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Marcos Mayer

Ciríaco de Ancana, Annio de Viterbo y la historiografíahispánica

0. Uno de los hechos que resulta más llamativo al estudiar la influencia y elconocimiento de Ciríaco de Ancona en la historiografía española es lavinculación de su figura a la de Annio de Viterbo y las sospechas, que enrazón de este hecho, recaen sobre Ciríaco de falsario, una fama que se haextendido precisamente por estar unida a la de Juan Annio, que con sus falsashistorias se constituye, sin embargo, en un eje indiscutido de la historiografíaal establecer una mítica genealogía de los reyes hispanos que remontaba aTubal, hijo de Noé.

Hay que ver en este éxito una justificación de la monarquía española unita-ria a partir de los Reyes Católicos, que en un ambiente renacentista no podíanrecabar como antecedente la unidad de la Híspanla visigótica. El Renacimientoimplica para el humanismo hispano de cualquier origen un esfuerzo titánicopara sacudirse de encima de una vez por todas la fama de bárbaros que lainvasión goda, la posterior invasión árabe, la coexistencia de religiones y lareconquista con sus diversos avatares le había dado. El recordar el esplendorromano de Híspanla, el volver los ojos a unos orígenes míticos y el propiohecho de autodenominarse los reyes "Católicos" es una muestra de estareacción humanística y reivmdicativa de un espacio en la cultura y en la políticaeuropea, intentando además borrar un pasado visigótico y una historiamedieval agitada que culminaba y se pretendía que culminara con la unidadde Castilla y Aragón y una política de acercamiento por enlaces matrimoniales,\, que se acerca al éxito con Felipe II rey de España y Portugal.Paralelamente se desarrolla una política europea que llevará a Carlos V alsacro Imperio Germánico. La política italiana de la Corona de Aragón serácontinua y, cómo no, debemos recordar que empieza la aventura americanade España precisamente en 1492.

Ciríaco de Ancona y Annio de Viterbo deben ser ubicados en este marcoideológico y sobre todo Annio como uno de los puntos fuertes para hallar unantecedente bien visto, noble y ejemplar para la monarquía hispana; comoTate ha expuesto muy correctamente, se trataba de conseguir una justificaciónde la unidad de España o al menos de leyendas comunes a toda la Península

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para sentar las bases ideológicas de un imperio.No resulta del todo claro si la construcción fue verdaderamente sólida pero

los cronistas reales parecen hacernos creer que al menos se difundió : ;suficientemente este tipo de leyendas, lo que vendría a justificar plenamente <la hipótesis de la aceptación de Anmo de Viterbo con una finalidad política.Hay que distinguir, sin embargo, en esta función el papel muy distinto jugadopor Ciríaco y por Juan Anmo. De todas maneras nos olvidamos a menudo deque la historia incluso en el Renacimiento es un género epidíctico y enconsecuencia didáctico y más dirigido a lo que es aptum que a lo que es verum.Los exempla fingidos, las ficciones históricas, se inscriben perfecta ycoherentemente en este campo.

1. Pasemos, no obstante, a ver cómo se cimienta en España la fama de Ciríacode Ancona que hallamos citado en la obra de Jerom Pau, concretamente ensu Barcino, donde, recordado C.I.L. II 410*, IRB 1*, un falso, sin duda, dice:Hoc ipsi epigramma alicubi fortasse Barcinoni latens vel lam perditum, mini-me legimus; sed eius testimonium habemus Cynací Ancbonitaniepigrammatum per orbem sane dihgentissimí collectons, CHIHS ad nos sex haudparva volumina pervenerunt, lo cual constituyó en opinión de GregorioMayans y Sisear, el gran erudito del siglo XVIII, la primera mención hispanade Ciríaco. Más adelante volveremos sobre el tema, dado que la mención delvolumen de la obra del Anconitano resulta de gran interés.

La opinión de Antonio Agustín, el erudito arzobispo de Tarragona delsiglo XVI, ha sido de una gran importancia para la fama postuma de Ciríacoy en su vinculación al menos hispánica a Annio de Viterbo. La gran circulaciónde los Diálogos de medallas, inscriciones y otras antigüedades, no sólo en suversión en castellano sino en sus traducciones latina e italiana hicieron llegaral público culto una opinión que en virtud de la fiabilidad de quien la emitiótuvo tendencia a perdurar y ha condicionado en gran manera el concepto quesobre Ciríaco de Ancona tuvo la posteridad, que quedaba limitado a unnúmero escaso de noticias al perderse la mayor y principal parte de la obra deCiríaco.

En el Diálogo onzeno de Antonio Agustín aparece así: "No fueron menosingeniosos, pero hizieron con más elegancia sus ficciones loviano Pontano,Pomponio Leto, luán Camerte, y Ciríaco Anconitano, y no se si hai otrosque fingieron inscriciones y hicieron hazer medallas con alguna dotrina" ypoco más adelante: "De Cynaco Anconitano hartas inscriciones vemos enlos libros de Ambrosio de Morales" y por último: "El mal es, que assi luánAnmo como Cynaco y otros parece que se hayan burlado de los Españolesfingiendo hechos de España del tiempo de Noe y Tubal, y una orden de Reyestan particular como si fueran de poco tiempo acá: y unas piedras de las guerras

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contra Viriato y Sertorio, y de Cesar y Pompeyo etc. y dello ha resultado queno haya historia de España sin Beroso y Metasthenes y Frai luán de Viterbo,ni sin inscripciones de Cyriaco Anconitano".

La opinión peyorativa sobre Ciríaco estaba, pues, acuñada, pero no quedaaquí la información que nos proporciona Antonio Agustín, dado que alreferirse al libro de Apiano y Amactio sobre la epigrafía del mundo romanovuelve sobre el Anconitano: "... y en un proemio se hace mención quePomponio Leto Romano publico algunas, y muchas mas Cyriaco Anconitanopor su sobrenombre Antiquario, y en otro proemio se dize, que el PapaNicolao quinto embio a Cyriaco a buscar inscriciones por todo el mundo, ylas primeras pone las de España; y una que el alaba que hallo Cyriaco enGades, que es Cádiz, es de las peores, comienza, D.M.S. SI. LVBET LEGITO.Heliodorus insanus et c..." (C. /. L. II 149*) que Ambrosio de Morales citatambién como procedente de Ciríaco y Apiano.

En este estado de cosas conviene destacar el problema del viaje o no deCiríaco a Híspanla y las cuestiones que pueden poner en tela de juicio lasatribuciones que la historiografía hispánica hace a Ciríaco de falsos que, sinembargo, en dos casos (C./.L.II 382:> y 410'":") están presentes en el códiceAmbrosiano Trotti 373 publicado por R. Sabbadini, aunque evidentementepueden no ser forjados por Ciríaco y depender de una tradición anterior.

2. J. Godoy podía decir respecto al influjo de Juan Anmo en la historiografíaespañola: "muertos Antonio Agustín y Ambrosio de Morales, con ellos podíatenerse por enterrada la crítica histórica; Mariana no era en punto á depuraciónde verdades difícil. Además no se trataba de ficciones pueriles como las deAnnio, que, sin embargo, contaron con creyentes personas doctas comoMarineo Sículo, Antonio de Nebrija, Juan Vaseo y Florián de Ocampo...",no hablemos ya de la Monarquía, Lusitana de Brito y como concluye Godoymás adelante: "Escribiendo Annio en la época de la constitución de las grandesmonarquías, ésta no podía menos de ser la forma de gobierno de aquellassociedades desconocidas, y hecha ya y acreditada así la historia, había queaceptarla, pues ó se dejaba un inmenso vacío, ó se recurría á inventar nuevasfábulas, más valían las ya recibidas y arraigadas" para analizar a continuaciónlas actitudes de los distintos historiadores ante esta compleja situación. Unhecho aparece como indiscutible, que en el momento de tratar los falsariosno es incluido Ciríaco junto a Juan Annio y muy posiblemente no lo es porla especificidad de su obra, fundamentalmente epigráfica, aceptada porAmbrosio de Morales. No sería justo, sin embargo, no recordar que Juan deMariana ya rechazó parcialmente las "mitologías" de Annio, como señala R.B. Tate, aunque no se atrevió a rechazar frontalmente las genealogías deacuerdo con los principios que muy bien expresó Godoy.

La autoridad de la falsificación de Juan Annio es, pues, muy grande y An-

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tonio Agustín de nuevo destaca con atino la que es la razón que pesa en sumomento; dice el interlocutor del arzobispo de Tarragona al comentar el fa-moso falso de Annio, la inscripción de Isis de la misma Viterbo: "Esse deveser el que trahe Florian de Ocampo, y dize que comentó a Beroso, y que sinofuesse porque dirigió su obra a los Reyes Católicos de immortal memoria, latendría por fabuloso", la respuesta de Agustín a este pretendido diálogoempieza cum mica salís: "Luis Vives dize de Beroso y del fraile (se. JuanAnnio): Alter mulget hircum, alter supponit cribrum, del qual dicho usa Lu-ciano a otro proposito...". Queda claro el peso del prestigio de la monarquíahispana para mantener casi sin crítica esta ficción hasta el siglo XVIII. Ladureza de Antonio Agustín es justificable dado que previamente ha recogidola historia de la inscripción de Isis antedicha y que responde ni más ni menosa una historia que le es contada al arzobispo por Latino Latini:

"Como me contaua Latino Latini natural de Viterbo hombre doto y demucha verdad, que frai luán Annio hauia hecho esculpir ciertos carateres enuna losa, y que la hizo enterrar en vna vinna, la qual havia de ser cauadapresto junto a Viterbo. y quando supo que havia cauadores en la vinna, leshizo cauar hazia donde estaua su losa, diziendo que el hallaua en sus librosque en aquella parte hauia un templo el mas antiguo del mundo: y como secauasse hazia la losa, el primero que topo con la piedra se lo vino a dezir: y elhizo que la descubriessen poco a poco, y comento a marauillarse de la piedray de los carateres. y tomando copia della fue a los que tenían cargo de laciudad, y les dixo que cumplia mucho la honra de la ciudad que aquella piedrase pusiesse en la parte mas honrada della, porque allí estaua la fundación deViterbo, que era mas de dos mil annos mas antigua que Romulo, pues lafundaron Isis y Osiris, y contoles sus fábulas, y se hizo todo lo que el quiso.y desta piedra andan también los traslados de molde, y creo que comienza,EGO.SVM.ISISetc."

En fecha reciente incluso J. Caro ha recogido de nuevo el ejemplo comodato ilustrativo para una técnica de falsificación que marcará nuestrahistoriografía.

Al quedar Ciríaco en el mismo nivel se produce el hecho de que goce de lamisma mala fama de Annio sin tener, en cambio, resonancia igual en lahistoriografía hispana.

3. Entraremos ahora en un tema que puede aportar algo más y mucho menosanecdótico a la trayectoria histonográfica de Ciríaco. Muy recientemente M.A. Vilallonga, al ocuparse de Jeroni Pau y su obra, emprende la edición deBarcino en la cual hallamos la mención de Ancomtano de la que nos hemoshecho eco anteriormente. En el comentario al pasaje en que aparece Ciríacoplantea un hecho verdaderamente notable y que debemos desarrollar en untrabajo conjunto con J. Carbonell, H. Gimeno y la propia M. A. Vilallonga,

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al estudiar el manuscrito epigráfico al que nos referiremos.Se dio cuenta M. A. Vilallonga de que las únicas noticias que tenemos sobre

los posibles conocimientos epigráficos de Jeroni Pau, curial y cubiculariusdel Papa Alejandro VI, deberían radicar en los expuestos en su Barcino ysobre todo en las continuas informaciones que desde Roma mandaba a suprimo, notario y archivero real, Pere Miquel Carbonell. Si verdaderamenteJeroni Pau conoció la obra de Ciríaco de Ancona muy probablemente debiótransmitir al menos parte de la información a su primo junto con otra dediversa procedencia.

El Archivo Capitular de Gerona (ms. 930) contiene un manuscritomisceláneo de mano del propio Pere Miquel Carbonell en el que hay unanumerosísima serie de inscripciones, del cual se ha extraído a menudoinformación, pero la constitución y estructura así como las fuentes del mismocontinúan pendientes del estudio, que hemos iniciado.

M. A. Vilallonga relacionó a partir de la presencia de C./.L. II 410* (IRBI*) y de algunas inscripciones itálicas el contenido de este manuscrito con elcódice Ambrosiano Trotti 373 copia de Ciríaco por Leonardo Botta quetambién los contiene, y en sus primeras catas se observan las coincidenciasque hacen pensar a la autora que la mayor parte de las inscripciones queJeroni Pau mandaba a Carbonell era extraída de los Commentana de Ciríaco.El mismo R. Sabbadmi al estudiar el contenido del códice Ambrosiano cita aJeroni Pau, -"lo spagnolo Girolamo Paoh, bibliotecario della Vaticana" (sic)-e indica su extrañeza de que fueran seis los volúmenes de Ciríaco en 1491, deacuerdo con lo dicho en su Barcino impresa en Barcelona en 1491, cuandodesde 1441 sólo se citaban tres. Los datos, a pesar de pequeñas dificultades,son muy importantes y aunque la información de Carbonell tiene diversosorígenes y seguramente incluso la información mandada por Jeroni Pau tienetambién otras fuentes distintas, Ciríaco de Ancona puede ser el cañamazoque sirve de base.

No obstante una primera colación de los materiales del códice gerundensenos hace ver que la información responde en ciertos sectores del manuscritoa los distintos viajes de Ciríaco, además de la información detectada por M.A. Vilallonga. Se suma a ello el hecho de que presenta concomitancias conotras colecciones hispánicas, que pueden ser independientes o bien tambiénde Ciríaco al menos parcialmente. En suma se abre un nuevo camino paraintentar hallar las huellas de la obra perdida del Anconitano a través de unrastreo hispánico tomando como base el manuscrito de Gerona.

4. Si incidimos de nuevo en la fama de falsario de Ciríaco de Ancona, pareceque, a pesar de la acribia del viajero Anconitano, escaparon algunos falsosepigráficos a su crítica y han sorprendido también la credulidad de laposteridad. No podemos descartar la atribución gratuita a Ciríaco de algunos

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falsos en función de la pérdida de su obra y al mismo tiempo de su indudableprestigio; en este caso pueden estar por ejemplo C.I.L. II 149*, 426*, 430*,431*, donde de nuevo es Ambrosio de Morales el intermediario, sin quepodamos precisar en qué fuente bebió. Tal es el caso de C.I.L. II 278* que leatribuye Antonio Agustín y quizás de la atribución sin crítica por parte deGaspar de Castro de C.I.L. II 421* en una carta al mismo Antonio Agustín,sobre la base de Florián de Ocampo.

El concepto de falso para el momento resulta difícil de definir, el mismoAntonio Agustín en su diálogo undécimo llega a decir: "hai algunos falsosque pueden tenerse por buenos" y justifica después los construidos sobrepasajes de los autores latinos en estos casos: "si destas palabras han hechouna inscricion, nadie los puede acusar de falsarios, ahunque no sea verdadque se hallen en piedras, sino en los papeles de Plinio", criterio bien distintoa los estéticos que se aplican a la falsificación de monedas: "Las mejores detodas son las de un Paduano que contrahaze las mejores medallas de lasantiguas que agora tenemos, y estas están bien hechas, que es gran plazermirallas y sino fuesse por algunos errores que hai o en las letras, o en las cosasdebuxadas, no havria que dessear mejores". En el fondo el problema del falsoes que sea "fabuloso y ridículo".

Las inscripciones atribuidas a Ciríaco en la historiografía hispánica son ensu totalidad falsas (cf. además C.I.L. II 382*, 383*, 410*); falta saber a partirde qué fuentes o sobre qué bases, aunque no podemos afirmar hasta comprobarel origen verdaderamente "ciriaquiano" de todas ellas, la existencia de unaintención al crearlas y sobre todo la paternidad real de Ciríaco para las mismas.El peso del juicio negativo de Antonio Agustín debe, pues, ser matizado yreservado hasta disponer de nuevos datos y al mismo tiempo debemosdesvincular definitivamente la figura de Ciríaco de Ancona de la de Juan Anniode Viterbo. El propio E. Hübner opina al referirse a los falsos en C.I.L. II:cum Cynacum in Híspanlas unquam adusse constet et hominemfuisse optimaeomnmo fidei certo ab eo non proficiscuntur.

5. Si queremos concluir volviendo al tema inicial de nuestra contribución,el marco ideológico, podemos observar que al contrario de la obra de JuanAnnio la de Ciríaco, por lo que conservamos y nos es dado intuir y deducir,contribuyó en muy pequeña medida a la glorificación de la monarquíahispánica. No así la de Giovanni Nanni, que entendió y propició los interesespolíticos de esta monarquía que intervenía ya en Italia. Incluso Joan Margarit,un historiador que, según su principal estudioso R. B. Tate, mantuvo siempreuna fidelidad a la política exterior catalano aragonesa de Fernando el Católico,no duda en afirmar que el matrimonio de Fernando e Isabel había devuelto alas Hispaniae Citerior y Ulterior la unidad que desde el tiempo de los romanosy los visigodos habían perdido, lo cual, junto con la campaña emprendida

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contra el remo moro de Granada, los lleva a sobresalir en el ámbito de lacristiandad en el momento del crecimiento del imperio turco llevando aresucitar la Híspanla, de Hércules y de Aníbal, de Trajano, de Adriano y deTeodosio. A su manera Margarit reacciona en la línea de Leonardo Bruni, sincaer en las nulificaciones Annio, ni en la respuesta a las críticas itálicasmanteniendo a los godos su importancia, pero destacando los vínculos deunidad del pasado con el presente. En este ambiente se integraron la obra deJuan Annio y las lejanas resonancias de la de Ciríaco.

Nota bibliográficaAbreviaturas:C.I.L. II: E. HÜBNER, Corpus Inscriptionum Latinarum vol. II y suppl. Berlín 1869 y 1892.IRB: S. MARINER, Inscripciones Romanas de Barcelona (lapidarias y musivas), Barcelona

1973.

Sobre Ciríaco cf. F. SCALAMONTI, Vita di Ciríaco Anconitano, en G. COLUCCI, Delle antichitapicene, XV, Fermo 1792, pp. L-CLV; R. SABBADINI, Ciríaco de Ancona e la sua descrizioneautógrafa delPeloponneso trasmessa da Leonardo Botta, Miscellanea Ceriani, Milán 1910, pp.183-247 (reimpr. en Classici e umanisti da codici Ambrosiani, Florencia 1933, pp. 1-48) conbibliografía anterior sobre los intereses epigráficos de Ciríaco y los fragmentos de susCommentarii; M. MORICI, Lettere inedite di Ciríaco d'Ancona, Pistoya 1896; L. MEHUS, KyriaciAnconitani Itinerarium nunc primum editum ex ms. cod. in lucera erutum; A. CAMPANA,Giannozzo Manetti, Ciríaco e Varea di Traiano ad Ancona, "Italia Medioevale e Umanistica"II (1959), pp. 483-504; E. W. BoDNAR-C. MITCHELL, Cyriacus of Ancona's journeys in thePropontis and the Northern Aegean 1444-1445, Filadelfia 1976; J. COLÍN, Cyriaque d'Ancóne.Le voyageur, le marchand, l'humaniste, Paris 1981.

Las obras de Giovanni NANNI fueron publicadas bajo el título: Commentaria super operaauctorum diversorum de antiquitatibus loquentium, Roma 1498, cuyo capítulo: De primistemporibus et quattuor de viginti regibusprimis Hispamae et ejus antiquitate está en la raíz delproblema que estudiamos, cf. sobre Annio: E. N. TiGERSTEDT,/o¿ízwweí Annius and Graeciamendax, "Classical, Medieval and Renaissance Studies in Honour of B. L. Ullman", II, Roma1964, pp. 308 ss. Una buena bibliografía en J. CARO, Las falsificaciones de la Historia (enrelación con la de España), Barcelona 1991, pp. 71-78 con alusión a las polémicas antiguas ylas diversas exculpaciones, en especial la de J. Quetif y J. Echard, además de la importancia delos datos de G. Tiraboschi.

La fama de Ciríaco va indisolublemente unida a la de Juan Annio de Viterbo en nuestrahistoriografía a partir ya de un primer momento y más todavía después de la opinión autorizadade Antonio Agustín, que causó un impacto definitivo en la fama de Ciríaco.

Sobre Antonio Agustín puede verse: A. SCHOTTUS, en el De emendatione Gratiani, Paris1607, pp. 309 ss; G. MAYANS, Vida de Don Antonio Agustín, Madrid 1734, y su versión latinaen Antonii Augustini opera omnia, II, Lúea 1766, pp. XI-CCXXI.

Su testamento puede verse en el ms. 5785 de la Biblioteca Nacional de Madrid (fols. 120 r-

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121 v); A. SCHOTT, Laudatio funebris V. Cl. Antonü Augustini archiepiscopi Tarraconenses,Leiden 1586. Son útiles también los datos contenidos en: J. VILLANUEVA, Viage Literario, XX,Madrid 1851, pp. 32-39 y 214-231; E. FLOREZ, España Sagrada, 47, Madrid 1850, pp. 93-103;N. ANTONIO, Bibliothcca Hispana nova, 2 vols., Madrid 1783-1788, I, pp. 97-102, dondepuede hallarse también la biografía de una buena parte de los demás bibliófilos y eruditosespañoles con los que se relacionó A. Agustín; F. DE ZULUETA, D. Antonio Agustín, en "Bol.R. Soc. Arq. Tarragona" XLVI (1946), pp. 47-80 (!' ed. inglesa Glasgow 1935); F. DE LATASSA,Biblioteca nueva de los escritores Aragoneses, I, Pamplona 1798, pp. 415-455; C. GUTIÉRREZ,Españoles en Trento, Valladolid 1951, esp. pp. 93-124.; J. TOLDRA, Un gran renacentista españolD. Antonio Agustín Albanell, uno de los principales filólogos del siglo XVI, en "B. R. Soc. Arq.Tarragona" XLV (1945), pp. 3-50.

Son indispensables hoy por hoy sus Opera omnia editados en 8 volúmenes en Lúea entre1765 y 1774 por Joseph ROCCHI. Una reproducción en microficha en Barcelona, ETD micro-publicaciones. Otras precisiones puntuales en: M. BARRIO, Aproximación a la economía de lasMitras catalanas en la, segunda mitad del siglo XVI, enjornades d'Historia: Antoni Agustín i elseu temps (Tarragona 1986), Barcelona 1990, pp. 57-72; V. CORDOVA, A. Agustín y el derechoromano, en "Bol. R. Soc. Arq. Tarraconense" LXIV-LXV (1964-65), pp. 1-43; M. BATAILLON,Erasmo y España, Méjico 1966; C. FLORES,/!. Agustín y las Novelas dejustiniano: una frustradaedición, en "Monumenta iuris canonici" (series C: Subsida)7, Ciudad del Vaticano 1985, pp.55-68; C. FLORES, Escritos inéditos de Antonio Agustín referentes al Concilio de Trento, en"REDC" XXXIV (1978), pp. 109-130; C. FLORES, Antonio Agustín estudiante en Italia, en"El Cardenal Albornoz y el Colegio de España. Studia Albornotiana" XXXVII (1979), pp.315-375; A. PÉREZ MARTIN, Proles Aegidiana, 2, Los colegiales desde 1)01 a 1600, Bolonia1976; R. HOSLINGER, El historiador del Derecho, Antonio Agustín, Nuncio del Papa en Vienaen, "Bol. Arq. Tarraconense", Ll (1951), pp. 97-103; J. GLOSA, Don Antonio Agustín y latradición humanística italiana, en Actas del VII Congreso Español de Estudios Clásicos (Madrid1987), Madrid 1989, pp. 447-452; J. M* NuÑEZ, Bolonia y el ciceronianismo en España: JuanGinés de Sepúlveda y Antonio Agustín, en Estudios sobre los orígenes de las Universidadesespañolas, Valladolid 1988, pp. 205-220; J. GLOSA, D. Antonio Agustín y la poesía latina clásicay humanística., en "Universitas Tarraconensis", VII (1984), pp. 17-32; R. DEL ARCO, El arzobispoD. Antonio Agustín. Nuevos datos para su biografía, Tarragona 1910; J. L. ORELLA, Respuestascatólicas a las Centurias de Magdeburgo (1559-1588), Madrid 1976; P. SAINZ RODRÍGUEZ,Antonio Agustín y sus obras inéditas, en "Filosofía y Letras" 3 (1915), pp. 15 ss. Y en general:Jornades ¿'Historia. Antoni Agustíi el seu temps (1517-1586), (Tarragona 1986), I-II, Barcelona1988-1991, con estudios muy importantes como los de A. Domínguez Ortiz, P. Molas, P.Bertrán, M. Aviles, E. Duran, J. Sánchez Real, C. Flores, M. Campo, J. Alcina, etc.

La importancia de Ciríaco de Ancona en el campo de la epigrafía hispana puede valorarse apartir de CIL II, además del trabajo de H. Gimeno aquí recogido.

Sobre Jeroni Pau, que parece haber conocido su obra y ser uno de sus introductores en laPenínsula Ibérica, cf. M. A. V\LALLONGA, Jeroni Pau. Obres, I-II, Barcelona 1986; J. M. CASAS,Barcino de Jeroni Pau, Barcelona 1957; A. ERA, II giureconsulto catalana Gironi Pau e la suaPractica Conciliaria Apostólica, en Studí in onore di Cario Calisse, Milán 1939, pp. 369-402; yM. MAYER, Una biografía de Jeroni Pau en un manuscrit de la Biblioteca Universitaria deBarcelona, en "Faventia" I/I (1979), pp. 113-118.

Para P. M. Carbonell: J. RUBIO, Els autors clássics a la biblioteca de Pere Miquel Carbonellfins l'any 1484, en Miscel.lánia Crexells, Barcelona 1929, pp. 205-222; id. Un bibliófil cátala

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delsegle XV: En Pere Miquel Carbonell, en La cultura catalana, del Renaixement a la decadencia,Barcelona 1964, pp. 79-89 (reprod. con añadidos del artículo publicado en Revista de Catalunya6,1926, pp. 136-142); A. M. ADROHER, Estudios sobre el manuscrito Pctñ Michaelis Carbonelliadversaria 1492 del Archivo Capitular de Gerona, en "Anuario del Instituto de EstudiosGerundenses" 11 (1956-1957), pp. 109-162.

Sobre las falsas historias y los falsos epigráficos cf.: J. GODOY, Historia, crítica de los falsoscronicones, Madrid 1868 (reimpr. Madrid 1981); J. CARO, Las falsificaciones de la Historia (enrelación con la de España), Barcelona 1991, con abundante información, entre otros, sobreJuan Annio. Como ya hemos indicado cf. también M. MAYER, La técnica de producción de losfalsos epigráficos, en "Excerpta Philologica Antonio Holgado Redondo Sacra", vol. I 2, Cádiz1991, pp. 491-499. Además del ya clásico: M. P. BILLANOVICH, Falsi epigrafía, en "Italiamedioevale e umanistica",10 (1967), pp. 25-110, o falsificaciones políticamente orientadas comolas recogidas en G. L. GREGORI, Genealogie estensi e falsificazione epigráfica. OpusculaEpigraphica 1, Roma 1990. Para el cardenal Margarit: R. B. TATE,/O<ZK Margará i Pau, cardenali bisbe de Girona, Barcelona 1976 (trad. cat. de T. Lloret). Sobre J. de Mariana: G. CiROT,Eludes sur l'historiograpbie espagnole. Mariana historien, Burdeos 1905; N. GONZÁLEZ, Algunosproblemas históricos en torno a la figura de J. de Mariana, en Jornades d'História: AntoniAgustín (1)17-1586) i elseu temps, (Tarragona. 1986), Barcelona 1988, pp. 69-88.

Para la historiografía de la época: A. MOREL-FATIO, Historiographie de Charles V, París1913; R. B. TATE, Ensayos sobre la historiografía peninsular del siglo XV, Madrid 1970 (trad.esp. de J. Díaz). Cf. además con un carácter más apologético B. SÁNCHEZ ALONSO, Historia dela historiografía española, I, Madrid 1947 y también él mismo en G. DíAZ-PLAjA, HistoriaGeneral de las Literaturas hispánicas, III, Barcelona 1952 (reimpr. 1968), pp. 299-338. Para lascolecciones epigráficas cf. ZIEBARTH, De antiquissimis inscriptionum syllogis, en "EphemensEpigraphica", IX (1905), pp. 188-332, además de la introducción del C.I.L II, pp. V-XXXVII.Una breve mención de algunos manuscritos, entre ellos los que tratamos en M. MAYER, Epigrafíahispánica y transmisión literaria con especial atención a la manuscrita, en Épigraphie Hispanique.Problémes de méthode et d'édition, París 1984, pp. 35-53. Hay que sumar ahora las excelentestesis en curso de publicación de J. CARBONELL, Epigrafía i Numismática a l'Epistolari d'AntoniAgustín (1551-1563), I-II, Bellaterra 1991, y H. GIMENO, Historia de la investigación epigráficaen España en los siglos XVI y XVII a la luz del recuperado manuscrito del conde de Guimerá,I-II, Madrid 1992, que constituyen un excelente estado del momento actual de losconocimientos sobre el tema.