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Directorio de Dirección Espiritual PARTE I: NECESIDAD DEL DIRECTORIO Ha sido siempre costumbre en la Iglesia el crecer a la sombra de los Apóstoles, de los padres del desierto, de los santos, de los hombres espirituales. No menos en nuestro tiempo la Iglesia recomienda la práctica de la dirección espiritual. Baste citar el Concilio Vaticano II. Allí, es aconsejada, ante todo para los futuros sacerdotes: "La formación espiritual ha de ir íntimamente unida con la doctrinal y la pastoral, y con la cooperación, sobre todo, del director espiritual; ha de darse de forma que los alumnos aprendan a vivir en continua comunicación con el Padre por su Hijo en el Espíritu Santo" 1[1] . Para que los presbíteros puedan cumplir con fidelidad su ministerio, entre otros medios se aconseja que "practiquen gustosos el retiro espiritual y aprecien en mucho la dirección espiritual" 2[2] . En la formación de los religiosos se dice que es deber "de los superiores cuidar que los directores y maestros de espíritu y los profesores sean bien elegidos y cuidadosamente formados" 3[3] . También en la formación de todo laico se aconseja la dirección 4[4] . 2. Dicen nuestras Constituciones: "El sacerdote sobre todo debe ser padre, ya que engendra hijos por la cruz, por la oración, por el celo apostólico, por la predicación. En este ministerio Cristo fue el primero, por eso se lo llama Padre del siglo futuro (Is 9,5). Los demás sacerdotes son padres por participación de su paternidad, son padres ‘por El, con El y en El'" 5[5] . 3. Uno de los momentos privilegiados durante el cual el sacerdote puede ejercer esta paternidad espiritual es en la dirección espiritual. 1 2 3 4 5 1

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Directorio de Dirección Espiritual 

PARTE I: NECESIDAD DEL DIRECTORIO 

Ha sido siempre costumbre en la Iglesia el crecer a la sombra de los Apóstoles, de los padres del desierto, de los santos, de los hombres espirituales. No menos en nuestro tiempo la Iglesia recomienda la práctica de la dirección espiritual. Baste citar el Concilio Vaticano II. Allí, es aconsejada, ante todo para los futuros sacerdotes: "La formación espiritual ha de ir íntimamente unida con la doctrinal y la pastoral, y con la cooperación, sobre todo, del director espiritual; ha de darse de forma que los alumnos aprendan a vivir en continua comunicación con el Padre por su Hijo en el Espíritu Santo"1[1]. Para que los presbíteros puedan cumplir con fidelidad su ministerio, entre otros medios se aconseja que "practiquen gustosos el retiro espiritual y aprecien en mucho la dirección espiritual"2[2]. En la formación de los religiosos se dice que es deber "de los superiores cuidar que los directores y maestros de espíritu y los profesores sean bien elegidos y cuidadosamente formados"3[3]. También en la formación de todo laico se aconseja la dirección4[4].

2. Dicen nuestras Constituciones: "El sacerdote sobre todo debe ser padre, ya que engendra hijos por la cruz, por la oración, por el celo apostólico, por la predicación. En este ministerio Cristo fue el primero, por eso se lo llama Padre del siglo futuro (Is 9,5). Los demás sacerdotes son padres por participación de su paternidad, son padres ‘por El, con El y en El'"5[5].

3. Uno de los momentos privilegiados durante el cual el sacerdote puede ejercer esta paternidad espiritual es en la dirección espiritual.

4. Con este directorio se busca reavivar la conciencia de nuestros sacerdotes respecto de la importancia de la dirección espiritual.

5. En la actualidad la dirección espiritual está en crisis, mientras que crecen paralelamente otros fenómenos que guardan cierta analogía con ella y que tienden a reemplazarla o que al menos se presentan como sus obvias alternativas, aún dentro de la vida religiosa consagrada, como es por ejemplo el yoga, el psicoanálisis, la parapsicología y otras prácticas orientales.

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6. Algunas de las causas de esta crisis pueden indicarse en los siguientes términos:

- de parte de la mentalidad de la época, la marcada tendencia a los grupos, donde:

- No se admite una autoridad.

- Se quiere liberar de la dependencia vertical.

- No se ha experimentado una verdadera paternidad

Esta mentalidad favorece una falta de disposición en los dirigidos, quienes al no alcanzar el "tercer binario de hombre" no desearán entregarse de veras a Dios.

7. - de parte de los sacerdotes, tal vez debido a alguna desilusión personal; a incomprensión sobre la naturaleza de la dirección espiritual o a experiencias infructuosas, se ha llegado a prácticas deformantes y abusos en la dirección espiritual, tales como:

- dominio por parte del director,

- cierto absolutismo, en el sentido de referir y consultar al Director todas las cosas -incluidas las que no son materia de dirección espiritual-, creando con ello una dependencia perjudicial en el dirigido,

- organización de la vida del dirigido por parte del director,

- director impuesto desde la infancia,

- dirección centrada sólo en el dirigido con olvido de la comunidad, de la familia, de la Iglesia o del mundo,

- directores perfeccionistas, formalistas, rigoristas, restrictivos, desamparadores, ignorantes, metidos, perplejos, demagogos...

8. Por estas causas se ha llegado a una mala inteligencia de la dirección espiritual, lo que ha dado origen a malos directores:

- directores que creían saberlo todo,

- directores que imponían su autoridad inapelablemente;

- directores que todo lo arreglaban con la oración,

- directores que coartaban la libertad, como si los dirigidos fueran suyos,

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- directores que caían en un pelagianismo camuflado,

- directores que vivían en un quietismo angelista.  

PARTE II: FUNDAMENTO Y NATURALEZA TEOLÓGICA DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL 

Capítulo 1: La dirección espiritual en la Revelación 

9. Si bien se funda remotamente en la dimensión social del ser humano, la dirección espiritual aparece propiamente con la religión revelada. De la Revelación, por tanto, debemos sacar los elementos que indiquen la naturaleza de la dirección espiritual.

10. Sin embargo, la dirección espiritual debe ser encuadrada principalmente en el Nuevo Testamento:

El Nuevo Testamento es ante todo una Nueva alianza, la cual consiste en servir al Padre en espíritu y verdad6[6], por comunicación íntima con él, en el Espíritu Santo.

Este servicio pide necesariamente la rectitud y la pureza de corazón, dadas por la Sangre de Cristo. Dicha rectitud no proviene principalmente por la adecuación a una ley exterior sino que procede de una ley interior. Y seguir los dictámenes de la ley interior sólo es posible mediante una plena docilidad a las mociones del Espíritu Santo.

11. Dicha moción presupone:

- una disposición formal: esto es, la posesión de los dones del Espíritu Santo,

- una disposición subjetiva: es decir, la elección de lo mejor en cada momento y en cada circunstancia.

12. De este modo el Espíritu Santo es el verdadero guía y director: cuando viniere Aquél, el Espíritu de Verdad, os guiará hacia la verdad completa. (Jn 16,13).

Así lo entendieron los santos: "El principal agente, y guía y movedor de las almas en este negocio, no son ellos (los directores espirituales), sino el Espíritu Santo, que nunca pierde cuidado de ellas"7[7]. Así lo vivieron muchos de ellos: "He dicho que Jesús había sido ‘mi director’"8[8].6

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13. -Dios es el autor principal del corazón recto, pero requiere, normalmente, la ayuda ministerial y subsidiaria de la dirección humana.

14. El director espiritual no es Director en sentido primario y absoluto, sino en sentido relativo y subordinado. Debe enseñarle al dirigido que se deje guiar por Dios. Por eso el error fundamental del sacerdote es creerse el Director principal. El verdadero director de almas, por el contrario:

- debe sentirse como un instrumento en la obra que hace Dios

- no debe imponer "a-priori" sus orientaciones,

- debe tener gran prudencia, pues no conoce de antemano los planes de Dios

- no debe formar al dirigido para él, para el proyecto que él sueña.

Capítulo 2: La dirección espiritual en sí misma 

15. La dirección espiritual abarca desde el consejo amigable y ayuda transitoria que se le puede dar a quien está espiritualmente necesitado, hasta la dedicación habitual y plena prestada a quien la busca como orientación vital, es decir, hasta el oficio de dirigir, aplicado plenamente, a una persona que se somete a dirección. Por eso es conveniente matizar la expresión "dirección espiritual", viendo sus diversos modos de concreción:

- la ayuda direccional, al modo de consejo amigable, ayuda transitoria pero espiritual.

- la dirección de una persona aun cuando sea circunstancial.

- el ministerio eclesial de dirección espiritual. 

Artículo 1: Ayuda direccional 

16. Entendemos por ayuda direccional toda forma de cultivo interno y sapiencial de la disposición de entrega ilimitada al servicio cultual de Dios. 

El Sujeto de dirección 

17. Es un fiel cristiano animado por un impulso interior de entrega ilimitada al servicio de Dios hasta el sacrificio de sí mismo. Se trata de un hombre bueno y justo que quiere justificarse aún más; de un

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hombre cuya voluntad se mueve directamente hacia Dios por la moción divina. Cuando esta moción mueve a todo el hombre con moción vital recién entonces el hombre es espiritual y se puede hablar propiamente de dirección espiritual; antes, a lo más, se trata de una dirección moral.

18. Esto supone que el dirigido se entrega, se deja tomar por Dios, pero también se deja dirigir y ayudar por el hombre. Si no se somete espontáneamente no se puede hacer dirección espiritual Lo mismo si no hay liberalidad.

19. La ayuda direccional consiste en alentar al alma para que crezca en la disposición oblativa y en ayudarle a superar las dificultades internas que se oponen a la guía de Dios. Si se privilegia otro fin se corrompe la dirección espiritual como por ejemplo cuando se da primacía al conocimiento experiencial, haciendo de la dirección espiritual una especie de gnosis cristiana. Del mismo modo, se distorsiona la dirección espiritual cuando se la hace consistir en ciertas lecturas, oraciones o prácticas ascéticas. Estos últimos elementos deben ser integrados armónicamente en la vida espiritual de cada dirigido. 

El campo de cultivo 

20. El campo de cultivo es la Vida Interior. Se trata de un trabajo sobre la interioridad espontáneamente abierta. La dirección espiritual busca auxiliar la conciencia misma. Ella es el ojo de la vida espiritual: Como miran los ojos de los siervos a la mano de su señor... así nuestros ojos a Yahvé (Ps 123, 2). La lámpara del cuerpo es el ojo. Así que si tu ojo está bueno, todo tu cuerpo estará iluminado; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará tenebroso (Mt 6,22-23)9[9].

21. Puede haber en el hombre espiritual, cierta ceguera o ilusión deformantes. Es por eso que se hace necesario formar una sana conciencia iluminada por la fe, que refleje los juicios auténticos de Dios, tan distintos de los juicios humanos. Hay que formar la conciencia, y esclarecer el juicio moral. Una conciencia bien formada es recta y veraz. Formula sus juicios según la razón, conforme al bien verdadero querido por la Sabiduría del Creador10[10].  

Artículo 2: El ministerio de dirección en la Iglesia 

22. En este tipo de dirección espiritual, el director es una persona que ejerce la dirección con un cierto reconocimiento oficial por parte de la Iglesia, y el dirigido es un fiel que acude al director pidiéndole que se quiera encargar, por un cierto tiempo, de su vida espiritual. Se

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trata de un contacto periódico mediante el cual el fiel se deja guiar por el director.

23. Es una especie de pacto por el cual:

- El dirigido abre su corazón para dejarse dirigir sinceramente;

- El director guía con seriedad en el camino de la perfección cristiana.

24. El Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que en la formación de la conciencia de los fieles es necesario "el testimonio o los consejos de otros"11[11].

25. El director, de suyo, no puede mandar; él sólo aconseja "aunque autoritativamente" (exige verdadera obediencia, aunque sin obligación bajo pecado).

26. La dirección debe ser sapiencial. No basta la instrucción, debe ser al modo de osmosis, por cercanía personal afectiva. El director debe ser un verdadero maestro, que posea sapiencia, no mera ciencia.

27. Nunca se insistirá suficientemente sobre el peligro de deformaciones que pueden aparecer en la dirección espiritual. La dirección espiritual suele viciarse:

- por el espíritu de dominio (cuando el director impone sus elecciones o sofoca la responsabilidad del dirigido. Más peligroso aún en la dirección de las mujeres: "me gustaría que hicieses esto...").

- cuando aconseja algo según su gusto, al margen de la voluntad de Dios.

- por vanidad del director, que suele viciar su eficacia;

- por la afectividad humana descontrolada: amistades demasiado humanas que pueden llevar a celos, susceptibilidades, etc. En estos casos se aplica aquello del Evangelio: Si un ciego guía a otro ciego... (Mt 15,14).

28. La Iglesia recibió de Cristo el encargo de conducir a cada uno de los fieles hasta la perfección de que es capaz. En la Iglesia, desde el principio, se dan diversos ministerios12[12] para que los fieles alcancen dicha perfección. Uno de ellos es el ministerio de dirección, que es aquel por el cual la Iglesia confía a uno de sus fieles -ordinariamente sacerdote- la misión de educación, que ella ha recibido de Cristo en 11

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su función "personal-sapiencial" para que la ejercite sobre determinadas comunidades de fieles: Seminarios mayores y menores, Noviciados, Comunidades de Hermanas, Asociaciones de fieles laicos, etc.

29. El ministerio eclesiástico de dirección abarca el conjunto de la educación espiritual en todos sus aspectos. Jesucristo no quiso que quedaran huérfanos13[13]. De allí la solicitud "materna" de la Iglesia, que se ejercita principalmente a través de la dirección espiritual de sus ministros. 

Artículo 3: Necesidad de someterse a la dirección

30. No es necesidad absoluta, sino necesidad de medio normalmente necesaria para alcanzar la perfección, del que no se puede prescindir arbitrariamente sin temeridad.

El mismo San Pablo, luego de su conversión camino a Damasco, fue encomendado a un guía (Ananías) por el mismo Cristo14[14].

31. Por otra parte, es el consejo de numerosos santos. Por ejemplo, San Bernardo:"Quien se constituyese en maestro y director de sí mismo, se haría discípulo de un necio.... No sé qué pensarán los demás sobre esto; mas de mí sé deciros, por propia experiencia, que me es mucho más fácil dirigir a muchos otros, que a mí solo"15[15]. O también San Vicente Ferrer: "Nunca Jesucristo otorgará su gracia, sin la cual nada podemos hacer, a quien teniendo a su disposición un varón capaz de instruirle y dirigirle, desprecia esta ayuda, persuadido de que se bastará a sí mismo y de que encontrará por sí solo lo que es útil para su salvación"16[16]. Por el contrario, "quien tuviere un director, al cual obedezca sin reserva y en todo, llegará mucho más fácilmente y pronto que por sí solo, aunque fuere de ingenio muy despierto y tuviere a mano sabios libros de materia espiritual"17[17].

32. La dirección espiritual es necesaria también en nuestros tiempos. Así lo recuerda el Papa Juan Pablo II: "En la propia vida no faltan las oscuridades e incluso debilidades. Es el momento de la dirección espiritual personal. Si se habla confiadamente, si se exponen con sencillez las propias luchas interiores, se sale siempre adelante, y no habrá obstáculo ni tentación que logre apartaros de Cristo"18[18].  

Capítulo 3: La formación del director espiritual en cuanto tal: cualidades del director espiritual 13

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33. El director espiritual debe ser, ante todo, "padre". Y para cumplir con las obligaciones de buen padre es preciso que el director rebose de caridad. Dicha caridad se pone de manifiesto en la bondad para recibir a todos, sin acepción de personas; en la capacidad de escuchar con mansedumbre y paciencia; en la bondad para reprender sin molestar; en una palabra, en el amor paternal. 

Artículo 1: Cualidades técnicas 

34. Como bien afirma San Francisco de Sales, el director "ha de estar lleno de caridad, de ciencia y de prudencia; si careciere de cualquiera de éstas, habrá peligro en la dirección"19[19]. Además de la caridad, reina de las virtudes, el director, debe poseer algunas cualidades que se ordenan específicamente a la dirección espiritual. Santa Teresa de Jesús ha señalado con precisión las cualidades técnicas que ha de tener un buen director espiritual; éste debe ser sabio, discreto y experimentado. Dice la Santa: "así que importa mucho ser el maestro avisado, digo de buen entendimiento, y que tenga experiencia; si con esto tiene letras, es grandísimo negocio"20[20].

De modo semejante, se expresa San Juan de la Cruz: "y adviértase que para este camino, a lo menos para lo más subido de él y aún para lo mediano, apenas se hallará un guía cabal según todas las partes que ha menester, porque además de ser sabio y discreto, es menester que sea experimentado"21[21].

35. [Primera cualidad: ciencia]. La ciencia del director espiritual ha de ser lo suficientemente vasta cuanto lo exige su oficio. Aparte del conocimiento profundo de la teología dogmática -sin el cual se expone a errar en la misma fe al emitir su juicio sobre un fenómeno sobrenatural- y de la teología moral -sin el cual ni siquiera podrá desempeñar convenientemente el oficio de simple confesor- ha de conocer muy bien la teología espiritual: en qué consiste la perfección; a quiénes y de qué manera obliga; cuáles son los obstáculos que hay que remover y los elementos positivos que es preciso fomentar. Ha de conocer particularmente todo lo relativo a la vida de oración: sus diferentes tipos y grados, las pruebas que Dios suele enviar o permitir en almas que llevan vida de oración (arideces, asaltos diabólicos, noches del sentido, del espíritu, etc.), la diferencia entre primeros movimientos, tentaciones, imperfecciones y pecados propiamente dichos; entre "sentir" y "consentir", etc.

36. El director ha de procurar conocer también los principios elementales de la psicología humana: la teoría de los diferentes temperamentos y caracteres, la influencia que haya podido ejercer 19

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sobre el dirigido el medio ambiente en que ha vivido, la educación recibida, etc. Es muy conveniente, también, que conozca los casos anormales, esto es, las enfermedades nerviosas y mentales más frecuentes.

A este efecto parece muy conveniente la implementación de una mejor formación, en el estudiantado sobre la psicología de la personalidad y los problemas psicológicos más frecuentes con que se pueden encontrar los sacerdotes en el ejercicio de la confesión y dirección espiritual. Asimismo, dichos temas deben constituir parte imprescindible de la formación permanente de los sacerdotes. Un medio para ello puede ser la reunión mensual de formación permanente, donde uno de los puntos podría tratar sobre ámbito.

37. [Segunda cualidad: discreción de espíritus]. Es fundamental en el director la cualidad de la discreción de espíritus, esto es, la claridad y penetración en el juicio para distinguir, en cada caso, lo verdadero de lo falso, lo recto de lo torcido, lo conveniente de lo perjudicial. Es una de las cualidades más importantes que debe poseer el director espiritual. Ésta supone prudencia en las decisiones, claridad en los consejos y energía para exigir su cumplimiento.

38. Es necesario, de este modo, que posea un conocimiento cabal de la reglas de discernimiento de los espíritus22[22], para formar e ilustrar las conciencias de sus dirigidos y, de modo especial, para los casos en que le toque dirigir almas en las que aparecen fenómenos extraordinarios o gracias gratis dadas.

39. [Experiencia]. La tercera cualidad de que debe estar adornado el director es la experiencia. Esta experiencia se logra con el contacto con las almas. Siendo tantos y tan diferentes los caminos por donde el Espíritu Santo conduce a las almas a la cumbre de la santidad, es necesario contrastar la propia experiencia con la de otras muchas almas, con el fin de aprender a respetar en cada alma el camino especial por el que Dios quiera conducirla. Gravísima imprudencia cometería el director que pretendiera guiar a todas las almas por el mismo camino, e imponerles indistintamente sus puntos de vista personales, por buenos y excelentes que sean. Nunca se debe olvidar que el verdadero Director es el Espíritu Santo, y que la misión del sacerdote es secundar su acción divina, apartando los obstáculos que se presentan en la marcha y llevando al alma a una fidelidad cada vez más exquisita a las mociones internas de la gracia.

40. La experiencia también se logra con el contacto con los santos a través de sus libros y tratados espirituales, atentos a sus advertencias y consejos para la vida interior.

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Pero también será ideal que el director tenga experiencia personal de las cosas espirituales, que él mismo recorra el camino de las virtudes que invita a seguir, que busque la voluntad de Dios con intensidad y sea de claro discernimiento de espíritu.

41. La ciencia unida al discernimiento y a la experiencia es lo que permite al director conocer bien y "calar" al dirigido con sus dificultades: al "mudo"(que le cuesta hablar), al contradictorio, al obstinado, al "sordo" (que no quiere oír), al escrupuloso, al "vueltero" (que nunca va al grano), al que busca que lo comprendan (y, en consecuencia, cambia frecuentemente de director), al que "supone que el director supone", al que trae la cosa "cocinada", al "psicologista" (que todo lo razona humanamente), al que pretende dirigir al director, al que quiere "pasar el rato", al "picaflor" (que carece de constancia o se queda en las cosas superficiales), al pesimista (que todo lo ve "oscuro"), al que "enrosca la víbora", etc. 

Artículo 2: Cualidades morales 

42. El director espiritual debe contar también con algunas cualidades morales que, sin ser absolutamente indispensables para la técnica de dirección, contribuyen poderosamente a su complemento y perfección. Entre ellas pueden mencionarse:

-Sólida piedad: familiaridad con Dios y vida de oración.

-Celo por la santificación de las almas, a ejemplo de San Pablo, cuyo celo lo impulsaba a hacerse todo para todos a fin de ganarlos a todos23[23].

-Bondad y suavidad de carácter, a ejemplo del mismo Jesucristo, que no quebraba jamás la caña cascada ni apagaba la mecha humeante24[24], y acogía a todos con inmensa bondad y compasión. No olvidar que, como decía San Francisco de Sales, "se consigue más con una onza de miel que con un barril de hiel".

-Desinterés y desprendimiento en el trato con las almas, recordando que "los que conducen las ovejas de Cristo como si fuesen propias y no de Cristo, demuestran que se aman a sí mismos y no al Señor"25[25]. Jamás ha de considerar a los otros directores como rivales o competidores en una misión en la que nadie puede tener la pretensión de tener el monopolio o exclusividad. Deberá respetar siempre la libertad de las almas, amándolas únicamente, como decía san Pablo, "en las entrañas de Jesucristo"26[26].

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43. Para llevar a cabo la entrevista direccional a lo largo de la vida espiritual del dirigido, hace falta en el director otras cualidades como son:

-Afecto cordial y sano con todos los que se acerquen en busca de ayuda.

-Don de entender a las personas.

-Arte de sugerir con sencillez y eficacia.

-Magnanimidad y confianza para cualquier empresa.

-La paciencia de un artista.

-Saber distinguir y no confundir planos: el plano espiritual con el moral o el psicológico, el de amigo con el de superior.

-Dirigir con la propia vida: dando ejemplo continuo y buscando ocasiones propicias (paseos, comidas, comentarios de actualidad) para el diálogo fecundo con sus dirigidos.

-Capacidad de escucha y manifestación de amor y confianza hacia sus hijos espirituales.

-Respecto al dirigido, evitando utilizarlo o coaccionarlo; sin demagogia ni simulación en sus actitudes y consejos.

44. En pocas palabras, el director debe buscar crecer en el conocimiento y amor de las almas encomendadas a él, y en el ejercicio perfecto de la paternidad espiritual. Amar mucho a las almas es el gran secreto para ayudarlas. Recuerde todo sacerdote que lo que él puede hacer en dirección -como así también en confesión- no lo puede hacer nadie más. Por ello, esté siempre dispuesto a aceptar este ejercicio de caridad pastoral. 

PARTE III: MODO DE HACER DIRECCIÓN 

45. La dirección espiritual, en su realización concreta debe entenderse como una entrevista direccional:

-"Entrevista": para expresar un encuentro vivo y un diálogo cordial y sencillo.

-"Direccional": porque es el punto central del ministerio de dirección.

46. Es lamentable constatar que con frecuencia la dirección espiritual se desvirtúe de diversos modos: en una cosa artificiosa; en

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algo meramente nominal o formalista; desviándose a cosas secundarias o quedándose en la superficialidad, sin entrar en materia. 

Capítulo 1: Ejemplo de Cristo 

47. El ejemplo de Cristo es otro. Así lo vemos, por ejemplo, en el encuentro con los discípulos de Emaús27[27]:

- de parte de Cristo su intuición, simpatía cordial, acercamiento confiado, invitación a abrir el corazón y a proponer dificultades (vv.15-17);

- de parte de los discípulos: libertad de proponer sus dificultades, sin convencionalismos (vv.18-24);

- Cristo los escucha sin intervenir, deja que suelten lo que llevan dentro. Después que se han desahogado, comienza a hablar con espontaneidad, se "hace el duro" pero cariñosamente. Enuncia la verdad. La despierta en el corazón de los que ya la conocían, pero la habían olvidado (vv. 25-27);

- adhesión afectiva de los discípulos, que de manera consciente o inconsciente es adhesión al mismo Cristo (v. 29);

- desaparición de la visibilidad humana del director para dejar paso a la fe...a Cristo invisiblemente presente (vv. 30-31);

- conversión entusiasta del corazón a la comunidad, de la que estaban ya alejándose; singular efecto carismático de fervor interior... y Cristo no había dado ninguna orden. Simplemente había despertado en el corazón el deseo espontáneo hacia lo que Él quería obtener (vv. 32-34).

48. La dirección no debe ser sólo de manera negativa, contentándose con escuchar y corregir algún defecto, sino, y sobretodo, encarada positivamente en la adquisición de virtudes, orientando, aconsejando y alentando a las grandes empresas. Pero el, al mismo tiempo, recordando que el dirigido debe vivir por sí mismo la vida espiritual; que el director cumple la función de "muletas" (ayuda a caminar), no de "silla de ruedas".

49. Los directores deberían procurar enseñar con presteza a las almas que solicitan dirección, hacerlo con el mejor orden y provecho posible, sin pérdidas de tiempo ni disgresiones inútiles. Para esto ayuda mucho tener en claro los ámbitos a tratar en dirección:

-La vida espiritual (examen particular, sacramentos, oración y penitencia, práctica de la caridad). En este ámbito es importante 27

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educar al dirigido acerca del modo de confesarse: distinguir imperfecciones o tentaciones de pecados. Asimismo debe advertirle sobre la importancia de no confesar "listas de pecados veniales" sin propósito de enmienda sobre los mismos; se ha de aconsejar la utilidad de asociar la confesión con el examen particular

-Los deberes propios de cada estado;

-La formación doctrinal y espiritual (lectura espiritual, estudio de la doctrina cristiana);

-El apostolado (discernimiento para descubrir la Voluntad de Dios, rectitud de intención, selección y jerarquización de actividades). 

Capítulo 2: En la vida interna del instituto 

Artículo 1: En cuanto a las personas 

50. Todo miembro del Instituto, consciente de que el conocimiento más difícil y el que más se rehuye es el de uno mismo, tenga un Director espiritual28[28], y confíe que por medio de la dirección espiritual será ayudado en la búsqueda de la perfección cristiana. Dios da su gracia a quien usa de los medios ordinarios para la santidad.

51. Se recomienda vivamente a los miembros del Instituto la dirección espiritual con sacerdotes del mismo Instituto, sin quitar por ello la libertad que concede el Código de Derecho Canónico. Las ventajas que se siguen son muchas, entre ellas: la ayuda específica en la búsqueda de la perfección del propio estado, según el carisma y fines del Instituto; la ayuda en la conservación y cultivo del espíritu del Fundador; el "tener un mismo pensar y sentir".

52. En conformidad con el Código de Derecho Canónico29[29], los que son propiamente superiores de casa no pueden asumir dirección espiritual de las almas bajo su directa responsabilidad. Esto les deja mayor libertad en sus funciones, y en la ayuda y corrección de los religiosos en el fuero externo y disciplinar.

53. Todos los sacerdotes de nuestro Instituto están capacitados para la tarea de la dirección espiritual. Por eso, jamás deben dejarse apocar por falsa humildad, escrúpulos o timidez. Teniendo esto en cuenta, procuren los sacerdotes mayores alentar y empujar a los más jóvenes al ejercicio de la dirección.

54. Un sacerdote de nuestro Instituto jamás debe creerse o sentirse dueño de las almas; ni siquiera dar la impresión de tener poder sobre las almas, o de celos por el hecho de que otros hagan dirección. Antes 28

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bien, debe saber derivar las almas a otros sacerdotes cuando sea necesario, y buscar que las almas no se afecten desordenadamente a la propia persona.

55. Todo sacerdote que prevea ser trasladado a otro destino busque con tiempo de aconsejar a las almas por él dirigidas en la elección de un nuevo director. Evitar que, por pudor natural y otro motivo, se demore innecesariamente, quedando las almas sin director por algún tiempo.

56. Tengan en cuenta los miembros del Instituto que la dirección y confesión de los miembros entre sí es una excelente manifestación de la caridad exquisita que debe reinar en la comunidad.

57. En las casas de formación, debe haber sacerdotes que dispongan de tiempo, y, en lo posible, estén libres de tareas ajenas a esa casa, para atender los requerimientos de dirección espiritual -como así también de confesión-. La designación de "directores espirituales" de tales casas será vista por los formandos como una fuerte recomendación a elegir los mismos a sus padres espirituales. Sin embargo, queda siempre la libertad que da el Código de Derecho Canónico de elegir otro sacerdote30[30].

58. Todo sacerdote del Instituto debería tener como prioridad apostólica absoluta la atención y disponibilidad para con sus hermanos en la vida religiosa. Por eso, el fomentar las visitas -especialmente de los que están más lejos y aislados- y ser generoso con el propio tiempo para con los hermanos en el sacerdocio y la vida religiosa es una de las manifestaciones más claras de la caridad exquisita que nuestra familia quiere vivir. 

Artículo 2: En cuanto al ejercicio 

59. Se ha de disponer en todas las casas de tiempos y lugares para la práctica de la dirección -y confesión- como ser, por ejemplo:

-la hora diaria de Adoración al Santísimo Sacramento

-la Liturgia penitencial semanal

-los retiros mensuales

60. El secreto, por parte del director y del dirigido en cuanto a los temas de la dirección espiritual, deberá ser observado estrictamente. Los superiores o personas ajenas deben guardarse hasta de la apariencia de querer conocer alguna materia de dirección espiritual31[31].30

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61. Los directores espirituales deben estar prevenidos de algunas aberraciones que pueden instrumentarse por medio de la dirección espiritual, como ser:

-la ingerencia en el fuero externo de gobierno de las casas del Instituto;

-el prestarse al juego de quienes quieren usar para otros fines lo tratado en dirección;

-el entrar en el juego de quienes cambian fácilmente de director sosteniendo falsas dialécticas; exigir, por eso, motivos de peso y de verdadero provecho espiritual para aceptar un cambio.

62. En las casas de formación, procuren los directores espirituales informarse de los superiores, sobre la marcha de sus dirigidos en orden a una dirección más eficaz. Los superiores, a su vez, procuren estar informados acerca de la práctica asidua de la dirección espiritual por parte de los formandos. Es conveniente que el superior de una casa sepa quién es el director de cada formando, y también comunicar al director noticias habidas en el fuero externo que puedan ayudar a éste en su tarea.

63. En otras casas del Instituto, parece conveniente, cuando y si el Superior lo considerase oportuno, que a requerimiento de éste diga el director si un dirigido hace o no dirección. Esto puede servir especialmente para ayudar a corregir -paternal o fraternalmente- a algún miembro del Instituto. 

Capítulo 3: En el apostolado externo 

64. Obviamente, muchos de los puntos antedichos son plenamente válidos en este ámbito, especialmente en lo que se refiere al ejercicio de la dirección espiritual.

65. En cuanto al tiempo, lugares y medios para el ejercicio de la dirección, se recomienda:

-el Oratorio festivo con niños y jóvenes;

-la Hora Santa establecida en Parroquias, Colegios, Hospitales, etc.;

-los Retiros mensuales de perseverancia para laicos.

66. Parece muy conveniente que los sacerdotes prediquen sobre los beneficios maravillosos de la dirección espiritual y de la confesión frecuente. Insistir, asimismo, a las persona que hacen Ejercicios Espirituales según el método de San Ignacio, que incorporen de modo habitual en la reforma de vida la dirección espiritual.

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67. Los sacerdotes deben estar convencidos que en el trato personal con las almas que se da en la dirección espiritual se cultivan los frutos de santidad más agradables a Dios, y que es allí donde se ayuda al alma a discernir todo tipo de mociones o iniciativas para descubrir la Voluntad de Dios sobre ella.

68. En el ejercicio de la dirección los motivos y criterios para corregir, discernir, sugerir o estimular han de ser siempre sobrenaturales. El director deberá estar especialmente en guardia contra la prudencia de la carne.

69. Finalmente, nuestros sacerdotes y el Instituto todo, debería ser conocido por la práctica pastoral asidua de la confesión y de la dirección espiritual. Que la gente sepa que en todas partes donde haya sacerdotes de nuestra familia religiosa, siempre encontrarán un "padre espiritual". 

PARTE IV: OBJETO DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL 

Capítulo 1: Educación de las actitudes cristianas 

70. La dirección espiritual apunta a formar cristianos, que crezcan hasta la perfección de la medida de Jesucristo. Una cosa es clara e irremplazable: que lo principal para el dirigido ha de ser el amor a Cristo, un verdadero enamoramiento. A su lado ocuparán un puesto importante la Virgen y los santos; en el resto flexibilidad. De modo que se procurará un adaptarse a cada dirigido según las diferencias individuales de cada hombre, de un tiempo y de otro, de los caracteres, de las gracias que Dios distribuye.

71. Es conveniente advertir al dirigido de la tentación, sobre todo al comienzo, de sentir una aparente hipocresía en el trabajo de dirección; de tener la impresión de cierta artificialidad en su conducta. Se debe enseñar que la sinceridad no es la adecuación entre sentimientos y la expresión exterior, sino entre la convicción personal y su manifestación exterior. Si surgieran "sentimientos" que no corresponden a nuestra convicción personal, debe saberse que se trata de "parásitos sin carta de ciudadanía".

72. Por eso debe buscarse que las actividades del dirigido sean cada vez más interiores: las actividades espirituales tienen una eficacia dispositiva, de eficiencia física, no sacramental. Son instrumentales y no principales. No dependen de la ejecución material de ciertos actos. Su obrar debe ser:

-en espíritu: no detenerse en acciones exteriores aunque deba usar de ellas;

-cordial: participar con todo el corazón;

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-con totalidad: es todo el hombre y todas sus manifestaciones que deben transformarse.

73. La dirección espiritual debe apuntar a formar dando unidad a la vida espiritual. A veces se cae en la desviación de pensar que la vida espiritual ocupa solamente una parte de la vida del hombre. Por el contrario, toda la vida debe ser espiritual y sobrenatural. El ser humano alcanza esta unificación de su vida mediante tres actitudes fundamentales: la oración (que le da la dimensión vertical y lo hace "ser de Dios"), la abnegación (que lo hace, de algún modo, "no ser de sí mismo"; es la dimensión de abnegación cristiana, de renuncia exterior e interior; tiene su momento fuerte en la cruz) y el servicio activo a sus hermanos (que lo hace "ser para los demás")32[32].

74. Debe tender, asimismo, a formar la actitud oracional. La dirección espiritual tiene como objetivo el hacer que el dirigido alcance la vida de oración, esto es, que viva en presencia de Dios, que su existencia sea un vivir en oración de petición y en un estado de inmersión en Dios. El fin de la dirección espiritual no es otro que elevar el estado espiritual, la vida de unión con Dios.

75. Debe buscar, también, el formar en la abnegación y mortificación. El director debe explicar, por eso, el concepto evangélico de abnegación e iniciar en el sentido de la Cruz hasta que el dirigido alcance la "Sabiduría de la Cruz", según la entendieron los grandes santos, como San Juan de la Cruz y San Luis María Grignion de Montfort.

76. Finalmente, la dirección espiritual debe tener como objetivo el formar en la edificación de la Iglesia. El director no debe perder de vista que la santificación se da siempre en la Iglesia y buscando el bien de la Iglesia. El dirigido no es un alma aislada sino que pertenece a una comunidad eclesiástica concreta, y es parte del Cuerpo Místico de Cristo. Por eso la dirección apuntará a formar en él la dimensión apostólica y misionera, alimentando las ilusiones de llevar el Evangelio a todas las gentes, para que todos crean en Cristo33[33]. 

Capítulo 2: El discernimiento de espíritus como objeto de la dirección espiritual 

77. El progreso de la vida espiritual se manifiesta en una fidelidad cada vez mayor al beneplácito de Dios sobre el hombre, no sólo en lo que se refiere a la elección de estado de vida una vez, sino también en todos los casos particulares, de modo que el fiel vaya captando la voluntad de Dios en los distintos momentos y la vaya poniendo por obra diligentemente. Uno de los aspectos de la dirección espiritual debe ejercitar en el dirigido es el de distinguir "los signos de Dios", ya 32

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sean los objetivos ("los signos de los tiempos"), ya sean los subjetivos (las mociones interiores).

78. En la dirección espiritual hay que introducir al dirigido en el "discernimiento de los espíritus", esto es, ayudarle a que tome conciencia de cómo en el desarrollo de su vida interior, se presentan ciertos estados anímicos, inclinaciones, deseos, proyectos o tentaciones. El director debe orientar al dirigido indicando el posible origen de estos fenómenos y dando normas concretas y precisas para discernir y obrar en cada caso34[34].

79. Asimismo el director ayudará a su dirigido en el discernimiento en los momentos de especial dificultad en la vida espiritual. Deberá atender y purificar todo lo referente a la vocación y a los carismas especiales; detectar posibles ilusiones espirituales y ayudar en las crisis de crecimiento, ya personales, ya apostólicas. 

Capítulo 3: Atención en casos de enfermedades del alma 

80. Como "médico de almas" el director ha de saber distinguir las distintas enfermedades del alma:

- Las enfermedades totalmente espirituales, como la tibieza o mediocridad espiritual.

- Las enfermedades espirituales de base fisiológica, como las depresiones, la irascibilidad, apatía espiritual, etc.

- Las enfermedades espirituales de implicación psicológica, especialmente la perplejidad de conciencia en materia de castidad y de escrúpulos.

[1] OT, 8. [2] PO, 18. [3] PC, 18. [4] Cf. GE, 10. [5] Const. [439]. [6] Cf. Jn 4,23. [7] S. Juan de la Cruz, Llama de Amor viva 3,46. [8] Santa Teresa del Niño Jesús, Historia de un alma, cap. VII. Obras completas, Ed. Monte Carmelo, Burgos, 1975. [9] Puede verse también Ef 4,17-19. [10] Catecismo de la Iglesia Católica, 1783. [11] Ibidem, 1785.34

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[12] Cf. 1 Cor 12,5. [13] Cf. Jn 14,18. [14] Cf. Act 9,6. [15] Epist. 87,7. [16] De Vita spirituali, p.II, c.1. [17] Ibid. [18] Carta a los seminaristas de España, Valencia 8/XI/82. [19] Introducción a la Vida Devota, p. I, c. IV. [20] Vida, 13,16; cf. 5,3; 13,14; 25,15; Camino, c.5. [21] Llama, c.3, n.30. [22] De modo particular las dos series de Reglas -para la primera y para la segunda semana- que San Ignacio proporciona en su Libro de los Ejercicios. Cf. EE, [313-336]. [23] Cf. 1 Cor 9,22. [24] Cf. Mt 12,20. [25] San Agustín, Tract. 123 in Io. [26] Cf. Fil 1,8. [27] Cf. Lc 24,15-34. [28] Cf. CIC, c. 630 §1; 719 § 4 [29] CIC, c. 630 §§ 1.4 [30] CIC, c. 630 § 1. [31] Cf. CIC, c. 220. [32] Cf. LG, c.5, n.42. [33] Por razones técnicas, los modos que corresponden a los parágrafos 77-80, elaborados por los Padres Capitulares, se extraviaron. Los aquí colocados corresponden al mismo contenido, pero como su redacción actual no fue sometida a votación, se los introduce quedando los mismos ad referendum del próximo Capítulo General. [34] Mucho ayudará para esto recomendar al dirigido la realización de ejercicios espirituales según el método de San Ignacio.

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