el consejo de defensa sudamericano de la unasur: institucionalización, agendas y desafíos

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1 Ponencia preparada para el XI Congreso Nacional de Ciencia Política, organizado por la Sociedad Argentina de Análisis Político y la Universidad Nacional de Entre Ríos, Paraná, 17 al 20 de julio de 2013 El Consejo de Defensa Sudamericano de la UNASUR: Institucionalización, agendas y desafíos 1 Nicolás M. Comini (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas Universidad del Salvador - ARRIAL) [email protected] Alejandro Frenkel (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Universidad de Buenos Aires) [email protected] Resumen El presente trabajo se propone analizar el proceso de institucionalización y progresiva evolución del Consejo de Defensa Sudamericano (CDS) de la UNASUR, desde su génesis -en el año 2008- hasta la actualidad. A tales fines, se aborda el desarrollo de los temas de agenda así como la creación de instrumentos e instancias dentro del bloque. Asimismo, se intenta explicar de qué manera los diferentes países influyen en este proceso proyectando (y buscando potenciar) sus capacidades y medios. En este marco, bajo la premisa “soluciones regionales a los problemas regionales” subyace una búsqueda de autonomía regional en materia de defensa motorizada principalmente por Argentina y Brasil que se concentra en torno a tres ejes esenciales (los cuales motivan esfuerzos cooperativos pero también provocan tensiones): la industria de la defensa, la creación de una doctrina de defensa sudamericana y el rol de la defensa en la protección de los recursos naturales. Summary The present work seeks to analyze the process of institutionalization and progressive evolution of the UNASUR’s South American Defense Council (CDS) since its birth -in 2008- until the present. For these purposes, the paper studies the evolutions of the agendas as well as the creation of instruments and instances inside the Union. Also, attempts to explain how the different countries plays in this process, trying to project their capabilities and interests. In this framework, under the premise "regional solutions to regional problems" underlies a quest for autonomy in the region. This is mainly boosted by Argentina and Brazil and focuses on three essential axes (which are a source of cooperation but also induce strains): defense industry, the creation of a South American defense doctrine; and the safety of natural resources. 1 Este trabajo es una ampliación y actualización del artículo El Consejo de Defensa Sudamericano (2008-2012): Entre avances y retrocesos”, presentado por los mismos autores en la X Jornada de Investigación en Ciencias Sociales “Repensar las Ciencias Sociales: reflexiones en un mundo en crisis” del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad del Salvador (12 de septiembre de 2012)

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Ponencia preparada para el XI Congreso Nacional de Ciencia Política, organizado por la Sociedad

Argentina de Análisis Político y la Universidad Nacional de Entre Ríos, Paraná, 17 al 20 de julio de 2013

El Consejo de Defensa Sudamericano de la UNASUR:

Institucionalización, agendas y desafíos1

Nicolás M. Comini (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

– Universidad del Salvador - ARRIAL) [email protected]

Alejandro Frenkel (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas -

Universidad de Buenos Aires) [email protected]

Resumen

El presente trabajo se propone analizar el proceso de institucionalización y progresiva evolución

del Consejo de Defensa Sudamericano (CDS) de la UNASUR, desde su génesis -en el año

2008- hasta la actualidad. A tales fines, se aborda el desarrollo de los temas de agenda así como

la creación de instrumentos e instancias dentro del bloque. Asimismo, se intenta explicar de qué

manera los diferentes países influyen en este proceso proyectando (y buscando potenciar) sus

capacidades y medios.

En este marco, bajo la premisa “soluciones regionales a los problemas regionales” subyace una

búsqueda de autonomía regional en materia de defensa motorizada principalmente por

Argentina y Brasil que se concentra en torno a tres ejes esenciales (los cuales motivan esfuerzos

cooperativos pero también provocan tensiones): la industria de la defensa, la creación de una

doctrina de defensa sudamericana y el rol de la defensa en la protección de los recursos

naturales.

Summary

The present work seeks to analyze the process of institutionalization and progressive evolution

of the UNASUR’s South American Defense Council (CDS) since its birth -in 2008- until the

present. For these purposes, the paper studies the evolutions of the agendas as well as the

creation of instruments and instances inside the Union. Also, attempts to explain how the

different countries plays in this process, trying to project their capabilities and interests.

In this framework, under the premise "regional solutions to regional problems" underlies a quest

for autonomy in the region. This is mainly boosted by Argentina and Brazil and focuses on three

essential axes (which are a source of cooperation but also induce strains): defense industry, the

creation of a South American defense doctrine; and the safety of natural resources.

1 Este trabajo es una ampliación y actualización del artículo “El Consejo de Defensa Sudamericano

(2008-2012): Entre avances y retrocesos”, presentado por los mismos autores en la X Jornada de

Investigación en Ciencias Sociales “Repensar las Ciencias Sociales: reflexiones en un mundo en crisis”

del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad del Salvador (12 de septiembre de

2012)

2

I. Introducción

El escenario actual latinoamericano es el resultado de de una serie de procesos iniciados

durante la década de 1980, caracterizado por las denominadas transiciones a la

democracia, y ya entrada la década de 1990, los cambios en el plano estratégico militar

que produjeron el fin de la Guerra Fría y el mundo bipolar.

A la par de estos fenómenos se fueron configurando distintos procesos de integración en

América Latina que estuvieron caracterizados, principalmente, por una impronta

comercial de libre circulación de bienes. El desarrollo de la globalización de la

economía, con su consecuente apertura y desregulación de los mercados marcaron, en

los procesos de integración latinoamericanos ese sesgo de vinculación prácticamente

limitada al intercambio de bienes y servicios.

Luego del fracaso de las experiencias de reformas estructurales y desregulación de la

economía, aquellos procesos, motorizados desde una preeminencia de lo económico por

sobre lo político, fueron transformándose, ya sea por la caducidad de los mismos o por

el surgimiento de nuevas instancias de integración regional.

En el contexto de la defensa, con la consolidación democrática se registró una pérdida

en las percepciones de amenaza entre Estados y la consecuente caída de la impronta

militarista en las relaciones interestatales atravesadas por las tradicionales hipótesis de

conflicto.

Con la construcción de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), espacio de

integración regional encarado por doce países de América del Sur, surge una instancia

marcadamente política de integración basada en profundizar la cooperación entre sus

miembros en una multiplicidad de ámbitos que abarcan desde lo económico y político

hasta lo social y cultural, y se extiende, asimismo, al sector de la defensa2.

Dentro de este este marco, el 16 de diciembre de 2008, la UNASUR creó un Consejo de

Defensa Suramericano (CDS), ideado como órgano de consulta, cooperación y

coordinación en materia de defensa.

El CDS puede inscribirse es lo que habitualmente se denomina esquema de seguridad

cooperativa, que podría definirse como “un sistema de interacciones interestatales que,

coordinando políticas gubernamentales, previene y contiene las amenazas a los intereses

2 Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Sudamericanas, Brasilia, República Federativa del Brasil,

23 de mayo de 2008.

3

nacionales y evita que las percepciones que de éstas tienen los diversos Estados se

transformen en tensiones, crisis o abiertas confrontaciones” (Varas: 1995, 26). Este tipo

de instancias se diferenciaría de los «esquemas de seguridad colectivos», en los que

prima «la ideología de los Estados que, particularmente dispuestos a atacar, pretenden

establecer el principio de que un ataque contra ellos debe convertirse en una razón de

preocupación para otros Estados»3.

De este modo, el mecanismo se concibe bajo la progresiva construcción de medidas de

confianza y transparencia con el objeto de promover la solución pacífica de

controversias desde el plano regional4.

El presente trabajo tiene como objetivo fundamental analizar el proceso de

institucionalización, construcción de agendas y progresiva evolución del Consejo de

Defensa Sudamericano (CDS) de la UNASUR, desde su nacimiento en el año 2008

hasta la actualidad. Para tales fines, se procurará abordar el desarrollo de los temas de

agenda así como la instauración de instrumentos e instancias dentro del bloque.

Asimismo, se intenta explicar de qué manera los diferentes países influyen en este

proceso proyectando (y buscando potenciar) sus capacidades y medios.

II. Orígenes y estructuración del Consejo de Defensa

El nacimiento del Consejo de Defensa Sudamericano tiene sus orígenes en una

iniciativa brasileña a través de la cual el entonces Ministro de Defensa de Brasil, Nelson

Jobim, visitó personalmente en 2008 a cada uno de los Ministros de Defensa de la

región. Por entonces, el objetivo de máxima de Brasil fue el de aprobar su constitución

el día de la firma del Tratado Constitutivo de UNASUR, mientras que el de mínima

implicaba el llamado a un Grupo de Trabajo encargado de elaborar una propuesta de

Estatuto, el cual debía ser puesto a consideración del Consejo de Jefas y Jefes de Estado

para su aprobación. Finalmente, durante la reunión del 23 de mayo los mandatarios

decidieron -por no existir ni consenso sobre la idea ni tampoco una propuesta concreta

de objetivos, principios o estructura del CDS- aunar esfuerzos en este último sentido5.

3 Edward H. Carr: The Twenty Years Crisis 1919-1939: An Introduction to the Study of International

Relations, Macmillan, Londres, 1989, p. 30. 4 Artículo 3 del Estatuto del Consejo de Defensa Suramericano, 16 de diciembre 2008 5 Comini, Nicolás M. “Crónicas de Unasur: Origen, evolución y perspectivas”, Instituto de Investigación

en Ciencias Sociales, Universidad del Salvador, Buenos Aires, 2009.

4

Luego de la elaboración del Estatuto por parte del Grupo de Trabajo, los Presidentes –

reunidos en una Cumbre Extraordinaria en Salvador de Bahía el 16 de diciembre de

2008- finalmente aprobaron la constitución del CDS.

La idea de la elaboración de mecanismos de cooperación en materia de defensa surgidos

desde el propio seno sudamericano no es nueva. Ya en 1933, el entonces Canciller

argentino Carlos Saavedra Lamas y posterior Premio Nobel de la Paz, había elaborado

un Pacto Antibélico de No Agresión y Conciliación, que fue suscripto inicialmente por

Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay y Uruguay. Este instrumento abogaba, entre

otras cosas, por el establecimiento de medios pacíficos para la solución de controversias

y el principio de la no intervención.

Ahora bien, más allá de los objetivos de máxima y de mínima de Brasil mencionados

anteriormente respecto del CDS, el proceso de conformación de este mecanismo se vio

atravesado por divergencias en la concepción y naturaleza que debía tener esta

instancia. Mientras que Brasil impulsaba la creación de un foro de consulta y diálogo,

sin estructuras burocráticas y normativas rígidas que potencialmente puedan establecer

un “corset” para las acciones conjuntas, Venezuela, por su parte, abogaba por la

conformación de un esquema de seguridad colectivo al estilo de la Organización del

Tratado del Atlántico Norte (OTAN), orientada a actuar conjuntamente frente a la

amenaza de un agresor extrarregional.

Tras extensas negociaciones logró imponerse la visión brasileña –y de la mayoría de los

representantes de los Ministerios de Relaciones Exteriores y Defensa de América del

Sur– de convertir al CDS en una simple instancia de diálogo, consulta, cooperación y

coordinación6. De esta forma, el CDS se crea con el objetivo de afianzar Suramérica

como “Zona de Paz” y consolidar una identidad sudamericana en materia de defensa7.

Con relación a su estructura, este instrumento está presidido por los Ministros de

Defensa, quienes se reúnen, en términos ordinarios, anualmente. Además existen

reuniones bianuales de la denominada Instancia Ejecutiva, conformada por los

Viceministros de Defensa. Complementariamente, en ambas instancias se contempla la

participación de altos representantes de las Cancillerías de los doce países de UNASUR.

6 Comini, Nicolás M. "El rol del Consejo de Defensa de la Unasur en los últimos conflictos regionales".

Nueva Sociedad, No 230, noviembre-diciembre de 2010 7 Estatuto del Consejo de Defensa Sudamericano, art.4, 16 de diciembre de 2008, Salvador de Bahía,

Brasil.

5

Asimismo, el CDS cuenta con un Plan de Acción anual, una suerte de “hoja de ruta” que

permite impulsar un conjunto de iniciativas factibles de realizar en el corto y mediano

plazo para la implementación de sus principios y objetivos.

Dicho Plan de estructura gira en torno a cuatro ejes: articulación de políticas de defensa,

cooperación militar; acciones humanitarias y operaciones de paz; industria y tecnología

de la defensa; y formación y capacitación.

En este sentido, en noviembre de 2012 fue aprobado el cuarto Plan de Acción -para el

año 2013-, a partir del cual pueden establecerse una serie de análisis. El Plan de Acción

2012 tuvo como particularidad la proliferación de una numerosa cantidad de iniciativas,

con el agravante de que algunas de ellas implicaban proyectos de escasa sustancialidad

que desvirtuaban los objetivos primarios y la razón de ser que tiene este instrumento. En

su edición 2013, el Plan registra una superación, aunque parcial, de esta problemática,

reduciendo la cantidad de actividades (de 27 iniciativas se pasó a 23) y profundizando

proyectos en áreas en las que se habían logrado avances significativos. Tal es el caso de

las iniciativas vinculadas a las acciones en caso de desastres naturales; protección de los

recursos naturales estratégicos; complejos proyectos industriales como el diseño de un

avión de entrenamiento básico sudamericano y el diseño de un sistema de aviones no

tripulados; o las iniciativas en el área de doctrina y formación, como la propuesta de

creación de una Escuela Suramericana de Defensa y las sendas segundas ediciones del

Curso Avanzado de Defensa y el Programa Sudamericano de Formación de Civiles en

Defensa.

III. El rol del CDS en la resolución de conflictos regionales

El ya mencionado proceso de consolidación democrática y la combinación de fuertes

liderazgos políticos y crecimiento económico, acompañados con ciertos intentos

destinados a una mejora de la redistribución del ingreso, han establecido en la primera

década del siglo XXI una estabilidad de los regímenes democráticos sin precedentes en

la región sudamericana.

Sin embargo, los procesos encarados por estos gobiernos en la puja por la distribución

del ingreso generaron, como contrapeso, una reacción por parte de los sectores

tradicionalmente dominantes en lo político y en lo económico, desencadenando intentos

de desestabilización, golpes de Estado o neo-golpes, como actualmente se los ha

6

comenzado a denominar a las destituciones de mandatarios a través de mecanismos

supuestamente constitucionales. Los casos de Venezuela en 2002, Bolivia en 2008,

Honduras en 2009, Ecuador en 2010 y recientemente el caso de Paraguay, se enmarcan

en este abanico de alteraciones y/o interrupciones -o intentos de- del orden democrático.

Asimismo, en 2008 Ecuador y Colombia atravesaron una crisis diplomática

desencadenada por la incursión de fuerzas militares y policiales colombianas en

territorio ecuatoriano, con el objetivo de atacar un campamento de las Fuerzas Armadas

Revolucionarias de Colombia (FARC), dentro del que se encontraba el segundo al

mando de la organización, Raúl Reyes.

Sumado a ello, en 2009 se produciría una situación de tensión entre Colombia y

Venezuela -que se extendería a lo largo y ancho del espacio Sudamericano- originada

por la firma de un acuerdo que otorgaba el acceso de tropas estadounidenses a bases

militares en Colombia, lo que suscitó una reacción venezolana de movilización de

tropas a la frontera entre ambos países.

Frente a estas situaciones de desestabilización y tensión entre países de la región puede

evidenciarse un proceso en el que la Organización de Estados Americanos (OEA),

histórica mediadora ante situaciones de crisis, fue perdiendo terreno como arena de

resolución de conflictos, asumiendo la Unasur, en cambio, un rol protagónico tanto en la

mediación como en la resolución de las crisis.

Bajo una dinámica de diplomacia presidencial y utilizando de manera positiva la

flexibilidad institucional que goza el organismo, los Jefes de Estado de la Unasur

lograron neutralizar los intentos de desestabilización en Venezuela, Bolivia y Ecuador.

En el caso paraguayo, si bien no pudo evitarse la destitución del Presidente Fernando

Lugo -por cuestiones que remiten más al ámbito interno del país-, se acordó de forma

unánime la suspensión de la participación de Paraguay en el bloque regional.

Por otro lado, cuando se produjo la situación específica de crisis entre Colombia y

Venezuela el CDS asumió un rol preponderante para coadyuvar a la resolución pacífica

del conflicto desde una dimensión político-militar.

A tal efecto, en la Reunión Extraordinaria del Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de

gobierno de la UNASUR, que se realizó en Bariloche, Argentina, el 28 de agosto de

2009, los presidentes instruyeron al CDS a elaborar una serie de medidas de fomento de

la confianza y de la seguridad, incluyendo mecanismos concretos de implementación y

7

garantías para todos los países aplicables a los acuerdos existentes con países de la

región y extrarregionales. Estos mecanismos deberían contemplar asimismo los

principios de irrestricto respeto a la soberanía, integridad e inviolabilidad territorial y no

injerencia en los asuntos internos de los Estados.8

Tras sucesivas reuniones de un Grupo de Trabajo ad-hoc se elaboraron los

“Procedimientos de Aplicación para las Medidas de Fomento de la Confianza y

Seguridad”, que incluyen, entre otros, el intercambio de información relativo a los

Sistemas de Defensa de cada país; sobre cantidad de efectivos y equipamiento; sobre la

existencia de Acuerdos de Cooperación con países intra y extra regionales y sobre

gastos en materia de defensa.

En función de esto último es que se elaboró el Registro Suramericano de Gasto de

Defensa, como un instrumento de medición y base de datos, para reportar oficialmente

las erogaciones que realizan los países miembros de UNASUR en materia de Defensa.

La materialización del proyecto del Registro recorrió un largo camino desde la Reunión

Extraordinaria de Ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa de la UNASUR (27

de noviembre de 2009) hasta la aprobación de los Procedimientos de Aplicación para las

Medidas de Fomento de la Confianza y Seguridad en la II Reunión Ordinaria del CDS

(6 y 7 de mayo de 2010). En esta Reunión, Argentina, Chile y Perú se comprometieron a

liderar el Grupo de Trabajo para desarrollar la metodología que mediría los gastos de

defensa de los países suramericanos sobre una base común y de aceptación general, la

cual presentada y aprobada en la Reunión Extraordinaria de Ministros del CDS de

noviembre de 2011.

Posteriormente, los Ministros establecieron al Centro de Estudios Estratégicos de la

Defensa (CEED) como la Instancia Técnica responsable de la recepción, consolidación,

análisis, publicación y archivo de la información remitida por cada Estado.

III. Los cambios en la agenda regional en materia de defensa

El proceso de integración llevado a cabo por el CDS tiene entre sus objetivos primarios

la constitución de una “identidad sudamericana en materia de defensa”. Ahora bien, la

materialización de esa identidad debe traducirse en acciones y proyectos concretos que,

en términos identitarios, deben generar, en teoría, una “otredad” que profundice la

8 Declaración de Bariloche, Bariloche, Argentina, 28 de agosto de 2009.

8

pertenencia a una comunidad sudamericana. Claro que tanto el "Yo" como el "Otro" son

construcciones sociales que implican una enorme multiplicidad de roles íntimamente

relacionados. Y en Sudamérica conviven una cuantiosos "yos" y "otros": locales,

provinciales, nacionales, regionales. En este sentido, la idea de una "identidad regional

en defensa" ha estado asociada, principalmente, a la búsqueda de una mayor autonomía

y de un desarrollo de las capacidades propias de la región.

Como consecuencia de ello, pueden identificarse tres ejes sobre los cuales se busca

generar mayores márgenes de autonomía, a través de un proceso de aprehensión y

profundización de los niveles de interdependencia entre los países de la región. De esta

forma, la industria de la defensa, una doctrina sudamericana en materia de defensa y la

protección de los recursos naturales estratégicos se constituyen como las áreas

preponderantes en el seno del CDS sobre las que se articulan las principales acciones de

cooperación.

Primer eje: industria de la defensa

El área de la industria de la defensa ha sido desde un comienzo uno de los objetivos

subyacentes en el impulso de Brasil al CDS. A partir de la expansión del complejo

industrial-militar brasileño y la aspiración de convertirse en una potencia regional con

proyección global, el gobierno brasileño visualizó al CDS como una plataforma para

“regionalizar” su industria de defensa y de esta forma desplazar, de manera gradual, la

dependencia tecnológica del resto de los países sudamericanos en relación a las

potencias extrarregionales como Estados Unidos, Rusia, Francia o Alemania.

En el caso argentino, el interés por otorgar a la industria de la defensa un lugar central

en la agenda del CDS se sustenta en dos variables: por un lado, en el proceso de

reindustrialización desencadenado a partir de la crisis de los años 2001-2002 que tuvo

como correlato una reactivación de las industrias nacionales de la defensa, sobre todo en

el área aeronáutica y naval. Y, en segundo lugar, en un diagnóstico basado en que los

proyectos conjuntos son necesarios tanto para complementar las capacidades de los

distintos países de la región que, por sí mismas, resultan insuficientes para satisfacer las

9

necesidades operativas de las Fuerzas Armadas, como para incrementar los márgenes de

autonomía regional en el sector industrial.

Para el resto de los países de la región, el desarrollo de la industria en la agenda de

defensa regional configura una oportunidad para potenciar sus capacidades industriales

en el sector defensa que, cuanto menos, se limitan a productos de baja complejidad

tecnológica y, al mismo tiempo, les permite reducir la recurrencia a los onerosos medios

que proveen las tradicionales potencias industriales extrarregionales.

La evolución de los sucesivos Planes de Acción del CDS refleja el protagonismo

creciente del área de la industria de la defensa en las acciones de cooperación en marcha

en la región. En este sentido, el eje “Industria y Tecnología de la Defensa” del Plan de

Acción 2010-2011 estableció una serie de acciones destinadas principalmente a

diagnosticar el estado del arte regional en materia industrial y tecnológica, sentando las

bases para el surgimiento de proyectos concretos mucho más ambiciosos. En efecto, el

Plan de Acción 2012 estableció como iniciativa llevar a cabo el diseño, desarrollo y

producción regional de un avión de entrenamiento básico primario sudamericano, así

como la realización de un estudio de factibilidad para el diseño, desarrollo y producción

regional de un sistema de aviones no tripulados.

En noviembre de 2012 los Ministros de Defensa aprobaron el estudio de factibilidad del

avión de entrenamiento básico primario, al que denominaron “Unasur I”, y la creación

de un comité consultivo que desarrolle el modelo societario de un consorcio industrial

para avanzar en el proyecto.9 En los primeros meses de 2013, el flamante comité

consultivo se reunió en dos oportunidades -una en Córdoba, Argentina y otra en Río de

Janeiro, Brasil- lo que refleja no solo la voluntad política de avanzar en el proyecto sino

también que el liderazgo industrial en la materia recae en casi exclusivamente en Brasil

y Argentina.

Un caso similar ocurre con la iniciativa de desarrollo de aviones no tripulados, cuya

responsabilidad primaria la asume Brasil. De esta particularidad puede hacerse una

doble lectura: en un primer sentido, refleja el liderazgo y el interés anteriormente

mencionados de las dos principales economías industriales de la región; y, en un

segundo orden, desnuda la existencia de considerables asimetrías en la región en lo que

refiere a capacidades industriales en el área de la defensa.

9 III Declaración de Lima. IV Reunión del Consejo Ordinario del CDS. Lima, 28 de noviembre de 2012.

10

En esta misma línea, paralelamente a los avances registrados en el área, la

estructuración de proyectos conjuntos autónomos en el sector industrial de la defensa

presenta importantes limitaciones de carácter estructural. El núcleo de estas limitaciones

lo constituye la alta dependencia de medios e insumos extrarregionales que tienen los

sistemas de armas de los países sudamericanos y las asimetrías mencionadas en el

párrafo anterior.

En el caso del sector aeronáutico, la dependencia tecnológica es una tendencia

fuertemente arraigada, tanto en aeronaves de combate, entrenamiento o transporte.

Países como Estados Unidos, Francia, Rusia, España e Israel son proveedores de

insumos y equipos sustanciales.

En Argentina, la mayoría de las aeronaves son de origen norteamericano y francés. En

Chile, la matriz es esencialmente norteamericana y en Brasil -que en los últimos años se

ha despegado notablemente del resto de los países de la región en dicho área por contar,

entre otras cosas, con Embraer, una de las principales empresas aeronáuticas del mundo-

cuenta con cazabombarderos franceses y vehículos de transportes españoles y

norteamericanos.

Y aún más complicada es la situación si consideramos que hasta las aeronaves

construidas en la propia región requieren de insumos que se encuentran fuera de la

región. Los Tucanos y Super Tucanos que Embraer está exportando a países como

Chile, Colombia, Ecuador, República Dominicana y, próximamente, Estados Unidos,

están conformados por sistemas de aviónica de la israelí Elbit Systems, motores de la

canadiense Pratt & Whitney Canada y hélices de la estadounidense Hartzell. Esquemas

de similar dependencia recaen sobre los Pampa o los Pucará argentinos, los Pillán

chilenos, los Kuntur peruanos o los T-90 Calima colombianos.

Segundo eje: doctrina sudamericana en defensa

Respecto del segundo eje planteado, en la construcción de una doctrina sudamericana en

materia de defensa, la creación del Centro de Estudios Estratégicos de la Defensa

(CEED) -primera instancia permanente de la UNASUR y cuya sede se encuentra en

Buenos Aires-, constituye quizá la herramienta más concreta para la generación de un

pensamiento estratégico sudamericano regional.

11

El CEED prevé en su estructura un cuerpo de hasta dos delegados de cada uno de los

países del bloque y por personal técnico-administrativo designado bajo el criterio de

participación equilibrada de los Estados Miembros. Al momento, el cuerpo de

delegados está conformado por dos argentinos, dos brasileños, un colombiano, dos

chilenos, un ecuatoriano, dos peruanos, un surinamés, un uruguayo y un venezolano.

Su estructura directiva consta de un director, un subdirector y un secretario, que

reportan a un Consejo Directivo, compuesto por la Instancia Ejecutiva del CDS, es

decir, los viceministros de defensa de los países miembros.

Asimismo, el CEED plantea entre sus objetivos fundamentales:

a) Contribuir, mediante el análisis permanente, a la identificación de desafíos, factores

de riesgo y amenaza, oportunidades y escenarios relevantes para la defensa y la

seguridad regional y mundial, tanto en el presente como en el mediano y largo plazo.

b) Promover la construcción de una visión compartida que posibilite el abordaje común

en materia de defensa y seguridad regional, de los desafíos, factores de riesgo y

amenaza, oportunidades y escenarios previamente identificados, según los principios y

objetivos expuestos en el Tratado Constitutivo de la UNASUR y en el Estatuto del CDS.

c) Contribuir a la identificación de enfoques conceptuales y lineamientos básicos

comunes que permitan la articulación de políticas en materia de defensa y seguridad

regional.10

En efecto, el CEED se constituye como un órgano cuya misión fundamental es asesorar

a los Ministros del CDS en la conformación de un diagnóstico de la situación de la

defensa a nivel regional. A partir de lo anterior, el CEED elaboró por instrucción de los

Ministros de Defensa y los Cancilleres de la UNASUR un “Informe de los Términos de

Referencia para los conceptos de Seguridad y Defensa en la Región Sudamericana”; un

“Informe acerca del Crimen Organizado Trasnacional y Otras Nuevas amenazas a la

Seguridad Regional”; y se transformó asimismo en el organismo de aplicación técnica

del Registro Sudamericano de Gastos en defensa.

Como otra cara de la misma moneda en la construcción de una doctrina sudamericana

en materia de defensa ha sido planteada la intención de constituir una Escuela

Suramericana de Defensa.11

10 Estatuto del Centro de Estudios Estratégicos de Defensa del Consejo de Defensa Sudamericano,

Guayaquil, Ecuador, 4 de mayo de 2010

12

A tales efectos, el 7 y 8 de mayo de 2013 se reunieron en Quito, Ecuador, las

delegaciones de Argentina, Brasil y Ecuador, en tanto países responsables de la

iniciativa, a fin de consolidar la propuesta de creación de la Escuela Suramericana de

Defensa (ESUDE) que luego fue puesta a consideración de los viceministros de defensa

del bloque.

Dicha propuesta concibe a la ESUDE como un centro de altos estudios permanente del

CDS, para la formación de postgrado y capacitación de civiles y militares en materia de

desarrollo, análisis, asesoramiento, dirección y planificación de la defensa y seguridad

regional; promoviendo un pensamiento estratégico común.12

Si bien su materialización aun está en curso, la idea es que la ESUDE cuente con una

sede permanente en alguno de los doce países del bloque y se conforme una estructura

directiva, académica y burocrática estable, lo cual otorgaría a la ESUDE de un nivel de

institucionalización similar al del Centro de Estudios Estratégicos de la Defensa.

Empero, más allá de las particularidades que puede llegar a tener este nuevo organismo,

la posibilidad de formar a civiles y militares desde una visión estratégica común

funcionaría, además, como un contrapreso efectivo a las instituciones de formación

militar exógenas a la región, particularmente al Colegio Interamericano de Defensa o al

Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad, anteriormente

conocido como la “Escuela de las Américas”.

Ahora bien, no cabe duda que los avances registrados con la creación del CEED y la

ESUDE son importantes pasos en la construcción de una doctrina sudamericana en

defensa y en la construcción de una identidad estratégica regional propia. Sin embargo,

no puede soslayarse que los países de la región presentan serias diferencias

conceptuales y legales en lo que refiere a la misión y función de sus Fuerzas Armadas

que potencialmente pueden obstaculizar la construcción de esta doctrina.

En este sentido, el déficit existente para definir de manera consensuada el significado de

los términos “defensa” y “seguridad” ha generado recurrentes escenarios de divergencia

a la hora de establecer acciones de cooperación al interior del CDS. Mientras que para

algunos países –principalmente los del área andina- el instrumento militar tiene entre

sus funciones la participación en la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo, la

11 Actividad 4.f del Plan de Acción 2013 del Consejo de Defensa Suramericano 12 Acta de la VIII Reunión Ordinaria la Instancia Ejecutiva del Consejo de Defensa Suramericano. Lima,

Perú, 16 y 17 de mayo de 2012

13

piratería, el crimen organizado o incluso, intervenir en casos de protesta social; otros

países, como Argentina, Brasil, Chile o Uruguay, consideran esas problemáticas –y así

está plasmado en su normativa interna- como cuestiones de “seguridad interior”, cuya

responsabilidad primaria recae en las fuerzas de seguridad.

Estas importantes divergencias condicionaron al CDS a la búsqueda de mínimos

comunes denominadores entre los países permitiendo, como resultado positivo, una

mayor flexibilidad para alcanzar acuerdos y acciones comunes. Sin embargo, un

elevado nivel de abstracción genera dificultades a la hora de la definición y consenso de

acciones más concretas, ente los cuales los temas relativos a la doctrina no están

exentos.

El 4 de mayo de 2012 se realizó en Cartagena de Indias, Colombia, una Reunión de

Ministros de Defensa, Justicia, Interior y Relaciones Exteriores de la Unasur en la que

se acordó recomendar a los Jefes y Jefas de Estado la creación de una Consejo de

Seguridad Ciudadana y acciones contra la Delincuencia Trasnacional Organizada.13. En

consecuencia, el 30 de noviembre de 2012 los presidentes del bloque aprobaron el

establecimiento del renombrado “Consejo Suramericano en materia de Seguridad

Ciudadana, Justicia y Coordinación de Acciones contra la Delincuencia Organizada

Transnacional”.14

La creación de este Consejo resulta un auspicioso avance en la diferenciación –tanto

conceptual como orgánica- en lo que refiere a los términos de “Defensa” y “Seguridad”

al interior de la Unasur. Independientemente de la institución competente en la materia

–los países tendrían la potestad de establecer al Ministerio de Defensa como el

interlocutor válido tanto para el Consejo de Defensa como para el de Seguridad- la

naturaleza de las problemáticas quedaría claramente diferenciada en el seno del bloque.

Asimismo, la creación de este Consejo ofrece una inmejorable oportunidad para

contrarrestar la macrosecuritización de la agenda de defensa que desde la década de

1990, pero sobre todo a partir del siglo XXI, se ha intentado imponer desde Estados

Unidos a través del concepto de "multidimensionalidad" de las amenazas.

Tercer eje: protección de los recursos naturales estratégicos

13 Declaración de Cartagena. Cartagena D.T.C., Colombia, 3 y 4 de mayo de 2012 14 Art. 46. Declaración de la VI Reunión Ordinaria de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la

UNASUR. Lima, Perú, 30 de noviembre de 2012.

14

El tercer eje de la agenda regional constituye, quizá, el objetivo más ambicioso por

parte de los países de la Unasur. Suramérica posee alrededor del 25% de las tierras

cultivables del planeta, el 40% de las reservas mundiales de agua dulce y el 40% de la

biodiversidad de la tierra. Asimismo, la región cuenta con grandes reservas de petróleo

y gas, como las ubicadas en la Cuenca del Orinoco, la Bahía de Santos o en el

Departamento boliviano de Tarija y tiene abundantes minerales de alto valor

estratégico, como el cobre o el litio -componente fundamental de las baterías

recargables de casi todos los aparatos electrónicos portátiles que se producen

actualmente, como teléfonos celulares, computadoras, cámaras fotográficas, etc- cuyo

90% de las reservas mundiales se encuentra en Suramérica.

A este escenario se suma que la mayoría de los recursos estratégicos de la región se

encuentran compartidos por dos o más países, lo que otorga a la protección colectiva de

los mismos un carácter de complejidad, configurando la necesidad de estructurar un

verdadero sistema de defensa cooperativo.

El Ministro de Defensa de Brasil, Celso Amorim, así lo expresó refiriéndose a

Suramérica, al afirmar que “nuestra preocupación principal es la disuasión frente a

amenazas externas. No de la región, porque en la región hay cooperación con toda

América del Sur. Pero para garantizar la paz y proteger nuestros recursos tenemos que

asegurar la disuasión ante posibles amenazas externas.15

Es de amplio consenso que las guerras del siglo XXI tendrán como factor de conflicto el

acceso a los recursos naturales en un contexto de escasez creciente. En el tablero de la

geopolítica mundial, la disputa global por minerales estratégicos direccionará los

movimientos de los grandes consumidores de minerales hacia las principales reservas

del planeta. En consecuencia, la estrategia de las potencias hegemónicas incluye una

acción articulada y compleja para derribar las barreras políticas y económicas que

permitan un dominio de largo plazo sobre estos recursos.16

Ahora bien, la protección de los recursos naturales en la región conlleva la necesidad de

establecer herramientas efectivas por parte de los países de la región. En el caso

particular del CDS, el objetivo de máxima de consolidar un sistema de defensa

cooperativo implica fomentar la interoperabilidad de los distintos sistemas de defensa

15 Entrevista a Celso Amorim, InfobaeAmérica 31 de julio de2012. 16 Bruckmann, Monica, “Recursos naturales y la geopolítica de la integración Sudamericana”, proyecto

Governança Global e Integração da América do Sul, Instituto de Pesquisa Económica Aplicada-IPEA de

Brasil, 2011.

15

nacionales. En este sentido, el CDS ha llevado a cabo significativos avances en la

materia, entre los que podemos destacar la elaboración de mapas de riesgos de desastres

naturales para mitigaciones anticipadas, la creación de un grupo de trabajo para gestión

y monitoreo de áreas especiales utilizando los recursos del Centro Gestor de Protección

de la Amazonia (CENSIPAM) que posee Brasil y la creación de un grupo de trabajo

para proponer mecanismos de cooperación en materia de protección y defensa de los

Recursos Naturales y la Biodiversidad.

Considerando a Monica Bruckmann, si la disputa global por los recursos naturales

estratégicos se desdobla en múltiples dimensiones políticas, económicas y militares, sin

el desarrollo de un pensamiento estratégico que se afirme en el principio de la soberanía

y en una visión de futuro de largo plazo, los países sudamericanos tienen menos

condiciones de hacer frente a las enormes presiones generadas por esta situación de

disputa, donde está en juego, en última instancia, capacidad de re-organización de

proyectos hegemónicos y la emergencia de proyectos contra-hegemónicos17.

En línea con esta visión, los Jefes y Jefas de Estado de Unasur manifestaron la

importancia que tiene para el proceso de integración regional el desarrollo de una visión

estratégica conjunta sobre los recursos naturales. En este sentido, instruyeron a la

Secretaría General de Unasur a iniciar en coordinación con los consejos sectoriales

pertinentes, un estudio sobre la disponibilidad y potencialidades de los recursos

naturales en la región suramericana, con miras al diseño de una estrategia de UNASUR

para su aprovechamiento.18

Asimismo, los presidentes encomendaron al CEED la elaboración del proyecto de

“Estudio Prospectivo Suramérica 2025” relativo a la defensa, el concepto de interés

regional y la protección de los recursos estratégicos suramericanos, cuya primera etapa

se ha concluido con la elaboración del documento “Borrador sobre los Términos de

Referencia para el Estudio de Recursos Estratégicos - Suramérica 2025”. De esta forma,

la labor que pueda llevar a cabo el CEED se convierte en un factor relevante para la

materialización de herramientas válidas y efectivas para la defensa de estos recursos.

Para finalizar este punto, cabe destacar los riesgos y las limitaciones que tiene el rol de

la defensa en la protección de los recursos naturales estratégicos. Si bien las

17 Bruckmann, Monica, ibídem. 18 Declaración de la VI Reunión Ordinaria de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la UNASUR.

Lima, Perú, 30 de noviembre de 2012

16

construcción de un sistema de defensa cooperativo otorga una disuasión frente a actores

estatales externos a la región que potencialmente quieran apropiarse forzadamente de

estos recursos, la protección integral de los mismos tiene un carácter mucho más

complejo y se vincula primariamente con la elaboración de herramientas por parte otras

instituciones y organismos de los Estados.

En efecto, la disuasión de los instrumentos militares es efectiva pensando más bien en la

posibilidad de un escenario a largo plazo, pero sin la existencia de mecanismos

regulatorios que limiten, por ejemplo, la compra de tierras por parte de particulares y/o

entidades extrarregionales o de herramientas que reduzcan los niveles de polución que

pudieran afectar los recursos estratégicos, la protección efectiva, tanto en el corto como

en largo plazo, se vería seriamente afectada.

La mayoría de las legislaciones actualmente vigentes en los países de la región otorgan

al instrumento militar un rol subsidiario, vinculado a la protección de los recursos en

caso de una agresión externa por parte de un Estado extranjero o en caso de operaciones

de apoyo a la comunidad.

Por ende, en caso de imprimirle un rol primario a las Fuerzas Armadas en el manejo de

los recursos naturales estratégicos, se requeriría de una profunda revisión legislativa ya

que, si esto sucediera, los límites entre las esferas de la defensa y la seguridad interior

tenderían a confundirse, aún más de lo que sucede en el presente, generando el riesgo de

una “militarización” en la protección de estos recursos.

IV. Consideraciones y conclusiones sobre el CDS

En función de lo expuesto anteriormente, el desarrollo del CDS presenta significativos

avances en pos de la construcción de un sistema de seguridad cooperativo

sudamericano, el incremento de los niveles de transparencia y la cooperación en

proyectos comunes que potencien la autonomía de la región.

A partir de un proceso de integración basado en un enfoque gradual e incremental, el

CDS ha logrado llevar adelante acciones conjuntas sobre la base de “denominadores

comunes”, es decir, los consensos mínimos existentes en la región sobre la necesidad de

consolidar Suramérica como Zona de Paz, la vigencia de la democracia y el Estado de

Derecho, la conducción política de la defensa, la protección mancomunada de los

recursos naturales así como la contribución conjunta a la seguridad internacional.

17

En este sentido, al interior del CDS se conformó una agenda regional orientada a la

construcción de una identidad sudamericana en materia de defensa, a través del

incremento de los márgenes de autonomía y el desarrollo de las capacidades propias de

la región. La constitución del CEED, los avances y los proyectos relativos a la industria

de defensa, la construcción de una doctrina sudamericana en defensa y la protección de

los recursos naturales estratégicos existentes en los sucesivos Planes de Acción son un

ejemplo tangible de este proceso.

Asimismo, el Consejo aparece como una ventana de oportunidad para ampliar los

canales de diálogo multilateral en materia de defensa entre los países de América del

Sur; temas que en general solían ser abordados a escala hemisférica en las reuniones de

Ministros de Defensa de las Américas.19

Por otro lado, cabe mencionar el rol que tuvo el CDS en los casos de crisis, tensiones e

intentos de desestabilización en la región, posicionándose como una instancia válida

para coadyuvar a la resolución de conflictos intrarregionales.

Sin embargo, paralelamente a estos avances, el CDS enfrenta un escenario complejo,

marcado por la existencia de numerosas asimetrías entre los países miembros, así como

por limitaciones de carácter estructural, principalmente en lo que respecta a las

cuestiones normativas y capacidades de los sistemas de defensa nacionales.

Ejemplos significativos de ello lo constituyen lo vinculado a las difíciles separaciones

entre las funciones de seguridad y defensa, o los distintos niveles de control y

conducción civil de la política de defensa y del instrumento militar.

En el caso del desarrollo de capacidades industriales propias de la región, deben

considerarse dos factores que limitan la consolidación de proyectos comunes. En primer

lugar, las asimetrías existentes entre la potencialidad industrial de Brasil y, en menor

medida, de Argentina y el resto de los países de la región, lo que dificulta las opciones

de complementación colectiva. El segundo factor se registra en la alta dependencia de

medios e insumos extrarregionales que tienen los sistemas de armas de los países

sudamericanos.

En cuanto al tema específico de la protección de los recursos naturales estratégicos, el

establecimiento de este objetivo por parte del CDS como necesario para la soberanía de

19 Comini, Nicolás M, ibidem

18

la región coexiste, asimismo, con el riesgo de “militarizar” la protección de los recursos,

confundiendo los límites entre las áreas de la Defensa y la Seguridad interior.

Sumado a ello, la conformación de un esquema de defensa cooperativo para la

protección de estos recursos resultaría útil en un escenario de largo plazo, en el que la

escasez en otras áreas del mundo podría impulsar a países extrarregionales a intentar

apropiarse de los recursos estratégicos sudamericanos. No obstante, en el corto y

mediano plazo se observa la necesidad de establecer mecanismos de control por parte de

otras agencias estatales, en cuestiones como el acceso extranjero a títulos de propiedad

de la tierra o herramientas que regulen una potencial contaminación y deterioro de estos

recursos.

Asimismo, más allá de la pérdida del sesgo militarista en las relaciones interestatales y

la profundización de la confianza entre los Estados producto de la consolidación

democrática en la región, aun persisten, aunque de manera subyacente y aislada, las

tradicionales hipótesis de conflicto intrarregionales. Esto puede observarse

principalmente en la zona andina, donde algunos funcionarios públicos se refieren al

potencial estallido de una guerra entre Colombia y Venezuela, entre Bolivia y Paraguay

o entre Chile y Perú.

V. Epílogo: oportunidades y desafíos para la Argentina

Si bien la Argentina no fue el principal país que motorizó la conformación del CDS, al

hacer una evaluación de su desempeño podemos destacar que ha sido un actor

protagónico en el proceso de integración en materia de defensa.

El impulso y posterior creación del CEED, establecido en Buenos Aires y cuya

dirección está presidida por un argentino, así como la proyección de la experiencia

acumulada en materia de conducción civil de las Fuerzas Armadas y en materia

industrial son un reflejo de este creciente protagonismo que lo proyecta como un actor

con un plusvalor de suma importancia para el dinamismo del CDS.

No obstante lo anterior, la desigualdad entre los miembros del Consejo determina

múltiples y hasta contradictorias tendencias que afectan directamente el

posicionamiento estratégico de la Argentina. Tal es el caso de los intereses de

proyección política por parte de Brasil, que combina una estrategia de regionalización

19

de las cuestiones de defensa con la intención de afirmarse como un árbitro regional que

lo posicione en el tablero global.

En este sentido, tanto los intereses argentinos como los brasileños coexisten con una

compleja red de acuerdos y mecanismos bilaterales y multilaterales tejidos entre el resto

de los países sudamericanos y algunos actores extrarregionales, con los cuales, en

algunos casos, se mantienen relaciones con diferentes grados de dependencia20. De esta

forma, en mayor o en menor medida se ven limitadas las capacidades de influencia

regional por parte de los dos “grandes” sudamericanos.

Pero más allá de las proyecciones individuales, el CDS representa para la Argentina una

oportunidad para consolidar un verdadero espacio de integración regional en materia de

defensa que contribuya, desde una dimensión militar, a un posicionamiento estratégico

de Suramérica en un escenario de crisis económica global, escasez creciente de recursos

y un deterioro en las capacidades de influencia, tanto económicas como políticas, por

parte de las potencias extrarregionales. El eje debe estar puesto en la construcción de

consensos sobre un escenario de desacuerdos.

20 Comini, Nicolás M, ibidem

20

Bibliografía

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Sudamericana”, proyecto Governança Global e Integração da América do Sul, Instituto

de Pesquisa Económica Aplicada-IPEA de Brasil, 2011. En

http://alainet.org/active/45772

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Declaración de la IV Reunión Ordinaria de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la

UNASUR. Lima, Perú, 30 de noviembre de 2012.

Acta de la VIII Reunión Ordinaria la Instancia Ejecutiva del Consejo de Defensa

Suramericano. Lima, Perú, 16 y 17 de mayo de 2012

Declaración de Bariloche. Reunión Extraordinaria del Consejo de Jefas y Jefes de

Estado y de Gobierno de la Unión de Naciones Sudamericanas, San Carlos de

Bariloche, Argentina, 28 de agosto de 2009.

Declaración de Cartagena. Reunión de Ministros de Defensa, Justicia, Interior y

Relaciones Exteriores de la Unasur, Cartagena D.T.C., Colombia, 3 y 4 de mayo de

2012

21

Estatuto del Consejo de Defensa Sudamericano, art.4, 16 de diciembre de 2008,

Salvador de Bahía, Brasil.

Estatuto del Centro de Estudios Estratégicos de Defensa del Consejo de Defensa

Sudamericano, Guayaquil, Ecuador, 4 de mayo de 2010