyos junto a otros muchos trabajos de diferentes investigadores. Pero el interés y curiosidad que nos suscitó la obra, tan desapercibida y olvidada, nos llevó a involucrarnos en ella a fondo, apartándonos durante un tiempo de nuestros objetivos inmediatos en el proyecto original del que partíamos, para entregarnos al estudio de una obra tan dispar y diversa como las áreas de trabajo de quienes lo hemos realizado. Debemos reconocer ahora que el tiempo a ella dedicado nos ha compensado con creces. No sabemos si los lectores de López de Hoyos encontraron amena la lectura de la obra en su tiempo, pero a nosotros nos ha parecido interesante, sugestiva y sorprendente.

Deseamos sinceramente que también les resulte así a los nuevos lectores del siglo XXI.

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INTRODUCCIÓN

1. Duelos y gozos de Felipe II. 1568-1571. El marco político de la publicación del Real apparato y sumptuoso recibimiento... Durante el segundo lustro de la década de los sesenta Felipe II tuvo que afrontar graves problemas de índole familiar, doméstica y política que le sumieron en un acceso de depresión melancólica. El 3 de octubre de 1568 moría la joven Isabel de la Paz, su tercera esposa, precedida en dos meses por el príncipe Don Carlos (24 de julio). Ambas, por el hecho de haber sido, en cierto modo, muertes anunciadas, imposibilitaron al Rey para acudir personalmente a los Países Bajos y detener con su presencia la ejecución pública de los condes de Egmont y Hornes, antiguos compañeros de armas y fiestas de su juventud, que habían sido acusados de alta traición. Estos hechos le golpearon duramente pues, si bien para entonces parece que ya había asumido la incapacidad de su hijo para hacerse cargo de las tareas de gobierno, sobre todo después de que descubriera sus planes de rebelión, su muerte, envuelta en rumores adversos hacia su real persona, impedía definitivamente cualquier modificación en la polémica conducta del Príncipe. Por su parte, la de la Reina sin dejar heredero varón, hacía tambalear, al dejarlo vacío de contenido, el magno programa político y personal que el Rey había construido con tanta precisión, y que estaba materializándose en el monasterio de El Escorial; y le obligaba a buscar, a su pesar, una solución matrimonial inmediata a la que Francia y Alemania se apresuraron a colaborar ofreciendo sendas candidatas. Mientras ocurrían estos hechos luctuosos, en el interior de la Península el rey Felipe afrontaba la sublevación de los moriscos en las Alpujarras, peligrosa no tanto por su fuerza intrínseca, como porque contaban en el exterior con la ayuda de los Turcos y de los reinos norteafricanos, contribuyendo aún más a desestabilizar la situación de España en el Mediterráneo. El problema sucesorio, uno de los más graves de la época debido a los altos índices de mortalidad infantil, pendía sobre Felipe II desde 1561, cuando el príncipe Don Carlos enfermó de gravedad. Aunque sanó y desde 1562 el Rey lo hizo regresar a Madrid donde le nombró presidente del Consejo de Estado, su comportamiento desvariado pudo determinar que su padre empezara a plantearse otras opciones o, al menos, buscara estrechar lazos para el futuro entre las dos ramas de la dinastía Habsburgo. Acordó con su cuñado Maximiliano II el matrimonio del Príncipe con su hija Ana, y le sugirió que enviara a España a sus hijos los archiduques Rodolfo de 12 años y Ernesto de 11, algo más jóvenes que Don Carlos, para completar su educación en un ambiente católico. El propio rey acudió a recibirles en Barcelona en marzo de 1564 dando con ello muestra de su interés1, y hasta el momento de su partida en 1571, le acompañaron en los principales actos públicos. Pese a esta contrariedad con el Príncipe de Asturias, la capacidad de su joven esposa Isabel de Valois para darle otro heredero varón debieron animar al Rey en la prosecución de sus planes para consolidar la españolidad de la dinastía austríaca. El hecho 1De hecho Rodolfo estuvo prometido varios años con Isabel Clara Eugenia, que había nacido en 1566.

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de que en 1563 se iniciaran las obras de El Escorial viene a confirmarlo, ya que el fin último del monasterio jerónimo era albergar los restos mortales de la dinastía, empezando por los de su fundador y padre, Carlos V, para demostrar la grandeza, fortaleza y sentido heroico de la Casa de Austria. Por el contrario, sus abuelos, Juana y Felipe, y sus bisabuelos, Isabel y Fernando, siguieron reposando en la Capilla Real de Granada. Por la misma razón no descuidó que en la biblioteca escurialense, que empezó a reunir en 1566, figuraran libros que justificaban la legitimación histórica de la dinastía, como la Historia de la Casa de Austria, que le habían regalado durante su visita a Augsburgo en 1548. Pero en el otoño de 1568, sin heredero, esta idea y la de los Habsburgo como eternos defensores de la religión católica perdían fuerza, lo que agravaba la proclividad de su cuñado Maximiliano II (1564-1576) a hacer concesiones a los protestantes, quienes habían desplazado las creencias católicas en los territorios austríacos. En la Dieta de 1568 los portavoces protestantes obtuvieron del Emperador la concesión de la libre práctica de la fe luterana para la nobleza y sus súbditos, e idénticas medidas se fueron extendiendo por Bohemia y Hungría. Todo ello le incapacitaba para recoger la herencia religiosa de Felipe II. Por eso, cuando en el mes de diciembre de 1568, el embajador de Viena, Carlos de Estiria, ofreció oportunamente al Rey la posibilidad de retomar el enlace con su sobrina Ana (1549-1580), éste facilitó las negociaciones (otoño 1569) y se dispuso a preparar con todo detalle y boato su venida a España. 1.1 El planteamiento político del reinado Cuando, tras cinco años de ausencia, Felipe II volvió en el otoño de 1559 de los Países Bajos agobiado por la bancarrota de 1557, traía como objetivo prioritario de su maduro proyecto político evitar en sus reinos, y sobre todo en Castilla, las discrepancias religiosas susceptibles de producir una rebelión entre sus súbditos. Como él mismo diría en sus últimos años (SERRANO, 1914, II, XXXIX) prefería “perder todos (los) estados y cien vidas que tuviere, (antes que) ser señor de hereges”.. Cualquier cosa para evitar alterar los principios de armonía y concordia sobre los que había gravitado su educación humanista, e impedir el desorden político y el derramamiento de sangre vistos en la Europa del Norte e, incluso, durante el reinado de su padre, con la guerra civil de las Comunidades. Desde 1558 había comenzado a recibir noticias de la aparición de focos de herejes y judíos, ante los que su padre y su hermana Juana, la Regente, demostraron auténtico horror. Por eso, nada más llegar, presenció en Valladolid, donde residía Doña Juana, un auto de fe que marcaría el inicio de una serie de celebraciones festivas de amplísima participación popular, con las que buscó afirmar las ideas básicas de su reinado por la doble vía de la disuasión y la persuasión. Al mismo tiempo, y al margen de posibles razones económicas, intentó preservar a los futuros humanistas castellanos de nocivas influencias y ordenó la vuelta de los universitarios que estuviesen estudiando en el extranjero, medida que hizo extensiva al reino de Aragón diez años después. Al encarnar la personificación del Monarca Católico, tuvo que postergar las ideas y experiencias de moderación y tolerancia que, a instancias de su padre, se le habían inculcado durante sus años de formación juvenil, le habían acompañado en los de viajes por los Estados Centroeuropeos, y que él mismo había intentado sugerir a su esposa María en Inglaterra

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para evitar los derramamientos de sangre, de los que no era partidario. Sus proyectos se comenzaron a venir peligrosamente abajo a partir de 1562, cuando estallaron las guerras de religión en Francia de manos de las principales familias nobiliarias y los ecos del conflicto llegaron a los Países Bajos, donde ya su padre Carlos V se había enfrentado a un creciente descontento económico y religioso. Los principales nobles flamencos, secundados desde Madrid por los oponentes del duque de Alba, que aparecían como pacifistas y más moderados, empezaron a desatar campañas reiteradas contra el cardenal Granvela, amigo del anterior y consejero de la regente Margarita de Parma, amenazando con la escisión. Pedían una tolerancia similar a la que disfrutaban los príncipes alemanes y mayor poder decisorio en el gobierno de Bruselas. En 1563 la Regente, hasta entonces de ideas firmes en cuanto a la aplicación de los placards, las leyes contra la herejía, tuvo que ceder a la presión nobiliaria y sugerir al Rey que despidiera al Cardenal. Su ausencia no hizo más que empeorar el conflicto religioso, porque entre los notables fue ganando crédito la idea de la libertad de conciencia, tal y como expuso públicamente Guillermo de Orange. Todo eso explica que, el 21 de julio de 1564 y para los reinos de España, el Rey diera rango de ley a los decretos del recién concluido Concilio de Trento por considerarlos “el único y verdadero remedio”, y que, al año siguiente, convocara concilios provinciales en un intento de modernizar el catolicismo. En medio de estas medidas y de los preparativos para una delicada reunión que iba a mantener Isabel de Valois, en junio de 1565, con su madre Catalina de Médicis, a quien se intentaba hacer adoptar una actitud rígida con los hugonotes franceses frente a la tolerancia enarbolada por sus oponentes los Borbones, el Rey no prestó la debida atención a la visita del noble flamenco Lamoral de Egmont (febrero de 1565) en calidad de portavoz de las pretensiones nobiliarias. Egmont entretuvo de otra manera su tiempo en Madrid. Se reunió con Don Carlos dando, tal vez, ocasión a que se suscitaran en el Príncipe ideas de rebelión contra su padre que, una vez descubiertas en 1567, acabarían confinándole en sus aposentos hasta el fin de sus días. Felipe buscó una vez más la concordia pero sin renunciar a sus ideas de gobierno, convencido de que la aplicación de los nuevos principios tridentinos acabaría con la herejía calvinista. Los flamencos se sintieron engañados. En las mismas fechas crecía la tensión contra “el infiel” en el Mediterráneo tras la derrota, en marzo de 1560, de la armada hispano-italiana en la isla de Djerba. A Felipe II, no le preocupaban tanto los turcos, en cuanto defensor de la Cristiandad, sino en la medida que colaboraban con los reinos aliados de Trípoli y Argel, envalentonándoles para reiterar sus ataques a los barcos cristianos en el Mediterráneo Occidental, y porque apoyaban a los moriscos de Granada. Por esa razón consideró la necesidad de reforzar la posición de España en el área, muy descuidada por su padre, y, al no contar con una marina de guerra permanente, emprendió un ambicioso programa de construcción naval que dio sus primeros frutos en agosto de 1564 con la conquista de la fortaleza norteafricana de Vélez de la Gomera, y en septiembre del año siguiente cuando se obligó a los turcos a levantar el sitio a la isla de Malta que defendían los Caballeros de la Orden de San Juan. Fue sólo entonces cuando, fracasada la entrevista francesa y derrotados temporalmente los otomanos, el Rey dio prioridad política a los Países Bajos, en donde

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sus consejeros reclamaban insistentemente su presencia como único remedio a los problemas allí existentes. Pospuso equivocadamente su viaje, porque lo avanzado del otoño no hacía recomendable la travesía por mar, y, a pesar de los consejos de moderación y tolerancia indicados por Margarita de Parma, decidió adoptar con los nobles flamencos una política rigurosa e inflexible, convencido de que cualquier concesión a la rebelión nobiliaria terminaría produciendo allí una situación tan caótica y lamentable como la que por entonces atravesaba Francia. Los flamencos se indignaron, firmaron un pacto secreto, y los calvinistas iniciaron el reclutamiento de hombres para la insurrección, a la que respondió el Rey realizando levas en sus posesiones alemanas. A finales de abril de 1566 flotaban en el ambiente aires de intervención armada que tanto podía ir destinada a los flamencos como a los turcos, y al Rey se le añadió otro foco más de conflicto al estallar en México, en la primavera de 1567, una conjura de nobles que de inmediato dio orden de sofocar. En agosto de 1567 llegó el duque de Alba a las Provincias Unidas con más tropas y órdenes de imponer sin dilación los placards. Para ello, organizó el infamante Tribunal de los Tumultos que se convirtió en instrumento de terror entre católicos y calvinistas, y arrestó a los notables flamencos sin pararse en consideraciones hacia Egmont y Hornes, ambos Caballeros del Toisón de Oro. Entre tanto el Rey descubrió, la noche del 18 de enero de 1568, “el caso más grave que tuvo ni ha tenido esta Corona”2, que fue la conspiración fraguada por su hijo el Príncipe. Don Carlos quedó recluido en sus aposentos del Alcázar por orden real, lo que implicó la suya propia porque, hasta que su hijo falleció en las primeras horas de 24 de julio, no volvió a dejar Madrid, ni siquiera para visitar fugazmente algunos de los próximos y queridos Reales Sitios. El hecho es que abandonó definitivamente su tantas veces pospuesto proyecto de visitar los Países Bajos, lo que hubiera sido definitivo para dar una solución pacífica al conflicto. La situación, en un momento en que España no tenía buenas relaciones de vecindad con Francia, obligó a Felipe II a buscar apoyo en la Inglaterra protestante de Isabel I, y aunque en el fatídico 1568 unos barcos que transportaban lingotes para el duque de Alba fueron decomisados por orden de la Reina, y el embajador español arrestado,- a lo que se respondió expulsando al embajador inglés de Madrid-, el Rey se esforzó por restaurar las buenas relaciones comerciales, y se disgustó cuando, en febrero de 1570, el Papa excomulgó a Isabel. El 5 de junio de 1568 fueron decapitados en Flandes por orden del duque de Alba los condes de Egmont y Hornes y mil setecientas personas más, y derrotados los pequeños contingentes de tropas que enviaba desde Francia y Alemania el príncipe Guillermo de Orange-Nassau. Todos estos hechos determinaron la casi ruptura con los Habsburgo de Alemania, que sólo salvaron las conversaciones de fin de año sobre un posible matrimonio con Ana de Austria. Pero Felipe II estaba ansioso por poner paz en sus dominios, deseo que hizo extensivo a los territorios americanos a los que, por ser fundamentales para el sostenimiento económico de la Monarquía, concedió enorme importancia. Redactó una nueva legislación para el Perú, y cuando, al año siguiente, mandó al nuevo virrey Francisco de Toledo, le encomendó que pacificara el territorio,

2 LEÓN PINELO, [1971], a. 1568. El Prícipe de Asturias reunió dinero de algunos nobles, con el propósito de marcharse a Flandes, territorios de los que su padre, años antes de su enfermedad, había tenido el propósito de nombrarle gobernador.

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muy agitado por el movimiento milenarista Taqui Ongo que lideraba el último inca Túpac Amaru, (lo que no impidió que, tras ser capturado, fuera ejecutado en 1572) aunque, eso sí, siendo muy riguroso en la aplicación de medidas religiosas. Simultáneamente, López de Legazpi colonizaba Filipinas con la orden expresa de no utilizar la fuerza. Para febrero de 1569 el rey Felipe también consideró dar un perdón general en sus posesiones flamencas. Sin embargo aún se producirían otras ejecuciones tardías, sobre todo después de que a finales de ese mismo año surgieran rumores de focos de herejía en Cataluña, de los que el propio Rey reconoció la falsedad. Pero en octubre de 1570, en medio del ambiente festivo general que se vivía en Castilla para recibir a la nueva reina Ana, en el castillo de Simancas eran ejecutados en secreto los nobles flamencos que habían venido a España en 1566 para solicitar la tolerancia real, y, entre ellos, el barón de Montigny. Además, el empecinamiento del duque de Alba por imponer el extremado tributo del diezmo, determinó que en mayo de 1571 la ciudad de Mons recibiera a las tropas invasoras de Luis de Nassau y a otros pequeños grupos apoyados por los hugonotes. A los hechos de 1568 y a la consternación del Rey se sumó en el interior de la propia Castilla la sublevación de los moriscos, un grupo marginado económicamente desde antaño, pero que había disfrutado de una cierta tolerancia religiosa. Cuando, desde 1565, los concilios provinciales exigieron la aplicación estricta de las leyes existentes sobre judíos y moriscos (se les prohibió su lengua, sus costumbres y hasta sus apellidos), éstos comenzaron a agitarse y a reforzar su vínculo con los turcos, lo que se consideró un riesgo intolerable. Además, aunque los de Granada eran un grupo social más próspero, gracias a la industria de la seda que se comerciaba con Italia, Andalucía fue la región que más sufrió las consecuencias de una prolongada sequía que la azotó desde 1568. El día de Nochebuena de 1568 comenzó la revuelta popular en las montañosas Alpujarras de Granada, donde los moriscos, liderados por Aben Humeya (rebautizado como Fernando de Córdoba y Valor), eran muy superiores en número a los cristianos. Y el Rey, para quien la defensa de la fe seguía siendo un asunto indiscutible por considerarlo el fundamento de la lealtad y la cohesión interna entre sus súbditos, y que no comprendía la lucha de los moriscos por su identidad, encargó a su medio hermano Don Juan de Austria que sofocara el levantamiento a pesar de las graves dificultades económicas del momento. Los de Granada consiguieron ayuda militar de Argel, Túnez y de la propia Constantinopla. Pero en enero de 1570, mientras el gobernador de Argelia tomaba Túnez, Don Juan contestaba al infiel con una durísima represión sobre los moriscos. En esta ocasión el Rey sí consideró oportuno poner punto final al conflicto con su presencia personal a comienzos del año y tomó la decisión de deportar a todos los moriscos de Granada. Así, el 1 de noviembre, mientras la nueva reina Ana avanzaba con su ostentoso cortejo triunfal hacia Madrid, otro mucho más lastimoso de ochenta mil moriscos era desplazado definitivamente y por la fuerza hacia Castilla y Galicia, quedándose en el camino los más débiles por la dureza del viaje. Desde el otoño de 1569 el rey Felipe, acuciado por la responsabilidad política, acometió personalmente y con gran entusiasmo los preparativos para recibir en España a su cuarta esposa, Ana de Austria, que había nacido en Castilla en 1549 durante la estancia como regentes de sus padres Maximiliano y María, y que, por tanto, era veintidós años más joven que él. Lo que no fue óbice para que fuera la más querida de todas y a la única

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que fue rigurosamente fiel. Contrajo con Doña Ana matrimonio por poderes en Praga el 4 de mayo de 1570, y la nueva reina llegó al puerto de Santander el 3 de octubre acompañada de dos de sus hermanos menores, Alberto3 y Wenceslao quienes, junto a la comitiva de dos mil personas que la esperaba, viajaron en camino triunfal hasta Madrid, pasando por Burgos, Valladolid y Segovia. Fue allí donde el Consejo de Estado decidió que se celebraría la boda “de presente” el 14 de noviembre, y, para festejarlo, se levantaron arcos de triunfo “a la romana” similares a los que la Reina había visto en las ciudades citadas y volvería a encontrar en Madrid, en los que se transmitía con reiteración la idea del poder y la fortaleza de la Casa de Austria. Días después, y en un ambiente de privacidad, Felipe decidió mostrar a su esposa algunos de sus lugares más predilectos, las villas campestres de Valsaín, San Lorenzo y, sobre todo, la de El Pardo. En esta última había reunido algunas de sus colecciones de arte más preciadas, a través de las cuales y de los jardines, podía ofrecer a la recién llegada un aspecto de su real persona más humano y marital. El cuarto matrimonio evitó el desplome de la política filipina y dio inicio a uno de los períodos más felices y brillantes del reinado, durante el cual el Monarca pudo ver finalmente afirmados los dos pilares sobre los que había construido su política: la primacía de la Iglesia Católica y la legitimidad de la dinastía de los Habsburgo como sus eternos defensores. Ésta, ya perfectamente integrada en la historia nacional, se consolidó aparentemente, el 4 de diciembre de 1571, cuando nació su primer hijo, varón, para mayor felicidad. El nombre de Fernando que se impuso al recién nacido reforzaba los vínculos hispánicos de la misma, al rememorar a Fernando V el Católico a quien el Rey tuvo como modelo político. Probablemente por este motivo, Felipe II, una vez que la Reina mostró signos evidentes de su estado de gestación, consideró oportuno el momento de habitar el aún inconcluso monasterio de El Escorial, a donde se trasladó con su corte el 11 de junio de 1571. Desgraciadamente por estas fechas se organizó una conjura para derrocar a la reina de Inglaterra, en la que el Rey se vio indirecta y equívocamente involucrado, por el interés que puso en ella su Consejo de Estado. En respuesta, al año siguiente Isabel se aliaría con Francia (abril de 1572) y cedería una base naval a un grupo de calvinistas flamencos como paso previo a la apertura de hostilidades con España a la que ahora amenazaba un rosario de países protestantes. En el entretanto, una vez sofocadas las rebeliones que en los últimos dos años habían amenazado la estabilidad de su trono, obligándole a retirar tropas del Mediterráneo, ya no pudo rehusar por más tiempo el deseo del papa Pío V (1566) de constituir una Liga Santa de príncipes cristianos que neutralizara la fuerza de los otomanos. Parecía el momento propicio para que Felipe II retomara el protagonismo internacional como personificación del defensor y Monarca de la Cristiandad, aunque en realidad era Venecia quien tenía más interés en el enfrentamiento tras la pérdida de Chipre en julio de 1570. En mayo de 1571, España, Venecia y el Papa firmaron una alianza militar contra el Islam durante tres años, que adquiriría la forma de expedición naval puesta bajo el mando del impulsivo Don Juan de Austria. Las noticias de la victoria en el golfo de

3Felipe II mantuvo permanentemente sus deseos de cohesión con la rama familiar austríaca y en, 1581, ya muerta la reina Ana, nombró al archiduque Alberto virrey de Portugal, cargo que ostentó desde 1581 hasta 1599, cuando, desposado con la infanta Isabel Clara Eugenia, marchó como gobernador a los Países Bajos.

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Lepanto el 7 de octubre llegaron primero a Madrid al embajador de Venecia el 29 del mismo mes, pero el enviado especial de Don Juan curiosamente no se personó hasta que el Rey estuvo en El Escorial el 22 de noviembre, donde se cantó un solemne Te Deum. La sonada derrota de Lepanto fue una victoria de la Cristiandad que el propio Rey se encargó de mitificar, aunque la historiografía contemporánea discute sus consecuencias políticas y militares, porque con ella no cesaron los hostigamientos turcos en aguas del Mediterráneo Occidental. Chipre continuó en sus manos y, aunque dos años después, Don Juan de Austria logró tomar Túnez, la ciudad volvió a sus antiguos dueños en septiembre de 1574. Por su parte, la terrible matanza de veintiocho mil hugonotes perpetrada en Francia la noche de San Bartolomé en el mes de agosto de 1572, devolvió a Felipe II la confianza de que pronto los Países Bajos volverían bajo su obediencia al faltarles el apoyo francés. No acertó el Rey, y pese a la sustitución del duque de Alba como gobernador por personas de su total confianza, como el duque de Medinaceli, Juan de la Cerda, y su viejo amigo Luis de Requesens, el mal producido por la intolerancia anterior era tan grande que las guerras de Flandes quedaron sin solución. Lo que, unido a la inseguridad del Canal de la Mancha, permanentemente hostigado por los holandeses, no benefició al tráfico comercial, a pesar de que el 1 de mayo de 1573 Inglaterra, agradecida por el apoyo recibido de Felipe II en el asunto de la excomunión de Isabel I, renovó el comercio bilateral con España y, en los diez años siguientes, tomó las medidas necesarias para no involucrarse en una guerra con ella. España tuvo que aceptar su inferioridad en los mares del Norte. La situación de bonanza de los primeros años de la década de los setenta no fue duradera, hasta el punto de que en enero de 1575, en un momento de insoportable presión turca sobre las costas mediterráneas españolas, el cardenal Cervantes, obispo de Tarragona, tranquilizó al Rey recordándole que, en caso de perder España, siempre le quedarían Las Indias para gobernar4. 2. Finalidad, promotores y destinatarios del hecho festivo celebrado con motivo del cuarto matrimonio de Felipe II 2.1 La transmisión del mensaje real El magnífico y llamativo viaje de Doña Ana de Austria por tierras de la Vieja Castilla, su entrada triunfal en ciertas ciudades emblemáticas y, sobre todo la que realizó en Madrid al término de su itinerario, estaban destinados a ejercer una transformación significativa en la mente y el espíritu de cuantos participaban de tales acontecimientos, tanto en los de sus protagonistas y actores principales, como en quienes se limitaban a ser meros espectadores. El numeroso y rico cortejo, al que acompañaba de manera permanente un armonioso acompañamiento musical, atraía poderosamente la atención de cuantos salían a su paso por el lujo de los atavíos de las muchas personas que lo integraban, su disposición jerarquizada y ordenada, la abundancia y calidad de los corceles, la magnificencia de las carrozas y literas, y la exposición al público de algunos objetos 4Archivo General de Simancas: E, leg.335, f.285.

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preciosos por su valor intrínseco y artístico. Con estos medios se conseguía que la imagen plástica quedara transformada en artística bajo las dimensiones visual y auditiva, lo que la capacitaba para influir sobre la psicología de las masas5 de manera casi inconsciente, pero decisiva, y la convertía en importante medio de comunicación de ideas que, dentro del ambiente urbano, era eficazmente reforzado con la presencia de los arcos triunfales efímeros. A través de esas imágenes se lanzaban mensajes de contenido conmemorativo, didáctico, persuasivo o, simplemente, de prestigio que, indudablemente y para que cumplieran eficazmente la misión encomendada, debían responder a gustos tan variados como diferentes estamentos sociales participaban en los acontecimientos, a fin de que pudieran quedar incorporados al bagaje ideológico personal de cada cual. Por esa razón, cuando el cortejo entraba en un medio urbano donde, además de algunos campesinos, predominaban mercaderes, artesanos y profesionales de diversos tipos y procedencias, funcionarios de la burocracia, nobles, y criados a su servicio, los instrumentos audiovisuales que habían sido válidos en el medio popular rural tradicional, ya no bastaban por sí solos para cumplir los objetivos propuestos. Entonces entraban en juego la escultura y la pintura cuyo contenido no resultaba del todo ininteligible para el sector iletrado de la población que, aunque no conocía la mitología, los hechos históricos, o las representaciones alegóricas de las virtudes reales -por citar algunos de los temas más frecuentes-, e ignoraba el valor educativo de la conciencia nacional de los símbolos, solía verlos en las portadas y sacristías de las iglesias, así como en los edificios civiles. Por otra parte, el uso de la apariencia de mármol y bronce para las esculturas, tan alejado de la tradición verista y patética de la imaginería española, subrayaba la idea de grandiosidad y solemnidad, y se inscribía en el gusto por lo distante desarrollado por entonces por el rey Felipe II, según quedaría reflejado de manera espléndida en el conjunto de El Escorial. En cambio, para los que poseían incipientes, o no tan incipientes, rudimentos de lectura y escritura iba destinada, además, la epigrafía, aun cuando su contenido, en latín y con formas abreviadas, no estuviera al alcance de todos. Las inscripciones en piedra eran para el anticuario renacentista un documento digno de mayor crédito que los propios pergaminos, e importante complemento de toda la información que los autores de la Antigüedad habían pasado por alto u olvidado. En este caso, aunque las inscripciones estuvieran bajo el aparente artificio de lo efímero, evocaban de inmediato la grandiosidad de Roma, de sus edificios, y de la idea imperial y, convenientemente repetidas, generaban sentimientos de adhesión y afecto por unos mensajes, cuyo auténtico contenido estaba reservado al reducido grupo de los más cultos. Destino similar tenía el repertorio de emblemas y jeroglíficos producto, en algunos casos, de la cultura más actual, como ocurre con los que se tomaron para los arcos de Madrid de la obra de Piero Valeriano, cuya primera edición en latín había visto la luz en 1556. Así, gracias a la Fiesta, la Cultura adquirió un destino masivo; fue capaz de responder a las exigencias del crecimiento demográfico experimentado por las ciudades en el siglo XVI, en particular por Madrid; sirvió de fuente de conocimiento de los antiguos; y se convirtió en eficaz instrumento pedagógico a través del cual Felipe II transmitió a sus

5Justo por estos años se despertaba el interés por los espectáculos y ceremonias de triunfo de la Antigüedad, a raíz de la publicación en 1565 de los Ornatissimi Triumphi del agustino Onofrio Panvinio, que se inspiró en los Fasti consulares et Triumphales recién hallados en el Foro de Roma.

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súbditos las líneas básicas de su actuación política. La magnitud de la ceremonia de la Entrada real sirvió de vehículo para transmitir, en clave de clasicismo, el triunfo del ideal renacentista de magnificencia ejercida mediante grandes gastos, que tenían como fin último el servicio de Dios. Fue una fiesta desmesurada para la que intencionadamente el Concejo de Madrid hizo un derroche de medios económicos (“sobervios gastos”, “gastos bravíssimos”, dice López de Hoyos) que obligaron a que el propio Rey y el Consejo Real tuvieran en ocasiones que intervenir para limitarlos. Todos los esfuerzos iban encaminados al montaje de un espectáculo que duraría escasamente tres días, y a través del cual se ofrecería a los súbditos una imagen directamente proporcional a la grandeza y el poder del Rey, con el doble propósito de convencerles de ellos y, de minimizar la endémica estrechez económica de los reinos hispánicos, causada por la deuda legada por Carlos V e incrementada con la guerra de Flandes. El hecho de que el Rey eligiera el reino de Castilla como escenario inicial de la aplicación de los principios tridentinos, propició que fuera allí donde se iniciara tempranamente el uso de la “cultura de masas” y de los resortes necesarios para inducirlas a un determinado pensamiento o comportamiento a través de manifestaciones externas y populares, lo que sería norma general en el siglo XVII. Con todo ello la Imprenta no perdió su importante papel de medio de comunicación social. Precisamente, para que perdurara el efecto visual y auditivo momentáneo transmitido por la Fiesta, y no caducaran de inmediato los sentimientos y afectos generados en su transcurso, fue por lo que se adquirió la costumbre de hacer una relación escrita de los hechos festivos, como la que nos ocupa de López de Hoyos. En Madrid hubo desde 1566 una imprenta estable, y se impulsó un pequeño Estudio de Gramática -única vía de acceso a los niveles superiores universitarios-, donde se enseñaba también Latín, Retórica, Poética, Mitología e Historia Antigua, disciplinas de las que López de Hoyos, como catedrático y rector que era de la Institución, hace alarde de erudición en su obra. A finales de 1570, y de acuerdo con el marco político visto más arriba, Felipe II ya estaba completamente convencido de la necesidad práctica y política de que hubiera una nueva unidad religiosa en el mosaico de sus súbditos europeos y americanos. Se trataba de recuperar una vieja idea vigente en los reinos germánicos y, en concreto, en el hispano-visigodo, posteriormente revitalizada por Carlomagno, y que ahora él se proponía convertir en el único instrumento que le capacitaría para aplicar el principio de autoridad hasta donde le permitía la Ley, y para ejercer la soberanía en unos estados muy diferentes entre sí, pero que debían quedar unificados en la Uniuersitas Christiana. Estos, que habían llegado a manos de su padre por efecto, en parte del azar, en parte de la política matrimonial desarrollada por sus abuelos, pretendía transmitírselos a una dinastía consolidada, cuya jefatura él mismo ostentaba, a través de la única vía factible, es decir, de la aplicación de la visión moderna y renovada de la Religión que emanaba de los decretos conciliares de Trento. De la nueva unidad religiosa contrarreformista se derivaría la unidad en la obediencia a la Casa de Austria española, la cual traería la paz a sus dominios después del angustioso conflicto en las Provincias Unidas, en las Alpujarras granadinas, y de los episódicos levantamientos en las colonias. Por eso el mensaje lineal que se percibía en Madrid, desde el principio al fin del trayecto triunfal, incluía con reiteración conceptos

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como Paz, Concordia, Matrimonio, Unión, Armonía... todos ellos abundantemente usados por el Humanismo, que llegaban de la mano de la nueva reina Ana, considerada como suprema personificación de los mismos y destinataria, a su vez, de los persuasivos mensajes escritos en clave clásica. Ana, cuyo nombre en sí mismo era premonitorio de la felicidad futura, estaba llamada a consolidar la Dinastía -precisamente en su condición de miembro de ella- dando a Felipe II el necesitado heredero varón con el que se evitaría una guerra civil de carácter sucesorio. También debía devolver al hogar real la tranquilidad ausente en los turbulentos últimos años del príncipe Don Carlos, y ser íntima colaboradora con su esposo en las tareas de gobierno; todo lo cual redundaría en que Felipe II recuperara su maltrecha popularidad de los últimos tiempos, hasta el punto de que, tras la prisión y muerte del Príncipe de Asturias, el propio Rey había llegado a temer un alzamiento del pueblo madrileño, según cuenta el cronista Cabrera de Córdoba (1876, I 562). Por eso, la idea de que debía existir armonía entre los cónyuges, pese a la diferencia de edad que mediaba entre ellos, es una de las más recurrentes del itinerario. Para lograrlo, Doña Ana debía aproximarse al conocimiento de sí misma a partir de los valores del socratismo tradicional -como se le sugiere en las inscripciones de los pedestales del primer arco-, los cuales, una vez revestidos de tintes cristianos, le resultarían imprescindibles para llegar al idóneo conocimiento de su esposo el Rey -y, por ende, de sus súbditos-, así como para adecuarse a las circunstancias de su nueva realidad y poder llevar a cabo la tarea imperial junto a Felipe II. 2.2 La organización de la Fiesta A la llegada de la reina Ana, el Concejo de Madrid todavía conservaba la iniciativa edilicia municipal en dura pugna con el Consejo Real, y tuvo que afrontar el doble esfuerzo de transformar la irregular topografía urbana de la Villa en el escenario clasicista que el evento requería y, además, realizar los preparativos específicos para la Entrada. En el mes de julio se iniciaron los acuerdos municipales para diseñar un nuevo itinerario festivo que sustituiría al tradicional que iba por la calle y puerta de Atocha. Cada uno de los regidores recibió un cometido, bien fuera supervisando el proceso de las obras permanentes o las efímeras, preparando los festejos populares, acudiendo a las ferias para comprar las mercancías necesarias, o contratando las labores con los artífices. Las Actas y el libro de Acuerdos del Ayuntamiento de Madrid amplían cumplidamente la información más restringida que da López de Hoyos sobre las decisiones tomadas, las obras que había que hacer, y el precio que habrían de recibir los artífices por ellas. Pero el contenido ideológico del recorrido probablemente salía fuera del ámbito del Concejo madrileño, y éste se limitó a ser el transmisor de un programa diseñado por el Rey y el Consejo Real, del que Francisco Fernández de Liébana actuó como portavoz y los pintores y arquitectos de la Cámara Real como ejecutores del mismo. El 3 de agosto el corregidor Antonio de Lugo discutió con el Rey los pormenores de la Entrada, cuyos preparativos se iniciaron al día siguiente sin dilación alguna. El Ayuntamiento contó con la colaboración de un grupo de intelectuales que, en realidad, serían los encargados del montaje del complejo acto litúrgico y del decorado festivo. De

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ellos dependían escultores, pintores, carpinteros, fontaneros, músicos, sastres, mercaderes, pirotécnicos..., que actuaban bajo la supervisión de los respectivos regidores comisarios. A todos la ocasión les proporcionaba una doble oportunidad para aspirar a entrar al servicio de clientes más prestigiosos bajo el mecenazgo de alguna persona encumbrada6 que, con suerte, orientaría sus miras a la fundación de El Escorial; y, para poder contribuir a privilegiar a Madrid como nueva urbs regia frente a Toledo y Valladolid, borrando su oscuro pasado y confiriéndole orígenes antiguos y prestigiosos, en paralelo con los de la Dinastía a la que representaba aunque, para ello, se cayera en un acusado provincianismo, como hiciera López de Hoyos, al remontar a la ciudad a la categoría de fundación griega “más antigua que Roma”, y atribuirle una muralla “antiquíssima” y “soberbia” que, en realidad databa del siglo XII, tenía dimensiones modestas y acababa de perder sus últimas puertas, la del Sol y la de santa María para facilitar la circulación de los cortejos y la vistosidad del espectáculo. Los intelectuales tenían que deleitar, asombrar y maravillar a los súbditos de Felipe II, haciendo alarde de su formación de humanistas; demostrando que se encontraban al día de la más reciente actualidad cultural y artística europea; y que conocían otros Itinerarios y Fiestas que habían gozado de merecida fama (como la Entrada en Amberes del entonces príncipe Felipe en 1549). Además, como ocurre en el caso de López de Hoyos, tenían que expresar el nuevo Humanismo cristiano pretendido por el Rey utilizando una pormenorizada información mitológica, epigráfica, numismática, genealógica, histórica, patrística, ética, etc., que se obtenía de un número limitado de obras. En el caso que nos ocupa, se hizo un esfuerzo para que la Fiesta sirviera de fuente de conocimiento popular de los antiguos, y para que los vecinos de Madrid y alrededores que acudieran a ella participaran y adoptaran una actitud positiva frente a la cultura clásica, propósitos que se hicieron extensivos y se ampliaron en la relación escrita. De ahí el uso reiterado de documentos epigráficos y numismáticos que López de Hoyos vierte en las páginas del Real Apparato..., anticipándose al pensamiento de Antonio Agustín, el numísmata real, cuando en su Diálogo segundo (a.1587) decía que las medallas eran “los mejores libros y memorias que de los antiguos tenemos”. López de Hoyos intentó combinar con armonía la mitología con la ortodoxia católica, y explicar la naturaleza y los nombres de los dioses antiguos sin descalificar a los griegos y romanos -para lo cual les atribuyó algún pequeño error de interpretación o de transcripción de nombres-. Su esfuerzo consiguió cristianizar la Antigüedad clásica con éxito desigual y, aunque desde nuestra perspectiva actual, resulta en exceso retórico, no desvió la atención del propósito didáctico requerido por el Rey, cuyo mensaje conclusivo se encontraba en el reverso del tercer arco. Felipe II, en definitiva, pretendía someter a turcos, herejes y cismáticos -como se insiste en los arcos- pero también, y fundamentalmente, todas las voluntades rebeldes de sus súbditos susceptibles de enfrentarse a la doble idea de la primacía de la Iglesia Católica, y de la legitimidad de los Habsburgos como sus eternos defensores personificados en los Austrias españoles. López de Hoyos utiliza reiteradamente la primera persona del plural al referirse a

6En este caso el cardenal Espinosa a través de quien, probablemente, López de Hoyos, esperara poder aproximarse al Monarca; éste, a su vez, en 1569, había impulsado por expreso deseo suyo otros estudios de Latinidad y Retórica en el Colegio de la Compañía de Jesús.

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los trabajos, porque el espectáculo festivo fue el resultado del esfuerzo colectivo intelectual y económico, en el que, junto a los artistas, colaboraron el Senado -el Ayuntamiento- y el pueblo de Madrid, destacando especialmente en este último sector el gremio de plateros, por cuyo barrio, ubicado junto a la puerta de Guadalajara, había de transcurrir el cortejo. Éstos ofrecieron financiar parte de un espectáculo de toros pero, al ser prohibido por el Rey, costearon el fabuloso castillo de fuegos artificiales con que se cerraron las fiestas. Una de las primeras decisiones tomadas en el mes de agosto por el Consistorio fue el de las vestimentas con las que todos los participantes activos en el festejo deberían presentarse ante la nueva Reina. No se reparó en gastos, y sus miembros estuvieron dispuestos a comprar las telas más ricas y admirables que se pudieran encontrar, a que estas fiestas resultaran vistosas y coloristas, y a que no supusieran menoscabo alguno con respecto a las celebradas con motivo de la Entrada de Isabel de Valois. A los mercaderes de Toledo y Medina se encargaron brocados con fondos de oro y rizo de plata, o viceversa, para el cadalso donde tendría lugar el besamanos, otro brocado distinto para el palio, tafetán con los colores de la Reina -amarillo y colorado-, terciopelos, rasos, damascos, sedas de colores y granas. Se decidió que los regidores irían vestidos a la veneciana, con tela de oro de labor forrada de plata de labor, los oficiales del Ayuntamiento vestirían de carmesí forrado de blanco, calzas de terciopelo blanco, güera y zapatos blancos, y gorra de terciopelo negro. Pero antes de que finalizara el mes de agosto, el Consejo Real, obligado a hacer cumplir la Pragmática de octubre de 1563 sobre los vestidos7, redujo la calidad de las telas y prohibió a los regidores los brocados y los oros, sustituyéndolos por terciopelo carmesí combinado con forros de oro. Por su parte, los oficiales tendrían que vestir de damasco con fondos de terciopelo amarillo; y los dos escribanos, Francisco Cabrera y Diego Menéndez, irían de terciopelo azul forrado de raso amarillo. El diseño de las ropas lo hizo el sastre Francisco Martínez. El 14 de agosto el Consistorio municipal decidió el emplazamiento del arco principal que ofrecerían a la nueva Reina el Senado y el pueblo de Madrid. Se ubicaría en la calle de San Jerónimo, vecina al paseo del Prado que el regidor Diego de Vargas se encargaría de ajardinar, y estaría dedicado sólo a ella. Por eso se emplearía el femenino orden corintio, y en sus dos caras habría alusiones a su familia, a su historia y a sus virtudes. El proyecto fue presentado por Pompeo Leoni, con quien se firmó el contrato el día veintiuno y a cuya disposición se pusieron veinte carpinteros y cincuenta peones, así como los materiales y pertrechos necesarios con un coste de 1.150 ducados. El día 31 de agosto el Concejo contrató los trabajos de pintura a Diego de Urbina y Alonso Sánchez Coello, por los que recibirían 1.600 ducados poniendo ellos los pigmentos. Pedro de 7 LEÓN PINELO, [1971], a.1563. Esta pragmática, dada en Monzón, fue la respuesta del Rey a las reiteradas peticiones de los castellanos para que frenara los excesos y extravagancias en los vestidos y trajes públicos de hombres y mujeres, que actuaban según el nuevo ceremonial borgoñón, y se volviese a los “usos y modos de Castilla”. Sin embargo sus efectos no fueron inmediatos, entre otras razones, porque la propia reina Isabel de Valois, de quien se dice que jamás usó el mismo vestido dos veces (KAMEN, 1997, 215), y el heredero Don Carlos pusieron poco empeño en cumplirla. La llegada de la nueva reina fue la ocasión aprovechada por Felipe II para que la Corte volviera a los usos de su madre, la emperatriz Isabel, lo cual no quire decir que no diera importancia a la indumentaria ni, como se aprecia en el texto, que su Corte tuviese el aspecto lúgubre que la Leyenda Negra le atribuyó. Sobre esta cuestión véase otro aspecto concreto en la nota 315 de la edición.

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Ribera y Vargas y Nicolás Juárez fueron nombrados regidores comisarios. Andando los días, el 19 de septiembre, se comisionó al regidor Bartolomé Velázquez de la Canal, de quien López de Hoyos exalta su curiosidad por las Buenas Letras, para que tratara con los oficiales que debían de hacer las máquinas e invenciones. El 21 del mismo mes éste contrató con Lucas Mitata, Simón de Baena, y Alonso de Rueda las esculturas de Baco y Neptuno con las que se iniciaba el recorrido en El Prado, el grupo de Paris y las Tres Diosas que se ubicó en la plaza del Salvador, y el colosal Atlas de la plaza de Santa María que cerraba el recorrido, amén de otras esculturas de centauros y una osa, símbolo de la ciudad, que fueron anuladas el día veintiocho, y las esculturas del segundo arco, por todo lo cual cobraron 1.000 ducados. El día 30 de septiembre el Concejo, urgido por el Consejo Real, le nombró también comisario del segundo arco, símbolo de todas las posesiones y reinos de Felipe II, que se ubicó en la Calle Mayor. No deja de llamar la atención que López de Hoyos, minucioso hasta el extremo con la descripción del recorrido, no diga que fue Velázquez de la Canal el comisionado para los trabajos y la vigilancia del Atlas, y con mayor motivo si consideramos que el gigante personificaba al propio Rey en actitud esforzada de sostener todo el gobierno de la Republica Chistiana de acuerdo con un modelo creado en tiempos del emperador Carlos V para identificar a la rama española de los Habsburgo. Además, ésta era la última imagen y el postrer mensaje que debía recibir Doña Ana antes del reencuentro con su esposo, y debía reforzar la que le había sido transmitida en el tercer arco. La alegoría del gigante se adecuaba especialmente bien a las necesidades particulares del Rey. De una parte, al remontar sus orígenes a épocas primigenias, desbordaba cualquier limitación moral impuesta por la vinculación con un dios olímpico, lo que hubiera dado una dimensión pagana a la Dinastía que no se deseaba en manera alguna; de otra, facilitaba el poder remontar al héroe Hércules los orígenes genealógicos de la misma porque, al haber sustituido a Atlas temporalmente en su tarea cuando fue a visitar el jardín de las Hespérides, podía sintetizarse en una misma imagen con aquél. Finalmente, las proporciones físicas gigantescas del personaje recogidas por la leyenda, coincidían con el nuevo orden artístico colosal con lo que, la representación del Rey, bajo dimensiones enormes, respondía a las novedades manifestadas en El Escorial, llevaba hasta el espectador “cosas raras que en España hasta hoy no se han visto”, y transmitía la idea de la dimensión, fortaleza y modernidad de la Monarquía Hispánica. El tercer arco, que se dedicó al Rey, fue mandado levantar en la Calle Mayor por expreso deseo del Consejo Real, a cuyo cargo probablemente corrió también su definición iconográfica porque, en el contrato se hizo constar que se hacía “con parecer y mandato del ilustríssimo señor doctor Francisco Fernández de Liébana, del Consejo de S. M.”. El Concejo nombró comisario a Diego de Vargas, probablemente en su calidad de regidor más antiguo de la Villa. Con él colaboró Miguel de Cereceda, otro miembro de la corporación municipal. La traza fue también de Leoni, como en el primer arco, y los pintores, de nuevo, Diego de Urbina y Alonso Sánchez Coello. En sus caras se exaltaron las virtudes de Felipe II, que eran características de los reyes españoles y engendradoras de la Paz cristiana, pues se fundamentaban en la Religión. A todas ellas se añadía la del Silencio, siempre practicado por el Rey, y que pese a ser interpretado por algunos como prueba de timidez y retraimiento, en realidad era la constatación de la sabiduría real.

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Paralelamente se fueron organizando también los festejos con los que la Villa celebraría la noticia del desembarco de la Reina. El 11 de agosto se comisionó al regidor Pedro de Vozmediano para que adquiriera cuarenta toros que deberían andar durante esa noche por las calles “encascabelados y con cohetes”, de los cuales el poderoso gremio de los plateros se ofreció a costear seis. El día dieciséis se acordó, por orden del Consejo Real, que también esa noche se celebraría una encamisada, con ocho cuadrillas, de seis caballeros cada una, encabezadas por ocho regidores. Los participantes irían vestidos a la morisca de tafetán con los colores de la Reina y tocados de terciopelo. Su coste se calcula que ascendió a 1.000 ducados. Pero el día 25 de septiembre el Consejo Real comunicó al Concejo su decisión de no dar el visto bueno al espectáculo taurino, a pesar de que el Rey era aficionado, en acatamiento de la bula del papa Pío V “De salute gregis dominici” (a. 1567). Los plateros optaron entonces por un castillo de fuegos artificiales que, junto con la rueda y el espectáculo de hachas y luminarias que preparó Pedro Rodríguez para el festejo popular ofrecido al día siguiente de la llegada de Doña Ana en la explanada del Alcázar, los bailes, danzas de gigantes, el juego de la cucaña, pantomimas varias, el juego de cañas, de la sortija, el regocijo de alcanciazos, y hasta la violenta diversión de que cuatro voluntarios mataran a cabezazos a un gato atado a un poste, integraron el conjunto de diversiones preparadas para que el pueblo participara activamente de la alegría de la llegada de la nueva Reina. A todos sus participantes los vistió la Villa, según un tardío acuerdo del cuatro de noviembre, a pesar de que el Consejo Real se opuso a ello. El mes de septiembre fue de gran actividad. El día veintiocho se contrataron las figuras de los colosos de El Prado y se pagaron 120 ducados a Juan Cristóbal, dorador de las esculturas de Lucas Mitata. Con tales gastos las arcas municipales quedaron esquilmadas y, cuando el 3 de noviembre se acordó que todos los caballos que habían de montar los regidores llevarían idénticas gualdrapas de terciopelo y fustán, no hubo más remedio que obligar a los propios jinetes a que las costearan. Mayor optimización de los recursos fue la del día diez, cuando se encargaron sólo dieciséis vestidos para los veinticuatro músicos que participarían en la Fiesta, y que, al no tener que actuar conjuntamente, usarían de forma alternativa. Finalmente Miguel de Cereceda preparó la naumaquia que se ofreció a la Reina a la entrada de la ciudad, delante del campo de San Jerónimo. Una vez concluidos los festejos el 29 de noviembre, lo primero que hizo el Concejo fue poner guardia en todas las obras del recorrido triunfal para evitar que se produjeran robos y daños, y poder proceder adecuadamente al largo proceso de tasación de las mejoras y demasías realizadas por artífices y artistas antes de iniciar el desmontaje del aparato efímero. En él, además de los comisarios de cada obra, intervinieron también peritos delegados por el Ayuntamiento, y tasadores enviados por los propios artífices, que desde el 29 de diciembre empezaron a repasar las diferencias entre las condiciones contratadas y los resultados finales. Poco después, en febrero del año siguiente, se desmontaban las pinturas de los arcos, que durante algún tiempo se guardaron en el Ayuntamiento, y en marzo se pagaron a Pompeo Leoni sus demasías, tras de lo cual se vendieron sus figuras a pregón. En julio comenzaron a desmontarse las carpinterías de los arcos. Sólo las figuras de Atlas y el grupo del Juicio de París permanecieron algún tiempo más en pie, hasta diciembre de 1572, como imponentes y simbólicos recordatorios de las

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figuras reales. Entonces, al estar muy deterioradas por llevar tantos meses expuestas al aire libre, el Ayuntamiento solicitó el pregón de su derribo, cuando ya había visto la luz la relación festiva de López de Hoyos que se encargaría de mantener vivo el recuerdo de aquellos días gloriosos. No obstante, durante algunos años aún conservaron los madrileños otro recuerdo físico de ellos. El mismo 29 de noviembre, por decisión conjunta del Rey y el Ayuntamiento, se decidió conservar el estanque del Paseo del Prado, agrandándolo, cercándolo y echando en sus aguas todo tipo de peces, aunque la exigüidad de las arcas municipales obligó al Consistorio a endeudarse. Hasta que en 1588, la Junta de Policía y Ornato Público, que tomó a su cargo desde 1585 las competencias edilicias de la Villa, dictaminó su desaparición alegando motivos funcionales y de salud pública. 3. La Fiesta en la Corte: La expresión de un lenguaje artístico al servicio de la Monarquía

Los actos ceremoniales programados para este Real Apparato y Sumptuoso Recebimiento, transcurrieron en el marco de una ciudad transformada por un complejo despliegue decorativo, que hizo del acontecimiento un verdadero hito, ejemplo excepcional del esplendor que había alcanzado la Fiesta como compendio de Humanismo y Cultura Clásica adaptada a la expresión de la realidad política, social, religiosa y cultural del momento. Así nos lo revela, desde el punto de vista artístico, el estudio de la asociación y diversidad de recursos estéticos empleados para la ocasión, de sus cualidades y efectividad como modos de expresión, y de sus fuentes de inspiración e interpretación por parte de cuantos fueron artífices intelectuales y materiales del programa.

La justificación de tal despliegue tenía como base el homenaje que Madrid, como sede de la Corte, pretendía rendir a la nueva soberana, de modo que su protagonismo en los actos ceremoniales y la alusión a su persona en los programas iconográficos fue frecuente. La ocasión, no obstante, fue hábilmente aprovechada para integrar los mensajes relativos al acontecimiento en un nivel de lectura más amplio, y se intentó hacer de la ciudad un espacio simbólico perfecto donde afirmar la idea de triunfo de la Monarquía Católica española frente al resto de las monarquías europeas, mediante el recurso de la exaltación virtuosa de la figura del rey, Felipe II, cuyo nuevo matrimonio anunciaba la llegada de una segunda Edad de Oro repleta de contenidos simbólicos en relación con los presupuestos y la forma de expresión de un Humanismo de raíz cristiana. Precisamente su presentación se realizó siguiendo los preceptos de un Humanismo que asumía la ya tópica creación de un nexo ideológico con la Antigüedad grecolatina en su calidad de referente cultural y espejo en el que la nueva realidad se miraba. Para ello se acudió al lenguaje del clasicismo, aun cuando parte de la imagen y los contenidos transmitidos formaban parte de la tradición medieval o de la reinterpretación que artistas y humanistas habían realizado de la Antigüedad atravesando el filtro del Medievo.

López de Hoyos definía en su Real Apparato..., como espectáculo de “majestad y triumpho” la decoración efectuada en el primero de los arcos que la Reina tuvo la oportunidad de contemplar en su desfile. Efectivamente, fueron éstos los dos principios que, asociados siempre a la idea de Monarquía, articularon actitudes y producciones

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artísticas en la entrada de Ana de Austria en Madrid, y determinaron el carácter general de una puesta en escena que asumía lo que ya era una tradición en España desde las primeras décadas del siglo XVI en relación a la entrada de personajes reales. Se trataba de la recreación de las entradas triunfales de los emperadores romanos a través de dos tipos de referentes: la inserción en la Fiesta de alguno de sus actos ceremoniales y la simulación de su marco de desarrollo mediante la elaboración de estructuras decorativas, a través de cuya composición se pretendía evocar una imagen sintética del modelo urbano que les servía de marco, el de la Roma imperial.

A este fin respondía la comparación establecida por López de Hoyos entre los maceros municipales y los lictores romanos que precedieron a Rómulo “representando su magestad e imperio”, así como la inclusión en el ceremonial de un simulacro de batalla naval que era una emulación explícita de las naumaquias romanas, o la alusión al empedrado de los caminos próximos a Madrid como si de vías romanas se tratara. Era la idea renacentista de la Antigüedad tomada como ejemplo estético, modelo y fuente de autoridad, que el propio autor vinculaba con manifestaciones artísticas como los arcos de triunfo y las representaciones escultóricas, “memorias soberbias y sumptuosas” que superaban los límites de lo puramente conmemorativo, y eran capaces de inducir a quienes las contemplasen a la emulación y práctica de las conductas virtuosas que en ellas se ofrecían como “espejo universal”. Enriqueciendo esta idea, López de Hoyos calificaba el segundo de los arcos elaborados en la fiesta madrileña de 1570 como “uno de los más heroicos e immortales triumphos que a ningún príncipe ni monarcha hasta oy se le ha offrescido” y destacaba la alusión al Nuevo Mundo que en él se representaba, como algo “nunca visto a los romanos ni a ninguna nación del mundo”. Partiendo del valor conmemorativo que los autores antiguos habían otorgado a la Arquitectura y la Escultura, López de Hoyos traspasaba los límites de la teoría política al uso y proponía una Antigüedad capaz de ser no sólo imitada, sino incluso superada, en la que egipcios, griegos y romanos eran relacionados con la construcción de arcos triunfales y esculturas. Ciertamente, fueron estos tres los referentes culturales y artísticos que sirvieron como fuente de inspiración, junto a la Edad Media y la propia realidad artística del momento, para el soporte arquitectónico e iconográfico de los tres arcos triunfales y los tres “espectáculos” mitológicos que conformaron lo más destacado de la elaboración artística de la entrada de Ana de Austria. Pero el referente visual prioritario fue, en última instancia, el romano. Así lo pone de manifiesto el protagonismo que adquirieron los arcos triunfales, construidos según la recuperación que, en el siglo XVI, el tratadista Serlio había realizado de los preceptos del romano Vitruvio. La composición de aquéllos, a base de estatuas y balaustres de “mármol aparente” y figuras de bronce, la disposición de las figuras sobre pedestales, las inscripciones epigráficas “en cifra romana”, o la mención de medallas, estatuas y edificios de la Antigüedad, en tanto que fuentes de inspiración directa, seguían en su ejecución el mismo planteamiento empleado por Serlio para la elaboración de su Tercer y Quarto libro de Architectura. En definitiva, lo que se pretendía en esta fiesta era crear, partiendo de la tratadística, de los referentes visuales conservados y de la propia imaginación, un espacio ideal cuyo modelo de referencia era, sin lugar a dudas, la ciudad de Roma. Esta imagen fue recreada más mediante la inserción en el espacio existente de fragmentos de la realidad

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artística de la Ciudad Eterna que contribuyesen a crear con ella un nexo ideológico, que mediante la reconstrucción arqueológica como modelo. De este modo, las decoraciones efímeras realizadas funcionaron como una especie de “citas” de la Antigüedad que extendían su significado al espacio que las rodeaba, sin que fuese necesaria una remodelación global de todo espacio donde se ubicaban. Hay que señalar que, en el Quinientos, el intento de comparar cualquier núcleo urbano con la imagen y el significado de Roma fue una práctica habitual en la valoración de la ciudad, avalada por una abundante literatura sobre las maravillas de la gran urbe papal y su topografía. Esta práctica estaba muy relacionada conceptualmente con los planteamientos de creación de una ciudad utópica, así como con la polémica que se desarrolló en el Renacimiento en torno a la teoría de la imitación, y con los intentos de encontrar un modelo ideal de belleza capaz de ser recreado e infundir significados más profundos. Pero más allá de esta tendencia, la conversión de Madrid en una Nueva Roma con motivo de la entrada de Ana de Austria adoptaba un significado especial, pues era una muestra más de ese Humanismo Cristiano del que Felipe II era representante y de cuyo espíritu quedaron impregnadas todas las realizaciones artísticas de esta fiesta. Además, la comparación entre ambas ciudades perseguía finalidades más profundas, convirtiendo a Madrid, como “capital del Imperio”, en ejemplo insuperable de belleza y espiritualidad o, lo que es lo mismo, de perfección, asociada a unas manifestaciones artísticas que pretendían adquirir un significado especial en relación con la imagen de la Monarquía española. La clave de esta interpretación nos la brinda el propio López de Hoyos a través de la descripción que hace del itinerario que la Reina realizó desde la ciudad de Espira, en Alemania, hasta Madrid. En ella resulta evidente cómo el autor pone un énfasis especial en la importancia de los actos festivos madrileños, intentando otorgar a la Corte un papel destacado en relación con otros importantes núcleos urbanos castellanos, como Burgos, Valladolid y Segovia, que la Reina atravesó en su recorrido, y que podían ofrecerse en estos momentos como sus competidores. El autor evita entrar en detalles relativos a las importantes decoraciones efímeras que allí se realizaron, haciendo únicamente alusión al “gran apparato” de arcos triunfales con que Burgos recibió a la Reina o a “los arcos, invenciones y otros regocijos” con los que era homenajeada por donde pasaba. Nada dice, sin embargo, de lo efectuado en Valladolid, y las menciones a Segovia como sede de la ceremonia nupcial se limitan, casi de forma exclusiva, a cuestiones de etiqueta cortesana, aun cuando esta ciudad protagonizó en un tiempo récord -un mes aproximadamente- una importante transformación de su ámbito urbano que comprendía la remodelación de alguno de sus más destacados espacios y la construcción de cuatro arcos triunfales y un conjunto escultórico que poco tenían que envidiar al programa madrileño. Es cierto que la misión de López de Hoyos consistía únicamente en componer la Relación sobre el recibimiento organizado por la ciudad de Madrid, pero también lo es que el significado que se pretendió dar a la ciudad en esta fiesta, en relación con el resto de las poblaciones implicadas en el evento, fue especial. La elaboración del programa artístico efectuado para la ocasión deja traslucir un deseo de crear para la Corte la imagen más auténtica y perfecta de la Monarquía española, buscando entre ambas una identificación ideológica y estética. De ahí el protagonismo absoluto que tuvieron en la elaboración de

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las decoraciones efímeras artistas del círculo cortesano como Alonso Sánchez Coello, Pompeo Leoni o Diego de Urbina, cuya elección parece ser que partió directamente del Rey o, en su defecto, del Consejo Real, pero en ningún caso del Concejo madrileño. Éstos eran artistas comprometidos en la definición de la imagen áulica de la corte filipina, que trabajaron a las órdenes del Rey en la decoración del Monasterio del Escorial, y a quienes López de Hoyos se refería como “los mejores artífices que en todos estos reinos se han hallado”. En cualquier caso, eran los únicos que podían garantizar el carácter genuino de las obras, al tiempo que con su presencia equiparaban la fiesta madrileña a las más importantes celebraciones de las cortes europeas, donde era frecuente la participación de los más destacados artistas en la elaboración de las estructuras efímeras. El tema era de enorme transcendencia, pues hay que tener en cuenta que en estos momentos Madrid pretendía erigirse en centro de la Cristiandad y sede de la Monarquía Católica, por lo que se debatía en la búsqueda de un lenguaje artístico, simbólico y unitario, con el que identificarse y asimilar su imagen a la de otras cortes europeas. Este lenguaje fue el del Manierismo, que como desarrollo del Clasicismo había sido ya seleccionado en estos momentos como instrumento perfecto de expresión de los ideales y preferencias estéticas de un mundo cortesano en el que los criterios de lujo y diversidad se encontraban con los de razón y austeridad, más propios de la corriente clasicista que había definido la imagen imperial de Carlos V. En la entrada de Ana de Austria, como iremos viendo, ese Manierismo se hizo patente en la disposición de las estructuras efímeras en el espacio urbano, en la propia elección del recorrido, en la riqueza de materiales y composición arquitectónica de los arcos, en la existencia de una mezcla entre la imagen profana, mitológica e histórica, y en la coexistencia de tendencias artísticas diversas. El empleo de términos como artificio, rareza, diversidad, suntuosidad y singularidad para calificar los efectos y composición de las obras realizadas resulta verdaderamente abrumador en la Relación de López de Hoyos, existiendo un especial interés por presentarlas como algo único. El sátiro que se hallaba a los pies de la estatua del dios Baco, por ejemplo, era según la Relación “la cosa más rara que ay en Italia ni en España”, y los artífices de las pinturas de los arcos, “los más raros que en nuestros tiempos conoscemos”. Tales criterios estéticos eran coincidentes con una realidad artística que el propio López de Hoyos se encargaba de resaltar mediante la descripción de algunas construcciones que, como El Pardo o El Escorial, presentaban, en tanto que Reales Sitios, una estrecha significación en relación con la Monarquía. El Bosque de El Pardo y su palacio, con su arquitectura, pintura, jardines y ornamentos, era para el humanista “uno de los más soberbios y vistosos artificios que monarcha en el mundo tiene”, y El Escorial “uno de los más raros y esclarescidos monesterios que hasta oy hemos visto...de la mayor fábrica y apparato y más superbo edificio y más raras y ricas, sumptuosas y copiosas dotaciones...”. El mundo de la Fiesta quedaba así integrado dentro de un arte de corte que se identificaba con el Manierismo como corriente artística vigente en Europa desde la década de los cuarenta. Felipe II se había dejado seducir por esta tendencia en el transcurso del viaje que, entre 1548 y 1551, le llevó a recorrer Italia, Alemania y los Países Bajos, siendo recibido por unas ciudades transformadas para la ocasión bajo el disfraz de la fiesta. El viaje, del que tenemos constancia a través de la relación que nos dejó Calvete de la

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Estrella, fue ideado por Carlos V bajo la pretensión de legitimar a su hijo como sucesor al trono, presentándolo como tal en unas jornadas festivas en las que el arte era puesto al servicio de la recreación de aquellos ideales que importaban para la difusión de su propia imagen de Monarquía. La suntuosidad y variedad de las arquitecturas y decoraciones que tuvo la oportunidad de contemplar en su viaje por Europa, así como el empleo de los recursos iconográficos, en los que alegoría, mitología, historia y religión se aunaban para mostrar la idea de dinastía, fueron la verdadera clave de referencia para la puesta en escena de las fiestas cortesanas celebradas a lo largo de su reinado. Estas fiestas, en su fondo y en su forma, debieron causar en el príncipe Felipe un imborrable recuerdo, a tenor de la importancia que, a lo largo de su vida, confirió a este tipo de acontecimientos, y del gran interés que manifestó por el conocimiento de las prácticas ceremoniales y artísticas de otras cortes europeas. Un interés que le llevó incluso a implicarse directamente en la organización de las mismas. Para el caso que nos interesa, el del recibimiento de Ana de Austria, el Monarca participó en la definición del protocolo e itinerario a seguir por la Reina en su viaje desde Alemania hasta la Corte. Además, existe constancia documental8 que prueba la implicación ya comentada en la elección de los artistas que debían elaborar los principales aparatos decorativos y en la propia definición de los programas iconográficos, e incluso en las obras definitivas que debían ser acometidas a través de instrucciones que fueron transmitidas al Corregidor de la Villa a través del Consejo Real. Uno de los primeros deseos que Felipe II expresó al Concejo fue el de realizar “cosas que queden perpetuas para el ornato de la Villa”. La recomendación, altamente significativa del grado de implicación que la Fiesta había alcanzado en la definición de espacios urbanos, se producía en un interesante momento, coincidiendo con el desarrollo de un debate teórico y práctico en torno a las reformas urbanísticas que debían ser acometidas para convertir a Madrid en una ciudad moderna. Precisamente unos años antes, entre 1564 y 1566, el Corregidor de la Villa, Antonio Lugo, había presentado al Rey un Memorial en el que se exponía un plan de reformas urbanísticas para la ciudad, basadas en criterios de funcionalidad, ornato y representación, para las que proponía como artífice al arquitecto italiano Juan Bautista de Toledo, director por aquel entonces de las obras reales y a quien sucedió Juan de Herrera a partir de 1567. Resulta evidente la implicación de este plan de reformas con la perpetuidad de los ornatos que Felipe II recomendaba en 1570 al Corregidor de la Villa, como también la coincidencia de presupuestos desde los que se planteó. En este sentido, López de Hoyos calificaba el arreglo de los caminos que habría de recorrer la comitiva como “obras harto necessarias que la buena venida de Su Magestad ha remediado”. Eran, en general, obras de aderezo de casas, calles y accesos a la Villa que las autoridades municipales se encargaron de poner en marcha. Su pretensión se basaba en presupuestos de ornato y funcionalidad, y se concentraban en el espacio urbano por el que había de transcurrir el cortejo, contribuyendo así al embellecimiento y adaptación del que sería el eje ceremonial más empleado en las fiestas madrileñas. Hay que tener en cuenta que hacia 1570 Madrid presentaba todavía una fisonomía 8 Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Madrid (A.H.P.N.M.) leg. 744; Archivo Municipal de la Villa (A.M.V.), Libro de Acuerdos, 14.

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poco digna de sus nuevas funciones representativas y burocráticas, encontrándose aún en vías de adquirir el aspecto exterior que le correspondía como Corte, de acuerdo con la decisión real impuesta en los primeros meses de 1561. Administración Real y Concejo participarían en esta labor, impulsando la realización de diferentes obras que afectarían a los más destacados ámbitos urbanos de la Villa. Desde sus prerrogativas en materia de ordenación urbana, el Concejo madrileño desarrolló un activo papel en la organización del recibimiento regio, colaborando en la transformación de la irregular topografía urbana madrileña en un escenario clasicista acorde con el tono que el evento requería. Para ello hubo de contar, en diversas ocasiones, con las recomendaciones e imposiciones hechas por el propio Rey a través del Consejo Real. Entre ellas, la realizada a finales del mes de agosto referente al aderezo de las casas situadas en las vías por las que había de discurrir el cortejo, así como la construcción de un arco en la Calle Mayor, o el derribo del Arco de Santa María, que el Concejo decidió, al parecer, cediendo a las presiones del propio monarca. La intención era la de crear una especie de vía triunfal al estilo de las “stratas romanas” que vinculase a la ciudad y a la propia dinastía con un pasado de prestigio. Por ello, y aunque ya se tenía un itinerario festivo por donde se venían realizando las entradas reales, el cual atravesaba la calle y puerta de Atocha, se prefirió trazar otro alternativo, que determinó la realización de importantes obras de remodelación urbana basadas en la eliminación de obstáculos físicos y visuales que impidiesen el desfile del cortejo y limitasen la perspectiva. Estas remodelaciones afectaron, fundamentalmente, a las puertas de los sucesivos recintos murados que los diversos crecimientos de la ciudad habían ido incorporando al espacio urbano a lo largo de su historia. Entre ellos la citada puerta de Santa María y la del Sol, que fueron derribadas para esta ocasión, o la remodelación de la puerta de Guadalajara, una especie de arco triunfal construido en 1542 bajo Carlos V cuando se quemó la vieja puerta existente en este ámbito, limitando hacia el este el barrio de los plateros. La entrada en Madrid de Ana de Austria se inició en el Prado de San Jerónimo y transcurrió por un itinerario caracterizado por el significado que le conferían las estructuras efímeras, los principales edificios que en él se integraban y el propio trazado del recorrido. Éste transcurrió por la carrera de San Jerónimo, Puerta del Sol, Calle Mayor, Puerta de Guadalajara, Plaza de San Salvador, Arco de la Almudena, Plaza de la Iglesia de Santa María y, finalmente, la Plaza de Palacio. El recorrido, jalonado por las diferentes estructuras efímeras, generaba un eje de perspectivas definidas por la sucesión de los tres arcos construidos a lo largo de la vía más o menos recta que se desarrollaba entre la carrera de San Jerónimo y la Calle Mayor. Inmersas en esa estructura, que era reflejo de los planteamientos teóricos de organización urbana formulados desde la tratadística italiana cuatrocentista a través de Alberti, las diferentes obras efímeras buscaban la artificiosidad y el efectismo propio del mundo de la Fiesta y del Manierismo en el que estaban inmersas. El Prado de San Jerónimo era un espacio semiurbanizado que limitaba el ensanche de la ciudad en su sector oriental, al que López de Hoyos definía en su Relación como “una de la mejores y más delectables recreaciones públicas que ay en todo el reyno”. Compuesta por una calle larga y no muy ancha, 2000 pies de largo por 100 de ancho, la descripción que de ella realiza el autor hace hincapié en su configuración como lugar verde vinculado a la concepción del binomio naturaleza-ciudad, según los presupuestos

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manieristas; es decir, como espacio de deleite donde los conceptos de orden y diversidad se daban la mano. A esta idea respondía su alusión a la mezcla entre el carácter proporcionado que la disposición de los árboles confería a la ordenación de las calles, y la diversidad de especies naturales que allí se podían contemplar, configurando un espacio que, en última instancia, resultaba “muy agradable a la vista”, y que ofrecía una continuidad con lo que la Reina había tenido la oportunidad de contemplar en su trayecto desde Segovia a Madrid. Ana de Austria había llegado hasta allí tras varias jornadas de viaje jalonadas por un paisaje y unas construcciones constituidas a modo de “antesala de la Corte”, a través de las cuales recorrió el trayecto existente entre Segovia y Madrid. Hay que recordar, en este sentido, que desde 1553, poco después de su llegada a España, Felipe II había concebido el proyecto de convertir en un bosque continuo el espacio que transcurría entre la orilla izquierda del Manzanares y El Pardo. En este caso, el Bosque de Segovia -Sierra de Guadarrama- la Fuenfría y los bosques de El Pardo se ofrecieron ante la nueva soberana como una especie de locus amoenus, donde a la variedad de caza y pesca se unían las danzas de los serranos y pobladores, en medio de una imagen idealizada de naturaleza que, a pesar de las fechas en las que se celebró el acontecimiento, el mes de noviembre, el autor presentaba bajo la imagen de una “próspera primavera”. Además, es de suponer que en los tres días que la Reina invirtió en llegar desde Segovia a Fuencarral, donde hizo una parada de otras tres jornadas a la espera de que Madrid ultimase los preparativos de su visita, entrase en contacto con varias de las construcciones que jalonaban el trayecto, caracterizadas por su vinculación con la Monarquía española y, muy especialmente, con Felipe II, que había puesto allí en práctica un nuevo concepto de arquitectura áulica y de residencia campestre. Además del Palacio de El Pardo y la Fuenfría, que aparecen explícitamente mencionados por López de Hoyos, la Reina debió conocer también Valsaín, el palacio de estilo flamenco ubicado en la ladera noroeste de la Sierra de Guadarrama cuya construcción fue impulsada por el propio Rey en 1552, tan sólo un año después de su llegada a España, siendo todavía príncipe. En relación con estos planteamientos, hay que recordar la presencia en el Prado de San Jerónimo de una importante construcción cuyo valor simbólico en relación con la Monarquía española era fundamental. Se trataba de un monasterio fundado por Enrique IV que los Reyes Católicos habían trasladado a la zona oriental de la población, donde lo eclesiástico y lo cortesano alcanzaban un interesante punto de conexión. Carlos V había acondicionado aquí una estancia como aposento real y, posteriormente, Felipe II que había jurado en este lugar fidelidad como Príncipe de Asturias y heredero del trono, decidió agrandar y mejorar sus instalaciones al trasladar la Corte a Madrid, convirtiéndolo en un pequeño palacio real y en templo oficial de las solemnidades de la Corona. Precisamente las obras de acondicionamiento del aposento real que Felipe II había mandado realizar en este edificio habían sido terminadas en 1569, poco antes de la entrada en Madrid de la Reina. El Prado de San Jerónimo adquirió en esta fiesta el carácter de espacio ceremonial dedicado a los actos oficiales de raíz protocolaria y a los primeros despliegues decorativos con los que se debía dar la bienvenida a la Reina antes de su entrada en lo que era la Villa

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propiamente dicha. López de Hoyos cita en su Relación la existencia allí de un pequeño estanque y cinco fuentes, todas ellas distintas, que se distribuían a ambos lados de la calle. Es posible que alguna de ellas ya existiera, pues sabemos por la documentación (A.H.P.N.M. leg. 744) que entre las obras planteadas por el Concejo figuraba “el aderezo y mejora de las fuentes del Prado”, así como la realización a destajo de tres de ellas por parte del italiano Juan Antonio Sormano, quien, entre 1564 y 1565, había trabajado ya a las órdenes de Felipe II en la ejecución de varias fuentes para los jardines de la Casa de Campo. Constituían estas estructuras la base de creación de un espacio configurado al estilo de los jardines del Manierismo italiano, donde la naturaleza se mezclaba con el artificio, intentando lograr ese “embeleso de los sentidos” tan característico del mundo de la Fiesta. El sonido del agua se mezclaba con el efecto de sorpresa que producía la disposición del aparato escultórico del estanque, donde la figura de un delfín acompañado de la palabra “Bueno”, se reflejaba en un espejo con la inscripción “Vida y Gloria”, dando lugar a una especie de mensaje en clave que el espectador debía desvelar. Completaban este espectáculo audiovisual otros tres aparatos decorativos de diversa significación, a través de los cuales comenzaban a desgranarse los contenidos de la Fiesta. El primero era un gran estanque, concertado a toda prisa en los días previos a la celebración, que habría de servir para realizar un simulacro de batalla naval, fingiendo un asedio por mar y tierra a un castillo ocupado por moros y turcos. El recurso había sido ya empleado en otras fiestas, buscando la similitud con las naumaquias romanas. Con él se pretendía recrear un aspecto de la actualidad política que motivaba las intervenciones de Felipe II, basadas en la lucha contra el infiel en todos los frentes y con todos los recursos disponibles. En este caso a través de la asignatura pendiente de la política de control del Mediterráneo, el asedio y toma de Argel.

La construcción del castillo, con su foso, torre del homenaje y barbacana, así como las ocho galeras del asedio, fue contratada con Juan Bautista Portigiani, y la del estanque, según parece por la documentación (A.M.V. Libro de Acuerdos, 14), con el entonces fontanero de la Villa, Diego Orejón. La obra debió ser realizada en un ensanche del paseo próximo a la entrada del Paseo de San Jerónimo, pues López de Hoyos califica este espacio de “campo harto espacioso y desenfadado”, proporcionando unas medidas para la misma de 500 pies de ancho por 80 de largo, claramente excesivas para que hubiese sido instalada en el paseo, y más aún si tenemos en cuenta los deseos manifestados por el propio Rey al Concejo tras la celebración de la Fiesta, en relación con la conservación del estanque como obra perpetua, para lo que recomendaba alargarlo y ensancharlo. La decisión, acatada no sin polémica por las autoridades municipales, nos ofrece un ejemplo poco frecuente del aprovechamiento de una obra efímera para la configuración definitiva de la ciudad, aunque su vida como tal fue corta, pues el Concejo decidió su desaparición del paisaje urbano madrileño en 1588, alegando cuestiones de carácter funcional relacionadas, sobre todo, con principios higienistas. El primer acto ceremonial de bienvenida y presentación mutua entre la Reina, la Corte y las autoridades municipales, tuvo lugar en este espacio. El escenario fue un “cadahalso” rodeado de gradas, con un sitial cubierto por un dosel en el que, a modo de trono, se sentó la Reina para el besamanos. Dentro de ese mundo de variedad que venimos describiendo, la rigidez protocolaria que caracterizó el acto establecía un perfecto

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contraste con el sentido lúdico y efectista que había determinado la construcción del castillo y el estanque; contraste acentuado por la recurrencia a través de esta estructura a un universo decorativo propio de la fiesta medieval, basada en la expresión de contenidos simbólicos y en la expresión del lujo y la suntuosidad del mundo cortesano mediante el empleo del color como principal recurso estético aplicado a la variedad de telas y joyas. Este recurso, como el del empleo del “cadahalso”, era una herencia de la fiesta medieval entendida como espectáculo cortesano, que mantuvo su vigencia en época moderna, aunque integrada dentro de un planteamiento más amplio. La riqueza y el colorido, éste último relacionado con la identificación de personajes y de principios institucionales y políticos, fueron en este caso los que rigieron su elaboración. Baste como ejemplo la descripción que López de Hoyos realiza del sombrero de la Reina, adornado con una cinta de oro con plumas blancas, coloradas y amarillas “que eran los colores del Rey”. A la entrada del Paseo de San Jerónimo, un cuadro de la diosa Palas, acompañado de ninfas, iniciaba a la Reina en el aparato efímero desplegado por la villa de Madrid para la ocasión. Antes de dejar este espacio, Ana de Austria tuvo la oportunidad de contemplar una compleja elaboración efímera. Se trataba de una construcción a modo de arco, al que servían de apoyo sendas figuras de Baco y Neptuno sobre pedestales, las cuales entablaban un diálogo a través de las inscripciones que las acompañaban, cuyo fin era manifestar la alegría universal ante la llegada de la Reina. Como habría de ser frecuente en la estructura iconográfica de esta fiesta, se utilizaba el recurso renacentista del diálogo y la oposición de contrarios, expresado en este caso a través de figuras mitológicas a las que, no obstante, se revistió de significado cristiano. El conjunto, contratado en el mes de agosto con Lucas Mitata, fue en principio pensado como un conjunto de dos figuras que representaban a España y Hungría, pero posteriormente fue variado. Finalmente se convirtió en una especie de transposición a lo mitológico de la historia presente en la que Baco, dios del vino y de la alegría, incitaba a Neptuno como dios de las aguas a que las transformase en vino, buscando la analogía evangélica y tomando como modelo lo ya realizado en otros acontecimientos festivos. Aparecía aquí la primera muestra de la combinación entre arquitectura, escultura, pintura y epigrafía que caracterizó las elaboraciones artísticas de esta fiesta, y se presentaban conjugadas según los criterios de variedad y efectismo del mundo manierista. A ello no solo contribuían la mezcla de lo profano y lo cristiano, o de diversas prácticas artísticas en una misma obra, sino también su propia composición al margen de lo canónico, con el empleo de figuras colosales como soportes, pirámides como remates y recursos altamente efectistas, tales como la disposición de una pintura ilusionista en el hueco del arco que intentaba engañar a los sentidos, al pretender ser un espejo en el que se reflejaba el Paseo del Prado, así como el propio fingimiento de los materiales; recursos todos ellos presentes en la propia práctica artística de la época. Desde el inicio de la Carrera de San Jerónimo, por la que se introdujo el cortejo, la comitiva recorrió un espacio urbano que, desde el punto de vista de su imagen y significado se articulaba en dos tramos separados por la Puerta de Guadalajara: el primero de ellos era el eje formado por la Carrera de San Jerónimo, Puerta del Sol y la Calle Mayor, concebido como una especie de uia triumphalis, cuya unidad le venía conferida por los tres arcos de triunfo instalados en sus diversos tramos, aprovechando las posibilidades de apertura de perspectivas que brindaban un trazado de características más o menos

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regulares. El segundo tramo, que partía de la Puerta de Guadalajara y finalizaba en el Palacio Real, atravesando la Platería, la Plaza de San Salvador y la Plaza de la iglesia de Santa María, poseía, por el contrario, una distribución planimétrica mucho más irregular, relacionada con la primitiva configuración de la Villa. Este trazado se mostraba más propio de otro tipo de decoraciones, en cuya contemplación influía menos su relación con el espacio urbano circundante. Era éste, además, un sector de la población cuyos espacios urbanos estaban marcados por la fuerte impronta de carácter institucional y simbólica que ejercían sobre ellos construcciones como el Palacio Real, la Iglesia de Santa María o las propias casas del Concejo ubicadas en la plaza de San Salvador. Fue precisamente en estos dos últimos espacios donde se realizaron con motivo de la Fiesta dos conjuntos escultóricos caracterizados por su independencia, en el sentido de que su contemplación en ningún caso se veía supeditada, como ocurría con los arcos, a las características de un conjunto. Los efectos que pretendían crearse con las estructuras efímeras y su articulación dentro del espacio urbano, mostraron en el recibimiento de 1570 una curiosa concordancia con algunos proyectos de remodelación ya existentes en la Villa antes de iniciarse los preparativos de la ceremonia. Se daba, por tanto, una confluencia de intereses que convirtieron a la Fiesta en la excusa perfecta para intervenir sobre el trazado y la imagen de la población según los principios de funcionalidad y ornato que se habían impuesto desde que la Corte llegara a Madrid. La regularización de la calle de San Jerónimo, por ejemplo, había sido ya planteada en el Memorial para las reformas de la Villa que el Corregidor, Antonio de Lugo, había presentado al Rey en 1564, bajo la pretensión de crear una vía recta que desembocase en el monasterio de San Jerónimo. La cuestión volvió a ser planteada tres años después y, en 1570, este espacio volvió a ser objeto de interés con motivo del recibimiento de Ana de Austria. La calle fue entonces empedrada, y se edificó en su inicio, donde habría de construirse el primer arco, una casa cuya traza debía ser idéntica a la que se situaba frente a ella, por orden expresa del Concejo. Se trataba claramente de una operación de imagen destinada a dotar al conjunto de una configuración homogénea a través de la arquitectura, en uno de los espacios que más habrían de acaparar la atención de los asistentes. Algo similar ocurrió con la Puerta del Sol. Este lugar, que López de Hoyos, una vez más, describe como “harto espacioso y desenfadado”, había funcionado hasta principios del siglo XVI como límite de la cerca erigida en el siglo anterior para englobar los arrabales, y como puerta del camino de Guadalajara, uno de los principales accesos a la Villa. Según el mismo autor, esta puerta fue derribada en la guerra de las Comunidades. El posterior crecimiento de la Villa en dirección oriental haría de este espacio punto de confluencia de varias vías. Su remodelación con motivo de la Fiesta consistió en la construcción de tres casas que embelleciesen con su presencia uno de los espacios esenciales del recorrido, pues en él se haría una parada ante el segundo de los arcos triunfales programados, erigido junto al monasterio de Nuestra Señora de la Victoria. El último de los arcos construidos, de carácter exento, se erigió en la Calle Mayor, vía que había sido ensanchada por Carlos V intentando crear un espacio más amplio ante la Puerta de Guadalajara y que fue motivo de algunas obras más en lo que restó de siglo. Se cerraba así una perspectiva que, aunque se abría con el primero de los arcos

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construidos, en realidad partía del monasterio de San Jerónimo. A partir de la Puerta de Guadalajara la comitiva accedía a un espacio diferente. Desde el punto de vista del trazado existía aquí una ruptura del eje hasta ahora recorrido. El impedimento visual y físico que suponía esta puerta para enlazar la Calle Mayor con la Plaza de San Salvador -era una puerta estrecha y en recodo- había llevado a Carlos V hacia 1536 a promover su derribo y el ensanche del tramo de la Calle Mayor anterior a ella. Sin embargo, fue probablemente el carácter simbólico que se le atribuía como acceso al primer recinto cristiano de la ciudad, lo que motivó su reedificación en 1568 con motivo de la ceremonia de recibimiento de Isabel de Valois, a pesar de que en estos años la progresiva pérdida de importancia de las murallas motivaba la tendencia contraria, y se dieron al respecto órdenes relativas a la apertura de puertas y portillos e incluso a la demolición de puertas como la de Valnadú o Puerta Cerrada. En la reedificación de la de Guadalajara se procuró minimizar el problema que suponía para el tránsito, otorgándole más anchura. No obstante, su falta de funcionalidad debió hacerse patente, y, probablemente, ésa fue la causa de que durante años no se regularizase su trazado. En 1582 fue destruida por un incendio y la ocasión aprovechada para su definitiva demolición. El último tramo del recorrido realizado por la Reina, entre esta puerta y el Palacio Real, transcurrió por unos espacios urbanos caracterizados por su significación política e institucional. El primero de ellos fue la Platería, representativo de una de las más significativas actividades artesanales de la Villa, que quiso mostrar su presencia como ya lo había hecho en otras fiestas, mediante la decoración de la calle con joyas y objetos preciosos. Se abría a continuación la plaza de San Salvador, sede del poder municipal y ámbito relacionado desde el siglo XIV con la nobleza ciudadana y con la administración de justicia, tal como pone de manifiesto López de Hoyos, quien la considera lugar “de concurso de todos los nobles, donde están todo el colegio de los escribanos de número y donde se bate el cobre de todos los negocios porque en ella está la Audiencia y Foro judicial con las causas del illustre Ayuntamiento”.

La presencia en la Fiesta de ámbito tan destacado se realizó mediante la elaboración de un “espectáculo”, a modo de conjunto escultórico, en el que se representaba el juicio de Paris, vinculado al carácter ya mencionado de este espacio urbano. De nuevo hicieron acto de presencia en esta obra efímera los criterios estéticos del Manierismo, que ya hemos visto en otras decoraciones, y que quedaron patentes en el empleo de materiales fingidos, en la disposición efectista de las figuras, en la mezcla de lo mitológico con lo cristiano y en la ruptura de las proporciones canónicas. Las obras fueron concertadas con Lucas Mitata, Simón de Baena y Alonso de Rueda, autores asimismo de las figuras de Baco y Neptuno del Prado de San Jerónimo, de las esculturas del segundo arco y del siguiente espectáculo que sería contemplado en la plaza de Santa María. Nada dice la Relación de López de Hoyos de un arco concertado con estos mismos artífices, que debía situarse en la plaza de San Salvador junto a la cárcel, por lo que no sabemos si realmente llegó a realizarse, a pesar de que la documentación nos informa de ello (A.M.V., Libro de Acuerdos, 14). A punto de entrar en el espacio más representativo de la Villa, el eje político-religioso constituido por el Alcázar y la Iglesia de Santa María, la Reina tuvo la

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oportunidad de contemplar un espacio urbano que había centrado la atención del Rey y de sus arquitectos desde el traslado de la Corte a Madrid. Ya en el reinado de Carlos V existió una preocupación por despejar el espacio que rodeaba al palacio y enlazarlo con las vías próximas. A este fin respondieron los trabajos realizados en 1543 en la zona próxima a la iglesia de San Juan, o los iniciados en 1553 en la propia plaza de palacio, consistentes en la creación de un ámbito semicerrado que otorgaría unidad al conjunto y mostraría una mejor imagen y adaptación como espacio ceremonial. Felipe II retomó la iniciativa con la colaboración de Juan Bautista de Toledo, quien emprendió la construcción de una galería en el sector occidental que enlazaría con las caballerizas, situadas en la zona sur. Poco después, en 1565, se iniciaron las obras de nivelación de la plaza, previa actuación sobre los canales, que circulaban bajo ella. Se actuaba, al mismo tiempo, en la apertura de los accesos, organizando la calle de la Priora en la zona norte, cambiando la fachada del convento de San Gil que daba al Alcázar para hacer ortogonal la calle, e interviniendo igualmente en los accesos desde la puerta de la Vega y calle Real. La ceremonia de recibimiento de 1570 aportó al conjunto de estas obras un importante eslabón y activó la apertura del eje que enlazaba la calle Real con la iglesia y el palacio mediante el derribo del arco de Santa María, perteneciente al primer recinto urbano de la Villa. El paso quedó con esta obra, una vez más, “muy claro, espacioso y desenfadado”, y se decoró para la ocasión mediante el blanqueo y canteo de sus espacios limítrofes, rematado con puntas de pirámides y acróteras. Con absoluta claridad este derribo formaba parte de los planes de remodelación que el Rey había pensado para la zona. De hecho, la documentación existente (A.M.V. Libro de Acuerdos, 14) pone de manifiesto, una vez más, que la iniciativa partió del propio Monarca, quien impuso su criterio al Concejo. Se pensó incluso en tirar dos casas limítrofes al arco para facilitar el paso del palio, pero esta última intervención no llegó a ser practicada. En las proximidades de este espacio, concretamente en la plaza de la iglesia de Santa María, se instaló la última de las decoraciones de arte efímero de esta Fiesta. Se trataba de un escultura de carácter alegórico en la que, acudiendo de nuevo a la mitología como forma de expresión, se establecía un identificación entre Felipe II y una estatua colosal del gigante Atlas. Obra de los mismos artífices que los aparatos escultóricos anteriores, mantenía también rasgos propios de la misma tendencia artística. La Reina pudo contemplar este conjunto antes de la entrada en la iglesia, donde tras una ceremonia religiosa fue conducida al punto final de su recorrido, el Palacio Real. El programa decorativo superpuesto sobre este recorrido urbano fue desgranando, con un sentido narrativo, toda una serie de mensajes que adquirían coherencia y unidad integrados en el conjunto de la Fiesta. El principio renacentista de la vinculación de las artes puestas al servicio del Estado fue, desde una perspectiva general, su característica más destacada. La idea venía avalada por una teoría y una crítica artística que, desde Alberti a Serlio, concebía la conjunción de las artes como fuente de belleza, y López de Hoyos se hizo eco de ella en su Relación, alabando repetidas veces la confluencia de pintura, escultura y arquitectura en la elaboración de las composiciones. Esta mezcla de disciplinas artísticas en una misma obra requirió la colaboración en la misma de artífices procedentes de campos también diversos. Arquitectos, maestros de cantería, fontaneros, albañiles, carpinteros, pintores, doradores y ensambladores, al

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trabajar juntos en las mismas obras, compusieron el rico marco profesional que rodeó su elaboración. Algunos de ellos eran ya en aquellas fechas artistas destacados del círculo cortesano o colaboradores esporádicos en las obras reales. Muchos eran responsables de las decoraciones efectuadas en El Escorial, con lo que así el Rey y el Consejo Real se aseguraron de que el resultado de la imagen se adecuaría a la definición de la estética regia. Otros acudieron a la Villa ante el interés suscitado por el pregón de las obras, en las que también participaron artífices locales. Pompeo Leoni, encargado de todo el aparato escultórico y de la traza de los arcos, y Alonso Sánchez Coello, a quien se encomendó el trabajo de pintura de los mismos, fueron los casos más destacados. Finalmente hubo otro grupo de artífices, como los escultores Lucas Mitata, Simón de Baena o Alonso de Rueda, que fueron propuestos por el Consejo, que probablemente intervino también en la elección de artistas como el escultor Portigiani, el pintor Diego de Urbina e incluso el carpintero Maese Martín, relacionado con las obras reales, quien fue admitido a colaborar en el primer arco cuando éste había sido ya concertado con otros artistas, esgrimiendo para su aceptación el significativo argumento de su concordancia con los gustos de Pompeo Leoni. Este escultor se encargó de la traza y dirección de las obras de los arcos de la Carrera de San Jerónimo y de la calle Mayor, directamente implicados en la presentación de la imagen del Rey. López de Hoyos le atribuye también la realización de dos esculturas para el primero de ellos, aunque probablemente éstas no fuesen hechas de su mano, sino realizadas por sus colaboradores. Mitata, Baena y Rueda, participaron en la decoración del Prado, donde Protigiani había realizado tres fuentes. Los tres escultores ejecutaron allí, al parecer según su propia traza, las figuras de Baco y Neptuno. Se les atribuye también la autoría de la traza y ejecución de las esculturas del segundo arco, así como las decoraciones de la plaza de San Salvador y Santa María; éstas últimas, al parecer, según las ya elaboradas, que les fueron proporcionadas por el Concejo. Por último, las labores pictóricas del primer y tercer arco corrieron a cargo de Alonso Sánchez Coello y Diego de Urbina. Por lo que se refiere a los conjuntos escultóricos del Prado de San Jerónimo, la plaza de San Salvador y la de Santa María, ya ha sido mencionada su adscripción a los principios estéticos del Manierismo, recogidos por el conjunto de las decoraciones efímeras que se realizaron en esta Fiesta. En cuanto a la composición arquitectónica de los arcos de triunfo, es claro que éstos procuraron su correspondencia visual con los de la Roma Imperial, si bien su diseñó fue realizado mediante una interpretación libre de los mismos que se basaba en la autoridad de los Antiguos. Esta interpretación era la misma que Serlio había plasmado en el Tercer y Cuarto Libro de su Tratado de Arquitectura, traducidos al castellano por Villalpando en 1552, antes incluso que los tratados de Vitruvio y Alberti. En su obra, Serlio proponía a Vitruvio como única fuente de autoridad y a los monumentos conservados de la Roma Imperial como probables fuentes de inspiración. Entre éstos incluía varios arcos de triunfo de uno o tres vanos, articulados a través de pilares y columnas y decorados con nichos y medallones -muy similares en su estructura a los realizados en la fiesta de 1570-, a los que daba por buenos a pesar de reconocer su falta de adecuación a los preceptos vitruvianos, lo cual justificaba por ser “muy cosas de triumpho, hechos a gran furia y presteza”. En su tratado, Serlio hablaba

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también de arcos hechos a base de piezas de mármol y esculturas de bronce, y llegaba a proponer como ejemplo un arco situado en el Coliseo, caracterizado por la riqueza de su ornamentación y talla, así como por la variedad de su programa iconográfico, aspectos que según el autor conferían a la obra una apariencia “muy agradable a la vista”. Todos estos planteamientos, que la tratadística recogía de la Antigüedad y mezclaba con la propia realidad artística del momento, tuvieron su reflejo en la elaboración de los arcos madrileños, donde fue una constante la aplicación de recursos que, como el fingimiento de materiales nobles, pretendían engañar a los sentidos dando a las obras una falsa apariencia de perpetuidad, al tiempo que funcionaban como elementos estéticos que buscaban la recreación de una imagen basada en cualidades como la riqueza, la variedad y el colorido. Materiales y color servían, además, para establecer un orden dentro de la composición del conjunto. Así, las pinturas que imitaban el mármol blanco y el jaspeado recubrieron las diferentes estructuras arquitectónicas de los arcos, donde se incluyeron también algunos colores, como el azul y el dorado aplicados a la decoración de molduras y cartelas. Los elementos escultóricos, sin embargo, se realizaron imitando el bronce, y los relieves fueron dorados. Los arcos se decoraron por ambas caras. El primero de ellos, que fue el principal, se articulaba en dos cuerpos que mantenían la correspondencia de elementos arquitectónicos. El inferior tenía tres vanos separados por pilares y columnas que dejaban espacios para la decoración escultórica, pictórica y epigráfica, distribuida de forma simétrica en nichos con figuras, en medallones y en cuadros. Esta estructura de composición y decoración era mantenida en el cuerpo superior, al que remataba un frontón triangular rodeado de una balaustrada. El tercer arco, de proporciones más reducidas, poseía una estructura más sencilla, siendo una variante de los arcos de un solo vano que fueron edificados en época imperial y recogidos por la tratadística. Desde el punto de vista decorativo su articulación fue similar a la del primero, contando con un programa de pintura, escultura y epigrafía distribuido a través de nichos, cuadros y cartelas, que aprovechaba los espacios de los intercolumnios para su desarrollo. Su cuerpo superior fue una especie de gran casetón rematado por un frontón triangular decorado con cuadros e inscripciones que también lo flanqueaban. Queda fuera de esta descripción el segundo de los arcos, donde lo arquitectónico tuvo menos importancia, aproximándose más en su configuración a las características propias de un conjunto escultórico. Es interesante destacar la insistencia de López de Hoyos en presentar los arcos primero y tercero como obras fieles a los principios canónicos de composición arquitectónica, como se infiere de sus alusiones al “buen orden” y “buena razón y compartimento” de su arquitectura, referidas sobre todo a la relación de medidas y proporción de sus elementos compositivos. Con tales expresiones se insistía en una idea que subrayaba el propio traductor de Serlio, Francisco de Villalpando, al hablar de la Arquitectura, considerando que ésta consistía, más que en el empleo de los órdenes según la tradición clásica, en que “cada cuerpo sea bien proporcionado, que sus partes se ayuden y respondan...y que vengan a hacer un todo de buenas medidas y partes que se respondan”. Sin embargo, tales relaciones quedaban rotas en el programa escultórico, al existir una jerarquización del tamaño de las figuras puesta al servicio de la transmisión de los mensajes. Así, por ejemplo, en el tercer arco las figuras de la Religión, la Clemencia, la

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Temperancia y la Prudencia, que constituían la base del programa, adquirieron la apariencia de colosos, y algo semejante ocurrió en el primer arco con la presentación de las figuras de los emperadores. Sí se recogía en estos arcos, sin embargo, uno de los puntos más destacados de la teoría artística, que estuvo presente desde Vitruvio en toda la literatura. Estamos hablando de la teoría modal de los órdenes, que pretendía la correspondencia entre su empleo y el significado y características de la obra. De este modo, en el primer arco, dedicado a la Reina, se empleó el orden corintio, para el cual la tratadística permitía también mayores licencias decorativas. El segundo se hizo en rústico, orden al que Serlio había dedicado varias páginas de su trabajo, dotándole de un carácter urbanístico que le hacía apto para puertas de ciudades, jardines y casas de campo, así como para el cerramiento de plazas que estuviesen delante de algunas casas grandes, considerando que este tipo de obras conferían autoridad y nobleza a los lugares. Precisamente en el carácter urbano de este orden hacía hincapié López de Hoyos, quien justificaba su empleo por ser el más apto “para su perpetuidad y conservación y defensa de la frecuencia y concurso ordinario de tanta gente, trato y tráfago como por esta parte ocurre”. El tercer arco, por último, fue pensado en orden dórico, “que los antiguos dedicavan y hazían a los magnánimos y valerosos príncipes porque su compostura por sí misma demuestra la fortaleza, valor y magestad de aquellos a quienes se dedica”. Es evidente, por otra parte, que uno de los más importantes aspectos artísticos de la entrada en Madrid de Ana de Austria fue sobre la elaboración de los programas iconográficos efectuados para la ocasión, a través de los cuales se pretendían explicitar los mensajes políticos e ideológicos que interesaban a los diferentes poderes implicados en su organización, de entre los cuales destacaba la Monarquía. La producción del programa partía de la nueva valoración renacentista de los sentidos y de la consiguiente revitalización de la cultura visual como fuente de conocimiento. A estos presupuestos se unió la aceptación y difusión por parte de la crítica artística, de la concepción moralista del arte promulgada por Horacio, quien atribuía a la pintura y la poesía la doble finalidad de instruir y de deleitar, ésta última muy acorde con el principio de la fiesta entendida como espectáculo. Fueron estos principios teóricos los que determinaron la elección de los recursos de expresión empleados en esta fiesta: jeroglíficos, emblemas, cuadros de batallas y hechos históricos o esculturas de distinto tipo e inspiración, todos ellos marcados por su carácter alegórico y emblemático. Se trataba de crear, a partir de todos ellos, un espacio de expresión de carácter narrativo en el que cada mensaje formaba parte de un todo en el que se integraba y cobraba sentido. El programa se iniciaba, como hemos visto, en el Paseo del Prado, donde las esculturas de Baco y Neptuno pretendían ser una trasposición simbólica de la unión territorial lograda con el nuevo matrimonio y pronóstico de la felicidad futura. Siguiendo este principio se desarrolló un programa que partía de la presentación y exaltación en el primer arco de la tradición de la Monarquía Católica como defensora de la Fe. Las figuras escultóricas de Carlos V y su hermano, el emperador Fernando, de Don Pelayo, Fernando III el Santo, Fernando el Católico y Rodolfo I, creaban un esquema en el que, más allá de la mera presentación dinástica al estilo de la iconografía propia de este tipo de acontecimientos, se buscaba la identificación entre la Monarquía española y la Casa de

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Austria, ambas unidas desde sus orígenes por el fin idéntico de luchar contra la herejía. A ello se aludía en sendos cuadros situados en el cuerpo inferior del arco, donde se representaba el triunfo de algunos de estos monarcas en sus luchas contra musulmanes y protestantes. Según la lectura iconográfica de los mensajes, la ayuda de Dios y las virtudes reales habían hecho posible el triunfo de España, el cual estaba representado a través de una imagen alegórica que coronaba la composición, en la que una figura pisaba y sujetaba con una cadena a una fiera que simbolizaba la herejía. Con ello se mostraba uno de los mensajes principales de esta fiesta: la victoria de la Fe Católica, del verdadero Dios -como el propio López de Hoyos indica-, contra la herejía, motivo que se recreó a través de un conjunto escultórico de gran parecido con el grupo Carlos V y el Furor, de Pompeo Leoni. Tras esta presentación se hallaba la intención de mostrar al espectador algo que se hizo característico de la difusión de la imagen real en tiempos de Felipe II, a partir de las decoraciones que había tenido la oportunidad de contemplar en el viaje que realizó junto a su padre por territorio europeo. Se trataba de la idea de estirpe, basada en el intento de legitimar la Monarquía española relacionándola con la imperial austríaca, para lo cual se hacía necesaria, como ocurrió en este caso, la inclusión de la figura de Carlos V. En relación con esta misma idea, en la iconografía de esta Fiesta se hizo frecuente uso de los signos imperiales, tales como el águila, el lema del Plus Vltra o la asimilación de Felipe II con Atlas. Asimismo, otras figuras remitían a modelos de representación de la imagen regia ya ensayados en el reinado de Carlos V. Es el caso de la versión iconográfica de Felipe II a caballo, coronado y con bastón de mando que aparece en el tercer arco, directamente inspirado en el retrato ecuestre en Mühlberg, de Tiziano, o la que le representaba armado, sentado y togado a la antigua, recreando una imagen que había sido también ensayada en las fiestas del viaje europeo de Carlos V y Felipe II, concretamente en la ciudad de Milán, donde se incluyó en uno de los arcos la representación del emperador según la iconografía descrita. Dicho programa tenía su continuidad en el tercer arco, dedicado a la exaltación virtuosa del Rey y a la valoración de su matrimonio en el contexto de la política internacional de la época. A Felipe II se le adjudicaba aquí el papel de primer monarca del mundo, compendio de virtudes y espejo de príncipes. Él asumía y superaba la tradición de la Monarquía Católica representada en el primer por reyes y emperadores heroicos, mediante la creación de un nuevo tipo de gobernante en el que se daban cita, además de las tradicionales virtudes teologales, toda una serie de virtudes políticas que le convertían en el nuevo modelo de gobernante moderno, artífice y protagonista de una Edad de Oro por venir. La expresión de los conceptos de grandeza, fortaleza y sentido heroico presentes en la obra más importante del reinado de Felipe II, El Escorial, se hacían aquí patentes aplicadas al contexto general de la Fiesta, y, particularmente, a la representación de la imagen regia. El mensaje aparecía desarrollado en ambas caras del arco: en la primera, a la representación escultórica de la Religión, la Clemencia, la Temperancia y la Prudencia, se unían emblemas y jeroglíficos que destacaban las nuevas dotes políticas del Rey, en quien se conciliaban cita las armas y las letras, como pone de manifiesto su asimilación con Marte y Apolo, y su representación en el espacio central del arco como pacificador y padre de la patria. Con ello se seguía la iconografía imperial romana, que unía a los atributos militares la actitud política del gobernante. En la segunda cara las

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alusiones a la intervención de Felipe II en la política internacional eran aún más explícitas. Un programa de gran actualidad, en el que además de presentar su matrimonio con Ana de Austria como instrumento de acción política, se evocaba la unión de los príncipes cristianos dirigidos por Felipe II en defensa de la Fe, en clara referencia a la constitución de la Liga Santa. Como en la entrada de Carlos V en la ciudad de Bolonia, se proponía aquí un viaje desde la Antigüedad pagana a la modernidad cristiana; desde el tono triunfal del primer arco, al de las virtudes políticas que caracterizaban al príncipe cristiano del último. El resto de las alusiones al monarca tuvieron lugar ya al final del recorrido, en la plaza de Santa María, donde se le representó a modo de Atlas sosteniendo el mundo como alegoría de los trabajos inherentes a la Monarquía, según una iconografía que, en sus diversas variantes, había sido frecuentemente empleada en la Fiesta desde los tiempos de Carlos V. Con este hilo conductor quedaron integrados los mensajes dirigidos a la Reina. En la cara posterior del primer arco se le intentaba transmitir, con un lenguaje alegórico y mitológico, lo que de ella se esperaba: alegría, fecundidad y práctica de las virtudes reales relacionadas con el matrimonio, que se expresaron a través de “conceptos poéticos” recreados en las figuras de Pan, Ceres y Mercurio. Todas ellas contribuían, junto a las de su esposo, al nacimiento un nueva Edad de Oro y a la conversión del dominio territorial de la Monarquía filipina en una nueva Arcadia, de la cual participaron como miembros de pleno derecho los reinos, tanto de España como de las Indias, que se ofrecían a la nueva soberana en el segundo arco. La iconografía relativa a la Reina tuvo su último eslabón en la plaza de San Salvador, donde se realizó una representación del Juicio de Paris, si bien en este caso se modificó el pasaje mitológico para hacer de Ana de Austria una nueva Venus a la que Paris ofrecía la manzana de la belleza. El modo en que todas estas ideas fueron expresadas, convirtieron el programa de recibimiento de Ana de Austria en Madrid en una especie de tratado de emblemática, que cobraba forma a gran escala a través de los programas decorativos, como será analizado en el capítulo dedicado a este tema. Así apareció en el grupo escultórico de Baco y Neptuno, en la representación del Dios Pan y de la diosa Ceres, en el conjunto del juicio de Paris, o en el Atlas de la Plaza de Santa María. Otro de los puntos fundamentales del aparato decorativo de esta fiesta fue el del retrato real, tema por el que Felipe II sintió un especial interés y en el que se implicaron directamente los dos artistas que habían contribuido a definir la imagen regia de Felipe II, Pompeo Leoni y Alonso Sánchez Coello, que iniciaba en estos momentos su etapa dorada como pintor de la Corte. Ambos partían de la influencia de artistas como Leone Leoni, Tiziano y Antonio Moro, que habían trabajado en la fijación de la imagen imperial de Carlos V, cuyos patrones estéticos continuaron y desarrollaron intentando hacer confluir en sus producciones dos principios básicos que se habían puesto ya de manifiesto con carácter general en la retratística romana imperial: la transmisión de la idea de majestad y la representación fidedigna del personaje. Ambos conceptos fueron reflejados en las esculturas de reyes y emperadores del primer arco, cuyo parecido con el modelo real es destacado por López de Hoyos, quien

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los considera hechos “muy al natural” o “bien imitados”. Éste es un aspecto del que tenemos constancia a través de la documentación (A.M.V. Libro de Acuerdos, 14), en la que se recoge el conflicto existente entre Pompeo Leoni y el Ayuntamiento por tener que hacer las figuras con “similitud”, cuando este punto no había sido contemplado en el contrato. Reyes y emperadores fueron representados en actitudes hieráticas, con las que se identificaba la idea de majestad, y acompañados de los atributos militares que correspondían al ejercicio de sus funciones, así como del bastón de mando en tanto que capitanes de la milicia cristiana. Era ésta una imagen que partía de la tradición artística de la Antigüedad y del Medievo y que había sido empleada en relación con Carlos V, antes de la adscripción de su retratística a los modelos de la Antigüedad. El patrón recogía, en líneas generales, la tradición artística de representación medieval que relacionaba la práctica de las funciones reales con la actividad bélica y la conducta caballeresca, rodeada de toda una serie de símbolos que fueron incorporados a la retratística imperial a partir de su asimilación con la figura de Carlomagno. Así, a la presentación de Carlos V y su hermano Fernando como capitanes de la milicia cristiana, se unía la de Don Pelayo y Fernando III el Santo rodeados de los principales atributos simbólicos con los que la Edad Media había relacionado a la realeza: la corona y la espada, ésta última entendida en una doble vertiente; como instrumento de justicia real y de protección hacia la Iglesia. Este mismo sentido era recogido, aunque con distintos elementos de expresión, en uno de los cuadros de historia representados en esta fiesta, obra de Sánchez Coello, en el que aparecía el paso del río Elba por parte del Emperador y sus tropas, donde se utilizaba seguramente la técnica de la grisalla o representación de la escena en dos tonos, blanco y negro, lo que confería a la imagen un tratamiento casi escultórico de volúmenes simples, que contribuían a plasmar, como en los retratos regios, la idea de majestad. Carlos V aparecía aquí dando gracias a Dios delante de una custodia del Santísimo Sacramento en una presentación realista de la imagen, al margen de alegorías, en la que la majestad del Emperador como héroe cristiano aparecía definida a través de su actitud. Varios fueron los modos de representar la majestad real en esta fiesta. Además de las ya vistas, hay que citar la de Fernando el Católico sentado en un trono, con cetro y corona real, acompañado de los napolitanos a sus pies, de Colón y los escudos de armas de Nápoles y Sicilia; todos ellos alusivos a sus hazañas militares y políticas y la extensión de sus dominios. El argumento y el modo de expresarlo era, en el fondo, el mismo que había sido empleado en uno de los fragmentos decorativos del programa elaborado para la entrada de Carlos V en la ciudad de Bolonia, donde Fernando el Católico era representado acompañado de una inscripción que recordaba la derrota de los moros en Granada, la expansión africana y americana del Imperio y la ayuda papal en Italia. En el caso de la entrada madrileña de 1570, la representación remitía, por sus características, a una iconografía medieval que había sido revitalizada en estos momentos a través de su relación con la representación de la imagen imperial. Ésta intentaba aquí expresar el nuevo concepto del rey misericordioso con sus vasallos y se inspiraba, a su vez, en los modelos de representación, también de origen medieval, que remitían a los cuadros de batallas relacionados con la imagen del rey vencedor y de las victorias medievales. Este tipo de imágenes fueron recreadas en el siglo XVI en relación, una vez más, con la iconografía imperial, y así, en La Carolea (1560), de Sempere, Carlos V era representado entronizado,

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escuchando a varios monarcas que le rodeaban, definiendo la idea de majestad a partir de un elemento, el trono, que formaba parte del simbolismo medieval en relación con la realeza, bajo cuya asociación apareció de nuevo en esta fiesta asociado esta vez a la imagen de Felipe II como pacificador, con la que se remataba una de las caras del tercer arco. Este modelo de representación fue el recreado también en unas series pictóricas existentes en Alba de Tormes y en el Palacio de Oriz, en Navarra, así como en los grabados de Antonio Tempesta o Martin Van Heemsckerck. Precisamente a este último grabador se debe una serie pictórica sobre las victorias imperiales, encargada por Felipe II, donde se representa el sometimiento de las ciudades de la liga de Smalkalda que, de rodillas, ofrecen las llaves a Carlos V, en una imagen similar a la representada en esta fiesta. En otra de las estampas el parecido resulta aún más evidente, porque se presenta al Emperador sentado en majestad recibiendo el tributo de todos aquellos a quienes venció a lo largo de su vida, en una actitud muy parecida a la que ha adoptado Fernando el Católico en la representación ofrecida en este primer arco. Una representación que puede ser puesta en relación, además, con la tendencia pictórica que intentaba aglutinar diversos elementos de la realidad en una sola imagen, en la que podemos ver un reflejo de la teoría de la imitación formulada por Aristóteles. Por lo que se refiere a Felipe II, sus representaciones se centraron en su imagen como héroe cristiano y como gobernante a partir de la tradición representativa imperial, según se había manifestado en El Felicíssimo Viaje, descrito por Calvete de la Estrella. En la primera de las modalidades señaladas aparece en el tercer arco, donde se recoge la iconografía de la estatua romana de Marco Aurelio. El rey aparece armado y togado a la Antigua, con el brazo derecho extendido mirando al pueblo “como pacificador”. Esta imagen puede ser puesta en relación con la representación de Felipe II de cuerpo entero y armado que Leone Leoni realizó por encargo de María de Hungría en 1549, cuando aun era príncipe, en la que según las propias palabras del escultor se había conseguido expresar los rasgos que constituirán la clave de representación del retrato regio en estos momentos: “alteza de ánimo, pose de la persona y simetría de los miembros”. Otro de los tópicos de representación desarrollados en torno al monarca consiste en la asimilación de Felipe II con la figura bíblica de Salomón, retomando la herencia iconográfica de Carlos V y de su puesta en escena en el viaje que ambos realizaron por tierras europeas. Del mismo modo que el Emperador había sido comparado con David, Felipe II sería el nuevo Salomón. Analogía que servía para presentarle como rey sabio, defensor de la Fe no sólo a través de las armas, sino también de la acción política que le era atribuida como destacada virtud; una acción a la que se aludía en este caso a través de la referencia iconográfica a los grupos de religiosos que contribuían a la reconstrucción del templo, en clara referencia a la actividad de la Iglesia y de la Inquisición. Por otra parte, con la presentación de un rey constructor de templos la escena cobraba un marcado tono contrarreformista, al tiempo que se creaba una evidente referencia al significado de la participación de Felipe II en la promoción de las obras de El Escorial. Finalmente, Felipe II apareció en el tercer arco siguiendo otra de las tendencias de representación propias del retrato de aparato, en este caso de carácter cortesano, que le presentaba con corona real, toga y “ropa rozagante”, rodeado de toda la Corte, en una composición de distribución simétrica que tenía su correspondencia en el lado opuesto,

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donde la Reina aparecía rodeada de sus damas. Ambas imágenes quedaban vinculadas a través de un rótulo que intentaba crear un nexo entre las personas reales y determinados personajes bíblicos tomados como ejemplo de virtud. En relación con esta composición resulta interesante destacar cómo, al parecer por estas mismas fechas, Sánchez Coello pintó a los Reyes, probablemente con motivo de sus bodas, unos retratos con atuendo cortesano, que debían formar pareja, al estilo de los que aparecen en el texto. Si en las figuras alegóricas el reconocimiento de la persona real estaba sometida al conocimiento de la cultura mitológica y pretendían representar más que a la persona real en sí misma, al poder regio, en los retratos de estado mencionados la imagen regia era fácilmente identificable por quienes la contemplasen. De hecho, López de Hoyos insiste en el parecido que mostraban con respecto al natural, aspecto éste muy interesante, en tanto que suponía una “popularización” del retrato de aparato, generalmente pensado para una contemplación semiprivada, restringida al ámbito cortesano, que era ahora dotada de un destacado carácter público. Por otra parte, se hacía aquí una exhibición inusual de la imagen de Felipe II, contraria a la actitud que el Monarca mantuvo a lo largo de su reinado en relación con el culto a su imagen, cuyo rechazo ha sido ampliamente discutido por la historiografía. Es probable que tras esta actitud se encontrasen planteamientos político-religiosos relacionados con la Contrarreforma. Al respecto, Diego de Villalta, autor de un tratado de escultura escrito a finales del siglo XVI, criticaba la exhibición pública de las imágenes de reyes y príncipes por considerarlas contrarias al catolicismo y propias de la gentilidad. En la misma línea el cardenal Gabriele Palleoti, que tan activamente participó en la Contrarreforma, condenaba el carácter público de este tipo de representaciones, y sólo las justificaba si su ejecución había partido del pueblo o de sus representantes, y no como muestra de adulación, sino de exaltación de sus virtudes y de las de la Monarquía, desde cuya perspectiva quedaba justificada su inclusión en la fiesta. Finalmente habría que poner de manifiesto la importancia que la pintura de batallas adquirió en esta fiesta, quedando así integrada en una tradición asumida por la realidad artística del momento a través de las salas de batallas, las cuales, como en El Escorial, pretendían recrear una imagen parcial de la historia vinculada a la Monarquía. Este tipo de pintura había sido revalorizada, gracias a obras como la serie de tapices de la Conquista de Túnez realizados en honor de Carlos V. Allí se siguió un modo de expresión similar al empleado en la Fiesta y las pinturas de batallas se acompañaron de una inscripción en una cartela que explicaba los hechos y permitía seguir su narración. Aparece en esta obra el empleo de un lenguaje más objetivo que alegórico, a pesar de incluir algunos símbolos relacionados con la imagen imperial de Carlos V, semejante al empleado en la fiesta de 1570. Los cuadros de historia y de batallas formaron parte de la decoración del primer y el tercer arco y reforzaron una idea de triunfo que transmitían a la propia concepción de la Historia vinculada a la Monarquía española y la Casa de Austria, al tiempo que intentaban definir una imagen virtuosa de sus protagonistas. No obstante, los datos aportados por López de Hoyos se basan en cuestiones meramente descriptivas que nos impiden conocer los detalles relativos a las técnicas de representación empleadas en estos cuadros. Por todo lo visto, la transformación que experimentó Madrid con motivo del recibimiento de Ana de Austria constituyó un verdadero hito en el conjunto de la celebraciones realizadas en la Corte en época moderna, del que da cumplida cuenta la

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Relación escrita por López de Hoyos, la más rica que encontramos en este tipo de literatura referida al ámbito madrileño. El evento contaba con el valor añadido de ser el primero que se hacía en Madrid tras su constitución como sede permanente de la Corte, en un momento fundamental en el proceso de definición y configuración de su imagen como símbolo de los principios políticos, culturales y religiosos de la Monarquía española frente al resto de las cortes europeas. El acontecimiento constituyó el más destacado despliegue decorativo que tuvo lugar en el siglo XVI en la nueva capital, y dejó su impronta en la celebración de fiestas posteriores, como la que tuvo lugar con motivo de la entrada de la reina Margarita de Austria tras su boda con Felipe III, donde los préstamos en relación con la ritualización, instrumentos decorativos y transmisión de mensajes se hicieron evidentes, mostrando un proceso de codificación de la puesta en escena derivados de la entrada madrileña de 1570. 4. Juan López de Hoyos: su figura y su obra El 28 de abril de 1916, Fidel Pérez Mínguez, abogado del ilustre Colegio de Madrid y académico profesor de la Jurisprudencia y Legislación, pronunció una conferencia en el Ateneo de Madrid, publicada en el mismo año, sobre “El maestro López de Hoyos” dentro de un ciclo de conferencias de homenaje a Cervantes. En ella la presentación de la semblanza y la obra de López de Hoyos queda configurada entre la recreación imaginaria de su actividad cotidiana como profesor del Estudio de la villa de Madrid y como párroco de San Andrés, a partir de algunos datos obtenidos de la escasa documentación que sobre él se conserva, y la circunstancia concreta por la que más se le ha conocido o, al menos, mencionado, la de ser profesor de Cervantes. De manera que la continua evocación de éste deja en un segundo plano la figura de López de Hoyos, argumento inicial de la citada conferencia, y, al describir los contenidos de sus obras, salvo escasas citas de algunos pasajes concretos, el único texto literario que se reproduce es parte de la elegía que Cervantes, su “charo y amado discípulo”, compuso “en nombre de todo el Estudio”, cuando era alumno del mismo, con motivo de las exequias fúnebres de Isabel de Valois, y que su maestro incluyó en la Relación escrita del acontecimiento (fols. 157v-162r.), junto a otras cuatro redondillas cervantinas y composiciones de otros de sus discípulos De hecho, casi todas las referencias a su obra y a su actividad académica están en relación con este dato y con la especulación sobre el posible influjo que el maestro pudo tener sobre Cervantes, y en especial sobre si pudo ser él quien le iniciara en el conocimiento directo de Erasmo, propiciando con ello el enfoque erasmista de algunas de sus obras. La sospecha se fundamenta en que López de Hoyos menciona al humanista de Rotterdam en la citada Relación sobre Isabel de Valois. Pero junto a este mérito, y al de su cargo como catedrático del Estudio de la villa de Madrid, hay que valorar fundamentalmente su actividad como escritor de encargo, podríamos decir como primer cronista de la Villa, a quien se encomendó poner por escrito las relaciones de solemnidades y acontecimientos de los que había sido testigo directo, o incluso miembro activo en la organización de sus preparativos, a los que, en

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ocasiones, contribuyó componiendo poesías de circunstancia, algunas en latín. Las relaciones tienen, en primer lugar, un contenido ideológico y propagandístico, y,

en segundo, descriptivo, erudito y misceláneo. Tratan de dar una visión global de los conocimientos humanísticos y ponerlos al servicio de acontecimientos de índole política y social que fueron de primerísima importancia para la Corte, por la transcendencia que adquirieron para la historia de la Monarquía española (las muertes del heredero Carlos, de Isabel de Valois, y la entrada en Madrid de la cuarta esposa, Ana de Austria, madre del futuro heredero), y de una extraordinaria repercusión para la ciudad de Madrid. La vocación y la práctica literarias de López de Hoyos se reducen, pues, a este tipo de circunstancias. Por ello, el intento de acercarse a su vida y obra debe hacerse desde la óptica particular de su propia trayectoria vital y profesional y no exclusiva o principalmente en tanto que maestro y mentor de Cervantes. Sus obras correctamente enfocadas se nos revelan como auténticas crónicas históricas y culturales del Madrid de la segunda mitad del siglo XVI y como significativas muestras de ese subgénero literario de las relaciones de fiestas y acontecimientos públicos, que floreció entonces y en las dos centurias siguientes. Son, además, ejemplos característicos de la tarea abordada por muchos humanistas de recuperar fuentes literarias e históricas de la Antigüedad clásica como referentes de prestigio, auctoritates, interpretarlas, servirse de ellas como modelo de imitación, al considerar aquel pasado como la Edad de Oro de la humanidad, cotejarlas con fuentes medievales y reinterpretarlas desde una óptica cristiana. 4.1 Algunos datos sobre su vida Las noticias existentes sobre la vida de López de Hoyos son escasas y consisten fundamentalmente en algunos documentos conservados en archivos diversos, como el Archivo Histórico Nacional, el de Protocolos o el de la parroquia de San Justo y que han sido publicados en contadas ocasiones (GONZÁLEZ PALENCIA, 1920, 593-603; SIMÓN DÍAZ, 1945, 101; AGULLÓ Y COBO, 1970, 161-70). Los datos más numerosos son los indirectos, relativos a la familia del autor: partidas de bautismo, casamientos, herencias, ventas de propiedades, etc., de hermanos y sobrinos. Esta información llega hasta comienzos del siglo XVIII (los últimos documentos datan de 1717), pero sólo algunos de ellos aportan escasos elementos de interés para el conocimiento de su persona. Fue uno de los diez hijos que tuvo el matrimonio formado por Alonso López de Hoyos y Juana de Santiago, aunque se desconoce la fecha de nacimiento y el lugar que ocupaba entre sus hermanos. En cambio, sí parece que era natural de Madrid, pues un pequeño poema a él dedicado por Pedro de Cárdenas e inserto en la Historia y relación...dedicada a Isabel de Valois, así lo afirma. También lo debían ser los demás miembros de la familia, al menos los hermanos, pues ésta estaba asentada y vivía en Madrid. Su padre era un herrero que trabajaba cerca de Puerta Cerrada (llamada también la Herrería), donde se concentraban los profesionales de este tipo de trabajo. Sabemos las fechas de nacimiento de algunos hermanos, comprendidas entre 1554 (Catalina, primera de este nombre, pues hubo otra en 1556) y 1561 (Úrsula), o de la

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confirmación de otros, como Alonso (en 1570, muerto al año siguiente). Fue en 1570 cuando se casó su hermana, Juana de Santiago, con Martín López, vecino de Villaescusa, siendo el propio Juan el sacerdote que ofició la misa. A tenor de estas fechas, podría deducirse que el autor, ya ordenado en 1570, habría nacido, al menos, a finales de los 40 o comienzos de los 50; probablemente sería uno de los mayores, o el mayor, dado que ya en 1568 regentaba el Estudio de la Villa, fecha en la que escribe la primera de sus obras conocidas, la Relación de la muerte y honras fúnebres del Sereníssimo Príncipe Don Carlos. De más valor, por la información que suministra, es el testamento del propio Juan López de Hoyos, abierto en Madrid el 28 de junio de 1583. En él se expresan sus últimas voluntades, como la de ser enterrado en San Francisco el Grande, el número de misas que desea que se digan por el descanso de su alma, y los lugares donde han de celebrarse, así como la provisión de dinero que deja para las mismas. Igualmente hay disposiciones relativas a limosnas, a la libertad que tendrán dos sirvientes que trabajan para él, transcurrido un tiempo de servir a su madre, al reparto de algunos de sus bienes y haciendas entre diversos hermanos y sobrinos, especialmente partidas de dinero. Uno de los aspectos más destacables es, sin duda, la fundación de una capellanía para un sobrino suyo, hijo de su hermana Ana de Santiago y de Pedro de la Parra, y de este mismo nombre, ya que está estudiando, para que continúe sus estudios y se haga cargo de la capellanía y se ordene sacerdote. No obstante, la heredera universal y usufructuaria de sus bienes es su madre. Precisamente, a través del propio testamento, sabemos que tres días antes de la apertura del mismo, el 25 de junio, su madre escribe una “voluntad”, autorizándole a dejar sus bienes según le convenga a él, dado que López de Hoyos, al ser sacerdote y sin descendencia directa, debía legar su patrimonio a su madre por derecho hereditario. Aunque López de Hoyos nombró a su madre heredera, pudo, mediante esta voluntad, repartir una serie de bienes directamente entre los restantes familiares. Los pocos días que median entre la lectura pública de ambos documentos demuestran que el de Juana de Santiago se hizo ante la inmediatez de la muerte de López de Hoyos, para que así él pudiera redactar su testamento sin problemas, conforme a la Ley. En éste deja escrito también el epitafio que deseaba que constase en su sepultura:

M. Joannes Lupecius de Hoyos regius commissarius, specto resurrectionem mortuorum.

4.2. Su relación con el Estudio de la Villa Con todo, la información más significativa es la que proporcionan sus propias obras, en tanto que ponen de manifiesto, aunque sea indirectamente, aspectos de su biografía ligados a su actividad como profesor en el Estudio de la Villa, cuyos avatares en la segunda mitad del siglo XVI corren parejos a los del propio López de Hoyos y son el preludio de su decadencia y cierre final en 1616. Los primeros datos sobre el Estudio de Madrid son de 1346, cuando el Concejo de

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la ciudad decidió establecer un sueldo de 200 maravedíes para un maestro de gramática. La formación de las escuelas de gramática comenzó a desarrollarse en la segunda mitad del siglo XIV por iniciativa de los Ayuntamientos o de algunos particulares. En el caso de Madrid, el 7 de diciembre de 1384 el rey Alfonso XI otorgaba su permiso para la creación de una Escuela de gramática y pago a un maestro “porque oviese en Madrit omnes letrados e sabidores”. Distinta fue la política de los Reyes Católicos, al menos inicialmente, ya que decidieron rebajar el sueldo que por entonces cobraba el “bachiller” encargado de la Escuela. Sin embargo, ante la reclamación del Concejo, otorgaron una cédula real el 7 de noviembre de 1504, por la que autorizaban a pagar al encargado, como mínimo, la cantidad de 3.000 maravedíes. La competencia en abrir nuevos estudios debió surgir ya a comienzos del siglo XVI, como se deduce de otra cédula real, esta vez otorgada por la reina Doña Juana el 2 de marzo de 1515, por la que se prohibía abrir nuevos estudios de gramática “en perjuicio de los de la Villa”. En 1548 el Concejo decidió subir el sueldo al profesor del Estudio o Escuela, primero a 5.000 y más tarde a 10.000 maravedíes. Francisco del Bayo, maestro de Cervantes también, y antecesor en el puesto de López de Hoyos, cobraba 25.000 maravedíes anuales y, además dos reales al mes y un cahiz de trigo al año por cada estudiante. Al quedar vacante la plaza dejada por del Bayo, la ocupó López de Hoyos, ganándola por oposición el 19 de enero de 1568, frente al licenciado Luis de la Cruz, que le sucedería a su muerte. Inicialmente comenzó cobrando los mismos honorarios que del Bayo, aunque luego se le aumentaron a 35.000 maravedíes. Es preciso señalar que esta escuela de gramática, el Estudio de la Villa, aunque no tuviera una gran dotación económica, superaba a otras como la de Santa Catalina de Guadalajara, donde se cobraban 8.000 maravedíes, que sólo se vieron incrementados a 11.000 en 1553, ante la amenaza del maestro Cueva a abandonarla. Del mismo modo, la de Madrid debía de gozar de bastante prestigio, frente a las de otras localidades, y en el siglo XVI había sido regentada por profesores afamados, antes de la llegada de López de Hoyos en 1568, como Alejo de Venegas o el citado Francisco del Bayo. Una vez que López de Hoyos ocupó la “cátedra”, como él mismo la denomina, el Estudio debió de adquirir cierta fuerza social y estabilidad, al menos durante tres o cuatro años, precisamente el período durante el que nuestro autor escribe sus obras y se halla vinculado estrechamente al poderoso cardenal Diego de Espinosa, inquisidor general y hombre fuerte en el gobierno de Felipe II. El prestigio alcanzado por López de Hoyos es incuestionable, pues el autor recibió del Ayuntamiento el encargo de redactar las relaciones de los acontecimientos mencionados antes; más tarde consiguió las licencias reales para publicarlos y obtener derechos de venta. En la Relación de Isabel de Valois se incluye un poema, al que hemos aludido, que fue dedicado al autor por Pedro de Cárdenas, “de la Orden y Cavallería de Sanctiago”, donde se pone de manifiesto la alta consideración en que era tenido por su erudición e ingenio:

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España y Francia, maestro, os tienen obligación, pues con tanta erudición, mediante el ingenio vuestro, tratáys de cada nasción. Si a Virgilio, el mantuano pueblo, y a Homero, el greciano tienen en tanto caudal, Madrid, do soys natural, también puede estar ufano.

Pero el avance de la actividad docente impartida por la Compañía de Jesús, amenazaba la historia de estas escuelas en general y, en particular, la del Estudio de Madrid. De hecho, en 1556 ya hubo un intento por parte de los jesuitas de sustituir el puesto de profesor del Estudio, a la sazón ocupado por Francisco del Bayo, por dos profesores de gramática de la Compañía, con el mismo sueldo de 25.000 maravedíes. Fueron dos regidores del Concejo quienes se opusieron, argumentando que donde se había asentado la Compañía, los Ayuntamientos no corrían con los gastos de los profesores de gramática. En 1571 de nuevo los jesuitas trataron de establecer enseñanzas de gramática en Madrid. No lo consiguieron debido a la intervención de López de Hoyos, quien aprovechó el favor de que gozaba en la Corte en esos momentos, por su vinculación con el Cardenal Espinosa, y en el Ayuntamiento, para el que ya había trabajado en la preparación de las exequias fúnebres del príncipe Carlos y la reina Isabel, es sus posteriores relaciones y en la organización de la fiesta para la entrada de Ana de Austria, en cuya relación estaría trabajando por entonces. Sobre este intento fallido de los jesuitas hay una alusión en el Libro de los bienes rayzes de la Compañía de Jesús (recogido por SIMÓN DÍAZ, 1952, I 17-18 y GIL FERNÁNDEZ, 1997, 343): “Al poner las schuelas nos hicieron gran contradición los regidores de Madrid, hasta llevarlo al Consejo Real y al Rey, y alegando que las schuelas de la Compañía eran de pernicie de las repúblicas porque no se enseñavan en ellas letras sólidas y que todo eran devociones con que criavan los hombres cobardes y que no se ponían sino para ganar y aceptar la Compañía de los hijos de los hombres ricos para, por este medio, hazer rica la Compañía de las legítimas de los que entraban, pero finalmente se entendió la verdad y vinieron bien el Rey y los Consejos en que se pusiesen” GIL FERNÁNDEZ (1997, 243), indica que en 1572 las dificultades se allanaron y la Compañía de Jesús consiguió poner escuelas de gramática y retórica en su colegio, con cuatro lectores y un prefecto. Éste no es un hecho casual, ni tampoco la fecha en que ocurrió, pues, desde la aprobación del Colegio de los jesuitas, su posición en la Corte se había robustecido gracias a la protección de Doña Juana de Austria y a las numerosas ayudas económicas que había recibido. Pero, paralelamente a este hecho, surgió otro que, en nuestra opinión, es transcendental para la decadencia del Estudio y auge simultáneo del Colegio jesuita. La pérdida de importancia del Estudio coincide con la caída en desgracia del Cardenal Espinosa y su posterior muerte, el 5 de septiembre de 1572. López de

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Hoyos, a pesar de su relación con la Corte y con artistas de la misma como Pompeo Leoni o Alonso Sánchez Coello, ya poco o nada podría hacer por frenar lo inevitable. Después de su propia muerte, la situación iría en declive hasta la desaparición misma del Estudio el 2 de septiembre de 1619. Simón Díaz comenta sobre este punto: “El Concejo, que en un principio defendió la causa del Estudio como propia, fue adoptando una posición cada vez más realista, y al tiempo que prestaba apoyo al Colegio de la Compañía iba desinteresándose de las necesidades del suyo, hasta que por fin decidió suprimirlo y despedir al preceptor que lo regentaba”. Años antes, ya la Compañía de Jesús había visto reconocidos su prestigio y su primacía con la concesión de la denominación de Colegio Imperial en 1603, gracias al legado testamentario de la reina María de Austria. 4.3 Párroco de San Andrés Después de la publicación de la Relación de la entrada de Ana de Austria en Madrid y algún otro escrito de la misma época, poco sabemos de la actividad del maestro López de Hoyos. Debió seguir trabajando en su Estudio, labor que, desde 1580 y hasta su muerte, alternaría con la de párroco de San Andrés. De las escasas noticias que se conservan de su vida, se puede deducir que la estela de López de Hoyos fue apagándose progresivamente. En 1577 había comenzado la construcción de una vivienda en un terreno cercano a San Francisco el Grande, con la intención de vallarlo y hacer de la finca un lugar de retiro donde dedicarse a escribir y gastar el tiempo que le sobrase en el estudio de la filosofía. El elevado costo de esta iniciativa le hizo solicitar a Felipe II la exención de la correspondiente Pragmática y consiguió que se le presentara a éste un informe favorable en estos términos (editado por SIMÓN DÍAZ, 1945, 101): “La obra que este maestro haze es justo a San Francisco y en parte si se acava será de mucho ornato para el lugar y lleva talle de gastar en ella muchos dineros. Y assí, por estos respetos como por ser él tan buena persona ha paresido que siendo V.M. servido se le podrá hazer esta merced”. Sin embargo, el decreto de respuesta dice taxativamente: “Ni esto porque cae a trasmano y otras causas”. Además de puño y letra del propio Felipe II se había escrito en un margen de la consulta: “No ay para qué hazerse esto”. No es posible determinar si López de Hoyos pensaba abandonar su trabajo como preceptor del Estudio y dedicarse a escribir y estudiar, lo cierto es que siguió ocupando su cátedra hasta su muerte. Por otra parte, en su testamento no figura que poseyera la propiedad de la que habla el documento mencionado, por lo que cabe pensar que no la acabó y, tal vez, la vendió. En los primeros meses de 1580 se le nombró beneficiado de la parroquia de San Andrés. La Corporación municipal de Madrid, con que siempre había mantenido muy buenas relaciones y para quien había trabajado habitualmente, acordó el 8 de marzo del mismo año que los regidores, D. Pedro Ribera y D. Lorenzo de Vargas, en nombre de la Villa, informasen al Cardenal de Toledo y le suplicasen que, por haber recibido este nombramiento, López de Hoyos no tuviera que abandonar la cátedra del Estudio “pues si la dejare esta república y los hijos della padecerían notable daño, a cuya institución Su Señoría tiene obligación tanta de acudir, como su Prelado, y el dicho Juan López tiene suficiencia para servir el beneficio que se le da y la cátedra que posee”.

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Sorprendentemente, un año más tarde, el 10 de mayo de 1581, el Concejo acuerda hacer una visita al Estudio y a su preceptor para averiguar “pública o secretamente” si éste cumple con sus obligaciones, y que se envíe un informe de ello a la Villa en un plazo de treinta días. ¿Tal vez López de Hoyos dedicaba ahora más tiempo a sus labores parroquiales que pedagógicas? ¿Había ocurrido algo que le hiciera perder, al menos, parte de su predicamento y consideración ante las autoridades de la villa de Madrid? En cualquier caso, siguió compaginando ambos trabajos hasta que murió, como se ha indicado, en 1583. 4.4 El humanista y el profesor La actividad docente de López de Hoyos en su Estudio de la Villa queda parcialmente reflejada en sus obras, cuyo contenido confirma que allí se llevaban a cabo estudios de Gramática, Latín, Retórica y probablemente se daban también conocimientos de Mitología e Historia y, tal vez, algo de Griego. La Filosofía quizá pudo ser también objeto de estudio, a través de los textos de San Agustín y Santo Tomás. Como podrá verse a través de las fuentes literarias empleadas para la redacción del Real Apparato y sumptuoso recebimiento de Ana de Austria, estas materias que el maestro debía conocer, se las transmitía a sus alumnos junto al comentario de obras de humanistas muy al gusto de la época y muy útiles para abordar en conjunto bastantes de las materias relativas a las Humanidades. De ésta y del resto de sus obras es posible deducir cuáles eran las características del López de Hoyos humanista. Por un lado, pertenece, como los intelectuales de su generación, al grupo de los españoles que han asumido plenamente los valores originales del humanismo italiano: la pasión por el mundo clásico, por la Antigüedad grecorromana, por el cultivo de las Humanidades y la importancia de la enseñanza de la Gramática, en especial a través de los comentarios de texto, como la llave que abre la puerta de toda la sabiduría y el mundo del conocimiento. Durante algún tiempo debió integrar el grupo de humanistas partidarios de Erasmo, o, al menos, de los que valoraban positivamente su obra, como lo prueba la mención que hace del autor en la Relación de las exequias de Isabel de Valois. Una mención un tanto errática, ya que alude a los dichos de los filósofos recopilados por Erasmo en el libro Antibarbarorum, cuando, con esa expresión, parece aludir más bien a los famosos Apopthegmata. Por otra parte, las referencias que toma de este autor vienen a propósito de los dos grandes males que aquejan al gobierno de la república: el abuso de los vinos y los malos preceptores. Sólo la alusión a los malos preceptores -donde se ve claramente la preocupación docente y pedagógica de López de Hoyos-, procede del Antibarbarorum liber. En cambio, la otra a los que “consienten malos vinos, porque éstos corrompen y dañan los cuerpos humanos...” puede leerse en un pasaje de la Exomologesis de Erasmo, como recuerda Marcel Bataillon (BATAILLON, 1966, 734-5; CASTRO, 1931, 333-44;). Es posible que citase de memoria, hecho nada infrecuente en estos autores, que la valoraban extraordinariamente y hacían gala de ella como mecanismo de aprendizaje; pero también es probable que citase intencionadamente una de las obras de Erasmo que no había sido condenada por el Índice del inquisidor Valdés de 1559, habida cuenta de la enorme reacción antierasmiana que se produjo en España, a raíz de la Contrarreforma y

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de las conclusiones de Trento. Con todo, la mención de López de Hoyos, en un libro que agradó a Felipe II, revela cierta permisividad y tolerancia, al menos hacia ciertas obras del gran humanista de Rotterdam. Por ello, en 1931, Américo Castro supuso que estas referencias de López de Hoyos a Erasmo pudieron ser una de las fuentes de adquisición e información del “erasmismo” de Cervantes. La colaboración de otro conocido humanista, partidario también de Erasmo, Gracián de Alderete, tanto en este libro como en el de la Entrada de Ana de Austria, corroboran esta hipótesis. En el primero, López de Hoyos publica un epitafio y un epigrama funerarios de aquél, alabando la erudición del humanista secretario del Rey: “Junto con éste huvo otro epitaphio que Diego Gracián, secretario de Su Magestad, con un epigramma compuso; lo qual pondré aquí por ser obra de quien tan aventajadamente en letras griegas y latinas tiene tanta erudición” (f. 139r). De otro lado, López de Hoyos, al igual que los intelectuales de su generación, asume profundamente el espíritu del Humanismo renovado desde la óptica cristiana. La nueva corriente cristiana, emanada de las conclusiones del Concilio de Trento y del talante extraordinariamente religioso de la Monarquía española, impregnaba y revestía todas las actividades sociales, políticas y culturales del momento. El Humanismo, pues, se había ido transformando progresivamente, volviendo los ojos de forma inequívoca a la omnipresencia de la religión y rescatando en esta segunda mitad del siglo XVI algunos elementos culturales medievales que habían quedado postergados con la reacción del primitivo Humanismo italiano, en especial el valor de la filosofía escolástica medieval. Las concepciones neoplatónicas y aristotélicas habían recobrado su vigor a través de los Padres de la Iglesia tenidos como modélicos, especialmente San Agustín y Santo Tomás de Aquino, quienes ahora serían nuevamente, y con mayor fuerza si cabe, los máximos exponentes de la verdad de la fe cristiana, las fuentes fundamentales de la Filosofía y, junto con la Biblia, las auctoritates por excelencia y los principales referentes culturales. Este panorama es perfectamente observable en las obras de López de Hoyos y hay que suponer que debió ser el que transmitió a sus alumnos en sus clases del Estudio de la Villa. Precisamente al Estudio y a sus alumnos hay también referencias expresas en sus obras. Una de ellas, contenida en la Relación de Isabel de Valois, alude a la premura de tiempo con la que se ha visto obligado a realizar los preparativos para los acontecimientos, así como parar redactar la obra: “Todo lo que de más de lo que yo aquí con el poco tiempo que tengo he historiado...” (f. 212v.) Sus alumnos compusieron poemas, en latín o en castellano, con motivo de estos eventos, y algunos de ellos quedaron incorporados en las obras del autor. A propósito de las mencionadas exequias de Isabel de Valois, escribe López de Hoyos: “En torno del túmulo huvo todas estas letras, que de más de los exercicios en latín que en el Estudio hizieron nuestros discípulos, también compusieron en metro castellano y, dedicando todo este tan maravilloso espectáculo a la Sereníssima Reyna, el Illustre Ayuntamiento deste villa de Madrid, dize hablando con Su Magestad” (fols. 142v-143r).

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4.5 Las obras Como ya se ha señalado, las obras de López de Hoyos son, fundamentalmente, las relaciones mencionadas. No se trata, pues, de obras literarias propiamente dichas. Sólo deben considerarse como tales los poemas incluidos en ellas, así como algún otro, en concreto una serie de poemas latinos dedicados al príncipe Fernando, al triunfo de Juan de Austria en Lepanto o la elegía latina dedicada al cardenal Diego de Espinosa, cuando murió. La lista de obras de López de Hoyos es la siguiente: - Relación de la muerte y honras fúnebres del SS. Príncipe D. Carlos, hijo de la Mag. del Cathólico Rey D. Philippe, el segundo, nuestro señor.

Editada en Madrid en la imprenta Pierres Cosin en 1568. En ella se incluyen diversos poemas en latín, el escudo del cardenal Diego de Espinosa y el escudo de Madrid. De esta obra se hizo una traducción al italiano por Alfonso Ulloa, Relazione della morte ed essequie del... Principe Carlo, figuiuolo del Re Filippo II, Venecia, 1569, Appresso gli heredi de M. Sessa.

- Historia y relación verdadera de la enfermedad, felicíssimo tránsito y sunptuosas exequias fúnebres de la Sereníssima Reyna de España, doña Isabel de Valoys, nuestra señora. Con los sermones, letras y epitaphios a su túmulo, dilatado con costumbres y cerimonias varias de diferentes nasciones en enterrar sus diffunctos, como paresce por la tabla deste libro. En el qual se comprehende el nascimiento y muerte de Su Magestad.

Editada en Madrid en 1569, también por la imprenta de Pierres Cosin. En ella se incluyen diversos poemas en latín y castellano, entre ellos el de Cervantes y otros personajes, el escudo del cardenal Diego de Espinosa, la dedicatoria a la coronada villa de Madrid, la historia del escudo y armas de la ciudad y su reproducción.

- Real apparato y sumptuoso recebimiento con que Madrid (como casa y morada de Su M.) rescibió a la Sereníssima Reyna doña Anna de Austria, viniendo a ella nuevamente después de celebradas sus felicíssimas bodas. Pónese su itinerario. Una breve relación del triumpho del Sereníss. Don Juan de Austria. El parto de la Reyna, nuestra señora. Y el solenne baptismo del SS. príncipe Don Fernando, nuestro señor.

Editada en Madrid en la imprenta de Juan Gracián en 1572. Contiene diversos poemas latinos del autor y de otros personajes. A pesar del título, no aparece ni la relación del triunfo de Juan de Austria, ni el parto de la Reina, ni el bautizo del príncipe Fernando. Sólo hay una mención a ello en la carta introductoria dirigida al cardenal Espinosa. En cambio, éstos son los temas de los que tratan respectivamente sus tres composiciones latinas, editadas de forma individual.

- In obitum Illustrissimi ac Reverendiss. D.D. Didaci Spinosae. S.E.R.P. Cardinalis, Seguntini antistis, Senatus regii praesidis ac suppremi de fide Quaesitoris, magistri Ioannis Lupecii de Hoyos Epicedion,

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cum ad pedes Crucifixi Servtaoris nostri Iesu, mortem tanti patroni quam flebiliter lamentaretur. No figura ni año, ni lugar de edición. Probablemente 1572. - In commendationem et encomium parti triumphi funditus profligata, fortiter superata ac penitus extincta potentissima classe Turcarum, ab invictissimo foederis Christianorum Imperatore Ioanne Austr. classis praefecto Max. R.C. Philip.II fratre, Carol. V Imp. filio; necnon in foeliciss. partum S.S. Annae Austr. Philip.

No figura ni año, ni lugar de edición. Probablemente 1572. - In creatione Ferdinandi filii Philippi II & D. Annae.

No figura ni año ni lugar de edición. Probablemente 1572. 5. El Real Apparato y sumptuoso recebimiento... de Anna de Austria 5.1 Fecha de composición y título La obra escrita por López de Hoyos con motivo de la entrada triunfal de Ana de Austria en Madrid constituye fundamentalmente una relación de cómo se desarrolló este acontecimiento y del recorrido realizado por la Reina y su cortejo, hasta la llegada a Palacio, donde los esperaban el Rey y los restantes miembros de la familia real, así como de las fiestas que se organizaron para tan solemne ocasión. Pero, con ser éste el núcleo fundamental de la obra, los primeros capítulos están dedicados al viaje realizado por Ana desde Espira hasta su entrada en Madrid. Va precedida de los oportunos permisos de publicación, licencia de Felipe II para publicarla y venderla, con un derecho sobre la venta de seis años, y la corroboración del secretario real, Juan de Herrera, después de haber sido sometida a examen ante el Consejo del Rey. En esta nota del Secretario queda, curiosamente, reflejado el título original de la obra: El viage felice y próspera navegación de la Magestad de la Reyna doña Anna de Austria, nuestra señora, que, como se ve, es distinto del que figura en la edición y por el que es conocida. En nuestra opinión este hecho no se debe sólo a que el título definitivo sea más acorde con el contenido de la obra, que lo es, sino a que a la hora de su publicación debió de tenerse especialmente en cuenta el hecho de la participación de la villa de Madrid, de sus instituciones y la transformación misma de la ciudad con motivo de la fiesta, y a que, a fin de cuentas, los principales gastos de la organización corrieron a cargo del Ayuntamiento y de los Corregidores. López de Hoyos, como catedrático del Estudio de la Villa, no sólo formaba parte del grupo de intelectuales vinculados a la Corte, por su adscripción al círculo del cardenal Diego de Espinosa, sino que trabajaba al servicio del Concejo madrileño, regentando el citado Estudio, y era, por tanto, miembro activo de la vida de la ciudad. No es ésta la única cuestión observable en el título mismo de la obra publicada. En

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él, tan largo por ser descriptivo del contenido, al modo y gusto de la época, se afirma que contiene “una breve relación del triumpho del Sereníssimo Don Juan de Austria. El parto de la Reyna, nuestra señora. Y el solenne baptismo del Sereníssimo Príncipe Don Fernando, nuestro señor”. Pero nada de esto queda incluido. Sólo hay una mención a estos hechos en la Epístola dedicatoria de la obra, dirigida al cardenal Diego de Espinosa, que sigue a los permisos de publicación y a la reproducción del escudo de este personaje. Desde la entrada de Ana en Madrid, el 26 de noviembre de 1570, y la concesión del permiso por Felipe II para la publicación de la obra, el 22 de septiembre de 1571, han transcurrido unos cuantos meses durante los cuales López de Hoyos la ha redactado y se ha conocido el embarazo de Ana de Austria, para cuyo término queda poco tiempo, pues el príncipe heredero, Fernando, nace el 4 de diciembre de ese mismo año. Por tanto, entre el permiso real y la corroboración del Secretario, fechada el 30 de enero de 1572, han tenido lugar en el último trimestre de 1571 los acontecimientos fundamentales señalados en el título definitivo de la obra: la victoria de Juan de Austria en Lepanto el 7 de octubre, el nacimiento de Fernando, el 4 de diciembre y su bautizo el día 6 del mismo mes. Tal vez se pensara añadir algunos poemas o breves relatos sobre estos acontecimientos y, o bien no se pudo por falta de tiempo, o por falta de permiso, al estar la obra concluida sin estos contenidos y haber sido ya examinada por el Consejo, o bien no se quiso y se prefirió redactar otras obras aparte. De hecho, López de Hoyos tiene sendas obras latinas al triunfo de Juan de Austria y al heredero Fernando, como ha quedado expuesto en la mención de sus escritos,. Sea como fuere, sí aparece, en cambio, una referencia a estos hechos en la Epístola dedicatoria a Diego de Espinosa, como se ha indicado, por lo que la obra debió de cerrarse definitivamente para su publicación y venta después del 30 de enero y antes del 5 de septiembre de 1572, fecha de la muerte del Cardenal. Fue la mención de estos acontecimientos, entre otras razones, la que condujo al cambio del título de la obra, que apareció publicada por la imprenta de Juan Gracián, hijo de Diego Gracián de Alderete, uno de los colaboradores de López de Hoyos. 5.2 Estructura de la obra: la palabra como explicación de la imagen La estructura de la obra se articula en torno a la descripción del programa iconográfico confeccionado para el momento, con sus elementos pictóricos, escultóricos y literarios, éstos en forma de mensajes epigráficos, al estilo romano, dispuestos en cartelas o “letreros” pintados en forma de “cifra romana”, de carácter honorífico en algunos casos y en otros de contenido poético, todos relacionados con el significado y simbología del conjunto iconográfico. Este componente de la decoración artística, que también encontramos en la obra escrita, se puede denominar “epigrafía efímera”, evocando el arte no permanente a cuyo servicio estaba. Resulta de una importancia extraordinaria, ya que su presencia adquiría toda la dimensión del valor propagandístico y de la función social que había tenido la epigrafía en el mundo romano. Era una aportación más de la pervivencia del mundo clásico, junto a las fuentes literarias y a la mayoritaria presencia del elemento mitológico, y un medio de reivindicar la admiración por él y su imitación. Era también la forma de parangonar la grandeza de la antigua Roma con la nueva Roma, con la que se pretendía

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identificar a Madrid. Las inscripciones, en lengua latina y muchas de ellas abreviadas al estilo romano, como el usual S.P.Q.M. (Senatus populusque Mantuanus) a imitación del S.P.Q.R. (Senatus populusque Romanus), eran comprensibles sólo para un reducido número de personas cultas, de entre todas las que podían contemplarlas, pero, aun así, su cuidado y disposición, sus letras doradas en algunos casos, la presentación en cartelas a los pies de las estatuas, en los pedestales o coronando imágenes o cuadros, causaban una impresión de esplendor y de representación ideológica en quienes las veían, cultos o iletrados, con independencia de la inteligibilidad que sobre su significación pudieran tener (VELÁZQUEZ – JIMÉNEZ GARNICA, 1996, 86-88). En la obra escrita, López de Hoyos detalla cuáles fueron las inscripciones de la fiesta de 1570 y las traduce por medio de la correspondiente “declaración”. Pero, al igual que ocurre con otros textos literarios de la obra, ésta dista en bastantes ocasiones de nuestro concepto actual de traducción de textos clásicos. Precisamente son estas inscripciones, junto a los poemas latinos a diferentes estatuas y el epitalamio de la boda real que culminan la obra, la aportación original literaria, tanto del autor como de algunos de sus colaboradores, cuyos nombres figuran generalmente, aunque en algún caso concreto se omiten (VELÁZQUEZ, 2002). El Real Apparato es, pues, una obra característica de la época, cuando las relaciones de entradas de príncipes, de fiestas o de exequias y honras fúnebres y otros eventos se hicieron tan comunes que, a partir de 1550, constituyeron, en sentido amplio, un género de literatura conmemorativa, que tendría su culminación en el Barroco y en el siglo XVIII, hasta el punto de que ya en 1600 “ningún festival importante dejaba de tener constancia impresa” (STRONG, 1968, 35). Un género que contribuye a que el arte efímero propio de las “fiestas” se convierta en un arte estable y permanente, perpetuado gracias a la memoria escrita de las mismas. Describe minuciosamente cada uno de esos elementos que configuraron el conjunto del programa, a través de la evocación de múltiples fuentes literarias, consideradas como auctoritates y referentes de prestigio, tanto de autores de la Antigüedad Clásica, como de época cristiana tardoantigua y medieval, especialmente de los Padres de la Iglesia y, naturalmente, de la Biblia, y de autores diversos del Humanismo, ya sean poetas, autores de obras enciclopédicas, de “antigüedades”, históricas y, sobre todo, mitológicas. Entre todas ellas, como auténtico libro de referencia fundamental, sobresale el de los Hieroglyphica de Piero Valeriano (Bolzanus), que constituye, como veremos, el eje conductor de las explicaciones y relatos aducidos por López de Hoyos. En definitiva, la descripción del programa iconográfico se realiza en clave de interpretación de los contenidos plásticos, concebidos como imágenes simbólicas y emblemáticas, y asimilados, de forma muy especial, a las interpretaciones de esos Hieroglyphica, que por entonces tenían una importancia transcendental en muchas obras de la época, destinadas, como ésta, a incidir en el ánimo de los lectores (al igual que las obras de arte efímero lo estaban para impactar en el ánimo de los espectadores). Además, también debían dejar constancia escrita de los mensajes políticos, ideológicos, morales y religiosos que en estas fiestas se lanzaban a través de la obra plástica, usando los símbolos de la pujante literatura emblemática. En efecto, esta literatura emblemática, que sirve de referencia básica a López de

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Hoyos en sus diferentes variedades (emblemas, divisas, empresas, enigmas y jeroglíficos), constituye “una cultura visual y semántica que, tomando sus fuentes de la Antigüedad, amanece en el siglo XVI y se desarrolla en toda la Época Moderna. Su finalidad es esencialmente moral y didáctica” (GONZÁLEZ DE ZÁRATE, 1991, 25). Se basa, pues, en la “coexistencia de códigos icónicos y lingüísticos que al vertebrarlas (las diferentes variedades de las composiciones) les presta su carácter de textos con dimensión figurativa” (DE LA FLOR,1995, 52). Además, esta literatura desarrolla plenamente el concepto horaciano del ut pictura poesis, reinterpretando y reinventando muchas veces los mitos y las leyendas de la Antigüedad, cristianizando su significado en muchas ocasiones y condensando en una simbiosis compleja imágenes y textos, puestos al servicio de una finalidad moralizante, didáctica, ideológica y persuasiva. De entre las múltiples formas de la emblemática, fueron los jeroglíficos, en sentido estricto, anteriores propiamente a los emblemas, los más utilizados. Ya en el siglo XV habían experimentado, especialmente en Florencia, una gran revalorización de manos de los neoplatónicos, quienes los consideraban como un código o escritura “sagrada” empleada por las religiones antiguas, como una “copia de las ideas divinas en las cosas” -en palabras de Ficino-, y que servía para explicar la fe cristiana. Su importancia y difusión cobró nuevo auge a partir de la publicación de los Hieroglyphica de Horapollo en 1505 por Aldo Manuzio, ya que los nuevos tratados de jeroglíficos promovían la interpretación de una lengua antigua, la egipcia, considerada como lengua sagrada y decodificada, como es sabido, de forma errática y, por tanto, fantástica; pues los jeroglíficos eran entendidos como portadores de ideas que la literatura de este tipo explicaba, estableciendo una relación directa entre el significante (la imagen) y el significado (la idea), expresada verbalmente, mediante la conveniente declaración y explicación. El éxito de los jeroglíficos y su interpretación alcanzó tanto a la literatura como al campo de las artes plásticas, donde figuras como Bramante, Durero o Peutinger practicaron esta forma de expresión intentando redescubrir la sabiduría antigua. Gracias a ellos la literatura emblemática que, inicialmente, había estado reservada a una minoría culta, por su carácter erudito, se fue popularizando progresivamente y terminó por “permear todos los géneros...” (DE LA FLOR, 1995, 54). La conexión entre ese mundo egipcio y su explicación se hacía fundamentalmente a través de fuentes greco-latinas con lo que se creaba un conjunto de imágenes y textos literarios de la Antigüedad con el que se producía una revitalización y manejo de autores clásicos realmente llamativos y variados. Desde la óptica cristiana, la literatura emblemática, y muy especialmente los Hieroglyphica, necesitada de toda una exégesis muy precisa, se convierte en un cauce perfecto para la explicación de hechos de la historia del cristianismo, para la cristianización de la cultura clásica pagana, para reconducir la tradición alegórica y asimilarla a la reinterpretación cristiana. El carácter moralizante y didáctico preside gran parte de estas obras, sobre todo a raíz de la revitalización del catolicismo, tras los acuerdos conciliares de Trento y la implantación de la Contrarreforma. Un hecho que en la emblematística hispana adquiere una profunda dimensión. Las funciones e importancia de la combinación de imagen y palabra fueron claramente expresadas por Juan Horozco de

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Covarrubias, en su tratado de emblemática de 1589, cuando señalaba cómo “con sólo ver la figura de cualquier emblema se representa algo que sea de aviso y si pasan delante se gusta del concepto y de lo que allí se significa, y mucho más si se lee la declaración que se sigue”. El Real Apparato de López de Hoyos tiene una significación muy particular en este ámbito cultural. La estrecha relación entre lo que fueron la entrada y la fiesta con la redacción escrita puede considerarse como un ejemplo concreto y amplio de la mencionada asociación entre la imagen (el significante, es decir, el programa iconográfico y las obras artísticas) y la idea explicativa (el significado, es decir, la obra escrita). De su lectura se deduce claramente que los elementos que formaron parte de la fiesta tenían una justificación política e histórica y constituían un “libro abierto” de imágenes ilustradoras de la monarquía española, del reciente matrimonio real y sus buenos augurios de futuro, de los territorios que conformaban el Imperio de España, de la monarquía como adalid de la fe y la religión, etc.; en definitiva, de los mensajes ideológicos que el propio Felipe II deseaba que quedasen plasmados en aquel ostentoso Apparato confeccionado para el recibimiento y que tanto su joven esposa como la ciudadanía madrileña debían captar de la forma mejor y más directa posible, a través de la estética del momento. La lectura de la obra muestra, además, que toda esa iconografía arquitectónica, escultórica, pictórica, y hasta literaria, tenía una base simbólica; todos y cada uno de los detalles que componían los cuadros, los atributos de las esculturas, cualquier elemento decorativo (personajes mitológicos o históricos, alegorías de virtudes personificadas, o bien toda una suerte de cornucopias, timones, vihuelas, rayos, animales diversos, plantas, etc.) tenían una motivación perfectamente estudiada para figurar allí, la cual después sería conveniente y puntualmente explicada a través de los argumentos empleados por el autor, valiéndose de las explicaciones y comentarios de los “jeroglíficos” y aduciendo continuamente, como auctoritates, los textos y autores literarios. De esta forma, el Real Apparato constituye una aplicación práctica de las teorías y argumentos de la literatura emblemática y puede ser dignamente reivindicado dentro de este tipo de literatura y del de la relaciones de fiestas. Injustamente olvidada esta obra -tal vez debido al juicio negativo que en su día hizo de ella Mesonero Romanos en El Madrid Antiguo-, con toda seguridad debió de ser divulgada en su momento y, a buen seguro, contribuyó a la expansión de este tipo de literatura en los ambientes culturales del último cuarto del siglo XVI. 5.3 Los lectores Existía una diferencia fundamental entre los destinatarios inmediatos del hecho festivo y los lectores de la obra de López de Hoyos. Las características de la misma, a pesar de estar redactada en castellano y de las “declaraciones” que “traducían” los textos epigráficos y literarios latinos, no permitían que fuese una lectura divulgativa para cualquier público, sino tan sólo para una minoría culta y letrada, capaz de comprender y asimilar cada explicación, comparación, alegoría o jeroglífico, inmersos todos ellos en un mundo de citas literarias de autores clásicos, cristianos y humanistas, mezcladas, combinadas de tal forma que, a pesar de la intención didáctica permanente, sólo serían

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perfectamente comprensibles para esa minoría. Además, el ambiente cristiano que envuelve toda la obra alcanza también a la forma en que todos los “jeroglíficos”, mitos o cualquier historia se presentan ante los lectores, hasta el punto de que, en algunas ocasiones, el autor justifica de forma explícita la presentación de ciertas divinidades paganas para evitar una posible extrañeza en ellos. Esto sucede tanto en ésta como en las otras obras suyas, así en la Relación sobre Isabel de Valois comenta que, ante el luctuoso suceso, sólo introduce los “jeroglíficos” después de haber relatado los acontecimientos de las exequias y algunos de los sermones que se pronunciaron. Un pasaje, por cierto, en el que hace alusión también al poco tiempo del que ha dispuesto para realizar su tarea:

“Por no aver interpolado la historia con las letras y hierogliphicas (que en harto poco tiempo que para ello me dio el illustre Ayuntamiento desta Villa), la he dilatado hasta este lugar, suplicando al venébolo y piadoso lector advierta el orden e invención y lo mire con la clemencia que él desea ser juzgadas y miradas sus obras, y en todo se persuada que con la modestia christiana que devo, le queda por mí la puerta abierta para el que mejor sintiere como tengo dicho, lo otro a la obediencia y correción de nuestra madre, la Sancta Iglesia romana” (fols. 105v-106r.).

López de Hoyos se dirige, en ocasiones, a sus lectores, a quienes califica en algún

momento de “curiosos”, pues es la curiosidad una cualidad que mueve al ser humano a aprender y a indagar cada vez más en un asunto, y en otros momentos, de “doctos y políticos cortesanos”. Son éstos precisamente sus destinatarios, personas del círculo de la Corte, eruditos, intelectuales, cultos... y políticos, en un sentido que debe entenderse como personajes vinculados a los movimientos de poder interno de la vida cortesana, al propio círculo del cardenal Diego de Espinosa, quien se rodeó de un grupo de intelectuales que le sirviera de prestigio y apoyo para su consolidación en la Corte. También iban dirigidas a los nobles, cuya fuerza era considerable en este ambiente. Y, sobre todo, a la minoría culta, capaz de aprovechar y disfrutar de la complejidad temática de la obra y que en más de una ocasión, probablemente, había presenciado acontecimientos de este tipo, por lo que tenía adquirida una cultura visual al respecto. En alguna ocasión el autor justifica no seguir extendiéndose en un tema, puesto que ya el lector lo conoce: “Y pues de lo dicho el discreto y político cortesano inferirá mucho más de lo que yo aquí pongo, no hay para qué castigarle con mayor discurso, pues el medianamente leído tiene muy perfecta noticia de todo lo que yo aquí apunto”. El carácter culto y elitista de sus lectores lo corrobora la presencia del conjunto de poesías en lengua latina, que constituyen la parte última de la obra, de las que no se presentan traducciones, o mejor, “declaraciones”, como ocurre en el resto del texto. Aunque estas poesías formen un conjunto aparte de la propia descripción de la entrada, no parece apropiado suponer que López de Hoyos pensara en lectores que no pudiesen acceder directamente a esta parte de la obra y que no estuviesen lo suficientemente preparados para acometer la lectura completa de la misma. No obstante, como él sabía que no todo el mundo estaba en condiciones de entenderlo todo, las declaraciones que acompañan a los textos latinos en el cuerpo de la

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obra sirven para que los mensajes lleguen a los lectores. Precisamente en la obra anterior al Real Apparato, en la Relación de Isabel de Valois, había hecho un curioso comentario a la necesidad de traducir algunos epitafios, como respuesta a alguna recriminación que se le pudo haber formulado en algún momento: “Y por la molesta importunación de algunos, pondré los romances destos epitafios aunque a la verdad no suenan tan bien en romance como en latín” (f. 136v.) Por otro lado, la minuciosa descripción de la comitiva, la lista de personajes importantes, sus vestimentas y joyas, las muestras de lujo y ostentación que se dieron efectivamente en la fiesta, y que el autor relata con tanto interés, nos evoca el tono de una crónica social, que por el hecho de reflejar el boato de la vida cortesana, debía interesar también a esos lectores eruditos, dando así satisfacción a una faceta distinta y más mundana de sus gustos. 5.4 Las temáticas Aunque el fin básico de la obra es la descripción de la entrada de Ana de Austria en Madrid y el recibimiento que se le hizo, confluyen en él tantos otros temas como motivos alegóricos, mitológicos o históricos describían los cuadros y las esculturas que integraban el programa iconográfico. Una rica variedad de elementos, acorde con los que se dieron en la fiesta. No obstante, la intencionalidad persuasiva y de transmisión del mensaje ideológico de los elementos y la finalidad de exaltación de los reyes de los arcos triunfales, permite agrupar y aunar esas múltiples temáticas para dar cuenta de estas intenciones y fines. Pueden, de esta forma, establecerse ciertos bloques de contenido mayoritariamente tratados, a través de los que se van insertando las diversas fuentes literarias y referencias utilizadas por el autor: 5.4.1 Mitología Aparecen múltiples referencias a dioses del panteón grecorromano y héroes (Júpiter, Juno, Atlas, Venus, Ceres, Mercurio, la diosa Fortuna, Paris...), y también a grupos de divinidades, como las Gracias, las ninfas o los sátiros; se describe el origen de sus nombres, o se relatan los mitos relacionados con ellos, generalmente desde una perspectiva cristiana. De esta forma se intenta asimilar la existencia de estos mitos y su trasposición al momento actual a través de una reinterpretación cristiana de los mismos, destacar las cualidades éticas que pudieran simbolizar y asociarlas a virtudes cristianas, y comparar el poder de los dioses o su dominio del mundo con el de la monarquía española (Hércules y la Casa de Austria; Atlas y Felipe II). 5.4.2 Hechos y personajes históricos En íntima relación con el afán didáctico de la obra, aparecen gran número de personajes, anécdotas y leyendas tanto del mundo clásico como de la historia contemporánea de los reinos hispánicos, especialmente desde los Reyes Católicos, y de Europa y América. Tan pronto encontramos historias legendarias de Alejandro Magno o

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de Pompeyo, como hazañas realizadas por reyes especialmente vinculados a la historia de España, como Don Pelayo, o por emperadores de la Casa de Austria, sobre todo por Rodolfo. La finalidad didáctica se plasma tanto en el recuerdo de esos hechos y personajes como, sobre todo, en el valor “ejemplar” de los mismos. En este punto, López de Hoyos es heredero consciente de la vieja tradición del exemplum, que arranca en la Retórica de Aristóteles y sigue en Cicerón (Cf. De oratore I,18) y Quintiliano (Cf. Institutio oratoria V,11), que, en un principio, se recomendó a todo buen orador y, con el tiempo, se extendió a todo tipo de creación literaria. La obra de Valerio Máximo (Factorum et dictorum memorabilium libri nouem) constituyó un gran repertorio de esos “ejemplos” y, como tal, fuente casi inagotable para los escritores posteriores, entre ellos López de Hoyos. Durante toda la Edad Media la literatura está llena de exempla del mundo clásico, bien para alabar una cualidad o para censurar un vicio. En este sentido, CURTIUS (1954, 91-96) estudió cómo se llegó a formar un canon de personajes, prototipo, cada uno de ellos, de una virtud o de un pecado. Asimismo, Petrarca utilizó a Valerio Máximo para componer sus obras históricas, pero introdujo en ellas una novedad: la utilización de exempla modernos, es decir, de personajes y hechos contemporáneos al autor, tal como hace López de Hoyos.

En el Real Apparato hallamos gran cantidad de referencias a personajes del mundo antiguo como ejemplos de virtudes. López de Hoyos alaba la religiosidad de Alejandro Magno y de Pompeyo (fols. 129-130), la clemencia de Julio César (f. 136), la ecuanimidad de Adriano (f. 148), etc... La literatura de esa época está inundada de este tipo de “ejemplos”. Se escriben colecciones de sentencias ejemplares como los Apotegmas de Erasmo (1531) o se traduce a Valerio Máximo o las obras morales de Plutarco. Entre estas últimas destacan las realizadas por Diego Gracián de Alderete (Apotegmas 1533 y Moralia 1548), secretario del Monarca y colaborador de López de Hoyos. En este sentido resulta difícil en muchas ocasiones saber con exactitud si la referencia a una anécdota está tomada directamente de la fuente clásica primitiva o a través de alguna de las colecciones o traducciones aludidas. 5.4.3 Jeroglíficos, emblemas y símbolos Se da una enorme presencia de descripciones de animales, árboles y elementos de la naturaleza o del espacio celeste, propios de los jeroglíficos y emblemas, ya que las cualidades o comportamientos de estos elementos son asimilables a las conductas humanas (el perro la fidelidad, el león la fuerza, el águila el poder, el árbol de la palma la inocencia y la victoria). Estas descripciones y su significado simbólico y alegórico remiten a los jeroglíficos, cuyo sentido último ya hemos visto que se relacionaba con la lengua sagrada de los egipcios, y se explican mediante una multiplicidad de referencias literarias grecolatinas. Igualmente ocurre con todos los objetos decorativos con que aparecen representadas las imágenes, a modo de atributos, vihuelas, caduceos, cornucopias, timón, anillo, diadema, cuya presencia está convenientemente explicada y justificada en el contexto iconográfico.

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5.4.4 Definición de las virtudes y cualidades morales Hay una sistemática exposición de las virtudes que adornan a los reyes, a la Casa de Austria en general y, muy en particular, a Ana y a Felipe II; las virtudes que se espera que la nueva Reina tenga y exhiba y las cualidades que debe ostentar el nuevo matrimonio. Esas virtudes, que habitualmente se presentan en forma de alegorías femeninas, fueron pintadas o esculpidas para la fiesta y López de Hoyos las describe junto a comentarios en los que hace referencias a personajes “ejemplares” del mundo clásico, y a quienes señala como espejo de esas virtudes que poseen los monarcas. 5.4.5 Representación de la ciudad de Madrid y de los territorios de España Los territorios y los súbditos de los monarcas constituyen otro grupo temático, ofreciendo su apoyo, simpatía y sumisión a la monarquía española, incluidos aquellos que han sido sometidos por la fuerza, y cuya anexión y sometimiento se había logrado con un alto coste de vidas y de forma cruenta. El arco segundo supone la máxima expresión de este espacio territorial controlado por la monarquía española. Un capítulo especial lo constituye la personificación de Madrid y el Genio de la ciudad, que se describe cristianizado como ángel de la guarda y protector suyo, recibiendo solemnemente y con alborozo a la nueva Reina, deseándole toda clase de bienes y augurándole o, más bien, pidiéndole con insistencia, una pronta descendencia que asegure la continuidad de la Corona. Dos de las cuatro ilustraciones del libro son, precisamente, el escudo de Madrid y su divisa de armas, cuya explicación deja apuntada López de Hoyos y remite a la realizada en su anterior Relación sobre las exequias y honras fúnebres de Isabel de Valois. 5.5 Fuentes literarias utilizadas 5.5.1 Autores griegos y latinos paganos La lista de autores de la literatura clásica tanto griega como latina que aparecen citados en la Relación es muy grande. Entre los primeros están Aristóteles, Homero, Jenofonte, Píndaro, Platón, Plutarco. De la literatura latina destacan Cicerón, César, Horacio, Lucrecio, Ovidio, Juvenal, Plinio el Viejo, Séneca, Suetonio, Tácito, Valerio Máximo, Varrón, Virgilio y el más tardío Macrobio. Otros muchos que aparecen esporádicamente completan esa larga lista. La primera impresión que se obtiene ante la lectura de la obra es que la nómina de autores latinos es más abultada e importante que la de los griegos. Igualmente, en lo que respecta a este grupo de fuentes, también llama inmediatamente la atención que los pasajes de autores griegos que se citan, nunca se presentan en griego, sino a través de versiones latinas. Son referencias indirectas tomadas de obras de humanistas o de versiones latinas de las obras griegas, tan frecuentes en el siglo XVI. Así ocurrirá, por ejemplo, con Homero o con Aristóteles, si bien las frases de éste suelen estar tomadas a través de Santo Tomas de Aquino, como más adelante se puntualiza.

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La utilización, directa o no, de los autores clásicos paganos se realiza principalmente dentro del grupo de contextos mitológicos. En ellos los autores más mencionados son lógicamente aquellos cuyas obras abordan con mayor asiduidad o amplitud tales temáticas: Virgilio, sobre todo la Eneida, Ovidio, especialmente las Metamorfosis. También Juvenal o Macrobio. Para explicar el significado u origen de algún nombre cita a autores como Varrón o Cicerón, especialmente su obra De natura deorum. Entre los griegos se hace referencia a Homero y a algún fragmento de Píndaro. Sin embargo, son dos obras griegas, en su versión latina, las que destacan en relación con la temática mitológica y que López de Hoyos debió manejar directamente. Una de ellas es De natura deorum de Lucio Anneo Cornuto, autor del siglo I d.C. que la escribió en griego; la otra es la de Paléfato, nombre a cuya autoría se atribuye una compilación de época bizantina con el nombre De incredibilibus historiis (también denominada De non credendis fabulis). Ambas circularon y se editaron con frecuencia en el siglo XVI, tanto en griego como en sus versiones latinas, alguna de las cuales fue la manejada por López de Hoyos y, con bastante probabilidad, en alguna edición conjunta con otras obras sobre Orígenes de los dioses de autores humanistas que él mismo cita, como la de Iulianus Aurelius Lessigniensis. De hecho, por la forma de exposición de algunos párrafos, parece que López de Hoyos manejaba un grupo de obras de argumento esencialmente mitológico y de tipo enciclopédico o de antiquitates, algunas clásicas, otras humanísticas e, incluso, cristianas. En este sentido pueden citarse dos pasajes harto elocuentes, en los que el autor agrupa las fuentes principales que pueden consultarse en relación con un tema; debió utilizar la mayoría de ellas, si bien las griegas a través de versiones latinas o indirectamente a través de las fuentes humanísticas mencionadas. En el f. 166r. habla del dios Apolo, de quien Macrobio decía que se le atribuían muchas invenciones, entre ellas la cítara, y añade: “Y, en conclusión por no dilatar de cada cosa de lo dicho en particular grande volumen, los que quisieren más largamente ver, podrán leer a Cornuto, De natura deorum, y a Paléfato, De fabulis, y a Macrobio en muchos lugares y a Aulo Gelio y la Theologia mythologica de Pictorio Vill y a Diodoro Sículo y a Celio Rodiginio y a Valeriano Piero y Arnobio, Contra gentiles y a otros muchos que el curioso lector podrá passar; y bien claro se vee en Homero la presidencia de Apollo, en la música y concierto que avemos dicho, por lo qual dávamos a entender la magestad y virtud real en la tierra, y por esto dixo este tan gran poeta griego:

Eximii cantu, Musis et Apolline nati sunt decoratque ipsos in terris regia uirtus.

Declaración: Los hijos de Apollo son muy illustres en el canto, a los quales en la tierra illustra la virtud real”. En el f. 240r., al relatar el mito de la Medusa y cómo Perseo le cortó la cabeza,

señala: “Con esta fábula quisieron significar muchas victorias, como parece en Cornuto, De natura deorum, y en Paléfato, De fabulis poetarum, y en Juliano Aurelio, De cognominibus deorum y en la Theologia mythologica de Pictorio y en Macrobio y en Lactancio Firmiano y en

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el 6 libro de Diodoro y en Apollonio Rhodio y en Theogneto”. Son precisamente los contextos mitológicos los que sirven de presentación para la poesía latina original que López de Hoyos introduce en la Relación y que en su día había figurado en “letreros” escritos al pie de las estatuas, en los tránsitos de los arcos y en otros lugares. Además, las composiciones poéticas originales que aparecen al final del libro tienen también un marcado carácter mitológico. Ejemplo de ello es el pasaje que describe el cuadro situado junto a la efigie de Mercurio en el reverso del primer arco y que representaba “la próspera navegación de Su Magestad”. Allí aparecen dos citas de autores clásicos junto a una poesía del autor, con la correspondiente declaración, a modo de traducción o, mejor, versión adaptada en lengua castellana. En dicho cuadro se presentaba una gran armada, cuya nave capitana mostraba las armas reales de Doña Ana. El rey Eolo soplaba con vientos favorables y Neptuno guiaba la navegación por medio de las sirenas que lo ayudaban. También se veía en el cuadro a “Thetis, que es una hija de Nereo, rey marino, madre que fue de Achiles, la qual tomamos en poesía por el mismo mar, como lo usó Virgilio en la quarta Égloga, diziendo: Tentare Thetim ratibus. Y Ovidio en los Fastos: Thetios una uagis lunaribus aestuat oris. Éstas hazían grandes alegrías junto al puerto de Santander, donde Su Magestad desembarcó, y a esta causa le pusimos esta letra:

Neptuno et Thetidi meritas nunc reddite grates Sulcauit pelagus nauibus Anna suis. Vela secunda mari dedit et foeliciter undas Remigibus secuit prospera laeta nimis. Declaración: Agradesced mucho a Neptuno y a Thetis (¡o españoles!), pues la reina doña Anna de Austria, navegando con su real armada, felicíssimamente dio a la vela, navegando próspera, alegre y dichosamente”.

También hay una nutrida presencia de referencias clásicas, algunas de ellas utilizadas de forma directa, en relación con la mención de personajes históricos de la Antigüedad, que se introducen como exempla. Para las referencias históricas y para anécdotas más o menos legendarias de personajes históricos, se maneja fundamentalmente, entre los autores griegos, a Plutarco, y también en algún caso a Jenofonte; entre los latinos, sobre todo a Valerio Máximo y, de forma puntual, a Tácito, Suetonio, César y a Quintiliano. Conviene precisar, no obstante, que en varias ocasiones no se cita de forma explícita el autor griego o el latino que sirve de base; en otras, la referencia es indirecta, ya que las fuentes básicas de las que extracta la noticia o comentario sobre los personajes o sus actuaciones son las obras humanísticas que maneja habitualmente, en especial la de Piero Valeriano y la de Celio Rodiginio (Ricchieri). Lo cual es especialmente patente en las múltiples referencias al uso de monedas con emblemas y leyendas que usaron diversos emperadores. Como la exposición mayoritaria gira en torno a la descripción y explicación de los emblemas y símbolos utilizados en la iconografía que se expuso para la fiesta, y como muchos de éstos se refieren a animales o plantas, en estos contextos López de Hoyos

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maneja a los “naturales”, como él mismo los denomina y, entre ellos, fundamentalmente a Plinio el Viejo y a Aristóteles, en su Historia de los animales. Sobre este punto merece destacarse la mención a la obra del corpus aristotélico, De mirabilibus naturae, que el humanista madrileño atribuye a éste último, siguiendo la tradición secular, y que, en realidad, forma parte de los llamados paradoxógrafos griegos. Sus referencias concretas, en el arco primero y segundo, se relacionan con la leyenda de que los cartagineses habían traspasado las columnas de Hércules y navegado hacia Occidente, donde encontraron unas islas habitadas por gigantescos peces, a las que López de Hoyos no duda en identificar con el Nuevo Mundo, y en concreto con Santo Domingo y Cuba (fols. 119v-121r). No obstante, nuevamente son las obras de los humanistas las fuentes fundamentales, mayoritarias y, sobre todo, directas para la descripción del simbolismo de animales y plantas emblemáticos utilizados.

Por último, se hacen reflexiones continuas referentes a las virtudes y cualidades del ser humano, y en especial de los reyes homenajeados en la fiesta y representados en los arcos, a través de las obras de Aristóteles, de Cicerón, y de algunas referencias a Lucrecio y Valerio Máximo, entre otros. En este contexto es, con todo, donde más claramente se muestra la perfecta y compleja combinación de fuentes que establece López de Hoyos, comprando abundantes fuentes cristianas con las paganas. Ejemplo de ello puede ser la explicación que ofrece en torno a la Religión, cuyo coloso se había instalado en el anverso del tercer arco. López de Hoyos (fols. 125r-131r) realiza una larga exposición sobre la que considera “basis y fundamento de todas las virtudes”, en la que explica el significado de la palabra a través de Isidoro de Sevilla y de Cicerón:

“Ésta, como dize San Isidro en los libros de sus Etimologías, y también trae Cicerón, se dize reeligo, que quiere dezir reelegir una y muchas vezes aquellas cosas que pertenecen al culto divino...”. En su exposición recurrirá a San Agustin, Santo Tomás -a quien sigue muy

especialmente-, a Virgilio, a Lucrecio, a Valerio Máximo, a Plinio (éste como referencia del elefante, animal símbolo de la religiosidad, además de mencionar diversos pasajes de la Biblia. Pocas veces se reproducen los textos citados. Todo lo más se ofrece alguna frase aislada o unos escasos versos, en los que, en ocasiones, no faltan errores tanto de contenido como de atribución. Otras veces se menciona genéricamente un autor o una obra como referencia directa del tema que se trata. Pero en la mayoría de las ocasiones son referencias indirectas tomadas a través de otras obras humanísticas y, muy especialmente de los Hieroglyphica de Piero Valeriano. Por ejemplo en el f. 95, López de Hoyos escribe:

“También por este ramo de oliva significaron los antiguos Philósophos la paz... y a esta causa dijo Virgilio: Paciferaeque manu ramum praetendit oliuae. Y el Poeta Statio dice: Ramumque precantis oliuae”.

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Pues bien, en la obra de Piero Valeriano, en el capítulo dedicado a dicho árbol podemos leer:

“Pacificum in primis Oleae hieroglyphicum esse tam apud poetas quam oratores vulgatissimum est, cuiusmodi illud est Maronianum: Paciferaeque manu ramumque praetendit oliuae... de qua Statius non alia de causa dixit: Ramumque precantis oliuae”.

En alguna ocasión, la copia y adaptación de Piero Valeriano produce curiosos

errores, como la del f. 201. Allí, al hablar del perro, símbolo de la fidelidad, señala:

“la qual (sc. la fidelidad), queriendo mostrar Sócrates Enphedone, juró por el perro, dando a entender este buen philósopho la fidelidad y obediencia que se deve tener a los príncipes y señores...”,

pero Piero Valeriano en el libro V, donde habla sobre el perro (Canis), indica:

“In Phaedone uero per canem iurat (Socrates) cum putat fidem et obsequium praestandum iis, qui rerum habenas in ciuitatibus moderantur”.

López de Hoyos ha interpretado la mención al Fedón hecha por Valeriano, como si

se tratase de parte del nombre de Sócrates, quien, como es sabido, juraba en más de una ocasión por el perro (cf. Platón, Apología (22a), Gorgias (482b), Fedón (98d), entre otros lugares. Por todo ello, cometeríamos un grave error si pensáramos que López de Hoyos manejó directamente todas y cada una de las obras que cita. Aunque con frecuencia se nos ha presentado la imagen del humanista de esta época como la de un profundo conocedor del latín, del griego y de sus respectivas literaturas, la realidad era bastante diferente. En el caso del griego el desconocimiento parece evidente, pues todas las citas directas se hacen a través de traducciones latinas. El Aristóteles que aparece en la Relación es el Aristóteles de la Summa de Santo Tomás. En cuanto a la Iliada, causa perplejidad la frase “Homero en el segundo libro de la Iliada dice hablando con el rey Agamenón” (f. 173) que precede a las palabras que en realidad le dirige el Sueño y no el poeta. 5.5.2 La Biblia y autores cristianos tardíos y medievales El segundo grupo de fuentes citadas por el autor lo constituyen la Biblia y algunos autores cristianos, fundamentalmente Agustín, Jerónimo, Gregorio Magno, Isidoro de Sevilla y Tomás de Aquino. Esporádicamente cita también Lactancio, Arnobio, Beda. En estos casos, las referencias suelen ser más directas, especialmente el manejo de la Biblia, aunque algunas de sus menciones de la misma, así como las de autores tales como Euquerio o Hesiquio de Jerusalén, se realizan, una vez más, a través de la obra de Piero Valeriano. La Biblia es, sin duda, la obra más citada. A lo largo del Real Apparato se van desgranando múltiples relatos bíblicos, muchas veces en parangón con ejemplos de

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virtudes de personajes de la Antigüedad. Así, al lado de los ejemplos de la clemencia en César o Lucio Paulo, se destacan pasajes de la vida del rey David que revelan la misma cualidad y que, por otro lado, se comparan con la clemencia del emperador Carlos V y de Felipe II. Del mismo modo, se explican detalladamente el significado del nombre de la Reina, y se ponen ejemplos diversos de mujeres de la Biblia, homónimas, que, como ella, eran también un compendio de virtudes. La cita textual de pasajes bíblicos, normalmente uno o dos versículos, aparece en numerosos contextos y ocasiones, y algunos de ellos formaron parte de los “mensajes epigráficos” que figuraban en los arcos. Por ejemplo, en el anverso del primero, las efigies de la Justicia y la Fortaleza llevaban respectivamente estas inscripciones:

IVSTITIA TVA SICVT MONTES DEI, que pertenece al Salmo 35, y FORTITVDO MEA ET LAVS MEA, DOMINVS, de Éxodo 35.

Son abundantes las referencias expresas a las obras, De ciuitate Dei, De uera religione y De moribus Ecclesiae de Agustín, cuyas doctrinas gozaban en la época del mayor prestigio, por lo que la utilización de este autor es uno de los puntales más sólidos para la concepción cristiana que subyace a toda la obra de López de Hoyos. No en vano es la obra De ciuitate Dei, que López de Hoyos cita en cinco ocasiones, donde Agustín desarrolló su celebérrima teoría sobre las dos ciudades.

Felipe II, de forma personal a lo largo de su reinado, y ahora junto a su nueva esposa, Ana de Austria, han asumido la responsabilidad de que la ciudad temporal, es decir, los reinos que ahora rigen, sea reflejo fiel de aquella Jerusalén celestial. La Summa Theologica de Tomás de Aquino, en especial la Secunda Secundae de la misma, es la principal fuente que se usa para la explicación de las grandes virtudes, especialmente las presentadas en el tercer arco y que se atribuyen a Felipe II. López de Hoyos se detiene en definir y exponer detalladamente en qué consisten, recurriendo explícitamente a Santo Tomás, aunque muchas veces se limite a traducir o glosar directamente al filósofo medieval. En otras utiliza comentarios de la Summa para dar referencias a pasajes de Aristóteles, aunque no especifique que no están tomados directamente del autor griego. Los textos sagrados, las “divinas letras” como López de Hoyos los llama, y los autores cristianos constituyen, como ya hemos advertido, el máximo criterio de autoridad. Su presencia da validez y justificación a cuantas explicaciones se ofrecen y respalda el uso de fuentes clásicas paganas que son susceptibles de reinterpretarse en la misma línea ideológica que ofrece el cristianismo. Esto conduce a una estrecha combinación y una comparación continua entre fuentes paganas y cristianas, como marco teórico y cultural de los valores universales, imperecederos y válidos para cualquier creencia, representados en la iconografía, pero que sólo adquieren su verdadera dimensión en el cristianismo. Hay, incluso, una preocupación y un interés constantes por hacer explícitos los argumentos mediante los que se relacionan los temas paganos con los cristianos y con los cuales se esfuerza por dejar patente la verdad de la fe cristiana, frente a la falsedad del paganismo. Un ejemplo sobre estas cuestiones puede verse en la explicación que López de Hoyos ofrece sobre el cuadro que representaba la venida de la reina Ana de Austria a Madrid,

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situado en el reverso del primer arco, donde, al describir a las ninfas que acompañaban a la Reina, el autor indica:

“Éstas reverenciaban los gentiles idólatras como diosas, por particular permissión de Dios, que consentía que los demonios se les aparesciessen en árboles y montañas y en otras differentes apparencias y assí idolatravan a cada passo”.

Y, para un mayor conocimiento del tema, remite a Celio Rodiginio, cuya obra está

aquí utilizando, pero añade a continuación:

“Esto avemos dicho de passo, porque los que no entienden la naturaleza destas cosas no se offendan ni tomen occasión de pensar que los gentiles acertavan en sus falsas fictiones y den gracias a Dios porque les ha traído al conoscimiento de la verdad evangélica y librado de las illusiones, phantasmas, estantiguas y visajes que los demonios solían hazer, todo lo qual ha huido delante de la predicación del sagrado evangelio...”.

De esta forma López de Hoyos puede recrear un variadísimo mosaico de fuentes

literarias de muy diversa índole gracias a una combinación coherente y bien articulada, que es fiel reflejo de lo que fue, en realidad, todo el aparato artístico de la fiesta. Otro de los ejemplos más significativos en relación con el uso de la mitología desde esta óptica cristiana, es el de la descripción del Genio de la ciudad de Madrid, al que hemos aludido al hablar de las distintas temáticas en que pueden agruparse los contenidos de la obra. En el tránsito del primer arco figuraban las efigies de una matrona que representaba a Madrid y que ofrecía a la Reina las llaves de la ciudad y un corazón rodeado de siete estrellas, como las que contiene la orla de su escudo de armas, y una representación del Genio de la ciudad. En este caso, la autoridad de San Agustín en su obra De ciuitate Dei, quien, al igual “que todos los antiguos platónicos” denominaban a esta divinidad así porque se hallaba en las bodas y en “la fundación de las cosas y en la generación y assí le pusieron este nombre deste verbo latino, gigno, que quiere dezir engendrar y (como Consorio dize) porque tenía cuidado de que fuéssemos engendrados”. En efecto, el gramático latino Censorino, en su obra De Natali die, da esta explicación al origen del término, que López de Hoyos toma directamente de la obra del humanista Julianus Aurelius Lessigniensis, De cognominibus deorum gentilium libri tres, a quien utiliza en más de una ocasión, donde puede leerse la cristianización que, ya desde San Agustín, se había hecho del Genio, al identificarlo con el ángel de la guarda. El comentario de López de Hoyos al respecto es rotundo:

“Éstos (sc. los genios), con sola lumbre natural, querían dezir las cosas y no acertavan porque les faltava lumbre y claridad de la fe y, en effecto, quiere dezir genio el ángel de la guarda particular que tiene cuidado della, que esto sea ansí, que de cada ciudad y de cada hombre en particular un ángel es su guarda, y se le dedicó Dios como ayo”.

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A continuación hace referencia a la Biblia, de nuevo a Agustín y a otros “sagrados theólogos”, para concluir con el epígrafe que figuraba junto a la efigie del Genio y que iba dedicado a doña Ana:

“El cuidado, pues, que este Genio tiene es guardar de los ángeles malos lo que Dios les dio a su cargo y procurar no aya esterilidad assí en los fructos como en la gente. Y a esta causa le pusimos esta letra:

GENIVS En ego sum Genius tantae clarissimus urbis, Qui primo exortu sum comitatus eam. Principium generis cum sim, nunc limine nostro Polliceor natos Anna decora tibi. Declaración: Sereníssima Reina, yo soy el Genio deste tan claríssimo pueblo, al que he acompañado desde su primera fundación, y pues a mi cargo está la fecundidad y ampliación dél, yo os prometo, con ayuda de Dios, hijos y generación real, communicada del cielo”.

5.5.3 Escritores del Humanismo Son diversos los escritores humanistas que López de Hoyos menciona explícitamente, pero un cotejo con las obras citadas de aquéllos revela, además, que algunas son base fundamental del texto de nuestro autor. Así, para la semblanza que traza de los emperadores en el anverso del primer arco, especialmente de la dinastía de los Austrias, Rodolfo y Carlos V, se basa sobre todo en obras de Tomás Porccachi y Hubertus Goltzius. La de éste último, titulada Vivos retratos de los emperadores, había sido compuesta en latín y traducida por el propio autor al castellano, acompañada de excelentes grabados basados en medallas antiguas. También debió manejar López de Hoyos crónicas e historias recientes relativas a la historia de España, pero no especifica cuáles. López de Hoyos menciona otros nombres de humanistas bastante conocidos y difundidos en su tiempo y se hace eco de algunas de sus obras que debió usar, al menos puntualmente. Es el caso de autores como Volaterrano (Maffeius), Pietro Crinito o Sabellico, de quienes consultó, sobre todo, obras de carácter moral o filosófico. Para los temas mitológicos manejó con seguridad tanto las grecolatinas como la de Iulianus Aurelius Lessigniensis, ya citadas. También para estos temas, así como para relatos sobre la Antigüedad, como pasajes sobre Alejandro Magno, o datos sobre costumbres romanas, se sirvió de una obra, varias veces mencionada por él mismo, y que fue muy conocida y tuvo diversas ediciones desde que se publicara por primera vez en 1516, Antiquarum lectionum libri XXX de Celio Rodiginio (Caelius Rhodiginius), nombre con el que se conocía al humanista Ludovico Ricchieri. Pero entre todas las obras destacan los Hieroglyphica siue de sacris aegyptorum litteris commentarii de Piero Valeriano (Bolzanus), cuya primera edición se realizó en 1556 y tuvo mucha difusión en Europa, incluida España, como lo prueban las sucesivas ediciones que

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se realizaron en años posteriores. Esta obra se unía al grupo de las de carácter emblemático, iniciado especialmente con los Emblemata de Alciato y los Hieroglyphica de Horapollo. Trata de múltiples “jeroglíficos” egipcios, romanos y griegos, algunos de ellos con representación gráfica, acompañados de prolijas explicaciones y significados a través de fuentes clásicas y cristianas, aunque éstas en menor medida. No deja de sorprender el vasto conocimiento que López de Hoyos tenía de la referida obra de Piero Valeriano, a la que prefirió, entre otras posibles, precisamente porque en ella pudo encontrar los elementos que él necesitaba para su Relación: largas y detalladas explicaciones sobre los emblemas y símbolos al uso en las artes y en la literatura, tan utilizados por escritores y artistas del Renacimiento; una gran erudición y conocimiento de fuentes literarias clásicas y cristianas; la reinterpretación cristiana de la mitología pagana; y, también, una gran imaginación, que López de Hoyos supo adaptar y hacer suya en el despliegue de argumentos y relatos que constituyen su Real Apparato, y que está acorde con el gran despliegue imaginativo y artístico que se creó para la fiesta. López de Hoyos no sólo utiliza los Hieroglyphica de Valeriano -resumiéndolos, a veces casi traduciéndolos literalmente-, en los casos en los que menciona al autor expresamente, sino en muchos otros. Prácticamente todos los “jeroglíficos” que expone están extraídos de aquél. Como ya se ha apuntado antes, muchas de las citas de autores clásicos, incluso cristianos, están mencionados en ese autor. López de Hoyos las recoge como si fueran referencias directamente tomadas por él, pero no es así. Otro ejemplo llamativo es el que ofrece el pasaje relativo al significado del árbol de la palma. En el reverso del primer arco había un gran cuadro con “triumpho de Su Magestad”, donde aparecía Doña Ana sentada en un trono, a quien diversas virtudes le ofrecían regalos, y una de ellas, la Honestidad (Pudicitia) le tendía una palma “por la que se entiende el triumpho, valor y magestad”. Para explicar el significado de la madera de la palma, López de Hoyos (fols. 92v-94v) recurre a las autoridades de Aristóteles y Plutarco, concretamente el libro octavo del Symposiacon, al valor que le daban los egipcios como “señal de justicia” y su utilización en las bodas, como señal de fidelidad, a decir de los griegos Filóstrato y Diófanes, así como a Joviano Pontano, poeta e historiador humanista del siglo XV (quien jugó un papel político decisivo en la corte del rey Alfonso V de Nápoles). Añade que el “doctíssimo Eucherio” señalaba que la palma “en las divinas letras significa la innocencia y la vida de los justos”, y que eso mismo era lo que indicaba “el psalmista quando dixo: Iustus ut palma florebit. El justo siervo de Dios crecerá y florecerá como la palma”. Pero, en ningún momento de esta explicación, menciona López de Hoyos a Piero Valeriano y, sin embargo, todo el pasaje es un resumen de diversos fragmentos del libro L de los Hieroglyphica, incluidas todas las referencias literarias. Hay otros casos similares, como las explicaciones sobre el significado de los anillos, donde, siempre a través de Valeriano, recuerda los textos jurídicos de los Digesta y los jurisconsultos romanos, Papiniano, Ulpiano o Neracio, que hablan sobre el anillo como enseña de libertad; o como la presentación del águila como símbolo de los significados de triunfo, felicidad, prosperidad, gratificación, etc., realizada en la descripción del tercer arco, para la que sigue muy de cerca nuevamente a Valeriano, incluidas también aquí las referencias a otros autores.

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5.6 Originalidad e intención de la obra A la vista de lo expuesto cabe preguntar cuál era el valor original de la obra de López de Hoyos. Hay que tener presente que su criterio e intencionalidad no fue la de escribir una obra literaria, sino una relación veraz y detallada de cómo fue la entrada triunfal de Ana de Austria y el suntuoso recibimiento que le preparó la villa de Madrid y la grandiosidad de la fiesta; y hacerlo con una intención pedagógica para que todo el mundo comprendiera los distintos componentes del evento y el mensaje ideológico que aquél contenía, y que la monarquía española quería enviar a la nueva Reina, a todos los súbditos y, en especial, al pueblo madrileño. El autor no muestra empacho alguno al mencionar las fuentes literarias en las que se basa para construir su Real Apparato, si bien es verdad que son muchas menos de las que cita las que en realidad maneja directamente. Como se ha advertido, la mayoría de las veces los autores clásicos latinos, siempre los griegos y, en ocasiones, los cristianos, se citan a través de algunos humanistas, en especial Piero Valeriano, quien, junto a la Biblia, constituye su manual de primer uso. Pero, tras su peculiar manejo de las fuentes literarias, como detalladamente se verá en las notas de la edición, se esconde esa intencionalidad didáctica y el afán por recurrir a todas las fuentes posibles que pudieran servir de exempla y comparación con las virtudes de la nueva pareja real y que adornaran y complementaran la descripción y explicación de lo que fue la fiesta. En el f. 175r., al hablar de las virtudes del gallo, declara expresamente:

“Pues mi principal instincto es dezir y recopilar en summa lo que los antiguos philósophos e hystoriadores tan dilatada y diffusamente dixeron, y déstas las que más concernientes fueren y más frisaren con nuestro propósito, como parece en las calidades de las virtudes y propriedades de las cosas que hasta aquí avemos dicho”.

La originalidad consiste, precisamente, en haber sabido seleccionar, adaptar y

combinar múltiples elementos extraídos de otras obras de gran erudición y haberlos usado para transmitir los mensajes ideológicos, para recuperar la tradición clásica y encumbrar la literatura grecolatina y la mitología, como modelos vivos e imperecederos, cuya pervivencia se hizo posible gracias a la perspectiva cristiana con la que se juzgaba en una época, como la segunda mitad del siglo XVI, que, como ya ha quedado expuesto, estaba plenamente imbuida del valor de la fe cristiana y del sentimiento religioso, fuertemente restablecido por la política religiosa de la monarquía española. Es por eso que la obra de López de Hoyos articula en una simbiosis compleja paganismo y cristianismo, a través de la unión de referencias clásicas y del humanismo, con los autores cristianos, con los grandes padres de la Iglesia, San Agustín, y Santo Tomás a la cabeza. Por otro lado, la nada despreciable cantidad de poemas latinos y epígrafes redactados para la decoración de los arcos y como contribución personal al acontecimiento, son la otra sólida aportación personal de López de Hoyos y de sus colaboradores y discípulos del Estudio de la Villa. Fieles reflejos del entusiasmo con que la ciudad de Madrid recibió a su nueva y bella Reina y con el que este grupo de intelectuales

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y artistas de la Corte se apresuró a dejar constancia del mismo, primero con el despliegue de obras artísticas efímeras, y después con la relación escrita de López de Hoyos, convirtiendo así la fiesta en un testimonio permanente. 5.7 La Bibliografía manejada por López de Hoyos La tendencia de López de Hoyos a citar de segunda mano reduce el número de libros que utilizó para redactar el Real Apparato. Del elenco de citas y de su forma de presentarlas es posible deducir cuáles serían las obras que constituirían la bibliografía básica manejada por el autor en su trabajo. Es el propio autor el que en numerosas ocasiones nos indica, bien en el mismo texto o al margen, la fuente de la que ha tomado una determinada idea, aunque la haya seguido de manera literal. Así ocurre con los Hieroglyphica de Piero Valeriano, referencia obligada a lo largo de toda la obra y a la que López de Hoyos acude como verdadera enciclopedia del saber, a través de los símbolos, de la antigüedad. La Biblia era también libro de constante manejo, al igual que otros de los principales autores de la literatura cristiana: la Summa Theologica de Tomás de Aquino, De ciuitate Dei de Agustín y la Etimologías de Isidoro de Sevilla. Los autores clásicos latinos aparecen casi siempre citados indirectamente a través de los Hieroglyphica de Piero Valeriano. No obstante, hay dos que López de Hoyos debió manejar directamente, pues contenían abundantes exempla de las virtudes morales que aparecían mencionados en los arcos: Valerio Máximo y alguna versión latina de las obras morales de Plutarco, probablemente las realizadas por Diego Gracián de Alderete (Apoptegmata 1533 y Moralia 1548). Asimismo, es muy probable que gran parte de estos “ejemplos” llegasen a López de Hoyos a través de alguna de las numerosas colecciones de dichos y anécdotas de personajes del mundo clásico que se publicaron en aquellos años. De ellas, una de las que sin duda debió conocer y manejar nuestro autor fueron los Apoptegmata de Erasmo (1531), así como la edición comentada de los Disticha Catonis, también conocidos como De moribus, atribuidos al autor latino Catón, que realizó Erasmo (1531). En cuanto a los tratados de mitología, además de citar a lo largo de toda la obra los Antiquarum lectionum libri XXX de Celio Rodiginio, utilizada como fuente mitológica, de realia y de noticias sobre la Antigüedad, no sería nada extraño que López de Hoyos manejase alguna de las ediciones conjuntas que de diversos mitógrafos se realizaron a lo largo del siglo XVI, en especial alguna edición como las que aún hoy pueden consultarse en la Biblioteca Nacional de Madrid y que contienen conjuntamente las obras de Cornuto (en ocasiones con el nombre con el que también era mencionado, Phornuto), Paléfato, generalmente en versiones latinas, y del humanista Juliano Aurelio Lessigniense. Otros autores como Macrobio, incluso Aulo Gelio, pudieron haber formado parte de su biblioteca, si bien con un uso mucho menor. Cabe suponer que algunas obras latinas, como la Eneida o algún otro texto virgiliano, algo de Ovidio, etc., figurasen en su haber, si tenemos en cuenta que López de Hoyos era el “catedrático” del Estudio de la Villa. Allí impartía clases de latín, dialéctica, retórica, etc., según se ha indicado, y, por tanto, debía de disponer de textos de algunos de los autores clásicos más renombrados, aunque fuese a través de antologías o florilegios parciales.

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Por último, los abundantes datos aportados sobre monedas romanas, las efigies de los emperadores y los textos que los acompañaban fueron tomados de alguna de las muchas obras que sobre el tema se habían editado por aquellos años, probablemente las Vivae omnium fere imperatorum imagines (1557) o los Fasti magistratuum et triumphorum (1566) de Hubertus Goltzius. 6. Notas a la edición 6.1 Ediciones parciales No se conservan manuscritos, autógrafos o copias, del Real Apparato y sumptuoso recebimiento..., como tampoco de las restantes obras de López de Hoyos, y, al parecer, sólo hubo una edición en 1572, que fue la publicada por la imprenta de Juan Gracián. De ella se conocen exclusivamente cinco ejemplares supérstites, que aparecen catalogados en la Bibliografía de la literatura hispánica de J. Simón Díaz (J. SIMÓN DÍAZ, 1984, XIII, 435): BARCELONA, Seminario (946.115.-2- “15”-Lop-) MADRID, Biblioteca Nacional (R. 2.859) MILÁN, Ambrosiana (S.N.V.II.6) SAN LORENZO DE EL ESCORIAL, Monasterio (20-VI-26) ZARAGOZA, Biblioteca Universitaria (G-50-122) La obra completa no ha vuelto a ser editada hasta ahora. En 1861 Mesonero Romanos reproducía algunos párrafos en su obra El antiguo Madrid (1861, 352-370), pero, distribuidos en diversos epígrafes, sólo publicó aquellos pasajes que ofrecían información sobre aspectos urbanísticos, de calles o edificios, sobre el recorrido que realizó la comitiva o sobre los preparativos de la entrada y los festejos que se organizaron. Abiertamente despreció cualquier información de la obra de asunto mitológico, de referencias clásicas, de explicaciones emblemáticas y de jeroglíficos porque no le interesaban y sus juicios sobre la obra son tan negativos que, como ya hemos apuntado, deben haber tenido mucho que ver en la escasísima atención que se le ha prestado después. Mesonero Romanos seleccionó pasajes del capítulo II de la obra: De lo que Madrid hizo y previno para la venida de Su Magestad (fols. 6r-10r) y del capítulo VI: De la entrada de Su Magestad en Madrid y orden de su real rescebimiento (fols. 20r-29v). Además recogió algunos detalles mínimos de los arcos, cuya descripción omite completamente, la procesión que se describe al final del primer arco (fols. 101v-103v), la mención de la Puerta del Sol y calle Mayor, descrita a propósito de la ubicación del segundo arco (fols. 104r-105r), la llegada de la Reina y la comitiva al tercer arco (fols. 123v-124r), la llegada a la puerta de Guadalajara (f. 216r) y la reproducción del escudo de armas de Madrid (f. 217r), la descripción de la mencionada puerta (fols. 219r-222r), omitiendo por completo la de los colosos que junto a ella se pusieron; la entrada en la segunda muralla (f. 242r y v), la llegada a la iglesia de Santa María y después al palacio, con los festejos que se celebraron al día siguiente (fols. 245r-252r). El texto editado por Mesonero Romanos se presenta con la grafía plenamente regularizada y modernizada, y con la puntuación y acentuación según las normas vigentes

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en el siglo pasado. De forma asistemática, mantiene alguna grafía característica de la edición primera, así fortalesció, magestad (f. 6r, Mesonero Romanos, p. 353), cadahalso (f. 23v, Mesonero Romanos, p. 357). En cambio, introduce algún elemento que no está presente en la primera edición, como al comienzo del capítulo VI, donde se lee: Llegados veynte y seys de nouiembre, domingo...9 (20r), mientras que en Mesonero Romanos, p. 355: Llegados 26 de noviembre del 1569, domingo.... No sabemos qué ejemplar utilizó Mesonero Romanos para realizar su selección de textos, pero no debió ser el que se conserva en la Biblioteca Nacional, al menos en su estado actual, ya que a éste le faltan los folios 22 y 23 completos, sin que se aprecie, no obstante, que estas hojas hayan sido quitadas o rasgadas, porque este autor, en cambio, sí las transcribe. Problema distinto ofrece el folio 226r-v (perteneciente a una de las partes no seleccionadas por Mesonero Romanos), que sí parece haber sido destruido, pues, en la actualidad, se ha sustituido por una cartulina blanca. Con todo, este autor se hace eco de la rareza del libro en el momento en que él escribe su obra sobre El Antiguo Madrid. Al hablar del arco de Santa María, recoge los datos ofrecidos por López de Hoyos y señala (f. 36):

“Estas son las palabras únicas que estampó el maestro Hoyos, referentes á dicha puerta ó arco de Santa María; y las reproducimos íntegras, tomándolas del ejemplar rarísimo, acaso único, de dicha obra que existe en Madrid y tenemos á la vista...”

Más adelante en una nota a pie de página (p. 42), en la que hace una breve

descripción de la vida y las obras de López de Hoyos, insiste en la escasez de ejemplares de los libros del humanista, y ofrece, incluso, su propia explicación a este hecho:

“De estos libros (cuyos ejemplares rarísimos tenemos á la vista, y de que daremos más pormenores en el Apéndice) es de donde todos los historiadores de Madrid tomaron la multitud de fábulas y estravagantes deducciones sobre la antigüedad y grandezas desta villa, que inspiraban al buen maestro Juan López su patrio entusiasmo y su aficion á lo maravilloso. Todos estos libros son por lo demás de tan escaso mérito literario, por su indigesta erudición, absoluta falta de crítica y afectado estilo, que hubieran desaparecido por completo, si la crítica moderna no hubiera hallado en ellos algunas noticias, triviales entonces, que al autor se le escaparon, sin pensarlo acaso, de los sitios principales de Madrid en aquella época, y esos versillos hechos á nombre del Estudio por su caro y amado discípulo MIGUEL DE CERVANTES, que han servido á los biógrafos de este insigne escritor para computar los primeros años de su vida”.

En 1964, Simón Díaz, editaba un mayor número de pasajes del Real Apparato, en su

recopilación de Fuentes para la Historia de Madrid y su provincia, Madrid, 1964, I, 55-118, basándose en el citado ejemplar de la Biblioteca Nacional. En dicha recopilación reproduce los pasajes seleccionados con las mismas características y variantes gráficas de 9 Transcribimos exactamente en este punto la grafía de la edición de 1572, sin embargo, véanse más adelante nuestros criterios de edición.

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la edición original (cuyas características señalamos más adelante), si bien regularizando algunos acentos según la normativa actual, aunque no de forma sistemática. Al final de cada pasaje marca los folios correspondientes a la edición de 1572. Precisamente en las pp. 58 a 62 transcribe el capítulo VI de la obra, titulado: “De la entrada de Su Magestad en Madrid, y orden de su real rescebimiento”, pero no está completo ya que, como advierte en una nota en la p. 59, faltan los folios 22 y 23 del ejemplar de la Biblioteca Nacional. Otro tanto ocurre en la p.110, donde tras una largo pasaje que corresponde a los folios 219r-225v, se marca con puntos suspensivos la falta del folio 226 r. y v., además del folio 227r., que se omite en la selección10. Simón Díaz transcribe en pp. 55-57, los capítulos II y III completos (fols. 5v-12v.), en pp. 57-58, el capítulo V (fols. 17v-20r.), en pp. 58-89, el capítulo VI, el primer arco completo y casi todo el segundo (fols. 20v. - 119r, advirtiendo de la falta de los folios 22 y 23 del ejemplar de la Biblioteca Nacional), en pp. 89-118, una amplísima selección de pasajes del tercer arco, la puerta de Guadalajara, la entrada de la segunda muralla, hasta el final de la descripción, omitiendo los poemas latinos que acompañan como apéndice a la obra. Los folios transcritos son: 123v-128r.; 129v-131r.; 137v-146v.; 148r-151r.; 154v-169v.; 175r-176v.; 180v-184r.; 184v.-186v.; 187v-196v.; 198r-v.; 200r-201v.; 203r-205r.; 206r.11; 209r-211r.; 219r-227r.; 227v-233r.; 234v-252r. Finalmente, en 1976 Ediciones Ábaco realizó una reproducción facsímil parcial del ejemplar de la Biblioteca Nacional, de la que quedaba excluido todo el tercer arco completo, junto con parte de la obra sobre la Historia y relación verdadera de la enfermedad..., tránsito y... exequias fúnebres de... Isabel de Valoys. 6.2 La editio princeps Parece, pues, que la primera y única edición completa que se conoce es la de 1572, realizada en la imprenta de Juan Gracián. Consta de 262 folios en octava, si bien hay variaciones en los ejemplares existentes en la actualidad, en cuanto a las encuadernaciones. Mientras que el de la Biblioteca Nacional conserva la primitiva, que consta de 8 hojas + 262 folios + 6 hojas, el de El Escorial se halla en la actualidad encuadernado con el Viaje y Entrada en Sevilla que realizó Felipe II en 1570. No obstante, la paginación de la obra es idéntica y, sin lugar a dudas, se trata, en todos los casos, de ejemplares de una misma edición. La falta de hojas, ya advertida, del ejemplar de la Biblioteca Nacional, no se produce en los otros ejemplares, que se hallan completos, con lo que disponemos del texto íntegro de la obra. Puede decirse que tipográficamente es una edición variada y atenta a las múltiples

10 A pesar de ello, en la edición de Simón Díaz figura la indicación de fols. 219r-227r. para el pasaje transcrito hasta estos puntos supensivos y en la p. 112 puede leerse (fols. 227v-233r), para el que se reproduce a continuación, sin que se indique explícitamente que no se transcribe el fol. 226, por faltar completo en el ejemplar seguido, ni se advierta que ha dejado de transcribirse el fol. 227r., dentro de la selección realizada. 11 Hay un error tipográfico en la obra de Simón Díaz, p. 106, donde se marca este folio como 204r.

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particularidades que ofrece el texto. Se ofrecen diversos tamaños de letras para distinguir el texto general de las inscripciones latinas, impresas en letras capitales, a imitación de los modelos epigráficos de la Antigüedad, incluso con variaciones de tamaños y tratando de reproducir la disposición real que debieron tener en los arcos de triunfo. Las declaraciones de las mismas, normalmente van en cursiva y con un cuerpo de letra mayor que el resto del texto; las frases y pasajes de autores latinos o griegos (transcritos en sus versiones latinas) también aparecen habitualmente en cursiva o diferenciadas tipográficamente, al igual que los poemas finales que complementan la obra. Las glosas marginales están escritas en cursiva y en un cuerpo más pequeño. Cada página (o cara de cada plana, como la denomina el autor)12 lleva su encabezamiento, fuera de la caja del texto, centrado en la parte superior, indicando el capítulo correspondiente. La paginación va en el extremo derecho superior de cada plana, mientras que cada cara contiene el “aviso” del inicio de la siguiente cara en el extremo derecho inferior. Se incluyen dos tipos de “fe de erratas”, la primera en f. 2r. sobre las erratas en lengua latina, que se advierten con la intención de no entorpecer la lectura de la obra: Errata in lingua latina, quae retardare possente lectorem, subiicienda censuimus, omissis illis quae contra orthographiam admissa sunt. y la segunda, general, al final de la obra, en la que quedan incluidas, no obstante, diversas erratas de palabras escritas en latín. En cuanto a los criterios ortográficos, guarda con bastante regularidad la ortografía del momento y sólo se observan criterios de regularización tipográfica en las grafías correspondientes a u y v. Aquí se mantiene fundamentalmente la grafía v en posición inicial y u en posición intervocálica en el texto castellano, a excepción de la epístola inicial, así como de los textos latinos, donde se escribe exclusivamente u con independencia del sonido que represente y de la posición; consecuentemente con ello, cuando se trata de textos latinos escritos en letra capital, se adopta sistemáticamente la V para todos los casos.

En cuanto a la grafía y, su uso obedece a criterios diversos; uno de ellos es la presencia sistemática de y con valor fonético de [i] cuando aparece en segundo lugar, tras otra vocal, ya sea en caso de diptongos decrecientes: reyna, ayre, etc., o cuando no existe el diptongo: creydo, incluso en caso de hallarse entre dos vocales: traya por “traía”, veyan por “veían”. No obstante, en algún caso esporádico aparece con i: distribuirse (f. 7r.). Se escribe i latina regularmente, en cambio cuando se trata de diptongos crecientes. Al margen de esto, se observa un intento de reproducir y en otras posiciones, obedeciendo a criterios etimológicos, especialmente en palabras que llevan, además, otras grafías etimológicas cultas, como es el caso claro de egypcios o nymphas, siempre escrito de esta forma. No obstante, en bastantes ocasiones la presencia de la y se produce de forma incorrecta o vacilante: nymphas (86v,...), satyro(s) (29v, 30r, 88r.), sylvas (227v.), tyrannizado, tyrannia, tyrannos,... (fols. 42v, 43r, 45v,...) pero, hyerogliphica (67v.), hieroglifica (f. 74v. en la glosa), hyeroglifica (f. 74v.), hierogliphycas (fols. 130v, 138v.) y sólo de forma correcta, hieroglyphica en

12 Para las remisiones a páginas concretas hemos adoptado la denominación de folios (f. o fols.), porque la numeración es por hoja y no por página, de modo que utilizamos la convención característica de los manuscritos de f. Xr o f. Xv. El autor, como puede verse en la fe de erratas que hay al final del libro, habla de “planas” para cada hoja y de “cara 1” o “cara 2” para cada página.

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fols. 189r, 190v, 195r. Por último, en algunas palabras aparece y de forma errónea, antietimológica y sin criterios claros: ygual (14r), yra (21v, 132r-v...), salvo en el texto latino, donde aparece correctamente ira, f. 211r), imagen (f.209v...) etc.

En los nombres propios se observa el mismo problema de vacilación en la notación gráfica de i e y. Habitualmente trata de reproducir la y etimológica, o, por mejor decir, de tradición escrita a través del latín, así siempre Hieronymo, Moyses (181v.), Pythagoras (205r.), Pyrro (201v.), pero también Phylon (147v.) o Tygrano (97v. 134r.). En otros nombres muestra divergencias, como en el caso de Solymano (6v. y 150r), pero Solimano en 161r. Entre los nombres de personajes españoles escribe Luys (15v.), Valoys (3r.) Ruy, Ruyz (15v y 16r.) siguiendo la norma de la y como segundo elemento de diptongo o en segunda posición tras vocal. La j no se utiliza en los nombres propios en posición inicial, ya sea en los latinos, donde podría ser por cultismo: Iuno, Iuppiter, ya sea en nombres en castellano, como Iuan. 6.3 Nuestra edición Al existir una sola edición completa, la princeps impresa en 1572, y al pertenecer a ella los ejemplares existentes, contamos con un único texto de referencia para abordar nuestra edición. Paralelamente, aunque se han cotejado y tenido en cuenta las ediciones o reproducciones parciales del texto, éstas no aportan variantes o particularidades útiles como elementos de contraste, por lo que nos hemos basado directamente en la edición original. En nuestro caso, hemos optado por realizar una transcripción razonablemente ajustada al texto editado, manteniendo las grafías del mismo, aunque con algunas modificaciones relativas a las grafías u y v, así como a i e y, a efectos de mayor claridad y facilidad en la lectura y a tenor de lo comentado en el apartado anterior. Hemos procedido, pues, a una regularización de las mismas en el texto, aunque manteniendo las particularidades gráficas de los nombres propios. De acuerdo con esto hemos optado por los siguientes criterios: a) Regularización de u y v según su uso fonético actual en los textos castellanos. b) Grafía u minúscula y V mayúscula, con independencia de sus valores vocálico o semivocálico en los textos latinos, de acuerdo con el criterio utilizado en la edición y que, responde, en nuestra opinión, a la adopción de una grafía clasicista por parte del autor, con respecto a los textos latinos. c) Regularización de i e y según su uso fonético y gráfico actual, a excepción de aquellos vocablos donde la presencia de y con valor vocálico obedece a razones de tradición etimológica, tanto en latín como en castellano, así por ejemplo en las palabras reyna y reyno cuyas grafías con y son sistemáticas, al obedecer al mantenimiento del paralelismo gráfico con rey. Regularización de las mismas, en caso de vacilación en la edición primera; por ej. hieroglyphica(s) siempre escrito así, aunque en dicha edición sólo aparece escrito de esta forma en fols. 189r, 190v y 195r. No obstante, se mantiene con i en el caso en que aparece la palabra escrita con f y la y en un lugar incorrecto: hieroglífica por hyeroglifica (74v.). d) Mantenimiento de las particularidades gráficas de los nombres propios o patronímicos, incluso en los casos de las grafías antes descritas, dado que algunos de ellos eran práctica

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habitual en la ortografía de la época, como Ysabel, o también porque, mayoritariamente, obedecen a razones etimológicas. e) Regularización del sistema de acentuación y puntuación según las normas actuales. Hemos incorporado en el texto todas las correcciones que aparecen anotadas en la fe de erratas, dando cuenta sólo de las letras o palabras restablecidas en el texto, mediante su inclusión por medio de ángulos: < >; igualmente utilizamos este signo en algún caso donde restituimos nosotros. Para los casos de supresión usamos los corchetes: [ ]. No obstante, en notas a pie de página se advierte de algunos errores de la edición que no figuran en la “fe de erratas”, o que están mal indicados en ella, y que contienen alguna peculiaridad que conviene destacar. Existen algunos errores tipográficos consistentes en un simple cambio de letra -varios de ellos en el cambio por inmersión del tipo n por u13-, no indicados en la “fe de erratas” y que enumeramos a continuación: 12r. Curiosrmente por curiosamente 47v. tnuo por tuuo 48r. Auie por avía 50r. Recuparado por recuperado 53r. Dodicación por dedicación 72r. Renerencial por reuerencial 83r. CONCOADIA por CONCORDIA 105r. Freute por frente 119r. Hnuo por huuo 124r. Resplaudescen por replandescen 153v. Perseuaraua por perseueraua 154v. Prudedcia por prudencia 173v. Copitán por capitán 178v. Respendieron por respondieron 184v. Rétulo por rótulo 189v. Munno por mundo 190r. Coudal por caudal 193v. Btaço por braço 198v. Atriba por arriba 204v. Llagado por llagado 211r. Espere(n)ça por esperança 239v. Prieda por piedra Tipográficamente, hemos optado por mantener las glosas marginales de la misma manera que aparecen en la edición de 1572, así como, en la medida de lo posible, también hemos intentado reflejar, mediante distinciones de tipos de letra y tamaño, las diferentes variaciones existentes en aquélla, por considerar que existió originalmente un criterio cuidadoso para destacar los diversos tipos de textos: la redacción básica, los textos latinos 13 Recuérdese que la grafía usada para el fonema /v/ intervocálico es u, que regularizamos en nuestra edición.

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de fuentes literarias, de la reproducción de los epígrafes latinos que se expusieron en las obras plásticas efímeras, etc. Las notas que acompañan a la edición pretenden ofrecer diversos comentarios de índole histórica, artística, filológica, y explicaciones o aclaraciones al texto, que permiten ampliar los estudios preliminares que hemos presentado a la edición, dando entrada a aspectos puntuales y a información concreta directamente vinculada con los pasajes donde se presentan. Conviene puntualizar que las notas de carácter biográfico no pretenden presentar un resumen de la vida de los autores o personajes tratados, sino un breve apunte informativo y, sobre todo, relacionado con su presencia directa en el texto o a través de referencias literarias. También en las notas aparecen las traducciones de los pasajes latinos que no presentan “declaración” por parte de López de Hoyos, aunque son una minoría. En cambio, se presenta al final de la edición, y como apéndice a la misma, la traducción de los poemas que concluyen el Real Apparato, dada su extensión inapropiada para figurar en notas a pie de página. 7. Bibliografía Ediciones de fuentes ALBERTI, L. B. (1582) [1977 edic.]

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1r

REAL APPARATO Y SUMPTUOSO RECEBIMIENTO con que Madrid (como casa y morada de Su Magestad) rescibió a la Sereníssima Reyna Doña Ana de Austria, viniendo a ella nuevamente después de celebradas sus felicíssimas bodas. Pónese su itinerario. Una breve relación del triumpho del Sereníssimo don Iuan de Austria. El

14 La única mención al triunfo de Juan de Austria, el parto de la Reina y el bautizo del Príncipe se hace en la carta dirigida al cardenal Diego de Espinosa, pero no existe ninguna descripción en el cuerpo de la obra. Véase en la introducción, p. 44. 15 En 1570 el cardenal Diego de Espinosa era la figura más poderosa de la monarquía después del Rey. Según cuenta Luis Cabrera de Córdoba (1876, II, 125) y León Pinelo habría nacido en Martín Muñoz de las Posadas, donde recibió sepultura en septiembre de 1572. Sacerdote y abogado universitario en 1547, ocupó diversos cargos en Aragón, Castilla y Navarra, hasta que en 1562 su figura irrumpió repentinamente en la Corte como Consejero de Castilla. A partir de esta fecha, y gracias a su eficiencia, desarrolló una meteórica carrera al ser nombrado en 1564 Consejero de la Inquisición y en 1565 Presidente del Consejo de Castilla. Al año siguiente entró también a formar parte del Consejo de Estado, y fue nombrado Inquisidor General en sustitución de Fernando Valdés, con cuyas ideas había discrepado. Fue a sugerencia suya por lo que Felipe II ordenó que se reunieran las Cortes provinciales en 1564, las cuales se encargarían de difundir los decretos de Trento. También se empeñó en catequizar el mundo rural y en convertir definitivamente a los moriscos de Granada, por lo que, en 1565, la Monarquía tomó las primeras medidas contra ellos. Asimismo propició la represión en los Países Bajos, que no conocía, como resultado de su tardía amistad, entablada con el duque de Alba. En 1568 fue designado obispo de Sigüenza y cardenal gracias a la intervención regia. Fue entonces cuando sugirió al apesadumbrado Felipe II que adoptara algunas de las decisiones más radicales que ensombrecieron todavía más ese año, como la decapitación de los nobles flamencos católicos Egmont y Hornes, o la de llevar la guerra a las Alpujarras de Granada. También bajo su dirección el Consejo Real decretó la deportación de los moriscos, (que López de Hoyos, en un eufemismo llama “acomodación de vasallos rebeldes por todo el reino”, fol.136 v.), en una operación de castigo ejemplar que suscitó la compasión incluso de soldados de la experiencia de Luis de Requesens o de Juan de Austria (KAMEN 1997, 136), y que se produjo simultáneamente a la llegada de la reina Ana y a la difusión del mensaje político lanzado por el Rey con ocasión de su nuevo matrimonio con la Habsburgo. El cardenal Espinosa organizó en torno suyo una clientela de letrados burócratas, con quienes comenzó a ejercer su privanza (MARTÍNEZ MILLÁN 1992, 189). Además de figurar en casi todas las instituciones de gobierno, tuvo una presencia intensa en el seno de la familia real por su papel relevante en los preparativos de la boda entre Felipe y Ana, y en el bautizo del príncipe heredero Fernando el 16 de diciembre de 1571, que él mismo ofició. Pero, probablemente estrechó en exceso el cerco al Rey, o al menos esa es la impresión que se saca cuando, sorprendentemente, se le ve figurar entre los miembros de la familia real, junto a los padres del monarca, sus cuatro esposas, su hermana doña Juana, su medio hermano don Juan, y los dos hijos varones nacidos hasta el momento, Carlos y Fernando (el primero ya fallecido), en la colección de doce poemas latinos compuestos por el secretario y poeta Diego Gracián de Alderete con ocasión del feliz nacimiento del nuevo heredero Fernando (VELÁZQUEZ 2002). De alguna manera, el elogio que se le dedica en vida, y su inserción en la galería de retratos de los Habsburgo, pretendía ser un reconocimiento público al éxito de sus planes políticos y dinásticos, lo que también es evidente en el Real apparato... que López de Hoyos le dedica a finales de 1571 o enero de 1572, en un último esfuerzo para alcanzar el mecenazgo real. Sin embargo, si Espinosa había influido poderosamente en el ánimo abatido de Felipe II entre los años 68 al 70, en los siguientes, cuando el Rey atravesaba por momentos de gran felicidad y triunfo, con su dinastía consolidada y los Turcos derrotados, el carácter recalcitrante del prelado y su obsesión represiva en el tema de Flandes dejaron de agradarle. Parece que dirigió duras palabras al Cardenal quien, casi a resultas del disgusto, murió de una apoplegía el 5 de septiembre de 1572. 16 Juan Gracián era hijo del secretario real Diego Gracián. PÉREZ PASTOR (1891, 28-29) dice que en Madrid sólo

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breve relación del triumpho del Sereníssimo don Iuan de Austria. El parto de la Reyna, nuestra señora. Y el solemne baptismo del Sereníssimo Príncipe don Fernando, nuestro señor14.

Collegii Societatis Caesaraugustani Dirigido al Illustríssimo y Reverendíssimo Cardenal don Diego de Espinosa15, Obispo y Señor de Siguença, Presidente del Consejo Real; Inquisidor apostólico general en los reynos y señoríos de España, etc.

Compuesto por el maestro Iuan López de Hoyos, Cathedrático del Estudio desta felice y coronada villa de Madrid.

Con privilegio. Impresso en la coronada villa de Madrid por Iuan Gracián16.

1572. 1v

Yo Iuan Fernández de Herrera, Secretario del Consejo de Su Magestad doy fee que aviéndose visto por los señores del Consejo de Su Magestad un libro intitulado El viage felice y próspera navegación de la Magestad de la Reyna doña Anna de Austria, nuestra señora, que con licencia de los dichos señores hizo imprimir el maestro Juan López, Cathedrático en el Estudio desta villa de Madrid, le dieron licencia para que pudiesse vender cada volumen del dicho libro de la dicha impressión en papel a tres reales, con que antes, y primero que le venda, imprima al principio dél este testimonio de tasa. E porque dello conste di la presente fee que es fecha en Madrid a treinta días del mes de enero de mill y quinientos y setenta y dos años.

Iuan Fernández de Herrera 2v

EL REY Por quanto por parte de vos, el maestro Juan Lópes, Cathedrático en el Estudio de la villa de Madrid, nos fue fecha relación, diziendo que vos avíades compuesto un libro de las cosas que se avían fecho en el recebimiento de la Sereníssima Reyna, nuestra muy cara y muy amada muger, en la dicha villa de Madrid, en el qual avíades

imprimió el Real Apparato... de López de Hoyos en 1571, y que inmediatamente se marchó a Alcalá donde imprimió gran número de libros desde 1572 hasta 1587, año en que murió. Su escasísima actividad en Madrid, su misteriosa marcha en 1572, tras publicar las erratas del Real Apparato... el 30 de enero, y la vinculación de su padre y de su hermano Antonio, también secretario de Felipe II, con el cardenal Espinosa, hacen sospechar que la caída en desgracia de éste arrastrara consigo la de este miembro de la familia Gracián. Varios de sus miembros habían puesto a su servicio sus conocimientos de humanidades y lenguas, y el Cardenal correspondió nombrando a uno secretario y a otros dos censores. Antonio Gracián conservó su cargo de secretario al menos hasta 1573, según se desprende de su diario (KAMEN 1997, 223).

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3r

passado mucho trabajo y nos pedistes y suplicastes vos mandássemos dar licencia y facultad para que lo pudiéssedes hazer imprimir y vender con privilegio por seis años o como la nuestra merced fuesse, lo qual visto por los del nuestro Consejo y como en el dicho libro se hizo la diligencia que la premática por Nos agora nuevamente fecha, dispone, fue acordado que devíamos mandar dar esta nuestra cédula en la dicha razón y Nos tuvímoslo por bien por lo qual vos damos licencia y facultad a vos, el dicho maestro Iuan López, para que vos o la persona que vuestro poder especial para ello tuviere, y no otra alguna, podades hazer imprimir y vender el dicho libro que de suso se haze mención en estos nuestros reynos y señoríos por tiempo y espacio de seis años cumplidos, primeros siguientes que le quenten desde el día de la fecha desta nuestra cédula en adelante, so pena que qualquier persona o personas que sin tener para ello vuestro poder lo imprimiessen o vendiessen o hiziessen imprimir o vender, pierda toda la impressión que hizieren o vendieren y los moldes y aparejos della y más incurran en pena de cinquenta mil maravedís de cada vez que lo contrario hizieren, la qual dicha pena sea la tercia parte para nuestra Cámara y fecho con tanto que todas las vezes que lo uviéredes de hazer imprimir durante el dicho tiempo de los dichos seis años lo traigáis al nuestro Consejo, juntamente con los originales que en él fueron vistos que van rubricadas las hojas y firmado al fin del de Iuan Fernández de Herrera, nuestro escrivano de cámara de los que residen en nuestro Consejo para que se vea si la dicha impressión está conforme a él y se os dé licencia para le poder vender tasando en el nuestro Consejo el precio a que se uviere de vender cada volumen, so pena de caer e incurrir en las penas contenidas en la dicha premática y leyes de nuestros reynos, y mandamos a los del nuestro Consejo y a otras qualesquier justicias destos nuestros reynos y señoríos que guarden y cumplan y executen esta nuestra cédula y la haga17 guardar y cumplir y executar como ella contiene. Fecha en Madrid a veinte y dos días del mes de septiembre, de mil y quinientos y setenta y un años.

Yo el Rey Por mandado de Su Magestad

Antonio de Erasso 3v

(En el escudo)

TRIVMPHAT IN PACE SAPIENTIA PACI ORBI TERRARVM FORTVNAE REDVCI

+ D(ominus) DIDACVS SPINOSA SEGVNT(INVS) ANTISTES 17 En singular.

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S(anctae) E(cclesiae) R(omanae) P(ater) CAR(dinalis)18 4r IN STEMMATA ET

Insignia clarissimi Cardinalis. D. D. Didaci de Spinosa, Regii Senatus praesidis, ac supre mi de fide quaesitoris, Perspicula et dilucida expositio. Praeclarae historiae sunt hac insignia plena, Quamuis hic fuerint carmine clausa breui Dextra manus tru(n)cum quae fert, manus aucta capillis, Spinosam proauos signat habere duces. Et quod sub spinto, spinis horrentibus ampla, Se protexerunt, regnamque; Ibera simul. Indicat inter aues aquila haec regina, suorum Regia maiorum, stemmata nota nimis, Verum magnanimos proauos fortisque fuisse, Armisque, et bello nuntiat ipse leo. Sed Didace ó Spinosa tuis, haec omnia gestis Facta silent, superant quaeque. superta quidem19.

4v

EPISTOLA Al Illustríssimo y Reverendíssimo señor don Diego de Espinosa, Cardenal de la Santa Iglesia de Roma, título de San Estevan del monte Celio, Obispo y Señor de Siguença, Presidente del Consejo Real. Inquisidor general contra la herética pravedad y apostasía en estos reynos de España. etc. El maestro Iuan López de Hoyos. Salud y perpetua felicidad.

Si la perpetuidad y conservación del nombre es parte de la bienaventurança con que Dios promete premiar a los escogidos y

18 “Triunfa la sabiduría en la paz. A la paz para el orbe de la tierra. A la nueva Fortuna. Señor Diego de Espinosa, Obispo de Sagunto, Cardenal de la Santa Iglesia Romana.” 19 “Clara y completa explicación del emblema del muy ilustre cardenal Don Diego de Espinosa, Presidente del Consejo Real y supremo inquisidor de nuestra religión:

De señalada historia están llenas estas figuras, aunque aquí estén resumidas en este breve poema. La mano derecha que lleva el tronco, mano aumentada con hojas, indica que el apellido Espinosa posee antepasados importantes y que bajo ese espino se protegieron con sus ásperas espinas grandes reinos iberos. El águila, reina de las aves, representa el signo muy notable y regio de sus antepasados y el león indica que fueron magnánimos y valerosos con las armas. Pero todas estas hazañas, que superan a las más soberbias, enmudecen ante tus hechos, Diego Espinosa.”

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5r Dotes y prendas del ánimo

bienaventurados20 y, por el contrario, uno de los mayores castigos con que Dios amenaza a los malos es dezirles que borrará sus nombres para que no quede perpetuamente rastro ni memoria dellos, no será, Señor Illustríssimo, ageno de servicio celebrar con escriptos (que paresce que tienen especie de eternidad) algo de lo mucho con que nuestro Señor ha dotado la persona de Vuestra Señoría Illustríssima porque resplandesce y campea tanto la governación de la política de toda la monarchía del Cathólico Rey don Philippe, nuestro señor, con la assistencia, presidencia, y buen govierno de Vuestra Señoría Illustríssima que ello mismo (sin ninguna specie de adulación) testifica muy bien la prudencia en proveer y prevenir las cosas importantes y de grande peso, la constancia y firmeza en executar y deliberar, la rara sabiduría en resolver, despachar y concluir negocios, la clemencia y serenidad en oir los negociantes, la severidad en el juizio, la compostura de la persona tan exemplar, la decencia y decoro de todas las cosas. Es, Señor Illustríssimo, para que, considerándolo todos, demos muchas gracias a nuestro Señor y loemos la felicidad de nuestros tiempos, que gozan de un suppuesto, que Su Divina Magestad para su reformación paresce aver misericordiosamente guardado.

Felices sucessos del tiempo del illustríssimo casamiento de Su Magestad. 5v

De esto no es pequeño argumento ver las cosas memorables, prósperas, y de felices y dichosos successos, pues en discurso de dos años ha visto Vuestra Señoría (nivelándose todo con la regla y cartabón de su maduro consejo) un tan felice y dichoso matrimonio entre los Sereníssimos Reyes Católicos, don Philippe Segundo y doña Ana de Austria, I deste nombre, señores nuestros (como ya cuento tan largamente en este mi libro) de donde, mediante el favor divino, se han derivado tantos y tan notables bienes a la República Christiana, bien y adelantamiento destos reynos.

Pacificación del reyno de Granada por el Señor Don Juan de Austria.

Pues en treze de deziembre de 1570, después de la venida de Su Magestad, entró el Sereníssimo don Juan de Austria en esta real Corte con tanto triumpho, dexando Su Alteza llanos los alborotos y rebelión de vassallos, que con tan furioso ímpetu en tan poco tiempo avía

20 Durante el Renacimiento, y como consecuencia del culto a los valores de corte individualista, se desarrolló muchísimo la preocupación por la propia imagen y la memoria, lo que obligaba a practicar la propaganda sobre uno mismo en función del futuro. Gracias a los nuevos principios racionales de selección establecidos por la burguesía, cualquiera podía ser merecedor de la fama, al margen de los principios tradicionales que gravitaban en torno a los orígenes familiares y a la tradición. Por eso el cardenal Espinosa, que pertenecía a una familia de cristianos viejos sin recursos, aprovechó su sagacidad intelectual y su encumbrada posición en la Corte para ejercer una labor de mecenazgo con intelectuales y artistas, que pretendió instrumentalizar para llegar a lo más alto en vida, y gozar de fama en los medios cortesanos después de ella. El propósito de López de Hoyos de poner por escrito la fiesta celebrada con ocasión de la entrada de la reina Ana, ofreció al Cardenal la ocasión de que su celebridad arraigara también en el profanus vulgus (VON MARTIN 1981, 87). Por eso, la obra se abre con la enumeración de sus virtudes políticas -y se destacan sus muchos méritos y dotes en las tareas de gobierno que, además, gozan de la correspondiente sanción divina, lo que hace de él un modelo de humanista católico-, en evidente paralelismo con el modelo propuesto en Felipe II y recogido en el tercer arco que cerraba el recorrido triunfal madrileño.

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crescido, de manera que avía alborotado la quietud y paz destos reynos, y entrando tanto número de bárbaros africanos que no fue de pequeño negocio ni de menos estima la pacificación del reyno de Granada21.

Venida del illustríssimo legado. 6r Acompañamiento del legado.

Tras esto ver la venida a esta Corte del Illustríssimo y Reverendíssimo Miguel Bonello, cardenal alexandrino, legado a latere y sobrino de Su Santidad, del Pontífice Máximo, Pío V, postrero de setiembre 1571, día de un tan grande santo, cardenal, presbýtero, y doctor de la Santa Iglesia Romana, como Sant Hierónymo: aviendo Vuestra Señoría Illustríssima, quatro días antes, salídole a recebir y regalar, con la demostración que se requería entre dos tan grandes príncipes de la Iglesia y de un mismo colegio apostólico, tres leguas de la Corte, a Barajas, una muy hermosa villa de don Francisco Çapata, mayordomo de Su Magestad de la Reyna, nuestra señora.Y después de aver el Cathólico Rey don Philippe, nuestro señor, este día (como tan cathólico y piadoso a nuestra religión christiana) salido a recebir con toda la Corte y grandes, hasta la entrada de Madrid, con todo el cabildo y cruzes de todas las parroquias, todas las órdenes de religiosos en grandíssimo número y frequencia, viniendo hasta la iglesia de Santa María, donde Vuestra Señoría Illustríssima recibió al illustríssimo y reverendíssimo legado22; y de allí hecha oración, le acompañó Vuestra Señoría hasta su posada, que estava tan realmente adereçada que a ningún príncipe se le podía offrecer cosa más suprema; en conclusión, como de la grandeza de Su Magestad Cathólica, por cuyo mandado y orden se previno todo.

Claríssima victoria y triumpho contra el Turco, por el Sereníssimo don Iuan de Austria. [6v]

Y dentro de pocos días, por la misericordia de Dios, continuándose la prosperidad y felices successos ha su divina Magestad con tan maravillosa franqueza concedido a España en tiempo de Vuestra Señoría illustríssima una de las más esclarecidas victorias, que en tiempo de ningún emperador ni monarcha del mundo se ha visto ni alcançado, ni emos oído ni leído, después de la del mar bermejo y la de Themístocles atheniense, la qual concedió Dios al Sereníssimo Príncipe don Iuan de Austria, hermano del Cathólico Rey don Phelippe segundo, nuestro señor, hijo del emperador Carlos Quinto, rey y señor de España y capitán general de la santa y cathólica Liga de los príncipes christianos, contra la maldita bestia del gran turco Solymano, infieles y rebeldes; el qual, destruyendo toda la poderosa armada turquesa, ha alcançado immortal triumpho, porque venía la más pujante que jamás havía parescido, porque se havía poblado y guarnecido de gente de

21 La ayuda que recibieron los moriscos de los musulmanes turcos y berberiscos fue muy limitada, y si la guerra contra ellos se prolongó por espacio de más de dos años fue debido a la inapropiada designación del marqués de los Vélez para dirigirla y a que las mejores tropas del Rey se encontraban en el exterior, sobre todo en Flandes, por lo que hubo que hacerla con milicias señoriales y concejiles que no tenían disciplina ni espíritu guerrero (DOMÍNGUEZ ORTIZ 1988, 86). 22 Según León Pinelo el legado papal hizo en Madrid una entrada triunfal para la que se utilizó el itinerario tradicional por la calle y puerta de Atocha.

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Sobervio movimiento de la gente de la armada turquesca. Número de galeras y galeaças turquescas. Galeras del señor don Iuan.

refresco, que se averiguó, que passavan los que en ella venían de más de ciento y treinta mil hombres, los quales se havían luzidamente en el puerto de Lepanto, bastecido con todo género de armas y municiones, con dozientas y treinta galeras, y cinquenta galeotas gruessas poderosamente armadas23. Viniendo con muy próspero y favorable viento, fue descubierta por la armada del señor don Iuan que eran dozientas y tres galeras y seis galeaças a la buelta de las islas de las Escorchalaras, camino de Lepanto.

El señor don Iuan de Austria a su gente. [7r] El viento se sossegó y bolvió favorable, hecha oración.

Donde, con razonamientos no menos amorosos que graves, animosos y de grande efficacia, cohortando y animando a todos sus capitanes, les significava el gran servicio que a Dios se hazía en esta sancta jornada: y que mirassen que, como valerosos y hijos de la santa yglesia, esposa de Iesu Christo, havían de pelear tan animosamente que siguiessen el estandarte y vandera de nuestra santa fe cathólica hasta morir, pues mediante su virtud y favor celestial se havía de alcançar con grande triumpho la victoria. Y pues veían que la armada turquesca no perdía tiempo, trayéndolo harto favorable, pretendiendo ganar el sol, con grande presteza se apartassen a los lugares como por Su Alteza estavan distribuidos. Y enarbolando los crucifixos y estandartes, toda la armada con grandíssima devoción los adoró y hecha oración, los padres de la Compañía de Iesús y capuchinos embiados por Su Sanctidad hizieron la absolución del santo jubileo que Su Sanctidad concedió. En aquel tiempo milagrosamente se quietó y sossegó el mar24 y bolvió el viento tan próspero a nuestra armada que la contraria fue forçada a amainar las velas, y venir a remo, lo qual no fue pequeña providencia de Nuestro Señor para que su armada tuviesse lugar para ponerse y distribuirse por muy buen orden para la batalla. Y haviendo el gran Baxá generalíssimo de la armada turquesca sentido mucho y tenido

23 De acuerdo con lo visto en la Introducción, la defensa del Mediterráneo contra los turcos no figuraba entre las prioridades políticas de Felipe II, quien se limitó a fortificar el litoral con torres costeras y a mantener una flota de galeras que realizó acciones puntuales. Pero en 1570 la situación se agravó con la sublevación de los moriscos de quienes se rumoreaba que habían solicitado ayuda en el exterior, y coincidió con la pérdida de Chipre, que era de Venecia. El papa Pío V consiguió su ansiado deseo de formar una Santa Liga, que concluyó con la victoria hispanoitaliana de Lepanto el 7 de octubre de 1571. López de Hoyos ofrece una información parcial al omitir que la victoria costó a los cristianos 8.000 muertos y 15.000 heridos y el quebranto económico que supuso para la Hacienda Real (que culminó en la bancarrota de 1572), y se limita a describir la batalla en términos laudatorios sin abordar aspectos espinosos como el enfrentamiento de Don Juan de Austria con los almirantes aliados venecianos, o los roces habidos con el Papa. Por el contrario, todos estos detalles los proporciona Ambrosio de Morales, aunque el historiador los autocensura por razones político-diplomáticas (Descriptio Belli nautici et expugnatio Lepanti per D. Ioannem de Austria, Edic. de COSTAS RODRÍGUEZ 1987). 24 El adverbio “milagrosamente” nos hace pensar en una intervención divina para producir vientos favorables a la flota de la Liga durante la batalla de Lepanto. Las palabras de López de Hoyos nos recuerdan inevitablemente la narración de Virgilio (Aen. I 30-150) en torno a la tempestad desencadenada por Eolo a instancias de Juno y la posterior intervención de Neptuno apaciguando los vientos. Las coincidencias no acaban aquí: la virgiliana loca feta furentibus Austris, Aeoliam (vv. 51-52) era localizada junto al estrecho de Messina, lugar del que partió precisamente la flota de la Liga para la batalla de Lepanto.

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[7v] Principio de la batalla naval. Victoria, degollado el gran Baxá. [8r]

Baxá, generalíssimo de la armada turquesca, sentido mucho y tenido por caso de menos valor que la armada española fuesse a buscarlo a su misma casa, mandó a un captivo christiano le señalasse la capitanaespañola, diziendo muchas bravezas y blasphemias, con grande ímpetu y ferocidad se previno para envestirla. Mas el Sereníssimo don Iuan de Austria con un ánimo tan cesáreo, heredado del invictíssimo emperador Carlos V, su padre y señor nuestro, con el cuidado que de executar su buen zelo y voluntad tenía, se fue derecho a la real turquesca, donde generosíssimamente mostró el valor de su ánimo y con grande ímpetu y furor se travó una batalla naval, la más cruda y sangrienta que jamás se vio. Finalmente, Señor Illustríssimo, a honrra y gloria de Dios, dentro de spacio de hora y media Su Alteza alcançó la victoria de la real turquesca, degollando en ella al Baxá, con grande destroço y rica de más de quinientos turcos que en ella muertos se hallaron, y derribando Su Alteza el impío estandarte, arboló la cruz y victoriosa vandera de Iesu Christo. Al qual tiempo las galeras venecianas alcançaron también la victoria a su parte, y siguiéndola su Alteza fue nuestro señor servido dársela tan esclarecida y abundante, quanto vuestra Señoría illustríssima le havía pronosticado, quando tan enternecidamente se despidieron, partiéndose el Sereníssimo Don Iuan de Austria desta real corte de su Magestad cathólica. Porque demás de las que en la batalla se echaron a fondo y quemado, Su Alteza, tomó ciento y setenta y cinco galeras y doze galeotas, y en toda esta tan próspera victoria y tan comunicada del cielo, sólo faltó de toda la armada del señor don Iuan una galera de venecianos.

Processión general [8v]

Hizo Su Alteza, como tan esclarecido príncipe, merced a muchos capitanes y dio libertad a quinze mil captivos christianos que havían quedado buenos y sanos de la batalla, poniendo en todos los demás heridos, como piadoso y cathólico, tanto cuidado que de su galera real les embiava muchos regalos y socorros hasta ponerlos en el recaudo y alojamiento que les era necessario. Dexo la solenníssima processión general, otro día de sabida la nueva25, que fue día de todos santos, primero de noviembre 1571, que en hazimiento de gracias Vuestra Señoría Illustríssima ordenó, en la qual assistió Su Magestad Cathólica del rey don Philippe nuestro señor y, yendo Vuestra Señoría a su lado, precedía de pontifical el illustríssimo y reverendíssimo legado; dicha missa en el monesterio de Sant Phelippe, de la orden de Sant Augustín, con los dos obispos de Same y Temi26 que también con capas de brocado y mitras llevaban el

25 López de Hoyos omite el dato de que la noticia de la victoria no le llegó al Rey, sino al embajador de Venecia en Madrid (KAMEN 1997, 144) el 29 de octubre por la tarde. Lope de Figueroa, enviado de Don Juan de Austria, no llegó hasta el 22 de noviembre, según cuenta Luis CABRERA DE CÓRDOBA (1876, II, 121). 26 López de Hoyos parece referirse aquí a dos obispos auxiliares, quienes, probablemente, habrían viajado a

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gremial27. Assistieron también los grandes destos reynos, consejos, señores de título, toda la capilla real cabildo y clerezía desta Villa, con todas las religiones y conventos, que fue cosa maravillosa la devoción de todos en universal, y el ornato de todas las calles hasta la iglesia de Santa María, la frequencia de prelados, assí españoles como estrangeros.

Y para que las mercedes que nuestro Señor ha hecho a estos reynos, fuessen como dizen de bien en mejor y se viesse claramente quán a bola vista ha sido Su Divina Magestad servido en tiempo de Vuestra Señoría, succediessen tantos y tan desseados dones celestiales.

Nacimiento del Sereníssimo príncipe don Fernando de Austria, nuestro señor.

No muchos días después deste esclarecido triumpho, bolviendo los siglos y edad de oro28, con que Dios es servido perpetuar en estos reynos la felicidad, y buenas prendas de su santa fe cathólica, nos dio un príncipe fructo bienaventurado deste santo matrimonio, a quatro de deziembre de mil y quinientos y setenta y uno; nació martes a las dos horas y poco menos de un quarto, a la mañana contando las horas usualmente, porque, conforme a cuenta astrológica29, fue a tres del

España con el legado pontificio de Roma y serían los titulares de estas dos diócesis. Era habitual que este tipo de obispos, muy especialmente en la curia romana, tuviesen asignadas diócesis, aunque sus gobiernos no fuesen efectivos, por no estar las localidades bajo la jurisdicción eclesiástica. No hemos podido identificar con absoluta seguridad estas dos localidades, aunque la primera, Same, creemos que se trata de Cefalonia, cuyo nombre antiguo era Samos y que en latín aparece documentada como Same. Se da la circunstancia, además, de que esta isla había sido conquistada por los españoles a los turcos en la expedición de 1500 mandada por el Gran Capitán y Diego García de Paredes. Temi, en cambio, no aparece como tal, aunque podría tratarse de Teme, denominada habitualmente Tima o Tama, una población de Egipto, en la gobernación de Gharbjya, en la orilla izquierda del Nilo. No obstante, cabe la posibilidad de que López de Hoyos no transcribiera bien el nombre y se refiriese a Temisa (Temese o Temesa), hoy Torre dei Lupi, o a alguna otra localidad de nombre similar. Cuestión aparte, pero no menos interesante, es el hecho de que los nombres estén escritos en minúscula, frente a la costumbre habitual de la edición de escribir con inicial mayúscula, tanto antropónimos como topónimos. Cabe preguntarse si obedece a un descuido tipográfico o a una falta de comprensión del autor sobre estas denominaciones. 27 Se refiere al paño de forma rectangular, como el frontal de altar, que llevan los tres clérigos de la misa conventual de las catedrales, e iglesias que gozan del mismo privilegio, en la procesión claustral y en algunas otras. En el Tesoro de la lengua castellana de COVARRUBIAS (1624, s.v.) se da una explicación de la palabra que se corresponde perfectamente a lo descrito en el texto: “frontalete de que usa el obispo en el pontifical, el qual tienen de una parte y de otra los dos assistentes, como muro entre el prelado y el pueblo, por su excelencia y dignidad, con el que está apartado y exceptuado de los demás.” 28 Durante todo el trayecto festivo se había pretendido transmitir la idea de que el reinado de Felipe II era una nueva Edad de Oro (especialmente f. 142 r.) que traería de nuevo a sus posesiones el original estado de orden y bienaventuranza que existió en la Antigüedad sobre la Tierra. Los humanistas veían en América el lugar donde sobrevivía esa Edad de Oro perdida en Europa. Felipe II tenía la suerte de poseerla y, además, allí se producía el oro con el que se conseguía el resto del poder. La premonición hecha a Eneas, (Virg., Aen. VI, 791-794): hic uir, hic est, tibi quem promitti saepius audis, / Augustus Caesar, diui genus, aurea condet / saecula qui rursus Latio regnata per arua / Saturno quodam..., permite equiparar la figura de Julio César, la persona que habría de reinstaurar la edad dorada, con la del monarca Felipe II. 29 En 1582 se realizó la reforma del calendario con la que se establecieron los años bisiestos. Fue impulsada en los países católicos por el papa Gregorio XIII (calendario gregoriano), para poner de acuerdo el cómputo oficial del tiempo con la verdadera situación astronómica (CABOT 1998, 160), para lo cual se suprimieron diez días en el mes de octubre. La observación de López de Hoyos de que en el momento del parto de la reina hubo dos mediciones de tiempo distintas, con una diferencia de 11h, 25’ entre ambas, pone en

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dicho, a catorze horas y media y diez minutos30.

[1r] Capítulo primero

En que se contiene el viaje felice y próspera navegación de la Magestad de la Reyna doña Anna de Austria, nuestra señora.

1v Desenbarcación en Flandes.

Después que por la felicidad de todos los reynos y estados del Cathólico Rey don Phelipe, nuestro señor, segundo deste nombre, fue Dios servido que la reyna doña Anna, hija del emperador Maximiliano II y de la emperatriz doña María de Austria, partiesse de Alemania y saliesse de los imperiales palacios de la ciudad de Spira, primero de septiembre deste año de mil y quinientos y setenta, para venir a celebrar estos tan santos y desseados casamientos que por el bien universal de la República christiana, nuestro Señor ha ordenado; en todo su viaje fue muy servida con sumptuosos recebimientos y regozijos públicos de todos los pueblos y ciudades por donde Su Magestad passó, hasta llegar a sus estados de Flandes, donde desembarcó en Nimega, ciudad del ducado de Güeldres, a la ribera del Rhin, y los príncipes del Imperio que a Su Magestad acompañaron hasta esta ciudad se bolvieron dende allí, aviéndoles dado Su Magestad muy preciosas joyas y aventajadas preseas que don Fernán Álvarez de Toledo, duque de Alva, governador de aquellos estados tenía allí aparejadas para el servicio y felice venida de Su Magestad31.

2r Servicio y regozijo público de Flandes.

En este medio vinieron los procuradores de aquellos estados a besar la mano y dar la obediencia a Su Magestad y le hizieron servicio de cien mil escudos. Concurrió al rescebimiento y desembarcación de Su Magestad en esta ciudad, la flor de nuestra nación española que en aquellos estados se halló, con toda la gente de guerra, assí de a pie como de a cavallo, y don Fadrique de Toledo, mayorazgo y heredero de

evidencia la urgencia de la reforma. 30 El testigo final de la página es: “La ale”; sin embargo en la siguiente comienza el capítulo primero del viaje y navegación de la reina Ana de Austria. Tal vez aquí debía continuar el relato del bautizo que finalmente fue suprimido. 31 Los Países Bajos vivían en situación de abierta hostilidad con España desde el verano de 1567, cuando se presentó allí Don Fernando Alvarez de Toledo con dieciocho mil soldados de infantería dispuesto a emplear métodos férreos para que aquellos estados aceptaran la monarquía absoluta de Felipe II. Tras la decapitación pública en 1568 de los condes Egmont y Hornes, acusados de alta traición, y la sangrienta intervención del Tribunal de los Tumultos, el Duque de Alba consiguió un breve período de calma engañosa que fue aprovechado por el Rey para modificar el itinerario del viaje de doña Ana, proyectado incialmente por el Mediterráneo. Probablemente, además de las mayores garantías de seguridad que ofrecía el Atlántico en estos momentos, se intentó revitalizar el eje comercial que se encontraba en quiebra desde 1568 por el constante hostigamento de los corsarios ingleses a los barcos españoles. López de Hoyos no alude a los tristes hechos sufridos por los flamencos, probablemente porque el cardenal Espinosa había impulsado las medidas radicales allí tomadas. Pero la presencia de la “gente de guerra, assí de a pie, como de a cavallo” deja traslucir el conflicto, pese a que se intente enmascarar con los torneos, triunfos, aparatos y espectáculos montados para la ocasión.

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la casa de Alva, hizo un muy buen torneo de a pie, y don Fernando de Toledo, su hermano, prior de San Iuan, otro de a cavallo. Uvo en esto muchas invenciones e ingenios de fuego, triumphos, aparatos y spectáculos de grande magestad, con que la Reyna, nuestra señora, recibió mucho contento, assí por averse recreado del trabajo del largo viaje, como por la voluntad con que todo se le offreció. Finalmente Su Magestad vino a Vergas32, donde assimismo fue recebida con grandes apparatos y regozijos, y aviendo esperado allí algunos días buen temporal para hazerse a la vela con próspera navegación, a los veinte y quatro de septiembre a las diez horas de la mañana se embarcó con un viento gregal, qual todos esperavan de la mano de nuestro Señor.

3r

Navegando Su Magestad (por la misericordia de Dios) felice y tranquilamente, la reyna de Inglaterra embió diez navíos que la acompañassen33 y de su parte le offreciessen los puertos, y todo lo demás de que se quisiesse servir en su reyno, y el Almirante de Ingalaterra truxo en nombre de la Reyna, su señora, un diamante de gran valor, el qual Su Magestad recibió, y aviéndoles hecho mucho favor, los despidió muy contentos, dando él y capitanes muchas preseas y cadenas de oro.

Viniendo, pues, con tan próspero viento, y haziendo nuestro Señor tantas mercedes a estos reynos de illustrarlos con la presencia y felice venida de la Reyna, nuestra señora, tomó tierra en el puerto de Santander y desembarcó a tres del mes de octubre deste año de 157034.

Bien es de considerar y tener en mucho el remedio y medicina

32 Creemos que se trata de la actual ciudad neerlandesa Bergen-op-Zoom. Ana de Austria, como comenta unas líneas antes López de Hoyos, había salido de Spira, navegando por el Rin hasta Nimega; de allí viajó hacia el Occidente para buscar una salida al mar. Bergen-op-Zoom está situada a orillas de la costa y cerca del Escalda, en uno de los profundos golfos de los Países Bajos, Oosterschelde, en la región de Brabante septentrional, limítrofe con la de Zelanda, cuya parte sur pertenece a la región natural de Flandes. La salida al mar por esta localidad era una vía natural y una de las más cercanas desde Nimega. 33 El Duque de Alba reiteró a Felipe II el consejo de que debía mantener la paz con Inglaterra para mejorar el tráfico comercial y para que Isabel I no se aliara con Francia. Por eso el Rey intentó evitar la excomunión de la reina inglesa y se enfureció cuando se publicó la sentencia papal en febrero de 1570. En mayo reiteró sus deseos de amistad y alianza (KAMEN 1997, 139), a todo lo cual Isabel respondió agradecida en septiembre ofreciendo a doña Ana un valioso regalo, acompañamiento naval y garantías en sus puertos. Pero esta situación de distensión se rompió cuando, en el verano de 1571, circularon los rumores de que Felipe pretendía derrocar a Isabel, proclamar a María Estuardo y conseguir, así, el apoyo de los católicos en la cuestión flamenca. 34 El Correo tardó dos días en salvar la distancia entre Santander y Madrid. De acuerdo con la descripción de caminos hecha por el valenciano Juan de Villuga en 1546, de Laredo y Santander partían dos vías principales que confluían en Burgos, desde donde se llegaba a Valladolid siguiendo un eje que permanecía casi inalterable desde época tardorromana. De Burgos salía otro de los más frecuentados que, pasando por Medina del Campo, terminaba en Toledo. Este fue uno de sus últimos momentos de esplendor. Entró en decadencia a consecuencia de la debilidad del comercio por el Atlántico, de la disminución del número de pólizas de seguro marítimo contratadas (DOMÍNGUEZ ORTIZ 1974, III, 145) y de las dos quiebras sufridas en Burgos y Medina del Campo en 1560 y 1568 por las guerras de Flandes, mientras que las rutas del sur aumentaron su densidad de tráfico.

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Nota 3v

con que nuestro Señor cura las afliciones y trabajos destos reynos, pues aviendo llevado con tanto sentimiento de la República Christiana a la reyna doña Ysabel de Valoys, víspera del bienaventurado San Francisco del año de sesenta y ocho, este mismo día ha alegrado a todo el mundo con un don de una reyna tan santa, religiosa y de tantas dotes del ánimo y del cuerpo.

4r

En este tiempo el cardenal de Sevilla, don Gaspar de Çúñiga y Avellaneda, y el duque de Béjar, a quien la Magestad del Rey don Phelipe avía dado cargo del recebimiento de la Reyna, nuestra señora, a la entrada de España, estavan en el puerto de Laredo esperando que allí sería la desembarcación35. Tenían estos dos príncipes gran aparato de bastimentos, regalos y toda la nobleza de España que con sumptuosos y excesivos gastos, con grande franqueza y liberalidad avían convocado para este tan real y solenne rescebimiento. No se deve pequeña parte de la prevención y gran copia que de todo avía abundantíssimamente al licenciado Gaspar Ortiz, alcalde de la Casa y Corte de Su Magestad y de su real Consejo, porque muchos días antes con gran diligencia hizo bastecer toda la tierra y en todo el viaje hasta llegar a la real Casa de Madrid, sirvió a Su Magestad con harto cuidado.

Teniendo, pues, estos dos príncipes aviso del prior don Hernando de la felice desembarcación de Su Magestad, partieron luego para Santander, donde, con la magestad y grandeza que se esperava, hizieron el oficio devido. Allí en Santander se detuvo Su Magestad treze días y partió para Burgos a diez y seis del mes de octubre, adonde fue rescebida con gran apparato (como en ciudad tan opulenta y rica) de arcos triumphales y otras invenciones agradables36, con que dieron bien

35 Inicialmente se pensó que ambos personajes fueran a Génova a recibir a doña Ana (AGS, PR, 57-1), pero en junio de 1570 se modificó el itinerario. Felipe II les dio instrucciones concretas (AGS, PR, 57-21) y precisó todos los detalles, de entre los cuales llama la atención el diferente trato que debían de dar a la recién llegada: circunspecto y solemne cuando se encontraran en público, y más afectuoso en privado (CHECA 1992, 184, n.304). También envió a Laredo varios aposentadores para que tuviesen todo previsto a la llegada de la Reina, y mandó su coche y su litera. Laredo era el puerto fortificado que se venía utilizado en los desembarcos reales. Allí atracó Carlos V en septiembre de 1556 y Felipe II tres años después, y debería de haber sido el puerto de embarque del Rey en su frustrada vuelta a Flandes. Pero el efecto de las tormentas y las corrientes marinas obligó repetidas veces a desviar el itinerario previsto. Recuérdese, por ejemplo, que cuando Carlos V llegó en 1517 a Villaviciosa de Asturias, donde no se le esperaba, sus habitantes huyeron cuando avistaron su flota de cuarenta barcos pensando que se trataba de una invasión (LYNCH 1991, 49). 36 La Entrada de la reina Ana en Burgos está recogida en la anónima Relación verdadera, del recebimiento que la muy noble y más leal ciudad de Burgos, Cabeça de Castilla, y cámara de Su Magestad hizo a la magestad de la Reina nuestra señora, doña Anna de Austria, primera de este nombre: pasando a Segovia para celebrar en ella su felicissimo casamiento con el Rey don Philippe Nuestro Señor, segundo de este nombre, Burgos, 1571, p.179 y ss. (CHECA 1992, 184-186). La ciudad de Burgos, intentando competir con Madrid y Segovia en la preparación del evento, preparó un amplio y rico despliegue decorativo en el que el tono heroico y moral de las representaciones y las referencias a la Antigüedad constituyeron las principales características, dentro de un contexto de exaltación de la historia local, a la que se pretendía relacionar con la de la monarquía hispana, como también ocurrió en Segovia. Con esta última intención se elaboró un primer arco de estructura efímera, donde se rememoraba a

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4v

a entender el alegría pública que tenían y la merced que de Su Magestad avían rescebido en aver sido servida de endereçar su camino por aquella ciudad: de la qual dentro de pocos días partió para Valladolid, y por todos los pueblos que Su Magestad passó, fue cosa harto digna de ser historiada, el regozijo con que era recebida. Dexo de contar el gran concurso de los grandes, illustres y de la cavallería que a servir a Su Magestad de todas las partes de España concurría.

5r

Digno es también de memoria el aparato y magestad con que los Sereníssimos príncipes de Ungría y Bohemia, Rodolpho y Arnesto, salieron a rescebir a su tan chara y amada hermana, la Reyna, nuestra señora37, con más de setenta postas, acompañados de su ayo, Día Tristán, el conde Tribucio, el Correo Mayor38, don Ladrón de Guevara, don Iuan de Ludeña, Octavio Espíndola y otros muchos illustres, que con sobervios y muy biçarros adereços de camino acompañavan a Sus Altezas; llegaron a Sanctoveña, aldea de Valladolid, distancia de una legua, de donde oída missa (la qual en todo este viaje celebró don Hierónymo Çapata, arcediano de Madrid en la santa iglesia de Toledo), con mucha alegría y contentamiento partieron para Valladolid.

5v

Passo en silencio el recebimiento de arcos, invenciones y otros regozijos, la solemnidad y pompa con que don Iuan Çapata de Cárdenas, natural de Madrid, obispo de Palencia, conde de Pernia y presidente de la real audiencia de la Chancillería de Valladolid39 a Su Magestad recibió, porque mi principal intento no es historiar lo mucho que en estos pueblos tan principales se hizo en servicio de Su Magestad (dexándolo a las muchas personas doctas que en este caso pueden estender y mostrar sus ingenios) mas de dar a entender lo mucho que en esta real y coronada villa de Madrid, como en casa tan propia y tan

los héroes medievales de tradición castellana y burgalesa, y un segundo, realizado en piedra, en el que se añadieron las alusiones relativas a la unión de España y Austria y las de las virtudes de un buen gobernante. El programa decorativo incluyó también, como solía ser habitual, representaciones mitológicas en las que se fundía lo pagano y lo cristiano, así como unos arcos específicamente dedicados al Rey y a la Reina, que recreaban sus virtudes en un contexto religioso-moral. 37 El Rey puso todo su cuidado en que los primeros momentos de doña Ana fueran felices, a lo que, sin duda, contribuyó la presencia de sus dos hermanos a quienes no veía desde 1564. Pero, por encima de sus lazos de parentesco, hay que considerar el papel de delegados del Rey que jugaron los dos príncipes (a quienes Felipe II venía destacando a su lado, como en la visita a Andalucía en febrero de ese año) al acompañar a su hermana en el tramo final de su viaje hasta Segovia, donde la esperaba el Rey. Rodolfo y Ernesto permanecieron en España hasta junio de 1571 y, al año siguiente, Rodolfo sería coronado rey de Hungría. 38 La institución de Correo Mayor tuvo su origen en el reinado de los Reyes Católicos, pero había alcanzado pleno desarrollo con Carlos V. 39 El día 16 de octubre, el mismo en que, en secreto, se daba garrote vil al barón de Montigny en el vallisoletano castillo de Simancas, salía doña Ana de Santander. Simultáneamente el flamenco Jacques Vandenesse se encontraba arrestado en Segovia, de todo lo cual había recibido instrucciones el presidente de la Chancillería de Valladolid. Lógicamente debía flotar una cierta tensión en el ambiente, lo que explica que López de Hoyos, aunque no alude a los flamencos para no comprometerse y no contrariar el ánimo real, pase tan en silencio el recibimiento de Valladolid y Segovia.

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antigua de Su Magestad, afficionadíssimamente con grande curiosidad se ha aparejado para su real recebimiento, con grandes y sobervios gastos y industria y mano de los mejores artífices que en todos estos reynos se han hallado.

Capítulo II

De lo que Madrid hizo y previno para la venida de Su

Magestad 6r

El cuidado y voluntad tan aficionada a servir a sus reyes y señores y en particular a quien tanto deve, como el Cathólico Rey don Phelipe II, nuestro señor, ha sido cierto, digna de muy gran renombre y de otro estylo que con palabras más graves y más significativas declararán lo mucho que para este tan desseado y felice rescebimiento previno, assí en calidad (como parecerá) como en gastos bravíssimos y muy sumtuosos.

6v

Primeramente por todos los caminos donde Su Magestad avía de venir se dio orden de muy gran copia de bastimentos, y los passos dificultosos y de grandes atolladeros allanó, assí como calçadas de argamassa40, como con ingenios y otros instrumentos fortalesció, para que queden perpetuas. En particular se remedió uno de los más importantes puertos o entrada que avía a un pago que llaman de Vanigral41, distancia de media legua de Madrid. Han trabajado en el más de un mes ciento y cinquenta hombres cada día, gastóse grande número de carretadas de piedra, allanóse un cerro, y queda enlosado, que se representan aquellas vías stratas romanas (desto y de la puerta de Guadalajara y su ornato, fue comissario Pedro de Herrera, regidor antiguo deste pueblo, varón zeloso en las cosas tocantes al bien público) y otros muchos barrancos y obras harto necessarias, que la buena venida de Su Magestad ha remediado.

7r

Esta planicie y llanura llega hasta la entrada del pueblo, donde se ha hecho una de las mejores y más delectables recreaciones públicas que ay en todo el reyno, porque es una salida a Oriente, junto a uno de los muy reales y aventajados monesterios, assí en calidad y aposento de Su Magestad, como en la mucha religión que en él se professa, de la orden de Sant Hierónymo, de cuya antigüedad y fundación diximos en el libro que de la reyna doña Ysabel de Valoys (que en gloria es)

40 Hay que recordar que en esta época los caminos estaban rara vez pavimentados, por lo que se usaban para el transporte carros de ruedas forradas que se agarraban bien al suelo de tierra. Según se ha visto en la Introducción las entradas y viajes triunfales solían aprovecharse para hacer reformas perpetuas de ingeniería y/o urbanismo, en contraposición con la arquitectura efímera. 41 Se trata de un camino que atravesaba unas tierras y casas de labor, en el lugar ocupado después por el Retiro, y que llegaba a la Carrera de San Jerónimo. En la documentación y planos de la época recibía el nombre de Valnegral o Abroñigal (MESONERO ROMANOS 1861, 310, 332).

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Salida del prado de Sant Hierónymo. 7v

el libro que de la reyna doña Ysabel de Valoys (que en gloria es) compusimos. Esta tan sancta vezindad haze esta recreación pública muy calificada, y a esta causa le llaman el Prado de Sant Hierónymo, en el qual se ha hecho una calle de más de dos mil pies de largo, y ciento de ancho, plantada de muchas y differentes suertes de árboles muy agradables a la vista. Al lado izquierdo, como entramos, ay otra calle muy fresca de la misma longitud y tamaño y de muy gran arboleda de una parte, y de otra muchos frutales en las huertas que la cercan. Los árboles están plantados por sus hileras muy en orden, haziendo sus calles proporcionadamente, mezclando las differencias de árboles, para que sean más umbrosos y agradables.

En esta calle, a sus lados se hizieron quatro fuentes de singular artificio, sumputosa fábrica y particular compartimiento: todas quatro son de una muy excelente piedra berroqueña42, haze cada una una bacía de diámetro diez pies, media bara de borde, baziadas por dentro y aovadas por defuera, assentadas sobre un balaustre de cinco pies de alto, y grande corpulencia en su contorno. Tiene cada fuente unos adoquines de piedra labrados harto polidamente, que tienen de diámetro diez y siete pies.

8r Dos caños de la fuente del camino.

Antes que se entre en el Prado se hizo un pilar que en castellano más tosco llaman abrevadero, todo de cantería de piedra berroqueña. Tiene de largo más de setenta pies, de hueco más de doze, dos gruessos caños de agua en los dos testeros, el uno sale por la boca de un delphin de bronze que se levanta del agua más de dos pies, tiene una palabra de letra de relievo que dize: Bueno, el otro caño sale por la boca de una culebra, a ésta rodean dos arrebueltas, y en la sphera que hazen tienen un espejo de bronze, y en medio dél dize: Vida y Gloria, que corresponde con la letra del delphin del otro caño, que curiosamente se suple una palabra por el delphin, y assí dize todo: Del fin bueno, vida y gloria43.

Las cinco fuentes del Prado hazen tan gracioso murmullo y salen 42 Recibían esta denominación los sillares o bloques de piedra granítica que se extraían de las canteras de la sierra madrileña, para construir los paramentos o muros de edificaciones. Se usó frecuentemente en construcciones de la Corona, entre ella el Alcázar de Madrid. 43 La composición parte del juego entre imagen y palabra, en clara alusión a la esperada fecundidad de la Reina y a los beneficios que de ella habrían de seguirse. A esta idea responde la figura del delfín, identificado con el futuro heredero. A su vez, la composición acude a un recurso muy empleado por la emblemática, el de encerrar el mote o emblema relacionado con el príncipe en un círculo formado a partir de una culebra enrollada. Su inspiración, de fuerte contenido simbólico, fue recogida por Horapollo, quien establecía una relación entre la serpiente y la idea de eternidad, vinculándola también con el poder del gobernante y con la amplitud de su dominio. Así, decía “para expresar “rey muy poderoso” pintan una serpiente que adopta la forma del universo y ponen su cola en la boca; escriben el nombre del rey en medio del enrollamiento, dando a entender que el rey domina el mundo” (Hier. I, VIII 2, cf. González de Zárate 1991, 193-194. En adelante seguimos la numeración de los “jeroglíficos de Horapollo” dada por este autor). Esta idea fue también recogida por Piero Valeriano (P. Valer.), Hieroglyphica, XV: Serpens.

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los caños por ellas tan artificiosamente que no nos notará el discreto lector de affectados, en por extenso dar noticia dello.

1. Fuente de cinco caños 8v

A la mano derecha de la entrada del Prado, da luego la vista en una fuente, de en medio de la qual salen cinco caños que suben los quatro tres pies en alto y al caer hazen quatro arcos que resuenan en el borde de la bacía donde caen harto graciosamente. De en medio sale otro que sube más que ninguno.

2. Fuente con más de cien años

De la que a ésta corresponde, a la mano izquierda, se levantan de en medio mucha abundancia de caños que hinchen toda la bacía en su contorno, y hazen muy suave sonido. Tiene alrededor, labrado de cantería, unos assientos en un semicírculo, para que de verano se goze de una tan excelente recreación, porque el agua sale tan desparzida y por tantos caños, que parece siempre llover.

3. Fuente con quatro golpes de agua. 9r

Más distante de en medio de la que a ésta corresponde, salen quatro golpes de agua gruessos que suben más de quatro pies en alto, al caer cada uno dellos haze un gracioso arco que da en el borde de la bacía, haze grande ruido y suave harmonía.

4. Fuente con 3 golpes gruessos de agua.

La quarta, que graciosa y agradablemente se offrece a la vista al fin de la calle y arboleda campeando, haze una muy vistosa perspectiva, como objeto y blanco en que la vista se recrea; de en medio désta brota con grande ímpetu una espadaña de agua más ancha que dos palmos, de en medio de la qual salen dos caños a los lados gruessos de medio real; suben cerca de una vara, hazen una apariencia y vista tan graciosa y de tan gran artificio que quisiera yo poderlo particularmente significar.

5. Fuente con 4 caños 9v 10r

Ay otra fuente que mira al monesterio de Sant Hierónymo, ochavada de cantería bien labrada, tiene de alto cinco pies y doze de diámetro, assentada sobre dos gradas de cantería, con sus molduras relevadas por la parte de fuera. De en medio de todo esto se levanta una columna dórica con su basa y capitel, encima tiene una bacía con un cobertor que haze un globo, o bola redonda con un bocel; por en medio de la junta tiene quatro seraphines, en la boca de cada uno dellos un caño de bronze hecho un balaustre por do sale el agua; está singularmente acabado, con que esta recreación y salida es la más insigne que en todos estos reynos se halla, por ser tan espaciosa y desenfadada, con tanto ornato de fuentes y arboledas, huertas y aires, que en esta parte soplan tan plácida, suave y saludablemente, que paresce dilatarse los ánimos y desechar gran parte de melancholía, estendiendo los ojos por tan agradable espectáculo, donde ninguna parte se puede mirar, ociosa o valdíamente. Deste tan illustrado aparato y su buen término fue comissario Diego de Vargas, más antiguo regidor y de la antigua y valerosa familia de los Vargas de Madrid.

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Capítulo III

En que se pone el alegría y regozijo público que se hizo, sabida la nueva de la desembarcación

10v 11r

Al principio desta relación diximos el día que Su Magestad desembarcó, y sabida esta nueva en Madrid a los cinco de octubre, a las dos de la mañana llegó el correo a don Antonio de Lugo, del hábito y orden de la cavallería de Sanctiago, que al presente es corregidor, y aquella hora salió de su casa, y por su persona y ministros de justicia, dio orden para que se repicasse por todas las iglesias, que parescía hundirse el pueblo, con tan gran harmonía, como de todas las partes resonava, y con grande industria y diligencia previno trompetas, atabales y menestriles, con que fue a dar el alborada al Illustríssimo y Reverendíssimo Cardenal, don Diego de Espinosa, Obispo y Señor de Siguença, Presidente del Consejo Real, Inquisidor general de España, etcétera. De allí se anduvo con gran concurso, y todos estos instrumentos músicos alegrando todo el pueblo. Tras esto, mandó sacar quatro toros con pretales de caxcaveles, que corrieron por todas las calles y plaças, con gran regozijo: todo el pueblo parescía hundirse con las griterías de la mucha gente que a aquella hora se levantó, que en todo este tiempo cessó en las casas de Ayuntamiento y Consistorio desta Villa.

Mas porque todos estos regozijos se refiriessen a cuyos eran, y por cuya misericordia ha venido tanta felicidad a estos reynos, se ordenó una processión general para dar a nuestro Señor gracias por tan misericordiosos bienes, con que Su Divina Magestad regala a todos sus siervos.

11v

Convocáronse para ella todas las cofradías con sus pendones e insignias y todas las cruzes de las catorze parrochias y el Cabildo y Clerezía desta Villa con toda la Capilla de Su Magestad. La orden de Sancto Domingo, Sant Francisco, Sant Hierónymo, Sant Benito, Sant Augustín, los mínimos de la Victoria, trinitarios, los de la Compañía de Jesús, los mercenarios; el Illustríssimo y Reverendíssimo cardenal Espinosa, etcétera, con todos los Consejos y Ayuntamiento desta Villa, fueron después de vísperas con singular ornato de música de toda la capilla real, menestriles, trompetas, atabales, hasta el monesterio de San Francisco, por aver sido otro día después de su festividad, y tomándole particular intercessor para que nuestro Señor sea servido de conservar muchos años estos sereníssimos príncipes y señores nuestros, para que la República Christiana y todos estos reynos vayan en perpetuo augmento.

Este día se holgó generalmente por todos, y se tapiçaron las calles con muchas sedas y brocados, por donde la processión avía de passar. Venida la noche por todas las torres de todos los templos y casas

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12r

Venida la noche, por todas las torres de todos los templos y casas principales, y en las torres y chapiteles de la puerta que llaman de Guadalajara, mandó destribuir el Corregidor y Senado desta Villa número de hachas para luminarias, y assí se pusieron, que realmente parescía de día; así con esto, como con los ingenios de fuego que por todas las plaças y calles de todo el pueblo se pusieron, no diziendo lo que cada uno en particular ponía en sus ventanas.

12v

El Corregidor con todos los cavalleros del Ayuntamiento, que fueron Diego de Vargas, don Pedro de Ribera y Vargas, Pedro de Herrera, Bartolomé Velásquez de la Canal y don Diego de Ayala y de Luxán, sacaron seis quadrillas de a 10 de cavallo, cada una curiosamente adereçada con marlotas de tafetán amarillo y capellares de carmesí, y turbantes de terciopelo amarillo, plumas amarillas y coloradas, tafetanes en los cavallos de la misma color, con sus hachas en las manos, precediendo grande diversidad de música y géneros de instrumentos con que se alegrava todo el pueblo, ultra de la música que por diversas partes el Corregidor havía distribuido. Con esto no hazía pequeña consonancia el sonido de las campanas, que por todo el pueblo en todos los templos repicavan, causava un regozijo tan universal que la gente andava por las calles más frequente que de día.

Vinieron a palacio, donde a vista de los Sereníssimos príncipes de Ungría y Bohemia, Rodolpho y Arnesto, hijos de los Sereníssimos emperador Maximiliano II y de la emperatriz, doña María de Austria, hermana del Rey, nuestro señor, hizieron un muy aventajado juego y escaramuça con harta destreza44.

13r Capítulo IIII

Del día que Su Magestad se casó y del concurso de grandes

que en las bodas se hallaron

Harto spacioso campo y materia bien subida se offrecía en este capítulo, si por extenso quisiéramos relatar la solennidad de las bodas, rescebimiento de arcos triumphales y juego de cañas y regozijos con que la ciudad de Segovia45 recibió a Su Magestad, particularmente por

44 A primera vista resulta sorprendente que el Rey no participara en los diferentes actos públicos, litúrgicos y profanos, organizados por el Concejo de la Villa los días 5 y 6 de octubre, y que fueran sus sobrinos Rodolfo y Ernesto quienes le reemplazaran, como ocurriría semanas después en Valladolid. En realidad el Rey estaba presente en todas partes porque no lo estaba fisicamente en ningún lugar concreto. Se trata de la manifestación de la “monarquía oculta”, un rasgo característico y distintivo de la monarquía hispana, frente a otras europeas, y que era, precisamente, imagen de la magestad del Rey. Al ocultarse, el ya maduro monarca a quien comenzaba a atacar la gota, pretendía evitar que sus súbditos concibieran de su persona una imagen demasiado humana, sencilla y natural, y, en cambio, que lo identificaran como alguien sobrehumano, capaz de encarnar tanto al vicario de Dios, como a Atlas, sostenedor del peso del mundo. 45 La ceremonia de Segovia se recoge en la Relación verdadera del recibimiento que hizo la ciudad de Segovia a la

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13v

la assistencia y buen govierno en sus apriscos evangélicos de don Diego Covarrubias de Leyva, obispo desta ciudad; mas como tengo dicho, mi blanco fin es dezirlo todo en suma, para que en substancia no se dessee algo de lo de adelante, y la grandeza de todo quede en perpetua memoria, principalmente el ornato y tan real aparejo y aparato superbíssimo de todo el alcáçar y palacio real, que la Sereníssima princesa de Portugal, hermana del Rey, nuestro señor46, tuvo prevenido, y las joyas y preseas que Su Alteza a Su Magestad dio, de grandísima magestad y valor, que por no deslustrarlas es mejor passallas en silencio, pues está bien entendido que el ánimo de Su Alteza tiene y la recámera y joyas son las más raras prendas que hasta oy emos visto.

Magestad de la Reina nuestra señora doña Anna de Austria, en su felicíssimo casamiento, Alcalá, 1572. Segovia era la ciudad más industrial de España, y destacaba por sus fábricas de paños de lana, en algunas de las cuales trabajaban más de cien obreros. El cronista Colmenares hizo una relación de todos los gremios que, por categorías, desfilaron en la Entrada a pie o a caballo. Estos últimos, los más distinguidos, eran los monederos, los escribanos y los médicos (DOMÍNGUEZ ORTIZ 1974, III, 187-188). Como sede de celebración del matrimonio real, Segovia preparó un espléndido despliegue decorativo que modificó de forma sustancial la imagen de la ciudad. A su entrada se instaló un grupo escultórico con tres figuras sobre pedestales que representaban a la ciudad y a dos de sus “hombres ilustres”: Don Fernán García y don Día Sanz. El recorrido estuvo jalonado por cuatro arcos triunfales en los que las alusiones a la historia local se mezclaban con representaciones mitológicas y de personajes reales que intentaban vincular su propia historia con la de la Monarquía reinante y a ésta, a su vez, con el Imperio en el contexto de la lucha contra el infiel, lo que otorgaba un tono heroico al conjunto del programa. A este fin contribuía la inclusión de cuadros de batallas, como la defensa de Malta o la toma de San Quintín, siguiendo la tradicional línea iconográfica de este tipo de actos festivos. Junto a ello, el programa decorativo incluyó también la representación de las virtudes del Monarca y la de una saga de “emperatrices y reinas de Castilla” acompañadas de virtudes. Como en el caso de Madrid, la celebración del festejo segoviano trajo consigo importantes obras definitivas que afectaron a la imagen urbana. Además del acostumbrado allanamiento de calles y caminos, se procedió al derribo de casas en el azoguejo y se preparó un espacio festivo ante el Alcázar para el que se hubieron de derribar algunos muros y obstáculos físicos y visuales, entre ellos dos arcos que dificultaban el paso del cortejo y la perspectiva de la residencia regia. 46 Doña Juana de Austria era la hija menor de Carlos V e Isabel de Portugal y, por tanto, hermana de Felipe II y de María, la madre de doña Ana. En 1553 se casó con el infante Juan de Portugal, de cuyo matrimonio nació el famoso don Sebastián. Meses después de fallecer su esposo, el 2 de enero de 1554, la joven infanta volvió a Castilla donde actuó como regente en ausencia de su padre y su hermano, hasta 1559. Las crónicas de la época la califican de “discreta” y “religiosa” (KAMEN 1997, 56) y, de hecho, fue ella quien tomó las primeras medidas para atajar los brotes de luteranismo en 1558, en colaboración con el inquisidor Valdés, además de ser la única mujer que profesó en la Compañía de Jesús. Fundó en Madrid, en la casa de don Alonso Gutiérrez, donde había nacido, el monasterio de las Descalzas Reales, un pequeño palacio-convento donde periódicamente se celebraban entretenimientos musicales (BONET 1986, 54), y a donde también fue a retirarse su hermana, la emperatriz María, cuando enviudó de Maximiliano II. Los tres hermanos se profesaron entrañable afecto durante toda su vida y Felipe II, siempre que podía, sacaba tiempo para reunirse con ellas. Pese a ser quince años mayor que doña Ana, doña Juana estuvo presente en todos los actos más importantes de la vida de la nueva reina, a quien siempre acompañó hasta su muerte en 1573.

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Bodas de Su Magestad 14r

Esto assí presupuesto, en catorze de noviembre de mil y quinientos y setenta años, en la ciudad de Segovia47, por la misericordia de Dios, y felicidad de todos estos reynos, se celebraron los casamientos entre el muy poderoso y esclarecido príncipe, el rey don Philippe, segundo deste nombre y la Sereníssima doña Anna de Austria, señores nuestros: sea Nuestro Señor servido, por muchos años guardar tan sancta compañía, para que estos reynos con su bendito fructo amplíen la religión, paz y magestad, que con su presencia tienen.

14v

El cardenal de Sevilla, don Gaspar de Çúñiga y Avellaneda, celebró de pontifical en palacio, que estava adornado que jamás se vio otra cosa igual y casó a sus Magestades. Fueron sus padrinos la Sereníssima princesa de Portugal, doña Juana de Austria, y el Sereníssimo príncipe Rodolpho. La assistencia y concurso de grandes que allí se hallaron presentes ha sido una de las más raras cosas que en España se han visto muchos días ha, por lo qual cosa tan notable no se deve passar en silencio.

Suplico a todos me perdonen si en nombrarlos no guardare el orden y decoro que devía tener, y reciban el servicio que en todo desseo hazer, porque mi intención en esto no será maliciosa ni affectada (ya que en lo demás sea falto), los quales todos traxeron consigo grandes compañas y dieron riquíssimas libreas de estrañas maneras.

15r

Primeramente los Sereníssimos príncipes de Ungría y Bohemia, Rodolfo y Arnesto, hermanos de la Magestad de la Reyna, nuestra señora, y los dos príncipes sus hermanos, que con Su Magestad vinieron, Alberto y Vinceslao de Austria, el Illustríssimo y Reverendíssimo cardenal, don Diego de Espinosa, Obispo y Señor de Sigüença, Presidente del Consejo Real, Inquisidor general, etcétera, el qual al tercero día que Su Magestad se casó, en la iglesia mayor de Segovia (saliendo Sus Magestades a missa) dixo una missa de pontifical con la mayor compostura y alteza que se puede dessear.

Asistieron también el Illustríssimo y Reverendíssimo cardenal de Sevilla y don Francisco de Çúñiga y Sotomayor, duque de Béjar, y los muy Illustres y Reverendíssimos Baptista Castaneo, arçobispo de Rosano, nuncio de Su Santidad en estos reynos de España. El obispo de Segovia, el arçobispo de Cassel en Yrlanda.

Don Íñigo Fernández de Velasco, condestable de Castilla, etcétera. Don Luys Enrríquez de Cabrera, almirante de Castilla, etcétera. Su hijo don Luys Enrríquez de Cabrera, duque de Medina de Rioseco, etcétera.

47 La elección de Segovia fue decisión del Consejo Real, que presidía el cardenal Espinosa, como conclusión a una polémica en la que Burgos y Valladolid también pugnaron para ser sede de la boda real (AGS,PR. “lo que paresçe que se deve yr haziendo cerca de la venida de la Reina nra. sra. y casamiento, 1570” (citado por CHECA 1992, 481, n.312).

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15v Don Yñigo López de Mendoça, duque del Infantado, etcétera. Don Francisco López Pacheco de Cabrera, marqués y duque de Escalona, etcétera. Don Juan de la Cerda, duque de Medinaceli, etcétera. Don Gómez de Figueroa, duque de Feria, del Consejo de Estado de Su Magestad y capitán de la guarda española de a pie y de a cavallo, y su hijo Don Lorenço Suárez de Figueroa, Marqués de Villalva, etcétera. Don Pedro Girón, duque de Osuna, etcétera. Don Manrrique de Lara, duque de Nájara, etcétera. El príncipe Ruygómez de Sylva, duque de Pastrana, camarero mayor de Su Magestad y del Consejo de Estado, etcétera. Don Antonio de Toledo, prior de León, cavallerizo mayor de Su Magestad y del Consejo de Estado.

16r 16v 17r

Don Fernando de Toledo, prior de Castilla, de la orden de sant Iuan. Don Luys Manrrique, marqués de Aguilar, caçador mayor de Su Magestad. Don Francisco de Sandoval, marqués de Denia, etcétera. Don Fernando Ruyz de Castro, marqués de Sarriá, mayordomo de la Sereníssima princesa de Portugal, doña Juana de Austria. Don Pedro de Çúñiga y Avellaneda, conde de Miranda, etcétera. Don Íñigo López de Medoça, marqués de Mondéjar. Don Diego López de Guzmán, conde de Alva de Liste, etcétera. El príncipe Vespasiano de Gonzaga, duque de Traiecto, capitán general de la infantería italiana de Su Magestad, etcétera.

Los señores de título Don P. Fernández de Cabrera, conde de Chinchón, mayordomo de Su Magestad y thesorero general del Corona de Aragón y del Consejo de Italia. Don Enrique de Guzmán, conde de Olivares y contador mayor de la Contaduría de Cuentas. Don Lorenço de Mendoça, conde de Coruña. Don Pedro de Castro, conde de Andrada. Don Francisco de Cobos, conde de Ricla. Don Antonio de Çúñiga, marqués de Ayamonte. Don Hierónymo de Benavides, marqués de Fromesta. Don Rodrigo Ponce de León, marqués de Zahara. Don Juan de Saavedra, conde de Castellar. Don Francisco de Rojas, marqués de Poza. Don Luys Sarmiento, conde de Salinas. Don Francisco de Rojas, conde de Lerma, etcétera. Don Francisco de Çúñiga, conde de Benalcaçar, etcétera.

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Don Fernando de Sylva, conde de Cifuentes, alférez mayor de Castilla, etcétera. Don Pero López de Ayala, conde de Fuensalida, etcétera. Don Juan de Mendoça, conde de Orgaz, etcétera. Don Gabriel de la Cueva, conde de Siruela, etcétera.

Italianos El conde Ferrante Gonzaga, marqués de Castellón. El conde Alphonso de la Summaria. El conde Vinciguerra de Arcos Alemán. El conde Ludovico Ladrón de Arcos. Claudio Tribulcio, conde de Tribulcio.

17v

Capítulo V

De la venida de Su Magestad a Madrid

Dicti a Carpento, quia eo utuntur in ex arcendis vecturis viciniores. 18r

Celebradas las bodas en la ciudad de Segovia (como avemos dicho), la Magestad de la Reyna, nuestra señora, vino poco a poco. Partió Su Magestad lunes 20 de noviembre del bosque de Segovia, y con Su Magestad, la Sereníssima princesa de Portugal, y los Sereníssimos Príncipes y las demás señoras de título y de grande autoridad, con grande número y frequencia de sereníssimos y cavalleros de toda la nobleza de España; y passados los puertos de la Fuenfrida48

(que Julio César llama carpentanos en sus Commentarios)49, con ser el tiempo tan apretado de invierno, y aver nevado (con grande aspereza de aires, que en Segovia se avía padescido) se le offreció este reyno de Toledo50, con tan quieto y agradable tiempo, como si fuera muy

48 En la Fuenfría se habían iniciado, en 1565, las obras de construcción de una pequeña Casa Real, más bien un apeadero, para cuya finalización se apremió a Hernán García en 1570 para “antes que la rreina nuestra señora venga”. 49 Los carpetanos no aparecen en la obra de César, sino en Livio (XXI 5, 6 y 16; XXI 9, 13; XXI 23, 4 y 6, etc.) y en Plinio, Nat. Hist. III 19. López de Hoyos menciona también esta cuestión al hablar del origen del nombre latino dado a Madrid, Mantua Carpetana, en la Declaración de armas de Madrid expuesta en su obra: Historia y relación verdadera de la enfermedad, felicíssimo tránsito y sumptuosas exequias fúnebres de la Sereníssima Reina de España, doña Isabel de Valois, Madrid, 1569. 50 Uno de los rasgos más marcadamente humanistas de la época fue la exaltación de lo nacional que, en el caso de la Fiesta de 1570, se tradujo en un reiterado recuerdo neogoticista con alusiones frecuentes al “tiempo de los godos”. Fue aquélla una época paradigmática por cuanto entonces y por vez primera, se estableció unidad de pensamiento religioso entre los súbditos del “reino de Toledo”, del que los dominios hispánicos del rey Felipe se consideraban los sucesores. En relación con ello, hay que destacar la representación alegórica de España que hace López de Hoyos unas páginas más abajo (f. 54 v.), como una mujer que, entre otros objetos, porta una lanza corta y otra larga. Se trata de las armas de élite que sostenían en sus manos los miembros del consejo de ancianos de los primeros monarcas godos como símbolo de su imperium (Procopio, Bellum Gothicum, I, 27; Claudiano, De bello Pollentino siue Gothico, V, 479-

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próspera primavera, con tanta serenidad y clemencia del cielo que parescía todo sentir la merced que nuestro Señor ha hecho a estos reynos en illustrarlos con la buena y felice venida de Su Magestad.

El bosque del Pardo Los bosques que llaman del Pardo51, que es una de las más raras recreaciones que príncipe ni monarcha tiene en todo el orbe de caça, de qualquier género que se puede dessear, de venados, ciervos, gamos, javalíes, liebres, conejos, caça de bolatería principalíssima, de mucho deleite y recreación, pesca de truchas y peces sabrossísimos, harto digna de ser historiada.

Casa de recreación del Pardo. 18v La casa de recreación del Pardo.

No digo de la casa y reales palacios52 que el Cathólico Rey don Philipe, nuestro señor, en él ha illustrado con tan sumptuosa fábrica y maravilloso término de architectura, que admira su pulicia y ornato, su compartimiento y capacidad, pintura y retratos, los más raros del mundo, campea mucho por deleitosas vistas y agradables lexos, con quatro torres que de sus quatro ángulos se levantan, del más sobervio y vistoso artificio que monarcha en el mundo tiene. Porque desde su planta hasta sus capiteles son de exquisita fábrica, proporcionada grandeza y muy alegre y desenfadado ventanaje, su fosso y barbacana, dexando aparte que es fuerte, es un muy agradable jardín, de muchas verduras, arrayhanes, murtas, gran differencia de yervas y flores raras y exquisitas, de grande olor y fragancia.

Passo los muchos y artificiosos reloxes, assí de sol, como de campanas las officinas y servicios distinctos y tan accomodados para

487; Hidacio, Chronica, 243, a.467?), aunque no sabemos que la usaran en la doble versión de tamaños que recoge nuestro autor. Por el contrario, los godos usaban dos tipos de espada, una larga de doble filo, la spatha, y ota corta, de uno sólo, la scrama, que se usaba con la mano izquierda. 51 Aunque la roturación exhaustiva de los bosques fue una constante del siglo XVI, el entorno de encinares de Madrid quedó protegido e inmune a esta devastación gracias a los Reales Sitios de la Casa de Campo y El Pardo, lo que no ocurrió con el territorio circundante que sufrió las consecuencias de la incesante actividad de los carboneros y leñadores al servicio de la Corte desde 1561. Felipe II y sus sucesores adoptaron algunas medidas para reforestar con pinares el sur de la cuenca del Duero, muy afectada tras la estancia de la corte en Valladolid. 52 La Real Casa era una obra medieval de época de los Trastámara, de cuya conclusión encargó Carlos V al arquitecto Luis de Vega. Este tiró el edificio anterior y plasmó en el nuevo los modelos franceses vistos por el Emperador en su viaje de 1540, pero conservó su aspecto exterior de fortaleza. Quedó concluida en 1558 pero, entre 1563 y 1565, Felipe II mandó traer carpinteros flamencos para rehacer las cubiertas con pizarra y añadir los chapiteles, con lo que se convirtió en el precedente más claro de El Escorial. El Rey hizo de El Pardo una de sus residencias favoritas, donde reunió una colección muy personal de obras de arte, y la concibió más con carácter recreativo que representativo. También prestó especial atención a los jardines, en los que desarrolló los intereses naturalistas que había heredado de su tía María de Hungría, y combinó los espacios salvajes abundantes en caza, con los dominados por el hombre -ubicados en el foso-, para cuyo cuidado hizo venir un jardinero inglés o irlandés, según Checa, y holandés, según Kamen, y cuyo carácter lúdico quedaba subrayado por la existencia de pajareras alojadas bajo los puentes. Los Sitios Reales se concibieron como espacios ordenados que debían cumplir la doble función de casa residencial del rey y lugar de habitación de una inmensa población estable de empleados que, además de atender el servicio de aquélla y el cuidado de todas las labores derivadas de la caza (aquí había hasta mil criados) y de los jardines, desarrollaba una producción agropecuaria racionalizada a través de la cual se pretendía que mejoraran sus modos de vida (TOVAR 1997).

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19r campanas, las officinas y servicios distinctos y tan accomodados para todos los officiales y ministros del servicio de Su Magestad; porque si de todo quisiéssemos poner su descripción, sería hazer un muy gran volumen, tan inintelligible como la descripción del labirinto del rey Minos, o como la del Lourentino de Plinio53. Dexo también la mucha abundancia de colmenares, las muchas y differentes florestas, con tantos géneros de fructales que paresce hazelle injuria passar por ello con tanta brevedad.

Por estas recreaciones vino Su Magestad poco a poco gustando, assí de la mucha caça que a cada passo se le offrescía, como de los disfrazes, danças, bailes y regozijos que por todos los lugares (que son muchos) los serranos y labradores, tan agradablemente lo hazían.

19v 20r

Llegó Su Magestad, a veinte y tres del dicho, a Fuencarral, que es una aldea de Madrid, en distancia de una legua, donde assí por la buena vezindad del bosque del Pardo, como por hazer merced a Madrid, para que oviesse algún tanto más de tiempo para dar lugar a perficionar algunas cosas, que para su real rescebimiento se ordenavan (porque en effecto se quedaron muchas invenciones y cosas harto notables por hazer, por la brevedad de la venida de Su Magestad), se entretuvo hasta el domingo. De donde, oída missa, y aviendo Su Magestad comido, luego de mañana partió con el acompañamiento dicho. Salieron a recebir de camino algunos grandes y señores de título, allende de los que con Su Magestad venían, don Antonio Alphonso Pimentel y de Herrera, conde de Benavente, el duque de Medina de Rioseco, el conde de Alva de Liste, el prior don Fernando de Toledo, el marqués de Mondéjar, el conde de Fuensalida y otro mucho número de cavalleros, con sobervios adereços de camino, de mucho oro y plata y raras preseas de supremo valor.

Capítulo VI

De la entrada de Su Magestad en Madrid y orden de su real

rescebimiento 20v

Llegados veinte y seis de noviembre, domingo, continuándose la claridad y clemencia del cielo, para que la venida de Su Magestad fuesse más cómmodamente solemnizada y se pudiesse el gran concurso de gente, que toda España (por verla) avía concurrido, estender y dilatar por los campos, fue cosa de admiración la frequencia y gran concurso

53 Se trata de Plinio el Joven, que poseía una villa, denominada Laurentinum o Laurens, cerca de Ostia, que describe ampliamente en Epistulae II 17. La referencia a la ininteligibilidad de la descripción alude de forma directa a esta carta del autor latino, donde hay una prolija descripción de la uilla. López de Hoyos suma esta mención a su alusión al tópico de lo intrincado del Laberinto del Minotauro, un palacio, de planta tan compleja que sólo su arquitecto, Dédalo, era capaz de encontrar la salida del mismo.

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de gente, que más de una legua antes que Su Magestad llegasse a Madrid, se avía desparzido por una parte y por otra del camino. Parescía un muro la espesura de gente que por doquiera avía.

La gente de guerra que a Su Magestad rescibió.

La gente de infantería que se previno de todos los officios fueron más de quatro mil infantes, muy luzidos y de singular bizarría soldadesca, con más de mil y quinientos arcabuzeros. Quinze vanderas que hermoseavan todo el campo y eran muy gratas a la vista.

21r Fue capitán de la gente que embió Madrid a Granada, don Francisco de Vargas Manrique.

Don Francisco de Vargas Manrrique (patrón de la capilla de sant Juan de Letrán, fundada por su tío, el muy Illustre y Reverendíssimo Señor don Gutierre de Vargas Carvajal, obispo de Plasencia, en esta villa de Madrid, muy calificada y de superbo edificio) fue capitán general, como tan exercitado en el arte militar, como paresce en el successo de Malta54 y en la gente que llevó a la guerra de Granada, este año passado de 1569. Ordenava y disponía su campo con tanto concierto, como si se huviera de dar en effecto una campal batalla. Anduvieron más de un mes antes que Su Magestad en Madrid entrasse, por todo el pueblo con sus pifanos y tambores regozijándolo. Los días de fiesta se hazía muestra y alarde de cada compañía en particular, donde sus capitanes hazían bravos gastos de comidas francas y tiendas particulares para ello.

21v

Poco antes que Su Magestad llegasse a vista del pueblo, el duque de Feria, capitán de la guarda de Su Magestad, ordenó toda su gente, assí de a pie como de cavallo, y dende sus casas con gran concierto y música, salió a rescebir a Su Magestad.

Orden de la guarda en salir a rescebir a Su Magestad.

Al principio de la vanguardia iva don Lorenço Xuárez de Figueroa, marqués de Villalva, heredero de la casa del duque de Feria, su padre, con Mosde Sela, capitán de los archeros, precediendo los archeros muy luzidamente adereçados con la librea de Su Magestad, con sus celadas y morriones en las cabeças, adornadas con sus plumas. Campeava mucho su ornato, orden y magestad. A éstos siguió la guarda de a pie española, la qual notablemente representava la braveza y autoridad española. Tras ellos iva <a cavallo> el Duque con un bastón en la mano Luego se seguía la guarda alemana y borgoñona bien luzida

54 En mayo de 1565 la flota turca arribó por sorpresa a la isla de Malta que estaba defendida por la Orden de caballeros de San Juan, a la que Solimán el Magnífico había expulsado de Trípoli y Rodas. Su Gran Maestre, Jean de la Valette, solicitó ayuda urgente al Rey, que dio orden de reunir una flota a su Comandante, García de Toledo. Con ella, a principios de septiembre, se obligó a levantar el cerco a los turcos y se los expulsó de la Isla. Al año siguiente murió Solimán y concluyó el período de indiscutida supremacía turca en el Mediterráneo. La batalla la describe minuciosamente López de Hoyos en el Tercer Arco (fols. 160r-161r.). Felipe II, una vez que quedó bloqueado temporalmente el acceso turco a Occidente, impulsó de nuevo el programa de recuperación naval en Barcelona, Nápoles y Sicilia. El éxito en Malta le permitió alcanzar altas cotas de popularidad, lo que determinó que, en el espectáculo de la naumaquia y el asalto al castillo presenciado por doña Ana a las puertas de Madrid, los contrincantes de los españoles fueran turcos y moros y, por supuesto, resultaran vencidos. El tema, de interés común para los reinos de España y Austria en el siglo XVI, fue recurrente en las relaciones de Fiestas del Renacimiento y Siglo de Oro español (SOTO CABA 1994, 133), pero especialmente en España que, por entonces, sostenía la guerra de las Alpujarras.

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22r Los antiguos llamaron Pales a la diosa de los prados. Vide Furnutus, De nominibus deorum, capitulum 855.

en la mano. Luego se seguía la guarda alemana y borgoñona bien luzida. En la retaguarda iva la guarda de a cavallo española con sus lanças ginetas en sus manos parescía bien el triunfo y magnificencia real, en el copioso número, luzido ornato, orden y valor de cauta cavallería. Todos assí juntos salieron buen trecho hasta que llegó Su Magestad y acercándose a Madrid, començando a entrar por el Prado (que avemos dicho), estaba de graciosa pintura Pales56, diosa de los prados, que los antiguos poetas fingieron ser diosa de los pastos. Ésta offrecía a Su Magestad una guirnalda de flores y le suplica reciba y mire con clemencia un espectáculo de tanta recreación como allí Su Magestad tan afficionadamente mirava. Con esta letra, dándole la guirnalda.

Recibid la de las flores Pues con ser tan sin segunda Gozáis la de todo el mundo.

22v

Las nymphas que a ésta acompañavan estaban algo distantes, parecían humillarse a la hermosura de Su Magestad con este soneto, en el cual habla la diosa de los prados:

Sereníssima Reyna, con clemencia os suplico miréis mi nuevo Prado, con muy hermosas fuentes adornado, al qual illustra más vuestra presencia. Y las sylvestres nymphas obediencia Han oy en vuestra gran belleza dado

55 En esta glosa, el nombre del autor aparece abreviado en Furnu. Se trata de una transcripción realizada sobre Phornutus, forma del nombre comúnmente utilizada en esta época, junto a la más conocida de Cornutus. Se trata de Lucio Anneo Cornuto, autor de origen africano, nacido en Leptis, pertenece al grupo de filósofos de época imperial romana de tendencia estoica. Cultiva una interpretación alegórica de los mitos en su Compendio de teología griega. Además escribió tratados de retórica y unos comentarios a Virgilio, éstos en latín. Su obra mitológica, cuya versión latina, intitulada De natura deorum o de nominibus deorum, es la que conoce López de Hoyos, según se comentó en la Introducción. Como allí se dijo, es posible que el conjunto de autores que aparecen citados en este párrafo formasen parte de su biblioteca, al menos algunos de ellos, especialmente utilizados para las cuestiones mitológicas, además del amplio uso que hace de Piero Valeriano y Celio Rodiginio. 56 Así escrito. Palas era, según la mitología, la diosa de la sabiduría y de la guerra, pero también la protectora de las ciudades y de las artes. Con esta última atribución aparece aquí representada, ofreciendo a la Reina el aparato decorativo organizado por la villa de Madrid en su honor. La representación adopta, además, un carácter alegórico por el que la diosa Palas, con todas las cualidades que la mitografía le atribuye, sabiduría, virtud, pureza, virginidad, ofrece a la Reina una guirnalda de flores, que confiere a la escena un carácter triunfal, acorde con el desarrollo de la Fiesta. De forma semejante a la de esta representación, la diosa Palas también formó parte del aparato decorativo de la Entrada en Madrid de Margarita de Austria en 1599, a la que la diosa ofrecía en ese mismo lugar “las agradables verduras y frescas fuentes de su prado”. Asimismo su imagen, asociada a la representación de principios políticos a través de lo efímero, fue también empleada en 1649 con motivo de la Entrada de Mariana de Austria y lo sería después con las de María Luisa de Orleans y Ana de Neoburg.

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23r

y con suaves canciones celebrado vuestra gran hermosura y excelencia. Dichosa Mantua, dichosos collados, Dichosas nymphas, muy dichosas fuentes, Gozáos con nuevo triumpho aqueste día. Derramad vuestras aguas y corrientes, Con suave murmullo por los prados, Pues con razón mostráis gran alegría.

AL REVERSO habla la diosa Pales:

No porque sea rústica pastora, Criada al sol y al viento por los prados, en estos regozijos desseados, tengo de ser ingrata a tal señora. El Indo offrezca el oro que athesora, Tajo sus ricos dones y dorados, presente Assiria, olores regalados, y aquel sancto liquor que mirrha llora. Las tres Gracias ya han dado lo más alto que jamás pudo darse en gentileza, el cielo ya ha influido mill favores; y porque sola soy yo la que falto a tanta magestad y en tanta alteza, offrezco aqueste Prado con sus flores.

23v

Mucho gusto recibía Su Magestad de ver el gracioso murmullo de los caños de agua que de las fuentes que avemos dicho iva gozando, las quales se offrescían, mirando a una y otra parte y assí, al fin del Prado, con grandíssima brevedad y diligencia, se hizo en espacio de diez días un estanque de más de quinientos pies de largo y ochenta de ancho, con buena profundidad. A un lado del Prado, a la mano izquierda, por la parte superior de la parte de Sant Hierónymo, se hizo un castillo muy formado con quatro rebellines a las esquinas. Del medio se levantava una torre, que llaman del homenaje, éste muy poblado de artillería, su planta fue a la orilla del estanque que parescía el agua batir en la muralla. Representava una muy formada fortaleza y en la artillería y disposición parecía a Argel57. Armáronse 8 galeras en tan poco tiempo, que en 8 días se echaron al agua, que ni es mediano argumento de la diligencia, sumptuosos gastos y copia de artífices que en ello se ocupó. Paresció bien la industria de Juan Baptista58, estrangero, ansí en esto,

57 Véase lo dicho en la Introducción, capítulo 3, a propósito de la naumaquia que se preparó y la rememoración de la lucha contra el Infiel que representaba. 58 Juan Bautista Portigiani, artista italiano del que se conocen pocos datos, si bien se sabe que llegó a España

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24r

como en la architectura de los arcos; cada galera llevava los remeros con ropillas y bonetes azules y çaragueles, hasta en pies encadenados, y en cada una un muy diligente cómitre, haziéndolos bogar; llevava cada galera 20 soldados de pelea, bravamente aderezados, quatro tiros en cada una, con gran número y cantidad de cohetes; llevavan las galeras en sus mástiles y antenas vandera de tafetán carmesí, y en la capitana las armas reales, trompetas y música, que parescía armada copiosa, y muy a punto de guerra. Junto a este estanque se hizo un cadahalso a manera de throno de muy gran magestad, que tenía 14 gradas en contorno, para que sin confusión por una parte se pudiesse subir a besar las manos a Su Magestad y por la otra baxar. Todas las gradas y por lo alto, que huvo un buen espacio de cadahalso, se cubrieron de brocado de tres altos <y carmesí>. Avía también un dosel muy sumptuoso, debaxo del qual se puso un sitial, en el qual Su Magestad se sentó para gustar de las danças, invenciones y bailes, y folias qua allí se le representaron. Huvo en el cadahalso otras dos sillas a los lados del sitial.

24v Prelio naval y batería del castillo.

Llegada Su Magestad, descendió del coche con el príncipe Alberto de Austria y subiendo al cadahalso y sentada en su throno, se le hizo la salva y se <dio> batería al castillo, con gran alarido de los moros, que, en effecto, paresció un prelio naval, que antiguamente los emperadores romanos en fiestas, regozijos y triumphos solían representar. Aunque en esto será atrevimiento dezir que fue más estruendo por la artillería y pólvora con que se representó, batiendo el castillo, las galeras por el agua con mucha música y artillería, la infantería por la parte de la tierra, y hizo un tan animoso assalto que en poco tiempo pusieron sus vanderas en la torre más alta del castillo, aunque él se defendió con su artillería y el número de turcos y moros que en él avía era grande, la grita y alaridos, ingenios de pólvora y alcanziados fueron tan furiosos que cayeron muchos soldados de la muralla.

25r

Fue ésta una muy sobervia batalla, que a testimonio de todos los estrangeros affirmavan no aver visto más formado campo ni que con tanta destreza huviesse representado acto militar.

Avía en este tiempo una confusión y ruido que no nos entendíamos unos a otros, assí por el sonido y estruendo de los atambores, como por la música de los menestriles, resonancia de las trompetas, la tabahola de los tamboriles de las danças que fueron más de cinquenta, de maravillosos adereços y de differentes invenciones, y el apretura de la gente, con ser un campo harto espacioso y desenfadado.

Orden de la salida del Ayuntamiento a rescebir a Su Magestad

Aviendo Su Magestad gustado mucho deste espectáculo, el Ayuntamiento y Senado desta Villa, aviendo ya venido dende su tribunal, todos juntos con muy concertada música de trompetas,

en la década de los cincuenta para trabajar al servicio de la Corte y al que se le atribuye la construcción de diversas fuentes de los jardines reales. Véase en el capítulo 3 de la Introducción lo dicho sobre este artista.

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Magestad. 25v Ropas y ornato de los ministros.

atabales y menestriles, precediendo todos sus minsitros de justicia, con libreas de grana de polvo, faxas de carmesí, a éstos siguiendo los escrivanos de Ayuntamiento y procurador general de la República, que en el pueblo romano llamaron Tribuno del pueblo, con jubones de raso y calças de terciopelo blanco, media de aguja, çapatos de terciopelo, espadas doradas, bainas y tiros de terciopelo blanco, ropas que llaman roçagantes, de tercipelo turquesado, gorres de terciopelo negro, con plumas del color del vestido.

Ropas y trajes de regidores.

Seguíanse el Corregidor59 y los señores de Ayuntamiento y el licenciado Gaspar Duarte de Acuña, su teniente, y toda la más justicia, con aquellas vestiduras senatorias hasta en pies, que acerca de los romanos fueron tan celebradas.

26r

Eran de terciopelo carmessí, afforradas en tela de oro, jubones de raso blanco, con botones de oro, muslos de terciopelo, con tafetanes de tela de oro y medias de aguja y çapatos de terciopelo, espadas doradas, gorras de terciopelo, con sus plumas y pieças de oro, con mucha pedrería, gualdrapas de terciopelo, frenos, estrivos y guarniciones de los cavallos doradas.

De todo este ornato de guarniciones fue commissario Miguel de Cereceda y Salmerón, regidor desta Villa.

Por este concierto y orden llegaron al sitial donde Su Magestad estava. El Corregidor, después de aver besado a Su Magestad la mano, hizo este breve razonamiento que se sigue y dixo:

26v “La venida de Vuestra Magestad sea tan próspera y tan felice, y por tan largos años, como el bien universal destos sus reynos lo han menester, y todos a nuestro Señor supplicamos. Vuestra Magestad resciba, con la clemencia que acostumbra, el servicio que esta Villa tan afficionadamente, como casa y morada de Vuestra Magestad, haze, desseando en todo acertar, como tan fieles y leales vassallos”.

27r Dicho esto, todos los regidores, por sus antigüedades, besaron las manos de Su Magestad y vinieron al primer arco triumphal, a donde esperaron a Su Magestad con el palio, como adelante diremos.

El Illustríssimo y Reverendíssimo cardenal don Diego de Espinosa, etcétera, salió con grande y muy illustre acompañamiento de todos los señores del Consejo Real y sus ministros, los alcaldes de corte y mucha frecuencia de cavalleros.

Por este orden salieron los demás consejos y tribunales de la Corte Real de Su Magestad60, con sus presidentes y minsitros, todos los quales salieron a este campo de san Hierónymo, aguardando que Su

59 Ambrosio de Lugo, caballero de la Orden de Santiago. 60 El 24 de noviembre de 1570, tan sólo unas horas antes de que se produjera la entrada de la Reina, y mientras ésta esperaba en Fuencarral, se publicó una cédula en la que, por primera vez, se establecía el orden de precedencia de los consejos y tribunales en las ceremonias cortesanas (MARTÍNEZ MILLÁN 1998, 27 y ss.). Por primera vez también el Rey quiso evitar las improvisaciones, tan frecuentes hasta ese momento.

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Magestad llegasse. 27v

El orden que en besar la mano a Su Magestad se tuvo, y guardaron los consejos, fue éste; después (como avemos dicho) del regimiento, besaron las manos a Su Magestad todos los consejos.

Orden de besar a Su Magestad las manos los Consejos.

El primero fue la Contaduría Mayor de Cuentas, donde ivan don Pero Niño y el conde de Olivares, como contadores mayores de cuentas. El segundo, la Contaduría Mayor de Hazienda. El tercero, el Consejo de las Órdenes, cuyo presidente es don Fadrique Enrríquez de Ribera, mayordomo del Rey. El quarto, el Real Consejo de Indias. El quinto, el Consejo de Italia, y con él su presidente, el doctor don Gaspar de Quiroga, etcétera. El sexto, el Consejo de Aragón, donde iva el vicechanciller de Aragón y el conde de Chincón, como su thesorero general deste reyno de Aragón.

28r El séptimo, y postrero de todos, fue el Consejo Real, donde el cardenal don Diego de Espinosa, etcétera, como presidente y cabeça dél, fue el primero que llegó a besar las manos a Su Magestad, la cual, usando de su generosidad de ánimo, se levantó a él y le mandó dar una silla.

Preguntando a Su Señoría Illustríssima por su salud (porque en Segovia avía estado indispuesto), Su Señoría Illustríssima respondió, y hizo un razonamiento de subido concepto y singular eloquencia, dando a Su Magestad el parabien de su felice venida, y significándole la voluntad con que tan afficionadamente todos recebían a Su Magestad. Y aviéndose Su Señoría Illustríssima y Reverendíssima sentado, començaron a besar las manos a Su Magestad los señores del Consejo, por sus antigüedades, nombrando el Cardenal a Su Magestad cada uno quien era.

28v En el cadahalso huvo gran frequencia de grandes y señores de título, acompañando a Su Magestad. Entre ellos estava el príncipe su hermano Alberto de Austria, al lado izquierdo, apartado algo de Su Magestad, sentado en una silla. Halláronse allí el conde de Benavente, el duque de Medina de Rioseco, el marqués de Mondéjar, el conde de Alva de Liste, el marqués de Ayamonte, don Fernando de Toledo, prior de san Juan, el conde de Arambergue y las damas que con Su Magestad vinieron. Después que todos los consejos hizieron este officio, con la autoridad y decencia que de tan grandes señores y letrados y padres de la República a Su Magestad se devía, todos precedieron a cavallo con los grandes y toda la nobleza de España, que a Su Magestad acompañava.

29r La Reyna subió en un palafrén blanco61 mosqueado, ricamente

61 El caballo blanco es el animal de los dioses buenos y, en el cristianismo, de los santos y los héroes. Representa el instinto controlado y sublimado, y es símbolo de majestad (CHEVALIER - CHEERBRANT 1986, 208 y 216).

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Ornato de Su Magestad a la entrada de Madrid. 29v

adereçado, con un sillón de oro con mucha pedrería, muy bien labrado, gualdrapa de terciopelo negro, guarnescida y bordada con franjas de oro. Su Magestad se mostró este día hermosíssima, y con aquella magestad y señorío que tan natural y tan fundado y con tantos dotes del ánimo esmaltado tiene, representó muy bien su ser y monarchía. Llevava Su Magestad vestida una saya de tela de plata parda, bordada de oro y plata. Un galdres de terciopelo negro, afforrado en tela de plata, prensado y guarnescido con unas franjas de oro, collar y apretador de muchos diamantes, rubíes y piedras de mucho valor. Un sombrero adornado con una cinta de oro, con unas plumas blancas, coloradas y amarillas, que son las colores del Rey, nuestro señor. El príncipe Alberto y el Illustríssimo Cardenal ivan cerca de Su Magestad, acompañándola. El orden con que el demás acompañamiento iva diremos adelante. Procediendo un poco más adelante, Su Magestad rescibió muy grande contento en ver dos estatuas de mármol aparente.

Por qué llamaron a Bacho dios del vino. 30r

La una representava a Bacho, el qual por aver sido inventor del arte de hazer bodegas, plantar las viñas y ordenar las cosas que para hazer buen vino son necessarias, fingieron los antiguos ser dios del vino y le llamaron el dios Bacho62. Éste tiene en su contorno pintado al fresco una muy regozijada vendimia. Llevaban a Sileno muchos pastores y sátyros bien borracho, y ellos cargados de vasos llenos de vino, beviéndose los unos a los otros. El Baccho está recostado sobre un cuero muy bien formado, en la cabeça una guirnalda de razimos, tan artificialmente hechos que parescían naturales. A los pies tiene un sátyro de bulto, tan bien acabado que en su género es la cosa más rara (a dicho de todos) que ay en Italia ni en España. Tiene un razimo en la mano, que exprime en una taça63.

62 López de Hoyos comenta a lo largo de la obra la tradición mitológica más habitual en relación con los dioses grecolatinos. Como se ha comentado en la Introducción y se podrá ver a lo largo de la exposición, en muchas ocasiones sigue de cerca las obras de los griegos Cornuto (véase nota 55), Paléfato, en sus respectivas versiones latinas, así como la del humanista Juliano Aurelio Lessigniense, especialmente cuando explica las razones que llevaron en la Antigüedad a designarlos con determinados nombres. En este caso, aunque no tan literalmente como en otras ocasiones, sigue a Cornuto, De nat. deor.. s.v. Baccho y a Juliano Aurelio, De cogn. deor. III 5. Véanse más adelante notas 176 sobre Paléfato y 514 sobre Juliano Aurelio Lessigniense. 63 Baco es, según la mitología romana, dios del arrebato, el frenesí y el entusiasmo, aspectos éstos que contribuyeron a fijar su presencia en la Fiesta como dios fundador de la misma. Aquí aparece representado según la iconografía que tuvo más éxito, la de origen helenístico, posteriormente desarrollada en el mundo romano, en que Baco aparece en primer término, presidiendo una vendimia, coronado por pámpanos y acompañado de varios sátiros que, con frecuencia, aparecían también relacionados con la fertilidad. Entre ellos, uno de los más famosos, Sileno. La presencia del dios Baco en este tramo decorativo podría estar relacionada con la leyenda recogida en el siglo XVI por algunos libros de historia de España, que presentaban a Baco como una especie de iniciador de su historia y fundador de ciudades (BEUTER 1546-1551, fol. XXXI y DE MEDINA, 1548, fol. VIII). En este sentido, es interesante recordar que la figura de Baco sustituyó en esta fiesta a otra proyectada en un principio por Lucas Mitata, que representaba a España.

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30v

Recostada esta estatua del Baccho, con muy alegre semblante se fabricó sobre un pedestal muy perpetuo de ladrillo y argamassa. Tiene de largo veinte y tres pies, son figuras de todo relievo. De los pies déste se levanta un arco de ladrillo de quarenta pies en alto, de una cantería bien acabada, por lo alto proporcionadamente unas pirámides con sus acroterias, con que se rematan64. En lo hueco deste arco al fresco se pintó una manera de espejo en el qual se parescen y representan los lexos en perspectiva, con gran demostración toda la xarcia de fuentes, arboledas, la infantería que en el Prado huvo y mucha differencia de cosas muy bien representadas. La otra parte del arco continúa otra tanta copia de cosas, como del Baccho avemos dicho, porque se levanta un pedestal de la misma materia y proporción que avemos dicho.

Por qué llamaron los antiguos a Neptuno dios del mar.

En ella está una estatua de Neptuno, el qual por aver sido hijo del dios Saturno y averle cabido en parte de la herencia de su padre las ínsulas y tierras propincas al mar, y aver sido el que mayor armada y más industria avía puesto en la navegación, le llamaron los antiguos dios del mar.

Diodorus65. 31r

Fue también el primero que domó cavallos y halló los frenos66. Este tenía su tridente en la mano y en la pared que junto a él se levanta, también al fresco, se pintaron los tritones, que son a manera de hombres y peces, y las sirenas y phocas y cavallos marinos. Por debaxo del braço derecho, sobre que estava recostado, salía una urna, por la qual todo este día que Su Magestad entró, derramó vino en señas de alegría y bien universal, que a estos reynos ha venido67.

64 Este primer monumento tiene el sentido de puerta y no de arco, no sólo por su tamaño (40 pies frente a los 112 del primer arco), sino también por su propia estructura no efímera, de ladrillo y cantería bien acabada, sobre la que destacaban los colosos. Su propósito, más bien, era servir de umbral simbólico que, una vez traspasado, obligaría a doña Ana a dejar atrás su vida de doncella y su viaje festivo para iniciar una nueva etapa como reina y esposa, cuya actuación vendría marcada simbólicamente en los tres arcos “a l’antica” a lo largo del recorrido (VELÁZQUEZ - JIMÉNEZ GARNICA 1996, 69). 65 Ésta es la primera vez que se menciona a Didodoro de Sicilia. En el tercer arco aparecerá en otras cuatro ocasiones. Tal vez López de Hoyos manejara la Bibliotheca historica de este autor, a través de una versión latina, aunque aquí creemos que tiene presente el pasaje de Juliano Aurelio que se cita en la nota siguiente. No obstante, las referencias a Diodoro y, quizá su uso directo, no sólo deben interpretarse como una fuente de contexto mitológico, sino como uno de los libros típicamente característicos de historias y anécdotas, que tanto se usaban como exempla de virtudes y vicios de carácter moralizante, y que tanta difusión tuvieron no sólo en la Edad Media sino en el Renacimiento. Sobre esto, véase lo dicho en la Introducción, cap. 5.4.2 66 Cf. Diodoro, Bibliot. hist. V 69, 4. Juliano Aurelio, De cogn. deor. I 8: ...Vocatus est praeterea Hippus et latine equestris quod primus equos domuerit artemque equitandi docuerit uel quod equum antea ignotum tridentis ictu primus hominibus ediderit. 67 Neptuno está aquí representado como dios del mar, que había traído a Ana de Austria hasta España. Asimismo se le relaciona también con el poder imperial sobre los mares, a partir de la iconografía de origen griego que le presenta con el tridente en la mano a modo de cetro y rodeado de tritones y sirenas, apoyado en este caso sobre una urna que derramaba agua, según una iconografía que en la tradición se asociaba también con la figura de Océano. La representación contaba con precedentes dentro del mundo de la Fiesta a través de algunas de las decoraciones que se habían elaborado en Amberes en 1549 en honor de Carlos V

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31v. 32r

Cessando ya sus aguas, por las quales aún en las divinas letras entendemos las tribulaciones, trabajos, desastres y infortunios con que somos castigados, este vino (tornando a nuestro concepto poético) derramava a ruego del dios Baccho, el qual le combidava a que en regozijos tan solennes de las bodas de Su Magestad (pues también lo avía hecho en la navegación) convirtiesse su mar en vino, con esta letra en castellano: El agua amarga y salada en vino bolved Neptuno, porque no aya triste alguno. Y combinándolo dezía: Qui dominaris aquis deus hos conuiua recumbe

ad thalamos Annae, uinaque redde mare. En castellano: Neptuno que presidís y mandáis a las aguas, sed también combidado en los regozijos de la Reyna y vuestras aguas saladas convertidlas en dulce liquor de vino. El Neptuno responde: Mi alegría ha sido tanta, con esta Reyna que vino que mis aguas ya son vino. El dísticho: Bacche hos ad thalamos propero sponsamque marito ecce Annam reducem ex aquore duco libens. Declaración: Señor Baccho sabed que vengo con gran contento a estos regozijos y torno a traer a España con muy felice y próspera navegación a la reyna doña Anna a su marido68.

y Felipe II, así como en las fiestas florentinas organizadas en honor del duque Cosme y Eleonora de Toledo, donde Neptuno aparecía también como símbolo del poder imperial sobre los mares. La representación se repetiría en la entrada de Felipe II en Lisboa en 1581. Por otra parte, la alegoría de las aguas personificada en Neptuno adquirió una gran importancia en los programas decorativos de los jardines manieristas, con frecuencia formando parte de la estructura de las fuentes. 68 Desde el punto de vista iconográfico, la estructura decorativa en la que se integraban las figuras de Baco y Neptuno debe ser examinada como un todo y entendida dentro de esa oposición de contrarios que caracterizó al mundo renacentista, muy propia además de la emblemática. Neptuno traía a España a Ana de Austria y, por iniciativa de Baco, convertía el agua, que le era propia como elemento y que la filosofía griega y la Biblia relacionaban con los malos augurios, en vino que brotaba como presagio de felicidad y riqueza. La referencia iconográfica había sido ya empleada en otras fiestas, entre ellas en la entrada de Isabel de Valois en Toledo en 1560, o en la de Carlos V en Brujas en 1515, así como en la propia entrada de Ana de Austria en la ciudad de Burgos. En dicha iconografía podemos descubrir una referencia al pasaje evangélico de las bodas de Caná.

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Nota: qué sea coloso.

En la proporción y diffinición destas dos figuras, es la más rara cosa y más bien acabada que en España hasta oy se ha visto en su magnitud y quantidad. Porque en ésta representan aquella magestad antigua que en las antiguallas vemos conservada, que llaman coloso, quando una figura excede de la común proporción humana. Éstas, como avemos dicho, tenían 23 pies. Ha puesto gran industria su artífice Lucas Mithata69, español, assí en <e>sto, como en lo que más hizo, como adelante veremos.

32v

Aviendo Su Magestad gustado deste tan agradable espectáculo, llegándose poco a poco a Madrid, no era de menor recreación ver la copia de gente que, dende este lugar hasta el primer arco, poblavan los cadahalsos y talleres que se avían hecho dende esta fábrica del Baccho y del Neptuno.

Arquitectura del primer arco.

PRIMER ARCO Triumphal de mucha historia y poesía

A la entrada de Madrid se fabricó un arco triumphal de la mayor máchina y magestad que hasta oy a ningún príncipe se ha fabricado, ni jamás hecho. Fue, cierto, exquisitamente elegido y muy bien ordenado y puesto en toda razón de architectura del orden que los architectos llaman chorinthia. Su altura dende la planta hasta el último remate es de 112 pies y de ancho 10, compartidos en la manera siguiente:

33r Su fundación fue sobre quatro pedestales que hazían división de tres arcos. Tiene cada pedestal 14 pies de alto. Los que dividen el arco mayor de los colaterales tienen 18 pies cada uno y los otros dos, que vienen en lo último del ancho del arco, a siete, con su basa y cornisa de todo relievo. El arco de en medio tenía de ancho 25 pies y de alto 50, y los dos colaterales, cada uno dellos a treze pies de ancho y lo alto de su proporción con que se acaban los 101 pies que tiene este arco de ancho.

69 Se conocen muy pocos datos de su vida. Se le vincula al llamado grupo leonés, aunque se desconoce si le unía algún tipo de parentesco con Tomás Mitata (de Benavente). Su actividad artística se sitúa en Salamanca, Ciudad Rodrigo y Plasencia, a partir de 1558 y se le atribuye el retablo de Fuenteguinaldo y la tumba del obispo García de Galazza (+1596) de la catedral de Coria. La participación de este artista en la decoración de los arcos de la entrada de Ana de Austria, es una de las constancias más evidentes de su trabajo. Si López de Hoyos está en lo cierto, Lucas Mitata era español y no italiano, como a veces se ha supuesto, al relacionársele con Pompeo Leoni, precisamente por su colaboración en estos arcos triunfales. Además su labor debía ser tenida por singular y poco frecuente, ya que López de Hoyos afirma más adelante (fol. 118v): “Lucas de Mithata, español, raro hombre en su professión y facultad”.

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Sobre estos pedestales se levantan seis columnas con sus trapilares, que tenía alto cada una 36 pies y medio, y el gruesso proporcionado con su altura. Cada una tenía sus basas y capiteles dorados y estriados de arriba abaxo, que hazían muy sumptuosa y superba fábrica.

33v Las quatro destas columnas hazen dos nichos a los lados del arco de en medio: en medio de cada uno destos dos nichos pusimos un emperador de bulto, que más políticamente llamamos de todo relievo. La delantera tan sumptuosa, y de tan gran máchina, se pobló de la historia70 que aquí se representará, y el reverso deste arco de conceptos poéticos, para que en su compostura fuesse muy esclarescido y en su variedad muy agradable, esto ansí presupuesto. En el de la mano derecha estava el emperador Carlo Quinto, padre del rey don Philippe, nuestro señor, y agüelo de la Reyna, nuestra señora; el qual, como a exemplo de tanta religión, y de tan gran triumpho de la República Christiana, triumpho de todas las naciones, se puso esta letra71:

34r IMPER. CAES. CAROL.

V. HISP. REX CATH. P. F. AVGV. GENTIVM ET EXTERNORVM72

70 Si en los arcos de Burgos y Segovia se había puesto el acento en destacar el poderío militar y político de los miembros de la rama austríaca de los Habsburgo (CHECA 1992, 187), en Madrid se exalta la gloria de la rama española, cuya vinculación con los destinos de España se intenta justificar insistiendo en su actuación beligerante contra el Infiel en defensa de la Religión, tema cuya antigüedad se remontaba al siglo VIII y a Don Pelayo, para enlazar con Fernando III. Este rey, de fama reconocida por la reconquista de gran parte de Andalucía, región que se encontraba sumida nuevamente en el mismo proceso reconquistador, también era venerado en España por su santidad, aunque no sería oficialmente canonizado hasta 1671. Ello proporcionaba un santo a la génesis de la rama hispánica, en estrecho paralelismo con la de Maximiliano de Austria, entre cuyos ascendientes estaba Carlomago, declarado santo por Federico Barbarroja en 1165 (VELÁZQUEZ – JIMÉNEZ GARNICA 1996, n.14). 71 Imperator Caesar Carolus V Hispaniarum Rex Catholicus, Pius, Foelix, Ausgustus, gentium et externorum bellorum hostiumque terra marique victor. La declaración que acompaña incluye un calificativo “máximo” a rey de España, así como el adverbio semper, escrito así en latín, que, sin embargo no se reflejan en la inscripción latina, la cual debería haber rezado Max(imus) Hisp(aniarum) Rex y, más adelante, Semper Augu(stus). 72 En nuestra opinión la expresión gentium externorum, podría ser interpretada de nuevo en el contexto nacionalista de tradición neogótica expresado en esta cara del arco, y tendría como referente el Tercer Concilio de Toledo, convocado por el rey visigodo Recaredo en el año 589, donde, mediante este giro, se defendió la existencia de una única gens supraétnica de la que Jesucristo era su vínculo de filiación. Con la celebración del Concilio, durante el cual los arrianos abjuraron de sus creencias tradicionales, Recaredo concluyó los esfuerzos emprendidos por su padre Leovigildo para conseguir someter a todos los súbditos a su autoridad, con independencia del número de comunidades nacionales que albergara el reino (cfr. Actas Concilio III de Toledo, XIV Centenario 589-1989, 1991, donde las ideas expresadas por J. Fontaine, M. Díaz y Díaz y J. Orlandis, entre muchos otros, apuntan en esta dirección). A partir de entonces se inició también una nueva etapa de intransigencia religiosa con los judíos. Felipe II, al aplicar su política religiosa, no sólo enlazaba con la tradición hispana, continuaba, además, el propósito paterno de lograr la Universitas Christiana.

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BELLORVM HOSTIVM- QVE TERRA, MARIQVE

VICTOR.

Declaración: El emperador Caesar Carlos Quinto, máximo rey de España, cathólico, piadoso, felice, semper augusto, vencedor de las gentes estrañas de todas las batallas y enemigos estrangeros, triumphador por tierra y mar.

34v

Tiene de altura esta estatua 17 pies, refiere al natural el rostro del Emperador, porque assí ésta, como todas las demás estatuas que diremos, son de las manos de Pompeyo Leoni73, italiano, esculptor de Su Magestad, con gran espíritu y braveza. Tiene en la mano derecha un bastón, como capitán general de la milicia christiana; el color es de bronze.

35r

En el restante deste intercolumnio, por lo alto deste Emperador, en un tondo, se puso una medalla del rey don Pelayo, de medio cuerpo arriba armado. La cabeça descubierta, con una corona real, una espada desnuda en la mano derecha, pintado de color de bronze, también relevado que, mirándolo dende lexos, parescía de todo relievo, y como a príncipe que, después de la pérdida de España, retirado en una cueva, con tan pocos christianos, estando todo el mundo sobre él, con ánimo comunicado del cielo y esfuerço del Espíritu Sancto, restauró poco a poco los reynos de España; con esta letra alrededor:

PELAGIVS HISP. RE-

GNI DIVINO NVMI- NE INSTAVRATOR, ET PRINCEPS PRAE-

CLARISSIMVS.

Declaración: Pelayo restaurador de las Españas, por la gracia y favor divino, príncipe clarísimo.

En correspondencia del emperador Carlo Quinto, dentro del nicho de la mano izquierda, correspondía su hermano, el emperador Ferdinando, también agüelo de Su Magestad, muy bien imitado, con

73 Pompeo Leoni, nacido en Roma hacia 1533 e hijo del también escultor Leone Leoni, es conocido especialmente por sus grupos escultóricos orantes de Carlos V y Felipe II en el Escorial, así como el de doña Juana de Austria, en el monasterio de las Descalzas Reales en Madrid. Al contrario que su padre que no estuvo en España, Pompeo viajó a Madrid con motivo del traslado de las esculturas encargadas por Felipe II para El Escorial. Desde entonces permaneció en España, donde desarrolló su carrera vinculado a la Corte, si bien realizó también diversas obras para particulares. Fue el iniciador de la escuela de Valladolid. Murió en Madrid en 1610.

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35v buena esbelteza y donaire, con su bastón en la mano, como se da a todos los capitanes generales de la milicia christiana. Su título dezía:

FERDINANDVS. I. HI-

SPANVS ROMANOR. IMPERATOR CHRIS-

TIANAE RELIGIONIS CVLTOR EXIMIVS.

Declaración:

Fernando I, español, Emperador de Romanos, reverenciador y particular defensor de la religión christiana.

36r

Por lo alto deste Emperador, en el intercolunio del nicho, correspondía al rey don Pelayo, el rey don Fernando Tercero, que llaman el Sancto, armado a la antigua española, capacete con corona y coraças, con su espada desnuda en la mano derecha y, en la izquierda, la torre de la iglesia mayor de Sevilla, donde él está tenido y reverenciado, como tan sancto, piadoso y zeloso de la honrra de Dios, equidad y justicia en sus reynos, y las ordinarias batallas que, en recuperar mucha parte del Andaluzía, con grande ánimo y fortaleza tuvo.

36v

Era singularmente devoto de nuestra Señora, la qual traía siempre en sus reales y, a su intercessión, fue nuestro Señor servido de dalle muchas victorias. En contorno del todo esta letra:

FERDINANDVS. III. REX SANCT. CVN- CTA PENE BETHI- CA A MAVRIS RE- CEPTA INCLYTVS.

Declaración:

Fernando Tercero, sancto y muy piadoso, rey clarísimo en aver recuperado casi toda el Andaluzía.

En los quadros que junto a estos emperadores venían, sobre los arcos colaterales, desde la buelta dellos hasta el bozel de los capiteles, cada uno dellos era de alto de 17 pies y de ancho de más de 14, en los quales se representavan dos triumphos destos dos esclarescidos príncipes y claríssimos monarchas. La del lado del emperador Carlo Quinto se pintó la jornada de Alemaña, con la passada del río Albis, figurada una gran victoria y destroço de los herejes y rebeldes alemanes, que se avían levantado por la impía secta y emdiablado ánimo de

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37r Martín Luthero, año del Señor de 152574. Hazaña de españoles.

Dignos son de memoria aquellos illustres españoles que, con ánimo generoso e invincible, llevando las espadas en las bocas, como tan feroces y fuertes leones, passaron a nado el río, y ganaron la puente de las barcas, cuyo esfuerço y valentía con razón se atribuyó gran parte de aqueste tan esclarescido triumpho del Emperador, nuestro señor.

37v Religión de Carlos Quinto.

Estava bien pintado, de la otra parte del río, el Emperador, dando gracias a nuestro Señor, porque realmente su victoria fue de la mano de Dios, pues este tan excelso príncipe jamás emprendió guerra alguna que no fuesse muy justa75, no movido de enojo, antes induzido a ello por la defensa y adelantamiento de la sancta fe cathólica, y a esta causa junto a un altar levantando sus tropheos, hincado de rodillas delante de una custodia del Sanctíssimo Sacramento, paresce que entonzes dezía el bendito Emperador aquella oración que muchas vezes, como tan cathólico acostumbrava: Da mihi uirtutem contra hostes tuos76. Quiere dezir: Dadme Señor fortaleza contra los enemigos de Vuestra sancta fe cathólica. Cupieron en el quadro todas estas letras muy bien compartidas:

38r

IMP. CAES. CAR. V. MAX. HISPAN. REX CATHO. P. F. AVGV. DEBELLATIS INTER

RHENVM ALBIMQVE IMPIIS DV- CIBVS, ET TRANS ALBIM SA-

CRIS SIGNIS PROMOTIS. ET EX- CITATIS TROPHEIS FVSIS CAE-

SIS FVGATISQVE PERDVELLIVM

74 Cuando Carlos V vio que el concilio de Trento no restablecería la unidad religiosa en Alemania, decidió intervenir contra los príncipes rebeldes que se habían aliado en la liga de Smalkalda. Pese a su clara victoria en la batalla de Mühlberg (1547), a orillas del río Elba, un año después del fallecimiento de Lutero, el Emperador decidió promulgar un Inerim, como medio de hallar una vía de diálogo entre católicos y protestantes. En ese mismo año, Tiziano pintó su famoso cuadro, hoy en el Prado. Sin embargo, la representación del hecho que figuraba en el primer arco descrito por López de Hoyos no coincide con la del pintor veneciano, y más bien parece aproximarse a la estampa de Enea Vico y Giovanni Battista Mantuano, de 1551, donde se representa una escena de batalla campal presidida por una Victoria, en una llanura a la que atraviesa un río cruzado por un puente de barcos. 75 La polémica sobre las causas justas de la guerra cobró gran actualidad en el siglo XVI a causa de la conquista de América. Frente a Ginés de Sepúlveda, que opinaba que era lícita la conquista de América por motivos religiosos para convertir a los indios, Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria opinaban todo lo contrario y que sólo mediante la persuasión era lícito convertir a los pueblos indígenas. 76 La forma de esta breve frase recuerda la estructura de cualquier fórmula imprecatoria de carácter litúrgico. Literalmente puede leerse en Gregorio Magno en una antífona del Liber responsalis en los Responsoria siue antiphonae de Assumptione sancta Mariae, en la tercera oración nocturna (in tertio nocturno), donde se lee: Dignare me laudare te, Virgo sacrata, da mihi uirtutem contra hostes tuos. 77 Las abreviaturas son las habituales tomadas de la tradición epigráfica latina: Imperator Caesar Carolus V Maximus Hispaniarum Rex Catholicus, Pius, Felix, Augustus.... Deo Optimo Maximo Votum Soluit.

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38v

EXERCITIBVS. ET IN DEDITIONEM ACCEPTIS BELLICOSISSIMIS ET

ACERRIMIS NATIONIBVS D. OPT. MAX. VOT. SOL. ET MONI-

MENTA VIRTVTI FIDEIQVE CONSECRAVIT77.

Declaración:

El emperador césar Carlos Quinto, máximo rey de España, cathólico, piadoso, felice, augusto, aviendo entre el río Rhin y Albis vencido a los impíos capitanes, y aviendo passado de aquella otra parte del río Albis las sacras vanderas y estandartes de la Cruz, levantando grandes tropheos, destroçados, vencidos y desbaratados los exércitos de los rebeldes, y aviendo subjectado aquellas bellicosíssimas y fuertes naciones, dio grandíssimas gracias a Dios, aviendo consagrado y dedicado grandes memorias y templos a la virud y sancta fe cathólica.

Mas porque todo lo dicho es cifra de lo mucho que este tan

excelso Emperador hizo, en dos versos procuramos se comprehendiesse algo de sus triumphos, monarchía y magestad.

Belliger assiduos habuit uirtute triumphos Imperiumque suum clausit utroque polo78.

39r Eleción de Carlos Quinto. Muerte

Fue elegido Emperador el año de 1519, muerto su agüelo Maximiliano con grande conformidad de todos los electores79, estando él en España: el año de 30 fue coronado con grandíssima solemnidad y triumpho. Murió sancta y religiosamente en España, en Iuste, monesterio muy religioso de la orden de Sant Hierónymo, obispado de Plasencia, año de 1558, aviendo governado el Imperio 37 años. Tomó por insignia una de las más bravas y señaladas letras que hasta oy hallamos celebrada, que fue tomando las dos columnas de Hércules, que dixo en el estrecho de Gibraltar, como cosa tan rara, que ninguno hasta él avía hallado ni dilatado su nombre tanto como él: este único monarcha como quien <avía conquistado> todas las partes y tierras80

78 “Como guerrero tuvo constantes triunfos gracias a su valor y extendió su imperio a ambos polos”. 79 Para la exposición de los hechos más notables de los emperadores y reyes que realiza en las páginas sucesivas, López de Hoyos sigue de cerca algunas obras, que compendia y resume, especialmente las de Huberto Goltzius y Tomas Porcacchi, según él mismo cita de forma explícita en fol. 45r, al hablar del emperador Rodolpho. Sobre estos autores y obras, así como referencias concretas a su utilización por López de Hoyos, véase más adelante, notas 93, sobre Porcacchi y 94 sobre Goltzius. 80 En la fe de erratas se anota un error en esta palabra que no existe en realidad. En ella se advierte que debe corregirse tleras por tierras, pero en el texto está bien escrito. 81 Para más detalles sobre este emblema del Emperador cf. RODRÍGUEZ DE LA FLOR 1995, 333; CHECA 1987; ROSENTHAL 1974. Maximilano I, abuelo paterno de Carlos V, fue el primer miembro de la familia que se dio el apelativo de Hércules en 1493 (cf Catálogo de la exposición Reyes y Mecenas 1992, 438), al recoger una leyenda

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39v. del Polo Antártico, como dexando atrás lo que Hércules con sus columnas avía significado; queriendo en un breve hemistichio significar su magnanimidad y excellencia entre las dos columnas dixo:

PLVS VLTRA. Más adelante81.

Esta pintura del quadro desta historia, era muy bien acabada de

claro y escuro en su correspondencia, que era la parte del emperador don Fernando, su hermano, a quien dexó el imperio, año de 1555, para retirarse a servir a Dios y acabar tan sancta y tan cathólica y tan

borgoñona que casaba al héroe con una noble de la zona de cuyo matrimonio habría surgido la línea de los príncipes de Borgoña (LÓPEZ TORRIJOS 1995, 120).

Hércules, el héroe más célebre y popular de toda la mitología clásica, fue proclive a ser adoptado en las patrias más diferentes gracias a sus numerosos viajes y proezas. También estaba estrechamente vinculado con la historia de España por haber sido aquí donde realizó uno de sus trabajos: la muerte de Gerión, el rey de Tartessos, a quien robó sus famosos toros y en donde, en recuerdo de su paso, erigió dos columnas a ambos lados del estrecho que separa Libia de Europa (el Peñón de Gibraltar y el de Ceuta). Todas estas leyendas formaban parte de la tradición historiográfica española, al quedar recogidas en la General Estoria de Alfonso X donde, además, se resaltaba la cualidad de sabio del héroe (TATE 1954, 53) a quien, también durante la Edad Media, se adoptó como modelo de virtudes cristianas y prefiguró a Cristo, por ser prototipo del valor en la lucha contra el mal. Hércules hizo su viaje de retorno a Grecia por el norte, por la Galia, ruta jalonada de santuarios heracleos, a los que estaban vinculadas leyendas locales del tipo de la borgoñona. Así pues, su personaje sin límites fronterizos se adaptaba de maravilla a los dilatados y dispersos estados que Carlos había de heredar. Estando aún Carlos en Borgoña en 1516, el italiano Luigi Marliano inventó para él la divisa en francés “plus outre” que, en 1517, se tradujo al latín (“plus ultra”) por razones políticas. La divisa gustó en España y se unió a las dos columnas, porque la imagen se ajustaba a las empresas españolas por el Atlántico. En las Cortes de 1523 el canciller Gattinara declaró que el Emperador tenía a sus reinos españoles por cabeza, gracias a los cuales sostenía a los otros dados por Dios y podía ganar otros nuevos “y en acrescentamiento de Nuestra Santa Fe Cathólica poner Plus Vltra en sus columnas” (DOMÍNGUEZ ORTIZ 1988, 72). En 1526, en la entrada triunfal que le preparó Sevilla, se representó a Hércules llevando las columnas, porque el Emperador era el nuevo Hércules “que establecía los límites del nuevo mundo” (LÓPEZ TORRIJOS 1995, 121). En 1529 el humanista Luis Vives (De concordia et discordia in humano genere) explicaba que el Emperador era un segundo Hércules y que con las columnas de su escudo había querido expresar su voluntad de cargar sobre sus hombros con la restauración de casi toda la redondez del orbe. El éxito del mote fue recogido por la emblemática a través de autores como Paradin (Simbología heroica, 1557), P. Giovio (Ragionamento...sopra i motti e disegni d’arme e d’amore che comunmente chiamano imprese, 1555), Alciato (Emblemas, 1549) o Ruscelli (Le imprese illustri...1556) quienes ponen en relación dicho símbolo con aspectos conmemorativos, atribuyéndole significados como la gloria imperial, la autoridad o la magnanimidad. El sincretismo de la imagen Hércules-Atlas con la que se identificó Carlos V tuvo una gran transcendencia en la vinculación iconográfica entre éste y su hijo, Felipe II, con frecuentes y destacados ejemplos en el mundo de la Fiesta que tuvieron una de sus primeras manifestaciones en el viaje que ambos realizaron por tierras europeas cuando Felipe era aun príncipe, donde el tema fue recreado en ciudades como Amberes y Milán. Entre otros acontecimientos, la idea fue retomada en la entrada de Felipe II en Lisboa, y también en Roma en 1598, con motivo de las exequias fúnebres de Felipe II, atribuyéndole en este caso una significación relacionada con el dominio sobre lo material y lo espiritual. El tema contó también con manifestaciones artístico-conmemorativas al margen de lo efímero, como la medalla acuñada en 1555, año de la abdicación de Carlos V, en que Felipe II aparecía como nuevo Hércules que sustituía al fatigado emperador (CHECA 1988, 59).

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piadosamente como acabó. 40r

En este quadro se pintó singularmente de claro y escuro el emperador don Fernando, armado a cavallo delante su exército, y a otra parte un exército de turcos que iva huyendo y una muy inexpugnable ciudad, de donde salen otros turcos a rendirle las armas y entregalle las llaves, en la qual se representa la primera jornada tan próspera que este Emperador hizo, quando, aviéndose perdido Ungría, por el destroço y muerte del rey Luis Segundo, etcétera, que los turcos hizieron, año 152682. Este emperador entró poderosamente por aquel reyno: venciendo y haziendo huir a los turcos, recuperó gran parte dél. Con esta letra:

TRVCIDATIS TVRCIS ATQVE FVGATIS

SVPERIORI PANNO- NIA LIBERATA ET MAGNA

EX PARTE RECEPTA FERDI- NANDVS PRAESTANTISS. TY- ROCINIO VICTRICIA ARMA DESVMPSIT ET PROMOVIT PAREM VETERANAE MILI- TIAE FINEM SVMMI DVCES

EXOPTARENT. 40v Declaración:

Destruidos y ahuyentados los turcos, aviendo librado y recuperado gran parte de Alemania la alta, el prestantíssimo emperador don Fernando, en su principio tomó y adelantó felicíssimamente las invincibles y victoriosas armas. Los muy exercitados y veteranos capitanes dessearían tan próspero y felice fin.

Tuvo este tan excelso emperador grande felicidad en la merced que Dios le hizo en darle muchos hijos (los qual es lo que más desseamos en Su Magestad de la Reyna, nuestra señora)83 los quales

82 El 29 de agosto de 1526, en la batalla de Mohács, Solimán el Magnifico acabó con el ejército húngaro y con la vida de Luis II de Bohemia y Hungría, que no dejó descendencia. Había estado casado con María de Hungría, hermana de Carlos y Fernando de Habsburgo, que asumió la soberanía de esas tierras sumándolas a las de Austria, si bien la mayoría de la llanura húngara quedó en manos de los turcos. Pero no pudo impedir que fuera elegido y coronado en 1526 János Zapolya, jefe del partido “nacional” que rechazaba a un soberano extranjero, y más si éste era un Habsburgo, ni que, en adelante, éste actuara como antirrey gracias a la alianza de Francia y de los otomanos. Fernando, que tuvo que imponer a sus nuevos súbditos un mínimo de autoridad real (BÉRENGER 1993, 160), pactó con Zapolya que, a su muerte y tras indemnizar a su heredero, Hungría se reunificaría con Austria. Pero cuando el deceso ocurrió en 1540, los turcos ocuparon Buda, y los Habsburgo no reconquistaron Hungria hasta finales del siglo XVII. 83 Dona Aña fue madre de los infantes Fernando, Carlos Lorenzo, Diego Félix, Felipe y María. El primogénito nació el 4 de diciembre de 1571 y, al año y medio, fue jurado heredero en San Jerónimo el Real.

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41r.

confiamos en la misericordia de Dios, serán ánchora fortíssima contra el furioso ímpetu de la herética pravedad, y esto se significa en este dísticho:

Susceptam sobolem pietatis amore repleuit. Quae columen nostrae relligionis erit84.

Fue este Emperador electo Rey de Romanos, año de 153185. Y el emperador Carlo Quinto, su hermano, le dexó el Imperio, año de 1555; el qual governó sancta y piadosamente hasta el año de 1564, en el qual año boló del imperio de la tierra a gozar del cielo (como piadosamente creemos), siendo de hedad de 62 años. Tomó este tan cathólico emperador una letra muy piadosa y digna de hombre tan cathólio y tan defensor de nuestra sancta religión christiana, como él fue.

41v CHRISTO DVCE86.

Guiando Christo. Sobre estas historias venían unos festones de muy grandes y excellentes fructas de todo relievo, algunas dellas doradas y otras de color mármol, que tomavan de alto todo lo que el capitel, dende el

Ese mismo año de 1573, nació en agosto Carlos Lorenzo que falleció a los 23 meses, el 9 de julio 1575. Tres días después nació Diego Félix, que murió a los siete años; el 14 de abril de 1578 nació Felipe (que reinaría como III), pero el 18 de octubre murió el Príncipe de Asturias. Finalmente el 14 de febrero de 1580 nació María, que sólo vivió tres años. Ese mismo año, el 29 de octubre, cuando los Reyes iban camino de Portugal, murió doña Ana en Badajoz, víctima de una epidemia de gripe que también afectó al Rey. Ella de nuevo estaba embarazada porque la elevada mortalidad infantil obligaba a las reinas a tener embarazos anuales lo que, con frecuencia, era causa de su propia muerte. Al Rey, a quien sabemos que preocupaba enormemente la enfermedad de cualquier miembro de su familia, la muerte prematura de sus hijos le impidió realizar una política matrimonial ambiciosa, lo que sin duda acentuó el aislamiento de España. 84 “Infundió el sentimiento de piedad a su descendencia, concebida con amor, y ésta será el soporte de nuestra religión” 85 En la noche de Navidad del año 800 el papa León III, gravemente amenazado por las facciones nobiliarias de la ciudad de Roma, coronó a Carlomagno Imperator, lo que le convirtió en soberano y pacificador de la antigua ciudad de los emperadores. La ciudad, tras la caída del Imperio de Occidente, había ido desarrollando una conciencia de universalidad en torno a la sede de San Pedro como nuevo centro del cristianismo, que, además, sirvió de referencia articuladora a los distintos pueblos germánicos de Occidente, para quienes Roma, y no Bizancio, seguía siendo el paradigma del Imperio. El nuevo título del rey franco ratificaba la procedencia teocrática de su poder terrenal al que habían accedido sus antecesores, los pipínidas, por la vía de la usurpación; y, además, le hacía responsable de ampliar y proteger la Civitas Dei universalis (FERNÁNDEZ CONDE 1995, 39). En definitiva, el ordo christianus que comenzó a sustituir al ordo romanus a raíz del decreto imperial de 313, determinaba que Carlomagno, que se sentía otro Constantino, viera en la religión cristiana el elemento que daba a su nuevo Imperio una consistencia especial. La misma idea la retomaron Maximiliano I y el papa Pío II que trabajaron por extender la idea de una Europa como una nueva nacionalidad que uniera a todos los “europeos” (y es la primera vez que se utilizó el término) contra peligros que, como el turco, llegaban del exterior (CASTRO ZAFRA 1980, 153). 86 La inscripción reproduce una conocida expresión cristiana que puede leerse en algunos autores, entre los que puede citarse a Gregorio Magno, a quien López de Hoyos cita y maneja en otros momentos de su obra (cf. Greg. Magn., Mor. I 163, passim).

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bozel hasta rescebir el alquitrave, porque, encima de las columnas deste fundamento y máchina ya dicha, corría de parte a parte un alquitrave, friso, y cornisa de gran artificio y magestad.

Términos proprios de architectura 42r

Tenía de alto más de nueve pies, costosíssimamente adornado, de mucho buelo, tallado de sus óbalos, follames, dentellones, contiarios, y modigliones, tan perpetuo que ninguno lo juzgara de poco tiempo. Va este friso resaltando con los buelos de las columnas; las historias dichas eran de claro y escuro color de mármol y este alquitrave era jaspeado, con que hazía una variedad muy agradable a la vista. Sobre aqueste friso venían seis columnas, en correspondencia de las de abaxo, que assí mismo hazían sus nichos en acompañamiento. De la orden de en medio, que tenían de alto con una cornisa treinta y quatro pies, donde fenescía el cuerpo principal.

42v.

En cada uno destos nichos avía su colosso, o estatua, de la misma magnitud que las de abaxo; en el de la mano derecha el emperador Rudolpho primero, duque de Austria87, el qual, por sus grandes excellencias, proezas, piedad y ánimo invincible en aver restaurado y restituido el Imperio que avían usurpado y tyrannizado los rebeldes alemanes, en el ínterim que el Imperio estuvo vaco88 desde la muerte de Federico Segundo, costóle mucho trabajo el reduzir y restaurar sus tierras, porque todos los príncipes alemanes que avían, por espacio de 34 años, como otros dizen 23, gozado de su libertad, sentían mucho el dar obediencia a este Emperador, y assí le procuraron la muerte. Pero él valerosíssimamente se defendió y con gran prudencia recuperó y allanó toda Alemaña y todos los estados del impío. Su título fue éste:

IMP. CAES. RVDOL- PHVS. I. P. F. AVGV. RE- GNI ATQVE AVSTRIA- CI IMPERII MAXIMVS PROPAGATOR P. P.89

87 Los Habsburgo (nombre de la fortaleza principal de la familia) tenían a Rodolfo I por el fundador de la dinastía. Los orígenes modestos de quien sucediera en el condado de ese nombre a su padre en 1249, quedaron enaltecidos en 1273 cuando fue elegido Rey de Romanos en Aquisgrán, después del largo interregno abierto a la muerte de Federico II en 1250. En el siglo XIV se les hizo descender de los Colonna, familia de patricios romanos; y en el siglo XV una nueva teoría los emparentó con la gens de los Anicios, de donde emanó la santidad de la familia por el hecho de contar entre sus miembros con Gregorio Magno y San Benito. Pero, a fines de esa centuria, Maximiliano I prefirió vincular a sus ascendientes con los francos y, por mediación suya, con los troyanos con lo que, al convertirse en el sucesor legítimo de los merovingios y los carolingios, consiguió la oportuna justificación para pretender la herencia borgoñona y ampliar sus posesiones danubianas por Europa Occidental. 88 Así escrito en el texto. El uso de vaco por vacante, sigue vigente aún hoy. 89 Imperator Caesar Rudolphus I, Pius, Foelix Augustus regni atque Austriaci Imperii maximus propagator, Pater patriae.

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43r Declaración: El emperador César Rudolpho, piadoso, felice, augusto, claríssimo, amplificador del reyno e imperio de Austria, y padre de la patria. Llamaron los antiguos Padre de la patria90 aquél que la defendía o illustrava con beneficios públicos, o recuperava lo perdido, con augmento de libertad, o la librava de la tyrannía y subjectión, que es pestilencia de la República. Todo lo qual le quadra muy bien a este tan excelso Emperador, por averla librado, como está dicho.

43v

El quadro de historia que a este Emperador se puso fue una de las cosas señaladas y de más magestad que a este emperador succedió, y fue que, aviendo Othocaro, rey quinto de Bohemia, alçádose con el señorío de Austria y otros estados pertenecientes al Imperio, este Emperador, estando ya determinado a recuperar y cobrar este estado por batalla y destruir al rey Othocaro, a intercessión de ciertas personas religiosas, que intervinieron en concertar y apaziguar al Emperador con Othocaro91, túvolo por bien el Emperador, con condición que luego entregasse los estados de Austria, que eran Carinthia, Stiria y Carniola, al Imperio y que el Emperador de nuevo le concediesse el reyno de Bohemia y Moravia al Othocaro, con que este Rey viniesse por su persona a besar la mano y dar la obediencia al Emperador, jurarla con la cerimonia acostumbrada.

44r

Este Rey, viéndose en este término, y que no le quedava otro refugio, acordó de subjetarse a lo que el Emperador y los demás avían ordenado, pero pidió que quando viniesse delante del Emperador a la solemnidad del dar de la obediencia, fuesse en secreto y retirados, de manera que no fuessen vistos, lo qual hazía por parescerle a él que era caso de menos valer hincar la rodilla y besar la mano a hombre que avía ganado su salario. Y entendiendo que el Emperador hiziera lo que él le avía supplicado, estando el Emperador en una tienda, entró este rey de Bohemia, cerca del sitial del Emperador, hincando la rodilla en el suelo y haziendo su acatamiento, dándole la obediencia y jurándola,

90 El Senado romano concedió este título a Cicerón, tras el consulado del año 63 a.C.; Julio César recibió el mismo honor (cf. Suetonio, Diu. Iulius 76 1) y Augusto en el año 2 a.C. A partir de entonces todos los emperadores incorporaron esta denominación a su titulatura imperial. 91 Ottokar II Premyslida ascendió al trono de Bohemia en 1260, tras vencer a Esteban V de Hungría en la batalla de Kroissenbrunn y obligarle a entregarle Austria y Estiria. Posteriormente se casó con su viuda Margarita. Rodolfo de Habsburgo, una vez que fue elegido emperador de Alemania, le discutió la propiedad de estos territorios y le citó ante una Dieta para que diera explicaciones y obtuviera la enfeudación legítima de las provincias austríacas (BÉRENGER 1993, 53). Pero Ottokar, “el león de Bohemia”, que no reconocía como emperador al conde de Habsburgo por considerarlo persona insignificante, se negó a comparecer. Rodolfo fue ganando a su causa a los señores y príncipes del Imperio, mientras que el gobierno de Ottokar, príncipe cristiano, se presentaba como tiránico. Finalmente, el 26 de noviembre de 1276, éste tuvo que firmar en Viena una paz de compromiso que quedó sellada con la doble boda entre los hijos de ambos.

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artificiosamente se abrió la tienda y se dividió en dos partes de alto abaxo, de tal manera que fue visto de todos.

44v De lo qual, este Rey se sintió y rescibió grande desgusto y venido a Bohemia, doña Margarita, su muger, se indignó contra él, diziéndole palabras muy feas, por la obediencia que avía dado y por el demás successo y por aver rendido el estado de Austria, y que ella por su persona quería ir a recuperar lo que él con tanta pusilanimidad avía dexado.

Con estas y otras palabras temerarias, incitando a su marido, hizo gente de secreto y començando la guerra contra lo que avía jurado92. Sabido por el Emperador, con mucha diligencia acudió a los estados de Austria, y los ganó por fuerça de armas y cercó a Viena, dando al Rey una brava batalla junto a Nidesbrugh, en la qual murió miserablemente el rey Othocaro, con grande destroço de su exército.

Origen de la casa de Austria. 45r

De aquí vino el estado de Austria a ser de Rudolpho y la dio a su hijo Alberto, haziéndole duque destos estados, del qual traen origen los príncipes de la casa de Austria, y él la trae por legítima successión de Pharamundo, rey de la illustre familia y claríssima generación de los francos. Y esta successión y descendencia se vee muy bien en Thomas Porcachi93 y en la Genealogía también recopilada por Huberto Goltzio94:

92 Ante la reducción de sus antiguos estados, Ottokar buscó nuevas alianzas entre los eslavos de Polonia. La batalla tuvo lugar en Dürnkrut (Marchfeld) el 26 de agosto de 1277, en la desembocadura del Morava, en la llanura danubiana, donde Ottokar halló la muerte. Rodolfo decidió actuar con moderación; y aunque concedió el feudo de Bohemia a Wenceslao II Premyslida, hijo de Ottokar y yerno suyo, se reservó Austria para gobernarla personalmente hasta 1282, momento en que la enfeudó a su hijo Alberto. Parece claro que López de Hoyos, siguiendo textualmente a Huberto Goltzius (Los vivos retratos de todos los Emperadores, desde Julio Cesar hasta el Emperador Carlos V y Don Fernando su hermano: sacados de las mas antiguas monedas, no como fueron sacadas por otros, sino pintadas muy fiel y verdaderamente, y las vidas y hechos, costumbres, virtudes y vicios, pintados con sus colores, y puestos por historia. Al poderosissimo Principe Don PHELIPE Catholico Rey de España, Amberes, 1560, lib. I) sintetiza en un solo acontecimiento la Paz de Viena y la derrota de Ottokar. 93 Tomás Porcacchi (c.1530-1585) fue un humanista italiano nacido en Castiglione. Establecido en Venecia en 1559, su afición y dedicación al mundo clásico le llevó a dirigir una colección de historiadores griegos y latinos traducidos al italiano, idea que le había sugerido su amigo el impresor Gabriel Giolito. No se limitó a editarlos, sino que él mismo fue el traductor de varias obras de aquellos. Junto a las obras de historiadores clásicos como Quinto Curcio o Pomponio Mela, fue también el editor de obras tan famosas como la Arcadia de Sannazaro, el Orlando furioso de Ariosto, la Historia de Milán de Corio o las Antigüedades de Roma de Gamucci. Fue autor, además, de diversas obras originales como: Lettere di tredeci uomini illustri, Paralelli ed essempi simili, Le cagioni delle guerre antiche, Le isole più famose del mondo, Funerali antichi di diversi popoli et nationi, etc. También cultivó la poesía. No hemos conseguido identificar a cuál de las obras del autor se refiere López de Hoyos. No obstante en la obra Paralelli ed essempi simili di Thomaso Porcacchi cavati da gl’historici accioche si vegga, come in ogni tempo le cose del mondo hanno riscontro o fra loro o con quelle de’ tempi antichi (Venezia MDLXVI) hay un párrafo dedicado al emperador Rodolfo, donde se relata una curiosa anécdota como ejemplo de la humanidad de éste, quien, tras vencer a Ottokar, en el campo de batalla, rechaza la cerveza que le ofrece un soldado, porque su ejército tenía mucha sed y los soldados debían beber primero. 94 Hubert Goltz o Goltzius, (1526-1583). Nacido en Wurzburg, en Holanda, destacó como pintor y grabador, pero su afición a la arqueología y al estudio de las medallas antiguas le llevó a dedicarse con mayor interés al estudio de las antigüedades y de la historia. Escribió diversos libros, como el citado en nota 92, al que se refiere López de Hoyos, denominándolo Genealogía, y cuya versión latina fue editada primeramente en

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45v

esto succedió a este tan excelso Emperador, en 26 de agosto de 1277. Y por aver sido el Emperador tan humano y de tanta clemencia en templar esta tan próspera y señalada victoria, y no la executar ni llevar adelante con el rigor que pudiera, se pintó en este quadro, dando un estandarte al hijo. Deste Orthocaro, llamado Vinceslao, y confirmándole y haziéndole de nuevo merced del reyno de Bohemia, le casó con una su hija llamada doña Iutha.

Nota.

A otro lado deste quadro se pintó un maravilloso prodigio, que en tiempo deste Emperador succedió. Y fue que unos marineros sacaron con una red un león, el qual el Emperador presentó al pontífice Martín Quarto: este león no cessava de echar muchas lágrimas y dar grandes gritos y bramidos, lo qual algunos interpretaron significar dever ser quitados muchos abusos del Imperio95, lo qual succedió assí, que este Emperador lo allanó y apaziguó y destruyó de todos los tyrannos de aquellos tiempos. Se le puso esta letra:

46r. IMP. CAES. RVDOL-

PHVS P. F. AVGVSTVS CIVITATES QVAE CRVDELI DOMINATV A

TYRANNIS PRAEMEBANTVR IM- PERIO COHERCVIT VNICVS

TYRANNIDIS VLTOR. EIVSQVE DELENDAE AVTHOR PIETA-

TIS AC RELIGIONIS VINDEX.

Declaración:

El emperador Rudolpho pío, felice, augusto, las ciudades y señoríos que con gran servidumbre y tyrannía estavan opprimidos de los tiranos, recuperó con su gran imperio. Único perseguidor de la tyrannía y autor de su destruición, singular defensor de la piedad y religión christiana96.

Amberes en 1557. En esta obra, como indica el título de la misma, reúne las dos facetas de la actividad del autor, la del escritor y la del experto en medallas, ya que, en las páginas impares de la obra, compendia la biografía de cada emperador, y en las pares reproduce el grabado de las medallas correspondientes a cada uno, realizado por él mismo (si, como advierte en el prólogo de la obra, ha hallado información gráfica suficiente para llevarlo a cabo; en caso contrario deja la orla de enmarque de cada dibujo vacía). Entre sus obras destaca también: Fasti magistratum et triumphorum romanorum, por la que se le concedió el título de ciudadano romano; Sicilia et Magna Graecia sue historicae urbium et populorum thesaurus rei antiquariae ex antiquis numismatibus y Romanae et Graecae antiquitatis monumenta. En 1644-45 se editaron sus Opera omnia en Amberes. 95 No hemos podido localizar esta anécdota relativa al emperador Rodolfo. 96 Después de su muerte, Rodolfo I fue idealizado como encarnación de todas las virtudes del miles christianus. Se convirtió en modelo de soberano popular y piadoso que sus descendientes trataron de imitar, y se le consideró el fundador de la pietas austriaca, la religiosidad que caracterizó a los Austrias hasta el fin de la dinastía en 1918 (CORETH 1984).

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46v Al qual Emperador, como a cabeça, fuente y origen de tan excelsa casa de Austria, recopilando todo lo sobredicho, pusimos este dísticho:

Imperii fines et stemmata stirpis ab Haspurg Protulit Austriacae fons et origo domus97.

47r

Fue elegido este Emperador en Aquisgrana, año del Señor de 1274, por Valdemaro, o como otros dizen Goldemaro. Murió de 73 años, año de 1291, aviendo recebido los sanctos sacramentos en Spira; governó el Imperio 18 años con grande magestad, restauróle a su lustre y valor. Fue muy templado y muy limitado en el traje y vestido, entendiendo que no ay daño en la República que más estrago haga que el excesso de los trajes98, por lo qual se cuenta dél que remendava sus vestidos, por ser exemplo a todos y mostrarles que no haze la guerra la pulicia y la bizarría de los vestidos ni, como dizen, los buenos jaezes hazen mejor al cavallo. Y de ver que el Emperador hazía esto, vino en costumbre, que tienen por autoridad los soldados, ir con vestidos algo rotos, para denotar su antigüedad en la guerra.

Nota de las calças de los alemanes.

Y ansí vemos que los alemanes se visten de muchos colores y llevan medias calças por las pantorrillas coloradas, blancas y amarillas. Tomó este excelso Emperador esta letra:

VTRVM LVBET Lo que os agradare.

47v

Queriendo declarar quán aparejado estava, o para tomar las armas o vivir con la paz y tranquillidad con que él pretendió que todo estuviesse en grande conformidad.

La estatua o colosso, que a la de Rudolpho correspondía, fue la del cathólico y claríssimo rey don Fernando el Quinto, que tantas proezas, victorias y triumphos, con tanta felicidad y augmento de nuestra fe cathólica, tuvo; sería hazer un muy amplio volumen si aún en particular las quisiéssemos contar aquí, y pues sus historias y corónicas99 tan abundantemente declaran su magnanimidad y prudencia

97 Fuente y origen de la Casa de Austria, extendió las fronteras de su imperio y la dinastía de los Habsburgo. 98 Si bien Rodolfo pasó a la Historia como rey práctico y ahorrador, este comentario que López de Hoyos transcribe literalmente de Goltzius, más bien parece destinado a apoyar las prohibiciones dictadas por el Consejo Real sobre los costosos vestidos que los Regidores madrileños pretendían lucir en la Entrada. 99 A partir del siglo XV y de las corrientes humanísticas, el género historiográfico abandona progresivamente el estilo de las crónicas medievales, parcas y esquemáticas, y vuelve los ojos a la inspiración de los historiadores clásicos latinos (César, Salustio, Livio o Suetonio), para desarrollar obras de carácter biográfico y cronístico, o de narración histórica de sucesos concretos, cuyo eje central son los personajes protagonistas de los hechos, aspectos de su vida privada, costumbres, cualidades morales, incluso cierta matización psicológica sobre su carácter. La cronística oficial de los reinos se beneficia también de ello. Entre las crónicas e historias, escritas en castellano, sobre los Reyes Católicos cabe recordar la de Mosén Diego de

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48r Quándo se ganó Granada.

en todas las cosas, su justicia en la administración de sus reynos, su fortaleza y constancia en las cosas graves y negocios de la guerra, su piedad y religión cerca del culto divino y, finalmente, su felicidad en ver toda España subjeta a su ceptro y al reyno de Granada, por su religión y armas ganado y reduzido a la Iglesia de Dios, año de 1492, a 2 días mes de enero, que cerca de 800 años, por los peccados de España avía permitido Dios estuviesse en poder de los moros, hasta que Su Divina Magestad fue servido que este tan soberano Rey reduxesse y allanasse un reyno, que tanta resistencia por todo este espacio de tiempo que avemos dicho y tanto daño a todo el resto de España avía hecho. Su título en este arco fue:

FERDINAN- DVS V. HISPA.

REX RELI- GIONE ET AR-

MIS CATHO- LICI COGNOMEN PROMERITVS100.

48v Declaración: Don Fernando Quinto, rey de España, por su religión e invincibles armas,

mereció el renombre y soberano blasón de cathólico. El quadro de la historia y triumpho que a este tan excelso y

cathólico Rey se le puso, fue de una pintura de claro y escuro muy bien acabada, contenía al Rey sentado en un throno con su ceptro y corona

Valera -autor de otras obras sobre Juan II y Enrique IV-, que alcanza hasta el año 1488, y la de Andrés Bernáldez, Historia de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel, que ya abarca el reinado completo de los mismos. En época de Carlos V continúa esta línea historiográfica, especialmente orientada hacia la conquista de América y hacia la política de Carlos V, con autores tan destacados como Pedro Mexía o Luis de Ávila y Zúñiga y que culminaría en la crónica histórica, dotada de todo tipo de elementos, noticias, antigüedades, incorporación de fuentes documentales, búsqueda de rigor histórico de la época de Carlos V y de Felipe II, con historiadores como Hurtado de Mendoza, Ambrosio de Morales y Jerónimo Zurita. López de Hoyos hace una mención de carácter general a las crónicas e historias sobre Fernando el Católico, sin que podamos precisar a cuáles de ellas se refiere en concreto, pero, sin lugar a dudas, tenía en el pensamiento algunas como las citadas de Valera o Bernáldez, ya que hace hincapié precisamente en los contenidos destacados por este tipo de historiografía, además de basarse probablemente en ellas para la mención de datos históricos concretos, al igual que ha hecho con Goltzius y Porcacchi, especialmente para la historia de los emperadores y reyes de la Casa de Austria (véanse notas 79, 92-94 y 97, especialmente). 100 La presencia de Fernando V de Aragón en paralelo con el emperador Rodolfo pretendía subrayar la idea del Imperio restaurado. En 1501, Andrés Paleólogo, último representante de la casa real bizantina, cedió a Fernando V los derechos al trono de Constantinopla. El Rey Católico también poseyó el título imperial de Rey de Jerusalén tras la ocupación del reino de Nápoles en 1506. Por otro lado, Felipe II siempre tuvo a su bisabuelo como modelo del gobernante ideal y, como él, rehusó personarse en las batallas (a excepción de San Quintín) para evitar poner en peligro su integridad física, muy al contrario de lo que su padre había tenido por costumbre.

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real, de una parte al Gran Capitán, dándole el Rey su estandarte y vandera, y los napolitanos, hincados de rodillas, le ponen las llaves a los pies; estos tenían los escudos y armas de Nápoles y de Sicilia. Al otro lado estava Colón, el qual, movido por una prophecía del psalmista, que dize:

49r

ILLVC, NAVES pertransibunt101.

Aunque, no obstante esto (como adelante diremos), Aristóteles en el libro De mirabilibus naturae, dize cómo unos mercaderes carthaginenses descubrieron con larga navegación (partiendo de las columnas de Hércules) unas islas muy abundantes, de lo qual en el arco segundo se dirá más102. Pero don Christóval Colón descubrió con el favor de Dios, armas, naos y aparato del rey don Fernando, las Indias103. Éste presentava barras de oro y plata y algunos indios singularmente acabados, con esta letra:

49v

SVPERATIS AC PVLSIS CVNCTA HISPAN. MAVRIS,

IVDAEORVM PERFIDIA PROFLI- 101 Corresponde a Psalm. CIII 26: Illic naues pertransibunt. 102 Las islas son las Azores. La cita literaria a la que se refiere el autor es de una de las obras del corpus aristotélico, atribuida a Aristóteles desde, al menos, el siglo II a.C., pero de cuya autenticidad comenzó a dudarse ya en el siglo XVI, aunque López de Hoyos no cuestiona la posible paternidad de la misma. Se trata, en realidad, de una recopilación de mirabilia que forma conjunto con otros escritos fragmentarios de los llamados “paradoxógrafos griegos”, y cuyo título era: Perì thaumasîon akousmátôn. Su contenido es el característico de este tipo de obras con noticias relativas a animales, plantas, anécdotas y comentarios sobre lugares exóticos, tanto de oriente como de occidente. En 1557 se editó en París este conjunto “pseudoaristotélico” junto con la obra de Teofrasto. La referencia del pasaje es Pseud. Arist., De mirab. nat. 84. Véase más adelante, en el segundo arco, la descripción más detallada sobre la mención a estas islas (nota 253). 103 La omisión de Isabel la Católica de la empresa americana no es en modo alguno anecdótica en la bibliografía de la época (Goltzius tampoco lo hace), además de que su figura no tenía cabida en el programa iconográfico del primer arco donde se destacaba la origo familiar y política del rey Felipe, exclusivamente por línea masculina. Tampoco es casualidad el uso del término “descubrimiento”, que López de Hoyos repite líneas más abajo y que vuelve a abordar en el reverso del segundo arco. En este momento existía una polémica entre los que interpretaban que Colón había hallado América por obra del azar, y quienes defendían (Toscanelli, Behaim) que había existido un proyecto concreto de descubrir una región cuya existencia se conocía de antemano gracias a unos versos de uno de los coros de la Medea de Séneca (vv. 375-379: Venient annis saecula seris, / quibus Oceanus uincula rerum / laxet et ingens pateat tellus / Thetysque nouos detegat orbes / nec sit terris ultima Thule: “En tiempos lejanos llegará una edad en que Océano desatará los vínculos de las cosas y la tierra se revelará en toda su extensión y Tetis nos descubra nuevos orbes y Tule ya no será el confín de la tierra”), y que hacía de Américo Vespucio el auténtico descubridor consciente. En España Francisco López de Gómara, Gonzalo Fernández de Oviedo, Bartolomé de las Casas y Hernando Colón, hijo de Cristóbal, pugnaron por devolver al Almirante el mérito del descubrimiento, haciéndole conocedor de todas las profecías, como la de la Medea, o presentimientos literarios que pudiesen encontrar en los autores de la Antigüedad (AINSA 1987, 9) y concibieron la hazaña como “la mayor cosa después de la creación del mundo” (LÓPEZ DE GÓMARA, a. 1552).

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50r

GATA, VICTRICIA HISPANORVM SIGNA FERDINANDVS REX ITA- LIAE. ET AFRICAE INTVLIT. EIS- DEMQVE ET CHRI. IN PRIMIS RE-

LIGIONI RESERATIS OCEANI CLAV- STRIS NOVVM ORBEM PATEFE-

CIT. ET HISPANIAE IMPERIVM IN EXTERAS. IGNOTASQVE REGIO-

NES DILATAVIT.

Declaración: Vencidos y ahuyentados de toda España los moros, desterrada la maldad ceromoniática de los judíos, el cathólico rey don Fernando metió las invencibles y victoriosas vanderas de España en Italia y en África, con las quales, principalmente rompiendo y navegando los senos no conocidos del mar Océano, descubrió a la religión christiana el Nuevo Mundo de las Indias y el imperio y magestad española dilató y estendió entre las naciones estrañas, y nunca de ningún emperador ni rey jamás conoscidas.

Nota del rey don Fernando cathólico. 50v

En el qual bien resolutamente se veen las proezas y triumphos deste soberano Rey. La primera de aver recuperado a toda España de los moros. La segunda es aver desterrado y echado a los pérfidos, sobervios, maliciosos y endiablados judíos y aver puesto, favorescido y fundado un ánchora tan sancta y tan fuerte contra la herética pravedad, judaísmo y apostasía, el Santo Officio de la Inquisición, por el qual, mediante el favor divino, se conservan estos reynos en la sancta fe cathólica y religión evangélica.

Lo tercero, aver ganado dos vezes el reyno de Nápoles, que los franceses avían usurpado, recuperó el reyno de Navarra, que muchos años avía estado usurpado e injustamente posseído104.

51r

También paresce cómo con su armada y exército, por navegación nunca vista ni descubierta del mar Océano, en el polo Anthártico de nuestros antípodas, descubrió y subjetó las Indias tan poderosa y discretamente que ninguno de los césares hizo tantas bravezas como sus ministros en la conquista deste Nuevo Mundo de las Indias, y en el mar Athlántico las islas de Canaria105; en África ganó también este

104 Desde 1234 Navarra había estado gobernada por dinastías de origen francés y había vivido en situación precaria entre dos vecinos poderosos y enfrentados. El matrimonio de su última reina, Catalina, con Juan de Albret, feudatario del rey francés, desniveló la balanza. Fernando, con la excusa de que los navarros habían firmado el tratado secreto de Blois con Luis XII, la invadió en 1512 con tropas castellanas. La unión se hizo en un plano de igualdad -que el Rey Católico materializó al casarse con Germana de Foix-, y Navarra conservó su personalidad histórica y jurídica. 105 La ocupación de Canarias se había iniciado hacía muchos años por iniciativa particular, pero su ocupación total fue obligada desde el momento en que se convirtió en una etapa importante de los viajes a

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soberano Rey a Melilla, Orán106, con la assistencia y buen gobierno del Illustríssimo y Reverendíssimo cardenal don Fray Francisco Ximénez, arçobispo de Toledo, fundador de la insigne Universidad de Alcalá; por esto le pusimos este dísticho:

Expulit hic mauros, ardensque in legibus et quis catholica uinxit religione suos107.

Hizo Dios tanta merced y dio tanto triumpho a este soberano Rey Cathólico, principalmente por su miserdicordia y por la gran equidad en executar las leyes, la gran fe y religión con que todo lo ordenava; y a esta causa tomó este tan excelso Rey, por divisa, esta letra:

FIDE ET RELIGIONE

Con fe y con religión.

51v Ad Hebraeos 11

Es dezir, que con la fe y religión alcançó la felicidad y triumpho que avemos dicho, conforme a lo que dize Sant Pablo: Sancti per fidem uicerunt regna, operati sunt iustitiam, adepti sunt repromissionem108. Los siervos de Dios (dize) por la fe vencieron los reynos, obraron justamente y alcançaron la repromissión y la vida eterna, que Dios tiene guardada para estos tales, y ansí nuestro Señor, aviendo concedido esta merced a este tan Cathólico Rey, le llevó deste siglo en Madrigalejo, un lugar junto a nuestra Señora de Guadalupe a 22 días del mes de enero, aviendo rescebido devotamente todos los sanctos sacramentos, siendo de edad de 64 años. Murió en el año del Señor de 1516 años, aviendo reynado quarenta y dos años.

52r Todos estos señores y agüelos de Su Magestad se fingieron con semblantes muy alegres, pronosticando la tranquilidad y bien universal que con este tan felice matrimonio, todos con el favor de Dios nuestro Señor, esperamos.

Nota: por qué se ponían estatuas a los emperadores.

Pues con esta consideración y acuerdo, assí los emperadores romanos, como los egypcios y athenienses levantavan estatuas, hazían arcos triumphales, edificavan memorias tan sobervias y sumptuosas que fuessen premio de la virtud y exemplo y espejo universal, donde cada

América. Los Reyes Católicos conquistaron Gran Canaria, Tenerife y La Palma, que cayó, pese a la resistencia indígena, en 1496. 106 En 1509. 107 “Expulsó de aquí a los moros y con gran ardor unió en la religión católica a todos los suyos por medio de leyes justas.” 108 Se trata de una cita literal de la epístola de San Pablo a los hebreos, según figura en el margen del texto (Cfr. Vulg. Heb. XI, 33-34).

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52v.

uno vea lo que le falta para llegar a ganar tal triumpho e imite las virtudes y proezas que vee celebradas de aquellos que con tanta gloria alcançaron tal renombre y perpetua fama, y vea si es rey o príncipe, o persona digna de ser historiada, que procuren de vivir tan illustre y recatadamente que sus virtudes queden siempre historiadas. Y no quieran tan mal su fama, que por sus deméritos, después de sus días, aun entre las gentes sean tenidos por malos, por los bienes o males que hizieren, y dellos hallaremos historiados. Su Magestad, como heredera de tan grandes virtudes, como en estos tan claríssimos predecessores suyos avemos visto, más nos promete y en particular siendo tan cathólica, piadosa y de tantos dotes de ánimo como vemos y cada día experimentamos. Rescibió particularmente contentamiento de ver y estender los ojos por un espectáculo de tanta magestad y triumpho tan illustremente adornado con las proezas de sus agüelos.

53r

En la parte de en medio, sobre la buelta del arco principal, en los dos témpanos, venían dos victorias con sus palmas y guirnaldas de laurel en las manos, sobre las quales pusimos la dedicación del arco109

en un quadro de más de veinte pies de largo y doze de ancho, todas sus molduras en contorno doradas y con sus cintas azules que campeavan mucho. Las letras, a la cifra romana, representava<n> aquella antigüedad de las inscripciones de los arcos de los emperadores:

53v DD. PHILIP. II. OPT. MAX. ET ANNAE CHARISIMAE CON- IVGI HISPANIARVM VTRIVSQVE SICILIAE. NOVI ORBIS. CAETERO-

109 Se representan aquí las victorias según el modelo iconográfico de la Antigüedad, que fue adoptado posteriormente en el Renacimiento a partir de una interpretación de su iconografía que incorporaba a las cualidades militares de carácter profano del mundo Antiguo, otras de base cristiana, gracias a las que estas figuras se entendían como la representación de “espíritus celestiales”. Ambas apuntan a una misma idea, el triunfo sobre la muerte y la adquisición de la Fama, significados que vienen conferidos por los atributos con los que las victorias se acompañan. En primer lugar la palma, que ya formaba parte desde la Antigüedad de la iconografía de la victoria entendida en un sentido militar, como atributo relacionado con el honor que se otorgaba a quienes habían conseguido algún triunfo, por lo que se empleaba profusamente en la composición iconográfica de monedas romanas. Junto a este significado, es probable que se recoja también aquí el que el cristianismo confirió a la palma como atributo de los mártires y, a través de ellos, de la victoria, con la que la relaciona también la emblemática, entre otros, Piero Valeriano (Hier. L: Palma). En cuanto a las guirnaldas de laurel, su incorporación a la imagen de la victoria parte de las prácticas ceremoniales en las que se coronaba a los héroes militares de la Roma Imperial, como señal de honor y muestra de las virtudes guerreras. En este sentido fueron recogidas por la iconografía renacentista y aparecen en la emblemática. Alciato, por ejemplo, relaciona en el emblema CCX el laurel y las guirnaldas con la salvación futura y con la gloria militar de Carlos V, a través de los versos finales de un epigrama, en el que se señala: “Se deben laureles a Carlos por haber vencido a los cartagineses: tales guirnaldas adornan las cabelleras de los vencedores”. Ripa, por su parte, expone varios ejemplos iconográficos de la victoria en los que la palma y las guirnaldas de laurel son una constante y asocia esta planta con la expresión del comportamiento virtuoso (Icon., s.v. Victoria).

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RVMQVE REGNORVM CATHOLI- CIS ET INVICTISSIM. REGIBVS. PATRIAE PVBLICAEQVE TRAN- QVILLITATIS PARENTIBVS. ACER- RIMIS RELIGIONIS PROPVGNA- TORIBVS. IN TANTA TOTIVS OR- BIS LAETITIA OB REMP. FOELICISSI. NVPTIIS AMPLIFICA TAM EORVM IN REGIAM MAN TV. CARP. OPTATISS. ADVENTV. S. P. Q. MANTVANVS H. P. C. 110 Declaración. 54r

A los dos excelsos y claríssimos príncipes, Philippo Segundo, Óptimo Máximo, y doña Anna de Austria, su charíssima muger, Reyes Cathólicos de España, de las dos Sicilias, del Nuevo Mundo y de los demás reynos y señoríos, padres de la patria, y pública tranquillidad, valerosíssimos defensores de la religión y piedad christiana, en esta alegría de todo el mundo, por la amplificación de la República con sus felicíssimos casamientos, en su próspera y desseada venida a la real y coronada villa de Madrid, el Senado y el pueblo mantuano, con gran cuidado procuró fabricar este tan sumptuoso arco y eterno triumpho.

54v Triumfo de España.

Sobre esta dedicación pusimos un triumpho de nuestra España, la qual con affecto muy alegre tenía debaxo de los pies la Heregía, que parescía una vieja fiera y desaforada y que echava por los ojos y boca llamas de fuego. Ésta tenía una gruessa cadena a la garganta, la qual

110 Dominis Philippo II Optimo Maximo et Annae Charisimae coniugi Hispaniarum utriusque Siciliae, Noui Orbis caeterorumque regnorum catholicis et inuictissimis regibus, patriae publicaeque tranquillitatis parentibus acerrimis religionis propugnatoribus, in tanta totius orbis laetitia ob Rempublicam foelicissimis nuptiis amplificatam eorum in regiam Mantuam Carpentanam optatissima aduentu, Senatus Populusque Mantuanus hoc ponendum curauit.. 111 Véase nota 47. La iconografía empleada para representar el triunfo de España es una clara trasposición del grupo escultórico “Carlos V y el furor”, obra que el escultor Leone Leoni, realizó como alegoría de la victoria del Emperador contra la herejía tras la victoria de Pavía y la expedición a Túnez. Su iconografía puede ponerse en relación con las psicomaquias -lucha de la virtud contra el vicio- presentes en la iconografía desde el Mundo Antiguo al Renacimiento y que muestra una interesante relación con la visión apocalíptica de San Juan en la que San Miguel actúa como capitán de la milicia cristiana, inspiradora de una iconografía recurrente en el mundo medieval, que gozó de gran éxito en la plástica renacentista: “Y vi un ángel que bajaba del cielo llevando en su mano la llave del abismo infernal y una gran cadena. Y se apoderó del dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y el “adversario” y lo encadenó para mil años” (Apocalipsis XII 7 y XX, 1-2 ).

El dragón apocalíptico ha sido aquí sustituido por la figura de una vieja como personificación de la herejía, idea probablemente relacionada con el tema de “las tres edades del hombre” en un contexto platónico. El recurso había sido ya empleado en la decoración del túmulo que se erigió en Valladolid con motivo de las honras fúnebres en honor de Carlos V, donde la Fe sujetaba con unas riendas a un vieja “de ojos encendidos y alocados” y a un viejo que representaba el error. El esquema era muy parecido al que se siguió en la representación de la figura de la Religión, en clave contrarreformista, en la entrada que Ana de Austria realizó en Burgos, donde aparecía una mujer sosteniendo con una mano un cáliz y con la otra dos cadenas con las que asía a unas sierpes que representaban la herejía y la idolatría. También Ripa se hace eco

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tenía España con la mano derecha fuertemente apretada; y en la mano izquierda por su gran fertilidad, le pusimos un manojo de espigas, y las dos astas, grande y pequeña, que antiguamente, dende el tiempo de los godos, a España se atribuyó. En la cabeça tenía un castillo sobre la celada, con puertas doradas y ventanas azules, por lo alto del qual salía un rapante león con su corona real; en la mano derecha una espada desnuda y en la izquierda una vandera y estandarte de la Cruz111.

55r Era esta estatua de grande magestad y disposición de treinta pies de alto, toda dorada de arriba abaxo.

Las dos que la acompañavan a los lados, la de la mano derecha era la Justicia112, de un color de bronze, muy bien acabada y de muy excelente proporción con la España.

En la mano derecha tenía una espada desnuda levantada, y en la izquierda un peso. Al lado izquierdo de la España estava la Fortaleza113, con un fiero león y una columna. Ésta tenía un semblante robusto de la misma magnitud que la Justicia, de color de bronze muy bien imitado.

Todas ellas de todo relievo, que en romance no tan propriamente llamamos de bulto, tenían todas tres estatuas en este compartimiento una braveza y sumptuosa ostentación, que es uno de los <más>

de esta correspondencia iconográfica, (Icon., s.v. Herejía), donde la herejía es representada a través de una vieja que lanzaba fuego por los ojos.

La iconografía descrita por López de Hoyos tiene su base, por otra parte, en el modelo figurativo de las tychés o diosas tutelares de las ciudades, identificadas con la Fortuna, cuya iconografía fue fijada en época helenística por el escultor griego Eutikides, al representar a la Tyché como diosa protectora de Antioquía, e identificarla con una figura femenina que portaba en una mano un manojo de espigas en señal de prosperidad (como puede verse en Piero Valeriano, Hier. LVI: Spica) y una corona torreada en la cabeza que significaba poder y creaba una asimilación con la imagen de la ciudad, dando lugar a un modelo iconográfico abundantemente recreado en las monedas romanas. Asimismo, la iconografía remite a la de Cibeles, diosa de la maternidad y la fertilidad, a la que se representa con la cabeza torreada y acompañada de un carro tirado por leones. La representación ha sido aquí dotada, además, de un importante valor simbólico conferido por las referencias a las astas como atributos de raigambre goda (véase más arriba la nota 72). 112 La justicia está aquí representada según la iconografía habitual que la relaciona con la balanza y la espada como atributos más frecuentes, a partir de su identificación con la diosa griega Temis, madre de Astrea, a la que se atribuye la invención de la Ley. Astrea aparece en ocasiones como imagen de la Justicia acompañada de la balanza que suele remitir al sentido de la medida en el plano espiritual. En un contexto cristiano se relaciona con la idea de Justicia divina a partir de la narración bíblica del pesaje de las almas en el Juicio Final. La espada, sin embargo, aparece vinculada a la capacidad de ejercer con rectitud e igualdad la Justicia en un plano material, siendo así incorporada a la tradición iconográfica de representación regia. 113 La fortaleza es la garantía de la justicia. Se representa aquí según la iconografía tradicional, acompañada de la columna y el león. La primera alude a la estabilidad con la que también aparecen relacionadas en época moderna virtudes como la Constancia y la Castidad. El león es su animal emblemático, al que Horapollo le confiere, entre otros, el significado de “fuerza física” (Hier. I, IV, 2). López de Hoyos utiliza como fuente básica de información a Piero Valeriano, como hace en otros muchos lugares de la obra, donde aparece el león como símbolo de la fortaleza (uis, fortitudo, robur). Este animal, además, se representa en las fachadas de los templos como símbolo de vigilancia de los mismos, dado su temible aspecto (Hier. I: Leo). Asimismo en la explicación dada por Piero Valeriano sobre las columnas se alude también al valor de la fortaleza (Hier. XLIX: Columna).

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55v

soberanos triumphos que desta obra se ha representado a príncipe ninguno en todo el mundo. A la España pusimos esta letra, en que se comprehende todo lo sobredicho:

DEI OPT. MAX. OPE ATQVE PRAESIDIO TRI- PVDIANS HISPA. EFRE- NATAM HAERESIM PER UNIVERSAM FERE EV- ROPAM GESTIENTEM, OMNEM CIVILIS ATQ. DOMESTICAE DISCIPLI- NAE RATIONEM EVER- TERES, IVRIS AEQVITA- TEM OPPVGNARES FI- DEI SANCTITATEM VIO- LARE, AMORIS ET AMI- CITIAE RATIONEM LABE- FACTARE, IVSTITIA ET FORTITVDINE PHILIP. VEHEMENTER COHIBEN. CLARISSIMOS HODIER- NO DIE AGIT TRIVM- PHOS. 56r Declaración: 56v

Con el favor, ayuda y socorro del omnipotente Dios, muy alegre España, refrenando fuertemente con la justicia y fortaleza de Philippo a la furiosa heregía, que ya casi por toda la Europa pretendía destruir la política y govierno particular de cada uno, y hazer114 guerra a la equidad y valor y sanctidad y sinceridad de nuestra sancta fe cathólica, y totalmente derribar y destruir la razón y vínculo del amor y amistad universal, illustrissimamente triumpha en este tan felice y dichoso día.

A la Justicia pusimos esta letra del Psalmo 35: IVSTITIA TVA SICVT MONTES DEI. Psal.35115. Vuestra justicia, como los montes de Dios.

Compara el sancto propheta la justicia diziendo: “Vuestra justicia por la qual remuneráis a cada uno según sus obras y rectamente juzgáis

114 En la edición de 1572 aparece escrito “y no hazer la guerra”, sin que en la fe de erratas se señale ninguna corrección; sin embargo, por el sentido de la oración, debe quitarse el adverbio negativo. 115 Psalm. XXXV 7.

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57r

todas las cosas, es muy alta, firme, estable e inimovible, como los montes de Dios, que son muy altos, y a donde nadie puede llegar y, por consiguiente, ninguno podrá desquicia<r>la, ni destruirla, ni torcerla de su rectitud”116. Todo lo qual, por la misericordia de Dios, vemos en nuestros tiempos resplandescer en el govierno del rey don Philippe, nuestro señor.

Al lado izquierdo de la Fortaleza pusimos esta letra, tomada del Éxodo, en el capítulo 15:

FORTITVDO MEA ET LAVS MEA, DOMINVS117. Mi fortaleza, loa y triumpho es el Señor. 57v

Fue cántico y alabança que el pueblo israelítico, dando gracias a Dios por la solenne victoria que después de tanta persecución y afflictiones de los egypcios, nuestro Señor les dio, anegando al rey pharaón y a todo su exército.

Las quales palabras, accommodándolas a nuestro propósito, podrá nuestra España dezir después de las muertes e infortunios que se han padescido, anegando Dios todas las perturbaciones passadas con este tan felice y sancto matrimonio y considerando la merced que nuestro Señor le ha hecho en conservarla en la paz, justicia, equidad y sancta fe cathólica, con tanta constancia y defensa de sus cathólicos y sereníssimos reyes; con muy buen título, dirá que su fortaleza, loa y triumpho es el verdadero Dios.

Restante del architectura. 58r

Sobre toda la máchina dicha deste archo, que es la última cornisa, en medio dél, rematava un frontispicio muy bien acabado, de mucho buelo, tallado de sus óbalos, follames, dentellones, contarios y modigliones de todo relievo, donde pusimos la letra que del triumpho de la España avemos dicho. Sobre este frontispicio se puso un escudo de las armas reales plenas, al qual cubría una corona real, todo de medio relievo, muy bien adornado de follames y brutescos, con su orla real del Tusón118, todo dorado, que campeava mucho. Tenía de alto veinte y i i d í í b d d

116 No hemos podido encontrar la referencia a este pasaje que López de Hoyos atribuye al “sancto propheta”. Muy posiblemente está siguiendo la explicación dada por algún comentarista de los Salmos al versículo que acaba de citar. 117 Exod. XV 2. 118 La Orden real de caballería del Toisón de Oro fue instituida por Felipe el Bueno, duque de Borgoña, en 1429, para perpetuar su matrimonio con la infanta Isabel de Portugal y Lancaster. Tras la muerte de Carlos el Temerario, pasó a la casa de Austria. Al principio tuvo 24 caballeros, y Carlos V, en 1516, los aumentó hasta 51, los cuales se organizaban en cuatro dignidades: canciller, tesorero, rey de armas y el grefier. El Gran Maestrazgo correspondía al rey de España. Su insignia es un gran collar de oro en forma de eslabones y pedernales echando llamas, del cual pende un vellón de carnero, el cual también puede ponerse con una ancha cinta roja. El único capítulo general que tuvo la Orden en España lo convocó Carlos V en Barcelona en 1519.

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58v

siete pies. Este escudo tenían y parescían substentar dos reyes de armas, hincados cada uno una rodilla en tierra; eran de gran corpulencia, de todo relievo, adornados con sus cotas de armas, parecían hechos de mármol blanco, y por los demás remates deste frontispicio avía seis niños, compartidos tres a cada lado, eran de gran estatura, de todo relievo, tenía cada uno un escudo de armas desta Villa, muy bien adornados, con sus tarjas y follames, que hazían grande demostración y hermosa perspectiva.

Sobre todo el cuerpo principal del arco ya dicho, avía una varanda con sus balahust<r>es, a imitación de mármol, que corría en contorno de todo el arco, con el qual se rematava toda el architectura: toda la imitación deste edificio y tan gran fábrica fue de mármol blanco, excepto las estatuas, o colossos, que fueron de color de bronze, y todos los follames de los capiteles, basas y modigliones y muchas de las fructas de los festones y escudos de las armas de la Villa y el superbo y sumptuoso escudo real, todo dorado y de gran magestad.

59r

Los pedestales, por la delantera, fueron de unos jaspes muy bien acabados, y muy gratos a la vista. En cada uno de los quales pusimos uno destos versos sápphicos y adónicos:

Alma pax tandem tenues per auras Explicas pennas ueniens Olympo Fers et optatam requiem laborum Aurea terris. Nunc io clament pueri senesque Nil uiri dicant nisi laeta, festus, Nunc puellarum pudibunda ducat. Turba choreas. Tu uelut sol aethereus refulges, Et diem reddis tenebris fugatis. Et niger belli timor hinc refugit Et salis undis. Aureis splendet domus alta tectis Tota picturis paries coruscat Porticus fulcit paribus columnis. Regia diues119. A los dos lados de los pedestales donde dava luego la vista, de

119 “Por fin, paz benéfica, vienes del Olimpo y extiendes por el aire tus alas ligeras y traes en tu vuelo dorado el deseado descanso a los afanes terrenales. Griten ahora de alegría niños y ancianos. Ninguna palabra que no sea alegre y festiva pronuncien los hombres. Forme coros la púdica muchedumbre de doncellas. Tú, como el sol celeste, vuelves a relucir y, ahuyentadas las tinieblas, traes de nuevo al día. El negro temor a la guerra desaparece de aquí y de las olas del mar. Toda tu alta casa brilla con sus techos dorados, relucen las pinturas de sus paredes y su pórtico descansa sobre iguales columnas. Rico palacio real.”

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letra muy bien formada romana, pusimos esta letra tomada del Psalmo 44:

59v SPECIE TVA ET pulchritudine tua intende pro spere, procede et regna120. Declaración: En vuestra graciosa aparencia y singular hermosura estended y dilatad vuestro

ánimo, passad adelante próspera y felicemente y reynad muchos años en mucha paz y tranquilidad.

Al otro lado correspondía otra letra harto accommodada y que

corresponde bien a las muchas y muy raras dotes de ánimo que en Su Magestad vemos; es de los Proverbios de Salomón, en el capítulo 15121:

60r QVIA DVLCIS ES ELOQVIO INVE- NIES MAIORA. Declaración: Porque sois, Señora, dulce y muy agradable en vuestras palabras, hallaréis

cosas mayores de las que en estos triunfos se os offrecen. 60v

Los tránsitos de los tres arcos eran, hasta el alto de los pedestales, de jaspe muy bien acabado y de allí arriba, guardada su proporción de architectura, unos artesones en toda la buelta, con que rematavan los colaterales, el de en medio tenía dos figuras muy bien formadas al lado derecho del arco; en este tránsito, que, como avemos dicho, era bien ancho y desenfadado, pusimos una matrona de grande autoridad. Tendría más de veinte y cinco pies de alto, de color de bronze muy bien imitado. Ésta representava a Madrid, hazía una reverencia a Su Magestad, humillándose, con la mano derecha le offrescía un coraçón dorado rodeado con siete estrellas, las quales Madrid trae en sus armas por orla. Su declaración, y de todas las armas de Madrid, hallarlas ha el curioso lector en el libro que del tránsito de la reyna doña Isabel de Valois compusimos122.

120 Psalm. XLIV 5-6. 121 Corresponde, en realidad, a la segunda frase de Prouerb. XVI, 21: Qui sapiens est corde appellabitur prudens, et qui dulcis eloquio, maiora percipiet. 122 López de Hoyos, en este libro ofrece una detallada Declaración del escudo y armas de Madrid, junto a diversas historias y anécdotas sobre el pasado y presente de la Villa (como el origen de los sobrenombres de “gatos” y “escarabajos” a los madrileños, menciones a San Isidro o las noticias que sobre Madrid ofrece Clavijo, embajador de Enrique III, al Gran Tamerlán). Según el autor, el oso y el madroño simbolizan los grandes montes que rodean la ciudad y los feroces animales, especialmente osos, que había y que los madrileños

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En la mano izquierda tenía dos llaves doradas, estendiéndolas offrescía también a Su Magestad.

VRSARIA Vrsaria ecce tibi toto cum pectore traddo Me, Regina, fores claude, aperique meas. 61r Accipe cor septum stellis, insignia certe Haec sunt nostra, quibus nunc ego ad astra uehor. Declaración: Sereníssima Reyna, dize Madrid, mira cómo con todas mis entrañas y

coraçón me pongo en vuestras manos. Abrid y cerrad con estas llaves conforme a vuestra voluntad y servicio.

Recebid, Señora, mi coraçón y ánimo rodeado de estrellas, las quales son mis armas, con las quales, y con vuestra soberana presencia, soy muy illustrada y, como dizen, puesta en el cuerno de la luna123.

61v Nota del Genio y de dónde se llamó assí.

A ésta, en el otro lado, correspondía el Genio, que todos los antiguos platónicos (como la trae Sant Augustín en los libros De ciuitate Dei124) llamaron con este término, porque se halla en las bodas particularmente, y en la fundación de las cosas y en la generación, y assí le pusieron este nombre deste verbo latino, gigno, que quiere dezir

tenían que cazar para sobrevivir ante tanto peligro. La “destrucción” de tanto oso le valió el nombre de “Ursaria”. La corona real en sus armas se debe a que, en 1544, durante la reunión con las Cortes en Valladolid, Carlos V hizo la concesión del privilegio de lucir el emblema real a Juan Hurtado de Mendoza, y Pero Xuárez, que se lo fueron a pedir, en nombre de la ciudad. Las siete estrellas en campo azul se deben a su similitud con las estrellas que forman la constelación de la Osa, que llaman en griego “bootes” y en castellano “carro”. Este atributo de las estrellas, que están junto a la Osa, arranca de la época de Alfonso VI, cuando “ganó Toledo”, ya que, el primer pueblo que tomó fue precisamente el de Madrid, que está junto a Toledo, dando a entender que, como las estrellas son “indicio de revolución y del govierno de las orbes celestiales”, así Madrid “como alcáçar y casa real” era el indicio de cómo se iba a gobernar el reino de Toledo. También porque el nombre de Carpentum, con que se la relaciona, significa carro. Mantua carpentana, era el nombre que recibía en latín, por los montes de la Fuenfría y Guadarrama, denominados así por César. Las armas llevan también un dragón porque este animal aparece en las armas de Atenas y, según la tradición, la fundación de Madrid es griega. A pesar de estas explicaciones, López de Hoyos indica que el nombre de la ciudad es árabe y que significa “lugar ventoso de aires subriles y saludables”. Añade que destaca Madrid por la gran cantidad de fuentes y terrenos de pedernal que la rodean, por lo que se dice que está “armada sobre agua”. 123 Expresión usada, al menos desde época renacentista, para indicar la alabanza “sin tasa” a alguien. En el Vocabulario de refranes y frases proverbiales y otras fórmulas comunes de la lengua castellana de Gonzalo Correas (a. 1625) puede leerse: “levantar o subir a uno sobre los cuernos de la luna” = “colocarlo en alto, alabarle en exceso” (IRIBARREN 1974, 232-234). 124 Cf. August., Ciu. Dei 7, 13, 12-30. La referencia de López de Hoyos a San Agustín es muy general y no literal, aunque basada tanto en la etimología que ofrece el autor (Quid est genius? Deus, inquit, qui praepositus est ac uim habet omnium uerum generandum...), como en la justificación de la presencia de la iconografía pagana del “genio” como símbolo de la fertilidad en las nupcias reales, reconvertido ahora en un elemento cristiano, asimilado al ángel de la guarda, como indica más adelante.

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Cada hombre y ciudad tiene un ángel como ayo y guarda.

“engendrar”, y (como Consorio125 dize) porque tenía cuidado de que fuéssemos engendrados. Estos, con sola lumbre natural, querían dezir las cosas y no acertavan, porque les faltava lumbre y claridad de la fe126

y, en effecto, quiere dezir genio el ángel de la guarda particular que tiene cuidado della, que esto sea ansí, que de cada ciudad y de cada

125 Autor latino del siglo III d.C. del que se conserva una obra, De die natali liber, y algunos epítomes que se le atribuyen. Esta breve obra, cuyo manuscrito más antiguo conservado es del siglo VII, compendia las más variadas cuestiones sobre los días natalicios, edades de la vida y recoge testimonios de autores griegos y latinos, así como las fechas y divisiones del tiempo según los calendarios romanos. La obra que sigue los pasos de Varrón en cuanto al estudio de las “antigüedades” y la cultura de Roma. López de Hoyos se refiere a esta obra, donde, tras el prefacio, se dedican unos párrafos a hablar del Genius (De die natali 2-3), comentando su etimología y significado: Genius est deus, cuius in tutela ut quisque natus est uiuit. Hic siue quod ut genamur curat, siue quod una genitur nobiscum, siue quod nos genitos suscipit ac tutatur, certe a genendo Genius appellatur... Sin embargo, la referencia de López de Hoyos puede ser indirecta, como ocurre en otras ocasiones, a través de un autor que sí parece manejar directamente, como es Juliano Aurelio (Iulianus Aurelius Lessigniensis), a quien cita más adelante. Este humanista, en la obra De cognominibus deorum gentilium libri tres dedica un capítulo (3.3) al Genio, donde se lee: Scribit Censorinus in libro De natali die, Genium uocatum esse uel quod curet ut gignamur uel quod nobiscum una gignatur uel quod genitor suspiciat ac tueatur et hic a gignendo Genius dicetur... Por otra parte, la asimilación cristiana del genio pagano al ángel también está recogida en Juliano Aurelio: Christiani autem quos gentiles genios dixerunt, angelos uocauerunt. Piero Valeriano, la principal fuente de López de Hoyos, al hablar del símbolo del perro, canis (Hier. V), y dentro del apartado arbiter geniusue cita a Censorino y más adelante señala: quando iidem et genii sunt, nos angeles dicere maluimus. 126 La identificación de la fe cristiana con la luz es un lugar común en la Biblia. Dios es la luz (1 Jn. I-V) y puede conceder la gracia de transmitir es luz de la fe (2 Cor. IV-VI, Sal. XIX 2-5), del mismo modo que los hombres que viven rectamente también pueden alcanzarla (Jn. VIII 31-32). Junto a esa luz divina, el hombre también dispone de su luz o “lumbre natural”. La valoración de ambas como vías de conocimiento de la Verdad fue tema de abundante discusión entre los teólogos desde Santo Tomás (“La certeza que da la luz divina es mayor que la que da la razón natural”, Summa Th., 2-2, q. 171, 5, 3). Durante el siglo XVI, en consonancia con la valoración del pensamiento antiguo que supuso todo el movimiento del Humanismo, ese debate recobró gran actualidad y muchos humanistas vieron en esa “lumbre natural” de la filosofía de Platón, Cicerón, Séneca o Boecio un conjunto de ideas y normas de conducta perfectamente compatibles con la moral cristiana. En nuestro caso, el afán de asimilar el pensamiento pagano a las creencias cristianas lleva a López de Hoyos a identificar los genios de la mitología romana con los ángeles de la guarda, en la línea ya practicada por otros autores (véase nota anterior). 127 Con esta denominación se conoce al escritor medieval Pedro Lombardo (c. 1095-1160). Este autor de origen italiano, nacido en Lumellongo en Lombardía, se formó en Rheims, junto a Bernardo de Claraval, estudió teología y adquirió enorme fama en este campo. Llegó a ser obispo de París en 1159. Escribió diversas obras, como Glossa in psalmos, Glossa in epistolas beati Pauli y la titulada Sententiae in IV libris distinctae, escrita entre 1155 y 1158, y que le valió el sobrenombre de “maestro de las sentencias”. El libro II de esta obra se aborda el tema de la Creación y en diversos capítulos habla de los ángeles (Quales creati sunt angeli, especialmente capítulos II-XIl) donde, en efecto, se alude en múltiples ocasiones a los testimonio de San Agustín y, sobre todo, bíblicos, a los que se refiere aquí López de Hoyos, con la expresión “sagrados theólogos”. 128 San Agustín habla del papel de los ángeles de la guarda en diversos pasajes en la misma obra (cf. Ciu. Dei IX, 21, 23; X 19, 10), en las que, en cambio, no se cita al “genio”. López de Hoyos establece la identificación entre los ángeles y los genios, cristianizando la tradición pagana, según se ha comentado en las notas 124 y 125, como lo hace Juliano Aurelio. El hecho de que cite además los capítulos del Apocalipsis, que no son, desde luego, los mejores para defender la existencia de los ángeles custodios, puede entenderse si se tiene en cuenta que precisamente en los capítulos primero y segundo (y también tercero) de esta obra se habla de una profecía dirigida a los ángeles de siete ciudades, en las que había comunidades paleocristianas. De ahí que López de Hoyos afirme que “los ángeles se ocupan de cada ciudad y cada hombre”.

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62r

hombre en particular un ángel es su guarda, y se le dedicó Dios como ayo. Está toda la Escriptura tan abundante de testimonios que no ay para qué gastar mucho tiempo en cosa tan manifiesta. Basta ver a Sant Augustín y todas las sentencias de los sagrados theólogos en el 2 libro del maestro de las sentencias127 y a Sant Joan en el primero y segundo capítulo del Apocalipsi128. El cuidado, pues, que este Genio tiene es guardar de los ángeles malos lo que Dios les dio a su cargo y procurar no aya esterilidad assí en los fructos como en la gente. Y a esta causa le pusimos esta letra:

GENIVS En ego sum Genius tantae clarissimus urbis, Qui primo exortu sum comitatus eam. Principium generis cum sim, nunc limine nostro Polliceor natos Anna decora tibi.

62v

Sereníssima Reyna, yo soy el Genio deste tan claríssimo pueblo, al que he acompañado desde su primera fundación, y pues a mi cargo está la fecundidad y ampliación dél, yo os prometo, con ayuda de Dios, hijos y generación real, communicada del cielo129.

El reverso deste arco, de mucha poesía, conceptos delicados y dignos del curioso lector.

63r

El reverso deste arco que mira al pueblo, de la misma grandeza y alto y ancho de la delantera ya dicha, guardando de pintura de claro y escuro la misma proporción y compartimientos de quadros, ornato y figuras particulares, correspondientes a las de delante, puesto en muy buena razón de architectura y muy bien relevado. Mirándolo dende alguna distancia parescían de todo relievo. Los artífices que lo pintaron son los más raros que en nuestros tiempos conoscemos de nuestra nación española. Alonso Sánches130, artífice de Su Magestad y

129 Aunque no hay una descripción del Genio que se representó en el arco, cabe suponer que sería la de un niño sonriente, alado, coronado con hojas de adormidera y con un haz de espigas de trigo en la mano derecha y en la izquierda pámpanos y racimos de uvas. Así lo describe Ripa en su Iconología, s.v. Genio, destaca el valor simbólico del genio entre los antiguos: “Dicho Genio simbolizaba entre los antiguos gentiles tutela y conservación, por cuya razón asignaban uno a cada ciudad, así como otro para cada una de las cosas, plantas o lugares, incluyendo bajo su amparo y protección hasta los libros, cuando sus autores deseaban que fueran tenidos por mucho tiempo en el mayor aplauso y estima...” 130 Alonso Sánchez Coello (1531-1588). Nacido en Benifairó de les Valls, aunque de origen portugués, fue discípulo de Antonio Moro, pintor de Carlos V. Después de una estancia en Flandes en 1550, donde conoció a Moro, marchó a Lisboa con éste en 1552. Allí comenzó su labor artística vinculada de forma muy especial a la Corte, al servicio del príncipe Juan de Portugal y su mujer, Juana de Austria, hermana de Felipe II. A partir de 1554 pasó a la Corte de Felipe II, de quien se convirtió en su pintor de cámara. López de Hoyos lo califica aquí de “artífice de Su Magestad” destacando con estas palabras precisamente su calidad de pintor de cámara del Rey. Además de sus conocidísimos retratos de Corte y personajes importantes,

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Urbina131, natural de Madrid. Nota del dios Pan y por qué le llaman ansí. Por qué pintan al dios Pan con una flauta de 7 caños. 63v. Por qué con cuernos. Éxodo 34. Nota de

En los nichos de los intercolumnios, que respondían a los emperadores Carolo Quinto y Ferdinando, en el de la mano derecha pusimos el dios Pan, que quiere dezir alegría y regozijo universal, y a esta causa los antiguos le llamaron con esta dictión, Pan, que quiere dezir todo, significando la naturaleza de todas las cosas.Y por esto en las Hieroglíficas de los egypcios le fingían con una flauta de siete caños, para denotar el harmonía y suavidad de reboluciones de los siete planetas y sus maravillosas influencias en estos inferiores y assí los poetas y philósophos antiguos, debaxo de sus fictiones encerravan grandes misterios pintando esta figura del Pan, le ponían unos cuernos en la cabeça, para denotar el sol y la luna132. De adonde algunos

destacan sus obras de asunto religioso como el Martirio de San Sebastián o los retablos de El Escorial (BREUER 1984; LLUECA ÚBEDA 1988; Catálogo de la exposición de Alonso Sánchez Coello, 1990). Prácticamente todos los personajes reales mencionados en esta obra por López de Hoyos fueron retratados por el pintor, incluso el cardenal Diego de Espinosa, a quien va dirigida. Sobre la vinculación de los cuadros de Corte de Sánchez Coello con la Relación de López de Hoyos y los poemas incluidos en ella, véase VELÁZQUEZ 2002. 131 Diego Ampuero de Urbina. (+ 1593). Perteneciente a la llamada escuela de Madrid, fue pintor del Rey desde 1583 y se dedicó especialmente a trabajos de dorado y estofado de retablos, relicarios, etc. Formó parte del equipo de artistas que elaboraron los arcos para la entrada en Madrid de Ana de Austria. En 1552 participó en la realización del retablo mayor del presbiterio del Alcázar de Madrid, junto al imaginero Juan de la Plaza, y en 1563 en el cuarto real del monasterio de San Jerónimo, en la pintura de unos cortinajes y, junto a Gaspar Besarra, en las pinturas del retablo de la capilla mayor del mismo. En 1570 se le encargaron las pinturas de la iglesia del palacio y convento de Nuestra Señora la Real de la Esperanza de Ocaña (Toledo). Entre los trabajos más conocidos destacan el retablo mayor del monasterio de Santa Cruz de Segovia, y uno de los retablos de la catedral de Burgos, las cuatro parejas de santos y santas y el martirio de los santos Justo y Pastor, si bien éste cuadro lo cobró Sánchez Coello. Urbina fue el suegro de Lope de Vega (ANTONIO 1987 y 1989). 132 López de Hoyos no llega a concretar las características de esta representación, pero cabe pensar que estuviesen reproducidas en ella algunas de las referencias iconográficas que menciona con respecto a la imagen que se solía atribuir al dios. Dichas referencias pueden estar extraídas de diversas fuentes, pero entre ellas parece seguro que manejó a Piero Valeriano (Hier. X: Capra y XLIII: Stella), donde se representa a Pan a modo de fauno, en una paisaje agreste, tocando una flauta de siete caños, imagen también recogida por Ripa (Icon., s.v. Mundus). Alguna frase de López de Hoyos sigue de forma más o menos directa ciertos pasajes de Valeriano, donde puede leerse: Atque ea potissimum ratio est cur Pana deum ex hieroglyplico stellarum intellegi contendebant quin et pectus eius uariis insigne stellis effingebant, cum omnino per Pana totam rerum natura interpretarentur. Por otra parte, la explicación de la flauta de los siete caños para denotar la armonía y suavidad de los siete planetas, así como la imagen de los cuernos en la cabeza para denotar el sol y la luna, puede estar reflejando el texto de otro de los autores que López de Hoyos maneja: Celio Rodiginio, Comm. Eccl. II: Unde dicitur Pan, id est omne: habet enim cornua ad similitudinem solis radiorum et lunae cornum... Fistulam habet septem calamorum, propter harmoniam ex septem sonis. La iconografía de Pan como dios de la Arcadia fue frecuentemente recreada en el Renacimiento, en relación con una naturaleza y una comunidad apacibles, que tiene uno de sus mejores ejemplos en la llamada “Escuela de Pan”, de Luca Signorelli. En el programa iconográfico de esta fiesta adquiere un contenido alegórico y alude a la nueva Edad de Oro por venir con la llegada de la Reina, un tiempo de “alegría universal”. En un sentido similar aparece también en Ripa, quien propone al dios Pan como imagen del mundo a partir de la Genealogía de los dioses, de Boccaccio. La representación aparece así relacionada con la idea de universalidad con la que el dios Pan fue identificado en medios gnósticos. Precisamente esa idea es aquí expresada mediante una variante iconográfica por la que el dios Pan es representado sobre un globo que alude al mundo.

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Moysen y por qué le pintan con cuernos. 64r

entendieron significava a Moysen, el qual después de aver hablado con Dios y recebido la ley en el monte Sinaí, salió el rostro tan resplandesciente y desparziendo tantos rayos de claridad, que dixeron que tenía cuernos en la cabeça. Salió esto de una equivocación de vocablo, que esta palabra, radius et cornu, en hebreo son aequívocos, que, por dezir que del rostro le salían rayos de claridad, dixeron que tenía cuernos porque significa una misma cosa en lengua hebrea cuerno y reino133.

Pintura del dios Pan y su místico sentido.

De manera que este Pan le pintaron hasta la cintura como hombre y de allí abaxo como cabra, debaxo de lo qual prudentemente davan a entender las repentinas mudanças, turbiones y borrascas del aire, y en tener los muslos pelosos denota<va>n los bosques, montañas y arboledas, y por tener las piernas delicadas davan a entender los collados y ramblas y sendas de los montes.

Nota: lo que se entiende por la cabra.

No se deve passar en silencio lo que Eucherio134, autor gravíssimo, enseña, significando [que] por esta demonstración de la cabra entenderse los justos y siervos de Dios, principalmente los que de los gentiles han venido al conoscimiento de la sancta fe cathólica, y esto paresce quiso significar Salomón, quando dixo135:

64v Capilli tui sicut grex caprarum quae apparuerunt de Galaa. Vuestros cabellos, dize el esposo a la esposa en el capítulo sexto, son

133 Cf. Exod. XXXIV 35: Qui uidebant faciem egredientis Moysi esse cornutam. Otra vez se hace patente la cristianización del motivo pagano, al establecer la relación entre los cuernos que se le pintaban al dios Pan y los que, según la interpretación del cornutam de la Biblia, caracterizaban a Moisés (cf. la explicación dada por Isidoro de Sevilla, Etym. VIII 11, 82: Habet enim cornua in similitudinem radiorum solis et lunae). El hebreo qeren tiene, en efecto, el valor de “cuerno, pico”, así como “resplandor o rayo”. Esto justificaría el teórico equívoco de la Vulgata al traducir como cornuta facies lo que en hebreo significa “rostro resplandeciente”. No obstante, no debe olvidarse que el cuerno era símbolo de poder en la Antigüedad, así, por ejemplo, Alejandro Magno era representado con los cuernos del dios Amón egipcio. Piero Valeriano (Hier. VII 19) explica que el cuerno es el símbolo del resplandor y que va asociado a la imagen del poder y del honor (Cf. GONZÁLEZ DE ZÁRATE 1991, 367-8). López de Hoyos en este párrafo y en los inmediatamente siguientes sigue de cerca las explicaciones de Piero Valeriano en torno el jeroglífico de Pan y la simbología de la cabra en el capítulo dedicado a este animal (Hier. X: Capra), donde se puede leer: Cornua siquidem et solis et lunae similitudinem esse perhibent. Nam alibi cum de Mose loqueremur, radiatam eius faciem pro cornuta a nonnullis acceptam ea de causa docuimus, quod apud hebraeos radius et cornua sint aequiuoca. 134 Euquerio era un miembro del orden senatorial de la primera mitad del siglo V. Participó de la cotumbre seguida por un grupo de nobles galorromanos de mostrar su excelencia de clase apartándose del mundo y, eligiendo una vida perfecta en el retiro, la oración y el estudio, se marchó a vivir con su familia al famoso monasterio de Lérins, y después fue elegido obispo de Lyon. Autor de varias obras de naturaleza religiosa, entre las que destacan las dos dedicadas a sus dos hijos respectivamenente, el Liber Formularum spiritalis intelligentiae ad Veranium filium -al que pertenece la referencia que hace López de Hoyos, incluida en el capítulo V de dicha obra- e Instructionum libri II ad Salonium filium; así como la Historia passionis S. Mauritii..., diversas homilias, etc. Como los de su clase, practicó el género epistolar con Paulino de Nola, Salviano de Marsella, e Hilario de Arles entre otros. Polemio Silvio le dedicó su Laterculus, y Juan Cassiano las Consolationes. 135 Cf. Cant. VI 3-4.

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hermosos como las manadas de las cabras que salen del monte Galaa. Dize esto el esposo, porque assí como las cabras siempre buscan

alimento por lo alto, desta manera los piadosos siervos de Dios buscan el cevo del espíritu por lo alto, que es en la consideración de las cosas del cielo136. Por lo qual, para denotar esta alegría y regozijo universal, le pusimos en este nicho pintado sobre un globo, una de las más principales y más bien acabadas figuras que en este reino se ha visto, con este título:

65r LAETITIAE ORBIS A la alegría del mundo.

Pan Deus Arcadiae laetus uenit atque Hymaeneos Exhilarat plectris suauibus et calamis.

Pan reverenciado en Arcadia, viene muy alegre y con sus suaves çampoñas y delicadas flautas alegra estos felices casamientos.

Dezimos que fue reverenciado en Arcadia porque allí es donde

(como dize Virgilio en la segunda Égloga137) enseñó a juntar las flautas y muchos instrumentos músicos, por lo cual fue reverenciado y tenido en mucho.

Nota: por qué se llamaron los

Y porque en este dísticho se dize esta palabra, Hymeneos, que tomamos por los casamientos no será fuera de propósito declarar la

136 Una vez más López de Hoyos utiliza la fuente de un autor latino, en este caso Euquerio, de forma indirecta a través de Piero Valeriano, quien, al explicar la simbología de la cabra, cita a Euquerio y el versículo que éste recoge del Cantar de los Cantares de Salomón. La explicación de López de Hoyos a todo el pasaje es prácticamente una traducción de Valeriano, Hier. X. Sin embargo, la cita bíblica de Euquerio, recogida de forma casi idéntica por Valeriano, se aparta de la Vulgata, que es la que López de Hoyos adopta textualmente: Capillatura tua sicut grex caprarum quae reuelatae sunt de Galaad (ex Galaa Valeriano). 137 Virg., Ecl. II 32-3: Pan primum calamos cera coniungere pluris / instituit, Pan curat ouis ouiumque magistros. 138 La glosa marginal resulta oscura, pero parece hacer referencia a los comentarios de Ioannes Annius (no Antonius) de Viterbo sobre los supuestos textos del Beroso, autor de época helenística que escribió en griego unos Relatos de Babilonia (Babiloniaká) dedicados a Antíoco I. Era, también, sacerdote de Marduk, la divinidad babilonia. Su obra trataba de ser una historia veraz de Babilonia, aunque no estaba exenta de elementos legendarios. Annio de Viterbo dijo -y convenció en su momento- haber encontrado textos inéditos de Beroso, que publicó con comentarios, dando lugar a una de las mayores falsificaciones del Renacimiento, en concreto sobre aspectos relativos a la historia bíblica, algunos de los cuales también afectaban a la historia de España. La obra de Viterbo, conocida como De Commentariis Antiquitatum (Roma, 1498), se recogían diversos textos falsos atribuidos al Beroso, a Catón, Manetón, Jenofonte y Fabio Píctor. En esta obra se afirmaba que Túbal, nieto de Noé e hijo de Jafet, era el inventor de la cítara, lira y otros instrumentos (tradición antigua, ya recogida, por ejemplo, en Isidoro de Sevilla, Etym. III 6, 1) y que fue el fundador de España. Las teorías de Viterbo tuvieron mucha difusión en Europa y en círculos próximos a la monarquía, a quienes gustaba la idea de un rey único en la Península ya desde el Diluvio. Entre sus partidarios destacan Florián de Ocampo y Esteban Garibay. Esta historia de Túbal se recogió en la Heráldica y origen de la Casa de Austria, que le regalaron a Felipe II en Augsburgo, y en un arco de Brujas de 1549 (Cf.

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casamientos Hymeneos. 65v Costumbres de casamientos en España. F. Ioannes Antonius super Beroso138. 66r

tomamos por los casamientos, no será fuera de propósito declarar la antigua costumbre que en Esp<a>ña huvo dende Túbal, primero fundador después del diluvio.Y era, que en los casamientos siempre se hazían grandes regozijos y solennidades, particularmente siendo personas graves y de autoridad y principalmente pedían la bendición a Dios para celebrar los matrimonios como el sancto Noé lo avía enseñado a sus hijos, y antes que el esposo rescibiesse en su poder la esposa, hazía con gran solennidad sacrificio, invocando el socorro divino en favor de Dios, supplicándole le diesse fecundidad de buenos hijos, y por esto que pedían llamaron este sacrificio Hymaeneo, que quiere dezir, fecundidad y amplificación y multiplicidad de la generación. Hazían junto con esto gran solennidad en presencia de muchos, que, para celebrar estos matrimonios, combidavan como testigos del offrescimiento y promessa que hazían entre el marido y la muger de quererse y tratarse bien, y si acaso hazían lo contrario, eran gravemente reprehendidos. En estas solennidades hazían comidas, banquetes y combites muy regozijados. Ésta fue la antigua costumbre en nuestra España, y la razón de llamarse el casamiento Hymaeneo, dexando aparte todo lo que de los dioses Hyminaeos la gentilidad fingió.

Ceres, inventora de sembrar pan y cultivar la tierra. 66v

A este Pan correspondía la Ceres, la qual por aver enseñado a labrar y cultivar los campos y sembrar con artificio, y coger el pan y todas las demás labores, que para ello es necessario, fingieron los poetas ser ella la diosa del pan. Y a esta causa, como dize Marco Tulio en el quarto libro De natura deorum, que se dixo desta palabra latina, Geres, acaso mudando la G en C, como si dixeran administradora y bastecedora del pan139.

Ceres, inventora de dar leyes.

Ésta, también quieren dezir muchos que fue inventora en el principio de poner y dar leyes y derechos. Y a esta causa la llamaron los griegos Tesmophoron, que quiere dezir, la dadora y promulgadora de leyes, porque antes que ella enseñasse el cultivar las tierras, vivían los hombres sin ley humana, pero después que començaron a sembrar por la industria desta Ceres, cada uno applicó para sí su parte, para cuya conservación puso ley.

Costumbre de d

Esta Ceres tenía en la mano izquierda muchas espigas, y con la

Catálogo de la exposición de Felipe II, 1998, 627-628). En cuanto a la denominación de Antonio por Annio, que da López de Hoyos, cabe mencionar que el ms. 18818/1 de la Biblioteca Nacional contiene, a modo de schedae sueltas, unos Comentarios del Beroso de “Fray Antonio de Viterbo, religioso de la Sagrada Orden de San Francisco”, al que en otro cuadernillo de las mismas se le llama Annio. 139 La cita no corresponde al libro IV sino a II 67. Pero en este párrafo y en el siguiente López de Hoyos resume la explicación que da Juliano Aurelio sobre el nombre de Ceres. Este autor tiene, a su vez, como fuente a Cornuto, obra que también debió manejar López de Hoyos, como se ha dicho en la Introducción. Precisamente en Cornuto aparece el mismo orden de exposición que en la iconografía del arco y el relato del mismo: Pan y, a continuación, Ceres. Cf. también P. Valer., Hier LVIII: Papauer, donde, al hablar de la justicia, también se recuerda la causa del nombre de Ceres, en griego Thesmophoron: legifera et iustitiae autor appellata est.

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derramar trigo en los casamientos. 67r

derecha derramava trigo y flores140, por aquella antigua costumbre de nuestros españoles, que hasta oy se conserva, de derramar desde las ventanas y arrojar trigo a las recién casadas quando las llevan a velar, en significación de la fertilidad que dessean a los recién casados en su próspero y felice matrimonio. Con esta letra:

CERERI OVANTI, A Ceres regozijada. Fundit flaua Ceres flores et spicea serta Coniugis in thalamo, connubioque nouae. Declaración: La rubia y hermosa Ceres derrama flores y guirnaldas de espigas en el

thálamo y casamiento de la felice recién casada. 67v Primera Hieroglífica141. 68r

En el nicho del intercolumnio, por lo alto del Pan, en un tondo, a manera de medallón redondo, pusimos una Hieroglyphica en la qual se representa la Liberalidad y Clemencia, que son dos virtudes las quales illustran, conservan y guardan a los reyes, y son amparo y refugio de los pobres. Éstas significamos por dos manos. La primera era la Liberalidad, la qual estava abierta, y diffundía y derramava muchas pieças de oro y plata, joyas, preseas, perlas y otras muchas cosas. Del otro lado estava otra mano, la qual tenía unos ramos de oliva, por la qual se entiende la clemencia y paz, assí en las divinas letras, como en las humanas (como adelante declararemos142), tratando de los dones que las virtudes fingimos que offrescen a Su Magestad. Sobre estas dos manos pusimos un ojo por el qual se entienden muchas cosas y, en particular, que es menester gran recato y velar en dos virtudes tan heroicas como éstas, y que el dar y el tener seso ha menester.

Nota: dos virtudes proprias a los reyes.

Todo lo dicho abraçava una corona real, dando a entender que las virtudes más principales de los reyes y príncipes son la clemencia en

140 Ceres, diosa protectora de la tierra y de la agricultura, asumió con frecuencia una función alegórica en relación con la fecundidad. Este es el sentido que adquiere aquí su representación, obviamente relacionada con Ana de Austria y basada desde el punto de vista iconográfico, en el modelo grecolatino, en el que Ceres adoptaba la forma de una mujer rubia y hermosa, a la que acompañaban motivos vegetales como atributos. Entre ellos, las espigas, específicamente vinculadas a la fecundidad, así como la cornucopia, muestra de riqueza y abundancia de bienes. Su significado quedaba reforzado en el programa al formar pareja con el dios Pan del intercolumnio derecho, pronosticando ambos la felicidad, fecundidad y riqueza futuras. 141 La descripción de esta Hieroglyphica, al igual que las de las otras que siguen, tiene como principal punto de referencia la obra de Piero Valeriano. Sin embargo, López de Hoyos realiza una labor compleja de combinación de pasajes y citas, articuladas en torno a la descripción y justificación de la iconografía. Así la liberalidad y la clemencia son las atribuciones que Valeriano adjudica al jeroglífico Modius (Hier. LVI), alguno de cuyos pasajes cita más adelante el autor. 142 Véanse fols. 94v-96r y notas relativas al tema.

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perdonar y recoger y mostar buen semblante a todos. Y la liberalidad en remunerar los servicios y trabajos de los beneméritos143. Por lo qual en su contorno pusimos esta letra:

TVTISSIMVM REGVM SATELLITIVM ET REI PVB. PROPVGNACVLVM CLEMENTIA ET LI- BERALITAS. 68v Declaración: La clemencia y la liberalidad son muy fiel y segura guarda de los reyes y

refugio y amparo de la República. En lo alto dezía, fuera del tondo: ARCTISSIMA AMORIS, ET CONCORDIAE VINCVLA. Estas virtudes son ñudos fortíssimos del amor y de la concordia. Por la parte inferior, mirando y teniendo respecto a lo que

aquella mano de la liberalidad derramava, dezía: 69r FLVVIOS SVPERABIT IBE- ROS AVREA DO-

143 La duplicidad de manos es aquí empleada como recurso para representar la complementareidad de las dos virtudes reales, la Liberalidad y la Clemencia, creando un jeroglífico original. La mano, relacionada desde el punto de vista iconográfico con la expresión de la idea de autoridad religiosa o política, fue muy empleada por la emblemática. Horapollo (Hier. II, X, 9 II) y Valeriano la relacionaban con las acciones humanas a partir de Cicerón y de referencias bíblicas en las que las manos son consideradas como símbolo de la acción de Dios y de los hombres. Horapollo presenta la mano como imagen para significar al “hombre amante de la edificación”, de donde debe proceder la significación que se atribuye aquí a la mano abierta en señal de “Liberalidad”. De hecho, así la presentó ya Horozco (Embl. Mor., I, XXX) en relación con este significado. Por otra parte, la asociación de la Liberalidad con la representación de unas manos repartiendo monedas puede relacionarse con la práctica de los emperadores romanos consistente en el reparto de monedas entre el pueblo en actos políticos o religiosos. En este caso, el recurso de las manos trabadas con espigas y flores en el centro fue empleado en las exequias sevillanas en honor de Felipe II de 1598, en representación de la Fe pública, inspirándose en una medalla realizada por Jacome Trezzo en honor de Felipe II.

Asimismo, la asociación de la rama de olivo que aquí aparece como símbolo de la paz, gozó de gran tradición iconográfica. Su relación con la Clemencia fue empleada en algunas medallas romanas, en las que la expresión de esta idea se concretaba en una mujer que sostenía en una mano una rama de olivo, en señal de paz. En este caso la composición ha sido rodeada de un ojo y una corona que circundan la representación, para significar el celo real en el desempeño de ambas virtudes.

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NA VOMENS. Con grande excesso sobrepujará los ríos de España, derramando dones y

reales mercedes. A esto, en el tondo que en el intercolumnio del nicho de la Ceres

viene, corresponde la Concordia, la qual resulta de las dos virtudes que en este otro medallón se representan, que son la Clemencia y la Liberalidad.

De dónde resulta a los reyes ser amados y bien quistos. 69v

Pues se vee claro que, de ser los príncipes clementes y liberales y que más pretendan enrriquecer a otros que a sí mismos, nace desta tan claríssima virtud un amor <tan> universal de toda la República, para el servicio y reverencia que a los tales reyes se deven y junto con esto, porque esta virtud es muy attractiva.

Todos los nobles y principales sirven amorosamente a sus reyes y se privan de sus regalos proprios, posponen sus rentas y heredamientos, olvidan sus particulares intereses, y aun olvidados de sí mismos, no dubdan poner a riesgo sus vidas en servicio de aquellos que aman. De aquí nace la concordia y unanimidad y, por consiguiente, amplificación en todos los estados, y a esta causa pintamos dentro del tondo dos cigüeñas, las quales fueron reverenciadas y tenidas en el pueblo romano por pronóstico y señal de concordia. Y para esto en el templo que el Cayo Fluvio, hijo de Neyo Flavio, romano, dedicó a la Concordia144, puso en él dos cigüeñas por lo qual dixo Persio145:

Quaeque salutato crepitat concordia nido. 70r

Estas dos cigüeñas tenían una culebra en los picos por dos causas. La primera porque, como dizen todos los naturales y recopila muy bien Valerio Piero en el libro 17, tractando de las cigüeñas146.

144 En las décadas centrales del siglo XVI los papas Pablo III y Sixto V potenciaron las excavaciones arqueológicas en la ciudad de Roma. Uno de los puntos en donde se fijó la atención fue el Foro romano, donde se encontraba el templo de la Concordia, cuya construcción se atribuye a Camilo, el vencedor de los galos, quien, en el 376 a.C., lo mandó erigir para sellar el fin de las luchas entre patricios y plebeyos. Tiberio fue su último restaurador entre el 7 a.C. y el 10 d.C. y transformó el edificio en un auténtico museo (COARELLI 1975, 76), del que Plinio el Viejo se encargó de recoger la relación de las obras confeccionando un verdadero catálogo que estaba integrado, en su mayor parte, por obras griegas de época helenística. También en el Foro, y próximo al altar de Vulcano (el Vulcanal), el edil Cayo Flavio levantó, hacia el año 305, un edículo a la misma divinidad (COARELLI 1975, 53). La proximidad topográfica de ambos edificios pudo ser la causa de que López de Hoyos malinterpretara las confusas noticias que llegaban a Madrid de la mano de impresores como Antonio Salamanca y Antonio Lafréry, con destino a El Escorial (CARRASCO – ELVIRA 1997, 61), aparte de lo que parece ser un error de imprenta al citar Fluvio por Flavio. 145 Hay un error en el texto de López de Hoyos. El verso citado no corresponde a Persio, sino a Juvenal, Sat. I 116. 146 Cf. P. Valer., Hier. XVII, Ciconia. No obstante, de la hostilidad hacia las serpientes habla en el capítulo sobre Merops, dentro del apartado: hostis profligatus, donde se hace una relación de pasajes bíblicos en los que

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Místico sentido de las cigüeñas. 70v

Estas aves perpetuamente tienen guerra y dissensión con las serpientes, por lo qual mysticamente muchos theólogos entendieron los verdaderos siervos de Dios, porque ellos, como las cigüeñas, habitan en lo muy alto, que es en el desseo y conocimiento de las cosas del cielo, pero traen perpetua guerra con las serpientes rateras que siempre andan pecho por tierra, por las quales se entienden los appetitos desordenados desta nuestra sensualidad, y la más que civil batalla, con que por nuestros peccados cada día tenemos mil fatigas, recuentros, disgustos, sobresaltos y finalmente el tropel de contrarios con que cada día andamos batallando. Dexo aquí de tratar lo que de las cigüeñas se lee en las divinas letras, en el capítulo undécimo del Levítico, en el 8 de Hieremías, en el quinto de Zacharías, en el Psalmo 103 y en el capítulo 39 de Job.

2. Virtud de la concordia. Aristóteles147.

Y la segunda causa porque la pusimos fue porque la concordia sabe muy bien compartir los bienes que entre todos ay, porque el amor no sabe tener cosa propria, pues su principal virtud consiste en la communicación.

71r Missam facio illius

A una parte destas cigüeñas se pintó un mar con una nao que con próspero viento y sus velas bien tendidas, que parescían con próspera navegación tomar puerto. Junto con esto avía unos lexos con hermosíssimas arboledas; entre ellas parescían lobos y corderos juntos y en gran paz149. En esto se da a entender que con la concordia, tierra,

se trata el asunto y que López de Hoyos recoge directamente unas líneas más abajo, en el mismo orden de enumeración. A continuación de las explicaciones sobre el ave merops (abejaruco) Piero Valeriano, a modo de recapitulación, señala que la cigüeña participa de las características comunes a las demás aves sobre las que ha hablado en este libro, de ahí que el verbo “recopila”, utilizado por López de Hoyos, transmita perfectamente cómo ha tomado la referencia y la aplicabilidad a la cigüeña de los datos extraídos del comentario a otras aves, valiéndose de la afirmación misma del autor que le sirve de fuente. 147 Aristóteles trata de la amistad en el libro VIII de la Éthica a Nicómaco. La referencia más cercana a las palabras de López de Hoyos se halla en 1156a. 148 La idea de que el Cosmos, la Armonía, es el resultado de la confluencia de elementos contrarios, amor y guerra, o de la unión de Venus y Marte, aparece en diversos pasajes de Empédocles, Heráclito y Platón, citados y ampliados por Plutarco (Moralia 370d-371a). Este pensamiento sería la base de la teoría sobre la belleza desarrollada por Pico della Mirandola (WIND 1998, 91-100). 149 La composición intenta representar cómo la llegada de la Reina, identificada con la nave, es portadora de concordia y paz. La idea se expresa acudiendo de nuevo al recurso de la concordancia de opuestos, muy del gusto renacentista, empleando la imagen de la cigüeña a partir del significado espiritual que le confieren las fuentes bíblicas y emblemáticas, al considerarla ave relacionada con el conocimiento de lo divino y con sentimientos de gratitud y piedad y entendida como devoradora de serpientes en su asociación tradicional con el pecado a partir de fuentes también bíblicas. La imagen de la cigüeña fue muy empleada en la iconografía relacionada con Carlos V para personificar las virtudes del príncipe En relación con la expresión de estos contenidos se encuentra también la imagen de los lobos y los corderos, aquí empleada como complemento de la composición, en señal de la concordia alcanzada a través de la práctica de la piedad. La imagen tiene de nuevo un referente gráfico en Piero Valeriano (Hier. XXXII), quien la emplea para significar la inocencia, felicidad, riqueza y fecundidad, aunque sustituyendo la imagen del lobo por la de un león y creando así una relación que servirá de inspiración a la representación de la Clemencia tal y como aparece en el tercer arco.

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opinionem qui ex lite et amicitia mundum constitui asserebat148.

mar, aire y todo lo que en ellos se contiene, se multiplica y augmenta y estando en paz y conformidad con muy poco están todos ricos. Y a esta causa le pusimos esta letra:

HOC PACES HABVERE BONAE, AC PARVIS DIVES CONCORDIA

REBVS. Declaración: Esto que en esta pintura se significa nace de la buena paz y conformidad y

concordia que es rica con pequeñas y pocas cosas. Por lo alto, fuera del tondo dezía: 71v REGNO TVTISSIMA VIRTVS. Esta virtud de la concordia es fuerça inexpugnable para los reinos. Por la parte inferior a éste correspondía este verso, con el qual

parecen hablar las cigüeñas diziendo:

Viuite concordes, et nostrum discite munus.

Vivid unánimes y concordes, y deprended nuestras costumbres e instincto natural.

72r Nota de las cigüeñas.

Porque assí como nosotras habitamos nuestros nidos, nunca nos apartamos el marido de la muger y junto con esto somos tan piadosas que nunca desamparamos a nuestros padres en su senectud, ni dexamos de socorrer a las aves de nuestra especie, flacas y debilitadas; de essa manera habitad, Sereníssimos Reyes, vuestros reinos y favoreced y animad con mucha piedad los pobres y necessitados, pues es officio tan importante para el sancto matrimonio, y tan digno de príncipes, reyes y emperadores, que el emperador Adriano lo tomó por empressa y pusoen el reverso de sus monedas con esta letra150:

PIETAS AVGVSTA Piedad Imperial

150 Cf. P. Valer., Hier XVII: Ciconia, donde se menciona esta leyenda monetal de Adriano, así como la explicación que se ofrece de la piedad. En este autor la cigüeña se presenta más como símbolo de piedad que de concordia, siendo ésta, en cambio, representada fundamentalmente por las cornejas, como expone el propio López de Hoyos más adelante.

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72v I ad Corinthios II. 73v Lo que significa el anillo en las velambres.

En el quadro que venía sobre la buelta del arco colateral de la parte del dios Pan, se puso al amor reverencial que la muger deve al marido151, la qual, si es de sanctas costumbres y con reverencia sirve a su marido, la llama Sant Pablo corona y gloria del varón. Ésta se pintó desta manera: tres damas de mucha honestidad, al lado derecho la Perpetuidad y duración del amor del matrimonio. Esta dama, porque esto se significava, tenía en la mano una culebra, la qual mordía con la boca la cola152, por la qual entre los egypcios denotavan el año, porque el principio, que es la cabeça, está junto con el fin, que es la cola. También significavan la perpetuidad, la qual accommodamos a nuestro presente felice matrimonio de Su Magestad. Suplicando a Dios, nuestro Señor, sea por muchos años. Dentro desta culebra estavan dos manos y los dos dedos índices metidos por un anillo, por la qual se significa la felicidad y la concordia del matrimonio. Esto significa la Sancta Madre Iglesia en las celebraciones de los matrimonios, que vulgarmente llamamos velambres153. En la qual da a entender la fe y la lealtad que se deven guardar entre el marido y la muger, metiendo los dedos del uno y del otro por un anillo.

En medio otra dama algo más alta, de mejor disposición, que tenía en la mano derecha una corona levantada, denotando que el amor,lealtad y obediencia de la muger es corona y gloria del varón, y en la mano izquierda tenía un anillo a quien inclinava algo la cabeça,

151 El amor poderoso del pensamiento renacentista se inscribe aquí en un marco moralizador y religioso relacionado con el matrimonio. La figura central constituye el eje de la composición. Se trata de la personificación de las cualidades que debe reunir una buena esposa al servicio del varón, las cuales son responsables de dos de los valores fundamentales del matrimonio, la fecundidad y la perpetuidad, que aparecen representados por medio de las figuras laterales. Tres tipos de fuentes inspiran la composición iconográfica. De una parte las literarias, de procedencia bíblica, en las que se fundamenta el empleo de la corona de la figura central, a partir de las palabras de San Pablo: “el amor reverencial de la mujer al marido es corona y gloria del varón” (Corint. XI 7); de otra, las litúrgicas, de donde procede el empleo de los anillos en señal de concordia y felicidad matrimonial; y, finalmente, las gráficas, procedentes de los jeroglíficos y emblemática, que inspiran la representación de las figuras laterales. Al respecto, la imagen de la serpiente que se muerde la cola entendida como perpetuidad o eternidad aparece en Horapollo (Hier., I, I 1), quien la repite (Hier., I, I 2) en señal de Universo, a partir de autores antiguos como Macrobio (Saturn. I 9, 12), estableciendo una relación con el año, ya que la serpiente “cada año quitándose la piel vieja se desnuda como el año en el universo cambiándose se rejuvenece” Esta asociación es recogida también por Ripa (Icon., s.v. Eternidad), quien propone la imagen como símbolo del mundo y del año “que gira perpetuamente sobre si mísmo”. Dicha imagen se empleó frecuentemente en el Renacimiento y Barroco por la emblemática y el arte, utilizando en ocasiones el recurso de incluir en el círculo que forma el animal diversos motivos, como ocurre en esta representación con las manos y los anillos. Así lo hace Horapollo aludiendo a la representación del poder del rey (Hier., I, VIII 1), significación que relaciona con la inclusión del nombre regio en el círculo. Alciato (Embl. CXXXII) emplea la imagen para significar que la verdadera fama es la que lleva al hombre a la eternidad, situando a un tritón en el centro del círculo. 152 Cf. P. Valer., Hier. XIV: Serpens: mundum uniuersum Aegyptii sacerdotes scribere uolentes, anguem qui caudam propriam depasceretur, eumque uariis insignem maculis pingebant. 153 El intercambio de anillos entre los esposos fue un rito de origen romano que, posteriormente, fue integrado por la Iglesia católica en la celebración litúrgica del sacramento del matrimonio e institucionalizado por la reforma carolingia (TOURBET 1977, 233-282)

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besándole, por la qual da a entender la generosidad de su fidelidad. Porque esto significava acerca de los egypcios.

Quién traía anillos antiguamente. 73v.

Demás de la significación que de la libertad y generosidad trae consigo porque solos los libres y generosos usavan de anillos y, si acaso los davan y consentían traer a los esclavos, quedavan libres y con nobleza, como paresce en el libro 40 de los FF y también lo declaran Papiniano, Neracio, Paulo y Ulpiano154.

Nota. Et liber 18, ubi lepus. 74r Piero 5, liber 7, de S pi

Al lado izquierdo estava otra dama que significava la Fecundidad155, que es uno de los bienes y mercedes que Dios haze al matrimonio. Ésta tenía en la mano un cornucopia, en la boca del qual tenían muchas frutas y en medio un huevo, del qual salían dos cabeças de pollos. Esto era entre los egypcios pronóstico de fertilidad, como paresce en Pierio Valeriano, en el libro veinte y quatro, tratando de la gallina156. En la otra mano tenía una liebre y unas hojas de mostazo, por la qual bien se dexa ver la fertilidad y fecundidad grande que representan, como paresce en lo que los antiguos philósophos naturales dixeron, y nosotros cada día vemos palpablemente la fertilidad de las liebres y conejos, que cada mes paren fertilíssimamente, y de las hojas del mostazo, que en breve tiempo se viene a hazer tan grande que paresce un formado árbol de un grano tan pequeño. Dexo la

154 La fuente directa para las diversas explicaciones sobre el significado de los anillos vuelve a ser P. Valer., Hier. XLI: Anulus, quien incluye también la mención explícita a las fuentes jurídicas: Quod uero seruis atque libertis ius anulorum negaretur, quo tamen impetrato ingenuitas simul impetrata intelligeretur XL Digestorum, libri Paninianus, Paulus et Ulpianus ostendere. En efecto, en los Digesta XL 10, 1-6 se recoge este derecho con relación a los anillos de oro, así como en diversos pasajes de los autores citados, que se corresponden con el elenco más importante de jurisconsultos romanos, siendo Neracio el más antiguo, de principios del siglo II d.C., uno de los más utilizados en los Digesta. Papiniano, Paulo y Ulpiano, todos ellos de finales del siglo II y principios del III, eran, a su vez, colegas y ocuparon importantes cargos durante el mandato de diferentes emperadores. López de Hoyos se sirve de la abreviatura FF para denominar los Digesta, tal como era habitual encontrarla en textos jurídicos y cuyo origen es discutido. 155 La Fecundidad aparece aquí acompañada de su tradicional atributo, la cornucopia, sobre la que se ha añadido un huevo del que nacen dos pollos. El huevo aparece como símbolo del hijo en Horapolo, Hier., II, X 1 (en un jeroglífico sobre el amor). La asociación de la idea del hijo con la de la fecundidad parece lógica (y debe vincularse a la vieja cuestión planteada ya desde los clásicos griegos sobre qué era anterior, si el huevo o la gallina, cf., por ej., Plutarco, Moralia 636 D-E) y así se manifestará más tarde en Ripa, s.v. Fecundidad, donde ésta aparece representada precisamente mediante los elementos que López de Hoyos cita aquí; de un lado, las hojas de mostaza, y de oro, la gallina, con dos de sus polluelos saliendo del huevo, y la liebre con sus crías (además del jilguero). La liebre como símbolo de fecundidad aparece en Piero Valeriano, como señala López de Hoyos, si bien su significado más habitual era el de la vigilancia, como se lee en aquel autor (véase nota siguiente) y en Horapolo, Hier. I, IV 5. 156 Se trata, en realidad, del libro XXIII: Gallina, uno de cuyos significados es el de foecunditas (véase la nota anterior), aunque Piero Valeriano no especifica en esta ocasión que se trate de un símbolo utilizado por los egipcios. López de Hoyos concentra en este párrafo las diferentes explicaciones que ofrece su fuente literaria en torno a los significados de fertilidad, representados por la gallina, la liebre -aunque en este caso es el libro XIII y no XVIII, como se lee en la glosa marginal-, y las hojas de mostaza -de nuevo con una errata, ya que no es 7 sino 77 lo que debe leerse-. En la expresión “dexo la significación que en las divinas letras la mostaza que llamamos synapis tiene” hay una referencia implícita a que el propio Valeriano cita, como fuentes cristianas, el Evangelio y a Hesiquio de Jerusalén sobre el asunto.

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Synapis. significación que en las divinas letras la mostaza que llamamos Synapis tiene. Pusímosle esta letra:

FIDES CONIVGII Ecce corona uiri sum dextra et gesto coronam et laeua spiram, cui caput admoueo. Perpetuum ad dextram pariter mihi tempus adhaeret Fertilis ad laeuam progenies sed adesti. 74v Declaración: Advertí que soy gloria y corona del varón y a esta causa traigo esta corona en la

mano derecha, y en la izquierda un anillo, al qual inclino mi cabeça, y a mi mano derecha tengo la perpetuidad y duración del tiempo del matrimonio, y a la izquierda me acompaña felicemente la fecundidad y bien del matrimonio.

2. Hieroglífica. 75r

La que a ésta correspondió en el quadro que junto a la Ceres estava, sobre la buelta del arco colateral de la mano izquierda, fue una Hieroglífica graciosamente fingida, que fue un nacimiento del Aurora157, que llaman la mañana o el alva, como dize Varrón en el sexto libro De Lingua Latina158. Dízese aurora del dorado resplandor del sol, con el qual se levantan por el aire aquellos arreboles de la mañana, antes que totalmente veamos el sol. Y dexando aparte lo que los poetas del aurora fingieron, para nuestro propósito nos basta entender que la mañana ahuyenta y desparze todas las tinieblas de la noche, y es principio de la felicidad, que con la claridad y presencia del sol el mundo rescibe.

Desta manera, confiando en Dios que la próspera venida de Su Magestad a España ha de ser para darle mucha luz y eternizar esta tan ínclyta y excelsa successión de la casa de Austria en los reinos de España, y con su presencia <...>159 todos los alborotos, dissenssiones y levantamientos de rebeldes vassallos.

157 La representación del nacimiento de Aurora insistía nuevamente en la idea del advenimiento de una etapa de paz, riqueza y felicidad, con la llegada de la Reina. La disposición de la imagen, así como las explicaciones que López de Hoyos ofrece sobre su iconografía en los párrafos siguientes, presentan evidentes similitudes con las de la obra de Piero Valeriano (Hier. XXIV: Pauo, concretamente como atributo para Juno). En ésta aparece representada una mujer desnuda montando sobre una gran ave a la que sujeta del cuello, inspirándose en una moneda romana de época de Augusto Es otra moneda romana, la de Domicia -esposa del emperador Domiciano-, la que también sirve de inspiración para la representación del pavo real, tomado como símbolo de paz y concordia matrimonial. Datos estos que López de Hoyos toma también de Valeriano. El pavo real era un animal al que en el mundo grecolatino se le vinculaba a principios de eternidad e inmortalidad. Se aprovechó en su tradicional asociación con Juno, diosa romana de la maternidad y la dignidad matrimonial, para introducir la alusión a la riqueza y la fecundidad con la que se lograría eternizar, según las palabras de López de Hoyos, “la sucesión de la casa de Austria en los reinos de España”. 158 Cf. Varrón, Ling. lat. VI 4, donde se habla de la mañana, aunque sin compararla explícitamente con la aurora. 159 Parece faltar un verbo.

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75v Qué se entiende por la luna y las estrellas.

A esta causa pintamos un águila caudal160, que por el nacimiento del Aurora viene estendidos los buelos, assentada en ellos una reina con un ceptro en la mano derecha y con la izquierda asía el cuello del águila, del qual parescía usar como de rienda. El águila traía en la garra una palma161, y por hazia la parte occidental parescía ir huyendo una tiniebla y sobre ella la luna y las estrellas, por las quales aún los egypcios entendieron las tyranías162, alborotos, y desassosiegos de los reinos; éstas parecía<n> huir y meterse en las cavernas de la tierra, offendidos de la presencia y claridad que la reina traía sobre el águila.

76r

Por la parte inferior del águila pintamos un pavón, por ser dedicado a Juno, la qual en buen romance, como dizen, significa la opulencia y riqueza, la qual paresce traer el pavón consigo, por ser tan dorado y de tanta gallardía. Y a esta causa le pintavan en el carro desta Juno; significa, pues, la concordia, paz y sossiego del felice matrimonio, que con la presencia de Su Magestad gozamos, lo qual tomó por divisa Domicia, muger del emperador Domiciano, después de con mucha paz gozar de la concordia del matrimonio, y la puso en el reverso de su moneda, esculpiendo un pavón con esta letra163:

CONCORDIA AVGVSTA Concordia Imperial Y por la otra parte:

DOMITIAE AVGVSTAE IMP. DOMIT.

160 Las connotaciones de triunfo se acentúan a través de la representación del águila caudal y de la palma que, como símbolos del imperio y la victoria, respectivamente (P. Valer., Hier. I), constituyen una derivación de la retórica iconográfica de corte imperial asociada con el mundo romano, empleada ya por Carlos V a partir de la recuperación del texto de Vegecio (De Re Militari, XII 1-2). En la imagen estos símbolos aparecen vinculados a la Monarquía española, recurso que se repite en el tercer arco a través de las representaciones de Felipe II como Júpiter y de la lucha entre Atlas y la Fortuna. 161 La significación de la palma está ampliamente expuesta más adelante en los fols. 92v-94v. Véanse notas 198 y 204 a 209. 162 Para el Antiguo Testamento las estrellas no son criaturas inanimadas, pues un ángel vela sobre cada una de ellas (I Enoch, LXXII 3). En opinión de CHEVALIER - CHEERBRANT (1985, 484), de ahí a ver en la estrella el símbolo del ángel no hay más que un paso, dado por el Apocalipsis cuando (VI, 12-13) habla de estrellas caídas del cielo como se hablaría de ángeles caídos (“Cuando el Cordero abrió el sexto sello, se produjo un terremoto violento, el sol se oscureció como un saco de crin, la luna se hizo como de sangre, y las estrellas del cielo se cayeron sobre la tierra... (15) los reyes de la tierra, los príncipes, los tribunos, los ricos, los poderosos, todos los esclavos y todos los hombres se escondieron en las cavernas y en las rocas de las montañas.” 163 Véase nota 157. Como se dijo allí la fuente de todo este pasaje es Piero Valeriano, quien expone también el comentario a la moneda de Domicia con el lema CONCORDIA AVGVSTA que reproduce López de Hoyos (cf. Hier. XXIIII: Pauo, cap. Iuno: Non inepte autem nonnulli perdito luxu prodigos Pauonis imagine describunt (...) In nummo Domitiae Augustae Imp. Domit. altera facie pauonis effigies cum inscriptione CONCORDIA AVGVST.

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76v Que quiere dezir, a Domicia emperatriz, muger del emperador Domiciano.

Todo lo qual estava singularmente pintado con esta letra:

Aurora humentes nitidis fulgoribus umbras Vt fugat et tenebras irradiando polos, Pannoniae sic adueniens ex finibus Anna Austria, uecta aquila nubila pace fugat. Declaración: 77r

De la manera que la mañana con sus refulgentes rayos ahuyenta las tinieblas y escuridades, desta misma manera la reina doña Ana de Austria, viniendo sobre un águila, con su gran paz y triumpho ahuyenta los ñublados, rencuentros y alborotos de sus reinos.

Nota: qué significa este nombre, Anna.

Todo lo qual significa este nombre Anna, traduzido de hebreo en romance, quiere dezir, graciosa, favorable y misericordiosa164. Y en esta Hieroglíphica el docto y discreto lector podrá tender las velas de su ingenio y considerar lo mucho que en ella se comprehende y da a entender, y podrá alegorizar aquella venida de la reina de Sabba, que vino ab Austro a ver y gozar de la sabiduría y riquezas de Salomón.

77v

Sobre todo lo dicho corría un alquitrave con su friso puesto, que se guardava de pintura. El orden que por la delantera del arco diximos, por ser de más de diez pies de alto, avía en él dos espacios blancos, en los quales pusimos estos versos, con los quales se da a entender la alegría pública y espectativa que della esperamos. En los dos primeros:

Vltrices procul hinc abite curae Haec uitae genialis est origo. Declaración: Cuidados molestos, desaforados, tyranos, muertes, desastres, consumidoras

fatigas, huid destos regozijos, porque éste es el verdadero principio de la alegre vida conyugal.

A estos dos correspondían otros que acaban de perficionar su

sentencia, los quales no son menos graves que sentenciosos: 78r Implebit aulam stirpe coelesti

164 El nombre de Ana (hebr. Jannah) significa, en efecto, gracia, piedad (cf. Hieronym. Libri de interpret. hebraic. nominum XXXIV 11: Anna gratia eius). Más adelante López de Hoyos hará un recorrido por las principales mujeres portadoras del nombre de Ana que aparecen en la Biblia, todas ellas mujeres ejemplares con las que se compara a Ana de Austria.

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Generata diuo, Austriae gentis decus. Henchirá el Palacio Real con generación communicada del cielo, esta hija del

emperador, honrra y autoridad de la casa de Austria. Sobre este friso venía otra orden, en correspondencia de la que

avemos dicho, con sus columnas estriadas, con sus basas y capiteles <16>, con el ornato y braveza que se puede significar.

Nota: lo que significa la vihuela y el caduceo de Mercurio. 78v

En el nicho del intercolumnio de la mano derecha pusimos a Mercurio165 con una vihuela de arco en la mano derecha, y en la izquierda un caduceo, que es un ceptro, en el qual estavan arrebueltas dos culebras166, por lo qual se da a entender la concordia y amor del matrimonio, porque assí como de cuerdas differentes en la vihuela se haze un dulce sonido y delicada harmonía, desta manera, de dos ánimos differentes, del marido y la muger, ha de resultar un querer, un amor y una voluntad.

La blandura en regir las cosas y familias. Inventor de la eloquencia, Mercurio. 79r Por qué mensagero de Dios, Mercurio.

Por el caduceo se da a entender la suavidad y blandura de las palabras prudentes y consideradas conque los casados se han de tractar, que éstas hazen más que la furiosa manera de proceder y regir sus casas con palabras feas e ignominiosas. Por lo qual a cerca de muchas naciones, tuvieron a Mercurio por padre de la eloquencia, porque, como los egypcios dizen, Mercurio fue el primero que començó a hablar ordenadamente y el que dio y puso nombre a muchas cosas y el primero que inventó las letras y el primero que entre ellos enseñó el culto divino y a reverenciar a Dios, y por esto fingieron luego que era el mensagero de Dios y el príncipe de la eloquencia. Por lo qual le sacrificavan lenguas hendidas y hechas pedaços, por tenerle propicio en

165 La imagen de Mercurio, mensajero de los dioses y patrón de la elocuencia, aparece aquí como símbolo de la concordia matrimonial, que nace precisamente de esa virtud. La presencia de este dios en los programas decorativos de la Fiesta fue muy frecuente, asociado sobre todo a las entradas reales, pues su papel de mensajero de los dioses le hacía muy apropiado para acompañar en su llegada al nuevo personaje. En esta representación el dios aparece con su particular atributo, el caduceo, que aquí adopta su tradicional significación de armonización de contrarios a través del cetro que se interpone entre las serpientes, en este caso referido al matrimonio. Sirve de fuente de inspiración una moneda imperial de Cayo Mamilio, en la que Mercurio aparece con celada y caduceo, si bien aquí se ha incorporado un nuevo elemento, la vihuela, que el dios porta en la otra mano en señal de concordia. La fuente gráfica y emblemática más próxima a la representación se encuentra en Piero Valeriano, Hier. XV: Caduceus, objeto al que se atribuye la simbología de concordia, pax y eloquentia, y XXXIII: Lingua, además de otros pasajes. La vihuela viene a ser una transposición de la lira, considerada en la Antigüedad como invención de Mercurio y relacionada con la idea de Concordia a partir del pensamiento pitagórico, para el que la música era reflejo de la armonía superior. La emblemática empleó profusamente esta identificación en un contexto político. Ya Valeriano propone la lira como símbolo de la concordia (Hier. XLVII), retomando lo expresado por Horapollo (Hier. II, X 3, 3), para quien la lira era símbolo de unidad. También parece inspirarse López de Hoyos en Cornuto, De nat. deor., s.v.: de Mercurio y Juliano Aurelio, De cogn. deor. I 5. 166 Cf. P. Valer., Hier. XV: Caduceus: Caducei species tota prorsus Aegyptiaca est, quam Mercurio preacipue ueteres consecrarunt, draconibus duos, mare scilicet et foemina, parte media uoluminis sui inuicem in nodum...

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Sacrificio de lengua. la volubilidad y ligereza de la lengua167. Nota: la influencia de los planetas. 79v

Esto nació de que la estrella del planeta Mercurio tiene particular influencia en la lengua (como todos los astrólogos y mathemáticos dizen)168, de la manera que influye el planeta Saturno en el baço, que es assiento de la melancholía, y Iúppiter en el hígado, y el planeta Marte en la sangre y cólera, y en el cerebro y coraçón el Sol, y el planeta Venus en las renes y la Luna en el estómago169. Assí que le pusimos por la concordia, que resulta de la blandura y honestidad de las palabras, como lo dize el sabio, la palabra blanda aplaca y quiebra la ira; por esta significación le pusimos este título por lo alto:

CONCORDIAE CONIVGII A la concordia del matrimonio. Fue reverso de una moneda de Cayo Mamilio, en el haz de la

qual pintó a Mercurio con su celada y caduçeo, para denotar la concordia170. A los pies tenía esta letra:

Interpres diuum thalamis uenit ecce caduceum Laeuagerit cuius, dextera sed citharam. Declaración: Veis aquí a Mercurio, viene también a regozijar y alegrar las bodas con su

ceptro y delicada vihuela. 80r Qué quiere decir cornucopia.

La que a ésta correspondía en el nicho de la mano izquierda del arco pusimos a la próspera Fortuna muy roçagante, de singular esbelteza, para hablar con término de architectos, la qual tenía en la mano derecha un timón, o governalle de la nao, y en la izquierda un cornucopia, del qual, porque tenemos de hazer muchas vezes mención, será bien declarar aquí por qué se llamó cornucopia, para que no nos occupe su declaración a cada passo171. Muchos autores cuentan y hazen

167 Cf. P. Valer., Hier. XXXIII: Lingua: Aiunt uero Aegyptii, Mercurium omnium uerba in ordinem redegisse multisque rebus indidisse nomina: litteras eius inuentum fuisse, deorumque cultum instituisse, quae sine magna ui eloquentiae mortalium mentibus insinuare minime potuerint. Apud alias quoque gentes in honorem Mercurii, qui deorum praeco fingiur, lingua in sacris dissecta praeconi tradebatur. 168 Felipe II tuvo una importante colección de libros de astronomía y varios consejeros de astrología de quienes extraía información sobre cualquier fenómeno inusual, pero nunca quiso prestarles excesiva atención hasta el punto de menoscabar su libertad humana, por no ser una actitud cristiana. 169 Cf. P. Valer., Hier. XXXIII: Lingua: Lingua porro Mercurio sacra, quam ob eo regi sidere mathematici tradunt, uelut splenem a Saturno, hepar a Ioue, a Marte sanguinem, cerebrum et cor a Sole, a Venere renes et genituram, stomachum a Luna. 170 Cf. P. Valer., Hier. LVII: Arundo, mensura: In nummo argenteo C. Mamilii ab una facie Mercurium cum pileo et caduceo, ab altera Mamilius ipse cum arundine et cane a pedibus illi ablatrat. 171 La representación de la Fortuna gozaba de tradición figurativa en relación con lo efímero, habiendo sido ya representada en algunas de las fiestas celebradas en honor de Carlos V. Aparece aquí en una interesante

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Fábula que fingieron el cornucopia. 80v

mención deste cornucopia, y fue pronóstico de felicidad y grande abundancia, diziendo que Hércules peleando con Acheloo, rey de Etholia, el qual quiso matar a Hércules, en figura de toro, y el Hércules (dizen) que le arrancó peleando un cuerno y que, llegando las nymphas de los ríos y fuentes, llamadas con este vocablo griego náyades, y tomando el cuerno con las manos, le hinchieron de flores y todos los géneros de frutas y le consagraron al rey Acheloo. Por lo qual se dize que la copia de las cosas, que deste cuerno salían, era muy rica y abundante de grandes dondes y aventajados bienes.

Su declaración. 81r

Lo que yo entiendo desta fictión es que Hércules a este rey le quitó una gran parte de tierra, la qual regada con las aguas de las fuentes y braço del río Acheloo, que tomó el nombre de su rey, fue aquella tierra tan fértil, regada y cultivada por la industria de Hércules que huvo lugar la fábula de dezir que la ninfas náyades, por las quales se entienden las aguas, avían tomado el cuerno de Acheloo y hermoseádole con los géneros de frutas que avemos dicho, por la gran fertilidad que con sus aguas en aquella parte de tierra se produzía. Y que Acheloo signifique el agua lo vemos claramente en Virgilio, al principio de las Geórgicas diziendo172:

Poculaque inuentis Acheloia miscuit uuis173.

mezcla entre lo pagano y lo cristiano, pues su presencia ha sido cristianizada, convirtiendo a la Fortuna pagana en Providencia divina. En función de ello su presencia adquiere connotaciones positivas, funcionando como protectora de la riqueza, duración y concordia del matrimonio real. No hay que olvidar, a este respecto, que la Fortuna fue desde el Helenismo la deidad distribuidora de fecundidad y riqueza, significado con el que aquí aparece relacionada. Desde el punto de vista iconográfico aparece acompañada del atributo principal con el que se la asoció desde la Antigüedad, perviviendo en el Medievo. Se trata del timón, signo de volubilidad, que la Fortuna sujeta en este caso con una mano y mantiene alejado de la bola sobre la que se sustenta, entendida generalmente como signo de inestabilidad e interpretada aquí como dominio del mundo, siguiendo la tradición iconográfica renacentista. La representación se inspira en monedas romanas de los emperadores Nerva, Septimio Geta, Domiciano y Antonio Pío, añadidas a estas dos últimas las imágenes de las cornejas, de clara inspiración jeroglífica, en alusión a las cualidades del matrimonio. En este sentido, Horapollo (Hier. I, VI 1) y Valeriano (Hier. XX) representaron el matrimonio a través de dos cornejas, en señal de su longevidad y mutua lealtad. Esta fidelidad marital es tomada por Valeriano como imagen de Concordia, idea expresada gráficamente por Alciato (Emb. XXXVIII) mediante dos cornejas separadas por un cetro encima de un sarcófago. Asociadas desde el punto de vista figurativo a esta misma idea fueron también empleadas en algunas medallas de la Antigüedad (Emperatriz Faustina, cf. López de Hoyos) y del Renacimiento (Lorenzo el Magnífico), así como en pinturas del siglo XVI (pinturas de Claiesens y grabados de Wierix). La corneja es también considerada por Horapollo como símbolo de longevidad (Hier. II, VII, 5), idea que recoge Valeriano (Hier. XX), quien menciona a la corneja como jeroglífico de una larga vida. La asociación iconográfica entre la cornucopia y la imagen de la Fortuna fue frecuentemente representada. Correggio, por ejemplo, empleó el cuerno de la abundancia como representación de la Fortuna en las pinturas del Monasterio de San Pablo en Parma, relación que aparece también desde el punto de vista de la emblemática en Alciato, (Emb. CXVIII), esta vez enrollada al caduceo de Mercurio. 172 Virg., Georg. I 9. Véase la nota 174. 173 Según la fe de erratas en el texto aparece vius por uuis, pero está correctamente escrito.

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Los ambiciosos griegos se atribuyeron todas las invenciones de las cosas. Cómo sea verdad, que antes de Baccho, Noé fue el primero que plantó viñas. 81v Otra declaración del cornucopia.

Declara que Baccho enseñó a plantar las viñas y hazer vino y mezclar el agua con el vino, porque, en effecto, los antiguos griegos llamaron a qualquier agua Acheloon, porque fue este río Acheloo el primero que, después del diluvio, se vio correr, y, para abreviar, el poeta Aristhópanes, antiguo cómico, en la comedia que llamó Cothalo, lo usó desta manera; y más claro lo verá el curioso lector en Macrobio, en el quinto libro de los Saturnales, en el capítulo 18174, y, por acabar esto del cornucopia, dixeron también las fábulas de los poetas, como lo trae Celio Rodiginio, en el libro 30, en el capítulo primero175, y Paléphato176, tratando de cómo se han de creer las fábulas de los poetas, dize que el cornucopia que atribuyeron a la nympha <A>malthea177, que crió a Júppiter, con el qual, tomándole la mano, alcançava el hombre todo quanto desseava sin ningún trabajo. Éste, dezían, que traía consigo Hércules, con el qual andava rico y tenía quanto desseava.

La verdad sobre qué los poetas fabularon del cornucopia.

La verdad de la fábula es ésta, que Hércules178, yendo a ver a Iolao, su nieto, passando por Beocia, se detuvo en un lugar llamado Tespio, a donde fue hospedado desta muger hermosa y honesta, llamada <A>malthea, y deteniéndose algunos días, su nieto sintiólo mucho y, embiándole a llamar, procuró el Hércules de recoger algún dinero de lo que ésta, su huéspeda <A>malthea, le guardava para poderle llevar a su nieto. Esta <A>malthea dióle el dinero que tenía

174 Sigue en este pasaje a Macrobio, Saturn. 5, 18, según indica el autor. De hecho, en ese contexto el propio Macrobio ha citado unos versos de Virgilio, incluido el seleccionado por López de Hoyos: in exordio Georgicorum posuit hoc uersus: Liber et alma Ceres, uestro in munere tellus / Chaoniam pingui glandem mutauit arista / poculaque inuentis Acheloia miscuit uuis. La referencia a Aristófanes está extraída del mismo lugar: ...hunc morem loquendi peruagatum fuisse, ut Acheloum pro quauis aqua dicerent. Aristophanes uetus comicus in comoedia Cocalo sic ait... 175 Celio Rodiginio (1469-1525) es el nombre adoptado por el humanista Ludovico Ricchieri. Nacido en Rovigo, se dedicó a la dodencia en diversas ciudades italianas: Bolonia, Padua, Rovigo o Ferrara. Su obra más conocida es la que aquí maneja López de Hoyos: Antiquarum lectionum libri XXX, con comentarios múltiples sobre temas y aspectos diversos de la Antigüedad Clásica. A pesar de no ser bien considerada por algunos círculos humanísticos, especialmente por los erasmistas, disfrutó de gran popularidad y fue editada en 1516 en Venecia por Manuzio y en 1517 en Basilea por Froben, así como en diversas ocasiones posteriores. Rodiginio publicó, además, comentarios a autores clásicos como Ovidio, Virgilio, Horacio y Valerio Flaco, o a textos bíblicos, como el Eclesiastés. La explicación a la que se refiere López de Hoyos en este punto se encuentra, efectivamente, en el libro XXX 1, donde se hace mención de la lectura del argumento en cuestión en obras antiguas: lego in ueteribus memoriis... 176 Bajo este nombre se mencionan diversos autores en el léxico medieval de la Suda. El citado aquí responde, en realidad, a una compilación bizantina Sobre historias increíbles, atribuida por la mayoría de los manuscritos al que fuera un famoso escritor ateniense del siglo IV a.C. llamado así. No obstante, según diversos autores, Paléfato puede ser también el pseudónimo del compilador de época bizantina, del siglo IV d.C. La obra aporta una serie de relatos míticos con una interpretación racionalista. López de Hoyos maneja muy probablemente la versión latina: Palaephati de non credendis historiis libellus utilissimus. Dicha obra, como se apuntó en la Introducción, fue varias veces editada junto a la de Cornuto y otros autores de temas mitológicos. 177 En el texto aparece escrito Malthea y se corrige en la fe de erratas por Amalthea. Sin embargo, siempre aparece escrito Malthea sin que vuelva a recogerse en la mencionada fe de erratas. 178 La historia de Hércules y el cuerno de Amaltea está tomada de Paléfato, hasta el punto de que imita también la expresión “la verdad es ésta”, que introduce el texto original para dar la explicación sobre el mito.

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82r

guardado en un cuerno como <en> alcanzía, del qual sacando el Hércules comprava todo quanto desseava y quería, y por esta causa tuvo lugar la fábula de dezir que, sin ningún trabajo, este cornucopia dava a Hércules todo quanto se podía dessear en la tierra.

Nota de las cornejas. 82v

Sobre las fructas y flores que deste cornucopia parescía derramar, pusimos dos aves que llaman cornejas, las quales significan la prosperidad, perpetuidad del felice y dichoso matrimonio, como paresce en Celio Rodiginio en el libro veinte y nueve179, en el capítulo diez y ocho. Assí lo tuvieron los egypcios y por dos cornejas entendieron las bodas, porque dizen los naturales que estas aves son de muy larga vida y que viven quatrocientos años y otros dizen más y otros menos, conforme a la cuenta y costumbre de contar los años en cada región, aunque es verdad que Aristóteles en los libros De animalibus180

affirma que ningún animal vive más que el hombre, sacando el elephante; junto con esto dize que estas aves tienen gran lealtad, el macho con la hembra, de tal manera que, aunque muera el uno, nunca busca el otro compañía y guardan entre sí tan gran concordia que jamás andan apartados, y considerando esto los egypcios tuvieron por singular pronóstico de buena concordia del matrimonio estas dos aves. Y ansí los romanos, imitando la concordia y conformidad destas aves, las tomaron por empressas y las pusieron en los reversos de sus monedas, como paresce el reverso en la moneda de la emperatriz Faustina, con esta letra:

83r CONCORDIA181 Nota contra la opinión de los que piensan que la fortuna tiene mando. 83v

El timón que la Fortuna tenía en la mano derecha estava bien apartado de un globo sobre que la Fortuna tenía los pies, para dar a entender que ninguna potestad ni govierno tiene, como el vulgo piensa, en las cosas de la política de este mundo, ni que, como la gente de poca consideración piensa, la fortuna haze ni deshaze, ni levanta a unos ni derriba a otros, más de que todo se rige y govierna por el mando y govierno de aquel que dándoles ser, las conserva y guía por el orden y camino, que conforme a su divina Providencia es servido, y porque esto se vea claro, aun entre gentiles (dexando aparte lo que las divinas letras nos enseñan ser artículo de fe) huvo philósophos que condenassen la falsa opinión de los que piensan que la fortuna tiene jurisdictión y

ñ í l i d l d J l di i l t 179 Cf. C. Rodig., Antiquar., XXIX 18: Et in nuptiis Graeci cornicem εκκορι, κορι dicebant, etiam si nescentes. Quum et cornices duae nuptias itidem innuunt hieroglyphice. Véase nota 171. 180 Tomado del libro De generatione animalium 777b (cf. también Historia animalium 596a, 630b, y Eliano IV 31 y Plinio, Nat. hist. VIII 10). La referencia de Aristóteles y el conjunto de explicaciones sobre las cornejas, su simbología y su larga vida están tomados de P. Valer., Hier. XX: Cornix. 181 Cf. P. Valer., ibid.: saepe uidimus in Faustinae Augustae nummis, cum inscriptione: CONCORDIA. En el texto de López de Hoyos se lee CONCOADIA por error tipográfico.

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señorío en el govierno del mundo, pues Juvenal dixo singularmente, hablando con la fortuna182:

Nullum numen habes si sit prudentia, sed nos Te facimus Fortuna deam, coeloque locamus. Ninguna deidad ni mando tienes, o Fortuna (dize este philósopho), mas

nosotros con nuestra falsa opinión te hazemos y fingimos diosa y collocamos y ponemos en el cielo.

84r Quién se deve llamar dichoso y las partes que para sello son necessarias.

De donde bien claramente se vee excluido el yerrro y opinión falsa de las gentes, que luego echan la culpa a la fortuna, como si ella tuviesse algún ser o mando; sólo devemos entender que aquel se llamara dichoso y bien afortunado que fuere diligente y tuviere aquellas tres partes que Cicerón183 y todos los philósophos dizen que hazen a los hombres dichosos, que son memoria de lo passado, inteligencia de lo presente y providencia para lo por venir; y quando el hombre huviere de su parte hecho todo lo que es en sí y no le succediere aquello que pretende, dévelo, como buen christiano, atribuir a la providencia de Dios, pues es verdad que mayor merced nos haze en quitarnos lo que nos haría daño que no en darnos (como dizen) con que nos ahoguemos. Finalmente, que llamaremos dichoso al que es diligente y aquel desdichado que es negligente y no tiene las partes que avemos dicho.

84v

Y tornando a nuestro propósito, esta forma y effigie de la Fortuna, de la manera que avemos dicho, fue reverso de una moneda del emperador Nerva, hijo de Trajano, con esta letra184:

FORT. RED. S. C. Fortunae reduci sacrum constitutum. Lo mismo se vee en otro reverso de otra moneda de Septimio

Geta, con esta letra: FOR. RED. Que quiere dezir: a la fortuna próspera y felice.

182 Cf. Juven., Sat. X 365-6. Citado con una variante sobre el texto: Nullum numen habes, si sit prudentia; nos te / nos facimus, Fortuna, deam caeloque locamus. 183 En realidad lo que Cicerón define son las tres partes de que consta la virtud de la prudencia (Inuent. II 160): Prudentia est rerum bonarum et malarum neutrarumque scientia. Partes eius: memoria, intelligentia... 184 La información de las monedas de los emperadores romanos que se citan a continuación pueden verse en Piero Valeriano, precisamente en el libro dedicado al timón: Hier. XLV: Temo, en el capítulo Inconstantia, que sigue al de Fortuna.

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85r

También en la moneda de Domiciano y de Antonino Pío se vee y halla esta figura, de la manera que avemos dicho, sin las dos aves cornejas, que le añadimos desseando y suplicando a nuestro Señor guarde y conserve por muchos años con la paz y la concordia, que por esta hieroglíphica avemos dicho que se significa. El título que le pusimos fue:

FORTVNAE REDVCI A la felice y más próspera fortuna Con esta letra: Ecce uenit properans pleno laetissima cornu Copia, quam sequitur dulcis et alma quies. Declaración: Veis, aquí viene la próspera y felice Fortuna, con el cornucopia y concordia

conyugal, a la qual acompaña la dulce <y agradable quietud y holgança>. 85v 3. Hieroglífica185. Nota: Eolo y por qué le llaman rey de los vientos. 1. Aeneida.

En el quadro que junto al Mercurio venía se puso la próspera navegación de Su Magestad, pintada en esta manera186: una armada con grande número de naos y en la capitana las armas reales de Su Magestad. Por lo alto venía el rey Eolo con los vientos prósperos a la navegación de Su Magestad, que los marineros llaman gregales. A este rey Eolo fingieron los poetas ser dios de los vientos y que los tenía encerrados en una cueva, como dize Virgilio187. La razón que para esta fictión tuvieron fue que, reinando en las ínsulas Eolias, llamadas assí deste mismo Eolo, junto a Sicilia en una ínsula del mar Tyrreno, llamada Strangile188, que en vulgar dizen Estrómboli, ordinariamente

185 4 por 3 en el texto. Es una de las escasas veces en que esta palabra aparece escrita con f y no ph y sin presencia de y, corectamente situada o no. 186 En la representación de la navegación de la Reina hasta España y su desembarco en Santander, se funden Historia y Mitología en una obra de carácter alegórico que lleva implícito el pronóstico y la esperanza de dominio imperial sobre los mares bajo el mando de la monarquía española. La representación de la nave que navega con vientos favorables otorga a la imagen un cierto tono contrarreformista, por ser éste un recurso iconográfico de carácter político-religioso que contaba ya en estos momentos con una tradición figurativa aplicada a la representación de la Iglesia y de la República Cristiana. Como tal, este recurso fue profusamente empleado durante el reinado de Carlos V y Felipe II (LLOMPART 1970, 327-330). Por otra parte, la idea de dominio sobre los mares queda aquí reforzada por la presencia de Neptuno como rey de las aguas, según la práctica, frecuentemente empleada en el Renacimiento en la pintura de carácter conmemorativo, que consistía en incluir personajes mitológicos en composiciones históricas. Esta práctica, que llegó a formar parte del género, fue empleado, entre otras obras, en los tapices de la campaña de Túnez realizados por A. Tempesta en 1535. Concretamente, el tapiz que narra el encuentro de las dos armadas se decoró, como en este caso, con figuras de tritones y del dios Neptuno en los extremos. 187 Cf. Virg., Aen. I 52-54. 188 En realidad el nombre latino es Strongyle (cf. Plin., Nat. hist. III 94), la actual Strómboli, una de las islas

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86r Inventor de las cartas de marear, Eolo.

este Eolo, visto el humo de las chimeneas, dezía luego los vientos que avían de venir, y de más desto, por aver sido el primero que inventó las cartas de marear y enseñó la razón y orden de los vientos, como lo dize Plinio en el libro séptimo, en el capítulo cinquenta y seis189, fue tenido por rey de los vientos, viendo todos los habitadores de aquellas ínsulas que succedía todo lo que el de los vientos dezía y pronosticava.

Junto a la nao en que Su Magestad venía, estava Neptuno con su tridente, del qual avemos dicho parescía guiar todas las sirenas que sompesavan la nao y parescían ayudar con grande alegría a la navegación.

Al otro lado estava Thetis, que es una hija de Nereo, rey marino, madre que fue de Achiles, la qual tomamos en poesía por el mismo mar, como lo usó Virgilio en la quarta égloga, diziendo190:

86v Tentare Thetim ratibus Y Ovidio en los Fastos191:

Thetios unda uagis lunaribus aestuat oris Éstas hazían grandes alegrías junto al puerto de Santander, donde

Su Magestad desembarcó, y a esta causa le pusimos esta letra: Neptuno et Thetidi meritas nunc reddite grates Sulcauit pelagus nauibus Anna suis. Vela secunda mari dedit et foeliciter undas Remigibus secuit prospera laeta nimis. Declaración: Agradesced mucho a Neptuno y a Thetis (¡o españoles!), pues la reina

doña Anna de Austria, navegando con su real armada, felicíssimamente dio a la vela, navegando próspera, alegre y dichosamente.

87r 4. Hieroglífica. Nota de las driadas y hamadriadas.

El quadro que a ésta correspondió fue la venida de Su Magestad a Madrid, con parte de su felice viage, illustremente pintado en esta manera: por una parte avía muchas nymphas, con sonajas en las manos; salían de unas graciosas florestas y hazían muchos actos de alegría, con las driadas, que los antiguos fingieron que presidían a las montañas y

eolias. También recibía este nombre la isla de Naxos (cf. Plin., Nat. hist. IV 67). 189 Cf. Plin., Nat. hist. VII 203: uentorum rationem Aeolus Hellenis filius. 190 Cf. Virg., Eclog. IV 32: quae temptare Thetim ratibus, quae cingere muris. 191 Hay un error en esta fuente literaria. El verso exacto no se lee en Ovidio. Un verso parecido, al que puede querer referirse López de Hoyos, pertenece a Lucano, Farsalia I 44: Thetios una uagae lunaribus aestuet horis. Cf. también Servio, Comm. ad Georg. II 479, 17, con una mención a este verso.

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bosques, y las nymphas hamadriadas, que son las que los poetas fingieron que eran guardas de cada árbol en particular192.

Éstas reverenciavan los gentiles idólatras como diosas, por particular permissión de Dios, que consentía que los demonios se les aparesciessen en árboles y en montañas y en otras differentes apparencias y assí idolatravan a cada passo. Y si el curioso lector quisiere más por estenso hallar esta materia dilatada, de la manera como los demonios aparescen unas vezes como leones y otras como perros y otras en differentes apparencias, podrálo ver en Celio Rodiginio en el 6 capítulo del libro 2193.

Nota: el effecto de la santa predicación evangélica. 88r

Esto avemos dicho de passo, porque los que no entienden la naturaleza destas cosas no se offendan ni tomen occasión de pensar que los gentiles acertavan en sus falsas fictiones, y den gracias a Dios porque les ha traído al conoscimiento de la verdad evangélica, y librado de las illusiones, phantasmas, estantiguas y visajes que los demonios solían hazer, todo lo qual ha huido delante la predicación del sagrado evangelio, como se ha parescido evidentemente en las Indias, donde antes que entrasse la Sancta Madre Iglesia, con nuestra sancta fe cathólica y predicación evangélica, hablavan los demonios en differentes apparencias con los indios y hazían veinte mil illusiones, todo lo qual ha cessado con la presencia de la Iglesia y assistencia del Santíssimo Sacramento.

Sátyros.

Salían, por otra parte, mucha gente a recebir a Su Magestad, la qual venía con gran triumpho sentada en su palafrén, con un ceptro en la mano y muchas damas en su acompañamiento; por otra parte, ivan huyendo los sátyros y caían en un río donde se ahogavan, por lo qual se da a entender que, assí como los sátyros son tenidos por deshonestos y luxoriosos, se fingen ir huyendo194.

192 La escena en que se representa la llegada de la Reina a Madrid constituye una alegoría que anuncia el triunfo de la virtud sobre el vicio. Dicha escena se desarrolla en un contexto de fábula y ensueño directamente extraído de la tradición poética y mitológica de la Antigüedad, que gozó de gran éxito en las artes plásticas renacentistas. Se recoge así la práctica iconográfica clásica, vigente también en el medievo, en que las ninfas como personajes virtuosos, relacionados también con la abundancia, acompañaban a dioses y diosas. Así también la relación de los sátiros con el pecado fue frecuente en el Renacimiento. Precisamente, su vinculación a la lujuria, de la que habla López de Hoyos, es identificada por Alciato en el emblema LXXII con la imagen de un sátiro. 193 En el lugar indicado por López de Hoyos, Celio Rodiginio explica los tipos de demonios que existen, especialmente de sexo femenino, así como sus distintas formas de aparición, al igual que las de otros seres. Sobre las ninfas señala concretamente: ex quo genere sunt celebratae poetis Naiades, Nereides necnon Dryades. Este pasaje es uno de los más claros ejemplos de la visión de la mitología desde la óptica cristiana que López de Hoyos presenta en su obra. Justifica, en cierto modo, la alusión a estas divinidades por contrarrestarlas con la verdad evangélica, que es la que permite que los cristianos se hayan librado de las ilusiones y fantasmas que, como demonios, podían provocar. 194 Cf. P. Valer., Hier. X: Capra. Sobre la etimología y significado de los sátiros: Macrobio, Saturn. I 8, 9. La iconografía de los sátiros huyendo refleja una alteración sobre la imagen habitual de estos personajes míticos que normalmente se representan persiguiendo a las ninfas. En esta ocasión, vencidos por la religión, así

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Alegoría desta pintura. 88v

Desta manera, con la felice venida de Su Magestad, se anegarán todas las deshonestidades y huirán de su real corte y de todo el reino, y triumpharán las virtudes, las quales se significan por las nymphas, que con mucho regozijo de toda esta tierra resciben a Su Magestad. Esto con el suave y dulce sonido que a la dança destas nymphas fingíamos que hazía Apolo, del qual diremos adelante, en el tercero arco; pero, por el presente, entendemos el maravilloso govierno de Su Magestad, en todos sus reinos y señoríos, el qual no es menos ordenado que la suave y concertada música.

Las Gracias y sus nombres. 89r Quál deva ser la memoria de las mercedes recebidas.

Todo lo qual alegravan las tres Gracias195, con actos de alegría, las quales fingieron los poetas ser tres hijas de Bacho y de Venus, y por los tres effectos que hazen las llamaron con vocablos griegos que significan lo que ellas son. La primera llamaron Aglaya, que quiere dezir alegría y regozijo, por lo qual se da a entender la alegría y regozijo con que se ha de hazer merced, y el buen semblante y compostura con que debemos tratar. La segunda llamavan Thalia, que quiere dezir verde, por la qual denotavan que siempre avemos de tener fresca la memoria de la merced y beneficio recebido, y en el Señor siempre ha de aver memoria del servicio que se le haze. La tercera llamaron Euphrosine, que quiere dezir contentamiento, por lo qual quisieron significar que no menos tenemos de recebir gusto en dar que en recebir.

como por la presencia de la Reina, huyen y perecen. 195 El tema de las Tres Gracias fue profusamente recreado en el Renacimiento para expresar argumentos diversos vinculados a dos corrientes filosóficas: el neoplatonismo y el aristotelismo. Pero la iconografía de las Tres Gracias revestida de cualidades morales y asociada a la expresión de la idea de liberalidad y generosidad, como aquí aparece, está vinculada al estoicismo a partir de tres autores: Crisipo, de quien procede la asociación de las Tres Gracias con tales principios; Séneca, que recogió las ideas de Crisipo; y, finalmente, Servio. Concretamente, esta representación se corresponde con la iconografía propuesta por este último a través de una composición basada en la antítesis entre dos acciones diferentes: dar y recibir, que cobran forma a través de la figura central y las laterales, respectivamente ( Comm. in Verg. Aen., I 720). Servio entendió la desnudez de las Gracias como símbolo de verdad, empleando el mismo argumento que López de Hoyos plantea en su obra, esto es: “están desnudas porque las Gracias no deben engañar”. Ésta es la imagen que gozó de mayor acogida en el Renacimiento, convirtiéndose en fórmula clásica de representación. El tema del desnudo, que adquiere un papel ambivalente en la iconografía, como señal de pobreza e impudor (Genes. III 7 y IX, Apoc. III 18 y XVI 15, Hierem. XIII 26. También Cicerón, Tusc. IV 33) o de sencillez y sinceridad (Hebr. IV 13: Omnia autem nuda et aperta sunt oculis eius), es interpretado aquí según este último planteamiento, asociado a la idea de verdad con la que los autores clásicos y la poesía renacentista relacionaron el tema. La iconografía de las Tres Gracias vinculada al concepto de liberalidad fue recogido por la emblemática con distintas variantes: Valeriano, por ejemplo (Hier. IX), representa el tema según la iconografía senequista, haciendo corresponder a las Gracias con tres acciones diferentes -dar, recibir y devolver-, en lugar de dos. Alciato (Embl. CLXII) recogió también el tema, pero más en la línea de Servio. López de Hoyos también parece inspirarse en el capítulo dedicado a las Gracias en la obra de Cornuto: Nat. deor., s.v. De Gratiis.

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Cómo pintaron las Gracias y lo que por la pintura se significa. 89v Gregor. in Home196.

En estas tres Gracias comprehendieron mucho los antiguos, porque pintaron la una, buelta el rostro a la pared, y las dos, bueltas hazia nosotros, dando a entender que, a una merced recebida, tenemos de corresponder con dos servicios. A éstas pintaron desnudas, significando que los beneficios y buenas obras han de ser con mucha sinceridad y sin ningún doblez y desnudas de pretensiones, porque el que de otra manera da, antes paresce tener affecto de avaricia que loa de liberalidad. Junto con esto las pintavan dos donzellas197, vírgenes de muy tierna edad, para denotar que perpetuamente ha de estar fresca la memoria de los beneficios recebidos y que no tenemos de rogar, ni pedir, ni supplicar cosa torpe ni fea, porque esto no se compadesce con la virginidad.

Assí que éstas con su alegría, flor y contentamiento, las fingimos y dançando en contorno de Su Magestad, con esta letra:

ANNAE AVGVS. VENI- ENTI TRIVMPHVS. En Regina uenit magno comitata triumpho En satyri fugiunt, praecipitantur aquis, En charites rident, en nymphae carmina dicunt En suauem pulsat laetus Apollo lyram. 90r Declaración: Veis aquí españoles y ciudadanos de Madrid, nuestra Reina viene

acompañada con grande triumpho, advertí cómo los sátiros huyen y se anegan en las aguas, mirad cómo se ríen las Gracias, ved cómo las nymphas regozijadamente cantan delicadas canciones, considerad quán alegre Apollo tañe su suave y agradable vihuela.

5. Quadro en que se pone un soberano triumpho de las virtudes. 90v.

En el quadro que correspondía con el triumpho de la España pusimos un triumpho de Su Magestad, el qual por ser el quadro de 23 pies de ancho y en su proporción alto, tuvo lugar de estar la pintura muy bien compartida y singularmente acabada; en ella se pintó un throno de grande magestad y en él sentada la Reina, nuestra señora, con su corona real en la cabeça, y parescía mirar a las virtudes con un gracioso semblante, las quales son las principales que en Su Magestad resplandescen.

Pudicicia, casta d

La primera era la casta vergüença y honestidad, que en latín

196 Las palabras de López de Hoyos suponen una lejana adaptación de una homilía de Gregorio Magno, fuente literaria que él aduce en la glosa marginal. Creemos que se refiere al pasaje de Homel. in Euangelio libri duo, I 15, 2: Multi namque cum uerbum contra auaritiam audiunt, eamdem auaritiam detestantur, rerum omnium contemptum laudant; sed mox tu uiderit animus quod concupiscat, obliuiscitur quod laudabat. 197 En la fe de erratas aparece dozas (con signo de abreviación sobre la o) para ser corregida por donzellas, pero es así como se lee en el texto.

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verguença, quándo reinó y en qué tiempo. 91r

llamamos Pudicicia198, que es una de las más principales virtudes, la qual dixeron los poetas que avía reinado en la edad y siglos dorados del tiempo del rey Saturno199, y de allí, poco a poco, dende el tiempo de Marco Messala y Cayo Casio, censores romanos, como lo dize Plinio en el libro 17, en el capítulo 25200, se fue perdiendo, y fue tan rara en las mugeres que dixeron que se avía subido al cielo, y pluguiera a Dios que sólo se quedara en fábula y no passara adelante.

Fue tan estimada esta virtud que Cornelio Tácito, queriendo loar a la emperatriz Agripina, lo primero que por particular virtud y singular triumpho dixo en el libro 4 fue:

IMPENETRABILIS AGRI- PINAE PVDITITIA201. La inviolable y casta honestidad de Agripina. Las mercedes que Dios haze a los castos, honestos y continentes. 91v

Estima Dios tanto esta virtud que una de las causas porque Dios nos haze, assí a los varones como a las mugeres, merced, illustra nuestro entendimiento con la doctrina de los sanctos y hinche nuestras almas de virtudes y, con piedad y misericordia, oye nuestras plegarias y oraciones, es por esta tan heroica virtud, como lo dixo el ángel de Dios a Esdrás en el capítulo 6 del 4, con estas palabras202:

VIDIT ENIM FOR- TIS DIRECTIONEM TVAM ET PRO VIDIT PVDICITIAM. QVAM A IVVENTVTE TVA HABVISTI, ET PROPTER HOC MISIT ME

198 En la iconografía romana la Castidad solía ser representada a través de una matrona que sostenía un cetro con una mano y una paloma con la otra en señal de pureza. En este caso, de nuevo el intento de concordia entre cultura clásica y cristiana ha dado lugar a una imagen revestida de carácter religioso a través de la palma. Su inspiración gráfica parte del simbolismo que le era atribuido en el mundo romano en señal de paz y victoria, así como de fuentes emblemáticas: Alciato, Embl. XXXVI en señal de fortaleza, y, sobre todo, P. Valer., Hier. L: Palma, cuyo texto sobre el valor de la palma sigue muy de cerca López de Hoyos, que realiza prácticamente una traducción del mismo y recoge las referencias literarias que aquél aporta. 199 Alusión a Ovid., Met. I 128-129: Protinus inruoit uenae peioris in aeuum / omne nefas, fugit pudor uerumque fidesque. Independientemente de la disparidad semántica de los términos, la idea de que el pudor –“pudicicia” en López de Hoyos- reinaba en la edad de oro, expresada en sólo dos versos en el poema de Ovidio, fue muy desarrollada por Cervantes en el capítulo XI de la primera parte del Quijote. 200 Cf. Plin., Nat. hist. XVII 25: M. Messalae C. Cassii censorum lustro, a quo tempore pudicitiam subuersam Piso grauis auctor prodidit. 201 Cf. Tácito, An. IV 12. Calificación dada a propósito de su actitud ante las maquinaciones de Sejano contra los hijos de Germánico, a la muerte de Druso. 202 El pasaje corresponde al texto apócrifo conocido como Libro IV de Esdrás (en la Biblia sólo aparece un libro atribuido a Esdrás y el de Nehemías, también denominado Libro II de Esdrás). El pasaje corresponde a Esdrás IV 6, 31-32. A pesar de ser considerado apócrifo, fue un libro muy valorado por algunos Padres de la Iglesia, entre ellos San Ambrosiso y algunos de sus pasajes son citados por aquéllos, incluso han sido incorporados a diversos oficios litúrgicos de la Iglesia.

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DEMONSTRARE TIBI HAEC OM NIA ET DICERE CONFIDE ET NOLI TIMERE. Declaración: 92r

Vio (dize el ángel de Dios) el fuerte y poderoso Dios tu rectitud y tiene muy bien considerada tu honestidad, la qual has guardado dende tu juventud, y por esto me a embiado a declararte todos estos misterios y sacramentos y a dezir que confíes y no temas.

Esta virtud (por la misericordia de Dios, nuestro Señor)

resplandece tanto en Su Magestad, que con mucha razón le podremos dezir las palabras del ángel al propheta, y cómo en espejo pueden todas las matronas españolas, y ansí mismo todas las demás naciones, mirarse en esta tan heroica y clara virtud de Su Magestad, y con muy buen título dezir que buelven y resuscitan aquellos siglos dorados203, en que esta virtud reinava y florescía.

92v Lo que la honestidad offrece y qué se entiende por ello. Madera de la palma. Palma, señal de triumpho y justicia.

Offrescía a Su Magestad esta tan excelsa virtud una palma, por lo qual se entiende el triumpho, valor y magestad, porque, como dize Aristóteles y nota muy bien Plutarco en el octavo Symposiacon204, la madera de la palma tiene tal naturaleza que, aunque sobre él pongamos muy gran peso, nunca se doblega hazia baxo, antes parece combarse hazia arriba y haze fuerça contra la carga, y por esta causa antiguamente la davan por señal de victoria. Era también a cerca de los egypcios señal de justicia, por la igualdad que guarda en las hojas con el fructo. Junto con esto significavan por la palma (como dize Philóstrato205) las bodas,

203 Véase nota 28. 204 Cf. Quaestiones conuiualium VIII 723-4. Como se ha indicado en la nota 198, la fuente directa para todo este pasaje dedicado a la palma es P. Valer., Hier. L. No obstante, en algún punto cambia el sentido de las palabras o añade, por ejemplo, que son los egipcios quienes interpretan la palma como señal de justicia. 205 La mención de varios autores con el nombre de Filóstrato en el léxico medieval Suda ha dificultado la identificación correcta de cada uno de ellos. Sin embargo, la investigación moderna parece haberlas establecido de forma bastante clara. En este caso se trata del denominado Filóstrato el Viejo (el segundo de los mencionados por la Suda), sofista que vivió aproximadamente entre c. 160/170 d.C. y 244/249 d.C. Llegó a Roma en tiempos de Septimio Severo, introduciéndose en el círculo de la emperatriz Julia Domna. Después de la muerte de Caracalla marchó a Atenas donde ejerció de sofista. Escribió la Vida de Apolonio de Tiana, una Biografía de Sofistas y las Imágenes. Ésta es una obra donde se describen ciertos mitos a través de diversos cuadros que el escritor ha contemplado en Nápoles. Las imágenes se basan, a su vez, en fuentes literarias. En la obra se produce una unión perfecta entre pintura y literatura. Las escenas se describen en función de la historia que se relata en el cuadro y el pathos que expresa esa historia (cf. DE CUENCA – ELVIRA (EDS.) 1993). El pasaje concreto al que se hace referencia es Imagines I 96. López de Hoyos vuelve a tomar, y prácticamente a traducir, el pasaje a través de Piero Valeriano, quien, en este caso, especifica a qué obra concreta está refiriéndose: Hier. L: Palma: Sed cur nuptiarum significatum in palma dissimulemus! qui picturam eiusque rei tam elegantem legerimus apud Philostratum, Imaginibus, qui paludibus et fluuis hoc superaddit ornamentum, palmarum quippe ueluti fornicibus ductum, pontem fluuio superniectum. Nam cum palmarum alia mas, alia foemina sit, inuicemque maritali quadam copula coniugentur, maresque attrahant ad sese foeminas (...) sed ultro ramis ab utraque uicissim contra ad osculum quodammodo exporrectis, manifesta mutui desiderii signa.

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Por las pa<l>mas, las bodas. 93r

porque entre estos árboles de las palmas ay muchas hembras y machos, y <en>tre sí tienen en su modo tanto amor que naturalmente appetecen estar juntas. Y si acaso no se veen, o el polvo de una no passa hazia la otra, o el aire, o por las raízes se comunican, están estériles y marchitas, como lo dize Dióphanes, autor griego206, tratando muchas cosas del amor que las palmas tienen entre sí, la qual, por particular esperiencia, escrive Joviano Pontano207, diziendo que, aviendo dos palmas, la una lexos de la otra, estuvieron estériles muchos años, hasta que crecieron tan altas que se pudieron ver e inclinándose algo la hembra hazia el macho, fructificó mucho.

Qué significa la palma en las divinas letras. 93v Ad Philippenses 3.

Y en las divinas letras significa la innocencia y la vida de los justos, porque assí como la palma tiene escabrosas cortezas, y por dentro el meollo tan fuerte, tan fructífero y tan substancial, de essa manera los justos por de fuera parescen al mundo toscos, bovos, çafios, rústicos y aborrescibles, pero interiormente su conversación (como dize Sant Pablo208) es en el cielo, llena de gozo y contemplación de las cosas eternas y, finalmente, como dize el doctíssimo Eucherio209, en una cosa se differencian las palmas de todos los otros árboles que los otros

206 Diófanes de Nicea es un escritor griego del siglo I a.C., al que Focio atribuye unos Mirabilia sobre temas relacionados con la agricultura. No obstante, de los fragmentos conservados ninguno parece corresponderse con el que refiere López de Hoyos. La fuente del que toma el autor esta referencia es, nuevamente, P. Valer. Hier. L: Palma: Diophanes auctor graecus Florentinum citat (...) contabescere eam maris desiderio, quod nulla dissimulatione profiteatur, modo radices uersus eum porrigens, modo uerticis in eum proclinatione..., si bien, como se observa en este texto, Diófanes se hace eco, a su vez, de las palabras de otro autor llamado Florentino. Cuestión ésta oscura, ya que no existe un autor griego o latino Florentino que cite Diófanes. Posiblemente se esconde aquí una referencia indirecta del propio Valeriano, tal vez a algún códice “florentino” que contuviera obras de paradoxógrafos griegos. De hecho, se denomina así a un grupo de fragmentos de uno de estos autores griegos, cuya autoría es incierta, que contiene este tipo de mirabilia y que bien pudiera ser la fuente última a la que se refiere el humanista italiano. Sin embargo, hoy sabemos que el citado codex Florentinus tiene una cronología posterior a Diófanes. 207 Giovanni Pontano (1429-1503). Nacido en Cerreto, en 1447 acude a la corte de Alfonso el Magnánimo en Nápoles, siendo secretario del duque de Calabria e ingresa como miembro de la Academia de Nápoles, de la que años más tarde sería presidente. Sus poemas están dedicados especialmente al amor y a la naturaleza: Amorum libri, de amore coniugali, etc., aunque también tiene epigramas funerarios y obras de tema filosófico. Sus Opera omnia fueron publicadas en Basilea en 1556. Piero Valeriano lo menciona en el mismo libro (nº L) sobre la Palma y reproduce los versos del autor relativos a dos tipos de palmas, Iouianus Pontanus, duas celebrat Palmas, marem unum Brundusii, foeminamque alteram Hydrunti, relatando la historia que López de Hoyos recoge aquí, prácticamente traduciendo algunas frases: quae diu steriles permanserit, donec scilicet paulatim succrescentes, nondum alteram altera contueri poterat: ubi uero tantum aduoluere, ut sese inuicem conspicere potuerint, longo quantumlibet multtorum stadiorum tractu dissidentes, foetificare coeperint. 208 Como se señala en la glosa marginal, la referencia es a San Pablo, Ad Philip. III 20: Nostra autem conuersatio in caelis est. 209 Así califica también Valeriano (loc. cit.) a Euquerio, en un pasaje que, una vez más, adapta López de Hoyos: sed cur non ipsa Eucherii sanctissimi doctissimique uiri uerba subtexam in hanc sententiam: “habet quiddam aliud palma quo a cunctis arborum generatim differat”. La cita corresponde a la obra de Euquerio Liber formularum spiritalis IV: De terrenis, donde, además, se recoge el texto del salmo que más abajo se cita (Psalm. XCI 13): Palma perfectio uel uictoria in psalmo: “Iustus ut palma florebit”. A pesar de que es evidente la dependencia de López de Hoyos con respecto a Piero Valeriano, por la forma de citar el texto y detenerse en él, parece que aquél pudo manejar directamente la obra de Euquerio.

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Nota de las palmas y cómo se entienden los justos. La differencia de los hijos del cielo y los hijos deste siglo.

se differencian las palmas de todos los otros árboles, que los otros árboles son en su fundamento y planta muy anchos y populosos, y mientras más van y crecen más, se van ensangostando y se van, como dizen, ahusando y disminuyendo, mas la palma, de su naturaleza, en su planta es flaca y muy delicada, pero en lo alto, mientras más va cresciendo, más cuerpo va tomando, y en lo más alto, donde tiene el fructo y los ramos, se haze más gruessa y paresce ampliarse y fortalecerse con mayor corpulencia que en todo el restante.

94r Los justos y los humildes. Dónde se recibe aliento contra las tentaciones. 94v

Desta manera los hijos deste siglo en su planta, que es en las cosas de la tierra y deste mundo, son muy anchos y populosos, tienen mucha potencia, pompa y gravedad, y en subiendo un poquito a las contemplaciones del cielo, luego se va disminuyendo y fingen mil occasiones para dezir que no pueden ayunar y que tienen flaqueza para la oración. Pero los piadosos y humildes siervos de Dios, en su fundamento y principio, que es en las cosas de la tierra, son flacos y muy ignorantes y tienen, al parescer del vulgo parlero, una tosca, rústica y desabrida conversación. Mas subiendo poco a poco a lo alto del monte de la contemplación, donde se halla el fructo del Spíritu Sancto, allí se estiende y dilata con nuevos regalos y gustos de la oración y se haze más fuerte contra las tentaciones y va fructificando y, como dizen, cada día de bien en mejor.

Y esto es lo que quixo dezir el psalmista quando dixo: Iustus ut palma florebit210. El justo siervo de Dios crecerá y florecerá como la palma. Assí que esta tan heroica virtud de la Honestidad presenta a Su Magestad la palma, dando a entender la oración y fructo de honestidad con que Su Magestad es exemplo a todo este reino.

Lo que offrecía la Charidad.

Al otro lado llegava la Charidad y le offrescía un ramo de oliva211, por lo qual se entiende la misericordia y piedad, assí se vee a cada passo en el Levítico212, a donde Dios mandava que sobre las oblaciones y sacrificios echassen azeite, por lo qual se entiende la misericordia y las limosnas y obras espirituales.

Nota. 95r

Esto es lo que en el libro de los Juezes, en el capítulo 9213, se significó quando Ioatham hablando con los de la ciudad de Sichem les

210 Psalm. XCI 13. Véase la nota anterior. 211 La iconografía de la Caridad es muy variada. Aquí está entendida como una especie de amor spiritualis, partiendo del concepto original de charitas en su acepción como el amor que Dios tiene a los hombres (Juan I 4, 16). La oliva, como atributo, recoge la tradición simbólica clásica del mundo romano, a partir de la numismática relacionada con el concepto de paz en el marco de lo político, que se une aquí con el simbolismo que el cristianismo otorga a este elemento a partir de fuentes bíblicas y evangélicas donde se atribuye al olivo un significado espiritual vinculado con la piedad y la misericordia. Cf. P. Valer., Hier. LIII: Pax: In diuinis Hebraicae uetustatis monumentis oleum condonationis, ueniae ac misericordiae signum habent. Añade este autor diversas citas del Levítico, Salomón,, etc., y de la interpretación de Hesiquio de Jerusalén: fere passim Leuitico super furem oleum pro eleemosynes accipitur ut... orationes et preces interpretantur, que sirven de referencia a López de Hoyos. 212 Cf. Lev. II 1, passim. 213 Cf. Iud. IX, 8-9.

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significó quando Ioatham, hablando con los de la ciudad de Sichem, les dixo cómo los árboles avían querido buscar rey y llegáronse a la oliva a pedirle que ella lo fuesse y ella respondió: “¿Por ventura puedo yo dexar mi naturaleza de piedad y misericordia, de la qual usan Dios y los hombres?

Nota. Comparación con que devemos siempre ser charitativos. 95v Nota.

Lo mismo dixo Salomón quando amonestando a su hijo fuesse piadoso, le dixo: Oleum de capite tuo non deficiat214. Como si dixera: perpetuamente has de ser misericordioso. Porque, assí como la oliva siempre está verde y en invierno y en verano conserva su hermosura, de essa misma manera los hombres (y principalmente los príncipes) deven en cualquier tiempo ser piadosos, hazer obras de misericordia, porque éstas son las puertas y camino del cielo. Assí lo significa Dios mandando que las puertas del templo fuessen de madera de oliva215, para significar que los caminos, por do avemos de ir al cielo, y las puertas de la bienaventurança, por do avemos de entrar, son las obras de misericordia. El ramo deste árbol no lo puede offrecer otro sino la charidad, por lo qual se entiende el amor de Dios y del próximo.

Libro 8 Aeneida.

También por este ramo de oliva significaron los antiguos philósophos la paz y la tranquillidad, la qual solían llevar en las manos los embaxadores, para significar que venían de paz y a pedir socorro y misericordia, y a esta causa dixo Virgilio216:

Paciferaeque manu ramum praetendit oliuae. 96r Mostrava Eneas, pidiendo socorro, en la mano un ramo de oliva,

prometedora y significadora de la paz. Y el poeta Statio dize217: Ramumque precantis oliuae Y el ramo de la oliva supplicadora de la paz y misericordia. Todo lo qual se vee muy claro en aquella buelta de la paloma con

el ramo de oliva al arca de Noé, por la qual quiso Dios dar a entender a Noé la tranquillidad y sossiego que avía embiado a la tierra, de la qual se avía de seguir tanta felicidad, ampliación y abundancia de las cosas, la qual nace de la paz, como avemos dicho218. Este ramo de oliva fue

214 “No faltará el aceite de tu cabeza”. Cf. Eccl. IX 8. 215 Cf. I Reg. VI 31-33. La interpretación sobre el significado de las puertas de madera de olivo no está, sin embargo, en la Sagrada Escritura. 216 Virg., Aen. VIII 116. Cf. P. Valer., Hier. LIII: Pax: Pacificum in primis oleae hieroglyphicum esse tam apud poetas quam oratores uulgatissimum est, cuiusmodi illud est Maronianum: “Paciferaeque manu ramum praetendit oliuae”. 217 Sigue textualmente a Piero Valeriano (loc. cit.): de qua Statius non alia causa dixit: Ramumque precantis oliuae. Sin embargo, tal final no se lee así en Estacio, sino que aparece algo similar en Theb. VIII 89: Ramumque tenet morientis oliuae. Cf. también, Ovid., Met VII 498: ingreditur ramumque tenens popularis oliuae. 218Nuevamente se basa en P. Valeriano, tanto para la mención de Noé como para las de las monedas de

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reverso de monedas de muchos emperadores y particularmente del emperador Adriano, al qual offrece un hombre hincado de rodillas un ramo de oliva y él tomándole en la mano. Le pusieron esta letra:

96v RESTITVTORI HISPAN219. Al restaurador de España. El qual cierto viene muy a cuenta de la venida de Su Magestad,

pues por la misericordia de Dios, con su felice venida, la restaura y buelve a su lustre y magestad, con la pacificación que nuestro Señor en su tiempo a España ha embiado. No es menos a propósito lo que parece en otra moneda de Philippo Máximo con un ramo de oliva, que tiene en su contorno esta letra:

PAX AETERNA Sosiego, paz y tranquilidad eterna 97r A esta tan heroica virtud acompañavan la Justicia y la Fe, las

quales por la misericordia de Dios están tan en la cumbre y florecen en estos tan excelsos príncipes y monarchas de la Christiandad, por cuya rectitud, valor y fuerça, nuestro Señor conserva estos reinos, como prendas que tanto illustran las singulares dotes de ánimo de Su Magestad.

Nota de la diadema.

Éstas le presentavan una corona, como a quien también le pertenesce; llamávanla los antiguos egypcios diadema220, que, como Valerio Piero dize en el libro 41221 era como una venda que

Adriano y Maximiano que sigue después. Cf. P. Valer., Hier. LIII: Pax: Diluuium enim cessante ab Noë columba emissa, quae praepeti uolatu regionis aliquantulum circumlata, paulo post oliuae surculum habens in arcam reuersa est: eoque argumento laetatus Noës, sensit tempestatum diluuii iam tranquillatam, terramque ipsam pacatam (...). 219 Cf. P. Valer., Hier. LIII: Pax: Nam in Hadriani nummo quodam simulacrum habetur flexo genu, quod dexteram ipsi Hadriano stanti porrigit, laeua oleae ramum humero demissum tenet; inscriptio, RESTITVTORI HISPANIAE (...) Quamuis uero uidisse iuuet in Maximiani nummo simulacrum quod oleam praetendit, cum inscriptione, PAX AVGVSTI; illud tamen mihi magis arridet quod in numismate Philippi patris sigillum illud est oliuae ramum tollens, cum inscriptione PAX AETERNA. (Véase nota anterior). 220 El tratadista italiano H. Balbi, en un opúsculo escrito en honor de Carlos V con ocasión de su coronación bolognesa (...ad Carolum V. Impe. De Coronatione Bonomiae, J.B. Pahelus, 1530), se ocupaba del estudio histórico y simbólico de los signos imperiales. Incluía entre ellos la corona, a la que hacía corresponder con la diadema de los reyes egipcios, confiriéndole así un significado religioso, aspecto que también recoge Piero Valeriano (Hier. XLI) y, a través de él, López de Hoyos, cuyos ejemplos y referencias literarias extrae de aquí. Balbi incorporaba a su explicación la enumeración de flores que servían para la confección de guirnaldas hecha por Teofrasto (en este autor griego se presenta una somera clasificación atendiendo básicamente a si las flores tienen o no fragancia, aunque ofrece otros comentarios diversos, especialmente en cuanto a las épocas de floración, cf. Historia plantarum VI 6 y 8). Balbi, a partir de las consideraciones de Teofrasto, relaciona la confección de estas guirnaldas con la idea de victoria. A través de la corona de flores se unen la simbología de la realeza con la idea de abundancia y felicidad, como medio de alusión a la fecundidad de la Reina y sus consecuencias en el contexto político. 221 Este libro está dedicado a la simbología del anillo: Anulus y dentro de él, el capítulo: de diademate, es el que sirve de base a este comentario de López de Hoyos, quien sigue casi al pie de la letra a Piero Valeriano en

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97v

principalmente se ponían por la frente, aunque acerca de Ammiano parece no importar mucho traella en la cabeça o en otra parte, para significar el rey, y a esta causa dize este autor que los embidiosos y detractores dezían mal de Pompeyo, porque en la pierna traía una venda blanca, la qual se avía puesto por causa de una llaga que en la pierna tenía. Éstos echándolo a mala parte dezían, que lo hazía por ser amigo de novedades y que por aquello dava a entender querer ser rey, y él respondió que aquella venda, no trayéndola en la cabeça, no era señal de rey; insistiendo los detractores, <dezían> que poco importava traella en esta o aquella parte, pues claramente se entendía que era señal y corona real.

98r

Desta diadema haze también mención Plutarcho en el libro que compuso de las virtudes de Alexandro222, diziendo cómo Tygrano, rey que fue de Armenia, con grandíssima ignominia y menosprecio, arrojó de la cabeça, delante de Pompeyo, esta venda, que por la frente traía atada, la qual era blanca, aunque Darío, rey potentíssimo de los persas, la traía blanca y azul.

Qué se entiende por las flores.

Esta diadema y corona real presentavan estas dos virtudes a Su Magestad muy rodeada de flores, rolas y otras muchas yervas odoríferas, por las quales los antiguos denotavan la prosperidad, felicidad y abundancia, pues se vee claramente que, quando ay mucha flor y tiene mucha clemencia el verano, es víspera y pronóstico de abundancia de fructo y prosperidad de todas miesses, y fertilidad de las otras plantas223. Dando, pues, esto a entender, la felicidad, quietud, sossiego y ampliación de la República Christiana, con estos tan felices y sanctos casamientos.

La prudencia presenta un ceptro y lo que por ll d t d

En correspondencia destas virtudes que davan la corona y diadema real a Su Magestad, estava la Prudencia224, que es la que

algunos pasajes y cita a través de él la referencia literaria de Ammiano Marcelino, al igual que la de Plutarco líneas después, sin manejar de forma directa ninguna (véase nota siguiente). El episodio de Pompeyo es casi una traducción de Piero Valeriano, quien, a su vez, adapta el texto de Ammiano Marcelino, Hist. XVII 11, 4. Esta anécdota de la envidia de los detractores de Pompeyo está relatada en C. Rodiginio, Antiquar. XXIV 6, fuente que seguramente López de Hoyos manejó también. 222 La anécdota de Pompeyo puede verse en Plutarco, De Alexandri Magni fortuna aut uirtute 336E y en Vita Pompei XXXIII 637A. Sin embargo esta anécdota está también extraída del mismo pasaje de Piero Valeriano, citado en la nota anterior (Hier. XLI: Anulus, cap. de diademate: Libro de Alexandri uirtute Plutarchus ait, Tigranem Armenium candidam fasciam, quod insigne regni est, ad Pompeii pedes abiecisse, regnumque foedissime depositum in praedam concesisse (...) Et cidarin Regis Persarum insigne, quod Darius capite gestabat, caerulea fascia albo distincta circumibat. Como puede observarse la mención, un tanto equívoca para este contexto, del rey Darío, dada la cronología tan diferente entre éste (probablemente Darío III, 336-330 a.C., derrotado por Alejandro Magno, mejor que Darío I) y Tigranes II de Armenia (derrotado por Cneo Pompeyo en el 62 a.C. y muerto en el 36 a.C.), se debe al seguimiento que hace de Piero Valeriano. 223 Cf. P. Valer., Hier. LI: Amygdala: ...nulli dubium erit quin flos sit futuri boni... 224 La relación de la Prudencia con la memoria, la inteligencia y la providencia, en correspondencia con el pasado, el presente y el futuro, procede de Cicerón, Inuent. II 53 (Véase nota 183), y de la posterior recuperación de sus principios por parte de la escolástica. Esta relación fue traducida al plano iconográfico a

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ello se da a entender. 98v

conserva y perpetúa la felicidad, pues como diximos tractando de la Fortuna, el que es prudente, es felice y dicho, porque tiene memoria de lo passado, intelligencia de lo presente y providencia para lo por venir.

Lo que nace de la prudencia.

Todo lo qual significa el dar el ceptro, porque al fin la consideración, como digo, haze a los señores y reyes vivir en paz, conservar sus reinos, amplificar sus estados y señoríos. Por el contrario (como dize Esayas), el que no considera y mira lo por venir y procura tener en todo acuerdo y consejo, éste tal perderse ha, sus tierras assoladas, sus reinos arruinados, su triumpho y authoridad perdida. Y porque esta tan excelsa virtud, tan perfectamente, por la misericordia de Dios, se halla en Su Magestad, que demás de lo que Su Magestad tiene por naturaleza, bastara por sí a hazerla reinar, le presentava el ceptro real.

99r Y porque de todo este largo discurso se vee claramente el triumpho de las raras y subidas dotes de ánimo, con que nuestro Señor ha illustrado y adornado a una tan excelsa señora, como ha sido servido de embiarnos por reina, para comprehender la mucha copia de sus virtudes (como vemos y experimentamos cada día en Su Magestad) pusimos por lo alto del quadro este verso:

Seneca in Octavia225 Omnes in unan contulit laudes Deus En esta Sereníssima Reina infundió Dios todas las virtudes. En el remanente del quadro, por la parte inferior que

correspondía a la dedicación del arco, por la delantera pusimos esta letra:

99v Reginae ecce nouae uirtutes dona ministrant. Prima gerit palmam casta pudicitia. At charitas donat ramum florentis oliuae. Iustitia atque fides dant diadema simul. Dant diadema simul roseis insigne coronis. Sed prudentia fert aurea sceptra manu. Ergo certatim concurritur ut noua nupta

través de la representación de la Prudencia como una figura de tres cabezas. Sin embargo, y a pesar del reconocimiento a la formulación ciceroniana, en este caso la intención de personificar esta virtud en la figura de la Reina determinó la elección de otra versión iconográfica. Aunque López de Hoyos alude con exclusividad al cetro como atributo en cuanto símbolo por antonomasia de la realeza, es posible que la representación se acompañase de los atributos con los que tradicionalmente se representaba la Prudencia: la serpiente y el espejo, tal y como recoge el propio Ripa (Icon., s. v. Prudencia), facilitando así la identificación de la imagen. En este pasaje la referencia (implícita) a Cicerón es más correcta, pues, como ya vimos en la citada nota 183, lo que define Cicerón son las partes de la prudencia, no de la felicidad. La formulación está utilizada, no obstante, a partir de Santo Tomás, Summa. Sec.sec., q. 481: Tullius enim, in Rhet. (c. 53) ponit tres partes prudentiae: scilicet memoriam, intelligentiam et prudentiam. 225 Séneca, Octauia 51, dicho por boca de Nerón.

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Spectetur, qua non pulchrior ulla fuit226. Cuya significación, por aver declarado arriba en particular las

virtudes que son y lo que a Su Magestad offrecen, no ay para qué cansar al discreto lector.

100r

Todo este reverso fue de singular pintura de claro y escuro, guardada la misma proporción, quadros, repartimientos y ornatos, con toda razón de architectura; las figuras de Pan, Mercurio, Ceres y Fortuna, de un color de bronze, maravillosamente imitado; el remate que arriba tuvo fue un escudo de las armas de la Magestad de la Reina, nuestra señora, de todo relievo, con sus follames y ornato, los quales tenían a sus trechos; en correspondencia de la delantera, las armas desta Villa muy bien adornadas, con sus tarjetas y follames dorados.

Las varandas que diximos, con sus balahustres adornavan todo el cuerpo del arco, con lo qual se rematava esta tan rara y sumptuosa fábrica y claríssimo triumpho.

100v

Acabóse con mucha felicidad y contento, con ser de tanta obra, y tan exquisita y sobervia architectura, por particular assistencia y singular industria de don Pedro de Ribera y Vargas, regidor desta Villa, a quien como persona tal se cometió por decreto de todo el Ayuntamiento. Fue su coadjutor en la misma comissión Nicolás Xuárez, fiel executor, que es officio que corresponde a la dignidad y officio de los ediles curules del pueblo romano. Las varandas deste arco estuvieron muy bien pobladas de música de menestriles y trompetas, que resonavan con una muy agradable harmonía, porque assí en esto, como en todo lo demás, uvo227 muy gran cuidado y prevención el Corregidor.

En los pedestales pusimos estas cifras a imitación de los romanos:

D. A. R. V. I. V R. S. P. Q. M. D. D. D. 101r Dominae Annae Reginae uenienti in Vrbem Senatus Populusque

Mantuanus donum dignum dicauit228. En otro particular ornato y lustre antiguo:

226 “Las virtudes ofrecen aquí regalos a la nueva Reina: en primer lugar, el casto pudor le lleva una palma; la caridad le regala una rama de olivo; la justicia y la fe entregan a la vez una diadema adornada de coronas de rosas. la prudencia le lleva en su mano un cetro dorado. Así pues, todos rivalizan para que la recién casada se admire al comprobar que nunca hubo mujer más bella.” 227 Frente a la tipografía utilizada habitualmente de v inicial y u interior, aquí está escrito: uvo. 228 “A la reina doña Ana, a su llegada a la Ciudad, el Senado y el Pueblo Mantuano le dedicó este digno regalo.”

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AV. A. R. HI. S. P. Q. M. M. D. E. Augustae Annae Reginae Hispaniarum, Senatus Populusque Mantuanus,

monimentum dignum erexit229. En el tercero:

TVR. R. E. HAE. PERF. R.F.F.F. 101v Turcarum regnum et haereticorum perfidia ruent, ferro, flamma, fame230. El quarto pedestal por lo baxo:

B. M. R. A. AVG. PHI. VC. S. P. Q. M. P. S. H. F. C. Benemerenti Reginae Annae Augustae, Philippi uxori, Senatus Populusque

Mantuanus propriis sumptibus hoc faciundum curauit231. 102r Palio.

A la entrada deste arco, con toda la música dicha, el Ayuntamiento y Senado de Madrid, después de aver Su Magestad con mucho contentamiento estendido los ojos por esta tan maravillosa fábrica, la recibió con un muy sumptuoso y real palio de tela de oro frisada232, brocado de tres altos, riquíssimo, en el qual entraron quarenta y quatro varas; tuvo dos pares de goteras con su flocadura rica de graciosas labores, franjones de oro y plata, con los pendientes de sumptuoso y supremo valor. Fue este comissión de don Pedro de Vozmediano, regidor. Éste estava puesto en veinte y quatro varas doradas, las quales tenían veinte y quatro regidores, porque aunque es más su número, no se hallaron todos aquí.

Orden y processo en el acompañamiento de Su Magestad.

Entrando Su Magestad debaxo del palio, començó toda la gente a caminar por este orden: delante todos precedían las trompetas y atabales de Su Magestad y con ellos los de la Villa, los quales ivan

229 “A la augusta Ana, reina de España, el Senado y el Pueblo Mantuano le erigiσ este digno monumento.” 230 “Destruyen la perfidia de los reinos turcos y herιticos con la espada, el fuego y el hambre.” 231 “A la benemérita reina Ana, augusta, esposa de Felipe, el Senado y el pueblo Mantuano se cuidó de que se hiciese esto, costeando los gastos.” 232 El empleo del palio como elemento configurador de la imagen simbólica de la realeza en los actos ceremoniales fue transferido desde el uso dado a este objeto en las celebraciones religiosas, en las que albergaba la imagen del Santísimo Sacramento. Este objeto aparece en el siglo XVI asociado con el Papa, los patriarcas y los arzobispos. A partir del siglo XV su empleo se extendió al ámbito político y se generalizó en las ceremonias tardomedievales de entrada en la ciudad, asociado con exclusividad a la figura regia. Intentaba así ser un reflejo simbólico de la nueva concepción política de la Monarquía Sagrada. En España el empleo del palio como objeto ceremonial de recibimientos regios apareció por primera vez en la entrada que el rey Alfonso XI realizó en 1327 en la ciudad de Sevilla. (WILENTZ (ED.) 1985.

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alegrando todo el pueblo con su maravillosa harmonía. 102v A éstos seguía grande concurso y copia de cavalleros, tras ellos

los señores de título españoles y estrangeros. A éstos seguían quatro maceros con sus maças de oro, con las armas reales de todo relievo.

Plutarcho in vita Romuli.

Éstos representan aquellos lictores que Rómulo, fundador de Roma, ordenó para que le precediessen, representando su magestad eimperio y de aí fueron ministros de los cónsules233.

Qué llaman guión y por qué se lleva.

A éstos seguían luego los grandes que avemos dicho, y con ellos don Francisco Lasso de Castilla, como mayordomo mayor de Su Magestad. En su seguimiento quatro reyes de armas con sus cotas. Luego se seguía Su Magestad debaxo del palio, y poco atrás, junto al palio, ivan el príncipe Alberto de Austria y el Illustrísimo y Reverendíssimo cardenal don Diego de Espinosa, etcétera. A estos dos príncipes seguía el guión, que es una vandera pequeña en una hasta con las armas reales. Éste se lleva de camino para denotar que va allí la persona real.

103v

Luego se seguía doña Leonor de Guzmán, camarera mayor de Su Magestad, a la qual acompañava el duque de Feria. Seguíase luego doña Cathalina Lasso de Castilla, muger de don Francisco Lasso de Castilla. Luego iva la guarda mayor y, tras ella, las damas, ricamente vestidas, con muchas perlas, collares, cintas, apretadores de oro riquíssimos, sentadas en sus palafrenes, con sillones de plata, gualdrapas de terciopelo guarnescidas, acompañadas de príncipes y señores, opulentamente adereçados. La guarda de a pie acompañava a un lado y a otro haziendo plaça, apartando los molestos encuentros del gran concurso de la gente. A la postre de todos iva la guarda de a cavallo y archeros por retaguarda. Éste fue el orden con que Su Magestad partió deste primero arco.

Procediendo poco a poco, no era pequeño espectáculo dilatar los ojos por el ornato de colgaduras de brocado, rasos, damascos y otras tapicerías de oro y seda de grandíssimo valor. Las ventanas eran tan adornadas, con grande frequencia de señoras y damas que adornavan e illustravan la fiesta.

Diffinición del primero arco triumphal.

233 Cf. Plutarco, Vita Romuli XXVI 3-4.

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104r SEGUNDO ARCO TRIUMPHAL

en que España con sus reinos y el Nuevo Mundo de las

Indias con sus provincias, e imperio resciben a Su Magestad. 104v

Llegando cerca del monesterio de nuestra Señora de la Victoria, que es de frailes de la orden de los Mínimos234, junto al Hospital Real235

desta Corte, se le offresció un arco exquisítamente fabricado, porque, en effecto, es uno de los más heroicos e immortales triumphos que a ningún príncipe ni monarcha hasta oy se le ha offrescido ni solennizado, como el discreto lector, considerándolo bien y notando lo que en él se comprehende, verá claramente ser verdad.

Sitio donde se fabricó y por qué se llamó Puerta del Sol.

Éste se fabricó en un lugar harto espacioso que llaman Puerta del Sol; ésta tuvo este nombre por dos razones. La primera por estar ella a Oriente, y en naciendo el sol, paresce illustar y desparzir sus rayos por aquel espacio. La segunda porque en el tiempo que en España uvo aquellos alborotos que commúnmente llaman las Communidades236, este

234 El convento de los Mínimos de Nuestra Señora fue fundado en 1561 por Fray Juan de la Victoria, provincial de Mínimos de San Francisco de Paula. La primitiva comunidad se instaló en un edificio provisional junto a la Puerta del Sol, mientras se construían las instalaciones definitivas, que quedaron inauguradas en 1561, mediante la ceremonia de una misa; desde entonces recibió el nombre de convento de Mínimos de Nuestra Señora de la Victoria y de la Soledad. 235 Se trata del hospital del Buen Suceso, fundado por Juan II de Castilla en el siglo XV y reconstruido por Carlos V en 1529, como Hospital Real de la Corte, para “soldados y servidumbre de la Real Casa”. Desapareció en 1854. 236 López de Hoyos, junto al grupo de historiadores que mantuvo como él la misma línea de fidelidad sin fisuras a la dinastía, consideró vergonzoso el movimiento comunero castellano y tiranos a sus integrantes. Actualmente, y gracias al esfuerzo realizado por MARAVALL (1963) y por PÉREZ (1977) sabemos que el movimiento sintetizó una serie de tensiones contenidas que explotaron tras la partida de Carlos V hacia Alemania para ser elegido Rey de Romanos y recibir el título imperial, vacante por el fallecimiento de su abuelo Maximiliano I en enero de 1519. La empresa, cuyo alcance era ajeno a la mayoría de los españoles a quienes ni impresionaba ni satisfacía, pero habían financiado, agravó las tensiones suscitadas por la masiva presencia de extranjeros en los principales cargos y por el distanciamiento lingüístico mantenido por el Rey con sus nuevos súbditos. El desbordamiento se produjo tras el nombramiento del flamenco Adriano de Utrech para Regente cuando el monarca partió de España en mayo de 1520. La pequeña nobleza y las ciudades se opusieron a que los intereses de Castilla se sacrificaran a la política de la Dinastía. Pero debajo subyacía también el conflicto de los manufactureros castellanos que, desde hacía años, venían demandando, sin éxito, una política proteccionista para la industria textil; y el de las ciudades enfrentadas a las oligarquías urbanas y la vieja aristocracia terrateniente. Los Comuneros pertenecían a los sectores medios de la sociedad (pequeños propietarios, comerciantes, artesanos y titulados universitarios) a los que se unió algún miembro de la baja nobleza a quienes el nuevo Rey no había favorecido. La revuelta popular partió de Toledo y se extendió en el mes de junio por la mayor parte de las ciudades de Castilla la Vieja, en donde se proclamó la Comunidad tras expulsar a los oficiales reales. En julio se formó en Ávila una junta revolucionaria que, al considerarse representante del reino, organizó un gobierno alternativo con pretensiones reformistas y dispuesto a limitar el poder del Rey. Este paso determinó el abandono de los sectores más moderados y la entrada en escena de las fuerzas reales y de la nobleza que derrotaron a los comuneros en Villalar (24 de abril 1521). GUTIÉRREZ

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pueblo, por tener guardado su término de los vandoleros y communeros, hizo un fosso en contorno de toda esta parte del pueblo y fabricó un castillo, en el qual pintaron un sol encima de la puerta, que era el commún tránsito y entrada a Madrid.

105r Y después de la pacificación y quietud destos reinos, por lo mucho que el invictíssimo emperador Carlo Quinto, rey de España, nuestro señor, trabajó en allanar los grandes y pacificar todos los reinos de España. Este castillo y puerta se derribó para ensanchar y desenfadar una tan principal salida como es ésta desta puerta; por el sol que allí estava llamaron todos este término la Puerta del Sol.

Descripción del arco y su architectura.

En este lugar se fabricaron dos pedestales de gran fundamento de argamasa y ladrillo, que hazen puerta y tránsito, con dos arcos colaterales, que tienen de alto cada pedestal veinte y dos pies, siete por frente, que hazen veinte y ocho de quadro.

105v Colosso de Rhodas y su autor. Alexandro Magno no consintió ser retratado de más de uno.

Sobre cada uno viene una figura de veinte y siete pies de alto de todo relievo, que llamamos de vulto, la qual los antiguos llamaron collosso, como paresce en aquella terrible estatua de metal, relatada entre las siete maravillas del mundo, que en Rhodas fabricó Charete, discípulo del claríssimo y muy famoso estatuario Lyssipo237, de cuya mano, solamente quiso ser Alexandro Magno retratado de bulto y pintado de aquel tan celebrado pintor Apelles, como lo dize Horacio en una epístola que escrivió a Augusto César y trae Cicerón y Quintiliano238.

NIETO (1973) ha estudiado la dimensión social del movimiento, que puso en entredicho los derechos feudales produciendo la destrucción de castillos y el saqueo de propiedades. Pero aunque los nobles apoyaron con sus tropas la causa del Rey en la represión, no obtuvieron las recompensas apetecidas. Toledo resistió aún seis meses más, pero en octubre tuvo que capitular. 237 Efectivamente, se atribuye al escultor griego Cares de Lindos, discípulo de Lisipo, que trabajó en el siglo III a.C. en la escuela de Rodas, la autoría de la estatua en bronce del dios Helios, conocida como el Coloso de Rodas, cuyas gigantescas dimensiones permitían que los barcos pasaran bajo sus piernas cuando penetraban en el puerto de esta ciudad. La obra, que fue destruida por un terremoto en el 226 a.C., responde a un momento de desarrollo de la escultura griega helenística caracterizado por la tendencia al colosalismo. Dicha tendencia fue cultivada por los discípulos de Lisipo a partir de las innovaciones introducidas por éste en relación a la ruptura canónica de las proporciones, como técnica aplicada a una estatuaria urbana cuya ubicación en lugares públicos requería el empleo de recursos escenográficos que captasen la atención del espectador, causando en él asombro y admiración. Tanto Lisipo como Apeles trabajaron como artistas “de cámara” de Alejandro Magno y produjeron un tipo de retratos que se basaba en la expresión de la personalidad del retratado, al que presentaban como un héroe. Crearon así un modelo que gozaría de gran éxito en el mundo helenístico, y que sería heredado posteriormente por el arte occidental. 238 Cf. Horat., Epist. II 237-241: ... Idem rex ille, poema / qui tam ridiculum tam care prodigus emit / edicto uetuit nequis se praeter Apellen / pingeret aut alius Lyssipo duceret aera / fortis Alexandri uultum simulantia. Cicerón, Fam. V 12, 7: potissimum pingi et a Lyssipo fingi uolebat. Quintiliano (XII 10, 6) lo que hace, en realidad, es hablar muy elogiosamente de Apeles: Floruit autem circa Philippum et usque ad succesores Alexandri pictura (...) Apelles est praestantissimus. Cf. también las referencias en C. Rodig., Antiquar. XIII 38, sobre Apeles y P. Valer., Hier. XLIII: Fulmen. La afirmación viene también de forma explícita en Valer. Máx. VIII 11, ext 2.: Quantum porro dignitatis a rege Alexandro tributum arti existimamus, qui se et pingi ab uno Apelle et fingi a Lysippo tantum modo uoluit?

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Prosopopeya: qué sea y la que en el arco se representa. 106r

Estas dos estatuas contienen una muy graciosa prosopopeya, que quiere dezir fictión, con que atribuimos lo que queremos significar a aquella cosa, inanimada o bruta, de que vamos tratando, fingiendo que ella habla por sí misma. Como quando quisiéssemos dezir que habla la república o habla una ciudad o un reino o algún bruto. Aquí, pues, fingimos que España con todos sus reinos habla y recibe con mucha alegría y da la obediencia y se entrega con gran voluntad y regozijo a Su Magestad.

106v

Esta estatua vestida a lo antiguo, de tiempo de godos, representava bien su autoridad, braveza, magestad, ánimo y excellencia, con que por todo el orbe se señala. El orden de architectura con que dende su planta fue fabricada, llaman los architectos rústrica239, que es applicada para la perpetuidad y conservación y defensa de la frequencia y concurso ordinario de tanta gente, trato y tráfago, como por esta parte concurre. Y así ella, como todos los reinos que en su contorno pusimos (que son los que más cómmodamente cupieron), fueron de bulto de todo relievo. Cada uno tenía sus armas en sus escudos y tarjetas, y en la mano una cosa de lo que más insigne es cada reino, o en trato o en fertilidad o en blasón antiguo.

El traje con que se adornó la figura de España.

Junto con esto estava cada uno adornado del vestido y traje que cada reino más en particular usa. La España con su celada, unas armas singularmente adornadas de las grevas, peto y espaldar, con aquel ornato y loçanía gótica, que avemos dicho, y con su espada antigua al lado.

107r

Estos nueve reinos que avemos dicho, todos estavan a los pies de la España en su contorno, en el compartimiento que más commodamente tuvo lugar, para que hiziesse más graciosa perspectiva y por no poder caber más destos, como avemos dicho, quedaron otros quatro en España harto célebres y dignos de ser historiados, de los quales, porque tienen sus particulares chrónicas, no trataremos, que fuera hazer gran volumen.

Cada uno destos reinos que tratamos era de ocho palmos en alto. La España con estos reinos estavan en el pedestal de la mano derecha, y

239 La relación establecida por López de Hoyos entre el orden rústico y el carácter de las obras edificadas en lugares públicos, proviene directamente de Serlio, quien dedica la primera parte del Quarto Libro de su Tratado de Arquitectura a este tipo de ornamento. El tratadista italiano recomienda el orden rústico, junto al toscano, por su mezcla de rusticidad y delicadeza, para la construcción de “cosas fuertes, como serían puertas de ciudades, para fortalezas, para castillos y lugares para guardar tesoros, y adonde estén las municiones y artillerías, o para cárceles y puertos de mar, y otros semejantes edificios para uso de la guerra”. Asimismo aconseja también este ornamento para “lugares públicos y secretos, y delanteras, patios y corredores, ventanas, capillas, puentes y acueductos y otros diversos ornamentos que al buen arquitecto le podría acontecer...” (Tercero y Quarto Libro de Architectura de Sebastian Serlio, traducido por Villalpando, Toledo, 1552).

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Lo que la España y el Nuevo Mundo offrecía a Su Magestad. 107v

en el de la izquierda el Nuevo Mundo de las Indias240 (del qual diremos adelante). Éstos dos tenían y sustentavan una corona en los braços, que llaman tiara, singularmente adornada de pedrería, y el ornato que de la corona real vemos pintada toda de bulto, su grandeza y magnitud era de sesenta pies de círculo; tiene por lo alto un globo con una cruz, que sube en lo alto esta corona y tiara veinte y quatro pies y, contando dende la planta y fundamento del pedestal hasta el remate de la cruz que está sobre el globo de la corona, viene a tener esta fábrica de alto setenta y tres pies. Offrecía España a Su Magestad, con el Nuevo Mundo, esta corona que campeava mucho, con el ornato de oro y perlas de que está compuesta, con grande alegría y reverencia como a tan excelsa señora se deve. Pusímosla esta letra con que rescibe a Su Magestad:

HISPANIA Coniugio Regina nouo, nunc prospera nostrum Limen adire uelis, subdita cuncta tibi. En tibi subiicior multis Hispania regnis Vrbibus et primis Anna decore grauis, Subiicior cum Castella et Legione potenti Et cum Nauarra Marte feroce nimis. Et cum Granata tecumque; o Corduba pinguis, et cum Sibilia diuite Bethis aquis. Subiiciorque Aragone armis opibusque superba Alia Meralia Pomifero nimium [ alia Meralia] Mauritiaque solo. Parthenopeque etiam Syculis regionibus una Et Mediolano, Flandribus et niueis. Ergo regnorum manibus donata tuorum. Accipe quae gerimus laurea serta tibi. 108r Declaración: Habla España offresciendo a Su Magestad sus reinos y señoríos y

dize:

“Sereníssima reina doña Anna, de hermosura tan subida y tan matizada en la gravedad y magestad real, suplico os seáis servida con mucha clemencia y vuestra generosidad y excelsas dotes de ánimo, próspera y muy alegre, entréis y posseáis vuestros reinos y los rescibáis en vuestro amparo. Veisme aquí, Señora, sujeta y obediente a vuestro servicio, con los más altos y poderosos estados que a ningún

240 Las Indias no fueron consideradas territorios coloniales, sino reinos en pie de igualdad jurídica con todos los que integraban la inmensa Monarquía Hispánica. El territorio americano fue dividido para su administración en virreinatos y en audiencias. En 1535 se creó el de Nueva España -que comprendía América Central y Septentrional- y, en 1542, el virreinato del Perú -que incluía América del Sur-. Las audiencias eran demarcaciones judiciales cuyos límites correspondían grosso modo al actual mapa hispanoamericano.

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Reinos: príncipe del orbe se le han offrecido ni sujetado. Castilla. Toledo, León. 108v.Navarra, Granada, Córdova, Sevilla, Aragón. Murcia. Nápoles. Sicilias. Milán. Flandes.

Primeramente con Castilla, con la qual entiendo al felice y poderoso reino de Toledo y sus suffragáneos, con el fuerte reino de León, con la bellicosa Navarra, con el reino de Granada y el de la fértil Córdova, con Sevilla, tan rica y opulenta, con el trato y agua de Guadalquivir, con el reino y corona de Aragón, tan illustrado en armas y riquezas, con el deleitoso y fértil reino de Murcia, con el florido y fuerte reino de Nápoles y las regiones de las Sicilias, con el estado y señorío de Milán, con los hermosos estados y señoríos de Flandes, por lo qual recebid, Señora, el ánimo y voluntad tan afficionada a vuestro servicio y real corona, que al presente se os offrece de las manos de vuestros reinos y tan leales vasallos”.

Segundo collosso y figura del Nuevo Mundo. 109r

A ésta correspondía el Nuevo Mundo, de la misma magnitud y proporción, que en castellano llamamos las Indias del mar Océano, incógnito y nunca visto a los romanos, ni a ninguna nación del mundo, con tantos y tan maravillosos términos, riquezas, abundancia y fertilidad de todas sus regiones y reinos, que en ningún triumpho ni conquista de príncipes avemos visto. Tenía este colosso su traje de indio bravosamente adereçado.

Corona y diadema real de reyes indios. 109v

Tenía en la frente una borla que era la diadema y corona real, con que los días de gran alegría y triumpho sus reyes adornavan la cabeça. La qual borla era colorada, traíanla prendida en una vanda, que parecía honda, o perigallo, de los que usan los pastores y en las ordinarias pedreas. Caía la borla dende la frente, entre ceja y ceja; ésta era la corona real entre los indios, la qual traía sólo el señor universal, al qual en aquella lengua llaman Ynga, al que prendió el marqués don Francisco Piçarro, que se llamava Atabalipa, que es su nombre propio, porque el nombre de Ynga es título de sólo el rey, el qual traía esta borla y diadema real, de adonde se entendió el uso que entre los reyes hasta este Atabalipa tuvieron, y tras el reino de Mango Ynga241, de traer

241 La conquista del Perú se realizó en los breves años que median entre 1530 y 1535 gracias a la pasividad mostrada por los indios ante el derrumbamiento del aparato estatal que se manifestó tras la crisis estallada en el seno de la familia real inca donde Huáscar había sido derrocado por su hermano Atahualpa. También, porque vieron en los españoles a los dioses procedentes del Océano que anunciaban sus tradiciones; y por la superioridad que les dio a aquéllos el uso del caballo y los arcabuces, que fueron interpretados como el trueno del cielo en manos de los hijos del Sol, según recogen los cronistas. Tras la ocupación de Cuzco y la muerte a traición de Atahualpa, entre 1536-1536 y 1538-1539, se produjeron violentas rebeliones encabezadas por Manco Inca, sucesor de Huáscar, que sitió Cuzco con un ejército numeroso, se enfrentó a los españoles y los derrotó en Oncoy. Después, las luchas entre pizarristas y almagristas (1537-1542) y la rebelión de Gonzalo Pizarro (1544-1548) permitieron que se mantuviera latente el independentismo incaico que tuvo sus últimos rescoldos en el movimiento Taqui Ongo (WACHTEL 1976). Mientras España vivía festivamente la llegada de su nueva reina, el virrey Francisco de Toledo se empeñaba en la pacificación del Perú, lo que consiguió gracias a su amplia dotación de armas de fuego que anularon completamente el armamento tradicional indio de hondas, porras, hachas, dardos y picas. El último inca Túpac Amarú, al que López de Hoyos ni considera como tal, terminaría ejecutado en 1572 en su reducto de Vilcabamba, “una ladronera adonde se iban a recoger los delincuentes del reino” en palabras del Virrey (HANKE 1978, 133).

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esta corona real. Junto con esto devemos notar que las armas reales entre ellos

eran dos culebras juntas, de las quales diremos adelante en el tercero arco.

Tenía en su contorno nueve reinos, los más principales de toda aquella tan delatada y espaciosa región. Tenía cada uno en la mano aquello que más aventajadamente lleva y da, y de lo que es más abundante.

Primero. La Nueva España, México, tenía en las mano unas barras de plata, porque desto es fertilíssimo.

Segundo.

110r. El Pirú offrescía y tenía en la mano otras barras de oro y esmeraldas, porque aquí son las más finas que se han hallado en todo lo descubierto, las quales se hallaron en la provincia que llaman de Puerto Viejo, cerca de Túmbez, pueblo principal de los indios. Lo que deste reino del Perú está poblado de españoles, contando dende la Burburata hasta lo poblado de Chile, ay mil y setecientas leguas de tierra firme, y lo que de allí adelante hasta passar el estrecho de Magallanes hay, es tan ampliado y de tanta longitud que hasta agora no se ha visto cabo ni término: todo tierra fértil, de grandes espacios y pastos fértiles, con mucha abundancia de ganados, oro y plata y piedras de mucho valor, cobre, plomo, hierro, açogue, yervas y minas para colores, las mejores del mundo.

110v. El número de cinco tan celebrado.

Desta tan aventajada y felice fertilidad del reino del Pirú (por la qual le pusimos unas espigas en la mano) no es pequeño argumento ver la merced que nuestro Señor hizo a todos aquellos reinos con su primer fructo y milagrosa abundancia, pues assí la podemos llamar, porque ver que como su divina Magestad quiso y con su divina Providencia ordenó, por medio de cinco llagas, redemir el linage humano y con tanta pujança de amor eligió las especies de pan y vino para con tan maravillosa franqueza, sustentar nuestras vidas temporales y espirituales, quedándose en el pan del sanctíssimo sacramento de la Eucharistía, sazonado en el fuego de su divino amor y para combidar y hartar a tantas compañas (como san Juan en el capítulo sexto nos significa) ordenó su divina magestad un tan supremo y tan illustrado combite con solos cinco panes242.

111r. Nota: la invención del trigo de cinco granos.

No caresce de mística consideración ver que desta misma manera fue Su divina Magestad servido sustentar y dar tan milagrosamente este alimento al reino del Pirú y de allí a todos los demás, por medio de cinco granos de trigo.

Y fue el caso (aunque para Dios muy grande providencia) que en el año de mil y quinientos y treina y ocho, en tiempo que governava el Pirú el marqués don Francisco Pizarro, en ninguna parte deste reino, ni sus comarcanos, se hallava ni avía un solo grano de trigo porque,

242 Cf. Ioan. VI 1-15.

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111v.

aunque lo llevavan de España, llegava podrido, mareado y corrompido, sólo se sustentavan los españoles y los demás con pan de maiz, ni la harina que se llevava (aunque con mucho recato) valía nada porque llegava también corrompida y mareada, a cuya causa en muchos pueblos no se celebrava ni avía en los principales más de una missa, por no tener harina para hazer hostias con que se pudiesse celebrar.

Cómo se halló el trigo en el Pirú. 112r.

En este año succedió en la ciudad de los Reyes243 que Beatriz de Saucedo, criada del veedor García de Sauzedo244, español, natural de Çafra, limpiando un poco de arroz, halló entre ello cinco granos de trigo y luego los sembró en un jardín de su casa y fue Dios servido que multiplicaron tanto aquel año que huvo abundancia para que se distribuyesse a cada vezino una almuerça y no con menos alegría que la que rescibieron los hijos de Israel con aquellos fértiles fructos que los descubridores de la tierra de promissión truxeron; sembraron el trigo dando gracias a Dios nuestro Señor por tan gran merced como les avía hecho, lo qual correspondió con tanta fertilidad y abundancia aquel año que huvo para repartir y bastecer a todos los demás reinos. Y en este principio se tuvo por entendido y se averiguó que acudía a razón de trecientas por hanega.

Finalmente con razón se le pusieron las espigas por la invención del trigo en este reino. Es también de mucha policía y floresce en muchos tratos y vase cada día illustrando particularmente por la misericordia de Dios y singular govierno de don Francisco de Toledo245, de la orden y cavallería de Alcántara, mayordomo de Su Magestad y Virrey deste reino.

Tercero. 112v.

El nuevo reino de Granada, que en lengua de indios llaman Bogotá, confina con el Pirú, hazia la provincia de Quito. Éntrase a este reino por Carthagena, la qual descubrió el Adelantado y gobernador don Pedro de Heredia, natural y vezino de Madrid; tenía las esmeraldas y oro: éste parecía estender las manos offreciéndolas a Su Magestad por ser muy accommodadas a la fe, lealtad y concordia del matrimonio.

243 Lima. 244 El veedor García de Salcedo (sic) integró, junto a Alonso Riquelme, Rodrigo de Mazuelas y Francisco Pizarro, el grupo que firmó el acta fundacional de la ciudad de Lima el lunes 18 de enero de 1535 (LOHMANN VILLENA 1992, 51). En los años siguientes sabemos que practicó lucrativas actividades comerciales y agrícolas con Filipinas, no siempre limpias, lo que le obligó a pasar por varios procesos. 245 Francisco de Toledo, de la familia de los Alba y del círculo del cardenal Espinosa, había sido nombrado virrey de la dificil región del Perú en octubre de 1569. Allí pasó doce años durante los cuales logró pacificar el territorio de las últimas resistencias indígenas y sentar las bases del dominio colonial español dando una nutrida colección de Ordenanzas que le valieron que Antonio de León Pinelo le llamara el “Solón del Perú” (HANKE 1978, 71). Su gestión fue muy controvertida y su actuación denunciada por su sucesor el virrey García Hurtado de Mendoza, por el escritor Garcilaso que le acusó de haberse enriquecido, y por un sector de la Iglesia, del cual surgieron las voces del fraile Francisco de la Cruz y del jesuita José de Acosta que protestaron por la sobreexplotación de los indios. Ello dio pie a que, cuando el Virrey volvió a Madrid y presentó al Rey el informe personal de su administración, éste le reprendiera con severidad y hasta censurara la ejecución de Túpac Amarú, a la que calificó de asesinato (KAMEN 1997, 157).

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Nota de la esmeralda. Porque dizen los naturales, y assí lo alega Pierio en el libro quarenta y uno246, que esta piedra es dedicada a la castidad, porque si alguno es en esta parte deshonesto, en tocando con el dedo a esta piedra se quiebra. Por lo qual los egypcios, queriendo denotar la virginidad y honestidad, lo davan a entender por esta piedra de esmeralda, por la perpetuidad que tiene en aquel claro verdor, a imitación de la qual ha de ser la verdadera honestidad y virginidad. Dexo aparte lo que los astrónomos dizen, que esta piedra es dedicada a la estrella del planeta Venus, para más cómmodamente alcançar fertilidad, etcétera.

113r. El qual effecto de quebrarse esta piedra de la esmeralda en este caso se ha visto por experiencia en las que traían los indios de Puertoviejo del Perú. Entre las quales algunas tenían muchas crietas, quiebras y hendeduras: y se tuvo por cierto que la causa dello fue porque los indios de aquel puerto, muchos de ellos, eran adúlteros e infandamente deshonestos y ansí andavan en carnes sin nigún reparo ni cobertura.

Quarto. 113v.

El reino de las Charcas, cerro de Potosí, por su gran fertilidad y abundancia de ganado, tenía un carnero, que en lengua india llaman llamas, que, como dizen los que de allá vienen, son los más grandes y más gruessos que jamás han visto, porque llevan cargas de quatro arrobas cada uno, y por sus grandes fuerças tienen por averiguado que son especie de camellos, porque tienen todas las propiedades de camello, sólo se differencian en la magnitud y corpulencia. Las ovejas en esta tierra paren dos vezes al año, la carne déstos es sabrosíssima, blanca y de buen gusto.

Quinto. El reino de Chile. En este reino son los indios más bellicosos, de más fuerças, valentía y ligereza y destreza de armas. Tenía en las manos unas saetas e instrumentos béllicos, por serlo los indios naturales, más indómitos y feroces y de grandes fuerças, como parece muy bien en la elegante Araucana de Alonso de Ercilla247.

Sexto. 114r.

El reino de Guatimala. Ésta es una tierra la más abundante de toda differencia de caça, y por esta razón le pusimos en las manos dos gallinas de las Indias, que en España llamamos pavos de Indias, y perdizes, que las ay en este reino grandes y muy tiernas.

Séptimo. La Tierra Firme: una muger con dos ánchoras, cada una en su mano, porque abraça los dos mares del Sur y Nort; ésta tenía los pies sobre unos corcodrillos, que el vulgo llama lagartos de las Indias, y allá se

246 Cf. P. Valer., Hier. XLI: Smaragdus. López de Hoyos sigue al autor, aunque vuelve a incluir la mención a los egipcios: Sunt qui perpetuo claroque Smaragdi uirore considerato signum id esse uirginitatis uelint: idque insuper argumento addunt, in patranda re uenerea, quod experimento compertum est, si quis lapidem attingat eum sponte frangi. Coeterum Astronomi smaragdum Veneri caelesti dedicarunt et ad impetrandum eius numinis afflatum per quam idoneum esse profitentur... 247 Cf. Ercilla, Arauc. I 1, 16. El canto primero de la primera parte aborda las costumbres y modos de guerra de los indios. La estrofa más próxima a la referencia de López de Hoyos es la 16.

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llaman chaimanes, porque en esta parte los ay grandes y espantosos. Octavo. El reino de Quito, el qual tenía en las manos unas espigas por su

gran fertilidad y abundancia de pan y de todas las cosas que para el sustento humano son más necessarias.

Noveno. 114v.

La isla de Sancto Domingo, por ser tierra de grandes arboledas, de hermosas vistas, sabrosas aguas y muy umbrosas florestas y grandes ingenios de açúcar. Tuvo en las manos unas cañas de açúcar, piñas, con unos ramos de plátano. Junto con esto, es muy fértil y de muchos ganados vacunos. Es en su sitio mayor que toda España.

Esto avemos dicho en suma destos reinos, dexando otros muchos que en este Nuevo Mundo ay, porque su larga historia, calidades, latitud y correspondencia al Polo Antárthico, sitios, rentas y señoríos particulares escrevirán los chroronistas, a quien este negocio se encomendare.

Este tan heroico y claríssimo triumpho offrecía este Nuevo Mundo de las Indias a Su Magestad, con todos estos reinos que avemos dicho en su contorno, que no hazen mediana apparencia todos juntos, antes un espectáculo de singular perspectiva, y esta figura del Nuevo Mundo con la España gran magestad, con este título:

115r. ORBIS NOVVS El Nuevo Mundo Aduentu Regina tuo nouus aurifer Orbis Exulto et regnis me tibi trado meis. Me tibi trado alia Hesperia cum diuite Piru, Et regno Hispani quod reperere nouo. Me tibi trado oris Charcis, opulentia magna, Quas facit insignes, Guatimalaque pare. Me tibi trado,Chilo,Quito, pariterque profundo. Argenti et fructus ubere fertilibus. Oceani et solida terra, simul et nemoroso Dominico portum me tibi trado simul. Accipe conueniens et tanto uertice dignum. Nunc utriusque Orbis quod diadema damus. Declaración 115v.

Habla el Nuevo Mundo de la Indias con Su Magestad y dize: “Sereníssima Reina, yo, el Nuevo Mundo, produzidor de muy precioso oro, me alegro mucho y regozijo con vuestra próspera y felice venida y también me entrego y sujeto con todos mis reinos a vuestro real y supremo servicio. Principalmente con mi Nueva España y con el opulento y rico Pirú, con mi nuevo reino que los invincibles españoles hallaron y descubrieron y con el reino de las Charcas, al qual haze illustre

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116r.

su gran riqueza. También me entrego y sujeto con los illustres reinos de Chile y Quito, con su profunda y excellente fertilidad de plata y frutos maravillosos y con los reinos de tierra firme del mar Océano, y con la umbrosa y deleitable isla y puerto de Sancto Domingo. Recebid, pues, excelsa Señora, en este tan soberano triumpho, esta corona y diadema real de las manos de entrambos a dos mundos, tan conveniente y digna de vuestra real cabeça y maravillosos dotes de ánimo”.

REVERSO del segundo arco triumphal En los pedestales por la parte del reverso deste arco pusimos esta

letra a la España, en la qual se comprehende lo mucho que de sus raras y heroicas prendas y particulares excelencias, ilustres calidades, assí en antigüedad, como en fertilidad, claridad de ingenio, destreza de armas tiene, como en ella y su declaración se contiene:

116v. HISPANIA T O T I V S OR- BIS DECVS, SPLENDIDO ANTIQVI TATIS ELOGIO, SVMMA IN DEVM OPTIM. MAX. RELIGIONE TANTORVM MARTYRVM COM PROBATA CLADIBVS. ET MIRACV LIS CLARISSIMA, MIRA IN RE GES FIDE, ARMORVM GLORIA IM PERIO LATISSIME PROPAGATO, RERVM OMNIVM VBERTATE. AT QVE AFFLVENTIA PRAESTAN TISSIMA. SE TOTAM D. ANNAE REG. CATH. TRADIT ET ANI MO LIBENTISSIMO CON SECRAT. S.P.Q. MANTVANVS. P. D. Q248. Declaración: 117r.

España, honrra y lustre de todo el universo en nobleza de antigüedad, en grande y piadosa religión, acerca del omnipotente y soberano Dios, tan aprovada, con tanta sangre y tantos destroços de tantos y tan esclarescidos y sanctos mártyres; muy illustrada con gloriosos y sanctos milagros; muy notable en lealtad y fidelidad en todo tiempo con sus reyes. Claríssima en potencia y destreza de armas, y en la ampliación de sus reinos, sin segunda, en la abundancia y fertilidad de todas las cosas excellentíssima, con grande voluntad y amor se entrega en este tan soberano

i h l S i R i d A d A i 248 Senatus Populusque Mantuabus posuit dicauitque. En la “declaración” se elide el posuit de la fórmula dedicatoria.

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117v.

triumpho a la Sereníssima Reina doña Ana de Austria. El Senado y Pueblo de Madrid lo dedicó.

En el pedestal del Nuevo Mundo de las Indias, por el reverso: ORBIS NOVVS INDICVS OMNIVM DITISSIMVS, LEGE DIVI- NA ACCEPTA. EXPLOSA IDOLO RVM CVLTVRA CLARISSIMVS, MI- RA AVRI ET ARGENTI FERTILITA- TE GEMMIS SMARAGDISQ. ARO- MATVM ET BALSAMORVM EXCEL- LENTIA ET TELORVM DEXTERITA- TE ILLVSTRATVS, VBERTATE AGRO- RVM VARIETATE FRVCTVVM MA- GNITVDINE PASTIONIS VNDIQVE AFFLVENS ET HISPANORVM RE- GVM ARMIS ET RELIGIONE AM- PLIFICATVS IN TANTO REGINAE TRIVMPHO OMNIVM SVORVM RE- GNORVM FIDEM ANIMIQ. CANDO- REM BENIGNE POLLICETVR. D. A. AV249. Declaración. 118r

El Nuevo Mundo indiano, supremo en riqueza, en la fe de Jesu Christo, repudiada la idolatría, claríssimo, illustrado, con la gran fertilidad de oro y plata y con la excelencia de piedras preciosas, esmeraldas y fragancia de olores y bálsamos y con la destreza de flechas y armas, abundantíssimo en la gran fertilidad de sus campos y términos, con la variedad de frutas y la muchedumbre de pastos y más feliz que todo esto con la religión y armas y justicia de los reyes de España, en este triumpho de Su Magestad con grande amor promete y offrece la fidelidad de todos sus reinos y provincias y la lealtad y sinceridad de su ánimo.

118v Destos dos pedestales de los lados, como avemos dicho, se

levantavan dos arcos colaterales que tenían doze pies de claro, sobre la buelta de los quales hazía una graciosa basa, sobre la qual en cada uno estava un rey de armas de catorze pies de alto, de todo relievo. Tenían unos escudos de las armas reales con sus maças en las manos derechas y las figuras pequeñas de <los> reinos tenían a ocho palmos cada una de todo relievo. Es esta fábrica muy perpetua por ser, como avemos dicho, los pedestales de argamasa y ladrillo, las figuras de yeso, por su orden y medida y dispusición de toda buena architectura, son todas las

249 Dominae Annae Augustae.

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figuras de color mármol blanco ginovisco250: Fue su artífice Lucas de Mittata, español, raro hombre en su professión y facultad.

119r Todo lo qual por decreto del Ayuntamiento desta Villa se cometió a Bartholomé Velásquez de la Canal, regidor.

Este orden de aver puesto los reinos como se ha declarado fue sólo tener atención a la commodidad del compartimiento que en el pedestal deste colosso o figura del Nuevo Mundo huvo, y los artífices compartieron, porque no ignoramos el orden de su sitio y tiempo en que se descubrieron. Y pues en el primer arco nos referimos a este lugar, no me paresce ageno de propósito dezir lo que para esto hará mucho al caso y por qué le llaman Nuevo Mundo, para satisfazer a la promessa y claridad de lo que avemos dicho.

119v

Todos los geógraphos que trataron de la división de la tierra, siempre la dividen en tres partes: Asia, África y Europa. Éstas han sido hasta nuestros tiempos conocidas y dellas han tratado todos los que han puesto las discripciones del mundo.

De las Indias, testimonio de Aristóteles y quién las pobló.

Pero de las Indias occidentales que agora vemos descubiertas, ninguno ha tratado, salvo Aristóteles en el libro que compuso De Mirabilibus Naturae251, donde dize que los de Phenicia navegaron hazia el occidente con un viento que llaman Apeliotes, que es el que nosotros llamamos Solano252, y dize que llegaron a una isla yerma que estava en un contino movimiento y que el mar cubría y descubría muchas partes

250 A comienzos del siglo XVI España se convirtió en el gran cliente de los comerciantes genoveses de mármoles labrados, quienes centralizaron sus operaciones en Sevilla por las posibilidades que esta ciudad ofrecía en relación con el comercio ultramarino. La importación española de mármol genovés estuvo relacionada, en principio, con una arquitectura y escultura de ostentación promovida por los grandes mecenas del Renacimiento italiano. El empleo del mármol genovés continúa a lo largo del siglo XVI, durante los reinados de Carlos V y Felipe II, para trabajos de escultura y arquitectura de las obras reales. En este caso es posible que López de Hoyos esté haciendo referencia al mármol de Carrara, ciudad situada en el golfo de Génova, donde se hallaba una de las principales canteras explotadas en ese momento, cuyo comercio se realizaba a través de Génova. Precisamente estas canteras habían comenzado a explotarse en el siglo I a.C. y habían quedado asimiladas, desde el punto de vista estético, a la renovación de la imagen de la Roma imperial, cuya analogía se busca aquí con fines simbólicos a través de los materiales fingidos empleados en la elaboración de los arcos y esculturas. Además de en este pasaje, el autor menciona explícitamente la imitación de este tipo de mármol en la escultura que representa a Felipe II en el anverso del tercer arco (fol. 158v.), en la de Paris de la plaza de San Salvador (fol. 223v-224r.) y en la de Atlas de la plaza de Santa María (fol. 242v). 251 Como se indicó en nota 52, se trata de la obra pseudoaristotélica, De mirabilibus naturae, concretamente los pasajes 84 y 136. La noticia puede leerse Diodoro V 19, 1 y 20, 3, aunque no se menciona explícitamente ni la isla de Madeira ni el viento Apeliotes. Como se advirtió, es en el Renacimiento cuando empieza a ponerse en duda seriamente la autoridad de Aristóteles sobre esta y otras obras del corpus aristotélico, de ahí la frase de López de Hoyos, “aunque algunos quieren dezir que esta obra fue de Teophrasto”, y que él parece no admitir. Por ejemplo, Celio Rodiginio, autor que, como se ha ido viendo, López de Hoyos maneja directamente, al hablar sobre los oráculos (Antiquar. VIII 16) señala: ...dignum relatu in libro De mundo, cuius autor ab aliis Aristoteles creditur, ab aliis Theophrastus...” . 252 Apeliotes era, en efecto, el viento del Este, opuesto al Céfiro, como aparece, por ejemplo, en Aristóteles (Mete. 363b13). Sobre este viento, identificado en latín como (Sub)solanum, cf. también Sen., Quaest. Nat. V 16; Aul. Gel., Noct. Att. II 22, etc. También trata del viento C.Rodig., Antiquar. XX 18.

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120r

desta isla y dexava unos grandes peces fuera del agua. Estos peces se hallan el día de hoy (como Aristóteles lo dize y con las mismas señales que él pone) en la isla que llaman de la Madera, y más baxo dize este mismo autor (aunque algunos quieren dezir que esta obra fue de Teophrastro) que unos tratantes cartaginenses, llegando a las columnas de Hércules, partieron de allí por este mar occidental adelante y, después de muy largo tiempo de su navegación, vinieron a dar en una isla que estava muy remota y apartada de tierra firme y distava mucho tiempo de navegación del lugar donde avían saliado, pero que era muy rica y abundante de todas las cosas que para el servicio y commodidad de los hombres son necessarias, puesto que no hallaron ningunos moradores y que la tierra jamás avía sido habitada.

120v

Los quales, combidados de la clemencia del cielo, buen sitio y fértil comarca començaron a poblar y occupar aquella tierra. Esto, como viniesse a noticia de los cartaginenses, tomando acuerdo en su senado y entrando en consulta de lo que en este caso devían hazer, acordaron que attento a la riqueza y fertilidad que de aquella isla se contava y, vista que la cobdicia de los hombres es grande y que podían ir mucha gente y hazerse tan fuertes y tan ricos que en poco tiempo viniessen ellos a perder su imperio y corriesse riesgo su mando y señorío, determinaron que devían mandar que qualquiera que por aquella parte navegasse o allá pretendiesse ir, perdiesse luego por ello la vida. Y aquellos cartaginenses que por allá avía poblado, qualquiera que los pudiesse aver, los matasse.

121r 121v Quál se llama América.

Sólo este autor dize aver estos cartaginenses descubierto esta isla, la qual, haziendo yo mis diligencias y consultando a muchas personas fidedignas y confiriendo lo que dellos he entendido con lo que Aristóteles dize y las señales que pone, y visto los mapas que después desta navegación se han hecho, creo que es la isla de la Española, que se llama la isla de Sancto Domingo, la qual estos cartaginenses poblaron y que presumo y creo que de allí se estendieron hasta la isla de Cuba, donde está el puerto de la Havana, en el qual hazen escala todos los navíos que vienen, assí del Pirú como de la Nueva España, y de aí se estendiessen por toda la tierra firme y poblassen poco a poco de la manera que se fueron poblando todas las tres partes restantes del mundo (pues es fe que todos los hombres descendemos de Adán y Eva) y, desta manera digamos que passaron hombres y poblaron todas las Indias, las quales con tanta gloria y felicidad fueron descubiertas (reinando el Sereníssimo Rey Cathólico don Fernando, nuestro señor) por don Christóval Colón y Vespucio Américo, del qual tomó nombre toda aquella región y por esso se llama América, la qual principalmente se ha de entender la costa del Brasil, tierra del rey de Portugal, por caer desta parte del meridiano, de la partición que el Papa Alexandro sexto, año de 1493, hizo entre el Sereníssimo rey don Fernando de Castilla y el rey don Juan de Portugal el qual término distava por espacio de cien

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el rey don Juan de Portugal, el qual término distava por espacio de cien leguas de las islas de los Açores, aunque adelante, porque pareció al rey de Portugal que era poco el término que le avían dado de conquista, viniendo a noticia de los Sereníssimos Reyes Cathólicos, don Fernando y doña Ysabel, de gloriosa memoria, por darle contento, por razón del parentesco de Castilla y Portugal, le dieron dozientas y setenta leguas sobre lo que por la partición dicha le avía cabido253. De aquí se siguió la conquista de Castilla hazia el poniente y medio día, y todo lo que de aí adelante cada día se va descubriendo.

Pues siguiendo nuestro propósito, después desta primera región descubierta, llamada América, se descubrió la provincia de Paria y Venezuela, la de Sancta Martha y la que avemos dicho de Cartagena, y desde aí se descubrió a la parte del mediodía el reino del Pirú y el Río de la Plata. Dende aí se halló el estrecho de Magallanes, el qual se llama ansí tomando el nombre de Magallanes que fue su descubridor, en el año de mil y quinientos y diez y nueve.

122v

Y dende el nombre de Dios entre septentrión y poniente el reino de Yucatán que es región de muchos peñascos, a donde por gracia y donaire suelen dezir, respondiendo al refrán castellano que dizen, a dónde irá el buey que no are254, respondiendo dizen, a Yucatán, porque, aunque quieran arar, no hay tierra para ello. Susténtanse los habitadores deste reino de las provincias comarcanas, y el trato desta isla es de algodón, minas de oro y plata y piedras muy preciosas. Tras este reino se sigue la Nueva España, y de aquí a la parte del mediodía está el reino de Guatimala, y la provincia de Nicaragua, y mirando desde la nueva España, entre septentrión y levante, está la provincia de la Florida. Tras ella la tierra que llaman de los pescados bacallaos.

Ay otras muchas y muy dilatadas regiones que cada día por la

253 En 1479 Castilla y Portugal pusieron fin a la crisis sucesoria castellana y firmaron el Tratado de Alcaçovas por el que la corona castellana aceptó retirarse de la exploración de la ruta comercial guineana. Cuando Colón volvió de la Española (Haití) en marzo de 1493, los Reyes Católicos trataron de reorganizar sus acuerdos de política marítima y expansionista con Portugal, y buscaron la autoridad y el refrendo del Papa a quien, según la Donatio Constantini (c.800), pertenecían todos los territorios que estuviesen habitados por poblaciones no cristianas. Alejandro VI concedió a los castellanos en la bula Inter coetera (3 de abril de 1993) todas las islas y tierras descubiertas y por descubrir, siempre que no estuvieran sujetas al dominio de un señor cristiano. En un segundo texto de esta bula, el de la demarcación, el Papa trazó una línea divisoria entre las áreas de expansión de portugueses y castellanos, que iba desde el Polo Norte al Sur a 100 leguas al oeste de las Azores y Cabo Verde. Los derechos castellanos se ampliaron en otras dos bulas: Eximiae deuotionis, de 3 de julio de 1493 y Dudum siquidem, de 25 de septiembre de 1493, y el carácter misionero de las expediciones se explicitó en la Piis fidelium, de 25 de junio de 1493 (FERNÁNDEZ CONDE 1995, 180). En 1494, el tratado de Tordesillas actualizó el de Alcaçovas, que se había quedado obsoleto con los nuevos descubrimientos. El Atlántico quedó repartido entre las dos potencias peninsulares, sin que entonces se supiera que el extremo oriental de Brasil entraba dentro de la demarcación portuguesa. 254 El refrán “a dónde ira el buey que no are” era muy popular en esta época. Se había difundido a través de textos como La Celestina. Concretamente en el acto IV.1 de la obra lo pronuncia la propia Celestina. Sobre la historia y difusión de este refrán puede verse el artículo de PEDROSA 2001.

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123r

misericordia de Dios se van descubriendo. Pues tornando al orden que los reinos que en este arco y tan claríssimo triumpho pusimos devían tener, e yo en los nombrar, es éste primero la isla de Sancto Domingo, segundo la Nueva España, tercero Guatimala, quarto Tierra firme, quinto nuevo reino de Granada, sexto el reino de Quito, séptimo el reino del Pirú, octavo los Charcas, nono el reino de Chile. Todo lo demás que deste Nuevo Mundo ay que dezir y de las más provincias hay que historiar, es para una muy formada chrónica. A mi propósito me paresce aver satisfecho, desseando en todo acertar y supplicando al piadoso lector reciba en servicio este mi cuidadoso trabajo.

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123v

TERCERO ARCO TRIUMPHAL

dedicado a la magestad del Rey don Philippe Segundo, nuestro señor.

Aviendo Su Magestad recebido gran contentamiento en aver

visto y entendido un tan sobervio triumpho de tantos reinos, como aquí se le offreció, porque el conde Ladrón, que hazía el officio de cavallerizo, brevemente declarava a Su Magestad la substancia de lo que se le offrecía.

124r Prosiguiendo la Reina, nuestra señora, con la magestad y triumpho dicho, llegó al tercer arco, el qual se fabricó en medio de la calle Mayor, que assí por la comodidad del lugar (porque en él concurre una encrucijada) como por el subjeto, en cuyo servicio se fabrica, porque en él se ponen algunas de las muchas grandes y heroicas virtudes que resplandescen en la magestad del rey don Philippe Segundo, nuestro señor, fue la más aventajada cosa que en estos reinos se ha visto.

Su electión y compostura fue muy artificiosa, del orden que los architectos llaman dórica. Éste fue un orden que los antiguos dedicavan y hazían a los magnánimos y valerosos príncipes porque sucompostura, por sí misma, demuestra la fortaleza, valor y magestad de aquellos a quien se dedica.

124v Era un arco en su forma insulado255, que quiere dezir que no está arrimado ni coniuncto con ninguna otra cosa, antes libre y escueto, rodeado de calles y passos libres, como está una isla en el mar; y a esta causa le llaman los architectos insulado.

Architectura deste arco. Fue de longitud y de altura 80 pies con su remate, y de latitud y anchura de 60 pies; el compartimiento de los quales es el siguiente:

125r

Sola una puerta y tránsito que tuvo fue de 23 pies de ancho y 46 de alto, fabricáronse dos pedestales de diez y ocho pies de ancho y doze de alto con sus molduras bien labradas de todo relievo; sobre cada pedestal destos quatro ángulos se levantavan quatro columnas jaspeadas con sus basas y capiteles dorados. Tenían de longitud 34 pies, en los intercolumnios avía un nicho a cada lado de 9 pies y de alto 19.

En estos dos pusimos dos colossos de todo relievo, figuras de

255 El arco de un solo vano responde al tipo más antiguo de arco de triunfo romano, que surgió en el período tardorrepublicano y fue posteriormente incorporado a la arquitectura imperial, asociado por lo general al orden corintio. Serlio recoge este orden en la primera parte del Tercer Libro de su Tratado de Arquitectura, dedicado a las “Antiguedades” romanas, donde propone varios arcos diseñados según este mismo esquema tipológico (entre ellos, el Arco de Tito, el de Nerva, en Venevento, el de Trajano, en Ancona, el de Pola y el de Verona), como ejemplo a seguir.

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a 15 pies de alto, en las quales se representan dos esclarescidas y heroicas virtudes, que por la misericordia de Dios en Su Magestad vemos.

Primero colosso de la Religión y las mercedes que Dios por ella haze.

La primera es la Religión256, que es basis y fundamento de todas las virtudes, por la qual conserva Dios a los reyes, concede victorias, dilata y amplía los estados, alumbra el entendimiento para el govierno de todo, sirve de anchura fortíssima para que los tempetuosos ímpetus y borrascas de las heregías, alborotos y dissensiones de vassallos y en la observancia y execución de las leyes aya gran firmeza y constancia, nivelándolo todo con el cartabón y regla de la religión.

125v 126r

Ésta, como dize San Isidro en los libros de sus Etimologías, y también trae Cicerón, se dize reeligo, que quiere dezir reelegir una y muchas vezes aquellas cosas que pertenescen al culto divino, porque las que son desta manera, se deven rebolver y rumiar interiormente muchas vezes, conforme al precepto del sabio en el capítulo segundo: In omnibus uiis tuis cogita illum. En todos tus caminos, tratos, estados y lugares trae en la memoria a Dios, o como dize Sant Augustín en el décimo libro De Ciuitate Dei, que se dize desta palabra que avemos dicho, la religión, porque, después de aver perdido a Dios por nuestra flaqueza y malicia, tornemos a reelegir su servicio, o finalmente como dize este sancto doctor en los libros De uera religione, llámase desta palabra religo,as, que quiere dezir en latín atar, porque con esta virtud nos atamos a un solo y omnipotente Dios257.

256 La Religión, como virtud moral, sigue aquí el modelo iconográfico tradicional que la asocia con la Cruz -su símbolo esencial- y con los evangelios, que representan el conjunto de revelaciones y tradiciones de que aquélla se compone. En esta ocasión, sin embargo, se ha prescindido del velo que suele cubrir su rostro en señal de espiritualidad, incorporado a la iconografía a partir de la interpretación de las palabras de San Pablo relativas a la contemplación de Dios por parte de la Religión per speculum aenigmate. Se ha preferido vincular su imagen con la figura de un elefante a partir de Plinio (Nat. hist. VIII 1) quien consideraba a este animal representativo de la piedad y de las tres cualidades que debía reunir la Religión: prudencia, justicia y mansedumbre; referencia recogida por Piero Valeriano (Hier.II) y Ripa (Icon., s.v. Religión). Éste último inscribe la representación en un marco contrarreformista, proponiendo una imagen casi idéntica a la descrita por López de Hoyos para representar la Religión cristiana y verdadera en oposición a la religión falsa, a partir de las mismas fuentes de inspiración mencionadas para la recepción madrileña. La Religión, como virtud real, aquí se presenta en relación con la visión mesiánica del monarca. 257 Las referencias literarias mencionadas en este párrafo corresponden, respectivamente, a: Isid., Etym. VIII 2, 2; Cic., Nat. deor. II 72 -con una interpretación errónea sobre el texto original-, Prov. III 6, Agust., Civ. Dei X 3, 27 y De uera relig. LV 122. Sin embargo, el párrafo completo, incluidas todas estas referencias y la forma de presentarlas es prácticamente una traducción de Santo Tomás, Summa Theol., Sec. sec., q. 81, art. 1. En este lugar se responde a la afirmación de Cic., Rhet. II 53, de si la religión es de naturaleza divina. A ello Santo Tomás dice: Respondeo dicendum quod, sicut Isidorus dicit in libro Etymol., “religiosus, ut ait Cicero, a religione appellatus, qui retractat et tamquam relegit ea quae ad cultum diuinum pertinent”. Las diferentes exposiciones que, a partir de este punto, presenta López de Hoyos sobre las virtudes siguen muy de cerca la obra de Santo Tomás, en concreto la Secunda secundae de la Summa, que pasa a ser el principal libro de consulta, junto con Piero Valeriano, de todo el trabajo del humanista madrileño, en especial en la redacción de esta parte sobre el tercer arco. En algunos casos, como en el párrafo que sigue a continuación de éste, lo cita expresamente,

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Lo que es a la religión propio.

A esta virtud pertenesce y le es propio (como dize Santo Thomás en la 2 secundae, en la questión 81, artículo 3) dar reverencia a un solo Dios en quanto es primer principio de la creación y govierno de todas las cosas258.

La prin<ci>pal entre las virtudes morales.

Ésta es la principal entre las virtudes morales porque se allega y tiene más respecto a Dios y assí vemos que en el capítulo 20 de Éxodolos primeros se ponen los preceptos que pertenescen a la religión259.

126v.

Fue esta virtud tan dilatada por todo el universo que no uvo gente tan bárbara a quien no tocase este culto de la religión, la qual tuvo tanta fuerça que a trueco de guardar sus ritos y ceremonias, no dudavan, para sacrificar a sus ídolos, matar muchos hombres humanos y no perdonar a sus proprios hijos, como claro paresce en la costumbre que tenían los scythas y en Virgilio en el primer libro de la Eneida260, donde dize que los griegos para venir a Troya con prosperidad sacrificaron una donzella261 y consultando los oráculos el sacerdote Chalcas le respondió que para bolver a sus tierras felizmente avían de sacrificar a otro hombre humano262, como lo significó con estos versos:

Sanguine placastis uentos et uirgine caesa, cum primum Iliacas, Danai, uenistis ad oras; sanguine quaerendi reditus animaque litandum Argolica.

Y a trueco de cumplir con las illusiones y diabologías de sus oráculos, sacrificavan vírgenes donzellas, con las quales entendían que cumplían mucho con su religión, y para esto tenían ministros, que ll ll flá i d t tífi á i ll i

mientras que en el que nos ocupa lo omite, aun cuando lo adapta bastante literalmente. 258 Precisamente en este artículo lo que debate Santo Tomás es si la religión es o no una virtud. En el punto tercero, en una de las argumentaciones, se afirma: Ad religionem autem pertinet exhibere reuerentiam uni Deo secundum unam rationem, inquantum scilicet ets primum principium creationis et gubernationem rerum. 259 La argumentación sigue ahora el artículo 6.3 de la misma quaestio, donde se debate si la religión es una virtud más importante que las otras. En él se cita el Éxodo XX, sobre el orden de los preceptos, según la importancia de las virtudes, de las que la religión es, en efecto, la principal. Santo Tomás señala entonces que: Religio autem magis de propinquo accedit ad Deum quam aliam uirtutes morales. 260 Virg., Aen. II, 116-119. 261 Se trata de Ifigenia, víctima pura, y por tanto grata a los dioses, que fue sacrificada en un acto de culto propiciatorio para que la navegación de los aqueos estuviese acompañada por el favor divino. Como la joven no había sido culpable de ningún delito religioso, fue muerta con la espada y no por el procedimiento sacrificial de la precipitación que se utilizaba con los que habían incurrido en él (CANTARELLA 1996, 85 y 88). 262 El Humanismo puso el acento en destacar que los studia humanitatis daban al hombre una formación completa y hacían de él un homo humanus, marcando la diferencia con el homo barbarus que había sido educado a la sombra de la trasnochada escolástica. La referencia, aplicada a los griegos, es un esfuerzo más, de los muchos que hace el autor, por dignificar un período en el que los hombres aún no habían sido redimidos, no habían pasado por la experiencia individual de la fe y, por tanto, se encontraban fuera de la Iglesia de Dios.

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127r.

ellos llamavan flámines y sacerdotes y pontífices máximos y collegios, donde estudiavan con grande curiosidad lo que hazía para la declaración y conservación de sus religiones. Tenían también sus monasterios de monjas, a las quales llamavan vírgenes vestales, todo lo qual pretendió siempre el demonio como fimia263 de lo que Dios avía de escoger para sí, porque bien entendió el demonio que los sacrificios eran culto divino y que la virginidad dedicada a Dios haze a los hombres semejantes a los ángeles264.

127v El diablo como embidioso quiere para sí lo que Dios.

Por lo qual, como embidioso, quiso con sus illusiones pedir para sí lo que entendía que era culto divino, por la gran embidia que siempre tuvo a la sacratíssima humanidad de Jesu Christo, nuestro Señor, como lo dize Sant Juan en el capítulo 8: Ille homicida fuit ab initio265. Que aquel maldito demonio dende el principio fue embidioso y homicida.

Y porque él entiende que lo que Dios quiere de los hombres es el coraçón y voluntad y buena intención, pidió que le sacrificassen coraçones materiales de los hombres y assí en nuestros tiempos veemos que en las Indias hallaron nuestros españoles muchos lugares donde sacrificavan los indios hombres y sacándoles los coraçones los davan a sus ídolos. Para que de aquí colijamos nuestra floxedad y flaqueza, viendo que el affecto de la religión pudo persuadir a los idólatras una cosa tan atroz y tan horrenda y espantable, como sacar los coraçones de los hombres, lo qual dixo muy bien Lucretio, poeta antiguo266:

Tantum relligio potuit suadere malorum. Tantos males, idolatrías y crueldades pudo persuadir la falsa religión.

128r

Y la relaxación y tibieza que nosotros tenemos en nuestra sancta, cathólica y piadosa religión es tanta que ni ayuno, ni disciplina, ni limosna, ni devoción en oir los oficios divinos, ni affecto en frequentar los santos sacramentos, ni reverencia a los templos y cosas

d h ll i Fi l d l i 263 Simia, es decir símil o similar. En el diccionario de Covarrubias puede leerse en la voz simia: “animal que allega mucho a la figura del hombre; no tiene cola. Díxosse assí, quasi sima, por tener las narizes hatas. Por traslación llamamos simia al que remeda a otro y quiere imitarle...”. 264 Según la teoría paulina, Cristo vino a la tierra para redimir a los hombres y hacer de sus cuerpos templos del Espíritu Santo, por lo que el signo diferenciador con los gentiles será guardar ese cuerpo en santidad y sin afecto libidinoso (I Tesal. IV, 4-8), porque el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor (I Cor. VI, 13). “El que se allega al Señor se hace espíritu con Él” (I Cor. VI, 17), y el día del Juicio Final será recompensado sentándose junto a su trono “para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mat. XIX, 28), igual que se sientan los ángeles. La idea la recoge claramente San Juan en el Apocalipsis (I, 13-20), cuando narra la visión del hijo del hombre en medio de siete candeleros de oro y con siete estrellas en su mano derecha. San Juan señala que estos son los ángeles de las siete iglesias, representados en los candeleros, es decir, los justos de todas las iglesias del orbe, que estarán con Jesucristo el día del Juicio Final. 265 Cf. Ioan. VIII 44. 266 Lucret., Nat. Rer. I 101. López de Hoyos descontextualiza la frase de Lucrecio y tergiversa su sentido, ya que este autor se refiere a la religión en sentido genérico, no a la religión pagana o a la “falsa”.

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Cómo permitió Dios los sacrificios de animales. 128v

sagradas se halla sino en muy pocos. Finalmente en todas las naciones fue muy estimada y reverenciada con muchos y differentes sacrificios, y aun el pueblo israelítico, aviéndole Dios sacado de la captividad de Egypto, entendiendo Su divina Magestad que salían muy aficionados a los sacrificios de los animales, de que veían que usaban los supersticiosos egypcios y que avían de idolatrar como idolatraron, haziendo un becerro de oro, les concedió y ordenó y permitió como a gente tan novelera y ceremoniática los sacrificios de los animales, porque no idolatrassen cada día267.

Esto he dicho de passo, dexando lo mucho que en esta materia ay que dezir, especialmente si quisiéssemos traer la muchedumbre de exemplos de la observancia de la religión, assí de la Escriptura Sagrada y entre ellos viéssemos aquella hazaña de aquella muger que, sólo por guardar la religión de lo que Dios les avía mandado que no comiessen carnes de puerco, constriñéndoles un ministro del rey Antiocho a que lo comiessen, con grande ánimo y varonil excellencia consintió que martirizassen sus siete hijos uno a uno y, a la postre, a sí misma antes que quebrassen aquel tan pequeño mandato de la religión, como paresce en el 2º libro de los Machabeos, en el capítulo 7268.

129r Exemplos de religión. 129v

Acerca de los gentiles huvo tanto cuidado de la religión y tanto respecto a las cosas sagradas que sería hazer un dilatado volumen como hizo Valerio Máximo, si quisiéssemos traer muchos exemplos, pero pues ya avemos llegado a este propósito, diré algo de lo mucho que vemos historiado; particularmente vemos que Cornelio Sylla, romano, fue tan estudioso y favorecedor de la religión que, viéndose constreñido y necessitado para sustentar su exército, sacar dineros de donde quiera que los hallara, tomó del templo de Júpiter y Apollo muy grande summa de thesoro y después considerando las grandes pérdidas y los grandes castigos que de los sacrilegios resultan a los emperadores, reyes y monarchas, restituyó con gran religión al templo de do lo avía sacado la mitad de los campos de Thebas, que era una ciudad de Grecia potentíssima y de grande riqueza269.

Exemplos de príncipes

Alexandro Magno y Pompeyo Magno, aviendo destruido a Hierusalem270, el Alexandro teniendo reverencia a la religión, mandó

267 Cf. Exod. XXXII y ss. 268 Cf. II Macab. VII. 269 La valoración que hace López de Hoyos no deja de ser una opinión personal sobre la extensión de la obra del autor latino que, en este caso, le sirve como ejemplo de obra “dilatada”. Valerio Máximo en el libro I, cap. 1 habla sobre “la observancia de la religión”, mientras que en el cap. 2 sobre “la fingida religión de los romanos”. Es precisamente en este capítulo (I 2, 3) donde menciona a Sila, relatando que cuando estaba a punto de iniciar un combate, delante de sus soldados, abrazaba una imagen del dios Apolo, que había robado en Delfos y le rogaba que cumpliera rápidamente lo que le había prometido. De nuevo se tergiversa la noticia en la interpretación que hace, ya que Valerio Máximo lo pone como ejemplo de la “fingida” religiosidad romana. 270 La figura de Alejandro Magno, casi omnipresente en toda la literatura medieval europea, fue cristianizada

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acerca de la religión. Philipe 2, nuestro señor.

que en ninguna manera tocassen al templo de Salomón, donde los hebreos sacrificavan. Y el Magno Pompeyo, saliéndole al encuentro un summo sacerdote de los hebreos, se hincó de rodillas y como sirviera a Dios le començó a adorar y reverenciar por el affecto grande que este esclarescido príncipe a la religión tenía, lo qual, por la misericordia de Dios, vemos en Su Magestad la reverencia que a los sacerdotes tiene, pues aun yendo a negociar con él, en ninguna manera

en algunas obras fundamentales, que tuvieron gran resonancia posterior. El pasaje de Alejandro en el templo de Jerusalén, al que alude López de Hoyos, tiene precedentes en el Roman d’Alexandre y en la Historia Scholastica de Petrus Comestor (CARY, 1956). La anécdota de Pompeyo, del mismo tenor que la de Alejandro, es también una visión cristianizada del comportamiento del general romano cuando en el 63 a.C. dominó a los judíos y tomó Jerusalén, conformando con los territorios ganados una provincia, que dejó bajo la jurisdicción de un gobernador al año siguiente, cf. Ammian. Marc. XIV 8, 12. 271 Como el propio López de Hoyos explica unas páginas más adelante (fol.191r. y ss.) entre las virtudes del hombre renacentista -y más si se trataba de un rey-, ocupaba un lugar destacado el ejercicio de la magnificencia por medio de la construcción de grandes y costosas obras puestas al servicio de Dios. La fábrica del monasterio de El Escorial permitió a Felipe II materializar un deseo que venía madurando desde que obtuviera la victoria de San Quintín contra Francia en la festividad de San Lorenzo de 1557. Pero, además, el Rey quería construir un símbolo estable y grandioso para su dinastía. Estando aún en Gante en 1559, envió a España a Juan Bautista de Toledo, arquitecto y humanista de formación italiana, a buscar el emplazamiento idóneo para una nueva fundación monástica de la orden jerónima a la que tenía pensado adosar un palacio. Fue el propio Monarca quien terminó eligiendo un lugar próximo a la aldea de El Escorial en noviembre de 1561. El arquitecto trazó los planos en poco más de un año, y el 23 de abril de 1563, día de San Jorge, se colocó la primera piedra, aunque la fundacional la pondría el Rey el 20 de agosto. Felipe II imprimió a las obras un ritmo trepidante porque le urgía levantar el panteón de la Dinastía donde, sin más demora, debía descansar su padre, y tuvo la delicadeza de repetir el modelo de lugar de descanso que el propio Emperador había ido a buscar a Yuste. Además, el sitio elegido, se insertaba perfectamente en el entramado de palacios y casas reales construidos próximos a Madrid. Al morir el arquitecto en 1567, posiblemente por un exceso de trabajo, la obra la continuó su discípulo Juan de Herrera. La basílica, elemento centralizador del conjunto y panteón familiar, se comenzó en 1574, la biblioteca -joya del edificio- se terminó en 1583, y los aposentos reales en 1585, aunque desde 1571 la familia real ocupó habitaciones temporales en el ala sur. 272 Las reliquias, que venían siendo objetos de devoción entre los fieles ya desde las primeras épocas de expansión del cristianismo, ganaron prestigio en el siglo XVI porque, a su valor intrínseco de objetos sacros, se les añadió el gusto manierista por lo raro, lo exótico y, también, por el aspecto suntuoso que les confería el estar cada una correspondientemente protegida por un precioso relicario. A su vez, todas se custodiaban y veneraban en los camarines-relicario, espacios misteriosos y de difícil acceso, que eran el trasunto religioso de los gabinetes palaciegos de objetos exóticos y raros, donde podían admirarse cosas maravillosas traídas de tierras lejanas, tan de moda en la época. Los Habsburgo asociaron el gusto por las reliquias con la idea de religión, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVI, y Felipe II y sus hermanas reunieron formidables colecciones. En concreto el Rey Prudente sintió tempranamente, desde que en 1550 viajara a Colonia, gran atracción por las reliquias. Y la compartió con su cuarta esposa, Ana de Austria, que regaló al monasterio de las Descalzas Reales algunas obras de gran valor, como el arca de San Víctor, obra de Jamnitzer, para que sirvieran de relicario. Desde 1572 el Rey se dedicó a hacer acopio de estas piezas con destino a El Escorial, y encargó al cronista Ambrosio de Morales que las buscara por los reinos de León, Galicia y Asturias. Al final de su vida había reunido una impresionante y variada colección de más de siete mil reliquias entre las que, además de diez cuerpos enteros y ciento cuarenta y cuatro cabezas, había cabellos de Cristo y la Virgen, y fragmentos de la “Vera Cruz”, cada una custodiada en su correspondiente y valioso relicario que le privaba del posible macabro aspecto original (KAMEN 1997, 198). Por encima de su valor exótico, Felipe II tenía fe absoluta en ellas, a las que recurrió en busca de consuelo corporal en sus últimos y dolorosos días.

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130r. Templo de Sant Lorenço del Escurial.

sacerdotes tiene, pues aun yendo a negociar con él, en ninguna manera consiente que el sacerdote hable hasta que se torne a cubrir la cabeça.

Dexo el affecto tan heroico de Su Magestad en reedificar los templos, favorescer las fábricas pobres y, en summa, en edificar para augmento y mayor ornato de nuestra religión christiana uno de los más raros y esclarecidos monesterios que hasta oy avemos visto de la religiosa orden de San Hierónymo, dedicado al bienaventurado San Lorenço, en el Escurial271, de la mayor fábrica y aparato y más superbo edificio y más raras y ricas, sumptuosas y copiosas dotaciones, illustradas con muchas y muy sanctas reliquias de sanctos272, preseas y ornamentos que hasta oy ningún rey ha dotado ni yo sé significar.

130v Elephante, pronóstico de religión. 131r

Por lo qual en este nicho pusimos esta tan heroica virtud que en Su Magestad resplandesce, pues por la misericordia de Dios todas las naciones, como a tan cathólico y religioso príncipe, concurren a Su Magestad a pedir socorro, así contra turcos, moros, infieles, tiranos, como contra los herejes y schismáticos, alborotadores y destruidores de los sagrados apriscos evangélicos.

Tuvo esta figura de la Religión una cruz en la mano derecha, como vandera de nuestra sancta religión y piedad christiana, y en la izquierda un libro de la ley evangélica y a los pies un elephante, el qual como parece en las Hierogliphycas de los egipcios, y trae Plinio en el libro 8, este animal es muy religioso porque reverencia al Sol y a la Luna y a las estrellas y affirman estos autores que en los bosques de Mauritania, donde ellos se crían, hay un río llamado Amilo, en esclaresciendo la luna nueva, se bañan en este río y después de bien lavados, saludando a la luna se buelven con mucho concierto a sus estancias273; y por esta razón le pusimos este elephante como tan buen indicio de la religión, dexando las otras virtudes que a este animal se atribuyen, todo lo qual comprehendimos en estos versos:

RELIGIONI PHILIPPI

Relligio uexilla Dei atque oracula uatum Mistica gesto manu uecta Elephante pio

Urbibus Hesperiis animoque, accepta Philippi Invictum terris erigo tuta caput.

Yo, la Religión y piedad cristiana sobre un elephante traigo en la mano la

273 El pasaje sigue, en efecto, a Plinio, incluso en la mención de “autores” que afirman que Mauritania hay un río llamado Amilo en el que los elefantes se bañan, como un rito de tipo purificatorio, cf. Plin., Nat. hist. VIII 1: Maximum est elephans proximumque humanis sensibus (...) immo uero quae etiam in homine rara, probitas, prudentia, aequitas, religio quoque siderum solisque ac lunae ueneratio. Auctores sunt in Mauretaniae saltibus ad quendam amnem cui nomen est Amilo nitescente luna noua greges eorum descendere ibique se purificantes sollemniter aqua circumspergi atque ita salutato sidere in siluas reuerti uitulorum fatigatos prae se ferentes.

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vandera de Jesu Christo, y los soberanos misterios de los profetas y evangelistas, y siendo tam bien hospedada en España y en el ánimo tan cathólico del rey don Philippe, con harta seguridad y excellencia, triumpho en la tierra.

131v

A ésta correspondía en el otro nicho la real y excelsa virtud de la Clemencia274, con que Su Magestad, como padre de la República, con tan maravilloso concierto, harmonía y mansedumbre govierna todos sus reinos, estados y señoríos, la qual es tan noble en Su Magestad que, aunque los discretos y políticos cortesanos no huviessen leído lo que Platón275, Aristóteles en el segundo y quarto libro de la Ethica y Séneca en los libros de la Clemencia y Cicerón en su Philosophia276 y Valerio Máximo en el quinto libro, donde con muchos y varios exemplos trata largamente desta tan maravillosa virtud277.

Claramente vieran considerando el modo de proceder de Su 274 La Clemencia es aquí entendida como fuente de paz y concordia, basando su representación iconográfica en Piero Valeriano (Hier. I: Leo), quien tomando también como fuente de inspiración una moneda de época augústea, ofrece la imagen de leones y corderos pastando juntos en alusión a esta misma idea. En un sentido muy similar, propone Ripa esta imagen de leones y corderos para aludir a la paz a partir de la unión de contrarios: “...pues estos por natura son de hábitos distintos y aún enemigos y contrarios” (Icon., s.v. Paz). El autor basa esta representación en Virgilio, “quien augurando una paz extensa y duradera en tiempos de Polión dijo que leones y corderos vivirían unidos y sin daño”. Pero además, la vinculación entre la clemencia como virtud real y la imagen del león recoge la tradición literaria y emblemática que relaciona a este animal con las ideas de coraje, fuerza física, cólera e ira (Horapollo, (Hier. I, IV, 18), Valeriano, (Hier. I) y Alciato, (Emb. LXIII) reconociendo en él una cualidad especial, la “grandeza de ánimo”, específicamente mencionada por Ripa, (Icon.), en relación con el rey. La vinculación entre leones o corderos -utilizada en López de Hoyos, como puede verse más adelante en fol. 137r- apareció también en relación con lo efímero, en la decoración del túmulo realizado en Sevilla para las exequias de Felipe II en 1598, significando en este caso la equidad de la justicia. 275 Se trata de una referencia muy genérica. Platón aborda en muchos de sus diálogos el tema de la virtud de forma global, en otros casos se hace sobre alguna virtud concreta, como en el Cármides, donde se centra sobre la prudencia. López de Hoyos puede estar pensando en varios de estos discursos, como el citado, o el Protágoras o el Menón, pero creemos que se trata más bien de una mención casi mecánica, a efectos de nombrar junto a Aristóteles, al otro gran filósofo del mundo griego, ya que las citas que vienen a continuación son mucho más concretas y el pasaje tiene una clara fuente de procedencia. Véase la nota siguiente. 276 Como ocurría con la virtud de la religión, la explicación sobre la clemencia se basa en Santo Tomás, a quien resume tomando diversas frases y citas. La afirmación de “la clemencia es una mansedumbre y blandura superior al inferior” parece traducir de forma un tanto oscura las palabras que Santo Tomás pone en boca de Séneca: clementia est lenitas superioris aduersus inferiorem. Igualmente, “la clemencia consiste en disminuir y moderar las penas... con consideración y rectitud de la razón” responde a frases del tipo: clementia autem diminutiva est poenarum, etiam secundum rationem rectam o la de mansuetudo secundum rationem rectam moderatur iras, etc. Aunque de forma algo imprecisa, recoge la diferencia establecida por el filósofo entre mansuetudo y clementia, a lo largo de la quaestio 157. Las menciones que López de Hoyos realiza de Aristóteles, Cicerón y Séneca están basadas en este texto, donde Santo Tomás remite a diversos pasajes de estos autores: Arist., Ethic. II 3, 3; II 6, 2; IV 5, 13. También VIII 1, 3; V 10, 8. Cic., Rhet. II 54. Sén., De clem. II 3, 4, 5, 7. 277 Valerio Máximo trata en el libro V 1 de la benignidad y clemencia de los romanos. En los demás capítulos que componen este libro se abordan cuestiones como la gratitud, la amistad y amor fraternal, la piedad o la severidad en el trato de los padres a los hijos. Unos párrafos más adelante (pp. 134r-135v.) comentará algunos ejemplos de clemencia en personajes romanos, extrayéndolos de esta obra.

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132r Qué sea la clemencia. La clemencia, medio entre el furor y la floxedad.

Magestad lo que es y vale esta virtud de la Clemencia, porque como Séneca dize y también lo declaran Sancto Thomas en las ciento cinquenta y siete questiones de la Secunda secundae, la clemencia es una mansedumbre y blandura superior al inferior, y lo formal de la clemencia consiste en disminuir y moderar las penas y attroces castigos con consideración y rectitud de la razón y particularmente se vee su clara excellencia en remitir cómo estos philósophos dizen la injuria y deservicios recibidos, de manera que es medio entre el furor de la ira y crueldad y floxedad del castigo y tibieza y relaxación en el no airarse.

132v De clementes es antes perdonar que no vengarse. Mitigar el castigo de clemente.

Ansí que aquél se llamará clemente278, que por causas lícitas, quando conviene y como conviene y por el tiempo que es necessario y contra aquellos que es lícito, sin perturbación del ánimo, se aíra. Y ésta es la que el propheta David dixo: Irascimini et nolite peccare, airáos(dize el santo rey y propheta David) y no queráis peccar, como si dixera, airáos contra el vicio y no pequéis contra las personas, porque, eneffecto, el clemente no dessea vengarse, antes perdonar, porque el que jamás castigasse, ni por ningunas causas se airasse, como avemos dicho, éste tal sería falto de toda razón y consideración y, por consiguiente, no se deve llamar ni tener título de una tan maravillosa virtud como es la clemencia, pero áquel que antes por el amor que <a> aquellos, a quien castiga, tiene, disminuye y modera el castigo para su correctión y no por título de vengança o execución de odio e ira quiere turbada y aceleradamente romper con todo el mundo y executar la ira y furia de que está apassionado.

133r Los reyes por la clemencia semejantes a Dios.

Éste tal, como emos dicho, se deve llamar clemente, porque en esto se hazen los reyes (a quien es esta virtud más propria y anexa) semejantes e imitadores de Dios, pues, tiniendo potencia para castigar, muestra más su authoridad, su ser, su valor, su omnipotencia en perdonar que en todas las demás obras que de su divina mano se derivan. Assí lo dixo David relatando las proezas y magestad de Dios, dize: Et miserationes eius super omnia opera eius279. Y su misericordia y clemencia dize es sobre todas sus obras. Lo mismo significa nuestra Santa madre Iglesia, quando dize: Deus qui omnipotentiam tuam parcendo maxime et miserando manifestas280, que quiere dezir: Dios y Señor mío, que mostráis y dáis a entender vuestra omnipotencia y principalmente en perdonar y piadosamente en relaxar el castigo.

278 La argumentación continúa en este párrafo justificando al clemente que “por causas lícitas” “se aíra”. Dicha justificación está basada en la quaestio 158 de la misma obra de San Tomás, que trata de iracundia, donde aparece citada la frase bíblica que recoge López de Hoyos, y que corresponde a Psalm. IV 5. 279 Cf. Psalm. CXLIV 9. En la quaestio 157 de la Secunda secundae Santo Tomás habla de la misericordia, remitiendo a otra cuestión en la que ya ha tratado del tema. Se refiere a la quaestio 30, en cuyos artículos 2 y 4 se cita esta frase sálmica que López de Hoyos recoge, y donde se afirma que es propio de Dios tener misericordia (art. 4): Proprium enimm Dei est misereri, unde dicitur in Ps. 144, 9. 280 Cf. Missale Rom. Dom. XXVI per annum, orat. coll.

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133v David con su contrario, clemente. Regum I281 134r

De todo esto es singular exemplo el de David con el rey Saúl, el qual, pretendiendo destruir y matar a David con toda diligencia y cuidado, ordenava su gente para alcançar este fin y desseado triumpho y, pudiendo David con grande commodidad cortar la cabeça a Saúl, fue tan benigno y clemente que nunca estendió la mano contra aquél que tam bién merecida tenía la muerte, antes con palabras de grande eficacia y de grande amor pretendía atraer el obstinado ánimo de Saúl, dándole a entender que pudiera muy bien vengarse y cortarle la cabeça, aviendo entrado en la tienda donde dormía y llevádose la lança y un vaso que a la cabecera Saúl tenía. Y otra vez entrando solo Saúl en una cueva donde David y su gente estava, llegó este sancto rey y propheta David por detrás y le cortó una pieça de la vestidura, la qual, apartándose un poco Saúl, mostró el clementíssimo David a Saúl, dándole a entender cómo Dios se le avía entregado y traído a las manos, y de la clemencia que con él havía usado, andando contra él. Y cercándole con grande número de gente y estando en tanta aflición, el real propheta David, trayéndole tan perseguido y acossado, avía usado desta tan heroica y singular virtud con él, queriendo vencer con esta tan real virtud su perversa obstinación y impío desseo de matarle.

134v Nota de la clemencia. 135r Exemplos de clemencia.

No menos paresce la clemencia real en el valeroso Gneio Pompeyo, el qual viniendo a sus manos Tygrano, rey de Armenia, y aviendo por mucho tiempo traído guerra con él y sido muy molesto y contrario del pueblo romano y aver favorescido y hospedado a Mithrídates gran enemigo y perseguidor de la República romana. Viendo Tygrano que el exército de Pompeyo en poco tiempo destruyera a Armenia, acordó de venir a pedir misericordia282. Y apeándose de su cavallo para entrar en los reales de Pompeyo a rendir las armas, entrando a la tienda donde Pompeyo estava, hincó las rodillas y, quitándose la diadema y corona real de su cabeça para besarle los pies, el Pompeyo con su gran clemencia de príncipe, levantó al rey Tygrano y con amorosas palabras le mandó cubrir y tornar a poner su corona real y hazerle tanta merced de le conceder su reino y dexalle pacífico en él, usando con este rey desta tan heroica virtud de la clemencia, le mandó bolver en paz y en tranquilidad, entendiendo este tan valeroso príncipe quán mejor es vencer por clemencia que no por desaforados destroços y sangrientas batallas y que es tan real hazaña hazer reyes y señores, como vencerlos y

281 La historia del relato de David y Saúl es un resumen de I Sam. XXIV, no del primer libro de los Reyes. 282 Esta historia la recoge Plutarco (Vidas paralelas. Agesilao-Pompeyo, XXXIII), aunque el pasaje del autor parece estar basado directamente en Val. Max. V 1, 9. También extrae de aquí las anécdotas sobre la clemencia de Lucio Paulo (V 1,8) y de Julio César (V 1, 10). Lo que omite López de Hoyos sobre el relato de Pompeyo es que éste impuso unas severas condiciones al rey Tigranes (un impuesto de 6.000 talentos) para poder conservar sus posesiones, lo que no se recoge en la velada mención de Valerio Máximo al asunto, cuando éste señala que “después de imponerle determinadas condiciones, le restituyó el esplendor de su fortuna”.

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destruirlos. 135v César, clemente.

No menos notable es el exemplo de la clemencia de Lucio Paulo, príncipe romano, el qual, como oyesse que traían delante de su presencia a Persa, rey de Macedonia, captivo, saliéndole al encuentro con las vestiduras y ornato de emperador romano, hincándose de rodillas el rey Persa, le levantó con mucha presteza y con palabras clemenetes le animó y tomándole de la mano le truxo a su estancia y le assentó a su mano derecha, y combidó a comer, usando este valeroso capitán de tan gran clemencia, con la qual dezía que no era menos gloria abatir al enemigo que tener misericordia del afligido y desdichado.

Dexo de dezir de la clemencia y humanidad del emperador Julio César, el qual viendo la cabeça de Pompeyo, su contrario, la qual avía embiado presentada por hazerle muy gran servicio el rey Ptholomeo, en Alexandría, lloró y sintió mucho, olvidándose ya de la gran enemistad que con él avía tenido y haziéndole muy grandes obsequias, honró y honestó la cabeça con grandes y preciosíssimos olores, dando por esto este excelso emperador a entender quán verdad es lo que diximos al principio desta tan excelsa virtud, que su principal parte no es pretender vengança, antes perdonar con clemencia.

136r Clemencia del emperador Carlos 5, nuestro señor. 136v

Y, por concluir, no me parece que avía que buscar exemplos agenos desta tan real virtud, pues la tenemos en nuestra España tan esclarecidos y tan notables y dexando otros muchos aparte, campean y resplandecen con grande triumpho desta tan heroica virtud los del emperador don Carlos V Máximo, nuestro señor, que, por ser su clemencia tan rara y tan conocida de la que usó en las Comunidades al principio de su reinado, perdonando a todos los príncipes y señores destos reinos, pacificó muy en breve con su humanidad y clemencia lo que a otro con mucha potencia fuera harto dificultoso.

Dexo de la que usó con los príncipes rebeldes del Imperio y los de Gante y otros muchos que por no parecer descomedido en querer con pocas palabras celebrar exemplo tan esclarescido y una tan excelsa virtud de un monarcha que tanto trabajó en la Iglesia de Dios, que con sus virtudes y triumphos y, en especial en la clemencia, fue exemplo inmortal de príncipes, sobrepujando a Julio César, tan alabado de todos los historiadores en esta virtud.

De Philippe 2, nuestro señor.

No menos resplandece en la magestad del Rey don Philipo, nuestro señor, tan illustrado, con tan gran triumpho de clemencia como virtud heredada de su padre y señor nuestro que, aviendo podido llevar muy adelante las victorias, destruir reinos y señoríos, ha Su Magestad usado desta real clemencia.

No es menos notable la clemencia con que Su Magestad, como padre de la República, ha perdonado y acomodado por todo este reino a los rebeldes vasallos del reino de Granada, teniéndolos ya en

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137r A la clemencia, por qué un rayo en la mano. 137v

punto de destruirlos, con grande destroço no dexar uno ni más, con su real clemencia, detiniendo el justo castigo, con grande humanidad perdonó a tan gran número de rebeldes.

Por lo qual a esta figura en que se representa esta tan excelsa virtud de Su Magestad pusimos un león y un cordero, para denotar esta virtud, assí a los discordes, como a los rebeldes, humildes, baxos, illustres, príncipes y grandes atrae y de todos triumpha283. Y para denotar que la verdadera clemencia consiste en refrenar la ira y no executar la potencia con que el rey puede destruir y assolar y arruinar los rebeldes y malos vassallos, desseando más reconciliarlos con amor que destruillos con potencia, le pusimos un rayo en la mano izquierda, el qual tenía echado en la palma, no a manera de querer offender a nadie con él, antes con un desdén de quererle despedir y echar de sí. Por la qual demonstración el emperador Severino Pío Augusto en un reverso de una moneda, en la qual puso una dama assentada en un león, que desechava de sí un rayo, con esta letra284:

Clemencia del león. 138r

INDVLGENTIA AVG.

IN CAR.

Y aunque en esta moneda no se puede leer, más quiere dezir en romance, el regalo y piedad de Augusto acerca de sus amados vasallos,también en el león vemos la clemencia (assí lo significan los egipcios) porque dizen los naturales que el león, aunque el hombre le aya hecho embravescer, como no le aya herido, ni quebrado algún miembro, va tras él y en cogiéndolo entre las manos no le despedaça ni haze mal ninguno, sólo se contenta con derribarle y atemorizarle, lo qual es propio de la clemencia, y esto significó Ovidio cuando dixo:

Corpora magnanimo satis est prostrasse leoni. Conténtase el magnánimo y clemente león con aver derribado al hombre sin

executar más su furor. Lo qual es tan propio de Su Magestad, quanto por la misericordia de Dios todos tenemos por experiencia. Pusimos a esta tan excelsa virtud de Su Magestad esta letra:

CLEMENTIAE

PHILIP. En ego virgineo fingor Clementiae vultu, Cum mansueto agno, cumque leone fero,

283 Véase nota 274. 284 En este contexto López de Hoyos vuelve a seguir a P. Valeriano (Hier. I: Leo), aunque invierte el orden de la narración, anticipando el comentario a la moneda de Severo Pío y dando después la explicación sobre el león, en la que recoge la cita de Ovidio, utilizada por P. Valeriano y que corresponde a Tristia III 5, 3.

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209

138v

discordes etenim, mites simul atque rebelles allicio et gremio denique iungo meo.

Declaración:

Advertí, como yo, la Clemencia, soy fingida en aparencia de donzella, con un manso cordero y un fiero león, porque a los discordes, a los humildes y a los rebeldes blandamente attraigo y al fin fin los reconcilio y ajunto a mi voluntad y jurisdictión.

139r Figura de la madura consideración.

En el remanente deste nicho, hasta el alquitrave restavan 15 pies y en este espacio pusimos dos emblemas hierogliphycas de singular pintura de claro y escuro maravillosamente relevadas, porque los artífices son, como avemos dicho, los más eminentes que se hallan en esta facultad, Di<e>go de Urbina y Alonso Sánchez, artífice de Su Magestad. El primero quadro que venía sobre el nicho y compartimiento de la Religión era la madura, prudente, recatada, discreta y considerada manera de proceder de Su Magestad.

Para significar esto pusimos un buey con un rostro de hombre y sobre su espalda un delphin; por el buey, bien se da a entender la laboriosa tardança rumiada y considerada con la discreción y maduro consejo que por el rostro de hombre en esta figura se denota285.

285 El jeroglífico del buey y el delfín constituye una variante de uno de los más célebres emblemas del Renacimiento, el festina lente (apresúrate despacio), que Erasmo consideraba “digno de ser grabado en todas las columnas y escrito con letras de oro en las puertas de los templos” (Adagia, II, I). El emblema presenta la combinación entre la rapidez y la tardanza como estrategia de comportamiento recomendada al soberano, recogiendo lo ya dicho por Aristóteles, quien en su Etica a Nicómaco (VI 9, 1142B) aconsejaba “reflexionar despacio y actuar rápido”. El Renacimiento retoma este emblema a partir de la recuperación humanista de Aulo Gelio, quien lo introdujo en Las Noches Áticas (Noct. Att. X, 11, 1-9, especialmente 5), como comentario al término “madurar”, a partir del lema que aparecía en una moneda del emperador Augusto. De esta moneda da cuenta, por ejemplo, Antonio Agustín en su Diálogo de las medallas (II 78), remitiendo a los jeroglíficos de Horapollo y Piero Valeriano. La representación de esta idea quedó reflejada en la emblemática y en la historia del Arte a través de numerosas y variadas imágenes que tenían en común el principio de concordancia de opuestos. En este caso, la idea ha cobrado forma mediante la combinación de una figura de inspiración bíblica, la del buey que remite a la idea de fortaleza (Ez. I 5-7) con la del delfín en señal de rapidez, representación que había sido recogida por la emblemática y asociada, como ocurre en este caso, con el tema de la educación del príncipe. Así aparece reflejada en Alciato, quien acude a la expresión del festina lente en dos ocasiones: en el emblema XX, donde presenta una rémora en torno a una flecha para aludir a la prudencia, y en el CXLIII, donde, a partir de monedas imperiales de época de Tito, presenta la imagen de un delfín enrollado en un ancla como representación del propio rey y del oficio de gobernar. Esta misma imagen, junto al lema semper festina lente, había aparecido también en una carta escrita por Aldo Manuzio a Alberto Pio da Carpi en 1499, así como en la Hypnerotomachia Poliphili de Colonna (VII,63). Piero Valeriano, por su parte, alude en diversos momentos a la simbología del delfín como representación de la velocitas en Hier. XXVII, aunque también afirma en Hier. III: Taurus, que los bueyes simbolizan la velocidad en el trabajo. Al explicar la noción de madurez (Hier. XXVII: Maturitas) alude al símbolo del áncora y el delfín (WIND 1972, 104 y ss.). López de Hoyos sigue este texto de forma preferente.

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139v Figura en que se declara la madura consideración. Illustre comparación de la ley vicia a la de gracia.

Bien claro parece no ser esto ageno de particular consideración, pues para denotar este concepto hallamos una singular figura en las divinas letras, en la qual se vee muy a la clara que, quiriendo Dios dar a entender la rectitud y moderado consejo de sus quatro evangelistas, mostró a Ezechiel una figura, en la qual vió una aparencia de quatro animales y entre ellos un rostro de hombre, y dize que <los pies de> todos estos eran derechos y que la planta del pie de cada uno era como planta de <pie> de bezerro, de adonde quien no considerará por qué quiso Dios tan por menudo specificar las partes y pies desta figura y en resolución venir a dezir que los pies eran derechos y las plantas y pesuñas como de bezerro286, sino <que>, como dize Sant Pablo, todo lo mostrava Dios en la ley vieja por figura287 y les quería dar a comer los frutos con cortezas, como quando uno come almendras verdes, que cáscaras y pepitas todo junto se come, mas quando ya es el tiempo de su maduración, quebrando la cáscara comemos la pepita y echamos a mal las cáscaras.

140r Mística significación de la figura. La fortaleza en la rectitud.

De essa manera en estos tiempos, por la misericordia de Jesu Christo, nuestro Señor, quitadas las cáscaras y cortezas de la ley, vemos claramente lo que Dios con aquellas aparencias quiso significar, como en la presente figura vemos, que por dezir Dios que los pies destos animales eran derechos quiso significar la rectitud en el govierno, sin desgoznar ni torcer las coyunturas de las leyes para favorescer a nadie en particular, sin licencia de la ley porque (como en las mathemáticas vemos) toda la fortaleza consiste en la rectitud y bien vemos que una mediana columna, estando derecha, sustenta mucho y, por gruessa que sea, si se tuerce, en el mismo aire se haze pedaços y arruina todo el edificio.

140v La consideración y maduro govierno. Nota: dó se ha de recebir consejo. La consideración con execución. Delphin y su significación.

Por esta causa quiso Dios mostrar los pies destos animales derechos y las plantas, como de buey, para significar que la basa y fundamento de rectitud es fuerte y nerviosa y está hendida y partida por medio, como el pie de buey, que quiere dezir con consideración y gran consejo y assiento y peso maduro de los doctos ancianos y particularmente de aquellos que no pretenden medrar, porque, como es común sentencia de philósophos, no puede bien aconsejar quien pretende medrar.

Mas porque no se entienda que se ha de tardar mucho en deliberar lo que se deve hazer, dize la figura dicha, que salían centellas de en medio de la figura y que parecían estos pies del metal quando sale de la fragua. Esto se dio a entender y quesimos significar por el delphin que encima del buey pusimos porque como dizen los

286 Cf. Ez.. I 5-7. Forma parte de la visión que tuvo Ezequiel sobre la gloria de Dios. Piero Valeriano (Hier. III: Taurus) atribuye al buey cualidades semejantes de temperantia, modestia, mansuetudo, etc. En el mismo lugar alude a una simbología de los bueyes, y los compara con los apóstoles pero en un sentido algo distinto, porque adoptan sin protestar el yugo de Cristo. 287 Cf. I Cor. X 11: Haec autem omnia in figura contingebat illis.

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141r 141v

delphin que encima del buey pusimos, porque, como dizen los naturales, es uno de los animales más veloces y ligeros que ay, assí en la tierra como en la mar288.

Y a esta causa el emperador Tito Vespasiano fue el primero que quiso dar a entender la madureza de su consejo, rebolviendo el delphin a un ánchora289. Por el ánchora denotava el peso y consideración de los negocios, templada con la ligereza que por el delphin se dava a entender. Lo mismo es lo que aquí se significa en esta emblema y figura, que del maduro consejo de Su Magestad avemos dicho, que assí por sus singulares dotes de ánimo y rara prudencia, como por la felicidad en letras, costumbres, limpia generación de singular sciencia y experiencia de todos los de sus reales consejos, gozan estos reinos de las más bien concertada república que Aristóteles en su Política supo significar290, a todo lo qual pusimos y dedicamos esta letra:

CONSILII MATVRITATI Festina lente si uis finire laborem

Quae properant multum praecipitata ruunt.

Declaración: Apresúrate discretamente si quieres triumphar de los trabajos porque las

cosas que sin consejo se apresuran perescen atropelladas y tienen ruínes successos. Pintura de la justicia. 142r

A ésta correspondía en el otro nicho del intercolumnio, donde estava la Clemencia, una singular y rara pintura, en la qual se significa y da a entender la gran observancia y execución de la Justicia291, pues vemos que en esto es Su Magestad tan recto y tan amigo de que a todos se les guarde y que a nadie se haga injuria que pudiéramos hazer una larga historia desta tan heroica y tan rara virtud de Su Magestad. Por lo qual se pintó un ferocíssimo león y sobre él, sentada una dama, la qual tenía en la una mano levantada una espada desnuda y la

288 Cf. P. Valer., Hier. XXVII: Delphinus: est autem dubio procul uelocissimum omnium animalium tum aquatilium tum terrestrium. Véase nota 285. 289 Cf. P. Valer., Hier. XXVII: Delphinus: Habetur ea species, qua Delphinus anchorae se circumuolat in Titi Vespasiani nummis. Véase nota 285. 290 Aristóteles describe su “estado” ideal en los libros VII y VIII de la Política. 291 El triunfo de la Justicia como virtud suprema, que trasciende lo puramente humano y tiene su morada en los cielos, es identificada con la diosa griega Astrea, que anuncia con su retorno una nueva Edad de Oro. Su presentación figurativa parte claramente de Piero Valeriano (Hier. I: Leo), quien emplea esta imagen para referirse a la justicia. Su planteamiento iconográfico puede también relacionarse con el emblema XXIX de Alciato en alusión al triunfo de la Justicia, que vence incluso a los más fieros. El tema se representa a través de dos leones asidos a un carro conducido por Marco Antonio, al que se atribuye haber sido el primer caudillo que domó y puso bajo el yugo de su carro a los leones (Plin., Nat. hist. VIII 16 I, 37). La imagen de la mujer que porta una espada y apoya su mano sobre la cabeza de un león es también recogida por Ripa (Iconología) para presentar dos conceptos: la razón espiritual y la razón de estado.

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Fictión de la justicia. Por qué llamaron siglos dorados. 142v Cómo la justicia se subió al cielo. Nota.

otra tenía sentada sobre la cabeça del león292; ésta parescía venir triumphando y aver descendido del cielo, porque como parece en el primer libro de los Methamorfosis de Ovidio293, llamáronlo los poetas Astrea, la qual dixeron que era hija de Astreo y del Aurora.

Ésta dixeron que avía reinado en el tiempo que Saturno294, rey de Italia, reinava, el qual, por ser un tiempo de gran felicidad, compararon aquella edad al más precioso metal que la tierra produze por particular influencia y vigor del Sol, que es el oro, y por esso llamaron aquellos siglos dorados, pero offendida esta tan heroica virtud, viendo que poco a poco se iva resfriando entre los hombres el guardar a cada uno su justicia y derecho y que los principales que la perseguían eran los que dezían que la administravan y viendo tantos agravios y que, a cada passo, padescían los innocentes, acordó de bolverse al cielo, de donde avía descendido y desta manera dixeron que ya en la tierra no avía justicia, mas por la misericordia de Dios, viendo en nuestros tiempos tanta execución y rectitud desta tan excelsa virtud y que a grandes y a menores en estos reinos se les guarda su derecho, con razón dezimos que ha buelto del cielo y que es particular merced de nuestro Señor aver dado al mundo un rey que con tanta equidad y justicia conserva estos reinos.

143r Quál se llama justo, y lo que para serlo es necessario. Qué sea la justicia. 143v

A esta causa (porque, como Aristóteles dize en el segundo de la Ethica y trae Marco Tullio en el primero de los Officios y Sant Isidoro en los libros de sus Ethymologías y Sancto Thomás en la Secunda secundae, en la questión cincuenta y ocho, en el artículo primero)295 el justo se llama aquél que guarda el derecho, y para el acto y execución desta virtud es necessario que el que la exercitare sea discreto y sepa lo que haze. Lo segundo que sea con electión del devido fin.

Lo tercero, que sea con constancia y firmeza y que, como dizen, siempre en esto se guarde un temple sin torcer ni devanear en alguna cosa y por esto dizen estos philósophos que la justicia es una perpetua y constante voluntad que da y destribuye a cada uno lo que es suyo. Lo qual resplandesce tanto en nuestros tiempos que no ay para qué buscar exemplos de justicia de los emperadores, porque el que destos

292 Cf. P. Valer., Hier. I: Leo: ...uerum enimvero per leonis caput Aegyptii sacerdotes uigilantiam atque custodiam ostendebant. También Hier. LII: Gladium: Iuniorum autem inuentum est, iustitiae seueritatem atque rigorem per exertum ensem manu uirginea praetentum significare. Véase nota anterior. 293 Cf. Ovid., Met. I 149-50: Victa iacta pietas, et virgo caede madentis / ultima caelestum, terras Astrea reliquit. Sobre Astrea, identificada con Ceres, cf. P. Valer., Hier. XXI: Accipiter, cap. Iustitia: Hinc Ceres quod saepe diximus legifera, poetis eademque Astrea. Hinc tellus ipsa iustissima ac ipsius iustitiae simulacrum perhibent. 294 Cf. P. Valer., Hier. XLIII: Currus, cap. Diuina maiestas, con una exposición similar que López de Hoyos, sin duda, ha leído, aunque se distancia en esta ocasión más de su modelo. 295 El autor vuelve a glosar a Tomás de Aquino quien menciona en el lugar indicado tanto a Aristóteles (Ethic. II 4, 3) como a Isidoro de Sevilla (Etym. X ad lit. I). En cambio, la referencia a Cic., Offic. (I 7), se halla en el art. 2 de la quaestio mencionada. Con todo, existen diversas definiciones de Cicerón sobre la justicia: Offic. I 20 y ss.; II 38, 42, 71; III 79. Inuent. II 160. Fin. I 50.

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Las virtudes que acompañan a la justicia.

quisiere ver algo, podrá leer a Plutarcho, a Valerio Máximo, a Sabellico296 en el quarto, a Celio Rodiginio, a Raphael Volaterano297, a Pedro Crinito298, los quales en los títulos de justicia299 traen exemplos raros y de singular doctrina porque bastan al presente los que de Su Magestad en estos tiempos avemos visto y los que en sus chrónicas para perpetuo exemplo destos reinos quedarán, porque en las virtudes que a la justicia acompañan se vee claro lo que dezimos, como son la liberalidad, magnificencia, religión, piedad, agradescimiento, santidad obediencia y fidelidad, observancia de las leyes y mandatos, equidad, bondad y verdad, las quales vemos en Su Magestad tan sublimadas, quanto por muchos años goze, para bien universal de la República Christiana y pacificación de todos estos sus reinos y señoríos.

296 Se trata de Marcantonio Cocci (1436-1506). Nacido en Virovaro, estudió en Roma y en 1473 marchó a Udina como profesor de retórica, ampliando estudios en dialéctica, matemáticas y griego. Escribió De uetustate Aquileiae patriae y una historia de Verona, así como diversos tratados morales y filosóficos y comentarios sobre Plinio el Viejo, Valerio Máximo, Livio, Horacio, etc. La obra Enneades seu rhapsodiae historiarum era una historia universal desde la Creación, publicada en 1488 en Venecia. Sus Opera omnia fueron publicadas en Basilea en 1560 por J. Herwagen. 297 Raphael Volaterranus (1451-1522) es el nombre latino adoptado por Raffaelle Maffei, a partir de su ciudad de nacimiento, Volterra. Al igual que su hermano Mario, trabajó para la Curia de Roma. Desde 1502 y, al menos, hasta 1506, convirtió su casa en Volterra en un centro de reunión de humanistas. Cultivó amistades como la de Lorenzo de Medici o Poliziano. Su obra más famosa son los Commentaria urbana, de carácter enciclopédico. Tradujo a autores griegos y latinos y escribió dos tratados: De institutione christiana y De prima philosophia, publicados en 1518 en Roma. 298 Pedro Crinito (1475-1507). Nacido en Florencia, donde estudió bajo el magisterio de Paolo Sassi y Poliziano, entre otros. Protegido por Lorenzo I de Medici, participó de la vida intelectual de la ciudad, interviniendo en los debates del convento de los dominicos de San Marcos, junto a Pico della Mirandola y Savonarola, entre otros, y de la Academia Platónica. Sus obras más famosas son De honesta disciplina y Libri de poetis latinis, así como una Vida de Salustio y diversos comentarios a Cicerón y fábulas de Esopo. 299 Parece tratarse de una mención genérica a autores en cuyas obras aparecen ejemplos de justicia y clemencia de los emperadores o de otros personajes, como ocurre en la obra de Plutarco, por ejemplo. Valerio Máximo trata en VI 5 del “espíritu de la justicia de los romanos”. La única referencia algo más concreta es a Sabellico, del que menciona el “libro IV”. Creemos que se trata de la obra Enneades, en cuyo libro IV se narra la historia del emperador Justiniano y el comes Belisario; y donde se elogia la clemencia de Teodora, la de Teodorico y Totila, etc. Además en este libro se hace un elogio de la justicia (IV 7) señalando que nada hay más propio que ésta para un rey: Sed nihil est tam proprium regi quam iustitia, quam Pindarus omnium legem apellauit. En el libro IX se citan ejemplos de justicia, concretamente en 119 se menciona al gobernante de Verona, sucesor de Centoreno: Antonius Venerius defuncto uir quum caeteribus uirtutis clarus tum uel uno iusticiae exemplo dignus. Pedro Crinito en De hon. disc. II 4 habla sobre la prudencia de Adriano en relación con un innoble liberto. Celio Rodiginio, a su vez, aborda largamente el tema de la justicia en los libros XXII y XXIII, con diversos “títulos” sobre aspectos relativos a la justicia, que figuran en los índices de algunas ediciones. Rafael Volaterrano en Comm. urban. XXIIII, dedicado a la Philologia tiene también apartados dedicados expresamente a la justicia: De iustitia y difficultas in seruando iustitiam. 300 Una referencia muy similar da P. Valer., Hier. I: Leo, cap. Christus homo deus, pasaje que ya hemos citado a propósito de la representación emblemática de la justicia. Por otro lado, las referencias de López de Hoyos a las excavaciones arqueológicas que se estaban realizando en Roma durante aquellos años (véase también nota 144) dan buena prueba del interés que éstas despertaron en la corte de Felipe II. Dicha curiosidad se vio incrementada, sin duda alguna, por la publicación del mapa de Pirro Ligorio con la reconstrucción de la antigua Roma, del que se hicieron sucesivas ediciones. Una de las primeras salió a la luz en 1570 y en ella figura el popular y afamado barrio de la Suburra (CARRASCO – ELVIRA 1997, 58).

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144r Por qué la mano sobre la cabeça del león, la justicia. 144v

Christiana y pacificación de todos estos sus reinos y señoríos. Esta figura tenía la mano sobre la cabeça del león, para denotar

que todo se rinde a la justicia y equidad y que triumpha tanto en estos tiempos presentes que no ay sobervio ni tirano que no esté muy suppeditado con la rectitud y execución de la justicia de Su Magestad.

Esta execución de justicia denotaron muchos de los emperadores romanos con una figura casi de la manera que avemos dicho, y assí se vee en los reversos de muchas monedas que en Roma se hallaron en el barrio Suburra, baxo de San Pedro in uincula300, todo lo qual comprehendimos con este dísticho:

IVSTITIAE PHILIPPI

Quae coelum ascendi terras Astraea relinquens En redeo uictrix, leone sedens.

Declaración:

Yo, la Justicia, que dexando la tierra me avía subido al cielo, advertí cómo buelvo triumphante, levantada el espada, sentada en el león.

Architectura. 145r

En el restante destos intercolumnios se pusieron dos escudos de armas de Su Magestad, de medio relievo, doradas y de colores, que illustravan mucho y campeavan con graciosa perspectiva, porque venían entre los capiteles dorados de las columnas, sobre los quales venía su alquitrave, friso y cornisa de todo relievo, singularmente acabado con toda buena razón y compartimiento de architectura. Fue éste jaspeado tan articifiosamente que, en effecto, parecía natural: salían muy bien en el friso sus metopas doradas en campos azules y sobre el hueco de la puerta o tránsito que, como diximos, tenía de anchura veinte y tres pies, venía la dedicación del arco, la qual es a imitación de la magestad antigua romana, con su moldura dorada, las letras bien formadas y con singular compartimiento y puntuación.

145v

Dedicación:

D. PHILIPPO SECVNDO OPT. MAX. P.P.P. BE

NEFICO, AC SER- VATORI S. P. Q. MANTVANVS. H. P. D. Q301.

301 Domino Philippo Secundo Optimo Maximo Pio Patri Patriae Benefico ac Servatori, Senatus Populusque Mantuanus hoc posuit dicauitque.

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Declaración. Al rey don Philippo Secundo, Óptimo, Máximo, piadoso, padre de la patria, bienhechor y conservador destos reinos y señoríos, el Senado y República de Madrid, puso y dedicó este tan immortal triumpho.

146r Ornato de architectura. 2. Colosso de la equanimidad y templança. Nota de la pestilencia de la República. 146v.

Este alquitrave, friso y cornisa abraçava todo este arco en su contorno y por lo alto de la cornisa avía una orden de varandas con sus balahustres, que adornavan en contorno de todo el arco, donde se hizo un pavimento de gran fortaleza, que realmente parecía perpetuo y a los dos ángulos de un cabo y de otro se levantavan dos pedestales al alto de la varanda de los balahustres y en el ángulo de la esquina de la mano derecha venía una estatua de 15 pies de alto de todo relievo: ésta significava una de las más heroicas y sublimadas virtudes de Su Magestad, que es la equanimidad y templança.

Resplandesce tanto esta virtud en Su Magestad que sola ella bastava para reformar los abusos y destroços, estragos y pérdidas que de los banquetes, gastos excessivos y desaforados servicios que de las comidas nace, assí en las consciencias como en las bolsas y haziendas, por lo qual suelo yo llamar a la superfluidad y desorden de comidas y trajes, pestilencia de la República302. Esta templança, como dize Marco Tullio303, es el ornato y lustre de toda la vida y la que reprime ,

302 Este es un nuevo llamamiento a hacer cumplir las Actas de las Cortes de Madrid de 1562, donde se dirigió una petición al Monarca relativa a los nobles que vestían con extravagancia y ofrecían banquetes en demasía, a la que siguió la importante Ley suntuaria expedida en Monzón en octubre de 1563 y en diciembre de 1564 sobre el control de los vestidos y trajes públicos de hombres y mujeres. Por su parte, el Rey nunca vistió de forma suntuosa, como lo demuestran sus retratos; el negro fue su color más usual, en parte debido a sus repetidos lutos y probablemente también porque sobre ese color resaltaba convenientemente el Toisón de oro. No obstante, es muy probable que Felipe II usase el negro tanto porque por esta época el negro llegó a ser un color de moda, extendido en Europa gracias a Felipe el Bueno, duque de Borgoña, ya que se consiguió obtener un tinte negro muy oscuro y no grisáceo y apagado como había sido mayoritariamente hasta entonces. Con el descubrimiento de América comenzó a traerse a Europa el denominado “Palo de Campeche”, originario de Brasil y cuyo comercio en época de Felipe II fue muy abundante. En principio se pensaba utilizar para conseguir un color azul vivo, pero a dosis concentradas procuraba un negro oscuro y vivo que suplantaba a los existentes. Habitualmente había mezclas prohibidas como eran la de taninos obtenidos de las agallas del roble o la corteza del aliso o las cácaras de granada que se mezclaban con hierro y precipitaban en un negro muy oscuro pero corrosivo, que dañaba los tejidos. La alternativa era la mezcla de los colores básicos, rojo (rubia), amarillo (gualda) y azul (pastel) con hierro y taninos en otras proporciones menos dañinas pero con las que se lograba un color menos lucido y más apagado. Con el palo de Campeche se consiguió obtener por fin un color negro sólido y brillante que no perjudicaba las telas. De hecho, los recetarios de la época y posteriores mencionan cada vez con más frecuencia el palo de Campeche y, a su vez, disminuyen las proporciones de taninos y caparrosa (sulfato de hierro). Agradecemos a la Dra. Ana Roquero su decisiva información en estos aspectos. La hipótesis que aquí proponemos del uso del negro por parte de Felipe II motivado por la moda de la época es sugerencia de esta especialista que aceptamos y compartimos. Por lo que respecta a la comida, y gracias a los datos proporcionados por los informes de los embajadores venecianos, sabemos que, en líneas generales, la dieta real de los años setenta era relativamente frugal; que abundaban en ella la carne y la fruta, que nunca bebía más de dos copas de vino, pero que, de acuerdo con las costumbres de la época y fuera de los períodos cuaresmales, no probaba el pescado (KAMEN 1997, 220). 303 La definición de temperantia dada por Cicerón que resultaría más próxima a las palabras de López de

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assienta y sosiega todas las perturbaciones del ánimo. La fuerça y valor desta virtud es tan grande que no consiente que el hombre se aparte de los actos y officios de honestidad.

Templança en los reyes, importantíssima. 147r Actos de templança. Con qué significavan la templança. El toro se amansa con las hojas de cabrahigo. 147v

Quán importante sea esta virtud en los reyes y príncipes y el bien universal que de ser adornados desta virtud a la República resulte, declara singularmente Xenophonte en la Criança e instituciones del rey Cyro304, donde llama a las repúblicas bienaventuradas que gozaren del rey que esta virtud tuviere, porque es madre (como los philósophos stoicos dezían) de todos los officios y actiones honestas y bien ordenadas, pues refrena la concupi<s>cencia y es freno y moderación y regla, la qual en qualquier virtud es necessaria, como lo declara maravillosamente Santo Thomás, en la[s] ciento y quarenta y una questión, en el sexto artículo de la Secunda secundae, y San Gregorio en el segundo libro de Los Morales y San Augustín en el libro De moribus ecclesiae y Aristóteles en el segundo y sexto libro de la Ethica305. Para denotar esto, la significavan los egipcios por un governalle de la nao, que lo uno y lo otro guían al desseado fin. También la significavan por un muy feroz y bravo toro, con un pretal al cuello de hojas de cabrahigo, que en vulgar llamamos higueras locas, porque tienen las hojas desta planta tanta virtud y efficacia que, por mucha braveza y furor que el toro tenga, echándole un pretal o cuello destas hojas306, dizen los naturales y trae Pierio en el libro 52 que se mitiga y

Hoyos es la que aparece en Invent. II 164: Temperantia est rationis in libidinem atque in alios non rectos impetus animi firma et moderata dominatio. Como sinónimo de esta virtud hablade moderatio en Tusc. III 16. Sin embargo, una vez más, López de Hoyos sigue a Santo Tomás, Summa, Sec. sec., q. 141, como indica más adelante (véase nota 305). Aquí se remite en varias ocasiones a Cicerón, citando algunos pasajes del De officiis, que son los que sirven de base al autor. En ellos el término sobre el que habla Cicerón es decorum y es el que ha tomado Santo Tomás en su quaestio, así en el art. 2, 3 cita: decorum ab honesto nequit separari et quod “iusta omnia decora sunt” (cf. Offic. I 27) y en el artic. 3, 3: Et Tullius dicit, in I De offic., quod ad temperantiam pertinente “omnis sedatio perturbationem animi et rerum modus” (cf. Offic. I 27). 304 Jenofonte habla varias veces de la templanza en la obra citada. La templanza de los mayores educa a los jóvenes en la práctica de dicha virtud (I 2, 8). Ciro, ejemplo de templanza para sus súbditos (VIII 1, 32-3). 305 La quaestio 141 de la Summa, Sec. sec. está dedicada íntegramente a la temperantia. No obstante, el punto más próximo a las explicaciones de López de Hoyos es el artículo 7, no el 6 como propone el autor, donde se dice explícitamente que es una virtud quae refrenat concupiscentiam, aunque esta afirmación ya está presentada en el art. 3, 3, a través de las palabras de Isid., Sent. II 37: temperantia est qua libido concupiscentiaque refrenatur. En el mencionado artículo 7, ante la afirmación de que la humilitas es superior a la temperantia se argumenta, a través de Greg. Magn., Mor. II 49, que ésta es una de las principales virtudes. En el artículo 6 se cita, en cambio, a August., De morib. eccles. I 21 y a Arist., Ethic. III 11, 8. De este autor cita diversos libros a lo largo de toda la quaestio: II, III, IV y VII. La mención general a los filósofos recoge, pues, globalmente las fuentes utilizadas por Santo Tomás de Aquino, quien, además de los mencionados, cita también a San Ambrosio y a Dionisio. 306 La templaza, relacionada con el goce de los sentidos, aparece asociada con frecuencia en la literatura emblemática a la figura de un toro con hojas de higuera al cuello. Así lo presenta Piero Valeriano (Hier. III: Taurus), para quien la imagen representa el control racional sobre los vicios. La interpretación parte de Horapollo, para quien esta imagen es señal del hombre que vence los impulsos (Hier., II, X, 77I). A partir de este autor la imagen fue recogida también por Camerarius (Symbolorum et emblematum, c. II) que atribuye al toro con la higuera al cuello el significado de furor controlado. También Juan de Borja alude a esta

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Templança por un espinazo. 148r Equalidad de Philippe 2, nuestro señor. Nota.

refrena y detiene y ablanda y queda muy obediente y con toda moderación, para denotar que esta virtud es govierno y moderación y ornato de todas las demás307. Dexo de dezir cómo se significa también por un espinaço sin la parte de los riñones, como lo dize Phylón308, y también por una cinta o pretina, por lo qual mandava Dios a sus sagrados apóstoles que se ciñessen, queriendo por esto significar la continencia y templança de los appetitos sensuales y, aunque es verdad que todo lo sobredicho concurre en Su Magestad harto más efficazmente que yo sé significar y es de grande excellencia, pero la equalidad que a esta templança acompaña excede a todo con grandes quilates, porque guardar perpetuamente una igualdad en el semblante, rostro y pecho, en qualquier negocio arduo y dificultoso, no es para passar en silencio ni dexar de celebrar una de las más raras virtudes que en príncipe ni monarcha hallamos historiadas, porque a quién no admirará un ánimo tan valeroso que ni en los infortunios tenga pusilanimidad ni muestre alguna flaqueza, ni en la prosperidad salga de sí con demasiada alegría, ni muestre affecto de liviandad y de poco seso.

Equalidad de Adriano. 148v

Junto con esto quién será tan falto de consideración que no loe la clemencia, compostura y agradable semblante con que Su Magestad recibe y mira a todos. Excede a la que el emperador Adriano se dize que tenía309, assí en la igualdad y orden de tratar con los suyos, como

l d l id di i l l did i l figuración como representación de la templanza (Emb. Mor. I,XXIX). Algo más lejos del modelo, pero posiblemente inspirado en él, está el propuesto por Ripa, quien recomienda la unión del toro y el león para significar “hombre que ejerce la virtud de la templanza” (Icon., s.v. “templanza”). 307 En el libro de los Hieroglyphica de Piero Valeriano se lee, en efecto, un texto similar al que expone López de Hoyos (cf. Hier. LII: Caprificus, cap. temperantia) y en el que se basa. Sin embargo, no es el único texto. También están extraídas de él las referencias a la simbología de la templanza por medio de un espinazo, así como a Filón, o a la cinta que se ceñían los apóstoles, que se leen a continuación, también están extraídas de él. Cf. diversos lugares donde se habla de la temperantia: Hier. II: Elephantus; XIV: Serpens; XXVIII: Locusta; XXXIV: Spina dorsi. En este libro, dentro del capítulo sobre Titillatio habla de la temperantia donde menciona su aparición in sacris literis, donde era signo de templanza: quod in salutari victima lumbos eximi mos erat, tanquam impuros, ait Philo, propter concitanae libidinis titillatum semine per eos irriguo. La relación de la parte inferior de la columna con la lujuria está recogida aquí a partir de Horapollo, quien relacionaba esta parte de la anatomía humana con el poder de fertilización (cf. Horap., Hier. V 2). XXXV: Digitus communiter; XL: Atratus. En este libro hay también una mención explícita a los apóstoles: Apostolus tamen praecincti circa lumbos zonis aureis dixit quod pro cordis munditia nonnulli interpretantur: alii vestem auro contextam simpliciter accepere. XLVIII: Fraenum. 308 Se trata de Filón de Alejandría (c. 30 a.c.- 40/45 d.C.), de ascendencia y religión judía, instruido en la filosofía griega, especialmente Platón, los neopitagóricos, estoicismo y literatura moral. Tiene escritos de tipo filosófico, como Que todo hombre honesto es libre, Sobre la indestructibilidad del mundo, Sobre la providencia. De tipo exegético: Preguntas y respuestas, Comentarios al Génesis. De tipo histórico-apologético: Vida de Moisés, Contra Flaco, Embajada a Cayo, etc. Sus diversos comentarios a la Biblia, así como la Vida de Moisés están construidos en torno a una técnica alegórica que destaca como particular característica en su obra. 309 Cf. P. Valer., Hier. XXII: Hirundo, cap. Aequalitas. Se sigue aquí también la explicación de este autor, donde se menciona explícitamente a Adriano: Aequalitatis istiusmodi adeo studiosus fuit Hadrianus Imp. ut in uictu familiari Homericum illud obseruari voluerit...

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Qué haga la equalidad en los reyes. El rostro del príncipe deve ser como el sol. 149r

en la de la comida ordinaria, la qual era tan medida e igual y concertada que no dava lugar de pecar a sus cozineros ni ministros. Ésta realmente haze a los reyes y príncipes emperadores amables, porque, como la potencia y señorío sea odioso de su cosecha a los inferiores, por la moderación e igualdad con que a todos se humana, se hazen amables y bien quistos, y para significar esta tan real y heroica virtud de Su Magestad le pusimos un sol por lo alto, de todo relievo dorado. Porque, assí como el sol siempre desparze sus rayos sobre buenos y malos, justos e injustos, grandes y menores, y que a nadie buelve el rostro, y con su presencia todo lo conserva, ahuyentando todas las tinieblas, desta manera Su Magestad guarda esta igualdad como tan valeroso príncipe y de tan heroicas y valerosas dotes de ánimo. No le quitamos a esta figura de la Temperancia su mística significación de los vasos que ordinariamente en las manos suele tener, lo qual comprehendimos en este dísticho310:

AEQVABILITATI TEM-

PERATAE PHILIPPI. A la igualdad templada del rey don Philippe.

Solem in fronte gero, ex aequo namque omnia lustro.

Sophrosine, virtus me sine <n>ulla micat. Yo la Temperancia, traigo en la frente un sol, porque lo illustro todo con

mucha igualdad y ninguna virtud puede sin mí resplandescer. 149v Colosso de la prudencia

La que a ésta correspondía en el ángulo de la otra esquina es la

Prudencia311 la qual es una de los dotes de ánimo que en Su 310 La virtud de la templanza se relaciona aquí con la capacidad de la razón para dominar los apetitos sensibles. Vinculada a la ecuanimidad, constituye una virtud real relacionada con la “serenidad de ánimo”, cualidad moral atribuida al príncipe, de donde proviene su calificación como virtud heroica. Su iconografía combina la imagen tradicional de la templanza, aludida a través de sus atributos característicos, los vasos, con la asociación entre el príncipe y el sol como alegoría política frecuente en la iconografía real de época moderna, a partir de sus precedentes antiguos. Esto promovió la identificación de la figura del rey con Apolo como dios solar relacionado con la práctica de la virtud, siendo éste el sentido en el que puede interpretarse esta imagen, probablemente relacionada con la que el emblemista Ruscelli incluyó en 1556 en su obra Le Imprese Illustri... , donde presentaba el carro del sol guiado por Apolo, rodeado por el que sería el lema más representativo de Felipe II Iam Illustrauit Omnia. Partía para ello de la mencionada identificación mitológica, así como de fuentes bíblicas relativas a la consideración de Dios como luz del mundo. Esta asociación iconográfica tenía sus precedentes en la Roma imperial, donde Vespasiano, entre otros, fue retratado con una corona de siete rayos. Esta asociación puede verse también en el mitógrafo Cartari y en la escuela de Goltzius. Aquí aparece representado a modo de corona, estableciendo una relación de implicaciones morales entre la figura regia y este astro, al que se atribuía en el Renacimiento una significación como “bien supremo” en conexión con las doctrinas platónicas. Se ponía así de manifiesto una imagen virtuosa de la Monarquía, de corte espiritualista, cuya moral cristiana entroncaba con la Edad Media, considerando que la autoridad del príncipe derivaba de Dios. No obstante este tipo de representación que asocia al rey con el sol tiene también su precedente.

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y cómo es virtud real. La prudencia, sal de las virtudes. Divus Thomas 2.2. quaestio 47. 150r La prudencia pública, mejor que la particular.

Prudencia311, la qual es una de los dotes de ánimo que en Su Magestad, por la misericordia de Dios, vemos, porque con ella se conserva toda la política y govierno de tantos reinos y señoríos de Su Magestad312. Y assí vemos que ésta, como dize Aristóteles en el 3 libro de la Política313, es propria de príncipes porque, aunque en particular, la han de tener todos los hombres para su particular commodo y utilidad, por ser esta virtud la sal con que todas las otras virtudes tienen sabor y lustre y ser la principal de las virtudes morales y la que guisa todas nuestras obras y las haze acceptas, con todo es más excelente la prudencia que mira el bien universal, porque su proprio officio es de las cosas passadas y de las presentes collegir y proveer las que están por venir314. Y de aquí se entiende lo que San Pablo dize enmuchas partes y particularmente escriviendo a los de Corintho en la primera carta, en el capítulo décimo315:

311 La representación iconográfica de esta virtud, empleada desde la Edad Media como recurso retórico para la exaltación de la figura del príncipe, mezcla la simbología animal de carácter cristiano, derivada de fuentes evangélicas, con principios morales procedentes de la Antigüedad, como se aprecia por los atributos que la acompañan. Así, la asociación de la serpiente con la prudencia tiene su origen en las palabras reflejadas por San Mateo en relación con la recomendación que Cristo realizó a sus discípulos: sed prudentes como serpientes (Mat., X 16), aspecto que también recoge Ripa (Icon., s.v.). El espejo, por otra parte, alude a la sabiduría y se concibe aquí como una especie de speculum sapientiae, que conduce al conocimiento de la verdad a partir de las tres acciones con las que Cicerón relacionaba la prudencia: la memoria, la inteligencia y la providencia, en alusión al pasado, presente y futuro (Inuent., II 1, 3). La asociación entre estas acciones y la prudencia fue recreada por Tiziano en una pintura emblemática de la National Gallery de Londres, a la que acompañaba del emblema: “por la experiencia del pasado, obra con prudencia el presente para no malograr la acción futura”. 312 El rey, como ministro de Dios, recibe directamente de la divinidad la sapientia. Ésta es la que le confiere la prudentia, que no debe entenderse en el sentido actual, sino como el derecho y el deber que tiene el rey de mandar con rectitud y de intervenir sobre el comportamiento de sus súbditos sin importarle el estamento; a su vez los súbditos tienen la obligación de obedecer al rey, sin cuestionarse si las decisiones de éste son acertadas o no. Felipe II podía ejercer la prudentia porque poseía la sapientia, virtud exclusiva del gobernante. La adquisición de esa prudentia fue uno de los objetivos del viaje del entonces príncipe Felipe en 1549 y así se lo recordó Ginés de Sepúlveda. Pero fue el historiador Antonio de Herrera y Tordesillas en 1599 quien propuso que se diese al Monarca, ya fallecido, el sobrenombre de Prudente. Recibida la autorización, así lo hizo en la primera biografía escrita sobre él, la Historia general del mundo desde 1559, que se publicó en 1600. 313 Arist., Polit. III 1277b13; b20. Véase la nota siguiente. 314 Este pasaje vuelve a ser un resumen del texto de Santo Tomás, Summa, Sec. sec., q. 47, según se marca en la glosa marginal. Concretamente el artículo 12 trata de si la prudencia es una virtud propia de los súbditos o sólo de los príncipes. Para las argumentaciones expuestas se propone precisamente el texto de Aristóteles citado antes, que el de Aquino reproduce así: Prudentia sola est propria uirtus principis: aliae autem uirtutes sunt communes subditorum et principum. Subditi autem non est uirtus prudentia, sed opinio uera. En cuanto a la afirmación de si la prudencia es la principal de las virtudes morales, cf. esta misma quaestio, art. 6 a 8 y quaestio 56, art. 1. En las páginas que siguen López de Hoyos basa toda la argumentación en la exposición de Santo Tomás, según se irá indicando. 315 Cf. I Cor. XIII 5. Tomado de la quaestio 47, art. 10, donde se afirma que la prudencia no se extiende al bien propio, sino al bien común. En este mismo lugar se menciona también el pasaje de San Mateo, del que se hace eco López de Hoyos: Mat. XXIV 45: Quis putas, est fidelis seruus et prudens, quem constituit dominus super familiam suam?, con una interpretación un tanto sesgada, ya que no se refiere sólo al rey sino a cualquier hombre.

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Non quaerens quod mihi utile sit, sed quod multis, ut salvi fiant.

Qué sea el rey y por sentencia divina y humana. 150v El rey como pastor ha de apacentar y guiar su reino y squilmar. Malos ministros de justicia, pestilencia de la República. 151r Illustre respuesta de César para conservar la República. Nota de los romanos acerca de la República. Tres actos de la prudencia.

No pretendo (dize el apóstol) lo que es útil para mí solo, sino lo que es para muchos, para que sean salvos. De adonde bien claro se infiere que esta prudencia política es de grande excellencia y la que conviene que tengan todos los príncipes y señores, porque como Christo, nuestro Señor, significó muy bien por San Mattheo en el capítulo 24316, el rey es un prudente ministro de Dios, constituido por Él, sobre la familia y rebaño de Su divina Magestad y es como Aristóteles dize en el libro 8 de la Ethica317, pastor a cuyo cargo y prudencia están cometidas las ovejas y ansí Homero llama al rey Agamenón, pastor de los pueblos318, como si dixera, que assí como al pastor le incumbe apacentar sus ovejas y guardallas de los lobos tiranos y regalallas y ponerlas en lugares seguros y a sus tiempos esquilmarlas, assí los reyes deven con mucha providencia alimentar con el buen govierno y prudencia los súbditos de su imperio y serles refugio para que no sean maltratados, ni tiranizados de los otros señores que los quieren opprimir con desaforados pechos y agravios intolerables y cohechos y tiranías de algunos síndicos y officiales públicos que algunas vezes suelen ser pestilencia de la República; lo qual nace de la prudencia, por lo qual César aconsejándole muchos que pidiesse a la República más pechos y más servicios y que desta manera ampliaría mucho sus rentas, respondió con gran prudencia que aquello era de buenos y prudentes pastores, trasquilar las ovejas y no consumillas; y assí dize Valerio Máximo319, tratando de la nobleza y valor de los príncipes romanos, que más querían vivir pobres en el imperio rico que no ser rico<s> en el imperio pobre.

Por esta virtud mandan los reyes y ordenan lo que al buen govierno de sus estados cumple y assí lo dize Aristóteles en el sexto libro de la Ethica320, que la prudencia es para mandar, porque lo

316 Véase la nota anterior. 317 Cf. Arist., Ethic. VIII 1161a. La única referencia de Santo Tomás, en relación con el tema, a este libro de la Ética, entre las muchas que hace a otros, se encuentra en la quaestio 50, art. 3, donde se establece la similitud entre el gobierno de un padre en su casa y el de un rey en su reino, de donde: non tamen habet perfectam potestatem regiminis sicut rex. Et ideo non ponitur separatim paterna species prudentiae, sicut regnatiua (cf. Ethic. VIII 1160b24). 318 Homero emplea para nombrar a Agamenón el epíteto “pastor de pueblos” con mucha frecuencia: Iliad. IV 296, VI 214, XI 598 y 651, XXII 277, etc. 319 Cf. Val. Max. IV 4 9: Malebant esse pauperes in diuite imperio quam divites in paupere imperio. Pasaje recogido por Santo Tomás en la quaestio 47, art. 10. 320 Aunque podrían aducirse varios pasajes de Aristóteles, resulta claro que se refiere aquí al que cita explícitamente San Tomas, Summa Theol., Sec. sec. q. 47, art. 8 y que se corresponde con Arist. Ethic. VI 1143a8. López de Hoyos resume a continuación, prácticamente traduciendo algunas frases, la respuesta de Santo Tomás en la que se establecen tres actos de la prudencia, si bien introduce una referencia a Cicerón en el De officibus que no aparece en este contexto de la Summa: Quorum primum est consiliari: quod pertinet ad inventionem, nam consiliari est quaerere... secundus actus est iudicare de inventis... et est tertius actus eius praecipere: qui

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1. Buscaron consejos. 151v 2. Juzgar y elegir de lo consultado 3. Executar con diligencia. Nota.

primero que haze la prudencia es buscar buenos consejos, verdaderos y fieles, porque su blanco a donde mira es la verdad de la cosa que consulta. Assí lo dize Marco Tullio en el primero libro De Officiis. Y el segundo acto de la prudencia es juzgar de las cosas que por la consulta halló y se le offrecieron. Y el tercer acto desta virtud es mandar executar lo que resulta de la consulta, el qual acto consiste en la applicación de los consejos y mandatos, obrando y poniendo en práctica lo que del consejo resultó, y assí dize Aristóteles en el sexto de la Ethica321:

Oportet operari uelociter consiliata, consiliari autem tarde. Conviene obrar y executar con mucha diligencia lo que del consejo resulta,

pero el aconsejar y tomar consejo ha de ser tarde y con mucho peso y prudencia.

152r Instinto de las grullas. Prudencia por el moral inde morus sapiens. 152v Prudencia por la culebra y su instincto.

En conclusión, ésta es una virtud por la qual se evitan los males, peligros, menoscabos, roturas y pérdidas y se conserva la paz, felicidad y bien universal.

Esto significavan los egipcios singularmente por una grúa o, como el vulgo dize, grulla, que bolando lleva en la garra una piedra, porque tienen tan gran instincto que para saber por donde van (aviendo de tomar largo buelo), para entender si buelan sobre la tierra o sobre la mar, sueltan la piedra y del sonido que haze al caer, colligen el lugar donde están322.

También lo davan a entender por el moral, el qual jamás echa hoja ni fruto, hasta que la tranquilidad del tiempo es tanta que está seguro que no se le elarán los frutos.

No menos significavan por la culebra, como Christo, nuestro Señor, también lo dixo: Estote prudentes sicut serpentes323, sed discípulos míos prudentes como las serpientes, porque, assí como la serpiente no solamente tiene instincto para que entrando el verano, metiéndose entre dos rocas y lugares ásperos, dexa el pellejo y sale remoçada y reluziente, más aún buscando lugares frescos para el estío, no se olvida de aparejar mansión y lugar abrigado para el invierno, en el qual reprime y dissimula toda la ponçoña hasta que con la calor torna a revivir y executar su instincto.

quidem actus consistit in applicatione consiliatorum et iduicatorum ad operandum. Et quia iste actus est propinquior fini rationis practicae inde est quod iste est principalis actus rationis practicae et per consequens prudentiae. 321 Cf. Arist., Ethic. VI 1142b 24, tomado a través de S. Tomás, Summa, Sec.sec. q. 47, art. 9: Unde philosophus dicit in VI Ethic. quod “oportet operari quidem uelociter consiliata, consiliari autem tarde”. Et inde est quod sollicitudo proprie ad prudentiam pertinet. 322 La descripción del símbolo de la grulla con la significación de la prudencia está basado en P. Valer. XVII: Gruus: Si aut uolantem gruem cum lapillo pinxissent hieroglyphicum id prudentiam significare dicebant. Ex probatissimis enim autoribus didicimus, grues, dum in sublime uolant, lapillum ideo gestare, ut lapsu illius explorent, supra terram ne an mare uolitent, quod intelligunt ex sono ac proinde considendum ne an ulterius procedendum sit. 323 Cf. Mat. X 16, citado a través de S. Tomás, Summa, Sec. sec., q. 56, art. 1. Véanse notas 311 y 314.

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Qué devemos imitar a las culebras. Génesis 41. 153r Discreta dissimulación. I Regum, capítulo 21. Nota: la prudente bovería. 153v

De essa manera el hombre prudente deve en la aspereza de la penitencia dexar el viejo hombre y renovar la vida para ser resplandesciente y agradable delante de los ojos de Dios y no olvidarse que hay mañana y que en la prosperidad, como lo hizo Joseph en Egipto324, ha de aparejar y prevenir lo que para el invierno de la necessidad es conveniente e importante, haziéndose algunos tiempos ignorantes y dissimular lo que cómmodamente no puede castigar, hasta que tenga potencia para poder executar y salir con lo que dessea, como lo hizo el prudente y sancto rey David, fingiendo ser bovo y despidiendo bavas de la boca como necio, estando en poder del rey Achis, el qual, como le vio que parecía tan rústico y que cada quarto se le caía por su cabo, dando con la cabeça en las paredes y topando con ella en las puertas, haziendo el rey Achis mucha burla dél por velle de tan bestial apparencia, dezía ¿cómo que éste es David, al que las hijas de Israel con tantos cánticos y alabanças salieron a recebir, aviendo muerto al gigante Goliath?325

A éste llamavan rey y a éste dezían mató Saúl mil y David diez mil, mas David con su gran prudencia considerava esto y todavía perseverava en la fictión de su discreta y prudente bovería, temiendo grandemente que aviendo venido en las manos de sus enemigos le avían de matar, mas con su prudente dissimulación, desechándole el rey Achis por bovo, loco y furioso, se libró con su gran prudencia.

Illustre exemplo de discreta ignorancia. 154r Respuesta del oráculo sobre quién avía de ser rey.

Lo mismo hizo Lucio Junio Bruto, el qual temiendo que Tarquinio, Superbo, su tío, lo avía de matar, como avía hecho a su hermano, por verle tan prudente y tan rico, acordó de hazerse bovo y dissimular su gran talento y valor con la discreta fictión de ignorancia, en tanta manera que todos le llamavan por su bestialidad Bruto326. Y de aquí se quedó con el nombre de Bruto, pero con esta discreción yendo con unos illustres mancebos que le llevaban por truhán a Delphos, donde el oráculo de Apolo respondía, apartándose un poco, echó en el hueco de una caña alguna quantidad de oro y dissimuladamente lo offreció al oráculo, el qual le respondió que aquél alcançaría en Roma gran potestad y monarchía, que en llegado besasse a la madre. Y bolviendo muy alegres, cada uno fue a besar con harta priessa a su madre, pero él, como tan sagaz y discreto, entendiendo lo que el oráculo avía querido significar, en bolviendo a Roma besó la

324 Gen. XLI 48. 325 Cf. I Sam. XXI, no el primer libro de los Reyes según figura en la glosa. 326 La historia de Bruto que relata aquí López de Hoyos está basada en Livio, Ab. urb. cond. I 56-59. También en Val. Max. VII 3, 2. Es famosa la interpretación del significado del nombre, como sinónimo de estupidez o ignorancia. Isid., Etym. X 28 la recoge: Brutus quasi ob rutus, quia sensu carett. Est enim sine ratione, sine prudentia. Unde et ille Brutus ex sorore Tarquinii Superbi genitus, cum eundem casum timeret quem frater inciderat, qui ob diuitias et prudentiam ab auunculo fuerat occisus, utilem temporis stultitiam simulauit. Unde etiam Brutus est cognominatus, dum uvocaretur Iunius. La stultitia de Bruto también es abordada por P. Valer., Hier. X: Ouis, cap.: Stultitia.

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154v La prudencia espejo. 155r

tierra, que es la madre que engendra y produze todas las cosas. Por lo cual, dentro de muy pocos días (haziendo conjuración con dos cavalleros romanos, Cripiciano y Colatino contra el rey Tarquino superbo y destruición de los reyes, (por aquel desastrado strupo de Lucrecia) fue por su gran cordura y singular prudencia el primer cónsul que con gran ser y valor governó la República romana, aviendo tantos años dissimulado por salir después con su pretensión, esperando coyuntura, con su gran prudencia, para salir con lo que desseava.

Todo lo qual se vee claramente en el instincto prudente de la culebra, por lo qual se le puso a esta figura en el braço derecho. Pues por la misericordia de Dios vemos con quanta prudencia procede en todo, aguardando coyuntura y oportunidad para salir, como dizen, con la suya.

Tuvo también esta figura un espejo en la mano izquierda, por la mística significación con que el prudente vee como en espejo, infiriendo de lo passado, considerando de lo presente, se le representa lo porvenir, con esta letra, con la qual fingimos que hablava la prudencia:

PRVDENTIAE PHILIPPI

Gesto anguem dextra et speculum prudentia laeua Haec sunt consilii signa Philippe tui.

Declaración:

Yo, la Prudencia, traigo en la mano derecha una culebra y en la izquierda un espejo. Éstas son, gran rey Philippe, las señales de vuestro singular consejo.

Architectura 155v Figura de Su Magestad y su ornato. 156r

Sobre el pavimento que avemos dicho se levantavan unas gradas con singular proporción; éstas llegavan a un encasamento singularmente adornado con dos términos de un cabo y otro, sobre la cabeça de los quales venían unos capiteles o nichos con su alquitrave y frontispicio de todo relievo.

Dentro deste encasamiento estava un pedestal a manera de throno y en éste se puso la figura de Su Magestad, del rey don Philippe Segundo, nuestro señor, de todo relievo, sentado en esta forma. Todo el cuerpo armado y togado a la antigua con maravillosa aptitud y proporción porque este retrato de Su Magestad era muy al vivo y su artífice Pompeo Leoni le avía dado singular esbelteza, significando la grandeza y magestad de un rey tan poderoso.

Tenía el braço derecho estendido mirando al pueblo, abierta la mano, como pacificador y padre de la patria y conservador destos reinos y autor y pretensor de la tranquilidad y sossiego universal.

En la mano izquierda tenía un ceptro real, representava bien ff í i i h bl

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.

este affecto, porque parescía exprimir y hablar con aquesta postura y disposición. A esta imitación se vee oy en día en Roma un colosso y estatua de Marco Aurelio en Campo Dolio327, abierta la mano al pueblo, pacificándole y assegurando su buen estado y amplificación.

Por lo qual pusimos a esta figura estos dos versos en una tarjeta azul, escriptos con letras de oro, los quales comprehendían el concepto ya dicho. Fue esta figura de mármol ginovisco, singularmente acabada:

Auxilio tutos seruabo, opibusque iuuabo Omne meum studium fuerit succurrere lapsis.

156v Primero quadro de la piadosa Clemencia. 157r Pintura deste triumpho.

Declaración: Yo os conservaré muy seguros y os favoreceré con mis riquezas y toda mi

diligenca será socorrer a los pobres affligidos.

A los dos lados deste encasamento acompañavan esta figura dos historias y triumphos de Su Magestad, que entre los muchos son los que, con mucha razón, deven ser estimados e historiados con eterna memoria.

Al lado derecho huvo un quadro de diez y nueve pies de maravillosa pintura, singularmente relevada de claro y escuro, la qual representava la piadosa defensa de la sancta fe católica y religión christiana con que Su Magestad, assí como el poder de sus invincibles armas (como tan cathólico) con sus piadosas oraciones y la orden de mandar todo su reino se hagan plegarias a nuestro Señor por este tan santo triumpho contra infieles schismáticos, hereges y tiranos y por todas las vías y medios possibles y extirpando estos desaforados impedimentos y perniciosos obstáculos que, como polilla, si no fuesse (después la misericordia de Dios) por la gran fortaleza e invincible resistencia de sus poderosos exércitos y sobervia armada, tantavariedad de enemigos avrían arruinado muchos reinos y hecho grande riça y destroços en la religión christiana. Por lo qual se pintó un templo arruinado, en el qual sólo avía una capilla, a manera de castillo, y dentro parecía un altar, con una custodia del Sanctíssimo Sacramento; a la puerta avía muchos obispos, vestidos de pontifical, hincadas las rodillas, puestas las manos, haziendo plegaria. Por otra parte andava grande fábrica reedificando este templo con mucha

327 Las décadas centrales del siglo XVI fueron años de intensa actividad arqueológica en Roma, si bien, lamentablemente, los resultados a veces fueron más allá de la excavación y el estudio de las antigüedades romanas, para penetrar en el límite del saqueo de materiales con destino a otras construcciones. La estatua ecuestre de bronce de Marco Aurelio, que sólo coincide con la que describe López de Hoyos del rey Felipe en la actitud pacificadora de su mano derecha, fue trasladada en 1539 por el papa Pablo III Farnesio desde Letrán a la plaza del Capitolio que recientemente había reordenado Miguel Ángel. Se trata de una de las pocas estatuas de bronce antiguas que se salvaron de la fundición, gracias a que durante años se la creyó imagen de Constantino. En el Renacimiento sirvió de modelo ecuestre a Donatello y Verrocchio.

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157v

assistencia de sacerdotes y religiosos, todos ayudando en la reedificación.

A un lado avía un mar con muchas galeras y en ellas las armas de Su Magestad, de las quales parecía salir gran socorro e instrumentos para defensa de la fábrica. Al otro lado estava Su Magestad, armado sobre un cavallo, la cabeça descubierta con sola una corona real y un bastón en la mano, como tan poderoso capitán, delante su exército parecía animar a su gente y traer gran vigilancia, dando gran calor y defensa328.

Nota: el templo de Hierusalem ? vezes reedificado. 158r

A esta reedificación e immortal triumpho con que Su Magestad llevava la vandera y estandarte de Christo, nuestro Señor, como aquel piadoso rey Salomón assistía en el templo del Señor329, supplicándole con oraciones y plegarias, haziendo sacrificios y dotando aquel maravilloso templo del Señor, pedía con grande instancia a Dios fuesse servido, que por sus peccados y los del pueblo no permitiesse Su divina Magestad viniessen a poder de sus enemigos y los entregasse

328 La representación de Felipe II como Marco Aurelio se adapta al modelo de retrato regio que artistas como Tiziano, Moro y Leoni aplicaron en el siglo XVI a la retratística imperial, desde la década de los treinta, inspirada en modelos romanos republicanos como el Aringatore, o imperiales, como el Augusto Primaporta y el retrato ecuestre de Marco Aurelio. Estas imágenes, togadas o armadas, constituían el modelo de representación del gobernante como padre de la patria, a la vez guerrero y pacificador, aunque aquí combinada con la imagen cristiana del buen pastor que guía a su pueblo. El tratamiento realista del rostro del Rey contrasta con el simbólico del conjunto, poniendo de manifiesto una de las principales características de la retratística de corte regio durante los reinados de Carlos V y Felipe II. Se trataba de dotar al Rey de una imagen romana que entroncase la historia de España con la del Imperio y de tono clásico-heroico que acentuase la idea de maiestas. La representación de Felipe II, armado a la antigua y con el cetro, resulta muy similar a la de su padre, el Emperador, de la serie Austriacae Gentis Imagines de Francesco Tertii y se encuadra en la línea del “Felipe II con armadura” del Museo de Viena, de Sánchez Coello. La representación guarda, además, semejanzas con la decoración de la entrada de Carlos V en Messina en 1536. Cabe, además, citar como precedente la reproducción del emperador Marco Aurelio realizada en 1565 con motivo del recibimiento de las reliquias de S. Eugenio de Toledo (cf. CHECA CREMADES 1987 y 1988, 55-80). 329 Los pasajes bíblicos que inspiran esta escena se basan en los relatos que narran la reconstrucción del Templo de Jerusalén por Salomón, e inscriben la representación en una práctica iconográfica de carácter simbólico iniciada en el reinado de Carlos V, bajo la pretensión de crear un vínculo representativo que entroncase la historia bíblica con la moderna, y enlazara la Casa de David con la de Austria. Este propósito propició la aparición de una iconografía en la que la figura de Carlos V con las de David y Salomón, iniciando una tendencia de representación que mantuvo su vigencia aplicada a la imagen regia de carácter simbólico durante el reinado de Felipe II, cuya figura fue frecuentemente asimilada a la del Rey Sabio. La representación del Monarca adquiría así un tono mesiánico, y se convertía en un caballero cristiano cuya actitud beligerante contra la herejía le hacía artífice de la restauración de la fe con la ayuda de las armas y la religión. A las primeras aludían los navíos y la propia figura del Rey como capitán general “a la romana”, en la que observamos un claro ejemplo de cómo Felipe II empleó la imagen militar de su padre, siguiendo en este caso el modelo del retrato ecuestre de Carlos V en Mülberg. Por otro lado la religión se representaba a partir de sacerdotes y obispos vestidos de pontifical en clara alusión a la Inquisición. De este modo la escena adquiría un tono contrarreformista con el que quedaba vinculada la imagen del Rey como constructor de templos, y en la que se inscribía la actividad de Felipe II como promotor de las obras de El Escorial. (cf. CHECA CREMADES 1987 y 1988).

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I Esdrás, 6. 158v I Machabeos, 4. La Iglesia, verdadero templo donde se halla el verdadero sacrificio. 159r El Sancto Officio de la Inquisición.

Su divina Magestad por sus deméritos en las manos de sus contrarios y se destruyesse aquella sancta casa de oración, donde era reverenciado330.

También se representava y se veía muy al vivo aquel affecto y piadoso zelo, potencia y magestad que en el I libro de Esdrás, en el capítulo 6 parece, donde después de ser el templo de Dios arruinado y destruido se tornó a reedificar con grande opulencia, riquezas y gastos de los poderosos reyes persianos, Darío, Cyro y Artaxerxes331.

También resplandescía aquel maravilloso triumpho, singular defensa, particular religión, valeroso ánimo de los machabeos en restaurar, reedificar, defender y conservar con gran vigilancia el templo profanado y arruinado por los gentiles, con una mano levantando piedras y materiales para el edificio y máchina y con la otra defendiéndose con sus armas de los enemigos que querían impedir y tornar a arruinar el templo del Señor332. Todo lo qual quán vivo retrato del valeroso triumpho de la piadosa defensa de la fe y verdadero templo de Dios omnipotente que es el essencial que por el de Salomón se significava, a donde se halla el verdadero sacrificio con que aplacamos la ira del Padre eterno, que es el Sanctíssimo Sacramento de la Eucharistía: Jesu Christo, nuestro Señor; assí del cathólico rey don Phelippe, nuestro señor, contituido por Su divina Magestad de día y de noche con harta más vigilancia (que commúnmente se entienden), defiende estos reinos con el Sancto Officio de la Inquisición y las ordinarias oraciones y plegarias en una mano y en la otra las invencibles armas, con las quales poderosamente haze sombra a toda la Iglesia de Dios, para que no sea destruida y arruinada por los hambrientos lobos de los infieles, ni rota por la dissensión y alboroto de los impíos ereges.

Por lo qual, como immortal triumpho que en Su Magestad, por la misericordia de Dios reflorece en tiempos tan alborotados y tan llenos de miserias, pusimos a este triumpho esta letra:

159v

DEI OPT. MAX. SPONSA ECCLESIA GRAVISSIMIS AGITATA TVRBINIBVS, PIETATE ET ARMIS INVICTISSIMI PHILIP-

PI II R. CATH. FVLCITVR ET A PERFIDORVM TYRANNIDE

IN VETEREM SPLENDOREM

330 Cf. I Reg. VIII. 331 Cf. I Esdr. III-VI. En rigor la historia de los avatares de la reconstrucción del templo se describe en los capítulos III al VI, pero son Ciro y después Darío quienes permitieron que se llevase a cabo, mientras que Artajerjes ordenó que se interrumpieran las obras. 332 Cf. I Macab. IV 36 y ss.

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160r

FOELICITER VINDICATVR.

Declaración: El templo y Iglesia de Dios omnipotente y esposa de IESV CHRISTO,

perseguida con gravíssimos alborotos, con la piedad y armas del invictíssimo y cathólico rey don Philippo II es defendida, y con grande triumpho restaurada a su antiguo lustre, de la tiranía de sus contrarios.

A este quadro correspondía otro de la misma proporción y grandeza, en el qual se representó de una muy graciosa y bien acabada pintura el esclarescido triumpho que con el poderoso socorro que Su Magestad muchas vezes embió a la isla de Malta, del gran Turco Solymano alcançó que es una de las más valerosas empresas y señaladas victorias que de príncipe christiano se puede exagerar porque, en effeto, después del omnipotente y soberano Dios, ha sido Su Magestad el que libró la isla de Malta, cosa de tanta importancia a toda la religión christiana, y aún podemos también dezir que a toda la tierra de Italia, del sobervio poder y desaforado furor del Turco Solymano.

160v

Estava toda la isla muy bien retratada, con sus vanderas de la religión y en su contorno la armada turquesca, representada muy bien la batería y grande exército con que de día y de noche con tantos instrumentos béllicos, tan pertinazmente, batían la isla.

Por otra parte se representó maravillosamente la venida de don García de Toledo, virrey de Sicilia y general del armada de Su Magestad, con una muy fuerte y poderosa armada, muchas fragatas que ivan descubriendo las calas y costeando la isla, esquifes y varcones con que desembarcava y echava la gente en tierra, lo qual fue con harta industria y recato, víspera de nuestra Señora, siete de septiembre del año del Señor de 1565333.

Esfuerço de españoles. 161r

En otra parte se pintó el maravilloso destroço que los españoles hizieron en los turcos, siguiendo la victoria hasta la lengua del agua, donde parecían muchos turcos ahogados por la furia y priessa que en embarcarse tuvieron, los quales tenían por mejor arrojarse en el agua que venir a las manos de los leones que en su seguimiento ivan, los quales hizieron una gran riça, matando a gran número de turcos, con que se alcançó a honrra y gloria de Dios este tan esclarescido triumpho, aviendo en esta empressa de Malta perdido la gran bestia de Solimano treinta y cinco mil hombres y aver gastado ochenta mil tiros, assí de cañones como de basiliscos, las balas de los quales fueron todas de hierro colado, sin la rotura y pérdida de bagaje y pieças de artillería, como paresce en el libro y relación deste tan felice y

333 Cf. nota 54.

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161v

próspero successo334, donde, aunque es verdad que los estrangeros fueron también al socorro y mucha gente se hizo en los estados de Florencia y Urbino, fue a costa y paga de Su Magestad y fue con su sueldo debaxo de sus vanderas reales.

En un lexos en este quadro, parecía el seguimiento que la armada de Su Magestad hizo a la del Turco y cómo el Gran Maestre recibió a don García de Toledo al saltar en tierra a la buelta de su felice jornada, todo lo qual comprehendimos con esta letra.

162r

MELITA, POTENTIS

SIM. TVRCARVM CLASSE OBSES- SA ET VARIIS TORMENTORVM

MACHINIS PENE EVERSA. IAM DESPERATA SALVTE. AB INVI-

CTISSI. PHILIP. II. AVXILIIS TER- RA. MARIQVE MISSIS

LIBERATA.

Declaración: Malta cercada con la potentíssima armada turquesca y casi assolada con

tantos tiros e instrumentos béllicos, ya perdida la esperança de su reparo, con los socorros del invictíssimo rey don Philippe Segundo, por tierra y por mar, felicíssimamente fue libre.

162v Architectura. Clemencia y serenidad de Su Magestad en negociar. Liberalidad en despachar negocios.

Poco más adentro, al lado destos quadros, huvo dos intervalos de a seis pies de ancho y de la altura de los quadros, en los quales pusimos dos excellencias y valerosos dotes de ánimo de Su Magestad. La de la mano derecha fue la grande clemencia y serenidad en oir a todos los negociantes, la qual es tan notable que a ninguno, por baxo que sea, dexa de dar audiencia y si acaso relatando alguno su negocio se turba, de manera que Su Magestad entiende que va perdido, le anima y buelve a sossegar hasta que diga y declare a lo que viene.

Junto con esto comprehendimos la liberalidad y desemboltura que Su Magestad tiene en despachar negocios, que es la más alta que de príncipe hallamos historiada La qual con ser tan diligente es tan

334 López de Hoyos se refiere a la obra: La verdadera relacion de todo lo que el anno de MDLXV ha succedido en la isla de Malta, de antes que llegasse l'armada sobre elle de Soliman gran Turco. Hasta que llego el soccoro postrero del Rey catholico nuestro señor don Phelipe segudo deste nombre, recogida por Francisco Balbi de Corregio. Barcelona: en casa de Pedro Reigner, 1568. La batalla de Malta de 1565 fue recogida por el pintor italiano Mateo Perez d'Aleccio (1547-1616), un italiano especializado en devocionarios y figuras históricas y marítimas, también conocido como Matteo da Lecce, que formó parte de la Accademia di San Luca, en Roma. Trabajó en diversos centros, entre ellos en Malta, a partir de 1576. En la Sala de San Miguel y San Jorge, también conocida como Sala del Trono, perteneciente al Palacio del Gran Maestre en La Valeta se conservan trece frescos que reproducen el Gran Sitio de Malta por parte de las tropas de Solimán el Magnífico en 1565.

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163r

de príncipe hallamos historiada. La qual, con ser tan diligente, es tan recatada que, primero que firme ni despache negocio, vee y lee las provisiones y despachos y aún acontece muchas vezes enmendar el orden de algunas provisiones para significar estas dos raras y preciosas prendas que tan amable hazen a Su Magestad.

Pintura destas dos excellencias. Quién fue Apollo. El día, retrato de la vida humana. 163v

Fingimos un Apollo con quatro oídos y en cada braço tenía dos manos335. Pero, porque no quedemos cortos en esta fictión, se deve notar que Apollo fue tenido y reverenciado por el Sol, el qual, entre los planetas, es (como dize Aristóteles) el que más dispone y ordena la actividad para la generación de los animales336 y, por tanto, le llamavan y tenían por señor de la vida de los hombres, lo uno porque el sol concurre a la generación (como avemos dicho) y también porque el día, desde que nace el sol hasta que se pone, es retrato de la vida humana, porque en el día hay la mañana y ésta es la primera edad, y el mediodía la adolescencia y la tarde y puesta del sol es la última parte de nuestra vida, en que nos vamos acercando a la muerte.

Por lo qual fingieron que avía un animal a cerca de Thebas,

335 La imagen es una personificación de la majestad y la virtud real a partir de la figura mítica del dios Apolo, a cuya capacidad genésica y protectora de la vida se une la de armonización y sabiduría. Esta visión cosmológica del monarca tiene precedentes en la literatura y la iconografía imperial vinculada a la fiesta. Así, en la entrada realizada por Carlos V y el príncipe Felipe en la ciudad de Amberes en 1548, ambos fueron representados junto a Hércules, los Vientos y un “sol resplandeciente”. Dentro de esta visión, la descripción de López de Hoyos ha aprovechado la comparación entre Apolo-Sol y la figura del Rey, que había sido utilizada en la Antigüedad y en la propia plástica renacentista en la representación de Maximiliano I y de Carlos V. Dicha comparación remite al neoplatonismo y al simbolismo que se otorgaba en estos momentos al círculo, recogido por autores como Piero Valeriano y Pedro Mexía (Silva de varia lección, 1556). Este último establecía una relación entre el sol y la iconografía real, que tuvo su reflejo en el Arco de los españoles en Amberes. En el caso de la entrada de Ana de Austria el recurso adoptaba un tono mesiánico a través de la comparación de Apolo con Salomón y de éste, a su vez, con Felipe II, en la línea propuesta por Cartari, mitógrafo del siglo XVI que había comparado a Apolo con el Buen Pastor. Por otra parte, la representación de Apolo con cuatro manos deriva de su comparación con los rayos del sol y remite a las ideas de liberalidad y diligencia como virtudes políticas. Una composición semejante a la que aquí se describe fue recreada por Cartari (Le Imagini con le spositione dei dei degli antichi, 1556) en relación con las cualidades del sabio que todo lo conoce, escucha y actúa con prudencia. En cuanto a la vihuela, se presenta como atributo de Apolo en su calidad de inventor de la música cósmica y, a partir de ahí, de la armonía universal, cuya trasposición al papel político atribuido a Felipe II es evidente. El instrumento, que aludía a la concordia política, fue recreado en el emblema X de Alciato, dirigido a Maximiliano, duque de Milán. Así aparece también en el cuadro Los Embajadores, de Holbein, considerado a su vez una transposición del emblema de Alciato. Horapollo (Hier. II, X, 116) presenta la lira para significar la armonía, pero referida a lo espiritual, aspecto que es recogido por Valeriano (Hier. XXLII), quien propone este instrumento como símbolo de Concordia del alma y la vida. La intención de dotar a la imagen de un carácter moralizador ha incorporado a esta imagen dos de los atributos relacionados con Apolo, el arco y las saetas, en alusión a la lucha de la religión contra la herejía. De esta forma cristianiza la narración mitológica de “Apolo y la serpiente Pitón”, tan representada durante el Renacimiento y el Barroco por autores como Goltzius, Virgil Solis, Tempesta, Simeoni, etc. 336 La teoría del influjo del sol, de la luna -que es como un sol pequeño-, incluso del viento, ya que proporcionan los principios del movimiento para la generación de los animales, puede verse expuesta en Arist., De generatione animalium 767a. Cf. también Historia animalium 538b 28.

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Nota del Sphynx. Nota de la vida del hombre. 164r

llamado Sphynge337, el qual tenía la cabeça y las manos de donzella y el cuerpo de perro, alas de ave, boz de hombre, uñas de león y cola de dragón. Este animal estava en una roca junto a un camino y preguntava a los caminantes le declarassen enigmas y questiones y preguntas obscuras, que en castellano llamamos que es cosicosa, y dizen que una dellas era preguntar que quál era el animal que por la mañana era de quatro pies y a mediodía de dos y a la tarde de tres y al que no se declarava hazía pedaços, hasta que passando uno que se llamava Edipo le dixo: “¿Por qué despedaças a tantos, sabiendo que esse animal que dizes es el hombre, que en la niñez e infancia andando (como en castellano dezimos) a gatas, que es con los pies y con las manos, es de quatro pies, y a mediodía, que es cuando es ya mancebo de buenas fuerças, anda en dos, pero quando viene la tarde, que es la flaca y debilitada vejez, siempre se lleva en la mano un báculo con que los viejos se sustentan, con el qual parece de tres pies.

Y a esta causa dize Beda338 y trae Pictorio Vill339 en su Theologia 337 El relato de la esfinge, bien conocido en el mundo clásico y uno de los más extendidos, puede estar extractado aquí a partir de cualquiera de las fuentes manejadas por López de Hoyos, o, simplemente, ser un resumen propio. Sin embargo, la descripción inicial recuerda a la dada por Paléfato, De non cred.hist. en el capítulo dedicado a la Esfinge: De Cadmea Sphynge dicunt, quod fera quidem haec fuit quae corpus canis habens, caput et faciem puellae, alae uero auium atque hominis uocem haberet. In Sphincio autem monte sedens haec aenigma quodam unicuique ex ciuibus proponebat. Et quemcumque illud soluere nescientem interimebat. Con todo, las diferentes explicaciones que da en estas páginas sobre Apolo, además del relato de la esfinge, parecen ser un resumen de diferentes fuentes que, como ya se apuntó en la introducción, él debía de manejar directamente, al menos varias de ellas, y que cita en un párrafo conjunto poco más adelante, en p. 166r. 338 Resulta bastante genérica y poco precisa la descripción que sigue a continuación sobre cómo afectan las constelaciones, el sol o los planetas a los seres vivos y cómo son aquéllos que nacen bajo la influencia del sol. Salvo algunas referencias concretas, como la de Juan de Mena, por ejemplo, es difícil establecer los pasajes concretos a los que puede referirse López de Hoyos de los autores que menciona. La primera mención es al gran autor medieval inglés Beda el Venerable (c. 673-735), monje en el monasterio de Wearmouth y Jarrow (Northumbria). Autor de numerosas obras, unas exegéticas, entre ellas diversos comentarios y cuestiones en torno a libros bíblicos; otras hagiográficas como la Vitae de san Cuthberto, Félix y Atanasio; un martirologio, homilías, himnos, epigramas; obras gramaticales y de retórica, como De ortographia, De arte metrica o De schematibus et tropis; cartas diversas, etc. Su obra más famosa es la Historia ecclesiastica gentis Anglorum. Además de estas obras escribió otras sobre ciencias naturales y de cómputo del tiempo: De natura rerum, De temporum ratione y De temporibus, así como la Epistola ad Plegwinum de sex aetatibus saeculi, De ratione bissexti, De aequinoctio uernali iuxta Anatolium y el De Paschae celebratione liber. Seguramente la mención de López de Hoyos se refiera a la primera obra, De natura rerum en la que se aborda el tema de los elementos de la naturaleza y sus propiedades y actuaciones, en la línea de las obras de las ciencias naturales que en lengua latina parten del De natura rerum de Lucrecio. No obstante, resultan próximas las dos siguientes, De temporum ratione y De temporibus; sin embargo las menciones a Apolo en ellas o en otras obras no guardan una relación directa con los temas expuestos por López de Hoyos. 339 La identificación de este escritor resulta oscura, aunque parece tratarse del médico humanista Gregor Pictor. Nacido en 1500 en la localidad alemana de Billingen, de donde toma el nombre que López de Hoyos reproduce como Vill. Fue profesor de Medicina en Friburgo de Brisgau y médico pensionado en Ensisheim. Escribió diversos tratados médicos en latín, además de obras en alemán, por las que es conocido principalmente. Pero entre el grupo de las primeras escribió también una Mythologia Theologica, publicada en Friburgo en 1532 y reeditada posteriormente en Franecker en 1696. López de Hoyos menciona la obra en este pasaje como Theologia mystica, pero en p. 166r. Lo hará de forma correcta, como

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164v Los que nacen en constellación del Sol, quáles. La assistencia del rey, como la presencia del sol. 165r

mystica, tractando de la figura de Apollo, en el capítulo 5, e Isidoro en sus Ethimologías340 y Celio Rodiginio en el libro I, en el capítulo 3341 y Ptolomeo342, tratando de las constellaciones e influencia del sol, dizen que las temperaturas, partes y cuerpos de los animales se disponen conforme a la appropinquación o apartamiento del sol y que el que nace en la influencia y constellación deste planeta es de buen cuerpo, rehecho, el rostro hermoso y que será diligente y ligero, de manera que, en dezir Apollo, entendían místicamente el Sol, con cuya presencia se hermosea el mundo, como lo vemos en los veranos, queparece vestir a la tierra y árboles de nuevas libreas y por esto le llamó nuestro poeta Iuan de Mena “pintor del mundo”343; mas quando vemos que se aparta en el invierno, todos los árboles, plantas y jardines se deslustran y pierden las hojas y quedan desnudos de aquel ornato y vigor que por el calor del sol conservavan, lo qual quán bien representa la assistencia del rey en su reino y dé a entender el effecto que en él haga su presencia, conservándolo todo en paz, como Su Magestad tan piadosamente como padre lo haze, que por su presencia, cessan los agravios, aplácanse y dissípanse los alborotos, son

Theologia mythologica. No hemos podido acceder hasta el momento a ningún ejemplar de la obra, por lo que no podemos identificar ni contrastar los pasajes citados por López de Hoyos. 340 Isidoro habla del sol, su naturaleza, efectos, curso, etc. en Etym. III 47-52. En III 71 sobre el nombre del sol, así como de las estrellas, constelaciones, etc. La denominación de Apolo como el Sol, se halla en VIII 53-54: Apollinem quamvis divinationem et medicum vellent, ipsum tamen etiam solem dixerunt quasi solum... Ipsum Phoebum, quasi ephebum, hoc est adulescentem. Unde et sol puer pingitur, eo quod cottidie oriatur et nova luce nascatur. 341 En realidad Celio Rodiginio aborda el tema de Apolo, junto con otros, en el Antiquar. I 4, no en el capítulo tercero. Y hace referencia a la cuestión del sol como fuente de calor y vida: Nam sicuti et caloris et vitae fons, ac propago est cor ita et caeleste cor, ipse sol, nostra haec pro caloris potestate movet, afficit adque vitam prolicit adnuente stellarum item errantium vi adeo ut mundi uterus terra queat in quem coeant in generationem prodeuntia caelesti fermentata virtute... En cambio, en el capítulo tercero cita, aunque sea una casualidad, a Beda. 342 La referencia a Claudio Ptolomeo (100-170 d.C.) resulta más genérica. El conocido astrónomo, geógrafo y matemático originario de Tolemaida (Egipto), desarrolló su actividad fundamentalmente en Alejandría y elaboró la teoría del sistema geocéntrico, en el que la Tierra se hallaba fija en el centro del Universo y el Sol, la Luna y los planetas giraban a su alrededor. Su teoría sustituía a la del heliocentrismo de Aristarco de Samos y se mantuvo en la Antigüedad, hasta las teorías de Copérnico. Su obra más famosa es la Composición matemática, Megíste syntáxis, conocida por Almagesto, a raíz de su difusión en árabe. Junto a ella, escribió otras obras menores y el tratado de astrología, Tetrabiblos, de tema astrológico y astronómico, al que parece aludir aquí López de Hoyos; en él hay pasajes donde se habla de estas cuestiones, especialmente I 17 y 19 y III 147-148. 343 La expresión de Juan de Mena (Córdoba 1411-Torrelaguna (Madrid) 1456) pertenece a su obra Coronación del marqués de Santillana, también denminada Las Cincuenta. La obra escrita en coplas reales (de ocho sílabas) acompañadas de sus propios Comentarios en prosa fue muy popular. El autor recorre, emulando a Dante, diversos espacios, una selva a modo de infierno dantesco poblada por personajes mitológicos y condenados (coplas 1-24), después un monte de sabiduría donde habitan autores antiguos (coplas 25-38), para acompañar a las Musas que coronan a Íñigo López, marqués de Santillana, como vencedor de Huelma (coplas 40-51). La referencia pertenece a la copla 45 dedicada a Apolo. De esta expresión se hace eco después Juan del Encina en su Arte de poesía castellana, acudiendo a Juan de Mena, en concreto a esta obra, para ponerla como ejemplo de coplas octosilábicas, junto al Laberinto de la Fortuna o Las Trescientas, como ejemplo de coplas de arte mayor. 344 Cf. Prov. XX 8-9.

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Capítulo 20.

cessan los agravios, aplácanse y dissípanse los alborotos, son premiadas las virtudes y castigados los vicios y, en conclusión, todo está amparado y vestido con el calor y presencia de su rey, como lo dixo muy bien el rey Salomón en sus Proverbios344:

Rex qui sedet in solio iudicii, dissipat omne malum intuitu suo. El rey que

reside y assiste en sus reinos, dissipa todo mal con su presencia. Vihuela de Apollo, qué representa. 165v Inventor de la cythara. Inventor de versos, de tirar con arcos, de medicina.

Por lo dicho se vee claramente que es esta figura un modelo y vivo retrato de los reyes y por esto le pintavan con una vihuela, como aquí le pusimos, por la qual se da a entender la harmonía y concierto y suave temple del govierno de la política de la República.

Aunque los antiguos entendieron el concertado curso del sol, con el qual rige e illustra todas las partes del mundo, con tan graciosas y concertadas bueltas por el Universo, visitando el verano con templança y el estío con calor, el otoño con una admirable relaxación del calor excessivo del estío, para que los animales se dispongan a suffrir el destemplado frío del invierno, por lo qual (como dize Macrobio en el primer libro de sus Saturnales, en el capítulo diez y siete345) le atribuyeron varios effectos e invenciones de muchas cosas, y particularmente de la cítara, que es de la que vamos hablando y, junto con esto, dixeron que fue inventor de los versos y del adevinar las cosas que están por venir; dexando el oráculo que en Delphos tenía, también fue inventor de la artificiosa manera de tirar con los arcos y de la medicina.

166r

Y en conclusión, por no dilatar de cada cosa de lo dicho en particular un grande volumen, los que quisieren más largamente ver, podrán leer a Cornuto346, De natura deorum y a Paléfato, De fabulis347, y a Macrobio en muchos lugares348 y a Aulo Gelio349 y la Theologia Mythologica de Pictorio Vill y a Diodoro Sículo350 y a Celio Rodiginio351

345 Cf. Macrob., Saturn. I 17: virtutem igitur solis quae divinationi curationique praeest Apollinem vocaverunt, quae sermonis auctor est Mercurium nomen accepit. 346 Lucio Anneo Cornuto, autor de origen africano, nacido en Leptis, pertenece al grupo de filósofos de época imperial romana de tendencia estoica. Cultiva una interpretación alegórica de los mitos en su Compendio de teología griega. Además escribió tratados de retórica y unos comentarios a Virgilio, éstos en latín. Su obra mitológica, cuya versión latina, intitulada De natura deorum, es la que conoce López de Hoyos y la que, probablemente manejó, según se comentó en la Introducción. Como allí se dijo, es posible que el conjunto de autores que aparecen citados en este párrafo formasen parte de su biblioteca, al menos algunos de ellos, especialmente utilizados para las cuestiones mitológicas, además del amplio uso que hace de Piero Valeriano y Celio Rodiginio. 347 No obstante lo dicho en la nota anterior, probablemente cita aquí de memoria a Paléfato, sin haber contrastado en este punto la obra, ya que no hay una mención a Apolo, como la que López de Hoyos propone. 348 En efecto, Macrobio habla extensamente sobre Apolo, sus atribuciones, los nombres que recibe, etc., en el lugar citado antes: Saturn. I 17. 349 Cf. Aulo Gelio, Noct. Att. II 23, 12; V 12, 12; XIII 27, 3. 350 Creemos que la referencia a Diodoro en este contexto es a través de una cita de Rodiginio, quien en

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166v

y a Valeriano Pierio352 y Arnobio, Contra los gentiles353, y otros muchos que el curioso lector podrá por sí passar y bien claro se vee en Homero la presidencia de Apollo, en la música y concierto que avemos dicho, por lo qual dávamos a entender la magestad y virtud real en la tierra, y por esto dixo este tan gran poeta griego354:

Eximii cantu, Musis, et Apolline nati

sunt decoratque ipsos in terris regia uirtus.

Declaración: Los hijos de Apollo son muy illustres en el canto, a los quales en la tierra

illustra la virtud real.

Por qué llamaron a Apollo, Phebo. Costumbre de colgar cabellos en los templos. 167r

Y por esto fue llamado Phebo (como dizen estos autores355), porque es llevado con gran fuerça y por conservarse siempre en linda y hermosa aparencia, con rostro hermoso de mancebo, sin barvas, en la flor de la edad, de singular aparencia356. Y a esta causa los gentiles antiguamente le offrecían las primeras barbas que se cortavan los mancebos, y los cabellos que las donzellas, quando ya llegavan a la edad madura, los dedicavan a Apollo. Y de aquí vino aquella antigua costumbre de llevar las donzellas a los templos sus hermosos cabellos, y assí se veen colgados en muchas ermitas y capillas particulares.

Esta fictión de Apollo, a quién corresponde.

Y tornando a nuestra fictión, no quiero que entienda alguno que es monstruosidad y, por consiguiente, que se haze deservicio a Su Magestad real en fingir a Apollo con quatro manos, para denotar su laboriosa y claríssima diligencia, ansí en despachar negocios como en ser liberal, pues los egipcios para denotar esta virtud y los officios, utilidades y virtudes del Sol, como avemos dicho, fingían un hombre con diez y ocho braços y las manos abiertas.

Antiquar IX 1, pasaje que usa López de Hoyos, dice, entre otras cosas sobre Apolo: Vocum Harmonios comperisse Mercurium primum in Aegypto, scribit Diodorus, sicuti literas quoque ac palestram et numeros medicinam item ac astrorum modum sed et lyra chordarum trium... 351 Cf. C. Rodig., Antiquar. IX 1-3. 352 Las menciones de Apolo en la obra de Piero Valeriano son múltiples, asociadas a distintos emblemas. Algunos de los pasajes concretos están detallados en los párrafos que se leen a continuación. 353 Cf. Arnobio, Adv. gentiles I 26, 4; 30, 2; 36, 4, etc. 354 No hemos podido localizar la referencia concreta de la traducción latina de la Ilíada que pudo manejar López de Hoyos. 355 Cf. Arnob., Adv. gentiles VII 22, sobre Apolo músico o VI 6 como dios imberbe, glabro y muy similar a un joven, como ejemplo de los autores citados, aunque también podía López de Hoyos estar pensando en la definición dada por Isid., Etym. VIII 53-54, al que ha mencionado en p. 164r y, desde luego, en en Rodiginio, cuyos pasajes sigue y en Valeriano, especialmente en Hier. XXXII: Barba. 356 Este tipo de imagen fue asociada sobre todo a la iconografía de Apolo como dios de las artes y protector de la juventud. Pérez de Moya, Ph. Sec. I,II,XIX,XII, recomendaba la representación de Apolo como un dios imberbe.

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167v Qué sea Pithón. Nota de los spíritus malignos, llamados familiares. 168r El diablo toma cuerpos phantásticos para engañar.

Y por esto Homero llamó al Sol Centimanus357, que quiere dezir “cien manos”, por las infinitas virtudes que dél salen, por ser más las que vemos que las que se pueden escrevir.

De essa manera, por la misericordia de Dios, es más lo que de Su Magestad cada día vemos y experimentamos acerca de sus raras y claríssimas dotes de ánimo, que lo que podemos historiar.

Tenía el Apollo muy bien formado el arco y saetas con que los poetas fingieron que avía muerto aquella serpiente llamada Pithón358. Esto, más al vivo, se vee en Su Magestad, pues con las saetas de la religión evangélica y piadoso officio de la santa Inquisición, poderosamente ha muerto, extirpado y ahuyentado de sus reinos la idolatría, heregías, supersticiones y los pithones, que son los demonios que suelen llamar vulgarmente familiares, con los quales adivinan y hazen invocaciones de demonios y descubren con encantaciones las cosas occultas, como lo hizo aquella hechizera en el primero de los Reyes a la qual Saúl constriñó que le traxesse por sus diabólicas encantaciones del Pithón a Samuel y desta manera el demonio (por particular premissión de Dios), toma cuerpos phantásticos para hazer las apariencias e illusiones con que pretende engañar; y por estonuestro Señor abomina y maldize con mucha aspereza a los que consultan y tienen pactos occultos con estos géneros de demonios que llaman pithones, como parece en el capítulo diez y ocho del Deuteronomio. Pues no sin particular acuerdo pusimos esta figura, la qual tan al vivo representa este tan esclarescido triumpho de Su Magestad.

168v

Finalmente a esta figura de Phebo con su cíthara, <arco> y las quatro manos y los quatro oídos pusimos esta letra, en la qual se comprehende todo el concepto, con este thetrástico:

SEDVLITATI PHILIPPI.

Quatuor obtineo, manibus cum quatuor aures Regnorum Phebus maximus Hesperiae.

Audio enim cunctos, magnos, pariterque minores,

357 El término centimanus no aparece en Homero, sí, en cambio, en Horacio, como epíteto aplicado a Gyges (Carm. II 17, 14) y en Ovidio, aplicado a Tifeo (Met. III 303). La referencia de Isidoro de Sevilla está tomada de P. Valer., Hier. XXXV: Manus: Apud graecos latinosque poetas plerumque reperimus centimanus Briareum centimanumque Gygem: quin et Homerum Solem nuncupavit (...) Quod vero et Sol centimanus Homero sit, multa et innumerabilia eius officia, quae magis aperta cognitaque sunt, quam recensere oporteat, effecerunt. 358 Todo el pasaje relativo a Apolo y la serpiente Pitón está tomado de P. Valer., Hier. XIV: Vipera, incluidas las referencias a Samuel (cf. I Sam. XXVIII 3, 14) y al Deuteronomio (Deut. XVIII 10 y ss.): Nam et Pythones genus daemonum est, et Pytho serpens apud gentiles effingitur, quem Apollo sagittis confecerit: quod quid sibi velit, alibi diximus (...) Et Regum primo Saul mulierem, quae Pythonem habeat, sibi sisti mandat, ut per incantationes, Samuelis animam evocaret. Sunt qui dicant (...) Samuelis non animam, sed imaginem Pythonissae oggestam: sunt qui Dei permissu veram animam afferant, ut ex calamitatis, quae Sauli totiens praedicta fuerat, asseveratione, acrius cruciaretur: alioquin ut Deut. XVIII maxime eum abominatur Deus qui Pythones consulat.

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Et causas dirimo sedulitate suas.

Declaración: Yo, el gran Phebo y señor de los reinos de España, tengo quatro oídos y

quatro manos. Porque a todos, grandes y menores, oigo con gran clemencia y despacho con gran diligencia todas sus causas y negocios.

169r Figura de Marte y por qué en este triumpho. 169v

Fue esta figura de color de bronze muy bien imitado, tenía en la cabeça una diadema con doze piedras de differentes colores, por lo qual se dava a entender en Apollo los doze signos del Zodiaco359, que cada día con su curso y movimiento rapto, visita del Sol, queriendo por esto pronosticar la ampliación destos reinos, por la presencia de Su [Su] Magestad y felicidad deste sancto matrimonio.

A este compartimiento correspondía, de la misma proporción, Marte360, furiosamente pintado con una sangrienta espada desnuda en la mano, a la qual parecían ir huyendo africanos. En esto se dio a entender el valor y potencia de Su Magestad y la empressa del Peñón, que, aunque parecía que en respecto de lo mucho que Su Magestad ha hecho y cada día tan poderosamente emprende, es accessorio, assí pornegocio importantíssimo a la navegación y armada, como por ser un lugar inexpugnable y de donde se recebían cada día muchos daños de los infieles africanos y, finalmente, no estimavan en poco los príncipes romanos, ni formavan pequeño triumpho de aver alcançado aquello que puede ser fundamento para mucho.

359 Una alusión similar a una diadema con piedras preciosas puede verse en Ripa, Icon. s.v. Cielo, como un elemento de decoración en la figura del Cielo, al que se representa como un joven de aspecto nobilísimo y ataviado con vestiduras imperiales de color turquesa con estrellas. Lleva manto, coraza, un cetro en la derecha y una vasija con una llama de fuego en la izquierda. En la coraza, en el pecho, van un sol y una luna, está ceñido por los doce signos del Zodiaco, y coronado por una corona llena de piedras preciosas, señalando que por distintos procedimientos se dan muchos dones de la naturaleza. Se observa en la descripción de López de Hoyos una mezcla de elementos, ya que la corona tiene doce piedras que simbolizan los signos del Zodiaco. Por la descripción realizada parece que más que los doce signos zodiacales se pretenda hacer referencia a las doce horas del día que el Sol (aquí identificado con Apolo) va visitando en su carro, cf. las descripciones de Ripa, Icon. s. v.: Horas del día. 360 Como dios de la guerra relacionado con la idea de venganza justa y lucha contra el infiel, que le era atribuida por autores como Diodoro Sículo, Marte se encuentra aquí representando a Felipe II como monarca único y padre de la patria que defiende con las armas la religión. Su representación, con grebas, celada y la espada en alto, guarda relación con el emblema LVII de Alciato titulado “Furor y Rabia”, y así aparece también en P. Valer., Hier. L. XLII, mostrando una imagen de rey guerrero al estilo medieval muy del gusto de la iconografía imperial que intentaba presentar a Carlos V como Carlomagno. Marte se rodea de atributos con los que se intentaba representar ciertas cualidades de Felipe II en su papel de monarca guerrero: la grama en señal de fortaleza, planta a la que Alciato dedica el emblema XXVI, relacionándola con la salud y la protección; y el gallo, que es tomado como signo de vigilancia, en el mismo sentido recogido por Alciato en el Emblema XXV, partiendo de la tradición del simbolismo animal del medievo. El gallo representa también en este caso un concepto político, el de la monarquía única, aspecto con el que guardan relación las figuras de Rómulo y Remo, pisoteadas bajo el carro de su padre Marte, que han sido aquí incluidas para representar la victoria de Marte-FelipeII sobre la lucha entre príncipes.

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Por qué Marte dios de las batallas. 170r Inventor de armas, Marte.

Este Marte fingían los poetas y todos los antiguos idólatras ser dios de las batallas, por dos razones: la primera, por ser un planeta que está en el quinto cielo, que influye en estos inferiores, cólera y grande brío, furor, altivez, contumacia y desaforados ímpetus, todo lo qual se halla en los bellicosos e inclinados a guerras, destroços e incendios y roturas de contrarios. Lo segundo, porque, como Diodoro dize en el libro sexto361, éste fue el primero que fabricó armas y el primero que inventó el arte militar y que los hombres se armassen y con gran industria y maña pudiessen exercitar las armas y particularmente fue, como este autor dize, valeroso capitán contra los impíos que tenían en poco la religión y eran contrarios a las cosas divinas. Lo qual quán propio sea de Su Magestad se entiende y vee mejor que yo sé significar.

Por qué a Marte corona de gramma. 170v Cómo pintaron a Marte y su significación. .

Éste tuvo muchos nombres, como parece en Marco Tulio en el libro 2 De natura deorum362 y en todos los autores que en este capítulo precedente avemos alegado363; coronávanle con una corona de gramma, por ser yerva que tanto afierra, que por más que la corten y hagan pedaços, torna a prender y hazerse fuerte, con tantos ñudos y cojunturas que aun quemándola parece representar aquel furor y resistencia y dar muchos estellidos, de a donde, como dize Plinio en el libro veinte y dos364, en el capítulo tercero y quarto, que no era poca dignidad salir en la guerra coronados con corona de grama.

A éste pintavan en un carro que llevavan quatro furiosos cavallos y él con un semblante no menos espantable y furioso que fuerte y de grande ánimo, armado con su peto y espaldar, grevas y celada, por aver sido, como avemos dicho, inventor de todas estas armas, en la mano un látigo y un gallo a la delantera del carro.

Por qué el gallo a Marte365. 171r

Y entre otras muchas significaciones místicas que esto tiene, son dos las principales. La primera por ser este animal el más rixoso y amigo de pelear y de traer perpetuas enemistades con los de su especie366, de tal manera que nunca contiene parcialidad ni (como dizen) cosquillas, para que estén dos en una casa, sino que

361 Cf. Diodoro, Bibl. hist. V 74, 4. 362 En realidad los numerosos nombres se reducen a dos en Cic., Net. deor. II 67, donde se explica su etimología: qui magna verteret Mavors y III 67: quia magna vertit. 363 Vuelve a tomar como punto de referencia a los autores citados en la p. 166r.: Cornuto, Paléfato, Aulo Gelio, Diodoro, Macrobio, Arnobio, Pictorio Vill, Celio Rodiginio, Piero Valeriano 364 Cf. Plin., Nat. hist. XXII 6-8. 365 Véase nota 360. 366 P. Valer., Hier. XXIV: Gallus, habla detenidamente sobre la pugnacitas de este animal. Sin embargo, los párrafos de López de Hoyos, incluidas las referencias a Ovidio y Homero, están sacados del libro referido al águila de esta obra: Hier. XIX: De aquila: Quod vero per Aquilam regni solitudinem intelligimus, sunt qui factum ea ratione defendant, quod regium esse dicant, unum e filiis haeredem instituere, uni rerum habenas commendare, quandoquidem, ut ait Ovidius: “Non bene cum sociis regna venusque manent” (...) Quod cum Aristoteles quoque mirum in modum approbaret, Homeri sententiam secutus, quo disputatioibus suis pondus adderet et auctoritatem, versum eius citavit: “Multos esse duces haudquaquam proderit, esto / Rex unus, princeps unus, qui publica tractet.

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Instincto del gallo en batir las alas. 171v

perpetuamente quiere ser solo y todo su estudio es ser tenido en mucho y estimado. Esto parece dar a entender, quando, antes que cante, bate con las alas para combidar a que le oigan, para que le reconoscan por único. Pues ni el imperio, ni el amor suffren igual, ni amistad, ni requieren más de único mando y señorío, como lo dixo Ovidio:

Non bene cum sociis regna venusque manent. Nunca se compadece bien el amor ni el reino con compañía. Y lo mismo dixo aquel singular poeta griego Homero: Multos duces, haud quaquam proderit, esto Rex unus, princeps unusque publica tractet. Aver muchos capitanes y muchas guías en ninguna manera será provechoso,

no aya más de un rey y un solo príncipe, el qual trate y juzgue los negocios públicos.

Distincto del águila en no criar más de uno. 172r Quánto importa no haver más de un rey.

Esto mismo da a entender aquel singular instincto del águila

caudal, que, como dize toda la escuela de Aristóteles, tres son los pollos que saca y arroja los dos del nido, para denotar quánto importa la unidad y lo mucho que puede y la conservación de la República que en ella consiste.

Tres parit atque duos nido ellicet, educat unum367. Lo mismo dixo aquel gran philósopho y mediano poeta Ennio,

al qual alega Marco Tullio en el primero libro De officiis: Nulla sancta societas nec fides regni est, jamás puede aver fidelidad ni amistad perpetua, donde ay dos posseedores en un reino.368

Por lo qual bien se dexa entender lo que Aristóteles dize en la Política369 quánto importe en la República no aver más de un rey y en el govierno y providencia del universo no más de un Dios370, porque de esta manera todo el mundo anda bien governado y la República

367 Aristóteles habla del águila caudal en Historia de los animales IX 619b. Pero este pasaje es una glosa de López de Hoyos al párrafo siguiente de Piero Valeriano, loc. cit., sólo que ahora bien adscrito al águila caudal, como en su fuente, y no al gallo: Non indecenter igitur Aquila, ut vulgato per Aristotelem Musaei versu fertur: “Tris parit, atque duos nido eiicit, educat unum”. 368 En efecto, está tomada la frase a través de Cic., Offic. I 26, donde se lee: Maxime autem adducuntur plerique ut eos iustitiae capiat oblivio cum in imperiorum honorum gloriae cupiditatem inciderunt. Quod enim est apud Ennium: “nullas sancta societas nec fides regni est”, id latius patet. 369 La afirmación de López de Hoyos sobre la monarquía absoluta resulta un tanto sesgada en cuanto a la mención de Aristóteles, sin duda como auctoritas para la misma, ya que no concuerda con la filosofía política del autor griego, para quien no existe una forma pura de gobierno mejor que las demás (cf. Polit. III 1285a – 1288a). 370 En estas pocas líneas compendia López de Hoyos la visión política que Felipe II, continuando con la línea trazada por su padre, tenía de su Imperio: ser señor natural de un conjunto de estados diferentes a los que unían las mismas creencias religiosas.

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Los hijos de Marte, muerto el uno por Reinar el otro.

concertada, porque quando uviesse dos reyes avría la más que civil batalla que entre Rómulo y Remo, hijos deste Marte, sobre el Imperio romano uvo, hasta que el uno mató al otro y por tanto los pintavan debaxo deste carro donde Marte iva.

172v Instinctos de animales en seguir una guía. 173r El reino con muchas cabeças, monstruo.

Esta unidad de príncipes, arguye maravillosamente Aristóteles, en el octavo de los Physicos371 y lo vemos claramente en las abejas, las quales nunca consienten más de una maestra y, en aviendo dos en una colmena, se sale la una sin poder abitar juntas. Las grullas también no siguen más de una guía. Los ciervos de la misma manera. Los elephantes por el consiguiente. Las manadas de los ganados siguen un manso y assí pudiéramos ir discurriendo por todas las differencias de los animales, hasta llegar cada uno a su casa, y considere el daño y perdición que en ella avría si huviesse dos dóminos. Finalmente como en el govierno del mundo no ay más de un Dios, del qual reciben todas las criaturas visibles e invisibles ser y conservación y de la manera que en los orbes celestiales no ay más de un sol, del qual todos los demás astros reciben luz y claridad y en conclusión en el cuerpo humano no se pueden compadecer mucho número de cabeças, so pena de ser monstruo o ristra de ajos, de essa misma manera, el reino ni la guerra, ni la política de la República ni la económica y administración de las familias, en particular se podría conservar, sino fuesse por sola una cabeça que es un solo rey.

Alexandro a Darío. 173v

Y esto es lo que, en conclusión, respondió Alexandro Magno a los embaxadores del rey Darío, que en su nombre le offrecieron una parte de su reino, dixo que ni el cielo podía consentir dos soles, ni el imperio dos señores372. Todo lo qual significava el gallo, como avemos dicho, puesto a la delantera del carro de Marte, passando en silencio lo que Luciano dize en un diálogo del gallo de Marte373.

371 Está tomado, más bien, de Historia de los animales VIII 488a. 372 La fuente de la que ha tomado esta anécdota de la embajada de Darío a Alejandro, parece ser C. Rodig., Antiquar. XXIV 11, donde en el índice del capítulo ya se lee: Persarum legati quo pacto ab Alessandro dimissi. Soles duos neque item regna duo patitur mundus. Dentro del mismo se dice: Iussit vero legatos Dario ita renuntiare neque mundum soles duos neque duo summe regna, salvo terrarum statu posse concoquere. 373 Luciano tiene un diálogo titulado El gallo. En P. Valer., Hier. XXIV: Gallus se lee: Et Martis pullum eum vocat Aristophanes avibus, refiriéndose al gallo. Es probable que López de Hoyos haya mezclado ambas fuentes para hablar del “gallo de Marte” de Luciano. 374 Cf. Plin., Nat.hist. X 46: ...et hi nostri vigiles nocturni quos excitandis in opera mortalibus rumpendoque somno natura genuit (...) nec solis ortum incautis patiuntur obrepere, diemque venientem nuntiat cantu. Parece que este es el pasaje al que se refiere López de Hoyos, mejor que al capítulo 21, como se indica en la anotación marginal de la página. No obstante, no se cita explícitamente el gallicinium. Puede estar basándose también en textos como el de Macrob., Saturn. I 3, 12: Primum tempus diei dicitur media noctis inclinatio, deinde gallicinium, inde conticuum, cum et galli conticescunt et homines etiam tum quiescunt, deinde diluculum id est cum incipit dinosci dies, inde mane cum dies clarus est. O Isid., Etym. V 30, 4: Dies secundum Aegyptios inchoat ab occasu solis: secundum Persas ab ortu solis: secundum Athenienses a sexta hora diei; secundum Romanos a media nocte. Vnde et tunc gallicinium est, quorum vox diei ostendit praeconium, quando et mesonyctius afflatus fit.Véase también Etym. V 31, 11: Gallicinium propter gallos lucis

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Plinio, libro 10, capítulo 21. Vigilancia del gallo, importante a reyes y capitanes.

La segunda causa porque le pintavan fue porque esta ave assí, a puesta del sol, como a media noche y al amanescer, siempre canta y parece velar, y a esta causa los latinos llamaron este tiempo gallicinium, que quiere dezir “canto del gallo” 374.

Todo esto da a entender la vigilancia, cuidado, solicitud y curiosidad que ha de tener el capitán en las batallas y el rey en la administración de su reino, porque, en effecto, el varón que mucho duerme, ni vale nada para la guerra, ni para la paz375, ni es para en cámara ni aun para en corredor. Por lo qual Homero, en el segundo libro de la Ilíada, dize hablando con el rey Agamenón376:

174r Illustre consideración de príncipes.

Belliger Atridae dormis ne Agamenon? Perpetuam noctem dornire, haud principe dignum est.

Cui populi commissi et tanta negotia curae.

Declaración: O Agamenón, hijo de Atreo (dize)¿ por ventura duermes? Indigno es de

príncipe dormir toda la noche, aquél a quien están cometidos y encargados tantos pueblos y a cuyo cuidado son tantos y tan graves negocios.

Sentencia cierto digna de que perpetuamente los príncipes y

señores truxessen delante los ojos y considerassen que de todo quanto tienen no comen más de por uno, ni duermen más de por uno ni pueden passear ni recrearse más de por uno ni gozar de nada más de por uno y ha de dar cuenta de tantos como a su cargo tiene, lo qual deve hazer velar como este tan gran philósopho dize.

174v La piedra que al gallo se atribuye, dónde la engendra y para qué es útil.

Dexo de dezir lo mucho que por el gallo los antiguos egipcios significavan y cómo aquellos valerosos dardanos le pusieron por reverso de sus monedas, queriendo dar a entender su valor y fuerça en las armas, porque, como Plinio dize, es el animal más inclinado a peleas y contiendas del mundo. Y por esta causa dize este autor en el libro veinte y siete, en el capítulo undécimo que con este coraje engendra una piedra, la qual llaman alectorio. Ésta dizen que se suele hallar en la molleja o en el papo la qual dizen que tiene maravillosa

praenunttios dictum. 375 En la descripción del tercer arco se repiten más o menos veladamente las alusiones al tipo de vida que por estas fechas llevaba el Rey. Éste, contrariamente a la mala fama difundida por algunos embajadores venecianos que le acusaban de ser perezoso, comenzaba a trabajar antes de las ocho en verano, y a las nueve en invierno (KAMEN 1997, 225) y despachaba hasta medio día cuando paraba para comer. Media hora después de concluido el almuerzo, firmaba las súplicas y el resto de los documentos y, después, tres o cuatro veces en semana salía a cazar. A la vuelta, su jornada continuaba hasta bien entrada la noche de lo cual, lógicamente, su vista terminó por resentirse. Pero lo que nunca descuidó fue la atención a su familia, especialmente a Doña Ana, a quien visitaba regularmente tres veces cada día o escribía dos veces por semana en los perídos de forzosa separación. 376 Corresponde a Iliad. II 24-25. Sin embargo, no es Homero el que habla a Agamenón, sino que es el ensueño el que se dirige al héroe mientras duerme.

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Gallo, blasón de armas. 175r

hallar en la molleja o en el papo, la qual dizen que tiene maravillosa virtud de hazer felices en armas y muy victoriosos a los que las traen. Lo qual dize este autor que le succedió a Milón Chrotoniates por traer esta piedra377, y por esto el gallo en la guerra, como dixo Plutarco, dio Artaxerxes por divisa y blasón a un soldado, que se entendió que avía con un dardo herido al rey Ciro, dando a entender la victoria que por el gallo significavan378.

175v

Grandes son las virtudes que deste animal los autores escriven, los quales quien qusiere más por estenso ver recopiladas, hallará e Valeriano Pierio, en el libro 24, tratando del gallo, pues mi principal instincto es dezir y recopilar en summa lo que los antiguos philósophos e historiadores tan dilatada y diffusamente dixeron, y destas las que más concernientes fueren y más frisaren con nuestro propósito, como parece en las calidades de las virtudes y propriedades de las cosas que hasta aquí avemos dicho379.

La letra que a esta figura pusimos, la qual fue de un color de bronze muy bien imitado, representava aquel furor que avemos dicho; mirando a los africanos dezía:

MAGNANIMITATI

PHILIPPI Sum Mars armi potens, afris qui ex hostibus oras

Christiadum tueor nempe Philippus ego.

Declaración: Yo, el gran rey Philippe, soy verdadero Marte, muy poderoso en las armas,

con las quales defiendo los términos y regiones christianas de los enemigos infieles africanos.

Architectura. 176r

Por lo alto del encasamento donde el bulto de Su Magestad estava, de la manera que avemos dicho, y en contorno destas historias, una hermosa cornisa, en la qual se levantavan algunos adornamentos y reboltones que illustravan mucho y eran de graciosa perspectiva.

377 No se trata del libro XXVII, sino de Nat. Hist. XXXVII 144: Alectorias vocant in ventriculis gallinaceorum inventas ceystallina specie, magnitudine fabae, quibus milonem Crotoniensem usum in certaminibus invictum fuisse videri solent. 378 En efecto, Plutarco en la vida de Artajerjes (cap. 10 y 14, 5-10) menciona que en el enfrentamiento con Artajerjes, fue herido por éste y cayó, recibiendo después una herida que causaría su muerte a manos de un persa de Caria. A éste el rey Artajerjes le concedió en premio de esta acción llevar siempre un gallo de oro en la lanza; los de Caria eran denominados gallos por los persas, a causa de los penachos con que adornaban sus cascos de guerra. 379 Como se ha visto en párrafos anteriores, efectivamente López de Hoyos toma como principal fuente de consulta la obra de P. Valer., Hier. XXIV: De gallo, aunque también el XIX: De aquila para las explicaciones dadas. Su forma de trabajar y sus intenciones quedan puestas aquí de relieve, manifestando sin ambages que toma la mayoría de sus datos del humanista italiano al que resume, tanto cuando lo cita, como en este caso, como en otros donde no lo advierte. Sobre esto véase Introducción, 5.5.3.

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Remate del arco, un águila y sus calidades. 176v

reboltones que illustravan mucho y eran de graciosa perspectiva. A los lados del encasamento rematavan dos spheras bien proporcionadas que los architectos llaman acroterias o globos, que quiere dezir en castellano unas bolas que por el ornato de los remates en los sobervios edificios se suelen poner.

Sobre el encasamento de la figura real venía un alquitrave y cornisa de todo relievo, en el qual avía un frontispicio de jaspe y dentro dél un tondo y por remate un águila caudal de bronze y las alas de cobre de gran corpulencia, que tenía seis pies cada una, las quales tenía abiertas, como la traían por armas los antiguos persianos380 y por la felicidad que el aspecto y apparencia, qualidades y atributos que el águila tiene, lo tomaron después los romanos por armas, queriendo significar la magestad, grandeza y sobervia de su imperio, aver de ser única en el mundo, porque, como los naturales dizen, ésta es la Reina de las aves, porque en ella resplandecen las virtudes y excellencias de que el rey ha de ser dotado, porque es la más fuerte y de mayor ánimo que todas las aves, política, bien proporcionada, nada temerosa, liberal, nada embidiosa, dotada de una mesura y modestia admirable; no gritea, no grazna, no canta, no llora, antes una igualdad que jamás se descompone381.

El águila, por qué ministro de Júpiter. 177r

Por lo qual, como Píndaro dize382, en esto sólo veremos ser el águila Reina de todas las aves, que Júppiter, como diremos adelante, la escogió para su ministro y en ella siempre se mostrava assentado y ella era la que en el pico le traía los rayos quando quiso destruir y anegar los Titanes.

Es siempre pronóstico muy próspero y de grandísima felicidad, 380 La imagen del águila caudal de bronce con las alas extendidas remite aquí a un doble significado: Adquiere, en primer lugar, un sentido de triunfo, estableciendo un vínculo ideológico con la representación simbólica del Imperio a partir de la tradición romana y su posterior revitalización renacentista en la corte de Maximiliano I de Austria, donde el águila, junto a la representación de las posesiones imperiales, pasó a formar parte de la emblemática imperial a través de una serie de grabados elaborados por el grupo del grabador Bruckmair. Junto a ello, el águila es aquí la imagen que compendia las virtudes del monarca, que expresa la idea de majestad, revistiéndose de un carácter moralizador con el que la emblemática asoció a este animal en el siglo XVI, recogido por Horapollo, Valeriano y Ripa. En los Hieroglyphica de Valeriano aparece claramente relacionada con la idea de majestad, pero también con las de piedad, benignidad y misericordia. Estos significados estuvieron presentes en el empleo del águila como emblema imperial asociado a la figura de Carlos V. A partir de ellas emblemistas del siglo XVI como Giovio y Capaccio configuraron la visión imperialista de la divisa más relacionada con la idea de majestad imperial de Carlos V (CHECA 1988, 199-200). Por otra parte, la inspiración en fuentes veterotestamentarias, concretamente en la Alegoría del Águila, (Ez. XVII) donde se habla de “el águila grande, de grandes alas, de largas plumas remeras”, reforzarán en este caso el significado moral conferido a esta representación del águila con las alas explayadas en señal de dominio y vigilancia. 381 Cf. P. Valer., Hier. XIX: De aquila: ...in ea regiae virtutes omnes elucescunt, quippe quae viribus omnium praestantissima, una foetus suos alit atque educat una pernix, concinna, polita, apta, intrepida, strenua, liberalis, minime invida, minime petulans, verum quadam etiam modestia praedita; ea non clangit, non lippi, non murmurat, sed regios denique mores, regiam prorsus maiestatem omnibus imitatur. 382 El águila, considerada como el “ave divina de Zeus”, aparece en la Olímpica II 89 y en la Pítica I 6-10.

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Pronóstico de felicidad, el águila.

porque, aunque leamos y rebolvamos las historias de los assirios o de los medos, partos o los anales de los persianos o las hazañas y memorias de los lacedemonios, o las ambiciosas de los griegos, y con esto con mucha attención mire los felices successos de los macedones, y aunque más considere la gloria, fama y magestad y autoridad antigua de los valerosos romanos y de otros diluvios y variedad de naciones, jamás hallará que el águila no aya sido muy próspera y les aya sido pronóstico de felicidad y se les siguiesse.

177v Narizes corvas, qué signifiquen. 178r

Por lo qual a cerca de los tebanos fue siempre reverenciada, como si fuera deidad, y finalmente tan tenida a cerca de todos que, aun como dixo Platón y affirma Plutharco, los hombres que tienen las narizes desde medio abaxo corvas y levantada la ternilla, éste tal dize que es señal de ánimo fuerte, magnánimo, real y constante, porque parece en aquello imitar el rostro y pico del águila, aunque Aristóteles dize que, quando esta magnitud de narizes nace y se levanta desde la frente, que es señal de desvergonçado, bullicioso y entremetido, y por esto son tenidos los que las tienen por gente de mala nación, mas la nariz que es corva de medio abaxo, que llaman aguileña, aquella es la señal de ánimo real, que Platón, Aristóteles y Plutarcho dizen383.

Pues considerando la virtud real e imperio y felicidad que esta ave significa, la tomaron por empressa y reverso de sus monedas los emperadores romanos, como se vee en los de Marco Antonio Pío y en los de Vespasiano y del emperador Adriano, en el qual tenía un águila que le traía un ceptro, para denotar que su imperio avía sido de la mano de Dios, con esta letra384:

PROVIDENTIA

DEORVM

Piadoso instincto del águila.

Y para denotar la piedad, misericordia y charidad con que los buenos reyes favorecen a los pobres huérfanos y desamparados, pintavan un águila caudal, porque dizen los naturales (y trae Valeriano Pierio en el libro 19, tratando del águila) que esta ave, quando halla a algunos pollos que otras águilas rateras no pueden sustentar y, por

383 Todos los comentarios relativos al águila y a su simbología están extraídos del citado libro de Piero Valeriano sobre esta ave, incluso algunos pasajes son prácticamente traducción de los del autor, de quien toma las menciones a los autores clásicos, aunque con irregularidades en algunos casos, como se advirtió en la Introducción, a propósito de estos pasajes. Aquí concretamente, cf. Hier. XIX: De aquila: Quinetiam invenias homines eo naso praedios, cuiusmodi Aquilae rostrum est, pro regiis aestimari solitos, quod Plato tradit et Plutarchus receptum asseruit (...); unum, cui a fronte statim nasus insurgit, id impudentis signum ponit Aristoteles similitudinemque eam ad corvum proprius accedere; alterum, cui nasi curvatura separatur a fronte, circaque medium intumescit, et in unci speciem exit. Hoc esse magnanimitatis indicium, et ad aquilam referri philosophus idem tradit. 384 Cf. P. Valer., ibid.: Atque haec in divi M. Antonini Pii nummis multipliciter habetur (...) Verum etiam in Vespasiani nummo aquila est quae pilam gestat (...) in Hadriani nummis aliquot, Imperator ipse sceptrum ab aquila recipere videtur, quasi illi ab Iove delatum esset Imperium, quod et inscriptio declarat, PROVIDENTIA DEORVM.

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178v Cómo fue una donzella librada de la muerte por un águila. 179r

tanto, los echan del nido o los desamparan, el águila caudal, viéndolos piar y que se mueren de hambre, ella los recoge y los sustenta y defiende de otras aves hasta que ellos pueden comer y vivir por su pico385.

No menos significavan la benignidad, y para esto pintavan un águila caudal que comía y se humanava con otra qualquiera pequeña, y acerca de esto dize Plutharco que, como en Lacedemonia huviesse grandíssima pestilencia, consultando los oráculos para ver con qué se applacaría aquella tan gran calamidad, respondieron que cessaría si sacrificassen cada año una donzella, y acaso cayéndole la suerte a una dama hermosíssima llamada Helena y, como ya la llevassen a sacrificar y el sacerdote tuviesse ya el cuchillo en la mano, cogiendo los buelos abaxo un águila caudal y arrebatándole con la garra el cuchillo de las manos, bolando en alto, le arrojó sobre una bezerra. Y desta manera libró benigníssimamente aquella dama de aquel desastrado sacrificio y por aquel prodigio de allí adelante cessó este género de sacrificar, como dize maravillosamente Aristodemo, maestro de los hijos de Pompeyo386.

Por el águila la gratificación y el agradecimiento.

También por el águila demonstravan la gratificación y remuneración de los beneficios o servicios recebidos, porque, como dize el philósopho Chrates Pergameo387 y también celebró en su poesía Stesicorus388, de un caso notable que succedió a unos segadores, colligieron el affecto de remuneración que de los beneficios

385 Cf. P. Valer., ibid.: ...ea enim pullos, quos subaquila, vel montana ciconia, invida illa inquam et famelica (...) nido eiecit, parentis adhuc operam desiderantes, cum volandi facultatem nondum adepti fuerint, ad se recipit atque educat, benigneque tuetur, dum quantum satis est adoleverint. 386 Cf. P. Valer., ibid.: Sed quoniam in Aquilae benignitatem incidimus, missum illud facere non possum, quod admiratione dignum apud Plutarchum legi, ut si cui argumentum placuerit, totius historiae scenam sibi pingendam curet. Cum pestis olim Lacedaemona exhauriret, oracula monuerunt mali vim cessaturam, si quotannis nobilem aliquam virginem immolassent. Obsecuti Lacedaemonii, oraculi fidem approbaverunt. Forte vero evenit ut Helenae fors obtigerit, quae cum mactanda duceretur, Aquila devolans sacrificuli gladium abripuerit et ad armenta delatum super iuvencam demisit: cuius prodigii argumento id genus sacrificii sublatum est, quos memoriae prodidit Aristodemus. La afirmación “maestro de los hijos de Pompeyo” no la hace Piero Valeriano. De los varios personajes de la Antigüedad con el nombre de Aristodemo, el más próximo a la aseveración de López de Hoyos parece ser uno que fue tutor de Agesilao, el rey de Esparta. 387 Se trata del filósofo estoico (así calificado por el léxico medieval de la Suda) y gramático del siglo II a.C., más conocido como Crates de Malos, considerado tradicionalmente como el introductor de los estudios gramaticales en Roma, a raíz de las conferencias que pronunció allí, cuando estuvo en el 168 a.C. Fue director de la Biblioteca de Pérgamo, de ahí el nombre con el que es mencionado por López de Hoyos, siguiendo a Valeriano (véase nota siguiente). Se sabe que escribió unas Correcciones, con especial atención a la crítica textual, unos comentarios de cuestiones cosmológicas y geográficas, titulados Homéricos, así como una obra Sobre el dialecto ático. 388 Nuevamente sigue a Piero Valeriano, pero además mencionando a Chrates Pergameo (véase nota anterior), junto al poeta Estesícoro, y prácticamente traduciendo el episodio del águila y el segador. El pasaje comienza con las referencias literarias señaladas: Crates vero Pergamenus, quod est Stesichorus poeta poemate prosecutus est, historiam ab eiusmodi beneficentia non absimilem recitat. Nam cum decem et sex messores quendam e sociis aquatum misissent, reperit is apud fontem serpentem, qui complexus Aquilam arctissimis eam spiris implicatam suffocabat.

JUAN LÓPEZ DE HOYOS

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Maravilloso caso de un águila con un segador. 179v Maravilloso caso de un águila con un segador.

recebidos en el águila pareció. Y fue que, estando diez y seis segadores con el calor del estío

fatigados de sed, embiaron a uno que fuesse a traer agua de una fuente que cerca de allí estava, donde halló un águila caudal peleando con una sierpe, la qual tenía tan arrebuelta por el cuerpo que ya parecía ahogar a la pobre del águila y, echando el segador mano de su hoz, la metió entre el águila y las roscas de la culebra, con que ahogava al águila y, desta manera, mató la culebra, haziéndola dos partes, dexando libre al águila, sin tocar en ella; y aviendo sacado el agua de la fuente, bolviendo a sus compañeros, dio a cada uno a bever, aguardando él a bever el postrero. El águila, viendo cómo él ya echava agua en su vaso para bever, en un punto decendió y le derramó el agua y quebró el vaso, de manera que no beviesse del agua que avía traído.

180r

El segador admirado de una cosa tan estraña y mirando muy attento al águila, reconosció que era aquella que él avía librado de la sierpe, y començando a quexarse de la ingratitud que le parecía que el águila tenía, para quien le avía librado de la muerte y queriendo contar el caso a sus compañeros, cómo le avía succedido con el águila y la culebra, vio que estavan ya boqueando y para morir de la ponçoña que en el agua avían bevido, que aquella sierpe con quien el águila peleava en la fuente avía dexado, y entonces entendió que bien le avía pagado el águila en la misma moneda, aviéndole quitado de delante la ponçoña y agua inficionada que iva a bever.

Por lo qual bien claro pareció el affecto real y remuneración de príncipes acerca de aquellos que en su servicio se desvelan, assí en la guerra como en la paz.

180v Constancia y valor del águila.

Teniendo, pues, consideración a estas tan reales virtudes y la constancia y valor en no moverse a cosas de poca importancia, como cernícalos lagartigeros, antes ser constante y magnánimo, como el águila, que, aunque la corneja más la provoque a ira, haziéndole delante mil monerías y visajes para provocarla, ella, con aquel valor grande y magestad natural, no se mueve más a los importunos y necios baldones de la corneja que el generoso león el ladrar de una perrita de falda o que el elephante a un mosquito.

Vista del águila e instincto de conocer a sus hijos. 181r Piedra del águila y su virtud para las mugeres

Pusimos esta águila en el remate como tan buena conclusión de las muchas, heroicas y excelsas virtudes que en Su Magestad resplandecen, dexando las otras qualidades del águila, como es la vista tan aguda y tan penetrante, el modo de conocer a sus hijos, poniéndolos derechos al rayo del sol y, en viendo que no miran al sol, como dizen, de hito en hito y derechamente, antes tuercen la cabeça, luego los arroja del nido abaxo, como adulterinos, dexando aquel maravilloso instincto de traer la piedra para poner en su nido con qué le conserva y le haze durable y la virtud desta piedra para retener las

i l ñ d b d é

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preñadas.

criaturas las mugeres preñadas que no muevan o aborten, y después para la felicidad del parto, conque, puniéndose aquella piedra, sin peligro paren389.

Por el águila en las divinas letras lo que se da a entender. 181v Deuteronomio 32.

Pusimos esta águila en las significaciones que en las divinas letras hallamos, que significa abiertas las alas. La primera el dominio y señorío del universo, como paresce en Ezechiel, quando vio aquella tan grande águila, desparzidas las alas, por la qual se entendió la potencia de Nabuchodonosor, cuya interpretación, quien la quisiere ver, hallarla ha principalmente en Adamancio, sobre Ezechiel en la homelía undécima390.

La segunda significación que al presente haze al propósito, que es tomada del Deuteronomio391, en el qual va a Moisés relatando las misericordias y mercedes que avía el pueblo israelítico recebido de Dios, dixo que les avía sacado de la captividad de Egipto y que los avía guardado de todas las persecuciones y rencuentros de sus contrarios, como a la niña del ojo, y que avía Dios usado con ellos de tanta misericordia que avía sido como el águila que se pone sobre su nido, abriendo las alas para enseñar a sus hijos cómo han de bolar y provocándolos a ello, favoresciéndolos y dándoles calor para este fin.

182r

Todo lo qual quán más aventajadamente que yo sé significar en Su Magestad aya, y cada día experimentamos lo mucho que Su Magestda haze en animar y favorecer los negocios de la conservación, paz y tranquilidad de la República y defensa de sus reinos; es al mundo tan notorio que no ay para que yo con mi tosco estilo deslustre la magestad de tan excelsos dotes de su real ánimo. Fue la letra ésta.

389 Hay un reflejo aquí de la narración de Plin., Nat. Hist. X 3 sobre las águilas que llevan la piedra aetites y de aquellas que pueden parir cuando hay dos piedras en el nido, que simbolizan macho y hembra (ibid. XXXVI 21) y que también recoge Isid., Etym. XVI 4, 22. La expresión de seguridad fue simbolizada por los jeroglíficos de Horap., Hier. X 3 y P. Valer., Hier. XXII. 390 Cf. Ez. XVII 3 y ss. El autor al que se refiere López de Hoyos como Adamancio es el famoso filósofo y teólogo Orígenes de Alejandría (c. 185-253), a quien Eusebio de Cesarea denominó Adamantius, “hombre de acero” por su energía y vitalidad en el trabajo. Profesor de la Escuela de catecúmenos de Alejandría, dedicó su vida a la enseñanza y a diversos viajes en los que adquirió tal fama que suscitó la envidia del obispo Demetrio de Alejandría, hasta el punto de llegar a excomulgarlo. Hubo de trasladarse a Cesarea en palestina, donde el obispo de la ciudad no tuvo en cuenta dicha excomunión y le invitó a fundar otra escuela en esa ciudad, que dirigió durante veinte años. Después volvió a Alejandría y parece que sufrió torturas durante la persecución de Decio. Murió en Tiro en 253. Además de su extraordinaria versión de la Biblia conocida como los Exapla o su obra apologética Contra Celso, escribió numerosas obras dogmáticas y, sobre todo, exegéticas, explicando todos los libros de la Biblia, en escolios, homilías y comentarios. Sin embargo, muchos de ellos no se conservan y sólo los conocemos a través de traducciones, especialmente de Rufino de Aquileia y de san Jerónimo. Es el caso de las homilías de Ezequiel, a la que se refiere López de Hoyos, que conservamos en una traducción de Jerónimo. 391 Cf. Deut. XXXII. 392 Dentro del capítulo en el que se basa toda la explicación precedente, extrae esta frase que figuró como una de las inscripciones de este tercer arco, cf. Deut. XXXII 11-12.

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Declaración.

SICVT AQVILA PROVO CANS AD VOLAN-

DVM PVLLOS SVOS ET SVPER EOS VOLI- TANS. DEVT. 32392.

Como el águila que incita sus pollos a volar y sobre ellos reboletea y haze

pinos. 182v EL REVERSO DEL TERCERO ARCO

a donde, con singulares conceptos y muy accomodadas historias, se representa este tan esclarecido triumpho y

felice matrimonio. Architectura y ornato. 183r

En la parte que a la puerta de Guadalajara mirava, que era de la misma forma, altura y proporción que de la delantera avemos dicho, se guardó de muy rica pintura el orden en todas las historias y compartimientos que hasta aquí avemos dicho.

La architectura fue de la misma magestad y grandeza en pedestales hermosamente jaspeados, columnas jaspeadas, basas y capiteles dorados, alquitrave, friso y cornisa de todo relievo, de grande artificio y singular apparencia.

Contiene otra tanta harmonía de cosas e historias de razonable invención, conforme a la pobreza de nuestro ingenio.

Pintura del primero quadro. 183v

La primera, que al encasamento donde la effigie y colosso de Su Magestad estava y correspondía, era del felice casamiento y sancto matrimonio de Su Magestad. Para lo qual se pintó singularmente retratado el Rey, nuestro señor, con su corona real y una toga y ropa roçagante, acompañado de mucho número de grandes de una parte y a la otra la Reina, nuestra señora, con grande ornato y número de damas.

Thobiae, 1. Quál ha de ser la muger para el marido.

Por lo alto venía un ángel con grandíssima claridad y resplandor y traía en entrambas manos un rótulo y en él una letra tomada del primer capítulo de Tobías393, el qual, aunque muy atribulado y con varios infortunios y desastres fatigado, nunca se le olvidava de temer y servir a Dios, por lo qual, para consuelo de sus fatigas, y alivio de sus trabajos y miserias, le dio Dios de su mano una muger, la qual le convenía para, con gran honestidad, paz y amor, sossiego y quietud, servir a Dios y conservar la religión que desde su niñez avía guardado, pues la verdadera compañía y fiel muger no ha de ser impedimento

393 Cf. Tob. I. La alusión a la historia de Tobías es muy general y sirve, sobre todo, para dar entrada a la comparación de su mujer, Ana, con la Reina.

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184r Qué quiere dezir este nombre: Anna.

para que los hombres sirvan a Dios394, antes ayuda assí para ir adelante en la virtud y amplificación de las cosas de su casa, como para ahorrar a los maridos de molestias, gastos desordenados, offensas de Dios y mil desabrimientos que las prudentes mugeres saben dissimular, por no fatigar a sus maridos. Ésta fue de su mismo linage llamada Anna, que, como antes avemos dicho, quiere dezir en lengua hebrea, graciosa, misericordiosa y de gran felicidad.395

I Regum, capitulum 1.

Assí lo vemos en aquella sancta muger Anna, madre de Samuel, que por sus sanctas oraciones le concedió Dios un hijo que Su divina Magestad tanto amó; y tan felice y sossegadamente vivió con su marido Elcana después de los trabajos que avían padescido396.

Thobiae 7.

También se vee claramente la felicidad y gracia de Anna, muger de Raguel, suegra de Thobías397.

Lucae 2. 184v Hieronymus, De ortu Mariae ad

No menos en aquella sancta y religiosa muger Anna, prophetissa398, todas las quales fueron tan sanctas, felices y tan dichosas con Dios (después de algunos trabajos que padescieron) que su gloria, contentamiento, sossiego y alegría, fue muy perpetua, felice y communicada del cielo, lo qual parece más claro en la bienaventurada y dichosa Sancta Anna, madre de la Sacratíssima Virgen María399, señora y abogada nuestra, de manera que, aún deste

394 En una relación de virtudes cristianas como las que López de Hoyos enumera de Felipe II, encajaba mal una loa del matrimonio, sacramento que, según la tradición marcada por San Pablo (I Cor. VII) y que había seguido la práctica totalidad de los moralistas de la Iglesia, alejaba al hombre de la atención a las cosas divinas y no tenía otro valor que la de ejercer como remedio a la concupiscencia (“bueno es al hombre no tocar mujer... pero, si no puede guardar continencia, cásese, que es mejor casarse que abrasarse”). Sin embargo, al Rey la vida conyugal no le iba a resultar un obstáculo para el cuidado del reino de Dios porque había elegido una mujer virtuosa que tomaba modelo de sus homónimas veterotestamentarias. 395 Sobre el significado del nombre ya ha hablado en p. 77r. Véase nota 164. 396 Cf. I Sam. I y ss. Una de las esposas de Elcaná, el Sufita. El nacimiento de Samuel inspira a su madre, Ana, un cántico de gracias, considerado como el prototipo del Magnificat. El paralelismo aquí es evidente, ya que, aunque teóricamente, se está narrando la entrada de Ana en Madrid, recién casada con Felipe II, cuando se concluye la obra de López de Hoyos, la Reina ya ha dado a luz a su primer hijo, futuro heredero de la Corona. 397 Cf. Tob. VII. 398 Cf. Luc. II 36-38. Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, quien se consagró a Dios después de enviudar. Junto con el anciano Simeón, vio a Jesús, cuando María y José lo presentaron en el templo, a los ocho días de haber nacido. 399 En la Biblia no aparece en ningún momento el nombre de la madre de la Virgen. Fue la tradición cristiana tardoantigua la que le asignó el nombre de María, continuada posteriormente en los autores medievales. López de Hoyos ofrece en la glosa marginal el dato fundamental sobre la fuente utilizada. Se trata de un evangelio apócrifo, redactado probablemente en el siglo VI, y que consistía en la traducción al latín realizada por San Jerónimo de un evangelio escrito en hebreo por San Mateo, según consta en el incipit de la obra: Incipit Liber de ortu Beatae Mariae et infantia Saluatoris a beato Matthaeo euangelista hebraice scriptus et a beato Hieronymo presbytero in latinum translatus. Este evangelio, entre otras cosas, trataba de demostrar que la Virgen procedía de la Casa de David, hecho que negaban los maniqueístas. A pesar del carácter apócrifo del texto, su influjo fue muy grande en la Edad Media y los datos mencionados en él fueron valorados y utilizados como ciertos, entre ellos los relativos a la familia de la Virgen. Durante la Edad Media, probablemente en época de Carlomagno, se realiza una refundición abreviada del mismo, Liber de Natiuitate

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Mariae, ad Chromatiem.

felice nombre podemos bien inferir la grandíssima felicidad que a estos reinos ha venido y merced que Dios les ha hecho, después de tantas tristezas, averlos alegrado con la venida y felice matrimonio de la reina doña Ana de Austria, nuestra señora, y, por esta razón, perpetuo amor, gracia y contentamiento de Su Magestad.

Estavan dadas las manos y el ángel con su rótulo dezía400: 185r

ACCEPIT VXOREM AN-

NAM DE TRIBV SVA Declaración: Recibió muger llamada Anna, de su mismo linage. Y más baxo, en correspondencia de la dedicación deste arco, en

un muy buen compartimiento, dentro de una moldura de oro y azul, que campeava y salía mucho, pusimos este dísticho:

Vt quondam Thobias Caroli sic filius Annam Vxorem duxit stirpe tribuque sua. Declaración: 185v

De la manera que en los siglos passados Thobías, de esta manera el rey don Philippe tomó por muger a la reina doña Anna, de su prosapia y claríssima generación401.

Mariae, también atribuida a San Jerónimo (aún figura entre las obras de este Padre de la Iglesia en la Patrología Latina, PL 30, 297-30), cuyo capítulo primero comienza: Igitur beata et gloriosa semper uirgo Maria de stirpe regia et familia Dauid oriunda, in ciuitate Nazareth nata, Hierosolymis in templo Domini nutrita fuit. Pater eius Ioachim, mater uero Anna dicebatur. En algunos manuscritos tanto el evangelio de Pseudo Mateo, como la versión medieval van encabezados por dos cartas apócrifas; la primera atribuida a los obispos Heliodoro y Cromatio, quienes piden a San Jerónimo que, para evitar comentarios y obras apócrifas de herejes, traduzca al latín este evangelio de San Mateo. La segunda es la respuesta de San Jerónimo a estos personajes mostrando su conformidad a traducirlo. Estas cartas son la causa de la atribución tanto del evangelio apócrifo primero como de la versión medieval a San Jerónimo. La referencia de López de Hoyos ad Cromatien. es, sin duda, al Chromatius de estas cartas, que fue obispo de Aquileya y escribió unos Tractatus o Commentari al Evangelio de San Mateo, así como diversas epístolas, hoy perdidas, a San Ambrosio, San Jerónimo o San Juan Crisóstomo. Conviene recordar, por otra parte, que Jerónimo sí tiene una carta auténtica dirigida a Cromatio, al hermano de éste, Eusebio, y a un amigo, Jovino (cf. Hyeron. Ep. VII), en la que hay una mención a la “viuda” Ana que habitaba en el templo (véase nota 401): O beata domus, in qua morantur Anna uidua, uirgines prophetissae, geminus Samuhel nutritus in templo!. 400 La inscripción es una frase de Tob. I 9. 401 En estas líneas López de Hoyos realiza un retórico ejercicio para demostrar cómo señala Dios a sus elegidos y cómo estos, además, se distinguen por tener parecidas señas de identidad. Con el paralelismo establecido entre el veterotestamentario Tobit (Tobías) y el neotestamentario Felipe II, el autor subraya que ambos personajes son modelo de hombres justos y permanentemente fieles a la ley de Dios, aunque las costumbres de la época soplen en dirección opuesta. Y, así como Tobit se mantuvo fiel a la ley de Israel, aunque algunos miembros de su tribu sacrificaban a Baal, así también Felipe II apostó por la ortodoxia,

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Thobías, qué signifique y correspondencia de la historia. 186r

Es tan accommodada esta tan illustre y sancta historia que no hay razón por donde no entendamos que quadra singularmente, assí por lo que avemos dicho como por los nombres de Ana y Thobías, pues Thobías en lengua hebrea significa y es dezir, buen señor402, y Ana significa, como avemos dicho, graciosa, misericordiosa y felice, de manera que dezir que, assí como Thobías recibió por muger a Ana, de essa misma manera la recibió el hijo del emperador Carlos, don Philippe, nuestro señor; es dezir, que el buen señor (como Su Magestad es) recibió por muger a la graciosa, misericordiosa y felice, como es la Sereníssima Reina doña Ana, que por muchos años nuestro Señor conserve. Amén.

186v

Los quadros colaterales que a esta historia acompañavan son dos fictiones poéticas bien accommodadas a los triumphos y magestad del Rey, nuestro señor, en las quales se representa la potencia y valor de Su Magestad en dissipar los males y castigar y reprimir los vassallos rebeldes en todos sus estados, assí de España como de las Indias, Flandes, Milán, Nápoles y de todos sus reinos, estados y señoríos, y finalmente su excelencia y triumpho, contratodos los que han pretendido inquietar y alborotar la paz de sus reinos y con guerras y batallas levantarse contra él, han (como dizen) siempre llevado en la cabeça y pagado muy bien sus temerarias osadías y vanas pretensiones.

Primero quadro, en

p t l

Para lo qual fingimos cómo por alto del cielo, rompida una nuve, salía Iuppiter assentado en un águila caudal403, la qual traía en el

aunque su primo Maximiliano era proclive a la tolerancia religiosa. Igualmente, por encima de la coincidencia onomástica de sus respectivas esposas, López de Hoyos señala que éstas han sido seleccionadas de entre los mismos grupos elegidos por Dios, la tribu de Neftalí en el caso de Tobías, y la Casa de Austria en el del rey de España. Además, el texto latino incide en ello, al designar a Felipe II por su genealogía, como Caroli filius, a pesar de que en la declaración lo mencione por su nombre propio. 402 Del hebreo tôbbiyah, significa “Yavé es bueno”. Cf. Beda, Nomina locorum (in partem Samuelis) I 5, 1478: quem Thobias, qui interpretatur bonus Dei. 403 El pasaje mitológico de la lucha de Zeus contra los gigantes se utiliza aquí como una alegoría de Felipe II como máximo defensor de la Fe y de su actitud beligerante contra la herejía a través de las armas y la religión. El tema había sido abundantemente empleado desde la Grecia arcaica, y contó durante el Renacimiento y Barroco con destacados ejemplos realizados de manos de artistas como Giulio Romano, Antonio Tempesta o Guido Reni. En el siglo XVI también emblemistas como Goltzius y Reusner, o mitógrafos como Cartari, incluyeron en sus obras diversas versiones de la Gigantomaquia. La escena, tal como aparece en esta fiesta, presenta interesantes concomitancias con la imagen de la lucha de la religión cristiana contra el mal, con la que se relaciona en Piero Valeriano (Hier. XIX, XI), a través de un personaje que aparece entre una cesura del cielo y dispara flechas contra los guerreros que ascienden por una montaña. Aquí se identifica a Felipe II con el Júpiter romano en su calidad de dios supremo, protector del Estado y del Imperio y fuente de justicia, relacionado con virtudes como el valor, la fortaleza, la magnanimidad y el cuidado por la piedad evangélica. Se sigue así una tendencia muy empleada por la iconográfica áulica en el mundo moderno, basada en la identificación de Júpiter con el príncipe y empleada, entre otros monarcas, por Carlos V. Así puede observarse en la serie de grabados de Maarten Van Heemskerck, que siguen el modelo del Júpiter Vaticano, también de fuente de inspiración para esta imagen,

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que se representa la potencia de Su Magestad extirpando rebeldes.

pico un rayo y Iuppiter se mostrava muy feroz con un rayo en la mano derecha, y en la izquierda un ceptro real. De la tierra por unas rocas y altas peñas subían los gigantes, que contra él se levantavan. Representávase una sierra bien áspera. Estos gigantes tiravan flechas e instrumentos béllicos hazia el cielo, queriendo derribar a Iuppiter de su throno, más espantados de los rayos que Iuppiter tirava y el estrago y destroço que en ellos hazía, míseramente perescieron y su impiedad y temeridad llevó muy buen pago de su bestial pretensión.

187r Esta fábula pone Ovidio y allegoriza muy bien Celio Rodiginio en el libro 7 y en el capítulo 14 y Pictorio en el capítulo 3 y Macrobio en el libro primero de los Saturnales404.

Qué sean los Titanas. Mística significación de los Titanas. 187v

Éstos dixeron las fábulas de los poetas qué eran los Tytanas, que avía produzido la tierra airada contra los dioses, y que lo primero traxeron guerra contra Saturno y después produxo (por tomar vengança) unos gigantes que se levantaron contra el dios Iuppiter, lo qual, como dizen los autores dichos, que otra cosa quiere dezir levantarse contra Dios, sino que huvo gentes impías, las quales negaron aver Dios, como fueron aquellos herejes atheos, de los quales parece hazer mención David, quando dixo: Dixit insipiens in corde suo non est Deus. Entendió y juzgó el impío (dize David)405 que no avía Dios, y, por tanto, negando que avía Dios, es cierto que eran vistos querer echar a Dios del cielo y levantarse contra Él, a los quales potentíssimamente destruyó Dios.

Applicación de la figura.

A esta similitud, el Rey don Phelippe, nuestro señor, bien claro se vee que aquellos que alevosamente se han levantado contra su real corona, ha dado (como dizen) con grande poder, prudencia y valor, cabo dellos. Y assí le ha dado de los herejes en todos sus reinos y, con el favor de Dios, le dará de los que fuera de sus reinos hay. Y, pues de lo dicho, el discreto y político cortesano inferirá mucho más de lo que yo aquí pongo, no hay para qué fatigarle con mayor discurso, pues el

en la que el dios se acompaña de un cetro y de sus atributos habituales: los rayos, que en este caso significan el poder de la lucha a través de las armas, y el águila, de la que se aprovecha su triple simbolismo mitológico, evangélico e imperial. En este último sentido, por ejemplo, Piero Valeriano relacionaba este animal con la majestad imperial y con el príncipe que se preocupaba por la fe (Hier. XIX, III), mezcla que en esta fiesta veremos aparecer, al menos, dos veces más: en el águila caudal que corona la primera cara del tercer arco, como símbolo del Imperio y compendio de la virtudes del monarca, y en el jeroglífico en que Atlas pelea con la diosa Fortuna mientras un águila sobrevuela la escena con un corona real. Finalmente, a través del rayo que el águila portaba en el pico se hacía alusión a la lucha contra el infiel a través del conocimiento de Dios, lo que podría estar relacionado con la interpretación, aún vigente en el siglo XVI, que se dio en el Ovidio Moralizado al mito de Ganímedes. Alciato reproducía el tema en su emblema IV interpretando la imagen del águila como símbolo de Cristo que permitía a San Juan revelar los secretos del cielo. 404 Cf. Ovid., Met. I 151; C. Rodig. Antiquar. VII 14, quien da una explicación sobre los Titanes, en función de los principios que rigen el mundo, según los teólogos y libros antiguos que ha leído, así como una descripción de su actuación. Macrob., Saturn. I 20, 8, aunque se habla sólo sobre Gigantes. 405 Cf. Psalm. XIII 1.

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medianamente leído tiene muy perfecta noticia de todo lo que yo aquí apunto.

188r Alegoría de la figura.

Y, en conclusión, por esta poesía se da a entender que assí turcos como moros, hereges y rebeldes vasallos, schismáticos, tyranos serán anegados y destruidos y, al fin, hallarán el premio de su locura y devaneo, guardando nuestro Señor muchos años a la magestad del Cathólico Rey don Philippe 2, nuestro señor, con cuyo valor, fortaleza y magnanimidad hasta hoy ha triumphado, y con su tan excelsa potencia y el zelo grande de la piedad evangélica los prostrará y arruinará con grande triumpho, y esto viniendo en el águila del Sancto Evangelio, el qual trae en el pico los rayos del conoscimiento de Dios, con el qual se vencen todas las armas de los enemigos visibles e invisibles406. Todo lo qual comprehendimos en estos versos:

188v AMPLITVDINI ATQVE POTENTIAE PHILIPPI.

Tytanas duros, ut fulmine dispulit atro Iuppiter, insidens alite in armigero. Sic hostes rex Hesperiae pugnando Philippus deleuit prorsus uictor et armi potens. Declaración: 189r

Assí como Iuppiter con sus fuertes y poderosos rayos sentado en un águila que le administrava las armas desbarató y anegó los Tytanas, de essa misma manera el gran Philippe Segundo, rey de España, totalmente destroçó y venció con sus invencibles armas sus enemigos y rebeldes vasallos, triumphando con grande poder y esclarescida victoria.

Illustre fictión entre Atlas y la Fortuna.

A este quadro correspondía una muy graciosa y significativa hieroglyphica, en la qual se representa la magnanimidad y gran pecho y fortaleza de Su Magestad en el govierno de todo su imperio y monarchía, para lo qual se finge que el gigante Atlas, el qual dixeronlos poetas que sustentava el cielo con los hombros (como diremos adelante, tratando de un illustre colosso, que dél se hizo de todo relievo).

406 Es difícil saber si el autor se refiere a un pasaje concreto o si es una formulación general sobre el papel asignado a esta ave en sus apariciones en la Biblia. El águila era tradicionalmente el ave de los dioses y el cristianismo hizo de ella el símbolo de la fuerza de Dios Todopoderoso, así como de la Ascensión de Cristo, por tanto símbolo de resurrección, como se ve en los Salmos (Psalm. CIII 5). Por este motivo también se asocia con la regeneración del bautismo. Pero en el Evangelio el águila está especialmente asociada a la imagen de los tetramorfos, a partir de Ez. I 5-10 y del Apoc. IV 7 y ss.. Estos seres, con forma de león, becerro, hombre (o ángel) y águila, rodean el trono del Altísimo en las visiones bíblicas y fueron asociadas por los autores cristianos con los evangelistas: Marcos, Lucas, Mateo y Juan, por lo que el águila es el símbolo, por excelencia, de San Juan Evangelista.

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189v

Peleava con la Fortuna y avía entre ellos grande controversia sobre el mandar el mundo. La Fortuna parecía alegar que ella ha de tener el mundo y governalle, porque todo, con sus bueltas, lo compone y descompone, encarama los hombres y luego los abate, ya están muy favorescidos y ya en grande aborrescimiento, ya florescen, ya se marchitan y, finalmente, con sus desaforadas bueltas todo lo atropella y, por tanto, parecía poner grande instancia en arrebatar el mundo a Atlas407.

Réplica de Atlas 190r

El Atlas, con sus grandes fuerças y singular valor, parecía replicar alegando contra la Fortuna su variedad e inconstancia, poca potencia, ningún dominio en la administración y govierno del mundo, pues (como diximos en el primero arco, tratando de la próspera Fortuna, a la qual remito al curioso lector), la imprudencia de los hombres negligentes y descuidados es la que haze a la Fortuna diosa. Pues en esta tan grande competencia sobre quál de los dos avía de tener a su cargo el mundo y regirlo, traíanle entre ambos harto desplomado y sin concierto y como pelota de viento de las manos del uno al otro.

Por lo alto, en un instante cogiendo los buelos, venía un águila caudal con una corona real en la cabeça y arrebató el mundo de entre las manos destos dos pretendientes, dexándolos en blanco, affierra con las garras y corvo pico, mostrando grande furor, le toma a su cargo.

190v

De la qual podrá inferir el docto y político cortesano lo mucho que en ella se significa, pues por ella se muestra que ni los baibenes y encuentros de la fortuna, ni la malicia humana, han bastado a alterar ni alborotar la monarchía ni govierno del águila caudal, que con tanto cuidado y tan invincible pecho tiene tan bien abraçado, con tanta vigilancia y solicitud con la paz y concordia en que por la misericordia de Dios muchos años se conservará; la letra que le pusimos no es menos grave que la hieroglyphica significativa:

INDVSTRIAE ATQ. MA IESTATI PHILIPPI.

Dum cum Atlante potens pugnat Fortuna superbo. Ferre humeris orbem quis queat inter eos, Ecce uolans pernicibus armiger ales

407 Con el jeroglífico de Atlas y la Fortuna disputándose el mundo se intentaba mostrar el triunfo de la fortaleza de la Monarquía española frente a los avatares políticos que la rodeaban (Cf.. Introducción, cap. 2.2). La expresión de esta idea acude de nuevo al tan empleado recurso de la oposición de contrarios a través de la mitología, presentando al gigante Atlas como señal de estabilidad, que se enfrenta a la diosa Fortuna, entendida según la idea renacentista que la vinculaba con la inconstancia y la volubilidad. El águila caudal coronada aparece de nuevo aquí vinculada a la retórica iconográfica de corte imperial, relacionada con la Monarquía española, que Felipe II heredó de Carlos V.

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Ambiguam praedam calcibus, ore rapit. Declaración: 191r

Mientras la poderosa Fortuna pelea con el superbo Atlante, cada uno por llevar sobre los hombros y governar el mundo, en un punto el águila real bolando con sus fuertes y poderosas alas los quita desta competencia, arrebatándoles el mundo con sus garras, pico y valeroso pecho.

En los dos encaxes que correspondían al Apollo y al Marte, pusimos otras dos excellencias y raras dotes de ánimo de Su Magestad, las quales resplandecen tanto y campean con tan excelso renombre que fuera grande nota dexar de celebrar algo de lo mucho que en ellas vemos y cada día experimentamos.

4 Ethycorum. Primer encaxe de la Magnificencia. Dos actos de la Magnificencia. 191v. 2 acto de la Magnificencia.

Al Apollo correspondía la Magnificencia, que como Aristóteles dize408 es propria virtud real, en quanto a los actos exteriores, para tener potencia, valor, possibilidad y costilla para poder hazer gastos tan magníficos y excelsos que tengan renombre de magnificencia, porque en este género de virtudes ay dos principales actos. El primero es la electión interior y pensamientos altos con los quales el hombre particular puede interiormente con el pensamiento ser tan magnífico como el que más. Y el segundo es la obra exterior, con la qual exercita lo que interiormente eligió, y para esto es necessario tener mucha possiblidad, potencia, valor, para lo qual son necessarias las riquezas, como instrumento con el qual da a entender y pone en execución lo que interiormente nació de la generosidad del ánimo. Por lo qual Marco Tulio en la Rhetórica dixo409:

2. De inuentione. Magnificentia est rerum magnarum et excelsarum cum animi quadam ampla et splendida propositione, cogitatio atque administratio.

192r

La magnificencia (dize) es un pensamiento y administración de cosas grandes y claríssimas con un presupuesto grande, spléndido y muy illustre.

De la qual bien se vee en estos dos actos que he dicho, que son,

408 Cf. Ethic. IV 1122a. Aristóteles describe la magnificencia, pero no afirma, en contra de lo que sostiene López de Hoyos, que sea una “virtud real”, sino que es propia de nobles y ricos, ya que los pobres no pueden ser magnánimos porque no tienen suficientes recursos para ello. Como ocurre con las otras virtudes, toda la argumentación está tomada de Santo Tomás, Summa, Sec. sec. q. 134, incluyendo las referencias literarias, especialmente al libro IV de la Ethica de Aristóteles. En esta ocasión se aprecia una mejor síntesis del capítulo de Santo Tomás, aunque lo haya hecho con un resumen un tanto peculiar de los dos “actos” de la virtud. 409 Cf. Cic., Rhet. II 54, tomado a través de Santo Tomás, loc. cit. q. 134, art. 2: Ad magnificentiam vero pertinent non solum facere magnum secundum quod facere proprie sumitur, sed etiam ad magnum faciendum tendere animo; unde Tullius dicit, in sua Rhetorica “....”, ut cogitatio referatur ad interiorem intentionem administratio ad exteriorem executionem. Hay un error en la glosa marginal, que señala la obra De inuentione, frente al texto donde se indica correctamente la Rhetorica.

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pensamiento interior de cosas arduas y magníficas y el acto exterior de la administración con que se esmalta y recibe nombre y se illustra el magnífico, y de allí sale este maravilloso renombre de magnificencia.

Differencia de la magnificencia y la liberalidad.

Esta virtud, aunque parece que es la misma que la liberalidad, pues conforme a la doctrina de Aristóteles en el 4 de la Ethica se sigue muy bien, que qualquier magnífico es liberal, pues el uno y el otro tiene uso y exercita los bienes, dineros y riquezas que tiene con un tan concertado y considerado uso que viene a ser celebrado con un tan excelso nombre, como de la liberalidad avemos dicho410.

192v Divinus Thomae 2.2, Quaestio 134, articulum 3.

Mas la differencia, hablando resolutamente, consiste en que la liberalidad estiéndese en común sólo al uso del dinero y de las riquezas en tiempo y lugar. Pero la magnificencia, no a qualquier uso y exercicio, ni gasto común del dinero y de las riquezas, sino al gasto y uso muy grande y de grande excellencia y de sumptuosas expensas411.

El principal acto de la magnificencia en servicio de Dios. Idem Thomae, quaestio eadem, articulum 2. 193r.

Estos sumptuosos y reales gastos que pertenescen a la magnificencia, dize maravillosamente Aristóteles en el quarto de la Ethyca, que son los que se hazen en servicio de Dios y los que se refieren y applican a los divinos sacrificios, los quales son los que principalmente más pretende el verdadero magnífico. Por lo qual esta tan excelsa virtud de la magnificencia es muy vezina de la sanctidad, pues su principal affecto se applica y ordena a la religión, a la sanctidad y culto divino412.

Magnificencia del rey don Philippe 2, nuestro señor.

Esto hallarse en Su Magestad es tan notorio que los sumptuosos gastos, la maravillosa fábrica, el superbo edificio, la exquisita traça del templo de Sant Lorenço en el Escurial, la riqueza de los ornamentos, la variedad y copia de vasos, joyas y raras preseas de plata y oro para el culto divino, la dotación y gran renta de la casa es de tanta magnificencia que ningún monarcha en la tierra por sí solo ha llegado a tan magnífico y excelso grado de magnificencia como el rey don Philippe, nuestro señor413.

410 Cf. Arist., Ethic. IV 1122a-1123a. Una vez más a través de la mencionada quaestio de Santo Tomás, en cuyo art. 1 se lee, procedente de la Ethica de Aristóteles: non omnis liberalis est magnificus, mientras que en el art. 3 se afirma: omnis magnificus est liberalis. Sed liberalitas magis est circa dona quam circa sumptus. Ergo etiam magnificentia non praecipue est circa sumptus sed magis circa dona. 411 Cf. Santo Tomás, Summa, Sec. sec. q. 134, art. 3.3. Además q. 129, sobre la magnanimitas. Santo Tomás cita a Séneca (De ira 9, De uita beata 16) como fuente sobre la que argumentar que dicha virtud es propia sólo de los ricos. 412 Como figura en la glosa marginal, efectivamente está basado en SantoTomás, Summa., Sec. sec. q. 134, art. 2. Sin embargo, existe una tergiversación de las palabras de Aristóteles (Ethic. IV 1123b), puesto que allí se habla de los dioses en plural. Pero esta reinterpetación cristiana ya está dada por el de Aquino en el lugar citado: Opera autem ab hominibus facta ad aliquem finem ordinantur. Nullus autem finis humanorum operum est adeo magnus sicut honor Dei. Et ideo magnificentia praecipue magnum opus facit in ordine ad honorem Dei. Unde Philosopus dicit, in IV Ethic., quod “honorabiles sumptus sunt maxime qui pertinent ad diuina sacrificia: et circa hoc maxime studet magnificus”. 413 Uno de los aspectos que con más orgullo presenta López de Hoyos es el de los grandes gastos que se realizaron para la construcción de El Escorial, muy en contra de la opinión de otros, por ejemplo de Fray

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En hazer príncipes. 193v Enrriquecer a otro es de señores, enrriquecer a sí, de mercaderes.

Dexo el hazer cada día príncipes con tanta magnificencia de mercedes y títulos que pudiéramos en esto hazer una muy diffusa y estendida historia, porque sin exageración es más lo que cada día vemos que lo que podemos historiar, porque se vee claro lo que hemos dicho de César, el qual, respondiendo a los que le notavan de prodigio, dixo: Regalius est ditare, quam ditescere. Más real cosa es (dize) hazer príncipes y enrriquecer a otros que no a sí mismos414. Y, en conclusión, puso Dios, nuestro Señor, bienaventurança en el dar, pues es acto de potencia, ser, valor y magestad.

Cómo pintaron la magnificencia.

Por lo qual pintamos una dama de color de bronze de singular artificio. Tenía un cornucopia, arrebuelto al braço derecho, y a la boca del cornucopia salía por la mano, la qual tenía abierta y estendida hazia el pueblo, derramando y desparziendo flores y muchas joyas, parecía combidar a todos se aprovechassen y gozassen de su real magnificencia.

194r

A los pies tenía una vieja disforme y arrugada, flaca, encanijada, la qual representava la avaricia, de la qual esclarescidamente parecía triumphar415; acoceándola habla la Magnificencia diziendo y combidándonos a todos que no seamos covardes en llegar a recebir mercedes, pues con tanta magnificencia Su Magestad remunera los servicios que se le hazen. Con esta letra:

MAGNIFICENTIAE PHILIPPI

Praemia si poscas sum Magnificentia posce: Ipse Philippus enim munera opesque dabit. Declaración: Si queréis reales premios, yo soy la Magnificencia, pedí, porque el rey don

Philippe os hará mercedes y dará grandes riquezas.

194v 2. Encaxe el lustre y

El encaxe que a éste correspondía en el reverso de la figura de Marte pusimos el lustre claridad excelencia y magestad real con la

Luis de León, quien en un tratado, De legibus, escrito entre 1570-71, censuraba los gastos faraónicos que realizaban los príncipes en tiempos en que el pueblo moría de hambre y criticaba especialmente la construcción de palacios en lugares recónditos, mientras la miseria arreciaba, lo que parece una clara alusión a la construcción de El Escorial (FERNÁNDEZ ÁLVAREZ 1996, 57-58). 414 La fuente primera puede estar en alguna versión latina de Plutarco, Vita Caesaris XVII. Llama la atención el adjetivo regalius puesto en boca de César. También es llamativa la tergiversación que se hace en la declaración del margen. 415 La magnificencia, vinculada a la idea de majestad, adopta aquí la imagen tradicional de representación a través de una dama que se acompaña de una cornucopia derramando flores y joyas en señal de riqueza y abundancia. En este caso la iconografía repite de nuevo el frecuente esquema de la lucha de la virtud contra el vicio, e incorpora a la representación la personificación de la avaricia en la figura de una vieja, de acuerdo con la tradición iconográfica medieval.

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claridad real. Marte pusimos el lustre, claridad, excelencia y magestad real, con la qual el rey don Philippe, nuestro señor, es espejo de todos los príncipes christianos y su ceptro y monarchía es tan suprema que con mucha razón triumpha en todo el universo.

Figura de la claridad y lustre real.

Para significar esta tan preciosa joya y maravillosa excelencia, pintamos una dama con tres coronas, encasada la una en la otra sobre la cabeça y en la mano derecha un ceptro sobre cuyo remate pusimos un ojo, para denotar que el mando ha de ser con vigilancia.

Nota con las cosas que se denota el principado y sus partes. 195r Por la cabeça del toro, sierpe, león, qué se entiende.

A los pies tenía una cabeça de serpiente y otra de toro y la tercera de león, para denotar el principado y único mando en la República, porque como tan claramente parece en las letras hieroglyphicas de los egypcios, todo esto era señal de rey y gran monarcha porque por la serpiente davan a entender el prudente y único principado y por el toro el imperio y por el león la magestad y fortaleza con que han de ser illustrado y dar lustre el rey en su imperio416. Por lo qual, como tan accommodado triumpho y que también se infiere de todo lo que hasta aquí avemos dicho, fue bien accepto, pues por este ornamento de la cabeça (por abreviar muchas cosas) como dize Hesichio Hierosolimitano417, se da a entender la

416 Felipe II aparece aquí representado como espejo de virtudes principescas, tópico que tuvo en la literatura emblemática española un gran éxito a partir del Barroco. Su formulación llevaba implícita una concepción de la Monarquía española entendida como heredera de la Vniversitas Cristiana, del Sacro Imperio Romano Germánico, al que se hace aquí referencia a través del empleo de las tres coronas como elementos figurativos de raíz medieval que remiten a la idea imperial. El significado global de la representación refleja la teoría política erasmista, intentando transmitir la imagen de un monarca cristiano capaz de instaurar una nueva edad de oro a través de la práctica de las virtudes y, sobre todo, de la sabiduría. Esta idea contaba con precedentes de representación figurativa en relación con Carlos V en las fiestas celebradas en Amberes en 1549. La representación de la vigilancia real a través de un cetro rematado por un ojo, presenta una evidente conexión con el neoplatonismo y el valor que éste concedía a la vista como instrumento de conocimiento. Encontraba además una posible fuente de inspiración en el texto de Erasmo, quien creaba un vínculo entre esta imagen y la idea de sabiduría, al señalar: “los sabios primitivos, que tenían por costumbre usar de jeroglíficos, representaban la imagen del rey en un ojo vigilante puesto en la punta de un cetro. Con este símbolo daban a entender la rectitud de su vida y que por ningún motivo debían desviarse de la rectitud, maridando la prudencia con la vigilancia” (Enchiridion o manual del caballero cristiano..., Amberes, 1555. Ed. 1971, p. 303). Este tipo de representación tuvo ya un precedente en Amberes en 1549 referido a Carlos V y en el campo de la emblemática en Piero Valeriano, quien la consideraba como jeroglífico de la divinidad solar Apolo. La representación mezcla estos aspectos con la recurrencia al simbolismo de la mitología helénico-egipcia de contenido moral a través de las cabezas del toro, la serpiente y león, transposición de la figura mítica de Serapis, monstruo tricéfalo que aludía a las ideas de tiempo y prudencia. En el terreno de los jeroglíficos y la emblemática, la imagen fue recogida por Piero Valeriano en sus Hieroglyphica (XXXII), así como por Sebastián de Covarrubias en sus Emblemas Morales, (III,9), aunque fue Ripa quien le dio difusión, dentro de un contexto moral, haciendo corresponder la imagen con la idea del buen consejo y de la prudencia. Precisamente como alegoría de esta última virtud fue representada también por Tiziano, aunque en este caso nos encontramos ante una interpretación política de la imagen triádica, que remite a la sabiduría y majestad con que el rey dirige la monarquía y el imperio. 417 Hesiquio de Jerusalén escribió durante la época de Teodosio varios scholia y comentarios a diversos

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195v

sabiduría, cuyo assiento es la cabeça y celebro, con la qual los reyes han de ser tan illustrados que por sola ella merezcan el renombre y valor y magestad deste tan excelso triumpho, con que Su Magestad resplandece y se señala por todo el orbe. Todo lo qual significa esta letra:

SPLENDORI PHILIPPI

Hesperia atque omnis tellus splendore Philippi Enitet et redeunt aurea saecla modo. Declaración: España y todo el orbe resplandece con el lustre del rey don Philippe, e ya

buelven los tiempos y siglos dorados.

Todas estas figuras y fictiones estuvieron sobre el pavimento, en correspondencia y reverso de lo que hasta aquí avemos dicho.

196r Qué es la fama. Los bienes de la fama y con qué se ha de adquirir.

El alquitrave que con el jaspe de todo relievo illustrava en contorno todo el arco no era menos grato a la vista con las metopas y dentellones dorados que con el azul que por los intervalos tenía; campeava harto espléndidamente basas y capiteles de las columnas; como avemos dicho eran también dorados, en cuyos intercolumnios se puso de pintura harto bien relevada, de claro y escuro. En el de la mano derecha pusimos la Fama418, que es un premio que se sigue y nace de las proezas y obras heroicas de la virtud y desto se collige y sale el renombre y la honrra con que (como dize Marco Tulio419) se sustentan, exercitan y están en pie todas las artes. Y porque la fama es un bien tan valeroso entre los hombres, que por ella tienen caudal con que son estimados y bien quistos y tienen mano para que en qualquier negocio con facilidad salgan con lo que pretenden, assí en sus causas como en las de sus próximos, por tanto se deve pretender con virtudes, obras y hazañas memorables, como joya tan preciosa, que es de más valor que todos los thesoros de la tierra, como dixo el sabio:

libros bíblicos: Ezequiel, Job, Levítico. Fue nombrado obispo de Jerusalén por el papa Gregorio. La referencia al autor se toma, muy probablemente, una vez más, de Piero Valeriano (Hier. XLI Anulus cap.: De titulo, donde se habla de ornamento en la cabeza como señal de sabiduría: Utrumque ornamentum hoc capitis ut Hierosolymitanus Hesychius interpretatur sapientiae signum est, propterea quod in capite cerebrum sapientiae organum. Tituli species hodieque quoque in usu est sub regni nomine, quo quidem Pont. Maximi caput maximis quibusque sacrorum solemnitatibus insignitur. En el autor tardoantiguo se puede ver el pasaje al que se refiere Piero Valeriano en los comentarios In Leuiticum V 16, 4 (P.G. 93), donde se señala: Per cydarim quia indumentum capitis est, intelligitur modis omnibus sapientia: quia enim in capite sapientiae est organum, non ignoramus et cerebrum dicitur et unde et caput omni est honorabilibus corpori. 418 La versión iconográfica de la Fama que va a describir en las siguientes páginas tiene su origen en la Eneida de Virgilio y fue incorporada al Renacimiento por Valeriano (Hier. IV, XXXVIII) y Ripa (Icon.,s.v. Fama). Una versión similar fue representada en el túmulo de Carlos V en la ciudad de México, donde la Fama era una figura con alas y llena de ojos que tocaba la trompeta (TREVARENT 1958, 387). 419 La alusión de López de Hoyos se refiere al célebre honos alit artes... de Cicerón, Tusc. I 2.

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196v

Melius est nomen bonum quam diuitiae multae420.

Declaración: Que más vale la buena fama que infinitas riquezas. Impío refrán: cobra buena fama, etcétera.

Y después de avella alcançado no se debe seguir el dissoluto refrán que en vulgar se dize: cobra buena fama y échate a dormir.

Costumbre de romanos en dar triumpho. 197r

Antes, después de cobrada, se deve velar con grande cautela, para no perder en un punto lo que con tanto trabajo se adquiere. Por lo qual los romanos, quando davan aquella honrra e immortal fama de triumpho al que por sus grandes méritos, fuerças de armas y grandes victorias e illustres hazañas lo merecía, llevándole con toda la magestad y applauso que en la tierra se puede dessear, acompañándole todo el pueblo romano, sentado en su carro triumphal, vestido con su vestidura senatoria y corona de oro en su cabeça, en esta tan gran magestad; para que no pensasse que ya no le quedava más que trabajar y que de tal manera se engriesse que se olvidasse de conservar con obras aquel triumpho, fama y gloria con que entonces le honrravan, en el mismo carro iva un esclavo que le iva diziendo sus defectos y faltas y que se acordase que era hombre y que, como tal, devía velar y agradecer a Dios y al pueblo romano aquella tan gran fama y gloria que entonces adquería, lo qual dio a entender Juvenal quando dixo421:

197v Ac ne sibi consul placeat. Seruus curru portatur eodem. Declaración: Porque el triumphante no se engría, un esclavo va en el mismo carro. Nota de dónde se imitaron los vexám<en>es en los grados.

De aquí nacieron los vexámenes en las schuelas, quando alguno se haze doctor o maestro, que le dizen públicamente sus faltas, para que entienda que no bastará aver triumphado de la ignorancia, aviendo recebido la borla y corona de sciencia, si con esto no vela y estudia por ser triumphante con el nombre y con las obras.

Celio Rodiginio, liber 24, capitulum 1.

A esta tan preciosa joya de la fama hizieron los athenienses y los romanos un templo422 para incitar y dar ánimo para que todos con

420 Cf. Prov. XXII 1. 421 Tergiversa el sentido del texto de Juvenal, en el que se cuenta que un esclavo iba en el mismo carro que el cónsul, sujetándole la corona: Sat. X 41-2: quippe tenet sudans hanc publicus et, sibi consul / ne placeat, curru seruus portatur eodem. 422 En el capítulo citado en la glosa marginal de Celio Rodiginio (Antiquar. XXIV 1) se habla, en realidad, del affectus de los oradores y de si deben o no conmover con él. El único pasaje al que puede referirse es: Arae misericordiae athenis, meminit Pausanias quoque, sicut pudoris, famae, appetitionis, id est, o(rmh=j. Adnotanda uero hic M. Tulli sententia quoniam de affectibus agitur duo esse, quae admirabilem faciant eloquentiam alterum graeci η)θικο /ν

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198r

sus grandes hazañas, desseassen alcançar perpetua honrra y fama, enseñándoles el camino y orden por donde se adquiere y se deve ganar.

Templo de la fama y cómo se entrava a él por el de la virtud.

Fabricaron dos templos, uno a la virtud y otro al honor y fama, de tal manera edificados que el uno estuviesse junto al otro y no uviesse entrada al templo de la fama, si no fuesse entrando y passando a él por el de la virtud, queriendo por esto dar a entender que ninguno puede llegar a tener verdadera honrra ni alcançar buena fama sino es entrando por la puerta y camino y senda de la virtud y que sola ésta es la madre y fuente de la fama.

198v Pintura de la Fama y por qué con ojos. Ilustre dicho de César, cerca de la fama.

Por lo qual de tantas y tan excelsas virtudes, proezas y singulares dotes de ánimo que en Su Magestad hay, y aquí, aunque no con la gravedad y elegancia que se devía, avemos historiado, nace estetriumpho de su immortal fama que con tanta razón está dilatada por todo el mundo y cada día buela con glorioso renombre. Por esto le pintamos un feroz cavallo con alas (como fingieron los poetas el cavallo Pegaso), éstas llenas de ojos por dos razones. La primera, por lo que dize Virgilio en el quarto423, que tiene cient ojos, conviene a saber, que todo el mundo tiene los ojos puestos en ella. Y lo segundo por la vigilancia que arriba avemos dicho que se deve de tener en conservar la fama. Y que assí como los ojos no consienten tener ni aun sola una mota, mucho menos la fama consiente aver nota ni sospecha de ninguna cosa en contrario, como lo dixo singularmente Julio César424. Que su casa y familia para la conservación de su fama, no solamente avía de estar agena de maldades y vicios, más aún de sospecha de vicio, por mínimo que fuesse.

199r Singular exemplo para conservar la fama. Respuesta de un flechero a Alexandro. 199v

Porque, en effecto, es tan grande la pérdida desta preciosa joya que se cuenta que, acerca de los indios orientales, avía un flechero cuya fama estava dilatada por todo el mundo, por su gran destreza y maravillosa arte en el tirar tan ciertas sus saetas y tan derechas que las metía todas por un anillo y acaso, yendo Alexandro Magno a conquistar estas Indias, captivaron a este flechero sus capitanes y se le traxeron presentado, con el qual recibió particular contentamiento y le mandó que tirasse, pues tan gran fama tenía de tirador; él respondió que no se lo mandasse Su Magestad porque no lo quería hazer. Indignado el Alexandro con esta respuesta, mandó que se lo quitassen delante y lo ahorcassen, el qual viendo que estava ya aparejada la

uocant patheticum alterum. 423 Cf. Virg., Aen., IV 181-2: monstrum horrendum, ingens, cui quot sunt corpore plumae / tot uigiles oculi subter (mirabile dictu). 424 Son las célebres palabras que transmite Plutarco (Vita Caesaris X) de César, cuando repudió a su mujer Pompeya, y que dio en respuesta al rumor que circulaba sobre las relaciones sexuales que aquélla había mantenido con el joven Clodio. Ante el tribunal, César dijo que no sabía nada sobre la acusación a Clodio y al preguntársele entonces por qué había repudiado a su mujer, contestó: “Porque quiero que de mi mujer ni siquiera se tenga sospecha”.

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Nota.

horca y la diligencia que en ello ponían los soldados, les dixo: “Señores, suplicoos me dexéis hablar, y entended que si no quise tirar fue porque ha muchos días que yo no tiro y, por no estar tan exercitado como antes lo estava, he temido que assí por no estar exercitado como por la perturbación de verme captivo, no tirase tan incierta y alteradamente que delante el emperador Alexandro perdiesse la fama, que con tanta gloria tengo adquerida425.

Celio Rodiginio, liber 24, capitulum 9426.

Oyendo los soldados una tan discreta respuesta, luego lo hizieron saber al Emperador, el qual, como oyesse una tan illustre razón y que aún un hombre particular estimava tanto su fama y gloria y que, a trueco de no perderla, le parecía menos mal perder la vida que su illustre fama, le mandó llamar y, haziéndole muy grandes mercedes, le mandó soltar libre.

200r De adonde bien claro se infiere la fuerça y valor de la fama, pues triumpha de la muerte y queda tan perpetua y tan eterna que la fama y memoria de los justos no la quiere Dios premiar con menor don que con prometelles que sus nombres y fama quedará eternizada para los siglos de los siglos.

Tenía este cavallo una muerte a los pies atropellándola y pareciéndole bolar hazia el cielo, tenía esta letra:

VINCENTI MORTEM

A la que vence a la muerte. Fama uolatilibus terras, quae circuit alis. Perstat et euicta morte triumphat ouans. 200v Declaración: La fama que con sus grandes alas rodea y campea por toda la tierra, vive

y, venciendo a la desaforada muerte, triumpha con grande gozo y alegría. El quadro que a la Fama respondía.

A este quadro correspondía en el otro intercolumnio dos damas, dadas de las manos, de en medio de las quales subían dos cornucopias, a los lados de un caduceo, que, como avemos dicho en el primero arco, es un ceptro, arrebueltas dos culebras.

Fidelidad y obediencia d

En esto se dio a entender la Fidelidad y Obediencia427 tan 425 La anécdota de Alejandro Magno y el arquero se halla en los Regum et imperatorum apopthegmata (181b), una de las obras incluidas en los Moralia de Plutarco. López de Hoyos la recrea y amplía para darle un cierto aire novelístico. 426 La nota marginal propuesta por López de Hoyos, corresponde, en efecto, al pasaje citado de Celio Rodiginio. 427 La iconografía de la fidelidad y la obediencia se presenta a través de una composición de contenido político entendida como pronóstico de felicidad ante la unión de los príncipes cristianos en la Liga Santa. La idea se expresa mediante la vinculación de diversas figuras en una única imagen cuya presencia y significado formaban ya parte de la tradición emblemática a partir de fuentes antiguas. Entre ellas, por

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de españoles. 201r

dignas de immortal fama, como España con sus reyes y señores tiene, la qual ha traído la felicidad, abundancia y prosperidad, de que al presente goza, y buena esperança de su perpetuo adelantamiento y conservación. Lo qual no es pequeño triumpho de Su Magestad que, por sus grandes y claríssimas dotes de ánimo, sea tan digno de ser reverenciado, amado y obedecido de la princesa del mundo, que es nuestra feliz y religiosa España.

Piero, liber 3. canis. Fidelidad por el perro. Instinctos de animales, exemplo de hombre. 201v

La Fidelidad tenía junto a sí un perro, por el qual los egypcios davan a entender muchas cosas y, en especial, la fidelidad, la qual, queriendo mostrar Sócrates Enphedone, juró por el perro428, dando a entender este buen philósopho la fidelidad y la obediencia que se deve tener a los príncipes y señores, lo qual se halla illustre en el perro, que parece cosa digna de gran consideración ver cómo quiso Dios repartir por los animales brutos tantos instinctos y tan maravillosos, de que los racionales tomassen exemplo y se confundiessen en verse vencidos en algunas particulares dotes de que los animales usan.

Singular caso en que se vio la fidelida<d> del perro.

Porque, a quién no pondrá admiración ver lo que Plutarcho dize de la fidelidad del perro, tratando del rey Pyrro429: dize que yendo por un bosque halló a un perro que estava guardando el cuerpo muerto de su amo y viendo con quanto sentimiento estava el perro, sin aver comido, guardándole por espacio de más de tres días, mandando este rey enterrar el cuerpo muerto, llevó consigo el perro, el qual jamás se apartava de junto al rey. Y dando un día buelta al

ejemplo, el caduceo y la cornucopia, entendidos en señal de concordia y prosperidad, así como la imagen del perro, que vinculada a la expresión de la fidelidad, aparecía ya en la iconografía del mundo clásico, aunque su representación asociada a este significado aparecerá plenamente consolidada en el Renacimiento. En el campo de la emblemática esta asociación será propuesta por Piero Valeriano (Hier. III) y Ripa (Icon., s. v. Obediencia y Lealtad), así como por Alciato, (Emb. CXC), para referirse a la fidelidad matrimonial. Por otra parte, la interpretación política otorgada en esta composición a la imagen del enjambre como representación del Estado perfecto, fue profusamente reflejado por la emblemática a partir de autores clásicos, como Eliano y, a partir de él, Plinio, quien lo proponía en señal de “ordenada república”, así como por Platón, Aristóteles o Séneca. Gráficamente ya Horapollo representó a la abeja como símbolo del animal obediente que sigue a su rey, contenido que fue recogido por Piero Valeriano (Hier. XXVI: Apis). También Alciato presentó la imagen del enjambre en alusión a la imagen del pueblo regido por el rey (Embl. CXLVIII) y fue ésta la que escogió como emblema Urbano VIII, por lo que se representó en el baldaquino de San Pedro de Roma. Asimismo la figura de la abeja formó parte de la decoración elaborada en 1559 en el túmulo mejicano en honor de Carlos V, y en el que se elaboró en 1598 en Sevilla para Felipe II. 428 Como ya se comentó en la Introducción (cap. 5.5.1), éste es un ejemplo curioso de mala adaptación y comprensión de la fuente de referencia (P. Valer., Hier. V: Canis). Sócrates Enphedone no existe, se trata de Sócrates, el filósofo, que en el diálogo platónico, el Fedón, jura por el perro (véase lo dicho en la Introducción). 429 Cf. P. Valer., Hier. V: Canis: Sed quid illud apud Plutarchum de Pyrrho fertur? eum aliquando factum obuiam cani, qui cadauer herile custodiebat, ubi triduum absque cibo permanserat: quod cum Pyrrhus sepeliri iussisset, canem sibi diligenter curandum imperauit: euenit ut haud ita multo post Pyrrhus exercitum lustraret, assidebat regi canis, tacitusque quiescebat, cum interim interfectores heri nomina daturi praesto fuerunt: exiliit statim canis ubi eos adesse uidit, magnoque hostes latratu incessens ad Pyrrhum identidem respectabat, ut non illi solum, uerum omnibus qui aderant facti suspicionem concitarit ingentem. Correpti igitur illi, minimisque quibusdam indiciis conquisiti, scelus confessi sunt, atque ita poenas iussi pendere.

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Nota del conocimiento del perro. 202r

el qual jamás se apartava de junto al rey. Y dando un día buelta al exército, visitándole, el perro iva bien quieto y sossegado junto al rey Pyrro. Andando entre los soldados reconosció a aquellos que avían muerto a su amo y señor y, en un punto, dando grandíssimos alaridos, los quiso morder y, bolviéndose hazia el rey, parecía mostrarle con mil bueltas y visajes ser aquellos los traidores soldados que avían muerto a su amo y señor. Admirado desto el rey Pyrro, los mandó llamar y traer delante de sí y constriñéndolos a que dixessen la verdad por los indicios que avían visto, confessaron que aquellos avían muerto al dueño y señor de aquel perro. Lo qual visto por el rey Pyrro, mandó fuessen ahorcados.

Exemplo del perro de un poeta.

Qué diremos también de la fidelidad del perro de Eupólido, poeta cómico430, el qual, después de muerto y sepultado su amo, nunca se apartó de su sepulchro y con la grande tristeza de su muerte se vino a enflaquescer y finalmente a morir.

202v Un perro de un representante. Capitulum 86. Fidelidad y excellencia de españoles. 203r

Mil exemplos que pudiéramos traer si quisiéramos dezir del perro de Polo431, famosíssimo representante a cerca de los griegos, el qual, después de muerto y puesto en la hoguera donde quemavan los cuerpos, visto el perro dónde estava el cuerpo de su señor se arrojó en la hoguera tras él. Tanta es la fidelidad y amor deste animal que, con mucha razón, le pusimos a esta figura, pues no menos nuestra España acompaña y sirve a sus reyes, poniendo cada día sus vidas y haziendas con grandíssima fidelidad, tanto que una de las causas porque dize Suetonio Tranquilo que se atrevieron Cassio, Marco y Décimo Bruto432, los príncipes de la conjuración, a matar a Julio César fue por aver este emperador despedido la guarda que de los españoles tenía, porque mientras que la fidelidad y assistencia de los españoles tenía, porque mientras que la fidelidad y assistencia de los españoles le guardaron433, y él quiso servirse dellos, nunca uvo hombre que se atreviesse a hazerle alguna traición.

Junto con esto pusimos a la Obediencia un enxambre de avejas, 430 Se trata de Eupolis, un cómico de finales del siglo V a.C., perteneciente a la generación de cómicos como Aristófanes, Frínico, o Mírtilo, que destacaron por sus comedias políticas y satíricas dentro del contexto de lucha por el poder político que se produjo tras la muerte de Pericles en el 429 a.C. Parece que en el año 425 compitió con alguna de sus obras frente a los Acarnienses de Aristófanes, antiguo amigo suyo y después adversario. Se conservan fragmentos de algunas comedias, como Demos (compuesta tras la derrota de Sicilia), considerada como una de las comedias políticas más significativas de la “comedia antigua” griega, o la Edad de Oro. La anécdota está tomada de P. Val, Hier. V: Canis, que cita el nombre en caso genitivio (Eupolidis), de ahí la transcripción anómala de López de Hoyos como Eupolido. El texto de Piero Valeriano dice así: Iamque et Eupolidis Poetae comici canis Augeas nomine celebratur, qui mortuo sepultoque domino prae moerore et ipse contabuit, erepti domini desiderio tandem extinctus. 431 Cf. nuevamente, P. Val., Hier. V: De Cane: Fuit et Polo histrioni apud Graecos celeberrimo canis, qui post impositum rogo dominum in easdem sponte se coniecerit flammas. 432 Cf. Suet., Diu. Iulius 86, 1: Sunt qui putent, confisum eum nouissimo illo senatus consulto ac iure iurando etiam custodias Hispanorum cum gladiis adinspectantium se remouisse. 433 Parece una doble redacción de la frase que, por error, no se ha corregido en la edición.

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por lo qual los griegos davan a entender la obediencia y conservación del reino434.

La liga de los príncipes y su dichoso y acertado pronóstico. 203v

Finalmente en esta historia se dio a entender el pronóstico de la felicidad y victoria que de la liga, concordia y unanimidad de los príncipes christianos, por la misericordia de Dios se espera, con las armas, potencia, valor y fortaleza del Cathólico Rey don Philipe, nuestro señor, y assistencia del señor don Juan de Austria, y su invencible ánimo y generosidad tan esclarescida, que, como virtud heredada de un tan alto monarcha como su padre, el invictíssimo emperador Carolo V, nuestro señor, promete maravillosos triumphos y destroços de los enemigos de nuestra sancta fe cathólica, junto con la obediencia, fidelidad, amor, alegría y abundancia de toda España, que con tanto triumpho goza de la felice venida y santo matrimonio de Su Magestad. Para significallo y comprehenderlo todo en pocas palabras, pusimos esta letra:

T A N T A PRINCIPVM CONIVNCTIO, FIDELITA- TEM, ET OBEDIENTIAM CIVIVM, FAVSTAQVE CVNCTA POLLICETVR. 204r

Tan excelente y claríssima conjunctión y liga de príncipes, promete fidelidad y obediencia de los vassallos, prósperos y felices successos.

En el intercolumnio, al Silencio.

Más abaxo destas dos figuras ya dichas, dentro del intercolumnio avía dos nichos, a una parte y a otra. En el de la mano derecha pusimos al Silencio, por ser tan importante y necessario para el servicio de los reyes y el buen govierno de los reinos, estados y señoríos, el qual en todos los consejos de Su Magestad es tan profundo y tan subido que, con mucha razón, se pone por triumpho de gran felicidad, por la que los reinos tienen con tan escogidos ministros de sus governaciones, con aquel silencio, gravedad, peso y cordura que se puede dessear.

Figura del Silencio y su pintura.

Para significar esta tan esclarecida virtud del silencio, pintamos de color de bronze un colosso de quinze pies, figura y retrato del philósopho Harpócrates435, el qual, por aver a cerca de los griegos

434 Esta idea la desarrolla Piero Valeriano en el libro dedicado a las abejas, Hier. XXVI: Apis, especialmente en los capítulos: Populus regi suo obsequens y Rex. En los tratados de emblemática del siglo XVI la imagen de la abeja como símbolo de obediencia fue muy corriente, especialmente como la obediencia del pueblo al rey, por lo que fue muy usual para la institución monárquica. Ya desde los textos de la Antigüedad greco-latina las abejas han aparecido siempre como modelos de sociedades armónicas, organizadas, obedientes y participativas (Plat., Rep. 573a; Arist. Polit. I 1; Plin., Nat. hist. XI 5; Eliano, Hist. An. I 60). Horapollo, Hier. VIII 4, presenta el jeroglífico del Pueblo obediente al rey, simbolizado a través de las abejas y colmenas. 435 El silencio es aquí considerado como una virtud religiosa vinculada a la sabiduría y al respeto a Dios. Su

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Harpócrates, por qué dios del silencio.

enseñado tan curiosamente la philosophía moral y perpetuamente andar persuadiendo el discreto silencio, del qual se colligen y nascen tanto número de bienes, le tuvieron y reverenciaron por Dios436.

El pez, símbolo del silencio. 205r

A éste pintavan con el dedo índice llegado437 a la boca, cruzándole por los labios, pareciendo hablar con el circunstante y enseñándole el silencio, tapando la boca con el dedo. En la mano izquierda le pusimos un pez, porque entre todos los animales es el más quieto y el que con más silencio passa la vida, consigue lo que pretende, goza de sus mansiones y bivares, sin ser sentido438. Por lo qual el philósopho Pythágoras439 los tenía por muy amigos y familiares, por su gran silencio, mandando a sus discípulos que no comiessen dellos440.

Y por esta causa los egipcios para denotar el silencio pintavan un pez y tuvieron por entendido que, quando los chismosos, parleros,

iconografía recoge la imagen del dios egipcio que fue recuperada en el Renacimiento por Piero Valeriano, de quien procede también la asociación del pez y el cocodrilo con esta virtud. La figura de Harpócrates fue considerada como emblema del silencio vinculado a la sabiduría y la piedad por Alciato (Emb. XI). Asimismo es mencionado por Ripa (Icon., s.v. Silencio), aunque su figura no llega a proponerse explícitamente para representar este contenido. 436 A pesar de la nota marginal, donde se lee: “por qué Harpócrates, dios del silencio”, en el texto le considera un filósofo, dando una explicación racionalista al origen de la divinidad. La fuente vuelve a ser Piero Valeriano (Hier. XXXVI: Digiti et mensurae), aunque aquí se atribuye a los egipcios, no a los griegos: Sed quae fuerit Harpocratis effigies apud Aegyptios, literariis ludis omnibus innotuit. Figmentum hoc porro totum Aegyptiacum fuit, quod digito labiis impresso, silentium significaret de diis immortalibus habendum: in quos ne licentiosi loquendo simus, a Platone etiam monemur, Legibus. 437 En el texto se lee llagado por un simple error tipográfico que aparece, como otros similares, recogido en la fe de erratas, pero en ese lugar se menciona escrito en la p. 202 y no 204, que es donde aparece. 438 El pez, además de ser el símbolo del propio Cristo, por cuanto la palabra griega i)xqu/j es para los cristianos un ideograma de “Jesús Cristo, hijo de Dios Salvador”, también es símbolo de los propios cristianos, ya que el agua del bautismo es su elemento natural y el instrumento de su regeneración. Aparece además en numerosas culturas que lo señalan como ser silencioso y fecundo. En Egipto, según ciertas leyendas, los peces encarnaban a unos seres divinos, lo que imponía a los faraones y sacerdotes guardar abstinencia total de pescado, aunque fuera de consumo corriente para el pueblo. Los egipcios también los consideraban seres silenciosos y desconcertantes (CHEVALIER – GHEERBRANDT 1986, p. 824). 439 No se conoce ningún escrito de Pitágoras. Ión de Quíos en Diog. Laerc. VIII 8 sostiene que compuso poemas bajo el nombre de Orfeo (lo que sirve de ejemplo de la conexión entre orfismo y pitagorismo). Fírmico Materno (Mat. VII 1, 1) señalaba que tanto Pitágoras como Porfirio (quien escribió una Vida de Pitágoras) pensaban que el espíritu se santificaba por el silencio: Pythagoras etiam et noster Porphyrius religioso putant animum nostrum silentio consecrari. De hecho, los pitagóricos formaban una comunidad religiosa, fundada por Pitágoras en Crotona, a mediados del siglo VI a.C., que consideraba imprescindibles para la formación del espíritu el silencio, junto con la música y las matemáticas. El hecho de que el secreto se considerase una norma fundamental fue causa de que no se difundiesen ni las teorías de Pitágoras ni las de sus discípulos, al menos hasta Fiolao, a finales del siglo V a.C., si es que los textos atribuidos a éste no son posteriores (postaristotélicos). 440 Cf. P. Valer., Hier. XXXI: Piscis: Sunt uero qui Pythagorae praeceptum (...) piscium enim taciturnitate nihil est quietius, prouerbio inde desumpto: Pisce taciturnior: quapropter visi fuerint pisces Pythagorae quodammodo contubernales. Plutarco, Mor. IV 2D menciona que los pitagóricos veneraban al gallo blanco y que no comían animales marinos, sobre todo el salmonete y el acalefo u ortiga de mar. Cf. también Diog. Laer. VIII 34 y Eliano, Var. Hist. IV 17..

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Cómo son castigados los habladores.

desfamadores, charlatanes y descubridores de los secretos se morían, que en el infierno los convertían en peces, ardiendo en las lagunas infernales para que, enmudeciendo como los peces, pagassen lo mucho que en la tierra (sin pensar que avía de aver castigo) chirriaron, no perdonando con sus serpentinas, ponçoñosas y maliciosas lenguas a buenos ni a malos, lo qual dio muy bien a entender Claudiano diziendo441:

205v Qui iusto plus esse loquax arcanaque fucu et prodere, piscosas fertur uicturus ad undas. Vt nimiam pensent aeterna silentia uocem. Declaración: Aquél que es hablador y acostumbra a descubrir los secretos, es arrebatado

para vivir dentro de las ondas infernales llenas de peces, pora que el eterno y perpetuo silencio pague lo que habló demasiado contra Dios y contra el próximo.

Pues es verdad bien averiguada que cada uno será atormentado

más atroz y desaforadamente por aquellos miembros por donde peccó: iuxta illud sapientis, per quae quis peccat, per haec et torquetur. Capitulum 11442.

206r Plinio, liber 8, capitulum 25. Proprio de Dios y de sus siervos, tener silencio.

Tenía esta figura los pies sobre un crocodillo, el qual tenían los egypcios443 y reverenciavan como imagen de Dios porque este animal (como diximos en el 2 arco) es a manera de lagarto, aunque de mayor proporción y cuerpo. Porque dizen los naturales que entre todos los animales que Dios crio sólo el crocodilo se halla no tener lengua444, lo qual dezían aquella tan sabia gente que no tener lengua, conviene a saber, el tener silencio, es officio de Dios y de aquellos a quien Él lo communica y haze merced de dar esta virtud, la qual pedía con mucho affecto David, quando dezía:

Psalmus 140. Custodiam pone Domine ori meo445. En qué se conocen los d d

Suplicoos, Señor, me hagáis merced de poner una guarda a mi boca.

441 Claud., In Rufinum II 487-9. La alusión al pasaje de Claudiano, incluidos los versos latinos, están tomados de P. Valer., Hier. XXXI: Piscis: Quam apposite autem et Claudianus silentium hoc piscibus attribuit, dum Rhodamanthum ait loquacissimos uiros, et qui ausi sunt arcana prodere, in pisces indui apud inferos iubere his uersibus: “Qui iusto plus esse loquax, arcanaque sueuit / Prodere, piscosas fertur uicturus in undas / Vt nimiam pensent aeterna silentia uocem”. 442 Cf. Sapient. XI 12. 443 Frente a la norma habitual, aquí aparece escrito egipcios con i latina. Véase la nota a la edición. 444 Como se indica en la glosa marginal, la fuente de esta afirmación es Plinio (cf. Nat. hist. VIII 89): ...unum hoc animal terrestre linguae usu caret. Cf. también P. Valer., Hier.XXIX: Crocodilus, en esta ocasión como fuente indirecta. 445 Cf. Psalm. CXL 3: Pone, Domine, custodiam ori meo.

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discípulos de Jesuchristo. 206v Exodus 3 capitulum. Sagrados exemplos de silencio.

Porque, en effecto, aquél es discípulo de Jesu Christo y de su sagrada schuela446, el que sabe callar a sus tiempos, quando conviene y como conviene, porque uno de los effectos que trae la contemplación y comunicación con Dios es el tener silencio y ser muy tardos para hablar y responder a las cosas del mundo. Assí lo vemos en el sancto Moysés, el qual, después de aver comunicado y hablado con Dios, pareció tartamudo e impedido de la lengua447.

Thobiae 3. Por el silencio ensalçados los justos y destruidos los contrarios. 207r Esther 3 capitulum et 4 et 5.

Lo mismo vemos en el Sancto Thobías, el qual, por estar tan elevado en la contemplación de Dios, como discípulo de tan buen maestro, por más injuriosas palabras que su muger le dezía, no se lee aver respondido palabra, antes con lágrimas se bolvía a Dios con este sancto silencio448. Mucho tiempo calló la Sancta Ester, dissimulando su pueblo y patria, en virtud de lo qual permitió Dios y fue servido que fuesse ensasçada ella y toda su gente hebrea y destruido el hablador y sobervio Amán, su contrario y ahorcado en la horca que el tenía para ahorcar al religioso y callado Mardocheo449.

Hieremiae, capitulum 1. Discípulos del mundo y del demonio, quáles. Genesi 9. 207v Genesi 1.

El Sancto Hieremías se escusava a Dios, diziendo (con ser sanctificado en el vientre de su madre): Ha, ha, que no sé hablar450.Desta schuela y conversación de Dios deprenden los hombres el sancto silencio, modestia, sinceridad, llaneza y urbanidad y compostura interior y exterior. Pero de la schuela del mundo y conversaciones vanas, salen los hombres muy charlatanes, habladores, libres, deslenguados, escarnecedores y, como tales, llevarán la maldición que llevó Can, hijo de Noé, el qual viendo las verguenças de su padre, fue luego riendo a dezirlo a sus hermanos, hablando muchas palabras vanas, por lo que incurrió en la maldición de su padre451. Veamos también lo que ganó nuestra madre Eva por aver hablado y conversado mucho con la serpiente452.

Iudices 16.

Consideremos lo que succedió a Sansón por aver descubierto y dicho a su muger con muchas palabras, la causa por donde podía perder la fuerça453, hallaremos que todos estos y otros infinitos, que se pudieran traer por ser habladores y no aver conservado el sancto silencio, perecieron miserablemente y nuestra madre Eva ganó la

446 Con esta palabra comienza el reverso de la pág. 206. Sin embargo en el reclamo de la cara anterior se ha escrito: escuela. 447 No se trata del libro III, sino del IV. Cf. Exod. IV 10: ...ex quo locutus es ad seruum tuum impeditoris et tardioris linguae sum. 448 Cf. Tob. II 22 - III 26. 449 Cf. Esther II – IV. 450 Cf. Ierem. I 6: A, a, a, nescio loqui, quia puer ego sum. 451 Cf. Gen. IX 21-26. 452 Cf. Gen. III 1-6. 453 Cf. Iud. XVI.

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Aquel es semejante a Dios, que sabe callar. 208r

herencia de tantos daños, trabajos y miserias, como de su buena plática nos sucedieron454. Por lo qual, aquél diremos que es muy cercano a Dios, que (como dize Catón)455 sabe callar y refrenar la lengua y a su tiempo, con razón, tener silencio456.

Cómo se deva entender el lenguage de dezir que habla Dios. Qué sea voz y quál se llame voz de Dios. 208v

Y a esta causa, por ser el crocodillo sin lengua, reverenciavan a Dios los egypcios en este animal, pues como Dios sea una simple substantia sin miembros ni boca, ni lengua para poder hablar; mas dize a cada passo en la Escriptura Sagrada que habló Dios y que dixo Dios, no se deve entender que tuviesse Dios necessidad de boca, ni dientes, lengua, ni paladar ni de los otros instrumentos de que los hombres usamos y somos necessitados para poder hablar, mas quando se dize que Dios habló, dévese entender que Dios inspiró su sancta voluntad en los ánimos y coraçones de los sanctos prophetas o que haze venir sonido de boz con su divino soplo a los oídos de aquellos a quien Su divina Magestad es servido dar a entender y revelar alguna cosa, porque, assí como la voz humana se llama el aire herido con que pronunciamos, assí también se puede llamar boz de Dios el aire herido y tocado con la fuerça y voluntad de Dios.

La sabiduría divina accommódase a nuestro modo de entender.

Finalmente el entendimiento de los hombres, illustrado con la virtud del Spíritu Sancto y movido con su gracia, habla y predica lo que Dios le reveló y esto es lo que quiere dezir la Escriptura quando dize que habló Dios al hombre, porque, de otra manera, nuestra fragilidad humana no podría entender cómo es el hablar de Dios, y para accommodarse la Sancta Escriptura a nuestro baxo y limitado modo de entender, dize que dixo Dios a Moysés y que habló a Hieremías y a Esayas y a todos los prophetas, usando de las lenguas

454 Cf. Gen. III 16-20 455 López de Hoyos puede tener presente también en esta ocasión en Piero Valeriano (pero véase la nota siguiente). Curiosamente en la edición la expresión “como dize Catón”, escrita entre paréntesis, la añade el autor, identificando al autor latino al que se refiere Valeriano, quien no lo menciona explícitamente, indicando sólo el nombre de la obra De moribus (cf. Hier. XXIX: Crocodilus: Proxime accedit ad hanc sententiam sapiens ille neque illiteratus uir qui opusculum de moribus, carminibus scriptum edidit, dum eum Deo proximum esse ait, qui ubi ratio postulat, tacere norit. 456 La referencia es a uno de los conocidos Disticha Catonis, la famosa colección de máximas, atribuida tradicionalmente a Catón (cf. Aulo Gelio, Noct. Att. XI 2, donde se la denomina Carmen de moribus). Esta colección tuvo tanta difusión desde la Antigüedad hasta el Renacimiento, que era conocidísima y muy usada en las escuelas. Es más que probable que el propio López de Hoyos la manejara. Además, se da la circunstancia de que estos Disticha o Dicta fueron editados con comentarios por Erasmo de Rotterdam, quien contribuyó a difundir la obra, revestida del pensamiento cristiano humanista. En nuestra opinión, dada la explicación del texto, López de Hoyos pudo conocer y manejar la edición comentada de Erasmo, que, desde su primera publicación en Basilea en 1423, tuvo otras muchas reediciones. En España se editó en Barcelona en 1529 y después en 1561 y 1567. En este mismo año en Sevilla y después, en 1576 (Cf. GARCÍA MASEGOSA 1997, 16). La sentencia a la que hace referencia el texto es Dist. Cat. I 3: Virtutem primam esse puta, compescere linguam. / Proximus ille Deo qui scit ratione tacere. El comentario que Erasmo realiza al respecto es: Prima, id est, summa maximaque uirtus est moderari linguam, ne quid temere loquaris. Deus enim qui sapientissimus est, raro loquitur, et non nisi necessaria, quum nihil non uideat, nihil non intelligat. Itaque proximus est Deo, qui sapienter et animi iudicio nouit tacere.

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209r Illustre comparación.

destos sanctos varones, como instrumento para dar a entender al mundo su sancta voluntad, de la manera que, quando no entendemos a uno, usamos de lengua y faraute457 para entender lo que dize y saber lo que quiere.

Los prophetas y predicadores, lenguas de Dios.

De essa manera la gente deste siglo no entiende las cosas de Dios ni sabe la voluntad de Dios, hasta que la lengua de los prophetas y predicadores, inspirada y movida por el Spíritu Sancto, declara al mundo la voluntad de Dios y entonces se dize hablar Dios, porque da a entender, por la sancta inspiración, su divina voluntad.

Ad Hebraeos 1. 209v El silencio en la missa, antes del memento.

Esto fue en la ley de Escriptura (porque, como dize San Pablo: Nouissime loquutus est nobis in filio458. Al fin en la ley de gracia (dize) nos habló a nosotros Dios en su glorioso Hijo, nuestro Señor Jesu Christo, luz y claridad del mundo, guía y camino real para la vida eterna, el qual, aún en la sancta ley evangélica, quiso que el misterio y merced que nos hizo en quedarse en el Sanctíssimo Sacramento de la Eucaristhía fuesse glorificado y agradescido con el sancto silencio y oraciones mentales, que antes de la consagración, en el memento se contemplan.

Silencio y secreto de cartas.

Fue esta virtud del silencio tan estimada acerca de todas las naciones que traían en los anillos con que se sellavan las chartas, esculpida la imagen deste philósopho Harpócrates, para denotar el secreto que desseavan en las cosas que en las chartas ivan459.

Y aun los romanos desseando que en todo tiempo se conservasse esta tan maravillosa vir<t>ud de ser los hombres callados, pintavan a las entradas de los cenaderos y de las huertas y recreaciones esta letra S, que quiere dezir silencio460.

210r El silencio por el durazno.

También le significavan los egypcios, pintando el árbol del durazno, porque este árbol tiene las hojas que parescen lenguas y el fruto que paresce coraçón, para dar a entender que el fructo de la intelligencia deve estar en el coraçón y no en la lengua461.

Los que callan vencen.

Grandes e innumerables son los bienes que del sancto silencio resultan, pues perpetuamente es felice y lleva gran ventaja el que con silencio procede; al fin sale con lo que pretende, conforme al refrán

457 “Intérprete”. La palabra está tomada del francés héraut y es el origen del actual “heraldo”. En el diccionario de COROMINAS – PASCUAL 1991 (s.v.) se atribuye a Nebrija la primera documentación de la palabra, quien habla de Faraute de lenguas con el significado de interpres. Según el citado diccionario, el término heraldo (documentado en 1605 en Sandoval), figura ya en el Tesoro de la Lengua Castellana de Covarrubias (1611), pero antes C. De las Casas (1570) traduce el italiano araldo por faraute, embaxador y corredor y Percivale (1591) traduce heraud por mensajero y rey de armas. 458 Cf. Hebr. I 1. 459 Cf. P. Valer., Hier. XXXVI: Digiti et mensurae: Alias Harpocratis sigillum in anulis gestari solitum a ueteribus, ea de causa tradit Plinius, ut silentium de agendis rebus indicarent. 460 Cf. P. Valer., Hier. XXXVI: Digiti et mensurae: Iam apud Romanos silentii nota fuit S. prima eius nominis litera, quae tricliniis et diaetarum foribus superponi consueverat, ut inde silentium convivis indiceretur. 461 Cf. P. Valer., Hier. LIV: Persicum: Inter picturas omnino multas, quibus Aegyptii silentium significabant, Persicum etiam his admiscuere, eaque de causa arborem eam Harpocrati dedicarunt: fructum enim habet cordi, folium linguae simile, quasi sermonem, qui fructus est intelligentiae, sedem in corde, non in lingua, habere deceat.

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castellano que dize: Quien calló venció y hizo lo que quiso462 Epistola catholica 1. 210v Del silencio nace la esperança.

Pues es verdad, como avemos dicho, que el mayor argumento de la sabiduría es el sancto silencio, y assí dize el bienaventurado apóstol Sanctiago que vana es la religión de aquél que no sabe refrenar la lengua463. Y porque en el sancto silencio está la confiança de Dios yde allí nace la fortaleza y magnanimidad. A esta causa pusimos una letra de Esayas, con la qual vemos el triumpho con que Su Magestad muestra su valor en el gran silencio y modo de proceder, sin ser oído ni visto (neciamente imaginando muchos que Su Magestad tiene olvidadas algunas cosas) no advertiendo a esta tan grande magestad de su silencio, quando menos se catan, le caen y vienen a las manos y con gran potencia y fortaleza executa su voluntad. La letra fue ésta:

IN SILENTIO ET SPE ERIT FORTITVDO VESTRA. ESAI.30464. Vuestra fortaleza será en silencio y esperança. 211r En correspondencia del silencio, la esperança.

Y porque, como en este capítulo precedente avemos dicho desta tan excelsa virtud del silencio, sale una tan heroica prenda, como es la esperança, la pusimos en su correspondencia, porque bien se entiende que el que discretamente calla, tiene esperança, que con los medios que pone (sin dar a entender ni descubrir a nadie su pecho) saldrá con su pretensión, porque la dissimulación es argumento de andar imaginando y aparejando armas con que en la paz prevenga a la guerra y assí lo dize un refrán castellano: Aunque calla, piedras apaña465.

Silencio de Dios, argumento de su omnipotencia. 211v

En esto vemos un argumento en que claramente leemos la omnipotencia de Dios que dissimula y calla, viendo en el mundo tantos turcos, moros, hereges, malos christianos, y esto porque es poderoso para castigarlo quando Su divina Magestad viere que más cumple, porque su ira va passo a passo, como dize Valerio Máximo466:

462 Refrán recogido años más tarde por Correas en 1627 en el Vocabulario de refranes y frases proverbiales (COMBERT (ED.), 1967, 309) en las formas: Quien callo venció i lo ke kiso vio (... i hizo lo ke kiso; ... i lo ke kiso hizo). 463 Cf. Iacob. Apost., Ep. I 26: Si quis autem putat se religiosum esse non refrenans linguam suam, sed seducens cor suum, huius uana est religio. 464 Cf. Isaias XXX 15. 465 Parece tratarse de la versión corriente en Castilla de un refrán gallego: Quem se calara e pedras apañara, tempo vinra que as espargera, que aparece recogido por Hernán Núñez en su obra sobre refranes, editada por F. Luis de León: Refranes o proverbios en castellano por el orden alfabético, que juntó y glosó el comendador Hernán Núñez. Revisados y enmendados por F. Luis de León, Madrid, 1804, Imprenta de D. Mateo Repullés, vol. III, p. 253. 466 En la glosa marginal se lee: Capitulum: de ira Dei, sin embargo no hay en la obra de Valerio Máximo

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Capitulum: de ira Dei. Lento enim gradu ad uindictam sui diuina procedit ira, tarditatemque supplicii grauitate compensat.

Poco a poco (dize) procede la ira de Dios para tomar vengança de sus

enemigos, mas la tardança en castigar, recompénsala con mayor y más atroz tormento.

De dónde nace nuestro poco suffrimiento.

Y bien vemos que por no tener nosotros potencia ni grande estómago para suffrir cosas, luego nos alborotamos y lo querríamos atropellar y llevar por lo bravo, mas Dios, como tan omnipotente, dissimula porque es poderoso y omnipotente para castigar al malo y premiar al bueno.

212r La confiança de Dios, ánchora contra los trabajos.

De essa manera Su Magestad, con grave y ponderado silencio, muestra su gran valor y potencia y tiene la esperança en Dios, que es la firmeza y fortaleza, con la qual todos los triumphos ya dichos se matizarán y subirán de quilates, sujetando con sus invincibles armas a todos estos enemigos de la sancta fe cathólica y en esta sancta esperança, con grande triumpho y alegría, gozará muchos años de este tan felice matrimonio, conservando como padre de la patria todos estos reinos en paz y justicia y religión, para todo lo qual es una fuerça inexpugnable, guarnecida con todos los dotes de ánimo que Su Magestad tan felicemente tiene con la santa confiança en Dios, por la qual se alcançan las victorias y triumphos y finalmente es ánchora en las borrascas y furiosos ímpetus, rebeliones, rencuentros, infortunios, calamidades y desastres con que en este siglo los pusilánimos se acobardan y amilanan.

212v Verdadera fortaleza, confiar en Dios y desconfiar de sí.

Mas los excelsos y valerosos ánimos, con mucha alegría tienen gran firmeza, con la esperança que ponen en Dios, desconfiando de sí y abraçándose con la verdadera fortaleza, que es la confiança que de Dios hazen, y por esta tan gran virtud, con que Su Magestad con tanto valor, con tanta constancia, felicíssimamente triumpha, le pusimos a los pies un ánchora, los ojos en el cielo y las manos levantadas, todo de una color de bronze, singularmente pintado467 y con una esbelteza y ornato que parecía estar diziendo las palabras que de Sant Pablo a esta figura pusimos:

ningún capítulo así titulado. Puede haberse producido un cruce con la obra de Lactancio, así titulada. 467 La esperanza se representa aquí según su iconografía tradicional, mirando al cielo y acompañada del áncora que le fue incorporada como atributo a partir de la tradición cristiana “...quienes buscamos refugio en aferrarnos a la esperanza que se nos propone, la que tenemos como ancla del alma, segura y firme...” (Heb. VI,19). Su presencia en la arquitectura efímera como virtud teologal fue muy frecuente, aunque aquí adquiere un tono político en relación con la esperada perpetuidad que alcanzaría el Imperio gracias a las virtudes del monarca.

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SPE GAVDENTES, QVAM SICVT ANCHO- RAM HABEMVS TV- TAM AC FIRMAM. AD HEB.6468 213r Declaración: Gozamos con la sancta esperança, la qual tenemos como ánchora muy

firme y segura. En los intercolumnios del tránsito, el qual era de veinte pies,

pusimos dos letras, con las quales se da muy bien a entender la monarchía y valor del rey don Philippe, nuestro señor. Su imperio tan estendido y dilatado será perpetuo y su felicidad eternizada, pues, por las excelsas dotes de ánimo que en Su Magestad concurren y déstas, por la piedad y clemencia, con que tan aventajadamente es Su Magestad illustrado, tiene Dios prometido que el throno, imperio y mando del rey que estas virtudes tuviere, será fortalecido con favor y mano del cielo.

213v El espacio donde se puso la letra fue todo jaspeado, en medio del qual quedó una tarjeta bien formada, en la qual, a la mano derecha, pusimos esta letra:

PIETATE ET CLEMENTIA ROBORATVR THRO NVS EIVS. PRO. 20469. Con la piedad y clemencia del Rey, es tu throno fortalecido y eternizado. 214r

A ésta correspondía, a la mano izquierda, otra con que rematava y dava a entender la verdadera guarda con que Su Magestad con mucha alegría gozará por muchos años deste felice y sancto matrimonio, pues son la verdadera malla y la mayor defensa que materialmente se puede fabricar en todo el orbe, que son la misericordia y la verdad; esto es tan cierto que, si el cielo con su perpetuidad y la tierra con su firmeza se pusiessen de una parte y esta sentencia por otra, antes quebrará la soga (como dizen) por su parte,

468 Se han mezclado y adaptado dos pasajes distintos: Rom. XII 12: Spe gaudentes y Hebr. VI 19...spem, quam sicut anchoram habemus animae tutam ac firmam... 469 Cf. Prov. XX 28. El texto de esta inscripción y el de la siguiente corresponden ambos al mismo versículo de los Proverbios, pero se ha invertido el orden, además de que éste primero se ha modificado al añadir pietate a clementia y modificar el orden de palabras: Misericordia et ueritas custodiunt regem, et roboratur clementia thronus eius. Posiblemente se ha pretendido crear un paralelismo entre las cualidades que posee el rey, piedad y clemencia de un lado y misericordia y verdad de otro, anunciadas en los respectivos textos y que son aquellas por las que Dios ha prometido conservar el trono del rey.

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que falte lo que Dios tiene prometido con estas palabras: MISERICORDIA ET VE- RITAS CVSTODIVNT REGEM. PRO. 20470 La misericordia y la verdad guardan y conservan al rey. 214v

Por lo alto, en el cielo del pavimento, se pintó de unos artesones de muy graciosa perspectiva de claro y escuro, tam bien relevada que parecía fábrica muy perpetua y de todo relievo, pendían unos festones bien compartidos de frutas muy bien imitadas al natural; corría de una parte a otra a la proporción y grandeza del tránsito.

Los pedestales, por ser como avemos dicho de veinte pies y tam bien jaspeados que parecían naturales, los adornamos con estos versos sápphicos, con los quales se significa la merced que con la felice venida de Su Magestad, su gran hermosura y dotes de ánimo, todos estos reinos, y principalmente Madrid ha recebido, como casa yaposento de Su Magestad. Supplícase también en ellos a nuestro Señor, guarde por muchos años a Su Magestad, como padre de la patria.

Aureo ridens micat ille uultu, Haec niues uincit facie nitenti, Ista nimirum manifesta grati, Signa fauoris. 215r At precor nobis superi reseruent, Te diu charae patriae parentem Atque ut excedas senioris oro Nestoris annos471. En estos intercolumnios del tránsito huvo mucha música de

harpas y vihuelas de arco, donde Su Magestad, ansí por el spectáculo tan vistoso y agradable, quanto por el sujeto que en él se historiava, como por su compostura, traça e illustre ornato, recibió particular gusto con la música y canciones que allí se le cantaron con muy suaves bozes y concertada música. Las nymphas que allí cantaron estavan todas vestidas de tafetán carmesí y de damasco, las cabeças con

470 Véase la nota anterior. 471 “Sonriendo brilla él con rostro áureo, vence a las nieves con semblante reluciente; sin duda ellas, evidencias del agradecimiento, señales del favor. Pero suplico a los cielos que te nos guarden mucho tiempo, padre de la amada patria, y ruego que superes en años al anciano Néstor.”

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guirnaldas de laurel y escofiones de oro; representávase un Parnaso472

que no fue de pequeño entretenimiento. 215v

Los colossos de bulto que fueron la Religión, Clemencia, Temperancia, Prudencia, y el de la Magestad del rey don Phelippe, nuestro señor, fueron singularmente acabados, y de la mano y compostura de Pompeyo, italiano473, sculptor de Su Magestad. Todo lo qual tuvo muy felice successo, por la assistencia, curiosidad y diligencia de Diego de Vargas, más antiguo regidor desta Villa, a cuyo cargo se cometió esta tan sumptuosa fábrica. Fue su coadjutor en la misma comissión, Miguel de Sereceda y Salmerón, regidor.

216r

Procediendo Su Magestad por el orden que avemos dicho, desde este arco hasta la puerta que llaman de Guadalajara, era grandíssimo contentamiento dilatar y estender los ojos por tanta variedad de riquezas de oro y de plata y sedas, con que todo este trecho estava adornado, passando en silencio damas y señoras, que a una parte y a otra, por las ventanas, con su spectáculo illustravan y regozijavan las fiestas.

Antes que entremos con la historia dentro de la muralla, me pareció poner aquí su encomio y loa, en que se verá claramente su antigüedad; y el que más quisiere saber, remítole al libro que de la muerte de la Sereníssima Reina doña Ysabel de Valoys compusimos, porque allí hezimos un particular capítulo de las armas deste pueblo y su declaración474.

217r Vrsaria uel Mantua Carpentana Madrid (escudo) Arbutus atque ursus capit unde Vrsaria nomen Signant hanc urbem monte fuisse sitam. Illa corona tamen, qua dumus cingitur, urbi A Carolo quinto munere fixa fuit475.

472 El Parnaso era, según la mitología griega, un monte relacionado de modo ideal con las artes y las letras, en el que habitaban Apolo, las Musas y Pegaso y en el que existía la fuente Castalia, cuya agua confería la inspiración divina a quien la bebía. Su representación en el tránsito de este tercer arco dedicado a la exaltación iconográfica de las virtudes del monarca como gobernante, supone en sí misma una alusión al triunfo del principio intelectual de la sabiduría como cualidad política de Felipe II. Reforzando la personificación se presenta en el anverso de este mismo arco de la figura del Rey como Apolo. Con un criterio similar iconográfico similar al aquí representado, la imagen del Parnaso había sido también recreada en la Entrada que Felipe II tuvo en Sevilla, según el conjunto ideado por Mal Lara, inspirado a su vez en la Entrada de Ana de Austria en Madrid. La imagen del Parnaso volvió a ser empleada como decoración efímera en la entrada de Mariana de Austria en Madrid, siguiendo el programa ideado por Herrera Barnuevo. 473 Se refiere a Pompeo Leoni. Véase nota 73. 474 Véanse notas 49 y 122. 475 El árbol y el oso de donde toma el nombre de Ursaria muestran que esta ciudad estaba situada en un monte. En cambio,

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217v MANTVAE CAR- Pentanae uel Vrsariae, vulgo de Madrid. ENCOMIVM O domus Austriadum foelix ter Mantua salue, Nobilis, insignis, solio fundata uetusto, Inclyta, regalis, studiisque asperrima Martis Turribus excellens, ignitis obsita muris. Hospitium regum, requies sincera Philippi, Maenia Carolidum, bis terque quaterque beata, Nympharum praedulce decus, praedulce leuamen. Ter repetens salue, meritos tibi terra triumphos Erigat et dominam regnorum Mantua dicat. Teque tuum nomen supero sublimet Olympo. Quae gens? Quae regio? Uel quae tam barbara tellus? Quae plaga? Quod flumen? tua queis non cognita fama, Mantua, quam madidis praecingit Mincius undis Virgilio gaudet: sed fortunata supramis Principibus letaris ouans, o Caesaris aula Hispanas inter foelix caput eregis urbes, Egregia atque tenent aurata palatia regum Libera, summa, potens, iterum ter Mantua salue. 218r Calibus igniferis per totum extenderis agrum Heroum iucunda quies, iucunda uoluptas, O tua si uellem repetens ab origine tecta Promere et antiquas templorum fingere sedes Defficiet tempus nobis et cana papyrus, Ante tuas penitus, quam possim dicere laudes. Per te mille fluunt fontes de montibus altis, Prata, nemus, lucos, siluas hortosque rigantes, Quos habitare nouem Phaebo comitante sorores Credimus hinc parua fluuiis circundaris unda Arboreos inter placide, quae murmurat agros, Mille calent arae Cereri, ter mille Liaeo Hic Mauors sua tura tenet, sua templa Diana Hic habet, auratis coelo surrecta cilindris O regni caput, o summis celebranda Camaenis

la corona con la que es ceñida la zarza, fue fijada para la ciudad por obsequio de Carlos V. Según León Pinelo fue el regidor Juan Hurtado de Mendoza quien solicitó a Carlos V en las Cortes de Valladolid el título de “coronada villa” para Madrid. Accedió el Rey a su deseo y, desde 1544, la corona real remató el escudo de la Villa.

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Mantua, flamiferis astris aequanda polorum. Tu merito poteris praedicier altera Roma Te septengemini noverunt flumina Nili, Te cupit, o foelix Gangetica terra uidere, nomine capta tuo, te laudauere sub antris Eridani Nymphae tibi Gazis India cedit, Versibus atque tuos extollit Iberia saltus, In quibus intentat miras Philomela quaerelas Et genus alituum, te laudat cantibus omne. Te reges habitare iuuat, te glauca Minerua Dilexit, uiresque dedit tibi pulcher Apollo476. 218v Ésta es una figura del dragón que los griegos pusieron, como

fundadores desta tan superba muralla, y véese claro aver sido ellos los que la fabricaron, pues en las puertas principales pusieron sus armas, como es en esta puerta que llaman la Puerta Cerrada. Y en la Puerta de Moros que mira al mediodía pusieron una cruz de medio relievo, en lo alto de la puerta, un encasamento de piedra, la qual señal tuvo aquella sabia gente por pronóstico de mucha felicidad, salud, victoria, triumpho y perpetuo adelantamiento, lo qual se deve conservar y tener en mucho, pues conforme a esto tiene Madrid mayor nobleza de antigüedad que Roma ni muchos pueblos comarcanos477.

(Figura) Denotat hic praesens coluber monimenta priorum Mantua qui patrum, te posuere sibi. En tibi gestamen graecorum pulchra uetustas Maenia sint nobis, hoc docet unde tua478.

476 Hemos propuesto una traducción de este Encomium en el Apéndice de textos traducidos al final de la edición del texto completo, junto con los demás que hay después de la descripción de todos los “triunfos”. 477 La forzada referencia a Puerta Cerrada y a Puerta de Moros, que no estaban incluidas en el itinerario que debía seguir doña Ana, es consecuencia de la imperiosa necesidad de justificar la antigüedad de Madrid, ciudad de oscuro pasado romano y que, sin embargo, había sido elevada a la dignidad de Nueva Roma. López de Hoyos lo hizo a costa de tergiversar la historia y eliminar de la memoria colectiva el dato de que la muralla había sido construida por los cristianos en el siglo XII, poco después de que las tropas de Alfonso VI reconquistaran la ciudad en 1085, en sustitición de la primitiva muralla musulmana. Cuenta una vez más León Pinelo que, la Puerta de la Culebra era estrecha y con revueltas (probablemente seguía la clásica traza hispano-musulmana de doble codo), lo que facilitaba los robos nocturnos. Por eso se mandó cerrar, y de ahí su nuevo nombre, pero, al formarse el arrabal del otro lado de la cava, la vía que sustituyó al foso que Felipe II mandó desecar, hubo que volverla a abrir hasta que definitivamente se derribó en junio de 1569, quedando en su lugar la plazuela del mismo nombre. 478 “La serpiente aquí presente muestra las defensas que te pusieron, Mantua, los primeros fundadores. He aquí el regalo de los griegos, la hermosa antigüedad; sirvan para nosotros tus murallas de enseñanza”. En el texto aparece escrito muniere por posuere, que se corrige en la fe de erratas latina que figuraba al comienzo de la obra, si bien allí se leía munere pro posuere.

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219r PUERTA DE Guadalajara y su ornato479. Llegando a esta puerta, que es de la soberbia y antiquíssima

muralla, se le offreció toda renovada desde su planta hasta la punta de la pyrámides de los capiteles. Ésta tiene dos torres colaterales, fortíssimas de pedernal, aunque antiguamente tenía dos cavalleros a los lados, inexpugnables, la puerta pequeña, la qual hazía tres bueltas, como tan gran fortaleza. Estos se derribaron para ensanchar la puerta, y desenfadar este passo, porque es de gran frequencia y concurso.

219v Proporción y figura de la puerta.

Estas torres o cubos, en que al presente están, hazen una agradable y vistosa puerta de veinte pies de hueco, con su dupla proporción de alto y en la buelta que el arco de la bóveda haze todo de sillería berroqueña fortíssima, haze un tránsito de la una torre a la otra, con unas varandas y balahustres de la misma piedra, todos los quales se doraron. Sobre este tránsito se levanta otro arco de bóveda que haze una hermosa y rica capilla, toda la qual está canteada de oro, y se hizo un altar con una imagen de Nuestra Señora, con Jesu Christo, nuestro Señor, en los braços, de todo relievo, o, como el vulgo dize, de bulto, todo maravillosamente dorado y adornado con muchos brutescos.

220r

Esta imagen está en un encasamento que haze una muy devota capilla y acompaña mucho la imagen, con todo buen ornato de sus términos y frontispicio dorados.

Sobre esto, en un encaxe que haze otra manera de varanda, está el ángel de la guarda, que los antiguos llamavan tutelar, que guarda y ampara el pueblo de los angéles malos480. El qual tiene en la mano derecha una espada desnuda y, al otro lado, un modelo de Madrid, de todo relievo.

Sobre todo lo dicho, en contorno de todas las torres, viene una varanda de hierro bien formada. De en medio desta fábrica, suben tres torres con tres pyrámides, que el vulgo llama chapiteles. Éstos son de grande altura muy resplandescientes, porque todos son de hoja de

479 La Puerta de Guadalajara, que aparece citada en el Fuero de 1202, en realidad era un arco triunfal que se levantó en 1542 por decisión de Carlos V, en sustitución de la vieja y angosta puerta defensiva que se había quemado. Fue entonces cuando se quitaron las estatuas de don Fernán García y don Día Sánchez, aunque León Pinelo pone en duda que nunca hubieran existido. Se llegaba a ella desde los barrios de San Ginés y San Martín. Para la Fiesta de 1570 fue ensanchada y actualizada estéticamente de acuerdo con las novedades manieristas. Se ubicaba en la zona del gremio de los plateros, una de las más privilegiadas, caras, especulativas y activas de la ciudad que, desde antiguo, había tenido una población de comerciantes y servidores reales. 480 Véanse los pasajes finales del anverso del primer arco (págs. 61v-62v) y notas correspondientes, sobre el Genio de la ciudad y la identificación de los genios con los ángeles, desde la óptica cristiana.

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220v Ornato y chapiteles de la puerta de Guadalajara.

hierro colado, y cada uno tiene quatro chapiteles pequeños481, a sus quatro ángulos, en sus remates tiene cada uno un globo y por lo alto tienen los de en medio unas cruces con sus velas doradas, que suben sus globos o acroterias, esto es, en los colaterales, en los quales hay diez chapiteles. La torre de en medio sube algo más, con toda buena proporción de architectura.

221r

En el remate désta, de los quatro ángulos, suben quatro columnas de mármol muy bien estriadas. Sobre éstas se levanta otro chapitel de maravillosa fábrica y singular artificio, en medio del qual, en el hueco que hazen las columnas, pende el relox, que es una maravillosa campana que se oye tres leguas en contorno del pueblo. Éste también tiene su cruz y vela dorada, con las armas de Madrid; sube sobre los globos y acroterias.

Éste es un cimborio que se levanta por alto treinta y seis pies, es sexevado, va en diminución como pyrámide. Tiene a los quatro ángulos otras quatro pirámides pequeñas de a doze pies de alto; en los huecos de las torres se pusieron cuatro colossos hechos de todo relievo; representan unos gigantes de grande altura, con sus guirnaldas de laurel y bastones en las manos, miran por la delantera, y el reverso destas torres, a la mano índice que señalan las horas en el relox, porque es de <tan> singular artificio que a dos hazes se parece, con que haze una agradable y muy sumptuosa perspectiva, y el pueblo tiene mucho ornato.

221v El altar este día tuvo muy rico frontal de brocado, con media dozena de candeleros altos de oro, con sus velas de cera blanca, que causava harta devoción.

Aviendo Su Magestad dilatado la vista por esta tan maravillosa fábrica y las joyas tan ricas, preseas y brocados, con que los mercaderes avían adornado todo este tránsito.

222r

Passando más adelante, no estava menos ataviada la platería de riquezas y joyas, aunque al fin la parte que es de la cárcel, los toldos que allí huvo fueron los lamentables gritos y profundas bozes con que los presos pedían a Su Magestad misericordia. Lo qual oyendo Su Magestad, preguntó al corregidor, don Antonio de Lugo, que qué gritos eran aquellos; él respondió que eran los presos que pedían

481 Denominación otorgada a la estructura piramidal o circular, construida en pizarra o en hierro colado, que se empleaba desde el Medievo para rematar las estructuras cuadrangulares de las torres de edificios civiles y religiosos. Dicha estructura, en su variante piramidal, pasó a formar parte de la composición arquitectónica de los edificios hispánicos en el reinado de Felipe II, constituyendo una referencia a la realidad arquitectónica del mundo nórdico que el Monarca había tenido la oportunidad de conocer. Parecer ser que su empleo, asociado a la edilicia filipina, se inauguró en 1566 con la construcción de la cubierta de la Torre Nueva del Alcázar de Madrid. A partir de entonces se incorporó de forma invariable a los edificios vinculados a la Corona, llegando a caracterizar su imagen exterior de cara a la ciudad. El empleo de esta práctica constructiva fue posteriormente continuado en el siglo XVII por arquitectos como Francisco de Mora y Juan Gómez de Mora.

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merced y libertad a Su Magestad. A los quales se les hizo la merced, como de Su Magestad se esperava.

Saliendo de la Platería, se da luego en la plaça de Sant Salvador, que es el concurso de todos los nobles, donde están todo el collegio de los escrivanos del número y donde se bate el cobre de todos los negocios, porque en ella está la Audiencia y Foro judicial, con las casas del illustre Ayuntamiento.

222v

En este lugar se pusieron quatro colossos, figuras de todo relievo, que tiene cada una de altura veinte y tres pies, levantadas cada una sobre un pedestal de diez pies en proporción dupla. Conviene a saber, cinco por frente y diez de altura, con que suben las figuras treinta y tres pies; están hechas todas de argamasa, de harta perpetuidad, del orden que los arquitectos llaman rústrica, que es orden applicada para la frequencia y concurso ordinario que aquí avemos dicho que concurre.

Cada pedestal tiene por baxo y alto de todo relievo sus molduras, y por la parte superior se levanta una peaña sobre que está la figura.

Pretensión de la mançana entre las diosas.

Representóse aquí un juizio de Paris, troyano, entre las tres diosas, Juno, Pallas y Venus. Las quales, estando en competencia de a quál dellas, como a más hermosa, le competía la mançana que Júppiter avía echado, mandando que se diesse a la más hermosa, acordaron de ir a Paris, que él juzgasse quál de las tres devía, como más hermosa, llevar la mançana y gozar de aquel don tan desseado.

223r Promessas de las diosas a Paris.

Y alegando cada una de su hermosura y prometiéndole mucho si saliesse triumphante entre las demás, Juno dixo primeramente que le daría grandes reinos y riquezas y valor si la mançana le dava. La diosa Pallas le offrecía grande fuerça en armas, triumpho, sabiduría y discreción.

El Paris, estando en esta grande duda y confusión por estas maravillosas offertas, al fin la diosa Venus, offreciéndole ventura en amores, vista su disposición y gallardía, acordó de juzgar por la hermosura de Venus, a quien dio la mançana.

223v

Pues fingiendo agora, en este nuestro concepto, que este juizio se hazía de nuevo, el Paris, estando en demandas y respuestas con las diosas, como admirado de ver tan suprema hermosura como la de Su Magestad, repudiando a las diosas, buelve con muy gracioso semblante con el braço derecho a dar la mançana a la Reina, nuestra señora, y con el izquierdo parecía con un desdén menospreciar a las diosas, dando a entender que en presencia de una tan excelsa, y tan aventajada señora, de tantas y tan raras dotes de ánimo y de tan suprema y acabada hermosura, interior y exterior, no avía para qué pretender el triumpho ni la victoria, pues como buen juez la avía de dar a la más hermosa que en la tierra se hallasse.

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224r

Ésta es una de las más bien acabadas y de mejor esbelteza y que más hablasse con su postura y disposición, que en toda España se ha visto, y, a testimonio de los estrangeros, es la más perfecta que en esta materia confiessan aver visto. Es de un color de mármol ginovisco482, tam bién imitado que parece, en effecto, mármol.

Pero aunque esta poesía sea tan familiar y conocida, el fundamento e historia verdadera, de a donde vinieron los poetas a fingir este juizio, pondré aquí por hazer servicio al curioso lector.

Nota de la verdadera historia de Paris y lo que sobre ella fabularon. 224v

Paris fue hijo de Príamo y de Écuba, reyes de Troya, al qual su padre mandó criar (como trae doctamente Celio Rodiginio483) casi por espacio de treinta años en un lugar occulto, que llamaron Amandro, y después del nombre de Paris le llamaron Parion. En este tiempo, como fuesse naturalmente ingenioso y aparejado para recebir doctrina y con curiosidad seguir las buenas letras, estudiando las letras griegas, vino a adquerir grande erudición y haziendo exercicios, como los suelen hazer los estudiantes, compuso una oración rhetórica en la qual loó a la diosa Venus, posponiendo a Pallas, que es la sciencia y las armas, como adelante diremos, y a la diosa Juno, que son los reinos y principados, queriendo significar que, pospuestas estas dos principales virtudes, quería seguir la concupicencia y deleite carnal, como dize Atheneo484, de donde a manadas se derivan infinito número de males.

225r

De aquí se dio occasión a la fábula de la competencia destas tres diosas y cómo se dio la mançana a Venus, que quiere dezir dalle la victoria de la hermosura, a quien quería seguir. Algunos también fabulosamente dixeron que Écuba avía soñado que traía una hacha en el vientre, con la qual se avía de abrasar el imperio troyano. Por lo qual, en naciendo Paris, lo dio a un criado suyo, llamado Archelao, para que le echase en el monte Ida, entendiendo que allí lo despedaçaran la fieras o se moriría de hambre; pero, a los gritos del niño, una cierva le dio a mamar. Y volviendo el Archelao a ver lo que del niño avía succedido, hallándole vivo y tan hermoso, le traxo y lo crió.

Este juizio de Paris, que Dares Phrigio llama Alexandro485, dize que fue un sueño el qual este Alexandro vio estando reposando en el monte Ida, a donde iva a caça, y dize que vio soñando cómo Mercurio le truxo a su presencia estas tres diosas, para que juzgasse dellas quál era la más hermosa y que la diosa Venus le avía prometido que le daría

482 Véase nota 250. 483 En efecto todo el relato de la historia de Paris está basado en C. Rodig. Antiquar. XIX 19, de donde López de Hoyos hace un resumen. 484 Cf. Ateneo, Deipnosofhistae XII 510b-c. 485 Esta alusión a la obra sobre la Guerra de Troya de Dares Frigio, junto con la que se hace unas líneas más abajo (p. 225v.) son bastante generales y ambas correctas, la primera sobre el hecho de denominar a Paris como Alejandro y la segunda sobre el argumento de la obra. Cf. especialmente capítulo VII y V. En este contexto puede haber seguido directamente esta obra.

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280

225v

la más hermosa muger que en toda la Grecia huviesse, si le dava la victoria en la hermosura. Esto dixo a su padre Príamo para persuadille que le embiasse con su armada a Grecia y le diesse la empressa de la vengança que quería tomar de los griegos, por los daños y destroços que en su tierra avían hecho, por la muerte de su padre y la captividad de su hermana Hesiona.

226r

Y, en conclusión, concediéndole lo que tanto le pedía, le entregó la armada, y en pocos días captivó en Grecia a Helena, muger del rey Menelao, y haziendo gran matança y estrago en los griegos, saqueó el templo de Apollo y llevó grandíssimas riquezas y mucha gente captiva, y por esta injuria se commovió toda Grecia para destruir a Troya y, al fin, como dize Dares Phrygio486, la tomaron por traición, después de aver peleado diez años y seis meses y doze días, aviendo perdido ochocientos y ochenta y seis mil hombres, y sólo de parte de los troyanos seiscientos y sesentamil. Sea lo uno, o lo otro, lo que a nuestro propósito haze es ver cómo repudiando ya las diosas, y partciularmente a la Venusa, la qual, como tan confiada de que se le avía de dar esta victoria, tenía estendido el braço derecho, abierta la mano, a lo qual responde el Paris diziendo:

SONETO Venus no basta ya aquel mal passado Que vino al mundo, aquel ardiente fuego Que abrasó en la Troya y desterró al rey griego, Con otros mil héroes de su estado.

Y yo que a tantos siglos soy llamado Juez injusto, temerario, ciego, Que con facilidad ofrecí luego, A vos aquel hermoso don dorado. Tiempo es de deshazer ya tan gran mengua, Recoged vuestro braço, calle Iuno, Y Pallas no me pida esta mançana.

[226r] Cessen promesas, libre está mi lengua Juizio he de dar justo, que ninguno Lo condena. Tomad el don Vos, Ana.

El Paris a las diosas Diosas de gran belleza y gran mesura, De riqueza, fuerza, amor tan illustradas, No estéis tan sobervias y encumbradas

486 Véase la nota anterior.

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En vuestra pretensión tan vana y duras! ¿No veis de nuestra Ana la hermosura, Prudencia, religión, tan esmaltadas, Con las del gran Philippo matizadas, Que admira todo el orbe y la natura?

Pues y dos poco a poco, mano a mano, Que la mançana y don tan desseado Recibirá la gran reina de España. Con gloria, ozo y triumpho soberano, Gozad, excelsa Reina, lo alcançado Siempre, con hermosura tan estraña. En el pedestal pusimos este epigrama latino, en el qual habla el Paris a las diosas y, repudiándolas, da la mançana a Su Magestad, con este juizio y sentencia.

227r IVDICIVM PARI Parcite Priamides, dixit, cum monte uideret rursus in Idaeo tres Paris esse deas. Parcite, nam pomum pro quo contenditis, Anna Austria iure rapit pulchrior illa tribus487. Apostrophe ad uiatorem in Encomium D.A.R. Cath. Philip.488 Palladas uis, Venerem, Iunonem nosse uiator Has tres uis uno corpore nosse deas? En uenit Anna tibi coniux pareclara Philippi Et soror et coniux relligionis honos. Moribus excellit, niueoque pudore Mineruam Te quoque; quae siluas casta Diana colis. Lucifero aethereo generosa Hispania gaude Quem tibi suprema misit ab arce Deus489. 227v

Los quales, porque tiene el mismo concepto que el soneto, no ay para qué detenernos en su declaración, más de que entiendo que

487 “AL JUICIO DE PARIS. Aguardad Priámidas, dijo Paris, al ver que de nuevo estaban las tres diosas en el monte Ida. Aguardad, pues el fruto por el que lucháis, lo coge por derecho Anna, la más hermosa de la Casa de Austria.” 488 Las abreviaturas de la cartela corresponden a D(ominae) A(nnae) R(eginae) Cath(olici) Philip(pi): “Apelación al caminante, sobre el elogio a la Reina doña Ana, mujer del Rey Católico Felipe.” 489 “¿Deseas, viajero, ver a Palas, Venus y Juno? ¿deseas ver en un solo cuerpo a las tres diosas? He aquí que te llega Ana, preclara esposa de Felipe. Hermana y esposa, honor de la religión. Te aventaja a ti también Minerva en costumbres y en un níveo pudor; cual casta Diana, habita en los bosques. Goza generosa España de la luz del cielo que Dios te ha enviado desde la suprema ciudadela.”

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darán algún contentamiento al erudito le<c>tor. Colosso y figura de Juno y de dónde se llamó. El aire llamaron Juno y por qué muger de Júppiter.

Las diosas estavan delante, de la proporción y magnitud que avemos dicho. La primera estava Juno490, la qual, como dize Cicerón, en el segundo libro De Natura Deorum491, y trae también Varrón492, se llama deste verbo latino, Iuuo, as, que quiere dezir ayudar, porque como los philósophos stoicos dixeron, es lo mismo que el aire, el qual con su suave templança ayuda y conserva todos los compuestos naturales y, por estar con el fuego, al cual llaman Júppiter, dixeron que era su hermana y muger, porque con la humedad del aire y calor y la mestión y beneficio de las otras constellaciones se crían y conservan y augmentan todas las cosas en el mundo493.

228r Cómo pintaron a Juno y la philosophía que en ello encerravan.

También la llamaron Lucina, que era la que presidía a la luz y buenos partos494 y a esta causa la pintavan antiguamente sentada en un throno, con un ceptro real en la mano, muchas nuves en la cabeça y a un lado una criada vestida de diversas colores y de la otra parte que parescía tener cuenta de las cosas tocantes al matrimonio, y a los pies tenía unos pavos495.

Declaración de la figura de Juno.

La declaración desto es: por las nuves significavan el aire, en elqual, de los muchos vapores de la tierra condensados, se engendran las nuves y de allí subidos en la región del aire se hazen en ellas las

490 Esta iconografía mezcla de la imagen de Juno rodeada de nubes, como alegoría del aire, que fue representada desde la Antigüedad a partir de lo expresado por autores como Homero (Iliad, XV, 18-21), Plutarco (Is. Et. Os.32), Cicerón (Nat. deor. II, 26), con la “Juno reina de los cielos”, entronizada y acompañada del cetro al estilo de la Juno capitolina de Polícleto y, por último, con la llamada “Juno Lucina”, protectora de los nacimientos, tal y como la propuso Terencio. Se la acompaña, además, de su tradicional atributo, el pavo real, entendido en este caso como símbolo de riqueza, ambición y, siguiendo a Ovidio, del modo de proceder femenino en el amor: “El ave de Juno despliega su plumaje si lo alaban, pero si lo miras en silencio, esconde su ornato” (Ars Aman., I). 491 Cic. , Nat. deor. II 66: Sed Iunonem a iuuando credo nominatam. Cicerón, pues, no lo asegura. 492 Hay una referencia a la etimología que propone Varrón en Ling. Lat. V 67. En este párrafo y los anteriores (ibid. V 65-67) habla Varrón del significado y equivalencia de Júpiter y Juno con el Sol y la Tierra y toma como base unos versos de Ennio (Varia 54-58), especialmente el último: Qui mortalis, arua atque urbes beluasque omnis iuuat, a través de los que se justifica la explicación que aquí hace López de Hoyos, cuya mención a los “philósophos stoicos”, muy probablemente lleva implícita al propio Ennio, al que en otra ocasión (p. 172r) también denomina filósofo (véase nota 368). 493 Puede haber una inspiración en la explicación que da Macrob., Saturn. I 15, 20 y I 17, 54, y Comm. Scip. I 17, 15-16. 494 Cf. Varr., Ling. Lat. V 69 (cf. también ibid. V 49 y Ovid., Fast. II, 436-453). Muy posiblemente tiene presente la obra de Varrón, así como la del humanista Juliano Aurelio Lessigniense a quien sigue en estas páginas con cierta frecuencia, cf. De cogn. deor. II 1. 495 El pavo real era tradicionalmente el símbolo de Hera y, también símbolo solar cuando se presenta con su cola desplegada en forma de rueda. La tradición cristiana hizo suyo éste último y lo transformó en signo de inmortalidad, sobre todo en asociación con el cáliz eucarístico o fuente de la vida donde aquél abreva. Cf. la nota 157, en la que se hace referencia al pavo real como símbolo para expresar los augurios de fecundidad para el matrimonio real. Este comentario de López de Hoyos tiene como base también el de P. Valer., Hier. XXIV: Pauo, donde puede leerse: Iunoni pauo praecipue dedicatus erat, deamque ipsam nonnulli solo pauonis hieroglyphico intelligebant.

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Aristoteles, in methodis.

impressiones que los philósophos llaman meteorológicas496, y de allí se engendra el agua y la nieve y, subiendo más arriba los vapores, se haze el granizo y la piedra y se congelan los rayos.

228v Nota: cómo se haze el arco en el cielo. Las colores del arco celestial, cómo se causan y engendran. 229r

La muger que le pintavan al lado, vestida de colores es la Iris, que quiere dezir el arco que en el cielo vemos, quando estando las nuves cargadas de agua, o poniéndose el sol, los rayos más principales y más vehementes penetran la nuve y pássanse sin resistencia, penetrando la nuve. Pero los otros rayos que son colaterales, como tienen menos fuerça y son más flacos, como no pueden ni tienen fuerça para penetrar la nuve, hallando resistencia, estancaron y hizieron impressión en la resistencia de la nuve; parece celorado, y siendo algo más rara, imprimiendo allí los rayos, parece verde, y por lo que es muy más raro, parece roxo. Y ésta es la razón porque los rayos del sol, passando por la nuve, causan los differentes colores que en el arco, que en las nuves los rayos del sol hazen, vemos. Y para significar esto pintavan aquella criada vestida con differentes colores.

4. Aeneida Therentio: Iuno Lucina fer opem. Andria.

La otra, como avemos dicho, era la Lucina que la seguía porque, precediendo Juno, que era, como avemos dicho, la que presidía a los casamientos, por la qual dixo Virgilio: Cui uincla iugalia curae497. A la qual dize: El yugo y vínculo del matrimonio le es muy a cargo; síguese muy bien el parto, que es la Lucina, por la qual el infante que nace sale a luz, como más por estenso tratamos esta materia en el libro que del tránsito de la Sereníssima Reina doña Ysabel de Valoys compusimos498.

Por qué pavones al no. 229v

Los pavones que junto a sí tiene, significan la riqueza y la ambición, porque haziendo esta ave la rueda para que la miren, muestra toda su riqueza, que es su cuello y cola dorada, o, como dize Atheneo499, que por esso le dedicaron a Juno, porque los primeros que

496 Aristóteles escribe sobre esta cuestión en la obra in methodis, cap. XX. 497 Cf. Aen. IV 59: Iunoni ante omnis, cui uincla iugalia curae. Aunque López de Hoyos cita en la glosa marginal esta referencia al libro IV de la Eneida, parece inspirarse en Juliano Aurelio Lessigniense, De cogn. deor. II 1: ...et Iunone a coniunctione maris et foeminae ut apud Vergilium hoc uersu: “Ne cui me uinclo uello sociare iugali”, et hoc: “Iunoni ante alios, cui uincla iugalia curae. Ubi Seruius Iunonem nominatam dicit iugalem a iugo, quod imponebatur matrimonio coniungendis”. 498 En el libro sobre la Historia y relación verdaderas de la enfermedad, felicíssimo tránsito y exequias fúnebres de la Sereníssima Reina doña Isabel de Valoys (1569, p. 150r-150v), López de Hoyos menciona que junto a un lienzo en el que estaba representada la Reina sentada junto a los reinos, había un soneto que explicaba cómo le fue adversa la diosa Lucina Juno y, a continuación, hace una disgresión sobre lo que “fabularon” los poetas sobre esta divinidad, mencionando textos de Ovidio en los Fastos, de Plauto en la Aulularia y Terencio en el Andria, que es justamente el verso que aquí se ha citado en la glosa marginal. Cf. Terent., Andria 473: Iuno Lucina, fer opem, serua me, obsecro. 499 Cf. Ateneo, Deipnosophistae XIV 655a. 500 El pasaje está basado en Piero Valeriano, quien menciona la existencia de las monedas de la emperatriz Faustina, además de la fuente literaria de Ateneo (Hier. XXIII: Pauo: In Faustinae uero nummis idolum identidem est cum lancea et patera, a cuius pedibus Pauo: inscriptio est, IVNONI LVCINAE. Verum ideo Pauones Iunoni consecratos putat Athenaeus, quod huiusmodi aues in Samo insula prius repertae fuerint, indeque ad gentes alias delatae: sacra enim apud

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se vieron en el mundo, fueron en la ínsula Samo, la qual estava dedicada a esta diosa Juno. Veese en muchos reversos de monedas y particularmente en uno de la emperatriz Faustina, con esta letra:

IVNONI LVCINAE500

Condición y costumbres de mugeres. 230r

Y finalmente en esto quisieron significar la condición de las mugeres, que quieren ser loadas de hermosas y si acaso son notadas de feas, luego parece que ponen ceño y aborrecen al que en este caso les dize la verdad, como lo haze el pavón, que si los que le miran ponen en él los ojos con alegría y loan su hermosura y loçanía, se ahueca más y desparze su cola haziendo una muy agradable rueda, pero si lo miran con tristeza y, como dizen, de medio ojo, luego deshaze la rueda y se va, lo qual significó Ovidio en el primero De arte amandi diziendo501:

Laudatas ostendit auis iunonia pennas, Si tacitus spectes, illa recondit opes.

Declaración: El ave de Juno (dize este poeta) que es el pavón, loándole sus plumas,

las desparze y demuestra, pero mirándola con desdén, esconde sus riquezas, recogiendo la cola.

A esta figura pusimos un yugo en la mano izquierda de todo

relievo, en la mano derecha un ceptro dorado, por los respectos que arriba avemos dicho. En su pedestal esta letra502:

ueteres fuit Iunoni Samos, in Samiorum pecunia impressus Pavo, ut idem Athenaeus autor est. 501 Cf. Ovid., Ars aman. I 625-6. La cita es correcta, excepto pennas por pinnas. Llama la atención la traducción de tacitus (callado) “con desdén”. La fuente en la que se basa es Piero Valeriano (loc. cit.). No obstante, aunque el humanista italiano menciona explícitamente a Ovidio, refiriéndose a los versos que reproduce López de Hoyos, éstos no se encuentran citados por aquél en ese contexto: Pauo enim preciosam eam caudae supellectilem tum plurimum ostentat, cum plurimos ad se spectandum aduenisse conspexerit: quod si nullum admirari, adesseue cognouerit, eam recondit ueluti indignatus. Hinc Ouidius, Laudata Pauone superbior, de ualde sibi placente dixit. Quoniam uero foeminarum est proprium, qualibet in re sibi applausum quaerere, gloriosasque esse, inter Pauonem et foeminam mirus quidam naturae consensus est. 502 Se presenta aquí una iconografía singular de Juno, en la que, a su papel como reina de los cielos -al que hace alusión el cetro que la acompaña habitualmente-, se une el de protectora del matrimonio, de acuerdo con Virgilio: Iunoni ante omnis, cui uincla iugalia curae: “...a Juno ante todos, que se ocupa de los vínculos matrimoniales” (Aen. IV, 59). A ésta última función obedece el yugo que porta en una de sus manos, entendido en sentido positivo como símbolo de unión conyugal y fecundidad. Sustituye este atributo a la granada que, con el mismo significado, solía acompañarla en la iconografía tradicional desde la Antigüedad, inspirándose en textos de Fulgencio. Por otra parte, la presencia de Juno en el juicio de Paris remite a la vida activa y sirve de complemento a la de Venus, en alusión a lo sensual, y a la de Minerva o Palas, referente a lo contemplativo, con lo que de nuevo se remite al tema de la oposición de contrarios y de la “armonía discordante”.

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Iuno Iouis coniux et coniux Anna Philippi Haec ceptrum in terris, aethere at illa tenet. 230v Declaración: Iuno, muger de Iuppiter y doña Anna, del rey Philippe, la una tiene el

ceptro en la tierra y la otra en el aire. Y denotando que el reino desta diosa todo es fabuloso ya,

porque ella es el mismo elemento, como avemos dicho, y que el reino de Su Magestad será muy perpetuo y de grande firmeza con la felicidad de successión del príncipe, que deste sancto matrimonio de Su Magestad, con el favor de Dios, esperamos, le pusimos al otro lado del pedestal esta letra con que hablamos a Juno:

Vuestro reino y ceptro, Juno, En viento se ha convertido, Con la reina que ha venido. 231r EN EL REVERSO,

en cifra romana. I. V. A. D. AN. AV. R. HI. M. E. S. P. Q. M. Iunoni uictae a domina Anna Augusta, Regina Hispaniarum,

monumentum, erexit, Senatus Populusque Mantuanus503. De a dónde le llaman Venus y por qué fue tenida por diosa. 231v

Más abaxo estava este colosso y estatua de Venus, de la misma magnitud y proporción. Ésta llamaron los antiguos deste verbo latino, uenio, uenis, porque pocos son a quien no venga a combatir, que al fin es un enemigo del alma, esta nuestra carne. Reverenciáronla por diosa la gentilidad, y el fundamento que tuvieron para llamarla diosa del amor fue porque el planeta Venus504, que está en el tercero cielo, influye particularmente en las renes, los quales alterando, levanta la polvoreda de los apetitos sensuales, la qual a pocos dexa de cegar interior o exteriormente y porque désta y de todo lo que della se puede dezir están bien llenos los autores y por nuestros peccados tan introduzida en el mundo, yendo de passo, tenía estendida la mano derecha al Paris, pidiéndole la mançana dezía505:

503 “A Juno, vencedora, el Senado y pueblo Mantuano levantó este monumento por encargo de la señora Ana Augusta, reina de España.” 504 Es la cuarta de las estrellas, cf. Macrob., Comm. Scip. I 21, 26 y Saturn. I 12, 10. Hygin. Astron. II 1332-44 505 Como puede observarse, son muy escasos los versos escritos en castellano que podían leerse en los

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Pues de mí tal gracia mana que la una ni la otra diosa en belleza no me gana, dadme el don de buena gana, pues que al fin soy tan graciosa. 232r A la qual respondía el Paris: Venus polida y galana, desta vez quedáis quexosa, pues que a la Reina doña Ana se conviene la mançana, como a más linda y hermosa506. Por qué Venus descalça y qué quisieron significar por esto. Galápago, símbolo del silencio.

Esta estatua desnuda, con un ropaje que por delante la hazía algo honesta y los pies tenía descalços, por aquella antigua costumbre de que los egypcios usavan, no consintiendo que sus mugeres truxessen calçado, porque con este freno las detuviessen que no saliessen de casa, ni anduviessen hechas callejeras, ni fuessen, como dizen, comadreras, y a esta causa le pintavan los antiguos un galápago puesto a los pies507, para denotar una joya tan preciosa y tan rara,

distintos triunfos, sólo algunos aquí, en los “colossos” situados junto a la Puerta de Guadalajara y en los de Neptuno y Baco, al comienzo del recorrido. Tal vez porque al ser efigies un tanto aisladas del conjunto iconográfico de los tres arcos triunfales, en los que se realizó un despliegue mayor de símbolos e imágenes, se hacía preciso poner algunos textos en castellano, para que proporcionaran mayor claridad a la interpretación del conjunto. 506 La estructura iconográfica de este Juicio de Paris ha sido forzada para presentar una escena en la que, a modo de cuadro dialéctico, se aborda el debate neoplatónico, ten en boga en los círculos humanistas, relativo a la existencia de dos clases diferentes de amor y belleza, personificados en dos tipos de Venus, la Venus celeste, que encarna la inteligencia pura y se identifica, en este caso, con Ana de Austria, y la Venus vulgar, asociada a los apetitos sensuales, a los que corresponde la Venus semidesnuda que aparece en este fragmento. El tema de las Venus gemelas gozaba de tradición iconográfica en la pintura renacentista y había sido representada por Boticelli y Tiziano en obras tan relevantes como El Nacimiento de Venus, El Amor Sacro y el Amor profano, respectivamente. En la escena descrita por López de Hoyos, el deseo de dotar a la composición de un carácter alegórico-simbólico y moralizador, en el que participase la Reina, identificada con la Venus celeste, ha forzado el modelo de representación iconográfica del tema, en el cual la Venus vulgar, acostumbraba a aparecer vestida y la Venus celeste desnuda, ha cambiado y se convierte en una suerte de lucha entre la Virtud contra el Vicio, en la que la elección de Paris por la Venus vestida se puede interpretar dentro en clave neoplatónica, como la elección de la espiritualidad, una vez trascendidos los sentidos. La Venus desnuda, que aquí se presenta, encarna, por tanto, los apetitos sensuales, la concupiscencia; es una especie de nuditas criminalis que sigue los planteamientos de la teología moral de la Edad Media, abandonada a inicios del Renacimiento. Por otra parte, la Venus desnuda que aquí se presenta hunde sus raíces iconográficas en la estatuaria griega, más concretamente en la del siglo IV a.C. y en la del período helenístico, a partir de la representación de Praxiteles de la Venus púdica, que se cubre con un velo, y que dio lugar a un modelo iconográfico ampliamente difundido en la Antigüedad y en el Renacimiento. 507 La imagen que describe aquí López de Hoyos combina, de un lado, la presentación de las llamadas

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232v

como es el silencio en las mugeres, y para dar a entender que assí como el galápago siempre se está en su casa y anda muy poco, que de essa manera lo han de hazer las honestas y religiosas mugeres.

Tenía esta figura a Cupido a su lado, tapados los ojos con una venda, un arco con una flecha y su aljava con muchas saetas, algo flaco.

Quién fue Cupido y por qué dios del amor.

Éste dixeron que era hijo de Venus y de Marte, porque los poetas fingieron que siendo Vulcano, marido de Venus, disforme, que Venus adulteró con Marte y desta conversación nació Cupido.

Los que nacen en la conjunctión de Marte y Venus. 233r Cupido, tropieço de baldíos.

La philosophía que con esto quisieron significar es que, quando estos dos planetas, Marte, que está en el quinto cielo, se junta con el planeta Venus, que está en el tercero508, hazen adulterinas generaciones y los que nacen en esta opposición destos planetas son muy airados y demasiadamente coléricos, por la influencia del planeta Marte, y a ésta se sigue luego la concupiscible, que nasce de la influencia de Venus, y de aquí dixeron los platónicos que la irascible y la concupiscible son hermanas y que <los que> son muy inclinados a la concupiscencia carnal, son también muy airados, y los muy airados también muy inclinados a la concupiscencia, que es el desseo carnal, al qual llamaron Cupido, y a éste llamó el philósopho Diógenes509 occupación y tropieço de los baldíos y holgazanes y de los ociosos y escurrecalles.

La forma y manera como a éste pintavan y lo que por ello quieren significar, se declara maravillosamente en este epigramma de Marulo510:

“venus púdicas”, como el autor dice, “con un ropaje que por delante la hazía algo honesta”, con la del pudor, simbolizada por una mujer con el rostro cubierto con un velo, descalza y con los pies sobre una tortuga. Ripa, Icon. s.v. Pudor, la representa así, llevando también un lirio en la mano. En la explicación de esta imagen señala: “En cuanto a la tortuga que bajo su pie diestro hemos pintado, demuestra y simboliza que las mujeres púdicas deberán mantenerse en el interior de sus casas, como hace este animal, que siempre se acompaña de la casa que le dio la Natura.” 508 Se refiere nuevamente al lugar asignado por los planetas, denominados como estrellas, en el espacio celeste. En la p. 231v., ha señalado que Venus está “en el tercero cielo”. En realidad se le asigna la cuarta posición, como en las fuentes citadas en nota 502. En cambio a Marte se le atribuyen diferentes lugares. El quinto en Macrob., Comm. Scip. I 21, 27: Notandum hoc loco quod in genitura mundi uel ipsa rerum prouidentia uel uvetustatis ingenium hunc stellis ordinem dedit quem Plato adsignauit sphaeris earum, ut esset luna prima, sol secundus, super hunc Mercurius, Venus quarta, hinc Mars, inde Iuppiter et Saturnus ultimus. Sobre la discusión en cuanto al lugar de las estrellas, cf. Macrob., Comm. Scip. I 19. En Higinio, en cambio, Marte aparece como la tercera estrella, seguida de Venus, en cuarto lugar y de Mercurio, que ocupa la quinta posición, cf. Hygin. Astron. II1328-1348. 509 No hemos podido localizar este pasaje. 510 López de Hoyos reproduce y traduce el epigrama dedicado a Cupido, compuesto por Marullo, nombre con el que se conocía al poeta y humanista Miguel Tarchaniota (1453-1500), nacido en Constantinopla, el año en que esta ciudad fue tomada por los turcos. La vida de Marullo estuvo llena de avatares, desde que su familia partió al exilio, hacia Ancona. Después de ingresar en el ejército, realiza diversas expediciones militares. Vive una larga temporada en Nápoles, donde adquiere su formación humanista, bajo la protección de Antonello Petrucci y el príncipe de Salerno, Antonello Sanseverino, ambos contrarios al rey de Nápoles, con funestas consecuencias para ellos (el primero muerto y el segundo exiliado), que

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233v Quis puer hic? Veneris, plenae quae causa pharetrae est. Non bene peruisus certa quod arma mouet. Cur sine ueste Deus? Simplex puer odit opertum Vnde puer? Pueros quod facit ipse senes. Quis pennas humeris dedit? Inconstantia, quare Nulla Deo frons est? Signa inimica fugit. Quae sors eripuit lucem? Immoderata libido Cur macies? Vigilis cura laborque facit. Quis cecum praeit? Ebrietas, sopor, otia, luxus. Qui comites? Rixae, bella, odia opprobrium. Declaración. ¿Qué mochacho es éste? De Venus. ¿Por qué tiene el aljava tan llena de saetas? Porque como es tan imprudente, desparze y arroja saetas a todos lugares. ¿Por qué está desnudo? Porque es simplezillo y aborrece lo cubierto. 234r Y ¿por qué es niño? Porque haze a los viejos y a los enamorados niños. ¿Quién le puso alas en los hombros? La inconstancia. ¿Por qué no tiene frente? Porque huye las señas enemigas y desamoradas. ¿Qué desgracia le hizo ciego? La demasiada luxuria. ¿Por qué es flaco? Por el gran cuidado, dolor y solicitud. ¿Quién es su guía? La borrachez, el sueño, la ociosidad, la abundancia. 234v ¿Quién son sus pajes compañía? Las contiendas, la batalla, el aborrecimiento, el

baldón y palabras feas. La letra que en su pedestal pusimos es ésta. En la qual fingimos

que maravillándose Venus de la hermosura de Su Magestad, con la gran embidia dixo: ¿Cómo? Ya la tierra lleva otra tan hermosa como yo.

Austriadis Cyttherea Venus mirata decorem Inuidia dixit, fert mihi terra parem. Declaración: Maravillándose Venus de la hermosura de la descendiente de la Casa de

Austria, con gran embidia dixo: Ya la tierra lleva otra igual a mi hermosura.

repercutirán en el poeta. En 1486 tiene que abandonar Nápoles y viaja a Roma; en 1489 va a Florencia, donde queda al amparo de miembros de la familia Medici y publica por primera vez sus Epigrammas, en cuatro libros. En 1494 se casa con Alejandra Scala, hija Bartholomeo, canciller de Florencia. En 1497 publica unos Hymni naturales. Muere en 1500 durante la defensa de Forli. Escribe también unas Neniae que se publican póstumamente. Su poesía está escrita en latín, de gran delicadeza, intensidad y lirismo, y con una inspiración, sobre todo en los Hymnos, que conecta con un pensamiento heterodoxo y rebelde para su época, dentro de la tradición neoplatónica y neopitagórica.

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235r. Y porque, como dize el poeta, que todo lo vence Venus511 y que al fin le deven de dar todos la ventaja y conceder la victoria, queriendo significar que ya queda vencida y que de aquí adelante será Dios servido que no aya tanta dissolución ni tanta rotura, como por nuestros peccados vemos, pusimos en el reverso esta letrilla:

¿Quién os llama vencedora, Venus, pues vais de vencida, Y vuestra gloria perdida? Al pedestal, por el reverso:

V. V. M. E. A. S. P. Q. M. Veneri, Victae monimentum erectum a Senatu Populoque Mantuano. 235v 3. Colosso de Pallas y por qué la llamaron assí.

La tercera era el colosso y estatua de Pallas, de la misma proporción que las demás, la qual se llamó assí (como dizen muchos) por aver muerto a su padre Pallante, porque la quería desflorar y torpemente corromper512.

A ésta llamaron Bellona y otros muchos nombres, como trae Cornuto en el libro De natura deorum513 y Juliano Aurelio Lessiniense514

en el libro segundo, en el capítulo tercero. Este nombre le pusieron porque la supersticiosa gentilidad creía que era la diosa de las armas y que presidía a los exercicios militares, por lo qual le hizieron un templo junto al Circo Máximo, de donde solía arrojar una lança las vezes que avía de aver batalla515, y assí dixo Ovidio en el sexto libro de los Fastos516:

511 Alude a Virg. Eclog. X 69: omnia uincit amor: et nos cedamus amori. 512 Este párrafo, así como los siguientes tienen como fuente principal a Juliano Aurelio Lessigniense, según el propio López de Hoyos indica a continuación. Sobre el uso de este autor, junto a Cornuto y Paléfato, véase lo dicho en la Introducción, cap. 5.5.1. 513 Cf. Cornuto, De nat. deor., s.v. De Minerva. Sin embargo, Cornuto separa esta diosa de Bellona. 514 Julianus Aurelius Lessigniense es el nombre latino con el que es conocido el humanista cuyo apellido era Haurech (Haurechius), originario de Lessen, cuya muerte se produjo en 1578. Fue abogado del tribunal eclesiástico en Mecheln y escribió la obra que ya ha quedado citada en diversas ocasiones: De cognominibus deorm gentilium libri tres, dedicada a Francisco de Borgoña y publicada por primera vez en Amberes en 1541 y después fue editada en otras ocasiones, así en Basilea en 1543 y más tarde en Lovaina en 1569. Asimismo escribió un Comentario a las Sátiras de Horacio, también publicada en Amberes en 1541 515 El templo romano de Bellona se encontraba, en realidad, junto al circo flaminio, un lugar elegido por muchos generales victoriosos como punto de partida de los cortejos triunfales. Junto a él se levantaba, desde época republicana, otro santuario erigido en honor a Apolo, en cuya cella se conservaba su estatua, probablemente originaria de la magna Grecia, en actitud de lanzar una flecha (cfr. COARELLI 1975, 245). 516 Cf. Ovid., Fast. VI 207-8. Como se ha indicado en nota 114, la fuente directa es Juliano Aurelio Lessigniense (De cogn. deor. III 2), donde puede leerse, además de la identificación con Bellona: Templum autem Bellonae fuit in urbe, non procul a Circo Maximo ante quod erat autore Festo columnella unde hastam mittebant, quoties aliquibus gentibus bellum indicere uolebant. Ouidius in sexto Fast. A continuación reproduce los versos

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236r Hinc solet hasta manu belli praenuntia mitti In regem et gentes cum placet arma capi. Deste templo (dize Ovidio) se suele arrojar una lança con la mano todas

las vezes que le da gusto traer guerra. Pallas, por qué Minerva. Cicero, liber 2 et 3, De natura Deorum517. 236v

A ésta llamaron también Minerva, la qual dixeron que se llamava Minerva, porque amonesta bien, como dize Festo Pompeyo518, porque la pintan con una lança en la mano, con la qual parece amenazar a los necios ignorantes, como dize Cornificio, o se llama Minerva, deste verbo latino, minuo, is, que quiere dezir desminuir y acortar, porque como ella era tenida y reverenciada por diosa de la sciencia, ésta disminuye, acorta y, como lima sorda, va comiendo sin sentir las fuerzas corporales a los letrados y son tan débiles y flacos los buenos estudiantes que, antes que sean moços, con el demasiado estudio se hazen viejos, enfermos, debilitados y de pocas fuerças corporales.

Ésta celebró toda la Antigüedad por diosa inventora de todas las obras y artificios, sciencias y artes que en la tierra conocemos. Dixeron que avía nacido de la cabeça del dios Iúppiter sin tener madre, y porque en esto hay veinte mil fábulas y fictiones, diré en dos palabras lo que por particular permissión y dispensación de Dios quiso que en todas las naciones huviesse algún resplandor y luz de la verdad, que nosotros avíamos de conocer por la venida al mundo de la segunda persona de la Sanctíssima Trinidad, Jesu Christo, nuestro Señor.

237r Capitulum 6. Capitulum 1.

Y assí aquella docta gente con alguna luz de lo que dixo David, signatum est super nos lumen uultus tui Deus519, y de lo que dixo San Juan, erunt omnes docibiles Dei520, dixeron que la sciencia era la Minerva, inventora de todas las cosas; avía nacido del celebro de Júppiter, que se puede entender por esto, como allegoriza también Valeriano Pierio en el libro 18, tratando del buitre521, sino es del hijo de Dios, por el qual, como dize San Joan, fueron hechas todas las cosas, éste, engendrado,

citados de Ovidio. 517 Cf. Cic., De nat. deor. II 67: Minerva autem quae vel minueret vel minaretur... También III 53, 55, 59, 63. 518 Toma la referencia de Festo Pompeyo, De uerborum significatu..., según señala; en el pasaje correspondiente, op. cit. 123, se cita a Cornificio, referencia indirecta, por tanto, en López de Hoyos: Minerua dicta, quod bene moneat. Hanc enim pagani pro sapientia ponebant; Cornificius uero, quod fingatur pingaturque minitans armis, eandem dictam putat. En la obra De ratione dicendi ad C. Herennium, atribuida a Cornificio, no hay referencias explícitas a Minerva, si bien se trata en algunos pasajes sobre el verbo minuo: I 12, 21; II 12, 17; IV 33, 44; 34, 45-46, etc. Juliano Aurelio es otra fuente que López de Hoyos utiliza y que, a su vez, tiene como base la de Festo Pompeyo y Cicerón: cf. De cogn. deor. III 2 (al comienzo del capítulo): Appellata est Minerua teste Cicerone quae uel minueret uel minaretur. Sunt qui dictam sic uelit quod bene moneret uel quod pingeretur armis minitans uel quod uentorum uim minuerit... 519 Cf. Psalm. IV 7. 520 Cf. Ioan. VI 45. 521 Cf. P. Valer., Hier. XVIII: De vulture, cap. Pallas et Iuno.

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Proverbia, capitulum 8.

sin principio, del Padre eterno522, y assí en los Proverbios, Salomón le llama con esta palabra hebrea, EHIEH, que quiere dezir artífice y también recreación quotidiana523, y por esto nuestros latinos dixeron: Cum eo eram cuncta componens et delectabar per singulos dies524.

237v

Hablando la sabiduría del Padre eterno, que es el Hijo, dize: con Él estava haziendo y fabricando todas las cosas y me deleitava y recreava en todo tiempo. De adonde bien claro parece lo que estos sabios philósophos (como también declaró San Augustín en los libros De Ciuitate Dei525) quisieron dar a entender, unos de una manera y otros de otra y finalmente, por differentes términos y palabras, venían a querer significar el último fin que es Dios. Dexo algunos philósophos que por sus feos y bestiales apetitos dieron en errores gravíssimos.

238r

Aquesta se fabricó de la manera que antiguamente la pintavan y fingían los antiguos, que es una muger armada con su pecto y espaldar, con su espada ceñida, en la cabeça una celada, en la mano derecha una lança, en la izquierda un escudo, con la cabeça de Medusa, arrebueltas con muchas culebras526.

Declaración de la figura y su ornato.

La significación desto es que por dezir que estava armada davan a entender que ésta avía sido la princesa inventora de la guerra, como lo dize Cicerón en el libro 2 De natura deorum527, como dize Lactancio Firmiano en el libro 1, en el capítulo 21528. Pintávanla con armas

522 Cf. Ioan. I 3: Omnia per ipsum facta sunt. 523 EHYEH es un imperfectivo del verbo HAYAH, “ser, estar, existir...”. El texto corresponde, en efecto, al pasaje bíblico Prou. VIII 30, donde dicho verbo aparece (precedido del conversivo VA, que le otorga valor de pasado) y donde puede leerse: VA-EHYEH SA SV ÌN YÔM YÖM. VA-EHYEH ETSLO AMÔN. “(Cuando trazó los cimientos de la tierra) Junto a Él estaba yo como artífice y era sus delicias día a día” (Trad. CANTERA BURGOS – IGLESIAS GONZÁLEZ 1979; cf. TARGARONA 1995, p. 43, con referencia explícita al pasaje). Agradecemos sinceramente al Dr. Alonso Fontela sus orientaciones en este punto. 524 Cf. Prou. VIII 29-30. 525 Cf. August., Civ, Dei VIII, passim. La mención tan general de los “sabios philósophos” impide saber si López de Hoyos se refiere a algunos concretos; no obstante, cf. Santo Tomás, Summa,. Sec. sec. q. 45: de dono sapientiae. 526 La representación de Minerva como diosa de la guerra, según el modelo iconográfico de la Grecia Clásica, ha sido revestida aquí de un contenido moralizador que la presenta como la sabiduría victoriosa sobre los vicios. La interpretación se produce a partir del escudo, que no siempre acompaña a la diosa en su faceta bélica, al que en esta ocasión se ha trasladado la cabeza de Medusa, la cual generalmente se encuentra ocupando su peto al estilo en que aparece representada en el templo malatestiano de Rímini, en una pintura realizada por Correggio para el monasterio de San Pablo en Parma o en varios grabados de Antonio Tempesta. La vinculación entre el escudo y la cabeza de Medusa otorga al pasaje mitológico un sentido cristiano, ejemplo de la actitud beligerante de la Fe (el escudo) contra el vicio y el pecado (la cabeza de Medusa), a partir de la Prudencia y la Sabiduría, cuyo premio o victoria es la inmortalidad. 527 Cf. Cic., De nat. deor. III 53: Mineruam dicitur, quam principem et inuentricem belli ferunt... El fragmento está mal citado, aun cuando en la glosa marginal de la p. 236r, el el mismo contexto, se mencionan tanto el libro II como el III de la obra ciceroniana, en los que, efectivamente, se habla de Minerva, según se ha indicado en nota 530. La traducción de “princesa inventora de la guerra” resulta llamativa. 528 Cf. Lact. Firm., Inst. Diu. I 18, 23, afirmando que hay opiniones diversas sobre si los antiguos glorificaban su valor o sus artes y Minerva como inventora de las artes. Cf. también sobre Minerva I 17, 12 y ss. II 7, 22; II 16, 11

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porque los sacerdotes dedicados al servicio y culto desta diosa la aplacavan y sacrificavan con la sangre de sus propios cuerpos o porque los sabios adonde quiera están armados.

El escudo de la Gorgone Medusa y la respuesta de Cupido. 238v

El escudo que tenía con la cabeça de la Gorgone Medusa, significa (como dize Lactancio) el espanto de Cupido529, acerca de los sabios, por lo qual, preguntado que por qué huía Minerva, pues que a ninguno perdonava, respondió que veía en el pecho de Minerva aquella cabeça con tantas culebras que le metía miedo y no osava llegar.

Nota de la cabeça de Medusa. 239r De dónde nasció el cavallo Pegaso.

Para dar a entender que el verdadero sabio nunca es vicioso ni es tan cernícalo lagartijero que se abata ni dexe llevar del appetito sensual que haze a los hombres bestias. Mas porque no quede cosa que el curioso le<c>tor dessee en la declaración de los vocablos que aquí avemos dicho, por dezir de la cabeça de la Gorgone Medusa, la qual tenía en su escudo esta Pallas, diré en breve lo que significa530. Para lo qual se debe notar que Medusa fue hija del rey Forco. Ésta y otras dos, sus hermanas llamadas Euríale y Stemone, habitaron las ínsulas Gorgadas, en el mar océano de Etiopía, de adonde se llamaron ellas, por habitar estas ínsulas, las Gorgones. Esta Medusa fue la más hermosa de todas sus tres hermanas y la más aventajada en hermosura que en todo aquel tiempo avía. Y junto con esto tenía los cabellos tan rubios que, en effecto, parecían hebras de oro, de los quales enamorado Neptuno, se dize que hallándola un día en el templo de la diosa Minerva, sin respecto ni reverencia alguna, profanó el templo de la diosa, y deste hecho dixeron los poetas que avía nacido el cavallo Pegaso.

239v Cómo cortó la cabeça a Medusa.

La Minerva, sintiendo mucho un tan gran desacato y que la causa avían sido los cabellos de Medusa, se los convertió y transformó en culebras y con esto puso en ella tal qualidad que todos los que la mirassen se convertiessen en piedras, por lo qual, siendo esta Medusa transformada en un tan horrible, fiero y espantable monstruo que ninguno la podía mirar que no quedasse convertido en piedra, Perseo, hijo de Júppiter, determinó ir a matarla y para poder sin detrimento de su persona hazer una hazaña tan memorable, acordó de tomar las alas de Mercurio y un muy azerado alfanje con el escudo de Pallas, en el qual se podían mirar como en espejo y representava y se parecía y veía muy bien en él todo lo que delante se le offrecía. Con éste, llegando Perseo y mirando el escudo de Pallas, vio cómo esta Medusa, y todas las culebras que en la cabeça tenía dormían y llegando poco a poco y

529 Lactancio no habla propiamente de la Gorgona Medusa. Sobre Cupido cf. Inst. Diu. I 11, 1-3, donde se señala que era el más poderoso de todos dioses, a quienes se representa, en un sueño de aquél, encadenados delante del carro del vencedor, incluido el propio Júpiter. 530 El relato del mito sigue de cerca la exposición que sobre el mismo hace Juliano Aurelio Lessigniense (De cogn. deor. III 2: De Minerua), quien ha sido la fuente básica para la descripción de los diferentes mitos expuestos como comentario y explicación a estos “colossos” de la Puerta de Guadalajara.

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240r

las culebras que en la cabeça tenía, dormían y llegando poco a poco y andando hazia tras, mirando sólo al escudo, en el qual veía a la Medusa, de un grande y terrible golpe le cortó la cabeça, la qual truxo por tropheo a su patria y la puso en el escudo de la diosa Pallas y de aquí dixeron que la cabeça de la Gorgone Medusa, viniendo Perseo por los desiertos de África, de las gotas de sangre que della avían caído, se avían engendrado las serpientes tan espantables de África.

Alegoría de la degollación de Medusa. 240v Illustre alegoría.

Con esta fábula quisieron significar muchas victorias, como parece en Cornuto, De natura Deorum y en Palephato, De fabulis poetarum, y en Juliano Aurelio, De cognomibus Deorum y en la Theologia Mithologica de Pictorio y en Macrobio y en Lactancio Firmiano y en el 6º libro de Diodoro y en Apollonio Rhodio y en Theogneto531. Mas para dezir en breve lo que por esto se significa, es que por Perseo, hijo de Júppiter, se entienden los hijos verdaderos de la luz, que con mucha constancia y valor, tomando, como dize San Pablo, el escudo de la fe y la celada y espada del Spiritu Sancto, cortan, como valerosos capitanes, la cabeça a la Medusa, que es las alas, occasiones de offender a Dios532, y con mucha prudencia, mirando al escudo de la sabiduría, veen todos sus contrarios y con la illustración del Espíritu Sancto, que es la verdadera sabiduría, triumphan de todos los vicios, y aviendo con tan heroicas obras y tan insignes proezas (vencidos los contrarios), buelven con esta victoria a su patria, que es la vida eterna.

Pallas, inventora de muchas cosas. 241r

Dexo de dezir muchas cosas que el curioso lector se hallará tras cada passo, en la varia lectión de los auctores, porque sería hazer muy gran volumen si dixéssemos cómo a ésta le atribuyeron la invención de muchos instrumentos músicos, y del arte y manera de plantar las olivas y hazer el azeite, y de la lechuza con que los egipcios entendían la sabiduría y los athenienses tanto reverenciavan y ponían en los reversos de sus monedas, assí como esta ave vee de noche lo que todas las otras aves no pueden. De essa manera el que es sabio vee con grandíssima claridad lo que a los ignorantes idiotas les paresce inintelligible.

Finalmente en su pedestal pusimos esta letra, con la qual se da a entender cómo Pallas, viendo a Su Magestad en Madrid, considerando su gran hermosura y sus particulares dotes de ánimo, començó a loar la felicidad de Madrid, porque goza de su favor y real presencia.

Vrsariae ut uidit Pallas in collibus Annam, 531 Véase lo dicho en la Introducción sobre estas fuentes mitográficas. Cf. Cornuto, De nat. deor., s.v: De Minerva; Paléfato, De non cred. hist., cap. : De Phorcynis filiabus; Juliano Aurelio, De cogn. deor., cap.: De Minerva, Macrob. Comm. Scip. I 14, 21, con una referencia a Perseo como estrella; sobre Minerva: Saturn. I 17, 67; 17, 70; III 4, 8; V 13, 34; 22, 8. Diodoro, Bibl. hist. III 55, 1-3. 532 Este párrafo es una muestra clara de la asimilación de un motivo pagano a un asunto cristiano. La referencia a san Pablo evoca un pasaje de la epístola a los Efesios (Ephes. VI 13-17), aunque, naturalmente, allí nada se dice de la Medusa.

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Foelices tanta coniuge dixit eos. Después que en los términos de Madrid vio Pallas a la reina doña Ana,

pronosticó con su sciencia su felicidad y merced que de Su Magestad recibe cada día. En su reverso:

241v En nuestra gran Ana de Austria, Mayor triumpho, sciencia y gloria que en Pallas, con gran victoria. Al otro ángulo:

DEC. DEC. MAN. D. D. D. AVG. AN. PHI. II. V. I. V.

Decreto Decurionum Mantuanorum donum, dignum, dicatum, Augustae

Annae Philippi II uenienti in urbem533. 242r

Aviendo Su Magestad recebido particular contentamiento en aver gustado de un tan maravilloso spectáculo y ver las figuras tan perfectamente acabadas, procedió adelante. Su artífice fue Lucas de Mithata, español, y tuvo muy buen término esta obra con la de Bacho y Neptuno y el segundo arco de los reinos, por la superintendencia y cuidado de Bartholomé Velásquez de la Canal, regidor, a quien, como avemos dicho, por decreto del Ayuntamiento se le cometió, como a hombre tan curios en las buenas letras.

Entrada de la segunda muralla y lo que en ella se hizo Llegando Su Magestad a la puerta de la segunda muralla deste

pueblo, que vulgarmente llaman el arco de la Almudena534, la qual con una torre cavallero fortíssima de pedernal se derribó y rompió para ensanchar el passo. Estava tan fuerte que con grandíssima difficultad muchos artífices con grandes instrumentos no podían desencaxar la

533 López de Hoyos ofrece aquí al lector el desarrollo de las abreviaturas de la inscripción, quizá por considerar que existe bastante dificultad para interpretarlas correctamente, lo que no debía ocurrir con las otras que han ido apareciendo a lo largo de la obra. En la composición de este epígrafe es patente el intento de asimilación al mundo romano y a sus instituciones. Aquí se identifica la dedicación del monumento a doña Ana, por mandato del Ayuntamiento de Madrid que costeó los gastos, con las conocidas dedicaciones de los decuriones romanos, que realizaban este tipo de funciones y con cuya denominación se identifica a los miembros del concejo madrileño. 534 Se trata del primer recinto amurallado que tuvo la ciudad, el árabe, que perdió para la ocasión la última que le quedaba de sus tres puertas originales, con el fín de que ese tramo de la calle Mayor ganara en perspectiva y en facilidad de tránsito.

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cantería, que entendieron que no era pequeño argumento de su grande antigüedad. Pero por servir a Su Magestad ninguna cosa avía que se pusiesse delante, teniendo respecto a lo mucho que se deve hazer en su real servicio.

242v

Quedó un tránsito muy claro, espacioso y desenfadado, todo blanqueado y canteado con sus puntas de pirámides y acroterias que deffinen y rematan por lo alto.

Colosso y figura de Atlas y su significación.

Entrando se offreció luego a Su Magestad, en la plaça de la Iglesia Mayor, un colosso, statua y figura del gigante Atlas, tiene treinta y dos pies de alto535 y sobre los ombros tenía un globo de treinta y seis pies de redondez y de doze de diámetro. Éste se levantava sobre un pedestal de diez pies de alto. Tiene por frente ocho por su gran perpetuidad, todo de argamassa y ladrillo y la figura de yesso, a modo de mármol blanco ginovisco, singularmente acabado. Era desde su planta hasta el remate, de cinquenta pies de alto.

243r

El globo que sobre los ombros tenía, tiene muy bien figurados todos los doze signos del Zodiaco y en él la estrella de Hércules y porque, por acabar ya de todo, demos alguna luz y saber, el origen y principio de donde nasció la fábula con que los poetas fingieron que el gigante Atlas tenía y sustentava el cielo en sus ombros536.

Verdadera historia de Atlas. 243v

Para entender esto, dexando muchas cosas al discreto y curioso lector, se deve notar que Atlas fue un muy valeroso rey de Mauritania, el qual (como dize Sant Augustín en el libro 28 de la Ciudad de Dio<s>537) fue grande astrólogo y el primero que enseñó el curso y revolución de los orbes calestiales y cursos de las estrellas y planetas, por lo qual tuvo lugar la fábula de dezir que traía el cielo en los ombros, y como dize Diodoro en el libro 4538, el primero que compuso la sphera y la dio a entender a los hombres fue este Atlas, por lo qual, como digo, fingieron los poetas que sustentava el cielo en los hombros.

Otra razón porque se dixo que Atlas sustentava el cielo.

Junto con esto tuvieron occasión de fingir que Atlas sustentava y era columna del cielo porque, siendo avisado por el oráculo que se guardasse de algún hijo de Júppiter, andava siempre recatado y por no conocer los hijos que Júppiter tenía, acordó de no recebir ni hospedar a alguno, lo qual como supiesse Perseo, hijo de Iúppiter, indignado desto, mostró a Atlas la cabeça de la Gorgone Medusa (de la qual avemos dicho arriba en el colosso de Pallas) y en viendo la cabeça se convertió en un tan alto monte que no se alcança con la vista su altura,

535 Si se calcula que un pie medía poco más de 28 cms., el gigante alcanzaba la colosal altura de casi ocho metros y medio. 536 Cf. Cornuto, De nat. deor., cap.: de Atlante. 537 Cf. August., Civ. Dei XVIII 8, 9: Frater eius Atlans magnus fuisse astrologus dicitur; unde occasionem fabula inuenit, tu eum caelum portate confingeret. 538 Cf. Diodoro, Bibl. hist. III 60 1.

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por lo qual parece tocar en el cielo, y por esta razón dixeron que Atlas, rey de la Mauritania, sustentava el cielo con los hombros.

244r Por Atlas, hombres valerosos y de muslo pecho.

De aquí los architectos griegos llamaron atlantes a los postes y linteles que sustentan todo el edificio y por esta significación, quando los egipcios quieren dar a entender un hombre tan valeroso que tuviesse en sus hombros todo el govierno de la República y llevasse a cuestas la carga de un trabajo tan grande como es mandar y governar, pintavan un Atlas como aquí le pusimos, dando a entender la magestad y valor del rey don Phelippe, nuestro señor, el qual, como otro Atlas, sustenta y tiene con grande fuerça y singular constancia a su cargo, como tan cathólico príncipe (después de Dios), todo el govierno, refugio y amparo de la República christiana.

244v

Y agora con este tan sancto y tan felice matrimonio, su fuerça, potencia, religión y justicia y toda la grandeza y summa de sus reales y heroicas virtudes, las quales por esta figura de Atlas se deven entender, serán más dilatadas y de tanta felicidad que en poco tiempo con el favor de nuestro Señor enriquecerán la monarchía y república christiana, con grandes y soberanos triumphos illustrarán a España con las prendas tan desseadas deste sancto y felice matrimonio. Todo lo qual comprehendimos en este epigramma:

FOELICITATI PHILIPPI Sustinuisse humeris Atlanta ingentibus orbem Sidereque Alcidis emicuisse ferunt. Haud secus Hesperiae rex inclytus ille Philippus Sustinet aethereae relligionis onus. Austriadaque illi coniuncta coniuge fida, Et sancta et bella plus micat atque nitet. Declaración: 245r

Dizen que Atlas en sus grandes y fornidos ombros sustentó el mundo y aver resplandecido con la estrella de Hércules, de essa misma manera el excelso y claríssimo rey Philippo tiene en sus hombros la carga y peso de la religión christiana y agora casado con la Sereníssima reina doña Ana de Austria, tan sancta y tan hermosa, mucho más resplandece con esta tan soberana estrella, y su gloria y valor es más dilatado.

245v Orden de la clerezía en recebir a Su Magestad.

De aquí Su Magestad llegó con mucho contentamiento (aunque cansada y maravillada de ver tan gran variedad de cosas) al templo de Sancta María, que es la Iglesia Mayor y más antigua de Madrid, donde toda la clerezía y cabildo se avía congregado esperando la felice venida de Su Magestad, todos con capas de brocado muy ricas y las catorze cruzes de las parrochias salieron de la iglesia a recebir a Su Magestad. El vicario con una cruz muy rica llegó a un sitial donde Su Magestad se

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apeó y tomando la cruz el Illustríssimo y Reverendíssimo Cardenal Espinosa, etcétera, la dio a besar a Su Magestad, la qual, hincadas las rodillas, devotamente adoró y besó la cruz.

La entrada de Su Magestad en el templo y los que ivan a sus lados. 246r

Y procediendo la processión con mucha música bolvieron al templo. Su Magestad con el Príncipe Alberto de Austria de la mano y el Illustríssimo Cardenal Espinosa, etcétera, al otro lado, entró en el templo a hazer oración, el qual estava muy adornado con muchos toldos y paños de sedas y brocados, toda su entrada y pórtico renovado y canteado con illustre ornato.

Junto al altar mayor se puso un muy rico sitial de brocado y dos coxines de lo mismo, donde Su Magestad, hincada de rodillas, con mucha devoción, se detuvo buen espacio de tiempo, mientras la capilla real, con muy suave y concertada música, cantó el Te Deum laudamus, dando todos muchas gracias a Dios por la merced que a todos estos reinos ha hecho.

Costumbre antigua de los reyes de España. 246v Costumbre de romanos de dar gracias por los triumphos.

Ésta es una muy sancta y muy religiosa y muy antigua costumbre de los reyes de España, que a la primera visita es dar gracias a nuestro Señor y a reconocer cómo todo el triumpho y gloria se le ha de dar y referir a Su divina Magestad, pues viniendo de su divina mano será perfecto y no avrá lugar para que la polilla ambiciosa y sobervia del mundo estrague aquello que, recebido por Dios, illustra al cuerpo y al alma.

Este affecto de religión guardaron los romanos quando entrando por Roma triumphando todo el acompañamiento con el que triumphava ivan al Capitolio donde estava el templo de Júppiter y allí dando gracias a Dios por la victoria y triumpho alcançado hazía<n> muchos sacrificios539.

Acabado, pues, el Te Deum laudamus y dicha la oración, la qual dixo el vicario (como capellán de Su Magestad) la Reina, nuestra señora, partió de la iglesia con todo su acompañamiento y triumpho.

247r Casa y palacio real de Su Magestad.

Y procediendo poco a poco llegó a vista de palacio, una de las más principales y sumptuosas casas reales que ay en el orbe, tan illustrada con la assistencia de todos los reyes de España, como su antigua casa y tan real aposento y de nuevo amplificada, y tan feliz por el assiento y habitación del Rey don Philipe, nuestro señor, el qual con muy sumptuosas y exquisitas fábricas, dignas de tan gran príncipe, cada día de nuevo la illustra, de manera que es (consideradas todas sus

539 Cf., por ejemplo, Val. Max., III 7, 1, sobre Publio Escipión, quien citado por el tribuno de la plebe, Marco Nevio, se dirigió al foro, acompañado de mucha gente y arengó al pueblo diciendo que era el aniversario de la paz que él había impuesto a Cartago y que, por tanto, había que dirigirse al Capitolio a dar las gracias a los dioses. El Senado, todo el orden ecuestre y la plebe le acompañaron al templo de Júpiter. El tribuno que lo había acusado, al quedarse solo en el Foro, optó por ir también con él, pasando de ser su enemigo a ser su gran admirador.

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qualidades) la más rara cosa que ningún príncipe tiene en el mundo540. 247v

Con este tan agradable espectáculo y con ver toda la infantería que en el assalto del castillo, como arriba diximos, se halló, la qual toda con sus vanderas y muy buen orden y concierto concurrió al puerta de palacio, en el qual lugar ay un campo y plaça muy espaciosa, hechos sus esquadrones de gente tan luzida y tan bizarra que fue una de las cosas de que Su Magestad más gustó.

Entrada en palacio.

Entrando Su Magestad en palacio, toda la infantería con sus atambores y pifanos, las trompetas y menestriles, con toda la artillería de una y otra parte y la que la guarda de a cavallo trae y dispara en estas solennidades, todo a un tiempo, con grandíssimo estruendo, hizo una de las más solemnes y graciosas salvas y a (dicho de todos los que con Su Magestad venían) que más gusto diesse, que en todos estos reinos jamás se ha visto.

Orden en recebir a Su Magestad. 248r

Llegada Su Magestad y entrando dentro del palacio, la salieron a recebir hasta el zaguán, las Sereníssimas Princesa de Portugal, doña Juana de Austria, y las Infantas, doña Isabel Eugenia y doña Cathalina; y los Sereníssimos Príncipes Rodolpho y Arnesto salieron del apossento de la Sereníssimas Infantas y con este orden.

Mayordomos de la casa real.

Precedían el duque de Nájera y el marqués de Sarriá y el marqués del Adrada, don Antonio de la Cueva, mayordomo mayor, y don Gonçalo Chacón y don Pedro Lasso de Castilla, señor de Sant Martín, mayordomos de Su Magestad, todos con sus bastones en las manos.

248v

Luego los Sereníssimos Príncipes, tras ellos las Infantas, que llevava la Sereníssima Princesa delante de sí y detrás de Su Alteza iva doña Aldonça de Baçán, marquesa de Fromesta, camarera mayor de la Reina; llévanla de la mano la duquesa541 de Feria y el marqués de Fromesta, su hijo.

Luego doña Isabel de Quiñones, camarera mayor de la Princesa y doña María Chacón, aya de las Infantas, y luego doña Theresa de

540 El Alcázar había sido un pequeño palacio de estilo mudéjar que utilizaron con frecuencia los Trastámara (y no “todos los reyes de España”), y sobre el que Carlos V realizó ampliaciones a partir de 1536. En los años cuarenta fue el príncipe Felipe quien intentó ennoblecer su emplazamiento mejorando las calles circundantes. Pero la idea definitiva que quería del conjunto la adquirió estando en los Países Bajos, donde aprendió la posibilidad de combinar el campo con la vida palaciega, que no era de su agrado. Por eso, en 1556 ordenó que se adquiriera el terreno que mediaba entre el edificio y el río Manzanares, y en los años sesenta procedió a la reforma y ampliación de aquél, con lo que el Alcázar se transformó en la residencia de la Corona mayor y más importante. En 1562 comenzó a construir enfrente la pequeña Casa de Campo, cuya dirección encomendó a Juan Bautista de Toledo, rodeada de jardines manieristas en los que había un laberinto y muchas fuentes, entre otras de Venus, Diana y las ninfas, que utilizaban el elemento sorpresivo tan del agrado en la época y que, según hemos visto, se empleó también al comienzo del recorrido de doña Ana. Fue a comienzos de los sesenta cuando el Rey eligió para emplazamiento de sus habitaciones el ala Oeste, desde donde se gozaba de tan bella vista, y que, además, tenía la ventaja de ser más fresca en verano. 541 Esta palabra aparece escrita en mayúsculas y con un cuerpo mayor en la edición de 1572.

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Guevara, guarda mayor de las damas, y otras señoras de título. Últimamente ivan damas de las Sereníssimas Infantas y Princesa,

con grande ornato y compostura. 249r

Llegadas, pues, todas, se recibieron con grande amor y abraçándose muy enternescidamente subieron al apossento de la Reina, llevando la Princesa a la Reina, a la mano derecha, delante las Infantas; y a la Sereníssima Infanta doña Isabel llevó el Illustríssimo Cardenal Espinosa de la mano, las quales hospedaron a Su Magestad, donde por muchos años nuestro señor sea servido conservar con suprema felicidad esta tan sancta compañía para que con el fructo de su bendito matrimonio se amplifique toda la República christiana, con la paz y contentamiento que de tan dichoso matrimonio al presente goza.

Buelta del Illustríssimo a su posada.

El Illustríssimo Cardenal don Diego de Espinosa, etcétera, dexando en su aposento a Su Magestad, bolvió a su posada, acompañado de toda la nobleza de la Corte, el Corregidor y Ayuntamiento, el qual tenía prevenidos dozientos soldados luzidamente adereçados, los quales llevavan en contorno de Su Illustríssima Señoría sus hachas de cera blanca.

Y dexando a Su Señoría Illustríssima en su posada, anduvieron regozijando el pueblo con otras muchas differencias de luminarias e ingenios de fuego con que huvo un público regozijo muy solennizado.

249v Fue commissario de todo el aparato de las hachas y luminarias Pero Rodríguez de Alcántara, regidor.

El concurso de la gente fue muy grande, como avemos dicho, la abundancia de bastimentos y de todas las cosas necessarias fue tan notable que valió este día todo muy barato, más que los otros días ordinarios.

Por caer todos tan cansados de aver visto tantos y tan agradables spectáculos, todos se retiraron a descansar y reposar.

Fiestas del 2º día después dentrada la Reina. 250r

Otro día el Corregidor mandó pregonar se holgasse por todo el pueblo y concurriessen a palacio todas las compañías de la infantería, las quales con tanto número de pifanos y tambores y sus luzidas vanderas vinieron con harta frequencia de muy bizarros y dispuestos soldados, anduvieron por todo el campo del Rey a vista de Su Magestad, haziendo reseña y muestra tan luzida y curiosa que se gustó deste ensayo y preludio militar como si fuera un campo muy formado. Al qual, por ser cosa tan hermosa y tan agradable, los latinos llamaron bellum, que quiere dezir hermoso, bello y agradable.

En esta parte los plateros avían hecho un muy hermoso castillo, con sus rebellines y muchos ingenios de fuego en su contorno.

Venida la noche, después de aver Sus Magestades cenado, el Corregidor con todos los cavalleros de Ayuntamiento y algunos otros illustres de Madrid hizieron un juego de alcanziazos con muy

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sumptuosas libreas. Fueron ocho quadrillas de a veinte cavalleros que hazían ochenta. Cada quadrilla fue de differente librea de sedas de varios colores.

250v

La del Corregidor fue de marlotas de tafetán carmesí y capellares de tafetán amarillo, turbantes de terciopelpo desta misma color.

Don Francisco de Vargas Manrique con su quadrilla, marlotas negras, capellares blancos.

Don Lope Çapata con su quadrilla, marlotas encarnadas y capellares morados.

Don Diego de Ayala con su quadrilla, marlotas blancas y capellares negros.

Iuan de Villafuerte con su quadrilla, marlotas encarnadas y capellares morados.

Don Pedro de Ribera con su quadrilla, marlotas amarillas, capellares colorados.

Pedro de Herrera con su quadrilla, marlotas amarillas y capellares colorados.

251r Bartholomé Velásquez de la Canal con su quadrilla, marlotas azules y capellares verdes.

Todos con turbantes de terciopelo y guarniciones a los cavallos de lo mismo, trompetas y atabales y menestriles, con libreas de damasco colorado y faxas de terciopelo amarillo, todos assí juntos, con hachas de cera blanca en las manos, salieron muy ordenadamente de las casas de Ayuntamiento, precediendo toda la música, vinieron a vista de palacio, donde en presencia de Sus Magestades, después de aver hecho una muy concertada escaramuça, se dieron de alcanziazos en sus adargas, que fue una muy agradable y concertada fiesta.

251v

En el ínterin del castillo se desparzían y tiravan a diversas partes muchos cohetes, ardían en su contorno unas acroterias e ingenios de fuego con que, a modo de pirámides, rematavan los rebellines.

Toda la infantería cercando el castillo le combatió y subieron las vanderas a lo alto, donde con grande estruendo se desparzían muchos ingenios de fuego.

Hecho este assalto, harto animosamente, se desbarató el juego y por todo el pueblo con grande regozijo anduvo la cavallería solennizando la fiesta, fue de grande contento porque, en todo el discurso que avemos contado, ninguna infelicidad ni desgracia ha avido, antes con mucha paz y tranquilidad (que no ha sido pequeña merced de nuestro Señor, aviendo avido tan gran concurso de gente) se remataron estas fiestas.

252r

La corte de Su Magestad está muy florida, con gran concurso de grandes, libreas muy costosas, gran abundancia de todas las cosas, concordia y paz en todos sus reinos, la qual nuestro Señor por muchos años con la larga vida destos sereníssimos príncipes, reyes y señores

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nuestros conserve, para que de su desseado fructo se alcance la feliz prosperidad que todos estos reinos con tanto amor y affecto dessean. Lo qual, por su divina clemencia y misericordia conceda.

Qui uiuit et regnat, trinus et unus, in saecula saeculorum. Amen.

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252v IN SERENISSIMI PHILIPPI II ET DOMINAE ANNAE

Hispaniarum regum nuptiis dignitatis et concordiae plenis, Epithalamicum carmen

O foelix aetas, o terque quaterque beata Tempora, quae miseris commoda tanta ferunt Flumina iam lactis, iam flumina nectaris ibunt, Et pleno cornu copia fundet opes Mittitur e coelo coniux praeclara Philippi, Quae rerum sequitur dulcis et alma quies. Nunc mare tranquillum, te nunc ostende serenum Oceanum, uentos Aeole claude tuos. Nunc pelago cum natabus dea Doris ab alto Exi et duc choreas, nauigat alma Venus. Nauigat alma Venus, quae est filia Caesaris Anna Austria,sanctam animo, corpore bella nimis 253r Thetios ex udo gremio et Nereidis Annam Egrestam et reducem sumite Hamadriades. Sumite dein Driades, uos et dein Naiades Iris Laeta uenit iussu coniugis ecce Iouis. Adsis, o Regina, beans foeliciter urbem Ecce tuam atque hilaris maenia nostra uide. Propterea nemo est qui non tibi fausta precetur. Omnia et exoptet perpetuo incolumem. Cuncta tuo aduentu laetantur regna Philippi Oppidaque ante alios Mantua, sed populos. Idcirco populus proceres et curia festas Induit en uestes purpureasque togas. Omnia quae pridem tristi langore iacebant Florida iam redeunt prospera laeta nimis Nunc passim auditur cunctis harmoria muris. Cymbala cum citharis, timpana cum lituis. Rex o coniugio Nymphae dignate superbo, Quem toties uiduat Parca seuera roris. Euge animo sancique nouum per secula foedus Coniugium Nymphae praecinuere tuum. 253v Sis foelix, numerumque auge pius ipse piorum Vt sit et ambobus prospera summa dies. Adsint et charites adsitque Hymeneus et adsit Prospera connubio, pronuba Iuno tuo. Dianae per Anna micat, coelumque colorat Quaque it humus nitidas sternit ubique rosas. Foelici cum prole genus charumque nepotem

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Reddat auo, reddat pignora chara patri.

INCLYTA ANNA.

Genere atque forma uicta cui cedit Venus, Iouisque coniux et ferox armis Dea. De Dominae Annae, Hispaniarum Reginae, secunda ac prospera nauigatione. Cum iam spumosum latitaret classibus aequor Annaque caeruleis iam ueheretur aquis. Eolus immanes frenauit carcere uentos, Et posuit rabidi murmura saeua nothi. Alba Thetis nautis ubi deerant sydera caelo Ducebat caecas per uada tuta rates. PARIDIS IVDICIVM

Pro forma pariter necnon pro munere certant Supposita arbitrio numina tanta meo. At iam cede Venus, cedat cum Palladae Iuno, Vna omnes superat pulchrior Anna Deas. [254r] En tanta alegría y felicidad tan uniuersal no es razón dexar de

celebrar también lo que el secretario Diego Gracián, criado antiguo de Su Magestad (como tan erudito en letras griegas y latinas) compuso, mostrando bien el alegría y zelo de servir a Sus Magestades.

El secretario Diego Gracián

al recebimiento de la Cathólica Reina Ana, nuestra señora, en Madrid. A la statua del Emperador Carlos V. Plus Vltra.

Alcides posuit, Caesar protulit ultra. Vlterius uictor, qui sua signa tulit PLVS VLTRA Gades nomen qui extendit ad Indos Imperiumque suum clausit utroque Polo

254v Solis utramque domum meritis illustrat et implet, quoque aliud tendat non habet ulterius. Parcere subiectis et debellare superbos Gloria, laus ingens regis et officium.

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Verae igitur laudis famam, nomenque tenebit Qui uerum patriae dicitur esse pater. A la del rey don Philippe, nuestro señor. In effigiem Domini Philippi Hispaniarum regis carmen, Iacobi Gratiani regii secretarii. Rex, oculus mundi, diuum caelestis imago, Diceris et magni numinis instar eris. Sancta fides merito Christi uindice, floret. Te duce erit soli gloria prima Deo. Ipse reges populum ac patriis uirtutibus orbem: Principe te stabunt templa dicata Deo. Primus et extremus te nouerit orbis et ultra Humanum uirtus se feret ista gradum. Det Deus ergo annos: a te nam caetera sumes: Sint modo uirtuti tempora longa tuae. A la del Rey Cathólico don Fernando, con Tanto monta.

Catholici primus mensuram non is implet Relligione pari iustitia atque fide.

[255r] Subiecit populos nobis, non ante fideles: Subque iugo posuit maxima regna suo Magnus Alexander Gordi nodum ense recindens

Oracli sortem lusit et implet ouans. Sic rex implicitos nexus ait ipse recindens Scindi uel solui nexa perinde ualet. A la del Emperador don Fernando, hermano del Emperador. Quo pius affectu pollucem castor amauit, Alternis redamans frateret ipse suum. Haud aliter Caesar fratri uirtute secundus In proprium fratris uenerat imperium.

Proximus hic Carlo seruet qui dogmata Christi Rite Deumque colens Christi feramque fidem.

Maxima quae potuit, cum quis dat gratus abunde est: Et finem pietas contigit illa suum.

Ergo huius proles diuinam protulit Annam Quae nihil in terris grandius esse potest.

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A la del Emperador Rodolfo Vir pietate ingens et bello clarus et armis, Atque colens summa religione Deum. Occidit regem uictis Mauorte Bohemis, Sub ditione ducis Austria facta fuit 255v Alsatiam pacat pacatque Thuringia regna: Arcibus euersis, sic sine lite manent. Virtutique uiri cessit germania fortis: Imperioque ducis paruit ipsa libens. A la de Madrid con un coraçón que offrece a la Reina, nuestra señora. Diua ueni felix uotis optata benignis: A superis missa es Anna, uocata ueni. Te ueniente polus gaudet quoque sydera fulgent: Ostentat Phoebus lumina clara sua. Ingredere, o lux, o spes, o decus orbis et urbis: Terraque felici tacta sit ista pede. Accipe cor purum, quod dat tibi maxima princeps: Mantua sit cordi resque salusque tuo. Mantua sum tua, semper ero tua dicar ubique Res, ciueis, urbem scis fore et esse tua. Mantua laetatur: laeti concepimus omnes, Regina aduentu gaudia summa tuo. Tu decus Hesperiae, tu spes fidissima nostri Orta uetus regum, tu renouare genus. Sume nouos factus audax Hispania tellus, Felix quae tanta principe tuta manes. A la de España con las armas y dardos en la una mano y en la otra las miesses que offrece a la Reina, nuestra señora. [256r] Belligera Hesperia, ac uictrix uictricibus armis Dona feret fruges fertilitate sua. A la de la heregía que está hollada debaxo de los pies de España. Perfida lege tua subtus deuicta praemeris, Ibis et igniuomus in Phlegetontis aquas.

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A la de la Justicia Orietur in diebus eius iustitia et abundan-

tia pacis, donec auferatur Luna. Discito iustitiam princeps, qua rexeris orbem per quam tuta fides, lex quoque robur habet.

A la de Juno con el jugo del matrimonio. Accipe diua iugum, quod dat tibi pronuba Iuno Sitque tuo concors pax et amorque TBORO A la de Venus desnuda, que denota la hermosura. Quae dubia solita es palma certare Dione Nunc frustrata tuis concipe uota noua. Olim forma tibi, sed nunc formosior Anna est Ergo Venus meritae cede locumque dato. 256v A Paris, juez. Aspice magne Pari formosa proximus Annam, En iterum dices, Tu mihi sola places. Non dubitans haeret, ceu quondam praemia formae Tradere Dardanides arbiter ille Paris. Sed Paphia spreta Iunone et Pallade uictis Anna tuum pomum iure dat ecce tibi. A la statua de Baccho Haec est illa dies quae te celebrare triumphum Laeta coronatum tempora Bacche decet. A la de Neptuno. Neptunus pelagus saeuo compello tridente, Qui straui princeps aequora tuta tibi. A la de Atlas, que sostiene el cielo como el Rey, nuestro señor, Sostiene la tierra, con la fe y con las armas. Suppositum ut quondam caelum suffulserat Atlas Incubuitque humeris machina celsa suis.

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Sic rex terrarum tibi soli innititur orbis, Statque fide atque armis magne Philippe tuis. A la de la Religión. Relligio gentile bonum propriumque Philippi Tam bene ut exuperet hac quoque parte suos.

FINIS

257r HIERONYMI RAMIRII

Epithalamion de nuptiis Philippi II Hispaniarum regis catholici, et Dominae Annae, Maximi Romanorum Imperatoris filiae Quis mihi tam laeto titillat pectora motu, Et rapit ad plausus dulcemque imitatus Olympi Concentum (assidua dum se uertigine uoluunt Orbes aetherei) complet sonus entheus aures? Vt me tam late nugis et mollibus odis. Assuetum manesque edoctum flere sepultos, Ad regum thalamos generosa ad carmina regum Musa uocet stimuletque nouum tentare laborem? Ipsa quidem cultus iam nunc induta priores Hesperia ipsa suos discussa nube nitores 257v Explicat et laeto perfundit pectora plausu Respirans lauroque comas et tempora uelat Ac si quae lybicas inter caput extulit urbes Terra uiris armisque potens et saeta rapinis Capta sit et solymis late domus inclyta templis Quin etiam superi thaedis orbique fauentes Festiuum Paeana canunt, uelut aethere ab alto Cum male praecipites egit Iouis ira gigantes. Temperie nunquam maiori et sedere uincta. Seruarunt elementa fidem, furor impius Austri, Ventorumque minae ponto siluere quieto, Et Zephyri blando demulcent murmure terras Cum canas demore niues amnesque furentes Praecipitet glacialis hyems e montibus altis, Exarmata tepet uultuque arridet amico. Hanc rerum faciem Deus atque haec tempora donat Non temere certatim oens animisque uolentes

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Coniugio festisque fauent ac munera reddunt Caelicolae et radiis conniuent Astra benignis. In primis genialis Hymem et pronuba Iuno Multa parant laetoque accendunt omine thedas. 258r Hic dulces annos dextra laeuaque cubile Illaesum gerit et pendentia uincula collo. Illa Arabum merces lapidesque oriente petitos Et Pallam insignem castasque in tempora uittas Laeta offert orisque decus sanctumque pudorem. Rectus amor qui pactatori solemnia sancit Innectitque animos et nulli obnoxia culpae Gaudia permittit circum plaudentibus alis Ibat et auratam regis properabat in aulam. Ollise charites una iunxere uenustae Et Nymphae Idaliae. Sed ubi capitolia plantis Alatis tetigit nuebes atque aera tranans, Constitit et paulum commoto pectore anhelans, Auratam tinctamque rosis uiolisque sagittam Aptauit rapido illa furit pro innane uolatu Ac tandem stetit usque tremens pectusque Philippi. Qui tunc pro rapta fundebat coniuge quaestus Traiecit subitoque Annae inflammauit amore At rex illato stimulatus uulnere amoris. Ecquis ait lachrymis modus, ecquis fletibus istis. 258v Finis erit semper ne animo seruabo dolores Et me sol oriens et me nox atra uidebit Lugentem querulaeque piis plangoribus urbes Vsque adeo resonent? nec quis mihi ludet in aula Carolides patremque uocet? ergo aduena nostras (Quod superi auertant) haeres tractabit habenas Sceptraque iam pridem serie deducta parentum? Ah quantum nostris sese implicat Anna medullis, Et placet et sanctos animo iam uentilat ignes Quamuis iuncta mihi materno sanguinis ortu Communes sortitur auos, iam denique uincat Vincat amor tua tela puer, tua uulnera teque Accipio agnoscoque libens et publica curans Ad thalamos adspiro percus sic fatus acerbas Sopiuit curas lacrymasque et lumina tersit. Iam sceptrum regale manu, iam uertice celso Igniuomum diadema gerit radiisque capillos Intonsos pectit fussamque in pectora barbam. O quantum decus ore nitet? sic aurea quondam Adflauit Venus Aeneam, faciemque rubore

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259r Pinxit et aethereos oculis diffudit honores Cum nati aspectu miseram liquefecit Elisam. Nunquam alias casto deuincti faedere lecti Tam magni coiere duces, hic ore manuque Belligera, Clypeoque uiros et fortibus armis Vincit et illa potest prae se ridere Lacaenam Sunt tamen ambo pares et non est coniuge coniux Inferior quodquam si spectes stemate et altos Austriacae gentis titulos et nomina auorum Consilium rerum grauitasque in fronte renidens Par ambobus inest et primis insita ab annis Maiestas iam digna polo regnare sereno: Sed terris contenta modo sceptroque minori Res hominum foueat tenues et sydera donet. Quod iam lanificae firmarunt numine Parcae, Cum bene connubii senserunt orgia sacri, Phaebeasque lyras atque exultantia plausu Tecta poli. Nunc turba mihi dilectae sorores. 259v Exiluisse decet nunc ora remittitae saeuis Torua superciliis Lachesis ait anxia uitae Stamina fatalesque manu deponite telas. Exempta arbitrio nostro mortalibus aegris Tempora eant nec fila colo suspensa trhantur. Dum festus celebratur Hymen lateque resultat Hesperiae tellus et foelix Mantua gaudet Mantua Niliacae superas miracula Memphis Et regum generosa domus, sacrata triumphis Quam male (pro facinus) lacrymis oppressimus usque Funereisque rogis, uirides dum Principis annos Demetimus regemque toris et coniuge chara Fraudamus fetuque uteri iam caedis abundet est, Firmemus thalamos Pyliique senilia uiuant Lustra senis pulchris implentes regibus orbem. Finierat Lachsis nec dictis abnuit ulla Consilium sed uoce probant pariterque uolentes In pia fatales iurarunt uerba sorores. 260r Interea uirgo tectis egressa parentum Regificis roseasque genas et eburnea fletu Ora rigans dum matris amor pietasque recursat Caeruleum mare sulcabat ratibusque superbis Credita, dotales cursu tendebat in oras. Quaque it Nereidum chorus et Neptunia Thetys Motas sternit aquas et mistas floribus algas, Purpureasque rosas et rubra coralia fundit,

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Aspiceres ora exertos et uerbere caudae Plaudentes tynnos raptosque elittore nautas Delphines bibulae sistebant margine terrae Impositos humeris et iam per caerula uectos. Nec tulit immanes euros incumbere ponto Neptunus pater, ipse manu trifidoque tridenti Ductabat classem deerant ubi sydera caelo. Et syrtes, scopulosque uadis monstrabat opertos. Auditus concha Triton mulcere procellas, Atque uocare Deus, qui claustris aequoris imis Humidiora tenent, solique imperuia regna. 260v Carpathio tunc forte mari squammosa trahebat Protheus armenta et turpes in pascua Phocas Qui post quam cantus sensit Tritonis ouantes Et motum in plausus aequor praefaga futuri Pectora concutiens diuinos mente calores Concipit et rerum pandens arcana latentur, Tranquillum claris complebat uocibus aequor. I digna Hesperiae sceptrum gestare tremendum Et digna omniparae regnis succedere terrae. Ipsa tibi late resonabilis Amphitrite Ridet et ipsa tibio submittit lilia tellus. O quot opes iam nunc fluere, o quae surgere regna Coniugio tali aspicio quam mira laborum Spectacla artificumque manus operumque figuras. Euge pater patriae atque idem rex optime regum, Euge et opes hilaris iam tandem profer auitas 261r De locuplete penu, baccata monilia gemmis Quaeque uomant ignes et spirent undique odorem Vestes bombycum labor et mirabile textum. Euge iterum faciet iam te regina parentem, Prole noua sanctoque inolescent pignora lecto, Quae te, quae matrem referant atauosque potentes. Et totum iustis submittant legibus orbem Tu Lucina faue, redeunt iam saecula mundo Aurea et armisonos ponit Bellona tumultus, Paxque emissa polo laetis dabit otia terris. Victor io, bellator io, iam dicite uates, Dicite uictrices palmas laetosque triumphos. Aspirat fortuna fauens et rebus iberis Incipit annuere et casus releuare priores. Haec ubi uatidico concussus numine e Protheus Edidit innumeros texebat in aequore ludos Et consulta uolens rerumque arcana ferebat

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Quid memorem choreas hilares cantusque sonantes 261v Nympharum quae rura colunt et peruia tantum Lustra feris cum fama ipsos effusa per agros Rettulit in columi portum tetigisse carina Reginam septam Nymphis numeroque suorum? Errarunt tuto in syluis hoc tempora damae. Et capreae ceruique leues nec uulnera tergo Sensit aper Diana suis immista puellis Dum canit exercetque choros proiecit eburnum Arcum humeris scelsis esse putans occidere quenquam, Et sanctos maculare dies, spectacula belli Ficta dedit Mauors et amico milite campos Struxit et innocuos in morem fulminis ictus Aerea canna dedit sumoque et puluere nigro Obduxit conuexa poli tractusque serenos. Nauales etiam pugnas celeresque triremes Nereides uitreisque pater Guadarama fluentis Attonitus uidit miratus classica bella: Vt iam nec Baethi cedat, Niloue potenti Auriferoue Tago, cum magnae robora syluae 262r Antennasque graues, liquidis uectarit in undis. Sed tu, summe Pater diuus qui semina rerum Solus habes hominumque genus seriemque nepotum, Amplificas pulchroque facis coalescere foetu: Quique mala colubri desceptum fraude parentem Primoeuum sancto sociasti foedere lecti: Diuulsamque ferunt animasse uiragine costam, Quae coniuncta uiro comes esse laeta bonorum: Haec precor auspiciis sanci connubia faustis. Summe Pater coniuxque diu cum coniuge uiuat, Turbaque natorum mensam numerosa coronet, Qui claris referant factis atque ore parentes.

FINIS

JUAN LÓPEZ DE HOYOS

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APENDICE I :

ÍNDICE DE LA OBRA PUBLICADO EN LA EDICIÓN DE 1572

TABLA Y BREVE RECOPILACIÓN de las cosas que en este libro se contienen, aunque el curioso lector hallará en las márgenes de las páginas notado sucintamente lo qua ay notable y leyendo se le offrecerá una silva y agradable jardín para entretener y recrear el entendimiento, con variedad de cosas y conocimiento de historias; todo con elegante y cortesano estilo. El viage de la Magestad de la Reina, nuestra señora, dende Espira, y la navegación hasta Santander y los recibimientos de Burgos y Valladolid, el servicio que Flandes hizo y presente que la Reina de Inglaterra embió a Su Magestad La prevención que hizo la villa de Madrid, donde se pinta el prado de Sant Hierónymo, su ornato, fuentes y arboledas. El regozijo que se hizo en Madrid, sabida la desembarcación de Su Magestad. Bodas de Sus Magestades que se celebraron en Segouia y el concurso de grandes y señores que allí se hallaron y lo que allí passó. El camino de Su magestad dende Segovia por el Pardo; pónese una breve descripción de la casa y recreación deste bosque. La llegada de Su Magestad a Madrid y el recibimiento que le hizo la infantería de la Villa y guarda de Su Magestad y los consejos. La pintura de la diosa Pales, con un muy elegante concepto poético. El assalto naval que dieron ocho galeras en un grande y espacioso estanque a un castillo y el que la infantería hizo por tierra. Cómo besaron la mano a Su Magestad en un theatro el regimiento de Madrid y todos los consejos. Illustre espectáculo de Baccho y Neptuno, por qué los llamaron dioses y de qué fueron inventores y qué sea coloso. El primer arco triumphal y mayor, a la entrada del pueblo, con las victorias de los emperadores Carlo y Fernando, Rodolpho I y Rey Cathólico y de los reyes Pelayo y Fernando y el triumpho de España, con las demás estatuas de la Heregía, Justicia y Fortaleza, y a la que representava la villa de Madrid y la del Genio, qué sea y por qué le llamaron con este nombre; pónese el origen de la Casa de Austria, la recopilación de la historia de todos estos excelsos emperadores. El reverso del primer arco, con las pinturas del dios Pan; y se declara qué cosa es Hymeneo, y de la diosa Ceres y la hieroglyphica de la Liberalidad y Clemencia y Concordia y la pintura de Mercurio y por qué mensagero de los dioses, y del Cornucopiae y de la Fortuna y Neptuno y Thetis y Acelo y de las tres Gracias y de la virtud de la Pudicicia y la naturaleza de la palma y olivo, todo particularmente alegorizado. Pónese muchos lugares de la Sagrada Escriptura, muchas invenciones de cosas dignas del curioso lector, palio y orden con que Su Magestad entró en Madrid. El segundo arco triumphal de la corona, con dos estatuas de España y Nuevo Mundo de las Indias, con los reinos de entrambas provincias, sus calidades y lo que a Su Magestad offrecían; decláranse muchas propriedades de cosas y la milagrosa invención del

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trigo del Pirú. El reverso del segundo arco, donde se cuenta el orden del descubrimiento de las Indias y por quién fueron primero pobladas. El tercer arco en medio de la calle Mayor, que es triumpho al rey don Philippe, nuestro señor; con las estatuas y coloso de Su Magestad y de sus excelsas uirtudes, Religión, Clemencia y qué sea y por qué se llama assí y sus partes y hieroglyphicas de la madura Prudencia y Justicia y estatuas de la Templança, Igualdad de ánimo y Prudencia, y tiumphos de la Defensa de la Fe cathólica, la Serenidad y Diligencia de Su Magestad. Trátase largamente de los dioses Apolo y Marte y de las propiedades del gallo y águila, trátase con harta erudición de cada cosa déstas en particular; decláranse cosas muy notables y de mucha philosophía, con muchos exemplos de cada virtud. Reuerso del tercer arco, donde se trata del nombre de Anna y se declaran las hieroglyphicas de la Potencia, Magnanimidad, Magnificencia, Fama, Fidelidad, Silencio, con la imagen de Harpocrores, con variedad de muchas y muy notables cosas y de dónde salió la costumbre de dar vejámenes en los grados, templo de la Fama y cómo no podían entrar a él sino por el de la Virtud. Versos latinos en alavança de Madrid y su antigüidad y las armas de los griegos en sus murallas. Descripción y ornato de la puerta de Guadalajara. Las quatro estatuas de Paris, Juno, Venus y Pallas, con sus letras a la plaça de San Salvador; pónese un juizio de Paris con la declaración de todas las figuras; qué sean y la philosophía que en ellas encerraron los antiguos y qué quisieron significar por cada una dellas. La estatua de Athlas, junto a Santa María, que representava al Rey nuestro. Declárase quién fue Athlas y lo que sobre ello fingieron los poetas. El recibimiento que hizo el Cabildo y Clerezía a Su Magestad en Santa María. Entrada en el templo con el acompañamiento del Sereníssimo príncipe Alberto de Austria y el Illustríssimo Cardenal Espinosa, etcétera. La entra<da> de Su Magestad en el Palacio Real, con el recibimiento que le hizieron las Sereníssimas Princesas de Portugal e Infantas de España. Luego de alcanzías y assalto que se dio a un castillo de noche en la plaça de Palacio. Epitalamion carmen in nuptiis Philippi et Anna. Alterum auctore Hieronymo Ramirio.

FINIS

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APÉNDICE II:

DIVISA DE ARMAS DE MADRID Y POEMAS LAUDATORIOS SOBRE LÓPEZ DE HOYOS

DIVISA DE LAS ARMAS DE MADRID DOS ESLAVONES HIRIENDO UN

PEDERNAL

Sic Gloria labore paratur (en el escudo) Fui sobre agua edificada Mis muros de fuego son ésta es mi insignia y blasón.

DE DOMINGO DE LEÓN AL MAESTRO JUAN LÓPEZ DE HOYOS

SONETO

No tanto ser de reyes habitada, ni de otros mil señores eminentes. No la diversidad de estrañas gentes, Que aquí tienen contino su morada, La hazen a Madrid tan affamada, Ni tanta claridad le dan sus fuentes Quanto las obras dignas y excellentes, De vuestro ingenio y vena delicada. Quantoquier se gloríen las ciudades Que más en guerra y paz han florescido Jamás podrá llegar aquí su gloria. Del tiempo passarán mil edades Mas será vuestro nombre esclarescido Y eterna vivirá vuestra memoria.

EIVSDEM DOMINICI LEONIS.

IN LAVDEM NON INDEBITAM AVTHORIS.

EPIGRAMMA

Dum memoras festosque dies altosque Hymenaeos Austriadum et uario carmine condis opus. Dumque triumphales arcus molesque superbas, Bellaque sanguineis assimilata refers. Exuperas mira illa orbis spectacula septem,

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Dicere Pyramidas, seu Babylona uelis. Atque urbem illustras quae te producit alumnum Et clara ingenii das monimenta tui. Aeternos monimenta annos uictura ducumque Et regum et clarii uoce nouanda Dei. Iam nunc innumerae gentes populique remoti Expectant auidi scripta uidere tua Ergo fac excudi totum uulganda per orbem Cessere inuidiae dira uenena procul.

EN LOA DEL AUTHOR. AMBROSIO DE LA SERNA

SONETO

Si el breve curso de la frágil vida, Tanto la dura Parca ha celebrado, Y con tanta crueldad nos ha llevado, A nuestra chara Reina y tan querida, Ventura fue bien grande y conoscida, Ya que el mundo y la vida avía dexado, Hallar quien assí la aya eternizado, Con la obra tan heroica y tan subida.

Dichoso vos, que assí avéis merscido Darle vida inmortal entre la gente, Con urdir tan subtil y bella trama, Digno sois de loor eternamente, Pues dexar en vuestra obra aveys podido A la reina y a vos eterna fama.

IUAN MARTÍNEZ OROPESANO, AL LECTOR

SONETO

Lector manso, benigno y virtuoso, Ageno de passión, te ruego leas Aquesta nueva obra y que la veas, Que siento que saldrás della gozoso. Entra en aqueste bosque, tan umbroso De yervas saludables abundante, Detente en él, no passes adelante,

JUAN LÓPEZ DE HOYOS

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Si quieres alcançar todo reposo.

En este hallarás, si bien mirares El modo de morir, que te convieñe, Y muchas cosas dignas de memoria, Y claros podrás ver muchos lugares, De muy varios authores que en sí tiene, Finalmente el camino de la gloria.

COPLA DE ARTE MAYOR EN LOA DEL AUTHOR. EL MISMO

En este compendio y breve tratado, Riquezas muy grandes están escondidas, Con tal artificio tan bien542 repartidas, Que alegran el ánimo muy fatigado. De metro gracioso, y bien concertado, Y prosa de estilo muy alto y subido, Está este jardín tan entretexido, Que admira en tan breve ver tanto encerrado.

Por tanto Madrid se goze de grado, Pues dél un genio tan alto ha salido, Que en breve, gracioso, en grave y severo Excede sin duda al más etimado, Que Mantua jamás de sí ha produzido, Aunque de Grecia cantemos a Homero.

542 El texto editado escribe “tambien”.

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APÉNDICE III:

TRADUCCIÓN DE LOS POEMAS LATINOS CONTENIDOS AL FINAL DEL REAL APPARATO.

Epitalamio con ocasión de las bodas, llenas de honor y concordia, de los reyes de España, el Serenísimo Felipe II y Doña Ana (252v-253v). Oh edad feliz, oh tiempos tres y cuatro veces dichosos, que tanto provecho reportan a los pobres. Ya ríos de leche, ya ríos de néctar fluyen y la riqueza derrama abundancia con su cuerno repleto. Es enviada del cielo la esposa ilustre de Felipe, a la que sigue el solaz dulce y nutricio de todas las cosas. Muéstrate ahora, mar, tranquilo; muéstrate ahora sereno, on tú Océano. Clausura, Eolo, tus vientos. Sal ahora del piélago profundo junto con tus hijas, oh diosa Dóride, y guía las danzas; navega nutricia Venus. Navega nutricia Venus, cual es Ana de Austria, hija del César, de alma santa y bellísima de cuerpo. Tomad, Hamadríades, a Ana, surgida del húmedo seno de Tétide y Nereo, y ya aquí venida. Tomadla luego, vosotras Diadas, y también vosotras más tarde, oh Náyades. He aquí que Iris alegre llega por mandato de su esposo Júpiter. Comparezcas, oh Reina, otorgando felicidad a la ciudad. Ea, contempla gozosa nuestros muros, también tuyos. Porque no hay nadie que no suplique que todo te sea propicio y que no desee que te conserves siempre incólume. Todos los reinos de Felipe se alegran con tu llegada y antes que otros pueblos, el de Mantua. Por esto, el pueblo, los próceres y la Curia se ponen los trajes de fiesta y las togas purpúreas. Todo lo que antes yacía en triste languidez, ahora se vuelve florido, próspero, muy alegre. Ahora por doquier se escucha música en toda la muralla: los címbalos y las cítaras, los tambores y los clarines. Oh Rey, juzgado digno de una ninfa, en soberano matrimonio, a ti, a quien tantas veces la severa Parca ha despojado de descendencia: que las ninfas presagiaron tu boda. Que seas feliz. Y acrecienta el número, oh piadoso entre los piadosos, para que a ambos sea próspero el día último. Comparezcan las Gracias y comparezca Himeneo, y comparezca también a tu enlace la bienhechora Juno, prónuba. Ana resplandece semejante a Diana y llena de color el cielo. Por dondequiera que va, allí la tierra extiende un manto de nítidas rosas. La familia con su prole dichosa y el nieto querido dé a su abuelo, dé a su padre prendas de amor.

ÍNCLITA ANA A quien Venus vencida cedió en linaje y hermosura, y la esposa de Júpiter y la diosa feroz por sus armas.

Sobre el segundo y próspero viaje en barco de la reina Ana de España En el mismo momento de ocultarse la espumosa llanura del mar y ser Ana llevada por las cerúleas aguas, Eolo encerró en su prisión a los vientos crueles y depuso los enfurecidos bramidos del terrible Noto. Cuando faltaban en el cielo las estrellas a los navegantes, el alba Tétide iba guiando a las ciegas barcas por aguas seguras.

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EL JUICIO DE PARIS

Tantas divinidades sometidas a mi juicio, compiten por igual en un certamen de hermosura y también de favores. Cede al punto, oh Venus, cedan igualmente Juno y Palas; una sola, Ana, más bella, supera a todas las diosas.

EL SECRETARIO DIEGO GRACIÁN Al recebimiento de la Cathólica Reina Ana, nuestra señora, en Madrid

A la estatua del emperador Carlos V. Plus Vltra.

El Alcida lo estableció, pero el César lo hizo avanzar más alla,. Mucho más allá, victorioso, quien llevó sus enseñas más alla de Cádiz, quien extendió su nombre hasta los indios y limitó su imperio entre ambos Polos. Por sus solos méritos ilustra y llena una y otra patria y no hay ninguna otra cosa que se extienda más allá. Perdonar a los sometidos y castigar a los soberbios, gloria, inmensa alabanza y deber de rey. Así tendrá la fama y el nombre de la verdadera alabanza, aquel de quien se dice que es el verdadero padre de la patria.

A la del rey don Philippe, nuestro señor. Poema a la efigie de Don Felipe, rey de las Españas,

de Jacobo Gracián, secretario del Rey Rey, serás llamado luz del mundo, imagen de la divinidad celestial y serás reflejo del gran Numen; con todo merecimiento, la Santa Fe de Cristo florecerá en ti, su defensor. En ti, guía, estará la primera gloria al único Dios. Tú mismo regirás al pueblo y al orbe con las virtudes patrias; los templos consagrados a Dios permanecerán en pie por ti, príncipe. El orbe te reconocerá como el primero y el último, incluso después, esa virtud trascenderá la condición humana. Dios te conceda, pues, largos años, sea, al modo de tu virtud, largo tu tiempo.

Epitalamio de Jerónimo Ramírez con ocasión de la boda del Rey Católico de las Españas, Felipe II,

con Doña Ana, hija del más grande Emperador de romanos. ¿Qué sonido divino mueve mi corazón con ritmo tan alegre, le hace aplaudir y, cual dulce armonía del Olimpo, llena mis oídos, mientras las esferas celestes giran en constante movimiento? ¿Cómo es que la Musa me llama y me impele a iniciar un nuevo trabajo, a contar las bodas de los reyes, a componer para ellos nobles versos, yo que durante tanto tiempo he estado acostumbrado a tareas más frívolas, a odas ligeras y que he aprendido a llorar a las tumbas de los antepasados? Sin duda la misma Hesperia, recobrando su antiguo culto, muestra todo su esplendor como si saliera de una nube, al

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respirar llena su corazón con este alegre aplauso y cubre cabello y sienes con laurel. Y si la tierra poderosa por sus hombres y por sus armas, que destaca su cabeza entre las ciudades libias, ha sido asediada y tomada y también la muy famosa casa del templo de Jerusalén, con mayor motivo los dioses con antorchas nupciales entonan un canto festivo para traer la prosperidad a todo el mundo, de la misma manera que cuando la ira de Júpiter expulsó a los gigantes de lo más alto del cielo. Nunca mujer alguna se ha desposado con un tiempo más benigno: Los elemento han sido favorables. El despiadado furor del Austro y las amenazas de los vientos, calmado el mar, han cesado. Los céfiros acarician la tierra con su dulce murmullo cuando, según la costumbre, el invierno glacial debería arrojar blanca nieve y corrientes enfurecidas de agua desde lo alto de las montañas. En cambio, desprovisto de esas armas, el clima muestra sonriente su rostro templado y amigo. Dios ha proporcionado este buen tiempo y esplendor. No por casualidad todos los habitantes del cielo favorecen con ánimo benevolente el ambiente festivo de la boda, aportan regalos y colaboran los astros con sus rayos benignos. En primer lugar el dios Himeneo y Juno prónuba han hecho muchos preparativos y acercan sus antorchas nupciales como feliz augurio. Aquí lleva en ambas manos un lecho feliz durante muchos años y unas cadenas colgadas al cuello. Juno trae sonriente regalos de Arabia, piedras traídas de Oriente, un elegante manto y sagradas cintas que rodean sus sienes, como símbolo de decoro y sagrado pudor. El recto Amor, que sanciona los solemnes pactos nupciales, une los espíritus y no permite a nadie placeres culpables, marchaba alrededor bariendo sus alas a modo de aplauso. Las bellas Gracias y las Ninfas de Idalia se le unieron. Pero cuando con su vuelco tocó con los pies alados los palacios y las nubes, preparó una flecha dorada, adornada con rosas y violetas y ésta voló rauda por el aire y vino a fijarse en el estremecido corazón de Felipe. Éste, que entonces profería lamentos por la muerte de su esposa, cambió de repente, y, estimulado por la herida producida por Cupido, ardió en amor por Ana. “¿Habrá –se quejaba- descanso a mis lágrimas, final a estos lamentos? ¿Conservaré siempre en mi espíritu este dolor y el sol y la noche me han de ver triste? ¿Mis quejas resonarán también por las ciudades con piadosos lamentos? ¿Ningún vástago con la misma sangre de Carlos jugará en palacio y me llamará padre? ¿Un extranjero –no lo quieran los dioses- heredará y llevará nuestro reino y el cetro conservado por sucesión desde nuestros antepasados? ¡Oh, cuánto se ha ligado Ana a lo más profundo de mi ser y cuánto placer me causa! Ya agita en mi espíritu una pasión sagrada. Aunque está unida a mí por vía materna y tenemos abuelos comunes ¡que venza finalmente el amor! ¡Niño, reconozco y recibo con gusto la herida de tu flecha y, cuidando por el bien público, deseo el matrimonio! Hablando así calmó sus grandes pesares y enjugó sus lágrimas. Ya lleva el cetro real, ya la diadema en lo más alto de su cabeza, peina sus largos cabellos y su barba que le llega hasta el pecho. ¡Cuánto esplendor en su rostro! Así en otro tiempo la dorada Venus dibujó el semblante de Eneas con purpúreo rubor y derramó por sus ojos una etérea belleza cuando, bajo la apariencia de su hijo, hizo derretirse de amor a la mísera Elisa. ¡Nunca antes hubo tan casta unión matrimonial, nunca se desposaron tan grandes príncipes! Él vence a todos con su rostro y su mano guerrera, con su escudo y sus fuertes

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armas, mientras ella puede reirse de cualquier mujer espartana. Ambos son iguales y no es un cónyuge inferior al otro en nada, si observas, además, los grandes títulos de la Casa de Austria y los nombres de sus antepasados. En ambos es innata la prudencia, la gravedad reflejada en el rstro, la majestad les ha acompañado desde sus primeros años y ya es digna de reinar en el cielo sereno. Pero contenta con sólo la tierra y un cetro menor, proteja las pobres cosas humanas y les dé el esplendor de las estrellas. Esto ya lo han asegurado con su poder las Parcas tejedoras cuando dieron su asentimiento a la sagrada unión, hicieron sonar las liras de Apolo y las mansiones celestiales aplaudieron exultantes. “Ahora, mis queridas hermanas, conviene levantarse con alborozo. Abandonad los rostros graves de ceño fruncido”, dice Láquesis, “dejad de hilar con la mano las urdimbres angustiosas de la vida, los tejidos fatales. Vengan tiempos, según nuestra voluntad, exentos de mortales enfermedades, y no queden hilos suspensos en la rueca. Entretanto, la fiesta del Himeneo es celebrada, y a lo ancho y largo exulta la tierra de Hesperia, y Mantua, dichosa, se alegra –Mantua, que supera las maravillas de la nilíaca Menfis- y la noble casa de reyes, consagrada en triunfos, la cual un tiempo abrumamos –oh, crimen- con lágrimas de continuo y con piras fúnebres, mientras segamos los verdes años del príncipe, arrebatamos al rey de su lecho nupcial y de su querida esposa y del fruto de su vientre. Ya basta de muerte: aseguremos los tálamos y los pilios vivan los lustros seniles propios de un hombre anciano, llenando el orbe de hermosos reyes”. Había terminado Láquesis. Y ninguna se opone a sus palabras, sino que aprueban con su voz la resolución y, al mismo tiempo, sus fatales hermanas juraron, de buen grado, con palabras piadosas. Al tiempo, mientras regresaba la doncella desde las regias moradas de sus padres, iba empapando con su llnto las rosadas mejillas y los marfíleos labios, a medida que dejaba atrás el amor y el cariño de su madre, y surcaba el cerúleo mar, traída en soberbias embarcaciones, y se acercaba en su curso a las playas dotales. Por donde va, el coro de Nereidas y la neptunia Tetis extienden aguas removidas y derraman algas mezcladas con flores y rosas purpúreas y rojizos corales. Se podría contemplar a los atunes sacando la cabeza y aplaudiendo con el azote de sus colas y a los delfines bebedores, que devolvían a su lugar en la orilla a los marineros arrebatados de la playa, llevándolos en los lomos y conduciéndolos por la extensión azul del mar. Y el padre Neptuno no permitió que los crueles vientos se echasen sobre el ponto y él mismo, con el trífido tridente en la mano, iba guiando la flota cuando faltaban en los cielos los astros y mostraba las sirtes y escollos ocultos en los bajíos. Avisado fue Tritón para calmar con su concha las tormentas y llamar a las diosas que guardan con cerrojos en lo profundo del mar sus más húmedos reinos y las partes innaccesibles del fondo. Entonces, casualmente, llevaba por el már Cárpato hacia los pastos escamosos rebaños y torpes focas Proteo, el cual, cuando escuchó los cantos triunfantes de Tritón y vio movida la llanura del mar en señal de aprobación, turbándose su pecho, adivinador del futuro, concibió en su mente divinos calores y mostrando los arcanos de las cosas latentes, iba llenando con sus voces claras el mar tranquilo. “feliz doncella, que ha de ser unida a un gran marido, regia progenie y ancla en las adversidades, digna de portar el cetro tremendo de Hesperia y digna de pertenecer a los reinos de una tierra que todo lo procura. Para ti Anfitrite en persona sonríe a lo largo y ancho, y la tierra misma te ofrece sus lirios. ¡Oh cuánta abundancia veo ya ahora fluir y qué reinos nacer por tal unión!, ¡oh qué admirable

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espectáculo de empresas y qué obra de arte y qué hermosos trabajos!, ¡ea, padre de la patria y a la vez óptimo rey de reyes!, ¡ea, extiende ya feliz la heredad antigua de ricas provisiones, collares de perlas y piedras preciosas y lo que despide fuego y exhala por doquier su olor, los vestidos, la labor de seda y el tejido magnífico!, ¡ea, de nuevo, hágate la reina padre, con una prole nueva, y arraiguen en el lecho santo prendas que a ti, que a su madre recuerden y a sus poderosos abuelos y sometan el orbe entero con justas leyes! ¡Oh, tú Lucina, protégelos!: vuelven ya al mundo los siglos áureos y depone Belona los desórdenes con sonido de armas y la Paz enviada desde el cielo dará tranquilidad a las tierras alegres. ¡Viva el vencedor!, ¡viva el guerrero!, ¡contadle ya poetas, contad las palmas vencedoras y los alegres triunfos! La Fortuna favorece protectora y comienza a dar su favor a las cosas de Iberia y a aliviar las circunstancias anteriores”. Cuando Proteo el adivino acabó de revelar estos hechos, inspirado por el numen, iba componiendo innumerables juegos en la llanura del mar, y declaraba sin dificultad los decretos del oráculo y los misterios de las cosas ¿Qué podría decir de los sonrientes coros y cantos que sonaban de las ninfas que habitan los campos y por todas partes cenagales de fieras, cuando la Fama, difundida por esos mismos campos, contó que la Reina, rodeada por las ninfas y por el número de los suyos, había tocado puerto con la nave incólume? Los gamos vagaron sin temor en los bosques durante este tiempo. Y las cabras, y los ciervos, ligeros, y no sintió los dardos el jabalí en su lomo: Diana con sus muchachas, mientras canta y se dedica a los coros, guarda su arco marfileo en el hombro, considerando un crimen matar a cualquiera y mancillar así los días santos; Marte también ofreció simulacros de guerra y dispuso el campo de batalla con un ejército amistoso, y dio con su caña de bronce inocuos golpes a imitación del rayo, y cubrió de humo y polvo negro la bóveda del cielo y su extensión despejada de nubes. Juegos navales y rápidas trirremes propias de las Nereidas vio también atónito en sus claras aguas el padre Guadarrama, de cauce lento, admirándose de las guerras de barcos, para que ya no sea inferior al Betis o al poderoso Nilo, o al aurífero Tajo, al llevar en sus líquidas olas robles del gran bosque y pesadas antenas. Pero Tú, Sumo y Divino Padre, que eres el único que posee las semillas de las cosas, aumentas y haces desarrollar con esta hermosa unión el linaje de los hombres y la descendencia de los nietos; tú, que al primer padre, burlado por el mal engaño de la serpiente, uniste con el sagrado pacto del lecho (dicen que tomó vida la costilla arrancada de una virgen, la cual, unida al varón es su alegre compañera de bienes): esto pido, Sumo Padre, bajo los auspicios favorables de esta sagrada boda, que viva el cónyuge con el cónyue mucho tiempo y que una muchedumbre de hijos corone su mesa, los cuales recuerden a sus padres por sus claros hechos y por su aspecto. Fin.