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LA RUTA DEL DANUBIO EN BICI Tramo: Alemania - Austria i

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Diario de un viaje en bici por la ruta del Danubio desde el nacimiento del río, en Donaueschingen (Alemania) hasta Viena (Austria). Once días en bici y dos de turismo por Viena.

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Page 1: Diario de la ruta del Danubio en bici, tramo: Alemania-Austria

LA RUTA DEL DANUBIO EN BICITramo: Alemania ­ Austria

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ÍNDICE

Etapa 1:    Donaueschingen ­ Beuron 1

Etapa 2:    Beuron ­ Rottenacker 8

Etapa 3:    Rottenacker ­ Gunzburg 14

Etapa 4:    Gunzburg ­ Donauworth 19

Etapa 5:    Donauworth ­ Neustadt ad Donau 24

Etapa 6:    Neustadt ad Donau ­ Hofdorf 29

Etapa 7:    Hofdorf ­ Vilshofen 37

Etapa 8:    Vilshofen ­ Schlögen 41

Etapa 9:    Schlögen ­ Au (camping) 49

Etapa 10:  Au ­ Aggsbach Markt 56

Etapa 11:  Aggsbach Markt ­ Langenschönbichl 62

Etapa 12:  Langenschönbichl ­ Viena 69

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 1: Donaueschingen - Beuron

LA RUTA DEL DANUBIO EN BICI­ALEMANIA­

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 1: Donaueschingen - Beuron

ETAPA 1: DONAUESCHINGEN – BEURON (Alemania)

Miércoles, 13 de Agosto de 2014

Distancia = 65,21 km - Tiempo = 4:27:15 - Media = 14,7 km/h

Suena el despertador; las siete de la mañana, hora de comenzar con lo que a partir de hoy será nuestrarutina diaria, y sin embargo... ¡¡toca dar media vuelta y seguir durmiendo!!. Llueve, sigue lloviendo, toda la nochelloviendo... sin lugar a dudas, no es el comienzo de ruta ideal.

Los tres hacemos lo mismo, dar tiempo al tiempo, esperar que acabe aclarando un poco el cielo, que lalluvia nos de un respiro para preparar las bicis, recoger la tienda y comenzar la ruta, y mientras, tocaba descansardel largo día de ayer, que en mi caso, supuso dormir a penas tres horas, ya que desde las tres de la noche que salí decasa la noche anterior, no había dormido nada, ni en el avión ni después en el tren, así que a pesar de ser la primeranoche de camping, esterilla y saco de dormir, no tuve ningún tipo de problemas en conciliar el sueño.

Las nueve de la mañana y todo sigue igual, el cielo completamente cubierto de nubes, totalmente cerrado,oscuro, más que un día del mes de agosto parece un día de invierno, con temperaturas frescas y con la lluvia fina,tenue, imperturbable, que continúa, no para. Dentro de la tienda había poco que hacer, ni siquiera habíamoscomenzado el viaje como para poder aprovechar estos ratos de espera y escribir algunas notas en el diario, así quehabía que levantarse, ir al servicio, e ir buscando algún sitio donde desayunar.

Nos dirigimos hacia la mesa merendero que está bajo techo, aunque abierta por todos lados, lo que no lahacía muy acogedora en ese momento, porque si bien evitábamos mojarnos, el aire frio, la tremenda humedad quehabía y el agua cayendo del techo hacía que no acabara uno de entrar en calor. Sin embargo, no recuerdo como,acabamos finalmente en una de las salas de un edificio del camping, una especie de sala multiusos, no muy grande,que igual servía para practicar juegos de mesa en días como éste, que para clases de danza o coreografía, como laque nos tocó ver mientras desayunábamos, con la monitora del camping intentando enseñar a los chavales que seencontraban allí, una coreografía a ritmo de Shakira, y en concreto, la canción de ésta para el mundial de fútbol deBrasil, con un ritmo bastante pegadizo y que a la postre acabaría convirtiéndose en nuestra canción a lo largo de laruta, aquella que comenzábamos a entonar o tararear en los momentos en los se producía algún que otro bajónanímico, o momentos de zozobra-modorra, para levantar el ánimo.

Estuvimos, como he dicho, desayunando en aquella sala, con las provisiones que habíamos comprado latarde anterior, entretenidos, al ritmo de Shakira y en un lugar mucho más confortable. Sin embargo, la lluviacontinuaba, así que aprovechamos para tomar otro café, en esta ocasión de la máquina que estaba fuera, peroteníamos que empezar a ir preparando las burras, darles los últimos retoques, ya que ayer las montamos de prisa ycorriendo en el aeropuerto cuando llegamos y había que revisar todo un poco: frenos, transportines, dirección... enmi caso me di cuenta que la luz delantera no funcionaba, tampoco pasaba nada, a unas últimas podía usar el frontaly con lo único que tuve un pequeño problema fue con el manillar, que en el pequeño recorrido de ayer, desde quebajamos del tren hasta llegar al camping, noté algo de holgura.

Por fin, sobre las 12:15 de la mañana salimos del camping, tarde, muy tarde, después de que el agua nosdiera un respiro y pudiéramos recoger las tiendas secándolas lo mejor posible, lo que no evita que la recojamos conalgo de humedad, y viendo como estaba el día, no creo que fuera a secarse del todo, y lo peor de esto es que al finalacaba oliendo a humedad y mucho más con el paso de los días, de ahí intentar secarla lo mejor posible.

Por si fuera poco, además de empezar tan tarde teníamos que ir hacia atrás, o sea, volver de nuevo aDonaueschingen, aunque no por donde habíamos venido ayer, utilizando la carretera y el GPS de Jesús para llegar,sino por el carril bici por donde va la ruta, siguiendo las señalizaciones, lo que implica un kilómetro más o menosdesde el camping hasta el carril bici, y otros cinco kilómetros hasta Donaueschingen, y después volver a hacer la

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misma distancia hasta llegar donde estábamos, a Pfohren. ¿Por qué hacer esta ida y vuelta y no seguir directamentehacia delante desde Pfohren, que ya estaba en el itinerario de la ruta del Danubio?, pues simplemente por visitarDonaueschingen, ya que ayer llegamos tarde, y entre comprar provisiones en el super y buscar el camping, nopudimos ver nada, y sobre todo, la idea era hacernos la típica foto, o sea, la de los tres mosqueteros junto a lafuente o lugar del nacimiento del Danubio, una especie de estanque junto a la iglesia de la localidad, el punto decomienzo de la Ruta del Danbio.

El inicio del viaje no había sido nada prometedor, con toda la noche lloviendo y lalarga espera por la mañana hasta que pudimos salir, y después, una vez enDonaueschingen, tenemos la mala fortuna de encontrarnos con obras deacondicionamiento y mejora de los alrededores donde se encuentra el estanque ofuente (Donauquelle) donde dicen que nace el Danubio, así que toda esta zona estápatas arriba por las reformas, lo que provoca una imagen desoladora, lejos de labonita estampa que esperaba; no es que aquello en circunstancias normales fueragran cosa, pero me hacía ilusión hacer la foto de grupo junto en el inicio de la ruta,pero no pudo ser, así que después de merodear un poco por los alrededores de laiglesia de San Juan, volvemos hacia atrás, aunque antes paramos en una tienda debicis para ver si me podían solucionar el problema con la luz delantera y parece serque el fallo estaba en el mecanismo interno del faro, supongo que por algún golpe enel avión, porque probó con otro faro y funcionaba y lo que era la pequeña bombillaque lleva dentro no estaba fundida, porque la probó en otro sitio y estaba bien, así

que tocaba dejarla como estaba y apañarme con el frontal en caso de necesitarlo, o comprar el faro nuevo, 17 euros,pero no estaba por la labor nada más empezar de estar gastando dinero.

En la puerta de la tienda nos encontramos con un matrimonio español y sus hijos, habían tenido unpercance con las bicis en el vuelo, y para no perder tiempo habían decidido alquilar bicis para todos durante uno odos días, comenzar la ruta, y después, volver aquí, que es en el momento que los vimos, recuperar sus bicis ydesplazarse de nuevo hasta el punto donde habían llegado con las bicis alquiladas y continuar a partir de ahí, ahoracon sus bicis... días más tardes, y ya realizando la ruta, nos los volveríamos a encontrar, porque ellos con los nenesiban más despacio.

Ahora sí, ahora por fin tocaba ponerse en marcha para iniciar la ruta de verdad, aunque excesivamentetarde, lo que hacia pensar que hoy no íbamos a llegar a nuestro destino fijado, Hausen, porque iniciar la ruta a las14:35, con 67 km en teoría por delante y con un cielo amenazando lluvia en cualquier momento, no era el mejorescenario, pero las circunstancias son las que son, y en teoría, había días por delante para ir ganando terreno ypoder equilibrar con lo que hoy dejáramos sin hacer.

Toca deshacer el camino que habíamos traído desde Pfohren hasta Donaueschingen, ahora en sentidocontrario. Son cinco kilómetros, de los cuales los dos o tres primeros, o sea, el inicio de la ruta, son por una especiede parque-jardín, por una carretera o pista asfaltada, cerrada al tráfico, sólo para el disfrute de caminantes ybicicletas, en medio de este vergel rodeado de canales y estanques. Terminado este parque, la ruta continúa por uncarril bici en perfecto estado y todo muy bien señalizado, e incluso demasiado señalizado en ocasiones, ya que almargen de la señalización de la ruta del Danubio, hay más señales referentes a otras rutas, y si no se está atento a

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las que pone exclusivamente Ruta del Danubio (Donauraweg) se puede caer en el error de dejarse llevar y meterseen otra ruta, como nos sucedió a nosotros en las cercanías de Immendingen, aunque al final sólo supuso un plusextra de 2,5 km en total, eso si, un tiempo que habría que sumar al gran retraso que ya llevábamos.

Bonitos jardines y curiosos jardineros... en el pequeño desvío-pérdida en las cercanías de Immendingen

La ruta nos va introduciendo poco a poco en un valle amplio, salpicado al principio por una amalgama depequeños pueblos, seguidos uno a continuación de otro, siguiendo el curso del río, que en estos inicios nada tieneque ver con el gran río, navegable, cuya imagen todos podemos tener en la cabeza, aunque durante el trayecto deesta ruta lo iremos viendo, con el paso de los días, ir creciendo, tomando cuerpo y volumen, hasta alcanzar todo suesplendor.

En esta primera etapa, en el valle amplio por el que pedaleamos vamos a tener las referencias tanto del río, objetode nuestro recorrido, como de una línea ferroviaria, y en ocasiones tendremos que cruzar puentes para salvar bien elrío, bien el trazado de la línea ferroviaria, lo que en algunos casos resulta ser toda una gozada; pequeños y coquetospuentes de madera, incluso con su techo y hasta en ocasiones, paredes de madera, que hace que parezca queestamos atravesando un pequeño túnel, bonitas estampas las que podremos contemplar al cruzar estos puentes o alencontrarnos, algo que será muy habitual durante todo el recorrido, tanto en Alemania como en Austria, al menoshasta llegar al Valle de Wachau, los típicos cruzeiros, una veces construidos con cruces de piedras, sobre unpequeño pedestal, con el Cristo tallado, y en otras ocasiones mucho más elaborados, dentro de una especie dehornacina de madera, y siempre, todo muy bien conservado, en perfecto estado.

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Poco a poco nos vamos adentrando en el recorrido en sí, los pueblos comienzan a distanciarse algo más,mientras transitamos por suaves colinas, todo muy frondoso, bien pareciera que estamos pedaleando sobre unaalfombra verde salpicada de tanto en cuanto con pequeñas charcas donde podemos ver muchas cigüeñas y garzas, yen general, durante gran parte del recorrido de hoy, y más aún al adentrarnos en el parque natural, muchas rapaces.

Temperatura fresca, viento suave, ligeramente de cola, mucha humedad y un cielo plúmbeo, siempreamenazante, siempre incierto, que nos obligó a llevar puesto el chubasquero desde el inicio hasta el final de lajornada. Había zonas en las que bien parecía que el cielo iba a rajarse por completo y empezar a llover lo que noestaba escrito, pero por suerte para nosotros, cuando llovía lo hacía por muy breve espacio de tiempo, a penas cincominutos y paraba, unas veces de forma tenue y otras en plan chaparrada, al menos en la primera parte del recorrido,porque después el día aguantó hasta que dimos por concluida esta primera etapa, lo que facilitó en parte las cosas,de lo contrario la lluvia nos hubiera retrasado aún más.

Antes de entrar en Tuttligen, paramos para comer, en una especie de merendero, junto a una zona arbolada,con un pequeño río junto a ella. En ese punto llevaríamos aproximadamente la mitad o algo más del recorridoinicialmente previsto para la etapa de hoy, sin embargo, ya sabíamos que iba a ser complicado llegar a Hausen, asíque conforme fuéramos avanzando y en función de la hora, tendríamos que decidir donde podríamos quedarnos adormir.

Mientras calentábamos el agua para cocinar la pasta, aparece un señor mayor, nos había escuchado hablar yse acercó rápidamente. El también era español, de Jaraíz, de la Vera, extremeño, había emigrado a Alemania paratrabajar, como tantos otros, y ahora, aunque jubilado, seguía viviendo allí, incluso nos señaló la casa donde tenía supequeño huerto, a tiro de piedra de donde estábamos, y como el hombre se ofreció para cualquier cosa, no nos faltótiempo para pedirle un poco de sal, para la pasta que estábamos cocinando, y al cabo de unos minutos, el buenhombre se presentó con una bolsita con sal que estuvimos condurando durante nuestro viaje. Él fue también quiennos informó de que no debíamos seguir las indicaciones originales de la ruta, porque estaban haciendo obras y eltramo de carril bici estaba cortado, es más, unos metros por delante de nosotros una valla cortaba el acceso, con lodeberíamos dar un pequeño rodeo, que por cierto, también estaba señalizado con carteles amarillos, como las obras,y más de un cicloturista que venía detrás de nosotros tuvo que parar en seco al ver la valla y seguir después lasindicaciones, con el pequeño rodeo consiguiente.

La pasta no sé si estaría mejor o peor, pero nos supo a gloria, y si le sigue un café y unos dulces paracalentar el cuerpo y echarle algo más de combustible, pues de lujo...

Había que ponerse de nuevo en marcha, y a partir de Tuttligen, comenzamos apedalear alternativamente por tramos de carril bici asfaltado, que es lo que traíamos hastaahora, y por tramos de tierra, y en uno de estos tramos de tierra, en una zona boscosa, que másbien tenía pinta de vía verde, nos apeamos en un margen del camino para dejar paso al “trendel INSERSO”, y es que cerca de 50 personas en bici pasaron en fila india, una tras otra, enplan viaje organizado, o sea, con bicis sin alforja ni ningún tipo de material, pero resultócurioso ver pasar tanta gente una tras otra.

Los últimos 20 kilómetros hasta Beuron, y el recorrido de la etapa siguiente,pedaleando por el Parque Natural de Alto Danubio, para mi de lo mejor del recorrido deeste tramo entre el nacimiento del Danubio y Viena, junto con la zona del meandro deSchlögen y el Valle del Wachau, ambos ya en Austria.

Desde que nos adentramos en el P.N. del Alto Danubio, cada vez tocamos menos asfalto y pedaleamosmás por caminos de tierra, abandonando el llano y pasando a un recorrido más rompepiernas, con pequeñas subidasy bajadas, por zonas más aisladas, con los pueblos más distanciados, por suerte, adentrándonos en un espectacularvalle, cada vez más cerrado, encajonado entre paredes verticales de roca caliza, pedaleando por bosques de abetosy hayas, siempre con el río a nuestra vera; paisaje bonito, ideal para la práctica del cicloturismo o del senderismo,porque por lo que he leído, esta es una zona utilizada también para la práctica del senderismo, con algunos tramosespectaculares que van por la zona alta de las rocas, desde donde se tienen unas vistas espectaculares a juzgar poralgunas fotos que he visto del valle tomadas desde las alturas, desde la parte alta del cañón, en donde en algunas

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ocasiones también podemos encontrarnos casas encaramadas allá arriba, al igual que alguna que otra iglesia oincluso castillos, sobre todo en el recorrido de la siguiente etapa.

Después de un fuerte repecho por camino de tierra, llegamos a la carretera que baja unos metros másadelante, hacia Beurón, que no es más que una abadía benedictina, una especie de complejo monástico rodeado dealgunas casas de arquitectura típica y zonas de servicios: hoteles y restaurantes que crecen a su alrededor.Llegamos a las 20:36, ya en penumbras, puesto que en esta zona oscurece antes de lo que estamos acostumbrados,y por si fuera poco, una niebla calaera, de la que empapa y cala hasta los huesos, hace acto de presencia en estelugar encajonado entre paredes casi verticales de roca y en medio de una espesa arboleda, un auténtico bosquedentro del cual se encuentra integrado, como un elemento natural más del entorno, el complejo monástico y lascasas del alrededor, con lo que tarde cae más rápido de lo previsto.

No tenemos margen de tiempo, apenas nos pueden quedar ocho kilómetros para llegar hasta Hausen, el finde etapa previsto, pero es imposible llegar con luz, y la climatología parece que va empeorando, así que aquí nosquedaríamos, y o bien encontrábamos algo por un precio módico o bien tendríamos que buscar un sitio dondecolocar nuestras tiendas, aunque después de la noche de lluvia que tuvimos ayer, de la humedad en ésta última partedel recorrido, y que los cuerpos se estaban quedando fríos al parar, y que a esa hora la sensación térmica habíabajado bastante, lo que más nos apetecía era una ducha caliente y una cena.

Preguntamos en un restaurante que ya estaba cerrado a esta hora, y esperamos un rato antes de que salieraalguien para preguntar. Montse hizo, al igual que en toda la ruta, de nuestra relaciones públicas, y aunque el tipocon el que estuvo hablando no tenía pinta de mostrarse muy cariñoso precisamente, a juzgar por la expresión de sucara y por el tono desdeñoso que mostraba, aunque igual las apariencias engañan, al final acabó ayudándonos, almenos nos dijo un sitio relativamente económico en el que podríamos quedarnos, si tenían abierto, porque lo delhotel quedaba fuera de nuestro presupuesto, además, mientras íbamos de camino hacia el lugar que nos indicó, apoca distancia de allí, en una calle en bajada que iba hacia la estación de tren, él se encargaría de llamar porteléfono y avisar que íbamos para allá, vamos que se estaba encargando de acreditarnos.

Llegamos al sitio que nos había indicado el dueño del pequeño restaurante, se trataba de una especie dealbergue eclesiástico, un edificio con temática religiosa, con sabor a viejo, con cierto olor a rancio, pero que anosotros nos podía saber a gloria en caso de poder quedarnos allí, y finalmente tuvimos suerte, disponíamos de unahabitación triple por 60 euros y con el desayuno incluido (o sea, 20 euros por cabeza, el precio de un alberguejuvenil en otros sitios, como Francia), además, las bicicletas dormían en el interior, en el pasillo, en la primeraplanta, donde se encontraba el comedor en el que desayunaríamos al día siguiente. En el pasillo había másbicicletas, con lo que suponíamos que posiblemente hubiera también otros cicloturistas haciendo esta ruta.

En la habitación sólo un lavabo, porque las duchas y los servicios estaban fuera de la habitación, pero eso anosotros nos daba igual. Una ventana en la habitación daba a la calle e intuíamos que podríamos tener buenas vistasdesde ella, porque a esta hora, todo los alrededores estaban ya a oscuras, excepto la débil luz que alumbraba la calle

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 1: Donaueschingen - Beuron

bajo un ligero velo mezcla de llovizna y niebla, así que intuíamos que la noche de nuevo podía estar pasada poragua, o en el mejor de los casos, una gran halo de humedad bañaría todo este entorno...

Tras la ducha había poco que hacer, esto es muy pequeño, no hay sitios de ocio y menos a las diez de lanoche, y fuera, la noche no está como para dar un paseo, así que mientras nuestros vecinos suponemos que yaandarán acostados o a punto de hacerlo y los que regentan aquello se encuentran practicando “baile de salón” en laplanta baja, igual lo hacían para matar el aburrimiento, porque ellos mismos creo que le comentaron a Montse queeste sitio era muy bonito para vivir, pero que si querías algo de ocio, como un cine, un teatro, etc, tenías quedesplazarte 50 km... algo que a mi no me sorprende, porque en mi caso, si quiero ir al cine también tengo quedesplazarme 40 km más los correspondientes de vuelta, aunque eso sí, bares tengo una 'jartá' para tomar algo y acualquier hora.

Bajamos un rato a la planta baja, y sentados en la escalera, Jesús y Montse estuvieron conectados con susmóviles a la wifi del centro, para revisar sus correos y sus whatsapp, y después directos a la habitación para cenar:una sopita para calentar el cuerpo, unos bocatas y algo de chocolate para endulzar la noche, esperando que mañanaal levantarnos no nos encontremos con la lluvia, aunque mañana ya sería diferente, y mientras no sea una lluviafuerte, podremos salir sin problemas, aunque no se disfruta igual, o al menos en mi caso.... ¿será porque soy desecano?.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 2: Beuron - Rottenacker

ETAPA 2: BEURON - ROTTENACKE (Alemania)

Jueves, 14 de Agosto de 2014

Distancia = 96,58 km - Tiempo = 0:00:00 - Media = 14,6 km/h

Esta noche dormimos del tirón, aunque al menos en mi caso, anoche también lo hice igual, así que pudimosrecargar baterías después del largo día de ayer, entre la espera inicial y el acabar tan tarde la ruta, a lo que había queañadir el cansancio y falta de sueño del día anterior. Nada nos ha inmutado hasta que ha sonado el despertador delmóvil a las 7:30, momento que empezamos con la tarea rutinaria que nos espera durante estas dos semanas: aseo,rehacer las alforjas, y desayuno, aunque de esto último hoy no teníamos que preocuparnos, porque estaba incluidoen los 20 euros que tendríamos que pagar cada uno.

El desayuno comenzaban a servirlo a partir de las ocho de la mañana, así que después de realizar las tareascotidianas para hacer algo de tiempo, bajamos a la planta baja, al comedor, aunque antes no pudimos resistirnos aechar un vistazo por la ventana de nuestra habitación para ver que nos deparaba el día... y más de lo mismo, parecía

que no había cambiado nada desde que llegamos ayer aúltima hora de la tarde, salvo que ahora hay luz ypodemos ver como lloran incesantemente, en un día igualde triste que el de ayer, las calles y los tejados producto dela débil y tenue llovizna persistente, y mientras, al fondo,las partes altas de las paredes rocosas que envuelven estevalle boscoso donde nos encontramos, aparecen ydesaparecen al cambiar la niebla, al moverse las nubesbajas de un lado a otro, arrastradas al capricho del viento,lo que supone un bonito espectáculo, aunque no es elmejor escenario para pedalear y poder disfrutar de lasvistas, y más aún, si a todo esto añadimos que latemperatura es bastante fresca, unos 15 grados, o por lomenos lo es para esta época del año, y más para nosotros

que venimos de una ola de calor allá en España. En definitiva, que todo estas circunstancias: alto grado dehumedad, lluvia, niebla y temperatura fresca, hacían que uno tuviera más ganas de sentarse junto a un buen fuegomientras toma tranquilamente el desayuno que de ponerse a dar pedales, y es que al igual que ayer, bien parece quetenemos un día otoñal, gris, plomizo, pero estamos en agosto.

El desayuno bastante bien, café y tostadas con queso, mermelada, jamón york, etc.. y podíamos repetir.Junto a nosotros se encontraban otros cicloturistas, ya entrados en años. Unos iban a hacer un recorrido de solounos días, un recorrido para conocer toda esta zona, otro en cambio, creo que estaba haciendo la ruta del Danubio ala inversa, sino recuerdo mal, y siempre por lo que nos comentaba Montse que ya se había convertido por derecho,en nuestras particular relaciones públicas, por aquello de que dominaba el inglés...

Terminado el desayuno, pagamos, recogemos nuestras alforjas y sacamos nuestras bicis de entre todas lasbicis que había allí del resto de inquilinos, para montar más cómodamente las alforjas en la calle.

Antes de salir de Beuron, visitamos la “Casa de la Naturaleza”, junto a la estación de tren, y al ponernosen marcha para comenzar definitivamente la ruta de hoy, vemos que Montse tiene la rueda trasera pinchada, porquejusto al salir del albergue la inflamos y ahora está de nuevo desinflada, así que damos media vuelta y nosrefugiamos de la fina lluvia en los soportales de la estación de tren para proceder a cambiar la cámara.

Cuando por fin salimos de Beuron son las 10:25, y al igual que ayer, otra vez tarde, y hoy ya no habíaexcusas, así que habrá que intentar en los próximos días establecer algo más de disciplina, porque de lo contrario

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vamos a llegar todos los días muy tarde, con poco margen para buscar un sitio para dormir y poco tiempo paradescansar.

Antes de coger el camino de tierra entre bosques de hayas, al dejar atrás las últimas casas de Beuron, nosencontramos con un cicloturista, un italiano que acababa de llegar, y al que ayer tarde estuvimos saludando cuandoestábamos terminando de comer, cuando ya andábamos con el café “y los postres”, justo a la entrada de Tuttlingen,y ésta sería la última ocasión en la que lo veríamos.

Este primer tramo de etapa, entre Beuron y Sigmaringen, es una delicia, una continuación del camino porel que ayer pedaleamos en la recta final, en el último tramo de unos veinte kilómetros. Espesos bosques de hayedosy abetos, caminos que incluso aunque hiciera sol estarían en umbría, un valle que se va estrechando más y un ríoque siempre tenemos a nuestro lado, unas veces a la derecha y otras a la izquierda, cruzándolo en bastantesocasiones, por puentes de diversos tipos y formas; alguno de ellos se encuentran cercanos al trazado de la víaferroviaria por donde transcurre el tren que atraviesa este parque natural, una especie de tren turístico, aunquenosotros nunca hemos llegado a toparnos con él. Hay zonas, al igual que ayer, en las que al levantar al vistapodemos ver casas o incluso castillos (como el Castillo de Werenger??), clavados sobre las roca caliza, allá en lasalturas, como si fueran una prolongación de estas paredes rocosas que utilizan a modo de grandes cimientos,mientras que las partes más bajas del valle son laderas más suaves que van a morir al río, cubiertas de un espesomanto verde propio del bosque característico de esta zona.

En uno de los muchos puentes a cruzar, junto al trazado de la vía ferroviaria por donde transcurre el tren que atraviesa este parque natural.

El recorrido por este Parque Natural del Alto Danubio es de los que crean afición al cicloturismo, de losque enganchan, de los que hacen que merezca la pena coger la bici, las alforjas, y lanzarte a un viaje de varios díaso semanas. A nivel paisajístico poco más se puede pedir, y si además le sumamos que estamos en un entornonatural, alejados de grandes núcleos de población, lejos de coches o de cualquier cosa que se le parezca, sin ruidos,en plena naturaleza, hace que todo cobre más valor. Nosotros vamos parando bastante, para tomar fotos, ver,observar, disfrutar, lo que hace que junto con un perfil que continua siendo rompepiernas, con fuertes y cortosrepechos, y con un firme donde se alternan los trazados de tierra y asfalto por los carriles bicis y caminosutilizados, vayamos acumulando más retraso.

Castillo de Werenger Al fondo, a la izquierda, en las alturas, el Castillo de Werenger

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 2: Beuron - Rottenacker

Nuestro primer objetivo hoy era llegar a Sigmaringen, donde teníamos pensado hacer una parada paravisitar esta bonita localidad cuya silueta, coronada por su majestuoso castillo ya divisábamos antes de llegar,además teníamos previsto también hacer la compra en un super, al ser ésta una localidad más grande y turística.

Jesús y Montse recolectando ciruelas en las cercanía deGutenstein... para el postre...porque hay que recoger lo que la

tierra nos da, que está mal que se desaprovechen estos manjares....

El valle encajonado que atraviesa el P.N. del Alto Danubio se vaabriendo a partir de la pequeña localidad de Gutenstein

Dejamos el trazado de la ruta y nos desviamos hacia la derecha, para llegar al centro de esta localidad, querecorremos a pie, con una calle central que lleva hasta la pequeña plaza donde se encuentra el ayuntamiento, repletade terrazas donde ya hay mucha gente ya comiendo a esta hora.

Después de hacer la compra y tomar unas fotos de las calles, casas y rincones, así como de su castillo,desde distintas panorámicas y siempre bajo un cielo oscuro, tormentoso, proseguimos nuestro camino siguiendolas indicaciones, algo con lo que en esta zona hay que tener cuidado, porque hay tantas señalizaciones de diversasrutas que se pueden realizar, y desde las distintas variantes de la ruta, que puede resultar hasta mareante.

Calle principal y ayuntamiento (izquierda,en primer término) deSigmaringen.

Castillo de Sigmaringen bajo nubes tormentosas...

Cuando por fin abandonamos Sigmaringen, nos encontramos con la pareja portuguesa con los que ya nostopamos también ayer cuando paramos a comer, al igual que con el italiano, a la entrada de Tutlligen, aunque aellos nos los encontraríamos varias veces más durante los próximos días.

Eran las dos y media de la tarde, y tan sólo llevábamos recorrido 32 de los 94 kilómetros previstos parahoy, mucho, muchísimo retraso, pero al menos habíamos estado disfrutando del entorno por el que habíamos estadopedaleando, porque a partir de aquí, bueno, realmente fue a partir de Gutenstein, donde se empezamos a notarcomo las paredes rocosas que encañonaban el valle y lo estrechaban, se iban distanciando, separando cada vez másuna de otra y perdiendo altura, hasta llegar kilómetros más tarde a desaparecer, dejando espacios mucho másabiertos, más llanos, siempre con el verde intenso de fondo, otro tipo de paisaje, mucho menos impactante perotambién agradable para ir en bici.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 2: Beuron - Rottenacker

A partir Sigmaringen pedaleamos por carril bici y asfaltado, y al no parar tanto a regodearnos con lasvistas o para hacer fotos, avanzamos más rápidos, aunque el cielo seguía igual de tormentoso y amenazante, peropor suerte y al igual que ayer, hasta ese momento sólo nos había caído algún chaparroncillo al principio, aunque yaveríamos lo que sucedería en lo que nos quedaba de tarde, porque frente a nosotros, al fondo, se veía la típicacortina de agua, de lluvia, que difuminaba el horizonte más lejano, la misma nubes que habían descargado hacía unrato por donde íbamos pedaleando, a juzgar por como estaba todo de mojado y los charcos que había, así hasta esahora de la tarde, la tormenta iba por delante de nosotros, y a la velocidad de las mariposas a la que nos movíamos,no creo que fuéramos a darle alcance...

Llegamos a Riedlingen, lugar donde teníamos previsto realizar la parada derigor para comer y visitar esta coqueta y bonita localidad, según tenía anotado, asíque a la derecha del río, antes de adentrarnos en ella, en una especie de parque,sentados en sus bancos y con vistas al río, dimos buena cuenta de parte de lasprovisiones compradas en Sigmaringen, y tras el café y algunas galletas, nosdispusimos a visitar el centro de esta localidad, cruzando primero un puente para elDanubio y después creo que otro para pasar una especie de canal, con buenas vistas yunas especie de represa donde había bastantes patos. Ya en el centro, confirmamos loque teníamos anotado en la mini-guía que habíamos elaborado: construccionestípicas, casas de entramado con los listones coloridos de madera, ventanas y tejadosmulticolor, todo perfectamente conservado, todo muy pulcro, con una calle central yplaza llena de terrazas, aunque no hay mucha gente, no está el día para estar sentado:fresco, humedad y la tormenta que no hacía mucho tiempo que descargó por aquí.Visitamos también su iglesia y paseamos tranquilamente por las calles del centro, antes de salir por el mismo sitiopor donde entramos y seguir el camino junto a la zona donde estuvimos comiendo.

Riedlingen, entrada al pueblo Plaza de Riedlingen

El recorrido desde que salimos de Sigmaringen, es totalmente llano, lo que no implica que en esta últimaparte de la etapa nos encontremos con una rampa de unos 300 metros, de un 20%, cuya señal andaba medio ocultay al menos a mí, me cogió por sorpresa, con lo que no tuve tiempo de reaccionar para cambiar y poner todo el“hierro” que llevaba... pero al margen de esto, el recorrido es fácil, con paisaje que visualmente, en cuanto aencanto, va de más a menos, y conforme más nos alejamos del Parque Natural del Alto Danubio, nos vamosencontrando con grandes espacios abiertos, con cultivo de cereal y maíz, un paisaje algo más insulso, no tanto alprincipio, pero si con forme van pasando los kilómetros y el paisaje se convierte en pura monotonía, rota tan solopor los pequeños pueblos rurales que salpican esta llanura.

Pasadas las siete de la tarde, viendo que el tiempo se nos echaba encima, decidimos coger un desvío, unavariante para ahorrarnos algunos kilómetros, hasta llegar a Munderkingen donde se unirían las dos variantes; unalocalidad bajo un cielo totalmente negro. La tormenta ya había descargado también por esta zona por la quepedaleábamos con otro tramo de carril bici entre maizales, hasta que un poco más tarde por fin llegamos al destinoque nos habíamos fijado, Rottenacker, a donde llegamos sobre las 8:15 de la tarde, con poco menos de media hora

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 2: Beuron - Rottenacker

de luz por delante, y aún teníamos que buscar alojamiento, en este caso se trataba de un camping, y al margen deéste, no había muchas más opciones, sin embargo, al preguntar a las únicas personas que nos encontramos, ungrupo de chavales, sentados en los peldaños de unas escaleras, junto a una colección de litronas, no supierondecirnos o aclararnos nada sobre el camping que teníamos anotado, incluso dándoles el nombre y la dirección, peroclaro, con el medio pedo y colocón que tenían, mejor tirar educadamente para delante y probar suerte, y así lohicimos, seguimos cruzando el pueblo y salimos de él por la carretera que llevábamos, pero después de un par dekilómetros no veíamos nada, ni una puñetera indicación de camping, así que paramos y esperamos a que aparecieraun coche para preguntar, y ahora sí hubo suerte; nos comentan que tenemos que volver hacia atrás, hacia el pueblo,y al entrar en él girar a la derecha y después de uno o dos km nos encontraríamos con una zona de acampada o árearecreativa.

Una tarde típica de tormenta, con Munderkingen de fondo en esta ocasión...

Había que darse prisa, la tarde estaba llegando a su fin y era nuestro último cartucho, si no dábamos coneste sitio tendríamos que ir viendo sobre la marcha un lugar que nos pareciera bien para hacer acampada libre.

Llegamos de nuevo al pueblo, giramos a al derecha y ya vemos indicaciones, primero de la Ruta delDanubio, y segundo de la zona de acampada, para la que tendríamos que girar otra vez a la derecha y salir delpueblo por otra carretera local sin ningún tipo de tráfico, y al cabo de 1,5 kilómetro llegamos a una zona queparecía ser la zona de acampada, y sino lo era daba igual porque nos íbamos a quedar allí.

Nos adentramos en esta zona y pronto vimos a la izquierda una especie de lago, con una zona verde y unaspequeñas infraestructuras: una zona de duchas y un bar-chiringuito con una terraza delante, con un porche o zonatechado delante, con vistas al lago, y con una buena extensión de zona verde delante, pero allí no había nada ninadie, ni una tienda de campaña ni nadie a quien preguntar si podríamos quedarnos allí, porque aquello tenía muybuena pinta.

A la derecha del camino por el que se accede a esta zona, había algunas autocaravanas aparcadas y Montsese fue derecha hacia ellas para preguntar, si es que se encontraba con alguien. Al cabo de un rato vuelve con unasonrisa de oreja a oreja, nos podemos quedar allí sin problemas e incluso podemos utilizar las duchas, aunque elagua no iba a estar caliente precisamente; a ellos les cobraban cinco euros por el enganche de la luz, no creen que anosotros nos van a cobrar nada por acampar esta noche allí, incluso igual antes de que viniera alguien a cobrar,nosotros ya nos habríamos ido.

¡¡Uff!!, salvados por la campana, y además tuvimos suerte, un lugar ideal para acampar, porque teníamosbuenas vistas, tranquilidad, zona de servicios con duchas y agua para cocinar y preparar el café, además podríamosponer las tiendas bajo el techo de la terraza del chiringuito, al resguardo de la humedad del césped y de la posiblelluvia que pudiera caer esta noche, aunque aparentemente, al menos cuando colocamos nuestras tiendas, se abríanalgunos claros, ¡igual mañana teníamos más suerte y podría amanecer un día soleado!.

Tras la ducha y el cambio de ropa, abrigaditos para entrar en calor, nos dispusimos a preparar la cena, bajola luz de nuestros frontales, porque ya no había luz, ni natural ni artificial. Teníamos mesas y sillas, las delchiringuito, así que todo a pedir de boca, una cena caliente, buena conversación, unas risas, postre (aprovechando

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 2: Beuron - Rottenacker

parte de la recolección de frutas que habíamos hecho por el camino, como las ciruelas a la salida de Gutenstein olas manzanas a lo largo del camino) y café con algunas galletas de chocolate... y poco más, estábamos cansados, asíque serían las doce de la noche cuando nos fuimos a nuestras tiendas a dormir, y a esperar que mañana tengamosalgo de sol, y podamos comenzar antes, porque de lo contrario nos pasará como en estas dos etapas, que llegamosmuy tarde sin tiempo para descansar, para tener una parte de la tarde libre.

Acampando en una zona recreativa de Rottenacker.

Con los compañeros, a pesar de no conocernos de nada, hemos congeniado muy bien, de momento en estosdos días de ruta, más el día del viaje estamos teniendo buen feeling, y parece que estamos en la misma onda ycompartimos el mismo rollo.

De la etapa de hoy me quedo con el primer tramo, hasta Sigmaringen, sin lugar a dudas, a partir de ahídesaparece el parque natural, y comienzan los llanos y espacios más abiertos, cultivos de cereal y maiz, y pueblospequeñitos. También me quedo con las visitas a Sigmaringen y Riedlingen, dos localidades que no hay que dejarde visitar y por último, también me quedo con este lugar de acampada, tranquilo, con todo lo que podemosnecesitar, con buenas vistas a una especie de lago habitado por patos, con la débil luz de la luna que aparece ydesaparece tras las nubes arrastradas por el aire, y encima sin gastar un duro, totalmente gratis.

Pero no todo es perfecto, y de nuevo, al poco de irnos a nuestras tiendas, comienza a llover, y eso queparecía que había algunos claros. Si continuaba así, ya sería la tercera noche seguida con lluvias... bueno, mejor quellueva de noche que no durante nuestro recorrido en bici, porque durante estas dos primeras etapas sólo nos habíacaído algún pequeño chaparrón mientras pedaleábamos.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 3: Rottenacker - Gunzburg

ETAPA 3: ROTTENACKER – GUNZBURG (Alemania)

Viernes, 15 de Agosto de 2014

Distancia = 89,17 km - Tiempo = 6:24:22 - Media = 13,9 km/h

Ayer cuando colocamos las tiendas lo hicimos de forma que las tres miraran hacia la zona del lago, así quecuando esta mañana nos hemos levantado, algo más tarde, sobre las 8, al abrir la puerta de la tienda nosencontramos con bonitas vistas. Una alfombra verde impecable que arrancaba desde el porche donde nosencontrábamos y a la que seguía la imagen del lago con muchos patos a esta hora de la mañana, y la verdad quefue un “puntazo”, una buena y agradable forma de comenzar un nuevo día, si bien es cierto que por la noche otravez estuvo lloviendo, y ya van tres noches seguidas con el mismo plan, y aunque durante el día el cielo siempre haestado cubierto, al igual que hoy para no variar, así que ya veríamos a ver que pasaba, porque lo que estaba claro esque comenzábamos igual que los días anteriores, con temperatura fresca, cielos completamente cubiertos yhumedad, mucha humedad.

Antes de levantarnos, sobre las 6 o 7 de la mañana, comenzamos a sentir ruidos, suponíamos que era el delbar-chiringuito porque escuchamos varias puertas y el ajetreo de traer o llevar cosas, pero nadie nos dijo nada ninos pidieron explicaciones, ni tampoco dinero, de todas formas nos hicimos los dormidos, los “suecos”, como queaquello no iba con nosotros, aunque en un primer momento lo primero en lo que pensamos es en las bicis, quepudieran robárnoslas, pero anoche las dejamos amarradas junto a un poste de madera del porche, al lado de dondetenía mi tienda de campaña, o sea, que casi podía tocarlas, así que si alguien intentaba hacer algo lo iba a notarenseguida... Al final todo quedó en eso, en un poco de desconcierto inicial, para después desear que se fuera cuantoantes el que estaba por allí para dejarnos descansar tranquilamente el poco tiempo que nos quedaba paralevantarnos.

Desayunamos allí mismo, después del aseo, bajo el porche, así que aunque lloviera, al menos íbamos apoder desayunar tranquilamente, sin tener que estar metidos dentro de nuestras tiendas.

Nos pusimos en marcha a las 10 de la mañana, no había manera de comenzar antes, y eso que la idea era almenos intentarlo hoy, que para eso estaba planificada sobre el papel la etapa más larga, con 103 km, y lo primeroera deshacer el kilómetro y medio aproximadamente que hicimos ayer a última hora de la tarde, para llegar alpueblo y enlazar con las indicaciones de la ruta.

Rodamos en una continuación de la etapa de ayer y de lo que nos depararían los próximos días, o sea, quesalvo algún que otro tramo, en general pedaleamos por espacios muy abiertos, con cultivos de cereal y maíz, porcarriles bicis asfaltados generalmente y todo muy verde y frondoso, pero zona de poca arboleda, lo que implicapoca protección para los días de viento o de lluvia, y esto último es lo que nos tocó sufrir en el día de hoy.

Después de estos días en los que la lluvia ha estado jugando con nosotros, hoy parece que ha decidido dejarel juego y pasar a la acción. Al poco de comenzar a pedalear empezó la lluvia débil, a pesar de lo cual, seguimosavanzando, pero poco a poco, fue cayendo con más fuerza hasta parecer aquello el diluvio universal, y lo peor detodo es que nos cogió en una zona totalmente desprotegida, a merced del temporal, hasta que llegamos a unaintersección donde tendríamos que seguir a la izquierda, en dirección a Ulm, pero vimos una fila de árboles junto ala carretera y hacia allí nos dirigimos para situarnos debajo de ellos y quedar algo a cubierto de aquellos cielos queparecían que se habían rajado de golpe y porrazo.

Casi media hora estuvimos allí parados, bajo los árboles, completamente empapados, a pesar delchubasquero, y por si fuera poco, nos habíamos quedado fríos, con el cuerpo cortado... o mucho me equivocaba, oprecisamente hoy no iba a ser el día para hacer los 103 km previstos; habíamos empezado tarde, el agua nos estabaretrasando y encima habíamos tenido que parar media hora, y por si fuera poco, los calcetines, zapatillas, cullot

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 3: Rottenacker - Gunzburg

estaban empapados, y como quien dice, acabábamos de empezar la jornada, así que no eran las mejorescircunstancias para hacer una etapa larga. En ese momento, nuestro primer objetivo era llegar a Ulm, y allí yadecidiríamos que hacer, sobre la marcha, en función de sensaciones y del estado del tiempo.

El agua amainó y nos pusimos en marcha de nuevo, aunque lo que más apetecía era una ducha caliente,cambiarse de ropa y tomar un café o un caldo caliente para entrar en calor. Pedaleamos por el asfalto del carril biciencharcado, había agua por todos los sitios, y al pedalear, y a pesar de los guardabarros, era inevitable que laszapatillas y calcetines siguieran empapándose, imposible así que se secara nada.

Llegamos a Ulm, avanzamos por un carril bici que tiene a nuestra izquierda las murallas que protegían elcentro histórico de Ulm, mientras a la derecha tenemos el río, y más a la derecha, en la otra orilla del río, la partenueva de la ciudad.

Los compañeros andaban bajos tanto física como anímicamente; ¡nos había caído mucha agua!, toda la quehabíamos esquivado hasta hoy, a lo que había que sumar la humedad, la temperatura baja y que nuestras ropasestaban mojadas, y todo unido predisponía a que el cuerpo no estuviera muy por la labor de andar dando pedales, sibien es cierto que mi idea era visitar el centro histórico de Ulm y su catedral, comer y por la tarde seguir avanzandolo que se pudiera, porque estaba claro que hoy no íbamos a terminar donde estaba previsto, tampoco era plan estardando vueltas por el centro con las ropas mojadas y quedarnos otra vez fríos, así que como mis compañeros estabanmás por buscar alojamiento, ducha, comida, colada y visita relaja por la tarde a Ulm, pues no lo pensamos muchomás, nos quedaríamos en esta ciudad, y mañana ya será otro día, así que giramos a la izquierda, atravesamos lamuralla por una de sus típicas puertas de acceso, y subimos por calles empedradas hasta llegar a su plaza centraldonde se yerguen, ¡hasta el infinito y más allá!, las torres de su catedral, construida bajo un crisol de estilos.

Una vista de Ulm extramuros, desde el carril bici junto al río, a la derecha, y las murallas, a la izquierda.

La idea era buscar el albergue juvenil, el jungerberguer, pero como estaba a tres kilómetros, según el GPSde Jesús, de donde nos encontrábamos, decidimos probar suerte preguntando en un par de hoteles, total porpreguntar no nos van a cobrar dinero, pero si podíamos hacer apuestas sobre cual podría ser el montante de pasar lanoche en un hotel normal y corriente, nada de lujos... Como siempre, Montse se encarga de las relaciones públicas,y claro, todo sale más caro aún porque no hay habitaciones triples, con lo que tienen que ser una doble y unaindividual, y para el que tenga curiosidad, los precios de la habitación doble en los dos sitios que preguntamososcilaban entre los 90 y 120 euros, así que con esos precios prohibitivos, que no me cogían de sorpresa, no nosquedó más remedio que decir aquello de ¡pies para que os quiero!... y poner rumbo hacia el albergue, que comopremio tenía una subidita hasta llegar a él, en una especie de parque o jardín, a la salida de la localidad.

El albergue tenía buena pinta, pero estaba full, completo, a tope, y eso que el precio era de 30 euros porpersona, de los más caros que he visto en cuanto albergues juveniles, pero comparado con los precios de los hotelesque preguntamos era lo más económico, así que vuelta para atrás y preguntar en un par de sitios que le habíancomentado en recepción a Montse.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 3: Rottenacker - Gunzburg

Deshacemos parte del camino andado, y paramos primero en un Garni (es un tipo de hotel que sólo tieneservicios de desayuno), aunque tampoco tenían habitaciones de tres, con lo que tendría que ser de nuevo una dobley una individual, pero seguía saliendo muy caro, así que seguimos hacia delante hasta dar con un B&B, y en estecaso los precios eran más asequibles, pero no había alojamiento para los tres, así que visto lo visto, después deperder más de dos horas buscando alojamiento y no conseguir nada a un precio asequible y sin haber tampoco vistoa penas nada de Ulm, decidimos que lo mejor sería seguir hacia delante, aunque lo primero era comer, y para noperder más tiempo sacando todos los trastos de las alforjas y ponernos a cocinar, paramos en un kebac, comemosrapiditos y a dar una vuelta por la zona de la plaza donde se encuentra la catedral, así como por los barrios típicos ehistóricos de los alrededores.

Vista parcial de la fachada principal de la catedral de Ulm. Fachada del ayuntamiento de Ulm, con la catedral al fondo.

Salimos de Ulm por donde habíamos entrado, llegando de nuevo al carril bici y continuando paralelos alrío. Siguiendo las indicaciones no tuvimos ningún problema en salir de esta ciudad en poco tiempo.

Jesús y Montse a los pies de la catedral de Ulm.

Al dejar la ciudad atrás, tuvimos por fin una pequeña alegría, porque la tarde se animaba un poco, el cieloque estaba completamente cubierto de nubes comenzaba a resquebrajarse, y por sus grietas dejaba pasar algunosrayos de sol que hicieron que la moral y los ánimos se vinieran arriba.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 3: Rottenacker - Gunzburg

Sin lugar a dudas, por la tarde fue cuando nos encontramos con el tramo más interesante de la jornada, unbosque espectacular, cerrado, espeso, un bosque de hayas, el bosque encantado, que atravesamos pedaleando porcarriles de tierra o gravilla, y a esta hora de la tarde, cuando el sol cae, y los pocos rayos que se filtran entre lasnubes, primero, y después entre las hojas y ramos de los árboles, es cuando crean un efecto luminoso que hace queresulte una gozada pedalear inmersos en este bosque, sobre todo después de los tramos llanos, abiertos, y másmonótonos que habíamos recorrido últimamente.

Llegamos a Günzburg, y por el camino habíamos pensado que éste podría ser un buen lugar paraquedarnos esta noche, porque además de una localidad bonita, al menos su zona central, histórica, tenía unalbergue, según teníamos anotado, y un camping, pero no estábamos seguro de la distancia a la que estaba, aunquede todas formas, éste sería el último recurso, porque esa noche preferíamos dormir en albergue o algo similar,después del día de lluvia, humedad y temperaturas bajas que habíamos tenido para esta época del año.

Accedemos al centro de Günzburg callejeado y adentrándonos en su plaza central después de pasar por unarco de medio punto que se encuentra bajo una torre y que como digo, da el acceso a esta plaza rodeada de bonitas,elegantes y coquetas casas, y por supuesto, muchos restaurantes y terrazas, aunque éstas más bien vacías, no se sipor la hora o porque hay poco negocio, aunque por lo que nos enteraríamos después, y a pesar de ver a poca gente,ésta es una de las poblaciones cercanas a “Legoland”, y aquí suelen alojarse muchas de las personas que van a estaespecie de parque temático, de hecho cuando llegamos al albergue, nos comentarían que ya no es un alberguepúblico, sino que es propiedad de “Legoland”, al igual que el camping y media localidad, y este albergue estabadestinado para sus trabajadores, y el que se encargó de explicarnos todo esto fue Sam, un pakistaní, de gestotranquilo y hablar pausado en su perfecto inglés, mientras se tomaba un café y fumaba un cigarrillo hecho a mano.Sam, al ver, supongo, nuestras caras de preocupación por la hora que era, prácticamente anochecido y sin tenernada buscado de alojamiento, nos comentó que en su habitación que era de cinco plazas, había uno que no estabaesta noche, y que el resto podían realojarse para dejarnos hueco a los tres, y por supuesto no hablamos nada dedinero, es de esas situaciones en las que se crea un feeling especial, pero claro, había que contar también con suscompañeros, y aunque en principio él decía que no había problemas, tampoco queríamos causar molestias.

Al final nos acabó indicando, consultándolo con otros compañeros que habían salido fuera, a la puerta, unaespecie de pensión que andaba cerca de allí y a ella nos encaminamos, ya en la oscuridad de la noche, con las lucesde la bici encendidas.

Damos con la casa-pensión, donde la persona que regentaba aquello, una mujer joven, muy simpática, nosatendió con mucha amabilidad y casi que se apiadó de nosotros a estas horas de la noche, porque aunque lapensión estaba llena, al igual que el resto de establecimientos de hostelería de esta localidad, según nos comentó,no dudó en llamar por teléfono a una familia del pueblo vecino que alquilaba ocasionalmente un piso y buscarnosel alojamiento. Nos dio la dirección donde nos esperaría esta familia, rápidamente Jesús la metió en el GPS yrumbo al pueblo siguiente, que además sería el próximo hito por el que tendríamos que pasar siguiendo la ruta, osea, que para mañana podríamos continuar pedaleando desde allí, sin necesidad de hacer kilómetros extras paravolver a la ruta.

Tan sólo dos o tres kilómetros, a lo sumo, son los que tuvimos que hacer desde la pensión hasta la direcciónque nos había dado, en Reisenburg, aunque de noche, con el cansancio, y siguiendo las indicaciones del GPS quealguna que otra vez se hizo algo de lío, se nos hizo un poco más largo de lo que era.

Cuando llegamos nos estaba esperando la familia al completo: padres, hijas, yernos. Nos mandan a la partetrasera de la vivienda, tipo unifamiliar, donde tienen los garajes y una zona donde podríamos dejar las bicis, nohabría problemas, pero por si acaso las amarramos, y mientras estamos quitando las alforjas, comienza de nuevo acaer una lluvia fina. Ellos se prestan a ayudarnos llevando el equipaje a la casa mientras nosotros dejamos las bicisy las amarramos. Nos enseñan el piso y casi se nos caen los lagrimones de felicidad, aquello para notros era elparaíso, nada del otro mundo, pero salón, tres habitaciones, cocina, cuarto de baño y calefacción, lo ideal para estanoche, y además con el precio que más o menos nos vino a decir la chica de la pensión que nos buscó esto, o sea,entre 15 y 20 euros cada uno, comparado con los 30 del albergue, y con lo que disponíamos aquí para nosotros, fuetodo un punto, un momento de suerte después del nefasto día que habíamos tenido por la lluvia, sobre todo en laprimera parte de la mañana.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 3: Rottenacker - Gunzburg

Toca una buena ducha, hacer la colada, la cual colocamos en los radiadores para que se seque, y una buenacena para calentar el cuerpo y llenar el depósito de combustible, así que después de los entremeses iniciales, unbuen plato de legumbres, fruta, y café con galletas de chocolate y todo amenizado con una buena tertulia y buenrollo, así que cuando nos fuimos a la cama eran la 1:20 de la noche, y así, claro está, lo de levantarse tempranocuesta...

Al final acabamos haciendo casi 90 kilómetros, pero engañosos, porque callejeando por Ulm hemos podidohacer entre 8 y 10 km buscando alojamiento, con lo que nos quedamos a unos 27 kilómetros de nuestro destinofijado para el día de hoy, Dilligen, así que lo suyo sería que en las siguientes etapas fuéramos recuperando algunoskilómetros para poder disponer al final de los dos días completos en Viena.

De esta etapa me quedo con las visitas al centro de Ulm y Günzburg, y por su puesto, con el pequeñotramo de bosque de hayas por el que pasamos esta tarde, que fue lo mejor y único interesante del día en lo querespecta a la ruta, sin olvidar el golpe de fortuna que hemos tenido hoy con el alojamiento, ideal, un piso-casa paranosotros solo y a un precio asequible, como cualquier albergue juvenil en Francia o Italia, o incluso máseconómico.

En el salón extendimos todas nuestras posesiones, o sea, todo el equipaje, para que “respirara” y evitar elolor a humedad, ya que aunque las alforjas sean impermeables, tanta agua y tanta humedad... con las tiendas decampaña hicimos lo mismo, aunque éstas si necesitaban que las sacáramos y se airearan, porque desde el primer díano han conseguido llegar a secarse, y aunque cuando las guardamos siempre procuramos secarlas lo mejor quepodíamos con algún trapo, que al menos yo llevaba para estos menesteres mientras mis compañeros tuvieron queimprovisar, lo cierto es que con estas condiciones, todos los días con agua, sino es por la mañana es por la tarde, ysino por noche, y aunque no llueva el sol ni lo vemos, todos los días, hasta ahora, con un cielo siempre sombrío,gris, plúmbeo, siempre apunto de descargar, rodeados de humedad, no creo yo que vayan a secarse en todo elrecorrido, a menos que cambie mucho la climatología, y lo curioso es que hacía solo un par de semana que tuvieronunas temperaturas altas, con sol y muy buen tiempo en general...

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 4: Gunzburg - Donauwörth

ETAPA 4: GUNZBURG - DONAUWÖRTH(Alemania)

Sábado, 16 de Agosto de 2014

Distancia = 71,92 km - Tiempo = 4:55:56 - Media = 14,6 km/h

Las pocas horas que hemos dormido esta noche han sido reparadoras, y es que dormir tan confortablementees lo que tiene, y sin embargo ha sido poco tiempo, porque ayer acabamos muy tarde entre unas cosas y otras y hoyhabíamos hecho propósito de enmienda e intentar levantarnos pronto para procurar adelantar algo, puesto que desdeque empezamos nunca hemos hecho una etapa tal y como las teníamos planificada, y vamos con retraso, pero comosuele suceder muchas veces, los planes están para no cumplirse, y así, aunque es cierto que nos levantamos pronto,e incluso Montse lo hizo media hora antes que nosotros, al final acabamos tomándonos el desayuno con toda lacalma del mundo ¿la razón?... otra vez amanecía lloviendo.

Nos asomamos por la ventana y llueve, no es una lluvia fuerte, pero sí 'calaera', de la que empapa y pareceque nunca va a parar, la misma que empezó a noche cuando llegamos aquí, cuando estábamos quitando lasalforjas... ¡otro día que empezamos igual!, y es que desde que llegamos a Alemania, el tiempo no nos ha sonreídopara nada.

Llega un momento en que hay que tomar una determinación, hay que salir si o si, tampoco podemosquedarnos eternamente allí, así que después de preparar todo y de solucionar unos pequeños problemas que teníacon el transportín delantero nos ponemos en marcha, tarde, muy tarde, a las 11:30. En ese momento no llovía, perodaba igual, podía hacerlo de nuevo en cualquier instante, así que otra vez cargando con el chubasquero que sinlugar a dudas ha sido la prenda más utilizada en esta ruta.

El recorrido es una continuación del de ayer, es decir, totalmente llano, y casi siempre por espaciosabiertos, sin mucha arboleda, y de nuevo con campos sembrados de cereal y maíz, tan solo la excepción de unoskilómetros iniciales, al abandonar Reisenburg, donde pedaleamos por un pequeño tramo de bosque, siempre juntoal Danubio, que nos queda a nuestra derecha, y en su otra orilla, la continuación del bosque por el que vamos, conmucha vegetación en las zonas cercanas a la orilla, un tramo de bosque por el que rodamos por caminos de tierra,esquivando los numerosos charcos que hay, pero a pesar de esto, este pequeño tramo nos sabe a gloria, y eso que eldía en cuanto a climatología no promete, la temperatura fresca, mucha humedad, y un cielo oscuro, negro,tormentoso que apunta a que en cualquier momento volverá a descargar.

A parte de este tramo, y de la última parte antes de llegar a Dilligen, donde pedaleamos por zonas donde sevan entremezclando intermitentemente, tramos cortos de bosque, una gozada para pedalear por ellos, con espaciosabiertos más o menos insulsos, el resto del recorrido de este primer tramo como ya he comentado es por espaciosllanos y sin arboleda, sin mucho interés, aunque eso sí, todo verde, ¿cómo no?, pero poco más, porque a la largaacaban resultando monótonos, y hoy particularmente resultan pesados y hasta se nos hace largo, porque en estaszonas, sin ningún tipo de protección, hoy nos hemos tenido que enfrentar también al viento de costado en unasocasiones y de cara en otras, y por si fuera poco, también hemos tenido que realizar varias paradas para refugiarnosde la lluvia y que no nos pasara lo de ayer, lo de acabar empapados.

En uno de estos tramos en los que vamos por una especie de carretera local, utilizada también como carrilbici, pedaleamos paralelos a un canal, y en una zona nos encontramos con bastantes coches y gente con traje deneopreno, y la razón de todo aquel revuelo es porque creo que había un curso de buceo en las aguas de aquel canal.

Llegamos a Dilligen, y el recorrido por esta localidad fue casi de lo mejor en el día. Una localidad concasas señoriales, todo muy pulcro, con una plaza y alrededores donde se alternan bonitas casas, en una granarmonía, con diferentes iglesias que parecen competir por ver cual tiene la mejor torre-campanario rematada encúpulas bizantinas. Paramos un rato por su plaza y merodeamos por las calles de los alrededores, y salimos de esta

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 4: Gunzburg - Donauwörth

plaza por el extremo contrario por el que habíamos llegado, atravesado una puerta-túnel en forma de arco situadabajo una torre y que antiguamente sería una puerta de acceso al núcleo central de esta localidad.

Entrando en el centro histórico de Dilligen Plaza principal de Dilligen. Al fondo, bajo la torre, la única puerta deacceso que se conserva desde la fundación de esta localidad.

Buscamos la salida de Dilligen, pero con la idea de parar en supermercado y hacer la compra del día y ladel día siguiente, y aunque normalmente hacíamos la compra para dos días, en este caso con más razón puesto queal día siguiente era domingo y posiblemente no íbamos a encontrar nada abierto.

En el recorrido buscando la salida, de nuevo volvemos a encontrarnos con varias iglesias pequeñitas, consus esbeltas y coquetas torres rematadas con sus características cúpulas, y es que esta localidad merece una visita yrecorrerla pausadamente.

A la salida encontramos una gran superficie, lo ideal para comprar todo: desayuno, almuerzo, cena y algúnque otro piscolabis.

Hecha la compra, antes de comenzar a pedalear, nos sentamos un rato en el suelo, aprovechando los únicosrayos de sol de la jornada, intentando calentar el cuerpo después de tanta agua, humedad y temperaturas frías, quehacía que en cuanto parabas un rato el cuerpo se quedara frío, cortado, así que estuvimos allí un rato mientras

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 4: Gunzburg - Donauwörth

comíamos algo de fruta y unos frutos secos. Tan sólo llevábamos 30 kilómetros, y eran las 15:30 cuando nospusimos en marcha de nuevo, lo que da idea de lo largo que se nos ha hecho este tramo, en parte por el vientolateral o de cara que hemos soportado, en parte por las temperaturas bajas y carriles bicis o caminos de tierraencharcados, y sobre todo, por la lluvia, que hacía que tuviéramos que parar a buscar refugio cuando se presentabala ocasión.

El siguiente objetivo era Donauwörth, a unos 40 km, y una vez llegados allí, ya decidiríamos en funciónde la hora y de las circunstancias climatológicas, si seguíamos hacia delante o parábamos, porque lo que está claroes que vamos sobre la marcha, el rutómetro es mera referencia y las circunstancias obligan a ir improvisando todoslos días.

Había que ponerse en marcha, pero la verdad, no había muchas ganas, el tiempo no acompañaba y elpaisaje durante el recorrido era más de lo mismo, a excepción de pequeños tramos interesantes de bosques, peroesto es lo bueno de ir acompañado, que estos momentos se hacen más llevaderos con la buena compañía ycharlando distendidamente, por que en este tramo hasta Donauwörth, poco o nada que reseñar en cuanto a paisajeo recorrido de interés, espacios llanos y abiertos, y de nuevos más campos cultivados de cereal o maíz,principalmente.

Hubo una zona en la que dejamos a un lado la presencia del río, justo después de subir un buen repecho deunos 400 metros, donde había rampas de hasta el 20%, obligados a dar un rodeo semicircular, abandonando loscaminos y carriles bicis y transitando por carreteras locales, estrechas, sin arcén, pasando por un rosario de pueblospequeños, que como casi todos, exceptuando las ciudades más grandes, parecen desérticos, no se ve movimientoalguno. Por suerte, apenas hay tráfico con lo que podemos ir distendidamente sin mucha preocupación por “elmaligno”, que solo mostró su presencia cuando llegamos a la altura de una zona donde estaban celebrando unaespecie de feria de maquinaria agrícola, donde había algo más de movimiento, tanto de personas como de coches,además de algún que otro bar-restaurante, y aunque nuestra idea era parar a comer, decidimos seguir hacia delantehasta encontrar un sitio que nos gustara, y así, a falta de 14 kilómetros para llegar a Donauwörth, justo antes determinar este rodeo que estábamos dando y seguir la línea marcada por el omnipresente río, al entrar en unos deestos pequeños pueblos por los que estábamos pasando, es donde decidimos parar, sentándonos en el suelo yrecostándonos en la pared, mientras dábamos buena cuenta de la compra hecha en Dilligen. Al menos durante eserato pudimos disfrutar de alguna que otra bocanada de sol que intentábamos absorber como fuera posible, porquecuando éste se ocultaba entre las nubes, la sensación de fresco se hacía notar y más después de parar de pedalear.

Habíamos desayunado bien, pero es que desde entonces y exceptuando los frutos secos y algo de fruta quecomimos en Dilligen, después de hacer la compra, no habíamos comido nada hasta ahora, y ya eran las cinco de latarde, así que comimos con ganas y reposadamente, sin prisas, ya me estaba acostumbrando a no hacer ningún díanada de lo previsto a primera hora, y más hoy en que empezamos tan tarde, primero por la lluvia, y después por elviento.

Descansando y reponiendo fueras antes de proseguir hacia Donauwörth.

Pasadas las cinco y media nos ponemos a dar pedales de nuevo y otra vez con un tramo de 14 km hastanuestro siguiente objetivo que se nos acaba haciendo pesado, eterno, porque el Dios Eolo, allá arriba, decide hoyjugar con nosotros, y así nos envía ráfagas de viento de costado o de frente que nos hace avanzar más despacio, y al

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 4: Gunzburg - Donauwörth

pedalear por espacios abiertos, sin protección, no nos queda más remedio que aguantar en silencio. Tan sólo alfinal, después de hacer un giro brusco que nos conduce a una pequeña presa, desaparece la presión del viento altiempo que pedaleamos por estrechos senderos, rompiendo la monotonía de esta jornada gris, del mismo color queel cielo.

Entramos en Donauwörth, cruzamos un puente y nos dejamos llevar por una de sus calles de casascoquetas, pintadas de colores, llegando a una amplia plaza, y como suele ocurrir, apenas gente en la calle, apenasmovimiento para un sitio turístico como éste; las terrazas de esta plaza están vacías, aunque tal y como está la tardeparece normal que así sea, porque la temperatura sigue fresca, el cielo sigue igual de oscuro y amenazante, pero esque allá por donde pasamos es más de lo mismo, excepto en Ulm, una ciudad grande, donde se ve más turismo ymovimiento en general, pero el resto de sitios por el que hemos pasado hasta ahora, incluso siendo sitiosinteresantes histórica y turísticamente, se nos presentan muertos ¿será que todo el mundo está de vacaciones?...

Una plaza en Donauwörth. Calle principal de Donauwörth.

Teníamos que decidir si seguíamos hacia delante o nos quedábamos allí, así que en aquella misma plazaestuvimos viendo cuanto quedaba para el siguiente objetivo que pudiera tener alojamiento (camping o albergue), yal ver que quedaban algo más de treinta kilómetros para llegar a Neuburg, que eran las 18:35 de la tarde y queapenas nos quedaban dos horas de luz, dentro de las cuales sería también aconsejable buscar alojamiento para noandar haciéndolo ya de noche como ayer, y si para colmo comienzan a caer algunas gotas de agua salteadas que nosobligan a refugiarnos bajo unos soportales... la decisión estaba clara, nos quedaríamos allí, así que nos pusimos acallejear para buscar el albergue, que pertenecía a la red de “Hosteling International”, algo que ya era bastanteconocido por mi, pero la sorpresa, al igual que el Jungerberger de Ulm, era el precio. Si en Ulm nos pedían 30euros y estaba todo al completo, aquí nos piden 25 euros más otros 3,5 por no tener el carnet de alberguista, o sea,que el precio se iba también cerca de los 30 euros, y como no teníamos ganas de pagar 30 euros por un albergue,nos fuimos a buscar el camping, algo que nos llevó bastante tiempo, entre callejear, y buscar la salida de lalocalidad para dar con el albergue que debería estar cerca de algún río o canal, pero de primeras no lo vimos, asíque pedaleamos un par de kilómetros hacia delante y después de preguntar a varias personas y que nadie nos dijeranada en claro, nos dimos la vuelta, y ahora sí, a la vuelta un señor nos dijo que estaba allí cerca, en el otro margende la carretera, y se podía ver desde allí mismo, e incluso nos comentó que el camping era también un club depiragua o de canoa.

Llegamos al camping, pequeñito, coqueto, sin lujos, junto a un río, y en principio creíamos que no iba a verproblemas para quedarnos porque no veíamos muchas tiendas, aunque si había más cicloturistas allí.

Tal y como preveíamos después de echar una mirada, no había problemas para alojarnos, y además por elmódico precio de 6 euros por cabeza. Un pequeño subidón después de un día gris y algo insulso. Buscamos un sitiojunto a unos árboles, plantamos nuestras tiendas, amarramos las burras y nos fuimos a buscar las duchas, yacayendo la tarde, aunque tanto éstas como los baños no eran gran cosa, pero nosotros no pedíamos más, teníamos loque necesitamos y a un buen precio, no necesitábamos más lujos, más extras

Tras la duchas tocaba hacer la cena, en un recinto a cubierto, donde algunos también tenían las bicis y lacolada, junto a otros compañeros cicloturistas, mientras tomamos algunas cervezas compradas en el bar del propio

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 4: Gunzburg - Donauwörth

camping justo antes de cerrar. Hoy tocaba pasta para cenar, y picoteos varios mientras se preparaba, y de postre,fruta que vamos recolectando por el camino, además de en mi caso al menos, café y unas galletas.

Mientras cenábamos, frente a nosotros teníamos al fondo, alzándose por encima de la arboleda al otro ladoel río, una de las torres de una iglesia de la localidad, completamente iluminada, algo que la resalta mucho másentre la oscuridad de la noche que caía.

De vuelta a nuestras tiendas, vimos entre la oscuridad, una especie de castor que salía de la zona donde noshabíamos situado, y se fue veloz y directo a meterse en el río, entre la maleza, aunque por más que estuve despuésmirando, por curiosidad, y con el frontal, no vi a ninguno otro.

Ya en la tienda, antes de entregarme por completo al sueño reparador, me pongo a escribir unas notas sobrela etapa de hoy, donde a excepción de las localidades de Dilligen y Donauwörth, del pequeño tramo de bosque alprincipio y de algunos tramos cortos e intermitentes de pedaleo por bosques bonitos, poco más se puede decir,salvo que es una continuación de la de ayer, espacios abiertos, llanos, donde predominan el cultivo del cereal y losmaizales, y donde hay poca arboleda, así que cuando Eolo se decide hacer de las suyas, no encontramos protecciónfrente a él.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 5: Donauwörth – Neustadt ad Donau

ETAPA 5: DONAUWÖRTH – NEUSTADT AD DONAU(Alemania)

Domingo, 17 de Agosto de 2014

Distancia = 99,57 km - Tiempo = 6:18:24 - Media = 15,8 km/h

A las 7:30 escucho el despertador del móvil de Jesús, la hora de levantarse tal y como habíamos acordadola noche antes mientras cenábamos, aunque claro está, una cosa es a la hora que suene el despertador, y otra cosamuy distinta la hora en la que los compañeros salen del letargo y se ponen las pilas, porque les cuesta mucho por lamañana calentar motores, y nunca mejor dicho lo de calentar motores, porque más tarde me comentarían quedurante la noche pasaron bastante frío.

Antes de salir de la tienda recojo todo en las alforjas, voy al baño, vuelvo, quito la tienda, que por cierto,estaba seca porque durante la noche no llovió, y sí, he dicho bien, ¡¡no llovió!!, ¡esto si que es una novedad!, yademás estuvo soplando bien el viento, así que el efecto del rocío tampoco se nota, así que por lo menos fue seca ala bolsa. Cuando terminé de recoger todo me fui con la bici ya preparada al lugar donde estuvimos cenando anoche,todavía no habían salido de la tienda los compañeros, aunque al menos ya estaban despiertos y organizando susalforjas en el interior.

Mientras ellos terminaban de recoger todo e ir al baño, yo procuré ir preparando el desayuno, para noperder mucho tiempo, que el personal andaba con mucha “calma chicha”, y es que estos compañeros de ruta queme he buscado no son de los que se 'estresan' por nada, ¡ante todo mucha calma!.

Preparando el desayuno en el semisótano del camping deDonauwörth.

Una de las vistas que se podías ver al levantarnos en el camping deDonauwörth.

Mientras preparaba el desayuno, veía como el grupo de cicloturistas alemanes que estuvieron sentadosjunto a nosotros anoche cuando cenábamos, y con los que estuvimos compartiendo información, partían paracomenzar la jornada de pedaleo, mientras nosotros aún no habíamos ni empezado a desayunar, y debe ser cosa decostumbres españolas, porque allí preparando el desayunando los únicos que quedaban eran una pareja española, ytambién iban en la misma dirección que nosotros, y son los que me dijeron que hoy, según estuvieron viendo en laprensa el día anterior, iba a hacer buen tiempo, que no se preveían lluvias, y la temperatura iba a ser buena... ¡j oder,ya era hora!.

Si posiblemente íbamos a disfrutar de buen tiempo en esta jornada, lo ideal sería que comenzáramos apedalear lo antes posible, para aprovechar el día, e intentar recortar parte de los kilómetros de retraso quellevábamos por las diferentes circunstancias, principalmente por el mal tiempo, pero con los compañeros de rutaque llevo, después de varios días ya me he dado cuenta que esto es misión imposible, y por muy temprano que

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 5: Donauwörth – Neustadt ad Donau

suene el despertador, al final acabamos saliendo muy tarde, hoy concretamente a las 10:15, cuando lo ideal hubierasido salir una hora antes... pero esto es lo que hay cuando se va con compañeros, o sea, que tiene sus parte positivay su parte menos positiva por decirlo de alguna forma, aunque en general a lo largo de la ruta, todo fue bastantebien y hubo buen ambiente, pero la pereza para levantarse y la calma con la que recogían todo me traían de losnervios porque después siempre acabábamos llegando muy tarde a los sitios y sin tiempo para disfrutar de la tarde,pero si hasta la pareja de españoles que había allí acabaron saliendo antes que nosotros, que por cierto, creo quefuimos los últimos cicloturistas en salir de este camping que nos supo a gloria, sin grandes pretensiones, muyeconómico y que cubría todas nuestras necesidades.

Toca entrar de nuevo en esta turística localidad, y atravesar su centro y su calle principal, en cuesta, concasas pintadas de colores pasteles, y tejados oblicuos y dentados, y al igual que todos los pueblos más o menosgrandes por las que pasamos, todo está impoluto, limpio, nuevo. Esta calle principal es una de las másfotografiadas, y cuando se busca en internet algo sobre Donauwörth, siempre suele salir alguna fotografía de estacalle, al final de la cual, se encuentran varias señalizaciones, obligándonos a girar hacia la izquierda para acabarsaliendo de esta localidad por un agradable paseo en medio de un parque-jardín.

Como he dicho, al final de la calle hay varia indicaciones de rutas, además de la que estábamos haciendo, ladel Danubio. Una de ellas es la del Camino de Santiago, desde Alemania, y otra era la Vía Claudia, que desdeaquí, y en dirección sur, se dirige a los Alpes, a los cuales cruza para seguir por Italia y llegar a Venecia, siguiendoel trazado de una antigua vía romana.... ¡uhmmm, buena e interesante ruta!, habrá que apuntársela para hacerlaquizás en otra ocasión, porque tiene muy buen pinta, y también parece que está señalizada bastante bien.

Nuestro primer objetivo en el día de hoy era llegar a Neuburg, y hacer una pequeña parada allí para visitaresta localidad, con castillo y centro histórico, y en los primeros 15 kilómetros de pedaleo, se rompe la tónicadominante del recorrido de estas últimas jornadas, desapareciendo los grandes espacios abiertos y llanos, parapedalear por una zona de colinas suaves, redondeadas, con tramos salpicados de arboleda y huertos, y todo cubiertopor un manto verde que hace recordar, en parte, a la zona de la Toscana italiana, sin duda un tramo entretenido,agradable, y con una buena temperatura, y ¡con sol, por fin!.

No se avanza tan rápido como en el llano, pero el recorrido con subidas y bajadas, debido a los numerososrepechos que se suceden uno tras otro, no era tan monótono, y el paisaje era mucho más entretenido.

Pasado estos primeros kilómetros, el paisaje va alternando zonas llanas donde predomina el cultivo demaizales, con otros tramos de pequeñas subidas y bajadas, y así, después de hora y media de entretenido pedaleo,paramos unos quince minutos, junto a un río, en una zona de arboleda, y con la vista puesta en un pequeño puebloque teníamos a tiro de piedra, tras el cual se divisaba una colina por la que más tarde tendríamos que subir paraadentrarnos después en una zona de pinar, tras la subida más larga de las que habíamos tenido hasta ahora,partiendo de que el recorrido, en general, es llano, así que cualquier cuesta más larga que un repecho cualquiera,hace que nos sorprenda.

Pedaleando por carriles bici en la primera mañana que tuvimos en laque no llovía ni amenazaba lluvia.

Una forma como otra cualquiera de reciclar viejas bicis, en estaocasión para hacer publicidad de un hostal-restaurante con vistas

al Danubio (mit doaublick)

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 5: Donauwörth – Neustadt ad Donau

Aprovechamos este pequeño descanso para sentarnos en el suelo, absorbiendo todo el sol que podíamos,mientras dábamos cuenta de unos frutos secos y algunas piezas de fruta, porque eso sí, otra cosa podrá faltar, perofruta precisamente no, y es que a lo largo del camino vamos recolectando manzanas, peras, o ciruelas, y la únicafruta que compramos son los plátanos, por lo demás, y en cuanto a fruta, vamos surtidos, porque hay ocasiones enlas que casi ni hace falta bajarse de la bici, simplemente alargar la mano por el carril bici y coger alguna que otramanzana.

Tras algún tramo de bosque y algunas subidas y bajadas, cortas, nada de puerto de montaña ni nada por elestilo, llegamos a nuestro primer objetivo en el día de hoy, Neuburg, accediendo a su centro, a su plaza, en ligerasubida por calles empedradas, en umbría, después de acceder al interior de sus murallas por una de las típicaspuertas de acceso.

Vistas del castillo de Neuburg desde el puente, antes de acceder alcentro de esta localidad.

Montse llegando a la Karlsplatz de Neuburg

Interesante localidad, de casas señoriales, bonitas, castillo y torres todo perfectamente conservado, y hoycon terrazas llenas de gente, debe ser que el sol es vida, y hoy hay más ambiente, además de ser la hora de lacomida, aunque para nosotros aún era temprano... estamos en Alemania pero seguimos con el horario hispano...Damos un paseo con las bicis por el centro histórico, por las calles que están en los alrededores de su plaza, ydespués paramos en ésta para rellenar los botes de agua, comer algo de fruta, y seguir hacia delante, hasta elobjetivo que nos habíamos fijado para realizar una parada más pausada y aprovechar para comer, en Ingolstadt, unsitio también para dar una vuelta y ver tranquilamente, situado a unos 25 km de donde estábamos y como cuandonos pusimos en marcha eran las 14:20, si todo iba bien, para las 15:30 o poco más podríamos estar buscando unsitio tranquilo donde sentarnos a descansar y comer.

A la salida de Neuburg, nos encontramos con la parejita española con la que había estado hablando estamañana en el camping mientras preparaba el desayuno. Ellos entraban y nosotros salíamos, así que debió ser que aprimera hora se entretuvieron en visitar Donauwörth porque salieron antes que nosotros y por el camino no losvimos.

Este tramo entre Neuburg e Ingolstadt, me resulta menos entretenido que el tramo inicial de esta mañana,algo más insulso, aunque rodamos por tramos de tierra y algunas zonas boscosas, pero en general, espacios másplanos, más abiertos, con la vista al fondo en altas torres-chimenas que creemos son centrales térmicas, cerca deuna de las cuales pasaríamos más tarde, además de pasar junto a algunas presas para producir electricidad, endefinitiva, un tramo donde el Danubio se vuelve más gris, más 'industrial', menos natural, más insulso... o almenos eso es la impresión que me da, y claro, si a eso le unes estas altas chimeneas echando humo, pues sólo nosquedaba dar pedales y llegar a Ingolstadt lo antes posible, y tanto que fue así, porque al terreno favorable, llano alcontrario que esta mañana con mucho sube y baja, se le une el viento de cola y el recorte en tres kilómetros sobrelos previstos, al seguir las indicaciones de la ruta, en lugar de seguir el trazado de la guía.

A la entrada de Ingolstadt paramos en un gran parque que vemos a la derecha, así que buscamos un buensitio, junto a una especie de lago con patos, y allí estuvimos comiendo y descansando, ¡al sol!, además, este sitio ya

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 5: Donauwörth – Neustadt ad Donau

estaba a tiro de piedra del centro histórico al que se accede después de pasar por su famosa Kreuztor o puerta deacceso al núcleo histórico de la ciudad, una puerta medieval con una torre encima de ella, al igual que en otraslocalidades por las que hemos pasado.

Ingolstadt, a pesar de ser una ciudad grande, tiene un centro históricointeresante y que bien merece una visita detenida, pero queríamos avanzar y llegara Neustatdt, para ir recortando el retraso que llevábamos, aprovechando que latarde era ideal para pedalear, buena temperatura y sol, así que el recorrido fuerápido, a lomos de nuestras burras, para salir sin mucha pérdida derechos anuestro siguiente objetivo, Vohburg.

La salida de Ingolstadt después de pasar por debajo de una autovía larealizamos por carriles de tierra, siguiendo la margen izquierda del río, dejandoatrás una gran chimenea de franjas rojas y blancas que creo que corresponden auna central térmica.

En este último tramo que hacemos por la tarde, entre Ingolstadt y el finalde etapa en Neustatdt, avanzamos cómodamente por carriles de tierra o gravilla,o pedaleando por “la tiranía de la línea recta” cuando rodamos por algún tramo detalud; son tramos monótonos, insulsos, sin mucha chicha, y tan solo la visitaprevista a Vohburg, es lo único que nos saca de la rutina.

Vohburg es un pueblo pequeñito, que en su parte más alta tiene un pequeño recinto, una pequeña zonaamurallada, dentro de la cual se encuentran torres e iglesias con torres-campanarios esbeltos y delgados acabadosen las típicas cúpulas de estilo bizantino.

Al salir de la visita que teníamos prevista en Vohburg,tenemos que cruzar de nuevo el río por un puente, para seguir la rutapor la margen derecha, aunque el puente, al mirar hacia atrás, tenemosuna bonita estampa de la silueta de este pueblo con sus torres,campanarios y tejados recortados sobre el azul del horizonte en lasúltimas horas de la tarde.

Llegamos a Neutstatdt, y la verdad, después de 100 km en las piernas y de los tramos de talud y largasrectas, ya había ganas, porque la última parte se nos hizo pesada, aunque aún tendríamos que hacer algunoskilómetros más para dar con el camping, que estaba a la salida del pueblo, en la dirección que tendríamos quetomar mañana, con lo que nos venía muy bien.

Cultivo de flores en Neutstatdt

Hoy todo había salido bien, por fin hemos disfrutado de un día de sol, habíamos realizado el recorridoprevisto esta mañana (ya que desde el primer día vamos improvisando debido a los retrasos acumulados), no hemostenido ningún problema para dar con el camping y hemos llegado a buena hora, ya que aún nos quedaban hora ymedia o dos horas de luz, así que compramos unas cervezas para tomarlas tranquilamente con algunos frutos secosmientras montábamos las tiendas, pero todo no podía ser perfecto, y un problema a la hora de montar la tienda deJesús hizo que perdiéramos tanto tiempo que cuando fuimos a ducharnos ya era casi de noche.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 5: Donauwörth – Neustadt ad Donau

El camping... nada del otro mundo, pero el edificio con la zona de servicios y duchas era de auténtico lujo:hilo musical, todo completamente nuevo y pulcro, revisteros, zonas para sentarse y esperar cómodamente, todoperfectamente iluminado, y ¡calefacción!, sí he dicho bien, ¡calefacción!, porque a pesar de ser verano, lo cierto esque por la noche aquí la temperatura baja bastante y eso sin contar con que las temperaturas desde que estamos enAlemania ya han sido bajas de por sí durante el día para ésta época del año.

El que el edificio tuviera calefacción ayudó a que me decidiera a realizar la colada y colgarla en unasperchas que tenían en la zona de los lavaderos, y a la mañana siguiente ya la recogería totalmente seca, porque delo contrario sería imposible que se secara, debido a la humedad y al relente que hay por la noche, aunque nolloviera, y dentro de la tienda tampoco iba a poder secarse.

Mientras terminaban mis compañeros de hacer lo mismo, y ya completamente de noche, con el campingtotalmente en silencio, porque todos ya habían cenado y estaban dentro de sus tiendas o de sus autocaravanas, meapropié de una mesa y la llevé hasta una zona con algo más de luz, para ir preparando la cena, algo para calentar elcuerpo, así que un tazón de sopa de primero, un plato de legumbre de segundo, fruta, café y galletas, además delpicoteo previo, pero no alargamos la cena mucho porque la temperatura había bajado bastante y estábamos con todala ropa de abrigo que llevábamos, y así que nada más terminar recogimos todo, y directos a la tienda, aunque antesyo aproveché para llamar a casa con el móvil de Jesús.

En la tienda escribo unas notas sobre la etapa de hoy antes de meterme directamente en el saco de dormir yentregarme al placer del sueño, con muchas expectativas puestas en la etapa de mañana, donde además de la visitaa una de las más famosas abadías en esta ruta, cogeríamos durante un pequeño tramo de unos 8 km, un barcoturístico por el Danubio, así que el día promete después de los últimos tramos monótonos que habíamos tenido.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 6: Neustadt ad Donau - Hofdorf

ETAPA 6: NEUSTADT AD DONAU - HOFDORF(Alemania)

Lunes, 18 de Agosto de 2014

Distancia = 85,67 km - Tiempo = 5:36:37 - Media = 15,3 km/h

A las siete comenzamos con la recogida de las tiendas de campaña y del equipaje, y esta mañana iniciamosel proceso directamente, porque no íbamos a desayunar allí por estar sin provisiones, se nos acabaron ayer y noteníamos nada para el desayuno, aunque la mujer de la autocaravana que teníamos de vecina, y a la que se dirigióMontse anoche para pedirle alguna manta, intuyendo que posiblemente hubiéramos pasado frío se nos acercó conun termo de café bien caliente con el que al menos entraríamos en calor: todo un detallazo, un lujo encontrarsegente así que vaya regalando amabilidad sin nada a cambio, así que entre sorbo y sorbo fuimos desmontado el“campamento base”, para proceder rápidamente a salir del camping, no sin antes pasar por el novísimo edificiodonde estaban concentrados todos los servicios, para el aseo y el cambio de ropa, que en mi caso había dejado lanoche anterior, después de realizar la colada, en la zona de lavaderos, en una zona de perchas, para que se secaracon la calefacción, porque fuera hubiera sido imposible, es más, seguro que me la hubiera encontrado más mojadapor el relente nocturno, y sí, he dicho bien, ¡calefacción! en agosto, porque la temperatura por la noche caebastante, al menos en los días que nos tocó transitar por esta zona de Alemania, y como ya comenté, si bien elcamping no era gran cosa, el edificio que concentraba los servicios para este pequeño emplazamiento ¡ era laleche!, pero si es que hasta tenía hilo musical, zonas de aseo y servicios pulcras y donde no faltaba nada, e inclusoen la zona de lavadero (tanto para la ropa como para los utensilios de cocina) había hasta revisteros con una grancantidad de revistas, por no hablar de todo tipo de información y ofertas de las diferentes tiendas y supermercados.

Agradeciendo a la nuestra buena samaritana el detalle del café, salimos del camping deshaciendo parte delcamino de ayer tarde, hasta llegar a la zona por donde entramos en el pueblo, porque allí habíamos visto que habíasupermercados y grandes superficies, y nuestra idea era comprar las provisiones para los próximos dos días ademásde algo rápido para desayunar esta mañana y no perder mucho tiempo, porque después tendríamos que seguirmirando para ver si podíamos dar con algún sitio donde vendieran tiendas de campaña o pudieran vender algo parareparar el problema que tenía Jesús con la suya.

La compra fue rápida, y en la misma salida del super nos pusimos a desayunar, tocaba algo ligerito para noperder mucho tiempo: dulces, fruta, yogur líquido y algunos frutos secos; pero en cuanto al problema de Jesús... nohubo tanta suerte, y después de preguntar en varios sitios, decidimos no perder más tiempo, ya nos iríamosapañando, y si durante el recorrido encontráramos alguna tienda de deporte donde se pudiera solucionar elproblema o comprar una nueva tienda a un precio asequible, pues mejor.

Otra vez vuelta para atrás, hasta llegar a la entrada del camping, que dejamos a la izquierda para ahora sí,comenzar la jornada de pedaleo, siguiendo rectos, y durante los primeros 15 kilómetros el recorrido fue muyrelajado, tranquilo, por un paisaje sin luces ni sombra, sin sol pero sin lluvia, calma y silencio, apenas nos cruzamoscon nadie, ni coches ni bicis.

Pedaleando cómodamente a primera hora de la mañana por encima de un talud.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 6: Neustadt ad Donau - Hofdorf

Al inicio de una bajada, ya en las proximidades de nuestro primer objetivo en el día de hoy, la abadía deWeltenburg, podemos contemplar el cambio de paisaje, de las zonas llanas y abiertas, de amplias vistas, a unazonas donde el río se abre paso entre paredes de rocas caliza casi verticales, en una zona de estrechamiento natural,donde el río serpentea en medio del cañón que va abriendo, formando curiosos meandros, divisando junto a él, laabadía y sus torres.

En la bajada, Jesús y Montse se adelantan mientras yo paro a recolectar fruta, manzanas concretamente,porque estaba viendo algunos árboles cargados de manzanas con una pinta estupenda y no me pude resiste a cogerunas cuantas para ir rellenando mi despensa particular.

Ya a la entrada del monasterio, en la puerta de acceso a la plaza que precede a la iglesia, se encuentra unapequeña taquilla donde venden los billetes del barco, porque el camino acaba aquí, y tenemos dos posibilidades unavez realizada la visita cultural, al menos en lo referente a su parte de acceso libre y gratuito: una opción es coger elbarco hasta Kelheim como he comentado, y la otra opción consistiría en llegar a esta misma localidad pero porcarretera, en un trazado donde habría que dar un pequeño rodeo después de un subida inicial de unos treskilómetros, donde nos iríamos alejando del río que quedaría primero a nuestra espalda y después a nuestraizquierda, aunque no lo veríamos porque estaríamos algo alejados de él, siendo éste un recorrido aparentementemás simple y monótono, frente al recorrido en barco por el río, por este pequeño tramo de meandros, donde sepuede ver como el curso del río se pierde en algunas de las curvas que hace, quedando oculto tras alguno de losaltos farallones rocosos que teníamos frente a nosotros.

No teníamos duda, iríamos en barco para cambiar la temática del recorrido, cambiaremos de montura,disfrutando del recorrido por este tramo de meandros y cañones, donde el río se estrecha entre paredes recubiertasen sus partes altas de un bosque de espesa vegetación, como se podría ver antes de realizar la bajada hacia elpequeño pueblo de Weltenburg y posteriormente hacia la abadía de su mismo nombre.

El billete nos costó siete euros, que para los seis kilómetros de recorrido resultaba algo caro, pero aposteriori puedo decir que merece la pena, y mientras esperábamos a que llegara la hora para subir al barco,hicimos la visita cultural. En el patio central o plaza del pueblo, nada más cruzar la puerta de acceso, nosencontramos a la derecha un bar-restaurante con una terraza que está abarrotada de gente, ya comiendo a esta hora,con camareros vestidos con trajes típicos, aunque nuestra idea es ver al menos la iglesia y lo que podamos de formalibre, sin pagar, aunque tampoco podríamos hacer mucho más, porque no disponíamos del tiempo suficiente comopara poder hacer visitas guiadas.

De su iglesia barroca, en la guía que habíamos realizado para este recorrido, se decía: “La iglesia deWeltenburg es, en cuánto a dimensiones, la más pequeña iglesia abacial de Baviera, pero desde el punto devista artístico es una de las más hermosas. El paisaje romántico y la atmósfera de religiosidadhan conducido, conjuntamente, a hacer surgir una obra maestra del gran estilo barroco de la Alemaniameridional en su arquitectura, decoración, el juego de colores y en los efectos de luz”.

Interior de la iglesia de la Abadía de Weltenburg.

Púlpito de la iglesia de la Abadía deWeltenburg.

Frescos de la cúpula de la iglesia de la Abadíade Weltenburg.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 6: Neustadt ad Donau - Hofdorf

A unos quinientos metros de la taquilla donde sacamos el billete, siguiendo el curso del río, estaba la zonade embarque, y como no podía ser de otra forma en Alemania, el barco llegó con puntualidad: vino cargado deturistas y se iría también cargado de turistas y bicicletas. La espera fue amenizada por un helicóptero del ejército,que en plan 'maniobras', pasó cerca de nosotros, volando bajo, siguiendo el curso zigzagueante del Danubio, por elcañón que teníamos frente a nosotros, hasta que acabamos perdiéndolo de vista, al igual que al río, en una de lasrevueltas...

Ya en el barco, las bicis se quedaban en la parte baja, aunque todo el personal prefería subir arriba, paradisfrutar de unas mejores vistas, como las que se tienen al dar la vuelta el barco para proseguir dirección aKelheim, teniendo una vista panorámica completa de la abadía situada junto a la orilla del río, dentro de un ricoentorno natural.

Abadía de Weltenburg desde el barco en dirección a Kelheim.

El recorrido en el barco, corto en distancia pero no tanto en tiempo, porque es un barco turístico, que vadespacio para que el personal pueda disfrutar el entorno que le rodea, al tiempo que por megafonía se da toda unacharla en perfecto alemán. Este pequeño 'minicrucero' fue un puntito extra en la jornada de hoy, algo diferente,fuera de la monotonía de paisajes abiertos, llanos, campos de cereales y maizales, dentro de un paisaje mucho mássalvaje, donde el río ha ido horadando este cañón envuelto entre bosques...

Llegamos a Kelheim, situado a los pies de un monte sobre el que se encuentra un soberbio edificioneoclásico, de planta circular, que creo que es el Befreiungshalle o Monumento a la Liberación y fue ideado porel rey Ludwing para recordar al pueblo la necesidad de permanecer unidos una vez liberados del yugo napoleónico.Tras el desembarco nos adentramos en el centro histórico, y como no podía ser de otra forma, de nuevo lo hacemostras pasar por una de las puertas de acceso de su antigua muralla, pedaleando por calles empedradas.

Diferentes vistas del Monumento a la Liberación desde el río, arriba, sobre la colina.

En una zona de tiendas vimos un 'intersport', así que Jesús se acercó a preguntar, pero tampoco hubosuerte. No podíamos entretenernos mucho más, apenas habíamos pedaleados 15 kilómetro y el tiempo se nos habíaido en la visita al Monasterio y en el pequeño viaje en barco.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 6: Neustadt ad Donau - Hofdorf

Comenzamos de nuevo a pedalear dejando atrás Kelheim, en un día gris plomizo, con algo de viento quepor suerte soplaba de cola; un día raro, atípico, similar al estado anímico en el que nos encontrábamos en esemomento, porque después del pequeño subidón que supuso el corto tramo de cañón por el que discurrió el paseo enbarco, y de la visita a la iglesia del Weltenbur, volvíamos a pedalear por un tramo un poco insulso y eso sin contarcon que el cuerpo necesitaba repostar, porque el desayuno había sido ligerito.

Puerta torre de entrada al interior de Kelheim. Plaza de Kelheim desde la puerta de entrada.

En un tramo en el que sobre nosotros se cernieron negros nubarrones y comenzaron a caer algunas gotas deagua, decidimos parar bajo un puente para comer, mientras hacíamos tiempo para ver si los nubarrones descargabano pasaban de largo, pero al final, en lugar de ponernos bajo el puente tuvimos que colocarnos a un lado de él, juntoa un muro, al refugio del fuerte y frío viento que soplaba, aprovechando que en ese momento no llovía, y sólo encaso de lluvia tendríamos que refugiarnos debajo.

Unos entremeses, un buen bocata, fruta y unas galletas de chocolate, aunque no nos entretuvimos mucho,ni siquiera hicimos café, teníamos que ponernos en marcha de nuevo, porque por unas cosas o por otras, hoyhabíamos pedaleado poco tiempo, aunque la verdad, había muy pocas ganas de ponerse a dar pedales en un díatristón, gris, apático, donde los tres andábamos algo desganados, algo desmotivados.

Decidimos seguir el camino que iba junto al río en lugar de subir las escaleras que llevan, siguiendo lasindicaciones de la ruta, hacia la parte de arriba del puente, pero suponíamos que siguiendo la ruta tendríamos quedar más rodeo, viendo los mapas-croquis de la guía que llevábamos, porque el recorrido nos llevaría a pasar portodos los pueblo haciendo un tour, así que seguimos camino hacia delante, junto al río que teníamos a nuestraderecha. El problema de seguir éste camino es que nos salíamos de la ruta oficial, con lo que no veríamosseñalizaciones de la ruta, pero siguiendo el curso del río, antes o después tendrían que coincidir, o al menos en esoconfiábamos.

Como ya he comentado, había un poco de desgana hoy a la hora de pedalear, y si bien estábamos junto alDanubio, el paisaje no es que fuera precisamente nada del otro mundo, pero al menos teníamos viento de cola, queya es bastante, así que poco a poco fuimos avanzando hasta que llegamos a un punto en que había camino por losdos márgenes del río, pero seguíamos sin ver ninguna indicación, por lo que acabamos preguntando a un abueloque apareció por allí, montando en bici. Nos comenta que se puede ir por los dos lados, pero nos dice que lesigamos, así que nos vamos tras él, hasta que llegamos a una bifurcación, y el abuelo sigue ligeramente en subidapor la izquierda hasta llegar a las primeras casas de una pequeña población, mientras nosotros decidimos seguir elcamino por la derecha, junto al río, aunque no tardamos mucho tiempo en darnos cuenta de nuestro error, porque elcamino se corta al llegar a un campo de golf, así que retrocedemos unos metros y seguimos por donde fue alabuelo... ¡más nos hubiera valido seguir tras él hasta el final!.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 6: Neustadt ad Donau - Hofdorf

Ya en el pueblo intentamos buscar la salida sin usar la carretera, buscando algún camino junto al río, perodespués de pedalear y deshacer lo pedaleado en un par de ocasiones, entramos de nuevo en el pueblo y decidimosconsultar la guía para ver si con los mapas-croquis podíamos orientarnos.

Una mujer de unos 55 años que iba en bici, nos debió de ver algo perdidos, así que se dirigió a nosotrospara ofrecernos ayuda, el problema era que ni nosotros hablábamos alemán, ni ella hablaba inglés, y por muchoque lo intentábamos con señas o mostrando el mapa del recorrido, no había manera, así que la mujer se cansó deintentar explicarnos algo que nosotros no comprendíamos y acabó haciendo un gesto para que la siguiéramos, un“follow me”, y nosotros, ni cortos ni perezosos, nos fuimos detrás de ella, primero callejeando por el pueblo ydespués por carretera local y estrecha, que pasa por debajo de una autovía, momento en el cual conseguí orientarmeporque me sonaba de ver esto en el mapa, pero lo cierto es que esta buena mujer, que iba con una bicicleta de paseode las que sólo tienen una marcha, puso un ritmo endiablado, como si nos quisiera dar una lección, y a fe mía quenos la dio, porque yo conseguí ir detrás de ella echando los higadillos por la boca, mientras mis dos compis sequedaron algo más rezagados.

Después de un giro a la izquierda, cogemos un carril bici que en una corta pero pronunciada subida nosdeja a los pies del puente por el que pasa el tren, teniendo habilitado también un carril-bici, así que por el nosdirigimos al otro extremo de este puente ferroviario, para después de una corta y de nuevo pronunciada bajada,llegar a la otra orilla del río, momento en el que nos despedimos de esta señora tan encantadora que se había hechocasi cuatro kilómetros extras, como si nada, sólo para traernos hasta aquí, y cuando la dejamos se disponía a hacerla misma distancia en sentido contrario para llegar a donde nos la habíamos encontrado, ¡todo un detalle!, al igualque nos ocurrió un poco más atrás con el abuelo, y durante esta jornada, no sería éste el último ejemplo deamabilidad que nos encontraríamos.

Ya en la otra orilla, sólo nos queda seguir las señalizaciones y llegar a Regensburg (Ratisbona) después decruzar una zona bastante extensa de parque, donde podemos ver el buen ambiente que hay, ya que encontramos amucha gente haciendo todo tipo de deporte y también muchas bicis.

Entramos en Regensburg y más relajados, nos dejamos llevar por sus callejuelas medievales para llegar alcentro histórico, con mucha gente en las terrazas, paseando por las calles, haciendo turismo.... nosotros nos damosun respiro, hacemos una parada mientras saboreamos unos helados y observamos la vitalidad de este centrohistórico en comparación con los muchos pueblos, e incluso localidades más grandes, que estaban prácticamentevacías, con aspecto fantasmal, donde lo raro era encontrarse con gente en las calles.

Haciendo un poquito de turismo por una de las calles de Regensburg. Fachada de la catedral de Regensburg.

Una pareja de españoles al vernos en bici y con la bandera de España, rápidamente se dirige hacia nosotrospara preguntarnos si estábamos haciendo la Ruta del Danubio, porque ellos iban a empezar mañana, aunque norecuerdo si lo hacían desde esta ciudad, pero sobre todo era la chica la que más incertidumbre tenía, y preguntabacosas como si era muy complicada la ruta, si había muchas cuestas o era todo llano, si el firme era bueno para rodaren bici, etc., en cambio él no tenía problemas, montaba habitualmente en bici y estaba 'curtido' y era el que había

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 6: Neustadt ad Donau - Hofdorf

convencido a ella para venir hasta aquí para hacer la ruta, así que les deseamos que todo les fuera bien y que notuviera que reprocharle ella nada a su pareja.

Terminamos con el helado y seguimos haciendo turismo por el casco histórico, y en una de las plazas nosencontramos con una especie de mercadillo-gastronómico, pero resultó curioso ver que casi todos los puestos eranitalianos, al igual que sus productos: desde derivados del cerdo a productos como la miel, pasando por los dulces.

De camino hacia la catedral, guiándonos por sus altas torres, al pasar por una callejuela nos topamos conuna tienda de 'intersport', y un nuevo intento por parte de Jesús para ver si podía hacerse de una tienda de campañabuena a un precio razonable, pero tampoco hubo suerte, porque lo que había era igual o peor que la suya y caraspara nuestros bolsillos.

Seguimos hacia delante para hacer la típica visita a la catedral, y hacer fotos de su fachada principal,aunque no resulta fácil sacarla entera, porque sus torres son muy altas y hay poca distancia entre la fachadaprincipal situada en un lado de la calle y el lado opuesto.

Como no nos paramos para hacer café después de la comida, al ver un pequeño bar en la calle de lacatedral, con precios razonables para un café, nos paramos para tomar uno antes de buscar el siguiente hitoturístico, el puente de piedra o puente Steiner. El café con leche tendría un precio razonable para lo que puedellegar a costar en un sitio turístico, pero estaba malo como el sólo, y con el mal sabor en la boca del café nos fuimoscalle abajo buscando el célebre puente, aunque tuvimos la mala fortuna de encontrárnoslo en obras porrestauración, lleno de andamios y paneles, así que no podríamos hacer la típica foto panorámica de la ciudad y unade sus puertas de acceso desde él, aunque sí una vista parcial desde el extremo final de dicho puente, el cual seencontraba muy concurrido en un ir y venir de gente, de turistas.

Una de las históricas puertas de entrada a Regensburg desdeel puente de Steiner.

Catedral de Regensburg vista desde la otra orilla del río.

Cruzado el puente y después de entretenernos con las vistas que se divisan desde él, y eso que no soncompletas por las obras de restauración, proseguimos con nuestro destino, con toda la pena del mundo, porque hasido una ciudad que nos ha gustado a los tres, no es excesivamente grande, está todo a la mano, con un cascohistórico muy interesante, con ambiente, agradable, bonita, casas de bellas factura, ideal, una lástima que no sevayan cumpliendo los planes previstos y vayamos a remolque todos los días con los retrasos acumulados por lascircunstancias climatológicas, porque lo previsto inicialmente era haber terminado una de las etapas aquí, parapoder disfrutar de esta bella ciudad durante mucho más tiempo.

No se muy bien qué es lo que hicimos, si intentamos seguir el curso del río por el otro margen o nosdejamos llevar por una mala interpretación de alguna señal, pero el caso es que al cabo de un rato nos dimos cuentaque no íbamos bien, así que paramos a consultar de nuevo la guía y los mapas-croquis, y de nuevo, como no podíaser de otra forma en el día de hoy, aparece una mujer en bici y enseguida nos ofreció su ayuda; deben estar muy

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 6: Neustadt ad Donau - Hofdorf

acostumbrados a ver cicloturistas pasar diariamente haciendo esta ruta, así que cuando ven a algunos indecisosrápidamente se prestan a ayudarles, y como en las ocasiones anteriores de hoy, nos dice que la sigamos, que ella vatambién en la dirección de salida de esta ciudad, y así lo hicimos.

Regensburg, panorámica parcial (debido a las obras) desde el puente de Steiner.

Finalmente la señora se acaba desviando y nos indica con el brazo extendido la dirección a seguir, todorecto, aunque ya estábamos viendo las señales indicativas de la Ruta del Danubio, así que nos despedimos de ellaagradeciéndole su ayuda desinteresada y seguimos pedaleando, en una tarde con un cielo que sigue igual que desdeque salimos esta mañana, gris cenizo y con temperatura fresca, pero al menos la lluvia no hizo acto de presencia.

A partir de aquí iríamos improvisando nuestro posible destino para ver donde podríamos quedarnos adormir, puesto que en el recorrido que podríamos hacer en lo que quedaba de tarde no teníamos anotado ningúncamping, así que sólo había dos posibilidades, o acampada libre, o buscar algún alojamiento tipo gasthof ogasthaus que estuviera bien de precio. Leyendo la información que llevaba sobre el soporte del manillar, mientraspedaleábamos, creímos que era factible llegar hasta Worth a.d. Donau , donde había oficina de información, yvarios alojamientos del tipo que buscábamos.

Avanzábamos tranquilamente, a un ritmoregular pero sin parar, exceptuando una pequeñapausa a la altura de un tramo entretenido decarril bici, donde podemos ver a la izquierda, enlas alturas, una vez dejada atrás Donaustauf,sobre una colina que arranca desde el mismoDanubio, el impactante edificio de la Walhalla,que es por el que es conocidad esta localidad. Elnombre de Walhalla deriva del de Valhalla, dela mitología nórdica, y se trata de un unareproducción costosa del Panteón de Atenas, yen su interior se encuentra una especie de“salón de la fama”, donde se honra a personasloables y distinguidos personajes famosos de lahistoria alemana (políticos, reyes, científicos yartistas de la lengua alemana. Impacta ver estegran edificio sobre la colina, con largas y

enormes escalinatas que conducen hasta el, con un color cantería contrastando con el verde intenso del bosque yvegetación en el que se encuentra inmerso, y desde donde suponemos que se tendrán unas vistas inmejorables delcurso de Danubio por esta zona, así que no podemos resistirnos a hacer algunas fotos, aunque estamos algoalejados de la Walhalla.

A partir de aquí seguimos casi siempre por carril bici, alternando en ocasiones rectas muy largas, quellegar a ser monótonas, con tramos más entretenidos de pedaleo.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 6: Neustadt ad Donau - Hofdorf

A unos tres kilómetros antes de llegar a Work a.d. Donau, encontramos un espacio ideal para quedarnosallí y hacer acampada libre esta noche, a la izquierda del carril bici, pero semioculto desde el carril-bici, con unpequeño lago, y mesas merenderos, y no había nadie, así que podía ser un lugar bueno para quedarnos a dormir estanoche, pero Jeśus no tenía el cuerpo hoy como para quedarse a dormir fuera, necesitaba ciertos cuidados para susposaderas, aunque a Montse y a mí nos gustaba mucho el sitio, pero en fin, hoy por ti y mañana por mi, así quedecidimos que si no encontrábamos nada asequible en el pueblo regresaríamos aquí para quedarnos esta noche.

Llegamos a Work a.d. Donau, algo más grande que algunos de los núcleos urbanos diseminados a lo largode la gran llanura del Danubio por los que hemos pasado esta tarde, pero a la hora en que lo hicimos la oficina deinformación estaba cerrada, así que nos dejamos llevar hasta dar con una de las calles céntricas donde vimoscarteles de varias gasthof. Nos recomiendan una de ellas, y la verdad es que al menos el restaurante tenía una pintagenial, todo lleno y con comida a base de guisos y típica comida de Baviera, así que dejamos como siempre aMontse haciendo de nuestra relaciones públicas particular.

Por desgracia para nosotros, no hubo suerte, es más, han tenido la amabilidad de llamar a otrosalojamientos dentro del pueblo y parece ser que todo estaba completo, aunque yo sigo sin saber donde se mete lagente, porque las calles están vacías. Aunque en la localidad todo estaba lleno, nos dicen que hay una con unahabitación triple libre en una gasthaus en un pueblo cercano, a unos cinco kilómetros de allí, en la dirección quellevábamos, aunque ligeramente fuera de la ruta.

Teníamos dos opciones, o regresar al sitio que habíamos visto previamente y hacer acampada libre, o seguirhacia delante para dormir en el sitio que nos habían buscado, aunque si optábamos por esta opción íbamos a llegarde noche. Finalmente optamos por la segunda, aunque antes de salir del pueblo paramos en un par de alojamientosque vimos de paso y en ambos casos nos dijeron lo mismo, que no había nada libre, así que Jesús puso en marchasu GPS con la dirección que nos facilitó la chica que nos atendió muy amablemente en el primer sitio en el quepreguntamos y nos pusimos a pedalear de inmediato para no perder más tiempo porque de la tarde ya quedaba pocotiempo de luz.

Primero estuvimos pedaleando por caminos, hasta llegar a la carretera de acceso a Hofdorf, y desde allí, enpoco menos de un kilómetro llegamos a esta localidad, y por supuesto, la tarde ya había caído, así que entramoscon las luces de las calles encendidas.

No tardamos en dar con el alojamiento, aunque realmente donde preguntamos era una especie debar-restaurante pequeño, y las habitaciones estaban en otro edificio, separado a unos doscientos metros, dejando lasbicis en una especie de cochera junto al edificio donde nos íbamos a alojar.

Una habitación triple con baño, así que dejamos las cosas en la habitación y sin ducharnos nos fuimos acenar al bar, sobre las ocho y media de la tarde-noche, antes de que cerraran la cocina, porque hoy no teníamosganas de cocinar en la habitación, y queríamos probar algo de comida alemana.

Tras las cervezas y la cena, de nuevo a la habitación; ducha y charla posterior mientras preparo un café.Cuando los compañeros ya agotados se entregan plácidamente al sueño reparador, aprovecho para escribir unasnotas de esta jornada larga y algo rara, donde sin lugar a dudas lo mejor fue la visita a la abadía de Weltenburg ysus alrededores, especialmente el recorrido en barco por la zona de meandros y gargantas del Danubio, unrecorrido corto pero altamente recomendable que termina con las bonitas vistas del impresionante edificio del“Monumento a la Liberación” sobre la colina a cuyos pies se asienta Kelheim; la otra alegría del día fue la visita ala ciudad de Regensburg (Ratisbona), de la que quedamos encantados y la lástima como ya he dicho, fue que nopudiéramos terminar la etapa aquí como teníamos previsto; y por último, las visas del edificio de la Walhalla, enlas inmediaciones de Donaustauf, desde el carril bici, aunque no hubiera estado nada mal haber podido subir a lasalturas para contemplar las que supongo serían unas inmejorables vistas. Al margen de esto, el recorrido tiene susluces y sus sombras, zonas más o menos insulsas y otras más entretenidas para pedalear, pero en cualquier caso, nosé si es que los tres nos habíamos contagiado, pero lo cierto es que andábamos algo desganados, desmotivados,sobre todo después de desembarcar en Kelheim. En fin, al menos hoy nos hemos librado de la lluvia, ya veremosque ocurre mañana, en un recorrido que promete ser interesante, y tiene el aliciente de que quizás lleguemos a lafrontera alemana-austriaca, y dormir en Passau, aunque son muchos kilómetros y probablemente busquemos algúnsitio para dormir un poco antes...

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 7: Hofdorf - Vilshofen

ETAPA 7: HOFDORF - VILSHOFEN(Alemania)

Martes, 19 de Agosto de 2014

Distancia = 90,53 km - Tiempo = 5:44:31 - Media = 15,8 km/h

Esta mañana ha ido todo más rápido, a las 7:15 ya estábamos levantados, así que después de recoger todo,bajamos al bar-restaurante a desayunar, porque el desayuno estaba incluido en el precio, y la verdad es que merecióla pena, fue un desayuno contundente, a base de fiambres, quesos, mermelada, miel, huevos cocidos y con laposibilidad de repetir café o leche, así que nos lo tomamos con calma, rellenando las reservas...

Al terminar el desayuno, de nuevo a la habitación para bajar todo y coger las bicis que dejamos en elgaraje, montar el equipaje y ponernos en marcha sobe las 9:15 de la mañana, en un día con cielo cubierto, gris, peropor lo menos no llovía y la temperatura era más templada que en días anteriores.

Lo primero era meternos de nuevo en la “Ruta del Danubio”, ya que ayer nos desviamos un poco parabuscar el alojamiento a última hora, aunque por suerte, no tenemos que hacer mucho recorrido extra porque a lasalida del pueblo enlazamos con una carretera local en la que tras subir un puente bajo el cual pasa la autovía,comenzamos a ver los típicos carteles de la ruta, teniendo al principio la autovía a nuestra izquierda, aunque a ciertadistancia.

Durante esta jornada pedaleamos mayoritariamente por carriles bici asfaltados, poralgunos tramos de carreteras locales y por tramos de talud con firme de tierra o gravilla, asíque avanzamos rápidamente por este terreno llano, cómodo, sin lluvia, sin viento, y con unatemperatura más agradable que otros días, recorriendo zonas donde lo que más predominaes el cultivo del maíz, para variar, y llevando casi siempre el curso del Danubio a nuestraderecha, viendo más tráfico de barcos que otros días, y sobre todo, barcos de mercancíasmás largos que un día sin pan... En los ratos que sale el sol intentamos absorber sus tímidosrayos para recargar baterías y aumentar nuestro estado anímico.

Nuestro primer objetivo hoy era llegar a Straubing, a unos 22 kilómetros deHofdorf, cuyo centro tenía muy buena pinta a juzgar por algunas fotos que habíamos visto,y pedaleando a buen ritmo, en una mañana sin sobresaltos, logramos llegar bien tempranito.Nos pareció ver en los alrededores que estaban de fiestas, porque vimos carpas de circos,norias y diferentes “maquinarias y artilugios” para el entretenimiento, y aunque la ruta sedesviaba hacia la derecha, nosotros nos fuimos hacia el centro, hacia su gran y monumentalplaza, un gran rectángulo empedrado en cuyo centro se encuentra la torre del Stadtturmque llega alcanzar los 60 metros de altura, junto a otro edificio de color verde que no

recuerdo si era el ayuntamiento, y a una columna central que termina en una escultura dorada, similar a la queveremos días más tardes en Linz, Austria. Viendo la torre que se yergue en el centro de la plaza no hacía faltapreguntar la hora, porque un enorme reloj en su parte superior nos la indica, al tiempo que nos hace pensar quequizás aún es temprano, porque aunque hay cierto movimiento la plaza no está aún en pleno apogeo. Se trata de unaplaza llena de terrazas de bares y restaurantes, tiendas, comercios e incluso puestos de mercado, estos en lasegunda mitad de la plaza, la que se encuentra por detrás de la torre, y toda ella, rodeada de bonitos edificios, bienconservados, pulcros, con fachadas de distintos colores que no desentonan, tejados puntiagudos e iglesias y torresque sobresalen entre los edificios, por no hablar de los maceteros y sus bonitas flores que hacen que el color gris delos adoquines no sea tan predominante.

Recorrimos su enorme plaza y seguimos hacia delante, descubriendo más de esta bonita ciudad, al menossu centro, hasta que nos topamos de nuevo sin esperarlo, con nuevas señales de la ruta del Danubio, que acabamospor seguir para evitar dar la vuelta y seguir por donde habíamos venido, así que seguimos estas señales y sin apenas

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 7: Hofdorf - Vilshofen

pérdida nos sacaron de Straubing, para seguir recorrido por la margen izquierda del río, y en general pedaleandopor carriles bici con buen firme y totalmente llanos, con lo que avanzábamos a buen ritmo, aunque en algunasocasiones llegaban a ser algo tediosos y monótonos.

Plaza central de Straubing, con la torreSttadtturm.

Sobre las 13:30, cuando transitábamos por un carril bici asfaltado, con campos de cultivo a nuestraizquierda y el talud a nuestra derecha, bastante alto, que nos impide ver el Danubio que está al otro lado, decidimoshacer la parada para comer, sobe todo porque el sitio era ideal, ya que sobre el talud se encontraban dispuestaslongitudinalmente y separadas varios metros unas de otras, mesas y sillas tipo merendero, desde donde se tienen lasvistas del Danubio y de los barcos que surcan sus aguas, a la derecha, mientras que a la izquierda está el carril bicipor el que podemos ver pasar un incesante goteo de cicloturistas.

Buscamos una mesa que estuviera al sol, al menos cuando a éste ledaba por hacer acto de presencia, cuando buscaba un hueco entre las nubespara filtrarse por ellas. Sólo subimos las bolsas con la comida, dejandonuestras 'burras' en la parte baja del talud, junto al carril bici; junto anosotros, en otra mesa, se encontraba otro grupo de cicloturistas que tambiénestaban comiendo.

Estuvimos bien a gusto comiendo en aquel lugar, pero había queponerse en marcha, y así lo hicimos, alrededor de las tres menos cuarto, y eltramo de la tarde fue mucho mejor para pedalear, porque si bien es cierto queel recorrido no era nada del otro mundo, también lo es que la temperatura era ideal para pedalear y para practicar

deporte en general, además, a medida que iba pasando las horas, el cielo se iba despejandoy pudimos disfrutar de sol en las últimas horas de la tarde, así que debió influir esto enalgo, porque hoy vemos en el tramo de tarde mucha más gente en bici, ya seancicloturistas o lugareños, y lo que sin duda es un placer es ver mucha gente mayorpedaleando o familias enteras practicando cicloturismo, y los que aún no pueden, llevadosen carritos por sus padres, todo un lujo disfrutar de este ambiente tan sano, y de la prácticade este deporte y forma de viajar, que tanto puede inculcar a esos “pequeñajosmaravillosos”.

Después de un pequeño tramo de carril bici pegado a la carretera, un tramo 'pestoso', nos separamos de ellapara introducirnos en una zona mucho más tranquila y relajada, aunque nosotros seguimos pedaleando a buen ritmoen una tarde que está para ello, algo que por desgracia nos resulta ya raro en este viaje donde hasta ahora casisiempre nos ha acompañado la lluvia o la amenaza de lluvia, el viento o las temperaturas algo bajas para esta épocadel año, pero el tiempo es caprichoso, y esto es lo que nos ha tocado en este viaje.

Seguimos encontrándonos con más cicloturistas y familias enteras en bici durante nuestro recorrido, a losque vamos dejando atrás, hasta que de nuevo llegamos a la carretera que antes habíamos dejado, justo a la entradade un pueblo, donde hacemos una pequeña parada para rellenar los botes de agua.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 7: Hofdorf - Vilshofen

Al dejar el pueblo atrás, no tardamos mucho tiempo en dejar la carretea y coger un carril bici tranquilo,paralelo al río, siempre a nuestra derecha, hasta que justo a la altura de un puente sobre el río por el que se accedíaa la localidad que estaba en la otra orilla, Vilshofen, nos encontramos con una pequeña explanada de césped condos tiendas de campaña, y la verdad, no estábamos seguro de si se trataba de un camping, así que por los kilómetrosya recorridos, por la hora que era, las 18:30, y por la imposibilidad de llegar a Passau, decidimos que éste podíaser un buen sitio para dormir hoy.

Una zona tranquila de camino ciclable junto al río.

Montse pregunta a una pareja que tenían allí la tienda y le dicen que sí se puede acampar, y que allí cerca,un poco más elevado, se encuentra la infraestructura, por decir algo, porque básicamente se trata de una pequeñainstalación con un pequeño salón-bar y las duchas y aseos, nada más, lo suficiente, porque me parece que aquelloera como una especie de club o algo así, porque estaba justo junto al puerto deportivo, junto al río, conembarcaciones de recreo, y la parcela del camping pertenecía a ellos, además de ver el pequeño salón con algunasdecoraciones náuticas. A nosotros nos daba igual, allí podíamos plantar nuestras tiendas, y poder disfrutar de unaducha, y además estaba junto al carril bici y por si fuera poco a un precio simbólico, ya que en total nos cobraron10 euros por todo, o sea, unos tres euros por cabeza, con lo que compensábamos el gasto de ayer en el gasthof.

Cómo disponían de servicio de bar, nos pedimos unas cervezas que estuvimos bebiendo en una especie deporche que tenía dicha instalación, con vistas al río, al puente y la localidad que teníamos enfrente, mientrasrellenábamos los papeles.

Al llegar al camping de Vilshofen, con el pueblo de fondo, mientras rellenábamos el papeleo...

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 7: Hofdorf - Vilshofen

Tras montar las tiendas y la ducha reparadora, y ya que hoy habíamos llegado a buena hora, nos fuimosdando un paseo al centro del pueblo, cruzando el río por el puente, ya caída la tarde.

El pueblo, como casi todos por los que pasamos, exceptuando alguna ciudad turística tipo Ulm oRatisbona, está prácticamente muerto, parece un pueblo fantasma, incluso su calle principal donde están lastiendas, bancos, bares y restaurantes, en uno de los cuales entramos para probar una gran variedad de las típicassalchichas y de las distintas formas de prepararlas, vamos que existe prácticamente una carta sólo para salchichas,aunque para mi gusto nada del otro mundo, pero al menos llena el estómago y que no se diga después que nohemos probado las clásicas salchichas en Alemania, porque mañana ya nos introduciremos en Austria.

Después de la cena, seguimos dando un paseo por las calles, completamente vacías, no vemosprácticamente a nadie, ni tampoco movimiento de coches. La vuelta resulta aún más solitaria, y eso que son lasonce de la noche del mes de agosto.

Puentes de la localidad de Vilshofen fotografiados en nuestro paseo nocturno de regreso al camping.

En el camping tan sólo están nuestras tiendas, las de una pareja y la de una familia que también estabanhaciendo cicloturismo, con una tienda tipo campamento indio, donde dormían el matrimonio y sus tres hijospequeños. Cuando llegamos no se escuchaba ni una mosca, así que como no había otra cosa que hacer, cada uno asu tienda, y en mi caso, como aún era temprano, me puse a escribir unas notas del recorrido de hoy, y con muchasexpectativas puestas en la etapa de mañana que promete ser muy interesante, con la visita a Passau, prácticamenteen la frontera entre Alemania y Austria, y por el acercamiento a una de las zonas emblemáticas en el recorrido porel Danubio, la zona del meandro de Schlögen.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 8: Vilshofen - Schlögen

LA RUTA DEL DANUBIO EN BICI-AUSTRIA-

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 8: Vilshofen - Schlögen

ETAPA 8: VILSHOFEN - SCHLÖGEN(Alemania-Austria)

Miércoles, 20 de Agosto de 2014

Distancia = 67,4 km - Tiempo = 4:17:48 - Media = 15,7 km/h

Esta mañana no nos hemos levantado con la rapidez y agilidad de ayer, igual es porque nos hemos hecholos remolones al escuchar caer algunas gotas sobre la tienda, y en mi caso particular, confiaba en que lo que cayerasobre la tienda fuera procedente de los árboles que teníamos al rededor, pero no fue así, y al abrir la tienda, más delo mismo, otro día triste, gris, plomizo, con mucha humedad y con algunas gotas de agua que caíanesporádicamente. Supongo que después de disfrutar de un buen final de etapa en la tarde de ayer, donde inclusollegó a salir el sol, con una muy buena temperatura para pedalear, y después de ver un cielo estrellado cuandoanoche, dando un paseo, regresábamos de la visita al pueblo, no esperábamos que amaneciera así, o al menosdeseábamos que por fin se rompiera la racha de un tiempo más propio de otoño-invierno que no de pleno mes deagosto.

Recogimos todo y nos fuimos a la zona bajo techo de la pequeña instalación del camping, situada en unpequeño alto, donde había una mesa alargada y varias sillas, con vistas frente a nosotros del puerto deportivo, delrío, y del puente por el que se accede al pueblo en la orilla opuesta, además de ver muchísimas casas diseminadaspor la otra ribera, insertadas dentro de un tapiz totalmente verde; buenas vistas para disfrutar mientrasdesayunábamos al refugio del posible agua que pudiera caer, porque desde que nos levantamos, todo lo más quecaían eran tímidas gotas, si bien es cierto que igual por la noche pudiera haber llovido más, porque antes de recogerlas tiendas tuvimos que proceder previamente al secado de éstas con trapos con el fin de no guardarlas con tantahumedad.

Mientras desayunábamos, se nos unió la otra familia que había acampado, el matrimonio con sus tres hijos,los cuales practicaban también cicloturismo; supongo que al igual que nosotros, pensarían que donde estábamos eraun buen sito para desayunar, y la verdad es que fue un placer ver a los tres nenes pequeños correteando con susbotas de agua y chubasqueros de aquí para allá, viendo como cuidaban unos de otros en cadena, el más grade delmediano, y éste del más pequeño, y resultó enternecedor ver como en un momento en que el más pequeñocomenzó a llorar, el que le seguía en edad se sentó junto a él en el suelo y le echó el brazo sobre los hombros paraconsolarlo... ¡ufff! Estos niños si que van a tener vivencias y van a ver mundo desde bien temprano, y después ¡quele quiten lo 'bailao'!...

A las diez de la mañana nos ponemos en marcha, sin más perdida de tiempo, puesto que el carril bici queteníamos que coger lo teníamos a nuestra vera, justo detrás de la instalación donde estuvimos desayunando, fijandonuestro primer objetivo en Passau, para hacer una visita a esta localidad cultural, histórica y emblemática en laruta del Danubio, prácticamente en las puertas de la frontera alemana-austriaca, de hecho, es la última localidadalemana antes de nuestro recorrido por Austria.

Comenzamos pedaleando sin lluvia, aunque siempre con la amenaza de que en cualquier momento podíaempezar a llover, así que salimos con los chubasqueros desde el inicio, pero al igual que desde que nos levantamos,todo lo más con lo que nos encontramos fue con algunas gotas, si bien es cierto que durante el recorrido nos fuimosencontrando con bastantes charcos de agua, síntoma de que durante esta noche habría estado lloviendo másinsistentemente.

En este primer tramo de unos 25 km, pedaleamos unas veces por la propia carretera, compartiendorecorrido con los coches, otras veces por carriles bici asfaltados paralelos a la carretera, y siempre por zonastotalmente verdes, arboladas, encajonadas entre montes; y en otras ocasiones, por carriles bici de tierra quetransitan entre bosques o junta a la ribera del río, donde en una de las ocasiones pudimos ver a un tío durmiendo ensu canoa , con la que creemos que estaría haciendo su particular ruta del Danubio, solo que en canoa, en lugar de

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 8: Vilshofen - Schlögen

en bici, y durmiendo en ella en lugar de en tierra firme, arropado con alguna manta para la humedad y dejándosemecer al son de la propia corriente del río, una forma como cualquier otra de mezclar vacaciones, deporte,aventura... ¡vivencias!, y no fue al único que vimos viajar de este modo, porque en Austria ya nos encontraríamosalgunos más viajando en este plan.

A la deriva... cada uno hace la ruta del Danubio como mejor le apetece...

En las proximidades de Passau, tenemos que cruzar a la otra orilla, la derecha, por la presa donde seencuentra la central eléctrica de Maierhof, y donde también se encuentra un impresionante sistema de exclusascon el que los barcos salvan el desnivel de la presa, así que como somos de secano, y para los que no lo son peroles gusta el tema de la ingienería civil, acabamos juntándonos un buen grupo de cicloturistas mirando como tontoscomo se llenaban y vaciaban las exclusas con grandes barcos en su interior, puro espectáculo.

Barco pasando por las esclusas en las cercanías de Passau.

Los últimos kilómetros, ya en la orilla derecha, vamos pedaleando paralelos al río, que nos coge a nuestraizquierda, y a las vías del tren, a nuestra derecha, pasando por zona arboladas que seguramente serán parques ozonas verdes del exterior de Passau, hasta que finalmente llegamos al núcleo urbano, transitando por un largopuerto donde se mezclan las embarcaciones de recreo con los barcos de turismo tipo crucero que hacen escala aquí,junto a las filas de autobuses aparcados en un margen de la carretera.

Buscamos el acceso hacia el interior del casco histórico de Passau por una zona donde no hubiera queandar subiendo escaleras con las bicis a cuestas, siempre paralelos al río y en dirección a la punta de flecha queforma esta especie de península donde se encuentra la ciudad antigua, rodeada por el Danubio, que es el río que

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vamos siguiendo, y el Eno (Inn en alemán) , y como curiosidad, comentar también que es en esta punta de flecha,donde se une un tercer río, el Ilz , de ahí que a esta ciudad se la conozca también como “la ciudad de los tres ríos”,donde no sólo configuran el mapa físico de la ciudad, dividida en tres partes: la Altstadt, o sea, “la Ciudad Vieja”,en la península que forman los ríos Danubio y Eno; la Innstadt, o “La Ciudad a orillas del Eno”; y la Ilzstadt, o“Ciudad a orillas del Ilz”, sino que también, en el punto de confluencia de los tres ríos se puede apreciar losdistintos colores de sus aguas, las cuales acaban mezclándose en un mismo cauce, y así, se puede llegar a apreciar:el Eno (Inn), cuyas aguas proceden de los Alpes y tienen un color más verdoso, el Danubio, con un color másazul y el Ilz, cuyas aguas más negras creo que provienen de una zona pantanosa.

Antes de introducirnos en el centro histórico, por una de las calles por las que habíamos visto que podíamosir pedaleando con la bici sin tener que subir escalones, paramos en uno de los muchos puestos de comida que hayjunto a esta especie de largo paseo marítimo cuyo margen se encentra abarrotado de barcos-cruceros y autobusesque sueltan enjambres de turistas que se lanzan ávidos de conocer lasmaravillas de esta bonita localidad. Hacemos una parada sin prisas, porquehabíamos empezado la mañana algo desganados, tristones, estábamoscomo el tiempo, cielo grisáceo y nubes oscuras que habían descargadoantes de nuestra llegada, a juzgar por el firme mojado y los charcos. Tansolo eran las 12:30 de la mañana, pero ya andábamos con hambre, así quepedimos unas típicas salchichas ('würstl ' en alemán) de Baviera, cada unocon una especialidad diferente para probar todos de todo, y que nadieconfunda lo de pedir aquí unas salchichas con lo de tomar un “perritocaliente”, no tiene nada que ver, aquí hay una carta con toda la variedad desalchichas y tipo de preparación que pueden ofrecerte... ¡hasta al infinito ymás allá!...

Una hora más tarde, con el estómago reconfortado y después de una larga pausa sin pedalear (casi unahora) tras los 25 km iniciales, nos adentramos en el centro histórico, en la ciudad vieja, primero pedaleando ydespués andando con nuestras burras al lado.

Una ciudad muy rica en cuanto a su patrimonio histórico y cultural, con muchísimo turismo, tanto en lasterrazas de bares y restaurantes, como por las calles, con grupos organizados con sus respectivos guías o con gentea nivel individual, como nosotros, que paseamos mirando de un lado a otro contemplando la típica arquitectura dela ciudad, que otrora fuera residencia de príncipes y obispos, además de disponer de un comercio floreciente, lo quesupuso el caldo de cultivo ideal para constituir un marco incomparable para artistas que supieron dejar su improntaen bellos edificios, sobre todos los artistas italianos, a raíz de los incendios sufridos en el siglo XVII,reconstruyéndola e impregnándola de un estilo típico, donde por encima de todo resalta la Catedral de St.Stephan, de estilo barroco italiano, iglesia matriz de la zona oriental del Danubio y creo que también de la iglesiade St. Stephan, en Viena , una obra para admirar, al igual que el órgano de su interior que es el órgano de catedralmás grande del mundo. Pero además de la catedral, y de bonitos edificios, Passau cuenta también con numerososmuseos, teatros y con una joven Universidad, a parte de ser un centro cultural de referencia.

Paseando por Passau, con ayuntamiento alfondo

Pasaje lateral de la catedral de Passau Interior de la catedral de Passau

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Desde algunas de las calles se puede ver también, al otro lado del río, en unazona elevada, el castillo Veste Oberhaus, que fue residencia del Obispo hasta 1802 ydesde donde supongo que desde allá arriba se tendrán unas vistas excepcionales dePassau y de la confluencia de los ríos, pero por desgracia, hoy no nos quedamos adormir aquí, aunque esa era la idea, pero los retrasos han hecho que las etapasprevistas las tuviéramos que rectificar y vamos día a día...

Nos hubiera gustado quedarnos allí todo el día, pero por la tarde había que ponerse en marcha, y tan sólohabíamos hechos hoy 25 km, así que con el tiempo que nos restaba nuestro primer objetivo era llegar a Schlögen, yen función de la hora en que llegáramos y las ganas que hubiera, seguir hacia delante unos 20 km más o quedarnosallí definitivamente y disfrutar de este entorno, uno de los puntos fuertes de esta ruta a nivel paisajístico.

Passau, parte trasera de la catedral. Passau, detalle fachada principal de la catedral

Passau, torres del ayuntamiento y de la catedral Passau, vistas de la catedral y torre al cruzar el puente en la salida

Salimos de Passau por la margen izquierda del río, entre éste y la carretera que tenemos a nuestraizquierda, demasiado cerca, así que este primer tramo de unos veinte kilómetros hasta Obernzell nos resulta algoengorroso, atípico, puesto que la carretera soporta bastante tráfico, y si bien es cierto que vamos por carril-bici,sentir tan de cerca al 'enemigo', al 'lado oscuro de la fuerza' y el ruido incesante, nos hace ir intranquilos, tensos,aunque de vez en cuando volvemos la vista atrás y las panorámicas que vamos dejando de Passau y de su final enforma de cuña, donde se unen los ríos, es para que se nos quiten las penas, una bonita estampa de colores queresalta bajo un cielo ceniciento, aunque durante la tarde, la lluvia no hace acto de presencia y la temperatura es algomás elevada que a primera hora de la mañana.

En Obernzell por fin dejamos el ruido del 'maligno', del tráfico, porque la carretera gira a la izquierdamientras nosotros seguimos por la margen del río, casi tocándolo, pedaleando por carreteras locales sin apenastráfico o carriles bici, entre zonas boscosas, verdes, frondosas; una gozada ver el Danubio ahora más poderoso, confuerza, con más cuerpo, extenso, enorme, encajonado entre suaves colinas totalmente verdes, salpicadas de

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pequeños pueblos y casitas diseminados por esa alfombra verde de entre la que resaltan los típicos tejadospuntiaguos de casas e iglesias, como podemos ver claramente en la otra margen... y así de entretenidos, tranquilosy relajados, llegamos a la central eléctrica de Jochenstein, último hito en nuestro pedalear por Alemania, ya queapenas un kilómetro más adelante nos introduciremos en Austria.

...de vez en cuando volvemos la vista atrás y las panorámicas que vamos dejando de Passau y de su final en forma de cuña, donde se unenlos ríos, es para que se nos quiten las penas, una bonita estampa de colores que resalta bajo un cielo ceniciento...

Montse en uno de los miradores en el Danubio después de pasarObernzell.

Vistas que se pueden contemplar de la otra orilla del río, desde elmirador de la foto anterior.

En la zona de la central eléctrica de Jochenstein hacemos unas parada, y si ya habíamos notado desde quesalimos de Passau que había muchísimos más cicloturistas, es aquí cuando realmente nos damos cuenta queentramos en el tramo más transitado en cuanto a bicis se refiere, de la ruta del Danubio (Donauradweg), el tramoentre Passau y Viena, de unos 300 kilómetros, porque ya sea descansando un poco o comiendo algo, en esta zonanos encontramos con bastantes cicloturistas, y entre ellos a un grupo de españoles, de andaluces, para los que hoyera su primer día y tenían ya buscado alojamiento en Wesenufer, un pequeño pueblo en la otra margen del río; perotambién estuvimos charlando con una chica alemana, que se nos acercó a donde estábamos porque nos habíamoshechos varias 'pasadas' mutuamente en el camino desde Passau, y para ella, al igual que para los españoles ymucha más gente, también era el primer día, y aunque viajaba sola, no llevaba el mismo 'rollo' que nosotros encuanto a la comida y la pernocta, ya que como pudimos comprobar en los días sucesivos, cuando nos íbamosencontrando en diferentes sitios, comía en bares o restaurantes y dormía en hoteles, nada de camping o de dormiren cualquier sitio.

Entramos en Austria de puntillas, sin hacer ruido, pedaleando por el mismo tipo de paisaje que el quehabíamos tenido en el último tramo de Alemania, y es que la “pachamama” de los incas, la 'madre tierra', noentiende de fronteras. Avanzamos por una carreterilla entre el río y zona boscosas, mucha arboleda y terrenofrondoso, y con forme la tarde va avanzando el cielo se vuelve más oscuro, refresca más y se nota más humedad enel ambiente, tenía pinta de esas tardes tristes y otoñales de lluvia.

Llegamos a Niederranna, el primer pueblo con algo más de enjundia que nos encontraremos en Austria, ytal y como iremos viendo en las siguientes localidades de paso, se nota claramente que esta zona es la mástransitada, porque viven mucho de cara a la ruta del Danubio y al consiguiente tránsito de tantos cicloturistas, algoparecido al Camino de Santiago, en el sentido de que en cualquier pequeño pueblo o localidad de paso veremosservicios orientados a la ruta, ya sean bares o pequeños chiringuitos, lugares para dormir (desde hostales, casas, ohabitaciones para alquilar 'zimmer'), puestos con frutas, etc... algo que no habíamos visto en Alemania, donde lospueblos estaban en esta época prácticamente vacíos y sin apenas servicios.

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A la salida de Niederranna hay que tomar una decisión, o continuar por el margen del río que llevamos, ocruzar el puente y seguir por la margen derecha. En la guía que llevamos marca el recorrido por la izquierda, en untramo que es más tranquilo, relajado, y llano, pero tiene el inconveniente que hay que coger un pequeño barco parallegar a la otra margen, donde se encuentra la localidad de Schlögen y por la hora que era, decidimos cruzar elpuente sobre el Danubio y seguir por la otra margen, no fuera a ser que cuando llegáramos ya no hubiera barcohasta el día siguiente o tuviéramos que estar esperándolo durante un tiempo, con lo que no tendríamos laposibilidad de seguir avanzando, algo que no teníamos claro, pero al menos tendríamos al opción de elegir.

En el primer pueblo al cruzar el río, Wesenufer, nos encontramos con los andaluces, que andaban buscandola pensión donde se iban a alojar hoy, y entre unas cosas y otras, con el cachondeo, perdimos la referencia de loscarteles indicativos de la ruta, y acabamos subiendo junto a ellos un fuerte repecho para llegar a la parate más altadel pueblo, con la suerte para ellos que se encontraron con la pensión sin esperarlo, mientras que nosotros nosdimos cuenta que nos habíamos equivocado, que la ruta seguía por la parte baja del pueblo, con lo que tendríamosque retroceder no sin antes despedirnos de los andaluces, a los que dejamos jadeando después del esfuerzorealizado en el duro repecho. Desde arriba, antes de bajar el repecho que habíamos subido, vimos de nuevo a lachica alemana con la que sobre todo Montse, estuvo charlando en la parada que hicimos en la central eléctrica deJochenstein; ella iba por la otra margen del río, aunque no sabíamos si cambiaría de margen y pasaría a Schlögen osi podría continuar sin cruzar, lo que si estaba claro es que al igual que nosotros no sabía donde iba a quedarse adormir esta noche.

Retomamos la ruta, y por lo que pudimos ver, por el margen que habíamos elegido había algo más de subey baja, alejándonos un poco del río, hasta llegar a la carretera, con la última parte en bajada hasta Schlögen, porcarril bici junto a ésta, siempre entre bosques de abetos y hayas, mientras que por el otro margen, y a juzgar por laszonas donde el bosque nos dejaba ver, observamos que el trazado seguía por una estrecha carretera local, sintráfico, pegada al río y en un recorrido llano.

Por fin llegamos a Schlögen, localidad célebre en la ruta y conocida por el famoso meandro que forma elrío al serpentear y abrirse paso entre esta zona de bosques y montes, con algo más de altura, sobre cuyas cimas sevan cerniendo las nubes, y la verdad es que lo que quedada de tarde no pintaba nada bien.

Mi idea era subir hasta el mirador para hacer la típica foto de este meandro, desde arriba, y es que este hitoes uno de los más fotografiados de la ruta, para después intentar seguir unos 20 km más hasta Kobling, unapequeña localidad que según la guía disponía de camping, pero por las caras de mis compañeros estos no estabanmuy por la labor. Jesús votaba por quedarnos en Schlögen, no andaba muy fino físicamente, y a Montse tampoco loapetecía pedalear más hoy, así que asunto resuelto, nos quedaríamos a dormir allí, aunque antes había que buscarun sitio que estuviera bien de precio, y si todo fuera rápido tendría la opción de subir andando hasta el mirador,situado aproximadamente a kilómetro y medio o dos kilómetros desde nos encontrábamos, con o sin compañía,aunque en mi contra tenía que comenzaba a haber poca luz.

Decidimos probar suerte en el camping que teníamos junto a nosotros, a la entrada de la localidad, situadojunto al río y junto a una especie de puerto deportivo repleto de barcos, al igual que el camping lo estaba deautocaravanas, así que pensábamos que el precio del camping iba a ser alto, porque se le veía algo “ vip”, por nohablar de la zona de piscinas, que digo yo que ¿para qué?, porque como anden siempre con este clima:temperaturas frescas, humedad y lluvia, había que tener muchas ganas para estar bañándose...

En recepción le dicen a Montse que nos cobran 32 euros por los tres y por las respectivas tiendas, o sea,que nos salía a menos de once euros por cabeza, algo que no nos acabábamos de creer, ya que era un camping deprimera, y los precios tanto en Alemania como en Austria son más elevados que a lo que estamos acostumbrados,así que no nos lo pensamos, no quisimos perder tiempo en buscar otra cosa, nos fuimos buscando la parcela-terrazaque nos habían asignado, más cerca de la carretera que del río, y a 'plantar' nuestras tiendas en una zona de céspedalto con mucha humedad, que hacía que incluso se acabaran empapando las zapatillas.

Como Schlögen se encuentra entre el río y la ladera de un monte, las parcelas se encuentran dispuestas enterrazas que escalonadamente descienden hasta el propio río donde se encuentra el puerto deportivo. Aunque porsuerte para nosotros, los servicios andaban en nuestro nivel, si bien es cierto que un poco retirados, pero al menosno teníamos que andar subiendo y bajando mucho.

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Colocadas nuestras tiendas, nos fuimos directos a las duchas. Una ducha caliente reconfortante, que es loque apetecía, aunque parezca mentira en la época del año que estamos, y sobre todo en España donde andabanatravesando una ola de calor.

Vistas desde el camping de Schlögen, al llegar a la parcela donde colocaríamos nuestras tiendas...

Lo de hacer la colada y esperar a que se secara era pura utopía, a no ser que la dejáramos allí mismo y conel calor de la calefacción y de las propias maquinarias se pudiera secar, que es lo que hicimos, y aunque habíalavadoras, lo hicimos a mano, sobre todo porque creo que la secadora que había no funcionaba...

La tarde-noche no estaba para más, y aunque en circunstancias normales podría tener la posibilidad desubir al mirador, hoy no era precisamente el día, porque con el cielo completamente cubierto y las nubes sobre lacimas de las montañas y bajando ladera abajo, parecía aún mucho más tarde de lo que era, y la luz era escasa, asíque como se suele decir: “si hay que ir se va, pero ir pa'ná es tontería”... Pasaría al plan B, o sea, levantarme bientemprano, subir al mirador para ver las vistas y hacer alguna foto si pudiera, y después bajar a tiempo paradesayunar con mis compañeros, porque a diferencia de ellos, no tenía ningún problema a la hora de madrugar...

Tras la ducha y recolocar las cosas en las tiendas, sobre las nueve (aquí ya de noche), nos pusimos a hacerla cena, y como junto a nosotros había algunas caravanas viejas, de las que se alquilan en el propio camping, y queposiblemente estuviera alquilada por largo tiempo, a juzgar por lo bien preparada que estaba la parcela, e inclusopersonalizada: con luces, toldo a modo de porche, mesas, bancos, etc... y no vimos a nadie por allí, nos plantamos amodo de okupas, aunque alguno que otro tenía cierto recelo por si aparecían los moradores, pero la verdad es que elsitio era inmejorable para la cena: buena mesa y bancos, bajo techo, y con vistas amplias y extensas del río y delcélebre meandro, al menos cuando hubiera luz, porque a esa hora ya apenas se veía nada, y es que no estaba lanoche para tirarnos al césped, porque todo estaba chorreando, rezumando humedad por cualquier sitio.

Buena cena, mejor compañía y un marco incomparable, uno de los mejores aciertos del día, junto con lavisita a Passau y el último tramo de recorrido, siempre por zonas frondosas, muy arboladas, con el río a nuestrolado y buenas vistas. Una cena seguida por una larga tertulia acompañada de un tazón caliente de café, mientrasrecostados en el banco sobre un lateral de la caravana, bajo el porche, con las luces del camping encendidas, y conla mirada perdida frente a nosotros, intuyendo ya en la oscuridad de la noche el monte al que rodea el río paraformar el meandro, mientras apenas escuchamos algunas tenues conversaciones de algunos que ya dentro de susconfortables autocaravanas están a punto de irse a la cama o de los pasos de los más rezagados que van o vienen defregar los cubiertos...

En definitiva, la jornada de hoy ha estado muy bien, tanto por el recorrido realizado y las vistas que hemospodido disfrutar, como por la visita a Passau, por no hablar de la suerte con el alojamiento, económico y en plenomeandro de Schlögen, con buenas panorámicas desde lo alto de la terraza que nos habían asignado para colocarnuestras tiendas, y mañana ya veremos.... hasta Linz, otra de las ciudades que en teoría teníamos prevista como finde etapa, con la idea de poder disfrutar de ella, nos quedan poco más de 50 km, por lo que tendremos que seguiravanzando y dedicarle tan sólo unas cuantas horas o medio día a su visita, ya iremos viendo como se va sucediendolas cosas, porque por lo que llevamos viendo durante todos estos días, no podemos planificar mucho, cuando no esuna cosa es otra, aunque lo único cierto es que la etapa de mañana también promete mucho, siendo uno de losrecorridos más interesantes de la ruta, pero ahora toca irse a dormir y cargar pilas... ¡y mañana Dios dirá!...

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ETAPA 9: SCHLÖGEN – AU(Austria)

Jueves, 21 de Agosto de 2014

Distancia = 87,28 km - Tiempo = 5:16:07 - Media = 16,6 km/h

Anoche, cuando me disponía a entregarme al placer del sueño reponedor, después de escribir unas notassobre como había ido el día, comenzó a llover... ¡mucho había tardado en hacerlo!, a juzgar por como estuvo latarde-noche, muy propicia para una lluvia que no comenzó hasta esa hora, así que habría que ver el lado positivo,mejor por la noche que no durante el día, porque es un engorro para pedalear y no se disfruta del entorno de lamisma manera.

Como ayer no pude subir al mirador, mi idea era hacerlo esta mañana bien temprano, antes de que loscompañeros se levantaran, pero ya sabía que iba estar complicado, porque toda la noche estuvo lloviendo, unasveces de forma intensa, otras más débil, y sólo algunos ratitos en los que paraba para después comenzar de nuevo.Cuando abrí la cremallera de mi tienda fue cuando definitivamente di por finalizada toda opción de subir al miradorpara gozar de las vistas del meandro y hacer alguna foto, y no sólo porque estuviera lloviendo, sino porque lasnubes se cernían con fuerza sobre las partes altas del monte, tan sólo se podía ver desde media ladera hasta el río, elresto, las partes altas, eran cubiertas por las nubes, por la niebla, con lo que desde el mirador no se podría divisarnada. Ante este panorama sólo quedaba una opción, cerrar la puerta de la tienda y meterme de nuevo en el saco ydormir una hora más hasta que sonara la alarma en los móviles de los compañeros...

Vistas parcial del meandro de Schlögen casi a ras del río, desde el camping. El mirador quedaría en la parte derecha, fuera de esta foto,cubierto por la niebla que se ve al fondo...

El meandro de Schlögen visto desde el mirador, aunque esta foto no es mía, sino del blog de “BikerTB”[http://bikertb.blogspot.com/2012/09/log-viaje-al-danubio-el-donauradweg.html]

A las siete suena la alarma... nada, ¡ni puñetero caso le hicimos ninguno de los tres!, media vuelta paraseguir relajados bajo el confort del saco de dormir, porque seguía lloviendo y la temperatura era baja, por no hablarde la humedad reinante, que si ya cuando llegamos ayer se notaba bastante, después de estar toda la nochelloviendo no me extrañaría que cuando saliéramos de las tiendas nos encontráramos con una plantación de setas... yen España con una ola de calor...

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No se que hora cuando cesó la lluvia, lo que si sé es que aprovechamos para salir rápidos de las tiendaspara proceder, lo mejor posible, a su secado, utilizando trapos, y después recogerlas, y hecho esto y previo pasopor la zona de aseos, disponernos a preparar el desayuno en el mismo sitio que estuvimos cenando anoche, donde eltoldo nos protegería en el caso de que comenzara a llover de nuevo, como así fue, porque fue prácticamentecomenzar a calentar el agua para el café y comenzar de nuevo a llover.

Desayunamos bajo el toldo que tenía enganchando la caravana a modo de porche, con los tres recostadossobre el banco pegado a un lateral de ésta, mirando el agua caer, con las vistas del río, de la gran curva que hacíaéste para formar el meandro, con los barcos del puerto deportivo, el monte con su tupido bosque que teníamosfrente a nosotros, en la otra margen, visible tan solo desde media ladera hacia abajo, con las nubes cubriendo elresto, bajo un cielo plúmbeo, bien abrigados, en un camping que aún permanecía en reposo, calma chicha, dondeno se movía nada ni nadie, y de nuestro ensimismamiento tan solo nos sacaba un pequeño petirrojo que iba de aquípara allá, y que llegaba a situarse a penas a metro y medio de nosotros, sacándonos alguna sonrisa, suponemos queacostumbrado a que le echaran de comer ya había perdido el miedo.... por lo demás, paciencia, el díacompletamente invernal, de frío, agua y niebla, de esos días en los que a uno le apetece estar en casa, mirando caerla lluvia por la ventana, mientras saborea un café caliente, leyendo un libro al calor del hogar...

De brazos cruzados viendo caer el agua mientras repetíamos café... Un nuevo compañero hace más llevadera la espera...

El tiempo pasaba, la mañana avanzaba inexorablemente, y llovía, seguía lloviendo... decidimos esperar unpoco más, y de seguir así tendríamos que ponernos en marcha bajo el agua, no teníamos mucho más margen en elviaje, ya llevábamos retraso acumulado desde el principio, pero es que desde la gran mojada que tuvimos antes dellegar a Ulm y cómo acabamos, no nos apetecía nada pasar otra vez por lo mismo, pero nadie dijo que cuando sehace un viaje largo siempre se va a gozar de buen tiempo. Matamos la espera repitiendo café, no teníamos otra cosamejor que hacer, al menos las vistas panorámicas frente a nosotros eran buenas, y nuestro amigo el petirrojo seguíahaciéndonos compañía.

A las 11:15 por fin para de llover, no sabíamos simomentáneamente, pero era la hora de recoger, montar las alforjas yponernos en marcha.

Desde Schlögen a Aschach, un tramo de unos 30 km que son unaauténtica gozada, sin lugar a dudas desde que empezamos la ruta, eseste tramo, junto con el recorrido inicial por el P.N. de Alto Danubio, lomás interesante en cuanto a paisaje y entorno natural.

El recorrido transita por una carretera local totalmente mojada en laque el único tráfico que soporta es el de las bicis y el de los cisnes queandan cruzándola en su ir o venir del río, algunos por cierto, conbastante mala leche o con mal despertar, no se muy bien, pero hay queandar con cuidado si no se quiere que se lancen con picotazos sobre ti;

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el río a nuestra izquierda y a la derecha la ladera de los montes que descienden prácticamente hasta el río, con losárboles cuyas hojas siguen goteando y bien parecía que aún seguía lloviendo; no hay espacio para más, pedaleamosentre el río y el monte, y en ambas orillas, tupidos, cerrados, frondosos bosques, fastasmagóricos en ocasiones alentrever en las alturas el gran manto verde de abetos y hayas entre la niebla, con el Danubio, convertido ya desdePassau, en un río enorme, abriéndose paso entre esta zona montañosa, serpenteando, haciendo giros pronunciados,formando bonitos y sucesivos meandros, y aunque es el de Schlögen el que tiene la fama y el glamour, los demásno tienen nada que envidiarle. En las zonas en las que entre el río y la ladera de las montañas hay más espacio,aparecen pequeños núcleos urbanos tanto en una como en otra orilla, con una arquitectura que no desentona con elentorno, y al menos por las que pasamos, siempre con servicios orientados al cicloturista, algo que echamos en faltaen la parte alemana, y es que aquí en cualquier sitio se puede encontrar un bar, o sitio para comer, o alojamientotipo gasthof o gasthaus, por pequeña que se la aldea o pueblo. Y por supuesto, también vemos los típicosbarco-cruceros realizando su recorrido por el Danubio, algo que no es de extrañar siendo esta zona una de las másbonitas, tanto como entorno natural como a nivel paisajístico.

Los cisnes del Danubio... Un obstáculo en el camino...

Este bonito y enriquecedor tramo, de los que realmente hace que merezca la pena hacer el viaje, e inclusosoportar la lluvia, el frío y la niebla, podría decir que termina justo al llegar a la central de Aschach, antes de llegara esta localidad, justo donde se nos ofrece la opción de cruzar la presa para seguir por la otra margen del río, comoindica la guía que llevamos, pero nosotros seguimos hacia delante, hacia Aschach , una población con másenjundia, más grande, porque teníamos que comprar provisiones, así que paramos en un super, hicimos la compra,y tomamos un pequeño tentempié sentados en un banco de un parque, unas barritas energéticas y unos frutos secos,mientras comentamos que se nota el tema de los precios en Austria con respecto a Alemania, y es que al menos enrelación a lo que nosotros solemos comprar, los precios son algo más altos.

Vistas desde la curva del meandro.

Nos ponemos en marcha de nuevo y decidimos seguir por la margen en la que estábamos, porque se puedeir por los dos lados y así evitamos tener que deshacer camino y perder más tiempo.

A partir de Aschach la zona montañosa va perdiendo altura progresivamente hasta que acaba pordesaparecer y vernos, en un visto y no visto, pedaleando por zonas completamente llanas, por un carril biciexclusivo, con largas y monótonas rectas, produciéndose un cambio total en el paisaje, desapareciendo los bosquesy las montañas, dejando paso al llano, aunque con zonas frondosas y verdes, pero después de un rato pedaleandopor este tramo, comienza el hastío con estas largas y aburridas rectas, donde a esa hora, ya avanzado el mediodía, elsol comienza a aparecer tímidamente, la niebla desaparece, en el cielo comienzan a verse algunos huecos de azulintenso, y la temperatura ha ido subiendo ligeramente... ¿día de niebla, tarde de paseo?... ¡ojalá que fuera así!,

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 9: Schlögen - Au

porque si la mañana no era la mejor para pedalear lo cierto es que poco a poco fue transformándose y la tardeestaba siendo la ideal para la práctica del cicloturismo, así que no era de extrañar que comenzáramos a ver muchamás gente montando en bici, tanto en parejas, como en grandes grupos, o en familia, etc...

Al llegar a la altura de Ottenshein, una pequeña localidad situada en la otra margen, paramos parahacernos una foto con el fondo de sus casitas de colores alineadas junto al Danubio, y levantándose por encima deellas, en una elevación, un bonito castillo. Unos metros más tardes nos llevamos la sorpresa de ver que el camino secorta, y para continuar la ruta tenemos que cruzar el Danubio para llegar a Ottenshein y continuar la ruta a partirde allí, pero aquí no hay puente, así que tenemos que esperar, poco tiempo, a que venga el barco que se encarga dellevar pasajeros, bicis y coches de una orilla a otra, aunque nos cobran casi nueve euros por los tres, no es que seamucho, pero me parece demasiado tres euros para cruzar de una orilla a otra, no se cuanto cobraran por cruzar conun coche...

Ottenshein, con su castillo. Los tres mosqueteros con Ottenshein de fondo...

Al desembarcar, junto a un bar de esquina, bien situado para recibir los cicloturistas que vengan porcualquiera de las dos variantes, continuamos ruta, para después de un pequeño tramo agradable desembocar en uncarril bici que transita junto a una vía ferroviaria, pedaleando paralelos a una carretera con bastante tráfico a nuestraderecha que nos conducirá hasta Linz.

Este tramo resulta un poco pestoso, insulso, porque si bien es cierto que pedaleamos por carril bici, lacercanía con una carretera con tráfico incesante, y el constante ruido, hace que deseemos llegar a Linz para dejarloatrás lo antes posible, además el recorrido no es nada del otro mundo por vamo pasando por toda la zona periféricade esta ciudad, a la que al menos llegamos cómodamente, después de alejarnos de la carretera, para seguir por unazona de parques o zonas verdes, donde hay mucha gente tomando el sol, ¡quien lo diría después de la noche y lamañana que habíamos tenido!. El personal se encuentra paseando o haciendo deporte, y es que por aquí me da a míque en cuanto salen dos rayos de sol se echa a la calle todo el mundo para absorberlos y disfrutar de ellos como sino hubiera un mañana...

Linz se encuentra en la otra margen del río; en la que estábamos sólo había zonas verdes, parques, einstalaciones para la práctica del deporte, así que antes de cruzar el puente para disponernos a realizar la visitacultural decidimos parar en esta zona para comer, así que en unas mesas merenderos de una especie deparque-jardín nos dispusimos a reponer fuerzas. Buen sitio, tranquilo, con vistas de la ciudad en la otra margen delrío, y con una fuente en la parte central que nos permitiría hacer acopio de agua, además de la utilizada parapreparar el café que le sigue a la comida.

Un poco más tarde llegó la hora de visitar Linz, cruzando el puente de los Nibelungos, que nos conduceprácticamente hasta la entrada de la gran y bonita plaza (Hauptplatz ) de Linz, aunque no podemos disfrutarla entodo su esplendor porque hay grandes escenarios montados, además de pequeños puestos colocados en losmárgenes de la plaza, donde hay mucha gente tanto en las terrazas como caminando por ella, al igual que paseandopor el puente.

La plaza es enorme, incluso creo que es una de las más grades de Europa, y en su centro, una grancolumna de unos 20 metros de altos rematada con una imagen dorada de la Santísima Trinidad, levantada en

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agradecimiento al hecho de que los habitantes sobrevivieron a los catástrofes y como protección contra laguerra, incendios y la peste. En tiempos pretéritos, en los alrededores de la plaza se colocaban los puestos para elmercado, que contribuyeron al ascenso económico de esta ciudad. Los edificios que la rodean son altos y de bellafactura, y sólo con este aperitivo, no es de extrañar que Linz, la capital del estado de la Alta Austria, fuera lacapital europea de la cultura en el 2009, porque cuenta con un rico patrimonio histórico y cultural al que nosotrosintentamos visitar, dentro de nuestras posibilidades, algo a la ligera, porque Linz, al igual que Passau o Ratisbona,bien merecen una visita más sosegada y de algunos días para verlas en detalle, pero con nuestra mini-visita, loúnico que pretendemos es tener una idea de la ciudad, y quién sabe si en otra ocasión, poderla visitar, al igual queotras, con más tranquilidad.

Y así, unas veces andando y otras montados sobre nuestras burras para hacer las distancias más cortas,vemos el edificio del Ayuntamiento Viejo (Altes Rathaus), o la catedral antigua (estos en la misma plaza o muycerquita de ella), varias iglesias, como la iglesia de las Ursulinas, y otras que andaban en restauración y losandamios en su fachada la deslucían, y por supuesto, la catedral nueva, considerada la iglesia más grande deAustria, y en la que los trabajos finalizaron en 1924, ofreciendo espacio para 20.000 personas, un mero dato paraque nos hagamos idea de su tamaño; en este caso al ver que estaba abierta, pudimos entrar a su interior paravisitarla, aunque por turnos, para tener controladas las bicis.

Linz, las torres de las iglesias y de las catedrales sobresalen por encimade los nuevos edificios.

Linz , interior de la Catedral nueva.

Además del recorrido monumental como tal, es un placer dar un paseo por las calles de Linz, ya sea a pie oen bici, porque resulta una ciudad acogedora, bonita, coqueta, donde se mezcla historia y modernidad, lo antiguocon lo nuevo, como pudimos ver desde el pequeño jardín, en la otra margen del río, donde paramos a comer,divisando frente a nosotros, en la margen donde se asienta la ciudad, el Castillo de Linz con sus bastiones, a laderecha, y edificios totalmente modernos a la izquierda, integrados como un todo.

Calle de Linz con la torre de una de sus iglesias de fondo Linz, la torre aguja de la catedral sobresaliendo entre edificios.

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Aún quedaba tarde, y aunque nos hubiera gustado quedarnos allí y aprovechar el tiempo para conocer másesta ciudad, tal y como teníamos programado antes de iniciar esta ruta, teníamos que ponernos en marcha para iravanzando y no acumular más retraso aún del que ya llevábamos, porque de lo contrarío nos “comeríamos” un díade los dos que teníamos previsto en Viena.

Cruzamos de nuevo el puente de los Nibelungos y seguimos por la margen izquierda del río, en unasucesión de zonas verdes, de ocio, de recreo, siendo una gozada ver a tanta gente practicando deporte, ya sea enbici, corriendo, montando sobre patines en línea, marcha nórdica... una alegría ver tanta gente practicando deporte,disfrutando de estas zonas verdes y de la buena tarde que se había quedado finalmente, algo que no era de presagiardespués de ver la noche y la mañana que habíamos tenido.

Nuestra idea era llegar a Mauthausen , algo que podríamos hacer cómodamente, porque eran algo menosde 25 km y aún teníamos margen para algún imprevisto, como así acabó ocurriendo, porque lo que estaba claro esque ya no nos iba a dar tiempo de visitar el por desgracia y tristemente célebre, campo de concentración deMauthausen, al que los nazis convirtieron en el pilar del genocidio:

“El campo de concentración de Mauthausen fue uno de los pilares en el genocidio racial que instauróel III Reich. Destacó, que ya es decir, entre otros campos de exterminio, por la dureza de sus condiciones de vida.Fue un exponente de la máxima degradación de la raza humana, alcanzando cotas de vileza y maldad nuncavistas. En Mauthausen solo había una certeza: la muerte, y solo una duda: la forma de morir en aquel lugar. Y esque los nazis aplicaron toda su frialdad calculadora, método y eficiencia para eliminar a seres humanos inocentesde la manera más económica y efectiva posible”.[Cita extraída de este blog: http://www.vacacionesporeuropa.com/mauthausen-la-crueldad-de-los-campos-de-concentracion-en-austria/]

No es que tuviésemos una gran ilusión por ver esta “casa de los horrores”, pero ya que pasábamos junto aella, bueno sería visitarlo para saber hasta que punto llega la vileza humana y esperar y confiar en que estosgenocidios no vuelvan a repetirse, porque si de algo sirve que se haya hecho visitable este campo de concentraciónes para aprender a no olvidar lo que sucedió. Pero como he dicho, a la hora que íbamos a llegar ya no iba a estarabierto, porque sería al caer la tarde, a parte que hay que hacer un pequeño desvío de algo menos de dos kilómetros,pero en subida, con rampas de hasta el 15%, por eso, la idea era buscar alojamiento y al día siguiente, por lamañana, antes de empezar el recorrido, realizar la visita; ésta era la idea, otra cosa es lo que fuera surgiendo...

Mientras avanzamos por la margen del río volvemos de vez en cuando la mirada hacia atrás, hacia la otramargen, para seguir disfrutando de las últimas vistas de Linz, de la armonía y convivencia entre lo nuevo y loviejo, como he comentado antes, viendo las torres-campanarios de antiguas iglesias sobresalir por detrás demodernos edificios situados más cerca del río.

Hasta llegar junto a las indicaciones de la presa de la central hidroeléctrica de Abwinden, varioskilómetros después de dejar atrás los parques y zonas verdes de Linz, pedaleamos por una especie de talud, dondeseguimos encontrándonos mucha gente practicando deporte, y en este tramo sobre todo, montando en bici o sobrepatines en línea, incluso otros haciendo una mezcla entre marcha nórdica y patines en línea.

Junto a las indicaciones de la presa giramos a la izquierda, para dejar a nuestras espaldas el río eintroducirnos “tierra a dentro”, al menos durante unos kilómetros, porque en Mauthausen de nuevo enlazaríamoscon el Danubio, pasando por una sucesión de pequeñas localidades conectadas con el carril bici, zona de llanurasdonde es fácil encontrarnos con manzanos y perales, y como la despensa en cuanto a fruta se refiere estaba vacía, nicortos ni perezosos, nos dispusimos a rellenarla, incluso en algunos sitios no hacía falta ni parase, simplementealargar el brazo y coger las manzanas.

Terrero llano, carril bici asfaltado, tarde agradable y por suerte, el dios Eolo sin dar señales de vida, así quenos plantamos en Mauthausen con facilidad, lo complicado era ahora buscar alojamiento, así que al entrar en lalocalidad íbamos pendientes de carteles tipo: zimmer, gasthof o gasthaus, porque no teníamos anotado que hubieraningún camping por aquí, pero no veíamos nada, y tampoco se vía gente para preguntar, hasta que en una bocacalle,nos encontramos a un grupo de chavales sentados en una mesa, y Montse, nuestra particular relaciones públicas yángel de la guarda, se fue a ellos para preguntarles por algún alojamiento económico, o la posibilidad de algúncamping cercano, y ¡bingo!, a unos cinco kilómetros, en el mismo recorrido de la ruta, había un camping, en la

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localidad de Au, aunque esto suponía que si mañana queríamos visitar el campo de concentración, tendríamos quedar la vuelta y volver otra vez al camping para seguir desde allí, o sea, que en total, incluido el desvío y el callejeopor Mauthausen, podrían suponer unos quince kilómetros extras a añadir al recorrido del día siguiente; loestuvimos meditando, y como ninguno tenía una especial atracción por la visita, salvo que nos cogiera de paso, taly como teníamos previsto, y no supusiera rompernos los planes en exceso, pues nos decantamos por el alojamientofijo y económico que podía suponer el camping, que además estaba en la misma ruta.

Otra pareja de cicloturistas andaban igual que nosotros, buscando el camping, así que pusimos el pilotoautomático, le dimos caña, y tras dejar atrás a esta pareja y hacer unos kilómetros vertiginosos, con algunos piquesde velocidad entre “la gacela”, “la gitanilla” y “el percherón” (que es como acabamos bautizando respectivamentea las bicis de Montse, de Jesús y la de quien esto escribe), llegamos al camping de Au, eso si, ya prácticamentecayendo la tarde, con los últimos rayos de sol; fue pagar el camping, colocar la tienda mientras tomábamos unascervezas que compramos en el bar-restaurante-recepción, y antes de ir a la ducha ya se había hecho de noche.

Junto a la zona de árboles donde habíamos colocado las tiendas, había también una mesa merendero, asíque tras la ducha y abrigarnos un poco, porque ya empezaba a refrescar, nos dispusimos a hacer la cena mientraspicoteábamos un poco de aquí y allá, comentando como había ido el día, mientras veíamos aún bastantes lucesencendidas en el camping, que tenía muy buena pinta por lo que habíamos podido ver al llegar, y con bastantegente en él.

A las doce menos cuarto nos fuimos a la tienda, a dormir, y esperando como cada noche, que por la mañanaamaneciera con buen tiempo, al menos con el mismo con el que hemos disfrutado durante esta tarde, no así en lanoche anterior y en las primeras horas de la mañana...

De esta jornada me quedo sin lugar a dudas con los treinta primeros kilómetros, entre el meandro deSchlögen y Aschach, un tramo de unos 30 km que son una auténtica gozada, y que junto con el recorrido inicial deesta ruta por el P.N. de Alto Danubio, en Alemania, es sin duda, lo más interesante en cuanto a paisaje y entornonatural, lo que resalta por encima del resto, y por supuesto, me quedo también con la visita a Linz, una encantadoraciudad, y con el ambiente sano que se respira en ella, con los parques y zonas verdes repletos de gente practicandodeporte, disfrutando del entorno.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 10: Au – Aggsbach Markt

ETAPA 10: AU – AGGSBACH MARKT(Austria)

Viernes, 22 de Agosto de 2014

Distancia = 92,71km - Tiempo = 5:39:16 - Media = 16,4 km/h

¡Noticia!, ¡amanece un día soleado!... ya era hora. El desayuno lo haríamos hoy en una de lasmesas-merenderos que están al sol, que de frío y agua ya teníamos nuestra ración.

A pesar de levantarnos en torno a las siete de la mañana, no se muy bien donde se nos va el tiempo, porquehasta las diez no salimos del camping, bien es cierto que tomábamos buenos desayunos y con tranquilidad, y queesta mañana especialmente estábamos disfrutando del sol, pero casi tres horas desde que suena la alarma hasta quenos ponemos en marcha... no es normal, aunque al menos no perdemos tiempo en buscar el camino, porque el carrilbici pasa justo entre el camping y la zona de bar-restaurante-recepción.

El comienzo es como los kilómetros previos a la llegada al camping ayer por la tarde, terrero totalmentellano, con el Danubio a nuestra vera, a la derecha que casi podemos tocarlo; a la izquierda, grandes claros y másalejadas, zonas boscosas, y frente a nosotros, la “tiranía de la línea recta”, largas y monótonas rectas en las queavanzar por ellas es más esfuerzo mental que físico, y eso sin contar con que al dios Eolo hoy le dió por juguetearcon nosotros de inicio a fin, o sea, que con mayor o menor intensidad hemos tenido que afrontar el viento de cara.Un tramo en el que da la sensación de estar anclados siempre en el mismo sitio, de no ser por las miradas que devez en cuando echamos al cuentakilómetros para cerciorarnos que efectivamente vamos avanzando, porque todopermanece igual, inalterable, imperturbable, mismo paisaje... menos mal que tengo por compañeros a Jesús, “ elgorrión de Trujillo” que casca por los tres juntos, y a Montse, la galleguina, que con buen sentido del humor lesigue la corriente, con ellos se hace algo más de entretenido este tramo de unos 20 km que damos por concluido alllegar junto a una nueva presa de una central hidroeléctrica, porque es ahí cuando giramos a la izquierda, dejando elrío a nuestras espaldas, para describir una especie de arco en cuyo otro extremo volveremos a ir a parar al río, yaen las cercanías de Grein.

Al dejar el río nos adentramos en zonas eminentemente rurales, pequeñas aldeas en medio de una llanuradonde pedaleamos entre campos de cereal, viñas y maizales.

Pedaleamos unas veces por zonas abiertas, otras por auténticos pasillos flanqueados por tapias de cañas demaíz aún sin cosechar, y otras por zonas boscosas de álamos, los cuales sueltan una especie de pelusilla blanca quebailando al son del viento van cayendo con una parsimonia inigualable sobre el asfalto de estas carreteras locales,aisladas, bien parecía que nevaba, incluso el asfalto o los caminos por los pasábamos estaban blancos, cubiertos deesta pelusilla que desprendía la arboleda, una bonita imagen aderezada con los juegos de luces y sombras de losrayos de sol al colarse entre los árboles e iluminar estos “copos de nieve” tan especiales, aunque supongo que a losque son alérgicos no les parecerá tan bonito o tan poético.

Enlazamos con una carretera y con una vía férrea, y paralelo a ambas, el carril bici, aunque en este casoéste va a algo menos de altura, con lo que el efecto del tráfico, que no es mucho tampoco, es menor, y es en estetramo, ya con el río de nuevo paralelo a nosotros, a nuestra derecha, cuando vemos a otro grupo de gente haciendola ruta del Danubio, pero en barco en lugar de en bici. Eran un grupo de unas 12 personas, remando en un botecon velas y bandera personalizada. Nos saludan, saludamos. Buen rollo, perfecta armonía, cada uno viaja comoquiere, tan solo se trata de vivir, sentir, conocer, compartir experiencias... tan simple algunas veces, tan complicadootras.

En una de las curvas que hace el río, porque de nuevo el terrero se vuelve más montañoso, divisamos en lalejanía la silueta recortada sobre un fondo verde, del pequeño y coqueto pueblo medieval de Grein, con sus casitase iglesia central, como si se tratara de un pueblo sacado de un cuento ¡buena vista panorámica!.

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“... en una de las curvas que hace el río, divisamos en la lejanía la silueta recortada sobre un fondo verde, del pequeño y coqueto pueblomedieval de Grein, con sus casitas e iglesia central..”

Antes de llegar a Grein pasamos por su camping, y a la entrada de la localidad nos para una pareja deabuelos septuagenarios, también son cicloturistas, aunque llevan bicis eléctricas, por si acaso les falla su motorparticular, aunque no sabría decir, porque cuerda tenían para rato, y allí estuvieron cascando casi veinte minutos dereloj lo que en principio sólo iba a ser un saludo mutuo, aunque lo de “cascar” es un decir, porque ni nosotroshablábamos alemán ni ellos hablaban español y tampoco inglés, así que entre gestos, afán por intentar entendernosy mucha paciencia, pudimos más o menos intuir que la ruta se podía continuar por las dos márgenes del río, y porsupuesto, para ir por la margen opuesta a la que nos encontrábamos tendríamos que coger un pequeñobarco-transbordador, para seguir por un trazado a priori más tranquilo y relajado que por la parte donde nosencontrábamos, donde tendríamos que lidiar varios kilómetros compartiendo recorrido con los coches o por carrilbici pegado a la carretera; por otro lado, en la margen opuesta el recorrido parece que va siempre por zonas deumbría, de sombra, mientras que por el lado donde estábamos lucía el sol, y claro, después del tiempo en generalque hemos tenido durante la ruta, al sopesar si hacer varios kilómetros por carretera al solito o seguir por unrecorrido más tranquilo, quizás más bucólico pero en la umbría, nos decantamos por seguir por la margen en dondeestábamos, o sea, la izquierda.

Jesús cruzando un pequeño puente por el que se accede a Grein.

Entramos en el pueblo, pequeño, con su bonita y acogedora plaza, donde paramos para tomar un café enuna terraza, la primera vez que tomamos un café en un bar-terraza, y aunque es un pequeño pueblo, creo que alfinal fueron casi tres euros por un café, mas un dulce que compartimos entre los tres, algo que no nos coge desorpresa, por eso es por lo que no frecuentamos las terrazas y los restaurantes, aunque hoy nos queríamos dar uncaprichito, con el dinero que nos íbamos a ahorra al no coger el barco para seguir por la otra orilla, así quedisfrutamos de nuestro café sentados en aquella terraza soleada, dentro de la alegre y bonita plaza presida por eledificio del Ayuntamiento (Rathaus), y en donde también coincidimos con la chica alemana que nos encontramos alsalir de Passau y con la que Montse estuvo hablando en la parada que hicimos después en la central eléctrica de

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Jochenstein, y a la que volveríamos a ver de lejos, en la otra margen, kilómetros antes de llegar a Schlögen,aunque por entonces no sabíamos dónde se quedaría a dormir, y ahora, al coincidir en esta terraza con ella, aunqueya partía al llegar nosotros, nos comenta que ese día se quedó a dormir en Aschach, mientras nosotros lo hicimosen Schlögen, y anoche, mientras nosotros dormimos en el camping de Au, ella lo hizo fuera de ruta, porque queríadormir en uno de los pueblos más antiguos de Austria, ¿Enns?, no recuerdo bien.

Centro de Grein

Además de la chica alemana, cuando estuvimos dando una vuelta por Grein nos encontramos con doschicas españolas que también estaban haciendo la ruta del Danubio, aunque el siguiente tramo ellas lo harán por elotro margen, al contrario de lo que teníamos nosotros pensado.

Nos pusimos en marcha de nuevo, ganando tiempo puesto que no teníamos que estar esperando el barco niel tiempo que éste emplearía en cruzar a la otra orilla, así que directos hacia nuestro siguiente hito, que era lalocalidad de Hirschenau, a unos 10 km de donde estábamos, pero es que este pequeño tramo podía ser más omenos complicado en función del tráfico que transitara por la carretera en ese momento, y la verdad es que notuvimos mala suerte, porque tan solo fue en los últimos kilómetros donde comenzamos a ver más tráfico, sobretodo camiones, así que intentamos hacer lo más rápido posible este tramo, que si en cuanto a recorrido no está mal,lo cierto es que hay que permanecer atentos, tensos, con ojos en la nuca, pendiente de los coches en esta carreteramás bien estrecha en algunas zonas.

En Hirschenau, por fin, abandonamos la carretera para coger un carril bici que se aleja de ella y que nospermite ir más tranquilos, relajados, con un recorrido entretenido, agradable, aunque sólo dura otros 10 kmaproximadamente, hasta llegar a Persenbeug, después de ir pedaleando junto a la ribera y pasando por pequeñosnúcleos urbanos, donde a la salida de uno de ellos, en un coqueto y sombreado patio-terraza de un restaurante quedejamos a la derecha, se encontraba la chica alemana con la que nos habíamos vuelto a encontrar un poco antes, enGrein, y que ahora se encontraba comiendo, algo que no tardaríamos nosotros en imitar, aunque no precisamenteen restaurantes. Ella también nos vio al pasar y nos volvimos a saludar.

En Persenbeug decidimos que era buen sitio y buena hora para comer y descansar un poco, así quebuscamos un sitio agradable, junto a un pequeño parque con una fuente, y con la compra previa del pan en uno delos puestos que había junto a un super, donde además de pan artesano vendían queso y embutidos caseros. Hoy noqueríamos entretenernos mucho, así que unos piscolabis de entrante, bocata, fruta y un cafelito con alguna que otragalleta de chocolate para no perder las buenas costumbres, y tras rellenar los botes de agua en la propia fuente,seguir pedaleando, aprovechando que la tarde estaba soleada y la temperatura era buena.

Podíamos haber seguido en línea recta, por esta misma margen, ahorrando unos kilómetros al no hacer elmeandro que forma el río justo en las inmediaciones de esta localidad, pero al final cruzamos el puente yproseguimos por la otra margen, pasando por Ybbs, más metida en la curva del meandro, al contrario de lo que

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teníamos marcado en la guía, esperando que el recorrido fuera interesante, y la verdad es que no estuvo mal, nadadel otro mundo, pero al menos agradable para la práctica del cicloturismo, aunque el último tramo antes de llegar aMelk, nuestro siguiente objetivo y donde teníamos previsto hacer una parada para la típica visita cultural, resultóinsulso, monótono y hasta pesado. Monótono y aburrido porque era pedalear siempre por una larga recta, con el ríoa la izquierda, en una zona llana y sin apenas arboleda, por donde comenzamos a divisar la silueta de la abadía deMelk, sobre un montículo, recortada en un cielo, hoy, azul intenso, allá en la lejanía, pero es de esas zonas en lasque por mucho que avanzas uno parece estar siempre en el mismo sitio, y la referencia de la abadía nunca pareceacercarse; pero aún se nos hizo más pesado y largo este pequeño tramo por culpa del viento de cara que comenzó asoplar, y en estas zonas llanas sin protección de ningún tipo, resulta completamente desmoralizador, como así lesdebió pasar a Montse y a Jesús, que acabaron por meter una marcha corta y ponerse a charlar, “ la hora de latertulia”, supongo que para que se les pasara el tiempo antes, aunque lo único que les faltaba era sacar una barajade cartas y un licorcito y echar una partidita... así que preferí ir a mi ritmo y para delante, ya los esperaría en Melk,aunque realmente fue antes, justo cuando se deja el río a la izquierda para introducirnos en una zona totalmentesombreada, en medio de un pequeño bosque, a poco más de un kilómetro de Melk, donde por fin conseguimosquitarnos de un plumazo a Eolo, que esa tarde comenzó a ponerse excesivamente pesado.

La abadía de Melk.

Más relajados y con gran parte de los deberes de hoy hechos, en relación al kilometraje, entramos en Melk,cuyo entrada andaba patas arriba, en obras, aunque con las bicis no tenemos problemas para pasar y entrar en estepequeño pueblo situado a los pies del montículo donde se levanta su enorme abadía, cuyas paredes pintadas concolores cremas y amarillos, resplandecen en el horizonte, en la lejanía, al ser bañadas por los rayos de sol al caer latarde, como si de un faro se tratase, así que no hay pérdida posible para llegar hasta aquí.

“El Monasterio de Melk era originalmente un palacio. Situado en la orilla del río Danubio, entreSalzburgo y Viena, en la Baja Austria, se encuentra coronado por torres resplandecientes en un tono dorado.Está considerado entre los monasterios cristianos más famosos del mundo, dominando el panorama del Danubio,sobre el valle de Wachau, en Austria. El impresionante conjunto barroco del Melk, fue construido entre1702 y 1736 por el arquitecto Jakob Prandtauer. Especialmente notable es la iglesia conmagníficos frescos de Johann Michael Rottmayr y la biblioteca que contiene incontables manuscritosmedievales”.

Recorremos la calle principal, llena como no podía ser de otra forma, de tiendas de recuerdos, bares,restaurantes, y todo tipo de chiringuitos orientados al turismo. Hacemos una parada en uno de los bancos de estacalle, para tomar algo, y a mi en particular, hoy y por primera vez en el recorrido lo que más me apetecía era unacerveza, no sólo porque la temperatura era más elevada sino también por la paliza que me había dado el viento en elúltimo tramo,que me había dejado con la boca más seca que un esparto.

Continuamos la visita, pero ahora había que subir montados en nuestras respectivas burras una buenapendiente, con firme de adoquines, para llegar hasta arriba, a la zona donde se encuentra la abadía y sus jardines, sibien es cierto que no íbamos a poder visitarla por la hora que era ya y porque no podíamos perder a estas alturas de

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la tarde un par de horas o más en su visita, sin ni siquiera tener claro dónde íbamos a dormir hoy, pero la idea eradar una vuelta por los jardines, en la parte alta, e intentar disfrutar de las panorámicas que se podrían tener desdeallá arriba, pero al final sólo pudimos ver algunas vistas parciales desde algunos de los miradores, porque aquelloresultó ser bastante extenso y la arboleda impedía tener una vistas desde cualquier sitio, así que al final acabamosbajando y salir del pueblo siguiendo las indicaciones de la ruta, las cuales nos llevaron a la otra margen del río,previo paso por un enorme puente al que accedimos por un carril bici rodeado de arboleda y vegetación exuberante,con un último tramo de cien metros con un repecho endiablado, de los que obligan a “agachar el lomo”, en esosque hay que echar el cuerpo hacia delante y morder casi el manillar para que la bici no se acabe encabritando,levantando la rueda delantera.

Ya en la otra margen tomamos una decisión, eran las 18:30, pedalearíamos una hora más, y a partir de esemomento, comenzaríamos a buscar algún sitio para dormir, o sea, que tendríamos una hora de margen aún parabuscar algo, y aunque desde Melk a Krems, el único sitio que teníamos anotado era el camping de Emmersdorf,éste se situaba tan sólo a cinco kilómetros, demasiado pronto, pero por lo que habíamos visto, en este tramoaustriaco hay muchos más servicios que en la parte alemana, como el propio camping de Au, donde dormimosanoche, y que no teníamos anotado.

Dejada atrás Melk, en la otra orilla, nos introducimos en otro de los tramos más interesantes de estaprimera parte de la ruta del Danubio, el valle de Wachau. Pedaleamos por un carril bici junto a la carretera,tranquila a esta hora de la tarde, y junto al río, a nuestra derecha, y ambos lados se levantan sierras cubiertas por untupido bosques, exceptuando las calvas en el manto verde formadas por los farallones de piedra caliza. Un valle quese va abriendo un poquito conforme avanzamos, al tiempo que sobre el cielo comenzamos a ver la evolución rápidade nubes tormentosas, y en prácticamente una hora pasamos de un cielo azul con algunas nubes a un cielo cubiertopor nubes oscuras que no auguraban nada bueno, y es que está visto que no podíamos tener un día pleno de inicio afin, ya veríamos que nos depara el final de la tarde.

El inicio del recorrido por este valle promete, así que deseoso en parte de recorrerlo mañana y comprobar sies verdad la fama que le precede. Sin embargo, los últimos 7,5 km hasta llegar a Aggsbach Markt resultan unpoco “entre sol y sombra”, o sea, a veces entretenido a veces insulso por ir pedaleando paralelo a la carretera,aunque ya antes tuvimos que hacer un parada técnica, porque se acercaba “el momento mosquito”, la hora en que aestos les da por salir de su escondite y atacar a diestro y siniestro, sobre todo a los de “sangre dulce”, como a Jesús,que se llevaba siempre ración doble o triple de picotazos, así que en cuanto llegaba la hora, se embadurnaba consprays o cremas anti-mosquitos.

Al mirar hacia atrás, tenemos las últimas vistas de la abadía de Melk, irguiéndose airosa sobre aquelmontículo, pero si cuando nos acercábamos a ella sus paredes resplandecían al reflejar el sol, ahora en cambio, lapanorámica que tenemos es de un “a contra luz”, con el sol poniéndose sobre el horizonte y su luz abriéndose pasoentre las nubes que rápidamente se van formando.

Llegamos al pequeño pueblo o aldea de Aggsbach Markt, y como ya era la hora que nos habíamos fijado,comenzamos a preguntar a la primera señora que nos encontramos, aunque mucho dudábamos que un sitio tanpequeño hubiera algo, pero por suerte para nosotros estábamos equivocados, y resulta que a la salida, en ladirección de la ruta, había un pequeño camping junto a un bar, ¡no nos lo podíamos creer!.

Cruzamos el pueblo, en donde no volvimos a ver a nadie, y al dejar la estación de tren y junto al carril bici,a la derecha, el camping, que realmente era un bar o casa de madera, con una terraza cerrada, acristalada, llena demesas y bancos corridos de madera, y una parcela entre esto y el Danubio, del tamaño de poco más o menos que lamitad de un campo de fútbol, al menos para las tiendas de campaña, porque después se extendía más allá para eltema de autocaravanas, pero en la zona de las tiendas sólo había dos, sino recuerdo mal, así que problemas paraalojarnos no creíamos que fuéramos a tener.

Al bar-recepción del camping llegaríamos pasadas las 19:30, y como siempre, Montse se encarga de lostrámites de recepción y papeleo, a lo que le sigue elegir una zona para situar las tiendas y comenzar a montarlas, eneste caso junto a unos árboles y unos soportes donde dejaríamos amarradas las bicis, algo más alejados de la orilladel Danubio y de las luces para evitar el tema de los mosquitos.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 10: Au – Aggsbach Markt

Mientras terminábamos de montar las tiendas, sobre las ocho o algo más de la tarde, veíamos algunosbarcos-cruceros navegar por el Danubio, a tiro de piedra de donde estábamos, y por las cristaleras de estos se veíatambién al personal que ya andaba cenando, aunque a nosotros nos quedaría un poco más para ponernos a ello, yaque es un camping austero, sólo dos duchas, unas para mujeres y otra para hombres, y hoy le tocó primero a Jesús,mientras yo iba sacando las cosas de las alforjas para ir preparando la cena, en una de las mesas merendero quedisponía esta parcela, y situada junto a nuestras tiendas de campaña.

En un par de horas habíamos pasado de un cielo azul con algunas nubes altas, con sol y buena temperatura,a un cielo completamente cubierto y oscuro, con viento fresco, y con algunos truenos sonando aún en la lejanía, yaveríamos si el día bueno que habíamos tenido no se acababa torciendo, aunque al menos hoy habíamos tenido unrespiro mientras estuvimos pedaleando.

Después de la ducha y mientras preparábamos la cena, pasadas las nueve, comenzaron a caer algunas gotasde agua, dispersas al principio, pero por si acaso, recogimos todo y nos fuimos a la terraza cerrada del bar, dondepodíamos ver el camping bajo la luz de los focos por sus ventanas acristaladas, porque ya había anochecido, y encuestión de minutos comenzó a diluviar, literalmente, por no hablar del fuerte viento que se levantó, acompañadode un espectáculo de rayos y truenos. Nosotros estábamos a cubierto, al refugio del viento huracanado y de lalluvia, con los canalones que no daban a basto a evacuar tanta agua, aquello parecía una mini-cascada echando aguahacia la parcela del camping, y los tres teníamos en el pensamiento las tiendas de campaña... ¿aguantarían el fuerteviento y el agua? ¿se calarían?... Fueron veinte minutos de tormenta en toda regla, y cuando amainó salí de laterraza para ver el estado en que se encontraban las tiendas, y aunque estaban en su sitio, se había formado unaauténtica balsa de agua junto a ellas. Para llegar a la mía prácticamente había que usar botas de agua; acabé con laszapatillas y calcetines empapados, aunque dentro de ella parecía todo normal, así que confiaba en que el terrerodrenara bien, sin embargo, los compañeros tenían una pequeña laguna-charco que les pillaba de lleno, así que ellosno se arriesgaron y estuvieron antes de irnos definitivamente a dormir, haciendo traslados de tiendas, a una zonacon menos agua, mientras que yo cerré los ojos y me metí dentro de la mía, pasadas las once y media de la noche,esperando que no volviera a llover más, que fuera una tormenta pasajera y que el terrero fuera drenando poco apoco el agua, porque no tenía ni puñetera ganas de andar a esas horas de la noche, con poca luz y con todoempapado de agua, de andar cambiando la tienda, así que me metí dentro, cerré los ojos, y ¡ea, mañana será otrodía!...

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 11: Aggsbach Markt - Langenschönbichl

ETAPA 11: AGGSBACH MARKT - LANGENSCHÖNBICHL(Austria)

Sábado, 23 de Agosto de 2014

Distancia = 63,36 km - Tiempo = 3:58:20 - Media = 16 km/h

Anoche no tenía muchas ganas de escribir unas notas en el diario sobre cómo se había desarrollado lajornada, así que aprovecho la mañana para ponerme a ello, sobre todo después de abrir la puerta de la tienda y verque el cielo estaba cubierto y caían algunas gotas, pero por suerte, el césped había cumplido su función, la balsa deagua que había anoche delante de la tienda había desaparecido, la había drenado por completo, si bien es cierto quela humedad que existía por todos lados era más que notoria; por otro lado, como ya iba conociendo a miscompañeros de ruta, imaginaba que en cuanto sonara la alarma y escucharan caer cuatro gotas sobre la tienda decampaña, lo primero que harían sería media vuelta y seguir durmiendo, como a la postre sucedió, por lo que comohe comentado, aproveché ese momento de espera para ponerme a redactar unas notas en el diario.

Me había despertado a las siete de la mañana, y a las nueve, cuando ya desde hacía un rato habían dejadode caer las últimas gotas de agua, comencé a recoger todo, proceder con el secado de la tienda, nada fácil en el díade hoy, y a preparar las cosas para el desayuno... pero nada, mis compañeros siguen sin dar señales de vida...

Las nueve y media de la mañana, el día seguía igual de nublado, gris y húmedo, la temperatura fresca y unadébil niebla iba y venía al son del ligero viento que soplaba, cubriendo las partes altas de las sierras a ambos ladosdel río, encajonando el valle, ¡pero no llovía!, así que esperaba que se cumpliera el refrán de “ mañanitas denieblas, tardes de paseo”... aunque al final, esa tarde debió ser la excepción que cumplía la regla, a juzgar por loque pasaría conforme avanzaba el día.

La niebla poco a poco va desapareciendo concentrándose con el transcurrir del tiempo en las partes más altas del valle.

Por el carril bici que teníamos a nuestra vera no dejaban de pasar grupos de cicloturistas, muchos de ellosmuy numerosos, de entre 20 y 30 personas, y es que esta zona del valle de Wachau es muy turística, y si a eso leunimos que es fin de semana pues tenemos como conclusión un poco de masificación, como iríamos viendo, sobretodo porque estos son grupos organizados, de excursiones de dos o tres días, en plan ' tour', todos llevan el mismotipo de bicicletas y el mismo tipo de alforjas superbásicas, a penas para llevar el 'pack' del día: un bocata, algo defruta, una libreta, una muda y poco más...

Comenzaba a desesperarme, me veía allí de brazos cruzados, sentado junto a la mesa merendero como unpasmarote, viendo el tiempo pasar mientras un goteo incesante de cicloturistas pasaba pedaleando delante de mis

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 11: Aggsbach Markt - Langenschönbichl

narices... ¡y mis compañeros seguían durmiendo!, así que a este paso, y sin saber lo que nos podía seguir deparandoel día, veía complicado que pudiéramos llegar a Viena, o a algún pueblo de su extrarradio, porque para ellonecesitaríamos hacer unos 110 o 115 km, y viendo el plan que había ya lo había dejado por imposible, lo quesignificaría que nos “comeríamos” parte de los dos días completos que teníamos pensado dedicar a la visitaturística a Viena.

Mi intranquilidad y desesperación iba en aumento; tuve que darles un toque para que se fueran levantando,y cuando lo hicieron, fue ¡a cámara leeennntaaaaaaa!, sin prisas, y mientras, yo comiéndome las uñas, viendogente pasar haciendo la ruta: en parejas, a nivel individual, en familia, y hasta un grupo de 50 personas, que hastapara eso me daba tiempo, para contar los componentes de cada grupo, para no pensar en las casi dos horas queíbamos a desaprovechar, sobre todo porque no había excusas, no estaba lloviendo... Este inicio de etapa se nosestaba yendo de madre...

Pedaleando por el valle del Wachau.

Por fin, a las once y cuarto de la mañana nos pusimos en marcha para adentrarnos de lleno en el célebrevalle del Wachau, y la verdad es que estos 25 o 30 km entre la zona donde acampamos y Krems no desmerecen ennada su fama, con un recorrido muy entretenido, agradable, bonito, por un valle que se abre un poco para dar pasosa colinas suaves completamente cubiertas de viñedos, mientras pasamos por pequeños y encantadores pueblos,donde perduran aún muchas construcciones de piedra, al margen de sus pequeñas y coquetas iglesias de piedraennegrecida y tejados puntiagudos tan característicos, así que no es de extrañar que sigamos viendo tanta gente enbici, unos haciendo la ruta del Danubio y otros simplemente de fin de semana recorriendo este valle, así que tal ycomo se preveía, es en el tramo Passau-Viena donde más bicis nos encontramos, y hoy sábado concretamente,muchísimas más.

Pedaleamos por este valle por la margen izquierda, dentro de en unrecorrido cicloturista en toda regla, para disfrutarlo. A nuestra derecha, en la otramargen, persiste el terrero más abrupto, con sierras más altas, vírgenes, de espesosbosques y calvas en las alturas. propias de las zonas rocosas y casi verticales,mientras a nuestra izquierda, por el margen por la que íbamos, teníamos laspanorámicas de cerros suaves, redondeados, de poca altura, bañados de viñedospreparados con mucho mimo y cariño, perfectamente cultivados en bancales,dispuestos en simétrica armonía, sin dejar espacio al caos ni al desorden, en una zonasalpicada de pequeños pueblos, en cuyas proximidades el cultivo de la vid deja pasoal de árboles frutales y huertos, aprovechando la benevolencia del río que transitajunto a ellos, y en donde no nos resistimos a coger nuestra ración de fruta, peras yciruelas principalmente, aunque en ciertos sitios no resulta tan fácil, pues loslugareños, recelosos ya de tanto tránsito turístico a los que en ocasiones simplementeles bastaría con alargar la mano para coger la fruta, han colocado alambradas concuadrícula pequeña con el fin de imposibilitar la recogida de ésta desde el propiocarril bici.

Puerta de acceso y torre defensivaen St Michael (Valle del Wachau)

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 11: Aggsbach Markt - Langenschönbichl

Con forme va avanzando el mediodía la temperatura sube un poco; una ligera sensación de bochornoinvade el valle debido en parte a la gran humedad que hay.

El valle del Wachau y los viñedos. En las zonas de suaves colinas el cultivo es en bancales.

Pero este recorrido bucólico por el valle del Wachau aún nos deparaba una sorpresa más, o no tanta, porqueya teníamos algunas referencias en nuestra guía particular que habíamos elaborado, y no es otra que el bonito, a lapar que turístico pueblo de Dürnstein, la perla del valle, y es que ya en la lejanía, en una de las curvas o meandrosque hacía el río, desde alguno de sus miradores, se podía observar al fondo, en el extremo opuesto del meandro, susilueta sobre el inmenso y manso Danubio, recortada sobre el fondo verde de los montes y sierras que lo rodean,como el monte donde se asientan las vetustas y ennegrecidas ruinas del castillo donde otrora estuvo preso elmismísimo rey Ricardo “Corazón de León”, durante el transcurso de su tercera cruzada, contrastando el verde conel blanco y azul añil de la torre campanario de la iglesia y con el rojo de los tejados, todo reflejado sobre el espejoen que se convierten las tranquilas aguas del río. Unas vistas gratificantes sin lugar a dudas, pero es que una vezdentro de pueblo, hay que decir también que es un gustazo pasear por él, aunque lo que no me gustó tanto es elexcesivo turismo que hay, sobre todo en su calle principal, repleta de tiendas de recuerdos, pequeños comercios,bares-restaurantes, y gente, mucha gente, etc...

En uno de los miradores a los que podemos asomarnos en esta margen izquierda del río por la quepedaleamos, y desde los que se tienen las vistas panorámicas de Dürnstein, se encuentra al otro lado del carril bici,una estatua en piedra que hace alusión al rey Ricardo “Corazón de León”, hecho prisionero aquí en 1.192, ypuesto en libertad después de arduas y largas negociaciones, y por supuesto, después de pagar un gran suma dedinero por su rescate, y quizás todo esto sea lo que me haga pensar que la diversidad de cruzeiros que hemos vistospor los caminos, o a la entrada o salida de pueblos durante nuestro transitar por esta ruta, desde su inicio, dondenace el Danubio y hasta llegar aquí, tenga que ver con las cruzadas, con el recorrido que pudieran seguir losejércitos cristianos camino de Tierra Santa, o con el recorrido de este rey inglés.

Dürnstein y su castillo desde uno de los miradores junto al río. Estatua de granito que hace alusión al rey Ricardo“Corazón de León”.

En Dürnstein, después de atravesar su larga y transitada calle, arteria principal de pueblo, la Haupstrasse,con casas del siglo XVI y XVII, todo perfectamente conservado, hacemos una parada antes de proseguir la ruta.Giramos a la izquierda en una calle menos transitada, con fuerte pendiente, donde dejamos amarradas nuestras'burras' con el fin de curiosear más pausadamente por este pueblo que a los tres nos había gustado bastante.Seguimos hacia arriba, ahora andando, por esa misma calle, la cual conducía hacia el camino que subía al monte encuya cima se alzan las ruinas del castillo, mientras íbamos encontrándonos muchos dibujos y paneles informativossobre la vida y obra de reyes como Henry II Plantagenet, Ricardo “corazón de León” o el propio Saladino, y en

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 11: Aggsbach Markt - Langenschönbichl

una pequeña terraza natural, al dejar atrás y abajo las últimas casas del pueblo, en una zona donde panelesinformativos y dibujos recrean lo que pudiera ser una escena cotidiana en otros tiempos, decidimos que llegar alcastillo nos iba a llevar entre subir y bajar más tiempo del que teníamos previsto, y si queríamos llegar hasta alláarriba no era solo por ver estas ruinas en si mismas, sino por las excelentes vistas que se pueden contemplar desdeallá en las alturas, de todo el valle, ¡una lástima!, pero todo no puede ser, así que decidimos emplear el tiempo queteníamos en callejear por las calles de este pueblo, sobre todo por las que quedan por encima de la calle principal,quizás con menos glamour, pero también más tranquilas, menos transitadas, con menos turismo, calles estrechas,retorcidas, empedradas, en umbría, y en las partes más altas, recubriendo todo, una espesa vegetación. Dsdealgunas de las terrazas, o desde alguna callejuela donde las paredes de las casas dejan un claro, se tienen unasbonitas vistas, de los tejados rojos y puntiagudos de las casas sobre los que sobresale el campanario azul y blancode la iglesia, con el fondo de las aguas del Danubio y el manto verde extendido sobre la otra orilla, en la que seencuentran desparramadas casitas y pequeñas aldeas, en pleno valle del Wachau.

Campanario y tejados de Dürnstein, con el Valle del Wachau de fondo.

Nos pusimos en marcha de nuevo, con Krems como siguiente objetivo, aunque es poca la distancia y elrecorrido sigue la misma tónica, agradable y entretenido, entre viñedos, suaves colinas y el Danubio siemprepresente, a nuestra derecha.

Krems es ya un núcleo más grande, comparado con los pequeños pueblos y aldeas del valle de Wachau,además de ser un importante foco cultural, en parte debido a su universidad, pero es también antigua y con unalarga historia escrita en su arquitectura, en sus murallas, en sus monumentos y en sus calles, no en vano, y según loque teníamos anotado en la guía: “en 1975 la UNESCO propuso a Krems como ­Ciudad modelo de conservaciónhistórica­  y en el 2000 fue añadida a la lista  UNESCO  del Patrimonio Mundial. Este pasado omnipresente secomplementa con una moderna y brillante vida cultural”.

Es en esta ciudad donde según la planificación inicial del viaje, teníamos previsto terminar el penúltimo díade nuestro recorrido en bici, para disfrutar por la tarde de un paseo por su centro histórico, y dejar el último día pararealizar un recorrido tranquilo hasta Viena, pero los ¡planes están para no cumplirse!, así que hicimos una visitamás bien corta por sus calles y la verdad es que me esperaba otra cosa, una ciudad más medieval, pero duranteparte  del   recorrido  que  hicimos  en  bici,  vimos  calles  amplias,   con  grandes  y  bonitos  edificios  neoclásicos  orenacentistas, en fin, que supongo sólo será una percepción parcial, igual nos tendríamos que haber quedado muchomás tiempo y visitarla más tranquilamente, pero me gustó más Dürnstein, tanto como pueblo en sí, como por suemplazamiento, pero para gustos los colores...

El recorrido bucólico y entretenido por el valle del Wachau acaba en Krems, porque los kilómetros quesiguen tras dejarla atrás son francamente insulsos y hasta feos, y con algo de viento en contra, hasta llegar a unpequeño tramo de bosque denso que mitigaba el mal sabor de boca que nos había dejado la salida de esa localidad.Un par de kilómetros de pedaleo por un bosque de cuento y de nuevo nos topamos con el Danubio en uno de los

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 11: Aggsbach Markt - Langenschönbichl

claros, momento en el que aprovechamos para hacer la parada reglamentaria para comer, que ya iba siendo hora, enun buen sitio, sentadso en unos de los bancos que hay junto al Danubio, para poder contemplarlo tranquilamentemientras preparamos la comida, nuestro momento 'relax'. A esa hora de la tarde, el cielo ya estaba completamentecubierto, nubes oscuras y con mala pinta que anunciaban el desenlace de alguna tormenta, como la que cayó anochecuando estábamos cenando en el camping, pero hoy la evolución de las nubes había sido mucho más rápida, así queya veríamos si las tormentas nos dejaban terminar como ayer o si nos cogerían de camino, aunque en ese momentono teníamos ni  puñetera  idea de donde podríamos terminar  la   jornada,  ya  lo   iríamos viendo con forme fueraavanzando la tarde, aunque la idea era quedarnos lo más cerca posible de Viena, para no perder mucho tiempo aldía siguiente y poder tener casi dos días para disfrutar de esta ciudad.

Nos ponemos en marcha y de nuevo nos introducimos en el bosque, aunque el recorrido va alternandoespacios abiertos con otros tramos cortitos de pedaleo por bosques tupidos y frondosos, algunos especialmentebonitos, húmedos, fríos, oscuros, pura vida, pero todo resulta un espejismo, porque tras esta alternancia de tramos,comenzamos nuestro peregrinar por espacios abiertos, totalmente llanos, junto a la ribera del río, casi tocándolo,donde la nota predominante es la tiranía de la línea ecta, con largos tramos, aburridos, insulsos, monótonos, dondelo mejor es devorar los kilómetros y confiar en que ese tramo pase cuanto antes, mientras intentamos charlar decualquier cosa para evitar caer en la desidia.

En una de las zonas donde el río gana en anchura, en las inmediaciones de una presa, comienza a llovertímidamente, obligándonos a parar y a ponernos los chubasqueros. Cuando llegamos a la presa, que teníamos quecruzar para seguir por la otra margen, comienza a llover con fuerza, así que paramos y nos refugiamos bajo el techode un pequeño parking.

Se desata la tormenta. Se ilumina el cielo oscuro con ráfagas de relámpagos seguidos de un estruendosatraca de truenos, antesala de la lluvia que comienza a caer con fuerza, dejando un espeso velo, una cortina en elhorizonte, difuminándolo. El parking se convierte en improvisado refugio para otros cicloturistas que vienen detrásde nosotros; algunos paran un rato y cuando la lluvia pierde fuerza siguen camino, otros como un italiano quetrabajaba en Linz y que no estaba haciendo la ruta sino que simplemente había salido a dar una vuelta con su bicide carretera,  acaba haciéndonos compañía,  pero también están los más osados,  que ni  si  quiera pararon en elmomento en el que con más fuerza caía el agua, pasando de largo con la cabeza mirando hacia bajo, envueltos ensus llamativos chubasqueros.

La tormenta parecía que iba para largo, así que nos preparamos un café para matar el tiempo, pero despuésde tomarlo todo seguía igual, incluso pasó la tormenta pero la lluvia seguía arreciando con fuerza. Intentamos matarel   tiempo jugando al   típico  juego de encadenar palabras  para no ser presa del  aburrimiento,  y  así,  dos horasdespués, la tormenta primero, y la lluvia después, nos dieron un respiro, saliendo como almas que lleva el diablo deaquel   parking, donde dejamos sólo al italiano que ya había pedido por teléfono un taxi, que no acaba de llegar,para que viniera a recogerlo, a él y a su bicicleta.

Durante la espera tuvimos tiempo de hablar y ver donde podríamos finalizar la jornada, porque lo queestaba claro es que después de la espera de dos horas por la tormenta, y casi otras dos horas que hubiéramos podidoaprovechar esta mañana si en lugar de salir pasadas las once lo hubiéramos hecho a las nueve, era misión imposibleque llegáramos hasta las inmediaciones de Viena, así que la idea era llegar a Tulln, una localidad con más enjundiaque el resto de pueblecitos por los que tendríamos que pasar, donde tendríamos más oferta de alojamiento, ademásdel camping y albergue, y donde podríamos llegar cómodamente en lo que nos quedaba de tarde siempre que notuviéramos más imprevistos, quedándonos para el día siguiente, unos 26 km para llegar al extrarradio de Viena, alo que habría que añadir también la distancia para adentrarnos en la ciudad y callejear después por ella para buscaralojamiento en algún hostel o albergue juvenil.

Al salir del parking lo primero que hacemos es cruzar la presa de la central eléctrica de Altenwörth, paraseguir pedaleando por la otra margen del río, por la derecha, en un recorrido que es más entretenido y agradableque el último tramo realizado hasta llegar a dicha presa.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 11: Aggsbach Markt - Langenschönbichl

Pedaleamos relajados, sin prisas, con un firme completamente mojado o encharcado en algún tramo detierra y con una temperatura que se había desplomado después de la tormenta y la lluvia, pero el cielo continuabaoscuro, así que seguíamos con los chubasqueros puestos, no había que fiarse en demasía...

Poco antes de llegar a  Langenschönbichl, a unos cuatro kilómetros de Tulln  (donde habíamos decididoterminar la jornada) comienza de nuevo la lluvia, que se hace más intensa cuando atravesamos el pueblo, así que alver una especie de soportal de una casa particular nos metemos en él al refugio de la lluvia, aprovechando paratomar un pequeño piscolabis y hacer tiempo para ver si el agua cesaba.

Pasados unos cuarenta minutos, y como todo seguía igual tuvimos que tomar una decisión, y ésta fue la dequedarnos allí, en ese pueblo, porque la tarde ya estaba cayendo, había poca luz y seguía lloviendo.

A la entrada del pueblo, bajo la lluvia, habíamos visto a la derecha una pensión, así que retrocedimos bajola lluvia para preguntar si había algo libre y a qué precio, pero no hubo suerte, estaba al completo. La siguienteopción era una especie de chiringuito­merendero que habíamos visto un kilómetro antes de llegar al pueblo, a laderecha de la carretera local  que servía de carril  bici,  frente a una zona frondosa y arbolada;  este chiringuitodisponía  de  un  pequeño   recinto   techado,   todo   construido  por   completo   en  madera,   pero   el   problema  es  queteníamos que sacar todos los bancos y mesas  corridos de la zona bajo techo hacia fuera y poder nosotros alojarnosdentro, algo que podría suponer un esfuerzo al margen de que cualquiera que pasara por allí, al estar muy a la vista,podría llamarnos la atención por sacar todo fuera y que se mojara, aunque no creo que de noche y con la lluviahubiera  mucho  movimiento.  Como esta  opción  no  nos   acababa  de   convencer,   sobre   todo  por   el   tema  de   laproximidad de la carretera, aunque a mi no hubiera importado quedarme allí, buscamos otra alternativa, y es que enuna de las bocacalles que quedaba a la izquierda, al entrar en el pueblo, Montse creía haber visto un sitio para poderpasar la noche, una especie de porche previo a la puerta de una cochera, alejado de la calle principal, pero a migustaba   esta   opción   menos   que   la   anterior,   porque   primero,   el   sitio   era   muy   ajustado,   segundo   porque   eracolocarnos justo delante de la puerta de la cochera, a cubierto, eso si, pero si a alguien le diera por entrar o salir yahubiéramos tenido que andar desalojando el “campamento”, y tercero porque si bien es cierto que estábamos algoalejado de la calle principal también es cierto que cualquiera podía vernos desde la parte trasera de las casas queteníamos frente a nosotros, y no sabíamos si le iba a gustar que nos quedáramos allí....

Al   final,   después  de  barajar   las  opciones  más   económicas  que   teníamos  para  pasar   la   noche  que   sepresentaba de agua, decidimos seguir hacia delante, y en el primer alojamiento tipo gasthof, gasthaus o pensión queencontráramos probar suerte, siempre y cuando el precio fuera más o menos asequible, aunque a esas alturas noíbamos a andar mirándolo mucho, después de la tarde de tormenta y la tarde­noche de agua que llevábamos.

Tuvimos suerte, antes de salir del pueblo, un poquito más hacia delante del soportal donde nos refugiamos,encontramos una gasthaus, se trataba creo de una especie de casa­granja rehabilitada con un gran portal de maderadesde el que se accede al patio, alrededor del cual hay diversas estancias. Eran cerca de las nueve y media de lanoche, y aunque en España, en agosto, esta hora se podría decir que es casi media tarde, aquí ya es de noche, ypara colmo el cielo está completamente cubierto y llueve, y el personal aquí tiene otros horarios, otro ritmo de vida,así que al poco escuchamos que se abre una ventana en la parte superior; una mujer saca la cabeza por una ventana,con el pijama ya puesto, y suponemos al calor del hogar, mientras nosotros tenemos encima una manta de aguapara dar y  regalar... Montse le pregunta si  tiene alguna habitación libre para quedarnos esta noche y que preciotienen, y ¡bingo!, ¡hay suerte!, tienen una habitación para tres, con ducha y servicio interior, por 72 euros, con eldesayuno incluido, o sea, 24 euros por cabeza, no está mal, sobre todo viendo que en algunos albergues juvenilesnos pedían 30 euros y en algunos sin desayuno, algo que me parece una pasada de caro para ser un albergue.

La mujer baja con su marido para abrirnos la puerta y ayudarnos con el equipaje, dejando las bicis en elpatio pero a cubierto, para después enseñarnos donde estaba el comedor para el desayuno de mañana, la pequeñacocina   por   si   queríamos   preparar   la   cena   y   la   habitación,   aunque   realmente   eran   dos   habitaciones   pegadas,separadas por una puerta, una habitación doble y otra individual, en ésta última es donde estaba el cuarto de baño, yla tele.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 11: Aggsbach Markt - Langenschönbichl

A nosotros, después de la tarde que llevábamos, con tantos parones, tormentas y lluvia, y a esta hora de lanoche, aquello nos vino de lujo, así que comenzamos rápidamente el turno de duchas mientras íbamos haciendo lacena, en la misma habitación, con el hornillo, para no  perder tiempo bajando a la cocina; después, los tres juntos,alrededor de la televisión, la primera vez que podíamos verla desde que comenzamos la ruta, nos dispusimos acenar mientras veíamos la película de “Avatar”, aunque claro, en perfecto alemán... y por fin, a la cama...

De esta jornada me quedo con el primer tramo, los treinta kilómetros iniciales por el  valle del Wachau,entre la zona donde acampamos la noche anterior y Krems, con un recorrido bonito y entretenido, además de lospequeños y coquetos pueblos por los que se pasa, entre los que sobresale  Dürnstein y Krems, pero a partir de éstaúltima ciudad, y exceptuando algunos tramos cortos, de pocos kilómetros, intermitentes, de bosques frondosos, decuento de hadas, el resto del recorrido es aburrido y monótono, sobre todo hasta llegar a la presa la  centraleléctrica de Altenwörth, con largas rectas junto a la ribera del río por espacios abiertos.

Para mañana el plan sería levantarnos pronto, recoger todo, bajar a desayunar, conectarnos a internet desdela habitación (había wifi) para ver posibles opciones de alojamiento en Viena, y salir zumbando lo antes posible,llueva, truene o relampaguee, pero si puede ser, mejor que haga buen tiempo... que ya estamos cansados de estetiempo más propio de otoño­invierno que no de pleno mes de agosto, y esperar que para medio día o poco más yaestemos en la ciudad con el tema del alojamiento resuelto, para disfrutar toda la tarde y tarde­noche de esta ciudad.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 12: Langenschönbichl - Viena

ETAPA 12: LANGENSCHÖNBICHL – VIENA(Austria)

Domingo, 24 de Agosto de 2014

Distancia = 54,81 km - Tiempo = 3:20:39 Media = 16,4 km/h

A las siete de la mañana nos levantamos, hacemos algo de tiempo preparando las alforjas y a las ochodirectos al pequeño comedor para desayunar.

Por la mañana se ven las cosas de otra manera, y después de como terminó la jornada de ayer, hoy,habiendo descansado a pierna suelta, secos, y viendo el sol por la ventana, aunque también con algunas nubes, lamoral estaba alta, sabedores también que nuestro destino final en esta ruta lo teníamos bien cerca.

Desayuno de campeones, ¡barra libre!, así que tocaba repetir de esto, y de aquello y de lo otro de más allá,acumulando energía para no tener que parar y perder más tiempo hasta que diésemos con el alojamiento definitivoen Viena.

Al subir de nuevo a la habitación, como había wifi, desde el móvil de Montse estuvimos viendo posibleshostel para quedarnos, y anotamos varios, algunos con muy buena pinta y bien de precios, aunque no incluía eldesayuno, pero eso ya nos daba igual.

Mapa de Alemania y Europa en donde laschinchetas indican el lugar de procedencia

de los que se alojan en esta ghastaus.

Vista de la entrada y del patio de la gasthaus en la que nos quedamos a dormir.                                                                                                         

Nos ponemos en marcha, con buena temperatura y buena luz, atravesando algún que otro campo de maíz, yllegando pronto a Tulln, a unos 3,5 km de donde nos quedamos anoche y nuestro teórico destino en el día de ayer.Aunque no había necesidad de entrar en su centro, como nos encontrábamos sobrados y acabábamos de empezar,nos desviamos del carril bici y nos fuimos a dar un paseo por el centro de esta localidad, que al ser domingo y a unahora más bien temprana, estaba desierto, a excepción de la iglesia, donde a juzgar por las bicicletas que había en elparking exclusivo para ellas junto a la fachada principal, debería haber un buen grupo de parroquianos, y es que loque más me gusta de este ruta es la cultura de la bicicleta, como en este caso, sin ir más lejos, donde un domingocualquiera la gente va a misa a las nueve de la mañana con su bicicleta, como si fuera lo más normal del mundo...en mi pueblo hay gente que coge el coche hasta para ir a comprar el periódico al kiosko que tiene a cinco minutosandando... sin comentarios....

Terminada la visita turística sobre dos ruedas a Tulln, regresamos al carril bici junto al río, aunque situadoa algo más altura que éste, en una especie de talud, supongo para evitar que las crecidas del río inunden los pueblos.

Pronto aparecen las largas rectas paralelas al río, y el recorrido se vuelve monótono e insulso, ideal para darun paseito en bici pero no para alguien que tiene afán de conocer y descubrir sitios nuevos, bonitos, que le llenen,aunque eso sí, todo muy verde, y algo es algo, sobre todo para los que somos de secano y el color predominante ennuestra tierra durante gran parte del año es el amarillo pajizo...

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 12: Langenschönbichl - Viena

Como no hay ningún impedimento extra, y estamos exultantes, no tardamos mucho en llegar al extrarradiode Viena, y por el camino mucha gente practicando deporte: correr, patinar, bici de carretera, bici de montaña, ypor supuesto, los cicloviajeros como nosotros que hoy llegan a Viena.

Veleros en un canal en cercanías de Viena

Jesús saca su GPS y le introduce la dirección del hostel que habíamos decidido fuera la primera opción, asíque doce kilómetros después, pedaleando por el extrarradio, por zonas de parques y jardines, y por el centro deViena, llegamos al hostel en cuestión, con muy buena pinta, pero con un pequeño problema, sólo tienen unahabitación para tres personas, lo ideal para nosotros, para esta noche, mañana no están seguros si será ocupadaporque tienen una reserva, y tampoco tienen más plazas de otro tipo.

Entrando en Viena montados sobre nuestras particulares burras...

Salimos a la puerta, lo hablamos, y decidimos probar suerte en el otro hostel, la segunda opción, que estabamuy cerca, a la vuelta de la esquina, en plena arteria principal, la “Mariahilfter straße”. En éste la recepción estabaa tope, pero sin embargo, no había problemas de alojamiento ni para hoy ni para mañana, pero como para nuestrosgustos el otro nos convencía más, decidimos arriesgarnos, todo lo más que podía pasar es que al día siguientetuviéramos que andar cambiándonos de sitio, pero estaban muy cerca y no íbamos a perder mucho tiempo y con unpoco de suerte, igual hasta podíamos quedarnos allí las dos noches.

Formalizamos la recepción, en un principio sólo para la noche del domingo, entramos nuestras “burras”por una puerta por debajo de la entrada normal, y las dejamos en una especie de cochera donde se encontrabanotras muchas bicicletas, además de las taquillas. Esta cochera daba a un patio pequeño pero bonito, agradable, muybien preparado, con mesas y sillas, ideal para cuando hiciera buen tiempo, y a dicho patio se podía acceder tambiéndesde la zona de recepción, desde el bar-comedor del propio hostel, o desde una cocina pequeña compartida queestaba a la disposición de todos los que quisiera hacer uso de ella.

Junto a recepción, un espacio común para descansar, una estantería con folletos e información diversa, unapequeña biblioteca, y una zona donde cada uno deja y coge lo que puede necesitar o lo que ya no va a usar, unaespecie de zona de intercambio, libre, donde por ejemplo y sin ir más lejos, nuestra amiga Montse se encaprichó de

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 12: Langenschönbichl - Viena

un bolso azul que habían dejado allí, así que lo cogió para ella y a cambio dejamos la bombona de camping gas conlo que nos había sobrado (no íbamos a poder llevarla en el avión) y el desastre de tienda de campaña que llevabaJesús, que igual si alguien si es un poco manitas le podría servir para un apaño....

Revisada la parte baja del hostel, la parte común, y viendo el buen rollo y ambiente que se respiraba, conuna mezcla de personas de distintas culturas, viajeras y de las que siempre en estos sitios se puede aprender tanto,subimos hacia la planta donde teníamos nuestras habitaciones, y junto a la zona donde arrancan las escaleras, unapequeña sala con tres o cuatro ordenadores con acceso a internet, algo que nos venía muy bien para poder realizaral día siguiente el tema del “chek-in” de nuestro vuelo.

El hostel era el Ruthensteiner, y el precio, 19 euros por día, y el desayuno que podíamos tomar allí mismo,no estaba incluido.

Ya en la habitación de tres, nos repartimos las camas, duchita, cambio de ropa y a la calle, donde lo primeroque hicimos, ya pasadas las dos de la tarde, fue comer, antes de comenzar con nuestro recorrido-pateo turístico.

Desde el hostel, andando hacia el centro, llevándonos por delante todo lo que estuviera a nuestro alcance: laKarlsplatz, con la Karlskirche, considerada la mejor iglesia barroca de Viena; el Opernring y el teatro de laópera, donde había mucho alboroto en sus alrededores, y la razón no era otra que el rodaje de algunas escenas de laúltima película de Tom Cruise, la nueva entrega de “Misión Imposible”; desde aquí nos adentramos en la antiguaViena, en la zona centro donde la ciudad conserva su trazado medieval, avanzando por una gran y amplia callepeatonal repleta de gente, hasta que conseguimos llegar a la catedral de San Esteban, la Stephansdom, que tardóvarios siglos en levantarse, contando con importantes obras medievales y renacentistas; desde fuera, entre otrascosas, destaca el inmenso tapiz que forman los miles y miles de azulejos colocados sobre su tejado, además de sufachada principal (con la puerta de los gigantes y las torres de los paganos) y la gigantesca torre-aguja gótica de137 metros de altura.

La iglesia de Karlskirche, en la Karlsplatz. Teatro de la Opera (fachada principal)

Vistas desde el Teatro de la Opera con catedral al fondo. Alrededores de la Catedral de San Esteban.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 12: Langenschönbichl - Viena

Visitado el interior de la catedral, lo siguiente, introduciéndonos entre callejones, era llegar a la Vienaimperial a través de la Michaelerplatz, guiándonos por la torre afilada de la Michaelerkirche. Desde esta plaza nosadentramos en el grandioso conjunto del Hofburg, donde se encuentran los antiguos aposentos imperiales, variosmuseos, una capilla, una iglesia, la Biblioteca Nacional Austriaca, la Escuela de Invierno de Equitación y eldespacho del presidente de Austria.... ¡ahí es ná!... y es que esta es la zona donde radica todo el poder austriacodesde hace más de seis siglos, y en sus correspondientes edificios se pueden contemplar siete siglos de desarrolloarquitectónico. Nosotros no disponemos de tiempo como para visitar muchos de estos edificios por dentro, así quenos limitamos a dar un paseo por el Hofburg, por sus jardines, contemplando la bella factura de algunos de estosedificios.

Tejado de azulejos de la catedral de San Esteban, con la torre agujasobresaliendo por encima de él.

Interior de la catedral de San Esteban.

Después llegamos a la zona donde se encuentran el museoKunsthistorisches (museo de historia del Arte) y su réplica frente a él(museo de historia natural).

Un pequeño descanso y nos ponemos en marcha de nuevo, parallegar al Burgtheater, uno de los escenarios más prestigiosos de los paísesde lengua alemana, de estilo renacentista italiano, aunque durante lasegunda guerra mundial una bomba lo destruyó y lo que podemos ver hoyen día es una excelente restauración de una calidad exquisita.

Tras el descanso nos ponemos en marcha, pasamos junto al Burgtheater,uno de los escenarios más prestigiosos de los países de lengua alemana, de estilorenacentista italiano, aunque durante la segunda guerra mundial una bomba lodestruyó y lo que podemos ver hoy en día es una excelente restauración de unacalidad exquisita.

Seguimos nuestro paseo hasta dar con el el bonito edificio del ayuntamiento, donde en su plaza había poruna lado un festival de cine donde todas las noches se representaba una grabación de un concierto de artistasdiferentes, y al lado, otro festival o mejor dicho, una feria de gastronomía y cerveza, así que allí nos dirigimos parareponer fuerzas, aunque la comida era muy exótica, y para informarnos un poco de la gastronomía que se veía, nadamejor que nuestra compañera Montse, que en su periplo de nueve meses por Asia ya le dio tiempo de ver, y probarmuchas cosas “raras”... Cada uno pedimos un plato diferente con el fin de poder probar todos de todo, aunquehabía un nexo común en los tres platos, el picante, no sé si chile, pero las bocas acabaron ardiendo y no habíacerveza suficiente para apagar ese fuego...

Como aún era temprano para la representación del festival de cine, con entrada gratuita, seguimos dando unpaseo por los alrededores, después de tomar un café y helado en el mismo recinto ferial.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 12: Langenschönbichl - Viena

Al caer la noche, regresamos a la plaza. Frente a la fachada del ayuntamiento se disponían las gradasformando un semicírculo, así que tomamos asiento y esperamos el comienzo. Esta noche tocaba el turno a lagrabación en directo de un concierto de Goran Bregović, y claro, igual a mis compañeros no les sonaba de nada,pero a mi memoria rápidamente saltaron los recuerdos de dos años atrás, y del festival de música de Guča, enSerbia, al que asistí con Iñaqui, mi compañero de ruta ese año, cuando nos desplazamos en bus desde Belgradohasta la aldea de Guča, para asistir al último fin de semana de este festival, donde Goran Bregović, entre otros, esun mito viviente, aunque a nivel occidental es más conocido por poner música a algunas de las bandas sonoras delas películas de Emir Kusturica, mezclando en sus composiciones el folclore tradicional, el rock, la músicabúlgara y otros estilos musicales.

Calle de Viena con el edificio del Ayuntamiento al fondo. El edificio del Ayuntamiento de Viena

Al terminar el espectáculo, regresamos andando al hostel, y con una temperatura más bien fresca, donde seagradecía muy y mucho llevar manga larga.

Torres-aguja del Ayuntamiento al atardecer.

Caímos completamente rendidos en la cama, después de los cincuenta kilómetros en bici y de llevar desdelas dos de la tarde paseando por Viena...

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 12: Langenschönbichl - Viena

Lunes, 25 de Agosto de 2014

Logística y turismo por Viena

La primera de las cosas a hacer esta mañana era buscar una caja de cartón para poder embalar la bici ytransportarla en el avión, así que preguntamos por tiendas de bici en la recepción del hostel, y nos recomendaronuna que estaba a prácticamente 500 metros de allí, en plena calle “Mariahilfter straße”, aunque era más bien unagran tienda de deportes (“Sport Direct”, creo que se llamaba) donde entre otras muchas cosas, también se vendíanbicis, así que allí nos dirigimos tras desayunar en el patio del hostel, y ¡bingo!, nos dieron cajas de cartón de bicispara los tres, así que otra vez de vuelta para doblarlas, con del fin de que ocuparan menos espacio, y colocarlasjunto a nuestras burras, en la cochera destinada a parking de bicicletas.

Lo siguiente era buscar la estación de tren o metro desde donde salía el que debería llevarnos al díasiguiente al aeropuerto, y la verdad es que para llegar a ella tuvimos que dar un buen paseo, no recuerdo bien, peroigual dos horas, pero preferíamos ir a pie, viendo lo que pudiéramos de paso, y sobre todo, memorizando elrecorrido para mañana ir montados con nuestras bicis del tirón, evitando así tener que buscar taxi o cualquier otrotipo de medio para llevar las burras, con las alforjas y la caja de cartón plegada. Durante este recorrido, tambiénaprovechamos para entrar en alguna que otra tienda de material deportivo, para echar un vistazo.

En la estación, Montse se encarga de recopilar la información, y así, el primer tren salía a las 6:45, yllegaba al aeropuerto a las 7:30, con lo que teóricamente tendríamos bastante margen para proceder allí a embalar labici, y facturarla, si es que era necesario (en esta ocasión sí que nos toco pagar por ella, no funcionó el truco deintentar levantarla como en el viaje de ida, y por tanto, 50 euros más por exceso de equipaje, da igual que tehubieras pasado en un kilo o en quince), pero esto significaba que tendríamos que madrugar, levantarnos sobre lascinco de la mañana, para montar las alforjas y sobre todo colocar la caja de cartón plegada lo mejor posible paraque no se moviera y ocupara poco a lo ancho, porque el problema no era el peso sino el volumen que tenía, inclusoplegada la caja, para después movernos en bici hasta la estación.

En el caso de no llegar a tiempo para coger este primer tren, tendríamos una segunda oportunidad con otroque salía más tarde, pero íbamos a andar mucho más cortos de tiempo para proceder con el embalaje y lafacturación.

Palacio Schönbrunn, parte trasera (vista desde los jardines)

Palacio Schönbrunn, fachada frontal al anochecer.

Solucionado el tema de las cajas y de los horarios de trenes hacia el aeropuerto, sabiendo además que sepodía llevar la bici tal cual en el tren, sin necesidad de embalarla, ya solo nos quedaba realizar el “ chek-in” delviaje de regreso por internet, algo que teníamos pensado realizar en el hostel, desde los ordenadores que tenían allí,pero antes, tocaba reponer fuerzas, así que compramos unas cervezas y unas pisas y nos fuimos a tumbarnos alcésped de un parque allí cercano, al sol, y la verdad es que se estaba de lujo.

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La Ruta del Danubio: Donaueschingen – Viena. Diario de un viaje cicloturista. Etapa 12: Langenschönbichl - Viena

Queríamos dedicar la tarde para ver el palacio Schönbrunn y sus jardines, pero para llegar a ellos teníamosque pasar cerca del hostel donde nos alojábamos, así que aprovecharíamos para realizar primero el tema del“chek-in”, desde los ordenadores con acceso a internet que tenían allí, sin problemas de ningún tipo, es más, desderecepción muy amablemente nos imprimieron la tarjeta de embarque, pero antes de esto, y de camino, pasamos,paramos y descansamos en el Barrio de los museos (MuseumsQuartier), un enorme espacio en lo que otrorafueran las antiguas caballerizas del palacio imperial (en pleno centro), con más de 60.000 metros cuadradosdedicados al arte y a la cultura, una zona con mucho ambiente, mucha animación, muy ecléctico, y con tiendas,bares y cafés de diseño. Un espacio que acoge cualquier manifestación artística y donde se mezclan los edificiosbarrocos con otros edificios-museos más modernos.

“Glorieta” en la colina del Palacio de Schönbrunn.“Glorieta” en la colina del Palacio de Schönbrunn al anocher, vista

desde los jardines.

Desde el hostel, y ya con todos los deberes hechos para mañana, nos toca dar otro paseo, éste mucho máscorto, para llegar a Schönbrunn, dar un paseo por sus jardines y subir a la colina sonde se encuentra la “Glorieta”,y allí sentados, ver las magníficas panorámicas de Viena y por supuesto, ver caer la tarde sobre esta ciudad, justocuando comienzan a encenderse las luces de las calles y de los coches...

Al regresar, paramos a cenar en un supuesto “italiano”, aunque de italiano sólo tenía el nombre en el cartelde la entrada, porque era un local supercutre y en cuanto a la calidad de la comida, decir simplemente que muyramplona y mediocre... mala elección hicimos, y la verdad es que es lo único negativo de nuestra estancia enViena, así que la despedida no fue precisamente por todo lo alto...

A la cama nos iríamos sobre las 23:30, después de recoger y preparar las alforjas, que al día siguiente habíaque madrugar, porque habíamos quedado en levantarnos a las cinco para tener margen ante cualquier imprevisto.

En el viaje de regreso, el avión hacía escala en Zurich, y allí tendríamos que coger otro avión, aunque enesta ocasión y debido a la diferencia de tiempo con que compramos los billetes de ida y vuelta, Jesús y Montsesaldrían primero en uno y después yo iría en otro por separado, con casi tres horas de diferencia, aunque Jesús metendría que esperar en el aeropuerto de Madrid, ya que habíamos ido juntos en su coche, el cual habíamos dejadoen el parking, mientras que a Montse vendría su hermana a recogerla.

En el viaje de regreso, a diferencia del del ida, hubo algunos problemas con el transporte de las bicis. En micaso, al abrir la caja con un cutter para inspeccionarla, hicieron una raja de centímetro y medio en el sillín, y en elcaso de Jesús y Montse, no recuerdo si sufrieron algún desperfecto o si les desaparecieron cosas que llevabandentro de la caja donde iba la bici, lo que si se es que una vez que llegaron al aeropuerto no tuvieron mucho margenpara el aburrimiento, porque estuvieron de papeleos tramitando las reclamaciones oportunas...

Una vez recogida la caja que transportaba la bici de la cinta, la abrí, la monté, le puse las alforjas, y me fuibuscando la salida, donde ya me estaba esperando Jesús, y una vez montadas las dos 'burras' en el coche, de vueltaa casa, para terminar estas dos semanitas de vacaciones, y ¡¡a saber cuando podré volver a disfrutar de otro períodode tiempo similar!!...

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