dimensión política del perdón. jesús sanz

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  • 8/17/2019 Dimensión Política del Perdón. Jesús Sanz

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    PERDONAR ES HACER LAS PACES: DIMENSIÓN POLÍTICA DEL PERDÓN2000 

    Hasta hace poco tiempo el perdón se había reducido sólo a lasrelaciones interpersonales o familiares; en el campo político y social lo que

    debía primar era la justicia y no el perdón. Sin embargo, el perdón se estáconvirtiendo en un tema de gran actualidad en el campo público y político.Pues, desde hace unos años, más allá de las medidas de gracia que concedíael poder a determinados condenados en circunstancias específicas, ha idosurgiendo lo que se ha llamado Αpolíticas de perdón y de reconciliación, quehan estado muy presentes en las transiciones de un régimen a otro, tantoen Europa, como en Latinoamérica y Sudáfrica...

    Ahora bien, esta aparición del perdón y de la reconciliación en elámbito político está revestida de una gran ambigüedad, ya que en muchoscasos se convierte en una especie de ocultamiento de la impunidad, del

    predominio de la ley del más fuerte. Ahí están los debates sobre la Αmnistía- amnesia y los indultos. Pero, a pesar de todo, hay que reconocer que losconflictos humanos sólo se resuelven de raíz, cuando más allá de la justiciaentra en escena el perdón y la reconciliación. La dinámica del perdón tieneuna gran virtualidad pública, pero, a la vez, es necesario analizar y señalizarlas condiciones, que hacen moral y fecundo el perdón y lo liberan defunestas y dolorosas manipulaciones.

    El proceso del perdón y de la reconciliación como proceso detransformación profunda es complejo, pues incluye aspectos legales,políticos, psicológicos, culturales, morales, religiosos... Los problemas son

    difíciles y delicados. Dentro de la complejidad nos encontramos con lassiguientes cuestiones: )Qué se entiende por perdón? )Qué papel juega elperdón en la vida pública? )Qué relación tiene con la justicia? )Cómo sepuede armonizar el Derecho penal con el perdón?

    La perspectiva en que me voy a situar es la teologal, es decir, desde la feen el Dios revelado en Jesucristo, siendo consciente de las serioscondicionamientos actuales, como por ejemplo:

    - El oscurecimiento de la conciencia religiosa y su pérdida relevancia socialhan debilitado el sentido de pecado, a lo que hay que añadir lo que sesuele llamar Αla irresponsabilidad colectiva: nadie se siente responsable

    ni culpable de que las cosas no vayan bien.- El debilitamiento de lo gratuito en beneficio de las relaciones basadas en

    la justicia, característica de la cultura de la modernidad. El perdón esvisto como un planteamiento ingenuo e inoperante.

    - El perdón en general se ha solido plantear en el ámbito religioso yreducido a lo privado: Dios y el individuo.

    - El perdón no tiene fácil encaje en nuestra vida social y política, ya que elambiente que nos rodea está muy contaminado por la injusticia, laindignación, la venganza y el castigo. Nuestra vida social está muy

    marcada por una gran dosis de agresividad, violencia, por la ley del másfuerte, por la mentira, por el ocultamiento de la verdad...

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    I.- QUÉ SE ENTIENDE POR PERDÓN?

    La gran cuestión básica es analizar y clarificar el concepto de perdón,pero no se va una definición, sino describir ciertos rasgos que nos permitantener una imagen suficientemente rica y llena de matices. He aquí esosrasgos:

    El perdón como fuerza liberadora y sanativa. ΑNada sana sino se perdona (Geiko Müller- Fahrenholz). Perdonar y sentirsenecesitado del perdón son exigencias del amor y pertenecen auna gran necesidad de la persona humana. Pues, el ser humanoes débil, cargado de limitaciones, miserias, es un pecador. Elperdón rompe con la espiral de ofensa - venganza y permiteempezar algo nuevo. El perdón es posibilidad humana derealización, ya que perdonar y recibir el perdón es contar conla posibilidad de enmendar la vida, de reconstruir la propiahistoria, de cambiar a mejor las relaciones con uno mismo ycon los demás.

    El perdón se apoya en una clave fundamental: es un acto defe en la bondad y en las posibilidades de cambio que existen en cadaofensor; se cree que el pasado no determina las posibilidades de futuro, yaque no queda para siempre encasillado por el pasado; cree que Dios lequiere, le ha perdonado y sigue presente y activo en su vida.

    El perdón es el pan de la comunidad, por él se restablece la comuniónal ser fuente de unidad precisamente porque a todos nos hermana elpecado. ¿Quienes pueden acusar a aquellos a quienes Dios perdona?

    Perdonar no es olvidar. La historia humana es una historia marcadapor la violencia y ha sido escrita desde el punto de vista de los vencedores.El perdón es una llamada a la verdad sangrante, pero verdad, y esto suponetratar de escribir de nuevo la historia, pero a partir de aquellos cuyosnombres fueron olvidados para siempre. El perdón no es olvido, pero elperdón sí que sana la memoria. Para el cristiano es un recordar a Jesús,pero Jesús fue incluido entre los condenados injustamente y muerto fuerade la ciudad. Su historia no es la de un vencedor; lo rechazaron lospoderosos de su tiempo, y, aunque ha sido constituido Mesías por suresurrección, no deja de ser un rechazado. Los expulsados de la historia porlos vencedores se reconocen en Jesús, siervo de Yahvé, y reconociéndose enÉl, confiesan que también Dios fue expulsado, que su sitio está ahora fuera

    de la ciudad, que su destino terrestre está con los oprimidos. Mientras lahistoria de los vencedores se base en el rechazo, el Dios de Jesús no tienesitio en el mundo.

    El perdón no es olvido, sino que requiere la memoria histórica, entreotras cosas, porque así rompe la lógica de los poderes del mundo, se oponea que la historia siempre la escriban los vencedores. La memoria, entendidacomo Αmemoria pasionis, se convierte en recuerdo subversivo, peligroso,que demanda justicia para las víctimas, critica el orden establecido eimagina un futuro inédito. De este modo, el perdón se convierte en la fuerzamás eficaz para purificar la memoria histórica. El creyente no debe olvidar,

    por el contrario debe recordar que está perdonado. El olvido anula lasrelaciones con el pasado, mientras que el perdón conserva el pasado

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    perdonado en el presente purificado.

    Perdonar es una decisión a favor de un futuro diferente, pero sinolvidar. La expresión: Αno basta con perdonar, también hay que olvidar ,

    encierra sin duda una cierta sabiduría, en el sentido de que si mantenemosvivas todas nuestras viejas enemistades, la sociedad sería mucho másconflictiva de lo que es. Todos sabemos las repercusiones que han tenidociertas heridas no olvidadas. Sin embargo, ignorar o exhortar a olvidar elpasado equivale a trivializar lo ocurrido, a menospreciar a la víctima. Poreso, toda esta cuestión quedaría mejor formulada de la siguiente manera:Α perdonar no consiste en olvidar, sino en recordar de una manera diferente .Se trata de un recuerdo, que ya no está cargado de rencor, resentimiento,venganza. El perdón pone de manifiesto que la víctima es ahora unacriatura nueva y se halla en situación de poder imaginar un futuro diferente

    al impuesto por el pasado. Perdonar es cambiar el futuro, yaque se acepta lo sucedido, pero no como la última palabraacerca de sí mismo y del otro.

    Perdonar no es renunciar a la justicia. La vida social en lassociedades democráticas se apoya en el reconocimiento de los valoresdemocráticos, en los derechos humanos como pautas sobre las que ha deconstituirse la convivencia pacífica, y que ésta ha de basarse en la justicia.Pero la justicia puede articularse con la misericordia y el perdón. ΑLaexperiencia del pasado y de nuestros tiempos demuestra que la justicia por sísola no es suficiente y que, más aun, puede conducir a la negación y alaniquilamiento de sí misma, si no se la permite a esa forma más profunda que

    es el amor plasmar la vida humana en sus diversas dimensiones  (Juan PabloII, ΑDives misericordiae, 12)

    Ya sabían de ese peligro los romanos, cuando enseñaban que la justicia estricta puede llegar a convertirse en la más fragante injusticia:ΑSummum jus, summa injuria , ΑTal afirmación, continúa el Papa, nodisminuye el valor ni atenúa el significado del orden instaurado sobre ella. Elperdón no es sinónimo de tolerancia de la injusticia, pero vamás allá de la justicia. El perdón como toda exigenciaevangélica no deslegitima el orden social, no anula lajusticia, pero la justicia sola no es suficiente. El perdóncomplementa y amplía la justicia, humanizándola. En el perdónel amor y la justicia, lejos de rivalizar entre sí, secomplementan. La justicia ha de articularse con la

    misericordia y el perdón (Juan Pablo II). ΑPedir perdónmientras se perpetúa la injusticia es vivir en la ficción.Luchar por la justicia sin estar también dispuesto a ofrecerel perdón supone invalidar la lucha (Kennet Kaunda, expresidente de Zambia).

    El perdón no es laxismo. El perdón aspira a cambiar al otro,no a dejarlo como está. El auténtico amor no es renunciar a lajusticia. Al contrario, el auténtico perdón ha de iracompañado de una lucha inequívoca contra la injusticia,

    defendiendo los derechos atacados. El cristiano debe perdonartanto al pecador como al pecado, y perdonar el pecado de la

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    realidad (pecado estructural) es cambiarla, es sustituir lainjusticia por la justicia, la opresión por la libertad, elegoísmo por el amor, la muerte por la vida. Perdonar el pecadodel mundo es erradicarlo. Sin liberación no cabe una verdadera

    reconciliación. Pues, ésta sólo es posible, si se reconoce laviolencia cometida y se erradican las condiciones, lasestructuras y los procesos que la permiten y promueven. Poreso, resulta engañoso plantear un proceso de reconciliaciónsocial a costa de la justicia. La justicia junto con la verdadson presupuestos del perdón.

    Se perdona al ofensor, pero se detesta y se combate la injusticia. Elamor al enemigo de ninguna manera implica que uno encuentre menosaborrecible el mal (Rom. 12, 9). La existencia y seriedad del mal es la razónverdadera de que haya enemigos. Y este mal, que es la fuente de laenemistad, es detestado en razón del amor al enemigo. El odio no se dirige a

    las personas, sino a las obras (Apoc. 2, 6). Si uno es ignorante o insensibleante el mal real en el mundo, en su enemigo y en sí mismo, entonces noconocerá como amar a su enemigo, porque escasamente percibirá suenemistad; el amor auténtico consiste en detestar el mal y adherirse al bien(Ro. 12, 9).

    La indignación y la cólera son reacciones normales y hasta necesariasante el sufrimientos injustamente infligidos. ΑLa ira puede ser destructiva,pero también sabemos que es una forma de conocer la profundidad delsufrimiento. Renunciar a expresar la ira, que brota de la violencia, es noreconocer el sufrimiento padecido y, si no lo reconocemos, no podemos

    construir un nuevo relato.Es iluminadora la distinción, que hace J. Sobrino, entre perdonar al

    pecador y perdonar la realidad, esto es, sanearla. )Qué significa perdonar elpecado y perdonar al pecador?.

    * El perdón de la realidad: pecado objetivo.  Perdonar la realidad eserradicar el pecado de la realidad y esto se hace luchando contra elpecado. Luchar contra el pecado significa denunciarlo , dar voz a losofendidos, pues el pecado tiende a ocultarse; desenmascararlo,  puestiende a justificarse; hacer que aflore   el sufrimiento infligidoinjustamente. Luchar contra el pecado es destruir los ídolos de la muerte,

    construyendo estructuras de justicia.

    El perdón de la realidad supone buscar la justicia para que todospuedan vivir, en concreto, defender a los pobres. Para erradicar el pecadodel mundo se exige cargar con él, esto es, encarnarse en el mundo delpecado, en el mundo de los pobres; dejarse afectar por su pobreza ycompartir su propia debilidad, solidarizarse con ellos y con su causa. Elpecado no se erradica desde fuera ni oponiéndole otro poder. Sólo lo puedenperdonar los que han cargado con el pecado del mundo. Ahora bien, loasume no allí donde es pecado (al nivel de explotadores, opresoresviolentos), sino únicamente al nivel de víctima; no a nivel de injusticia

    causada, sino de injusticia sufrida. 

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    * El pecado de los pecadores.  La realidad del pecado es fruto de lospecados de los seres humanos. Están los ídolos de la muerte, perdonarlossignifica erradicarlos. Éstos tienen sus agentes que asesinan. En estos

    casos el perdón es un gran amor, que sale al encuentro del pecador parasalvarlo. Es un amor que quiere convertir el mal en bien allá donde aquelse presente. El perdón busca la recreación del pecador. Este perdónpresupone una visión de Dios y del hombre. Supone creer en la fuerzatransformadora del amor. Cree que para sanar al pecador de raíz ningúnotro mecanismo tiene el poder específico del amor. Esta es la finalidad delamor: llegar a entrar en comunión y la sabiduría nos dice que ahí no sellega sólo con la estricta justicia.

    El perdón tiene una dimensión individual y social.  Ladimensión individual es imprescindible y acontece cuando se lograrestaurar la humanidad desgarrada de la víctima y vuelve a ser sujeto de supropia historia. Este nivel individual hace referencia sobre todo a la víctimao los familiares de la víctima. Su característica es el perdón sinpreocuparse de los aspectos sociales, jurídicos o políticos,simplemente se perdona. 

    Pero también tiene una dimensión social, ya que hay actosde injusticia tales que no sólo la persona afectada, sino todala sociedad e incluso la humanidad en su conjunto, la queadquiere la condición de víctima, ya que toda ella ha quedado

    damnificada. Aquí cabe aplicar la afirmación del Talmud: Αelque destruye una sola vida, es semejante al que destruye un

    mundo entero . El perdón y reconciliación social lo define José Zalaquett,que presidió la Comisión de Verdad y Reconciliación de Chile, así: ΑEl

     perdón, la reconciliación deben ser considerados como un proceso dereconstrucción del orden moral que resulta mucho más beneficioso que elcastigo . El perdón y la reconciliación son un proceso que implica a toda lasociedad y tiene que ver con la construcción de una sociedad más justa ysegura, en la que estén presentes las bases para que la violencia vivida en elpasado no vuelva a desatarse en el futuro.

    Las dos, la individual y la social, tienen un cierto grado deinterdependencia. La social depende de la existencia de un cuadro deindividuos reconciliados, pero esto no es suficiente para la social. Ésta exigealgunos elementos más, como por ejemplo: una cultura del perdón, de latolerancia, de la no - violencia, de la paz, unas estructuras renovadas.... Poreso, la reconciliación social, a su vez, es necesaria para asegurar a largoplazo la pervivencia y florecimiento de personas reconciliadas.

    El perdón y la reconciliación es más una espiritualidadque una estrategia. El perdón y la reconciliación no puedenreducirse a una mera realidad técnica, ni administrativa, queno se excluyen, deben también intervenir, pero tiene más deespiritualidad que de estrategia administrativa. Para elcristiano parte del reconocimiento de la acción reconciliadoray del perdón de Dios en nuestra vida, en la comunidad y en

    toda la humanidad. Dios ya nos ha perdonado a todos. Estaespiritualidad ha de integrar estos aspectos: el nivel estructural:

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    relación entre erradicación del pecado y el perdón del pecador, y otro, elnivel de la vida cotidiana.

    * Nivel estructural.  Hay que amar al pecador, pero el pecado hay que

    erradicarlo, y eso objetivamente es un atentado contra el pecador. Laliberación de la opresión implica la destrucción del opresor en cuantoopresor. Y esto es una tarea difícil y delicada, pero no puede serabandonada por amor a los oprimidos. Por amor hay que acoger alpecador, perdonándole, pero dicho amor implica también estar dispuestoa imposibilitarle sus frutos deshumanizantes para otros y para él mismo.El amor a los enemigos no significa que no se tengan, ni significa que seniegue que son enemigos, ni quiere decir que se eviten conflictos con losotros, ni que no debamos entrar en confrontación con ellos; puede serque tales hechos sean el único camino eficaz para cambiar las

    situaciones, para derribar a los ídolos de sus tronos. Los que mantienenuna situación generadora de sufrimiento injusto, de asesinato, sonenemigos de todos. Por eso, la única forma de amar a todos, incluidos losenemigos, es comprometerse en la lucha para derribar el sistema quecrea enemigos. Este parece que fue el talante de Jesús; ama a losoprimidos, estando con ellos; y ama a los opresores, estando contra ellos.De esta forma, Jesús es para todos.

    * La vida cotidiana. Son los pecados que se dan en la comunidad, en eldía a día: manifestación de dominio, de imposición, de opresión, de noaceptar al otro como distinto; es actuar en pequeño, lo que realizan los

    grandes opresores, y, en cierto modo, nos solidarizamos con el pecado delmundo. Ambos niveles se relacionan.

    Esta espiritualidad total del perdón es una espiritualidad deliberación, Αlibres para amar. Sólo pueden perdonar de raíz los liberados,los que han experimentado el amor gratuito y el perdón de Dios y de loshermanos. Resulta difícil perdonar, cuando no se ha experimentado elperdón. Para ello, hay que reconocerse pecadores y necesitados deperdón.

    Como síntesis conclusiva,  el perdón se puede describircomo una actitud que posibilita la progresiva humanización delser humano tanto de quien lo ofrece como de quien lo recibe; através de él reconocemos la común condición humana, lasolidaridad en la miseria y en la dignidad de todas las personas y el amor al ser humano. El perdón tiene un caráctercomunicativo y, por eso, su forma más acabada es fruto deldiálogo, del reconocimiento mutuo entre la víctima y elvictimario y se manifiesta en la reconciliación: víctima -autor, que pone fin al conflicto suscitado.

    Para alcanzar la meta de una convivencia reconciliada,enraizada en los valores democráticos, que se sustente en elrespeto escrupuloso de los derechosa humanos, será necesario,como fruto del diálogo y del reconocimiento mutuo, asumir laresponsabilidad, por parte de los victimarios, por los dañoscausados, reconocer los derechos humanos y los valoresdemocráticos, como pautas sobre los que ha de constituirse en

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    el futuro la convivencia; una convivencia, en la que sea posible a todos, sin exclusión, el acceso a los bienessociales, de forma que en condiciones de libertad e igualdad podamos desarrollarnos personalmente. 

    II. EL PERDÓN Y EL PROYECTO DE DIOS REVELADO POR JESÚS.

    El perdón es un elemento esencial de la experiencia de Dios, que Jesús promueve. Jesús habla y actúa en nombre de Dios Padre, cuyaexperiencia de amor revela y comunica. Todo cristiano confiesa que el Diosde Jesús no guarda rencor de las faltas de los hombres; Dios no acusa aninguno de los suyos. La biblia reserva a Satán el nombre de acusador. Lasrelaciones de Dios Padre con los hombres están basadas en un amorentrañable, gratuito, misericordioso, que se expresa en el perdón. Así se nosrevela en las parábolas (Mt. 18, 21-33; Lc. 15). La vida del cristiano para Jesús tiene como modelo este amor gratuito de Dios. La expresión sublimedel amor gratuito, que nace de la experiencia de Dios, es el perdón. Según elsermón de la Montaña, el perdón es un aspecto esencial del amor a losenemigos, y es lo que más nos identifica con un Dios amor (Mt. 5, 38-48; Lc.6, 27-35).

    Esta doctrina y postura de Jesús revela su gran novedad encomparación con la actitud judía respecto a la ley del talión (Mt. 5, 38-42;Ex. 21, 23-25; Lev. 24, 19-20). Esta ley supuso un avance moral respecto ala venganza privada y arbitraria, en la medida que afirma la responsabilidadpersonal, la igualad de todos ante la ley, la proporción entre pena y castigo. Jesús no pretende cambiar códigos. No declara abolida una ley, que es la

    base de toda sociedad organizada, pero sí afirma que esta base no essuficiente ni definitiva, para que los hombres vivan en paz y, por eso, pide asus seguidores un comportamiento que vaya más allá de ella; pide que sesuperen las exigencias de la mera justicia.

    La actitud de Jesús ante la adúltera (Jn 8, 1-12) es reveladora yesperanzada. Jesús no discute la ley, no se rebela contra sus exigencias,pero se opone a las condiciones de su aplicación. Si nadie perdona a estamujer, )quien podrá ser perdonado? )Será necesario eliminar a todos lostransgresores para una coexistencia pacífica? )El que está sin pecado tienepoder para absolutizar la justicia de la ley? )No desembocamos en la

    violencia extrema?, ya que si todos se hubieran creído justos, la mujerhubiera perecido. La ley se hace cruel, cuando está en manos de gentevirtuosa. Jesús en la adúltera rompe el círculo entre violencia y virtud; entreviolencia y ley; niega a la justicia la última palabra; le niega su carácterabsoluto, ya que mata el futuro. La vida no es producto de la justicia legal.

    Perdonar y ser perdonado. 

    El perdonar y pedir perdón son exigencias, que dimanan del amor. Elperdón sólo se consume cuando es aceptado. Es una exigencia evangélica elreconocimiento de la necesidad de ser perdonado y de aceptar el perdón.Sólo así se renace de nuevo. Un gran obstáculo de la cultura actual es latentación de inocencia. Resulta difícil perdonar, cuando no se ha

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    experimentado el perdón. Esta experiencia es el punto de partida de unaespiritualidad del perdón. Pero esta experiencia no es posible cuandodesaparece el sentimiento de culpa. Exista una íntima relación entre la

    necesidad de ser perdonado y la disposición a perdonar; entre el perdóndivino y el perdón humano.

    III. DIMENSIÓN POLÍTICA DEL PERDÓN.

    ¿Qué puede aportar el cristianismo en cuanto tal a que se promueva el perdón y la reconciliación como un valor positivo de humanización y de pacificación en nuestra sociedad pluralista, laica y marcada por escandalasinjusticias, por la violencia y el crimen?  

    La moral evangélica nos proporciona unos valores y unasperspectivas, que iluminan y orientan la determinación de las mediaciones ylas motivaciones concretas que relacionan el nivel evangélico con el nivelsociopolítico. Situados en nivel evangélico, se afirma que el perdón perteneceal núcleo del mensaje cristiano y se caracteriza por ser gratuito; por tanto,no se puede convertir en pura mercancía o un objeto de cálculo. Pero, porotra parte, el perdón como toda exigencia evangélica no deslegitima el ordensocial, pero tampoco queda reducido a él, introduce algo nuevo, queenriquece la vida humana y social, ampliando sus posibilidades ysuscitando nuevas orientaciones. El perdón al tener un carácterhumanizador, para que conduzca a la pacificación profunda en nuestrasituación concreta marcada por la violencia, se ha de articular con susdimensiones sociopolíticas a través de la mediación de la verdad y la

     justicia. Jesús hace una distinción entre la paz de Dios y la paz del mundo(Jn. 14, 27). La paz, que Dios quiere, es una paz basada sobre la verdad, la justicia y el amor. La paz, que ofrece el mundo, es una paz, que comprometela verdad y oculta la injusticia.

    A).- Verdad. 

    El auténtico perdón en la vida pública requiere el conocimiento de laverdad de lo que ha sucedido. El perdón no es olvido. No se trata de destruirla memoria del dolor, sino de sanarla y convertirla en maestra de la vida.Más aun, el perdón liberador exige que se recupere la verdad de lainjusticia, que muchas veces pretende camuflarse o silenciarse. El perdón

    no puede ponerse al servicio de la mentira, sobre la mentira no podemosconstruir nada. Tanto los individuos como los pueblos no pueden renunciara la memoria, perderían sus raíces y, por tanto, su identidad. La memoria esel depositario principal de nuestra identidad. Ella nos ayudará a saberquienes hemos sido, tanto individual como comunitariamente. Losdesmemoriados no tienen futuro. Sólo si no olvidamos, podemos perdonar.Con el perdón no abolimos el pasado, ni la herencia que de él nos queda; lasvíctimas no merecen el olvido, sino la memoria; desde la memoriaencontramos fidelidades que no podemos defraudar, se recuperan verdadesmolestas, se asumen derechos pendientes. Al no ignorar el peso del pasadocon todos sus sufrimientos que engendró la acción injusta, aprendiendo deellos, podemos empezar de nuevo. Ahora bien, si el perdón no es olvido, estodo lo contrario a la memoria vengadora, que alimenta el círculo de la

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    violencia.

    La primera víctima de la violencia es la verdad... Por eso, el perdónΑtiene sus propias exigencias: la primera es el respeto de la verdad. El perdón

    lejos de excluir la búsqueda de la verdad, la exige. El mal hecho debe serreconocido  (Juan Pablo II). El problema no es olvidar el pasado, sino rompercon él y, para eso, hace falta reconocerlo, aunque escueza. Hay quedescubrir las heridas, por más que apesten. Luego hay que proceder alimpiarlas cuidadosamente para que cicatricen bien y nunca más vuelvan ainfectarse. Sin verdad no puede haber paz auténtica, ni reconciliaciónverdadera. El conocimiento de la verdad es la mejor barrera para impedirque los abusos se repitan. La verdad no sólo desenmascara el crimen, sinoque saca a la luz sus causas. Sin embargo, la violencia engendra la culturade la mentira para encubrirla y legitimarla:

    ΑCon el uso de la violencia se pretende desbaratar los relatos que sirven de basea la identidad de la gente para sustituirlos por otros que favorezcan los interesesdel agresor..Afrontar el sufrimiento de manera adecuada es la clave para reconstruir nuestrahumanidad. Despojarnos de ella es precisamente lo que pretende la violencia. Senos ofrece entonces un relato fundado en la mentira.Con el uso de la violencia se pretende modificar drásticamente nuestros recuerdos

     para acomodarlos al nuevo relato basado en la mentira  (Robert J, Schreider).

    El perdón no es cerrar los ojos ante el pasado, mucho menos esclaudicar ante los relatos de la mentira. El perdón en la vida públicanecesita que se haga luz sobre la verdad.

    Existen al menos tres significados de verdad que son relevantes parael perdón reconciliador.

    11.- La verdad como correspondencia entre lo sucedido y lo que se dicesobre ello.21.- La verdad como coherencia de un conjunto de creencias o prácticas. Lasviolaciones de los derechos humanos han revelado que dichas violacioneseran fruto de un régimen violento, gravemente injusto.

    31.- La verdad existencial, esto es, la verdad que se percibe como

    iluminadora de la existencia, como pueden ser las obras de arte, losmonumentos en memoria de las víctimas.

    Como ya se ha insinuado, la importancia e interés por la verdadaparece como contraposición tanto a las mentiras, que en la situaciónviolenta tramaron los agresores, como al ambiente de falsedad que seoriginó. Las mentiras sobre los individuos, sobre los grupos y sobre la propiasociedad legitiman la violencia con que los ofensores controlan la sociedad.La verdad, que se busca en el proceso del perdón reconciliador, consiste enrecuperar los hechos tal como éstos ocurrieron. Establecer la verdad de loocurrido resulta esencial para reconstruir el orden moral basado en otra

    racionalidad y sabiduría. Además la búsqueda de la verdad establece unmarco de veracidad que hace posible la construcción de una nueva

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    sociedad, ya que ayuda a restablecer la confianza. Hacer  la verdad ayuda adecir  la verdad.

    Por último, es especialmente importante la verdad en aquellos

    procesos en los que no cabe esperar que vaya a conseguirse mucha justicia.En estos casos la verdad puede resultar ser la única justicia que puedehacerse a los muertos.

    Como puede percibirse los tres significados de verdad entran en juegoen el proceso del perdón. Lo ocurrido queda más aclarado, comprendido yprofundizado por la coherencia de las ideologías, que están en la raíz de loshechos violentos como racionalidad. Y mediante la verdad existencial quedamas concienciada la verdad de lo ocurrido.

    B).- La justicia. 

    El perdón no es sustituto de la justicia, ni hay contradicción algunaentre ambos, pero se deben articular. Se han de determinar lasresponsabilidades contraídas sin dejar ámbitos de impunidad. Se ha deresaltar la gravedad de matar a personas indefensas con el fin de atemorizara la población o a un sector social y conseguir de esta forma rentabilidadpolítica. Hay delitos que no pueden prescribir, exigen justicia, que se saldenlos derechos pendientes de las víctimas y que ocupen un puesto preferenteen todo el proceso de reconciliación. Si los derechos de las víctimas sonfrustados en aras de un pragmatismo mal entendido o por cesión ante la leydel más fuerte, se trunca el proceso de reconciliación. Los derechoshumanos son para todos, pero hay que velar de modo especial por los

    derechos de los más débiles y desprotegidos. Las víctimas son muy débiles yfácilmente se acaba olvidándose de ellos y aceptando los hechos impuestospor los más fuertes. El monstruo siempre juega con la ventaja que leproporciona el miedo que provoca la posibilidad de que vuelva a quitarse lamáscara de ser humano y enseñar de nuevo los dientes (Imanol Zubero).

    Si se insiste en reivindicar la memoria de las víctimas y sus derechospendientes es porque no se acepta la ley del más fuerte en la historia,porque la dignidad moral del ser humano exige la capacidad de juzgar lahistoria. Las víctimas, que un proceso histórico ha generado, nadie puedereciclarlas. Pretender reducirlas a engranaje necesario para el avance social,

    político, económico, es volver a asesinarlas. Ninguna mejora, ningún avance,pueden hacer justicia a las víctimas, ni modifica la injusticia y el absurdo delos sufrimientos provocados. El sufrimiento de la víctima es sagrado, nadietiene derecho a utilizarlo para nada, sería una profanación sacrílega.

    El conocimiento de las víctimas revelan responsabilidades y determinalas exigencias de la justicia. A las víctimas hay que resarcirlas, en la medidade lo posible, por el mal que se les ha infligido, sabiendo que hay malesirreversibles e irreparables.

    Pero, nos encontramos con que el concepto de justicia no es univoco. Por

    eso, es necesario analizar sus significados. Las primeras demandas de justicia suelen tener un sentido punitivo y se reclama la captura, el juicio y

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    el castigo. Hay que procurar que la justicia que se pide sea en realidad justicia punitiva y no venganza. Por eso, la demanda de justicia punitiva hade ser analizada e incorporada al proceso de reconciliación. Lo triste es que

    en ocasiones se puede hacer muy poco para llevar a los criminales ante la justicia. Ello contribuye a aumentar la frustración de las víctimas ofamiliares. Casi nada se podrá lograr con el proceso de reconciliación,mientras no se haya ejecutado la justicia punitiva. Pero hay otros nivelesmás de justicia.

    * Justicia restitutiva , la cual pretende compensar a las victimas,ofreciéndoles una reparación. Es un gesto simbólico por el que sereconoce que no es posible hacer justicia de forma perfecta y completa;los muertos no pueden volver a la vida, y la salud tampoco podrá sernunca recobrada plenamente.

    * Justicia estructural . Su atención se dirige a las desigualdadesestructurales de la sociedad, de las que brota el conflicto. Si se quierelograr una paz duradera, resulta ineludible afrontar las cuestionesrelacionadas con la justicia estructural.

    * Justicia legal . En este nivel se trata de la reforma de la ley y de la judicatura, a fin de asegurar un sistema legal imparcial, transparente yequitativo.

     Todo esto muestra lo complejo que es la justicia y lo difícil que puedeser llegar a conseguirla. Pero, ello no exime de la obligación de trabajar parahacerla posible. Un Gobierno, que no se afane por restablecer la justicia,

    perderá credibilidad a los ojos de sus súbditos. Tanto la verdad como la justicia son esenciales para el proceso del

    perdón reconciliador. Por eso, debido a la complejidad del pasado, resultaimportante clarificar en lo posible acerca el tipo de verdad y el tipo de justicia que se busca en cada momento del proceso.

    C).- Perdón. 

    Una vez que se ha hablado de la verdad y de la justicia, es cuando sepuede hablar adecuadamente del perdón. De ninguna manera se puedealentar la impunidad en nombre del perdón.

    El perdón es una de las partes más espinosas de la reconciliación. Todos sabemos lo difícil que resulta perdonar cuando nos sentimos dolidos.Hay otro aspecto del perdón que también contribuye a hacerlo difícil:perdonar puede parecer una traición al pasado, y especialmente unatraición a los muertos; algo así como borrar la memoria de lo ocurrido.

    Perdonar parece imposible especialmente en aquellas situaciones enlas que los agresores no reconocen el mal que han hecho. Las víctimasdemandan disculpas y arrepentimiento; los agresores se niegan a reconocerningún tipo de abuso. El camino hacia la reconciliación parece quedarbloqueado. Cierto que la palabra Αperdón es dura de decir y de escuchar,

    pero resulta necesaria e imprescindible, porque sin ella no hayreconciliación. Pertenece a la esencia misma de la vida cristiana, pero no es

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    sólo una virtud cristiana, sino un valor humano, un acto moral y cívico, quetiene su fundamento en la participación solidaria de la condición humana yen el amor. El perdón es ciertamente una actitud específica de la moral

    cristiana, pero no es exclusiva de la misma (Galo Bilbao Alberdi). Ladisposición a perdonar es algo profundamente humanizador, libera al sujetodel odio y del deseo de venganza y posibilita también a la sociedad a salir delespiral de la revancha y comenzar algo nuevo. ΑNo podrá nuncacomprenderse un proceso de paz, si no madura en los hombres una actitudde perdón sincero. El perdón ofrecido y aceptado es premisa indispensablepara caminar hacia una paz auténtica y estable (Juan Pablo II)

    En el perdón ante todo hay que hablar con mucho respeto hacia lasvíctimas, que son las que se encuentran, en realidad, en trance deconcederlo. )Quien tiene legitimidad para hablar del perdón con autoridad

    sin ofender a la víctima? ΑUna de las cosas más ofensivas, que los cristianosdemasiado a menudo hacen, es proclamar un perdón general y abstracto sinninguna consideración a la complejidad de una situación específica o de lavida de una persona particular (L. G. Jonas).

    El perdón es un acto esencialmente gratuito y nadie puedepropiamente exigir a otro en estricta justicia. Pero, sí que es una exigenciacristiana, que nace de la misma experiencia de Dios, que nos introduce en lalógica del don. Es una exigencia del amor, dimensión fundamental del serhumano.

    El perdón humano implica un proceso y también una decisión. Se

    trata de un proceso de liberación de poder del pasado. Liberarse del pasadosuele ser una tarea larga y complicada. Además se requiere una decisiónconsciente. Llegar a la decisión de perdonar es señal de que se ha logrado laliberación del pasado; es síntoma de que se ha producido una ciertacuración de la humanidad dañada; supone un compromiso de trabajar porun futuro diferente. El perdón pone de manifiesto que la víctima es ahorauna nueva criatura y se halla en situación de poder imaginar un futurodistinto.

    Pero el ofensor debe pedir perdón y reconocer su culpa. Y esto estambién profundamente humanizador. La experiencia dice que reconocer la

    necesidad del perdón y el estar dispuesto a aceptarlo es tan difícil o más quela disposición a concederlo. Esto supone vivir en la verdad: todos somospecadores, pero uno de los efectos del pecado es la mentira, la ceguera, latentación de inocencia. El perdón puede fracasar, o porque no se ofrece oporque no se acepta. La realización plena del perdón requiere disposición deambas partes.

    El perdón legal sólo se puede otorgar, cuando se reconoce la realidadde la ofensa. Lo contrario sería renunciar a la defensa de las víctimas yaceptar una sucia connivencia con los autores del crimen. Para cerrar lasheridas de un conflicto la sociedad podrá y quizás deberá articular medidas

    de perdón, pero con dos condiciones: 11.- Que las víctimas hayan sidoreivindicadas, se les haya rodeado de solidaridad y se les haya hecho

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     justicia. 21.- Que los agresores hayan reconocido, de alguna manera, lainjusticia cometida y ofrezcan garantías de modificar su trayectoria anterior.Para el creyente es muy importante que la renuncia al delito, a los

    atentados, debe obedecer, sobre todo, a motivos de carácter moral sinexcluir la motivación política. Es necesario asumir el dolor humanoinjustamente infligido y, para ello, hay que criticar las ideologías, que seabsolutizan por encima de las personas, y también hay que renunciar asacar ventajas políticas del cese de la violencia.

    Una sociedad no puede renunciar a la justicia, pero tiene que ofrecerel perdón. Todo ser humano es más que lo que ha hecho hasta un momentodeterminado. Quien perdona y quien acepta el perdón, se liberan, sehumanizan.

    IV. PERDÓN EN EL PROCESO DE RECONCILIACIÓN.

    ¿Qué lugar ocupa el perdón en el proceso de reconciliación? Laculminación del perdón es la total reconciliación. Este es un elemento clave,pero, como ya se ha dicho, en la actualidad reviste una especial importanciaal convertirse la reconciliación en un gran objetivo en muchas sociedadescomo consecuencia de un proceso de transición política profunda de paísesque han salido de una situación traumática. En estas situaciones lareconciliación social, de modo especial, cuando afecta a toda la nación, debeseguir de alguna manera el proceso siguiente: arrepentimiento del ofensor,el perdón de la víctima y entonces es cuando tiene lugar la reconciliación. Elofensor debe realizar algún gesto de disculpa; ha de reconocer su culpa.

    La gente suele reclamar, como primer paso del proceso dereconciliación, que el agresor muestre su arrepentimiento y sea castigado.Desgraciadamente rara vez ocurre esto en la arena pública. Con frecuencialos agresores siguen siendo todavía demasiado poderosos para ser obligadosa someterse a procesos judiciales, o se declara una amnistía que los protegede ser acusados de crímenes y abusos por vía judicial y de recibir elcorrespondiente castigo. La gente entonces pierde la esperanza de quepueda alcanzarse una verdadera reconciliación.

    Lo más problemático del proceso de reconciliación es superar elsufrimiento causado por la violencia. La violencia en nuestra sociedad no es

    algo irracional, sino un instrumento al servicio de otra racionalidad, quetiende a golpear y debilitar nuestra seguridad, y, para ello, tiene quedestruir los fundamentos y relatos del pueblo, ofreciendo otros fundamentos y otros relatos basados en el engaño. Un gran medio de debilitar el sentidode seguridad es causar sufrimiento, que no es lo mismo que el dolor. Elsufrimiento es la experiencia que provoca el desmoronamiento de los relatos,que informan y realizan nuestra sensación de seguridad. Si se quieresobreponerse al sufrimiento, no se puede caer en la trampa reductora delengaño y la mentira. Para ello, resulta imprescindible un fundamento y unrelato liberador globalizante que nos ayude a restaurar la verdad.  ) Qué

     pueden aportar los cristianos a la reconstrucción de las sociedadesdevastadas por la violencia? Según la Biblia, el proyecto de Dios es un

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    proyecto de alianza. Dios decide establecer la alianza con los hombres, crearnuevas relaciones con la humanidad, reconciliar todas las cosas del cielo yla tierra por medio de Cristo. De la reconciliación con Dios surge la exigencia

    de la reconciliación (Rom. 5, 10-12; 2 Corint. 5, 18-21; Col. 1, 15-20; Ef. 2,4-18). Pero, como ya hemos dicho al comienzo, la reconciliación en el ámbitopolítico está revestida de una gran ambigüedad. Es preciso discernirla.

    Visiones incorrectas de reconciliación .

    No toda reconciliación es correcta. Señalamos tres formasconsideradas como incorrectas.

    11 .- La reconciliación como paz apresurada.  Esta forma de reconciliaciónintenta solventar la historia de la violencia, suprimiendo su recuerdo; quiereque se actúe como si la violencia no hubiera tenido lugar. Este tipo dereconciliación trivializa e ignora los sufrimientos y se desentiende de lascausas, que las originaron. Ahora bien, trivializar e ignorar la memoria estrivializar e ignorar la identidad y dignidad humana. Eludir el análisis de lascausas del sufrimiento en el fondo lo que hace es que sea probable que elsufrimiento se perpetúe.

    2 1 .- La reconciliación como alternativa a la liberación. La liberación no es unaalternativa a la reconciliación, sino un requisito previo. Sin liberación nocabe una verdadera reconciliación. Pues, ésta sólo es posible, si se reconocela violencia cometida y se erradican las condiciones, las estructuras y elproceso que la permiten y la promueven. La reconciliación es la meta haciala que se encamina el proceso de liberación, pero nunca podrá sustituir a

    ésta.

    3 1 .- La reconciliación como un proceso administrativo . Es una reconciliaciónque se contempla desde el punto de vista restrictivo de la racionalidadtécnica; se la reduce a una mera habilidad técnica, que puede seraprendida. El proceso de la reconciliación es un proceso caro y los humanosen general no estamos dispuestos a pagar su precio, vamos a lo más fácil.No hay proceso de reconciliación, sin hombres reconciliados; no haysuperación de la injusticia racionalmente, sino hay transformación de loshombres en justos. Esto quiere decir que la reconciliación tiene más deespontaneidad que de estrategia.

    La reconciliación en San Pablo. 

    Desde la perspectiva bíblica la principal referencia a la hora de definirla reconciliación son los escritos paulinos, en los cuales se puedenreconocer tres niveles: Cristológico, eclesiológico y cósmico.

    11 .- Nivel cristológico : Dios nos reconcilia consigo por medio de Cristo. Lareconciliación es obra de Dios. Dios es quien la inicia y la lleva a cabo.

    ΑPues si, siendo enemigos, Dios nos reconcilia consigo por la muerte de suHijo, mucho más, reconciliados ya, nos salvará para hacernos partícipes desu vida. Y no sólo esto, sino que nos sentimos también orgullosos de un Dios

    que ya desde ahora nos ha concedido la reconciliación por medio de NuestroSeñor Jesucristo (Rom. 5, 10-11).

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    En esta misma linea se sitúa la segunda carta a los Corintios.

    Α Todo viene de Dios, que nos ha reconciliado consigo por medio de Cristo ynos ha confiado el ministerio de la reconciliación. Porque era Dios el que

    reconciliaba consigo al mundo en Cristo, sin tener en cuenta los pecados delos hombres, y el que nos hacía depositarios del mensaje de la reconciliación(2 Corint. 5, 18-19)..

    Desde esta afirmación de que Dios es quien inicia y lleva a cabo lareconciliación se nos plantea una serie de puntos para el tratamiento queaquí se quiere hacer de la reconciliación.

    A). La reconciliación, que los cristianos podemos ofrecer para ayudar avencer la enemistad, no es un proceso que nosotrosiniciamos o que se logre gracias a nuestro esfuerzo. EsDios mismo quien lo ha puesto en marcha por medio de

    Cristo. Esta acción reconciliadora de Dios es la que ofreceun sólido fundamento a la tarea de la reconciliación. Laexperiencia de la misericordia y el perdón de Dios es loque da fortaleza y esperanza para tender la manoreconciliadora.

    B). La oferta de la reconciliación no nos viene de un Dios impasible, sino deun Dios que ha sentido profundamente nuestra enemistad, hasta elpunto de encolerizarse.

    ΑPues bien, Dios nos ha mostrado su amor haciendo morir a Cristo pornosotros cuando aún éramos pecadores. Con mayor razón, pues, quienes

    hemos sido justificados por su sangre seremos salvados por él de la cólerade Dios Rom. 5, 8-9).

    Según estos textos paulinos, nuestro pecado provoca la cólera deDios. Es importante acentuar este aspecto, ya que la cólera o la ira es unmomento significativo en la superación del sufrimiento causado por laviolencia. No es positivo en el proceso de la reconciliación el no denunciarlos hechos y el reprimir y acallar la indignación. La ira puede serdestructiva, pero es también una forma de conocer la profundidad del dolor.Renunciar a expresar la ira, que brota de la violencia, es no reconocer elsufrimiento padecido; y si no lo reconocemos en profundidad, no podemos

    construir un nuevo relato.La experiencia de que Dios perdona nuestras ofensas nos anima al

    arrepentimiento. Según esta perspectiva, no son los opresores, sino lasvíctimas, recuperando su humanidad negada por la tortura, quienes inicianel proceso de la reconciliación, siguiendo de este modo las huellas de Jesúsen la cruz.

    C). El medio por el que se realiza la reconciliación en Cristo es la muerte enla cruz. La cruz nos lleva al epicentro de la violencia. No sólo provoca un

    terrible dolor físico, significa también la humillación del crucificado, laviolación de su dignidad. De este modo la cruz se convierte en un medio de

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    reconciliación significativo, ya que en la cruz aparece la gran mentira, lacrueldad y la inhumanidad del sistema, que mediante relatos de engaño yde mentira se presentaba como portador de humanización, cuando en

    realidad no soporta y trata de eliminar a los hombres portadores deauténtica humanización, porque son justos, verdaderos, amantes de la vida y del hombre por encima de todo sistema. Jesús fue ajusticiado porque, ennombre de Dios, había puesto al hombre por encima de la Iglesia judía, porencima del Imperio Romano, por encima de la seguridad que da leycumplida, y de la tranquilidad o el prestigio de la riqueza poseída. Por eso, lacruz se convierte en el gran signo que conduce a la vida: la resurrección. Lacruz también nos revela la dureza cruel del sistema generador de violencia ylo que significa la verdadera reconciliación, la cual pide que el conflicto debeser de una u otra manera afrontado. Si queremos liberarnos de la violencia,es necesario hablar de ella y hacerlo ademas sin componendas. Ello supone

    una visión completa de la realidad, que incluye el conflicto, aunque se debeañadir la firme esperanza de que será superado.

    2 1 .- Nivel eclesiológico:  La reconciliación de judíos y gentiles. Según SanPablo Dios hará de los judíos y los gentiles un solo pueblo. Esta afirmaciónaparece con toda claridad en las cartas a los Efesios y Colosenses.

    ΑCristo es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos uno solo, destruyendoel muro de la enemistad que los separaba. Él ha anulado en su propia carne laley con sus preceptos y sus normas. Él ha creado en sí mismo de los dospueblos una nueva humanidad, restableciendo la paz. Él ha reconciliado a losdos pueblos con Dios uniéndolos en un solo cuerpo por medio de la cruz y

    destruyendo la enemistad (Ef. 2, 14-16); esto mismo aparece en Col.1,21-23. Los textos de Efesios y Colosenses retoman la afirmación de que la

    reconciliación es obra de Dios, pero además nos muestran otros aspectos atener en cuenta en la tarea de la reconciliación.

    En primer lugar, aparece la oposición, el enfrentamiento entre dospueblos, una cierta semejanza con el antagonismo que viven oprimidos yopresores en la actual situación de violencia. Este enfrentamiento hace queunos vean a los oros como extraños y desconocidos. La imagen deΑextranjero es uno de los principales recursos, que se emplean para trazarfronteras, que garanticen nuestra seguridad. El modo de hacerlo es pormedio de la exclusión, colocando al otro lado de las fronteras a quienes noson de los Αnuestros, son sencillamente los Αotros, los Αextraños. Estoaparece todavía más acentuado en las situaciones de violencia entre lasvíctimas y los agresores. En estos casos, es importante reflexionar sobre lasdiversas formas de percibir al otro.

    11. Podemos demonizar  al otro, tratándolo como alguien que debe ser temido y, si fuera posible, habría que eliminarlo. El otro es visto como peligroso y fuerte.

    21. Podemos idealizar  al otro, considerandolo superior a nosotros mismos.

    Esto suele suceder en los pueblos que han sido vencidos, en los pueblossubdesarrollados respecto a los ricos...

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    3. Podemos colonizar   al otro, tratándolo como inferior, merecedor delástima o de desprecio. Ésta es una de las razones, que utilizan losopresores para justificar su violencia, y los

    pueblos ricos para mantener su dominio sobre los pueblos pobres. ΑEs queno saben, no son capaces....

    41. Podemos generalizar al otro, despojándolo de su individualidad y de suidentidad. Esto sucedió en el caso de las desapariciones en Argentina,Chile y otros países. Se hablaba de los Αdesaparecidos como si nofueran personas. De modo parecido sucede con los estudios sociológicos: Tantos millones de pobres.. Identificamos pobre con pobreza,olvidándonos que es una persona.

    51. Podemos trivializar al otro, ignorando aquello que lo hace distinto.

    61. Podemos homogeneizar al otro, afirmando que en realidad no existe ladiferencia. Esto sucede cuando dos grupos enfrentados son forzados porel opresor a convivir. Ésta fue la situación, que hubieron de aceptarmuchos grupos étnicos en la antigua Unión Soviética yen otros lugares.

    71. Podemos vaporizar   al otro, negándonos a reconocer su presencia, suexistencia. Es lo que ocurre en los casos de racismo y lamentablementecon los pobres, que cada vez más son considerados como poblaciónsobrante, invisible.

    En la relación entre opresor y víctima no suelen darse todas estas

    posibilidades a la vez. En ocasiones pueden darse una combinación dealgunas de ellas.

    El propósito de analizar la cualidad de lo otro en el otro es doble. Enprimer lugar, considerarlo Αotro es esencial en el proceso de reconciliación.De aquí que se deba tratar de identificar como el Αotro ha sido consideradoΑotro para superar el enfrentamiento, si no se pone al descubierto esemecanismo, no será posible hacer que cese el relato basado en la mentira.En segundo lugar, una vez alcanzada la reconciliación, tenemos que decidircomo queremos que sea considerado el Αotro en adelante. Hay que elegir elcamino, sin duda difícil, de intentar vernos como básicamente iguales y, a la

    vez, esencialmente distintos. Reconocernos semejantes a los Αotros podríaser el enfoque más adecuado para lograr la reconciliación, que se puededescribir como Αdejarnos de ser extraños y desconocidos los unos para lootros, reconociendo y aceptando la diferencia. Este parece ser el caminopara superar las siete categorías que convierten al Αotro en extraño.

    De esta breve reflexión sobre judíos y gentiles podemos sacar lasiguiente conclusión; el autor nos habla de una Αnueva humanidad a partirde dos grupos enemistados. La reconciliación desde la perspectiva cristianano es un volver al estado anterior, ni consiste sólo en dar fin al sufrimientode la víctima y la conversión de los opresores. Es mucho mas. Con la

    reconciliación se inaugura Αuna nueva realidad tanto para las víctimascomo para los opresores.

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    3 1 .- Nivel cósmico: Todo será reconciliado en Cristo. Una terceraperspectiva de la acción reconciliadora de Cristo nos lo aporta la carta a losColosenses.

    ΑDios, en efecto, tuvo a bien hacer habitar en él la plenitud, y por medio de élreconciliar consigo todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra,trayendo la paz por medio de su sangre derramada en la cruz (Col. 1, 19-20).

    Este texto está en claro paralelismo con la carta a los Efesios.

    ΑDios nos ha dado a conocer sus planes más secretos, lo que había decididorealizar en Cristo, llevando la historia a su plenitud al constituir a Cristo encabeza de todas las cosas, las del cielo y las de la tierra (Ef.1, 9-10).

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    Según estos textos, todas las cosas, las del cielo y de la tierra,son reconciliadas y recapituladas en Cristo. La referencia a Αtodas lascosas del cielo y de la tierra ha llevado a algunos autores a considerarla posible influencia de las cosmologías judías y helenísticas. Para los judíos, los cielos están llenos de ángeles; la tierra, asolada por

    demonios. La cosmovisión helenista consideraba que la tierra estabarodeada por estratos de espíritus superpuestos. La reconciliaciónsignificaría para los judíos el fin de la enemistad entre ángeles ydemonios, y para los helenistas la victoria sobre los poderesalienantes de los eones, los cuales impedían el acercamiento de losseres humanos a Dios. Cristo según la carta a los Colosenses sepresenta como vencedor de los eones y ha abierto para nosotros elacceso directo a Dios.

    Esta cosmovisión, que reflejan las cartas a los Colosenses yEfesios ha sido superada, pero no ha sido superado el mal, que está

    haciendo tantos estragos en la humanidad, creando millones ymillones de víctimas. Los demonios y eones actuales son todos esospoderes que están sofocando y amenazan la esperanza de unahumanidad reconciliada. Son el imperialismo y el colonialismo, elcapitalismo explotador y los poderes opresores con sus estructurasgeneradoras de violencia y de muerte. La reconciliación revelada yrealizada Αpor y Αen Cristo exige no sólo desenmascarar la mentira yel engaño de los relatos de los opresores, sino también luchar paraerradicar todos esos poderes funestos. Según el ΑMagníficat no habráauténtica reconciliación mientras existan tronos.

    Visión cristiana de la reconciliación. La reconciliación es el corazón mismo del mensaje cristiano. Los

    himnos de Colosenses y Efesios la presentan como eje central del plande Dios para su creación. Pero, el concepto, el contenido y la amplitudde la reconciliación depende de la imagen de Dios que se tenga; porqué imagen de hombre y de convivencia humana se opta, y queconcepto de pecado se tiene.

    11. La reconciliación se sitúa en el nivel de la gratuidad.  Lareconciliación en su raíz es gracia. Pero afirmar que es gracia nosignifica que sea algo barato, fácil, propio de personaspusilánimes. Es todo lo contrario. La reconciliación, aunque esgracia, es gracia muy cara, no se puede comprar, ni merecer, notiene precio. Este estilo de reconciliar le costó a Jesús de Nazaretla cruz. La reconciliación es gracia, pero no a costa de la verdad yde la justicia. La reconciliación, capaz de crear un Αnuevo orden,es la que armoniza el amor gratuito con la verdad y la justicia. Sinembargo, el perdón reconciliador va más allá de la justicia, sepodría llamar como la Αsuperjusticia, ya que al renunciar alderecho de reivindicación introduce una nueva relación basada enla gratuidad. Y al renunciar a ese derecho de reivindicación no

    sólo refleja la conducta de Dios, sino que es la que puede aspirar acambiar la forma en las relaciones humanas al introducir en ellas

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    la máxima lógica de gratuidad.

    21. La reconciliación es una mística , una espiritualidad, ya que partedel reconocimiento de la acción reconciliadora de Dios en elmundo. La reconciliación es gracia, pero una vez que se

    experimenta la gracia de la reconciliación se convierte en tarea, enmisión. Y esta experiencia justificadora y reconciliadora de Dios ennuestras vidas y en nuestras comunidades es lo que nos capacitapara desempeñar el ministerio de la reconciliación

    31.- Hemos de pedir perdón unos por los otros, por los pecadossociales, históricos, por los de opresión que tanto daño hanproducido en las personas y en los pueblos. Pues hay en la fecristiana una misteriosa solidaridad en la culpa que no es másque el reverso de la profunda solidaridad en la gracia. Ejemplos depersonas, que se han sentido solidarias del pecado del pueblo ypor él han pedido perdón, tenemos en el A. T. entre otros, aMoisés, pero, sobre todo, a Jesús en la cruz, sintiéndose solidariode su pueblo y de la humanidad pecadora, pide perdón al Padrepor ellos.  Tenemos también a Bartolomé de las Casas, que, en sutestamento, pedía perdón Αpor el agravio recibido por los indios denosotros los españoles; en el campo político al entonceslehendakari   Ardanza, que pide perdón, como Αvasco, por lamuerte de Miguel Ángel Bueno; y en el ámbito eclesial, el gesto de Juan Pablo II ( (Estas reflexiones están inspiradas en la obra deRobert J. Schreiter, ΑViolencia y reconciliación, Sal terrae, pag.17-49; 65-95). 

    La Iglesia y el ministerio de la reconciliación. 

     Todo cuanto define al cristiano y todo cuanto es y puede hacerla Iglesia se debe a esta acción justificadora y reconciliadora de Diosen Cristo, ya que la Iglesia y los cristianos son obra de esta acción justificadora y reconciliadora de Dios. Ahora bien, toda gracia originala correspondiente misión y tarea. Si la Iglesia y los cristianos sonobra de la acción justificadora y reconciliadora de Dios, por lo mismoson también instrumentos y agentes de esa acción en el mundo. De la justificación de hombres injustos (Rom. 5, 7-8) se sigue la misión enfavor de la justicia en la sociedad. De la acción reconciliadora dehombres enemigos (Rom. 5, 10) se sigue la misión de reconciliación enlos conflictos de la misma sociedad. No puede haber otra respuestapor parte de los cristianos a su experiencia de Dios.

    Según el Concilio, la Iglesia está llamada a ser instrumento dereconciliación (LG. 1), y lo será en la medida en que ella testimonieuna vida reconciliada, esto es, una comunidad de contraste en mediode un mundo roto por las injusticias y por las diversas formas deviolencia. La reconciliación entre los miembros de la Iglesia puedellegar a ser tan necesaria como la reconciliación para el conjunto de lasociedad. De hecho, la Iglesia podría recuperar su credibilidad y parte

    de su legitimidad, si intentara hacer posible la reconciliación en suseno, como signo de un proceso y proyecto a seguir por el conjunto de

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    la sociedad. Además de este optar por la reconciliación, que no olvidela justicia y acalle las exigencias de la verdad. Para ello, la Iglesia debeser lugar donde se encuentran, se reconocen y dialogan gentes muydiversas por la cultura, y esto es posible, porque hay algo profundoque une a todos por encima de las diferencias, las cuales ya no son

    vistas como amenaza, sino como enriquecimiento.No cabe duda que es una tarea hoy vital, pero difícil y delicada.

    La contribución de la Iglesia a la reconciliación dependerá de sufidelidad evangélica. Piedra de toque de dicha fidelidad es que losderechos pendientes de las víctimas sean reivindicados. Los cristianoscuanto más creen en la justicia de Dios, más profundamente sufren lainjusticia que observan. Si hay un Dios y si este Dios es el Dios justo,entonces no podemos conformarnos ni podemos acostumbrarnos a lainjusticia, sino que debemos oponernos a ella y combatirla con todasnuestras fuerzas. Si Dios es justo, es porque hace justicia a los que

    ven conculcados sus derechos. Un proceso de reconciliación tiene quefundamentarse en la verdad y en la justicia, pero necesita del perdónofrecido y aceptado. La Iglesia no puede dejar de anunciar que va másallá de la justicia mediante el amor gratuito y el perdón, pero que nosuplanta la justicia, sino que se debe articular con ella. Y sólo tendráautoridad moral para hacerlo en la medida en que asuma con todassus consecuencias la causa de las víctimas, los más débiles en todoslos procesos sociales y políticos.

    Bibliografía.  El perdón en la vida pública, Universidad de Deusto,1999.

    Violencia y reconciliación, Robert. J. Schreiter, Sal terrae,1998.El ministerio de la reconciliación. R. J. Schreiter. ST.Concilium, ΑReconciliación y perdón, n1  204, marzo,

    1986.Perdón, en ΑConceptos fundamentales del cristianismo,

     Trotta, 1993.