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    Leonor Perilla Lozano* 1Bárbara Zapata Cadavid ** 2Profesoras del Departamento de Trabajo Social

    Universidad Nacional de Colombia 

    Resumen

    Este artículo propone una reflexión sobre el concepto de red social en tres dimensiones: como procesovincular intersubjetivo, como prácticas de colaboración y apoyo a quienes hacen gestión social, y comoentrelazamiento de los signicados que interpretan y explican la cotidianidad de individuos, grupos y or-ganizaciones. Así mismo, presenta la dimensión política de las redes sociales en el marco de la democraciaparticipativa a partir de la cual el trabajo social esclarece y sustenta la noción de red como marco interpre-tativo de algunas metodologías de intervención social.

    Palabras clave: red, redes sociales, trabajo social, vinculación social, participación, relaciones sociales, pacto

    social, democracia participativa, interdisciplinariedad, interinstitucionalidad, intersectorialidad, interacción

    social.

     Abstract 

    is paper proposes a reflection on the concept of social network in three dimensions: as an intersubjectivebinding process, as practices of cooperation and support for those making social advocacy, and as a wayto interweave meanings that interpret and explain the daily life of individuals, groups and organizations.Likewise, we present the political dimension of social networks within the framework of participative de-mocracy from which Social Work claries and sustains the notion of network as an interpretative frameworkfor some methodologies of social intervention.

    Keywords: network, social networks, Social Work, social binding, participation, social relations,

    participative democracy, interdisciplinarity, interinstitucionality, intersectoriality, social interaction.

    Recibido:  de abril de . Aceptado:  de agosto de .

    * [email protected], [email protected]** [email protected], [email protected]

    Redes sociales, participacióne interacción social

    Social networks, participation and social interaction

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    Cuando se piensa en redes sociales, frecuentemente seevocan grupos institucionales, sociales, organizacio-nes de base, convocatorias sectoriales sobre temas es-pecícos y agendas o bitácoras pactadas para discutirasuntos de interés común; si bien todas estas podríanser formas de trabajo en red, el concepto que este artí-culo pretende revisar y recrear tiene que ver con redesmás cotidianas y que podríamos llamar las redes dela vida, las cuales, aunque pueden tener perspectivassociales, políticas y culturales amplias, son aquellasque emergen en la medida que establecemos vínculosy enlaces con otras personas, como los que describe el“círculo de las brujas” al que dice pertenecer la nove-lista escogida para ilustrar esta presentación.

    Las relaciones cotidianas que evoca Isabel Allen-de, con sus múltiples matices y contradicciones, losprocesos de construcción democrática que reclama la

    sociedad contemporánea y el propósito compartidode abrir una discusión que consideramos pertinentepara las ciencias sociales en general y para el traba- jo social en particular justican el esfuerzo crecienteque se está desarrollando en la disciplina por decons-truir los preconceptos, supuestos, representaciones ymarcos de referencia de los discursos que sustentanlas prácticas profesionales.

    1  Algunas de las ideas y elaboraciones que presentamos en el textohan sido objeto de investigaciones, de debate y análisis en dis-

    tintos escenarios académicos: participación en el comité acadé-mico del Seminario Internacional Bogotá por los Derechos delas familias- Convenio celebrado entre la UniversidadNacional de Colombia y la Alcaldía Mayor de Bogotá, .“Entretejiéndonos”. Módulo desarrollado en el marco del Con-venio - de Universidad Nacional de Colombia-Se-cretaría de Integración Social: “La Convivencia en el mundodel Trabajo”. Bogotá -.Ponencia central presentada en el    Congreso Nacional de

     Acerca del concepto de red

    El colectivo adquiere su potencial subjetivamente

    cuando se pasa del estar juntos al estar vinculados.

     

    El colectivo laboral, el vecinal, las familias y losamigos constituyen redes de intercambio personalreal, así como contextos de pertenencia y de cons-trucción e intercambio de signicados para las per-sonas que participan en tales colectivos. La acepta-ción de esta armación remite al concepto de red,una idea cuyos antecedentes se ubican en los trabajosde John Barnes, un profesor inglés de antropología,quien hacia concibió la red como la tribu a lacual pertenece el individuo:

    en todas las antiguas sociedades tribales, más sim-ples y más primitivas, la tribu se ocupaba de resolver

    los problemas existenciales de sus miembros. Los ame-rindios, los hawaianos, las tribus africanas, los esqui-males y otros, aún recurren al curandero como unafuente de apoyo social para solucionar los problemaspersonales. (Speck y Attenave, p. )

    Sin embargo, es en la década de los setenta cuan-do el concepto de red comienza a designar una meto-dología de intervención y el enfoque o perspectiva deredes se enuncia como una concepción teórica  para

    Trabajo Social, celebrado en Medellín, en agosto de .Seminario-taller sobre redes sociales realizado en la Especiali-zación en Nutrición, Facultad de Medicina. Universidad Na-cional de Colombia, septiembre de .

    2 Denise Najmanovich reconoce otras fuentes del concepto enautores como Kurt Lewin y Jacob Levv Moreno, en la psicolo-gía social; Manuel Castells y José Luis Molina, en la sociología;Gregory Bateson, Humberto Maturana y Francisco Varela, enla teoría sistémica; Edgar Morin en el pensamiento complejo;

    Llamé por teléfono a las cinco mujeres que forman conmigo el círculo de las

    Hermanas del Perpetuo Desorden. Antes que yo me incorporara al grupo, ellas

    se juntaban desde hacía años a compartir sus vidas, meditar y orar por gente

    enferma o en apuros. Ahora que yo soy una de ellas, también intercambiamos

    maquillaje, bebemos champán, nos hartamos de bombones y a veces vamos a laópera, porque la práctica espiritual a secas, a mí me deprime un poco.

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    comprender y analizar las relaciones intersubjetivasen el ámbito familiar, comunitario e institucional.

    Con la emergencia de la sociedad industrial, laespecialización del trabajo y la sobreoferta de mer-

    cancías, las redes sociales se fueron invisibilizando, yse impusieron modelos de organización estructura-les, institucionalizados y nucleares. Por ejemplo, enel caso de la familia, se privilegió el modelo de fami-lia nuclear burguesa como unidad de consumo quesustituye a las grandes familias medievales y tribalesde la antigüedad, las cuales operaban como unidadesde producción.

    Según Gergën (), el mundo occidental, en suesfuerzo por mantener el statu quo, ha ignorado lasdiferencias y particularidades de las poblaciones yculturas locales y ha impuesto concepciones privile-giadas o culturalmente dominantes para regular lasinteracciones y las vidas de las personas. Un ejemploilustrativo de ello son las teorías de estraticación yrol, propuestas por Parsons (, , , )para el análisis de la sociedad o las ideas acerca del in-dividuo como la morada por excelencia de los proble-mas y, a la vez, como el depositario de la intervenciónprofesional (Gergën, ).

    Un buen conjunto de estas ideas han sustentadoconocidos debates en el trabajo social acerca del obje-to/sujeto del conocimiento disciplinar y las tensiones

    éticas que reclaman discursos centrados en la ayudaprofesional-ética del cuidado y discursos centradosen los derechos-ética de la justicia .

    Tendencias como la que representa Parsons, ensu afán por explicar cientícamente las relacionessociales, mediante nociones como la de estructura y

    y, especialmente, Félix Guattari, Deleuze y Bruno Latour, pen-sadores de la posmodernidad. Para Elina Dabas, también losterapeutas familiares Mony Elkaim, Johan Klefbeck, CarlosSluzki, Marcelo Pakman, el psicólogo Sebastián Bertucelli,

     junto con el maestro Saúl Fuks, quienes han contr ibuido desdesus prácticas a consolidar la noción de redes.

    3 La discusión sobre este tópico es ampliamente sustentada porla trabajadora social y terapeuta sistémica estadounidense LynnHoffman, quien propone disolver la aparente d icotomía éticaentre el cuidado y la justicia por una ética de la responsabilidadrelacional, concepto que a su vez replantearía la pregunta porcuál es la unidad de intervención para el trabajo social entreel individuo, la familia, el grupo o la comunidad (Hoffman,, p. ).

    rol contribuyeron a desdibujar ideas y prácticas tra-dicionales, como la comprensión y reconocimientode algunas culturas milenarias a las redes relaciona-les sociales e históricas. Algo similar ocurrió con las

    prácticas lingüísticas —prácticas colectivas por exce-lencia— en cuanto fundamento de la formación delos problemas y a la vez guía para su resolución.

    La cultura se tornó más formalista en cuanto alas prácticas espontáneas de apoyo y vinculación so-cial, y más tecnicada en cuanto a las modalidadesde comunicación, lo que transformó la comprensiónde algunas experiencias habituales en distintos colec-tivos y organizaciones sociales como manifestacioneseventuales, sosticadas y esporádicas, y su comuni-cación, paradójicamente, silenció y canalizó multi-plicidad de expresiones.

    Esto llevó al protagonismo de guras individua-les —especialmente masculinas— exaltadas por eldiscurso hegemónico de las ciencias sociales, y a lainvisibilización de las acciones colectivas que se tor-naron periféricas y marginales en el discurso, aunqueno necesariamente en la cotidianidad.

    Diversos movimientos y experiencias, en distin-tos lugares, han producido desde los años setentaun continuo redescubrimiento del valor de las redesinformales de apoyo y de la integración social delas personas, “desmiticando la creencia de que las

    grandes estructuras y organizaciones formales en lasociedad moderna han llevado al declive del rol quedesempeñan los grupos primarios —familia, amigos,vecinos, comunidad, entre otros— en el bienestar yajuste personal y social” (Gracia, p. ).

    En , Collins y Pancoast publicaron un traba- jo con el título Redes naturales de ayuda,  reportadopor Wasserman y Danfrorth en , en el cual des-tacan la importancia de un fenómeno básico de lainteracción humana “las personas reciben ayuda deotras personas, personas que son fuentes naturales de

    apoyo y que no poseen una educación profesional.Una ayuda que tiene lugar en el vecindario y en lu-gares donde transcurre la vida cotidiana, como bares,peluquerías, etc.” (Ibid., p. ). Para estos autores, lasredes informales de apoyo constituyen la principalfuente de ayuda disponible para las personas con es-casez de recursos económicos. Arman que las acti-

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    vidades informales de ayuda ocurren tan asiduamen-te y de forma tan espontánea que, curiosamente, casipasan desapercibidas.

    En América Latina la perspectiva de redes ha sido

    especialmente desarrollada, entre otros, por el colec-tivo Fundared, el cual considera las redes comoSistemas abiertos a través de los cuales se produce

    un intercambio dinámico tanto entre sus integrantescomo con los de otros grupos y organizaciones, posi-bilitando así la potencialización de los recursos queposeen. El efecto de la red es la creación permanentede respuestas novedosas y creativas para satisfacer lasnecesidades e intereses de los miembros de una comu-nidad, en forma solidaria y autogestiva. (Yanco, p. )

    Esto supone una estructura organizacional y sec-torial en la cual se privilegian relaciones horizontalesentre los integrantes de equipos de trabajo institu-cional —abogados, abogadas, sicólogos, sicólogas,trabajadores y trabajadoras sociales, nutricionistas,educadoras, educadores, médicas y médicos, entreotros— así como entre instituciones de los sectoresde la salud, la educación, la justicia; y también uncompromiso deliberado y congruente con la ideade que la diferencia en los saberes, en las formas deaproximación a la realidad y en las metodologíasde intervención signica diversidad, posibilidades y

    complementariedades, en lugar de desigualdad entrelas personas o jerarquías en el conocimiento.

    Si se dene desde los dos elementos que componenla idea de red, social y apoyo, el componente social re-flejaría las acciones del individuo con el entorno social,los cuales pueden representarse en niveles distintos: lacomunidad, las redes institucionales, y las relacionesíntimas o de conanza; el componente apoyo reflejaríalas actividades instrumentales y expresivas esenciales.

     Actualmente, y dado el carácter complejo y mul-tidimensional de este constructo, el término apoyo

    social se utiliza para designar una característica abs-tracta de las personas, conductas, relaciones o siste-mas sociales y, en ese sentido, puede considerarse querepresenta más bien un metaconcepto que un concep-to susceptible de denición y medición. (Fierro et al., , p. )

    El concepto de red social evoca, por lo menos,tres dimensiones: el aspecto vincular de las relacio-nes intersubjetivas —las redes como forma de vin-culación social—, el ejercicio particular de desarro-

    llo de una gestión social que implica la colaboracióny el apoyo entre quienes lo realizan —trabajo enred—, y la manera como se entrelazan distintos sig-nicados para interpretar y explicar la experienciacotidiana —tramas de signicado—.

    Las redes hacen referencia a los vínculos y evocan el apoyo social

    Para Ross Speak “las redes son lo que subsiste delaspecto tribal de las sociedades primitivas” (Speak,, p. ), y su función básica es el apoyo social.Por este se entienden las acciones, los procesos y losrecursos que se activan en contextos de relación y seponen al servicio de la realización de aspiraciones ysatisfacción de necesidades individuales y colectivas.

    Las redes dan cuenta de la manera como se es-tablecen las relaciones sociales, las cuales corres-ponden a un entramado de acciones, signicadosy emociones entre sujetos individuales y colectivos.Es decir que las redes están presentes en las orga-nizaciones, los grupos y los territorios, y no nece-sariamente coinciden con lo instituido. Por tanto,las redes no se decretan ni se crean, sino que se

    descubren, se activan y se pueden visibilizar, porejemplo, mediante procesos de mapeo, de observa-ción y de referenciación. Sin embargo, el debate estáplanteado entre quienes persisten en instalar redessociales y quienes se esfuerzan en indagar cómo sedinamizan. Una base de datos en una institución,un listado de recursos sociales con los cuales cuentauna localidad, un barrio o un municipio, a vecesse confunden con redes sociales, y aunque podríanconsiderarse como los primeros pasos para identi-car posibilidades de acción social y política, no

    son sucientes para activar el apoyo social, pues serequiere de vinculaciones estrechas en torno a inte-reses, necesidades, voluntades y emociones que sur-gen de la experiencia interactiva que se da al hacercosas juntos. La trama vincular rompe conceptoscomo los de jurisdicción, sector, disciplina, entreotros (Dabas, ), y plantea conguraciones y

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    maneras de relación alternativas. La democraciaparticipativa constituye un escenario en el cual seexpresarían las redes como forma de vinculación so-cial y un marco explicativo de la dimensión política

    de dichos vínculos.

    Dimensión política de las redes sociales

    Revisar el concepto de red social en su dimen-sión política supone comprender que la noción y laconformación del Estado moderno deviene de laidea de pacto social, por la cual se da vida al cuerpopolítico en la forma de Estado, al ser las ideas con-tractualistas las que dieron sustento a las revolucio-nes liberales de occidente y las que hasta nuestrosdías soportan el supuesto del contrato social entretodos los asociados en forma de estados democrá-ticos liberales en el mundo occidental. Según loscontractualistas —Hobbes, Locke y Rousseau—,el pacto social como acto de asociación encierra laobligación recíproca de cada individuo para con to-dos los demás, lo cual representa la sustitución dela desigualdad natural por la igualdad moral y legí-tima que se expresa en la voluntad general (Rous-seau), según la cual todos están obligados por lasmismas condiciones y derechos y cuyo n últimoes la conservación de los contratantes, en primerainstancia por la necesidad de sobrevivir y por el bien

    común. Mientras que, para Hobbes, es por temora una muerte violenta que los hombres sellan unpacto, en la forma de contrato social, y es en virtudde dicho contrato que los individuos ceden su de-recho a ejercer la violencia a un tercero, el Estado,el cual actúa como un dios absoluto, por encima delos partidos y de la moral. Locke, por su parte, con-sidera que en el contrato los individuos transerensus derechos a la misma comunidad, convirtiéndolaasí en soberana, idea que comparte con Rousseau.Esta delega sus derechos a un gobierno organizado

    de acuerdo con el principio de la división de po-deres, y cuyo objetivo es proteger la propiedad, lacual no solo es garantía o fuente de recursos, sinotambién de independencia política del ciudadanorespecto al Estado.

    Estas y otras ideas de la modernidad, referi-das al contrato social, que dan soporte losóco a

    nuestros estados y sobre las cuales se promulgan lasconstituciones nacionales, son discutidas en el mar-co del pensamiento posmoderno, según el cual seconsidera controvertible la idea de que, gracias al

    pacto social, todos somos “libres e iguales”, pues lafalacia del “todos” niega las diferencias y desigual-dades. Los autores que respaldan esta teoría sostie-nen que el pacto no se hizo, ni se hace hoy, entre to-dos y todas. Alessandro Baratta plantea al respectoque la fundación del Estado y del derecho modernofue el modelo del pacto social entendido como unexperimento de la razón y no como un hecho his-tórico, no obstante, se debería reconocer que tantoel modelo como la realización histórica del contratosocial han resultado muy distintos a lo proyectado,pues se trató de un pacto para excluir, entre unaminoría de iguales que excluyó de la ciudadanía atodos los que eran diferentes, pacto entre propie-tarios, blancos, hombres y adultos, para excluir ydominar a los demás miembros de la sociedad, esdecir, mujeres, pobres y niños, entres otros. Así, lacrítica a la denición contractualista del Estado sesustenta en la armación de que esta niega la pre-sencia de intereses de unos grupos, sectores o clases,en su constitución, y desconoce la exclusión de al-gunos y algunas de dicho pacto, particularmenteen lo que se reere al ejercicio de los derechos que

    otorgan la condición de ciudadanía y que denenal Estado moderno. De tal forma, no todos hace-mos parte del pacto, en tanto asociados o partícipesreales no formales, pues de lo que se trata es másde una formalidad jurídica que real, como miem-bros nominales de un Estado. Es el caso de aquelloscomo el nuestro, que aún no logra constituirse enun Estado realmente incluyente en lo político, en losocial ni en lo económico.

    El Estado Social de Derecho

    El Estado colombiano se promulga a partir dela Constitución de como un Estado Social deDerecho y como una democracia participativa. Estadenición constitucional se plantea en procura deincorporar los principios sociales al Estado de Dere-cho, que ya había sido promulgado desde comoimperio de la ley, división de poderes, y sustentado

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    en principios de legalidad y legitimidad. La nociónde Estado Social aportaría además los principiosde garantía de un mínimo existencial y un ordeneconómico y social para el logro de la igualdad de

    oportunidades.La Constitución de se considera un avance,tanto para la ampliación y garantía de los derechos,como para la incorporación de grupos sociales tra-dicionalmente excluidos, en procura del desarrolloefectivo de la democracia, expandiendo los escena-rios y los mecanismos de la participación democrá-tica de los ciudadanos y ciudadanas en la toma dedecisiones y control de la gestión de las políticaspúblicas y sociales para la realización efectiva delos derechos políticos, económicos, sociales y cul-turales, en cuanto ampliación de los derechos fun-damentales.

     Al respecto, Darío Restrepo menciona que “lainsurgencia de la cultura de los derechos se plas-ma en casi todas las reformas constitucionales dela última década en América Latina y es un factorsubjetivo que inspira y aglutina las demandas, rei-vindicaciones sociales y exigencias culturales con-temporáneas” (Restrepo, p. ).

    Es este uno de los marcos en los cuales empiezaa tener resonancia la noción de red, ya adoptada yasumida en el discurso académico de las ciencias so-

    ciales, como se ha ilustrado anteriormente; y este es,a su vez, el contexto en el cual se corre el riesgo deforzar la participación, al decretar la conformaciónde redes donde no hay vinculaciones reales y efec-tivas, al ignorar los circuitos de interacción socialexistentes por no responder a intereses denidosdesde poderes piramidales, e incluso por delegar enlas organizaciones comunitarias las responsabilida-des que conciernen directamente a las autoridades.Con frecuencia se excusa la incompetencia de losgobiernos en una supuesta falta de cohesión y co-

    rresponsabilidad de la ciudadanía. Arma Robert Castell () que es común ob-

    servar como “las políticas sociales destinadas a lainserción se ocupan de los válidos invalidados por lacoyuntura”. (Castell, en Dabas, , p. )

    Democracia participativa y redes sociales

    Son los vínculos relacionales y sus dinámicas las que van

    construyendo a los sujetos y los procesos […] No es tan

    importante la sociedad en su red, en conjunto, o tales o

    cuales actores, sino los conjuntos de acción intermedioslos que hacen emerger las nuevas situaciones. La

    expresión del vínculo que se evidencia en la constitución

    de redes, como forma de acción social, se fortalece en la

    interacción, en las relaciones interpersonales cotidianas,

     porque la s mismas se definen a partir de lo que está

    “vinculado” a las personas, a su vida cotidiana, a sus

     formas de ver y de pensar, a sus sentimientos; siendo a

     partir de dichos vínculos —a los cuales podríamos llamar

    vitales— que surgen de las motivaciones como elemento

    clave de los procesos sociales participativos que dan cuenta

    o hacen realidad lo que se ha dado en llamar democracia

     participativa […] Hay muchas y diversas motivaciones

    que nos mueven a participar […] Es necesario que a lo

    largo del proceso de participación se tenga conciencia

    de la importancia de cuidar las motivaciones que se

    expliciten y reconozcan las que han cambiado.

    En el contexto político institucional y social quedene la constitución política colombiana, las fron-teras entre lo público y lo privado, entre el mercado ylo social, entre la vida íntima familiar y la vida polí-

    tica social son cada vez más difusas. Según Restrepo:La frontera de lo público era potestad del Estado,

    […] la privada era el dominio de las familias; el mer-cado era el reino de las empresas, y el campo social serefería a las formas de organización y representacióncívicas. En la actualidad la frontera entre estos dosdominios es menos clara y se desarrollan varios en-trelazamientos de unos con otros. Lo público ya no esel dominio exclusivo del Estado […] La vida privadaestá sometida a un creciente proceso de politización,es decir, los asuntos privados devienen públicos. (Res-

    trepo, p. ).

    En este contexto, la participación de las comuni-dades es denitiva para hacer realidad la democra-cia participativa, la ampliación de lo público y delejercicio de la ciudadanía, así como también son ob- jeto de discusión y puja por la participación temas

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    que antes no estaban sometidos al debate público ymenos aún eran objeto de política pública, como lostemas-problema referidos a la violencia intrafamiliaro la identidad sexual, entre otros.

    Los individuos y las comunidades participan detemas-problema de su interés, sin acudir exclusiva-mente a la vocería de sus representantes en los parti-dos o movimientos políticos, porque la participaciónes básicamente un efecto pragmático de su vincula-ción y no necesariamente por el llamado a la partici-pación que desde distintas instancias de la adminis-tración del Estado se hace. Incluso en ocasiones se

    observa que frente a dicho llamado las comunidadesy los actores sociales individuales responden con des-conanza y descreimiento por experiencias pasadasque han resultado frustrantes.

    En el ámbito político, la participación se denecomo un proceso para la construcción de ciudadaníay democracia y, al mismo tiempo, como un procesotécnico, en cuanto reconoce también procedimientos,mecanismos y recursos. Se sostiene que la participa-ción fortalece al individuo como actor político en latoma de decisiones que conciernen a la vida en comu-

    nidad, en el Estado, y que hacen posible la democracia.La participación de los individuos, los colectivos y

    las distintas organizaciones en la sociedad, entendidaentonces como una estrategia para el fortalecimien-to de la democracia y el ejercicio de la ciudadanía,tiene que ver directamente con el reconocimientode los mismos individuos como parte de  y en relación

    con. Estas dimensiones evidencian el hecho de estarinmersos en relaciones vinculantes, en la misma so-ciedad, la propia comunidad o en relación con otrascomunidades y organizaciones, bien sea alrededor deintereses, necesidades, reivindicaciones; en la bús-queda de transformaciones en la vida cotidiana, en labúsqueda de nuevas formas de relacionarse, de dialo-gar o conectarse con los otros.

    Es entonces el proceso vinculante, que se eviden-cia en la interacción con otros individuos y colecti-vos, y que expresa necesidades, intereses y volunta-des, el que se constituye en una potencialidad para el

    apoyo social, aquel que en el ámbito político propiciael diálogo e interlocución entre distintos actores so-ciales y estamentos institucionales, para incidir en losmecanismos de comunicación, en la toma de deci-siones y la denición de alianzas; o como lo sugiereElina Dabas, “reordenarnos de otra manera”.

    En esta perspectiva, la democracia participativa,que supera la democracia representativa, signica,según Giovani Sartori, “que el individuo asume serparte activa en la sociedad, como decisión voluntariay en ejercicio de la libertad, así no es un ‘formar par-

    te’ inerte ni un ‘estar obligado’ a formar parte, parti-cipación es ponerse en movimiento por sí mismo, noser puesto en movimiento por otros (movilización)”(, p. ). En esta consideración, los individuosque dan vida a la democracia participativa constru-yen redes juntos, se vinculan, se movilizan por supropio interés e iniciativa, de tal forma que las re-

     lbum famil iar

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    des no se imponen ni se decretan, sino que se viveny también se juegan en muchos aspectos de la vidasocial y diferentes lógicas —como lo plantea ElinaDabas—, en la lógica del problema, en la de los ac-

    tores socio-territoriales implicados en un problema,la lógica de la polifonía o de las múltiples voces, y lalógica de las diversidades.

    La dimensión política de las redes sociales notiene que ver exclusivamente con el ejercicio de laparticipación en el marco de las sociedades demo-cráticas, sino que, además de otorgar sentido a la de-mocracia en términos de hacerla tangible, las redessociales son un potencial de empoderamiento indi-vidual, pues, al propiciar un espacio conversacionaly dialógico, la consecuencia directa es la reflexiónsobre las propias prácticas, las de los otros y la inte-racción de unas y otras.

    El reconocimiento del disenso, la búsqueda deconsensos y del hacer con otros, conduce necesaria-mente a experimentar una ética, que según la auto-ra mencionada es “la ética de incluir al otro”, y queorienta un trabajo colectivo que construye relacio-nes sociales, en el sentido propuesto por HumbertoMaturana como “las acciones de aceptación del otrocomo un legítimo otro en la convivencia” (p. ).

    El propósito de las redes sería, en esta perspecti-va política, construir una mejor sociedad, incluyente,

    dialógica y en donde coexistan y convivan las diferen-cias, en la búsqueda del bien común que se proponeen el pacto social, pero a partir de vínculos reales, nosolo formales, aquellos que conectan a los individuoscon sus raíces, con su entorno, con sus más próximosy también con los más lejanos, tal será el caso de lasredes que se establecen en el mudo virtual.

    Se reconoce, entonces, que es el vínculo lo quenos rescata de la soledad y el desarraigo de una socie-dad en permanente cambio y en creciente individua-lización. Isabel Allende lo dice bellamente: “la tribu

    tiene inconvenientes pero también muchas ventajas. Yo la preero mil veces al sueño americano de ab-soluta libertad individual, que si bien ayuda a saliradelante, en este mundo, trae consigo alienación ysoledad” (p. ). En este mismo sentido, el politólo-go Giovanni Sartori arma:

    El mundo contemporáneo corre a una velocidadhistórica tan vertiginosa que en el breve curso de unavida trabajosamente reconocemos en la vejez, el mun-do que hemos conocido de jóvenes […] Si hoy se in-

    voca con tanta insistencia la integración social, si elhombre contemporáneo se revela tan ansioso de agru-parse y pertenecer, es también porque nuestra socie-dad está profundamente desintegrada, pues el hombreque pierde los vínculos naturales que lo conectan sesiente extraño y sin raíces. (, p. )

    Las redes generan acciones políticas para cambiary/o transformar situaciones, ya sean inmediatas, esdecir, en formas de relacionamiento en la vida co-tidiana y comunitaria, o acciones colectivas, o encontextos más amplios, como incidencia en prácticassocio-institucionales, en agendas de políticas públi-cas y de gestión de estas. Así, la presencia y accióncolectiva de las comunidades en redes, que llamamosparticipación, se constituye en un ejercicio de em-poderamiento de las comunidades, en tanto que esa través del vínculo social que expresan su identidadcolectiva, hacen escuchar sus voces y asumen accio-nes de transformación en la vida colectiva y por lareivindicación de sus derechos.

    Las redes como método de trabajo

    Según Marcelo Pakman (, p. ), la nociónde red no es un objetivo en sí mismo, sino que es,como metáfora, parte de una metodología para la ac-ción que permita mantener, ampliar o crear alternati-vas deseables para los miembros de una organizaciónsocial. La noción de red es una invitación a verse a símismo como un participante responsable y reflexivo,y no como el objeto social de una masa humana.

    De acuerdo con esta perspectiva, la intervenciónprofesional, y especícamente la intervención sistémi-ca en la cual se enmarca el concepto de red para el

    autor, “se orientaría a promover las prácticas socialesque permitan a los miembros de la organización —in-cluido el profesional— verse a sí mismos de un modonovedoso en las consecuencias de su accionar” (Ibid.).

    En consecuencia , algunas intervenciones profe-sionales en las ciencias sociales y el trabajo de las ins-tituciones pueden articularse y mantener continui-

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    dad a través de abordajes conceptuales, capaces deencuadrar y trascender el ejercicio práctico, centradosen la observación directa y participante que garantizala inserción en las culturas locales mediante ejercicios

    de intervención en red. La interdisciplinariedad, in-terinstitucionalidad e intersectorialidad son manerasde entender y fortalecer vínculos y desarrollar prác-ticas en red, en la medida en que los esfuerzos porconsolidarlas logren interpretar efectivamente lo queestos conceptos esbozan y se proponen.

    El trabajo en red, en cuanto metáfora que descri-be una metodología para la acción social, empieza aser objeto de juegos peligrosos como los que se prac-tican en los escenarios burocráticos, al pretender, nosolo establecerlas por decreto, sino también al man-tener estructuras jerárquicas y rígidas para organizarun trabajo colectivo que requiere horizontalidad yfluidez en las relaciones como garantía de su éxito.También en la academia, cuando se establecen hege-monías disciplinares o conceptuales en los grupos deinvestigación, se inhiben y dilatan las oportunidadesde activar redes de conocimiento.

    Dabas y Núñez advierten sobre los riesgos de ter-giversar el concepto y la metodología de redes cuan-do arman:

    Es así como, desde diversas gestiones, ya sea orga-nismos de gobierno, internacionales y/o privados, se

    resuelve la creación de redes, no contemplando moda-lidades organizativas y vinculares, previas a la dispo-sición y/o reglamentación de la misma. De este modose coopta una posibilidad instituyente, imprimiéndolela misma dinámica de modelos tayloristas: de “arriba”hacia “abajo” y desde “afuera” hacia “adentro”. (,p. )

    Un entendimiento del trabajo social como la dis-ciplina que se ocupa de los problemas sociales con eln de generar acciones organizadas de las poblacio-

    nes afectadas, para transformar su situación, recupe-rarse de las secuelas y prevenir su ocurrencia cuandoes posible anticiparse, sería coherente y consistentecon el trabajo en red. Según Kisnerman, el trabajosocial interviene  investigando y coparticipando conlos actores sociales en procesos de cambio.

    En una perspectiva construccionista, esto suponedeconstruir los problemas: esto es identicar cómohan sido creados y cómo son interpretados. Cons-truir alternativas posibles a partir de la constante re-

    flexión en la conversación. Reconstruir contando conlas redes de apoyo social , la capacidad de coordinacióny acción conjunta, “acción comunicativa”, en térmi-nos de Habermas, y la planeación estratégica con laspoblaciones involucradas (Kisnerman, p. ).

     Aproximarse a esta comprensión del trabajo socialsugiere necesariamente metodologías de trabajo en red,las cuales, aunque comunes en el ejercicio profesional,no han sido sucientemente explicitadas en el terre-no teórico, en parte por las convencionales divisionesen la unidad social y en los métodos de intervención,abordados como caso, grupo y comunidad. Tambiénpor la precaria apropiación de un lenguaje que pudieradescribir y explicar lo vincular, y, además, porque en eldesarrollo de la profesión las demandas de la prácticahan desbordado la sistematización conceptual y la re-flexión epistemológica, razones sucientes para alentarel diálogo que aquí analizamos.

    Mónica Chadi (p. ) propone un “re-encuadre”en la intervención, que posibilite la apropiación de lametodología de red, y —podríamos agregar— queexplicite su reconocimiento:

    Dicho “re-encuadre” abarca tres aspectos básicos:

    -Dar prioridad a las relaciones respecto a las per-sonas.

    -Ampliar el campo de observación.-Ordenar y activar puentes de comunicación.

    Las redes evocan, describen y explican tramas de significados

     Mucha bulla . Al principio me daban ganas de

    esconderme en una cueva, pero Willie me convenció

    de que no es la verdad expuesta la que nos hace

    vulnerables, sino los secretos. El divorcio de Nico

     y Celia no zanjó las cosas, porque seguíamosatrapados en una maraña de relaciones que

    cambiaban constantemente pero no se cortaban.

    El interés por el lenguaje y los signicados, siem-pre presente en las ciencias sociales, adquiere especial

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    , ,

    protagonismo en la obra de autores contemporáneoscomo Gadamer (), Maturana (), Gergën(), Withe (), entre otros, los cuales, inspi-rados a su vez en clásicos como Vico o Wittgenstein,

    sostienen que “todo el vivir humano se da en redes deconversaciones” (Maturana, en Kisnerman, p. ).El construccionismo social, planteado como una

    teoría crítica, pone en primer plano la idea de relación,vista como expresión, no de estructuras o patrones decomportamiento, sino de sistemas de lenguaje y designicado. El interés por las personas, sus relacionesy sus problemas, pasa, del contexto como marco parasu comprensión (Bateson, ), al texto, del cual ha-cen parte para su interpretación (Derrida, ). Lossistemas humanos se entienden como organizadospor las conversaciones que ocurren en ellos y acercade ellos y los signicados de estas para sus intérpretes.La intervención profesional, en consecuencia, atiendea la política de poder en la cual se inscribe.

    La comunicación se asume como la práctica ob-servable de las relaciones, y se propone ver a los su-cesos, los rituales, los hábitos y las palabras comoredes de comunicación y no como mensajes trans-mitidos o como patrones repetitivos. En consecuen-cia, las familias, los grupos y las organizaciones enel contexto del análisis construccionista formaríanconjuntos profundamente entramados de personas

    en conversación.Los problemas se denen y entienden como in-

    trínsecos al contexto, por lo tanto, comprender lasinterpretaciones sobre este es el primer paso en la in-tervención profesional. Trabajadoras y trabajadoressociales que actúan según este enfoque se esfuerzanpor acceder al signicado que las personas y los co-lectivos afectados otorgan a sus trastornos, conflictosy dicultades, y asumen estos signicados como unade las múltiples versiones de los problemas sociales.

    Los signicados que las personas atribuyen a los

    eventos y experiencias vividas se organizan segúninnitas tramas de interpretaciones presentes en lacultura de la cual se hace parte y según las formas deconguración de las subjetividades a partir de la pro-pia experiencia vital —que incluye guiones y formasde relación especícas—, las cuales se comportancomo itinerarios que se van modicando en la medi-

    da que se recorren: “En esta perspectiva los vínculosno son conexiones entre entidades (objetos y sujetos)preexistentes, ni estructuras jas e independientes,sino que los vínculos emergen simultáneamente con

    aquello que enlazan en una dinámica de autoorgani-zación” (Najmanovich, p. ). De manera análoga,“los signicados se van transformando y enrique-ciendo en la medida y proporción de su intercambio”(Zapata, p. ).

    La investigación social también se orienta segúnmetáforas provenientes de la literatura y la lingüísti-ca, por eso hoy se habla de explorar narrativas y re-latos, de analizar textos e historias de vida que com-plementan y amplían el universo de las dinámicas,las tipologías y las estructuras, que habitualmente sehan estudiado en las ciencias sociales.

    Un conflicto, una dicultad o un impasse  se de-niría, en consecuencia, por la forma como se entrela-zan los signicados que las personas atribuyen a loseventos y experiencias vividas de acuerdo con las co-nexiones entre interpretaciones presentes en la cultu-ra de la que hacen parte, y, por lo tanto, su deniciónse construye según tal organización de signicados.

    Las soluciones provienen así mismo de la cons-trucción comunal de nuevos signicados respecto atales experiencias, y se entrelazan con creencias, va-lores, tradiciones y prácticas conocidas. El conflicto,

    la violencia y la agresividad humanas, vistos inter-personalmente, no constituyen, en este sentido, con-ceptos valorativos sino descriptivos de las relaciones.De igual manera, la solidaridad, la cooperación y elapoyo mutuo constituyen formas de conversación al-ternativas que introducen otros signicados.

    Reconocer la interacción social equivale, en sín-tesis, a visibilizar los vínculos entre las personas, losgrupos y las organizaciones; a estimular metodolo-gías que promuevan la participación democrática,sin forzarla ni imponerla; a identicar los signica-

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