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    COMUNICACIN 21

    LA TEORA DE NOELLE-NEUMANN

    SOBRE LA ESPIRAL DEL SILENCIOAPLICADA A LAS AUDIENCIAS DE LATELEBASURA

    VALENTN ALEJANDRO MARTNEZ FERNNDEZ

    SCAR JUANETEY BOGAJAVIER OROSA GONZLEZ

    LORENA RODRGUEZ CAMPO

    Universidad de A Corua

    I. LA TEORA DE LA ESPIRAL DEL SILENCIO

    Existe una cierta tendencia social, consecuencia del desarrollo democr-tico, en virtud de la cual, y bajo una ptica meramente cuantitativa, se sueleidentificar la mayora numrica con el mejor criterio. De manera que una opi-nin refrendada mayoritariamente pasa a adquirir el rango de socialmenteaceptada y a ser una expresin de la voluntad de la opinin pblica. Sinembargo, cabe preguntarse cmo se puede conocer de manera objetiva elgrado de apoyo pblico a una opinin determinada? y, claro est, cules sonlos mtodos para alcanzar dicho conocimiento? En este sentido, ya Davison1

    en 1968 pona de manifiesto la dificultad para dar respuestas adecuadas a

    1 DAVISON, W. PHILIPS (1968), Public Opinion: IntroductionenInternational Encyclopedia of de SocialSciences, edicin coordinada por David L. Sills, Mcmillan Co & Free Press, Nueva York.

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    tales cuestiones al considerar la idea de que el conocimiento de la estructura

    interna de las opiniones pblicas es algo sumamente limitado y que va muy

    por detrs de las mediciones. Por tanto, la expresin de la opinin pblica tie-ne un marcado carcter perceptivo por parte del individuo y pueda dar lugara que alguien interprete equvocamente determinadas manifestaciones dedicha opinin y le conceda un respaldo mayoritario del que ciertamente care-ce. Pues bien, esta interpretacin errnea puede llevar a comportamientosmimticos o de imitacin, tal y como seala Bandura2, con la finalidad deconjurar los efectos de la exclusin social que podra comportar el hecho deno compartir los criterios u opiniones de la mayora, pues tal y como obser-vLazarsfeld3 nadie quiere sentirse aislado. Hasta el punto de que, en oca-

    siones, la opinin de un individuo no deja de ser un simple reflejo de las opi-niones de los dems, como ya en su momento manifestLocke.4

    El temor al aislamiento social, como determinante de la expresin pbli-ca de la opinin del individuo, fue lo que lleva Noelle-Neumann a estimarque cuando alguien considera que los dems le estn dando la espalda, sufretanto que se le puede guiar o manipular tan fcilmente por medio de su pro-pia sensibilidad, como si fuere una brida5, de forma que el miedo al aisla-miento se erige en la fuerza que pone en marcha lo que denomina la espiraldel silencio, una de cuyas descripciones primigenias la sita en laHistoriade la Revolucin Francesa de Alexis de Tocqueville, publicada en 1856, con-

    cretamente cuando dicho autor narra la decadencia de la Iglesia en Francia a

    mediados del siglo XVIII y el modo en el que el desdn por la religin se con-virtien una pasin general e imperante entre los franceses. A su juicio, elsilencio de la Iglesia francesa fue un factor clave, pues, tal y como refiere, los

    que seguan creyendo en las doctrinas de la Iglesia tenan miedo de quedarsesolos con su fidelidad y, temiendo ms la soledad que el error, declarabancompartir las opiniones de la mayora. De modo que lo que era slo la opi-

    nin de una parte de la nacin llega ser considerado como la voluntad detodos y al parecer, por ello, irresistible, incluso a los que haban contribuidoa darle esta falsa apariencia.6

    2 BANDURA, A. (1968), Imitationen International Encyclopedia of de Social Sciences, edicin coordi-nada por David L. Sills, Mcmillan Co & Free Press, Nueva York, pp. 96-101.

    3 LAZARSFELD, PAUL (1968), The Peoples Choice: How the Voter Makes Up His Mind in a Presidential

    Campaign, Columbia Uiversity Press, Nueva York , pp. 102-120.4 LOCKE, JOHN (1987),Ensayo sobre el entendimiento humano, Aguilar, Madrid, p. 371.5 NOELLE-NEUMANN, ELISABETH (1995),La espiral del silencio. Opinin pblica: nuestra piel social, Pai-

    ds, Barcelona, p. 23.6 NOELLE-NEUMANN, ELISABETH (1995), op. cit., pp. 24 y 122.

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    Con Tocqueville como punto de partida, Noelle-Neuman efectuun pro-lijo anlisis de textos de autores tales como Rousseau, Hume, Locke, Lutero,

    Maquiavelo y Hus, entre otros, y en ellos pudo observar como la espiral delsilencioapareca, si bien no de forma protagonista, sa modo de comenta-rios marginales. Ello le llevara en 1968 a complementar su bsqueda de refe-rencias con trabajos de orden emprico, a travs de la investigacin social yexperimentos de laboratorio, para concluir en 1972 con la presentacin pbli-ca de la denominada Teora de la espiral del silencioen el Congreso Inter-nacional de Psicologa celebrado en Tokio. Investigaciones posteriores per-mitieron ampliar el planteamiento inicial y establecer que slo cuando unaespiral del silencio se ha desarrollado plenamente y una faccin posee toda la

    visibilidad pblica mientras que la otra se ha ocultado completamente en suconcha, slo cuando la tendencia a hablar o a permanecer en silencio se haestabilizado, las personas participan o se callan independientemente de que

    las otras personas sean o no amigos o enemigos explcitos.7

    Las primeras comprobaciones de la teora de Noelle-Neumann pusieronde manifiesto la existencia de lo que ms tarde se vino en llamar el ncleoduroo aquella minora que queda al final de un proceso de espiral del silen-cio desafiando la amenaza de aislamiento. A juicio de Noelle-Neuman el

    ncleo duroest, en un cierto sentido, relacionado con la vanguardia, yaque considera el aislamiento como un precio que debe pagar. Por otra parte,

    igualmente observel relevante papel que desempean los medios de comu-nicacin social como coadyuvadores en la generacin de la espiral del silen-cio, pues si la gente no encuentra expresiones habituales, repetidas con fre-

    cuencia, a favor de su punto de vista, cae en el silencio, y la difusin y popu-larizacin de esas expresiones solamente la realizan de manera efectiva losmedios de comunicacin social. Con ello se reconoca a los medios de comu-nicacin social, en general, y de ellos a la televisin, en particular, la capaci-

    dad para generar determinados efectos que se manifiestan en un cambio enlas conductas, actitudes o formas de pensar de los individuos que conforman

    su audiencia.8 Esta idea la refuerza Noelle-Neumann9 con las opiniones de

    Lippmann10 y Roegele11 en cuanto a que la proporcin de realidad que se

    7 NOELLE-NEUMANN, Elisabeth (1995), op. cit., p. 518 NOELLE-NEUMAN, Elisabeth (1973), Kumulation, Konsonaz und Offentlichkeiten Publizistik, nm. 1,

    19739 NOELLE-NEUMANN, Elisabeth (1995), op. cit., p. 195.

    10 LIPPMANN, WALTER (1965), Public Opinion, Free Press, Nueva York, pp. 68-76.11 ROEGELE, OTTO (1979), Massenmedien und Regierbarkeit, en Regierbarkeit: Studien zu ihrer Prob-

    lematisierung, Klett-Cotta, Stuttgart, pp. 202-204.

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    transmite a los individuos a travs de los medios de comunicacin social,en comparacin con las observaciones originales, se ha multiplicado por

    un factor considerable, y el mundo lejano y complejo, cada vez ms visi-ble y audible, fluye an con ms fuerza junto a las observaciones persona-les de primera mano, toda vez que captamos directamente los contenidos

    emocionales, quiere decir lo que es bueno y lo que es malo, mediante la

    imagen y sonido. Y estas impresiones de orden emocional son duraderas,

    pues se conservan mucho despus de que los argumentos racionales sehayan escabullido.

    As, la Teora de la espiral del silencio, de acuerdo con Noelle-Neu-mann, se apoya en el supuesto de que la sociedad y no slo los grupos enlos que los miembros se conocen mutuamente- amenaza con el aislamien-

    to y la exclusin a los individuos que se desvan del consenso. Los indivi-duos, por su parte, tienen un miedo en gran medida subconsciente al ais-

    lamiento y este temor hace que la gente intente comprobar constantemen-

    te quopiniones y modos de comportamiento son aceptados o rechazadosen su medio y que, a su vez, sus opiniones y formas de comportamiento

    ganen o pierdan fuerza. Consiguientemente, cabe sealar cmo esta teoradefiende la existencia de un sentido cuasiestadstico que posibilita llevar acabo esas estimaciones. Y los resultados de dichas estimaciones van a

    influir en la determinacin de la gente a expresarse, ascomo en su com-portamiento en general. De manera que si la gente tiene la creencia de que

    su opinin forma parte de un consenso, se manifestar con confianza enconversaciones pblicas y privadas, manifestacin que tambin podrrea-lizar a travs de signos externos como la propia indumentaria o bien coninsignias, lazos, pegatinas o cualquier otro elemento visual o sonoro con-

    vencionalmente aceptado como opinin. No obstante, cuando la gente per-cibe que se encuentra en minora adopta una actitud y comportamiento

    precavido y se vuelve silenciosa, con lo cual potencia la impresin dedebilidad y esta se mantendr hasta que la faccin aparentemente msdbil desaparece y ello da lugar al ncleo duroque se mantiene firme-mente en el sostenimiento de sus valores anteriores, o bien hasta que la

    opinin se convierte en tab.12

    12

    NOELLE-NEUMANN, Elisabeth (1995), op. cit., p. 261.

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    II. EL ROL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIN SOCIAL EN LA GENERACIN DELAESPIRAL DEL SILENCIO

    La Teora de la espiral del silencio, a lo largo de todos estos aos, hatenido un amplio reconocimiento en el mbito acadmico de la investigacinde la opinin pblica y una mirada de autores se han ocupado de ella paraexplicar determinados comportamientos sociales desde diferentes enfoques.

    Entre estos enfoques ha de situarse el correspondiente a los medios de comu-

    nicacin social y sobre el mismo cabe mencionar, entre otras, las aportacio-nes efectuadas por McQuail13, Crespi14, Bryant y Zillmann15, Price16, Sn-chez17, Iglesias18, Lucas, Garca y Ruiz19, Merrill20 y Monzn.21 Pues bien,dentro de este enfoque es donde debe situarse el anlisis del comportamien-to de las audiencias de programas de televisin encuadrados bajo la denomi-nacin, en una amplia acepcin, de telerrealidado el ms popular y peyo-rativo de telebasura, ascomo de la aceptacin que stos tienen por partede la opinin pblica.

    A tenor de las respectivas programaciones de las cadenas de televisin yde los tiempos de emisin reflejados en las mismas cabra colegir que existepor parte de la audiencia televisual una significativa demanda de programas

    que se basan en mostrar pblicamente, a travs de las cmaras, las facetasms srdidas de la condicin humana. Programaciones que, por otra parte,encuentran su razn de seren las elevadas cifras de audiencia que obtienen.Sin embargo, podra afirmarse questas audiencias reflejan el sentir de laopinin pblica? son realmente mayoritarias? son el espejo de la sociedada la cul se dirigen? Evidentemente, desde que la telebasuraeclosionen

    13

    MC

    QUAIL

    , DENIS

    (1996), Introduccin a la teora de la comunicacin de masas, 2 ed. , Paids,Mxico.14 CRESPI, IRVING (2000),El proceso de opinin pblica, Ariel Comunicacin, Barcelona.15 BRYANT, JENNINGS Y ZILLMANN, DOLF (1996),Los efectos de los medios de comunicacin. Investigacio-

    nes y teoras, Paids, Barcelona.16 PRICE, VICENT (1994),La opinin pblica. Esfera pblica y comunicacin, Paids, Barcelona.17 SNCHEZ NORIEGA, JOS LUIS (1997), Crtica de la seducin meditica, Tecnos, Madrid.18 IGLESIAS, FRANCISCO (1993), Audiencias inteligentes, en Comunicacin y Sociedad, Universidad de

    Navarra, Vol. VI, nms. 1 y 2.19 LUCAS MARN, ANTONIO; GARCA GALERA, CARMEN Y RUIZ SAN ROMN, JOS (1999), Sociologa de la

    comunicacin, Trotta, Madrid.20 MERRILL, JOHN C. Y OTROS (1992),Medios de comunicacin social. Teora y prctica en Estados Uni-

    dos y en el mundo, Fundacin G. Snchez Ruiprez, Madrid.21 MONZN ARRIBAS, CNDIDO (1987),La opinin pblica. Teoras, concepto y mtodos, Tecnos, Madrid.

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    Espaa con la primera edicin de Gran Hermano22, el 23 de abril del ao2000, ha existido una cierta percepcin de que mayoritariamente la opinin

    pblica se alineaba con este tipo de programas. Ahora bien, cabra pregun-tarse si esto es asrealmente o fruto de la espiral del silencioprovocada yamplificada por la influencia de los propios canales de televisin en su rol demedio de comunicacin de masas dominante que identifica el xito o el fra-caso con las cifras de audiencia que logra alcanzar, para lo cual como sealaIglesias23 la programacin opera a modo de cebo utilizado para pescar altelespectador y una vez en la salobre televisual, bastar con retenerlo paraque mire y escuche los mensajes publicitarios, pues, de acuerdo con Curran24,

    en realidad las empresas titulares de los canales de televisin no venden a los

    anunciantes programas sino audiencias. Y en esta bsqueda de la audiencia,lejos de orientarse hacia la diferenciacin, los canales generalistas han segui-do una lnea de homogeneizacin25 de sus programaciones y de los conteni-dos de los espacios que las conforman. Una homogeneizacin que ha tenidosu mximo desarrollo en los programas basura, de tal manera que, a pesar dehaberse incrementado la oferta televisiva con la concesin de canales de ges-tin privada, si se hace un recorrido por los diferentes canales se puede tenerla percepcin de que se estante una nica programacin y ello incluso pue-de llevar al telespectador a una cierta confusin a la hora de identificar algu-nos programas con los canales que los emiten.

    La homogeneizacin tambin contribuye a crear una realidad virtual

    22 Gran Hermano se emitipor primera vez el 23 de abril de 2000, en horario nocturno de mximaaudiencia, por el canal de gestin privada Telecinco y producido por Gestmusic. Inicialmente fue un pro-grama de difcil catalogacin, pues recibidiferentes denominaciones tales como docu game, reality-concurso, docu show, watercooleropsicodrama. El programa consista en recluir en una casa, durantecien das, a diez concursantes de ambos sexos, que previamente no se conocan entre s, cuya vida coti-

    diana era permanentemente observada por treinta cmaras y cerca de sesenta micrfonos para su poste-rior emisin y difusin pblica. Adems los concursantes, cada semana, deban proponer a aquelloscompaeros que les resultasen ms incmodos para que el pblico, mediante llamadas telefnicas, deci-diese quien debera abandonar la casa y dejar de optar a los veinte millones de premio en concurso. Elprograma haba sido creado por la productora holandesa Endemol y se emitipor primera vez en Holan-da. En su momento dicho programa fue calificado tambin como: culebrn de la realidad, pornogra-fa sentimentalo juego de rol, ver Sal, Gloria (2003), Ques eso del formato? Cmo nace y se des-arrolla un programa de televisin, Gedisa, Barcelona.

    23 IGLESIAS, FRANCISCO (1991), Tendencias publicitarias en televisin, en Comunicacin y Sociedad,Universidad de Navarra, Vol. IV, nms.1 y 2.

    24 CURRAN, J. (1986), The Impact of Adverseting on de British Mass Media, en Collins, R. (Ed.),MediaCulture and Society, Routledge, Londres, p. 314.

    25 CALLEJO, JAVIER (2003), Audiencias activas o audiencias cautivas, enAudiencias y medios de comu-

    nicacin, Aquilafuente, Universidad de Salamanca, Salamanca, p. 24.

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    que se transmite a las audiencias correspondientes y por medio de stas seextiende a la opinin pblica, que la recibe reforzada por el hecho de ser una

    realidad publicaday percibida como una especie de vox Dei que incidedirectamente en la generacin de una aparente opinin mayoritaria que, porel efecto amplificador de la televisin como medio de comunicacin socialhegemnico, aboca a la espiral del silencio descrita por Noelle-Neumann. Hade tenerse en cuenta la afirmacin de Lippmann26 en cuanto a que no existeaquello que no se cuenta, si bien hoy da habra de precisarse en el sentido deque no existe aquello que no aparece en las pantallas de los televisores. Ade-

    ms, no ha de olvidarse que en la actualidad la televisin crea, con la imageny el sonido, una gran confusin entre la propia observacin y la observacin

    mediada.27 Pero, obviamente, a pesar de la influencia de los medios de comu-nicacin social y concretamente de la televisin, una cosa es la realidad obje-tiva y otra bien diferente la pseudorrealidad percibida o incluso imaginada en

    funcin de la cultura meditica.

    III. DEFINICIN DETELEBASURA

    Si bien hay una clara conceptuacin de cules son los elementos que inte-gran los programas de televisin basura (sensacionalismo, escndalo, morboy amoralidad) no existe, sin embargo, un cierto consenso a la hora de definir

    este nuevo modelo televisual. En los ltimos aos han aparecido numerosasreferencias a la telebasuraen la prensa diaria y publicaciones especializa-das, ascomo alguna obra controvertida, debido a la inquietud social provo-cada por la progresiva degradacin moral de determinados programas y laemisin de los mismos en horario infantil. De los autores que en Espaa sehan ocupado del tema en los ltimos aos cabe mencionar las aportaciones

    de Fernndez28

    , Castao29

    , Bueno

    30

    , Cubells

    31

    y Elas32

    , quienes desde diferen-

    26 LIPPMANN, WALTER (1965), op. cit., p. 72.27 NOELLE-NEUMANN, ELISABETH (1995), op. cit., p. 205.28 FERNNDEZ BLANCO, FAUSTO (1998), Telebasura espaola, Ediciones Glenat Espaa, Barcelona.29 CASTAO, JUANNGEL (2002),Dos dramas breves, los conformistas: Telebasura para todos, Asociacin

    Cultural Frutos del Tiempo, Elche.30 BUENO, GUSTAVO (2002), Telebasura y democracia, Ediciones B.S.A., Barcelona.31 CUBELLS PAVA, MARIOLA (2003), Mrame, tonto!: las mentiras impunes de la tele, Robinbook, Madrid.32 ELAS PREZ, CARLOS (2004), Telebasura y periodismo, Ediciones Libertarias-Prodhufi, San Lorenzo del

    Escorial (Madrid).

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    tes perspectivas han contribuido a un mayor conocimiento de este nuevo

    fenmeno televisual cuyo origen ha de situarse en la mitad de la dcada de

    los aos ochenta del pasado siglo en Estados Unidos de Norteamrica y quebajo la denominacin genrica de trash TVengloba a todos aquellos pro-gramas de telerrealidad que contienen los elementos que se han identificado

    como propios de la telebasura.

    De todas las aportaciones efectuadas en el sentido de establecer una defi-

    nicin de telebasurala que mayor aceptacin acadmica ha suscitado has-ta la fecha es la efectuada por la Agrupacin de Telespectadores y Radioyen-tes, entidad sin nimo de lucro cuya finalidad consiste en velar por una tele-visin y una radio de calidad. Una aportacin que se recoge en el denomina-do Manifiesto contra la telebasura33 y que, tras indicar que este trmino danombre a una forma de hacer televisin caracterizada por explotar el sensa-cionalismo y escndalo como palancas de atraccin de la audiencia, precisaque la telebasurase define por los asuntos que aborda, por los personajesque exhibe y coloca en primer plano y, sobre todo, por el enfoque distorsio-

    nado al que recurre para tratar dichos asuntos y personajes. Y a ello se agre-ga que la telebasuracuenta con una serie de ingredientes bsicos que laconvierten en un factor de aculturizacin y desinformacin, ascomo en unobstculo para el desarrollo de una opinin pblica libre y fundamentada. Ycomo tales factores identifica al reduccionismo, la demagogia y el desprecio

    por derechos fundamentales como el honor, la intimidad, el respeto, la vera-

    cidad o presuncin de inocencia, cuya conculcacin no puede defenderse enningn caso apelando a la libertad de expresin. A ello cabra aadir tambinque, de acuerdo con el documento elaborado por la Asociacin de Usuariosde la Comunicacin34, bajo el ttulo de Aproximacin a la Telebasura35, losprogramas televisivos susceptibles de ser calificados como basurase carac-terizan por simular (o, mejor an, por pervertir) los modelos o gneros que

    33 Este Manifiesto fue suscrito tambin, en noviembre de 1997, por AUC, CAVE, CEACU, CEAPA, CON-CAPA, CCOO, UGT, OCU, UCE y FIATYR, ver www.atrweb.info

    34 La Asociacin de Usuarios de la Comunicacin es una organizacin sin nimo de lucro, dedicada adefender los derechos de los ciudadanos como usuarios de los diferentes medios y sistemas de comuni-

    cacin; como destinatarios de los mensajes que a travs de ellos se difunden, y como posibles protago-nistas de sus contenidos. Presidida por el profesor Vidal Beneyto goza de un gran prestigio acad micoy sus documentos se suelen utilizar como fuente de referencia en las investigaciones sobre comunica-

    cin social. Dichos documentos pueden consultarse en su pgina web www.auc.es35 Asociacin de Usuarios de la Comunicacin (2003), Aproximacin a la Telebasura, Documentos

    AUC, Madrid, p. 2 www.auc.es

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    les sirven de referencia. As, los debates no son en realidad debates, las entre-vistas no son en realidad entrevistas, la informacin (ni siquiera la llamada

    del corazn) es en realidad informacin y los concursos tampoco son real-mente concursos. En definitiva, no importa que sea verdad o mentira lo quese muestra a los telespectadores, porque lo que de verdad interesa es que sea

    espectacular, en cuanto a llamativo. Y concluye que, en el caso de la televi-

    sin en Espaa, la telebasura, al margen del formato que adopte (magazi-ne, talk show, late show, docu show, reality, game show, etctera), ofrecercontenidos en los que primarel mal gusto, lo escandaloso, el enfrentamien-to personal, el insulto y la denigracin de los participantes, ascomo la agre-sin a la intimidad de los mismos o de aquellas otras personas que son obje-

    to de su atencin y comentarios, siempre bajo una actitud provocadora yexhibicionista carente del ms elemental sentido del pudor, y sin tener encuenta el horario de emisin y si entre la audiencia puede haber nios.36 Demanera que la telebasura puede calificarse como un fenmeno televisivoque atenta contra la funcin social del medio; que menoscaba sus posibilida-des expresivas y de contenido en trminos tanto de informacin y formacincomo de entretenimiento, y que conculca valores constitucionales como el

    derecho a la veracidad, a la intimidad, a la dignidad de las personas y a la pro-

    teccin de la infancia.37

    IV. LA ESPIRAL DEL SILENCIO Y LATELEBASURA

    A la luz de lo expuesto cabe preguntarse si la telebasuraconstituye unfenmeno meramente coyuntural, consecuencia de la moda, de un momentosocial puntual, o, sin embargo, obedece a un salto cualitativo en la forma de

    hacer televisin y, por ende, obedece a una causa estructural. A este respec-

    to, autores como el socilogo Lorenzo Daz38

    apuntan hacia lo ltimo al esti-mar que en el fondo del problema hay un planteamiento meramente econ-

    36 Se calcula que en Espaa casi 700.000 mil nios ven la televisin ms allde las diez de la noche y entorno a 150.000 consumen espacios televisivos en una franja horaria situada de las once horas de la

    noche en adelante. Ver Menores y Medios de Comunicacin. Publicidad, Televisin e Internet, Docu-mentos AUC, www.auc.es

    37 Asociacin de Usuarios de la Comunicacin (2003), op.cit. p. 4.38 DAZ, LORENZO (2004), Autopsia a la caja sucia, en Crnica, suplemento dominical del diario El

    Mundo, ao XV, nm. 465, domingo 12 de septiembre, p. 10.

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    mico o economicista, toda vez que a los canales de televisin, desde la pers-pectiva puramente empresarial, les resulta mucho ms rentable emitir pro-

    gramas basura que de calidad, ya que los costes de los primeros son muy infe-riores, pues un espacio de telebasuracon formato de magazine cuesta unastres veces menos que el captulo de una serie coral producida para la cadenay para emitir en horario nocturno de mxima audiencia, con la salvedad deque el captulo tiene una duracin de cincuenta minutos mientras que el espa-cio basura puede llegar hasta las cinco horas, de manera que el coste por

    minuto todava es mucho menor. A ello debe aadirse el hecho de que losespacios basura son muy fciles de suprimir de la parrilla de programacin sino alcanzan unas mnimas audiencias, son sumamente biodegradables,

    pues los telespectadores los olvidan rpidamente sin que su supresin se per-ciba como un fracaso o una lnea errtica del canal que lo programy, ade-ms, sus costes de eliminacin son sensiblemente ms bajos que los de cual-quier otro tipo de programa de ficcin. Es decir, la basuraes mucho msrentable que la ficcin, aunque no deje de ser ciertamente ficticio todo lo queofrece bajo la apariencia de lo real. Mientras la telebasuraconsiga mante-ner fiel a la audiencia y sta alcance cifras que interesen a los anunciantes, noes descabellado pensar que las cadenas de televisin que programan este tipode espacios buscarn cualquier argumento social que los justifique. Adems,el exceso de telebasurareduce objetivamente la posibilidad de eleccin delespectador39, de modo que ste estarms cautivo cuantos ms programasbasura se emitan.

    Obviamente, la alta rentabilidad de los programas basura (bajos costes de

    produccin, obtencin de altas audiencias y fidelizacin de las mismas, fcily barata supresin de la programacin y elevados beneficios por minuto deemisin) inclinan a los canales de televisin a generar un clima de opininpblica favorable a este nuevo modelo de hacer televisin y para ello emple-

    an sin complejo alguno toda la potencia amplificadora de sus propios mediosde comunicacin social.40 Y para ello se apoyan en argumentos tales como lalibertad de expresin, la realizacin de experiencias sociolgicas, la capaci-dad del telespectador para sintonizar el canal que desee y, sobre todo, la

    modernidad, la vanguardia, el progresismo, la adaptacin a los nuevos tiem-

    39 Asociacin de Usuarios de la Comunicacin (2003), op.cit. p. 640 Ha de tenerse en cuenta que en Espaa todos los canales de televisin de gestin privada forman parte

    de grupos de comunicacin que cuentan con otros medios o tienen una relevante participacin en el capi-

    tal social de las empresas titulares de los mismos.

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    pos y corrientes sociales mayoritarias, etctera. En cualquier caso, todo uncorolario de falacias sustentadas en la ms obscena demagogia, cuya finali-

    dad es trasladar a la opinin pblica la idea de que este tipo de programasbasura no slo cuentan con el respaldo de sus elevadas audiencias sino questas son consecuencia de una amplia aceptacin social. Pero, es esto asrealmente? existe esa aceptacin? o, tal y cmo ya se ha dicho anteriormen-te, esta percepcin de aceptacin es consecuencia de la espiral del silencio.

    Lo primero que ha de considerarse son las cifras de audiencia de los cita-

    dos programas basura. Cul es su representatividad respecto al total de laaudiencia y, sobre todo, en relacin al conjunto de la sociedad? Si se efectaun anlisis de las parrillas de programacin de los canales de televisin gene-ralistas se puede observar que solamente existe coincidencia de espacios sus-

    ceptibles de ser enmarcados dentro de la telebasuraen aquellos formatos(por regla general talk shows) que no cuentan con una elevada audiencia y se

    emiten en franjas horarias secundarias, mientras que en el caso de los espa-

    cios estrella, destinados alprime time, lejos de haber solapamiento existeun cierto continuismoen das sucesivos. Quiere decir, que en idntico for-mato un canal emite su programa un da y su competidor al da siguiente,dando la impresin al telespectador de que existe una cierta continuidad yaque los temas a abordar suelen ser los mismos, con los mismos personajes e

    idntica estructura del programa, con la diferencia de los decorados, los pre-sentadores, los entrevistadores y personajes invitados al estudio. Adems, enalgunos casos los entrevistadores mantienen una cierta promiscuidadmeditica al intervenir tambin en otros programas basura (bsicamente lostalk shows) de los canales competidores, lo cual puede provocar igualmente

    en el telespectador cierta confusin y hacerle percibir que todo es lo mis-mo, con una programacin casi monotemtica y uniforme, sin ms alterna-tiva que la pantalla apagada o la sintonizacin de canales temticos median-

    te el correspondiente abono a canales de pago.Por tanto, en los programas que registran elevadas cifras de audiencia

    habrde tenerse en cuenta el fenmeno migratorio, el seguimiento de canalen canal por un mismo grupo de telespectadores, fidelizados no tanto por un

    canal en concreto sino por los espacios basura. De ser esto as, las cifras dela audiencia deberan contemplarse desde una ptica relativa. Una relatividadque toma todava ms cuerpo si se tiene en cuenta el principio del aislamien-to social recogido en la Teora de la espiral del silencio, pues la presinmeditica de algunos de estos programas de telebasura puede llegar a

    alcanzar tal magnitud (cabe recordar la final de la primera edicin de Gran

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    Hermano41) que si alguien se mantiene al margen, no se convierte en audien-

    cia de los mismos, corre el riesgo de ser considerado como un bicho raroo

    una persona desconectada de su tiempo, del momento social. De ah, queestas cifras de audiencia no impliquen una conformidad expresa de toda laaudiencia con este tipo de programas. Y mucho menos que esa audiencia

    represente una opinin pblica mayoritaria. Sin embargo, sse puede trans-mitir una idea equvoca y consecuencia de la misma se produzca una percep-cin cuasiestadstica, como la citada por Noelle-Neumann y ya mencionada,en funcin de la cual los individuos pueden colegir que el expresarse contrala telebasurasignifica posicionarse con la minora e ir contracorriente, demanera que opte por recluirse en el silencio, a no ser que claramente se site

    en el ncleo duroy muestre una actitud activa en la defensa de su opininy en la bsqueda de adeptos que contribuyan a desvelar la falsedad de laaparente realidady, consecuentemente, la quiebra de la mayora virtual.

    En Espaa la telebasurase implantgracias a que desde el ao 2000,en que irrumpe espectacularmente con Gran Hermano, hasta principios del

    ao 2004 no ha habido pronunciamientos explcitos por parte de la opininpblica contra la misma. Concretamente es en el Informe del Centro deInvestigaciones Sociolgicas efectuado en la primavera de 2004, sobre elconsumo de televisin en Espaa, en el que, por primera vez, ms del cin-cuenta por ciento de los espaoles opina que la televisin generalista enEspaa es vulgar y de mal gusto. Si durante todos estos aos la telebasurase ha enseoreado de la programacin de dichos canales quha cambiado?De acuerdo con Noelle-Neumann y su teora, cabra pensar que el ncleoduroha conseguido romper la espiral del silencio y generar el efecto con-trario. Es decir, situar en una posicin minoritaria la opinin favorable a latelebasura. En esta lnea podra comprenderse el cambio de actitud de losmximos responsables de los canales de televisin que presionados por la

    opinin pblica y el propio gobierno del Estado42

    , acuciado por sta, hanempezado a dar muestras de preocupacin por los contenidos de algunos desus programas y por la identificacin de los mismos con la telebasura, altiempo de mostrar su predisposicin a elaborar unos cdigos ticos de obli-

    41, La final de la primera edicin de Gran Hermano tuvo lugar el 21 de julio de 2000 y registruna audien-cia de 9.105.000 espectadores, con un share del 70,8%, lo que supuso un hito en la historia de la televi-

    sin en Espaa.487 Igualmente se han pronunciado contra la telebasuraen Defensor del Pueblo y la Asociacin de la

    Prensa de Madrid. Pronunciamientos que han tenido una gran influencia en la opinin pblica.

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    gado cumplimiento en sus respectivas cadenas de televisin. Sin embargo, laorientacin se dirige hacia la programacin infantil y no tanto hacia la tele-

    basuraen general. A este respecto, los mximos directivos de los canalesgeneralistas de televisin en Espaa, tanto de gestin pblica como privada,el 26 de octubre de 2004 acordaron con la vicepresidenta del gobierno del

    Estado, Mara Teresa Fernndez de la Vega, la creacin de un grupo de tra-bajo para elaborar un cdigo de corregulacin que evite la telebasuraenhorarios de programacin infantil, un cdigo por cuyo cumplimiento velaruna comisin de seguimiento integrada por representantes de la Administra-cin, los propios canales de televisin y los usuarios. Esta presin fue tam-bin la que lleva la cadena Telecinco a poner en marcha en octubre de 2004

    su propio cdigo de autocontrol frente a la telebasura. No obstante, la parri-lla de programacin no experimentningn cambio, ni tampoco los conteni-dos de los espacios basura.

    V. CONCLUSIONES Y FUTURAS LNEAS DE INVESTIGACIN

    El fenmeno de la telebasurano obedece a una aceptacin social sinoa una adopcin de este modelo televisual importado de Estados Unidos porlos canales generalistas de gestin privada que han encontrado en l una altarentabilidad como consecuencia de sus bajos costes de produccin, ascomopor la capacidad de generar una elevada audiencia susceptible de ser fideli-

    zada, no tanto por el atractivo de los contenidos como por la homogeneiza-

    cin de la programacin en dichos canales y la generacin en los telespecta-dores de una continuidad cuya alternativa pasa por apagar sus aparatos recep-

    tores o abonarse a canales temticos de pago. Asimismo, la fuerza mediticade estas cadenas de televisin ha actuado a modo de amplificador de la idea

    de que las elevadas cifras de audiencia de sus espacios basura son un fielreflejo de la sociedad actual y constituyen en smisma una expresin mayo-ritaria de la opinin pblica en cuanto a la valoracin y estima de dichos pro-gramas, una idea que efectivamente fue admitida inicialmente y situen apa-rentemente minora a quienes discrepaban de la misma, al tiempo de provo-car en estos individuos el temor al aislamiento social y conducirles al silen-

    cio en la generacin de una espiral, cumplindose las premisas de la Teorade la espiral del silencioestablecida por Noelle-Neumann. Un silencio quedurante un tiempo avalla aceptacin de los espacios basura. Sin embar-

    go, la existencia de un grupo no sometido al silencio, denominado en la men-

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    cionada teora como ncleo duro, logrcon un actitud activa la progresivarotura de dicho silencio y la contraposicin de la situacin al evidenciar la

    falsedad de la premisa que aseguraba una opinin pblica mayoritariamentefavorable a los programas en cuestin.

    Una vez efectuada la revisin terica de la propuesta de Noelle-Neumannen relacin a los efectos de la espiral del silencio se pretende abordar, en futu-ras lneas de investigacin, el contraste emprico a travs de una metodologabasada en la investigacin social y la realizacin de experimentos de labora-torio, en la lnea tradicional marcada por Noelle-Neumann desde el Centro deInvestigacin de la Opinin Pblica de Allensbach.

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