investigación narrativa y autoetnografía

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Revista Investigacion Cualitativa Blanco, M. (2017). Investigación Narrativa y Autoetnografía: Semejanzas y Diferencias. Investigación Cualitativa, 2(1) pp. 66-80. DOI: http://dx.doi.org/10.23935/2016/01037 Investigación Narrativa y Autoetnografía: Semejanzas y Diferencias Mercedes Blanco 1 Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Ciudad de México (CIESAS-CdMx) Resumen Para toda América Latina es posible afirmar que aún son bastante desconocidas algunas vertientes, que forman parte de los estudios cualitativos, cuyos orígenes se encuentran en el mundo anglosajón: narrative inquiry, narrative research y au- toetnografía. Aunque en el idioma español las dos primeras parecieran fusionarse en una sola expresión, la de investigación narrativa, constituyen propuestas que contienen semejanzas pero también diferencias. Es por ello que en el primer apar- tado ofrezco una propuesta de sistematización que hace distinciones entre estas tres perspectivas. A lo largo del texto cuando afirmo que estas corrientes aún no gozan de una amplia difusión en el medio académico latinoamericano, lo hago te- niendo como referente de comparación la amplia producción (artículos y libros) que se ha generado, básicamente, en Inglaterra y los Estados Unidos, desde la se- gunda mitad de la década de 1990. Es decir, el señalamiento no busca dar la im- presión de que en América Latina estas corrientes son totalmente desconocidas, como se hará patente en el segundo apartado, dedicado a ofrecer un breve pano- rama de la producción a la que es posible tener acceso en el idioma español. Palabras clave: investigación narrativa, autoetnografía, sistematización, Latinoa- mérica Resumo Para toda a América Latina é possivel afirmar que ainda são bastante desconheci- dos algumas encostas, que são parte de estudos qualitativos, cujas origens se en- contram no mundo anglo-saxão: narrative inquirity, narrative research e autoet- nografia. Enquanto em espanhol os dois primeiros parecem se fundir em uma úni- ca expressão: pesquisa narrativa, são propostas que contêm semelhanças, mas também diferenças. É por isso que no primeiro parágrafo se oferecer uma propos- ta de sistematização que faz distinções entre estas três perspectivas. Ao longo do texto, quando digo que essas correntes ainda não gozam de ampla divulgação na academia latino-americana, eu faço tomando como ponto de referência uma am- pla produção (de artigos e livros) que foi gerado, basicamente, na Inglaterra e nos Estados Unidos desde a segunda metade da década de 1990. Isto é, a observação 1 Dra. en Ciencias Sociales, Especialidad en Estudios de Población, El Colegio de México. [email protected]

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Revista Investigacion Cualitativa Blanco, M. (2017). Investigación Narrativa y Autoetnografía: Semejanzas y Diferencias. Investigación Cualitativa, 2(1) pp. 66-80. DOI: http://dx.doi.org/10.23935/2016/01037

Investigación Narrativa y Autoetnografía: Semejanzas y Diferencias

Mercedes Blanco1

Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Ciudad de México (CIESAS-CdMx)

Resumen

Para toda América Latina es posible afirmar que aún son bastante desconocidas algunas vertientes, que forman parte de los estudios cualitativos, cuyos orígenes se encuentran en el mundo anglosajón: narrative inquiry, narrative research y au-toetnografía. Aunque en el idioma español las dos primeras parecieran fusionarse en una sola expresión, la de investigación narrativa, constituyen propuestas que contienen semejanzas pero también diferencias. Es por ello que en el primer apar-tado ofrezco una propuesta de sistematización que hace distinciones entre estas tres perspectivas. A lo largo del texto cuando afirmo que estas corrientes aún no gozan de una amplia difusión en el medio académico latinoamericano, lo hago te-niendo como referente de comparación la amplia producción (artículos y libros) que se ha generado, básicamente, en Inglaterra y los Estados Unidos, desde la se-gunda mitad de la década de 1990. Es decir, el señalamiento no busca dar la im-presión de que en América Latina estas corrientes son totalmente desconocidas, como se hará patente en el segundo apartado, dedicado a ofrecer un breve pano-rama de la producción a la que es posible tener acceso en el idioma español. Palabras clave: investigación narrativa, autoetnografía, sistematización, Latinoa-mérica

Resumo

Para toda a América Latina é possivel afirmar que ainda são bastante desconheci-dos algumas encostas, que são parte de estudos qualitativos, cujas origens se en-contram no mundo anglo-saxão: narrative inquirity, narrative research e autoet-nografia. Enquanto em espanhol os dois primeiros parecem se fundir em uma úni-ca expressão: pesquisa narrativa, são propostas que contêm semelhanças, mas também diferenças. É por isso que no primeiro parágrafo se oferecer uma propos-ta de sistematização que faz distinções entre estas três perspectivas. Ao longo do texto, quando digo que essas correntes ainda não gozam de ampla divulgação na academia latino-americana, eu faço tomando como ponto de referência uma am-pla produção (de artigos e livros) que foi gerado, basicamente, na Inglaterra e nos Estados Unidos desde a segunda metade da década de 1990. Isto é, a observação

1 Dra. en Ciencias Sociales, Especialidad en Estudios de Población, El Colegio de México. [email protected]

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não procura dar a impressão de que na América Latina essas correntes são com-pletamente desconhecidos, como ficará evidente na segunda seção, dedicada a fornecer uma breve visão geral do produção que pode ser acessada no idioma es-panhol. Palavras-chave: pesquisa narrativa, autoethnography, sistematização, América La-tina.

Abstract

For all Latin America it is possible to affirm that some aspects are still quite un-known, which are part of the qualitative studies, whose origins are in the Anglo-Saxon world: narrative inquiry, narrative research and autoethnography. Although in the Spanish language the first two seem to merge into a single expression, that of narrative research, they constitute proposals that contain similarities but also differences. That is why in the first section I offer a proposal of systematization that makes distinctions between these three perspectives. Throughout the text, when I affirm that these currents still do not enjoy a wide diffusion in the Latin American academic environment, I do it having as reference of comparison the ample production (articles and books) that has been generated, basically, in Eng-land and the States In the second half of the 1990s, the signaling does not seek to give the impression that these currents are totally unknown in Latin America, as will be seen in the second section, which offers a brief overview of the Production to which it is possible to have access in the Spanish language. Key Words: narrative research, autoethnography, systematization, Latin America

Introducción

La tónica general del presente texto es básicamente metodológica ya que busco puntuali-zar algunas semejanzas y diferencias que es posible apreciar entre dos vertientes que en el mun-do anglosajón se conocen como narrative inquiry y narrative research2 —acepciones que no remiten meramente a una cuestión semántica sino que, efectivamente, contienen algunos elemen-tos que las hacen distintivas—; en español se han traducido ambas con una sola denominación, la de investigación narrativa. Con este fin, en el primer apartado, propongo una sistematización propia que comienza con una breve referencia al debate en torno a qué puede entenderse cuando se usa el término narrativa puesto que tanto estas dos vertientes anglosajonas, así como la llama-

2 Para este artículo me ha parecido necesario dejar los términos referidos en inglés dado que en este idioma

cada una de las expresiones tiene distinto significado, por más que las diferencias entre ellos puedan ser a veces un tanto sutiles, y que es básicamente de lo que daré cuenta en el primer apartado. En la traducción al español de ambas expresiones, por lo menos en la bibliografía revisada, no se han propuesto hasta ahora también dos denominaciones diferentes y, de hecho, se usa una sola –investigación narrativa– a manera de transcripción para ambos términos en inglés.

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da autoetnografía, que también he incluido en la propuesta de sistematización, la utilizan de ma-nera central y constantemente hacen referencia a ella.

Deliberadamente me propuse que el presente texto resultara acotado, sintético y, de ser posible, didáctico; es por ello que cuenta con solo dos apartados: el ya mencionado que contiene la propuesta de sistematización, y el segundo que hace referencia a la práctica o ejercicio de las citadas vertientes en diferentes países de América Latina. Me parece necesario señalar ya desde aquí que no se trata de un “estado del arte” en estricto sentido, sino de ofrecer un panorama ge-neral de lo que se está produciendo en la región y, también, proporcionar una idea del tipo de material al que es posible tener acceso básicamente por medio de la presencia de una variedad de textos (fundamentalmente artículos) en diferentes plataformas digitales.

Investigación narrativa y autoetnografía: una propuesta de sistematización

Discusiones en torno a la definición del término narrativa

Una variedad de autores/as (entre muchos otros, véase Denzin, 2000/2014) consideran

que las tres vertientes que nos ocupan en esta ocasión (narrative inquiry, narrative research y autoetnografía), se han derivado como corrientes con características propias a raíz del llamado narrative turn. Queda fuera del alcance de este artículo incursionar en los orígenes, desarrollo y características del multicitado “giro narrativo” ubicado en el siglo XX, por lo demás ampliamen-te abordado en una variedad de textos y desde ópticas disciplinarias diferentes (entre muchos otros, Hyvärinen, 2010). En muy pocas palabras, el “giro narrativo” consistió en el traslado de concepciones y herramientas de, entre otras, la lingüística, la semiótica y la hermenéutica, así como de la teoría literaria, hacia las ciencias sociales. Es decir, se pasó de un paradigma lógico-científico y positivista al interés y reivindicación de la importancia, en términos generales, de los métodos cualitativos y, de manera más específica, de las vidas individuales (inmersas en sus con-textos socio-históricos), de la compleja dimensión subjetiva y de la necesidad de ejercitar la re-flexividad. En función del contenido del presente texto, lo que puede destacarse es la importan-cia, e incluso centralidad, que adquirieron los “‘estudios narrativos’ [que] pusieron el foco en la narrativa como un tipo particular de dato” (Stanley y Temple, 2008, p. 276).

Sin buscar dar cuenta en esta oportunidad de un tema que por sí mismo amerita y requiere textos completos dedicados exclusivamente a su tratamiento, es decir, abordar las discusiones existentes en torno al significado del vocablo narrativa, lo que sí puede afirmarse es que ya existe una cantidad incuantificable de materiales (libros, artículos, reseñas, ponencias, working papers, etc.), en diferentes idiomas, que lo analizan desde muy diversos puntos de vista. Tan amplia pue-de ser la gama de posiciones que algunas de ellas han dado lugar a álgidos debates.3 Muchos otros autores afirman que, por supuesto, no es posible hacer referencia a la palabra “narrativa” sin remitirnos, en primer lugar, a la literatura, o para otros al campo de lo que llaman narratolo-

3 Solo como botón de muestra se puede mencionar la propuesta de Hayden White (1987) que concebía al

trabajo histórico como una narrativa que el propio historiador elaboraba sobre el pasado.

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gía.4 Sin embargo, tal contundencia a veces es cuestionada, ya que investigadores/as no especia-lizados/as en las referidas disciplinas señalan: “En las últimas dos décadas los estudios narrativos han estado marcados por una aspiración general hacia la interdisciplinariedad y a un diálogo más intenso entre los enfoques literarios y los de ciencias sociales” (Meretoja, 2016, p. 83).

Obvio resulta decir que, entonces, el término narrativa es polisémico. Por lo mismo, al-gunas concepciones de lo que puede entenderse por narrativa son a veces incluso precisas5 y otras mucho más generales; de esta manera, y paradójicamente, en ocasiones pareciera muy fácil incluso ofrecer una definición puntual y en otras da lugar a verdaderos tratados bastante comple-jos.6

De esta manera, sobre el amplísimo tema de los debates y posiciones que giran en torno a las posibles definiciones del término narrativa, me ha parecido no solo prácticamente imposible en el contexto de este artículo, sino que además no constituye su foco principal, el ir ofreciendo una variedad de definiciones (que las hay, y bastantes) y centrarme solo en unas cuantas aproxi-maciones proporcionadas por autores/as representativos/as de las citadas vertientes (narrative inquiry, narrative research y autoetnografía) que serán caracterizadas en el siguiente subaparta-do. Sin embargo, es necesario señalar que los/as investigadores/as que se ubica en las menciona-das corrientes, en realidad no se ocupan de discutir qué entienden, primero, por el término narra-tiva para, luego, entrar ya al enfoque con el que más se identifican. Es por ello que utilizo la pa-labra “aproximaciones” solo para dejar constancia de esta situación.

Así, en el caso de la narrative inquiry, por ejemplo Jean Clandinin, una de sus figuras más representativas, prefiere ofrecer explicaciones, e incluso definiciones (como se verá más adelante), de lo que esta vertiente comprende, pero en la variedad de textos que he revisado de su autoría, son muy escasas las referencias puntuales a lo que este enfoque entiende por narrativa, y cuando las hay son bastante amplias o abarcativas; este es uno de los casos: “Narrativa…hace referencia a casi todo lo que utilice, por ejemplo, relatos como datos, narrativas o historias como formas representacionales, narrativa como análisis de contenido, narrativa como estructura, y así sucesivamente” (Clandinin, 2013, p. 11).

4 Sin entrar en mayores discusiones y, como ya es usual para cualquier tema, a puntos de vista diversos, de

manera sintética e informativa, y muy probablemente en su acepción más clásica, se puede decir que la llamada narratología deriva de los estudios literarios, es por ello que básicamente se ocupa de cuestiones “formales” tales como, entre otras, la lógica, los principios y la estructura de la trama o argumento de la narrativa (Heinen y Sommer, 2009).

5 Este es el caso, por ejemplo, de algunos libros especializados que, aunque hayan sido publicados en la década de 1960, para algunos “no pasan de moda” ya que se trata de una especie de manuales, que no por ello hay que desecharlos; como ejemplo: “La narrativa es una forma de discurso que presenta eventos en series relacionadas. Comunica una acción o un grupo de acciones de tal manera que proporciona lo que popularmente se reconoce como un ‘relato’ (‘story’).” (Weaver, 1967, p. 22)

6 Para muchos el famoso autor Paul Ricoeur (por ejemplo con su trilogía Tiempo y Narración (1995), cuyos originales en francés se publicaron en la década de 1980) representa a la vez un muy importante antecedente de los llamados genéricamente estudios narrativos, así como también una fuente que conjunta propuestas y discusiones que pueden resultar, a veces, un tanto difíciles de comprender, asimilar y poner en práctica para aquellos que buscan adscribirse, ya en el nuevo milenio, a alguna de las ramas de la investigación narrativa.

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Por su parte, en el marco de la narrative research una de las fundadoras del Centre for Narrative Research (al que se hará referencia más adelante), Corinne Squire, reconoce que “dado que la definición de ‘narrativa’ está por si misma en disputa, no hay categorías evidentes en las cuales centrarse” (Squire, 2008, p. 4). Y continúa: “Al enfocarnos en la narrativa nos es posible investigar no solamente cómo se estructuran los relatos y las formas en que éstos funcionan, sino también quién los produce y de qué manera, los mecanismos por medio de los cuales son consu-midos, y cómo las narrativas son silenciadas, rebatidas o aceptadas” (Squire, 2008, p. 4). Otra de las fundadoras de ese mismo centro, Maria Tambouokou, puntualiza algo importante: “Al deli-near las condiciones de posibilidad que históricamente han dado forma conceptual al entendi-miento de lo que es una narrativa, la secuencia emerge como un tema dominante” (Tambouokou, 2008, p. 283).

Por último, en la autoetnografía tampoco resulta para nada central ofrecer definiciones, y menos aún del vocablo específico de narrativa. En la amplia producción por ejemplo de Carolyn Ellis –que es considerada por mucha gente no solo como una de las principales impulsoras y practicantes de la autoetnografía sino, de hecho, como su figura fundadora– muy pocas veces se refiere a esta palabra; a continuación uno de los pocos casos que yo he podido detectar en la revi-sión de su obra: “‘Narrativa’ hace referencia a los relatos que la gente cuenta –la manera en que ‘organizan sus experiencias en episodios temporalmente significativos’. La narrativa está presen-te en…la autoetnografía” (Ellis, 2004, p. 195). En el binomio que ha formado con Arthur Boch-ner se mantiene la siguiente posición: “Aunque reconocemos que la autoetnografía es un género borroso que cubre muchas formas diferentes de relatos en primera persona y de narrativas de experiencias personales, decidimos…considerar a la autoetnografía como una forma [ge-nus/genre] de escritura…en la que caben muchas especies de narrativa autobiográfica y auto-etnográfica” (Bochner y Ellis, 2016, p. 53).

Entonces, es claro que “actualmente es ya muy usual para aquellos autores que discuten sobre narrativa el notar la expansión de esta forma de análisis y su conocimiento a lo largo de las disciplinas. Ciertamente, la narrativa ha encontrado un lugar en las ciencias, las ciencias sociales y las humanidades, tanto en las profesiones como en la academia y en la mentalidad popular. Realmente parece no haber un área donde la narrativa no haya llegado. Esta expansión, sin em-bargo, ha conllevado un precio –una creciente falta de un entendimiento compartido sobre qué exactamente se quiere decir cuando se invoca el término ‘narrativa’” (Baldwin, 2016, p. 1). Sistematización

A continuación entraremos ya de lleno al objetivo central de este apartado, o sea, el de ofrecer una propuesta de sistematización que nos permita distinguir semejanzas y diferencias entre las tres vertientes anteriormente referidas ya que, ciertamente, los elementos que tienen en común parecen ser mayores que aquellos que las diferencian. En la elaboración de esta propuesta me basé exclusivamente en bibliografía anglosajona ya que, como he mencionado, es en países de habla inglesa donde han surgido estas corrientes dentro de la investigación cualitativa en ciencias sociales y humanidades. Muchos/as autores/as afirman que el territorio de la investigación narrativa (en sus dos acepciones en inglés, así como la autoetnografía) no cuenta con fronteras rígidamente definidas, pero lo que sí queda claro es que se trata de una propuesta interdisciplinaria que muchas veces produce textos adjetivados como híbridos (Maynes, Pierce y

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Laslett, 2008; Andrews, Squire y Tamboukou, 2013). Este calificativo, a diferencia de lo que a veces puede darse en otras especialidades académicas, no se usa de manera peyorativa sino, al contrario, para dar idea de la riqueza que pueden contener los escritos que se producen con resultados de investigación, y que echan mano de una variedad de elementos utilizados en una amplia gama de disciplinas (entre otras, literatura, antropología, sociología, psicología e historia). De hecho, sus proponentes y practicantes consideran a la investigación narrativa epistemológicamente como una manera diferente de conocer el mundo (entre muchos otros véase Goodall, 2008; Richardson, 2003; Squire, Davis, Esin, Andrews, Harrison, Hydén y Haydén, 2014). Por lo mismo, algunos autores afirman que este tipo de investigación está apenas en pleno desarrollo por lo que incluso los criterios bajo los cuales puede evaluarse un trabajo de esta clase están también aún en construcción (Clandinin, 2007; Maynes, Pierce y Laslett, 2008), sin embargo, como se ha reiterado, desde el inicio del nuevo milenio ha ido adquiriendo una importante presencia en las ciencias sociales (Richardson, 2002; Squire, Davis, Esin, Andrews, Harrison, Hydén y Haydén, 2014; Stanley, 2008).

Como muchas otras propuestas teóricas o metodológicas, suele ser posible detectar algún antecedente que, sin embargo, al momento de ser dado a conocer o publicado aparece más bien como “una voz en el desierto” que, en ocasiones, toma años para que pueda crecer y desarrollar-se, como ciertamente ha sido el caso de la investigación narrativa del nuevo milenio. De esta manera, uno de estos antecedentes lo constituye la fundación en 1986 de un grupo académico interdisciplinario denominado The Personal Narratives Group que en 1989 lanzó su primer libro (Interpreting Women’s Lives: Feminist Theory and Personal Narratives). Las editoras, de lo que luego se convertiría en una serie, señalan posteriormente que desde los primeros años de la déca-da de 1990 surgieron claros esfuerzos por elaborar y apoyar la publicación de “contribuciones académicas que se aproximaran a la vida humana desde una perspectiva narrativa” (Lieblich y Josselson, 1997, p. ix). Dicho empeño se debía, entre otras cosas, al hecho de que, dentro de los cánones tradicionales de las ciencias sociales (sobre todo, y todavía, de corte positivista), no se impulsaba el ejercicio de nuevas formas de generar y presentar información y conocimientos y, menos aún, se les daba cabida en las publicaciones académicas conocidas.

Después de haber leído durante varios años una diversidad de textos en inglés ahora he llegado al punto de poder proponer una sistematización que, debo aclarar, no es que la haya en-contrado así tal cual en ningún artículo o libro, sino es una elaboración propia, con fines didácti-cos y expositivos. Así, someto a la consideración de los/as lectores/as la idea de que existen tres corrientes o líneas que pueden ser distinguidas entre sí porque no son exactamente iguales, y que corresponden a tres países de dos continentes: en el caso de la expresión narrative inquiry, ésta se identifica, en principio, con un grupo de investigadoras/es del Canadá; es en Inglaterra donde se habla más de narrative research y la llamada autoetnografía es más bien un producto de los Estados Unidos.

La perspectiva canadiense. Que utiliza la expresión narrative inquiry, aunque al inicio ofreció definiciones de su quehacer de manera más general, por ejemplo, al decir que la “narra-tive inquiry está dirigida a entender y hacer sentido de la experiencia” (Clandinin y Connelly, 2000, p. 80), ya en su propia elección de la idea de inquiry (y no de research) es posible ir apre-ciando algunas diferencias. Por ejemplo, la palabra inquiry se relaciona, en principio, igual que la de research, con la búsqueda de información pero lo que hay que destacar es su interés manifies-to por vincularse con políticas públicas: “Para los narrative inquirers es crucial el poder ser ca-

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paces de articular una relación entre los intereses personales y un sentido de preocupaciones so-ciales significativas y de mayor alcance, expresadas en los trabajos y las vidas de los otros” (Clandinin y Connelly, 2000, p. 122).

Entonces, de manera muy sintética puede decirse que la vertiente canadiense tiene más relación con el trabajo directo con la gente que, en muchos casos, puede estar orientado al proce-so de formación de recursos humanos y, finalmente, a la propuesta o ejercicio de políticas públi-cas. Esta es la posición de la Dra. en Educación Jean Clandinin, una de las principales autoras que iniciaron esta corriente, cuando manifiesta abiertamente en sus escritos que le interesa mu-cho incidir en cambios en el sistema educativo de su país, precisamente por medio de políticas públicas (entre otras muchas de sus publicaciones, véase Clandinin 2007 y 2013; Clandinin y Connelly, 2000; Connelly y Clandinin, 1990). Recientemente, Jean Clandinin y otras/os auto-ras/es (Estefan, Caine y Clandinin, 2016) que se adscriben a esta vertiente, han señalado aún más claramente que su foco lo constituyen los “contextos educativos profesionales”, manteniendo un interés central por el campo de la educación y las/los educadoras/es profesionales (como la mis-ma Clandinin y otros/as se autodefinen), incluyendo el ámbito institucional y su funcionamiento en la práctica; en esta misma tónica, ahora se han agregado investigadoras/es en el campo de la enfermería (Estefan, Caine y Clandinin, 2016). Recapitulando, la narrative inquiry permite “des-tilar relatos que constituyen una manera de obtener percepciones útiles e importantes que puedan transformarse en conocimiento para la práctica” (Estefan, Caine y Clandinin, 2016, p. 16). Este tipo de afirmaciones, aunadas a una revisión más amplia de la producción publicada por esta vertiente, me ha permitido llegar a la conclusión de que el hecho de buscar deliberadamente in-fluir en políticas públicas es un elemento central que marca diferencias con respecto a los otros dos enfoques a los que hago referencia en este subapartado.

En Inglaterra. En cambio, el vocablo utilizado es el de research (narrative research) el

cual, como es bien sabido, se asocia más directamente con el ejercicio de una investigación sis-temática, en pocas palabras, más orientada a lo que tradicionalmente podríamos concebir como académico. El llamado Centre for Narrative Research, que empezó a trabajar por ahí del año dos mil, y que tiene su sede en la University of East London, ha funcionado como un motor para toda esta perspectiva. Aún más específicamente, y sobre todo al inicio, tres académicas, Molly An-drews, Corinne Squire y Maria Tamboukou (ésta última de origen griego pero avecindada en Londres hace muchos años), se echaron sobre sus hombros la tarea de impartir docencia, hacer investigación y contar con una amplia producción de artículos y varios libros (entre muchos otros véase Andrews, 2007, 2014; Squire, 2013; Tamboukou, 2016; Livholts y Tamboukou, 2015).

Con las inglesas también colaboran autoras de reconocido prestigio, como es el caso de

Catherine Kohler Riessman que es norteamericana. De entre la variedad de discusiones e incluso, digamos, que de “definiciones” (entre comillas, porque si algo no persigue ninguna de las tres vertientes aquí consideradas es la ingente necesidad de producir definiciones, sobre todo al estilo positivista) que este grupo ha producido, para esta ocasión he rescatado algunas frases de esta última autora que pueden resultar para algunos lectores esclarecedoras y, tal vez, a otros les cau-se cierta incertidumbre en cuanto a la pregunta de qué se entiende, finalmente, por narrative re-search:

→ La narrativa está en todos lados pero no todo es narrativa. → Todo lo que se habla y todo texto no es narrativa. → Los textos tienen en común una trama o forma de historia.

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→ Recuerdan detalles, momentos especialmente significativos de cambio…, emociones, acciones –es decir, narran. (Kohler Riessman, 2008, pp. 4, 5, 25).

En resumen, y dado que en esta ocasión no es posible ahondar en los complejos debates

que estos lineamientos suscitan, pueden dejarse apuntados tres elementos más que son cruciales como postulados de la narrative research. El primero, en un esfuerzo de síntesis, se compacta en una frase: “nosotras, como investigadoras narrativas, somos una parte crucial de los datos que recolectamos” (Andrews, Squire y Tamboukou, 2013, p. 21). Si bien esta característica para mu-chos de sus practicantes resulta especialmente atractiva, me permitiría señalar que, en mi opi-nión, en vez de utilizar la palabra “recolectar” sería más pertinente decir “los datos que genera-mos”, en referencia a la ya vieja discusión epistemológica de que “el dato se construye” pues no está simplemente “ahí” para ser “recolectado”, concepción mucho más ad hoc a un positivismo de corte muy básico.

El segundo tema refuerza al anterior y, en principio, también hace referencia a otra añeja

discusión en torno al hecho de si el investigador “no debe” ser muy directivo y/o intrusivo, por ejemplo, en la realización de entrevistas semiestructuradas a profundidad, muy utilizadas en las ciencias sociales en general. En el caso de la narrative research la propuesta es diferente ya que, de hecho, lo que se espera es que el o la investigador/a tenga una fuerte y clara inmersión y apa-rezca en el texto final. Y el tercer componente tiene un nexo directo con la presentación final de los resultados, es decir, con las modalidades de escritura, mismas que pueden adquirir una varie-dad de formas puesto que la narrative research si algo defiende es la posibilidad de la heteroge-neidad. O sea, en pocas palabras, se trata de echar mano de, por lo menos, algunos recursos que utiliza la literatura. Es necesario aclarar que esto no significa que aquellos/as investigadores/as sociales interesados en poner en práctica la investigación narrativa tengan como intención con-vertirse en literatos/as; la meta es tener la opción de presentar resultados de una investigación social en diversas modalidades que no necesariamente se tengan que apegar a los cánones más tradicionales.

La tercera vertiente. Como ya se señaló, también está muy ligada a un país de habla in-

glesa, los Estados Unidos: se trata de la denominada autoetnografía. Para un conjunto de investi-gadores/as, que aunque están ubicados/as en diferentes universidades de los Estados Unidos sue-len reunirse anualmente en un congreso denominado International Congress of Qualitative In-quiry, este encuentro académico se ha ido convirtiendo en uno de los sitios por excelencia donde a las vertientes narrativas y a la autoetnografía se les concede un lugar de primera importancia. Resulta justo señalar que uno de los artífices de este congreso es el Dr. Norman Denzin, sin cuyo entusiasmo y apoyo este encuentro anual resultaría mucho más difícil de llevar a cabo. El Inter-national Congress of Qualitative Inquiry lanzó su primera convocatoria en el 2005 y, se reitera, con el correr del tiempo ha ido jugando un papel muy importante en el desarrollo y difusión de la autoetnografía puesto que no solo le ha dado un amplio espacio en sus reuniones, sino que cada año organiza algunos talleres, uno de los cuales ya tradicionalmente lo imparte la propia Carolyn Ellis, generalmente en compañía de su esposo, Arthur Bochner, que también es un autor que cuenta con una amplia producción (entre otros, Bochner, 2014; Bochner y Ellis, 2003).

Como es del conocimiento de un amplio sector del medio académico, Denzin también es

muy conocido, entre otras muchas cosas, por ser el editor, junto con su colega Ivonna Lincoln, del famoso Handbook of Qualitative Research; esta obra, ya de indispensable consulta, fue pu-

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blicada por primera vez en 1994 y en esa ocasión no se incluyó ningún capítulo dedicado a la autoetnografía. Años después, en la segunda edición del mismo handbook (2000), pero cuyo con-tenido es bastante diferente al del primero, ya aparece un capítulo escrito por Carolyn Ellis y Arthur Bochner titulado Auto-Ethnography, Personal Narrative, Reflexivity. El interés por seguir la evolución de las vertientes narrativas a las que me he estado refiriendo a lo largo de todo el presente texto, está presente también en la tercera edición del handbook (2005) ya que el propio título de uno de los capítulos nos remite a la idea de que los enfoques narrativos continúan en pleno desarrollo: Narrative Inquiry: Still a Field in the Making (Chase, 2005). Varios años des-pués se publicó otro handbook pero ahora dedicado exclusivamente a la autoetnografía (Holman, Adams y Ellis, 2015).

En el subapartado anterior ya se ofreció una de las definiciones clave de lo que Ellis y Bochner entienden por autoetnografía. Ahora agrego brevemente un elemento que, prácticamente desde el inicio, Carolyn Ellis ha tomado en consideración, se trata de aquello que refiere sim-plemente como el ámbito de “lo cultural”, completando así su definición: “La autoetnografía es un género de escritura e investigación autobiográfico que…conecta lo personal con lo cultural” (Ellis y Bochner, 2003, p. 209). Laurel Richardson, otra de las figuras más conocidas de “la es-critura como método de investigación”, nos dice: “Las autoetnografías son altamente personali-zadas, textos reveladores en los cuales los autores cuentan relatos sobre su propia experiencia vivida, relacionando lo personal con lo cultural” (Richardson, 2003, p. 512).

No quisiera abundar más sobre las semejanzas y diferencias que presentan las tres multi-citadas vertientes narrativas aquí consideradas para poder aprovechar el espacio aún disponible para ofrecer un panorama general del ejercicio de estas corrientes en el contexto latinoamericano. Para terminar este apartado baste con citar a la ya referida Corinne Squire (2012): “las narrati-vas…no son relatos dominados, como algunos críticos del trabajo narrativo han señalado, por clausuras, rigideces, evitaciones y ofuscaciones…Los relatos…narran singularidades, compleji-dades y multiplicidades, lo diferente, lo disidente y aquello difícil de entender, todos estos son aspectos importantes, incluso “regalos”, de las narrativas” (p. 81).

América Latina: un panorama de publicaciones sobre

investigación narrativa y autoetnografía

En el caso de América Latina, tanto la investigación narrativa como la autoetnografía pueden considerarse vertientes bastante poco conocidas, sobre todo si tomamos como parámetro de comparación la ya amplia producción anglosajona. De hecho, ha sido en buena medida bajo el marco del referido International Congress of Qualitative Inquiry que, tan pronto como dos años después de haberse iniciado, es decir, ya para el 2007, contó por primera vez con una sección especial denominada A Day in Spanish (ADIS), mostrando así la apertura e interés de sus inicia-dores por escuchar y asumir la propuesta de los/as propios/as investigadores, básicamente de América Latina, para que se pudiera “oír la voz del mundo iberoamericano” (Chapela, Martínez, Salinas y Aguirre, 2016, p. 6).7 Por supuesto, no todo lo que se presenta en español en el citado congreso está relacionado con la autoetnografía, más bien lo que quiero destacar es el hecho de contar con esta opción en la que se pueden exponer en castellano este tipo de enfoques, precisa-

7 Muy pronto se agregó el idioma portugués por lo que actualmente esa sección se denomina A Day in Spa-

nish and Portuguese (ADISP).

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mente en un congreso organizado en los Estados Unidos, lo cual no es muy frecuente.

Afortunadamente, en algunos países latinoamericanos ya empiezan a generarse espacios académicos centrados en enfoques narrativos, reitero, aún muy limitados, en los cuales es posible tanto la difusión como el debate.8 De igual manera, poco a poco, en el nuevo milenio se han ido publicando textos en español, básicamente en plataformas digitales, ya que tal vez para las revis-tas o editoriales más añejas o establecidas –como bien lo han señalando la variedad de autores/as anglosajones referidos– resulten poco canónicos, de ahí la dificultad para ser aceptados como textos publicables.

En este apartado, como lo señalé desde un inicio, solo daré cuenta de algunos botones de muestra de la incipiente producción latinoamericana, ya que elaborar un estado del arte, por más que el monto de lo publicado en español no sea de la magnitud de lo que se encuentra en el idio-ma inglés, requeriría de un texto probablemente mucho más amplio.9 Para poder ofrecer algunos ejemplos, utilicé “buscadores” (como ahora se les denomina) tales como la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal (más conocida como REDALYC), el conocido como Google Scholar (aunado al Google Chrome más popular) y una revista espe-cializada en difundir una variedad de textos y enfoques de investigación social como lo es Forum Qualitative Sozialforschung/Forum: Qualitative Social Research; en esta última a veces se pu-blican textos en español, aunque no es lo más usual, o la otra posibilidad es que autores/as lati-noamericanos/as publiquen ahí sus artículos en inglés. Seguramente existirán otras fuentes, sis-tematizadas o no, que podría haber consultado, pero rebasaba los alcances de este texto; lo que sí tuve en cuenta fue una variedad de referencias bibliográficas con las que he ido teniendo contac-to, de diferentes procedencias, mismas que he ido registrando a manera de trabajos independien-tes.

Resulta sumamente difícil, no sé si imposible, señalar con contundencia en qué año y cuál publicación fue la primera que, en América Latina, utilizó en español ya plenamente como refe-rencia directa o hilo conductor alguna de las tres vertientes consideradas en el presente artículo. Reitero, tomé en cuenta básicamente dos indicadores: hacer alusión a las repetidamente mencio-

8 En cuanto a la existencia de seminarios o talleres que, por un lado, se reúnan con regularidad y, por otro

lado, tengan como eje de su quehacer algunas de las referidas vertientes, solo puedo dar cuenta del caso de México, es más, de manera aún mucho más acotada, de la ciudad de México y con base en la poca información que ha llegado a mis manos: 1) desde enero del 2014 me di a la tarea de lanzar una convocatoria dirigida a varias instituciones de educación superior en la ciudad de México para echar a andar un Seminario Permanente de Investigación Narrativa, en el marco institucional del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS-CdMx), mismo que ha sesionado mensualmente hasta la fecha (2017); 2) en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) existe un seminario titulado Narrativas del Padecer, ubicado en la Facultad de Medicina que, todo parece indicar, se inscribió formal e institucionalmente en el 2016 y está dirigido más específicamente a aquellas personas interesadas en la investigación cualitativa en salud.

9 Es necesario hacer la aclaración de que en el idioma castellano existe desde el inicio del 2001 una revista que es posible consultar por internet, llamada Athenea Digital, que surgió en el Departamento de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona. Con el correr del tiempo esta publicación ha ido adquiriendo mayor presencia y, sobre todo, ha ido publicando algunos textos más directamente relacionados con las vertientes conside-radas en el presente artículo. Sin embargo, dado que en este apartado se busca dar cabida prioritariamente a la pro-ducción generada en América Latina, dicha revista la he considerado en este breve panorama exclusivamente cuan-do el texto en cuestión ha sido escrito por autores/as de la región y, reitero, a manera de ejemplo pues no puedo decir que he realizado una revisión exhaustiva de esta publicación digital.

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nadas tres vertientes y citar por lo menos a algunos/as de los/as autores/as anglosajones que se adscriben a dichos enfoques.10 Mi impresión (tal vez es más bien una hipótesis de trabajo) es que, en este sentido, se podría hablar de un marcador temporal, realmente a partir del 2010. An-tes de ese momento es posible encontrar algunos escasos e incipientes textos (por ejemplo ubica-dos utilizando Redalyc), si nos atenemos solo al rubro de la autoetnografía. Este es el caso de un documento aparecido en unas “memorias”, elaborado por (en ese momento) un alumno origina-rio de Chile (Fernández Droguett, 2007), estudiando un doctorado en Barcelona, España; el tema es el golpe y la dictadura militar que se produjeron en su país. Otro ejemplo de un escrito aún un tanto inicial es un artículo redactado en portugués por dos jóvenes brasileños, profesores de edu-cación física, que también recientemente habían obtenido su doctorado (Bossle y Molina, 2009). Y para el 2010, también utilizando la palabra autoetnografía en el título del texto, tenemos un capítulo (Blanco, 2010) en un libro editado en una universidad mexicana (Martínez Salgado, 2010).

Reitero, en la breve y fragmentada búsqueda que llevé a cabo, pueden notarse al menos tres características:

aproximadamente del año 2012 en adelante empiezan a aparecer más textos que incluyen, ya

sea en el título o en su contenido, el término autoetnografía; como ejemplos de autoras mexi-canas pueden consignarse a Aguirre Armendáriz (2012) y Blanco (2012);

también es posible observar que, al parecer a diferencia de la corriente de la autoetnografía que da la impresión de que fue adoptada antes por algunos/as investigadores/as latinoameri-canos, se vuelve más factible encontrar los términos en inglés de narrative inquiry y narrati-ve research, así como en español el de investigación narrativa; puede aquí mencionarse el ca-so de una persona de Colombia publicando su texto en inglés (Mendieta, 2013), así como otro en México que utiliza ya no solo la expresión “investigación narrativa” sino que en su contenido ésta corresponde con los lineamientos que caracterizan a esta vertiente (Blanco, 2011);

también es de llamar la atención el sesgo globalizante (en este caso, afortunadamente) que supone el hecho de que autores/as de una nacionalidad, a veces habiendo estudiando en paí-ses de los cuales no son originarios, publiquen artículos en revistas online (a veces en inglés pero en revistas latinoamericanas) cuya sede se sitúa en un tercer país: este es el caso de una autora argentina que publica un texto en una revista colombiana en idioma inglés (Sarasa, 2015);

de entre los trabajos más recientes, se pueden destacar, por un lado, un artículo publicado en la revista ya mencionada Forum Qualitative Sozialforschung/Forum: Qualitative Social Re-search, que suele publicar sobre todo en inglés pero en este caso se trata de una argentina es-cribiendo en español (Garbero, 2015). Y, por otro lado, un artículo publicado en una revista española pero escrito en coautoría por dos personas (una y un mexicana/o) que, además, pre-senta como característica que parece aún un tanto inusual en el caso de América Latina (no tanto en el mundo anglosajón), el haber sido elaborado conjuntamente por una mujer y un

10 No debería ser necesario aclarar que, por supuesto, en esta breve revisión no he considerado ni la auto-

biografía entendida como tal desde hace no solo décadas sino incluso siglos, ni tampoco la producción reconocida en el medio académico como perteneciente de manera clara al campo de la literatura. De igual manera, en el presen-te artículo no se han mencionado enfoques como el denominado “biográfico-narrativo” o, en el mundo anglosajón, la propuesta de un autor como Tom Wengraf (The Biographic-Narrative Interpretive Method) por estimar que se constituyen bajo otros lineamientos.

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hombre (Jiménez Cervantes y Turnbull Plaza, 2016). Sin embargo, hay que señalar que aun-que el artículo aparece firmado en coautoría, la voz del hombre no aparece para nada y es bá-sicamente ella la que “habla” de sus vivencias personales como mujer embarazada;

por último, en cuanto a la existencia y la posibilidad de publicar textos enmarcados no solo en las tres vertientes motivo del presente artículo, sino eligiendo de entre una variedad de en-foques cualitativos, ciertamente hay que celebrar el lanzamiento en el año 2016 de este pro-pio espacio que representa Investigación Cualitativa/Investigação Qualitativa. Para una rese-ña de cómo se gestó y culminó este proyecto editorial online véase Chapela, Martínez, Sali-nas y Aguirre (2016). Parece innecesario referir en este momento que en los dos primeros números aparecen, en el inicial, un artículo autoetnográfico en coautoría y, en el segundo, otro enmarcado más bien en la investigación narrativa;

para terminar, la existencia de libros completos (aquellos que algunas instituciones denomi-nan “de autor”) es muy escasa en el panorama latinoamericano. Debido a las limitaciones de la revisión que llevé a cabo vía internet, solo me es posible mencionar para el caso de México dos publicaciones, ambas centradas en la vertiente autoetnográfica: el de Silvia Bénard (2014) y el de Elizabeth Aguirre-Armendáriz y Adriana Gil-Juárez (2015).

Consideraciones finales

Como es bien sabido, todo enfoque teórico-metodológico tiene ventajas y desventajas, fortalezas y debilidades pero, sobre todo, es muy probable que incluso desde su inicio o, lo que es más usual, con el correr del tiempo y las modificaciones y derivaciones que va experimentan-do, su potencial simplemente no puede ser omnicomprensivo. Las tres vertientes de las cuales he dado cuenta en el primer apartado –narrative inquiry, narrative research y autoetnografía– y que se cobijan bajo el amplio árbol del enfoque cualitativo en ciencias sociales, si bien muestra cada una ciertas características que las vuelven tanto similares en algunos aspectos como diferentes entre si en algunos otros, no está de más enfatizar que el hecho de reconocer lo anterior, o sea, la existencia de semejanzas (que a veces hasta pueden derivar en la idea de que tales variedades son simplemente matices o sutilezas) de ninguna manera impide elaborar una sistematización que también marque desemejanzas. Dar a conocer las características generales de cada vertiente y, además, en este caso tomando en cuenta que en el idioma inglés sí existen dos términos diferen-tes que, de momento, la bibliografía en español ha conjuntado en una sola expresión (investiga-ción narrativa), me parece que resulta indispensable –ya que, entre otras cosas, al momento de pretender transmitir estos conocimientos a las nuevas generaciones puede resultar útil y didácti-co– por más que, por supuesto, como cualquier propuesta de sistematización siempre está sujeta a críticas y modificaciones. Tal vez un elemento que puede destacarse como generalidad, o más bien que puede funcionar como una misma plataforma epistemológica para las tres vertientes referidas en este artículo, es el reconocimiento que cada una de ella hable no solo sobre la hete-rogeneidad en las formas de producir conocimientos sino, sobre todo, que no le temen a las “ten-siones, contradicciones y dudas” (Denzin y Lincoln, 2003, p. vii).

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