el tiempo como concepto y como problema filosófico

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“EL TIEMPO COMO PROBLEMA ONTOLÓGICO FUNDAMENTAL PARA LA REFLEXIÓN FILOSÓFICA: LA ASUNCIÓN DEL CONCEPTO DE TIEMPO EN ARISTÓTELES, ZUBIRI Y HEIDEGGER” MIGUEL MORUECO ROMERA TRABAJO DE INVESTIGACIÓN DE ESTUDIOS AVANZADOS ( DEA) UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID 1

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“EL TIEMPO COMO PROBLEMA ONTOLÓGICO FUNDAMENTAL PARA LA

REFLEXIÓN FILOSÓFICA: LA ASUNCIÓN DEL CONCEPTO DE TIEMPO EN

ARISTÓTELES, ZUBIRI Y HEIDEGGER”

MIGUEL MORUECO ROMERA

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN DE ESTUDIOS AVANZADOS ( DEA)

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

1

ÍNDICE

I ) El tiempo: perspectivas previas

II ) La tematización filosófica del tiempo:

a ) Aristóteles: el tiempo como número del

movimiento ( Física )

b ) X. Zubiri: Los conceptos descriptivo,

estructural y modal del tiempo ( Espacio, tiempo,

materia )

c ) M. Heidegger: la explanación del tiempo como

horizonte de la pregunta por el ser ( Ser y tiempo )

III ) Epilogo

2

I ) El tiempo: perspectivas previas

“La cuestión del tiempo se nos muestra más insalvable y más

desorientadora que las demás cuestiones filosóficas, como

qué sea la sustancia o la causalidad, qué la materia y la

forma o qué el mismo espacio”1.

Estas palabras introductorias de Gadamer apuntan al hecho

de que cuando nos aproximamos de manera inmediata al

problema del tiempo, éste se nos presenta como algo

aparentemente obvio; pero en cuanto profundizamos

reflexivamente en tal problema, la presunta obviedad se

problematiza.

Nos topamos irremediablemente con la cuestión que interroga

qué será propiamente el tiempo al hacernos cargo del

1 Gadamer, H. G ( 1979 ) : pg 41

3

problema de nuestra existencia, al tematizar

específicamente quienes somos.

Nuestra existencia supone tiempo, como reza la expresión

“tenemos las horas contadas”, y limitación temporal “entre”

un comienzo y un final. Existimos como un “entre” como dirá

Heidegger. Nacimiento y muerte, dos límites que Gadamer

considera impensables. Impensables pero con los que hay que

contar y que conforman lo misterioso del tiempo. Las

religiones tratan de dar una respuesta trascendental

( misteriosa ) y sobrenatural a la problemática y finita

existencia temporal humana por medio de la creencia en

ciertas revelaciones divinas. Por su parte, la tradición

mítica, tal y como constata Gadamer, no tiene una respuesta

efectiva al problema del tiempo debido a que en tal

tradición el ser del tiempo no se tematiza conceptualmente.

En cierto momento y en cierto espacio geográfico se optó

por la vía del conceptp y de la “razón”, es decir, por la

vía de la filosofía para plantear los problemas

fundamentales que acucian al ser humano. Grecia y los

siglos V y IV a. C constituyen el marco de referencia de

este acontecimiento ( propicio ) que ha marcado el destino

de la historia acontecida del pensar ( y del ser )

occidental.

La filosofía tiene por rasgo definitorio, que la distingue

de otros campos de conocimiento, el tematizar la cuestión

del ente en cuanto ente o la ( olvidada ) cuestión del ser,

según Heidegger. En el pensamiento griego inicial, en tanto

que ya filosófico, se constata un progresivo

4

reemplazamiento de la imaginación mitológica por un pensar

abstracto-racional y un cálculo conceptual. Se dice

evolución progresiva y no ruptura absoluta como el típico y

tópico “paso del mito al logos” quiere poner de manifiesto

según una interpretación rígida o estricta del mismo. En el

seno de esta evolución progresiva surge, según la

interpretación de H.G.Gadamer, de modo ineludible la

pregunta por el todo, pregunta que exige una respuesta

racional o conceptual. “¿Qué es el tiempo?” es una pregunta

que sólo puede establecerse como tal ( ya en Aristóteles

por ejemplo ) en el interior de una visión racional del

mundo, una visión que implica el desarrollo de un sistema

conceptual racional.

En Grecia predomina la idea de un tiempo cíclico, fundado

en los períodos rítmicos de la naturaleza. La primera

reflexión filosófica relevante acerca del tiempo se

encuentra en el Timeo de Platón. Ahí el tiempo en tanto que

imagen móvil de la eternidad se vincula a la ordenación del

universo físico-sensible.

Gadamer señala que en este diálogo platónico “el enigma del

tiempo no es abordado aquí como objeto explícito de una

pregunta sobre la esencia del mismo (…) es más bien en el

contexto sin compromiso de un relato mítico donde el Timeo

se encuentra con el tiempo”2.

En Aristóteles, en el libro IV de su Física, si

encontramos un planteamiento explícito de la pregunta del

tiempo en el contexto de la “física” en tanto que doctrina

2 Gadamer H. G ( 1979 ) : pg 44

5

filosófica o metafísica que interroga por los primeros

principios y las causas últimas de la phýsis.

En Platón, según cierta línea interpretativa del diálogo

Timeo, el tiempo no es un concepto planteado al modo de los

conceptos éticos de diálogos anteriores ( ¿Qué es la

justicia?, ¿en qué consiste ser prudente? ), a saber, el

relato del Timeo acerca de la creación del mundo sensible

no tendría para Platón un carácter verídico sino que más

bien tenía la pretensión más modesta de ser un símil ( un

discurso probable ) que tendría por finalidad proporcionar

un cierto sesgo de verosimilitud ante temas tan enigmáticos

y profundos como son los del origen del mundo físico o la

naturaleza del tiempo.

Al hilo de estas consideraciones, Gadamer pone de

manifiesto las dificultades intrínsecas a la filosofía, que

se encuentra frente al “eterno caminar indigente de las

palabras (…) con todas las ambigüedades, incompresiones y

contradicciones que son casi ineludibles en cualquier forma

de argumentación filosófica y que ha implantado en la

filosofía la peculiar tensión que le es propia”3.

En el lenguaje, como instrumento y material para la

construcción del discurso filosófico, se dan unas

limitaciones a la hora de poder expresar plenamente aquello

de lo que la filosofía se hace cargo. No en vano Heidegger

tiene que interrumpir “Ser y tiempo” al final de la segunda

sección de la primera de las dos partes que tenía

originalmente el proyecto de responder a la pregunta por el

sentido del ser. Heidegger aduce como justificación de la3 Gadamer H. G ( 1979 ) : pg 42

6

interrupción de la obra a “insuficiencias” en el lenguaje

debido a su anclaje metafísico intrínseco.

Esta es la cuestión señalada, de la que debe hacerse cargo

la filosofía en general y, específicamente, una teoría

filosófica del tiempo, a saber, ¿Tienen las cuestiones

sobre las que se problematiza filosóficamente un fundamento

en las cosas ( un fundamento in re ) , una base ( sobre

lo ) real o, por el contrario, no son más que juegos de

palabras?.

Una teoría filosófica del tiempo, creemos que

constitutivamente interdisciplinar como se mostrará en el

epílogo de este escrito, tiene que estar fundada en la

realidad y, por tanto, debe desarrollar una consistente

teoría de la realidad ( una ontología de lo real ).

Si bien tematizaremos la cuestión del tiempo en la presente

investigación desde un punto de vista esencialmente

filosófico u ontológico, a saber, cómo desarrollan el

concepto de tiempo ciertos discursos relevantes de la

historia del pensar ( la “Física” de Aristóteles, “Espacio,

tiempo, materia” de X. Zubiri y “Ser y tiempo” de M.

Heidegger ), no podemos dejar de mostrar breve e

incidentalmente en este apartado de perspectivas previas

otras modalidades ajenas a la propiamente filosófica a la

hora de tematizar el problema del tiempo. Con ello

pretendemos conseguir una mayor clarificación y

dilucidación de la cuestión que está en juego.

El tiempo se nos aparece inmediatamente y a primera vista

bajo el aspecto del cambio. Vinculamos los cambios con el

7

tiempo. De este modo, los seres vivos sufren cambios

morfológicos y fisiológicos debido, se afirma

cotidianamente, al paso del tiempo. Lo mismo ocurre con los

sistemas políticos o con las teorías en la ciencia.

Puede decirse que el tiempo es objeto de una experiencia

captada desde múltiples niveles: “el tiempo metrifica

nuestra existencia, es la ley de la vida y de la muerte

(… ). Hay un tiempo biológico, un tiempo psicológico y un

tiempo social”4.

Vamos a indicar unas breves consideraciones sobre cada unos

de estos “tiempos”. Es algo evidente que es previo y

antecede a toda reflexión o tematización el hecho ( el

factum ) de que el tiempo es experimentado fácticamente por

nosotros.

El tiempo biológico, señala J. Pucelle, es “irreversible y

aparece metrificado por ritmos más o menos irregulares, que

se superponen. Lo sentimos de mil maneras: es un tiempo

espeso, carnal, que late en nuestras venas y constituye los

ejes, la estructura del tiempo psicológico”5.

El tiempo biológico sigue una cierta orientación por fases

o periodización ( nacimiento-. juventud-madurez-vejez-

muerte ). La función de la vida se divide en dos intervalos

relevantes: el primero, ascendente hasta el máximo absoluto

de la función vital; el segundo, descendente hasta la

extinción de la función vital. Podemos citar, a modo de

ilustración, ciertos ejemplos o instancias de ritmos

vitales elementales, a saber, el ciclo vegetal vinculado al

4 Pucelle, J (1976 ) : pg 85 Pucelle, J ( 1976 ) : pg 9

8

retorno regular de las estaciones del año, el ciclo sexual

estacional ( la época de celo y apareamiento como tiempo

oportuno para la función reproductiva ) de los animales, la

sucesión regular que se da entre vigilia y sueño o los

ritmos cardíacos y respiratorios. La superposición de todos

estos ciclos conforman la articulación estructural de todos

los procesos biológicos.

Pasamos ya al tiempo psicológico. Debido a los distintos

estados psicológicos en los que puede encontrarse un

sujeto, se produce una variabilidad a la hora de percibir o

tomar conciencia del tiempo. No existe, pues, una única

percepción del tiempo. Pucelle hace referencia a una

“elasticidad” de los límites del presente.

Con relación a la aprehensión de la movilidad del tiempo

por parte del individuo. Se constata la existencia de un

desdoblamiento en el seno del propio individuo como

condición de posibilidad para comprender la realidad del

cambio y del movimiento: “Durar, apunta Pucelle, es a la

vez cambiar y persistir, transformarse y continuar siendo

el mismo. No podría saber que cambio si no existiera en mí

algo que no cambia”6.

La identidad sería aquello que permanece durante los

cambios y por lo cual podemos identificar “esto” como

“esto” y “aquello” como “aquello”a lo largo del tiempo.

Para tener conciencia del cambio, la conciencia del

individuo debe “sobrevolar” ese fluir en el que consiste el

tiempo.

6 Pucelle, J ( 1976 ) : pg 11

9

Con relación al tiempo psicológico, se dan ciertas

paradojas en la apreciación subjetiva del tiempo. De este

modo, “en general, un tiempo colmado de variadas

experiencias parece corto mientras pasa y largo cuando se

le recuerda. Por el contrario, el tiempo vacío parece largo

cuando transcurre y breve al recordarlo”7.

Para finalizar con las consideraciones en torno al tiempo

psicológico diremos que Pucelle realiza un análisis de

nuestra relación con el futuro por medio de la descripción

del fenómeno de la espera: la espera puede ser impaciente,

que desecha etapas intermedias para llegar al desenlace y

es interpretada como patológica e infantil; o la espera

puede ser paciente, que se somete a la ley de sucesión.

Esperar consiste “en una representación de la situación

esperada y preparación de los actos cuya ejecución se

difiere”8.

Ahora pasamos a describir someramente rasgos configuradores

del tiempo social. La vida de las sociedades humanas no es

arbitraria ( que no es lo mismo que convencional, que si lo

son ) sino que están reguladas, pautadas, poseen un

carácter rítmico, a saber, un tiempo social. El tiempo

social es cíclico. Existen instantes o momentos señalados

que indican el comienzo de las actividades sociales ( por

ejemplo, la apertura del curso universitario o del año

judicial ) y otros momentos que señalan la clausura de

acciones sociales ( final de la temporada futbolística o de

la época de caza ). El tiempo social regula todos los actos

7 Pucelle, J ( 1976 ) : pg 158 Pucelle, J ( 1976 ) : pg 22

10

institucionales de la sociedad disponiéndolos en un

“cuándo”.

Existen procesos socialmente normalizados que permiten a

los hombres comparar de manera indirecta fenómenos que son

imposibles de mensurar inmediatamente debido a su

naturaleza sucesiva. En este sentido, los relojes sirven a

los individuos “como medios para orientarse en la sucesión

de los procesos naturales y sociales en que se encuentran

inmersos”9.

Pero ¿qué miden realmente los relojes?. Los relojes no

miden el tiempo “invisible” sino algo muy concreto como la

duración o tiempo empleado por un atleta en recorrer los

100 metros lisos. Los relojes son aparatos sujetos a una

norma social que discurren según una pauta siempre igual

que se repite. Por medio de los relojes se puede compulsar

la duración de distintos fenómenos cuya naturaleza impide

un cotejo directo ya que los fenómenos temporales sucesivos

no pueden superponerse unos a otros, en tanto que método

comparativo.

El reloj regula las conductas individuales y posee un

componente coactivo que, debido a la educación social, se

interioriza en el individuo, pasando a formar parte de su

repertorio cognitivo-conductual. Por ejemplo, la

convocatoria de una reunión de negocios o de una cita

amorosa a una cierta hora exige a los individuos adaptar

sus conductas e intenciones previas con el fin de cumplir y

estar a la hora prevista para llevar a cabo tal evento. Sin

la coordinación de las conductas de los individuos mediante9 Elias, N ( 1989 ) : pg 12

11

los relojes y los calendarios sería impensable e inviable

la vida social e institucional.

En los estadios más primitivos del desarrollo social, se

usaba como proceso normalizado de determinación del tiempo

cierto tipo de fenómenos naturales que muestran una pauta

regular como por ejemplo la bajamar y la pleamar o la

salida y la puesta de sol. Su forma de determinar el tiempo

depende de la percepción inmediata de un acontecimiento

puntual.

En los estadios culturales y sociales más desarrollados y

complejos ( sociedades industriales, postindustriales o

informacionales ) se depende de manera absoluta de los

instrumentos de facturación humana a la hora de determinar

el tiempo tales como los relojes electrónicos, digitales,

atómicos…..

Según interpreta Norbert Elias, “la síntesis de que son

capaces los hombres de hoy es un grado posterior de un

proceso muy largo, en cuyas etapas anteriores (…) los

hombres sólo estaban en condiciones de hacer una síntesis

estrecha y relativamente parcial”10.

La historia de la determinación del tiempo muestra, según

Elias, que la hegemonía de las ciencias naturales y de su

concepción naturalista del tiempo, que hoy constatamos,

tiene un origen relativamente reciente. Según esto, hasta

la época de Galileo y la primera revolución científica “lo

que llamamos tiempo y naturaleza está centrado en primer

término alrededor de los grupos humanos. El tiempo era,

ante todo, un medio para orientarse en el mundo social y10 Elias, N ( 1989 ) : pg 109

12

para regular la convivencia humana. Los fenómenos naturales

(…) encontraron aplicación como medios para determinar la

posición o duración de las actividades sociales en el flujo

del acontecer. Sólo con la edad moderna se apartó de este

rumbo el empleo de los relojes”11.

Efectivamente, con la primera revolución científica

( Galileo-Newton ) se introducen los relojes en la

investigación científica del mundo físico en tanto que

instrumentos de medida de los fenómenos naturales los

cuales, se pensaban, estaban escritos en caracteres

matemáticos.

Norbert Elias pasa a analizar las dos grandes posiciones

antagónicas situadas en el seno del debate filosófico

acerca de la naturaleza del tiempo. Estas dos posiciones

contrapuestas son la posición objetivista y la posición

subjetivista.

Para el objetivismo, el tiempo es un hecho objetivo,

perteneciente a la naturaleza. Por su modo de existir, el

tiempo no se diferenciaria de otros objetos también

pertenecientes a la naturaleza salvo por su cualidad de no

ser perceptible. El defensor más destacado de esta postura

es Newton. En el campo del subjetivismo domina la idea de

que el tiempo es una especie de forma innata de

experiencia, un dato inalterable de la naturaleza humana.

Sin embargo, ambas posiciones teóricas, a pesar de sus

discrepancias, comparten según Elias un supuesto

fundamental, a saber, que el tiempo se presenta como un

dato natural, aunque en un caso se conciba de modo objetivo11 Elias, N ( 1989 ) : pg 13

13

( objetivismo ) y en el otro caso lo haga como

representación subjetiva integrada en la subjetividad

trascendental ( subjetivismo ). Elias rechaza la posición

de la “gnoseología filosófica tradicional” que hace

referencia a la suposición, considerada obvia, de la

existencia de “un punto de partida universal que se repite

de modo permanente, una especie de inicio de conocer. Al

parecer, un individuo solitario se enfrenta al mundo,

sujeto ante objetos, y comienza a conocer. Entonces se

plantea la cuestión de si al formarse las ideas humanas y

al colocarse los sucesos en la corriente del tiempo tiene

preeminencia la naturaleza del sujeto o la de los

objetos”12.

Elias rechaza el apriorismo de las “viejas gnoseologías”

por artificioso y esteril y propugna, en consecuencia, un

abandono sin ambigüedad de los supuestos rectores de tales

caducas gnoseologías. Contrapone a ello una teoría del

conocimiento más empirista ( atención a los datos empíricos

de los hechos efectivos ), caracterizado por mantenerse en

estrecho contacto con el desarrollo observable del saber

humano. El saber humano es concebido como resultado de un

largo proceso de aprendizaje de la humanidad por lo que, “

sea cual fuere su aportación innovadora, el individuo se

apoya en un saber ya existente y lo prolonga; no otra cosa

sucede en el saber sobre el tiempo”13.

Para Elias, la idea de un mundo escindido, aunque sea sólo

entre sujeto y objeto, impide la inteligibilidad del acto

12 Elias, N ( 1989 ) : pg 1513 Elias, N ( 1989 ) : pg 15

14

de fechar o determinar el tiempo: “una idea básica es

necesaria para entender el tiempo: no se trata del “hombre”

y la “naturaleza” como hechos separados sino del “hombre en

la naturaleza””14.

Esto significa que cuando se opera con el concepto de

tiempo siempre está en juego hombres en su entorno,

procesos sociales al mismo tiempo que físicos. El individuo

no inventa el concepto de tiempo por sí mismo sino que

aprende desde su infancia tanto el concepto de tiempo como

la institución social del tiempo al que está vinculado de

modo indisoluble: “la transformación de la coacción externa

de la institución social del tiempo en una pauta de

autocoacción que abarca toda la existencia del individuo es

un ejemplo gráfico de la manera en que un proceso

civilizador contribuye a modelar una actitud social que

forma parte integrante de la estructura de la personalidad

del individuo”15.

El tiempo del calendario y del reloj nos revela a un hombre

insertado en un mundo compuesto por otros hombres

( sociedad ) y, al unísono, inmerso en un flujo de procesos

físicos ( naturaleza ). El tiempo puede ser definido como

una síntesis simbólica de alto nivel, con cuyo auxilio

pueden relacionarse posiciones en la sucesión de fenómenos

físicos, del acontecer social y de la vida individual.

La experiencia humana del tiempo ha cambiado a lo largo de

la historia: para Norbert Elias el tiempo “es un concepto

de alto nivel de generalización y síntesis, que presupone

14 Elias, N ( 1989 ) : pg 1815 Elias, N ( 1989 ) : pg 21

15

un acervo de saber social muy grande sobre métodos de

medición de secuencias temporales y sus regularidades”.

Elias rechaza la dicotomía tiempo físico/tiempo social

vinculado al predominio de las ciencias naturales, las

cuales conceptualizan el tiempo físico como prototipo del

tiempo como tal. El tiempo físico es un aspecto de la

naturaleza y variable que los físicos miden, desempeñando

un papel relevante en las ecuaciones matemáticas que se

intepretan como representaciones simbólicas de las leyes

de la naturaleza. Desde tal interpretación de las ciencias

naturales, el tiempo físico aparece como estructurado

sólidamente frente al tiempo social, considerado como algo

arbitrario y derivado respecto del tiempo físico.

Para Elias, esta interpretación naturalista constituye una

“inversión” del efectivo proceso de los hechos y considera

que el tiempo es a la vez “natural” y “social”; “objetivo”

y “subjetivo”. La propuesta epistemológica de Elias es la

“sociología del desarrollo”, que se distancia tanto del

absolutismo filosófico como del relativismo histórico. El

núcleo epistemológico reside en atender al continuo

desarrollo de la capacidad de síntesis y generalización de

los hombres que tiene lugar en las diversas etapas de

configuración social, evitando tanto el abstraccionismo

metafísico así como una comprensión fragmentaria que no

atiende a la visión global e integradora de la sucesión

efectiva de los acontecimientos. Por el desarrollo de los

acontecimientos, Elias puede llegar a la conclusión de que

se produce en la historia de la determinación del tiempo el

16

paso “de una forma discontinua de determinar el tiempo a

otra continua, por así decirlo, en torno al reloj”16.

Los objetivos básicos que debe cubrir una teoría filosófica

del tiempo, siguiendo a Van Fraassen 17, son: definir las

ideas de orden, relación y dimensión; determinar la

asignación de coordenadas y la investigación de la

naturaleza del tiempo.

Decir que las cosas suceden temporalmente significa, en

cierta medida, afirmar que ocurren según cierto orden. Un

enunciado que refleja una relación temporal podría

ser:”Tras la segunda guerra mundial se inicia la guerra

fría”. Algunas relaciones básicas del tiempo son:

“simultáneo”, “antes”, “después”, “entre”. Las relaciones

temporales originan, pues, un orden temporal.

En relación con la asignación de coordenadas, valga decir

que al asignar coordenadas se puede hacer reflejar tanto

relaciones de magnitud como un orden. Las coordenadas son

asignadas a entidades que se pretenden relacionar de tal

modo que las relaciones matemáticas entre las coordenadas

reflejan las relaciones que mantienen las entidades objeto

de la asignación.

En el caso del tiempo, los números reales pueden

constituirse como coordenadas. La información temporal

puede darse de dos modos muy distintos, a saber, si se

afirma “el suceso temporal 4 sucede al suceso 3 y antecede

al suceso 5” se nos está informando sobre un orden

temporal, pero si se afirma que “la segunda guerra mundial

16 Elias, N ( 1989 ) : pg 20817 Van Fraassen, B ( 1978 )

17

comenzó en septiembre de 1939 y concluyó en abril de 1945”

se nos está informando sobre la magnitud temporal o

duración de cierto acontecimiento.

Tras las cuestiones sobre el orden, la dimensión, la

relación y la asignación de coordenadad alcanzamos la

problemática nuclear de una teoría filosófica del tiempo, a

saber, el problema de la naturaleza del tiempo.

El primer pensador que discute conceptualmente sobre la

naturaleza del tiempo es Aristóteles en su “Física”, tal y

como veremos a continuación.

II ) La tematización filosófica del tiempo

a ) Aristóteles y el discurso de la “Física”: El

tiempo como número del movimiento

Aristóteles concibe el tiempo como el aspecto numeral del

movimiento. Esto significa que el tiempo no es

independiente del movimiento pero tampoco se reduce, se

identifica absolutamente, con él. Las relaciones temporales

son, en cierta medida, relaciones físicas. El concepto

aristotélico de tiempo emerge en el libro IV de la

18

“Física”. Para comprender originariamente tal concepto

habrá que explicitar las propiedades generales del

pensamiento aristotélico en tanto que condiciones que

posibilitan un discurso como el de la “Física”.

En la “Metafísica”, Aristóteles pone de manifiesto la

existencia de un deseo de conocer inherente al hombre. El

hombre posee una virtualidad que lo hace apto, lo capacita,

para la indagación de la totalidad de lo real, la

investigación de la phýsis. El deseo y la capacidad humana

para conocer se refleja en su actividad indagadora,

investigatoria, caracterizada por el preguntar, por la

interpretación cuestionante.

Aristóteles articula este deseo de conocer mediante una

gradación: tal gradación tiene por base el conocimiento

aportado por los sentidos que permiten el contacto y el

acceso al mundo físico; en el grado inmediatamente superior

al grado básico ( conocimiento sensible ) aparece la

memoria; le sucede el nivel de la “experiencia” que

posibilita que “ gracias a la fusión de muchos recuerdos

relacionados con el mismo género de objeto (…) adquirimos

una regla práctica, sin conocer sus razones”18.

A la mera “experiencia” le sucede el nivel del “arte”

entendido como conocimiento de reglas prácticas basadas en

unos principios generales y teniendo como horizonte fines

eminentemente prácticos. Con la “ciencia” se alcanza lo que

el Estagirita denomina el conocimiento por causas acerca de

algo. El conocimiento tomado por sí mismo, sin vistas a un

ulterior fin práctico, constituye el nivel o grado supremo18 Ross, W.D ( 1981 ) : pg 222

19

del conocimiento y se denomina “filosofía”, que ocupa el

puesto más elevado en la gradación debido a su inherente y

constitutiva “inutilidad”. La sabiduría residiria, según la

interpretación aristotélica, ya no sólo en la ciencia sino

en el conocimiento de las causas primeras ( en el orden

ontológico ) y más universales.

Ross afirma que la filosofía “nace del asombro primitivo,

pero busca suprimir el asombro para comprender el mundo de

un modo tan completo que no haya lugar para asombrarse de

que las cosas sean como son”19.

Aristóteles está convencido de que podemos conocer aquello

que le pertenece de suyo a las cosas que son. Para él, la

metafísica es posible en tanto que discurso acerca del ente

en cuanto ente. El “ser” no es un atributo que pertenezca

de manera unívoca a todo lo que es, sino que el ser se dice

( se predica ) de muchas maneras.

Según Aristóteles, la sustancia ( ousía ) “es” en el más

estricto sentido de la palabra: “todos los otros objetos

son simplemente en virtud de una relación definida con la

sustancia en tanto que cualidades de la sustancia,

relaciones de la sustancia……”20.

Aristóteles piensa en tres órdenes de entidades: unas,

objeto para la Física, son aquellas entidades que poseen

una existencia sustancial separada y están sujetas al

cambio; otras, objeto de las matemáticas, que son entidades

que no tienen existencia separada y existen sólo como

aspectos distinguibles en las realidades concretas pero

19 Ross W.D ( 1981 ) : pg 22320 Ross W.D ( 1981 ) : pg 224

20

están exentas del cambio; y, por último, unas entidades que

poseen tanto existencia separada como autonomía respecto al

cambio y son los objetos propios de la metafísica o la

teología.

No hay más realidad que la realidad del individuo, teniendo

el universal una realidad derivada de aquello que

propiamente es. El mundo en que nos encontramos es un mundo

de objetos individuales, que interactúan entre sí. Por

tanto, Aristóteles niega que los universales, es decir, lo

que serían las Ideas o Formas de Platón, del cuál nos dice

Aristóteles que separó la forma; y los objetos

matemáticos,al no tener una existencia separada, sean

sustancias como tal, en sentido estricto ( serán sustancias

de un modo derivado o indirecto, en tanto que sustancias

segundas ); pero por otro lado, Aristóteles admite

sustancias no sensibles como es el caso del motor inmóvil,

pieza clave de su cosmología, y las inteligencias que,

movidas por tal primer motor inmóvil mediante el amor y el

deseo, mueven a su vez las esferas planetarias.

Considera Aristóteles que la metafísica no debe hacerse

cargo del ser accidental: la metafísica “no va a estudiar

las conexiones entre sujeto y atributos en los cuales el

atributo no derive de la naturaleza del sujeto sino que le

pertenezca de un accidental ( katá symbebekós )”21.

Por otro lado, la metafísica debe dar cuenta de los

primeros principios de la demostración como son el

principio de contradicción y el principio de tercero

excluido. Así, por el principio de contradicción se revela21 Ross W. D ( 1981 ) : pg 236

21

que el mismo atributo no puede pertenecer y no pertenecer

al mismo sujeto y al mismo tiempo ( simultáneamente ) y en

el mismo sentido: se exige que algo sea o no sea algo en

cierto instante del tiempo, pera las dos cosas a la vez no.

Otra cosa muy distinta, que no contradice el principio de

contradicción, es que a una cosa le puede convenir ser algo

en un instante T1 y dejar de ser ese algo y devenir incluso

en su contrario en un instante distinto T2.

Otro sentido de ser que no tematiza la metafísica y sí la

lógica es el ser en sentido de verdad.

La sustancia, objeto de la metafísica, es una unidad que

implica cualidades y un respecto desconocido e irracional (

materia o sustrato ). La materia ( hýle ) es lo presupuesto

por el cambio y es el principio de individuación de las

sustancias particulares o individuales. Esta última

afirmación de Aristóteles le va a generar un grave problema

ya que al hacer de la materia, en sí misma incognoscible,

el principio de individuación de las sustancias, ello le

conduce a la conclusión paradojica de que las cosas más

reales del mundo, aparte de las sustancias puras, no sean

plenamente cognoscibles, tal y como lo interpreta Sir W. D

Ross.

Según Aristóteles, el cambio no puede explicarse sin

recurrir a la potencia, pero el cambio tampoco puede

explicarse por medio únicamente de la potencia.

En todos los casos, la potencia presupone el acto y tiene

sus raices en el acto. “A” no es potencialmente “B” si no

es capaz “A” de llegar a ser actualmente “B”. Para que “A”

22

pueda actualizarse en “B” se requiere la acción de algo

que esté ya en acto. En Dios, en cuanto energeia o acto

puro, no existe un solo elemento de potencia irrealizada.

Los cuerpos celestes no poseen la potencia de generarse o

destruirse ya que son eternos, o de cambiar cualitativa o

cuantitativamente, sino que sólo poseen la potencia del

movimiento local. Esta potencialidad no se refiere a que

los cuerpos celestes puedan o no moverse localmente sino

que se refiere a que puedan desplazarse de A a B o de B a C

en razón de que poseen un movimiento eterno.

Los cuerpos sometidos al cambio y al movimiento, es decir,

los objetos de estudio de la Física, están sometidos a los

cuatro géneros de potencia, a saber, generación y

destrucción, cualitativo, cuantitativo y local. Los objetos

naturales tienen en sí un origen de movimiento y de reposo.

Todo cambio supone la materia, la forma y la privación.

Tener una forma determinada implica constitutivamente estar

privado de la forma contraria. Nada llega a ser desde el

no-ser, como pensaba Parménides, sino que algo llega a ser

a partir de su privación, “que es simpliciter no ser pero

llega a ser partiendo de ella no simpliciter sino

incidentalmente”22.

La “Física” de Aristóteles debe dar cuenta y razón de las

causas del cambio físico, ya que el conocimiento en nuestro

hombre es un conocimiento por causas. La Física, en tanto

que teoría de la phýsis, tiene que conocer las causas de

los entes según phýsis ( physei onta ). En el libro II de

la “Física”, Aristóteles distingue cuatro tipos de causas:22 Ross, W. D ( 1981 ) : pg 99

23

- Causa material: como “aquel constitutivo interno de lo

que algo está hecho” o bien es aquello desde lo cual

es engendrada la cosa. La hýle es lo que permanece

siendo determinado por la forma. “La hýle es un

concepto analítico, un reducto abstracto que no

responde a algo realmente distinto. Sólo tiene

existencia real lo compuesto ( tó sýnolon ) de materia

y de forma (….). Así, la materia es entendida como

mera potencialidad ( otro concepto analítico ) de lo

que es generado algo al ser determinado por una forma

que la actualiza y la configura”23.

- Causa formal: es la “forma” o el “modelo”, la

configuración entitativa de algo o la “razón” de que

algo sea lo que es.”La forma es el plan de una

estructura considerada como informando un producto

particular de la naturaleza o del arte”24.

- Causa eficiente: como principio primero de donde

proviene el cambio o el reposo..

- Causa final: es el “fin” como aquello con vistas a lo

cual es algo.

La sustancia es el sujeto último de toda predicación.

“Naturaleza” es sustancia mientras que los accidentes y las

propiedades son “por naturaleza”.

La “Física” de Aristóteles se halla ligada profundamente a

una cosmología bien determinada que mantiene una diferencia

radical entre los fenómenos terrestres ( sublunares ) y los

23 Aristóteles ( 1995 ) : pg 141 nota 3124 Ross, W.D ( 1981 ) : pg 111

24

fenómenos celestes. Según Guillermo R. de Echandía, “ la

doctrina de la inmovilidad de la tierra en el centro del

mundo se articula íntimamente con doctrinas fundamentales

de esta física tales como la de la estructura táxica del

universo, la teorías de los movimientos naturales, la

distinción de un arriba y abajo cósmicos o la teoría de los

elementos”25.

Para Aristóteles, el movimiento es un dato empírico y un

hecho incontestable. En el libro III de la “Física” se

define el movimiento que, parece ser, es uno de los

continuos y lo primero que resalta o se pone de manifiesto

en un continuo es el infinito. Aristóteles afirma que no

hay movimiento fuera de las cosas ya que lo que cambia

siempre cambia sustancial, cualitativa, cuantitativa o

localmente. Todo cuerpo físico, en tanto que entidad

hilemórfica, está sujeto a movilidad, aunque no todo lo

real es móvil como el primer motor inmóvil. Las especies

del movimiento y del cambio son tantas como las del ser.

Movimiento viene definido como la actualidad de lo

potencial en tanto que tal.

Aristóteles pone un ejemplo para visualizar la definición :

lo construible en cuanto tal está en actualidad cuando está

siendo construido o en proceso de construcción. “El

cumplimiento de lo construible es la energeia de estar

construyendo la casa, es decir, una actualidad procesual.

Así, kinesis es el proceso de actualización”26 .

25 Aristóteles ( 1995 ): pg 9 Introducción26 Aristóteles ( 1995 ) : pg 180 nota 10

25

“Sólo hay kínesis mientras la potencialidad está siendo

actualizada: se trata de una actualización que en cada

momento de su realización es incompleta, inacabada, atelés

( atelés respecto a su complexión )”27.

La kínesis es una mezcla de actualidad y potencialidad. El

moviente siempre aporta una forma, que es el principio y

causa del movimiento. El moviente mueve al movible por

contacto, por lo cual también el moviente sufre una

modificación. Aristóteles mantiene el principio de que no

acción a distancia exigiendo siempre, para que sea posible

el movimiento, el contacto físico entre moviente y movible.

En el caso especialísimo del primer motor inmóvil, éste no

tiene contacto físico con los demás motores de las esferas

celestes sino que mueve mediante el deseo y el amor.

Los elementos implícitos en el movimiento son: lo que

produce el movimiento, lo movido, el tiempo que dura el

movimiento y aquello de donde parte y aquello hacia donde

se dirige. Existen muchos movimientos, pero un solo tiempo.

“El tiempo es número, no en el sentido de que por él

numeremos, es decir, en el sentido de número puro sino en

el sentido de lo que es numerado, es decir, que es el

aspecto numerable del movimiento”28.

Como el tiempo es el número del movimiento y el movimiento

es un continuo, es necesario determinar el concepto de

infinito ya que es lo que se presenta primariamente en un

continuo según Aristóteles. El estudio de la naturaleza del

27 Aristóteles (1995 ) : pg 182 nota 1328 Ross, D.W ( 1981 ) : pg 133

26

infinito es fundamental para tener una comprensión

adecuada del movimiento y, por tanto, del tiempo.

Según la interpretación aristotélica, los pitagóricos y

Platón habrían tomado el infinito como un principio, como

algo en sí mismo, una sustancia. Según J. Lear, Aristóteles

no puede hacer plenamente inteligible el cambio y, por

tanto, no puede asegurar su realidad ( frente a los eleatas

que negaban el cambio, considerado como mera ilusión )

hasta que no haga comprensible la idea de divisibilidad

infinita.

Existe un problema de comprensión en la idea de

divisibilidad infinita. “Cuando decimos que una magnitud es

infinitamente divisible estamos diciendo que es susceptible

de experimentar cierto proceso de división y que , cuando

se la divida, esta capacidad está siendo actualizada”29.

El problema de comprensión reside en que ningún proceso de

división de esta clase ( infinitamente divisible ) finaliza

tras un número finito de divisiones.

La salida o posible solución es que el infinito sólo existe

en potencia, en tanto que siempre hay, tras una división

efectuada, una posible, ulterior, división susceptible de

ser efectiva, es decir, siempre habrá posibiliddes

pendientes de actualización. Por tanto,no hay que constatar

una división infinita ( en acto ) ya que es imposible, sino

que hay que reconocer la presente posibilidad de divisiones

no actualizadas.

La tesis fuerte de Aristóteles es que el infinito no puede

existir en acto y por ello, argumenta la imposibilidad de29 Lear, J ( 1994 ) : PG 86

27

la existencia de un cuerpo que sea infinito, pero tampoco

se puede negar la existencia del infinito porque tal

negación implicaría una concepción del tiempo tal que este

tendría un comienzo y un final, posición rechazada de plano

por el estagirita. Sin la existencia del infinito, ni las

magnitudes serían divisibles infinitamente ni el número

sería infinito. La existencia del infinito es potencial,

pero una potencialidad específica muy distinta de la

potencialidad del bronce para ser estatua.

Se pueden distinguir dos clases de tá dynámei onta, a

saber, según si su potencialidad sea plenamente realizada (

caso de la potencialidad del bronce para llegar a ser

estatua ) o si se trata de un proceso interminable ( caso

de la divisibilidad infinita de las magnitudes continuas ).

Para Aristóteles, el infinito no tiene otro modo de

realidad que en potencia y por reducción: “ un proceso

actual de división que finaliza tras un número finito de

divisiones, pero antes de que se hayan realizado todas las

divisiones posibles es todo lo que podría ser un testimonio

de la existencia del infinito potencial. Mientras tal

proceso está ocurriendo, se puede decir que el infinito

está llegando a ser en acto al ocurrir una división tras

otra”30.

Aristóteles piensa que la magnitud es potencialmente

infinita debido a sus propiedades. “La estructura de la

magnitud es tal que cualquier división habrá de ser sólo

una realización parcial de su divisibilidad infinita; habrá

30 Lear, J ( 1994 ) : pg 87

28

de haber divisiones posibles que permanezcan sin

actualizar”31.

El cambio, que se basa en la estructura continua del

espacio, tiempo y materia, queda asegurado como real e

inteligible si se le reconoce la existencia de

posibilidades no actualizadas. Son posibles ciertos

procesos debido a que la magnitud es infinita por división:

“respecto a la magnitud , Aristóteles sólo admite un

infinito por divisibilidad, no en cuanto a la extensión. Y

como toda extensión es finita, ningún movimiento sobre una

extensión puede ser infinito. Pero hay un tiempo infinito

en el sentido de que no tiene comienzo ni fin y el

movimiento circular de la periferia cósmica que se cumple

durante el tiempo infinito es también infinito”32.

Para Aristóteles, el mundo es finito en extensión y que tal

extensión es fija, excluyendo de este modo la posibilidad

de pensar contracciones o expansiones cósmicas.

Tiempo y movimiento son procesos potencialmente infinitos,

pero su ser consiste en transcurrir y nunca pueden darse

como una totalidad infinita. Para concluir con la discusión

aristotélica en torno al concepto del infinito, cabe decir

que Aristóteles invierte la idea tradicional de infinito

( apeiros de Anaximandro ) en tanto que totalidad que lo

contenía todo, dando lugar al final que “el infinito

resulta ser lo contrario de lo que se dice que es. No es

aquello respecto de lo cual nada está fuera lo que es

infinito, sino lo que tiene siempre algo fuera de él (….)

31 Lear, J ( 1994 ) : pg 8832 Aristóteles ( 1995 ) : pg 210 nota 88

29

( aquello que ) no tiene nada fuera de él, es completo y

entero, pues de este modo definimos el todo, aquello a lo

que nada le falta (…). En cambio, aquello respecto de lo

cual algo falta y está fuera, por pequeño que pueda ser,no

es un “todo” entero y completo (….) no es completo nada que

no tenga fin y el fin es un límite”33.

El argumento aristotélico muestra que el infinito es

imperfecto e incompleto. El infinito no contiene sino que

en la mediuda que es infinito ( ilimitado ) se halla

contenido. El infinito, como la materia, es incognoscible

debido a su indeterminación y por la imposibilidad de la

mente en recorrer, captar, algo infinito.

Precisamente, se puede conocer algo porque su cadena causal

es finita, determinada. Aristóteles desarrolla su teoría

del infinito para hacer inteligibles los conceptos de

divisibilidad infinita de las magnitudes, la infinitud de

los números y la infinitud del tiempo.

“La interpretación aristotélica del tiempo opera en dos

niveles. En primer lugar, ofrece una idea teórica de la

naturaleza del tiempo. En segundo lugar, quiere dar cuenta

de nuestra experiencia del mismo. Estos dos niveles están

relacionados”34.

El tiempo está constituido en parte por la experiencia que

nosotros tenemos de él. Aristóteles pretende derivar la

idea de tiempo a partir de ciertas experiencias. Comprender

( originariamente ) el tiempo pasa por la posibilidad de

realizar una experiencia temporal. Los cambios de estados

33 Aristóteles ( 1995 ) ; III, 634 Lear, J ( 1994 ) : pg 94

30

que experimentamos en nuestra mente señalan, muestran, que

el tiempo está pasando y por ello tenemos conciencia del

tiempo.

Como indica Aristóteles, si el ahora no fuera distinto sino

uno y el mismo, no habría pasado tiempo: “aprehendemos el

tiempo sólo cuando hemos señalado un movimiento,

señalándolo con un antes y un después, y sólo decimos que

el tiempo ha pasado cuando hemos percibido un antes y un

después en el movimiento”35.

El antes y el después son concebidos, evidentemente, como

ahoras distintos por la mente. Constatamos la vinculación

existente entre el tiempo y el “alma” que se da en

Aristóteles: “si no hay nada cualificado para contar más

que el alma, o dentro del alma la mente, es imposible que

haya tiempo sin que haya alma, salvo sólo para aquello de

lo que el tiempo es atributo, i.e, si el cambio puede

existir sin alma”36.

Evidentemente, no tendríamos conciencia de tiempo si

careciéramos de conciencia ( del paso del tiempo ).

Siguiendo la línea de interpretación aristotélica, no es

posible una comprensión adecuada del tiempo sin incluir en

ella una mente que mida los movimientos. La realidad del

tiempo está constituida parcialmente por las actividades

mensurantes de la mente, que distingue los ahoras en tanto

que ahoras distintos y capta la distancia temporal

( duración ) entre los ahoras. En definitiva, “si

Aristóteles puede pasar de nuestra experiencia del tiempo a

35 Aristóteles ( 1995 ) : IV, 1136 Aristóteles ( 1995 ) : IV, 14

31

la naturaleza misma de su existencia es debido a que

aquella ( experiencia del tiempo ) constituye, en parte, su

realidad”37.

El tiempo, declara Aristóteles, “no es totalmente” o existe

al menos de una manera oscura y difícil de captar. Todos

comprendemos que una parte del tiempo ya no es ( el

pasado ) y que otra parte del tiempo está aún por venir

( el futuro ). Tanto el tiempo “infinito” ( apeirós ) como

el tiempo períodico ( de lo perpetuamente reiterado ) están

compuestos de estas partes. Según Aristóteles, el tiempo no

puede ser captado desde el pasado, concebido como un ya-no-

presente; ni desde el futuro, en tanto que aún-no-presente;

sino exclusivamente desde el presente actual que realmente

es. Para la interpretación aristotélica, el tiempo no está

compuesto de ahoras, ya que si el ahora fuera una parte del

tiempo tendría duración y ya no sería un ahora ( instante

puntual y sin duración ). En el diálogo platónico

“Parménides” se mostró que si el presente tuviera duración,

tendría o estaría compuesto de una parte anterior así como

de una parte posterior siendo presentes ambas partes. Dado

esto, se incurre en el absurdo de pensar que algo es

simultáneamente pasado y presente. En el ahora o presente

puntual no hay ni movimiento ni reposo, en contra de lo que

piensa Zenón de Elea, ya que carece de duración temporal.

Sólo constatamos y probamos con fundamento que un móvil

está en movimiento o en estado de reposo a través o por

medio de un intervalo temporal, de una duración. En ella se

constata si existe o no cambio de posición del móvil a37 Lear, J ( 1994 ) : pg 102

32

través del tiempo, y si varía en que cantidad lo hace

( velocidad/aceleración ).

Aristóteles discute la paradoja lógica de la flecha de

Zenón de Elea en el libro IV de la “Física”, considerándola

falaz. Zenón afirmaba que todo está en estado de reposo

cuando el objeto en cuestión ocupa un espacio igual a su

tamaño, y que todo lo que está en movimiento está siempre

en un ahora. La flecha que se mueve, mientras se mueve,se

mueve en el presente; pero en el presente la flecha ocupa

un espacio igual a su tamaño por lo que Zenón concluye que

la flecha está en reposo en el presente y, por tanto, tal

flecha no se mueve.

Para Aristóteles, la suposición que maneja Zenón, a saber,

que el tiempo se compone de ahoras indivisibles, es falsa.

El tiempo, al ser continuo porque el movimiento también lo

es, no se compone de indivisibles: el ahora es el límite

entre el pasado y el futuro, y en tanto que tal límite, no

es tiempo ya que carece de duración. El ahora o presente

adurativo no puede dejar de ser ni en el ahora siguiente ni

en sí mismo, que es cuando precisamente “es”, existe. Pero

tampoco el ahora permanece siempre el mismo ya que si esto

ocurriera no existiría el tiempo, lo cual es imposible:

“para Aristóteles, suponer que un ahora sigue a otro sería

pensar que el ahora es una duración mínima e indivisible,

un átomo, con lo cual el transcurso temporal sería una

especie de salto de un átomo de tiempo a otro. Es la tesis

discontinuista del tiempo, que implicaría la discontinuidad

del movimiento e, incluso, la del espacio (….). Para

33

Aristóteles, el tiempo no está constituido por ahoras

atómcos. Para otros intérpretes, como Conrad Martius, sin

embargo, la paradoja del ahora exige un fundamento

discontinuo del tiempo”38.

Desde el punto de vista de la actualidad real de presente,

el ahora es siempre el mismo mientras que desde el punto de

vista de lo que es en cada caso, el ahora es siempre

distinto. El tiempo es continuo por el ahora y se divide en

el ahora. La continuidad del tiempo se funda en que los

diferentes ahoras irrepetibles son diferentes fases de un

presente “persistente”.

El ahora, señala I. Düring, “no es una parte o la medida

del tiempo, sino que funda la continuidad de éste. La

medida del tiempo es la sección del movimiento situado

entre dos ahoras, y esta sección temporal tiene las

propiedades características de una magnitud y por ello

puede medirse. La medición sólo puede efectuarse con auxilo

de los números”39.

La medición del tiempo presupone la actividad de una mente

capaz de medir. La relación constatada en Aristóteles entre

tiempo y “alma” no tiene que llevarnos a calificar la

postura aristotélica como concepción subjetivista ya que en

el pensamiento griego la distinción sujeto-objeto

( definidora de la Modernidad ) no estaba operativa.

Por tanto, “ni se afirma que el tiempo esté en el alma ni

se dice que el tiempo sea un esquema de orden del alma,

38 Aristóteles ( 1995 ) : pg 267 nota 11839 Düring, I ( 2000 ) : pg 503

34

previamente dado, dentro del cual ésta ordenara las

cosas”40.

El movimiento circular eterno de la esfera celeste

periférica es el origen de todos los movimientos en el

Universo. Ningún movimiento es posible, sea éste

sistemático ( que se dé siempre ) o puntual, si no es

producido y mantenido ininterrumpidamente por un motor.

Esta exigencia conduce a Aristóteles a afirmar la

existencia de un primer principio absoluto del movimiento,

a saber, el primer motor inmóvil o proton kinoun akineton.

Hedwig Conrad Martius trata de establecer una cinética real

del mundo por la cual el mundo sale a la existencia actual

“en cada ahora de actualidad, entrando el mundo en una

renovada aparición presente. Su ser- ahí ( Dasein ) no es

nada estático. El mundo es aniquilado y realumbrado

continuamente”41.

Se trata de una cinética real del incesante surgir del

mundo a la existencia. El movimiento real de la actualidad

existencial no debe ser identificado con aquel movimiento

progresivo trascendental-imaginativo que representa el

avance desde el presente hacia el futuro. La tesis fuerte

de Conrad Martius es que “el en cada caso nuevo

alumbramiento del ser del mundo no se añade al precedente,

como ocurre con el tiempo trascendental ( imaginativo ) de

la intuición, en el cual el tiempo “que va al encuentro”

del futuro, al transcurrir, añade un paso a otro en la

línea imaginativa del tiempo.La marcha real del tiempo es,

40 Düring, I ( 2000 ) : pg 50441 Conrad-Martius, H ( 1958 ) : pg 37

35

por eso, necesariamente discontinuo. La visión

trascendental del tiempo, por el contrario, eleva el curso

temporal a un esquema espacial de continuidad”42.

Sin embargo, el avance real del tiempo, para la tesis

discontinuista de Conrad-Martius, proyectado sobre un

esquema de extensión espacial nos remite a un mismo punto y

no a una serie continua de puntos ya sea de avance hacia el

futuro desde el pasado o ya sea un movimiento retrofluyente

desde el futuro hacia el pasado ( tiempo imaginativo-

trascendental ). Por tanto, un mismo punto fijo, caminando

“sin avanzar” por lo que para Conrad-Martius se falsea la

verdadera naturaleza del tiempo cuando se le representa a

éste mediante un continuum, cosa que hace la posición

trascendental-imaginativa del tiempo. Éste no debe ser

tomado como el tiempo real, sino que debe permanecer en su

ámbito propio, a saber, el meramente trascendental-

imaginativo.

Por tanto, el continuo temporal extendido espacialmente es

una mera proyección trascendental, que no real, producida

por el sujeto, que sirve para poder “tener” el tiempo “más

allá” del presente efectivo de la actualidad.

El fundamento real del tiempo es, para Conrad-Martius, “ese

discontinuo “brincar más allá” de la presentidad acual o

del momento actual del ahora”43.

Tanto Conrad-Martius como Aristóteles se manejan dentro de

la lógica de la metafísica de la presencia al concebir el

ser como mera presencia y privilegiar un específico momento

42 Conrad-Martius, H ( 1958 ) : pg 4043 Conrad-Martius, H: ( 1958 ) : pg 44

36

temporal ( el presente ) por el cual son concebidos los

demás momentos o ékstasis temporales. De este modo, para

Conrad-Martius, el flujo continuo del tiempo se constituye

trascendentalmente y está fundado sobe un progreso

discontinuo del tiempo real: “el elemento del tiempo real

que progresa discontinuamente es el ahora actual presente:

ahora-ahora-ahora-ahora……….La palpitación real del tiempo.

El ahora que todavía era ahora, ya no es ahora ahora”44.

Conrad-Martius distingue entre ahoras “transcurrentes” ( de

un continuo temporal trascendental-imaginativo ) y ahoras

“reales” de la actualidad, que marchan progresivamente de

manera discontinua. Con cada ahora de actualidad son

negados y abolidos entitativamente todos los restantes

ahoras porque únicamente “vale” ( existe ) el ahora

presente cuando el mundo está actualizado, cuando el mundo

es mundo. El tiempo del mundo lo caracteriza Conrad-Martius

com cuántic, progrediente y con analogía numeral.

Para Aristóteles, el tiempo, por ser continuo, es

infinitamente divisible, “en cuanto continuo, el tiempo es

largo o breve; y en cuanto número, es mucho o poco. Pero

( el tiempo ) no es rápido o lento, pues no hay ningún

número con el que numeremos que sea rápido o lento”45. Lo

que es rápido o lento es el movimiento: rápido, si se da

mucho en poco tiempo; lento: si se da poco en mucho tiempo.

El tiempo delimita un movimiento en tanto que número de tal

movimiento y, a su vez, el movimiento delimita al tiempo ya

que, como afirma Aristóteles, “el tiempo es mucho si el

44 Conrad-Martius, H ( 1958 ) : pg 5545 Aristóteles ( 1995 ) : IV 220b5

37

movimiento lo es y el movimiento es mucho si el tiempo lo

es”46.

“Ser en el tiempo” significa para el movimiento que tanto

el movimiento como su ser son medidos por el tiempo. Ser

en el tiempo no significa meramente ser cuando el tiempo es

sino que “para lo que es en el tiempo, cuando existe, tiene

que haber necesariamente un tiempo”47.

Aristóteles admite un tiempo más grande ( pleion ), que

trasciende el ser de lo perecedero y su tiempo: se trata

del Chronos apeirós de lo que es siempre,de la periferia

celeste. Su movimiento circular fundamenta la medidad del

tiempo así como abarca toda la temporalidad. El movimiento

local tiene en Aristóteles una primacía, tanto en el orden

de la causalidad como en el temporal y en el conceptual.

Lo que fundamenta todo cambio mundano ( sublunar ) es la

rotación continua de la periferia del universo que, según

interpreta Conrad-Martius, se trata de un movimiento

espacial “suprafísico”.

En el interior del mundo “terrestre” no existe ningún

movimiento eterno, siendo lo propio de los cuerpos

“terrestres” o del ámbito sublunar el moverse en línea

recta, ya sea hacia la periferia ( aire, fuego ), ya sea

hacia el centro del universo ( tierra ). Aristóteles

denomina movimiento “imperfecto” y “perecedero” al que se

realiza sobre una línea limitada y no se repite

periódicamente.

46 Aristóteles ( 1995 ) : IV 220b3047 Aristóteles ( 1995 ) : IV 221a25

38

En el límite periférico del universo es donde temporalidad

y especialidad se relacionan de una manera específica, a

saber, allí el tiempo se convierte en un espacio temporal

eterno o en un eterno tiempo espacial. El movimiento eterno

de rotación celeste no queda incorporado a ningún tiempo ya

que fuera de él no hay tiempo ya. El tiempo intramundano

( sublunar ) sólo llega a ser con este movimiento cósmico

fundamental, él mismo supratemporal.

Metafísicamente, Aristóteles determina lo intramundano como

lo que oscila constantemente entre la potencialidad y la

actualidad y por ello es “perecederamente temporal”. El

movimiento de la periferia celeste que, en última

instancia, es considerada por Aristóteles como lo ente, ya

no transcurre en el tiempo: “un ente eónico no puede asumir

nada de no ser y por ello, tampoco puede destruirse o

generarse o, en general, cambiar. Las cosas que son

siempre, en cuanto tal, no son en el tiempo, no están

contenidos por el tiempo ni su ser es medido por el

tiempo”48.

Para finalizar la presente exposición sobre la asunción y

planteamiento del concepto de tiempo en Aristóteles nos

remitimos a esta reflexión aristotélica: “Se suele decir

que el tiempo deteriora las cosas, que todo envejece por el

tiempo, que el tiempo hace olvidar; pero no se dice que se

aprende por el tiempo ni que por el tiempo se llega a ser

joven y bello, porque el tiempo es, por sí mismo, más bien

48 Aristóteles ( 1995 ) : IV 221a30, b5

39

causa de destrucción ya que es el número del movimiento, y

el movimiento hace salir de sí a lo que existe”49.

b ) X. Zubiri: el concepto descriptivo, estructural

y modal del tiempo

Detenerse en la posición de Xavier Zubiri sobre el tiempo

no es un acto azaroso o caprichoso. Tiene su fundamento en,

al menos, tres sentidos que a continuación vamos a

explicitar: se trata de un pensamiento con la fuerza de la

voluntad de ser original, por tratarse de un pensamiento

acerca de los fundamentos constitutivos de las cuestiones

directrices de la metafísica y, por último, por su

específica relación con la tradición filosófica.

Zubiri considera que el tiempo es uno de los temas

principales de la filosofía de la naturaleza, campo

temático constitutivo de la metafísica. Zubiri concibe la

metafísica primariamente como intramundana, es decir, como

discurso que tematiza las estructuras metafísico-

fundamentales de la realidad de un mundo ya constituido.

Considera que cuestiones del tipo de “cuál” es el origen

del mundo son cuestiones esencialmente derivadas y

sobrevenidas en relación con los principios de aquella

metafísica intramundana.49 Aristóteles ( 1995 ) : IV 221b25

40

Hablar de realidad nos instala, por de pronto, en la

aprehensión intelectiva en la que lo aprehendido es en y

por sí mismo real. Para Zubiri, el hombre está en la

realidad y la realidad está en el hombre en el sentido de

estarle dada en y a su inteligencia. Se da una conjunción

inmediata entre realidad e inteligencia: “ esta

constatación radical es la base que hace posible una

investigación de lo real”50.

“La radical experiencia de la realidad que se cumple en la

intelección como aprehensión primordial y se expande como

logos y razón”51.

La cosa real da verdad a la intelección ya que en ésta la

cosa real está actualizada como siendo en propio lo que es

en su actualización intelectiva.

Un término muy imprtante para Zubiri es “momento”; es un

término adecuado “para una visión estructuralista en que la

unidad estructural es primada sobre los componentes,visión

que es la propia de Zubiri”52. Lo primordial para Zubiri es

la unidad de todo en la que y desde la que los momentos son

lo que son. Fuera de la unidad estructural, los momentos

dejan de ser lo que son, a saber, momentos de la unidad

estructural. Los momentos son tales, alcanzan su sentido

como tales, por mantener relaciones estructurales con los

demás momentos de la unidad estructural, es decir, por

estar en respectividad “momentual” con los otros momentos

de la estructura.

50 Ferraz, A ( 1991 ) :pg 11851 Ferraz,A ( 1991 ) : pg 11952 Ferraz, A ( 1991 ) : pg 121

41

Así las cosas, la pieza de un mecanismo tiene su sentido

como pieza mecánica por mantener cierto tipo de relaciones

estructurales y funcionales con las demás piezas, y de

éstas con ella ( relaciones recíprocas ). Fuera del

mecanismo, la pieza es físicamente la misma pero ya no

constituye un momento estructural-funcional constituyente

del mecanismo ya que está desplazada de su función y lugar,

descoyuntada, “despiezada”. A la hora de abordar, por

ejemplo, el concepto modal del tiempo zubiriano que, por

otro lado, guarda muchas afinidades con el concepto

heideggeriano de temporalidad originaria entendida como

unidad ekstática de los éks-tasis temporales, tales

consideraciones tendrán una gran relevancia teórica.

Como señala Antonio Ferraz, “en todas partes encuentra

Zubiri estructuras momentuales en que cada momento es nota

del sistema, es decir, nota de las demás notas del sistema

estructural; pues el sistema, la unidad sistemática no es

hipóstasis, no es algo ya constituido por debajo de las

notas mismas”53.

Según Zubiri, inteligimos una cosa real en sus notas: la

cosa aprehendida está actualizada en sus notas. Zubiri

interpreta que las notas no son algo que “tiene” un sujeto

sino que son aquello en la que la cosa es actual. No se

trataría tanto de un modo de inhesión como de una

estructura de actualización.

Zubiri contrapone frente a una estructura de inhesión,

donde las notas se conciben como mero “brotar” activo o

pasivo desde la sustancia o ousía ( Aristóteles ), una53 Ferraz, A ( 1991 ) : pg 123

42

estructura dimensional, en tanto que la realidad en cuanto

tal es dimensional. La cosa real es una unidad sistemática

de notas con carácter de constructo.. No todas las notas

son del mismo carácter ya que hay notas vinculadas a

relaciones extrínsecas que establece la cosa real con otras

cosas reales y notas intrínsecas que pertenecen

constitutivamente a la cosa real. Estas últimas notas se

denominan notas constitucionales. La constitución de una

cosa real, en tanto que estructura primaria de lo real, ,

es la complexión o unidad sistemática de notas

constitucionales. Todo lo real se constituye como tal en

virtud de una constitución, como sistema de notas. Por la

constitución, esa cosa real es precisamente esa cosa real.

Las notas son posicionalmente interdependientes en el seno

del sistema.

El problema de qué sea el tiempo tiene una presencia

permanente en la historia de la filosofía. La cuestión del

tiempo es una cuestión “incómoda” según Zubiri.

Por un lado, tenemos presente el saber vulgar, precrítico y

prerreflexivo acerca del tiempo como un conjunto de ideas

sobre el tiempo en apariencia incontrovertibles, bajo la

forma de sentencia o aforismo. De este modo, “para

verdades, el tiempo”, “el tiempo, juez insobornable, que da

y quita razones” o “sólo el tiempo lo dirá” son expresiones

ejemplares al respecto.

Zubiri cree ver tras estas afirmaciones la idea popular de

que el tiempo es una cierta realidad siustantiva, casi con

vida propia y con capacidad para decidir. Sin embargo, en

43

el ámbito específicamente filosófico, se constata que lo

que se nos dice acerca del tiempo es, en general, algo

intrascendente, “casi evanescente”. Este contraste entre lo

que todo el mundo cree saber acerca del tiempo y la

parquedad de la filosofía define así “una situación

intelectual en extremo incómoda”54.

El tiempo plantea al pensar una cuestión radical. Zubiri

imputa esa “parquedad” de la filosofía para hablar del

tiempo no a la filosofía misma sino a que se “fundaría en

la pobreza de la realidad del tiempo”55 mismo.

El concepto de tiempo expresaría una mínima realidad. Ya

Aristóteles, al analizar si el tiempo pertenecía o no a los

onta y pasar luego a escrutar su naturaleza, había afirmado

que el tiempo “no es” o es apenas y de un modo

incognoscible. “La incomodidad en que nos hallamos no es

sino la expresión del más radical problema que el tiempo

nos plantea, el problema de la realidad del tiempo. ¿Cuál

es esta realidad?. ¿Por qué es mínima?”56.

Zubiri plantea el problema del tiempo partiendo del

concepto descriptivo. El concepto descriptivo del tiempo

remite, como se verá más adelante, a un estrato más hondo

denominado el concepto estructural de tiempo.

Dependiendo de cómo sean las estructuras de las cosas, así

serán las estructuras internas del tiempo. Todas las cosas,

aparte de determinar la estructura del tiempo en función de

sus estructuras de realidad , son constitutivamente

54 Zubiri, X ( 1996 ) : pg 21055 Zubiri, X ( 1996 ) : pg 21156 Zubiri, X ( 1996 ) ; pg 211

44

tempóreas, su modo de ser es tempóreo. El concepto

estructural del tiempo, por todo ello, se fundamenta en el

concepto modal del tiempo. El concepto

descriptivo,estructural y modal son los momentos

constitutivos de la unidad temporal. Tales conceptos,

entendidos como momentos estructurales de la unidad

temporal, para poder comprenderlos de manera originaria y

adecuada hay que pensarlos en sus respectivas vinculaciones

tal y como se han puesto de manifiesto. Es muy relevante

señalar ahora que la distinción formal entre los conceptos

descriptivo,estructural y modal ha sido muy pocas veces, a

lo largo de la historiua de la filosofía, explicitada y

asumida en profundidad tal y como lo hace Zubiri. Para él,

tal distinción sirve de base o medio para salir “a flote”

ante el conjunto de dificultades que presenta,

inherentemente, la tematización filosófica del tiempo.

Zubiri piensa que es en el concepto modal del tiempo donde

se ponen de manifiesto los problemas más profundos del

tiempo y constituye la clave de bóveda del edificio

conceptualizador de la temporalidad.

Los tres conceptos de tiempo, como se decía antes, no son

independientes ya que las estructuras temporales ( concepto

estructural del tiempo ) se fundamentan en el tiempo como

modo ( concepto modal ), a la vez que los caracteres

generales del tiempo ( concepto descriptivo ) se fundan en

las estructuras temporales y las expresan.

Una adecuada tematización de los conceptos descriptivo,

estructural y modal del tiempo y de la unidad del tiempo

45

permitirá comprender por qué es y tiene que ser mínima la

realidad del tiempo.

Todos tenemos una cierta idea o precomprensión57 del

tiempo. Zubiri trata de explicitar a través del concepto

descriptivo del tiempo las determinaciones básicas de

nuestra idea de tiempo. Es muy importante señalar al

respecto que “no se trata de un análisis del tiempo como

algo fenoménicamente dado sino de una idea que todos

tenemos de él”58.

Hay algunas determinaciones que son propias del tiempo y

otras afectan al tiempo en relación con las cosas que

temporalmente acontecen.

El concepto descriptivo del tiempo es la descripción del

tiempo como línea temporal: las partes del tiempo son los

puntos de la línea temporal ( línea de los ahoras ). Esta

descripción corresponde al concepto trascendental-

imaginativo del tiempo en Hedwig Conrad-Martius y a la

interpretación vulgar o tradicional según la interpretación

heideggeriana.

Zubiri analiza a renglón seguido las características de tal

línea temporal a través de las siguientes ideas, a saber,

conexión de los momentos del tiempo, dirección del tiempo,

distancia temporal y unidad de la línea temporal.

Iniciamos el análisis de la naturaleza de la línea

temporal, interpretada por Zubiri como el concepto

57 Para Vattimo la precomprensión no representa un obstáculo, antes bien constituye la posibilidad de la apertura efectiva de la comprensión misma.58 Zubiri, X ( 1996 ) : pg 215

46

descriptivo del tiempo, por la conexión de los momentos

del tiempo.

En la línea temporal, al contrario de lo que ocurre en la

línea espacial, la conexión, la dirección y la medida de

los momentos son indisociables: los momentos del tiempo

están dispuestos en continuidad59.

Según Zubiri, la línea del tiempo es “un conjunto infinito

de ahoras que se corresponde biunívocamente con los puntos

de una línea o de segmentos lineales”60.

Continua Zubiri su exposición mostrando que “la línea del

tiempo constituye un conjunto continuo, esto es, dado un

ahora no hay en el pasado ningún momento que sea el último

de lo anterior ni hay en el futuro ninguno que sea el

primero de lo posterior (…) Cada ahora es un momento límite

(…) y además ( al igual que en el segmento lineal ) es un

límite accesible, es un ahora que llega”61.

Tal concepción continuista del tiempo se opone a la

interpretación atomista/discontinuista de H. Conrad-

Martius. El tiempo se describe como una línea contínua de

ahoras, cada uno de los cuales carece de duración.

El tiempo es tomado como la mera sucesión de ahoras, lógica

propia del pensar metafísico que nivela y desplaza la

unidad ekstática en que consiste propia y originariamente

la temporalidad, ajena a toda idea sucesiva de los ékstasis

temporales.

59 Dos magnitudes conforman un continuo cuando el extremo final de una magnitud es él mismo el extremo inicial de la otra magnitud.60 Zubiri, X ( 1996 ) : pg 21861 Zubir, X ( 1996 ) : pg 219

47

Para Zubiri, el continuo temporal está abierto tanto hacia

la derecha como hacia la izquierda.

Zubiri, por otro lado, nos muestra como los antiguos

habitantes del Irán manejaban dos tipos de tiempo, a

saber,uno, el tiempo indefinido o infinito ( chronos

apeirós, presente en Aristóteles como el tiempo en que se

cumple el movimiento circular eterno de la esfera más

periférica del cosmos ) en el cual se inscribe otro tiempo,

perfectamente acotado y se refiere al tiempo del cosmos o

tiempo de larga dominación.

La línea del tiempo posee una dirección absolutamente

determinada: el continuo temporal está ordenado

unívocamente según el orden del antes y el después. Tal

orden define la dirección de la línea temporal. La

dirección de los momentos temporales según el orden del

antes y el después es absolutamente fija e irreversible.

“Lo que ha sido un antes en ningún caso ni en ninguna forma

podrá ser un después”62.

La irreversibilidad de la dirección de los momentos

temporales es “inexorablemente” necesaria, aunque pudiera

existir algún fenómeno físico, fenómeno que se da en los

momentos temporales, reversible.

Zubiri centra la consideración filosófica en los

constituyentes de la línea del tiempo y no en los fenómenos

físicos que se “inscriben” en tales constituyentes

temporales, de los cuales la física hace objeto teórico y

de experimetación.

62 Zubir, X ( 1996 ) : pg 226

48

De este modo, Zubiri rebate la idea de Heisenberg por la

cual en el ámbito microscópico de las partículas

subatómicas fundamentales no podría definirse adecuadamente

los conceptos de antes y después, poniendo en tela de

juicio así la estricta e inexorable determinación

direccional de la línea temporal según el orden del antes y

el después. De ahí puede colegirse que ciertos procesos

transcurrirían en el tiempo en un sentido inverso al de la

serie causal.

Zubiri tiene presente la siguiente distinción de niveles

para poder rebatir las tesis de Heisenberg: por un lado

está el nivel de la serie de los fenómenos físicos según

antecedentes y consecuentes y, por otro lado, el nivel de

la serie de los momentos temporales.

Según esto, las posibles inversiones en la sucesión en

ciertos fenómenos subatómicos no sólo no impugna sino que,

por el contrario, confirma y supone la irreversibilidad del

orden de los momentos temporales. Si P se da en un momento

temporal t y Q se da en un momento posterior t´; entonces Q

es posterior a P. Aun en el caso, piensa Zubiri, de que Q

fuera anterior a P ( quiere decir, en el fenómeno original

se ha invertido el orden de sucesos que lo componen ) t

´siempre sería posterior a t. La posterioridad de t´, en

definitiva, respecto de t sería invariante con relación a

que el fenómeno se de con Q anterior o posteriormente con

relación a P.

Según Zubiri, ha habido inversión únicamente en la serie de

los sucesos que componen el fenómeno físico dado ( de P a Q

49

/ de Q a P ) que transcurren en el tiempo pero no ha habido

inversión en el tiempo mismo, ya que t´siempre será

posterior a t, y porque esto es indefectiblemente así es

por ello que podemos constatar la inversión en el fenómeno

físico considerado.

La conclusión filosófica es clara para Zubiri, a saber, la

dirección de la línea temporal lo constituye el “desde-

hacia” del orden único de sus momentos temporales

constituyentes.

La línea temporal también posee propiedades métricas: entre

dos momentos de la línea temporal puede definirse siempre

la distancia temporal ( duración ) que mantienen entre

ellos.

El espacio topológico no es, de suyo, afín ya que sus

puntos carecen de dirección y se exige para determinar la

dirección añadir un axioma nuevo e independiente al

conjunto de axiomas definidores del espacio en cuestión.

Tampoco el espacio topológico es metrizable de suyo ya que

sus puntos no poseen, de suyo, distancia.

El continuo temporal siempre es metrizable, pero esto no

significa que la medida de la distancia temporal ( duración

) entre dos momentos sea la propiedad más originaria de la

línea temporal. El tiempo, para Zubiri, posee primariamente

una “modulación cualitativa”, anterior a toda métrica o

medida cuantitativa.

“La sucesión de los momentos es, ante todo, cualitativa:

“cuando llueva”, “al amanecer”,…..son expresiones que

manifiestan esta sucesión cualitativa de ahoras”63.63 Zubiri, X ( 1996 ) : pg 229

50

En el origen, las determinaciones del tiempo se fundaban en

aspectos cualitativos, a saber, uno podía visitar a alguien

en el tiempo de las cosechas o realizar una misión en un

tiempo permitido por los dioses. La medida cuantitativa que

provee el reloj y el calendario vino a dar precisión a

aquellas determinaciones temporales “cualificadas”

( cualitativas ) de naturaleza más ambigua e imprecisa.

Por otro lado, la métrica del tiempo es relativa, está en

función de las condiciones cinemáticas del sistema tal y

como afirma la teoría de la relatividad.

De este modo, la estructura y carácter de la métrica del

tiempo compete a la física.

En resumen, el concepto descriptivo del tiempo viene a

señalar o significar que el tiempo es descrito como un

conjunto de ahoras dispuestos como un continuo abierto y

ordenado, con una dirección fija e irreversible según un

antes y un después y que posee un carácter metrizable

( medible de diversos modos ).

De los infinitos momentos constitutivos del tiempo, sólo

uno, a saber, el ahora-presente, tiene existencia y la

tiene tan sólo de modo puntual. De todos los ahoras del

continuo temporal se puede decir, exceptuando al ahora-

presente, que carecen de existencia. Zubiri vuelve aquí a

otorgar privilegio ontológico a un momento concreto de la

temporalidad ( el presente ) en detrimento de los otros

ékstasis temporales de la unidad estructural que es la

temporalidad. Según Heidegger, la metafísica, al concebir

el ser como mera presencia, privilegia precisamente el

51

presente, encubriendo de este modo la estructura

fundamental de la temporalidad originaria en tanto que

unidad ekstática.

Retornando a Zubiri, la línea temporal carece de

sustantividad pero de realidad: “La línea temporal no cobra

su presunta realidad sino de su articulación digamoslo así,

con el ahora-presente y esta articulación no sólo permite

sino que es justo lo que obliga a hablar de momentos del

tiempo”64.

La articulación no tiene un carácter extrínseco sino que,

partiendo del ahora-presente mismo, es lo que “fuerza” a la

conjunción de los momentos pasados al ahora-presente.

Zubiri introduce el concepto de “transcurrencia” como una

nueva índole de estar del ahora-presente, que se contrapone

a la “estancia” del punto espacial. De esta forma, “ la

transcurrencia consiste en que cada ahora-presente es, en

sí mismo, constitutiva y formalmente un ahora-de-a. Si se

quiere, es ahora-presente está abierto en sí mismo y desde

sí mismo a su propio pasado y a su propio futuro”65.

La apertura del ahora-presente es condición de la movilidad

del tiempo.Un momento M es pasado en cuanto que existe un

momento presente M´ tal que M´es posterior a M. Un momento

M es futuro cuando existe un momento presente M´ tal que M

´es anterior a M.

“En cada ahora-presente, puntualiza Zubiri, existe

formalmente una conjunción real y, por tanto, es este

carácter real el que fuerza a un despliegue lineal, que es

64 Zubiri, X ( 1996 ) : pg 23365 Zubiri, X ( 1996 ) : pg 235

52

la prolongación de la conjunción real de cada ahora. Este

conjunto no tiene la misma actualidad que el conjunto de

puntos de una línea espacial, pero es más que una

construcción mental”66, contra lo que viene a afirmar

Hedwig Conrad-Martius, para la cual la representación del

tiempo como línea espacial de ahoras no es más que una mera

representación subjetiva ( imaginativo-trascendental ).

Zubiri piensa que el continuo temporal posee una

continuidad transcurrente.

Tras ekl concepto descriptivo del tiempo ahora le toca el

turno al análisis del concepto estructural del tiempo.

Las cosas, en relación con el tiempo, vienen dadas por su

“cuándo”, el cual significa la colocación de algo en el

tiempo, a saber, su “cuandocación”. El “cuándo”, precisa

Zubiri, no es la respectividad de cada cosa a la línea del

tiempo sino “la respectividad temporal mutua de las cosas

entre sí”67.

Cuando uno determina mediante un reloj y un calendario un

suceso, lo está ubicando en un tiempo métricamente

numerado. Frente al “cuándo” puramente cuantitativo está el

“cuándo” cualitativo ( como el kairós giego entendido como

“cuándo” del momento propicio ).

Para analizar la relación del tiempo respecto de las cosas,

Zubiri emplea dos ejes, a saber, la universalidad y la

realidad del tiempo. La universalidad del tiempo no es una

universalidad meramente conceptual sino que se trata de una

universalidad física, real. La realidad del tiempo, sin

66 Zubiri, X ( 1996 ) : pg 23767 Zubir, X ( 1996 ) ; pg 241

53

embargo, no es unívoca ya que hay realidades físicas

desplegadas en el tiempo, hay realidades que sólo están

condicionadas por el tiempo o realidades meramente

presentes en el tiempo. Existe, pues, una variabilidad

analógica de formas de “estar en el tiempo”.

En contra de lo que piensa Kant, Zubiri no considera que la

temporalidad de cada proceso pueda concebirse como

fragmento de un tiempo universal único. Zubiri plantea, más

bien, una homogeneidad o propiedad común a todos los

procesos temporales, “si reservamos la palabra

“homogeneidad” para designar más bien la índole de los

transcursos, diremos que la unidad, que consiste en el

transcurrir en cuanto tal, es co-procesualidad”68.

La unidad de los tiempos en el tiempo tiene el caráter de

un sýn, siendo el fundamento de tal sýn el carácter

procesual propio de todo proceso. De este modo, la

universalidad del tiempo es la sincronía temporal de todos

los procesos ya que Zubiri rechaza la idea de un tiempo

absoluto, interpretada como realidad sustantiva

independiente de los procesos físicos. La universalidad del

tiempo no se funda en una unidad intínseca y formal sino

que es puramente sincrónica.

Cada proceso consta de fases, cada una de ellas con su

propia índole, y cada fase está en respectividad con la

índole de la totalidad del proceso. Cada fase ocupa un

puesto determinado en el proceso. Para Zubiri, el problema

de la realidad del tiempo reside en vislumbrar en qué

consiste el tiempo propio de cada proceso, es decir, “ la68 Zubiri, X ( 1996 ) : pg 244

54

mera posición fásica de cada una de las fases respecto de

las demás del proceso es justo el tiempo como línea”69.

Esto quiere decir que cada proceso, en tanto que

multiplicidad fásica, tiene su tiempo y la unidad

coprocesual de todos los procesos, en tanto que procesos,

es la cotemporalidad.

El concepto estructural del tiempo da cuenta de las

diferentes estructuras de la línea temporal. Cada

estructura real de los procesos impone una una estructura

específica a la línea temporal.

Existen cuatro tipos de procesos según su estructura, a

saber, procesos físicos, procesos biológicos, procesos

psíquicos y procesos biográfico-históricos. De este modo,

la línea temporal puede configurarse o adoptar cuatro modos

distintos que a continuación se explicitan:

- La línea temporal de los procesos físicos tiene el

carácter de la sucesión. “El tiempo cósmico ( o físico ) es

pura y simplemente la sucesión de las partes del

movimiento. Cuando, efectivamente, por medio de un acto de

neutralización marcamos precisamente los dos extremos en

dos ahoras, lo que hay de por medio es justamente la mera

sucesión, no el camino de un sitio a otro sino la pura

sucesión”70.

- La línea temporal de los procesos biológicos tiene el

carácter de la edad.

69 Zubiri, X ( 1996) ; pg 25170 Zubiri, X ( 1996 ) : pg 264-265

55

- La línea temporal de los procesos psicológicos tiene el

carácter de la duración. Para Zubiri, la conciencia y el

psiquismo poseen un carácter fluyente. Por medio de un

nuevo acto de neutralización, específico para el ámbito

psíquico, se toma la “fluencia” no en tanto que “en” la

fluencia ocurran ciertas cosas sino que es la fluencia

tomada pura y simplemente como vivencia propia.

Mediante este acto de vivenciación podemos asir, acceder,

captar el tiempo psíquico. Hay que tener en cuenta que el

tiempo psíquico no es la fluencia sino la duración de la

fluencia. En este tiempo psíquico no se da la sucesión de

ahoras, que es lo característico del tiempo físico, sino

que “el segundo ahora ( el ahora posterior ) es, en cierto

modo el primer ahora, sólo que más rico”71.

Mientras que en la sucesión, el antes, el ahora y el

después son partes del movimiento numéricamente distintos;

en la duración, el antes, el ahora y el después son

modulaciones cualitativas.

- La línea temporal de los procesos biográfico-históricos

está constituida por un anticipar proyectante o precesión.

El tiempo de la vida humana no es ni sucesión ni duración

sino precesión: las partes “antes, ahora, después” son

etapas de una realización. Si en el tiempo físico

( sucesión ) se capta el tiempo desde el presente; en el

tiempo psíquico se hace desde el pasado ( duración ) y en

el tiempo de la acción vital ( precesión ) el tiempo se

capta desde el futuro.

71 Zubiri, X ( 1996 ) : pg 271

56

Resumiendo los aspectos en torno al concepto estructural

del tiempo,cabe decir que sucesión ( tiempo físico ), edad

( tiempo biológico ), duración ( tiempo psicológico ) y

precesión ( tiempo biográfico-histórico ) constituyen los

cuatro tipos estructurales del tiempo.

Las cosas transcurren temporalmente porque son

constitutivamente tempóreas. Existe una diferencia

fundamental entre la temporalidad de un transcurso y la

temporeidad de lo real.: si en la temporalidad del

transcurso el tiempo se representa como una línea temporal;

el tiempo en la temporeidad de lo real ya no es una línea

de transcurso sino modo de las cosas.

Zubiri, en contra de lo que sostiene Heidegger, piensa que

el ser no se funda en el tiempo sino que el tiempo se funda

en el ser: el ser es tempóreo y lo define como “la

actualidad mundanal de lo real”. La realidad es aquello que

a una cosa le compete de suyo.

Toda realidad es intrínsecamente respectiva. Todas las

cosas reales actuan unas sobre otras y tal actuación se

fundamenta en la acción, en el “dar de sí” en

respectividad; que a su vez se funda en el carácter activo

de la realidad en cuanto tal.

Cada realidad, debido a su respectividad, es algo que de

suyo está entre otras realidades en cuanto tales, está en

el mundo. Lo que constituye formalmente el ser en Zubiri

es la actualidad de lo real en respectividad en el mundo:

lo primero y más originario es que la cosa sea real, que

sea de suyo, y por ser de suyo está en el mundo. El ser es

57

siempre ser de la realidad y la realidad es lo único que

posee sustantividad. El tiempo, en tanto que modo de ser,

no tiene sustantividad porque el ser no la tiene: “el ser y

el tiempo no tienen sustantividad alguna, precisamente

porque el tiempo es un modo del ser y el ser, en tanto que

ser, carece por completo de sustantividad. Lo único que

tiene sustantividad es la realidad misma”72.

El tiempo no es algo en lo que se esté, sino un modo en que

se está: se está en el mundo y el modo como se está es el

tiempo. El tiempo posee, pues, un carácter modal en tanto

que modo de ser. El tiempo es la ulterioridad del ser y

esta ulterioridad le pertenece intrínsecamente: el tiempo

es la textura misma del ser en su ulterioridad. El ser es

texturalmente un ya-es-aún.

La temporalidad, como modo de ser, es la unidad

constitutiva del ya-es-aún. Acabamos de arribar al concepto

modal del tiempo. La unidad del ya-es-aún consiste en que

los tres términos son formalmente una sola y misma

actualidad.

Zubiri está pensando en la unidad originaria de la

temporalidad que Heidegger, desde otra perspectiva

ontológica, también tematizará, saber, la temporalidad

originaria como sentido ontológico de la cura y como unidad

ekstática de los ékstasis temporales (futuro, sido,

presente).

Ya-es-aún para Zubiri son facies o inflexiones de la

ulterioridad de un presente gerundial ( siendo ). Así, cada

término envuelve intrínseca y formalmente a los otros dos.72 Zubiri, X ( 1996 ) : pg 294

58

El tiempo como transcurrencia ( conceptos descriptivo y

estructural ) se fundamenta antológicamente en el tiempo

como modo ( concepto modal ). La transcurrencia es tiempo

en tanto que el ser es moralmente temporal.

59

c ) Heidegger: la explanación del tiempo como

horizonte de la pregunta ontológico fundamental por el

ser ( Ser y tiempo )

El pensar de Heidegger tendría que ser entendido como un

camino, pero no como un camino de muchos pensamientos sino

como el camino restringido a un solo y único pensamiento,

del cual espera el pensador que algún día “quede detenido ,

como una estrella, en el firmamento del mundo”73.

Heráclito ya había afirmado que la cuestión esencial no era

o no consistía en conocer muchas cosas sino la única capaz

de mover al pensar debido a su carácter radicalmente

originario y fundamental.

Heidegger ha realizado la experiencia de que la metafísica

jamás ha “diferenciado y decidido” la pregunta fundamental

que interroga por aquello único que ya entrevió Heráclito y

que es lo que puede considerarse como LA CUESTIÓN para el

pensar, a saber, la pregunta por el ser como tal o en

general o tomado por sí mismo.

Señala Pöggeler que si concebimos el camino en relación con

el pensar, se trataría en última instancia de “poner de

relieve aquello que, en cuanto olvidado, entraña todo

pensar. De este modo, tal estar en camino no aporta nada

nuevo, no es nunca un paso adelante hacia algo todavía en

ningún caso sido; más bien hay en este pensar el paso hacia

atrás, el regreso a lo sido, a lo impensado del

porvenir”74.

73 Pöggeler, O ( 1986 ) : pg 1174 Pöggeler, O ( 1986 ) : pg 14

60

Así como la Física de Aristóteles es incomprensible sin el

diálogo o discusión que plantea el Estagirita con los

“físicos”, Parménides, Zenón de Elea y Platón entres otros

y de los cuales hereda los problemas y trata de darles

nuevos y personales planteamientos; también Ser y tiempo de

M. Heidegger es igualmente incomprensible sin las

aportaciones de la fenomenología husserliana, el

historicismo de Dilthey o el neokantismo, entre otras

fuentes filosóficas.

Leer y comprender un texto como Ser y tiempo o la Física

viene a convertirse en un ejercicio de reconstrucción de

las lecturas, experiencias y discusiones implicadas tanto

en la génesis y elaboración de las obras mismas así como en

las estrategias metodológicas mantenidas por los autores.

Distanciarse críticamente de una posición filosófica

implica un “hacerse cargo” previamente de tal posición y de

sus tesis rectoras para poder constatar y hacer experiencia

de sus deficiencias ontológicas, epistemológicas o lógicas.

Así, en Heidegger hemos constatado ciertos distanciamientos

críticos respecto del psicologismo, del neokantismo, de la

fenomenología trascendentalista husserliana, de la

metafísica así hasta de Ser y tiempo ( con el último

Heidegger se abandona toda hermenéutica y hasta la propia

filosofía a favor de un pensar de calado poetizante ).

En la tesis doctoral heideggeriana de 1913, intitulada “La

doctrina del juicio en el psicologismo”, Heidegger pone de

manifiesto que todo aquello que tiene el carácter de

transcurso temporalmente, de ser activo, “permanece

61

extraño” necesariamente al ámbito de la pura lógica. La

realidad efectiva de lo lógico, el sentido, “es un fenómeno

“estático” situado más allá de todo desarrollo y cambio,

algo que no deviene pues ni surge de otra cosa sino que

tiene valor, algo que puede ser “comprendido” por el sujeto

que juzga pero que jamás puede ser alterado por este

comprender”75.

Heidegger está planteando la tajante distinción entre el

ámbito de lo lógico y el ámbito de los hechos psicológicos:

la crítica al psicologismo se fundamenta en que a éste se

le escapa la distinción panteada por Heidegger, lo cual le

impide captar originariamente la naturaleza de lo lógico.

La validez lógica se sustrae al fluir temporal propia de la

vida psíquica.

Ya en el escrito de habilitación de Heidegger, “La teoría

de las categorías y del significado en Duns Scoto”, lleva a

cabo una profundización en la pregunta acerca de la

posición que el modo de realidad efectivo del sentido no

lógico ocupa dentro del ámbito global de lo ente. Para el

joven Heidegger, el sentido y los significados conforman un

“mundo propio frente al ente real y guardan su realidad

efectiva propia incluso cuando son expresados por el

lenguaje”76.

Las formas linguísticas son signos de los significados

( del sentido ), siendo éstos a su vez, signos de los

objetos: “las formas de significación están basadas en las

75 Pöggeler, O (1986 ) : pg 2176 Pöggeler, O (1986 ) : pg 21-22

62

posibles determinidades formales del objeto, e. d, los modi

significandi se basan en los modi essendi”77.

Por el modus inteligendi, puede el modus essendi determinar

al modus significandi. Heidegger constata la

correspondencia entre la determinidad del objeto ( modus

essendi ), la determinidad de la cognitividad del objeto

( modus inteligendi ) y la determinidad del significado

( modus significandi ).

En el transfondo de la pregunta por el modo de realidad de

lo lógico, late el envío o remisión a una conexión

“translógica”.

Con relación al distanciamiento heideggeriano respecto del

neokantismo, éste se puede constatar mediante dos claves

hermenéuticas, a saber, primero, “la efectividad de la

existencia que hace imposible ver al sujeto de conocimiento

como ese sujeto puro, que está supuesto en toda posición de

tipo trascendental”78 ; segundo, Heidegger se desplaza

desde la ciencia, considerada por los neokantianos como el

único conocimiento válido, al Anschauung ( intuición de

esencias ). El fenómeno ya no se opone a la cosa en sí,

sino que es la “manifestación” de la esencia de la cosa.

Como señala Vattimo, “Heidegger veía en Husserl y en la

fenomenología, más que una variación y profundización del

punto de vista trascendental neokantiano, el modo de

extender su discurso precisamente en la dirección de esas

dimensiones de historicidad y efectividad”79.

77 Pöggeler, O (1986 ) : pg 2278 Vattimo, G ( 1987 ) : pg 1579 Vattimo, G ( 1987 ) : pg 16

63

El problema de la historicidad y de la vida abocan a

Heidegger a poner en tela de juicio muchos conceptos

metafísicos tradicionales. La lectura de la obra de Dilthey

le hará comprender a Heidegger que es el fenómeno de la

historicidad y de la vida lo que le empuja a plantear un

renovado replanteamiento de la cuestión del ser.

En Heidegger surge una atención por lo efectivo, teniendo

por hilo conductor una interpretación del pensamiento

cristiano primitivo, originario, de modo especial San

Pablo. El paradigma de la experiencia kairológica del

tiempo se da, para Heidegger, en la religiosidad del

cristianismo primitivo. Su punto de partida es la

experiencia fáctica de la vida, experienciada de modo

histórico. “La indicación formal de lo histórico se apoya

en el tiempo, como una caracterización de la facticidad de

la vida misma”80.

La vida fáctica se orienta por el tiempo, pero no por un

tiempo cronológico ( calculado, determinado ), sino por un

tiempo arraigado en el instante. La fe religiosa del

cristianismo primitivo se experimenta en el instante.

El kairós, en tanto que tiempo de la ocasión propicia,

señala un “cuándo” en la vida fáctica. Tal “cuándo” hace

referencia al “Día del Señor”, al instante propicio de la

parusía. La parusía significaba en Grecia la presencia

constante ( Anwesenheit ).

El “día del Señor” señala al tiempo de la segunda venida

del Hijo de Dios a la tierra, cerrando el ciclo iniciado

con la primera venida del Señor como encarnación en Jesús80 Másmela, C ( 2000 ) : pg 12

64

de Nazareth, y ya como Señor triunfante del Tiempo y de la

Historia.

“La esperanza cristiana ( Christliche hoffnung ) en la

parusía no está sujeta a una simple espera ( Erwartung ),

sino al tiempo de la vida fáctica, esto es, del instante.

El instante es aquí el tiempo kairológico: la parusía del

Salvador llega en el kairós, se orienta por la subitaneidad

del instante”81.

Tal subitaneidad del instante, del kairós, lo expresa San

Pablo en la primera carta a los tesalonicenses afirmando

que el Día del Señor ( la segunda y triunfal venida del

Señor ) nos sorprenderá como un “ladrón” en la noche.

La metáfora del ladrón quiere señalar que tal instante es

indeterminable e indisponible debido, precisamente, a su

naturaleza subitánea: la subitaneidad del tiempo

kairológico, que los primeros cristianos experimentaban en

la vida fáctica, irrumpe en la instancia del presente, no

en el futuro ni en su expectativa.

“No se trata de un futuro que llega y se hace presente,

sino de la incursión abrupta del tiempo del Ereignis. El

presente es la dimensión de la decisión ( Entscheidung ) en

el kairós”82.

Según Carlos Másmela, la idea dominante y concluyente del

tiempo para Heidegger viene expresado del siguiente modo:

“el instante es el tiempo del ser ( Seyn )” y,

específicamente, del Acontecimiento-apropiador

81 Másmela, C ( 2000 ) : pg 1282 Másmela, C ( 2000 ) : pg 13

65

( Ereignis ), tal y como expresan las Beiträge zur

Philosophie.

Retornando a la concepción fáctica de la vida en el

cristianismo primitivo, el kairós es interpretado como el

tiempo oportuno de la decisión en tanto que “cuándo” de la

parusía del Señor. El kairós es súbito, no previsible, no

representable y no calculable y, en este sentido, es

instantáneo, pero el instante como tal no concierne

directamente al momento propicio de la decisión , por lo

que el instante no se identifica con el kairós.

En definitiva, el tiempo kairológico de la vida fáctica es

el fenómeno fundamental que tiene que ser comprendido, a

saber, “el tiempo kairológico es el modo como la vida se

anuncia en la preocupación ( Besorgnis ), es decir, en la

movilidad del curar ( sorgen ) de sí mismo”83.

Heidegger plantea una hermenéutica de la facticidad que

tiene por tarea el interpretar la facticidad como

“caracterización” del carácter del ser del Dasein.

Tal hermenéutica posibilita que el Dasein pueda devenir

comprendiendo y ser por sí mismo. La facticidad tiene por

carácter fundamental la temporalidad.

Heidegger está atisbando en la temporalidad de la

existencia fáctica la pregunta por el ser y por el tiempo.

Heidegger va distanciándose progresivamente de los

supuestos fundamentales de la tradición onto-teológica que

concibe el ser como mera presencia o asistencia constante y

el tiempo como serie o línea temporal de ahoras.

83 Másmela, C ( 2000 ) : pg 14

66

Para Heidegger, “la interpretación de la vida fáctica tiene

que replantearse a fondo la cuestión del pensar tradicional

y hacer surgir de nuevo la problemática de la doctrina del

ser u ontología a partir de la interpretación de una vida

fáctica, de la hermenéutica de la facticidad”84.

En este sentido, para Heidegger, la fenomenología sería la

autointerpretación de la vida fáctica, tomada y captada

originariamente en su naturaleza como esencialmente

histórica. La metafísica, por cuanto que concibe el ser

como constante ser-presente ( ser-ante-los-ojos ), hace

imposible la comprensión originaria de la temporalidad en

que se cumplimenta la vida fáctica. Por tanto, “el pensar

metafísico no consigue conceptuar en su originariedad la

experiencia fáctica, es decir, históricamente acontecida de

la vida. El pensar orientado hacia el ver apunta a

contenidos intrínsecos representativos, echando así a

perder la cumplimentación irreductiblemente temporal y

acontecida históricamente, la cumplimentación que da

madurez y tiempo al tiempo”85.

La conferencia impartida en el año 1924 ante la sociedad

teológica de Marburgo titulada “El concepto de tiempo”

anticipa ciertos elementos relevantes de lo que constituirá

la analítica existenciaria llevada a cabo en Ser y tiempo

tales como ser-en-el-mundo o ser-con.

Se hace referencia a la temporalidad, recalcando el papel

destacado antológicamente del futuro, en un contexto donde

no se ha formulado aún de un modo explícito, decidido y

84 Pöggeler, O ( 1986 ) : pg 3185 Pöggeler, O ( 1986 ) : pg 45

67

expreso tanto la pregunta que interroga sobre el sentido

del ser ( la pregunta ontológica fundamental de Ser y

tiempo ) así como la cuestión que se hace cargo del sentido

de la temporalización de la temporalidad.

Para Heidegger, el tiempo es un constitutivo radical de la

existencia humana, es decir, el tiempo es el “cómo”

( modo ), como ya había planteado Zubiri al hablar del

tiempo como modo de estar en el mundo.

La cuestión del tiempo es planteada desde la perspectiva de

la relación interna del tiempo con nuestra propia

experiencia. Hacia el final de la conferencia, Heidegger

propone la siguiente pregunta: “¿Soy yo mi tiempo?”. Este

tipo de pregunta, afirma Heidegger, constituye la forma

adecuada de acceso al tiempo y de comportamiento con él,

“con el tiempo como el que es en cada caso el mío”86.

La existencia se enfrenta sí misma, de modo previo a todo

acto reflexivo, a través de ciertas experiencias

inmediatas. La cuestión radical sería: ¿La temporalidad es

generada por la conciencia o más bien la conciencia surge

de la temporalidad?.

Para Heidegger, “ existir no es un estar dado, antes bien,

es un realizarse, un gestarse histórico. Sólo a partir de

este plegarse sobre la propia facticidad puede abrirse el

horizonte de la temporalidad”87.

La existencia se despliega en el horizonte de la

temporalidad. Heidegger afirma en la conferencia que “la

pregunta acerca de qué es el tiempo ha acabado por remitir

86 Heidegger, M ( 1999 ) : pg 6187 Heidegger, M ( 1999 ) : Introdución pg 14

68

nuestra investigación al ser-ahí, si por ser-ahí se

entiende el ente en su ser que conocemos como vida

humana”88.

Una respuesta consistente a la pregunta por el tiempo debe

hacer comprensible los distintos modos de la temporalidad,

poniendo en conexión lo que es en el tiempo con la

temporalidad auténtica. Heidegger anticipa en esta

conferencia la concepción por la cual el futuro se

determina y constituye como el fenómeno fundamental del

tiempo:”el ser futuro da tiempo, forma el presente y

permite reiterar el pasado en el “cómo” de su

existencia”89.

La cotidianidad es entendida como la temporalidad que huye

del futuro genuino. El fenómeno bien “explanado” del tiempo

es la raíz de todos los problemas fundamentales de la

ontología. El Dasein es él mismo ontológico, comprendedor

del ser y condición de posibilidad óntico-ontológica de

todas las ontologías.

La inaceptabilidad de la tesis de la metafísica, a saber,

el ser entendido como mera y constante presencia, permite

abrir cierto espacio desde el cual pueda irrumpir la

pregunta por el sentido del ser en tanto que pregunta por

el ser y el tiempo.

¿Qué pretende Heidegger en Ser y tiempo? . Según interpreta

Pöggeler, “Ser y tiempo es el despliegue de la cuestión

sobre el modo de pertenencia del tiempo al sentido del ser.

Ser y tiempo es el intento de recoger de modo pensante

88 Heidegger, M ( 1999 ) : pg 3489 Heidegger, M ( 1999 ) : pg 47

69

aquello que permanece impensado, el fundamento olvidado de

la metafísica”90.

Ser y tiempo pretendia, pues, abrir la posibilidad de

responder a la pregunta por el sentido del ser planteando,

por una parte, una ontología fundamental partiendo de la

analítica existenciaria del Dasein; y por otro lado, una

des(cons)truccción de la historia acontecida de la

ontología. La elaboración de la pregunta por el ser

requiere y exige previamente desarrollar el análisis

existenciario de un cierto ente, el Dasein, la existencia

humana.

En la primera sección de la primera parte de Ser y tiempo,

en tanto que análisis fundamental y preparatorio del

Dasein, se analizan las estructuras existenciarias

constitutivas del ser-ahí. Para llevar a cabo tal análisis,

Heidegger parte de la constitución de cotidianidad “de

término medio” ( durchschnittliche Alltäglichkeit ) o de la

existencia común del ser humano.

El Dasein es constitutivamente hermenéutico en el sentido

prioritario, en tanto que a su ser le va el ser y el

sentido del ser en general.

El Dasein es ser-en-el-mundo, que significa primaria y

originariamente ser-en-un-mudo-que-acontece-históricamente.

Si el Dasein es existencia fáctica y acontece

“históricamente”, la pregunta por el sentido del ser estará

caracterizada por la historicidad. Será a partir de la

temporalidad de la existencia fáctica del Dasein como

Heidegger intentará pensar el tiempo del ser.90 Pöggeler, O ( 1986 ) : pg 50

70

El Dasein mantiene la diferencia ontológica ya que posee

una comprensión del ser y se relaciona existenciariamente

con los entes ( intramundanos ). En el Dasein se da una

“trascendencia”, olvidada por la metafísica, que permite la

consistencia de la diferencia ontológica.

Para Pöggeler, “el pensar es algo “que hace falta” para que

el ser pueda ser la verdad de lo ente. Pero el ser no le

está disponible al pensar como algo representable y

asentable a disposición como algo factible, pues si el ser

desoculta lo ente ello lo hace únicamente sobre la base de

un ocultamiento que permanece”91.

El ser, experienciado en su verdad como lo hace Heidegger,

no puede ser emplazado ya como constante asistencia y

fundamento disponible, como piensa la metafísica. Mediante

la retorsión del planteamiento metafísico, Heidegger busca

insertarse mediante el pensar de otra manera ( no otra

“cosa” ) en el fundamento olvidado de la metafísica, a

saber, la verdad del ser.

El tiempo vulgar o interpretación tradicional del tiempo

aparece por primera vez en la historia de la filosofía,

según la interpretación heideggeriana, de la mano de

Aristóteles y su Física, entendiendo éste el tiempo como

serie mensurable de puntos ( ahoras ) temporales,

prescindiendo del juego originario del espacio de juego del

tiempo, siendo encubierto el ocultar y el sustraerse

privilegiando lo presente, susceptible de ser medido,

calculado, manipulado técnicamente, dispuesto y emplazado.

El tiempo vulgar. tradicional ( Innerzeitigkeit ) “no se91 Pöggeler, O ( 1986 ) : pg 158

71

entiende a sí misma como maduración que da tiempo al tiempo

mismo, sino que se orienta a lo ente en el tiempo, con lo

que desde luego echa a perder el tiempo en su

originariedad”92.

Como consecuencia de todo esto, el tiempo vulgar o la

visión tradicional de la temporalidad es incapaz de

conjuntar el tiempo en su unidad ekstática, a saber, la

unidad entre lo sido, el advenir y el presente.

Carlos Másmela pone de relieve la estrecha vinculación que

se da entre la cura, el precursor estado de resuelto y la

temporalidad, conformando la estructura trimembre directriz

de Ser y tiempo: “con la temporalidad del precursor estado

de resuelto la ontología fundamental llega a su fin y se

da, al mismo tiempo, el primer paso decisivo en procurar

una base sobre la cual pueda responderse a la pregunta por

el ser en general y preguntarse por el tiempo en él”93.

La unidad que define la temporalidad posee un carácter

ekstático. En tal unidad ekstática se efectua un

arrobamiento recíproco de los tres éks-tasis temporales.

Heidegger plantea un análisis de la temporalización

( Zeitigung ) de la temporalidad: la temporalidad se reveló

en la analítica existenciaria del Dasein como el sentido

ontológico de la cura y como la unidad de la estructura

total de la cura.

La temporalidad hace comprensible la estructura de la

unidad del pre-ser-se-ya ( el mundo ) como ser-cabe.

Heidegger pone de manifiesto la constitutiva temporalidad

92 Pöggeler, O ( 1986 ) : pg 66-6793 Másmela, C ( 2000 ) : pg 71

72

del precursor estado de resuelto en relación con las tres

dimensiones del tiempo ( pasado-presente-futuro ): el

precursor estado de resuelto anuncia originariamente el

futuro y, al mismo tiempo, se funda en él. Anuncia el

futuro por cuanto señala el ser para el poder ser más

peculiar y señalado y se funda en el futuro en tanto que el

Dasein puede- advenir-a-sí en su posibilidad más peculiar y

mantiene la posibilidad en este dejar-advenir-a-sí: en el

advenir-a-sí le va al Dasein su ser mismo.

El futuro ( Zukunft ) se define mediante el concepto de

advenir-a-sí, dejar-advenir-a-sí en la señalada

posibilidad, manteniéndola.

El advenir-a-sí se orienta por el movimiento ekstático del

para ( zu ), porque en éste se proyecta el ser del Dasein.

Sin el poder-ser, el Dasein no podría advenir-a-sí y no

podría determinarse el fenómeno original del futuro.

El poder-ser proyecta la posibilidad más señalada del

Dasein, en la que establece el porvenir como tal. En tanto

que el Dasein es definido por la posibilidad, él es

esncialmente futuro. El advenir-a-sí mantiene la

posibilidad como posibilidad.

El futuro no puede establecerse como un ahora que aún no es

real, como lo hace la interpretación vulgar o tradicional

del tiempo, y ante el cual el Dasein se comportaría de

manera pasiva y receptiva. El porvenir no es un estar a la

espera de lo que vendrá porque de ese modo el Dasein se

encontraría desprovisto de un precursar ( precesión en

Zubiri ) o de la inminencia de un poder-ser proyectado

73

previamente como el desde dónde de la existencia auténtica.

El Dasein, para Heidegger, es ya porvenir en su ser mismo:

el porvenir expresa auténticamente el precursor estado de

abierto por el que el Dasein sobreviene siempre a sí. El

precursar tiene un rasgo esencialmente temporal que hace

del Dasein un ente propiamente advenidero ( eigentlich

Zukünftig ).

¿Cuál es la condición que posibilita el advenir-a-sí del

precursar?: la condición es el ser. La futuridad del Dasein

radica en el ser.

Heidegger muestra que el ser-culpable, en tanto que ser en

el fundamento de un no ser, asumido por el Dasein en la

facticidad de su estado de arrojado se funda en el pasado:

el ser-culpable es posible cuando el Dasein puede ser

propiamente “como en cada caso ya era”. El Dasein, antes

que tener pasado, es en el modo del “yo soy sido” al igual

que el Dasein no puede ser propiamente advenidero si no se

ajusta el retrovenir al más peculiar sido: el sido, señala

Heidegger, surge de alguna manera del futuro.

Por otro lado, el ser-cabe ( bei ) de la situación se abre

en el poder-ser presente, que no hay que concebirlo o

tematizarlo como lo hace la tradición metafísica, a saber,

como un ahora-actual en tanto que límite entre el ahora-ya-

no y el ahora-aún-no, sino que el presente es, entendido

como un poder-ser presente, el punto de encuentro del

horizonte abierto por el sido arrojado y el porvenir

proyectado en el poder-ser más peculiar. El presente es

74

pensado de esta manera en el interior del proyecto de la

existencia.

El hacer presente completa, en su juego de conjunto con el

advenir-a-sí y el volver-sobre-sí, el sentido existenciario

temporal del estado de abierto que es el Dasein.

En la triple dimensionalidad del tiempo reside la

posibilidad del Dasein de ser-en-la-totalidad del precursor

estado de resuelto.

El poder-ser de la posibilidad más peculiar reside en el

futuro, el poder-ser resuelto en el sido y el poder-ser de

la situación en el presente.

La totalidad del precursor estado de resuelto se funda en

la temporalidad ( Zeitlichkeit ).

La temporalidad, como unidad, establece el sentido de la

totalidad estructural constitutiva del ser del Dasein

( Sorge ). La apertura del proyecto que se efectúa en el

pre-ser-se tiene por sentido temporal-existenciario el

advenir-a-sí.

El ser-ya-en reclama la dimensión temporal del sido y el

ser-cabe pertenece al presente.

La temporalidad hace posible la unidad de la existencia, la

facticidad y el ser-caído, es decir, la unidad conocida

como cura y cuyo sentido ontológico no es sino la

temporalidad.

Por otra parte, la temporalidad es la unidad de sus tres

éks-tasis ( futuro, sido y presente ). Es de capital

importancia, para comprender las intenciones de Ser y

tiempo, el resaltar que ni la estructura de la cura como

75

totalidad ni la temporalidad como unidad de los tres éks-

tasis pueden pensarse como meras agregaciones o

composiciones de partes simples. La temporalidad no puede

pensarse como la mera adición extrínseca de advenir, sido y

presente. Tales dimensiones son modalidades temporales

cooriginarias de la totalidad y tienen que ser comprendidas

dentro de la articulación del todo. La temporalidad es, por

ello, la unidad articulada de los tres ékstasis y la

temporalización de la temporalidad viene a manifestar tal

unidad mostrándose simultáneamente como estructura

trimembre.

Ser y tiempo concluye ( traumáticamente ) precisamente

cuando se ha puesto de manifiesto que la temporalidad es el

sentido ontológico del ser del Dasein, pero aún permanece

sin tematizar el tiempo del ser en general o como tal.

El tiempo mismo y no la temporalidad del Dasein es el

tiempo originario ( Ursprüngliche Zeit ). Es el tiempo

mismo quien produce la constancia de la presencia ekstática

de la temporalidad como sentido del ser del Dasein.

El tiempo del ser pone al descubierto la temporalidad del

Dasein: es en el instante donde se patentiza la

temporalidad ekstática en tanto que unidad.

El tiempo del ser no pudo ser tematizado en Ser y tiempo

debido a problemas relativos con el lenguaje que debería

exponer las tesis sobre el mismo.

Aunque la temporalidad constituye el fundamento de la

analítica existenciaria en tanto que sentido ontológico de

la cura ( totalidad de las estructuras ontológicas del ser

76

del Dasein ), ella no es la respuesta a la pregunta

ontológica fundamental por el sentido del ser: la

temporalidad como sentido del ser del Dasein es un camino

del pensar que nos conduce hacia una elaboración “cabal” de

la pregunta por el sentido del ser.

77

EPÍLOGO

Lo que viene a poner de manifiesto el presente escrito es

que la tematización filosófica del tiempo, al hilo de las

tesis y articulaciones teóricas de Aristóteles, Zubiri y

Heidegger, se encuentra, hunde sus raíces y sus fundamentos

en el contexto más general de un pensar más amplio: la

metafísica u ontología.

Heidegger significa y constituye un auténtico

“acontecimiento propicio”, un “hito” en la historia del

pensar occidental: su insistencia en la reiteración y

renovación de la pregunta que inquiere por el ser en tanto

que ser conduce a un planteamiento originario/original de

la cuestión del tiempo. Su tesis rectora es que el Dasein,

en Ser y tiempo, en tanto que no existe al modo de los

entes intramundanos ( ser-ante-los-ojos ), antes que

existir en el tiempo él mismo es constitutiva,

texturalmente temporalidad.

La temporalidad es concebida por Heidegger de un modo

radicalmente distinto con relación a la imagen ofrecida

por la interpretación vulgar o tradicional del tiempo ( de

Aristóteles a Hegel ): la temporalidad pensada por

78

Heidegger es ekstática y no sucesiva. La concepción vulgar

del tiempo se basa en la representación del tiempo como una

pura secuencia de ahoras sin principio ni fin ( como línea

temporal ). Instancias o ejemplos destacados de esta

interpretación vulgar las hallamos en Aristóteles, en

Conrad-Martius con su concepto trascendental-imaginativo

( bien sea de avance ( del presente hacia el futuro ) o sea

de carácter retrofluyente ( del futuro hacia el pasado ) y

en Zubiri ( los conceptos descriptivo y estructural del

tiempo ).

Heidegger reconoce ciertos “derechos naturales” a la

interpretación vulgar por entroncarse, en última instancia,

con la temporalidad originaria. Pero estos derechos dejan

de ser reconocidos si tal interpretación vulgar se

autorreconoce como el tiempo real y originario.

El concepto vulgar del tiempo es un derivado, algo

secundario y producido por una nivelación de la

temporalidad ekstática original. En la analítica

existenciaria, el concepto vulgar del tiempo se asocia a la

existencia inauténtica, cuando el Dasein “cae”,”decae” en

el mundo y “olvida” su constitutivo ser-en-el-mundo.

El concepto vulgar también se asocia a la metafísica de la

presencia y al olvido del ser.

Los ékstasis temporales de la temporalidad pensada por

Heidegger no se siguen unos a otros sino que están

interrelacionados en la articulación unitaria de una

totalidad que se despliega ekstáticamente, caracterizada

por la igual cooriginariedad entre tales ékstasis.

79

Tal cooriginariedad de los ékstasis es compatible en Ser y

tiempo con la primacía del futuro. El Dasein es un ente

constitutivamente advenidero, frente a los intramundanos

tales como los utensilio et instrumenta ( útiles a-la-

mano ) o lo que simplemente hace frente a la mirada teórica

( ante-los-ojos ) que limitan a estar meramente presentes.

El primado del futuro tiene su fundamento en que el futuro

expresa de forma originaria y fiel el sentido ontológico

del ser del Dasein. Tal primado, empero, emerge de la

concepción de la temporalidad entendida como sentido

ontológico de la cura, como sentido del ser del Dasein.

El tiempo originario, el tiempo del Ser como tal, no se

temporaliza al modo de la temporalidad del Dasein desde el

futuro sino que se presentifica en la irrupción del

instante, interpretado como el tiempo del Ereignis, tal y

como se consignan en las Beiträge zur Philosophie.

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BIBLIOGRAFÍA

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