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3as Jornadas de Historia de la Patagonia San Carlos de Bariloche, 6-8 de noviembre de 2008 B.2 Actores sociales, prácticas económicas y circuitos productivos. Diferenciación social de los chacareros del Alto Valle. Estrategias ocupacionales y trayectorias pluriactivas 1 . Autoras: Belén Alvaro Mónica Bendini Resumen: La pluriactividad en el campo argentino ha sido preferentemente abordada desde el comportamiento de los productores o desde la dinámica de los pueblos rurales, y predominantemente en la pampa húmeda. Esta ponencia se centra en familias chacareras del norte de la Patagonia. La imagen regional refiere a los chacareros como productores exclusivos en la actividad frutícola, aunque un análisis en detalle de datos secundarios los ubica por encima del promedio nacional de productores pluriactivos. Una de nuestras hipótesis es que asumen la pluriactividad familias de distintos niveles - económico y social-; y nuestro objetivo específico en este trabajo es comparar las estrategias y trayectorias de aquellas que la asumen o han asumido. Para ello, presentamos perfiles, estrategias ocupacionales y trayectorias pluriactivas familiares. El estudio de casos presenta una diversidad de situaciones que junto a avances previos nos brindan elementos empíricos y de reflexión analítica para el diseño de una tipología que permita profundizar el sentido de la pluriactividad en la reproducción social de los chacareros del caso seleccionado. Introducción Los estudios agrarios argentinos referidos a las estrategias de reproducción social, que permiten diferenciar a los productores exclusivamente dedicados a la actividad específica, de aquellos otros que desarrollan una pluralidad de actividades agropecuarias y no agropecuarias; han alcanzado un volumen ya significativo. Ahora bien, consideramos prioritarias las contribuciones empíricas que intentan responder algunas preguntas fundamentales acerca de la forma en que tales prácticas se explican en un contexto de producción concreto, y para un tipo social determinado. La temática de nuestra investigación queda centrada en dos interrogantes. Por un lado, nos preguntamos sobre la función diferencial de la pluriactividad como estrategia de reproducción social de los productores chacareros del Alto Valle y sus familias, según los distintos niveles socio-económicos de productores que la ponen en práctica en el marco de organización familiar de la producción. El segundo interrogante lleva nuestra mirada al lugar significativo que puede atribuirse en la carrera vital y ocupacional de estos actores agrarios, a la presencia de la pluriactividad. Esto nos lleva a situarla en trayectorias familiares para comenzar a plantearla como estrategia no novedosa, sino más bien como práctica que surge resignificada en el contexto actual de profundización de exigencias y controles para la reproducción de las unidades en manos de chacareros. En el trabajo dedicamos un primer apartado a una revisita del surgimiento y presencia 1 Este trabajo forma parte de avances del proyecto de investigación PIP CONICET 6528 y de la Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Nacional de Luján .

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3as Jornadas de Historia de la Patagonia San Carlos de Bariloche, 6-8 de noviembre de 2008 B.2 Actores sociales, prácticas económicas y circuitos productivos.

Diferenciación social de los chacareros del Alto Valle. Estrategias ocupacionales y

trayectorias pluriactivas1.

Autoras: Belén Alvaro

Mónica Bendini

Resumen:

La pluriactividad en el campo argentino ha sido preferentemente abordada desde el comportamiento de los productores o desde la dinámica de los pueblos rurales, y predominantemente en la pampa húmeda. Esta ponencia se centra en familias chacareras del norte de la Patagonia. La imagen regional refiere a los chacareros como productores exclusivos en la actividad frutícola, aunque un análisis en detalle de datos secundarios los ubica por encima del promedio nacional de productores pluriactivos. Una de nuestras hipótesis es que asumen la pluriactividad familias de distintos niveles -económico y social-; y nuestro objetivo específico en este trabajo es comparar las estrategias y trayectorias de aquellas que la asumen o han asumido. Para ello, presentamos perfiles, estrategias ocupacionales y trayectorias pluriactivas familiares. El estudio de casos presenta una diversidad de situaciones que junto a avances previos nos brindan elementos empíricos y de reflexión analítica para el diseño de una tipología que permita profundizar el sentido de la pluriactividad en la reproducción social de los chacareros del caso seleccionado.

Introducción

Los estudios agrarios argentinos referidos a las estrategias de reproducción social, que permiten diferenciar a los productores exclusivamente dedicados a la actividad específica, de aquellos otros que desarrollan una pluralidad de actividades agropecuarias y no agropecuarias; han alcanzado un volumen ya significativo. Ahora bien, consideramos prioritarias las contribuciones empíricas que intentan responder algunas preguntas fundamentales acerca de la forma en que tales prácticas se explican en un contexto de producción concreto, y para un tipo social determinado.

La temática de nuestra investigación queda centrada en dos interrogantes. Por un lado, nos preguntamos sobre la función diferencial de la pluriactividad como estrategia de reproducción social de los productores chacareros del Alto Valle y sus familias, según los distintos niveles socio-económicos de productores que la ponen en práctica en el marco de organización familiar de la producción.

El segundo interrogante lleva nuestra mirada al lugar significativo que puede atribuirse en la carrera vital y ocupacional de estos actores agrarios, a la presencia de la pluriactividad. Esto nos lleva a situarla en trayectorias familiares para comenzar a plantearla como estrategia no novedosa, sino más bien como práctica que surge resignificada en el contexto actual de profundización de exigencias y controles para la reproducción de las unidades en manos de chacareros.

En el trabajo dedicamos un primer apartado a una revisita del surgimiento y presencia

1 Este trabajo forma parte de avances del proyecto de investigación PIP CONICET 6528 y de la Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Nacional de Luján .

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histórica de los chacareros en la actividad frutícola valletana, analizando en las diferentes etapas el impacto de los cambios en el conjunto de los chacareros y las estrategias de reproducción más definidas que los acompañan. En un segundo apartado reconstruimos los rasgos que a la luz de los estudios rurales nos permiten llegar a una cabal conceptualización de los productores familiares capitalizados en la región, para enmarcar en la dinámica de funcionamiento de dicho tipo social las estrategias pluriactivas o pluriinsertas, a las que no le asignamos un carácter unívoco de resistencia sino un sentido más preciso, articulado con un tipo social que de acuerdo a los distintos niveles podrían funcionar tanto para la persistencia como para diversas modalidades de acumulación (Bendini, Murmis y Tsakoumagkos, 2008). Por último, nos proponemos ubicar nuestro aporte empírico acerca de la presencia y significación de la pluriactividad a partir del análisis de casos ubicados en Allen, localidad frutícola tradicional de la región del Alto Valle en la Patagonia argentina.

Método de estudio

En una primera etapa se trabaja desde un abordaje predominantemente cuantitativo, donde se seleccionan datos secundarios de fuentes censales nacionales y provinciales que permiten establecer tendencias y realizar un análisis del estado de situación de los productores familiares del Valle2.

En una segunda etapa, las conclusiones preliminares del trabajo con datos secundarios, junto con entrevistas a informantes clave con bajo nivel de estructuración, permitieron diseñar el cuestionario con que se relevaron datos primarios. Se trabajó en una combinación de técnicas cuantitativas y cualitativas, con diferente grado de estructuración. Se optó por una entrevista semiestructurada a productores pluriactivos y agrarios exclusivos de la localidad. Para la selección de los casos elegimos el muestreo de escalón múltiple por conglomerado3 hasta completar los 25 casos entre pluriactivos y casos de control. La información de las entrevistas se complementó con otras técnicas de recolección, tales como la observación no participante, observación participante, entrevistas en profundidad a productores seleccionados, relatos de vida y el análisis de información documental.

A diferencia de los abordajes cuantitativos, que posibilitan la visualización de macrotendencias, los cualitativos permiten captar el significado profundo de lo micro y lo único: las múltiples aristas de la experiencia humana, el sistema de relaciones y la estructura dinámica de una determinada realidad social. Desde luego, ambos enfoques

2 Se destaca en el trabajo con datos secundarios que si bien existe una importante cantidad de información, las diferentes metodologías propias de cada uno de los censos provinciales y nacionales dificultan el trabajo con series temporales en términos de cantidad de unidades productivas, tipos de sujetos sociales y actividades conexas de los productores y el resto de los miembros de la familia, principalmente por ser disímiles las definiciones de lo que constituye una unidad de relevamiento y una unidad de análisis (por ejemplo entre CENSAR ‘932 y CAR ’05), así como por el tipo de información disponible a nivel desagregado, donde algunos censos incluyen un nivel de agregación de datos para el Alto Valle de la provincia de Río Negro (censos provinciales), mientras que otros lo hacen de acuerdo a la división política en departamentos dentro de la provincia (censos nacionales). 3 El primer escalón fue por conglomerado dirigido (localidades de Cipolletti y Allen), por ser dos zonas históricamente tradicionales para la fruticultura valletana como ya se describió en este artículo. Luego, teniendo en cuenta la distribución censal por tamaño de las explotaciones, el segundo escalón de muestreo fue no probabilístico por cuotas y proporcional de acuerdo a la distribución relevada en CAR 2005. El último escalón fue intencional a productores quedando la muestra conformada por 21 productores pluriactivos en Allen y 19 productores pluriactivos3 en Cipolletti, distribuidos por tamaño de explotación

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son complementarios, en tanto que sirven a propósitos diferentes4. Los estudios cualitativos analizan los procesos en su contexto natural, procurando interpretar el sentido de la acción en el ámbito vital y desde la perspectiva de los sujetos que en él se desenvuelven; por ello, adquieren importancia primordial en el estudio las prácticas y los significados que los sujetos asignan al mundo. Claro está, se trata de un proceso efectuado desde un lugar históricamente construido (como la clase social) y desde una posición electiva (tales como los procesos de identificación que los actores realizan a lo largo de su vida, de comportamientos ocupacionales y estrategias productivas). Por ende, el enfoque cualitativo resulta valedero para comprender las voces de los sujetos: opiniones y expectativas, intencionalidades y motivos que inciden en la construcción social del mundo; en suma, incorpora la subjetividad5, un rasgo ausente en las estrategias cuantitativas.

A través del estudio instrumental de casos (Stake, 2005 :17) se intenta, precisamente, comprender a los sujetos como seres activos “capaces” de intervenir en el mundo y de producir una “diferencia” en una situación preexistente (Giddens, 1994; Bourdieu, 1999; Laclau, 1991). La respuesta a los factores macroestructurales que lo afectan dista de ser mecánica o lineal. Claro que ello no significa afirmar su libertad absoluta, puesto que las relaciones sociales se caracterizan por la asimetría en el acceso a variados recursos de poder6.

En esta oportunidad, nos proponemos ubicar nuestro aporte, centrándolo en Allen, localidad tradicional del Alto Valle ubicada en el departamento General Roca. En ella, los productores frutícolas familiares - 'chacareros'- jugaron un papel conformativo. Cabe señalar que el estudio acotado a un espacio geográfico no implica un recorte arbitrario de los procesos o del espacio social que construyen los actores y sus relaciones. Más bien se intenta centrar el análisis en un punto de anclaje local donde los rasgos regionales se presenten más claramente destacados.

El papel histórico de los chacareros en el desarrollo agrario en el Alto Valle

Alto Valle es la denominación tradicional del área de colonización inicial ubicada sobre la margen izquierda del río Negro, desde las inmediaciones de la confluencia de los ríos Neuquén y Limay hasta la finalización este del canal principal de riego. Esta zona abarca un conjunto de localidades con una fuerte impronta de la fruticultura en su historia y en la actualidad.

Una periodización ilustrativa del desarrollo agrario de la región distingue una etapa de

4 Las discusiones acerca de cuáles son las metodologías más adecuadas -cuantitativas o cualitativas- para investigar la realidad social han tenido, en décadas pasadas, un apogeo considerable. Hoy en cambio, se aceptan las virtudes de ambos abordajes, destacándose la riqueza que tiene la complementariedad de abordajes para comprender lo social. 5 El sujeto y los procesos de subjetivación -entendidos como la apropiación e interpretación que realizan los actores sociales de las condiciones objetivas del mundo- constituyen un enfoque o un lugar metodológico desde el cual se interroga lo social. El concepto de subjetividad da cuenta del conjunto de ideas, esquemas de pensamiento y de sentido con los cuales los sujetos orientan sus prácticas en la vida cotidiana. Dado que en los casos en estudio el trabajo productivo ocupa un lugar central, se entiende que la subjetividad alude también a los significados del trabajo. Tales significaciones no son un resultado directo de las experiencias laborales, ya que se inscriben en una red que incluye representaciones sobre las relaciones familiares y sociales, la historia y la política, entre otros aspectos (León y Zemmelman, 1997). 6 Estas dos características son tomadas por Giddens (1995) en la noción de dualidad de la estructura: las estructuras son constituidas por la acción humana, la habilitan y permiten; a la vez, las estructuras imponen márgenes a la acción.

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inicio y consolidación de la fruticultura (fines de los años treinta a los sesenta del siglo pasado) con predominio del capital monopólico inglés; otra de conformación agroindustrial (en los años sesenta y principios de los setenta) caracterizada por el predominio del capital nacional oligopsónico; una tercera de diferenciación agroindustrial (que llega a los años ochenta); y, la actual etapa de concentración y transnacionalización (Bendini y Tsakoumagkos, 2003; de Jong, Tiscornia y otros, 1994). Si bien en las últimas décadas la actividad frutícola valletana ha sido señalada como una de las actividades productivas más dinámicas del país, el importante proceso de reestructuración en la cadena de valor que tuvo lugar a lo largo de la década del ´80, trajo aparejadas profundas consecuencias para los sujetos agrarios regionales. En los ´90 emerge un nuevo modelo productivo que acompaña la consolidación de una estructura de distribución profundamente concentrada. Los diez primeros exportadores de fruta absorben el 78% del total de ventas (Diario Río Negro, Marzo de 2000) donde la estructura crecientemente transnacional estaría expresando el punto de partida de un cambio histórico en el desarrollo del complejo frutícola. En este sentido es interesante analizar la formación y distribución del valor al interior de la cadena. Al respecto, cabe mencionar que el 80% del total del valor es generado por el segmento de la distribución, empaque y transporte, y sólo el 10% corresponde a lo que los productores de fruta proveen al empacador-exportador (Diario Río Negro, Septiembre 1999).

Analizando la organización social del trabajo, la matriz original se basaba en la presencia de trabajadores familiares con el empleo de mano de obra asalariada, mayoritariamente estacional, proveniente de Chile. Posteriormente, al consolidarse el complejo agroindustrial y fortalecerse las tendencias expansivas de la actividad, se produce un incremento de la demanda de mano de obra asalariada permanente y se diversifica y amplía la movilidad espacial de la mano de obra estacional (Bendini y Tsakoumagkos, 2004).

Por su parte, los chacareros constituyen un sujeto histórico central en el desarrollo de la fruticultura valletana. "Chacarero" es un término que en esta región alude a un productor que combina la propiedad de un pequeño o mediano monte frutal, el trabajo familiar y el uso de trabajadores transitorios o, según los casos, trabajo asalariado permanente (Bendini y Tsakoumagkos, 2004), cuyo grado de capitalización se inscribe dentro de un rango muy amplio. Más allá de los procesos recientes, la imagen regional está identificada, sin duda, no sólo con las manzanas y las peras sino también con este productor familiar. Esto es así no obstante las profundas transformaciones que fueron verificándose en cada etapa de la actividad frutícola.

En la etapa organizativa con predominio del capital monopólico inglés, los chacareros pasan de estrategias productivas diversificadas a consolidarse como productores frutícolas. Historiadores de la región refieren que durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, existían familias con una producción sumamente modesta, destinada al mercado nacional, que asocian al tipo de economía campesina (Ockier, 1988; Bandieri, 2005; Doeswijk, 1998: 64). Se destaca la presencia de la alfalfa como cultivo predominante, y de incipientes viñedos que en la segunda década cobran mayor importancia, aunque “sin disputarle la hegemonía a la alfalfa” (Doeswijk ,1998: 64), y con efímeras posibilidades de consolidarse frente a la fuerte competencia cuyana, apoyada por las políticas públicas de la época. A partir de 1920 y hasta fines del ‘40, con la valorización de las tierras una vez instalada la infraestructura de riego y el ferrocarril, la compra-venta de las chacras comenzó a adquirir importancia, dando lugar a la construcción de un valle frutícola en manos de chacareros y jornaleros que a partir del trabajo familiar en sus propias parcelas y la compra o venta ocasional de fuerza de

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trabajo durante la cosecha en chacras vecinas, fueron adquiriendo las parcelas en propiedad privada, con la posterior cancelación de los créditos bancarios. Como relata Blanco (1999), estimulando a los productores, capacitándolos en las técnicas del nuevo cultivo, y financiando parcialmente su organización productiva, el ferrocarril de capital inglés instaló galpones de empaque junto a las estaciones de la zona, dando lugar a la formación de las primeras colonias frutícolas

La etapa de predominio del capital nacional oligopsónico, presenta un general crecimiento de la actividad frutícola de carácter incluyente, cuyos principales protagonistas fueron los agentes locales que disponían de plantaciones y galpones que les posibilitaron su integración hacia adelante. Como señalan Landriscini y otros (2007) durante las décadas del 40’ y 50’, la política nacional se dirigió al fortalecimiento del mercado interno y el desarrollo industrial, lo cual solucionó algunos de los problemas estructurales del sector. La actividad presenta en esta segunda etapa posibilidades de excedentes importantes para productores, empacadores y comercializadores, predominando la “consignación” como mecanismo de colocación del producto entre productores y el resto de la cadena productiva. Cabe mencionar que si bien durante este período los pequeños productores se capitalizaron y modernizaron, el ritmo de crecimiento posible no fue suficiente como para permitir un salto cualitativo general de chacareros a fruticultores –productores integrados- , disminuyendo las posibilidades de incorporarse competitivamente al proceso de expansión y en crisis permanente. La exclusividad de la tarea frutícola y actividades relacionadas –formación de cooperativas, integración en pequeños empaques- para la reproducción social de los chacareros alcanza en esta época un estado más puro, aunque no absoluto, con algunas inserciones en el sector comercial o empleos en el ámbito público.

Es a finales de los años ’70 que por factores externos e internos el monto total de ganancia comienza a disminuir, produciéndose una reestructuración en la distribución de la misma en desmedro de los productores familiares, que pasan a estar conectados a la comercialización mediante formas de integración vertical que en muchos casos implicaron inexistencia de beneficios económicos y aún aguda descapitalización (Bandieri y Blanco 1994). Es así que las dos últimas etapas de profundización y transnacionalización de la integración, muestran una modernización excluyente con intensificación de la movilidad del capital y del trabajo. En éstas existen impactos selectivos sobre los productores primarios, inicialmente a través de los nuevos sistemas de conducción y las tecnologías mecánicas, y, posteriormente a través de los cambios varietales, las tecnologías informáticas y biológicas; y la presencia de las grandes empresas comercializadoras ahora en la actividad primaria, en la que incursionan para permitirse mayores márgenes de negociación frente e la producción local. Todo lo anterior en conjunto se traduce en un aumento de la escala mínima con grados crecientes de subordinación, diversificación y/o expulsión de los productores más pequeños con mayor participación relativa de trabajo familiar. Al elevarse los requisitos de calidad, aquellos productores que por insuficiente disponibilidad de capital no acompañan este requerimiento inician un proceso de erosión y/o adaptación cuyos indicadores actuales son: falta de rentabilidad, notable retraso tecnológico y acentuado proceso de descapitalización, con estrategias orientadas predominantemente a la agricultura de contrato, la pluriactividad, y en casos límite, la salida de la actividad por cesión de tierras o arrendamiento (Bendini y Tsakoumagkos, 2004).

En la etapa actual la estructura social agraria comprende grandes empresas agroindustriales, importantes sectores agrarios medios, y pequeñas explotaciones en manos de chacareros con pluralidad de inserciones en la reproducción social. El sector

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se caracteriza no sólo por la expansión cuantitativa de la producción, sino también una inserción globalizada y concentrada a través de la integración vertical y de las alianzas entre industrias claves. Particularmente a partir del estallido de la convertibilidad a fines de 2001, y con el nuevo escenario creado por la devaluación, se produce un reposicionamiento al interior de los productores familiares en el sentido que, aunque por un breve lapso de tiempo se fortalecen en conjunto, se diferencian de acuerdo con la adopción tecnológica previa que hubiesen podido alcanzar en forma individual o asociativa.

De este modo, la modernización productiva y la profundización de la integración provoca la subordinación diferencial de los productores familiares no integrados (87% en el Alto Valle según datos del CNA 2002) a la etapa industrial (Bendini y Tsakoumagkos, 2007). La existencia de mayores controles en la cadena –de calidad, territorial por expansión a nuevas zonas, estratégicos de aumento de la escala productiva por compra o arrendamiento- desde el eslabón comercializador hacia la producción, generó respuestas y resistencias activas que permiten la persistencia y comprenden una gama compleja. Dentro de la misma se encuentran los procesos de diferenciación (oportunidades de modernización tecnológica individual o colectiva, acceso a la integración vertical, retraso tecnológico, endeudamiento), las estrategias adaptativas (pluriactividad, agricultura de contrato), las negociaciones sectoriales (acciones gremiales, demandas sectoriales); en un juego dinámico con los procesos de desplazamiento (reorientación productiva, cesión o remate de tierras, venta) de unidades productivas (Bendini y Tsakoumagkos, 2007).

Acerca de los productores familiares capitalizados: algunas consideraciones

terminológicas

En los estudios rurales, los debates en torno a la producción familiar y la agricultura capitalista estuvieron sesgados por un largo tiempo por un fuerte dualismo que -influenciados por las visiones de los clásicos- los colocaba como categorías opuestas. Sin embargo, a través del siglo XX la presencia de formas familiares de producción, la inserción de algunos de sus tipos en mercados de calidad y las transformaciones al interior del conjunto, dieron cuenta de su capacidad de persistencia, resistencia y en algunos casos de expansión.

En el caso del Alto Valle del río Negro los procesos de apropiación diferencial del suelo desde fines del siglo XIX y su incorporación al mercado de tierras en las primeras décadas del siglo XX consolidaron una forma social de producción que se distingue de los tipos agrarios típicamente capitalistas. En este sentido Ockier resalta que la notable expansión de las fuerzas productivas en el Alto Valle del río Negro entre 1860 y mediados del siglo XX no se debe a un tipo de “colonización excepcional”. Las fuerte presencia del chacarero a partir de las primeras décadas del siglo XX no fue producto de una colonización tipo “farmer” (Ockier, 1998: 3-4), sino resultado de un largo proceso de realización de la renta de la tierra por parte de unos pocos terratenientes una vez que estas se valorizaran por obras de riego y transporte férreo, y posteriormente adquiridas por colonos a través de créditos privados (Ockier, 1987: 3).

Las características intensivas de la producción, organizada principalmente en base al trabajo del productor y su familia en pequeñas y medianas parcelas de su propiedad, y con orientación hacia mercados internacionales, contribuyen a la conformación de un tipo agrario excepcional que inicialmente facilitó el desarrollo de la fruticultura como actividad productiva principal del Alto Valle. Desde entonces, los sujetos protagónicos de la fruticultura regional (Bendini y Tsakoumagkos 2004) –actividad de fuerte

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presencia en los complejos exportadores del país- han atravesado las distintas fases de la historia productiva con procesos de expansión y capitalización de estas unidades, pero también -en períodos más recientes- por una paulatina subordinación respecto de otros eslabones más fuertes de la cadena, que fragilizan sus condiciones de reproducción (Alvaro y Preiss, 2006).

Para comenzar a caracterizar el sujeto histórico regional retomamos a Friedland, quien define la explotación familiar como una “unidad de producción agrícola cuya fuerza económica es suficiente para servir de base económica a una familia y en la cual el trabajo es llevado a cabo, mayoritariamente, por los miembros de la familia” (1991: 18). Esta definición nos permite resaltar la interdependencia estructural entre tres factores constitutivos del tipo familiar puro: unidad de producción-trabajo-familia, y asimismo contempla la posibilidad de que el trabajo familiar precise ser reforzado en algunos momentos del ciclo con trabajo no familiar.

En la búsqueda de elementos que nos sitúen dentro de un tipo social definido, Murmis (1991) es claro cuando señala el caso de las unidades familiares capitalizadas como claro ejemplo teórico de descomposición “hacia arriba” de las unidades campesinas, por “expansión vía tierra y contratación de asalariados” (Murmis, 1992:89). La combinación tierra-trabajo familiar se ve mediada por el control de un activo, esto es, una acumulación previa que funciona como capital, condicionando el desarrollo del ciclo productivo y encontrándose presente la relación constitutiva de la economía capitalista.

Para profundizar en sus características retomamos el concepto de “empresa familiar” (Friedmann, 1986: 53) utilizado para colocar al tipo familiar capitalizado como un tipo de unidad de Producción Mercantil Simple que se comporta de modo distinto a las típicamente capitalistas, y donde la sobrevivencia como empresa requiere de adaptación a los cambios de precios relativos, incrementos en la productividad y la composición orgánica del capital, gobernada por precios de mercado, aún en desmedro de las condiciones de vida de sus propietarios. Por último, Chia (1995, en Tort y Román, 2005:38) señala que toda explotación agrícola familiar cumple una función de producción, una función de consumo, y una función de acumulación de patrimonio. La presencia simultánea de estas tres funciones en un mismo lugar confiere a la explotación agrícola una lógica propia que puede denominarse lógica familiar de producción/reproducción. En ella las decisiones productivas no están exclusivamente asociadas a la subsistencia del grupo familiar –como en el caso campesino- pero tampoco pueden ser colocadas como decisiones racionales de tipo empresarial, sino más bien limitadas por el cumplimiento de las funciones precedentes.

Desde una perspectiva que conecta los estudios sobre la producción familiar con la historia agraria de nuestra región, Arquetti y Stolën ( 1975: 150), abordan las particularidades del tipo productivo en estudio denominando “farmer” al “modo de producción que combina el trabajo doméstico y trabajo asalariado, y que acumula capital” a través del fin último de generación de excedente (Archetti y Stölen, 1975:149). Los autores sitúan al tipo de producción familiar como un modo cualitativamente original de producir, acuñando el término de “colonos” para caracterizar a un sujeto histórico, con especificidades regionales que conserva de las características campesinas el trabajo doméstico como elemento sustancial en el proceso productivo, y de las capitalistas el uso de la fuerza de trabajo asalariada en los trabajos culturales y cosecha (1975:147). Por último, utilizan el término “chacarero” para designar a un tipo de actividad productiva, la de los de los colonos en este caso, en la que “el proceso global de trabajo no depende del desarrollo del ciclo doméstico, sino sólo una parte de él”.

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Las dificultades que se plantean para los chacareros en otras regiones argentinas para su reproducción en el contexto capitalista actual llevan a Balsa (2006) a señalar la profundización de los procesos de mercantilización de las unidades chacareras, las cuales sufren procesos de transición “desde unidades mercantiles simples hacia empresas capitalistas” (Balsa, 2006:258), comprometiendo en su relación con los mercados no sólo la esfera de la producción sino también el consumo y el trabajo, y con ello modificando desde las bases el modo de vida de los chacareros.

Albadalejo (año) asume que “chacarero” es una categoría cuestionable. El vocablo encierra para el autor, una percepción mucho más igualitaria de lo que es en realidad la vida social de este actor, cuya diversidad de comportamientos y elaboración de estrategias productivas frente a las crisis está cuestionando la imagen del “chacarero” como factor de identidad común. Sin embargo, le adjudica un papel importante en las representaciones y actitudes de estos hombres de campo destacando, un sentimiento de identidad común que parece todavía bien presente en el discurso. Define al chacarero por ser un “productor familiar mediano, que tiene tierras en propiedad y arrienda también. Emplea contratista para la cosecha y tiene a veces algún peón a tiempo completo. Tiene apego a la tierra y vive en el campo, o por lo menos está encima de la explotación y colabora físicamente en los trabajos, (a diferencia del administrador). La vida de la familia gira alrededor del campo, (…)” (año: 71).

Por su parte, para Tsakoumagkos (2004) el uso local del término "chacarero" no constituye una casualidad. Este regionalismo nos subraya, desde el habla, el papel conformativo de los productores familiares en la estructura social agraria en ese subsector clave del agro norpatagónico. El término "chacarero" denota en el caso del Alto Valle a un productor que es gestor y trabajador directo, participa activamente en el acto de producción, pero es también un organizador y director de la producción del trabajo de otros, ya que utiliza fuerza de trabajo familiar y según los casos, fuerza de trabajo de terceros de forma temporaria o permanente. Si bien es organizador del proceso productivo, el aspecto técnico de toma de decisiones se ha visto condicionado crecientemente en las últimas décadas por las altas exigencias de calidad de los mercados internacionales, que se ven plasmadas en su grado de conexión con la agroindustria mediante diversas modalidades de agricultura contractual. Esto último lo coloca como agente comercializador -de primera mano- de su propia cosecha, que realiza algunas elecciones y combinaciones de colocación mediante las cuales intenta optimizar sus posibilidades de comercialización (Steimbreger y Alvaro, 2008) frente a crecientes controles técnicos a la producción.

Se señala una diferenciación histórica –pero también indentitaria- entre chacareros y fruticultores asociada a los procesos de integración hacia delante o hacia atrás a partir de la conformación de la agroindustria/complejo. Ambos sujetos agrarios tienen sus propias expresiones gremiales siendo la que corresponde a los fruticultores la que detenta el mayor poder de negociación en la cadena y con los asalariados Los chacareros se definen entonces como productores no integrados a la etapa industrial. En los años ’90 emerge una nueva diferenciación pero al interior de los chacareros, si se toma en cuenta la distinción hecha por la propia Federación que los representa, consistente en considerar "de subsistencia" al estrato inferior de unidades frutícolas. Llamativamente, este subsector suele recibir la denominación de "pobladores" (Bendini y Tsakoumagkos, 2002 y 2003).

Las profundas transformaciones productivas, comerciales, organizativas ocurridas en las últimas décadas, con sus impactos selectivos al interior de los chacareros, han marcado nuevamente el nivel discursivo, mediante una más reciente distinción: entre chacarero y

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productor. El primer concepto hace alusión a la condición social de los agentes de la producción primaria local, mientras que el segundo, alude a aquel productor que ha logrado una inserción competitiva por un conjunto de cambios que se engloban en el término "eficiente" y que comprenden la reconversión, las buenas prácticas, el acceso a la educación y a la información técnico-comercial, a la participación en las negociaciones intersectoriales y en el uso de recursos legales a su favor, etc. Esta diferenciación expresada a nivel simbólico da cuenta parcialmente de la importancia de los distintos senderos de acumulación que se verifican a largo plazo para este conjunto de productores. (Bendini y Tsakoumagkos, 2007a)

Caracterización general de los chacareros en la estructura social valletana7

El Alto Valle representa poco más del 60% de los productores y sus familiares respecto del conjunto de zonas agrícolas de la provincia de Río Negro. En los años ’90 Wood señalaba un total de 6000 productores (Bendini y Tsakoumagkos, 2002), mientras que el Censar ‘93 arrojaba 5757 medidos en unidades agrarias. Para la siguiente década, el SPI 2001 Ministerio de Producción (actualizado al 2005) registraba en el Alto Valle 4317 productores y 7016 trabajadores familiares permanentes. El CAR 2005 (Secretaría de Producción de Río Negro) da cuenta de 3100 productores en el Alto Valle rionegrino (medidos en UOP, unidad censal equivalente a EAPs), de los cuales 2.414 son productores ocupados de manera permanente en la explotación y con un nivel de trabajo familiar permanente de 1407 trabajadores.

La importancia y persistencia del trabajo familiar presentaba a inicios de este siglo una configuración semejante al comportamiento provincial, con disminución de la presencia de trabajadores familiares, siendo diferente esta configuración en otras regiones del país por ejemplo la región pampeana, donde el trabajo familiar si bien disminuye en términos absolutos, gana participación relativa en el empleo agrario total. Según el Sistema Provincial de Información de la provincia de Río Negro, ese promedio alcanzaba en el Alto Valle al 63% con una relación de 1,6 trabajadores familiares por productor (SPI 2005) similar a otras zonas irrigadas de Río Negro (1,7). Su importancia actual queda expresada en el promedio regional cercano al 43% (CAR ‘05) -familiar incluido el productor- del personal permanente ocupado en las unidades agrícolas o chacras, que una década atrás según Censos Provinciales Frutícolas 1993/94, rondaba el 70%. De este modo los relevamientos más actuales (CNA ’02 y CAR ’05) parecen

7 En este apartado se trabaja con datos estadísticos de organismos nacionales, provinciales y regionales. Cada uno de ellos construye desde criterios diferentes la definición de su unidad censal, a saber: Cada unidad censal del Censar'93 (Censo de Áreas Irrigadas de la Provincia de Río Negro) fue definida como unidad agraria, integrada por una o más parcelas contiguas, pertenecientes a una misma firma; no constituyendo una misma unidad agraria aquellas parcelas, que perteneciendo a un mismo productor, se unían solamente por el vértice o estaban separadas por una calle pública, por un canal o vía férrea. Para los CNA (Censo Nacional Agropecuario de la Dirección Nacional de Estadísticas y Censos) la EAP es la unidad de organización de la producción con una superficie no menor a 500 m2, dentro de los límites de una misma provincia que, independientemente del número de parcelas (terrenos no contiguos) que la integren: - Produce bienes agrícolas, pecuarios o forestales destinados al mercado - Tiene una dirección que asume la gestión y los riesgos de la actividad productiva: el productor - Utiliza los mismos medios de producción de uso durable y parte de la misma mano de obra en todas las

parcelas que la integran. Para el CAR (censo de áreas bajo riego de la Secretaría de Fruticultura de la Provincia de Río Negro) las UOP (unidades de organización de la producción) del CAR fueron definidas como equivalentes a las EAP del CNA.

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indicar que la relación se revierte a 0,5 trabajadores familiares por productor, denotando una importante disminución de su incidencia.

La existencia de productores con otras actividades representa, asimismo, cambios importantes. Si bien la disponibilidad de datos censales previos no es suficiente para un análisis en series temporales de las otras ocupaciones del productor y su familia, se conoce actualmente que el 39% de los productores del Alto Valle poseen otra actividad además de la agraria en la parcela, lo cual es superior al dato homólogo a nivel nacional, 32%. Si bien la pluriactividad se registra independiente de la escala de la explotación, no hay comportamientos lineales según tamaño, con incidencia mayor del fenómeno entre los productores de entre 0,5 y 5 ha alcanzando un 50% de pluriactivos, y disminuyendo en las explotaciones de mayor tamaño, con un 24% en las unidades de entre 25 y 50 ha (CAR 05). Desde el punto de vista de las características de la escala productiva, con el paso del tiempo la fruticultura requiere mayores inversiones de capital asociadas no sólo a tecnología de alta complejidad sino también al incremento de la escala mínima de las unidades productivas. En la última década el tamaño modal de las unidades se ubica en los estratos de hasta 15ha, (pasa del 79% al 70%), y aumentan las explotaciones de tamaño medio entre 15 y 50hs y casi se duplican las de mayor superficie.

Estos comportamientos pluriactivos pueden constituir respuestas nuevas o establecidas desde hace tiempo que se reactivan en determinados momentos, y que podrían funcionar tanto para la persistencia como para diversas modalidades de crecimiento y expansión.Al considerar el contexto económico social de la fruticultura, empezamos a encontrarnos con elementos que condicionan en gran medida la función de la pluriactividad, ya fuera requiriendo, facilitando o impidiendo el surgimiento de esas conductas.

La lectura de la información secundaria nos permite por tanto subrayar, una vez más, la disminución que viene registrándose en la cantidad total de productores en la región. Por otro lado, es de considerar la importancia absoluta y relativa de las pequeñas y medianas unidades en manos de chacareros del Alto Valle en la estructura social agraria, con una importante disminución en las dos últimas décadas de la participación del trabajo familiar en las actividades agrícolas y aumento de las otras actividades del productor. A su vez, éste último puede estar señalando una pérdida de especificidad de la actividad frutícola, en tanto concebida como mono-ocupación. Se abre paso a interrogantes frente a un fenómeno como la pluriactividad, que si bien no se caracteriza por su novedad, si lo hace por su intensidad dentro de las dinámicas que se generan en los espacios rurales en las últimas décadas. Con una dinámica casi lineal de crecimiento en los requisitos de inversión de capital por un lado, y por el otro, combinada esa dinámica con movimientos cíclicos que modifican tanto requerimientos como oportunidades; ambas situaciones podrían implicar relaciones entre dichos ciclos y las estrategias pluriactivas. Asumimos, por lo tanto, su carácter de fenómeno digno de atención por su importancia provincial y en la actividad regional.

Allen, la localidad en estudio

Inserta geográfica y económicamente en la estructura agraria del Alto Valle, la localidad de Allen se caracteriza por la predominancia del cultivo de peras, ubicándose en el primer lugar de producción en el Valle. Esta localidad fue a comienzos de siglo XX una zona principal de recepción de colonos que a través del trabajo propio en la chacra y el de sus familias fueron paulatinamente identificados –al igual que en otras localidades- como chacareros.

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La estructura fundiaria de la localidad conforma una superficie total de 10.462 ha bajo riego, de las cuales 6500 se encuentran cultivadas. El 90% de la superficie productiva de la localidad está cultivada con frutales de pepita. Los tamaños productivos con mayor concentración de frutales de pepita -respecto de otros cultivos- son los que van de 10 a 25 ha. Sin embargo cabe destacar que entre las 0 y las 5 ha, existe un 20% de tierra destinada a otros cultivos.

La estructura productiva se encuentra constituida por un total de 387 productores frutícolas, de los cuales el 75,4 por ciento se concentra en los tamaños de explotaciones de menos de 25 ha, ocupando el 28% de la superficie total bajo riego. En especial en estos rangos productivos se hace uso intensivo de mano de obra, principalmente del productor y algunos miembros de la familia. En los últimos años, la penetración del capital transnacional empresarial en la actividad a través de Empresas Transnacionales integradas condiciona los ritmos de expansión y las modalidades de inserción de los productores en la reestructuración productiva.

Una presentación descriptiva sobre la base de una discriminación económica de las explotaciones nos permite detallar con más precisión la estructura productiva. Si consideramos a las 10 ha. como un "piso" para desempeñarse en las actividades predominantes en la zona -tal como surge de testimonios de técnicos y productores- y a las 25 ha. como el nivel de lo que los economistas agrarios denominan "unidad económica" para las condiciones modales de producción; tendríamos el siguiente panorama: En Allen predominan las EAP de 10-25 ha. (37%) que ocupan el 17% de la superficie. Las EAP de más de 25 ha. registran un 34% con el 77% de la superficie. Es decir, predominarían en Allen las EAP medianas y grandes. La relación familiar/productor es cercana a 1/3.

El promedio de productores con actividades remuneradas extraprediales es del 39% para todo el Alto Valle según CAR 2005; el cual es, en principio, superior al dato homólogo proporcionado por el Censo Nacional Agropecuario. Observando nuestra localidad en estudio, constatamos que Allen está por debajo de ese promedio (24%) según datos CAR 2005. Si bien el trabajo extrapredial del productor en la localidad no alcanza los niveles provinciales, para dos terceras partes de los productores que reconocen una fuente de ingresos fuera de la explotación, la misma constituye su actividad económica más importante. Podemos agregar una mirada sobre la tendencia general de la pluriactividad según los tamaños de las unidades económicas. En Allen, la proporción de productores pluriactivos presenta una variación porcentual, positiva o negativa

respecto del promedio, del 13%8, pero sin que pueda identificarse un patrón definido

(Bendini y Tsakoumagkos, 2007a ). En consecuencia, no puede afirmarse que exista una asociación lineal entre tamaño y pluriactividad en el caso de las unidades frutícolas de Allen.

Hasta aquí nuestra lectura de la información secundaria subraya, una vez más, la importancia absoluta y relativa de las familias chacareras del Alto Valle en el trabajo permanente familiar agrícola y, por otro lado, identifica en la localidad seleccionada las diferencias en cuanto a la distribución por tamaño de las EAP y el peso relativo de otras actividades como fuente de ingresos para los productores y sus familias.

8 24% es el porcentaje de productores pluriactivos que, como promedio, existen en Allen. Los porcentajes "extremos" son los de 21% y 27%, o sea tres puntos porcentuales por encima y por debajo del promedio, que representan ±13% respecto de ese 24.

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Perfiles, estrategias ocupacionales y trayectorias pluriactivas9

La periodización del desarrollo de la actividad frutícola y la situación actual del posicionamiento de los chacareros en la estructura agraria de la región y específicamente en la localidad, permitieron contextualizar la construcción de perfiles10 en tanto caracterización de las variables de base y en su conjunto. Estos perfiles contribuyen a la comprensión de la diversidad de niveles de capitalización, estrategias comerciales, productivas y ocupacionales, dentro de las cuales situamos a las trayectorias pluriactivas.

Un primer dato que surge cuando se analizan conjuntamente los índices E y L -indicadores habitualmente utilizados para diferenciar grados y formas de capitalización- se encuentra que las situaciones polares no constituyen casos mayoritarios, dentro de las limitaciones de este muestreo intencional. Una relación entre ambas series muestra que, salvo un par de excepciones, el predominio del trabajo familiar se da hasta magnitudes del índice E relativamente bajas (23) y a partir de ellas, con oscilaciones en cuanto a su peso, predomina el trabajo asalariado. Otro dato relevante en términos de nuestro interés en unidades pequeñas y medianas, es que en los niveles socioeconómicos superiores al promedio se verifican dotaciones bajas y altas de capital agrario y es posible pensar, entonces, que dichos niveles puedan constituirse en factores diferenciadores a la hora de considerar la pluriactividad. Esa imagen se refuerza al considerar conjuntamente los tres índices puesto que, además de las situaciones "polares" (por debajo y por encima de los respectivos niveles de corte en los tres indicadores), tenemos unidades con trabajo predominantemente asalariado pero con dotación de capital agrario inferior al nivel de corte, tanto con niveles socioeconómicos bajos como altos. En resumen, nuestras variables independientes dicotomizadas, resultan útiles tanto para diferenciar casos "extremos" como para identificar situaciones típicas del Alto Valle en cuanto al grado de capitalización y a la composición laboral en sus unidades, de suerte que se configuran determinaciones estructurales relevantes. (Bendini, Murmis y Tsakoumagkos, 2008).Con todo, lo que resulta significativo para nuestro trabajo es captar en los casos seleccionados si la pluriactividad es una respuesta históricamente establecida y en particular establecida en distintos niveles de acumulación y frente a diversas situaciones que van más allá de las crisis. De este modo, los perfiles de productores, entendemos, identifican en una primera aproximación la diversidad de condiciones que pueden dar lugar a la pluriactividad.

Haciendo un análisis horizontal por productor y familia, y a modo de ejemplificación, presentamos a continuación una selección de casos teniendo en cuenta su representatividad en la varianza de los perfiles, en función de las características de base expresadas en los índices; y el tipo de estrategias referidas al comportamiento ocupacional agrario exclusivo o pluriactivo, “desde adentro” o “desde afuera” -en su

9 En este apartado se agradece el valioso aporte del Mgs. Pedro Tsakoumagkos en la construcción de los índices, y las consideraciones del profesor Miguel Murmis, que iluminaron nuestras reflexiones acerca de la pluriactividad situándola en trayectorias ocupacionales y vitales del sujeto. 10 Para la conformación de los perfiles de base que caracterizan a los productores familiares estudiados se

construyeron tres índices (o variables) (Tsakoumagkos, 2007) a los fines de sintetizar 1- los aspectos económicos de las explotaciones, Índice E10

, 2- las características sociales de los encuestados, Índice S

10, y 3- el tipo de trabajo utilizado en las unidades, Índice L. El indicador L de composición laboral, resume la proporción entre trabajo F familiar y NF no familiar, incluyendo tanto al trabajo permanente como al transitorio debidamente equiparado. La fórmula aplicada a cada entrevista es (F/NF). En consecuencia, cuando su magnitud es mayor que 1, predomina el trabajo familiar; y cuando su magnitud es menor que 1, predomina el trabajo asalariado

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trayectoria o en el presente, continuo u ocasional-. El análisis pormenorizado de algunos casos nos permitirá entender a la pluriactividad como estrategia ocupacional que las familias chacareras ponen en funcionamiento en determinadas etapas de sus trayectorias productivas, con diferentes sentidos y significación.

Cada caso se encuentra organizado a los fines expositivos a partir de los tres índices construidos: IE (índice económico), IS (índice social), IL (índice laboral) descriptos anteriormente. Pasamos luego a describir el origen de la inserción en la actividad agraria (acceso a la chacra), los otros tipos de inserciones ocupacionales del productor y su familia, momento de asunción de la pluriactividad y la significación que los chacareros dan a la actividad extrapredial. La exposición de los casos nos llevará de menor a mayor nivel de capitalización. Por último también consideramos algunas variables intervinientes que ofician de aclaratorias.

Nuestras observaciones de los casos nos permiten, más allá de los perfiles de base, retomarlos en un análisis donde la pluriactividad es situada en la carrera vital y ocupacional del productor y su familia. A tales fines, comenzamos con perfiles actualmente exclusivos con historia pluriactiva, para luego pasar a analizar los pluriactivos, prestando especial atención al significado que tienen los otros ingresos, su principalidad y el momento en que son asumidos, según los casos.

Un caso extremo es el de la gente que se crió en la chacra y sigue siendo chacarera. Como Murmis (2008, mimeo) señala, es gente “de adentro”. Y además no es pluriactiva. Ambos casos denotan momentos en la vida de la familia en la unidad productiva donde se produjo, o bien la combinación de actividades, como es el primer caso que exponemos, con predominio de aquellas relacionadas con lo agrario y un capital inicial que surge de la parcela (instalaciones, conocimiento específico, animales) para el inicio de nuevas actividades, o como en el segundo caso, implica una “salida” de la actividad agraria. El denominador común en ambos es la relación de la pluriactividad con el desarrollo los ciclos familiares, donde la educación de los hijos o la llegada a la adultez de un hijo formado en una profesión conducen a un inicio de conductas pluriactivas cuando la actividad por sí sola no permite hacer frente a esas demandas o absorber la mano de obra familiar disponible. Sin embargo, para los actores del primer caso las otras inserciones y ocupaciones tuvieron una función de “complementariedad de la actividad agraria” que es dable resaltar:

Pequeño productor exclusivo que reside en la chacra. Su familia se compone de esposa, hijo adulto estudiante en la Universidad estatal local e hija mayor con formación profesional, que ya no convive ni aporta al ingreso familiar. La chacra es de propiedad privada. Fue heredada en los años setenta por el lado paterno de la familia, posee una superficie total de 3 ha por subdivisión resultante de una chacra familiar. Se ubica en IE 7 -bajo- por tamaño de la explotación y mínima dotación de capital agrario: monte en sistema tradicional, no poseen nuevas variedades, no se encuentran implementando buenas prácticas agrícolas (BPA), en IS 1 -inferior al promedio- por predominio de integrantes de la familia con nivel educativo bajo, residencia permanente rural y no poseer correo electrónico; e IL 3, con predominio de trabajo familiar en chacra. Actualmente no realizan otras actividades ni tienen otras inserciones económicas. Sin embargo, esta pareja de productores intentó dar estudios universitarios a ambos hijos, contando con una historia pluriactiva anterior para “complementar ingresos de la chacra”, a través de venta de aves y productos de granja, principalmente en épocas de ampliación de demandas familiares o de crisis.

En el segundo caso de la gente de adentro, hay situaciones de salida del mundo

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chacarero, o sea del paso de la actividad chacarera a otra que no lo es. Aquí tenemos cambios en la trayectoria, pero no necesariamente pluriactividad (Murmis, 2008). Se repite la situación de pluriactividad asociada a la disponibilidad de mano de obra familiar que la explotación no puede absorber, al tiempo que en términos de los actores la salida aparece asociada a una necesidad personal en el inicio de una carrera extra-agraria. Esto se vuelve significativo cuando se produce el retorno a la actividad agraria con posibilidades concretas de acumulación en una actividad agraria rentable:

Productor exclusivo grande, se convierte en propietario al heredar hace unos años de sus suegros una chacra de 50 ha en producción de pepita, y luego compra otra de 60 ha que cultivada con alfalfa. Su familia está compuesta por esposa y tres hijos adultos jóvenes. Los tres hijos realizan actividades dentro de las parcelas relacionadas con sus profesiones. Dos de ellos desde la administración y el tercero, técnico en producción frutícola, intervienen en la producción. El productor accede “desde afuera” o con pasado extra-agrario pero con historia familiar agraria. Hijo de pequeños chacareros, al terminar estudios secundarios se inserta en la actividad bancaria y allí permanece, hasta el momento en que hereda la parcela. A partir de allí, se dedica a la actividad productiva de manera exclusiva, aunque combinando ad honorem con participación gremial –dirigente- en la Cámara de Productores. Se ubica en IE 289, valor alto: por tamaño de la explotación, el noventa por ciento del monte es de tipo tradicional –afirma que por la calidad de las plantas (perales) que tiene no requiere aún la reconversión. No posee variedades nuevas, y se encuentra implementando BPA desde hace poco más de un año. El IS -5- es superior al promedio por predominio de miembros de la familia con nivel educativo terciario y universitario, residencia en zona urbana y disponibilidad de correo electrónico; el IL 0,19 expresa el fuerte predominio de trabajo asalariado en chacra.

Último en este primer grupo colocamos el caso de gente de adentro que siempre lo fue y se mantuvo exitosamente en la actividad. Asimismo vemos en este caso que la posibilidad de brindar educación terciaria y universitaria a los hijos -cuando concretada- sienta las bases para la pluriactividad de esa generación siguiente. El caso nos presenta una familia que ha ido sorteando los desafíos en cada una de las etapas y ciclos de la fruticultura, y que actualmente se expande también “hacia adentro”, adquiriendo tierra para que los hijos puedan desarrollarse en la actividad frutícola por cuenta propia. Sin embargo esta nueva generación con una trayectoria académica prefiere en muchos casos –como el del ejemplo- mantener sus inserciones profesionales en el mercado laboral:

Productor exclusivo con historia exclusiva de dos generaciones y tercera pluriactiva. Su familia se compone de esposa, y dos hijos adultos que ya no conviven ni aportan al ingreso familiar y a los que los inició en la actividad en la parcela propia pero ahora independizó mediante la compra de una chacra para ellos adquirida con ahorros de la actividad agraria. La chacra es de propiedad privada, heredada por el lado paterno de la familia que se inició en la actividad agraria en el Valle en las primeras décadas del siglo XX. Posee actualmente una superficie total de 13 ha, que son las de la chacra original. Se ubica en IE mayor que 100, con tamaño medio de la explotación y dotación alta de capital agrario: monte con combinación de sistemas y predominio de espaldera en dos tercios, poseen nuevas variedades, y se encuentran implementando buenas prácticas agrícolas (BPA), en IS 4 -nivel promedio- por predominio de integrantes de la familia con nivel educativo alto, residencia urbana permanente y no poseer correo electrónico; e IL menor que 1, con predominio de trabajo no familiar en chacra. Actualmente no realizan otras actividades ni tienen otras inserciones económicas. Sin embargo, esta pareja de productores intentó dar estudios universitarios a ambos hijos, quienes sí son pluriactivos, combinando lo agrario con otro tipo de inserciones de acuerdo a formación

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educativa.

A continuación, entre los casos pluriactivos actuales elegidos se da una diversidad de situaciones donde la función de la pluriactividad es compleja y diferenciada más no completamente desvinculada del nivel de capitalización. Tal como explican Bendini y Tsakoumagkos (2007a) la pluriactividad parece tener una presencia más generalizada que lo sugerido por la imagen existente sobre los chacareros. En trabajos previos del grupo de investigación se realizaron análisis de las entrevistas donde puede verse que entre quienes muestran valores superiores a la media en el índice económico, la mayor parte ingresa a la pluriactividad en un momento de bonanza, mientras que entre los que tienen valores inferiores, el porcentaje es de un 16 por ciento. Algo similar ocurre con el índice social: los valores son 46 y 18. Más marcada es la diferencia entre los que tienen valores contrapuestos en el índice de estructura de la fuerza de trabajo: entre los que se basan en el trabajo asalariado, un 50 por ciento asumió tareas extraagrarias y entre los más familiares, nunca se dio esa motivación (Bendini y Tsakoumagkos, 2007a). Todo esto nos llevaría a explicar la pluriactividad combinando las visiones más estructurales de deterioro de las condiciones económicas y de acumulación con orientaciones diversas donde se incorporan factores como la composición de fuerza de trabajo, momento del ciclo familiar y el significado de la perdida de la exclusividad. Sin embargo seguimos trabajando la hipótesis de trabajos anteriores, de una direccionalidad de los pequeños pensando en subsistir y los medianos y altos en diversificar.

Así, se dan casos “desde adentro” donde la pluriactividad está básicamente asociada –aunque, admitimos, no únicamente- al nivel de capitalización, que se muestra insuficiente ante los nuevos requerimientos. Encontramos en el caso siguiente el significado más puro de pluriactividad en pequeños productores, que se activa y reactiva en momentos de crisis, con aumento o disminución de su incidencia de acuerdo a las combinaciones que permiten los momentos del ciclo productivo, donde a veces la actividad agraria adquiere principalidad, y otras es la otra actividad la que significa el ingreso más importante:

Productor pequeño desde adentro Soltero, su familia se completa con su padre viudo con el que vive en el centro de Allen. Este productor es propietario de una chacra de su padre, de la que se encarga desde que el hombre se jubiló. Es segunda generación de chacareros. Sus padres compraron chacra y comenzaron con verdura para ir plantando manzana paulatinamente, luego fueron exclusivos pero el productor hereda y se diversifica para seguir adelante. El IE es bajo, menor que 100, por tamaño pequeño de la explotación, reducida cantidad –un tercio- del monte en espaldera, no poseer especies nuevas en cultivo y no realizar BPA. El IS es inferior al promedio -3- ya que los miembros de la familia tienen nivel educativo bajo, residencia en zona rural y disponibilidad de correo electrónico; el IL no supera el 0,24 o sea predomina el trabajo no familiar en chacra. Son pluriactivos por productor, quien asume la tarea de producción activa y combina con la venta de su fuerza de trabajo de forma temporaria a SENASA en tareas de monitoreo de chacras o encuestas especializadas a las que tiene acceso por su formación por su secundario con orientación agraria. También es pluriactivo por familia, por la jubilación del padre del productor. La función de las otras inserciones se basa en ser una mejor forma de ganar dinero que la chacra (“los últimos años la chacra me costó dinero -mantenerla- y no generó ni un peso para mí. Tiene un valor afectivo y por otro lado no quiero descapitalizarme”), que se activó en un momento de crisis y ahora constituye el principal ingreso de la familia.

En este punto retomamos una situación radicalmente diferente de paso de la actividad chacarera a otra: es la de quien estudia y consigue un título. Algo interesante es que este

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cambio en la trayectoria es muchas veces una preparación para la pluriactividad: se retoma la actividad de la chacra y también la actividad profesional. De esa forma surge la pluriactividad. Una cuestión a explorar es la de la medida en que la asunción de tareas no chacareras lleva a la pluriactividad (Murmis, 2008) en casos actualmente exclusivos pero donde la pluriactividad constituyó una instancia de paso hacia la agraria como en los primeros casos, y en otros donde se mantiene la otra actividad en complemento con la agraria, con diferentes grados de principalidad:

Productora mediana desde adentro Propietaria media de tercera generación de chacareros. Obtiene por herencia la chacra de 12,5 ha en los noventa. La familia se compone por una pareja de mediana edad con una hija en edad escolar, con residencia urbana. Al heredar como ya era profesional nunca realizó tareas agrícolas. Es su esposo quien se ocupa de la gestión y de la producción con trabajo directo. Se ubican en IE bajo -56- por tamaño de la explotación, chacra con la mitad del monte tradicional y mitad en espaldera, cultivo de especies nuevas, pero sin implementación de BPA. El IS es superior al promedio -5- por predominio de miembros de la familia con nivel educativo universitario, residencia en zona urbana y disponibilidad de correo electrónico; el IL -0,29- implica un alto predominio de trabajo no familiar en chacra. Si bien no han vendido tierra en los últimos años, han reducido su superficie productiva en 1,5 ha. Le venden a una empresa comercializadora transnacional. Aunque no están implementando BPA, las reconocen como una necesidad para vender mejor en el futuro cercano. La actividad principal (60 por ciento) de la familia es la ocupación extrapredial profesional de la dueña (en pequeño laboratorio propio de análisis clínicos. El esposo, que es extranjero, enseña idiomas (10 por ciento del ingreso familiar). La chacra representa entonces un 30 por ciento del ingreso familiar total. Los padres también complementaban el ingreso de la chacra (pequeño comercio). Para esa generación la pluriactividad tuvo la función de complementar ingresos, a diferencia de la actual productora, quien resume el significado de la pluriactividad como “una mejor forma de ganar dinero”.

Un punto importante a aclarar cuando hablamos de pluriactividad “desde adentro” es el de la temporalidad que asumen las otras actividades frente al ciclo productivo mismo: son permanentes o son estacionales. En este sentido estamos considerando pluriactiva a la persona que ejerce simultáneamente dos actividades, tanto como aquella que realiza una combinación o sucesión de actividades diversas a lo largo del año en forma sistemática ya que, como vimos en un caso anterior, el carácter pluriactivo se vincula a una necesidad donde -aún para la capitalización- la combinación asocia nuevas estrategias a la productiva, con sus propios ciclos y dinámicas:

Pareja de productores medianos profesionales desde adentro que se insertan en la actividad agropecuaria “desde adentro”, mediante la herencia de la chacra, aunque por estudios cursados son profesionales en ejercicio. El productor es segunda generación de chacareros, es propietario de una chacra de 15 ha, de las cuales 8 la recibió por herencia y 7 por compra en los últimos veinte años. La familia está compuesta por matrimonio y dos hijos adultos y todos tienen residencia urbana. El matrimonio combina la actividad profesional -ambos abogados- con la agropecuaria. El IE -78- es bajo por tamaño de la explotación, chacra con más de la mitad del monte reconvertido, en espaldera, cultivan especies nuevas e implementan BPA desde hace 3 años. El IS es inferior al promedio -3- por predominio de miembros de la familia con nivel educativo universitario, residencia en zona urbana y disponibilidad de correo electrónico; el IL es 0,93 con leve predominio de trabajo no familiar en chacra. Actualmente es el hijo mayor de la pareja, ingeniero agrónomo, el que tiene dedicación exclusiva en las actividades en

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la parcela. La chacra es la principal actividad para el conjunto de la familia (70 por ciento del ingreso total). La ocupación profesional en el estudio representa el resto de los ingresos. Le vende su producción a un empaque mediano. La pluriactividad se inicia con el desempeño profesional de ambos cónyuges con anterioridad al momento de heredar una chacra y comprar la segunda. Su hijo vuelve a la chacra como profesional y se dedica a ella en forma exclusiva. Entienden que el ejercicio de sus profesiones es un ingreso que aporta pero no es el determinante en el presente.

En el caso siguiente se produce el caso más puro de pluriactividad por expansión “hacia afuera” con capitalización. En los casos más extremos de nivel de capitalización se hace más clara la función de la pluriactividad como alternativa y ya no sólo como complemento, que igualmente lleva a una pérdida de especificidad agraria.

Productor medio profesional desde adentro. Es un matrimonio con dos hijos adolescentes que tiene dos chacras heredadas las que suman actualmente 33,5 ha en total. Son por ambos lados chacareros de segunda generación, heredando las tierras. Ambos productores participan de las tareas de gestión y producción en la chacra. En los últimos años han disminuido, por venta, su capital agrario, para diversificar hacia otras actividades. El caso se ubica en IE alto -168- por tamaño de la explotación, chacra con mitad del monte en espaldera, cultivo de especies nuevas y BPA. Su IS es superior al promedio -4- por predominio de miembros de la familia con nivel educativo universitario, residencia en zona urbana y disponibilidad de correo electrónico; y el IL es 0,29 con predominio de trabajo no familiar en chacra. Son pluriactivos por ser propietarios de un vivero para comercialización de plantines, y pluriinsertos por renta inmobiliaria (10%) tras haber invertido los fondos excedentes de la actividad frutícola en otra actividad que consideran más rentable: la construcción inmobiliaria. En este momento la chacra (30 por ciento del ingreso total) es un ingreso secundario respecto de las otras fuentes. Le venden su producción a empresas de capital transnacional que requieren BPA. La combinación de actividades aparece en momentos de crisis pero también señalan de bonanza, opinan que la actividad agraria se encuentra “en espiral hacia abajo”, los excedentes son invertidos para diversificar por ser mejor alternativa y complementar ingresos.

Podemos, por último, ordenar las situaciones pensando en el otro extremo: “gente de afuera”, o sea que no proviene de la actividad chacarera y además tiene otra ocupación u otra inserción, por lo que son pluriactivos. En este caso la palabra “inversión” es la que representa mejor el significado de la actividad agraria para ese productor, que asumiéndola de una forma “profesional” ingresa en la actividad no ya como un productor familiar sino como un productor mediano en el sentido que le atribuyen Bendini y Tsakoumagkos (2002, 2003) a esta nueva diferenciación discursiva respecto del término chacarero:

Productor medio profesional desde afuera Este productor es propietario de dos chacras por compra que suman 30 ha. Reside en la ciudad junto a su familia compuesta por esposa y dos hijos pequeños. El IE es alto -160- por tamaño de la explotación, tres cuartas partes del monte en espaldera, cultivo de especies nuevas y realiza BPA. El IS es inferior al promedio -3- ya que los miembros de la familia tienen nivel educativo primario en curso y universitario, residencia en zona urbana y disponibilidad de correo electrónico; el IL no supera el 0,24 o sea predomina el trabajo no familiar en chacra. Son pluriactivos por ejercer ambos cónyuges sus profesiones aunque la actividad frutícola es la principal (70 por ciento del ingreso familiar). El trabajo profesional de ambos les permitió invertir en el agro (compra de chacras). Están implementando BPA y le venden su producción a una sociedad de productores de capital local de la cual el

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productor es socio. Opina que prefirieron entrar a la actividad frutícola e “invertir en agro con fondos actividad profesional” con el objetivo de complementar los ingresos de la profesión”. En poco tiempo la actividad agraria pasó a ser la principal en la generación de ingresos familiares

Reflexiones finales

El hecho de que en el caso de los productores chacareros del Alto Valle, en los últimos años las inserciones extra agrarias de la fuerza de trabajo familiar hayan cobrado mayor presencia, nos ha llevado a analizar el fenómeno en términos de su relación con los perfiles del productor –construidos a partir de variables de base-, así como a la presencia y el sentido de la pluriactividad en sus trayectorias productivas. En este sentido entendemos que la combinación de actividades no es un fenómeno que se caracterice por su novedad, aunque sí por su incidencia y la significación que adquiere en las últimas dos décadas.

Así, una primera delimitación de conductas pluriactivas a partir del nivel de capitalización fue cruzada por un nuevo factor: el de las estrategias ocupacionales enmarcadas en trayectorias familiares. Podemos ver que dentro del significado que tienen las otras actividades para el conjunto de los productores entrevistados y sus familias aparece primeras en orden de frecuencia la razón de complementar los ingresos de la chacra; la segunda la de ser una mejor forma de ganar dinero que la chacra; y por ultimo los que la asumen como una posibilidad de que los hijos estudien.

Colocando los casos de acuerdo al origen en la actividad, encontramos algunas situaciones de interés. Por un lado, aquellos calificados “desde adentro” donde la combinación de actividades surge de la utilización de capital agrario sub-utilizado para nuevas formas de actividad, ya sea en el predio o fuera de él. Otra situación relevante es la que se presenta a partir de los ciclos familiares con un incremento en la oferta de mano de obra al interior de la familia. Las situaciones de incapacidad de absorción “exitosa” en la parcela dan lugar entonces, al inicio de trayectorias pluriactivas. El resultado de inversiones en la calificación de la fuerza de trabajo familiar se concreta en la inserción en puestos calificados -o no- de la estructura social, de forma permanente o temporaria, y que contribuye al sostenimiento de la actividad agraria. Al referirse a la emergencia de necesidades en el seno de la familia resulta significativo la incidencia e importancia otorgada al acceso a la educación. En los estratos superiores predomina la pluriactividad asociada a momentos de bonanza y a opciones cabales en la acumulación en tanto inversión en educación y formación superior, modo de expansión en la propia actividad -inversión para reconversión productiva, diversificación extra-agraria -en comercio y servicios, ejercer profesiones, a cargo de emprendimientos, entre otras.

De este modo, la pluriactividad se presenta en los casos típicos “desde adentro” en la trayectoria familiar bajo la forma de posibilidad por disponibilidad de capital, de resultado de inversiones anteriores, y hasta de alternativa completamente novedosa que implica destinar ahorros de la actividad en otra. Esta posibilidad se activa cuando las condiciones productivas complementariamente predisponen a asumir la pluriactividad.

Cuando los casos son “desde afuera”, la trayectoria agraria pierde centralidad, aunque no así la pluriactividad como estrategia; y donde antes veíamos una conducta agraria que deja de ser específica, ahora vemos más bien a la actividad agraria haciendo su entrada en combinación con otras actividades ya existentes donde nos es difícil hablar de una trayectoria familiar.

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En resumen, la existencia de una amplia tendencia a la práctica de la pluriocupación no sólo no implica fuentes y formas uniformes de esa práctica sino que, más aún, permite que la asunción de esa conducta esté ligada a circunstancias distintas. Un modo de captar esa diversidad es indagar acerca de las situaciones que llevan a los sujetos a iniciarse en esa práctica. Como hemos visto, hay muchos análisis que enfatizan que la adopción de la práctica está ligada a momentos de crisis individual y social. En nuestra encuesta encontramos en efecto sujetos que declaran que iniciaron la práctica de "acudir a otros ingresos fuera de la explotación" en momentos de crisis. Pero también encontramos sujetos que eligen ampliar sus actividades en momentos favorables, en momentos de bonanza. Nuestros datos nos permiten captar una marcada diferencia entre las características de quienes se guiaron por una u otra motivación, la de la crisis o la de la bonanza. Ambas opciones están claramente diferenciadas en cuanto a nuestros índices, el índice económico, el social y el de estructura de la fuerza de trabajo.

El significado que tienen las otras actividades para el conjunto de los productores entrevistados y sus familias se distribuyen en orden de frecuencia de la siguiente forma: 1) permiten complementar los ingresos de la chacra; 2) son una mejor forma de ganar dinero que la chacra y 3) brindan la posibilidad de que los hijos estudien.

Concluimos de esta forma una primera mirada a la presencia de la pluriactividad en las trayectorias de los chacareros, destacando que la presencia de la misma se debe tanto a disposiciones y comportamientos bajo la forma de respuestas que los desafíos de la propia actividad generan en los actores, así como a condiciones y características estructurales de los productores que –plasmadas en trayectorias familiares- la transforman en una práctica concreta, asumida de forma diferencial por los sujetos sociales de acuerdo a sus dotaciones de capital económico, social, cultural y simbólico, plataformas desde las cuales la misma adquiere presencia y significación.

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