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Discurso de Gonzalo Rojas al recibir el Premio Cervantes (2003)

Majestades:

Señoras y señores:

Discursos van, discursos vienen y no dicen gran cosa. Hemedido las páginas. No pasaré de diezcon letra grande.

Ya Cervantes lo dijo todo en esta lengua de nacer yseguir naciendo desde la meseta hermosahasta los últimos parajes insulares, delos trópicos a la Antártida, y uno debiera entrar en elcallamiento este 23 queno es de abril sino de la respiración del mundo. Porque uno dice aire ydicetiempo con respiro temerario y hasta dice eternidad en español, sílaba y mássílaba, delvagido al velorio, y el prodigio sigue creciendo más allá de todacircunstancia por adversa quesea; más allá por ejemplo de la inmolación y delmartirio en esos rápidos que el otro día

partieron extrañamente de Alcalá.

Ser es crecer yeso lo dijo el sánscrito, de tal suerte que cuando somos más bien crecemos.

Pero no procede laalabanza en esta fecha sino la confirmación de que vivimos colgadosdellenguaje como dijo Niels Bohr y ese lenguaje es el que respiramos y vivimos acada instante,lo mismo en la península que en las cumbres andinas o en lavastedad oceánica, o en las grandesciudades, de los trópicos a los hielos. Noestoy tan seguro de que el juego dé para tanto en elbellísimo Paraninfo comopara decir algo nuevo. No hay nuevo. Apollinaire habló con insistenciade lenouveau al empezar el otro siglo. ¿Qué será le nouveau? Un minuto, y se arruga.

Vivimos tiempo queni se detiene ni tropieza ni vuelve. Soy hijo de minero del carbón y eso lodije

hace 12 años, cuando el Premio Reina Sofía, y está escrito que losverdaderos poetas son derepente, y no basta e! oficio. La poesía encarna enuno como por azar. También lo dije allí. Tedan la palabra que no mereces y tepones a balbucear el mundo, imantado como en el amor porel encantamiento y eldesollamiento. Lo dijera

Cervantes:

"Yo quesiempre trabajo y me desvelo 

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 por parecer quetengo de poeta 

la gracia queno quiso darme el cielo".

Me remonto a mi mocedad, a esos 17 años que andaránsiempre en nosotros, me remonto a mimocedad con epicentro en la Biblioteca dela calle Vivar en Iquique, naturalmente Ruy Díaz de

Vivar. En ese Iquique quevino a ser algo así como mi primer exilio, o más bien mi intraexilio enlosbordes del Perú. Ahí me veo leyendo todavía sin parar la colección enteraRivadeneira, dondetambién Darío aprendió a leer a España en profundidad.

Ahí debemos andartodavía entre los altos anaqueles, naciéndonos los unos de losotros:cervantinos, quevedianos, gongóricos, teresianos, ¿por qué no?, a la siga deJuan deYepes, rey del idioma. Pero no sólo a la siga de la clasicidad áurea,sino también de aquellosotros —los cronistas— que escribieron el Nuevo Mundoen esos mismos días, más allá de losmares, los desiertos, los abismos, cuandoel Descubrimiento y más acá del Descubrimiento,cuando la Conquista y el granminuto colonial, que no fue acaso servidumbre sino proyecto deser. De ser y demás ser como es la libertad y el ejercicio mismo de la poesía. Ahí me veotambiénleyendo por primera vez la Revista de Occidente, el diario El Sol de Madrid yel Lorca delRomancero gitano, y a los poetas del 27.

"No hay Diosni hijo de Dios sin desarrollo", dijo una vez Vallejo, el más grande poetadel Perú,genio del mestizaje como nuestra Mistral o nuestro Rulfo, nuestroDarío o el mismísimo Nerudacuyo centenario esta ardiendo estos días en laPatria Grande de Cervantes que es la lengua. EsaPatria Grande que nos une atodos por sangre y por oxígeno, se entiende, desde el Cid al Quijotey más acá.

Cuando hablo de laamarra entre la Edad de Oro y los Cronistas de Indias, estoypensandonecesariamente en los progenitores de la gran narrativa iberoamericana, losCarpentier,los Rulfo, los Arguedas, los Cortázar por ejemplo, y aún ennuestros poetas visionarios: unHuidobro, una Mistral, un Pablo de Rokha, unVallejo, un Neruda o un Octavio Paz.

Más claro: no esque seamos únicamente libro, somos también imaginación abierta, a lasgrandesmudanzas, y amor, y libertad al mismo tiempo. Todo eso hablando de niñez yreniñezincesante, de riesgo y de coraje.

Ahí vamos en laapuesta. ¿Qué será el 3004 de nosotros, por ejemplo?, ¿el 4004 qué será?Ahíestará otra vez intacto Cervantes leyendo el parpadeo de la historia en el delas estrellas.Leyendo el mundo y releyéndonos. ¿Qué será de él mismo y porañadidura, si se quierearbitraria, qué será de nuestro Borges y su Aleph,Neruda y su Residencia, Vallejo y su Trilce,Carpentier y sus Pasos perdidos,Huidobro y su Altazor, Darío y más Darío?

De niño aprendísolo, yo solo, que hay que mirar hacia adelante y también hacia atrás almismotiempo y no tenerle miedo al miedo. Porque no se me da la sentencia preciosadel gran

Eliot: “Te mostraré el miedo en un puñado de polvo”. No es para tanto,nunca es para tanto.

Está escrito quelos grandes ríos arrastran la sabiduría; el Bío-Bío por ejemplo que procededeBuy-Buy, vocablo de los aborígenes para designar a esa inmensidad sonora comoel Yang-Tzeo el Orinoco, ese mismo Buy-Buy de mis infancias que el otro Alonsovadeara tantas veces allápor los 23 de su mocedad, el caballo andaluz todosudado. Pinto la figura y paro: el verdaderofundador de Chile es él, inventorde su mito en la Araucana celebrada por Cervantes en elcapítulo VI, mito queaún resuena en el Canto General de Neruda. Ahí va esa octava inmortal quemásparece un parte clínico de hoy con fecha y hora exacta:

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 “ Aquí llegó,donde otro no ha llegado, don Alonso 

de Ercilla, quee! primero, en un pequeño barco 

deslastrado,con sólo diez pasó el Desaguadero el año 

cincuenta yocho entrado sobre mil y quinientos, por  

febrero, a lasdos de la tarde, el postrer día volviendo a la 

dejada compañía”.

Señoras y señores: Difícil enhebrar la aguja lúcida paraeste barbarofonón. La poesía encarna enuno como por azar. Y es que uno no lamerece a la palabra. Se la dan porque se la dan. Serácosa de los dioses perotambién del obseso de ser y más ser que anda en el mísero alumbradoque soy yomismo, ese otro alumbramiento más allá de la madre, de la niñez a la reniñez,delvagido al velorio, y por ahí cosa más de fisiología que de metafísica, másde animal de instanteque de loco de eternidad, aunque siempre hice mías unasparcas líneas de Teresa de Ávila, a

unos milímetros de Gabriela.

 “Tengo unagrande y determinada determinación de no parar hasta llegar, venga lo queviniere,

suceda lo que sucediere, trabaje lo que trabajare, murmure quienmurmurare, siquiera me

muera en el camino, siquiera se hunda el Mundo”.

Lo que quierodecir es que encima de los ochenta —ya destemporalizado y desespacializado—sigointacto, creo que sigo intacto, nadando en el oleaje de las pubertadescíclicas, de encantamientoen encantamiento y de desollamiento endesollamiento. Nada me desengaña y el mundo me hahechizado, sin insistir en lacuerda de Quevedo. Ni en la de Huidobro que nos hizo viejóvenespara siempre.No paso de aprendiz y el seso no me dio para letrado, ni menos para elfulgorencandilante de estar aquí. Pónganse en mi caso, es que no lo merezco ¿qué lovoy a

merecer?

Alone, pontifexmaximus de la crítica oficial de Chile, cartero o no pericoloso de las honras,meechó fuera del planeta el 48, cuando mi primer libro; ¿cuál sería esedomingo mercurial? — "Alpaso que van, dijo, las letras nacionales noprometen nada bueno". Epitafio antes de nacer, lavanidad se cura a laintemperie como las grandes heridas, ¡y además mi libro se llamabala"Miseria del Hombre"!. Escarnio pide escarnio, y es bueno que a unole digan no. No, porquelisa y llanamente no, y basta. Mucho sí te encumbra yte envilece. Ah, y otra cosa en esto deescribir y difundir: demóratedemorándote todo lo que puedas, ritmo es ocio y sosiego (y eso losupoCervantes como nadie), prisa para qué, laudatio para qué, vitrina publicitaria,publicidadvergonzosa para qué. Este oficio es sagrado y no se llega nunca.Claro, uno cree que de repentedice el Mundo, y puede ser ¿por qué no? cada 10,cada 5, cada 3, cada nunca, ¿por qué no?. Seescribe y se desescribe, Kafka,Rulfo, Vallejo incomparable. iY Cervantes, mi Dios!

Y algo entoncessobre el aprendiz interminable que soy yo mismo. Escribo cada día alamanecercuando el duchazo frío me enciende las arteriolas del seso. Siempre me funcionóelcrepúsculo matinal; el otro, el vesperal, mucho menos; será cosa de respiroimaginario. Porquede veras soy aire y eso tiene que ver con el océano del granGolfo de Arauco donde nací, ytambién con las cumbres de Atacama donde (allápor mis 20 años) los mineros del cobre meenseñaron mucho más que elsurrealismo: a descifrar el portento del lenguaje inagotable delmurmullo, elcentelleo y el parpadeo de las estrellas.

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Permítanmeaclarar: yo tenía 20 años y estaba ahí estudiando en una facultad de letrasdeSantiago capital de no sé qué, a unos metros del gran Huidobro a cuya casasolíamos concurriralgunos jóvenes para oxigenarnos. De golpe se me dio elhartazgo. ¿Hartazgo de qué? De nada,como es el hartazgo; en ese asomo al serque dice Heidegger. Entonces me aparté de todo y memarché a las cumbres deAtacama en búsqueda de mí mismo como son todas las búsquedas o enbusca de mipadre muerto, que casi siempre es uno mismo. Además él fue un minero que

veníade mineros, de esos mismos nortes.

Así, fui a pararal norte, en diálogo amoroso con mujer, una muchacha limpia y mágicadeapellido británico, madre del hijo primogénito. Después, ya libre de academiasy vanguardiasvanguarderas, el viento de esas cumbres me lo dio todo.

Sé que me repitopero qué le voy hacer. Soy la metamorfosis de lo mismo. Y el país longilíneoespara la risa: se lo da todo a sus poetas: la asfixia y el ventarrón de la puna,el sol hasta eldesollamiento, lo pedregoso y lo abrupto ¡y que lo diga laMistral!, el piedrerío, lo hortelano y laplacidez, el sacudón que no cesa yunas veces estalla cataclístico, la fiereza de las aguas largas ydiamantinas,los bosques donde vuelan todos los pájaros, iesos bosques!, ¡esa hermosura quenosestán robando del Este y el Oeste en nombre de la tecnolatría!, logeológico y lo mágico de más ymás abajo donde empieza el Principio, más allátodavía de lo patagónico y lo antártico.

El rey Juan Carlosanduvo el otro día por ahí y alcanzó a ver lo diamantino de lo antártico ysusincreíbles proyecciones para otros plazos del planeta. Yo también anduve ahíhace unos añosy fundé una escuela para niños en La Villa de las Estrellas.Esto vengo a pedir en la gran fechacervantina: volvamos al reencuentro de losunos y los otros. Volvamos al rehallazgo en la Villa delas Estrellas.

¡Chile: paísvivido! Personalmente yo he vivido largo a largo ese país y no por turismoliterario,¡Diosme libre! sino por locura y, ya de niño, me fui a morar parasiempre a cada uno de suspárrafos geológicos y geográficos, de norte a sur.Pero no soy eso que dicen un poeta lárico otelúrico sino más bien un poetagenealógico de mundanidad, que cree en la doble parentela: lasanguínea y laimaginaria. De eso supo Cervantes como ninguno. Así, por ejemplo, si el

minerodel carbón don Juan Antonio Rojas me engendró en plena juventud en laventoleraseminal de los ocho hijos al cierre de la primera guerra, también me engendróVallejo y,¿por qué no? Quevedo.

Dos animalesliterarios por portento especial me deslumbraron en el siglo que pasó, tanto ocasitanto como el genio de Alcalá a lo largo de mis niñeces y mis reniñeces,dos adivinos anarcas ymágicos a la vez hasta las medulas desolladas, comohubiera dicho Quevedo (sin esdrújula), dosesquizos prodigiosos que hablabansolos y no es cosa de niños ni de viejos: Ezra Pound, quehablaba solo; Borges,que hablaba solo, Roberto Matta, que sigue hablando solo. Lo incluyo aMatta enla dinastía porque ese sí es un poeta pura sangre como Juan Rulfo aunqueninguno delos dos haya escrito nunca un verso. ¡Ese Matta transgresor — roto ypije a la vez, fino y rajado(como se dice en Chile), allendero como yo,partidario de la justicia hasta las últimasconsecuencias como el ingeniosohidalgo, defensor de los humillados y ofendidos, losametrallados y losmutilados, los desaparecidos y los muertos en el plazo pavoroso del 73,eseMatta que sigue dándole buen oxigeno a la especie! En cuanto a Pound,"galimatías yesplendor", como lo juzgó alguna vez Octavio Paz,nacido en Idaho donde dicen que crecen lasmejores patatas del planeta(potatoes se dice allá), en cuanto a ese clásico único apaleado porloco ennuestro plazo, cuyos Cantares todavía serán leídos más allá del sigloveinticuatro, a esetal lo vi o lo intraví en Venecia el 99 bajo la llovizna enla prisa del cimitero de San Michele amedio cerrar porque ya iban a ser las 4y el vaporetto 52 que sale de San Marcos no espera. Ahíalcancé a ponerle alacostado bajo el mármol alguna rosa y alguna lágrima —¿por qué no?— y adecirle"Arrivederci, Miglior Fabbro: nos vemos"

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T. S. Eliot acertócuando le puso así en la dedicatoria de su Waste Land (Tierra Baldía): "Almigliorfabbro". Al mejor hacedor. Ahí quedó durmiendo el ocioso, alarrullo del tableteo de las aguas.

A Borges, encambio, lo vi en pie, bastón en mano, en Yale el 81, pero él naturalmente no mevio.Todavía está ahí ¿será el único que no se nos ha muerto nunca? Algo hay enél de resurrectoincesante, como en Huidobro o todavía más en Vallejo, quien esel que más me es, en rigor de

abolengo, de los progenitores inmediatos de lacenturia que pasó. Siempre hablando de Borges, oúltimamente de Neruda, eso delos cien años es cosa peregrina, ¿quién no cumple cien años?Además, quéimportan las efemérides engañosas. El tipo está joven y el Aleph está escritoen esetexto genial, como le pasó a Neruda con su Residencia en la Tierra. Loque fascina a la gente esel renombre y el estruendo de los premios, pero nadamás escaso que el ojo de leer. ¿Y Matta?Bueno, él es para mí el relámpago yparece gobernarlo todo con su invención: lo visible y muchode lo invisible. Nosólo es ojo sino galaxia distinta, parto de mundo, alguien que de veras vededía a las estrellas, como Don Quijote, un alumbrado en fin. Y además, qué modode silabear elmundo en sus escritos, de vislumbrar el caos primigenio, ycuánto amor por el hombre enteroque algún día vendrá después del descuartizadoque somos.

De repente estoyen la reniñez y me digo con el gran Horacio de hace dos mil años: "Lusistisatis,edisti satis, atque bibisti. Tempus abire tibi est". Jugastebastante, comiste romanamente, ybebiste: ¡tiempo de que te vayas!

Vamos cerrando conun texto que escribí allá abajo en la Antártica entre el zumbido y elcrujidode los grandes hielos color Turquesa, y el silencio que sigue siendo para mí laúnica voz.

Lo escribí en unrapto casi instantáneo el 93 como una carta al Nadie que anda en lo efímerodelhombre. Quiera oírla Cervantes desde la eternidad de los hielos donde no secronometrannuestros míseros siglos.

Y ahora la últimapágina, la diez como prometí. Se me excuse la asfixia de los versos veloces.

Los leo ahí, sin más:

1. Pocaconfianza en el XXI, en todo caso algo pasará,

morirán otravez los hombres, nacerá alguno del que nadie sabe, otra física 

en materia desoltura hará más próxima la imantación de la tierra 

de suerte queel ojo ganará en prodigio y el viaje mismo será vuelo 

mental, nohabrá estaciones, con sólo abrir  

la llave delverano por ejemplo nos bañaremos 

en el sol, lasmuchachas 

 perduraránbellísimas esos nueve meses por obra y gracia 

de las galaxiasy otras nueve 

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 por añadiduradespués del parto merced  

al crecimientode los alerces de antes del mundo, así  

las mareasestremecidas bailarán airosas otro 

 plazo, otroritmo sanguíneo más fresco, lo que por contradanza hará 

que el hombreentre en su humus de una vez y sea 

más humilde,más terrestre. 

2. Ah, y otracosa sin vaticinio, poco a poco envejecerán 

las máquinas dela Realidad, no habrá drogas 

ni películasmíseras ni periódicos arcaicos ni  

—disipación yestruendo— mercaderes del aplauso ignominioso, todo eso 

envejecerá enla apuesta 

de la creación,el ojo 

volverá a serojo, el tacto 

tacto, la nariz  

éter deEternidad en el descubrimiento incesante, el fornicio 

nos harálibres, no 

 pensaremos eninglés como dijo Darío, leeremos 

otra vez a losgriegos, volverá a hablarse etrusco 

en codas lasplayas del Mundo, a la altura de la cuarta 

década seunirán los continentes 

de modo queentrará en nosotros la Antartica con todo su fascinación 

de mariposa deturquesa, siete trenes 

 pasarán bajoella en múltiples direcciones a una velocidad desconocida. 

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3. Hasta dondealcanzamos a ver Jesucristo no vendrá 

en la fecha,pájaros 

de aluminioinvisible reemplazarán a los aviones, ya al cierre 

del XXIprevalecerá lo instantáneo, no seremos 

testigos de lamudanza, dormiremos 

 progenitores enel polvo con nuestras madres 

que noshicieron mortales, desde allí  

celebraremos elproyecto de durar, parar el sol,

ser —como losdivinos— de repente.

Gracias.