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© 2014 Mesa Prieta Petroglyph Project Discovering Mesa Prieta Unit 15 page 15 Unidad 15: Una Visita a un Pueblo Hispano Hoja de actividades para el estudiante: RELACIÓN Introdución Sí pudieran ustedes pararse en el punto más alto de la Sierra de la Sangre de Cristo, o si pudieran volar por el cielo en un helicoptero, verían una linea de pequeños pueblos a lo largo de todo El Camino Real de Tierra Adentro. Este camino sigue la ruta del Río Grande y fue transitado por los originales colonos españoles del siglo dieciséis. Por éste mismo camino atravesaban la distancia que hay entre el viejo México y el Pueblo de Ohkay Owingeh en Nuevo México. Desde entonces, algunas de estas pequeñas aldeas han ido creciendo hasta convertirese en ciudades importantes como lo son Albuquerque, Santa Fe y Española. Capítulo 1: El Pueblo de San Miguel Visitaremos uno de estos pequeños pueblos imaginarios que ni es muy grande ni muy mentado, sino que solo representa una de las muchas comunidades hispanas que fueron fundadas a un lado del Río Grande. Mientras que algunas de estas aldeas han quedado casi despobladas, otras tantas han sobrevivido hasta el dia de hoy. Nuestra comunidad imaginaria queda entre la cordillera de las Rocasas y las montañas de Jemez. Se llama San Miguel. Nuestra visita nos mostrará lo que fue la vida de los pobladores españoles en ´sta parte del munco hace tres siglos. También nos revelara como ellos lograron vivir en estrecha relación con sus vecinos Tewa de los pueblos indigénas del norte de Nuevo Mexico. San Miguel queda a una orilla del Río Tsama (Chama), uno de los tributarios del Río Grande. También queda cerca de Ohkay Owingeh en un lugar no muy lejos de lo que hoy día es la pequeña comunidad de Chamita. Así que les invito, amiguitos míos, a que caminen conmigo por la aldea de San Miguel. No será una caminata larga puesto que el pueblo es pequeño aunque no por eso deja de tener mucha vida o faltarle leyendas misteriosas. Empezaremos por la parte norte de ésta comunidad. Allí, Don Sabine Sisneros y su esposa, Doña Ramoncita Romero viven con sus doce hijos. Cada uno de sus hijos porta un nombre cantarino como es Bartolomé, María Elena, José Ramón y Gregorita. Las familias grandes son comunes por estos pueblos. Aunque no existe ninguna escuela, a los niños no les falta oportunidades para aprender. Al cumplir los seis años a cada uno de ellos se le da su tarea que debe de cumplir, ya sea en el hogar, en los campos o en los corrales donde viven los animales. Para poder llevar a cabo sus tareas como es debido, ellos deben observar, estudiar y aprendan con mucha atención. Caballos y acequia en Chamita. Petrográfico de una familia, Mesa Prieta.

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©2014 Mesa Prieta Petroglyph Project

Discovering Mesa Prieta

Unit 15 page 15

Unidad 15: Una Visita a un Pueblo Hispano

Hoja de actividades para el estudiante:

RELACIÓN

Introdución

Sí pudieran ustedes pararse en el punto más alto de la Sierra de la Sangre de Cristo, o si pudieran volar por el cielo en un helicoptero, verían una linea de pequeños pueblos a lo largo de todo El Camino Real de Tierra Adentro. Este camino sigue la ruta del Río Grande y fue transitado por los originales colonos españoles del siglo dieciséis. Por éste mismo camino atravesaban la distancia que hay entre el viejo México y el Pueblo de Ohkay Owingeh en Nuevo México. Desde entonces, algunas de estas pequeñas aldeas han ido creciendo hasta convertirese en ciudades importantes como lo son Albuquerque, Santa Fe y Española.

Capítulo 1: El Pueblo de San Miguel

Visitaremos uno de estos pequeños pueblos imaginarios que ni es muy grande ni muy mentado, sino que solo representa una de las muchas comunidades hispanas que fueron fundadas a un lado del Río Grande. Mientras que algunas de estas aldeas han quedado casi despobladas, otras tantas han sobrevivido hasta el dia de hoy.

Nuestra comunidad imaginaria queda entre la cordillera de las Rocasas y las montañas de Jemez. Se llama San Miguel. Nuestra visita nos mostrará lo que fue la vida de los pobladores españoles en ´sta parte del munco hace tres siglos. También nos revelara como ellos lograron vivir en estrecha relación con sus vecinos Tewa de los pueblos indigénas del norte de Nuevo Mexico.

San Miguel queda a una orilla del Río Tsama (Chama), uno de los tributarios del Río Grande. También queda cerca de Ohkay Owingeh en un lugar no muy lejos de lo que hoy día es la pequeña comunidad de Chamita.

Así que les invito, amiguitos míos, a que caminen conmigo por la aldea de San Miguel. No será una caminata larga puesto que el pueblo es pequeño aunque no por eso deja de tener mucha vida o faltarle leyendas misteriosas.

Empezaremos por la parte norte de ésta comunidad. Allí, Don Sabine Sisneros y su esposa, Doña Ramoncita Romero viven con sus doce hijos. Cada uno de sus hijos porta un nombre cantarino como es Bartolomé, María Elena, José Ramón y Gregorita. Las familias grandes son comunes por estos pueblos. Aunque no existe ninguna escuela, a los niños no les falta oportunidades para aprender. Al cumplir los seis años a cada uno de ellos se le da su tarea que debe de cumplir, ya sea en el hogar, en los campos o en los corrales donde viven los animales. Para poder llevar a cabo sus tareas como es debido, ellos deben observar, estudiar y aprendan con mucha atención.

 

 

Caballos y acequia en Chamita.

 

Petrográfico de una familia, Mesa Prieta.

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Unidad 15: Una Visita a un Pueblo Hispano

Capítulo 2: Casas y Comidas

Veán allí en el patio a Doña Ramoncita quien está barriendo la ceniza de una estructura redonda de adobe que parece un pequeño domo. Se trata de un horno que las señoras, junto con sus hijas, usan para hornear el pan de trigo, la empana-ditas y los pastelitos. También lo usan para asar maíz dulce y hacer chicos. Los chicos se secan y despues se les puede echar a los calditos. Doña Ramoncita se está alistando para encender una fogata. A su hija, Clotilde de solo nueve años, le toca ir al molino donde se muele el trigo en harina fina. Con cada viaje que ella hace, trae seis cuartillos de harina y le da al molinero diez reales. El real es una moneda antigua que usaban los españoles. Al hacer esto, ella va aprendiendo la aritmética.

Otra cosa que debemos saber de los hornos es que es la tarea de las mujeres construir estos hornos del aire libre. Mesclan el barro y la paja para hacer los adobes y, con la ayuda del los hombres, los construyen en for-ma redonda. Cada año dan los hornos una capa nueva de barro para mantenerlos fuerte y en buen estado, en la misma manera que hacen con las iglesias.

Capítulo 3: La Iglesia y Religión

Pues, seguimos adelante. Caminemos a la plaza que constituye el centro del pueblecillo. Allí se podrá apre-ciar la iglesia pequeña y humilde que fue construída de adobe en tiempos pasados. Se llama la iglesia de San Isidro en honor del santo patrón de los agricultores. La iglesia es el corazón de la comunidad. Es allí en la igesia donde las personas se casan, donde bautizan a sus hijos y finalmente, donde santifican a sus difuntos antes de sepultarlos en el camposanto.

 

 

Horno, Kit Carson Museum, Taos.

  

Cruces cristianas de Mesa Prieta. Entrada al camposanto, Peñasco, NM.

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Unidad 15: Una Visita a un Pueblo Hispano

Pues, entremos. Le pediremos al sacerdote, o sea, al Padre Tomás, que por favor, nos haga un recor-rido de éste sitio. Por cierto, él se encuentra aquí en el santuario frente al Cristo crucificado tallado en madera.

Padre, ¿por favor, nos puede contar un poco sobre la historia de su iglesia?

El Padre Tomás contesta de ésta manera:

Sucede que la gente de ésta comunidad se puso a hacer adobes para la construcción de la iglesia en el año de 1772 y se completó en el año de 1774. Si se fijan, arribita de la puerta se encuentra un par de brazos cruzados. Esté simbolo representa la ben-dición de San Francisco de Assís. Desde que fue con-struída la iglesia, cada año durante la primavera, las mujeres de la comunidad organizan una celebración en la que se usa el lodo a cantidad. Mezclan un lodo similar al que se usó para hacer los adobes originales. Después, enbarran las paredes de afuera con una capa de lodo que le untan con sus manos fuertísimas. Esto asegura que la iglesia se mantenga fuerte y que a la vez respire.

Uno de nuestros párrocos, don Ramón José Manzanares, un hombre devoto y talentuoso está pintando ahora mismo un retablo en su taller. Lo instalará en el santuario. También, el santero, Don Francisco Buenaventura, está tal-lando una imagén de Nuestra Señora del Rosario. La imagén se pondrá en un

nicho que está al ladito del retablo. Esta-mos muy bendecidos al tener tantos buenos artistas en éste pueblo. Nos han ayudado a poblar nuestra iglesia con santos porque de otra manera no los podríamos comprar porque somos demasiado pobres.

  

Petrográfico de Mesa Prieta, quizá un sacerdote.

Petrográfico de Mesa Prieta, quizá un crucificio.

 

Fabricando adobes en Chamisal, NM.

 

 

Retablito español colonial, Harwood Museum, Taos, NM.

Bulto de santo y pintura de la Dolorosa, Trampas, NM.

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Unidad 15: Una Visita a un Pueblo Hispano

Una Leyenda de San Isidro

Ahora, permítanme contarles una leyenda que tiene que ver con la fundación milagrosa de ésta iglesia según lo que platican los viejitos del pueblo. Se cuenta lo siguiente:

En los tiempos en que se fundó éste lugar había un viejito ya muy viejito que se lla-maba Emanuel Velarde. Tocó que estaba muy enfermo y que apenas podia caminar. Un día mientras iba cruzando la acequiecita que corría por acá, de repente vió una imagén luminosa de San Isidro. Le señalaba que pasara. Aunque ya casi no tenía fuerzas, el anciano lo obedeció pero cuando menos pensó, perdío su balance y se cayó en el lodo junto de la acequia. Allí mismo se curó. En agradecimiento por éste milagro, él pidió que se construiera una iglesía aquí mismo donde ustedes están pisando.

Muchas gracias, Padre, por su bondad. Ya es hora de caminar.

Capítulo 4: El Tejedor – Tejando y Lana

Ahora iremos a la casa de Don Alfonso Ortega. Su casa es aquella casa larga de la esquina. A través de muchas generaciones, se le ha añadiendo un cuarto tras otro para ir acomodando a su familia siempre en crecimiento. Don Alfonso es un tejedor. Teje mantas, alfombras y ponchos. El y su esposa, Doña Rosario Benavidez crian ovejas de una raza que se llama churro. Estas ovejas fueron traí-das desde España porque son las que producen la mejor lana. Está pareja carda e hila su propia lana y tambien la teje. De ésta manera, ellos producen la tela necearia para hacer la ropa que ellos requieren. Al igual que ellos, hay muchas otras personas en la comunidad que tejen tabmién. La gente debe de dedicarse al tejido porque no hay tiendas en donde comprarla o porque la ropa que venden los comerciantes es poca y muy cara.

Las ovejas que se ven allá en aquellos corrales junto a los alamos se es-tán criando para la lana que dan pero también por las zaleas que produ-cen. La gente usa las zaleas de alfombras que se tienden en los pisos de las casas. Estos animales también dan buena carne. En especial, son los corderos los que se aprovecha para la carne, sobre todo en tiempo de la pascua. Para esas fechas la carne de cordero se asa y se prepara en una comida especial que se llama <<la comida de la pascua>>.

A veces, las ovejas se comercian con los indios Navajo que también tejen, o con otros Nuevo Mejicanos que viven en pueblitos lejanos y tal vez crian vacas en vez de ovejas.

 

Bulto de San Isidro.

 

Tejadora de Costilla, NM, 1939.

 

Ovejas en el Distrito de Taos.

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Entraremos para que vean a la familia Ortega tejer. La familia tiene dos telares que fueron construidos por Don Alfonso. Los hizo de madera de pino o quizás de cedro. Lo más seguro es que usó madera muy fuerte para que los telares pudieran aguantar muchos años de uso. Fíjense en como Don Alfonso se para sobre unas maderas bajitas del telar. Mueve los dos pedales con sus pies mientras que con sus manos avienta la lanzadera de un lado a otro a lo largo de una serie de hilos que atrapa la lana.

La lana que se usa ya bien puede ser gris, café o negra como las mismas ovejas que la produjeron. A veces, los tejedores hispanos tiñen la lana blanca usando cochinea o también plantas nativas. La cochinea viene siendo un insecto que cuando se muele produce un color rojo. En San Miguel como en la mayoría de los pueblecillos de Nuevo Mexico, las mujeres lavan, cardan e hilan la lana mientras que los hombres la tejen. Fíjense bien como Doña Roasrio se ocupa en hilar los montones de lana que hay a su lado.

Capítulo 5: La Agricultura

Tanto el tejido como la agricultura representan los oficios más antiguos del ser humano. La superviviencia de la gente dependía en que tuviera comida para comer y ropa para poderse abrigar. Tomando ésto en cuenta, les invito q que sálgamos al campo para ver a los aricultores que se ocupan en levantar nuestro sustento de la tierra.

Nos despedimos de Don Alfonso y de Doña Rosario con un saludo y caminamos más allá de la plaza

para podernos acercar a las tierras de Don Eulogio Gutier-rez. Vemos que está ocupado arando para poder sem-brar trigo con su buena mula. Al entrar la primavera, se siembra el trigo, el maíz y otros granos porque es la época para sembrar. Habiéndose cosechado éstos granos, se muelen en el molino para de ellos hacer harina. De otra manera los grano también sirven de comida para los cuantos caballos, vacas y marranos que posée la gente.

Unidad 15: Una Visita a un Pueblo Hispano

 

Pies de tejedora hispana sobre los pedales de tela, Costilla, NM.

 

Hispana hilando la lana por luz de lumbre.

 

Arrando con caballos en El Cerrito, NM.

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Unidad 15: Una Visita a un Pueblo Hispano

Cuando se llega el tiempo de beneficiar una vaca o mar-rano, la gente de la comunidad se junta para la matanza. Después de que se mata el animal, los hombres se encar-gan de coratar la carne en trozos para que de ellos se hagan carnitas, chorizo o un asado. Durante la matanza, los hombres llevan a cabo las mismas tareas que hoy en día hacen los carniceros del supermercado al procesar la carne para la venta. Las mujeres se encargan de limpiar el cuero de los animales y en el caso de los marranos, lo trozan en pequeños pedacitos que se frién en manteca de marrano. De ésta manera hacen chicharrones. Los intestinos los lavan con mucho cuidado y los emplean de manera de tubitos que rellenan de carne y que terminan chorrizo. No se pierde nada del cuerpo del animal. A cada familia le toca organizar una matanza. La familia siempre convida a sus vecinos y reparte la carne entre ellos.

A veces los hombres del pueblo montan a caballo y suben a la sierra en pues de venado o alce. La carne del animal que cazan la cuelgan sobre unos alambres. De esa manera se hacen las ceci-nas de carne seca que se pueden guardar por mucho tiempo.

Ahora bien, amiguitos, les pido que dirigan su mirada al río. ¿Alcanzan a ver a ese grupo de señores parados allí al lado de la acequia? Allí está Don Sabine y sus dos hijos mayores, Bartolomé y José Ramón junto con otros diez hombres más. El señor vestido de pecheras es el mayordomo. Se llama Don Gregorio y él es el encar-gado de organizar a los hombres de la comunidad para que limpien las acequias todas las primaveras. Este trabajo comunitario asegura que las aguas corran libres por las acequias desde el río hasta los campos.

A los hombres que cuentan con doce años, para arriba como es el caso de Gumersindo, el hijo de Sabine, hasta los setenta años, se les pide que participen en este trabajo importante. La mayoría de los hombres consienten en hacer éste trabajo ya que todas las familias se benefician de los esfuerzos de cada quien. También es bien sabido por todos que las aguas que corren del río a los campos son las que provocan el crecimiento de las plantas y el rendimiento de los productos alimenticios que es la comida requerida por todo ser humano.

 

Matanza, Los Padillas, NM.

 

 

Petrográfico de hombre con fusil, Mesa Prieta.

Carne desecando.

 

Campesino norteño limpiando una acequia.

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Capítulo 6: La Curandera

Hay que seguir adelante con nuestras visitas. Ahora, visitaremos a la Señorita Gregorita Rodríguez. Le llamamos señorita por respeto porque aunque ya tiene muchos años, nunca se ha casado. La Señori-ta Rodríguez vive un poco más allá de la plaza y bastante cerca del camposanto. También vive junto a las tierras donde crecen muchas hierbas beneficiosas. Tal vez ustedes ya se hayan dado cuenta que ella ocupa el lugar respetuoso de una muy amable tía mayor además de la de una doctora y maestra sabia. Esto es porque la Señorita Rodríguez es curandera. Andenle, vamos a tocarle la puerte y pedirle que nos hable sobre el trabajo de las curanderas. Con una gran son-risa, la Señorita Rodríguez nos cuenta lo siguiente:

Pues, les diré lo que yo hago y de esa manera espero poder conte-starles su pregunta. Cuando era joven aprendí de mi tía Valentina a juntar remedios. También aprendí a secarlos y guardarlos además de hacer de ellos te y emplastos. Desde entonces hasta el día de hoy se hallan muchas hierbas como es la yerba buena y la chimajá en los terrenos que quedan detrasito del camposanto. Otros remedios como la oshá, se hallan en los montes y uno tiene ir hasta allá para conseguirlos. Siempre que recojo remedios me recuerdo con mucho agradecimiento de nuestros vecinos, los Indígenas Tewa. Son ellos quienes nos han enseñado de estas plantas. Después de que haya recogido remedios los pongo a secar. Cuelgo los manojos de hierba de una viga que hay en el cuarto de dormir. Cuando se necesita un remedio, lo hiervo en agua o hago de las planta una pasta espesa.

Con esto se pueden curan los dolores de cabeza, de garganta o de estómago. Como soy la única curandera en todo el pueblo también me toca hacer el trabajo de partera. Yo les ayudo a las mujeres dar a luz.

Amiguitos, por favor denle las muchas gracias a la Señorita Rodríguez antes de irnos

Unidad 15: Una Visita a un Pueblo Hispano

 

Curandera de hoy en dia en Albuquerque. © The University of

NewMexico, Albuquerque, NM.

 

Chimaja flower.

 

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Unidad 15: Una Visita a un Pueblo Hispano

Capítulo 7: La Niñez

Durante nuestra visita a San Miguel, hemos aprendidio mucho del trabajo duro de la gente, viejos, jóvenes y los demás. Tal vez se pregunta, ¿no se juegen ni se diviertan nunca los niños? Seguro que si! Mire y verá los niños saltando cuerda, nadando en las acequias, montando a caballo en los campos, jugando con muñecas que les hicieron sus madres in casa, jugando pelota de palo con palos y piedras verdaderos. Escuche, ......alla, oye sus voces cantando, “Los pollitos dicen, pío, pío, pío, cuando tienen hambre, cuando tienen frío.” Como decimos en Inglés, todo trabajo y nada de juego se convierte a Juan en un niño torpe.

 

Capítulo 8 – Celebraciones

Ahora, les tengo una sorpresa. Ya que nuestro viaje es mágico, vamos a retroceder al pasado unos cuantos meses para encontrarnos con la navidad. Al hacer ésto, lograremos ver como la gente de ésta comunidad acostumbra celebrar éste día de fiesta. Los días de fiesta y otras celebraciones son impor-tantes para el pueblo. Los preparativos que se deben de hacer para las fiestas permite que la gente se reuna. También les da a las personas una oportuni-dad para descansar y divertirse despues de haber hecho mucho trabajo en preparación para el invierno además del ltrabajo que se hace a diario.

Tomaremos como ejemplo el día de los manueles que corresponde al día de año nuevo o sea, el primero de enero. En está fecha todos los hombres que se llaman Manuel o Emanuel se reunirán con otros hombres que tocan el violín o la guitarra y que can-tan. Ese día muy de mañanita los musicos van por el pueblo visitando casas donde habita algún Manuel y donde le docarán sus canciones. Al llegar a la casa se quedan esperando afuerita en el patio hasta que alguien viene a la puerta para abrirles. Entonces un señor chistos e imaginativo empieza a cantarle versos a la persona que se llama Manuel. Los versos siempre acostumbran ser chistoso y de buen gusto.

 

Músicos de San José, NM, 1898.

 

Danza de fiesta en Jemez Pueblo, 1908.

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Terminandose la canción, se les invita a las personas a que entren. Todos hacen un brindís a la persona que se llama Manuel y prueben la comida que se les ofrece, ya sean bizcochitos o empanadas con café o chocolate.

Hay muchos otros días de fiesta durante el año. Para eso, nos complace visitar con nuestros amigos Tewa que viven en el pueblo de San Juan al otro lado del río. Participamos en sus fiestas con nuestra presencia en sus bailes sagra-dos y cuando nos sentamos a comer en su mesa. Siempre hay que llevarles algún regalito, ya sean manzanas o un melón.

Amiguitos, me doy cuenta que ya han visto bastante de lo que fue la vida en un pueblo hispano en el siglo diesíocho. Entre las tradiciones que practicaban nuestros antepasa-dos hace tres o cuatrocientos años muchas se siguen practicando hasta el día de hoy.

Si acaso ustedes conocen a un ancianito, ya sea un abuelito o una abuelita, quizás querán preguntarle sobre su vida y las memorias que guardan del pasado. Esto sería otra manera de aprender su propia historia y la historia de los pobladores españoles de nuestro valle de Española.

Unidad 15: Una Visita a un Pueblo Hispano

 

Petrográfico danzante de venado, Mesa Prieta