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53. EL ESPAÑOL VISTO DESDE MÉXICO PEDRO MARTÍN BUTRAGUEÑO El Colegio de México INTRODUCCIÓN El español mexicano-centroamericano, entendido en sentido amplio, constituye la variedad más extendida del español, con unos 160 millones de hablantes a comienzos del siglo XXI (Moreno Fernández 2015, p. 229). Tal área corresponde en lo esencial a la primera zona principal del español americano que distinguía ya Henríquez Ureña en 1921, "compuesta por las regiones bilingües del Sur y Sudoeste de los Estados Unidos, México y las Repúblicas de la América Central" (cf. 1993, p. 21), como se recordaba en el cap. 23, pp. 1354-1356, de esta Historia. La extensión geográfica de la variedad, la cantidad de personas que la hablan, su significación cultural y su potencial económico (véase el cap. 56, a cargo de M. Jurado) son características que reclaman un papel central en la realidad actual de la lengua española. La población del México actual ronda los 120 millones de personas, lo que lo convierte en el país con más hispanohablantes 1 . A esa cantidad de individuos habría que añadir casi de forma directa una parte importante del español hablado en los Estados Unidos, que es de raigambre mexicana o que al menos experimenta una fuerte influencia por parte de él (véase el cap. 26 de la Historia, escrito por C. Parodi). Sin embargo, no debe identificarse la idea de español mexicano-centroamericano, que es una estela de variedades con cierto grado de parentesco entre sí, comparable al mantenido por otras grandes 1 La población en 2010 era ya de 112,336,538 habitantes, según las cifras que ofrece el Instituto Nacional de Estadística y Geografía en <http://www3.inegi.org.mx/sistemas/mexicocifras/default.aspx> [2 de octubre de 2016] (cf. INEGI 2016). Debe mencionarse también que la población que habla otras lenguas, situación en la que se encuentran al menos uno de cada diez residentes en el país, es muy mayoritariamente bilingüe, como se analiza en varios capítulos de la Historia, entre ellos en el 16 (K. Zimmermann), el 17 (M. Muntzel), el 18 (P. Martín Butragueño), el 19 (R. Barriga Villanueva), el 24 (R. Martínez Casas), el 25 (A. Guerrero y M. San Giacomo) o el 51 (A. Reig).

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53. EL ESPAÑOL VISTO DESDE MÉXICO

PEDRO MARTÍN BUTRAGUEÑO

El Colegio de México

INTRODUCCIÓN

El español mexicano-centroamericano, entendido en sentido amplio, constituye la variedad

más extendida del español, con unos 160 millones de hablantes a comienzos del siglo XXI

(Moreno Fernández 2015, p. 229). Tal área corresponde en lo esencial a la primera zona

principal del español americano que distinguía ya Henríquez Ureña en 1921, "compuesta

por las regiones bilingües del Sur y Sudoeste de los Estados Unidos, México y las

Repúblicas de la América Central" (cf. 1993, p. 21), como se recordaba en el cap. 23, pp.

1354-1356, de esta Historia. La extensión geográfica de la variedad, la cantidad de

personas que la hablan, su significación cultural y su potencial económico (véase el cap. 56,

a cargo de M. Jurado) son características que reclaman un papel central en la realidad actual

de la lengua española.

La población del México actual ronda los 120 millones de personas, lo que lo

convierte en el país con más hispanohablantes1. A esa cantidad de individuos habría que

añadir casi de forma directa una parte importante del español hablado en los Estados

Unidos, que es de raigambre mexicana o que al menos experimenta una fuerte influencia

por parte de él (véase el cap. 26 de la Historia, escrito por C. Parodi). Sin embargo, no debe

identificarse la idea de español mexicano-centroamericano, que es una estela de variedades

con cierto grado de parentesco entre sí, comparable al mantenido por otras grandes 1 La población en 2010 era ya de 112,336,538 habitantes, según las cifras que ofrece el Instituto Nacional de

Estadística y Geografía en <http://www3.inegi.org.mx/sistemas/mexicocifras/default.aspx> [2 de octubre de

2016] (cf. INEGI 2016). Debe mencionarse también que la población que habla otras lenguas, situación en la

que se encuentran al menos uno de cada diez residentes en el país, es muy mayoritariamente bilingüe, como

se analiza en varios capítulos de la Historia, entre ellos en el 16 (K. Zimmermann), el 17 (M. Muntzel), el 18

(P. Martín Butragueño), el 19 (R. Barriga Villanueva), el 24 (R. Martínez Casas), el 25 (A. Guerrero y M. San

Giacomo) o el 51 (A. Reig).

2

agrupaciones dialectales, como el español caribeño o el andino (cf. Moreno Fernández

2009, 2015), con la dimensión a la que refieren las variedades más específicas, como el

español mexicano central.

Más allá de la demografía y de las fronteras políticas, el objetivo de este capítulo es

definir qué es el español mexicano en términos históricos y lingüísticos, visto como un

complejo de formas expuesto en un abigarrado conjunto de variedades. Estas variedades

mantienen entre ellas relaciones históricas y sociolingüísticas de muy diferentes escalas, al

tiempo que instalan las formas lingüísticas mexicanas en un marco hispánico más general.

Las páginas siguientes consideran de forma dinámica algunas de esas realidades2,

teniendo en cuenta las fronteras del español mexicano, el comportamiento de algunas

variables lingüísticas, y las concepciones sociolingüísticas y culturales desarrolladas por las

comunidades históricamente mexicanas. En términos lingüísticos, casi cualquier proceso

que se tenga en cuenta, sea la aspiración de /s/ o la concordancia de haber existencial con

un argumento plural (infra), puede confrontarse con variables análogas presentes en otras

variedades del español; las hablas hispánicas pueden encontrarse en etapas de avance muy

diversas, y en ocasiones ofrecer resultados diferentes o muy diferentes, que en su conjunto

permiten revalorar el papel de la variación a gran escala en los procesos de cambio y

variación lingüísticos. En términos socio-históricos, las comunidades de hablantes no

necesariamente ven las relaciones que se entablan entre variedades del español y entre las

comunidades que las hablan de la misma manera, sino desde una perspectiva específica, al

menos en términos de a) entender cómo se estructura la variación: por ejemplo, qué es

arcaico o innovador con respecto al habla propia; b) valorar de modo subjetivo las

diferentes variedades, en forma de actitudes y de creencias y de percepción dialectal (cf.

Chiquito y Quesada 2014, Quesada 2014); y c) ponderar los fenómenos históricos y

lingüísticos que son pertinentes o cuando menos llamativos para entender la realidad

circundante: por ejemplo, desde México es con seguridad mucho más relevante el contacto

colonial y postcolonial con las lenguas originarias, que el contacto medieval mantenido por

las variedades hispánicas con el árabe. La concepción del español mexicano que se irá

exponiendo a lo largo del capítulo recoge ambos tipos de perspectivas.

2 Es decir, considerando la acción de diversas fuerzas y las modificaciones en el tiempo y en el espacio (cf.

Martín Butragueño y Laslop 2002).

3

Además de esta introducción y de unas conclusiones, el capítulo está formado por

tres secciones, cada una de las cuales intenta definir desde diferentes ángulos qué es el

español de México, en sí mismo y en su contexto hispánico. En primer lugar, se presenta

una perspectiva sociolingüística acerca de las fronteras del español mexicano, con la idea

de que una primera forma de definir éste consiste precisamente en su acotación. Como

segunda estrategia definitoria, dando relevancia al componente lingüístico, se muestra el

grado de avance de diferentes procesos fónicos y morfosintácticos, en parte contrastados

con otras variedades del español, en parte con respecto a su difusión en la sociedad

mexicana; la perspectiva en este caso es, como se ha dicho, que si se va a intentar una

definición lingüística de una variedad de habla, los fenómenos escogidos deben verse de

forma dinámica, no como características estáticas, en especial porque los procesos elegibles

para determinar variedades suelen ser complejos, en su significado y su distribución

comunitarios3.

Por último, se observa que la consideración exclusiva de catálogos lingüísticos para

definir una variedad lingüística es arbitraria e insuficiente, de modo que es necesario apelar

a dimensiones históricas y sociales; en la argumentación se retoma la idea de "español visto

desde México", perspectiva ya presentada en Martín Butragueño (2016a). Las etapas en que

se encuentran diferentes procesos históricos, sociales y sociolingüísticos tienen un efecto

específico en la conformación del español mexicano como espacio lingüístico, en el sentido

de Blommaert (2010), en la medida en que se desarrollan diferentes escalas de indización

de significados sociales y se confrontan con los de otras comunidades. La comunidad social

mexicana se convierte en su propio nodo de referencia con respecto al resto del mundo

hispánico; esta visión de los acontecimientos, en la medida en que los hablantes se

conciben como miembros de cierto tipo de comunidades, es crucial para establecer el papel

lingüístico de México en el concierto hispánico, sin que baste considerar sólo los hechos

estrictamente lingüísticos.

3 Las razones históricas de la diferenciación se exponen, entre otros, en los caps. 48 y 49, de modo respectivo

a cargo de J. Pozas y B. Arias; la zonificación interna de México, en el contexto americano e hispánico, ya se

presentó en el cap. 23 (P. Martín Butragueño); para las zonas dialectales del español en general en el ámbito

hispánico existe una abundante bibliografía —cf. Moreno Fernández 1993, Moreno de Alba 1993, Moreno

Fernández 2009, Quesada 2014, Moreno Fernández y Otero Roth 2016, por poner algunos ejemplos.

4

LAS FRONTERAS DEL ESPAÑOL MEXICANO

Al servicio de la tarea definitoria mencionada, este apartado considera una primera vía

posible, la de las fronteras acotadoras. Las dinámicas propias del conjunto de hablas a las

que llamamos español mexicano quedan delimitadas en el espacio histórico por cinco

fronteras, algunas de ellas muy permeables y no necesariamente tan evidentes. Se enuncian

con brevedad, en bastantes casos con remisiones a otros capítulos de esta Historia:

a) La primera de ellas es la propia de la expansión interna, o frontera interna, que es

la trazada por la línea de desplazamiento de las lenguas originarias. Se ha venido

planteando en diversos momentos de esta Historia la relevancia social de considerar el

desplazamiento de las lenguas originarias por el español para entender el transcurso

lingüístico de México (véase el cap. 1, pp. 66 y ss., acerca de los problemas relacionados

con la diversidad, el consenso y el conflicto). En la sección final de este capítulo se

proyecta el papel de ese proceso en la conformación de un modelo dinámico del español

visto desde México (Martín Butragueño 2012, 2016a).

b) Difusión y escisión en Estados Unidos. Como es bien sabido, la frontera norte del

país es sumamente porosa. Por un lado, en el cap. 18 (P. Martín) se mencionó el papel de

las ciudades espejo y la necesidad de estudiarlas en todo detalle; deben verse también los

caps. 27 (L. Rodríguez) y 28 (J. E. Hernández) para otras consideraciones sobre la frontera

noreste y noroeste. Por otro, es ingente la bibliografía sobre la presencia de mexicanos en

Estados Unidos, y las consecuencias que ello tiene sobre las dimensiones lingüísticas e

identitarias, como se expone en detalle en el cap. 26 (C. Parodi) de la Historia; para los

estadounidenses en México, considérese el cap. 51 (a cargo de A. Reig).

c) La relación con Centroamérica y la cuestión de la identidad tiene dimensiones

antiguas, pero también modernas. En cuanto a las antiguas, es bien conocida la vinculación

de Chiapas al mundo centroamericano (cf. Lope Blanch 1996)4. Entre las modernas, deben

mencionarse los contactos entre mexicanos y centroamericanos en Estados Unidos (cap. 26,

C. Parodi), así como las tensiones en la frontera sur del país y el establecimiento de etnias a 4 Véase también el cap. 23 (P. Martín) de esta Historia.

5

ambos lados de la frontera (véase el contexto trazado por el cap. 30 de la Historia, de S.

Cruz).

d) Una frontera menos considerada es la construida antigua y modernamente con el

Caribe, a pesar de su importancia histórica para entender la gestación de las hablas

veracruzanas o incluso de las hablas yucatecas (cf. Lara 2008). Existen también formas de

contacto muy modernas por entero diferentes a las antiguas, como ha estudiado Potowski

en Chicago con los mexirriqueños (2011, 2013, 2014) o por su parte Otheguy y Zentella

(2012) en Nueva York al considerar la expresión de los sujetos pronominales, teniendo en

cuenta, entre otros, a mexicanos inmigrantes y a diferentes grupos de hablantes de español

caribeño.

e) Una quinta relación es lo que podría llamarse la frontera hispánica, en el sentido

de los consensos y los conflictos con los que topan el español mexicano y los hablantes

mexicanos al involucrarse en diferentes ámbitos hispánicos. Estos espacios tienen que ver

con el contacto en el propio México con hablantes de otros orígenes hispánicos (como se

estudia en el cap. 50 de la Historia, a cargo de Ma. Á. Soler, o en los trabajos de Pesqueira

2008, 2011, 2012, 2014a, 2014b); con la presencia de mexicanos en otros países (por

ejemplo en España, como ha analizado también la propia Pesqueira 2012 y desde luego en

Estados Unidos, supra); con la fuerte actividad en medios de comunicación (cf. Ávila

2006); con el desarrollo digital de la variedad mexicana y con la interacción virtual con

personas de muy diferentes orígenes; con el valor económico del español mexicano, entre

otras cosas como modelo de enseñanza o como variedad en el doblaje de películas, en la

traducción de libros, en la prensa internacional o en foros políticos internacionales (véase

para mayor información el cap. 21, de R. Ávila y el cap. 56, de M. Jurado); y, en general,

como variedad relevante dentro de la visión pluricéntrica del español (cf. el cap. 54, a cargo

de L. F. Lara y la parte final de este texto).

Todas estas dimensiones son pertinentes para una adecuada comprensión del papel

de las hablas mexicanas en el marco hispánico y, aunque abarcan las relaciones

geolingüísticas entendidas de manera tradicional, van con claridad mucho más allá de ellas.

Obsérvese que si, por ejemplo, quisiéramos documentar de manera adecuada los hechos a

través de un corpus de datos lingüísticos y de análisis específicos, uno de los objetivos

centrales debería ser poder estudiar las dimensiones más importantes de esas fronteras,

6

tarea no menor si consideramos que algunas de ellas han sido relativamente poco

exploradas.

Las fronteras histórico-lingüísticas mencionadas no son la única tarea crucial que

debe abordarse para entender qué es el español de México. A continuación se comentan

algunas variables lingüísticas, fónicas y morfosintácticas, parcialmente representativas de

las ventajas e inconvenientes de un enfoque ante todo lingüístico. Más abajo se retoma una

proyección de los acontecimientos esenciales para ver desde una cierta perspectiva la

ubicación hispánica de México.

HACIA UN MODELO DINÁMICO DIALECTAL DEL ESPAÑOL MEXICANO

Como segunda estrategia definitoria, en esta sección se considera el grado de difusión de

ciertos fenómenos en las hablas mexicanas, en la medida de lo posible en comparación con

otras áreas hispanohablantes. Se analizan dos catálogos de fenómenos, el primero de

variables fónicas y el segundo de variables sintácticas, con el propósito de confrontar dos

tipos de variación que se suelen comportar de manera diferente, con mayor variación local

interna a una comunidad, normalmente, en el caso de las variables fónicas. Además, tan

importante como comparar la situación de un fenómeno en México en relación con otras

variedades hispanohablantes —digamos la magnitud de la expresión de los sujetos

pronominales en el centro de México frente a su magnitud en Castilla o en el Caribe—, es

considerar la situación de estos fenómenos entre sí —valga el caso, la expansión de la

perífrasis informativa lo que es frente a la de los futuros perifrásticos.

Por supuesto, podría haberse apelado también a otras dimensiones lingüísticas,

como la variación léxica o el manejo de ciertos fenómenos discursivos, pero éstos quedan

ahora más allá de las posibilidades de este capítulo5.

5 Tampoco se pretende que los casos fónicos y morfosintácticos elegidos agoten las consideraciones posibles

en ninguno de esos dos terrenos. En Martín Butragueño (2012) se habían comentado igualmente algunas

variables con un propósito caracterizador del español de México parecido al de ahora; se retoman ahora en

parte.

7

Para poder comparar unos casos con otros, se emplea como herramienta una curva

en forma de "S", inspirada en otra que ofrece Labov (1994, figura 3.11, p. 67), reproducida

aquí como figura 1.

FIGURA 1. Cambios fónicos de Filadelfia sobre una curva en forma de "S".

Fuente: Labov (1994, figura 3.11, p. 67).

La figura 1 reproduce la presentada por Labov (id.) para mostrar la ubicación de un

conjunto de cambios fónicos que tienen lugar en Filadelfia. La curva en forma de "S"

constituye una representación de la difusión de los cambios fónicos, de tal modo que el

cambio avanzaría de forma lenta al principio, por lo que la pendiente de la curva es

reducida; adquiere velocidad en la etapa intermedia (pendiente pronunciada); y vuelve a ser

lento en sus etapas finales, de nuevo con una pendiente moderada (Labov 1994, pp. 65-67 y

referencias allí citadas). Lo que hace Labov en el caso citado aquí en la figura 1 es ubicar el

grado de avance de una serie de cambios fónicos en Filadelfia a la luz de un coeficiente de

edad que sugiere si un proceso en incipiente, nuevo y vigoroso, de rango intermedio,

cercano a la conclusión o terminado (Labov, figura 3.9, p. 64 y comentarios adyacentes

para los detalles, y en general §3.4, pp. 63-72), en el contexto del estudio de los cambios en

curso por medio del tiempo aparente (Labov 1994, cap. 3, pp. 43-72). En varias otras

8

figuras de ese mismo capítulo (como la 3.12, p. 68, y la 3.13, p. 70, donde los ejes son los

formantes 1 y 2) se construyen vectores donde "the head of the arrow represents the

expected values for speakers 25 years younger than the mean, and the tail the values for

speakers 25 years older than the mean" (Labov 1994, p. 69).

Para representar la situación de una decena de posibles cambios fónicos y

sintácticos en el español mexicano el método se ha emulado de modo gráfico en la figura 1.

El procedimiento es ciertamente mucho más tosco y básico, pero quizá suficiente para

poder comparar grosso modo los datos disponibles para cada una de las variables, dado que

son de distinta naturaleza y los materiales no siempre se han analizado de la misma manera.

Se parte así de una curva en "S" construida de forma que la pendiente es bastante mayor en

el centro y nula en los extremos, tal que queda alineada sobre una escala porcentual de 0 a

100 en el eje de las y (figura 2); a continuación, sobre esa curva se colocan vectores

correspondientes a cada una de las variantes prominentes consideradas, de modo que puede

por ejemplo situarse el grado de avance porcentual de los jóvenes en la punta y el de las

personas mayores en la cola (aunque a veces se emplean otras ponderaciones), para ciertos

fenómenos fónicos y morfosintácticos (figura 3 y figura 9).

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FIGURA 2. Curva en "S" sobre una escala porcentual que sirve como referencia para

observar el grado de avance de algunos fenómenos lingüísticos en el español mexicano.

Fuente: Adaptado de Labov (1994, figura 3.10, p. 65).

Procesos fónicos

Para definir el español de México desde una perspectiva lingüística, se analiza en una

primera ronda un conjunto de procesos fónicos. No debe pensarse que estos fenómenos

agotan la realidad sociofónica del español mexicano central, ni de la agrupación de

variedades mexicanas, ni mucho menos del español americano septentrional6. Ni solos ni en

conjunto constituyen necesariamente una "zona" o una "etapa". En lo esencial, son sólo

indicios, calas en una situación histórica que permiten diagnosticar dónde se encuentra

situado una variedad lingüística con respecto a otras, de manera semejante a como nos

servimos de un indicador económico o de un índice de bienestar.

Del muy amplio universo de procesos fónicos de las variedades del español (cf.

RAE-ASALE 2011, §7.3, pp. 271-281 para un catálogo tentativo), se ha seleccionado un

pequeño grupo de fenómenos segmentales, más un proceso prosódico, para que sirvan al

propósito del diagnóstico que ahora se intenta. Los vectores que dan idea de grado de

avance y de su velocidad se dibujan al lado izquierdo de la curva de porcentaje que sirve de

escala comparativa; más adelante, de manera puramente arbitraria, los procesos

morfosintácticos se verán a la derecha de la misma curva.

6 Esta última acotación en el sentido empleado por ejemplo en Congosto, Martín Butragueño, Utgård y

Oseguera (2012).

10

FIGURA 3. Avance de diversos procesos fónicos en el español de México, proyectados sobre

una curva en "S".

La mayor parte de las variantes que se han seleccionado para diagnosticar el estado

del español mexicano en el contexto hispánico más general forman parte de procesos de

variación que han recibido numerosos estudios, lo que las convierte en buenas candidatas

para servir como puntos de referencia sociolingüísticos7 —lo que no necesariamente

significa que los procesos en que participan estas variantes sean tan conocidas como

debieran en diversas comunidades relevantes de México8. Las variantes elegidas para la

gráfica de la figura 3 son el debilitamiento de /s/, sobre todo en forma de aspiración [h] o de

elisión [Ø] (véanse algunas referencias infra); la articulación fricativa postalveolar [ʒ] de /ʝ/

y la solución aproximante palatal abierta, representada como [j], para el mismo segmento

7 Como se ha dicho, Martín Butragueño (2012) es un antecedente de este planteamiento. 8 Véase Martín Butragueño (2014) y la bibliografía allí citada para un estado de la cuestión sobre procesos

segmentales; Martín Butragueño (en preparación) se refiere a la prosodia enunciativa. Se refiere a ambos

panoramas para una visión más amplia de algunos de los aspectos tratados en este apartado, que en parte se

retoman de esos dos materiales.

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/ʝ/9; el alófono fricativo [ʃ] para la africada /t ʃ/ (Gil Burgoin 2014, Méndez 2017); la elisión

de la /d/ intervocálica (Scrivner y Díaz-Campos 2016, Malaver y Samper Padilla 2016,

Martín Butragueño en prensa a); la retracción de las elevaciones prominentes de tipo

L+¡H* en el seno de las sílabas nucleares de los enunciados (referencias infra)10. Obsérvese

que los procesos mencionados pueden encontrarse en diferentes momentos de difusión

(relativa expansión, estabilidad, retracción), y que los patrones de variación pueden ser muy

diferentes según las comunidades de habla y las regiones del país. Algunas de las variantes

agrupan diferentes alófonos y pueden estar concebidas incluso en sentido negativo (su

progresiva ausencia en procesos de retracción).

Existen otras variables segmentales que podrían haber servido de la misma forma

como indicadores del estado de la variación fónica en el español mexicano, como el

debilitamiento vocálico, la realización de las oclusivas orales sonoras o la realización de /x/

intervocálica, entre otras, sin que sea posible en este momento ocuparse de todas ellas (cf.

Martín Butragueño 2014 y referencias allí citadas para mayores detalles).

Para comprender de manera adecuada las variantes mencionadas y los procesos en

los que se involucran es necesario referirse, al menos hasta donde sea posible, a su

naturaleza fónica y lingüística, a su significado social (Silverstein 1976, Eckert 2000, 2008;

Pizarro Pedraza 2016) y a su distribución geográfica, social y estilística.

El DEBILITAMIENTO DE /s/ EN CODA, en forma de aspiración [h] y elisión [Ø],

proporciona un parámetro al que es imposible dejar de referirse en variación del español. Se

dispone de una gran cantidad de estudios sobre la variación de /s/, especialmente cuando el

9 Cf. Martínez Celdrán y Fernández Planas (2007, p. 57) muestran casos de [β], [ð], [ɣ] que pueden ser

"aproximantes muy abiertas o cercanas a estructuras vocálicas [...], abiertas [...] y cerradas o cercanas a

estructuras oclusivas [...]"; véase (ibid., §2.2, pp. 58-63) para una discusión de diversas variantes de /ʝ/; estos

autores consideran que "[l]os segmentos [ʝ] y [j] son diferentes y, en cambio, según el AFI hay que llamarlos

a ambos consonantes aproximantes palatales sonoras [...]. En nuestra opinión, la primera es una verdadera

consonante, mientras que la segunda [...] es una semiconsonante" (p. 62). En cualquier caso, [j] se emplea

aquí simplemente como notación para formas abiertas, que a veces pueden considerarse todavía consonantes y

a veces ya como vocales no silábicas (véase para otros detalles Martín Butragueño 2013, recogido en 2014,

cap. 4). 10 Se emplea IPA Chart (2015) para la representación de los alófonos segmentales y véase Prieto y Roseano

(2010, 2009-2013) y Hualde y Prieto (2015) para la notación entonativa.

12

segmento se encuentra en coda silábica, como en las casas o en estos pastos, siendo éste

uno de los rasgos delimitadores más importantes en la dialectología fónica del español

(véase como referencias generales Lipski 2004, Moreno Fernández 2009, entre muchos

otros). La figura 4 muestra un ejemplo procedente de Veracruz, extraído del Corpus oral

del español de México o COEM (Martín Butragueño, Mendoza y Orozco en preparación).

FIGURA 4. Oscilograma; espectrograma y curva de intensidad; frecuencia fundamental y

transcripción de [...] de los veinte años aquí a Veracruz [...] [Veracruz, Ver., México,

hombre, VE-002-C00-1MH-12 del COEM (Martín Butragueño, Mendoza y Orozco en

preparación)].

Time (s)0 1.86

-0.1564

0.2

0

0

Time (s)0 1.86

0

8000

Freq

uenc

y (H

z)

00

ðe loɦ ˈβein te ˈa ɲoɦ a ˈki a βe ɾa ˈkɾuh72.37

108.4100

Pitch

(sem

itone

s re

1 Hz

)

Time (s)0 1.86

0

13

En el ejemplo expuesto en la figura 4, las tres /s/ en finales silábicos se han

realizado como aspiradas, en forma de fricativas glotales, sonoras y sordas. La aspiración se

puede concebir como la suspensión de algunos rasgos articulatorios, paso previo a la elisión

total (véase por ejemplo RAE-ASALE 2011, §5.6c, p. 198; Núñez Cedeño 2014, pp. 56-

58). La interpretación social del debilitamiento de /s/ suele recibir un sentido social de

'costeño' y es en apariencia poco valorado —por lo menos desde el centro de México11.

Precisamente Veracruz es un buen ejemplo del comportamiento complejo de la variable,

pues Ceballos (2006) ha mostrado la existencia de un proceso de retracción para el área de

Veracruz-Boca del Río, en el que las personas más jóvenes disminuyen la cantidad de

aspiraciones [h]12. En el mundo hispánico es posible encontrar situaciones de avance,

retracción o estabilidad del debilitamiento, así como diferentes valoraciones sociales del

proceso (cf. RAE-ASALE 2011, §5.6, pp. 197-203 para una síntesis). Samper (2001) es un

trabajo fundamental para organizar los dialectos del español según el comportamiento del

debilitamiento de /s/: en los de carácter más conservador lo más abundante es [s], luego [h]

y por fin [Ø] (Samper menciona, entre otras ciudades, Toledo, Lima o San José de Costa

Rica13); en las variedades intermedias lo más común es la aspiración (ciertas hablas

canarias, el Caribe conservador, etc.); finalmente, en un tercer grupo de dialectos domina la

elisión [Ø], seguida por [h] y [s] (Caribe innovador, comunidades en Andalucía oriental...).

Si bien en México el debilitamiento de /s/ en coda sólo se da en ciertas áreas

(Moreno de Alba 1994, pp. 74-104), siendo algo frecuente sobre todo en la costa sur del

golfo de México y a lo largo del litoral del Pacífico, además de en algún otro punto

(Moreno de Alba 1994, mapa 31, p. 99), no por ello deja de ser una variable muy relevante.

En Martín Butragueño (2014, pp. 337-354, en especial cuadro 4.1, p. 347) se ofrece

también un panorama en el que se anotan datos de varias hablas debilitadoras: las ya 11 Es útil consultar trabajos como Walker, García, Cortés y Campbell-Kibler (2014) para tener puntos de

comparación. 12 Para una discusión más amplia del debilitamiento de /s/ en coda en México, véase Martín Butragueño

(2014, pp. 337-354), donde se mencionan y describen en mayor detalle varios de los estudios mencionados en

esta subsección. 13 Véanse para éste y los siguientes tipos dialectales las referencias originales en el propio trabajo de Samper

(2001).

14

mencionadas de Veracruz-Boca del Río (Ceballos 2006); los inmigrantes sonorenses en la

Ciudad de México (Serrano 2002, 2008); El Ciruelo, Oaxaca (Espinosa 2008); La Paz, Baja

California Sur (Gil 2011); Acapulco e inmigrantes acapulqueños en la Ciudad de México

(Reyes 2014). En cifras redondas, los datos de Espinosa (2008) para El Ciruelo son los que

presentan menos [s] plenas, 19%, seguidos por los hablantes de La Paz de Gil (2011), con

39% y los veracruzanos de Ceballos (2006); a mayor distancia se presentan los habitantes

de Acapulco (83%) y los inmigrantes acapulqueños (93%) de Reyes (2014), y los

inmigrantes sonorenses de Serrano (2002, 2008), con 91%. Considerando que estos

estudios ejemplifican la gran variabilidad existente en las comunidades donde /s/ implosiva

es una variable relevante, el vector que se incluye en la figura 3 oscila entre el 19% de [s]

en El Ciruelo y el 91% de [s] en los inmigrantes sonorenses, lo que podría verse al revés,

como 81% vs. 9% de debilitamiento; como se trata de una representación idealizada, el

vector proyecta el mantenimiento como fuerza activa, considerando que en comunidades

como Veracruz-Boca del Río se documenta retracción. En cualquier caso, es una

simplificación que pretende mostrar el amplio margen de variación existente: sonorenses,

acapulqueños y veracruzanos, con quienes [s] es lo más abundante, quedarían

emparentados con las hablas de debilitamiento conservador de Samper (2001); La Paz, con

42% de [h], sería una variedad intermedia en esa misma clasificación; y El Ciruelo, con

39% de [Ø], pertenecería al tercer grupo de dialectos.

Así, en la comparación hispánica, diversas hablas mexicanas tienen empatías

diferenciadas. Si las variedades que no debilitan /s/ pueden agruparse con diferentes áreas

conservadoras, las variedades que sí lo hacen no se presentan en bloque y muestran

proporciones que las asemejan a latitudes muy diversas entre sí. El español de México dista

de ser unitario, ciertamente, pero su diversidad no es ajena a la geografía general del

español. Si se quiere definir el español de México a partir del comportamiento de ciertas

variables, es claro que las diferencias internas reclaman precisiones y exhiben una

genealogía y una variación mucho más compleja. Las cosas no van a ser mucho más

sencillas con otros indicios, como se irá viendo.

No menos útil para el objetivo actual sería la referencia a las VARIANTES DE /ʝ/, en

particular ahora a la fricativa postalveolar [ʒ] y la aproximante palatal abierta [j]. Como han

mostrado los estudios incluidos en el libro de Gómez y Molina (2013), la variación yeísta

15

es desbordante en español; véase también Moreno Fernández (2004, pp. 984-990) y RAE-

ASALE (2011, §5.5p, pp. 193-194 y §6.4a-§6.4ñ, pp. 219-227) para una introducción a los

procesos en juego. Y aunque de México en general puede decirse que es yeísta, existen

otras variantes que condicen a diversos parentescos hispánicos, como muestra el Atlas

lingüístico de México o ALM (Lope Blanch 1990-2000) y los mapas elaborados por Lope

Blanch (1989, mapa 2, p. 155), así como por Moreno de Alba (1994, mapas 34 y 35, pp.

115-116). Entre las variantes anotadas en Martín Butragueño (2013, 2014, p. 396 y ss., y

véase también el cap. 23 de esta Historia, pp. 1398-1399) para México, se encuentran [ʒ] y

[j]. La figura 5 ofrece un ejemplo de [j] procedente de Chihuahua.

Time (s)0 1.747

-0.07159

0.09769

0

0

Time (s)0 1.747

0

8000

Freq

uenc

y (H

z)

00

de a ˈku eɾ ðo kon lo ˈke joz ðe ˈsi an72.37

100

Pitch

(sem

itone

s re

1 Hz

)

Time (s)0 1.747

0

16

FIGURA 5. Oscilograma; espectrograma y curva de intensidad; frecuencia fundamental y

transcripción de [...] de acuerdo con lo que ellos decían [...] [Chihuahua, Chih., México,

hombre, CH-006-C11-2MH-15 del COEM (Martín Butragueño, Mendoza y Orozco en

preparación)].

El ejemplo de la figura 4 proporciona un caso de realización aproximante abierta de

/ʝ/, en el seno de la palabra prosódica (con lo que ellos). Según Martín Butragueño (2014, p.

404), en una muestra de 18 mapas del ALM, el 31.8% de los casos fueron en total de tipo

[j] y el 7.2% de tipo [ʒ] ("tipos", pues en ambos casos hay diferentes sub-variantes). Las de

la familia aproximante abierta [j] aparecen de modo más característico en el sureste

(54.8%), noroeste (48.8%) y noreste (43.0%). De manera relativamente complementaria,

las postalveolares semejantes a [ʒ] surgen más en el centro-este (11.0%) y centro-oeste

(8.7%) (Martín Butragueño 2014, pp. 418-420). Si las variante aproximantes abiertas [j]

aparecen en distintas latitudes del español americano, también las postalveolares surgen en

diversos lugares, lo que permite establecer una compleja clasificación (cf. Lipski 2004,

RAE-ASALE 2011, §6.4a-§6.4ñ, pp. 219-227, etc.).

Para los vectores de la figura 3 se escoge las diferencias extremas por áreas

marcadas en Martín Butragueño (2014, pp. 418-420): en el caso de [j], el límite inferior es

el centro-este, con un 18.2% de esta variante, frente al sureste, con el ya mencionado

54.8%; para [ʒ], el vector se extiende entre el 3.3% del noroeste y el 11.0% del centro-este.

Es decir, las diferencias frecuenciales son mucho mayores en el caso de la presencia de [j].

Por otra parte, si se compara este "tamaño" de variación con las diferencias anotadas con

respecto al vector en que se describe el debilitamiento de /s/ en la misma figura 3, es claro

que la dispersión es mucho más notoria con /s/ que con /ʝ/.

Como puede observarse, el estudio descriptivo de las variantes de una variable nos

puede informar de numerosos detalles sobre la difusión interna —se puede incluso ponderar

de modo comparativo la magnitud de la variación—, y se pueden también establecer los

parentescos externos con otras hablas hispánicas. Con respecto a la tarea de definición

lingüística del español de México, sin embargo, la historia que cuentan /s/ y /ʝ/ tiene más

que ver con una serie de relaciones bastante complejas con otras variedades que con un

perfil nítido y simple. Aunque el retrato gana en matices, esta realidad no va a cambiar

17

demasiado al incluir otras variables fónicas relevantes, como se hace de inmediato a

propósito de la figura 3, para más adelante discutir el posible papel de las variables

sintácticas.

La FRICATIVIZACIÓN DE /t ʃ/ es también de importancia notoria para la dialectología y

la sociolingüística del español, pues aparece en diferentes variedades como resultado de la

pérdida de la oclusión (Herrera 2006, RAE-ASALE 2011, §5.9a-§5.9e, pp. 206-208, etc.). La

figura 6 muestra un caso grabado en La Paz como parte del Corpus oral del español de

México o COEM (Martín Butragueño, Mendoza y Orozco en preparación), en el que se

puede apreciar que el segmento presenta sólo ruido fricativo y carece de barra de oclusión.

Time (s)0 0.9238

-0.0224

0.03003

0

0

Time (s)0 0.9238

0

8000

Freq

uenc

y (H

z)

00

die ˈsio ʃo ˈa ɲo72.37

108.4100

Pitch

(sem

itone

s re

1 Hz

)

Time (s)0 0.9238

0

18

FIGURA 6. Oscilograma; espectrograma y curva de intensidad; frecuencia fundamental y

transcripción de [...] dieciocho años [...] [La Paz, BCS, México, mujer14, LP-012-C10-

1MM-14 del COEM (Martín Butragueño, Mendoza y Orozco en preparación)].

En apariencia, en México la variante fricativa [ʃ] se asocia con las hablas vernáculas

norteñas, para las que a veces funciona como estereotipo. Dialectalmente, es esperable en el

noreste y en especial en el noroeste (Moreno de Alba 1994, p. 119 y mapa 37 de la p. 122;

Martín Butragueño 2011b, 2014, pp. 314-332 y referencias allí citadas, y el cap. 23 de la

Historia, pp. 1399-1400, etc.). Como ocurre con los procesos asociados a /s/ y a /ʝ/, la

fricativización de /t ʃ/ distingue zonas de México, pero al tiempo permite emparentar esas

áreas con otras regiones hispánicas. Para La Paz, en Baja California Sur, Gil Burgoin

(2014, tabla 1, p. 85) encuentra 50% de [ʃ], pero por edades encuentra una disminución

porcentual conforme se reduce la edad: 61% para las personas de más de 50 años; 48% para

el tramo de 36 a 50 años, y 37% para las personas de 20 a 35 años (tabla 7, p. 96): este

retroceso de la fricativización es lo que se ha representado en la figura 3, situando en el

punto de origen del vector los casos diferentes a [ʃ] de la personas de más edad, y en la

punta del vector los casos diferentes a [ʃ] de las personas más jóvenes (es decir, las

cantidades complementarias a las de la variante fricativa [ʃ], que se pueden observar en Gil

Burgoin, tabla 5, pp. 93-94, y tabla 6, p. 95). Aunque las cantidades no son directamente

comparables con las proyectadas en la figura 3 para los procesos de conservación y

debilitamiento de /s/ (donde se incluyen varias comunidades) y para dos procesos que

afectan a /ʝ/ (proyectando comparaciones por áreas), la no fricativización de /t ʃ/ ocupa un

espacio notorio al proyectarla según el tiempo aparente proporcionado por la edad (Labov

1994) en una sola comunidad.

Las cantidades de fricativización son variables en diferentes comunidades. Méndez

(2017, tabla 4.1, p. 250) anota 32.8% de [ʃ] en Ciudad Juárez, Chihuahua; además, las

personas más jóvenes presentan cantidades mayores de [ʃ]: 36.0% los menores de 20 años;

34.7% los individuos de 21 a 34; 19.3% de 35 a 49; y 23.7% los mayores de 50 (tabla 4.2,

p. 251). Es decir, mientras que los datos para La Paz de Gil Burgoin (2014) sugieren un

14 La colaboradora nació en Ensenada, Baja California, pero llegó a La Paz, Baja California Sur, entre los 6 y

los 12 años.

19

retroceso en los jóvenes, los de Méndez (2017) para Ciudad Juárez muestran cierto

aumento de la fricativización entre los jóvenes.

El DEBILITAMIENTO DE /d/ INTERVOCÁLICA es otra variable clásica del español.

Tiene una amplia distribución por el dominio hispanohablante (RAE-ASALE 2011, §4.7e-

§4.7f, pp. 146-148; Martín Butragueño en prensa a). Por ejemplo, Malaver y Samper (2016,

cuadro 2, p. 330), comparando varios trabajos (véanse allí las referencias) hechos con datos

del "Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de España y de América"

(Moreno Fernández 1996, Cestero 2012), anotan por ejemplo para Madrid 14.2% de

elisión, 33.6% para Málaga y 54% para Caracas, entre otras ciudades, lo que da una idea de

la gran diversidad de proporciones a que da pie la elisión de /d/ según las comunidades en

las que se presenta.

La figura 7 muestra un caso de elisión de /d/ intervocálica de una persona sonorense

registrada durante la grabación de una entrevista del Corpus sociolingüístico de la Ciudad

de México o CSCM (Martín Butragueño y Lastra 2011, 2012 y 2015). El ejemplo se

produce en el contexto que más propicia el debilitamiento de /d/ en español, una forma en -

ado, con elevación de la vocal media /o/ que sigue a la /d/ elidida (cf. Martín Butragueño en

prensa a, para este tipo de casos).

20

FIGURA 7. Oscilograma; espectrograma y curva de intensidad; frecuencia fundamental y

transcripción de [...] hoy estoy muy cansado [...] [Hermosillo, Sonora, México, hombre,

incluido en la grabación de la entrevista ME-031-32H-98 del CSCM (Martín Butragueño y

Lastra 2011, 2012, 2015)].

La indización (Eckert 2000, 2008, etc.) de un caso de este tipo es sin duda de

adscripción vernácula, con probables asociaciones "costeñas" y "norteñas", por lo menos

desde el centro de país. Ésa es, por otra parte, la ubicación aproximada de las áreas donde

suelen documentarse las elisiones (cf. Moreno de Alba 1994, mapa 15, p. 71); véase por

ejemplo Martín Butragueño 2014, p. 265, donde aparece el mapa para mojado, elaborado a

Time (s)0 0.9349

-0.5553

0.5617

0

0

Time (s)0 0.9349

0

8000

Freq

uenc

y (H

z)

00

ˈoi es ˈtoi ˈmui kan ˈsa o72.37

100

Pitch

(sem

itone

s re

1 Hz

)

Time (s)0 0.9349

0

21

partir de Alvar (2010, m. 623)15. Como medida de referencia, aquí se toma el 4% que para

los inmigrantes sonorenses llegados a la Ciudad de México señala Serrano (2002)16, una

cantidad ciertamente baja considerando las cifras aportadas por otros estudios (cf. Malaver

y Samper 2016 por ejemplo) en referencia a otras comunidades.

El último proceso que se menciona ahora es la probable RETRACCIÓN DE LOS

TONEMAS CIRCUNFLEJOS. La existencia de acentos nucleares dotadas de ascensos tonales

llamativos ha sido observada de modo tradicional en relación con las hablas del centro de

México17. Una serie de trabajos con datos recientes, por otra parte, sugieren que el

fenómeno, que está sociolingüísticamente estratificado, de modo que es más común en los

niveles socioculturales bajos, está en relativa retracción (Martín Butragueño 2011a, Martín

Butragueño y Mendoza en prensa, Martín Butragueño en preparación, entre otros). Los

valores a los que la circunflexión más marcada parece asociarse son la vernacularidad, sea

en entornos no urbanos o en comunidades urbanas fruto de la migración, así como quizá al

involucramiento grupal y conversacional (cf. Martín Butragueño y Mendoza en prensa).

15 Véase Martín Butragueño (2014, pp. 259-272) y las referencias allí citadas para una discusión más

detallada. 16 Porcentaje que contrastaría con una virtual ausencia de elisión en la Ciudad de México. 17 En Martín Butragueño (en preparación) se menciona a varios de los autores que han considerado la

cuestión, por lo que se remite allí para mayores detalles. Para su papel geolingüístico, véase Martín

Butragueño (2017).

22

FIGURA 8. Oscilograma; espectrograma y curva de intensidad; frecuencia fundamental,

transcripción y etiquetado tonal de [...] ya voy agarrando callo [...] [Inmigrante de Hidalgo

residente en la Ciudad de México, México, hombre, ME-113-13H-01 del CSCM (Martín

Butragueño y Lastra 2011, 2012, 2015)].

La figura 8 muestra un ejemplo de circunflexión procedente de un inmigrante del

estado de Hidalgo, grabado en una entrevista del CSCM: puede observarse la marcada

subida característica de algunas sílabas nucleares, tal como ocurre en la sílaba ca- de callo,

y el descenso posterior en la postónica -llo, movimientos que pueden representarse como

Time (s)0 1.434

-1

1

0

0

Time (s)0 1.434

0

8000

Freq

uenc

y (H

z)

00

ˈʝa ˈβoi a ɣa ˈran do ˈka ʝo1 1 1 4

H* L+H* L+>H* L+¡H* L%

72.37

93.63

75808590

Pitch

(sem

itone

s re

1 Hz

)

Time (s)0 1.434

0

23

L+¡H* L%, es decir, un ascenso bitonal notorio, alineado en la sílaba tónica, con un

descenso posterior con el que concluye la frase entonativa18.

Para la Ciudad de México, Martín Butragueño (2011a, tabla 11, p. 114) documenta

un 36.1% de casos circunflejos para jóvenes, 38.3% para personas de edad intermedia y

46.1% para las personas de más edad. La figura 3 proyecta esta estratificación por edad en

relación a la no circunflexión, considerando en el origen del vector el 53.9% de no

circunflexión en los mayores, y en la punta del vector el 63.9 % de no circunflexión de los

jóvenes. Aunque los detalles de la comparación entonativa entre diversas variedades del

español pueden ser complejos (cf. Prieto y Roseano 2010, Hualde y Prieto 2015), es

importante resaltar que la entonación es uno de las rasgos fundamentales para la percepción

de los diferentes dialectos por parte de los hablantes.

Incluso con estas mismas variables y los procesos seleccionados, los resultados

expuestos en la figura 3 podrían ser diferentes en caso de escoger otros métodos de

representación: por ejemplo, comunidades específicas para /s/ y /ʝ/, Ciudad Juárez en vez de

La Paz en el caso de /t ʃ/ u otro patrón entonativo. Los procedimientos escogidos, sin

embargo, pretenden mostrar la dificultad de construir generalizaciones demasiado

abarcadoras, la intensa variedad según se consideren comunidades, áreas, generaciones

etarias, etc. y, en suma, las expectativas no muy claras con respecto a poder definir qué es

el español de México a través de un camino que se limite a acumular información sobre

variables fónicas. El subapartado siguiente se detiene en algunas variables sintácticas, para

poder completar el retrato y en cierto sentido para seguir mostrando la dificultad de la tarea

aun empleando referencias a otros tipos de fenómenos.

Procesos morfosintácticos

La segunda ronda que se propone como diagnóstico para definir el español mexicano es un

grupo de procesos morfosintácticos estudiados en los últimos años por Lastra y Martín

Butragueño (las referencias se detallan abajo). La figura 9 suma un conjunto de variables

gramaticales a las variables fónicas ya anotadas en la figura 3; se sitúan a la derecha de la

18 Para la notación y para un contexto dialectal amplio, considérese Prieto y Roseano (2010, 2009-2013) y

Hualde y Prieto (2015).

24

curva en "S" que sirve como referencia, sólo para poder comparar los fenómenos con

mayor fidelidad.

FIGURA 9. Avance de diversos procesos fónicos y gramaticales en el español de México,

proyectados sobre una curva en "S".

Los fenómenos agregados afectan a variables lingüísticas que en la mayor parte de

los casos han sido bastante estudiadas y que por ello mismo permiten establecer en qué

lugar se encuentran las hablas mexicanas —más que el español de México— con respecto a

otras variedades del español. Se consideran aquí, bien que muy brevemente, el uso del

modo subjuntivo, el empleo de formas perifrásticas para expresar el futuro, la expresión del

sujeto pronominal, la concordancia del verbo haber con un argumento plural y el uso de lo

que es en ciertas expresiones. Con cierta diferencia con respecto a lo que ocurre con las

variables fónicas a lo largo de la curva en "S", traslapadas algunas de ellas, las variantes

elegidas para construir vectores sintácticos en la figura 9 aparecen bastante escalonadas en

la curva. Si bien varias de ellas no sobrepasan el 40%, la ausencia de sujetos pronominales

se encuentra en una sección bastante alta y el empleo de los futuros perifrásticos llega hasta

el extremo superior de la curva, siendo de hecho la variante más avanzada de entre las

consideradas en este panorama. Como ocurría con las variantes fónicas comentadas para

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

25

cada variable, las variantes morfosintácticas suelen tener una cierta distribución social y

suelen decir algo de las personas que las emplean, aunque no siempre sea fácil establecerlo

con precisión.

Con respecto al EMPLEO DEL SUBJUNTIVO19, Lastra y Martín Butragueño (2012)

analizan su vigencia20 y distribución en la Ciudad de México, cuestión para la que es

relevante considerar los casos en que la alternancia es posible, los contextos en los que es

posible pero hay cierto cambio de significado y las situaciones en que no es posible (véase

Veiga 2006, p. 97; Silva-Corvalán 1994a, p. 260 y ss.; Lastra y Martín Butragueño 2012, p.

104; cuadro 11, p. 121). Son numerosos los factores que intervienen en la alternancia del

subjuntivo con el indicativo, como la modalidad enunciativa, la factualidad, la

probabilidad, etc. (cf. en especial Silva-Corvalán 1994a, y RAE-ASALE 2009 para una

discusión general). Por tiempos verbales, hay muchas semejanzas entre los resultados

encontrados por Lastra y Martín Butragueño (2012, cuadro 2, p. 107, y pp. 107-108) y los

de Moreno de Alba en 2003 (pp. 26 y 33). Lastra y Martín Butragueño (2012, p. 111 y ss.)

analizan varios factores adaptados del trabajo de Silva-Corvalán (1994a) sobre la pérdida

gradual de las distinciones de modo en el español de Los Ángeles, lo que es útil

precisamente para percibir el contraste entre Los Ángeles y la Ciudad de México, donde las

diferenciaciones modales parecen por completo vigentes. Los colaboradores de la Ciudad

de México de nivel educativo alto (con el 34.7% de los datos) y medio (35.7%)

documentan más casos de subjuntivo que los de nivel educativo bajo (29.6%) (Lastra y

Martín Butragueño 2012, cuadro 13, p. 127); con todo, se trata de disimilitudes moderadas

frente a algunos de los resultados de Silva-Corvalán (1994a, tabla 1, p. 258; tablas 2-5, pp.

19 La bibliografía sobre los usos del subjuntivo frente a los del indicativo es muy amplia. Véase la síntesis de

RAE-ASALE (2009, caps. 23, 24 y 25, pp. 1673-1960). Blas Arroyo (2005, cap. 3, §5, pp. 100-110) es

también muy útil, así como Silva-Corvalán (1994b, caps. 2-3, pp. 20-91) y Silva-Corvalán y Enrique-Arias

(2017, §5.2, pp. 161-172). 20 Gallego y Alonso-Marks (2014) encuentran vitalidad del subjuntivo en todos los grupos etarios de Toledo,

España, pero una reducción de su uso en las generaciones jóvenes en Rosario, Argentina. En ese mismo

trabajo se hace un recuento de los estudios que señalan la simplificación encontrada en variedades

encontradas en Estados Unidos, así como de las variedades monolingües con cierta reducción de uso del

subjuntivo, sobre todo en las formas de pasado y en algunos contextos, frente a otras variedades

caracterizadas por la vitalidad del subjuntivo, como ocurre en los datos de la Ciudad de México.

26

265-267; tablas 6-7, p. 268) en Los Ángeles, donde se muestran diferencias notorias entre

ciertos grupos (Silva-Corvalán 1994a, tabla 3, p. 265 y comentarios adyacentes; la

descripción de los grupos puede verse en la p. 256): 42.4% (376/886) para las personas

nacidas en México y radicadas en Estados Unidos después de los 11 años; 26.5% (225/849)

en individuos nacidos en Los Ángeles de padres nacidos en México; y 17.3% (171/986)

para los angelinos que tuvieran al menos un progenitor también nacido en Los Ángeles (cf.

Lastra y Martín Butragueño 2012, pp. 126-128). Un dato que llama la atención en los

materiales de la Ciudad de México es que se documentaron más casos de subjuntivos con

los jóvenes (39.7%) que con las personas de mediana edad (34.0%) y sobre todo que con

los mayores (26.2%) (Lastra y Martín Butragueño 2012, cuadro 14, p. 128). Sin pretender

que se trate de un cambio, pues el hecho puede recibir diversas explicaciones, el dato etario

es el que se ha proyectado en la figura 9, con la cantidad para las personas de más edad en

el origen del vector, y la cantidad para los jóvenes en la punta.

La difusión de las FORMAS PERIFRÁSTICAS DE FUTURO puede ser un indicador

dialectal útil, considerando la presencia un poco más amplia en el español europeo de las

formas morfológicas para expresar el futuro (amaré) (RAE-ASALE 2009, §23.14c, pp. 1768-

1769, §23.14r, p. 1775, etc.). Lastra y Martín Butragueño (2010) estudian el uso del futuro

morfológico (FM) frente al perifrástico (FP) en la Ciudad de México, con datos del CSCM,

ámbito en el que las formas amaré se habrían difundido desde abajo (Labov 1994, 2001,

2010) y habrían llegado a una expansión muy adelantada. Ciertamente, es necesario

considerar que la alternancia entre amaré y voy a amar puede ser indiferente, posible con

ciertos cambios en el significado o imposible, según los casos21 (para los detalles, véase

Lastra y Martín Butragueño 2010, pp. 150-152). Sólo el 62.7% de los datos estudiados

permite la alternancia sin cambios de sentido (Lastra y Martín Butragueño 2010, tabla 2, p.

150). Para ese subconjunto, existen diferente predictores que favorecen la aparición de uno

u otro futuro22. Entre los más significativos que se suelen considerar se encuentran la 21 Cf. Sedano (1994, p. 225, y también 227 y ss.) para la división tripartita y para una discusión de los factores

que influyen en la posibilidad de intercambiar los FM y los FP. Para el concepto general de envelope of

variation, o contexto variable, véase por ejemplo Otheguy y Zentella (2012, cap. 3). 22 Cf. Tagliamonte y Baayen (2012) para una discusión del papel de la cuantificación en los estudios recientes

de variación lingüística. Lastra y Martín Butragueño (2010) emplearon Goldvarb X (Sankoff, Tagliamonte y

Smith 2005) para los cálculos estadísticos.

27

persona del tiempo verbal, la distancia temporal (tanto explícita en el contexto como

interpretada por los analistas), la caracterización epistémica (también tanto explícita como

interpretada), la intención expresada, la inclusión de la forma verbal en un ámbito de

negación, el nivel de estudios y la edad (Lastra y Martín Butragueño 2010, §2.2, pp. 153-

165 y §2.3, pp. 165-169, siguiendo especialmente a Sedano 1994, p. 231 y ss.)23. Entre los

factores sociales que afectan a los casos de alternancia posible, llama la atención el papel

del nivel de estudios, pues las personas de nivel bajo alcanzan un 97.0% de voy a amar

(94.5% con estudios medios y 88.0% con estudios altos) y de la edad, siendo que las

personas de más de 55 años obtienen 91.3% de voy a amar, las de 35-54 años un 90.1% y

los más jóvenes, de 20 a 34 años, llegan a 97.4% (Lastra y Martín Butragueño 2010, tabla

14, p. 167, y tabla 15, p. 168). El dato de edad es el que se proyecta en la figura 9, con las

cantidad de futuros perifrásticos de las personas de más edad en el punto de origen del

vector, y con el porcentaje de los más jóvenes en la punta de la flecha, lo que permite

observar el grado de avance de las formas voy a amar en los casos de posible alternancia

con amaré en el español del centro de México —es de hecho el proceso de difusión más

avanzada entre todos los incluidos en la figura 9, como revela su posición con respecto a la

curva en "S".

Las tasas de aparición del SUJETO PRONOMINAL EXPRESO constituyen un indicador

interesante, pues sitúa las soluciones mexicanas con el llamado español continental, frente

al caribeño (cf. Otheguy y Zentella 2012). La variación (cf. Otheguy y Zentella 2012 y

Carvalho, Orozco y Shin 2015, Silva-Corvalán y Enrique-Arias 2017, §5.3, pp. 172-187,

entre muchos otros) consiste en el estudio de casos del tipo Pues nosotros le vamos al Cruz

Azul vs. Pues le vamos al Cruz Azul, aunque no todos los contextos permiten la alternancia

de soluciones (cf. Bentivoglio, Ortiz y Silva-Corvalán 2011, Otheguy y Zentella 2012,

Otheguy, Zentella y Heidrick 2012). Para la Ciudad de México, Lastra y Martín Butragueño

(2015) trabajan con 2040 casos que sí permiten la aparición o no del sujeto pronominal, con

un 21.7% de pronombres expresos, cifra que se agrupa con la de otras variedades

conservadoras, en el sentido de lo que es más común en español (cf. Otheguy y Zentella

23 Véase también Moreno de Alba (1970), Gutiérrez (1994, 1995), Blas Arroyo (2005, cap. 3, §6, pp. 110-

116, 2008), Sedano (2006), Melis, Flores y Bogard (2003), (Melis 2006); considérese asimismo Claes y Ortiz

López (2011).

28

2012, Carvalho, Orozco y Shin 2015), por ejemplo con el 19.7% del español yucateco en

conjunto (Michnowicz 2015, p. 107), el 22.0% de los mexicanos de la ciudad de Nueva

York (Otheguy y Zentella 2012, p. 72) o el 20.9% de Madrid (Cameron 1993, p. 306),

cantidades que contrastan, por ejemplo, con el 44.8% de San Juan, Puerto Rico (Cameron

1993, p. 306) o el 34.2% de Barranquilla, Colombia (Orozco 2015, pp. 20-21) (resumiendo

algunos datos anotados en Lastra y Martín Butragueño 2015, p. 42). Uno de los hechos que

llamaron la atención en el estudio de la capital mexicana es que existen notorias diferencias

por edades en cuanto a la aparición de más casos expresos cuanto mayor es la edad: 29.6%

en las personas de 55 años en adelante, 20.0% en los individuos de entre 35 a 54 años, y

16.4% en los más jóvenes (20-34 años) (Lastra y Martín Butragueño 2015, cuadro 3.3, p.

49). Esta diferencia es la que se proyecta en la figura 9, aunque en términos de ausencia de

sujeto pronominal, poniendo en la base del vector el 70.4% que corresponde a las personas

de más edad y en la punta el 83.6% que se documenta para los jóvenes, por lo que el grado

de "avance" se ve en términos de la ausencia. Es relevante ver el fenómeno de este modo

porque la disminución de las tasas de sujetos pronominales expresos está apareciendo en

diversas variedades del español, cuando menos en Barranquilla, Colombia (Orozco y Guy

2008, p. 78; Orozco 2015), en Granada, España (Manjón-Cabeza et al. 2016, 2017) y en

Xalapa, Veracruz (Orozco 2016), por lo que la figura 9 hace hincapié en la posibilidad de

ver el proceso como un cambio en curso sin descartar la estratificación por edad (cf. Labov

1994, p. 77 y ss.), y considerando la tendencia opuesta de ciertas variedades románicas a

aumentar las tasas (cf. Erker y Guy 2012, p. 531), de modo que es necesario mayor estudio

del problema (cf. Lastra y Martín Butragueño 2015, pp. 49-51).

Otra variable bastante útil para poder ubicar variedades hispánicas es la

CONCORDANCIA DE HABER EXISTENCIAL. La pugna entre formas como Había muchos

aficionados en el partido y Habían muchos aficionados en el partido, o entre Puede haber

varias razones para eso y Pueden haber varias razones para eso, etc., se encuentra en

diferentes etapas en diversas comunidades y zonas, por lo que puede ser un buen indicador

dialectal. En las entrevistas del CSCM, Lastra y Martín Butragueño (2016b, cuadro 1, p.

128) encuentran para la Ciudad de México un 8.4% de concordancia con argumentos

29

plurales24. Esta cantidad puede ser elevada si se compara con el 2.1% documentado por

Paredes (2016, tabla 2, p. 220) para Madrid, pero bastante reducida en contraste con el 54%

que anota Díaz-Campos (2003, p. 11) para Caracas, o con las cifras superiores al 40% que

expone Claes (2014) para Santo Domingo, La Habana y San Juan de Puerto Rico. En la

propia zona metropolitana de la Ciudad de México, en Ecatepec, Martín Butragueño

(2016b, cuadro 3, p. 152) cuenta un total de 20.0% de casos (véase Lastra y Martín

Butragueño 2016b, cuadro 4, pp. 133-135 y comentarios adyacentes para más detalles). El

cálculo de regresión logística realizado en Lastra y Martín Butragueño (2016b) a partir de

Goldvarb Lion (Sankoff, Tagliamonte y Smith 2012) encuentra varios factores

significativos, entre los que se encuentra la edad; en concreto, las personas de más de 55

años muestran un 5.3% de avance de la pluralización y los individuos de entre 20-34 años

un 7.8%; son los colaboradores de edad intermedia, de entre 35-54 años, los que otorgan

una tasa mayor, de 12.6%; las personas de bajos estudios son quienes ofrecen un porcentaje

mayor (14.7%) y no es obvio que se trate de un cambio en curso (Lastra y Martín

Butragueño 2016b, cuadro 2, pp. 128-129; cuadro 3, pp. 131-132 y comentarios

adyacentes). Con todo, para la representación del vector de la figura 9, se toma la diferencia

mayor por edades, considerando el 5.3% en el punto de origen y el 12.6% en la punta,

simplificación que sólo pretende mostrar la relativa amplitud de su difusión. Con todo, debe

observarse que se trata de un proceso que quedaría en una etapa bastante inicial con

respecto al recorrido de la curva en "S", lo que parece coherente con respecto a su no

evidente difusión en curso.

Otro proceso que se encontraría en una fase inicial de expansión es la PERÍFRASIS

INFORMATIVA CON LO QUE ES. El empleo de construcciones del tipo El postre trae lo que es

chocolate con nuez en la Ciudad de México con datos del CSCM se estudia en Lastra y

Martín Butragueño (2016a) y encuentran 205 ejemplos de esta perífrasis en un total de

3220 casos de lo que es (tabla 2, p. 287 y otros pasajes); la variante lo que viene siendo en

Te vas por lo que viene siendo la avenida se está convirtiendo en un estereotipo (aunque de

esta solución no aparecen casos en las entrevistas consideradas en la investigación

mencionada). La edad se encuentra entre los factores estadísticamente significativos con

24 En ese trabajo se sigue básicamente la metodología propuesta en PRESEEA (2013-2017), que tiene como

uno de sus objetivos primordiales poder llevar a cabo análisis comparativos.

30

respecto a la difusión de lo que es, de modo que los jóvenes documentan 9.9% perífrasis de

relativo entre todos sus lo que, por sólo un 4.4% en las personas no jóvenes (Lastra y

Martín Butragueño 2016a, tabla 4, p. 289). Esta diferencia es la que se proyecta en la figura

9, con la cantidad correspondiente a los individuos de más edad en el punto de origen del

vector, y la magnitud de las personas de menor edad en la punta del vector; entre las

expuestas, se trata de la variable morfosintáctica situada más al inicio de la curva en "S".

No es fácil establecer el significado social (Silverstein 1976, Eckert 2000, 2008;

Pizarro Pedraza 2016, etc.) de los procesos morfosintácticos apuntados. Algunos de ellos

parecen tener un componente que viene desde abajo (Labov 1994, 2001, 2010), como la

concordancia de haber; otros dependen desde donde se vean, pues lo que es o lo que viene

siendo puede ser prestigioso para ciertos grupos sociales, pero no para otros; de otros más

no es clara todavía la explicación, como en la posible expansión de la ausencia del sujeto

pronominal.

Al igual que ocurría con las variables fónicas, la consideración de las variables

morfosintácticas enriquece una perspectiva lingüística que pueda definir el español

mexicano, en la medida en que se estudian tasas de avance de ciertos fenómenos y se sitúan

con respecto a los que se documentan en otras variedades del español. Además, el agregado

permite comparar unos fenómenos con otros, de tal manera que puede apreciarse que la

retracción del debilitamiento de /s/ o la expansión del haber concordado no se encuentran

de modo necesario en las mismas etapas o en los mismos lugares, etc. Con todo, parece

poco intuitivo, aunque pudiera ser válido taxonómicamente, decir que las hablas mexicanas

son aquéllas donde el fenómeno x se encuentra en la situación i, el fenómeno y en la

situación j, y así sucesivamente, refinando y actualizando la forma de trabajar de lo que

podría llamarse la dialectología estructural (recuérdese el trabajo clásico de Weinreich

1954, entre muchas otras referencias). Aun insistiendo en la legitimidad del método, parece

razonable pensar que si bien el estudio de las fronteras acota aquello a lo que se llama

español de México, y el estudio de fenómenos lingüísticos permite relacionar con cierta

precisión el estatus de las variedades mexicanas con el de otras latitudes, es relevante

introducir algunos elementos de orden más general para completar la conceptualización

necesaria, como se intenta a continuación.

31

EL ESPAÑOL VISTO DESDE MÉXICO

En dos trabajos previos, Martín Butragueño (2012) y (2016a), especialmente en el segundo

de ellos, se desarrollan algunas ideas relevantes para esta sección del capítulo. Ya en el

informe panorámico de 2012 se apuntaba el problema de definir en un sentido

sociolingüístico relevante qué debe entenderse como español de México (pp. 13-15):

"puede concebirse como la proyección de un modelo dinámico con un frente de avance (el

desplazamiento de las lenguas indígenas, proceso vivo desde el siglo XVI, pero

frenéticamente acelerado a partir del siglo XIX), una cauda de pérdida (en Estados Unidos,

primero por escisión territorial, luego por migración) y un núcleo de homogeneización (la

influencia del estándar capitalino sobre el resto del territorio)" (2012, p. 13). Con respecto

al primer aspecto, se insistía en la apremiante necesidad de más estudios de lenguas en

contacto, aunque se citaban algunos (p. 14); también se apuntaba, con matices, la situación

del español en Estados Unidos como lengua vernácula y poco prestigiosa (p. 15) y el papel

de las ciudades, en especial de la capital, pero también de varias redes de ciudades, en la

conformación sociolingüística del español mexicano (p. 15). En el resto del artículo se

repasaban algunos aspectos de la investigación del momento en cambio y variación

lingüística del español25.

El objetivo principal de la presentación de Martín Butragueño (2016a) era

desarrollar en mayor detalle la idea del español de México como una proyección dinámica

de diversas realidades, idea apuntada de manera sucinta en el trabajo de (2012), y plasmada

en (2016a) en la figura 10.

25 En particular, se mencionaban algunas de las ciudades con proyectos en curso (p. 15) y se presentaban

algunos avances en el estudio de diferentes procesos (p. 16 y ss.), como la articulación de /x/, el

debilitamiento de las vocales átonas, la variación de /s/, la inflexión circunfleja en la prosodia de las hablas

centrales —algunas de estas variables, avances de Martín Butragueño (2014, que estaba en prensa en el

momento de escribir el artículo de 2012) y en cierto sentido de Martín Butragueño (en preparación a),

también se consideran en el presente capítulo. La parte final del trabajo de 2012 (p. 31 y ss.) mencionaba

algunas referencias para ponderar los avances y el recorrido de la sociolingüística del español en México, así

como diferentes fuentes de datos, ya recogidas o en proceso de recolección.

32

FIGURA 10. Proyección dinámica del español, visto desde México.

Fuente: Adaptado levemente de Martín Butragueño (2016a, figura 1, s.p.).

Para la figura 10, en Martín Butragueño (2016a) se apelaba a diversas referencias: la

transmisión de la variedad lingüística dentro de una comunidad y la difusión entre

comunidades (Labov 2010), la vinculación existente entre difusión y contacto y entre

transmisión e identidad como motores de los cambios (Martín Butragueño 2014, cap. 1;

Villena y Ávila-Muñoz 2014), la existencia de momentos focalizados (más homogéneos y

convergentes) y de momentos difusos o no focalizados (Le Page 1978, Le Page y Tabouret-

Keller 1985), etc. Se subrayaba que "un modelo de variación lingüística es un tipo de

modelo cultural, y como tal necesita anclarse en la perspectiva de un observador específico,

y no simplemente en términos abstractos generales. En ese sentido, se adopta aquí un punto

de vista que pretende considerar la variación del español en términos de contacto y de

identidad, tal como son vistos desde México" (Martín Butragueño 2016a, s.p.), es decir, un

modelo perspectivista, con ciertos matices pero también con ciertas semejanzas con

respecto a los enfoques policéntricos (Blommaert 2010, Martín Butragueño en prensa b) y

los pluricéntricos (Hamel 2013a, Lara 2013 y 2015, Zimmermann 2013, entre otros;

considérese infra). En otras palabras, una proyección dinámica como la que se recupera en

la figura 10 adopta esa forma y esos contenidos específicos (como se describe con brevedad

a continuación), en la medida en que se considera desde un espacio, una historia y una

sociedad determinada; por eso se presenta no como un modelo —muy idealizado, desde

luego— no del español o no del español de México, sino del español "visto desde México",

esto es, de aquello que puede ser especialmente relevante para los ciudadanos socializados

ContactoA/B:EMcomodesplazador(nofocalización)

ContactoB/AEMdesplazado(nofocalización)

EMcentral(focalización)

ConvergenciaDivergenciacentralperiférica(subfocalización)(subfocalización)Flujosintra-comunitarios

(focalización)

33

en el espacio histórico mexicano (y, claro está, otras socializaciones llevarían a otras

perspectivas, por ejemplo desde el centro de España o desde el Río de la Plata)26.

La figura 10, aunque en conjunto es una especie de campana de Gauss, está formada

por dos curvas contrapuestas en forma de "S", una de expansión y otra de retracción; como

se señala en Martín Butragueño (2016a), la "S" expuesta por el lado izquierdo representa al

español de México (EM) como desplazador de las lenguas originarias, donde éstas son las

lenguas B en una relación diglósica y el EM la lengua A; se caracteriza como un momento

"no focalizado", en el sentido clásico de Le Page (1978). En Martín Butragueño (2016a, §2)

se resumen algunas líneas claves de esta dimensión: el incremento del proceso a partir de

1770 (cf. C. Parodi, cap. 6 de esta Historia, p. 336 y ss.); la tradición de estudios sobre el

bilingüismo, contacto y conflicto27; la amplia gama de situaciones, de modo que si L.

Valiñas (cap. 2 de la Historia, pp. 125-127) habla de comunalectos para referirse a la

extrema dispersión lingüística, lo mismo podría hacerse para los casos de contacto; la

relevancia de los trabajos recientes que estudian en detalle aspectos tanto sociolingüísticos

como lingüísticos del contacto28; la importancia de comparar entre diferentes situaciones de

contacto para extraer generalizaciones (Guerrero y Torres 2015); la relevancia de estudiar

el contacto actual en sí mismo y como fuente para entender el pasado, a partir del principio

de uniformidad (Labov 1994, 2001, 2010)29.

En la confluencia alta de las dos curvas se dibujan los flujos internos a las

comunidades hispanohablantes, es decir, procesos de variación y cambio que en principio

no dependen del contacto entre lenguas, sino entre variedades. Como puede apreciarse, en

26 La discusión detallada de las semejanzas y diferencias del perspectivismo con el policentrismo y el

pluricentrismo van más allá de las posibilidades de este capítulo. De modo muy esquemático, el primero se

interesa en lo lingüísticamente relevante para una sociedad; el segundo en la gran diversidad presente en una

comunidad; y el tercero en la presencia de diversas variedades de referencia en lenguas muy extendidas. 27 Vase Hamel (2008, 2013b), Muñoz Cruz (2014), Flores Farfán (2013), Flores Farfán y Ramallo (2010),

Chamoreau, Estrada y Lastra (2010), K. Zimmermann (cap. 16 de esta Historia y 2012), R. Martínez Casas

(cap. 24 de la Historia sociolingüística de México), entre muchos otros. 28 Como Torres (en preparación), Avelino (2017), Reig y Hernández (2014), Lizárraga (2014a, 2014b), Olivar

(en preparación), Michnowicz y Barnes (2013), Martín Butragueño (2015), Uth (2016), entre otros. 29 Se remite a la presentación de Martín Butragueño (2016a) para una exposición más detallada de todas estas

consideraciones.

34

la propuesta de (2016a) se trataría de una etapa de "focalización" (también en el sentido de

Le Page 1978); estos flujos intracomunitarios tomarían como punto de referencia principal

al español mexicano central, en especial al capitalino, de manera que habría una cierta

convergencia de otras variedades del país hacia ese centro, por el lado izquierdo, pero

también una cierta divergencia de algunas zonas, en la medida en la que se desarrollan

identidades locales o regionales (la península yucateca, el norte, etc.); también en estas

secciones habría que considerar las relaciones con otras variedades hispanohablantes no

mexicanas. Obsérvese que la sección es en sí misma también una curva de Gauss. En el

trabajo de Martín Butragueño (2016a) se hace referencia a varios procesos relevantes para

el estudio de los flujos en este sector de la proyección: el papel de sistema de redes de

ciudades en los proceso lingüísticos, como la megalópolis central, la zona de influencia de

Monterrey, las ciudades espejo de la frontera, etc. (cf. Garza 2003; P. Martín, cap. 18 de

esta Historia, pp. 1007-1009)30; los flujos migratorios internos; el continuum lingüístico

central; la "frontera" entre tierras altas y bajas; la "frontera" entre las hablas centrales y las

septentrionales; la "frontera" del sur-sureste con el resto del país (véase el trabajo original

de 2016a para mayores detalles). Como puede apreciarse, los hechos que se agrupan como

relevantes para el estudio de los flujos en la parte central de la figura 10 tienen que ver con

dos dimensiones ante todo: el estudio de la influencia de las ciudades en su entorno cercano

y lejano, y el estudio de las fronteras o transiciones entre áreas lingüísticas.

Por fin, en la representación de la figura 10 tomada de (2016a), la curva en "S" del

lado derecho muestra el desplazamiento del EM en ciertos entornos, especialmente en

Estados Unidos, aunque no de forma exclusiva, de modo que o es reemplazado por otra

lengua o en cualquier caso pasa a convertirse en otra cosa: aquí el EM es la lengua B en la

diglosia. También en Martín Butragueño (2016a) se anotan algunos de los fenómenos

relevantes al respecto: las consecuencias sobre los lugares de origen de los migrantes; la

koineización del español en los Estados Unidos (cf. C. Parodi, esta Historia, cap. 26); la

valoración o no de las variedades estadounidenses de raíces mexicanas; el contacto dialectal

en Estados Unidos31.

30 Para esta tarea puede ser útil el COEM (Martín Butragueño, Mendoza y Orozco en preparación). 31 En Martín Butragueño (2016a) se mencionan diferentes trabajos enre los muchísimos disponibles al

respecto: Hernández (2002), Potowski (2011, 2013, 2014), Parodi (2011), Otheguy y Zentella (2012), Pérez

35

Retomando en parte algunos aspectos de la discusión de Martín Butragueño

(2016a), el perspectivismo del español visto desde México (realidades lingüísticas y

sociolingüísticas relevantes desde la perspectiva de una sociedad determinada puestas en un

modelo dinámico) busca acoger —o al menos ser compatible con ellos— tanto el

pluricentrismo (varios centros de difusión de variedades de referencia dentro del espacio de

una lengua internacional: Österreicher 2002, Lebsanft, Mihatsch y Polzin-Haumann 2012,

López Serena 2013, Hamel 2013a, Zimmermann 2013, Greußlich 2015; L. F. Lara, 2013,

2015, cap. 54 en esta Historia, etc.)32 como al policentrismo (coexistencia, muchas veces

conflictiva, de varias escalas y órdenes de indización del significado social en una misma

comunidad lingüística, cf. Blommaert 2010, pp. 39-41, Martín Butragueño en prensa b).

En términos perspectivistas, un modelo sociolingüístico de una sociedad sería, ante

todo, un modelo de su identidad33, tal como ésta se manifiesta y se construye a través de su

lenguaje34. Para proyectar esa identidad en un modelo, debe darse prioridad a aquellos

hechos lingüísticos, manifestaciones textuales y construcciones culturales más relevantes

para los miembros de esa sociedad. El punto de vista del observador —aunque el

observador sea una sociedad en la que obviamente sus miembros distan de ser iguales— se

vuelve trascendental tanto en la realidad identitaria como en el modelo posible acerca de

esa identidad, pues es tal punto de vista el que establece la referencia para ponderar la

relevancia de un hecho, de una manifestación textual o de una construcción cultural. Así, el

Castillejo (2013). Asimismo se recuerda que también desde México se dan otros contactos hispánicos, sea por

exilios o por migración laboral (para lo que se remite a Rodríguez Cadena 2006, Soler 2014, Pesqueira 2008,

2011, 2012, 2014a, 2014b), por la presencia de México en otros países y viceversa a través de los medios

audiovisuales, por las redes sociales y por otros diversos medios, como viajes turísticos o profesionales. 32 Como señala Österreicher: "Creo que hay que adoptar una perspectiva que ponga en el centro de esta

descripción e interpretación lingüística el concepto de una cultura lingüística pluricéntrica. El concepto de

estándar regional debe ser vinculado con una conciencia de las normas específicas que se manifiesta en la

producción lingüístico-discursiva concreta. Esta conciencia se forma por los efectos de centros culturales, de

la alfabetización, nivel educativo, por las ciencias y la literatura, por editoriales, por los medios de

comunicación como prensa, radio y, sobre todo, la televisión" (2002, p. 292). 33 Para identidad, véase Eckert (2000), Coupland (2007), Villena y Ávila-Muñoz (2014), Drager (2015), entre

otros. 34 Véase también para parte de estos últimos párrafos una exposición más detallada en Martín Butragueño

(2016a).

36

contacto del español con las lenguas indígenas, la inmigración a los Estados Unidos, el

discurso político y periodístico mexicano, las voces disidentes en Chiapas o en Oaxaca, las

novelas de Rulfo o de Fuentes, o la concepción del costeño, del chilango o del norteño, son

normalmente más relevantes para la sociedad mexicana y para sus miembros de lo que

pueda ser el contacto histórico con el árabe, la inmigración italiana al Río de la Plata, las

tradiciones orales andinas o la literatura gauchesca, o la concepción sociolingüística del

caribeño o del castellano. Más o menos relevante no quiere decir que estos otros fenómenos

sean por completo ajenos, sea en su dimensión hispánica, internacional, global o humana.

El modelo de la identidad lingüística de una sociedad tiene que ser perspectivista, para

poner en orden los hechos, los textos y las concepciones más relevantes. Puede decirse que

la definición del español mexicano en el marco hispánico cambia al integrar al problema

cuestiones que van mucho más allá de las que suelen considerarse en las aproximaciones

dialectológicas tradicionales.

La expresión "español visto desde México" enfatiza el perspectivismo como método

de trabajo para la formulación de un programa sociolingüístico adecuado. Obsérvese que se

puede tratar de forma simultánea de un modelo de la variación y de un tipo de política

lingüística35. Con todo, el perspectivismo es ante todo una llamada a considerar la

autonomía cultural —relativa, por supuesto— de una sociedad, que es fruto de una serie de

hechos históricos, que da prioridad a ciertas cuestiones, y que busca soluciones propias a

problemas y coyunturas específicos, sustancialmente diferentes a los experimentados por

otras grandes comunidades.

Debe aclararse que "español visto desde México" no es lo mismo que "español de

México". Por un lado, la primera de las expresiones hace referencia no sólo a la lengua

misma, sino a varias dimensiones más, como señala el programa descrito de manera somera

en (1). Además, de modo literal, "español visto desde México" refiere a todo el conjunto de

la lengua española, sólo que entendiendo que el conjunto de hechos, producciones,

circunstancias, etc., ve jerarquizada su importancia según la sociedad a la que se

pertenezca, de modo que con probabilidad la perspectiva no es la misma si esa misma

lengua y las comunidades que la hablan son vistas, digamos, desde Puerto Rico, Uruguay o

35 No necesariamente sobre el español, si se toma como eje "las lenguas vistas desde México", aunque el

punto vaya más allá de las posibilidades de este capítulo.

37

España. De hecho, para concretar estas ideas, un modelo perspectivista del español visto

desde México debería incorporar al menos los siguientes elementos (1):

(1) a. Una consideración global de los hechos lingüísticos variables, no como procesos

aislados, sino como un conjunto articulado en sus relaciones lingüísticas

sistemáticas y en su sentido social general. Aunque los esquemas anotados en las

figuras 3 y 9 apuntan van en esa dirección, es obvio que debe irse mucho más allá

para poder acercarse al objetivo ahora enunciado.

b. Una articulación general de los hechos histórico-lingüísticos esenciales para

entender cómo se ha llegado a la perspectiva identitaria actual. En la figura 10 se ha

anotado la proyección establecida en Martín Butragueño (2016a), en la que se

vuelcan los procesos de expansión y de contracción de ese español visto desde

México; como se ha resumido, en ese mismo trabajo se mencionan algunos hechos

críticos para explorar la proyección.

c. Una colección de textos lo suficientemente amplia como para promover el estudio

articulado de los hechos lingüísticos y los hechos histórico-lingüísticos aludidos en

(1a) y (1b). Aunque parte de esa colección ya existe merced a innumerables

esfuerzos individuales y sobre todo colectivos, cabe preguntarse si los materiales

que solemos estudiar los lingüistas son lo bastante representativos para caracterizar

toda una sociedad o si sólo sirven para dar cuenta de una parte muy pequeña y

fragmentaria de ella.

d. Por fin, es muy relevante el análisis crítico de las construcciones culturales en las

que descansan y al tiempo se refuerzan los hechos de (1a) y (1b), y de las que

derivan las producciones textuales mencionadas en (1c). Es probable que haya que

redoblar los esfuerzos para entender mejor los conceptos más abstractos de los que

se derivan los objetivos culturales más circunstanciales. Así, el manejo social de lo

igual y lo diferente, lo propio y lo ajeno, lo local y lo general, lo nuevo y lo ya

conocido, lo necesario y lo deseable, entre otras dimensiones, puede otorgar el

horizonte mayor para entender cómo, por qué y para qué subsisten, crecen o se

contraen las sociedades lingüísticas. Sobra decir que este análisis va mucho más allá

de las posibilidades de este capítulo.

38

CONCLUSIÓN

El capítulo ha recordado tres vías para acercarse al español de México, en parte exploradas

en trabajos previos. Aunque son acercamientos diferentes, no son excluyentes entre sí y

pueden considerarse complementarios. La primera vía delimitadora es de orden

geolingüístico, planteando cuáles son las fronteras del español mexicano; estas fronteras no

deben entenderse sólo desde un punto de vista espacial, sino más bien como dimensiones

históricas y sociales que, en muchos casos, más que a separaciones se refieren a vínculos

sostenidos con otras realidades.

Un segundo camino es de orden más lingüístico, haciendo referencia a diferentes

variables, en su mayoría bastante conocidas y estudiadas, de modo que se considera el

grado de avance de algunas variantes, lo que permite esbozar algunas diferencias entre

grupos sociales y regiones del país, así como las semejanzas y desemejanzas con otros

territorios hispanohablantes. Al reunir diferentes fenómenos, el retrato puede cambiar según

el catálogo de procesos que se considere, aunque a cambio puede obtenerse bastante

precisión a la hora de realizar comparaciones y delimitaciones.

Por fin, la tercera vía, ya apuntada en otros trabajos mencionados supra, consiste en

investigar cuestiones sociolingüísticas que puedan resultar relevantes para los ciudadanos

mexicanos. Este planteamiento lleva a hablar, más que estrictamente de español de México,

de español visto desde México. La cuestión de qué es lo relevante para una sociedad

lingüística es, desde luego, compleja, pero se anotan algunas ideas en esa dirección.

Sobra decir que ninguno de estos caminos está agotado con lo que se dice en las

páginas previas y que hace falta una extensa labor de documentación y análisis para poder

profundizar en ellos.

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